Tema 2
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El Islam es una religión nacida en Arabia en el S VII, que se extiende con gran rapidez por Oriente próximo, el
Mediterráneo oriental y norte de África. Tras la invasión musulmana del 711, la mayor parte de la península
Ibérica pasa a formar parte del Islam y el territorio ocupado por los musulmanes se conocerá como Al-Ándalus.
A la muerte del rey Witiza, el duque de la Bética don Rodrigo ocupó el trono, lo que desencadenó una guerra civil
entre grupos nobiliarios rivales. En el año 711, un pequeño ejército musulmán dirigido por Tariq, lugarteniente
de Musa (gobernador musulmán del norte de África), desembarcó en la zona de Gibraltar y derrotó a Rodrigo en
la batalla de Guadalete. En los dos años siguientes, los musulmanes acabaron dominando la Península, excepto la
cornisa cantábrica.
Esta rápida expansión tiene tres causas principales: debilidad del reino visigodo minado por continuas guerras
civiles, pactos con el nuevo poder de la mayoría de la nobleza visigoda para conservar la vida y las propiedades y
la indiferencia, cuando no ayuda, del resto de la población hispanorromana( para los campesinos supuso un
alivio de la presión de impuestos visigodos y para la minoría judía librarse de la intolerancia de los cristianos
visigodos). Algunos nobles que no se sometieron al Islam, huyeron hacia el Norte (núcleos cristianos)
abandonando bienes y propiedades.
La hostilidad de vascos, cántabros y astures, y el carácter inhóspito de aquellas tierras hicieron desistir a los
musulmanes de su conquista. El valle del Duero quedó despoblado y se convirtió en una “tierra de nadie” que
servía de frontera entre Al- Ándalus y los pequeños reinos cristianos que se habían formado en el norte
peninsular.
Durante este periodo de asentamiento inicial, la península constituía una mera provincia del califato de
Damasco, gobernada por un valí o emir que dependía en lo político y religioso del califa omeya . Fueron años de
una gran inestabilidad política y de fuertes enfrentamientos entre los propios musulmanes.
La batalla de Covadonga (722) garantizó la independencia del pequeño núcleo cristiano de Asturias. La batalla de
Poitiers (732), a manos de los francos, frustró los intentos de expansión al otro lado de los Pirineos.
La dinastía Omeya tenía como enemigos a los abasíes. Estos consiguieron asesinar a la mayoría de los miembros
del clan omeya haciéndose con el poder y trasladando la capital del califato a Bagdad. Un miembro de la familia
omeya ABDERRAMÁN, logró escapar de Damasco y buscó refugio en Al-Ándalus. Aquí tomó el poder y declaró
esta zona emirato independiente del califa de Bagdad. El nuevo emir siguió aceptando la autoridad del califa
abasida en lo religioso.
El nuevo emir inició una serie de reformas para fortalecer su poder:
- creó un ejército profesional de mercenarios que serían fieles solamente a quien les pagase.
- concentró en sus manos los poderes ejecutivo y legislativo.
- nombró a jueces fieles a su persona (cadíes) que ejercían el poder judicial apoyándose en La ley coránica y la
tradición.
- logró el pago de tributos y el vasallaje de los primeros monarcas asturianos.
En tiempos de ABDERRAMÁN II continuaron las sublevaciones de los muladíes; también hubo revueltas de
mozárabes.
ABDERRAMÁN III se encontró al subir al trono las arcas del estado vacías, sublevaciones constantes de árabes,
berberiscos y muladíes así como una crisis económica generalizada. Tardó 25 años en recuperar el control social
de los territorios de Al-Ándalus; les obligó a rendirle vasallaje, a pagarle tributos, a ayudarle militarmente
aportando tropas en las campañas contra los cristianos del norte.
En el año 929 ABDERRAMÁN III convirtió Al Ándalus en un Califato con lo cual, también se desvinculaba de los
abasidas de Bagdad en lo religioso.
El ejército, que estaba integrado por tropas mercenarias, fue muy efectivo ya que la mayor parte de los cristianos
del norte siguieron pagándole cuantiosos tributos para evitar sus ataques.
Al- Ándalus fue la nación más rica y poderosa de Occidente y Córdoba rivalizaba en lujo y grandeza con Bizancio
y Bagdad.
Su sucesor AL-HAKAM II recibió un país en paz, una hacienda saneada, un ejército eficaz y los reyes cristianos del
norte seguían siendo tributarios suyos. Se dedicó a la realización de ambiciosas obras públicas y a reunir una
impresionante biblioteca con una colección de más de 400.000 volúmenes.
Le sucederá HISHAM II , débil califa que dejó las riendas en manos de Almansur (“el victorioso”), al que los
cristianos bautizaron como ALMANZOR. Este había de gobernar con un poder absoluto relegando al califa a un
segundo plano. Reorganizó el ejército y lo sometió a su exclusiva autoridad. Realizó contra los cristianos del
norte más de cincuenta expediciones arrasando su territorio desde Barcelona a
Santiago de Compostela, saqueando también ciudades y monasterios.
Las continuas guerras acabaron por agotar las arcas del Estado y fue necesario aumentar los impuestos,
creciendo el malestar entre la población.
La inestabilidad política tras su muerte fue tal que entre hubo diez califas. En 1031 una junta de notables expulsó
de Córdoba al último califa, lo que llevó a la disgregación política de al-Ándalus en numerosos reinos taifas.
Tras el triunfo sobre Alfonso VI en la batalla de Zalaca, los almorávides acabaron con las taifas, unificaron al-
Ándalus y pusieron freno al avance cristiano.
A mediados del siglo XII, al-Ándalus volvía a fragmentarse con la aparición de los segundos reinos de taifas. Los
almohades, que habían sustituido a los almorávides en el norte de África, se impusieron en al-Ándalus e
implantaron un mayor rigor religioso. Frenan el avance cristiano, vencen a Alfonso VIII, rey de Castilla, en la
batalla de Alarcos (1195), pero son derrotados en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), que hunde al Estado
almohade y desemboca en las terceras taifas independientes: Sevilla, Valencia, Murcia, Granada… Todos, salvo el
de Granada, serán pronto conquistados por los cristianos.
El único reino musulmán que permaneció en la península fue el de Granada, bajo la dinastía de los nazaríes, hasta
su incorporación a Castilla durante el reinado de los Reyes Católicos, que recibió del rey Boabdil la ciudad
conquistada.
La supervivencia del reino responde a varias razones: su condición de vasallo del rey castellano, su conveniencia
para éste como refugio de población musulmana, el carácter montañoso del reino (complementado con una
consistente red de fortalezas fronterizas), el apoyo norteafricano, la crisis castellana bajomedieval y la
indiferencia aragonesa (ocupada en su expansión mediterránea). Además, la homogeneidad cultural y religiosa
(sin población mozárabe) proporcionó al Estado granadino una fuerte cohesión.
III.CONCLUSIÓN
La dilatada presencia musulmana en la Península Ibérica, tuvo especial relevancia durante el califato de
Abderramán III. La solidez de la maquinaria administrativa puesta en marcha, la eficiencia en la recaudación de
impuestos y un gran desarrollo cultural y artístico han fijado este periodo como uno de los más notables de la
Edad Media española.
El arte hispano-musulmán es un reflejo del poder político y la hegemonía cultural alcanzado por al Ándalus
durante la Edad Media. Las construcciones más importantes de la España islámica son: la Mezquita de Córdoba ,
Ciudad-Palacio de Madinat al-Zahra (Medina Azahara), La Giralda de Sevilla, la AljaferÍa de Zaragoza y la
Alhambra de Granada. En la Región de Murcia destaca el conjunto de Monteagudo y el palacio de las Claras. Sin
embargo, la presión de los reinos cristianos del Norte, debilitaran progresivamente Al- Ándalus, desintegrando el
Califato en numerosos reinos taifas que no pudieron resistir el avance cristiano pese al auxilio de pueblos
musulmanes del Norte de África.