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Éxodo 3:17-18 “y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del
heteo,
del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel. Y oirán
tu
voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos
nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para
que
• Nada de lo que vivamos o suframos cambia que Dios sea digno de alabanza.
• Cuando pasamos por un desierto Satanás viene a ofrecernos sus servicios, pero si
esperamos un poco mas, como a Jesús, ángeles vendrán a sustentarnos. Mateo 4:11.
Salmos 63:1-11:
Cuando nos encontramos en medio de problemas, se nos hace muy difícil alabar a Dios, pues
nuestra respuesta natural es quejarnos. Pero el exaltar a Dios, cuando estamos en medio de
problemas es un aspecto importante para hacer crecer nuestra fe.
El salmista David, entendía esta verdad de una forma muy vívida, pues la experimentó muchas
veces en su vida. Cuando escribió el Salmo 63, se encontraba en el desierto huyendo de los
enemigos que querían matarlo. El predicador británico Charles Spurgeon se inspiró en este
salmo para escribir el canto: “Himno del desierto”, sus bellas palabras describen las emociones
de las personas que se encuentran pasando por circunstancias difíciles.
En el Salmo 63, David usa los ocho primeros versos para expresar su anhelo y confianza en
Dios, y lo expresa utilizando al menos 16 declaraciones que nos hablan del amor y la fe, por
ejemplo: “¡Oh Dios, tú eres mi Dios!…” (v.1); “Porque mejor es tu misericordia” (v.2); “Porque
tú eres mi socorro, bajo la sombra de tus alas cantaré de gozo” (v.7); “Mi vida está apegada a
ti; tu mano derecha me sostiene” (v.8). El salmo cierra con una fe plena en que Dios al final
triunfará, al igual que los que confían en Él, pues recordemos que si estamos en Cristo, la vida
presente es tan sólo el inicio de nuestro andar con Dios. “Por lo demás, hermanos, les
rogamos y exhortamos en el Señor Jesús que conforme aprendieron de nosotros acerca de
cómo les conviene andar y agradar a Dios, tal como están andando, así sigan progresando cada
vez más” (1 Tes.4:1).
No cometas el error de esperar a salir del problema en el que estás, para empezar a alabar a
Dios; permite que tu agradecimiento de lo que Dios ya te ha dado, supere a las circunstancias
que estás experimentando en el presente.
Al igual que David, has que tu alabanza se levante en medio del dolor, pues esto demuestra la
fe madura que tienes; así como la fe mostrada por Moisés ante las difíciles circunstancias que
su pueblo pasaba: “Por la fe abandonó Egipto sin temer la ira del rey porque se mantuvo como
quien ve al Invisible.” (Heb.11:27).
ADORADORES EN EL DESIERTO
La búsqueda divina revelada por nuestro Señor Jesucristo sigue siendo una de las más grandes
prioridades para la Iglesia: Adoradores en Espíritu y Verdad.
El sufrimiento es algo que el ser humano por naturaleza siempre quiere evitar. Los valles en la
vida, los desiertos de procesos a veces sin sentido que todo lo que dejan es incertidumbre, los
momentos de fracaso donde nos damos cuenta que no somos capaces y las batallas
maliciosamente diseñadas donde otros nos calumnian sin motivo alguno, para el alma del
cristiano son a veces razón de cuestionar la voluntad de Dios. Pero si miramos en detalle cada
proceso que hemos atravesado de sufrimientos, no solamente en nuestras vidas si no en los
testimonios bíblicos nos daremos cuenta que es precisamente ahí donde el rio de adoración
fluye de una manera sobrenatural.
Desde la caída el problema del ser humano es que la función de prioridades en nuestro ser
cambio. De ser seres espirituales, dirigidos por el Espíritu de Dios y teniendo una conciencia
absoluta de Dios caímos a ser emocionales con una conciencia en nosotros mismos. De ahí
nació el orgullo, la vanidad, la auto alabanza y el deseo admirados por los hombres. Cuando
venimos a Cristo y nuestro Espíritu es regenerado volvemos a tener esa conciencia en Dios y
nos damos cuenta que ni nosotros, ni la gente, ni ningún personaje merece alabanza ni
adoración solamente Jesucristo. El enfoque espiritual es restaurado y el gozo del Señor invade
nuestra alma. Cristo mismo, la simiente santa esta fluyendo desde nuestro interior como la
Gloria de Dios en el Lugar Santísimo.
Sin embargo nuestra alma, la vida interior de vez en vez olvida de donde Dios la saco, que lo
que tiene y es fue dado por gracia, se llena de vanidad, pierde su enfoque en la vida espiritual
y cae en el esfuerzo humano arrastrándose en una vida religiosa sin fuerza, apática, de
costumbre, sin gloria. Es ahí donde llegan maravillosamente los tiempos de aflicción. Dios
desea llevarte a un mayor nivel de conocimiento, de experiencias con Él, de Pasión. Es
precisamente ahí donde el alma es llevada a ser comprimida y al menguar Cristo brota desde
nuestro interior en forma de Adoración.
La noche que Jesús fue entregado la biblia dice: Después de cantar el Himno, salieron al monte
de los Olivos (Mateo 26:30) La tradición judía en el día de la Pascua cantan una serie de Salmos
llamados el Gran Aleluya en el cual es incluido el Salmo 118:24 “Este es día que hizo Jehová,
nos gozaremos y nos alegraremos en el”. En la noche más obscura de la historia de la
humanidad nuestro Señor Jesucristo nos mostraba como caminar por los procesos de
sufrimiento, siempre con Alabanza, siempre dando Gloria al Padre.
Aun estando en la cruz al exclamar ¡Dios mío Dios porque me has desamparado!
Proféticamente David vio ese momento y el declara lo siguiente: Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has desamparado?¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?
Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo. Pero tú eres
santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel. (Salmos 22:1-3)
El Sufrimiento de la cruz fue cubierto con el bálsamo de adoración de nuestro Señor. Oh, que
podamos ver fluir a Cristo en nuestras vidas en ese nivel. Que en la enfermedad, el fracaso, el
dolor podamos decir: Pero tu eres Santo. Que nuestra alma venga postrada, arrodillada
delante de nuestro Hacedor y que de la Iglesia fluya el rio del peso de Gloria de una Adoración
que se canto en los desiertos de nuestras vidas donde aprendimos que nuestro Dios es el único
digno de ser Adorado