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La Construccio N Del Templo Sagrado

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LA CONSTRUCCIÓN

DEL TEMPLO SAGRADO

La Construcción del Templo Sagrado 1


Una Logia es ante todo, un lugar conde se reúnen los masones, y allí se dedican al trabajo de
la Obra prosiguen con la tarea de construir el Templo del Señor, y así entrar, pasar y elevarse
como masón. Es especialmente un lugar para trabajar, para asumir responsabilidad y pura
las actividades conjuntas de los masones reunidos pura trabajar en doble forma y bajo el
correcto control. Una Logia es también un símbolo, o una forma exterior y visible de una
realidad espiritual interior. Esto es olvidado con frecuencia por el masón término medio, que
se niega n reconocer su base espiritual, estando ocupado enteramente con sus implicaciones
éticas. Esta de nición nos hace re exionar y nos conduce al verdadero trabajo de la
Masonería mientras ella prosigue en la próxima Nueva Era, uniendo «aquello que está
dentro, con aquello que está afuera», y enlazando el mundo de lo tangible y conocido con
aquel de las intangibles e invisibles realidades. Los masones están enfrentados a este terna
hoy. Ellos deben ocuparse de que aquello que está debajo y es visible esté alineado con
precisión con el diseño que ha sido colocado sobre el Tablero de Trazar por el Gran
Arquitecto Del Universo, es por esta razón que el diseño sobre el Tablero de Trazar es
llamado una Logia por algunos grupos de Maestros Masones

La de nición de una Logia como lugar de encuentro para los masones es una de sus
implicaciones menos importantes. Es predominantemente la representación de una
condición invisible, actividad o esquema; es el símbolo de algo que puede ser conocido, pero
para lo cual es necesario tener una debida preparación. Los masones no serán fácilmente
admitidos en los Misterios de la Obra. Esta es una representación pictórica o materialización,
de los planes de Dios para la humanidad, revelados claramente al hombre cuando es capaz
de interpretarlos correctamente a través de los símbolos ricamente manifestados en el
Templo, en los rituales y en los diseños colocados sobre la Plancha de Trazar. Esto
corresponderá, por lo tanto, a una asamblea de hermanos que se reúnen en debida forma,
para estudiar las verdades internas, o misterios, qué —cuando se comprendan— permitirán
al hombre cooperar más vital y útilmente con el propósito, divino. La Constitución de una
Logia debe entonces, conformarse a estos requerimientos, y estar en línea con el propósito
interno. Este hecho está emergiendo constantemente en la mente de los masones pensantes
de hoy en día y este nuevo interés se traslada al mundo subjetivo del signi cado y los
valoren. Esto indica la nueva literatura masónica. Los hombres no están satisfechos con
reunirse en un salón adornado con símbolos para participar en rituales curiosos e inusuales,
y dedicar su tiempo, pensamiento y dinero a algo que carece de vital signi cación y que no
los conduce a una real comprensión o recompensa, excepto la inculcación de esa moralidad,
caridad, aprendizaje benevolencia y fraternal relación que permiten el nombre pasar, libre y
aceptado, dentro de la Logia en lo Alto.

Estas recompensas tienen su inestimable valor, pero ellas no son únicas pues son también
atributos y objetivos de todos los hombres buenos, y que caracterizan la enseñanza de todas
las religiones del mundo.

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Algo más debe descubrirse y probarse acerca de la Masonería, si ella ha de conservar su
autoridad mucho más tiempo en el corazón y la mente de los hombres. Existen casi cinco
millones de masones hoy en el mundo que trabajan bajo el Rito de York o el Rito Escocés, y
su inteligencia no estará satisfecha para siempre con la presentación de un ritual sin
signi cado de verdades desconocidas. Este concepto se pone de mani esto en mucha de la
literatura especulativa del presente, y esta llevando a todos los verdaderos masones a otras
líneas de pensamiento más profundo en el mundo de las ideas y del signi cado interno,
como nunca antes. La palabra «Constitución» contiene dos inferencias vitales. Ella proviene
de dos palabras latinas: «statuere», aquello que está puesto o establecido, jado o
determinado, y «con», signi cando juntos o al unísono con otros, de aquello establecido o
jado. Los masones deben unir este pensamiento con el nombre de uno de los Pilares que se
encuentra sobre el Pórtico del Templo Sagrado. Su signi cado es «Él establecerá». La idea
emerge de una predeterminación en la mente del Más Elevado, de aquello que debe ser
establecido a través de la constitución de una Logia; este divino propósito o plan pone de
mani esto la cooperación (el establecer juntos) entre el Gran Arquitecto Del Universo, y Sus
constructores de la Obra, reunida para trabajar en una Logia. Ello muestra la cooperación
entre todos los miembros de la Logia, para esa unida formación que se necesita a n de
establecer, jar y materializar el plan.

También una Logia está debidamente constituida cuándo está correctamente «establecida» la
utilización de la expresión adecuada. En conexión con este trabajo de la Logia debidamente
constituida y trabajando rmemente con la idea básica puede ser útil dar aquí ciertos
pensamientos claves. Ellos arrojarán luz sobre todo el tema, y traerán iluminación al masón
que está correctamente orientado hacia el Oriente. Las siguientes antiguas a rmaciones
(dadas en el orden de su signi cación), pueden resultar de verdadera utilidad. Ellas no están
aquí, sin embargo, dadas en el orden usualmente diseñado:

1. Que aquello que está abajo, sea como aquello que está arriba.

2. Hay un esquema, ubicado en los Cielos, al cual la humanidad debe eventualmente


conformarse.

3. Tres M.M. gobiernan una Logia.

4. Cinco M.M. dan forma a una Logia.

5. Siete M.M. constituyen una Logia de Masones

6. Siete M.M. la hacen perfecta.

7. Entremos en la luz, pasemos de lo irreal a lo real, y seamos elevados a la vida.

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Desde tiempo inmemorial y en conexión con los antiguos Misterios las palabras, «como
arriba, así es abajo» se han pronunciado, o indicado el propósito de toda la tarea masónica.
En los Cielos, hay un Templo «eterno, no hecho con las manos». En este Templo preside la
Deidad Triuna. Constituye al modelo de lo que aparece sobre la tierra, o «debajo». Bajo el
control de esta Trinidad de Personas, están los Constructores del Templo celestial, y ellos son
—simbólicamente hablando—, siete en número. El «Siete gobernado por el UNO y el Tres».

Es por esta razón que «Tres gobiernan una Logia y siete constituyen una Logia y la hacen
perfecta». Esto ha sido expresado bellamente para nosotros en las siguientes estanzas,
tomadas de los más antiguos escritos, muy anteriores a la Biblia Cristiana. Ellas han sido
vertidas en la siguiente forma moderna:

«Que el Templo del Señor sea construido», el séptimo gran ángel gritó. Entonces, hacia Sus
lugares en el Norte, el Sur, el Occidente y el Oriente, se dirigieron con paso mesurado siete
grandes Hijos de Dios y tomaron Sus asientos. El trabajo de construcción había comenzado.

Las puertas fueron cerradas y custodiadas. Las luces se aminoraron. Las paredes del Templo
no podían verse. Los siete estaban silenciosos y Sus formas veladas. El tiempo no había
llegado todavía para que la LUZ irrumpiera. La PALABRA no podía ser pronunciada. Sólo
reinaba el silencio entre las siete Formas, el trabajo continuaba. Un llamado silencioso se
transmitía de uno a otro. Sin embargo, las puertas del Templo aún permanecían cerradas. . .
A medida que pasaba el tiempo, más allá de las puertas del Templo, se oían los sonidos de la
vida. La puerta se abrió y la puerta se cerró. Cada vez que se abría, un Hijo menor de Dios
entraba, y el poder dentro del templo crecía. Cada vez la luz aumentaba. Así, uno por uno,
los hijos de los hombres encontraron comprensión y poder para trabajar. Ellos entraron por
la puerta. Pasaron ante los Siete, levantaron el velo del Templo y entraron en la luz.

El Templo creció en belleza, sus líneas, paredes, decoraciones, anchura, profundidad y


altura, lentamente emergieron a la luz del día.

Desde el Oriente, una palabra surgió: «Abran la puerta a todos los hijos de los hombres que
vienen de los obscuros valles de la tierra y permítanles buscar el Templo del Señor. Dénles la
luz. Develen el templo interior y, a través del trabajo de todos los Obreros de Dios, amplíen
el Templo del Señor, y así irradien a los mundos. Que entonen la Palabra creadora, y eleven
los muertos a la Vida».

Así, que el Templo de la Luz sea traído del cielo a la tierra. Que sus paredes se levanten
sobre las planicies de la tierra. Que la luz revele y alimente todos los sueños de los hombres.

Entonces, que el Maestro en el Oriente despierte a aquellos que están dormidos. Luego, que
el Guardián del Occidente pruebe y traiga a todos los verdaderos buscadores de la luz. Que
el Guardián del Sur instruya y ayude a los ciegos.

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Que el portal del Norte permanezca abierto, pues allí está el Maestro invisible con gesto de
bienvenida y corazón comprensivo para conducir al candidato al Oriente, donde brilla la
verdadera luz. . .

«Pero, ¿por qué esta apertura de las puertas del Templo?» —preguntaron de entre los Siete
mayores los Tres sentados. «Porque el tiempo está maduro; los Obreros están preparados.
Dios ha creado en la luz. Sus Hijos ahora pueden crear. No hay nada más que hacer».

«¡Que Así sea!», fue la respuesta de los Tres sentados entre los Siete mayores. «Que el
trabajo prosiga ahora. Que todos los hijos de la tierra continúen la labor».

El Templo en los Cielos es entonces presidido por la Deidad Triuna, y este Templo, su
dirección y gobierno, su constitución y trabajo, provee el arquetipo y modelo para todo lo
que acontece en la tierra. Los Constructores de este divino edi cio son — simbólicamente
hablando— siete en número, que son gobernados por las Tres Personas de la Divina
Trinidad. Esta Trinidad de Personas, Quienes forman la Deidad manifestada, son bien
conocidas en todas las religiones del mundo. No es necesario extendernos sobre Ellas. Hay
un reconocimiento universal (acordado en las tierras cristianas) de Dios el Padre, Dios el
hijo, y Dios, el Espíritu Santo. Hay igualmente un vívido reconocimiento acordado en India
a la misma Trinidad, conocida bajo diversos nombres, de los cuales los más familiares para
nosotros son Shiva, Vishnu y Brahma. Nosotros hablamos también de Espíritu, Alma y
cuerpo, y esta familiar denominación se re ere a los tres aspectos del ser humano como
divino prototipo. La representación de Dios como él Tres en Uno y el Uno en Tres se
encuentra en todas partes. En la Masonería, esta misma Trinidad o Triplicidad es conocida
como el Más Elevado, el Gran Geómetra y el Gran Arquitecto del Universo. Su actividad
unida ha traído a la existencia a la Logia Azul de los Cielos. Esto trae su inevitable re ejo,
sobre la tierra.

Todas las religiones del mundo también a rman el hecho de que estos básicos Tres llevan a
cabo Sus planes a través de un Septenario de Seres, Cuya energía, fuerza y actividad es la
responsable de traer a la manifestación al entero universo. Estos siete son llamados por
muchos nombres, siendo el más conocido para los cristianos el de «Los Siete Espíritus ante el
Trono de Dios». Ellos son las mismas Entidades que «Los Siete Eones», o las «Siete
Emanaciones» de la losofía griega, cuya diferenciación nos ha enseñado Platón, delineando
para nosotros Su trabajo y propósito. Son los siete Rishis o Prajapatis de la enseñanza hindú
y la referencia a ellos puede verse en los muchos septenarios encontrados en la mitología, la
religión y las antiguas escrituras. Están representados para nosotros en los siete días de la
semana. Los varios nombres por los cuales este septenario básico es conocido, serán
reconocidos por todo estudiante de religiones comparadas. Sobre esta estructura está
fundada la Logia, y sólo sobre este postulado fundamental puede trabajarse correctamente.
Desde otro ángulo de este tema, el del modo de gobierno, podría señalarse que la voluntad
del Gran Arquitecto Del Universo, se mani esta por medio de cuatro leyes.

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Una ley, desde el ángulo de la naturaleza misma, puede ser considerada, espiritualmente
hablando, como el intento divino de actuar en la misma forma que la intención básica de
vida que todo ser humano registra en la conciencia cerebral. Esta intención constituye el
poder motivador de cada acto corporal, y sobre esta vida básica, así evidenciada, será la
coloración de todas las actividades principales y la cualidad del carácter. Si esto es verdad en
el individuo, es igualmente verdad en el Gran Maestro de la Logia en lo Alto.

Estas leyes pueden ser llamadas por muchos nombres, y aquí aparece la di cultad del tema.
La elección de la terminología es tan amplia y la posibilidad de las muchas frases de
verdades análogas es tan vasta, que es muy difícil elegir las palabras atinadas para los
diferentes tipos de mente. Todo lo que se puede hacer es separar, de las muchas
posibilidades, esa frase especi ca de la verdad que atrae individualmente y que está en línea
con el propósito básico de estos escritos masónicos.

Nombraremos las leyes bajo las cuales trabajan las Logias, y que sintetizan
fundamentalmente la subyacente constitución. Los hermanos pueden volver a redactarlas a
su gusto, pero si así lo hacen, deben tener cuidado de preservar el signi cado original.

Las Leyes son:

1. La ley del Amor. Gobierna la naturaleza fraternal de la Masonería, y dicta la actitud


cooperativa que debe gobernar las relaciones mutuas de todos los masones y sus o ciales.

2. La Ley del Ritmo, que encierra el subyacente propósito de todos los rituales de la Logia
y que, cuando se los domina, producen el trabajo más efectivo.

3. La Ley del Reconocimiento. Determina el motivo para que los candidatos sean
aceptados, lo cual se olvida con frecuencia en el deseo de tener grandes Logias,
consideradas numéricamente.

4. La Ley de los Constructores, que expresa ese principio de gobierno sobre el cual todas
las Logias trabajan bajo su Venerable Maestro. Esto evoca en ellos esa diligente
obediencia que está basada en la comprensión del trabajo grupal cooperativo

Estas cuatro expresiones de la intención del Gran Maestro del mundo, debe también
encontrar su actividad correspondiente, en las pequeñas Logias sobre la tierra. Cuando estas
cuatro leyes controlen toda Logia, entonces uno, por primera vez, encontrará la evidencia de
la Logia perfecta. En el presente, los masones están sólo intentando llegar a esta
comprensión. Por lo tanto sería valorable considerar estas leyes algo en detalle, en cuanto
hacen su impacto sobre la conciencia humana, y ponen eventualmente a toda vida en línea
con la voluntad divina. Se las podría considerar, como produciendo en el tiempo, los cuatro
lados de ese «cuadrado oblongo» que es la forma de toda verdadera Logia.

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Hubo mucha discusión acerca de las razones de que una Logia debe tomar esta forma, y el
por qué no es un verdadero cuadrado. Podríamos dar aquí alguna sugerencia de las razones
de esto, de entre las muchas que se han vertido. Detrás de las razones obvias dadas en los
rituales (los cuales explican sólo super cialmente el signi cado de esta antigua costumbre)
está el motivo de la forma de una Logia.

Tal vez el tema se entienda mejor si lo acompañamos con la ilustración de un diagrama, que
es totalmente familiar para los estudiantes esoteristas que han investigado el signi cado de
la constitución del hombre, el microcosmos del Macrocosmos. Está basado sobre la relación
existente entre el cubo y el triángulo. La divina triplicadad del Espíritu busca expresarse a sí
misma a través del cuaternario de la materia, la naturaleza inferior. Puede considerarse al
cuaternario como simbolizando los cuatro reinos de la naturaleza, que encuentran su síntesis
y realización en el reino humano. La función de este cuaternario o cubo es expresar las
cualidades de la Divinidad. El hombre, el cubo, puede ser visto por lo tanto en su cuádruple
naturaleza (física, vital, emocional y mental) y su esfuerzo es revelar al ser interno espiritual,
del cual la triplicidad de aspectos superiores —voluntad o poder, amor o sabiduría, e
inteligencia espiritual son las cualidades.

En la relación entre el cubo y el triángulo puede encontrarse una insinuación de la verdadera


forma de una Logia, y el por qué el masón, en su camino a ser elevado de la muerte a la
vida. Ello simboliza el descenso del espíritu en la materia o la encarnación en la forma del
espíritu divino. El trabajo de la Gran Logia en lo Alto está comprometida con la revelación
del espíritu por medio del mundo material. El trabajo del masón individual, dentro del
Templo de su propio corazón, tiene el mismo tema o plan principal. El trabajo que cada
Logia intenta demostrar tiene básicamente el mismo objetivo: la revelación de la cualidad
divina en forma grupal.

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Por ende cada Logia es una gura oblonga que simboliza de esta manera su propósito
espiritual básico, y llama la atención de sus miembros hacia lo que es la única razón de su
existencia. Cada vez que un masón toma su lugar como una piedra del Templo, una piedra
viviente debe recordarse esto a sí mismo; cada vez que se coloca el delantal, debe recordar, a
través de su forma simbólica, el mismo objetivo espiritual; cada vez que participa de las
actividades, debe advertir entonces que puede responder automáticamente a la in uencia de
las cuatro Leyes Divinas, de Amor, Ritmo, Reconocimiento y Construcción. Entonces puede
comenzar a expresar lo divino inteligentemente y trabajar en plena comprensión y
cooperación con sus hermanos.

La Ley del Amor es tan bien conocida y tan familiar en su fraseología que no es necesario aquí
insistir en su signi cado. Sin embargo, es una de las leyes Básicas del universo, aunque
llamada como la Ley de Atracción. Ella gobierna la manifestación de un sistema solar; es la
causa de la actividad uniforme del planeta, a medida que su vida se expresa a sí misma
mediante los varios reinos de la naturaleza. Es la in uencia armoniosa que mantiene juntos a
los átomos del cuerpo humano y mani esta los ordenados procesos de los órganos y el
sistema de las actividades corporales. Es el principio preservador de toda síntesis. A medida
que la conciencia humana se desenvuelve, esta ley revela constantemente la determinada
síntesis de los aspectos subjetivos y objetivos de la vida, de lo irreal y lo real y de aquello
que está «dentro con aquello que está afuera», así como lo que está abajo con aquello que
está arriba. En la familia humana, esta misma ley fundamental es mencionada como la Ley
del Amor, que gobierna todas las relaciones humanas; los lazos familiares, las condiciones
nacionales y el entero mundo de los hombres.

En la Masonería, ella concierne a la relación de un hermano masón con otro, y la


confraternidad que debe caracterizar a cada Logia. Es amor la comprensión fraterna, la
asistencia mutua, la caridad, la moral y todas las implicaciones éticas del arte masónico. De
aquí que éste ocupe el primer lugar en nuestra enumeración. Las otras leyes no pueden regir
en verdad y correcta- mente hasta que esta ley sea establecida. Ella encuentra su más
hermosa expresión en Proverbios (8: 30, 31) donde la sabiduría, la expresión del amor de
Dios a través de la segunda Persona de la Trinidad, el principio Crístico en el mundo, dice a
la manera masónica: «Yo estaba entonces junto a Él, como Maestro Arquitecto... y teniendo
mis delicias con los hijos de los hombres». Las implicaciones masónicas aparecen en este
pasaje, donde el Gran Maestro gobernante expresa su intención en términos ciertos. Su
«delicia» está con el hombre. Su deseo es hacia la humanidad. Su amor era para Sus
hermanos, el amor es el cemento que mantiene unida a toda la estructura divina que une a
las piedras del Templo, produciendo coherencia, soporte y fuerza. La Ley del Amor es, por
lo tanto, la ley determinante en la Masonería. La relación fraterna no hace referencia aquí a
la relación social, económica, política y religiosa, como usualmente se la comprende y que
tan frecuentemente gobierna a los hermanos cuando se reúnen en la Logia.

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Se re ere a la actitud interior de la mente, a la orientación subjetiva del corazón, que debe
guiar la interacción de los masones reunidos para el trabajo en la Obra; ella debe determinar
la actitud de los o ciales de la Logia y de sus hermanos constructores, unidos en el trabajo.
Simbólicamente, y por breve tiempo, cada uno de ellos asume el ideal del eterno propósito
que tiene ante sí; de esta manera aprenden a amarse mutuamente como hermanos y como
hijos del mismo Padre. Algún día, esta relación simbólica temporaria será perpetuada en la
vida externa de la Logia, que guiará a los asuntos humanos en todos sus aspectos. Pero ello
todavía esta lejos. Aún en las breves horas pasadas en la Logia, esta actitud de intercambio
de amor impersonal y comprensión fraterna parece difícil de sostener. Pero si es verdad que
«como el hombre piensa en su corazón, así es él», esta actitud, si se cultiva, traerá grandes
cambios en el corazón y la mente de los hombres.

Nuevamente, algún día las Logias individuales llegaran a la comprensión de el signi cado
del «amor entre hermanos», y, en sus Logias, mantendrán el amor intacto e indemne. La
Logias también sostendrán esta relación mutua, y como en la jurisdicción masónica, las
unidades nacionales con otras unidades, realizarán lo mismo. Los Grupos de Masones,
trabajando bajo el control de sus variadas «Obediencias» a través de todo el mundo, serán
uni cados en el mismo esquema, fusionados en la misma actitud básica, fundidos en una
unidad bajo la inspiración del mismo amor espiritual. Cuando este sea el caso (y no un
sueño vano) entonces la Ley del Amor comenzará a regir sobre la tierra. La demostración del
amor en acción que nos ha dado el Gran Constructor de Nazareth gobernará las actividades
de los constructores de la familia humana, de manera que juntos cooperen para construir el
Templo del Señor sobre la tierra. Hoy los prejuicios personales, nacionales y raciales, así
como los religiosos, destruyen mucha de la e cacia del trabajo realizado; la lucha por
procedimientos masónicos no esenciales daña penosamente las relaciones fraternales que
deberían existir entre los diferentes cuerpos masónicos. Esta situación sólo podrá ser
cambiada cuando los masones individuales, en sus variadas Logias, se coloquen bajo el
control de esta Ley y demuestren con su constante actitud que ellos realmente «aman a sus
hermanos». El amor no es cosa sentimental y tonta, es aquello que debe eliminar los odios de
clase, nacionales y sociales; aquello que terminará con las distinciones y divisiones externas
y que producirá la curación del temor; que hoy corroe la vida diaria. Es inofensividad,
silencio y comprensión. Elimina toda critica personal y el daño del hablar descuidado;
establecerá la cooperación basada sobre la con anza y objetivos mutuos. El amor está
hermosamente expresado para nosotros en las siguientes palabras de San Pablo:

«Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para
ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha. El amor es paciente, es bondadoso;
el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta
indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se
regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser. . . ». (1 Corintios 13: 3-8) Biblia de las
Américas

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Al considerar el efecto de la Ley del Ritmo, la palabra «Ley» es usada únicamente para
separar en nuestra mente esas in uencias mayores bajo las cuales todos los masones libres y
aceptados deben trabajar. Una ley, y esas in uencias dominantes que producen realizados
efectos son en último análisis, términos sinónimos. Es esta idea de correcta dominación lo que
buscamos llevar a vuestras mentes. La Ley del Amor, que es el efecto de la in uencia de la
actitud hermanada hacia el semejante, o el resultado de las relaciones fraternas sabiamente
mantenidas, debe ser la cualidad sobresaliente y signi cativa de todas la Logias Masónicas.

La Ley del Ritmo, que es la siguiente que consideramos, debe ser la in uencia penetrante en
todo el trabajo llevado a cabo por la Obra sobre el piso de su Templo. Debe ser el factor
motivador en la realización de todos los rituales. ¿Cuál es el propósito de un ritual y una
ceremonia? Seguramente no puede ser el constante y a menudo desempeño carente de
signi cado de antiguas ceremonias, y la pronunciación de antiguas fórmulas y palabras que
han sido utilizadas de generación en generación. En estos días, así llamados de comprensión
iluminada, esta repetición y dramática representación de viejos tiempos no podría satisfacer
(sólo por su interés) la atención de personas inteligentes.

Las implicaciones éticas de la enseñanza masónica no son, como lo puntualizamos antes, la


única contribución al pensamiento del mundo, sino que están aún más fuertemente
prescritas por todas las religiones del mundo y por la conciencia pública, desenvuelta
mediante la observancia de la ley. El sentido del drama, inherente en la mayoría de las
personas, podría encontrar un medio más adecuado a través del teatro.

El sentido del misterio y del secreto, que está tan fuertemente conectado con el trabajo
masónico, no es sin embargo, realmente adecuado para mantener la lealtad de las personas
que han pasa- do de la etapa de la adolescencia, particularmente porque en esta época no
existe real secreto y nada que no pueda ser fácilmente descubierto por cualquier persona
interesada. ¿Cuál es entonces la razón de que el trabajo masónico y sus rituales mantengan a
quienes participan en ellos, como lo hacen hoy, y que preservaron durante siglos su atractivo
poder? Es posible que las razones puedan ser encontradas en dos factores que son poco
advertidos, y ciertamente no abarcados o comprendidos por el masón corriente. Uno de
estos factores se basa en la posibilidad de que a través de estos antiguos rituales (aún en su
moderna forma judaica) estén preservando para la humanidad ciertas formas, ceremonias y
fuentes de poder que involucran dos cosas:

1. Una dramática representación de la historia espiritual interior, así de la humanidad


como un todo, como del individuo. Oculta en los rituales y en todo el simbolismo de
la Masonería se puede encontrar en la historia pasada de la humanidad la guía para
el futuro desenvolvimiento del individuo y de la raza.

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2. Una estructura o armazón, construidos de acuerdo al esquema indicado por la Logia
en lo Alto, que proveerá, a su debido tiempo y cuando suene la hora del futuro
despertar espiritual, ese cuerpo que pueda exteriorizar nuevamente los Misterios, y
permitir que la Logia en lo Alto se convierta en la Logia sobre la Tierra. El símbolo
puede ser, algún día, el reconocido cuerpo de la realidad.

Este factor subyacente o aspecto del trabajo masónico es percibido veladamente por la
fraternidad, particularmente el primer punto, el cual está siendo enfatizado
acrecentadamente. El segundo está siendo señalado por aquellos hermanos masones que —
viendo la verdad a través de un vidrio empañado, y conociendo el camino sólo en parte—
sin embargo confían en que rápidamente se aproxime el tiempo en que el trabajo masónico
otorgará al candidato, el poder de advertir, no solamente el signi cado simbólico de los
dramas presentados, sino también lo capacitarán para convertirse conscientemente en
participante de ese trabajo comprensivo que lo hará competente para llegar a ser un iniciado
de la Logia de lo Alto.

El segundo factor a que nos hemos referido es aún apenas percibido por los esoteristas más
avanzados de la fraternidad. Es la naturaleza creativa del trabajo masónico. Leemos:

«En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el
principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha
sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz
brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron. [. . . ] En el mundo estaba, y el
mundo fue hecho por medio de Él. . . ». (Juan, 1: 1-5, 10) Biblia de las Américas

Esta es una verdadera a rmación masónica. La Palabra como Vida y la Palabra como
Dadora de Luz, todos los masones siempre la han reconocido. Pero la Palabra como factor
creador todavía queda para ser comprendida. Dios es el Creador, y trabaja por medio de una
triplicidad de aspectos. Dios, el Creador, utiliza la energía del universo, que es enfocada a
través del septenario espiritual, Quien está «ante el Trono de Dios» y trae a la manifestación
todo lo que existe, bajo la guía de Dios el Hijo, que trabaja mediante la inspiración de Dios el
Espíritu Santo, manifestando el propósito de Dios Padre. Así, por medio de la Palabra,
fueron hechos los mundos. El hindú lo expresa de esta manera:

«Dios pensó. Dios visualizó. Dios habló. Los mundos vinieron al Ser».

Detras de la Constitución de una Logia se encuentra esta verdad básica, y el trabajo de la


misma, a través de sus rituales y ceremonias, intenta ser la escuela preparatoria para él
trabajo creador. Cada grado tiene su forma manifestada, de la cual la Palabra es la clave y
deberá ser la inspiración. Todos los rituales son el intento para expresar la Ley del Ritmo, y
producir ciertos efectos que pueden ser listados, breve e inadecuadamente, de la manera
siguiente:

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La Ley del Ritmo, tal como está expresada en un ritual.

1.- Permite a una Logia de Masones llegar a uni carse y así trabajar juntos en un cuerpo
coherente y funcionante.

2.- Entrena a los masones participantes en tal ritual, para trabajar, decir y pensar en la
misma cosa simultáneamente. De aquí la necesidad de que tanto los o ciales de la Logia
como los demás miembros tengan en claro una formulada uniformidad de pensamiento que
demostrará la unidad necesaria. De aquí la necesidad de comprender el signi cado y el
propósito de todo lo que se hace y dice sobre el piso del Templo, para que cada palabra, cada
acción, cada movimiento, y cada gurada presentación de la verdad (lo que es el ritual en sí
mismo) pueda tener detrás suyo, de manera subyacente, la atención concentrada y el poder
del pensamiento de los masones reunidos. Cuando esto pueda realizarse, y cuando sea
establecida la uni cada actitud mental, emergerá el aspecto creativo del trabajo masónico.
Este tipo de trabajo podría ser considerado como el aspecto meditativo del servicio del
masón. Es un realidad una meditación grupal, que conduce el trabajo grupal.

3.- Con ere al candidato a la iniciación, a través del pensamiento concentrado o


meditación de la Logia (cuando se trabaja con plena comprensión) esa energía espiritual y
esa iluminación que le permitirán —en realidad y de verdad— pasar de la obscuridad a la
luz, de lo irreal a lo real y de la muerte a la inmortalidad. La Masonería en su verdadero
sentido superior es un trabajo mágico. Esto es afortunadamente, aún muy poco advertido.
Una Logia, trabajando consciente e inteligentemente a través de sus o ciales y dignatarios,
pueden conferir al candidato (mediante la in uencia del amor y su pensamiento rítmico
unido) un estímulo e iluminación espiritual que le ayudarán a cursar el grado más
fácilmente, mostrarse competente y así unirse al rango de los iniciados.

4. Más adelante, cuando la naturaleza del ritmo que se establezca a través de los rituales
sea percibida, y los masones estén entrenados para trabajar en las líneas del pensamiento
unido, la acción, y los ideales y objetivos unidos, entonces una Logia trabajará como grupo
para la humanidad como un todo. Crearán un punto focal para la luz espiritual y se
organizarán en un cuerpo de custodios conscientes de los misterios, actuando como agencia
distribuidora para el conocimiento y para el poder activo despertador del espíritu inmortal.
La efectividad de esta trabajo posible será paralela a la creciente sensibilidad de la
impresión telepática. Esta sensibilidad es un hecho ya reconocido por la ciencia. Cuando sea
abarcado este aspecto del trabajo masónico, las actividades de una Logia, reunida para
trabajar, tendrán una verdadera y profunda signi cación espiritual. Los masones se
encontrarán para servir a la humanidad. Conscientemente cooperarán con la Logia en lo
Alto, ese CUERPO gobernante que busca impresionar a la humanidad con la verdad.
Actuarán como dedicados lentes a través de los cuales se pueda enfocar la luz en la
obscuridad.

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Servirán voluntariamente como distribuidores de conocimiento e información espiritual, y
los misterios no serán más, sólo simbólicos, sino que constituirán una forma de nida de
actividad, que se llevará adelante sobre la tierra.

Los rituales entonces, sirven a un propósito dual, son el factor uni cador para las
actividades y pensamientos de los ma- sones participantes en ellos. Fusionan la mente de
muchos en un propósito directo, orientado en una dirección particular para un n especí co.
Los rituales servirán también como el agente a través del cual la naturaleza interna del
candidato puede ser elevada y estimulada de tal manera que éste pueda cursar su grado,
obtener ese necesario impulso e ímpetu que lo conducirá a través de sus pruebas,
permitiéndole pasar de un punto a otro, de lugar a lugar y de pedestal a pedestal (todos
sinónimos de centros de poder) dentro del Templo de Luz en un de nido y ordenado
progreso.

Hay otras implicaciones y otros resultados que aparecerán a medida que logremos una
correcta comprensión de la Ley del Ritmo, pero los puntos que hemos tratado, indicarán
posibilidades y oportunidades para la investigación y el estudio. Detrás del trabajo mágico
de los rituales debe estar la in uencia del ritmo establecido; la ley que gobierna toda la
uniformidad en el trabajo, que diluye el desorden y produce la mayor e ciencia espiritual y
material. La materialización sobre la tierra de la visión mística (¿y no es ésta la visión de
todo verdadero masón?) debe ser producida por la sabia actuación de esta ley del ritmo y
del ritual. Es importante sin embargo, que recordemos que detrás de esta Ley del Ritmo, y
gobernando todos sus aspectos, debe también encontrarse la ley, la in uencia y el propósito
impelente del amor. La actividad rítmica basada en el amor; el trabajo creativo fundado
sobre el propósito amoroso; y el estímulo para que los hombres busquen «el lugar donde
habita la luz» y esa vida eterna que siempre se revela al verdadero buscador, porque tal es la
intención amorosa del Más Elevado; ese es el poder motivador del trabajo ritual masónico.
Este es el factor y las implicaciones que los masones deben enfrentar ahora, si el trabajo
masónico está llamado a perpetuarse ante las modernas di cultades y peligros.

La tercera ley, la Ley de Reconocimiento, concierne mucho mas al candidato que a la Logia de
masones. Es el nombre dado por los estudiantes esoteristas a esa in uencia o energía que —
emanando del candidato mismo— evoca, de la Logia reunida, ese reconocimiento que lo
aclama como iniciado. El hombre debe ser iniciado internamente antes de que pueda con
todo éxito tomar la iniciación en el verdadero sentido espiritual. Es interesante e instructivo
recordar, conectado con esto, que todas las religiones del mundo, tanto orientales como
occidentales, enseñan que el sendero del candidato a la iniciación de divide en tres partes,
que corresponden esotéricamente a los tres grados:

1. El Sendero de Probación, o de puri cación.


2. El Sendero del Discipulado.
3. El Sendero de Iniciación, o de Santidad e Iluminación.

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Los tres grados de la Logia Azul pone esto de mani esto. En cada caso, a medida que un
hombre se cuali ca para pasar, y demuestra las necesarias características, su logro interno es
reconocido por quienes están en un grado superior. Es el reconocimiento de que él ES un
iniciado, y por este motivo se le puede permitir participar en un misterio mayor. Un iniciado
ES, por lo tanto, no puede ser hecho. La ceremonia de iniciación es simplemente una forma de
reconocimiento, durante la cual el candidato evidencia en el plano físico aquello que ya ha
emprendido dentro suyo. Esta es la verdadera iniciación. Hoy nosotros representamos en la
forma esta posibilidad, mostrando así la necesidad del hombre. En el aspecto interno de la
vida, y a través de las edades, los hombres han pasado etapa tras etapa a la vida del espíritu,
siendo primero probacionistas o aprendices, luego discípulos o Compañeros y luego
Maestros que a su debido tiempo entrarán en la Logia en lo Alto.

Algún día, y tal vez el tiempo esté más cerca de lo que pensamos, estos aspectos del trabajo
masónico se fusionarán; lo exotérico y lo esotérico, lo externo y lo interno constituirán una
realidad viviente. El individuo, habiendo encontrado la luz dentro suyo, será saludado sobre
la tierra por sus hermanos que están «en la luz» y será admitido en sus actividades como
dador de luz. Habiendo hollado el sendero del discipulado y aprendido las ciencias del
espíritu, y así merecido su debido salario de «grano, vino, y aceite» será reconocido por sus
hermanos constructores para compartir sus labores. Habiendo entrado en la vida y probado
en sí mismo la realidad de la inmortalidad, la Logia de Masones que recibe los salarios del
Maestro lo admitirá en su rango y le permitirá unirse a su tarea de elevar a los hombres a la
vida eterna. Sin embargo esto se deberá especialmente a su propia auto iniciada actividad. El
reconocimiento que evoca la in uencia de su vida entre sus pares manifestará su bienvenida.

Las ceremonias de iniciación, en las cuales entonces él podrá tomar parte, le demostrarán
tres cosas:

1. Que los aprendices iniciados que están sobre el sendero de puri cación, los
compañeros de gremio en el sendero del discipulado, y sus hermanos Maestros sobre
el sendero de iniciación o santidad, lo reconocen a él como hermano.

2. Ellas le permitirán, en la conciencia de su cerebro «probarse a si mismo» y a los


demás, que él es lo que su propia lucha y convicción interna, ya le han demostrado.

3. También lo estimularán tanto en su aspiración y en el desarrollo de sus capacidades,


mediante la energía vertida en la Logia, que podrá «ver la verdad»; y unirse al rango
de aquellos que están dispuestos a cooperar, con plena conciencia y comprensión, en
los planes del Gran Arquitecto Del Universo.

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La cuarta ley, la Ley de los Constructores producirá esa energía que iniciará los métodos de
trabajo en la Nueva Era que se avecina. Es el tipo de trabajo del cual la Masonería siempre
ha dado testimonio. Es la técnica del trabajo grupal y el futuro método de servir a la
humanidad, a través de la actividad grupal. Gobierna el trabajo creativo de la Logia y es el
modo de actividad de quienes están animados por el amor fraterno, que están dispuestos a
trabajar por medio de los rituales rítmicos de la Logia y que han sido reconocidos por sus
hermanos como aptos y equipados. Cuando las tres leyes arriba mencionadas, sus
in uencias e impulsos controlen al individuo y a la Logia, entonces la Ley de los
Constructores, que es la ley de la in uencia unida de la Logia de Maestros Masones. puede
comenzar a hacer sentir su poder creativo sobre la tierra.

No es posible hacer otra cosa, que referirse a la futura potencia de este trabajo unido, porque
la tarea no puede ser llevada adelante con seguridad hasta que los masones se amen
mutuamente de verdad, y hasta que la naturaleza de la cooperación rítmica sea mejor
comprendida. Los masones tienen todavía mucho trabajo interior que realizar consigo
mismos. El tiempo para el verdadero reconocimiento masónico en gran escala está distante
todavía. La Masonería debe aún masónica y espiritualmente «probarse a sí misma». Cuando
esto tenga lugar y el propósito espiritual subyacente del trabajo masónico sea mejor
advertido, entonces la Ley de los Constructores podrá hacer sentir su in uencia, así, el
trabajo grupal para la raza podrá llevarse a cabo, y la consciente cooperación de la tarea de
la Logia, con aquella de la Logia en lo Alto, podrá visualizarse. Entonces, la Masonería será
restablecida como el custodio de los Misterios de la vida espiritual sobre la tierra, y se
probará a sí misma, ser la fuerza de la vida que existe en el corazón de toda verdadera
religión.

De esta manera tendremos demostrada la verdadera constitución de la Masonería. Esta


mostrará que posee realmente y en verdad, un título o dispensación de la Logia Celestial,
que le otorga poder para trabajar y podrá demostrar que está establecida en la tierra correcta
y apropiadamente «para la gloria de Dios» y será un centro focal de luz. Probará que esta
realmente «dedicada a la memoria de los Santos Juanes», por cuya razón estará conectada
con aquello que está escrito arriba. Uno de estos Santos Juanes precedió, o fue el antecesor
del Hijo de Dios; encarnaba en sí mismo el tercer aspecto de la Divinidad, el que concierne al
exterior o forma material; el bautizaba con agua, el símbolo de la puri cación, y «reconoció»
debidamente al UNO Quien debía llegar a señalar el camino. El Verbo se hizo carne.

El otro Juan, que vino después de Cristo, encarnó en sí mismo el mensaje de amor que había
recibido de ese gran Maestro Constructor. Enseñó la ley del amor a la primera Iglesia
Cristiana. En estos dos santos esta retratado el pasado y el futuro, y de aquí la dedicación a
ellos de todas las Logias. La Ley de Reconocimiento y la ley del Amor fueron anunciadas por
Ellos, y en nuestra respuesta a su mensaje unido se halla la esperanza de la Masonería.

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Al candidato a los Misterios, Juan el Bautista le señala el camino a Cristo como el gran
Ejemplo y le indica esa puri cación y trabajo interno que evocará la respuesta del alma y el
reconocimiento del Iniciador Uno, el Cristo. El bien amado apóstol predica al candidato la
ley del amor y le dice, como a todos los masones pequeños «Hijos, ámense los unos a los
otros».

En amor, a través del ritmo del ritual y por medio del reconocimiento espiritual, se establece
una Logia, debidamente constituida, dedicada a Dios y a los Santos Juanes. Cuando la Ley
de los Constructores, pueda a rmarse y gobernar toda actividad de la Logia, y sólo
entonces, poseeremos en verdad un título o dispensación de la Logia en lo Alto para trabajar.

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