Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Tesis

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 33

Tesis de grado.

Licenciatura en Psicología.

“Escribir sobre lo indecible: algunas


consideraciones sobre la sexuación”

Alumna: Garbellini, Giovanna.


DNI: 40244883
Tutora: Surmani Alfonsin, Florencia.
DNI: 25837991

Año 2021.
2do cuatrimestre.
ÍNDICE

Planteo del tema y problema........................................................................3

Objetivos..…………...……………..…………………………………..……….….4

Metodología………………………………………………………..……….…...…4

Marco teórico……………….……………………………………...………...……4

Estado del arte……………….………………………....…………………....…...7

Desarrollo…...………………………………………………………..…...………10

El fondo de las cosas. Lo innombrable. Lo imposible………………..……….10

Del mito a la estructura. Enunciado de lo imposible………………...…………13

Del mito a la estructura...y su formalización……………………….……………15


Más allá del semblante. …………………………………………..………………15
Lado izquierdo de las fórmulas: la función de excepción que
hace conjunto……………………………………………………..………………..18
Lado derecho: inexistencia de la excepción. No-todo.……...…………………20
Lo real ¿En las fórmulas?………………………………………………………...21
Acerca de la función fálica. Obstáculo y posibilidad. ……………………….…22
Algunas consideraciones acerca de la diferencia sexual. ………………….…24
La diferencia sexual: sus puntos de imposible. ………………………..………27
Conclusión…………………………………………………….…..………………28
Bibliografía…………………………………………………...……………………30

1
Agradecimientos

A mis viejos y mi familia, por bancarme y acompañarme durante toda la carrera con
amor, paciencia, escucha.

A mi hermana, por la transmisión de un deseo por el psicoanálisis, por la apuesta al


sujeto y el lazo. Y el amor por Los redondos.

A mis amigxs, por la compañía, el aguante, las risas, la música. Por las mil noches
de charla y debate.

A Juli, por la lectura amorosa.

A mis compañerxs del Signo, por el deseo colectivo de una facultad nacional y
popular.

A cada uno de los docentes que me crucé a lo largo de la carrera, por contagiarme
su pasión por el psicoanálisis, la salud pública y la educación de calidad.

A la Cátedra II de Psicopatología, por motorizar la pregunta.

A Florencia, mi tutora, que acompañó y guió maravillosamente este proceso de


escritura.

2
● Planteo del tema y el problema.

El desarrollo de la presente tesis se enmarca en el área clínica, tomando


como eje principal el psicoanálisis de orientación lacaniana. La misma surge
producto de una inquietud e interés a partir de algunos cuestionamientos que se
realizan desde ciertas conceptualizaciones de la teoría de género al cuerpo teórico
del psicoanálisis. El presente trabajo no pretende detenerse puntualmente en alguna
de esas críticas, sino más bien elaborar y problematizar algunos interrogantes que
suscitan. En este sentido, y a partir de la lectura de algunas y algunos autores de la
teoría de género, empezaron a surgir interrogantes en relación al estatuto que
dichas teorías le otorgan al cuerpo sexuado, principalmente articulado a la
separación sexo/género que autoras como Judith Butler introdujeron para la
teorización.
Algunas de estas inquietudes derivaron en el desarrollo que plantearemos a
lo largo del presente trabajo. Interesa en este punto analizar el modo en que desde
el psicoanálisis se conceptualiza la noción de sexuación, teniendo en cuenta que la
misma encierra distintos significados a lo largo de la enseñanza de Jacques Lacan.
Nos centraremos fundamentalmente en los desarrollos de la última enseñanza
lacaniana, partiendo del axioma “No hay relación sexual” y puntualizando algunas
consecuencias que pueden extraerse de dicho axioma a la hora de pensar la
sexuación. Consideramos que dicho axioma implica asimismo determinada
orientación respecto de lo real; por ello resulta pertinente realizar algunas
consideraciones respecto de esta noción, que al igual que la de sexuación implicó
distintas conceptualizaciones a lo largo de la enseñanza lacaniana. En este punto,
un eje central del trabajo será intentar rastrear qué estatuto podemos pensar para lo
real en la sexuación.
En función de lo planteado, surgen algunos interrogantes que motorizan el
trabajo. Principalmente, la pregunta directriz que guiará el desarrollo se puede
formular en estos términos: ¿Cómo circunscribir lo real de la sexuación? De ella se
desprenden algunos otros interrogantes, que también serán valiosos para el
posterior desarrollo: ¿Qué entendemos por “lo real de la sexuación”? ¿Qué
antecedentes podemos rastrear en Lacan de lo que posteriormente será formalizado
en las fórmulas de la sexuación? ¿Qué consecuencias se pueden extraer del

3
axioma “no hay relación sexual” para pensar la sexuación? ¿Qué estatuto para el
cuerpo sexuado?
Para reflexionar acerca de las preguntas planteadas, se tomarán
fundamentalmente desarrollos del psicoanálisis lacaniano.

● Objetivos:

- Objetivo general: Explorar el estatuto de lo real de la sexuación.

- Objetivos específicos:
- Circunscribir la noción de real lacaniano.
- Delimitar la noción de sexuación.
- Precisar la noción de lo real de la sexuación tomando los desarrollos
teóricos de la última enseñanza de Jacques Lacan
- Analizar las consecuencias que se desprenden de dicho real para
pensar la sexuación.

● Metodología

Para abordar la temática planteada, se realizará una investigación de


carácter cualitativo, centrada en realizar una exploración bibliográfica y teórica. Se
llevará a cabo tomando diversas fuentes bibliográficas en función del marco teórico
establecido. Asimismo, serán de utilidad diversos artículos de investigación actuales
sobre la temática.

● Marco teórico

El marco teórico que fundamenta la presente tesis será principalmente el


psicoanálisis lacaniano. Tomaremos algunos desarrollos de Jacques Lacan,
fundamentalmente El Seminario, Libro 17: El reverso del psicoanálisis (1969-1970),
El seminario, Libro 18: De un discurso que no fuera del semblante (1971), El
Seminario, libro 19, ...o peor (1971-1972) y El Seminario, libro 20, Aún, (1972-73).
Asimismo, resulta pertinente situar algunos desarrollos contemporáneos en
relación al tema seleccionado. Principalmente, se tomarán los aportes de Nieves

4
Soria en La sexuación en cuestión (2020), seminario dictado en la Escuela de
Orientación Lacaniana que recorre problemáticas centrales respecto de la sexuación
y las teorías de género. Se tomarán distintas líneas de desarrollo que presenta
dicha autora, algunas de ellas serán desplegadas brevemente a continuación.

❖ Aproximaciones a lo real de la sexuación. Límite y traspié del sentido.

Por un lado, el trabajo de Soria se centra en interrogar acerca de lo real de la


sexuación, tomando en cuenta fundamentalmente dos vertientes: lo real como
imposible de escribir, y lo real de la vida (Soria, 2020:19). En este sentido, la autora
ubica distintas dimensiones de lo real presente en la sexuación: en relación al
cuerpo sexuado, en las fórmulas de la sexuación -donde ubica allí tres reales de las
fórmulas, cuestión que se desarrollará posteriormente-, y en el goce sexual.
Asimismo, un elemento que la autora desplegará a lo largo de dicho seminario se
relaciona con un supuesto teórico central: la sexuación en cuestión es consecuencia
lógica de la inexistencia del Nombre del Padre en la época actual. Dicho postulado
la lleva a leer desde esta óptica algunos desarrollos de teóricos y teóricas de la
teoría Queer y feminista, como Judith Butler, Paul Preciado y Rita Segato, entre
otros.
La autora toma algunos aportes de Joan Copjec, filósofa y teórica feminista.
Dichos aportes serán de utilidad para el presente trabajo. En el primer capítulo de El
sexo y la eutanasia de la razón (2006), Copjec sostiene que intentar teorizar acerca
del sexo nos sume en una “eutanasia de la razón pura”: Dicho intento coloca a la
razón en conflicto consigo misma, se confronta allí con una imposibilidad.
Argumenta que hay un antagonismo entre sexo y sentido, el sexo se constituye
como “el traspié del sentido” (ibid:23). Sobre la base de dicho antagonismo entre
sexo y sentido, Copjec elaborará una crítica a algunos de los postulados de Judith
Butler. Aclara, además, que dicho antagonismo no implica conceptualizar al sexo
como “prediscursivo” -cuestión que Butler desarrolla ampliamente en El género en
disputa (1990)-, no conlleva negar que sea producto de la significación, sino que
sostiene que “el sexo se produce a partir del límite interno, la falla de la significación.
El sexo encuentra su lugar sólo allí donde las prácticas discursivas tropiezan”
(ibid.:23, el subrayado es nuestro).

5
Tomando esta noción de “límite”, resuena la definición que Lacan da de lo
real en El Seminario, Libro 17 (1969-1970): lo real como imposible, como tope
lógico. En esta misma línea puede leerse lo que posteriormente será el axioma “no
hay relación sexual”. Fabián Schejtman (2013:56) señala: “conviene partir de lo
siguiente: que no hay relación sexual. Tal es el real propio del psicoanálisis”. Dicho
señalamiento resulta de gran importancia para la presente tesis; interesa
fundamentalmente tomar dicho real como punto de partida, como un operador
fundamental para analizar la sexuación.

❖ Algunos desarrollos en torno a la sexuación.

En primer lugar, cabe señalar que ya desde los inicios del psicoanálisis la
sexualidad se escinde de la biología, partiendo del concepto de pulsión: concepto
límite, fronterizo entre lo psíquico y lo somático que rompe con la noción de
sexualidad existente en la época de Freud.
Respecto al concepto de sexuación, Claudio Godoy (2013) señala que dicho
concepto es introducido por Lacan junto con la formalización lógica de las fórmulas
de la sexuación en los años ‘70. Sostiene que a partir de dicha formalización, que
sitúa principalmente en el Seminario 19 (1971-1972), Seminario 20 (1972-1973), El
atolondradicho (1972) y Televisión (1973) se extraen “consecuencias lógicas,
clínicas y éticas” (Godoy, 2013:157). El autor sostiene que cabe señalar asimismo
algunos antecedentes de dicho concepto. Lacan, en su retorno a la obra freudiana,
muy tempranamente en su enseñanza indica cómo la asunción de la posición
sexuada implica un pasaje por lo simbólico. En el Seminario 3 (1955-56), señala:

Si el reconocimiento de la posición sexual del sujeto no está ligada al aparato


simbólico, el análisis, el freudismo, pueden tranquilamente desaparecer, no
quieren decir nada. El sujeto encuentra su lugar en un aparato simbólico
preformado que instaura la ley en la sexualidad. Y esta ley sólo le permite al
sujeto realizar su sexualidad en el plano simbólico. (p. 242)

Se destaca en este sentido el lugar que Lacan otorga a lo simbólico en este


período de su enseñanza. Y destaca allí cómo este reconocimiento de la posición
sexual es vehiculizado por el Complejo de Edipo. Encontramos ahí un vínculo

6
central entre Edipo y sexuación: podemos pensarlo, tal como señala Mazzuca
(2013), como el “aparato de sexuación” (p.321). Es decir, dado que en el ser
hablante el instinto está perdido por estructura, es necesario que la diferencia sexual
sea sostenida desde lo simbólico: es allí donde el complejo de Edipo es un elemento
fundamental para pensar la sexuación. Es a partir del Seminario 17 cuando Lacan
comienza a complejizar la lectura del Edipo, pensándola en términos lógicos. El
Edipo se constituye entonces en un mito, “un intento de dar forma épica a lo que
opera a partir de la estructura” (Lacan, 1974: 558). En el Seminario 18, Lacan
señala:
¿Quién no se da cuenta de que el mito del edipo resulta necesario para
designar lo real? Porque es exactamente lo que él pretende hacer. O, más
exactamente, aquello a lo que el teórico se limita cuando formula este
hipermito, es a que lo real, hablando con propiedad ¿se encarne en qué?,
¿en el goce sexual como qué? Como imposible, puesto que el edipo designa
el ser mítico cuyo goce, su goce propio, ¿sería el de qué? El de todas las
mujeres. (p.32).

Es posible leer aquí cómo se empieza a delinear otra lógica para pensar el
mito edípico y su vínculo con la sexuación: ya no se trata de un aparato simbólico
que normaliza o permite el acceso a la sexualidad -como podía leerse a la altura del
Seminario 3-, sino más bien su estructura de mito da cuenta de ese intento de
hacer-con ese imposible, ese goce sexual que por estructura es imposible como tal.
Es posible situar esta conceptualización como un antecedente de lo que
posteriormente será la elaboración de las fórmulas de la sexuación: allí se delinean
dos lados, dos modos de fallar la relación sexual. (Soria, 2020:252).

● Estado del arte

En los últimos años, la temática de género y sexuación ha sido fuente de


diversos desarrollos y líneas de investigación. En este sentido, se destacarán
algunos trabajos sobre el tema.

En primer lugar, el trabajo de San Miguel, Guirao, Monjes, Pettorossi, y


Trucco (2018) ¿Qué es la sexuación?. En dicho artículo, los autores analizan el

7
concepto de sexuación presente en el Seminario 20, motorizados por algunos
cuestionamientos que se realizan desde las teorías de género respecto del modo en
que el psicoanálisis conceptualiza la sexualidad. Allí, señalan que la pregunta que
orienta el trabajo puede desdoblarse en dos vías: por un lado, los autores se
interrogan por la asunción sexuada o lo real del sexo, y por otro lado por aquello que
suple la relación sexual imposible de escribir. En ese punto señalan que el falo se
constituye como aquel elemento que posibilita algún acceso a lo real del sexo en
tanto instrumento, y al mismo tiempo obstaculiza la relación. Sostienen que la
sexuación puede pensarse como “una operación por la cual el sujeto se afecta de
un imposible” (ibid.:3), y suponen dos tiempos lógicos: en el primero, la sexuación
se delimita como un imposible que afecta al cuerpo; y en segundo lugar, la asunción
de una posición sexuada como un tratamiento de ese imposible, que lo recubre.
Reflexionando acerca de la época, los autores sostienen que la dupla Nombre del
Padre-falo “ya no rige con exclusividad la traducción de lo real del sexo en el
discurso”. (ibid.:5). Se trata entonces de nuevas invenciones singulares para
nominar lo real del sexo, hacer-con ese imposible.

En segundo lugar, se destacan los desarrollos de Surmani, Queipo, Esborraz,


Justo y Ramirez (2017), @sexuadxs. Allí la pregunta que guía el trabajo de dichos
autores es si es posible pensar una sexuación sin falo, cuestión que desde algunos
teóricos queer es planteada. Sostienen en este sentido que la sexuación en
psicoanálisis supone una articulación con el falo, la castración, las identificaciones y
el goce (ibid.:2). En este sentido, los autores realizan un recorrido conceptual por la
noción de sexuación en Lacan. Señalan que al inicio de su enseñanza la sexuación
está íntimamente ligada al complejo de Edipo y castración, tomando como
referencia fundamental al falo -simbólico e imaginario-. Destacan en este punto que
se trata de una “asunción del tipo sexual”, en palabras de Lacan (1957-58:298). Es
decir, que implica un acto simbólico por parte del sujeto. Luego, sitúan al Seminario
10 como un antecedente para lo que luego será la formalización lógica de las
fórmulas de la sexuación: el falo se presenta allí como “una de las traducciones
posibles” a la falla estructural producida por la entrada en el lenguaje. En el
Seminario 20, se trata de ubicar la imposibilidad de la relación sexual, con sus
“lados”: masculino y femenino. Lo que destacan los autores en este punto es que
dichos lados no guardan relación con el sexo biológico, y esta conceptalización

8
“permite pensar una posición en relación al goce y al abordaje del otro sexo, que
siempre es otro” (p. 4). Asimismo, sostienen que allí está en juego algo del orden de
la elección, y no tanto de la “asunción”, como podía leerse en los primeros
momentos de la enseñanza lacaniana. Desde dicha lectura señalan que podría
realizarse una separación entre sexo y género, conceptos que remiten a distintas
dimensiones de la posición sexuada del sujeto. Sostienen que muchas de las
críticas que se esgrimen desde algunas teorías de género parten de una
superposición conceptual entre sexo y género. En este sentido, señalan que “las
identificaciones en su vertiente simbólico-imaginaria, como las propone Lacan,
serían entonces un modo de hacer con ese real del sexo que no cesa de no
escribirse”. (Surmani y otros, 2017:5)
Por último, cabe destacar el trabajo de San Miguel, Guirao y Pettorossi
(2020), Sexuación, falo y lo real del sexo. Allí, las autoras retoman algunas líneas de
trabajo ya desarrolladas en ¿Qué es la sexuación?, ubicando a la sexuación como
aquella operación que afecta al ser hablante de un imposible, y a la posición
sexuada como un tratamiento de ese imposible. Tomarán algunas de las críticas que
se realizan desde la teoría de género hacia el psicoanálisis, fundamentalmente a
partir de la exposición de Paul Preciado en las Jornadas de la Escuela de la Causa
Freudiana. Un punto central que destacan es la crítica que Preciado realiza a la
noción de diferencia sexual. Las autoras señalan allí cómo la noción de diferencia
sexual para el psicoanálisis no se reduce a una cuestión biológica o anatómica, sino
que la ubican “como nombre de la castración, es decir de lo imposible respecto de la
sexualidad, leído en el axioma ‘no hay relación sexual’.” (ibid:120). En relación a la
elección de sexo, y tomando como referencia algunos aportes de Jean Claude
Maleval, señalan que un punto nodal para pensar esta elección desde el
psicoanálisis es la noción de fijación: las opciones no son infinitas, sino que se
inscriben y soportan en un punto de fijación pulsional.
Por otro lado, se preguntan: ¿Cómo se inscribe ese imposible de la no
relación sexual en el psiquismo? En este punto, destacan que el único acceso que
tiene esa operación real al inconsciente es a través del falo. Pero en ese punto,
destacan: “(...) en el período que estamos estudiando el falo es semblante y
contingente dando lugar a otro tipo de suplencias respecto de ese real.” (p.123).
En ese sentido realizan una diferenciación central: la sexuación está
articulada “a un vacío real y no a un núcleo de identidad”. No se trata sólo de una

9
oposición significante, más ligada al semblante “hombre/mujer”, sino que la
sexuación implica “un modo de goce específico que anuda un real e implica una
inscripción en lo inconsciente.” (Ibid.)

● Desarrollo

❖ El fondo de las cosas. Lo innombrable. Lo imposible.

Tal como fue señalado anteriormente, la noción de “real” en Lacan ha tenido


a lo largo de su enseñanza distintos sentidos y formalizaciones. El objetivo en este
apartado es desarrollar algunas de estas conceptualizaciones para poder pensar
cómo se conjugan con la noción de sexuación.
En primer lugar cabe mencionar que en los comienzos de su enseñanza en
Lacan lo real no se encontraba demasiado diferenciado de la noción de la realidad
(Schejtman, 2013:418). Sin embargo, Schejtman señala que es posible situar
algunos antecedentes de lo que después se irá formalizando en su estatuto
diferenciado respecto de la realidad. En este sentido el autor destaca el tratamiento
que Lacan realiza del sueño de Freud de la inyección de Irma en El Seminario, Libro
2 (1954-55). Allí, Lacan señala señala "Es un descubrimiento horrible: la carne que
jamás se ve, el fondo de las cosas, el revés de la cara, del rostro, los secretatos por
excelencia, (...) cuya forma por sí misma provoca angustia" (1954-55:235). Se
destaca allí el encuentro con la angustia, que Lacan no duda en caracterizar como
“revelación de lo real" (Ibid.: 249). Ese encuentro con lo real implica “la revelación de
algo hablando estrictamente, innombrable" (Ibid.). Nos interesa destacar varios
puntos allí: Por un lado, la dimensión de lo real como aquello innombrable, algo que
aparece más allá de toda mediación simbólico-imaginaria. Y por otro lado, que aquel
encuentro con lo real produce angustia: antecedente de lo que posteriormente será
formalizado como objeto a, objeto que causa la angustia (Schejtman, 2013: 421). A
los fines del presente trabajo, interesa sobre todo el primer punto: cómo lo real ya
aparece tempranamente situando algo del orden de lo innombrable.
Siguiendo con esta caracterización de lo real como innombrable, Schejtman
señala que a la altura de El seminario, libro 11 (1964), se esboza una
caracterización de lo real que será crucial para el presente desarrollo: lo real del

10
trauma, y su articulación con la repetición. Allí, el autor señala que es a partir de la
noción de lo traumático que se pone en juego la noción de tyché, caracterizada por
Lacan como “encuentro con lo real” (1964:62). Así, Lacan señala:

La función de la tyche, de lo real como encuentro -el encuentro en tanto que


puede ser fallido, en tanto que es esencialmente, encuentro fallido- se
presenta primero en la historia del psicoanálisis bajo una forma que ya basta
por sí sola para despertar la atención- la del trauma (Ibid.:63)

Esta articulación entre trauma y real es central para poder analizar el lugar de
la sexualidad en psicoanálisis. Resuena en este punto la indicación que Lacan hará
posteriormente: aquello que Freud llama sexualidad hace agujero en lo real
(Lacan,1974b:588). El trauma asimismo implica una ruptura, una irrupción de una
cantidad no tramitable para el aparato que rompe la homeostasis. Este punto es
central para analizar la articulación entre real y sexuación.
Pero aquí, indica Schejtman, se liga otro concepto central: la compulsión de
repetición. Hay un lazo entre real, trauma y repetición. La compulsión de repetición
implica una “cara real de la repetición” (Ibid.:427). En este punto, lo real puede
situarse como “lo que vuelve siempre al mismo lugar” (Lacan, 1968-69:195). Señala
Schejtman que esta compulsión de repetición “no tiene otro fundamento más que el
encuentro contingente, el encuentro azaroso, traumático, con lo real (...)” (Ibid.). Y
en este punto, el trabajo del inconsciente está motorizado por “lo que de lo real no
cesa de no escribirse” (Ibid.:428).
Eso que no cesa de no escribirse se articula con otra caracterización de lo
real, quizás la fundamental para la articulación con la sexuación que se pretende en
el presente trabajo: lo real como imposible, como tope lógico.
Antes de pasar a esta caracterización, interesa mencionar otra dimensión de
lo real: lo real pulsional. Para ello se tomarán dos referencias centrales: la respuesta
de Lacan a una pregunta de Marcel Ritter, en 1975, y “Agujero y autismo” por
Fabián Schejtman (2015).
En primer lugar, cabe destacar que la pregunta que realizará Ritter es en
relación al ombligo del sueño freudiano. Sostiene que dicho ombligo se relaciona
con lo no reconocido. A partir de allí, se plantea si ese ombligo del sueño, eso “no
reconocido” puede relacionarse con lo real, lo no simbolizado. Y es así como se

11
interroga: “¿De qué real se trata? ¿Es lo real pulsional?” (1975:126). A partir de la
intervención de Ritter, Lacan señala:

(...) es cierto que hay un real pulsional. Pero hay un real pulsional únicamente
en tanto que lo real es lo que en la pulsión reduzco a la función del agujero.
Es decir, lo que hace que la pulsión esté ligada a los orificios corporales.
(p.127)

Es decir que Lacan ubica allí un real pulsional articulado a los orificios
corporales, a ese cuerpo recortado en zonas erógenas. Al respecto, Schejtman
(2015) señala:

El agujero del que se trata estaba ya perfectamente esquematizado ya por


Lacan en el Seminario 11: la zona erógena y el tour pulsional, se recordará,
en torno al objeto a, en su dimensión de objeto pulsional. Este es el agujero
corporal, el de la zona erógena. (p.592)

Ubicado el estatuto de este real pulsional y retomando la pregunta por el


ombligo del sueño, Schejtman sostiene que pueden ubicarse en este punto dos
agujeros: uno articulado a los orificios corporales, a ese cuerpo pulsional -que
implicaría una articulación entre real e imaginario-, y otro, relacionado al agujero en
lo simbólico, como agujero en el inconsciente, vinculado al ombligo del sueño: dicho
agujero implicaría más bien una articulación entre simbólico y real. Y es allí donde
podemos ubicar lo reprimido primario “en tanto que real de lo simbólico” (Ibid.:593)
En este punto, precisa: el ombligo del sueño implica ya una marca, una huella de
eso que no cesa de no escribirse, “es el estigma en el inconsciente de ese real”
(Ibid.). Lo reprimido primordial daría cuenta de ese agujero en el inconsciente, de
esa falla en lo simbólico. De ese agujero, de eso indecible, hay en lo inconsciente
una marca: el ombligo del sueño.
Avanzando un paso más, y retomando lo anteriormente planteado respecto
de lo imposible, Lacan vincula este agujero en lo simbólico con la no-relación
sexual. Al respecto, Schejtman señala: “El agujero de lo simbólico, en última
instancia, se reduce a eso, que hay algo que no cesa de no escribirse: la relación
sexual. Eso es lo real en tanto que imposible de reconocer” (Ibid.). Pero esa falla,

12
eso que no cesa de no escribirse, deja una marca: el ombligo del sueño da cuenta
de ello.
Se puede ubicar entonces ese punto de imposible, de agujero en el
inconsciente: no hay relación sexual.
A partir de allí, podemos ubicar la dimensión de lo real articulado con lo
imposible. Esta caracterización, señalada por Lacan en El Seminario, libro 17,
implica pensar a lo real no sólo como simple tope, sino como un “tope lógico”,
“aquello que de lo simbólico se enuncia como imposible” (Lacan, 1969-70:131). Es
decir, hay allí un límite a lo simbólico, un agujero. Ahora bien, ¿Cuáles son los
alcances de esta noción de lo real como imposible? ¿Cómo se puede pensar desde
allí la sexuación?

❖ Del mito a la estructura. Enunciado de lo imposible

Como ya fue señalado, podemos ubicar una transformación respecto al modo


en que Lacan conceptualiza el Complejo de Edipo a partir de los seminarios 17 y 18.
Es allí donde elabora una relectura del mismo: ya no se trata del Edipo como
“aparato de sexuación”, como aquel ordenamiento simbólico que permite la
asunción del tipo sexual, sino que empieza a cobrar fuerza la conceptualización del
Edipo como mito, un relato que recubre algo del orden de lo real. Sostiene que el
mito tiene un sentido particular: ser un enunciado de lo imposible (Lacan,
1969-70:133). En este punto cabe preguntarse: ¿De qué real estamos hablando?
Allí, la indicación es precisa: se trata de un real articulado a lo imposible: lo real se
articula en este punto con el goce sexual imposible como tal.
Ahora bien, ¿De qué modo puede conceptualizarse ese goce imposible? En
la lectura que realiza del mito freudiano de Tótem y tabú, Lacan señala que Freud
hace equivaler el padre muerto y el goce, y sostiene que dicha equivalencia puede
calificarse como “operador estructural” (Ibid.:131). Lee allí una insistencia de Freud:
insiste en que aquello ocurrió, que el padre muerto efectivamente gozaba de todas
las mujeres, “y que de ahí partió la prohibición del goce” (Ibid.) En este punto,
sostiene:
Que el padre muerto sea el goce es algo que se nos presenta como el signo
de lo imposible mismo. (...) Reconocemos, (...) más allá del mito de Edipo, un
operador estructural, llamado el padre real -con la propiedad, diría, de que a

13
título de paradigma es también la promoción, en el corazón del sistema
freudiano, del padre de lo real, que pone en el centro de la enunciación de
Freud un término de lo imposible. (p.131).

Ahora bien, Lacan avanza en su lectura para articularla con la noción de


castración. Señala que en épocas anteriores -a la altura de los seminarios 4 y 5,
podemos leer allí-, caracterizó al padre real como agente de la castración, en tanto
esta última se define como una operación simbólica, que se diferencia de la
privación y frustración. En este punto, cabe preguntarse: teniendo presente la
articulación entre padre real e imposible, ¿Cómo se articula allí la castración? ¿Qué
relación puede ubicarse respecto a la conceptualización del padre real como agente
de la castración? Un poco más adelante, Lacan señala:

Es la posición del padre real tal como Freud la articula, a saber, como un
imposible, lo que hace que el padre sea imaginado necesariamente como
privador (...). Es una dependencia necesaria, estructural de algo que
precisamente se nos escapa y que es el padre real. Y está estrictamente
excluido que se defina de una manera segura al padre real, si no es como
agente de la castración. (...) La castración es la operación real introducida por
la incidencia del significante, sea el que sea, en la relación del sexo. Y es
obvio que determina al padre como ese real imposible que hemos dicho (...)
solo hay causa de deseo como producto de tal operación (p.136)

Interesa destacar de dicha cita varias cuestiones: tal como destaca Nieves
Soria (2020), podemos leer allí cómo Lacan plantea un real de la castración que
implica al lenguaje mismo: hay una incidencia del significante en la relación del
sexo, que introduce a la castración como operación. Es llamativo también esa
sutileza que Lacan señala al pasar: sea el que sea. Se abre en este punto una
pregunta, crucial para la época actual: ¿Dejaría allí abierta la posibilidad a pensar en
la incidencia de otros significantes, más allá del Nombre del Padre, para pensar su
incidencia en la relación del sexo?
Por otro lado, así como define a la castración como efecto del lenguaje, del
mismo modo caracteriza al padre real. (Ibid:135). En este punto, Nieves Soria

14
señala: “El padre real es producido por la castración a la vez que aparece, en el
discurso del amo, como agente de la misma” (p.154).

❖ Del mito a la estructura...y su formalización

Es interesante cómo esta conceptualización es retomada en El Seminario,


libro 18 (1971). Ya desde las primeras clases Lacan retoma la lectura del Edipo
teniendo en cuenta al padre real como ese operador estructural y signo de lo
imposible. Pero en esta lectura Lacan avanza un paso más en la conceptualización:
liga el concepto de padre real como signo de lo imposible con la imposibilidad de
escribir La mujer: “no puede decirse todas las mujeres porque esto solo se introduce
en este mito en nombre de que el padre posee a todas las mujeres, lo que es
manifiestamente el signo de una imposibilidad”. (Lacan, 1971:99). No es posible
establecer un universal, no hay más que “una” mujer, y no La mujer. Y la función de
este padre real, mítico marca, según Lacan, una función que conviene pensar como
“en el origen de lo escrito”: el “no-más-de-uno”. (Ibid.). Es posible en este punto leer
un antecedente de lo que posteriormente será desarrollado en las fórmulas de la
sexuación como la función de excepción: así lo caracteriza Claudio Godoy (2013):

No hay regla sin excepción, y esto, de alguna manera, formaliza el mito


freudiano donde para todo hombre opera la función fálica porque hubo una
excepción. El padre de la horda primitiva era un modo de señalar esa función,
pues hay algo de la función del padre que, como excepción, sostiene (...) el
universal fálico. (...) la excepción opera como límite, en tanto el todo del
universal se constituye a partir del límite. (p.172)

Es decir, se trata de suponer allí un operador que funda el conjunto a partir de


la excepción: hay al menos uno que se exceptúa del conjunto, a la vez que lo funda.

❖ Más allá del semblante.

Antes de avanzar hacia la construcción de las fórmulas de la sexuación,


interesa destacar cómo a lo largo de este seminario Lacan avanza en la
conceptualización respecto de la noción de sexualidad en psicoanálisis, desarrollo

15
que culmina en la afirmación: no hay relación sexual. En este punto cabe
preguntarse ¿De qué hablamos cuando hablamos de sexualidad en psicoanálisis?
Es así como Lacan indica: “lo que Freud muestra del funcionamiento del
inconsciente no tiene nada de biológico. Nada de esto tiene derecho a llamarse
sexualidad más que por lo que se llama relación sexual”. (Ibid:30). Y continúa
estableciendo una diferenciación fundamental entre la relación sexual y la
sexualidad, ligada más bien a la biología y a su bipartición XX/XY. Allí, puntualiza:
esta dimensión se diferencia centralmente de lo que está en juego para el
funcionamiento del inconsciente: las relaciones entre el hombre y la mujer. En
función de este planteo lacaniano, Marcelo Barros (2011) señala que lo que está en
juego en el psicoanálisis se trata de las relaciones entre el hombre y la mujer, aún
cuando no hay relación entre ellos. Lo que atañe al psicoanálisis no tiene que ver
con la biología o psicosociología de los sexos, ni siquiera como un aspecto psíquico
entendido como “perfiles psicológicos de la masculinidad y la feminidad”. (p.42). Lo
que atañe al psicoanálisis respecto a “las relaciones entre el hombre y la mujer”:

son los mecanismos inconscientes que determinan la elección de objeto y


que la ligan a la pulsión. (...) lo que atañe al psicoanálisis es la lógica que
subyace al modo que asumen en un sujeto el goce, el deseo y el amor.”
(Ibid.).

Retomando el planteo de Lacan en el Seminario 18, es llamativo como señala


al pasar un concepto que en nuestra época es central en los debates actuales: “la
identidad de género no es otra cosa que lo que acabo de expresar con estos
términos, el hombre y la mujer”. (1971:31, el subrayado es nuestro). Hay entonces
una repartición, por el hecho de habitar el lenguaje, entre hombres y mujeres. Es
interesante el modo en que conceptualiza dicha identidad de género: “estamos
ubicados de entrada en la dimensión del semblante” (Ibid.).
Ahora bien, en este punto establecerá una distinción en el modo en que, en
lo tocante a la relación sexual, opera el semblante. En los animales, señala que se
produce en el nivel etológico, que es propiamente el de un semblante. Y en lo
humano, la especificidad es que justamente ese semblante es vehiculizado en un
discurso, y es en este nivel del discurso que es llevado hacia “algún efecto que no
fuera del semblante”. (Ibid.). Allí, agrega: “En los límites del discurso, por cuanto

16
este se esfuerza en sostener el semblante mismo, hay de tiempo en tiempo real”.
(ibid.:32). Entonces, hay el campo del semblante en lo tocante a la relación sexual,
pero también, en los límites del discurso, hay lo real. Y ¿De qué real se trata? Es allí
donde Lacan retoma la lectura sobre Edipo: un mito necesario para designar que lo
real se encarne en el goce sexual como imposible. El Edipo designa un ser mítico, el
padre que goza de todas las mujeres. En este punto destaca: este mito se impone
por el discurso mismo, es un intento de hacer-con ese goce sexual imposible. Y allí
avanza un poco más: el modo en que este goce sexual se vuelve de algún modo
articulable es a través del falo, en la medida en que éste es su significante. Señala:
“el falo es propiamente el goce sexual por cuanto está coordinado con un
semblante, es solidario de un semblante” (Ibid.:33).
Ahora bien, Lacan insistirá en un punto central a lo largo de este seminario:
hay algo en la relación sexual que escapa a lo simbolizable, un obstáculo que se
presenta allí: “se mezcla el goce” (Ibid.:100). Es por el hecho mismo de habitar el
lenguaje que se confronta allí con la imposibilidad de simbolizar la relación sexual.
El discurso se topa allí con un límite: no hay relación sexual. Y sobre ese límite,
sobre ese vacío, se construye el discurso del neurótico. En este sentido, la
castración implica algún intento de arreglo entre goce y semblante. (Ibid:153). En
este punto, Lacan señala:

(...) todo discurso posible solo se presentaría como el síntoma que en el


interior de la relación sexual, y en condiciones que comúnmente referimos a
la prehistoria, (...) procura una especie de éxito a lo que podría establecerse
como artificial, como suplente de lo que falta, y que se inscribe en el ser
hablante. Pero sin que pueda saberse si es así debido a que es hablante o si,
por el contrario, es porque desde el origen la relación no es hablable por lo
que, para todos los que habitan el lenguaje, hace falta elaborar lo que, bajo la
forma de la castración, posibilita el hiato dejado en lo que sin embargo es
biológicamente esencial para la reproducción de estos seres vivos (...) (p.155,
el subrayado es nuestro)

Ubicamos allí una doble vertiente de esta imposibilidad: no hay relación


sexual, pero lo que deja abierto allí para seguir conceptualizando es si esa
imposibilidad es dada por el hecho mismo de habitar el lenguaje, o si desde el

17
origen la relación no es hablable. Y sobre ese real hay un intento de suplir eso que
falta, de imprimirle un sentido. En este punto, la castración será una operación que
recubre de algún modo este agujero estructural: implicaría más bien una defensa
ante un agujero previo, el agujero estructural de la no relación sexual.

❖ Lado izquierdo de las fórmulas: la función de excepción que hace


conjunto.

Siguiendo el recorrido realizado hasta aquí, podemos señalar que la


construcción y el abordaje que Lacan plantea de las fórmulas de la sexuación
resultan de una operación de lectura: es a partir del modo en que éste lee el mito
freudiano de Tótem y Tabú y el Edipo, su “más allá”, que puede comenzar a
formalizar en términos lógicos dicha lectura.
Anteriormente hemos ubicado que en el Seminario 17 formaliza a ese padre
de la horda, el padre muerto, como signo de lo imposible. Más allá del mito, el padre
real aparece como un operador estructural. Posteriormente, en el Seminario 18, lo
caracteriza ligado a una función crucial: “no-más-de-uno”, función en el origen de lo
escrito. Leemos entonces, del lado izquierdo, la función de excepción que funda el
conjunto:

En el lado izquierdo de las fórmulas, el universal se funda a partir de una


excepción: existe al menos uno que no está sujeto a la ley de la castración, no tiene
límite y por ello tiene acceso a todas las mujeres: el padre mítico de la horda
primordial. En este punto, este padre del primer tiempo es una condición mítica,
para que posteriormente se establezca el universal: para-todo el que se ubique de
este lado de las fórmulas, rige la función fálica como universal. Es interesante
entonces, cómo la excepción funda el universal: es condición necesaria que al
menos uno se sustraiga de ese para-todos de la castración, para que se funde el
universal. Respecto a este segundo tiempo, Nieves Soria (2020) señala: “que para
todo x se cumpla φx, implica que a partir de entonces rige para todo sujeto la

18
función de la castración, que es un límite a ese supuesto goce todo del primer
tiempo, goce imposible. Todos castrados” (p.33). Este al menos uno que se sustrae
de la función fálica, se constituye como el límite que posibilita la construcción del
“para-todos” de la castración.
En este punto, podemos señalar en el padre mítico de la horda primordial una
doble vertiente: es agente de la castración, “quien, al sustraerse de la misma
(al-menos-uno-que-no) soporta, haciendo de límite al ‘para-todo’, el universal de la
castración” (Schejtman, 2014:55). Es decir, es aquel que al sustraerse de la
castración, la instaura como universal.
Podemos entonces ubicar la función del padre mítico como aquel operador
estructural que señalamos anteriormente, por su función de excepción, en tanto
funda el conjunto. Y allí podemos avanzar un paso más: se constituye como aquel
que al negar la función fálica, funda la castración. Es esta negación de la de la
función φx la que “funda el ejercicio de lo que, con la castración, suple la relación
sexual, en tanto ésta no puede escribirse de ningún modo”. (Lacan, 1972-73:96). Es
decir, ubicamos a ese padre mítico, no afectado por la prohibición; y a su vez, que
exista una x que diga que no implica un límite, una puesta en suspenso de la
función fálica: ubicamos allí a la castración. Es interesante cómo lo señala Lacan en
lo anteriormente citado: la castración se vuelve entonces la operación que suple de
algún modo esa relación sexual imposible de escribir.
Señalamos entonces del lado izquierdo de las fórmulas: para todo aquel que
se ubica de este lado, rige la función fálica; se afirma como universal. Allí,
Schejtman (2012) señala: todos aquellos que se ubican de este lado de las fórmulas
“son universalmente tomados por el Edipo...por la función fálica. De este mismo lado
nos va a quedar el goce fálico (...) como un goce regulado por la castración” (p.55).
Es entonces esta función de excepción que da lugar a un goce posible: “En el
nivel de al menos uno del Padre, se introduce ese al menos uno que quiere decir
que el asunto puede andar sin. Como el mito lo demuestra (...) ello quiere decir que
el goce sexual será posible, pero será limitado” (Lacan, 1971-1972:44).
Posible, pero limitado: ya no se trata de ese goce del padre mítico, goce
ilimitado, sino que encuentra su límite en la función fálica: función que proporciona
cierto encauce al goce. Es a partir de la operatoria que introduce la castración en el
ser hablante, que ese goce imposible como tal del primer tiempo encontrará una vía
posible: el goce fálico.

19
❖ Lado derecho: inexistencia de la excepción. No-todo.

Habiendo ubicado algunas cuestiones en torno al lado izquierdo de las


fórmulas, podemos pasar a analizar qué ocurre del lado derecho. Lacan lo escribe
del siguiente modo:

Si del lado izquierdo señalamos que a partir de la excepción se arma el


conjunto del lado derecho nos encontramos, en primer lugar, con la inexistencia de
la excepción: no existe al menos uno que niegue la función fálica. En consecuencia,
esto hace que la constitución del universal sea un imposible: no existe al menos-uno
que se sustraiga del universal y lo funde. No es posible constituir el “para-todos”.
Esto es lo que aparece en segundo lugar. Si del lado izquierdo ubicábamos un
conjunto cerrado, delimitado por la función de excepción que constituye el universal,
del lado derecho nos encontramos con el conjunto abierto: no hay posibilidad de
construir aquel universal. De ahí que Lacan ubique la imposibilidad: no hay La
mujer. Ya habíamos situado algo de esto como antecedente en el Seminario 18,
donde Lacan señala que el hecho de que el padre mítico posea a “todas las
mujeres” es signo de una imposibilidad. No hay La mujer porque no es posible
armar un conjunto cerrado, un universal que contenga a todas las mujeres. En este
sentido, Nieves Soria (2020) señala: “(...) no hay un todo -por eso no hay La mujer-,
no hay un universal femenino porque no hay función de excepción. No se puede
cerrar el conjunto, precisamente, porque no cesa de no escribirse: no hay concepto”
(p. 64)
Por otro lado, respecto al goce señalamos que del lado izquierdo quedaba
ubicado el goce fálico, goce regulado a partir de la castración. Del lado derecho, en
cambio, se trata de un goce “más allá del falo” (Lacan, 1972-73:90), un goce no-todo
regulado por él. En este sentido, Lacan señala: “el ser no-toda en la función fálica no
quiere decir que no lo esté del todo. (...) Está de lleno allí. Pero hay algo de más”
(Ibid.). Es decir, introduce allí un matiz central: no se trata de un goce sin pasaje por
el falo, sino más allá de él.

20
❖ Lo real ¿En las fórmulas?

Habiendo ubicado algunos puntos centrales respecto de las fórmulas de la


sexuación cabe preguntarse: ¿Hay en las fórmulas algún real?
En primer lugar, podemos ubicar que las fórmulas de la sexuación en sí
mismas constituyen un intento de obrar con ese imposible, con la imposibilidad de
escribir la relación sexual en tanto tal. En este sentido, Joan Copjec (2006) señala:
“El lenguaje y la razón pueden fallar de dos maneras diferentes” (p19). Ya
señalábamos anteriormente cómo la autora señala que teorizar acerca del sexo nos
sume en una “eutanasia de la razón pura”: hay allí un antagonismo entre sexo y
sentido que nos confronta con una imposibilidad. En este sentido, la escritura de los
dos lados de las fórmulas implican dos respuestas al impasse de la razón que
implica el sexo. Implican dos respuestas diferentes a los impasses de la razón, a
sus antinomias. En esta misma línea, Soria (2020) señala un real fundamental que
habita a las fórmulas: sólo se escriben a partir de la función fálica. Ubica allí la
imposibilidad fundamental: no se puede escribir un significante femenino y uno
masculino; sino que lo que ubican las fórmulas son “dos posiciones distintivas
respecto del significante fálico” (p.243). Habiendo ubicado este real fundamental
como punto de partida, la autora ubicará tres reales en las fórmulas de la sexuación.

- Primer real: la función de excepción.

El primer real que señala la autora se relaciona con la función de excepción.


Se trata de ubicar allí la dimensión del padre real que encarna esa excepción, y que
“introduce la lógica de la castración en el ser hablante” (p. 244). La autora allí
introduce también la posibilidad de que este real esté en vías de extinción: Lacan en
el Seminario 19 (1971-72) señala:

si este asunto de la castración es cierto, quiere decir que en el hombre la


castración es el medio de adaptación para la supervivencia (...) Quizá todo
esto no es más que un artificio, un artefacto de discurso. El que este discurso
(...) se sostenga, quizá sea solamente una fase histórica (p.76, el subrayado
es nuestro)

21
Es decir, pareciera que hay allí una intuición lacaniana respecto a la vigencia
o no de la operatoria de la castración en tanto “artefacto de discurso”, que además
podría ser históricamente situado.

- Segundo real: la inexistencia de la excepción.

Soria ubica allí cómo la función de excepción puede ubicar también una
segunda vertiente: no es posible escribir el sexo sin la función fálica. Es en este
sentido que puede leerse también la inexistencia de La mujer: “como no hay
posibilidad de escribir el sexo sin el falo, La mujer no existe. Esa inexistencia tiene
un estatuto de real, se trata de un ‘no hay’, de una imposibilidad (...) que debemos
ubicar en términos lógicos. (p.247)
Incluso, sostiene que tenemos que pensar este segundo real como
lógicamente anterior a la función de excepción: la invención del Edipo es
consecuencia de la imposibilidad de escribir el sexo si no es a través del falo.

- Tercer real: No-todo.

Para argumentar esta dimensión de real en las fórmulas, la autora parte de


una diferenciación entre el cuantificador de existencia como real, y el de universal
como simbólico: el universal es el concepto, “basta con armar ese conjunto (...) para
que exista en lo simbólico”. (p.243). No implica necesariamente una existencia real,
sino que a partir de la constitución del universal, del concepto, este ya tiene una
existencia en lo simbólico.
Entonces, si del lado derecho no podemos constituir el universal como tal, ahí
se encuentra estrictamente lo imposible: hay una imposibilidad de escribir un
universal. Allí se escribe entonces la imposibilidad de escribir “todas las mujeres”.

❖ Acerca de la función fálica. Obstáculo y posibilidad.

Habiendo ubicado algunas cuestiones centrales en relación a las fórmulas y


las distintas vertientes de lo real que en ellas podemos ubicar, interesa puntualizar
algunos elementos en torno al modo en que Lacan conceptualiza la función fálica,
particularmente en articulación con la (no) escritura de la relación sexual.

22
En el Seminario 19, indica que la misma no es la función de la relación
sexual, sino precisamente la que impide el acceso a ella (Lacan, 1971-72:20).
Posteriormente, en El atolondradicho (1972) señala: “todo sujeto en cuanto tal (...)
se inscribe en la función fálica para precaverse de la ausencia de relación sexual”
(p.482). Es decir, la función fálica implica en este punto una doble vertiente: es la
que impide el acceso a la relación sexual, pero a la vez es, de algún modo, ese
recurso para recubrir aquel agujero en lo simbólico, ese punto de imposible.
En este punto, Queipo y Surmani (2017) destacan: “(...) la función fálica es
un obstáculo en el punto donde lo que no hay se hace existir de forma fallida. Como
no hay relación sexual, el falo viene a nombrar el agujero en lugar de esta escritura.”
(2017, p.6). En esta misma línea, Marcelo Barros (2011) señala: “El falo es una
función media y no mediadora” (p.40), se constituye como aquel elemento tercero
que está entre los sexos, cada uno se vincula a éste. Se constituye más bien como
“garantía de su no-relación”, obstáculo con el que cada uno se enfrenta. (Ibid.:41).
Siguiendo el desarrollo planteado, la función fálica implica un ordenador, un
“operador lógico” (Queipo, Surmani, 2017:4): es a partir de dicha función que
podemos delimitar el lado izquierdo y derecho de las fórmulas. Será un operador
fundamental: en función de ella podemos ubicar dos modalidades de goce, dos
posiciones respecto del falo.
En El atolondradicho (1972), Lacan caracterizará al falo como aquel que, por
el discurso psicoanalítico, toma una característica central: un órgano se hace
significante; se aísla de la realidad corporal. Es interesante el lugar que le otorga allí
al psicoanálisis: hace del órgano un significante, lo eleva a esa categoría. En esta
misma línea podemos leer lo que señala en El seminario, libro 20 (1972-1973): “sólo
como contingencia, por el psicoanálisis, cesó el falo, reservado en los tiempos
antiguos a los Misterios, de no escribirse” (p.114). Es decir, la posibilidad de que el
falo cese de no escribirse “es la que ha otorgado el psicoanálisis, no sólo a los
sujetos, sino a la cultura, ya que fue Freud el primero en hacer del falo, síntoma.”
(Queipo, Surmani, p.5).
Retomando la diferenciación entre órgano y significante, Lacan señala que en
cuanto se articula en un discurso, ese órgano pasó al significante. Pero aclara: “Un
significante puede servir para muchas cosas, igual que un órgano, pero no a las
mismas.(...)” (p 480). Es decir, establece una diferenciación central entre la función
que tiene el falo en su carácter de órgano, de su carácter de significante. En ese

23
sentido, señala: “Este órgano que pasó al significante horada el lugar desde donde
cobra efecto para el hablante (...) la inexistencia de la relación sexual.” (p.481). Es
decir que desde esta perspectiva, y en función de lo que veníamos planteando
anteriormente, la inexistencia de la relación sexual es resultado de la intervención
del significante fálico. Más adelante, Lacan puntualiza:

El no hay relación sexual no implica que no haya relación con el sexo. Es


precisamente lo que la castración demuestra, pero no más: a saber, que esta
relación con el sexo no es distinta en cada mitad, por el hecho mismo de que
las reparta. Subrayo. No dije: que las reparta por repartirles el órgano (...) lo
importante no es que eso parta de las titilaciones que los chiquillos sienten en
la mitad de su cuerpo, (...) sino que esa mitad haga allí entrada de
emperadora para solo reaparecer como significante meser/amo [m'etre] de
este asunto de relación con el sexo. (...) (p. 488, el subrayado es nuestro)

Es decir, que podemos ubicar, tal como señala Nieves Soria (2020), que el
falo en este punto se constituye como S1, como significante amo de la relación con
el sexo, “(...) relación que se inventa sobre el fondo de la inexistencia de la relación
sexual.” (p. 61). Sobre el fondo de esa inexistencia, el falo será el elemento que
posibilite algún tipo de relación con el sexo. En esta misma línea podemos leer
cómo Lacan puntualiza allí que la diferencia no estaría dada por una cuestión
anatómica, sino más bien por la relación de cada una de esas mitades al significante
amo: el falo. En este sentido, San Miguel, Guirao y Pettorossi destacan: “la
sexuación consiste en la operación por la cual el sujeto se afecta de un imposible.
Luego el falo será la traducción en el inconsciente de dicha operación que es real.”
(p.125).

❖ Algunas consideraciones acerca de la diferencia sexual.

¿Hay un estatuto real en la diferencia sexual? ¿Cómo puede


conceptualizarse la diferencia sexual desde el psicoanálisis lacaniano? Cabe
señalar que un elemento central de las críticas que se realizan desde ciertas teorías
de género al psicoanálisis giran en torno a la conceptualización de la diferencia
sexual. En este punto, no nos extenderemos en la cuestión respecto a cómo

24
conceptualizan ciertos teóricos y teóricas queer dicha diferencia; sino más bien
intentaremos ubicar algunos puntos nodales para pensar cómo se articula la
cuestión de la diferencia sexual en psicoanálisis.
En primer lugar, interesa destacar el planteo de San Miguel, Guirao y
Pettorossi (2020). Las autoras proponen pensar a la diferencia sexual como nombre
de la castración, de lo imposible respecto de la sexualidad. La diferencia sexual se
constituye entonces como “aquello que agujerea el sentido” (Ibid.). En este sentido,
puntualizan: “la diferencia es biológica por un lado y significante por otra. La
vertiente de la diferencia significante es una traducción que tramita lo real del
psicoanálisis y que falla cada vez (...)” (Ibid.) Por lo tanto, los lados de las fórmulas
de la sexuación no están ligados a una cuestión de anatomía o identidades
sexuales, sino más bien son modalidades de goce respecto a ese significante amo:
el falo. Señalan que estos lados “no indican qué es ser hombre o ser mujer.
Reparten dos modos, el goce del Uno y lo Otro, en los que se pueden situar
hombres o mujeres ‘a elección’ (...) la biología tiene una parte mínima en este
asunto.” (p.126).
En esta misma línea, Marcelo Barros (2011) destaca que el estatuto de la
diferencia sexual para el psicoanálisis no es de la misma naturaleza que las demás
diferencias. Este planteo es similar al que realiza Copjec en El sexo y la eutanasia
de la razón: la diferencia sexual no es asimilable a otras diferencias: de clase, de
raza, de nacionalidad. Es así como la autora sostiene que la categoría de diferencia
sexual no es algo a ser deconstruido, ya que la deconstrucción es una operación
que se efectúa sobre elementos culturales, significantes -por ejemplo, el género-.
(Copjec, 2006:31).
Retomando el planteo de Barros, el autor se pregunta entonces qué estatuto
se le otorga desde el psicoanálisis a la diferencia sexual, cómo se conceptualiza la
misma. En este punto, señala que cuando desde el psicoanálisis hablamos de
diferencia sexual, la misma implica pensar en un “límite irreductible para ambos
sexos”. (p.43). No se trata de una polaridad entre dos sexos y la (no) relación que
hay entre ellos. Se trata de dos modos de vérselas con el falo, con la función fálica.
En este punto, señala al falo como aquella función que hace diferencia, es decir que
“agujerea de un modo particular a cada uno, al varón y a la mujer” (Ibid.)
Ahora bien, ¿Qué lugar para la anatomía? ¿Cómo podemos leer a la luz de lo
desarrollado la fórmula freudiana “la anatomía es el destino''? En este sentido, el

25
autor destaca cómo, a la altura del Seminario 10, Lacan elabora la noción de
anatomía ligándola a su función de corte. Puntualiza allí: “el cuerpo del psicoanálisis
es un cuerpo anatomizado, recortado por el significante, significado por el Otro.”
(p.58). En este sentido, señala que la presencia/ausencia del pene es un dato
significante: se significa como ausencia a partir de una operación simbólica. Por ello,
señala: “la diferencia sexual anatómica trae consecuencias a nivel de la lógica de
los goces y de la constitución del deseo de uno y de otro lado.” (Ibid.). En esta
misma línea, Nieves Soria (2020) también señala que la dimensión de la anatomía
en su función de corte se articula con el falo en la medida en que opera articulado a
la castración, “como objeto caído”. (p.212).
Retomando esto último, en el Seminario 19 Lacan señala: “la pequeña
diferencia (...) pudo ya tener efectos sobre la manera en que fueron tratados como
hombrecito y mujercita” (1971-72:16). Pero allí precisa: el juicio de reconocimiento
en que se basan los adultos que rodean a ese niño y esa niña se basan en un error:

(...) Ese error consiste en reconocerlos sin duda a partir de aquello por lo cual
se distinguen, pero en no reconocerlos más que en función de criterios
formados bajo la dependencia del lenguaje, si es cierto que, como propongo,
justamente porque el ser es hablante hay complejo de castración. (Ibid.)

Vemos allí cómo esa diferencia se articula con el lenguaje, es un hecho de


lenguaje: es un error considerarla meramente desde lo biológico o anatómico. Y
puntualiza allí: al varón y a la niña se los distingue, no son ellos quienes se
distinguen. (Ibid.).
Es central allí la articulación con el complejo de castración. En este punto
podemos situar como antecedente cómo ya en La significación del falo (1958),
caracteriza al complejo de castración como cumpliendo una función de nudo:
articulado con “la instalación en el sujeto de una posición inconsciente sin la cual no
podría identificarse con el tipo ideal de su sexo (...)” (p.653). Y allí, puntualiza: no
puede reducirse a datos biológicos, “la sola necesidad del mito subyacente a la
estructuración del complejo de Edipo lo demuestra (...)”. (p.654, el subrayado es
nuestro). Podemos leer allí cómo ya tempranamente en su enseñanza Lacan otorga
un lugar fundamental a la operatoria del complejo de castración para la asunción de
una posición sexuada en el sujeto; asunción que no se reduce a la anatomía ni a lo

26
biológico, sino que es de otro orden: el recurso al Edipo da cuenta de ello. La
relación del sujeto al falo se produce “independientemente de la diferencia
anatómica de los sexos” (Ibid.)

❖ La diferencia sexual: sus puntos de imposible.

Habiendo puntualizado algunas cuestiones respecto de la diferencia sexual,


interesa en este punto articularla con lo que ya fuimos desarrollando en relación a lo
imposible. En el Seminario 19, Lacan señala:

La gente confunde, se precipita en la negación de la diferencia sexual.


Pretende borrarla mediante el uso del signo igual, la mujer = el hombre. Les
diré que lo increíble (...) no son todas esas tonterías, sino el obstáculo que
ellas pretenden -término grotesco- transgredir. He enseñado cosas que no
pretendían transgredir nada, sino circunscribir algunos puntos nodales,
puntos de imposibilidad. (p.116, el subrayado es nuestro)

Interesa destacar varias cuestiones de lo que Lacan argumenta allí: tal como
señala Soria (2020), Lacan no señala cuál es el obstáculo que se pretende
transgredir, pero que cuando pretendemos escribir “Hombre=Mujer” allí hay algo que
no cierra. El planteo lacaniano, entonces, se trata más bien de ubicar en la
diferencia sexual sus puntos de imposible.
Es en este mismo seminario donde señalará que la repartición entre hombres
y mujeres es producto de la incidencia del significante: “El lenguaje es tal que para
todo sujeto hablante, o bien es él o bien es ella. Esto existe en todas las lenguas del
mundo. Es el principio del funcionamiento del género”. (p.38). Es decir, que la
repartición entre hombres y mujeres es efecto del lenguaje, es dual. Más adelante
señala: “Dicho esto, no sabemos qué son el hombre y la mujer. Durante un tiempo
se consideró que esta bipolaridad de valores sostenía suficientemente, suturaba, lo
tocante al sexo.” (Ibid.)
Podemos pensar, en este punto, que lo que Lacan está señalando allí es que
durante algún tiempo esa polaridad significante hombre/mujer saturó lo tocante al
sexo, parecía volver equivalente ese “funcionamiento del género” con lo tocante al
sexo. Ahora bien, respecto a la polaridad sexual, el obstáculo que Lacan ubica es la

27
castración. Respecto a la misma, señala: “Es absolutamente claro que nada tiene de
anecdótico, que ella es rigurosamente fundamental en lo que no instaura pero sí
vuelve imposible el enunciado de la bipolaridad sexual como tal.”(Ibid.). Es decir,
que es por la intervención de la operatoria de la castración, que la bipolaridad sexual
como tal no puede escribirse.
Podemos ubicar entonces, la diferencia sexual como articulada a dos modos
de goce distintos respecto de la función fálica. Allí hay entonces un punto de
imposibilidad central: no puede inscribirse un significante que represente a lo
femenino y a lo masculino, sino más bien se inscriben allí dos modalidades de goce
respecto al falo.

● Conclusión

A lo largo del presente trabajo hemos ubicado algunos puntos centrales para
pensar la sexuación desde el psicoanálisis lacaniano, articulado fundamentalmente
con la dimensión de lo imposible, bajo el axioma “no hay relación sexual”.
Destacamos el lugar del Edipo en tanto mito que recubre ese imposible,
novela que arma cada quien para hacer-con ese imposible. Pero más allá del mito,
ubicamos también ese operador estructural que es el padre real, como nombre de lo
imposible mismo. Padre real que en la novela edípica se imaginariza, se instituye
como agente de la castración.
Puntualizamos en este sentido que la operatoria de la castración implica una
doble vertiente: se constituye como aquello que vuelve la relación sexual imposible
como tal, a la vez que implica un modo de hacer-con ese imposible estructural.
Ubicamos en este punto la incidencia del lenguaje en la imposibilidad de la relación
sexual, dando lugar a la caracterización de la castración como operación real en
tanto hay algo de lo real en juego por la entrada en el lenguaje.
Conceptualizamos las fórmulas de la sexuación como resultado de esa
operación de lectura lacaniana, con sus consecuentes “lados”, dos modos de fallar
la relación sexual; que no implican un significante para lo femenino o lo masculino,
sino más bien dos posiciones respecto al significante amo: el falo. Ubicamos
también en este punto las dimensiones de lo real presentes en las fórmulas.

28
En función de lo planteado, un punto central que atravesó todo el recorrido
tiene que ver con el interés de analizar qué de lo sexual interesa al psicoanálisis.
Destacamos a lo largo del recorrido cómo ello no le concierne desde el punto de la
anatomía, ni la biología, sino más bien cómo se articula con los modos de goce, en
tanto sujetos afectados por un imposible: no hay relación sexual.
En este sentido, es interesante cómo Lacan en 1974 destaca el avance de la
ciencia sobre la sexualidad, su apropiación. Y allí, señala: “Ninguna efervescencia
(...) podría eliminar lo que da testimonio de una maldición sobre el sexo, que Freud
evoca en su ‘Malestar’”. (p.110). Cualquier teoría, cualquier construcción de la época
acerca de la sexualidad, no hace más que mal-decirla: hay algo de lo sexual, de lo
imposible que conlleva, que es ineliminable: allí entonces el psicoanálisis se
constituye como discurso que cierne esos puntos de imposible, recordándonos que
cualquier teoría que pretenda un “saber” sobre el sexo está destinada a la errancia.
Por último, interesa señalar que muchos de los interrogantes que fueron
desplegados a lo largo del presente trabajo fueron suscitados por la lectura de
algunas y algunos teóricos queer y de género. En este punto, la brújula que orientó
el trabajo no fue la “defensa” del psicoanálisis de ciertas críticas, sino más bien
poner a trabajar algunos de los conceptos, teorizaciones y nociones centrales
acerca de la sexuación. Consideramos que ese es un punto interesante para seguir
pensando: allí donde se interroga al psicoanálisis, sostener la pregunta. No para
plegarse cuasi religiosamente a las críticas, pero tampoco para responder desde los
prejuicios, o clausurando la discusión.
Encontramos una vertiente allí para seguir sosteniendo la potencia del
psicoanálisis: allí donde los imperativos de la época constituyen moralidades,
saberes sobre la sexualidad, el psicoanálisis agujerea el discurso: nos recuerda que
“todo saber es un fragmento, (...) en cada estadio queda un resto no solucionado”.
(Freud, 1909:83).

29
● Bibliografía

- Barros, M. (2011) De lo que entendemos en psicoanálisis cuando hablamos


de “sexo”. En La condición femenina. (p.37-48). Buenos Aires: Grama.
- Copjec, J. (2006). El sexo y la eutanasia de la razón. En El sexo y la
eutanasia de la razón. (p.19-64). Buenos Aires: Paidós
- Godoy, C. (2013). Psicosis y sexuación. En Schejtman, F. (comp.) et al.,
Elaboraciones lacanianas sobre la psicosis. (p. 157-177). Buenos Aires:
Grama.
- Freud, S. (1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años. En Obras
Completas, Vol. X. (p.1-83). Buenos Aires: Amorrortu Editores.
- Lacan, J. (1954-55). El Seminario, Libro 2: El yo en la teoría de Freud y en la
técnica psicoanalítica. Buenos Aires: Paidós
- Lacan, J. (1955-56). El Seminario, Libro 3: Las psicosis. Buenos Aires:
Paidós
- Lacan, J. (1957-58): El Seminario, libro 5: Las formaciones del inconsciente.
Buenos Aires: Paidós.
- Lacan, J. (1958) La significación del falo. En Escritos II (p.653-662 Buenos
Aires: Siglo Veintiuno Editores.
- Lacan, J. (1964). El Seminario, Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales
del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós
- Lacan, J. (1969-1970). El Seminario, Libro 17: El reverso del psicoanálisis.
Buenos Aires: Paidós
- Lacan, J. (1970-1971). El seminario. Libro 18: De un discurso que no fuera
del
- semblante. Buenos Aires: Paidós
- Lacan, J. (1971-1972). El Seminario, Libro 19: ...O peor, Buenos Aires:
Paidós.
- Lacan, J. (1972-1973). El Seminario, Libro 20: Aún. Buenos Aires: Paidós.
- Lacan, J. (1972). El atolondradicho. En Otros escritos (p 473-533) Buenos
Aires: Paidós.
- Lacan, J. (1974): Televisión. En Otros Escritos. (p. 534-572). Buenos Aires:
Paidós.

30
- Lacan, J. (1974b): Prefacio a El despertar de la primavera. En Otros Escritos.
(p. 587-589). Buenos Aires: Paidós.
- Lacan, J. (1975): Respuesta a una pregunta de Marcel Ritter. En Suplemento
de las notas, Buenos Aires: EFBA.
- Mazzuca, R. (2013) Los conceptos lacanianos en la enseñanza de la
psicopatología. En Schejtman, F. (comp.) et al. Psicopatología: clínica y ética.
De la psiquiatría al psicoanálisis (p.301-384). Buenos Aires: Grama.
- San Miguel, Tomasa, Guirao, Juliana, Monjes, Mariela, Pettorossi, Natalia y
Trucco, Matias (2018). ¿Qué es la sexuación?. X Congreso Internacional de
Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXV Jornadas de
Investigación XIV Encuentro de Investigadores en Psicología del
MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos
Aires. Recuperado de https://www.aacademica.org/000-122/539.pdf
- San Miguel, Tomasa, Guirao, Juliana y Pettorossi, Natalia. (2020).
Sexuación, falo y lo real del sexo. Revista universitaria de psicoanálisis, XX.
Recuperado de
https://www.psi.uba.ar/investigaciones/revistas/psicoanalisis/trabajos_complet
os/revista20/sanmiguel.pdf
- Schejtman, F. (2013) Una introducción a los tres registros. En Schejtman, F.
(comp.) et al. Psicopatología: clínica y ética. De la psiquiatría al psicoanálisis
(p.301-384). Buenos Aires: Grama.
- Schejtman, F. (2014). Histeria y Otro goce. En Schejtman, F. (comp.) et al.,
Elaboraciones lacanianas sobre la neurosis. (p. 37-81)
- Schejtman, F. (2015). Agujero y autismo. VII Congreso Internacional de
Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXII Jornadas de
Investigación Décimo Encuentro de Investigadores en Psicología del
MERCOSUR. Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires, Buenos
Aires. Recuperado de https://www.aacademica.org/000-015/843.pdf
- Soria, N. (2020) La sexuación en cuestión. Buenos Aires: Del bucle.
- Surmani, Florencia, Queipo, Rodrigo, Esborraz, Marina, Justo, Ángeles y
Ramirez, Jason (2017). @sexuadxs ¿Es posible pensar una sexuación sin
falo?. Primer Encuentro Curioso. Cátedra 2 de Psicopatología - Facultad de
Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. Recuperado de
https://www.aacademica.org/primer.encuentro.curioso/4.pdf

31
- Queipo, Rodrigo y Surmani, Florencia (2017). Sobre el falo y el goce fálico en
la última enseñanza de Lacan. IX Congreso Internacional de Investigación y
Práctica Profesional en Psicología - XXIV Jornadas de Investigación de la
Facultad de Psicología - XIII Encuentro de Investigadores en Psicología del
MERCOSUR. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires, Buenos
Aires. Recuperado de https://www.aacademica.org/rodrigo.queipo/13.pdf

32

También podría gustarte