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Baños Termales de Pompeya

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Las ciudad de Pompeya, fue sepultada por una terrible explosión del Volcán Vesubio,

y así se mantuvo casi intactas durante unos 1600 años, hasta que el rey Carlos III
mandará iniciar excavaciones en el siglo XVIII, proceso que ha continuado hasta
nuestros días. Durante los 250 años se ha ido sacando a la luz la antigua ciudad
romana enterrada por dicha explosión, aunque todavía dista mucho para estar
excavada y expuesta en su totalidad. Se ha excavado aproximadamente 2/3 partes de
la ciudad, imaginemos pues los tesoros arqueológicos y de conocimientos que quedan
por descubrir.

Bajo las cenizas podemos apreciar Las termas de Pompeya:

Pompeya era una ciudad de suficiente entidad como para contar con distintos edificios
termales. De momento, se han identificado cuatro termas públicas: las Estabianas, las
del Foro, las Suburbanas y las Centrales.

Las “Estabianas”, son las más antiguas de la ciudad, que originariamente, debido a su
antigüedad, se abastecían de aguas freáticas. Sin embargo, sufrieron profundas
remodelaciones a lo largo de su historia, por lo que el momento de la erupción, el agua
provenía de un acueducto. Por el tamaño y las inscripciones encontradas se deduce
que eran de uso público. Se accedía a ellas por la Vía de la Abbondanza, y tras
traspasar el vestíbulo, donde se conservan restos de estuco en la bóveda, se llegaba a
un gran patio porticado trapezoidal, palestra, destinado a prácticas deportivas. Sin
embargo, la entrada principal, era de uso exclusivo para los hombres. Un letrero con la
inscripción “mujeres” aparece en la entrada accesible desde una calle lateral. Así
pues, había 2 salas calientes, 2 templadas y 2 frías. Las destinadas a las féminas, se
caracterizaban por ser más pequeñas y menos suntuosas.

Las termas de mayor tamaño eran las Estabianas. Toman el nombre de su ubicación,
en el cruce de la Vía de la Abundancia con la Vía Estabiana. Son las más grandes con
una hermosa palestra, donde se practicaba el ejercicio físico. Contaban con dos
sectores separados, uno para los hombres y otro para las mujeres, con dos vestíbulos
independientes. Ambas secciones compartían el praefurnium donde se generaba el
aire caliente necesario para el mantenimiento de las estancias calefactadas.
Conservan gran parte de la decoración original, restaurada tras el cataclismo del año
62 d. C., con hermosas figuras realizadas a molde en estuco.

Baños termales de Pompeya

Las termas de las ciudades romanas eran los baños públicos a los que acudía
la población como práctica higiénica. Además de esta función, servían como
lugares de ocio y de encuentro. Contaban con una serie de estancias con agua
a distinta temperatura.

Los baños públicos eran accesibles para todas las clases sociales de Pompeya. El
ciudadano romano medio cuidaba su higiene. Era una práctica diaria, que se
combinaba con ejercicios, masajes

¿Cómo se estructuraban las termas romanas?

Las estancias termales eran, dentro de la diversidad, similares en todo el Imperio.


Normalmente constaban de las siguientes estancias:

- Palestra: patio central al que se abrían todas las demás estancias y se podía
practicar ejercicios físicos.

- Tabernae: tiendas adosadas a las salas de baños donde se vendían bebidas y


comida, que los vendedores pregonaban a grandes voces entre los bañistas.
- Caldarium: baño de agua caliente, el alveus. Era la habitación más luminosa y
adornada. En las grandes termas había incluso piscinas donde se podía nadar.
En las más pequeñas, el baño se tomaba en bañera o depósitos de agua caliente
llamados labra. Las estancias se calefactaban gracias a un complejo sistema
denominado hipocausto: un horno o praefurnium, alimentado con madera, generaba
continuo aire caliente que se extendía por debajo del suelo de las estancias, a través
de los huecos que dejaban las pilae o pequeñas columnas, que sustentaban el suelo.
También las paredes solían estar huecas para permitir que el aire caliente subiera a
través de ellas. De esta forma, no sólo se calentaba el agua, en contacto con el suelo
caliente, sino todo el ambiente de las habitaciones caldeadas.

- Frigidarium: sala destinada a los baños de agua fría. En las grandes termas el
frigidarium estaba descubierto e incluía entre sus instalaciones una gran piscina
donde poder practicar la natación (Natatio).
- Tepidarium: habitación de temperatura tibia que preparaba al bañista para la de
agua caliente.
- Apodyterium: vestuarios. Habitación próxima al pórtico de la entrada donde los
bañistas dejaban sus ropas. Había un banco corrido y en la pared unas
hornacinas sin puertas, donde se depositaban las ropas y los objetos personales,
que quedaban vigilados por un esclavo.

¿Cómo se calentaba el agua en las termas romanas?


El interior de las estancias y las piscinas de agua caliente utilizaban el sistema
llamado hypocaustum. Basado en la distribución mediante túneles y tubos de
agua caliente y vapor, el calor se extendía por debajo de los suelos de las
estancias y piscinas y era alimentado por una serie de hornos situados en los
sótanos. En las termas se consumía enormes cantidades de agua pero también de
leña. Se necesitaban calentar no sólo el agua de las piscinas o las bañeras, sino
también las amplias salas. Para limitar este consumo sólo existía un medio:
aprovechar al máximo las horas solares.

Para ello, la mayoría de las termas se construían en espacios soleados y estaban


orientadas hacia el sur o suroeste y en esta parte eran donde se situaban los baños
calientes: el caldarium y el tepidarium. Si las termas se encontraban dentro de la
ciudad, delante de estos espacios se colocaban jardines, amplios espacios libres o
campos para el deporte para que llegara la luz solar.

Reflexión Final:
Las termas fueron imprescindibles en la vida romana. Con estos baños públicos, los
emperadores sirvieron a la población y enriquecieron el arte. Las termas permitieron
despertar el sentido de la belleza de los romanos. También significaron una fuente de
educación física, de higiene y de conservación de la salud del pueblo.

Índice de contenidos – PLANIFICACIÓN DE POMPEYA


En este artículo nos gustaría recordar la ciudad de Pompeya, una ciudad de la Antigua
Roma, cercana a la actual ciudad de Nápoles, Italia, que tras la erupción del volcán
Vesubio quedó sepultada bajo la lava.

La erupción del citado volcán cubrió Pompeya de lava en el año 79 d.C., dejándola oculta
bajo cenizas y rocas, pero completamente intacta para su estudio. La ciudad permaneció
enterrada varios siglos hasta que comenzaron las excavaciones, descubriéndose una
maravilla de incalculable valor arqueológico.

De los yacimientos rescatados se han podido observar diferentes manuscritos, edificios,


elementos decorativos y muchísimos útiles de la vida cotidiana de sus habitantes, que
han sido muy útiles para comprender y encuadrar el momento histórico en el que
sucedió el desastre.

Las calles de esta ciudad eran rectas y formaban una rejilla siguiendo el estilo del
urbanismo romano, pero no se distribuyó en un plano regular como en el resto de
ciudades romanas, ya que se encuentra ubicada en una zona con una orografía más
irregular. Pompeya contaba con un cardo (calle con orientación norte-sur) y dos
decumanos (calle con orientación este-oeste), y sus calles se encuentran pavimentadas
con cierta pendiente para que el agua de las lluvias no formase charcos.

El foro, que contaba con un espacio abierto de 145 metros de longitud por 38 de ancho,
era el centro era el centro comercial y cívico de la ciudad, y en el caso de Pompeya,
nos encontramos con otra singularidad respecto a otras ciudades de su época, al
encontrarse ligeramente desplazado de la confluencia del cardo y el decumano. Además
del foro, la ciudad tenía otros lugares públicos típicos de las ciudades romanas, como
las termas y los templos.

De los restos conservados se comprobó que existían varios modelos de vivienda en la


ciudad de Pompeya, que son reflejo de los distintos niveles de poder adquisitivo de los
habitantes de esta ciudad. Por un lado podemos encontrar las viviendas de las familias
más adineradas, construcciones unifamiliares que reciben el nombre de Domus. Otro
tipo de residencias, las de la gente de clase media, se encontraban formando pequeñas
comunidades de viviendas o insulae, que tenían unos corredores en torno a un patio o
huerto, al que daban sus cubículum privados. Por último también existieron diferentes
villas suburbanas, concebidas para el ocio o para explotaciones agroganaderas,
alrededor de la ciudad.

Pompeya, como otras ciudades romanas, estaba dotada de un moderno sistema de


gestión de aguas, canalizaciones, alcantarillado, contando con su Castellum Aquae,
pero solo en una parte de la ciudad.

Se estima que esta ciudad, considerada una maravilla desde el punto de vista
arqueológico, podría haber tenido entre 20.000 y 25.000 habitantes en el momento
de la tragedia.

La visita a las ruinas de esta ciudad nos permite imaginar perfectamente cómo era la
vida de sus habitantes, pudiendo observarse el foro, termas y diferentes templos,
conservándose incluso la decoración en algunas casas.

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