Medgriega t1-t2-t3 U3
Medgriega t1-t2-t3 U3
Medgriega t1-t2-t3 U3
Pedro Laín Entralgo (1972) expresó que la génesis de la medicina racional en Grecia
existió porque los griegos cumplieron “cuatro requisitos básicos: curiosidad y
agudeza visual ante el espectáculo del mundo. Gusto por la expresión verbal de lo
observado. Concepción naturalista de la divinidad y actitud suelta, libre y desenfada
frente a los dioses”. Homero llama a sus compatriotas helikopes: hombres de ojos
agudos y vivaces. Platón, por su parte, en el Timeo, a través de un anciano dirá a Solón:
“¡Ay Solón, Solón! ¡Los griegos seréis siempre niños! ¡Todos tenéis almas de jóvenes!”.
La expresión en relación con el espíritu natural de preguntar del griego, que se sintetiza
en la figura de Ulises, que es el tipo de aventurero que los griegos imitan. Así, Heródoto
e Hipócrates serán ejemplo del ideal; “viajar para conocer el mundo”. Es por ello que
algunos autores señalan la influencia de la civilización de los antiguos egipcios, que fue
conocida por los griegos, como ocurrió con Heródoto. Más la cultura griega con
antecedentes de la cultura cretense y micénica formada por pueblos marítimos
dedicados al comercio, construyó una sociedad de hombres libres que desarrollaron
una pasión por la guerra, las artes y la filosofía, en las ciudades-Estado o polis, cuya
máxima fue el ciudadano responsable.
Desde el 776 a. C. existieron las Olimpiadas y los gimnasios, y la sociedad griega puso
especial cuidado en el cuerpo y su bienestar, utilizando el entrenamiento físico, los
ejercicios mesurados con técnicas de fisioterapia y masajes, así como las dietas.
(s. a.) (2014). Olimpiadas y cuidado del cuerpo [ilustración]. Tomada de https://pixabay.com/es/illustrations/olimpiada-
ganador-campe%C3%B3n-ol%C3%ADmpico-260782/
El origen de la medicina griega se puede rastrear desde los tiempos obscuros, cuyo
periplo va del siglo XII al VIII, época en la que vivió el más célebre poeta de Grecia,
Homero, que fue autor de la Ilíada y la Odisea, dos sagas épicas cuyo principal tema fue
la guerra entre Troya y Grecia, debido al rapto de la griega Helena por el troyano París
y que concluyó con la toma, saqueo e incendio de Troya por la confederación de
pueblos aqueos acaudillados por Menelao, rey de Esparta. En detalle, la Ilíada está
dividida en 24 cantos y narra un episodio de la guerra de Troya. Según el mito, esta
guerra fue promovida por muchos reinos del sur de Grecia, que hicieron una
expedición para recuperar a Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, raptada por
Paris. Al mando de la expedición figuraba Agamenón, rey de Micenas. Históricamente,
la guerra se desarrolló al final de la Edad de Bronce (1750 a 1200 a. C.), en tiempos en
que Micenas era el reino más poderoso. La Ilíada tiene 15 690 versos que relatan la
cólera de Aquiles, enojado porque Agamenón le quitó a su esclava, llamada Briseida.
Aquiles, en su furia, decidió no luchar más. Tetis, madre de Aquiles suplicó a Zeus
vengara a su hijo y castigara a los aqueos. Zeus accedió, ya su fin era aliviar a la tierra
del peso de los hombres y vengar el juicio de Paris sobre la belleza de las diosas
Afrodita, Hera y Atenea. En la guerra participaron dioses, héroes y hombres, actuando
en ambos bandos según su capricho. Por su parte, la Odisea relata el retorno de Ulises
a su hogar, luego de la guerra de Troya y su enfrentamiento con los pretendientes de
Penélope, su esposa. Estos dos poemas son una fuente importante para conocer la
medicina antigua griega, ya que son la primera fuente griega para conocer sobre la
medicina.
En el origen mítico de los médicos señalemos que la religión minoica y aquea ofrece
ya los primeros datos sobre su origen. Homero identifica a Paiawon-Paieon, dios médico
que actúa de modo autónomo, sin estar todavía fusionado con Apolo. George Dumezil
(citado en Requena y Revenga, 1984) identificó que la “teología de los pueblos
indoeuropeos que refleja una estructura tripartita de organización social. Distingue
dioses soberanos, dioses guerreros y dioses económicos con frecuencia agrupados en
torno a una Diosa”. En Grecia, tales características se perciben a rasgos. Zeus preside
todo y es el dios olímpico. Para el caso de los dioses médicos, Francis Vian indica que
Apolo es un dios de origen oriental.
(s. a.) (s. f.). Niño llevado al médico [fotografía de pintura]. Tomada de
https://es.wikipedia.org/wiki/Asclepio#/media/Archivo:TempleofAesculapiusWaterhouse.jpg
Por otra parte, la medicina homérica, en relación con la enfermedad, la conceptualiza
como una impureza y contagio, pero también como una expresión de causas naturales
y no naturales, de la pérdida del alma, la penetración mágica de un objeto en el cuerpo
y la posesión del hombre por espíritus malignos. Para ejemplificar señalemos que el
choque traumático, producto de la guerra, produce la muerte en los campos de
batalla, donde las espadas, las lanzas, las flechas, picas y piedras producen heridas en
la cabeza, piernas, brazos y manos. También, la forma ambiental propicia que el frío
de la noche o el calor enfermé a los hombres. Por su parte, los dioses, con su acción
punitiva causan como castigo enfermedad por la conducta de los hombres. Apolo
lanza la peste sobre los aqueos. Finalmente, la posesión demoníaca que causa
enfermedad en los hombres poseídos. En lo que atañe al cuerpo se utiliza el vocablo
soma, que en Homero significa cadáver. Como lo ha señalado Gerhard Krahmer, el
cuerpo es una simple adición o suma de partes particulares que tiene vida propia, y
que se expresa en Homero como “las ágiles piernas”, “las rodillas que se mueven”, “los
poderosos brazos”. Sin embargo, en esa época, el conocimiento anatómico es amplio
y se identifica una larga lista de términos que actualmente se usan: la calavera en el
kranion; la nariz es rinos; los ojos son ophtalmos; la región media es stethos, con sentido
amplio; el corazón es kardie, etcétera.
Al devenir el siglo VI a. C., el saber médico con los filósofos desarrolló un interés por la
explicación científica del mundo. Parménides postuló las ideas de que la materia es
engendrada a partir de los contrarios y que los seres vivos se alimentan y crecen con el
calor, y cuando éste cesa el organismo muere. Por su parte, Demócrito de Abdera
sostuvo que la materia estaba compuesta de átomos que eran físicamente indivisibles,
homogéneos y tenían movimiento perpetuo. La unión de los átomos formaba los
cuerpos, cuyas propiedades de color, olor y sabor estimulaban nuestros sentidos
cuando se proyectaban los átomos de los que estaban constituidos. Como médico
indicó que el cuerpo humano estaba constituido de átomos del alma y átomos del
cuerpo, los del alma eran el origen de la vida, el movimiento, el calor, y parte importante
de ellos se concentraba en el cerebro.
d) "Lo que de la physis individual y específica de una cosa puede y debe entenderse es en
cuatro sentidos: 1. En cuanto a su aspecto externo e interno (eidos), es decir, en cuanto la
cosa se nos presenta. 2. Por medio de los elementos (stoikheia) que la constituyen y el modo
en que se combinan o disponen y actúan. 3. Por medio del estudio de su génesis, es decir,
el estudio de cómo ha llegado a ser como es. 4. Lo que la cosa hace ser para ser, es decir, su
actualización o renovación de sus potencialidades o virtudes o (dynamis)".
En suma, eidos, stoikheia, genesis y dynamis fueron conceptos que utilizaron los filósofos
para descubrir la naturaleza de la physis desde su carácter universal hasta lo particular.
Así, de la mano de la indagación teórica sobre el origen del mundo se planteó el origen
de la enfermedad, comprendida como un resultado de causas físicas y alejada de toda
divinidad. En ese sentido, la teoría de los elementos fue un auxilio que dio sentido
teórico a la explicación de la enfermedad. Tales de Mileto aseguraba que el principio
de todas las cosas lo constituía el agua, ya que la naturaleza húmeda del semen y de
los alimentos eran prueba evidente. Por su parte, Anaxímenes indicaba que el origen
común de todas las cosas era el aire, ya que el hielo se convertía en agua y el agua en
aire. Heráclito de Éfeso postuló un cambio constante del universo, cuyo equilibrio se
guardaba por la acción del fuego que consumía todas las cosas y todas estas se
convertían en fuego. Finalmente, Empédocles de Agrigento, el más misterioso de los
filósofos presocráticos, sostuvo que en la raíz de todas las cosas del mundo había
cuatro elementos: agua, tierra, fuego, aire, que se unía o separaban bajo influencia del
amor y del odio.
(s. a.) (2016). Los cuatro elementos [ilustración]. Tomada de https://pixabay.com/es/vectors/elementos-b%C3%A1sicos-
tierra-aire-agua-1663243/
Durante esa época, también existió la teoría del equilibrio de Pitágoras de Samos,
quien versado en matemáticas sostuvo que el justo medio, metron, era la relación
perfecta entre todas las cosas. Otro filósofo interesante fue Almeón de Crotona,
médico con cercanía con los pitagóricos, que planteó que en el estado de salud existía
el equilibrio definido como isonomía o equilibrio de las calidades opuestas. Aseguró que
la enfermedad era la monarchía comprendida como predominio de algunas de las
cualidades del hombre. En este contexto surgió la teoría de los humores, ya que
Anaxágoras sostuvo que la formación de las partes del cuerpo se debía a la exacta
proporción de los cuatro elementos señalados por Empédocles, más las enfermedades
graves resultaban debido al exceso de bilis amarilla, mientras que la bilis negra
provocaba las enfermedades leves. Por su parte, Filoao de Cortóna precisó que las
enfermedades se producían por exceso o defecto de bilis, sangre y flema, y eran parte
de los desequilibrios humorales. Finalmente, Diógenes de Apolonia expuso que en el
universo había cuatro cualidades: lo cálido (thermon), lo frío (physhkon), lo húmedo
(hygron) y lo seco (xerón). En su conjunto, lo expuesto fue la base del conocimiento del
hombre y del mundo por los filósofos presocráticos que dieron a la medicina una teoría
que sirvió por muchos siglos.
La medicina científica griega
La gran figura del médico en la sociedad griega fue Hipócrates de Cos, quien vivió hacia
el 460 a. C., y murió en Tesalia hacia el 380 a. C. Fue contemporáneo de Sócrates y
Tucídides, y tuvo como yerno al médico Polibio.
Su prestigio es tan enorme que incluso los libros de medicina de la Grecia clásica son
conocidos como Corpus Hipocraticum, colección de varias decenas de libros, que son
una excelente muestra del saber de los médicos de la antigua Grecia. Hoy, la moderna
crítica señala que los textos hipocráticos proceden de épocas diferentes y pertenecen
a escuelas de medicina diferente. Fueron escritos alrededor de los siglos V y IV a. C. La
enseñanza de la medicina en Grecia fue privada, ya que los médicos recibían
honorarios de sus pupilos a quienes enseñaban y que no pertenecían a las familias de
médicos, ya que el oficio se trasmitía de padres a hijos, existiendo familias de médicos,
como fue el caso de Hipócrates. Su abuelo y su padre fueron médicos, y sus hijos
Acumeno y Erixímaco y su yerno Polibio también lo fueron. La enseñanza fue oral y en
círculos pequeños. Así, los que tenían dinero podían aspirar a ser médicos, pagando su
educación. Las escuelas estaban formadas por grupos de médicos relacionados entre
sí y por la práctica de doctrinas semejantes.
La gran fuente del surgimiento de la medicina occidental fue la llamada Escuela de Cos,
fundada por Hipócrates, en el último tercio del siglo V a. C., y donde floreció el
pensamiento científico en medicina, cuyo fin primordial fue realizar el diagnóstico
médico de la enfermedad para ayudar al paciente.
En ese sentido, cabe preguntar ¿cómo lograron los médicos hipocráticos tal hazaña?
Consideramos como probable respuesta que, en conjunto, a los alumnos médicos de
la Escuela de Cos, los maestros médicos les enseñaron tres cosas fundamentales:
1. Una 3. Un modelo
2. La teoría
cosmovisión del operativo de
humoral.
mundo. conocimiento.
Así, el médico de Cos aprendió un método que hemos sintetizado: “Conocer el Pasado,
el Presente y el Futuro del hombre enfermo”, tal y como en Epidemias de modo preciso
se dice: “El médico para saber […] debe investigar a partir de otros signos. Hay que
describir lo pasado. Conocer lo presente. Predecir lo futuro: practicar”.
Así, para iniciar su pesquisa médica, el futuro médico tuvo un punto de partida
cosmológico, pues conoce que todas las enfermedades se originan a partir de la bilis y
la flegma en cuanto causas internas. Y también el médico cuenta con un punto de
partida cognitivo, pues las enfermedades se descubren usando los sentidos, ya que a
veces ocurren por causas externas, como las fatigas, las heridas, el excesivo calor y frío.
El médico utiliza una terapéutica que, en Enfermedades II (García, Lara, López y Cabellos,
1983), para el caso de la erisipela, señala: “Es necesario utilizar una purga o bien
practicar una escisión para que salga el pus fuera”.
La tajante división social entre griegos libres y esclavos hizo que la asistencia médica se
practicara según la condición económica del enfermo; sin embargo, después del
aprendizaje, los médicos llevaban una vida profesional ambulante, siendo llamados
periodeutas, o eran contratados para prestar sus servicios en las ciudades. En lo que
atañe a la ética médica, la medicina griega inauguró una reflexión que aún hoy pervive,
y que fue expresada en El Juramento, en donde se encuentran los puntos de vista éticos
de los médicos del siglo IV. En este texto se prohíbe el aborto y la administración de
venenos, como el eléboro. Incluso se prohíbe la posibilidad del abuso del médico hacia
el paciente. Todo ellos fruto del compromiso del médico hacia la profesión y hacia los
dioses: “Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higia y Panacea, así como por todos los
dioses y diosas, poniéndolos por testigos, daré cumplimiento en la medida de mis
fuerzas y de acuerdo con mi criterio a este juramento y compromiso” (García, Lara,
López y Cabellos, 1983).
Medicina alejandrina
Al pasar los siglos y Atenas estar bajo el dominio del imperio de Alejandro Magno, la
helenización de la cultura griega a través del proceso de la koine fue el signo
característico de los tiempos que van del siglo IV al siglo I a. C.
Al paso del tiempo y con la aparición del pueblo romano, la cultura médica griega
mantuvo su prestigio, pero durante esta época, en el periodo de la medicina romana
surgieron autores destacados que renovaron los saberes de la medicina.
El caso más interesante fue el de Galeno, que nació en Pérgamo, hacia el 129 d. C., y
quien fue hijo del arquitecto Nikon. La leyenda señala que Asclepio en sueños le ordenó
a Nikon que su hijo fuera médico, y con este fin Galeno recibió una educación esmerada
en gramática, retórica, filosofía y matemáticas, que le permitió conocer las escuelas de
medicina de la época. En Pérgamo frecuentó la escuela pneumática de Eficiano, que se
centraba en la patología de las partes sólidas del cuerpo. Tuvo relación con la escuela
empírica de Escrión y con la dogmática de Sátiro. Tuvo oportunidad de conocer
Esmirna, en donde fue alumno de Pélope. Fue a Alejandría, en donde sus maestros
fueron Marino, Quinto y Numisiano.
Fruto de este conocimiento fue un autor prolijo de obras médicas, en donde destacan:
Para Galeno existía un espíritu natural localizado en el hígado, que era conducido por
la sangre venosa a todo el cuerpo. También había un espíritu animal, localizado en el
cerebro, así como un espíritu vital, localizado en el corazón, siendo el alma la mezcla o
combinación de las cuatro cualidades de los humores: lo seco, lo húmedo, lo frío y lo
caliente.
Esta particularidad le ofreció la oportunidad de conocer las partes y el todo, así como
las estructuras anatómicas del hombre que le acercaron, a ser el primero en describir
un cierto método anátomo-patológico, para ubicar el sitio y la localización de la
enfermedad, utilizando el concepto de lugares afectados, pues decía certeramente: “Es
necesario conocer, mediante la anatomía, cuál es la sustancia de cada parte; después,
su función y relación con las partes cercanas; es decir, su situación. El conocimiento de
la utilidad de cada parte contribuye en gran medida al descubrimiento de los lugares
afectados, pues las funciones son movimientos activos de las partes y todas ellas tienen
utilidad, aunque no produzcan nada […]. Cada función corresponde a una parte del
cuerpo y surge a través de ella, por consiguiente, la función se trastorna
necesariamente cuando de algún modo está afectada la parte que la produce” (ibíd.).
Tal fue el fin de su obra más importante, intitulada El tratado sobre la localización de las
enfermedades, en donde, entre otras cosas, utilizó la conjetura médica, que según sus
palaras es un paso intermedio entre el conocimiento médico y la completa ignorancia.
Galeno también destacó en la terapéutica, al utilizar un procedimiento terapéutico
fundado en el uso y administración del principio del tratamiento por contrarios; es
decir, para enfermedades frías remedios calientes y viceversa. También propuso el uso
de la polifarmacia, así como de la dietética, la farmacología y la práctica quirúrgica,
siendo la primera la más importante para efectuar las modificaciones adecuadas, tanto
en el régimen de vida, como de los alimentos, las circunstancias climáticas, geográficas
y estacionales, en lo tocante al sexo, la edad, la constitución y el carácter del enfermo.
Otro autor del periodo fue Dioscórides, autor de Materia médica, cuya obra resumió el
saber farmacológico de todas las regiones geográficas conocidas por los romanos,
como fueron Asia, Europa y África. Dioscórides, en su Primer Libro, describe los cuerpos
olorosos, aceites, gomas y resinas. En el Segundo Libro, de los animales, describe
leches, grasa y miel. En el Tercer Libro, de las raíces, habla de las hierbas, semillas y
zumos. En el Cuarto Libro ofrece datos sobre hierbas y raíces extrañas. En el Quinto
Libro habla de la vid y los minerales, y finalmente, en el Sexto Libro ofrece datos y
experiencias sobre venenos y animales ponzoñosos. Otro autor destacado fue Cornelio
Celso, autor de la llamada Enciclopedia, cuyo 2.° Volumen sobre la medicina o Re medica
es sumamente atractivo para conocer el saber de éste patricio de Roma sobre la
medicina, y que incluso le permitió ofrecer una caracterización de la inflamación, que
aún hoy sigue vigente conforme a los criterios de dolor, rubor, calor y ardor, además
de dar consejo sobre lo útil del uso de la cirugía, en el caso de un apéndice inflamado.
Fuentes de consulta
Bibliografía
García, L. (1972). Galeno. En P. Laín. Historia universal de la medicina (tomo 1). Barcelona:
Salvat.
Lasso, J. S. (1972). Los grandes filósofos griegos y la medicina. En P. Laín (Ed.). Historia
universal de la medicina (tomo 1). Barcelona: Salvat.
Documentos electrónicos
García, C., Lara, M. D., López, J. A. y Cabellos, B. (trads.). (1983). Tratados hipocráticos I
[Versión electrónica]. Madrid: Gredos. Consultado de
https://books.google.com.mx/books?id=po_ODwAAQBAJ&printsec=copyright&hl=es#v
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