Tragedia
Tragedia
Tragedia
Madrid, 2015
Diccionario Español de Términos Literarios Internacionales (DETLI)
Dirigido por Miguel Ángel Garrido Gallardo
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Francisco Rodríguez Adrados
Las usan con sentidos varios prácticamente todas las lenguas del
mundo, pero su sentido se ha modificado, a veces, en el curso del tiempo, y
de ellas han derivado otras relacionadas también con el teatro. Esta palabra
en un principio se refería al lugar de la representación, luego se amplió o
redujo variamente.
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2. Para el mundo tradicional de la Fiesta véase, entre varia bibliografía, mi Fiesta, Comedia y
Tragedia, Barcelona, Planeta, 1972 (y su traducción inglesa Festival, Comedy and Tragedy,
Leiden, Brill, 1975), así como muchos trabajos míos posteriores, que cito más adelante.
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3. Lanham 2003.
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4. «ΚΩΜΟΣ, ΚΩΜΩΙΔΙΑ, ΤΡΑΓΩΙΔΙΑ. Sobre los orígenes del teatro», Emerita 35, 1967, pp.
249-294.
5. Barcelona, Planeta, 1972 (2ª ed. Madrid, Alianza, 1983, trad. Inglesa Festival, Comedy and
Tragedy, Leiden, Brill, 1975). Sobre el coro véase ademas mi «El coro en el teatro griego: de la
fiesta popular a la tragedia», en J. L. Sáez - J. Monleón (eds.), Clunia II. El actor trágico y el
actor cómico en el teatro griego. Interpretación coral, 2007, pp. 65-77.
6. Dramatic Concepts. Greek and Indian, Nueva Delhi 1994 y reediciones. Véase mi artículo
«Teatro griego antiguo y teatro indio: su origen en danzas corales que miman antiguos mitos»,
Emerita 80, 2012, pp. 1-12.
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Sin embargo, para ser justo, hay algo en Aristóteles que es acertado:
el ver el origen del teatro en los solistas de géneros corales: en el ditirambo
(la tragedia) y los himnos fálicos (la comedia). La combinación de corales
y recitados de actores es, efectivamente, el núcleo del teatro; pero los
géneros que él postula, el ditirambo y los himnos fálicos, son demasiado
estrechos e insuficientes8.
8. Y son ya delirantes la teoría de U. von Wilamowitz del «ditirambo de sátiros», que jamás
existió, y la de J. Leonhardt, Phalloslied und Dithyrambos. Aristotle über den Ursprung des
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griechischen Dramas. Heidelberg, Carl Winter, 1991, que, contra la interpretación usual de
Aristóteles propone otra: el ditirambo estaría en el origen de la comedia y los himnos fálicos en
el de la tragedia (!!).
9. Véase mi «Mito, Rito y Deporte en Grecia», Estudios Clásicos 110, 1996, pp. 7-31.
10. Véase p. 361 ss., «Ritual, Literatura y teatro en Grecia», también p. 495 ss., «Ritual y
teatro fuera de Grecia. Del rito al teatro». También «Fiesta y tragedia de los griegos a hoy», en
J.A. Correa - E. Ruiz Yamuza (eds.), Estudios filológicos en homenaje a Mercedes Vilchez,
Zaragoza, Pórtico, 2006, pp. 13-24; «Rito, mito y fiesta» en Sectes, Ritus i Religions del món
antic. III Curs de pensament i cultuta clàssica. Octubre 1998 - Maig 1999, ed. F. Casadesús
Bordoy, Palma, Secciò Balear de la S.E.E.C., 2002, pp. 101-123.
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Fiesta como lugar en que se vive otro tiempo fuera de la rutina diaria, con
cambio de los hábitos de cada día, unión de lo humano y de lo divino,
libertad, tranquilidad, especulación sobre el mundo y el ser del hombre 11.
Con sus triunfos y sus muertes.
Todo esto puede hallarse una y otra vez también fuera de Grecia,
desde la fiesta de primero de año en Babilonia (en que se recitaba el Poema
de la Creación, que culmina en el imperio del dios Melkart) a las fiestas
medievales: las de los Carnavales que seguían a la Cuaresma (en ellos hay
también lucha, muerte, cambio de los tiempos) a las fiestas germánicas que
protagonizaban Herta y las Valquirias, las Mayas españolas, las italianas y
otras de Arlequín, las de América Central de las que nació el Popol Vuh en
Guatemala.
11. Cf. por ejemplo R. Callois, L'homme et le sacré, París, Gallimard, 1950; mis artículos
«Rite, mythe et théatre en Grèce ancienne», en P. Ghiron-Bistagne (ed.), Anthropologie et
Théatre antique. Actes du colloque international de Montpellier (6-8 mars 1986), Cahiers du
GITA 3, Montpellier, Centre National des Lettres, 1987, pp. 37-52, «Loisir, fête et musique», en
J.-M. André - J. Dangel - P. Demont (eds.), Les loisirs et l' héritage de la culture classique.
Actes du XIII Congrès de l' Association Guillaume Budé (Dijon, 27-31 août 1993), Collection
Latomus 230, Bruselas 1996, pp. 96-103; «Rito, Mito y Fiesta», en en Sectes, Ritus i Religions
del món antic. III Curs de pensament i cultuta clàssica. Octubre 1998 - Maig 1999, ed. F.
Casadesús Bordoy, Palma, Secciò Balear de la S.E.E.C., 2002, pp. 101-123; P. Demont, La cité
grecque archaïque et classique et l'ideal de la tranquillité, París, Les Belles Lettres, 1990;
«Fiesta y tragedia, de los griegos a hoy», en J.A. Correa - E. Ruiz Yamuza (eds.), Estudios
filológicos en homenaje a Mercedes Vílchez, Zaragoza, Pórtico, 2006, pp. 13-24.
12. Véase W. Burkert, Mito e rituale in Grecia. Struttura e storia, Roma, Laterza, 1921; mi
«El mito griego y la vida de Grecia», en J. Alcina Franch (ed.), El mito ante la Antropología y
la Historia, Madrid, CIS-Siglo XXI de España, 1984, pp. 49-73, también «Triunfo, amor y
muerte en el mito griego», en F. Casadesús (ed.), La Mitología. II Curs de pensament i cultura
clàssica, octubre 1997-maig 1998, Palma, Universitat de les Illes Balears, 1999, pp. 55-68. En
cuanto al paso a la oralidad en Grecia véase W. Kullmann y M. Reichel, Der Übergang von der
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Mundlichkeit zur Literatur bei den Griechen, Tübingen, Gunter Narr, 1990; E. A. Havelock, La
Musa impara a scrivere. Riflessioni sull'oralità e l'alfabetismo dall'antichita al giorno d'oggi,
Roma, Laterza, 1987.
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sus raíces. Puede ser entre pueblos, como dije: persas y griegos, por
ejemplo, en Esquilo, Persas, en la escena inicial entre el coro, la Reina, el
Corifeo y e Mensajero.
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13. Sobre el agón véase el trabajo de J. Duchemin, «Les origines populaires et paysannes de
l'agon tragique», Dioniso 43, 1969, pp. 247-275. También mi «The agon and the origin of tragic
Chorus», en J.L. Heller (ed.), Serta Turyniana. Studies in Greek Literature and Palaeography in
honor of Alexander Turyn, Urbana - Chicago - Londres, University of Illinois Press, 1974, pp.
108-121.
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14. Sobre la puesta en escena véase mi «Text and staging in performing classical Drama»,
International Meeting of ancient Greek Drama, Delphi 8-12 April 1984, Delphi 4-25 June 1985,
Atenas, European Cultural Centre of Delphi, 1987, pp. 75-88.
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Grecia es un caso especial, pues hemos visto que los orígenes de los
géneros teatrales o dramáticos - y de los líricos, épicos y otros
emparentados - están en último análisis en literaturas populares de pueblos
diversos en fechas también diversas. Pero que no es menos cierto que sus
reflejos escritos, cuando son trágicos, ofrecen un factor común: el influjo
directo o indirecto del teatro griego. Fue el primer teatro trágico que se
escribió en el mundo e influyó en los posteriores.
15. Sobre el héroe trágico, cf. mi «Die Gestalt des tragischen Helden im griechischen Drama»,
Das Altertum, 10, 1964, pp. 215-230; también El héroe trágico y el filósofo platónico, Madrid,
Taurus, 1962.
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16. Véase J. Barrett, Poetics and the messenger in Greek Tragedy, Berkeley, University of
California Press, 2002.
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transforma cada vez más en una peripecia personal del héroe o la heroína.
Cada vez más se pasa del tema colectivo al tema personal.
17. Sobre la puesta en escena véase mi «Text and staging performing classical Drama», ya
citado.
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19. Véanse estudios de varios autores en J. L. Sáez - J. Monleón (eds.), Clunia II. El actor
trágico y el actor cómico en el teatro griego- Interpretación coral, 2007.
20. Cf. mi «Las tragedias de súplica, origen, tipología», Estudios Clásicos 28, 1986, pp. 27-45.
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21. «La Odisea como comedia», conferencia inédita; «Odiseo y las mujeres» (en griego), en en
M. Païsi-Apostolopoulou (ed.), ΕΥΧΗΝ ΟΔΥΣΣΕΙ. Από τα Πρακτικά του Ζ' Συνεδρίου για την
Οδύσσεια (3-8 Σεπτεμβρίου 1993), Itaca, Κέντρο Οδυσσειακών Σπουδών, 1995, pp. 11-24;
«Tragedia y Comedia» en Democracia y Literaturaen la Atenas clásica, Madrid, Alianza
Editorial, 1997, pp.153-172.
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Era un giro radical, abría un giro en la Historia del mundo: una gran
apertura y libertad.
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Porque antes de esa fecha, desde fines del siglo VI y comienzos del
V, Atenas comenzó a engendrar primero hombres de teatro (trágicos, luego
cómicos), políticos y rétores. Y, desde mediados del siglo, recibía de fuera
a varios sofistas y a Demócrito y Anaxágoras: nuevos, abiertos pensadores.
Luego nacieron en Atenas filósofos, empezando por Sócrates, nacido el
469, más tarde Platón, el 429: su conflicto con los trágicos por el alma de
Atenas fue el centro del debate intelectual. A más de su choque con los
sofistas.
23. En Etica y estética. De Grecia a la modernidad, Universidad de La Plata, 2004, pp. 14-24.
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Por supuesto, dentro del teatro había pensamiento libre y vario, desde
el que profundiza en la religión tradicional, tal el de Esquilo; el
íntimamente religioso, pero muy personal y creativo, el de Sófocles; y el
24. Recogido en Del teatro griego al teatro de hoy, Madrid, Alianza Editorial, 1999, pp. 99-
109.
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29. Véase mi «La lengua de Sócrates y su filosofía», Methexis 5, 1992, pp. 29-52, recogido en
Palabras e Ideas, Madrid, Ediciones Clásicas, 1992, pp. 251-278.
30. Véase, entre infinitas publicaciones, A. Tovar, Vida de Sócrates, Madrid, Revista de
Occidente, 1954 y reediciones; O. Gigon, Sokrates. Sein Bild in Dichtung und Geschichte,
Berna, Francke, 1947; A. Lefka, «Religion publique et croyances personnelles: Platon contre
Socrate?», Kernos 18, 2005, pp.85-95; N. D. Smith y P. B., Woodruf (eds.), Reason and
Religion in Socratic Philosophy, Oxford, O.U.P., 2000; y algunos artículos míos: «Tradition et
raison dans la pensée de Socrate», Bulletin de l'Association Guillaume Budé 4, 1956, pp. 27-40.
[recogido en Palabras e ideas, Madrid, Ediciones Clásicas, 1992, pp. 233-249]; «La muerte de
Socrates», en C. López de Juan y D. Plácido (eds.), Momentos estelares del Mundo antiguo,
Madrid, 1998, pp. 81-93; «Sócrates: viejas y nuevas interpretaciones» Emerita 81, 2013, pp.
241-261.
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con este tema, pero es importante hacer constar que la Filosofía entera era
vista en Atenas como un pensamiento humano que busca normas para la
reforma moral del hombre. Una empresa digamos que imposible, propuse
yo en otro lugar31.
1. Orígenes
31. «Platón y la reforma del hombre», Anuario de Filosofía jurídica y social (Buenos Aires) 2,
1982, pp. 177-206. [también en Taula 3, 1985, pp. 7-26; recogido en Palabras e ideas, Madrid,
Ediciones Clásicas, 1992, pp. 407-438].
32. Véanse mis trabajos «El Banquete platónico y la teoría del teatro», Emerita 37, 1969, pp.
1-28; «La lengua de Sócrates y su filosofía», Méthexis 5, 1992, pp. 29-52; «Sócrates y
Aristóteles o moralismo y política», ABC 23-12-97.
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33. Sigue siendo útil la Geschichte der Griechischen Litteratur de W. Schmid - O. Stählin
VII.1.2, Munich, Beck, 1934, p. 168 ss.; añádase Ch. R. Beye (ed.), La tragedia greca. Guida
storica e critica, Roma, Laterza, 1991; P. E. Easterling (ed.), The Cambridge Companion to
Greek Tragedy, Cambridge, C.U.P., 1999: F. R. Adrados, en Raíces griegas de la Cultura
Moderna, Madrid, UNED, 1994, pp. 57-70 y diversos artículos recogidos en Del teatro griego
al teatro de hoy, Madrid, Alianza Editorial, 1999. También H. Lloyd Jones, «Problems of early
Greek Tragedy: Pratinas, Phrynichus, the Gyges fragment», en Estudios sobre la tragedia
griega, Cuadernos de la Fundación Pastor 13, Madrid, Taurus, 1966, pp.11-33; J. de Romilly,
Tragédies grecques au fil des ans, París, Les Belles Lettres, 1995.
34. Cf. C. R. Beye, cit., y muchas obras más, por ejemplo, J. de Romilly, cit., mi Del teatro
griego al teatro de hoy, Madrid, Alianza Editorial, 1999; G. Ley, The theatricality of Greek
tragedy, University of Chicago Press, 2007 y The Blackwell Companion to Greek Tragedy,
Nalden, MA, Blackwell 2005.
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35. «Problems of early greek Tragedy: Pratinas, Phrynichus and the Gyges Fragment»,cit.
36. Sobre Dioniso y la Fiesta cf. C. García Gual, «Dioniso, dios extraño y festivo», en F.
Casadesús (ed.), Sectes, Ritus i Religions del món antic, Palma 2002, pp. 123-132. También M.
Vílchez, El dionisismo y las Bacantes, Universidad de Sevilla, 1993, sobre todo p. 67 ss., sobre
el dionisismo en la tradición trágica.
37. Véase A. Iriarte, Democracia y tragedia: la era de Pericles, Madrid, Akal, 1996, p. 9 ss.
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Esto, en principio, como nos dice Aristóteles, Poética 1949 a., con
un solo actor, evidentemente el héroe trágico, al que presentaba («imitaba,
mimaba»), pero que iba acompañado ya en Esquilo de un segundo actor
según nos dice Aristóteles, y luego de un tercer actor, introducido por
Sófocles, nos dice, pero hoy se piensa que ya estaba, en Esquilo, en la
trilogía de la Orestíada. La ampliación del tema en las trilogías forzó a
introducir este tercer actor. Evidentemente, estaba además el coro.
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intentaba crear, aliado con el pueblo, una nueva sociedad que superara la
conflictiva de los aristócratas.
No he hecho otra cosa que tratar de dar sentido a ese invento de algo
nuevo y espléndido a partir de la síntesis de lo popular y dionisiaco con las
antiguas fuentes épicas y líricas.
Todas las ciudades buscaban superar a las demás en sus fiestas. Y los
tiranos buscaban atraerse al pueblo con iniciativas festivas como ésta y con
traer de fuera a poetas, organizar festivales varios: corales, poéticos,
deportivos. En realidad anticipaban en algunas medida a la democracia: se
atraían al pueblo con el proceder populista de criticar a los tiranos
(olvidando que ellos lo eran también).
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2. Esquilo38
38. Aparte de las obras generales sobre la Tragedia véase, por ejemplo, G. Murray, Esquilo. El
creador de la tragedia, Buenos Aires 1943; J. de Romilly, La crainte et l'angoisse dans le
théatre d'Eschyle, París, Les Belles Lettres, 1958; C. Miralles, Tragedia y Política en Esquilo,
Barcelona, Ariel, 1968; O. Taplin, The stagecraft of Aeschylus. The dramatic use of exits and
entrances in Greek tragedy, Oxford, O.U.P., 1977; J. Dumortier, Les images dans la poésie
d'Eschyle, París, Les Belles Lettres, 1975; J. de Hoz, On Aeschylean Composition, Salamanca,
Universidad, 1979; B. Deforge, Eschile, Poète cosmique, París, Les Belles Lettres, 1986; y
algunos trabajos míos: «Esquilo, hoy», Revista de la Universidad Complutense 1981/2, pp.
1976-68, «Aeschylus and the Origins of Drama», Emerita 53, 1985, pp. 1-14; «Struttura
formale e intenzione poetica dell'Agamemnone di Eschilo», Dioniso 48, 1977, pp.91-121; y el
prólogo a mi traducción de Esquilo, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 2004.
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40. Véase mi «Aeschylus and the origins of drama», cit.. Como elementos arcaicos, insisto en
los «mitos divinos» y el castigo del héroe que viola tabús religiosos. En la forma, son elementos
arcaicos la falta, a veces del prólogo, la presencia de agones epirremáticos con intervención del
coro y los diálogos líricos entre el coro y uno o dos actores.
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41. Cf. A. H. Sommerstein, The tangled ways of Zeus, Oxford, O.U.P., 2010.
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3. Sófocles42
Hizo una paz con Persia, ciertamente, luego otra con Esparta - pero
al final la guerra del Peloponeso, contra la Liga dirigida igualmente por
Esparta, tras varias alternativas terminó en la terrible derrota de Atenas el
año 404 a. C.
42. De su bibliografía pueden citarse obras como Ch. Segal, Sophocles'tragic World, Harvard
University Press, 1995; R. Orsi, El saber del error. Filosofía y Tragedia en Sófocles, Madrid,
CSIC, 2007. Puedo citar también mi «Sófocles» en Raíces griegas, cit., pp. 289-293; «Sófocles
y el panorama ideológico de su época», en Estudios sobre la tragedia griega, Cuadernos de la
«Fundación Pastor» 13, Madrid, Fundación Pastor de Estudios Clásicos, 1966, pp. 75-104, así
como trabajos citados en las páginas siguientes. Las traducciones al español son numerosas:
aparte de la completa del P. Errandonea en Alma Mater (tres volúmenes 1959-1964 y de algunas
citadas más adelante, pueden citarse, entre otras, las mías de Edipo Rey y Antígona (en Grandes
Clásicos Universales, Barcelona, 1982.
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radicales de Pericles, sus guerras, la paz del 447 - que terminó el 431,
cuando se inició la guerra del Peloponeso, con la derrota final de Atenas,
como acabo de decir.
Por sus obras sospechamos que lo era más que Pericles. Debió de ser
terrible para él el último período de la guerra del Peloponeso, que concluyó
con la capitulación de Atenas en el 404, según he dicho.
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tragedia
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43. Cf. mi «Estructura formal e intención poética del Edipo Rey», Euphrosyne 5, 1972, pp.
369-383; «Esquilo, hijo de la Fortuna», Estudios Clásicos 104, 1993, pp. 37-47. También el
prólogo a mi traducción en Teatro griego. Barcelona, Círculo de Lectores, 1982, p. 101 ss.
45. Cf. mi «Sófocles: las Traquinias», en J. Peláez y otros (eds.), Sófocles hoy. Veinticinco
siglos de tragedia, Córdoba, El Almendro, 2006, pp. 25-45.
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4. Eurípides46
46. Es inabarcable la bibliografía de Eurípides, cito unos pocos libros de entre los más
notables: G. Murray, Eurípides y su época, ed. esp., México 1949; V. Di Benedetto, Euripide:
teatro e società, Torino, Einaudi, 1971; J. de Romilly, La modernité d'Euripide, París, Presses
Universitaires, 1986; M. Lloyd, The agon in Euripides, Oxford, O.U.P., 1992; M. Quijada (ed.),
Estudios sobre la tragedia griega: Eurípides, el teatro griego de finales del siglo V, Madrid,
Ediciones Clásicas, 2001; D. J. Mastronarde, The art of Euripides, Cambridge, C.U.P., 2011.
Publicaciones mías: Raíces griegas cit., pp. 295-304, «El descubrimiento del amor en
Eurípides», en El descubrimiento del amor en Grecia, Madrid, Coloquio, 2008, pp. 177-200, así
como trabajos monográficos citados al hablar de las diferentes tragedias. En la colección Alma
Mater están traducidas casi todas las tragedias de Eurípides. Y hay, además, traducciones mías
de otras varias: Hipólito (en SGL 1982, pp. 161-210, Aguilar y otros lugares), Medea (en
Autores Varios, Círculo de Lectores cit., p. 255 ss.), Andrómaca, Hércules Loco, Bacantes (en
Alianza Editorial, 1990).
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1. La tragedia helenística
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Pero vuelvo a los antiguos: diré algo, poco, de las tragedias del siglo
IV a. C. en el mundo helenístico y ello por una simple razón: no se
conserva ninguna. Y de las del comienzo del teatro romano y de las
solamente escritas, ensayos literarios posteriores de Ovidio y de Séneca. Y,
después, de las nuevas tragedias creadas no sin influjo de las griegas por
los nuevos autores de tragedias de la Edad Media y la Modernidad.
Volviendo a las tragedias griegas del siglo IV a. C., hay que decir
que se conservan algunos pocos, breves fragmentos y otros se reconstruyen
a partir de citas posteriores. Por lo demás, la tragedia se difundió mucho
fuera de Atenas: se crearon múltiples teatros en los cuales eran
representadas las tragedias del siglo V, sobre todo las de Eurípides, que
tenía una gran popularidad, así como algunas de las nuevas, algo diré de
ellas.
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2. La tragedia romana
47. Véanse sus líneas generales en mi El río de la Literatura cit., p. 319 ss.
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49. Urbino, 2011 (recoge algunos artículos sobre el teatro de Séneca, más sobre su influjo en
las literaturas modernas).
50. Oxford 2008, editado por J. G. Fitch. Sólo una pequeña parte está dedicada a las tragedias.
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Hay, eso sí, teatralizaciones diversas del mismo tipo y con diversos
nombres medievales, como los mystères y los miracles franceses o el
Officium pastorum de Huesca o los «tropos» de fondo evangélico, de donde
salieron representaciones destinadas a la Semana Santa o el Corpus (como
el Auto de los Reyes magos de Toledo).
Todo esto tiene que ver con el teatro: pero no aún con la comedia y
menos con la tragedia. Y menos tienen que ver con ésta, se aproximan más
a la comedia, diversos ludi, juegos, farsas, tales el Jeu de la Feuillé de
Adam de la Halle, el Ludus de rege et regina, la Mummers Play, también
diversos Juegos (Jeux, Spiele), etc. Ni, por supuestos, las Comedias de Gil
Vicente, Torres Naharro, Lope de Rueda, continuadoras en cierto modo de
Plauto, ni otras piezas varias de origen folklórico.
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tampoco con la Tragedia ni, por supuesto, con las Eglogas y demás
Literatura de Juan del Encina y otros más.
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Hay que pensar, de otra parte, que si Romeo y Julieta o Julio César o
El Caballero de Olmedo, originalmente comedias, son obras conocidas por
nosotros como tragedias, ello ha sido así, de un lado, por el peso de las
tragedias de Séneca; y, de otro porque, por oposición a la generalización
del nombre de Comedia en la lengua habitual, se generalizaron también los
términos «tragedia», «trágico» (y sus variantes en las lenguas europeas)
para indicar lo relativo a muertes, conflictos mortales, etc. en la lengua
general (así se generalizó el término «cómico» para cosas hilarantes. Pero
no decimos «trágico» tan sólo para la tragedia teatral, también para sucesos
no teatrales, en prosa o verso, que se oponen a los «cómicos».
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tragedia
En Celestina:
En Hipólito:
FEDRA: ¿Qué es eso que dicen que sienten los mortales, el amor?
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cualquier suceso infausto, sólo muy tarde designó el género teatral como
opuesto a comedia. Habría que estudiar los casos concretos.
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Pero hay que decir que esta tragedia humanística tiene también
precedentes dentro de Francia: las historia trágicas en prosa,
contemporáneas, desde el Heptamerón de Margarita de Navarra, a base de
amor, violencia, muerte. Y existen, junto a la tragedia humanística, la
tragedia escolar en latín, la tragedia protestante, generalmente de tema
bíblico (en torno a Abrahám, al rey Saúl), y la católica, no muy distante, la
hay sobre el Faraón, Holofernes, etc.
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53. Un excelente estudio sobre Shakespeare es el libro colectivo Shakespeare, Buenos Aires,
Compañía General Fabril Editora, 1964 (traducción del francés, Hachette 1962). Traducciones
españolas de todo Shakespeare puede encontrarse en Shakespeare, Teatro Completo I,
Tragedias, II, Comedias y Tragicomedias, Madrid, Espasa Calpe, 2010 y 2012.
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54. Sobre estas dos últimas obras, las más comúnmente calificadas de tragedias, véase la
edición comentada de El siglo de oro, Madrid 1993.
55. Sobre Lope, por ejemplo, véase la Historia de la Literatura española de Á. del Río, I,
2011, p. 440 ss.
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Cito, por ejemplo, al fin del siglo XIX, en Suecia, las tragedias de
Ibsen y Strindberg, que cultivan el naturalismo y luchan contra la
hipocresía, sobre todo en la vida sexual. «La Srta Julia», del segundo, es
quizá la pieza más significativa a este respecto.
Todo esto, repito, en la primera mitad del siglo XX, que fue muy
fértil en el género trágico - y en tragedias bélicas e ideológicas. Hay que
añadir, al menos, a Berthold Brecht, en Alemania, con su «Madre Coraje»,
que ofrece el valor y la decisión que puede encontrarse en las peores
circunstancias. Y Anouilh, cuya Antígona, que rehace la de Sófocles,
presenta a una Antígona que dice «no», lo rechaza todo.
Es, sobre todo, gloriosa la primera mitad del siglo XX: griega y
antigriega, rebelde a todo, crítica y creadora. En España tiene una
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56. Cf., entre otras publicaciones, La metáfora y el mito, Madrid, Taurus, 1963.
57. Véase J. M. Camacho Rojo (ed.), La tradición clásica en la obra de Federico García
Lorca, Granada, Universidad, 2007. En este libro véase su «Estudios sobre la tradición Clásica
en la obra de Federico García Lorca», pp. 13-62, así como sus «Apuntes para un estudio de la
tradición clásica en la obra de Federico García Lorca», pp. 87-112; R. M. Aguilar, «El mito
griego en la poesía de García Lorca», pp. 209-236; A. Carmona, «Coincidencia de lo trágico en
Eurípides y Federico García Lorca», pp. 209-236 y «Elementos en el teatro de Eurípides y
García Lorca», pp. 419-438); F. Rodríguez Adrados, «Las tragedias de García Lorca y los
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griegos», pp. 357-368 (recogido de Estudios Clásicos 96, 1989, pp. 51-61); L. Romero Mariscal
y M. J. Sánchez Montes, «Yerma y la tragedia griega: el texto y las puestas en escena», p. 495-
516. Obras importantes son también A. Carmona, Coincidencia de lo trágico entre Eurípides y
García Lorca, Alcañiz-Madrid, CSIC, 2003 y R. Domenech, García Lorca y la tragedia
española, Madrid, Editorial Fundamentos, 2008. Y, sobre todo, la edición de M. García-Posada,
Lorca-Teatro, Madrid, Akal, 1985, con amplias introducciones. Sobre el mito griego y su
influjo posterior, J. Alcina Franch (ed.) El mito ante la antropología y la historia, Madrid,
Centro de Investigaciones sociológicas, 1984.
58. Cf. sobre todo I. Gibson, Vida, Pasión y Muerte de Federico García Lorca, Barcelona,
Plaza y Janés, 1998.
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Y hay que añadir las conexiones formales con los griegos: hay cómo
en ellos corales del coro y cánticos de los actores, a más diálogos y
recitados en prosa. Y las conexiones con el reino del mito griego y andaluz
(o heredado o creado por el poeta, tal la luna-muerte), estudiadas por
Alvarez de Miranda. Y hay una evolución del juego popular a ese reino
reino mítico y una poda final, en La Casa de Bernarda Alba, de lo mítico y
lo lírico, y poético, para quedarse en lo directamente trágico 59. Y un centro
de la tragedia en torno al tema de la mujer enamorada y muerta, siguiendo
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BIBLIOGRAFÍA
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