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El Terror y Lo Extraño 2

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DEPARTAMENTO DE LENGUAJE

2019/KMO

Guía Temática 1 Unidad 6: El terror y lo extraño


Lengua y Literatura
Séptimos básicos

Nombre:

Curso: Fecha: ____ Octubre, 2019

 Tema / contenido:
Literatura gótica- Disposición temporal de los acontecimientos -Tiempo del relato -Tiempo de la historia
Objetivos:

OA 3: Analizar las narraciones leídas para enriquecer su comprensión, considerando, cuando sea pertinente: el o los conflictos
de la historia; el papel que juega cada personaje en el conflicto y cómo sus acciones afectan a otros personajes; el efecto de
ciertas acciones en el desarrollo de la historia; cuándo habla el narrador y cuándo hablan los personajes; la disposición
temporal de los hechos; elementos en común con otros textos leídos en el año.

OA11: Aplicar estrategias de comprensión de acuerdo con sus propósitos de lectura: resumir; formular preguntas; analizar los
distintos tipos de relaciones que establecen las imágenes o el sonido con el texto escrito (en textos multimodales); identificar
los elementos del texto que dificultan la comprensión (pérdida de los referentes, vocabulario desconocido, inconsistencias
entre la información del texto y los propios conocimientos); y buscar soluciones.

Elementos para analizar la organización temporal en una narración

Tiempo de las formas Ejemplo Descripción


verbales de la narración
Presente: el narrador utiliza “Sin ganas silba un tango mientras El tiempo de la historia y el tiempo
este tiempo verbal para relatar se aparta de la ventana abierta”. del relato coinciden. El narrador
aquello que sucede en el aquí organiza la secuencia sin alterar el
y el ahora. orden cronológico de los hechos, lo
que genera en el lector el efecto de
estar presenciando las acciones de
los personajes en el mismo
momento en que ocurren.
Pasado: el narrador cuenta “Así lo hice hasta que un fino rayo de El tiempo de la historia y el tiempo
hechos que sucedieron en el luz, semejante al hilo de la araña, del relato no coinciden. Hay una
pasado, usando el pretérito brotó de la ranura y cayó distancia entre el momento de la
perfecto o el imperfecto. completamente sobre el ojo de narración y el de los hechos, lo que
buitre”. permite al narrador entregar más o
menos información sobre la historia,
dependiendo del efecto que quiere
provocar en el lector.

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Otros aspectos a considerar en un análisis

 En los relatos que emplean formas verbales en pretérito, el narrador puede además realizar saltos
temporales, es decir, detener la narración para contar hechos ocurridos en el pasado o en el futuro, y así alterar
el orden lineal de los hechos.
 Los relatos también utilizan marcadores temporales, que corresponden a cualquier palabra, frase o
enunciado mediante los cuales se indica la duración de los hechos o el orden en que ocurren (antes, al mismo
tiempo o después de determinado evento).

Instrucciones:

Lee los siguientes fragmentos del cuento “Los crímenes de la Calle Morgue” (1841) y responde las preguntas
que aparecen a continuación.

“Los crímenes de la calle Morgue” (Edgar Allan Poe, fragmentos)


(…)
En efecto, cabe observar que los ingeniosos poseen siempre mucha fantasía mientras que el hombre
verdaderamente imaginativo es siempre un analista.
(…)
«EXTRAÑOS ASESINATOS. - Hacia las tres de la madrugada, los habitantes fueron arrancados de su sueño
por los espantosos alaridos procedentes del cuarto piso de una casa situada en la rue Morgue, ocupada por
madame L’Espanaye y su hija, mademoiselle Camille L’Espanaye. Como fuera imposible lograr el acceso a la
casa, se forzó finalmente la puerta y diez vecinos penetraron en compañía de dos gendarmes. Por ese entonces
los gritos habían cesado, pero cuando el grupo remontaba el primer tramo de la escalera se oyeron dos o más
voces que discutían violentamente y que parecían proceder de la parte superior de la casa. Al llegar al segundo
piso, las voces callaron a su vez, reinando una profunda calma. Los vecinos se separaron y empezaron a recorrer
las habitaciones una por una. Al llegar a una gran cámara situada en la parte posterior del cuarto piso (cuya
puerta, cerrada por dentro con llave, debió ser forzada), se vieron en presencia de un espectáculo que les produjo
tanto horror como estupefacción.
»El aposento se hallaba en el mayor desorden: los muebles, rotos, habían sido lanzados en todas direcciones.
El colchón del único lecho aparecía tirado en mitad del piso. Sobre una silla había una navaja manchada de
sangre. Sobre la chimenea aparecían dos o tres largos y espesos mechones de cabello humano igualmente
empapados en sangre y que daban la impresión de haber sido arrancados de raíz. Se encontraron en el piso dos
sacos que contenían casi cuatro mil francos en oro. Los cajones de una cómoda situada en un ángulo habían
sido abiertos y aparentemente saqueados, aunque quedaban en ellos numerosas prendas. Descubrióse una
pequeña caja fuerte de hierro debajo de la cama. Estaba abierta y con la llave en la cerradura. No contenía nada,
aparte de unas viejas cartas y papeles igualmente sin importancia.
»No se veía huella alguna de madame L’Espanaye, pero al notarse la presencia de una insólita cantidad de hollín
al pie de la chimenea se procedió a registrarla, encontrándose (¡cosa horrible de describir!) el cadáver de su hija,
cabeza abajo, el cual había sido metido a la fuerza en la estrecha abertura y considerablemente empujado hacia
arriba. El cuerpo estaba aún caliente. Al examinarlo se advirtieron en él numerosas excoriaciones, producidas,
sin duda, por la violencia con que fuera introducido y por la que requirió arrancarlo de allí. Veíanse profundos
arañazos en el rostro, y en la garganta aparecían profundas huellas de uñas, como si la víctima hubiera sido
estrangulada.
»Luego de una cuidadosa búsqueda en cada porción de la casa, sin que apareciera nada nuevo, los vecinos se
introdujeron en un pequeño patio pavimentado de la parte posterior del edificio y encontraron el cadáver de la
anciana señora, la cual había sido degollada tan salvajemente que, al tratar de levantar el cuerpo, la cabeza se

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desprendió del tronco. Horribles mutilaciones aparecían en la cabeza y en el cuerpo, y este último apenas
presentaba forma humana.
»Hasta el momento no se ha encontrado la menor clave que permita solucionar tan horrible misterio.»
(…)
»Isidore Muset, gendarme, declara que fue llamado hacia las tres de la mañana. Violentó la entrada; los alaridos
continuaron hasta que se abrió la puerta, cesando luego de golpe. Parecían gritos de personas que sufrieran los
más agudos dolores; eran gritos agudos y prolongados, no breves y precipitados. El testigo trepó las escaleras.
Al llegar al primer descanso oyó dos voces que discutían con fuerza y agriamente; una de ellas era ruda y la otra
mucho más aguda y muy extraña. Pudo entender algunas palabras provenientes de la primera voz, que
correspondía a un francés. Estaba seguro de que no se trataba de una voz de mujer. Pudo distinguir las palabras
sacré y diable. La voz más aguda era de un extranjero. No podría asegurar si se trataba de un hombre o una
mujer. No entendió lo que decía, pero tenía la impresión de que hablaba en español. El estado de la habitación
y de los cadáveres fue descrito por el testigo en la misma forma que lo hicimos ayer.
(…)
»Henri Duval, vecino, corrobora la declaración de Muset. El testigo piensa que la voz más aguda pertenecía a un
italiano. No puede asegurar que se tratara de una voz masculina. Pudo ser la de una mujer. No está familiarizado
con la lengua italiana. Conocía a madame L. y a su hija. Estaba seguro de que la voz aguda no pertenecía a
ninguna de las difuntas.
(…)
»Paul Dumas, médico, declara que fue llamado al amanecer para examinar los cadáveres de las víctimas. El
cuerpo de la joven aparecía lleno de contusiones y excoriaciones. El hecho de que hubiese sido metido en la
chimenea bastaba para explicar tales marcas. Según opinión del doctor Dumas, mademoiselle L’Espanaye había
sido estrangulada por una o varias personas.
»El cuerpo de la madre estaba horriblemente mutilado. Todos los huesos de la pierna y el brazo derechos se
hallaban fracturados en mayor o menor grado. El cuerpo aparecía cubierto de contusiones y estaba descolorido.
Resultaba imposible precisar el arma con que se habían inferido tales heridas. Un pesado garrote de mano, o
una ancha barra de hierro, en manos de un hombre sumamente robusto, podía haber producido esos resultados.
Imposible que una mujer pudiera infligir tales heridas con cualquier arma que fuese. La cabeza de la difunta
aparecía separada del cuerpo y, al igual que el resto, terriblemente contusa. Era evidente que la garganta había
sido seccionada con un instrumento muy afilado, probablemente una navaja.
(…)
«Seguí razonando en la siguiente forma: los asesinos escaparon desde una de esas ventanas. Por tanto, no
pudieron asegurar nuevamente los marcos desde el interior, tal como fueron encontrados. Los marcos estaban
asegurados. Es necesario, pues, que tengan una manera de asegurarse por sí mismos.
(…)
» Los asesinos tenían que haber escapado por la otra ventana. Suponiendo, pues, que los resortes fueran
idénticos en las dos ventanas, como parecía probable, necesariamente tenía que haber una diferencia entre los
clavos, o por lo menos en su manera de estar colocados. Trepando al armazón de la cama, miré minuciosamente
el marco de sostén de la segunda ventana. Pasé la mano por la parte posterior, descubriendo en seguida el
resorte que, tal como había supuesto, era idéntico a su vecino. Miré luego el clavo. Era tan sólido como el otro y
aparentemente estaba fijo de la misma manera y hundido casi hasta la cabeza.
(…)
“Tiene que haber algo defectuoso en el clavo”, pensé. Al tocarlo, su cabeza quedó entre mis dedos juntamente
con un cuarto de pulgada de la espiga. El resto de la espiga se hallaba dentro del agujero, donde se había roto.
La fractura era muy antigua, pues los bordes aparecían herrumbrados, y parecía haber sido hecho de un
martillazo, que había hundido parcialmente la cabeza del clavo en el marco inferior de la ventana. Volví a colocar
cuidadosamente la parte de la cabeza en el lugar de donde la había sacado, y vi que el clavo daba la exacta
impresión de estar entero; la fisura resultaba invisible. Apretando el resorte, levanté ligeramente el marco; la

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cabeza del clavo subió con él, sin moverse de su lecho. Cerré la ventana, y el clavo dio otra vez la impresión de
estar dentro.
»Hasta ahora, el enigma quedaba explicado. El asesino había huido por la ventana que daba a la cabecera del
lecho. Cerrándose por sí misma la ventana había quedado asegurada por su resorte.
»La segunda cuestión consiste en el modo del descenso. Observé que las persianas del cuarto piso tienen
celosías o tablillas que ofrecen excelente asidero para las manos. Era evidente que, desplegando tanta agilidad
como coraje, se podía llegar hasta la ventana trepando por la varilla. Le pido que tenga especialmente en cuenta
que me refiero a un insólito grado de vigor, capaz de llevar a cabo una hazaña tan azarosa y difícil. Mi intención
consiste en demostrarle, primeramente, que el hecho pudo ser llevado a cabo; pero, en segundo lugar, y muy
especialmente, insisto en llamar su atención sobre el carácter extraordinario, casi sobrenatural, de ese vigor
capaz de cosa semejante.
(…)
No diré mucho de las contusiones que presentaba el cuerpo de Madame L’Espanaye. El instrumento contundente
fue evidentemente el pavimento de piedra del patio, sobre el cual cayó la víctima desde la ventana que da sobre
la cama. Por simple que sea, esto escapó a la policía por la misma razón que se les escapó el ancho de las
persianas: frente a la presencia de clavos se quedaron ciegos ante la posibilidad de que las ventanas hubieran
sido abiertas alguna vez.
(…)
-Si un ladrón se llevó una parte, ¿por qué no tomó lo mejor… por qué no se llevó todo? En una palabra: ¿por qué
abandonó cuatro mil francos en oro, para cargarse con un hato de ropa? El oro fue abandonado. La suma
apareció en su casi totalidad en los sacos tirados por el suelo. Le pido, por tanto, que descarte de sus
pensamientos la desatinada idea de un móvil, nacida en el cerebro de los policías por esa parte del testimonio
que se refiere al dinero entregado en la puerta de la casa. Coincidencias diez veces más notables que ésta (la
entrega del dinero y el asesinato de sus poseedores tres días más tarde) ocurren a cada hora de nuestras vidas
sin que nos preocupemos por ellas. En general, las coincidencias son grandes obstáculos en el camino de esos
pensadores que todo lo ignoran de la teoría de las probabilidades, esa teoría a la cual los objetivos más eminentes
de la investigación humana deben los más altos ejemplos.
(…)
»Si ahora ha reflexionado usted adecuadamente sobre el extraño desorden del aposento, hemos llegado al punto
de poder combinar las nociones de una asombrosa agilidad, una fuerza sobrehumana, una ferocidad brutal, una
carnicería sin motivo y una voz de tono extranjero para los oídos de hombres de distintas nacionalidades y privada
de todo silabeo inteligible. ¿Qué resultado obtenemos? ¿Qué impresión he producido en su imaginación?
Al escuchar las preguntas de Dupin sentí que un estremecimiento recorría mi cuerpo.
-Un maníaco es el autor del crimen -dije-. Un loco furioso que se escapó.
-En cierto sentido -dijo Dupin-, su idea no es inaplicable. Los locos pertenecen a alguna nación, y, por más
incoherentes que sean sus palabras, tienen, sin embargo, la coherencia del silabeo. Además, el cabello de un
loco no es como el que ahora tengo en la mano. Arranqué este pequeño mechón de entre los dedos rígidamente
apretados de madame L’Espanaye. ¿Puede decirme qué piensa de ellos?
-¡Dupin… este cabello es absolutamente extraordinario…! ¡No es cabello humano! -grité, trastornado por
completo.
(…)
-No quisiera que usted se hubiese molestado por nada -declaró el marinero-. Estoy dispuesto a pagar una
recompensa por el hallazgo del animal. Una suma razonable, se entiende.
-Pues bien -repuso mi amigo-, eso me parece muy justo. Déjeme pensar: ¿qué le pediré? ¡Ah, ya sé! He aquí
cuál será mi recompensa: me contará usted todo lo que sabe sobre esos crímenes en la calle Morgue.
(…)
Una noche, o más bien una madrugada, en que volvía de una pequeña juerga de marineros, nuestro hombre se
encontró con que el orangután que había cazado en otras tierras había penetrado en su dormitorio, luego de
escaparse de la habitación contigua donde su captor había creído tenerlo sólidamente encerrado. Navaja en
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mano y embadurnado de jabón, habíase sentado frente a un espejo y trataba de afeitarse, tal como, sin duda,
había visto hacer a su amo espiándolo por el ojo de la cerradura. Aterrado al ver arma tan peligrosa en manos
de un animal que, en su ferocidad, era harto capaz de utilizarla, el marinero se quedó un instante sin saber qué
hacer. Por lo regular, lograba contener al animal, aun en sus arrebatos más terribles, con ayuda de un látigo, y
pensó acudir otra vez a ese recurso. Pero al verlo, el orangután se lanzó de un salto a la puerta, bajó las escaleras
y, desde ellas, saltando por una ventana que desgraciadamente estaba abierta, se dejó caer a la calle.
(…)
El marinero, a todo esto, se sentía tranquilo y preocupado al mismo tiempo. Renacían sus esperanzas de volver
a capturar a la bestia, ya que le sería difícil escapar de la trampa en que acababa de meterse, salvo que bajara
otra vez por el pararrayos, ocasión en que sería posible atraparlo. Por otra parte, se sentía ansioso al pensar en
lo que podría estar haciendo en la casa. Esta última reflexión indujo al hombre a seguir al fugitivo. Para un
marinero no hay dificultad en trepar por una varilla de pararrayos; pero, cuando hubo llegado a la altura de la
ventana, que quedaba muy alejada a su izquierda, no pudo seguir adelante; lo más que alcanzó fue a echarse a
un lado para observar el interior del aposento. Apenas hubo mirado, estuvo a punto de caer a causa del horror
que lo sobrecogió. Fue en ese momento cuando empezaron los espantosos alaridos que arrancaron de su sueño
a los vecinos de la calle Morgue (…)

1.- Enumera seis características de la escena del crimen que le sirven a Dupin para su investigación hasta
que el narrador dice “un maníaco es el autor del crimen”.
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2.- ¿Qué elemento clave le sirve a Dupin para determinar la naturaleza del asesino? ¿Cómo se conecta
esa pista con la información que él analizó anteriormente?
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3.- Al inicio del relato, el narrador hace una diferencia entre fantasía e imaginación. Considerando la
resolución del caso, ¿por qué el narrador cae en la fantasía, mientras que Dupin usa la imaginación?
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4.- Da dos ejemplos de tiempo verbal en presente y dos ejemplos en pasado.


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5.- Divide el texto en inicio, conflicto y desenlace.


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6.- Distingue el tiempo de la historia, el tiempo del relato y luego explica qué efecto produce este último
en el lector.
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