Excusas
Excusas
Excusas
llantas que necesita para su marcha un automóvil: dentro del coche uno puede sentir que
el motor está prendido y se puede acelerar, pero no se llega a ningún lado...
Cuentan que un anciano ya no podía salir de cacería para alimentar a su familia y le pide
a su hijo que se encargue. El Hijo sale a cazar y regresa rápidamente con un conejo. Al
día siguiente regresa sin haber cazado nada y se excusa diciendo que no hay animales.
Intrigado el anciano sale a verificar cómo cazaba su hijo y lo encuentra sentado Junto a
un árbol...
El anciano le pregunta qué hacia allí. El le responde: "Silencio, que estoy esperando que
los conejos se estrellen contra el árbol. ¿Te acuerdas del primero que traje a casa?
Bueno, ese lo recogí cuando se estrelló contra el árbol.
¡Cuántas veces, como en esta historia, nos quedamos esperando que los éxitos de la vida
nos vengan de pura suerte o damos excusas para encubrir nuestra falta de
responsabilidad y perseverancia!
"No tengo tiempo, no tengo recursos, no me dejan trabajar, no me siento bien, es culpa
de otro departamento, es el sistema que no funciona"...
Si es tan negativo para nosotros, ¿Por qué lo hacemos? A los que tienen una auto
estima baja les cuesta mucho admitir sus equivocaciones; ello confirmaría que no son
competentes. Culpar a otros de sus problemas aleja la sensación de inferioridad
generada por incumplimiento de sus responsabilidades.
Aparentemente, las excusas son muy útiles: reducen el trabajo y no cuestan nada. ¡Lo
único que se necesita es un poco de creatividad para que parezcan verdaderas! Pero las
excusas tienen el costo escondido de mermar nuestra responsabilidad, encubriendo
nuestra dejadez y generando un clima de desconfianza e hipocresía en la organización.
Según Marianne Williamson, los padres celebran con amor y alegría los logros y
aciertos de los niños. Pero otros también critican, humillan o no dan muestras de afecto
cuando los niños fallan...
Esto condiciona al niño a querer hacer todo perfecto para recibir siempre el cariño. De
adultos tenemos el mismo problema: subconscientemente creemos que nos retirarán el
cariño si nos equivocamos.
Por esto las excusas nos permiten engañarnos a nosotros mismos y creemos que no
somos nosotros los equivocados. De esa forma evitamos el dolor. Las empresas también
contribuyen a fomentar la cultura de la excusa cuando penalizan los errores de su
personal. Si maltratamos o despedimos a nuestro personal cuando fallan al emprender
algo, damos un mensaje muy claro: "Mejor no emprenda nada y si lo hace, tenga una
excusa en caso no funcione".
Tenemos que cambiar la valoración negativa de la palabra 'error'. Normalmente
asociamos la palabra "error" con términos negativos como: 'malo' o 'destructivo'. Un
error sólo es negativo cuando no aprendemos; de él...
Las empresas que penalizan el error también penalizan el riesgo: y si las empresas no
toman riesgos, ellas asumen automáticamente el riesgo de ser desplazados por su
competencia...
" Aquellas personas que son buenas dando excusas, es probablemente para lo
único que son buenas"
-Benjamín Franklin
Alguna vez has escuchado el relato hipotético de aquel rey que visitó una cárcel. Fue de
celda en celda, conversó con los presos. El rey se propuso plantearle la misma pregunta
a todos los del presidio y así lo hizo, ¿por qué tu estás aquí?
Estas fueron las respuestas que obtuvo>
RECLUSO 1: Su majestad, fue un error del juez que me condenó.
Recluso 2: Señor, “Es mi modo de ser”, los genes están en mi contra. No soy culpable
de mi error.
Excusas y más excusas parece que eran las palabras favoritas de los reclusos. Todos
decían que eran inocentes, sin embargo, hubo uno de los reclusos que sorprendió al Rey
al decir:
RECLUSO 3: Oh gran Rey, me apena formar parte de su nación y confesar que soy
culpable. Estar aquí es justo lo que merezco por mi error.
Ante aquella franca declaración, impetuosamente ordenó el rey:
¡Saquen a este hombre de aquí inmediatamente! ¡Que salga de esta cárcel
inmediatamente, pues siendo un hombre malo y tan culpable, podría contaminar a todos
los inocentes que están aquí!"
Este relato ilustra de una manera muy interesante la actitud de la mayor parte de los
seres humanos. Nadie quiere aparecer culpable. Muchos ocultan y niegan cualquier
responsabilidad que implique culpa de cualquier clase. Y resulta lo más natural hacer o
permitir que algún otro sea culpado de faltas o delitos nuestros. Nadie quiere aceptar
responsabilidad o culpa aun cuando sepa que la tiene. Y se multiplican las contiendas y
se prolongan indefinidamente los problemas.
Se excusa el estudiante: ¨Ese profe es un aburrido…solo pone clases y más clases¨
Se excusa el político: "Todos los males que atraviesa mi gobierno son culpa de la
administración anterior".
Ante esta problemática, dejamos a la reflexión la siguiente pregunta:
¿Reconoces tú la culpabilidad de tus errores o los justificas?
Piensa en lo siguiente. Cuando haces una bonita obra y otros la encomian, ¿verdad que
agradece el encomio? Ya que la mayoría acepta el mérito por sus logros, ¿por qué no
debe estar dispuesta a asumir también la responsabilidad por sus errores?
Dejemos a un lado la muletilla del destino o de que otro es la razón de mi error.
Luchemos confiados y dispuestos a proseguir sin desmayos de ninguna clase y sin hacer
ninguna concesión al mal. Y veremos cómo no nos hará falta salir en busca de
culpables, en nuestras vidas. Y recuerda que errar es de humanos se responsable de tus
actos y aprende de tus errores.
Una pata mechada en muy mal estado atentó contra mí y aquí me tienen tirado
cual media sucia y en necesidad de una especialista en artes sanatorias que se encargue
de mí y mi maltrecho ser.
Ahora sí, y como un simple anticipo hasta el día domingo en que pretendo estar con mis
facultades al 100%, les presento la primera parte del Manual:
1- Una excusa jamás debe incluir más de tres actores, bajo ningún concepto, porque
amplía la cantidad de personas que pueden cometer un desliz y disminuye la
maniobrabilidad del infiel.
2- Limítese a excusas embolantes sólo una de cada tres veces que deba mentir. Es
estadísticamente imposible tener todos los sábados a la noche un velatorio.
4- Organice actividades fijas legales, lícitas y aceptables: Juegue al fútbol todos los
domingos, salga a cenar con sus amigos los jueves (Cualquier parecido con la realidad
es puro fruto de la investigación concienzuda), Arme un grupo de boy scouts o salga
todos los fines de semana largos a pescar.
Sus amigos le permitirán más fácilmente faltar en una ocasión si anticipa con el tiempo
suficiente para buscar un reemplazo en el equipo, quien maneje o quien lleve las cañas o
la guitarra para cantar el dichoso Mamut Chiquitito (Dato color: El papá de Charly
Alberti “Compuso” El Elefante Trompita… se ve que ser músico va en la sangre).
5- Cubra sus rastros, memorice sus mentiras y entrénese en las coartadas que
planificó. Siempre cambie un detalle mínimo al contar la historia por segunda vez para
darle credibilidad, pero que sea en un detalle insignificante. Si se equivoca en algo muy
grueso lo pescarán; si no deja cabo sueltos despertará sospechas de por qué recuerda
tanto y tan bien. Pensará que usted ha entrenado el “versito”.
Ejemplo práctico: Si la primera vez que cuenta la anécdota fue Gonzalo quien le preparó
el fernet, en la segunda versión, diga “Y en eso, me pasa el fernet Marito y me puse el
hielo en la boca, los miré a los chicos y les dije… ¿Qué, les gusto?” Y ríase de nuevo
como en la primera ocasión, aún cuando la segunda versión haya tenido menos gracia.
Como es un chiste “interno” tiene la característica de hacerse gracioso con la repetición
ante los amigotes.
Si su pareja lo mira con cara de “Ommmmmm!!!!” usted encójase de hombros y diga:
“Claro, pero no estabas, fue buenísimo”…
A) Utilice un tono de broma: Sí, jajaja, no sabés amor, tiroteé a todo el que se me
cruzó… y encima en un momento, mostré las tetas como si estuviéramos en Wild On de
E!.
B) Utilice un tono de irritación: Sí, sabés qué… me la llevé al auto y ahí estuvimos a
full, no sé cómo hiciste para entrar por la puerta hoy y no golpear con los cuernos. Y dé
un portazo mientras se va, quédese callado o siéntese en el sillón a mirar tevé.
Mantenga su perfil bajo en sus conversaciones extrapareja con los grupos de amigos,
sea cauteloso seleccionando sus confidentes, ya que como la ancestral sabiduría del
Martín Fierro lo dice:
El Juicio de los Necios (Parte I). "Los grandes espíritus siempre se han encontrado con la
oposición violenta de las mentes mediocres."
- Albert Einstein.
"¿Por qué explorar? ¿Por qué aprender? ¿Por qué crear? ¿No es mejor dedicarse a atender el
hambre, la desocupación o la pobreza?
Estas son preguntas que frecuentemente enfrentan científicos, artistas, emprendedores,
innovadores, y también nosotros, la infrecuente casta de los exploradores.
Quienes buscamos la innovación en cualquiera de sus formas en medio del marasmo que
representa la vida para muchos parecemos superfluos, tan superfluos como el conocimiento
mismo que de alguna forma ayudamos a construir, pues a nadie debe caberle duda alguna que
si quienes buscamos cosas nuevas somos superfluos, el producto de nuestro trabajo, es decir,
las cosas nuevas, deberían ser superfluas también.
Pero aquí cabe preguntarse ¿es lo nuevo necesariamente superfluo?
La respuesta es muy simple, aunque la urgencia de la situaciones, o quizás la simple necedad
escondida tras la excusa de las emergencias eternas, no nos permite ver el asunto con
claridad.
Crear algo nuevo nunca es superfluo, aunque su utilidad no sea evidente a simple vista.
No lo es pues en toda creación, invención o descubrimiento hay características positivas por
donde se las quiera ver:
1)- El proceso de creación o descubrimiento es positivo en sí mismo. Es positivo no solamente
para quien desarrolla su intelecto y sus habilidades de esa manera, sino también para toda la
humanidad que se beneficia de dicho proceso".