Historia para Qué
Historia para Qué
Historia para Qué
MÉXICO
COLEGIO DE HISTORIA
T E S I S
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE
LICENCIADO EN HISTORIA
P R E S E N T A
LUCIANO CONCHEIRO SAN VICENTE
DIRECTOR DE LA TESIS:
DOCTOR ÁLVARO MATUTE AGUIRRE
DERECHOS RESERVADOS ©
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México).
CUBERTERÍA……………………………………………………………..………………..9
LA RESPUESTA
EL CUESTIONAMIENTO ................................................................... 39
EL LIBRO......................................................................................... 75
ANEXOS……………………………………………………………………….……………145
Anexo 1. Entrevistas……………………………………………………..…………….146
Anexo 1.1 Adolfo Gilly………………………………………………………….147
Anexo 1.2 Alejandra Moreno Toscano…………………………..……….151
Anexo 1.3 José Joaquín Blanco……………………………………………..168
Anexo 1.4 Arnaldo Córdova…………………………………………………..177
Anexo 1.5 Enrique Florescano…………………………………………..…..194
Anexto 1.6 Héctor Aguilar Camín…………………………………………..205
2
3
A Ana Sofía Rodríguez Everaert,
por (y para) el diálogo eterno.
4
AGRADECIMIENTOS
A Álvaro Matute, quien apoyó la idea que daría lugar a este texto desde el
momento en que surgió en una de sus clases. Porque sin él y su saber, esto
simplemente no existiría. Sus acertados comentarios habitan de la primera a la
última página, su espíritu y enseñanzas estarán siempre conmigo y en mí. A él,
tantas gracias.
A Ricardo Gamboa, a quien nunca terminaré de darle las gracias, por creer desde
un inicio en mí y nunca dejar de formarme. Agradeceré siempre su enorme y
afectuosa vocación de profesor mediante la cual me consolidó como alumno y me
inició como docente.
1
Claude Levi-Strauss. "The Structural Study of Myth", The Journal of American Folklore 68 (270), Myth: A
Symposium (1955), 435.
5
me ayudó como Coordinador de la carrera. Gracias por dejarme ser su alumno
dentro y fuera del aula.
A Martin Jay, gracias a cuya genialidad este texto se afianzó y, al mismo tiempo,
encontró sus propias debilidades.
A los autores de Historia, ¿para qué?, por compartir conmigo su historia que no
otra cosa que nuestra historia intelectual. A Héctor Aguilar Camín, a José Joaquín
Blanco, a Arnaldo Córdova, a Enrique Florescano, a Adolfo Gilly y a Alejandra
Moreno Toscano, gracias por darme lo más valioso: sus palabras y su tiempo.
A Johann Mergenthaler: mi amigo. Para él, no hay palabras: sólo la vida misma, la
que soñamos (la de hoy y la que está por venir).
A Ainhoa Suárez, por compartirme durante los últimos años un trozo de su banca y
por haber construido juntos nuestra Alma máter, espacio donde no sólo
estudiamos sino también intercambiamos obsesiones.
6
A los Concheiro-Díaz (Álvaro, Charo y “los niños”), quien son mucho más que mi
familia, por soportar mi vida monacal y por su cariño gallego que me exhorta a
siempre mejorar y seguir adelante.
A los que además de familia, fueron (y son) cómplices de una forma u otra: a
Elvira Bórquez, a Mariángeles Comesaña, a María Elvira Concheiro, a Mauricio
Gómez Morín, a Juan Manuel Herrera, a Horacio San Vicente, a Juan Vadillo y
muy especialmente a Victoria San Vicente, porque mis pesquisas de historiador
son un homenaje a ella.
A don Ignacio Garza Medina, gracias a cuya generosidad las primeras páginas de
este texto pudieron ver la luz en la costa de Careyes y se terminaron en las
antiguas tierras del Marqués de Salamanca.
A Ilya Semo, quien al nacer ya lo había leído todo, por la amistad trans-
generacional y las tempranas discusiones.
A José Herrera y Manuel Ramos, por compartir conmigo su sabiduría y el amor por
los libros.
A todos ellos que no menciono por cuestiones prácticas, pero viven en mis
palabras y por ende en mí.
Por último, que visto desde otra perspectiva es el principio, a mis padres. Sin ellos:
la nada. Por ello, tanto el agradecimiento como el cariño son inconmensurables.
En este caso, las palabras y la tinta son inútiles: no me ayudan a expresar todo
aquello que quisiera. Sean el silencio y el blanco de la página los que hablen.
7
Ne pas trop reflechir sur la valeur de l'Histoire. On court le risque de s'en degouter.
8
CUBERTERÍA
9
Todo libro busca responder una pregunta. Más precisamente: la escritura de
escritura buscamos acallar nuestras dudas, que terminan siendo también nuestras
angustias más terribles. Estas páginas no son otra cosa que un intento por darle
respuesta a una pregunta que me persigue desde que comencé a estudiar historia:
¿sirve de algo todo esto?, ¿para qué estudiar historia?, ¿tiene alguna utilidad? En
mediante una lógica utilitaria los principios en los cuales se cimenta la disciplina de
la historia, y con ello exige que se justifiquen. Va a la raíz misma de este quehacer
de su propia existencia: ¿de qué sirve lo que haces cada uno de tus días? Todos
los años de desvelos y estudio, ¿para qué?, ¿de qué sirven las horas vividas en
un polvoso archivo? Y, aún más aterradora: ¿para qué todos esos artículos y
libros escritos? No hay nada más espinoso que justificar nuestra propia existencia.
Nada es más difícil que dar razones del por qué estamos aquí y debemos seguirlo
estando: nada más doloroso que justificar por qué no debemos suicidarnos (por
algo para Camus éste era el único problema filosófico realmente serio).2
2
Albert Camus. El mito de Sísifo. Buenos Aires: Losada, 2010.
10
Creo que E.M. Cioran tenía razón al decir que “un libro tiene que hurgar en
las heridas, incluso provocarlas. Un libro ha de ser un peligro”.3 Sólo las obras que
causan molestia valen la pena, las demás tienden a repetir lo ya dicho. Lo que
intempestivos, los que estén fuera de lugar y tiempo, los que más irriten y
Además, al final encontramos que esa pregunta horrorosa que pocos se atrevían a
darse cuenta. Ahí radica la riqueza de hablar sobre la utilidad de la historia: tema
todos concierne.
inicio de mis estudios. Volviendo al problema del “para qué” de la historia busco
sinsentido: haber estudiado historia. Quería encontrarle una utilidad a eso que
llevaba haciendo durante la última etapa de mi vida. Me parecía que así podía
3
E.M. Cioran. Desgarradura. Trad. de Amelia Gamoneda. Barcelona: Tusquets, 2004. 71. (Cursivas del
autor).
11
justificarme y sanar las culpas por haber estado metido entre papeles y libros tanto
tiempo. Si comenzaba a perder sentido incluso para mí, ¿cuál sería la utilidad y el
sentido para el resto de las personas, para todos aquellos que no se dedican
propiamente a la historia?
utilidad de la historia: el libro Historia, ¿para qué?, editado en 1980 por Alejandra
Moreno Toscano y que se compone de ensayos escritos por Carlos Pereyra, Luis
Villoro, Luis González y González, Adolfo Gilly, Enrique Florescano, Héctor Aguilar
confundieron. Sentí que lo que querían decir no me funcionaba: llegaban sus letras
maestros era mucho más urgente que construir mi propia respuesta. No podía
comenzar sin comprender plenamente sus respuestas y el por qué de ellas (¿no
entenderlo a fondo. Libro muy leído, pero jamás estudiado. Éste es un intento de
12
Aquello que comenzaba como una tesis que buscaba dar una respuesta a
la pregunta “historia, ¿para qué?” terminó siendo otra cosa radicalmente distinta.
El tema no fue lo único que se cambió: en realidad no hubo elemento que quedara
sentido) prácticamente nada. Hemos perdido la inocencia que nos permitía seguir
cada tema desprende un sinfin de astillas que terminan formando nuevos temas.
4
De aquí en adelante sigo a Gilles Deleuze y Félix Guattari, véase: Gilles Deleuze y Félix Guattari. Mil
mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. 9 ed. Trad. de José Vázquez Pérez con la colaboración de Umbelina
Larranceleta. Valencia: Pre-Textos, 2010. En específico: “Introducción: rizoma”.
5
Deleuze y Guattari. Capitalismo y esquizofrenia. 20.
13
No hay tesis o argumento central, hay muchos: es una red sin centro. Si este libro
varias preguntas: cuál es la historia del libro Historia, ¿para qué?, cómo se
produjo, por qué esos autores, quiénes eran, por qué escribieron lo que
simultáneamente, una historia intelectual, una historia del libro, una historia de la
cultural y una obra de teoría de la historia. Las fronteras entre cada uno de estos
saltar de un género a otro, sino encontrar los espacios entre ellos. Pesadilla para
mesetas. Éstas son “una región continua de intensidades, que vibra sobre sí
culminante o hacia un fin exterior”.6 Cada meseta es como un anillo abierto que se
relaciona con otro por medio de conexiones subterráneas haciendo así un rizoma.
6
Deleuze y Guattari. Op. Cit. 26.
14
La lógica que rige esto es la de la Y, en donde no hay comienzo ni fin sino un
Hay un rasgo que recorre el conjunto de estas páginas, y tal vez sea aquello
que permita hablar de ellas como unidad sin mutilar su multiplicidad: es un texto
que se ríe de sí mismo y que con su ironía lucha contra los agélastes, aquellos
seres odiados por Rabelais que no tienen humor y no ríen. Para Richard Rorty,
todo humano tiene un léxico final, esto es, un grupo de palabras y conceptos que
usa para justificar sus creencias, acciones y su vida misma.7 El irónico es aquel
que duda de su léxico final porque sabe que existen otros muchos vocabularios
igual de válidos y esto le afecta. No cree que su vocabulario sea más preciso o
esté más cerca de la realidad que cualquier otro: es consciente de que es limitado,
al igual que el resto. Esta obra intenta dar cuenta de sus presupuestos y
a sí misma en serio porque sabe que su léxico final está sujeto al cambio y la
7
Richard Rorty. Contingency, irony, and solidarity. Cambridge: Cambridge University Press, 1989. 73.
15
LA RESPUESTA
16
Espacios transpuestos
tres lugares distintos: en los pisos bajos del Palacio Nacional; en la llamada Casa
8
Sergio García Ramírez. “El sistema penitenciario. Siglos XIX y XX.”, en Boletín Mexicano de Derecho
Comparado. Número 95, Mayo-Agosto, Nueva Serie, XXXII (Mayo-agosto 1999): 387.
9
Debido a que el edificio ocupaba parte de los terrenos de la hacienda del señor Lecumberri, era llamado
popularmente “Palacio de Lecumberri”. Se le agregaba el adjetivo peyorativo “negro” para hacer referencia a
los sucesos que dentro de él sucedían y por el color negro que los muros habían absorbido del canal de
desagüe que pasaba a un costado del edificio. William Brinkman-Clark, “El Archivo Negro. Operaciones
penitenciarias y archivísticas en el Palacio de Lecumberri”, en Historia y grafía. Año 19, número 38, enero-
junio 2012 (Deconstruyendo el archivo): 128.
17
en 1976 al Congreso de la Unión, una “filosofía de dignificación humana” que
“Palacio de Lecumberri” cerró sus puertas como prisión. Se discutió mucho acerca
de qué hacer con el edificio y los terrenos que ocupaba. Había cierta especulación
construir un jardín público.11 Sin embargo, un grupo de personajes, entre los que
10
Citado en Sergio García Ramírez. “El sistema penitenciario,” 387-388.
11
Jorge L. Medellín Sánchez. “La transformación del Palacio de Lecumberri: de Penitenciaría en Archivo
General de la Nación”, en Lecumberri: un palacio lleno de historia. (México: Secretaría de Gobernación-
Archivo General de la Nación, 1994), 99.
12
Sobre Eduardo Blanquel véase Andrés Lira. “Eduardo Blanquel, In memoriam”, en Relaciones. Número 31,
vol. VIII (verano 1987): 167-169. Ricardo Pérez Montfort. “Eduardo Blanquel Franco o la historia como
enseñanza personal”, en Historiadores de México en el siglo XX. Enrique Florescano y Ricardo Pérez
18
varias reuniones, en una de ellas declaró: “Detesto Lecumberri, pero, si ustedes
que saben dicen que hay que conservarlo, conservémoslo.”13 La incomodidad que
más al Presidente porque con ella se enterraba parte del pasado obscuro.
negro de represión.14
La batalla para que no se demoliera se había ganado, pero con ello surgió un
nuevo problema: ¿qué hacer con el edificio? Jesús Reyes Heroles, Secretario de
que el AGN recibiera una nueva sede que permitiera albergar, con las condiciones
Montford. (compiladores). (México: Fondo de Cultura Económica-Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes), 1995.
Sobre Edmundo O’Gorman véase Álvaro Matute. “Estudio introductorioǁ‖ a Edmundo O‘Gorman”, en
Historiología, teoría y práctica. Estudio introductorio y selección de Álvaro Matute. (México: Universidad
Nacional Autónoma de México-Coordinación de Humanidades, 1999).
Jorge L. Medellín había diseñado, junto con su hermano Roberto E. Medellín, la Casa de México en París en
la Cité internationale universitaire de Paris (CIUP). Había sido subsecretario de Bienes Inmuebles y de
Urbanismo de la entonces Secretaría del Patrimonio Nacional. Como parte de los preparativos de las
Olimpiadas de 1968 celebradas en la ciudad de México, junto con el arquitecto Luis Ortíz Macedo, estuvo
encargado de recuperar y remodelar plazas cívicas de la capital. En el momento de la remodelación de
Lecumberri era director del Consejo Nacional de Monumentos y sitios de México (ICOMOS).
Sobre la lucha emprendida en contra de la demolición de Lecumberri, véase: Jorge Alberto Manrique. “De
prisión a institución cultural”, en Lecumberri: un palacio lleno de historia. (México: Secretaría de
Gobernación-Archivo General de la Nación, 1994), 90-91. Jorge L. Medellín Sánchez. “La transformación del
Palacio de Lecumberri: de Penitenciaría en Archiva General de la Nación”, en Lecumberri: un palacio lleno
de historia. (México: Secretaría de Gobernación-Archivo General de la Nación, 1994), 97-118.
13
Jorge Alberto Manrique. “De prisión a institución cultural”, en Lecumberri: un palacio lleno de historia.
(México: Secretaría de Gobernación-Archivo General de la Nación, 1994), 91.
14
Aquí propongo pensar la relación con el pasado no como lo hace la historia sino como lo plantea el
psicoanálisis. Mientras que para la primera hay una brecha entre pasado y presente (pasado y presente son dos
entidades diferenciadas), en el segundo el pasado habita en el presente y termina por retornar al ser rechazado.
Michel De Certeau ha escrito al respecto, véase: Michel De Certeau. Historia y psicoanálisis. México:
Universidad Iberoamericana-Departamento de Historia, 2003.
19
penitenciaría, el mismo Reyes Heroles sugirió que fuera el AGN la institución que
Además,
15
Patricia Galeana. “Introducción”, en Lecumberri: un palacio lleno de historia. (México: Secretaría de
Gobernación-Archivo General de la Nación, 1994), 9 y Louise Noelle Mereles. “El Archivo General de la
Nación. Transformación de una Antigua Penitenciaría a un centro cultural”, en Anales del Instituto de
Investigaciones Estéticas. Vol. XIV. Número 53, (1983): 140. Jorge L. Medellín dice “reconozco que es al
entonces primer magistrado [José López Portillo] a quien se debe el haber instalado el nuevo Archivo General
de la Nación en el Palacio de Lecumberri y al licenciado Reyes Heroles el haber sido su fundador. Jorge L.
Medellín Sánchez. “La transformación del Palacio de Lecumberri: de Penitenciaría en Archiva General de la
Nación”, en Lecumberri: un palacio lleno de historia. (México: Secretaría de Gobernación-Archivo General
de la Nación, 1994), 99.
16
Secretaría de Gobernación de México. “Decreto por el que se desincorpora del patrimonio del
Departamento del Distrito Federal y se incorpora al dominio de la Federación el inmueble conocido como ex
Palacio de Lecumberri, para destinarlo al servicio del Archivo General de la Nación,” en Diario Oficial de la
Federación. Tomo CCCXLII, núm. 19. Director: Mariano D. Urdanivia. Primera Sección. (viernes 27 mayo
1977): 2.
17
Secretaría de Gobernación de México. “Decreto por el que se desincorpora…”, 2.
18
Ibidem.
20
de Albañiles, Ánfora, Héroe de Nacozari y Avenida Eduardo Molina, de esta
ciudad, con sus instalaciones anexas, para destinarlo al servicio del Archivo
19
General de la Nación, dependiente de la Secretaría de Gobernación.
Tal como evaluaba el decreto presidencial, el problema central del AGN estaba
varios lugares. En segunda, los distintos espacios que el AGN ocupaba eran
para proteger documentos del clima, las plagas y los ladrones. Además, los
26, 420 metros cuadrados de superficie disponible. Éste era espacio suficiente
21
bajo un sistema clasificatorio.22 Los siete brazos y 887 celdas de la antigua prisión
construida bajo los principios del diseño panóptico creado por Jeremías
demás puntos mientras él no es observado. Esto permitía poder vigilar cada rincón
único acceso que permite establecer control sobre lo que entra y sale.25 Esto sirve
Como dice Héctor Aguilar Camín en una entrevista: “El principio de Bentham sirve
22
Adolfo Gilly, uno de los autores del libro Historia, ¿para qué?, permaneció encarcelado seis años en
Lecumberri. En una entrevista dice: “ […] hoy el edificio de la prisión alberga el Archivo Nacional, mientras
que antes fui yo quien fui archivado…” Adolfo Gilly. “Entrevista. Lo que no existe no puede ser verdad”, en
New Left Review. Número 64 (Septiembre-octubre 2010): 37.
23
“El edificio destinado para alojar al Archivo General de la Nación”, en Boletín del Archivo General de la
Nación. Tercera serie, tomo 1, núm. 1. (Abril-junio 1977): 9.
24
En 1848 el arquitecto español Lorenzo de la Hidalga, quien se había educado en la Academia de San
Fernando de Madrid, dio a conocer el proyecto inicial para la penitenciaría. En 1882 Antonio Torres retomó el
proyecto de Lorenzo de la Hidalga y, bajo la dirección del ingeniero militar general Miguel Quintana,
comenzó a construir el edificio en 1885. Doce años después, en 1897, bajo la dirección del ingeniero Antonio
M. Anza, Lecumberri se concluyó. Su servicio comenzó en 1900.
Para una narración sobre la evolución del sistema penitenciario mexicano, véase: Miguel M. Macedo. “Los
establecimientos penales", en México, su evolución social. Justo Sierra (director literario), Santiago Ballescá
(director artístico). México: J. Ballescá y Compañía sucesor editor, 1902, tomo I, volumen II. 702 ss.
Es imposible no mencionar el nombre de Michel Foucault cuando se habla del panóptico. Véase,
especialmente: Michel Foucault. Vigilar y castigar. (Madrid: Siglo XXI Editores, 1986) Debido al tema de
esta tesis, es interesante hacer hincapié en que el diseño panóptico fue creado por Jeremy Bentham que, a su
vez, se le considera el “padre” del utilitarismo. Existe una recopilación de los escritos de Bentham sobre el
panóptico: Jeremy Bentham. The Panopticon writings. 2 ed. Miran Božovič (introducción). Londres, Nueva
York: Verso, 1995.
25
Adolfo Gilly, conversación telefónica con el autor, Ciudad de México, 4 enero 2012.
26
Alejandra Moreno Toscano. “Lecumberri: sede del Archivo General de la Nación”, en Lecumberri: un
palacio lleno de historia. (México: Secretaría de Gobernación-Archivo General de la Nación, 1994), 133.
22
centro de un polígono todos los brazos del edificio.”27 La estructura metálica de las
discurso que los justifica tiene que ver con la idea de que habrá un mejor porvenir
gracias a ellos. Para lograr esto, ambos espacios tienen que archivar a dos
objetos distintos –pero objetos al fin– bajo “la promesa de que en el futuro verían
la luz y serían prueba del progreso de una sociedad disciplinaria que los borró ayer
El hecho de que el AGN ocupara un nuevo edificio y con ello solucionara los
Jesús Reyes Heroles, no sólo político sino también historiador. Es gracias a esta
combinación de “suerte” y voluntad que el AGN logró tener una nueva sede. José
23
hubo un para qué, fue una cosa casual. Y también se aprovechó que ya
no querían el AGN estaba en unos salones ahí polvosos de lo que ahora
es el Museo Nacional de Arte, que era el Palacio de Comunicaciones,
pero ya no lo querían ahí porque estaban adecuando –que todavía no
terminan de adecuar– el Palacio para Museo Nacional de Arte porque
todavía no sacan telégrafos. Por un lado, querían sacar ese archivo que
31
era de Gobernación por otro lado, qué hacer con Lecumberri.
suerte, y voluntad que existe detrás del cambio de sede del AGN. Woody Allen ha
[…] the man who said "I'd rather be lucky than good" saw deeply into life.
People are afraid to face how great a part of life is dependent on luck. It's
scary to think so much is out of one's control. There are moments in a match
when the ball hits the top of the net, and for a split second, it can either go
forward or fall back. With a little luck, it goes forward, and you win. Or maybe it
32
doesn't, and you lose.
medicina. Las otras tres partes son distintas posibilidades o variaciones de la vida
las variaciones es una vida radicalmente distinta. Sin embargo, lo más importante
31
José Joaquín Blanco, entrevista con el autor, Ciudad de México, 14 junio 2012. (Anexo 1.3)
32
Woody Allen (director). Match Point. Inglaterra-Luxemburgo, DreamWorks, 2006. 124 min.
33
Krzysztof Kieślowski (director). El Azar (Przypadek). Polonia, P.P. Film Polski, 1987. 114 min.
24
de la película de Kieślowski no es el mostrar que un individuo puede tener distintas
vidas, sino que da cuenta del hecho de que puede ser un pequeño suceso azaroso
e involuntario el que transforme –por siempre– nuestra vida. Las tres distintas
pero no agredir al policía que lo detiene son tres eventos que marcan y delimitan
vidas (y a la historia).
meses después de que el presidio había cerrado sus puertas.34 El arquitecto Jorge
34
Jorge L. Medellín Sánchez. Op. Cit. 115.
35
La Redacción. “Del encierro al recuerdo: El Palacio Negro de Lecumberri”, Mensual Humanidades y
Ciencias Sociales. Año 5, Número 37. (Diciembre 2008-enero 2009): 20. Sobre la remodelación véase:
Louise Noelle Mereles. Op. Cit. 137-144. No solamente se llevó a cabo un trabajo de preservación del
edificio, también se quisieron borrar las marcas siniestras que como cárcel mantenía Lecumberri. Entre las
modificaciones más importantes estuvo la construcción de la cúpula que ahora cubre el espacio central. Jorge
L. Medellín dice que su programa de acción era: “[…] que las líneas que íbamos a trazar cada uno de los que
proyectaríamos –y que fuimos muchos– sustituyeran a las rayas que herían las paredes con crípticos
calendarios que marcaban fechas de purgar sentencias en aquellas lúgubres y negras celdas, y que éstas se
volvieran espacios luminosos llenos de luz vital y reconfortadora.” Más adelante, dice: “porque sí hubo un
secreto: el secreto de la transformación: el cambiar el destino y la función del edificio; en vez de aprisionar
hombres se guardarían y custodiarían documentos en los que están contenidas la historia y, por lo tanto, la
memoria del país”. Afirma: “se removería todo lo que representara represión y castigo”. Medellín afirma:
“[…] deseábamos expresar que, en lugar de la negrura y represión de la ex Penitenciaría, en el nuevo –viejo–
Archivo en el futuro habría luz y libertad. ¡Libertad! Este sería el nuevo y prometedor signo el Archivo
General de la Nación” Jorge L. Medellín Sánchez. Op. Cit. 117-118.
25
1982 reabrió el AGN en su nueva sede.36 Con ello Lecumberri, mismo lugar, pasó
establece Michel De Certeau entre lugar y espacio aquí cobra pleno sentido.
Mientras que un lugar es “el orden (cualquiera que sea) según el cual los
posibilidad para que dos cosas se encuentren en el mismo sitio”.37 Mientras que el
espacio es un “lugar practicado”, es decir que “[…] hay espacio en cuanto que se
Pero más que un cambio, es una transposición en donde las prácticas de cada
al objeto enclaustrado.
36
Ibidem. 115. “Quiénes somos. Historia del Archivo General de la Nación”, Página web oficial del Archivo
General de la Nación (México). Disponible en: http://www.agn.gob.mx/menuprincipal/quienesomos/hist.html.
Consultada: abril 2012.
37
Michel De Certeau. La invención de lo cotidiano 1. Artes de hacer. 29 citado en Brinkman-Clark, “El
Archivo Negro. Operaciones penitenciarias y archivísticas en el Palacio de Lecumberri”, n. 2, 129.
38
Ibidem.
26
La cúspide de la profesionalización
archivo tiene que ser visto no sólo como un contenedor, sino como un “espacio
sobre qué temas se escribe historia sino también sobre el cómo se escribe.41
No siempre es fácil ver la lógica detrás de los archivos puesto que ésta
39
Todo archivo tiene origen en una “pulsión de archivo”: “[…] pulsión de conservarlo todo, de registrar cada
detalle, de no permitir que ningún testimonio, documento y monumento se pierdan; es una pasión social por
guardar y preservar todo rastro, todo resto, toda huella, de evitar que el tiempo se extravíe” Ricardo Nava
Murcia. “El mal de archivo en la escritura de la historia”, en Historia y grafía. Año 19, número 38, enero-
junio 2012 (Deconstruyendo el archivo): 98. De manera paradójica, el archivo no puede existir sin la pulsión
de muerte y olvido. Es decir, sin la existencia de la posibilidad de destrucción y olvido. Así, “el archivo
sustrae el acontecimiento, borrándolo para preservarse como memoria, mas, de cierta manera, como una
forma de olvido”. Ricardo Nava Murcia. “Preliminares”, en Historia y grafía. Año 19, número 38, enero-
junio 2012 (Deconstruyendo el archivo): 12.
40
Kathryn Burns argumenta que hay que estudiar no sólo a los documentos sino también el proceso mediante
el cual éstos se crean y se ordenan. En sus palabras: “[…] we make our archives and sources part of our
research, looking at them as well as through them.” Kathryn Burns. Into the Archive. Writing and Power in
Colonial Peru. (Burham y Londres: Duke University Press, 2010), 125. Ann Laura Stoler ha propuesto
realizar una “etnografía del archivo”. Ann Laura Stoler. Along the Archival Grain: Epistemic Anxieties and
Colonial Common Sense. (Princeton: Princeton University Press, 2009). Ann Laura Stoler. “Colonial
Archives and the Arts of Governance: On the Content in the Form”, en Refiguring the Archive. Carolyn
Hamilton et al. (editores). (Dordrecht: Kluwer, 2002).
41
Como plantea Roger Chartier, toda “institución histórica” tiene “[…] efectos en la práctica de los
historiadores del lugar social donde se ejerce su actividad” (29). Cada uno de los distintos lugares sociales (la
ciudad, el monasterio, la corte, las redes eruditas y las universidades) “[…] impone a la historia no sólo
objetos propios, sino también modalidades del trabajo intelectual, formas de escritura, técnicas de prueba y de
persuasión” (29-30). Roger Chartier. La historia o la lectura del tiempo. Barcelona: Gedisa editorial, 2007.
27
la causalidad y el azar juegan un papel fundamental. ¿Por qué se quemó el legajo
hay respuestas para estas preguntas. El problema va más allá: ni siquiera hoy en
día hay reglas claras sobre qué documentos gubernamentales deben o no llegar al
archivo.42 Así, muchas veces los documentos que tenemos existen más por la
archivo. Aún cuando su objetivo central sea el control, en este espacio rige lo
historiador.
crítica documental, esto es, la idea de que aquello que se argumenta puede ser
verificado en una fuente confiable. 43 A su vez, las fuentes sólo pueden ser
42
“The criteria which determine when and which oficial documents are lodged in accesible archives vary
from country to country, institution to institution –and, to my knowledge, there is no comprehensive guide.
Britain’s ‘Thirty Year Rule’ is unusually precise; in Latin America the rules vary, or are indeterminate.
However, it usually takes at least a generation for documents to find their way to the archives and many –for
reasons relation to security, inefficiency and lack of resources– never make it. At local and municipal level
the attention rate is probably much greater.” Alan Knight. “Latin America”, en Companion to Historiography.
Michael Bently. (Londres, Nueva York: Routledge, 1997), n. 55 747.
43
Enrique Moradiellos. El oficio del historiador. 6 ed. (Madrid: Siglo XXI editores España, 2008): 10
28
por medio del archivo moderno. Por ello, no puede haber disciplina profesional y
su origen a finales de los años veintes del siglo pasado. A partir de ese momento,
44
Georg G. Iggers, Q. Edward Wang y Supriya Mukherjee dicen acerca del caso latinoamericano: “only in
the course of the first half of the twentieth century, did professionalization set in”. Georg G. Iggers y Q.
Edward Wang con contribuciones de Supriya Mukherjee. A Global History of Modern Historiography.
(Harlow, Inglaterra; Nueva York, Pearson Longman, 2008): 292. Hay que señalar que no todo fue
“profesionalización”, Álvaro Matute señala que “el siglo XX fue pródigo e imaginativo en sus búsquedas de
lenguajes alternos para lograr la comunicación del saber histórico”. Álvaro Matute. “De los episodios
nacionales a las telenovelas. Balance de la divulgación histórica”, en Quehaceres de la Historia. Manuel
Ramos Medina (compilador). (México: Centro de Estudios de Historia de México Condumex, 2001), 293.
Sobre la profesionalización de la disciplina de la historia en México, véase también: Álvaro Matute. “La
profesionalización del trabajo histórico en el siglo XX”, en México en el siglo XX. Patricia Galeana
(coordinadora). México: Archivo General de la Nación, 1999. 415-440.
45
Evelia Trejo. “Historia Mexicana”, en Léxico de la política. Laura Baca Olamendi, Judit Bosker-Liwerant,
Fernando Castañeda, Isidro H. Cisneros (compiladores). (México, Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales-Fondo de Cultura Económica, 2000), 311. Luis González y González nombra a este periodo el de la
“organización del trabajo histórico” y para él va de 1933 a 1957. Luis González y González. “75 años de
investigación histórica en México”, en México setenta y cinco años de Revolución. t. IV. Educación, cultura y
comunicación 2. (México: Fondo de Cultura Económica-Instituto Nacional de Estudios Históricos de la
Revolución Mexicana, 1988), 673 ss.
El libro que tiene que ser consultado para obtener un noción del desarrollo de la historiografía en México
durante el siglo XX es una antología preparada Evelia Trejo recientemente. Entre los textos incluidos están:
“Notas sobre la producción histórica en México (1967)” de Enrique Florescano; “Tendencias en las
investigaciones históricas de México (1978)” de Miguel León-Portilla; “La historiografía contemporánea
(1979)” de Álvaro Matute; “Panorama actual de la historiografía mexicana (1983)” de Gloria Villegas”;
“Historia mexicana (2000)” de Evelia Trejo; entre otros. Evelia Trejo (introducción, selección y edición). La
historiografía del siglo XX en México . Recuentos, perspectivas teóricas y reflexiones. México: Universidad
Nacional Autónoma de México, 2010.
29
comenzó a otorgar, a partir de 1928, a otorgar grados en historia.46 En 1939 se
México. Ese mismo año, abrió sus puertas el Instituto Nacional de Antropología e
46
Existen lagunas documentales que dificultan establecer de manera precisa tanto las fechas como el
funcionamiento del otorgamiento de grados y títulos en historia. El 20 de enero de 1928 se aprobó en el
Consejo Universitario un nuevo Plan de estudios en el cual se establecieron las secciones de Filosofía, Ciencia
e Historia y se especificaba que se otorgarían grados de licenciado, maestro y doctor.
Gloria Villegas confirma esta información y cita el “Informe que rinde el Secretario General de la
Universidad Nacional, sobre las labores desarrolladas en la misma, durante el mes de febrero de 1927” en el
cual se dice que se estableció la organización para que los estudios “de las disciplinas filosóficas y científicas,
históricas y literarias” quedaran “sistematizados […] de manera que puedan otorgarse grados de licenciado,
maestro y doctor en cada una de esas ramas del saber”.
Tenemos conocimiento de que siguiendo este plan, el 19 de agosto de 1929 Rubén L. Escovar [sic] obtuvo la
licenciatura en Historia. No sabemos cuál el título de su tesis, pero sabemos que fue aprobada con un jurado
en el que estuvieron presentes Pedro C. Sánchez y José Luis Osorio Mondragón.
Sin embargo, a finales de ese mismo año, se aprobaron un par de documentos en el Consejo Universitario que
invalidaron los grados de licenciatura otorgados por la Facultad de Filosofía y Letras. Por esas mismas
disposiciones, aquellos que tenían un título de la licenciatura otorgado por la Facultad y cumplían ciertos
requisitos podían seguir una serie de pasos y obtendrían el grado de maestro o doctor. Libertad Menéndez
Menéndez señala fueron cerca de cincuenta personas que siguieron estas disposiciones.
La desaparición oficial del título de licenciado en historia se dio con la aprobación del nuevo plan de estudios
en el Consejo Universitario el 10 de marzo de 1931, en el cual se establecieron los grados de maestro y doctor
en Ciencias Históricas (Historia y Antropología). En 1939 se aprobaron unas Disposiciones en las cuales se
modificó la existente sección de Ciencias Históricas para dar lugar a una nueva sección y se comenzó a
otorgar grados de maestro y doctor en Historia Antigua y Medieval, en Historia Moderna y Contemporánea y
en Historia de México. De 1943 a 1951 la Facultad funcionó realizando ligeros ajustes a lo aprobado en 1939.
La información se obtuvo íntegramente de: “Informe que rinde el Secretario General de la Universidad
Nacional, sobre las labores desarrolladas en la misma, durante el mes de febrero de 1927”, en Boletín de la
Universidad Nacional de México. México, UNAM, números 2, 3 y 4, p. 19, marzo-abril 1927. Gloria Villegas
Moreno. “Bajo el signo de Atenea", en Setenta años de la Facultad de Filosofía y Letras. Juliana González
(presentación). México: Universidad Nacional Autónoma de México. 176, 183. Libertad Menéndez
Menéndez. “La Facultad de Filosofía y Letras, breve síntesis de su trayectoria pedagógica”, en Setenta años
de la Facultad de Filosofía y Letras. Juliana González (presentación). México: Universidad Nacional
Autónoma de México. 113 ss.
A partir de 1941, año en el cual aparece el primer número, la sección de “noticias” de Filosofía y Letras.
Revista de la Facultad de Filosofía y Letras es una fuente de información vital sobre los graduados en la
Facultad.
47
Sobre estos cambios y construcción de instituciones véase Evelia Trejo. Op. Cit. Enrique Florescano.
“Notas sobre la producción historiográfica en México”, en La Palabra y el Hombre. Segunda época, número
43, (Julio-septiembre 1967), 311. Miguel León Portilla. “Tendencias en las investigaciones hist’óricas de
México”, en Las humanidades en México 1950-1975. (México: Universidad Nacional Autónoma de México-
Consejo Técnico de Humanidades, 1978), 56 ss. Álvaro Matute. “Introducción”, en La teoría de la historia en
México. Álvaro Matute (compilador). (México: Secretaria de Educación Pública, 1974), 15 ss.
30
Además, se fundó la editorial Fondo de Cultura Económica. Bajo su sello,
Wenceslao Roces tradujo varias obras de Karl Marx y Friedrich Engels, entre las
que destacan El Capital. José Gaos tradujo Ser y tiempo de Martin Heidegger, y
Huizinga, por sólo dar algunos de los nombres más significativos para la disciplina
de la historia.49
Nicol, Joaquín Xirau, Juan David García Bacca, Eugenio Ímaz, Ramón Iglesia,
José Miranda, Wenceslao Roces, Rafael Altamira y Crevea, Juan Comas, Pedro
Millares Carlo, José Moreno Villa, Enrique Díez-Canedo, Luis Cernuda, León
panorama intelectual del país.50 Si bien muchos de estos nombres no tuvieron que
un catalizador de éstos.
48
Álvaro Matute. Op. Cit. 17.
49
Luis González y González. Op. Cit. 674.
50
Álvaro Matute. Op. Cit. 16-17.
31
Asimismo, en México fue a partir de los cuarentas, casi en paralelo con la
estas proveían. Enrique Florescano plantea que es durante esos años que la
que se podían quejar de que, como Orozco y Berra, “cuando tenía tiempo no tenía
pan y cuando tenía pan no tenía tiempo.”53 Es así que, como plantea Jorge Alberto
comenzó a ser de interés para el resto del mundo.55 Además, se crearon revistas
51
Enrique Florescano. Op. Cit. 532.
52
Ibidem.
53
Citado en Álvaro Matute. Op. Cit. 14.
54
J.A.M. (Jorge Alberto Manrique). “Presentación”, en Historia Mexicana. Número 2/3, Veinticinco años de
investigación histórica en México I. (Octubre 1965-marzo 1966), 156-157.
55
D.A. Brading. “Mexican Historiography”, en A global encyclopedia of historical writing. D.R. Woolf
(editor). Vol. 2. (Nueva York, Londres: Garland Publishing, Inc., 1998), 613.
56
Cuando la profesionalización de la disciplina comenzó, casi no existían revistas especializadas. Álvaro
Matute señala que “en los inicios de la profesionalización de la actividad historiográfica en México, alrededor
de 1940, prácticamente no existían revistas especializadas en la materia”. Álvaro Matute. “Estudios de
Historia Moderna y Contemporánea de México”, en Historia Mexicana. vol. 50, núm. 4 (Abril-junio 2001),
779.
32
historiográfica en México, y los temas de ésta tuvieron una diversificación
notable.57
que ya existían. El caso más evidente es el de la UNAM. Gabriel Zaid calculó que
57
Véanse los números especiales de Historia Mexicana. Historia Mexicana. Número 2/3, Veinticinco años de
investigación histórica en México I (Octubre 1965-marzo 1966), 155-446. Historia Mexicana. Número 4,
Veinticinco años de investigación histórica en México II (Abril-junio 1966), 447-782. Sobre estos cambios,
Enrique Florescano escribió en 1967: “no obstante, si en los últimos 25 años la producción histórica mexicana
se distinguió por un gran incremento cuantitativo y por la diversificación de los temas de estudio,
circunstancias internas y externas permiten pensar que en los próximos años los cambios más importantes
serán de orden cualitativo”. Enrique Florescano. Op. Cit. 547.
58
Para un panorama general del desarrollo del sistema educativo mexicano véase: Juan Prawda. “Desarrollo
del sistema educativo mexicano, pasado, presente, futuro”, en México setenta y cinco años de Revolución. t.
IV. Educación, cultura y comunicación 1. Miguel de la Madrid Hurtado (presentación). Martha Eugenia
Curiel et al. (México: Fondo de Cultura Económica-Instituto Nacional de Estudios Históricos de la
Revolución Mexicana, 1988), 57-123.
59
Citado en Enrique Krauze. La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema político mexicano (1940-
1996). (México, Tusquets editores, 1997), 405.
33
Tecnología (Conacyt), organismo fundado con la idea de impulsar el desarrollo
Luis Aboites apoya esta postura: para él, fue un intento por atraer a los
inconformes.63
El hecho es que en esos años “[…] crece la industria académica, con sus
fe en los temas que son “propiedad exclusiva” (el seguro de vida curricular) de
34
mostró en su apogeo.65 A partir de aquel momento, en palabras de Álvaro Matute,
las instituciones que permitieron el desarrollo de estos procesos. No hay que caer
35
fuentes documentales. Miguel León Portilla decía: “[…] lo que se ha llevado a cabo
General de la Nación.”68
una anécdota que escuchó de Barry Carr que da cuenta de cómo es que
antiguas del AGN, disparaban a las palomas que vivían en el tejado de la antigua
caos, y los documentos no estaban clasificados: del total dos terceras partes
estaban sin ordenar.70 Las reglas emanaban del archivista en turno. Los espacios
tenían humedades, las ventanas estaban rotas y permitían que las palomas
apilaban.71
propio. Además, por fin los documentos estaban siendo clasificados y ordenados.
La idea del archivo moderno es que sea un servicio público, y como tal pueda ser
utilizado. Para ello, los documentos tienen que poder ser consultados fácilmente.
68
Miguel León Portilla. Op. Cit. 88.
69
Alan Knight. “Latin America”, en Companion to historiography. Michael Bently. (Londres, Nueva York:
Routledge, 1997), 731. Cuenta también esta anécdota en Alan Knight. “El cambio mexicano en el siglo XX:
la dialéctica entre desarrollo y debate”, en Las disputas por el México rural. Sergio Zendejas y Pieter de Vries
(editores). Volumen II. Historias y narrativas. (Michoacán: El Colegio de Michoacán, 1998), 20.
70
Alejandra Moreno Toscano. Op. Cit. 123.
71
Ibidem.
36
éstos es imposible. Asimismo, se tiene que prestar el resto de servicios que el
usuario necesita, por ejemplo los de reprografía. Sólo a partir del cambio de sede
72
Alan Knitgh escribió en 1997: “In Mexico, as elsewhere in Latin America, archives have grown and
improved. In Mexico City the old Lecumberri prison –a Benthamite panopticon– has been turned into an
outstanding national archive, where, no doubt, scholars of the fashionable Foucaultian persuasion feel
particulary at home.” Alan Knight. Op. Cit. 731.
73
Ernesto de la Torre Villar. “El "Boletín del Archivo General de la Nación," pulso de la historia mexicana”,
en Historia Mexicana, Vol. 50, No. 4 (Abril-Junio 2001): 688-689.
37
este sentido, la profesionalización de la disciplina antes de la mudanza del
AGN a su nueva sede había sido un proceso trunco que sólo pudo ser
38
El cuestionamiento
El trasladar los fondos del AGN a su nueva sede fue una labor titánica en la cual
servicio social. Se tuvo que organizar el acervo, “que incluía cerca de 940 metros
El realizar estas arduas tareas hizo que aquellos que participaban en ellas
se preguntaran: ¿para qué hacemos todo esto?, ¿tiene alguna utilidad?75 Todo
este gasto de tiempo, energía y dinero, ¿para qué? ¿Qué sentido tiene guardar
miles de papeles viejos y polvosos?76 ¿Con qué fin destinar tan grandes esfuerzos
74
Juan Manuel Herrera Huerta y Victoria San Vicente (Coordinación General). Archivo General de la
Nación, México: Guía General. (México: Archivo General de la Nación, 1990), 35.
75
Jorge L. Medellín Sánchez. Op. Cit. 116.
76
Como bien indica Jorge L. Medellín, el arquitecto encargado de la remodelación del Palacio de Lecumberri,
“[…] de vital importancia resultó contar con los recursos económicos iniciales para la construcción,
adecuación y equipamiento del Archivo General de la Nación”. Se estima la cantidad en 270 millones de
pesos. Jorge L. Medellín Sánchez. Op. Cit. 115.
39
acerca de la necesidad y utilidad de conservar los vestigios del pasado
qué?
obvia. Simplemente hay que escucharlos para entender esto: en la mayor parte de
los casos no preguntan “¿para qué?” sino “¿por qué?”.77 El resto de los seres
tiene por qué preguntarse acerca de su uso. Si un grueso y pesado abrigo de mink
pregunto acerca de su uso. Sirve como una herramienta o medio para lograr los
propósitos A, B y C. Pero, ¿qué sucede si, aunque sea por un segundo, me parece
muestra como inútil o con un uso no apropiado. La utilidad, que hasta ese
momento se había presupuesto, tiene que ser explicitada. Se busca qué mostrar,
hacer evidente, la(s) utilidad(es) que el objeto tiene o puede tener. La pregunta
77
Adolfo Gilly. “La historia como crítica o como discurso del poder”, en Historia, ¿para qué? Carlos Pereyra
et al. (México: Siglo veintiuno editores, 1980), 197.
40
acerca de la utilidad de algo es sintomático, si bien no necesariamente de una
Lo anterior puede suceder tanto con cualquier objeto como con la disciplina
sin cuestionarse a cada paso si lo que hacen es útil o no.78 En su típico estilo, Luis
histórica no siempre indaga por el para qué de su chifladura.”79 Sin embargo, hay
México. Así como las revoluciones no suceden en los momentos de crisis sino en
78
Es importante decir que en esta investigación lo que se ha venido analizando son los usos sociales o
públicos de la historia. Sin duda alguna, la historia puede ser para ciertas personas el compromiso
incondicional que le da significado a sus vidas. Sin embargo, en este caso me limito a analizar el problema de
los usos sociales.
Søren Kierkegaard define el “compromiso incondicional” como el “interest whatever in which an individual
concentrates the whole of life’s reality”. O como el deseo que “concentrate the whole of his life’s content and
the meaning of reality.” Søren Kierkegaard. y Alastair Hannay (trandución e introducción). Fear and
Trembling. Harmondsworth, Middlesex, Inglaterra; Nueva York: Penguin Books; Viking Penguin, 1985. p.
71-72.
79
Luis González y González. “De la múltiple utilización de la historia,” en Historia, ¿para qué? Carlos
Pereyra et al. (México: Siglo veintiuno editores, 1980), 73.
80
La pregunta acerca de la utilidad de la historia es un cuestionamiento específico, aunque es cierto que se
entrecruza con otros. No significa necesariamente, por ejemplo, un cuestionamiento epistemológico.
81
Karl Marx señaló esto en varios lugares. Véase, como ejemplo: Karl Marx. “El 18 Brumario de Luis
Bonaparte”, en Napoleón el Pequeño-El 18 Brumario. Víctor Hugo y Karl Marx. (Madrid: Ediciones Felmar,
1978). Octavio Paz escribe: “[…] las revoluciones son consecuencia del desarrollo, como no se cansaron de
decirlo Marx y Engels”. Octavio Paz. “Vuelta a El laberinto de la soledad”, en Octavio Paz. Obras
41
Alejandra Moreno Toscano, la entonces directora del AGN, decidió
Historia. Según el proyecto inicial, se tenían dos metas: “1. Preparación de un libro
Historia.”82
completas. Edición del autor. v. 8. El peregrino en su patria: historia y política de México. (México: Fondo de
Cultura Económica-Círculo de Lectores, 1994), 249.
82
“Seminario Historia, ¿para qué?”. Archivo del Archivo General de la Nación, sección Dirección General,
Serie Reuniones, conferencias nacionales e internacionales, caja 23, expediente 2.
42
Los autores
Fueron diez autores los convocador por Alejandra Moreno Toscano para resolver
el cuestionamiento que había surgido a raíz del cambio de sede del AGN.
Enrique Florescano (1937-), y Héctor Aguilar Camín (1946-). Filósofos: Luis Villoro
antropólogo: Guillermo Bonfil Batalla (1935-1991). ¿Por qué esos diez autores? 83
Desde mi punto de vista, eran de los muchachos más inteligentes que había en el
83
La lista de invitados inicial era ligeramente distinta. Pablo González Casanova de la UNAM, Luis González
del Colegio de Michoacán, Luis Villoro de la UAM Iztapalapa, Guillermo Bonfil del CISINAH, Enrique
Florescano del DIH-INAH, Arnaldo Córdova de la UNAM, Carlos Monsiváis del DIH INAH, Héctor Aguilar
de la revista nexos, Carlos Pereyra de la UNAM, José Joaquín Blanco del DIH INAH, y Alejandra Moreno
Toscano y Jorge Ceballos por parte el AGN. “Seminario Historia, ¿para qué?”. Archivo del Archivo General
de la Nación, sección Dirección General, Serie Reuniones, conferencias nacionales e internacionales, caja 23,
expediente 2.
84
Alejandra Moreno Toscano, entrevista con el autor, Ciudad de México, 18 mayo 2012. (Anexo 1.2)
85
En palabras de Gabriel Zaid: “intelectual es el escritor, artista que opina cosas de interés público con
autoridad moral entre las élites”. Gabriel Zaid. “Intelectuales” en Vuelta. México, año XIV, núm. 168,
noviembre 1990. 21.
43
académicos su influencia rebasaba los lindes de la Academia.86 Aunque no todos
enfatizar aquí es que de una cierta manera todos tenían que decir algo sobre la
en términos de su formación. 87
El mayor de los autores era Luis Villoro Toranzo. Los padres de éste eran
86
A través de el método reputacional, Roderic Ai Camp formó una lista de los intelectuales más
sobresalientes de México de 1920 a 1980 con base en las opiniones de intelectuales mexicanos, políticos y
académicos norteamericanos mexicanistas. En esta lista, aparecen cuatro de los autores del libro Historia,
¿para qué?: Carlos Monsivais, Luis Villoro, Héctor Aguilar Camín, Luis González y González. Si se analiza
solamente la lista elaborada a partir de la opinión de los intelectuales mexicanos, aparece también Carlos
Pereyra. Esto da cuenta de que los autores del libro eran reconocidos. Roderic Ai Camp. “An Image of
Mexican Intellectuals, Some Preliminary Observations”, en Mexican Studies/Estudios Mexicanos, Vol. 1, No.
1 (Invierno 1985): 61-82. Desde un inicio la intención fue esa, es decir, que fueran pensadores destacados, los
que resolvieran las preguntas. Véase “Seminario Historia, ¿para qué?”. Archivo del Archivo General de la
Nación, sección Dirección General, Serie Reuniones, conferencias nacionales e internacionales, caja 23,
expediente 2. Miguel León Portilla señala como miembros sobresalientes de las “generaciones más recientes,
y con frecuencia con estudios tanto en El Colegio de México como en la Universidad Nacional y a veces
también en la Escuela Nacional de Antropología e Historia” a Enrique Florescano y a Alejandra Moreno
Toscano. Miguel León Portilla. Op. Cit. 71.
87
Se podría decir que eran “public historian”, esto es, historiadores que comunican su discurso más allá de la
academia y los especialistas en el tema en cuestión. Hay que precisar, en palabras de Greenberg, que “[…]
public history, as we use it now, describes activities that historians have always undertaken, but have only
recently distinguished from the "ordinary" work of teaching and scholarship.” Douglas Greenberg. "History Is
a Luxury": Mrs. Thatcher, Mr. Disney, and (Public) History”, en Reviews in American History. Vol. 26, núm.
1, The Challenge of American History (Marzo 1998): 294.
44
1945 a 1949 estudió filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, por
mexicanidad. Los miembros del “Grupo Hiperión”, además de Luis Villoro, eran
Emilio Uranga, Jorge Portilla, Salvador Reyes Nevares y Fausto Vega.88 Como
88
Sobre el “Grupo Hiperión” véase Ernesto Arriola Sánchez. “Ramos, Gaos y el grupo "Hiperión" (una
aproximación a su vinculo intelectual)”, en Maria del Carmen Rovira Gaspar (coord.) La tarea de Samuel
Ramos y José Gaos. a 50 años de la apertura de la cátedra de Filosofía de México en la Facultad de
Filosofía y Letras. México, UNAM,. 1994. 45- 58; José Luis Cruz Rosales. “Grupo hiperión” El mexicano en
busca del mexicano. Tesis para obtener el grado de licenciado en filosofía. Universidad Autónoma
Metropolitana-Unidad Iztapalapa, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento de filosofía.
Asesor: Dr. Gabriel Vargas Lozano. Diciembre 2008; Abelardo Villegas. El pensamiento mexicano en el siglo
XX. México: Fondo de Cultura Económica, 1993; Abelardo Villegas. La filosofía de lo mexicano. 2 ed.
México: Universidad Nacional Autónoma de México-Facultad de Filosofía y Letras, 1979; y Patrick
Romanell. La formación de la mentalidad mexicana. Panorama actual de la filosofía en México. 1910-1950.
Presentación de José Gaos. México, El Colegio de México, 1954.
45
1951, otra serie de conferencias que llevaron el nombre de “El mexicano y su
cultura”.89
Es bajo la dirección de uno los miembros del “Hiperión”, Leopoldo Zea, que
libros “México y lo mexicano”.90 Esta serie reunió a una multitud diversa de voces:
Luis Cernuda, Emilio Uranga, Jorge Carrión, José Gaos, Silvio Zavala, Maria Elvira
corrientes– era que sus libros buscaban retratar la singularidad del mexicano,
describir su ethos y encontrar su ontos. Esta colección fue impresa en un inicio por
Se prometieron 43 títulos de los cuales sólo se publicaron 26. 92 Todos los libros
tienen alrededor de cien páginas. Muchos son síntesis de estudios previos, otros
futuras.
89
Véase José Luis Cruz Rosales. “Grupo hiperión” El mexicano en busca del mexicano. Tesis para obtener el
grado de licenciado en filosofía. Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa, División de
Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento de filosofía. Asesor: Dr. Gabriel Vargas Lozano. Diciembre
2008. 40.
90
Sobre esta colección véase John Leddy Phelan. “México y lo mexicano”, en The Hispanic American
Historical Review. Durham, vol. 36, núm. 3, agosto 1956. 309-318.
91
A partir del número 18 (La calavera de Paul Westheim) se empezaron a publicar bajo el sello de la Antigua
Librería Robredo.
92
Entre los títulos prometidos que no se tiene noticia de que se hayan publicado se encuentran: de Samuel
Ramos El mexicano del medio siglo; de Agustín Yáñez Mexicanos de ayer y hoy; de Edmundo O’Gorman El
sentido mágico de la historia en México; de Carlos Graef Fernández El mexicano en la ciencia; de Salvador
Calvillo Madrigal Formas de susceptibilidad en el mexicano; de Wigberto Jiménez Moreno Raíz y sentido de
la mexicanidad; de Ramón Alcorta Dislocación geográfica del mexicano; de Pedro Frenk de Andrea Los
mexicanos pintados por los extranjeros; y de Rafael Corrales Ayala El mexicano y el Estado. Ya en 1956,
Phelan hablaba del futuro incierto de la colección: John Leddy Phelan. “México y lo mexicano”, en The
Hispanic American Historical Review. Durham, vol. 36, núm. 3, agosto 1956. 315.
46
En el momento de la publicación de Historia, ¿para qué?, Villoro ya era un
93
“Vida y Obra de Luis Villoro”, página web de El Colegio Nacional.
http://www.colegionacional.org.mx/SACSCMS/XStatic/colegionacional/template/content.aspx?mi=147&se=
vida&te=detallemiembro. Consultada: abril 2012.
47
Guadalajara. En esa misma ciudad, en la Universidad Autónoma de Guadalajara,
México, en El Colegio de México, donde estudió Historia durante los años que van
de 1946 a 1949. Sus maestros fueron Silvio Zavala, José Gaos, Ramón Iglesia,
Rafael Altamira y José Miranda. Sus compañeros: Antonio Alatorre, José Durand,
Francia. Durante esa estancia leyó varias obras de teoría de la historia en francés:
ciudad de México para realizar el trabajo de investigación que daría lugar a tres
revista Historia Mexicana de 1960 a 1964. De 1963 a 1965 y de 1970 a 1973 fue
Gracia. De esta estancia nació Pueblo en vilo. Éste, su libro más conocido, ha sido
traducido a varias lenguas y vendido por millares. Por él ganó en 1971 el Premio
48
concediéndole la membresía, en 1973, a la Academia Mexicana de la Historia,
su Junta de Gobierno.
Había escrito varios libros: con Emma Cosío Villegas y Guadalupe Monroy
Revolucionario. Cuando tenía veinte años dejó los estudios –se encontraba
94
Luis González y González. “Mis tropiezos con la historia”, en Historiadores de México en el siglo XX.
Enrique Florescano y Ricardo Pérez Montfort. (compiladores). (México: Fondo de Cultura Económica-
Conaculta), 1995. “Luis González y González 1925-2003”, en 75 Años de la Academia Mexicana de la
Historia. Josefina Zoraida Vázquez (editora), México, 1994. Versión electrónica disponible en:
http://www.acadmexhistoria.org.mx/miembrosANT/res_luis_gonzalez.pdf. Consultada: marzo 2012.
Leopoldo García-Colín (presentación) y Fernando del Paso (discurso). Ceremonia luctuosa en memoria de
Luis González y González. (México: El Colegio Nacional, 2006). “Vida y Obra de Luis González”, página
web oficial de El Colegio Nacional. Versión electrónica en:
http://www.colegionacional.org.mx/SACSCMS/XStatic/colegionacional/template/content.aspx?se=vida&te=d
etallemiembro&mi=170. Consultada: marzo 2012. Álvaro Matute. “Introducción”, en La teoría… 24-25.
49
estudiando Derecho– y comenzó a trabajar como corrector de pruebas en una
Dentro de ésta había tres corrientes, ellos se unieron a la que lideraba Homero
Perón era parte de la burguesía pero al mismo tiempo su base era un movimiento
de masas.
Panzieri sobre los cambios que se estaban dando en las fábricas italianas. En
1962 se trasladó a Cuba en donde vivió como periodista y escritor. El ser trotskista
13).
Llegó a México 1966, en donde fue detenido en una redada que buscaba a
de los presos políticos. Durante esos años tuvo la oportunidad de leer y escribir
50
Trostsky. Además, dentro de Lecumberri escribió su obra más importante: La
que se hallaba detrás de los movimientos de las masas: no quién ganó qué
batalla, sino qué demonios quería esa gente.” 95 Rafael Galván, dirigente del
reimpresiones.
pero tras un año y medio rompió definitivamente con ese grupo. Para 1976 había
Guillermo Bonfil Batalla nació diez años después que Luis González y
Ese mismo año fue jefe del Centro de Bienestar Social Urbano de la
95
Adolfo Gilly. “Entrevista. Lo que no existe no puede ser verdad”, en New Left Review. Número 64,
septiembre-octubre 2010. p. 39.
96
Ibidem.
51
para México, Centroamérica y el Caribe del Centro Latinoamericano de
Fue director general del INAH de 1972 a 1976, y desde 1976 y hasta 1980,
director del Centro de Investigaciones Superiores del INAH. Había dado clases en
Sociales (FLACSO).
en De eso que llaman antropología mexicana (1970). E incluso había dirigido dos
97
La información se obtuvo de: “Bonfil Batalla, Guillermo” en Diccionario Porrúa de historia, biografía y
geografía de México. 6. ed. corr. y aum. México, Editorial Porrúa, c1995. v. 1 (A-C). p. 464; Balderston,
Daniel, Mike Gonzalez and Ana M. López (editores). Encyclopedia of Contemporary Latin American and
Caribbean Cultures. Londres, Nueva York, Routledge, 2000. “Gullermo Bonfil Batalla”, en Diccionario de
Historia de la Educación en México. http://biblioweb.tic.unam.mx/diccionario/htm/indice.htm
52
Etudes de la Universidad de París (Sorbona), en donde obtuvo el grado de doctor
en Historia con la tesis titulada Le prix du maïs au Mexico, 1708-1813. Entre sus
Sahagún” por su libro Precios del maíz y crisis agrícolas en México, 1708-1810,
de Educación Pública. Era director de Estudios Históricos del INAH desde 1977,
puesto que abandonó en 1982 para pasar a ser director general de esta
98
Marialba Pastor. “La estructura agraria novohispana tras el lente de la historia económica cuantitativa”, en
Evelia Trejo y Álvaro Matute (editores). Escribir la historia en el siglo XX: treinta lecturas. México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 2005. p. 335-351; La página web oficial de Enrique Florescano.
http://www.enriqueflorescano.com/semblanza/. Consultada Julio 2011; el sitio web de la Academia
Mexicana de la Historia (AMH)
http://www.acadmexhistoria.org.mx/miembrosANT/res_enrique_florescano.pdf. Consultada Julio 2011;
Verónica Zarate Toscano (coord.) Segundo directorio de historiadores. México, Comité Mexicano de
Ciencias Históricas, c1985. 135 p.
53
de San Nicolás de Hidalgo. Más tarde, en la misma institución, de 1954 a 1955 la
historia. Comenzó a leer a varios de los clásicos mexicanos: Justo Sierra, Orozco
1960. Ahí, según cuenta él mismo, se vio expuesto a una historia maniquea de
buenos contra malos. Córdova, entre 1953 y 1954 se había adherido al marxismo
por lo que rechazaba por un lado lo que le parecía historiografía “no científica” y, al
realizó estudios sobre historia del pensamiento filosófico, jurídico y político. 100
cualquier tema de mi interés sino como un tema histórico.” 101 Asimismo enfatiza
siempre todo en relación con la historia. En sus palabras: “Lo que puedo decir es
que el estudio de la historia fue para mí, desde niño, una afición que jamás me
99
Arnaldo Córdova, entrevista con el autor, Ciudad de México, 11 junio 2012. (Anexo 1.4)
100
Sobre esta experiencia me cuenta: “a mí me pagó mal De Gortari, porque yo lo llevé a la rectoría de la
Universidad Michoacana y el cabrón habiéndome ya concedido el Consejo Universitario mi beca de tres años
él me la redujo a dos años. Y aparte de la misma beca yo tuve que pagarme mi pasaje a Roma. Y no obstante
a eso yo, como pude, trabajando allá y pidiendo ayudas y todo eso, yo permanecí tres años completos en
Roma hasta que me doctoré”. Arnaldo Córdova, entrevista con el autor, Ciudad de México, 11 junio 2012.
(Anexo 1.4)
101
“Arnaldo Córdova”, en Historiadores de México en el siglo XX. Enrique Florescano y Ricardo Pérez
Montford. (compliadores). México: Fondo de Cultura Económica-Conaculta (Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes), 1995. 449.
102
Arnaldo Córdova. “Respuesta a Enrique Krauze. Historia y política”, en Sábado. Suplemento del
periódico unomásuno. Director general: Manuel Becerra Acosta, Director: Fernando Benítez. México, sábado
21 marzo 1981, número 176. p. 10-11.
54
abandonó. Mis estudios de derecho siempre estuvieron ligados a la historia. Mis
Casanova le pidió que escribiera una introducción a unos textos de Kant para la
colección de “Nuestros Clásicos” que éste último dirigía. Según recuerda Córdova:
“le gustó tanto mi ensayo de Kant que me pidió que fuera a trabajar al Instituto”.105
103
“Arnaldo Córdova”, en Historiadores de México en el siglo XX. Enrique Florescano y Ricardo Pérez
Montford. (compliadores). México: Fondo de Cultura Económica-Conaculta (Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes), 1995. p. 449.
104
Como él mismo narra: “hubo otro movimiento que me hizo salir de allá. Bueno, también una conveniencia
personal porque yo estaba casado con una italiana, la mamá de mis hijos era italiana, Paola Vianello, se me
murió en el 2007. Era una potencia intelectual, yo le di al país eso también: una gran filóloga. Era la que sabía
griego antiguo aquí. Allí están libros sobre Hesíodo, Los trabajos y los días y La teogonía, que fueron sus
primeros trabajos. Y luego siguió trabajando sobre los oradores áticos, los abogados de la Grecia antigua.”
Más adelante dice: “me vine a México porque mi esposa no podía hacer allá nada. Me dijo: ¿yo que hago
aquí? Era un pueblito. Tenía ciento veinte mil habitantes, la universidad tenía tres mil estudiantes o cuatro
mil. Y las bibliotecas… pues teníamos la hermosa biblioteca del Seminario Tridentino de Morelia pero es una
biblioteca de la Colonia, o sea no era para trabajar científicamente. Yo le decía, mira aquí tenemos una
colección de griegos y latinos. Sí, dice, pero esos textos incluso deben ser revisados. Y además, dice, mira yo
necesito unos diez mil libros modernos recién traídos para trabajar, ¿tú me los vas a comprar? Pues cuándo. Y
tuve que venirme.” Sobre Paola Vianello: “Ella era arqueóloga. Pero allá en Italia los arqueólogos entonces,
no sé si ahora, no podían estudiar la carrera sino habían hecho previamente la carrera de letras clásicas. Y
fíjate lo que la carrera de letras clásicas implicaba, eran escuelas medias de ocho años. Estaba la prima media,
luego el gimnasio y luego estaba el liceo. Ocho años, los ocho años estudiaban latín y se iban a letras clásicas
estudiaban cuatro años griego, luego cuatro años más de la universidad estudiando griego y latín, ¿tú sabes
cómo llego aquí ella? Sabiendo griego y latín como nadie. Me acuerdo que en el examen de oposición estaba
Rubén Bonifaz Nuño examinándola y le dieron una página de Aristóteles a que la tradujera, y ella primero la
leyó en griego y era un griego cantarino bellísimo el suyo, la pronunciación de Erasmo. Erasmo fue el que dio
el prospecto más exacto de pronunciación del griego antiguo pues ya nadie sabe cómo se pronunciaba, pero
Erasmo fue el que dio el modelo para la pronunciación. Entonces ella lo seguía y Rubén Bonifaz Nuño, el
poeta, se quedó tan encantado que le pidió por favor que lo volviera a leer el trozo ese en griego. Bueno, a ese
grado, a ese punto.” Arnaldo Córdova, entrevista con el autor, Ciudad de México, 11 junio 2012. (Anexo 1.4)
105
Ibidem.
55
Córdova aceptó y dejó de trabajar para siempre como abogado. Fue en este
Mexicana. La formación del nuevo régimen, publicado en 1973 por la editorial ERA
participar en Historia, ¿para qué?, había escrito otros libros: La formación del
Puede ser que el más conocido de los autores fuera Carlos Monsiváis
fue una de las voces críticas en el 1968. Para Enrique Krauze es el “padrino de la
generación del 68.” 108 Sin embargo, su postura ideológica no era radical. Así,
“aunque visitó las catacumbas del Partido Comunista Mexicano durante el medio
106
La información biográfica se obtuvo de: “Arnaldo Córdova”, en Historiadores de México en el siglo XX.
Enrique Florescano y Ricardo Pérez Montford. (compliadores). México: Fondo de Cultura Económica-
Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), 1995. 445-454.
107
Cristopher Domínguez Michael. “Carlos Monsiváis”, en Diccionario crítico de la literatura mexicana,
1955-2005. México, Fondo de Cultura Económica, 2007. 332.
108
Ibidem.
109
Ibidem.
56
Había escrito varios libros: Carlos Monsiváis (autobiografía) (1966), Días de
cine (1977). Había preparado varias antologías: La poesía mexicana del siglo XX
(1966), Poesía mexicana II, 1915-1979 (1979), y A ustedes les consta. Antología
Carlos Alberto Pereyra Boldrini, conocido como “Tuti” desde niño, nació el 7
Allí se graduó en julio del año 1969, con la tesis titulada “Notas para el análisis de
ontología marxista.”
110
La información biográfica se obtuvo de: Christopher Domínguez Michael. “Carlos Monsiváis”, en
Diccionario crítico de la literatura mexicana, 1955-2005. México, Fondo de Cultura Económica, 2007.
Beatriz Sarlo. “El barroco de Carlos Monsiváis”, en Ñ. Revista de cultura. (periódico Clarín). 10 marzo 2012.
Número 441. p. 6-9.
111
La Escuela Nacional de Economía no fue elevada al rango de Facultad sino hasta 1976. “Antecedentes” en
la Página web oficial de la Facultad de Economía de la UNAM. http://www.economia.unam.mx/facultad/.
Consultada: abril 2013.
57
Hegel”; “Ontología”; “Filosofía de la historia”; y “Filosofía política”. Había publicado
los libros Política y violencia, editado por el Fondo de Cultura Económica en 1974;
grupos de solidaridad con las luchas latinoamericanas. Además, fue miembro del
aquellos años abrazó la ideología del sindicalismo democrático. Pereyra era muy
como grupo político. Varios de los dirigentes del movimiento del 68 que no se
58
Acción Popular, un grupo que tuvo una existencia efímera y que reunía a varios
1946. Cuando tenía nueve años se mudó a la ciudad de México con su madre, hija
nexos.
Ciudad de México, era el más joven de los colaboradores del libro. Si bien apenas
primer libro de poemas: La ciudad tan personal. En 1977 publicó dos libros de
112
Raúl Trejo Delarbre. “Indispensable Pereyra”, en Nexos. número 372, diciembre 2008. Versión electrónica
disponible en: http://historico.nexos.com.mx/vers_imp.php?id_article=1777&id_rubrique=804. Consultada:
marzo 2012. Adolfo Sánchez Rebolledo. “Dos notas sobre Carlos Pereyra”, en Cuadernos políticos, número
54/55, México, D.F., editorial Era, mayo-diciembre de 1988, p. 14-22. René Torres-Ruiz. “Carlos
Pereyra: una breve mirada a su vida y obra”, en Estudios políticos. Número 23, novena época, mayo-agosto
2011. p. 197-214.
113
Ivonne Sánchez (producido y presentado). Pilar Pérez (Realización). “Héctor Aguilar Camín, inventar la
realidad (entrevista)”, en Perfiles (programa de Radio Francia Internacional). Su publicó en la página web de
Radio Francia Internacional el 13 marzo 2009. Disponible en:
http://www.rfi.fr/actues/articles/111/article_11153.asp. Consultada: marzo 2012.
59
mexicana. En 1979 otro libro vio la luz: Retratos con paisaje. Un año después
Punto de Partida 1971, y dos años después, el Premio Diana Moreno Toscano a la
Históricos del INAH en ese mismo año, y en 1974 del Centro Mexicano de
Escritores. 114
coordinadora del libro Historia, ¿para qué?, Alejandra Moreno Toscano. Hija de
Manuel Moreno Sánchez y Carmen Toscano, quien a su vez era hija de Salvador
114
Eduardo Guízar-Alvarez. “José Joaquín Blanco” en Daniel Balderston, Mike Gonzalez and Ana M. López
(editores). Encyclopedia of Contemporary Latin American and Caribbean Cultures. London, New York,
Routledge, 2000. v. 1 (A-D). p. 190; Ocampo, Aurora M. (dirección y asesoría). Diccionario de escritores
mexicanos, siglo XX: desde las generaciones del Ateneo y novelistas de la Revolución hasta nuestros días.
México, Universidad Nacional Autónoma de México/Centro de Estudios Literarios, 1967.
60
asumió el cargo de directora del Archivo General de la Nación, el cual abandonaría
Más allá este cargo administrativo, y de los muchos otros que después
por El Colegio de México. Además, junto con Florescano escribió la Bibliografía del
115
“Moreno Toscano, Alejandra”. Enciclopedia de México. Tomo X. (Monge-Pachuca). José Rogelio Álvarez
(director). México, Enciclopedia de México-Secretaría de Educación Pública, 1988. 5633.
116
Sigo a Enrique Krauze –que a su vez se basa en Ortega y Gasset y Octavio Paz– en su definición de
generación. Para él, “una generación es un grupo de hombres en los que algún acontecimiento histórico
importante ha dejado una huella, un campo magnético en cuyo centro existe una experiencia decisiva. Es un
ethos peculiar que, impreso en la juventud, se arrastra colectivamente toda la vida, un modo de afirmar la
individualidad frente a los padres culturales, de rechazar y continuar una herencia.” (Enrique Krauze, “Cuatro
estaciones de la cultura mexicana”, en Vuelta. Número. 60, noviembre 1981: 27). En palabras de Octavio Paz
“la generación es un grupo de muchachos de la misma edad, nacidos en la misma clase y el mismo país,
lectores de los mismos libros y poseídos por las mismas pasiones e intereses estéticos y morales. Con
frecuencia dividida en grupos y facciones que profesan opiniones antagónicas, cada generación combina la
guerra exterior con la intestina” (citado en Ibidem. 28). Más adelante precisa: “los temas vitales de sus
miembros son semejantes; lo que distingue a una generación de otra no son tanto las ideas como la
sensibilidad, las actitudes, los gustos y las antipatías, en una palabra: el temple” (citado en Ibidem).
Zygmunt Bauman utiliza el concepto de generación “en el sentido de un “sujeto colectivo” marcado por una
visión del mundo diferenciada, así como capaz e inclinado a actuar por su cuenta y según sus intereses
particulares”. Para el sociólogo polaco, el concepto de generación entendido de esta manera “fue en sí mismo
61
generación, nombrada así por Wigberto Jiménez Moreno en honor a una efímera
Colegio de México, y la ENAH. Varios habían salido fuera del país a realizar
internacionales era activa. 118 Fue una generación que quiso abrirse hacia el
exterior, romper “la cortina de nopal” como diría José Luis Cuevas, y que comenzó
del 68.” 121 Su rasgo característico, como indica su nombre, era el haber sido
testigos y/o partícipes, de una forma u otra, del movimiento estudiantil de 1968.
una consecución generacional de la generación de la Gran Guerra”. El concepto, nos dice, fue sugerido por
José Ortega y Gasset y canonizado por Karl Mannheim. Zygmunt Bauman. El arte de la vida. De la vida
como obra de arte. Trad. de Dolors Udina. (Barcelona: Paidón, 2009). 74.
117
Enrique Krauze. Op. Cit. 35 ss. Luis González y González. Op. Cit. 683 ss.
118
Ibidem.
119
Enrique Krauze. Op. Cit. 36.
120
Krauze precisa que este último pertenece a la parte de la generación que estaba más hacia izquierda.
Ibidem.
121
Luis González y González. Op. Cit. 691 ss. Concuerdo con Enrique Krauze con que Adolfo Gilly
pertenece a la “Generación del 68” y no a la “Generación de Medio Siglo” en tanto “participó” (incluso
estuvo encarcelado en Lecumberri con los prisioneros políticos de 1968) de los sucesos de 1968. Entrevista a
Enrique Krauze. “Voces de la historiografía mexicana. Conversaciones con Christopher Domínguez Michael.
XIII y última. Enrique Krauze: la conciencia liberal”, en Letras Libres. Año X, Núm. 113 (Febrero 2011), 61.
62
superior y dominaban los idiomas de mayor circulación en el mundo. Esta segunda
México.”124
En contraposición con las generaciones que los precedieron, los “hijos del
en esta Generación fueron aquellos que permitían, de una u otra forma, apoyar las
ensayo, el reportaje.125
Cada uno de los autores tenía una vida propia, única, pero también
diferencias entre cada uno de los diez individuos que participaron en el libro
122
Véase Eric Zolov. Refried Elvis. The Rise of the Mexican Counterculture. (Berkeley y Los Ángeles,
California: University of California Press, 1999). En este libro Eric Zolov analiza el impacto del “rock n’ roll”
y otras manifestaciones (contra-)culturales en la sociedad mexicana posrevolucionaria. Asimismo, estudia el
desarrollo de la corriente literaria conocida como La Onda. Sucesos como el Festival de Rock de Avándaro, y
el rechazo a la U.S. Information Agency también son analizados.
123
Enrique Krauze. Op. Cit. 39.
124
Ibidem.
125
Ibidem.
63
Historia, ¿para qué? pero también existían importantes afinidades. Las afinidades,
son uniones biológicas sino lazos producto de una construcción cultural y social.126
Los lazos de los autores de Historia, ¿para qué? confluían formando una
Joaquín Blanco, los colaboradores del libro “pertenecíamos al grupo nexos que no
era un grupo, era una revista”.127 Pero, ¿a qué se refiere José Joaquín Blanco al
decir que formaban un grupo que no era un grupo sino una revista? ¿Qué entiende
por grupo si dice que son un grupo que no es un grupo? Si plantea que nexos no
solamente es una revista sino también un grupo, ¿qué entiende por revista?
terminan siendo mucho más que un mero soporte. 128 Son, al decir de Aimer
este sentido, nexos funcionó como un espacio alrededor del cual se (con)formó
una red intelectual con rasgos y dinámicas particulares. Es siguiendo estas ideas
que cobran sentido las palabras de José Joaquín Blanco. Propiamente no eran un
grupo que creó una revista, sino que una revista –creada por un conjunto de
126
Sobre la idea de “afinidad” véase Donna Haraway. "A Cyborg Manifesto: Science, Technology, and
Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century" en Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of
Nature (Nueva York: Routledge, 1991), 155.
127
José Joaquín Blanco, entrevista con el autor, Ciudad de México, 14 junio 2012.
128
Véase la recopilación de trabajos en torno a este tema: Aimer Granados (coordinador). Las revistas en la
historia intelectual de América Latina: redes, política, sociedad y cultura. México: Universidad Autónoma
Metropolitana-Unidad Cuajimalpa/ Juan Pablos Editor, 2012.
129
Aimer Granados. “Introducción”, en Las revistas en la historia intelectual de América Latina: redes,
política, sociedad y cultura. Aimer Granados (coordinador). México: Universidad Autónoma Metropolitana-
Unidad Cuajimalpa/ Juan Pablos Editor, 2012. 9.
64
individuos– permitió la articulación de una red de intelectuales alrededor de ella. El
“grupo nexos” no creó la revista nexos, sino que la revista nexos dio lugar al
“grupo nexos”.
los orígenes del “grupo nexos” pueden ubicarse en las reuniones conocidas como
el “seminario de los sábados”, las cuales tenían lugar la mañana de los sábados
plantea:
65
Blanco, José Luis Reyna, Julio Labastida, Antonio Alatorre, José Joaquín Blanco,
Adolfo Castañón, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Luis Cañedo, Eugenio
Filloy, Julio Frenk, Cinna Lomnitz, Daniel López Acuña, José Warman, Carlos
elementos que fueron los que sentaron las bases para la configuración de esta red
intelectual.
En primer lugar, como Héctor Aguilar Camín señala, “un rasgo común a
parte de este texto, que en nuestro país fue durante la década de los setenta que
significativo. A partir de ese momento fue que el ser académico se volvió una
66
Casi paradójicamente, al mismo tiempo había en ellos una volutad por
individuos, como grupo, “tenía una proyección social, un interés social, quería
Latina”.134
por lo tanto, los divulgadores del conocimiento y generadores de las ideas que
pública. Atinadamente, Maarten van Delden señala que para los editores de nexos
“no cabe la duda de que la función social del intelectual es de servir a la sociedad
[…] el intelectual tiene que comprometerse con los temas del mundo que lo rodea,
y contribuir a la solución de los problemas del país”. 136 Como grupo, los
fundadores de nexos querían dar voz a los temas que ellos consideraban que era
67
recíproca, al diálogo razonado y a la búsqueda de alternativas fundadas en la
reflexión”.137
Fue del diálogo entre esta serie de individuos con preocupaciones similares,
más exabrupto –menos creíble– pero al mismo tiempo más delicado ya que nos
137
Anónimo. “Editorial”.
138
Héctor Aguilar Camín, entrevista con el autor, Ciudad de México, 10-11 diciembre 2012.
139
José María Pérez Gay. “30 años en mil palabras”, en nexos. Enero 2008. Versión electrónica disponible en:
http://www.nexos.com.mx/?mes=1&anio=2008&search=go&P=numanteriores&PAGE=1. Consultada:
febrero 2013.
68
Recuerdo el agradable calor como de invernadero contra el frío previo de la
madrugada porque a las nueve y media de la mañana el sol ya pegaba muy
140
bien en el padrísimo estudio-biblioteca de Enrique Florescano.
planta alta de una casa ubicada en Prado Norte en las Lomas de Chapultepec
justo enfrente del mercado,141 la cual era propiedad Manuel Moreno Sánchez.142
crear una nueva revista no solamente para dar a conocer sus ideas, sino para
140
Luis Miguel Aguilar “30 Recuerdos”, en nexos. Enero 2008. Versión electrónica disponible en:
http://www.nexos.com.mx/?mes=1&anio=2008&search=go&P=numanteriores&PAGE=1. Consultada:
febrero 2013. José Joaquín Blanco habla de “las entusiastas reuniones de 1977 en que se preparó la formación
y el lanzamiento de nuestra revista”. José Joaquín Blanco. “Conectar”, en nexos. Enero 2008. Versión
electrónica disponible en:
http://www.nexos.com.mx/?mes=1&anio=2008&search=go&P=numanteriores&PAGE=1. Consultada:
febrero 2013.
141
Almada Bay cuenta que era en este mercado “donde de vez en cuando los redactores coincidíamos a la
mesa para comer pollo en mole poblano o carne de cerdo en trozos bañados en salsa verde, con tortillas de
maíz recién hechas, que pasábamos con aguas frescas. En esta casa me tocaron discusiones interesantes,
algunas acaloradas, del consejo editorial.” Ignacio Almada Bay. “La capital, nexos y yo”, en nexos. Enero
2008. Versión electrónica disponible en:
http://www.nexos.com.mx/?mes=1&anio=2008&search=go&P=numanteriores&PAGE=1. Consultada:
febrero 2013.
142
Manuel Moreno Sánchez, padre de Alejandra Moreno Toscano, era también “anfitrión de históricas
comidas campestres en el húmedo refugio de Los Barandales, un rancho de huertos ralos propiedad de la
familia en las alturas metafísicas del pueblo de Ocoyoacac, rumbo a Toluca. Ahí solían confluir, varias veces
al año, nuestros ánimos discutidores, ebrios de ideas y de lo otro, devanando el país en largas sobremesas de
palabras arrebatadas, ceñidas por un estilo analítico cuyo límite resumía con puntualidad generacional
Moreno Sánchez: “Donde ustedes ven causas políticas y lucha de clases, yo sólo veo lucha de intereses y
pleito de personas”’. Héctor Aguilar Camín, autor de las palabras anteriores, recuerda: “veo en torno a
aquellas mesas abundantes las ollas de barro con moles y barbacoa, arroces y chiles rellenos, huazontles
capeados, chicharrones en salsa verde, y los rostros próximos, centrales a la vida de nexos, toda una colección
de inteligencias: la rápida y radiante Soledad Loaeza, el socrático Hugo Hiriart, el exigente Arnaldo Córdova,
la serena Olga Pellicer, el indesencantable Adolfo Gilly, el provocativo Roger Bartra, el sólido Carlos Tello,
el sapientísimo Antonio Alatorre, el espiritual Jean Meyer, el dialogante Lorenzo Meyer, la discreta Yolanda
Moreno Rivas, el perspicaz José Luis Reyna, el gozoso Julio Labastida, y el genio loco de José Warman, la
aureola ascética de Ruy Pérez Tamayo, el gesto elocuente de José María Pérez Gay, la gracia de Ángeles
Mastretta, la risa inconfundible de José Joaquín Blanco siguiendo los vaivenes de su mente encendida.”
Héctor Aguilar Camín. “Los años en nexos”.
69
llenar un vacío en el panorama cultural mexicano de aquellos años.
las distintas ramas del conocimiento humano. Adolfo Castañón dice al respecto:
“se quería que la revista fuese multidisciplinaria y que combinara una profundidad
143
Adolfo Castañón. “Hace 30 años” , en nexos. Enero 2008. Versión electrónica disponible en:
http://www.nexos.com.mx/?mes=1&anio=2008&search=go&P=numanteriores&PAGE=1. Consultada:
febrero 2013.
144
Anónimo. “Editorial”.
70
cultivo profesional de cada campo, urgían puentes, comunicaciones,
trasvases, reacciones y contaminaciones entre los diversos trabajadores de
145
la cultura y sus productos.
Nexos creó así un nuevo espacio de producción cultural. El nicho que ocupó, vacío
revista. Los lectores para los que se pensó esta publicación de crítica y
universidad. Este era un público, que si bien resulta paradójico cuando se piensa
que uno de los objetivos que dieron vida a la revista era rehuir las prácticas de
académico, es al mismo tiempo el más natural para una publicación que nace de
un espíritu crítico, el cual cristaliza en una voluntad por realizar una “divulgación lo
más vasta, sencilla y eficaz que sea posible; una crítica abierta, libre, ajena a las
verdades absolutas”.146
lugar en donde ellos ubicaban las herramientas analíticas que creían necesitan
para analizar la realidad mexicana de aquellos años. Según los editores de nexos,
que desbordaron lo que ellos denominan “la cultura literaria”, la cual había sido “el
145
José Joaquín Blanco. “Conectar”
146
Anónimo. “Editorial”.
71
eje de la vida artística y crítica del país”.147 La realidad nacional se volvió más
para resolverlos”. 149 Concebían que “el aparato cultural existente sigue asistiendo,
Para los editores de nexos, estos temas no solamente eran los apremiantes en
términos intelectuales sino aquellos que debían ser resueltos para mejorar la
147
Anónimo. “Editorial”.
148
Anónimo. “Editorial”.
149
Anónimo. “Editorial”.
72
realidad mexicana. 150 Ellos mismos plantean esta idea al afirmar: “juzgamos
preocupaciones que incluya los problemas de todos, los factores múltiples que
privilegios y desigualdades”.152
enfoques era elemento fundamental. Son estos rasgos los cuales le dieron
intelectual con un proyecto común. La revista terminó siendo, aquello que Beatriz
Sarlo ha dicho que son las revistas: “un lugar y una organización de discursos
150
Si bien es cierto que nexos nace con una visión multidisciplinar, mantiene una división tripartita de los
temas que aborda que evidencian su visión académica: “sociedad e historia”, “ciencia” y “literatura y artes”.
Maarten van Delden subraya esto y escribe al respecto: “la visión académica que tiene la revista de la
organización del saber se refleja en la división tripartita del comité editorial, cuyos miembros se encuentran
repartidos en tres áreas cuya definición es típicamente académica”. Maarten van Delden. “Conjunciones y
disyunciones: la rivalidad entre Vuelta y Nexos”.
151
Anónimo. “Editorial”.
152
Anónimo. “Editorial”.
73
diferentes, un mapa de las relaciones intelectuales, con sus clivajes de edad e
Adolfo Gilly afirma que “era, a su modo, un fruto de nexos”.154 No solamente era
153
Beatriz Sarlo. “Intelectuales y revistas: razones de una práctica”, en Centre de Reserches Interuniversitaire
sur les Champs Culturels en Amérique Latine, Les discours culturels dans les revues latino-américaines
(1940-1970), París, Presses de la Sorbonne Nouvelle, 2000. 10.
154
Adolfo Gilly. “Nexos de las historias”, en nexos. Enero 2008. Versión electrónica disponible en:
http://www.nexos.com.mx/?mes=1&anio=2008&search=go&P=numanteriores&PAGE=1. Consultada:
febrero 2013.
74
El libro
Jorge Ceballos, quien entonces trabajaba también en el AGN, viajaron con los
escuela para jóvenes por lo que “cuando querías un café o algo era un problema
levantaban tardísimo, tenían desayuno libre, sol y playa.”157 Arnaldo Córdova dice:
“Anduvimos en la juerga todos los días, en las playas, en fin. Me acuerdo que me
155
“Seminario Historia, ¿para qué?”. Archivo del Archivo General de la Nación, sección Dirección General,
Serie Reuniones, conferencias nacionales e internacionales, caja 23, expediente 2.
156
José Joaquín Blanco, entrevista con el autor, Ciudad de México, 14 junio 2012. (Anexo 1.3)
157
Alejandra Moreno Toscano, entrevista con el autor, Ciudad de México, 18 mayo 2012. (Anexo 1.2)
158
Arnaldo Córdova, entrevista con el autor, Ciudad de México, 11 junio 2012. (Anexo 1.4)
75
Gilly remando en una canoa sobre la playa mientras a otros nos servían unas
amigos. A esto hay que sumarle, como señala Florescano que “[…] no había más
que el hotel y la playa, así que la interacción entre todos se hizo muy, muy
fuerte.”160 Fue gracias a esto que, como recuerda el mismo Florescano, pudieron
“[…] desahogar todos esos temas y crear una interacción entre el grupo porque
todos nos reuníamos antes, pero no habíamos hablado sobre ese tema”.161
venía el momento más divertido de todas las reuniones que le llamaba Luis
hablaban de cómo estaban trabajando sus siguientes libros, de por qué estaban
Pero, ¿por qué viajar hasta La Paz para lograr esto si prácticamente todos
“Todo el mundo tenía mucho trabajo, siempre todo el mundo tiene mucho trabajo,
todo el mundo tiene que dar clases, todo el mundo tiene que hacer sus apuntes,
159
Héctor Aguilar Camín, entrevista con el autor, Ciudad de México, 10 y 11 diciembre 2012. (Anexo 1.6).
160
Enrique Florescano, entrevista con el autor, Ciudad de México, 18 julio 2012. (Anexo 1.5).
161
Ibidem.
162
Alejandra Moreno Toscano, entrevista con el autor, Ciudad de México, 18 mayo 2012. (Anexo 1.2).
76
todo el mundo tiene que terminar sus libros, para comprometernos para terminar el
libro y la redacción vámonos al fin del mundo; y el fin del mundo entonces pues
eficaz. Gilly recuerda al respecto: “Al inicio yo no entendía porque había que irse
“Por convenio especial con Siglo XXI Editores, el Archivo General de la Nación
preparó esta edición de 500 ejemplares numerados y fuera de comercio del libro
México D.F. 1981.” 166 Las copias de esta edición fueron distribuidas entre los
163
Ibidem.
164
Adolfo Gilly, entrevista con el autor, Ciudad de México, 3 abril 2012. (Anexo 1.1)
165
En una entrevista con el autor Adolfo Gilly hace mención a esta edición: “Existe una edición inicial del
libro, en gran tamaño y con hermosa tipografía. Por supuesto, está agotada.” Adolfo Gilly, entrevista con el
autor, Ciudad de México, 3 abril 2012. José Joaquín Blanco también recuerda este “librote” naranja. José
Joaquín Blanco, entrevista con el autor, Ciudad de México, 14 junio 2012. (Anexo 1.3)
166
Carlos Pereyra et al. Historia, ¿para qué? (México: AGN, 1981).
77
colaboradores más cercanos del Archivo y los asistentes a la (re)inauguración de
Lecumberri.167
impacto. Alejandra Moreno Toscano plantea que: “[…] esas ediciones de acciones
gubernamentales por sí tienen una vida muy efímera, entonces tú tienes que
aceptar que para que se reproduzca el conocimiento lo tiene que asumir una
era entonces una editorial muy abierta para las nuevas propuestas editoriales.”168
Por ello, le propuso a Arnaldo Orfila Reynal, entonces director de Siglo XXI
Editores, publicar un libro con los resultados del viaje. 169 Los ensayos fueron
corregirlos.170 Para la coordinadora de Historia, ¿para qué?, “fue una fiesta hacer
ese libro, y eso se refleja en el libro mismo; y por eso porque es amable,
interesante, inteligente, útil, sintético.”171 Los diez ensayos son de fácil lectura, su
prosa fluye sin torpeza: casi se escuchan en lugar de leerse. Este rasgo estilístico
167
Alejandra Moreno Toscano dice: “Fue precisamente para un evento público que fue una edición limitada –
ahora debe ser el sueño de los bibliófilos– especial y se distribuyó en un evento del archivo propiamente. Una
edición bien bonita”. Alejandra Moreno Toscano. Op. Cit.
168
Ibidem.
169
Sobre Arnaldo Orfila Reynal véase: Víctor Erwin Nova Ramírez. “Arnaldo Orfila Reynal. El editor que
marcó los cánones de la edición latinoamericana”. Tesis para obtener el grado de maestro en historia. Tutor:
Ricardo Pozas Horcasitas. Universidad Autónoma Metropolitana./Unida Azcapotzalco/División de Ciencias
Sociales y Humanidades/Posgrado en Histroiografía. México, D.F. febrero 2013.
170
Aunque cada autor tenía sus particularidades. Sobre Monsiváis, José Joaquín Blanco dice: “Monsiváis
tenía la manía siempre de reescribir las cosas, así que vete a saber si no lo reescribió después.” José Joaquín
Blanco, entrevista con el autor, Ciudad de México, 14 junio 2012. (Anexo 1.3)
171
Alejandra Moreno Toscano, Op. Cit.
78
La primera edición de Historia, ¿para qué? publicada por Siglo XXI, la cual
1980 con una portada diseñada por Anhelo Hernández, artista uruguayo entonces
conferencia titulada "Historia para qué", que podemos suponer que tenía un
contenido similar a su ensayo en el libro Historia, ¿para qué? que lleva el mismo
172
Carlos Pereyra. Historia, ¿para qué? (México: Siglo XXI Editores, 1980). Anhelo Hernández nació el 21
de noviembre de 1922 en Montevideo, Uruguay. Estudió escultura y dibujo con Alberto Savia, y
posteriormente Adolfo Pastor le enseñó las técnicas litográficas. Formó parte del Taller Torres García.
Posteriormente fungió como profesor de dibujo, y tuvo varias exposiciones individuales. Sin embargo Anhelo
Hernández también tenía una participación política activa. Fue miembro del Partido Comunista de Uruguay
(PCU), y realizó varios viajes a China y a la URSS en los cuales expuso su obra. Así, cuando Juan María
Bordaberry subió al poder, lo llevaron a refugiarse en la embajada mexicana. Después de permanecer en ella
durante cinco meses bajo la protección del embajador Vicente Muñiz Arroyo, Anhelo Hernández se exilia en
México el 25 de junio 1976. En la ciudad de México trabajó como portadista de la editorial Siglo XXI. En
seis años realizó más de trescientas portadas para libros. Terminó ocupando el cargo de director del
departamento de diseño gráfico de la editorial. Se pueden citar: Política de Nuestra América de José Martí
(1977), La Frontera Nómada: Sonora y la Revolución Mexicana de Héctor Aguilar Camín (1977), El
socialismo y el hombre nuevo de Ernesto “Che” Guevara (1977), El nacimiento de la clínica. Una
arqueología de la mirada clínica de Michel Foucault (1977), Cotidianas de Mario Benedetti (1979),
Transición de la antigüedad al feudalismo de Perry Anderson (1979), La producción simbólica. Teoría y
método en sociología del arte de Néstor García Canclini (1979), El subdesarrollo Latinoamericano y la teoría
del desarrollo de Osvaldo Sunkel y Pedro Paz (1980), Mitologías de Roland Barthes (1980), Diccionario de
la lengua nahuatl o mexicana de Rémi Siméon (1981), La cuestión Nacional y la Formación de los Estados
de Karl Marx y Friedrich Engels (1981), Fragmento de un discurso amoroso de Roland Barthes (1982). Pablo
Thiago Rocca dice, refiriéndose a la faceta de ilustrador y diseñador de Hernández, “la ilustración de libros
marca el estrecho vínculo del artista con la literatura y se mantiene, con intermitencias, en toda su carrera
(…). Elevada a un sitial de excelencia ha sido también una forma de ganarse la vida”. Pablo Thiago Rocca.
“Constancias y mudanzas en la obra de Anhelo Hernández”, en María Simón et al. Antológica Anhelo
Hernández. (Montevideo: Museo Nacional de Artes Visuales, 2008): 23.
Ver colofón. Sobre Anhelo Hernández. Véase María Simón et al. Antológica Anhelo Hernández.
(Montevideo: Museo Nacional de Artes Visuales, 2008).
79
Corina de Yturbe del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.173 Por su
1980.174
Sin embargo, el libro ha sido sumamente leído. 176 Desde la primera edición,
173
“Noticias”, en Crítica: Revista Hispanoamericana de Filosofía, Vol. 12, No. 36 (Diciembre, 1980): 112-
117.
174
Adolfo Gilly. “Historia y poder”, en Nexos. Número 34 (Octubre 1980). En la presentación del ensayo se
aclara: “El ensayo que presentamos forma parte del libro Historia para qué, organizado por el Archivo
General de la Nación, que editará próximamente Siglo XXI.” Al final, el texto está fechado mayo-junio 1980.
En la versión publicada en Nexos no se incluye la letra del corrido “Máquina 501” que aparece en la versión
publicada por Siglo XXI.
175
Adolfo Gilly. conversación telefónica con el autor, Ciudad de México, 4 enero 2012.
176
Paradójicamente, es un libro poco estudiado. Hasta donde alcanzan mis pesquisas, hasta hoy nadie ha
estudiado a profundidad el libro Historia, ¿para qué? Hay que mencionar el análisis que los argentinos Jorge
Cernadas y Daniel Lvovich realizan en la introducción al ya mencionado Historia, ¿para qué?: revistas a una
vieja pregunta. Véase: Jorge Cernadas y Daniel Lvovich. “Revistas a la pregunta: historia, ¿para qué?”, en
Elías José Palti et al. Historia, ¿para qué?: revistas a una vieja pregunta. Jorge Cernadas y Daniel Lvovich
(editores). (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2010). Asimismo, en un libro recién publicado, Carlos Illades
analiza los ensayos de Carlos Pereyra y Adolfo Gilly publicados en Historia, ¿para qué? Véase Carlos
Illades, La inteligencia rebelde. La izquierda en el debate público en México 1968-1989. (México: Océano,
2012), 116 ss.
Encontré tres reseñas publicadas, dos en México y una en Estados Unidos, al momento de la publicación de la
primera edición del libro: Enrique Krauze. “Las caras de la Historia”, en Sábado. Suplemento del periódico
unomásuno. Número 172, (sábado 21 febrero 1981). p. 2-5. Éste texto fue posteriormente publicado en un
libro: Enrique Krauze. “Historia, ¿para qué?”, en Caras de la historia. (México: Joaquín Mortiz, 1983), 15-
38. Rodolfo Pastor. “Sobre Carlos Pereyra et al.: Historia ¿para qué? México, 1980”, en Historia Mexicana.
Vol. XXX, núm. 4 (Abril-Junio 1981): 611-618. Stanley R. Ross. “Reseña [sin título] del libro Historia, ¿para
qué? por Carlos Pereyra et al. México: Siglo Veintiuno Editores, 1980. Pp. 245. Paper.”, en The Hispanic
American Historical Review, vol. 61, núm. 4, (Noviembre 1981), 781-783.
La reseña que Enrique Krauze hizo del libro, aparecida en el suplemento Sábado del periódico Unomásuno,
desató una polémica entre Krauze y dos de los autores del libro, Arnaldo Córdova y Adolfo Gilly, quienes le
contestaron en el mismo medio. La polémica se encuentra dispersa en: Enrique Krauze. “Las caras de la
Historia”, en Sábado. Suplemento del periódico Unomásuno. Número 172 (sábado 21 febrero 1981): 2-5. Éste
texto fue posteriormente publicado en un libro: Enrique Krauze. “Historia, ¿para qué?”, en Caras de la
historia. (México: Joaquín Mortiz, 1983): 15-38. Adolfo Gilly. “El amor a la verdad”, en Sábado. Suplemento
del periódico Unomásuno. Número 174 (sábado 7 marzo 1981). Arnaldo Córdova. “Respuesta a Enrique
Krauze. Historia y política”, en Sábado. Suplemento del periódico Unomásuno.. Número 176 (sábado 21
marzo 1981): 10-11. Enrique Krauze. “La polémica. Actitud ante la historia”, en Sábado. Suplemento del
periódico Unomásuno. Número 179 (sábado 11 abril 1981): 8. Arnaldo Córdova menciona la polémica en un
80
aparecida a finales del año 1980, hasta abril del 2012, se han tirado veintitrés
Roger Bartra afirma que: “[…] los libros parecen en México una especie en
lectura” el mexicano promedio lee 2.8 libros al año.179 Según datos de Encuesta
nacional de lectura llevada a cabo por el Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes (Conaculta), 43.1% de los entrevistados no lee. Del total, 12.7% nunca ha
leído un libro en su vida. Cuando se les preguntó a aquellos que han leído por lo
menos un libro, cuál había sido el último que habían leído, 51% no lo recordaba.
¿Cuáles son los libros más populares según esta encuesta? La Biblia y Juventud
lee sino también qué y cómo se lee.180 De los entrevistados, 40% nunca ha pisado
una librería.181 En el 2005 había en la Ciudad de México tan sólo 325 librerías,
algo así como unas 18 librerías por cada millón de habitantes.182 Si consideramos
artículo de su autoría titulado "Octavio Paz y la izquierda". Véase Arnaldo Córdova. "Octavio Paz y la
izquierda", en La Jornada. (Domingo 1 julio 2007). Versión electrónica disponible en:
http://www.jornada.unam.mx/2007/07/01/index.php?section=opinion&article=018a1pol. Consultada: mayo
2012.
177
Véase Anexo 2. Ediciones y reimpresiones de Historia, ¿para qué? de 1980 a 2012 y ficha técnica.
178
Roger Bartra. “El lujo de la lectura”, en La Jaula Abierta (blog del autor en Letras Libres). Entrada del 22
Febrero 2008. http://www.letraslibres.com/blogs/el-lujo-de-la-lectura. Consultada: abril 2012.
179
Guillermo Sheridan. “La lectura en México/1”, en Letras Libres. Abril 2007. 122.
180
Adolfo Castañón (con la colaboración de Alma Delia Hernández). “Notas al pie de un Zócalo vacío”, en
Letras Libres. Agosto 2012. Núm 164. 67.
181
Encuesta nacional de lectura. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), 2006.
182
Gabriel Zaid. “La lectura como fracaso del sistema educativo”, en Letras Libres. Noviembre 2006. 41
81
al país en su conjunto, el dato es aún más estremecedor: en todo México
Esto no sólo sucede entre las personas con baja escolaridad. Entre
22.4% no leen y 1.9% nunca ha leído un libro en su vida. De esta “élite cultural
mexicana”, 18.4% jamás han ido a una librería, 35.3% no leen literatura en
general, 6.5% no leen ni siquiera una hora a la semana, y sólo 59.9% leen
Gabriel Zaid y Guillermo Sheridan han señalado que varios datos de estas
desolador. Obviando esta crítica, y considerando que las encuestas citadas son
se lee. Más precisamente: en nuestro país casi no se lee, ni siquiera entre las
capas “educadas.” Frente a este panorama, las ciento veintiún mil copias vendidas
En México, son contados los libros de corte teórico que llegan a ese número
183
Guillermo Sheridan. “La lectura en México/1”, en Letras Libres. Abril 2007. p. 122.
184
Encuesta nacional de lectura. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), 2006.
185
Sobre el “canon”, Harold Bloom dice: “Originalmente, el canon significaba la elección de libros por parte
de nuestras instituciones de enseñanza, y a pesar de las recientes ideas políticas de multiculuralismo, la
auténtica cuestión del canon subsiste todavía: ¿Qué debe intentar leer el individuo que todavía desea leer en
este momento de la historia?”. Harold Bloom. El canon occidental. La escuela y los libros de todas las
épocas. Trad. de Damián Alou. 4. ed. Barcelona: Anagrama, 2005. 25. (Las cursivas son mías)
82
cursos introductorios y otros tantos lo hacen desde su educación
preparatoriana.186 Historia, ¿para qué? es un libro que, más que estar de moda, es
parte de la tradición: es una pieza del canon dentro de las disciplinas sociales y
humanísticas en nuestro país. Es parte del grupo de libros que cohesionan, que
presuponiendo que el otro sabe de lo que se está hablando. Dicho de otro modo:
Durante las últimas tres décadas el libro Historia, ¿para qué? ha cumplido la
Bronislaw Malinovsky, es “[…] not merely a story told, but a reality lived […] It
vouches for the efficacy of ritual and enforces practical rules for the guidance of
man.”187 Historia, ¿para qué? ha funcionado como un mito en tanto establece las
186
Incluso la pregunta que conforma el título del libro ha sido apropiada por la Academia Mexicana de la
Historia, quien organiza un ciclo de conferencias desde 1998 que lleva el mismo título que el libro. Uno de
sus objetivos de estas conferencias es reflexionar sobre el quehacer del historiador y la función social de la
Historia. Información obtenida del “Informe de labores. Academia Mexicana de la Historia Correspondiente
de la Real de Madrid 2004-2011.” Gisela von Wobeser (Directora).
http://www.acadmexhistoria.org.mx/Trabajos/Informe_Academia_Mexicana_de_la_Historia_2004-2011.pdf
187
Bronislaw Malinovsky. “Myth in Primitive Psychology” (1926), en Magic, Science and Religion and
Other Essays. Glencoe, Illinois, 1948. p. 78-79 Citado en: Peter Novick. That Noble Dream. The “Objectivity
Question” and the American Historical Profession. (Cambridge: Cambridge University Press, 1988), 4.
188
Peter Novick. Op. Cit. 4.
83
El éxito de esta publicación no se debió a su estilo ameno, sino porque vino
finales de los setenta no tenían, a excepción de las obras de E.H. Carr ¿Qué es la
qué? solucionó este problema central y por ello tuvo tan buena recepción.
Florescano dice:
también fue significativa.191 En este país el impacto no se dio sino hasta 1984,
189
Enrique Florescano, entrevista con el autor, Ciudad de México, 18 julio 2012. (Anexo 1.5).
190
Ibidem.
191
Enrique Florescano cuenta: “luego tuvo un gran peso en América Latina también, influyó mucho, todo el
mundo citó ese libro.” Enrique Florescano, entrevista con el autor, Ciudad de México, 18 julio 2012. (Anexo
1.5).
84
asignaturas introductorias a la disciplina y, más en general, al debate sobre este
campo de conocimiento.”192
Sazbón, Julián Gallego, Roberto Pittaluga, Horacio Tarcus y Mirta Zaida Lobato.
puede hablar de Historia, ¿para qué? como un libro, es decir, como una unidad?
¿Acaso no está escrito por diez autores distintos con ideologías, perspectivas y
separados? Sí, está escrito por diez autores diferentes. Sí, está compuesto por
diez ensayos. Sin embargo –como mostraré más adelante–, hay ciertos elementos
85
contexto histórico específico. Aquí argumento que hay ciertos elementos de
convergencia en los diez ensayos, en las diez respuestas, que permiten verlas
como una unidad: como un libro. 194 Historia, ¿para qué?, no son diez ensayos
entre sí.195
en conjunto, del libro tiende a homogenizar las diez respuestas, que tienen
contradictorias. Además, hay que tener presente que los autores del libro
representan tan sólo una parte del panorama cultural e intelectual mexicano de los
años ochenta y no su totalidad. A su vez, hay que decir que –como traté de
siempre divergentes).
Así, si bien es cierto que existen diferencias profundas entre cada una de
sus partes, hay “puntos en común” que se dejan entrever a lo largo de todo el
libro.196 En primer lugar, para los autores de ¿Historia, para qué? la legitimidad del
194
Sobre el concepto de “libro”. Véase Jaques Derrida. “The Book to Come”, en Paper Machine. Trad. de
Rachel Bowlby. (Stanford, California: Stanford California Press, 2005).
195
Aquí me refiero a un diálogo tanto a un diálogo textual y directo, como a uno indirecto. Para el “diálogo
directo” véase, como ejemplo, Carlos Pereyra et al. Historia, ¿para qué?, 160, 171, 182, 183, 184. En estas
páginas los autores hacen referencias directas a otros textos del propio libro.
196
Parte del afán de analizar el libro en su conjunto y de manera aislada es de estudiar el producto como ha
sido recibido por miles de lectores. En este sentido, el objeto de estudio de esta investigación no es el
pensamiento de cada uno de los autores.
86
sentido, la justificación última de la historia es que nos otorga conocimiento
Carlos Pereyra, en el texto con el que comienza el libro, aclara que no hay
que “medir con el mismo rasero las cualidades teóricas de un discurso histórico
su único sentido.” 199 Como muestra esta cita, Pereyra deja clara su postura:
obtener conocimiento del pasado es una justificación y utilidad más que suficiente
de la disciplina. Lo anterior no quiere decir que no pueda tener otro uso que el de
a aquélla.”200
Luis Villoro plantea algo similar puesto que para él la disciplina de la historia
197
Carlos Pereyra, “Historia, ¿para qué?”, en Historia, ¿para qué?, Carlos Pereyra et al. (México: Siglo
veintiuno editores, 1980), 13.
198
Ibidem.
199
Ibidem.
200
Ibidem.
87
esa afición por el conocimiento para justificar su empeño”.201 Aquí Villoro, de igual
él (el verdadero problema) es el “por qué”, y ese por qué es el del conocimiento en
general.
que la historia sólo tenga un objetivo pragmático. Todos los autores, indirecta o
directamente, plantean que ante todo la historia “sirve” para conocer el pasado.
Sin embargo, para los autores de Historia, ¿para qué?, la utilidad de la disciplina
otorga conocimiento sino también tiene una función social, un uso extra
cognoscitivo. A lo largo del libro hay un tono de corte pragmático, puesto que hace
énfasis en los usos prácticos que la historia tiene o puede tener. Debido a que
201
Luis Villoro. “El sentido de la historia”, en Historia, ¿para qué?, Carlos Pereyra et al. (México: Siglo
veintiuno editores, 1980), 35.
202
Ver también Adolfo Gilly. “El amor a la verdad”, en Sábado. Suplemento del periódico Unomásuno.
Número 174 (sábado 7 marzo 1981). “Tiene razón Enrique Krauze cuando, en la frase final de su revelador
ensayo Las caras de la historia, ubica en “amor a la verdad” el impulso que mueve al buen historiador. No
otra cosa digo en mi contribución a la obra colectiva Historia, ¿para qué?, libro cuyo comentario motiva el
ensayo de Krauze.”
88
ensayos hay un dejo de “presentismo”203 en el sentido de que se ve a la historia
Para Pereyra, todo discurso histórico tiene una utilidad que va más allá de
cuya eficacia sea puramente cognoscitiva; todo discurso histórico interviene (se
inscribe) en una determinada realidad social donde es más o menos útil para las
205
distintas fuerzas en pugna. El discurso histórico además de otorgar
cumple una función social. Para Villoro la historia, así como la filosofía, la religión y
203
Entendiendo al tiempo no como una entidad fija sino más bien como un orden del tiempo, concibo al
presentismo como una relación con el tiempo (un régimen de historicidad) en la cual domina el punto de vista
en el presente. Sigo en esto a François Hartog. Véase, en especial: François Hartog. Regímenes de
historicidad: presentismo y experiencias del tiempo. México: Universidad Iberoamericana, 2003.
204
Esto es lo que Enrique Krauze criticó en la reseña que publicó sobre el libro. Véase: Enrique Krauze. “Las
caras de la Historia”, 2-5.
Peter Gran califica el libro Historia, ¿para qué? como un “highly critical book” producido por a “leftist
grouping around the journal Nexos, including the historian Enrique Florescano, his wife, the historian
Alejandra Moreno Toscano, who is the daughter of a PRI senator, and the political scientist Pablo González
Casanova.” Peter Gran. Beyond Eurocentrism. A New View of Modern World History. (Syracuse, Nueva
York: Syracuse University Press, 1996), 189.
205
Carlos Pereyra, “Historia, ¿para qué?”, 13.
206
Ibidem.
207
Luis Villoro. “El sentido de la historia”, 39.
89
tiempo es una forma de afrontar el olvido. En suma, “su ‘para qué’ más profundo:
de los entes racionales y libres del universo.”208 Como se puede apreciar, Villoro
En esa misma tónica, Luis González y González dice “lo difícil es concebir
un libro de historia que sea sólo saber y no acicate para la acción y alimento para
que un saber.
nos otorga, para él “es de suyo placentera –esto es, permite una feliz realización
del cuerpo que la hace o la estudia”. 211 El trabajo del historiador, argumenta
208
Ibidem.
209
Luis González y González, “De la múltiple utilización de la historia”, en Historia, ¿para qué?, 57.
210
Ibidem.
211
José Joaquín Blanco, “El placer de la historia”, en Historia, ¿para qué?, 77.
212
Ibidem, 87.
90
suyo por el gusto”, es un “gozón de su trabajo”.213 La historia es una “opción plena
historiadores, que para Blanco son los portadores de la verdadera historia 216 ,
pueden mostrar las “mentiras” producidas por la clase dominante. Con esto, la
disciplina otorga a aquel que la posea y la utiliza “el placer de constarse un poco
del propio sistema que los protege. El historiador se atreve a oponer una
canónico. Con pocas palabras: “en el gusto de historiar hay algo de material
rebelde”.218
91
palabras del propio Blanco: “el historiador busca una explicación documental y
cosas son como son y no hay nada más– con que se nos hace resignarnos a la
vida impuesta”219
actualidad viven”. 220 Por medio del quehacer histórico uno mismo decide sus
enlistando los usos que para José Joaquín Blanco tiene la historia es cómo
historia. Para él, “[…] en todo tiempo y lugar la recuperación del pasado, antes que
selectiva del pasado lejano e inmediato, adecuada a los intereses del presente
219
Ibidem, 83.
220
Ibidem, 85.
221
Ibidem, 88.
92
para juntos modelarlo y obrar sobre el porvenir.”222 Aquí también se deja entrever
necesidades del “hoy”. La historia aparece aquí como una herramienta política.
explicación, en respuesta a los por qué del presente”. 223 Córdova dice: “el
conciencia colectiva, vale decir, el conjunto de ideas y creencias a las que nos
debemos, a las que respondemos, por las cuales actuamos o contra las que nos
oponemos, así será la historia que recreemos”.224 En suma: “la historia aparece
siempre como discusión y reelaboración del pasado; por eso tiende siempre al
futuro, como explicación del pasado, en las formas de la utopías y del mito”.225 En
paso más allá puesto que afirma que “los pueblos voltean ansiosamente al pasado
222
Enrique Florescano. “De la memoria del poder a la historia como explicación”, en Historia, ¿para qué?,
96.
223
Arnaldo Córdova. “La historia, maestra de la política”, en Historia, ¿para qué?, Carlos Pereyra et al.
(México: Siglo veintiuno editores, 1980), 131.
224
Ibidem, 132.
225
Ibidem, 131.
93
sólo en las épocas que parecen atentar contra ellos; la sabiduría histórica se
Guillermo Bonfil Batalla muestra también que la historia no sólo sirve para
utilidad de la historia india de los pueblos indios. 227 Esta historia, dice Bonfil
Batalla, no sólo serviría para explicar el presente sino también para fundamentar el
colonización porque mostraría que existió una época en donde ésta no existió. O
226
Héctor Aguilar Camín. “Historia para hoy”, en Historia, ¿para qué?, 148. (Las cursivas son mías, LCS).
227
Guillermo Bonfil Batalla, “Historias que no son todavía”, en Historia, ¿para qué?
228
Ibidem, 245.
94
fundamento de proyectos políticos como la indianidad o panindianismo, al mostrar
preguntas que están determinadas por las necesidades políticas actuales.”230 Así,
participación él mismo afirma que está de acuerdo con los usos que señalan el
resto de los autores del libro. Aunque, precisa, estos usos incitan al “consumismo
Como se ha podido ver por las respuestas de cada uno de los autores, la
decir, no hay un solo uso o un uso universal en el sentido de que sea válido en
La gran mayoría de los autores asumen que la sociedad está marcada por
(clases), y por lo tanto, aquello que marca las pautas dentro de la sociedad es el
antagonismo y el conflicto entre clases y por ello hay varias versiones y usos de la
229
Ibidem.
230
Ibidem, 241. (Las cursivas son mías, LCS).
231
Carlos Monsiváis. “La pasión de la historia”, en Historia, ¿para qué?, 171.
95
historia. La historia, así se tiene que acotar, tendría que ser más bien: “historia,
¿para quién?”
Luis Villoro también muestra los diversos usos que puede tener la historia. Así,
plantea que la disciplina puede tanto cohesionar y justificar los lazos colectivos,
orígenes, los vínculos que prestan cohesión a una comunidad humana y permitirle
232
Carlos Pereyra, “Historia, ¿para qué?”, 21.
233
Ibidem, 23.
234
Ibidem, 24.
235
Luis Villoro. “El sentido de la historia”, 45.
96
al individuo asumir una actitud consciente ante ellos. Esa actitud puede ser
ruptura y de cambio.”237
dependen del tipo de historia que se haga: “cada género histórico es útil a su
manera.” 238 Cada una de las distintas maneras de hacer historia responde a
236
Ibidem, 46.
237
Ibidem.
238
Luis González y González, “De la múltiple utilización de la historia”, 56-57.
239
Ibidem, 56.
240
Friedrich Nietzsche. The use and abuse of history. Trad. de Adrian Collins. Introducción de Julius Kraft. 2
ed. (Nueva York, Londres: Macmillan Publishing Company, Collier Macmillan Publishers, 1957).
241
Luis González y González, Op. Cit., 57 ss.
97
emotivos o poéticos –en el sentido de que busca tocar fibras sentimentales.
comercial es fundamental para este tipo de historia. “No se puede negar que los
escaparates de las librerías, los puestos de los periódicos, las series televisivas,
el dormir y el soñar. Sirve para divertir, pero al final lleva a la inacción. Funciona
como un viaje por el tiempo, se vuelve un trance turístico. Distrae de las angustias
presentes puesto que ayuda a salirse del entorno que nos rodea a través de la
[…]”.244 Ejemplos de este tipo de historia son las obras de Wistano Luis Orozco,
242
Ibidem, 59.
243
Ibidem, 61.
244
Ibidem, 63-64.
98
“[…] recoge los acontecimiento que suelen celebrarse en fiestas patrias, en el culto
famosa historia magistra vitae, la historia que guía la vida. Sus “padres
fundadores”, nos dice González y González, fueron Polibio y Plutarco. Esta historia
que busca formar a los párvulos. Guillermo Prieto y los Niños Héroes son sólo dos
contrario de los otros tres tipos, la historia científica busca generalidades. La rama
sucederá en el futuro. Luis González y González escribió, en 1980, que aún había
preguntaba “[…] ¿hasta dónde el estudio científico del pasado, hasta donde las
245
Ibidem, 64-65. (Las cursivas son mías, LCS).
246
Ibidem, 66.
99
largas listas de precios, de nacimientos y defunciones de seres humanos, de
veremos”.248
Para José Joaquín Blanco, como ya se pudo ver con lo que se dijo
identidades colectivas, sin embargo también muestra cómo puede servir para
minar ese tipo de construcciones. En este sentido argumenta que la historia “para
Adolfo Gilly plantea que la historia puede tener dos actitudes. La primera, la
247
Ibidem, 70.
248
Ibidem, 73.
249
Carlos Monsiváis. “La pasión de la historia”, 171.
250
Adolfo Gilly. “La historia como crítica o como discurso del poder”, 199.
100
En su ensayo, Bonfil Batalla también muestra la característica de ambigüedad del
europeo. Bonfil Batalla nos recuerda que: “toda empresa colonial requiere una
justificación del dominio colonial. Sin embargo, la historia también puede servir
para terminar con ese colonialismo, puede colonizar pero también decolonizar.
Es fundamental señalar que para los autores de Historia, ¿para qué?, el que
ese uso no sea siempre el mismo, no quiere decir que para que la historia cumpla
su función social, para que sea útil, tiene que ser maniquea (buenos vs. malos). La
disciplina no tiene que juzgar, glorificar o satanizar para lograr tener una utilidad.
Si la historia busca comprender y explicar los “porqués”, esto es, las causas del
historia sea útil y, al mismo tiempo, provea conocimiento verdadero acerca del
pasado.
historia?”. Hay que buscar las causas de los fenómenos históricos y no glorificar o
251
Guillermo Bonfil Batalla, “Historias que no son todavía”, 230.
101
satanizar, no juzgar sino comprender. Es “preciso ir más allá de la simple
Florescano puede existir una historia que sea una ciencia explicativa. 253 José
Joaquín Blanco hace referencia a una “historia verdadera”, una historia sin
mentiras.254
Asimismo, Adolfo Gilly, plantea que “si las relaciones sociales son
252
Carlos Pereyra, “Historia, ¿para qué?”, 31.
253
Enrique Krauze plantea que hay una contradicción entre las ideas de Florescano de que hay siempre un
elemento político en toda historia y de que puede haber una ciencia de la historia. Enrique Krauze. “Las caras
de la Historia”, 2-5.
254
José Joaquín Blanco, “El placer de la historia”, 80.
255
Adolfo Gilly. “La historia como crítica o como discurso del poder”, en Historia, ¿para qué?, 201.
256
Adolfo Gilly. “El amor a la verdad”.
102
Aquí regresamos al punto que señalaba al inicio de este análisis: la obtención de
conocimiento verdadero acerca de la realidad pasada. Para los autores del libro, la
disciplina es una herramienta que sirve primordialmente, y antes que nada, para
conocer. Sin embargo, al mismo tiempo, tiene una utilidad social. Dicho de otra
forma: no sólo sirve para conocer la realidad sino que también ejerce cierta
pretensiones de “neutralidad.”
Son estos puntos de encuentro los que nos permiten hablar de Historia,
¿para qué? como un libro o aún cuando exista una multiplicidad dentro de él. Es
decir, si bien existen ciertas divergencias dentro de los diez ensayos que
componen el libro, también hay fuertes convergencias que los atraviesan y los
103
¡Historícese [la teoría]!
sobre la historia entendida como disciplina que busca obtener conocimiento sobre
es una pregunta histórica puesto que no intenta resolver un problema histórico (un
problema relacionado con un suceso pasado), sino más bien una pregunta de
257
Algunos autores le llaman “filosofía crítica de la historia”, por ejemplo M. Crubellier. “Teorías de la
historia”, en André Burguière. Diccionario de Ciencias históricas. Trad. de E. Ripoll Perelló. (Madrid: Akal,
1991), 661.
258
M. Crubellier.“Teorías de la historia”, 661
104
corte teórico puesto que su objeto de reflexión es la práctica misma de la disciplina
desde las alturas, desde un punto elevado que le permite entender la multiplicidad
de eventos que constituyen la realidad sin tener que estar en contacto con ellos.
Sin embargo la teoría también puede ser entendida como una serie de
259
Nicola Abbagnano. “Teórico, teorético”, en Diccionario de Filosofía. Nicola Abbagnano. Traducción de
Alfredo N. Galleti. 2 ed. (México, Fondo de Cultura Económica, 1974): 1129.
260
Ibidem, 1126-1129.
105
esta idea de teoría, la investigación científica está regida por una serie de
fundamentos teóricos que la dirigen. Hay un método (científico) que tiene que ser
puesto en práctica para poder realizar ciencia. Entonces, el científico es aquel que
practica la labor científica bajo una serie de preceptos teóricos que definen y
también preceptiva puesto que pretende dar preceptos universales mediante los
Stanley Fish señala esto y dice que una teoría es “[…] something a practitioner
consults when he wishes to perform correctly, with the term “correctly” here
preferences.”261
261
Stanley Fish. Doing What Comes Naturally. Change, Rhetoric, and the Practice of Theory and Literary
and Legal Studies. (Durham, Londres: Duke University Press, 1989), 378.
262
Es en este sentido que presta especial atención al método histórico.
106
La práctica correcta está dirigida por los preceptos teóricos, nos dice así lo que la
o preceptos que los teóricos proveen al hombre práctico. Bajo esta idea, se
concibe que toda práctica es precedida por una teoría que delimita su proceder.
asume que ésta se encuentra precedida por una andamiaje teórico y un método
específico. Sin embargo, el caso de Historia, ¿para qué?, parece contradecir todo
Como se explicó antes, en el caso del libro Historia, ¿para qué? la pregunta
sí misma, y con ello a sus fundamentos. Este intento por teorizar sobre la práctica
práctica marca y precede a la teoría.263 Las prácticas –en este caso la historia– se
definen por sus formas operativas y no por ciertos principios teóricos. La teoría ni
263
Esto ha sido argumentado por varios filósofos. Dos de los más notables han sido Richard Rorty y Stanley
Fish. Véase Richard Rorty. Contingency, irony, and solidarity. (Cambridge: Cambridge University Press,
1989). Stanley Fish. Op. Cit.
107
gobierna a la práctica, ni es independiente a ella; es más: ella misma es una
práctica.264
Con esto, se abandona la idea que plantea que la teoría es una serie de
principios de los cuales emana una práctica específica. Así, se muestra más que
las prácticas. Tanto Richard Rorty como Stanley Fish señalan algo parecido
puesto que para ellos “[…] la teoría es cómo trata uno de justificar su modo de
vida. Ofrece algunas razones fundamentales para hacer lo que uno hace.”265
consecuencias en el mundo “real”, que las prácticas –en este caso la práctica
impacto de esas teóricas es “[…] contingent upon the (rhetorical) role theory plays
de la historia y la forma en que ésta se debía llevar a cabo para lograr el objetivo
(obtener conocimiento del pasado que tuviese determinada utilidad). Existía una
264
Ibidem. 14.
265
Terry Eagleton. Después de la teoría. Trad. de Ricardo García Pérez. (Barcelona: Debate, 2005), 66.
266
Stanley Fish. Op. Cit. 28.
108
práctica historiográfica que llegada a cierto punto, por una circunstancia externa a
ella, tuvo que justificarse y por ello recurrió a reflexionar teóricamente acerca de sí
misma.
específicas.267 Como dice Terry Eagelton: “Hasta las teoría más sublimadas tienen
sociales, culturales, políticas) ejercen una influencia real sobre todo individuo y
teóricos. Es por esta influencia que ejerce el contexto sobre toda producción
cultural que no basta realizar una lectura formal de los textos. Dicho de otra forma,
no basta con estudiar los elementos internos del texto, hay que analizar también lo
que está fuera de éstos, pero que al mismo tiempo está dentro de los mismos en
267
Stanley Fish. Op. Cit. 344.
268
Terry Eagleton. Después de la teoría, 35.
269
El problema acerca de la relación entre el significado de un texto y su contexto histórico y social es
antigua, y se ha discutido desde varias perspectivas y disciplinas. La disciplina histórica moderna, por su
fuerte carga historicista, generalmente presupone la influencia del contexto histórico sobre el texto. Al hablar
aquí de historicismo, me refiero, siguiendo a Dagobert Runes, a la “doctrina de que la historia de algo es una
explicación suficiente de este algo”, es decir que “se puede dar cuenta de los valores de algo descubriendo sus
orígenes”. Esta doctrina se basa en la idea de que “la naturaleza de algo está comprendida por completo en su
desarrollo”. Citado en Álvaro Matute. “¿Historicismos o historicismo?”, en El historicismo en México.
Historia y antología. Álvaro Matute (compilador). (México: Paideia-Facultad de Filosofía y Letras de la
109
Por otro lado, para entender el texto no solamente hay que mirar hacia el
Antes de continuar hay que decir que “[…] since the historically real cannot
exist apart form the textuality by which it is made known, deconstruction is surely
right to insist that the priority of neither element can ever finally demostrated.”270 La
relación entre el texto y su contexto es una relación más compleja, una relación
sobre el texto, éste a su vez incide sobre la realidad. Octavio Paz plantea de esta
manera la relación:
Universidad Nacional Autónoma de México, 2002), 15. El resto de esta investigación de Álvaro Matute es
sumamente esclarecedora acera del problemático término “historicismo.”
Posiblemente fue en el campo de la teoría y estudios literarios en donde, a lo largo del siglo veinte, se dieron
algunos de los más interesantes debates y discusiones sobre el tema. Se puede decir que básicamente existen
dos posturas –cada una con matices dentro de ella. Por un lado, están los que defienden que el significado es
independiente al contexto histórico y social que lo produjo (o que lo recibe). Por el otro lado, están aquellos
para quienes el significado de un texto no se puede entender sin el estudio del contexto histórico y social que
lo produjo o recibe. Entre los defensores de la primer propuesta están los formalistas rusos y los miembros del
llamado New Criticism. Entre los defensores de la segunda están los marxistas (y neo marxistas) y los
pensadores del New Historicism. Martin Jay llama a esta discusión la “lucha” entre textualistas y
contextualistas. Martin Jay. “The Textual Approach to Intellectual Historiy”, en Force Fields. Between
Intellectual History and Cultural Critique. (Londres, Nueva York: Routledge: 1993). Véase también Martin
Jay. “Historical explanation and the event: reflections on the limits of contextualization”, en New Literary
History. vol.42, núm. 4 (otoño 2011). Vicent B. Leitch (editor general). The Norton Anthology of Theory and
Criticism. (Nueva York, Londres: W.W. Norton & Co., 2010).
270
Lee Patterson. “Historical Criticism and the Claims of Humanism”, en New Historicism and Cultural
Materialism. A Reader. Kiernan Ryan (editor). (Londres: Arnold, 1996): 92-93. En este sentido, “just as it is
no longer tenable to think of a literary text as a detached object that is independent of its author and readers,
so also is it no longer possible to think of the past as an object that is detachable from its textual
reconstruction.” 270 Michael Payne. “Introduction: Greenblatt and New Historicism”, en The Greenblatt
Reader. Stephen Greenblatt y Michael Payne (editor). (Malden, Massachussets: Blackwell Publishers, 2005):
3.
110
La relación entre sociedad y literatura no es la de causa y efecto. El vínculo
entre una y otra es, a un tiempo, necesario, contradictorio e imprevisible. La
literatura expresa a la sociedad; al expresarla, la cambia, la contradice o la
271
niega. Al retratarla, la inventa; al inventarla, la revela.
con toda producción cultural, sin exceptuar los textos teóricos e historiográficos. El
más que uno a la luz del otro. Pero, ¿cuál era el contexto en que el libro fue
largo del país. Leopoldo Solís señala que es a finales de los cincuenta que México
pasó de ser una sociedad agraria avanzada a ser una sociedad industrializada.273
El otro gran cambio que se dio en estos años fue la urbanización. Un número
271
Octavio Paz. “América Latina y la democracia”, en México en la obra de Octavio Paz. Vol. I El peregrino
en su patria. Historia y política en México. Octavio Paz y Luis Mario Schneider. (México: Fondo de Cultura
Económica, 1987), 460.
272
Que el libro Historia, ¿para qué? sea una producción cultural no quiere decir que sea un todo
completamente coherente. Esto es, la postura aquí planteada no invalida la idea de que existan tensiones
dentro del libro. Habría que subrayar que las tensiones no se encuentran simplemente en el texto sino en el
contexto mismo, es decir, en la propia realidad.
273
Leopoldo Solís. La realidad económica mexicana: retrovisión y perspectiva. (México, Siglo veintiuno
editores, 1973), 217 ss.
111
gigantesco de familias migraron del campo a la ciudad, proceso que se vio
surgieron centros turísticos como Acapulco. 276 Asimismo, durante estos años
274
Ricardo Pozas Horcasitas. “La Revista Mexicana de Literatura: territorio de la nueva elite intelectual
(1955–1965)”, en Mexican Studies/Estudios Mexicanos, Vol. 24, No. 1 (Invierno 2008): 53-78.
275
Lorenzo Meyer. “La encrucijada”, en Daniel Cosío Villegas (coordinador). Historia general de México.
(México, El Colegio de México, 1976): 202-283.
276
Jean Meyer. “México entre 1934-1988”, en Gisela von Wobeser (coordinadora). Historia de México.
México, Fondo de Cultura Económica-Secretaría de Educación Pública-Academia Mexicana de la Historia,
2010. p. 249-259. y Lorenzo Meyer. Op. Cit, 202-283 y Leopoldo Solís. Op. Cit, 217 ss.
277
Roberto Blancarte. “Modernidad, secularización y religión, la iglesia católica, el estado y la sociedad
mexicana en el umbral del siglo XXI”, en México a fines de siglo. José Joaquín Blanco y José Woldenberg
(compiladores). Tomo II. (México: Fondo de Cultura Económica-Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes,1993): 152-188.
278
Ricardo Pérez Montford. “On the Street Corner where Stereotypes are Born: Mexico City, 1940-1968”, en
A Companion to Mexican History and Culture. William H. Beezley (editor). (Chichester, West Sussex;
Marlton, MA: Wiley-Blackwell, 2011).
279
Ricardo Pozas Horcasitas. “El final del horizonte: la muerte simbólica de la Revolución mexicana”, en
Independencia y revolución: contribuciones en torno a su conmemoración. María Luisa Rodríguez-Sala et al.
(México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales, 2010): 188-189.
112
incorporación de electrodomésticos en la sociedad mexicana trajo
Las producciones culturales que retratan esos años dan cuenta de estos
Alejandro Galindo en 1948. En ella se narra la historia de una familia (la familia
aspiradora. No sólo la limpieza se vuelve más rápida y sencilla, sino que a partir
del uso de la nueva máquina las viejas estructuras familiares mexicanas machistas
historia (aparentemente poco importante) para dar cuenta de qué manera las
Ariel Rodríguez Kuri. “Challenges, Political Opposition, Economic Disaster, Natural Disaster and
Democratization, 1968 to 2000”.
280
Álvaro Matute Aguirre. “De la tecnología al orden doméstico”, en Historia de la vida cotidiana en México.
Pilar Gonzalbo Aizpuru (directora). Tomo V. Vol. 2. Siglo XX. La imagen, ¿espejo de la vida?. Aurelio de los
Reyes (coordinador). (México: Fondo de Cultura Económica, 2006): 157-176.
281
Alejandro Galindo (director). Una familia de tantas. México, Producciones Azteca, 1948, 130 min. La
película se puede ver en línea: http://www.youtube.com/watch?v=1W63o2AB7uA. Consultada: febrero 2012.
282
Tomo el ejemplo de Álvaro Matute Aguirre. “De la tecnología al orden doméstico”. Dos novelas me
parecen especialmente importantes para entender los cambios que México sufrió en la segunda mitad del siglo
XX. En primer lugar la novela de José Emilio Pacheco Las batallas en el desierto. Aunque este libro fue
publicado por primera vez en 1981, su historia transcurre en el año de 1948. Narrada en primera persona
cuenta la historia de un niño que se enamora de la madre de uno de sus amigos. Sin embargo, en este caso,
más que la historia en sí me interesa la descripción que podemos encontrar de la vida diaria de la emergente
clase media durante el gobierno del presidente Miguel Alemán. José Emilio Pacheco. Las batallas en el
desierto. 2 ed. revisada. (México, ERA, 1999). Otra gran descripción la encontramos en la novela La región
más transparente de Carlos Fuentes. En esta novela el personaje principal es la Ciudad de México. El libro da
cuenta de los profundos cambios que se dieron en los años cincuentas del siglo pasado en la sociedad
mexicana. Si bien es una novela, creo que puede ayudar a comprender ciertos elementos de la modernización
y, principalmente, de la urbanización mexicana. Carlos Fuentes. La región más transparente. (México,
Alfaguara, 2008). El mismo Carlos Fuentes es autor de otra novela fundamental para entender este periodo:
La muerte de Artemio Cruz. Se puede ver la historia personal del personaje principal, Artemio Cruz, como la
113
Los años en que se dio la transformación más radical fueron los que van de
Este crecimiento y prosperidad hizo que se le llamara a estos años los del “Milagro
México como la sede era un reconocimiento del mundo hacia nuestro país, era
una forma de decirle que estaba entrando a ser parte de los países desarrollados.
país reveló sus inconsistencias. Los miembros de uno de los grupos producto de
historia de la nación. Carlos Fuentes. La muerte de Artemio Cruz. (México: Fondo de Cultura Económica,
1962).
283
Ricardo Pozas Horcasitas. “La Revista Mexicana de Literatura: territorio de la nueva elite intelectual
(1955–1965)”, 54-55.
284
Ariel Rodríguez Kuri. Op. Cit. 295.
285
Existe una amplia discusión al respecto pero aquí comparto el planteamiento de Octavio Paz. Octavio Paz.
“Posdata”, en Octavio Paz. Obras Completas. El peregrino en su patria: historia y política en México. v. 8.
(México, Fondo de Cultura Económica, 1994), 279
114
la ciudad de México: una vida política realmente plural y en la que cesase el
mitin del movimiento estudiantil que se llevaba a cabo en la Plaza de las Tres
Revolución Mexicana.288 Es por ello que el año de 1968 marca el inicio de una
político. Como indica Brian R. Hamnett, “[…] the scale of repression during 1968
286
Octavio Paz. “Hora cumplida (1929-1985)”, en México en la obra de Octavio Paz. Vol. I El peregrino en
su patria. Historia y política en México. Octavio Paz y Luis Mario Schneider. (México: Fondo de Cultura
Económica, 1987), 399. Véase también Octavio Paz. “Posdata”.
287
Octavio Paz. “Posdata”, 277-278
288
Ricardo Pozas Horcasitas. “La Revista Mexicana de Literatura…” 53-78.
289
Octavio Paz. “Hora cumplida (1929-1985)”, 392.
115
generated a new wave of opposition movements.”290 Podemos decir que la década
más extremo –el guerrillero– sino que en general hubo una politización en un
sociedad mexicana comenzó a ser cada vez más una sociedad civil participativa.
116
muchas otras más. Una significativa es la lucha de los electricistas, cuyo líder era
Corpus (10 de junio) de 1971 en el que un grupo de choque del gobierno reprimió
manera represiva contra la prensa crítica. Por ejemplo, en julio de 1976 por
Scherer.
intentaron establecer una reconciliación con los grupos inconformes del país con la
intención reparar y parchar las grietas del sistema que el movimiento del 68 había
296
Ibidem.
297
Jaime Suchlicki. Mexico: From Moctezuma to NAFTA, Chiapas, and Beyond. (Washington, Londres:
Brassey’s, 1996). Enrique Krauze. Redentores, 266. Enrique Krauze. La presidencia imperial. Ascenso y
caída del sistema político mexicano (1940-1996). (México, Tusquets editores, 1997), 404. Lorenzo Meyer
plantea que si bien en México hubo ofensiva gubernamental contra los movimientos guerrilleros, ésta tuvo
menos intensidad que en el resto de los países latinoamericanos. Meyer plantea que “la bipolaridad que
caracterizó al sistema internacional tras la Segunda Guerra Mundial, fue muy bien empleada, y a un costo
relativamente bajo, por los líderes mexicanos para legitimar interna e internacionalmente al régimen
autoritario que surgió tras el triunfo de la Revolución mexicana de 1910” (96). Lorenzo Meyer argumenta que
el Partido Revolucionario Institucional, a través del manejo del discurso, logró aparecer menos anticomunista
y más democrático de lo que era. Durante la Guerra Fría, el PRI logró llevar una política de equilibrio tanto
dentro del país como hacia el exterior. Intentó colocarse en un punto medio entre los Estados Unidos y la
Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas. El gobierno mexicano nunca rompió relaciones con ninguno de
los dos. Con otras palabras, “[…] el gobierno mexicano buscó mantener, al menos en la forma, una cierta
distancia frente a Estados Unidos y una cierta cercanía, también más formal que real, con la URSS” (p. 99)
De esta forma, se logró tener en México “el régimen más estable de América Latina a lo largo de toda la
guerra fría” (117) Lorenzo Meyer. “La guerra fría en el mundo periférico: el caso del régimen autoritario
mexicano. La utilidad del anticomunismo discreto”, en Espejos de la guerra fría.
117
revelado. Una de las estrategias que se llevaron acabo fue la de gastar enormes
de baja intensidad pero efectivo”, una política que prefería, a través de las más
Así, mientras reprimía a los grupos de izquierda dentro del país, el gobierno
mexicano recibía con los brazos abiertos a los exiliados de las dictaduras
Alicia Hernández señala que “la tendencia del gobierno fue –con la política de
298
Lorenzo Meyer. Op Cit. 104 ss.
299
Luis Aboites Aguilar. Op. Cit., 290.
300
Jean Meyer. “México entre 1934-1988”, 249-259.
118
México; el de 1970-1982, durante las presidencias de Luis Echeverría y José
López Portillo.”301
crecimiento económico. 302 La tasa de crecimiento anual fue de más del siete por
educación e infraestructura no visto desde finales de los años veintes. Todo esto
considerable.303
trastocó la política y economía del país.304 Dinero trajo más dinero: los ingresos
por el petróleo hicieron que los bancos se sintieran confiados de prestarle enormes
cifras al gobierno mexicano. Brian R. Hamnett señala que los “[…] renewed
gobierno rezaba: “Petróleo: el oro negro para todos.” 306 Desde el gobierno se
orquestó una política económica en la cual las esperanzas recaían en gran parte
301
Alicia Hernández Chávez. México, breve historia contemporánea. México: Fondo de Cultura Económica,
2000. p. 452.
302
Jean Meyer. Op. Cit. 257.
303
Luis Aboites Aguilar. Op. Cit. 533.
304
Jean Meyer. Op. Cit. 257.
305
Brian R. Hamnett. Concise History of Mexico. (Port Chester, NY, EUA: Cambridge University Press,
1999).
306
Enrique Krauze. La presidencia imperial.
119
en la explotación petrolera. Tal vez la mejor muestra de esperanza que se tenía
Portillo: “hay dos tipos de países: los que tienen petróleo y los que no –nosotros
tenemos.”307
enfatiza que “[…] in some ways the level of oil reserves, the price of the oil barrel,
the international advertising and the availability of outside credits fed the illusion of
future”.308 Más adelante, agrega: “[…] it is rarely recognized that this illusion was
broadly shared by the Mexicans, with the notable exception of the intellectuals
Heberto Castillo and Gabriel Zaid, at least between 1977 and 1981 and it
aparentemente paradójico. Por un lado, como Daniel Cosío Villegas indicó, se dio
307
Thomas E. Skidmore y Peter H. Smith. Modern Latin America. 6 ed. (Nueva York y Oxford: Oxford
University Press, 2005), 283.
308
Ariel Rodríguez Kuri. Op. Cit. 499.
309
Ibidem.
310
Citado en Enrique Krauze. La presidencia imperial, 415.
120
Otro rasgo que me interesa resaltar para el objetivo de esta investigación,
es que fue una década profundamente politizada. Está politización estuvo marcada
por la tensión que acabo de describir: un gobierno que daba ciertas libertades pero
Como mostré en el análisis del libro Historia, ¿para qué?, para sus autores
la historia tiene siempre una utilidad que va más allá de la obtención del
Los autores del libro tienen una gran esperanza puesta en la historia como
herramienta para transformar el presente. Ven que ésta puede, de una forma u
311
Esta “esperanza” que encontramos en los ensayos del libro Historia, ¿para qué? se entiende de manera
más clara si se contrasta con nuestra condición política actual. En nuestra época, como explica Octavio Paz,
“the decline of the ideologies I have called metahistorical, by which I mean those that assign to history a goal
and a direction, implies first the tacit abandonment of global solutions.” Además, nos dice, we tend more and
more towards limited remedies to solve concrete problems.” Octavio Paz. “In Search of the Present (Nobel
Lecture, December 8, 1990)”. Anthony Stanton (traductor), en Nobel Lectures, Literature 1981-1990, Tore
Frängsmyr (editor en cargo), Sture Allén (editor). (Singapur: World Scientific Publishing Co., 1993). Versión
online disponible en: http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/1990/paz-lecture.html.
Consultada: Abril 2012.
312
Héctor Aguilar Camín, “Historia para hoy”, 166.
121
tiene –o al menos, puede tener– un papel protagonista. El historiador, para los
autores de Historia, ¿para qué?, tiene poder.313 Esta visión de la historia como
más amplio que la mayoría de los autores compartían en un sentido general. Éstos
diez pensadores concebían que México en ese momento, finales de los setenta y
Como argumenté anteriormente, con los sucesos del año de 1968 comenzó
dónde se dirigía el país, cuál era su futuro. Por otro lado, no se comprendía en qué
a la historia un “saber útil”.316 Con el 68, “[…] la Historia regresa a nosotros” dice
Carlos Monsiváis.317 Se recurre a ésta para obtener las respuestas tanto del “qué
pasará”, el “a dónde vamos”, como del “en dónde estamos”, el “por qué estamos
como estamos” y el “qué somos”. 318 Así, “[…] el movimiento del 68 recobra
313
El texto de José Joaquín Blanco pondera esta idea. José Joaquín Blanco, “El placer de la historia”.
314
Es fundamental subrayar que la crisis que tuvo lugar después del 68 no solamente fue una crisis sino que
también se vivió como una crisis.
315
Héctor Aguilar Camín, “Historia para hoy”, 150.
316
Ibidem., 157.
317
Carlos Monsiváis, “La pasión de la historia”, 187.
318
Arnaldo Córdova, “La historia, maestra de la política”, 135.
122
ampliamente la emoción y la pasión históricas.”319 El 68 fue el inicio de una etapa
satisfacerlas.
Los autores del libro Historia, ¿para qué? estaban interesados en mostrar
que la historia nos podía decir algo sobre la condición del México de los setenta y
del futuro del país, al mismo tiempo que podía servir para acelerar dicho futuro, es
decir, al mismo tiempo que podía funcionar como herramienta política. Con otras
palabras, los autores del libro querían mostrar que era útil para los momentos en
Después del 68, había que hacer no sólo una historia objetiva sino también
mismo que neutralidad. Había que tomar partido pero no mentir.323 No se debía, y
de hecho ni siquiera se podía, ser imparcial. Para ellos toda historia era imparcial
Gran parte de los autores dan cuenta de que su lucha está del lado de los
oprimidos y excluidos. Una frase de E. M. Cioran, que Héctor Aguilar Camín usa a
manera de epígrafe, da cuenta del tono común del libro: “[…] bajo cualquier
319
Carlos Monsiváis, Op. Cit., 190.
320
Ibidem, 173.
321
Véase más arriba el análisis del libro. En este muestro la fuerte carga “presentista” de la gran parte de los
ensayos de Historia, ¿para qué?
322
Carlos Monsiváis dice que antes del 68 se hacía: “una historia profesional centrada en la “objetividad” y la
“neutralidad”, con los historiadores en el papel no de intérpretes sino de notarios públicos”. Carlos Monsiváis,
“La pasión de la historia”, 187.
323
Adolfo Gilly. “La historia como crítica o como discurso del poder”, 201.
324
Ibidem.
123
circunstancia debe uno ponerse del lado de los oprimidos, incluso cuando van
errados." 325 Varios ensayos muestran su afinidad con luchas sociales que se
ese momento “[…] el sentido histórico en México está ligado a las reivindicaciones
Según los autores de Historia, ¿para qué? se tenía que escribir una historia
México de finales de la década de los setenta era la historia crítica. Ésta pretendía
mismo tiempo, de las obras con pretensiones de “neutralidad” escritas por los
328
historiadores profesionales. La historia que ellos hacían llevaría a la
estructuras de dominación imperantes. Para dar cuenta de esta opinión, basta ver
las palabras de Marx que funcionan como epígrafe del texto de Adolfo Gilly –y que
325
E.M. Cioran. Del inconveniente de haber nacido. Héctor Aguilar Camín, 146.
326
Héctor Aguilar Camín, “Historia para hoy”, 168. Adolfo Gilly. “La historia como crítica o como discurso
del poder”, 169.
327
Carlos Monsiváis, “La pasión de la historia”, 193.
328
Ibidem. 188.
124
sentido de que la crítica no retrocede ante sus propios resultados ni teme
329
entrar en conflicto con los poderes establecidos.
Hay que recordar que un buen epígrafe sintetiza el sentido de un texto. Por ello,
siempre hay que prestar especial atención a ellos. Me gusta pensarlos como una
Gilly y el de Aguilar Camín. Para los participantes de Historia, ¿para qué? había
escribir una historia que criticase las relaciones de fuerza o poder con la intención
publicado Historia, ¿para qué? por Siglo XXI Editores y no por alguna otra casa
editorial. 330 En los setenta se dio un auge del marxismo en los centros de
Siglo XXI fue la que se encargó, en buena medida, de proveer los libros que la
para alimentar los planes de estudio hacía falta una oferta editorial pertinente.
Esta oferta la proveyó la Editorial Siglo XXI. Su director, Arnaldo [Orfila] Reynal
(viejo arielista argentino que había dirigido con gran tino el Fondo de Cultura
Económica entre 1948 y 1965), estableció desde 1965 un vínculo cercano con
Casa de las Américas en Cuba y se propuso la edición sistemática de la vulgata
329
Karl Marx. “Carta a Arnold Ruge”, Kreuznach, septiembre 1843. Citado en Ibidem., 196.
330
Historia, ¿para qué? fue uno de las 70 primeras ediciones que Siglo Veintiuno publicó en el año de 1980.
(Cfr. “Siglo XXI editará este año 100 nuevos libros y 300 rediciones”, en Unomásuno. lunes 19 enero 1981 p.
19.) Sobre la editorial véase: Xavier Moret. “El lento declive de Siglo XXI”, en El País. 14 enero 1994.
Versión electrónica disponible en: http://elpais.com/diario/1993/01/14/cultura/726966008_850215.html.
Consultada: abril 2012.
Sobre Arnaldo Orfila Reynal véase Carlos Fuentes. “Cien años de Orfila Reynal”, en El País. 16 enero 1998.
Versión electrónica disponible en: http://elpais.com/diario/1998/01/16/cultura/884905207_850215.html.
Consultada: abril 2012.
125
marxista. Se tradujo la obra completa del Che, Marta Harnecker vendió
centenares de miles de ejemplares, y el neomarxismo francés (Poulantzas,
331
Althusser) encontró decenas de miles de lectores.
Sin embargo, me parece que una manera más clara de entender la política
"AMÉRICA NUESTRA es una colección que Siglo XXI ha planeado como una
expresión coherente del examen de la realidad que nuestros países viven desde
siglos: tierra colonizada que no logra liberarse. Queremos difundir, con sistema,
textos que exhiban tanto la grandeza de las culturas destruidas por la Conquista
como los testimonios de la lucha por la liberación que llega hasta nuestros días
y que tiene expresión en la obra y las ideas de los hombres que las orientan.
Nada mejor para definir esa intención que las palabras que escribió José Martí:
"... la historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque
no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la
Grecia que no es nuestra, nos es más necesaria... Injértese en nuestras
333
repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser de nuestras repúblicas...”’
331
Enrique Krauze. Redentores. 266.
332
Enrique Krauze. “Cuatro estaciones de la cultura mexicana”, en Vuelta. Número. 60 (Noviembre 1981),
38-39.
333
Esta nota la podemos encontrar en todos los libros que forman parte de la Colección Nuestra América. Por
ejemplo: Ernesto Che Chevara. El socialismo y el hombre nuevo. José Aricó (editor). (México, Siglo
Veintiuno Editores, 1977) (Colec. Nuestra América)
126
inspiraron la creación –y política editorial– de Siglo XXI Editores. Es por esto que
Se puede decir así que, de una forma u otra, Historia, ¿para qué? es un
libro “de izquierda” en el sentido de que se ubica dentro del espectro político en un
punto que busca la transformación social y con esto se enfrenta a una visión
etiqueta que podríamos asignarle, lo significativo es que los mismos autores del
libro se autodenominaban “de izquierda”.334 En ese tono, José Joaquín Blanco dice
Las palabras de José Joaquín Blanco son riquísimas porque señalan un elemento
corriente política o ideológica, sino compartir un espíritu. Es, más que una
constituyen una excepción dentro del conjunto de autores de Historia, ¿para qué?
334
Véase, al respecto: Héctor Aguilar Camín, entrevista con el autor, Ciudad de México, 10-11 diciembre
2012. (Anexo 1.6) José Joaquín Blanco, entrevista con el autor, Ciudad de México, 14 junio 2012. (Anexo
1.3) Arnaldo Córdova, entrevista con el autor, Ciudad de México, 11 junio 2012. (Anexo 1.4).
335
José Joaquín Blanco, entrevista con el autor, Ciudad de México, 14 junio 2012. (Anexo 1.3).
127
perspectiva distinta que la del resto de los autores. Podríamos decir, por seguir
con lo planteado arriba, que no comparten el espíritu “de izquierda” con los demás.
qué?” dadas por los diez autores muestran que la disciplina de la historia es útil en
varios sentidos. Pero, más importante aún, dan cuenta que la disciplina era útil
disciplina había surgido en México, esto es, finales de la década de los setenta.
quehacer.
el cual es difícil ver los límites entre cada una de sus partes. El libro Historia, ¿para
128
LA PREGUNTA
129
Empecemos por la segunda parte de la pregunta. El “¿para qué?” es una forma
intención, del propósito, de la funcionalidad. Por esta razón se puede decir que es
significa que algo sea “útil” (o “inútil”)? La idea de utilidad está irremediablemente
utilitarismo. Para esta doctrina el valor que está sobre todos los demás es el de la
utilidad. 336 Para los pensadores utilitaristas, lo útil es “lo que sirve a la
escribió: “[…] by utility is meant that property in any object, whereby it tends to
produce benefit, advantage, pleasure, good, or happiness […] or […] to prevent the
considered”.338
336
José Ferrater Mora. “utilitarismo”, en Diccionario de Filosofía. 5 ed. (Buenos Aires: Editorial
Sudamericana, 1965). Tomo II (L-Z). 860. Para una breve historia del utilitarismo véase: Julia Driver. "The
History of Utilitarianism", en The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Summer 2009 Edition), Edward N.
Zalta (editor). Disponible en : http://plato.stanford.edu/archives/sum2009/entries/utilitarianism-history/>
Consultada: septiembre 2012.
337
Nicola Abbagnano. “Útil”, Op. Cit. 1169.
338
Jeremy Bentham. An introduction to the principles of morals and legislation. Edición por J. H. Burns y H.
L. A. Hart. Introducción por F. Rosen, ensayo interpretativo por H. L. A. Hart. (Oxford: Clarendon, 1996).
130
Esta concepción de “utilidad” puede rastrearse desde la obra de Hobbes y
Spinoza, para quienes “lo racional” es concerniente a la búsqueda de “lo útil”. Para
y lo útil es lo racional. Bajo esta postura buscar lo útil es buscar lo racional, mas no
toda búsqueda racional es la búsqueda de lo útil. Esto se debe a que puede haber
una racionalidad pura (el fin de ella no es exterior a ella misma) y la racionalidad
Sin embargo, el término “útil” tiene una segunda acepción más amplia. En
las cosas, más no una propiedad inherente a ellas. Es el fin lo que determina la
utilidad de la cosa. Lo inútil es aquí aquello que no sirve para nada, es decir, que
como proponían los utilitaristas. En suma, por “útil” se entiende “lo que puede
servir para algo” 340 , siendo ese algo cualquier tipo de meta ventajosa o no,
placentera o no, buena o no. Si aceptamos este significado de útil, se puede leer la
pregunta “historia, ¿para qué?” como “historia, ¿para qué es útil?”, ¿para qué sirve
339
Nicola Abbagnano. “útil”, en Diccionario de Filosofía. Nicola Abbagnano. Traducción de Alfredo N.
Galleti. 2 ed. (México, Fondo de Cultura Económica, 1974): 1169.
340
José Ferrater Mora. “Útil, utilidad”, en Op. Cit. 860
131
La primera parte de la pregunta también es problemática debido a que en
“historia” se refiere a los sucesos pasados, más allá de su estudio. Bajo esta
hombre que consiste en estudiar el pasado. Bajo esta acepción, la historia es una
forma de conocimiento. Así, por una parte la palabra “historia” designa a un objeto
de estudio –el pasado–, y por otra al proceso epistemológico que busca conocerlo.
–más no exclusiva puesto que otras disciplinas “trabajan” con la historia– mediante
132
la cual se estudia el pasado. De esto se deriva que la pregunta sea un
acepciones. Sin embargo, termina teniendo varias aristas. Por un lado es: “¿para
“¿para qué conocer el pasado?”. Y por último, dado que la forma imperante
lo que otros han escrito sobre el tema, discute con colegas, escribe y publica sin
preguntarse: “y esto, ¿para qué sirve?”. En primera instancia esto se debe a que la
información. Sin embargo, si nos preguntamos por el conjunto del proceso, las
cosas cambian. Si en lugar de preguntar por cada una de sus partes de manera
133
aislada cuestionamos la utilidad de todas ellas juntas, ésta deja de ser plenamente
evidente.
historiadores. El historiador, hoy más que nunca, puede decir que su quehacer da
frutos. Nunca antes se había escrito tanta historia, nunca antes habían existido
historiador sienta que su quehacer es útil en tanto produce algo, y por ende no se
En suma, se puede decir que en el día a día, mientras las cosas salgan
resultados.
134
cuando no funcionan como lo esperábamos. 341 Siguiendo este planteamiento,
solamente cuando las cosas se “alejan de la norma” es que podemos tomar plena
por la historia (¿es conocimiento o no? ¿qué alcances y límites tiene?, etcétera), la
341
Zygmunt Bauman. El arte de la vida. De la vida como obra de arte. Trad. de Dolors Udina. (Barcelona:
Paidós, 2009): 57.
342
Héctor Aguilar Camín plantea que acerca de la pregunta “historia, ¿para qué”: es una pregunta que los
historiadores de subsecuentes generaciones deberían responder cada vez que sienten que su mundo está
cambiando. Es decir, siempre.” Héctor Aguilar Camín, entrevista con el autor, Ciudad de México, 10-11
diciembre 2012. Si bien es cierto que el mundo siempre está cambiando, me parece que no siempre nos
podemos dar cuenta de que estos cambios están sucediendo. Por eso son tan importantes estos momentos de
cuestionamiento de los que hablo.
135
generalmente se imbrican. Es decir, la pregunta sobre la utilidad ha servido como
una forma de poner en duda la legitimidad del conocimiento que otorga la historia,
alguna forma. En este sentido, se puede decir que es una pregunta moderna.
136
Dicho de otra forma, es una pregunta que surge del pensamiento de la
“desencantada”. Debemos recordar que, como enfatizó Max Weber, una de las
(entzaubert)343.
remotos, pero fue durante la modernidad que llegó a su punto más álgido. Se
acerca del mundo que nos rodea, sino más bien es la idea de que todo puede
desea, se puede conocer cualquier cosa. Bajo esta forma de pensamiento, aunque
cómo funciona los circuitos que hacen funcionar la computadora en la cual tecleo
saber a ciencia cierta cómo es que funciona esta máquina que ahora es un
misterio.
llegar a ser conocido. En palabras de Weber, existe “[…] the knowledge or belief
343
Para una breve definición de este concepto véase Max Weber. “Science as a Vocation,” en Essays in
Sociology. (Nueva York: Oxford University Press, 1946): 129-158.
137
that if one but wished one could learn it at any time.”344 Dicho de otra forma: “[…]
there are no mysterious incalculable forces that come into play, but rather one, in
vivían los autores de Historia, ¿para qué? cada acción tenía que tener un fin
Es desde esta visión del mundo que tiene que leerse la respuesta que se
asume en la pregunta: que la historia tiene una utilidad, que debe servir para
alcanzar un fin. Esta meta no solamente es discernible, sino que también se puede
asume que éste tiene un nombre, la pregunta “historia, ¿para qué” asume que la
sólo se pueden dar dos respuestas. La primera: que la historia tiene algún uso, es
decir, que es útil. La segunda: que no sirve para nada, que es inútil en tanto no se
344
Ibidem. 139.
345
Ibidem.
138
puede conseguir ninguna meta gracias a ella. La segunda postura es clara, pero la
En ésta incluso se incluyen las respuestas que plantean que la historia tiene un
uso negativo, es decir, que sirve para conseguir un fin aunque éste no sea
el hombre sino también su parte dañina.346 Es decir, muestra que la historia puede
tener no solamente una utilidad benéfica, sino también una perjudicial. Este
de la historia? Éste siempre dependerá del objetivo o meta que se quiera alcanzar
ya que el uso que un objeto o discurso puede tener depende del fin que se tenga.
Entonces, para responder la pregunta hay que ir en reversa: primero tenemos que
especificar qué se quiere lograr, y una vez hecho eso se puede señalar la utilidad
de algo.
139
específicas puesto que el fin que se persigue también es histórico. Para ilustrar
este argumento podemos tomar como ejemplo un lápiz. Si lo que quiero es escribir
el lápiz tiene un uso: dibujar líneas que me permitan trazar caracteres. Si mi meta
meta es descansar o dormir, la cama tiene un uso: dar un soporte confortable para
poder dormir. Sin embargo, si se tiene otra meta puede tener otro uso. La artista
británica Tracey Emin utilizó su cama con fines diferentes y creó una obra de arte
titulada My Bed en donde el uso del mismo objeto –su cama– tenía otro bien
Marcel Duchamp.349 Los usos dependen del fin que se tenga y del contexto en el
que se encuentre el objeto o discurso en cuestión. Así, se puede decir que no hay
texto historiográfico puede ser leído, y por lo tanto también usado, de distintas
incluidos los historiográficos– no son fijos. La historia, como todos los textos, pasa
348
Estos diferentes usos pueden existir incluso si el creador o productor del objeto, acción o discurso no lo
haya si quiera pensado.
349
Tracey Emin. My Bed. 1998. Colchón, ropa de cama, almohadas, objetos. 79 x 211 x 234 cm.
http://www.saatchi-gallery.co.uk/artists/artpages/tracey_emin_my_bed.htm. Aquí el problema se vuelve:
¿Sigue siendo un mingitorio o una cama?
140
por el lenguaje, es una forma más de él. Así, para explicar por qué el significado
de un texto no es fijo, primero hay que entender cómo es que funciona el lenguaje.
poder, ser repetido incluso en ausencia del emisor y de su contexto inicial. Debido
a que un signo puede ser repetido, también puede ser citado en distintos contextos
written (...), as a small or large unity, can be cited, put between quotation marks;
thereby it can break with every given context, and engender infinitely new contexts
in an absolutely non saturable fashion”.350 Es por esto que las palabras pueden
de un contexto. Esto no sólo implica que un signo pueda tener una pluralidad de
significados (polisemia), sino que el significado del signo está siempre diseminado,
según Derrida, “[…] the intention which animates utterance will never be
completely present in itself and its content”.351 La intención del sujeto que emitió el
enunciado se pierde puesto que cualquier signo puede ser colocado en otro
contexto. Es por lo anterior que la influencia que los enunciados tienen sobre el
350
Jacques Derrida. "Signature Event Context.” Margins of Philosophy. (Chicago: University of Chicago
Press, 1982.): 320.
351
Ibidem. 326
141
mundo no está limitada por una intención humana.352 Más claramente: nuestro
dueños completos de nuestras palabras. Nuestro decir se nos escapa nada más
abrimos la boca. Como Derrida dijo, “[…] to write is to produce a mark that will
in principle will not prevent from functioning and from yielding, and yielding itself to,
uno lee, incluso lo que escribió un instante antes, uno (re)escribe. Jean Paul
Esta frase la había pensado yo; había sido antes un poco de mí mismo. Ahora
estaba grabada en el papel, formaba un bloque contra mí. Ya no la reconocía. Ni
siquiera podía repensarla. Estaba allí, frente a mí; hubiera sido inútil buscarle
una marca de origen. Cualquier otro hubiera podido escribirla. Pero yo, yo no
tenía la seguridad de haberla escrito. Ahora las letras ya no brillaban, estaban
secas. También eso había desaparecido: ya no quedaba nada de su efímero
354
brillo.
Entonces nunca hay una lectura pasiva porque todo acto de lectura, así
eternamente activo.
352
Se puede decir que Derrida deja de pensar en un sujeto con intención y argumenta que el lenguaje (y la
escritura) transforman el mundo. El lenguaje por sí mismo tiene agencia.
353
Véase Ibidem. 316.
354
Jean-Paul Sartre. La náusea. Trad de Aurora Bernández. (México: Origen-Seix Barral, 1984). 123.
142
Siguiendo estas ideas, incluso si un discurso histórico fue creado con un
propósito específico o fue usado de cierta manera, eso no implica que no pueda
existir una autoridad que diga todos los usos que un objeto o discurso puede
una forma distinta para la que en un inicio fue pensado. Simplifico con un ejemplo
trillado: un discurso histórico que sirvió para la dominación puede terminar siendo
giro. Casi sobra decir que las sociedades humanas no son un todo homogéneo. Si
asumimos, con Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, que dentro de nuestra sociedad
hay antagonismos entre los distintos grupos que la componen, se puede afirmar
que el discurso histórico será útil para un grupo concreto.356 La historia siempre
beneficia a un grupo social específico. La historia nunca es útil “para todos”. Es por
esto, que la pregunta sobre la utilidad de la historia siempre tiene que ser acotada
355
Tomo este concepto de Michel de Certeau. The Practice of Everyday Life. Berkeley. (California:
University of California Press, 1988): 106 ss.
356
Ernesto Laclau and Chantal Mouffe. Hegemony and socialist strategy: towards a radical democratic
politics. New York, Londres: Verso, 1985. Ernesto Laclau. “Sobre el Antagonismo”. Seminario en el
Instituto de Humanidades Universidad Diego Portales, Chile, Mayo 19 2010.
http://humanidades.udp.cl/?p=3612. Consultada: julio 2012. Chantal Mouffe. “Por una política de la identidad
democrática”, en Prácticas artísticas y democracia agonística. (Barcelona, Museu d’Art Contemporani de
Barcelona, 2007).
143
por otra pregunta: “historia, ¿para quién?” Los usos no solo cambian
históricamente, sino que dentro del periodo o momento histórico también hay usos
Para cerrar, se puede decir que por un lado la pregunta “historia, ¿para qué”
"historia, ¿para qué?”, sino también historia, ¿para qué?, ¿cuándo?, ¿dónde?,
¿para quién?, ¿en qué circunstancias? Con esto quiero mostrar que la respuesta
útil por sí misma sino que su utilidad está determinada por el fin que se busca. Un
fin que es necesariamente exterior a ella, y que a su vez está condicionado por las
144
Anexos
145
Anexo 1. Entrevistas
146
Anexo 1.1 Adolfo Gilly
Entrevista a Adolfo Gilly,
2-4 abril 2012.
Luciano Concheiro San Vicente
147
¿Cómo surge el proyecto de responder a la pregunta “historia, ¿para qué?”?
No creo que sea una invención de circunstancias, sino que la idea del libro y sus
preguntas -la que cada autor dedujo de la pregunta general del título- provienen de
las diferentes tradiciones intelectuales de la historiografía según las recibió cada
uno de los autores del libro, y de la historiografía mexicana en particular. Leyendo
el volumen esto resulta visible. La pregunta inicial: "Historia ¿para qué?", viene
expresa y literalmente, como es bien sabido, del inigualable pequeño libro de Marc
Bloch, Apología por la historia, que así comienza con la pregunta del niño a su
padre historiador. La obra entera de Bloch es una respuesta a ella, que culmina en
su último libro escrito en prisión, maravilla final que nos legó: "L'étrange defaite",
"La extraña derrota". En cada ensayo es posible discernir sus antepasados y la
tradición historiográfica de la cual proviene.
Creo que el impacto de Historia ¿para qué? puede medirse por el número de sus
ediciones sucesivas y por su perdurabilidad entre los historiadores y los
estudiantes de historia.
148
Desde de su punto de vista, ¿en que forma el libro Historia, ¿para qué? está
relacionado con el contexto sociopolítico e intelectual de los años ochenta?
Cada libro, por fuerza, está relacionado con el contexto intelectual de su tiempo
(en este caso, los años ochenta del siglo XX). Pero esta compilación resultó un
pequeño (y no sé cuán duradero) clásico mexicano en su género. Por ejemplo, un
rasgo peculiar y muy marcado de este libro es que si bien su iniciadora y
organizadora fue Alejandra Moreno Toscano, no hay en él una sola historiadora,
mientras sí abundan en la historiografía mexicana. Ese contexto intelectual del
tiempo aparece también en la violenta crítica que le dedicó Enrique Krauze en la
fecha de su presentación, polémica que visible o invisible no ha cesado en la
historiografía mexicana.
¿La historia tiene alguna otra función que no sea política? Si es así, ¿cuál le
parece que es la función imperante en nuestro mundo contemporáneo?
Si la historia tiene otra función que no sea política, como tú preguntas, está
respondido en varios de los ensayos de "Historia ¿para qué?": por ejemplo, en el
de Luis Villoro, uno de los más importantes en mi opinión. Puedes juzgar por ti
mismo, e incluso ubicar cuál de los escritos se centra casi exclusivamente en la
política. Ahora bien, tu respuesta variará según cuál sea la amplitud de la
definición que tú des a la palabra "función" y a la palabra "política".
¿Hoy en día cree que la respuesta a la pregunta Historia, ¿para qué? dada
por usted en 1980 sea vigente? ¿En qué sentido podría ser distinta?
Creo que, en los marcos intelectuales y temporales dentro de los cuales fue
pensado y escrito, mi respuesta mantiene su significado. He vuelto a leer ahora
ese ensayo (y otros, por ejemplo el de Luis Villoro) con motivo de tu pregunta. De
ahí mi respuesta. Reproduje ese escrito en una recopilación reciente: Historias
149
clandestinas, 357 donde aparece como epílogo de todo el libro. Sólo abrevié y
precisé su título. Se llama: "Historia crítica o discurso del poder".
¿Me podría contar alguna anécdota relacionada con el libro Historia, ¿para
qué??
357
Adolfo Gilly, Historias clandestinas. México: Itaca/La Jornada, 2009.
150
Anexo 1.2 Alejandra Moreno Toscano
151
puede ser sin personas como Alejandra. Sin tener tiempo siquiera para sacar mi
guión, empezó a narrarme:
En la introducción de Historia, ¿para qué? escribí las razones de porqué ese librito
se convocó. Te las resumo. En ese entonces nosotros estábamos haciendo una
tarea enorme de preparar el traslado de los papeles del AGN [Archivo General de
la Nación], que se encontraban en tres sedes diferentes, para conjuntar ese
traslado hacia el nuevo edifico del Archivo que se construía entonces en
Lecumberri, pero hacerlo con un orden. Había una parte del Archivo en los bajos
del Palacio Nacional, otra parte del Archivo estaba en un lugar que se llamaba
entonces la Casa Amarilla que es una pequeña capilla que actualmente es un
auditorio de la delegación Miguel Hidalgo, y otra parte se encontraba en el Museo
Nacional de Arte, en donde era la sede principal del Archivo de la Nación, en la
calle de Tacuba. Entonces ahí el problema era que de una manera bastante
compleja teníamos que reconstruir el famoso principio de procedencia de los
papeles para establecer su primer orden general por el emisor, el originario, el
productor del documento que era alguna secretaria o alguna oficina administrativa
de cualquiera de las épocas históricas correspondientes. Entonces ese era el
contexto general. Ahora, tuvimos que hacer una enorme cantidad de trabajo
técnico y de reflexión sobre el valor de la documentación formal y de contenido
también para definir algunas estrategias para ponerlos al servicio al público en el
nuevo Archivo, cómo íbamos a resolver ese tipo de problemas tan específicos que
vienen de la demanda de los investigadores, en donde quieren la información pero
ya ubicada.
Para consultarla. Me acuerdo de uno porque fue muy interesante, y que realmente
los ejemplares que hicimos entonces no se han vuelto a imprimir, pero que era un
cuadro sinóptico del origen de toda la administración publica desde la secretaria
152
del virreinato y sus ramas hacienda, caminos y obras publicas, secretaria del
virreinato, ahora si que gobierno y audiencia. Y cómo de ahí se van desprendiendo
las secretarias o las oficinas del gobierno en la época independiente. Luego con la
primer Constitución, luego con la segunda Constitución, luego con las Reformas
administrativas posteriores que correspondió a la postrevolución en donde hubo
muchos casos de fusiones de secretarias, divisiones, etcétera hasta el año que
nos encontrábamos que es en el régimen de López Portillo. El cuadro es una
maravilla. La utilidad para los investigadores inmensa. Y aunque se hizo una
investigación semejante a partir del derecho canónico para tratar de recuperar
también la estructura de los papeles eclesiásticos que se habían incorporado al
Archivo por razones en distintos periodos históricos el gobierno había asumido
documentación eclesiástica, en realidad era un acercamiento lógico al magno
desorden de papeles con el que nos enfrentábamos. Lo único que teníamos en
términos prácticos eran montones de papeles. De alguna manera, como quien
está arreglando sus libros, decías: “mira, éste ponlo allá en Hacienda, éste ponlo
acá en Gobernación, éste ponlo allá en obras públicas.” Y, como era una cantidad
de documentos tan grande, hicimos una convocatoria a estudiantes que nos
quisieran ayudar en esa tarea, pues de ubicación de la documentación –era por
procedencia, oficina, fecha– y empezar a levantar un inventario con los principales
temas que se tocaban. Todo muy sencillo. Los montones de papeles eran tan
grandes que la verdad al final pasamos varios años, casi todo el sexenio, son seis
años, decías “bueno, ¿de veras para qué juntas todo esto?” Existen principios
archivísticos para desechar, pero los historiadores siempre quieren tener todo. En
el caso de los archivos históricos es muy, muy difícil porque le pueden sacar jugo
hasta a una pequeña notita que esta al margen en una hoja que no tiene nada que
ver con lo que esta trabajando. Pero es una gran pregunta, finalmente es una de
las primeras preguntas que se plantean a cualquier persona que tiene que hacerse
caso de alguna memoria. Y ésta era la memoria del ente publico, del gobierno, de
todo lo que habían hecho los gobiernos y vinculaban una riqueza informativa
extraordinaria. La pregunta era ¿qué hacemos con todo esto? Había algunos
153
documentos, por ejemplo, que son series ya desestructuradas, como dirían los
arqueólogos descontextualizadas, de pagos de nominas en donde había una lista
de trabajadores que no se sabía ni para qué había trabajado, ni por qué. Bueno,
ese tipo de documentación vale la pena buscarle un orden de varios como estaba
en el Archivo, había un ramo de diversos o qué hacemos con esto. Necesitábamos
veinte kilómetros de estantes esto estamos en los setentas, ahora multiplícalo por
la administración publica yo no sé cuantos kilómetros tienen ahora. Luego el punto
era unir el esfuerzo de conservar, coordinar, preparar, poner a disposición y tener
una estantería llena de libros etcétera y entonces la siguiente pregunta es: “bueno,
ok, ¿y esto para que sirve?” Entonces ahí es cuando invitamos a estos jóvenes,
ahora ya ilustres todos, entonces distinguidos profesores, investigadores todos
muy reconocidos por los trabajos que habían hecho ya, a plantearles la
famosísima pregunta que no es nueva, que se han preguntado generación tras
generación, y que es una de las bases de los estudios históricos, que es: ¿para
qué sirve la historia? Y que le pusimos un titulo que corrió con suerte, y que se
llamó Historia, ¿para qué?. No dijimos cuándo, no dijimos cómo, no dijimos
porqué, nada más para qué. De hecho se sustentaba en una pregunta de su
destino práctico porque estaba originalmente planteada por una situación práctica
que es esos de papeles, no era un tema filosófico, era una cuestión
completamente material de decir: “¿tiene algún sentido para ustedes, para los que
sigan, institucionalmente como base de la documentación todos estos papeles?
Por favor díganme que sí porque nosotros hemos trabajado muchísimo.” Entonces
era una cuestión bastante sencilla. Lo extraordinario del ejercicio fue que todos los
ensayos fueron buenos ensayos. Muchas veces cuando tú convocas a que se
hagan estos documentos que les llamamos también no-libros porque no tienen un
solo autor pues te sale unos buenos otros malos, unos largos, unos poco
atractivos, etcétera; entonces hacer estos libros que tienen muchos puntos de
vista, muchos artículos, todos ordenados con un solo concepto que pueden ser
muy irregulares, en este caso tuvimos la fortuna enorme que todos eran buenos
ensayos, todos eran cortos, todos eran precisos, todos iban al punto, y aquí lo más
154
interesante desde mi punto de vista es que todos reflejaban también la
personalidad de sus autores. El ensayo de Gilly puede decir muchas cosas
técnicamente parecidas a… pero es totalmente diferente del ensayo de Enrique
Florescano o de Pereyra. Eso es lo que lo hizo yo creo un estudio tan interesante y
tan permanente.
Porque van a Baja California, ¿no? Fui al archivo del Archivo y encontré el
proyecto inicial con una lista de invitados, respecto a los autores del libro
sólo cambia el Dr. Don Pablo González Casanova por Adolfo Gilly…
Porque a lo mejor Pablo no pudo. Segunda acción que no era común. Ahora ya es
común pero entonces no era común porque no se usaba tanto. ¿Qué era? Todo el
mundo tenía mucho trabajo, siempre todo el mundo tiene mucho trabajo, todo el
mundo tiene que dar clases, todo el mundo tiene que hacer sus apuntes, todo el
155
mundo tiene que terminar sus libros, para comprometernos para terminar el libro y
la redacción vámonos al fin del mundo; y el fin del mundo entonces pues era Baja
California, digo, ahorita no puedo decir lo mismo. Entonces era un lugar muy poco
visitado, hermosísimo lugar. No había caminos, etcétera, todo era paradisiaco,
perfecto y entonces he de decir que las reglas de trabajo sí tuvimos que
imponerlas con cierta severidad y trabajamos mas bien ya que se había puesto el
sol y hacíamos las sesiones, y después seguían las conversaciones y ya por la
madrugada nos íbamos a dormir, y al día siguiente todo el mundo se levantaba
tarde. Todo estaba invertido, no era un seminario convencional en donde te
levantas a las ocho de la mañana para asistir primera sesión de 9 a 10 segunda
sesión, no. Era: “pónganse a pensar que estamos haciendo un libro que responde
a una pregunta que pude ser muy educativa para todos los que se interesan en la
historia, y hagámoslo bien”. Entonces nos divertimos bastante. Bueno, el resultado
fue los ensayos que se publicaron; no hubo edición, no hubo corrección, digamos,
que alguien se retrasara tanto, que otro pedía que ya iba a poner al día, no. Todos
entregaron a la fecha y se publicó el libro prácticamente como entregaron los
ensayos. Por eso te digo que fue una fiesta hacer ese libro, y eso se refleja en el
libro mismo; y por eso porque es amable, interesante, inteligente, útil, sintético. Por
eso ha durado tanto.
Fue precisamente para un evento público que fue una edición limitada –ahora
debe ser el sueño de los bibliófilos– especial y se distribuyó en un evento del
archivo propiamente. Una edición bien bonita. Pero esas ediciones de acciones
156
gubernamentales por sí tienen una vida muy efímera, entonces tú tienes que
aceptar que para que se reproduzca el conocimiento lo tiene que asumir una
empresa de reproducción de conocimiento que se llaman editoriales, y Siglo XXI
era entonces una editorial muy abierta para las nuevas propuestas editoriales.
157
algunos son muy hermosos como objetos, por ejemplo publicamos un libro sobre
las cenefas de los documentos. Ese libro es fantástico porque vas viendo desde el
punto del estudio editorial y las variaciones como las formas convencionales de
Europa se van reajustando, y al rato ya te parecen locales completamente
mexicanas con sus pajaritos y sus ollas de Oaxaca. Entonces todo ese proceso lo
registras en la propia documentación en la parte formal del documento, en la parte
como objeto.
158
Se hizo una presentación en Fonágora…
Los libros tienen vida propia. Entonces van, y los piden, y los demandan, “y por
qué los autores no vienen y lo presentan”. Ahorita está más sistematizado por las
ferias del libro. Entonces hay como fechas en que suceden todas las
presentaciones, grandes eventos, se discuten, etcétera. Entonces era como más
esporádico porque tenía que ver con las demandas de presentación que se
hacían.
Usted decía: “no se lee viejito el libro”, ¿y por lo tanto las respuestas
también siguen siendo vigentes?
Yo pienso que, como todo, tiene un contexto; y por lo tanto, en este caso, como
fue un libro tan inteligente, pues sobrevivió muchos otros contextos. Es decir, va
pasando el tiempo. Algunos están más datados que otros, pero pues todos están
bastante vinculados al momento general de la reflexión, así pasa. El otro día vi una
presentación de Fuentes en estas biografías rápidas que le han estado haciendo
en la televisión que decía “yo me eduqué en Estados Unidos y venía de
159
vacaciones a México y en Estados Unidos tenía un argumento de país triunfador y
en México un argumento de país derrotado”. Esa discusión del papel subordinado
de México entre las naciones y los Estados Unidos yo creo que ya no se daría
igual. O sea entonces ahorita dices tú: “fíjate, ahorita tenemos una posición, una
serie de políticas, en donde nosotros podemos ahorita hasta caminar más en
beneficio de la gente, del país, del conjunto que muchos otros países”. Entonces,
¿por qué no lo reconocemos? Gran pregunta. Por qué no dices, como el
presidente francés: “éste es un gran país y seguirá siendo un gran país.” ¿Por qué
no lo aplaudimos? ¿Por qué no parte de nuestra discusión sobre la educación de
los niños está en cómo trasmitimos aquí cierta historia mezclada de culturas con la
que se formó este país? Ese tipo de preguntas tendríamos que contestarnos.
Pues sí. Y tendríamos ahorita que contestarlo. Por ejemplo, un tema que resulta
fascinante para quien está en el Centro Histórico mañana y tarde sin parar durante
seis años es la reflexión sobre el vinculo que existe entre Asia y Europa.
Comercial, de cultura, de formas, de hábitos, de comidas, ¿no? Porque eso es lo
que caracteriza el Centro Histórico, esa especie de mestizaje extraordinariamente
compleja entre los chinos y los europeos; pues ha sido siempre así, o por lo
menos después de las grandes navegaciones. Pero en los hallazgos
arqueológicos que están continuando en el Templo Mayor pues tú te encuentras
que de todas maneras de los obsequios que allí se están recuperando están de
Oaxaca, de Nicaragua, de El Salvador, de Arizona, del Caribe, del Pacífico.
Entonces esa posición tan especifica que tiene el famosísimo Anáhuac también
ahí está. Entonces un poco para entender eso, para ver esas que es parte de tu
circunstancia heredada, pues ahí está la ciudad, ahí estás tú, pues también se
tiene que conocer. Y el trabajo nunca acaba porque siempre encontrarás algo
más. Ahorita también cómo reflexiones sobre tu historia, tu novelística, tu literatura
160
ahorita en la época en que la que está casi, casi terminándose la generación de
los cincuenta-sesentas, pues es otra cosa.
Hay preguntas que a cada generación nos toca de cierta forma responder…
Yo es lo que pienso. Creo que eso no es una proclama sin sentido, es realmente
una obligación generacional.
161
le van a seguir llegan los papeles? Gran pregunta. Qué bueno que no me tocó
este siglo. Sí es un problema mayor, mayor, mayor. Y luego cómo lo haces
accesible, en el sentido de que se necesitan los paleógrafos, se necesitan los
arqueólogos, se necesitan las selecciones, las reproducciones, las exhibiciones,
todo eso que es necesario para que se reproduzca el conocimiento.
Y usted considera que en los setenta, en el momento del AGN, de esta gran
incitativa…
162
No, yo creo que era una buena coyuntura. O sea, llegó el arquitecto Medellín y le
dijo a Don Jesús: “hay un gran edificio, ok, no lo podemos tirar, muy bien;” y
entonces me llevaron a ver. Me dijo: “¿qué necesitas como edificio?” Porque le
dije: “necesito un edificio gigante”. “Esto está enorme; pues a ver Lecumberri”.
Pues ahí voy a ver Lecumberri. Y entonces entramos cuando todavía quedaba el
tiradero de la penitenciaría, como ruina, bastante impresionante de todas maneras.
Y entonces sucedió un argumento que pareció muy interesante, y que fue el que le
presentamos a López Portillo, y entonces por eso nos dio también dinero para
hacer esa obra, que era que todo era como simbólico y el lugar más cerrado, en
donde todo estaba prohibido, en donde no había comunicación de nadie, en donde
estaban como todos los que quedan fuera de la política, fuera de la sociedad, lo
hiciéramos el repositorio inverso: el lugar en donde todos querían investigar, que
sea abierto, que sea una cuestión para comunicar, para construir, para crear,
etcétera, y darle un sentido socialmente útil a algo que tenía una historia tan negra
conocida de todos. Y que se convirtiera simbólicamente en un repositorio de
saberes, de esfuerzo, de construcción del país mismo. Ya empezamos a trabajar
con esa reflexión, es decir, sí teníamos un poco la obligación como de generación
de recuperar todos esos papeles que, bien visto para esa época, habían pasado
incendios, inundaciones, revoluciones de independencia, reforma, guerra civil,
imperio, revolución, revolución y revolución; y ahí estaban, de todas maneras ahí
estaban. Estaba el acta de la independencia, estaba la Constitución, estaban
documentos formativos del país. Y finalmente nuestra tarea era hacer que las
cosas sucedieran en seis años. Antes de que terminara el sexenio, nosotros
teníamos que tener todo listo. Y por eso trabajábamos como en tres líneas.
Ordenar papeles, pero no ordenándolos como fin en sí mismo, sino como
momento de traslado. O sea, ya teníamos que tener en el esquema de orden que
estábamos haciendo su destino físico en el otro edificio. Luego, la parte del edificio
mismo, la arquitectura, y ponerse de acuerdo con el INAH.
163
Que le tocó a usted con el arquitecto Medellín, ¿no?
Con Medellín, que tan buena persona que siempre fue. Resolvía problemas. Le
decía: “necesitamos un lugar donde se conserve la parte gráfica”. ¡Ay!, ¿dónde lo
ponemos, dónde?” Pues a buscarla. Y la parte de vincular, que eso ya no le tocó
luego a Presidencia, sino ahorita más bien lo tiene el IFAI, que es vincular reglas
administrativas y archivísticas para que el acervo se siguiera alimentando.
Entonces eran como las reglas de traslado de los archivos, digamos que ya se
consideran muertos para fines de función pública y que son ya declarados
históricos. Eran los trabajos que se tenían que hacer, hasta que ya se inauguró y
ya todos muy contentos y empezó la crisis.
No.
Sí, porque el más joven de ahí debió de haber sido José Joaquín Blanco,
¿no?
164
José Joaquín sí era un bebé. Era el chico y el más revoltoso.
No. Por eso te digo que la demostración de que realmente los ensayos fueron tan
auténticos, tan bien hechos, tan inteligentes y tan apunto fue que como los
entregaron entraron a imprenta, cosa que no suele suceder eh. Y ahorita hay
muchas reuniones previas como para darle coherencia al asunto, ¿no? Es un
proceso como de edición en la marcha. Y aquí fue de golpe, y eso es que lo hace
tan apetecible, tan ligero, es un libro que te lees rapidísimo y lo sigues leyendo con
gusto.
165
Esa sí ya fue mi selección. Desde mi punto de vista, eran de los muchachos más
inteligentes que había en el mundo de la cultura de esos años. No todos eran
académicos-académicos. Había el caso de Adolfo muy especial, activistas
políticos, Adolfo estuvo en Lecumberri. Estaban los, digamos, más reflexivos y
ahora si que entraban a todas en términos de voz pública, activos de todas las
reuniones, todas las discusiones, etcétera. Y fue una época de mucha discusión
eh, era una época que estábamos acostumbrados a disentir entre todos y a
aceptarnos como tal, cada quien con su propia personalidad, pero sí a reconocer
que eran los más brillantes.
No, pero todos son historiadores. O sea, ¿quién no? A ver dime, quién no.
Me refiero disciplinalmente.
Pues yo creo que eso también es la parte de lo que hace que el libro sea tan
interesante porque tú ya estás viendo a estos, digamos, personalidades,
pensadores, tal y como abordan su cuestión. La forma como hacen su
argumentación pues es totalmente diferente. Y ahí le van dando su propia riqueza
como escritores, como pensadores y como políticos.
166
Y a fin de cuentas, aunque cada ensayo tiene su tónica, el libro terminó
siendo un libro, aunque empezó siendo un no-libro? ¿Para usted hay ciertos
puntos de convergencia?
Yo siento que sí. La reflexión sobre de por qué la memoria es parte constitutiva de
tu acción, por ejemplo, la gran mirada de largo plazo que ahorita está tan
devaluada, aquí hay siglos, no es lo que pasó ayer. Y una visión bastante de
futuro, y entonces todo eso pues también es mucho el momento, era un común
contexto en el que pues se pudo dar eso, la coyuntura no estaban todos tan, tan
distanciados como para no poder generar la obra colectiva porque hubo momentos
en el que a lo mejor se distanciaron y ya no puedes hacer un esfuerzo como estos.
Entonces sí, la coyuntura claro que ayudó.
167
Anexo 1.3 José Joaquín Blanco
Entrevista a José Joaquín Blanco,
Ciudad de México, 14 junio 2012.
Luciano Concheiro San Vicente
Cuando se hizo la obra para otorgarle una nueva sede al Archivo General de la
Nación, Alejandra Moreno Toscano convocó a un grupo de personas, el criterio es
que fueran diferentes unos de otros pero más o menos cercanos porque todo era
168
más bien informal. Nunca pensamos que fuera a ocurrir esto. De hecho no sé si
conoces la versión original, la naranja, es un librote. Ese libro fue como obsequio a
los que asistieron a la inauguración. De eso se trataba. Y luego ya a ella se le
ocurrió dárselo a Siglo XXI para que lo vieran los estudiantes. Y además cometió
una torpeza infinita, porque les dijo que les cedía los derechos y todos firmamos
una carta cediendo los derechos porque nunca pensamos que fuera nada.
Entonces como ya era bastante pedirle a una editorial que un librito que era de un
coloquio lo publicara, pues le cedimos los derechos. No sabíamos que iba a tener
tantas ediciones. En fin, fue importante. Bueno, fue inesperado. Nos dio mucho
gusto que saliera.
Una de las preguntas era como muy natural, ya que se estaba haciendo esa gran
inversión en el Archivo: ¿para qué? Un poco se enfrenta a la posición que había
en ese tiempo de auge de la izquierda, un auge muy reciente, que tenía como
consecuencia en el campo de la historia un extremo utilitarismo y pragmatismo de
la historia. Buena parte de los profesores y los muchachos de aquella época
querían estudiar historia para hacer la revolución, era lo natural en ese momento.
Entonces se convocó, hubo algunos que dijeron que era para eso, es decir, para
estudiar los problemas y el origen de los problemas y resolverlos, ya fuera a través
de la política, de la economía, etcétera. Pero también hubo otras personas que
dijeron que era para el conocimiento puro, para la actividad humana. A final de
cuentas, la historia es como la vida. ¿Para qué el amor? ¿Para qué la comida?
Pues porque uno vive.
Sí tiene una línea marcada hacia la izquierda, aunque con la excepción de Gilly o
Arnaldo Córdova nosotros no éramos tan programáticamente marxistas. Pero sí
169
permeaba ese espíritu, como permeaba en toda la sociedad académica, juvenil,
intelectual de aquella época.
Inclusive era de otra generación, ¿no? ¿Por qué usted era el más joven ahí
de los diez?
170
Treinta años, sí.
Que venía en este caso, como usted me platicaba, del AGN y de la inversión
del cambio de sede. ¿Ustedes más bien ayudan a responder ese
cuestionamiento que se había originado por una cuestión práctica?
Ya que se estaba haciendo esa gran inversión, porque fue una obra importante:
¿para qué estudiar la historia? Ahora, ¿por qué se hizo el AGN? Porque no sabían
qué hacer con Lecumberri. Esa es la verdadera cosa. Estaba ya en ruinas, se
había hecho una cárcel nueva. El gobierno del PRI tenía una mala consciencia de
la represión que había tenido durante décadas. Hank González quería de plano
demolerlo y hacer ahí un centro urbano con jardines y estadios, una cosa
diferente. Y Reyes Heroles dijo que era parte de la historia de México y de una vez
se aprovechó. Es decir, no hubo un para qué, fue una cosa casual. Y también se
aprovecho que ya no querían el AGN estaba en unos salones ahí polvosos de lo
171
que ahora es el Museo Nacional de Arte, que era el Palacio de Comunicaciones,
pero ya no lo querían ahí porque estaban adecuando –que todavía no terminan de
adecuar– el Palacio para Museo Nacional de Arte porque todavía no sacan
telégrafos. Por un lado, querían sacar ese archivo que era de Gobernación por
otro lado, qué hacer con Lecumberri.
Pero, al mismo tiempo, ¿usted cree que se estaba dando una revaloración
de la disciplina de la historia como tal?
No, yo no creo. Es decir, los autores si porque aman la historia. Pero en esa época
no había una revaloración de la historia en sí misma. Había una revaloración de la
historia desde el punto de vista de la izquierda. Querían volver la Revolución
Mexicana, que había sido convertida en una historia oficial del PRI a favor de los
presidentes, querían devolverla a las cuestiones magonistas, zapatistas, villistas,
etcétera. Ahí sí había un gran impulso, había una reconsideración de las
organizaciones populares e indígenas de la historia de México, pero eso más bien
como una pulsión social.
¿Entonces en este sentido cree usted que haya un diálogo entre las
respuestas que se dieron, entre el libro en su conjunto, y el contexto
sociocultural político, intelectual?
Lo manifestamos. Pero el libro no tuvo respuestas. Fuera del berrinche que hizo
Krauze, del que no me acuerdo nada mas que fue a hacer un papelote ahí a la
presentación del libro en el Centro Helénico. Yo estaba en la mesa, y nada más
me acuerdo que Florescano estaba enojado, pero no pele. Digo, me pareció que
era un conflicto de mafias, que no tenía ni caso pelarlo.
¿Entonces usted cree que era más bien eso, una confrontación entre grupos
políticos más que una confrontación teórica?
172
Fue un berrinche de Krauze, porque yo nunca me enteré que O´Gorman ni que
Zavala se hubieran molestado.
No, ni que yo sepa que haya provocado grandes polémicas entre los historiadores
ni demás. Fue lentamente que nos fuimos enterando que ya había otra edición, y
que ya había otra edición, y que ya había otra edición, y que los alumnos lo
estaban fotocopiando y ese tipo de cosas.
173
Pero fue Alejandra ahí, en una puntada. Hizo una carta y todos la firmamos.
Sí. Ahora, también había otra cosita, como nos pagaron el viaje a la Paz, pues de
alguna manera en aquellas épocas que eran más estrictas que ahora, se suponía
que si nos estaban invitando a comer los huevitos con chorizo de desayuno, había
que dejar un texto en el simposio que estábamos invitados. Entonces, como que
de alguna manera, los derechos ya eran de Gobernación que nos había invitado al
simposio y Gobernación los cedía a Siglo XXI a fin de que no se quedara en una
sola memoria o en un solo librito que no había tenido hacia el publico o hacia el
exterior otro fin que el de sacar un libro para conmemorar el cambio de sede,
porque se regaló a los invitados importantes.
¿Me podría contar un poco más de este seminario, del viaje a Baja
California?
Nos fuimos juntos. Llegamos al aeropuerto, llegamos a La Paz. El hotelito era muy
raro, porque era un hotelito a las afueras de La Paz, pero era un hotel escuela. Es
que todo era Gobernación, en esa época era todo más estricto, no era un hotel de
lujo ni nada. Cuando querías un café o algo era un problema conseguirlo. Era un
hotelito escuela que tampoco tenían en que utilizarlo y entonces lo utilizaron para
el simposio. Y nos atendían muchachos que estaban aprendiendo a ser
camareros.
¿Y fueron los diez autores nada más? ¿Alguien más? Alejandra Moreno
Toscano…
Sí hubo más gente. Jorge Ceballos, que era el subdirector del Archivo. Fueron
familiares. El hotelito estaba en las afueras. Yo creo que sí daba al mar o a una
174
alberca, no me acuerdo. Pero lo que sí me acuerdo es que estábamos ahí en traje
de baño en una de las pausas y estaba Villoro con una nueva esposa que tenía,
antes de Giselle, y con los niños chiquitos. Estaba jugando con sus niños. Luis
González llevó a su esposa. Algunos llevaron gente.
No, fue totalmente informal. Supongo que fueron tres o cuatro mesas.
Yo creo que fue diferente cada autor. Yo lo di de inmediato. Pero por ejemplo
Monsiváis tenía la manía siempre de reescribir las cosas, así que vete a saber si
no lo reescribió después.
Pero tampoco éramos muy amigos. Es decir, de Alejandra sí todos éramos
amigos. Pero entre nosotros no todos éramos muy amigos.
¿Hoy en día cuál le parece a usted que sería la utilidad o la función social de
la historia, permanecería su respuesta del libro?
175
Y alguna anécdota, o el recuerdo que usted tenga más fresco sobre Historia,
¿para qué?
Agarramos unas buenas borracheras en la noche. No todos, los que querían. Muy
tranquilo, muy calmado.
176
Anexo 1.4 Arnaldo Córdova
Entrevista a Arnaldo Córdova,
Ciudad de México, 11 junio 2012.
Luciano Concheiro San Vicente
Usted cree que hay una unidad en el libro Historia, ¿para qué?
No, unidad no. No, allí hay cosas que se plantean desde muchos puntos de vista.
Los puntos de vista de los autores pues. Es decir, hay el punto de vista de un
historiador que es de pura cepa como es Luis González y González que, bueno,
era el estilo de Luis González y González, echar mucho relajo en sus trabajos. Hay
una visión que podríamos decir de un historiador filosofo, más que historiador,
pero que se metió como historiador desde los primeros años de su vida. Su tesis
fue sobre tema histórico, sobre los temas del indigenismo en México; y luego una
tesis de doctorado, una secuela de los estudios históricos que él estuvo haciendo
177
bajo la dirección del maestro Gaos. Y es Villoro. Y luego hay gente ahí gente muy
disímbola, otro que hasta entonces era un historiador de cepa, es decir, formado
como historiador: Aguilar Camín. Florescano pues también, aunque él ha andado
haciéndole de antropólogo, pero es más historiador que otra cosa, su formación
es de historiador. Y un bicho allí como yo que venía de los estudios jurídicos y
políticos, y que desarrolló ese tema.
Te quiero decir que por las profesiones, por los orígenes los enfoques eran
diferentes. Se ha querido hacer de eso una tendencia histórica. Se le ha llamado
de los revisionistas. Nosotros seríamos los revisionistas. Pero yo no considero que
haya nada que nos acomune como una corriente de pensamiento.
Tal vez debería entonces comenzar por lo que era mi final. Enrique Krauze
hizo una famosa reseña…
Sí, y yo le conteste.
178
Bueno, pues es muy sencillo: Krauze pensó que era una historia whig. Tú sabes la
diferencia entre los whig y los tory. Yo ahí me lo cotorreo le dijo que en su origen
escocés la palabra whig quiere decir ladrón de corderos. Pero en realidad es el
nombre que se le daba a toda una corriente estatista de la historia en Inglaterra.
La historia de Gibbon, alrededor de él, y hay muchos planteamientos que se
hicieron en los estudios históricos en Inglaterra, se pensaban que eran estudios
que iban hacia un estatismo. Es sencillo el tema, Enrique Krauze nos ve como
unos estatistas, es decir, como unos whigs. Somos aquellos que estamos
haciendo la apología del Estado surgido de la Revolución. Y él expresa su temor
de que ese libro pueda volverse un libro de texto en la escuela media y estas
cosas. Lo cual él lo ve muy mal, no dice por qué. Nada más desde un punto de
vista que él dice que es liberal nos condena por el hecho de ser estatistas. Eso yo
no lo acabé de entender nunca. Pero en ese caso el veía eso como una
justificación. El veía el libro, todo en su conjunto, como una justificación del
estatismo. Y yo, en un alarde polémico, me lo cotorreo. Él, por ejemplo, llega a
decir que la Constitución mexicana es hegeliana porque se trata de un Estado
plasmado en la Constitución que absorbe a toda la sociedad. Y en ese sentido
tenía razón. Pero yo agarré el artículo 39 que habla de la soberanía popular, y
entonces le digo en todo caso será roussoniana. Pero no le entré en la polémica.
Es decir, ese punto yo lo soslaye. Pero le hice notar que hay origen roussoniano
también en nuestra Constitución. Ese artículo es de la Constitución del 57 pero se
reproduce tal cual en la Constitución del 17. Es un artículo muy hermoso, muy
bonito, y es el centro, el fundamento de todo el sistema político mexicano. No sé si
tú hayas conocido alguna de las ediciones de Los derechos del pueblo mexicano
que ha publicado la Cámara de Diputados, la última edición corrió a cargo de
Manuel Porrúa –el de la calle de la Amargura. Son como treinta tomos. Hay uno en
el cual yo escribí un ensayo sobre el artículo 39. Ahí si doy razón de lo que quise
decir. En el otro sentido Krauze viendo ya lo que fue el Estado corporativo, y la
unción de las clases populares al yugo del Estado, claro tenía razón. Yo ahora, no
ahora, también entonces, pero no lo quise dar cuerda. Simple y sencillamente tapé
179
ese asunto y Krauze tenía razón. Es decir, un Estado hegeliano. Así muy parecido
a lo que Hegel planteaba como Estado, es decir, un Estado que absorbe y acaba
engulléndose a la sociedad civil, es decir, politizándola. Las organizaciones de la
sociedad civil, las corporaciones las politiza y las unce al Estado. Entonces es este
uno de los temas que tocamos. La verdad es que yo le di una paliza. La
contestación suya, esa ya ni la conserve. La contestación suya a mi réplica fue ya
muy débil y conciliadora. Comienza diciendo que yo me asombraría de saber
cu¿?ántos acuerdos hay entre nosotros, así comienza. Y luego no ahonda él en
los puntos polémicos, por eso yo ya no seguí la polémica. Bueno, no fui el único,
Florescano sí le contestó. El tema-tema de la historia en el libro aparece desde los
puntos de vista muy personales de los que participamos en el evento. Uno de los
que anduvo por ahí divulgando la idea de que éramos revisionistas y que
constituíamos toda una corriente de los estudios históricos fue Florescano. Tal vez
a él convendría que lo entrevistaras para que te explicara eso. Yo nunca me di por
aludido, ni me consideré formando parte de un grupo. En realidad ninguno de
nosotros estaba de acuerdo.
180
que la Revolución era una especie de espíritu. Eso es hegelianismo. Una especie
de espíritu que de vez en cuanto caía y se implantaba en algún lugar. Entonces
ese espíritu cayó en México y aquí prendió. Esa es la idea básica de su libro sobre
la Revolución interrumpida.
Fue una ocurrencia. Desde luego fue una idea que no sé si fue exactamente de
Florescano o de Alejandra Moreno, creo que fue de Alejandra, yo nunca lo supe.
Pero sí se nos convocó para que explicáramos para qué estudiar la historia.
Entonces la idea central de mi ensayito es que debíamos estudiar la historia los
politicólogos, los que nos ocupábamos de la política y del derecho, teníamos que
recurrir a la historia. Por eso el título ese un poco emblemático de mi ensayito
“Historia maestra de la política” fusilándome a Cicerón: historia magistra vitae. Esa
fue mi respuesta. Todos los demás dieron su respuesta de acuerdo con sus
particulares puntos de vista.
No, era un tema que nosotros debíamos tomar para desarrollar un subtema.
Entonces lo que hay en los ensayos son subtemas. Lo mío es un subtema: la tesis
esencial es que para entender la política de México teníamos que estudiar su
historia. Y no entenderíamos la política en México, el Estado en México y todas
sus instituciones, la vida política de México misma, si no recurríamos a la historia,
es decir, si no estudiábamos historia. Esa era la tesis de mi ensayo. La de los
otros, cada uno tuvo su ocurrencia.
181
La mía sí, yo sigo pensando eso. No sé los demás, pero yo sí. La diferenciación se
da desde ese mismo libro, no todos coincidimos. Es más, no creo que hayamos
coincidido en mucho. La idea de Krauze es una idea muy tonta y arbitraria. Pues
responde más a los pedos que traen él y Aguilar Camín. Son hermanos gemelos
que se odian, y así ha sido la vida de ellos.
182
tesis escrita en la “Falfurrias University.” Falfurrias es un condado de Texas donde
no hay universidad, para empezar, nada más era la idea de pitorrearse de mi libro.
Y Paco González de la Vega lo que hacía era lamentar el modo como yo trataba la
Revolución. Es decir, la había desmitificado y eso les dolió. Fíjate tú que Pablo
González Casanova fue el que a mí me contrató para que hiciera el libro, él me
llamó a Sociales para que hiciera el libro. Pero él pensaba que iba a ser otra cosa,
algo muy semejante a las historias del pensamiento que escribía Don Jesús Silva
Herzog, y yo hice otra cosa. Y a él no le gustó mi libro. En 73 apareció la primera
edición, la segunda apareció en octubre del 73 mismo, se vendió muchísimo y se
sigue vendiendo. Entonces Pablo González Casanova, por ejemplo, eso lo he
observado, no se lo reclamo, no tengo ningún derecho, jamás me ha citado.
Cuando el habla del Estado mexicano o de la Revolución Mexicana jamás me ha
citado. Y dos o tres actitudes suyas me han demostrado que no estuvo de acuerdo
con el libro. O sea mi patrón estaba en contra mía, no le gustó lo que había hecho.
Él era rector cuando salió mi libro. Y en esos días me dijo: he odio hablar mucho
de tu tesis, qué maravilla y quién sabe qué. Pero cuando ya la leyó se llevó un
quemón. Todos los adoradores de la Revolución Mexicana, Don Jesús Silva
Herzog, él nunca escribió nada sobre el libro, pero decía que era una pena que los
jóvenes historiadores nos descarriáramos a tal grado de que despreciáramos
nuestro pasado. Fíjate lo que me dijo. Eso lo dijo en una conferencia. Fue un libro
que impactó.
También el libro de Gilly tuvo su impacto. Porque el libro de Gilly con ser un libro
muy deficiente, porque no tuvo investigación. Gilly lo escribió en la cárcel, en
Lecumberri. Tenía tres libros. Son los tres libros que el cita en el libro los que el
estudió. De veras, El águila y la serpiente de Martín Luis Guzmán, ¿cuál más?…
son tres libros, yo los identifiqué. Y sobre eso se basó. Y todo lo demás fue pura
inventiva, pero el libro tuvo su impactó. Primera vez que un marxista se ponía a
interpretar la Revolución Mexicana. Habían estado los soviéticos pero esos eran
de un acartonamiento terrible. La lucha de clases vista como un teatro de títeres.
Aquí está el proletariado y acá y se dan de palos. Haz de cuenta un guiñol. Eso es
183
lo que son los historiadores soviéticos, con sus excepciones. El libro de Larín, por
ejemplo, sobre el movimiento cristero es muy bueno. Rudenko y otros ahí por el
estilo eran muy esquemáticos. También estos pero ya tenían más investigación.
Y hablando de los impactos de los libros, ¿usted qué impacto cree que ha
tenido Historia, ¿para qué? en el panorama intelectual mexicano?
184
solidísima. Estaban agradecidos con Bonaparte El Grande porque les dio las
tierras, es decir, los convirtió en campesinos. Y la Francia sigue fue siendo la
Francia campesina de aquella época. Tú sabes que después de Estados Unidos la
agricultura nacional más exportadora es la de Francia. Han hecho mierda a
Francia pero siguen siendo los campesinos aquellos prósperos, no como la
reforma agraria en México que surgieron de la Revolución. Es decir, del gobierno
de Napoleón Bonaparte. Los revolucionaros no se atrevieron a tocar la propiedad
señorial, Bonaparte la hizo mierda.
Más allá de la tesis que usted plantea de los estudiosos de la política tienen
que recurrir a la historia, ¿qué otra función cree que la disciplina pueda tener
hoy en día?
185
un beso y de ahí surgió la idea de escribir El Werther, su primera obra. Entonces
Thomas Mann en Carlota en Weimar ve a Carlota ya vieja, ya viejita, ya de
sesenta y tantos años, sesenta ocho años que vuelve a Weimar a visitar a su
hermana y sus parientes y se encuentra con Goethe. Esto está ambientado en el
año 1815 una cosa por el estilo, Goethe ya octogenario, ya viejo, pero Thomas
Mann hace una reconstrucción psicológica de Goethe. Ahora, ¿Thomas Mann no
tenía de qué ocuparse? Pues claro que sí. Su primera novela, Los Buddenbrook,
es la historia de Alemania, es de una familia, la familia de él mismo, la historia de
la familia. El Gatopardo, igual que Los Buddenbrook, es la historia de una familia
que se deshace, que se acaba. Entonces, ¿te das cuenta? La historia se nos mete
por todos lados. Yo no puedo escribir nada sino recurro a la historia. Todos los
temas de la política están enmarcados en la historia. Eso es lo que yo quiero decir
en ese ensayito. Y virtualmente es un inculto el que no sabe historia. Eso está
pero clarísimo. Si no sabes dónde ubicar una pintura, por ejemplo, “La primavera”
de Botticelli si no entiendes eso, la historia, el momento histórico en donde nace la
pintura. Compara el cuerpo de Venus en “La Primavera” y compara las mujeres,
de por ejemplo, Rubens. Si tú no entiendes la historia, no sabes historia mejor
dicho, no te ubicas, no puedes ubicarte. ¿Tú estás estudiando historia?
Sí…
Tú no tienes ese problema, pero los demás sí lo tenemos. Hay que leer historia,
hay que saber historia. Además la historia ha hecho unos progresos increíbles.
Esa historia en treinta y dos volúmenes de la Fischer que publicó Siglo XXI aquí,
Historia universal. Son treinta y dos volúmenes. Desde la primera antigüedad,
desde la protohistoria, el primer tomito es dedicado a protohistoria. Ya es un libro,
es un texto, ya no como esos libros de Malet y de Isaac, que nosotros leímos,
Ducodret (2842), libros de gente del siglo XIX. No, es ya una historia que te dice:
este dato está en una tablita que los arqueólogos encontraron en tal parte y que
está en tal museo, este otro dato… Ranke que hizo la apología del documento,
186
Ranke se habría maravillado de lo que ha hecho la historia en este siglo, bueno,
en el siglo veinte y hasta ahora.
Usted cree que las críticas de los que se han llamado teóricos
posmodernos…
Pues claro que sí. Ranke convirtió a la historia en una ciencia. Es decir, el
documento. Así como son los datos llamados duros en las ciencias duras. Que yo
no sé por qué les llaman duras, ¿verdad? Es una mamada, yo no lo entiendo. No
lo acepto sencillamente, también nosotros tenemos nuestros datos duros. Yo soy
un constitucionalista, yo también tengo mis datos duros. ¿Dónde están? Pues en
las constituciones, las leyes.
¿Y la parte interpretativa?
187
Eso sí ya es el plus que tú le agregas al estudio histórico. Yo no puedo hacer un
trabajo de derecho si no hago la historia del tema, del problema que me voy a
plantear. Ahí están mis héroes, mira. Todos esos son filósofos del derecho, todos
esos. Ese es para mí el más adorable de todos, el italiano Calamandrei. Y ahí
tienes a los mexicanos.
Estuvo con…
Con De Gortari. Yo llevé a De Gortari a Morelia como rector con González Rojo.
Yo era profesor en la Universidad, todavía no me recibía incluso cuando fui
profesor. Fui profesor de Historia contemporánea, era el último curso de historia, lo
di en Colegio de San Nicolás.
Usted cuenta en algún lugar que fue alrededor de los cincuentas que se
incorporó a algunos grupos políticos marxistas…
188
No, la derecha universitaria y el gobierno de Arriaga Rivera le organizaron un
movimiento a De Gortari y lo tumbaron. Yo estaba en Italia. Pero a mí me pagó
mal De Gortari, porque yo lo llevé a la rectoría de la Universidad Michoacana y el
cabrón habiéndome ya concedido el Consejo Universitario mi beca de tres años el
me la redujo a dos años. Y aparte de la misma beca yo tuve que pagarme mi
pasaje a Roma. Y no obstante a eso yo, como pude, trabajando allá y pidiendo
ayudas y todo eso, yo permanecí tres años completos en Roma hasta que me
doctoré. Y regreso a Morelia dos años, doy clase. Y hubo otro movimiento que me
hizo salir de allá. Bueno, también una conveniencia personal porque yo estaba
casado con una italiana, la mamá de mis hijos era italiana, Paola Vianello, se me
murió en el 2007. Era una potencia intelectual, yo le di al país eso también: una
gran filóloga. Era la que sabía griego antiguo aquí. Allí están libros sobre Hesíodo,
Los trabajaos y los días y La teogonía, que fueron sus primeros trabajos. Y luego
siguió trabajando sobre los oradores áticos, los abogados de la Grecia antigua.
No, yo entré primero. Ella llegó el 11 de enero de 1967. Ya nos habíamos casado.
Entonces ella todavía estuvo dos años en Italia y yo me tuve que regresar. Ella
vino una vez, yo fui una vez. En fin, así nos estuvimos hasta que ella pudo venir,
hasta que ella se doctoró. Cuando se doctoró ya vivió aquí para siempre. Ella era
arqueóloga. Pero allá en Italia los arqueólogos entonces, no sé si ahora, no podían
estudiar la carrera sino habían hecho previamente la carrera de letras clásicas. Y
fíjate lo que la carrera de letras clásicas implicaba, eran escuelas medias de ocho
años. Estaba la prima media, luego el gimnasio y luego estaba el liceo. Ocho
años, los ocho años estudiaban latín y se iban a letras clásicas estudiaban cuatro
años griego, luego cuatro años más de la universidad estudiando griego y latín,
¿tú sabes cómo llego aquí ella? Sabiendo griego y latín como nadie. Me acuerdo
que en el examen de oposición estaba Rubén Bonifaz Nuño examinándola y le
dieron una página de Aristóteles a que la tradujera, y ella primero la leyó en griego
189
y era un griego cantarino bellísimo el suyo, la pronunciación de Erasmo. Erasmo
fue el que dio el prospecto más exacto de pronunciación del griego antiguo pues
ya nadie sabe cómo se pronunciaba, pero Erasmo fue el que dio el modelo para la
pronunciación. Entonces ella lo seguía y Rubén Bonifaz Nuño, el poeta, se quedó
tan encantado que le pidió por favor que lo volviera a leer el trozo ese en griego.
Bueno, a ese grado, a ese punto.
190
primero entré en 67 a dar clases a Ciencias Políticas y en 67 mismo Pablo
González Casanova me enganchó. Me pidió que le hiciera una introducción a unos
textos de Kant para la colección de “Nuestros clásicos” que él dirigía. Y le gustó
tanto mi ensayo de Kant que me pidió que fuera a trabajar al Instituto. Entonces yo
le dije: sí dese luego, pero me vas a pagar salario completo. Claro que sí. Dejé el
trabajo en la ANDSA de abogado y me fui a la Universidad. Entonces yo soy de
tiempo completo en la Universidad desde febrero del 68, o sea ya llovió. Entré de
profesor en la Facultad de Ciencias Políticas en 67 cuando era abogado, estaba
yo litigando para la ANDSA, Almacenes Nacionales de Depósito S.A. era una
institución del Estado, un organización descentralizada donde yo entré a trabajar
como abogado.
No, ya no.
¿Tendrá alguna anécdota, algún recuerdo del libro Historia, ¿para qué??
Pues aparte de la polémica con Krauze no, fíjate. El libro fue muy bien recibido. Y
luego la polémica avivó un poco el asunto. Todavía no existía La Jornada, era
Unomásuno. Era el padre de La Jornada, fue años después que se separaron.
Payán se salió de Unomásuno y fundó La Jornada. Era elle periodo de la izquierda
que estaba abrumando. Era un periódico que ya estaba alcanzando a Excélsior en
sus tirajes. Después de la trágica historia de Scherer en Excélsior lo dejó atrás.
Era el periódico que leía la clase intelectual. Todo el mundo supo de la polémica,
entonces todo el mundo supo del libro. Pues el libro se vendió como pan caliente.
La polémica sirvió para que el libro se vendiera.
191
Los temores de Krauze se cumplieron después de todo. El libro se dio como texto.
Pero Krauze no lo pudo impedir.
Carlos Pereyra, estuvo, Luis Villoro, Luis González. Todos estuvimos. Enrique
Florescano fue con Alejandra, que era la organizadora del seminario. Héctor
Aguilar Camín claro que estuvo allí, estuvo con Ángeles Mastretta, ya se habían
casado. Carlos Monsiváis, desde luego. Adolfo Gilly, sí. Y el finado Guillermo
Bonfil, que también estuvo ahí. No, todos estuvimos. Allí nos encerraron en el
Hotel Presidente, que ahora ya no me acuerdo cómo se llama. Esta allí después
de Coromuel. Es un hotel que está ahí rodeado de palmeras. Y ahí nos
encerraron. Claro, encerrar es un decir, íbamos para todos lados. Anduvimos en la
juerga todos los días, en las playas, en fin. Me acuerdo que me di una quemadota
tremenda.
Claro. Todos los días que estuvimos ahí. Cuatro, cinco días estuvimos ahí, porque
Alejandra con buen tino hizo que nos diéramos todo el tiempo suficiente. Es decir,
cada quien leía completo su trabajo. El mío era muy chiquito, no lo quise hacer
muy grande. Pero el de Luis González y González era bastante grande. El de
Villoro también. Pero lo leían todos luego nos dábamos un receso. Luego
volvíamos. Y a discutir mañana tarde y noche. En la noche, pues los que querían
iban a La Paz a echar relajo. Y luego entre días había mañanas en que no
discutíamos para irnos a las playas.
192
Sí, pues todos éramos amigos. Claro. Ya llevábamos años. Esto fue en 79-80, por
ahí. Ya llevábamos por lo menos diez años casi todos de conocernos.
Yo creo que sí. Yo lo cedí, para algo me lo pidieron. Me pidieron ceder los
derechos y los cedí.
193
Anexo 1.5 Enrique Florescano
Entrevista Enrique Florescano,
Ciudad de México, 18 julio 2012.
Luciano Concheiro San Vicente
194
¿Cómo surge el proyecto de responder a la pregunta “historia, ¿para qué??
Yo creo que esa pregunta surgió dentro del grupo que estaba haciendo la revista
Nexos, entre los historiadores que éramos Alejandra Moreno, Héctor Aguilar
Camín, un literato que estaba en la historia José Joaquín Blanco, yo, y no
recuerdo más. Nosotros teníamos una conversación cada semana alrededor, el
grupo, de un tema que se fijaba por el grupo y luego alguien lo desarrollaba, sino
era del grupo se invitaba a alguien que lo pudiera desarrollar y luego se armaba la
discusión, y así nació la revista Nexos. En realidad, después de estar discutiendo
un año, que hicimos el libro México, hoy dijimos: bueno, por qué no buscamos ya
que hicimos este libro, y fue un libro muy exitoso que daba una visión muy amplia
y completa del México de entonces y de todo de las área de ciencias sociales,
ciencias puras, salud, etcétera, dijimos, bueno por qué no hacemos una revista
para el público ese grande que ya se creó, y al cual nosotros no le sabemos hablar
porque hablamos cada quien nuestro lenguaje, y eso yo creo que nació porque
ese grupo en ese momento era fundamentalmente la generación del 68, o sea,
tenía una proyección social, un interés social, quería pasar los limites, las barreras
de la Academia y mezclarse como lo hizo con ese libro, México, hoy. Entonces,
Alejandra Moreno fue clave en ese aspecto porque ella era directora del Archivo
General de la Nación, y entonces al oír estas cosas como seguían repitiéndose
dijo: ¿y por qué no hacemos un coloquio sobre esos temas, sobre ese tema? Ella
se ofreció a coordinarlo y a financiarlo, porque la cosa era que nos aisláramos.
Entonces encontramos un lugar que parecía maravilloso que fue Pichilingue, allá
en Baja California; y ahí nos metimos en un hotelito frente a la playa, y bueno, no
había más que el hotel y la playa así que la interacción entre todos se hizo muy,
muy fuerte. Antes previamente se diseñó una temática y sobre esa temática se
hizo la reunión. Entonces cada quien exponía su tema, sus ideas, sus propuestas
e inmediatamente se armaba una conversación crítica o no, según el caso,
alrededor de eso. Y así, en dos días, pudimos desahogar todos esos temas y
195
crear una interacción entre el grupo porque todos nos reuníamos antes, pero no
habíamos hablado sobre ese tema. Entonces pues estaban los filósofos, los
literatos, los historiadores, los antropólogos; también fue en ese sentido yo creo
fue su éxito, muy interdisciplinario. Era gente que provenía de distintas escuelas,
de distintas formaciones, pero todos estaban interesados en comunicarse, en
tener una proyección hacia el exterior y no en el cenáculo interno de los
profesionistas de esto, del otro. Entonces yo creo que eso fue lo importante. Y
luego de que como teníamos buena relación, aunque teníamos puntos de vista
diferentes, se creó un buen diálogo. Se creó formas positivas, atendibles de crítica
y de reflexión. Entonces, yo creo que esos fueron los puntos básicos que
impulsaron este proyecto y pues que tuvimos la fortuna de tener los medios para
realizarlo, sin ser prácticamente una institución de la Universidad, que era lo
natural, o de El Colegio, o del INAH, sino que fue el Archivo, porque ahí estaba
una historiadora, la que motivó que se juntaran estas distintas voces y pudiera salir
este libro.
¿Se puede decir que esta pregunta acerca de la utilidad de la historia surgió
circunstancialmente o provenía de una tradición intelectual más extensa?
Yo creo que nació de la circunstancia porque, pues que yo recuerde salvo en la,
pero entonces no afloraba tan fuerte la tradición L'Ecole des Annales que esa si se
hizo esa pregunta consistentemente, pero lo que yo recuerdo es que los dos libros
influyentes en ese sentido era el de Carr ¿Qué es la historia? y la Apología por la
historia de Marc Bloch, pero en México no había habido esa pregunta, entonces yo
creo que nosotros, salidos del 68 y metidos en el área de historia, porque todas
estas reuniones se hacían en la Dirección de Estudios Históricos del INAH que
estaba entonces en Chapultepec, yo las promovía, pero eran los sábados, eran
días en que no, y teníamos las discusiones, ahí salió, como te decía, México, hoy,
pero también ahí salió, yo creo, la idea de reunirnos para este libro. Era más una
compulsión de gente preocupada por lo que estaba pasando en el país y porque
196
quería desbordar las fronteras de la Academia. Bueno, entonces, se nos dio esa
facilidad. Luego, ya había habido el antecedente, que entonces había nacido la
editorial Siglo XXI. Siglo XXI, nosotros, el grupo este mismo, le había dado el libro
México, hoy, le había dado las regalías todas al fundador, al señor Orfila Reynal,
para que pudiera fortalecerse la editorial que había nacido en una circunstancia
terrible, bueno, eso ya se sabe, que habían pedido la renuncia a Orfila del Fondo
de Cultura Económica por la publicación del libro Los Hijos de Sánchez. Había
nacido eso, y entonces le propusimos a Orfila el libro este y también todos los
autores estuvieron de acuerdo en ceder sus derechos, sus regalías para la
editorial. Así que tenía todo ese tinte de proyección social, de compromiso de los
intelectuales con la sociedad, de fortalecer una editorial democrática, abierta y
libre. Y bueno, pues el libro tuvo un éxito fenomenal, se volvió libro de texto de
todas las escuelas de historia, y más de ciencias sociales porque no había. Y
luego tuvo un gran peso en América Latina también, influyó mucho, todo el mundo
citó ese libro. Los historiadores de América Latina no tenían otro como ese, salvo
los que me referí, el de Carr y el de Bloch.
Tuvo un impacto educativo tremendo. Yo me quedé con esa idea muy grabada y
desde entonces la he continuado, porque todas mis colecciones que hice siguieron
ese patrón: ¿qué falta? ¿qué es necesario para formar a las nuevas generaciones,
para tener un impacto público los intelectuales, los académicos, etcétera?
Entonces Historia, ¿para qué?, cumplió totalmente esa función, llenó ese hueco y
se volvió el libro de texto de esa generación y de las posteriores. Después de 1980
yo creo que la respuesta es distinta porque en primer lugar la historia, el sentido, el
contenido y la enseñanza de la historia se transformó radicalmente porque ya en
los ochentas explotó toda la historia económica y social francesa, la historiografía
norteamericana dio cambios también radicales, la historiografía alemana ni se
197
diga. O sea todas se volcaron hacia lo social, se abandonó la historia política, la
historia institucional y entraron a los grandes campos de la historia económica, la
historia social, la historia demográfica, la historia intelectual, la historia de las
mentalidades, como se decía entonces. Entonces la historia se amplió, se
democratizó, se volvió la punta de lanza de toda el área de ciencias sociales
porque la historia se modificó y cambió porque se mezcló con la sociología, con la
economía, con la antropología, con la geografía, etcétera. Entonces hubo un
cambio fenomenal, la historia académica también rompió sus propias cadenas y
bueno, de repente, los historiadores se volvieron stars, estrellas, y hablaron en la
televisión, en los periódicos. En Francia, todos los grandes historiadores escribían
en Le Monde, en las revistas que entonces eran muy difundidas, tenían un efecto
público muy alto, en la radio. La generación de mis profesores, Le Roy Ladurie, no
se diga Labrousse, Braudel, que era el más influyente y el capo de los capos
porque tenía todos los controles académicos, políticos, sociales, etcétera. Bueno,
entonces, esos profesores, los alumnos de ellos, Le Roy Ladurie, Chaunu, Rogero
Romano, tuvieron una participación social muy activa. Y esto pasó en todo el
mundo, los historiadores salieron de los recintos académicos y empezaron a ser
comentaristas, sobre todo los de la época contemporánea, bueno nosotros los de
la época colonial o siglo XIX no tanto, pero los que trabajaban la actualidad todos
se volvieron partícipes, comentaristas, puntos de referencia de lo que se discutía.
Entonces en ese sentido la pregunta historia, ¿para qué? pues cambio totalmente
porque ya la historia había sido convertida por ese dinamismo en un instrumento
de educación cívica, de formación política; ya lo había sido en unas épocas, sobre
todo en Francia. En Francia la historiografía siempre tuvo una función pública. En
Estados Unidos, Alemania no tanto porque se restringieron a lo puramente
académico e institucional de la enseñanza y la investigación, pero en Francia no; y
después en México volvió a la plataforma política, a la discusión política, la opinión
de los historiadores, la opinión de los intelectuales. Entonces yo creo que lo que
pasó ahora y posteriormente fue que la historia se enfrentó a nuevos desafíos.
Primero dejó de tener el monopolio de la palabra escrita porque ya empezó la
198
televisión, empezó los medios masivos de comunicación, y el libro ya no fue el
principal trasmisor de las ideas ni en la educación ni en la discusión académica y
política, ya vinieron todos esos medios que hoy son tan fuertes. Entonces los
historiadores enfrentaron un desafío. Luego, hasta los novelistas les quitaron
presencia pública porque los novelistas, pues la generación de García Márquez,
Fuentes, etcétera, Roa Bastos, escribieron sobre los caudillos y los grandes
problemas políticos de su tiempos. Entonces hicieron, digamos, biografía política,
convirtieron los temas del pasado en temas en temas de sus novelas. Entonces
empezaron a tener mayor presencia que el propio historiador en el análisis del
pasado, o en la representación por lo menos del pasado. Luego, los medios de
comunicación masiva. Y luego, el problema más grande que luego bien contribuyó
a ponerle un gran desafío a la historia fue el hecho de que en todo el mundo, pero
principalmente en Europa, y en el mundo occidental, en Estados Unidos, se
empezó a marginar a la historia, las humanidades, y las ciencias sociales, y se le
dio un peso extraordinario a las tecnologías, y a las escuelas de administración, en
fin, a las escuelas que preparaban para la ciencia, para la tecnología y para la
administración subieron de nivel y bajó la sociología, la historia, y más las
humanidades, los lenguajes, bueno, se redujeron. Entonces tenemos una
reducción drástica de los que es humanidades y ciencias sociales en todas la
universidades del mundo, incluso aquí tuvimos estos problemas, que
afortunadamente los historiadores defendieron bien, de quitar la enseñanza de la
historia de la primaria y de la secundaria. Esa batalla se ganó hasta ahora aquí en
México pero en otros lugares se ha perdido totalmente. Entonces este cambio
político, económico, y utilitario de la enseñanza sí ha afectado duramente a las
ciencias sociales y a la historia. Entonces los historiadores tienen ese desafío, esa
problemática, pero por otro lado yo pienso que la historia sigue teniendo un papel
formidable en la formación de los jóvenes porque es la mejor manera de hacer
consciente al ciudadano de que forma parte de un todo más amplio que su propia
familia o su individualidad, es decir, la historia, por su contenido lo lanza a estudiar
a grupos sociales distintos a él, situados en circunstancias políticas, geográficas,
199
etcétera diferentes y tiene que abrirse. O sea, es la mejor manera de entender al
otro, lo diferente, lo distinto, lo extraño sigue siendo la historia, que además, como
ahora está contaminada de antropología, de psicología y demás es un resumidero
de técnicas y métodos para aprender del otro. Y para darnos cuenta de que
tenemos que vivir con lo diferente y que no podemos desarrollar una democracia o
una vida civilizada si no respetamos al otro. En ese sentido, yo creo que la historia
sigue siendo un instrumento fundamental para la formación de una conciencia
ciudadana. Entonces lo que viene es que tenemos que defender ya no sólo la
historia, sino las humanidades en su conjunto. Ese es el tema de mi próximo libro
que va a publicarse por el Fondo de Cultura Económica. Va a salir el 21 de
septiembre y ya se va a presentar en la librería Rosario Castellanos del Fondo y lo
va a presentar Carlos Marichal, Javier García Diego, Clara García y Lorenzo
Meyer. Ya sale, ahorita acabo de mandar las últimas pruebas. Pero ese ya es otro
enfoque, yo hago una revisión de esas problemáticas, de cómo cambió la función
y la tarea del historiador, y también de cómo cambiaron las instituciones.
En ese sentido, el libro Historia, ¿para qué? está relacionado con el contexto
sociopolítico e intelectual de finales de los años setenta? Las respuestas
que ustedes dieron desde diferentes perspectivas, disciplinar ¿estaban
relacionadas con su contexto?
Sí, yo lo siento así. Aunque nosotros no éramos conscientes de eso, así como
ahorita lo estás diciendo no. Pero es evidente que nosotros estábamos metidos en
eso. Esa época fue definitiva. A finales de los sesenta y principios de los setenta
nace Siglo XIX, nace Vuelta, nace unomásuno, nace Nexos, nacen todos estos
medios que querían discutir de una manera diferente la realidad mexicana, que
tenía un impulso democrático fundamental, que querían que la Academia
participara en la discusión de los asuntos públicos. Eso yo creo que fue la tónica
general de todo esto, que ahora si lo ves ya con un lente más chiquita, pues
estaban divididos, que aquí Vuelta… y que además se fomentó mucho esa
200
división.. que aquí el “grupo Nexos”… y que aquí el “grupo Vuelta”… y la izquierda,
y el centro, y la derecha, bueno, independientemente de eso, en todos esos
distintos medios había un anhelo de discutir de otra manera la realidad mexicana.
Fue un avance, porque yo creo que si se ve bien esa época se rompió con el
marxismo ideológico, que después volvió a tomar fuerza en fines de los setentas y
los ochenta, pero en esa época había una gran discusión abierta, entre marxistas,
liberales, científicos, etcétera, y no había ese encerramiento tan terrible que hoy
notas. Lo estamos viendo ahora con el reflujo de las elecciones, es un
enfrentamiento radical, no racional, no con argumentos, no con explicaciones
rigurosas, sino que cada quien ya se montó en su partido y está defendiendo los
intereses partidarios, pero no haciendo una defensa –que sí lo hacen algunos
medios, pero lo tienes que buscar.
Bueno, yo creo que está derrotado Enrique Krauze porque lo que mostró ese libro
es que abrió la discusión sobre el contenido, los métodos, el sentido de la historia
en lugar de encerrarlo en una corriente política, en lugar de hacerlo dogmático, se
volvió la mejor discusión que hubo sobre la historia en ese tiempo. Después Don
Luis González sacó todo un libro que marcó a los estudiantes, pero ya fue diez o
quince años después, su libro que se llama Todo es historia. Entonces hace allí un
desarrollo con una visión muy amplia, muy universal de la historia, pero yo creo
que Historia, ¿para qué?, fue el motor que rompió esas barreras y que abrió otro
horizonte.
201
Me hablaba de la confrontación de grupos, de los diferentes medios que se
crearon durante esos años, ¿era también una confrontación entre grupos o
era nada más una polémica de corte teórico?
Pues yo creo que fue más de grupos en general, de que en primer lugar eran
totalmente diferentes para mí. Yo, un día que me dijo Octavio Paz: oiga usted que
está usted en contra. No, le digo, oiga Octavio, ustedes son una revista más de
contenidos y de intereses literarios, de análisis de la literatura, de análisis del
pensamiento que le da una gran importancia, y qué bueno, a la creación literaria.
Ahora, Octavio sí, Octavio siempre discutió los asuntos nacionales pero los demás
no. Los demás discutían la literatura, la filosofía, las corrientes de pensamiento en
el mundo y su efecto en México, etcétera. Y en cambio Nexos, desde el principio,
se abocó a los problemas nacionales. Nexos era la economía, la política, la
demografía, etcétera. Eran los asuntos del desarrollo propio del país. Claro,
después la divergencia que hubo entre Enrique Krauze y Héctor Aguilar agudizó
más esto. Y luego, ciertas posiciones, muy radicales. El artículo contra Carlos
Fuentes yo creo que fue el parte aguas que señaló más la división. Aunque Nexos
no tomó una defensa total de Carlos Fuentes sí criticó ahí los artículos de Enrique
Krauze.
¿Cuál será la anécdota que más le viene a la mente relacionada con el libro
historia, para que cuando piensa en Historia, ¿para qué? se acuerda de…
piensa…?
202
Yo lo que me recuerdo más fue el hecho de que en ese ambiente tan abierto que
había pudieran confluir gentes tan diferentes que tenían posiciones ideológicas,
políticas, disciplinarais totalmente distintas. Hace rato te decía que yo me había
metido a buscar temas y cosas que interesaran, que nació yo creo de esas
preocupaciones entonces. En la colección “Biblioteca Mexicana” tienes un
resumen, acaba de presentarse ahora y ya llevamos treinta y tantos libros, y todos
son temas de interés nacional que no pueden ser trabajados como un libro porque
se necesitaría un Superman que manejara todo. Entonces aquí lo que hacemos
son libros colectivos sobre temas de gran interés, también estos se han vuelto
libros de texto.
Yo no me acuerdo. Digo, ¿dónde está? Sí me acuerdo que hubo eso. Ahora que
me dices lo voy a buscar porque tengo ahí una lista de mis publicaciones que
ahora estoy juntando porque me van a hacer un homenaje ahí en Jalapa, también
en septiembre. Ahí van a hablar de mis distintas actividades, como historiador,
como maestro, como editor, etcétera, etcétera. Pero, voy a buscarlo. Si lo
encuentro te lo mando.
Ahora que salga ese libro, sería interesante que tú tienes ese interés porque es
una reflexión sobre el desarrollo del pensamiento histórico, y con cosas
novedosas. Por ejemplo, tengo un capítulo sobre el redescubrimiento de la
literatura oral, que cambió totalmente de cómo se conserva la memoria porque era
fundamentalmente una memoria oral hasta el siglo XVII, XVIII todavía, lo principal
203
se conserva y se transmite oralmente, ya cuando viene el libro que es apenas en
el siglo XV y se desarrolla brutalmente. Pero siguen todos los otros pueblos que no
se transforman en alfabeto siguen usando la memoria oral como principal
transmisor. Entonces eso nos afectó muchos a los historiadores y a los
antropólogos que nos ocupamos de sociedades o grupos marginales porque esos
se transmiten así. Y ahora la imagen, que es un cambio bárbaro en la
conservación, trasmisión y conservación de la historia. Entonces yo trabajo eso.
También dedico un capítulo al tema de historia y ficción. Toda la polémica que
suscitó el linguistic turn y que hizo un escándalo en los noventas y que iba yo a
cualquier lado y eran unos goles ahí. Carlo Ginzburg, con quien yo conviví en
Santa Mónica en los noventas, siempre me estaba hablando de eso. Y el efecto
malo, y luego positivo que tuvo porque realmente obligó a los historiadores a hacer
una reconsideración de los aspectos cognitivos de la trasmisión del conocimiento
histórico y de cual es la diferencia realmente entre literatura e historia. Y otro sobre
la memoria, que es un tema que me ha estado preocupando desde hace tiempo y
ahí lo desarrollo. Así que en cierta manera, no lo había pensado, pero es una
segunda versión de Historia, ¿para qué? porque el tema al final es “la historia y la
forja del ciudadano” –se llama el último capítulo. Ahí está el para qué.
204
Anexo 1.6 Héctor Aguilar Camín
205
peor fama pública : la cárcel Lecumberri de la Ciudad de México Los encargados
de la tarea descubren en el corazón de ese infierno, un momento de ilustración.
La cárcel de Lecumberri, que será sede del AGN, ha sido diseñada según los
principios del panóptico de Bentham, que resuelve el problema de vigilancia
polidireccional en edificios de uso público. El principio de Bentham sirve igual para
bibliotecas, escuelas, cárceles y hospitales. Permite vigilar desde el centro de un
polígono todos los brazos del edificio.
Bajo ese principio fue construida a fines del siglo XIX la cárcel modelo de
México: el palacio de Lecumberri. Recobrando ese principio entre las ergástulas
en que el tiempo ha convertido el diseño mexicano del panóptico de Bentham, es
reciclado por las autoridades el “palacio negro” de Lecumberri.
Alejandra Moreno Toscano, al fin historiadora y maestra de historia,
entiende bien que hay en aquel hecho arquitectónico y burocrático, un aspecto
simbólico, digno de mayor reflexión.. Su sensibilidad le dice que hay suficientes
cambios públicos en el aire como para preguntarse ambiciosamente por el
sentido de la historia en el país.
Más todavía: por su utilidad. ¿Tenía sentido, rehacer la sede de la historia
documental de México, el AGN? ¿Para qué queríamos archivos.?
Lo normal habría sido preguntarse por el sentido de la historia y su
necesidad pública. Alejandra preguntó tajante y provocativamente: Historia, ¿para
qué? Yo creo que la riqueza y la dificultad de las respuestas vinieron del acierto de
la pregunta. Era a la vez utilitaria y abierta, incluía todas las respuestas posibles –
como ensayan uno tras otro todos los autores del libro —pero obligaba también a
responder si había un sentido en todo ese quehacer. Y si había un sentido para
ese momento de México.
Creo absolutamente que sí. Y que es una pregunta que los historiadores de
subsecuentes generaciones deberían responder cada vez que sienten que su
mundo está cambiando. Es decir, siempre.
206
2. ¿Me podría platicar acerca del seminario llevado a cabo en Baja California
del cual nació el libro Historia, ¿para qué??
207
donde se proponen como nuevamente novedosas viejas tradiciones de derechos,
protestas y movilizaciones.
No pude resolver esa contradicción del discurso, mi discurso, sino con un
aforismo de Cioran: Hay que estar siempre del lado de los oprimidos sin olvidar
que están hechos del mismo barro que sus opresores.
Lo mismo pasaba con nuestro discurso contra el discurso oficial de la
revolución mexicana. O al menos eso pasaba con el mío. Tenía la mitad del
cuerpo metido en las aguas que combatía, de las que quería salir.
208
Decisivas también, para mí, fueron las clases, en El Colegio de México, de
Alejandra Moreno, Enrique Florescano y Rafael Segovia. Los primeros, sobre las
nuevas técnicas francesas de acercarse a la historia de larga duración. El último,
sobre el abc del pensamiento político y sus insolubles dilemas morales.
Claves en mi horizonte eran también las reflexiones canónicas de Octavio
Paz, en su momento heréticas, de El laberinto de la soledad, y su Posdata de
principios de los setentas. Parecían más próximos a nuestra sensibilidad a flor de
piel de los hechos del día y el sentido del pasado inmediato , las reflexiones de
Carlos Fuentes en Tiempo mexicano, o de Carlos Monsiváis en su descarga
continua de crónicas guiadas por la fascinación de lo efímero. En lo efímero había
algo irresistible y duradero cuyo cronista supremo ha sido Monsiváis.
209
Si me preguntaran hoy Historia ¡para qué?, mi respuesta mexicana sería la
misma, en el sentido de desmontar el discurso de la historia oficial, de terminar de
salir de la sombra de la revolución mexicana.
Es una tarea bastante adelantada por la historia de los últimos años. Me
siento parte de la generación intelectual que demolió esa historia. Cuando el
candidato presidencial del PRI del año 2012, dice que quiere inversión minoritaria
en Pemex, uno entiende que el último tabú de aquel discurso hegemónico ha sido
tocado irremisiblemente.
Creo que el discurso dominante de la cultura mexicana ha dejado de ser el
nacionalismo revolucionario, heredado de los gobiernos del PRI. El dominante
ahora es un discurso más llano y universal, moderno y democrático. Cree en el
voto y en las elecciones, en los derechos humanos, en la transparencia y la
rendición de cuentas, en la creación de riqueza y empleos, en la disciplina fiscal de
los gobiernos, en el ciudadano más que en las corporaciones del México
nacionalrevolucionario.
Me he referido a ese cambio en distintos artículos de prensa y en el ensayo
recientemente publicado, con Jorge Castañeda, en el número de otoño de 2012
de Foreign Affairs: “Mexico´s Age of Agreement”, y en el número de noviembre
de la revista Nexos: “El nuevo paradigma mexicano”
7. Enrique Krauze escribió una reseña del libro en el suplemento Sábado del
periódico unomásuno. En ésta calificaba a Arnaldo Córdova, Adolfo Gilly,
Enrique Florescano y a usted de ser defensores de la “interpretación whig de
la historia”, es decir de politizar la historia: de querer utilizarla para fines
concretos antes que preocuparse por el conocimiento. Hoy, treinta años
después, ¿cómo evalúa usted dicha crítica?
210
interrogación sobre el momento de la conciencia histórica que se planteaba la
salida de la sombra de la Revolución Mexicana.
Veníamos, como he dicho, de una historia oficial hegemónica. Dábamos
los primeros pasos críticos para salir de ella. No había en esos primeros pasos un
programa político ni un plan de hegemonía discursiva. Ni siquiera sabíamos que
eran los primeros pasos hacia otro lugar.
No veníamos, como los whigs ingleses o, para el caso, los tories, de haber
detentado el poder suficiente tiempo como para generar una narrativa histórica.
Veníamos de la marginalidad de la izquierda, de la marginalidad de la vida
académica y de la marginalidad periodística y cultural. Nuestra única centralidad
era que estábamos en la espuma de la refrescante cerveza de la reforma política
de aquellos años.
Compartir aquella espuma daba un parecido superficial a los autores de
Historia para qué, pero éramos muy distintos intelectual y políticamente. La
genuina diversidad de los autores reunidos en ese libro puede probarse por los
trayectos posteriores de cada uno, trayectos muy distintos entre sí, a menudo
divergentes, incluso encontrados y contradictorios.
211
Entrevista Héctor Aguilar Camín (parte II. Alcance (largo) a la entrevista de
Luciano Concheiro),
11 diciembre 2012.
Luciano Concheiro San Vicente
Pregunta final
212
El estilo y el modus operandi de esas publicaciones era cenacular: la ronda de los
happy few. Cada publicación cobijaba un cenáculo y los cenáculos se
comunicaban y competían entre sí repartiendo oportunidades, famas y
consagraciones, mecanismos de los que derivaron caracterizaciones chocarreras
de la vida cultural, como la de La mafia, mote que acuñó Luis Guillermo Piazza,
uno de sus oficiantes, luego director de la editorial Novaro y creador del premio de
novela México que premió a Onetti y a Del Paso, antes de desaparecer.
Era un mundillo comandado por unos cuantos personajes en una lógica de
mandarinato literario que extendía sus opiniones a los demás ámbitos de la cultura
y, crecientemente, a la reflexión política, histórica o el ejercicio periodístico.
Los nombres canónicos de aquel establecimiento, los ejes de las publicaciones y
los cenáculos, eran, en orden más o menos generacional de aparición, Octavio
Paz, Fernando Benítez, José Luis Martínez, Carlos Fuentes, Jaime García Terrés,
Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Juan García Ponce, Emmanuel Carballo,
Huberto Batis y un par de nombres más.
Era un mundo pequeño, influyente y celoso de sus espacios. Era
sumamente eficaz para consagrar y para excluir. No carecía de buen gusto en
ambas cosas, pero los historiadores de la literatura y de la cultura tendrán que
revisar con rigor el canon de aquellos años y repensar si todo lo incluido merecía
la consagración y todo lo ninguneado, la exclusión. Creo que la cultura y la
literatura de aquella época, hablo de los años 50, 60 y 70, era más rica de lo que
aceptó y consagró aquel establecimiento.
Al lado de este establecimiento cultural creció y se hizo visible, después del
68, un mundo universitario, periodístico y académico de nuevo tipo. Se abrió paso
poco a poco en los cenáculos existentes y en las páginas editoriales de los diarios,
pero encontró el espacio propicio para su propagación con la crisis del diario
Excélsior de 1976, la fundación de la revista Proceso y la revista Vuelta en ese
mismo año, del diario unomásuno en 1977 y de la revista Nexos en 1978. El
espíritu de la reforma política de aquellos años fue el telón de fondo y la condición
de posibilidad pública de aquellas fundaciones periodísticas y culturales.
213
A los fundadores de Nexos nos unió, primero, la discusión de ensayos
académicos y literarios que se presentaban en un seminario informal, concurrido,
que tenía lugar los sábados en la sede del Departamento de Estudios Históricos
del INAH, cuyo director era Enrique Florescano. Acudían a esas discusiones
figuras de la vida intelectual universitaria como Pablo González Casanova,
filósofos como Luis Villoro y Carlos Pereyra, escritores y críticos literarios como
Carlos Monsiváis, Antonio Alatorre y Adolfo Castañón, antropólogos como Arturo
Warman y Guillermo Bonfil, sociólogos como José Luis Reyna y Julio Labastida
economistas como Rolando Cordera y José Blanco, historiadores como el propio
Florescano, Lorenzo Meyer y yo mismo; médicos y científicos como Julio Frenk,
Daniel López Acuña, Luis Cañedo, y José Warman. Un rasgo común a todos ellos
es que estaban profesionalmente insertos en la vida académica y universitaria, no
en los antiguos modos vivendi de los escritores y los intelectuales: la diplomacia, el
artículo periodístico, la burocracia educativa, la política o la escritura de discursos
para políticos
De la convergencia de aquellos personajes y de las ganas de tener un
lugar propio donde publicar cosas como las que discutíamos en aquel seminario,
surgió la idea de hacer una revista. Ni el núcleo fundador ni el liderato original de
Nexos fueron literarios, sino académicos.
El animador central del esfuerzo fue el primer director de Nexos, Enrique
Florescano, un historiador. La revista tuvo desde el principio el propósito de poner
en el debate público lo que nos parecía entonces una enorme riqueza analítica
acumulada en la academia de los últimos años.
La interdisciplinariedad de los fundadores fue notoria desde el inicio , lo
mismo que la ausencia de alguien que presidiera emblemáticamente el esfuerzo,
a la manera de los mandarines intelectuales franceses, Sartre y Le temps
modernes o Gide y la NRF. Este era y fue el modelo de Vuelta.
Buscábamos crear un nuevo centro de debate y reflexión de la vida pública
mexicana, no sólo ni fundamentalmente de la vida cultural y literaria. Creo que lo
encontramos sin buscarlo, salió de la propia dinámica de nuestras preocupaciones
214
intelectuales que eran de origen fundamentalmente académico, no periodístico,
político o cenacular.
215
El trayecto de los intelectuales y académicos que fundaron Nexos en 1978, y la
evolución de la misma revista, son el hilo de una rica historia cultural que está por
escribirse.
Parte sustantiva de esa historia corresponde a la deriva de la izquierda
mexicana, en su más amplio sentido: el espectro que va del nacionalismo
revolucionario institucional del PRI a la violencia guerrillera de los años 70s y
noventas, pasando por el estatismo nacionalista, el comunismo prosoviético y
procubano, el eurocomunismo, y las transformaciones del socialismo real que
desembocan en la caída del Muro de Berlín y ponen fin a la Guerra Fría . Las
dictaduras del Cono Sur y las revoluciones centroamericanas, agudamente
discutidas y documentadas en Nexos, son la parte latinoamericana de esa historia.
Hay sin embargo otra historia, también sustantiva, que puede leerse en las
páginas de Nexos. Corresponde a la “disputa por la nación”, como célebremente la
nombraron Rolando Cordera y Carlos Tello: la disputa, dicho gruesamente, entre
el estatismo nacionalista y el neoliberalismo globalizador, cuyos momentos
definitorios, para el país, y para Nexos, fueron las elecciones de 1988 y el
gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Si algo hubo en el trayecto de la revista durante todos estos años fue un ir y
venir de ideas, posiciones políticas y destinos intelectuales diversos . Nada que
pueda asimilarse a la experiencia de “un grupo”. Todo lo contrario, una diversidad
cabal, contradictoria y conflictiva, en cuya riqueza está grabada a su manera la
riqueza de la historia reciente del país.
En ocasión de los 30 años de la revista escribí un texto, “Los años en
Nexos” que copio aquí abajo.358 Creo que resulta complementario de lo dicho
aquí.
358
El texto al que hace referencia es: Héctor Aguilar Camín. “Los orígenes”.
216
Anexo 2. Ediciones y reimpresiones de Historia, ¿para qué?
de 1980 a 2012 y ficha técnica359
Número de edición Fecha Tiraje
Primera Diciembre, 1980 5 000
Segunda reimpresión Junio, 1981 3 000
Tercera reimpresión Enero, 1982 6 000
Cuarta reimpresión Enero, 1983 8 000
Quinta reimpresión Junio, 1984 6 000
Sexta reimpresión Abril, 1985 8 000
Séptima reimpresión Sin información 1 000
Octava reimpresión Abril, 1986 8 000
Novena reimpresión Octubre, 1987 5 000
Décima reimpresión Octubre, 1988 6 000
Undécima reimpresión Diciembre, 1989 6 000
Duodécima reimpresión Noviembre, 1990 6 000
Décima tercera reimpresión Diciembre, 1991 6 000
Décima cuarta reimpresión Septiembre, 1993 6 000
Décima quinta reimpresión Agosto, 1995 4 000
Décima sexta reimpresión Abril, 1997 4 000
Décima sétima reimpresión Agosto, 1998 5 000
Décima octava reimpresión Febrero, 2000 6 000
Décima novena reimpresión Mayo, 2002 6 000
Vigésima reimpresión Marzo, 2004 5 000
Vigésima primera reimpresión Febrero, 2005 5 000
Vigésimo segunda Agosto, 2010 3 000
reimpresión
Vigésimo tercera reimpresión Abril, 2012 3 000
Total de ejemplares impresos de 1980 a 2012 121 000
Tamaño: 10.5 x 18 cm
Páginas 248
Edición rústica cosida
359
Carta de José María Castro Mussot (gerente general de Siglo XXI Editores), 8 de junio de 2012.
217
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