Tema 15
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Tema 15
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
BIGUZZI, G., Apocalisse (I Libri Biblici –Nuovo Testamento 20; Paoline, Milano
2005).
GONZÁLEZ RUIZ, J.M., Apocalipsis de Juan. El libro del testimonio cristiano (Biblia y
Lenguaje 9; Cristiandad, Madrid 1987).
MUÑOZ LEÓN, D., Apocalipsis (Comentarios a la Nueva Biblia de Jerusalén - NT 8;
Desclée de Brouwer, Bilbao 2007).
STOCK, K., La última palabra es de Dios. El Apocalipsis como Buena Noticia (Sicar
3; San Pablo, Madrid 2005).
VANNI, U., Apocalisse e Antico Testamento. Una sinossi (Pontificio Istituto Biblico,
Roma 21987).
_______, Apocalipsis. Una asamblea litúrgica interpreta la historia (Estudios
Bíblicos; Verbo Divino, Estella 92004).
_______, Lectura del Apocalipsis. Hermenéutica, exégesis, teología (Verbo Divino,
Estella 2005).
* * *
El Apocalipsis de Juan contiene tantos misterios como palabras. Y aun así me quedo
corto, ante el valor del libro. Toda alabanza es insuficiente: en cada palabra se ocultan
múltiples sentidos1.
En este primer tema abordamos algunas cuestiones que nos permitirán una primera
aproximación a este libro único del NT.
b. Lengua y estilo
[Los textos en esta fuente son traducción de U. VANNI, “Apocalisse. Traccia e
complemento delle lezioni” (apuntes para uso de los alumnos), PIB, Roma
1997-1998]
El griego del Apocalipsis presenta, en una primera lectura, dos
características: un cierto trasfondo hebreo-arameo y una serie de anomalías
gramaticales.
• Según unos autores, es una traducción del arameo o del hebreo; según
otros, el autor piensa en arameo y escribe en griego. Es difícil pensar en
el Apocalipsis como una traducción; más bien, el autor aparece como una
persona culta, de matriz judía, pero con un impresionante dominio de la
lengua griega.
1
Apcalypsis Ioannis tot habet sacramenta, quot verba. Parum dixi pro merito voluminis. Laus omnis
inferior est: in verbis singulis multiplices latent intelligentiae (Jerónimo, Ad Paulinum, 53, 8; año 394).
2
Cf. VANNI, Apocalipsis, 10.
3
MUÑOZ LEÓN, Apocalipsis, 12.
4
Ver MUÑOZ LEÓN, Apocalipsis, 12.
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5
14 veces en 11 versículos.
6
‘Allhloui?a,: 4 veces. En todo el NT, sólo aquí aparece esta palabra hebrea (= “Alabad a YHWH”),
frecuente en el Salterio (21 veces; cf. también Tob 13,18).
7
εἶδον: 76 veces en el NT (de ellas, al margen de Ap, sólo 9 en 1ª pers. singular; Jn 1,48.50; 18,26; He
7,34; 11,5.6; 26,13; Ga 1,19; 2,14). ἤκουσα: 36 veces en el NT (cf. en particular He 11,7; 22,7; 26,14).
8
Cinco veces en Zacarías, nueve en Ezequiel, una en Daniel. Cf. Za 2,1; Ez 1,4; Dn 10,5.
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Por ejemplo, el discurso apocalíptico de Jesús (Mt 24–25, Mc 13), así como pasajes más breves en
muchos otros escritos.
10
Para un primer acercamiento a estas obras ver A. DÍEZ MACHO, Apócrifos del Antiguo Testamento
(Vol. I: Introducción general; Madrid 1984). Ver también BROWN, “Apócrifos judíos”, NCBSJ II, 690-
703.
11
Ver A. Díez Macho (ed.), Apócrifos del Antiguo Testamento (Vol. IV: Ciclo de Henoc; Madrid:
Cristiandad, 1984) 29-30. Henoc (Gn 5,21-24) aparece mencionado en Sir 44,16; 49,14. Recordemos la
relación de este apócrifo del AT con la carta de Judas (más arriba, p. 136). También son apocalípticos
el segundo libro de Henoc (s. I d.C.) y el tercero, más tardío aunque conserve tradiciones muy antiguas
(s. VI d.C.). Sobre la identificación del Hijo del hombre con Henoc en 1 Henoc, ver I. Sanz Extremeño,
“El Hijo del hombre: del libro de Daniel al Nuevo Testamento”: 'Ilu 22 (2017) 399-419, pp. 411-412.
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En estos versículos del capítulo 22 hallamos 4 veces la expresión “las palabras de la profecía de este
libro” (oi` lo,goi th/j profhtei,aj tou/ bibli,ou tou,tou: vv. 7, 10, 18, 19 [var.]).
13
La Biblia sólo denomina una vez “profeta” a Daniel, y es en el NT (Mt 24,15).
14
Por ejemplo Gayo (fin del s. II), jefe de los “Álogos” (negadores del Logos) que lo atribuía a Cerinto,
gnóstico del s. I.
15
“En conclusión, parece que el autor del Apocalipsis haya vivido en el ámbito joánico o, mejor,
paulino-joánico, parece que se llamaba verdaderamente Juan, pero parece ser un Juan distinto del hijo
de Zebedeo y un autor distinto del autor del evangelio de Juan… Lo podemos llamar Juan «de
Patmos»“: BIGUZZI 39.
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ni siquiera lo vi” (en Eusebio, Hist. Eccl. 7,25,5); con todo, excluía decididamente
–quizá por esos motivos polémicos– la atribución al Apóstol Juan16. Pero además
de esta motivación polémica aduce argumentos de tipo literario. “Dionisio no se
basaba en testimonios anteriores que adujeran el nombre de otro autor, sino en las
diferencias de lenguaje, de giros expresivos y de pensamiento que se pueden
detectar entre el Evangelio [de Juan] y el Apocalipsis. Dionisio concluye de aquí
que es imposible atribuir las dos obras al mismo autor”: STOCK, La última palabra
es de Dios, 11-12.
c) Tercera posición (ya en época moderna): en el Apocalipsis tenemos un caso
de pseudonimia, en continuidad con la tradición de la literatura
apocalíptica17.
La investigación reciente, que por amplio consenso atribuye la obra a la escuela
joánica, no ha alcanzado una certeza en lo referente a su autor concreto. Podemos
decir como conclusión –siempre provisional– de la cuestión:
No habiendo un metro de juicio objetivo para medir las distancias entre las que un autor
se puede mover, tanto menos en el ámbito de temáticas diversas y en el caso de
participación de colaboradores, no nos es posible llegar a una certeza en este tema. En
este punto juega un papel muy importante la valoración subjetiva (…) Pero de la cuestión
del autor no depende el valor ni el significado del libro”: STOCK, La última palabra es de
Dios, 11-12.
Lugar y fecha de composición: el libro fue escrito en Patmos, isla del mar Egeo (Ap
1,9), en torno al año 95; san Ireneo lo sitúa “hacia final del reinado de Domiciano”
(81-96 d.C.: Adv. Haer., V, 30, 3).
16
Cf. Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica (Versión española, introducción y notas de Argimiro
Velasco-Delgado; BAC 612; Madrid: BAC, 2001) 473-483.
17
Ver VANNI, Apocalipsis, 14-15; MUÑOZ LEÓN, Apocalipsis, 23-24. BIGUZZI 36 rechaza
decididamente esta hipótesis, viendo en el autor del Apocalipsis a un Juan diverso del hijo de Zebedeo
y del Presbítero (ver la nota anterior).
18
Ver U. VANNI, La struttura letteraria dell'Apocalisse (Aloisiana 8a; Morcelliana, Brescia 21980).
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8,1-11,19: las siete trompetas. Sonido sucesivo de las siete trompetas tocadas por
los ángeles. A las tres últimas se sobreponen los tres “ayes”, creando un “crescendo”
literario notable. La séptima trompeta (11,15-19) introduce la sección siguiente.
12,1-15,8: el triple signo. Más compleja que las precedentes, se caracteriza por tres
“signos” en el cielo (12,1: la mujer; 12,3: el dragón; 15,1: los ángeles con las siete
copas). Este último introduce la sección siguiente.
15,1-16,21: las siete copas “de la cólera de Dios” (16,1), con las siete plagas
escatológicas (15,1). La séptima copa (16,17-19) introduce la sección siguiente.
17,1-22,5: sección conclusiva. Caracterizada por la intervención resuelta e inapelable
de Cristo Cordero, “Rey de reyes y Señor de señores” (19,16). Por una parte juzga y
anula todas las fuerzas hostiles, que confluían en la convivencia con Babilonia, “la
gran prostituta”; por otra, prepara y realiza la “nueva Jerusalén”, la novia que se
convierte en esposa (21,9).
Todas las secciones de la 2ª parte están unidas entre sí por un desarrollo lineal,
temporal y progresivo: se determina así un movimiento ascendente que desemboca
en la sección conclusiva. Pero en el decurso del libro algunos elementos se sustraen
del eje temporal; confieren así un cierto carácter meta-temporal al relato, superando
la preocupación cronística por los acontecimientos y permitiendo la aplicación del
mensaje a cada situación concreta de la historia.
22,6-21: EPÍLOGO
En su centro está la palabra de Jesús (22,12-16), dirigida a su próxima venida, meta de
cuanto se revela en el Apocalipsis. El deseo de la “gracia” une 22,21 con 1,4.
Destacan los septenarios, que cubren buena parte de la obra. Pero están íntimamente
entrelazados con la narración, que resulta así sumamente compacta; las cartas
dependen de la cristofanía del c. 1; los siete rollos y las siete trompetas, de la visión
del trono; las siete copas, de la historia del Dragón y las Bestias (cf. BIGUZZI 23).
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19
VANNI, Apocalisse e Antico Testamento, I.
20
VANNI, Apocalipsis, 27. Sobre esta cuestión, ver: PÉREZ MÁRQUEZ, R. A., L’Antico Testamento
nell'Apocalisse. Storia della ricerca, bilancio e prospettive (Assisi: Cittadella, 2010).
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Sin embargo, históricamente su inclusión entre los libros canónicos no estuvo exento
de trabas. “El Ap en particular halló dificultades de tipo doctrinal. En Occidente los
montanistas abusaban de él a favor del «milenarismo»; y los Álogos, que se oponían
al montanismo, rechazaban también el Evangelio de Juan y el Apocalipsis, sin admitir
por tanto el Logos joánico[21]. En Oriente, la herejía «milenarista» de los quiliastas,
quienes interpretaban Ap 20,1-6 en términos de un nuevo Paraíso terrestre instaurado
por Cristo en este mundo antes de la Parusía, indujo a la mayor parte de los Padres de
Siria y de Asia Menor a rechazar el Apocalipsis, cuya canonicidad resultaba aún más
problemática debido a la incierta paternidad joanea del escrito (el griego bajo del
Apocalipsis no es el del Evangelio de Juan, como ya observaba Dionisio de
Alejandría)”22.
Para las diversas interpretaciones posibles del milenarismo en el Apocalipsis, ver MUÑOZ LEÓN,
Apocalipsis, 155-156.
Acerca de las vacilaciones en la Iglesia sobre la aceptación del Apocalipsis, es
interesante comprobar que S. Cirilo de Jerusalén (Catequesis IV, año 348) y el
concilio de Laodicea (360) lo omiten al enunciar los libros canónicos (EB 10; 12)23.
Por el contrario S. Atanasio de Alejandría (carta 39, año 367), el Concilio de Hipona
(393) y S. Inocencio I (Carta “Consulenti tibi” a Exuperio, año 405) lo incluyen (EB
15; 17; 21).
Un importante testimonio antiguo a favor de la aceptación en el canon (Canon de
Muratori, s. II):
“… también Juan, aunque en el Apocalipsis escribe a siete iglesias, sin embargo escribe a
todas” (EB 4). “Apocalipsis aceptamos solo el de Juan y el de Pedro, si bien algunos de
los nuestros no quieren que este último se lea en la iglesia” (EB 6).
21
Según los álogoi, el autor de los escritos joánicos había sido en realidad Cerinto.
22
MANNUCCI, La Biblia como Palabra de Dios, 197. Sobre el griego del Apocalipsis, ver cuanto
hemos dicho más arriba en el punto 1b.
23
EB: Enquiridion bíblico. Documentos de la Iglesia sobre la Sagrada Escritura (eds. C. GRANADOS –
L. SÁNCHEZ NAVARRO) (BAC 691; Madrid 2010).