Historia para Qué
Historia para Qué
Historia para Qué
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L~c,,lcJ Cuando se interroga por la finalidad de la in-
v~stigación histórica quedan planteadas cues-
tio·nes cuya conexión íntima no autoriza a
confundirlas. La pregunta ¿historia para qué?
pone a debate de manera explícita el proble-
ma de la función o utilidad del saber histórico.
Sin embargo, como lo vio acertadamente
Marc Bloch, con tal pregunta también se abre
el asunto de la legitimidad de ese saber. Se
recordará el comienzo de la Apologie pour
l'histoire: " 'Papá, explíca1ne para qué. sirve
la ...historia.', pedía hace algunos años a su
padre, que era historiador, un muchachito
allegado mío. . . algunos pensarán, sin duda,
que es una fórmula ingenua; a mí, por el con-
trario, me parece del todo pertinente. El pro-
blema que plantea ... es nada menos que el
de la legitimidad de la historia.",. Se trata
de cuestiones vinculadas pero discernibles:
unos son los criterios conforme a los cuales
el saber histórico prueba su legitimidad teó-
rica y otros, de naturaleza diferente, son los
rasgos en cuya virtud este saber desempeña
cierta función y resulta útil más allá del plano
cognoscitivo. Por ello aclara Bloch párrafos
adelante que "el problema de la utilidad de
la historia, en sentido estricto, en el sentido
'pragmático' de la palabra útil, no se confun-
Marc Bloch, lntroduéción
1 a la hi5toria, México,
Fondo de Cultura Económica, 1972.
[11]
12 CARLOS PEREYl<A
taciones v luchas del presente. No hay discurso
de con el de su legitimidad, propiamente in- histórico· cuya eficacia sea puramente. cognos-
telectual". citiva· todo discurso histórico interviene (~:e
No siempre se mantiene con rigor la dis- inscribe) en una dete1·minada realidad social
tinción entre legitimidad y utilidad; nada hay donde es más o menos útil para las distintas
de extraño en ello pues desde antiguo ambas fuerzas en pugna. Ello no conduce, sin ern-
aparecen entren1ezcladas. En las prin1eras bargo, a n1edir con el misn10 rasero l'.1s cua-
páginas de la Guerra del Peloponeso, Tucí- lidades teóricas de un discurso histórico (su
dides escribe: "aquellos que quisieren saber legitimidad) y su funcionarniento en el debate
la verdad de las cosas pasadas y por ellas juz• social: su utilidad ideológico-política no es
gar y saber otras tales y semejantes· que una mágnitud directamente proporciono.!_ a
podrán suceder en adelanté, hallarán útil y su validez teórica. Es preciso no 1ncurnr,
provechosa m.í historia; porque mi intención como lo advierte Hobsbawm, en la "confu-
no es componer farsa o con1edia que dé placer sión que se hace entre las motivaciones ideo-
por un rato, sino una historia provechosa que lóo-ícas o políücas de la investigación o ele su
dure para siempre". Este pasaje muestra has- utilización y su valor científico'' .2
ta qué grado estaba convencido Tucídides de La tendencia a identificar utilidad y legi-
que su intención (elaborar una historia pro- timidad del discurso histórico tiene con fre-
vechosa) se realizaría en la medida en que cuencia su origen en la idea de que la historia
la investigación permitiera "saber la .verdad sigue un curso ineluctable: los historiadores
de las cosas pasadas". En este caso verdad procuran entonces formular reglas de con-
y utilidad son mutuamente correspondientes ducta -en los comienzos, por ejemplo, de
porque se parte del supuesto de que el cono-. esta disciplina en Grecia y Ronia- porque
cimiento de ciertos fenómenos constituye una se presupone la repetición del proceso con-
guía para comportarse cuando ocurran de forme a ciertas pautas esLablecidas de una
nuevo cosas se1nejantes. Una larga tradición vez por todas. La confianza en que hay una
encuentra el sentido de la investü;ación his- vinculación directa e inmediata entre cono-
tórica en su capacidad para producir resul- cimiento y acción se apoya en la creencia de
tados que operen como guía para la acción. que la comprensión del pasado otorga p~cno
La eficacia del discurso histórico (con10, en manejo de la situación actual:. de _ah1 el
general, de las distintas forn1as del discurso peculiar carácter pragmático d_e la. _r_nda?_a-
científico) no se reduce a su función de co· ción histórica tradicional. Esa 1dent1bcac10n
nocirniento: posee también una función social también se origina a veces en el conv:·,,,ci-
cuyas modalidades no son exclusiva ni pri- míento de que unos u otros grupos soci;Hés
n1ordialmente de carácter teórico. Sin ningu- .
na duda, pues, el estudio del movimiento de ~ Eric J. Hobsbav,nn. "De la historía social a la
historia de la sociedad", en Tendencias actuales de
la sociedad, más allá de la validez o legiti- la historia social y demográfica, México, ScpScten-
midad de los conocin1ientos que genera, aca- tas, 1976.
rrea consecuencias diversas para las confron-
14 CARLOSPEREYRA HISTORIA, ¿PARA QUÉ? 15
dos del siglo pasado contra la tradicional rnina, a fin de cuentas, por asurnir de m.ancn1
historia moralista y pedagógica, apostando a vergonzante las formas ideológicas más cha-
favor de un programa ceñido a contar lo que tas y reblandecidas. Lucien Febvre se burla
realrnente aconteció. Es claro, sin embargo, con razón de esta actitud: "den1asiados his-
que no hay descripción (ni siquiera observas toriadores, bien formados y conscientes (eso
ción) posible fuera de un campo problemá- es lo peor) . . . hacen historia de la rnisrna
tico y de· un aparato teórico, los cuales se manera que tapizaban sus abuelas. Al punti-
estructuran en un espacio en cuya delimita- llo. Son aplicados. Pero si se les pregunta el
ción intervienen también las perspectivas porqué de todo ese trabajo, lo n1ejor que
ideológicas. La confianza ingenua en la lec- saben responder, con una sonrisa infantil,
tura pura de los documentos y en el ordena- es la cándida frase del viejo Ranke: para
miento aséptico de los datos fue tan sólo un saber exactan1ente cómo pasó'. Con todo de-
estadio pasajero en la formación de la ciencia talle, naturalmente."" El rechazo de la his-
histórica. Se vuelve cada vez más insosteni- toria como rn.ero afán de curiosidadc:s no
ble la pretensión de desvincular la historia autoriza, sin embargo, a diluir su función
en la que se participa y se toma posición • cognoscitiva en la vorágine de las luchas so-
de la historia que se investiga y se escribe. ciales.
En definitiva, "la función del historiador no Ya se sabe dónde suele desembocar la re-
es ni amar el pasado ni emanciparse de él, flexión presidida por la idea -según la
sino dominarlo y comprenderlo, como clave fórn1ula empleada por Chesneaux- de que
para la comprensión del presente".' "el estudio del pasado no es indispensable
Ahora bien, el énfasis requerido para sa- sino al servicio del presente". Cuando se di-
lirle al paso a las actitudes 'farisaicas in- suelve por con1pleto la lógica propia del
clinadas a elaborar un discurso histórico pre- discurso histórico en los zigzagueos de la
tendidamente aislado de la vida social en opción política inmediata, entonces no pue-
curso, no tiene por qué conducir al esquema den extrañar ocultan1ientos, silencios y defor-
reduccionista según el cual • todo el sentido n1aciones: elernen tos triviales de in forn1aci(m
del conocimiento histórico está supeditado a se vuelven tabú (el papel de Trotskí en la
las urgencias ideológico-políticas más inme- Revolución rusa, por ejemplo), ár·eas enteras
diatas. El academicismo cree encontrar en del proceso social se convierten en zonas pro-
la doctrina de la neutralidad ideológica un hibidas a la investigación, falsedades burdas
refugio para preservar el saber contra los pasan por verdades evidentes de suyo, etc. El
conflictos y vicisitudes del momento y, en hecho de que el saber histórico está siernpre
rigor, sólo consigue mutilar la reflexión y en todo caso conforrnado tan1bién por L,
arrancándole sus vasos comunicantes con la lucha de clases, ya que "la ciencia se hace er:
principal fuente de estímulo intelectual: ter- la vida misn1a y por gentes que trabajan
., E. H. Carr, ¿Qué es la historia?, Barcelona, Seix ;> L. Febvre, Combates por la historia, Barcelona,
Barral, 1969. Ariel, 1970.
CARLOS PEREYRA JÍISTORIA, ¿PARA ouú? 19
en ese xnornento. . . está ligada a través de prácticas para guiarse en la vida (historia
mil sutilezas y con1plicados lazos a todas las magistra vitae), •lecciones· de inrnediato pro-
actividades divergentes de los hombres" vecho para individuos y sociedade.s. Las
(Febvre) , no basta para simplificar las cosas condiciones. en que se producen los actos
y abogar por una historia convertida en apo- humanos son raras veces suficientemente se-
logética de una plataforma ideológica circuns- mejantes de. uri modo a otro para que las
tancial como ocurre sin remedio allí donde la 'lecciones de la historia' puedan ser aplicadas
función cognoscitiva de la práctica teórica es directamente."•
anulada en aras de su función social en una Si bien, para indicar algunos nombres, Po-
coyuntura dada. libio y Plutárco escribieron a fin de enseñar
con el ánimo de ofrecer soluciones a la;
necesidades prácticas de las generaciones pos-
teriores, esa idea pedagógica de la historia dio
paso a otra concepción centrada en el supues-
D1.-1.rante largo tiempo la historia fue conce- . to básico de que la historia posibilita la
bida con10 si su tarea consistiera apenas en comprensión del presente "en tanto -como
n1antener vivo el recuerdo de acontecimientos lo formulan Langlois y Seignobos- explica
mernorables según criterios que variaron en los orígenes del actual estado de cosas". En
las distintas formaciones culturales. La fun- efecto; puesto que toda situación social es re-
ción de esta disciplina se limitó prímerarnente sultado de un proceso, ningún conocimiento
a conservar en la memoria social un conoci- de tal situación puede producirse al margen
miento perdurable de sucesos decisivos para del estudio de sus fases de formación: el
la cohesión de la sociedad, la legítin1ación de conocimiento de las circunstancias a partir
sus gobernantes, el funcionamiento de las ins- de las cuales se gestá una coyuntura histórica
tituciones políticas y eclesiásticas así como es indispensable· para captar las peculiarida-
de los valores y símbolos populares: el saber des de ésta. Las entidades y fenómenos que
histórico giraba alrededor de ciertas imáge- se pueden discernir en el movimiento de la
nes con capacidad de garantizar una (in) sociedad constituyen una realidad caracteri-
forrn.ación compartida. Casi desde el princi- zable en términos de proceso y sistema. En
pio la historia fue vista también como una tal sentido parece incuestionable una respues-
coiecdén de hechos ejemplares y de situacio- ta que se incline a favor de la primera opción
1:es p2radigrnáticas cuya com.prensión pre- en la alternativa presentada por Bloch: "¿ha-
para a los individuos para la vida colectiva. brá que· considerar el conocimiento del perío-
De ahí la antigua tendencia, ya n1.encionada, a do más antiguo como necesario o superfluo
solicitar de la historia que guíe nuestra ac- para el conocimiento del .más reciente?"
ción. A finales del siglo pasado, sin embargo, 6
C. V. Langlois y C. Seignobos, Introducción a
ya aparec.ía como "ilusión pasada. de moda los estudios ízístóricos, Buenos Aires, La Plévade
c1-eer que la historia proporciona enseñanzas 1972 •• '
HISTORIA, ¿PARA QUÉ?
Se esiaría tentado a creer que superflua
es la pregunta mis1na por cuanto es impen- tórico. Mientras más confusa y caótica apa-
s';'b_Je la inteligibilidad de un momento his- rece una coyuntura dada, como es el caso
tonco fuera de los iazos que lo vinculan con de ésta que se vive a comienzos de los años
los momentos precedentes. Sin embargo, los ochenta, más contundente es el peso de la in-
excesos _del evolucionismo obligan a matizar vestigación histórica en el esfuerzo por des-
la cuestión. Por ello afirma Marx que la es- pejar tales caos y confusión. Guardar distan-
tructura anatómica del hombre es la clave cia conveniente para no extraviarse en la
de !ª disposición orgánica del mono y no al obsesión de los orígenes, no impide admitir
reves co'.11.0 sería más fácil suponer. Dos que sólo es posible orientarse en las cornpli-
pla:~uea_n:uentos aparecen implicados en esta caciones del período conten,poráneo a partir
indic_aci.on: uno refiere al hecho de que en del más amplio conocimiento del proceso que
un nivel de complejidad no se encuentran los condujo al n,undo tal y coino hoy es. Quienes
~lernentos suficientes para explicar un plano participan en la historia que hoy se hace están
d~ rn~yor complejidad y otro subraya que la colocados en mejor perspectiva para in terve-
genes1s de una realidad no basta para expli- nir en su época cuanto mayor es la com-
car su ~uncionamiento. Se entiende, en con- prensión de su origen. Planteada así la fun-
secuencia, por qué formula Bloch ese inte- ción central de la historia, resulta claro que
rrogante así como su reacción contra el mito el estudio de los últirnos cien años tiene n,ás
de, l'?s orígenes. "La explicación de lo más repercusiones que el de los siglos y rni!cnios .
proximo por lo más lejano 11.a dominado a anteriores. Sin embargo, con rnás frecuencia
men\1do nuestros estudios. . . este ídolo de de lo que pudiera creerse en prünera instan-
•la tnbu ·de los historiadores tiene un nombre· cia, aspectos fundamentales de la forma actual
la _obsesió_n de los orígenes. . . en el vocabu~ de la sociedad se entienden con base en fac-
Jano cor_nente los orígenes son un comienzo tores de un pasado más .o menos lejano, Tal
que exp}ica. ~eor aún: que basta para. expli- vez por ello no tiene ningún empacho Febvre
car. Ahr radica la ambigüedad ahí está el en escribir: "yo defino gustosamente la histo-
peligro,". S~ bien para todo fenómeno social ria como una necesidad de la humanidad -la
el cono_cimiento de sus orígenes es un mo- necesidad que experimenta cada grupo hu1na-
mento unprescindible del análisis v un com- no en cada momento de su evolución, de bus-
ponente irrenunciable de la explic;ción, ésta ca; y dar valor en el pasado a los hechos, los
no se agota aquí: saber cómo algo llegó a ser acontecimientos, las tendencias que preparan
lo que es no supone todavía reunir los elen1en- el tiempo presente, que penniten cornpren-
tos suficientes para explicar su organización derlo y que ayudan a vivirlo",
actual.
El impacto de la historia no se localiza so-
Ninguna respuesta a las preguntas que hoy lamente, por supuesto, en el plano discursivo
pueden formularse respecto a la situación de la comprensión del proceso social en curso.
presente es posible en ausencia del saber his- Antes que nada impregna la práctica n1isma
de los agentes, quienes actúan en uno u
r
1
22 CARLOS PEREYRA HISTORIA, ¿PARA QUÉ' 23
otro sentido según el esquema que la his- riadores una sensibilidad perceptiva de las
1 toria les ha conformado del movimiento de implicaciones que tiene su actividad profe-
! sional en la vida social y política. Todo ocurre
la sociedad. La actuación de esos agentes está
decidida, entre otras cosas, por su visión del como si la evidencia empírica respecto a la
pasado de la comunidad a la que pertenecen omnipresencia del saber histórico en la vida
y de la humanidad en su conjunto. Los grupos cotidiana representara para la mayoría de
sociales procuran las soluciones que su idea los historiadores un motivo adicional que em-
de la historia les sugiere para las. dificultades puja a buscar el deslinde entre las preocupa•
y conflictos que enfrentan en cada caso. Por ciones académicas v las vicisitudes del con-
ello el saber histórico nó ocupa en la vida texto social. Sin eiubargo, tanto las clases
social un espacio determinado sólo por consi- dominantes en las diversas sociedades. como
deraciones culturales abstractas sino también los gro.pos políticos responsables del poder
por el juego concreto de enfrentamientos y estatal, suelen invocar el pasado como fuente
antagonismos entre clases y naciones. Pocas de sus privilegios. De ahí que, como sucede
modalidades del saber desempeñan un papel con muy pocas 111odalidades del discurso teó-
tan definitivo en la reproducción o transfor- rico, la historia es sometida a una intensa
1nacíón del siste1na establecido de relaciones explotación ideológica. Si entre las cuestiones
sociales. Las forn1as que adopta la enseñanza básicas a plantear, Pierre Ví!ar incluye "1?
de la historia en los niveles de escolaridad ¿ cuál fue, cuál es el papel histórico de b
básica y media, la difusión de cierto saber historia como ideología? 2? ¿cuál es ya, cuál
histórico a través de los medios de comunica- podría ser el papel de la historia como cien-
ción masiva, la inculcación exaltada de unas cia?"/ ello se debe a que, en efecto, la historia
cuantas recetas generales, el aprovechamien- se emplea de manera sistemática con10 uno
to mediante actos conmemorativos oficiales de los instrumer1tos de n1avor eficacia para
de los pasados triunfos y conquistas popula- crear las condiciones ideológico-culturales que
res. etc., son pruebas de la utilización ideo- facilitan el 1nantenimiento de las relaciones
lógico-política de la historia. "Nuestro cono- de dominación.
cimiento del pasado es un factor activo del El papel de la historia como ideología se
movimiento de la sociedad, es lo que .se ven- eleva con10 óbstáculo forn1idable para la
tila en las luchas políticas e ideológicas, una realización del papel de la historia como cien·
zona violentamente disputada. El pasado, él da. Aunque todas las formas del saber se
conocimiento histórico pueden funcionar al desarrollan ligadas a resortes ideológicos que
servicio del conservatismo social o al servicio intervienen con vigor en la -selección de te-
de las luchas populares. La historia penetra mas y enfoques como en la utilización pos-
en la lucha de clases; jamás es neutral, jamás terior de los conocimientos, en el caso de la
pennanecc al margen de la contienda" (Chcs- historia la intervención de esos resortes ha
neaux). 7 Pierre Vilar, líistoria ázar~·rista, historia eu cons~
No es frecuente encontrar entre los histo- trucción, Barcelona, Anagrama, 1974.
CARLOS PEREYRA HISTORIA, ¿PARA QUi~?