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Musica

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Etimología de la palabra solfeo: Solfeo es un término que se origina de las

notas sol y fa. De igual manera que sucede en el francés con “solfège” o en el
italiano “solfeggio”, todos estos sustantivos remiten a estas dos notas. El
equivalente en español de esta expresión es "sol-fa", también se utiliza como
verbo (solfear un pasaje es cantarlo en solfeo).
Por su parte solmisación, proviene del latín medieval solmisatio, que a su vez
proviene de las notas sol y mi. La solmisación que se toma con idéntico
significado que solfeo, en realidad la solmisación técnicamente es un concepto
más genérico.
Definición de solfeo: Es la acción y consecuencia de solfear. Donde solfear
hace referencia al cantar una composición marcando el compás y nombrando
las notas, esto con el fin de enseñar la entonación cuando se lee una música.
Además, enseña la técnica para leer una partitura.
En este sentido se entonan al tiempo que se recitan los nombres de las notas
que figuran en la melodía, teniendo en cuenta el tempo y la duración de las
notas mientras que con una de las manos se marca el compás.
El origen del nombre de las notas del sistema latino se encuentra en el “Himno
a San Juan Bautista” escrito por el historiador lombardo Pablo el Diácono en
el siglo VIII. De las primeras sílabas de los versos de este himno se toma el
nombre las notas musicales de la notación latina moderna, hecho realizado
por Guido D'Arezzo en el Siglo XI.
Guido d'Arezzo utilizó la primera sílaba de cada estrofa, excepto la última: ut,
re, mi, fa, sol, la. Siglos más tarde, Anselmo de Flandes introdujo el
nombre si para la nota faltante, combinando las iniciales de Sancte Ioannes.
Posteriormente, en el siglo XVII el musicólogo italiano Giovanni Battista
Doni sustituyó la nota ut por do, pues esta sílaba facilitaba el solfeo por
terminar en vocal. Constató que era difícil solfear con la nota ut ya que
terminaba en una consonante sorda, tuvo la idea de reemplazarla con la
primera sílaba de su propio apellido (do).
Otra teoría afirma que quizá provenga del término Dominus, Señor en latín.
En Francia todavía se sigue usando ut para los términos técnicos o teóricos
(por ejemplo, trompette en ut o clé d'ut).

Nota Texto original en latín Traducción


Para que puedan exaltar
Ut queant laxis Resonare a pleno pulmón las
Ut - Do
fibris Mira gestorum Famuli maravillas estos siervos
Re Mi Fa Sol La S
tuorum Solve polluti Labii tuyos perdona la falta de
i
reatum Sancte Ioannes. nuestros labios
impuros San Juan.

Una teoría alternativa en los orígenes del solfeo propone que pudo también
haber tenido orígenes musicales árabes. Se ha discutido que las sílabas del
solfeo (do, re, mi, fa, sol, la, ti) se pudieron haber derivado de las sílabas del
sistema árabe durr-i-mufassal (‘perlas separadas’) (dal, ra, mim, fa, sad, lam)
durante las contribuciones islámicas a Europa medieval. El primero en
enunciar esta teoría fue Meninski en su Thesaurus Linguarum
Orientalum (1680) y seguido por Laborde en su Essai sur la Musique
Ancienne et Moderne (1780).
Hay dos métodos de solfeo:
- Do movible: En el cual los nombres de las notas se fijan a distintas alturas
de acuerdo con el contexto.
- Do fijo: Mediante el cual los nombres de las notas siempre se fijan a la
misma altura.
Notación musical: La música occidental ha tenido una gran evolución a lo
largo de la historia. Ninguna otra tradición musical consiguió el grado de
desarrollo de la música europea. El hecho se explica por una sencilla pero
determinante circunstancia: en Europa se construyó un sistema complejo de
notación musical.
Fue gracias al desarrollo de un sistema de escritura musical que la música se
pudo conservar casi intacta al pasar de una generación a otra, ya que de esta
manera los compositores pudieron desarrollar nuevas ideas estéticas a partir de
la música escrita de su pasado inmediato.
La característica más importante de la notación musical consistió en que fue
posible componer música polifónica porque el sistema de escritura permitía
medir el tiempo con exactitud y establecer las entradas de cada una de las
voces o instrumentos de una obra. Fue así como la música occidental se
convirtió en la única que desarrolló una tradición polifónica de gran
complejidad.
La notación musical no fue un invento que se haya confeccionado de un día
para otro, ni fue una sola persona quien tuvo esta interesante idea. La historia
del desarrollo de este sistema de notación nos revela el desarrollo mismo de la
tradición musical occidental.
Generalmente se dice que el surgimiento de la notación musical fue entre los
siglos VIII y IX. No obstante, hay varios hechos que demuestran que en la
Grecia Antigua existió un sistema de notación musical. Siempre hemos
admirado la filosofía y la teoría musical que los griegos desarrollaron a partir
de los postulados pitagóricos y los conceptos que unos siglos después
Aristoxeno, en sus Elementos armónicos y sus Elementos rítmicos (ca. 330
a.C.), le llevaría a determinar cuestiones relacionadas con el ritmo, los
intervalos y las escalas musicales.
Otro teórico griego, Arístides Quintiliano (ca. siglo I d.C.), en su tratado Sobre
la música, notifica un sistema de escritura de las notas musicales utilizando el
alfabeto griego. Algunos vestigios arqueológicos de la época corroboran la
utilización del alfabeto para representar las notas musicales. El vestigio más
importante es el Epitafio de Seikilos, una piedra de mármol del siglo I d.C.
que proviene de la región de Éfeso, en la actual Turquía. Este Epitafio
contiene lo que parece ser un sistema de notación musical, ya que encima del
texto hay letras del alfabeto que parecen representar notas musicales y algunas
líneas y puntos que parecen indicar la duración de cada nota. Este sistema de
notación musical representaría la altura y la duración del sonido, lo que hace
posible tener una visión muy aproximada de la sonoridad de esa música tan
antigua.
El sistema de notación musical griego se perdió al pasar a la Edad Media. Es
un misterio saber cómo se transmitían las melodías del canto cristiano
(conocido como canto gregoriano) sin un sistema de escritura. Los cantantes
de aquella época tenían que dominar cientos de melodías, entre las cuales
había cantos que solamente se interpretaban una vez por año. Se cree que al
igual que los músicos de la Antigua Grecia, los cantantes medievales
aprendían fórmulas de apertura, cierre y ornamentos melódicos que iban
improvisando y combinando según el carácter de la celebración religiosa.
Con el paso de los siglos, las melodías de los cantos cristianos se fueron
diversificando de tal manera que se cantaban cosas muy distintas de ciudad a
ciudad.
Es probable que los primeros sistemas de notación musical de la Edad Media
hayan surgido entre los siglos VIII y IX como consecuencia del intento de la
Iglesia de Roma de estandarizar los cantos eclesiásticos, de tal manera que en
todos los templos cristianos se cantaran las mismas melodías. Al principio se
entrenaron a cantantes con buena memoria para que después viajaran a lo
largo y ancho de Europa a transmitir con exactitud cada una de las melodías
aprobadas por las autoridades religiosas. Pero al paso de algún tiempo se
percataron que ese método no funcionaba como se quería, ya que la memoria
humana no es perfecta.
Fue así como quizá surgieron los primeros signos que se escribieron encima
de los textos para indicar la dirección de la melodía. Esos signos se llamaron
neumas, y eran solamente una ayuda para la memoria del cantor, quien debía
conocer previamente la melodía para poder entender dichos signos. La única
información que proporcionaban los neumas era el número de notas que debía
interpretarse por cada sílaba del texto y la dirección relativa de la melodía.
Decimos “relativa” porque no indicaban la altura exacta de los intervalos
musicales que debían cantarse, solamente decían si la melodía tenía que subir
o bajar. A este tipo de notación primitiva se le conoce como notación
neumática o adiastemática.
Poco tiempo después surgió un adelanto de gran relevancia que consistió en
ubicar cada neuma a distinta altura para indicar el intervalo exacto y la
dirección melódica. A este sistema de escritura se le conoce como notación
diastemática. Pronto se comenzaron a utilizar una o dos líneas horizontales
que indicaban notas concretas, siendo este el antecedente inmediato de lo que
siglos después sería el pentagrama. Con la invención de las líneas fue posible
escribir con exactitud la altura de cada una de las notas musicales. Desde
entonces las melodías no volverían a ser olvidadas ni cambiadas por ningún
cantante.
Cuando los músicos al servicio de la Iglesia se vieron en la necesidad de
embellecer el canto mediante añadidos a las melodías tradicionales cristianas,
fue cuando se comenzó a experimentar con un género nuevo que se llamó
organum. Este género consistía en superponer dos o más melodías que se
interpretaban a cierta distancia interválica, generalmente a la cuarta, quinta y
octava. Estas sonoridades dieron paso de manera paulatina al surgimiento de
la polifonía.
En las primeras obras polifónicas de las que tenemos noticia no había mucha
independencia rítmica entre las voces, ya que casi todas ellas marchaban con
el mismo ritmo simultáneamente, es lo que se llama “nota contra nota”. Pero
en el siglo XII surgió un nuevo estilo de organum que era mucho más atrevido
rítmicamente, nos referimos al organum melismático. En este tipo de organum
se pone una voz grave que hace notas largas y una voz superior que interpreta
muchas notas casi como si se tratara de una improvisación. El resultado es una
nota tenida en la voz inferior contra muchas notas en la voz superior. Aunque
ambas voces no están medidas rítmicamente, la posición de las notas en la
partitura permite distinguir el momento en que cada una de las voces deben
coincidir unas con otras. A este estilo de música, así como su escritura, se les
llama “polifonía aquitana” por ser originaria del sur de Francia.
A finales del siglo XII, en la Escuela de Notre Dame de París, entra en escena
un nuevo tipo de notación musical que cambiaría definitivamente el curso de
la historia de la música. Por primera vez se inventa un sistema de notación que
indica con exactitud la duración de las notas. El sistema es innovador, pero
aún está muy limitado porque solamente se pueden reproducir los siguientes
seis modos rítmicos (se escribe su correspondencia en notación moderna):
Los seis modos rítmicos de la Escuela de Notre Dame se basaban en dos
notas, la nota larga que se llamaba longa, y la nota corta que se le conocía
como breve. De esta manera, los modos rítmicos fueron el resultado de
combinar todas las posibilidades de longas y breves. A pesar de las
limitaciones, estos patrones rítmicos abrieron infinidad de posibilidades
polifónicas como nunca se había visto en la historia de la música. Ahora era
posible componer e interpretar música con hasta cuatro voces independientes
y simultáneas. La sonoridad de la música conocida hasta ese momento cambió
para siempre.
A medida que se fue haciendo más compleja la música del siglo XIII se hizo
necesario ampliar el sistema de escritura rítmica. Fue así como surgió la
notación franconiana, conocida con este nombre porque el teórico Franco de
Colonia (ca. 1215-1270), en su tratado Arte de la música mensurable, explicó
cómo funcionaba todo este nuevo sistema de escritura musical. En este
sistema se asignaron valores individuales para medir diferentes tiempos de
duración. Para ello se establecieron las siguientes cuatro figuras musicales:
El valor más largo lo tenía el dúplex longo y el valor más corto la semibreve.
No obstante, también era posible realizar subdivisiones binarias y ternarias.
Ello quiere decir, que, por ejemplo, la breve se podía subdividir en dos o tres
semibreves. Con estos avances rítmicos la música se fue independizando de la
rigidez de los seis modos rítmicos. No pasaría mucho tiempo hasta antes de
que se ampliara el sistema de notación franconiano. Con la entrada del Ars
Nova en el siglo XIV se ampliaron de nuevo las posibilidades rítmicas con un
nuevo principio: la longa, la breve y la semibreve pueden dividirse cada una
de ellas en dos o tres notas del valor consecutivo.
Se le puso nombre a cada tipo de división:
- Modo: división de la longa.
- Tiempo: división de la breve.
- Prolación: división de la semibreve.
Además, se inventaron dos nuevas figuras rítmicas, ambas más pequeñas que
el valor de una semibreve. También se establecieron los primeros indicadores
de compás.
Al pasar a los siglos XV y XVI, en pleno Renacimiento, se siguieron usando
muchos elementos de la notación del Ars Nova. Sin embargo, proliferó la
costumbre de no rellenar las notas, configurándose así lo que se conoció en
esa época como “notación blanca”. Desaparecieron también las notas de
mayor valor como el dúplex longo, la longa y la breve. La nota de mayor valor
en uso fue la semibreve, que con el tiempo se convirtió en la redonda actual.
Fue hasta el siglo XVII, a inicios del Barroco, cuando se comenzó a indicar la
división de las partituras por medio de las barras de compases, dando paso así
a una nueva visión de la métrica musical. También se inventó un método de
simplificación armónica, el “bajo cifrado”. Con este sistema no era necesario
escribir las voces intermedias de una obra, solamente bastaba con la voz aguda
y la voz grave. Por medio de un sistema de cifras numéricas añadidas a la voz
grave, el instrumentista (generalmente un instrumento de teclado) improvisaba
las voces intermedias de la obra.
Durante el siglo XVIII y XIX hubo pocos cambios con respecto a la notación
del Barroco musical. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo
XVIII comenzaron a surgir nuevos elementos escritos para determinar
diferentes tipos de expresión en la partitura.
Esto se debe a que en el Clasicismo y Romanticismo se desarrolló una nueva
estética de la sensibilidad musical y fue necesario inventarse nuevos signos y
vocabulario específico para indicar esas nuevas sensibilidades: crescendo,
diminuendo, forte, mezzoforte, piano, entre otros, para una dinámica de
transición o gradual; affettuoso, agitato, amabile, apassionato, arioso, brillante,
con brio, cantábile, dolce, entre otros muchos, para indicar la expresión o
carácter de determinados pasajes de una obra; largo, adagio, andante, allegro,
vivace, presto, entre otros, para indicar la velocidad de interpretación.
La música actual se sigue escribiendo de la misma manera que hace 200 años.
Como pudimos observar, aunque desde la Antigua Grecia existió un sistema
de notación musical, éste se perdió al pasar a la Edad Media. Fue durante los
siglos VIII y IX cuando comenzó la verdadera tradición de la notación musical
que hoy utilizamos. Desarrollar un sistema efectivo de escritura musical llevó
casi 900 años, pues fue justamente la escritura musical del siglo XVII la que
nos ha llegado casi sin ninguna variante hasta nuestros días.
Sistema de notación anglosajón o inglés: En el sistema de notación
anglosajón, conocido también como Cifrado anglosajón, Cifrado inglés o
Cifrado americano (por ser Estados Unidos el país que lo hizo popular en el
siglo XX), es un tipo de notación musical con base alfabética, es decir que
cada nota musical es identificada por una letra del alfabeto, que van desde la
letra “A”, hasta la letra “G”, sin embargo, el orden es diferente.

En nuestro sistema musical tenemos siete nombres de notas:


Do – Re – Mi – Fa – Sol – La – Si
Estas mismas notas, en notación anglosajona son, respectivamente:
C–D–E–F–G–A–B
Con Do = C, Re = D, Mi = E, etcétera.
La clave para memorizarlo es tener en cuenta que, en la notación anglosajona,
empezamos a contar desde La, que corresponde a la nota A:
A – B – C – D – E – F – G, secuencia alfabética, corresponde a:
La – Si – Do – Re – Mi – Fa – Sol
El sistema de notación musical anglosajón es un tipo de notación musical
con base alfabética. Es conocido también por las siguientes denominaciones:
Deriva de la notación griega, que nombraba las notas desde la letra alfa hasta
la gamma, siendo alfa la nota la y gamma la nota sol, como se ha sabido
gracias a los hallazgos de composiciones, como el epitafio de Seikilos, los tres
himnos de Mesomedes de Creta y los himnos délficos. Con la llegada de
la cultura latina al norte de Europa, esta nomenclatura (que ya había sido
transliterada por los romanos), arraigó y con el paso de los siglos se extendería
a Alemania, Inglaterra y a sus colonias.
En el sistema anglosajón, los términos "mayor" y "menor" se toman
directamente de los términos latinos: major (/ma'joɾ/) y minor (/mi'noɾ/), si
bien se pronuncian según las convenciones de la lengua inglesa. Así pues,
estas serían las equivalencias en relación con el cifrado latino y otras
nomenclaturas alfabéticas:
La tonalidad de do sostenido menor, por ejemplo, se nombraría C sharp
minor, o do diesis minore, en inglés e italiano respectivamente.
En la notación alemana y la rusa se escribe un guion entre el nombre de la
nota y la alteración (D-dur, sol-diez). En alemán las tonalidades menores
además se indican en minúscula (d-Moll).
La escritura de los acordes con este sistema utiliza las siguientes reglas que,
aunque están bastante universalizadas, hay variaciones en algunas
convenciones, pero hay algunas normas que se aplican en casi todos los casos.
Se utilizan en general, números y símbolos para señalar la composición del
acorde.
Cuando se desea enriquecer cualquier tipo de tríadas conocidos se les pueden
incluir notas agregadas. Por ejemplo:
A la hora de escribir acordes, además del cifrado anglosajón, existe el cifrado
funcional (también llamado europeo), que tiene dos corrientes, la que utiliza
las letras de las funciones (de ahí su nombre) y el que utiliza las letras de los
grados correspondientes. En ambos casos se le agrega también número
arábigos, pero que en este caso señalan la distancia los intervalos que
componen la estructura.
De este modo, mientras que en el cifrado anglosajón, por ejemplo, un acorde
de do mayor con la nota mi en el bajo (lo que se conoce como “primera
inversión”) se escribiría C/E, en el cifrado funcional se escribe I6 o T6 (si es
que ese acorde de do mayor fuera el primer grado de la escala).
En el sistema de escritura tradicionalmente utilizado en la música clásica
europea de los últimos cuatro siglos, para identificar las notas musicales se
han usado los nombres: DO – RE – MI – FA – SOL – LA – SI.
Ut queant laxis
Resonare fibris
Mira gestorum
Famuli tuorum
Solve polluti
Labii reatum
Sancte Ioannes.
Actualmente este sistema de notación musical ha sido superado por un tipo
de cifrado con base alfabética, llamado precisamente sistema de notación
musical anglosajón, inglés o americano.
En la música moderna, la forma de comunicarse con los músicos es casi
exclusivamente a través de este tipo de cifrado, donde cada nota o acorde se
identifica por una letra del alfabeto. Incluso en los sitios web, en los fórums,
en los cursos de todo el mundo, donde se habla de música tanto a nivel básico
como profesional, se hace referencia a este tipo de notación musical.
Además, cualquier secuenciador o instrumento virtual usa este sistema de
notación, por lo tanto, es muy importante que un compositor hoy en día pueda
pasar sin problemas del sistema notación clásico al sistema de notación
anglosajón.
Después de la letra, generalmente se pone el numero de la octava a la cual
hace referencia. Por ejemplo, el Do central del piano que se refiere a la cuarta
octava se escribe: C4, el Do de la octava sucesiva C5 y así y así
sucesivamente.

Hay que tener cuidado porque en algunos casos el Do central del pianoforte
correspondiente a la cuarta octava, puede encontrarse representado
como C3 o un C5, esto sucede sobre todo en los softwares de notación
musical como Finale, Sibelius o Dorico y en algunos instrumentos virtuales.
De todas formas, en los diferentes softwares, tienes la posibilidad de cambiar
la configuración que viene por defecto.
Todas las notas que siguen el C (Do), mantienen el mismo número de octava
hasta llegar al C(Do) de la octava sucesiva donde cambian:
Como puedes notar, el cambio de octava no se da desde la letra A, sino de la
letra C correspondiente a la nota Do.
Los números de las octavas de las notas siguientes cambian empezando desde
la nota C (Do) y no desde la nota A (La)
Esta misma indicación es válida también para los acordes que se escriben de
esta forma:

Este tipo de cifrado tiene su origen de la antigua Grecia, donde no conocían


una notación musical propiamente dicha, simplemente indicaban los sonidos
de la escala diatónica con las primeras letras del alfabeto griego las notas
musicales se denominaban con las letras de alfabeto griego, desde la
letra alfaque indicaba la nota La, hasta la letra gamma que indicaba la nota
Sol. Sucesivamente esta forma de notación se empezó a usar en los Estados
Unidos y sucesivamente se extendió a Alemania, Inglaterra y a sus colonias.
Utilidad del cifrado armónico: El cifrado armónico nos indica qué armonía
se desarrolla a partir de una línea melódica además de otra mucha
información. Existen varios tipos de cifrado:
- El cifrado americano: Es un método de cifrado que se utiliza en música
moderna, jazz o cuando las características de la obra así lo requieran.
- El cifrado funcional: Consiste en indicar las funciones principales de
tónica, subdominante y dominante, relacionando con ellas a todos los
demás acordes de la escala (funciones secundarias), de manera que los
siete grados se agrupen en una de estas funciones.
- Cifrado por grados: Consiste en indicar con números romanos el grado
de la fundamental del acorde. Situar este cifrado por debajo del cifrado
interválico sirve de gran ayuda para centrarse tonalmente, pues permite
conocer en cada momento cuál de los siete grados de la tonalidad
aparece.
- El cifrado por intervalos nos indica la composición del acorde. Éste es
un método de abreviatura musical que desarrollaron los compositores
del período barroco, en el cual, sólo con la melodía del bajo y unas
cifras y signos asociados a éste, el intérprete podía saber los acordes a
interpretar.
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