La Ética Kantiana
La Ética Kantiana
La Ética Kantiana
Jorge Sierra
Docente-investigador
Universidad Autónoma de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas
Carrera de filosofía
Sinopsis
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1. Actos conformes al deber: Según Kant es posible que las personas en sus
acciones respeten aparentemente ciertas normas morales, pero no es
suficiente con cumplir con una norma para que nuestra conducta sea
buena. Pues, es posible que cumplamos con nuestros deberes
simplemente movidos por un interés egoísta. Por ejemplo, cumplimos
con nuestro deber de no robar a nuestros clientes sólo por el hecho de no
perder dinero en nuestros negocios. Según Kant, estas acciones son
conformes al deber pero no son acciones buenas.
2. Actos por deber: Actuar por deber según Kant, es actuar sin estar
movido por intereses o inclinaciones. Cuando se actúa por deber
simplemente se actúa por respeto a la norma y no por alguna utilidad
que podamos obtener de dicha acción. Por ejemplo, alguien actúa por
deber cuando en contra de sus inclinaciones ama a su enemigo.
El imperativo categórico
Basado en la distinción entre actuar por deber y actuar conforme al deber, es
preciso que Kant establezca un criterio o norma general para determinar en
cada caso cuándo se actúa por deber y cuándo no. A esta norma se le denomina
imperativo categórico. Esta norma debe permitir que los seres humanos, en
tanto seres racionales, puedan determinar qué normas deben adoptar para que
sus acciones sean consideradas moralmente buenas. Esto quiere decir que el
criterio de la moralidad debe ser válido para todos los seres racionales con
independencia de sus inclinaciones e intereses. La exigencia de buscar un
principio que valga para todos los seres racionales es lo que está detrás del
imperativo categórico, es decir, que un principio o una norma es moralmente
válida si es universalizable. Esto es, válida para todos los casos. Lo
característico de una ley moral es su universalidad “lo que ordena, permite o
prohíbe, lo ordena como válido para todos los casos particulares”.
Kant formula el imperativo categórico de tres maneras
1. Primera formulación: “Obra sólo según una máxima que puedas querer
al mismo tiempo que se tome como ley universal.” Una máxima es un
principio práctico que vale de manera subjetiva, a diferencia de una ley,
que es válida para todo ser racional. Según Kant, para determinar si una
acción es moral o no, basta con verificar si la máxima que guía mi acción
es universalizable o no. Si mi máxima puede valer como ley universal
para todo ser racional, entonces mi máxima es moral.
2. Segunda formulación: “Actúa de manera que siempre tomes a la
humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, como fin,
nunca como puro medio.” En ésta segunda formulación del imperativo
categórico, debemos preguntarnos si nuestras acciones implican o no un
respeto a las personas. Pues según Kant, las personas son fines en sí
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mismos y merecen respeto. Respetar una persona significa no tratarla
como un objeto o como un simple medio para mis fines egoístas. Una
acción es moral si, y sólo si, trata a las personas con respeto.
3. Tercera formulación: “No hacer ninguna acción por otra máxima que
esta: que la voluntad por su máxima, pueda considerarse a sí misma, al
mismo tiempo como universalmente legisladora.” La voluntad debe ser
una voluntad autónoma para que de manera incondicional pueda
legislar universalmente.
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Postulados de la razón práctica
Una de los logros que Kant pretendió legarle a la humanidad fue la de haber
demostrado la imposibilidad de dar una prueba especulativa válida de la
existencia de Dios. El juicio “Dios existe” no es un juicio sintético a priori
válido. Pero, por otra parte y en contra de la imposibilidad de conocer los tres
objetos de la metafísica especulativa, Kant afirma en la Crítica de la razón
práctica, que el razonamiento moral (la razón práctica) puede servir para
defender nuestras tres creencias más preciadas: nuestra creencia en Dios, en la
inmortalidad alma y en la libertad de la voluntad. Tales creencias, argumenta
Kant, pueden ser justificadas de alguna manera si se logra demostrar que son
presupuestos necesarios para la moralidad. Es decir, postulados de la razón
práctica. Debemos actuar como si fuéramos libres, como si Dios existiera y
como si fuéramos inmortales. Dado que una vida virtuosa no es garantía, para
Kant, de la felicidad, debe existir un ser supremo que garantice la conexión
entre virtud y felicidad.
Kant sería entonces un teísta moral en el sentido que defiende que la existencia
de Dios puede conocerse a partir de la moralidad. Esta posición, claro está,
contrasta con la posición de la ética teológica que afirma que la moral
presupone la validez de la religión.
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b. Una inclinación hacia el mal, que se identifica con el egoísmo
moral y el orgullo, como criterios de valoración moral. Esta
inclinación, Kant la interpreta, como el pecado original.
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derecho natural es el siguiente: “el derecho es el conjunto de condiciones por las
que el libre albedrío puede concordarse con el de los demás según una ley
general de la libertad”
La trascendencia de Kant
La filosofía de Kant fue uno de los mayores intentos de la filosofía idealista por
acabar con la imagen platónica del conocimiento y de la realidad. Pero para
muchos, Kant no logró este propósito, pues siguió hablado de realidades
incognoscibles que están más allá de los fenómenos. La reacción posterior
contra Kant afirma que los criterios de racionalidad del conocimiento pueden
variar históricamente y que no hay lugar para una metafísica del conocimiento.
Kant deseó encontrar un criterio de verdad para corregir las falsas creencias del
fanatismo que llevan a la iniquidad y al sufrimiento. La eliminación de la
metafísica buscaba suprimir las vanas ilusiones que eran fuente de intolerancia.
Las reformas liberales a la política y moral buscaban ampliar la
autocomprensión de los hombres, esperando con ello una mejora del género
humano con base en principios racionales y universales que no se apoyaran
sobre un conocimiento de objetos metafísicos. Estos son los aportes de Kant que
entrarán en crisis durante el siglo XIX y darán origen a las éticas discursivas.