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Hugo Zemelman - ¿Cómo Pensar Las Ciencias Sociales Hoy

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Huoo ZEMELMAN

GU,A.DAlUPE VALENCIA
Coordmadores

¿Cómo pensar las


Cierncias Sociales hoy?
'1
H UGO Z EMELMAN
GUADALUPE VALENCIA
Coordinadores

¿Cómo pensar las


Ciencias Sociales hoy?

IPECAL · UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA DE COLOMBIA · SIGLO DEL HOMBRE


H uGo Z EMELMAN
G UADALUPE VAL ENCIA
Coord inadores

¿Cómo pensar las


Ciencias Sociales hoy?

IPECAL - UNIVERSIDAD PEDAGóGICA DE COLOMBIA· SIGLO DEL HOMBRE


Rector
Osear Armando lbarl'l! Russl

VIcerrectora Acodémfal
C.lara Inés Cllaparro Susa

Vlcrrrector Administrativo y Ananclefo


Ricardo Wllches Rojas

Vlcefrector de Gest'oón Univ~ltarla


Gerardo Andrés Perafán Ech~verri

o Universidad Pedagógica Nacional


O Hugo Zemelman, Guadalupe Valencia (coords.)

ISBN: 978·958·8650.05-0

Primera edkión, enero de 20 lO

Preparación Editorial
Universidad Pedagógica Nacional
Fondo Editorial

José Ignacio Curclo Penen


Coordinador

Jesús Alberto Chaparro Tlbadulla


Diseño y dlagramaclón

Impreso en Javegraf
Bogotá, Colombia, 2010

Prohibida la reproducción total o pardal sin p«miso escruo


d! la Universidad Pedagógica Nacional
CONTENIDO

A manera de prólogo
Hugo Zemelman 9

Presentación
Hugo Zemelman y Guadalupe Valencia 11

l. Pensar y saber: pensar lo que se sabe y saber lo que se piensa


Hugo Zemelman IS

11. Pensar la sociedad y a los sujetos sociales


Hugo Zemelman 27

111. Pensar la historia como compañera de la esperanza


Juan Qulntar 47

IV. Pensar al tiempo desde las ciencias sociales


Guadalupe Valencia 73

V. Pensar la cultura o volver a desrubnr el mundo


Emma León 95

VI. Pensar la pohtica desde la incredulidad


Manuel Canto 119

VIl. Pensar la Economfa hoy en América Latina


Gerardo de la Fuente Lora 137

Vlll Pensar las ciencias sociales desde la filosofla


Alejandro Labrador 157

IX Pensar la Investigación desde el margen de las ciencias sociales


Alfonso Torres Carrillo 187

7
A MAN ERA OE PROlOGO
UNA AEFLEX ION DESDE UN TIE MP O PASADO

Sin ousa~r razones que se sobrepongan a lo que está escrito, sin agregar argu-
I:!II!"'"OS que sean simplemente omamentaclones, queremos resaltar en estas
fnss el espfritu del libro que presentamos. Trascendiendo posturas teóricas
~emos alertar acerca de lo que esta ocurriendo con las Humanidades
e- eo Ktual momento histórico.
En una sociedad caracterizada por un desarrollo tecnológico sin control,
~por esa misma razón, en una medida profunda puede ser desvastador, se
~a la necesidad devolver la mirada sobre el protagonista de este a si mismo
~ progreso, el ser humano, para asumir cómo desde sus conquistas se
Gl!gél a si mismo, pues queda oculto detrás del rostro del cálculo y del interés
Clelqulno.
Es preciso asumir que el desarrollo clvilizatorio se puede corresponder con
~ creciente debilidad en la condición humana c.ada vez más prisionera de
SU! propios constructos. Invocando la necesidad de preservación y de equlli-
.ra. las lógicas políticas dominantes Impiden que se abran espacios fuera de
re establecido. Ello niega la vida misma que siempre esta naciendo desde lo
ir><ól co ~ In nn dado_
Desde esta mirada se plantea la necesidad de revisar el concepto mismo de
~. Pues no se trata solamente de encontrar la verdad sino de poder ampliar
los espacios de posibilidades del hombre, en forma de fortalecer su capacidad
ce construir desde lo •rnédito posible~ según la conocida expresión de Frelre.
Se tr.1ta de convertirse en actores de la resistencia para poder asomarnos y
- b rarnos ante aquello que transcurre toda via sin nombre.
Se requiere de hombres y mujeres capaces de reconocerse en su huma-
aidad más allá de los limites de sus conocimientos y de su poder para hacer;
cun la voluntad que cumpla las funciones de conciencia activa de la historia,
pero lllSplrado en el espíritu generoso del respeto por la humanidad de todos,
..enciendo el vértigo provocado por la voracidad por tener y aparentar ser.
ísn alineación, no obstante ser el cometido de todo tipo de Justificaciones
~ Incluso teóricas, no representa más que la expresión de la condena del
"'ttmbre por el hombre mismo.
Debemos cambiar el centro desde el cual nos pensamos y pensamos, de
:::.nera de acotar la gravitación de lo logo·céntrico para armonizar nuestra
¡JDStUfa ante el mundo y el propio suj eto. Ello supone re-pensar lo pensado.
OMie otra slgnificadón a lo ya definido, volver a adararnos lo aparentemente
10 ¡ComopemotlnOtndosSodoleshoyl

esclarecido. Tambi~n probtematizar lo sabido y cuestionar en consecuencia tos


modos que tenemos para organizar el pensamiento con el que construimos
nuestros conocimientos. Hacer prevalecer la fuerza de la imaginación, con su
necesidad de lo nuevo, por sobre las certezas.
En este sentido, recuperar la libertad de la pregunta que nos impulsa hada
el misterio siempre m~s vasto que las verdades. Pregunta que nos coloca en el
limite abierto hacia lo Insondable siempre sostenida por la voluntad de razón
y por la necesidad de mirar lo que transcurre. Es el flujo propio no solo de las
cosas sino del propio sujeto pensante.
Son desatros de ~poca. De una época abrumada por sus conquistas y cer-
tidumbres, pero dominada por un esplritu deshumanizado y deshumanizante,
donde convive el progreso técnlco·clentlflco con una creciente pobreza del
pensamiento de la cual pueden constituir excepción el que se contiene en el
arte y la literatura. Pero, aun en este caso, sin garantla de perdurar.
Con los matices propios de la disciplina y los limites que Impone el contexto
histórico, esto es, la naturaleza de las necesidades desde las cuales se piensa y
conoce, el libro es una muestra de cómo poder comenzar a colocarnos en el
umbral siempre abierto del pensar histórico como pensar ético-político, propio
del hombre que se aventura a construir lo posible desde valores que le dan una
alta estatura y trascendencia.
Producto de una prolongada experiencia colectlva, propia de la época en
que todavla en los ámbitos uniVersitarios tenia cabida la gran discusión acerca
del devenir de la socledad y del hombre, los escritos representan un anticipo
de posibilidades por darse.

Hugo Zemelman
El Olivo, enero 2008
Chile
)nsecuenda los PAES ENTACI ON
Je construimos
!nación, con su
Los u abajos reunidos en el presente volumen son el resultado de un esfuerzo
s impulsa hacía a..Ktivo por pensar a las ciencias sociales, hoy, desde las diversas ópticas y
10s coloca en el e:sciplinas que constituyen a dichas ciencias. Los temas y dlsdpllnascontempla-
untad de razón óas en este ejercicio de pensar las ciencias sociales son: el propio pensamiento,
, no solo de las ,. sociedad y los sujetos sociales, la historia, el tiempo, el espado, la cultura, la
«<))OOTTía, la educación y la filosofía.
mquistas y cer- Como lo menciona Hugo Zemelman en el articulo que abre este volumen,
:shumanizante, ~r y saber. Saber lo que se sabe y saber lo que se piensa, y que puede
te pobreza del ~ extensivo al conjunto de los textos: la pretensión es recuperar elinte-
contiene en el l'H. en el contexto latinoamericano, de lo que definimos como construcción
<Ir. aoes pensamiento teórico; reslgnificando asl nuestra apropiación de las teorlas
:me el contexto sociales a fin de reconocer, desde la complejidad de nuestra propia realidad,
!les se piensa y ·.ernativas de roturo. En este primer capitulo, Zemelman reconoce la prorunda
1locarnos en el efomlulación paradigm~tica que viven hoy las ciencias naturales y que han
:x¡iltico, propio 3Slocado también las coordenadas de construcción de la realidad histórica y
que le dan una .as IO<mas tn que hoy esr.!n siendo pensadas las ciencias sociales. Formas de
pensar que exigen modalidades de conocimiento que recuperen las realidades
de la época en I)Oienciales de lo social y redescubran, en la construcción de la realidad histó-
scuslón acerca IQ.Ios mu! tiples sentidos de ésta.
an un anticipo En el iegundo capítulo Pensar a la sociedad y a los sujetos sodales, Zemelman
1-e plantea la necesidad de dar cuenta de los dinamismos constitutivos Inherentes
11 .los agrupamientos colectivos. los cuales no sólo se derivan de sus complejida-
190 Zemelman ca múltiples y simultáneas. sino también de su sometimiento a condicionantes
\10, enero 2008 DIS:I.iricas. Esto supone el cuestiona miento de un viejo concepto de sociedad y de
Chile niwiduo, que dlo lugar a análisis de lo social y de la subjetividad, cuya procedencia
2 remonta a los grandes discursos políticos desarrollados a lo largo del siglo XX.
El tercer capítulo, Pensar la historia como compañera de la esperanza,
-i! escrito por Juan Qulntar, desde la historia y el oficio de historiar y -por
~--:o lado- desde lo que hace algún tiempo a esta parte se ha dado en llamar
epstemotogla de la concienc:la histórica. Su lntendón es contribuir al debate
sobre la función del historiador frente a tos reclamos sociales y politices que
t.enen fuertes perfiles éticos. Asl, se pregunta ¿cu~l es la responsabilidad del
h:.stotiador, ya no frente al pasado, sino en cuanto a su capacidad de prefigurar
-.-os futuros? Y añade que, lejos de responder a ésta y a otras preguntas.
llfflende abrir puertas y problematlzar la cuestión tratando de redoblar esfuer-
zos para salir del •refugio~ romper un pensamiento y una actitud profesional

11
12 ¿Cómo peruarlbs Oeoclu Soc1Alehoy7

cristalizada disciplinariamente, y saber reconocer los espacios e intersticios tant'


para volver a conectar la escritura de la historia con las realidades de nuestras advi
comunidades. nue!
En el cuarto capitulo, Pensar al tiempo desde las ciencias sociales, Gua· porc
dalupe Valencia hace un llamado para pensar nuevamente a la temporalidad asfb
social como un problema epistemológico, teórico y metodológico, fundamental es o
para las ciencias sociales. En el texto se intenta realizar una reflexión sobre el ha p
tiempo social a partir de una pregunta crucial: ¿cómo pensar al tiempo desde Al a'
y para las ciencias sociales, hoy? Se sostiene y se desarrolla la idea de que la cult1
historicidad es, al tiempo que exigencia del conocimiento, el núcleo central de la de r
naturaleza de la realidad social. También se revisa la relación entre tos "modos eCOI
del tiempo~ el pasado, el presente y el futuro, y se defiende la conveniencia
de otorgar al pasado un papel de activación en el presente. Alej
El quinto capitulo, elaborado por Emma León, lleva por titulo Pensar la cul· la A
tura o volver a descubrir el mundo. La autora ofrece un trabajo sobre la impor· Soci
tanela crucial de pensar la cultura como dimensión clave de la constitución de Par.
las realidades y fenómenos sociales. Desde su perspectiva, la comptejización de ablE
la vida contempor~nea est~ marcada por factores identitarios de orden cultural m01
que evidencian el carécter limitado de las estructuras y modos de proceder del sen
conocimiento sistemático, ya que sus propios supuestos sobre la composición va e
diferenciada de lo real, han dado lugdr d un criterio de roclonolldod que opera clór
con base en oposiciones excluyentes y reducciontstas. Pensar la cult ura en des
este marco, advierte, ha resultado en una ubicación de fenómenos subordl· sim
nados y subvalorados, pues los mecanismos que los caracterizan tales como doc
la ambigüedad, limlnarldad y transposición son considerados como algo que
contraviene la •objetividad" del conocimiento sistemático y no como criterios tig<!
pertenecientes a otras lógicas constitutivas y racionalidades que requieren ser Alfe
estudiadas en su propio terreno.
se'
El capitulo seis, Pensar la política desde la Incredulidad, Manuel Canto en
Chac pretende conferir a la teoría polltica el papel de interlocutora válida en lnVI
los cambios contemporáneos. Para tal efecto, señala, es necesario que la teorla por
polltica se atreva a discutir problemas més allá de los consensos, viéndose más gef
Interpelada por la realidad que por la ideologfa (por los excluidos del consenso) del
o, mejor dicho, generar consensos sobre las razones de la exclusión. Por ese a¡x
camino, lo que está en juego en la teorla polltica, es la posibilidad misma de re- sut
cuperar su credulidad. Esto es, la capacidad de establecer puentes de discusión oUt
entre niveles teóricos hasta ahora sobrepuestos y paralelos: la democracia, el
gobierno y los actores sociales.
Pensar la economra hoy en América Latina, de Gerardo de la Fuente es
el séptimo capitulo de este libro En él, Gerardo de la Fuente nos dice que de
tanto pensar la economfa hemos olvidado reflexionar sobre ella. De ordinario,
advierte, carecemos de la distancia necesaria para poder siquiera reconocer
nuestro pensamiento/ acción económicos. Y ello es particularmente paradójico
porque a pesar de que lo económico hoy por hoy se nos aparezca como un tinte
asfixiante que todo lo mancha con su presencia, que todo lo reduce, también
es cierto que es en esa área del conocimiento/práctica que nuestro continente
ha producido algunas de sus más Importantes aportaciones al saber humano.
Al abordar la economfa en Latinoamérica nos enfrentamos sobre todo a una
cultura; a una cultura polftica, en primer lugar, pero con ella, a un conjunto
de maneras de vivir, simbolizar e interpretar las vivencias en estas tierras. La
economfa, dice, forma parte de la Imaginación latinoamericana.
En el octavo capitulo, Pensar las ciencias sociales desde la filosoffa, de
Alejandro Labrador el autor pretende aclarar de qué manera es posible, desde
la Alosofía, contribuir al debate respecto de los fundamentos de las Ciencias
Sociales y la relación de éstas con los problemas de la razón en la modernidad.
Para tal efecto, en el ensayo se realiza un recorrido desde la problemática
abierta por Lukács en los años veinte, acerca de las antinomias de la razón
moderna hasta las alternativas ofrecidas hoy por el slstemlsmo sociológico y la
sensibilidad posmoderna en la Ciencia y la Alosofia. A lo largo del recorrido, se
va clarlflcando la Idea de que sólo bajo la pretensión de continuar la construc·
ción de una teorli> crltia de la sociedad, Sl' puede responder a la problemática
descentrada y, por tanto, desarticulada de la racionalidad en la modernidad y,
simultáneamente, enfrentar la dispersión y ausencia de fundamentos que por
doquier hoy se observa en las Ciencias Sociales.
El artfculo que cierra el libro, pero a la vez abre la discusión acerca de la Inves-
tigación social, es Pensar la Investigación desde el margen de las ciencias sociales de
Alfonso Torres Carrillo. AlU se visibiliza un conjunto de prácticas Investigas que
se vienen generando en las fronteras internas y externas de las ciencias sociales
en la región. Por un lado, en los Intersticios e intersecciones de las disciplinas:
investigaciones transdlsclpllnares sobre campos problemáticos emergentes,
por el otro, en los bordes de las ciencias sociales y otras prácticas Intelectuales
generadas desde movimientos sociales, la literatura y las artes visuales. A juicio
del autor, es en esta marginalldad epistémica, sonde se están generando los
aportes más novedosos en la construcción de conocimiento social al no estar
subordinadas totalmente a los parámetros de la racionalidad científica y al abrir
nuevas posibilidades de saber, pensar y transformar el mundo social.

Hugo Zemelman y Guadalupe Valencia


te es
Je de
l. PENSAR Y SABER. PENSAR LO QUE
SE SABE Y SABER LO QUE SE PIENSA

Hugo Zemelman

Conviene Iniciar esta exposición recordando que nuestro mayor Interés es el de


rescatar, en el contexto Latinoamericano, lo que definimos como construcción
del pensamiento teórico. Esto tiene varias implicaciones. La primera de ellas es
resolver el problema de la apropiación del conocimiento que se está produciendo
internacionalmente, porque pareciera ser que podemos volver a una suerte de
dependencia Intelectual de una producción que, aunque cuenta con mucho
vigor y fuerza, no necesariamente da cuenta del conjunto de problemas que
enfrentan los paises de América Latina. Entonces surgen problemas evidentes;
¿cómo y para qué leer a un autor europeo o norteamericano?, ¿desde dónde
apropiarse de su producción Intelectual?, ¿están estos autores hablando de las
mismas cosas que nosotros, o debemos apropiamos y, por tanto, reslgnificar
sus construcciones teóricas?
La cuestión de la reslgnlflcadón es fundamental porque no sólo se trata
de tomar Ideas provenientes de autores situados en otros contextos hi.stórl·
co-culturales. sino de reaproplarse del sentido y significado que lienen esos
planteamientos cuando se fes trata ril' utilizar en contextos diferentes. Esto
es particularmente Importante si pretendemos que los Intelectuales de Amé·
rica Latina piensen los problemas de su reglón y los piensen de la manera más
elaborada posible. Pero sobre todo si queremos que no se limiten a pensarla
sino que lleguen a construir propuestas que permitan reconocer, desde la
complejidad de la realidad, "alternativas de futuro·. Lo anterior significa, de
hecho, comenzar por preguntarnos: ¿qué cosas, de aquéllas que se producen
en Europa o en Estados Unidos, deben o pueden ser reapropiadas en el con-
texto latinoamericano?. ¿cuánto de lo que alli se ha teorizado es posible de ser
utilizado significativamente para dar cuenta de los problemas de la región?
Esto conduce a un segundo problema que es el de Incorporar a la elabora·
cJón teórica - cualquiera sea su área temática- la dimensión histórica.Y cuando
hablamos de la incorporac1ón de esta exigencia, no estamos hablando de his·
toriografla, esto es, del conocimiento historiográfico acumulado respecto del
pasado, sino de la historia del fenómeno en el momento que se estudia. vale
decir, de la dimensión histórica del presente, y de cómo dicha dimensión está
siendo considerada u olvidada.
Cuando analizamos la democracia de América Latina, por ejemplo. desde
el punto de vista de Bobblo, o de Sartorl, podríamos preguntamos si la historia

IS
de la demacrada de América Latina está contemplada en los textos de estos expn!Sa etl
autores, o puede encontrarse, mejor, en las propias experiendas de la demo- fundame<ll
cracia latinoamericana. En general, y salvo contadas excepciones, dlrla que los mente de l
autores, y sus teorlas, han desplazado a la hiStoria. El ejemplo anterior puede el tipo del
dar cuenta de un problema real: el que estemos enfrentando realidades que. rnovl1!nda
Incluso, pueden ser ficticias. Ello debido a que la historia, para los efectos de la requeridas
construcción de un pensamiento teórico, no es sólo Información, no se agota cia a dicha
en la Información. Ahora bien, si no se agota en la información. cabria pregun- lf111ámieas
tarse: ¿cómo puede incorporarse la dimensión histórica si ésta no se reduce a conlaprac
la informa.clón, ni tampoco, al contenido de ciertas teorlas de la historia1 Ante epistémlox
este problema me inclino por una solución que formulo en los siguientes térmi- cualquierf
nos: la historia no se reduce al contenido de ninguna teoria, sin embargo, está Afines
presente siempre en todas las teorias.. Yestá presente en la medida en que exige en un con
una forma de pen.samiento que es abstracto, pero no necesariamente teórico; un entorrw
es decir. exige lo que - de forma descriptiva la •ubicación en el momento~ La por lo me
cual no transita, necesariamente, por una teorización formalizada. Porque Sil
Lo que ocurrió con el marxismo en América Latina podrla ser un buen timos ve•n
ejemplo de lo que estoy sellalando. En la reglón, el marxismo fue asimilado de de una~
muchas maneras; pero una de las más importantes fue la que la concibió como este al pro
una teorla de la historia. No obstante, hubo abundancia de análisis marxistas interesadc
ahistóricos. por cuanto las categorias analíticas del marxismo fueron trabajadas lahJstONI
de manera muy especulativa, sin referencia a sltuacíones históricas concretas. o no. al iJf\
Y fue asl como se dejaron de lado una enorme cantidad de problemas, que no Enestt
pudieron ni siquiera ser reconocidos, ya que en los análisis no se Incorporó lo y cono tlt
que en estricto rigor podrlamos llamar la historicidad del fenómeno. resuelto,)
Lo que decimos se puede ílustrar con una gran cantidad de fenómenos. las escala!
como el de los sujetos o de los movimientos sociales, o del Estado y de los mediano y
Reglmenes Militares, a pesar de que podemos encontrar un gran cúmulo de en el cortO
conocimientos que reconocen posibilidades de corroboración emplrica, aun- de corto~
que son conocimientos que carecen de la dimensión que estamos llamando significan
•historicidad~ Otro. EstO!
Si la historia no es el contenido de una teorla pero si de un pensamiento La rell
abstracto, entonces. cabria preguntamos qué concepto de historia se debe gica de la
manejar. Dlria que aqul nos aproximamos a uno de los grandes temas, que un aspect
fueron de alguna manera acuñados en el XIX. aunque después quedaron su- Feuerbacf
bordinados. deregulat
A fihes del siglo pasado la realidad histórica era la materia o el objeto de las 5eabr
prácticas sociales. Una Idea premonitoria. que no ha sido trabajada suficiente- e hislona.
mente al interior del paradigma marxista, es la que se contiene en las famosas que ha te
·resls sobre Feuberbacn• de Marx. Son tesis cuyo esplritu decimonónico se conmucc
~ry»~r. l'l!nwloquese~ y ..bot lo_st....,.. 17

textos de estos expresa en la incorporación, de manera dara y explicita. de diez u once Ideas
de la demo- fundamentales para trabajar el concepto de realidad sodohistorlca y, especial-
diria que los mente de la historia vinculada a la práctica social de los hombres. En general,
puede el tipo de atención prestada a dichas tesis. concebidas como meras consignas
realidades que. moviliudoras,lmpidió que fueran trabajadas con la sistematiddad y complejidad
efectos de la requeridas. Sólo algunos autores. entre ellos Ernst Bloch, otorgaron Importan-
no se agota da a dichas tesis en su sentido más profundo. Pero, en general, y gracias a las
cabria pregun- din~mrcas que todos conocemos, la Idea fundamental de vincular la historia
no se reduce a con la práctica social, quedó reducida a una consigna, y nunca recibió el esta tus
historia? Ante epistémico que debió tener: aquél que permitiera trabajar la historicidad de
lsi<luh!ntr~ térmf- cualquier fenómeno, como construcción social.
embargo, está A fines del siglo presente, la idea ha re¡¡parecido con mucha fuerza. pero
en que exige en un contexto completamente diferente al de finales del siglo XIX. Hoy, con
lrb,m•ont" teórico; un en tomo complejo, se comienza a constatar que definitivamente la historia,
el momento': La por lo menos en et corto plazo, no está sometida a leyes ni a regularidades.
Porque si partimos de que hay legalidad histórica, las circunstancias, en los ul-
timas veinte o treinta afios del siglo XX. demuestran que, de haberla, se trata
de una legalidad que se manifiesta en el largo tiempo histórico. Volvemos de
este al problema que enfrentamos en las ('rendas Sociales cuando, no estamos
lntcres;odos "n el análisis de los largos procesos históricos -pues para ello está
la historia entendida en un sentido amplio- sino en los rtitrinoidos. querámoslo
o no, al análisis del mediano y corto plazo.
En estos casos ¿cómo reconocerlas tendencias de regularidad en el mediano
y corto tiempo7 Es un problema que fue planteado pero no necesariamente
resuelto, y que, en términos metodológicos, tiene que ver con el manejo de
las escalas de tiempo. Es decir, sl las leyes históricas se están expresando en el
mediano y largo tiempo, y los fenómenos soclohistóricos los estamos estudiando
en el corto y mediano tiempo. el problema es cómovincular unidadesde tlempo
de corto plazo con unidades de largo plazo. La gran discusión paradigmática
significa manejar dos conceptos que. a menudo. se sacrifican uno a favor de
otro. Estos son los conceptos de coyuntura y de periodo histórico.
un pensamiento La relación entre coyuntura y periodo histórico es una forma metodoló-
historia se debe gica de la legalidad o de la dificultad de reconocer legalidades; aunque sólo es
..,,,.n,ru.. temas, que un aspecto del problema. El otro tiene relación directa con las "Tesis sobre
ESPUE!S quedaron SU· Feuerbach: se puede formular así: en el caso de una crisis en la certidumbre
de regularidades, se complejizan las relaciones entre hombre e historia.
o el objeto de las Se abre un abanico de problemas que se derivan de la relación entre práctica
• tr'ilbi~ia<ia suflciente- e historia, pero que pueden analizarse desde la perspectiva de un concepto
L..~a••a en las famosas que ha tenido presencia en cierto tipo de análisis polltológko: el concepto de
construcción histórica. Empero, se trata de un concepto problemático porque
tiende a ser utilizado en términos muy pslcologistas, o bien en el marco de la
búsqueda de una suerte de legalidad de la historia con lo cual se reduce a cier·
to determinismo histórico. Dirla que la construcdón no es ninguna de las dos
cosas: ni es sólo expresión de la subjetividad de los sujetos, ni se puede reducir
a dinámicas estructurales.
El problema que se plantea en el manejo del concepto de •construcdón
histórica" se refiere a que estamos enfrentados a un nuevo concepto de reall·
dad. Probablemente el siglo XXnos está cuestionando el concepto de realidad
objetiva, foljado por el positivismo del siglo XIX, que heredó el propio Marx,
pero que para nosotros en la actualidad se ha convertido en una exlgenda de
objetividad sometida al requisito de la regularidad. De allf que, hasta hoy, una
buena parte del auge de la estadistica y de los análisis cuantitativos descanse en 1
el presupuesto de las grandes regularidades, mismas que le otorgan el estatus
de cientificidad.
Sin embargo, no sólo en las ciencias sociales sino también en las ciencias na·
turales. el desarrollo histórico ha complejlzado la comprensión de las legalidades,
al Incorporar la aleatoriedad de los fenómenos y la necesidad de comprensión
de lo indeterminado. Hasta muy avanzado el siglo XX. el concepto de realidad
objetiva, se basaba en la presencia de determinaciones o regularidades empfrl·
caso numéricas. Hoy en dla, sin embargo, nos domina una gran Incertidumbre
respecto de lo anterior. Y no tanto porque no se puedan apreciar regularidades
sino por la escala de tiempo en el que pueden apreciarse que es una escala que,
en el caso de las ciencias sociales, no corresponde con el ámbito de tiempo de
análisis ti pico de ellas.
Lo anterior nos obliga a pensar el concepto de "realidad objetiva" desde
esta óptica. En efecto, hoy en dia debemos enfrentar una serie de exigencias
epistémico-metodológicas que van a tener, desde luego, consecuendas en las
construcciones teóricas. Una de ellas es la que se deriva de la necesidad de
forjar una nueva estructura de categorlas, en un momento en el cual, y manejo
esto como una hipótesis, vivimos un momento de tránsito de un paradigma
a otro.
Hoy parece vlvirse una profunda reformulación del paradigma de las de·
terminaciones o -para decirlo en términos más conocidos- del paradigma de la
explicación causal, cualquiera sea la acepción que se manejo del concepto de
causa. Y debo aclarar que en ningún caso estoy manejando ese concepto, en
una acepción mecanica; pues desde hace treinta años Hempel planteó que el
conceplo de causa tenia enormes posibilidades de formularse en forma mucho
más compleja que una concepción mecánica y lineal.
Pero ese paradigma, a pesar de todas sus sofisticaciones, en este momento
aparentemente está llegando al limite de su propia capacidad cognitiva. Nos
enfrentamos al desafio de qué es lo que puede remplazar a este paradigma. y
Pensar y saber. Pensar lo qU~ se sabe y saber lo qoe .se piensa 19

debemos de estar muy alertas respecto al hecho de que e.stamos enfrentando


nuevo.s retos de análisis, nuevos conceptos de realidad, que no coinciden con
aquellos que hemos venido arrastrando en los últimos tres siglos.
En el ámbito de las ciencias humanas una variante importantlsima con
respecto al esquema explicativo, fundado en la noción de •realidad objetiva~
está representado cor1 mucha fuerza en el historidsmo alemán y en algunos
paradigmas posteriore.s. Pero más allá de eso, tendrlamos que preguntarnos
por los retos gnoseológicos y cognitivos que nos plantea esta nueva realidad
emergente. Podría tratarse, decla antes, de nuevas estructuras categoría les. Lo
que se aprecia en este momento, de manera relativamente clara, son algunos
slntomas de cambio.
El primer síntoma es que el problema del !lempo se complica, en la medida
en que la asociación del tiempo soda! con las regularidades históricas muestra
grandes dificultades para apreciar la relación entre temporalidades con plazos
diversos. Problema, este último, que la Escuela de los Annales ya habla plan-
teado, y que las ciencias sociales todavía no resuelven.
Un segundo sintoma está vinculado al problema de la construcción de la
realidad histórica. la idea de que la realidad histórica se construye- que es algo
que el siglo XX nos deja muy claro-, tiene una serie de lmpl!caclones. Una de
ellas es la de la re-emergencia de algunas categorlas, como la de "lo potencial"
y la de "lo necesario': que encontraron una de sus máximas expresiones en
la escolástica, y fu.eron abandonadas a partir del Renacimiento y sepultadas
con la Imposición del paradigma cartesiano centrado en la Idea de determi-
nación. Estas dos categorías nos están planteando, quizá nuevas formas de
razonamier1to que no necesariamente se restringen a lo causal o explicativo
(en cualesquiera de sus modalidades).
En el ámbito de las ciencias sociales se puede conStatar, más claramente
que en el caso de las ciencias naturales, que la realidad social se construye,
y estamos, cada vez mas, enfrentando con mucha fuerza el fenómeno de las
•emergencias~ que nos obligan a un tipo de razonamiento que no se agota en
lo que podriamos llamar un razonamiento de extrapolación o de posibilidades,
a partir de factores.
Estamos enfrentados a fenómenos que emergen, tal vez teniendo un ante·
cedenteclaro o no, que nos colocan frent.e a uno de los desafios fundamentales
de la historia. Y es el de entender que ésta no es sino la "especiflc:;idad" de cada
fenómeno, de su fenomenologia. Puede ocurrir que estas emergencias se hayan
dado en el pasado, lo que no significa que se repitan de la misma manera.
Un tema que sirve para [lustrar lo anterior es el del análisis de los sujetos
sociales. Es frecuente escuchar, ante la crisis de paradigmas, que estamos ante
l.a emergencia de nuevos sujetos sociales. Hay quienes hablan de los nuevos y
de los viejos sujetos sociales, sin preoaJpa~e qué relación hay entre los viejos
20 ¿Cómo PtfUI' w Oendas SodoiH hoyl

y los nuevos, silos nuevos nacen de los viejos o bien si los nuevos niegan a los direcciones. •
viejos. Hay una serie de problemas: no es lo mismo pensar que dichos sujetos valórico, est~
no tienen una relación directa con un antecedente anterior, que decir que En bueN
estos sujetos son, de alguna manera, una prolongación transformada de un hablar, hoy t
actor anterior. significa sun
Lo anterior representa un tema muy interesante que, en este momento, significa usa
se ha convertido en un núcleo central del discurso de las ciencias sociales y mente algo •
en un tema de debate sobre las nuevas estructuras categoriales, en la medida momento e
en que aluden a esas •emergencias'; súbitas y coyunturales, y a menudo no en el que se
explicables. usarse una e
Un tercer síntoma, derivado de la problemática anterior, es la Idea de lo alea· de la teoña
torio. Nos está obligando a repensar nuestras estructuras categorlales mucho en ella. que l
más a fondo de lo que imaginamos. Y aqui lo aleatorio lo estoy tomando en el El mame
siguiente sentido: si la historia no está sujeta necesariamente a regularidades rentes supo¡
claras, por lo menos en el corto y en el mediano plazo, significa que la historia sea éste uno
no tiene una dirección única sino que se abre a múltiples direcciones. que descnbl
Este tópico se ha discutido durante mucho t iempo, pero el problema es ríos desafios
que no podemos seguir discutiéndolo como un tema más; debemos tomar tengamos u
conciencia de que lo anterior se traduce en un desafío para la construcción de que ésta pa
conoclmiPnto. ¿Qué significa dicho desafio. más allá de la asunción de que fa plantea la 11
historia tiene muchas direcciones? El segundo•
No es fácil de responder. Lo que demuestra la historia del siglo XX, en mu- el sujeto pe
chos lugares del mundo, es que efectivamente la historia tiene muchas posibill· el más diñci
dades en movimiento y no sólo una. Cuando se habla, por ejemplo, de la crisis que se vue~
de lasutopfas en el fondo se está aludiendo a una crisis del modo de entender la formación, s
historia como moviéndose siempre en una misma dirección.• en dirección única Perocre
y siempre positiva. Este era un ra2ona.miento de tipo platónico: supon la que la en uso,-píe
humanidad se movía, de manera Inexorable, hacia el bien, hacia lo mejor, hada mo, en el lll
el progreso. La Idea de progreso, además de ser una idea histórico-concreta, convergenc
es una Idea ética que Implica que la historia, en razón de su desenvolvimiento sincréuco. 8
legal, contribuye, por si misma, a la liberación de los hombres. uno, visionE
No obstante, lo que ha demostrado el siglo XX es que esto no es así, que el problenw
la historia también puede tener derroteros que no son precisamente emancí- Podrias
patorlos, que la historia puede volver atrás, y que los fenómenos pueden ser esremome
reversibles. Que aquello que se pensaba superado se puede repetir, y, quizás, no se pudo U~
como caricatura sino como tragedia. Este es un aspecto importante de enten· cuelas de p
der -que se vincula con las ideas de construcción y de potencialidad-. porque como sinclt
si la historia tiene muchas posibilidades de desenvolvimiento y no todas ellas paradarctJ
conducen a "lo mejor~ entonces, el gran dilema del hombre, y por lo tanto del De ahi
conocimiento, está en reconocer la potencialidad de construcciones en distlntas superi~
de qué esu
l'l!niilr y sab<!f. Pensar lo que se sabe y saber lo quese piensa 21

direcciones. Y esto, si queremos Ir más allá de un mero discurso ideológico o


valórlco, está repleto de desaflos epistemológicos y metodológicos.
En buena parte, estos desafíos aluden también a la pregunta: ¿qué significa
hablar, hoy en día, de las ciencias sociales? Pensar en las ciencias sociales no
significa simplemente pensar teóricamente, y menos si pensar teóricamente
significa usar teoría. Puede significar algo mucho más modesto o paradójica-
mente algo de mucha mayor envergadura; significa ser capaz de entender el
momento en el cual se quiere construir una teorfa. Comprender el momehto
en el que se está viviendo y en el que se quiere actuar y para el cual quiere
usarse una determinada teoría·. En este marco no importa tanto el contenido
de la teorfa, sino esa otra dimensión que Incluye a la teoría y que no se agota
en ella, que llamamos momento histórico.
El momento histórico, que puede ser enfrentado con muchas teorfas difl'-
rentes supone un pensamiento abstracto: colocarse en el momento. Quizás
sea éste uno de los grandes desaffos que tenemos en las ciencias sociales: más
que describir los momentos ubicarse en los momentos. Lo que conduce a va-
rios desafíos, el primero es el de dejar atrás la idea de que por el hecho de que
tengamos un constructo teórico, o sea que tengamos una teorfa por adecuada
que ésta parezca, se esté dando cuenta de un momento histórico, que nos
plantea la relación que hay entre los córpora teóricos y contextos históricos.
Ei segundo desaflo es el de entender el tipo de relación de conocimiento que
el sujeto pensante construye con su momento. El primer desafio es, qulzas,
el más dificil de resolver porque es el que más pesa en nuestras conciencias,
que se vuelven conciencias teóricas, gracias a la Importancia que, en nuestra
·formación, se otorga a la teorla.
Pero creo que hoy se comienzan a observar en los distintos paradigmas
en uso, - pienso en la fenomenologfa, en el pensamiento crftico, en el slstémis-
mo, en el hermenéutico, en los estructurallsmos, etc.- ciertos Indicadores de
convergencia. Y lo planteo con cautela para no ser calificado de ecléctico o de
sfncrético. El problema de fondo es que estos paradigmas están aportando, cada
uno, visiones e Interpretaciones específicas: pero ninguno resuelve cabalmente
el problema del contexto histórico.
Podria ser el caso que alguien, en veinte o treinta años más y refiriéndose a
este momento histórico, pueda decir que a finales del siglo XX, efectivamente
se pudo llegar a construir una perspectiva con aportaciones de diferentes es-
cuelas de pensamiento. Tal vez. en ese momento futuro esto ya no sea visto
como sincretismo o eclecticismo, simplemente porque son etapas del hombre
para dar cuenta del problema que subyace a su momento histórico.
De ahl lo absurdo de los dogmatismos epistemológícos que poswlan la
superioridad de una escuela frente a otra, cuando ni siquiera estamos seguros
de qué están dando cuenta. Hay una sola cosa que si sabemos: de lo que se
está tratando de dar cuenta es de eso que llamamos la complejidad de lo real. La!
Y a la concepción de complejidad van aparejados todos estos problemas que cómo¡
he mencionado antes. Es decir, todos los desaffos categoriales para una cons- On
trucción de una forma de razonamiento que conduzca a una nueva forma de la reaD
const!ucclón teórica. paradi
Algunos problemas, que surgen, son los de la incorporación de los signi- térmln
ficados, lo que puede estar mejor resuelto en un paradigma que en otro; o la o a COl
capacidad de descripción de situaciones de hecho, esto es, de lo dado con todo ef mar
su dinamismo, pero también con todas sus limitaciones, que pudiera estar mejor made
resuelto en un paradigma que en otro; y, en fin, el poderse dar cuenta de que domon
hay realidades que están siempre más allá de los limites del propio paradigma,
~
o de la propia construcción teórica que podria ser aportación de ciertos pa- la retal
radigmas pero no de otros. Y aqu~ estoy en los paradigmas hermenéuticos, comoa
sistémicos y ctfticos, respectivamente, para dar un ejemplo de cómo pueden dedetl
estar apuntando, desde distintas perspectivas, a la problemática de la comple- No
jidad; sin que esto signifique que den cuenta de la complejidad, pero sin que momt'
nos permitan acercarnos por caminos que no necesariamente tenemos que del me
considerar opuestos o contradictorios. Esto último, para no establecer con los badon
paradigmas una relación dogmática y reducdonlsta. de Pi!J
Con relación al mismo tópico, surge otro problema signlflcativo desde la qtH! nc
perspectiva de la formación de las personas. Consiste en hacernos las preguntas rÑciQ
fundantes. SI en este momento consideramos que la realid~d socio histórica el rena
es una realidad fuertemente Indeterminada, que se construye, y que, por lo diSipa
tanto, puede desembocar en distmtas direcciones posibles y no sólo en una oonqe
~omo suponia la ley del progreso ineluctable de la humanidad hada el bien-, delmu
cabria preguntarse cosas como las siguientes: ¿cuál de todos los paradigmas hoy blteleo
existentes da cuenta mejor de este problema?, ¿cuál paradigma da cuenta mejor autore
del manejo de lo Indeterminado?, ¿cuál da cuenta mejor de lo potencial de las a com,;
realidades soclo-historicas1 V. en definitiva, ¿cuál de todos recoge y resuelve considi
la Incorporación del actor const ructor de historia de mejor manera7 Esas son complf
preguntas que nos pueden permitir el acceso discriminatorio en favor de un ~
paradigma o de otro, antes de encerrarnos en juicios a-priori. En el fondo, la Haj
pregunta más Importante es si estos paradigmas dan cuenta o no, de algo que jetos. ft
es fundamental en el ambito de las ciencias humanas o de las ciencias sociales, que pe
como es la historicidad de Jos fenómenos. Es decir, analizar si está resuelto de desam:
la misma manera, o no está resuelto el problema de la historicidad en la herme- Edad M
néutica, en el pensamiento sistémico y en el critico, o en cualquier otro. Porque ante el
a partir de cómo se resuelva esta cuestión es que se está realmente resolviendo q\H! si.
ia recuperación del sujeto concreto constructor de realidades. lndusm
Las anteriores son preguntas de entrada para enfrentar la dificultad de
cómo pensar hoy a las ciencias sodales.
Otra linea de entrada, es la naturaleza de la celación que se construye con
la realidad. Hay básicamente dos tipos de relación, m.is allá de la crisis de los
paradigmas de la explicación científica. Uno, es la relación con el mundo en
términos de una relación en que lo real extemo al sujeto se reduce a un objeto
o a constelaciones de objetos, cada uno de los cuales puede ser trabajado en
el marco de una lógica de Identidad teórica. Y, tal como lo exige el paradig-
ma de la explicación causal, o de las determinaciones teóricas, que es el que
domina el pensamiento desde el siglo XVII, y que está presente en todos los
paradigmas, no hay ninguno que escape a esta lógica. Ya sea que se hable de
la relación causa-efecto, o bien de la Imputación de sentido, para hacer una
comparación entre Marx y Weber, se está tratando de establecer una relación
de determinación en el ámbito del conocimiento humano.
No obstante, hay otro tlpo de relación que pareciera estar exigida por el
momento histórico actual; momento que podemos caracterizar como de crisis
del modelo civilfzatorio Industrial-tecnológico que ha causado tantas pertur-
baciones evidentes, como la creación de pobreza, margfnalldad y de una serie
de patologlas sociales y en el medio ambiente. Crisis del modelo clvilizatorfo
que nos está obligando a repensar una onera relación con la realidAd externa,
relación que fue Importante tanto para los griegos como en el medioevo y en
el renacimiento, pero que se presenta hasta el siglo XVll, aunque termina por
disiparse en los siglos XIX y XX, y que podrlamos caracterizar como una rela-
ción que impide cualquier tipo de reducción a objeto en la conceptualización
del mundo. Relación que, de alguna manera, ha sido reivindicada por algunos
intelectuales provenientes de cierta hermenéutica. como Appel. O bien de otros
autores como Bloch o Levinas que, desde sus respectivas posturas, comienzan
a complicar la relación con el mundo, agregándole dimensiones que podrlan
considerarse que son dimensiones éticas, pero que son más que eso puesto que
complejizan la relación de conocimiento (sujeto-objeto) al plantearla como una
relación sujeto-sujeto.
Hay también otras formas de esta relación que no reduce el mundo a ob-
Jetos, formas que llenen una historia mucho más antigua, como es la relación
que podamos considerar como contemplativa. Relación que fue genialmente
desarrollada en el pensamiento presocrático y que más tarde se recupera en la
Edad Medía y en el Renacimiento. Una relación que no es sobre el mundo sino
ante el mundo. Lo que tiene una significación muy importante porque resulta
que si en este momento nos estamos enfrentando a un contexto civilizatorlo
industrial-tecnológico, que se caracteriza por una profunda crisis, la pregunta
l4 ¡Cómopensar lasOenclas Sodaleshofl

que cabe plantearse es ¿qué estamos haciendo, como científicos sociales,


frente a ese contexto?
SI nos preocupamos del problema de las realidades potenciales, en cuanto
la realidad no se agota sólo en un producto, sino que tiene posibilidades de
muchos productos, si pensamos que la realidad histórica se construye, y no
sólo en una dirección sino en varias direcciones; si est,amos pensando -en una
palabra- en el desafio epistemológico que conlleva el concepto de construcción •
de la realidad histórica, que Implica la necesidad de recuperar constructores de
realidad -porque la realidad no se construye con algoritmos, con estadísticas,
ni con axiomas, sino que con sujetos individuales o colectivos-, entonces el
problema es: ¿cómo rescatamos al sujeto capaz de enfrentar a un contexto
que, por su parte, modela a un sujeto que le sea funcional?
SI nos proponemos organizar un discurso de las ciencias sociales que busque
el rescate del sujeto de la tecnologla, nos limitamos a construir el sujeto sólo
capaz de moverse con la tecnología, en vez de poder rescatar al sujeto que,
antes de moverse con la ¡ecnologla, sea capaz de reconocer a la tecnologla como
un condicionamiento de su contexto. Lo que está en el centro del debate de
los verdaderos críticos de la tecnología hoy. Me refiero a un debate que Obran,
fundamentalmente, algunos autores norteamericanos que no están negando
la tecnologia, ni propiciando hipótesis del hombre russoniano.
Sll:>len no se puede negar que el capitalismo industrial-tecnológico es ena-
jenante, marginaltzame y antlecológlco, etc., no deja de ser un error pensar
que haya que empezar de cero, buscando al hombre de la naturaleza, porque
esa seria una tarea imposible. El punto de aesaflo en esta critica no es tanto la
negación de la tecnología, en la medida en que esta forma parte de la propia
capacidad del hombre para construirse como hombre. Más bien el desafio está
en poder tener una visión del fenómeno tecnológico, en tanto contexto que
nos moldea como sujetos.
Sin embargo, para organizar ese discurso y traducirlo en un mensaje que
tenga sentido para la gente, tenemos que partir por redefinir la re.laclón con la
realidad externa; es en ese ámbito donde encuentra todo su valor el desarrollo
de la diferenciación entre construir un discurso sobre algo, de lo que es cons-
truir un discurso ante algo. Para que, después, desde ese antes, debidamente
reconocido, se pueda construir el discurso sobre aquello. En la tradición del
pensamiento de Marx, lo anterior se vincula con el tema de la alienación, de la
alienación tecnológica, para rescatar a un sujeto capaz de reconocer opciones,
y no simplemente permanecer Inerte frente a sus lógicas dominantes.
Tenemos que partir por reconocer realidac(es tan primarias como la de la
tecnologizaclón de la subjetividad del sujeto. Tema que es base para toda una
lfnea de desarrollos, tanto en el ámbito de la antropología como en el de la
pslcologla social. En la medid¡¡ en queaml:>as analizan cómo es que la p·ropia
Ptnsa<y sabe<. Pensar loq~se .. t..ysabef loqoo ... pl•nsa 2S

sociales, mismidad del sujeto, en su privaddad, en sus espacios de cotidianeidad, como


sujetos pensante, emotivo, evolutivo. o como queramos llamarlo, se va tecno-
loglzando desde su misma subjetividad, y, por tanto. aceptando como realidad
evidente, lo que no es mé\s que una opción entre otras muchas opciones.
Lo anterior supone un esfuerzo significativo para enfrentar la pregunta
acerca del pensar en las ciencias sociales. la recuperación de una nueva ma-
nera de relacionarse con el mundo supone. entre otras cosas, construir de la
manera más rigurosa posible enunciados que sean fáciles de manejar y que
tengan un sentido para todos. Aunque dicha recuperación no se Identifica de
Inmediato con el contexto, sino que me Implica previamente una distancia para
reconocerlo como contexto. Por ello tiene fundamento aquella advertencia y
lamentadón de que los dentíflcos ya no estén preocupados, como lo fue en
otras eras, por estar Imbuidos de una concepción filosófica dentro del cual
organizar el discurso clentmco.

pensar
porque
es tanto la
la propia
desal~o está
~xtoque

~ la propia
11. PEN SAR LA SOCIEDAD Y A LOS SUJETOS SOCI AL ES

Hugo Zemelman Merino

Uno de los problemas teóricos sustantivos de las ciencias sociales, a los que se
ha conferido mayor Importancia, es al tema de los sujetos sociales, cualquiera
que sea su expresión histórica. Por ello, nos Interesa analizar ~ problemática
del sujeto y, desde luego - considerando los desaflos del carácter metodológlco
que presenta el tema- no es necesario ahondar en detalles para señalar que hay
una dificultad metodológica en el análisis de los actores. de los sujetos o de los
movimientos sociales (como queramos conceptuallzarlos); dificultad que, en
gran medida, se desprende de dos exigencias o desaflos que el tema contiene:
la primera apunta al hecho de que tal problema es enormemente dinámico,
y se agota sólo en la medida en que el investigador es capa.: de estudiarlo en
su propio movimiento; de tal suerte que los estudios respectivos no siempre
logran , necesariamente, dicho propósito. la segunda dificultad (que se deriva
de la anterior}, se explica por la heterogeneidad de dinamismos que contiene la
problemática del actor o del sujeto: se trata de una dinámica correspondiente
no sólo a un plano de la realidad sino a varios, incluso a planos de la realidad
entrecruzados entre si.
Ahora bien, para entrar a la cuestión con cierta calma, convendría partir de
una vieja problemática -que ya venra dándose desde los clásicos en adelante-
y que no ha sido del todo resuelta. a pesar de los esfuer'lo que hoy en dla se
hacen para resolverla. Me refiero a uno de los últimos Intentos !;le los llamados
"individualismos metodológicos" que tienen su origen, fundamentalmente, en
el mundo sajón, como respuesta a lo que se ha dado en llamar los enfoques
colectivistas, o colectivo-estructurales. En el fondo, esos enfoques del lndivl·
dualismo metodológico son una respuesta a el análisis de clase, en la medida
en que se considera -y ese es el punto de di scusión- que, el análisis de clase. ha
resultado insuficiente. Por ello, se trata de saber haSta qué punto la categoría
de clase es insuficiente o, en todo caso, se trata de un cuestlonamlento de
dicha categoña que en el fondo entraña una argumentación Ideológica. Para
anticipar una Idea, pienso que se trata de una afirmación Ideológica sobre la
cual quisiera abundar en el curso de esta exposición.
la primera gran cuestión que hay que afrontar, son las distintas acepciones
que se le pueden conferir al concepto de sujeto. En efecto, si nosotros tomá·
ramos en cuenta los desarrollos teóricos que al respecto se han venido dando
desde comienzos del siglo hasta el presente, observamos que han sido muchos
los conceptos que se han utilizado para dar cuenta de este problema. Al res·

21
pecto conviene recordarlos: una primera gran conceptualización es el concepto continuo.
de 'Masa~ que fue trabajado en dos direcciones, casi en forma simultánea. námlcQ.e
como masa espontánea y como masa uniOc.ada en organizaciones. Este fue nosotros;
un debate de gran importancia que se dio en los primeros diez o quince años hacialad
del siglo XX. especialmente a partir de lo que fueron los escenarios europeos foljadop
en un momento en que se presentaba como expectativa el hecho de que, por OUmon. 4
ejemplo, en países altamente desarrollados como Alemania se observan revolu- ef proces
ciones sociales.l;ste fue un parámetro de la discusión por lo menos hasta 1920: SinO que
la posibilidad de que ocurrieran grandes transformaciones en esas sociedades, ~.¡
originó un debate que giró fuertemente en torno al concepto de masa; como tial1 ¿de
masa espontánea, en la acepción de Rosa Luxemburgo, o de masa unificada da iniool
en la organización, en el enfoque de Kautsky, Parvus. etc. dal a-.1
SI seguimos avanzando en este panorama global, nos vamos a encontrar sccialyJI
con el hecho de que el concepto de masa se comienza a complejlzar en función En esa
de situaciones históricas, dando también !nielo a una serie de disquisiciones por muen
orientadas a rescatar la Idea de sujeto; pero ya no solamente como el gran <lar C1.II!IW
sujeto transformador, en la vieja acepción del actor histórico que fue, por ~Re
ejemplo, utilizada por Lenln y Rosa Luxemburgo. a pesar de sus discrepancias, GE bet·
precisamente, en relación al concepto de m:~sa; sino que se comenzó a tra· El' e;~
bajar el concepto de sujeto dentro de sus propias limitaciones estructurales, ~c:ategl
surgiendo ahf una pléyade de conceptos a los cuales quisiera aludir más más awlStiMI
adelante como es. por ejemplo, la reciente discusión de Mefassoll a través del par un a:
concepto •socialidad'. bdo. exp
Esto nos Induce a plantearnos, por un lado, estas divergencias concep· (l)ftÍDfT':II
tuales, tratando de seguir una lfnea de razonamiento en la búsqueda de cómo -~
estudiar al sujeto y. por otro, nos plantea como trasfondo, la gran cuestión que e. o -
ya venia emergiendo desde los dasicos y a la cual hice ya alusión: la relación a~
entre Individuo y sociedad; pero ¿en qué consiste la relación entre individuo y -Ó!'jll
sociedad? ¿es una dicotomia polar? o, ¿habría JlláS bien que entenderla como ~o
polos de un continuo? COI'ISMI.II
Surgen distintas lnterpretadone$, pero cualquiera sean giran siempre -si iliÍid'lC
se quiere resolver el problema y para no quedarse en la mera reduccíón de un =--:gc.
polo en otro- entorno a dar cuenta de l.lldea misma de continuo, negándose
a optar por un discurso de reducción de 1.1 sociedad a lo individual (como es ~­
::.)O~C
el caso de los individualismos metodológicos) o. inversamente, el subordinar :lbsa:e
el individuo a la sociedad (como podrían ser ciertos enfoques estructuralistas Cl' ...
muy estáticos). ~ser ~
Ahora bien ¿en qué consiste ese continuo? Sl al respecto se revisa la litera- ...~ *1
tura, se constata la existen da de dos conceptos (uno más trabajado que el otro) ~·a:at
que, de alguna manera, pudieran estar dando cuenta de este proceso, de este ~"1!61
Ponsar la sociedad y a msujetos sotialos 29

continuo. Este continuo, desde cierto punto de vista, es un razonamiento di-


námico, es un proceso; pero es un proceso complejlsimo, constitutivo. diriamos
nosotros; al respecto, la constitución apunta en dos direcciones: por una parte
hada la dimensión del Individuo, pudiendo llegar a expresarse en un concepto
forjado por la psicologla retomado por ciertas corrientes antropológicas como
Dumon, entre otros. que es el concepto de *individuación• y; de otra parte,
el proceso constitutivo no es solamente un constitutivo de la Individuación,
sino que también lo es de lo colectivo, haciéndose entonces más complejo el
problema. Al respecto, habrla de preguntarse: ¿constitutivo de qué cosa so-
cial? ¿de grupos, de clases. de etnias? Es precisamente aqul el lugar en el cual
da inicio la discusión consistente en abrir quizá el juego de las categorlas, para
dar cuenta de lo que estamos entendiendo por la constitución de la dimensión
social y ya no de la Individual.
En este marco donde cabria recuperar la discusión - y no darla por superada ni
por muerta- de las grandes categorías (forjadas durante los últimos cien años para
dar cuenta del problema), como son las de dase y de etnia; esta última fecunda-
menterecuperadaenlaactualidadenmuchosanáUslsantropológkos.incorporando
también -por qué no-, en un plano metodológico, la caregorfa de •género~
En ese horizonte, pudiéramos estar, entonces, en presencia de un Juego
de categorfas, con el fin de responder a la cuestión de esa otra dimensión de lo
constitutivo que es lo social, y por tanto, enfrentados a estos dos polos unidos
por un continuo. Este continuo es un proceso constitutivo que puede, por un
lado, expresarse en individuación y por el otro, en lo que estoy llamando la
conformación de ciertas subjetividades sociales. Al respecto, el concepto de
•subjetividad social" lo uso entrecomillado porque para algunos tal concepto
es, o eventualmente contiene. una aporra; sin embargo, esa es una parte de
la discusión sobre la cual no me voy a detener en este momento. lo que inte-
resa dejar claramente destacado es el juego de categorlas que podrfa estar en
marcha o disponible, incluso, para dar cuenta de esa segunda dimensión de lo
constitutivo que es lo social.
Dicho en otros términos: lo que se acaba de señalar es simplemente un
marco problemático en una primera aproximación. Pero para poderlo ver con
mayor serenidad y profundidad. tendrlamos que hacer un repaso muy dete·
nido de cómo ha sido discutido el problema en los últimos cien años. algo que
obviamente, no se puede hacer en el marco del presente trabajo. Sln embargo,
quisiera fijar algunas referencias o. mejor dicho, algunos hitos de referencia
que son fundamentales (por lo menos desde el año de 1900 hasta el presente),
eligiendo para tal efecto a cinco o seis autores que, a mi juicio, me han parecido
relevantes; ello en Un esfuerzo muy complejo y siempre Inacabado de revisar
esta reflexión que es, como podrá observarse, entre teórica y metodológica.
lO ¡Cómo pensarlas Oencla$ Sodales""'1

Voy a agrupar a estos autores en dos grandes tiltegorias.: aquellos que se


Cilracterizan por llevar a efe<to una re.flexión de Cilrácter político y que fue
predominante en los primeros ,treinta años del siglo XX, con excepción de
algunos aportes de la psicología de masas; y un segundo grupo, más a fin a
aquellos que organizaron los discursos académicos; en ambas vertientes, nos
enfrentarnos con discursos cuyas problemáticas son distintas, y, por tanto, se
responde a cuestiones diferentes.
Por el lado del grupo al que pertenecen los autores académicos, se trató
de encontrar una expliti!ción a este continuo, no solamente en un recorte de
observación, en un tiempo y en un momento histórico dado; más allá de esa
visión, algunos de ellos, ambiciosamente. han procurado hacer recortes longl·
tudinales, llegando con ello a establecer que la problemática de la constitución
de lo social, puede ser una clave para entender la evolución misma del hombre
presentándose, por tanto, como pensamientos a gran escala.
Inversamente, aquellos autores que podrían ser caracterizados como po·
Hticos, se plantearon problemas no menos complejos, aunque en otra escala
temporal. Estos no buscaron hacer grandes interpretaciones acerca del papel,
por ejemplo, de los sujetos en la historia o en la explicación de los procesos histó-
ricos; lo que más bien se propusieron fue responder a la siguiente pregunta: ¿qué
hacer con los sujetos y qué pueden hacer los sujetos? Esta es, indudablemente,
una discusión fundamental del siglo XX que, ideológitilmente, se ha pretendido
sepultar calificándola de obsoleta. Sin embargo, como podrá observarse, la
discusión se mantiene vigente hasta nuestros dfas, y muy probablemente lo
siga estando a lo largo del siglo XXI, toda vez -y este es un presupuesto- que
sigamos pensando en el hecho de que el hombre aún es responsable de si mismo
y que continúa asumiendo, frente a si mismo, su función de constructor.
Por tanto, estas reflexiones respecto al siglo XX siguen siendo vigentes por
varias ra.zones. La primera de ellas.(a pesar de todos los ajustes históricos que
pueda tener la discusión) es que estos autores plantearon el problema del actor o
del sujeto dentro de lo que sería una teoría del cambio social, no necesariamente
está reguladoy·marCildo por leyes, siendo más bien, en una medida Importante,
una construcción de los actores. Esta es una Idea que estuvo muy presente en
el marxismo clásico e íncllJso en el propio pensamiento bolchevique, aunque en
este último con matices Importantes. Para Bujarin, por ejemplo, el cambio del
sistema económico y polttico no iba a ser el resultado fatal de las leyes Internas
del capitalismo, sino consecuencia de una acción colectiva consciente. Esa
.convlccíóh estuvo siempre presente y es, precisamente, esta Idea la que llevó
a plantearse los grandes problemas teóricos en relación al sujeto.
Pensarla soded~d y olouujetossociaiH 31

Al respecto, veamos algunos de estos planteamientos: el primero es el


problema de la espontaneidad y, por tanto, el de la subjetividad como expre-
sión de una espontaneidad colectiva o, para decirlo en términos de la época. el
problema de la espontaneidad de la masa; una espontaneidad que se contenla
a si misma, esto es, que se autodirtgla. El concepto de autodlrección que no
hay que olvidar, en tanto puede tener formulaciones actualizadas; su vigencia
dependerá quizás de la significación que hoy el concepto tenga y del espacio
con que se le opere.
Así, por ejemplo, vale la pena diferenciar el pensar en masas espontiSneas
autodirtgidas en la lógica de Rosa Luxemburgo (quien pretendia que esta masa
fuera el gran actor de la transformación de la sociedad nadonal y también de la
internacional) de lo que actualmente podrlamos entender por espontaneidad
autodiriglda, cuya reHexión supone coordenadas de tiempo y de espacio mucho
más restringidas, tal y como hoy podrlan ser ciertos tipos de movimientos loca-
les. Aqul surge uno de los primeros problemas teóricos cuya duración alcanza
nuestro presente: ¿qué relación hay y cómo se puede resolver entre masa y
organización? Esta es, indudablemente una cuestión que -hasta el presente-
ha sido abordada a través de distintas formulaciones.
En efecto, para usar una de las terminologlas más usuales: la relación entre
partido y movimiento, que Ineludiblemente continúa siendo una dí)wslón de
actualidad (no obstante remontarse su origen al año de 1905 o quiziSs antes del
presente siglo); ahl surge un problema que no tiene que ver con este continuo,
entre la Individuación, por una parte, y los procesos de constitución de la sub·
jetivldad, por la otra, que es el concepto de •voluntad social~ En apariencia,
el concepto de voluntad tiene una génesis u origen psicológico, pudiendo estar
más vinculado al individuo; sin embargo, aqui no se echa mano de la acepción
del individuo, sino se dispone de una concepción más amplia, como seria el
conferirle voluntad a un colectivo que puede surgir de una masa y que, junto
con esa voluntad atribuida, se asocia al comportamiento de esta subjetividad
de masas. sobre la base de la idea de telos, es decir, de finalidades; por lo tanto,
se comienza a argumentar que la masa espontánea es algo que la más que la
mera espontaneidad, que pasa a una etapa de organización de la voluntad con
el fln de construir proyectos.
Esta es la discusión sostenida entre Rosa Luxemburgo, Kautsky y Len in, sien-
do al respecto diferente la postura de Rosa Luxemburgo frente a la de Kautsky y a
la de Len in; y aunque la posición de Len in y Kautsky difieren, no obstante, ambos
defienden el elemento de la voluntad organizadora de la masa; las diferencias
apuntarfan a lo que podriamos llamar, para usar tal ve:¡; un término más nuestro
y actual, el rirmo de esa espontaneidad organizada; y aunque estos son hechos
bastante conocidos y evidentes, no obstante hay ahí un problema Importante,
que tiene que ver con ciertos colapsos que nosotros hemos comenzado a vivir
a partir de 1989 con el derrumbe del muro de Berlín.
la idea básic¡¡ de dos demcados iiUtores en esta discusión Pannekoek y
Rosa Luxemburgo, como intelectuales activos y no de escritorio, quienes en su
momento emblederon una relación interesante, es que el concepto de masa
es o contiene una estructura r¡¡cional; sin embargo, lo Importante no esté\ ahf
sino en cuál es la función de estil estructuril, siendo esta el espacio en el cual
se deposita la esperanza del cambio. Esta idea se puede trabajar en muchas
direcciones, aunque par¡¡ nuestros fines podemos destacar dos: una en términos
estrictamente ldeológtcos y que consistirla en apostar a la capacidad de esta
voluntad social que se encuentra en la masa; y la otril que estuvo presente
en la crftlca de Karl Korch en 1922 (distinta a la anterior orientación), que es
la Idea de la potencia, es decir, el problema de la esperanza en el cambio, que
posteriormente seña objeto de distintos tipos de formulaciones, la úhlma de
las cuales fue formulada en la década de los setenta, en la versión desarrollada
con una enorme fuerza por Emst Bloch. mediante una Invocación o, como en
esa década se deda, a través de una convocación.
Sin embargo, la Idea de potencia no se trabajó como podrfa derivarse en
cierta medida de la postura de Korch en los allos veinte. Si rastreáramos un
poco estd Idea de la potend3, es posible encontrarla en algunos de los pocos
escritos que sobre el problema de la organización politlca redactó Georg Lukács,
cuando er¡¡ dirigente polltico activo en los años veinte. Como quiera que sea,
lo que Interesa destacar es el problema de cómo se comienza a trilnsformar
esa masa en una estructura que contiene la esper¡¡nza de cambio, es decir, el
concepto de masa con esperanza.
Al respecto, seria muy Interesante confrontar este planteamiento que he
sintetizado, con el te)(tO de Ellas Canetti Masa y poder; pues en la visión de
Canetti aparece de manera muy aguda y con muchas ejemplificaciones hlstó-
rfcas el concepto de masa. Caneni aplica el concepto de masa a determinados
tipos de actores sociales o de movimiento sociales de inspiración escatológica
o religiosa. Como quier¡¡ que sea. hay que mantener con reserva estil idea de
masa con esperanza, pues ocurre que si esa masa ya no pude tener un compor-
tamiento autodlrigido de acuerdo a la critica de Kautsky a Rosa Luxemburgo, y
que alcanza a casi todos los dirigentes posteriores con excepción de los anarco-
sindicalístas; entonces el problema de la autodirección se vincula con la siguiente
cuestión que, curiosamenle, va a retomar rnuchos decenios después Jean-Paul
Sartre, en el contexto europeo de los años cincuenta y sesenta: me refiero al
hecho de que, esta organización, esta masa organizada, debili ta la fuerza de
la masa misma y, por lo tanto, esta debílldad de la fuerza de la masa se puede
expresar en que deja de ser depositaria de toda esperanza de cambio.
""'-1•~ y o los suje~M socialt> 33

La idea de Sartre tiene afinidad -aunque no en la misma lrnea de pensamien-


to- con los actuales planteamientos de Alberonl, en relación al problema que
existente entre masa, espontaneidad y organización o, para decirlo en términos
weberianos, entre lo que podrfamos llama.r una cierta fuerza carismática que
podrla ser esta esperanza de cambio y la rutinización inevitable de la lnstitu·
clonalizaclón, de la que Indudablemente forma parte el partido político.
Desde luego que esta es una linea de razonamiento que, como se men·
donó al principio, no es~ agotada ni mucho menos. lo que ocurre con este
problema es que, por su misma complejidad, siempre tiende a ser resuelto. Ello
en razón de que podemos manejar con mucha dificultad -ante una situación
no irresuelta- lo que sucede en la relación de todos los conceptos o de todos
los problemas. teniendo siempre a resolver y a dar resoluciones a los dilemas
de dic:has relaciones a lo largo de todo el siglo XX, por lo menos hasta la gran
producción académica, a la cual aún no me he referido, en el ámbito del dls·
curso politico, Incluido el discurso polltico de AmMca latina de los últimos
veinte años.
En efecto, las soluciones han consistido en reducir, primero hay que su-
bordinar el individuo al colectivo, una solución que caracterizó fuertemente
al pensamiento polftlco mantiSiil n. mejor dicho, a una suerte de pragmática
marxista en polftlca. Al respecto, lo que Importa discutfr no es solamente la
solución que, en relación a ello todos conocemos. sino más bien encontrar en
qué consiste el razonamiento de dicha solución. siendo este el punto funda-
mentaL
Tal razonamiento que fundamenta la reducción del Individuo al colectivo
propició la emergencia - en América Latina- de un fenómeno aún más grave:
la subordinación de los movimientos sociales. mediante distintas formas de
presión, a voluntades orgánicas que muchas veces se burocratizaban, casi
sin excepción. Este era, desde luego, un razonamiento histórico; pero en qué
consistía tal razonamiento histórico: consistía simplemente en considerar que el
hombre en todo momento, inevitablemente- ysln mediar ningún espacio-, era
un producto de las circunstancias sociales, antes que el resultado de un cierto
mecanicismo de lo que los italla.nos mucho después, al estilo de Marramao.
llamaron de una manera muy aguda, el cartesianismo obrero.
Lo dicho equivale a plantear que, por el hecho de estar sometidos a deter-
minados condicionamientos económicos a cada quien sea atribuida, necesa·
riamente. una determinada conciencia. Esa era pues la premisa fundamental:
dada determinada condición de explotación, de subalternidad o marglnalidad,
ello tiene como efecto el hecho de que quien es objeto de esa condidón tiene
que ser. necesariamente, critico. 'Sin embargo, la historia demuestra que las
cosas no son asf. Los factores económicos pueden ser una regularidad expli-
cativa de muchos ot.ros fenómenos. por ejemplo, de carácter cultural, polltlco
o induso psicológico, pero sólo en dertos rangos de tiempo, en ciertas escalas
de temporalidad; de tal suerte que la premisa podrla ser (manejemos ésta como
hipótesis) verdadera, en gran escala del tiempo y, probablemente, no serlo en
las pequeñas escalas de tiempo.
Comenzar a razonar en las pequeñas escalas de tiempo con una lógica tan
determinista como la que estoy tratando de ejemplificar, condujo, Inevitable-
mente, a errores. Un error típico es aquél que consistía en pensar que mientras
peor estemos mejor estaremos. En tal razonamiento se esgrimía el argumento
de que, mientras mi!s deterioradas estuvieran las condiciones de vida de las
masas. estas tenia necesariamente que reaccionar frente a esa situación; no
obstante sabemos que ello no es asl pues, evidentemente, entre las condiciones
económicas y el comportamiento humano, no solamente está lo que señalaba
al comienzo, en relación a este continuo tan complejo -y que no se termina
aun de teorizar-, es decir, el hecho de que hay mediaciones muy complejas de
diversos tipos: mediaciones Institucionales, históricas, Ideológicas, valórlcas e
incluso psicológicas; mediaciones que pueden alterar, por ejemplo, esa relación
que se plantea como cartesianismo obrero, y que ha sido objeto de critica por
parte de autores como Marramao, entre otros.
Lo que tenemos, no es una relación simple de causa y efecto; antes bien,
hay en esa relación un fenómeno complejizado con muchas mediaciones; y
precisamente en virtud de la presencia de estas mediaciones, entre el factor
determinista de carácter estructural y el comportamiento a nivel individual o
grupal, es que ellas no estuvieron presentes, desafortunadamente, en el análisis
de clase. el cual perdió toda su riqueza, a consecuencia de no haberlas conside-
rado. Desde luego, esto no significa que la categorfa de clase no tenga peso ni
relevancia; antes bien, lo que no es importante y relevante es el razonamiento
mecánico desde la clase.
Asf, por ejemplo, es más fácil razonar la clase en términos reducclonistas
que complicarse el problema preguntando: ¿qué hay entre la clase y el Individuo?
¿qué hay entre la clase y el grupo primario? ¿qué hay entre la clase y el grupo
secundario o terciario? Esta forma de plantearse los problemas es un proceder
más complejo; ello supone, desde luego, no proceder por reducción a lo simple;
en tal sentido, la categoría de clase permitirla resolver el problema.
Pero esta es una vieja discusión en la que, por el momento, no quisiera
adentrarme, pues hay otra de gran relevancia que en el presente es crucial y
que, Indudablemente, merece n~estra atención: se trata de la reducción de
lo colectivo al individuo, y en cuyas actuales expresiones metodológicas, en
el ámbito de las Oencias Sociales, se han realizado trabajos Importantes, por
lo menos en ciertas vertientes de la sociologfa de los movimientos sociales, y
l'oasa< la>«Jedod YOlos SUJ'!tOS ~ ]5

que se sintetiza en los llamados Individualismos metodológicos. Quienes han


sostenido tal planteamiento, a veces se dan cuenta que esrán cometiendo
algunos desaciertos, buscando de Inmediato Inculpar de ello a Max Weber.
Ello resulta complicado. toda vez que no es acertado el que al fijar un plan·
teamlento no del todo correcto, este no se asuma en forma suficientemente
clara. Asl, al constatar que el problema no se termina de resolver, teniendo
ello que ver con el problema del continuo entre estos dos polos, es dedr, la
dinámica entre Individuo y sociedad, que, evidentemente, es menester mane-
jar; pero que tan su manejo resulta posible en la medida en que entendamos lo
que planteamos al inicio de nuestra exposición: ¿qué es lo que une a esos dos
polos en términos dinámicos? ¿por qué no hay ahl ningün cordón umbilical?
Indudablemente, estamos ante un proceso cuya complejidad supone un gran
esfuerzo de desciframiento. Como se recordarci, a tal proceso te hemos estado
dando un nombre sin predpitar, desde luego, un juicio teórico al respecto: nos
referimos a los procesos constitutivos.
En efecto, la Idea de que ese continuo entre individuo y sociedad -para
decirlo en térrnlnos temáticos- es un proceso constitutivo, supone precedentes
históricos que deberlan ser suficientemente recuperados. Con relación a ello
hay ~r.~rias Ideas: una de ellas es por ejemplo el concepto de "lucha" (L:Igilrde o
Preobrazhensky) que, evidentemente, no se agota en la idea de reivindicación
gremial, económica, política o cultural; antes bien, el concepto de lucha alude
a una dinámica mucho más profunda, que podrla ser entendida como una
dinámica constitutiva, y que hizo necesario plantear la Idea de sujeto como
proceso.
Corno podrá observarse, estamos hablando de planteamientos que tienen
más de cuarenta años, recuperando de ellos lineas que han quedado sueltas y
perdidas y que son, desde luego, parte de la acumulación de problemas inhe-
rentes al siglo XX. Una de esas lineas es el concepto de •sujeto como proceso~
del cual se ocuparon diversos autores - bajo distintas acepciones- como por
ejemplo Wílhelm Relch. Tal concepto este! vinculado con grandes problemas
del presente, como es la llamada crisis de las utopías, en tanto la Idea de su-
jeto como proceso, supone un desafio que ya se planteaba desde entonces.
Al respecto, debemos preguntamos ¿en qué consistla este desafio?. Desde
luego, el desafio era la recurrente creación de nuevos sujetos sociales, lo cual
hacia necesario no quedarse en la mera descripción -llamémosla, hoy en dla,
luhmanniano- de lo dado, siendo Imposible pensar otra cosa, es decir, pensar
más allá de lo dado en la m era descripción.
Contrariamente, de lo que se trataba era de ver (como después lo recupe-
ra Fernando Claudln para el contexto espal'iol) la problemática de los sujetos
limitados, sacrificados e Incluso derrotados. Ese fue un diagnostico histórico
36 ¡Como pen1ar las Oendas Sooale> hcoyl

elemental que requerla plantear el problema de los sujetos en términos de


nuevos sujetos sociales. confiriéndoles a éstos el carácter de fuerzas morales
del futuro. Este problema surgió en la década de los veinte, y fue percibido de
manera clara e Intangible. como una gran expectativa, habiendo sido motivo
de reflexión para el pensamiento crítico social, desde fines del siglo XIX, bajo la
influencia muy directa de Marx y, porqué no decirlo también, de los anarquistas
de la época como Blanqul, entre otros.
Pero también es una importante referencia el gran pensamiento teórico
social-demócrata europeo durante los primeros quince años del siglo XX. para
quienes era problemática la universalidad de la Revolución, sobre todo a partir
de 1918 y 1919, con las derrotas de las llamadas comunas deVlena y sobretodo
de Berlln. Algo muy parecido ocurre ulteriormente en la Italia teorizada por
Gramscl, y en la cual también se experimentó, en los años veinte, una gran
derrota; ahl el paradigma inevitablemente se derrumbó, al no surgir los grandes
cambios en los paises desarrollados anticipados en el paradigma gramsciano.
La reacclón de esas generaciones fue comenzarse a plantear el problema de
lo que. textualmente, llamaron las fuerzas morales del futuro, es decir, de los
actores y sujetos, bajo el supuesto de que estos no estaban aún producidos,
que habla de contribuir a producirlos.
Tal Idea es congruente con un planteamiento después olvidado por razones
muy claras; Bujarin, por ejemplo, sosten la que el capitalismo no se autoderrota-
ba (Idea que Lenin llegó a compartir), que no se derrumbarla solamente como
resultado de sus contradicciones Internas; bajo esa óptica, lo que se querla
refutar era la idea de una supuesta ley inexorable del derrumbe del capitalismo.
Quizá por entonces podrla haber ocurrido algo muy parecido a aquél supuesto
que ocasionalmente se observa en el presente: creer que los cambios advienen
por si mismos, sin que en ellos medien voluntades sociales organizadas; de ahl
la Importancia -llamémosle "ontológica"- que tuvo el partido polftlco, asf como
la idea de proyecto, como presupuesto para la construcción de la crisis y, por
télnto, para la construcción de alternativas.
Ahora bien, es necesario no olvidar que, lo ocurrido en Alemania, con la
frustración de las grandes experiencias revolucionarias, viene a complejizarse
todavfa más con el advenimiento del fasdsmo; es en ese contexto, donde tienen
lugar diversas teorizaclones. entre ellas la de Wllhelm Reich, que comienzan
a fijar la atención en otros problemas, que ya no solamente tenlan que ver
con ese mecanidsmo Inherente al determinismo económico, que habla sido
dominante, a pesar de haberse dado un pensamiento discrepante al respecto;
comienza entonces a trabajarse con mayor atención un problema que, en esos
años, es visto con mayor claridad y que, simultáneamente, era resultado de
esas coyunturas históricas.
Me refiero a la incorporación de la sigulent.e Idea: la economla no lo explica
todo, es decir, lo económico no necesariamente construye un edificio con·
gruente con sus propias exigencias. Esa construcción edificada por la econo-
mla entraña problemas Internos: fue hecha por varios arquitectos que, desde
el principio. estaban enfrentados, por lo tanto, el piso de la economfa tendrfa
una dimensión y al pi.so de la ldeologfa se le atribuirfan otras coordenadas; al
respecto, no parece que estemos ante un edificio muy armonioso. lo que ahf
más bien observamos es una suerte de anticipo de la arquitectura de Gaudf.
A partir de esa premisa, se empezó a tomar conciencia de la necesidad del
análisis de esas divergencias existentes entre los distintos pisos de la construc·
ción o. por decirlo de manera simple, entre economía e ideologla. Sobre la base
de esa toma de conciencia, la discusión se desplazó hada lo que, en sentido
teórico, se ha dado en llamar. desde hace cincuenta años. la a-conflictividad
Interna de un actor, y que equivale a analizar de una manera no cartesiana, para
decirla en términos de Marramao, la relación entre situación social y actitudes
de cambio. En este asunto surge una cuestión obvia en apariencia, pero que de
pronto cobró relevancia en las discusiones polftlcas en América latina. Es la si-
guient e: dados ciertos condicionamientos de carácter por ejemplo ocupacional,
o dada la presencia de ciertas pautas Ideológicas que fueron socializadas, o para
decirlo incluso en términos mertonlanos, dados ciertos grupos de referencia:
¿se puede atribuir, a un individuo o a un grupo primario, una disposición (que
no necesariamente se va a Imponer) hacia el cambio? ¿es acaso pertinente tal
atribudón, cuando el contexto (llamado en su momento atmósfera social), en
el que están inmersos ese Individuo o grupo, es adverso?
En efecto, a la idea de atmósfera de la sociedad, podrían Incorporarse pro-
blemas contextua les. Un obrero, un campesino o un integrante de las capas
medias, es posible que esté en desacuerdo con su situación; no obstante, un
razonamiento no cartesiano obliga a considerar el contexto o atmósfera social
en el que vive dicho Individuo. Ejemplo de ello es la gran fuerza que hoy ostenta
el discurso neoliberal y que directamente apunta a esa atmósfera. traduciéndose
en actitudes y posturas muy concretas, como serfan: el desinterés del Individuo
por la polltlca y la creencia - que se piensa es positiva- de que otros practiquen
la política en su lugar; la convicción de que no es posible cambiar nada. en la
medida en que todo es Inamovible.
Esos son, precisamente, slntomas de cierta presencia contextuar sobre
una subjetividad que puede ser Incongruente consigo misma, pero que, sin
embargo, termina por doblegarse. Se puede también mencionar, a manera de
ejemplo, una situación que se habla producido en la Europa de los a"os veinte,
en ocasión de la frustración de los proyectos revoludonarios en varios paises:
movimientos encabezados por lmpactantes huelgas generales, como las que
se dieron en Inglaterra y Bélgica, o como las Insurrecciones obreras en Viena
y en Berlfn. La razón de) advenimiento de esos fracasos tiene que ver con una
serie de mecanismos inherentes a la compleja relación de la subjetividad Indi-
vidual. o de la subjetividad que puede surgir en un grupo primario, respecto a
la subjetividad colectiva que termina por Imponerse sobre aquella.
Es a partir de este contexto histórico europeo en el cual tiempo después,
siguiendo la lfnea del pensamiento de Gramscf, dan comienzo algunas teori-
zaclones de gran interés sobre el problema del sujeto. ¿A qué obedece el que
Gramsclincorporara la cultura de manera sistemática? ¿por qué a Gramsci le
preocupó la cultura de Italia, y en qué sentido teorizó, por vez primera, las
formaciones económicas y sociales, complejizando la vieja formula de Marx con
el problema de la división cultural? La razón fundamental está en que Gramscl
percibió y quiso reaccionar, frente al fenómeno del dominio impuesto sobre los
sectores subalternos, en tanto dicho dominio iba más allá de sus condiciones
de trabajo y de su explotación, a través de patrones ideológicos y culturales, lo
cual Gramscl designó con el término de "subalternidad~ Al respecto, la subal-
ternidad representa la gran conquista de todo régimen; mediante ella se logra
que los marginados y explotados estén conformes de serlo; la subalternidad
plantea un problema que no es, en sentido eSTriCTo. propio del ámbito de la
tecnologfa o de la economla; tiene más bien que ver con un ámbito de mayor
alcance como es el de la cultura.
Desde entonces han surgido una serie de teorizaclones al estilo de Rossana
Rosanda, de Ludo Magñ y muchos otros, quienes comenzaron a poner mayor
atención en lo que habla sido - en ciernes- un concepto no suficientemente
incorporado en el análisis del sujeto y de las subjetividades sociales: me refiero al
concepto de potencialidad, no en un sentido abstracto, sino como potencialidad
recuperada, es decir, como la potencialidad de una subjetividad colectiva con
distintas formas de expresión organlzativa; con diversas maneras de expresión
en sus prácticas sociales; con diferentes duradones temporales, pudiendo éstas
ser coyunturales o de mas largo alcance.
Esa es pues la potencialidad al interior de los condicionamientos históricos;
es el analisis de la potencialidad (para que se comprenda mejor) en el encuadre
polftico partidista y no partidista, y abierto por tanto a otros posibles encuadres,
como podrían serlo otras tantaS formas de expresión de los actores, vale decir,
de los movimientos sociales. Aquf surge una gran advertencia ya contenida en
la critica gramsciana a los bolcheviques: no es posible restñngir la fuerza de esa
masa organizada o espontánea (para retomar el viejo concepto luxemburglano)
estrictamente al encuadre de una forma particular de sus distintaS expresiones,
como pudiera ser, por ejemplo, el panido político.
Pensar luoeledad y a louujetos sociales 39

Lo que en ese debate se discutla tiene hoy una gran presencia y que, indu-
dablemente. lleva a plantear un problema que en este momento es menester
recuperar, pues se viene arrastrando a partir de esta genealogla; me refiero
a algo que ya hablamos anticipado: la relación conflictiva entre dinamismos
sociales y estructuras Institucionales. Fue Sartre quien percibió este proble -
ma al formular una pregunta a la cual intentó responder Alberonl (aún sin ser
sartreano) en su texto sobre Movimientos e Instituciones; esa pregunta -en
cierta medida también de Inspiración weberiana- se formula asi: ¿Cómo lograr
la persistencia de la energía o de la fuerza de la masa sin que se desgaste en las
instituciones? La cuestión apunta, en términos weberianos, a la relación entre
carisma y rutinízación burocrática. Para decirlo en forma un tanto exacerba-
da, dirlamos que el problema de dicha relación surge, precisamente, a partir
del rescate de una dimensión cualitativa en el análisis de los sujetos, teniendo
obviamente como motivación central, las derrotas obreras experimentadas en
Europa y, como principales antecedentes, el fracaso del movimiento comunista
Italiano frente al fascismo, asi como el hundimiento del partido comunista y del
partido social demócrata alemán frente al nacional-socialismo. Las reaccione
emergieron, evidentemente, en la segunda posguerra por una simple razón: a lo
largo del connlcto bélico no habla U~mpo p.orilld reOexión de dicha problemática;
no obstante, en esos años se registran algunas aportaciones Interesantes que
habrla que revisar, incluso por parte de pollticos pragmáticos como Togliati,
que después fueron acusados de stalinlsta; pero ello merecerla una profunda
reflexión que, por el momento, no estamos en condiciones de hacer.
A lo antes expues·to se puede agregar otro problema que es interesante
plantear y que, por su enorme relevancia, comienza a transformarse en el
nuevo eje articulador de la problemática sobre sujetos sociales. El problema es
el siguiente: desplazar el eje de la discusión del ámbito definido por las condi-
ciones estructurales (entendiendo por ello los condicionamientos est\Jcturales
económicos o instit\Jdonales) hacia otro que, en lo sucesivo, jugará un papel
diferente. Se trata del eje de la conciencia, el papel de la conciencia. Este es,
evidentemente, un problema que está presente hasta nuestros días, en la
acepción, por ejemplo, de Lucio Magri quien formuló una idea tan simple que,
quizá por ello, no la terminamos por asimilar, plantear el hecho de que la crisis
del capitalismo no es fundamentalmente una crisis económica, sino una crisis
social e Ideológica, y el partido adviene no sólo en un factor de poder sino en
una expresión Ideológica.
Tras estas frases no se apunta exclusivamente a una experiencia anterior,
que es la que estamos tratando de resumir, sino también a una nueva manera
de entender et problema del sujeto, mediante el cual et partido deviene - a la luz
de este marco de discusión- no solo mero instrumento de las acciones de un
sujeto histórico preexistent.e. Este mnc.epto de •preexistente• es fundamental
en tanto que. detrás del rescate del partido como una de las formas que reviste
el análisis de los sujetos fue. en gran medida. predominant~. hasta después de
la segunda mitad del siglo XX. Esta idea no solamente ha estado presente en la
construcción -a la cual alud fa más arriba- y que le conferla al partido un carácter
cuasi-ontológico. Pero hay también otra idea que es curiosamente contradictoria:
me refiero a la Idea de la construcción del derrumbe (para dedrlo en términos
de Collettf). cuyo fin era no esperar el derrumbe, en los términos de una teoría
bajo la cual estarlan previamente contenidos, en s( misma, los mecanismos del
derrumbe; ahl la idea del sujeto preexistente en la construcdón del derrumbe
supone un cambio en las formas de su acción, que hace cambiar aquello que se
quiere derrumbar; no obstante, bajo esa concepción, lo único que no cambia es
algo fundamental: el sujeto.
En América Latina, durante la década de tos sesenta y los setenta, este
personaje colectivo: el sujeto del partido, era también una entidad preexisten-
te, se le atribulan - en el discurso poiltico- características y fines previamente
definidos. El sujeto no era susceptible de experimentar la influencia de ningún
tipo de mediación. La Idea que se comienza a retomar (de hecho ya se habla
lntroduddo tlempoatrás), es la de un sujeto entendido como proceso provenien-
te, fundamentalmente, de ciertos anatistas Italianos; pero, simultáneamente,
también se Incorpora la idea de la condencla.
Se empezó a analizar al sujeto, partiendo de dos parámetros diferentes, en
forma similar al análisis dominante de un discurso, cuya procedencia se remonta
al marxismo clásico de comienzos del siglo XX. B sujeto es concebido corno un
proceso y, simultáneamente, aparece también como portador de conciencia.
Por lo tanto, el partido es una forma privilegiada de expresión Ideológica para
el sujeto; pero si ese proceso no se conduce de manera congruente, se corre el
riesgo de caer, de nueva cuenta, en las dogmatizaciones del sujeto. Estas dos
acepciones no fueron respetada.s en forma consecuente. Quizá la excepción a
la regla estuvo representada en la experiencia del Partido Comunista Italiano.
Esas dos lecciones no fueron respetadas esencialmente en nivel del discurso
político, aún a pesar de la presencia del sujeto como proceso y del rescate de
la problemática de la conciencia (posteriormente reforzada con la critica del
socialismo real). El manejo del partido continuó siendo reducido a un meca·
nlsmo operativo del poder, al frenre de un sujeto preexistente lncambiable e
inmodificable. Estas son, en slntesis, las Incongruencias del mundo político;
ulteriormente mostraremos la n~esidad y pertinencia de observar las del
mundo académko.
La Idea del sujeto-proceso y la cuestión de la conciencia, se vincula con un
problema qul! es importante aclarar: al pensar el sujeto y sus formas de expre-
l'etUar la sodedod y a los sujetos sociales ~1

sión en términos dinámicos, quizá sea posible rescatar las potencialidades del
sujeto y de su subjetividad al interior de sus condicionamientos históricos. Esta
tarea de hecho no ha sido emprendida; su dilucidación depende de una dialéc-
tica de los condicionamientos históricos, es decir, de las limitaciones históricas
de múltiple naturaleza que se presentan ante un actor social constituido, que
al disponer de ciertas formas de organización y que, por lo tanto, se plantea
proyectos ante si.
Este tipo de dificultades no siempre se tienen presentes, en tanto no se
considere, en el analisis del sujeto, el problema de su correlato, es decir, el de
las díficultades externas al sujeto que, a su v~ también supone entender sus
dificultades Internas. Ese es el punto fundamental en el cual surgen también
consideraciones de caracter ideológico, a partir de las cuales es indispensable
el reconocimiento de los obstáculos que enfrenta el sujeto; en otras palabras,
el momento en que se tiene que considerar, en su real dimensión, la Idea del
sujeto como proceso que, desde el punto de vista de la construcción social. es
también la construcción del sujeto.
Esta problemática esta contenida en el interior de las limitaciones del sujeto.
siendo más compleja su comprensión, en tanto mas grandes son la. booreras
Impuestas a un sujeto. Este problema podría ejemplificarse con mayor claridad
en el ámbito de los sistemas represivos; por ello, no es extraño que, en distintos
contextos, ese fuera un tema que surgiera por ejemplo en Espal'la, a partir del
análisis del franqulsmo por parte de un autor como Claudin, y en Alemania
desde la critica al socialismo real emprendida por Rudolf Bahro. Ambos au-
tores, con distintos signos, asumieron el desafio de la construcción del sujeto
ante sus propias dificultades. Bahro planteó en su momento el problema de
enfrentar como un gran obstáculo (que se vincula desde luego con el papel de
la conciencia), en el plano de la subjetividad de los actores sociales, lo que él
llamó la subalternidad derivada de la división del trabajo, el fraccionamiento y
la pasividad proveniente de una suene de atomización del actor, es un producto
de la división del trabajo. Bahro teoriza sobre la necesidad de rescatar la idea
de sujeto como proceso y en ella la función que le asigna, en dicho análisis, a la
conciencia, cuyo papel es dar rumpllmlento a la Integración del sujeto y crear
las condiciones para su participación. Asl, formuló una serie de consideracio-
nes respecto a dos tipos de condencta relativos a la subjetividad del sujeto;
la conciencia absorbida y la conciencia excedente. La conciencia absorbida
opera, tanto en la dimensión del individuo, como en el plano de las diferentes
formas de expresión de lo colectivo. Ese tipo de conciencia supone un gasto de
energla o fuerza (que pudiera ser pslcosoclal) y responde, por decir lo menos,
a una polftica de conoplaclsmos; disputas de puestos y cargos, respeto de las
jerarquías, etcétera; este es, desde luego, un tema extremadamente interesan-
te que se expresa. para deorlo ~~ en las actividades de la vida
diaria y, por lo tanto, en la reprodua:icx\ nr.inariit que va conformando la masa
subalterna, teniendo, segun BaluQ. oomoo:asfundodeesa conciencia absorbida
la división del trabajo. En cambio, lo que-import¡J a la conciencia excedente que
presupone toda esa fuerza y energta. a la malp nos hemos referido, es que no
está sometida - y este es un punto fundamen1:af-. a flln9una de las limitaciones
y deformaciones de las divisiones o de los~ de trabajo.
A lo largo de esta.s conslderadones sobre la cuestión de la subjetividad,
hemos centrado nuestra reflexion enefdisouso pohtieo. Ahora es conveniente
preguntarse, cómo ha sido abordada la prob6ematita de la subjet:lvidad al Interior
del discurso académko.
B discurso académico es igualmente ampio y oene una historia tan larga
como la del discurso polltíco. En ese cfiSOirso, hay autores muy relevantes que,
desde diferentes perspectivas, apuntan al proaso que hemos Intentado analizar
al interior del discurso polftico; induso. me atreYeria a afirmar que ha habido
quienes han utilizado lnconfesadamente akJunos referentes provenientes del
discurso polftlco, Incluso en la elaboración de tesis doctorales de prestigiadas
instituciones conservadoras. Ejemplo de ello es la incorporación, en el estudio
de la subjetividad, de cierto tipo de literatura politlca que viene planteando la
cuesttón de la subjetividad desde el punm de vista de la pslcologfa lnfdntil, y
que estaría presente no solamente en el íncfJViduo, sino también en el sujeto
soclal que es su estado fundante (en témúnos de Alberoni). Esto nos hace
recordar aquella fuerza o masa (en la que pensaba Rosa Luxemburgo) que no
se agotaba en ninguna de sus formas de expresión, pero que formaba parte
de los procesos que fueron destacados en las distintas reflexiones teóricas: la
interiorización y la subjetivtz.a<ión de lo social, apuntando con ello a las dos
dimensiones de este continuo del cual partimos.
En este marco, resulta sorprendente abordar la gran discusión que, surgí-
da a partir de la obra de Maree! Mauss, ha sido planteada por varios autores
dentro de los cuales destaca Oumont por sus aportaciones originales. Oumont
planteó una discusión respecto a la dinámica que. a lo largo de la historia, han
experimentado el proceso de constitución del individuo y de la sociedad. Al
respecto desarrolló un conjunto de consideraciones de gran interés, que no es
posible aqul detallar sino tan solo nombrar1as, y cuyo resultado es la formulación
de algunas afirmaciones de gran riqueza.
Así, por ejemplo, un problema fundamental es la relación del individuo con
el mundo, a partir del an<111sis de ciertos tlpos de proceso de secularízadón;
al respecto, podrfamos afirmar que esa es una linea de pensamiento que está
centrada en la clásica relación entre individuo y sociedad. Hay Igualmente
otras discusiones, en la linea de recuperar el problema de eso que hemos de-
Penuria sodeclad y • los w)etos sociales 43

nominado la subjetividad en el plano del individuo y en el plano de lo social; tal


es el caso de autores como Lipovetski que, a diferencia de los anteriores, no
estA concentrado en el proceso de la individuación, sino en lo que dicho autor
denominó la personallzadón. En la visión de Upovetski hay una Idea Importante
que, en su momento, tuvo tintes marcadamente polémicos, y que está en el
centro de la discusión de aquellos estudios que han abordado el problema de las
condiciones estruct urales, en tanto lo social, la dimensión social en la sociedad
actual, tiene la característica de multiplicarse, se multiplica y diversifica dando
paso a instituciones sociales altamente flexibles; lo cual determina que el sujeto
mismo, incluso como individuo, también se diversifica y se moviliza. Plantea·
miento amplio y complejo que, se esté o no de acuerdo con el mismo, merece
destacar su significación, en tanto que, consideraciones de este tipo, apuntan
a Incorporar a la discusión sobre los sujetos sociales, la significación conferida
en su análisis a las heterogeneidades de la sociedad, las cuales Influyen sobre
el proceso de constitución de lo subjetivo. Idea Importante, en tanto significa
dinamlzar no sólo el contexto, sino también la problemática Inherente a las
Instituciones; también podría permftir enlazarse con esa vieja discusión, tan
determinista, que provenla del pensamiento clásico en el orden político, y en
el cual se utilizaba una especie de lógica cartesiana.
Con relación al contexto ya de por si complejízado, aún a pesar de ubicarlo
en el nivel de los condicionamientos estructurales. requiere indagar sl tiene
relevancia el presupuesto de ciertas homogeneidades sociales como el de clase.
Habrla que preguntarse qué tiene que ver la clase con las consideraciones que
apuntan a una mayor heterogeneidad del contexto. Asl, siendo la clase una
categoría y no un concepto teórico (con un contenido cerrado), el problema no
está en la categorla sino en cómo es razonada dicha categoría con el propósito
de que dé cuenta de los condicionamientos estructurales, cuya complejidad
está siendo puesta de relieve por parte del discurso académico actual.
En este sentido se orienta la discusión abierta por Maffesoll, por ejemplo,
cuando plantea su idea sobre el neotrlballsmo, que apunta a la emergencia de
nuevas formas de agrupamientos humanos que pueden tener cierta perma·
nencla, pero que, probablemente no tengan la permanencia de las viejas orga-
nizaciones que han caracterizado lo que se ha dado en llamar el momento de
la modernidad. Podrfa ser desde luego lmponante eso que se ha denominado
•grupos afectivos' (sin que éstos se transformen en espacios terapéuticos),
cuya significación tenga Importancia en el análisis de las más diversas diná-
micas sociales, pues ello también darla cuenta de la complejidad Inherente a
las heterogeneidades de los contextos, tal como estos están surgiendo en el
presente.
Con la apertura de este ~junto de Ideas, es ne<esaria su reaproplación
en el marco que lnldalmeme diseñamos. es dedr, en el horizonte de la vieja e
problemática del sujeto y de la su*'Jvidad social, y también de lo que, con 1$
relación a ello suponla confrontar las concepciones dicotómicas con aquellas d
que apuntan a la Idea de continuo. Hay. por ejemplo, ciertas afirmaciones ~
de Mafessoli que tienen diversas implicaciones, como aquella referida a las e
agrupaciones móviles fluidas que. indudablemente. podrían permitir repensar
muchos de los conceptos clásicos (de mayor dureza) provenientes de la teoría
sociológica, por mencionar una disciplina. En toda la teoría de los grupos pro-
bablemente estemos llegando a un punto en que la vieja conceptualización de
los grupos primarios, secundarios o terciarios ya no tengan relevancia, y que
estemos por tanto ante la emergencia de lo que hemos llamado las subjetivi· S
dades sociales con o sin capacidad de construcción. 1
Ahora bien, si resumimos todo lo dicho hasta el momento, y que constituye e
un desafio para la construcción del análisis del cual nos venimos ocupando,
planteariamos al respecto cinco grandes lineas: S
1. Primero apuntarla a una cuestión muy discutida y aún no resuelta: me
1
refiero al problema y necesidad de dar cuenta de los dinamismos constitutivos e
en los agrupamientos colectivos; de responder a la pregunta de cuáles son sus (
formas de expresión; de saber si la explicación de tal dinamismo se agotó en la
Imagen de las viejas estructuras conceptuales provenientes del continuo: clase-
grupo primario y, por tanto, de si estamos enfrentados (como podrlan est.arlo
sugiriendo algunos autores) al hecho de que habrla que someter a revisión el
conjunto de ese esquema conceptual. '
2. la dificultad del análisis referido al dinamismo constitutivo de los co- •
lectivos o de los sujetos sociales, no solamente se deriva de fas complejidades
múltiples y simultáneas que les so11 intrínsecas, sino sobre todo derivan del
hecho de que tales dinamismos conformadores de colectivos, están fuertemen-
te Influidos por las situaciones históricas y, por lo tanto, por la incorporación
de los contextos históricos en el análisis de esos dinamismos. siendo esto un
problema no puramente parametral o de ubicación, sino parte consustancial
al problema tratado.

3. Hay dos pares de juegos conceptuales que podrlan constituir el inicio (lo
digo con mucha cautela) de una discusión más profunda de estos problemas:
me refiero primero al viejo concepto de sociedad, que podría acompañarse
con el añejo concepto de individuo y que. de manera simultánea, es posible
que estén dando lugar a determinados tipos de análisis en relación a lo social
y a la subjetividad de lo social: estos conceptos posiblemente coincidan con
los viejos esquemas de pensamiento que tuvieron presencia sobre todo en los
grandes discursos polfticos a lo largo del presente siglo.
4. El segundo par de conceptos que han empezado a emerger, y que no
estoy seguro lleguen a tener la relevancia de los anteriores, pero que habrla que
revisar en tanto han sido forjados con propósitos analltlcos. son los conceptos
de sociaUdad y personalización; tales conceptos plantean muchas interrogan-
tes y sugieren lineas de razonamiento que, probablemente, no sean en todo
coincidentes respecto a los conceptos clásicos, en tanto sus pretensiones son
en mayor medida de carácter analltico. No obstante, ambos discursos tienen el
propósito de responder cabalmente a las siguientes preguntas: ¿qué se entiende
por subjetividad social?, ¿qué significa subjetivación de lo social?, ¿qué quiere
decir constitución de las subjetividades sociales?
S. Finalmente, hay que plantear el problema de que la presencia de los
sujetos sociales pone en cuestión algunos aspectos básicos en relación a su
tratamiento: en primer lugar, pone en tela de juicio lo que podríamos definir
como los parámetros de homogeneización, Imponiéndose por tanto los de
heterogeneidad; al respecto, la relevancia de este problema consiste en que
se cuestiona la pretensión de cientificidad del análisis de los sujetos sociales;
pareciera ser (manejemos esto como hipótesis) que, el parámetro de la bús-
queda de regularidades (que hasta ahora ha sido el parámetro de ctentlflddad
del pensamiento socio-histórico) no pareciera tener una presencia importante.
Este problema lo t rató de enfrentar en su momento Gramsci, al plantear la
Imposibilidad de establecer una ley que explicara a la sociedad entera; ello en
razón de que en la práctica reflexiva de Gramsd, estaba ya presente el problema
de las heterogeneidades.
Es posible que a lo que nos estemos enfrentando, es simplemente a la
•comprensión" de esa concepción envolvente, aquello que envuelva lo teórico,
y que, de alguna manera, podría representar un concepto de ciencia como equi-
valente al de conciencia histórica. Desde luego, el concepto de •comprensión"
lo entendemos en el sentido diltheyano antes que en la acepción weberlana;
aunque también, lo asociamos con un concepto de ciencia inclusiva acuñado
por Marx, que ha comentado ampliamente en sus textos Manuel Sacristán.
Como quiera que sea, quizá el tema de los sujetos nos está colocando
más frenre a ese desafío que ante el dilema de encontrar o no la ley que rige
el comportamiento de los sujetos. lo cual nos hace pensar en una suerte de
modalidad de •comprensión• del momento histórico para dar cuenta de su di·
versidad; lo cual se expresa en algo distinto a la simple prueba de una hipótesis:
posiblemente en la capacidad del Investigador de articular las diversidades entre
si, tal como se expresan en un momento dado del tiempo.
111. PENSAR LA HISTORIA COMO COMPAIQERA
DE LA ESPERANZA

Juan Qulntar

'Percibir con fr~scura la realidad Implica ahora la capacidad de desenmascarar


continuamente y romper los estereotipos de visión y comprensión con los que las
comunicaciones modemas nos inundan. Estos mundos de arte de masas se adaptan
cada vez más a las exigencias de la polltica. Si eJ pensador no se vincula personal·
mente al valor d~ ~rdad en la lucha polftica, tampoco estará en condiciones de
afrontar responsablemente el conjunto oo su experienda viva:
Wright Mili$, 1944.

El presente trabajo está escrito desde dos lugares: la historia y el oficio de his-
toriar y, por otro lado, desde lo que hace algún tiempo a esta parte se ha dado
en llamar eplstemologfa de la conc.lencla histórica o del presente potencial. Su
aspiración en ese sentido es contribuir a los esfuerzos que se están haciendo
para instalar un debate en la dendas sodale< Pn función del restablecimiento
de los puentes entre estas ciencias con la vida política y las emergencias de
nuestros paises. En este sentido, nuestra reflexión gira en tomo al tipo de
conocimiento que Implica la reflexión sobre la experiencia pasada, respecto
al significado y valor soclopolftico de ella, y acerca de la necesidad de trans·
formar el oficio de historiador mas allá de los caminos que transita el saber
académico. Debemos adelantar en ese sentido que nuestras reflexiones no
son lineales, ni pretenden involucrar al conjunto de los hist.oriadores en una
propuesta epistemológica preocupada más por lo que podemos ser que por lo
que fuimos, en la medida que consideramos licita la reflexión que tiene como
objeto lo segundo por sobre lo primero, sin establecer inclusive conexiones
explicitas entre una y otra dimensión de la vida social. la cuestión es que ello
no deberla incapacitamos profesionalmente para incorporarnos a una reflexión
sobre el pasado mas conectada con las fuerzas y conflictos que hacen la historia
en nuestros tiempos.
Partimos entonces de la caracterización de las relaciones que desde la
historia establecemos entre las distintas dimensiones temporales y la Inciden-
cia que ello tiene en la dinámica social, para preocuparnos luego por el papel
actual del historiador - en sus múltiples dimensiones- en momentos en que la
vertiginosidad de tos cambios sociales y tecnológicos parecen hacer imposible
todo tipo de comparadón de nuestros tiempos con los pretéritos.

47
- Corno funciona el hmon.ador ~~.e ~ sociales y políticos que
tienen fuertes perfiles éticos~ ,aa es;. •51p011Sabilidad ya no frente al pa-
sado, sino en cuanto a su capaod«f óe prefigo..r.~t nueYOS futuros? ¿cuál es el
bloqueo que lo reduye en una pQCtia vuea:wolcjena al drama social?. Bien,
como corresponde a las pautaS~ oo eJIS1JO, no dare una respuesta acabada
a esas interrogantes, sólo abrué puenas 1 p¡OOiel"'latizaré la cuestión tratando
de fortalecer la ne<:esidad de reno'o':M 1015 saoees mu al~.! de fas lógicas disci-
plinares que Imposibilitan un pensar cnticD. De manera que no deben buscarse
aqul soluciones, el historiador q~ • ••• Mb mn estas notas tiene en su caja
de herramientas un conjunto de ellas que~ que están -por falta de uso-
enmoheciéndose, deberá entonces "h.ncar el diente• allf para transitar nuevos
senderos. En el mismo sentido, la bUsqueda de ~tivas lnstitudonales, un
retomo a la narración, la construcoón de~ lnterdiscipllnarios con eje
en problemas actuales, el cruce y dlaloqo OXl uabajadores sociales y polfticos.
etc, son parte también de un arsen.!l que qwz:a ya no estén a mano y que
debamos readquirir y aprender • USil4 y 50ble eso no hay recetas. Tampoco
aventuramos aqul cuales serian los perfiles de la ·nueva historia" que reclama-
mos, aspiramos a que ello se haga en la medida que esa escritura comience a
desplegarse y ocupar memoria en las computadoras. El presente trabajo puede
entenderse en definitiva, como un ejeidcio de objetivación de los parámetros
que estructuran una forma de pnoc:ucar et o.'K>o ~historiador y que dificultan
enormemente una escrítura de la historia conectada con la práctica social.

PASADO, PRBENTE T fUTURO ... O VICEVERSA 7

Los hombres mantenemos una reladón con nuestro pasado que es siempre
problemática. Historiadores, S006Iogos. psicOiogos. etc, debaten permanen-
temente acerca de esta relación, y si h<ly profundas diferencias se coincide en
forma unánime en el he<:ho de que la memoria es siempre una construcción
social, Inclusive en su dimensión indiVidual, y ello no es poco.
El rememorar es un ejercicio siempre signado por nuestra re\ac'rbn con
los demás. En un nivel individual -es casi una perogrullada decirlo- mültlples
factores y relaciones inciden en ese ejerdcio en el cual lo que recordamos no
lo hacemos siempre de la misma manera. Es dedr que toda Imagen de nuestro
pasado que "traigamos" a nuestro presente, tendr.i siempre una carga cruzada
por la situación del tiempo que vivimos, de manera que constantemente resig-
nillcamos nuestro pasado en función de nuestro presente. La relación entre las
tres dimensiones del tiempo es algo de lo que no podemos prescindir.
Pen.ar la hluoria como o.ampaftera de la ~poranxa 49

En el sentido planteado, asr como el pasado individual y elconocimiento del


mismo contribuye a la conformación de la personalidad, también la memoria
social o colectiva es una pieza clave en la conformación de nuestra Identidad
como comunidad, porque señala puntos de referencia en el pasado en los
cuales nos miramos. Para enorgullecerse u horrorizarse de lo que se es capaz
de hacer o soportar, las comunidades - en el ejercido colectivo y cotidiano del
recuerdo- crean esos puntos de referencia en su pasado.
Es muy difícil promover un cambio sin hacer algún tipo de referencia al
pasado, sin Invocar algún tipo de precedente. de hecho la utopla socialista ha
recurrido -como los primeros escritores liberales- ai eKpediente de la sociedad
primitiva en forma reiterada. Es por otro lado una práctica cotidiana echar una
mirada "hacia atrás" para buscar pistas de cómo será el futuro. El pasado en
general consolida nuestras argumentaciones respecto a nuestras acciones y
proyectos. En ese sentido -no cabe duda- el pasado es una de nuestras prin·
clpales herramientas analfticas en nuestras vidas. en un nivel personal y social,
es una dimensión de la conciencia humana.
Pero como ya lo advertimos, el rememorar no es una práctica que pueda
realizarse en un laboratorio sin que "interfiera• ningún "elemento eKtraño" a
esa elaboración. Digamos, el ejerciCio del recuerdo no es nunca "lnoceniP~
en él inciden una amplia gama de fuerzas. Intereses sociales. económicos,
polfticos, religiosos, etc, "interfieren• directamente en la selección de lo que
debe recordarse y en que forma. Porque lo que consideramos "nuestro pasado"
es siempre una selecc.lón de lo que nos ha sucedido, lo que Implica dejar en el
olvido partes de todo aquello.
Se trata de una pugna permanente y de constantes batallaspor el slgniflcado
que el pasado tiene en nuestro presénte y, por supuesto, de las lmplicanciasque
tiene para el futuro, lo que conforma un movimiento permanente de actualiza..
clón de significados entre las tres dimensiones. El pasado entonces puede ser
entendido como un campo de batalla cuyo resultado se traduce en una profusa
producción social que nos cruza cotidianamente.Tanto los monumentos como
la literatura y el cine, pasando por los relatos orales hasta la historia profesional,
la historieta o la producción televisiva, etc, conforman lo que se ha dado en
llamar "los lugares de la memoria colectiva". Ellos configuran una especie de
topografla del recuerdo común, ya que materializan esa selección de todo lo
que nuestra comunidad debe rememorar o no debe olvidar.
Si la inrerrogación a cerca del pasado implica selección y conflicto es porque
esa versión o lectura del pasado que se construye tiene -<omo ya lo hemos
dicho-lmpllcandas en nuestro presente y futuro. Cabe entonces distinguir lo
que desde Hobsbawrn podemos llamar •pasado social formalizado" o "tradi·
clón" desde Raymood Williams. Se trata de una lectura del pasado altamente
selectiva a la vez que necesam e- r.e<v "oos a.!l'Utilles y sociales. Constituye
de esta manera una herramiero ~1MB lil ..rxorporadón de los sujetos
a un orden social, a un.a h~ parque setr¡¡ajustamentede'un proce-
so deliberadamente selectivo y mr~Kt~oo que olrea una ratifkación cultural
e histórica de un orden contempcntleO' que tt;os de ser hermético, ofrece
siempre innumerables fisuras..
En este sentido, siguiendo a mns y Hobsbawm, ese proceso selec-
tivo que tiene como resultado el Pi5J 1)0 social bmalizado o la tradición, es
altamente vulnerable en la medida que~ pasado nunca es recuperado en su
totalidad y la porción que recupera y actualiza nunca se hace en forma total-
mente satisfaCtoria, por lo que habftualmente convoca a la revisión. De manera
que siempre es posible encontrar.OW:eGrlcios'"por los cuales abrir y "significar'
nuevos espacios que aquella tracfidón 'olvidaba• y que podrlan Implicar a su
vez nuevas lecturas del presente y la posibilidad de otros futuros. En palabras
de Wllllams, •es en los puntos vitales de conexión en que se utiliza una versión
del pasado con el objeto de ratificar el ~te y de incftear las direcciones del
futuro, donde una tradición selectiva es pode~osa y vulnerable~ Visto de otra
manera, los nuevos problemas que plantean permanentemente los renovados
'presentes• conducen en forma Peftnanente a una relectura del pasado, a nue-
ws batallas en rela(ión al mismo que podrán traducirse en cuestionamientos
o ratificaciones de una tradición.
SI en general toda historia y mirada al pasado puede dar muestras de lo que
comentamos, América latina ofrece múltiples ejemplos - muchos de ellos exito-
sos- de manipulación e inclusive negación radical del pasado social. Recordemos
aquella •generación romántica' de mediados del siglo XIX latinoamericano que
Leopoldo Zea llamara ·emancipadores mentales~ la.starria y Andrés Bello en
Chile, Sarmiento y Alberdl en Argentina, Juan Montalvo en Ecuador, José Luis
Mora en México, etc; conforman una generación que -con estilos diferentes-
Interpretaban que las guerras de independencia no hablan posibilitado salirdel
atraso y del estancamiento porque en realidad la enfermedad de Hispamérica
se llamaba tradición hispánica y mundo Indígena. El pasado los condenaba y
los reten la en la oscuridad sin poder alcanzar la luz de la 'civilización: siempre
francesa o anglosajona. El remedio para tal enfermedad fue la amputación o
un férreo empeño en quitarse 'una parte de su propio ser, su historia. En su
violencia por arrancarse el pasado actuaron como dignos hijos de esa España
que se empeñaban en negar. La nativa constancia española, como dlrfa Andrés
Bello, se expresó en el mismo afán del hispanoamericano por dejar de ser espa-
ñol'. Pero, como dijera Macedonio Fernández. ' la realidad trabaja en abierta
oscuridad" y aquel pasado que se empefiaban en negar, obstinadamente resistla
a la vez que no era asumido ni elaborado.
~~r la historia tomo compal\enl ~ la esperanz• 51

Aquel encorcetamlento y amputación de la historia y la Identidad tenia sus


enormes ftsura.s, las criticas a aquellas políticas y proyectos condujeron - en
distintos ritmos y profundidades- a movimientos políticos, relecturas históricas
y nuevas visiones de futuro. Hasta entonces, Hispanoamérica, "si tenia historia
no era una historia consciente•.
Tanto en el caso de aquella generación, como de quienes luego la cuestio·
naron. se trata siempre del proceso de generación de una conciencia histórica,
que emerge siempre de las perspectivas y de las ideas respecto al presente y
al futuro que orientan a su vez las preguntas hacia el pasado moldeando la
tradición o cuestionándola, •casi podrla decirse que el pasado se construye
desde el futuro~ La conciencia histórica es de esta manera fruto de un proce-
so constante y cotidiano de construcción social en el que confluyen un futuro
proyectado y un pasado reconstruido en función de un ajuste o desajuste con
el presente, con un orden social. Ella posibilita al hombre ubicarse en su tiem·
po, comprenderlo, apropiarse de él visualizando sus limites y posibilidades. En
suma, hacemos referencia a una dimensión de la conciencia en torno a la cual
se desarrolla la experiencia y la cultura entendidos - a la manera de Thomp-
som- como conceptos de empalme que articulan estructuras y procesos. las
configuraciones mentales y las bases materiales de nuestra vida hl~tórlcd, y
que está en el centro de lo que -desde otro lugar- Zemelman llama el interior
de la historia.
En ese marco de referencia conceptual estimarnos que debe ser colocada la
cuestión de la conciencia histórica, como un proceso social, concreto, cotidiano
y articulador de las distintas dimensiones de la existencia cotidiana, a partir de
la cual comenzamos a dar sentido al mundo que nos rodea haciendo posible
miradas crfticas y en definitiva nuestra activación como sujetos.
Desde aquí podrlamos realizar cierta prevención fruto de mirar la eplste·
m ologia de la conciencia histórica desde la historia. En primer lugardeberlamos
tomar con precaución la afirmación de que "la discusión epistemológica hace
parte del esfuerzo por transformar la conciencia t.eórica en conciencia histórica·
en la medida que ello podrla corresponder a un optimismo epistemológico al
otorgarle mayor incidencia de la que realmente tiene esa discusión en el proceso
de construcción de la conciencia histórica, que es de carácter netamente social,
práctica y cotidiana. Por otro lado, sl la conciencia teórica no necesariamente
está vinculada a la conciencia histórica - lo cual la historia ha hecho demasiado
evidente-, la discusión epistemológica -con la Intención de fortalecer o restituir
esa vinculación- corre el serio peligro de fortalecer una dimensión teórica y
una Isla lingülstica que está de la misma manera bien alejada de la conciencia
histórica, aunque su despliegue discursivo quiera mostramos otra cosa.
Sl ¡Cómo pensar las Ciencias SoooiH be,!

Es cierto que no tlgura en el honzorm! de sus cultivadores el convert ir


a la epistemologla de •1a conciencia hislónca. -o •cntJca•- en otro eje de la
especulación propia de la fllosofia del concximiento, pero tal prevención no
es en vano y deberlamos aear los anllcuefpcK necesarios para ello, fortale-
ciendo -por ejemplo- el sentido kantiano y marxíano de •crrttca•. Es decir,
"critica• no como impugnación sino como conocimiento y a su vez •critica•
como desenmascaramiento, más daramente. como ruptura con el orden de
lo dado. Porque se trata de una propuesta epistemológica donde la critica -el
conocimiento- es el sustento de la praxis. de la uansformación con base en la
expansión de los sujetos.
En otro sentido, esa conciencia histórica que está en la base de las transfor-
maciones sociales y de nuestra vida, no impfiCil un proceso universal en cuanto
a sus grados, formas y ritmos de despliegue. En las sociedades tradicionales,
donde hay un explkito esfuerzo en hatef las cosas de tal manera porque asf se
han hecho siempre y el pasado es como una especie de patrón a perpetuar, allf
la tasa de cambio hisrórlco -por decirlo de alguna manera- es baja. El pasado
como patrón ha estado tambi~n en la base de la capacidad de construcción de
utopías, es - en ese caso- el peso paralizante del pasado que denunciara -en
1870- Marx respecto a Francia:•a drama de los franceses, incluido los obreros.
son los grandes recuerdos. Los acontecimientos debieran poner tln de una vez
por todas a este reaccionario culto del pasado~ Culto que - por otro lado- fue
cenual en las ideologla.s fascistas de la primera mitad del siglo XX.
En otro sentido, si consideramos la expansión de la revolución cultural que
se iniciara con el surgimiento del capitalismo, se hizo evidente un creciente
•superávit de conciencia" en los sujetos -más aún en nuestro siglo- que tiene
su punto de partida en el reconocimiento de que las acciones de los hombres
constituyen una historia profana y que por tanto los mismos pueden construir
un futuro a su medida mas allá de designios sobrenaturales. Desde entonces
podemos decir que hay crecientes posibilidades de que el hombre considere
que el sentido de su vida no está dado ya de antemano y que •1as formas de
vida están abiertas a la interpretación, y la simple subordinación puede ser
sustituida por la elección critica• y por la preocupación de dar sentido a nues-
tra existencia. No obstante, la reconstrucclón histórica no dejó de ser - de
una u otra forma- un poderoso instrumento para Impedir que los sujetos vean
cosas diferentes de las que •existen~ instituyéndose de esa manera como un
instrumento de las hegemonlas sociales en la medida que dan forma al pasado
para informamos de un origen común o para "inventar• el mismo y prefigurar
presentes. Pero, repetimos. en virtud de esa mayor conciencia hay disponible
una mayor capacidad para mirar, evaluar y criticar el pasado y apropiarse del
presente hacia una mayor autonomia.
~'la hlstono comocompallera de la fiP'!'Inzl 53

El ejemplo mas universal y evidente que puede esgrimirse respecto a lo


que mencionamos mas arriba, es el de la constitución de las naciones y las
nacionalidade5. Aquellos procesos se revelan, en términos culturales, como
una "Invención" de un pa5ado y la configuración de una tradición que luego
siempre es revisada. En nuestro caso, Mitre y Sarmiento, artífices -entre otros-
de la Argentina Moderna que terminara con la lucha interna facciosa del siglo
XIX, no sólo intervinieron directamente como militares en la superación de
aquellos conflictos que terminaron con la derrota de un sector o bando, sino
que además escribieron e5a hist01ia marcando -por lo menos hasta la primera
mitad de nuest:to siglo- a la hlstoriografla Argentina, donde obviamente los
que perdieron no solo nunca podrían haber ganado sino que además cargaron
desde entonces con el estigma de la "barbarie~ a pesar de lo cual nunca dejó
de haber resistencia y una lectura distinta de la historia.
No creo que Mitre o Sarmiento hayan leído a Renán, pero en ese sentido
tenían una deuda con él. Ernst Renán señalaba hacia 1882 que "el olvido, y
hasta yo dirfa el error histórico, son un factor esencial en la creación de una
Nación, de modo que el progre.so de los estudios históricos es a menudo un
peligro para la nac.lonalldad~
Vendrá luego, de la mano de nuevos movimientos sociales y políticos -y
como fundamento histórico de esas transformaciones, en especial del peronis-
mo- la crítica a e5a visión como al proyecto político que smtentaba, a travé5
del"revisionismo histórico~
De manera que la estructuración de una tradición y una hegemonfa ha
a5ignado también un destacado uso del olvido a través del cual se posibilita la
articulación de la memoria a determinados proyectos polfticos e ideológicos.
Vuelve aqui aquella dimensión de la conciencia de una sociedad ¿cuál es la
concienda histórica?, y desde al U puede entenderse también el porqué de la
producción histórica que acompaña casi siempre a los movimientos cont ra-
culturales o que se disponen a discutir una hegemonfa polftlco-cultural. Las
consignas polftlcas son en ese sentido un buen ejemplo de ello ya que muchas
veces - clara y hasta poéticamente- sintetizan esa vinculación entre el pasado, el
presente y el futuro. Porque la historia está -como ya se ha visto- íntimamente
ligada a los procesos políticos, lo que Koselleck supo brillantemente sintetizar
señalando que ·a la corta, puede que la historia la hagan los vencedores. A la
larga, los aumentos de la comprensión histórica ha salido de los vencidos':
En este ültimo sentido, y es necesario recalcarlo, la aceleración de la
historia que parecen evidenciar las veniginosas transformaciones sociales y
económicas actuale5 no han modificado fuertemente -<reemos- el sentido
t:tadtdonal del uso del pasado, como reservorio de nuestra experiencia y de
precedentes •a tener presente• al momento de pensar en una sociedad Ideal
54 LCómo pensar las Oendu Sodaleshoyl

- y de actuar en consecuencia- aspecm que la constitución y mantenimiento


de una hegemonfa social no h.1 abandonado tampoco. Es decir que detrás de
la discusión política sigue esta 'Ido la historia, aunque con perfiles mucho más
bajos y a pesar de que no siempre .se esté dispuesto a aprender de ella y a re-
conocer tal vinculación.
De hecho, este uso de la t)istoña está por detrás; o como prínclpallncenti-
vador, de la epistemologfa que desarrolla Hugo Zemelman desde hace algunos
anos en El Colegio de México, y cuya.s obras han estructurado lo que hoy
llamamos •epistemologfa critica" o de la 'conciencia histórica". Ese esfuer-
zo teórico es •un Intento de respuesta -t!fltre otras muchas que se pueden
dar- a los procesos de carácter polftico que se vivieron en América Latina en
general, y en·Chile en particular, en los años 70. Se trata de una investigación
epistemológica que tiene su raíz en una experien<;la política". Como resultado
de determinada lectura crítica de aquellas experiencias y de una búsqueda
profunda del porqué de la derrota, la crftica sobre las formas de pensamiento
que dieron forma a aquella militancia son el punto de partida de una propuesta
epistemológka que recién comienza a transitar su traducción en las ciencias
sociales.
En la linea de lo que venimos planteando, como bien lo señala Zemelman,
esta disponibilidad de mayor conciencia y la complejidad de los problemas
soclo·histórlcos actuales exigen de una· renovación en las categorías y las for-
mas de pensar la realidad hacia un "razonamiento que tenga como referente
la exigencia de potencialidad de lo real y la apertura hacia el futuro: pero
-agregamos- exigen también de una renovada relación con el pasado que
posibilite tal abordaje
En este punto, los interrogantes - para quien t iene como oficio escribir
historia- se multiplican en dirección a la ciencia histórica como hacia los
historiadores mismos, como sujetos. ¿Cual es l.a funcionalidad de la historia
-como escritura- en una aproximación que tenga como objeto potenciar
realidades presentes? ¿se puede-en nombre de esa exigencia de realidad y de
futuro- demandar una reescritura de la historia, por ejemplo antigua, medieval
o indígena?, es lfcito?; ¿cuál es el aporte de la historia para el conocimiento
de las opclones de acción polftica?; debe hacer alguno?, está la disciplina en
situación de hacerlo?; por otro lado, hasta qué punto puede el historiador no
Involucrarse en el presente?.
Se trata de Interrogantes que se.disparan en distintos sentidos y el enfren-
tarlo excede las p~etensiones de esta reflexión. Pero a esta altura deJ desarro-
llo historiográfico es obvio que la escritura de la historia - como vinculada de
hecho al presente y al futuro- no es más que parte del "flocklore• discursivo
del historiador. Porque si bien es claro que el mismo mira al pasado desde su
Pensar la hlstorla como <OrnJ>OI\era de la esperanza 55

presente, no lo es tanto la cuestión de cómo ese pasado investigado es utill·


zado para enriquecer el conocimiento del presente vivido, lo cual merece una
reflexión en la que - seguramente- no todo el campo historiográfico deba ser
medido con la misma vara.

LOS HI STORIADORES Y EL D IF ICI L CAMINO AL PRESENTE

Vivimos, como bien lo señala Heller, en un tiempo en el que Inciden dlsrintas


dimensiones de futuro, diversos presentes e igualmente dispares pasados, a
pesar de lo cual el tiempo histórico presente, el que vivimos, tiene una unidad
e identidad. Hay en él una •comunión" entre todas esas dimensiones que se
condensan en nuestra práctica social, no obstante no todo el pasado incide
en nuestras vidas.
Hay una historta pasada cuyos resultados ya conocemos, sus variantes
están acotadas y por tanto no nos amenazan sus consecuencias. Es un pa·
sado con el cual "no tenemos relación pragmática ni práctica: y la relación
que establecemos con ella es claramente explicativa. Hay también un pasado
histórico con el cual si bien pueden llegara establecerse relaciones pragmáticas
y prácticas con él, somos ajenos al mismo en la medida que se trata de una
éstructura socio-cultural por la cual •ya hemos transitado• o •ha quedado
atrás" en la historia humana. Por otro lado -si consideramos el pasado histórl·
co comprendido en nuestro presente- hay una época presente pasada cuyos
símbolos, valores e Imágenes se han hecho significativas para nosotros, por lo
cual su Interpretación y generación de Imágenes todavía nos inquietan. Puede
entonces que ese pasado •nos amenace o nos llene de esperanzas aún cuando
el cambiarlo esté mas allá de nuestras posibilidades~ pero es operante -en
nuestra expefiencia y nuestra cultura- y puede que esté inclusive muy atrás en
el tiempo, no importa, lo cierto es que con él estamos conectados y de alguna
manera nos configura trayendo noticias de lo que ·fuimos, de nuestro mundo,
aunque no necesariamente de lo que podemos ser.
No debería sorprendernos si descubriéramos que la mayor producción
historiográfica académica esta vinculada a las primeras dimensiones del pasado
que hemos mencionado. Cabe recordar aquellos reclamos de un sociólogo a
Braudel: "¡Ustedes, los historiadores, que trabajan en la muerte!~ Es que en
gran parte la producción de los hlstoriadores está destinada a explicar o ana·
!izar estructuras socioculturales que ya no integramos, por lo que ya no nos
amenazan o conmueven las imágenes que esa l)roducción histórica elabora.
En tanto que el esfuerzo inte.lectual de los historiadores¡ preocupado por la
época presente pasada, es mucho menos voluminosa y no muy común en ese
ámbito y en nuestros dfas.
Desde allf, una propuesta episternológiCil en la cual el horizonte mas visible las so
sea la recuperación "de una de las funciones específicas de las ciencias sociales: impo
conocer el presente del devenir sodal.l!l cual constituye el plano propio de la una e
praxis, mediante la cual el hombre transfofma la reafidad~ parece tener algunos no e>
problemas con la historia corno<ftsaplina.MásaúnOJaodo desde alll se entiende una'
que la realidad -lejos de lo dado- es una totaUdad dinámica e inacabada, en pone
constante proceso de conformase. de da11oe. y abierta a distintos futuros. De que 1
manera que la historia que vivimos. la realidad que conocemos, es la construc- podrr
ción de lo posible y no la constatación de una realidad dada, cristalizada. En la his·
ese marco, las ciencias sociales -y la historia entre ellas- deberian generar un usop
conocimiento o estimular formas de abordar la re.alldad que permitan entonces hacia
conocer el presente y sus direcdonalidades posíbles. dond
En ese esquema. qué lugar tendña entonces un dentista soda! como el his- E!
toriador dedicado a la sociedad fe.Jdal precolombina, de la antigua Grecia o el furur.
feudalismo japonés? ¿Puede imponerse al historiador la necesidad de reconstruir ria ta
la historia desde las urgencias de futJJro que contiene su presente, o en función consr
de alumbrarlas? Es obvio que no, que en gran parte se trata de una producción las m
de conocimiento que muy difidlmente tenga -en si misma- una funcionalidad medl
presente. Ese cúmulo de papers que cotidianamente se est~n escribiendo en hlstó
todas las universidades muy <flfKilmente sean consultados para definir opciones cono
estratégicas de desarrollo regional o nacionaL o u.na acción polltica coyuntural. mlnao
lo que comentamos no descalifica esa producción historiográfica, ni creo sujet•
que una propuesta epistemológica articulada en torno al presente histórico y pesar
su potenciación pretenda hacerlo, aunque -creo- no la incorpora y por tanto nos e
coloca a la mayoria de los historiadores si no en un lugar especial, al menos histo
entre paréntesis. extra
A favor de ellos habria mucho que decir en la medida que se trataría, en de re
definitiva, de un conocimiento que si bien no tiene como motor las preocupa- p,
clones por el presente o el futuro, aunque difícilmente pueda prescindir de él temp
quien quiera predecirlo, revela las pautas y mecanismos del cambio histórico o pete
humano. Más aún respecto a los últimos siglos en que las transformaciones se elene
han acelerado y universalizado y han construido un escenario de dificil compa· reavt
ración con algún pa.sado. El procesamiento profesional del mismo ha posibilitado todo
señalar las continuidades alll donde se creyó ver una ruprura radical, el debate la prt
todavfa actual sobre las dos grandes revoluciones de la historia occidental, la EJ
industrial y la francesa, reflejan bien esta cuestión. meto
Desde las ciencias sociales en tanto, esa producción histórica ha puesto en expli
la mesa de los intercambios interdiscipllnares -en donde la historia ha demos- pobt¡
trado durante mucho tiempo un espíritu ciertamente fagoc.itador de criterios, Por e
metodologías y perspectivas- importantes herramientas para el estudio de dlnJr
dem:
Pensar la hlsrotla como col'npaf\era de la esperanza 5·7

las sociedades. La cuestión de la temporalidad de los fenómenos sociales o la


imposibilidad de utilizar el mismo tiempo para estudlar procesos diversos, es
una cuestión que tiene sus rafees en estudios históricos. la "conciencia de que
no existe un hecho aislado, sino que la historia es un todo articulado y que,
una vez que se examina un problema, es necesario estar conscientes de que
pone en movimiento otra infinidad de problemas~ es también una perspectiva
que sigue vigente en su capacidad provocativa. En esta linea "braudelfana•
podríamos extendernos mucho más, pero quizá uno de los mayores aportes de
la historiografía haya sido - por lo menos desde hace un tiempo a esta parte- el
uso provisorio de categorías desgajadas de marcos conceptuales estructurados,
hacia una visión donde no existen "determinaciones en última instancia" sino
donde todo determina -a todo.
Es decir que, a pesar de no poder definir las caracterfsticas de la sociedad
futura y de no hacer aportes necesariamente vinculados al presente, la hlsto·
rla tal cual la estamos pensando, hace enormes aportes a la forma en que se
construye el conocimiento en las demés ciencias sociales, a la vez que señala
las múltiples dimensiones de los problemas relativos a la práctica social, en la
medida que aporta mucho más que la teorfa lo concreto de la cxpcrlcnda
histórica. De alll que esos estudios son fundamentales en la ampliación del
conocimiento social porque -no cabe duda-las cósas han ocurrido de deter·
minada manera y esos mecanismos y formas de encarar la vida por parte de los
sujetos, limita el abanico de acciones posibles en el presente y en el futuro. A
pesar de lo cual, como lo señalara ya Hegel, "lo que la experiencia y la historia
nos enseñan es que los pueblos y los gobiernos nunca han aprendido nada de la
historia, y nunca han actuado según las doctrinas que de ellas se podrla haber
extrafdo~ lo que ciertamente no nos sirve de coartada y debe siempre tratar
de revertirse desde la escritura de la historia.
Por otro lado, si pensáramos en una historia escrita en función de la exigencia
temporal del presente hacia la potenciación de realidades y constatación de
opciones de acción, como aspiración de una propuesta epistemológica hacia las
ciendas sociales, empobreceriamos enormemente esos estudios a la vez que
reavivaríamos viejas discusiones respecto a la dis,iplina histórica, ligadas sobre
todo al presentismo filosófico, y que no han redundado en una gran mejor!a en
la producción historiográfica.
En principio creemos que, si la misma toma estas nociones como opción
metodológica de trabajo - para pensar su objeto- correrla el riesgo de construir
explicaciones atrapadas en las urgencias de la coyuntura con la consiguiente
pobreza en cuanto a la observación de los diversos matices de la realidad pasada.
Por ejemplo, la historia nicaraguense - por poner un caso- seria Interpretada de
distinta manera en 1989 y luego del verano de 1990 en que l¡¡oJeta Chamorro
derrotó al FSLN en la urnas. El marco de potencialidades y de esperanza que
generaba eScl tremenda acción c.oltah¡¡ ll'l•¡lirana una posibilidad cierta para I!Sf
otros paises de la región. que c.atnt.o fuentmente desde eScl derrota electoral. qu
Deberíamos decir en ese senodo que. para fa escntura de la historia el pre- du
sente como realidad actual, inaal»da ~potenCial- no alcanza, mlnimamente de
es insuficiente como también conduce-muchas YKes -<uando es el motor de la la
escritura lllstórica- aOC\Jitarrealidades.Pesea locua~adelantamos, no está mal
correr el riesgo. No obstante, en defensa de- quienes no lo hacen, deberlamos nu
decir que la recuperación del pasado lmphca una manipulación de lo que ya es ac
de determinada manera. de lo dado romo "pasado muerto~ aunque más no ya
sea como dato, y más allá de los resultados que ello implique o coincidencias ne
y disidencias con la potenciación de realidades en determinadas coyunturas. o
Es tan válido preguntarse ¿que hubíera pasado sl- 7 -porque toda realidad es de
abierta a distintos futuros- o ¿por que pasó esto?. como alumbrar aspectos m'
del pasado que parecen no tener sentido en nuestro presente por lo tanto su so
estudio - coyunturalmente- carecería de sentido. Lo dado es acabado en tanto ¡"'
paScldo, en tanto le pasó a otros que vivieron antes que nosotros, que ya no ae
están. o están en otro tiempo que c.ontuvo potl!ndalidades y limitaciones. Es
Tal como lo venimos planteando, la disciplina hist:Qrica - no es ninguna no- dt
vedad- trabaja con el conocimiento de los resultados, con lo dado. es decir Sclbe m
el final de la historia antes de comenzar a narrarla y explicar sus porqué. No es
habitual, en la construcción historlográtlca, la manipulación de lo Inacabado. En ID
ese sentido, la diferencia fundamental entre el trabajo sobre la realidad pasada ce
y la actual, estriba en que de la que estarnos viviendo nos queda la esperanza
del futuro y la certeza -la única en estos tiempos- de que nunGI hay sólo una
...y
solución a nuestros problemas; de la experiencia pasada nos queda apenas lo la
dado por lo tanto el oficio de analizarla es siempre pos mortem. Como lo plan- m
tea Hobsbawm con extrema simpleza. "en el caso de una carrera de caballos,
el único resultado que podrla decirnos un historiador con absoluta confianza .,
P'
seria el de una que ya se hubiese corrido': el
Puede entonces que -<amo ocurre en nuestros días- gran parte de la pro- d
ducción historiográfica quede amontonada en los anaqueles, que muy pocos la ó
revisen, que el polvo vaya cubriendo las letras de los papers reforzando aquello la
de que "lo pasado pisado': Pero, efectivamente. todo pasado es un pasado n
muerto en la medida que no se vincule con el presente (vuelve nuevamente la e
sombra de Wllliams),lo cual está muy lejos de ser una tarea de alguna disciplina e
o profesión en especial y los historiadores~ general-no se dan por aludidos o li
convocados. En definitiva, el pasado viVO corno tal no es; "si existe, solo existe Q
como el espesor necesario que se da cada presente, como una de las maneras ~
a través de las que el presente se presenta inventándose la profundidad de a
un origen, y de esta forma se garantiza. se autoriza de hecho; es fa manera
especifica de las sociedades occldentales de regular esta invención del pasado
que llamamos historia; asl, la historia es un estilo, y las reglas que la apremian
duramente son las reglas de un género'\ ya que la producción histórica se regula
desde una ética que Impide -con las normas austeras del ofklo, la erudición y
la búsqueda de pruebas- hacer "trampas~
La historia entonces podrá ser una herramienta para la comprensión de
nuestro tiempo en la medida que estemos dispuestos a auscultar en ella y
actualizar o poner en tl empo presente aquel"pasado mueno~ lo cual -como
ya hemos mencionado- nunca fue una actitud muy generalizada. En ocasio-
nes, escasas por cierto, la necesidad de dar cuenta de dena.s configuraciones
o problemas -de nuestro presente- lleva a quienes están preocupados por
determinada situación a realizar un recorrido por las experienclas previas a la
misma En ese caso, libros de historia, monografías e inclusive fuentes directas
son consultadas y un pasado hasta ese entonces •muerto• para los sujetos que
Investigaban adquirió significado, tomó sentido y se convirtió en un pasado vivo,
activo en el presente y utilizable por tanto al momento de potenciar realidades.
Es esta una de las formas de generar una "historia de lo potencial~ una manera
de configurar un pasado que enriquezca la conciencia histórica y permita un
mayor grado de manipulación de nuestro presente.
Pero convengamos que si bien lo anterior puede acercar la producción his-
toriográfica y al historiador - por algún momento- a una práCtica que pretenda
constituir a las ciencias sociales como ciencias del presente, el oficio de historiar
- en general y en nuestros dlas- está sujeto a un mundo y a un tiempo distinto,
y quilii muy lejano. Ello, aunque lo aleje de la pretensión aludida respecto a
las ciencias sociales, o a pesar de ello, es necesario que alll se mantenga en la
medida que el historiador deberá evitar también el reíterado uso de la historia
para fines reñidos con la dignidad humana. Porque debemos reconocer que si
"la acusación clásica de la Ilustración contra la religión consistra en que ésta
envenenaba la mente humana, en el siglo XX habría que acusar a la historia
de este mismo dellt~ Los textos escolares y toda clase de libros de historia
durante gran parte de este siglo hicleron un enorme esfuerzo ' para justificar
las acciones Irracionales, el odio, la venganza, la violencia, la fuerza y el sentl·
miento de superioridad: En ese sentido, a pesar de que la amnesia causa tanto
espanto como la patologla borgiana de Funes el memorioso, c~mpartlmos el
esplritu de Yerushalml en el sentido de que•no estamos en condiciones de trazar
la linea divisoria entre lo excesivo y lo demasiado escaso de la Investigación
histórica. Por mi parte, si me es dado elegir, me pondré del lado del exceso de
historia, tanto más poderoso es mi terror al olvido que el temor de tener que
recordar demasiado~
No obstant e, lejos de tratar de Involucrar al conjunto del campo histo-
riográfico en una aventura donde el presente y el futuro sean el horizonte de
la reflexión sobre el pasado,~~ derecho y la posíbllidad de que a
algunos podamos emprepder ~ e• ipitsa.. L! historia seria en esta lnstanda, a
antklpamos. una reflexióo mas nesgosa e~ la meóJda que en nuestro tiempo o
la realidad no está definída por lo dado !1110 por lo dándose, de manera que
nuestra realidad está siempre en poceso deóespllegoe. es inacabada y podemos r
apropiarnos de ella, infinítas veces. formanoo ~e de un imaginario capaz de f
ampliar nuestro presente y produor futuros posibles. El an.illsis de uno y otro, 1
de lo dado y lo inacabado, tiene diStintas motivadones, metodolog.ias, sentl·
!
dos e Inclusive destinataños. de la misma manera que -a pesar de aparatosos
aduaneros disciplinares- no hay Wsoplinas de estudio asignadas a cada caso.
Por último, deberiamos decir que la opcjon por uno u otro implica adern.is una
opción histórica del sujeto ante la realidad y frente a la tensión entre el ser
protagonista y espectador de la VIda social
En el sentido de lo ante<fteha.corrvendóa tornardertadistancla con nuestro
oficio de historiadores y señalar las asestJOneS generales que desde el campo
profesional nos condicionan para tomas una actltud distinta, que nos permita
ejercer el oflclo a la vez que -ti! la ltnea de la inidal dta de Mili- desenmascarar
realidad e~ En ese último sentido lo nuestro es sólo una apuesta, muy marginal
dentro del campo. que coincide con la de Ernesto J11uretche en la medida que,
como ya se ha dicho tantas veces, la historia •es necesaria para saber quienes
somos. Pero sobre todo, hay que recordarlo, es hoy imprescllldible para saber
aquello que podemos razonablemente llegar a ser: Nada nuevo, es cierto, ya
lo planteaba hacia 1952el primer número de Pasant and Present -"la historia
no puede lógicamente separar el estudio dlil pasado del estudio del presente
y del futuro•- y estA en la base de los grandes proyectos historiográficos del
siglo XX, en especial Annales. Pero la actual crisis de las dencias sociales -y de
la historia dentrO de ellas- corno el aceleramiento del ritmo de cambio social
requiere reafirmar ese criterio y -quizá- hacer un esfuerzo para escribir una
historia del presente o una historia de lo potencial

HISTORIA, HISrORIADORES Y REA LIDADES POTENCIALES

A pesar de lo comentado antenormente, la historia como disciplina -con su


prole de buseadores de archivos- si bien tiene como objeto el pasado creemos
que puede tener un papel más protagónico en un diálogo lnterdtsciplínar que
tenga como objeto potendar realidades presentes y generar un pensamiento
latinoamericano y autónomo, pero que por sobre todas las cosas, pretenda
reinstalar en las ciencias sociales -desde nuestras realidades-los anhelos más
antiguos de la historia humana que atañen a la dignidad del hombre. En ese
sentido, la escritura de la historia debe darse la libertad de reconectarse con la
Pensar lo hlstOfla corno compallero de la esparanz• 61

construcción de la historia misma y - utíllzando el background que le aporta el


ofido- contribuir en forma explícita a la toma de posición frente a la realidad
contemporánea.
En principio deberlamos reiterar que no podemos obligar al conjunto de
historiadores a que asilo hagan, pero hay contextos en que el historiador - de la
espedalidad que fuere- nodeberia, en nombre de las reglas de su oficio, esquivar
la responsabilidad de realizar una reflexión conectiva entre el pasado, el presente
y el futuro, lo que en otros términos seria una contribución al devetamiento
de la realidad actual. El terrorismo de Estado, las 'limpiezas étnicas' o cual·
quier otro tipo de atrocidades propias de nuestro siglo se inscriben en aquellas
experiencias frente a las cuales la condencla histórica no deberfan presentar
ambig üedades, de manera de poder señalar siempre los peligros de reiteración
de tales procesos. Frente a ello el saber histórico, la tarea emprendida por los
historiadores, se encuentra ante a un reclamo casi de carácter ético. Donde
las disputas respecto al significado de ese pasado tienen una incidencia directa
en la posible restauradón de los valores éticos subvertidos y la visualización
de mejores futuros.
las transiciones democriiticas en el Cono Sur de América latina son
contextos que Imponen este tipo de demandas. Esos procesos han tenido dos
t:Je~ centrales en tomo de: los cuales nan l.ransaJrrido. Fn primera Instancia la
ubicación y situación polltlca -<:uando se retiran las dictaduras- de ejérdtos y
politicos que las hicieron posibles y, en segundo lugar1 la cuestión del terrorismo
de estado o violación de los derechos humanos. A su vez. sus resultados fueron
disimiles, ubicando a Chile y Argentina en cada extremo y a Uruguay -donde
una ley de amnistia fue votada por una destacada mayoría de la población- en
una posidón Intermedia. A ello corresponde también -en esos mismos tonos
de grises- distintas formas de procesar ese pasado traumático como disimiles
correlaciones de fuerzas entre pollticas de olvido y estructuración -desde la
sociedad dvll- de una memoria activa. De la misma manera que cada uno de
esos paises expresa un grado distinto de fractura de su memoria.
En nuestro pals -Argentina-, por ejemplo, no hace mucho tiempo una
revista argentina de cultura publicó una encuesta realizada a jóvenes del nivel
medio de educación, con el objeto de auscultar cuánto conoclan estos jóvenes
de la Historia Argentina. los resultados no pudieron dejar de ser publldtados
por lo dramático del cuadro. Pero lo que más escandalizó no fue el descono-
cimiento acerca del siglo XIX argentino, sino la Ignorancia de los jóvenes y
adolescentes sobre una tragedia nacional tan reciente - la dictadura mUltar de
1976 a 1983--, como también atemorizó -aún hoy lo hace- proyectar esa rea-
lidad generacional hada el futuro. En una encrucijada parec:lda - salvando las
enormesdiferencias- Adorno señalaba que la primera exigencia de la educación
alemana, hacia 1969, debía ser "Que Aasc¡¡¡,.tz no se repita: De manera que
no hay coartada válida que nos cometa a los l'listonadores en cómplices del •
1
olvido, fundamentar ello 'tendria algo ~ monstruoso ante la monstruosidad 1
de lo sucedido:
No cabe duda que la irresolucion de aq:oeiJa experiencia la constituye en
el mayor estigma de la comunidad, al cual siempre se vuelve porque reitera-
damente se nos presenta en nuestras naño!s. 8 pasado violento -el terror-
retorna permanentemente configurando el presente en el recuerdo de lo que
ya no queremos. Represores arrepentidos, •operativos escrache~ reclamos de
países europeos, etc, reiteran --con inusitada eficada- que aquel pasado está
vivo y no está tan lejano.
Por otro lado, nos parece tambien bastante claro que la situación de frac-
tu~<~ de la memoria opera claramente clausurando futuros. Ciertos rasgos de
nuestros tiempos en el Cono Sur Latinoamericano como la generalizada ano-
mía polirica, la escasa formulación de poliucas alternativas, la dispersión de la
sociedad civil, la escasa disponíblndad de los SuJetoS par.~ otorgarle tiempo al
compromiso social, etc; ¿no denen reladón con lo sucedido en aquellos años?
¿Por qué en los 70 el compromiso era caSJ una moda y ahora es algo que tene-
mos que promover en forma explfdtal ¿porque nuestra necesidad de repetir casi
hasta el hartazgo -y con un reiterado fracaso- de que ouo ruturo es posible?.
Estimamos en ese sentido, siguiendo con nuestro ejemplo y como parte de una
explicación más amplia, que el man:o -o si se quiere, el espfritu de cambio- de
los '90 en nuestros paises tiene mucho que ver con la experiencia de los 70. Sea
por el fracaso, por la huella del terrorismo, por el dolor o el temor, o por lo que
las múltiples miradas puedan considerar, la experiencia de aquellos años Incide
en los procesos de conflguradón de los sujetos sedales en nuestra reglón. En
esa linea, se podrfa pensar-quizá es un exceso- que muchos de los múltiples
futuros posibles están ya mutilados desde aquellos años. Si es asf no es un dato
menor de nuestra realidad, y quienes tienen como oficio aear Imágenes del
pasado no pueden-so pena de inmovilizarse como sujetos- desentenderse de
un problema que constituye una demanda de carácter ético que Impone una
toma de posición, y no una convocatoria a la •profesionalidad• o a la •mirada
ecuánime• del pasado. Por lo tanto, mas allá de las polltlcas públicas respecto al
tema, configura uno de los problemas fundamentales para el ámbito especifico
del saber histórlco y en especial de los historiadores académicos.
A pesar de lo mencionado, muy poco se ha hecho desde la historia profe-
sional a cerca de una revisión de nuestros años sesenta y setenta -como de la
pasada dictadura- para dar cuenta de la responsabilidad colectiva en la con-
formación de un contexto material mental y cultural violento. Esa producdón
haría dos Inmensos aportes a nuestra realidad. En primera instancia, a pe.sar
Pensar la historl• como compoll<!ra de la tiperanza 63

de que la historia no tiene como fin Imputar culpabilidad slhO sólo revelar los
mecanismos Internos de los procesos históricos. la justicia penal tendrla en
los historiadores a destacados auxiliares ya que cuando se trata de almenes
polftkos de masas la justicia y la historia examinan los mismos problemas. su
contribución seria en ese sentido bien práctica y operativa en la resolución de
ese pasado y en la conquista de la justicia. En segundo lugar, su gran aporte
est.j en el plano de la puja moral de la sociedad y la conciencia histórica de los
sujetos. revelando "la matriz cultural de la herencia que pesa sobre ellos para
saber de qul! son responsables solidarlos y que parte de las tradiciones que
entonces constituyeron un funesto fundamento de motivaciones sigue vigente
hoy y requiere revisión~
Reiteramos, la historia acadl!mica ha hecho muy poco respecto a esta
cuestión, de manera que si desde los medios de comunicación se ha recalcado
con extrema simpleza, vil tergiversación y enorme eficacia, que cuando hemos
buscado caminos diferentes o nos dispusimos a tomar el futuro en nuestras
manos -equivocadamente o no- terminamos en el terror y la violencia, no
hay desde la historiografía seria una contrapartida que permita otra lectura de
aquella experiencia, ese lugar es ocupado desde la apertura democrática - por
lo menos en le Argentina por cJ buen periodismo.
En Chile el fin de milenio ha significado un importante "despertar• de parte
de la historiografía académica en el sentido de lo que comentamos. En efecto,
la detención del dictador Augusto Pinochet en Inglaterra y la publicación de
su 'Carta a los chilenos· -desde su fastuosa cárcel londinense- y la posterior
publicación de los Fasckulos de Historia de Chile escritos por Gonzalo Vial. ex
colaborador del general, como también la posición asumida por el gobierno -ante
las Cámaras- respecto a las violaciones de los derechos humanos de la dictadura,
ha provocado una pública y lapidaria respuesta de un Importante grupo de histo-
riadores chilenos. La réplica reconoció su motivación en 'hacer valer el peso de
nuestro parecer profesional y la soberanfa de nuestra opinión ciudadana sobre
(lo que consideran) dar una apariencia de verdad pública a lo que es. en el fondo.
sólo expresión históricamente distorsionada de un interes privado~
los historiadores chilenos en este sentido, que duda cabe, conforman una
gran - y tardla- excepción que no se extiende todavfa al contexto argentino,
donde la transidón democrática, la consideración que la sociedad argentina
tiene sobre la última dictadura -Iniciada en 1976- como la existencia de una
•corporación' de historiadores más robusta -pero no con buenos reflejos-
conforman una realidad muy distinta a la chilena, lo que quizá pueda crear la
imagen de que por ello no es necesario.
En general, sostenemos, hay un desentendimiento de los historiadores pro-
fesionales ante las exigencias del presente y ello pone en evidencia la necesidad
de transformar la escrit ura de la historia en algo más útil para la sociedad. No
e,s novedad en ese sentido. el hedlo ~qt.;e en el campo historiográfico profe- et
sional hay una enorme restnenoa a .,.ol'l!rlll úer:npo. esfue!"lo y conocimiento p<
en el análisis de esa franja del pasado opetCII'Ile 5'1 forma evidente sobre nuestro
presente, porque en ese caso la tefleQon hrstÓiica deja de ser una actividad de sa
académicos para ser un aux!l.at de la aaTridad politia, y la academia nunca es
quiso nadar en esas aguas. P\
Esa resistencia muchas YI.'CeS se expesa bajo la vestimenta de la •ecuani· bi
midad y seriedad' del hlstoriadof, es d!!a:. bajo.los ropajes de las exigencias del fe
oficio que requiere - lo que en~ es Yefdad- ciena distancia temporal para Su
emitir juicios más Integras y profundos respecto a los procesos sociales. He ta
alli -se afirma- la enorme difiarltad ~escribir historia del presente, que es la -a
dificultad de comprender el sentido de los acontecimientos contemporáneos ro
cuando éstos todavla no han revelado sus ronsecuendas y por lo tanto se des- ca
conoce aún su significación, el olido nos sujeta a lo dado y no a lo Inacabado.
"Es obvio -dice Habermas- que sólo los científicos íntegros que Insisten en la rk
diferencia entre la perspectiva del observador y la del participante pueden ser so
fiables como expertos~ [0
Puede entonces que esa histOÑ del presente -que involucra a nuestras m
vidas- no cumpla con todas las exigencias de la hi.storia seria - por llamarla de m
alguna manera- pero por más que a los "óentifteos lntegros• no les parezca
correcto, igualmente se realiza. No la hacen los historiadores, la confeccionan
los periodistas, los abogados. la militancia en sus distintos niveles y formas o
los pollticos de todo ¡M!Iaje, ¡M!ro no deja de hacerse porque es una necesidad
de la accíón social y polftica.
Es obvio que a esta altura de nuestra reflexión ya no miramos el conjunto
de la producción histórica, más bien nos preocupa aquella que esté dispuesta o
pueda tener corno horizonte y principal motivación de su escritura la construc-
ción de conocimiento para dar cuenta del momento histórico en que vivimos
y -en suma- de la lógica de poder en que estamos inmersos, lo que nos deve·
laría la existencia de aquellas realidades que se ocultan o disfrazan para poder
potenciarlas. Como se ha seflalado, hay contextos en que la convocatoria a
esa escritura va de la mano de una demanda de carácter ético, a pesar de lo
cual la respuesta ha distado de ser sustanciosa cuando deberla ser una de las
principales preocupaciones, en la medida que la responsabilidad ante la distor-
sión de la historia para que la sociedad sea comprendida más que simplemente
aceptada, es la dimensión social de un oficio que se desarrolla casi siempre
en la soledad del archivo. Se tratarla, en el fondo, del intento de superar o de
rechazar 1a esquizofrenia entre investigador y ciudadano fundamentado en
motivos éticos~ tensión que estamos lejos todavía de, resolver - o al menos
equilibrar- en la medida que son marginales los esfuerzos conectivos entre el
pasado Investigado y el presente vivido.
Ciertamente, este tipo de escrituras de la historia - de uso político- bien
sabemos que ha sido usada y realizada muchas veces con distintos fines. ·es
esencial que los historiadores recuerden esto. las cosechas de nuestros campos
pueden acabar convertidas en alguna versión del opio de los pueblos~ Pues
bien, como se ha ya mencionado, a pesar de ello -y de la tan defendida pro-
fesionalidad- no se deja de recurrir a la historia para pensar nuestro presente.
Sugiero en este sentido que el historiador, mucho más que cualquier periodis-
ta o abogado aficionado a las cosas y libros viejos, posee un arsenal técnico
- aportado por el eJercicio de su disciplina y la critica de sus pares- mucho más
robusto al momento de deconstrulr o desenmascarar realidades que se instalan
casi como mitos.
El superior tribunal de la historia -la exigencia emplrica de prueba histó-
rica, la supremacla de los datos- como la crltlca y el debate entre los pares,
son elementos que no deberlan conformar ninguna diflcultad para que el his-
toriador tome partido ante la realidad o, recordando a Marx, no se disponga
meramente a interpretar el mundo pasado sino también a transformar su
mundo presente.

lA ACADEMIA: ¿EL OPIO DEl OFICIO?

Cabria entonces algunas consideraciones, a modo simplemente de señalamien-


tos de obstáculos y problemas, que Inciden en cierta incapacidad de producir
historia con el fin de develar realidades e Incidir en la ampliación del presente.
Porque gran parte de las dificultades de la incorporación de la historia para un
conocimiento de las realidades potenciales radica en que generalmente no está
construida para ese fin.
Oeberlamos señalar la persistencia de viejos problemas como lo es la evlden·
te pervivencla de ciertos criterios positivistas respecto a aquello ''objetivable"
en la disciplina, es decir aquello capaz de ser considerado asépticamente sin
las "impurezas• propias de la valoración que convierten al discurso histórico
en "opinión~ Ello configura un problema que ciertamente ha suscitado ya
innumerables debates, aunque ello no ha evitado que tal cuestión tenga hoy
una enorme vitalidad. No obstante preferimos, sin restar Importancia a esa
dimensión, hacer referencia a otras cuestiones que hacen a un modus operandi,
a una forma de act uar, y a toda una serie de ritos y prácl'lcas que si en gran
medida condicionan fuertemente la producción histórica Implican también la
construcción de una forma muy especial de plantearse la existencia absolu-
tamente desgajada de utopías y alaj2m de aQ~qwer tipo de responsabilidad (
públka y reducida a lo "profes>ona': 1
Desde mediados de nuemo .54glo. apnm'"'ladamente, la escritura de los
tiempos pretéritos fue pasando poog¡est41 ewe --y a dlstintos ritmos según
los paises latinoamericanos ~se~ a manos de profesionales de la
historia con la consiguiente consntuoan~ en Argentina luego de la
crisis de la última dictadur.l-de"" campo ptO(l!sional con normas y espados
propios de legitimación yconsagraaón. En la actualidad el campo profesional de
los historiadores condiciona las temáticas. pnvilegla periodos e impone estilos
con críterios exclusivamente intemas que emergen del íntercamblo-rlquisimo
y muy fructífero por cierto- entre cult'gas y más ai!A de lo que suceda con y
en la sociedad. Es decir, el htstOriador -<Dn la lnsutucionallzaclón de las tareas
históricas y su profesionallz.ación- tefonnuiO su relación con la sociedad en la
medida que el éxito o fracaso de su tarea ya no depende - por ejemplo- de su
aceptación comercial - aunque algunas veces ello Influya- sino de los criterios
Internos al campo. Enrique Aotescano. eo una aguda Introspectiva a "los sóta-
nos dPI gremio: señala en ese sentido que el historiador creó -a lo largo de este
proceso- prácticas, lenguajes y estilos que - por ~upuesto- lo desconectaron
progresivamente de las fuerzas y sujNos que hacen la historia, parll esperar
que suceda y narrarla. analizarla. la prindpal motivación de las tareas del
historiador está entonces en la Institución donde trabaja, "la vida de relación
en el recinto instiruciona.l vino a ser el surtidor de sus temas de investigación.
el principal oferente de enfoques para revtsar el pasado, el dispensador de una
amplia variedad de instrumentos analitlcos para efectuar sus reconstrucciones,
y el creador de los estlmulos que excitan el oficio de historiador~ es decir; "el
sistema corporativo que lo rodea lo separa de las experiencias directas que
transforman su presente y lo convierten en un observador libresco del cambio
histórico~
Ese encierro de los historiadores en su profesión ha tenido como consecuen-
cia la estructuración de •un conjunto de criterios profesionales compartidos
acerca de la calidad de lo que se hace y de las prácticas adecuadas para hacerlo~
Criterios que emergen de la práctica profesional y que han funcionado casi et1-
cazmente para la autoevaluación de la comunidad profesional en los dístln~os
espaclos de discusión. Seria cuestión de todo un estudio -interesante por cier-
to- analizar las características de este campo, lo cual excede las pretensiones
de estas notas. No obstante, ello implica - como puede suponerse- el estable-
cimiento de un sistema de poder polftico académico que en gran medida señala
~\\~,,~ ~"'\<) ~ud~mko, de \o estud\able, establece modelos, temáticas, un
estilo de actuar y en definitiva de construlrse como pem>"o e \tt-~1:>\\)0llv~ <tS~o
el presente. Una lógica de poder donde- como lo plantea Luis Alberto Romero
demasiado tibiamente-o •nodie escapa que no todo funciona de acuerdo con
las reglas de la excelencia y el arbitraje, que en zonas m<is o menos vastas de
nuestra comunidad existen sólidas redes Informales (denominadas •trenzas':
por quienes pertenecen a otras menos exitosas, pero no menos espurias),
compañonajes, complacencias y complicidades. Que existen, por ejemplo,
universidades donde se han desarrollado eficientes mecanismos para dosificar
al máximo la Incorporación de personas ajenas a ellas. Que en todas hay una
cierta tendencia a la cooptación~ etc. Es decir, ese poder polltlco académico
se completa con todo un sistema de relaciones formales e Informales donde
el mantenimiento de ellas lleva mas tiempo y esfuerzo que la producción In·
telectual misma, porque de hecho son fundamentales al momento de evaluar
la producción y conquistar el dichoso Incentivo, la letra de Investigación, o el
simple mantenimiento en el sistema. Por decirlo de alguna manera, la lucha
por el poder en la sociedad y su transformación. como preocupación, ha sido
reemplazada por la disputa dentro de la corporación.
Por otro lado, el historiador académico parece haber perdido en este proceso
su horizonte o su razón social. En ese sentido podría uno preguntarse por cues-
tiones muy simples que caerlan como bombas en el cenáculo profesional. ¿Cual
es el sentido social de nuestros saberes?. ¿para qué comenzamos a estudiar en
la Facultad?, ¿para qué luego iniciamos un posgrado? ¿No habla en nosotros
mayores Inquietudes y aspiraciones que la de cumplir con dos papers por año?
Sospechamos que hay una •razón académica• que se ha intemalizado en
los historiadores promoviendo una vida Intelectual, por no querer ser mas am·
pilo, sin pasiones, prolija e intramuros. donde lo que se revele o mantenga una
postura distinta a ese tono monocorde o mas aún pretenda acercar lo extra·
muros - que si antes se crefa ver a través de los libros de Marx y sus seguidores
hoy ni siquiera eso- corre el riesgo de la sanción, de no conseguir el preciado
referato, la dirección o la renovación de la beca. Como lo plantean jóvenes
docentes de la UBA: "la propuesta benjamlnlana de pasar el cepillo a contra·
pelo de la historia-pero también agregamos de toda experiencia social- se ha
convertido a través de su Investigación y escritura en tarea de allsamfento, de
emprolijamiento. Para colmo. como buenos escolásticos, realizan esta Inversión
citando al propio Benjamin,liquidándolo, haciendo de su programa critico una
referencia fria, sin vida. Jesús en el razonamiento acabado de un funcionario
papal del siglo XVI. Porque para la razón académica reconocer en el cuerpo de
la cultura los dolores, sufrimientos y deseos mayusculos pareciera constituir
un Imposible; ser serios ante esa dramaricldad, devolverle la slgnificatividad
que le corresponde, es una empresa que, vital para el pensamiento, está fuera
de su alcance~
Obviamente qiK' todo lo que planteamos se lrclduce en una casi Inexistente
producción ensaylstica en la medida que el historiador no se •arriesga· en un
plano donde sus juidos sobre su presente sean explicitas y necesariamente
pasibles de ser discutidos. Son precarias las expresiones o Interpretaciones de
la realidad realizadas por historiadores académiCos que a la vez que hlstorizar
pretendan condicionar esa realidad. La capacidad de interrogar el pasado para
potenciar una praxis que posibilite un futuro deseado, parece estar agonizando
en el historiador académico. En ese sentido podríamos coincidir con Romero en
que los historiadores del ~mblto académico•estamos en deuda con la sociedad"
y para saldarla qutz¡j debamos emprender una transformaoión profunda de
nuestras prácticas, que Implique en el fondo -romo lo habrla. hecho Annales
frente a la historia positivista- una nueva definición del objeto y la especificidad
de la historia. de sus métodos y procedimientos de análisis, y de los modos y
formas concretos de tratamiento y manejo de los materiales empfricos o ma·
terlas primas del historiador.

CONClUSIO('IES PARA EMPEZAR

'Que seguro era el universo de mi> libroso.., que cJ<acto •• orden dP mi biblioteca,
sublime escudo de Ideas donde crees que rl caos de la tierra no te alcanza_ Pero
de que sirven la belleza y la justlda encerrados en códices y estanterías.•? !Este
es el mundo y aquí nos quiere éiU"
Fray Santiago.

'Tengo por delante dos caminos:


hacerme hombre de letras o
hacer letras para los hombri!S"
Homero Manzl

Hablamos de •concluir para empezar': porque en realidad se trata de Iniciar


una reflexión y dialogar sobre estos temas que los historiadores, sometidos a
las nuevas urgendas y exigendas de la •corporación" académica, no nos damos
espacio o Inconscientemente inhibimos.
Se trata de que el historiador se abra un espado en el necesario esfuerzo que
deben emprender las ciencias sociales para la comprensión y transformación de
la realidad y por lo tanto en la generación de futuros mejores y posibles. Dedmos
abrir pero bien podríamos hablar de recuperar porque mucho antes de que el
historiador se profesionalice y comenzara a llenar planillas de investigación y
pensar en la •recategorización~ el historiador -como nunca quizá- ha hecho
grandes aportes a la conciencia histórica de la sociedad, al menos en la Argen-
tina. En ese sentido, fue la gran contribución y la gran capacidad que tuvo en
su momento el •revisionismo histórico~ a pesar de 'su visión decadentista de
la historia argentina~ según Halperln Donghi.. Pero, sospecho, ello implicaba
mirar la historia desde la polflica, al extremo tal de cometer el error de "ideo-
logizar" o politizar la historia, señalado siempre por los "científicos íntegros• a
que hacia referencia Habermas. Pero mas allá de esos 'pecadillos~ aquellos
historiadores tenlan una enorme Incidencia en las formas de interpretar la
sociedad y las dimensiones de futuro que desde ella se generaban, a tal punto
que la discusión polltica estaba siempre impregnada de historia.
Volver a pensar desde el plano polftlco -dJmenslón que reivindicamos por la
urgenda de futuro que supone y no desde un pragmatismo propio de la realpo-
litik- significa una nueva forma de enfrentarse con la realidad a partir de asumir
justamente el hecho de que el historiador condiciona y modifica su realidad al
interpretar el pasado. Arriesgamos entonces, que la escasa importancia de la
revisión del pasado reciente en los debates académicos como el precario análisis
histórico sobre el presente -salvo raras excepciones- corresponde al reinado
de una determinada forma de entender la historia, de pensar al historiador en
su función social, de asumir -pasivamente-la acelerada profesionalización que
el oficio ha desarrollado y por tanto de Inhibimos como sujetos activos.
Lo anterior tiene una directa relación con la fractura de la memoria en el
cono sur latinoamericano, a la que ya nos referimos. Creo en ese sentido que
la salud o vitalidad de una sociedad también deberla mensurarse, si es que ello
alguna vez es posible, por su capacidad de manifestar su resistencia al olvido o
de instalar 'lugares de memoria' de aquellos hechos, sucesos o procesos, que
han significado experiencias traumáticas y que no queremos que se repitan.
los historiadores tenemos en ese sentido una gran responsabilidad, y quizá
deberíamos de tomar mas en serio entonces la posibilidad de que la historia
sea como •un profeta con la mirada vuelta hacia atrás~ que por lo que fue, y
contra lo que fue, colabore con pensar en un futuro mejor.
lo anterior exige necesariamente de un compromiso y una mirada mas
amplia y valiente respecto al pasado, ya que siempre hay una resistencia a
escarbar en lo que nos pasó, porque se trata - quizá demasiadas veces- de
"olvidos que queman· y no de 'memorias que engrandecen". Pero sobre todo
de un compromiso con el presente y las mayorias,lo que debe conducirnos a un
intento de redireccionar nuestras preocupaciones y nuestra escritura para que
- al menos-susdestinatarios no sean nuestroscolegas y pueda ser manipulable
en nuestro presente. Viene a tono en ese sentido un largo comentarlo de Ouby,
un maestro para todo historiador occidental, respecto a estas cuestlones:•estoy
convencido de que nuestra profesión pierde su sentido si se repliega sobre si
misma. Creo que la historia no debe ser consumida principalmente por los que
70 ¿Cómo pensat Lu Clenclos Sodoln t...,!

la producen. Si las instituciones en las que se astenia nuestra profesión parecen


estar hoy en dla en tan mala situadón. ¿no será por ese mismo repliegue. por
haberse separado tanto del mundo, por lo que el mundo se acostumbra a pasarse
sin ellas. y muy bien? Por esta razón, no pierdo ninguna ocasión de dirigirme
a otros que no sean mis alumnos o mis colegas._ evidentemente deseo que el
eco de mi discurso resuene en el sistema educativo, y lucho para que el lugar
de la historia, de la buena historia, no disminuya sino que se amplie. También
deseo que me entienda el mayor número posible de personas: porque me
gusta transmitir el vivo placer que me da mi profesión; y. sobre todo, porque
la considero útil. Creo en la utilidad de la historia bien hecha; es decir -la justa
armonfa es diffclh con luddez y pasión~
No hay camino hada esa justa atmonía si el historiador no se dispone a salir
de su encierro profesional y a tomar distancia de fa seguridad que fe otorga el
ser un 'exclusivo" analista de lo que fue, esperando a que la sociedad lo habilite
para un mayor compromiso. Alumbrar y arriesgar lo que somos y podemos
ser, desde la historia, implicaría romper ese "bloqueo• que impone la lógica
corporativa hacia espacios mas inestables e inseguros y donde nuestros j uicios
y valoraciones puedan ser aiticados o impugnados. Quiza la reflexión sobre los
tiempos pretéritos nos otorga demasiada seguridad como para arriesgarnos a
tomar esa distancia hacia una reflexión mas actual y operante, •me pregunto
si tener gusto por la historia, ponerse a 'hacer historia' no serA un sfntoma de
neurosis. ¿Porqu~ elegimos esta forma de evasión...? Para aquel que elige la
historia, la salida se realiza por introversión, por hundimiento en las raíces. Se
repliega, protegido, encerrado:: en sus fuentes y archivos.
Se tratarla entonces de redoblar esfuerzos para salir del "refugio~ romper
un pensamiento y una actitud profesional criStalizada disciplinariamente, y de
saber reconocer los espacios e intersticios para volver a conectar la esaitura de
la historia con las realidades de nuestras comunidades. Restablecer tos puentes,
volver al mundo. No hay una puerta con un camino sellallzado, con cuatro
carriles y pantallas a la manera de las nuevas carreteras Inteligentes. Mas bien
es un camino donde lo mas seguro es que aumenten nuestros problemas, no
seamos muy comprendidos y no tengamos mucha compañía, pero el dejarnos
•contaminar• por la realidad, el indisciplinamos deotro de la disciplina, es una
senda que -con premura- los historiadores debemos comenzar a recorrer. Des·
de lo que llamaríamos una"epistemologla de la conciencia histórica~ se trataría
de romper parámetros en la profesión o -dl<ho de otra manera- •emancipar
al sujeto de la lógica que Imponen la.s cosas. con fundamento en una lectura
utópica de la realidad que coloca al sujeto en tensión entre la inercia y los sue-
ños o esperanzas•. De manera que. recordando un viejo texto de Alejandro
Oollna, entre aquellos Hombres Sensibles -<:uya nostalgia los lleva a recordar
permanentemente viejas hi!Zilñas- y la cofradía de los Amigos del Olvido - que
rechaundo el recuerdo y amando el futuro pasan largas jornadas comentando
amores y aventuras que todavla no tuvieron- volver a la historia para arries·
gamos a una explfdta conexlón con el presente -forzando los continentes de
la aCtual profesionallzadón- seria asociamos nuevamente con la esperanu.
IV. PENS"A M TIEMPO DESDE lAS CIENCIAS SOCIMES

Guadalupe Valencia Garcla

PRESENTACIÓN

¿Cómo pensar al tiempo desde las ciencias sociales? ¿Cómo hacerlo cuando no
se trata de cualquier tiempo, sino precisamente del tiempo histórico? Es obvio
que no existe una sola respuesta, sino múltiples acercamientos que pueden
permitir la comple]ización del tiempo en el discurso y en la Investigación de las
ciencias sociales.
Del tiempo puede hablarse como Ingrediente fundamental de algunas de
las teorias más Importantes en las ciencias sociales; también como un tema
de Investigación particular: de los muy conocidos análisis antropológicos sobre
la variabilidad de concepciones del tiempo en culturas diversas, a los estudios
que versan sobre el tiempo laboral o el tiempo libre en la soclologla Industrial
o urbana contemporánea, entre otros.
Pero no son dichos acercamientos los que más Interesan en este trabajo.
Sin soslayar la lmpo~ncla del tiempo como tema fundantt! de casi todos los
discursos humanos, incluidos en éstos los de las ciencias sociales, o bien su re-
levancia como objeto de estudio particular, intentaré másbien pensar al tiempo
social en su doble condición de ser, simultáneamente, dimensión constitutiva
de todo fenómeno socio-histórico y exigencia del conocimiento de la realidad
social presente.
La preocupación por desarrollar una reflexión en este sentido, se origina
en el reconocimiento de la Insuficiencia mostrada por las ciencias sociales, y
en especifico por la sociologla, para desarrollar una forma de racionalidad que
penetre en la lndole del tiempo como dimensión Interna, propia - y no externa
y ajena- a los fenómenos que aborda. Dicho en otra.s palabras, ante cierta in·
capacidad de la sodologia para desplegar una racionalidad comprometida con la
reconstrucción no sólo del Aulr temporal en el que transcurren los fenómenos
sino, también, de la temporalidad -o mejor aún, las temporalldades- mediante
las cuales cualquier fenómeno histórico puede mostrarse en su especificidad.
Parto de la convicción de que la naturaleza histórica de lo social exige pen·
sar, nuevamente, a la temporalidad social como un problema epistemológico,
teórico y metodológico fundamental para las ciencias sociales.
Por lo anterior, me propongo iniciar una reAexión que tome como punto de
partida una pregunta crucial: ¿cómo pensal"al tiempo desde y para las ciencias
sociales, hoy?

73
74 ¿Cómoponsarii1Cion<WSodolos,.,

La Indagación teóric:a vRM"fO) oic1§o ~de una somera revisión acerca


delalndoledeltiempo~~2-• • •;odque.entantoconstrucdón, da
es al mismo tiempo histónca e !'4:DI:t3ta j')Pc¡;!o oé's .oordare el problema de la aa
historicidad como e¡ogenoa de ~oe .as ·ealidades socio-históricas. la e
Más adela11te examinaré SOI'nl!"ir!)81!t' la m ;ur entre los modos del tiempo, der
pasado-presen~fututO. VISUCDCTIO .:~nem'~tal que dota de sentidos de!
diversos al tiempo social..~ m. •~an a algunos problemas teóricos *pa
y epistemológicos derivados de la u:DCporiOOnde las temporalidades sociales arti
en el análisis del presen1e.. Por
Cabe aclarar que la I\31UfJIIeu ~un :~ CDMO el que se Intenta pensar su i
aqul, obligarla a una amplitud y~q¡.;eescapan a las posibilidades de y al
un texto como éste, el cual COI'IS! ~.~una refleKról'llnlclal.
dO!
l UIPO 1" • (MPO SOCIO-HISTÓRICO COl
var
Para pensar al tiempo es mm.e •oe .e.en prtne hlgar. distinguir entre eiTiempo ti e
como categorla y los concep~ di! ~o de temporafldad, propios de los Pat
más variados enfoques ársdpj 'W10S l dt5CU!l05 humanos. Parto de la conve- pa
!1iencla de establecer diCha CkSUnClón, ~ pu~t ravorecer e l desarro llo de co
una forma de radonahdad y de un 1é}imen epistemológico pertinentes para ¿cr
abordar, ya no al tiempo en~ gno esped5camente al tiempo histórico: en
a la.s temporalldades -o las urdimbres espatio-temporales- que vuelvel'l Inte- fe!
ligibles a los más variados mul'ldos sociales. tet
La categorla Tiempo nos rem1te a la duración, caraaeristica presente en al
todos los discursos sobre el tiempo. por m!s que en ellos puedan reconocerse
cursos temporales tan diversos como el circular y el lineal, el objetivo y el sub- es
jetivo, el etemo y el episódico. Lo que queremos decir es que para hablar del nE
tiempo social o del tiempo hrstónco, es preciso reconocer y hacer inteligible ht
una dimenslól'l común a todas las temporalldades, algo que podrfamos llamar el o¡
•tiempo a secas': o el Tiempo con mayústtilas. El Tiempo como categorla es Úi
la duradón, el flujo ii'ICesante de sucesos. Ul'l comii'IUO fusionado a un cambio tif
perpetuo. Los sucesos pueden adquirir las más diversas formas, induso pue- cj¡
den aparecer como tramas temporales eternas o Inamovibles. Pero aun estas er
últlmas deben ser consideradas en el marco de la duración, del movimiento, !o(
pues sólo con respecto a la mutación es posible hablar de lo que aparece como si
il'lmutable o como sempitemo. Dicho de otra manera: sólo el'l su fluir tempo· dr
ral, en la calidad de sus ritmos. fundan su existencia los mundos conocidos e
Imaginados: el tiempo cósmico del unrverso. el tiempo mitlco del pensamiento dt
arcaico, el tiempo ritual de las sociedades, y todos los otros tiempos que de n
manera il'ldivldual y colectiva COI'ICeblmos y experimentamos. y
Pensar al ~ d<tlde l01 dendo• sodalet 75

En segundo término, vale discutir si el tiempo social existe con independen·


da de otros tiempos -físicos, biológicos, psicológicos, etc.- que pertenecerían
a campos del conocimiento particulares y diferenciados del nuestro, o bien si
la especificidad del tiempo soclal radica en las formas de conodmi.ento quepo-
demos desarrollar para dar cuenta del tiempo histórico. Es cierto que ninguna
ciencia puede hacer abstracción del tiempo¡ sin embargo, dice Marc Bloch,
"para muchas ciencias que, por convención dividen el tiempo en fragmentos
artificialmente homogéneos. éste apenas representa algo más que una medida.
Por el contrario el tiempo de la historia, realidad concreta y viva abandonada a
su impulso Irreversible, es el plasma mismo en el que se bañan los fenómenos
y algo asl como el lugar de su Inteligibilidad'.
En sociología han prevalecido. segun Ramón Ramos, dos enfoques pre-
dominantes para abordar la temporalidad sodal. A veces 'el tiempo sodal es
concebido como un tiempo sul generis, que informa diferencialmente de los
variados aspectos de la realidad social'. En otras ocasiones 'se entiende por
tiempo social aquellos rasgos temporales que exhiben esas mismas realidades~
Para este autor, la primera variante es muy problemática dada la incapacidad
para resolver los problemas que debe afrontar: '¿cómo aislar ese tiempo (o
conjunto diferenciado de tiempos)?, ¿cómo fijar sus notas caraaerlstlcas?
¿cómo conseguir que esas notas sean exclusivamente propias y, por lo tanto, no
encuentren réplica en otros niveles de la temporalidadr. La segunda en cambio
resulta plausible, en la medida en que puede ' limitarse a analizar los aspectos
temporales propios de los procesos sociales, sean o no idénticos o semejantes
a los que exhiben otros planos de la realidad (fisica, biológica, psicológica)~
Más allá del reconocimiento del tiempo histórico como el Ingrediente
esencial constitutivo de toda historia. la defensa de un tiempo que nos perte-
nezca en exclusiva puede resultar infructuosa. En primer lugar porque al ser
humano, y a las sociedades, no le son ajenos los tiempos cósmicos, biológicos.
o psicológicos en la medida en la que, todos ellos, forman parte de un universo
único enmarcado por la flecha del tiempo. Universo en el que coexisten los
tiempos métricos de los calendarios y los tiempos cualitativos de las experien-
cias temporales de los individuos y de las sociedades. En segundo fugar porque,
en sentido estricto, toda experiencia temporal y toda elaboración intelectual
sobre el tiempo han sido y seguirán siendo históricas. Expresado de manera
sintética: el tiempo, cualquier tiempo, es siempre un producto de ta vida social,
del conjunto de relaciones significativas que la estructuran.
Además. la temporalidad social tampoco puede ser concebida con Indepen-
dencia de los paradigmas que, en el plano del conoci miento, han revolucionado
nuestras formas de conocer, a partir de la concepción del caos como fuente
y cómplice del orden. Asl lo atestiguan. la paulatina pero generalizada lncor-
76 ¿Cómo pe<>uor lu Cienclti Sodlles bOrl

poradón, al lenguaje de ~·e moas las cienCias, de categorlas como


complejidad, caos, lnc.eni~ ~y emergencia.
Por todo lo anterior. m.\s que del.m~t~r su DfOC)io tiempo, la sodologla debe
Instaurar un régimen eplstemológoco quee<wna:rque aquellas Indagaciones que
resulten significativas para abordar el t.empa ~los tiempos- sociales desde las
exigencias del preserne. Y. tamboén. que provea de buenas herramientas para
reconstruir una realidad cuyo pnnopal estatuiD reótico -ser temporal- resulta
Inseparable de la hlstoncldad mtsm1 de1!Sa rea idad.
Indagar sobre la natura lea panicular de los fenómenos sociales -de esos
que pueden enmarca~ en lo que llamamos realidad histórica-, y el carácter
de sus componentes, puede resultar mas fructi'fero para pensar al tiempo des·
de fas ciencias so<fafes. Así. la opdOn de constnJor un tipo de razonamiento
pertinente para reconstruir la historicidad de la reaUdad social, y el desarrollo
de categorías que perm1tan dar cuenta de t.s formas en fas que los procesos
sociales se expresan como complejo de temporalidades, parece una mejor via
para avanzar en una reflexión como ésta.
Pero antes de ello, queda pendiente desbrozar un elemento más en el ca-
mino. Este se refiere a fa posibilidad o omposibilldad. de pensar al tiempo con
independencia del es pacto. ()e entrada diremos qul! dichas dimensiones, tiempo
y espado, son susceptibles de ser consideradas. analizadas y conceptuafizadas
de manera separada, pero que conv~ene hacerlo, como aqul se intenta para el
caso del tiempo, partiendo siempre de su Indisoluble unidad.
Toda forma de apropiación de la reahdad, desde cualquier perspectiva
teórica y desde cualquier ámbito de la creaclón humana, suponen al tiempo.
y al espado, como condiciones de Inteligibilidad fundamentales para acceder
a lo real.
nempo y espacio pueden ser reconocidas como las categorlas fundantes
de todas las formas de lenguajes y de todos los tipos de discursos: desde los
lenguajes simbólicos propios de la hteratura, del ane y de las religiones, hasta
los discursos formales de la ciencia
Pero dichas categorlas son, también. los ámbitos en los que se unifican o
bifurcan los conocimientos y los saberes so<lales. De hecho, la separación de
dichas dimensiones. el privilegio de una sobre la otra, o su integración en lo que
se ha dado en llamar el "compl~o tiempo-espado~ revelan ya fas concepciones
que sobre ellas se tengan.
Sl espacio y tiempo se reducen a serparametros de ubicación de los objetos
del conocimiento. entonces pueden verse como los componentes primordiales
del gran telón de fondo sobre el que se pueden apreciar los fenómenos so<lales.
Para una concepción parametra~ el espacio está alll, antes del hombre, para
ser el continente de los hechos SOCiales que se expresan espacialmente. Y el SI
tiempo se restringe a ser el lapso en el que ocurren los sucesos que interesan
al Investigador. Con lo cual, tiempo y espado se convierten simplemente en
dos variables más, entre otras, que es preciso delimitar.
Si, en cambio, tiempo y espado son vistos como ordenes instituyentes
de los fenómenos, entonces es muy probable que aparezcan como tramas
Inseparables a las que, incluso, hay que nombrar ya no como tiempo o espacio,
sino como temporalidad y espacialidad. y que bien pueden signlncarse a partir
de metáforas en las que aparecen como dimensiones inseparables. O bien, a
partir de términos que, como el de •configuración sodal~ permiten pensar a
cada sociedad, a cada mundo social, a partir de su particular conformación
espado-temporal.
Ahora bien, si hemos de usar metáforas -y éstas sólo pueden ser espada·
les~ convendrla utilizar aquéllas que permitan dar cuenta de mejor manera,
del complejo tejido formado por los multiples tiempos y espacios que se con-
jugan en cada objeto social. En este sentido, pensar a lo social en función de
la •topografla espacio·temporal~ resulta mejor que seguir utilizando la tan
conocida Imagen del tiempo como el Huir del agua en un rio. Porque los mapas
•hon servido tanto como medio para represent"r al mundo como para proble-
matlzar su representación~ Los •mapas sociales~ permiten apreciar, tanto el
devenir temporal en su Huir horizontal, como el relieve del tiempo subjetivo:
de sus profundas memorias y de sus elevados horizontes de futuro. Y al ser
metáforas eminentemente espaciales, nos previenen de olvidar que los todos
los procesos sociales conformados por temporalldades se expresan, también,
espacialmente.
Pero, más allá de metáforas, en el ámbito del análisis social es justo admitir
la conveniencia de tratar al tiempo y al espacio como dimensiones inseparables.
Por una parte porque los procesos temporales sólo existen en el espacio y éste,
en tanto espacio humano y humanizado, no puede ser Imaginado, creado o
construido sino en el tiempo. Por la otra, porque en un sentido estricto toda
forma de apropiación del tiempo y del espado, -desde las que ocurren en la
experiencia individual. colectiva o socletal, hasta las que se expresan como
elaboradas teorizaclones sobre el espacio y el tiempo-, y toda clasificación
pertinente a éstas deben ser vistas como construcciones humanas hi.stóricas.
Sin embargo, y no obstante la convicción de que tiempo y espacio deben
concebirse de manera unificada, también es cierto que pueden ser analizados
convenientemente de manera separada. siempre y cuando en su tratamiento,
Insistimos, no olvidemos su indisoluble unidad.
De hecho, en las ciencias sociales tiempo y espacio han sido tratados de
manera diferenciada y los amplios desarrollos en torno a ellos asilo evidencian.
El espacio ha sido abordado a partir de conceptos tales como reglón, lugar,
78 ¡Cómo pensar las Clenoos SocWc!tq

densidad, vaciedad o plenrtud. ~o ~ macro y micro, centro Y pe- e


riferia. Por el fado del tiempo I'IOOC)neS a:JrnO dilrlldón. movimiento, devenir, l
estructura. coyunwra. «onU!Cifrr~:l1. a-~ ~. olvldC\. recuerdo, asl (

""""""'""~'O!<"'-""""-' --..v---'"'1~ ......."......,.~~cle..bl<.lQtla


y de historicidad, dan cuenta de ó1chos ~rollos. Pero cada una de estas '
nociones puede •remporal~zarse• o •espaciali'urse· según sea el caso, lo que
no equivale a otra cosa sino a historizar el conocimiento logrado mediante el
uso de cualquiera de estas categorías. Otros conceptos. como el de dlstanda,
penniten vislumbrar la inseparabilidad del tiempo y del espacio de manera
ejemplar. la lejanla y la cercanla son pen:ibidas por la experlenda. Mediante
la capacidad de ubicar la proKlmldad o el alejamiento de los lugares y de los
sucesos. lo inmediato y lo alejado se constituyen como caracterlsticas fislcas y
simbólicas, Individual y socialmente construidas en el tiempo y el espacio.
Una vez aclarado lo anterior, avancemos algunas Ideas en torno a las
maneras en las que se puede pensar hoy, desde las ciencias sociales, a la tem-
poralidad histórica.

TIEMPO, ~EAliD,_D SOCIAl E HISTORICID,_D

Aún y cuando la reflexión sobre el tiempo ha encontrado un campo fértil en el


discurso histórico. en las ciencias sociales seguimos operando, en general. como
si el tiempo fuese, simplemente, un parámetro de delimitación de nuestros ob-
jetos de estudio. Dicho proceder desdeña. por omisión, la naturaleza cambiante
de una realidad a la que lmmanuel Wallerstein se ha referido como aquella con
la mayor carga de Incertidumbre de todas las realidades definibles.
La realidad a la que aludimos no es otra sino la realidad social, aquélla a
la que convocamos desde diversas perspectivas teóricas y disciplinarlas re-
conociendo que su naturaleza más Intima es la de ser histórica. De allf que el
principal reto para abordarla es el de dar cuenta de su historicidad. Esto es,
de las historias acaecidas y de las que hoy se construyen de cara al futuro y
que pasarán a ser, Inevitablemente, fragmentos de nuevas historias. Pero la
historia vista como construcción nos obliga a Introducir a los sujetos sociales
como los únicos protagonistas posibles de ella. Sujetos que construyeron rea·
lidades, historias. que a menudo se nos ofrecen como las únicas direcciones
valederas del devenir humano, pero que esconden a muchas otras que fueron
efectivamente posibles.
Como construcción, la realidad socio-histórica es siempre cambiante, y
también, siempre Inconclusa. Constituye una sintesis que conjuga al pasado y
al futuro que se contiene en el presente como posibilidad de construcción. En-
tendida como proceso, la realidad puedeservisto como•la ramificada mediación
entre el presente, el pasado no exhausto y, ante todo, el futuro~ Es. entonces,
una realidad abierta, que nos obliga a re-pensar la relación entre los •modos
del tiempo~ el pasado, el presente y el futuro, como una relación en la cual el
presente, como gozne que es entre lo anterior y lo posterior, no debe clausurar
la efectividad del pasado, ni determinar de manera absoluta al futuro.
Las realidades sociales. las formas de organización social que hoy podemos
distinguir en el mundo, pueden ser reconocidas en su especificidad histórica,
precisamente, por las maneras en las que elaboran la relación entre los modos
del tiempo.
Dichas realidades pueden ser vistas como realidades desbordantes: porque
son mutables, asombrosas. complejas y porque, dada su naturaleza histórica,
siempre resultan excedentes con respecto a los conceptos mediante las cuáles
las analizamos. Dicho de otra manera, todo concepto mediante el cuál intente-
mos abordarlas requerirá de ser especificado para dar cuenta de la historicidad
particular mediante la cual la realidad se expresa como fenómeno.
La especificación de lo real, su hlstorlzacfón, exigen considerar al sobrante
de vida social al que alude Maffesoll, o al residuo de realidad del que hablaba
Pareto. Igualmente, al"despammamlento temporal al que se refiere Foucault,
y para cuyo manejo sugiere la idea de discontinuidad, y, desde luego. a la plura-
lidad de tiempos de los que hablaba Braudel y para cuyo lfCIIdmh:nto propuso
la idea de la totalidad transitada por diversas temporalidades~
SI pensamos la historia, o mejor aun las historias, como constelaciones de
múltiples ritmos, como "conjuntos pollrrftmicos~ el tiempo social se asemeja
más, ya lo declamos, a la topografla del mundo que al fluir del agua por los
rlos. La topograffa espacio-temporal, con todos sus accidentes geográficos,
con todas sus profundidades y elevaciones, pueden permitirnos pensar, no sólo
en el fluir temporal en el que se ubica la historia, sino también en las miles de
maneras en las que dicho fluir se desborda o es desbordado por la subjetividad
puesta en acto por los sujetos sociales concretos.
La historicidad de lo real puede ser vista, asi, como la reconstrucción de
una topografía que permita captar tanto al tiempo cronológico, en su flujo
Incesante, como a las lnterrupdones y desviaciones de ese flujo.
Pero una Idea de la historiddad que se vale de recursos cartográficos. como
la ex,presada antes, exige ser completada. La topografla expresa la plastiódad
de los complejos te mpo-espaciales, pero éstos h.an sido construidos, continua-
mente son modificados, y lo seguirán siendo. No son sino historias que Intentan
ser vistas en varias dimensiones y con el mayor número de relieves posibles. Y
nada de lo anterior tiene sentido, sin el protagonismo de los sujetos sociales que
han construido, imaginado e interpretado los mundos que hoy conocemos.
La historicidad apunta. ent&:lnCi!S. a 11 post'Adad de dar cuenta de los su-
jetos sociales y de los fT1olnléos que o;¡o;:¡s:;t1100, en el marco de la tensión
permanente entre su net:ESi!IIW caa 11 «Jón tzsoól a, y las posibilidades de
segulr construyendo h~storas pogi:J!e u~~ histórica de nuestro
presente puede ser a<:E'j)(aÓC) como ;:echo _ -Qble y casi natural. Dicha
determinación se fund;s en fofrn.l5 oe Wi~.:O causa tes entre el presente
desde el cual es posible •n::E"'"96f.: PM "'"•y ce es¡e nuevamente, al presente
quepuedeentoncesreum:tpE'Qise.~ta~nopuedeagotarseen
dicha relación: debe tender • ~ de5oe -:l presente, un vinculo hacia
el pasado y hacsa e futuro ~ cenr'..:a a • lZaCIOO de lo devenido para la
construcción de los sentJdos SOCia!es y ce b honz.ontes del porvenir q ue los
sujetos sociales Impulsen.
Las diferencias enw la hismr.a yll hostD! 10010 no soo meramente semánti·
cas.Laprlmerasuele5efVis:aCOI'IlOcs-ErdocirlJneYttabledespliegue temporal
en el que pueden ublarse. en c2'ae ces ""Aas espcldales, aquéllos procesos
sociales posibles de ser a~ t.. segunda. en cambio, atañe al presente
como el unko tiempo desde el et2 es posible OIIIOCer y otorgar sentido al co-
nocimiento social, e intetp e9i a • R'zLcuct en :oda la complejidad y riqueza de
dimensiones: en el entramado ~ e5Ndr6 y :..il!mpos que la constituyen, y q ue
sonperelbldo.s,ynlOd•rocadosporlosllocoesy~socillles.
Se puede decir que la historia ap¡ esa lilas estnJCtUras de la realidad social
y a su obstinada permanenaa tnten:rU ~la historicidad alude a las posibi-
lidades, mas o menos frag¡¡es 1 efil¡~ ~ consuucdón de la virtualidad de
lo real, como un camino viable. y no U!leoiOgoco,de transformación.
La historicidad. dke Jacques le Goof. oeormtte rechazar en el plano teórico
la noción de ·sociedades sin lvSU!fá: y obliga a Insertar a la historia misma en
una perspectiva hlst6flca. Dkha pe-rspectN3 ~~nphc.a el movimiento que vincula
una práctica interpretauva con una~~ 8 pnvileglo de la historicidad
ataja, también, a las versiones del"fi" de la historia~ tan cercanas a nuestro
entamo Intelectual, asi como a la tl!f'taoOn de ceñir nuestros análisis a un
destino i11exorable que deñve de la llne.1:.oad de la historia. Porque sita historia
sigue inefablemente el curso del progreo. que se nos ha presentado como el
único posible, la hlstona deja d~- serudo "hlstÓfko• para convertirse en
un presente perpetuo.
La exigencia de la hlstorlcldad nos ¡x~ de las hipóstasis del futuro y
las desvalorizaciones del pasado, que nos hlln conducido, dice Bouaventura de
Sousa, a la •eternización del presente' desde la cual la transfo-rmación social
aparece tan Impensable como lnn~
Lo anterior porque la historicidad, corno exJgencia del conocimiento socio-
histórico. obliga a considerar a lo esnucnuat. a lo determinado, sin privilegio
frente a lo posible y a lo indeterminado. Lo permanente y lo contingente deben
ser ponderados de manera conjunta: duración y mutación; pasado. presente
y futuro; periodo, coyuntura y acontecimiento; sólo pueden definirse en sus
relaciones reciprocas.
En el marco de la permanente tensión entre el determinismo y la libertad,
el análisis de lo real-social exige una visión en la cual"el mundo sea suficiente-
mente aleatorio tomo para admitirnos en cuanto sujetos libres. y lo bastante
estable como para que nuestras empresas tengan ilusión de perennidad~ Creer
que absolutamente cualquier cosa es posible o que absolutamente todo es
Ineluctable son cosas que nos inutilizan por Igual.
De igual manera, entre la larga historia, la historia episódica casi eterna y los
ritmos temporales de los acontecimientos que transforman todo a cada momen-
to, la acción de los sujetos puede ser vista como una "historia entreverada de
actos libres y comportamientos Inexorables~ Aún aquellos comportamientos
que podemos considerar regulares y que denominamos leyes no encuentran
sustento sino en la voluntad de unos hombres de perpetuar su dominio sobre
otros. A menudo parece olvidarse. dice Manuel Cruz. •que cuando se habla
de leyes soddles, se esttl haciendo refercnci~ ~1 resultado del comportamiento
de los mismos sujetos sometidos a ellas. esto es, a un artificio para designar
regularidades de conducta~
La realidad no se aprehende, dice Hugo Zemelman, aislando un fenómeno
de otro. sino, más bien, en su entrecruzamiento, lo que supone manejar simul-
táneamente distintas temporalidades y espacios. •e1 recorte de la dinámica
supone (reconocer) tanto la concreción del fenómeno en un momento dado,
como la de su despliegue transcoyuntural~
De esta manera, el concepto de historicidad podria defenderse como
herramienta útil para analizar no ya un tiempo o conjunto de tiempos. sino el
•complejo conglomerado formado por los aspectos temporales de la realidad
social". En este sentido, la temporalidad y la historiddad pueden priorlzar>e
por sobre las categorías de tiempo o de historia. Porque poner en juego dichas
categorías en el análisis del presente, no significa otra cosa sino historlzar a
lo real. y lo real resulta, casi siempre, en un entrecruzamiento complejo de
temporalidades y espacialidades diversas.
La historicidad, entonces, puede ser apreciada en la pluralidad de niveles y
fragmentaciones temporales. ensamblaje contradictorio y complejo, en el cual
•el presente y el pasado se aclaran mutuamente, con luz reciproca~ Totalidad
transitada por diversas temporalidades; he allf la mutación epistemológica que
podemos derivar del pensamiento de F. Braudel.
Temporalidad multidlmenslonal que. con Braudel, permite distinguir entre
los tiempos de la historia, el muy largo 1!0 los grandes periodos. el largo de
8Z LCómo pensor las Oell(las Sodlle1 horl

la historia esttuctural, el ciClo cono en la coyuntura y el tiempo fugaz en la


historia episódica. O bien. a la malli!B o de &nst 8Joch. la concepción de la
historia como un ·conjunto pohrntrTUCO o como propone Hugo Zemelman,
la apertura hacia lo Inacabado. y la reconstrucción de ritmos que no pueden
ser exteriores a la matena de la hrstona. a su tenrporalidad.
Sin duda la Idea de pluralidad temporal rep~ta una buena estrategia
para el tratamiento de la realidad sotio-histórica. La distinción entre tiempos
estructurales y episódicos mtte ntmos d latados o ágiles. entte la secuencia y
la simultaneidad, permite poneren¡uegola permanente tensión entre sincronra
y dlacronla, entre necesidad y aur entre daermlnlsmo y libertad. La idea de
la multiplicidad del tiempoadmtte además. la incorporc~dón de la •subjetividad bt
sobre el tiempo': tanto como la del·nempo de la subjetividad• de los actores C. !
del mundo real: su riqueza de perci!I)Ciones temporales, sus memorias y olvidos,
sus esperanzas y proyectos.
Concebir a las realidades soc1ales como territorios poblados por las gran-
des, pequeñas y diminutas ht5toms aeaclas y sofladas por hombres que han
compartido el camino de una largursiiTia hiStoria. puede ser una buena forma
de concebir la multiplicidad del tiempo social Olra más puede consistir en la
descripción de cada fenómenosoc:YI. como una historia que sólo cobra sentido
en su entrecruzamiento con todas las otras '"historias" -preexistentes, simul-
táneas, o potendales- que contribuyeron "~rfa posible.
Pero la pluralidad de tiempos no debe conducimos a postular el cambio
y la transición por encima de todo, sino más bien a reconocer la trama de ell
temporalldades y de ritmos -Inerciales y tranSformadores, lentos y rápidos, y
circulares o lineales- que se conjugan m una realidad concreta. La idea del
tiempo requiere del cambio y de la permanencia. siempre y cuando ésra última •e
no se conciba como inamovible.
La concepción del mundo social corno sistema histórico, tal y como la
propone Wallerstein, puede ser uul para aclarar lo anterior. En la medida en
que son sistemas que •persisten meó~ante los procesas coyunturales que los
rigen, y mientras persistan, poseen algunas caracterfstlcas que son Inmutables
(.") Pero en la medida en que son hiStoncos, cambian con mucha frecuencia;
u
nunca son iguales un lnstanre y el sígtriente; cambtan en todo detalle, inclu-
e
yendo sus parámetros espacial~ Y es ~ renslón, entre los ritmos cldlcos
y las tendencias seculares, •Ja caracter Stica defin1toria de un sistema social
..
geohistórico~
Este autor concibe a los sistemas geohistóncos como "las estructuras más
complejas del universo': Y propone la categOfia de los sistema-mundo, como
•vra media entte fas generalizaciOnes uanshistóncas y fas narraciones particu-
laristas~ categorfa útil para cualquier oentifico social histórico •que analiza
Pensar al~ do<M los <lenoat sodales 83

las leyes generales de los sistemas particulares, y las secuencias particulares


que han experimentado est os sistemas':
Pero además de su valor heurfstlco. el concepto de sistema-mundo tiene, tam-
bién, una honda significación política. Se trata de un concepto útil para la inclusión
de la heterogeneidad de Intereses, historias y mundos coexistentes en un sistema
caracterizado por procesos de desestructuradón y reestructuración, de desdaslfl-
cadones y reclasificaciones. Y permite plantear, tal y como lo hace Pablo González
Casanova, una "heurlstlca del Interés general~ que contemple la posibilidad de una
democrada alternativa, de "un mundo hecho de muchos mund~
Otra buena manera de abordar la multiplicidad temporal, en el marco de
la tensión permanente entre lo determinado y lo posible, es la concepción de
la realidad social como una articulación en movimiento. Concebirla de esa
manera, tal y como lo plantea Zemelman, puede resultar otra vía adecuada
para abordar la historicidad de lo real.
Dicha concepción permite distinguir entre lo producido y lo potencial, entre
lo dado y lo posible, y obliga a la construcción de una nueva relación entre el
sujeto y el objeto de conocimiento. Si la realidad se reconoce como producto
y producente de nuevas realidades, debe incluir, también, a lo determinable, y
no puede eludir, entonces, interrogarse por el sentido mismo del conocimiento:
¿desde dónde y para qué conocemos? ¿Quiénes, y para qué, deben reconocer
las opciones posibles de viabllízarse históricamente?
El "afecto de la esperanza~ del que hablara Bloch puede convertirse,
en Zemelman, en ampliación de los planos en los que se despliega el hombre
y amplíación de la conciencia que el hombre tiene de ellos. Y ser, entonces,
además de un acto afectivo, un acto orientador de carácter cognitivo, una
esperanza Inteligente.

LOS MODOS OEL TIEMPO SOCIAL: El PASAOO,


EL PRESENTE Y EL FUTURO

La multlplic:Jdad temporal, a la que nos referimos antes, puede ser descubierta


en los ritmos temporales que en la subjetividad individual y colectiva transitan
de los inmóviles a los raudos; de Jos tiempos entrampados a los vertiginosos; del
espaciamiento al agolpamiento de sucesos. Cadencias temporales que tienen
que ver, fundamentalmente, con la relación entre los modos del tiempo: con
los pasados perdidos o recuperados; con los futuros prisioneros del pasado o
desplazados del presente; con los presentes cargados de contingencia o de
eternidad. Por ello, esperanza y olvido, memoria y sueño, pueden convertirse
en predosa materia de cualquier intento por pensar, desde la soclologla, la
temporalidad social.
84 ¡Cómo pe<)Jir t.u Cle1clas5oo.lles ~

En términos sociológicos, la compleílzadón de nuestra aprehensión del


tiempo social debe partir ~el a nAlisis de las reladones entre las tres dimensio-
nes básicas del tiempo histórico: el pasado, el presente y el futuro. Los modos
del tiempo social, el ayer; el hoy y el mañana, son Incomprensibles de manera
autónoma. Sólo el presente. desde el cual se mira e interpreta al pasado, y
desde el cual se sueña y se prefigura el futUro, puede tener la prerrogativa en
dicha relación. Pero el presente no exlste sino como gozne entre las historias
acaecidas y las posibles de ser construidas.
Muy a menudo el pasado suele ser visto como aquello que Irremediable·
mente ha ocurrido y que de ninguna forma puede ser cambiado. Pero dicha
visión debe matizarse: primero porque, corno lo reconocen comúnmente los
historiadores, el pasado siempre es visto a través del cristal del presente y, en
esa medida, está sujeto a relnterpretaclón Y, además, porque las historias
pasadas, las que ya han sido, coexistieron con todas aquellas que, en su mo-
mento, pudieron haberse construido. El pa.sado fue posibilidad de futuro en
algún presente ya pretérito. El presente actual, nuestro presente, será pasado
en algún presente futuro. Por ello, el pasado y el futuro sólo tienen sentido en
la intelección de los múltiples vínculos que establecen los hombres entre dichas
formas, y su propio prP<ente.
Los vlnculos entre las formas del tiempo, además, expresan las relacJono:s
entre las continuidades y las metamorfosis temporales. Las formas que ad· 11
quieren diChos vínculos evidencian, de manera ,:lialéctica, ·1a Incesante alter-
nancia entre fluidez y fijeza. entre flujo continuo y sucesión discontinua, en •Cl
la experlenda del tiempo~ En dicha experiencia, dice Jacques Elllot, no hay
cuentas en el collar del tiempo sin el hilo temporal en que se alinean: no existe
,
~
constancia temporal sin flujo, ni discontinuidad sin marco de continuidad. 1
Las relaciones entre las formas del tiempo muestran, además, las formas
de la subjetividad de la experiencia temporal en el plano Individual y colectivo. •
¡
Si bien es cierto que pasado-presente y futuro pueden ser vistas como exten·
siones de una secuencia en la que ubicamos nuestras Ideas de lo anterior y lo
posterior, también es verdad que la experiencia del tiempo no se agota en el eje
'
de la sucesión. Existe otro más, el de la Intención, en el que el pasado puede
ser visto como expresión del fluir de la memoria, el presente de la percepción
y el futuro del deseo y de la expectativa.
Memoria, recuerdo y olvido. tanto como anhelo, esperanza y expectatl·
va, deben formar parte de cualquier análisis del presente. La continuidad y el
cambio, las grandes y pequeñas transfonnadones son, siempre, expresiones
de la subjetividad de los sujetos. quienes resisten. disputan, luchan, evocan el
pasado y prefiguran el futuro, contribuyendo a COf\stNlr la fisonomía particular
de sus propios mundos.
Presente, pasado y futuro, en sus complejas relaciones, fundan la duali-
dad del tiempo social, su carácter jánlco. Este atañe a la doble naturaleza de
toda puerta y de todo presente: estar abierto siempre hacia el pasado y hada
el futuro. la conjunción de los tres modos del tiempo devela su carácter de
limite en donde hay cerrojo y llave, memoria y olvido. Pero no es el presente el
que salvaguarda la unidad del tiempo, sino que es la conjugación y disyunción
entre ellos lo que le otorga unidad. Por ello, cada acontecimiento histórico,
cada coyuntura, son tales en tanto producen situaciones limite que redefinen
la relación entre el pasado, el presente y el futuro.
Pero dichas situadone.s no siempre han sido reconocidas. Comunes a las
diversas teorías de la historia, señala Boaventura de Sousa Santos, fueron la
desvalorización del pasado y las hipótesis del futuro. •El pasado fue visto como
pasado y, por ello, Incapaz de hacer su aparición, de irrumpir en el presente.
Por el contrario, el poder de revelación y fulguración se trasladó al futuro~
Pensar la relación entre los modos del tiempo exige. sin duda, pensar el
papel que hemos asignado al pasado en dicha relación, asi como reivindicar su
papel en la transformación sodal. Tal vez uno de los autores que resultan más
sugerentes para el rescate del pasado sea Walter Benjamln.
En sus célebres Discursos interrumpidos, este filósofo reivindica la capa-
ddad de fulguración del pasado y su utllídad para el presente. Se trata de un
pasado vivo que todavla puede permitir al hombre cambiar su historia. Varios
autores contemporáneos han recuperado esa Idea y la han desarrollado para
plantear nuevas formas de mirar la historia dotando de un sentido activo al
pasado. Entre otros, Boaventura de Sousa quien propone un uso del pasado
que permita su corrección en aras de la emancipación social, y Manuel Reyes
Mate. cuando apela a la utilización del pasado para el despertar de la conden·
cla. También Antonio Garcia de león, cuando. a partir de Ben)amln, recupera
a la •historia (que) se ocupa del presente y proyecta al futuro su constante y
renovada visión del pasado~
Benjamln relvlndlc:a el papel activo del pasado en tres rasgos carac:terfsticos
de su idea de historia:
a. El pasado es autónomo. No es un no es un dato fijo a disposición de un
conocimiento riguroso que quiera apoderarse de lo que realmente ocurrió. Al
contrarío, el pasado tiene vida propia y es capaz de sorprender a la conciencia
presente, asaltándola.
b. Más que la ciencia, la memoria es la que apr·ehende dicho pasado. Aun-
que existe una ciencia histórica capaz de reconstruir al pasado a partir de sus
vestiglos. hay un pasado del que no e)(lste rastro material y que sólo por el
recuerdo llega a hacerse presente.
86 ¡Cómo pensarlu Ciencias SoooiH tor 1

c. B pasado, lo hlstónco. no ~ enmnces como reconstrucción sino


como constn.lcción. Esto es, por su 01paodad de cambiar el presente, el pasado
llene una dimensión polltíca insoslayable.
A Benjamln le interesa el pasado posible, el que aún no ha acaecido pero
que puede tener lugar si el presenuo sedejaasaltarporesa parte inédita de lo ya
ocurrido, que pugna por hacer valer sus derechos. Asl, 01da momento presente
puede sentenciar la historia. pllede hacer justicia a las injusticias pasadas. Cada
momento histórico es. en potencia, el juicio final de la historia.
Desde la perspectiva Benjammiarna, el sujeto histórico se constituye a si
mismo gracias a su necesidad de futuro: al hacerse de un conocimiento que
no tenía, de aquél que le permite captar a un ayer que no ha concluido para
construir un mañana a partir de las historias truncadas que permanecen en la
memoria como saldos que hay que cobrar a la historia.
¿Pero de dónde proviene la necesidad de futuro de la que hablamos? Po·
drlamos decir, con Benjamln, que de dicha necesidad quedan descartados todos
los satisfechos. los que no necesitan interpretar de nuevo la historia porque
les va bien con la que ya tienen. la necesidad remite, dice este autor, •a la no
Identidad dal sujeto con PI momento presente: ni lo dado, nllo transmitido, ni
lo prometido sacia su Insatisfacción~ Sólo la actualización de un pasado que no
se ha realizado en el presente, puede saciarla. En la aprehensión de ese pasado
olvidado, añade, ~-- el sujeto accede a la subjetividad histórica; una conquista
que supone un nuevo conocimento de sr, pues si hasta ahora el sujeto necesitado
vlvla la necesidad como mera privación, ahora es la necesidad lo que le permlte
captar ese pasado que escapa a la razón y a la ciencia del satisfecho•

TIEMPO Y CONOCIMIEf'ITO: ALGUNOS PROBLEMAS


TEÓRICOS Y EPISTEMOLÓGICOS

Las reflexiones precedentes, pensamientos iniciales en tomo a la temporalidad


social, plantean algunos problemas teóricos y epistemológicos que es preciso
señalar, aún y cuando no puedan ser desarrollados con toda amplitud en un
trabajo como éste.
la concepción de la temporalidad social como dimensión constitutiva de la
realidad soclohlstórica y como exigencia para conocer dicha realidad, la asunción
del carácter complejo y múltiple de la temporalidad histórica, la recuperación
del superavit de cualquier pasado para construir el futuro, son ideas que exigen
ser discutidas en el plano de la racionalidad de las ciencias sociales. Dicho de
otra manera, la naturaleza histórica e historizante de la realidad sodal debe ser
resuelta, teórica y metodológicamente, en la Investigación concreta.
Pensar al tiempo - l a s clenáaJ JOCiiiH 87

Los problemas que plantea la hlstorlzación de lo real son teóricos, ldeológl·


cos, epistemológicos y metodológicos. Atañen a los grandes discursos mediante
los cuales nos hemos conducido, a los conceptos con los cuales solemos nom·
brar a lo real y a las formas de conocimiento que impulsamos. Cabe, entonces.
revisar si nuestros paradigmas de conodmiento son los más convenientes para
dar cuenta de la historicidad.
Es justo reconocer que las disciplinas sociales se definen como históricas
en el doble sentido de ser, al mismo tiempo, productos e Intérpretes de una
época y que han bregado, aunque de manera desigual, por fundar su propio
tiempo: el de la economla, el de la historia. el de la sociedad y la cultura. Sin
embargo, ello no ha garantizado que nuestros análisis logren reflejar cabalmente
la historicidad -compleja y múltiple- de una realidad lnacabada, en permanente
construcción.
El problema es que el tiempo y el espacio han sido concebidos, fundamen-
talmente, como factores exógenos constantes de la realidad social, como parte
de nuestro entorno natural. Tal y como sucede, por ejemplo, en una buena
parte de la literatura metodológlca que exige al estudiante, o al investigador
social, delimitar temporal y espacialmente su objeto de estudio, mediante su
ubicación en un contexto espacio-temporal que aparece como reiOn de fondo,
como historia preexistente. Y que lo conduce a ignorar las maneras en que
cada fenómeno estudiado puede expresarse como configuración especifica
de espado-tiempo, y a desconocer, entonces. la historicidad propia del objeto
en cuestión.
Las consecuencias teóricas y pollticas de una concepción del tiempo y del
espacio -o mejor aún del complejo tiempo-espacio- como dimensiones consti-
tuyentes de la realidad social no deben soslayarse. Dicha concepción se origina
en el reconocimiento del carácter Inacabado de la realidad social, misma que
sólo puede analizarse en el marco de la permanente tensión entre la historia
acaecida y las historias posibles de ser construidas. Y que supone, también,
la Incorporación de los sujetos - movimientos, actores, grupos, clases- como
los verdadero protagonistas de los aletargados o vertiginosos tiempos de la
historia.
la búsqueda de alternativas en la aproximación epistemológica y teórica al
tiempo social, bien puede enmarcarse en el llamado que hace lmmanuel Wallers·
tein al •reencantamlento del mundo: para "derribar las barreras artlflclales
entre los seres humanos y la naturaleza, y reconocer que ambas forman parte
de un universo único enmarcado por la flecha del tiempcf. Y que propugna
por "reinsertar el tiempo y el espacio como variables constitutivas Internas en
nuestros análisis y no meramente como realidades fisicas Invariables dentro
de las cuales existe el universo social~
88 ¡Cómo peruar l~Otneias Sooale>""'l

Una epistemoloqla del tienpo ~ debe concebir a la historicidad


como su prlnapal exlgenoa~PiR~r al movimiento de lo real.
Movimiento sólo aprehens ble en el nart:o de la ~ entre lo permanente
y lo aleatorio, entre la necesidad y ei aut. Y bu!car, entonces, "'nsertarse en
el fluir de la historia': transitM clesd.e &o conrotuido hacia lo constituyente,
para lograr un •modo de ~Que acepte conjugar el movimiento de
la realidad con el moYlmrentO a.! pensam;enro· a sabiendas de la evidente
asimeuia entre el primero y et sequndo.
la eplstemologla. drce Zemelmall. 'enc:uenu1l su más profunda significación
en el estimulo de la constilucíón ~ lil conoenaa histórica, pero enriquecida
por la apropiación de la subfetlwtcúd del SOijet:o. en cuanto este ha Ido ampliando
sus horizontes de aproplacion: ÑT'J)IlKJon sustentada históricamente en la
creciente Incorporación de •ptanos CliC.ll veL m.is amplios y ricos en nuevas
esperanzas~ pero tambien en la dN de la~ del hombre por ampliar sus
horizontes. Necesidad que se ~U, ~ológicamente, en el desafio
de reconocer a la realidad que es siemcn 'incompleta e inacabada.
El manejo de un concepto de lvuona en la que pueda reconocerse lo regular
y lo nuevo plantea la reformulaciOn de dos grandes temas de referencia: las
nodone~ de progreso y d~ razon ~ u hostoriddad, Pnronces. plantea
el problema de la distln<:ión entr1! lo dado y lo clandose y obliga a revisar el
concepto de correspondencia entteo las estnKturas conceptuales y la realidad
empírica.
El tratamiento deltrempo-5p¡100.en W'ltDpnncipal dimensión de constitu-
ción de lo soda!, pone en juego toclas las focmas de conocimiento de la realidad
socio-histórica. En este sentido, el probiMa de la historicidad es teórico, y
epistemológico, y atañe tanto ala multipj~ de discursos sobre la realidad
social, como al ethos intelectual y dentJ'ICO en el que se enmarcan.
Diferentes perspectiVas teónQs ~a drnamismo, o lo ignoran; Incor- p
poran a los sujetos sociales o 10 exprlsan del amlisis; develan la subjetividad a
social y su riqueza de formas de pe~ deluempo, o las limitan a las dos
unlcas dimensiones tempo espacial~ q..oe son apaces de admitir -el etemo o
el episódico-. Reconocen, en fin. a la historia como expresión de lo inacabado
del mundo, o bien decretan su muene.
Estas perspectivas no son ajenas a los gra'ldes relatos que han otorgado
un sentido a la ciencia y al conocimiento; el progreso. la modernidad y, hoy
en dfa, la posmodemldad, constituyen rx "Clpios organizadores de nuestra

comprensión del mundo y del t1empa.
El paradigma del progreso-<011 SUIIlltologia teteológica del encadenamiento
causal que, mediante un curso ~ conduce a una meta únlca-,
fue acogido, durante mucho uempo como ~ casi universal. Y excluyó
Pensar al tiempo desde In dMdas social"' 89

de manera definitiva, al tiempo clclico, con su universo Intemporal, propio de


algunas sociedades contemporáneas a la nuestra. Aún el marxismo, al propo-
ner que el motor de la historia -la lucha de clases-, conducirla a una nueva
sociedad, no clasista, desplazó fuera del tiempo. o al final de los tiempos, el
logro del desarrollo histórico.
En la actual fragmentación de las ciencias y de las perspectivas teóricas,
es posible encontrar enfoques que desprecian a lo emplrico. y a los problemas
reales de los hombres, y pretenden reemplazarlos con los más sofisticados
análisis de discursos que versan sobre otros discursos. O bien aquellos que,
ante la supuesta crisis de las grandes narraciones, enarbolan cierto escepticismo
metodológico, que prefiere volver a los pequeños relatos y renuncian, asl, a la
posibilidad de construir una ciencia propia, capaz de dar cuenta de la realidad
social como conjunción de tiempos y espacios permanentes e imprevisibles.
Desde luego, el uso de ciertas nociones y la relación que se establezca entre
ellas, y la omisión o el franco desprecio de otra.s, suponen posturas Intelectuales
que reflejan la ausencia o presencia de compromisos éticos y pollticos en torno
a la historia frente a la que se sitúa cada autor.
La veneración quE> muchos metodólogos profesan hada la explicddón y la
verificación,los llevan a privilegiar la determinación causal, y el establecimiento
de regularidades, como los objetivos últimos del conocimiento cientlfico.
Pero la temporalidad se resuelve o se Ignora, sobre todo, en el ámbito de
la Investigación concreta. A pesar de que algunos discursos teóricos y episte-
mológicos reflejen la gran riqueza y complejidad de una realidad caracterizada
por la incertidumbre, la metodología del análisis social tiende a defender una
concepción de cientificidad a todas luces Insuficiente para dar cuenta del mo-
vimiento de lo real.
El problema es que la realidad social, concebida como movimiento, siem-
pre desbordará al objeto que pueda ser reflejado en una relación causal. Este
carácter excedente de la realidad, con respecto de cualquier abstracción sobre
ella, ha sido advertido por muchos autores que aluden al carácter Imprevisi-
ble, residual, inacabado, discontinuo, Incierto o azaroso que caracteriza a una
realidad cuya riqueza radica. justamente, en la consideración de sus indeter-
minaciones. Indeterminaciones en donde radican, finalmente, cualquiera de
las posibilidades de emancipación del hombre.
De no asumir lo anterior, corremos el riesgo de llegar al inmovilismo Inte-
lectUal, o, peor aún, a asumir la Incapacidad del hombre por hacerse cargo de
su propia historia y. con esto, postular la derrota de la humanidad rrente a la
capacidad de generar so propio destino.
-

A UA!IIe.RA DE RfCAPITULACIOH

Algunas cuantas fonnulaciol'la. qu,e ~funcionar como recapitulación


de los pensamientos anteceóeuta y a:QO ltrleas de trabajo posterior son las
siguientes:

1. Al tiempo social hay que conceomo CIX"C! ter"'poralidad .


A partir del reconocimiento de b Glfi!<JOÑ ~po que remite a todo lo que
dura, a lo que permanece y c;amOia, al ~::JO 5C10al hay que nombrarlo como
temporalidad Porque la tan~~~~ ttempo, remite a las maneras
de hacerse a si misma de cada~ ~cada mundo, de cada historia. y per-
mite rescatar, entonces, al trempo como ó«!leusb • constitutiva de lo social.

2. El complejo tiempo-espado marca 3 l ndisoluble unidad de espacio


y tiempo social. pero cada d m81510n puede ser analizada de manera
separada.
Todo espacio es histórico, toda tristona se realaa espacialmente. SI el tiempo
es la sangre que corre por l<ls - de 14 historia y ésta no se exprP<a sino en
los espacios que el hombre ha eóJkado a través de ella, entonces podemos
decir que el tiempo puede servisro como el recurso de construcción histórica
por excelencia y el espado -fuico, socí.ll Simbólico-, como el resultado de
dicha construcción.

3.la historia puede ser vista como una ramificación de temporalldades.


La pluralidad tempera~ rnaugurada por Braudel y continuada por destacados
historiadores y sociólogos. rep¡zscna una buena manera de dar cuenta de las
continuas tensiones del presente. entre la determinación histórica y el libre
albedrio, entre la larga duración y la histona cotidiana que puede construirse.
V. también. de las relaciones entre los "modos del tiempo~ el pasado. el pre·
sente y el futuro.

4. En las relaciones entre pasado-presente-futuro, es posible asir al tiempo


social, con roda la carga de sub¡e:nviclad qu.e contiene.

Buena parte de la riqueza de las tempora11dades sociales radica en la combina-


ción compleja entre secuencra y SlllluJtanetdad que sólo la subjetividad, indivi-
dual y colectiva, es capaz de procesar. Sobre elftujo temporal de la duración la
experlenda temporal es capaz de Insertar una nueva temporalidad, no aditiva
ni cronológica. Una temporalidad cualitativamente diversa fundada en la me-
morfa, el olvido o la expectativa, en la cual los modos del tiempo coexisten en
un presente que se ensancha o se dilata, que se precipita o se eterniza.

S. Hay rastros del pasado que pueden ser rescatados del fenecimiento.
Son Indicios de un pasado no caduco que permiten construir el futuro en
el presente.

Concebir al presente como el gozne entre el pasado conocido y el futuro


posible no debe de llevar a pensar que lo pretérito es un punto lijo al cual asir
el conodmiento. No todo lo que ha sucedido debe considerarse, por ese sólo
hecho, como una ley, ni debe confundirse lo irreversible con lo necesario. Tam·
poco debe seguirse expulsando el azar del pasado y reenviarlo perpetuamente
hacia el futuro.

6. La complejidad de lo social debe ser rescatada a partir de la comprensión


de sus temporalldades.

Debemos revisar la perti nencia de nuestras formas de conocimiento, y de nues·


tras teorras, para dar cuenta de una realidad que, por ser histórica, desborda
a lo conocido y a lo nombrado.
Y reconocer que algunas formas de concebi r a la realidad social pueden
funcionar mejor que otras para dar cuenta de la historicidad de lo real. La
concepción de la realidad sodo·hlstórlca como articulación en movimiento
(Zemelman); o bien como sistema-mundo (Wallerstein), nos estimulan para
Interrogamos, de nuevo, acerca de cuáles son los elementos Indispensables de
un mundo mejor y cuáles son los caminos para lograrlo. En el entendido, claro
está, de que si no hay garantía alguna de que el futuro pueda ser un poco mejor
para un mayor número de personas, tampoco la hay de que no pueda serlo.

81BLI OGRA fi A

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V. PENSAR LA CUlTURA O VOLVER A DESCUBRIR El MUNDO

Emmaleón

•No se trata, pues, sólo de destruir el


dogmatismo de la razón, .sino de superar
tamblen el dogmatismo mismo de la critica~
Raimon Panikkar.

El análisis de la cultura está adquiriendo una relevancia cada vez mayor en el


estudio de los renómenos socio-humanos. El presente ensayo está orientado
a señalar algunas razones que a mi juicio sustentan esa importancia creciente
y la forma en que podrlamos caracterizar la especificidad de este campo.
Cabe señalar que esta reflexión no es un análisis acabado y sistemático sobre
autores y posiciones, tampoco se encontrarán respuestas precisas a objetos
de estudio claramente definidos. Se trata, más bien, de una especie de relato
rormado por notas dirigidas a evocar preguntaS de reflexión que pueden ser, en
algunos casos, ya muy conoc:Jdos pero en los que, quizá, no hemos reparado
suficientemente. Por tanto cada quien queda en libertad de valorar lo dicho
con sus Intereses y preocupaciones partiCulares.

E L CONTEXTO CULTURAl V LAS CIENCI ... S SOCIALES

No hay duda que los temas sobre la cultura han cobrado una enorme Impar·
tanda porque en este último cuarto de siglo se ha acelerado la presencia he-
terogénea de realidades y mundos actuantes y posibles, las que Irrumpen con
una variedad enorme de contenidos e Implicaciones para la organización del
mundo social que, como dirfa Ginzburg, se realiza al"filo de cada dlcf.
Estas realidades y mundos pueden venir arrastrándose en largulslmos movl-
mtentos vernáculos subterráneos de experiencias pasadas, o ser el resultado de
los propios vaivenes que realiza el modelo dominante para seguirse sosteniendo
y desplegarse como la única autoridad para vislumbrar y dirigir la vida social.
De cualquier modo lo cierto es que al conocimiento producido en espacios
académicos, cientificos e intelectuales no le ha quedado más que abrir las
puertas a zonas y opciones de vida y de lectura allende consideradas como no
relevantes a la explicación de renómenos sociales, por ejemplo:
- la entrada de prácticas y saberes provenientes de distintas matrices
culturales o recuperados de la propia trayectoria cultural: salud, vivienda, ali-
mentación, relación con los objetos y la naturaleza, búsqueda de respuesta a las
circunstancias propias, etcétera, se ven permeados por terapia5. curanderismo,
chamanismo, naturismo, canomaooa. anrologla, disciplinas meditativas y tlani
marciales, nuevas lecturas de textoS s.qrado5. grt~baciones de música antigua p
o su mezcla con sonidos diferentes. bn
Tlbetanos, Indios del norte. concheros, etc., pueblan la Imaginación y las !'!\~
prácticas diarias de míllones de seres humanos con los universos de sentido 2CU
que cargan a cuestas. l!
- La propia desintegracion de los Estados Nacionales o los Intentos de ~
reintegración geopolftlca cada vez. mb se justifican por medio de criterios de socJ¡
Identidad social, cultural y religiosa Irlandeses. servlos, vascos, gitanos, hutus, i!CIW:
tutsl, mayas zapatlstas, etcétera nos colocan antl! fa cara terrible del genocidio y ca
y el sufrimiento que provoca la no aceptaCión del otro diferente. ~
-los fenómenos de categorfas antes margiNdas en el análisis social, como <:íoq
son fas campesinas, de género, étnicas. etanas nos provocan y cuestionan en •
nuestras propias maneras de reladonarnos con nosotros mismos y con aquellos
que forman parte de nuestras vtdas. A la vez que no pueden ser excluidas de los
graves problemas de la convlvenda polillca. la producción y distribución de la
rlque~a y la pobreza, o bien del as formas r('ltn()los fenómenos pobladonales aca-
rrean una disparidad de dlfiCUlt<~des en salud, vMenda, educación, etcétera.
Podfamos seguir en esta enumeración. pero lo que Importa señalar es que
por efectos de este contexto heterogéneo y dispar, la estructura y la admlnls·
trtlclón de las ciencias sociales se han reblandecido, la crisis de sus estamentos
se va acelerando y su modelo unitano y ~ parcelamlento va disolviendo sus
fronteras conceptuales y disciplinarias para dar paso a Intercambios, prés·
tamos. mezclas y t<~mbién recupeta<iones cñtlcas al limite de su modelo de
conocimiento (el racional), su modelo clvlhzatorlo (la modernidad) y su matriz
cultural (occidente).
Obviamente, con todo esto se desbastan los diques que fragmentan a los
seres humanos, al mundo social y a sus representaciones y lecturas en esferas
autocontenidas, contrapuestas y autoeJtduyentes.
los efectos de esta situación sobre el honzonte general de las ciencias
sodales no se dejan esperar. Por ejemplo, a nivel de los metadlscursos se recu-
peran o elaboran renexiones que rraspasan las fronteras disciplinarias: se trae a
escena a Foucauft, a la Escuela de Ftankfun. Nietzche y Cloran, entre otros.
para debatir sobre la propia razón de ser de las ciencias socio-históricas. Se
elaboran posturas que intentan hacer el recuento de lo ocurrido e Ir más allá
de los criterios cognoscitivos establecidos. sea para expandirlos y actualizarlos,
sea para destruirlos en su totalidad !por ejemplo. los posmodemos).
También se hacen nuevas lecturas de los mismos autores que en un momen·
to dado fueron tomados para fundamenw la estructura del conocimiento ahora
puesto en cuestlonamlento: Weber con sus Ideas de racionalidad sustantiva,
- · l a cultun o..,_ 1 clticubltr el mundo 97

Marx con su alena sobre la determinación social e histórica de las categorlas


del pensamiento, el Durkhelm de las formas religiosas, elt<ant en el terreno de
lo incognoscible, etcétera; o bien se recuperan otros que, siendo Importantes
en la llamada teoría de los clásicos, no hablan sido tomados más que de manera
secundarla o marginal: Simmel, Schütz. Alberoni.
Una de las consecuencias de esta mixt ura es la elaboración de estrategias
teóricas y metodológicas que Intentan sacar el problema de los fenómenos
sociales de la lógica de la determinación estructural, sobre todo la de car.lcter
económico: muchos de los anteriores citados junto con otros como Moscovki
y compañía, Bourdieu, Goffman y Marc Augé, intentan recolocar el problema
de la constitución de lo social en el ámbito de la subjetividad, las representa-
ciones. el hábltus.lo no lugares.
Se recupera de distintas tradiciones disciplinarias una constelación de aspec-
tos dejados en el tintero y que ahora se elevan como criterios fundamentales
para la comprensión, sobre todo de los espacios sociales y simbólicos, cosa que
afecta la propia comprensión de las fronteras que delimitan a las Identidades
y categorlas sociales múltiples.
A su vez. el debate sobre el devenir de los colectivos humanos, su continui-
dad. reproducción. transformación o desaparición se juntará con el cuestiona-
miento de la misma noción de historia e historicidad, para dar lugar a toda una
revisión sobre el problema de la temporalidad, las direcciones, ritmos y dura-
ciones que puede adoptar un acontecimiento o toda una formación social.
Aqul se ve con mayor presencia una lógica de construcción analltlca que va
sustituyendo un criterio de tiempo universal. lineal, secuenciado y homogéneo
por otro criterio basado en la multiplicidad de temporalidades, ritmos y dura-
ciones. donde conviven fenómenos de continuidad con los de discontinuidad y
ruptura; donde se amplia el esquema de direccionalidad hacia configuraciones
circulares, reticulares. arborescentes, caósmicas etcétera.
la problemática de los espacios sociales y simbólicos, de las temporalldades,
de las subjetividades, representaciones. son entre otros un granero de campos
de conocimiento para los cuales no son suficientes los recursos Internos a cada
disciplina y tradición.
Se abren las exploraciones sobre aquellos territorios que por orientación,
objetos de estudio o procedimientos se asume que es tan mejor equipados para
ofrecer recursos de Investigación y porque contienen muchos de los temas más
relevantes y urgentes de atender. As!, la religiosidad, las estructuras mentales
colectivas, las ideologlas, los Imaginarios, las cosmologlas y cosmogonlas. las
estéticas, las metafísicas y las éticas son áreas incorporadas mediante todo
tipo de lenguajes y formas de expresión.
También las historias. hlstoriograflas, epistemologfas y fílosoflas compara-
das, la mitología son, como dlrfa le Goff, una constelación que abren el ángulo
temporal hacia el comienzo y el fin de la historia del mundo y de la humanidad.
Junto a esto se incorporan las realidades literarias, poéticas, danclstlcas, tea-
trales, arquitectónicas. visuales. Todo para rebatir la delimitación entre lo culto
y lo popular, lo sacro y lo profano, la llefdad. lo verdadero y lo veroslmil.

LAS CIENCIAS SOCIAlES ANTE El ANAliSIS DE LA CULTURA

El mosaico arriba mencionado de manera tan escueta ya nos deja ver cómo
se establecen relaciones de interdependencia entre un contexto cultural
contemporáneo, caracterizado por una variación y variabilidad enorme de
circunstancias sociales y humanas.
Sin embargo, la reflexión no puede agotarse en este primer plano de des-
cripción. La problemática de la cultura ha impactado tan profundamente a las
ciencias socio-históricas que las ha obligado a revertir sus procedimientos de
conocimiento sobre sf mismas. Es decir, a mi Juicio la Importancia de la cultura
en el marco de estas ciencias y diSCiplinas radica en su papel de •mala concien-
cia• que las lleva a autoconfrontarse en términos de su capacidad de análisis,
explicación y comprensión de fa reahdad social.
Pero<~hora,¿Porque la cullura juega este p¡pel de autorPRPidvídad que las cien-
das sodales se obligan a hace-sobre si mismas? ¿Que hayen la constit\ldón in tema
de estas ciencias que las ha hecho tan susceptibles a entrar en crisis de legitimidad
gnoseológka y a abrir sus puertaS a un proceso de reconstitución radical?
Cuando se quiere responder, la primera imagen que aparece a nuestros
ojos es, precisamente, la estructura del conocimiento formalizado que se ha
desarrollado en los últimos tres siglos y que aglutina a una cantidad de disc.lplí-
nas bajo el titulo de ciencias sociales. A partir de este momento lo denominare ob
conocimiento sistemático para ubicar nuestra observación en el marco de los QU
espacios académicos e int~ectuales o oentificos. Slll
Pues bien, sin entrar a detalles (porque el estudio de fas estructuras de
conocimiento sistemático están tmaliZ<~dos hasta fa saciedad) tomaremos so-
lamente un aspecto. Este se refiere. entre otras cosas. a que dicha estructura
y modo de conocer se ha basado en lo que podriamos llamar 'la posltlvidad de
los hechos': O sea, que diga lo que se diga. hay una sola realidad contundente,
susceptible de ser conocimiento: los hechos.
Ciertamente en varias tradiciones gnoseológicas se privilegia fa voz de los
hechos como criterio base del con~nto. Sin embargo, en la estructura
del conocimiento sistem~tico. para que los hechos hablen hay que partir de las
siguientes premisas.
a. En la constitución de fa realidad CoeJÚStl!n su expresión fenoménica
(fuente de apariencias engañosas) y su verdaden naturaleza: esa 'naturaleza
real• que hay que tratar de mirar lo m~s exactaiTiellte que sea posible.
P•nsar la culrura o""""" 1 dtS<ubrlr • 1muodo 99

A diferencia de otras vertientes donde hay que hdiar con esa expresión
fenoménica por medio de ver su papel condicionante en la configuración de la
realidad humana, en el conocimiento sistemático se opera tratando de domes-
ticar todo lo que ella tiene de vaivén, caprichosidad, ambigüedad, las múltiples
caras y ropajes con que se nos presenta.
b. Del lado del ob>ervador hay que controlar, entre otros sesgos, la Indis-
ciplina de las afecciones, preferencias, y apetitos; los cuales se alimentan de
esa apariencia engañosa ya que, por su propia ambigüedad, es proclive a ser
tomada para justificar cualquier orientación.
Este doble dlsclplinamiento trata de realizarse mediante una gama de
dispositivos metodológicos y analltlcos orientados a desarrollar una particular
manera de observación de la realidad social basada, fundamentalmente, en
hacer a un lado cualquier señal proveniente de la subjetividad del observador
y de la manera como se expresan los objetos de su experiencia.
La Introducción de campos tales como el analisis de la cultura pone en jaque
esta estructura de conocimiento. Esto es asl, porque la cultura tiene la virtud de
"contaminar• el campo de los hechos y de su observador, con la demostración
analltlca y fáctica de que esa dicotomia entre expresión fenoménica y naturaleza
•real y verdadPra~ nn sólo es limitada y reductora sino que está mal desde su
propio planteamiento: la expresión fenoménica no es una cáscara o vestidura
Irrelevante. Es parte constitutiva de la realidad porque en ella toma carne la
manera especifica como los grupos humanos. desde un contexto particular.
dan forma, configuran sus procesos de apropiación del mundo.
SI esto es conducente a lograr una visión más compleja sobre la realidad
misma, también hace sentir sus efectos para entender y organizar el papel del
observador. Respecto a lo anterior se pueden dedr muchas cosas. pero algo
que siempre se argumenta es que la cultura Inunda la captación de la realidad
social con la problemática de la InterpretaCión.
Con ello se desmistiflca la exigencia de desarrollar una lente capaz de
captar "objetivamente la naturaleza real" del mundo ya que. como cualquier
construcción humana. este dispositivo de observación está condicionado de
la manera siguiente:
- Se trata de una lente que al tener un propósito ya determinado (eliminar
la expresión fenoménica) está adherida a su objeto. es decir, no hay indepen-
dencia entre el hecho y el observador. la lente crea su objeto.
- Se trata, por tanto, de una lente relativa: lo que se observa a través de
ella es sólo esa parte que ya ha sido definida por ese propósito antecedente.
Este propósito que construye sus objetos y que dota de relatividad la
observación de los hechos tiene su fundamento en un ángulo de lectura del
100 ¿Cómo pensor las Ciencias SoóJIIn ~

mundo, cuya particulandid está o:aa.1 por &. INUiz cult\Jral donde se sitUa el L
observador y el desarrollo de sus~ onto
Ahora bien, parec:lera q1.2 el CDII'Idiór:lnat-.to cultural y el papel de la devl•
Interpretación son temas~~~ la r:son. dé conocimiento sistemático zona
que ahora se reVienen ~El DaB ~desde sus propios cimientos. las<
En d erto sentido esto es Ol!llD Q'-~ el problema de la Interpretación, por
ejemplo, ha torTiéldocarta~~enUIIOIPOSdeestud'JOtales como lo simbóli·
coy el anál~delaculn.n.l.OS~teliá&Jcilllneuu:er.mexcluldos de losterrenos
-Trt
del conodmlemo sistemancDos..bordnados a cumplir un papel complementario 00
o de rellerJO para cubrw -~ ¡j di:Sciplonamiento "dentlflco~ me
Pero también es Cierto que. al MenOSf*lllasoenclas sociales, la problemáti-
ca de la Interpretación oose ~.;;o de m.aneR aislada a sus propios desarrollos
y rectlflcadones, sino que la vlene:vra.suandodesde mucho tiempo atrás para
debatir sobre la naturalez3 ~ áe las: iCUIS de apropladón del mundo.
De todas maneras, se puede m<Jduíf que el análisis de la cultura y nociones - PI
ligadas como lo simbólico SOl' •elanvami!'nte nuevas para las ciencias sociales.
Es decir, tales fenómenos adqu~en la nomenclatura que conocemos y su
-P
estatuto de objetos y de cateqorils ~ ·c.s solamente en, me atrevo a decir,
los d os últimos siglos. ..,co
Asf. como campos, objetos y a~ias de análisis, los problemas del análisis
cult ural resultan de un debate y redeflnidón de un limite que Impusieron los -l
re
propios estamentos dellogos(CDmOpensa!lllel'ltoy palabra) que han sustentado
n•
las estructuras del conocimiento sistenáuco. JT
Para esta ocasión a ese ltmite le pondremos el nombre de racionalidad por- (f

que nos resulta más familiar y porque es el más circulado dentro de las dlscursl- o
vldades de las disciplinas socio-históricas. Esto no significa que la racionalidad d
y
contenga toda la PfOblemátia de los modos de apropiación y de instalarse y
vivi r en y el mundo, pero si ha sido uno de los aspectos más señalados y deba-
tidos sob re todo en los últ1mos t•empos.
Pues bien, tornando el arteno de lo racional, diremos que es un limite de
fragmentación no sólo conceptUal. epistemológica o sociológica. También es
de carácter metafislco y ontológico en cuanto se instala en el terreno de la
atribución de las propiedades de la reabóad yen la atribución de la naturaleza
del ser humano.
Lo racional es un limite de fragmentación ontológica y metaflsica porque,
al igual q ue con la luna. separa el ser de los seres humanos en dos zonas de
observación: una luminosa que podet110S ver directamente o a través de ciertos
dispositivos, y un lado oscuro que en el mejor de los casos podemos inferir por
medio de una relación especular lo 1ea de espejo). donde eSte lado oscuro es
la imagen Invertida de lo mismo.
Pensar la culru~a o ve~- a descubrir el mundo 1O1

lo curioso es que, siendo la racionalidad el criterio de una configuración


ontológica que clasifica al ser de los seres humanos en una geografia antinómica,
deviene también en el nombre que se le dará a una de las partes resultantes (la
zona luminosa) y por inversión, la zona oscura tomará el lugar de lo no racionaL
Las caracterlsticas de ambos lados las podemos describir como sigue:

REINO OE lO RAOONAL REINO OE LO NO RACIONAL


-Transparencia de SlJ3 contenidos y manlfts· -Oscuridad donde operan fuerzas 1nhapreo-
taclon~ sea POr vfa directa o por Inferencia sfbles (entre éstas las lnsllntlvas).
mtdlanto d1Sposit1110s confiables y lltfl<ts.
-Ambigüedad permanente. No est~ y no se
-Pueden definl"" más o menos los contornos pueden definir claramente los contornos de
de los elementos manifestados o lnle!idos. las cosas que suced~.

- Llmlnandad (como los dos rlos de que ar..


-Pueden estAblecerse relaciones mentan una parte elementos. m&h o menos
claras entre esos colores del amazonas) que
hacen que los elementos, sus contornos y sus
-Puede encontrarse un sentido coherenr. yno relaclonrs se revuelvan, pertenezcan en un
contradictorio, contradicción puede resolver· momento a una categoría y de presentarse
se por vn tmer elememo o reladón. de Identidad y lueqo a otra. O pette-er en
un mismo momento ~ vanas categorias de
-la traducción de esos contenidos y sus Identidad que pueden o no estAr relaciOnadas
rc.ladane$ en ob~trvaciones palabra.s, I!Ñge· o ser o no cont<Nictorln.
n~ idus y ~p<tilones manifiestas siempre
mantiene (dentro de denos rangos) un1 -las coneldones entre ruerzas. contamos y
relación directa. Es dedr. se mantiene una elementos, PO< su como mlsmalnhaprensibifr-
correspondencia más o menos definible y dad, ambigüedad y llmlnarldad, siempre están
directa entre contenidos y sus objetlvaclones continuamente entrecruzada.~ envueltas unas
y representaciones. en las otras. Por tanto, es un reino de muhiples
transPOsiciones de sentido. Estos auzamrentos
no son necesariamente rc.laclones en sentJ.
- H.ly poiJseml¡ en el sentido de que puede do estricto de una cosa que conena a uno
haber m<lltJpies si9nif1Gldos sobre algo. pero cosa dorectamente con otra. Son verdade<as
cada sognlflc:ado ~ relación y corresporo- trasposloones donde una cosa está en otra y
dencia con ese algo. que puede coexlnir con una tercera. cuarta o
quinta. Se rompe con el principio de coherencia
y no contradlcclón para dar lugar a paradojas,
ubicuidades y contradicciones,

- L.. polisemia no sólo u de m~ltlples slgnlfl·


cados respecto a algo. donde cada significado
tlene una reladón y correspondencia con ese
algo. El signiflcaclo respecto una cosa puede
ser una uasposición, esdecu, ser alusivo a otra
cosa que la p<lmera ~ o alude.
El enorme y ancho mundo de las ouxeos Cll'l:ural~ han sido ubicados por ante 1
varios siglo~ en este 11!100 osasro y sus aa'ioadei fueron trabajadas más para das r
ratificar la superioridad del reino de lo~ que oara enfrentar el problema de la
de otra lógica de semido que no ap¡g en i-1 n:¡m¡ de una segmentación bina- sido,
ria y de oposiciones coorraP""''9"~~ Sino Gúf sr t'3ta de eso, de otra lógica de muy ·
sentido donde la llmtnaridaá.la ~..aon. .. ambigüedad y las transpo- p
siciones son crrterios de~ de l¡s rr-..o.des humanas para las cuales redar
habrla que resolver una tradoeoón Wioce¡¡¡t;.al ) metodológica diferente y no cOn SI
solamente tratarlos como et negat ..o de la '3CO"'~IIdad
Esto no quiere dear que~ los OCtgW!! e el<! esta Fragmentación hayan piejo
estado ausentes las reacc:;o:.es. LDO\Ir~esqueen lasdenciassodales hasta
hace poco lo que se disputaba era qut' R mrn.a partido solamente por el reino de ce
luminoso o que la exdusión del a.do ascurono permftia un esquema integrado jetiv,
del ser del ser humano. La hiStOria n!Cidef• .. esa plagada de voces tendientes
a no olvidar la contrapane de ia ~ pero cuyo reconocimiento en (libe
muchas ocasiones esta en función del ~que ese reino oscuro le presta resp
a la cara luminosa (un ejemplo es F1'I!Od vida
Pero adem.Ss. si nos CDiocamos en ese plano de los cuestiona mlentos 1
metafl,lcos y ontológlcM, -f'itiGS COr1'0 este esquema del ser es el reflejo com
de una enorme angustia que ha rwado 50Cre todo a la historia de la cultura con·
occidental: aquella provocada pot el senomrentoy concepdón de amenaza que simJ
implican las fuerzas interiores desconocidas y la posibilidad que estas Invadan rect
el ser para llevarlo al caos, la desin!l!lpliCÍÓO o la aniquilación.
De all( que la apuesta a la raooNiiiMd podria entenderse también como un dan
mecanismo de compensadón exiSt.enciil que opera por medio de lo que Cario solir
Ginzburg llama inversión simbóilca. Es decir. las acepciones negatillas sobre cual- clor
quier realidad de penumbta llenen una contraparte no dicha, pero que resalta
el valor de su contrarío. Pore]l!mPio. G!nzburg nos señala la condena de todo lo con
que suene a animallsmo. transfDrmaciones zoomórficas o relaciones zoofíllcas que
(lado oscuro) al imponer un llnme n<ILMX> ~lo bestial y lo humano. rios
Para nuestra propia argumentaoón encontramos la misma valoración ne- no
gativa de lo no racional para hacer una I!Xaltaetón de fa luz de la razón. Este ene
mecanismo de inversión simbólica itá traSpasando los discursos religiosos, cor
mitológicos, etcétera, hasta la era de los modeJos abstracto·categóricos-con- no
ceptuates, donde una serie de categorias ópticas renfoque, aclarar, deflnlclón,
perspectiva, entre otras) se estabtecenn para aludir al acto de despejar fas de
sombras en las reladones de conoctm1e1t0. y en consecuencla, para generar es~
condiciones de seguridad exlstl!llCJal y de or..entild6n cognoscitiva. de
No sólo la historiadela fitosoffayde lasaeroas sociales está plagada de este
mecanismo que enmascara el limite de lo rac:loni!l y su compensación metaflslca si o
ante la sensación de amenaza, caos y desintegración, Hay un caso en las den-
das naturales que me gusta citar. Este está referido a la teorla de la evolución
de la vida orgánica donde se supone que la voz de los hechos inobjetables ha
sido captada y corregida por instrumentos de attfslma definición, y donde es
muy dificil concebir la entrada de necesidades existenciales de corte cultural.
Para hablar de este ejemplo tomemos la Imagen pico que nos ha sido he-
redada de la secuencia evolutiva: el horno sapiens. ¿Qué arrastra esta etapa
considerada como máxima expresión de la complejidad resultante?
- La prueba contundente de que la vida evoluciona de lo simple a lo com-
plejo (cono de diversidad creciente)
- la prueba de que la complejidad máxima se representa en la capacidad
de construir y hacer el mundo y a si mismo con base en la rualidad de la sub-
jetivaclón consciente o de desarrollo de la racionalidad.
- La prueba de que en esta cualidad racional descansa la superioridad
(libertad, no condicionamiento, dominio, control del destino y de la vida) con
respecro a los otros seres vivos (sobre todo los animales) que representan la
vida oscura ln<tlntiva.
Esta secuencia evolutiva, donde el ser humano es su punto de máxima
complejidad, se extrapola a sus formas de intervención sobre el mundo para
construirlo de acuerdo a sus propias capacidades ontológicas. la Idea de lo
simple a lo complejo que va más y méis hacia lo mejor deviene en principio
rector del progreso y desal'l'ollo social.
Las distintas formaciones sociales que se tasan bajo este proceso evolutivo
dan lugar a una clasificación de dlcotomlas jerárquicas: comunidad vs sociedad,
solidaridad mecánica vs. solidaridad orgánica, pueblos sin historia vs civiliza-
ciones, etcétera.
Varias cosas desenmascaran los mecanismos de Inversión simbólica y de
compensación metafísica. Por un lado, los mismos procedimientos clentificos
que sirven para ratificar esta seruenda evolutiva proporcionan datos contra-
rios a la seguridad y superioridad que el esquema proporciona. Por ejemplo,
no estamos en el centro del universo sino en un sistema solar que a su vez se
encuentra en la orilla de una galaxia (entre millones); y nuestra c.apacidad de
construir realidades finalmente está supeditada a fuerzas descomunales que
no dependen ni de la vida en nuestro planeta ni de nuestra especie.
Lo anterior se podrla contra-argumentar con lo siguiente: "Bueno si, pero
de lo que estamos hablando es de la superioridad y centralidad que nuestra
especie ha logrado en la Tierra dentro del marco del desarrollo de las formas
de vida~
Aquí también, las pesquisas científicas parecen contradecirnos. las revi-
siones recientes descubren que el piso donde descansa el ~rbol de la vida está
fal~eado: del encuentro de los fós;le$ que representan las formas de vida más
antiguas conocidas a su Simple dlbu¡o en una hoja se produjo una Inflexión
crucial: fueron dibujados para pertenecer a grupos ya clasificados dentro de
una secuencia evolutiva ya determinada..
Sus nueva calcas demuestrcln forma<icxles de vida que no corresponden
a nada conocido (opabinla, sldneyfa, burguessia, hallucigenla, entre otros).
Pero además. este hallazgo demunba la ldl!il del cono creciente que plantea
poca diferenciación !nidal y paulatino desarrollo de la complejidad hasta llegar
al homo saplens.. Se trata más bien de un ~/bol invertido donde en el inicio la
diversidad es máxima que se va reduciendo y decantando por continuas ani-
quilacion~. En la secuenoa evoluiJYcl los seres humanos no somos más que
el último susplrlto de una cadena que tendió a simplificar la diversidad y en el
árbol de la vida ocupamos un pequeñito puesto entre los primates que, a su
vez, son sólo una ramita.
lo Interesante del asunto es que dicha contradicción no resulta de un error
en la observación sino de un verdadero ajuste Intencional para privilegiar una
particularontologla de la especie humana. subsumiendo, relativizando o incluso
nega('ldo los aspectos que la ponen en riesgo, al colocarnos ante sítuac:inne\ de
carencia y fragilidad Igual a la que están sometidos los otros seres vivos.
luego entonces, ¿somos el emblema del máximo proceso de diversificación
y complejidad o, al contrario, representamos una minimización de la secuencia
evolutiva? ¿Nuestra Idea de progreso y desarrollo, como traspoladón de la Idea
del cono creciente, es más bien una reconstrucción Interpretativa que trata de
esconder la diversidad horizontal?. Sí es asf, ¿Qué pasa si trasladamos ena hori-
zontalidad ontológica al plano de las formas para Intervenir y nacer el mundo?
Al destrabar el matrimonio que une lo simple con lo primitivo y lo com-
plejo con lo moderno o acrual, ¿Dónde queda finalmente el esquema del ser
radonal-no racional cuya parte luminosa da supremada ante ot ras formas de
vida y frente a otras dinámicas constitutivas de la propia especie?
Como se"alamos antes. este problema no sólo ~ conceptual y enmarcado
en el propia perfectibilidad del conocimiento sistemático, obedece a un conjunto
de factores metaflslcos y existenciales. Como dlrla Jay Gould no se trata de un
regimo de hechos empíricos sino de una Hlosofia de la vida que alimenta las
~peranzas de un universo de significado lntrlnseco, definido en los términos
de una cultura y de los mitos que ella elabora para rendirle homenaje a un
deseo del corazón.
Repetimos, aunque a lo largo de esta trayectoria siempre se han manif~­
tado realidades y voces que ponen en entredicho el modelo, es hasta el último
cuarto de este siglo cuando se vuelven más visibles para clamar por el derecho
a su existencia, con sus propios estatutos y relevancias.
~'enser la tuhlml o~ a clestubtu ol mundo tOS

La idea de heterogeneidad y multiplicidad cobra relevancia y con ello ese


reino de la oscuridad va adquiriendo estatuto de conocimiento sistemático
no subordinado a un criterio de racionalidad que a su vez va modificando sus
definiciones.
Por ejemplo, la idea de lo multiple trae consigo la Idea de variedad de ló-
gicas de sentido y por tanto el problema de que no hay una sola sino muchas
racionalidades; que adquieren su propio contenido y criterio de exclusión segun
sea el tipo de realidad y marco en que se Inscribe, el tipo de problemas que
atiende y el nivel en que se ejerce el análisis (las emociones, las afectividades,
las prácticas de cualquier tipo también tienen su propia racionalidad).
lo no racional, en consecuencia, deja de ser el opuesto de un tipo de ra·
clonalidad declarada universal para convertirse en el conjunto de realidades
y lógicas de sentido que no obedecen a la realidad y lógica de sentido puesta
en foco.
Con ello la propia idea de conocimiento deja de ser de leyes universales o
patrones generales para devenir en procesos de reconstrucción e interpretación
de realidades. El conocer depende de una intrincada relación entre la manera
en que aparecen las cosas y fenómenos (contexto renornénlco) y la mancr~
como el observador configura sus lógicas de sentido (cómo se relacionan, qué
indican y expresan, a qué se refieren, en qué caldo de cultivo surgen, porqué
y para qué).

PENSAR LA CULTURA: OBJETO OE ESTUDIO


O MOOO DE CONOCER

Como dijimos antes, toda esta nueva re-estructuración contextua! y cognitiva


Impacta sin igual el territorio de las ciencias sociales, pero es en el análisis de
la cultura donde cobra carta de autoridad al convertir a la reconstrucción e
Interpretación de lógicas de sentido en un objeto de estudio en si mismo, pero
también en uno de los procedimientos fundamentales para abordar toda suerte
de temáticas.
Es decir, se trasciende la Idea de que la cultura y su análisis se contiene
en la mera selección de temas y problemas que pueden caracterizarse como
"objetos culturales• (Folklore, rituales, cultura popular, etcétera); y que se
constriñe a los enfoques y teorfas de una disciplina particular como lo puede
ser la antropologla (de la misma manera que los fenómenos de la psicologla
colectiva e Individual no se reducen a la psicologfa como disciplina).
Tal y como se viene señalando desde tiempo atrás no hay una delimitación
dura o fáctica entre objetos culturales y objetos no culturales que se corres·
ponda con disciplinas particulares.
106 ¡Cómo pe<¡wr ltJ Clenci.U SociaiiB """

En estos téllT11nos la rec01<Wuc:rl6! ~ e--.e:poe«<íón es para el campo de


la cultura tanto un objeto de ~c:r;&::lO 1I;E2 terma metodológica, o sea, un
problema también de an&li56 ~
Pero ahora ¿qué es lo que baC!' qge la at;¡¡n ~u lera el estatuto de ser
un objeto de estudio en Sl mlsr.JO~ ¡:úJijnOo q C1i tura se convierte en una
forma de a~ lisis y de a~ Cll!mn!l !COr:o es que los diferentes recursos
formales e Informales se convoerti!fl en reo::rsas de reconstrucción e interpre-
tación cultural?
Se nos pueden ocumr m~ ""''*estA.
UN de ella~ proviene de la pri-
mera pregunta, es decir del ~sotr e l!lesaruro miSmo que tiene el análisis
de la cultura en el conciertD de 1.5 aent2S y dl50pitnaS socio-humanas.
Aunque la termlnolog~ poma~ oseara) chocante en esta respuesta
se afirma que lo caraae~istlc.o del a:w:m <* la cu.rura es que éste se orienta
a comprender la "fenomenalid;)d ~del mundo"
Para entender este ~ '101 a oes-«ldar algunos pasos y hacer mis
alcances personales. Con estr ~ q a trai!r de nueva cuenta algunas
de las implicaciones que sedespte:nden ~un ¡;¡pode conocimiento (que llamé
conocimiento sistemático} basado en la "DOSittvidad de los hechos~ En esta
estructura, sl recordamos. se~ .a neasldad de:
a. Distinguir entre las formas COi'I'O se exprewn Id) cosas y circunsr.mdas
humanas (expresión fenoménica) y el plano de su naturaleza real y verdadera.
b. Hacer a un lado o quiUr la OJbiefu de esta expresión fenoménica por
considerarse que es clrcunsunoal y poi tanto obsraculizadora para lograr
captar con la mayor transpare!'l(ia posiole el segundo plano de naturaleza
constitutiva de la realidad.
También dijimos en ese momento. que la tndusión del ángulo cultural
modifica dicha fragmentación porque demuestra que la manera como se ma·
nlflestan las realidades no es un mero ~¡e. Las expresiones y formas son
constituyentes de fas realidades porque en si mismas son modos en que las
comunidades humanas particulares (en ~po y lugar) hacen su mundo. Son
las formas como estas com1.1nidades se realizan a si mismas, adquieren exis-
tencia social y humana. Por tanto no hay que desecharlas sino tomarlas como
el objeto de estudio y explorar en ellas. no fuera de ellas, esas otras realidades
con las cuales están entretejidas.
Ciertamente en el conocimiento sistem.ltJCo se busca penetrar en las ma-
llas que arman el tejido de una realidad pero la dlferenda radica en que, para
el análisis cultural esta indagaoón se hace con y desde la propia expresión
renoménica.
Si recuperamos ahora esta dtSClJSIÓn y la vinculamos con ese concepto de
"fenomenalldad histórica del mundo~ veremos entonces que éste puede aludir
l'enl4rla cull~ra o...,..., • descu~rlr el mundo 107

a que las realidades sociales no sólo están histórica y culturalmente determl·


nadas, de tal suerte que no se pueden estudiar en aislamiento del contexto
particular en que se producen y se produjeron.
Se trata, sobre todo, de tomar esas expresiones fenoménicas para some-
terlas a un proceso de deconstrucción y reconstrucción de la condlclonalldad
contextua! y temporal. Es decir, ver como esas realidades condensadas en si
mismas, están capllarlzadas y ca pila rizan, un tejido fino a veces tremendamente
sutil de condiciones, mecanismos. planos y realidades diversas.
la propia idea compuesta por los dos vocablos•fenomenalidad" e•histórica"
es alusiva a la morfología que adopta una realidad (y que contiene la Idea de
fenómeno), en su proceso de configuración temporal y espacial (que contiene
la noción de historicidad).
Asl el análisis cultural viene a ser el análisis de los modos de ser o morfolo-
gias de las realidades humanas, en la condensación temporal y espacial que un
colectivo humano realiza en cada momento de su existencia y para expresar
su existencia.
La condicionalidad cultural e histórica en estos términos deja de ser la mera
colocación de un objeto, producto o proceso social en cslgún punto de un eje
lineal del tiempo y en un ambiente formado por estructuras, Instituciones y
fuerzas sociales, polfticas y económicas.
la condicionalidad cultural e histórica se convierte en el problema de los
procesos mismos de la configuración del mundo, de su manera de existir, de
su modo para realizarse en un tiempo y lugar.
Es algo asi como el vis formae que recupera Pierre Bordieu para hablar
de la fuerza de las formas, la manera como las situaciones vítales de los seres
humanos (la naturaleza, la muerte, la coexistencia, el sexo, eJ sentido de la
propia vida, etcétera), repito, la manera como esas situaciones adquieren un
modo de hacerse y expresarse, adquieren una morfologia.
Pero ahora, si pensar la cultura es un asunto de reconstrucción de esa feno-
menalidad histórica ¿siempre estamos ante la problemática de la hermeneútica
y la Interpretación?, ¿podemos entrar a un análisis cultural y de la cultura sin
tomar estos caminos?, ¿qué otras cosas entran en concierto?
Las respuestas a estas preguntas no serán desarrolladas aquf,lo único que
haré al respecto es terminar la presente reOexión delineando sumariamente
algunas cuestiones que me vienen interesando desde algún tiempo porque están
asociadas con la necesidad urgente de pensar, o mejor dkho, de re-pensar ese
horizonte de vida y de vida social que es la cultura, cuya pertinencia e impor·
tanela está más allá de lo que haya mencionado desde el principio.
Pues bien, retomando la argumentación seguida hasta ahora terminaré
hablando un poco sobre algunos caminos que se vienen ensayando en la pro-
108 ¡Cómo P"""'' las Oenc!As Socialeshof>

ducclón disclpllnaña para enfrentar m problemas de pensar el campo de la unlvo


cultura. gene:
Te
lo\ CULTURA~ PROBLEMII DE HHMEN.EUTICA neces
O DE ONTOLOGIA SOC IAL dosl.l
dese
SI sintetizamos algo de lo dicho ptevíamente, veremos que la cultura (como dired
tema o como procedimiento para conocer) nos alerta ante la Imposibilidad de RJ~ec
someter a la realidad social dentro de patrones universales de estructuración. ubica
Esto es algo que nos deja ver la Idea de que el campo de la cultura se caracteriza realld
por y se orienta hacia la comprensión de eso que llamamos la "fenomenalldad y1!gn
histórica del mundo~ 8
Aunque este último conceptQ. el de la fenomenalidad histórica, puede dar morn
lugar a una variedad muy grande de impllcadones solamente lo hemos puesto 1evar
en escena para señalar que el análisis del mundo social y de los seres humanos caso,
no puede desprenderse de la configuración morfológica que ellos adoptan, ya crnefi
que. las formas en que se ex¡¡resan están generadas y desarrolladas histórica- dona
mente. Por tanto, la configuración morfológica de una realidad social no sólo 8
manifiesta su manera particular de darse en un tiempo y lugar determinado, camlr
también, y por lo mismo, conmtuye su modo especifico de ser: como se pro· QIJI!,I
duce, objetiva, existe, realiza esa realidad, como realidad misma. histó•
También queda claro que esta condidonalldad no sólo se reconoce como El
consustancial para las realidades bajo estudio: el propio acto de conocerlas y el pteta
resultado de esta experiencia implica siempre un proceso de reconstrucción e "'el. e
interpretación relativa porque depende del ptopósito y de la lente que se utiliza. de 11!(
Entendiendo que dicho proceso no es posible de concebirse sin la existencia colee
de un sujeto que mira el mundo desde su particular modo de ser y realizarse aquel
en tiempo y lugar. enCUt
En este marco intenté hacer una distinción entre las lógicas de recons- kono
trucción e Interpretación que tradicionalmente se desarrollan en las ciencias H
sedales (que denomine conocimiento sistemático) y las que caracterizan al elrec
análisis de la cultura (que denominé análisis cultural). cedin
En ambos casos el fTlOtivo esta centrado en penetrar los mecanismos de di~
constitutivos de una realidad cualesquiela pero, como afirme, estas vias se noe11
distinguen, entre otras cosas, porque en el análisis cUltUral dicha exploración Ll
tiene al menos dos características: una, trabajar con y desde las mismas mor· del te
fologlas en que se expresan las realidades ba¡o estudio; y otra, que para el esta '
análisis cultural los llamados mecanismos constitutivos pertenecen a e.se reino toda '
de lo oscuro que allende se consideró como el opUestO"de todo aquello que no obie1
cayera dentro del campo de la racionalidad !transparencia-definición clara de
los contenidos y de sus relaciones, traducdón definible y de correspondencia
Ponsotla culnn o -• descub!ir el mundo 109

univoca de esos contenidos y relaciones en palabras, ideas, conceptos, imá·


genes, prácticas, etc.).
También señalé que la oscuridad de estos últimos mecanismos no Implican
necesariamente su indole irradonal {con todos los epitetos valorativos asocia·
dos). El análisis cultural es cada vez más una opdón para abordarlos en términos
de ser otras lógicas de sentido configuradas por criterios de inaprensibilldad
directa, ambigOedad (no hay definición clara. univoca y firme de fas cosas que
suceden), limlnaridad (transmutan continuamente de una realidad a otra y se
ubican en fas fronteras de transición entre dos o más fenómenos, estados o
realidades) y transposición {unas realidades en otras, ent recruzamiento, sentido
y significadón indirecta).
Esto querria decir que los hechos y datos que nos ofrece la configuración
morfológica no son, para el análisis cultural, un sinónimo de realidad (lo cual
llevaría a meras descripciones nominales sin densidad analltica). Son, en todo
caso, la materia prima que requiere ser trabajada con las herramientas y los
criterios adecuados (como lo pueden ser esas lógicas de sentido antes meno
clonadas u otras).
Es aqui donde aho~ quiero hacer las últimas consldcr.~clones sobre algunos
caminos que se vienen ensayando para dar cuenta de esas lógicas de sentido
que, recordamos, son las que pueden ayudar a comprender la fenomenalidad
histórica del mundo.
En relación a esto diré, muy sumariamente, que la reconstrucción e Inter-
pretación de realidades Incluye un problema de hermenéutica compleja. A su
vez, dentro de este camino uno de los aspectos centrales es el de los ángulos
de lectura y por tanto de los marcos de referencia e Identificación de aquellos
colectivos y personas que ejercen esos modos, como también de los que tienen
aquellos sujetos y colectivos que directa (observación directa o participativa,
encuestas, entrevistas, entre otros) o Indirectamente (Información escrita,
lconografia, objetos etcétera) entran en contacto con ellos.
Hasta donde se deja ver, parece que las ciencias sociales han privilegiado
el recurso de la hermenéutica para incluir el ámbito de la cultura en sus pro-
cedimientos cognitivos; incorporándola de sus propias filas o de otra variedad
de disciplinas al conjunto de utensilios establecidos. Estos son muy variados y
no entraré a enlistar ninguno.
Lo que si se requiere señalar es que uno de los aspectos privilegiados dentro
del rerreno de la hermenéutica es el de la simbolización ya que se ha asumido
está estrechamente ligada con los mecanismos de significación que adopta
toda clase de práctica.s y proyectos sociales, sean pretéritos, estén acaeciendo
o bien se vislumbren como posibilidades a futuro.
11 o ¿Cómo pensar las Clencl.ts Sociales hoy!

Pero a su vez. se planrea otra posibilidad que proviene de una forma de de la hE


hacer análisis que todavla no es ¡nuy usual en las ciencias sociales. Se trata de parar al
toda una constelación de gnoseologlas comparadas que no se quedan en las del mur
paredes estrechas de la confrontaClón entre disciplinas, teorlas o paradigmas. ffitre el
Estas modalidades se encuentran frecuentemente en el terreno del diálogo pro bien
lntercultural e inter·clvilizatorlo, desarrollado sobre todo, para tratar de des- Sin•
centrarse de los modelos occtdentales de conocer, incorporarlos desde otras bthdad
matrices diferentes, o bien sustituirlos. SJgnlfio
Needham, Panlkkar, Braudel, Radlnakrlshna, Dummont, Glnzburg, el del par
Ellade del Yoga, Klor de Alva, López Austin, Da Mana son, entre otros, au· experie
tores que ofrecen esta posibilidad de análisis cultural desde la comparación de ~rle
formas de razonamiento, de subjetividad, de fllosoffa, ciencia, etcétera. No Par.
Importa si v•enen de las filas de las ciencias sociales o fuera de ellas; si forman nuev.ll
o no forman parte de la herencia intelectual de occidente o si pertenecen a cielos¡
otras coordenadas culturales que emergen como consecuencia o sintoma de vida se
esa heterogeneidad de realidades y búsquedas que caracterizan al mundo .t conS1
contemporáneo. particu
Uno dl."lns aspectos más Interesantes de estas gnoseologias comparadas es Se
que, sl bien pueden Incorporar a la hermenéutica y al análisis simbólico como que se
parte de sus procedimientos y análisis, no los toman como eje ni propósito l?pfe54
central para dar cuenta de esa •fenomenalldad histórica áel mundo~ Ya que, mome
como algunos señalan explfcitamente, la hermenéutica por si misma no satisface cion et
una lectura de la realidad social que salga de un parámetro particular (y por '!Odale
tanto condicionado culturalmente) de Interpretación y de la lógica de sentido Co
que lleva a cuestas. Como dlrla Panlkkar ·No podemos saltar por encima de que nc
nuestra sombra". se esti
Es decir, aunque sea posible someter a lectura e lnt.erpretacíón el mundo cada s
ajeno y el propio, los resultados siempre estarán encadenados al dispositivo Lo
usado para ello. Pero además, aunque estos análisis Intentan sumergirse en ~la 1
los mecanismos constitutivos de una realidad (sea porque están abajo de las búsqu
apariencias engañosas o se considere que dichos mecanismos se encuentran lare!a
enraizados en las formas mismas) la gran interrogante es si lo encontrado, re- ontolt
construido e Interpretado puede ser considerado o no como algo perteneciente nallda
a esa realidad bajo estudio; algo en el que pueden reconocerse las personas, las cu.
colectividades o comunidades a si mismas como poseedoras de atributos, Ce
significados, símbolos u otros aspectos que le dan sentido a su forma de vivir, tructl.
practicar y hacer su mundo. condi
Las gnoseologlas comparadas permiten llegar a una condusión y a una gama las m
de propuestas respecto a estas interrogantes. Pecando de sobregenerallzación desdE
se puede decir que una conclusión resultante tiene que ver con las limitaciones
Ponsat ~ cultln o..,._ • cMsc.ubrtrol mundo 111

de la hermenéutica. Una de ellas radica en que, para operar, requiere de se-


parar al sujeto del objeto de la interpretación, a la Imagen o visión del mundo
del mundo. Esto para poder establecer relaciones de significación y de sentido
entre el'interpretante, lo interpretado y la Interpretación~ Si no fuera asl, el
problema de la lectura desaparecerla.
Sin embargo, de estas gnoseologlas comparadas se desprende que la varia·
billdad y diferencia cultural radica en que~ el significado no es separable del
significante~ porque (y esta es la propuesta) se encuentran inmersos dentro
del particular campo de realidad en que cada persona o colectivo funda su
experiencia vital. Pero ahora, ¿Qué se entiende por campo de realidad y de
experiencia vital en estas perspectivas?
Para contestar es necesario remitimos a lo siguiente: La interrogación de
nueva cuenta de muchos testimonios. registros y grandes obras de la cultura
de los pueblos; y la contrastación de esta materia prima con la gestión de la
vida social de las comunidades actuales de esos y otros pueblos, conducen
a constatar, diversos modos de estructuración que no sólo fundamentan un
particular modo de percibir y significar.
Se trata, sobre todo, de modos particulares de estructuración ontológica
que sedimentan y sirven, a su vez, de motor generativo para los procesos
representacionales, subjetivos y simbólicos que llegan a caracterizar. en un
momento dado, tamo la especificidad de una eplsteme cultural como su inser-
ción en la generación, desarrollo, reproducción y transformación de prácticas
sociales concretas.
Como dirfa Panikkar"Toda diferencia lo es sobre un trasfondo de Identidad'
que no es más que el resultado de una experiencia del mundo mismo en el que
se está Inmerso, y la cual (la experiencia) seria la última instancia que posee
cada sujeto Individual y colectivo, ~más allá de la cual no se puede apelar~
Lo anterior, no Implicará una asumsión metaffslca universal o genérica
de la naturaleza del'ser• de la realidad y de los seres humanos; tampoco, la
búsqueda de estructuras subyacentes de cualquier tipo. Se trata de reivindicar
la relatividad construida socialmente que se contiene en toda estructuración
ontológica que, por lo mismo, se genera, produce y desarrolla en una ' fenome-
nalidad" históricamente determinada. Esto es, produce las formas, a través de
las cuales. los mundos y las realidades se configuran y realizan como tales.
Con ello se subordina el problema de la hermenéutica al campo de la es·
tructuraclón ontológica, a la ve~ que éste último se abre al problema de la
condldonalldad cultural modificando su propia concepción: no se aludirá a
las maneras como una realidad se relaciona con las prácticas humanas pero
desde la dinámica de sus propias reglas.
112 tCómo pensar IDs aenclu 5ociOta tqol

Se trata más bien de ~ons•derar a la condicionalidad culwral como un


problema de estructuración ontológica en sj misma. Entender a ambos como i.t
fenómenos mutuamente auto-i]eneranvos basados en la Idea de que la natu- d
raleza humana es, por sobre todas las cos.u, una nawraleza cultural que es .J
constitutiva de la propia estructuración de su ser y su existir como realidad. d
Otra cuestión relacionada, pero diferente, seria analizar cómo dicha estruc-
turación (del ser y la existenda) puede deYenrr en sujeto y objeto de visiones,
significados y slmbolos [o sea un problema de hermenéutica).
Hay un camino abierto que no desarrollaré aquf para acercarse a estas ¡
estructuradones ontológicas y rewperarlas como una estrategia fundamental
para pensar la cultura y hacer análisis rulrural. Pero lo cierto es que su trata·
miento puede ayudar a rebasar esa especie de circuito cerrado en que toda
realidad social, para ser leida rulwralmente, se circula entre el análi sis del
significado, el sfmbolo o cualquier otra actividad representacional.
Además de que es frecuente separar el análisis de las representaciones
del campo de las prácticas y haceres humanos, estudiando sus dinámicas
•desrle las nubes~ •en el fondo• o , en el mejor de los casos, en términos de
una sobreimposlclón de realidades que operan en ~onjumo. Sin atender todo
lo que estos fenómenos representadonales tienen de condicionado respecto a
la forma misma que adopta cualquier realidad manifiesta sea fáctica, materia~
ffsica e incluso biológ•ca.
El esttldio de las estructuraciones ontológicas, como camposde experiencia,
competencias de hacer, saber estar y ser de un modo y no de otro o cualquier
otra forma de nombrarlas: puede ayudar a soprepasar ese circuito cerrado
porque nos adentra en el terreno de las vivencias, necesidades existenciales u
otros componentes que imprimen su sentido a las formas de hacer el mundo y
de gestionar la vida diaria aunque, y he aqul el detalle, no se asocien a ninguna
Imagen, palabra o cualquier otro contenido representadonal compartido por
una comunidad simbólica. O que de asociarse, permanezcan en el reino de
lo no dicho o de lo oculto para aquellos otros sujetos que no forman parte de
estas matrices.
Las estructuraciones ontológicas, por lo mismo, también nos pueden ayudar
a comprender ese plano de las experiencias y vivencias culturales para las cuales
no hay conceptos ni significados homologal:lles y que han hecho que muchos
de los análisis sobre aiteridades culwrales (pertenezcan o no a la misma ma-
triz) no sean más que un problema de hermenéutica, es decír. un problema de
Interpretación sedimentado en una óptica o parámetro establecido que puede
decir algo que resulta coherente y hasta novedoso para los analistas pero sin
la capac.ldad para que sea reconocida por los sujetos o colectivos estudiados
como algo que les es propio e intelegible.
Con ello el pensar la cultura se convierte en el ámbito de análisis y reflexión
urgido de tra.sladar a los otros (sean pueblos, etnias, jóvenes, clasificaciones
de género, de actividad económica etcétera) el propio patrón de lenguajes, de
vivencias y experiencias, enmascarado de búsquedas de sentido y significado,
de necesidades de interpretación y de entendimiento sobre construcciones
humanas y sociales que no conocemos o que no forman parte de nuestras
vivencias.
También el contacto, el diálogo y el estudio intercultural devienen en una
acumulación Inmensa de erratas y equlvocos registrados hasta la fecha en la
historia social, polltíca y económica sobre culturas y colectividades del pasado
y de la actualidad. Ya que dichas historias se han desarrollado por una especie
de colonización del discurso y del razonamiento que más que dar cuenta de
una colocación heterogénea de socialidades y realidades, salvaguardan la pri-
mada de una cosmovisión centrista (sea ésta dvillzatorla, Ideológica, religio-
sa, filosófica o científica) que desde su propio eje, parafraseando a Foucault,
hacen la distribución de toda ecumene -o mundo conocido- (su separación,
su alineamiento, su subdivisión y su vigilancia) y la organización de un campo
de visibilidad alrededor de ella.
En este sentido, como seguramente ya se ha observado, lo relatado aqul y
el abrir la discusión hacia el estudio de la estructuraciones ontológicas no tiene
el propósito de hacer una apologla o épica de la cultura en la época contem-
poránea, menos aún suscribir el debate con respecto a un proyecto cognitivo,
social o polftlco particular. Tampoco se fija la atención en la necesidad que
tienen las ciencias sociales de Incorporar el ámbito de la cultura para ampliar
o modificar sus rangos de pertinencia respecto al contexto especifico en que
ellas se insertan.
Ciertamente nada de esto puede eludlrse en la búsqueda de los sentidos
mismos que tiene en la actualidad dedicarse a la producción de conocimientos
(desde los espacios académicos, científicos e intelectuales) en el marco de una
socialldad desbastada por crisis entrópicas de todo tipo.
Sin embargo, lo que estas gnoseologlas comparadas nos permiten aprender
es que, para pensar la cultura en la época contemporánea y para Incorporar-
las al campo de las ciencias socio-históricas, es necesario primero Invertir la
dirección de los mecanismos del conocimiento formal sobre el estudio de las
alteridades culturales: dejar el puerto relativamente seguro de los díspositlvos
del conocimiento sistem~tlco que hacen tabla rasa de toda condid onalidad
contextua!; pero también poner entre paréntesis las estrategias hermenéuticas
que. desde sus propios par~ metros, se lan~an a la búsqueda de Interpretaciones
y significados homologables.
las direcciones que nos~ f!'SQ:S gnoseologias comparadas implican Bal
descentrarse de estosluga~co6ocac:íón,amegane a dar el salto"sin dispo-
sitivos-a la tierra incógnita de as attwJdades cu~les; situarse en ellas como
una persona "neófita• y sin ínfulas de espedafiZi!Oón, para recibir lo que nos
ofrecen en sus propias morfologias y lengua¡es y, desde ahl, salir a la búsqueda
y selección de experiencias sociales y proyt!CtOS de vida que puedan enfren- Be
tar la degradación, la irradonalklad de los conflictos y guerras (aunque estén
enmascaradas por cualquier tipo de razón) y a destrucción de toda diferencia
que pueda obstacvlizar, como djria Panokkar el poder de los más crueles.
Si esto resulta en un viaje de regreso hada el campo del conocimiento
sistemático o al plano general de las ciencias soci<>-llistórkas, no hay duda que 8
se volverá enriquecido y refrescado lEen todos los beneficios que esto tiene);
si, en cambio, el viaje nos lleva a otros camtnOS drferentes tampoco Importará,
siempre y cuando lo transitado y el punto de destino propicien que la vida en e
general y la vida humana en p:aftKUiar sec;n mas dignas de respeto y cuidado.
Con esto, pensar la culrura dejara de ser un ejercido de auto-reproducción
de comunidades académicas Qrr.itica~ y .ns•osas. de gambuslnos Intelectuales
cansados de lavar las mismas piedras y movidos por el interés de las modas,
la originalidad cognoscitiva, tos prest¡gtOS y. si se puede, el acceso a cotos de
poder.
Pensarla cultura se convero~ en la tremenda aventura de volver a descubrir
el mundo pero dejando a11ás el espfntu de colonizador o de depredador Ilustra-
do para permitirse ser Inundado por una vastedad de realidades (seguramente
contradictorias) que nos hagan de nueva cuenta pertenecer a esta "tlerra de
nadie que es de todos~

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VI. PEN S AR LA PO LITICA DESDE lA INC REDU l iDAD

Manuel Canto Chac

INTROD UCCIO N

Hablar hoy de la polftlca, más en concreto de la teorla de la polltfca sugiere


una multiplicidad de temas, de problemas, de enfoques que, más allá de las
pretensiones de sólo acumular conocimientos e información, generan una
actitud de desasosiego, de estar frente a un monstruo Ingobernable. Nuestra
época, que tal vez sin que nos demos cuenta va llegando a su fln, vivió con la
creencia de que la polftica era el medio para la realizad ón de nuestros deseos,
hoy se ve cuestionada tal posibilidad.
Desde diversos ámbitos se redeflne la polrtica negándole la posibilidad de
ser el instrumento, que desde la antigüedad se querla, para la construcción de
la "vida buena: A la pragmática deflnidón de laswell de que la polltica es el
arte de decidir •quién obtiene qué y cómo: se añade la invitación de Crozier
a pensar la polftica modesta:
•la conquista de la modernidad que será el paso al Estado modesto sólo
podrá lograrse si paralelamente podemos redudr la politica a la propia mo-
dO$ tia. Un E1tado modP~to, respetuoso de los ciudadanos al servicio de los
cuales acepta obrar, presupone en efecto una polftlca modesta que no pretenda
cambiar la vida ni fundar de nuevo la sociedad• {Crozier: 251 ).
Esta diversidad de enfoques, de temas, de información ha desembocado
actualmente en la incredulidad, ya ninguna teorfa, ninguna corriente, ya nadie
puede generar capacidad de convocatoria, de adhesión o de asombro ante sus
propuestas en materia polltlca. ¿Cómo atreverse a pensar entonces en esta disci-
plina desde esta situación de Incredulidad, ante la Incapacidad de entusiasmo?
Por supuesto que no aspiro a resolver este problema, sólo pretendo com-
partir la manera como he pretendido ubicarme ante este mundo de información
y discursos con una aspiración básica: querer y creer que la polltlca aún puede
servir para construir la vida buena. En este tenor quiero reflexionar sobre tres
aspectos que considero Inherentes a toda discusión sobre la polltlca: la demo-
cracia, el gobierno, los actores.

A. El CO NTE XTO TEOAICO

SI Intentara hacer un balance provisorio y personal sobre la producción en ge-


neral de la teorla poUtica contemporánea, comparándola con la de hace apenas

11 9
unos lustros me encontram con qae ~ :an operado tres desplazamientos
básicos en la teorfa: a. Del análsis a l.a¡:.cdCiípejóot; b. De la legalidad a la étiar
c. de la verdad al consenso.

a. El desplazamiento del aná lil~ a .a oracrlpc:lón. la aspiración de las


ciencias de la pollt1ca en las dmdas de la posguerra fue la de construrr
una visión con todo el ngor de la observaclon de las ciencias •exactas·
en consecuenda.la preocupa<Jon dasica del pensamiento político sobre e
•oeber Ser" de las cosas v¡¡ a ~r SUSl•tvida pot el Intento de aprehender
al•ser•; sin embargo, las distintas ~rvaciones se agolparon terminando
por neutralizarse las unas a las otras. s•empre frente a una observación
generalizable podlan invocarse mútuples hechos en sentido contrario qu~
la contradeclan, con ello se prea01to la cnsis de esta visión de las denc•as
sociales, que al perder su capac•dad de predicción, o por lo menos la
confianza en ella, deja abiertos nue.oos espacios para que las ciencias de
la polltlca retomen su visión prescnptrVil. los hechos contempo ráneos
parecieran demandar no sólo una vuelta a la especulación, sino también
retomar el desarrollo de la razón pnc~a
•Hoy mas que nunca a la vlsU de! cúmulo de problemas que hacen acto
de presencl" t>n las sociedades contempoñneM. parecP que la ntosoffa y las
ciencias sociales en general deben abandonar la visión exc.luslvamente contem-
platJv¡¡ o 'explicativa' del acontecer ~ial para acentuar su función teórico-
práctica, aunque ello suponga la puesu en cuestión de su propia certeza, de
su ser 'clentffico"' (Vallespin: 14}.
Con esta situación se opera en la cflSCUSión contemporánea un primado de
lo normativo sobre lo anahtlco, ya no se trata tanto de decir que ha ocurrido o
qué ocurrirá, sino que es lo que clebeiiiOS o podemos hacer.

b. 8 desplazamiento de la legalidad al campo de la ética. SI anteriormente


se trataba de descubrir las Invariantes de los fenómenos pollticos,las leyes
de la historia, las tendencias objetlvils la Imposibilidad de realización de
los resultados esperados h120 que los owdelos analíticos se precipitarar-
tan rápidamente como se derrumbaron los sistemas polltico-socia les cuya
existencia parecla ser la confirmación de los postulados teóricos, la pérdida
de la confianza en el sentido necesario del desenvolvimiento histórico
plantea uno de los principales desaftOS que aparecen ahora a las ciencias
de la politica: el de la vuelta al tema de la voluntad y, en consecuencia
al asunto de la fundamentación r«ional de los referentes que cond ucen
la acción voluntaria e intencionada· es decir, de los diferentes discursos
éticos.
c. Las pretensiones de fundamentaeiOfl racional de la ética dan lugar a
otro desplazamiento, el de la discusión sobre._ verdad a la discusión sobre el
Pensar Lt polilla dftde Lt Incredulidad 121

consenso. A partir de sustentar la diversidad, la imposibilidad de la unidad y


de la objetividad, la discusión toma un giro hermenéutico (Mardones: 1988a).
Se trata entonces no ya de una valldadón htstórlca del discurso científico, sino
mas bien de una valídación formal del mismo. No se trata ya tanto de hablar
de fa moral y de la polftlca, sino del lenguaje de la moral y la polftlca (Skfnner).
No se trata ya de la verdad de las cosas, sino del acuerdo sobre las mismas. la
discusión centrada en los aspectos formales contribuye también al desplaza-
miento de los aspectos sustanciales a los procedimentales en la discusión. Ya
no importa tanto qué es lo que obtiene quién, sino cómo lo obtiene, la misma
c<Jtegorfa de justicia se ve desplazada y ya no depende de sus contenidos sino
de los procedimientos, lo justo dependerá entonces:

•... de un conjunto de principios, de forma general y universales en su aplicación,


que nan de ser reconocidos como Instancias finales de apelación para jerarquizar
las demandas conflictivas de las personas morales" (Rawls. cit. por Valiespln).

A partir de estos tres desplazamientos tenemos que preguntarnos: cómo se


puede pensar fa pof(tica como instrumento de construcción de la vida bwna
ante el giro que han tomado 13 pretensión de fundamentar radonal y postme-
taffsicamente la ética, del giro llngOfslico y procedimental y del énfasis en los
consensos. Sin lugar a dudas que este es el reto principal que se le plantea a
todo pensamiento que Insista en la construcción de un proyecto histórico, que
piense la proyección del ser actual de las cosas hacia nuevas realidades (Caccia-
rij. Validar semejante pretensión requiere argumentar desde las caracterfsticas
contemporáneas de las ciencias de la política; se trata ahora de pensaren medio
de la realidad de la teorla polftica del presente, de validar los planteamientos
propios con los parámetros del actual pensamiento, pretendiendo rebasarlo, de
intentar ver más allá del mismo. Esta validación no niega, sí no por el contrario
reclama el tomar distancia de algunas de las consecuencias en las que desem-
boca la discusión actual y que en términos generales fas podemos condensar
en las siguientes observaciones: l. El predominio del utilitarismo; n. El carácter
situado de ta discusión; iii. la función del disenso.
..s cuya i) El predominio del utilitarismo. si bien hay un interés por devolverle a las
~rdlda ciencias de la polftica su carácter normativo, es necesario tener en cuenta que
•órlco en la discusión actual han predominado los supuestos utllítaristas desde los
~das cuales se formulan las prescripciones.
:encía,
jucen ·- los términos del debate en fa teoria polftica y legal recientes tos siguen esta·
· ~ r1os bleclendo los defensores del utilitarismo ... lnduso entre aquellos que aspiran a
demoler toda fa estrt.tctura del pensamiento utJIItario, se ha considerado necesario
plantear el problema central en forma de una pregunta acerca de si se em Por o
gar a
Contra el utilitarismo· (Sklnner, 26).
:¡re el
L.a prescripción de que pudil!fan5e< cr,»ces ~~s de la política Implicarla
también una visión crítica de Sl.IS SIO ?5tllS ~stas sin lo que no se podrla
tomar distancia de las Cons«uellOS ~ que de ellos se sigan. Se trata
entonces de tener en cuenta~ CUhiOIOiliÍSiO teóricD de la discusión -en su
situación actual- pasarlo por altD pu!OI! lleomos a serios equivocas.
li. El carácter situado de la dlscusion. SI bten en la actualidad uno de los
propósitos centrales de las c:lenciiS SI• • 1 s es dtscutu la validez formal de la
argumentación, no se poe<k! ~clellledlo que parten de situaciones
particulares. que no se rump&en ~ ~ en algunas regiones del mundo, y
que este elemento rácucu ~los le" • 00:1 de la discusión y la utilidad
de las categorías; en sociedades en las oue el Estado de Derecho es aun una
aspiración, las referencias a la cumunidac! de6betante. a la comunidad lingUistica
reclaman algo más que mauces;. por seÑJ.at solo algún ejemplo.
iü. El papel del dlsenso. B hectooqt¡e el goro lingOistlco de la discusión ponga
el acento sobre el consenso. no puede haamos olvidar que sigue presente el
problema de la verdad y la~ por un lado, y el de los participantes en
la comunicación por otro, puestO que

~- modeto discursivo hmaUt .. e - • - cid OU'O ..! ""'=ho de qooP esu!n presentes
-o dicho en t~rmlnos rnetzllnO!- 'l:ioloca la capa<:idad del reconocimiento del otro
bajo la reserva de la con~ üOfii<SmO ·- la manra de las teorías dtl
discurso, empeñadas en~~ con consenso. olvidan que hay palabras
cuya verdad es 14 denundl y par tar".:O@! cllseuo· (Reyes Mate: 82 y 83).

Aparece con esto un doble nivel en el desafio, por un lado la validación ante el
discurso de nuestra época y. por otro. la toma de posición por aquellos que. aún
siendo mayor la, sus Intereses no tienen un lugar en los consensos actuales y cuya
Irrupción o su señalamiento constituyen hoy los disensos en la discusión.
Con estas Interpretaciones sobre el cambio experimentado en las dencl.ls
de la polltlca y con las salvedades mencionadas Intentaré, ahora sf. echar una
mirada a los temas de demCICr.láa gobierno '1 actores sociales.

8. lA DEMOCRACIA

Sin duda que el Siglo XX será cOilOCido como el Siglo de la demacrada re-
presentativa, la que parece agotarse en las caracterfsticas expresadas por
Huntlngton:
P&M3r la polittca detde t.. Incredulidad 123

"los gobíemos creados por medio de elecdones pueden ser .neftdent~s. corruptos
de corras miras, lrresporuables, dominados por intereses concretos e Incapaces de
adoptar las polltlcas que exige el bien público. Estas cualidades los convierten en
gobiernos Indeseables pero no en gobiernos 'lO democráticos~

Anteriormente había señalado el propio autor las características para ca-


lificar a un régimen de democrático:

••. siempre que la mayorla de los que toman las decisiones colectivas del poder
sean seleccionados a través de limpias. honestas y periódicas elecciones, en las que
los candidatos compitan limpiamente por los votos y en las que virtualmente toda
la población adulta tiene el derecho a votar" (Hunrington: n y 20).

La representación se convirtió por si misma en el criterio fundamental de la


democracia, si ello fue asl se debió a que resultaba funcional con el tipo de go-
bierno desarrollado a lo largo del siglo; la masiñcaclón de la vida social requirió
de mecanismos de representación, permitiendo el acceso a la polltlca, aunque
no a las decisiones, de grandes masas hasta entonces excluidas. sobre todo a
travo!s del desarrollo de p¡midos polltlcos, quienes fueron creando instituciones
a la par que iban incrementando la lista de necesidades y anhelos por satisfacer
con medios polltlcos (Donolo).
Sin embargo, frente a la lista de necesidades y anhelos la polltica parece ser
cada vez menos capaz de darles respuesta, generándose entonces la preocupa-
ción sobre la lngobernabllidad, la que para algunos habrá que explicarla por la
sobrecarga de demandas (Crozier, Hunntington y Watanukl), para otros sera
un déficit estructural de la contradicción entre mercadoydemocracla(Oconnor,
Offe), para otros más será un déficit de la cultura y del sistema de valores
(Habermas, Bell).
Las dudas sobre la capaddad de la democrada representativa para generar
gobernabilidad aparece al final del siglo expresadas en tres desafíos básicos: i)
el de las condiciones de su sus rentabilidad; li) el de la globalizac1ón; ili) el de las
demandas de participación en las decisiones.
CRACIA l. La sustentabllldad de la democracia. Este reto es particularmente acu·
clante en las •nuevas democracias~ de los reglmenes que al calor de la crisis
·~da re- operaron sus transiciones políticas:
das por
•tas Instituciones democráticas se pueden consolidar sólo si ofrecen a los grupos
polltlcamente relevantes los canales e Incentivos apropiados para procesar sus
demandas dentro del marco de las Instituciones representativas. Ahora bien, las
reformas necesarias para restaurar la capacidad de creomlento engendran lnevi·
tablemente un deterioro de transkión en las condklones materiales de muchos
grupos [_J Esta es la fuente del dilema que enfrentan muchas democracaas nuevas:
¿cómo crear iocentivos para Q~Zias lwrzB pcL~ procesen sus intereses dentro
de las Instituciones democ:rá1lcas • l'liGmO DOlmQO que se emprenden reformas
económicas que p10110ca.n UtU red'ICDIYI u.nsomrla del bienestar material?' (Pr·
zeworski: 33).

Resulta entonces que la dl!mOCliKJa represer.tatJVa, aun restringiéndola a su


vertiente polftico-electoral, reclama de un mlnlmo de condiciones sociales
para poder subsistir, condiciones Q<Je paQdojlcamente los contemporáneos
gobiernos democráticos se encargan de deteriorar. ¿Hasta cuando podrá
subsistir la democracia representatMI s.n responder a las expectativas de me-
jores condiciones de vida que los electores tienen?, o bien, ¿qué podrá hacer
la democracia representativa pu.! responder l'lO sólo al reclamo de derechos
politlcos, sino también a los sociales y económlcos7.
11. La globallzadón y la poht~ta. !..M &nstJtudooeS polftlcas creadas a lo largo
del siglo, con sus complejos meca111smos para la representación y la delibera·
clón ya no alcanzan a control.lr las dedsiones que se requieren en un mundo
globallzado, con lo cual se acrecienta la frustración, no sólo de los represen·
tados, sino también de los representantes ante la distancia entre sus anhelos
y las ded$iones que reclama Id tnserdóo en la competencia mundial. con sus
determinantes en los limites del gasto pü.bllco, en la disminución de la efectiva
seguridad social, en la apertura comercial y en muchas otras que rebasan los
marcos del Estado Nacional. La lnstituc.ionalldad creada a lo largo de este siglo
parece que muy poco puede ofre<:er ante las contemporáneas fuentes reales de
poder, la misma idea de proyecto de Nación o de proyecto de País, tan aludida
en lo discursos de las diversas posiciones politi<:as, aparece hoy más que nunca
rodeada de un halo de escepticismo.
El rebasamiento de los marcos del Estado Nacional, efecto de los procesos
de Integración polftica a los que ha forzado el proceso de globalización ha gene-
rado por otra parte un nuevo reclamo por la vivencia de la democracia, como
en el caso de la Unión Europea en el que se toma como uno de los prlndplos
de la unidad polftlco administra uva el llevar las decisiones al nivel de gobierno
más próxima al ciudadano:

•Resueltos a continuar el proc:eo de creaoón de una Unión cada vez más estre-
cha entre los pueblos de Europa, en la que las decisiones se tomen de la forma
más pró>dma posible a los dudadanos. de acuerdo al principio de subsldiarledad'
(Bolxareau).
El referido principio de subsidiarledad plantea que nada de aquello que pueda
ser realizado por un gobierno de orden más bajo deba ser hecho por otro de
mayor amplitud, con lo cual se pretende que las decisiones sean tomadas donde
el gobierno se vuelve algo concreto para el ciudadano, como para vigilarlo y
acotar su desempeño.
Tenemos entonces que las Instituciones construidas por la democracia
representativa se ven tensionadas tanto 'por arriba' por los espacios multila-
terales de decisión que asumen muchas de la funciones que eran atributos del
Estado/Nación sobre todo en el campo económico, como también •por abajo'
por las demandas de los gobiernos locales de mayores espacios de decisión; con
lo anterior se van segmentando los ámbitos de decisiones en múltiples niveles,
pero sobre todo la Idea de soberanla tiene que Irse redefiniendo, apareciendo
esta ya no como el atributo de un aparato centralizador de la polftica, sino como
un complejo entramado de múltiples soberanfas, que más que hacer pensar en
la gobernabllldad plantean como reto central la gobernancia.
111. La demanda de participación. Los lfmltes de la democracia represen·
tativa no sólo aparecen frente a la incapacidad de la polftica para ofrecer
mejores condklones de vida o frente a las exigencias de la globalización, sino
con sus que tal v~tt precisamente por Plill< y también por la propia maduración de las
ia efectiva sociedades, los ciudadanos ya no se conforman con ser meros espectadores
~~oasa1n los o legitimadores de las decisiones que les afectan, sino que también reclaman
este siglo intervenir en ellas. Existen:
RsrE~alesde
aludida •... fuerzas más profundas que estAn remodelando la sociedad global, entre ellas la
demanda de autonomfa Individual yla emergencia de una cludadanla mas refle;clva.
l..l democratluclón está desbordando la democracia (...) Supuestamenre bastante
abiertas. las lnstlrudones líberales democráticas de la mayorfa de los paises han
dependido en la priktka de acuerdos entre bastldon!S, prerrogauvas y prebendas.
Uno de los mayores cambios que afectan a la esfera política es que los gobiernos y
los ciudadanos viven ahora cada vez más en un en tomo único de Información. Las
formas e;cistentes de hacer las cosas se someten a escrutinio y se amplia la gama
de lo que es considerado como corrupto o Inaceptable· (Glddens: 87 y 89).

El surgimiento o redescubrimiento de la sociedad civil está generando nuevas


oz 'Tlás eme-
~ la forma
formas de ver los problemas colectivos y multiplicando, a través de diversas
_.dlarledad' formas asociativas, nuevas formas de hacer politica que ya no caben en los
marcos de la democracia representativa y que desafían las capacidades de
respuesta de los gobiernos, no por via de nuevas demandas, sino por la via de
formular respuestas para hacer de manera distinta las cosas.
La democracia representativa y procedimental corre el riesgo de convertirse de
en un discurso vado sino es capaz de entender la modificación en los estados la
nacionales, las demandas de derechos sociales y económicos y las demandas on
de participación. De aquf entonces que sea absolutamente necesario el re- ter
posicionamiento del discurso democrático, que sin negar fa necesidad de la re<
representación, lo complemente con una nueva capacidad para repensar los bll
fines de fa polftlca en orden al bienestar de la población y al fln del monopolio
de las Instituciones gubernamentales sobre las decisiones, esta es una de las PL
tareas que podrlan contribuir a recuperar la credibilidad en la política. so
va
C. EL GOBIERNO de
su
Tal vez la sensación de que lo gubernamental tiende siempre a pervertir y ca
cooptar, de que el ejercicio del poder transfOrma a fas personas o bien, otras lo!
percepciones similares, ha dado lugar a que el pensamiento que pretende re
ubicar un proyecto histórico índuyeme se haya preocupado tradicionalmente la
muy poco por el análiSis de los mecanismos cotidianos del ejercido del poder su
P~ decir del gobierno; este aparece como aquella fortaleza a fa que hay que pe
vigilar, criticar, asediar, pero a condición de nunca tomarla, si por lo contrario lo
se quisiera pasar de la Idea de asedio permanente a la de Intromisión en la v!da es
de fa fortaleza (aunque tal vez no ocupación), convendrfa entonces mirar que nc
es lo que ocurre contemporáneamente en fa discusión sobre el gobierno. par- ce
ticularmente en lo que se refiere a su relación con la sociedad, creo que hasta er
ahora hay dos formas básicas de enfocar esta relación gobierno sociedad: a)
considerar al goblemo como empresario y a la ciudadanía como clientela; b) IX
considerar al gobierno como mandatario y a la sociedad como mandante. te

a. El gobierno y sus clientelas

Desde el punto de vista del utilitarismo la tecnología que requiere el ejercido del
gobierno es la del conocimiento de las preferencias del os ciudadanos. El punto de
partida lo ubica en la gobemabilidad de lassociedades. considera que el exceso de
demandas hacia el gobierno y lo limitado de sus recursos para darles respuestas
habla puesto en serios aprietos a la gobemabir!Ciad, para tal propósito se requiere
Ct
la disminución de los reclamos de los Intermediarios sociales profesionales y la
SE
revigorjzación de los partidos pollticos.lo que Incluye su apertura a la diversidad
social, sln representar exclusivamente a algtmo de sus sectores. Por parte de
los gobiernos resulta necesario que liSUinall weas realistas y que no aquellas
que puedan ser desem~das con v~ P<1f los agentes privados, los bienes
que se reclama del goblemo son los que soümenteel puede proveer, son bienes
Pensar lo poti<lud..de 11 looedulldad 127

de autoridad, tendrán que renunciar a la Ilusión de programar globalmente a


la sociedad (planificación) y ocuparse de la atención de problemas específicos,
ordenando racionalmente su actuación con base en las preferencias ciudadanas,
teniendo muy presente el cAlculo costo/beneficio. Todo lo anterior reclama la
redeflnidón o reublcadón de los márgenes de lo públko y lo privado. Goberna-
bllldad, descorporativización y racionalidad vienen a ser las demandas.
Desde esta perspectiva la acción pública y la acción colectiva ya no se
pueden pens~r a partir de las llu.slones sobre los valores trascendentes, estos
son espacios de la conciencia individual y ninguno puede reclamar mayor
validez que otro; lo que permite el cálculo de la acción social es el supuesto
del individuo utilitarista, raclonalizador y, en consecuencia, maxlmlzador de
su beneficio. La diversidad de valores e Intereses reclama una democracia de
carácter procedimental. fincada sobre una Idea de justicia que parte de que
los individuos son racionales y por tanto optimizan su beneficio, que justo es el
reconocimiento de que todos los individuos aspiran a lo mismo, lo que Implica
la existencia •de un conjunto de principios. de forma general y universales en
su aplicación, que han de ser reconocidos como Instancias finales de apelación
para jerarquizar las demandas conflictivas de las personas morales" (Rawls)
lo que permite el•regateo• de intereses en torno de los bienes relativamente
P~rasos. y de lo cual la conducta cooperativa surge toda vez que el costo de
no cooperar es inferior al de sf hacerlo (Olson). El cálculo costo beneficio se
constituye entonces en el parámetro de la acción ciudadana y, en consecuencia,
en la clave de Inteligibilidad de la democracia (Oowns).
Siendo lo anterior una presentación muy esquemática de sus principales
postulados, no se puede dejar de señalar algunas de las omisiones de estas
teorlas de la agregación de las preferencias ciudadanas. las que olvidan que:

•Afirmar que las elecciones sociales deberian depender de las preferencias in·
dlviduales deja abierta la cuestión de cuál es la forma en que las preferencias
serian relevantes l-1 Del mismo modo que la elección social puede basarse en las
preferencias Individuales, estas últimas a su vez depender~n de la naturaleza de
la sociedad. Asl pues, la Idoneidad de las reglas alternativa de elecd6n colectiva
dependera en parte de la estrucwra precisa de la sociedad:(Sen: 16-20).

Con lo anterior la búsqueda hay que conducirla de nuevo al espacio en el cual


se construyen las percepciones colectivas y las identidades:

•- está en juego la capacidad de evaluar el blen colectivo o de grupo como un


bfen 'distinto' en cuanto implica la Identidad que no es una cualidad que pueda
calcularse como otras• (Rusconi: 80).
128 ¡Como J)t'nsar los Oenclos Sodaifi hoy?

Un matiz en esta perspectiva estaña dado JXK" aquellos que no se hacen tantos e
enredos e Ilusiones como los antef!OfM, ubican la acclón gubemamenta~ de lació
una manera mucho más pragmatica. asumtendo la tmposlbllldad de prever y a
proyectar todo, pensando entonces los rn«.anlsmos de adaptación de quienes tran!
desempeñan los puestos y actividades de gobierno a las cambiantes condldo- ral, 1;
nes del contexto (en el q~ue entran preferencias, problemas, lineas pollticas...), bajo
el enfoque es de aprendizaje a través de las diversas situaciones, parten del slenr
supuesto de que un gobierno puede equivocarse, pero lo que no puede hacer Ideo
es dejar de decidir, desarrollan entonces un enfoque incremental ecor
de k
'El lnaemen~alismo es un mfiodo de «<<ón social que toma la realidad existente de f¡
como una alternativa y compara las probable ganancias y pérdidas de alternativas
blan
estrechamente vinculadas. haciendo I JusteS en la realidad e~istente, o hadendo
ajustes mas grandes acerca de cuyas comecuendas se sabe aproxlmadamente unn
tanto como respecto de las consecu~~s de la realidad existente, o haciendo anal
ambas cosas a la vez•(Oahly l indblom: 10n. requ

b . Gobierno y Partlclpación Social


Un enfoque novedoso encuentra que .as pos¡bilidades de innovación en el go-
bierno mediante fórmulas centradas en la admmístradón pública han llegado a
su techo y que por tanto lo que se requiere es de innovar miis allá del aparato
gubernamental
Normalmente cuando se habl¡ de la ~dón entre los administradores
públicos y la sociedad suele apelarse a la sensibilidad de los primeros, sin em- Gob
bargo el asunto, además de sensibilidad es de eficacia, Los nuevos desarrollos cen :
en el campo de la administración publica plantean fa necesidad de Incrementar y es
los rendimientos de la acción de gobierno a partir de la integración de la co- obl
munidad a las tareas públicas, aprCM!Chando la 'productividad de la sodedad teor
civil" (Kiiskberg), o bien sabiendo sncorpor!r la iniciativa social (Osbome), ello
requsere además de fa disposldón subjetiva de desarrollos técnicos en la relación bier
del administrador público con la cludadanla. más
con
'la tendencia Internacional en cambio, acentúa que las soluciones más exitosas se das
hallan vinculadas a capear la especificidad gerencial de lo social' (KIIksberg192). exel
tler
Tres son básicamente los aspectos que tensionan la acción gubernamental: esti
a. B papel que los gobiernos deban de tener en el desarrollo sodoeconómlco; vin•
b. la distribución de responsabilidades y funciones entre los distintos ór-
denes gubernamentales;
Penwt• pollllca desde la lncredultd•d 129

c. La creadón de nuevas Instituciones que sean medios eficaces en la re-


lación entre gobierno y sociedad.
a. 8 papel de los gobiernos en el desarrollo sodoeconómico. Las dos décadas
transcurridas de discusión sobre las reformas de mercado, el ajuste estructu·
ral, la lucha contra la obesidad de los estados han oscurecido un tema básico:
bajo cualquier hipótesis en el presente y en el futuro los gobiernos seguirán
siendo elementos básicos para el desarrollo económico y social. La embestida
ideológica para fundamentar las estrategias de ajuste hacia el mercado de las
economfas, particularmente las latinoamericanas, no sólo hizo olvidar el papel
de los gobiernos en el desarrollo, sino que Impidió captar los efectos prácticos
de las mencionadas reformas, las que de acuerdo a sus propios objetivos de-
blan repercutir no tanto en la expansión del mercado, que se presentaba como
un medio, sino en la recuperación del crecimiento económico, así después de
analizar diversas transiciones exitosas algunos autores concluyen que estas
requieren de tres condiciones básicas:

"1. Las polfrtcas de esrablllzaclón y de ajuste estructural deben concebirse como


medio de rc>tllblccer la >olv~ncia flscol del E>tado y su capacidad para llevar a cabo
unas políticas acllvas de desarrollo; 2. Toda estrategia de reforma debe de incluir
desde un principio una red de protecd6n social para quienes sufran lasconsecuen·
ctas más graves de es1as reforma.s; y 3. La propia estrategia de reforma no debe
de resultar de formas tecnocrátkas. sino de una deliberación generalizada en las
instituciones representativas• (Bresser et al~ 24).

Gobierno activo en la economfa, protección social y concertación política pare-


cen ser hoy los retos que de manera Ineludible deben de enfrentar los gobiernos
y esto lanza las discusiones mucho más allá de los dilemas mercado o estado,
o bien del tamaño del estado en que la ldeologizaclón neoliberal condujo a las
teorías del gobierno y la polfuca.
b. La distribución de responsabilidades entre los distintos órdenes de go·
bierno. Cuando se piensa en los distintos órdenes (o niveles en su acepción
m~s conocida) de gobierno no puede dejar de referirse, sobre todo en nuestro
contexto a dos temas b~sicos: descentralización y federallzaclón, las deman-
se das de redistribución de funciones. de descentralización, no se pueden ver
exclusivamente como un asunto de relaciones fntergubernamentales, sino que
tienen como ver con el conjunto de relaciones gobierno·sodedad. reformar el
estado, hacerlo más eficiente, es algo que se relaciona con la manera como se
vincula con la ciudadanía.
Por su lado el asunto de la federación masque estar relacionado con el tema
de la nacionalidad, est~ relacionado con el de equilibrio de los poderes. Tal vez
habrfa que verlo como un mecanismo a ttaves del cual la sociedad distribuye
el poder y la soberanla entre diferenteS unidades de gobierno, generando de
esta manera contrapesos y funciones limitadas, al final de cuentas como un
mecanismo de control del gobierno por la sodedad.lnduso el concepto clásico
desoberanla, referido al poder de mando supremo de una sociedad politica,fue
puesto en tensión por el estado federal Pareoera que contempor~neamente el
concepto de soberanía ha sido relegado por el de ley y por el de decisión, en los
estados modernos la decisión nocOITe:SpOnde a un sujeto único, sino que surge a
través de un complejo enuamado de lntermediaciones y de complicados juegos
de poder, lo cual hace que la soberanfa aparezca como dividida, compartida y
que privílegle el asunto de la coordinación entre diversas Instancias de poder
y de relaciones complejas entre los dfve~ mecanismos de lntermedlación,
la idea de un sólo sujeto decisorio ha entrado en decadencia acompañando la
decadencia del poder centralizado del Estado.
c. La creación de nuevas mstituclones de mediación entre gobierno y
sociedad. Las nuevas democracias reclaman nuevas Instituciones que hagan
efectivos los derecho~ d~ ~ludddctnfd pi!Td todos los miembros de la sociedact
en particular son tres los requerimientos de las nuevas Instituciones:
1. 8 apego al derecho y a las leyes de tal suerte que el comportamien·
to gubernamental sea predecible y que la actit\Jd patrimoniallsta pueda ser
erradicada, no sólo de los funcionarios, sino también d la cultura politlca de la
sociedad;
2. El asegurar las condiciones sociales mínimas que requiere el ejercido
de la ciudadanla •el ejercido de la dudadania sólo está al alcance de aquellas
personas que disfrutan un mfnimo de seguridad material, educación y acceso
a la información" (Przeworskl: 63).
3. El dar paso a las formas de democracia participativa: control de la pobla-
ción sobre las acciones de gobierno (contraJorla sodaij; delegación por contrato
de servicios financiadoscon recursos púbfiCos pero Implementados por organi-
zaciones comunitarias o civiles; partKipadón en la evaluación de los programas
de gobierno, Intervención en el diseño de J)logramas públicos. entre muchos
otros aspectos en los que la cludadanlalnterviene de manera directa.
Surge como Interrogante a donde podrfan conducirnos estos cambios y
si no de nueva cuenta se estará en una actitud de esperar todo de la polltica,
para algunos las expectativas pueden ser rnas modestas:
Pensarla polnlca desdO"Ialncredulldad 131

'las esperanzas no son de una curación radical [. ..]Sencillamente, se manifiesta la


el(igencla de que, por medio de una cierta adaptación a la realidad de la situación,
algunas cosas se gestionen mejor, de que otras no se siga, tolerando, de que la
colectividad al completo pueda gozar razonablemente de los frutos del crecimiento
económico, pero que éste no sea sólo e<onómlco, slno que crezcan también las
capacidades Individuales y los es pactos de libertad para todos· (Donolo: 45).

D. lO S ACTORES SOC IAlES

• Parece que en las expresiones clase, movimiento y ciudadanía se podrfan con·


densar los sucesivos programas de aquellos que han aspirado a la realización
de un proyecto histórico incluyente y que a falta de algún término innovador
todavfa se puede identificar con el nombre de Izquierda. Da la Impresión q ue
en la medida en que se clesideologizó la acción politica de la Izquierda (en el
sentido de ya no descansar en la visión legalista de la historial se l'ue eclipsando
una teorfa del cambio social y de la estrategia para hacerlo posible, teorías y
est,.,.tegia~ quP hoy se reclaman ya no a priori. sino a posterior! de los cambios
de fin de milenio.
la perspectiva clasista pretendió una reorganización de toda la sociedad a
partir de la acción sobre el aparato económico-productivo, no lo lo.g ró; lo que
dejó fue una presencia importante en la organización sindical, también en la
vida polltica, más como capacidad de conquistar posiciones que de generar
movimiento (en el sent ido militar de Gramsd). Hoy las organizaciones sindicales
no tienen la capacidad de Impulsar, y menos de Imponer, no ya 1a reorganiza-
ción económica de la sociedad, sino aún una reorientación significativa de la
estrategfa 9ubernamental en la materia.
l as causas de fondo, el proceso histórico a través del cual se llegó a esta
sit uación, están ya bastante tematizadas. Tal vez lo que se puede sacar en claro
es que se coincide en que no podla ser una misión sólo de la clase trabajadora,
ni sólo resu ltante de la acción sobre la estructura socioeconómka, parece
importante que estos acuerdos repercutan sobre la teoría contemporánea de
las clases sociales, sobre todo lo que tiene que ver en la pluralidad del sujeto
histórico y de los diversos niveles en los q ue se constituyen sus identidades.
Con la crisis de la visión clasista surgió la reflexión sobre los movimientos
sociales. Mismos que de acuerdo a la visión teórica no tenían un proyecto co-
mún pero si un objetivo: modificar fragmento por fragmento la cultura polftica
hasta cambiar de raiz a la sociedad.Tenían o tienen una visión subyugante de
la ruptura, del cuestionamiento a las instituciones (partidos sindicatos escue-
las, iglesias... ), tal vez por ello las teorlas de los movimientos sociales pusieron
menos atención al papel de las continuidades, al de las instituciones y su trans-
formación, a la organización propia y, sobre todo, a la estrategia propia.
132 ¡Cómo pe<>sar las Ch!nclas Sod.t~ lloyl

Hubo un auge Inusitado de los nuevos movimientos sociales que fue bastan·
te tematizada, no ocurrió lo mismo con su crisis, que se precipitó mucho más
rápido que su auge y que aún ahora sigue estando pendiente de explicación,
Lo
más allá de románticas nostalgias, sobretodo queda pendiente comprender el ésr
papel que en esta crisis pudo tener el desprecio en traducir en nueva lnstitu· vál
cionalidad los productos de su avance. allá
A diferencia de la relación entre clase y movimiento no se puede establecer
intt
un proceso tan claro de continuidad y ruptura con el asunto de la ciudadanra, tal
la que tal vez pueda ser un producto de múltiples desencantos. Por un lado, el im¡
desencanto de los liberales que ya no toleran los desvarios del neollberallsmo; has
de los de Izquierda que ya no cupieron en los centros agglornados (es decir:
corridos a la derecha), de aquellos a los que después de múltiples búsquedas les cor
seguía faltando un discurso y un espacio polftico propios. Son conclen tes de la cor
Importancia de las Instituciones, sobre todo en la transición, pero reivindican diS1
la posibilidad de Intervención en las decisiones desde los espacios no instltuclo· blé
nalizados; ponen el acento en la democratización como la Intervención sobre las
actos de gobierno vigilando, participando en el diseño e Implementación de las tan
pollticas, pero sin necesidad c1P form~r parte del<!parato gubernamental. Pare- div>
ce que nunca como ahora ha habido consenso en torno a la reivindicación del de
concepto de sociedad civil, pero nunca como ahora ha habido tan poca claridad got
sobre su signifteado; tal vez algunos elementos se puedan apuntar. y la
Uno de sus elementos básicos es la incorporación de las condicionantes
materiales. justamente en una perspectiva de condicionamiento y no de de- del
termlnadón, no se pueda hablar de Sociedad Ovil si no se tienen en cuenta lab
los aspectos materiales que condicionan la identidad de los sujetos sociales. pro
aunque estos no se pueden reducir a aquellas. La apelación a las condiciones del
materiales supone entonces el reconocimiento de la Igualdad formal en medio quE
de la desigualdad real. Es en el espacio de la Sociedad Ovil en el que se da la c:iuc
pugna por la construcción-transformación de las Instituciones, es el espacio
tarr
de lo instituyente. no de lo Instituido. En la sociedad civil es en donde se da cor
el proceso de construcción - transformación de las identidades de los sujetos, liza
construcción- tran.sformaclón que supone la interacción social y. entre otros.
las•
el diálogo a partir de argumentos racionales y razonables (en el sentido de eje1
que parten de las premisas aceptadas en un momento histórico especifico).
act•
La interacción social supone el conflicto, aunque no se reduce a él, es una de cuy
sus partes integrantes. org
En términos estratégicos podemos decir que clase, movimiento y cludadanla lnst
conforman lógicas distintas de actuación, pero de alguna manera los tres son
necesarias para una posible estrategia de transformación, ¿es posible pensar que
en puentes comunicativos y estratégicos entre estas diversas formas? Intentar con
responder requiere empez.ar a concluir.
Peruar la polltiCa deJdola lncredulidad 133

CONClUSióN

Lo que parece estar en juego en la leerla polltica contemporánea, sr es que


ésta quiere recuperar su credibilidad a fin de ser considerada como interlocutor
válido en los cambios contemporáneos, es el de atreverse a discutir asuntos más
allá de los consensos, lo que tiene que ver con una nueva toma de posición, más
Interpelada por la realidad y menos ideológica, por los excluidos del consenso, o
tal vez mejor: generar consensos sobre las razones de la exclusión. Lo anterior
implica la capacidad de establecer puentes de discusión entre niveles teóricos
hasta ahora sobrepuestos y paralelos, entre ellos podrlan estar:
- El asunto de la democracia, misma que tendría que ser pensada no sólo
como el intercambio de argumentos razonables, sino como eJ Intercambio de
contenidos.; fines, valores y satfsfactores en torno de los cuales se mueven los
dJstintos sujetos y que en su interacción, si bien producen argumentos, tam-
• bién producen estrategias, lo que fuerza a pensar no sólo la construcción de
las identidades, sino también su concretización en estrategias qUe se lntersec-
tan confllctualmente, se redefinen, generan alianzas redefiniendo a la vez las
diversas Identidades. Asumir este reto implica entonces el cambio en el locus
de la reflexión, hasta ahora excesivamente centrada en la representación y la
gobernabllidad abrirse por tanto a transitar a la discusión sobre sobre la justicia
y la gobernancia.
- El asunto del gobierno. La discusión teórica ha oscilado entre la búsqueda
de la ocupación del gobierno como centro de las aspiraciones de cambio social y
la búsqueda de la eficiencia en el control polltico que ejerce, marginándolo de los
procesos decisorios en lo socioeconómico cuya optimización se hace depender
del mercado. Parece necesario añadir a las anteriores preocupaciones aquella
que sin negarlo, toma distancia de él, asume la coexistencia entre gobierno y
ciudadanla pero con la aspiración que esta lo controle de manera limitada, pero
también limitan te del arbitrio gubernamental; lo cual implica también verlo no
como unidad, sino como múltiples esferas de ejercicio del poder instituciona-
lizado, frente a las cuales las posibilidades de intervención de la ciudadanía en
las decisiones no se reducen a la expresión de las preferencias Individuales, ni al
ejercicio solitario y periódico del voto, sino a la vigilancia circunstancial de sus
actos en cuyo ejercicio va construyendo nuevas formas de contrapeso politice
cuyo fundamento no es la institucionalidad sino ef ejercicio de la capacidad de
organización, de convencimiento y de diseño de estrategias que en sus avances
Instituyen nuevas prácticas y nuevas culturas polltlcas.
- Lo anterior lleva, me parece, a retomar el asunto del actor: tal vez lo
que está ocurriendo en este momento de quiebre es un proceso de toma de
conciencia en el cual más que atribuir las acciones a la "astucia• del Esplrltu,
13<1 ¿Cómo penw las Ciencias Sociales ho,'l

llámase éste Estado, Clase Dominante o Neolíberallsmo, habrfa que descubrir Habe1
que por detrás de los cambios no hay más que los éxitos y fracasos de Jos di- Bt
versos actores que compiten por la conducción de la sociedad y que este mo-
mento de caduddad de las viejas formas de Institucionalización de las prácticas Huntll
profesionalizadas de la polltica y cuyo reemplazo reclama el éxito de valores. Be
procesos y estrategias constituyentes en una dialéctica en la cual los diversos
actores transitan de sociedad civil a Institución cuyo resultado es la recreación Klilsbe
de la polltica y la negación de los actores como sociedad civil, cumpliéndose la
msb
máxima de Goehte de que todo lo que nace mere<e perecer. er
Una visión tal de la polftica no espera cambios epoca les pero si signos de 19
transformación; pensando a partir de Jos excluidos, adecuando las Instituciones
polfticas y de gobierno, construyendo puentes entre las diversas formas de O'Con
acción polftlca para la construcción de consensos pero también para el proce- Pe
samiento de los conflictos y las diferencias, abriendo espacios para la expresión
de los disensos como una forma necesaria para la creación de condiciones que Oife. e
si bien pueden no realizar permitan avanzar hacia la vida buena. Nc!

Olson.
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!!l VA
VIl. PENSAR LA ECONOMIA HOY EN AMERICA LATINA

Gerardo de la Fuente Lora

LA ECONOMIA, UNA DIMENSIÓN DE LA CULTURA LATINOAMERICANA

•¿Cómo pensar?" Un Interrogante complejo. sin duda. Pues en América LaU-


na la economla, sus discursos instl!ucfones, sujetos, problemáticas, practicas.
disciplinas, constituyen hoy y desde hace décadas, no un asunto ahL exterior,
un objeto que pudiera identificarse y pensarse en el sentido de describirse,
tasarse, medirse evaluarse, y obtener de ello alguna regla o fórmula de su
desenvolvimiento, alguna legalidad acaso. Lo económico en Latinoamérica es
atmosférico, ambiental, contexto generalizado que Incide en la conversación
cotidiana, en la angustia e Incertidumbre habituales. en los noticieros. en las
previsiones para este dla y el siguiente, en los argumentos del poder y el no
poder; lo económko se ha convertido en la tonalidad misma del decir, en su
dave y timbre, en su código, se ha ensel'loreado como el limite de lo posible.
Que lo económico es la matriz, fuente y vocabulario del discurso resulta
obvio cuando se trata del hablar de los pollticos, de los partidos. de los gobier-
nos: la lucha por el poder, o mejor, las narraciones que los actores se y nos
ofrecen para dar sentido a su actuar transitan a través de un lexicón de costos
y beneficios, de oportunidades, de alzas y bajas de precios e Inflaciones. de
estabilidades y expectativas. de "ajustes• y, ahora si, de reformas. Pero no sólo
en ese ámbito se teje el economicismo.También en esferas como la lmpanldón
de justicia o la ecologfa, las palabras recurrentes tienen que ver con costos de
oportunidades y elasticidad de la demanda. Hasta llegar por ültimo, quizá,
al terreno en que los Individuos mismos. los de abajo, los de a pie. recurren a
fórmulas de la disdplina económica para dar cuenta de la experienda de si y
de su propia suerte: su vivir esta vida y no otra por causa de su productividad
o bien de su marglhalidad.
Pensar la economía en América Latina es algo que de tanto hacer no hemos
tenido tiempo de reflexlonar. Hundidos en ello, de ordinario carecemos de la
distancia necesaria para poder siquiera reconocer nuestro pensamiento/acción
económicos. Esto es particularmente paradójico, además, porque a pesar de
que lo económico hoy por hoy se nos aparezca como un tinte asfixiante que
todo lo mancha, que todo lo reduce, también es deno que es en esa área del
conocimiento/práctica que nuestro continente ha producido algunas de sus
más Importantes aportaciones al saber humano. En efecto, si en el terreno
de las filosoflas, por poner sólo un ejemplo, sus practicantes profesionales han
podido dudar acerca de si en verdad en esta tierra se habla produddo algo
significativo, algo que pudiera encuademarse junto con los demás productos

1)7
del lllosofar del hombre en general. en el espacio de la economla al parecer elucubra'
Latinoamérica procreó, con la escuela de la CEPAL y sus continuaciones -¿y DesarroU
aún con el pensamiento neollberal, homogenefzante de por sf, pero ejercido Enur
con peculiaridades en estas comarcas?- una veta de conceptualiLlclón propia, latinoam
un patrimonio cognoscitivo común al que deberlamos poder recurrir para dar ese asun
cuenta de nuestra experienc.ia del vivir. este salt
la economla en tanto discurso, junto probablemente con la literatura, Internad
constituye un vector ineludible de lo latinoamericano, uno de los ejes de su desde fu
creatividad, de su riqueza. De ahi la dificultad de pensarla. de aprehender su bienes Ir
desenvolvimiento en un sentido pleno, más allá de su idea abstracta recogida o produ•
en los libros de texto de la dlscíplína, sino de captarla en la riqueza de sus sustento
determinaciones como universal concreto, hecho, como hubiera subrayado mentetl
Hegel, de un Infinito de dimensiones. Pensar la economla en América latina, peculiar
reflexionada realmente y no sólo habitar en su vocabulario, requiere partir torno a 1
de la constatación de que al abordarla nos estamos enfrentando no sólo a un se ejercr
cuerpo de doctrina, a una rama académica, sino también y sobre todo a una impacto
cultura; a una cultura polltica, en primer lugar, pero también, a un conjunto las esfer.
de manera~ de vivir, simbolizar e Interpretar las vivencias en estas latitudes. Hoy
La economla forma parte de la imaginación latinoamericana y en tanto tal internac
merecerla un estudio detallado de sus tropos y narrativas, de sus Imágenes en la es!
y seducciones, de su bestiario, de sus editoriales y libreros, de sus premios, financie
prestigios y reconocimientos. cadone
lo caracterlstlco, me parece, de la experiencia cultural-económica latinoa- más pro
mericana radica en que, a diferencia quizás de lo que ocurre en otras reglones, travésd
lo económico ha servido aqul como un dispositivo al que se ha recurrido, contem
permanentemente, para pensar otras cosas y no necesariamente los objetos que en
y relaciones que se supone constituyen el ámbito del valor, los precios o los ygober
mercados. lo mismo podrla afirmarse, para continuar con el parangón, de la Pod
literatura en estas latitudes. En relación a ambas prácticas -literaria y económi- de lo ec
ca- podrfa descubrirse que a través de sus enunciados los latinoamericanos han tincion
entretejido elucubraciones de muy diverso tipo, no necesariamente aquellas que nos su~
explfcitamente mentaban los textos de Prebisch o Garcla Márquez. Se hablaba refierer
si, de sustitución de Importaciones, pero a través de ese vocabulario pugnaban produc
por acceder a la conciencia, por ser por fin pensadas, otras dimensiones, po- pueder
deres, sujetos y dudas acucfantes de los habitantes de estaS orografias. Están dado a
por verse cuáles podrlan haber sido los asuntos que en América latina fueron dar, el~
reflexionados en clave literaria, cuáles las preocupaciones profundas que se NUI
procesaban a trav~s de brillantes narrativas. En el terreno de la economla, sin laspolf1
embargo, una problemática central, no necesaria ni principalmente económica, a refle)
recorre a mi parecer desde las elaboraciones pioneras de la CEPAL hasta las desarrc
Pensar la Economfa hOy en Am6tica 1.1\llna 139

elucubraciones m<\s árfdas y t~cnlcas, actuales, del Banco Interamericano de


Desarrollo, a saber, la cuestión de la gobernabllidad, del gobierno.
En un reciente articulo en el que examina las peculiaridades de la integración
latinoamericana contemporánea, por contraposición a los discursos que sobre
ese asunto se hicieron en las décadas anteriores, Osvaldo Sunkel constata
est.e salto de la economla a lo gubernamental. Observa: "las negociaciones
Internacionales y regionales ya no tratan de productos, sino de polfticas" Pero
desde luego siempre se trató de polltica, ya se hablase de café o plátanos,
bienes Industriales intermedios o, en nuestros días, de información, servicios
o productos electrónicos. Nunca las negociaciones -o las teorlas que les dan
sustento- de tipo comercial entre los países han revestido un carácter simple-
mente t~cnico. Hoy, sin embargo, la Incidencia de lo económico como lenguaje
peculiar y especialíZlldo de lo político, resalta por el hecho de que los regateos en
torno a los productos merecedores o no de beneficios arancelarios, encarnan,
se ejercen como decisiones sobre polltlca, sobre acciones de gobierno, cuyo
impacto ya no se restringe a un sector u otro, sino que se difunde por todas
las esferas de lo gubernamental, definiéndolo en cuanto tal.
Hoy por hoy, para los paises latinoamericanos, los acuerdos comerclales
Internacionales en los que se inmiscuyen (y desde luego, no sólo los arreglos
en la esfera del comercio, sino Incluso más agudamente en terrenos como lo
financiero o monetario)·no ponen en juego ünlcamente tales o cuales modifi-
caciones al Interior de sus programas de gestión y gobierno, sino que, mucho
más profundamente, afectan sus vlnculos con el entorno -externo e Interno- a
través de las instituciones y poderes que constituyen la atmósfera Internacional
contemporánea; les hacen apostar y negociar de hecho, las reglas básicas de lo
que en sus respectivos territorios y sociedades ha de entenderse por gobierno
y gobernar.
Podría recuperarse aquf, para aprehender la profundidad de la Incidencia
de lo económico como código y clave de lo polftico en nuestras tierras, la dis-
tinción propuesta por el premio nobel de economía James Buchanan, quien
nos sugiere diferenciar, al evaluar transformaciones sodales, si las mismas se
refieren a cambios que ocurren dentro de las reglas, o bien entre las reglas. La
producción de nuevas realidades, la mutación polltica profunda, ünicamente
pueden acontecer en el segundo caso, cuando no se debate acerca de si se ha
dado a cada quien lo establecido por las normas, sino el hecho mismo de ese
dar, el principio fundador de esa distribución.
NUnca han sido solamente los productos. Pero hoy tal vez no sean solamente
las polfticas, sino, más allá, los valores mismos. En un documento reciente dedicado
a reflexionar acerca de la posibilidad y condiciones. para una globalización con
desarrollo, el Slsiema Económico Latinoamericano hace los siguientes señalamien-
tos para concluir un párrafo dedicado a e)(Clrninar las controversias comerciales Todc
suscitadas por los productos elaborados con nuevas tecnologlas: gaclón ~
lo que esta en juego ya no es la prot.ecclón de una industria nacional, sino goblern•
la protección de normas que representan valores sociales.(_.) En este sentido tal, com
resulta problemático definir hasta qué punto puede haber normas multilaterales valores l
que sancionen criterios y valores nacionales y dónde se traza la frontera entre una con
el libre comercio y el derecho a fijar normas y polfticas Internas. por lose
A través de la economla y sus dispositivos, pues, se procesan y negocian va- en la me
lores nacionales, decisiones entre las reglas, principios de lo que ha de constituir interven
lo que se entienda por gobierno en nuestros paises. Como lamentablemente tal que 1
cabria esperar, el documento del SELA que acabamos de citar no reflexiona ni rropopl
extrae las consecuencias profundas derivadas de su constatación acerca de la textosq
puesta en juego de valores sociales en las negociaciones comerciales (es decir a Roben
que el SELA no piensa del todo la economfa por más que hable de ella ...). Menos
aún se detiene a tasar las Implicaciones de otra aceveración muy importante, ...
( )
que el mismo texto realiza, en medio de las lineas que citamos arriba. Señala glob
la Secretaria Permanente del SELA: dese
Además los actores de estas nuevas disputas (las que Involucran valores bem
nacionales) no son únicamente los Estados y las empresas que representan, sino
organizaciones de consumidores o grupos ambientalistas, cuyo papel político Un gobi
puede ser más importante que el de las empresas. dades q
No sólo los Estados, sino también la sociedad civil, procesan en los disposi· su apan
tfvos económicos decisiones que no t ienen que ver sólo con bienes o servicios econórr
sino que Involucran a poHtlcas y valores, al carácter de los gobiernos y a la social si
noción de gobernabilidad misma. deloinE
¿Cómo pensar la economla, hoy, en Latinoamérica? Acaso como una tenerse
amplia matriz cultural, un componente central de la imaginación y el saber puede r
sociales, a través del cual nuestros paises y sus agrupaciones •piensan~ se caso de
describen. narran y confrontan podo que para ellos ha deslgnlflcar el gobierno, sidoagt
el gobernar. elabora
la Ocu~
H PROYECTO OE UNA GOBERNABILID,t,D SIN GOBIERNO contem
North, i
Pues ¿no es la propia globallzadón, en general, una gran interrogante acerca gente e
del gobierno? ¿Y no lo es, además, en un sentido hondo en el que se incorporan ( ...)
al menos dos resonancias del término. a saber, el gobierno como administra· mas de
clón pública y el gobierno como conducción y construcción de la propia vida. Sineml
de las propias pasiones y alma? La pregunta revolvente acerca de si con la porque
mundializadón los Estados nacionales tienen todavla algún futuro, incorpora aplicad
un cuestionamiento más general acerca de si algo así como el gobernar aún países'
puede existir en este cosmos. lasforn
Todo esto no es nuevo. La economla ha sido, desde siempre. una interro-
gadón paradóJica acerca del gobernar o, mejor, acerca de la posibilidad de un
gobierno no·polhico de los asuntos humanos. No tanto una gobernación como
tal, como propósito e Institución a eso dedicada -mucho menos fundada en
valores y orientada a fines generales-, sino un "efecto-gobierno~ un resultado,
una consecuencia de una serie de sucesos encadenados alimentados los unos
por los otros, en un proceso virtuoso y autocatalftico. Todo ello se encuentra ya
en la metáfora fundacional de Ada m Smith, según la cual la mano Invisible, sin
Intervención Intencionada por parte de nadie, lograría una distribución de bienes
tal que ni la divina providencia podría conseguir un resultado mejor. El mismo
tropo puede encontrarse aún hoy, en términos sorprendentemente similares. en
textos que abordan el tema actual de la globallzadón. Escúchese por ejemplo
a Robert Cox hablando sobre la situación mundial contemporánea:

(...) no existe una estructura politica o autoridad que actúe sobre la economfa
global. Existe, sin embargo, algo ahl que debe ser descifrado, algo que podrla
describirse por el término francés de nébuleuse o por medio de la noción de go-
bernabllidad sin gobierno

Un gobierno no polftico pero tampoco una fatalidad, el sometimiento a legali·


dades que fuesen irresistibles como la gravedad. A pesar de su arrogancia, de
su aparentemente estar perfectamente asentada como clenda, la dlsdplina
económica está atravesada por fa dificultad de pensar el tema de la conducción
social sin gobierno, y al mismo tiempo no caer simplemente en una descripción
de lo ineluctable. Como se imaginará, el propósito es dif!dlmente realizable; man-
tenerse en ellfmlte entre el efecto-gobierno y la inapelabilldad ante lo real sólo
puede lograrse al convocar resonancias mágico-literarias, como en el recordado
caso de Smtih. De cualquier forma, los economistas m~s brillantes parecen haber
sido agudamente candentes del carácter de teorías del gobierno que poselan sus
elaboraciones. Keynes. por ejemplo, llamó a su reflexión en la Teoria General de
la Ocupación el Interés y el Dinero un •arte práctico de gobernar" y el teórico
contemporáneo de la economla institucional, Premio Nobel 1993, Douglas C.
North, afirma llanamente que en relaclón a los paises en desarrollo la tarea ur-
gente consiste en diseñar adecuadas formas de gobierno:
(...) una parte esencial de una política d~ desarrollo es la creadón de for·
mas de gobierno que establezcan y apliquen derechos de propiedad endentes.
Sin embargo, sabemos muy poco sobre cómo crear tales formas de gobierno,
porque la nueva economla polltica (la nueva ciencia económica institucional
aplicada a la política) se ha enfocado en gran medida a los Estados Unidos y otros
paises desarrollados. Una necesidad de Investigación apremiante es modelar
las formas de gobierno del Tercer Mundo y de la Europa Oriental.
142 ¡Cómo pensar las Clonclas Sociales hoy/

•Modelar las formas de gobierno'; si, pero tampoco simplemente eliminar- eco no
las. Declamas lineas arriba que la palabra gobierno posee se abre al menos a queh;
dos senderos: conducción de los asuntos públicos -o las instituc.lones fincadas N~
para ello-, o bien orientación de la propia vida, regulac.lón de las propias pasio- lagob
nes e Intereses, habilidad para sortear el tránsito por este mundo. Pues bien, Estad e
la economfa en general separa y contrapone ambos significados y, en última undó1
instancia, considera que la única gobernabllldad válida es la de los Individuos entod
sobre si, cada uno. El gobierno en el sentido de aparato de administración y la ec
pública, sólo puede justificarse, acaso, si permite la gobernación Individual. Lo SÓlO sE
mejor seria la retracción total. elejen
Y ello porque en el fondo la teorla económica es un discurso escéptico En la1
respecto a que puedan superarse las limitaciones de lo humano, tanto en su las fun
aspecto moral, como en cuanto al carácter ontológico de la flnltud. Es el inte- que p
rés, el deseo de lucro lo que mueve a los hombres. Su orientación Individual, la trata, 1
dirección que Imprimen a sus propias vidas, carece de motivaciones sublimes y dictar
está atado a su ser finito: no podemos concebir o perseguir valores universales, prodUt
porque nuestras capacidades para preocupamos por los otros, el alcance de Co
nuestra dotación moral es limitado; más allá de cierto perlmetro, no es cierto alea m
que podamos sentir compasión por el otro. cada quien lo mejor que puede es una
hacer es perseguir su propio Interés y confiar en la mano Invisible porque no para e
hay salvación ni superación de las murallas propias. la teor
No sólo en el terreno moral, también en los aspectos cognoscitivos de lo latinoc
que puede ser aprehendido por los seres humanos. En uno de los argumentos lndusc
más fuertes que se han elaborado para justlflcar lo mercantil, Friderich Hayek enlgm
ha Invocado a la finit ud, y no al egolsmo. como puntal de la necesidad del po QUE
mercado: es de Importancia menor si los Rnes por los que cualquier persona se cumpl
ocupa comprenden sólo sus propias necesidades Individuales o si comprenden inOuer
las necesidades de sus más cercanos o aun más lejanos compañeros - esto es, siemp1
si es egolsta o altruista en el sentido ordinario de estas palabras. El punto que conce1
es importante es el hecho báslco de que es Imposible para cualquier hombre quepr
examinar más que un limitado terreno, ser consciente más que de un limitado lldad f
número de necesidades (...) Los fines a los que él (cualquier hombre) puede disto~
estar abocado, serán solamente una fracción infinitesimal de las necesidades acuerc
del hombre. la•sup
Ningún sujeto sodal o colectivo - ésta es la duda que Introduce lo económi- En
co- est~ en posibilidad de superar o trascender las limitaciones de los Individuos, dicion•
porque, en efecto, todo sujeto es ya de suyo un Individuo, flnito por mas que aplicar
llegara a ser muy grande. Si el Estado pretendiera tener títulos especiales para forma
ejercer el gobierno de lo social, acaso por poseer una perspectiva o conocimien- ¡.,prO\
to mayores que los de las personas. o por poseer legitimidades de otro tipo, la limite
Pefuor la Economio hoy tn América YlinO 143

economia le contestarla que lejos de incorporar las finitudes de todos, lo único


que haría seria imponer su finitud sobre la de los dem~s.
Nadie posee, pues, credenciales especiales para gobernar. Lo mejor es que
la gobernabílidad sea la dirección de nadie. El mismo Keynes, que entronizó al
Estado como sujeto económico, asumió que la única legitimidad atribuible a tal
unción podría residir en su provisionalidad, en el hecho de que la acción estatal,
en todo caso, esruviese dirigida a permitir que en algún momento, los mercados
y la economfa desregulada, pudiesen ejercer su papel. El gobierno keyneslano
sólo seria válido como propedéuctfca, mensaje y promesa de la mano invisible;
el ejercicio del gobierno individual de la propia vida es su patrón de evaluación.
En la Teoría de la Ocupación subraya Keynes que el defiende •ra expansión de
las funciones de gobierno~ porque considera que esa ampliación es el camino
que permitirá •er funcionamiento afortunado de la Iniciativa Individual• Se
trata, pues, de la paradójica tarea de suplir a la mano Invisible sin eliminarla, sin
dictar fines a nadie, sin opresión, Incidiendo en encadenamientos mecánicos,
produciendo secuencias virtuosas en ~gregados de bienes o monetarios.
Con el keyneslanismo la tradicional aporla de la gobernabilidad sin gobierno
alcanza sus cotas más altas (y en ellas se mantendrá con el neollberaUsmo, que
es una especie de keynesianismo radicalizado pero de derechas. keynesianismo
para el capital financiero). Y será justamente en ese momento de evolución de
la teorla económica, que hará su aparición ese producto cognoscitivo-cultural
latinoamericano que es la teorla de la CEPAL También para ella, de manera
Incluso más agudizada que con Keynes, si ello fuera posible, se propondrá el
enigma de cómo impulsar al Estado como un supersujeto económico, altiem·
po que se evalúan sus acciones, los quehaceres estatales, por su aportación al
cumplimiento del paradigma de la gobernabilidad sln gobierno. A pesar de la
influencia que en su seno tuvo el marxismo, la economía cepaJina se mantuvo
siempre en el campo problemático del margínalismo, de su vocabulario y redes
conceptuales. También para Prebisch y sus allegados, las polftlcas económicas
que propugnaron deberían evaluarse por su sumplementariedad y provlslona·
lidad frente a un mercado y un sistema mundiales que, una vez superadas las
distorsiones de la división centro-periferia, funclonarlan adecuadamente de
acuerdo a lo establecido por la economia neodáslca. ¿En ello consistiría. acaso.
la ·superación del subdesarrollo"1
En tanto llega el momento, sin embargo, en que sean remontadas las con·
diciones estructurales perversas, el Estado cepalfno interviene en el mundo
aplicando poiltlcas económicas para modlflcar algo, para transformar de alguna
forma el entorno Interno o externo. Lo hace con una legitimidad fundada en
la provisionalidad de su acción, si, pero lo hace. Incide, no se resigna, lleva al
limite la paradoja insaira en el propósito de la gobernabiiidad sin gobierno.
pues para Implantar ésta última parece necesario recurrir a un control y una una refle.
centralización sin precedentes. consolld¡
La Intervención neoliberal, en cambio, empleando la acumulación de ca- hubiese:
pacidades institucionales y de poder prohijadas por la era keyneslano-capallna, hubiese~
resuelve la paradoja proponiendo una noción de gobernación como sometimien- posturac
to abierto a la fatalidad, a las corrientes del mercado, a la gtobalización. Lleva sido, ¿ba:
asf al agotamiento a las Interrogantes productivas, creativas que fundaron la entornoi
eco nom la en torno a la duda sobre la posibílidad de un gobierno no polftlco de to, un eo
los asuntos humanos. La respuesta del consenso de Washington es el abandono derivaba
del enigma propuesto por Smlth, puesto que ahora cada quien persiguiendo perspect
su propio Interés producirá un efecto, una distribución, que será la que sea el una ruptl
caso pero que será la mejor únicamente por el hecho de estar ahi, de existir de los pa
y mantenerse, aunque ya no sea ni remotamente lo que la divina providencia sistema •
hubiera procreado de haber tenido oportunidad. No se trata ya de un óptimo, y subord
ni de Pareto ni de nadie, es sólo un producto reproducible, en ese sentido la estratE
•sustentable~ aunque fuese Injusto. Cualquier otra cosa, aún cuando fuera
el desarr
deseable por un momento, devendria fatalmente descomposición y desajuste. pueblos
8 programa es entonces la disciplina de los batanees contables. 8 poder del En te
Estado ha de emplearse para mantener a todos los sujetos en esos estrechos etapas y
limites, empezando por la administración pública misma. Ya no se hablará de la estruC'
justicia, pues ello referlrfa a valores absolutos no sólo inalcanzables sino peli- las econc
grosos, sino de "Igualdad de oportunldade~ es decir, de que cada uno tenga Comisfór
la posibilidad de someterse a los dictados de las fuerzas económicas. crecimie1
Es la culminación del tema de la economfa como teorla del gobierno no- una forrr
potrtlco de los asuntos humanos: la administración del ser por las cosas mismas. ralismo,,
Pero en un mundo globalizado y neoliberai, ¿todavfa existe algo asl como el nuestro:
gobernar? la prime
cierta he
DE lA ECONOM IA RESTRINGIDA Habí¡
.Se partf;
Las economfas latinoamericanas están aquejadas, entre otras astringencias, por vabael d
lo que se ha dado en llamar "la restricción externa". Nombrada y conceptual iza- conoclml
da de diversas maneras por las distintas escuelas e instituciones ("dependencia" poráneol
la llamaron los economistas continuadores de la CEPAL, •gtobatrzadón" es el del saber
término usado por tos neoliberales), esta etiqueta constituye elsintoma de una separad e
falla, de una carencia, o bien de una Inadecuación endémica de las formaciones sino que
sociales de nuestro subcontinente en relación al ~pacio mundial global. Como Encono
si la nuestra fuese la pieza de un rompecabezas que, basta en sus bordes, no en la pro
acabara de encajar en el dibujo general. manufac
En años recientes la critica neolfberal a las elaboraciones cepalinas, ha pre- siglo pan
sentado una imagen de las elaboraciones de esa oficina de la ONU, como si de factores,
l'enlllt la Economfa hoy en América I.Jitina 145

una reflexión provinciana y cerrada se tratara. Como si el énfasis puesto en la


consolidación del mercado doméstico -para enfrentar la restricción Interna-
hubiese sido reductivo, una suerte de endogamia nacional, aislacionista, que
hubiese renegado y rechazado la participación de América latina en el mundo. la
postura cepaHna no era, nunca fue. de introyección completa. Pero si así hubiera
sido, ¿bastar!a ese rasgo para condenarla 1 De la toma de distancia respecto al
entorno internacional, de la "desconexión• habló si, por ejemplo, en su momen-
to, un economista no cepalino y radical como Samir Amín, pero tal propuesta
derivaba·de un diagnóstico acerca de la formación de la economía mundial y las
perspectivas de los pueblos en ese marco. Se condufa que, de no establecerse
una ruptura sistémica profunda, la dinámica general no ofrecerla a la mayoría
de los paises ninguna posibilidad de alcanzar el desarrollo: la construcción del
sistema determinaba, orgánicamente, posiciones funcionales dependientes
y subordinadas para la gran mayoría. ¿Valdría, entonces, criticar por principio
la estrategia •desconexlonista~ aún si a través de la misma se lograra alcanzar
el desarrollo y, con él, acaso y como efecto futuro, una nueva Inserción de los
pueblos en el mundo?
En todo caso la CEPAL. a lo largo de su historia. pasando por todas sus
etajJaS y aún hoy, mantuvo como una constante la reflexión sobre la historia y
la estructura de la economla mundial que producen la restricción externa en
las economlas latinoamericanas. Las pollticas económicas Impulsadas por esa
Comisión, si bien subrayaron, en general y más en sus primeros tiempos, el
crecimiento del mercado Interno, lo hicieron concibiendo esa ampliación como
una forma de inserción de las economías en el exterior. A pesar del neollbe-
rallsmo, que se pretende por primera vez: cosmopolita e lntemadonalísta en
nuestro subcontinente, lo derto es que la economía pensada por Prebisch fue
la primera manera de pensamiento unívetsalista, antiprovinclano, que logró
cierta hegemonía en estas tierras.
Había en la concepción cepalína una elaboración literaria no exenta de grandeza
. Se partía de una visión hegellan.a que, ubicada en el mirador de la Historia, obser-
vaba el desenvolvimiento del hombre como un proceso de progresiva difusión del
conocimiento técnico. Sobre ese motor, sin embargo. el sistema económico contem-
poráneo habría levantado una serie de obstáculos. la emanación y derrama universal
del saber. se ve frenada hoy porque el sistema mundial ha construido dos ámbitos
separados entre los cuales el conocimiento ya no se distribuye equitativamente,
sino que se concentra solo en un lado. Se trata de la estructura Centro-Periferia.
En concreto, esta estructura se expresa como la especialización de la periferia
en la producción de productos primarios. agrlcolas, y en la elaboración de bienes
manufacturados por parte de los paises centrales. En las primeras décadas de este
siglo pareció posible, por la coyunttJra Internacional de las guerras europeas y otros
factores. modificar el esquema e Insertar de otra manera, a través de la producción

-
1<46 ¡Cómo pensar l.u Oenclas Soc:lalti hoy!

de manufacruras, a América Latina en el ámbito mundial. En vena keynesiana, ello portadones,


requerfa la ampliación del mercado Interno y la expansión industrial nacional r~pida al hacerlo- ;
(para absorber la mano de obra desp~da de las actlvldade5 primarias) y protegida crear las est
del exterior (para no ser barrida de Inmediato por la competencia de las industrias de tenerla c.
del centro). La estrategia de lndustrfallzadón tendria que ser progresiva y lenta. (empresario
paso a paso: sustituir internamente la producción de bienes finales, intermedios y, decisiones e¡
por último, de capital. Pero el camino enfrentaba una restricción: habia que pagar campeón df
por el conocimiento del Centro, Importar el saber para producir las máquinas que Nopuec
produdrfan las máquinas (y ello, además, en el contexto de unas clases dominantes esta propue
domésticassometidasculturalmentealexterioryconsumldorasdelosbienesfinales nosdtivo. Er
que disfrutaban los dominadores en las metrópolls). modernasd
La restricción externa cristalizaba en un problema financiero: el creclmlento bajo el ínfl~
se estrangulaba porque requerla importaciones crecientes que no podlan ser lnformaciór
pagadas por las exportaciones de bienes primarios ya que, dedan Prebisch y que tomar 1
sus sucesores, exlstla una tendencia al creciente deterioro de los términos de no nació en
Intercambio. Pero en la construcción teórico-literaria de la CEPAL. el origen del difundió a
problema no era, desde luego, monetario o Incluso simplemente económico, era go. con un
una cuestión de saber, de la evolución de la distribución del conocimiento de la gobernante
humanidad. En el entramado cepallno el capital, especialmente las máquinas, habrla que
el capital fijo, estaba constituido por conglomerados de sapiencia, de técnicas eminente n
y habilidades históricas coaguladas en objetos. Por eso las políticas econó- el proletari¡
micas recomendadas - sustitución de Importaciones, protección arancelaria, ¿Cómo el p
polltlcas salariales y fiscales etcétera- aunque estaban pensadas en la clave valorizó, co
y el vocabulario de la economla, eran sin embargo instrumentos cognitivos, de los otro!
dispositivos a través de los cuales se concretaba, paJa nuestro continente, la el corpora~
tarea del gobernar impllclta, como hemos visto, en todo el programa de la teo- autónomo,
rla económica. O dicho en otros términos, la CEPAL propuso, en la equivoca periferia prr
c:lave del economicismo, la tarea soclal del gobernar como un asunto en primer En todo
lugar económico, pero además especifica mente vinculado y constituido por el para la libe
conocer. Gobernar es una cuestión de economia y de saber, tal seria el mensaje llama un •r
a extraer de las propuestas cepallnas. en los térrr
El constante involucramiento de la CEPAL con los gobiernos y su compro- externa mi
miso Indeclinable con la planeación, no obededan únicamente a su colocación queria sign
institucional como una dependencia de la ONU, relacionada automáticamente mente fue•
por eso con las Instancias oficiales de los países del <lrea. El nexo cepalino con por algunc
los gobiernos estaba relacionado también con sus pollticas del saber. Prebisch, Intuición d.
Furtado y todos ellos, se propusieron construir el sujeto del nuevo conocimien- mericana e
to, del nuevo dispositivo de difusión universal del saber, en el que considera- proponien<
ban se resumirla el resultado que se englobaba en la palabra "desarrollo'. El caclones al
Estado latinoamericano, fue la subjetividad a constl\llr en la que se procesarla de la entid
el saber que superarla el esquema Centro-Periferi a. Mas que a sustituir lm-
Ponsotlf El:onclfllia hoy en AmMca Latln• 147

portaciones. o realizar reformas agrarias y fiscales -o bl en, para realizar eso y


al hacerlo- a lo que se orientaban las recomendadones de la Comisión era a
crear las estructuras de lnformadón, estadlsticas, institucionales, que habrfan
de tener la capacidad de colocarse por encima de todos los agentes económicos
(empresarios y trabajadores), para prever el futuro, fijar las metas y tomar las
decisiones que llevaran a ellas. Una especie de Leviatán técnico y benevolente,
campeón de la superación del subdesarrollo.
No puedo entrar aqul a examinar todas las dimensiones e implicadones de
esta propuesta cepalina que hizo del Estado en Latinoamérica un artilugio cog-
noscitivo. En ese análisis habrfa que reparar, desde luego, en que fas estructuras
modernas de la administración pública en nuestro subcontinente se formaron
bajo el influjo cepalino. y que todos los sistemas de cuentas nacionales y de
Información en general, naderon al amparo de la teoría de Prebisch; habrfa
que tomar nota, también, de las fuentes emanadoras del saber cepalino, que
no nadó en principio en la academia y que sólo después de su elaboración se
difundió a las universidades; y habrla que articular estos temas, desde lue-
go, con un examen de los caminos que ha seguido la formación de las élites
goberndntes en liltlnoamérica y l~s competencias que han posefdo. En fin,
habría que ver cómo la CEPAL hizo frente al aserto marxista de que el saber
eminente no era el que podría poseer el Estado, sino el que los trabajadores,
el proletariado -ese otro sujeto alternativo- Iban constituyendo en su praxis.
¿Cómo el preponderante saber técnico-estatal propugnado por la CEPAL des-
valorizó, concretamente, en prácticas y acciones espeáficas, el conocimiento
de los otros actores de la sociedad, del proletariado particularmente? ¿Cómo
el corporativismo latinoamericano, que es la castración del sujeto proletario
autónomo, se vinculó con el esquema de superación del esquema Centro-
periferia propugnada por la CEPAL1
En todo caso lo realmente sorprendente es que una fábula del conocimiento
para la libertad, una ejemplificación concreta de lo que Jean Francois Lyotard
llama un •metarrelatos de emancipación~ haya sido enunciada y procesada
en los términos. vocabularios e instituciones de lo económico. La restricción
externa mienta, en efecto, un desequilibrio de pagos, pero lo que la CEPAL
quería significar con esos términos era algo más amplio que sólo Imperfecta-
mente fue nombrado: algo como la dominación, enunciada sf, con ese vocablo
por algunos como Furtado, pero también una figuración más nebulosa, una
intuición de cierta inadecuación del mundo, un malestar de la cultura latinoa-
mericana con respecto a los patrones acerca de la gobernabllidad que estaba
proponiendo el capitalismo contemporáneo. Una buena parte de estas signíft-
caciones aludidas/eludidas, pudo haberse resumido en la cuestión del Estado,
de la entidad estatal en toda la amplitud que el hegelianismo - la fábula por
excelencia del conocimiento para la libertad- hubo dado a ese concepto, la
noción de la totalidad del nosotros y del sentido.
Pero tal vez el Estado simplemente no sea un objeto susceptible de ser Par.
pensado a trav~s del juego del lenguaje de la teorla económica. Y al respecto lgu
llabrfa que preguntarse que tan contingente fue fa elecdón de vocabulario um
por la escuela cepallna y por los gobiernos. elites e instituciones en los cuales prc
encamó.¿Fue sólo una cuestión de oportunidad, un lenguaje que estaba ahl a en
la mano y que por tanto fue usado, o se trató de un léxico seleccionado acaso
precisamente por eso, porque permitió evocar, invocar, pero no aprehender lo oct
que en realidad, en la superficie y en el fondo estaba en juego? var
El dependemismo diagnosticó adecuadamente en las elaboraciones de la ha
CEPAL los dos temas que latfan a flor de piel y sin embargo no eran pensados: pri•
el Estado en tanto conformación de la unidad ético-política de la sociedad y de
la cuestión del sujeto del conocimiento emancipador. Los teóricos de la teorla
de la dependencia tuvieron el gran mérito de desvelar las Implicaciones del no
relato cognoscitivo que habla propuesto Prebich como gran metatrama de til!
lnteliglbllid~d de la historia global.lns dependentistas oyeron el metarrefato y
Pe
quisieron creerlo. En lugar de atacar - en el sentido en que un ejecutante ataca rer
una partitura- las polfticas económicas posibles para administrar el tiempo del r~
pasar la vida latinoamericana, quisieron rasgar las cuerdas de la narración sobre lO!
el destino general del ser humano que hablan sido tensadas por la Comisión de ho
las Naclones Unidas para América Latina. rel
Pero los dependentistas no pudieron aferrar del todo la problem.\tica correc- afi
ta, que era el asunto del gobierno polltico, realmente polftlco, de la sociedad y dE
de la naturaleza humana. la razón del fallo dependentlsta fue su tendencia a la
huir de la polftica; tendencia de rafz tanto marxista, como liberal y anarquista
- todo ello en versión guevarlsta. Desconfiados del Estado capitalista, apoya-
dos en sujetos constituidos como entidades trascendentales -el proletariado d!
o los marginados-, los teórtcos de la dependencia carecieron de concepciones dt
suficientemente ricas y complejas acerca de los sujetos sociales posibles (les ra
faltó, especialmente, algún tipo de.noción acerca de la sociedad dvll) y sufrieron 8
fa carenda, también, de noclones metaflslcas amplias acerca de la noción de si•
cambio misma, en cuanto tal. Desde su perspectiva, por eso, sólo podría valer
por una modificación aquello que transformase todo, Incluyendo, a veces, a Sf
la naturaleza humana misma. Pero si el único rasero para afirmar que algo rt
ha cambiado lo proporciona el nacimiento del hombre nuevo, la espera de la Ir
mutación puede ser muy larga. S4
('
S4
d
ADMINISTRACIÓN OE EXPECTATIVAS

Para América latina los ochentas fueron años perdidos. la pobreza, la des-
9 Ualdad y la exduslón crecientes en los paises, se vieron acampanadas por
una homogeneización igualmente progresiva de las concepciones, pollticas y
problemáticas de la economla. Señala el Sistema Económico Latinoamericano
en un reporte que ya hemos citado antes:
la reglón latinoamericana y caribeña ha experimentado, desde los años
ochenta, la puesta en práctica de un paradigma económico aplicado con pocas
variantes a economlas muy dispares. Al renunciar amodelos endógenos, la agenda
ha sido la misma para la mayorfa de los paises: apertura comercial y financiera,
privatización y reducción del sector público, eliminación de subsidios, reformas
de los sistemas de seguro social, flexlblllzadón de los mercados laborales.
Sobre todo privatización. Pero ¿cómo hacer congeniar estos signos oml·
nosos de homogeneidad y unidenslonalizaclón del pensamiento, con otros
rasgos que también han acompañado a Latinoamérica en los últimos lustros?
Pensamiento económico al parecer único, en efecto, pero al mismo tiempo
renacimiento de las democracias o, incluso, impulsos renovados de lntegradón
regional: Cumbres latinoamericanas periódicas y acuerdos de comercio de
los que se anuncia alguno nuevo cada semana. ¿Qué es, pues. lo que se vive
hoy en América latina? o bien, otra manera de plantear lo mismo, ¿cu.il es la
relación entre economfa y po11tica7 ¿Tendrán razón Fukuyama y otros cuando
afirman que al fortalecimiento del mercado corresponde la consolidación de la
democracia? ¿Se acilbó la historia?
¿Pero se pueden pensar preguntas tales, en el marco de las problemáticas
que venimos examinando, con esas reglas léxico-argumentativas?
El neoliberallsmo es, qué duda cabe, un proyecto radical de despolitlzadón
de las relaciones sociales. pero sobre todo es, en positivo, el propósito afirmativo
de la economizaclón de todas las esferas y vincules. Es el empeño desmesu-
rado de llevar la gobemabilldad sin gobierno al horizonte de todo lo que es.
Es, en ese sentido, una utopla, una fe, una misión, una llumlnadón religiosa o.
simplemente, lo que antes hubiéramos llamado una ldeologla.
Que todas las decisiones que involucran escasez, recursos limitados, finitud,
sean tomadas por un dispositivo impersonal - el mercado- de tal manera que los
resultados no sean Imputables a nadie, a ningún designio, a ninguna mala fe. o
incluso aningún princ.lpto de justicia que, por m~s racional que fuese, aún estarla
sometido al disenso, al conflicto, a la violencia. Lo mercantil significarla, dice el
credo, no estar sometido al arbitrio m.is que de si mismo: la única gobernación
seria la de uno sobre si. Pero, paradójicamente, seria un gobierno que siempre
de entrada habria fallado pues si hay mercado es porque no podemos alcanzar
nunca la mejor alternativa. Tenemos que elegir porque lo óptimo, el realizar Una teo
todos los deseos no es alcanzable. El mercado es el símbolo de la reslgnac.lón lo públi
ante la finitud. Es el encerramiento decepcionado en la jaula de las propias pre- La~
ferencias. Sobre todo eso: las preferencias. El mercado es amoral en el sentido dice. en
de que no exige ningún fin en particular, ni prohibe de entrada ningún querer hacia lo
o conducta. Pero vuelve a todas las inclinaciones comparables, negociables, medias
intercambiables: un dolor a cambio de dos alegrlas, un amor equivalente a servicio
seis tristezas. El individuo deviene negociante. mercader de oportunidad de si predsa
mismo porque su querer, si bien tal vez no haya sido coaccionado, si en cambio Pere
ha sido modelado: su de.sear ha sido formalizado, sometido literalmente a una que cad
forma, a una horma, a una preferencia. to, exd1
Ni hacia uno mismo ni hacia la sociedad el mercado genera equidad. Además reseñad
de normalizar las inclinaciones favorece sistemáticamente una.s preferencias radica e
sobre otras, o unos preferldores sobre otros. y elimina sistemáticamente a tran en 1
algunos. tamo Individuos como deseos. Incrementa ciertas habilidades, ciertas nuestro
estructuras personales y sociales que de ordinario se engloban bajo el lema de la exclu.
la competencia, pero castra, bloquea, deforma, empobrece y excluye al resto ya ni sic
de la personalidad y de la sociedad. El Informe del Desarrollo Humano 1999, pobre.~
del Programa de las Na dones Unidas para el Desarrollo lo explica muy bien: Ha~
Los mercados competitivos pueden ser la mejor garantla de la eficiencia, ral, trae
pero no necesariamente de equidad. La liberalización y la privatización pueden progran
construir un paso hada los mercados competitivos, pero no una garanria de tlvos pa
lograrlos. Y los mercados no son nlla primera palabra del desarrollo humano las lnstit
ni la última. Competitividad no implica, pues, equidad Pero ¿que se sigue de rendiml
un aserto como ese cuando lo mercantil se difunde a cada vez más ámbitos? general
Continúa al respecto el PNUD: en el co
Cuando el mercado va demasiado lejos en el control de los efectos sociales y indivldu
políticos, las oportunidades y las recompensas de lamundializaclón se difunden de pero no
manera desigual e Inicua, concentrando el poder y la riqueza en un grupo selecto del mlec
de personas, paises y empresas, dejando al margen a los demás. (...) Cuando el Si ca
afán de lucro de los participantes en el mercado se descontrola, desaffan la ética y a cont
de los pueblos, y sacrifican el respeto por la justicia y los derechos humanos. de ocun
Como parte de la globalización, si entendemos por este vocablo e~trallo se redu:
la difusión de la regulación mercantil a cada vez más esferas, Latinoamérica las deuc
ingresa ya a la Tercera Ola de la privatización. Si antes el Estado se deshizo hastaak
de los bancos y después de la infraestructura, hoy se trata de trasladar a las quelad
empresas privadas los sectores sociales. especialmente, la salud y la educaclon. pasa ent
La argumentación esgrimida para justificar este paso asume de inmediato, piel par.
sorprendentemente, que en efecto el mercado no provoca equidad, pero a atentos,
dedr de los agentes prlvatlzadores, menos aún la produce la acción estatal. de la ad
Una teorla de la decepción, declamos, porque según esto si lo mercantil es malo,
lo público es peor.
La privatización de los servicios sociales cumplirla un rol justiciero, se nos
dice, en la medida en que se adlclonarfa con una serie de apoyos focalizados
hacia los más pobres. Se cancelarla as! un subsidio impllclto hacia las clases
medias que hasta ahora se vieron beneficiadas por el acceso universal a los
servicios subvencionados. Equidad y eficiencia a trav~s de la identificación
precisa de los targets.
Pero tras este discurso aparentemente equlllbrador aparece la realidad de
que cada vez que un programa focallzado selecciona a alguien como su obje-
to, excluye a algún otro. Es la versión latinoamericana del Horror Económico
reseñado para Franela por Vlviane Forrester. Porque si en Europa lo horrendo
radica en que toda la cultura, el reconocimiento y la valla de la persona se cen-
tran en el trabajo, precisamente cuando la economla ya no produce empleo, en
nuestro continente ese horror se ve duplicado por otro, a saber, por el temor a
la exclusión total. No sólo el miedo al desempleo, sino el temor a no ser objeto
ya ni siquiera de la mfnima Individualización que ofrece el poseer un carné de
pobre. Sin eso se es una nada, menos que cero.
Ha sido señalada con frecuencia la radical Individualización que, en gene·
ral, traen consigo las acdones neoliberales. No sólo cuando se aplican en los
programas focallzados de subsidios, sino cuando adoptan la forma de disposi-
tivos para incrementar la competencia en todos los ámbitos, por ejemplo en
las Instituciones educativas - sistemas de puntos para premiar salarial mente el
rendimiento personal-. Ha sido denunciada también la promoción Ideológica
general del egolsmo: la entronízaclón de Imágenes del éxito personal basadas
en el consumo en solitario, en fin, la reducción de las formas del compromiso
Individual al limite de la dádiva, la caridad, la fllantropla. Todo esto es cierto,
pero no capta aún otro aspectO del individualismo neollberal, a saber, la difusión
del miedo, de la incertidumbre, del estar a la expectativa.
SI cabe siempre la posibilidad de no ser uno quien reciba la tarjeta de pobreza
y a continuación ser arrojado al limbo de la Inexistencia social; si siempre pue-
de ocurrir que los estfmulos al rendimiento sean menores esta vez y el salario
se reduzca a la mitad; si puede suceder que las tasas de lnter~ se eleven y
las deudas personales, como sucedió reciememente en M~xico, se agranden
hasta alcanzar a los bisnietos; si Incluso mas allá de lo económico puede ocurrir
que la delincuencia Impida cotidianamente nuestro regreso a casa, si todo eso
pasa entonces, qué duda cabe, estaremos alertas, ojo avlsor, sentidos a flor de
piel para captar todos los signos, para movemos rápido, más rápido, siempre
atentos, siempre expectantes. El neoliberali3mo es la práctica Institucional
de la administración de la conducta a través de la gestión de expectativas. Su
efectividad requiere inevitablemente, como condición sine qua non, reducir
los horizontes sodales al corto plazo, los horizontes de Futuro a fas señales
inmediatas. Es un disciplinamiento social a través de la promoción de un miedo
atmosférico, intangible pero omnipresente.
E1 neollberallsmo es en este punto un régimen que, más allá o a través de
las políticas privatízadoras que promueve, consiste sobre todo en un dispositivo
dirigido a fa imaginación: los actores interaccionan a través de desplantes, de
gestos de poses; el gobierno no anuncia tasas de inflación para el año siguiente
con la convicción de que nadie vaya a creerle, sino para alinear las expectativas
de los demás; lo mismo que los empresarios y los diferentes poderes se fintan
unos a otros, desenvolviendo un juego de gambitos y garlitos en que lo que
está en juego es quién, de todos los poderes sociales, es el que se convertirá
en el eje de las expectativas del otro. Lil lucha por el reconocimiento, dijo en
su momento Hegel, consiste en lograr apoderarse del deseo del otro. Hoy,
con el neollberalismo latinoamericano, de lo que se trata es de determinar la
expectativa de las expectativas del otro.
Sólo quienes están encerrados, apñslonados, pueden ser obligados a desa·
rrollar al máximo sus Instintos felinos de alerta. El blddo latinoamerlc~no da
hoy ha empleado todo el poder, todo el aparato Institucional que le heredó el
keyneslanismo·preblcheanlsmo, para desmontar las instituciones de seguridad
con que contaban los ciudadanos y dejarlos a la intemperie, creando asl el con-
texto general necesario para fa efectividad de fas polltlcas neoliberales. Encerra-
miento en el presente y en fa fatalidad que ha supuesto una vinculación estrecha
entre sectores y grupos sociales que poseen los medios para emitir y controlar
señales: especialmente el Estado-que maneja la información keynesiana de las
cuentas nacionales y del dinero-; el capital financiero - que controla fuentes
de emisión de diversos slmbolosdlnerarlos-; los medios de comunicación -que
producen señales y, sobre todo, monopolizan los canales de su distribución.
El neollberalismo es un poder escenognlflco, mediátlco, porque es, habrá que
repetirlo, un régimen de gobemabilidad a través de las expectativas, es dedr,
por medio del manejo de las previsiones de la gente cuando esas anticipaciones
del Futuro han dejado de ser, brutalmente, esperanzas para convertirse apenas
en premoniciones, en atisbos de corto plazo.
Todo esto es derto. Pero acaso demasiado simple aún. Pues todavla quedan
en la memoria latinoamericana momentos dramáticos en que el neollberafismo
Fue votado mayoritariamente. Coyunturas extraordinarias en las que un Menem,
Fujlmorl o Zedilla resultaron electos sin que se pueda afirmar del todo que los
ciudadanos fueron engañados, que las agendas neollberales reales fueron há·
bllmente escondidas bajo los discursos y las promesas de las campañas. No. El
neollberallsmo tuvo cierto consenso social reciente en nuestros paises y eso es
Pensor la Ec.ooomla hay e n A.tr1~ñca Latina 153

reducir algo que requiere urgente explicación si es que las ciencias sociales en Arnerlca
1eñales latina han de tener algún futuro.¿Es la propia atmósfera de fatalidad promovida
,miedo por los gobiernos lo que explica el voto del miedo, dela resignación, que reclbie·
ron en su momento los neollberales?Tal vez. Pero seguramente tamblen contó
-aves de para ello la oferta económica de la gobernabllidad sin gobierno, ellibertarlsmo
positivo de derechas que ofreció el sacudimiento de los controles gubernamentales y
ntes, de estatales sobre la vida personal y social. Freedom to Choice que parece haber
igulente convocado a los individuos aún en medio del ambiente de Incertidumbre y temor
?Ctativas a que es misma elección los condenarfavocaba. Y queda abierta la pregunta:
se fintan ¿a que profundidad fue vivido el estatismo latinoamericano de antes en las
e lo que subjetividades lndividuales?¿que tanto caló, que ahora se quiere arrancar esa
:mvertirá costra, todo ese decir keynsiano-preblcheano sobre el Estado y la nación que
' • diJo en se metieron hasta la vida cotidiana? ¿Cómo es y cómo fue la violencia subjetiva
tro. Hoy, que se ejerce y ha ejercido contra los latinoamericanos? ¿Se prefiere, o se prefi-
rmlnar la rió cuando el neollberalismo fue reelecto, la economixadón de la vida a seguir
soportando aquello?
>sa desa· la entronl~adón del"pensamlento úníco' ha coincidido. por un lado, con la
ricano de recuperación de la democracia y del regionalismo latinoamericanos. Por otro,
heredó el la pobreza y la exclusión - en Mex leo, sólo por poner un ejemplo, la pobreza se
;egurldad extiende a setenta millones de personas- se han Incrementado brutalmente.
así el con· Aún no sabemos cuál es, en general, la relación de la economfa con la pollti-
;. Encerra· ca, pero podemos constatar a traves de ambos aspectos, que la calidad de la
nestrecha vida misma se ha reducido. Porque en efecto tal vez haya democracia, pero
·controlar su cualidad, su carácter. la materia de la que está hecha han disminuido de tal
anadelas forma que, aunque siga Importando que haya regfmenes democraticos, estos se
la fuentes han vuelto funcionales al propósito de imponer la gobernabllidad sin gobierno.
•clón - que ¿Democracias para despolitizar el gobierno? Tal vez. Seria la realiución de
;tribuclón. Ada m Smlth por otros medios.
habrá que
1S, es decir, OTRA ECO N OMIA
<ipaclones
rse apenas Pensar la polftica, la gobemabllidad y aun la cultura a través del vocabulario, los
tropos y figuras, las formas de argumentación del juego de lenguaje económico,
vra quedan parece haber sido, con todo y hasta hace poco, una apuesta creativa y produc-
llberalrsmo tiva de la cultura latinoamericana. Fue una forma de crear conocimientos e
un Menem, instituciones sociales, una manera de dotarse de mediospara el procesamiento
>do que los de conflictos en las esferas gubernamentales, y una vla, en fin, para acceder a
• fueron há- la modernidad extraña de esta tierra que Merqulor llamó en algún momento
añas. No. El "el otro Occidente•.
ses y eso es
154 ¿Cómo pensar las OendM Sodllle.s I\Oyl

Pero al parecer, con el encumbramiento y difusión del neoliberalismo a todo El


lo largo de América Latina, el carácter productivo que el afán paradójico de la prog1
gobernabilldad sin gobierno -implkito en la teoría económica- habla tenido, esep
ha llegado a su fin. En buena medida, porque tos proyectos Impulsados por el econ•
consenso de Washington, si bien son briosos en cuanto al propósito de, utilizan· se en
do toda la fuerza del Estado, despolitizar al máximo las relaciones sociales, son delg
autocontradictorlos a la hora de proponer algo en positivo. El discurso fondomo- la pr•
netarista al uso da lugar a Instituciones gubemamentalesaurodefectivas, falibles profu
estructuralmente,1:an sólo fuera porque son Incapaces de dar alguna definición inten
plausible de lo que habría de significar, precisamente, la acción de "gobernar~ -el fE
Porque si la operación de la administración pública ha de reducirse a crear hum;
los •ambientes• adecuados para que florezcan los mercados y los Intercambios T¡
libres, queda aún por demostrar que lo •ambiental~ ya sea lo referido a los desee
entomos sociales o también a los naturales, puede ser objeto de gobernación: todo!
¿se pueden controlar los climas, sean los naturales o los de inversión? La con- propl
ducción gubernativa se ha orientado a bajar el perfil de la sociedad, a disminuir nacer
su velocidad, a decolorar los tlempos y volverlos grises•.parejos, sin aristas, sin sujete
saltos, pues ello es lo más c;ercano que se puede estar de un •ambiente esta- escue
ble~ Al mismo tiempo, ésta época neollberal ha dado lugar a sus propios viejos losgr
topos: Irrupciones tormentosas como las del E]érclto Zapatlsta de Liberación E!
Nacional, por ejemplo, ya que lo excluido de la grisura general, lo eludido en las
focalizaciones, regresa a nuestras tierras en la forma inmanejable de fantasma
u obsesión, de inconsciente. Pensar hoy, los confHctos sociales en América
Latina, pas<1 por otra vuelta al psicoanálisis, porque el sujetamiento de los In·
dividuos a sus sociedades transita continuamente por la mutilación de muchas
de sus dimensiones. S1 personas y movimientos sociales son recortados a lo
largo de sus perlmetros solamente económicos, entonces todo lo que queda
fuera volverá en la forma de cuasi-sujetos, entes sin figura para cuya curación
aún no se conocen los remedios.
Lo que se piensa a través de la economía que enuncian y practican los mi·
nisterlos de nuestro continente es esta derrota del pensar la gobernabilidad,
la de nuestras sociedades y la de las personas que las formamos. Nada hay en
ese vocabulario capaz de iluminar a nadie, más allá de la constatación de que
se trata de polltlcas que concentran el Ingreso y lo trasladan masivamente al
capital financiero. Pero se trata de un juego del lenguaje en el que ni siquiera
esto último puede decirse o reflexionarse: ni siquiera los efectos obvios de
expoliación y exclusión .que procrean cotidianamente laS' acciones fondomo·
netaristas, pueden ponerse en palabras a través del neoliberallsmo. Y desde
luego, y por ello, tampoco se les puede ya no digamos poner solución, sino ni
tan siquiera canalizar, orientar, domesticar.
Pensar la Eronomla hoy en América Latina !SS

El Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo ha propuesto como


programa la •Mundialización con rostro humano~ Pero hay que subrayar que
ese propósito ni siquiera es concebible a trav~s de los juegos del lenguaje de la
economía contemporánea, global y latinoamericana en particular, mientras no
se enfoque en sus propios términos, con sus lenguajes espedficos, la cuestión
del gobierno y en particular, el asunto del gobierno político de los hombres.
La pregunta ¿cómo pensar la economía hoy, en América Latina? adquiere una
profundidad Insospechada cuando reparamos en que lo que nos propone es la
Interrogante de sí son compatibles, en cualquier forma, hoy por hoy, el pensar
-el reflexionar real, la producción de conceptos y horilontes nuevos para lo
humano- y Jo económlco.
Tal vez en estas tierras se pueda pensar hoy. Pero para ello será necesario
deseconomlzar las culturas tanto como los lenguajes del personal político de
todos nuestros paises. Acotar la teoría económica a sus limites y amplitudes
propias, y redescubrir las lenguas de las ciencias sociales de antes y de las que
nacen ahora. Un nuevo discurrir para la sociedad y para la constitución de sus
sujetos. Nunca más, como hasta ahora, deberla ocurrir que la historia de las
escuelas económicas, sea al mismo tiempo e lndlscernlblemente, la historia de
los grupos gobernantes latinoamericanos.
Es el tiempo de pensar no la economía sino la polftlca.
VIII. PENSAR lAS CIENCIAS SOCIALES DESDE LA FILOSOffA

Alejandro Labrador S~nchez

La fllosofla que antallo pareció


supe«~da. sigue vivaporque
se dejó pasar el momento
de su reallzadón
Theodor W. Adorno

DIALECTICA NEGATIVA

PRESE NTACION

El titulo del presente ensayo, apunta a la necesidad inaplazable de Interrogarse


como es que las vertientes de mayor Influencia en la filosofía contempornnea
'lan pensado, e Introducido en sus problemas, las transformaciones experlmen-
'3das por las Ciencias Sociales (sobre todo en lo relativo a sus fundamentos)
slmul~neamente, pensar en los aportes que hoy la Filosofia pudiera ofrecer,
de cara a la posible Intersección de los distintos métodos de Investigación que
;urcan los campos del saber.
Para que tal pregunta sea congruente, hemos de situarnos en el lenguaje de
~filosofía moderna, y sobre la base de que acotemos sus márgenes respecto de
a tradición filosófica, que sugerla la posibilidad de una imagen globallzadora del
'T1Undo aCtualmente cuestionable. Según esto, la A lo sofía ya no puede abarcar
de una sola mirada al conjunto del mundo, de la naturaleza, de la historia y de
I.J sociedad, en el sentido de un saber totaliz<lnte. Las imágenes globalizadoras
del mundo han perdido sentido a partir del horizonte abierto por el progreso
•.!Ctico de las ciencias emplricas y por la conciencia reflexiva que responde y
~acompañado dicho progreso.
En tal perspectiva, la reflexión fllosófica al retroceder autocríticamente en
su pretensión de abarcar la totalidad del mundo, se transforma para la moderni-
:lad en metafilosoña,liml~ndose a esdarecer (como vigilante e Interprete según
'iabermas) ciertos núcleos temáticos de una racionalidad descentrada: lógica,
•.eorla de la ciencia, teorla del lenguaje, teorla del significado, ética, teorla de la
acción, entre otros; y cuyo Interés cognoscitivo son las condiciones forma.les
del saber, del entendimiento y de la acción, tanto en la vida cotidiana, como en
el mundo de las experiencias formaliz<!das y organizadas sistemáticamente.
En efecto, siendo la razón el problema fundamental de la fllosofla modema
y, desde ese terreno, pretender pensar a las Oenclas Sociales, supone un vinculo

157
de éstas con la razón y con sus problemas de fundamentos, es decir, con una Ent
teoría de la sociedad. y pertlr
Al trazar el dintel a partir del cual se Inauguran los problemas centrales nalldad
de la modernidad filosófica tenemos presente desde luego, como horizonte la fliOSI
irrenunciable. la fllosorra crítica de Kant, y también la recepción posterior de de bOSI
dicha herencia. se perf
En la primera parte de las lineas que siguen se ha optado por retomar, pregun
como un inicial referente problemático, la recepción efectuada por Lukács del ca.Ten
horizonte abierto por Kant que, a mi entender planteó, desde una posición estiln i!
critica, en su célebre obra Historia y conciencia de clase (1 922), los problemas -domn
cruciales de la filosofía moderna hasta ahora no resueltos y que, a partir de la fiiOSI
Kant, quedaron envueltos en un universo de sombras. Es de nuestro Interés,
la conexión establecida por Lukilcs, entre la Alosofla y las Ciencias Humanas, 1) Las t
pues ello lo condujo a una reflexión de los vínculos que éstas podrlan tener con a las aJ
la razón y, por tanto, con sus problemas de fundamentos. En ese horizonte,
la pretensión de Lukács de dar respuesta al problema de la cosificación de la Según
conciencia moderna, partió de la c;rltica y superación de las antinomias de la de la e
razón moderna no resueltas por Kant. Tal pretensión de superar el kantismo (la me
trajo como resultado la paradójica restauración, bajo una perspectiva dlohktica, han ol
de una concepción sustancial y totaUzadora de la razón histórica, actualmente cultur.
disgregada en el marco de una modernidad Inconclusa. delnst
En el segundo apartado. habremos de ver cómo después de desarrollarse las for
la perspectiva lukacsianas en los alios veinte, las Ciencias Sociales, tendenclal- de la t
mente, fueron limitando su reflexión sobre la cuestión de sus fundamentos y natur.
su posible conexión con los problemas de la razón a la racionalidad form;:~1. No huma
obstante, b;:~jo el Influjo del predominio de la razón fonmal heredada (aunque sofla 1
no exclusivamente) del neokantismo alemán y de la soclologla weberlana, las se pla
Genclas Sociales abjuraron de los problemas filosóficos de fondo. indep
En el tercer apartado se aborda la pretensión emprendida, por la llamada Sup.o r
escuela de Frankfurt hasta Habenmas. de llenar el vado inherente a la filosofla const
moderna. a través de la evolución experimentada por la teorla critica de la arque
so<iedad en sus principales núcleos problem~ticos ('dialéctica de la Ilustra- se c01
ción, •c.rftlc:a de la razón instrumental', "dialéctica negativa•, •teorfa de la delal
acción comunlcallva~ entre otros). Al respecto, será también importante segú1
la reflexión en torno al Intento -por parte de la teorla critica- de superar la total~
filosofía lukacsiana de la conciencia y su reemplazo por la teorla de la acción men<
orientada al entendimiento. Ello, mediante la reapropiaclón, por parte de esa socie
perspectiva, de diversos paradigmas clásicos y contemporáneos, en la mira de mant
construir un paradigma alternativo con pretensiones de emancipación para el esqu
género humano. perrr
Pl!ruar ,.~ de~ socuot.. desde la ntosofJa 159

En las consideraciones finales, se intenta dilucidar en qué medida es posible


y pertinente pensar la emergencia de nuevas formas de inteligibilidad y racio-
nalidad en Ciencias Sociales, desde los problemas y antinomias inherentes a
la filosofla moderna desentrañados desde Lukács hasta Habermas. Se trata
de bosquejar la cuestión de si, ante el vado dejado por esa tradición moderna,
se perfilan en el presente posibilidades de repensar, sobre nuevas bases, las
preguntas cruciales inherentes a las antinomias de dicha modernidad filosófi-
ca. Teniendo como marco los nuevos parámetros de cientificidad que hoy se
están abriendo, y que han hecho entrar en crisis el determinismo causallsta
-dominante en los clásicos paradigmas científicos- al cual se habla enfrentado
la fllosofia, colocándola con ello en una v/a aun más Incierta.

IJ Las Ciencias Sociales desde el concepto de totalidad, como respuesta


a las antinomias irresueltas de la fllosofla moderna

Segun Lukács "La fllosofla critica moderna ha nacido de la estructura cosificada


de la consciencia~ Para Lukács, la estructura básica de la sociedad capitalista
fla mercanda) y sus correspondientes formas de objetividad y subjetivlrlad
han atravesado, Ineludiblemente, las esferas de la sociedad, la polltica y la
cultura. De tal suerte que en la perspectiva del llamado marxismo accidenta~
de Inspiración hegeliana, las formas de conciencia, real o posible, se derivan de
l.ls forma.s objetivas y subjetivas producidas por la opacidad de la cosificación
de la conciencia surgida con el capitalismo. Bajo esa óptica, el dominio de la
naturaleza externa se trasmutó, indefectiblemente, en dominio de los seres
humanos entre si, es decir, en una suerte de autodominio. Para Lukács la fllo-
sofla moderna, originalmente representada por Descartes, Spinoza y Leibniz,
se planteó el problema de no aceptar el mundo como algo que ha nacido con
mdependenda del sujeto cognoscente, sino entenderlo como producto propio.
Suponiendo que asi fuera, los métodos de la Matemática y la Geometría, y toda
construcción metodología del objeto (incluyendo a la flslca newtoniana como
arquetipo), tomaron como presupuestos formales la objetividad en general, y
se convirtieron también en Indicadores y en criterios de los problemas básicos
de la Fllosofia andada a dichos fundamentos ónticos.Lo novedoso de ese salto,
según Lukács, fue la pretensión de captar el conocimiento del mundo como
totalidad y de haber descubierto "el principio de conexión de todos los fenó-
menos con que se enfrenta la vida del género humano en la naturaleza y en la
sociedad~ dejando a un lado los problemas "últimos· de la existencia que se
mantenfan en una lrradonalldad inaccesible para el entendimiento humano. Y
es que es precisamente la delimitación formal de dicha forma de pensar, la que
permite observ.Jr la relación entre racionalidad e irracionalidad, como necesidad
160 ¡Cómo pensar lu Oendas Socio les ho,7

Incondicionada del tropiezo de la razon con barreras irracionales. En Kant. la COl


cuestión de la irracionalidad se manifiesta de forma ambigua y equivoca a partir y•
del significado que cobra de manera impresdndlble, para su sistema filosófico, prt
el concepto de "cosa en si" como signo llm1tante de la capacidad humana de eo
•conocer• racionalfsta y formal. llg
En efecto, el problema que enfrenta Lukács dejado entre bastidores por
Kant en la Critica de la razón pura (espedficamente en la "dialéctica tras- ap
cendental") es que, ante la cuestión lógica y metodológica de la materia y la ne
• problemática del contenido de las formas mediante las cuales podemos conocer lll::
el mundo en tanto lo hemos producido, queda categóricamente Irresuelto el la
problema del todo y de la suStancia última del conocimiento que, al ser capta- Ce
da, sintetiza conceptualmente los diversos sistemas parciales en una totalidad yl
que pretende dar cuenta del sistema del mundo. Por lo tanto, el contenido de
Y'
las formas y la suStancia última del conoamiento aparecen frente a la Gen- er
da como objetos prohibidos, como problemas mal planteados. De tal suerte Pe
que en la radical separación establecida por Kant entre los "fenómenos• y los ce
"nóumenos~ estos últimos son entendidos como cosas •en si~ es decir, como ce
contrapuestos a los fenómenos cognoscibles. Sin embargo, en contraste con
1& tradición, la fllosofla clásica alemana al rPConocer la existencia de los datos el
provenientes de la percepción tras la •monumental arquitectura• de las formas V(
racionales producidas por el entendlmiento. se esfuerza también en retener •¡:
y comprender el carácter irracional de lo dado en el contenido del concepto, pt
pero con la pretensión de rebasar y superar tal comprobación en la mira de at
construir el sistema. El problema es que cuando la Filosofia recurre a los pre- bt
supuestos estructurales de la relación entre la forma y el contenido, transfigura 01
y sublimlza el método •matematizante" de las ciencias especiales en método C<
de la AtosofTa, o explicita como hecho último la Irracionalidad de la materia d;
en sentido lógico. Como quiera que sea, con tal Intento de sistematización, Cl
el irresuelto problema de la irraclonalfdad se manifiesta en el problema de la a
totalidad. Ese todo creado y producible c:lerra asl el horizonte de la cultura p
tornada como algo inderivable, como algo dado, como "facticidad~ d
Frente a esa fatal "facticidad" Lukács ve, en la Critica de la razón práctica
de Kant y en la interpretación que de esa obra efectuó Flchte, que"las barreras Cl
teóricamente (contemplativamente) Insuperables son superables prácticamen- d
te~ situándose por tanto la Alosofia en el mundo del ser y la finitud, frente a d
lo Infinito y lo suprasensible, es decir, partiendo de la acción que enlaza ambos e
mundos para dominarlos con la mirada. De tal suene Fichte propuso una re- fj
lación sujeto-objeto Idénticos, a partir de los cuales se pudiera sintetizar toda S
la realidad, Incluyendo la relación empfnca entre sujeto y objeto. Pero Kant. al e
quedarse atrapado a medio camino, se mantiene en tos puros datos éticos de la e
PonHr las ciencias soda~ desde 1• ñlo!Ofl• 161

a111ciencia individual, sin lograr surcarellfmite Impuesto por la "inderivabllldad"


"facticidad" del horizonte redondeado de la cultura. Esos datos éticos se le
:r-esentan a Kant como mera facticidad encontrada, resistiéndose a pensarla
como producida; se le presentan, consecuentemente, como •casualidad inte-
¡gible•del"mundo externo• sometido a leyes naturales.
la dualidad entre libertad y necesidad, entre voluntarismo y fatalismo,
i;~arecen como dilemas real y concretamente no resueltos, manteniéndose la
·¿cesldad despiadada de las leyes naturales para el"mundo externo• frente a la
&bertad y la autonomia que, en vez de fundamentarse en el descubrimiento de
.z esfera etica, quedan reducidas al mecanismo fatal de la necesidad objetiva.
Con ello "hasta el sujeto queda también esdndldo en nóumeno y fenómeno.
, la escisión irresuelta,lrresoluble y como Irresoluble eternizada entre libertad
• necesidad penetra haSta la más intima estructura del sujeto~ presentándose
entonces la ética así fundada, como una ética puramente fonnal, sin contenido.
~r lo tanto, la teoria y la práctica, vistas desde la filosofía kantiana, tienen
tl)ITlO referente los mismos objetos, en tanto todo objeto está dado como un
CDmplejo Inmediatamente inextricable de fonna y contenido.
Sin embargo, la grandeza y el drama de la nlosofla kantiana consistió en
d hecho d~ no ~ncubrir el dilema irresoluble de la libertad y la necesidad, del
.roluntarlsmo y el fatalismo; pero al aceptar la Imposibilidad de entender, de
·producir• la conel<ión entre forma y contenido como conexión concreta, no
pudo superar las leyes •eternas• de bronce del acaecer natural. A lo sumo. Kant
ibrió la cuestión de una doble dimensión de la historia social: la fenoménica -su·
bordlnada a causas- y la practica - referida a fines. Y es que en tanto la Clenc.la
organiza conceptualmente los fenómenos segun los criterios de la explicación
causal; la razón práctica teniendo como fundamento la polftlca, la moral y el
derecho procede -mediante la formalización de la práctica- consecuentemente
con el •reino de los fines~ La empresa kantiana quedaría por tanto reducida
a delimitar los objetos -lnentendibles en su contenido- de la Oencia y de la
polltlca, de la razón teórica y de la razón practica, del determinismo causal y
de la acción humana con referencia al valor.
Es por ello que ante tal irresolubilidad basada en la Idea de un sujeto traS·
cendental y a-histórico, Lukács recurre a la solución idealista de la metacrltica
cf~aléctica presente en la idea hegeliana de la génesis del sujeto. En la búsqueda
de esa génesis, Hegel pensaba en la mala contradicción consustancial al dr·
culo de la teoria kantiana del conocimiento, que quedarla plenamente justl·
licado en la experiencia fenomenológica como forma de la reflexión misma.
Saber-se a si mismo significa que hay que haber conocido para poder conocer
explkltamente: un saber anterior puede recordarse como resultado y ser, en
consecuencia, examinado en su proceso genético. Este movimiento en Hegel
162 ¡Cómo pensar li15 Oon.clas Sociales hoyl

es la e.xperienda de la reflexión y su objetivo era el conocimiento racional


(Razón sustancial) que el criticismo kantiano postulaba de forma inmediata.
En esa critica se hace patente la idea de una ciencia no reñida con la polftlca,
ni separada de ella: •...causalidad y teleoiogfa. teoría cientffica y conciencia
moral, ser y deber ser, razón pura y razón p~ctica son removidos de su dura
dualidad y de su Irreconciliable oposición y son tema tiza dos como momentos
necesarios de la formación real de la c.oncienda, de formación de la verdad
teórica y de la historia humana libre!: Es de esta critica de la que Lukács se
habrla de servir para superar el kantismo y de la cual, en un mismo movimiento
teórico, Intentará fugarse sin lograrlo satisfactoriamente, a la luz de la critica
y•superación• de Hegel por parte de Marx.
Inspirado en la crftlca efectuada por Marx a la filosofía dásica alemana que
culmina en la perspectiva especulativa sellada por Hegel, Lukács le planteó a
Kant y. simultaneamente. a su maestro Weber el problema de no haber lleva-
do hasta el fin la relatfvizadón del relativismo. el de no haber relativizado las
nociones de sujeto y objeto. Yes que no se trata de que nuestro saber deje de
ser parcial y partidario. Mejor aún, el relativizar la relación sujeto-objeto en la
historio no d~b~rlo confundirs~ con el •en si" de la historia misma. la historia
universal como totalidad realizada no se despliega frente al sujeto como si este
fuera un espectador. Para Lukács el esfuerzo de Hegel representa un Intento
de fundar el movimiento de los conceptos en la dinámica concreta de la dialé-
ctica de la existencia (entendida esta como sustancia-deviniendo-sujeto) que,
al abrazar como punto de partida la génesis de la subjetividad, patentiza el fin
expreso de superar las contradicciones petrificadas no resueltas por Kant y
sus seguidores.
No obstante, la superación de Hegel por parte de Marx, a la cual Lukács se
atiene, advertía que la cosificación de la dualidad sujeto-objeto en la historia fue
soluble para Hegel-mediante la idea de reconciliación- en los horizontes del
pensamiento, o mejor dicho, a través de una solución conceptual (Ideal) frente
al •en sf'' (empíricamente Incognoscible) de la historia real, instalándose por
tanto en el "sf mismo" de la Alosoffa, .en cuyo ámbito era imposible trascender
la actitud contempletiva. Es por-eso que la totalidad a la cual se referla Lukacs
no era la •totalidad de la empiria~ como si con ello la Rlosofía pretendiera pen-
sar a todos los seres posibles y actuales. Tampoco se trataba de una totalidad
meramente conceptual (Ideal) que no fuera tensíonad<~ con la historia real.
Inversamente, la pretensión de la empresa lukacsiana consistió en la reunión
coherente de todos los hechos que conocemos, mediante una concepc.ión dia-
léctica de la totalidad extrafda de la historia real. Esa totalidad era Impensable
en el marco del más burdo empirismo, ni tampoco podla quedar atrapada en la
actitud quimérica de la pura especulación conceptual. Con ello, Lukács estaba
Pensor fas ctt.nciAssodal.. desde la filosofla 163

Qm/encido que podla continuar el proyeao metodológico de la filosofía clá·


llltil alemana desde fuera de la Filosoffa, a condición de abrirla al fundamento
-.nórico-concreto de la subjetividad como su principal presupuesto social. Ya
"O habla entonces razón alguna para limitar el saber a Intuiciones pardales y
Qsc:ontlnuas, siempre y cuando se aceptara descifrar en la historia el conjunto
;e las elecciones valóricas fundamentales. Si la Filosofía fuera capaz de lograr
memar lils articulaciones internas de la historia partiendo de su estructura
r.religlble, más allá del muro de contención Impuesto por Kant, la historia podrla
~ara ser fllosoffa realizada y la Filosoffa historia formalizada.
En los años veinte, esa posibilidad histórica la reservó Lukács a una clase
:i!Xial que, bajo tal perspeaiva, seria capaz de descubrir en si misma, sobre la
!:lase de su experiencia vital, la identidad sujeto-obJeto, el sujeto de la acción, el
-.osotros· de la génesis, es decir. el proletariado. El acto de un sujeto universal
¡¡ ser el equivalente subjetivo de la cosificación total, y que habrla puesto en
cuestión todas las mitologlas conceptuales de la relación sujeto-objeto, habrla
uelto transparente el presente histórico para la teoría. La critica epistemológica
'"liateriallsta del joven Lukács deduda de la naturaleza la aspiración "dialéctica"
:2fundamentaclón drcunscrlbi~ndola al mundo hecho por los seres humanos.
Sin embargo, a las Ciencias Sociales. desde entonces, no 1!'~ flle posible pen~t­
-rar, en el mismo ritmo y nivel conceptual alcanzado por la Olosofra práctica en
es problemas cruciales del presente histórico. Prueba de ello es que la critica
efectuada por Lukács de la nlosoffa moderna, tiene como referentes irrenunda·
tles dos paradigmas fundacionales de las Oenclas Humanas que, a su manera,
'labian abjurado de la Filosoffa aunque no de la problemática de la racionalidad:
;¡ teorla marxista del fetichismo de la mercancla y la teorla weberfana de la
'Xlonalizaclón occidental. Aún habiendo logrado eficacia en el terreno de la
especialización (aspecto de la cultura moderna ya criticado en profundidad
oor Lukács), las Ciencias Sociales en los años veinte fueron menos lejos que
.a Fifosofla de entonces, al no percibir que Historia y conciencia de clase era
~ mejor sintesis critica de las Ciencias Sociales de aquél momento. Y es que
a existencia sociológica de una clase e)(plotada y deshumanizada hundida en
e universo de la cosificación (a partir de la cual Lukács confundió el Ideal de
objetividad cien tinca de la época con eJ objetlvlsmo), asr como la capacidad de
una dlal~ctica conceptual para percibir a dicha clase bajo el signo de la Identidad
sujeto-objeto, no lograron constituir en definitiva una práctica revolucionaria,
:;ue habla sido prisionera del voluntarlsmo de la época.
Antes y después de Lukács, la coslflcaclón fue percibida como resultado del
"!telecto (Bergson) producido por la Ciencia y la T&nfca. El intelecto habrla
de ser viSto como una función esencialmente práctica, cuyo fin era represen·
wse cosas y estados, antes que mutaciones y acciones. Es por ello que ante
la mirada escéptica dellrracionallsmo, a principios del Siglo XX, el mundo
material (representado por el Intelecto como la verdadera realidad) aparecía
como una ilusión, como un artificio suscitado por la Ciencia; en tanto la ma-
teria era percibida como una creación del intelecto que nos permite operar y
transformar el mundo prácticamente. En tal perspectiva, el surgimiento de la
Ciencia y fa Técnica habría de ser atribuido a los imperativos de la vida cotidiana
a fa necesidad de •regularidad" y •estabilidad" que caracterizaban al sentido
común. La Ciencia sería. por tanto, el resultado de una vocación puramente
materia.! y externa, en la cual quedaba extraviado el impulso originario de la
vida, para perecer en un mundo de objetos materiales, cuyo contorno estaría
delimitado por el intelecto. la Clencia entonces habría de ser identificada con
el positivismo y, simultáneamente, el mundo cosificado seria Inmediatamente
confundido con la Imagen dentffica del mundo fislco·natural. En resumen.
las reacciones espiritualistas en contra del ideal de las modernas Ciencias
Naturales a partir de Newton, y tal vez desde Galileo; asf como ef desprecio
y segregación de fa Flfosofla respecto a fas Ciencias Sociales, resultaron de un
pesimismo filosófico ante la cultura y frente a toda perspectiva gregaria que
fuera planteada al margen de la Afosofia.

2) El olvido de los fundamentos de las Ciencias Sociales y su desconexión


con la problemas de fas esferas desarticuladas de la razón moderna

El temor de entender el mundo como universo de múltiples determinaciones)


la repugnancia respecto de toda forma de objetividad y exterioridad materia
condujo a una transformación y replanteamiento -en sentido negativo- de los
fundamentos que se habla impuesto la Alosoffa moderna desde Kant. Ejemplo
de ello fue la naturaleza de la fllosof!a del "momento: a partir del ocaso de.
lapsus neokantiano (la única filosofía de Interés mundial a fines del siglo XIX
en la cual se trataba - según Wlndelband- de impulsar e lmponer •una unidad
espiritual de vida contra la pardaflzadón de li! cultura volcada hacia la exterio-
ridad material~ Se trataba de un retomo mf.stico del irradonallsmo por la va
del Impulso religioso (presente en la necesidad y exigencia epocal de •concep-
ción del mundo/ más allá de cualquier conocimiento y, simultáneC~mente, de
una Invocación filosófica respecto de la Importancia conferida a fa acción y 1
la voluntad ame la decadencia de occidente (Spengler). Wlndelband y FUken
habrfan de cuestionar la distinción entre Ciencias de la Naturaleza y Oenclasde-
Espfrltu sostenida por Dilthey, en tanto se fundamentaban -en la perspectiva dt!
Dilthey- exclusivamente en la diversidad de sus objetos. Wlndelban establecio
la diferencia entre las dos ciencias de acuerdo a la finalidad cognoscitiva que~
propon tan y le confirió, por el contrario, un fin y procedimiento de construcóórl
Ponsarlas ciencloJ sockles desde la filo<Ofta 165

de leyes •generalizan tes" a las Ciencias Naturales (nomotétlcas), asi como una
finalidad y procedimiento de determinación "lndividualizante• a las Ciencias
Históricas (ldeogrMlcas). Desde este punto de vista, la distinción fundamen·
tal no estaba en el objeto, sino en la forma en que se ejerda la producción del
conocimiento. Otro momento importante en la critica del entendimiento, que
también contribuyó a la formadón del concepto de cosificación, esta presente
en la obra de Rlkert Los lfmites de la formación de conceptos en las ciencias
natural~ y su critica del conocimiento sobre la base de la •explicación causar·
producida precisamente por el intelecto naturalista: Ante ello, Rikert planteó la
exigencia de •trascender" los limites de lo cognoscible impuesto y delimitado
por la exposición conceptual mediante la "intuición" que ofrecla, por un lado,
una vla reflexiva más confiable para la descripción del conocimiento indivi-
dualizante o histórico, y por otro, representaba una alternativa que aseguraba
la recuperación y penetración de motivos empátlcos (la "relación de valor• o
la •referencia a valor") en la identidad del sujeto y del objeto que permitiera,
frente al naturalismo, fundamentar una Idea de la Fllosofla como •ciencia de la
totalidad•; fundamento del cual-como más adelante observaremos- habrla de
renegar Weber en su empresa de constituir, sobre bases objetivas, una ciencia
comprensiva de la cultura.
Evidentemente, el peso de dicha perspectiva, habrla de Influir en Weber
y en el ulterior desarrollo de las Ciencias Sociales hasta la primera mitad del
Siglo XX. Por lo que respecta a la Alosofla, a juicio de Habermas, habrlan de
desarrollarse cuatro lineas criticas al trascendentalismo kantiano, a través de
una posición analltica (Strawson), una constructlvísta (Lorenzer) y, finalmente,
una crlticlsta (Popper).
A principios del siglo XX, todos el Itinerario para construir sobre nuevos
fundamentos epistemológicos las Ciencias Humanas: desde la crítica del his-
toriclsmo diltheyano y la comprensión y explicación causal en Weber, hasta la
dialéctica conceptual de Lukács, habria de verse eclipsado por el desinterés,
en gran parte de las disciplinas contenidas en las Ciencias Sociales (quizá con
excepción de la Sodologla), respecto de las transformadones de la sociedad
en un sentido global, abandonando con ello los problemas relacionados con
sus fundamentos (en un nivel metateórlco) y su posible conexión con los
problemas, tanto de la razón teórica, como de la razón práctica. Consecuen-
temente, la Inmediatez (resultado de la especialización) a las cuales la cultura
moderna habla orillado a las Oenclas Sociales, produjo en éstas serios obstá-
culos epistemológicos, sobre todo para la percepción del concepto lukacsiano
de totalidad, al considerarlo como un nuevo Intento metaflsico por restaurar
conceptualmente la razón sustancial. Y es que el concepto de totalidad, a pesar
de su postura transgresora frente a la cultura moderna, resultaba Inaccesible
166 [Cómo pensar Los Oenclas Sodales hoy7

para una esfera de valor que ya habla Impuesto su hegemonla sobre las esferas
práctico-morales y estético expresivas: la racionalidad formal; racionalidad a
la cual tenderlan a inclinarse disciplinas como la Ciencia Polltlca, la Economla,
el Derecho Positivo, entre otras.
En lo concerniente a la Sociología (para no hablar de la Antropologla y las
Ciencias de la Historia y de la Cultura), desde su nacimiento en la segunda mitad
del siglo XIX, su principal Interés cognoscitivo fue averiguar el cambio estructural
experimentado por el marco institucional en la transición de las sociedades tradi-
cionales a las sociedades modernas, convirtiéndose con ello,,por excelencia, en
una ciencia de la crisis. Ya fuera en un sentido apologético o en un sentido crítico;
desde el horizonte del positivismo y del empirismo. o a partir de los ejes de la
comprensión, explicación y validez de la tradidón hermenéutica, la Sociologla se
ocupa, a partir de entonces, de todos los aspectOs anómicos de la disolución de
los sistem¡¡s sociales tradicionales y de la formación de los modernos, es decir, de
las manifestaciones a nómicas de la modernización capitalista en las sociedades
preburguesas. De tal suerte que todos los pares conceptuales en la historia de
la Sociología han girado en torno de un mismo problema: reconstruir concep-
tualmente el cambio institucional inducido necesariamente por la expansión
descentrada de la razón moderna, bajo la hegemonfa de una racionalidad formal
signada por la Ciencia y la Técnica, hecha presente a través de la tendencia a la
racionalización social y cultural: sociedad mllftar e Industrial (Comte), comunidad
y asociación (Tónnies), solidaridad mecánica y orgánica (Durkhelm), dominación
tradicional y burocrática (Weber), cultura y clvUizaclón (Ellas). Esto explica la
razón por la cual, dentro del espectro de las Oendas Sociales, ha sido la So-
ciología una disciplina que históricamente mejor se conectó, en sus conceptos
básicos, con la cuestión de la radonalldad, sin renunciar a mantener su vinculo
con las transformaciones de la sociedad global, y en todo momento dispuesta a
abordar la problemática de sus fundamentos como teoría de la sociedad; lo cual
le abrió la posibilidad de orientar, sobre bases epistemológicamente seguras, los
planos meto_dológíco y empfrico indispensables para su desarrollo ulterior. Quizá
por ello, los únicos espíritus cuyas obras son de interés en la segunda mitad del
siglo XX, en lo concerniente a los fundamentos de las Ciencias Humanas, han
provenido o se han ocupado de la Sociología: Mannhelm, Parsons, Raymond
Aron. C. Wright Milis, Habermas, Giddens y Jeffrey C. Alexander. Desde la
perspectiva de la Rlosofía esto·tiene Importancia si consideramos el decurso de
disciplinas corno la Ciencia PoUtica y la Economía al convertirse en ciencias es-
pecializadas, aband<lnando con ello la cuestión de sus fundamentos y su relación
con los problemas de la razón.
En efecto, para poder afirmar su orientación emplrica, en los inicios del siglo
XX, la Oencla Polftica, por ejemplo, tuvo que emanciparse del derecho natural
Pensar las ciencias soclllotS clesd~ la filosofl• 167

racional y del contractualismo (cuya herencia se remonta a la Fllosoffa Polltica


del siglo XVIII), los cuales percibían el orden jurldico-político desde un punto
de vista normativo, es decir, como un mecanismo racional. En contraposición
con el normativismo, la Gencia Politlca habria de excluir de toda considera-
ción científica los problemas práctico-morales referentes a la legitimidad y su
fundamentación última o, en todo caso, tratarlos como cuestiones emplrlcas
relativas a una fe en la legitimidad que era menester abordar en términos des-
criptivos y no evaluativos. Ejemplo de ello es la forma en que Weber percibió
la configuración de motivos en sus tipos Ideales de dominación, al exdulr de
estos toda referencia a la •verdad~ Bajo esa lógica, al quedar reducida la le-
gitimidad a la efectividad de la legalidad, quedaba roto todo posible vinculo de
la teoría con la problemática de la racionalidad práctica en términos valóricos
y con los problemas de la sociedad global. Esa tradición habrla de marcar el
decurso de la Ciencia Polftica durante las tres primeras décadas del siglo XX,
cuyos primeros núcleos problemáticos fueron las distintas vertientes de la teoria
de las élites pollticas representada por Pareto, Mosca, Michels y Schumpeter,
hasta las teorlas funclonalistas de 1~ esrmtlfocadón de Parsons y Dahrendorl.
En esos autores se observa una línea de continuidad, en cuyas coordenadas
se aceptó incondicionalmente la ine.xorable eficacia de la racionalidad formal
en el contexto de las modernas sociedades de masas, asl como la Imposibilidad
de una teorla de la verdad en política y de la democracia sustantiva. Ello en
correspondencia con el hecho de que los fines y los valores (reducidos a los
actos-elecciones Individuales del actor) quedaban sometidos a la lógica de la
racionalidad formal, pero excluidos de la esfera inherente a sus preocupaciones
cognoscitivas.
Algo similar es el rumbo experimentado por la Ciencia Económica que, a
diferencia de la Economia Polltica del Siglo XVIII y de la critica marxista de esa
tradición clásica, habrla de ocuparse de la economía como de un subsistema de
la sociedad, dejando del lado Jos problemas de legitimidad; toda vez que en su
perspectiva se hace presente el reducir los problemas de racionalidad a consi-
deraciones de equilibrio económico y de elección racional. De tal suerte que al
quedar fuera de sus preocupaciones la cuestión de la crisis, en un sentido global
icomo lo fue para la Economía Politlca y su ulterior crítica), no eran tampoco
de su Interés cognoscitivo Jos efectos producidos por la dinámica del sistema
económico en los órdenes que integran normatlvamente a la sociedad; en otras
palabras, la Genda Económica se verla obligada a realizar una transposición de
los problemas de legltlmidad (validez) en problemas de imperatívos sistémicos
(comportamiento).
Como quiera que sea, la desconexión de la Alosoffa respecto de las Cien-
cias Sodales se fue haciendo más profunda, desde el momento en que éstas
se resistieron a reproblematlz.ar sus fundamentos. Ante la herenda de una vetasl
creativa dialéctica conceptual anclada a la historia real, la Inmediatez de las especi
Ciencias Sociales trivializó la perspectiva filosófica abierta por Lukács, hacién- sabere
dola aparecer como una nueva forma de mitología conceptual y que, a pesar de une
de las apariencias aun reinantes, tan solo querra hacer frente a la opaddad y una m
densidad de la historia que pende de la cosificación. De ello vamos precisamente clone!
a hablar en seguida, bajo la convicción de que Historia y consciencia de clase uadld
sigue siendo hoy un libro de Filosofía o, mejor dicho, hasta ahora la m~s Impor- de la~
tante Enciclopedia de las Cíendas Humanas. En esa Summa, la Alosofia nunca apare
fue sobreentendida como dogma, sino que contrariamente era practicada, en evalu;
tanto su pretensión fue dariflcar, filosóficamente, el encadenamiento mismo yasel
de la historia en una experiencia humana. forma
Intentemos desde la Fllosofla observar de qué manera el ulterior desarrollo la filo•
de las Ciencias Sociales, en su relación con la Alosofla, ha afrontado las anti- 1)
nomias del pensamiento moderno descenuañadas por Lukács, lo cual solo es tes: ¿e
posible como teorfa de la sociedad; en otras palabras, preguntémonos ¿cuál radot
ha sido la recepción -en Ciencias Sociales- de la idea filosófica de totalidad y la e
coherente de todos los hechos conocidos en la historia, frente al •en sr• irra- espac
cional de la hislolla misma? inteiE
Ello supone realizar un recorrido retrospectivo por los discursos que pre- al slg
tendieron profundizar en la herencia legada por el joven Lukács. Esos discursos fue~
están presentes, de forma predominante, en la evolución de la teoría critica de la de u1
escuela de Frankfurt hasta Habermas. Para tal efecto tomaremos, como punto elmt
de partida, el intento de Habermas por superar el paradigma lukacslano de la -con
mosofla de la consciencia, en cuyo propósito estarla refundar la teoría social que
critica con intención práctica, basada en el paradigma de la acción comunicativa. Habf
Simultáneamente, habremos de recuperar las fases abandonadas de la recep- ycot
ción de la herencia lukacsiana por parte de esa escuela de pensamiento, sobre sible
todo la recepción radical y pesimista impresa en el discurso de sus fundadores influ
{Horkhelmer y Adorno); asl como aquélla otra que profetizaba, a mediados del Mea
siglo XX, un nuevo cimiento para la Clenda y la Rlosofla (inspirado, antes que Lud·
en Lukács, en Husserl, Heidegger y Freud), frente al universo omniabarcante des
de la racionalidad tecnológica (Marcuse). Rabl
sul
3. Las Ciencias Sociales desde la teorla social critica con intención la fi
práctica (de la filosofla de la conciencia al pragmatismo universal de la mar
acción comunicativa) coa
ent
De cara a la actual perplejidad del entendimiento hemos de constatar que, del
en nuestra Incomprensible contemporaneidad, la obra de Habermas aparece RIO!
como uno de esos raros esfuerzos omnicomprensivos por reaproplarse de las coo
..-etas fundamentales del pensamiento clásico y de la pléyade de los saberes
especializados del presente. Sin soslayar la pertinencia y el respeto por los
saberes especializados, seria Ingenuo desconocer la propagación incontenible
de una culrura de expertos que han heredado, aalticamente, los contornos de
una modernidad Inconclusa como resultado de la decadencia de las concep-
CIOnes globallzadoras del mundo y la descomposición de los problemas de la
uadición en diversos puntos de vista de la verdad, de la rectitud normativa y
de la autenticidad o de la belleza. De tal suerte que en la modernidad, la ra.zón
<Jparece desarticulada en tres esferas de valor: la cognitiva (ciencia y técnica), la
I!Valuativa (moral y derecho) y la estétlco·expreslva (arte postaurásico). Como
ya se ha mostrado, esos rasgos de la moderna cultura occidental ya habían sido
formalmente prefigurados por Kant y radicalizados por el desarrollo ulterior de
la filosofla, particularmente en Alemania.
Desde los años sesenta, Habermas se ha planteado tres preguntas recurren-
tes: ¿cómo explicar el hecho de que una cultura en la cual floreció una tradición
racionalista que va de Kant a Marx, y en la cual los temas de la libertad, la justicia
y la emancipación fueron siempre motivaciones sustantivas, abrió también un
espado para el frenesf irracfonalista del nadonalsoclalismo y sus expresiones
.ntel~~etuaiP_s? ¿Cómo es que la tradición lluminista occidental, que se remonta
al siglo XVIII y lo más sobresaliente de las utoplas esperanzadoras del XIX,
fue progresivamente arrinconada durante el siglo XX por el férreo dominio
de una racionalidad clentlnco·técnica que renegó de la reflexión y colonizó
el mundo de la vida cotidiana? ¿Con qué recursos cuenta aún el pensamiento
-con Intención práctica- para redescubrir, recrear y hacer posible esa tradición
que en el presente aparece derrotada? Para responder a tales interrogantes
Habermas se reapropió, críticamente. de una diversidad de referentes clásicos
y contemporáneos, cuya heterogeidad paradigmática y disciplinaria no es po·
sible trazar en este lugar. Sin embargo, cabe destacar -entre otras- la enorme
Influencia Inicial de los pensadores pragmáticos norteamericanos (Pierce,
Mead y Dewey) y la posterior revisión esmerada de los nlósofos analitlcos (el
Ludwig Wittgenstein tardfo, J.L Austln y John Searle) en la construcdón
de su teoría. La primera tradición lo Indujo a la idea de una comunidad crítica
fiable, asl como a la cuestión de la Intersubjetividad como núcleo central de
su Teorfa de la acción comunicativa, desde una perspectiva diferente a la de
la filosofla de la conciencia y de la cosificación edificada por Lukács. En ese
marco, su propósito ha consistido en reconstruir lineas histórico-evolutivas que
coadyuven a una Incesante autorreflexión de las sodedades modernas. tanto
en un sentido retrospectivo, como en un plano prospectivo. Todo ello en favor
del Intento por dar respuesta a las antinomias irresueltas de la modernidad
ftlosónca y, simultáneamente. por desbloquear los obstáculos que hoy Impiden
consumar el proyecto original de la modernidad misma.
170 ¡Cómo peosar las Ciencias Socla!n.hoyl

En efecto, la prioridad es recondudr la reflexión filosófica en la senda de j


responder a las paradojas de la modernidad. con el fin de no quedar prisioneros tlng
en las antinomias de la fllosofia moderna l rresueltas desde Kant, siendo aten- con e
tos de las transformaciones teórico-metodológicas que surcan los diferentes pref
campos del saber. Para ello, Habermas se ha planteado una pregunta adiclonal arrai
que a lo largo de su empresa intelectual ha ido afinando: ¿qué categorlas y inte1
conceptos se necesitan para reconstrui r una reorfa de la radonafización no cogr
circunscrita a la 'racionalidad lnstrumenral7 Esa tentativa supone el análisis la in
sistemático de las •formas" y "contenidos" inherentes .a las modalidades exis- carn
tentes de radonalldad y, paralelamente, la expncación de cómo se Introducen lntec
y despliegan en los espacios sociales y cultural es. Se trata de comprender y ~
explicar las "patologfas• modernas que generan una realización deformada de o aco
la razón en la historia, y también de la incapacidad del pensamiento, andado regu
a la tradición de la modernidad, para abrir nuevos horizontes que Ilustren las de p
diferentes vras del proceso de racionalización. men·
Evidentemente ello supone un •criterio normativo• para juzgar acerta· ahfl;
damf!nte lo que es patológico y deformado. De ral suerte que la pregunta tant<
Inicialmente planteada nos remite a otra más precisa: ¿hoy es posible obtener el de
una justificación racional de los estándares norrna~vos universales? O, por el com•
contrario, ¿el mundo actual nos enfrenta, irremedia.blemente, a la a.ceptadón un Ir
acrítica de motivos y al voluntarismo de monólogos autoritarios que Ineludi- posít
blemente trascienden una justificación racional? En Conocimiento e Interés, E
bajo el marco de una problemáti~a trascendental, Habermas bosquejó la Idea lítica
de que la filosofía de la ciencia desplazó - en contra de la tradición kantiana- el posit
lugar antaño ocupado por la teoría del conocimiento; motivo por el cual era in- lncuE
dispensable recuperar las fases abandonadas del pensamiento reHexivo disuelto delg
por el pensamiento empirico-analitico que limitó, restringió y circunscribió la ded;
racionalidad, en forma exclusiva, a la esfera cognitiva encarnada en la Ciencia. nop·
La razón positivista, Indudablemente nos ha capacitado clentiflcamente para del lE
explicar el mundo natur.al y en parte también el mundo social. la ref
Esa forma de la razón discierne regUlaridades nomológlcas, realiza progno- T.
sis y resuelve emprricamente las consecuencias de los cursos de acción. Valora pretil
también, procedimentalmente, dedslones racionales y calcula cuáles han de arroj;
ser los medios más adecuados para el logro de fines especffkos. Sln embargo, a las pl
esa forma precisa de la razón no le es posible justificar los flnes o fundamentar co. A
filosóficamente los valores universales, en tanto los fines y los valores trascienden de ce
-en la perspectiva del positivismo- el ámbito de la racionalidad formal, Aceptar Cien<
ese principio de realidad supondría re.chazar lncondiclonalrnente la forma critica tamb
de la reflexión, quedando con ello clausurada una comprensión y expllcac.lón sltiVI!
de las poslbili.dades de la emancipación humana ante las formas veladas del pasa•
dominio y la represión. Schu
~nsar las citndas sa<lahts desde la filosofla 111

Ante ese cierre del positivismo contemporáneo, Habermas propuso dis-


ongulr tres Intereses cognoscitivos •cuasi-trascendentales" e irreductibles del
'"'110Cimiento: técnico, práctico y emandpatorio. Cada uno de esos Intereses
:refiguran los cimientos de tres formas diferenciadas del conocimiento que
Jrraigan también en dimensiones específiCas de la existencia humana: trabajo,
>tleracción y poder. En las ciencias emplrico-analfticas, subyace un interés
:ognoscitivo de carácter técnico; en las ciencias histórico·hermenéutlcas de
Interpretación un Interés práctico-moral y, finalmente, en las ciencias críti-
;.Smente orientadas (con plena autoconclenc:la de su •status normativo"), un
'lterés cognoscitivo emanclpatorio.
Ahora bien, toda vez que las ciencias emplrlco-anaiftícas aislan los objetos
acontecimientos en relaciones de covarianza y descubren cierto tipo de
!!gularidades emplricas están, en si mismas, capadtada.s para la predicción
~procesos o cursos formalizados de acción, pudiendo contrastar emplrica-
""\eOte cualquier teoría o hipótesis legal, sea para confirmarla o falsearla. De
w i.a inclinación de ese tipo de ciencias a una posible aplicación técnica y, por
2nto, a presentarse como puras y desinteresadas. No obstante, la pureza y
el desinterés que en apariencia presentan, hay en ellas un a priori que aparece
mmo Interés rector, vale decir, que ese wnodmlento estA determinado por
..n interés cognoscitivoo cuasi-trascendental y técnico. Interés que el humus
oosltivista se resiste a reflexionar.
En ese sentido, resulta Inadecuado presentar a las ciencias emplrico-ana-
rticas como modelo arquetlpico o estándar canónico de todo conocimiento
liOSibie. Aun sin denigrar o subvalorar tal forma de conocimiento, a pesar de sus
ncuestionables rendimientos técnicos y no obstante formar parte del proyecto
~género humano, ro cierto es que esas ciencias, en si mismas, son incapaces
~dar cuenta de su sentido y efectos. las ciencias fácticas, paradógicamente,
"10 piensan. Incorporando a ellas el principio de no contradicción se sustraen
~ lebenswelt (mundo de vida), siendo por ello incapaces para el ejercicio de
.1 refiexlón.
Tal es la razón por la cual las disciplinas histórico-hermenéuticas de la inter-
:wetadón, originalmente llamadas Oendas del Espiritu (Geisteswíssenchaften),
~jan conocimientos bajo un marco metodológico distinto. Ahl,la validez de
.as proposiciones no tienen como marco de referencia el posible control técni-
m. Antes bien, su preocupación descansa en clanftcar la validez de las reglas
de comprensión y explicación significativas inherentes a los enundados de las
Generas de la Cultura. Sin embargo, en la tradición hermenéutica, Habermas
:ambí~n encuentra ciertas recaldas historicistas como forma •oculta• del po-
tltivlsmo. Es por ejemplo el caso de la tradición que va de Dilthey a Weber,
¡~asando por el neokantismo aleman y la sociología fenomenológica (Aifred
Schutz) Inspirada en Husserl, la cual incurrió en el craso error de comprender e
172 ¿Cómo pensarlos Ciencias Sodoloslloyl

Interpretar los fenómenos sociales y, en general, fa vida humana, poniendo entre mundo'
paréntesis (epojé, neutralidad valorativa, actitud natural) la valoradón radonaJ colocan
de fas formas de vida. Según Habermas, no es posible dotar de sentido a los Ese
conceptos de sfgnlflcado, comprensión, lnterpretadón, explicación y validez. •retatm
haden do abstracdón Irreflexiva del universo cultural, es decir, si no valoramos durante
racionalmente las pretensiones de validez que realizan los participantes en las Kepto '
diversas formas de fa vida humana. mmtad
De modo que para resolver esas ambivalencias. Habermas propuso una dológ>ct
slntesis expresada en lo que llamó la tercera forma de Interés cognoscitivo: el socíológ
emanclpatorio; que se presenta como derivado y fundamental. La idea centra~ y de las
es que todo interés cognoscitivo contiene una exigencia fntrinseca de comuni· como fil
cación libre de coacción. Tanto en las ciencias emplrico-analftlcas. como en las hb.torlii J
disdplinas histórico-hermenéuticas, se presuponen ciertos requisitos de validez c:o~
de los conocimientos susceptibles de ser comprobados, es decir, de revaloración humana.
racional a posterior!. Esto hace posible derivar el interés emanclpatorlo de lo ~ I!U'II'II
que ya presuponen los Intereses técnicos y prácticos. El interés emancipatorio con~
se conecta as! con el interés de la razón, en el sentido de abrir una comunica- • fines.':
ción no distorsionada que se haga explfdta. Un dí~IO!JO libre de coacción no abarcanc
se logra a menos de cercioramos e Intuir las condiciones sociales y materiales la~
necesarios para el mutuo entendimiento. Por tanto, el marco metodológico que ~
da cuenta del significado de validez de toda proposidón critica (tanto en las
tiendas fácticas, como en las dlsdplinas histórico-hermenéuticas) se establece ~"
Jdelac
a través del concepto de reflexión, basado en un Interés emanclparorlo. En Mtil!nde
Conocimiento e Interés se trataba entonces de reivindicar una cienda social ~
critica que recuperase la experlenda de la autorreflexión emanclpatorla, en la mw:cz:ne
que sólo en y mediante el diálogo -como lo propon la la experiencia socrática- ~
puede llegarse a la autorreflexión.
Esa primera tentativa, permitió al filósofo pasar de una confrontadón con
el positivismo, sustentada en t~rmfnos estrictamente filosóficos, a otra que lo
colocara en ef terreno de los fundamentos metodológicos y el•status normativo•
de la teoria social critica. En ese trance, Habermas se fue percatando de las fallas
y debilidades subyacentes en Conocimiento e Interés. Pronto habrfa de darse
cuenta que la pOStura que habla inicialmente desafiado desde la Alosofia estaba
representada, sociológlcamente, por Max Weber de forma más clara, aunque
con tintes marcadamente trágicos. Weber fue Indudablemente un pensador
radonalista que, paradójicamente, no admitía la posibilidad de justificar racional-
mente las normas y los valores supremos que prefiguran y gufan nuestras formas
de vida. En la perspectiva de Weber no podemos dejar de elegir los "dioses" o
los •demonios• a quienes decidimos seguir. El •proceso de intelectuali:tación•
de la vida moderna, trae como resultado un •proceso de desencantamiento del

--:.· -,--
- ' . . .
. .'
mtre mundo" que difumina los fundamentos de las Imágenes tradicionales del mundo,
Jonal colocándonos en un sentimiento de vacío, abandono y desesperanza.
a los Ese sentimiento, que no deja de ser una convicción, nos conduce a un
ldez, •relativismo acrltlco• y a un •voluntarismo decidonista• que se ha afirmado
11'110S durante el siglo XX. Weber fue prisionero del escepticismo porque nunca
tn las aceptó conectar la lógica de sus procedimientos metodológicos a la funda-
mentación racional de las normas y valores últimos. Ese esceptiCismo meto-
'una dológico aparece en Weber como un eco resultante de su propia experiencia
•o: el sociológica. Reniega del esfuerzo emprendido por los filósofos de la Ilustración
ntral, y de las utoplas decimonónicas, en tanto esas 6perlencias se le presentan
nunl- como fiel expresión de Ilusiones Irónicamente negadas por el decurso de la
~n las historia real. La Ilustración habla pretendió siempre conectar la expansión del
1lidez conocimiento clentfflco con la racionalidad y la universalidad de la libertad
ación humana Sin embargo, toda vez que la historia real desenmascaró la herencia
de lo del Iluminismo, se impuso el triunfo de la zwekrationalltát (de la racionalidad
norlo con arreglo a fines). En la perspectiva de Weber, la "racionalidad con arreglo
mica· a fines• tenderla a expandirse en todas las esferas de 1.1 vida social y cultural,
~n no abarc¡~ndn también las relaciones económicas, la administración burocrática y
!fiales la producción cultural. La expansión de la zwekratlonalitat, no abrirla la vla a la
o que realización efectiva de la emancipación universal, sino a la cerrazón de lo que
en las Weber denominó una •Jaula de hierro~ propia de la racionalidad burocrática
oblece y de la cual es Imposible fugarse. Por ello, concluye Habermas: • Max Weber
lo. En entiende la ciencia moderna como factum de la sociedad racionalizada':
social Paradójicamente, Lukács, Horkheimer y Adorno. pese a haberse opuesto
,en la críticamente a la óptica de Weber que consagró el triunfo Inexorable de la
ática- zwekratlonalitat, la asumieron y relaboraron generalizándola al interior de sus
propias perspectivas soclofllosóflcas.
on con Durante la Segunda Guerra Mundial, exiliados en Estados Unidos, Hor-
~uelo kheimer y Adorno en su Dialéctica del iluminismo. llegaron a plantear que el
1ativo• embrión del triunfo inevitable de la zwekratlonalltat (de la racionalidad con
s fallas arreglo a fines), se encuentra ya presente en los orlgenes de la racionalidad
darse occidental, es decir, en lo que ambos denominarían como lógica de la Identidad.
estaba Bajo tal afirmación, habrían de considerar al llumunismo no como una época
unque históricamente determinada, sino como un momento en el que inminente-
1sador mente ha dominado •el Intelecto humano ordinario• con la fatal separación
cional· de sujeto y objeto. Como una época en que Incluso, en el paradigmático siglo
formas del Iluminismo, los •escritores sombrlos de la burguesía" como Sade, habían
:>ses· o sido consecuentemente concientes de la d isociación de la razón respecto a
!aCión" la moralidad y el arte, en tanto la razón formalista no guarda una conexión
.,to del mas Intima con la moralidad que con la Inmoralidad; Inmoralidad que Incluso
convierte a la obra de arte en mercanda. Se trataba ahi de caracterizar al Ilu- fia y Ci
minismo como mito y, simultáneamente. al mito corno Iluminismo, al riesgo de la!
de remontar la procedenda de las "atrocidades" del Iluminismo como miro a la ec01
la misma Odisea de Homero. pero bajo la convicdón de considerar el presente en gra
como un momento más totalitario y perplejo que cualquier otra época de la XX-ce
historia. con el fin de conservar la tendenda "racional" a la autopreservación eco no
consustancial a la existencia del género humano. enlgrr
En la década de los cincuenta, Marcuse estarfa tentado de retomar esa una ·e
critica pero a condición de continuar la Idea de una nueva ciencia, propia de la negati
mística judaica y protestante con su promesa de una •resurrección de la na- tTadio
turaleza calda~ Junto al trabajo critico de Horkheimer y Adorno en el exilio, apare.
Marcuse prefiguraba en El hombre unidimensional, después de la Segunda a rene
Guerra Mundial, una respuesta a las antinomias de la modernidad aün cargada en la
de intuldón frenética y que solo seria superada bajo los mismos lineamientos elmp-
de la teorla critica de la sociedad en las décadas posteriores. u
El desesperado optimismo de Marcuse, en relación a una posible trans· Habel
form~ción de la Pstructura de la Ciencia y la Técnica, nos permite ver los
tape
limites circulares del marco trascendental en el cual fundaba su perspectiva, Síón t
anclada a los fundamento de la Ciencia y al circulo Instrumental de la razón probl
técnica. Contrariamente, si bien Horkheimer y Adorno. también percibieron tanto,
los peligros del dominio omniabarcate de la zwekrationalit~t. su actitud ante de cal
ese demonio fue en sentido inverso: ambos se vieron empujados a radicalizar -por
el pensamiento critico en un sentido profundamente pesimista como critica de pocár
la razón total. En las obras Critica de la razón Instrumental de Horkhelmer y come
Dialéctica negativa de Adorno, se Intentó oponer, veladamente, la •racionalidad come
Instrumental" a la pretensión de una razón emanclpatoria que, en su tiempo.
H~
Hegel denominó vernunft. No obstante, en la perspectiva de esos pensadores, y Del
esa forma de razón que se hace contemporánea de si misma en el presente Filosf
histórico. se fue oscureciendo y perdió credibilidad en la barbarie de la primera teCCf
mitad del siglo XX. De modo que el pesimismo cultural de la primera generación Ii;)giJ
frankfurtiana, específicamente de Adorno. sembró la convicción de que era ya la~
imposible una teorla critica con una intención emanclpatoria que arraigara en la SimO
historia real. La critica emprendida por Adorno al •pensamiento ldentlflcante"
sadá
difuminó la esperanza profetizada por Hegel de una "estética de la reconcllía·
~
ción~ En Adorno, la ünlca esperanza de la conciencia moderna se expresaría
lasa
en la estética, en el arte como una "cifra preflguratlva de redención': como CDnCI
ültimo testimonio de la vernunft en el contexto de una sociedad plenamente noml
racionalizada. Sin embargo. hubo también otro legado Importante en la vieja ,~.,

generación de los pensadores de Frankfurt: la herencia del marxismo. En ellos elll'll


estuvo presente la recuperación de la medlaclón lograda por Marx entre filoso-
P'e1l

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• 1 •

1 • ".
Ha y ciencia positiva como suerte de sintesls dialéctica. como ciencia analftlca
de la sociedad capitalista del siglo XIX y, simultáneamente, como critica de
la economfa polltfca. Evidentemente no fue preocupación de Adorno -como
en gran parte de los economistas inspirados en el marxismo durante el siglo
XX- continuar desarrollando la critica bajo la forma de critica sustantiva de la
economía política, lo que lo llevó a desembocar -bordeando la filosoffa- en los
enigmáticos aforismos de su Dialéctica negativa, es decir, a surcar la senda de
~.omar esa una "critica positiva del progreso• que se trasmutó en una pesimista 'critica
:wplade la negativa• del mismo. Dialéctica en la cual, la lógica formal, la ley de no con·
de la na- tradlcción y la naturaleza total e "identificadora• del pensamiento conceptual
en el exilio, aparece como fundamento de un proceso de racionalización progresiva que,
la Segunda a tenor de su lógica Inmanente, terminarla subsumiendo toda forma de razón
.aun cargada en la mera razón formal e instrumental. instaurando asi un sistema abstracto
--ea mlentos e impersonal de dominio diluyente del sujeto autónomo.
Las aporlas de ese legado, habrian de ser crlticamente Incorporadas por
k!CIISib!le trans- Habermas en obras posteriores a Conocimiento e Interés, hasta culminar en
......,1ire ver los la perspectiva sistemática de la Teorla de la acción comunicativa. Su preten-
perspectiva, sión ha sido reiterar (desde la teorla crítica de la sociedad) el interés por los
de la razón problemzos concemlentes a los fund11mentos de las Ciencias Sociales y, por
percibieron tanto, restablecer el nexo de éstas con la cuestión de la razón. La restltudón
111o <Ktltuo ante de tal relación, hubo de suponer el reencuentro dialogal antes que exegético
a radicalizar -por parte de la teoria critica- de autores paradigmáticos, clásicos y contem-
critica de poráneos, tanto de la Alosofía como de las Oencias Sociales: desde clásicos
~-Gkhei mer y como Marx, Weber, Levy-Bruhl, Durkheim y Parsons, hasta contemporáneos
como Giddens y luhmann, en el terreno de las Ciencias Sociales; desde Kant,
Hegel, Niettsche, Husserl, Wittgenstein y Heidegger, hasta Rorty, Foucault
y Derrida, pasando por Gadamer, Apel y Castorladis, en el horizonte de la
Filosofía. Asf también se ha abrevado en muchos campos relevantes para
reconstruir la teorfa crit ica, habiendo sido Incorporados a sus reflexiones: la
lingüfstica (Chomsky), las teorlas del desarrollo psicológico y moral (Kohlberg),
de que era ya la Psicología ontogenétlca de signo cognosdtivlsta (Piaget), ellnteracclonlsmo
~ 31rrai!Jara en la simbólico (Mead, Blumer y Goffman), la etnometodologla (Garfinkel) y la
identificante• soclologfa cultural (CIIfford).
A través de ese recorrido. Habermas habría de superar su visión inicial de
lascondiclones"cuasi-trascendentales· que prefiguran los intereses rectores del
conodmiento, en tanto esa perspectiva habla quedado prisionera de las anti·
nomlas inherentes a la problemática kantiana del conocimiento. Por lo cual era
ya imposible una ciencia social crítica, sobre la base de sustratos emplricos, en
el marco de la problemática trascendental. De otra manera, no quedaba clara la
pretensión de justificar las condiciones universales de la acción comunicativa y la
racionalidad, y sostener que estos pueden descubrirse y garantizarse científica- cuyosespa
mente. Para consumar tal pretensión era necesario dar un giro desde el horizonte una parte.•
de la filosofra de la candencia (y la tensión no resuelta respecto a la fllosofia del técnico yo
sujeto), edificada por Lukács, hasta el pragmatismo de la lnteracdón mediada estraréglcc
simbólicamente. Era necesario romper con una fllosofra que habla consagrado De otra pa
el monólogo del sujeto respecto al objeto, para adentrarse en el universo de la intelfgend
intersubjetividad de lo que muchos criticas llaman •giro lingüfstico, es decir, del consensua
carácter Intersubjetiva dialógico de la acdón comunicativa. tanto la m;
Sobre la base de tal replanteamiento, Habermas rompió con el modelo estnJctura
-inherente al marxismo- de la reladón sujeto-objeto, paradójicamente com- de nuevas
partida por la tradición de la filosofia de la conciencia, en la cual la lnteracdón comoelúr
mediada simbólicamente era reducida a la lógica de la raclon.alidad instru- de racione
mental y estratégica que, en el siglo XIX, Marx entendió como •dialéctica del e)Cpres!vid
progreso•; dialéctica corrompida por una visión antropológica del homo faber subsumid;
caracterfstlca del marxismo clásico. Habermas diría respecto a esa visión clásica Tal de
que el trabajo (la trasformación de la naturaleza por parte del género humano nldad, al r
como relación sujeto-objPto), al igual Que el lenguaje y el habla (la Interacción masas y,~
mediada simbólicamente, entendida Idealmente como relación sujet<Mujeto, vidaddet
o como mundo de la intersubjetividad} son más viejos que la sociedad y, por sentido; t
tanto, ambos forman parte sustancial del proyecto humano. zadoras d
lo mismo puede afirmarse con relación a las tradiciones de Weber y los vida. Con
legendarios pensadores de Frankfurt: Horkhelmer y Adorno. Frente al rela- técnica, 1
tivismo de Weber consagrador del "politelsmo• y la "irracionalidad ética del concurret
mundo" en los fines y valores supremos (cuyo enfrentamiento de "dioses• y la teoria e
•demonios• habrla de confiarse al azar o al destino sustraldos del gobierno de la Por el
razón), era necesario asumir lo que de racionalización formal habla en Weber, rra un nu-
a condición de Incluirla en una dimensión má.s vasta: la posible realtzadón no primigen
alienada de la razón Ilustrada. De tal suerte la universalidad de la moralidad y supremo
legalidad modernas, aun incorporando una visión moderada de la democrada, habla pn
expresarla una forma de racionalización que tiene que ser diferenciada, catego· totalizad>
rialmente, de la racionalización formal y burocrática. Respecto al escepticismo y objeto,
de Horkhelmer y Adorno ante el proyecto de la modernidad. era necesario Filosofli!,
proponer la idea de una organlzadón racional de la sociedad cimentada en un clarificad
•nbre acuerdo' entre sus actores que, aunque asimétrica y di storsionada, esta de la ref
ya anidado y reconocido en las instituciones democráticas. De lo cual resulta un suerte q
•principio de reciprocidad~ como fundamento de una legitimación verdadera cido puf
y no distorsionada, reactualtzando con ello la posibilidad de un abandonado sin renu
análisis critico de las sociedades modernas, que comparta un 'fundamento esas esr.
normativo• asumido como critica Inmanente. reladon.
En efecto, la conciencia moderna (como proceso de conocimiento) en su rela- Ene
dón con la historia de las sociedades se caracteriza por su sentido tridimensional dfltaS d

1 -
_,
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~
......
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.. ~ ... 1 •

~ 1 :t!
Pemar w cloncl11 oodales desde "' filosofla 177

:ntlfica· cuyos espacios se diferencian, paradójicamente, en sus ritmos y sus cadencias. De


•rizonte una parte, en la dimensión del pensamiento objetivamente consustancial al saber
ofladel técnico y organizaclona~ que tiene como precondidón la acción Instrumental y
1ediada estratégica, y como Imperativo el desarrollo progresivo delas fuerzas productivas.
;agrado De otra parte, tienen también lugar procesos de aprendizaje, en la esfera de la
:so de la inteligencia moral, del saber reflexivo, del obrar comunicativo y en la regulación
jeelr, del consensual de los conflictos de acción; potencialmente tales procesos posibilitan,
tanto la maduración de las formas de integración social, como la evolución de las
'll\Odelo estructuras normativas (derecho, moral y ética), facilitando con ello el empleo
lte com· de nuevas fuen:as productivas. Rnalmente, la esfera estético-expresiva aparece
!racción como el único espado que, por su naturaleza, escapa a las formas convencionales
j instru- de racionalidad; toda vez que las formas contraculturales de Vida -entre ellas la
ctica del expresividad estética, basada en la Idea de un arte desauriz.ado- se resisten a ser
no faber subsumidas y, por tanto, a desaparecer en el sistema.
n clásica Tal desarticulación de las esferas racionales de valor, propias de la moder·
humano nldad, al generar una cultura de especialistas desconectada de una cultura de
¡eracclón masas y, por tanto, del (lebenswelt) mundo de vida, ha desatado una confllctl·
lO-SUjeto, vidad de las esferas entre si y, como consecuencia, una pérdida progresiva del
Jjsd y, por 'c:ntido; toda vez que la razón técnica tendió a socavar las Imágenes globall·
zadoras del mundo cargadas de tradición y, por tanto, a coloniZar el mundo de
¡tler y los vida. Con el fin de dar respuesta a ese predominio unidimensional de la razón
¡e al rela· técnica, Habermas habrra de ensamblar diversos paradigmas y disciplinas
ética del concurrentes, que le permitlrran refundar la teorra de la sociedad con base en
dioses• y la teoría de la acción comunicativa.
~rpodela Por el lado de la metodologfa de las Ciencias Sociales le confiere a la Filoso-
in Weber, f)a un nuevo papel. pero alejado de las pretensiones ontológicas de la filosofla
pción no primigenia. la Filosofla, en adelante, ya no podrá ocupar la posidón de un juez
oralidad y supremo que legisla en tomo al conjunto redondeado de la cultura, como lo
jmocracia, habla previsto Kant. Tampoco a la Fllosoña le es posible restaurar un concepto
¡a,catego- totalizador de la razón, vidado por la idea de identidad absoluta entre sujeto
)epticismo y objeto, como lo habra propuesto Hegel y después Lukács. No obstante la
necesario Fllosofla, en la visión de Habermas, tampoco puede quedar reducida al papel de
¡ada en un clarificadora de los procesos de rnvestlgadón científica, lo cual supone abjurar
da, está de la reflexión y limitarse a un entendimiento dentista de la dencia. De tal
suerte que, por medio de la Rlosofla, la propuesta habermaslana ha estable-
cido puentes entre las diferentes esferas desarticuladas de valor. La Fllosotra,
sln renunciar a la Idea de totalidad, seria entonces una fiel Interlocutora de
esas esferas y, simultáneamente, pretenderla explicar todas las dimensiones
relacionales de la teorla con la práctica.
En ese marco, Habermas conecta la teorra de acción con las formas espe-
cificas de la racionalidad social, para después ubicarlas en los paradigmas de
178 ¡Cómo-... Ciencias Sodlles hovl

sistema y mundo de vida. Al respecto, lo tr¡~scendentede los planteamientos de sensualmer


Habermas, consiste en que no reniega -<omo Lu~c.s, Marcuse, Horkhelmer y comunicaL
Adorno-de los Incuestionables rendimientos de la razón cientffico-técnlca. Por Sin em
el contrario, acepta la positivldad de los rendimientos sistémicos en el contexto nerodeun
de una sociedad que se racionaliza Instrumental y estratégicamente. determinis
Sin embargo, al plantear la necesidad de que, tanto el progreso técnico mentecue
como la Integración sistémica, sean orientados desde los contextos problema· posempiri!
tlzados del mundo de vida, se hace entonces necesario esclarecer el potencial intención<
de una racionalidad comunicativa que posibilite dirimir consensualmente los cia y la Té(
conflictos de acción. Siguiendo a Chomsky, Habermas construye su para- tegitimadc
digma de "pragmática Universal~ según el cual en toda lengua existen reglas puede SU!
generativas del lenguaje que permiten la emergencia de situaciones de habla sumo, en t
posibles. Partiendo de esas reglas, se postula la posibilidad de concebir formas y que no¡:
Ideales de habla que cierren el paso, mediante la argumentación de razones, En ese
en contextos determinados, a las recurrentes aslmetrlas Inherentes a la acción ha de ser •
comunicativa; ello como consecuencia no solo de las desigualdades ancladas a delnvestl!
los Imperativos del poder y el dinero, sino también a la práctica sustentada en esferas dt
términos Instrumentales y estratégicos. Pi>ro en e
En resumen, Habermas propuso la emergencia orientadora de una Ilustra· redondea
clón polltica de la vida pública, basada en la argumentación racional y, por tanto, esas esfer
en la corrección consensuada de los argumentos confrontados, con el fln de adoptar. A
aclarar las posibilidades de una identidad social verdaderamente racional; lo cual con base,
también harfa posible, para las sociedades modernas, el no-dejar-de-aprender y de la aCOt
aislar, hasta donde sea posible, la Irracionalidad que donde quiera prevalece en con lnten
la historia del género humano. Todo ello, mediante el paso del dialogo (cuando sólo una
éste se toma problemático) a la necesidad de la competencia comunicativa sino taml
(discurso), sobre la base de captar la comprensibílldad. la verdad, la corrección acción«
y la autenticidad de las manifestaciones Intencionales, esgrimidas, por lo demás, nectaria!
en todo discurso argumentativo con pretensiones de validez general. No ol
que hoy
4) Consideraciones finales: las Ciencias Sociales desde las nuevas formas de métodos
inteligibilidad están a:tr
campos1
Como se ha mostrado, la pretensión de Habermas de responder a los problemas cara a la
de fundamentos de las Ciencias Sociales. mediante el pa.so de la fllosotla de la Desd
conciencia al pragmatismo de la acción orientada al entendimiento, ha dejado nera irM
en da ro la posibilidad y necesidad de orientar el progreso cientlflco-técnlco des- cara a la
de los contextos problematfzados del mundo de vida, cuyo fin es desbloquear omniab¡
los obstáculos que Impiden consumar el proyecto de la modernidad. Ello en el hoy el pt
marco de una Ilustración polltlca del espacio público, en el cual se diriman con- posl1TlO(
~las clondaucclales cltidola ftlosolfa 179

sensualmente los conflictos de acción por la vla del entendimiento (competencia


comunicativa), es decir, a través de una ética discursiva (argumentación).
Sin embargo, en su perspectiva, Habermas parece haber quedado prisio·
nero de una visión del progreso cientfflco-récnico andada a la certidumbre del
detemninismo causal y linealidad de la Imagen clásica de la Oencla, hoy fuerte-
mente cuestionada. Ello, a pesar de hacer repetidas referencias a las reflexiones
posempirlstas de la Oenda. Lo cual lo Indujo a no aceptar la idea que vela una
Intención de dominación a priori, contenida en la estructura racional de la Cien·
da y la Técnica modernas, cuyos éxitos son Incuestionables y filosóficamente
legitimados desde Kant hasta Arnold Gehelen. "Nada que sea más "humano•
puede sustituir la función de la técnica, el progreso clentfflco-técnico•. A lo
sumo, en Habemnas la Oencia es un Instrumento de conocimiento incompleto
y que no puede dar cuenta de sus propios éxitos.
En ese horizonte, el papel atribuido a fa Alosofla, con sus competencias,
ha de ser el de clarificadora y, simultáneamente, Interlocutora de los métodos
de investigación instalados (como compartimentos estancos) en las diferentes
esferas desarticuladas de valor en la modernidad ya testificadas desde Kant.
Pero en P~a nueva tarea conferida a la F11osofia, no se cuestiona la "forma•
redondeada y crlptlca de los métodosde lnvestlgadOn enCdrgildos de dilucidar
).portanto, esas esferas, y que han dejado de lado el contenido que éstas acabaron por
el fin de adoptar. Mejor aún, Habemnas ha atribUido ese nueva encomienda a la Filosofia
jdonal; lo cual con base, exclusivamente, en el fundamento pragmático-universal de la teoría
~,prer1dery de la acción comunicativa, como linea de continuidad de la teoria social eritrea
orevalece en con Intención práctica. Pero ese nuevo papel conferido a la F11osofia supont'. no
sólo una ruptura irreversible respecto de su Impulso totalizador hasta Lukács,
sino también Implica la sumisión pragmática de la filosofla al paradigma de la
liJ corrección acción comunicativa, como el (mico capaz de atrave5ar, clarificar e interco-
demc\s, nectar las esferas desarticuladas de valor.
No obstante, sin demeritar tal perspectiva, habrfa qut- preguntarse si lo
que hoy rt-almente está ocurriendo, es el hec:ho de que son el conjunto de los
métodos dt- Investigación (y no solo la teoría de la acción comunicativa) los que
estAn atravesando las esferas desarticuladas de valor, y por tanto los diStintos
campos del saber; lo cual conduciría en otra dirección a la reflexión filosófica de
los problemas cara a la emergencia de nut-vas formas de inteligibilidad.
mosofta de la Dt-sde ahf, la pregunta que da título a éste ensayo podrla formularse de ma-
ha dejado nera Inversa: ¿Cómo pensar la Afosofla desde las Ciencias Sociales? Y es que de
~tecrllco des· cara a la hlperespeclalización en Oencias Sociales, al declive de su discursividad
desbloquear omniabarcante y a su correlativa fragmentación disciplinaria y paradigmática,
Ello en el hoy t-1 pensamiento filosófico parece sucumbir ante t-1 embate de la mentalidad
.,ullrfnnan coo- postmoderna, la cual se ha aventurado a restaurar. bajo formas aparentemente
180 ¡Cómo pensar las Clonan Sociales hoy7

novedosas. las sendas semitransparentes trazadas por las fllosoflas antlmodemas de "halla¡gos
de prlndpios del Siglo XX, o por la idea de los juegos delleguaje, cuya pretensión lnsumosdeol
consistió en una abolición ya sea terapéutica, heroica o salviflca de la Alosofla. nan autopofesl~a
Yu Cao considera que las pretensiones de la mentalidad posmoderna, al apoyarse de que la trafl!
también en las Ideas posempiristas de la Ciencia, han inducido a la convicción de mediante la ¡¡
que la Gencia carece de fundamentos fijos y firmes, en tanto ha dejado de ser una psicológicos.
representación objetiva de un mundo Inerte, por el hecho de ser una estructura condición de
resultado de reciprocas interpenet:raciones entre el sujeto cognoscente y el mundo fenómeno PI
a conocer. No obstante, tales Interpretaciones de la Ciencia, en las cuales se ha meta teóricos
Inspirado la mentalidad posmoderna como antítesís de la modernidad, delatan temascompl
su dependencia respecto a la modernidad mlsma:•.Ja posmodernídad se puede Sin emb.
resumir en la pretensión de que no hay hlstorla alguna que pueda ser descrita haciendo us
por una gran narrativa; o Individuo con una ldentldad permanente, a causa de la linea de des
fragmentación de la experiencia; o discurso que tenga un significado congruente; Kant, la relac
ni conocimiento como representación; nl clenda como una lógica y una verdad objetos cog~
objetiva. lo que queda son juegos de lenguaje que vagan sln trabas por la red ral efecto, e
de las reladone~ de poder': LA vfa de una visión posmodema de la Ciencia y la nocimlento 1
Filosofla •hace hincapié en los aspectos históricos de la ciencia más que en los del sistema '
lógicos; en los hollstlcos por endma de los analíticos; en los cualitativos en lugar mantienen !
de los cuantitativos~ del sistema
Pero también podrla ocurrir que, frente a esa dispersión de las Ciencias en el •yo• dE
Sociales y su desconexión con la discursividad metateórica (que ha contribuido poder acorr
a la perdida de sentido de las tradiciones filosóficas universalistas), la Alosofla Luhmann, ~
impllcitamente reavivara Jos supuestos filosóficos positivistas, ontológicos o definido •pr
trascendentales de ayer. Tal reavivación se ha dado, precisamente, con el retor- actuales. ha
no a una concepción omniabarcante de la sociedad como es la representada por el conceptc
Luhmann, respecto de la cual Habermas se mantiene expectante. Al respecto, conciencia.
según Haberma5, la forma en la cual es hoy reapropiada, e inconfesadamente la"comunlc
restaurada, la herencia de la fllosofla del sujeto en términos de teorla de siste- Por tarY
mas complejos (Luhmann) convierte a esta, paradójicamente, en sucesora de con slstemc
una filosofía que Implícitamente supone cancelada. permite re<
En la teoría soclosistémica de Luhmann subyace un modo de inteligibilidad diterentía,
diferente de los que hasta ahora conocemos: un "horizonte de Inteligibilidad con Diferencia
características particulares y distintas frente a otros horizontes como la dialéctica ello distlng
o el estructuralismo~ Dicha teoría cuenta con un soporte transdisciplinario que En lugar d
se conecta con la historia de los problemas de la fllosofla de la conciencia desde tenemosrr
Kant hasta Husserl; dicho soporte tiene que ver con las Matemáticas, la Biologla, tanela la rt
la Neuroflslologla, la Ffsica. la Cibernética y las Ciencias Cognitivas (que han trans- que en !1!0
formada la teorla de sistemas), y a las cuales habla sido refractaria la Soclologla lrrebasabh
del Siglo XX. Como resultado de ello, la Sociología se había mantenido al margen ciados y 1!!

- -

1
1

1 ...
.. -

1 •
Pensar In clonclanodales desdo la Alosofla 181

de 'hallazgos sorprendentes de las ciencias contemporáneas~ Luhmann retoma


Insumas de otros campos del conocimiento (diferencia, obsentación, operación,
autopoiesis, autorreferencia1 complejidad, sentido, evolución), bajo la convicción
de que la transdiscipllnariedad no ha de suponer que el orden social sea reducido,
mediante la analogía o la retórica (con la metáfora correspondiente), a hechos
ser una psicológicos, biológicos, fisiológicos o cibernéticos, y sin que ello suponga una
ctur~ condición de Inconmensurabilidad para dichos conceptos, en tanto •...ningún
el mundo fenómeno puede tener un significado fijo a través de los distintos conceptos
les se ha metateórlcos•. Por eso, lo mismo puede afirmarse con relación al estudio de sls·
delatan temas complejos que son definidos como diferencia entre sistema y entorno.
se puede Sin embargo, para reformutar el concepto de sujeto del conocimiento
descrita haciendo uso de conceptos biológicos o cibernéticos, en una lnconfesada
linea de desarrollo del problema que va de Oesca.rtes a Husserl pasando por
Kant. la relación del sujeto cognoscente con el mundo - como totalidad de los
objetos cognoscibles- ha de sustituirse por la relación sistema/entorno. Para
tal efecto, es menester desplazar las operaciones de la contienda, en su co·
nacimiento del mundo y el autoconocimento del sujeto, al de las operaciones
del sistema que, al reducir la complejidad en su diferenciación con el entorno,
mantienen y ampllan el patrimonio sistémico. Sobre ese trasfondo, ~.. el'self'
del sistema se distingue del del sujeto en que no se adensa hasta convertirse
en el ' yo' del'yo pienso• aperceptivo que según la formulación de Kant ha de
poder acompallar todas mis representaciones~ Por ello, en la perspectiva de
Luhmann, ha de ser reemplazado el sustrato 'conciencia' por el de •sentido~
definido •prelingüísticamente' (como 'plexo de remisiones') de posibilidades
actuales. haciendo con ello referencia a la vivencia y a la acción, de modo que
el concepto de reflexividad sea descentrado y por tanto diferenciado del de
conciencia. Pero el•sentido• es Introducido como un concepto neutral frente a
la"comunicación•y la ·conciencia~
Por tanto, en lugar de sujetos capaces de conciencia nos encontramos
con sistemas que operan elaborando o empleando sentido, siendo éste el que
permite reconocer lo social como sistema y, simultáneamente, el sistema como
igibilidad diferencia. es decir. el sistema como una diferencia entre sistema y entorno.
fbllldad con Diferencia trazada por las propias operaciones del sistema, posibilitando con
ia dialéctica ello distinguir e indicar ese sistema preciso de otros que quedan como entorno.
~río que En lugar de un solo mundo fundado (desde el sujeto) trascendentalmente,
endadesde tenemos múltiples entomos relativos a sistemas, perdiendo por lo tanto Impar·
lll Blologla, tanela la relación entre lo emplrico y lo trascendental. Asl, todas las premisas
te han t:rans· que en teoría del conocimiento o análisisdel lenguaje postulan como fronteras
~ Sociologfa lrrebasables el orden natural, la relación sujeto·objeto o la relación entre enun·
lo al margen dados y estados de cosas en el mundo, son sustituidos por el postulado de la
182 ¡Cómo pensar lasOenclas Soda l.,hoy!

irrebasabilidad de la diferencia que el propio sistema mantiene con el entorno. dequo


Desde ese punto de vista, se considera a los IndiViduos como parte de la com- horizc
plejidad del entorno que el sl~ema medlan~e sus operacione~ ha de reducir. El totalít
concepto de racionalidad, ya sea que est~ referido a la relación del sujeto con lmpor
el mundo objetivo, o a la intersubjetividad del entendimiento entre actores •...Cad.
generada mediante expresiones de significado Idéntico y de pretensiones de baraju
validez susceptibles de crítica, queda difuminado por Irracional. organl
El espacio de la razón objetiva e intersubjetivamente compartido (irra- artlcul
cionales para Luhmann), es suplantado por el de racionalidad sistémica, cruya com¡J(
función consiste en ser el conjunto de condidones que posibilitan la autopro- y tejan
ducción autopoi~tica del sistema. De tal suerte que •1a autorreferencialidad posibl·
de las operaciones de los slstema.sque elaboran sentido tiene primariamente el quen<
sentido práctico de autogeneración, no el sentido teórico de serse presente a si nospr
mismd: Con lo cual, el paso desde el sujeto al sistema (supresión del"self"J. alterru
la teoría de sistemas cancela toda figura de pensamiento que corresponda al concet
represor hecho de la cosificación. Co
Como podrá observarse, la Intención totalizadora y omniabarcante de meso
Luhmann, no comparte las cenezas metaffslcas ancladas a un principio tras- conces
cendente de fundamentación aplicable a la totalidad: ":..-si no es posible dar perspe
un salto fuera de la metafísica-, la de Luhmann serfa una metaffsica regional: orienn
Es por eso que la teorla no puede erigirse como observador absoluto, en tanto re:spue
ella misma se contempla como parte de sus objetos quedando Incluida en sus pregur
relaciones, con lo cual ese conocimiento es impe.dido de todo momento de In- hadat
condicionalidad. SI bien es cierto que con tal circularidad, se toman evidentes das-d
los limites del pensamiento lineal, binario y causalista (que han sido pertrecho de las
de las teorías del conocimiento), no menos cierto es el hecho de que tanto la las. cía
clásica relación sujeto-objeto, como la relación sistema-entorno, están Inca- que en
pacitadas para dar cuenta de la "lnter~ubjetlvldad genuinamente lingüística asumo
del consenso y del sentido comunicativ.amente compartido~ en tanto en esas ción lri
coordenadas la Intersubjetividad queda devaluada a meros entrelazamientos En
internos, conforme a un modelo de Inclusión en el todo de las partes queiste delfK
contiene. De tal suerte que una ontología de la diferencia (Heidegger) supone en El p
el imperio no de la unidad (la dialéctica) sino de la diferencia: "la unidad sólo tr.:dióc
es posible como unidad de diferencias, con la consecuencia de que no hay una en~
única referencia absoluta": o, final
Esta disgresión era Indispensable si queremos entender el camino por el cual
~&.5
hoy se desplazan formas de racionalidad e Inteligibilidad que por su consistencia, CC:Wi;ule
en contraste con el escepticismo de las visiones posmodemas, están poniendo
en cuestión los cimientos del pensamiento moderno, tanto en la Oencla como
en la Alosoffa, bajo una visión alternativa. lil disyuntiva está en el hecho Incierto
entorno. de que esas nuevas formas del saber pueden posibilitar, o la aperwra de nuevos
le fa com- horizontes de emancipación para el género humano, o un nuevo cierre, más
(l!duclr. El totalitario aún, que el experimentado en el siglo XX. Por eso resulta de gran
~jeto con importancia leer a tiempo y estar atentos de lo que la Ciencia ahora nos ofrece:
re actores •••Cada vez más se oye hablar de sistemas en parte organizados y en parte des-
!Rones de barajustados (lo que corresponde a un nuevo concepto del caos que incluye la
organfzadón). Se oye hablar de sistemas complejos, con subsistemas autónomos
llido (frra- articulados, y de sistemas dlslpatlvos,con comportamientoslinealeslimitados y
la, cuya comportamientos no ilneales envolventes: Se oye hablar de sistemas cercanos
autopro- y lejanos al equilibrio, unos y otros amenazados o vlctimas de turbulencias, con
alldad

E
posibles bifurcaciones de tendencias en que tal vez se llegue a imponer una,
ente el que no está predeterminada, sobre la que no cabe hacer predicciones en térmi-
nte a sf nos probables. Esa bifurcación - se dice- puede contribuir a la construcción de
pel "self"), alternativas; o puede ser parte de la bifurcación hasta el infinito, y éste es otro
nda al concepto de caos~
Como qule101 que sea, el construc:tlvismo operacional del actual sistemis-
ycante de mo sociológico - en su versión Luhmannlana- ha difuminado los problemas
¡c¡pto tras- concernientes a la intersubjetividad y, deliberadamente, pretende omitir las
fS~ble dar perspectivas trazadas por diversos horizontes lnterdisciplinarios que hoy están
t regional~ orientando la actual transformación de las Ciencias y las Humanidades (como
o. en tanto respuesta aJ predominio y encapsulamiento de una cultura de expertos). Las
fldaen sus preguntas y problemas que desde ahf surgen, encaminan a esas dos cUlturas
entode In- hacia un nuevo terreno que las empieza a distanciar -en el caso de las Cien-
evidentes das- de su clásica herencia lógico-causal, mecanidsta o determinista y -en el
pertrecho de las Humanidades- de una concepción en extremo elitista de la cultura.":..
ne tanto la las ciencias sociales se están concentrando más en "las cosas* de las ciencias
~án lnca- que en sus métodos y, en la medida que están reconociendo la importancia de
'
lingOistlca asuntos•culturafes•amplios en cada disciplina, se está derrumbando la justifica-
o en esas ción Intelectual de las disciplinas basadas en <\reas Independientes"
aamientos En la crisis de nuestro actual entendimiento, una reunlficadón filosófica
5que éste de los saberes provenientes de las nuevas Ciencias y las Humanidades, es
~r) supone en el presente todavía difusa y problemática, sea en el marco de las grandes
P,tclad sólo tradiciones sintetizadas por la teoría critica de la sociedad hasta Habermas,
hay una en el limite de las concepciones postmodernlstas de la Ciencia y la Fllosofia
o, finalmente, en el desarrollo de las perspectivas interdlsclplinarias abiertas
~por el cual por las nuevas Ciencias Cognitivas y por el propio paradigma de los sistemas
?"Sistencfa, complejos.
fponlendo Finalmente, a pesar de los nuevos problemas y caminos abiertos, no parece
!Ocia como existir la voluntad de replantearse los problemas de la fllosofra moderna (en la
:ho Incierto dirección Insuperable abierta por Lukács) en lasactuales vertientes postmoder-
nistas de la Oenda y la Filosoffa hoy en plena Virulencia, ni tampoco en el espado Granja O
abierto por las nuevas Oendas de la Complejidad las cuales, bajo distintas sendas. ligibr
están efectuado una demolición de la Filosoffa centrada en el sujeto, de más
amplias dimensiones que la efectuada en su momento por el estructurallsmo y Habermz
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IX. PENSAR lA INVESTIGACION OESOE H MARGEN
OE LAS CIENCIAS SOCIALES

Alfonso Torres Carrillo

A Arturo Ala pe y Orlando Fals Borda. In memorlan

LA REESTRUCTURACION DE lOS ESTUDIOS SOCIALES

¿Por qué hablar de estudios sociales y no de tiendas sociales? ¿Qué posibilita


la primera expresión que no permita la segunda? Acogiendo la Invitación del
equipo de docentes de la maestrla en Investigación Sociallnterdlsclpllnaria, me
permito compartir algunas reflexiones que respaldaron la creación de la maes-
tria en estudios Sociales en la Universidad Pedagógica Nacional y sobre lo que
hemos denominado Investigación desde el margen. (Torres, 2006 y 2008).
Es un hecho aceptado que, desde hace unas décadas, las ciencias sociales
at raviesan por un proceso de crisls y reestructuración. Esta redefinlción se
evidencia en la creciente sospecha frente a los presupuestos epistemológicos,
organlzacionales y políticos que las configuraron en el siglo XIX, as! como el
reconocimiento de que el conocimiento social no es exclusivo de las ciencias
sociales. En primer lugar, se ha cuestionado los supuestos positivistas de univer-
salidad, objetividad, determinismo, reducclonismo y monismo metodológico.
En efecto, hoy se tiende a reconocer que las ciencias sociales siempre están
"localizadas~ y que tras el principio del universalismo se ocultaba el eurocen·
trismo; que el sujeto y la subjetividad están presentes en todos sus procesos,
y es una falacia separarlos; que la Indeterminación coexiste con el orden y que
por ello, requiere sustituir modelos simplificadores por abordajes complejos;
finalmente, es evidente que en las prácticas investigativas realmente existentes.
no existe una única manera de entender el"método cientifico~
Más que una forma de conocimiento •verdadero~ desde la historia y la
sociologla del conocimiento, las ciencias son vistas como sistemas culturales,
sostenidas por comunidades Interpretativas que comparten y legitimadas por
paradigmas, Instituciones y prácticas compartidas. Como lo plantea Gayatri
Spivak, "todo saber científico se encuentra, ya de antemano, codificado al
Interior de un tejido de signos que regulan la producción del sentido, asl como
la creación de objetos y sujetos de conocimiento. Es, entonces, desde cierta
polltica de la interpretación (matenah:zada en editoñaJes, universidades, centros
de investlgadón,lnstandas gubernamentales, etc.) que se producen los efectos
de verdad de una teoría"(Castro, 1998: 172).

187
188 ¡Cómo pen$1r las Oenclas Sodoles hoyl

En segundo lugar, se cuestlo11óla arbitrariedad de las fronteras disciplinares saber


dentro de las ciencias sociales y entre tktas y las Humanidades (Wallersteln, de la
1996, 1998 y 2001)). La fragmentación discrplinar, que se afianzó durante la El
primera mitad del siglo XX, empezó a ser cuestionada desde la posguerra. a activi
partir de 4 dinámicas, no necesariamente confluyentes. La primera, dentro los Ha bE
países metropolitanos, las demandas provenientes de la polltica internaciona~ pode
los retos del desarrollo económico y la planificación, asl como la emergencia Por e
de problemas como la urbanización y el crecimiento demográfico, presionaron resol
la creación de programas académicos y centros de investigación en tomo a cons
regiones geográficas y temáticas estratégicas. Así fueron surgiendo losestudios tk uh
latinoamericanos, de Europa del Este, los estudios urbanos y del desarrollo. E
Ello posibilitó la confluencia de especialistas de diferentes disciplinas en torno dale
a proyectos comunes (interdlscipllnarldad). lo ha
la segunda dinámica fue que la superespeclallzaclón al Interior de las disci- se at
plinas dio lugar a campos hlbridos entre diferentes disclpllnas;"cada fragmento loso
de disciplina entra en contacto con otros fragmentos de otras disciplinas, per- y dio
diendo asl el contacto C01'1 otras rt!ylones de su disciplina de origen• (Oogan y y la
Pahre 1993: 81 ). Ello permitió lecturas más potentes de campos de la realidad este
social como las migraciones, la ciudad o las Identidades sociales, Inabordables equl
en su complejidad desde cada ciencia en particular. falsc
la tercera dinámka fue el cuestlonamiento de la Idea acerca de fa diferen- 1
ciación radical entre las lógicas de las ciencias de la naturaleza y la sociedad. nio 1
Hasta 1945 fas ciencias sociales estaban tenslonadas por dos modelos: el de 'des
las ciencias naturales (nomotéticas) y el de las humanidades (ldlográflcas), a obl~
tal punto que a cada disciplina se le pedía asumirse dentro de uno u otro Ideal excll
(Wallersteln, 1996: 74). En la medida en que las propias ciencias naturales han los 1
Incorporado los principios de indeterminación, incertidumbre, relativismo y sabl
complementariedad metodológica, y que fa literatura y las artes Incorporan út:ul
teoría y criterios metodológicos sistemáticos, a la vez que se les reconoce su
potencia para describir la vida social en su riqueza, las fronteras entre ciencias dus
naturales, sociales y humanidades, se erosionan. COif
Los llamados Estudios Culturales, contribuyeron a cuestionar los limites COIT
entre ciencias sociales y humanidades; algunas pr~ctlcas de producción de ll!l'll
conocimiento como los estudios de género, los estudios subalternos y posco- ITldl
lonlales se reclaman adlsclpfinares. La ct.tarta dlnárnica es la evidencia de que con
los campos más dinámicos de la Investigación social, tienden a liberarse de las me
ataduras disciplinares (Dogan y Parhe, 1993). la investigación social de punta
se organiza en torno a problemas, cuyo abordaje exige articular y recrear ha ,
conceptos, metodologías y técnicas de diversa procedencia (transdiscipllnari-
dad); los Investigadores sociales más imagina1Jvos Incorporan en sus esrudlos.

'· 1

- .

1 :
saberes no disdplínare.s (literatura, cine y sabidurías ancestrales) y las voces
de la gente corriente.
El tercer cuestionamiento se refiere a la imparcialidad y neutralidad de la
actividad científica; por un lado, la tradición teórica crítica alemana (Adorno
Habermas) develaron los estrechos vlnculos de las ciencias sociales con los
poderes dominantes y su ineludible subordinación a Intereses extracognltivos.
Por otro lado, se les exige a las dendas sociales un compromiso ético con la
resolución de las problemáticas sociales actuales (Gibbons y otros, 1997):
en torno a construcción de democracia, justicia social, reordenamlento territorial, mul-
m estudios tlculturallsmo e interculturalidad, entre otros.
desarrollo. El cuarto cuestlonamiento tiene que ver con los lrmites de las ciencias so-
ciales para dar cuenta de los múltiples sentidos de lo social. Estas, al igual que
lo hablan hecho las ciencias naturales desde el siglo XVII, los cientlncos sociales
se abrogaron el monopolio de la producción de conocimiento verdadero sobre
fragmento lo social. Las demás prácticas culturales que venían dando cuenta de aspectos
per- y dimensiones sociales como la propia fllosofia, el ensayo. la sabldurla popular
Y y la literatura, fueron descalificadas por especulativas, mágicas o ficticias. De
este modo se E>rigl6 una dlstinclón radical entre conocimiento clentlfico (que
equlvaldrla a la verdad) y saber •común" o •vulgar" (que se asumirla como
falso. superficial. alienado, ideologizado, etc.}.
~la dlferen- En la actualidad, se reconoce que el conocimiento de lo social no es patrimo-
' la sociedad. nio exclusivo de las disciplinas sociales. Por un lado, como lo señala Wailestein,
-,odelos: el de "después de todo, ser histórico no es propiedad de los historiadores, es una
idlográflcas), a obligación de todos los cientfflcos sociales. Ser sociológico no es propiedad
_...,u otro Ideal exclusiva de ciertas personas llamados sociólogos. sino una obligación de todos
')o)Nrales han los científicos sociales... En suma, no creemos que existan monopolios de la
relativismo y sabiduría ni zonas de conocimiento reservadas a las personas con determinados
incorporan titulos profesionales"'.
e reconoce su Por otro, el saber sobre la realidad soáohlstórica no es patrimonio ex-
mtre ciencias clusivo de las disciplinas sociales; forma parte de otras prácticas culturales
como la literatura, el cine, el teatro, las artes plástlca.s, los medios masivos de
comunicación y las culturas populares. Las ciencias sociales, por el hecho de
tener el mundo social por objeto y de pretender una representación veraz del
. . ...,nm y posco- mismo, debe competir con otros campos de producción simbólica y en general
:dl!ncia de que con todos los agentes sociales que buscan Imponer su visión del pasado y la
¡ berarse de las memoria social.
.ocial de punta En América Latina, este proceso de reestructuración de las ciencias sociales
.o~lar y recrear ha asumido rasgos particulares, dados su origen relativamente reciente, su
J ·~!$disclpllr ari-
subordinación a los paises centrales su singularidad histórica y los Intentos de clones el
producir ciencia y pensamiento•propios" desde el rec:onocimlento de su singu- organiza.
laridad histórica. En efecto, su incorporación desde la segunda mitad del siglo la educa1
XX estuvo directamente asociada al proyecto de modernización desarrolllsta. Desde el
Desde la década de los sesenta, Investigadores como Camilo Torres Restrepo y contextc
Orlando Fals Borda en Colombia, y Rodolfo Stavenhaven y Pablo González en surgido 1
México, criticaron su colonialismo intelec:tual, a la vez que sentaron l<ts bases deExpe1
p<~ra Investigar y pensar América Latina desde opciones de transformación El ca
social y desde su propia especificidad, sin perder el diálogo con otros procesos en Esta1
mundiales. sociolor
Las grandes contribuciones latinoamericanas al pensamiento contempo- organlZI
ráneo y a la invesngación social (teoría de la dependencia, educación popular, generó
filosoffa y teologla de la liberación, Investigación particlpativa, el pensamiento del pro~
epistémico, los estudios sobre culturas populares y comunicación) no se gene- Sen
raron desde las prácticas académicas más fieles y exegéticas de las corrientes conslde
teóricas y metodológicas canónlca.s provenientes de los paises centrales. Han tes. Por
surgido desde la nec:esldad sentida de comprender problemáticas propias del campe!
cominente, por pnrte de intelertuales e Investigadores comprometidos con las luch
prácticas y opciones pollticas progresistas, que han reivindicado la tradición de ASI
pensamiento latinoamericano, a la vez que la apropiación critica e imaginativa acadén
del legado intelectual ocddental. su lnst
En la actualidad, la confluencia entre esta tradición de pensamiento social socia le
crftico latinoamericano y otras tendencias alternativas provenientes de otros górica
contextos, como es el caso de los estudios subalternos y postcolonlales gesta - en ám'
dos en la India y el Medio Oriente, están dando lugar a lo que algunos (Walsh) notabl
denominan el campo de los Estudios Culturales latinoamericanos; desde esta produo
perspectiva, en construcción y debate, se cuestionan la geopolfticas de cono- movlrr
cimiento hegemónicas (por occidentallsta.s, modernizantes y colonialistas) y sarroiL
se valora l<t posibilidad de producir saber sobre lo social desde oras prácticas como
intelectuales como los movimientos sociales y las luchas culturales y étnic<ts. En
problr
INVESTIGAR Al MARGEN DE ~AS CIENCIAS SOCIAlES partar
por p
Por otra p<~rte, en América latina no ha sido desde las ciencias sociales como Social
Institución, sino desde otros espacios y otras prácticas sociales, desde donde áreas
se han hecho los aportes mas originales en la generación de conocimiento y casi s
en la innovación metodológica de la Investigación social. En efecto, desde la Este e
década de lo setenta del siglo pi!Sado, buena parte de las investigaciones más das s
slgníftcatlvas sobre problemáticas sociales, potrtlcas y culturales de la reglón, pote1
no se generaron en los consolidados medios académicos, sino desde organiza- desd;
intentos de dones civiles (ONG) de apoyo y acompañamiento a movimientos sociales y
de su slngu· organizaciones de base, asr como desde prácticas culturales alternativas como
del siglo la educación popular, la teologfa de la ltberaclón y la comunicación alternativa.
Desde el interés por recuperar la memoria colectiva, comprender prácticas,
contextos y actores sociales o develar ideologías y prácticas dominantes, han
surgido propuestas como fa Investigación Temática, la IAP y la Sistematización
de Experiencias.
El caso del colombiano Orlando Fals Borda es paradigmático: formado
en Estados Unidos como sociólogo y fundador de la primera Facultad de
Sociología en América Latina, no fue desde la universidad sino desde una
organización dvil vinculada con las luchas y organizaciones campesinas, que
generó la metodologfa de la Investigación Acción Partlcipativa. En palabras
del propio Fafs (2007):
Sentfamos que las experiencias universitarias ya no nos satisfacían; las
considerábamos repetitivas, frustrantes y "copietas• de modelos europeizan·
tes. Por esa razón no regresé a ella en dieciocho años y decídf estar con los
campesinos; altl mi experiencia fue fa de racionalizar como hacer más eficaces
las luchas campesinas para recuperar sus tierras.•.
Asf mismo, dicha propuesta, tampoco fue Inicialmente acogida por el mundo
académico (que más bien la cuestionó desde sus presupuestos positivistas y
su Institucional), sino por actores comprometidos con proyectos y acciones
soc.iales. La afirmación anterior no debe entenderse como una negación cate-
górica a que puedan realizarse proyectos y acciones lnvestigativas alternativos
en ámbitos universitarios. Existen en algunos centros de educación superior.
notables (aunque escasas) experiencias e iniciativas que buscan articular
producción de conocimiento y proyección social con poblaciones populares y
movimientos sociales. Es el caso de la Universidad de Pernambuco, quien de-
sarrolla Investigaciones conjuntas con organizaciones y movimientos sociales,
como el Movimiento de los Sin Tierra, MST.
En la mayorfa de los casos, estas Iniciativas universitarias sensibles a las
problemáticas y movimientos sociales no han sido desarrolladas por tos de-
S SOCIALES partamentos disciplinares (economía, sociología, historia o antropología), sino
por programas "plebeyos• como Trabajo Social, Educación, Comunicación
Social y psicología comunitaria, o desde Instancias •no académicas* como las
áreas de bienestar universitario. extensión y proyección social, cuya labor es
casi siempre descalificada por parte de la academia más Institucionalizada.
Este dato no es anecdótico: confirma que no es en la centralidad de las cien-
cias sociales Institucionalizadas sino en sus fronteras, donde se existe mayor
potencial de generación de conocimiento social transformador. En efecto,
desde estos "lugares perllférlcos• se hacen evidentes las limitaciones de los
192 ¡Cómo -··"Ciencias Sociales hoyl

marcos eplstémicos Institucionales, lo que posibilita reconocer otras realida-


des, generalmente también en los bordes de lo social y nuevas perspectivas de
pensamiento sobre lo social.
Dicho potencial alternativo presente en la investigación social que se lleva
a cabo en los lnterstlclos e intersecciones de las disciplinas sociales, en las
fronteras entre la ciencia social y otros campos de producción de saber sobre
lo social como las artes visuales y la literatura, las organizaciones sociales y la
acción colectiva, amerita ser analizado a profundidad. En consecuencia, en
lo que resta de este articulo Intentaré hacer una primera caracterización de
dichas prácticas investigativas, para lu1!90 hacer un balance de su potencialidad
de construcción de realidad social y pensamiento critico.

UNA CARAC TER I ZAC IÓN DE LA INVESTIGACION


DESDE El MARGEN

Esta Investigación social no canónica generada en los bordes de las ciencias


sociales la he denominado "investig.ación desde el margen• o llmin~ l (Torres.
2004), pero también puede vincularse con otras denominaciones afines que
quieren dar cuenta de su emergencia y potencia, tales como •eplstemotogia
fronteriza• (Mignoto), •pensamiento de umbral" (Zemelman) y •nomadismo
Intelectual: (Maffesoli). Investigar desde el margen, lo hemos entendido como
un posicionamiento y una práctica de producción de conocimiento sociat,lieva-
da a cabo por sujetos (individuales, colectivos) que proviniendo de las den das
sociales o no, transgrede la racionalidad disciplinar dominante.
En este sentido, lo marginal no es estar por fuera, sino en el Umbral, en
las fronteras: entre el adentro y el afuera, entre lo Instituido y lo instltuente,
entre lo conocido y lo inédito, entre lo determinado y lo indeterminado_ Asl, lo
marginal abre nuevas posibilidades para pensar, para Imaginar, para construir
nueva realidad. Por otro lado, lo marginal, lo liminal, asumido no tanto como
postura eplstémlca sino como posicionamiento ético y polltico, permite ver,
decir y hacer lo que no es visible, nombrabte o factible desde el centro de las
instituciones de conocimiento y poder. A.sr como los •marginales: ponen en
evidencia los limites y las arbitrariedades del orden social, la investigación 11·
minal hace visible el agotamiento de las d isciplinas sociales y de los epístemes
Institucionales para abordar y encauzar ciertas reafldades constituyentes
(Torres, 2004: 66).
A.ntes de cualquier conceptualización sobre la "Investigación desde el
margen, esbozaré los rasgos característicos de las prácticas lnvestigativas que
consideramos bajo tal categoría. Para ello, iré abordando preguntas tales corno:
¿por qué surge este tipo de Investigaciones? ¿Quienes son sus Impulsores?
¿Para qué se realizan? ¿De qué temáticas se ocupan? y ¿Cuáles prácticas me-
todológicas llevan a cabo? Es decir, y tomando como referencia la experiencia
colombiana, Iremos abordando las condiciones y motivaciones de su emergen-
cia, sus actores, contenidos, metodologlas y usos de sus resultados.
Con la precaución de no plantear generalidades explicativas de la emergen-
cia de estas prácticas lnvestlgativas en América Latina, planteo que han sido
múltiples los factores y condiciones que permiten comprenderla. En primer
lugar la propia singularidad histórica de la región, con respecto a los paises cen-
trales que sirvieron como referente emplrico de las ciencias sociales clásicas.
En efecto, las teorías y metodologlas predominantes en las disciplinas socia-
les, tenlan como fuente imaginarlos culturales anclados a la cultura moderna
•occidental• (orden, progreso, naturaleza humana) y se hablan construido a
partir de las modernas sociedades industrializadas. Cuando fueron confron-
tadas con la plural y diversa realidad latinoamericana desde opciones pollticas
de transformación, se pusieron en evidencia sus limitaciones para dar cuenta
de su espedflcidad y su carácter ideológico y colonial.
El ejemplo de lo primeros sociólogos colombianos que SP formaron discipli-
nariamente en Estados Unidos y Europa es diciente. Tanto Orlando Fals Borda
como Camílo Torres hablan sido educados dentro de la perspectiva funciona lista
y en el uso de técnicas estadlstlcas de análisis soda l. Al llegar a la convulsionada
Colombia no van a encontrar una sociedad ordenada e torno a unos valores
compartidos y unas instituciones funcionales, sino un pafs convulsionado por la
violencia, con unas culturas politlcas y prácticas sociales diflcifmente de encajar
dentro de las categorías aprendidas. Por otro lado, contrariando el dictamen
canónico de separación del cíentfflco y el politice, estos investigadores pronto
asumieron responsabilidades con programas y propuestas de acción social y
politica•. A diferencia del grueso de sociólogos posteriores que optaron por
no Incomodarse frente a las demandas sociales y políticas, subordinando la.s
realidades sociales a las teorías y al métodos, estos pioneros Intentaron acuñar
nuevas categorfas y generar nuevas estrategias de acercamiento a la vida social
y de producción de datos, involucrando actlvamente a las poblaciones afectadas
por los problemas que se investigaban.
Asl mismo, otra.s condidones históricas, estructurales y emergentes pe-
culiares del continente, han representado un desafio a la Investigación social
critica: condiciones como ser el patio trasero del Imperio estadounidense,
haber padecido unos procesos acelerados de urbanización, padecer prácticas
y culturas políticas como el caudillismo y el dientellsmo, sufrir dictaduras mi-

2, Orlando Fals y Camilo Torr~s colnckflefon en lH Jurms OitKtovas dtllnstituto de Reforma


AA)raria y el Oeporu~to de Aa:lón Comul\llt a w \Iet. elido uno. pot lnldotlva f>"Bonal, habl•n
Impulsado experlencoas osoclatovas y movimientos de P.lll • ~ JOdol
litares durante largos periodos, estar sometida al modelo neollberal y poseer loga crftlc;
una composición étnica singular con fuerte presencia indígena y afro; tambit!n daves lntt
problemáticas como la migración, la violencia y el desplazamiento forzado, Florestan f
las juventudes y las culturas urbanas han demandado nuevas perspectivas de Dussei,l.e
Investigación social. autores tu
Un segundo factor, evidenciado en el ejemplo anterior, es que un rasgo de para refer
la realidad latinoamericana. desde la dt!cada de los sesenta del siglo XX hacia espados c
el presente, es la activación de luchas y movimientos sociales que buscan en- racionahd
frenar las situaciones y condiciones de injusticia. dominación, discriminación la interreL
y exclusión estructurales en el continente. En efecto1 desde las luchas de nuevas le
sindicalistas, campesinos, pobladores, mujeres, grupos t!tnicos, etc•• pronto Para E
demandaron de los Intelectuales de las organizaciones pollticas y civiles que aspectOS
las apoyaban, su compromiso sobre lo que se esperaba. podlan aportar: teorlas contenicli
"cientfficas• y conocimientos especializados sobre la realidad sobre la que se loque•ltl
pretende actuar; en muchos casos, este apoyo intelectual se limitó a •aplicar• las teona
ortodoxa y dogmáticamente categorías marxistas muchas veces sin un riguroso el operar
trabajo de fuentes o de campo. abordarr
Del mismo modo, asl como muchos de los tntelect\Jdl~s •comprometidos• de~ntic
hicieron aplicación no critica de ldeologlas, teorlas y metodologlas de las ciencias Ana~
sociales clásicas reproduciendo la lógica moderna colonial, en otros casos. Inves- ne quev.
tigadores individuales o colectivos generaron otras practicas que cuestionaban ¿Quiéne
y generaban alternativas al modo tradicional de producción de conocimiento. de las 01
Es el caso de personajes como Paulo Frelre, Pablo Fals Borda, Mario ~aplun, susopdl
quienes de un.a manera u otra optaron por caminos propios y desarrollaron extraaa
Investigaciones novedosas que permitieron comprender de otras maneras e versalilir
involucrar otras miradas sobre los problemas de los que se ocuparon. se debe
En tercer lug ar, es Innegable la recepción imaginativa de perspectivas criti- alhechc
cas provenientes de otras latitudes, no siempre del norte. asi como la voluntad periodi!
de algunos intelectuales latinoamericanos de generar pensamiento propio. En pubnca:
efecto, con la institucionalización de las ciencias sociales, también llegaron saber y
autores disidentes y teorfas criticas. las diferentes vertientes y debates dentro Asu
del marxismo jugaron este papel en algunos ámbitos, aunque muchas veces de tra~
se asumió dogmática y ortodoxa mente. En décadas recientes, la recepción de enfrent
perspectivas como el feminismo, la perspectiva de género, los estudios cultu- las prOf
rales. los estudios subaltenos y postcolonlales, posibilitó abordajes originales Michel
de luchas y dinámicas culturales emergentes.
Por otro lado, en el continente existe una rica tradición de Intelectuales, "De
generalmente comprometidos con opciones polltlcas progresistas que han abu
planteado y asumido la necesidad de un pensamiento propio, que a la vez que lr\s(
procura enraizarse en la peculiaridad de la coodidón histórica de la región, día- YP'
nar
loga crlticamente con otras propuestas, adopta perspectivas foráneas y crean
claves interpretativas propias. Es el caso de Antonio Garda1 Orlando Fals Borda,
Florestan Fernández. Agustln Cueva, Hugo Zémelman, Anibal Quijano, Enrique
Dussel, Leonardo Boff y Paulo Freire. Sus trabajos se ubican erto que algunos
autores han llarnado"perspectivas de borde"y otros"razonamlentos de umbral"
para referirse a formas de conocimiento social que resultan de búsquedas en
espacios diferentes y con modalidades distintas, posibilitando el ascenso a otras
racionalidades culturales; se trata de perspectivas que, además de dar cuenta de
la Interrelación de diferentes campos de conocimiento, constituyen en si mismas
nuevas lecturas sobre la realidad (Chanquía, 1995).
Para Emma león (1995: 56) estas formas de razonamiento conducen a dos
aspectos con.siderados cruciales: "Por un lado, encontrar nuevas facetas a los
contenidos producidos y acumulados en esferas partlculares del conocimiento,
lo que implica ubicar tales contenidos más allá de los márgenes decantados por
las teorlas establecidas; por otro lado, y en relación estrecha con lo anterior,
el operar fuera de estos márgenes les permite enfrentarse con la necesidad de
abordar nuevas realidades, y construir conocimientos que respondan a ámbitos
de sentido d1feremes a los yd dt:nnidos':
Finalmente, la emergencia de estas modalidades lnvestigativas también tie-
ne que ver con la existencia de sujetos Individuales y colectivos que las agencien
¿Quiénes son? Por un lado, Intelectuales provenientes de la instituclonalldad
de las ciencias sociales (universidades y centros de Investigación), quienes por
sus opciones polltlcas o temáticas mantienen vlnculos orgánicos con realidades
extraacadémicas. Garcfa Cancllnl plantea al respecto que•parece que la mayor
versatilidad de los estudios Culturales latinoamericanos para atravesar fronteras
se deben, tanto al carácter precario de nuestros sistemas universitarios, como
al hecho de que los Investigadores combinan su pertenencia universitaria con el
periodismo, con la militancia social o politica, o la participación en organismos
públicos, todo lo cual posibilita relaciones más móviles entre los campos del
saber y el actuar• (Otado por Richard, 1998: 260).
Asumir opciones pollticas, éticas y epistémicos disidentes, alternativas o
de transformación social, plantea al trabajo intelectual la necesidad no sólo de
enfrentarse a exterioridades prácticas más allá de la academia, sino a cuestionar
las propias reglas de juego de la lnstituclonalldad cientifica. Es lo que plantea
Mlchel Maffesoll ( 1993: 29) con su metáfora de nomadismo intelectual:

"De. manera que la empresa que se Inicia es libertarla. Hacer e"uela es t.lcll y
que han aburrido; es mucho más fecundo esforzarse por echar una mirada libre, a la vez
.11 vez que Insolente, 1ngenua, lnduso trivial, en todocaso~dable, pero que abre bre<has
_,'"'"· dla- y permite fuertes intercambios que los mercaderes y burócratas ni siquiera Imagi-
nan. Asl pu~ Insolencia de pensamiento.•• Al trastornar el or~ establecido de
196 LCómo potnur lo• Oerrcias Sodoles hoy1

las cosas y laspersonas. el nomadismo se vuelve expresión de un sueño Inmemorial en el e


qu~ el embrutecimiento d~ lo Instituido, el dnlsmo económico, la relflcación social
rales••
o el conformismo Intelectual no llegan jamás a ocultar totalmente:
constf
Además de estos Intelectuales nómadas, la real garantra de la pervlvencla de impor
la prácticas lnvestigatlvas de borde es la existencia de sujetos colectivos para domir
quienes sea necesaria la producción de conocimiento y pensamiento desde y pensa
sobre otras realidades emergentes. Me refiero particularmente a organizaciones del SI!
y movimientos sociales que, desde las exigencias de sus propias luchas y desaffos mlent
polfticos y sociales requieren caracterizar los contextos y estructuras sociales como
a las que se enfrentan, la especificidad de los actores y acclones emprendidas, Er
así como de las subjetividades y racionalidades que producen. done
Estos actores sociales, asumen el rol de Intelectual orgánico colectivo, el y de•
cual busca producir conocimiento, no para profundizar en las teorias o lógicas los hT
soc1al
disciplinares sino para transformar realidades. Es decir, las finalidades que orlen-
tan este tipo de investigaciones son polfticas y éticas, más que Intelectuales. atenc
Asumir una perspectiva de construcción de realidades (Zémelman), coloco a pobla
los investigadores de borde en una posición diferente a la del Investigador atra- anónl
pado en la racionalidad disciplinar y en las lógicas institucionales de la academia para l
[)
predominante: comprender realidades desafiantes para transformarlas, a la vez
que se transforman los propios sujetos de la Investigación. sepu
El punto de partida de una investigación temática, una Investigación Parti- como
del~
dpatlva, de una recuperación de memoria colectiva o de una sistematización de
experiencias es el tener claridad acerca de las preguntas políticas sobre el por-
qué, para qué y para quienes va a tener sentido la investigación a realizar; esta
.,

pregunta por la pertinencia social está muchas veces ausente en los proyectos 1'11
convencionales. Asf mismo, es desde estas preocupaciones compartidas frente
91
al contexto las que llevan a definir - también dialógicamente- las preguntas y e
problemáticas de Investigación, las categorlas orientadoras y la perspectiva Uf
interpretativa y las opciones y estrategias metodológicas, y no los parámetros a
de una disciplina o teoria predeterminadas. p
Este ensanchamiento de los sujetos y modos de Investigar, nos lleva a hablar
de "pr.1cticas investigativas~ retomando la categorla de "prácticas Intelectua-
les' propuesta por Daniel Mato (2005) para poner en sospecha la Imagen del
Intelectual como el académico. Hay prácticas Intelectuales no sólo en el mundo
académico, sino también en los movimientos sociales y en las organizaciones
soda les y civile.s (ONG). Las prácticas literarias y filosóficas en América Lilti-
na fueron y aún lo son, lugares donde se gestó pensamiento "al margen de las
disciplinas" (Mignolo, 1998: 53).
Otro rasgo de la Investigación de borde son sus problemáticas de Investiga-
ción. Al respecto, es interesante constatar que se ha venido dando un tránsito
en el orden de las preocupaciones que va de asuntos marcadamente •estructu·
rales•y macro soda les, hada temáticas emergentes de dimensiones, realidades
constituyentes de escalas sociales muchas veces moleculares, más no menos
Importantes. Asl, del énfasis en la dependencia, la dominación Imperialista, la
dominación Ideológica y la particularidad de la estructura de clases que marcó el
pensamiento crítico de izquierdas entre los sesenta y comienzos de los ochenta
del siglo pasado, se fue pasando a la pregunta por los nuevos actores y movi-
mientos sociales, las subjetividades, los nuevos vlnculos y las soclabilidades. asl
como la memoria, lo cotidiano y la experiencia presente.
En este t~nslto de los ámbitos de interés están presentes, las transforma-
clones de los contextos globales, nacionales y locales), de las relaciones sociales
y de los movimientos sociales, como también las permanencias y cambios en
los Imaginarios y paradigmas que configuran la racionalidad de las ciencias
sociales latinoamericanas. Vale la pena destacar que una constante ha sido la
atención a poblaciones. vlnculos y prácticas sociales a su vez •marginales•:
pobladores urbanos, mujeres, jóvenes y•habitantes de la calle'; asf como a sus
anónimos modos de hacer y formas de estar juntos. habitualmente Invisibles
pard la rac1onolid~d académic<~.
De este modo, desde lo cotidiano. lo efervescente, lo subterráneo. lo "otro~
se pueden reconocer los intersticios y las fisuras de las estructuras sociales, tal
como lo vislumbró un sociólogo "menor• de la Escuela de Chlcago a comienzos
li:.:r:)a<Jón Parti-
del siglo XX, al referirse al estudió del mundo de las pandillas:
r><rtlza·ción de
wbre el por- •Probablemente el concepto más Importante del estudio es el término "inters-
¡ realizar; esta
ticial"; es decir, que pertenece a espacios situados entre una cosa y otra. En la
loS proyectos naturaleza, las materias extrañas tienden a reunirse y apelmazarse en todas las
~rtidas frente grietas, hendiduras y resquebrajaduras: los Intersticios. También hay fisuras y fallas
preguntas y en la estructura de la organlzaclón social La pandilla se puede considerar como
~ perspectiva un elemento intersticial en el marco de la sociedad, y el territorio pandilleresco
tOS par~ metros como una región lnterstldal en el trazado de la ciudad" (Thrasher, 1963, clrado
por Ulf Hannerz. 1993: 49).

Estas problemá~icas emergentes y actores marginales privilegiados por la


investigación de borde podemos situar el interés por situaciones llmlnales,
emergentes. El propio Freire acuñó en la pedagogfa del oprimido la categorla
de "situación limite• dentro de su propuesta de investigación temática. Las
"situaciones limite" son entendidas como problemas que evidencian los limites
del orden social y el potencial humano para superarlas; representan un desafio
al pensamiento, al permitir reconocer las determinaciones sociales de su actuar
y la capacidad de los hombres para generar otras c:lrcunstanclas (el fn~dito
viable) para superarlas (Freire, 1970).
198 ¿C6mo pensar las Ciencias Sociales h0j17

También resulta Importante destacar que este tipo de investigación margl· ciando
nal promovida por Investigadores transeúntes, desde perspectivas de umbral y desp/a¡
referida a problemáticas, fenómenos y poblaciones subalternas o emergentes, que eh
en la mayorfa de los casos vistos como marginados social o simbólicamente, lnv•
también asume modos singulares de entender la propia práctica investigativa; la nece
en particular, los usos crfticos y creativos de la 'teorfa, de las tradiciones meto- conocit
dológicas, de las estrategias y de las técnicas de investigación. a los Sl
Asf como en lo social. los momentos y situaciones liminales evidencian los relacfor
limites deJ sistema y posibilitan lo nuevo, Instituyendo nuevos vlnculossoci.ales, lectiva.
las prácticas de conocimiento social hechas desde el borde permite miradas uno de
y ¡~bardajes inéditos que desbordan tos limites de la ciencia social instituida. (Cendal
Como señalaba antes, el hecho de no estar de antemano subordinadas a la seconv
racionalidad disciplinar, permite una mayorflexlbllidad y creatividad enlama- saberes
nera de relacionarse con el conocimiento acumulado sobre lo social (categorías, tesen!¡
conceptos. lenguajes) e Incorporar otras miradas y voces a la hora de abordar en poiff
e Interpretar sus problemáticas. Los
De este modo, las prácticas lnvestlgativas marginales buscan relacionarse cualltat
con lo teórico no desde una lógica deductiva o demostrativa, sino como "caja de etnogr•
herramientas~ Se acuden a enfoques y conceptos provenientes de diferentes colectlv
disciplinas, los cuales no son asumidos"en bloque" sino que son deconstrufdos, dediset
desartfculándolos, rearticulados o reslgnificados en función de la especificidad y recur~
de los problemas de investigación. En algunos casos, se va más allá y se pro- trazan!
ponen categorías, metáforas y lenguajes nuevos que amplian los sentidos de posibill1
comprensión de las realídades estudiadas; de nuevo FaJs Borda nos sirve de actores.
ejemplo, pus acuño expresiones como "hombre hicotea~ anfibios cult urales posibilf1
y prácticas sentipensantes. histórico
Pese a la escasa reflexión epistemológica sobre sus prácticas, la Investigación Unr
de borde ha demostrado una gran Imaginación creadora en lo referente a las y el pre1
estrategias y operaciones metodológicas. Han tenido como un rasgo central rienda l
rescatar el lugar central del sujeto y la subjetividad en la investigación social; liberan •
tanto de los sujetos de conocimiento, generalmente minimizados o invisibilizados video, la
por la Investigación social clásica, como también de la densidad de los sujetos y con.stru•
subjetividades sociales presentes en las problemáticas de Investigación social. de l!ber;
En cuanto al ensanchamiento de los sujetos de Investigación, como ya se construf
dijo, el rol de Investigador se extiende a otros actores •no especialistas• a la vez
que transforma su carácter. Por un lado, profesionales provenientes de dife-
rentes campos se involucran como investigadores, al igual que actores sociales
provenientes de organizaciones y movimientos sociales. Por otro, sean o no 3. Bajo e:
asumidas como "partlcipativas~ hay una preocupación de relacionarse con la térnla
población Involucrada en las problemáticas de estudio, reconociendo y poten- dar cu•
su pro
cuall~
Pensar llllnvestlg•clón desde rl margen de las Cion<:las sociales 199

dando su calidad de sujeto. Esta con-fusión entre investigadores e Investigados


desplaza el principio de objetividad, por el postulado de reflexividad, que plantea
que el objeto es definido en su relación con el sujeto (lbáñez. 1998: 13),
Involucrar no especialistas y población de base como investigadores plantea
la necesidad de problematizar la particlpadón en la construcción colectiva de
conocimiento. No se trata de •hablar por los que no tienen voz" o representar
a los subalternos desde nuestra voluntad transformadora no desconocer las
relaciones de poder que siempre están presentes en cualquier experiencia co-
lectiva. Exige estar atentos a reconocer y valorar cómo se esta dando en cada
uno de los momentos y en cada una de las decisiones del proceso lnvestlgatívo
(Cendales y Torres, 2007). En consecuencia, el diálogo entre los participantes
se convierte en una exigencia que no solo garantiza la confluencia de diferentes
saberes. sino la garantla de transformación de relaciones de poder predominan-
tes en la Investigación convencional; la polífonla de Voces se convierte también
en pollfonia de voluntades y de posibilidades de acción.
los enfoques y estrategias metodológicas más frecuentes son las llamadas
cualitativas•, dialógicas, Interactivas y participativas. Los estudios de caso, la
etnografía basada en In observ~ción ~rtld~ntc,las historias de vida, e l an~llsls
colectivo de escenarios y acontedmientos,los talleres pedagógicos. los grupos
de discusión y las técnicas de activación de la memoria colectiva, son estrategias
y recursos metodológicos empleados. En muchos casos, las Investigaciones
se pro- trazan sus propias rutas y recrean o inventan técnicas cuyo rasgo comun es
ir.ados de posibilitar la expresión, a través de sus diferentes lenguajes, por parte de los
~sirve de actores. Esta ampliación de lenguajes también trae consigo una apertura de
~rales posibilidades de Interpretar y comunicar los sentidos que constituyen la realidad
histórica, en particular de los marginales, de los subalternos.
bgaclón Un rasgo comunes que al reivindicar ia dimensión sujetlva de la vida social
ente a las y el pretender reconocer los sentidos constituyentes y emergentes en la expe·
¡10 central rlencia social, la investigación de borde se abre a lenguajes narrativos. que se
100 social; liberan de la rigidez y frialdad del lenguaje académico. la literatura, el dne, el
~!Izados video, la multimedia, el teatro y la plástica son empleadas como estrategia en la
¡sujetos y construcción y comunicación de conocimiento. lo narrativo es una posibilidad
~social. de liberar la experiencia unica e irrepetible; es la posibilidad de los sujetos de
1'"10 ya se construir su realidad y de configurar identidades.
s"a la vez
s de dife-
!Ssociales
¡;ean o no 3. Bajo esa denominación se cobllon dMr~• l"'f''"'CWM, onfoques metodolclgkx>s. dtroteglos y
p5e con la técrllcas que tendrfan en comun v•lo<ar la dimensión subje<MI de la vida socoal y por ll!ntQ. W.can
dar cuento de los sentidos y expe<ten<llls de los >uJ«<IS en sus contmos cotldlaoos retomando
)y poten- su propio punto de vista (~ntln y Uncoln. l~l.lomo dl$ancli1 con la ldtntiRudón dt lo
cualitativo con la ausenclll de ti!c:nlcas o lnfatmacionotsawulmonlo.
200 ¡Cómo ~nsor las Oondos SOciales hoyJ

PISTAS PARA POTE!'ICIAR ll\ INVESTIGI\CION OE 80AOE


m•
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la riqueza y versatilidad descritas de las prácticas lnvestlgativas de borde, re- ge
quiere no obstante, una mayor conceptualización y elaboración epistemológica. p¿
En esta última parte del articulo, pongo al debate algunos planteamientos pro- re
venientes de otros campos intelectuales e lnvestigatlvos que pueden contribuir
a potenciarlas. En primer lugar, la perspectiva llmlnal, también encuentra una Vf
potencial fuente de elaboración desde los aportes del antropólogo VictorTumer ce
(1988) quien al estudiar los ritos de paso identificó tres fases: una preliminar ti•
que corresponde al estarus que el neófito va abandonar; una etapa intermedia, la
done se produce la metamorfosis del iniciado, llamada llminal o de margen; y ce
un último movimiento en el que el pasajero se acomoda a u nuevo lugar en la p
organización social. d
la rase y el personaje liminales, implican una situación extraña, indeter-
minada. Victor Turner llama a esa situación como lnterestructural. El tran- z
seúnte ritual, no tiene nada, ni estatuto, ni propiedad, ni signos, ni rango que d
lo distinga de quienes comparten su situación. Actualmente, esta condición e
de transeúntes, de monstruos del umbral, lo desempeñan personajes como p
los inmigrantes, los adolescentes, los enamorados los artistas y los outsider e
en general (Delgado, 1999: 111). la ambigüedad estructural del adolescente, r
del Inmigrante, del enamorado, del artista o del outsider, su anonadamiento, t
resultan idóneos para resumir todo lo que la sociedad pueda percibir como l.
ajeno, pero Instalado en su propio interior; están, a la vez, adentro y afuera. (
no son de aqur, ni son de allá.
Para Tumer (1988), 1o liminal pone en evidencia la existencia de dos modos (
de Interacción humana. Uno es el estructural, ordenado, diferenciado, jerar-
quizado, etc. El otro, representa un punto neutro de lo social, es comunidad
esencial, sin estructurar, naciente. Al primer modelo, lo llama •estructura~
al segundo, "communltas•: ambos están presentes permanentemente. Lo
comunltas surge allf donde no hay estructura social; es decir, donde lo que hay
es ausencia, carencia o cuando menos grave debilidad de lo orgánico social.
la tensión comunltas~structura de Turner se parece mucho, a lo sugerido
por Guattarl y Deleuze (1982) con las categorJas de arborescencia y rizoma, a
la diada institución y estado naciente, propuesta por Alberonl (Regulllo, 1996:
29) y a la dupla subjetividad instituida y subjetividad emergente., planteada
por Hugo Zémelman (1997, 1998). En todos los casos se destaca el recono-
cimiento de lo subterráneo, del vinculo anónimo no controlado por el poder,
la fuerza transformadora de lo Invisible y el acontecimiento en la creación de
novedades sociales.
Como lo seíialé en una ocasión anterior (Torres, 2005) estos lugares liminales,
estas periferias sociales constituyan una potencia transformadora del orden hacia
~nur la Investigación desde el margl!1'1 de¡., cltncia110Clales 201

modos de ser y relacionarse Inéditos y utópicos. Quizás sea en estos Intersticios.


en esas fronteras y bordes de las disciplinas y la vida social, donde se estén
generando los saberes, los pensamientos y las alternativas más significativas
para transformar no sólo el sistema dominante de conocimiento social sino las
relaciones y orientaciones mismas de fa sociedad {Torres).
En segundo fugar, pese a este esfuerzo reafi~do desde las prkticas in-
vestigativas liminales por relacionarse critica y creativamente con los corpus
conceptuales existentes, hace falta más audada en fa construcción de alterna-
tivas Interpretativas criticas y en la reflexión epistemológica que de cuenta de
las nuevas búsquedas. Este vado puede irse llenando en la medida en que se
conou:an y discutan planteamientos que vienen haciéndose en esta dirección
por pensadores como Hugo Zémelman, Gloria Andaluza y las llamadas teorlas
decolonlales (Mignolo, Walsh, Castro, Lander y Grosfoguel ).
Frente a la racionalidad parametral propia de la Investigación disciplinar,
Zé.melman propone asumir un pensamiento categorial (1 987), que en lugar
de aplicar teorlas existentes a unos objetos definidos dentro de los limites
de aquellas, posibilite reconstruir racionalidad con que fueron construidas y
permita una apertura de pensamiento a la especificidad de la.s problemáticas
que se estudian, especialmente a las realidades y subjetividades constituyentes
(Zémelman, 1998). Para el autor, las teorias son realidad condensada, recor-
tada en un momento dado; son "puntas de iceberg" que permiten reconocer
las cristalízadones del magma social, ocultando su movimiento y densidad
(Zémelman, 2002).
•Andalzua muestra la necesidad de una eplstemologla fronteriza, postacci-
• •!ios modos dental, que permita pensar y construir pensamiento a partir de los Intersticios
ln:1<1do. )erar- y que pueda aceptar que los Inmigrantes, los refugiados, los homosexuales
comunidad etcétera, son categorlas fuera de la ley desde una epistemologla monotlplca
'estructura~ que normaliza ciertos espacios como espacios de contención y marginación"
itcl!me,nte. lo (Mignolo, 1998: 55). Para esta autora, "el latinoamerlcanlsmo debe entenderse
que hay como una estrategia reconstructiva de carácter fundamentalmente polltlca:
social. •una actividad contradiSClpllnarra y antirrepresentacional que busca liberar las
diferencias" (Castro, 1998: 185).
Finalmente, resultan sugerentes los planteamientos que vienen haciendo
un grupo de intelectuales latinoamericanos desde hace unos años a partir de
planteada la crftlca de las herencias culturales coloniales de larga duración enquistadas
el recono- en la modernidad; en el ámbito lnvestlgativo, la colonialidad se expresa como
~el poder, dependencia eplstémlca frente a los modelos de pensamiento generados por
aeadón de la modernidad occidental. Dicha "colonlalidad del saber• es desafiada por los
conocimientos "otros~ presentes en otras racionalidades y en las prácticas
de resistencia de las luchas y movimientos sociales y culturales (Ver Revista
le orden hada Nómadas, 2007).
202 ¿Cómo pt!nSBr fas Oencias Sod11fos hoy?

CIERRE-APERTURA ti·
p.
Con el panorama presentado, se ha evidenciado -por una parte- que los Sl
estudios sociales representan una apertura epistemológica, organiz.acional y q¡
política frente a la perspectiva exclusivamente disciplinar. Por otra, que junto tit
a la investigación rutinaria y "de frontera" está generándose una Investiga· d¡
ción "de borde: la cual desde entre las fronteras de las ciencias sociales y las
Instituciones académicas modernas y otras prácticas sociales constituye una
apertura critica a las inercias y reducdonlsmos de los modos predominantes
de producción de conocimiento. A lo largo del texto, hemos Insistido en su
potencialidad emancipadora, su capacidad de trasgredir limites, de vislumbrar
nuevos horizontes y perspectivas. Ca
Sin embargo, el campo de la investigación social, como todo campo es arena
de conflicto en el que las posiciones están en permanente tensión y movimiento;
así como las prácticas lnvestlgatlvas de borde han sabido retomar algunos de
los lenguajes y conceptos de las prácticas académicas hegemónicas, también Ce~
ésta pueda, y de hecho lo hace, Incorporar de aquellas algunas de ~us rasgos,
despojándolos de cualquier potencial transformador.
En este sentido. ninguno de los rasgos descritos garantiza a perpetuidad Cul
su potencial crftico, emancipador o alternativo. En efecto, algunas de las pro·
puestas descritas son atraídas permanentemente por la fuerza del imán de la
lnstituclonalidad académica. En efecto, asf como "los conocimientos expertos,
que en manos de la elite sirvieron para consolidar los poderes hegemónicos,
funcionaron también como recursos reflexivos con efectos negativos para sus
intereses: crearon espacios de trasgresión que fueron aprovechados por los Der
subalternos• (Castro 1998: 195), también la clencia institucionalizada está
presta a retomar técnicas, estrategias y prckticas investigativas otras para
subsumirlas a la lógica científica dominante.
Un ejemplo reciente es la rápida Institucionalización y absorción desde el
poder hegemónico de perspectivas que en su momento fundonal fueron "al·
temativas• es el caso de los estudios culturales, que al continente no llegaron GJbt
por la vla •roja• de los •padres rundadores" de la Escuela de Birmingham, muy
comprometidos polfticamente con su presente. sino por la vía •blanca• de los
estudios literarios norteamericanos y acogidos por Intelectuales y espadas
académicos de elite, con escasos o nulos vínculos con procesos de lucha política Gras
o social. Por ello, en algunos pafses, se han asumido como moda Intelectual,
que pronto desembocó en el mercado de ofertas de programas de postgrado
y eventos académicos. lbáño
f
Por ello, no sobra Insistir que lo que le da el carácter de potencialidad a las
prácticas investigativas de borde no son sus actores, lugar Institucional. perspec· Jimé
l
P~nsor la lnvestf9adón desde el margen de lu dentlas sociales 203

~fAIURA tivas conceptuales o estrategias metodológicas, sino su intenclonalidad y sentido


polftico. Su posicionamiento critico frente al orden Instituido de poder y saber y
que los su capacidad de desplegar energlas transformadoras. Es ramos pensando en lo
!ll=ldo~•al y que G!storiadis (1997) llama "'maginarlo radical• y Zemelman ·subjetividad cons-
que junto títuyente•(1998 y 2002): exigencia de hinoricidad, voluntad de superación de lo
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i
Editado en •mero de 2010
Se compuso en caractereS CAintoria de 11 puntos
y se Imprimió sobre papel Bond de 75 gramos.
con un tiraj<o ~ 1 a 1.000 ejemplares.
Bogo14, Colombia
E:n una~·)( ~ddd 1\t.l<tenzadd P'-"" un desanoHo t.éenoh:z•<.O s.n contrgl se
plor•!ea l.\ ne-: e>td~d de vr.l.,cr la '' ;racfG ~rc el proiA¡c.,ru~ta do!J l~do
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arnpllar ¡, s f.lpAcm~ d•. poslntltdlldi!~ dd hombtl' en iorma de fot1alec:er su
cap4Cid~u de U'lllt;tnur .J~" ¡, me<luo po.sthle ~¡¡u• 14 coriOCida expres~on
de Frelr!! Se ttl\111 de c,oovcttJI'Si: en act;;~n:~ d.t ¡,, tll~l3t..-nt<a poya poder
050fTlarnos y asomhr arnos llntc 1u:¡uello que transcurre todavía "" nombre.

C'..oo lo~ nuttiCc~ ¡:toptos do1 la cftsciplina )' los ümste$ que 11nponc el contexto
htstQrtoo, cuo e'l, la n11tt... r11lcz<.1 de l"s nce~!idadcs de $de las c~es se piensa
)' conoc.; el pr~11te tibr.> C\ una mu~trll de cómo comeruar a coloc.srnos
en el umbrl\l '\lemprc lll:tert,, dd ~n5111' he tóncu (ttlm;J pensafético-p!)litico).
prcpto del hombre qve te o>v~:n:~..a 1\ eon~trutr lo poJ•t>le desde Vlllore• que
!C" dan una alta e~•lltur!l ~ UIUI profuncb trll!oCendenc•ll.

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