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TEMA 4 - Las Regencias y el Problema Carlista (1833-1843)

INTRODUCCIÓN:
Durante el reinado de Isabel II se va a consolidar el sistema político liberal en España, los dos partidos que lucharán
por el poder serán los moderados y los progresistas; cuando gobiernen cada uno redactará una Constitución a su
medida. Dada la debilidad civil del bloque dominante, los militares se pronuncian como instrumento para el cambio
político. Los absolutistas reclaman el trono para Carlos Mº Isidro, por lo que España se verá envuelta en tres guerras
civiles. Esta evolución se divide en tres etapas, la primera es la de las regencias, la reina es menor de edad y en su
nombre gobierna primero su madre María Cristina y después Espartero, pero luego la proclamaron mayor de edad.
Tras la guerra con los carlistas, estos firmaron el convenio de Vergara, que ponía fin a la guerra.

1. LA IMPLANTACIÓN DEL RÉGIMEN LIBERAL. MODERADOS Y PROGRESISTAS


Con el reinado de Isabel II se instauró en España la monarquía liberal, mientras se libraba la guerra carlista. Pero con
el establecimiento del Estado liberal surgieron las diferencias entre los mismos liberales, como ya empezó a
comprobarse en las Cortes del Trienio Liberal. Por una parte, estaban los moderados y, por otra, los progresistas.
Ambos defendían el sistema político liberal, pero presentaban profundas diferencias ideológicas.
1. Los moderados: eran terratenientes, comerciantes, nobleza, el clero “reciclado”, etc. Defensores del
derecho de propiedad y del “orden” y de la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, la limitación de
los derechos individuales y el aumento del poder de la Iglesia.

2. Los progresistas: eran la pequeña y mediana burguesía, clases medias urbanas, artesanos, oficiales del
ejército, etc. Eran defensores de las reformas que permitieran establecer un régimen liberal, la soberanía
nacional sin límites, los derechos individuales, la ampliación del sufragio (pero querían que siguiera siendo
censitario) y el recorte de los poderes de la Iglesia.

2. LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1849)


2.1. Los comienzos de la revolución liberal:
Tras la muerte de Fernando VII, María Cristina de Borbón, fue nombrada regente; al frente del gobierno seguía Cea
Bermúdez, pero no era el político adecuado, su programa consistía en oponerse tanto a los carlistas como a los
liberales. El cambio de gobierno era necesario. Por lo que Martínez de la Rosa fue llamado para formar gobierno
(antiguo doceañista), que buscó el equilibrio entre las tendencias liberales y el carlismo. La aprobación del Estatuto
Real, firmado en 1834, se trataba de una CARTA OTORGADA, limitándose en dos Cámaras: la de Procuradores y la
de Próceres, y su relación con el rey, sin recoger derechos.
Para proceder a la convocatoria electoral para la elección del Estamento de Procuradores, se aprobaba una ley
electoral con un sufragio muy restringido. En contra de lo imaginable, la cámara exigía reformas profundas. El
gobierno estaba entre dos frentes: la oposición de los liberales radicales y la guerra contra los carlistas.
Fue sustituido por el conde de Toreno. No lograba imponerse en la guerra carlista, mientras los liberales extremistas
promovían amotinamientos populares. Intento disolver la formación de Juntas revolucionarias, pero al fracasar
dimitió. Por lo que la regente, llamó a Mendizábal, un liberal progresista.
2.2. La fase progresista de la revolución liberal:
El nuevo gabinete de Mendizábal se formaba contando con una Hacienda sin fondos, y ante una guerra de la que
era necesario darle un giro a favor de los isabelinos. Así, se aprobó la desamortización de bienes eclesiásticos del
clero regular en 1836. Con ella se buscaba contar con recursos para la Hacienda, eliminar o disminuir la deuda
pública, hacer frente al carlismo y atraer a las filas liberales y a los compradores de bienes desamortizados.
La regente no se encontraba a gusto con Mendizábal, por lo que él decidió dimitir. Y Javier Istúriz se encargó a
formar gobierno (moderado).
En 1836 tenía lugar el motín de los sargentos de La Granja, que obligó a la regente a restablecer la Constitución de
1812 y a formar un nuevo gobierno con Calatrava al frente. Otra vez Mendizábal es llamado para participar en el
gobierno, esta vez como ministro de Hacienda. Los liberales progresistas asumieron la tarea de desmantelar las
instituciones del Antiguo Régimen:

• La disolución del Régimen señorial: los señores perdían sus derechos jurisdiccionales, pero conservaban la
propiedad de la tierra.

• La desvinculación: consistía en la supresión de mayorazgos, para que la tierra pudiera salir al mercado.

• La vuelta de la desamortización de Mandizábal.

Convocadas elecciones a Cortes, la nueva Cámara tuvo mayoría progresista. Culminó con la Constitución de 1837.
Aprobada con la idea de fijar un texto que pudiera ser aceptado por progresistas y moderados.

• Mantenía la soberanía nacional.

• Recogía una amplia declaración de derechos.

• No establecía la confesionalidad del Estado.

• Las Cortes tenían dos Cámaras: Congreso y Senado.

• Concesiones de los progresistas a los moderados.

• También se aprobó una nueva ley electoral, que elevaba el número de electores, pero seguía siendo
censitario.

2.3. La vuelta de los gobiernos moderados (1837-1840)

Una vez aprobada la Constitución se convocaron elecciones que fueron ganadas por los moderados. Los gobiernos se
vieron influidos por los dos militares: Espartero de los progresistas y Ramón María Narváez de los moderados.
Tras el final de la guerra carlista el gobierno aprobó una ley de ayuntamientos donde las diferencias entre
progresistas y moderados. Los primeros defendían la elección del alcalde por los votantes, los moderados
designados por el gobierno de entre los concejales elegidos. Los progresistas decidieron movilizarse contra ella. La
regente para frenar la insurrección nombró a Espartero jefe de gobierno, pero al no aceptar el programa del nuevo
gobierno la regente renuncia.

3. LA REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843)


Los moderados decidieron utilizar el pronunciamiento como vía para acabar con la regencia de Espartero. Con todo,
los problemas para Espartero vinieron de su forma de gobernar, personalista y autoritaria, apoyándose en una
camarilla de militares afines, alejándose del sector progresista de las Cortes, se dio un enfrentamiento entre las
Cortes y el gobierno.

Los sucesos de Barcelona contribuyeron a desprestigiar a Espartero. Entre los empresarios y los trabajadores reinaba
la inquietud ante las noticias sobre un proyecto de negociación librecambista del gobierno con Inglaterra, muy
perjudicial para la industria textil catalana. Derivó hacia una insurrección social. Espartero respondió con el
bombardeo de Barcelona, que redujo los apoyos. El partido progresista puso en marcha un movimiento conspirativo,
con levantamientos armados, liderados por Narváez. Quien se enfrentó a las tropas de Espartero en Torrejón de
Ardoz. Y Espartero terminó abandonando el país.

Para evitar disputas por la regencia, las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel y la proclamaron reina.
4. EL PROBLEMA CARLISTA Y LA PRIMERA GUERRA (1833-1839)
4.1. Análisis de los dos bandos enfrentados.

Cuando Fernando VII murió su hermano Carlos Mº Isidro, a través del Manifiesto de Abrantes, reclamaba el trono Se
desató una guerra que no era solo una guerra dinástica sino un enfrentamiento entre los partidarios del Antiguo
Régimen y los del Estado liberal. La regente Mª Cristina buscó el apoyo de los liberales, para defender los derechos al
trono de Isabel II.

En el plano ideológico, los carlistas eran partidarios del absolutismo monárquico, la defensa de la religión y de los
fueros, que arrastrará a las provincias vascas y a Navarra. Desde el punto de vista social dentro del ejército, la mayor
parte del clero regular y el bajo clero. Triunfó en zonas rurales, pero tuvo escaso arraigo entre las masas urbanas.

En el bando isabelino contó con el apoyo de parte de la nobleza y de altas jerarquías de la Iglesia, altos mandos del
ejército, burguesía, etc.

4.2. El desarrollo bélico (1833 – 1839)

En una primera fase destacan los triunfos carlistas. Don Carlos se estableció en Navarra con un gobierno alternativo
al de la regente. La buena suerte de los carlistas se trunca cuando el coronel Zumalacárregui muere. También hubo
partidas carlistas en Cataluña.

La segunda etapa se caracteriza por las grandes expediciones carlistas para enlazar las partidas dispersas por el país.
En 1836 tiene lugar la primera de ellas, la del general Miguel Gómez. Esta no logró consolidar el carlismo y terminó
regresando hacia el norte. Al año siguiente con la "expedición real”, bajo la dirección del propio pretendiente, la
acción de Espartero obligó al pretendiente a regresar al País Vasco.

La tercera fase se caracteriza por la búsqueda de la paz. Se firmó el convenio de Vergara por el que se ponía fin a la
guerra. Los carlistas reconocían la derrota, pero conservaban sus grados militares y el gobierno se comprometía a
tratar en las Cortes el tema de los fueros. El convenio no fue aceptado por don Carlos.

Las consecuencias en lo político fueron: la monarquía se inclinó hacia el liberalismo y los militares van a cobrar un
gran protagonismo en la vida política.

BLOQUE B – CUADERNILLO HISTORIA

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