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Tema 5 Instituciones - Administración Territorial de Los Reinos y Coronas de España en La Edad Media y El Antiguo Régimen.

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TEMA 5: ADMINISTRACIÓN TERRITORIAL DE LOS REINOS Y CORONAS DE ESPAÑA EN LA

EDAD MEDIA Y EL ANTIGUO RÉGIMEN.

En la Edad Media peninsular, se diferencian dos grupos: el cristiano con economía


rural, rudimentaria y primitiva, basada en la agricultura y la ganadería; otro musulmán, con
una economía floreciente comercial, urbana y abundante moneda que controlaba el mercado
europeo del oro. El surgimiento del comercio a gran escala en el siglo XI planteará dos
problemas: el asentamiento de los judíos en el norte peninsular, con el abandono de las tierras
sureñas y la posición de reyes ante nobles y clérigos frente a la naciente burguesía. Nobleza e
Iglesia basarán su poder y economía en la posesión de tierras, la ganadería y la agricultura. La
burguesía en el comercio. Los dos grupos buscarán la protección del monarca que apoyará
en unos u otros según su conveniencia. Aunque los reyes tenderán a aliarse con los burgueses
porque su desarrollo favorece los ingresos en las arcas reales.

Cuando el núcleo musulmán (Andalucía) se incorporó al territorio cristiano en el siglo


XIII, quedó convertido en centro económico del mundo medieval. Sevilla se encontraba en la
confluencia de los tres grandes núcleos comerciales de la Edad Media: Flandes-Borgoña,
Génova-Florencia-Venecia y el mundo musulmán africano.

La evolución económica peninsular estuvo condicionada por el oro musulmán


español. El oro del Sudán llegaba a Europa a través del comercio de Al-Ándalus. La reforma
monetaria de Abd al-Rahman I, emir de Córdoba, obligó a Carlomagno a variar su sistema
monetario. El oro musulmán, a partir del siglo XI afluyó a las arcas cristianas en cantidades
fabulosas mediante los tributos (parias) que los reyes musulmanes pagaban a los cristianos
hasta mediados del siglo XV.

La España musulmana se constituyó como el primer Emirato independiente del


Califato Omeya de Damasco, con capital en Córdoba. En el 750 se convierte en el Emirato
Independiente de Córdoba (sin depender de Bagdad) y, finalmente se transforma en el
Califato Independiente de Córdoba (929-1031). En la organización territorial del Al-Ándalus
califal podemos distinguir 4 zonas:

1. Zona del valle del Guadalquivir, con capital en Córdoba y capital de Al-Ándalus. Se
divide en 28 coras, provincias que, según el profesor Levi Provenzal, se corresponden
con las divisiones condales visigodas.
2. Marca Inferior, con capital en Mérida y luego Badajoz, región militar para defender Al-
Ándalus de los ataques gallegos y astures.
3. Marca Media, con capital en Toledo para defenderse de los castellanos.
4. Marca Superior, con capital en Zaragoza, para hacer frente a catalanes y aragoneses.

Tras la caída del califato (1031), Al-Ándalus se divide en 2 reinos de taifas, que
coincidirán con las marcas y coras. Después de dos periodos de unificación bajo almorávides y
almohades, seguidos por las segundas y terceras taifas. El avance cristiano fue tal que, el en
siglo XIII, los musulmanes solo conservaban el reino de Granada.

Al frente de coras y fronteras, en las etapas del emirato y el califato, había un walí o
gobernador, asistidos a veces por un jefe militar o qa’id. Algunos distritos estaban regidos por
grandes señores árabes que poseían en tenencia o feudo (barachila).

A principios de la Edad Media, la estructura administrativa de los Estados cristianos


incorporó las características del reino visigodo y del Imperio Carolingio, adaptándose al
régimen señorial y feudal. Con la Reconquista, en Castilla, desapareció la división provincial
visigoda. Los reinos de Navarra y Aragón se dividieron en pequeñas circunscripciones
administrativas que el rey concedió como beneficio a señores. En Cataluña, el territorio está
fragmentado en condados del Imperio Carolingio dentro de la Marca Hispánica, desde fines
del siglo IX. Estos condados están feudalizados y gobernados por dinastías de condes
independientes de los reyes francos.

En los siglos XI-XII se produce una profunda transformación en la estructura de la


administración territorial de Castilla y León como consecuencia del:

 Fortalecimiento de los señoríos feudales: los reyes de Castilla y León otorgan a un


vasallo como beneficio feudal la función de gobernar y administrar un territorio.
 Desarrollo y autonomía de municipios y ciudades.

El oficial público fue el merino, que permanecía a las órdenes del mandatario, con las
funciones de levar la administración, recaudación y actuaciones militares judiciales en el
territorio. El rey disponía de sus merinos, igual que el mandatario de los suyos. En León y
Castilla, los merinos de los territorios reales estaban supeditados al merino del rey y pasaron a
llamarse merindades en lugar de condados.

En el reinado de Alfonso X el Sabio, los territorios fronterizos quedan al cuidado de un


Adelantado de la Frontera y, a fines del siglo XIII, los territorios de las Merindades Mayores
fueron asumidos por los Adelantados Mayores que fueron: los Adelantados Mayores del reino
de León y Asturias, de Castilla, de Galicia, del reino de Murcia, de Andalucía, Adelantado de la
Frontera y Adelantado Mayor de Cazorla, en el siglo XIV. El Adelantado Mayor era el
gobernador del reino por delegación del rey de grandes circunscripciones del territorio de
Estado, según García Valdeavellano.

El monarca delegó en el Adelantado la potestad regia en los lugares a los que el rey
no podía asistir. Pertenecía a un linaje reconocido. Este cargo, junto al de Merino Mayor,
determinó la división del territorio en Adelantamientos o Merindades Mayores, a su vez,
algunos de estos distritos se subdividieron en Adelantamientos menores o Merindades
menores.

El régimen de tenencia comenzó en Navarra con Sancho III el Mayor, establecido a lo


largo de la frontera. Perseguía la finalidad militar, dada la necesidad de asegurar la defensa de
los castillos y fortalezas fronterizas. Sancho Ramírez extendió hasta el sur el régimen de
tenencias y lo reorganizó, entregando las más importantes a personas de su confianza, para
asegurar su control; se convirtieron en hereditarias dentro de la nobleza. En Navarra se
estableció el régimen merinático. El merino velaba por los intereses del rey y actuaba como su
delegado, cobraba las caloñas o penas de los castigos impuestos y vigilaba las tenencias de los
castillos.

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