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Hora Santa Por Los Enfermos

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Hora Santa por los enfermos

Parroquia de Santa Cecilia


Ofrecimiento

Señor: Hoy en este día resuenan en mis oídos las palabras que dijiste: “Aunque la madre se olvide
de sus hijos, yo jamás te olvidaré” Sé que me miras con cariño y me amas con ternura, porque
estoy enfermo.

Estoy debilitado físicamente, estoy preocupado por la enfermedad que se apodero de mí. A veces,
el sufrimiento me hace perder el gusto a la vida.

Pero la Fe me da la seguridad de que estás a mi lado, para ampararme, para consolarme, y para
comunicarme la fuerza necesaria a fin de que no vacile en la hora del dolor y no me desanime en
la hora del sufrimiento.

En el esfuerzo de los que me atienden veré tu mano, Señor, que quiere levantarme y verme
restablecido.

Los sacrificios que este día me reserva, con tu ayuda quiero soportarlos pacientemente y las
alegrías que por ventura sienta, quiero compartirlas con quien esté sufriendo conmigo.

Señor tu das a la vida una perspectiva de eternidad. Porque si solo pensamos en los cuatro días de
este mundo, entonces, lo más lógico es que solo pensemos en divertirnos y gozar de la vida. Pero,
al final, habremos perdido nuestro tiempo y nuestra vida, Y ¡que tristeza se sentirá en el último
momento, cuando uno se dé cuenta de haber vivido solamente para este mundo, sin pensar en la
eternidad que nos espera!

Por eso, vive tu vida en plenitud, vive tu vida con ilusión, vive tu vida con amor. La vida es un
regalo de Dios, un tesoro que Dios te ha entregado para que puedas crecer en su amor. La vida es
como un libro en el que cada día debes escribir las páginas más hermosas.

No importa, si estás enfermo en un lecho o si estas en una silla de ruedas, tu vida vale tanto para
Dios como la de cualquier ser humano, que camina por la calle y está trabajando todo el día. Tu
vida vale tanto como tu amor. Cuánto más amas, más vales para Dios.

Lectura: Lucas 17(11-19)

En aquel tiempo, yendo Jesús de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y
Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon
a distancia y, levantando la voz, dijeron: Jesús, Maestro, ¡ten compasión de nosotros! Al verlos,
les dijo: Id y presentaos a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de
ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a
los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: ¿No
quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar
gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha salvado.

PALABRA DEL SEÑOR

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Lector 1: DE CAMINO HACIA JERUSALEN, JESUS PASABA ENTRE SAMARIA Y GALILEA…

Como sabemos Dios vienen a sanar a todos, tanto blancos como negros, tanto a ricos como
pobres, tanto viejos o niños porque este Dios es nuestro Padre y Padre de Misericordia. Es un
anuncio también de que la Iglesia de Jesucristo manifestará su gloria, cuando todos los pueblos
sean un solo rebaño, dirigidos por un solo pastor.

Esto nos hace descubrir el mundo extenso, casi incontable de todos los que hoy, en una y otra
medida sufren en sus casas y hospitales, solos o acompañados, con la Fe como fuerza, o
debilitados interiormente por la ausencia de Dios.

SILENCIO

ORACION.

Señor, hoy quiero pedirte por los enfermos en todo el mundo, quiero decirte que ahora con tu
amistad, he comenzado a descubrir el lazo misericordioso de amor que me une a todos los
hombres; pero de una manera muy especial a los enfermos.

En este lazo misericordioso de unión estás Tú, tu dolor, tu pasión, tu muerte, y también tu
Resurrección. Mis hermanos enfermos y yo enfermo, estamos unidos a Ti, a tu dolor, a tu amor, a
tu Misericordia. Por eso comienzo a entender que, por Ti, el sufrimiento tiene un nuevo sentido.

Compartimos el dolor contigo.

Te pido por mis hermanos enfermos, dales fuerza y Fe; paciencia y esperanza, que descubran los
signos de la Misericordia y te descubran como amigo, apoyo y Maestro del dolor. Amen.

Reflexión: VINIERON A SU ENCUENTRO DIEZ LEPROSOS, QUE SE DETUVIERON A DISTANCIA…

La enfermedad es un tesoro para el que sabe amar. El hombre, que no ha sufrido, no sabe lo que
es amar de verdad, porque el sufrimiento es el alma del amor y el amor tiene las raíces en forma
de cruz. Cuando más amas, más capacidad tienes para sufrir por la persona que amas. Y yo te
pregunto:

¿Cuánto amas tu a Dios? (unos segundos para meditar)

¿Cuánto eres capaz de sufrir por El? (unos segundos para meditar)

¿Eres capaz de dar tu vida por su amor como los mártires? (unos segundos para meditar)

Cuando el dolor llame a tu puerta, no te rebeles contra Dios, ofréceselo con amor. El sufrimiento
con amor es la perla más preciosa que puedes ofrecer a tu Padre Dios.

2
Tu vida es de Dios, no lo olvides, y a Dios debe volver. Tu vida solo tendrá sentido en la medida en
que vivas con amor por Dios y para Dios, sólo así te realizaras como persona serás de verdad
plenamente feliz.

Me preguntarás: ¿Por qué Dios me ha castigado de esta manera? ¿Por qué tengo que sufrir esta
enfermedad incurable? ¿Hasta cuándo? ¿Por qué Dios se ha llevado a mis seres queridos? ¿Por
qué? Y podrás seguir preguntándome muchas más cosas.

Hermano enfermo, escúchame, quiero hablarte al corazón, con sinceridad. Una de las penas más
grandes que puedes sufrir es tu soledad. Ya sé que los demás no pueden comprender la
profundidad de tu dolor interior al sentirte inútil y sin ganas de vivir. Pero Jesús, que ha sufrido
más que tú, si puede entenderte. Acude a Él, acércate a Él, no te quedes a distancia y dile que te
abra los ojos del alma para que puedas comprender el sentido de tu vida y de tu dolor. Dios tiene
para ti una misión especial, que no ha encomendado a ningún otro. Quizás sea una misión poco
brillante, quizás sea oculta y oscura a los ojos del mundo, pero no por ello, menos importante. Tú
vales infinitamente para Dios. Jesús murió por ti y te ama infinitamente. No te desanimes, mira a
lo alto, mira a Jesús clavado en la cruz y dile…

SILENCIO

 Oración:

Señor, gracias por mi vida. Gracias por haber muerto por mí en la cruz. Gracias por tener un plan
maravilloso para mí. Gracias porque a pesar de todas mis rebeldías y de todos mis miedos y
rechazos, Tú sigues teniendo paciencia conmigo y me amas a pesar de todo. Gracias, porque me
has hecho así. Gracias, Señor. Te ofrezco mi vida y te ofrezco mi amor con todos los besos y flores
de mi corazón. Amen.     

Reflexión: JESUS, MAESTRO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS…

Señor, ten piedad; Señor ten piedad; he aquí la oración que no deja de brotar de lo más profundo
de nuestro ser.

No olvides que Jesús sana a los enfermos. Por eso, cuando haya algún enfermo en tu familia,
aparte de acudir al médico, debes preocuparte de pedir oraciones a todos los que puedas. Muchos
enfermos son sanados y muchos más podrán ser sanados, si sus familiares tuvieran más Fe y
pidieran insistentemente a Dios la curación de sus seres queridos. Nunca pierdas la esperanza de
su curación.

Frecuenta la comunión, y recibe la Unción de los Enfermos, Sacramento maravilloso de


reconciliación con tu Dios y de Sanación.

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Reflexión: VAYAN Y PRESÉNTENSE A LOS SACERDOTES…

Antiguamente había una ley que aquel que estuviera enfermo de lepra tenía que apartarse del
pueblo y de la gente, porque era considerado un gran pecador. Y si obtenía la curación, debía
presentarse a los sacerdotes para que ellos comprobaran el hecho. Jesucristo vino a cambiar esas
leyes por las leyes del amor, pues la enfermedad no es porque has pecado, sino por voluntad de
Dios que de ese mal sacará grandes bienes.

Hoy, la ley del enfermo es que no por estar enfermo, podemos aprovecharnos de los demás,
debemos ser agradecidos y respetuosos.

Debemos respetar también las leyes fuera y dentro de nuestras casas. Esto es lo que manda
nuestro Dios. Cuando llega la enfermedad no es solo dolorosa para aquel que la padece sino
también para aquellas personas que nos aman.

SILENCIO

Oración:

Señor te doy gracias por mi familia y por todos aquellos que me ayudan a cargar esta Cruz.

Dales fuerza, serenidad, paz y esperanza.

Págales Tu con tu AMOR, todo lo que hacen por los enfermos.

Ojalá yo pudiera aparecer ante sus ojos, como si fueras Tu mismo el enfermo, el que sufre, el que
necesita misericordia.

Señor te pido por nuestras familias. Bendícelas, únelas, ayúdalas a crecer en el amor; que te
conozcan cada día más para que Tú inspires sus actos y toda su vida, AMEN. 

Reflexión: …Y MIENTRAS IBAN DE CAMINO QUEDARON LIMPIOS. UNO DE ELLOS, AL VERSE


SANO REGRESÓ ALABANDO A DIOS EN ALTA VOZ…

Dios te ama, y tu vida está en las manos de Dios, bajo control de tu Padre Dios, que te ama
infinitamente. Confía en El, pase lo que pase, y dale las gracias, porque todo lo permite por tu
bien. Vale la pena confiar en El sin condiciones.

Una religiosa escribía: Me detectaron un cáncer avanzado. Me operaron dos veces y tuve que
soportar muchos tratamientos de quimioterapia y radioterapia. Un día subí a mi celda y me
arrodille ante el Cristo, que tengo en mi cabecera y, con todo mi amor, le di gracias por mi cáncer.
No sé lo que pasó, me quedé fuera de mí. ¡Veía en el cáncer tanto amor y tanta delicadeza,
haciéndome participar del misterio de su Pasión! En esos momentos, estaba gustando
interiormente las alegrías del cielo, disfrutando de una felicidad incomparable. De verdad que es
más grande el gozo que siento de sufrir por Jesús que el mismo cáncer. El Señor, interiormente, me
ha enamorado con su cruz y puedo decir como San Pablo:  Me alegro de mis padecimientos por

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vosotros, porque suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo a favor de su Cuerpo
que es la Iglesia (Col 1,214).

SILENCIO

Oración:

Mi corazón está siempre con la puerta abierta para que, entre Jesús, cuando Él quiera, sin pedir
permiso. Yo le digo: “Estoy en tus manos, haz de mi lo que Tú quieras, sea lo que sea te doy las
gracias, porque te amo y confió en Ti

Vale la pena confiar en Dios sin condiciones. Por eso, cuando tengas sufrimientos, dite a ti mismo:”
Mi Padre Dios vela sobre mí.    Él lo sabe todo, sabe lo que me está pasando y conoce mis
necesidades. Mi Padre es bueno y me ama. Puedo estar tranquilo, sabiendo que Él está tomando
todas las medidas necesarias para ayudarme y solucionar mi problema.

“Oh Señor, aunque pase por un valle de tinieblas no temeré mal alguno porque Tú vas conmigo”
AMEN.

Reflexión: ¿NO QUEDARON LIMPIOS LOS DIEZ? ¿DONDE ESTAN LOS OTROS NUEVE?...

Nuestro Dios, es un Dios de amor y quiere que el hombre siempre se acerque más y más a Él. Y
una forma de acercarse agradable para Dios es el agradecimiento. Nosotros debemos de apreciar
todo lo que nos ofrece día con día, desde un hermosos amanecer, el piar de los pájaros, como
crecen los lirios del campo, el calor de los rayos del Sol, el sonido suave del agua, el pan que nos
alimenta, el abrazo de un amigo etc.

SILENCIO

Oración:

Señor cuando todo iba bien no sabía yo apreciar la alegría de levantarme de un salto, y de abrir la
ventana para que entrase la luz a raudales en mi cuarto.

No apreciaba la felicidad que supone ofrecerte de rodillas mi cuerpo que despertaba, mis ojos, mis
brazos, mis piernas, todos mis músculos y prepararme a una nueva jornada de trabajo. 

Ha sido necesaria esta enfermedad, Señor para hacerme comprender que la salud es un Don de tus
manos y que yo era un ingrato. Para reparar mi indiferencia de entonces te ofrezco todos mis
sufrimientos y los uno a los tuyos. AMEN         

  Reflexión: LEVANTATE, TU FE TE HA SALVADO…

5
Cuando veía a un moribundo es su agonía llena de dolor, cuando veía a una esposa traicionada y
abandonada o veía niños inocentes, que sufrían sin que nadie les tuviera compasión, me seguía
preguntando: ¿Dónde está Dios?

Un día tuve la osadía de enfrentarme a Dios y decirle: Señor, ¿Por qué permites tanto sufrimiento?
¿Por qué no haces algo para que haya más amor y más consuelo? ¿Dónde están tus manos para
acariciar a tantos que necesitan consuelo y amor, porque nadie los quiere? ¿Por qué no echas una
mano de ternura a los que más te necesitan, especialmente a los que sufren?

Después de un largo silencio, escuché una voz en el fondo de mi alma, que me dejó sin aliento. Él
me dijo: Hijo mío, ¿no te das cuenta de que yo quiero que tú seas mis manos y mis pies, mi
corazón y mi alma, y que, con tu vida y tu amor, lleves alegría y consuelo a los que lo necesitan?
Entonces, comprendí, de un solo golpe, que yo debía ser las MANOS DE DIOS y que, en vez de
criticar a Dios, lo que debía hacer…

SILENCIO

Oración:

Señor, ¿quieres mis manos para dar amor a los pobres enfermos?

Señor, te doy mis manos.

¿Quieres mis pies para pasar el día, visitando a los encarcelados, a los necesitados a los
marginados?

Aquí estas mis pies.

¿Quieres mi voz para pasar todo el día hablando a quienes necesitan palabras de amor?

Aquí está mi voz.

Señor, ¿quieres mi corazón para amar todo el día y toda la noche a quienes me rodean?

Aquí está, Seño, mi corazón y mi vida.

¿Quieres mi dolor para seguir salvando a los hombres?

Aquí está mi dolor y mi alma con todo lo que tengo y todo lo que soy.   

6
Oración final:

Señor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado. Creemos que estás realmente presente en el
Santísimo Sacramento del altar y en cada uno de nosotros. Te alabamos y te adoramos. Te damos
gracias, Señor, por venir hasta nosotros como pan vivo bajado del cielo. Tú eres la plenitud de la
vida. Tú eres la resurrección y la vida. Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.

Hoy queremos presentarte a todos los enfermos, porque para Ti no hay distancia ni en el tiempo
ni en el espacio. Tú eres el eterno presente y Tú los conoces. Ahora, Señor, te pedimos que tengas
compasión de ellos. Visítalos a través de tu Evangelio proclamado en esta Hora Santa para que
todos reconozcan que Tú estás vivo en tu Iglesia hoy; y que se renueva su fe y su confianza en Ti;
te lo suplicamos, Jesús. Ten compasión de los que sufren en su cuerpo, de los que sufren en su
corazón y de los que sufren en su alma que están orando y leyendo los testimonios de lo que Tú
estás haciendo por tu Espíritu renovador en el mundo entero.

Ten compasión de ellos, Señor. Desde ahora te lo pedimos. Bendícelos a todos y haz que muchos
vuelvan a encontrar la salud, que su fe crezca y se vayan abriendo a las maravillas de tu amor para
que también ellos sean testigos de tu poder y de tu compasión. Te lo pedimos, Jesús, por el poder
de tus santas llagas, por tu santa cruz y por tu preciosa sangre. Sánalos, Señor, sánalos en su
cuerpo, sánalos en su corazón, sánalos en su alma. Dales vida y vida en abundancia. Te lo pedimos
por intercesión de María Santísima, tu madre, la Virgen de los Dolores, quien estaba presente, de
pie, cerca de la cruz. La que fue la primera en contemplar tus santas llagas y que nos diste por
madre.

Tú nos has revelado que ya has tomado sobre Ti todas nuestras dolencias y por tus santas llagas
hemos sido curados. Hoy, Señor, te presentamos en fe a todos los enfermos que nos han pedido
oración y te pedimos que los alivies en su enfermedad y que les des la salud.
Te pedimos por la gloria del Padre del cielo, que sanes a los enfermos. Haz que crezcan en la fe, en
la esperanza, y que reciban la salud para gloria de tu Nombre. Para que tu Reino siga
extendiéndose más y más en los corazones, a través de los signos y prodigios de tu amor.
Todo esto te lo pedimos Jesús, porque Tú eres Jesús, Tú eres el Buen Pastor y todos somos ovejas
de tu rebaño. Estamos tan seguros de tu amor, que aún antes de conocer el resultado de nuestra
oración en fe, te decimos: gracias, Jesús por lo que Tú vas a hacer en cada uno de ellos. Gracias por
los enfermos que Tú estás sanando ahora, que Tú estás visitando con tu misericordia.

¡Gloria y alabanza a Ti, Señor!

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