Tema 2. Desarrollo Cognitivo
Tema 2. Desarrollo Cognitivo
Tema 2. Desarrollo Cognitivo
desarrollo de la
personalidad
adolescente
Tema 2. Desarrollo cognitivo
Aprendizaje y desarrollo de la personalidad adolescente
Desarrollo cognitivo
Índice
Presentación .............................................................................. 3
Objetivos de aprendizaje ............................................................... 3
1. Desarrollo cognitivo del adolescente ........................................... 5
1.1. Teoría piagetiana del desarrollo intelectual ...................................... 5
1.2. Estadios o etapas del desarrollo cognitivo según Piaget ........................ 6
2. Adolescencia y desarrollo del pensamiento formal ......................... 11
2.1. Características del pensamiento formal ..........................................11
2.2. Revisiones e investigaciones sobre la teoría de Piaget .........................16
2.3. Nuevas perspectivas sobre el pensamiento formal ..............................18
3. El egocentrismo adolescente ................................................... 20
4. El desarrollo cognitivo y los procesos de aprendizaje en educación
secundaria .............................................................................. 22
Resumen................................................................................. 24
Referencias bibliográficas ............................................................ 25
Enlaces Web ............................................................................ 26
Presentación
En este tema se van a presentar los logros más significativos en el desarrollo cognitivo
del adolescente y su impacto sobre los procesos de aprendizaje. Entendemos por
desarrollo cognitivo los cambios cuantitativos y cualitativos que se producen en los
procesos mentales que nos van a permitir memorizar, pensar, supervisar nuestro
aprendizaje y solucionar problemas de manera más eficaz (Cerdán y Gil, 2014). Las
capacidades cognitivas del adolescente presentan unas peculiaridades que le van a
permitir aprender contenidos cada vez más complejos. Como afirman las autoras
citadas, conocer las particularidades del desarrollo cognitivo durante la adolescencia,
así como sus potencialidades, limitaciones y fuentes de diferencias individuales, va a
permitir a los docentes disponer de una visión más ajustada sobre las formas en que
pueden pensar y aprender los alumnos de secundaria, adecuando así el proceso de
enseñanza y aprendizaje.
Objetivos de aprendizaje
Tras este tema el estudiante debería ser capaz de:
Conviene recordar que tres son las ideas básicas de la teoría de Piaget (1971, 1973,
1977) sobre la naturaleza del desarrollo cognitivo.
Jean Piaget (1971) realizó numerosos experimentos para demostrar cómo la mente del
niño va cambiando a través de etapas caracterizadas por formas específicas de
pensamiento. Encontró que los niños menores de siete años tenían, por ejemplo,
dificultades para comprender la conservación de cantidades… Esta limitación cognitiva
se superaba cuando el niño era mayor. Piaget analizó como el niño, a medida que
crece, es capaz de resolver problemas cada vez más complejos. Sugirió que dese la
infancia hasta la adolescencia se dan con regularidad cambios significativos y
predecibles en el desarrollo cognitivo. Esto le llevó a plantear estadios o etapas de
desarrollo cognitivo que se suceden de modo universal e invariable y que suponen
formas cualitativamente diferentes de pensamiento. (Cerdán y Gil, 2014).
Esto no quiere decir que, a lo largo del desarrollo, sólo pasamos por cuatro estructuras
cognitivas diferentes. La estructura cognitiva humana está en un proceso de cambio
continuado: cada vez que adquirimos una habilidad mental o motriz, se producen
cambios en nuestra estructura cognitiva. Hagamos un breve recorrido por los estadios
enunciados por Piaget.
En los primeros meses (y hasta los 2 años aproximadamente) la cognición del bebé se
realiza a partir de los esquemas sensoriomotores de succión, audición y prensión.
El bebé sólo cuenta con formas motrices y sensoriales; a partir de ellas organiza su
mundo y se adapta a su medio: el mundo del bebé no es más que una realidad
“chupable”, realidad “visible”, una realidad “prensible”, etc. El conocimiento implica
observar, escuchar, moverse, tocar y saborear.
El niño/a entre los 2 y los 7 años (Etapa de Educación Infantil) cuenta, con esquemas
de tipo simbólico que le permiten representar mentalmente los objetos, las acciones
y las relaciones entre ellos.
La teoría de Piaget considera que el uso de reglas lógicas para resolver problemas es
la piedra angular sobre la que se levanta la inteligencia del niño. Una operación es la
forma a través de la que la inteligencia representa la realidad. Es una acción
interiorizada que tiene un carácter reversible y que se combina con otras acciones
formando estructuras de conjunto. En las operaciones concretas el niño opera sin
apartarse demasiado de la realidad física.
Eso sí, lo que lo diferencia es que la capacidad de pensar gira en torno a lo real. Sólo
es capaz de pensar sobre los elementos de un problema tal como se le presentan. Es
una lógica concreta, cargada de realismo.
En la etapa operacional formal (a partir de los 11-12 años en adelante), los sujetos
desarrollan la capacidad de abstracción y de hipotetizar aplicando principios más
lógicos que en la etapa anterior.
Junto con la capacidad para razonar de forma abstracta y lógica, los adolescentes son
capaces de procesar mejor la información, a partir de capacidades crecientes
relacionadas con la atención, la memoria y las estrategias para adquirir y manipular la
información (estructuración significativa de los materiales para el recuerdo, por
ejemplo). La acumulación de conocimientos que va aparejada al crecimiento en estas
edades (a través de las experiencias educativas formales e informales) facilita
asimismo la mejora de estas habilidades en el procesamiento de la información y de
razonamiento; es el caso de las diferencias entre expertos y novatos en una tarea a la
hora de afrontar la resolución de un problema. Por último, los adolescentes desarrollan
sustancialmente sus habilidades para pensar sobre el pensamiento (metacognición),
que implica ser capaz de reflexionar sobre los propios procesos cognitivos y desplegar
un control sobre su ejecución: saber por qué una determinada estrategia para resolver
una tarea no funciona y seleccionar otra diferente. En conjunto, estas tendencias
evolutivas en el ámbito del desarrollo cognitivo en la adolescencia tienen importantes
repercusiones sobre el aprendizaje escolar. Así, Limón y Carretero (1995, 2004)
sintetizan cuatro tipos de habilidades a desarrollar en el curso de la enseñanza
obligatoria y que deberían concretarse en programas de instrucción con actividades
específicas en cada materia:
Para analizar el pensamiento de los adolescentes nos referiremos a Piaget como autor
clave en la descripción del cambio cognitivo a lo largo del desarrollo. Como apuntamos
anteriormente, este autor propuso una teoría de etapas del desarrollo cognitivo que
especifica las competencias mentales que los niños y adolescentes van adquiriendo
según la edad (Cerdán y Gil, 2014).
Así pues, ante una tarea formal, el adolescente ya no está preocupado exclusivamente
por la restringida ocupación de organizar la información que recibe de los sentidos.
Gracias a esta nueva propiedad, posee ahora la capacidad potencial de concebir y
elaborar todas o casi todas las situaciones posibles que podrían coexistir con la
situación dada, conceptualizando con una mayor precisión el planteamiento y
Los adolescentes pasan a ser capaces de razonar sobre las distintas posibilidades de
una situación, aunque no tengan una existencia real y concreta. Son proclives por tanto
a interrogar a la realidad, imaginando otras situaciones posibles a la presente y
conjeturando sobre las consecuencias derivadas de esas otras posibilidades. Esta
característica se puede interpretar a menudo como una actitud insidiosa y molesta a
ojos del adulto, más interesado en asentar normas y conocimientos ante los
adolescentes.
Esta propiedad del pensamiento formal tiene una estrecha relación con las dos
anteriores. Los sujetos de este estadio se sirven de proposiciones verbales como medio
ideal en el que expresan sus hipótesis y razonamientos, así como tos resultados que
obtienen. Las proposiciones son esencialmente afirmaciones sobre «lo que puede ser
posible», son de naturaleza puramente abstracta e hipotética. Independientes de la
realidad concreta. Así pues, el adolescente trabaja intelectualmente no sólo con
objetos reales, sino con representaciones proposicionales de los objetos (Carretero y
León, 2004).
Sin embargo, cuando el contenido que incluyen los enunciados es más familiar o
concreto, estos errores disminuyen en su uso. Este hecho contradice la teoría
piagetiana a la que hemos aludido, que afirmaba que los adolescentes, en la etapa de
operaciones formales, serían capaces de emplear sin problemas las leyes de la lógica
(Inhelder y Piaget, 1955).
Los adolescentes son capaces de abordar las relaciones lógicas que se establecen entre
enunciados o proposiciones, manifestadas bien a través de un lenguaje verbal, lógico
o matemático. Estas relaciones lógicas entre proposiciones pueden ser de negación,
inversión, equivalencia, exclusión, disyunción, implicación, etc., hasta un total de 16
posibles combinaciones proposicionales. El razonamiento se independiza entonces de
los datos de la realidad, de los datos empíricos y pasa a depender de una lógica formal.
• Las hipótesis son “proposiciones”, esto es, enunciados que dan lugar a
afirmaciones o negaciones. Pero, las proposiciones -al ser “verbales”- le
permiten un ahorro de esfuerzos y una rapidez de manejo ya que pueden ser
aceptadas o rechazadas en función de la validez que se les asigne, por una simple
operación mental sin necesidad –en principio- de un manejo físico.
• Ya no sólo tiene en cuenta los datos reales, además, puede prever y listar todas
las posibles situaciones y las relaciones causales entre los elementos.
Sin embargo, el núcleo básico de su pensamiento adolescente está constituido por sus
nuevas capacidades de razonamiento. La actuación del adolescente se parece cada vez
más al modelo de razonamiento científico y lógico.
• Puesto que las operaciones formales constituyen el último estadio del desarrollo
intelectual, el pensamiento que poseen los adolescentes es similar en todos sus
rasgos al pensamiento adulto.
Como puede observarse, si este conjunto de afirmaciones fuese cierto, no habría mayor
problema en llegar a implicaciones educativas que subrayaran la adquisición de
métodos de trabajo y concediesen escasa importancia a los contenidos escolares en sí
mismos. Consecuentemente, la labor del docente, sea cual fuere su área o materia,
debería consistir en potenciar en el adolescente el desarrollo pleno de este
pensamiento. Sin embargo, las cosas no resultan tan sencillas, porque, como
expondremos a continuación, las investigaciones realizadas en los siguientes años
señalan que el pensamiento formal no se adquiere tan fácilmente ni de forma tan
homogénea como predijeron Inhelder y Piaget, y por ello resulta peligroso restar
importancia a los contenidos escolares. Sobre las implicaciones educativas de estas
cuestiones volveremos más adelante.
El principal objetivo que tuvieron los trabajos posteriores a la obra de Inhelder y Piaget
fue meramente descriptivo. La mayor parte de estas investigaciones consistía en
repetir la aplicación de las pruebas piagetianas con adolescentes de diversos países y
ambientes educativos (Carretero, 1980; 1985). En términos generales, existía un cierto
acuerdo en admitir que en este período de la vida se iba adquiriendo paulatinamente
un tipo de pensamiento cuyas características se asemejaban a las descritas en el
pensamiento formal. Sin embargo, existía también un claro desacuerdo respecto a
algunos de los supuestos básicos examinados anteriormente. Los puntos fundamentales
de desacuerdo eran los siguientes:
• Dado que los esquemas que lo componen pueden adquirirse o dominarse por
separado, el pensamiento formal no constituye una estructura de conjunto, por
lo que “no es uniforme ni homogéneo”, es decir, no se da en todos los individuos
de la misma forma. Existen grandes diferencias individuales, de manera que se
ha comprobado que el pensamiento formal tiene una correlación alta con el
cociente de inteligencia (C.I.) y los estilos cognitivos independientes de campo.
En otro orden de cosas, aunque también relacionado con el desarrollo cognitivo adulto,
se ha criticado a la Escuela de Ginebra que considerase al pensamiento formal como
la cima del funcionamiento intelectual. Trabajos posteriores plantearon la existencia
de otros modos de pensamiento cualitativamente distintos al pensamiento formal, que
no admite su reducción a términos “lógicos” y “matemáticos”. Estos distintos modos
de pensamiento, que se han agrupado conjuntamente bajo el nombre de pensamiento
post-formal, se caracterizan por:
Existen otros muchos estudios que indican que los sujetos difieren en la utilización de
las operaciones formales según el grado de familiaridad que posean sobre la tarea en
cuestión. Resulta asimismo interesante señalar cómo el tema de la familiaridad de los
sujetos con las tareas llevó a los investigadores a la búsqueda de pruebas que posean
una mayor validez ecológica, es decir, que impliquen una mayor relación con la
realidad cotidiana, posibilitando así un conocimiento más preciso de la capacidad para
resolver problemas formales.
Para concluir, podemos afirmar que el desarrollo no puede concebirse al margen del
aprendizaje. En otras palabras, si la adquisición del pensamiento abstracto o formal
en la adolescencia depende en buena parte de la experiencia del sujeto (a través de
sus teorías o ideas previas), resulta obvio pensar que al menos una buena parte de esa
experiencia se adquiere, o se debería adquirir en la escuela.
3. El egocentrismo adolescente
Por último, queremos completar nuestro análisis de la personalidad en el adolescente
a través del tratamiento de las relaciones entre los aspectos afectivos y cognitivos
de su desarrollo. Carretero (2004) señala que una de las muestras más claras de la
necesidad de una teoría coherente sobre el desarrollo de los adolescentes es,
probablemente, la escasa relación que se ha establecido entre los aspectos cognitivos
y afectivos a estas edades. Sin embargo, indica que autores como Elkind (1970) y White
y Speisman (1977) sí se han preocupado por tratar esta vinculación.
Elkind (1967 y 1970), formuló dos aspectos del egocentrismo del adolescente que
tratan de acortar distancias entre los aspectos cognitivos y afectivos del
comportamiento:
Comienzan además a ser capaces de planificar y regular el modo en que resuelven las
tareas y a tomar medidas correctivas para su correcta elaboración si lo juzgan
necesario. También sabemos que gracias al desarrollo del pensamiento formal los
estudiantes de secundaria se muestran capaces de razonar como científicos. Pueden
porque son capaces de emplear reglas lógicas para resolver los consecuentes de
enunciados condicionales y porque comienzan a llevar a cabo secuencias de acciones
planificadas mentalmente a priori para resolver problemas (Cerdán y Gil, 2014).
No obstante, y según los teóricos del desarrollo las experiencias cotidianas con las que
se enfrentarán y las tareas cognitivas con las que deberán lidiar los adolescentes en el
mundo adulto harán necesario que, progresivamente, construyan nuevos estilos de
pensamiento. En este sentido, como afirman Cerdán y Gil (2014), estos autores
contemplan la posible aparición de nuevas etapas posteriores al pensamiento formal,
el pensamiento postformal permitiría ir más allá del pensamiento objetivo y lógico
mediante la incorporación progresiva de lo subjetivo y lo personal.
El pensamiento dialéctico supone aceptar que cada idea o tesis tiene su idea opuesta
o antítesis. Implica el desarrollo de la capacidad de considerar puntos de vista opuestos
de forma simultánea, aceptando que es posible la existencia de contradicciones.
Cerdán y Gil (2014) refieren que permite, por ejemplo, atender simultáneamente a
Resumen
Del marco teórico expuesto en este tema sobre el desarrollo cognitivo en la
adolescencia, se derivan las siguientes conclusiones:
Referencias bibliográficas
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Enlaces Web
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<https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2304264>