Formacion para Catequistas
Formacion para Catequistas
Formacion para Catequistas
Es bueno leer el capítulo entero, pues a las palabras de Jesús, Juan opone la
reacción de los judíos.
1) Ir leyendo el evangelio y anotar las actitudes de buen pastor que Jesús
propone.
2) Para cada actitud recordar situaciones de la vida de Jesús donde podamos
apreciar cómo la vivió él de manera concreta.
3) Relacionar cada actitud con nuestra práctica de catequistas, ¿cómo incorporar
a nuestro ser catequista esta manera de ser de Jesús?
Te presentamos algunas actitudes para ir pensando
• El buen Pastor conoce sus ovejas
¿Conocemos la vida de nuestros catequizados? ¿Compartimos sus alegrías, sus
angustias, sus esperanzas, sus desalientos? ¿Sabemos lo que están viviendo las
familias que tenemos a cargo? ¿Nos interesamos por sus situaciones de vida?
• Las llama por su nombre
¿Tenemos un trato personal con nuestros catequizados? ¿Buscamos llegar a su
interioridad? ¿Somos portavoces para que el Señor llame a cada uno por su
nombre a través nuestro?
• Camina al frente de sus ovejas
¿Damos testimonio de lo que enseñamos? ¿Intentamos vivir lo que creemos?
¿Somos los primeros en cumplir lo que pedimos a los demás que cumplan?
¿Vivimos en forma coherente como para ir al frente y de frente?
• Da la vida
¿Entregamos lo mejor de nosotros por los demás? ¿Buscamos donar los talentos
que recibimos de Dios para beneficio de los otros?
• Sus obras lo dan a conocer
¿Nuestras obras, nuestros gestos, nuestras actitudes de vida muestran a los
demás lo que creemos y enseñamos? ¿Somos transparentes: los demás
descubren y encuentran al Dios de la Vida a través de nuestra práctica?
¿Nuestra manera de estar con los demás... refleja y testimonia nuestra cercanía a
Dios?
Para reflexionar:
Plenario
¿Qué encontramos en común con nuestras vidas?
Compartir las oraciones.
«El fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, fidelidad,
mansedumbre y dominio de sí mismo.»
Gálatas 5, 22
PERSEVERAR EN LA ORACIÓN
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos señala en varias oportunidades esta
actitud de los primeros discípulos de reunirse y orar juntos para escuchar la
voluntad de Dios. Los apóstoles habían aprendido de Jesús su manera de orar al
Padre. Realmente les había llamado la atención esta disposición de Jesús,
expresada en la búsqueda de momentos y lugares para orar, tan diferente a las
prácticas de oración del pueblo judío, caracterizadas por lo ritual, la repetición, los
horarios fijos.
Jesús les había enseñado a orar en la vida y a orar la vida... para encontrar la
voluntad de Dios y la fuerza para ponerla en práctica. Por eso, el primer testimonio
que encontramos de la comunidad primitiva es su disposición a orar...
Perseveraban...
La oración no es para un rato, o para hacer de vez en cuando. Es una práctica de
vida, un estilo de comunicación con Dios que hay que ejercitar. La oración
requiere esfuerzo, dedicación, interés, ganas, constancia...
...juntos...
La oración de los discípulos es compartida, en común, en comunidad. Al Padre
nos dirigimos como comunidad. Buscamos su voluntad unidos. Porque así nos
damos fuerzas, aliento mutuo y además aprendemos de los demás. Porque Dios,
muchas veces, habla a través de los que tenemos al lado.
En parejas trabajamos:
Se acuerda reunirse nuevamente a fin de año para evaluar si se han cumplido las
propuestas y si han servido para mejorar la oración personal.
Concluir el encuentro con una oración espontánea.
Como signo visible, cada participante toma la Palabra de Dios y la aprieta contra
su corazón, dice su oración y pasa la Biblia al compañero del costado, para que
repita el gesto, haga su oración... y así recorrer una ronda de oración en común.
Terminar con un canto a María.
El catequista, artesano del encuentro
Todos esos espacios que la catequesis ofrece están atravesados por una
experiencia que los unifica y da sentido: el encuentro con Dios vivo y el encuentro
con los hermanos. La catequesis puede ser el lugar que enseñe y capacite a las
personas para el encuentro con Dios y los demás.
Ser artesano
Para ayudar a otros a encontrar a Dios hay que partir de la propia experiencia de
haber encontrado a Dios en la propia vida. La transmisión de la fe nace del
testimonio vivo (recordemos los relatos de la iglesia naciente, en el libro de los
Hechos de los Apóstoles).
Dios enseña que nos espera siempre, y que, pacientemente, sale a nuestro
encuentro con la alegría de la primera vez (Parábola del Padre Misericordioso).
Sencillamente, si Dios es paciente... nosotros también...
El artesano no es un intelectual teórico. Sabe, posee un saber intelectual, pero no
se queda en palabras, su obra es la obra de sus manos. De la misma manera el
catequista muestra con sus obras su capacidad de generar encuentro.
Piensa en la catequesis como en una artesanía del encuentro con Dios: ¿qué
actitudes de un catequista favorecen su trabajo?
Quiero compartir con ustedes una pequeña reflexión surgida en un encuentro con
catequistas. Este encuentro era la segunda etapa de un proceso de formación de
dos años que estábamos realizando con los catequistas, rurales y urbanos de una
sufrida región de nuestro país. Los catequistas rurales son personas muy sencillas
y llenas de Dios, pastores, campesinos, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos...
en sus desoladas tierras son los arroyos que llevan el agua viva de la Palabra a
sus comunidades.
¡Qué alegría poder decir como el sabio del texto, he trabajado para los demás,
paraque los otros conozcan la sabiduría, es decir la Palabra del Dios de la Vida!
Para rumiar el texto y rezar la vida
- ¿Somos canales por donde circula el agua viva de la Palabra de Dios?
- ¿Qué actitudes de nuestra vida «secan» nuestro reserva de agua viva?
- La Palabra es la Fuente donde nace nuestro canal, ¿está presente en
nuestra vida de todos los días? ¿Acudimos a ella? ¿Nos nutrimos con su lectura y
oramos con ella? ¿Estudiamos la Palabra para poder transmitirla mejor?
- Compara las palabras del texto con tu vida, ¿eres un verdadero arroyo para
tu comunidad? Los demás ¿se encuentran con el Dios de la Vida a través de tu
testimonio y enseñanzas?
- ¿Qué puedes y debes cambiar de tu manera de ser para ser un arroyo más
transparente, más caudaloso, más fecundo?
- Ofrécele tus reflexiones a Dios a través de una oración escrita por tus propias
manos.
Este pequeño texto, escondido en uno de los libros sapienciales de la Biblia, nos
ayuda a pensar en el alimento que nutre la vida de un catequista. El autor alaba a
la persona que se dedica a la sabiduría, que para el pueblo de Israel estaba
contenida en la Palabra de Dios. Ella brinda respuestas de vida y nos orienta para
vivir el proyecto de Dios.
El texto invita a acercarse a la Palabra, a profundizar en su lectura, para descubrir
significados siempre nuevos. ¡Quién puede decir «ya conozco la Palabra»! Si el
mismo Dios nos sale al encuentro cada vez que la leemos con apertura de
corazón y sencillez.
La Palabra nos ayuda a comprender la vida que vivimos, nos devuelve la mirada
de Dios sobre las cosas, nos introduce en la voluntad del Padre. Por eso es vital
para la vida de fe el contemplar la realidad desde su lectura y oración. La Palabra
nos ayuda a discernir, nos permite conocer y adentrarnos en los misterios de Dios,
siempre infinitamente Otro, cercano y compañero, pero también por descubrir,
pura sorpresa y gratuidad.
El texto nos propone instalar nuestra existencia a su lado, abrigarnos a su amparo,
permanecer en su presencia: «saborear» su compañía.
En los cursos y talleres para catequistas, cuando hablamos de este tema, siempre
dejo estos interrogantes:
• ¿Cuántos libros de la madre Teresa has leído?
• ¿Qué recuerdas de ella?
• ¿Por qué su enseñanza del evangelio es tan transparente?
Enséñame Señor
A vivir mí fe todos los días,
En las cosas sencillas y cotidianas.
Enséñame Señor
A transmitir mí fe todos los días
Con gestos sinceros, con manos abiertas.
Enséñame Señor
A contagiar a otros
El espíritu del Evangelio.
A hacer el bien para que venga el Reino.
Enséñame Señor
A ser un espejo de lo que creo,
A mostrar con mis obras
La fe que da sentido a mi vida.
Que así sea, Señor.