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La Ética Kantiana

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La ética kantiana

“La autonomía es el fundamento de la dignidad de la


naturaleza humana y de toda naturaleza racional.”
Kant

Jorge Sierra
Docente-investigador
Universidad Autónoma de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas
Carrera de filosofía

Sinopsis

1. La cuestión central de la ética es responder a la pregunta ¿qué debo hacer?


2. Búsqueda de un principio universal racional que no sea trascendente ni subjetivo.
3. Los principios racionales de la ética son procedimentales.
4. La buena voluntad es el bien supremo.
5. Los principios permiten determinar en qué consiste tener una buena voluntad.
6. Tal procedimiento permite, con independencia de intereses, consecuencias e
inclinaciones, responder al punto 5.
7. Los principios debe ser universalizables, es decir, válidos para todos.
8. La regla de universalización es el imperativo categórico.
9. Hay tres formulaciones del imperativo que destacan su universalizabilidad, la dignidad
de las personas y su papel de legisladores de la humanidad.
10. Críticas a Kant: rigorismo, formalismo, abstraccionismo, obligaciones contradictorias,
las malas acciones no son autónomas.

Para Kant, la ética en tanto investigación filosófica se ocupa de responder a la


pregunta ¿qué debo hacer? De hecho, la moral como la ciencia, son realidades
incuestionables, por eso, de lo que se trata es de indagar cuáles son las normas
universales que deben regir el comportamiento humano.

Deber y buena voluntad


Kant comienza por preguntarse acerca de si hay algo que tenga un valor moral
incondicional y que pueda ser el fundamento de la moralidad. Lo halla en lo
que él llama buena voluntad, que es algo que es bueno de manera absoluta.
Pero ¿cómo sabemos cuándo actuamos guiados por una buena voluntad? Para
ello Kant distingue entre dos tipos de actos:

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1. Actos conformes al deber: Según Kant es posible que las personas en sus
acciones respeten aparentemente ciertas normas morales, pero no es
suficiente con cumplir con una norma para que nuestra conducta sea
buena. Pues, es posible que cumplamos con nuestros deberes
simplemente movidos por un interés egoísta. Por ejemplo, cumplimos
con nuestro deber de no robar a nuestros clientes sólo por el hecho de no
perder dinero en nuestros negocios. Según Kant, estas acciones son
conformes al deber pero no son acciones buenas.
2. Actos por deber: Actuar por deber según Kant, es actuar sin estar
movido por intereses o inclinaciones. Cuando se actúa por deber
simplemente se actúa por respeto a la norma y no por alguna utilidad
que podamos obtener de dicha acción. Por ejemplo, alguien actúa por
deber cuando en contra de sus inclinaciones ama a su enemigo.

El imperativo categórico
Basado en la distinción entre actuar por deber y actuar conforme al deber, es
preciso que Kant establezca un criterio o norma general para determinar en
cada caso cuándo se actúa por deber y cuándo no. A esta norma se le denomina
imperativo categórico. Esta norma debe permitir que los seres humanos, en
tanto seres racionales, puedan determinar qué normas deben adoptar para que
sus acciones sean consideradas moralmente buenas. Esto quiere decir que el
criterio de la moralidad debe ser válido para todos los seres racionales con
independencia de sus inclinaciones e intereses. La exigencia de buscar un
principio que valga para todos los seres racionales es lo que está detrás del
imperativo categórico, es decir, que un principio o una norma es moralmente
válida si es universalizable. Esto es, válida para todos los casos. Lo
característico de una ley moral es su universalidad “lo que ordena, permite o
prohíbe, lo ordena como válido para todos los casos particulares”.
Kant formula el imperativo categórico de tres maneras
1. Primera formulación: “Obra sólo según una máxima que puedas querer
al mismo tiempo que se tome como ley universal.” Una máxima es un
principio práctico que vale de manera subjetiva, a diferencia de una ley,
que es válida para todo ser racional. Según Kant, para determinar si una
acción es moral o no, basta con verificar si la máxima que guía mi acción
es universalizable o no. Si mi máxima puede valer como ley universal
para todo ser racional, entonces mi máxima es moral.
2. Segunda formulación: “Actúa de manera que siempre tomes a la
humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, como fin,
nunca como puro medio.” En ésta segunda formulación del imperativo
categórico, debemos preguntarnos si nuestras acciones implican o no un
respeto a las personas. Pues según Kant, las personas son fines en sí

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mismos y merecen respeto. Respetar una persona significa no tratarla
como un objeto o como un simple medio para mis fines egoístas. Una
acción es moral si, y sólo si, trata a las personas con respeto.
3. Tercera formulación: “No hacer ninguna acción por otra máxima que
esta: que la voluntad por su máxima, pueda considerarse a sí misma, al
mismo tiempo como universalmente legisladora.” La voluntad debe ser
una voluntad autónoma para que de manera incondicional pueda
legislar universalmente.

Kant o el deber como constricción.


Uno de los aspectos más polémicos de la ética kantiana tiene que ver con el
hecho de que, en tal ética, es imposible decidir entre normas conflictivas. El
ejemplo clásico es el caso de si estamos o no obligados a mentir para salvar la
vida de alguien. Desde el punto de vista kantiano, siempre estamos obligados a
no mentir. En este sentido, no sería moralmente correcto salvar la vida de
alguien si ello implica mentir. Obviamente estamos obligados a ayudar a los
demás, pero sin violar ninguna norma. Entonces ¿qué debemos hacer? Si
seguimos a Kant, simplemente no podemos decidir.

Hacia una ética de la autonomía


Kant es uno de los críticos más importantes a la opinión de que la ética depende
de la religión, pues ello violaría el principio fundamental de la moral, esto es, la
autonomía. En palabras de Kant: “Tampoco se entiende con esto que la
aceptación de la existencia de Dios sea necesaria como fundamento de toda
obligación en general, pues ese fundamento descansa, como ha sido
suficientemente probado, en la autonomía de la razón misma.”
Toda ética teológica supone que la validez de una norma moral depende de la
autoridad de Dios, lo que implica que la moral es heterónoma, es decir, que la
validez de la norma se identifica con la coacción impuesta desde el exterior por
una autoridad no humana. Pero para Kant esto es inadmisible. Las obligaciones
morales no lo son porque no dependen de una autoridad externa al sujeto, son
obligaciones porque pueden establecerse de manera racional como
obligaciones y ser autoimpuestas por el sujeto mismo.
Todo ser racional está en capacidad de determinar la validez de las normas
morales y no necesita, en consecuencia, que un dios se las prescriba. De hecho la
ética es anterior a la religión y por ello, siempre tenemos que juzgar por
nosotros mismos y de manera autónoma cualquier precepto venido de la
religión o de otro lugar para determinar su validez como norma moral: “Incluso
el santo del evangelio tiene que ser comparado primero con nuestro ideal de
perfección moral, antes de que le reconozca como tal.” La ética kantiana
ilustrada se opone a cualquier ética heterónoma de corte dogmático.

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Postulados de la razón práctica
Una de los logros que Kant pretendió legarle a la humanidad fue la de haber
demostrado la imposibilidad de dar una prueba especulativa válida de la
existencia de Dios. El juicio “Dios existe” no es un juicio sintético a priori
válido. Pero, por otra parte y en contra de la imposibilidad de conocer los tres
objetos de la metafísica especulativa, Kant afirma en la Crítica de la razón
práctica, que el razonamiento moral (la razón práctica) puede servir para
defender nuestras tres creencias más preciadas: nuestra creencia en Dios, en la
inmortalidad alma y en la libertad de la voluntad. Tales creencias, argumenta
Kant, pueden ser justificadas de alguna manera si se logra demostrar que son
presupuestos necesarios para la moralidad. Es decir, postulados de la razón
práctica. Debemos actuar como si fuéramos libres, como si Dios existiera y
como si fuéramos inmortales. Dado que una vida virtuosa no es garantía, para
Kant, de la felicidad, debe existir un ser supremo que garantice la conexión
entre virtud y felicidad.
Kant sería entonces un teísta moral en el sentido que defiende que la existencia
de Dios puede conocerse a partir de la moralidad. Esta posición, claro está,
contrasta con la posición de la ética teológica que afirma que la moral
presupone la validez de la religión.

La filosofía kantiana de la religión


El resultado final de la ética kantiana, es el hecho de que la ética conduce
necesariamente a la religión, pues, Dios es un postulado de la razón práctica.
Dicho postulado permite asegurar que los seres humanos podemos alcanzar el
sumo bien, esto es, la correspondencia, la conexión o la vinculación entre virtud
y felicidad. Si los seres humanos hacen lo que deben hacer, se supone que
pueden esperar que Dios favorezca su felicidad debido a que han llevado una
vida virtuosa.
La religión es para Kant una empresa puramente racional, que identifica con la
religión natural propia de los filósofos ilustrados. A Kant no le interesa tratar
sobre la religión revelada, pero aun así, analiza de forma detallada el
cristianismo porque según él, la religión puede ser considerada dentro de los
límites de la pura razón.

Los principales argumentos de Kant, a propósito de la religión cristiana, son los


siguientes:
1. Distinción entre el bien y el mal. Kant considera que en los seres
humanos hay dos inclinaciones contradictorias:
a. Una inclinación hacia el bien, que se identifica con la capacidad
humana de reconocer y de obedecer normas morales.

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b. Una inclinación hacia el mal, que se identifica con el egoísmo
moral y el orgullo, como criterios de valoración moral. Esta
inclinación, Kant la interpreta, como el pecado original.

De la misma manera que en su ética, Kant interpreta que el objetivo del


cristianismo debe ser superar el amor propio y trascender a la ley moral.
2. La figura de Cristo. Kant considera que lo que representa Cristo es el
ideal de un hombre moral. En consecuencia, la fe en Cristo, es la fe en la
posibilidad de que la humanidad respete la ley moral.
3. La institución de la iglesia. Para kant, la iglesia como tal puede
constituir lo que él llama un estado ético, es decir, un estado universal
regido según leyes morales.
Esta manera de enfocar la religión es un intento de Kant por darle cabida al
fenómeno religioso dentro de la cultura de la ilustración, cultura que muchas
veces es francamente hostil a tal dimensión de la vida humana.
En este sentido, Kant logra una interpretación de la religión que no de lugar a
dogmas ni a fanatismos y ni siquiera a las instituciones eclesiásticas.

La idea de paz perpetua


Kant fue uno de los pensadores que más se interesaron por el tema de la paz.
Consideraba que los gobernantes no se cansaban de hacer la guerra y que los
filósofos sólo se dedicaban el dulce sueño de la paz. Pero para Kant es claro que
es posible establecer una serie de condiciones que hagan posible la paz en el
mundo. Tales condiciones son las siguientes:
1. Todos los estados deben contar con una constitución republicana. Esto
para permitir que los ciudadanos puedan votar ir a la guerra o no.
2. El derecho de gentes debe tener como fundamento una federación de
estados libres, organizada en torno a una constitución internacional.
3. El establecimiento de un derecho político internacional, es decir, de una
ciudadanía mundial que anule el colonialismo.

Filosofía del derecho


Para Kant la meta que persigue la historia es la consecución de una sociedad
liberal y completamente pacífica. Tal fin sólo se puede lograr a través del
derecho. Kant distingue dos tipos de obediencia a la ley:
1. Respeto a la ley por convicción íntima. Este tipo de respeto es propio de
la moral.
2. Respeto a la ley por regulación externa. Este tipo de respeto recurre a la
sanción para evitar que los individuos realicen ciertas acciones.
Kant considera que cuando las normas del derecho se justifican por la sola
razón, estamos en el campo del derecho natural. El principio fundamental del

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derecho natural es el siguiente: “el derecho es el conjunto de condiciones por las
que el libre albedrío puede concordarse con el de los demás según una ley
general de la libertad”

La creación de una sociedad política liberal


Kant es uno de los fundadores del liberalismo político, junto con Locke y
Rousseau. La política, debe estar basada en al idea de libertad, pues, la función
de la política es garantizar, ante todo, la libertad de los ciudadanos. Dicha
garantía se da, como ya se vio, necesariamente a través del derecho. Los
principios del derecho que hacen posible tal sociedad, son los siguientes:
1. Principio de libertad. Garantiza la libertad de todos los miembros de la
sociedad, en cuanto son hombres.
2. Principio de igualdad. Los sujetos o las personas, son iguales ante la ley.
3. Principio de independencia. Todos los miembros de la sociedad, en su
calidad de ciudadanos, tienen la posibilidad de elegir libremente a sus
representantes y de exigir la independencia de los tres poderes: el
legislativo, el ejecutivo y el judicial.

La trascendencia de Kant
La filosofía de Kant fue uno de los mayores intentos de la filosofía idealista por
acabar con la imagen platónica del conocimiento y de la realidad. Pero para
muchos, Kant no logró este propósito, pues siguió hablado de realidades
incognoscibles que están más allá de los fenómenos. La reacción posterior
contra Kant afirma que los criterios de racionalidad del conocimiento pueden
variar históricamente y que no hay lugar para una metafísica del conocimiento.
Kant deseó encontrar un criterio de verdad para corregir las falsas creencias del
fanatismo que llevan a la iniquidad y al sufrimiento. La eliminación de la
metafísica buscaba suprimir las vanas ilusiones que eran fuente de intolerancia.
Las reformas liberales a la política y moral buscaban ampliar la
autocomprensión de los hombres, esperando con ello una mejora del género
humano con base en principios racionales y universales que no se apoyaran
sobre un conocimiento de objetos metafísicos. Estos son los aportes de Kant que
entrarán en crisis durante el siglo XIX y darán origen a las éticas discursivas.

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