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Resumen: Durante las excavaciones del Proyecto Tula 1980-1981 se halló un entierro correspondiente al Clásico terminal (900-1100), localizado
en el cerro El Tesoro, dentro de la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo. Asociada al cuerpo se registró una ofrenda con diversos materiales. Entre
las piezas líticas encontradas se recuperó un ejemplar de mineral compuesto por un agregado de cristales de color gris. El análisis mediante el
microscopio de polarización y por difracción de rayos X reveló que se trataba de corundo, mineral con dureza de 9 en la escala de Mohs. Éste es el
primer hallazgo de un ejemplar de ese mineral en un contexto arqueológico funerario prehispánico y el segundo encontrado en un sitio arqueológico
mesoamericano, lo cual confirma que los antiguos habitantes de Mesoamérica conocían y utilizaban los minerales con alto grado de dureza en las
labores lapidarías.
Palabras clave: corundo, ofrenda funeraria, cerro El Tesoro, Tula, Hidalgo.
Abstract: The Project Tula 1980–81 uncovered a Terminal Classic (900–1100) burial on El Tesoro Hill within the Archaeological Zone of Tula in the
state of Hidalgo, Mexico. An offering containing diverse materials found associated with the body included a mineral fragment composed of several
gray crystals. Polarizing microscope analysis and X-ray diffraction revealed the gray sample was corundum, a mineral with hardness 9 on the Mohs
scale. This is the first discovery of a specimen of this mineral in a pre-Hispanic funerary context and the second example found at a Mesoamerican ar-
chaeological site, which confirms that the ancient people of Mesoamerica were aware of and used hard minerals to produce prestige lapidary items.
Keywords: corundum, funerary offering, Cerro El Tesoro, Tula, Hidalgo.
E
n la actualidad, las piedras preciosas más pre- aprovechadas para elaborar piezas con características
ciadas son el diamante (dureza 10 en la escala especiales utilizadas en actividades religiosas o como
de Mohs); el corundo, en sus variedades rubí y bienes suntuarios para legitimar el prestigio de los gru-
zafiro (dureza 9) el topacio (dureza 8) y el berilo, en sus pos dominantes. El uso de los minerales de alta dureza
variedades esmeralda y aguamarina (dureza 7.5-8). En como materiales abrasivos en las labores lapidarias de
la antigüedad, el valor de las piedras podía variar de corte o desbaste de rocas y minerales durante la etapa
una cultura a otra y su importancia no dependía sol- prehispánica en Mesoamérica, es un tema que ha sido
amente de su rareza y su aplicación práctica, sino del tratado por varios autores.
simbolismo establecido respecto de sus características Los toltecas aprovecharon materiales como el tra-
físicas, principalmente el color y la dureza. A lo largo vertino (Castillo Tejero, 1970), la turquesa, la pirita,
de la historia, en todas las culturas se les ha atribuido la jadeíta, entre otros, para la elaboración de piezas
significados religiosos, mágicos o propiedades cura- lapidarias, de los cuales se han encontrado nume-
tivas a las piedras con características especiales. Las rosos ejemplares en las excavaciones practicadas en
fuentes escritas ayudan a tener una mejor idea de los la Zona Arqueológica de Tula. Sin embargo, poco se
significados atribuidos por los diferentes pueblos a sabe del hallazgo en contextos arqueológicos funera-
las piedras, ya que una pieza de determinado color rios de minerales de alta dureza que pudieran haber
pudo haber tenido un simbolismo diferente según el sido utilizados en el trabajo lapidario como abrasi-
grupo cultural que la utilizaba (Rapp, 2002; Reiche vos para corte y desbaste. En el caso del ejemplar de
y Chalmin, 2014). Las culturas mesoamericanas pre- corundo encontrado en el cerro El Tesoro y asociado
colombinas preferían las rocas y minerales de color al entierro 29, se considera que es posible deducir su
verde y azul, como el jade, la serpentinita, la cloritita, uso a partir de los datos y elementos materiales del
la turquesa y la amazonita, entre otras; tales fueron contexto arqueológico.
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En ese adoratorio frente a la pirámide de El Corral, extremos, generando entre ellos espacios vacíos en las
Romero (1974: 50) reporta hasta 10 enterramientos esquinas de encuentro.
asociados: cuatro de ellos infantiles con deformación Al ascender desde el patio a cualquiera de los cuatro
tabular erecta, dos juveniles secundarios y otros dos rumbos, el espacio se resuelve en plataformas que, a
conjuntos secundarios. Allí mismo se halló un ejemplo manera de vestíbulos, dan acceso a conjuntos de fun-
similar de ofrendas propiciatorias: la del altar ane- ción mixta: habitación, enterramiento y producción.
xo a la pirámide de El Corral, donde se encontraron La peculiaridad de cada uno de esos vestíbulos es la
vasijas de importación e individuos sacrificados, des- superposición constructiva, que define dos fases de
membrados y asociados a la célebre vasija plumbate ocupación en contextos tanto de ofrendas como de in-
que porta un yelmo de coyote revestida de placas de humaciones humanas, las cuales, dado el tratamiento
concha nácar.3 otorgado, es de orden ritual, propiciatorio. Más allá
En el área del Museo, tomando como centro de aten- de su calidad constructiva, diseño, uso o función, ese
ción el breve patio hundido que las investigaciones espacio se ha considerado como la confluencia y punto
precedentes identifican como el suburbio perimetral de integración común de al menos tres de los cuatro
al noreste de la Plaza Principal, ubicada en el límite de barrios ahí presentes, ya que en todas sus orientacio-
la plataforma general de la zona del cerro El Tesoro, nes se hallan áreas vestibulares con ofrendas y ente-
lugar coincidente con uno de los accesos a la antigua rramientos (figura 2).
Tollan Xicocotitlán (hoy día es el punto de entrada a Desde allí, el sector oriente, someramente explora-
la zona arqueológica),4 convergen varios espacios que do por Arturo Fernández Vieyra (1983), se desarrolla
actúan en asociación con el elemento funerario que se en una ladera suave de 70 m de longitud hasta el pie de
describirá más adelante. A esa zona se asocian tanto la loma del Sector A; a partir de las exploraciones prac-
áreas de culto como habitacionales, que a manera de ticadas en ese sitio se definió un conjunto habitacio-
barrios cumplían con actividades de orden productivo nal, que cuenta con la misma distribución de cuartos,
y de especialización artesanal, además de participar en con altares familiares intercalados del barrio de las
las tareas de distribución de productos. A esos espacios fases Corral y Tollan; destaca el hallazgo de una lápida
se les puede relacionar con la producción de textiles con un bajorrelieve en el de que se representa al dios
—por ejemplo, los conjuntos habitacionales conoci- Yacatecuhtli, identificado por los atributos que presen-
dos como Pozo 32 y sus extensiones, en su momento ta en su talla y de acuerdo con Seler (1980: 134-135),
explorados por Sansores (1982)—, con la producción con Díaz y Rodgers (1993: 23) y con Sahagún (2006).
de artefactos de obsidiana (Fernández Dávila, 1986 y Las mayores concentraciones de talleres en Tula se
1994) y también vinculados con el comercio (Fernán- ubican fuera y en el límite oriente de la plataforma
dez Vieyra, 1983); además, fungían como un área de general del gran túmulo constructivo que es el cerro El
inhumación ritual, dada la asociación de enterramien- Tesoro,5 desde el sector conocido como El Salitre has-
tos ahí depositados durante las dos fases mencionadas ta el sector denominado Vivero. Es posible que desde
(Gómez et al., 1994). ese punto accediesen quienes transportaban bienes de
Una característica distintiva del espacio explorado consumo desde la sierra de las Navajas, en Pachuqui-
por la arqueóloga Alicia de Urquijo (1982) e identifica- lla, Hidalgo, y los procedentes del valle del Mezquital,
do como Pozo 14, es el patio rectangular hundido en la Huasteca y Pánuco, así como los mismos mercade-
el que se localizan dos pequeños momoxtles o altares res agrícolas del valle de Teotlalpan, hacia donde está
asimétricos sobre el mismo piso de estuco; tales es- orientado este recinto, es decir, aquél constituyó un
tán decorados con tepalcatería diversa en sus costa- punto de ingreso de productos foráneos a la ciudad.
dos. Ese patio, orientado 17° al norponiente, origina En el sector sur, explorado por Patricia Castillo
accesos a los cuatro rumbos por medio de dos esca- (1982), se hallaron bajo sus pisos los entierros 28, 40,
lonamientos rematados por alfardas y dados en sus 50 c-f, y 53 de la fase Tollan, y los número 27, 27’ y 51
de la fase Corral.6 Al centro del vestíbulo sur se localizó
3 Acosta (1956: 57-102) reporta que no ha sido localizado el panteón de la un área de inhumación ceremonial contenida en cuatro
ciudad, “pero hemos localizado algunos en El Corral, tres diferentes tipos; grandes lajas hincadas verticalmente que la limitaban a
primarios en posición fetal, los secundarios y los incinerados”.
4 Identificamos este lugar como una de las áreas de acceso a la antigua ciu- manera de una caja de reliquias y que contenía un con-
dad precolombina y nuestro punto de partida es el llamado Pozo 14, cuyo patio junto de ofrendas, entre las que destaca un vaso de ma-
hundido es visible hoy en la entrada del museo. Los estudios precedentes nufactura maya de fino barro naranja, el cual presenta
aquí citados ya advertían el carácter habitacional, de producción y ceremo-
nial; es decir, su condición de contextos mixtos de acuerdo con su función
habitacional y productiva, y a partir de esos presupuestos se estableció la 5 Homónimo con el que se denomina a otro gran emplazamiento arqueo-
jerarquía de los barrios que rodean dicho patio, dada la presencia de los ma- lógico cercano en la población de Tepeji del Río, de acuerdo con Mastache y
teriales arqueológicos de superficie y la alta densidad de tales. Al paso de los Crespo (1974: 71-104).
años, esto abre nuevamente la discusión acerca de utilizar esos espacios para 6 Para mayor referencia y datos específicos de los enterramientos asociados,
la construcción de infraestructura de cualquier tipo. consúltese a Gómez et al. (1994).
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principalmente su color y su dureza, así como del tra- Por la semejanza con el presente caso, y como ejem-
bajo invertido para su explotación y de la distancia plo de la relación que hay entre el tipo de objetos y
que hubiese entre su yacimiento y el destino final para de materiales contenidos en las ofrendas funerarias
ser comerciada o intercambiada como materia prima y la actividad que en vida desempeñó el personaje a
u objeto manufacturado. De acuerdo con el contexto quien estuvo dedicada, es necesario recordar el caso
al que estaba asociado el ejemplar de corundo en Tula, del hallazgo del sepulcro de un artesano especializado
es muy probable que haya formado parte de los mate- en orfebrería, ocurrido en Azcapotzalco a principios
riales utilizados en el trabajo lapidario, ya que su alta de la década de 1980, como parte de las labores de la
dureza (9 en la escala de Mohs) lo hacía ideal para ese entonces Subdirección de Salvamento Arqueológico;
tipo de labores: desbastar o cortar con mayor facili- los materiales arqueológicos recuperados en aquel
dad piedras duras, como la jadeitita (dureza 6-6.5) o caso fueron retomados y estudiados recientemente por
el cuarzo (dureza 7), como lo han sugerido Sax et al. López Luján et al. (2015), quienes señalan que la ofren-
(2008), quienes con base en su investigación conside- da estaba compuesta por diversos objetos metálicos
ran que muy probablemente el corundo haya sido uno como: bezotes de plomo, barras de cobre, cinceles de
de los materiales abrasivos que se usaron para elabo- cobre y bronce, una aguja, un cascabel y en especial un
rar la copa de cuarzo encontrada en la Tumba 7 de buril de bronce con empuñadura de asta de venado con
Monte Albán. una representación del dios Xochipilli-Macuilxóchitl
Por todo lo expuesto se considera que el corundo con alas, yelmo, tocado y parado sobre una flor; ade-
encontrado en Tula debió haber sido utilizado para más, había malaquita como materia prima fuente de
la confección de piezas como es el caso de la pequeña cobre y también instrumentos de cuarzo y calcedonia,
máscara de cristal de roca (cuarzo) encontrada en el y materiales orgánicos como hueso de tapir, pata de ve-
Pozo 32 del sector poniente, así como para el trabajo nado, conchas, caracoles, ámbar y placas de caparazón
de otros materiales duros. de armadillo. Todo ello, como ya se mencionó, llevó a
la conclusión de que el individuo inhumado habría sido
Conclusión un artesano lapidario especializado en la orfebrería y
en vida habría gozado de una gran jerarquía.
Como producto de las excavaciones del Proyecto Tula La escasez del corundo y otros minerales de alta
1980-81 se encontró un ejemplar de corundo, cuyo alto dureza en contextos arqueológicos puede deberse en
grado de dureza (9 en la escala de Mohs) ha dado lu- parte a su rareza geológica, pero también a la falta
gar a considerar que muy probablemente fue utilizado de análisis específicos para lograr la identificación de
como material abrasivo en las labores lapidarias de todos los materiales presentes en las ofrendas, ya que
corte y desbaste, como también lo sugieren los demás ejemplares como el analizado en el presente estudio
objetos y materiales a los que estaba asociado, y que no tienen una coloración especial, como por ejemplo
en conjunto constituyen un muestrario tanto de dife- el color rojo del rubí, o bien formas u otras caracterís-
rentes tipos de rocas y minerales de color verde, como ticas que llamen la atención, por lo que pueden pasar
de diferentes etapas del trabajo de lapidaria, ya que inadvertidos e incluso ser desechados al considerar
hay piezas completas (teselas de pirita), fragmentos de que se trata de fragmentos de roca sin importancia.
piezas terminadas (cuenta y objeto de jadeita), y piezas En la medida en que se analicen e identifiquen con
en proceso de elaboración y como materia prima (list- precisión los materiales líticos que forman parte de las
wanita, prehnita, rocas volcánicas cloritizadas, cuarzo ofrendas o que provengan de contextos arqueológicos
con malaquita y azurita) y probables herramientas y específicos —como las áreas de talleres con evidencias
fuente de otros materiales abrasivos (objetos en rocas de actividad lapidaria—, y conforme se pueda com-
silíceas, argilita y rocas volcánicas). parar tales con materiales geológicos provenientes
Dadas las posibilidades de aplicación práctica, los de yacimientos conocidos, se podrán determinar las
materiales especiales como el corundo seguramente fuentes de la materia prima y se ampliará el conoci-
eran adquiridos y controlados por individuos de la éli- miento sobre el uso de los minerales de alta dureza en
te, como lo indican las características de la tumba y la antigua Mesoamérica.
todos los materiales de la ofrenda funeraria del perso-
naje del entierro 29 de la T1-80, quien debió tener una Agradecimientos y créditos
relación importante con esas labores, ya fuera como
administrador o controlador de las mismas e incluso A la Mtra. Victoria Luque Valdivia, operadora del di-
como supervisor o ejecutante (maestro lapidario), cu- fractómetro de rayos X en el Instituto de Investiga-
yas funciones comprenderían desde la adquisición de ciones Metalúrgicas de la Universidad Michoacana de
las materias primas, el proceso de elaboración de las San Nicolás de Hidalgo, por llevar a cabo el barrido
piezas así como su comercialización. de la muestra. Las fotografías que corresponden a las
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Cobean, Robert H., Mastache, A. G., Crespo, A. M., Gómez Serafín, Susana, y Fernández Dávila, Enrique
y Díaz Oyarzabal, C. L. 1990 Costumbres funerarias de los años 800 a 1428
1981 La cronología de la región de Tula. En Evelyn dne en Tula, Hidalgo. Antropológicas (5): 29-49.
Rattray, Jaime Litvak y Clara Díaz (comps.), México, iia-unam.
Interacción cultural en México Central (pp. 187-
214). México, iia-unam.
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Gómez Serafín, Susana, Sansores, Francisco Javier, El Corral [apéndice de La pirámide de El Corral,
y Fernández Dávila, Enrique Tula, Hgo., de Jorge R. Acosta]. En Eduardo
1994 Enterramientos humanos de la época prehispánica Matos Moctezuma (coord.), Proyecto Tula,
en Tula, Hidalgo. México, inah (Científica, 276). primera parte. México, inah (Científica, 15).
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