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Entrevista Con Ruben Jaramillo Velez - 2

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Pensar

epistemología, política y ciencias sociales

Nro. 2 | 2007
Dossier
La Escuela de Frankfurt
Esther Díaz de Kóbila – Laura Sotelo
Compiladoras

Escriben:

Carina Mengo
Esther Díaz de Kóbila
José Tranier
Alberto Pérez
Laura Sotelo
Entrevista de Manuel G. Rodríguez al Profesor Colombiano Rubén Jaramillo Vélez
Entrevista al Profesor Rubén Jaramillo sobre la “Teoría
Crítica” en América Latina.
Realizada por Manuel Guillermo Rodríguez V.

El profesor colombiano Rubén Jaramillo, pionero en su país en la divulgación de la “Teoría Crítica”, con
la cual tuvo contacto en su juventud como participante activo de las jornadas del 65-68 en Alemania y
también como interlocutor privilegiado de Herbert Marcuse en Europa, es Diplomado en Filosofía y
Letras por la Universidad de los Andes (1974) y en Estudios de Filosofía, Sociología e Historia en la Freie
Universität de Berlín (1965-1971).
Las líneas de investigaciones por las que ha transitado abarcan temas como Filosofía Política y Social,
Modernidad y Filosofía Crítica.
El profesor Jaramillo es el editor de la revista Argumentos, y Profesor Asociado de Tiempo Completo en
la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia.
Ha publicado el libro “La modernidad postergada” (1994) y un pequeño libro (1982) de bastante
circulación en América latina titulado “Presentación de la teoría crítica de la sociedad”. En 2004 editó
Problemática actual de la democracia. Otros ensayos.
También escribió varios artículos:
“La política de la inconsciencia”. En: Contravía No. 5, Bogotá, 2000, pp. 18-19.
“El rencor ante la ciudad” En: La ciudad: hábitat de diversidad y complejidad. Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, 2000, pp. 72-80.
“Sobre autoritarismo, docencia, y el estado precario de la modernidad en Colombia”. En: Educación y
Cultura, No. 52, Bogotá, 2000, pp. 44-54.
“A proposito della tradizione filosofica in Colombia”. En: Il Nemico Di Casa – Diversa Culturale e conflitto
politico. Bolognia: Edizioni Pendagron, 1999, pp. 169-177.
“Sobre el origen de la ‘esfera de lo público’”. En: Memorias del XIII Congreso Nacional de Estudiantes de
Contaduría Pública. Medellín: 1999, pp. 13-26
“Una revolución democrática y para las mayorías – el testamento político de Federico Engels”. En: Vega,
Renán (ed.). Marx y el siglo XXI. Bogotá: Ediciones Anthropos, 1998, pp. 149-169.
“Contexto histórico del surgimiento del Manifiesto del Partido Comunista”. En: Manifiesto del Partido
Comunista 150 años. Bogotá: 1998, pp. 13-27
“Algunas consideraciones sobre el asunto ‘Marx hoy’”. En: Ideas y Valores, No. 108, Bogotá, 1998, pp.
39-55.
“La Lucha por la Tolerancia”. (En los 300 Años del Nacimiento de Voltaire). En: Revista de la Universidad
de Antioquia, No. 237, Medellín, Jul-Sep 1994, pp. 103-109.
Prologó el libro de Ortiz, Hernán. Los Derechos Humanos, Reflexiones y Normas. Bogotá: Editorial Temis,
1994 y realizó valiosas traducciones: Karl, Marx. La Cuestión Judia. No. 28/29, pp. 33-75, Horkheimer,
Max. Poder y Conciencia. No. 28/29, pp. 95-103, Benjamín, Walter. La Bastilla, la Antigua prisión Estatal
Francesa. No. 28/29, pp. 149-153 y “Sólo el recuerdo libera – conversación con Margarethe
Mitscherlich”.
Actualmente prepara dos nuevos libros: la segunda edición ampliada de La problemática actual de la
democracia y otros ensayos en el que compila varios de sus ensayos sobre Kant. Una invitación a
continuar ampliando los horizontes de la razón.
M.G.R.: Profesor Jaramillo, iniciemos nuestro diálogo con un comentario sobre los orígenes de la escuela
de Frankfurt y su valoración de la incidencia de ésta sobre el desarrollo posterior del pensamiento
marxista.

R.J.: Bueno, los orígenes de la así llamada “Escuela de Frankfurt” se remontan a los años en que se
iniciaba el reflujo del proceso revolucionario en Alemania. El cual había conducido en sus inicios a la
abdicación del emperador Guillermo II, reflujo que, por ejemplo, se hace evidente el 15 de enero de
1919 con el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, al que seguiría cinco semanas más tarde el
de Kurt Eisner, primer ministro de la proclamada república bávara, y el del filósofo libertario Gustav
Landauer, tras el aplastamiento sangriento del episodio revolucionario de Münich. Proceso que incidió
en que la inteligencia radical se planteara interrogantes decisivos sobre la actualidad del pensamiento
de Marx y concretamente sobre la integración entre la teoría y la praxis.
En el verano del año 1922 tuvo lugar un seminario que se tituló “Erste Marxistische Arbeitswoche”
(primera semana de trabajo marxista), que tuvo lugar en Ilmenau, pequeña ciudad de Turingia, entre
cuyos participantes figuró Georgy Lukács, quien había participado en la efímera revolución húngara bajo
la dirección de Béla Kuhn y Karl Korsch, y cuyo manuscrito inédito, intitulado “Marxismo y filosofía” fue
objeto de amplia discusión en el encuentro. También participó en él Richard Sorge, un militante
comunista, activo entre los mineros de la cuenca del Ruhr, quien sería fusilado por los japoneses a
finales de la segunda guerra mundial por sus servicios de espionaje a favor de la URSS. También
formaron parte del mismo, Carlos Augusto Wittfogel, que en 1931 publicaría su estudio pionero sobre
Economía y Sociedad en China; Konstantin Zetkin, el hijo de Clara, la compañera de lucha de Rosa
Luxemburgo; el joven Friedrich Pollock, quien por entonces concluía sus estudios de economía en
Frankfurt con una tesis sobre la teoría monetaria de Marx y que en 1929 publicaría el primer trabajo
sobre planificación económica en la Unión Soviética, país que había visitado con ocasión del décimo
aniversario del triunfo de la revolución por invitación de David Riazanov, director del Instituto Marx-
Engels de Moscú, que editaría sus obras completas. Pollock sería luego el administrador del Instituto
para la Investigación Social, que se inauguró el 3 de febrero de 1923 en Frankfurt y comenzó a funcionar
como asociado a la universidad local que había sido fundada en 1914. Pollock desempeñaría además, el
papel de “tutor” en materias prácticas de su amigo Max Horkheimer, quien asumiría la dirección del
instituto a comienzos de los treinta y quien, por la época del seminario de Ilmenau, concluía sus estudios
de filosofía con un trabajo sobre la Crítica del juicio de Kant, dirigido por Hans Cornelius, a quien se
consideraba en el medio académico el “discípulo rebelde” de Husserl.
Es interesante recordar que los fondos para la empresa provenían, en último término, de un
adinerado emigrante judío que a finales del siglo XIX abandonó Alemania y se radicó en la Argentina,
convirtiéndose allí en un próspero exportador de granos. Pues su hijo, Félix J. Weil, nacido en Buenos
Aires en 1898 trasladado a la edad de nueve años a Frankfurt en donde, después de terminar sus
estudios de secundaria, estudió ciencias políticas y se vinculó a los círculos de la izquierda, fue quien
aportó los fondos necesarios.
En relación con el supuesto “revisionismo” del marxismo por parte de los integrantes de la así llamada
“Escuela de Frankfurt”, podríamos recordar que el texto de Korsch ya mencionado sería “condenado”
por la Tercera Internacional de acuerdo con el concepto de Zinoviev. Algo similar aconteció con Historia
y conciencia de clase, el original libro de Lukács, de manera que, ciertamente, desde el punto de vista
ortodoxo, “marxista-leninista”, se consideró de antemano y desde sus orígenes que los desarrollos de un
marxismo crítico, independiente de Moscú, convertida en la supuesta “Meca” de la ortodoxia marxista,
eran desviaciones de lo que, particularmente tras la muerte de Lenin a comienzos de 1924, evolucionó
en dirección a un cuerpo dogmático, cerrado, que con toda razón ha sido denominado como
“escolástica soviética” y que Theodor Adorno calificaría como “religión secular de estado”.
Por una parte, en cuanto al “academismo”, me parece que, en efecto, la Teoría Crítica -el nombre
alrededor del cual y a partir del célebre ensayo de Hokheimer, intitulado “Teoría tradicional y teoría
crítica” se agrupan los investigadores del Instituto de Investigación Social de Frankfurt- se inscribe en la
tradición de un trabajo universitario riguroso, independiente, crítico y no necesariamente vinculado a
las tareas políticas de la actualidad. Por otra parte, debemos considerar que aquella se presenta como
heredera de los tópicos de la gran tradición del Idealismo alemán, aun cuando asume el programa de la
superación de la filosofía a través de su realización, tal como lo formulara Marx ya en 1843. Kant y
Hegel, sobretodo, son referencias obligadas en el desarrollo de la Teoría Crítica.
80 Manuel G. Rodríguez

Sin embargo, se pueden percibir diferencias notables en el comportamiento, por ejemplo, de Herbert
Marcuse, que en la década de los sesenta tomó parte activa en el movimiento de protesta y resistencia
contra la guerra del Vietnam, y los otros miembros de la primera generación del Instituto.
M.G.R.: ¿Quisiera usted referirse más específicamente a la tradición kantiana y también hegeliana, en
cuanto pudieron ampliar las perspectivas filosóficas del pensamiento marxista del siglo XX?
R.J.: Me parece que al final de la respuesta anterior ya lo he formulado. Tanto Horkheimer, como
Adorno y Marcuse se ocuparon con detalle de Kant y, sobretodo, de Hegel. No obstante, en la
perspectiva de una apropiación y una lectura materialista, como muy claramente se percibe en la crítica
del primero de los mencionados en su ensayo Hegel y el problema de la metafísica. El elemento que,
según mi parecer, retoman de los dos grandes pensadores del Idealismo alemán es la idea de una
síntesis en el proceso del conocimiento, considerado como actividad, sobre lo cual también insistirá
Habermas en la primera parte de su libro Conocimiento e interés, intitulada precisamente, “La
metacrítica de Marx a Hegel: síntesis a través del trabajo social”. Actividad, no mero reflejo, como Lenin
lo consideraba en Materialismo y empirocriticismo.
M.G.R.: La influencia de Hans Cornelius ha dado lugar a cierto grado de confusión respecto al aporte de
la fenomenología al desarrollo de la Teoría Crítica de Frankfurt ¿Quisiera ampliar un poco sobre el
asunto?
R.J.: En relación con Hans Cornelius, se puede decir que tuvo una gran influencia en el plano personal,
particularmente sobre Horkheimer. Se trataba de una personalidad intelectual de primer rango,
bastante heterodoxa, por lo demás, en el interior del cerrado mundo académico alemán de la época.
Como nieto del famoso pintor, amigo de Goethe, había heredado también su interés por las artes
plásticas y era considerado un conocedor de la pintura del Renacimiento italiano. De hecho, también le
enseñó composición en artes plásticas al joven Horkheimer.
Precisamente en su seminario se conocieron éste y Adorno. Ambos realizaron su trabajo de doctorado
bajo la dirección de Cornelius. Horkheimer sobre la antinomia del juicio teleológico en Kant y Adorno
sobre La trascendencia de lo cósico y lo noemático en la fenomenología de Husserl. Por cierto que
Cornelius rechazaría el trabajo de habilitación para la docencia de Adorno, que consideró poco original y
autónomo.
En cuanto a la influencia de la fenomenología husserliana, además de recordar la tesis doctoral de
Adorno ya mencionada, debemos tener en cuenta que en 1928 Herbert Marcuse (que en ese momento
todavía no había tomado contacto con el Instituto de Frankfurt) publicaría, en los Philosophische Hefte
de Berlín, un artículo intitulado “Contribuciones para una fenomenología del materialismo histórico”, en
el cual, según decía intentaba determinar, a la manera de Husserl, la “forma de darse” del materialismo
histórico, considerado como “teoría del actuar social y del hecho histórico” y, por lo tanto, también “de
la revolución proletaria”. Por lo demás, Marcuse mismo reconocería de manera fehaciente al final del
prólogo a su primer libro sobre Hegel -La ontología de Hegel y la teoría de la historicidad- su deuda con
Heidegger: “Todo lo que este trabajo pueda contribuir al desarrollo y clarificación de los problemas se
debe al trabajo filosófico de Martín Heidegger”.
M.G.R.: ¿Le parece importante especificar la diferencia que encuentra entre los adjetivos “marxiano” y
“marxismo” que se ha popularizado especialmente después de Frankfurt?
R.J.: Si, me parece necesario distinguir entre el pensamiento original de Marx (que se designa en alemán
con el adjetivo “marxsche”, marxiano) y el “marxismo” (como adjetivo “marxistisch”). Deberíamos
recordar al mismo Marx cuando en una entrevista dijo: “Je ne suis pas marxist”. Pues,
desafortunadamente, al presentar su pensamiento como si se tratase de una “doctrina” puede resultar
deformado, como aconteció ya en vida de Marx y, sin que éste se percatara al respecto, con el Anti-
Dhüring de Engels, sobretodo a través de la introducción del desafortunado concepto “dialéctica de la
naturaleza”, que nada tiene que ver con las formulaciones originales de Marx en relación con el asunto.
Esa lamentable categorización de Engels se hizo canónica en el marxismo de la segunda internacional, a
través de pensadores como, por ejemplo, el austríaco Karl Kautsky y el ruso Georgi Plejanov, quien la
incorporó a su teoría “monista” de la historia y luego, tras el triunfo de la revolución, se integró a los
desastrosos manuales de “marxismo-leninismo” soviéticos. Dicho sea de paso, según me parece, de esta
Entrevista al Prof. Rubén Jaramillo. Las Teorías Críticas en Latinoamérica. 81

manera también se obvia la objeción, tan de moda, de presentar el marxismo como “metarrelato” (F.
Lyotard). Antes de estudiar el “marxismo”, se debe estudiar en primer lugar a Marx.
En este mismo sentido, no debemos olvidar que la recuperación del joven Marx fue, en buena parte,
uno de los aportes del grupo de Frankfurt. Quisiera ejemplificarlo en el hecho de que Herbert Marcuse
colaboró con el Instituto Marx-Engels, en la edición de los “manuscritos” parisinos de 1944, y que
también escribiría la primera reseña sobre los mismos cuando aparecieron publicados en 1932 en
Moscú (y parcialmente en Leipzig) con el título Nuevas fuentes para la fundamentación del materialismo
histórico.
M.G.R.: ¿Podría comentarnos sobre los aportes de Herbert Marcuse, el desarrollo de la “escuela” en los
Estados Unidos y su confrontación con Heidegger?
R.J.: Para comenzar por el final, recordemos el cruce de cartas entre Marcuse y Heidegger poco después
de concluida la Segunda Guerra. Yo las traduje y se publicaron en el Magazín Dominical de El
Espectador. La principal innovación de Marcuse en mi concepto radica en la incorporación de Freud a la
Teoría Crítica, a la cual también contribuyó notablemente Adorno. No debemos olvidar que desde la
constitución del Instituto de investigación social de Frankfurt un psicoanalista -Karl Landauer, con quien
Horkheimer se sometió a psicoanálisis- formaba parte del equipo. Ambos, Adorno y Marcuse, se
enfrentaron críticamente con el “revisionismo” en el campo del psicoanálisis, entre cuyos impulsores se
encontraba un antiguo miembro del Instituto: Erich Fromm, y una psicoanalista de origen alemán pero
radicada en los Estados Unidos: Karen Horney, en cuyos escritos en particular centra Adorno sus críticas
en una conferencia dictada en 1946 en el Instituto Psicoanalítico de San Francisco, que se publicaría con
el título de El psicoanálisis revisado.
M.G.R.: ¿Cual es su opinión sobre el papel de Jürgen Habermas en el desarrollo de la escuela de Frankfurt
y la introducción de conceptos de Husserl y Max Weber?
R.J.: Antes de llegar a Frankfurt, como asistente, Habermas estuvo bajo la influencia de la obra de
Heidegger en la Universidad de Heidelberg. En cuanto a la introducción de Weber, me parece que está
presente desde el principio, si se tiene en cuenta su influjo sobre el joven Lukács. Después de todo, en el
ensayo intitulado “La reificación y la conciencia del proletariado” que forma parte de Historia y
conciencia de clase, muestra éste una convergencia de Marx y Weber en el análisis de la
“racionalización” y la “reificación” en el interior de la moderna sociedad capitalista.
En cuanto a Husserl, también está presente desde los orígenes de la escuela, si se tiene en cuenta que
Horkheimer fue su alumno en Friburgo. También Adorno partió en cierto sentido de Husserl, aunque el
influjo decisivo durante su adolescencia provenía de Kant, pues a los 16 años emprendió la lectura de la
Crítica de la razón pura, con la ayuda de Siegfried Krakauer, un amigo de su familia. La tesis doctoral de
Adorno se intituló La trascendencia de lo cósico y lo noemático en la fenomenología de Husserl. El
volvería a Husserl más tarde, pero ya en una perspectiva bastante crítica con su libro Metacrítica de la
teoría del conocimiento (1956). Podemos mencionar otro artículo crítico de 1940, “Husserl y el problema
del idealismo”.
Habermas puso en circulación en particular el concepto husserliano de “Lebenswelt” (“Mundo de la
vida”), que originalmente era el correlato de la conciencia trascendental husserliana, el ámbito en el
cual se realizaba su intencionalidad y se articulaba la realidad. Me parece que, en realidad, la noción
husserliana, tal y como es empleada por Habermas, ya está impregnada por el empleo que hizo de ella
el discípulo más significativo de Husserl, Martín Heidegger. Con lo cual quiero resaltar la forma como
Heidegger utilizó tal noción, incorporándola a la estructura unitaria relacional “ser-en-el-mundo”.
M.G.R.: Habermas ha señalado que sus teorías tienen aplicación al ámbito social europeo. Entonces
¿Qué posibilidades ve usted a su aplicación en América latina?
R.J.: En primer lugar, me parece necesario reconocer que, como lo hace Habermas, probablemente sus
análisis son pertinentes cuando se consideran sociedades de tipo “occidental”. En cuanto a nuestro
medio latinoamericano, creo que el conocimiento y la reflexión a partir del conocimiento de la obra de
estos autores, puede cumplir una función crítica, fundamentalmente en lo que tiene que ver con el
desmonte de formas de comportamiento intelectual y político que provienen del estalinismo. No
debemos olvidar el influjo que tuvo la tercera internacional en la orientación de los partidos comunistas
del continente y el muy precario conocimiento de la obra de Marx y sus exégetas en nuestro medio.
82 Manuel G. Rodríguez

M.G.R.: Ha sido muy importante la influencia del pensamiento de Freud y Nietzsche en la primera
generación de Frankfurt. Sin embargo, ¿Se puede afirmar que ella se pierde con Habermas?
R.J.: Para comenzar con lo último de su pregunta quisiera recordar que la tercera parte de Conocimiento
e interés de Habermas aporta una reflexión muy significativa sobre Freud, y en relación con Nietzsche
deberíamos recordar que el mismo Habermas escribió el prólogo a una selección de sus escritos
epistemológicos y, además, se ocupó de Nietzsche en el Discurso filosófico de la modernidad.
En Adorno y Marcuse la obra de Freud ha sido objeto de una reflexión expresa, temática, por ejemplo
en Eros y civilización (1954) de Marcuse y en las dos conferencias que dictara en las universidades de
Heidelberg y Frankfurt con motivo del centenario de su nacimiento. En cuanto a Adorno, podemos decir
que ha incorporado las enseñanzas de Freud de manera muy original a su expresión y a su prosa: sin los
aportes de la teoría de la libido, aquella sería inconcebible. Es una característica de su estilo, por lo
demás, la incorporación de los más diversos niveles de reflexión a la problemática que trata en cada
caso, incluyendo el clínico, el relativo a las patologías del comportamiento de los individuos en la
sociedad burguesa.
En cuanto a Nietzsche, su influjo es decisivo. Hay que recordar lo que decía el gran poeta Gotfried
Benn, contemporáneo algo mayor de Adorno y Horkheimer, sobre el influjo, casi hegemónico, de su
obra entre los intelectuales de su generación. Particularmente la Genealogía de la moral dejó una
profunda huella en ellos, y en Weber, desde luego.
M.G.R.: ¿Podría usted desarrollar un comentario sobre algunos pensadores de la “órbita” de la escuela,
considerados marginales y poco reconocidos, como Benjamín, Borkenau y Korsch?
R.J.: Bueno, el influjo de Benjamin, particularmente sobre Adorno, fue decisivo. A raíz de su trágica
muerte en Port Bou, cuando huía de la GESTAPO, se produjo un intercambio epistolar de aquel con
Horkheimer que lo expresa en forma manifiesta. Adorno fue también quien editó la primera selección
de sus escritos después de la guerra, en 1956. En cuanto a Franz Borkenau, basta recordar la publicación
por parte del Instituto de Investigación Social de su original obra La transición de la imagen feudal a la
imagen burguesa del mundo (Paris, 1934). Él publicaría unos años más tarde una obra sobre la guerra
civil española: The spanish cockpit (El hervidero español), en la cual critica el comportamiento de los
comunistas y el estalinismo. Korsch también se desilusionaría del comunismo, pese a que fue de los
pocos que militaron en el Partido Comunista. Aunque el manuscrito de su obra, Marxismo y filosofía,
como ya se ha dicho, había sido objeto de amplia discusión en el seminario de Ilmenau, que precedió a
la fundación del Instituto en Frankfurt, no mantuvo vínculos orgánicos con éste. Su crítica al marxismo y
a la sociedad soviéticos se puede sintetizar en su observación respecto a que en la URSS el Partido
Comunista desplazó y reemplazó a la clase trabajadora, crítica que fundamenta a partir de las ideas de
Lenin, tal y como se manifiestan en el ¿Qué hacer? (1902).
M.G.R.: Para concluir, ¿Le gustaría presentar su apreciación sobre las obras y autores importantes de los
que se podría denominar una tercera generación de exponentes de la “Teoría Crítica”?
R.J.: Bueno, se me ocurre mencionar en primer lugar, el caso de Alfred Schmidt, nacido en 1931 en
Berlín, quien sería a partir de 1961 asistente de Adorno y en 1972 fue nombrado ordinario de filosofía y
sociología en la universidad de Frankfurt, cuya tesis de doctorado -El concepto de naturaleza en la
doctrina de Marx- fue publicada con un prólogo de Horkheimer y Adorno en 1962. Yo considero que
este libro es uno de los más importantes aportes a la teoría marxista en los últimos cincuenta años.
Schmidt lleva a cabo un recorrido muy pormenorizado de la obra de Marx, desde su tesis doctoral sobre
Demócrito y Epicuro hasta los Grundrisse. En mi opinión, a partir de esta obra ha quedado
completamente esclarecido el equívoco que introdujo Engels sobre la así llamada “dialéctica de la
naturaleza”, una noción por completo ajena al pensamiento original de Marx. Schmidt publicó, además,
otros excelentes ensayos como, por ejemplo, el libro conmemorativo del centenario de la muerte de
Ludwig Feuerbach en 1972: Ludwig Feuerbach o la sensualidad emancipada; e Historia y estructura, una
crítica al estructuralismo marxista. Tradujo además al alemán Razón y revolución, El marxismo soviético
y El hombre unidimensional de Marcuse.
También se debe mencionar a Oskar Negt, nacido en Königsberg en 1934, quien sería asistente de
Habermas, autor de un ensayo “Sobre la dialéctica materialista de espontaneidad y organización en
Rosa Luxemburgo”; de aportes sobre aspectos de la filosofía de Hegel y la obra de Marx; sobre “Ernst
Entrevista al Prof. Rubén Jaramillo. Las Teorías Críticas en Latinoamérica. 83

Bloch, el filósofo alemán de la revolución de Octubre”; sobre “El final del estalinismo” recogidos en el
libro Ninguna democracia sin socialismo (1976); coautor, con el cineasta Alexander Kluge, de una obra
muy original: Geschichte und Eigensinn (1981) y de otro libro de balance sobre el movimiento de 1968
con ese título y el subtítulo Los intelectuales políticos y el poder.
También podríamos mencionar al sociólogo Ludwig von Friedeburg, coautor con Habermas de la
primera encuesta que se realizó en la República Federal de Alemania sobre “Los estudiantes y la
política”, y a Helmut Dubiel autor, entre otros, de un libro sobre “El neoconservadurismo”.

Bogotá. Septiembre de 2007

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