Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                
0% encontró este documento útil (0 votos)
61 vistas20 páginas

Derechos Humanos y Su Origen

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 20

Universidad Católica de Santiago de Guayaquil

Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales Políticas

CARRERA DE DERECHO

DERECHOS HUMANOS Y EL BUEN VIVIR

DOCENTE: DRA. ALEXANDRA RUANO SANCHEZ

TEMA: LOS DERECHOS HUMANOS Y SU ORIGEN

DERECHOS CIVILES Y POLITICOS, DERECHOS DE LOS


PUEBLOS, GENERACION BASICA DE LOS DERECHOS
HUMANOS

INTEGRANTES:

CARINA CARMEN CHIMBORAZO ASANZA

Santo Domingo, 10 de jul. de 22


LOS DERECHOS HUMANOS Y SU ORIGEN

RESUMEN:

Los derechos humanos son “el reconocimiento de la dignidad inalienable de los


seres humanos”. Libre de discriminación, desigualdad o distinciones de cualquier
índole, la dignidad humana es universal, igual e inalienable.

Más allá del concepto mismo, los derechos humanos son expresados y definidos en
textos legales, lo cuales buscan garantizar la dignidad de los seres humanos y
hacerla realidad.

INTRODUCCION:

Desde la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en


1948, no han cesado los debates y desarrollos sobre la naturaleza de estos
derechos y los medios para favorecer sociedades más justas, donde puedan
comenzar a ser una realidad para todas las personas, colectivos y pueblos. Este
debate enfrenta distintos paradigmas. La doctrina hegemónica liberal de derechos
humanos, la más difundida y consolidada, parte de una visión estática y legalista de
los derechos. No obstante, las luchas de poder que se expresan en derechos
humanos implican procesos bastante más complejos que la mera acumulación de
conquistas jurídicas. Esta doctrina se pretende además imponer como verdad
universal aplicable a todos los pueblos, a pesar de que se legitima a partir de un
relato eurocentrista de la historia que excluye las visiones y realidades de los
pueblos del Sur. Las realidades que enfrentan las mayorías empobrecidas del
mundo y los abusos de poder que cruzan la historia de los pueblos, evidencian la
insuficiencia de un discurso de derechos humanos que no parta de un análisis de
las relaciones de poder. Por ello, asumir el potencial de liberación presente en el
discurso de derechos humanos requiere optar por una perspectiva crítica, de
manera tal que podamos trascender el significado de su consagración formal y las
limitaciones de una visión unidimensional de la historia de los pueblos de la
humanidad. Sólo así es posible enfrentar y superar la instrumentación de los
derechos humanos como herramientas para mantener las inequidades e injusticias
existentes. Todavía estamos lejos de la construcción de una cultura crítica de
derechos humanos que favorezca su apropiación popular.

Las visiones hegemónicas todavía subyacen en el imaginario de 14 Derechos


humanos buena parte de la población que participa en la búsqueda de nuevas
formas de organización social, política y económica en diversos países. La
Fundación Juan Vives Suría de la Defensoría del Pueblo busca contribuir a ese
desafío con herramientas de formación y debate a partir de las realidades de los
pueblos de América Latina y del Sur, así como de las mayorías empobrecidas del
planeta – sujetos prioritarios de toda lucha a favor de los derechos humanos. Con
ese fin, surge esta nueva serie de folletos divulgativos, cuya primera entrega
presenta una revisión crítica de la historia de los derechos humanos más
frecuentemente citada; así como una aproximación a una visión crítica de los
mismos para promover un diálogo creativo y participativo.

CUERPO

El derecho internacional de los derechos humanos se inauguró con la Declaración


Universal de Derechos Humanos, proclamada en 1948 por la Asamblea General de
la Organización de las Naciones Unidas (ONU), tres años después de concluida la
barbarie de la Segunda Guerra Mundial. Ese histórico documento, inspirado en las
declaraciones de derechos del siglo XVIII, reconoce que todos los seres humanos
somos iguales en derechos, que los derechos son inherentes a nuestra condición
humana y que nos pertenecen a todos y todas, sin limitaciones de fronteras

La Declaración recoge un amplio catálogo de derechos civiles (derechos a la vida,


a la libertad, a la integridad de la persona, a un juicio justo, entre otros) y políticos
(derecho a participar en los asuntos públicos y a elegir a representantes en el
gobierno), y algunos derechos sociales, como el derecho a la educación, a la salud
y a la seguridad social. Este documento no conlleva obligaciones jurídicas, pero se
le atribuye fuerza moral para guiar la acción de los Estados. Representa, de igual
forma, la base del derecho internacional de los derechos humanos, orien tado a
promover compromisos estatales en relación con las personas bajo su jurisdicción.
Desde su proclamación, se han acordado en la ONU numerosos pactos y tratados
que reconocen y amplían los derechos de la declaración y establecen obligaciones
estatales, así como mecanismos orientados a supervisar su cumplimiento. La visión
liberal de los derechos humanos El concepto liberal de los derechos humanos, que
prevalece con distintos matices en la mayoría de países occidentales y en gran
medida en el desarrollo e interpretación del derecho internacional, puede
sintetizarse en algunos aspectos centrales:

Derechos naturales e inmanentes: los derechos humanos se desprenden de la


esencia del ser humano en cuanto tal, y no dependen de las condiciones en que
pueden ejercerse en la realidad.

• Libertad individual: la perspectiva liberal otorga primacía a la libertad y autonomía


individuales por encima de los valores de igualdad social y de convivencia colectiva.
• El contrato social: la organización de la sociedad por acuerdo de sus miembros
da lugar al Estado, en el cual delegan el desarrollo y aplicación de las leyes.
Derechos humanos. Historia y conceptos básicos

• Estado de Derecho: el orden jurídico político para la vigencia de los derechos


humanos se corresponde con el Estado de Derecho, como conjunto de normas e
instituciones que regulan y limitan la acción de los poderes públicos.

• Derechos positivos: una de las funciones primordiales del Estado es acordar los
derechos naturales mediante leyes que se convierten en contratos vinculantes para
los poderes públicos.

• El imperio de la ley: mientras la autoridad cumpla con las leyes establecidas en el


marco del Estado de Derecho, no debe haber otras vías para la demanda de
derechos humanos que las legales.

• Responsabilidad pública: los responsables de reconocer, respetar y garantizar los


derechos humanos son los poderes públicos. Las personas deben contar con plena
libertad de actuación, con el único límite de respetar el marco legal convenido.

• Progreso humano: la codificación jurídica de los derechos humanos responde a


un proceso histórico en la conquista de mejores condiciones para el ejercicio de la
libertad y la dignidad en asociación con los adelantos tecnológicos y científicos.

• Universalidad: la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) recoge


aspiraciones comunes de dignidad de todos los pueblos y colectivos del mundo, a
partir de la supuesta existencia de un sustrato común a todas las culturas que ese
documento sintetiza.

La filosofía de los derechos humanos comenzó con la Ilustración. En El Contrato


Social (I,4), Rousseau buscaba “una forma de asociación … en la cual cada uno,
uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como
antes”.
El texto de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 está inspirado
en el texto de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Luego de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad intern acional

decidió bosquejar una carta de derechos que afirmara los valores defendidos en la
lucha contra el fascismo y el nazismo.

El armado de dicha carta fue confiado a un comité presidido por Eleanor Roosvelt y
compuesto por miembros de 18 países. La Carta fue redactada por el canadiense
John Peters Humphrey y revisada luego por el francés René Cassin.
El texto final es pragmático, resultado de numerosos consensos políticos, de
manera tal que pudiera ganar una amplia aprobación.

La Declaración Universal de Derechos Humanos es el “estándar común a ser


alcanzado por todos los pueblos y naciones”.
La Declaración Universal de Derechos Humanos establece que “la maternidad y la
infancia tienen derechos a cuidados especiales y asistencia” y describe la familia
como “la unidad grupal natural y fundamental de la sociedad”.

Aunque los niños son rara vez mencionados en este texto, es de todas maneras un
documento significativo y su impacto en todos los seres humanos, incluyendo los
niños, es lo que hace a esta Declaración tan importante. De hecho, los derechos del
niño se basan en los derechos humanos.

La Declaración de los Derechos del Niño de 1959 remarcó esta naturaleza única de
la infancia y, por lo tanto, de la aplicación de los derechos concernientes
específicamente a la infancia.

Pertenecen a la denominada primera generación de derechos humanos, formulados


tras la Revolución Francesa, con vocación de salvaguardar la Liberad de las
personas. Están plasmados desde 1966 en el Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos (PIDCP).

Este bloque de derechos incluye el derecho a la vida; a no ser sometido o sometida


a torturas, ni a penas o tratos inhumanos o degradantes, a esclavitud o
servidumbre, ni a trabajo forzoso; el derecho a la libertad y seguridad personal; el
derecho de las personas a circular libremente por su país y a salir de cualquier país
incluso el propio; el derecho a la no discriminación e igual protección ante la ley, a
la igualdad ante los tribunales y las cortes judiciales, al recon ocimiento de la
personalidad jurídica, a la presunción de inocencia, a un recurso judicial y a no sufrir
injerencias en su vida privada; el derecho a la libertad de pensamiento, de
conciencia y religión, a la libertad de expresión y de reunión, y el derecho al
matrimonio consentido.

También incluye el derecho de las personas privadas de libertad a recibir un trato


humano y digno; el de las personas extranjeras a no sufrir expulsion es sin una
decisión conforme a la ley, el de la familia a la protección social y del Estado, y el
derecho del menor a la protección y a la nacionalidad.

Establecen también el derecho de los ciudadanos y ciudadanas al sufragio


universal, y el derecho de las minorías étnicas, religiosas o lingüísticas a su propia
vida cultural, a profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma.

A lo largo del siglo XIX se consolidó en todo el hemisferio occidental el Estado de


derecho liberal. La exclusión de sectores mayoritarios de los espacios de toma de
decisiones garantizó que los nuevos Estados orientaran su acción a la defensa de
las nuevas relaciones de poder y según los intereses del sistema económico
capitalista en expansión. • El concepto de “interés general” de la sociedad, como
principio guía de la acción pública, se identificó con los

intereses del poder económico y la estabilidad del sistema político qu e los


garantizaba. • El Estado de derecho se convirtió en un mecanismo para la defensa
de la propiedad y la libre competencia en la sociedad, y para el control de las
demandas de los sectores sociales en lucha por sus derechos y por la
transformación de los desequilibrios de poder. • Hasta entrado el siglo XX, las
“democracias representativas” utilizaron leyes y censos económicos para limitar
formalmente el voto y el derecho a participar en los asuntos públicos de los sectores
que no tenían títulos de propiedad y que dependían del trabajo por cuenta ajena. •
Leyes acordadas bajo el Estado de derecho, y en muchos casos constituciones,
establecían restricciones explícitas de los derechos reconocidos para trabajadores
y sirvientes. • Las potencias coloniales eu ropeas consolidaron un proceso de
expansión colonial caracterizado por el atropello a pueblos y naciones de todo el
planeta, sistemáticamente validado bajo las leyes del “Estado de derecho” y los
pactos internacionales entre las potencias.

Las luchas obreras La Revolución Industrial y el desarrollo vertiginoso del


capitalismo en Europa y en EEUU dieron lugar a la expansión de sociedades
urbanas e industriales, creando nuevas dinámicas de concentración de poder y el
agravamiento de condiciones de vida y empleo de la clase trabajadora. En ese
contexto, se desarrollaron ideologías sociales basadas en la emancipación de las
grandes mayorías frente a la explotación laboral, económica y política de los
sectores burgueses. • Las luchas obreras y campesinas se orientaron a desafiar
unas relaciones laborales caracterizadas por el abuso de poder de patronos y
dueños de empresa, y su permanente asociación de intereses con gobiernos y
fuerzas policiales y militares. • El Estado de Derecho y sus instituciones –incluidas
las leyes de derechos– fueron utilizados para combatir las luchas y demandas por
la justicia social de las mayorías.
• La organización en sindicatos y las huelgas fueron perseguidas implacablemente
por sus intenciones “subversivas”, tanto por el Estado como por organizaciones
paramilitares privadas al servicio de las empresas y corporaciones. • Las
movilizaciones obreras derivaron en múltiples ensayos revolucionarios que fueron
aplacados por el Estado y por alianzas internacionales entre gobierno y sectores
capitalistas. A pesar de la oposición de sectores de poder, estas luchas acumularon

conquistas en las condiciones acordadas de empleo y seguridad laboral, incluyendo


la limitación de la jornada laboral, el reconocimiento legal de la libertad sindical y el
derecho de huelga. Asimismo, permitieron la conquista del sufragio universal, al
cuestionar las limitaciones legales al derecho al voto y la participación política en
base al censo económico. No obstante, estos logros, adquiridos mediante grandes
sacrificios, se han visto permanentemente amenazados, limitados e incluso
eliminados por nuevos pactos de poder –a pesar de su reconocimiento formal bajo
los Estados de Derecho.

Un nuevo paradigma de derechos Las ideologías socialistas se centran en la


preeminencia de los derechos sociales y en la apuesta por una organización de la
sociedad y del Estado orientada a transformar las estructuras de poder. Propuestas
y métodos que van desde la social democracia hasta el comunismo revolucionario
llaman a la toma del gobierno –en unos casos por medio de la insurrección armada
y en otros por la vía parlamentaria– con el fin de favorecer las transformaciones
sociales necesarias para garantizar relaciones de poder más equilibradas y como
requisito para construir sociedades efectivamente democráticas. • La Constitución
mexicana de 1917, derivada de la revolución campesina, estableció los derechos al
trabajo y a la tierra

como la base de la nueva sociedad, y consagró los derechos a la salud y a la


educación como derechos fundamentales. • La Constitución alemana de 1919,
acordada luego de la derrota de la revolución socialista “espartaquista”, incluyó los
derechos a la salud, al trabajo y a la seguridad social, entre otros. • La Constitución
española de 1931, acordada tras el fin de la monarquía y la instauración de la
república, reconocía derechos sociales extensivos, incluido el derecho a la tierra y
la reforma agraria, y establecía la igualdad plena de la mujer. • Tras la revolución
de 1917, la URSS se constituyó en repú blica socialista, rompiendo con el paradigma
liberal del Estado de derecho. La Declaración de Derechos del Pueblo Trabajador y
Explotado (Rusia, 1919) consagró los derechos sociales desde una orientación
marxista.

Desde entonces, en todas las regiones del planeta se han producido ensayos de
poner en práctica doctrinas socialistas bajo distintos modelos y circunstancias. En
muchos casos, el fracaso del ensayo derivó en el establecimiento de regímenes que
no produjeron la transformación democrática propugnada, generando en diversos
escenarios la conculcación masiva de derechos humanos. No obstante, estos
avances consolidaron en el derecho positivo las doctrinas de derechos como
garantía de condiciones de vida y de desarrollo, así como de acceso a bienes
materiales y culturales en términos acordes con las necesidades y la dignidad
humana de las mayorías empobrecidas.

La doctrina hegemónica liberal propugna que el Estado, al ser garante de la libertad,


no puede intervenir en las relaciones entre actores privados y defiende la igualdad
de derechos en la ley como máxima aspiración legítima de demanda de igualdad.

Ambos factores la convierten en una herramienta para la defensa de la estructura


de poder existente, al cuestionar la intervención estatal en la realización de
derechos sociales de las mayorías empobrecidas, como prerrequisito para
transformar las relaciones de poder y garantizar así un ejercicio más equilibrado de
la democracia. Los principios liberales de defensa de la propiedad privada y la
doctrina de no intervención de los poderes públicos han significado en la práctica la
permanente instrumentación del Estado para la defensa de los intereses de poder.
Asimismo, la identificación de los derechos humanos con los sistemas políticos y
económicos derivados de las revoluciones liberales –el Estado de derecho liberal,
por un lado, y el capitalismo de mercado, por el otro– ha fundamentado el rechazo
a las propuestas de transformación de las estructuras de poder que niegan
derechos. Todos los ensayos de desafiar las convenciones del Estado liberal de
derecho sin contenido social han enfrentado la oposición del aparato estatal y de
sectores de poder nacional y transnacional, dando lugar a la legitimación liberal de
las dictaduras y a la guerra abierta o encubierta contra los liderazgos que
promovieron transformaciones radicales basadas en el combate a la inequidad.

INICIATIVAS Y PROCESOS DE ORGANIZACIÓN Y RESISTENCIA DE LOS


PUEBLOS

Aunque en las historias oficiales suelen ser minimizados, adversados,


criminalizados o convertidos en folclore, los procesos de rebeldía y resistencia
cultural de los pueblos latinoamericanos cruzan toda la historia del continente, hasta
el día de hoy. Sus protagonistas y sus rasgos principales forman parte sustancial de
la identidad popular latinoamericana. La resistencia indígena • Los pueblos
originarios resistieron la dominación extranjera en sus territorios desde el momento
que los invasores europeos llegaron a las tierras de Abya-yala (como llamaban los
indígenas kuna de Panamá al continente americano) o Tawantisuyu (como se
denominaba la vasta extensión de la civilización quechua en Sudamérica).

• Además de protagonizar gestas históricas en casi todos los territorios, la mayoría


de pueblos que sobrevivieron al exterminio o la desaparición como entidades
diferenciadas han mantenido al día de hoy su cohesión cultural, gracias a formas de
resistencia y adaptación que hicieron perdurar sus creencias y organización bajo el
modelo impuesto por la evangelización cristiana y la supremacía
de los valores europeos.

• En la era contemporánea, los pueblos indígenas han protagonizado varias de las


rebeliones más significativas contra el orden neoliberal formalmente democrático –
el alzamiento zapatista de 1994 y las luchas de las mayorías indígenas bolivianas y
los pueblos indígenas ecuatorianos–, que dan lugar a los respectivos procesos
constituyentes actuales. • Los pueblos y naciones indígenas de todo el continente
han venido protagonizando un proceso de

articulación de movimientos y organizaciones que trascienden las fronteras de las


repúblicas, lo que permite elevar con fuerza creciente sus demandas de derechos y
autonomía como pueblos, de unidad indígena identitataria y de cambio del modelo
de desarrollo. La resistencia afroamericana

• Los afroamericanos traficados al continente como esclavos enfrentaron la


erradicación de sus tierras por parte de castas africanas y comerciantes europeos,
viéndose sometidos por varios siglos a una dinámica brutal de explotación y
privación absoluta de libertad.

• Desarrollaron múltiples formas de resistencia, comúnmente denominadas como


“cimarronaje” –que incluyeron el esta- blecimiento de cumbes, palenques o
quilombos, donde los esclavos liberados vivían en comunidades libres, en muchos
casos bajo relaciones de ayuda mutua y cooperación al mar- gen de la sociedad
esclavista.

• El quilombo Dos Palmares, en el nordeste de Brasil, se mantuvo en rebeldía


durante casi cien años, y llegó a contar con escuelas, sistemas de defensa y de
producción agrícola y pecuaria. En Venezuela, destacan el cumbe liderado por el
negro Andresote en Yaracuy; el Ocoyta, en Barlovento, liderado por el negro Miguel;
y el de Cata, en la costa de Aragua.
• A comienzos del siglo XIX y tras más de una década de luchas,
Haití proclama la independencia.

los propios esclavos protagonizan el fin de la esclavitud y proclaman una república


de ciudadanos libres. Veinte años después, Francia reconocerá su independencia,
luego de haber impuesto una indemnización millonaria por sus “propiedades”.

• A pesar de que en muchos casos presentan graves índices de exclusión y pobreza,


la resistencia de los afroamericanos a lo largo de los siglos ha derivado en una
impronta y un protagonismo decisivos en la realidad social, cultural y política de la
mayoría de países americanos. Los movimientos sociales

• Desde el siglo XIX los pueblos latinoamericanos se han organizado bajo múltiples
fórmulas y en distinta medida e intensidad para la defensa de sus intereses, frente
a regímenes republicanos represivos y a factores de poder asociados para la
defensa de privilegios.

• Sindicatos, movimientos obreros, campesinos, mineros, estu - diantes y


trabajadores informales, entre otros, así como pue- blos indígenas organizados, han

jugado un papel relevante en la construcción de agendas de lucha y resistencia


frente a las dictaduras y las políticas de exclusión social y política de regímenes
formalmente democráticos –convirtiéndose en actores fundamentales de cambio y
de protesta.

• Otros sectores como trabajadores de la prensa, intelectuales y madres de víctimas


de la represión han activado organizaciones y frentes de defensa de demandas
sectoriales, sociales, políticas y de otra índole ante los poderes establecidos y los
poderes privados. Esta dinámica múltiple de participación da lugar a la historia de
movimientos sociales de mayor intensidad y dinamismo que ha dado la era
contemporánea.

Los movimientos por los derechos humanos

• Durante las décadas de 1970 y 1980 se generalizaron en América Latina los


regímenes dictatoriales que suspendieron las garantías de los derechos humanos y
llevaron a cabo operaciones masivas de persecución y represión
de protestas y movimientos populares.

• La gravedad y sistematicidad de los abusos llevó a la apa- rición de numerosas


organizaciones en todo el continen- te, asumiendo la defensa de los derechos
humanos como bandera, apelando a los compromisos internacionales de los
Estados para denunciar los atropellos, asesinatos y desapariciones y exigir justicia.

• Este movimiento generó una legitimación de los derechos humanos como


herramientas para luchar contra los abusos de poder público y privado. Las Madres
de Plaza de Mayo en Argentina y la Federación de Familiares de Desaparecidos
(Fedefam) a escala continental son dos de los más conocidos.

• Tras la instauración de regímenes democráticos, muchos movimientos y


organizaciones de derechos humanos han mantenido la vigencia de su trabajo,
luchando por el derecho a la verdad y contra la impunidad, denunciando las agendas
represivas de autoridades democráticas y fortaleciendo las plataformas de denuncia
de las desigualdades y de defensa y promoción de los derechos sociales y por la
construcción de sociedades verdaderamente democráticas.

LOS DERECHOS HUMANOS SON PRODUCTOS SOCIOHISTÓRICOS

Los derechos humanos son productos sociohistóricos fraguados a partir de las


distintas luchas populares emprendidas a favor de condiciones de vida digna. Su
formación surge de la toma de conciencia en cada momento histórico de los valores
sociales fundamentales y de las condiciones que los niegan, además de la
necesidad de organizarse para luchar por su concreción en la realidad. Se
corresponden, por tanto, con la búsqueda de cada pueblo para conquistar un orden
social libre de las fuentes de opresión, orientado a lograr la satisfacción de sus
necesidades principales como grupo humano. De ahí que no se pueden afirmar
como naturales, ni eternos, ni absolutos, ni derivados de ciertas realidades
metafísicas o separados de los vaivenes de la historia, sino que son la esencia de
los procesos sociales que expresan e intentan concretar lo que la conciencia ética
de los pueblos reconoce como necesario para vivir con dignidad. Una visión de los
derechos humanos como proyecto a ser con - cretado en la práctica política y cultural
de los pueblos, reivindi- ca el carácter fundamental que las luchas sociales tienen
en su construcción, así como destaca la influencia de las condiciones históricas en
que surgen y se desarrollan. Reconocer el carácter utópico de los derechos
humanos previene de las falsas seguri- dades derivadas de las concepciones que
los asumen como algo dado, al margen de la realidad cotidiana de la gente.

Los derechos humanos son una construcción cultural Aunque no se expresen en


derechos, distintas culturas y grupos humanos han desarrollado fórmulas propias
de valores y de organización social orientadas a asegurar el respeto y resguardo
por la persona humana y por la autodeterminación

colectiva e individual. Por ello, al igual que el resto de producciones culturales con
capacidad de transformar las realidades sociales, políticas y jurídicas, los derechos
humanos son recreaciones de la experiencia de grupos sociales y pueblos en
función de un ideal de convivencia orientado al proceso de organización de la
sociedad. • Diversas culturas se centran en valores de naturaleza
predominantemente colectiva, luego sus formas de concebir la dignidad difieren de
los valores de derechos asociados al individuo.

• Las diferencias sociales y culturales a lo interno de las sociedades impactan sobre


el universo de valores, como lo evidencia la existencia de paradigmas liberales y
socialistas antagónicos. En consecuencia, no existe una única concepción de los
derechos humanos, porque no existe una única concepción de la dignidad humana.
Esta diversidad de visiones ofrece contrastes dramáticos desde las relaciones de
poder que enfrentan distintos colectivos humanos:
• Un pueblo indígena y una comunidad política que coloniza su
territorio con fines de desarrollo, amenazando la integridad de los
primeros.

• Una familia trabajadora en pobreza extrema, y una familia millonaria cuyas


relaciones formen parte del entramado que impide a los sectores en pobreza
mejorar su economía.

• Una mujer víctima de la violencia, y el entorno cultural y social que violenta su


dignidad e integridad física.

DESCOLONIZAR LOS DERECHOS HUMANOS

Para enfrentar la instrumentación de los derechos humanos y asegurar su


efectividad política y cultural en los procesos sociales protagonizados por los
pueblos del Sur, se requiere apostar por la descolonización de los conceptos de las
visiones hegemónicas eurocentristas. Esto requiere su reformulación filosófica y
política participativa –una dinámica en la que participan activa y crecientemente los
pueblos del Sur, con sus luchas y demandas y su participación en los procesos de
construcción de nuevos modelos de organización social. La reestructuración
orgánica y cultural de las instituciones públicas, en marcha en diversos países del
continente, busca entre otros fines representar la diversidad popular y cultural que
caracteriza a cada pueblo, y la complementación intercultural para articular
respuestas a las necesidades de desarrollo de los pueblos desde el respeto a la
diversidad.

Un ejemplo: el concepto indígena del buen vivir Uno de los medios para enfrentar
con éxito el desafío de apropiación cultural de los derechos humanos es la reflexión
en torno a conceptos propios de las herencias culturales de los pueblos del Sur. Un
ejemplo de gran significado para los pueblos latinoamericanos es el concepto de los
pueblos indígenas andinos del Sumak Qamaña o “Buen Vivir”, el cual se ha
incorporado a las Constituciones boliviana y ecuatoriana como nuevo principio de
derecho constitucional latinoamericano. Este concepto ancestral desafía los valores
que conforman las doctrinas liberales y los modelos de desarrollo que han
legitimado las relaciones de explotación de unas personas sobre otras y la
sobreexplotación de los recursos naturales.

De parte de la premisa de que no hay plenitud del individuo, si no hay buen vivir
para el resto de miembros de la comunidad.

• Por ello, no se enuncia de manera prioritaria desde las libertades de la persona,


como sucede con los derechos humanos considerados desde la tradición liberal,
sino desde sus deberes en sociedad.

Así, abarca la felicidad y dignidad de la persona concebidas desde lo colectivo y


desde las condiciones materiales que posibilitan la vida en armonía. • Abarca el
territorio y la naturaleza, a los que se debe respetar y cuidar, como espacios donde
también tiene lugar la vida. • Cuestiona al ser humano como centro de todo, eje
central de la concepción de derechos humanos y de desarrollo de occidente, que
ha precipitado las crisis ambientales que amenazan la supervivencia humana. Si la
naturaleza es dañada, si es considerada como un mero recipiente de recursos
ilimitados para la satisfacción insaciable e inmediata del ser humano, entonces el
buen vivir se ve comprometido –para el presente, y para las generaciones futuras.
La centralidad del concepto del buen vivir para los pueblos indígenas andinos ayuda
a entender su rechazo a la visión etnocentrista que proponen las doctrinas
hegemónicas de los derechos humanos. Su valor para repensar los derechos
humanos evidencia que la descolonización política, económica y social en la que
están embarcados los pueblos de América Latina debe ser también cultural.

Los derechos humanos son exigencias de poder La mayoría de sociedades


humanas están caracterizadas por flagrantes desigualdades y asimetrías de poder:
mientras unos sectores no pueden hacer valer sus demandas sin una acción de
lucha y resistencia, otros sectores han tenido históricamente la capacidad para
asegurar la defensa de sus intereses de grupo, y para organizar la sociedad con
esos fines, incluyendo las dinámicas de expansión colonial y
agresión a costa de la dignidad de otros pueblos.

• Las luchas y conflictos por los derechos humanos significan una demanda para la
transformación de esas relaciones de poder en un determinado escenario y contexto
histórico.

• Estas luchas representan el medio necesario para hacer realidad los valores de
vida digna y de justicia que se encuentran en el origen de los derechos humanos.

• Estos derechos representan entonces exigencias para la transformación de las


relaciones de poder y la acumulación de poder social, que se posibilitan por medio
de la organización de la fuerza de cohesión en torno a demandas comunes de
dignidad. Por ello, toda propuesta que defienda una sociedad y unas relaciones
internacionales centradas en el logro progresivo de los derechos humanos tiene que
partir del reconocimiento de la necesidad de transformar los desequilibrios en las
relaciones de poder y las realidades que los niegan.

LOS DERECHOS HUMANOS NO SE ORIGINAN EN LAS LEYES

Las revoluciones liberales dieron lugar al Estado de Derecho y al reconocimiento de


los derechos humanos legales, que son consecuencia del recon ocimiento jurídico
por un determinado sistema político de las demandas impulsadas por los procesos
sociales. No obstante, los derechos humanos no son concesiones de la sociedad ni
prebendas del Estado, ni dependen de su reconocimiento

estatal ni en el derecho positivo (las leyes) para poder afirmarlos. Defender esa
visión formal significaría otorgar legitimidad desde los propios derechos humanos a
sistemas de segregación que han negado legalmente derechos de sectores enteros
de población. Otra cuestión es el hecho de que haya derechos que para poder
ejercerlos, deban estar reconocidos por la institucionalidad vigente: una población
segregada no podrá ejercer el derecho al voto, mientras no lo reconozcan las
instituciones que lo administran. No obstante, son precisamente
sus resistencias y luchas las que permitirán doblegar los
regímenes que niegan derechos.

El derecho originario a la rebelión Entendidos los derechos humanos como luchas


contra el abuso y la dominación de unos sectores por otros, aparecen
originariamente, el derecho a la resistencia, a la opresión y el derecho a la rebelión
contra todo poder tiránico y opresor. Las propias declaraciones de derechos de la
Revolución francesa y de la Independencia de EEUU se fundamentan en el derecho
a la rebelión contra un orden tiránico; mientras que las doctrinas socialistas
revolucionarias propugnan la rebelión ante órdenes caracterizados por la opresión
de los sectores poderosos. Desde tiempos inmemoriales se han producido
rebeliones, la mayoría de las cuales no son recogidas por las historias oficiales de
derechos humanos. Algunos ejemplos son:

• Milenio y medio antes del comienzo de la era actual, el anti- guo imperio de China
se vio sacudido por una sucesión de rebeliones campesinas que acabaron con el
orden imperial.

• En occidente, la rebelión más famosa de la antigüedad, es la protagonizada por el


esclavo rebelde Espartaco, quien lideró un movimiento que estuvo a punto de
derrocar al Imperio romano.

• Jesucristo se rebela contra el rígido orden de la sociedad en la que vivía, y las


consecuencias de la ocupación por parte del Imperio romano.

• Aunque a menudo son silenciadas por la historia oficial, durante los siglos XV y
XVI, Europa central se vio sacudida por levantamientos campesinos de grandes
proporciones.

• La revolución por la independencia de América Latina es uno de los procesos de


rebelión contra la autoridad constituida más sistemáticos y significativos de la
historia.
• El conjunto de revueltas populares que han producido la
convulsión de la democracia neoliberal en el continente, 80
Derechos humanos favorecen la acumulación de fuerzas y el convencimiento
necesario para dar pie a la refundación democrática y constitucional de nuestras
naciones.

CONCLUISONES

Los Derechos humanos son fundamentales para la vida pues estos te garantizan
que tu dignidad como persona sea respetada, poder vivir de manera correcta y como
todos los seres humanos se lo merecen, pero para que se cumplan
nuestros derechos es necesario conocerlos y ante una injusticia pedir ayuda para
haceros valer derechos.

Los Derechos son ideales para poder vivir como seres humanos de plena libertad.
Todos los seres humanos merecen la oportunidad de lograr el crecimiento y
desarrollo de sus capacidades ,más allá de sus necesidades básicas y de su
supervivencia..

FUENTES

http://biblioteca.clacso.edu.ar/Venezuela/fundavives/20170102055815/pdf_132.pdf

https://www.un.org/es/about-us/universal-declaration-of-human-rights

https://www.un.org/es/about-us/udhr/history-of-the-
declaration#:~:text=La%20Declaraci%C3%B3n%20Universal%20de%20los,de%2
0la%20Segunda%20Guerra%20Mundial.

También podría gustarte