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Gerontologia Nutricion

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL RÓMULO GALLEGOS
AREA DE ODONTOLOGÍA

NUTRICION EN EL ADULTO MAYOR

Bachilleres:
VELÁSQUEZ MIRIANNY K. C.I:25.887.624
CAMEJO M. GABRIELA M. C.I: 24.976.257
ALCANTARA JOSE C.I: 22.956.754

Profesora: Nyree Morgado

SAN JUAN DE LOS MORROS, 2022


Los numerosos problemas que están surgiendo como resultado del
envejecimiento de la población moderna son sumamente serios. El
incremento rápido de la población de edad avanzada constituye una carga
creciente para los escasos recursos de los países en desarrollo, en un
momento en que todavía están afrontando problemas relacionados con la
población más joven. En Venezuela, para el año 2000 había 24.169.744
habitantes, de los cuales un 6,6% eran personas de 60 años y más
(alrededor de un millón seiscientos). El aumento en el número y proporción
de adultos mayores preocupa mucho debido a las consecuencias sociales
que acarrea y en especial sobre la salud. 

El envejecimiento va acompañado de diversos cambios fisiológicos,


psicológicos, económicos y sociales que pueden afectar el estado nutricional,
y aun cuando la desnutrición no es una consecuencia inevitable del
envejecimiento, con éste se producen cambios que pueden contribuir a su
génesis. 

Muchos estudios han documentado la prevalencia de malnutrición en adultos


mayores, tanto en los de vida libre como en aquellos recluidos en hospitales
o instituciones de cuidado de larga estancia; la prevalencia va desde un 10-
20% en adultos mayores en sus hogares a 60% en pacientes hospitalizados
y en instituciones de cuidado. Diferentes situaciones y factores (ambientales,
funcionales, psicológicos, nutricionales y médicos) pueden llevar a que el
adulto mayor disminuya su ingesta de alimentos, contribuyendo esto al
desarrollo de malnutrición. En adultos mayores institucionalizados el estado
nutricional se ve afectado principalmente por factores nutricionales, ya que la
desnutrición se asocia positivamente con disfagia, consumo lento de
alimentos, ingesta proteica baja, apetito disminuido, presencia de sonda para
la alimentación y la edad. 

La nutrición se refiere a los nutrientes que componen los alimentos, e implica


los procesos que suceden en tu cuerpo después de que ingieres alimento, es
decir la obtención, asimilación y digestión de los nutrimientos por el
organismo, en tanto la especialidad de la nutriología se ocupa del estudio de
la alimentación, sus efectos en la salud y metabolismo. Cuando nos
referimos a la nutriología, hablamos de la disciplina que se encarga del
estudio de la nutrición, asociado a una correcta alimentación, sus efectos en
la salud y metabolismo del ser humano.

El alimento es cualquier sustancia consumida para proporcionar apoyo


nutricional a un ser vivo. Los alimentos suelen ser de
origen vegetal, animal o fúngico y contienen nutrientes esenciales,
como carbohidratos, grasas, proteínas, vitaminas o minerales, en tanto
la alimentación es la actividad mediante la que tomamos del mundo exterior
una serie de sustancias necesarias para poder nutrirnos. Estas sustancias
están contenidas en los alimentos que componen nuestra dieta.

Los factores de riesgo de malnutrición en los mayores institucionalizados son


múltiples y complejos. La edad, el modelo alimentario de los mayores, los
cambios fisiológicos producidos por el envejecimiento, la dependencia
funcional, la alta prevalencia de las patologías asociadas a la malnutrición, la
polifarmacia y los factores propios de la propia institucionalización
constituyen los principales factores de riesgo

A medida que envejecemos se producen una serie de cambios fisiológicos a


nivel orgánico. Estos son muy elocuentes en las personas mayores
ingresadas en un centro residencial, ya que, presentan una elevada edad
media en torno a los 82 años. Entre los cambios más relevantes cabe
destacar Reducción de la masa magra, sarcopenia primaria, reducción de la
masa y de la fuerza del músculo que aparece en el envejecimiento normal y
que condiciona una pérdida de fuerza y de capacidad de ejercicio,
determinando una reducción de las necesidades calóricas. Aumento de masa
grasa; es más lento que la reducción de la masa magra, lo que puede
condicionar ganancia de peso total a igual ingesta. Disminución del apetito.
La disminución de la ingesta calórica diaria es de aproximadamente un 30%
entre los 20 y 80 años de edad. Gran parte de esta disminución es
secundaria a la disminución del gasto energético; sin embargo, en muchas
personas la disminución de la ingesta es mayor que la reducción del gasto de
energía, perdiéndose peso corporal. Disminución de las papilas gustativas y
atrofia del nervio olfatorio, con pérdida de la capacidad de saborear los
alimentos, mostrando así menor interés por la comida.

Las demencias, la enfermedad de Parkinson, los ictus, la esclerosis lateral


amiotrófica, etc., desarrollan disfagia, que es la causa más frecuente de
malnutrición, aunque también aparecen otros factores, como el
hipermetabolismo y la anorexia, que se pueden producir en estas
enfermedades. Dada la alta prevalencia de demencias en el ámbito
residencial, estimado en más de un 60%, nos detendremos en esta
patología. El estado nutricional de los dementes institucionalizados es peor
que el de las personas institucionalizadas sin demencia y de la misma edad,
según demuestran estudios recientes.

La patología psiquiátrica más frecuente en las residencias es la depresión,


con una prevalencia que oscila entre el 30 y el 70%, dependiendo del
estudio. Existe una relación entre depresión y riesgo de malnutrición. La
depresión es una de las principales causas de pérdida de peso en las
personas de edad avanzada, e incluso un valor elevado de MNA (Mini
Nutritional Assessment) es factor de protección frente al riesgo de padecer
depresión.
Alimentos Que Favorecen en la Nutrición del Adulto Mayor

El incremento de la población de edad avanzada, ha generado entre


otros aspectos por avances en la atención médica, representa un reto para
los sistemas de salud, por la relación que tiene el envejecimiento con el
deterioro de la salud y la alta prevalencia de enfermedades crónicas no
transmisibles.
Los factores fisiológicos, psicológicos y sociales asociados al
envejecimiento prematuro de la ingesta de alimentos, aspecto vital en la
salud nutricional del adulto mayor, lo que aumenta la exposición a padecer
desnutrición u obesidad.
Para una persona mayor, un adecuado comportamiento alimentario
favorece la entrega prudente de energía y nutrientes. Se entiende que una
alimentación equilibrada, es decir, aquella que contiene los nutrientes
necesarios para el adecuado funcionamiento del organismo, es base de una
apropiada calidad de vida, sin embargo, alteraciones en sus conductas de
alimentación, alteran este equilibrio, pudiendo presentar efectos en su estado
nutricional. Estas modificaciones pueden ser originadas por situaciones
patológicas, pérdida de las respectivas parejas, hábitos alimentarios rígidos,
privación en el poder adquisitivo, entre otros factores, reforzándose en
ciertas ocasiones, por la situación sociocultural de una persona mayor.
El alimentarse es un comportamiento habitual, con conductas
aprendidas desde las etapas iniciales de la vida y que se contextualizan por
directrices entregadas por las familias, sociedad y también, por aspectos
económicos. El ser humano tiene la peculiaridad de no solo hablar de su
alimentación, sino también piensa en esta, con reglas y normas que son
adquiridas a través de la vida y sus experiencias individuales, permitiendo
establecer identidades y significancias sociales. Independiente del grupo
etario al que pertenece una persona, los cambios culturales han propiciado
modificaciones en los hábitos y preferencias alimentarias, identificándose
una marcada preferencia por alimentos de menor complejidad al momento de
ser preparados, los que generalmente se caracterizan por presentar una
elevada densidad energética y sodio, además, de un bajo contenido de
componentes nutricionales saludables, lo que ha favorecido la presencia de
patologías crónicas, como la obesidad
Para la persona mayor, se reconoce que el estado de salud, bienestar
y la longevidad están directamente relacionados con los aspectos
bioquímicos de los alimentos consumidos. Una dieta sana para estas
personas debe considerar en especial, el disfrutar de su alimentación y que
esta sea variada; entregar volúmenes suficientes para mantener un control
de peso corporal adecuado; aumentar el consumo de frutas y verduras y
reducir los alimentos de alta densidad energética, especialmente grasas,
además de realizar actividad física acorde a su condición.
Es importante reflexionar que, el proceso de envejecer, conlleva
modificaciones lentas y progresivas en el tiempo, de naturaleza regresiva
que producen insuficiencia en diversos órganos, como el tracto digestivo,
afectando la fase oral, gástrica e intestinal de la digestión, con alteraciones
motoras, secretoras y de absorción. Sin embargo, los primeros signos del
envejecimiento en el tubo digestivo comienzan en la cavidad bucal, originado
en forma natural como el oscurecimiento y desgaste de los dientes o
producto de la presencia de enfermedades, como la periodontitis,
medicamentos o efectos socioculturales, lo que finalmente podría alterar el
proceso de deglución de los alimentos y alterar el estado nutricional de estas
personas.
En general, los adultos con edades por debajo de los 80 años, tienden
ser más independientes, funcionales y físicamente aptos, pudiendo cumplir
actividades básicas para cuidar de sí mismos, comparados con aquellas
personas mayores de esta edad, que tienden a ser más dependientes y
presentar más limitaciones físicas. Esta situación puede supeditar su
comportamiento alimentario y de esta manera, su calidad de vida y salud.
En los adultos mayores no existen restricciones en su alimentación, a
no ser que padezca de alguna enfermedad o le hagan daño, en cuyos casos
el consumo de los mismos se restringe o limita.
La consistencia de los alimentos dependerá de la capacidad
masticatoria y de la presencia de piezas dentales que posea el adulto mayor.
Se sugiere ofrecer alimentos con guisos bajos en grasas para facilitar la
deglución, teniendo en cuenta que en estos hay poca producción de saliva.
Procurar que el adulto mayor consuma los alimentos acompañado por
la familia o un cuidador.
La alimentación debe ser equilibrada, para lo cual debe incluirse un
alimento de cada grupo de alimentos, seleccionar alimentos ricos en fibra,
bajos en azúcares refinados, grasas saturadas y colesterol.
Consumir por lo menos 2 litros el equivalente a 8 vasos de líquidos, en
forma de agua, sopas, jugos naturales sin azúcar, tés naturales.
Se sugiere incluir en la alimentación alimentos integrales, productos
lácteos bajos en grasas, carnes libres de grasa, pescados y aves.
Suplementar la dieta con calcio y vitamina D y/o consumir alimentos
ricos en estos nutrientes (para reducir el riesgo de fracturas), y de B12 para
reducir el riesgo de anemias.
Las comidas deben ser variadas y atractivas, teniendo presente
combinar colores, olores, sabores, empleando condimentos naturales que le
confieran un sabor agradable. Es importante vigilar las temperaturas
procurando no ofrecerlas ni muy calientes, ni muy frías.

Causas de la Mala Nutrición en el Adulto Mayor


La nutrición es esencial para mantener el estado funcional y la calidad
de vida en los adultos mayores, sin embargo, representa el grupo con mayor
riesgo de ingesta dietética inadecuada, debido a los cambios propios del
envejecimiento a nivel fisiológico o psicosocial, así como el enfrentarse a
enfermedades crónicas que pueden producir una modificación de conductas
alimentarias, que influyen en la desnutrición u obesidad.
La desnutrición se define como la condición patológica resultante de
una dieta insuficiente o mala asimilación de los alimentos, relacionada con la
pérdida de peso y masa muscular, disminución de la fuerza e
inmunodeficiencia. A menudo es subestimada, pero su importancia es
fundamental, ya que incrementa la morbilidad, la mortalidad, reingresos o
mayor duración de la estancia hospitalaria y de los costos de la atención en
salud. Factores sociales como la pobreza, la soledad, los bajos niveles de
educación pueden afectar la disponibilidad de alimentos y, posteriormente, el
estado nutricional; algunas condiciones médicas como diarrea, transpiración
excesiva, hemorragia, insuficiencia renal e infección también pueden
contribuir.
Dentro de los cuadros de desnutrición en el adulto mayor, la
deficiencia de micronutrientes como calcio, vitamina D, vitamina B12 y folato
puede inducir una disminución de reacción del sistema inmune y provocar un
peligro para la vida, por estas razones, la valoración nutricional eficaz es la
herramienta principal que debe utilizar enfermería para la identificación de los
ancianos en riesgo de desnutrición, lo que daría el primer paso para prevenir
o restaurar el estado nutricional y devolver la calidad de vida.
Algunos cambios fisiológicos propios del envejecimiento hacen que el
metabolismo de los alimentos cambie y que sea necesario un aporte
adecuado para mantener un equilibrio nutricional, es preciso conocer los
cambios que atraviesan los adultos mayores durante el envejecimiento, para
brindar una acertada que Permita mejorar el bienestar de los mismos,
además de asegurarse de que el adulto mayor reciba atención centrada y
adaptada a las necesidades individuales.
El disfrute de los alimentos se ve afectado por la disminución en el
sentido del olfato y el gusto, el bulbo olfatorio disminuyendo su eficacia al
igual que las papilas gustativas, lo que reduce el deseo de comer. Los
hábitos alimentarios pueden cambiar debido a la dificultad para masticar a
causa de la pérdida de piezas dentales o el mal estado de las mismas, por lo
que se eligen alimentos fáciles de masticar y se resta importancia al valor
nutricional. La formación del bolo alimenticio se ve afectado por la
xerostomía, y en asociación con la disminución del peristaltismo esofágico
puede causar incomodidad para tragar. Se segrega menos ácido clorhídrico,
pepsina y el pH del intestino cambia, favoreciendo el sobrecrecimiento de la
microflora intestinal, que junto al acortamiento de las vellosidades del
intestino delgado dificultan la absorción de algunos minerales, vitaminas,
proteínas y de otros elementos esenciales como el hierro, calcio y ácido
fólico. El páncreas sufre una disminución de la segregación de bicarbonato y
enzimas que dan lugar a algunas de las intolerancias y problemas digestivos.
El hígado sanguíneo reduce de tamaño y el flujo también es más escaso, por
tanto disminuyendo su capacidad de desintoxicar el organismo, asociado el
metabolismo de algunos alimentos y fármacos.
Adicional a los factores fisiológicos que serían parte del aspecto
biológico (intrínseco) existen otros no menos importantes que deben ser
tenidos en cuenta y forman parte de las condiciones de estilo de vida de la
persona (extrínseco) y son: Factores culturales, prácticas alimentarias no
saludables transmitiendo de generación en generación y que marcan pautas
de comportamiento arraigadas; Factores psicosociales, pérdida de
motivación para cocinar para sí mismo y para los demás, fluctuaciones en el
estado de ánimo influenciado por eventos de la vida, por ejemplo, duelo,
cambios en las habilidades cognitivas y en la memoria para preparar las
comidas y utilizar el equipo, baja autoestima y confianza en la preparación de
alimentos, pobreza o recursos limitados, incapacidad para ir de compras y
preparar su comida, contacto social reducido, soledad, demencia, necesidad
de asistencia en el cuidado y depresión. La combinación de estos incrementa
la vulnerabilidad en los adultos mayores frente a la nutrición...
Existen varias causas que pueden influir a que un adulto mayor pierda
el apetito, no ingiera suficiente comida y empiece a presentar síntomas de
desnutrición:
 Cambios normales relacionados con el envejecimiento (cambios en el
gusto, olfato y apetito).
 Escasez de alimentos por bajos ingresos.
 Demencias como el Alzheimer.
 Enfermedades cerebrovasculares como el Ictus.
 Falta de variedad en la dieta.
 Medicamentos que influyen en el gusto y olor de los alimentos o
disminuyen el apetito.
 Osteoporosis.
 Diabetes.
 Disfagia (problemas para tragar).
 Depresión o distimia.
 Infecciones.
 Úlceras por presión.
 Los adultos mayores que generalmente comen solos pueden perder el
interés en comer y cocinar.
 Enfermedades del sistema digestivo.
 Fracturas en el sistema locomotor.
 EPOC (Enfermedad pulmonar obstructiva crónica).
 Alcoholismo.
 Tabaquismo.
Raciones Alimentarias en el Adulto Mayor
El envejecimiento no modifica las necesidades nutricionales en la
población adulta mayor, sin embargo, los cambios propios de este ocasionan
que estas necesidades sean más difíciles de cumplir. Adicional a esto la
evidencia afirma que una dieta incorrecta favorece el inicio de enfermedades
crónicas no transmisibles, entre las que se destaca la obesidad y la
desnutrición con su consecuente deterioro de la calidad de vida.
Se han podido identificar algunos de los componentes indispensables
en la dieta para el adulto mayor, los cuales quedarán expuestos a
continuación:
Líquidos
La ingesta diaria recomendada para los adultos mayores es de 30
ml/kg de peso aproximadamente, es necesario un mínimo de 1.000 ml de
líquidos para compensar las pérdidas insensibles exclusivamente. La
hidratación es una de las necesidades de mayor importancia para el adulto
mayor debido a la reducción de la sensación de sed y el consumo de ciertos
medicamentos como los diuréticos que alteran este equilibrio. La enfermera
debe sugerir al adulto mayor consumir pequeñas cantidades de agua,
mínimo cada hora o 2 horas, para poder compensar el déficit de líquidos que
pueda presentar, claro está que anterior a esto debe conocer la historia
clínica, para determinar la necesidad y la cantidad de la misma.
Fibras
El consumo de fibra entre los adultos mayores es escaso en la
mayoría de los casos, debido a una disminución de la ingesta de frutas y
vegetales por distintos factores. Es función de la enfermera aconsejar el
consumo de fibra de forma regular; la fibra a la dieta se ha asociado con la
disminución de grasa y azúcar en sangre, estimulación del peristaltismo y
función gastrointestinal, y reducción de peso, ya que promueve la saciedad a
niveles más bajos de calorías y lípidos. Algunos de los alimentos en los que
se encuentra la fibra son verduras, frutas, legumbres, cereales, tubérculos,
raíces y plátano no procesados.
Reducción de sodio
Algunas condiciones de salud relacionadas con el envejecimiento
como la presión arterial alta, el riesgo de accidente cerebrovascular, la
hipertrofia ventricular izquierda y la proteinuria, se ven contrarrestadas con
una disminución en el consumo de sal/sodio. Para lograr dicha disminución
es necesario conocer los alimentos que deben evitarse, los cuales son:
enlatados, salchichas, jamón, sal de mesa, sal de ajo, queso, condimentos
procesados, salsa de soja, papas fritas de paquete, galletas saladas y
palomitas. Asimismo, el personal de enfermería debe enseñar otras
estrategias como son el uso de condimentos naturales que le permiten dar
sabor a las comidas, para disminuir la ingesta de sodio, entre estos tenemos
el ajo, cebolla, hierbas aromatizantes como la albahaca, tomillo, laurel, entre
otras.
Reducción de azucares
A causa de la disminución de la segregación de enzimas por parte del
páncreas y por la reducción de los receptores de la insulina durante el
envejecimiento, los adultos mayores se hacen más propensos a la diabetes
mellitus. En esta población el consumo de azúcar debe controlarse, y evitar
los azúcares refinados presentes en pasteles, tortas y productos procesados;
de igual forma se debe controlar el consumo de frutas dulces como el
banano, la manzana, uvas, remolacha y zanahoria. Se debe favorecer el uso
de endulzantes naturales como miel, panela, entre otros.
Vitamina D
Los adultos mayores se encuentran en riesgo de padecer deficiencias
de vitamina D, por la exposición limitada a la luz solar y por una reducción de
la capacidad de la piel para producir vitamina D; en contraste un tercio de
pueden los requerimientos de vitamina D se obtener de la dieta si se incluyen
los siguientes alimentos: salmón, productos de mar frescos, las sardinas o
atún en aceite de oliva, el aceite de hígado de bacalao, los huevos, entre
otros. Los suplementos de vitamina D son para algunos adultos la mejor
fuente de obtención de esta, ya que muchos de los alimentos que la
contienen no son parte de su dieta; la exposición solar no es recomendada
por el ya establecido efecto carcinógeno de la radiación solar, el centro para
el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., afirma que la piel
sin protección expuesta a los rayos del sol por 15 min puede ser lesionada
por los rayos ultravioleta.
La vitamina D es indispensable para promover la absorción de calcio,
puesto que favorece la salud ósea; junto al calcio son los componentes más
importantes en la dieta como protectores contra la osteoporosis. También
tiene un papel que ayuda al funcionamiento del sistema inmunológico, la
secreción de insulina, el funcionamiento del corazón, la regulación de la
presión arterial y la función cerebral.
Proteína, lípidos y antioxidantes
Aunque la proteína, los lípidos y los antioxidantes deben ser incluidos
en la dieta del adulto mayor, la evidencia sigue siendo débil respecto a las
recomendaciones específicas y los beneficios que estos nutrientes aportan
en la salud nutricional de esta población.

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