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Medicina griega hipocrática, alejandrina y grecolatina galénica

Gabino Sánchez Rosales

Pedro Laín Entralgo (1972) expresó que la génesis de la medicina racional en Grecia
existió porque los griegos cumplieron “cuatro requisitos básicos: curiosidad y
agudeza visual ante el espectáculo del mundo. Gusto por la expresión verbal de lo
observado. Concepción naturalista de la divinidad y actitud suelta, libre y desenfada
frente a los dioses”. Homero llama a sus compatriotas helikopes: hombres de ojos
agudos y vivaces. Platón, por su parte, en el Timeo, a través de un anciano dirá a Solón:
“¡Ay Solón, Solón! ¡Los griegos seréis siempre niños! ¡Todos tenéis almas de jóvenes!”.
La expresión en relación con el espíritu natural de preguntar del griego, que se sintetiza
en la figura de Ulises, que es el tipo de aventurero que los griegos imitan. Así, Heródoto
e Hipócrates serán ejemplo del ideal; “viajar para conocer el mundo”. Es por ello que
algunos autores señalan la influencia de la civilización de los antiguos egipcios, que fue
conocida por los griegos, como ocurrió con Heródoto. Más la cultura griega con
antecedentes de la cultura cretense y micénica formada por pueblos marítimos
dedicados al comercio, construyó una sociedad de hombres libres que desarrollaron
una pasión por la guerra, las artes y la filosofía, en las ciudades-Estado o polis, cuya
máxima fue el ciudadano responsable.

Desde el 776 a. C. existieron las Olimpiadas y los gimnasios, y la sociedad griega puso
especial cuidado en el cuerpo y su bienestar, utilizando el entrenamiento físico, los
ejercicios mesurados con técnicas de fisioterapia y masajes, así como las dietas.

(s. a.) (2014). Olimpiadas y cuidado del cuerpo [ilustración]. Tomada de https://pixabay.com/es/illustrations/olimpiada-
ganador-campe%C3%B3n-ol%C3%ADmpico-260782/
El origen de la medicina griega se puede rastrear desde los tiempos obscuros, cuyo
periplo va del siglo XII al VIII, época en la que vivió el más célebre poeta de Grecia,
Homero, que fue autor de la Ilíada y la Odisea, dos sagas épicas cuyo principal tema fue
la guerra entre Troya y Grecia, debido al rapto de la griega Helena por el troyano París
y que concluyó con la toma, saqueo e incendio de Troya por la confederación de
pueblos aqueos acaudillados por Menelao, rey de Esparta. En detalle, la Ilíada está
dividida en 24 cantos y narra un episodio de la guerra de Troya. Según el mito, esta
guerra fue promovida por muchos reinos del sur de Grecia, que hicieron una
expedición para recuperar a Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, raptada por
Paris. Al mando de la expedición figuraba Agamenón, rey de Micenas. Históricamente,
la guerra se desarrolló al final de la Edad de Bronce (1750 a 1200 a. C.), en tiempos en
que Micenas era el reino más poderoso. La Ilíada tiene 15 690 versos que relatan la
cólera de Aquiles, enojado porque Agamenón le quitó a su esclava, llamada Briseida.
Aquiles, en su furia, decidió no luchar más. Tetis, madre de Aquiles suplicó a Zeus
vengara a su hijo y castigara a los aqueos. Zeus accedió, ya su fin era aliviar a la tierra
del peso de los hombres y vengar el juicio de Paris sobre la belleza de las diosas
Afrodita, Hera y Atenea. En la guerra participaron dioses, héroes y hombres, actuando
en ambos bandos según su capricho. Por su parte, la Odisea relata el retorno de Ulises
a su hogar, luego de la guerra de Troya y su enfrentamiento con los pretendientes de
Penélope, su esposa. Estos dos poemas son una fuente importante para conocer la
medicina antigua griega, ya que son la primera fuente griega para conocer sobre la
medicina.

En el origen mítico de los médicos señalemos que la religión minoica y aquea ofrece
ya los primeros datos sobre su origen. Homero identifica a Paiawon-Paieon, dios médico
que actúa de modo autónomo, sin estar todavía fusionado con Apolo. George Dumezil
(citado en Requena y Revenga, 1984) identificó que la “teología de los pueblos
indoeuropeos que refleja una estructura tripartita de organización social. Distingue
dioses soberanos, dioses guerreros y dioses económicos con frecuencia agrupados en
torno a una Diosa”. En Grecia, tales características se perciben a rasgos. Zeus preside
todo y es el dios olímpico. Para el caso de los dioses médicos, Francis Vian indica que
Apolo es un dios de origen oriental.

Apolo llegó tardíamente a Grecia y su nombre no ha sido encontrado en inscripciones


aqueas y la leyenda recuerda los problemas que enfrentó para instalarse en Delos y en
Delfos. Según la mitología, Delos era una antigua isla que estaba en el fondo del mar,
pero Zeus la sacó a la tierra, con el fin de que sirviera de lugar de nacimiento de dos de
sus hijos. Apolo era una deidad solar y médico de los dioses del Olimpo, de quienes
recibe el nombre de Alexikakos “el que aleja la enfermedad”, y que con sus flechas
produce o aleja la peste o las epidemias. Su hermana Artemisa, que vela por las
parturientas, es una divinidad lunar relacionada con los ciclos femeninos. La isla de
Delos está coronada por el monte Chyntus, que tiene en su cumbre una gruta, en donde
dice la tradición que nació Apolo. Después de nacer allí, Apolo se cambió a Delfos, en
donde todavía está una piedra esculpida que semejaba el ombligo del mundo. Apolo,
de pequeño, había vencido a una serpiente y por ello fue su símbolo. Enseñó el arte de
la medicina al centauro Quirón, que aprendió de éste el uso de los pharmacos. Quirón
fue hijo de Saturno, versado en música, leyendas antiguas y cirugía. Fue preceptor de
Esculapio o Asclepio, hijo último de Apolo y de la ninfa Coronis. Esculapio llegó a ser tan
hábil en el arte médico, que Plutón lo acusó de haber disminuido el número de almas
que bajaban a los infiernos. Zeus en venganza lo mató con sus rayos. Los hijos de
Asclepio fueron Higiea, Panacea, Podalirio y Macaón. Platón, en la República, dirá que
Asclepio fue el inventor del arte de la medicina. Señalemos que a la muerte de Asclepio
se le veneró como un dios en los asclepios o santuarios médicos, en donde el pueblo
griego acudía en tropel en busca de la salud perdida.

La medicina sacerdotal inició hacia el siglo XI a. C., y en Epidauro se consolidó hacia


el siglo VI a. C. Allí estaba el Asclepión más famoso dedicado a Esculapio. El asclepiade,
que fue el sacerdote del templo, hacía sacrificios y ofrendas para propiciar los favores
del dios. En el sitio había dormitorios, salas de música, teatro, baños, biblioteca,
gimnasia. El enfermo que ingresaba usaba vestidos sencillos sin ninguna ropa especial
ni ayunos. El rito de purificación fue el baño lustral y las ofrendas eran sencillas y al
alcance de todos. El tholos, cerca del Abatón, tenía muros concéntricos en donde había
agua y las serpientes de Esculapio, identificadas como elaphe longissima. Los enfermos
dormían juntos, y al llegar la obscuridad, a través del sueño llamado incubatio, eran
testigos de la epifanía de Asclepios que, transformado en niño, adolescente, hombre
maduro o serpiente, otorgaba los favores al enfermo, que luego como gratitud ofrecía
un ex voto a Esculapio por los favores recibidos.

(s. a.) (s. f.). Niño llevado al médico [fotografía de pintura]. Tomada de
https://es.wikipedia.org/wiki/Asclepio#/media/Archivo:TempleofAesculapiusWaterhouse.jpg
Por otra parte, la medicina homérica, en relación con la enfermedad, la conceptualiza
como una impureza y contagio, pero también como una expresión de causas naturales
y no naturales, de la pérdida del alma, la penetración mágica de un objeto en el cuerpo
y la posesión del hombre por espíritus malignos. Para ejemplificar señalemos que el
choque traumático, producto de la guerra, produce la muerte en los campos de
batalla, donde las espadas, las lanzas, las flechas, picas y piedras producen heridas en
la cabeza, piernas, brazos y manos. También, la forma ambiental propicia que el frío
de la noche o el calor enfermé a los hombres. Por su parte, los dioses, con su acción
punitiva causan como castigo enfermedad por la conducta de los hombres. Apolo
lanza la peste sobre los aqueos. Finalmente, la posesión demoníaca que causa
enfermedad en los hombres poseídos. En lo que atañe al cuerpo se utiliza el vocablo
soma, que en Homero significa cadáver. Como lo ha señalado Gerhard Krahmer, el
cuerpo es una simple adición o suma de partes particulares que tiene vida propia, y
que se expresa en Homero como “las ágiles piernas”, “las rodillas que se mueven”, “los
poderosos brazos”. Sin embargo, en esa época, el conocimiento anatómico es amplio
y se identifica una larga lista de términos que actualmente se usan: la calavera en el
kranion; la nariz es rinos; los ojos son ophtalmos; la región media es stethos, con sentido
amplio; el corazón es kardie, etcétera.

La fisiología se expresa como fuerzas o emociones anímico-espirituales responsables


de los movimientos o impulsos del cuerpo. Timos es el órgano anímico-espiritual que
origina los movimientos y las emociones, el principio de los afectos y los impulsos de la
vida y reside en la región del phrenes, que comprende al diafragma, pericardio y
corazón. La terapéutica y práctica quirúrgica son frecuentes para aliviar a los
enfermos; así, en muchas ocasiones, tras la extracción del agente invasivo (una flecha,
etc.) se lavaban las heridas y al herido se le ofrecían drogas de difícil identificación.
También se utiliza la dietética y la gimnástica. Asimismo, la catarsis por medio de baños
lustrales alivia a los hombres de sus enfermedades. Finalmente, el parmakon o veneno
que se menciona en los poemas homéricos es un medicamento cuya propiedad es
mágica.

Medicina griega: conocimiento del hombre y del mundo

Al devenir el siglo VI a. C., el saber médico con los filósofos desarrolló un interés por la
explicación científica del mundo. Parménides postuló las ideas de que la materia es
engendrada a partir de los contrarios y que los seres vivos se alimentan y crecen con el
calor, y cuando éste cesa el organismo muere. Por su parte, Demócrito de Abdera
sostuvo que la materia estaba compuesta de átomos que eran físicamente indivisibles,
homogéneos y tenían movimiento perpetuo. La unión de los átomos formaba los
cuerpos, cuyas propiedades de color, olor y sabor estimulaban nuestros sentidos
cuando se proyectaban los átomos de los que estaban constituidos. Como médico
indicó que el cuerpo humano estaba constituido de átomos del alma y átomos del
cuerpo, los del alma eran el origen de la vida, el movimiento, el calor, y parte importante
de ellos se concentraba en el cerebro.

Estas dos expresiones de conocimiento fueron retomadas en el estudio de la physis,


concepto que Laín Entralgo (1972) señala que deriva del verbo, phyeo, que significa
“nacer, crecer o brotar”, que fue un término antiguo citado en la literatura homérica. El
concepto fue utilizado para explicar el principio del mundo que nunca perece, aunque
cíclicamente se vaya renovando, pues la inmortalidad es privilegio de la physis y por ello
es divina. La physis será de ese modo el arkhe o fundamento del mundo; sin embargo,
una consideración sobresale; si la physis es manifestación del cosmos, ¿cómo es que
ella misma da origen a tan vastas y diversas cosas como serían las nubes, las flores y
los hombres? Aquí es donde cobran su importancia los filósofos presocráticos, quienes
reduciendo las preguntas sobre la physis construyeron una explicación sobre la forma
en que ésta se realiza y da sentido a las cosas a través de la doctrina de los elementos
o estequeología (stoikheia), que combinados determinan la realidad visible de las
múltiples formas del mundo. Sobre la estequiología surgió la interpretación y respuesta
a las preguntas sobre la naturaleza, comprendida como katha physin. Laín Entralgo
(1972) ha señalado que los filósofos presocráticos, al interrogar acerca de qué es en sí
misma la cosa de estudio, ofrecieron varias respuestas, donde…
a) “Cada cosa es en sí misma su naturaleza propia, su physis, conocer en sí misma
lo que es una cosa, -astro, vegetal, hombres-, es conocer la particularidad de la
physis, es lo que por naturaleza es”.

b) "La physis individual y específica de cada cosa es una realización


particular, -a través de los elementos-, physis universal, la cual por esencia
es unitaria, fecunda, generatriz y armoniosa (cosmos), soberana e
imperecedera; por lo tanto, divina".

c) "La physis universal se realiza en ciclos idénticos a sí mismos (la doctrina


del eterno retorno). El carácter imperecedero consiste en renacer y crecer
de nuevo después de haber perecido".

d) "Lo que de la physis individual y específica de una cosa puede y debe entenderse es en
cuatro sentidos: 1. En cuanto a su aspecto externo e interno (eidos), es decir, en cuanto la
cosa se nos presenta. 2. Por medio de los elementos (stoikheia) que la constituyen y el modo
en que se combinan o disponen y actúan. 3. Por medio del estudio de su génesis, es decir,
el estudio de cómo ha llegado a ser como es. 4. Lo que la cosa hace ser para ser, es decir, su
actualización o renovación de sus potencialidades o virtudes o (dynamis)".

En suma, eidos, stoikheia, genesis y dynamis fueron conceptos que utilizaron los filósofos
para descubrir la naturaleza de la physis desde su carácter universal hasta lo particular.
Así, de la mano de la indagación teórica sobre el origen del mundo se planteó el origen
de la enfermedad, comprendida como un resultado de causas físicas y alejada de toda
divinidad. En ese sentido, la teoría de los elementos fue un auxilio que dio sentido
teórico a la explicación de la enfermedad. Tales de Mileto aseguraba que el principio
de todas las cosas lo constituía el agua, ya que la naturaleza húmeda del semen y de
los alimentos eran prueba evidente. Por su parte, Anaxímenes indicaba que el origen
común de todas las cosas era el aire, ya que el hielo se convertía en agua y el agua en
aire. Heráclito de Éfeso postuló un cambio constante del universo, cuyo equilibrio se
guardaba por la acción del fuego que consumía todas las cosas y todas estas se
convertían en fuego. Finalmente, Empédocles de Agrigento, el más misterioso de los
filósofos presocráticos, sostuvo que en la raíz de todas las cosas del mundo había
cuatro elementos: agua, tierra, fuego, aire, que se unía o separaban bajo influencia del
amor y del odio.
(s. a.) (2016). Los cuatro elementos [ilustración]. Tomada de https://pixabay.com/es/vectors/elementos-b%C3%A1sicos-
tierra-aire-agua-1663243/

Durante esa época, también existió la teoría del equilibrio de Pitágoras de Samos,
quien versado en matemáticas sostuvo que el justo medio, metron, era la relación
perfecta entre todas las cosas. Otro filósofo interesante fue Almeón de Crotona,
médico con cercanía con los pitagóricos, que planteó que en el estado de salud existía
el equilibrio definido como isonomía o equilibrio de las calidades opuestas. Aseguró que
la enfermedad era la monarchía comprendida como predominio de algunas de las
cualidades del hombre. En este contexto surgió la teoría de los humores, ya que
Anaxágoras sostuvo que la formación de las partes del cuerpo se debía a la exacta
proporción de los cuatro elementos señalados por Empédocles, más las enfermedades
graves resultaban debido al exceso de bilis amarilla, mientras que la bilis negra
provocaba las enfermedades leves. Por su parte, Filoao de Cortóna precisó que las
enfermedades se producían por exceso o defecto de bilis, sangre y flema, y eran parte
de los desequilibrios humorales. Finalmente, Diógenes de Apolonia expuso que en el
universo había cuatro cualidades: lo cálido (thermon), lo frío (physhkon), lo húmedo
(hygron) y lo seco (xerón). En su conjunto, lo expuesto fue la base del conocimiento del
hombre y del mundo por los filósofos presocráticos que dieron a la medicina una teoría
que sirvió por muchos siglos.
La medicina científica griega

La gran figura del médico en la sociedad griega fue Hipócrates de Cos, quien vivió hacia
el 460 a. C., y murió en Tesalia hacia el 380 a. C. Fue contemporáneo de Sócrates y
Tucídides, y tuvo como yerno al médico Polibio.

Su prestigio es tan enorme que incluso los libros de medicina de la Grecia clásica son
conocidos como Corpus Hipocraticum, colección de varias decenas de libros, que son
una excelente muestra del saber de los médicos de la antigua Grecia. Hoy, la moderna
crítica señala que los textos hipocráticos proceden de épocas diferentes y pertenecen
a escuelas de medicina diferente. Fueron escritos alrededor de los siglos V y IV a. C. La
enseñanza de la medicina en Grecia fue privada, ya que los médicos recibían
honorarios de sus pupilos a quienes enseñaban y que no pertenecían a las familias de
médicos, ya que el oficio se trasmitía de padres a hijos, existiendo familias de médicos,
como fue el caso de Hipócrates. Su abuelo y su padre fueron médicos, y sus hijos
Acumeno y Erixímaco y su yerno Polibio también lo fueron. La enseñanza fue oral y en
círculos pequeños. Así, los que tenían dinero podían aspirar a ser médicos, pagando su
educación. Las escuelas estaban formadas por grupos de médicos relacionados entre
sí y por la práctica de doctrinas semejantes.

En Crotona floreció el pensamiento pitagórico, que benefició a la medicina al prestarle


la doctrina de los números, de tal modo que los médicos pitagóricos siempre buscaron
una relación numérica entre los síntomas y los periodos patológicos, con el fin
encontrar el metrón, arithmós, stathmós; es decir, la justa medida que ayudara al cuerpo.
Esto se expresa bien en el texto sobre medicina antigua, en donde se busca la justa
medida de los alimentos y los ejercicios conforme a cada tipo de constitución corporal,
que se entiende es individual. Dice Hipócrates (citado en García, Lara, López y Cabellos,
1983): “Y la única medida, número o peso válido al que uno podría referirse para
conocer qué es lo preciso es la percepción sensible del cuerpo”. Hipócrates apreció
mucho esto y lo incorporó a su teoría sobre las crisis y los días críticos. En Cnido,
también se estableció una escuela que recibió la influencia de las corrientes culturales
de Mesopotamia y Egipto. Cnido aportó el estudio sistemático en la búsqueda de una
terapéutica específica para cada enfermedad, al igual que estableció una clasificación
minuciosa de los tipos morbosos de las enfermedades. De modo cronológico se
pensaba que Cnido fue una escuela más antigua que Cos. Sus rasgos metodológicos
son los siguientes:

En lo exploratorio, el médico Cnido recaba su información de lo que le dice el paciente


negando la exploración por él mismo. En lo que corresponde al nivel nosotáxico existe
una tendencia a multiplicar el número de variedades de una misma enfermedad; y
respecto a la terapéutica, hay un empleo abusivo de los purgantes. En lo que
corresponde a técnicas exploratorias hubo la práctica de la sucusión, consistente en la
sacudida violenta del paciente por el médico.

El conocimiento científico de la enfermedad: El método de la medicina griega

La gran fuente del surgimiento de la medicina occidental fue la llamada Escuela de Cos,
fundada por Hipócrates, en el último tercio del siglo V a. C., y donde floreció el
pensamiento científico en medicina, cuyo fin primordial fue realizar el diagnóstico
médico de la enfermedad para ayudar al paciente.

En ese sentido, cabe preguntar ¿cómo lograron los médicos hipocráticos tal hazaña?
Consideramos como probable respuesta que, en conjunto, a los alumnos médicos de
la Escuela de Cos, los maestros médicos les enseñaron tres cosas fundamentales:

1. Una 3. Un modelo
2. La teoría
cosmovisión del operativo de
humoral.
mundo. conocimiento.

Ya hemos señalado que la filosofía estudia la physis, considerada como el principio


arkhe o fundamento universal del cosmos. También hemos señalado que existía el
pensamiento médico de Empédocles acerca de la existencia de cuatro elementos que
gobiernan el cuerpo y son los responsables del proceso de la salud y la enfermedad:
tierra, aire, fuego y agua. Y respecto al tercer punto, hoy el análisis histórico hace
evidente que al médico se le enseñaba un método cuyos elementos básicos están
descritos en el texto hipocrático llamado Epidemias I: “El arte consta de tres elementos;
la enfermedad, el enfermo y el médico. El médico es servidor del arte. Es preciso que el
enfermo oponga resistencia a la enfermedad junto con el médico” (García, Lara, López
y Cabellos, 1983). Sin embargo, para poner en movimiento tales conceptos, es preciso
que la medicina practique una investigación sobre la realidad, la enfermedad y el
hombre, y por ello, los médicos hipocráticos construyeron un método, que como una
especie de microhistoria del hombre indagó primero en el pasado los orígenes de la
enfermedad. Así, para arribar esa indagación fue preciso construir una salida al
problema, acerca de cómo conocer a la enfermedad y al hombre que la padece, y la
respuesta fue la clínica. Esto en medicina antigua es muy claro: “Porque a mí al menos
[…] me parece que las cosas que un médico debe necesariamente saber sobre la
naturaleza y esforzarse en aprender, si quiere actuar correctamente, son: Qué es el
hombre, en relación con lo que come y bebe, qué es en relación con sus hábitos, y qué
le puede pasar a cada individuo a partir de cada cosa concreta” (Hernández y Prieto,
2007).

He aquí el nacimiento de la clínica griega, pues la medicina clásica conoció al hombre


de forma concreta, es decir, al lado del enfermo y siempre teniendo en mente los
problemas del hombre en relación con su vida biológica y no filosófica, como lo hizo la
filosofía.

Así, el médico de Cos aprendió un método que hemos sintetizado: “Conocer el Pasado,
el Presente y el Futuro del hombre enfermo”, tal y como en Epidemias de modo preciso
se dice: “El médico para saber […] debe investigar a partir de otros signos. Hay que
describir lo pasado. Conocer lo presente. Predecir lo futuro: practicar”.

Así, para iniciar su pesquisa médica, el futuro médico tuvo un punto de partida
cosmológico, pues conoce que todas las enfermedades se originan a partir de la bilis y
la flegma en cuanto causas internas. Y también el médico cuenta con un punto de
partida cognitivo, pues las enfermedades se descubren usando los sentidos, ya que a
veces ocurren por causas externas, como las fatigas, las heridas, el excesivo calor y frío.

El método racional para el conocimiento de la enfermedad partió primero de conocer


el pasado del hombre enfermo a través del interrogatorio, pues el médico, en el
ejercicio de la medicina, debe interrogar rectamente para conocer, “en primer lugar de
dónde le vienen las enfermedades al hombre; a continuación qué clase de
enfermedades son cuando se presentan, si son largas o cortas, mortales o no mortales,
y en qué otras enfermedades se transforman y además qué cosas practican los
médicos con éxito en el tratamiento de los enfermos”. El segundo paso del método le
permitió al médico conocer de la enfermedad, al realizar la exploración del enfermo,
pues este paso revela a los ojos del médico un presente y un conocimiento mayor sobre
la enfermedad, como lo señala el texto sobre Dispensario médico: “El médico debe de
observar en el paciente qué cosas son similares y distintas de lo normal […], partiendo
de una observación completa […] que se logra por medio del poder tocar, oír, y que son
perceptibles por la vista, por la nariz, la lengua y por el conocimiento; en fin que son
cognoscibles por todas las fuentes de conocimiento que tenemos”. Y finalmente el
tercer paso del método racional culmina con el razonamiento médico, que permite
conocer las enfermedades que se presentan “en lugar visible y pueden verse y palparse
y otras que están en lo no aparente […]. Estas están referidas a los huesos y las
cavidades interiores. [Pero hay otras, como el] caso de las enfermedades que escapan
al examen de los ojos y quedan sometidas al examen de la inteligencia […] y se abordan
por medio del razonamiento”.
Así conocida cierta tipología de las enfermedades, cuya causa es principalmente debida
a los humores como la epilepsia, también existirán las debidas a las heridas, el frío, el
calor, los alimentos, las bebidas y los excesos y fatigas.

Con ese conocimiento, el médico hipocrático finalmente establecía un futuro para el


enfermo, conocido como pronóstico, que permitirá un conocimiento de la resolución
del mal. En enfermedades respecto a la erisipela de forma precisa, se dirá: “Cuando en
un enfermo en un plazo de 2 a 3 a lo sumo en 4 días, tiene lugar una metástasis del
interior al exterior, sana la mayor parte de las veces. Si no sucede la dispersión la sangre
caliente se pudre dentro y produce un empiema, y muere el enfermo porque el pulmón
está lleno por completo de pus”.

Ya lo hemos apuntado, pero conviene recordarlo; la medicina clásica inventó un


conocimiento científico del hombre en relación con su enfermedad, indagando el
pasado, observando el presente y prediciendo el futuro. Por ello, la salud es el estado
de equilibrio que se expresa como isonomía, mientras la enfermedad es una
monarquía o predominio de un humor; así, la correcta pepsis, comprendida como
cocimiento, que permite la mezcla de los humores, que es algo fundamental para la
salud, en tanto que la apokrisis (disgregación) de los humores que corren a través de
la metástasis que resulta nociva para salud.

El médico utiliza una terapéutica que, en Enfermedades II (García, Lara, López y Cabellos,
1983), para el caso de la erisipela, señala: “Es necesario utilizar una purga o bien
practicar una escisión para que salga el pus fuera”.

He aquí de modo completo la gran invención de la medicina griega y la trasformación


de un arte en una verdadera teckne atrike, en donde el médico ¡hace lo que hace porque
sabe lo que hace!

Complemento de este saber científico, la terapéutica, la farmacoterapia, la dietética y


la cirugía serán auxilios fundamentales para la labor del médico que de este modo
cumple con su cometido. La lista de textos hipocráticos sobre estos temas médicos es
grande, y sólo por poner algunos ejemplos señalemos los siguientes textos:
Enfermedades, Parto de ocho meses, Semanas, Crisis, Días críticos, Remedios, Pronóstico,
Sobre la dieta en las enfermedades agudas, Sobre la dieta, Sobre las heridas en la cabeza,
Sobre las fracturas, Sobre las articulaciones y Sobre las hemorroides (García, Lara, López y
Cabellos, 1983).
La práctica de la medicina

La tajante división social entre griegos libres y esclavos hizo que la asistencia médica se
practicara según la condición económica del enfermo; sin embargo, después del
aprendizaje, los médicos llevaban una vida profesional ambulante, siendo llamados
periodeutas, o eran contratados para prestar sus servicios en las ciudades. En lo que
atañe a la ética médica, la medicina griega inauguró una reflexión que aún hoy pervive,
y que fue expresada en El Juramento, en donde se encuentran los puntos de vista éticos
de los médicos del siglo IV. En este texto se prohíbe el aborto y la administración de
venenos, como el eléboro. Incluso se prohíbe la posibilidad del abuso del médico hacia
el paciente. Todo ellos fruto del compromiso del médico hacia la profesión y hacia los
dioses: “Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higia y Panacea, así como por todos los
dioses y diosas, poniéndolos por testigos, daré cumplimiento en la medida de mis
fuerzas y de acuerdo con mi criterio a este juramento y compromiso” (García, Lara,
López y Cabellos, 1983).

Esa promesa inauguró el compromiso del médico de actuar conforme a ciertos


principios que hoy orientan la bioética médica acerca de actuar en beneficio del
paciente, evitando a toda costa no hacerle ningún daño. Estos principios son los de
beneficencia y no maleficencia.

Medicina alejandrina

Al pasar los siglos y Atenas estar bajo el dominio del imperio de Alejandro Magno, la
helenización de la cultura griega a través del proceso de la koine fue el signo
característico de los tiempos que van del siglo IV al siglo I a. C.

Para el caso de la cultura médica, la medicina griega mantuvo su predominio y


surgieron nombres de médicos interesantes como Erasístrato y Herófilo, quienes desde
Alejandría renovaron ciertos saberes sobre la fisiología y la anatomía de la época, que
sirvieron de base para la renovación de los saberes médicos posteriores. En este
sentido, Galeno señaló que en la ciudad de Alejandría hubo una escuela de medicina
importante que enseñaba a los alumnos directamente en el cuerpo del hombre vivo y
enfermo, existiendo las vivisecciones practicadas en condenados a muerte que servían
como animales de experimentación.
Medicina grecolatina galénica

Al paso del tiempo y con la aparición del pueblo romano, la cultura médica griega
mantuvo su prestigio, pero durante esta época, en el periodo de la medicina romana
surgieron autores destacados que renovaron los saberes de la medicina.

El caso más interesante fue el de Galeno, que nació en Pérgamo, hacia el 129 d. C., y
quien fue hijo del arquitecto Nikon. La leyenda señala que Asclepio en sueños le ordenó
a Nikon que su hijo fuera médico, y con este fin Galeno recibió una educación esmerada
en gramática, retórica, filosofía y matemáticas, que le permitió conocer las escuelas de
medicina de la época. En Pérgamo frecuentó la escuela pneumática de Eficiano, que se
centraba en la patología de las partes sólidas del cuerpo. Tuvo relación con la escuela
empírica de Escrión y con la dogmática de Sátiro. Tuvo oportunidad de conocer
Esmirna, en donde fue alumno de Pélope. Fue a Alejandría, en donde sus maestros
fueron Marino, Quinto y Numisiano.

Fruto de este conocimiento fue un autor prolijo de obras médicas, en donde destacan:

La disección de las venas y las arterias. La disección de los nervios. Los


tratados sobre los huesos. Sobre las divergencias entre algunos anatomistas.
Procedimientos anatómicos. Sobre la disección del útero. Sobre los
movimientos del tórax y del pulmón. Sobre la respiración. Indagación sobre el
pneuma. Sobre la voz. Función del nervio recurrente. Sobre la disección de
cadáveres. Cómo proceder. Sobre la anatomía de Erasístrato. Válvulas del
corazón. Sobre la anatomía de Hipócrates. Sobre la disección de los
músculos. Los intercostales y cabeza. Sobre la anatomía de Lico. Sobre la
anatomía de Marino y Nervios craneales.
Galeno arribó a Roma a los 30 años, en el 160 d. C. Allí frecuentó el templo de la paz y
asistió a reuniones filosóficas y científicas; sin embargo, su huella en la historia de la
medicina se reconoce porque fue el primer autor médico de la antigüedad, que
sistematizó la teoría médica hipocrática siguiendo una serie de principios, en donde
destacan sus ideas fisiológicas sobre el organismo, al proponer una teoría de las tres
cocciones, que se realiza conforme a la primera cocción, en donde el alimento
introducido al cuerpo llega al estómago y se trasforma en quilo. Segunda cocción, el
quilo es llevado del estómago a los intestinos y por la vena porta al hígado, en donde
el quilo se trasformaba en sangre venosa y adquiría un pneuma, que era el principio
del crecimiento y la nutrición; esto era el “espíritu natural”. Finalmente, una cocción en
donde al hígado, al irradiar de forma centrífuga, la sangre permitía que ésta se
transformara en carne, huesos y otras sustancias que estrictamente eran la tercera
cocción.

Galeno también fue el creador de la explicación de las causas de la enfermedad del


hombre, al proponer la idea de que enfermedad es una alteración que se produce en
el cuerpo, al apartarse del orden natural producto del desequilibrio de los humores; sin
embargo, a esta condición contribuyen causas primitivas o externas que definió como
las seis cosas naturales: el aire, el ambiente, el sueño, la vigilia, las secreciones y los
movimientos del alma. Estas ideas, que fueron retomadas por autores posteriores, que
acuñaron el término de galenismo, el cual fue ampliamente conocido en el mundo
antiguo, ya que Galeno marcó primicias en la explicación médica referida a los
fenómenos de la vida.

Para Galeno existía un espíritu natural localizado en el hígado, que era conducido por
la sangre venosa a todo el cuerpo. También había un espíritu animal, localizado en el
cerebro, así como un espíritu vital, localizado en el corazón, siendo el alma la mezcla o
combinación de las cuatro cualidades de los humores: lo seco, lo húmedo, lo frío y lo
caliente.

Galeno fue un autor con grandes conocimientos anatómicos y quirúrgicos que le


permitieron ofrecer consejo a los jóvenes médicos, pues decía: “Los jóvenes deben
dedicarse en primer lugar a lo urgente y a lo que presta mayor utilidad en el arte de la
medicina […] y aprender bien primero cómo se articula el húmero en la escápula y en
el antebrazo, y cómo lo hace cada uno de los otros huesos en las articulaciones y qué
músculos los mueven y qué nervios, y qué arterias y qué venas hay en cada una de las
partes […]” (Galeno, 2002).

Esta particularidad le ofreció la oportunidad de conocer las partes y el todo, así como
las estructuras anatómicas del hombre que le acercaron, a ser el primero en describir
un cierto método anátomo-patológico, para ubicar el sitio y la localización de la
enfermedad, utilizando el concepto de lugares afectados, pues decía certeramente: “Es
necesario conocer, mediante la anatomía, cuál es la sustancia de cada parte; después,
su función y relación con las partes cercanas; es decir, su situación. El conocimiento de
la utilidad de cada parte contribuye en gran medida al descubrimiento de los lugares
afectados, pues las funciones son movimientos activos de las partes y todas ellas tienen
utilidad, aunque no produzcan nada […]. Cada función corresponde a una parte del
cuerpo y surge a través de ella, por consiguiente, la función se trastorna
necesariamente cuando de algún modo está afectada la parte que la produce” (ibíd.).

Tal fue el fin de su obra más importante, intitulada El tratado sobre la localización de las
enfermedades, en donde, entre otras cosas, utilizó la conjetura médica, que según sus
palaras es un paso intermedio entre el conocimiento médico y la completa ignorancia.
Galeno también destacó en la terapéutica, al utilizar un procedimiento terapéutico
fundado en el uso y administración del principio del tratamiento por contrarios; es
decir, para enfermedades frías remedios calientes y viceversa. También propuso el uso
de la polifarmacia, así como de la dietética, la farmacología y la práctica quirúrgica,
siendo la primera la más importante para efectuar las modificaciones adecuadas, tanto
en el régimen de vida, como de los alimentos, las circunstancias climáticas, geográficas
y estacionales, en lo tocante al sexo, la edad, la constitución y el carácter del enfermo.

Otro autor del periodo fue Dioscórides, autor de Materia médica, cuya obra resumió el
saber farmacológico de todas las regiones geográficas conocidas por los romanos,
como fueron Asia, Europa y África. Dioscórides, en su Primer Libro, describe los cuerpos
olorosos, aceites, gomas y resinas. En el Segundo Libro, de los animales, describe
leches, grasa y miel. En el Tercer Libro, de las raíces, habla de las hierbas, semillas y
zumos. En el Cuarto Libro ofrece datos sobre hierbas y raíces extrañas. En el Quinto
Libro habla de la vid y los minerales, y finalmente, en el Sexto Libro ofrece datos y
experiencias sobre venenos y animales ponzoñosos. Otro autor destacado fue Cornelio
Celso, autor de la llamada Enciclopedia, cuyo 2.° Volumen sobre la medicina o Re medica
es sumamente atractivo para conocer el saber de éste patricio de Roma sobre la
medicina, y que incluso le permitió ofrecer una caracterización de la inflamación, que
aún hoy sigue vigente conforme a los criterios de dolor, rubor, calor y ardor, además
de dar consejo sobre lo útil del uso de la cirugía, en el caso de un apéndice inflamado.

Fuentes de consulta

Bibliografía

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