Capítulo 2 La Restricción de La Bondad Divina y El Perfeccionamiento Humano
Capítulo 2 La Restricción de La Bondad Divina y El Perfeccionamiento Humano
Capítulo 2 La Restricción de La Bondad Divina y El Perfeccionamiento Humano
El perfeccionamiento humano.
12. Intelecto: Sin embargo, lo primero que debemos aclarar es la existencia del ser
humano y la labor que le incumbe, para poder conocer cuál es el propósito de todo esto.
13. Alma: Eso es algo que, para comprenderlo con claridad en todos sus aspectos,
ciertamente requiere mucha clarificación.
14. Intelecto: El principio fundamental sobre en que descansa toda la estructura (labor
espiritual que le incumbe al hombre) es que la Voluntad Suprema quiso que el ser
humano se perfeccionara a sí mismo y a todo aquello que ha sido creado para él.
[El hombre y el universo no son dos entidades separadas entre sí. Son dos aspectos
complementarios, aunque jerárquicos, de una misma estructura creada por Dios. Cuando
el ser humano se perfecciona asi mismo, también perfecciona al universo entero, creado
para él como complemento suyo.]
Y esto mismo constituirá su mérito y su recompensa. Será merito suyo porque él se habrá
dedicado y esforzado en la adquisición de esta perfección, y una vez que la haya
alcanzado la disfrutará exclusivamente como producto de su esfuerzo y como premio por
su labor. Y también constituirá su recompensa porque a fin de cuentas él mismo se habrá
perfeccionado gracias a su labor y disfrutará del Bien por toda la eternidad.
Pero primero te haré una pregunta de carácter general: ¿hay una razón intrínseca por la
que la Voluntad Suprema deseó crear el mundo de este modo?
Propósito de la Creación: Beneficiar a los seres Creados
16. Intelecto: La razón es evidente, sólo que depende de la respuesta que demos a otra
pregunta: ¿por qué el Creador quiso crear el mundo?
18. Intelecto: Lo que somos capaces de comprender sobre este tema es la idea
siguiente: Dios constituye la esencia misma del bien. Ahora bien, la naturaleza del Bien es
justamente prodigar el Bien a otros. Y esto es precisamente lo que Dios deseó: crear
seres para prodigarles el Bien. Pues si no hubiera un receptor del Bien, la beneficencia
divina no podría manifestarse.
[Ramjal reitera que lo único que podemos conocer sobre la intención del Creador al crear
el mundo es: “lo que nos dios a conocer”, es decir, lo que Él mismo nos ha revelado en la
Torah. Pero en sí mismo, el espíritu humano es incapaz de descubrir verdades a priori
sobre la esencia misma de la Creación; por ejemplo, el propósito que tiene]
Sin embargo, en Su sublime Sabiduría, Dios sabía que para que esa beneficencia pudiera
ser completa era necesario que sus receptores la recibieran gracias a su esfuerzo
personal, porque sólo de ese modo ellos se convertirían en dueños de ese Bien y no
sentirían vergüenza al recibirlo , como alguien que recibe caridad de otro. Acerca de esto,
los Sabios talmúdicos afirmaron: “El que come de lo que no es suyo, siente vergüenza de
mirar el rostro de su bienhechor” (Yerushalmi, Orla 1:3).
[Dios creó un tipo de realidad existencial -este mundo- cuyos parámetros exigen que el
hombre llegue a la perfección por su propio esfuerzo. De esto claramente se infiere que el
mayor bien posible que Dios otorga al hombre es la posibilidad de su “autonomía
espiritual”. En eso consiste el mérito y la recompensa del hombre]
20. Intelecto: De ese concepto preliminar se deriva un tema fundamental que debemos
analizar: la deficiencia y la perfección.
[La idea de una perfección realmente significa llenar una carencia, completarla para que
ya no sea deficiente. Por eso Ramjal literalmente emplea la frase “la carencia y su
complemento”. Lo que esto quiere decir es que si el hombre es un ser que debe
perfeccionarse asi mismo, forzosamente se encuentra en un estado inherente de
deficiencia existencial]
Es necesario saber en qué consiste la deficiencia y cuáles son sus consecuencias, por
medio de qué puede ser corregida para que la Creación llegue a su perfección, cuál es el
método a seguir para implementar esa corrección y cuáles son los resultados de esa
rectificación.
21. Alma: Sin embargo, me parece que primero deberíamos analizar en qué consiste la
perfección que el hombre obtendrá cuando complete su tarea en este mundo y descanse
de su labor, pues entonces podríamos comprender retroactivamente todo eso que
mencionamos. La razón es evidente, ya que el logro que el ser humano obtenga al final
de todo será justamente aquello de lo que carecía al principio, y era precisamente porque
lo necesitaba que debió esforzarse por adquirirlo en primera instancia.
[En vez de analizar en qué consiste la deficiencia del hombre, se debe analizar primero
cuál sería su perfección, y eso retro activamente llevará a comprender cuál era su
deficiencia.]
22. Intelecto: Tienes razón. Sin embargo, la perfección es algo que inicialmente podemos
comprender sólo de un modo general, no en detalles.
[El intelecto enfatizará que la perfección consiste en la adhesión a Dios. Aquí el intelecto
adelanta que mientras el ser humano este limitado por los parámetros existenciales
actuales -el tiempo y el espacio-, que necesariamente lo hacen imperfecto y limitado, por
su naturaleza misma no puede comprender en detalle una modalidad de existencia
perfecta y trascendente.]
[Yeshayahu 34:16, el intelecto concluye con este versículo para subrayar que la idea de
que la perfección humana reside en el apego y la unión con el Creador se encuentra
diseminada en toda la Escritura (Torah), y cualquiera que se tome la molestia de estudiar
seriamente la Escritura descubrirá que efectivamente es así.]
Esta idea misma es expresada en palabras de los Sabios talmúdicos: “En el Mundo
Venidero no habrá ni comida ni bebida… los justos estarán sentados con sus corazones
en sus cabezas y se deleitarán con el resplandor de la Presencia Divina” (Berajot 17a).
27. Intelecto: Que Dios ciertamente pudo haber creado al ser humano y a toda la
Creación totalmente perfectos. Pero no sólo eso, sino que además era de esperarse que
lo hiciera así. Pues constituyendo Él la esencia de la perfección, lo lógico es que Sus
actos también sean totalmente perfectos.
Sin embargo, como Su sabiduría decretó que el ser humano debía perfeccionarse a sí
mismo, por eso creó seres carentes de perfección. En cierto sentido, es como sí Él
hubiera constreñido el atributo de Su perfección y de Su inmensa bondad, impidiendo que
se manifestasen plenamente hacia las creaturas como les correspondía actuar según su
naturaleza. En vez de ello, las creó dándoles la naturaleza que Él consideró que debían
tener conforme a los objetivos de Su plan cósmico.
Pero esto implica un concepto adicional, expresado por los Sabios talmúdicos: “El Nombre
Divino Shadai significa que Él dijo “es suficiente” a Su mundo” (Jaguiga13a).
[El Nombre Divino Shadai está compuesto por la palabra “dai”, que significa “suficiente”]
Después de haber sido creados, los cielos continuaron extendiéndose hasta que Él los
“regañó”, esto quiere decir que Él ciertamente pudo haber creado más seres de los que
de hecho creó, y también que esos seres hubiesen podido ser existencialmente más
elevados de como en la práctica los creo. Si Él hubiera querido crear seres conforme a Su
propia magnitud, esos seres hubieran sido infinitos, de igual modo que Él mismo es
infinito y Su poder también.
Pero en vez de ello, Dios los creó conforme a la naturaleza del ser creado, es decir, que
evaluó cuál debía ser la magnitud y la cualidad intrínseca adecuada para ellos en función
del propósito para el que estaban destinados. De esto se infiere que, en cierto sentido, Él
limito Su poder infinito para que no se manifestará en los seres creados según Su propia
magnitud, sino solamente acorde con la naturaleza y los límites inherentes a los seres
creados.
27. Alma: Todo esto necesariamente debe ser así. Pues nuestra firme convicción es que
Dios es omnipotente en todo sentido y, por ello, de ningún modo podemos fijar límites o
medidas a Su poder. Y todo lo que nosotros podemos percibir que fue creado por Él con
medidas o límites específicos , en realidad no refleja la auténtica magnitud divina, sino
solamente lo que Su Voluntad decidió hacer.
30. Intelecto: Lo que ahora debemos comprender es de donde obtiene el ser humano la
capacidad para perfeccionar sus deficiencias, una vez que fue creado imperfecto. Ahora
bien, aquí nos aventuramos en un mar inmenso y amplio, ya que primero será necesario
que analicemos muchos conceptos fundamentales antes de poder concluir ese tema.
Será preciso, pues, que te armes de paciencia para que puedas comprender cada idea en
su orden correcto. Pues el camino de la sabiduría consiste precisamente en adquirir los
conocimientos (en forma gradual), uno tras otro, hasta que al final emerge una estructura
conceptual completa, para la que eran necesarias todas las ideas preliminares.
32. Intelecto: Primero debes saber que, aunque ya dijimos que el Creador quiso
conceder a Sus creaturas una cierta comprensión de Su perfección sublime, ciertamente
Su intención no era concederles la comprensión completa de toda Su perfección, la cual
es infinita e inconmensurable.
Al contrario, quiso revelarles solamente una fracción mínima de esa perfección, en cuya
comprensión residirá todo el placer que ellas sean capaces de experimentar. Eso es
evidente y necesario, ya que es imposible que seres creados como nosotros puedan
captar toda la perfección del Creador, como se declara: “¿Acaso puedes descubrir lo
insondable de Dios? ¿Eres capaz de llegar hasta el fin del Omnipotente?”(Iob 11:7). De
aquí se infiere que todo lo que los seres creados son capaces de alcanzar no constituye ni
siquiera una gota del inmenso mar de la perfección del Creador.
33. Alma: Eso es evidente para todo aquel que posee entendimiento. Al respecto, ya ha
sido dicho: “¿Quién podría expresar los actos poderosos…? (Tehilim 106:2).
Anexo al Capítulo 2
Los dos principios expuestos por el intelecto en los, #18 y #26-28, constituyen los dos
aspectos básicos de lo que la Cabalá llama Tzimtzum, palabra que literalmente significa
“constricción” o “reducción”.
Ramjal expone ahí dos ideas complementarias: primero, que el Creador no creó al
universo y a los seres que lo habitan en función de Su propio nivel ontológico, absoluto e
infinito, sino sólo en función del nivel ontológico predeterminado por Él para el universo,
siguiendo el propósito que Él ha destinado para ellos. Eso se considera una limitación
auto-impuesta del poder del Creador. Esa limitación de Su poder fue dictada por la
voluntad divina de crear un mundo “para prodigarles el Bien”, como el intelecto explicó en
el punto 18.
(Esta idea obviamente implica que el universo no se deriva en forma natural del Creador,
sino que es una creación libremente innovada, con propiedades y límites propios que, por
así decirlo, fueron determinados artificialmente por Dios en función del plan cósmico que
Él le fijó. De este modo, la idea del Tzimtzum rompe radicalmente con la idea pagana
tradicional que, de un modo u otro, asevera que el universo guarda una correspondencia
natural con lo Divino).