Agroecología Fundamentos y Técnicas de Producción y Experiencia en La Región de Los Ríos
Agroecología Fundamentos y Técnicas de Producción y Experiencia en La Región de Los Ríos
Agroecología Fundamentos y Técnicas de Producción y Experiencia en La Región de Los Ríos
O TO O TO
F F
Editoras
ISSN 0717-4713
Cosultores técnicos
Agroecología
Fundamentos y técnicas de
producción, y experiencia
en la Región de Los Ríos
Editoras
Cecilia Céspedes León
Sigrid Vargas Schuldes
Editoras
Cecilia Céspedes León
Ingeniera agrónoma, M.Sc.
Esta publicación fue posible gracias al apoyo del Gobierno Regional de Los Ríos y su
Consejo Regional, en el marco del programa FNDR código BIP 30284073-0 “Producción
agroecológica y orgánica para pequeños y medianos productores”.
ÍNDICE 5 PRÓLOGO
7 I. AGROECOLOGÍA Y SOCIEDAD
9
CAPÍTULO 1
DESARROLLO DE LA AGRICULTURA Y DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS
SOSTENIBLES
53
CAPÍTULO 2
LA AGROECOLOGÍA Y SU CONTRIBUCIÓN A LOS OBJETIVOS DEL
DESARROLLO SOSTENIBLE
73 CAPÍTULO 3
AGROECOLOGÍA Y SOSTENIBILIDAD ALIMENTARIA
89
CAPÍTULO 4
ECOLOGÍA POLÍTICA Y AGROECOLOGÍA: UNA INTRODUCCIÓN A LA
DECONSTRUCCIÓN SOCIOECOLÓGICA
103
CAPÍTULO 5
PRINCIPIOS Y PRÁCTICAS DE SISTEMAS PRODUCTIVOS CON CRITERIOS
AGROECOLÓGICOS
145 CAPÍTULO 6
DISEÑO DE SISTEMAS PRODUCTIVOS AGROECOLÓGICOS
167
CAPÍTULO 7
IMPORTANCIA DE LOS SISTEMAS AGROFORESTALES EN LA PRODUCCIÓN
CON BASE AGROECOLÓGICA
191 CAPÍTULO 8
HERRAMIENTAS DE MANEJO NUTRICIONAL EN SISTEMAS SOSTENIBLES
207 CAPÍTULO 9
MANEJO DEL RECURSO HÍDRICO EN SISTEMAS CON BASE AGROECOLÓGICA
227 CAPÍTULO 10
MANEJO ECOLÓGICO DE INSECTOS Y ÁCAROS PLAGAS
249 CAPÍTULO 11
MANEJO DE MALEZAS EN PRODUCCIÓN CON BASE AGROECOLÓGICA
267 CAPÍTULO 12
MANEJO DE ENFERMEDADES EN AGRICULTURA AGROECOLÓGICA
287
CAPÍTULO 13
LA AGRICULTURA EN LA REGIÓN DE LOS RÍOS: DESAFÍOS, OPORTUNIDADES E
IMPACTOS DEL PROGRAMA DE TRANSFERENCIA
313
CAPÍTULO 14
PRODUCCIÓN Y COMERCIALIZACIÓN DE PRODUCTOS OBTENIDOS CON MANEJO
AGROECOLÓGICO Y ORGÁNICO EN LA REGIÓN DE LOS RÍOS
325 CAPÍTULO 15
COMERCIALIZACIÓN Y DESARROLLO DE NEGOCIOS EN LA PRODUCCIÓN
AGROECOLÓGICA
357 GLOSARIO
Prólogo
La agroecología busca transformar los sistemas alimentarios y agrícolas abordando las causas profundas
de los problemas de forma integrada y aportando soluciones holísticas y a largo plazo, por lo tanto, su
planteamiento claramente apunta hacia un enfoque de desarrollo sostenible. Su propuesta tecnológica
fusiona el conocimiento científico, a través del estudio de la interacción de los diferentes componentes
de agroecosistema; un conjunto de prácticas que optimizan y estabilizan la producción; y el movimiento
social que promueve la justicia social, nutre la identidad y la cultura y refuerza la viabilidad económica
de las zonas rurales. Importante señalar que en su concepto empodera a la agricultura familiar como
los guardianes reales del conocimiento y sabiduría necesaria para producir alimentos de manera
agroecológica con una gran capacidad de adaptación.
La agroecología está vinculada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), por lo que proporciona
estrategias y técnicas que permitan directa o indirectamente contribuir a la remodelación de los sistemas
agroalimentarios y en su aplicación incorpora los siguientes elementos: diversidad, sinergias, eficiencia,
resiliencia, reciclaje, creación conjunta y el intercambio de conocimientos, valores humanos y sociales,
cultura y tradiciones alimentarias, economía circular y solidaria y finalmente la gobernanza responsable.
La aplicación de estos elementos permite aumentar la producción y mejorar su estabilidad y resiliencia
frente a cambios climáticos, optimizar las dietas e ingresos, conservar la biodiversidad y los recursos
naturales.
Se debe señalar que los sistemas agroecológicos se diseñan de acuerdo al conocimiento específico
de cada contexto, por lo tanto, no ofrecen recetas fijas, sino prácticas agroecológicas que deben ser
rediseñadas considerando la realidad ambiental, social, económica, cultural y política de cada región.
Por lo tanto, el diálogo de saberes y el intercambio de conocimientos a nivel local juegan un papel
fundamental para el desarrollo e implementación de innovaciones agroecológicas ajustadas a una
realidad específica. En este contexto, el presente documento pretende entregar una serie de principios,
conocimientos y prácticas en el ámbito de la agroecología que permitan al lector interiorizarse,
reflexionar y ajustarlas a su realidad con el objetivo de desarrollar e implementar sistemas productivos
sostenibles, que incorporen cadenas agroalimentarias para generar productos de la mejor calidad, para
el abastecimiento regional y nacional.
Sergio Iraira H.
Director Regional INIA Remehue
AGROECOLOGÍA Y SOCIEDAD
I. Agroecología y sociedad
La cosecha (1888). Escenas agrícolas de la tumba de Nakht, 18va Dinastía, Tebas (1907).
Norman de Garis Davies y Nina M. Davies.
Los antiguos egipcios pintaron frescos en los muros de las cámaras sepulcrales de importantes
difuntos, como una forma de expresar temas como la vida cotidiana o incluso sus creencias
sobre la vida después de la muerte. En la tumba de Nakht, un antiguo funcionario egipcio, se
pueden apreciar algunas escenas que permiten comprender el desarrollo de la antigua agricultura
egipcia. En ella se evidencian escenas como el aventado y medición del grano, la cosecha y el
prensado de las espigas de trigo para ser transportadas. Además, se logra observar el acto de
dividir la tierra, la tala de árboles y la utilización del arado con tracción animal para labrar la tierra.
Capítulo 1
Desarrollo de la agricultura y de los sistemas
agrícolas sostenibles
Héctor Manosalva T.1
José Vallejos Q.2
Hasta hace algunas décadas dominaba una visión que no consideraba que los sistemas
agrícolas, de diversas sociedades y en diferentes épocas, se habían desarrollado en balance
con los requerimientos de la naturaleza, del paisaje, de la capacidad de trabajo y de la salud
de los seres vivientes; incluso dificultaba ver de forma holística como la humanidad había
logrado alimentarse y obtener recursos. Sin embargo, con el avance del conocimiento sobre
las diferentes culturas agrícolas, se ha reforzado la idea de que previo a la agricultura intensiva
existieron prácticas agrícolas de carácter más resilientes en su relación con el manejo del
ecosistema, las cuales estaban bien adaptadas al medio y orientadas a la conservación
de los recursos naturales en los que tenían su base. Para disciplinas como la agroecología
es relevante el estudio de la agricultura de antiguas sociedades y de los agroecosistemas
tradicionales, puesto que puede proporcionar ideas sobre el manejo competente de
ecosistemas y ayudar a la creación de alternativas agrícolas sostenibles que combinen el
conocimiento tradicional y el conocimiento científico (González de Molina, 1996).
Este capítulo presenta una revisión del devenir de la agricultura, contemplando la historia
de diferentes sociedades y zonas del planeta, además ofrece una reseña histórica sobre los
sistemas de agricultura sostenible.
1
Antropólogo Sociocultural. Colaborador docente, Universidad de Concepción. hmanosalvatorres@gmail.com
2
Ingeniero Agrónomo. Consultor del Programa de transferencia en agricultura orgánica y agroecología. jvallejosq@gmail.com
Según Casas et al. (2016), la agricultura es el resultado del manejo de los ecosistemas o
la domesticación del paisaje y del manejo de la diversidad genética. Lo anterior también
se aplica para entender la ganadería, la apicultura y otros sistemas de producción y
domesticación que surgieron hace 11.000 años en el Medio Oriente y unos milenios después
en otras zonas del globo. Las nuevas prácticas modificaron los modos de vida de los grupos
cazadores recolectores, donde la agricultura, la domesticación y la crianza de animales
trajeron consigo el sedentarismo, según G. Childe y R. J. Braidwood (citados en Casas et al.,
2016). La arqueología ha indicado que los inicios de la agricultura estarían en Medio Oriente,
particularmente en la zona conocida como Creciente Fértil, en donde se han descrito los
restos más antiguos de trigo y cebada domesticados, fechados entre 11.000 y 9.000 años a.p.
Existen datos que afirman que en esta región existió una presencia progresiva de legumbres,
tales como la lenteja, la arveja y el garbanzo. En el centro de México se han encontrado restos
de plantas de palta, amaranto, maíz, ají y calabaza, en estratos fechados entre 10.000 y
8.000 años a.p. El cultivo del arroz se habría desarrollado inicialmente en China, hace 10.000
a 9.500 años a.p., en las cuencas de los ríos Huang-Ho y Yangtse-Kiang. La región china
también ha sido considerada como sitio de origen del mijo. En la región andina se encontraron
frejoles y ajíes en estratos datados entre 8.500 y 8.000 años, junto a tuberosas como papas
fechadas con 8.200 años de antigüedad. En el valle del Indo se han establecido como especies
domesticadas el mijo y el centeno, con una antigüedad de 7.000 a 5.000 antes de la era común
(a.e.c.) (Casas et al., 2016; Parra y Casas, 2016; Amat, 2014).
Casas y su equipo (2016) describen los factores que motivaron la domesticación y adopción
de la agricultura, para lo cual recurren a autores como K. Flanery y R. MacNeish, quienes han
propuesto como motivos las presiones ejercidas en la disponibilidad de los recursos debido a los
cambios ambientales o al crecimiento de la población. Indican que otros investigadores, como E.
Anderson, R. Braidwood y G. Willer, C. Simth, G. Ladizinsky, M. Blumer y R. Byrne, piensan que
la agricultura es el resultado de una evolución en la tecnología ligada al manejo de plantas y de
sus mecanismos evolutivos, facilitando la domesticación de vegetales silvestres. También señalan
que existen investigadores, como L. Binford, D. Harris, F. Hassan, K. Flannery, R. MacNeish,
entre otros, que han sugerido modelos holísticos en donde el manejo de plantas, animales y
su domesticación tienen múltiples causas y contextos. Destacan las presiones ejercidas en los
recursos y el avance de la tecnología, que permite el manejo de animales y plantas.
Sin duda, la inundación anual del Nilo repercutió en el desarrollo de la agricultura, además de
ser la base de la estructuración del calendario egipcio con la formación de tres estaciones.
Primero estaba akhet (la crecida o inundación), que ocurría entre julio y octubre cuando las aguas
de la inundación cubrían las fértiles riberas y los canales podían ser utilizados para irrigar tierras
mucho más altas. Luego peret, entre noviembre y marzo, ideal para los cultivos de decrecida
de invierno, el trabajo de arado, de siembra y la germinación de las plantas. Finalmente estaba
shemu, la estación seca, que se prolongaba desde marzo a julio, correspondiente al período de
la cosecha (Katary, 2013; Mazoyer y Roudart, 2016; Moreno, 2021).
Se ha descrito que para inicios del sexto milenio a.p. (período comprendido entre el 6.000
y 5.000 a.p.), probablemente fueron construidos los primeros estanques de decrecida para
evitar las crecidas del río, los aluviones y también para asegurar la provisión de agua (Mazoyer
y Roudart, 2016). Katary (2013) señala que al término del período predinástico, el riego por
cuenca o inundación se utilizaba para controlar de manera natural el agua disponible con
la inundación generada por el Nilo. Además, los terrenos altos eran irrigados por medio de
canales. Mazoyer y Roudat (2016) mencionan la hipótesis de que hacia mediados del sexto
milenio, al alero de las primeras ciudades-Estado, la construcción de estanques se habría
hecho cada vez más extensa. En pequeños semitramos del valle, ubicados a ambos lados
del río, se acondicionaron estanques sucesivos en forma cuadrangular separados por diques
y escalonados siguiendo dos patrones: cadenas de estanques en disposición transversal
y cadenas de estanques longitudinales. Estas obras requerían una gran planificación y
coordinación centralizada, por lo que se piensa que las comunidades de campesinos, los
principados y federaciones de comunidades implementaron la organización que se usaría en
tiempos faraónicos.
Mazoyer y Roudart (2016) mencionan que durante el Estado faraónico las ciudades-Estado
de mayor poderío sometieron a las más débiles. A fines del sexto milenio a.p. se constituyeron
dos reinos, el Alto Egipto (reino del sur) ubicado en el valle y el Bajo Egipto (reino del norte)
instalado en el delta. El reino del sur impuso su dominio sobre el norte, 5.200 años a.p. El
Egipto faraónico que se desarrolló entre el 3.000 y el 664 a.e.c. ha sido descrito como un
período en que la mayoría de sus dataciones se basan en antiguas listas de reyes y en registros
astronómicos (Shaw, 2007). Basándose en datos arqueológicos, documentos históricos y otras
fuentes, hay trabajos que describen la agricultura, sus principales características y también
levantan algunas hipótesis sobre su funcionamiento y organización. Moreno (2021) detalla
que en Egipto de esa época el paisaje permitió el florecimiento de una agricultura productiva,
ya que la inundación generada por el Nilo renovaba constantemente la fertilidad del suelo.
Cuando terminaba la inundación, los pantanos y cursos de aguas menores proporcionaban
el recurso hídrico a la tierra, permitiendo el desarrollo de actividades de pastoreo, agrícolas y
pesqueras. En el valle los espacios aledaños a los cursos de agua permitieron emprender la
horticultura, mientras que en los terrenos libres se efectuó el pastoreo. Las áreas más altas
y con inundaciones irregulares eran aptas para la producción de cereales; en estas tierras
generalmente se aplicaba un barbecho anual. Las zonas ubicadas en el punto más alto de
la inundación permitieron el desarrollo de huertos de árboles, a condición de contar con una
fuente de agua permanente.
En cuanto a los sistemas de riego no existen rastros que especifiquen un control centralizado
de la inundación o de un sistema de irrigación; en efecto, los diques y canales de riego son
poco frecuentes en las fuentes documentales y arqueológicas (Moreno, 2021). Tal como ya se
ha mencionado, el riego de los campos dependía de la inundación; mediante pozos y estanques
naturales cerca de los asentamientos se contribuyó a la agricultura y a las plantaciones de
árboles y jardines. Una importante tecnología implementada en esta materia fue la introducción
del shaduf en la mitad del segundo milenio a.e.c. Este artefacto servía para elevar el nivel
de agua del río hacia los canales, posibilitando el riego de pequeños huertos y de cultivos
especializados. Se piensa que su uso fue restringido debido a sus altos costos laborales y a
que solo permitía el riego de espacios limitados (Moreno, 2021; Bunson, 2002).
En cuanto a las especies cultivadas, destacan el trigo almidonero, trigo emmer, escaña, y
cebada. Se ha indicado al trigo emmer y a la cebada como los cultivos más relevantes, incluso
hasta la época grecorromana. El primero, fue utilizado para elaborar el pan; mientras que
con la cebada se preparaba el pan, la cerveza y se alimentaba a los animales. El lino fue otro
cultivo relevante, ya que tenía un rol central en la confección de prendas y su aceite era útil
para cocinar e iluminar. Cultivaron hortalizas y legumbres como cebollas, ajos, apios, lechugas,
garbanzos, lentejas, rábanos, guisantes, habas y varias hierbas. Además, estaban presentes
en el antiguo Egipto la granada, el algarrobo, el higo, la vid, la palmera datilera, la palmera dum,
la ciruela, entre otros (Moreno, 2021; Mazoyer y Roudart, 2016; Bunson, 2002; David, 2003;
Katary, 2013).
Según indican las diferentes fuentes históricas, en el antiguo Egipto el cultivo incluía labores
de desmalezado, labrado, siembra y cosecha. Las quemas para eliminar malezas y matorrales
también han sido descritas. En el labrado se ocupaban azadones y arado tirados por bueyes,
dependiendo en gran medida del espacio cultivado. El arado fue indispensable para trabajar
grandes extensiones y su implementación es atribuida a instituciones, campesinos ricos y
terratenientes que podían mantenerlo (Moreno, 2021; Katary, 2013). La siembra se realizaba
formando surcos de poca profundidad en donde se colocaban las semillas, además se
efectuaba la siembra al voleo. Luego se llevaba el ganado a los campos para apisonar las
semillas. Se realizaba rotación de cultivos, por ejemplo alternando cereales con forrajes
(Bunson, 2002; Katary, 2013; Mazoyer y Roudart, 2016; Moreno, 2021). Utilizaban hoces para
cosechar los campos de cereales, las legumbres y otras cosechas, que luego eran trasladadas
a zonas de almacenamiento en donde se molía el grano. Solían cortar los cereales con poca
paja, dejando rastrojos en los campos para alimentar animales y así aportar materia orgánica al
terreno (Bunson, 2002; Moreno, 2021).
mientras que con La Niña (baja en la temperatura del océano Pacifico), se puede generar
un monzón fuerte y prolongado, con inundaciones. Por ello, la historia de la China imperial,
comprendida entre el 200 a.e.c. y 1911 de la era común (e.c.), se caracterizó por continuos
desastres como inundaciones, sequías e infestaciones en algún lugar de su territorio. En el
presente apartado se realiza una revisión histórica que contempla aspectos que van desde el
surgimiento de la agricultura hasta el término de la dinastía Han, en el siglo III e.c.
Tauger (2011) explica que el desarrollo de la agricultura se dio en dos contextos diferentes.
En el norte de China se cultivó mijo, soja, porotos, cebada, cáñamo, trigo y hortalizas, junto a
la crianza de cerdos, bueyes, ovejas, caballos, pollos y perros. En el sur se cultivó arroz solo
cuando un gran número de campesinos migró allí, en los años 206 y 220 e.c. En cuanto a la
estructura agraria, detalla que entre el 1.000 al 600 a.e.c. gran parte del campesinado chino
dependía de los terratenientes locales, quienes tenían derecho a una parte importante de
su producción y sirvieron a gobernantes regionales en un sistema similar al feudalismo. Los
agricultores cultivaban los campos siguiendo un patrón similar al juego del gato o tic-tac-toe,
conocido como tsing tien o sistema well-field chino, estableciendo de forma individual cultivos
en los cuadrados exteriores y colectivamente en el cuadrado central, en donde producían
para el terrateniente. Los antecedentes históricos evidencian que durante el siglo VIII a.e.c., la
dinastía Chou declinó en el poder y China se separó en numerosos Estados pequeños. Luego
en el 594 a.e.c., uno de estos Estados decretó un impuesto territorial que el campesinado pagó
con sus ingresos, denotando su independencia frente a los terratenientes. En la agricultura
se implementó el arado con adiciones de hierro y tirado por bueyes, lo cual permitió trabajar
las llanuras del norte. Hacia el siglo IV a.e.c. el sistema o modelo del well-field chino, inició su
declive por el agotamiento de los suelos. En consecuencia, muchos agricultores no pudieron
sustentarse y quedaron bajo el dominio de los grandes terratenientes o abandonaron sus
tierras. Carter (2010), expone que entre el 475 y el 221 a.e.c. se desarrolló el período Chan-
Kuo o período de los Reinos o Estados Combatientes. Todos los Estados incluyeron el hierro
en sus armas y en rústicos implementos para limpiar y labrar. Sus cultivos fueron irrigados y
fertilizados, adaptándose a las estaciones y condiciones del suelo imperantes.
La dinastía Han se dividió en la dinastía Han Occidental (206 a.e.c. al 23 e.c.) y en la dinastía
Han Oriental (25 al 220 e.c.). Durante el período de la dinastía Han, la agricultura tuvo sus
cimentos en pequeñas granjas provistas de riego y fertilización, además de establecer sus
cultivos respetando las características naturales del suelo. Los grupos de agricultores Han
utilizaron rústicos implementos de hierro para labrar sus campos, cuyos cultivos eran de
número acotado, entre ellos: cebada, trigo, mijo, arroz, frijol, cáñamo, calabaza, sésamo,
mora, etc. Las granjas se tornaron mucho más productivas gracias a un paulatino avance de
los implementos agrícolas y a la rotación de cultivos. También se desarrollaron dos nuevas
técnicas para el cultivo de secano y una nueva técnica en el cultivo de arroz. En el cultivo de
secano surge el método dai tian de cultivo de lomas o camellones (ridge farming), consistente
en arar para hacer surcos junto a los cuales se apilaba la tierra removida, creando camellones;
concluido el proceso depositaban las semillas en los surcos y luego empujaban paulatinamente
la tierra hacia adentro, conforme las plantas se iban desarrollando. Otro método ideado en
esta época fue el ou zhong de cultivo de pozo o fosas (pit farming): se cavaban pequeños
pozos cuadrados en las parcelas, estableciendo en ellos cultivos con una buena fertilización
e irrigación. Esta técnica facilitó el trabajo de las tierras en donde era difícil utilizar el arado
y contribuyó a aumentar sus rendimientos. En cuanto al cultivo de arroz, se ha referido que
en el norte de China se cultivaron plantines o plántulas de arroz en un vivero, mientras otros
cultivos se desarrollaban y cosechaban. Cuando las pequeñas plantas llegaban a un desarrollo
adecuado, se plantaban en los campos que habían sido inundados y, de esta manera, se
cosechaba el arroz después una breve temporada de crecimiento. Durante el siglo I a.e.c. la
dinastía Han se destacó por idear e implementar una serie de políticas para la creación de
sistemas de riego, lo que fue propiciado por un aumento demográfico y por las demandas de
los cultivos de trigo y arroz, que elevaron de forma importante los requerimientos hídricos. De
esta manera, se generaron proyectos de riego que utilizaban tecnología para la construcción de
represas, canalización en los campos, sifones, ruedas hidráulicas y dispositivos para subir agua
desde niveles más bajos (Carter, 2010).
Tauger (2011) reseña que en el año 7 e.c., un alto oficial chino llamado Wang Mang tomó
el poder y fundó la dinastía Xin. Este gobernante intentó nacionalizar las tierras y limitar
la cantidad que podían poseer los diferentes grupos sociales, además trató de eliminar la
comercialización de esclavos. Sus reformas fueron difíciles de implementar y encontraron la
resistencia de los terratenientes. En el año 11 e.c. ocurrió la gran catástrofe del río Amarillo,
provocando inundaciones que cortaron los contactos externos de la península de Shandog
e hicieron colapsar las reservas gubernamentales. Los/as campesinos/as, arruinados/as y
hambrientos/as, se rebelaron contra las autoridades provinciales. Tras ello, la dinastía Han fue
restaurada en el poder durante el año 24 e.c.
sociales. Los problemas continuaron y los/as campesinos/as, sobrecargados por los impuestos,
se rebelaron en el año 184 e.c., generando una serie de guerras civiles que terminaron con la
dinastía Han en el 220 e.c. (Carter, 2010; Tauger, 2011).
El presente apartado describe el sistema agrario griego entre el año 1.200 y el 300 a.e.c.,
contemplando elementos como la estructura agraria, la historia económica y social y las
características de la agricultura en general. En cuanto a sus aspectos geográficos y climáticos,
la antigua Grecia se desarrolló en una región boscosa y de suelos rocosos, con un clima fresco
y lluvioso en otoño e invierno, mientras que en el verano era cálido y seco. Presentaba suelos
delgados, exceptuando la provincia de Mesenia, ubicada al sur del Peloponeso, y la región
central de Tesalia (Tauger, 2011).
El período descrito comienza con el fin de los sistemas palaciegos, en el período de la Edad
de Bronce Reciente o también conocido como el Heládico Reciente (Pomeroy et al., 2011).
Este tipo de sistemas significó importantes efectos para el funcionamiento agrario. Los
palacios, como por ejemplo el reconocido palacio Micénico, requerían un flujo constante de
ingresos fiscales e impuestos y mano de obra para distintas actividades. Estas necesidades
se satisfacían gracias a las comunidades que se encontraban presentes en su territorio. Con
el tiempo las relaciones entre las comunidades locales y el palacio constituyeron un complejo
sistema de acceso a la tierra y a los productos que se generaban en ella, en donde las
comunidades mantuvieron su libertad, autonomía y derechos sobre la tierra. Los palacios, para
satisfacer sus necesidades, desarrollaron las obligaciones individuales y colectivas o fiscales.
Parte de la población se hizo dependiente de los vínculos con el sistema palaciego, tal fue el
caso de los soldados y funcionarios religiosos (Pagnoux y Zurbach, 2021). Con la desaparición
de los sistemas palaciegos se produjo una reconfiguración de los roles, de la participación y
de los derechos de todos los habitantes. Los estratos más altos se desvanecieron, mientras
que los estratos más humildes comenzaron a buscar su lugar en la nueva estructura. Se
ha sugerido que los grupos de campesinos/as que fueron dependientes de este sistema
continuaron trabajando la tierra durante los años venideros, en la Época Oscura (1150-750
a.e.c.), pero sin entregar sus excedentes a la estructura de gobierno palaciega. El resultado
de este proceso fue la conformación de una comunidad que entre los siglos VIII y VII a.e.c. fue
llamada demos. Con la desaparición de los palacios hubo una importante movilidad de bienes,
pero también hubo conflictos internos entre aristócratas y no aristócratas (Isager y Skydsgaard,
1992; Pagnoux y Zurbach, 2021).
Según se ha descrito, en el año 1180 a.e.c. comenzó un período caracterizado por una
completa desaparición de la escritura, a raíz de esto las nociones que los griegos tenían sobre
épocas pretéritas no son muy detalladas. Surgieron múltiples formas de Estado, desde el reino
Frigio hasta las ciudades-Estado y etnias, modificando totalmente la estructura política de la
zona. Sin duda, la comunidad agraria griega vivió importantes cambios a partir del 1.200 a.e.c.,
los cuales perduraron hasta la aparición de las ciudades-Estado. Enfrentadas a conflictos
sociopolíticos relacionado con el acceso a la tierra, a la producción y a la mano de obra que
en ella trabajaba, las antiguas comunidades agrarias se transformaron en las ciudades-Estado
(Isager y Skydsgaard, 1992; Pagnoux y Zurbach, 2021).
El termino polis fue el utilizado para designar a esta comunidad sociopolítica surgida durante
el siglo VIII a.e.c., que estaba compuesta por un asentamiento principal y varias zonas rurales
cercanas. Durante siglos esta fue la principal forma de comunidad griega, llegando a contarse
cientos de ellas en el siglo V a.e.c. (Pomeroy et al., 2011). Gallego (2004), señala que el
desarrollo de la agricultura en la Grecia antigua fue uno de los pilares para la formación de
las polis como una organización social. No es casual que los inicios de las polis estuvieran
estrechamente ligados a la expansión de las prácticas agrícolas, que se enmarcaban en la
granja familiar intensiva presente en las bases de las ciudades-Estado entre los siglos VIII al
IV a.e.c. Durante la época arcaica, las ciudades-Estado tomaron medidas de protección para
resguardar el hogar familiar de la apropiación de tierras, estableciendo límites para las hipotecas
y las riquezas generadas a partir de la tierra, por esto se afirma que en este período la familia
constituyó la unidad básica de producción y de residencia. También se ha descrito que en esta
época se habría producido una diversificación de la mano de obra, particularmente en el siglo
VII a.e.c., y prueba de ello es que los hogares aristocráticos generalmente contrataban mano
de obra para realizar labores de cosecha, aunque también hubo familias que preferían a los
esclavos para realizar la mayor parte del trabajo agrícola (Pagnoux y Zurbach, 2021).
Tauger (2011) explica que los agricultores griegos fueron la base de los sistemas políticos y
militares, participando en guerras para expandir las fronteras o bien defender su territorio entre
los períodos de siembra y cosecha; cuando concluían su labor guerrera volvían al trabajo
agrícola. Menciona que los griegos emplearon dos tipos de sistemas agrícolas. El primero se
desarrolló en Esparta entre los años 600 y 400 a.e.c., fue de carácter servil, basado en el trabajo
de servidumbre de una población vecina a la que se imponían mediante la conquista y mantenían
sometiéndolos a la violencia. Pagnoux y Zurbach (2021) indican que este proceso de conquista
sería una medida de solución para las crisis internas, relacionadas a elementos como la mano
de obra y la tierra. Llamaron ilotas a los grupos conquistados, que los griegos definían como un
colectivo entre libre y esclavo. Fueron considerados propiedad de los espartanos y empleados
para cultivar las tierras de familias espartanas, a quienes entregaban la mitad de sus productos.
Además, se ha sugerido que habrían vivido en aldeas aisladas (Tauger, 2011; Pagnoux y
Zurbach, 2021). Tauger (2011) menciona que el segundo sistema agrícola fue desarrollado
por Atenas. Este se basó en fincas de propiedad privada de múltiples tamaños, que contaban
con una importante mano de obra contratada y esclavos. Fueron los agricultores acomodados
quienes formaron las haciendas de mayor tamaño. Este autor indica que durante el año 600
a.e.c. Atenas afrontó una crisis social y económica que derivó en que muchos atenienses se
convirtieran en hektemoroi y otros en esclavos. Las autoridades marcaron a los hektemoroi con
piedras horoi, señalando que sus cultivos no podían ser comercializados al estar comprometidos
con acreedores. Se ha mencionado que la esclavitud por deudas habría surgido en Atenas
cuando los hektemoroi dejaron de ser la forma en que los ricos explotaban el trabajo de los más
pobres, fue entonces cuando recurrieron a la esclavitud por deudas, de este modo los grupos
de personas convertidos en esclavos podían ser vendidos en el extranjero sin la posibilidad de
recuperar su libertad (Pagnoux y Zurbach, 2021). En el año 594 e.c., el arconte Solón estableció
una serie de reformas, entre ellas anuló las deudas y contratos indicados por las piedras horoi,
al igual que los préstamos sobre la seguridad de las personas; liberó y repatrió a los esclavos
por deudas; hizo a la economía ateniense más comercial al fomentar la exportación de aceite y
aceitunas, pero prohibió la exportación de otros productos agrícolas. Sus políticas obligaron a los
agricultores más pobres a pagar sus deudas entregando sus tierras, convirtiéndose en jornales o
arrendatarios que trabajaban para grandes terratenientes (Tauger, 2011).
En la Edad de Bronce habría existido una agricultura de subsistencia diversificada con cultivos
de cereales y legumbres. Además, en adelante, se cultivaron diferentes variedades de vid y
olivo, y desde el final de la Edad de Bronce hasta el final del Arcaico se habría desarrollado
una agricultura diversificada, con base en la mano de obra humana y asociada al pastoreo
que no era la principal actividad, exceptuando las regiones montañosas de Grecia. La
diversificación permitiría el aprovechamiento de diferentes nichos ecológicos, obligando a una
organización adecuada de los ciclos de trabajo agrario (Pagnoux y Zurbach, 2021; Gallego,
2004). Las investigaciones indican que los antiguos griegos se adaptaron al clima mediterráneo
estableciendo diversos cultivos. La cebada era el cereal más frecuente y lo cultivaban por
su capacidad de adaptación a los suelos rocosos y delgados. Cultivaron distintas variedades
de trigo como el emmer y el eikorn, además del espelta. El mijo, la vid y el olivo han sido
documentados desde períodos tempranos. Las legumbres, lenteja, arveja amarga (cocidas al
vapor eran aptas para el consumo), guisante, habas y garbanzo estaban presentes. Entre las
frutas, granada, pera, higos y manzanas. Los griegos cultivaron hortalizas como repollo, apio,
nabo, cebolla y ajo. Cabe mencionar que también criaban ovejas, cerdos, vacunos y aves de
corral, además de desarrollar otras actividades económicas (Pagnoux y Zurbach, 2021; Isager
y Skydsgaard, 1992; Galllego, 2004; Tauger, 2011).
Respecto a las prácticas agrícolas, se ha detallado que los griegos desarrollaron un sistema
bienal, además implementaron cultivos de invierno y de primavera, estos últimos considerados
de emergencia cuando no se sembraba en invierno (Isager y Skydsgaard, 1992). El desarrollo
de la agricultura de cereales implicó la preparación del suelo, establecimiento y desarrollo de
cultivos, cosecha, procesado y almacenamiento (Pagnoux y Zurbach, 2021). El trigo era un
cultivo de invierno (Tauger, 2011; Gallego, 2004), se araba en primavera, cuando iniciaba la
temporada de lluvia en otoño se realizaba la siembra a mano, en un campo que había estado
en barbecho, con un suelo rico en nutrientes. Las plantas se desarrollaban hasta la primavera
cuando se realizaba la cosecha con hoces. Las espigas eran llevadas al hogar en donde
se realizaba la trilla con animales de tiro alrededor de la era. Los granos se almacenaban y
procesaban, mientras que la paja se guardaba en graneros (Tauger, 2011; Isager y Skydsgaard,
1992). La vid y el olivo daban menos trabajo que el cultivo de cereales, pero igualmente debían
ser preparados con mucho cuidado (Gallego, 2004).
La agricultura incaica
La sociedad incaica antes de la colonización española se extendió por los territorios actuales
de Chile, Ecuador, Bolivia y Perú. Abarcó desde la costa pacífica desértica hacia la montaña
andina fría y semiárida, incluyendo su vertiente amazónica que era mucho más cálida, húmeda
y boscosa (Mazoyer y Roudart, 2016; Lorandi y del Río, 1992). La agricultura desarrollada por
el Estado incaico fue el resultado de un largo proceso de desarrollo de miles de años, el cual
implicó diferentes formas de trabajo que repercutieron en el nacimiento de complejos sistemas
tecnológicos (Bolaños, 1991). Para realizar una completa descripción de los procesos agrícolas,
sociales y culturales que alcanzaron su punto más alto con el Estado incaico, se pondrá
atención en el área cultural de los Andes Centrales, la que marca una fuerte influencia sobre el
área septentrional y centro-sur.
Desde una perspectiva general, es posible afirmar que la agricultura ha sido una de los ejes
fundamentales de la formación social andina, presentando un largo devenir histórico y que se ha
expresado en el ámbito social, político y cultural. Para encontrar una explicación al florecimiento
Respecto a los sistemas agrícolas prehispánicos, Bolaños (1991) describe que el agua fue
uno de pilares en su desarrollo y que la irregularidad de los ciclos hidrológicos repercutió
en la aparición de complejos mecanismos para gestionar su obtención y manejo. Asimismo,
indica que la realidad geográfica influyó en el uso de tecnologías y conocimientos orientados
a manejar los factores productivos presentes en la naturaleza, agrupando múltiples formas de
organización social y de trabajo.
Bolaños (1991) señala que en la costa se gestaron cincos sistemas agrícolas. El primero de
ellos es la agricultura de riego en los valles costeros, iniciado en el Formativo, el cual presentó
sistemas de riego por gravedad que fueron útiles para reemplazar paulatinamente los suelos
pantanosos y desérticos de la costa, por suelos para realizar la agricultura. Esto se habría
logrado controlando los flujos, pendientes y pérdida en los canales y surcos construidos. El
segundo es la agricultura en chacras hundidas, presente en los desiertos costeros, que se
realizó en lugares en donde las napas subterráneas generaban humedad superficial. El uso de
chacras hundidas consistió en la construcción de hoyas que medían de cuatro a seis metros de
profundidad y hasta cien metros cuadrados de base. Se removía tierra o arena, hasta obtener un
fondo húmedo que era favorable para los cultivos (Bolaños, 1991; Deza, 2010). El tercero es la
agricultura desarrollada en lomas costeras, presentes en las sociedades tardías y precoloniales,
utilizaron la captación de agua proveniente de la niebla y de ojos de agua. Esta era acumulada
colocando piedras en quebradas y laderas, con las que se captaba agua de la condensación
y de los escurrimientos superficiales, construyendo muros para contener el agua condensada
y emplearla en la agricultura. El cuarto sistema es el cultivo de lagunas costeras, en donde
fueron cultivados juncos y totoras que luego se utilizaban en construcciones, embarcaciones,
etc. (Bolaños, 1991). El quinto es el cultivo de wachaques, estos son estanques excavados
que drenaban agua hacia ellos desde una napa mediante canales subterráneos. En ellos se
sembraba totora, junco, enea y achira que iban rellenando hasta convertir los sedimentos
acumulados en el fondo, en tierra apta para los cultivos. Presentan muros de contención,
accesos a las zonas de poca profundidad y muros que marcaban su delimitación superficial.
Algunos son trabajados por campesinos/as en la actualidad (Bolaños, 1991; Deza, 2010).
En cuanto a los sistemas agrícolas que fueron desarrollados en la sierra, el primero que se
menciona es el cultivo de terrazas irrigadas en las laderas, utilizado en los Andes desde por lo
menos el 200 a 600 e.c. Este sistema está estrechamente asociado a la ocupación Tiwanaku
del lago Titicaca y al Estado incaico, que propiciaría su expansión a todo el Tawantinsuyu.
Su implementación permite incrementar la cantidad de suelo cultivado, disminuye el efecto
de las heladas, controla la erosión de los suelos, permite controlar el agua para cada tipo de
cultivo, la calidad y la temperatura del suelo, y administrar la producción agrícola. El segundo
es el sistema de riego en los fondos de valles, en él los cultivos eran irrigados con canales
provenientes de los ríos o represas de agua, eran realizados en terrazas anchas en desnivel con
muros de contención superficiales o barreras de pasto que regulan la erosión y la distribución
del agua. El tercero es el cultivo de camellones o waru-waru, que son campos elevados de
origen artificial rodeados por canales, siendo utilizados para la siembra de tubérculos. Están
presentes principalmente en el altiplano peruano-boliviano y fueron utilizados en conjunto con
terrazas de cultivo y riego, permitiendo rotar las cosechas y prevenir las heladas. Este sistema
se habría iniciado durante el 1.000 a.e.c. y se cultivaron intensamente hasta la llegada de los
europeos, facilitando la integración entre una economía orientada al pastoreo de camélidos,
junto al cultivo de tubérculos y quinua (Bolaños, 1991; Rostworowski, 2014). El cuarto es la
Mazoyer y Roudart (2016) describen que este modelo presentó varios sistemas regionales
en distintos pisos ecológicos. El primero fue el sistema de cultivo de regadío de los oasis de
la llanura desértica costera. Allí se desarrollaron sistemas de riego que transportaban agua
mediante canales controlados por un sistema de embalses y esclusas, distribuyéndola en la
llanura. Se cultivaba maíz, poroto, algodón, mandioca, calabaza, maní y algunas leguminosas
forrajeras, que junto con los residuos de los cultivos alimentaron a llamas caravaneras. Además,
se explotaron depósitos de guano del litoral, que sirvió de abono en los oasis y valles andinos.
El segundo fue el cultivo de maíz con regadío y ganadería asociada en la región de la queshwa,
que comprende los valles y vertientes situados hasta 3.600 metros de altitud, con un ecosistema
cultivado que incluyó valles o tierras de regadío, tierras cultivadas sin regadío, praderas y
tierras sin explotaciones. En el acondicionamiento de los valles de regadío destaca el riego por
gravedad gracias al uso de canales; el agua circulaba hacia laderas con terrazas en las que
se distribuía con canales. Los valles presentaban menos obras constructivas y de irrigación.
Se cultivó principalmente el maíz, además de porotos, quinua, calabazas y leguminosas
forrajeras. En las tierras sin riego se establecieron papas y oca, mientras que las tierras sin
explotarse utilizaron en la ganadería de llamas locales y caravaneras, complementando con la
trashumancia de rebaños en zonas de mayor altura. Respecto al maíz se ha establecido que
correspondería a un cultivo estatal, y se ha pensado que su introducción fomentó el desarrollo
de los sistemas hidráulicos. Si bien existen variedades de maíz que se producen sin riego,
desde tiempos incaicos ha sido deseable que cuenten con un suministro de agua seguro
(Murra, 2014; Rostworowski, 2014). Mazoyer y Roudart (2016) señalan que el tercer piso fue el
cultivo de papas y ganadería asociada de la región suni. Ubicada entre 3.600 y 4.200 metros de
altitud, incluyó tierras cultivadas sin riego, pastos y hierbas sin cultivo. Para desbrozar y labrar
la tierra se utilizó la taclla. Principalmente se cultivó la papa y sus diversas variedades, además
de quinua, olluco, lupino, etc. La mayoría de las variedades de papa son de altura y resistentes
a las heladas, eran comunes en la dieta andina y con ellas se elaboraba el chuño (Murra, 2014).
El cuarto piso era el sistema pastoril de la puna, ubicada a más de 4.200 metros de altura,
donde fueron explotados rebaños de alpacas y llamas, estas últimas destinadas al transporte
de productos y a la producción de estiércol, pieles, carne y lana. El quinto nivel nombrado era el
sistema de cultivos de la vertiente amazónica de la cordillera. En la selva se construyeron aldeas
que realizaban talas y quemas para cultivar maíz, mandioca y coca. Obtenían frutos, especies y
plumas ornamentales que eran llevadas al resto del Tawantinsuyu (Mazoyer y Roudart, 2016).
Lorandi y del Río (1992) explican que las diferentes reparticiones territoriales del Estado incaico
presentaban una base alimentaria autónoma, además de generar una serie de intercambios
étnicos, de esta manera cada región abastecía a las demás de productos en los que tenía
ventajas productivas. Se dio una dinámica de explotación de múltiples pisos ecológicos para
adquirir productos, reduciendo la obtención de recursos por trueque o comercio. Esto se
consiguió con la instalación de colonos que produjeran todo aquello que no se podía obtener
en su territorio de origen. Cada familia o comunidad mantenía explotaciones en distintos
pisos ecológicos, en donde la actividad social y económica era regulada por la reciprocidad
y redistribución entre parientes, factores que guiaban el intercambio de los recursos
obtenidos entre las colonias y los territorios de origen. Además, según Mazoyer y Roudart
(2016), para incrementar su población y riquezas el Estado incaico extendió constantemente
sus sistemas agrícolas, aprovechando los recursos y territorios anexados; instauró un
sistema de almacenamiento de productos; efectuó grandes obras viales e hidráulicas;
organizó intercambios y la movilización de recursos entre regiones con un complejo sistema
administrativo y religioso. Parte importante de este entramado fue el sistema de prestaciones
en trabajo o mita, impuesto a las comunidades campesinas, el cual se desarrolló en ámbitos
como las tareas agrícolas, la edificación de obras hidráulicas, militares, urbanas, viales y
terrazas. Además, el Estado se organizó de forma centralizada, siendo encabezado por el Inca
quien estaba acompañado por una nobleza formada por sus descendientes y familia, además
de linajes nobles de otros grupos étnicos bajo su dominio. Luego estaban los sacerdotes y los
miembros de la administración, seguidos por los curacas. A continuación estaban los artesanos
especializados y las comunidades campesinas. Así, cuando se produjo el arribo de los europeos
al área andina, no encontraron poblaciones que padecieran hambrunas, muy por el contrario,
en esa época se desarrolló una agricultura que tenía el apoyo de una gran fuerza de trabajo
y que era capaz de sostenerse e incluso generar excedentes. Sin embargo, tras el contacto
con el mundo occidental en el siglo XVI ocurrieron masacres, enfermedades, se subyugó a la
población y se desmanteló la estructura social y administrativa incaica. La colonización hundió
al complejo sistema económico inca, llevando a esta sociedad a un régimen colonial español
(Rostworowski, 2014; Mazoyer y Roudart; 2016).
Figura 1.1. Siembra de maíz en tierras irrigadas Figura 1.2. Recolección de papas efectuada por los
realizada por los antiguos incas. Fuente: Guamán antiguos incas. Fuente: Guamán Poma de Ayala. En
Poma de Ayala. En Pease, 1980 [1615], p. 468. Pease, 1980 [1615], p. 461.
el primer milenio de nuestra era surgieron en la zona norte de Europa una serie de equipos y
aperos como la carreta, el carro, la guadaña, el arado de vertedera, la grada, la collera, el yugo
y el herraje de los animales de tiro.
Respecto al arado, Galgano (2010) afirma que durante la Edad Media surgió el arado pesado
(heavy plow), paulatinamente entre los siglos VIII y XI e.c., cuyo origen se remontaría a la
época del Imperio romano, siendo una de las innovaciones más importantes para la vida rural
del período. Este nuevo apero pesado contaba con ruedas, estaba equipado con una cuchilla
fijada al poste del arado, para cortar de forma vertical el suelo. Además, se le incorporó una reja
de arado plana y asimétrica, puesta en ángulo recto a la cuchilla, para cortar horizontalmente la
tierra y a esto se sumó una vertedera, para girar la tierra cortada hacia un lado y crear surcos.
Con el aumento en la población comenzaron a cultivar campos de mayor extensión y esta
herramienta se hizo necesaria. La utilización del arado pesado de ruedas, por su peso y por los
suelos donde se implementó, requería del apoyo de fuerza animal.
Mazoyer y Roudart (2016) señalan que las innovaciones del sistema de barbechos y aperos
pesados, permitieron el desarrollo de prácticas ganaderas y agrícolas que hasta esa época se
habían visto limitadas, como la producción de heno, el uso del arado de vertedera y la grada,
la producción y utilización de estiércol y la estabulación del ganado en invierno. Los autores
mencionan que este sistema se define por características estructurales y funcionales. Entre las
estructurales destacan, en primer lugar, al nuevo conjunto de herramientas que permitió prácticas
ganaderas y agrícolas eficientes. Los labradores del siglo XIII contaban con guadañas, un arado
de vertedera, una grada, cobertizos para guardar heno y lechos para el ganado, además de
herramientas como hoces, palas y azadones de metal. En segundo lugar, nombran al nuevo
ecosistema cultivado que, gracias a las nuevas herramientas y prácticas, incluyó a las praderas
naturales de corte destinadas a generar reservas de heno para el invierno. Así se desarrolló
la ganadería y la estabulación, generando una gran producción de estiércol, lo que sumado
al uso del arado de vertedera amplió las tierras labradas, que contaron con mejor preparación
y fertilización, permitiendo pasar de una rotación bienal a una trienal. El nuevo ecosistema
cultivado mantenía suelos con cereales mucho más extensos y productivos, posibilitando el
aumento de la población, que exigió mayor producción a los bosques, huertas, vergeles y
viñedos. En cuanto a las características funcionales, se recalca el refuerzo de la asociación
entre la agricultura y la ganadería, donde la composición y reproducción del nuevo ecosistema
se aseguró con un nuevo funcionamiento. Existió una gestión del rebaño sustentado en la
estabulación invernal y la cosecha de heno, junto a una fertilización de las tierras cerealeras,
basada en el uso de estiércol y una roturación de la tierra con arado de vertedera y la grada. Los
autores añaden que estos nuevos sistemas se generalizaron en el norte de Europa durante los
siglos XI, XII y XIII, provocando una verdadera revolución agrícola medieval. Los sistemas de
aperos pesados podían desarrollarse en regiones hasta entonces no cultivadas como bosques,
humedales y llanuras. Además, se realizaron distintos tipos de rozas, como las de proximidad
alrededor de pueblos y aldeas, las de tierras pobladas con zonas extensas sin ocupar y las de
tierras lejanas vírgenes, estas últimas colonizadas gracias a la conquista.
Dentro del marco de las innovaciones agrícolas generadas durante la Edad Media, Rohne
(2010) especifica que la revolución científica en las técnicas agrícolas del siglo XII y XIII, en un
grado importante, fue realizada por el trabajo de órdenes religiosas como los Cistercienses.
Esta orden surgió como un movimiento de reforma a la Iglesia de occidente cuando las
primeras órdenes religiosas ya controlaban los sitios agrícolas más aventajados de Europa.
Por ello se asentaron en zonas remotas de Alemania, Francia e Inglaterra y se vieron obligados
a experimentar con nuevas técnicas en el ámbito agronómico. El autor señala que se les
reconoció por sus innovadoras técnicas en la crianza de animales; implementaron cercos en
sus pastizales para impedir la cruza de animales sin control y evitar la contaminación de sus
rebaños; desarrollaron la cría selectiva, generando en su ganado características deseables
como la resistencia a enfermedades o mayores tallas; además, fueron reconocidos por su
trabajo de limpieza en zonas baldías y drenaje en zonas pantanosas, en donde el agua que
obtenían era almacenada en presas y diques.
comerciaban sus reservas, los artesanos vendían su trabajo y las nuevas regiones cultivadas
exportaban. Paralelamente, surgió el capitalismo al formarse las primeras sociedades por
acciones. Plantean que, gracias a este proceso, se generó una expansión urbana, proliferaron
núcleos demográficos en nuevos territorios y aumentaron los edificios religiosos, como
monasterios, catedrales y conventos. Además, se promovió la actividad intelectual gracias al
florecimiento de escuelas y universidades en los siglos XII y XIII.
Mazoyer y Roudart (2016) especifican que el auge provocado por los cambios agrícolas
finalizó abruptamente a raíz de la crisis ocurrida en el siglo XIV. Europa manifestó signos de
superpoblación y frecuentes situaciones de escasez. La roza de nuevos terrenos fue llevada
al límite. Explican que como consecuencia surgieron hambrunas que adecuaron la demografía
y las necesidades de la población, a un volumen limitado de alimentos, debido al descenso en
la producción, consecuencia de la degradación y sobreexplotación del ecosistema cultivado
que llevó a abandonar tierras cultivadas por su poca fertilidad. La malnutrición y las privaciones
redujeron la capacidad de trabajo y resistencia a las enfermedades de la población, así llegaron
la peste negra, la viruela y la tosferina, que provocaron un desplome poblacional. Se ha
estimado que las pestes y la neumonía generaron un efecto devastador sobre el capital humano
y se estima que un 40% de la población europea murió en este período (Gordon, 2010). Con
todo esto una crisis social y política era inevitable. La escasez y la hambruna aumentaron la
pobreza rural y urbana generando un descontento que derivó en conflictos y revueltas. Los
poderes locales no tenían los medios para defenderse y se vieron obligados a pedir asistencia
de instancias superiores (Mazoyer y Roudart, 2016). La guerra también generó estragos,
provocando una reducción importante en las economías de Europa occidental (Gordon, 2010).
Esto propició una gran reorganización política que concentró el poder en grandes señores,
príncipes o reyes. Tras la gran debacle, a finales del siglo XV y durante el siglo XVI, operó la
reconstrucción (Mazoyer y Roudart, 2016). Cuando se produjo la recuperación económica
desde la década de 1460, la disminución de la población cambió la estructura social ya que tras
las plagas la disponibilidad de mano de obra agrícola se redujo catastróficamente y fueron los
siervos quienes sirvieron en el sistema señorial, pero ahora podían exigir a los terratenientes que
sus obligaciones se remuneraran con dinero. Además, podían apoderarse de parcelas vacías
e incluso transformarse en terratenientes. En el siglo XVI surge una fuerza de trabajo agrícola
diferenciada, que tenía terratenientes que alquilaban su tierra por dinero y contrataban sirvientes
para trabajarlas y vender su producción. Luego existía un grupo de trabajadores que tenía
propiedades y vendía su trabajo por dinero a los terratenientes. También estaban quienes no
tenían tierras o solo una pequeña propiedad y se mantenían con lo que ganaban al trabajar. Con
el paso de un sistema netamente agrícola a uno con bases en el mercado, una gran cantidad
de personas dejó el campo y migró a los centros urbanos pues allí existían más posibilidades
(Gordon, 2010). Mazoyer y Roudart (2016) precisan que desde esa época los sistemas de
barbecho y aperos pesados llegaron a diversos lugares, consecuencia de la colonización
europea en regiones como las actuales Nueva Zelanda, Australia, África del Sur y América.
Entre los siglos XVI y XIX en múltiples zonas de Europa se desarrolló la revolución agrícola
moderna, que dio nacimiento a los sistemas sin barbecho, cuyas raíces se encuentran en
la Edad Media. De este modo, los barbechos fueron sustituidos por praderas artificiales de
gramíneas o leguminosas forrajeras y otros forrajes como el rábano o nabo (Mazoyer y Roudart,
2016). Durante este período el patrón medieval de campos múltiples fue paulatinamente
reemplazado por un sistema de rotación de cultivos (Descartes, 2010). La nueva formulación
de rotaciones alternaba los forrajes con los cereales, generando que el suelo cultivable llegara
a producir un rendimiento de forraje igual a la de pastizales y campos cerealeros unidos. La
alternancia de cultivos estuvo acompañada de la ganadería de herbívoros, que cumplió un
importante rol al proporcionar una mayor cantidad de productos de origen animal, estiércol y
fuerza de tracción (Mazoyer y Roudart, 2016). A partir de esto, se ha establecido que uno de los
logros más importantes de esta Revolución Agrícola fue la comprensión de que la ganadería
y la agricultura de cereales podía unirse a nuevos cultivos, como los tréboles, nabos y
pasturas (Descartes, 2010). El aumento del uso de abono en los campos llevó a un alza en los
rendimientos de cereales e incluso permitió incorporar cultivos que requieren una alta fertilidad
del suelo. Las nuevas rotaciones incluyeron especies como la papa, el maíz y la col; además de
plantas de uso industrial como la remolacha azucarera, el lino, el cáñamo, entre otras (Mazoyer
y Roudart, 2016). Los nuevos cultivos, sumados a las nuevas formas de labranza, contribuyeron
a una mayor fertilidad del suelo, al aumento de la productividad y complementaron a la mano
de obra e insumos destinados a los cultivos (Descartes, 2010).
Según Mazoyer y Roudart (2016), los nuevos sistemas duplicaron la producción de los antiguos
y contribuyeron a mejorar la calidad de la alimentación para más personas. El incremento en
la producción se lograba con poca inversión monetaria y poco trabajo adicional, generando
un aumento en la eficiencia del trabajo y en el excedente agrícola comercializable. De esta
manera, la agricultura pudo cubrir las necesidades de una población no agrícola más numerosa
que la agrícola; además la actividad alcanzó una estabilidad que fue un pilar relevante para
el desarrollo de la industria y del comercio. La revolución agrícola propició, en gran medida,
el desarrollo de la primera revolución industrial ya que le proporcionó víveres, mano de obra
y materias primas; por su parte, la agricultura mucho más productiva, constituyó un mercado
relevante para los productos industriales. Gracias a esto, a finales del siglo XIX gran parte de
la población activa de los países industrializados pudo dedicarse a realizar actividades fuera de
la agricultura, como la minería, los servicios y labores industriales. También hubo cambios en el
ámbito rural, como el surgimiento de la industrial artesanal, es decir que los/as campesinos/as
sin tierras suficientes para sustentarse con la agricultura complementaron sus ingresos en sus
hogares con la fabricación artesanal a pequeña escala, como lo es el caso de la elaboración de
textiles (Gordon, 2010b). Se ha mencionado que los sistemas de cultivo sin barbecho, iniciados
en Flandes en el siglo XV, tardaron en propagarse por Europa. Este fenómeno no se debería
a razones propiamente técnicas, sino que a impedimentos de otro tipo. El labrado de los
barbechos y el desarrollo de la revolución agrícola fue muy difícil hasta que no se estableciera
el derecho de utilizar de forma libre las tierras cultivadas y el derecho a la propiedad exclusiva
La revolución verde
La denominada Revolución verde comienza a gestarse siglos antes de su aplicación, desde
el cambio de la sociedad y agricultura medieval a una sociedad moderna capitalista, a partir
del proceso de industrialización agrícola. Desde el punto de vista tecnológico, se basa en
las teorías de Justus Von Liebig quien planteó la Ley del Mínimo junto con la importancia
de los minerales y factores abióticos en el rendimiento de los cultivos; el desarrollo de la
química durante las guerras mundiales, con Fritz Haber y Karl Bosch, la incorporación de la
mecanización agrícola, sumado a la hibridación de especies vegetales de Gregorio Mendel y
más tarde desarrolladas en la agricultura por Henry Wallace; la incorporación de tecnología
ligada a la distribución del agua para regadío y el monocultivo de una limitada cantidad de
especies destinadas a la alimentación de la población global, la que es distribuida por grandes
conglomerados económicos que dominan el mercado funcionando a escala planetaria.
La que posteriormente se llamaría Revolución verde tiene sus inicios en un acercamiento
ocurrido en 1941 entre el Gobierno de los Estados Unidos y la Fundación Rockefeller, con
la finalidad de formular un programa de desarrollo agrícola dirigido hacia Latinoamérica. En
1943 la Fundación Rockefeller crea el Programa Mexicano de Agricultura junto con el Centro
de Mejoramiento de Maíz y Trigo, CIMMYT. Los fundamentos de la Revolución verde fueron
transmitidos e implementados inicialmente en otros países de Latinoamérica, como Brasil
y Argentina, para finalmente extenderse a todo el mundo, siendo su más célebre difusor el
agrónomo y premio nobel Noman Borlaug (Ceccon, 2008).
Históricamente, desde mediados del siglo pasado, las propuestas de agricultura sostenible han
sido consideradas como alternativas al modelo agrícola dominante basado en la Revolución
verde, surgiendo como una respuesta crítica a dicho paradigma predominante. Existieron varias
corrientes que se mencionan a continuación.
Agricultura biodinámica
En el año 1922 nace el método de agricultura biodinámico, basado en las ideas del filósofo
austriaco Rudolf Steiner y su visión del mundo llamada Antroposofía o Ciencia Espiritual
(Pfeiffer, 1992). Sus enseñanzas proceden de la filosofía planteada por Goethe, la cual está
basada en antiguos escritos mesopotámicos, chinos, egipcios y romanos (Restrepo et al.,
2000). El término biodinámico implica trabajar acorde a las energías que crean y mantienen la
vida. En 1922 y 1923, un grupo de agricultores/as pidió consejo a Steiner debido a problemas
en sus predios (Pfeiffer, 1992); ante la insistencia, entre el 7 y 16 de junio de 1924 en Koberwitz,
Silecia (hoy Polonia), se realizó el curso sobre agricultura, dirigido por Steiner (Paull, 2011a),
donde dio a conocer el método para ser aplicado de manera práctica en la mayor cantidad
posible de tierras (Pfeiffer, 1992). Allí nace el movimiento biodinámico, con la formación de una
asociación de agricultores/as, además del Círculo de Investigación Agrícola y los trabajos en la
sección de Ciencias Naturales del Goetheanum (sede de la antroposofía en Dornach, Suiza),
para luego extenderse desde Suiza a Australia, Italia, Gran Bretaña, Francia, Escandinavia y los
Estados Unidos (Paull, 2011b). Los principios del método se basan en el concepto de organismo
agrícola, que considera al conjunto de todos los elementos de un predio, fuerzas vitales, fuerzas
cósmicas y sus interacciones. Incluye al suelo, el clima, plantas cultivadas, fuentes de agua,
estaciones del año, la luz y la influencia lunar, vitalización de la tierra con abonos, conocimiento
de los ciclos biológicos y el accionar del ser humano; todos estos elementos construyen un
sistema autosuficiente y de ciclo casi cerrado, reduciendo la dependencia a insumos externos,
estimulando el aprovechamiento y reciclaje de los propios recursos del sistema para de ser
realmente económico (Piamonte, 2004). Entre sus prácticas diferenciadoras está el uso de
preparados para ser asperjados en los cultivos y para la dinamización del compost. Estos
tienen en su composición elementos minerales, guano de vaca (Foto 1.1.) y especies vegetales
como milenrama, ortiga, manzanilla, encino, diente de león y valeriana. Los primeros trabajos
en la etapa de validación (1924-1938) fueron realizados en el Goetheanum en su sección de
Ciencias Naturales, con la publicación del primer Anuario, Gäa-Sophia. Ese primer año el libro
incluía dos artículos relacionados con agricultura: Agricultura en el sentido de Rudolf Steiner
y El desarrollo de la agricultura a través de la antroposofía. El término agricultura biodinámica
no se popularizó hasta la publicación en 1938 del libro Bio-Dynamic Farming and Gardening,
de Ehrenfried Pfeiffer. Pfeiffer emigró a los Estados Unidos donde fue mentor de muchos/as
agricultores/as biodinámicos/as, además de asesorar a Jerome Rodale y ser informante de
Rachel Carson en su publicación Primavera silenciosa (Paull, 2019). Lili Kolisko, quien asistió
al curso de agricultura impartido por Steiner en 1924, junto a su esposo Eugen Kolisko fueron
importantes en la validación del método biodinámico, gracias a sus experimentos publicados en
el libro Agriculture of Tomorrow, del año 1939 (Paull, 2011b).
Foto 1.1. Preparado 500 (estiércol de vaca contenido en cuernos enterrados desde otoño a primavera) de
agricultura biodinámica.
Fuente: https://pixabay.com/es/photos/biodin%C3%A1mica-abono-el-cuerno-de-vaca-2362977/
Agricultura orgánica
Varios/as pioneros/as en distintas partes del mundo señalaron los efectos negativos de
la modernización de la agricultura y hablaron de una agricultura alternativa basada en la
naturaleza. En el ámbito académico, Klages sugirió en 1928 que se consideraran los factores
fisiológicos y agronómicos que influían en la distribución y adaptación de especies específicas
de cultivos, para comprender la relación entre una planta de cultivo y su medio ambiente
(Hecht, 1999). Hasta ese momento la explicación sobre los rendimientos de los cultivos se
basaba en los trabajos de Liebig, la cual consideraba factores abióticos y la importancia de
los macroelementos minerales. La sugerencia de Klages fue el primer acercamiento entre la
agronomía y la ecología. Por su parte, la importancia del humus en la agricultura fue reconocida
por los antiguos griegos y romanos, siendo definido en 1936 por Selman Abraham Waksman
(Premio Nobel de Medicina en 1952), quien consideró la importancia de los microorganismos
en las transformaciones de la materia orgánica, junto con dar a conocer la composición química
del humus y explicar su rol en la naturaleza (Waksman, 1936). Su trabajo no fue valorado en
Estados Unidos, donde se desempeñó en la Universidad de Rutgers, pero sí lo fue en Alemania,
donde se realizaron traducciones de sus publicaciones. En 1938 William Albrecht escribió que
la pérdida de fertilidad y el agotamiento de la materia orgánica en el suelo son responsables
de la erosión. Para remediarlo se debían establecer prácticas como la rotación con praderas
que incluyeran leguminosas y el uso de residuos agrícolas como abonos (Albrecht, 1938).
Además, estableció relaciones entre la salud del suelo con las plantas, animales e incluso
personas, siendo estas fotografías bioquímicas del suelo de donde provienen. A partir de esto
estableció que los problemas de salud de las personas están relacionados con el origen de su
alimentación y la calidad de los suelos (Ikerd, 2011). El término agricultura orgánica apareció
en 1940 con el libro de Lord Northbourne, Look to the Land, que recopila las ideas de Steiner
sobre las granjas consideradas verdaderos organismos vivos (Paull, 2019). El botánico inglés
Albert Howard, crítico de la labor experimental oficial en su época, promovió ideas innovadoras
en su célebre libro Un testamento agrícola, publicado en 1940. Destacó la influencia de la
asociación micorrizal en la alimentación de las plantas y subrayó que el humus presente en
suelos fértiles entrega a los seres vivos mayor vigor y salud. Afirmó que las enfermedades
de los seres vivos causadas por hongos, insectos, bacterias y virus son una manifestación
de la desnutrición originada por la baja fertilidad de los suelos; por ende, los organismos
desarrollados en un suelo fértil rico en humus no son atacados en forma apreciable por
enfermedades; logró visualizar la conexión entre la salud del suelo y poblaciones saludables,
el ganado y los cultivos; acuñó la frase “la salud del suelo, planta, animal y el hombre es uno
e indivisible” (Howard, 1940:18). Howard es considerado el padre del compostaje moderno,
debido a la creación, validación y difusión del método Indore. Documentó y desarrolló técnicas
de agricultura orgánica, extendiendo su conocimiento a través de la Soil Association del Reino
Unido y el Rodale Institute en Estados Unidos (Vogt, 2007). En 1942, Klages expandió su
definición e incluyó factores históricos, tecnológicos y socioeconómicos que determinaban qué
cultivos se producían en una región dada y en qué cantidad (Hecht, 1999). Una figura clave
en el movimiento orgánico en los Estados Unidos fue el editor Jerome I. Rodale. Inspirado
en el trabajo Albert Howard y otros/as autores/as británicos/as, inició un cultivo orgánico
buscando dar solución a sus problemas de salud. Realizó múltiples experimentos y al poco
tiempo notó que su salud y la del suelo mejoraban. Divulgó sus experiencias e inició en 1942 la
publicación de la revista Organic Gardening and Farming, la que popularizó en Norteamérica el
término orgánico; su libro Pay Dirt se publicó en 1945 (Vogt, 2007). Rodale escribió sobre el/la
agricultor/a orgánico/a como portador/a de una confianza sagrada y alentó a los/as agricultores/
as a convertirse en activistas contra las malas políticas gubernamentales y la agricultura
industrial. En 1947, fundó la Soil and Health Foundation que más tarde pasaría a llamarse
Rodale Institute, en la actualidad sigue en actividad (Rodale Institute, 2020).
contorno y pastoreo rotacional (Ferguson and Lovell, 2014). Los principios y técnicas asociadas
a este sistema fueron publicados en la obra The Keyline Plan (Yeomans, 1954), donde lo
define como un método que abarca el desarrollo progresivo de suelos fértiles para todas las
tierras de cultivo y praderas, incluyendo las tierras más escarpadas y accidentadas en las que
no se había realizado una mejora rápida y económica. Se basa en el trazado de una línea
o líneas particulares en el terreno, denominadas keylines, que se utilizan en la planificación
del desarrollo territorial y actúan como guías para el trabajo agrícola (Figura 1.3.). Según
Gras (2009), un importante aporte de Yeomans es el desarrollo del concepto de escala de
permanencia, que sirve para determinar la escala de prioridades al momento de rediseñar
la topografía de un terreno. La escala está ordenada en base a la permanencia a través del
tiempo, de los elementos que integran el paisaje completo de la propiedad, aplicándose al
desarrollo rural de unidades productivas y al desarrollo urbano. El orden de prioridades para
los factores en la escala de permanencia es el siguiente: 1) clima; 2) topografía; 3) agua; 4)
caminos; 5) silvicultura; 6) construcciones; 7) subdivisiones; y 8) el suelo. Otra importante
contribución fue el arado Yeomans, la primera herramienta de cultivo de subsuelo vibratorio de
mango rígido, que puede aflojar más suelo a una mayor profundidad utilizando menos potencia
del tractor (Yeomans, 1954). Los postulados de Yeomans sirvieron de inspiración para que,
con ayuda de su maestro Bill Mollison, el entonces estudiante de diseño ambiental, David
Holmgren, conceptualizara la Permacultura (Gras, 2009).
Figura 1.3. Identificación de punto clave y trazado de líneas clave. El punto clave es el lugar donde confluye
el agua desde dos laderas a un punto preciso de la vertiente justo antes de empezar a correr como un arroyo.
Mientras que línea clave, es la línea a nivel o contorno que se extiende a ambos lados de un punto clave.
Fuente: Yeomans, 1954.
Pastoreo racional
En relación al manejo de praderas para pastoreo, es destacable el legado del francés André
Voisin, creador del pastoreo racional, quien consideró que el pastoreo es el encuentro entre la
hierba y la vaca, y que para realizarlo se deben satisfacer las necesidades de ambos. Antes
de él la investigación se centraba en el crecimiento de los pastos, sin considerar la influencia
de los animales, o en corrales donde se les suministraba el forraje. La comprensión de la
afirmación de Voisin conduce a un sistema basado en el manejo más que en la incorporación
de insumos externos. Los trabajos de Voisin inspiraron las propuestas de manejo holístico
de Allan Savory y Pastoreo Racional Voisin (PRV), de Luis Carlos Pinheiro Machado. En la
publicación La productividad de la hierba, Voisin (1974) da a conocer las leyes universales del
pastoreo racional, las que según Lenzi (2012) pueden resumirse de la siguiente forma:
Agricultura natural
Permacultura
productivo e interactivo; y 9) uso del efecto borde y de los patrones naturales para lograr la
mayor ventaja.
Agroecología
El término agroecología fue por primera vez usado en 1928, por el agrónomo ruso B.M. Bensin
(Toledo, 2012). Su uso contemporáneo data de los años setenta, cuando existió una expansión
en la literatura agronómica con un enfoque agroecológico, incluyendo múltiples obras de
autores como Dalton en 1975, Netting en 1974, Van Dyne en 1969, Spedding en 1975, Cox y
Atkins en, 1979, Richards en 1985, Vandermeer en, 1981, Edens y Koenig en 1981, Edens y
Haynes en 1982, Altieri y Letourneau en 1982, Gliessman y colaboradores, en 1981, Conway
en 1985, Hart en 1979, Lowrance et al, en 1984 y Bayliss-Smith en 1982 (Hecht, 1999). En las
décadas de 1970 y 1980, un componente social comenzó a aparecer en la literatura agrícola,
generada desde la academia y centros de investigación agrícola. Las limitaciones del enfoque
ecológico empezaron a ser superadas, en la medida que los/as investigadores/as comenzaron
a analizar los sistemas campesinos y nativos en equipos multidisciplinarios, generando
evaluaciones complejas de la agricultura y una visión más holística (Hecht, 1999). Stephen R.
Gliessman, fundador del programa de agroecología en la Universidad de California, definió la
agroecología como “una ciencia que aplica conceptos y principios ecológicos para el diseño y
manejo de agroecosistemas sostenibles” (Gliessman, 2002: 13) y fue uno de los pioneros del
movimiento agroecológico con sus investigaciones e importante precursor en Latinoamérica
con su grupo en el Colegio Superior de Agricultura Tropical (CSAT) en México, el cual ofreció
a finales de los 70 los primeros cursos de agroecología; al mismo tiempo, en la Universidad
Nacional de Colombia, el profesor Iván Zuluaga junto a Miguel Altieri ofrecían en 1976 el primer
curso de Ecología Agrícola (Altieri, 2015).
Con la caída del bloque socialista y la desintegración de la Unión Soviética en 1989, Cuba se vio
afectada por una escasez de fertilizantes y petróleo para su agricultura. Como consecuencia se
generaron iniciativas agroecológicas para reemplazar las prácticas que dominaban su antiguo e
insostenible modelo agrícola. Dentro de lo más destacable se encuentra el desarrollo del control
biológico de plagas y enfermedades, la utilización de coberturas de rastrojo para el manejo de
malezas, siembras en contorno, la reutilización de los desechos de la industria de la caña de
azúcar como forraje, biomasa energética, enmiendas potásicas y fabricación de compost, y la
creación de huertos urbanos agroecológicos (IBID), llamados en la isla organopónicos. Roberto
García, Fernando Funes Aguilar, Marta Monzote, Nilda Pérez y Luis Vázquez, fueron los/as
cubanos/as que compartieron sus experiencias en Latinoamérica (Alteri, 2015).
En 2015 se fundó una corriente denominada agricultura orgánica regenerativa, definida como
un método holístico que aumenta los recursos naturales en vez de agotarlos y se apoya en los
procesos naturales para reponer nutrientes, agua y suelo, produciendo alimentos sanos y ricos
en nutrientes. La agricultura regenerativa es dinámica y holística, además de que incorpora
la permacultura y las prácticas agrícolas orgánicas, como cultivos de cobertura, rotación de
cultivos, compost, infraestructuras móviles para animales y rotación de pastoreos, y busca
aumentar la producción de alimentos, el ingreso de los/las agricultores/as y especialmente la
calidad del suelo (Regeneration International, 2015).
Según Lal (2020), la agricultura regenerativa basada en sistemas concilia la necesidad de producir
alimentos adecuados y nutritivos, pero lo hace restaurando el medio ambiente, convirtiendo
la agricultura en una solución a los problemas ambientales. Además amplía el concepto de
Albert Howard, considerando el contexto actual de cambio climático y problemas ambientales,
al afirmar que la salud del suelo, las plantas, los animales, las personas y el medioambiente
es una e indivisible. Los principios básicos de la agricultura regenerativa son: 1) manejo de la
fertilidad del suelo mejorando el contenido de materia orgánica, la fijación biológica de nitrógeno
y el reciclaje de nutrientes, en lugar de la entrada indiscriminada de fertilizantes químicos; 2)
mejorar la estructura del suelo aumentando la actividad y la diversidad de organismos vivos
y la proliferación de raíces de las plantas, en lugar de arar; 3) aumentar la disponibilidad de
agua verde para conservar la precipitación, reducir las pérdidas por escorrentía y evaporación,
moderar la temperatura del suelo y fomentar los sistemas de raíces profundas; 4) controlar la
erosión hídrica y eólica con medidas preventivas de mantenimiento de una cubierta vegetal
continua, cultivos de cobertura y agricultura de conservación, en lugar de medidas correctivas y
estructuras de ingeniería; 5) manejo de la acidez del suelo y desbalance de elementos minerales,
mediante biofertilizantes en lugar de aplicar productos químicos; y 6) mejorar la tasa de infiltración
de agua en el suelo, al reducir la formación de capas superficiales impermeables (costras), la
compactación, el endurecimiento y la desecación, con la utilización de residuos como mulch,
cultivos de cobertura y la formación de bioporos mediante la acción de la rizosfera.
Comentarios finales
Se ha presentado el desarrollo de la agricultura contemplando sus orígenes, su presencia en
algunas sociedades complejas y también en períodos específicos como la Edad Media y la
Edad Moderna. Además, se han reseñado procesos más recientes dentro de la agricultura,
como la Revolución verde y el surgimiento de los sistemas de agricultura sostenible.
Así, es posible realizar la siguiente pregunta: ¿existe una relación entre la historia de la
agricultura y las propuestas de agricultura sostenible? La agroecología ha manifestado un
interés por poner en valor la memoria de la especie humana, la memoria biocultural que permite
alcanzar una perspectiva histórica de largo plazo.
Al inicio del capítulo se dio a conocer la historia de cuatro sociedades complejas que muestran
distintas formas de adaptación y subsistencia a las condiciones del planeta. En primer lugar
está la agricultura del antiguo Egipto, que muestra un extenso proceso de acumulación de
conocimientos que derivó en la comprensión de las inundaciones generadas por el Nilo y sus
implicancias para la agricultura, además de la selección y manejo de una gran diversidad de
especies cultivadas y el desarrollo de tecnologías de riego, que permitieron el florecimiento
de una agricultura productiva capaz de sostener a una importante población. En segundo
lugar está la agricultura de la antigua China, que muestra el desarrollo de la humanidad en
esa parte del planeta al describir a las culturas Yangshao y Longshan, y, por ende, el proceso
transición de las sociedades cazadoras-recolectoras hacia sociedades agrícolas sedentarias.
Asimismo, se pudo apreciar los aportes realizados por las dinastías Qin y Han, que trajeron
importantes innovaciones como el cultivo de arroz, la labranza, la siembra y la irrigación y que
son practicadas incluso en tiempos actuales (Stentiford, 2010; Carter, 2010). En tercer lugar
se describió a la antigua Grecia, que se caracterizó por la presencia de sistemas políticos
que tenían una importante base en la comunidad agraria y en la agricultura, como lo fue la
conformación de las polis como organización social; además, una agricultura diversificada
asociada al pastoreo, que fue capaz de adaptarse a distintos nichos y desarrollar una serie de
conocimientos y tecnologías que permitieron un mejor aprovechamiento de sus condiciones de
vida, tales como la variedad de cultivos adaptados a su medio, el uso de un arado apto para las
condiciones de sus suelos agrícolas y una serie de implementos que les permitieron obtener
y procesar los frutos de su agricultura. Finalmente, la agricultura incaica, que representa
el ápice de una larga historia de relaciones entre el ser humano y la naturaleza, en donde
se desarrollaron diversos sistemas agrícolas adaptados a realidades tan opuestas como
las presentes en la sierra y en la costa. En ellos se puede encontrar una gran cantidad de
conocimientos y experiencias, que hablan sobre técnicas específicas para el cultivo en zonas
costeras, de escasez hídrica o incluso el altiplano, como son los waru-waru, las wachaques,
las qochas, los sistemas de canalización, el cultivo en terrazas irrigadas, entre otros, los que
incluso se mantienen en uso en la actualidad.
Para que esta interacción sea más fluida es necesario que la historia agraria integre nuevas
perspectivas disciplinarias. Por ello, tal como lo ha planteado González de Molina (1996), es
necesaria una reformulación de los aspectos metodológicos y teóricos con los que se construye
la historia agraria, ya sea para avanzar hacia una historia agroecológica, o bien para que esta
constituya un insumo más útil para su quehacer. La construcción del relato histórico agrícola
debe incluir conocimientos de áreas tan diversas como las ciencias sociales, humanidades,
agronomía, economía, política, ecología, biología, etc., incluyendo la multiplicidad de
conocimientos que poseen el campesinado y los pueblos originarios. A propósito de esto,
es relevante el trabajo que realizan múltiples investigadores/as para poner en valor los
conocimientos tradicionales en sus distintas dimensiones y así concretar este cambio de visión
(Toledo y Barrera-Bassols, 2008).
Por otra parte, es posible argumentar que los sistemas sostenibles surgen desde los problemas
generados por el modelo de agricultura industrial, como lo son la degradación del ambiente,
problemas de salud de las personas y aspectos socioculturales. Las diferentes propuestas
sostenibles han sido respaldadas por fundamentos científicos y prácticos en diferentes
épocas (en algunos casos incluyen conocimientos tradicionales), pero aun así no logran ser
completamente validadas por la sociedad, considerándose únicamente como alternativas. Solo
el incremento de los problemas generados por la agricultura convencional ha hecho que estas
propuestas adquieran cada vez más relevancia.
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Capítulo 2
La agroecología y su contribución a los objetivos
del desarrollo sostenible
1
Investigadora y docente. Global Studies-Universidad de California, Berkeley. Co-Directora del Centro Latinoamericano de
Investigaciones Agroecológicas (CELIA). nicholls@berkeley.edu
2
Profesor emérito e investigador. Universidad de California, Berkeley y Co-Director del Centro Latinoamericano de Investigaciones
Agroecológicas (CELIA). agroeco3@berkeley.edu
El pensamiento sistémico, asociado a una acción integrada, puede hacer avanzar varios
ODS simultáneamente y de manera más efectiva que si cada ODS se implementara de
forma independiente. Dado que los problemas socioecológicos están interconectados, es
necesario abordarlos sistémicamente utilizando soluciones holísticas. La agroecología
constituye un ejemplo inspirador de un poderoso enfoque sistémico, ya que consiste en una
ciencia que aplica conceptos y principios ecológicos al diseño y manejo de ecosistemas
agrícolas sostenibles y como parte de la solución aborda las raíces de los problemas más
que los síntomas. Inspirados en los modelos diversificados de la agricultura tradicional, los/
as agroecólogos/as promueven la diversificación de cultivos (policultivos, combinaciones
de cultivos y ganado, rotaciones, sistemas agroforestales, etc.) como una estrategia
ecológica efectiva para introducir más biodiversidad en los agroecosistemas, lo que a su
vez proporciona una serie de servicios ecológicos, como la fertilidad natural del suelo, la
regulación de plagas, la polinización, etc. La agroecología también incluye una dimensión
sociopolítica que aboga implícitamente por la justicia social y la transformación del sistema
alimentario industrial (Rosset y Altieri 2017). La agroecología en sus múltiples dimensiones
ambientales, sociales y económicas apoya a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS),
como se ilustra en la Figura 2.1.
Figura 2.1. El papel de la agroecología en el apoyo a las múltiples dimensiones de los Objetivos de
desarrollo sostenible (ODS).
Figura 2.2. Sistemas agrícolas diversificados basados en la agroecología y sinergias entre los resultados y
los Objetivos del desarrollo sostenible (ODS).
Estudios de caso
Como ilustración de los vínculos entre la agroecología y los ODS2 y ODS13 se presentan a
continuación varios estudios de caso.
Filipinas
Chile
Una encuesta realizada en las laderas centroamericanas después del huracán Mitch mostró
que los/as agricultores/as que utilizaban prácticas de diversificación como cultivos de
cobertura, cultivos intercalados y agroforestería sufrieron menos daños que sus vecinos que
poseían monocultivos convencionales. Después del huracán se realizó una encuesta que
movilizó a 100 equipos de agricultores/as para llevar a cabo observaciones pareadas de
indicadores agroecológicos específicos en 1804 predios vecinos con manejo agroecológico
y convencional. El estudio abarcó 360 comunidades y 24 departamentos en Nicaragua,
Honduras y Guatemala. Se descubrió que las parcelas con manejo agroecológico exhibieron
entre un 20% y un 40% más de cobertura vegetal, mayor humedad del suelo y menos
erosión, y experimentaron pérdidas económicas más bajas que sus vecinos convencionales
(Holt-Giménez, 2002).
Cuarenta días después de que el huracán Ike azotara Cuba en 2008, investigadores/as
realizaron una encuesta agrícola en las provincias de Holguín y Las Tunas y descubrieron que
los predios diversificados exhibieron pérdidas del 50% en comparación con el 90% a 100%
en monocultivos vecinos. Asimismo, los predios manejados agroecológicamente mostraron
una recuperación productiva más rápida 80-90% (40 días después del huracán) que aquellos
convencionales con monocultivos (Rosset et al., 2011).
Colombia
Cuadro 2.2. Resumen de estudios de caso que muestran cómo la agroecología contribuye a los ODS.
Contribuciones
agroecológicas
ODS documentadas Ejemplos/estudios de caso
1 Fin de la pobreza. ● Aumentar los ingresos El sistema push-pull desarrollado por científicos en
Poner fin a la de los/as agricultores/as. África consiste en el diseño de sistemas intercalados de
pobreza en todas ● Enlaces a mercados cereales con la leguminosa desmodium (Desmodium
sus formas en alternativos (mercados uncinatum),
todo el mundo. de agricultores/as, el pasto napier (Pennisetum purpureum) como borde.
ventas directas al Desmodium repele las polillas de tallo y atrae a sus
consumidor, programas enemigos naturales, mientras que la hierba napier los
de almuerzos escolares, atrae. Desmodium por ser leguminosa, es muy eficaz
etc.) en la supresión de la maleza parasítica striga (Striga
● Independencia de hermonthica) mientras mejora la fertilidad del suelo
insumos externos. a través de la fijación de nitrógeno y al mejorar el
● Reducción de la deuda contenido de materia orgánica. Ambas plantas asociadas
● Menores costos de proporcionan forraje animal de alto valor, facilitando
producción. la producción de leche y diversificando las fuentes de
ingresos de los agricultores, lo que conduce a obtener
ingresos totales positivos que van desde US$351/ha- en
áreas de bajo potencial hasta US$957/ha en las áreas de
alto potencial.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3928888/
3 Salud y bienestar. ● Los sistemas de Un meta análisis basado en 343 publicaciones revisadas
Garantizar producción más diversos por pares encontró diferencias estadísticamente
una vida sana contribuyen a dietas significativas en la composición de alimentos de cultivos
y promover el domésticas más diversas. orgánicos y no orgánicos. Las concentraciones de una
bienestar para ● Acceso a la comida local. gama de antioxidantes, como los polifenólicos, eran
todos/as en todas ● Alimentos sin pesticidas. sustancialmente más altas en los alimentos a base de
las edades. ●Mayor producción cultivos orgánicos, lo mismo que los de ácidos fenólicos,
nutricional. flavanonas, estilbenos, flavones, flavonoles y antocianinas.
● Verduras y frutas con Muchos de estos compuestos se han relacionado
mayor contenido anteriormente con un menor riesgo de enfermedades
en antioxidantes y crónicas, incluyendo las neurodegenerativas y ciertos
vitaminas. tipos de cáncer, en la intervención dietética y estudios
●Seguridad alimentaria a epidemiológicos. Además, se encontró que la frecuencia
nivel agrícola y local. de aparición de residuos de plaguicidas era cuatro veces
● Reducción de mayor en los alimentos de cultivos convencionales y que
la incidencia de contenían concentraciones significativamente más altas
enfermedades del Cd de metal tóxico.
crónicas (ej. diabetes, https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4141693/
hipertensión, etc.)
●Alta participación
comunitaria,
reciprocidad, solidaridad,
etc.)
4 Educación de ● Campesino a Campesino En Cuba los campesinos han podido impulsar la
calidad. (Pedagogía Campesina). producción de alimentos sin los escasos y costosos
Garantizar ●Intercambio horizontal productos químicos agrícolas importados, haciendo una
una educación de información entre transición a sistemas agroecológicos más integrados y
inclusiva, agricultores/as. diversos. Esta transición masiva fue posible gracias a la
equitativa y ● Faros como módulos de adopción de la metodología pedagógica Campesino a
de calidad demostración. Campesino (CAC) por parte de la Asociación Nacional de
y promover ● Escuelas de agricultores Pequeños Agricultores (ANAP). El CAC permitió la rápida
oportunidades (IALAs) propagación de la agroecología, en gran medida, debido
de aprendizaje ●Habilidades y a la metodología de los procesos sociales y la dinámica
durante toda la capacidades locales del movimiento social. A medida que los/as agricultores/
vida para todos/as. mejoradas. as intercambiaban información, las prácticas agrícolas
evolucionaron con el tiempo y contribuyeron a aumentar
significativamente la producción relativa y absoluta del
sector campesino, lo que resultó también en beneficios
adicionales como la resiliencia al cambio climático.
https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/03066150.2010
.538584
6 Agua limpia y ● Restauración de cuencas “Agua para siempre” fue creada en 1988 por una ONG
saneamiento. hidrográficas. llamada Alternativas y Procesos de Participación Social.
Garantizar la ● Menos erosión del suelo Esta organización trabaja en la Mixteca, en las fronteras
disponibilidad y sedimentos. de los estados mexicanos de Puebla y Oaxaca e incluye
de agua y su ●Recolección y una gran parte del Valle de Tehuacán donde la escasez
ordenación conservación de agua de agua afecta a más de 250 mil habitantes rurales. En
sostenible y el ● Mayor acceso al agua colaboración con las comunidades locales, la ONG ha
saneamiento para para el consumo. emprendido un programa masivo de restauración de
todos/as. familiar y la agricultura 35 cuencas hidrográficas, promoviendo una serie de
● Basura natural para agua prácticas agroecológicas para cosechar agua de manera
clara. efectiva y conservar los suelos para una producción
sostenible. El proyecto ha desarrollado 7.500 obras
hidráulicas en comunidades de la región, beneficiando
13 Acción por el ●Sistemas agrícolas Los trabajos realizados en muchos países en América
clima. resistentes. Latina y los resultados reportados en la literatura
Adoptar medidas ● Mitigación mediante sugieren que los agroecosistemas diversificados son más
urgentes para el uso de sistemas de resilientes cuando se insertan en una matriz paisajística
combatir el entrada bajos. compleja, con germoplasma local adaptado, con suelos
cambio climático ● Secuestro de carbono. ricos en materia orgánica y prácticas de cosecha y
y sus efectos. conservación de agua. Se proporcionan ejemplos de
predios que han resistido el impacto de huracanes en
Cuba y Centroamérica.
https://www.researchgate.net/profile/Clara_Nicholls/
publication/276291228_Agroecology_and_the_
design_of_climate_change-resilient_farming_systems/
links/555614ed08ae6943a8733699.pdf
15 Vida de ● Conservación in situ de Los sistemas tradicionales de café y cacao con sombra
ecosistemas las semillas locales. (sistemas agroforestales) a pequeña escala manejados
terrestres. ● Conservación y mejora por la mayoría de los agricultores indígenas en México y
Proteger, de la diversidad vegetal. Centroamérica son importantes repositorios de riqueza
restablecer y ● Mejora de la biota del biológica para diferentes grupos (árboles y epifitas,
promover el uso suelo. mamíferos, aves, reptiles, anfibios y artrópodos).
sostenible de ● Eliminación de https://www.researchgate.net/profile/Victor_
los ecosistemas agroquímicos tóxicos. To l e d o 9 / p u b l i c a t i o n / 2 2 7 6 9 4 8 8 3 _ B i o d i v e r s i t y _
terrestres, ● Sistemas agroforestales C o n s e r v a t i o n _ i n _ Tr a d i t i o n a l _ C o f f e e _ S y s t e m s _
of_Mexico/links/5a1d6cb045851537318993b1/
efectuar una que albergan
Biodiversity-Conservation-in-Traditional-Coffee-Systems-of-
ordenación biodiversidad. Mexico.pdf
sostenible de ● Restauración de la http://edepot.wur.nl/250675
los bosques, matriz paisajística que
luchar contra la a su vez proporciona
desertificación, hábitat para la vida
detener y revertir silvestre.
la degradación de
las tierras y poner
freno a la pérdida
de la diversidad
biológica.
Cuadro 2.3. Indicadores agroecológicos para evaluar el desempeño de los ODS directa o indirectamente
impactados por estrategias agroecológicas.
ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS
Indicador Unidades críticas 1 2 3 4 5 6 7 8 9 12 13 15
Productividad ●Rendimiento (ton/ha).
●Producción total/predio.
●Uso equivalente de la
tierra (UET).
Calidad del ●% de materia orgánica.
suelo ●Cubiertas del suelo.
●Actividad biológica.
Biodiversidad ●Matriz del paisaje.
●Diversidad de cultivos.
●Diversidad genética.
●Fauna benéfica.
Emisiones de ●Masa (ton/ha).
CO2
Secuestro de ●Por encima y por
CO2 debajo del suelo.
●Masa (ton/ha).
Resiliencia ●Pérdida de rendimiento
(%).
●Tasa de recuperación.
●Capacidad de respuesta
de los/as agricultores/as.
Seguridad ●Producción de nutrientes.
alimentaria ●Producción de alimentos
por la familia (%).
●Producción agrícola.
Conservación ●Eficiencia en el uso del
del agua agua (%).
●Agua almacenada en el
suelo (%).
●Capacidad de recolección
de agua (%).
Uso de energía ●Eficiencia energética.
●Energía producida en el
predio (%).
Autonomía de ●Independencia de
los/as insumos externos.
agricultores/as ●Insumos que entran en
el predio (%).
●Costos de producción.
Participación ●Mujeres y jóvenes
social y involucrados en la toma
cohesión de decisiones y
actividades sobre el
terreno (%).
ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS ODS
Indicador Unidades críticas 1 2 3 4 5 6 7 8 9 12 13 15
Reciclaje ●Biomasa incorporada
al suelo (%).
●Uso de estiércol, abonos
verdes, compost, etc.
Condiciones ●Diversidad de tareas.
de trabajo ●Trabajo durante todo
el año.
●Buenas condiciones
de trabajo.
Economía ●Mercados locales.
●Precios justos para
agricultores/as y
consumidores/as.
●Consumidores/as
leales.
Comentarios finales
Invertir en agroecología, como una vía estratégica para el desarrollo agrícola, es clave
para alcanzar varios ODS en forma simultánea. Cientos de programas e iniciativas con
orientación agroecológica han demostrado un gran potencial, especialmente al reducir la
pobreza, mejorar la seguridad alimentaria a nivel local, conservar y utilizar la biodiversidad
para fortalecer los servicios ecosistémicos, restaurar los recursos del suelo y agua, divorciar
a los predios de su dependencia de los agroquímicos y combustibles fósiles y mejorar la
adaptabilidad y resiliencia de los sistemas agrícolas al cambio climático. Las contribuciones
de la agroecología para alcanzar los ODS se pueden medir a través de un conjunto de
indicadores ecológicos, culturales, sociales, y económicos.
Con el fin de desbloquear el potencial de la agroecología para ayudar en el logro de los ODS,
existe una necesidad urgente de reformas en políticas agrarias, en las instituciones y sus
agendas de investigación y desarrollo, para garantizar que las alternativas agroecológicas
se adopten extensamente, sean equitativas y ampliamente accesibles. Una vía importante
para desatar los procesos de amplificación de la agroecología es identificar y analizar cientos
de iniciativas locales y dispersas en todo el mundo, que han permitido que la agroecología
se difunda más allá de meras experiencias locales aisladas para incluir a más familias de
agricultores/as en los territorios. Hay varios estudios que documentan como algunas de estas
iniciativas conducen a la amplificación de los principios y prácticas agroecológicas entre las
personas dedicadas a la agricultura, integrando la práctica y la ciencia a nivel de predio y
paisaje. Los agroecosistemas biodiversos bien diseñados exhiben una serie de sinergias
que a su vez conducen a una mayor fertilidad integral del suelo, reciclaje y retención de
nutrientes, almacenamiento de agua, regulación de plagas y enfermedades, polinización y
otros servicios ecosistémicos esenciales, sin depender de insumos externos, sean orgánicos
o convencionales. Estos predios agroecológicamente rediseñados constituyen la base
para alcanzar su propia autonomía productiva y la soberanía alimentaria de las familias
campesinas (Rosset y Altieri 2017).
Una de las lecciones que deja la pandemia del COVID-19 es que la producción de alimentos
debe quedar en la manos de campesinas/os, porque es la única manera de garantizar
una provisión local de alimentos sanos y accesibles, lejos de las cadenas alimentarias
globalizadas, que como ha demostrado la crisis actual, son frágiles y altamente vulnerables.
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Capítulo 3
Agroecología y sostenibilidad alimentaria
René Montalba1
Johanna Jacobi2
Stephan Rist3
1
Profesor Asociado. Facultad de Ciencias Agropecuarias y Forestales. Universidad de La Frontera. rene.montalba@ufrontera.cl
2
Investigadora. Centro de desarrollo y sustentabilidad (CDE), Universidad de Berna (Suiza). johanna.jacobi@unibe.ch
3
Profesor Asociado. Instituto de Geografía. Universidad de Berna (Suiza). stephan.rist@cde.unibe.ch
para referirse, por un lado, a procesos o sistemas que por distintas vías mantienen en el
tiempo su productividad, identidad o función; y por otro, a la perspectiva definida por primera
vez en el informe de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones
Unidas (WCED, 1987), desde la cual se plantea la integración de elementos y criterios
económico-productivos, ecológico-ambientales y socio-culturales, desde una perspectiva de
justicia intergeneracional. Si bien desde algunos contextos locales y nacionales hay ciertos
consensos en que sustentabilidad correspondería a la primera situación y sostenibilidad
a la perspectiva más compleja, esto cambia de país en país e inclusive de acuerdo a las
comunidades (científicas o técnicas), lo cual es fácilmente constatable tanto en documentos
científicos, normativas-legislaciones, como en la prensa y documentos en línea. De esta
forma, tanto si se habla de sostenibilidad como de sustentabilidad, en lengua castellana se
requiere de una aclaración respecto del concepto en cuestión. Con fines de homogeneización,
en este documento utilizaremos sostenibilidad (y sostenible) referido a la perspectiva compleja
(WCED, 1987), lo cual no implica desconocer que otros países, comunidades científicas y
marcos normativos utilizan la palabra sustentable (sustentabilidad) para esta misma definición.
En los distintos territorios y a lo largo de la historia, puede considerarse que los sistemas
de producción agropecuaria, como también los distintos sistemas alimentarios, han sido
sometidos a distintas influencias y variados procesos de transformación, así como también
han seguido distintas tendencias de incremento o pérdida de agrodiversidad y diversidad
sociocultural, presentando por tanto distintos niveles de estabilidad, resiliencia, autonomía
o sostenibilidad. No obstante, a partir del primer tercio del siglo XIX comienza a generarse
un proceso de transformación global sin precedentes, desde el origen de la agricultura y de
los sistemas agroalimentarios, por medio de un proceso global de modernización social y
productiva (Guzmán et al., 2000). Habitualmente se considera que la principal motivación
de este proceso lo constituye la necesidad de alimentar a una población humana que crece
exponencialmente y así evitar o reducir la grave pandemia del hambre prevista, pero el
análisis histórico y geográfico nos indica que el origen de este proceso se circunscribiría a la
revolución industrial europea, donde el estímulo para que la agricultura adoptase los patrones
productivos de la industria se vincularía principalmente a la necesidad de incrementar la
eficiencia en el uso de la tierra (producción por superficie) y en el uso de la mano de obra
(mecanización), para que una industria floreciente y en rápida expansión pudiera contar con
la mano de obra requerida a un costo adecuado, ya que hasta entonces más de un 90% de
la población habitaba en los campos y se vinculaba a la producción de alimentos. A partir
de esta motivación, los gobiernos de países industrializados estimularon y promovieron
desarrollos científico-tecnológicos funcionales a este requerimiento, desarrollándose
entre 1850 y 1930 las bases de una nueva forma de realizar agricultura que sería llamada
agricultura moderna o agricultura industrializada. Dentro de estas bases encontramos el
desarrollo del concepto de fertilización por medio de la agregación al suelo de productos
químicos solubles en agua, el desarrollo de productos fertilizantes, la selección genética
y mejoramiento productivo del trigo como de otros cultivos alimenticios por medio de la
participación de grupos y empresas especializadas y con metas de mejoramiento funcionales
al modelo en desarrollo (Andreu, 1988). Esto permitió que se incrementara la producción por
superficie y la respuesta a niveles crecientes de fertilización con productos solubles en mayor
rendimiento, resultando ser las nuevas semillas el catalizador que permitió la adopción, por
parte de la agricultura, de los patrones y lógicas productivas de la industria (mecanización,
economía de escala, estandarización). El desarrollo de posteriores avances tecnológicos
en control de ambiente (ej. riego y fertilización), junto a la mecanización y desarrollo de
plaguicidas generados luego de la Segunda Guerra Mundial, permitió que el modelo se
perfeccionara y expandiera en los países industrializados (Grigg, 1982; Chrispeels et al.,
1994; Toledo, 1992; Andreu, 1998). La expansión a países no industrializados y zonas del
planeta distintas a las latitudes con climas templados (como las zonas en los cuales estos
A nivel global, el proceso de modernización agraria llevó a que se produjera una drástica
homogenización de los modelos de producción y distribución de alimentos, lo cual a su vez
modificó profundamente la cantidad y tipo de alimentos y sus modos de consumo. De esta
forma, pese a que el ser humano domesticó más de 600 especies alimenticias, solo cuatro
especies animales y diez especies de plantas representan más del 80% de la alimentación
humana, siendo a su vez sistemáticamente transformados (selección y modificación
genética) en función de modelos productivos basados en técnicas y sistemas estandarizados
altamente dependientes de insumos y energía externa. Producto de esta homogeneización,
en los últimos 80 años se perdió más del 80% de la diversidad cultivada y gran parte del
conocimiento agrícola que tomó a los/as agricultores/as más de 10.000 años desarrollar.
Paralelamente, se ha concentrado cada vez más la propiedad de las tierras cultivables y las
vías y canales de distribución de alimentos e insumos productivos (fertilizantes, plaguicidas,
semillas), monopolizados por un grupo de corporaciones transnacionales, reduciéndose el
control local respecto del tipo de alimentos obtenidos y sus formas de producción, distribución
y consumo, siendo esto considerado como una pérdida de autonomía y de soberanía
alimentaria de los pueblos.
Actualmente, son cada vez más las voces que alertan sobre los impactos de la transformación
de los sistemas agroalimentarios en la salud de las poblaciones involucradas, tanto por
efectos colaterales de este proceso (contaminación, intoxicación, efectos crónicos y
acumulativos) como por las transformación de los alimentos frescos y procesados producidos
bajo estos modelos (altos niveles de biocidas, bajos niveles en compuestos promotores de la
salud, altos niveles de sustancias perjudiciales como el gluten, los azúcares simples, etc.). De
esta forma, lo que realmente está en cuestionamiento respecto de los sistemas alimentarios
son los niveles de sostenibilidad (económica-ambiental y socioculturalmente determinada),
sus niveles de vulnerabilidad y su capacidad de respuesta (resiliencia) ante los retos que
ofrecen los procesos de cambios globales como el cambio climático, y su capacidad de seguir
proveyendo de alimentos adecuados e inocuos a las poblaciones humanas crecientes en un
planeta con sus recursos degradados.
Con la validación exclusiva del conocimiento generado desde la ciencia positiva (cartesiana,
convencional), en el proceso de modernización agraria se cortó con la tradición agrícola y
se invalidaron los conocimientos y prácticas tradicionales (preindustriales). A contracorriente
de esta tendencia de la ciencia, la agroecología surge desde la indagación en los sistemas y
el conocimiento agrícola tradicional de los distintos pueblos y culturas humanas, realizadas
desde los años 60. Es a partir de los estudios generados desde variadas disciplinas, críticas
al modelo dominante, que la agroecología encuentra sus principios fundamentales. Luego,
son incorporados los desarrollos teóricos y metodológicos de la ecología como ciencia de
integración, los estudios críticos del desarrollo rural de los años 80, y los planteamientos
del movimiento ambientalista de esta misma década (Guzmán et al., 2000). Posteriormente,
Las fallas de los sistemas alimentarios dominantes se hacen visibles cada vez con más
claridad (Altieri y Nicholls, 2020). Por ejemplo, los efectos de la crisis financiera global de
2007-2008, el cambio climático y la creciente demanda de alimentos y biocombustibles
llevaron a un fuerte aumento en los precios mundiales de los alimentos, que desde entonces
han permanecido en valores históricamente altos (De Schutter, 2011). Según el anterior relator
especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, esto demuestra que los sistemas
alimentarios que hemos heredado del siglo XX han fracasado (De Schutter, 2014). Del mismo
modo, la crisis global producto de la pandemia de COVID-19 ha puesto en entredicho tanto
la eficiencia, resiliencia y sustentabilidad de los sistemas alimentarios dominantes (Altieri y
Nicholls, 2020) como de sus capacidades en torno a la seguridad alimentaria, suficiencia
alimentaria y suficiencia nutricional. Un enfoque de sistemas alimentarios permitiría tomar en
cuenta la complejidad de las fallas socioecológicas, sin perder de vista que son expresiones,
muy variables de un tiempo o espacio a otro, de la vigencia del paradigma productivista
(Garnett et al., 2013; Constance y Moseley, 2018).
En 2017, más de 800 millones de personas seguían padeciendo hambre y unos 2.500
millones de personas carecían de los nutrientes esenciales necesarios para llevar una vida
sana y activa (Prosekov y Ivanova, 2018). De acuerdo con estimaciones de la FAO (2020),
América Latina y el Caribe tendrán un retroceso de por lo menos 20 años en materia de
seguridad alimentaria a causa del COVID-19. El aumento de la productividad del sistema
alimentario parece ser la respuesta más inmediata. Sin embargo, existe un consenso cada
vez mayor, en distintas esferas de la sociedad, como por ejemplo en personas encargadas
de formular políticas, o aquellas vinculadas a investigación científica como en grupos de la
sociedad civil, en cuanto a que el aumento de la producción de alimentos no bastará para
resolver la crisis alimentaria actual (IAASTD, 2008; Kiers et al., 2008; De Schutter, 2011).
En un influyente artículo de la revista Science, Godfray et al. (2010) señalan que reducir
el hambre y la malnutrición y alimentar a 9.000 millones de personas para 2050 requiere
una reorientación de las políticas alimentarias mundiales. Estas políticas deben estar en
consonancia con las ciencias sociales y naturales relacionadas con los sistemas alimentarios,
y deben ir más allá de la mera maximización de la productividad mundial de los alimentos.
Más bien, el objetivo debe ser optimizar las interacciones complejas entre la producción de
alimentos, los impactos ambientales y la justicia social.
Generalmente, los gobiernos están obligados a implementar los derechos humanos según
una serie de principios conocidos como PANTHER según sus siglas en inglés, lo que incluye
participación, rendición pública de cuentas, no discriminación, transparencia, dignidad
humana, empoderamiento y estado de derecho (FAO, 2020).
Comentarios finales
El sistema alimentario dominante ha mostrado signos evidentes de su insostenibilidad y baja
resiliencia, por lo que se requieren alternativas que aborden, de forma integral, tanto las
posturas ético-valóricas y las bases científicas y epistemológicas sobre las que se sustentan,
como los sistemas y modelos de producción, distribución y gobernanza.
Desde hace más de medio siglo, la agroecología se ha ido desarrollando y posicionando como
una ciencia que reconoce y valida diversas formas de conocimiento y distintas aportaciones
científicas, organizándolas, estructurándolas y cooperativizándolas en post de sistemas
alimentarios sostenibles, resilientes y con gobernanza principalmente local (soberanos).
Este desarrollo y posicionamiento de la agroecología, también ha ido acompañado de la
emergencia de múltiples movimientos sociales alimentarios, tanto urbanos como rurales, que
se han visto mutuamente reflejados en la perspectiva crítica de la agroecología.
Referencias
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El Jardín del Edén con la caída del hombre (1617). Jan Brueghel el Viejo y Pedro Pablo Rubens.
Una de las principales formas de construcción de la naturaleza por parte de la tradición Judeo-
cristiana se encuentra en el Jardín del Edén. El Viejo Testamento entrega un escenario de armoniosa
cohabitación entre las diferentes especies de animales rodeadas de copiosa vegetación. Esto solo
termina con el pecado original, lo que implicará la reproducción de la especie humana y la corrupción
de su relación con la naturaleza prístina. Hoy en día, esta imagen sigue influenciando al mundo
occidental en su relación con la naturaleza, las implicancias de su reproducción y la búsqueda por
construir y conservar supuestos ideales ecológicos.
Capítulo 4
Ecología política y agroecología: una introducción
a la deconstrucción socioecológica
Por otro lado, si hubiésemos empezado este ejercicio llevando nuestra mente a
la interacción humana con un contexto natural, si pensáramos en los efectos de
las personas y sociedades en un paisaje natural, probablemente habríamos visto
degradación, contaminación e incluso sobrepoblación, probablemente también
1
Investigador Postdoctoral. Laboratorio de Estudios del Antropoceno. Universidad de Concepción. infante@ufl.edu
la pérdida del equilibrio. Hoy por hoy, y más que nunca, se ha apuntado a las
personas como las principales responsables de la crisis ambiental global. Es un
hecho científico inapelable que la sobreexplotación de los recursos naturales
y los grandes procesos productivos, entre otros, han acelerado enormemente
la degradación ambiental y el cambio climático. Sin embargo, no debemos
quedarnos en explicaciones cómodas y causalidades simplistas, especialmente
en problemas tan complejos. Volvamos a la sabana africana y uno de los
problemas ecológicos más conocidos que se puede encontrar en esas latitudes
es la pérdida de territorio para la vida silvestre. Las comunidades que habitan
los territorios en cuestión son comúnmente responsabilizadas del aumento de
su población y de la expansiva ocupación del territorio, pero se suele olvidar
o ignorar que, en ciertos escenarios, como es el caso de Kenia, lo que ejerce
mayor presión sobre la vida silvestre y su territorio es la expansión en la
producción intensiva de cereales destinadas a mercados globales, especialmente
para el mundo urbano global (Homewood et al. 2001). Estas miles de hectáreas
de monocultivo, producida con tecnología de punta (Foto 4.1), sistemas de alta
eficiencia, destinadas a alimentar principalmente a personas al otro lado del
planeta, muestran que la crisis de la vida silvestre es un problema más político y
económico que demográfico (Homewood et al. 2001).
Foto 4.1. Agricultores de trigo en Narok, Kenia (Fuente: George Sayagie, Nation Media Group).
https://nation.africa/kenya/business/seeds-of-gold/narok-wheat-farmers-strategy-and-good-weather-
boost-crop-yield-1220360)
Por otra parte, Paul Robbins (2004) presenta un ejercicio haciendo la metáfora de la ecología
política como un hacha y una semilla. Por un lado, la ecología política es un hacha que
debe tener la capacidad de romper las preconcepciones y mitos que rodean la relación entre
humanos y su medio ecológico. Qué tan filosa sea esta hacha, depende del trabajo científico
y de la capacidad crítica en el análisis de los resultados de investigación empírica, tanto
primaria como secundaria, datos que muestren lo que realmente está sucediendo en ese
contexto. Por el otro lado, la ecología política tiene que ser una semilla, una nueva explicación
y perspectiva que pueda crecer y reemplazar lo que fue cortado con el hacha. De esta forma,
la ecología política se presenta principalmente como un enfoque crítico a las relaciones que
se establecen entre sociedades y ecologías, pero también debe ser propositivo y sustentado
en la ciencia.
Es así como la ecología política es también una respuesta o una alternativa a la ecología
apolítica. Este es el tipo más común de ecología, en donde comúnmente se separa u omiten
estas fuerzas sociales, políticas y económicas externas a las interacciones ecológicas, pero
que como se demuestra en datos científicos, no están separadas y tienen implicancias
relevantes. Como el caso de la vida silvestre en África, un ejemplo clásico de esto es la
problemática de escasez de alimentos y la hambruna en países subdesarrollados (y en otros
no tanto). Todos hemos escuchado el argumento que cuestiona esta problemática en términos
productivos y concluye que el problema de la hambruna no se debe a una baja producción de
alimentos, sino que a un problema de concentración y distribución de estos. Ese argumento
es ecología política pura.
Es así como este enfoque crítico (hacha) cuestiona la ecología apolítica por no contar la
historia completa, una historia que involucra una serie de interacciones en la red global
de vínculos ambientales-humanos. Sin embargo, como se planteó anteriormente, también
propone (semilla) un modelo explicativo para el estudio de historias donde las cosas
sí han funcionado, donde se ha alcanzado alguna forma de equidad y sustentabilidad
socioambiental. No obstante, es importante presentar esta semilla no como una operación de
salvataje, de registro de algo perdido o que se perderá. Se debe proponer la búsqueda por
un entendimiento más profundo de los sistemas y las condiciones bajo las cuales lograron
florecer estas historias exitosas, de esta forma la ecología política también debe proponer
estrategias alternativas de desarrollo (Peet y Watts, 2004). Un ejemplo puntual son las
terrazas de cultivo, la fabricación de estas estructuras permitió a pueblos indígenas andinos
Foto 4.2. Terrazas usadas tradicionalmente para cultivo en Maras, Perú (izquierda) (Fuente: Pedro Lastra:
Unplash). https://unsplash.com/photos/jEAcDBsrRNw. Curvas de nivel en Portezuelo, Chile (derecha)
(Fuente: propia).
No es el objetivo de este capítulo profundizar en las bases teóricas que construyen el modelo
explicativo propuesto por la ecología política. Sin embargo, existen algunos fundamentos
importantes que constituyen esta propuesta que deben ser rastreados desde sus raíces.
Uno de los autores claves en el estudio de las relaciones humano-medioambiente es Julian
Steward (1902-1972). Este antropólogo norteamericano es considerado el padre de la
ecología cultural, la cual presenta una perspectiva teórica que estudia las adaptaciones
humanas a sus ambientes naturales. En general, esta teoría plantea que las características
del ambiente natural son claves en el desarrollo social de un grupo humano, tanto en
la organización de este, como en la creación de sus instituciones. Para Steward estas
características ambientales no son lo más determinante, lo fundamental es la interacción
1
Investigador Postdoctoral. Laboratorio de Estudios del Antropoceno. Universidad de Concepción. infante@ufl.edu
92 | Instituto de Investigaciones Agropecuarias
AGROECOLOGÍA
Sin embargo, esta perspectiva adoptada y utilizada en la ecología política conlleva un nuevo
desafío, si este modelo explicativo es crítico en su naturaleza, también debe serlo respecto de
la historia. De ahí que nace la pregunta ¿quién escribe la historia?, tal como el planteamiento
de que el problema de hambruna es uno más de distribución que de producción, es conocido
el argumento de que la historia la escriben los victoriosos. Este planteamiento, que incluso
algunos podrían catalogar de simplista, también representa y expresa una idea fundamental
para la ecología política. Es así como esta hacha metafórica debe estar equipada para
también romper mitos históricos a través de estudios más rigurosos y que miren a largo
plazo las interacciones socioambientales, permitiendo develar explicaciones alternativas
que muchas veces han sido ocultadas por escritos y teorías dominantes. Muchos de estos
escritos y teorías provienen de un enfoque colonialista, donde grandes potencias mundiales
han tomado control, no solo de los recursos naturales, sino también de la forma en cómo
se construyen las verdades respecto a esos recursos y quiénes los controlan. Una de las
más relevantes verdades construidas en este contexto es de presentar el medioambiente,
o la naturaleza en general, como algo a ser explotado y controlado. Entonces es necesario
preguntar ¿quién es el encargado de ese control y explotación: los habitantes de esos
territorios o los colonizadores?
1
Investigador Postdoctoral. Laboratorio de Estudios del Antropoceno. Universidad de Concepción. infante@ufl.edu
Instituto de Investigaciones Agropecuarias | 93
AGROECOLOGÍA
mejor conocido como DDT. Este compuesto químico desarrollado como insecticida se hizo
altamente popular por su eficacia en el envenenamiento de artrópodos y otros insectos.
Una de las características que hace interesante el estudio de la historia del DDT fue su
publicidad, la cual para muchos alcanza el estatus de propaganda ideológica, y donde se
planteaba al DDT como un producto, no solo extremadamente poderoso y eficiente para el
control de plagas, sino también como altamente seguro. Sin embargo, uno de los puntos
más interesantes respecto a esta propaganda fue la construcción del DDT como un producto
moderno (Figura 4.1). El uso de DDT conllevaba la idea de que quien lo usara dejaría de ser
atrasado, estaría más cercano a la ciencia, dejaría la producción agrícola anticuada y pasaría
a una nueva era más eficiente, más desarrollada y vanguardista.
Figura 4.1. Panfleto español de Gesarol, insecticida de origen suizo a base de DDT (Fuente: Desinsectador).
https://desinsectador.com/2013/02/19/apuntes-sobre-el-ddt-en-espana/gesarol-ddt-geigy/#main
No pasaron muchos años para que esta idea construida empezará a ser cuestionada,
especialmente la que presentaba al DDT como un producto seguro para las personas y el
medioambiente. El libro de la bióloga norteamericana Rachel Carson (1907-1964), titulado
Primavera silenciosa (Carson, 1962), fue probablemente el trabajo más importante para la
época porque en él se compiló evidencia científica que describía y demostraba los peligros de
los insecticidas y pesticidas (especialmente aquellos a base de DDT) para los humanos y los
ecosistemas. El trabajo de Carson tiene una gran importancia para la ecología política, aunque
para ese tiempo aún no se usaba este enfoque teórico en los términos que se han hablado en
este capítulo, ya que muestra que la evidencia científica (hacha) puede romper estas ideas
construidas por cierto grupo y al mismo tiempo generar una contrarrevolución ambientalista
(semilla), como la generada tras la publicación de Primavera silenciosa y otros trabajos
similares.
La revisión histórica presentada previamente constituye el hacha que busca romper la idea
de la Revolución verde, no solo como exitosa sino que como sinónimo de modernidad,
eficiencia e idoneidad para el sur global. Es esencial recordar que esa primera acción crítica
no es suficiente, también es necesario ser propositivos respecto a lo que se cuestiona, es
preciso proponer una semilla; para muchos/as autores/as, la agroecología es esta semilla.
Tal como el poderoso movimiento ambientalista que germinó del trabajo de Carson y otros, la
agroecología es presentada como un contrargumento, una alternativa, un contramovimiento a
la Revolución verde.
Al igual que la discusión presentada al inicio de este capítulo, donde se exploró la diferencia
entre ecología política y apolítica, también se requiere someter la propuesta agroecológica
a escrutinio bajo esos mismos términos. Si la agroecología se define como una ciencia
dedicada al estudio de los procesos ecológicos aplicados a los sistemas de producción
agropecuaria y con gran énfasis en su aplicación, se requiere analizar si también existe
una propuesta crítica, o una agroecología política. Múltiples autores/as explican que esta
aproximación teórica y práctica a los sistemas agroecológicos también debe ser crítica,
debe derribar mitos y tener una preocupación especial en las relaciones históricas de poder
a nivel local y global. A continuación se presenta un Cuadro construido desde el trabajo de
Bauwnes (2016) y Wezel et al. (2009) donde se plantea un paralelo entre una agroecología
enfocada principalmente en lo biofísico versus una propuesta agroecológica política
(Cuadro 4.1).
Las prácticas agroecológicas harán que la producción Hay que desafiar las relaciones tácitas de poder en la
agrícola sea más sostenible y menos explotadora de producción agrícola para lograr la sustentabilidad.
los recursos naturales.
De esta forma se solidifica una visión de la agroecología política, no solo como una ciencia
o un set de prácticas productivas sostenibles, sino que como un movimiento preocupado
por las relaciones de poder que interactúan en la construcción socioecológica de los
agroecosistemas. Como la ecología política, la agroecología política propone superar
una visión simple de escases de recursos naturales o problemas tecnológicos y busca
complejizarla mediante la introducción de factores sociales, culturales, económicos y políticos.
Pero por sobre todo, plantea la necesidad de establecer una postura, una estrategia para el
cambio, que responda coordinadamente a las actuales relaciones de poder hegemónicas en
la esfera de la producción agrícola.
Manuel González de Molina (2013) historiador y director del Laboratorio de Historia de los
Agroecosistemas, en Sevilla, plantea cuatro puntos fundamentales sobre la necesidad
de una agroecología política en la búsqueda de la sostenibilidad. En primer lugar,
resalta la necesidad de poner atención a los conflictos socioambientales, especialmente
donde se observen motivaciones para cambiar el statu quo en que se encuentren estos
agroecosistemas. Esto tiene que ver con las relaciones de poder que ejercen presión sobre
estos sistemas muchas veces resultando en cambios. Es así como la materialización de los
conflictos tiene sus bases en motivaciones relacionadas al uso, control o incluso conservación
de los agroecosistemas. En segundo lugar, recalca la idea de que estos agroecosistemas son
el resultado de interacciones entre los humanos y la naturaleza, por ende, son construidos
por relaciones socioecológicas y en ningún caso son ecosistemas prístinos y estáticos. De
esta misma forma, el autor señala que la sustentabilidad que es posible encontrar o generar
en estos sistemas, al ser sociales, también son el resultado de relaciones de poder. Por
ende, la agroecología debe poner énfasis en los factores sociopolíticos que interactúan en
los agroecosistemas, por lo que debe equiparse de las teorías necesarias para lidiar con
estos factores que van más allá de lo biofísico. Finalmente, resalta que el objetivo central
de la agroecología es lograr la sustentabilidad agraria, en todo el sentido de la palabra. Es
así, como agroecólogos/as deben mover su visión desde una perspectiva de predio agrícola
sostenible a una perspectiva global de sostenibilidad agrícola.
Comentarios finales
La ecología política es una alternativa que está equipada por una batería de teorías
que permiten lidiar con los factores que van más allá de lo biofísico en el análisis de
agroecosistemas. Como se ha planteado anteriormente, la piedra angular de esta batería
es la perspectiva crítica que busca deconstruir aquellas cosas que comúnmente se dan por
hecho, por realidad o por verdad. Michel Foucault (1926-1984) filósofo francés, plantea en
su libro La arqueología del saber, publicado en 1977, que “la verdad es algo de este mundo;
está producida aquí gracias a múltiples imposiciones. Tiene aquí efectos reglamentados
de poder. Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su “política general de la verdad”: es
decir, los tipos de discursos que ella acoge y hace funcionar como verdaderos” (Foucault,
2008: 187). De esta forma debemos mirar los ecosistemas como algo construido bajo el
régimen de verdad de cada sociedad, debemos constantemente cuestionar los atributos que
se les han entregado junto a su nombre y su verdad. ¿Es una plantación forestal un bosque?
¿Por qué alguien querría instaurar o reforzar esta idea al referirse a una plantación forestal
como bosque? Esta lógica se puede aplicar a los distintos componentes de los sistemas
agroecológicos (cultivo, maleza, agricultor/a productor/a, tecnológico, tradicional, etc.) y su
construcción debe ser cuestionada, especialmente aquellas cosas que son dadas por hechos
y que no permiten interpretaciones alternativas. En otras palabras, debemos deconstruir
nuestro conocimiento respecto a las ecologías en que nos desenvolvemos y especialmente
de aquellas que pretendemos intervenir.
Referencias
Bauwnes, M. (2016). The politics of the agro-ecological movement in the Global North and
the Global South. P2P Foundation. https://blog.p2pfoundation.net/agroecology-lite-
cooptation-resistance-global-north/2016/11/03
González de Molina, M. (2013). Agroecology and Politics. How to Get Sustainability? About
the Necessity of a Political Agroecology. Agroecology and Sustainable Food Systems.
37:1, 45-59. doi:10.1080/10440046.2012.705810
Holt-Gimenez, E. and Altieri, M. (2013). Agroecology, Food Sovereignty, and the New Green
Revolution. Agroecology and Sustainable Food Systems. 37: 90-102. doi:10.1080/104400
46.2012.716388
Homewood, K., Lambin, E. F., Coast, E., Kariuki, A., Kikula, I., Kivelia, J. Said, M.,
Serneels S. and Thompson, M. (2001). Long-term changes in Serengeti-Mara wildebeest
and land cover: Pastoralism, population, or policies? Proceedings of the National Academy
of Sciences 98(22), 12544–12549. doi:10.1073/pnas.221053998
Wezel, A., Bellon, S., Doré, T., Francis, C., Vallod, D. and David, D. (2009). Agroecology
as a science, a movement, and a practice. A Review. Agronomy for Sustainable
Development, 29(4): 503-515. doi.org/10.1051/agro/2009004
La isla del árbol (2008). Isemorin Fritzner. (Colección privada, Bulnes, Chile).
La agroecología ha demostrado consistentemente que al ser más diversa, resiliente y no depender de recursos externos es capaz de
aumentar de manera sostenible la producción total con el potencial de abastecer localmente a las comunidades, como se ve en la parte
superior del cuadro. Por lo tanto, la agroecología se reconoce cada vez más como el camino que la agricultura debe seguir para lograr
objetivos de productividad en tiempos de incertidumbre económica, sanitaria y climática, sin agotar el medioambiente.
Capítulo 5
Principios y prácticas de sistemas productivos con
criterios agroeclógicos
1
Investigadora Agroecología. INIA Quilamapu. cecilia.cespedes@inia.cl
2
Director Centro de Educación y Tecnología (CET). cetbiobio@gmail.com
3
Investigadora Sistemas Ganaderos. INIA Cauquenes. soledad.espinoza@inia.cl
Minimizar las pérdidas debidas a los flujos de radiación solar, aire y agua a través del
manejo del microclima, la cosecha de agua y el manejo del suelo mediante una mayor
cobertura de este.
Mejorar las interacciones biológicas beneficiosas y las sinergias entre los componentes
de la agrobiodiversidad, dando como resultado la promoción de procesos y servicios
ecológicos clave.
usar el agua de una manera que permita que los acuíferos sean recargados y las
necesidades de agua de la gente y del medioambiente sean reunidos;
trabajar para valorar y conservar la diversidad biológica, tanto en la naturaleza como en los
paisajes domesticados;
Cada una de estas características implica innegables beneficios para las personas y los
sistemas ecológicos y sociales de los cuales ellas dependen. Con base en lo anterior, los
elementos agroecológicos se pueden sintetizar en los siguientes principios:
Diversidad
Los sistemas establecidos con criterios agroecológicos son muy diversos. A partir de una
perspectiva biológica optimizan la diversidad de especies y recursos genéticos en diferentes
caminos. Así por ejemplo, los sistemas agroforestales organizan cultivos, arbustos y árboles
de diferentes alturas y formas, en diferentes niveles o estratos, aumentando la diversidad
vertical; los cultivos intercalados, por su parte, combinan especies complementarias para
aumentar la diversidad espacial (FAO, 2018). Por ejemplo, las rotaciones de cultivos a
menudo incluyen leguminosas que aumentan la diversidad temporal, a la vez que aportan
nitrógeno (N); en sistemas ganaderos el pastoreo mixto de diferentes especies de rumiantes
reduce riesgos de parasitismo, mientras que diversas especies o razas locales tienen
mayores habilidades para sobrevivir, producir y mantener los niveles de reproducción en
entornos hostiles. Los sistemas productivos son capaces de resistir mejor el ataque de plagas
y enfermedades cuando se mantiene un equilibrio funcional diversificado.
Unidad
En un bosque natural es altísima la unidad entre los distintos elementos biológicos, bioquímicos
y geológicos. Todo cumple una función y existe una gama de interrelaciones entre ellos. Esto
se ve claramente demostrado al estudiar las cadenas tróficas que hay en ese ecosistema
y los ciclos naturales presentes. De igual forma, en sistemas agrícolas tradicionales los/as
agricultores/as han conectado los diferentes elementos de su predio para comprender su
funcionamiento. Han podido relacionar tipos de suelo con la vegetación existente, poblaciones
de insectos y comportamiento de los animales. A través del tiempo han aprendido a vincular el
clima con variedades y combinación de cultivos y con el mejoramiento y adaptabilidad de razas
animales, por tradición y en la práctica, aplicando la unidad de los elementos suelo-planta-
animal que conforman su sistema productivo (Infante y San Martín, 2016).
La unidad como principio agroecológico se puede describir, por ejemplo, con la inmensa
comunidad de organismos vivos pertenecientes a numerosas especies que habitan la
mayor parte de los campos agrícolas y conforman redes alimentarias muy complejas. Esta
formidable biodiversidad está presente en las comunidades de la mayoría de los suelos
agrícolas. Estos organismos realizan una serie de funciones muy diversas en su entorno.
A través de sus diferentes entradas y salidas, cualquier agroecosistema termina siempre
conectándose con otros sistemas agrícolas, ecosistemas naturales y sistemas urbanos
(Powers y McSorly, 2000).
Reciclaje
El desperdicio es un concepto relacionado con la actividad del ser humano, no existe en los
ecosistemas naturales (FAO, 2018). Las hojas de los vegetales y el guano de los animales
aportan fertilidad a los bosques y mantienen la actividad microbiológica del suelo. No es
extraño ver a los/as agricultores/as utilizando rastrojos como cama animal y el estiércol de
sus establos como enmienda en los suelos. Desde sus inicios la agricultura hizo del reciclaje
su gran aliado para mantener la fertilidad del suelo, solo la llegada de los fertilizantes
sintéticos redujo esta importante práctica. Al imitar los ecosistemas naturales, las prácticas
agroecológicas estimulan los procesos biológicos que impulsan el reciclaje de nutrientes,
biomasa y agua en los sistemas de producción, con lo que se aumenta la eficiencia en el uso
de los recursos y se reduce al mínimo el desperdicio y la contaminación (FAO, 2018).
El reciclaje puede tener lugar tanto a escala del predio como dentro de los paisajes, a través de
la diversificación y construcción de sinergias entre diferentes componentes y actividades. Por
ejemplo, los árboles que tienen un enraizamiento más extenso pueden capturar nutrientes de
estratas más profundas que las raíces de cultivos anuales (Buresh et al., 2004), luego sus hojas
o podas pueden ser utilizadas en la elaboración de biopreparados, reciclando dichos nutrientes.
En los sistemas de cultivo y ganadería se promueve el reciclaje de materiales orgánicos
mediante el uso de los rastrojos y subproductos de los cultivos como alimentos para el ganado
y el estiércol para compostaje o también directamente aplicado al suelo (FAO, 2018).
El reciclaje ofrece múltiples beneficios al cerrar los ciclos de nutrientes, utiliza bien los
recursos y reduce la contaminación, aumenta la eficiencia y minimiza los residuos, lo que
Debido a su reducida diversidad en estructura y función, los sistemas agrícolas son menos
resistentes a las perturbaciones que los ecosistemas naturales. La atención casi exclusiva
en la cosecha domina cualquier intento de autoequilibrio, de modo que el sistema solamente
puede ser sostenido por la actividad humana en forma de trabajo o de insumos externos
(Gliessman, 2002). En los sistemas naturales y en la agricultura tradicional es posible apreciar
que, gracias a la diversidad, a la unidad y al reciclaje, se produce un uso óptimo del suelo, de
los nutrientes, agua, luz y componentes bióticos. El uso de los recursos naturales en estos
sistemas es bastante eficiente y no existe tanta dependencia de insumos externos como en la
agricultura convencional; así también, se utilizan en general los recursos renovables que son
más baratos y a la vez menos contaminantes (Infante y San Martín, 2016).
En el año 2017 casi 800 millones de personas sufrían de hambre y 2 mil millones, carencias
de micronutrientes (FAO, 2017). Sin embargo, en 2016 existía un aumento descontrolado
de la obesidad y las enfermedades relacionadas con la dieta, con más de 1.900 millones de
adultos/as con sobrepeso, de los cuales más de 650 millones eran obesos/as (WHO, 2020).
La agroecología busca cultivar una relación sana entre las personas y la alimentación, juega
un papel importante en el equilibrio entre la tradición y los hábitos alimentarios modernos,
promoviendo la salud mediante la producción y consumo de alimentos sanos (FAO, 2018).
La agroecología enfatiza los valores sociales, como dignidad, equidad, inclusión y justicia,
contribuyendo a mejorar la calidad de vida de las personas; ubica las aspiraciones y
necesidades de quienes producen, distribuyen y consumen los alimentos en el centro de
los sistemas alimentarios; construye autonomía y capacidad de adaptación para gestionar
sus agroecosistemas, es decir, los enfoques agroecológicos empoderan a las personas
y a las comunidades para superar la pobreza, el hambre y desnutrición, al tiempo que se
promueven los derechos humanos, como el derecho a la alimentación y a la protección del
medioambiente, para que las generaciones futuras también puedan vivir en prosperidad. La
agroecología busca abordar las desigualdades de género creando oportunidades para las
mujeres y, de la misma forma, ofrece esperanza a los/as jóvenes que han decidido dedicarse
a las labores del campo. La agroecología se basa en una forma diferente de producción
agrícola, intensiva en conocimientos, respetuosa con el medioambiente, socialmente
responsable e innovadora (FAO, 2018).
Cuadro 5.1. Principios de la producción con criterios agroecológicos y prácticas más fuertemente
asociadas.
Principios Uso
eficiente
de los Valor
Prácticas Diversidad Unidad Reciclaje recursos social
Aplicación de MO al suelo
Uso de leguminosas
Asociaciones de cultivos
Rotaciones de cultivos
Cultivos de cobertura
Abonos verdes
Uso de mulch orgánico
Eliminación de quemas agrícolas
Labranza conservacionista
Conservación de suelos
Sistemas agroforestales
Manejo nutricional
Uso y manejo del agua
Manejo ecológico de plagas
Manejo ecológico de enfermedades
Manejo ecológico de malezas
Eliminación de productos tóxicos
Cortinas cortaviento y cercos vivos
Corredores biológicos
Control natural y biológico
Mercados locales
Circuitos cortos
Alimentación sana
Organización de agricultores/as
Diálogo de saberes
A continuación, se detallan algunas de las prácticas señaladas en el Cuadro 5.1., que no son
consideradas en los capítulos siguientes de este libro.
Los suelos son sistemas muy diversos y complejos, constituyen el hábitat para plantas,
animales, micro y macro organismos, todos interconectados entre sí. El suelo es el factor
más importante en la producción agrícola y al mismo tiempo es el más influenciado por el
manejo agronómico, constituye la base de la producción agropecuaria y, con eso, la base de
la alimentación. Dentro de los componentes sólidos del suelo se encuentran las partículas
minerales (arena, limo y arcilla) y la MO. Las partículas minerales se organizan en agregados
determinando el espacio poroso, del cual depende la dinámica de agua y el aire en el suelo,
el crecimiento de las raíces y la susceptibilidad a los procesos erosivos.
La materia orgánica del suelo (MOS) está formada por compuestos que provienen de restos
de organismos, ya sea plantas y animales, y sus productos de desecho; su composición es de
complejidad variable y se encuentra en distintos estados de transformación, desde los residuos
de cultivos y animales recientemente incorporados, hasta la compleja estructura del humus
alcanzada después de períodos muy extensos de transformación (Céspedes y Millas, 2015).
Figura 5.1. Materia orgánica, materiales inorgánicos precipitados y microorganismos, unen las partículas
del suelo (arena, limo y arcilla) formando un microagregado típico del suelo. Fuente: Hartel, 1998.
Figura 5.2. Contenido de agua a capacidad de campo (CC) y punto de marchitez permanente (PMP) en
relación al contenido de materia orgánica en un suelo arenoso (izquierda) y franco limoso (derecha). Fuente:
Adaptado de Hudson, 1994.
Figura 5.3. Indicadores de calidad de suelos, agregación estable al agua (izquierda) y poblaciones de
lombrices (derecha), en suelos graníticos de las regiones de Ñuble y Biobío, sin aplicación de materia
orgánica (MO) y suelo descubierto (0), sin aplicación de MO y con pradera natural (P), con aplicación de 10
t/ha/año de MO durante 5 a 10 años consecutivos (10), con aplicación de 10 t/ha/año de MO durante 15 a
20 años consecutivos (20). Letras iguales indican que no existen diferencias significativas p < 0,5.
Entre los principales factores que influyen en la agregación del suelo se encuentra: la acción
de los macro y micro organismos, algunas variables ambientales, agentes inorgánicos que
mantienen las partículas unidas y la presencia de raíces (Torres-Guerrero et al., 2013).
Los macro agregados (> 2 mm) se forman gracias a la ayuda de las raíces de plantas,
especialmente gramíneas que tienen raíces finas y muy abundantes, estos macro agregados
están formados por agregados más pequeños (0,2 a 2 mm) que se mantienen firmemente
unidos producto de la actividad de los microorganismos o de excrementos de lombrices. Por
ello, en el mismo estudio realizado por INIA fue interesante demostrar que las poblaciones
de lombrices aumentan con aplicaciones sucesivas de MO al suelo, por períodos más
prolongados (Figura 5.3. derecha).
Una buena estructura del suelo depende también de la actividad biológica en él, al aplicar
MO aumentan las poblaciones de microorganismos, debido a la disponibilidad de alimento
y albergue. Los microorganismos que se alimentan de la MOS corresponden a un grupo
denominado descomponedores, que participan en la mineralización de compuestos orgánicos,
dejando disponibles macro y micronutrientes para ser reutilizados por plantas y otros muchos
organismos que viven en el suelo. Muchos de ellos participan como catalizadores en los
ciclos biogeoquímicos de los nutrientes, facilitando su reciclaje y disponibilidad para otros
organismos (entre los que se encuentran las plantas), por ello al aplicar MO se incrementa la
biomasa microbiana y la actividad enzimática del suelo (Céspedes-León et al., 2006).
Entre los organismos del suelo se encuentran los que antagonizan o compiten con patógenos,
los que liberan antibióticos, los que causan enfermedades a las plagas, todos ellos reducen
los problemas sanitarios de los cultivos, esto se conoce como supresión (ver capítulo 12).
También existen microorganismos que liberan promotores del crecimiento, fijan nitrógeno
(N) del aire (en forma libre o en simbiosis con plantas; Zuberer, 1998), bacterias que exudan
aglutinantes, las hifas fúngicas que mantienen juntas las partículas del suelo y las lombrices
de tierra, que descomponen y forman agregados mejorando la estructura del suelo (Lehmann
et al., 2017), entre muchos otros organismos benéficos.
Es importante saber que la MOS está compuesta por diferentes fracciones, que de acuerdo
a su composición tendrán una diferente velocidad de reciclaje. Dichas fracciones se
caracterizan en el Cuadro 5.2.
Fácilmente afectada por el Susceptible de ser atacadas por la Difícilmente atacada por la
manejo agronómico y por lo tanto biomasa microbiana del suelo. biomasa microbiana.
fácilmente mineralizable.
Además, se debe considerar que, debido a la etapa termófila del proceso de compostaje,
mueren propágulos de malezas y patógenos que pudiesen estar presentes en las materias
primas (Day y Shaw, 2004), y se multiplican microorganismos benéficos que permiten suprimir
enfermedades gracias a la liberación de antibióticos y otros mecanismos de control biológico
(Céspedes y Millas, 2015).
Uso de leguminosas
Se recomienda sembrar las leguminosas en invierno, como abonos verdes, para evitar
periodos prolongados de barbecho, junto con aportar N para cultivos sucesivos en la
rotación (Enrico et al., 2020). Pero también pueden ir asociadas como cultivos de cobertura,
favoreciendo al cultivo principal. La contribución de N mediante FBN por parte de algunas
leguminosas se presenta en el Cuadro 5.3, donde se aprecia el aporte de N, alcanzando
entre 32 a 866 kg N/ha año, dependiendo de la especie de leguminosa. Además, la cantidad
de N2 fijado por leguminosas de grano y forrajes tiene una relación lineal con la producción
de fitomasa de la parte aérea; esta relación varía entre 15 – 25 kg N/ ha por cada tonelada de
materia seca acumulada en la parte aérea (Anglade et al., 2015; Espinoza et al., 2020).
Cuadro 5.3. Rendimiento de fitomasa (kg/ha), contenido (%) y aporte (kg/ha/año) de nitrógeno (N), en
algunas especies de leguminosas en Chile.
Asociaciones de cultivos
El cultivo intercalado es una práctica agrícola que involucra dos o más especies de cultivos,
o genotipos, juntos y conviviendo por un tiempo; esta práctica ha sido importante en muchos
sistemas agrícolas de subsistencia o de limitados insumos y/o recursos, ha permitido
incrementar el rendimiento sin utilizar mayores insumos (Brooker et al., 2014), responde a
cuatro de los cinco principios de la agroecología, tiene un valor social, ya que recupera las
prácticas ancestrales, permite usar eficientemente los recursos suelo, nutrientes, agua y luz,
incrementa la diversidad y favorece la unidad del sistema.
El cultivo intercalado puede ser una vía para lograr una intensificación sostenible, ya
que logra un mejor aprovechamiento de los recursos; para ello, es necesario hacer una
combinación inteligente de plantas con diferentes hábitos y períodos de crecimiento, sistemas
radiculares y épocas de maduración. Las asociaciones de cultivo favorecen la biodiversidad
en un mismo momento (biodiversidad espacial), reducen el riesgo sanitario o climático y
permiten diversificar la producción.
Los policultivos pueden establecerse intercalados en franjas o surcos (Brooker et al., 2014),
por ejemplo cuatro hileras de un cultivo y cuatro hileras del otro o una hilera de cada cultivo,
como se usa en la producción hortícola intensiva (Foto 5.1.), se cultivan de forma simultánea
en hileras de plantación bien definidas alternando dos o más especies o mixtos, donde dos o
más especies se siembran o trasplantan mezcladas, tanto entre hileras como sobre ellas.
Foto 5.1. Cama alta con riego por goteo y cultivos intercalados.
Las asociaciones de cultivos pueden tener una mayor probabilidad de resistir la sequía que
el monocultivo, lo cual es importante en el nuevo contexto de cambio climático ya que las
especies más resistentes pueden compensar las más sensibles. En un estudio realizado por
Wright et al. (2021), en los Países Bajos, se establecieron monocultivos y mezclas de cuatro
y ocho especies diferentes, evaluando la productividad cada año, desde el 2000 hasta 2010;
se determinó que seis de ocho especies fueron afectadas cuando crecían en monocultivo
durante años secos, pero las mismas especies no se vieron afectadas por la sequía
cuando crecían en policultivo, concluyendo que se puede utilizar la biodiversidad como una
herramienta para proteger especies individuales de las condiciones de sequía.
Además, los policultivos permiten lograr mayor eficiencia productiva. Existe un concepto que
permite comparar monocultivos con sistemas asociados, es el Índice de uso equivalente de la
tierra (IET; Benzing, 2001) o LER por su traducción al inglés (Land equivalent ratio).
Benzing (2001) indica que existen asociaciones muy eficientes, como maíz (Zea mays) en
mezcla con haba (Vicia faba), maíz con quinua (Chenopodium quinoa) y haba con quinua.
Los resultados obtenidos en un ensayo en Cusco lograron un IET superior a 2 en las tres
asociaciones, lo que significa que para obtener en los monocultivos el mismo rendimiento que
en una hectárea de la asociación se necesitarían 2 ha de monocultivo. Otro estudio realizado
en Egipto concluyó que el cultivo intercalado de habas y cebolla es exitoso, registrando
un IET de 1,59 (Abou-Keriasha et al., 2013); los autores concluyeron que la asociación de
cultivos puede traer mejoras en el uso de los recursos (tierra, nutrientes, especialmente N de
suelo, luz y agua) en alrededor de 10 al 50% por sobre los monocultivos, expresados en IET.
En el Faro agroecológico de INIA Quilamapu, ubicado en Chillán, se evaluó el IET en una
asociación de maíz y poroto (Phaseolus vulgaris) manejado con criterios agroecológicos (Foto
5.2.), obteniendo un IET de 1,5; y en un experimento similar asociando alforfón (Fagopyrum
esculentum) con maíz el resultado obtenido fue de 1,95. Sin embargo, estos resultados
no son siempre tan espectaculares, ya que las plantas compiten entre ellas y es necesario
conocer cuáles son las que se benefician con las asociaciones.
Foto 5.2. Asociación de maíz y poroto con manejo de malezas y mulch de paja de trigo.
El objetivo de los cultivos asociados no es obtener una cosecha máxima en el mejor de los
años, sino reducir el riesgo de perder todo en un año desfavorable, ya que las asociaciones:
evitan el avance explosivo de plagas y enfermedades; compiten mejor con las malezas debido
a que existe menos superficie descubierta; reducen la competencia por agua y nutrientes,
ya que al combinarlas en forma adecuada utilizan de mejor forma dichos recursos, al ser
distintas especies con diferentes patrones de crecimiento radicular; el uso de policultivos
permite, en algunos casos, reducir la evaporación, como en el caso del zapallo, cuyas hojas
cubren el suelo, y también pueden reducir del efecto secante del viento en plantas altas como
el maíz (Benzing, 2001).
Rotaciones de cultivos
La rotación de cultivos es otra forma de aumentar la diversidad del sistema productivo, además
de contribuir a la unidad y uso eficiente de los recursos del sistema productivo. Una rotación
bien planificada es una práctica de manejo que busca maximizar la productividad por unidad de
superficie, optimizando el uso de los recursos. Consiste en la sucesión de diferentes cultivos
en el mismo suelo a través del tiempo, esperando a lo menos tres temporadas agrícolas para
volver a poner en un mismo sitio determinado cultivo o familia de plantas, para ello se van
rotando cultivos de diferentes familias y tipos vegetativos o que tengan un desarrollo diferente,
así se conserva la biodiversidad en forma sucesiva (biodiversidad temporal). La biodiversidad
del suelo también se ve favorecida por la rotación de cultivos, gracias a la mejora en su
estructura y contenido de MO, lo que aumenta la cantidad de predadores que regulan plagas y
enfermedades de los cultivos (Karlen et al., 1994).
Figura 5.4. Rotación de cultivos, considerando familias (izquierda) y órganos de cosecha (derecha).
La rotación de cultivos constituye uno de los principales pilares de la producción con criterios
agroecológicos pues otorga sostenibilidad al sistema, ya que tiene efectos positivos en el
contenido de MO, estructura del suelo, reducción de la erosión, enfermedades, plagas y
malezas, aumento de la disponibilidad de nutrientes residuales en el suelo, particularmente
N al incluir leguminosas (Silva et al., 2015). Ryan et al. (2008) señalan que al incrementar
la MO con la rotación de cultivos aumenta la estabilidad de los agregados, como también
la infiltración y la conductividad hidráulica de los suelos. En monocultivos se ha observado
menor formación y estabilidad de agregados, menor tasa de infiltración y menor conductividad
hidráulica, causando una mayor pérdida de agua por escorrentía superficial (Silva et al.,
2015). Al rotar un cereal de invierno con una leguminosa se obtiene el efecto contrario y este
efecto se potencia cuando la leguminosa es forrajera (Ryan et al., 2008). Además, el cultivo y
los rastrojos cubren el suelo disminuyendo las pérdidas por evaporación directa y el aumento
de MO provoca una mayor retención del agua en el suelo y una menor erosión gracias a
la cobertura del cultivo y la mantención de los rastrojos (Silva et al., 2015). Asimismo, la
sincronización de los cultivos en la rotación, es decir, evitar dejar el suelo descubierto por
períodos prolongados, reduce la pérdida de nutrientes por volatilización y/o lixiviación, siendo
aprovechados en el cultivo siguiente. Por lo anterior, la rotación de cultivos, al igual que los
cultivos asociados, responde a cuatro de los cinco principios de la agroecología: tiene un valor
social, ya que recupera las prácticas ancestrales; permite usar eficientemente los recursos
suelo, nutrientes, agua y luz; incrementa la diversidad; permite la unidad del sistema.
Las rotaciones de cultivos deben diseñarse considerando la aptitud agrícola del sitio en que
se va a establecer, incluyendo los cultivos que se adaptan a esas condiciones, en lo posible
iniciando con una pradera o un abono verde, para aumentar la MO y mejorar la estructura
del suelo, continuando con los cultivos anuales que aportan nutrientes al suelo, como son las
leguminosas, para terminar con los cultivos más extractivos, como los cereales.
El éxito de los sistemas agroecológicos depende en gran parte del diseño de las rotaciones
que, en resumen, deben responder a los siguientes criterios técnicos:
Equilibrar la acumulación de la fertilidad con la extracción que hacen los cultivos, pues hay
cultivos que aportan nutrientes y otros que los extraen.
Incluir cultivos de leguminosas y abonos verdes.
Incluir cultivos con diferentes sistemas radiculares.
Separar en el espacio y en el tiempo los cultivos que presenten susceptibilidades similares
a plagas y enfermedades.
Mantener o, de preferencia, incrementar los niveles de MOS.
Cultivos de cobertura
El cultivo de cobertura, como su nombre lo indica, corresponde a una cubierta vegetal viva
que cubre el suelo, por lo tanto, también contribuye a aumentar la biodiversidad del sistema,
protege el suelo y permite utilizar más eficientemente los recursos. Los cultivos de cobertura
pueden ser permanentes o temporales, en asociación con otras especies, protegiendo la
entre-hilera del cultivo principal (Foto 5.3. izquierda) o en relevo entre un cultivo y otro,
evitando dejar el suelo descubierto en la rotación, también llamados abonos verdes (Foto 5.3.
derecha).
Los cultivos de cobertura entre hileras de frutales u otros cultivos perennes, se mantienen por
períodos más prolongados, es decir, no son incorporados al suelo como los abonos verdes y
por ello el efecto de las raíces y de los exudados que liberan es aún más beneficioso para la
actividad biológica, estructura y calidad del suelo. Habitualmente se dejan crecer como una
pradera entre las hileras del cultivo principal y se cortan periódicamente dejando la fitomasa
sobre la hilera o simplemente sobre la cobertura, entre la hilera. Las especies más utilizadas
como cultivos de cobertura en Chile se presentan en el Cuadro 5.5.
Cuadro 5.5. Especies forrajeras utilizadas frecuentemente como cultivos de cobertura entre hileras.
Dosis de
Nombres semilla
Especies científicos Variedades Principales características (kg/ha)
Avena sativa Avena sativa Urano-INIA, Es un cereal anual, con raíces más 120
Supernova-INIA, abundantes y profundas que otros cereales.
Júpiter-INIA, Es muy recomendada por el alto valor
Strigosa, Llaofen biológico de la proteína de sus granos, el
y Nehuen. efecto limpiador del cultivo sobre hongos
del suelo y tener buen comportamiento en
diferentes condiciones de clima y suelos.
Avena + vicia Avena sativa Urano-INIA, La avena en mezcla con vicia es muy utilizada 80/50
/ Vicia Supernova-INIA, como cubierta vegetal entre hileras,
atropurpurea Júpiter-INIA, aportando al sistema las características de
Strigosa, Llaofen ambas especies.
y Nehuen/
corriente
Trébol Trifolium Corriente Leguminosa forrajera anual se recomienda 25
encarnado incarnatum para zonas con al menos siete meses de
estación de crecimiento.
Trébol balansa Trifolium Paradana Leguminosa forrajera anual de resiembra 25
michelianum que posee tolerancia a suelos de texturas
pesadas y con problemas de anegamiento
temporal.
Trébol Trifolium Corriente Leguminosa anual invernal muy versátil 30
alejandrino alexandrinum que puede utilizarse para pastoreo directo,
heno, silo o abonos verdes. Normalmente
no se resiembra. Se adapta a un amplio
rango de suelos y tolera bien suelos salinos
y alcalinos y condiciones de anegamiento
temporal.
Alfalfa Medicago 350 acb con Leguminosa perenne, con un ciclo de vida 20
sativa 4 meses de de entre cinco y doce años dependiendo
latencia, del suelo, clima y variedad utilizada. Posee
WL 458 HQ y una raíz principal pivotante, robusta y
Sardi Grazer muy desarrollada con numerosas raíces
con 6 meses de secundarias. Requiere suelos profundos
latencia, 550 y bien drenados, menos de 60 cm de
acb, WL 903 HQ profundidad no son aconsejables para la
y Sardi Ten con alfalfa, pH ideal 6.
8, 9 y 10 meses
de latencia
respectivamente.
Pasto Ovillo Dactylis Greenly, Visión, Gramínea perenne, de alta producción de 15-20
glomerata Savy materia seca, con buena resistencia a estrés
hídrico y gran capacidad de macolla. Si se
pastorea, posee hojas suaves y de buena
palatabilidad. Ideal para suelos francos a
franco-arenosos neutros, aunque resiste
bastante bien la acidez.
Dosis de
Nombres semilla
Especies científicos Variedades Principales características (kg/ha)
Festuca Festuca Exella II, Easton Gramínea perenne de raíces profundas, 25
arundinaceae tolera suelos de baja fertilidad, áreas
húmedas, mal drenadas y de salinidad
moderada.
Ballica anual Lolium Wimmera, Tama Gramínea anual, resistente al pisoteo, de 25-30
multiflorum rápido rebrote, germinación y muy buena
palatabilidad. Requiere de suelos fértiles
para expresar todo su potencial, pero se
adapta bien a suelos de menor calidad, e
incluso con condiciones limitantes.
Ballica inglesa Lolium Banquet II, Gramínea perenne, tolera el frío moderado, 25-30
perenne Base, Extreme, pero es sensible al calor y a la sequía. Se
Prospect, Halo adapta a un amplio rango de suelos de
texturas medianamente pesadas, necesita
de una fertilidad de suelo moderada a alta
para crecer. Soporta la compactación, pero
no tolera el encharcamiento.
Lotera Lotus San Gabriel, Leguminosa forrajera perenne con 4
corniculatus Quimey tolerancia a suelos moderadamente ácidos.
Sensible a niveles significativos de aluminio
en el suelo.
Trébol blanco Trifolium Bounty, Tribute, Leguminosa forrajera perenne con mayor 3
repens Huia, Mainstay, crecimiento en primavera, verano y otoño.
Demand, Legacy Adecuada para una amplia gama de suelos,
siendo relativamente tolerante a suelos
ácidos. Tolera el pisoteo.
Trébol Trifolium Seaton Park, Leguminosa forrajera anual de resiembra, 25
subterráneo subterraneum Campeda, Antas, de alto potencial de producción de biomasa
Clare, Mount y de semillas, lo cual asegura una buena
Barker persistencia.
Mediterránea Trifolium Losa, Dalkeith, Leguminosa forrajera anual de resiembra, 25
400 subterraneum Campeda y Mezcla de cuatro cultivares precoces e
Trifolium Seaton Park intermedios de trébol subterráneo y trébol
michelianum Paradana balansa, corresponden a leguminosas
anuales de resiembra, para zonas con
precipitaciones de 400 a 600 mm anuales,
ambientes de mayor aridez, suelos arcillosos
y de posición baja como el secano.
Mediterránea Trifolium Campeda, Mezcla de cuatro cultivares intermedios 25
500 subterraneum Seaton Park, y tardíos de trébol subterráneo y trébol
Trifolium Antas y Clare balansa, leguminosas anuales de resiembra,
michelianum Paradana especialmente en zonas con precipitaciones
de 500 a 800 mm anuales y con suelos de
lomaje.
Dosis de
Nombres semilla
Especies científicos Variedades Principales características (kg/ha)
Mediterránea Trifolium Paradana Mezcla de trébol balansa y trébol 25
600 michelianum y subterráneo, leguminosas anuales de
Trifolium Monti, Antas y resiembra, para zonas con precipitaciones
subterraneum Clare de 600 a 800 mm anuales y en suelos
de llanos o de vegas del secano interior
adaptados a condiciones de suelos de
drenaje deficiente.
Foto 5.3. Cultivo de cobertura en la entre-hilera del cultivo principal (izquierda) y en una rotación de
cultivos como abono verde (derecha).
Después de la incorporación de abono verde al suelo, los factores que afectan el proceso
de descomposición son la textura, estructura, pH, actividad microbiana y estado de los
nutrientes del suelo (Dhakal et al., 2018), por ejemplo, en un suelo de textura arenosa
la tasa de mineralización es mayor que en suelos de textura fina (Meena et al., 2018).
También tiene un importante efecto la especie establecida como abono verde y su estado de
desarrollo en el momento de la incorporación, por ejemplo, los abonos verdes compuestos
por leguminosas poseen una baja relación C/N, bajo contenido de lignina, por lo que se
descomponen más fácilmente que los cereales, siendo su mineralización más rápida
(Meena et al., 2018).
En esencia los abonos verdes permiten incorporar al suelo la máxima producción de biomasa,
antes de que pierdan su turgencia, proveyendo de nutrientes a los cultivos siguientes en la
rotación, además de mejorar las propiedades del suelo gracias a la incorporación de materia
orgánica. Además, permiten reducir el crecimiento de las malezas y protegen el suelo de
la erosión (Ziblim et al., 2013). En el caso de incluir leguminosas en los abonos verdes, los
beneficios son mayores gracias a la FBN, generalmente se utilizan leguminosas de grano y/
o forrajeras, solas o en mezcla con gramíneas, o simplemente estas últimas, cubriendo toda
la superficie. En el Cuadro 5.6. se presentan algunas especies habitualmente utilizadas como
abonos verdes.
Dosis de
Nombres semilla
Especies científicos Variedades Principales características (kg/ha)
Arveja Pisum sativum Milano, Utrillo, Leguminosa anual, resistente a temperaturas
Rocket, Livioletta entre 2 y 6 º C bajo cero durante sus primeros
estados de crecimiento. No obstante, es muy 220
sensible a las heladas a partir del periodo de
floración, que se manifiesta con la caída de
flores y vainas en formación.
Haba Vicia faba Corriente, Fresh Leguminosa anual, su sistema radical está
wáter, Tic Bean, constituido por una raíz primaria pivotante
Súper aguadulce, bien desarrollada y profundizadora,
Portuguesa-INIA, además de numerosas raíces secundarias
Reina Mora, y terciarias, que, en el caso de asociarse 120
Luz de otoño a bacterias simbióticas, fijadoras de N
(Rhizobium sp.), se le pueden observar los
nódulos.
Vicia Vicia Corriente Leguminosa forrajera anual, planta de
atropurpurea carácter trepadora, con abundantes tallos
y hojas. Se adapta a suelos de diversa 110
textura, fertilidad y profundidad, no es
recomendable en suelos con pH ácido.
Dosis de
Nombres semilla
Especies científicos Variedades Principales características (kg/ha)
Trébol balansa Trifolium Paradana Leguminosa forrajera anual de resiembra,
michelianum tolera suelos con problemas de anegamiento 25
temporal y textura pesada.
Trébol Trifolium Corriente Leguminosa anual invernal muy versátil,
alejandrino alexandrinum normalmente no se resiembra. Se adapta
a un amplio rango de suelos, tolerando
bien desde suelos salinos a alcalinos y 30
condiciones de anegamiento temporal.
Puede utilizarse para abono verde, pastoreo
directo, heno o silo.
Mostaza Sinapis alba Corriente Crucífera melífera, con raíz pivotante y
blanca de rápido crecimiento, lo que permite una 20
buena competencia con las malezas.
Nabo forrajero Brassica rapa Norfolk, Barkant, Crucífera anual, de alto potencial productivo
Balance y buena relación hoja/raíz, el crecimiento de 4
la raíz permite descompactar el suelo y ser
de fácil consumo por los animales.
Raps Brassica Licarpo, Goliath Crucífera bianual, con capacidad de rebrotar,
oleracea una vez que se ha consumido o cortado gran
parte de su follaje, mantiene crecimiento
vegetativo durante la primera temporada
y emite un tallo floral durante la segunda 5
primavera completando su ciclo. Como
abono verde se utiliza solo una temporada,
se incorpora y se establece el siguiente
cultivo.
Fuente: Elaboración propia.
Cuadro 5.7. Comparación de dos abonos verdes en rotación con cebolla var. Valinia.
Materia seca Contenido N en N acumulado en Rendimiento
Secuencia de producida por los follaje del abono la fitomasa del cebolla
Cultivo abonos verdes verde abono verde (t/ha)
(kg/ha) (%) (kg N/ha/año)
Haba - cebolla 16.570 a 2,99 a 495 a 54,39 a
Avena - cebolla 9.920 b 1,18 b 117 b 42,69 b
Para decidir qué especie elegir de acuerdo al período de tiempo que se proyecta tener el
abono verde en el campo, a las precipitaciones, pH del suelo y contenido de fósforo es
posible considerar la clave que se presenta en la Figura 5.5.
Figura 5.5. Clave para la elección de abonos verdes adecuados para diferentes condiciones agroclimáticas.
Fuente: Adaptado de Valdivieso et al. (2004).
Figura 5.6. Fijación y mineralización de N proveniente de los abonos verdes de leguminosas, en el suelo.
Fuente: Adaptado de Meena et al. (2018).
Durante las últimas décadas, los/as agricultores/as han integrado cada vez más los cultivos de
cobertura (entre hileras y/o abonos verdes) en sus sistemas productivos, ya que los servicios
ecosistémicos que proporcionan promueven la sostenibilidad de la explotación a largo
plazo y reducen las externalidades ambientales negativas, como la erosión y escorrentía,
especialmente si reemplaza un período de barbecho por un abono verde. Además, mejoran
la salud del suelo acumulando MO, estimulando la biomasa microbiana, la retención de
la humedad y fijación de N atmosférico, regulando la calidad del agua, reduciendo la
lixiviación de N, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y controlando malezas
y plagas, lo que conlleva a un aumento del rendimiento del cultivo comercial (Figura 5.7.)
(Bergtold et al., 2017; Daryanto et al., 2018; Kaye y Quemada, 2017). Daryanto et al., (2018)
reportaron un aumento notable del rendimiento con cultivos de cobertura, particularmente en
agricultura de bajos insumos, como sin aplicaciones de N o agricultura orgánica con criterios
agroecológicos, que dependen únicamente de los abonos verdes para suplir N, además
encontraron una reducción de los costos debido a la disminución del uso de fertilizantes
nitrogenados y de herbicidas.
Los cultivos de cobertura presentan una oportunidad para aumentar los servicios
ecosistémicos sin poner en peligro el rendimiento, como se observa en la Figura 5.7. Sin
embargo, existen grandes desafíos para optimizar sus beneficios y lograr una mayor adopción
de esta práctica de manejo, debido a las múltiples interacciones entre los servicios de los
ecosistemas y con otros manejos, por ejemplo, algunos cultivos de cobertura de leguminosas
tienen propiedades alelopáticas para malezas pero, debido a su contribución al contenido de
N, también pueden estimular su crecimiento (Daryanto et al., 2018).
Incluir el cultivo de cobertura como parte del manejo es una solución basada en la naturaleza
y, como tal, es un tema complejo, que involucra el tipo de clima, de suelo, las interacciones
entre los organismos y el manejo de los suelos, pero permite cambios graduales en el
medioambiente y aporta al conocimiento y habilidades del/de la agricultor/a (Daryanto et al.,
2018; Kaye y Quemada, 2017; Meena et al., 2018).
Figura 5.7. Efectos de los cultivos de cobertura en diferentes insumos, productos y procesos en los
agroecosistemas. *Los nutrientes menos móviles no se pierden y tienden a acumularse en el suelo (ej.
fósforo). Fuente: Daryanto et al., 2018.
del agua de riego mejorando la retención de humedad y evita el contacto de los frutos con
el suelo (Zenner y Peña, 2013). Se ha utilizado ampliamente porque permite ahorrar agua
en zonas agrícolas susceptibles a la sequía. Aunque puede prevenir la pérdida de nutrientes
del suelo, puede también cambiar las características biológicas del mismo e impactar
negativamente su calidad y sostenibilidad, e incluso causar alcalinización, lo que daña las
plantas (Zhang et al., 2020). Para establecer los mulch inorgánicos habitualmente se utilizan
mallas antimalezas que pueden resistir varios años o polietileno reciclable que permite evitar
la contaminación y no es necesario retirarlo, bajando los costos de mano de obra, ya que se
degrada al estar fabricado con biopolímeros de almidón de maíz. Este mulch está pensado
para cultivos de ciclo corto, que les permita ayudar a la planta en su primera etapa de vida.
En cambio, el mulch orgánico permite utilizar residuos de origen vegetal del predio, como
rastrojos de cultivos, hojas de árboles, recortes de césped seco, aserrín, cortezas y astillas
de madera, capotillo de arroz, cartones, etc., que se ubica en capas sobre el suelo,
para no permitir el paso de la luz y así evitar la germinación de las malezas; además, al
descomponerse los residuos orgánicos liberan los nutrientes contenidos en su fitomasa,
aumentando la fertilidad, salud y biodiversidad del ecosistema suelo; también reducen
fluctuaciones de temperatura y humedad, logrando un hábitat más estable para los
organismos que viven en él (Zhang et al.,2020; Mulumba y Lal, 2008). Los mulch orgánicos
minimizan el escurrimiento superficial, evitando pérdidas de suelos por erosión (hídrica y/o
eólica) al ser más estables sus agregados, mejoran la porosidad y reducen la compactación
(Mulumba y Lal, 2008).
En la Universidad Estatal de Ohio, Columbus, sobre un suelo franco limoso (Aeric Ochraqualf
mésico) fino y mixto en la clasificación del USDA, 1996 citado por Mulumba y Lal (2008) se
utilizó mulch de paja de trigo en dosis de 0, 2, 4, 8 y 16 t/ha año, sobre el suelo, sin labrar y
sin cultivar, lo que aumentó la porosidad total, la capacidad de agua disponible, la agregación
Los suelos son uno de los recursos no renovables (a escala de tiempo humano) más
valiosos, que sirven como soporte esencial para los sistemas naturales, ya que sus funciones
primarias proporcionan apoyo, regulación y aprovisionamiento de servicios ecosistémicos, por
ello cualquier deterioro de sus propiedades físicas, químicas y/o biológicas que reduzca su
calidad o salud es probable que tenga consecuencias irreversibles (Alcañiz et al., 2018).
Los rastrojos son los residuos de los cultivos anuales que quedan en el campo después
de la cosecha y que constituyen entre un 55 y 75% de la biomasa total, por lo que causan
problemas a los/as agricultores/as ya que no pueden sembrar con mucha paja en el suelo
puesto que se inhibe el crecimiento de los cultivo. Por esto el uso del fuego en la agricultura
es una práctica ancestral y en Chile está muy arraigada de norte a sur, deteriorando
fuertemente el medioambiente, ya que es una de las fuentes principales de emisiones de
gases y material particulado (MP), además de generar riesgo de incendios, lo cual impacta la
calidad de vida y el funcionamiento del ecosistema (Varnero et al., 2015).
Para minimizar los múltiples impactos que generan las quemas agrícolas, sumado al riesgo
de incendios forestales, esta práctica es regulada. La legislación vigente faculta a Conaf, a
través del Decreto Supremo 276/1980, del Ministerio de Agricultura, para establecer medidas
de utilización del fuego en forma segura y solo como quema controlada. En mayo del 2016
se publicó el decreto 34 en el Diario Oficial de la República de Chile, el cual modificó el
Decreto Supremo 276/1980 y lo hizo extensivo a todo el territorio nacional. En adelante, se
estableció que para realizar una quema controlada es necesario que, antes de usar el fuego,
el interesado se acerque a las oficinas de Conaf y avise su intención de hacer una quema
controlada, para lo cual se le solicitarán algunos antecedentes y recibirá un comprobante
del aviso de quema, el que señalará día, hora y medidas imprescindibles de ejecutar antes
y durante la quema controlada. Después de obtener el comprobante e implementar las
medidas, el interesado podrá realizar la quema en la fecha y hora indicada (Conaf, 2021a).
Este control solo permite reducir incendios. Conaf (2021b) informa en su página institucional
que entre los años 2003 y 2020 casi un 5% de los incendios forestales en el territorio nacional
fueron causados por faenas agrícolas, lo que incluye las quemas agrícolas y algunos
accidentes como chispas de maquinaria agrícola, entre otros.
Sin embargo, se siguen quemando rastrojos ya que es más económico para los/as
agricultores/as, a pesar de que existen varias alternativas al uso del fuego en la agricultura,
como realizar manejo de rastrojos sin quema, para establecer los cultivos siguientes en la
rotación, uso en alimentación animal, cama animal, producción de compost y mulch, con
beneficios directos para el suelo, los cultivos y la biodiversidad, y alternativas industriales
como uso de paja para la producción de champiñones, uso en bioenergía, todo en función del
nivel y capacidad del productor (Ruiz, 2015). También es posible implementar la degradación
biológica de rastrojos utilizando digestatos, como acelerantes de la degradación de la materia
orgánica, inoculantes provenientes de biodigestores, una nueva tecnología accesible con
costos muy bajos para los/as agricultores/as; en el caso del rastrojo de cereales degradado
por procesos biológicos, se logra una mejora significativa de las propiedades físicas y
químicas del suelo, no siendo tóxico para la germinación y el establecimiento de nuevos
cultivos (Varnero et al., 2015).
Si a todas las prácticas señaladas se suma evitar voltear el suelo, mantenerlo cubierto y
elaborar curvas a nivel o de escurrimiento en suelos con pendiente, es posible evitar procesos
erosivos y mejorar la retención de humedad.
Junto con facilitar las labores de siembra, controlar malezas y generar la cama de semillas
deseada, la labranza que invierte el suelo tiene algunos efectos no deseados, ya que expone
el suelo al agua y viento, los cuales ejercen una acción erosiva que disminuye su capacidad
productiva. La magnitud de este efecto negativo depende de la cantidad de suelo removido
por la erosión, ya que las capas más superficiales son las que tienen la mayor concentración
de carbono y de nutrientes (Acevedo y Silva, 2003).
Aradura 134
Rastrajes 58
Cincel 54
Cero labranza 27
La aradura abre e invierte el suelo y al mismo tiempo que incorpora los residuos genera
un rápido intercambio de O2 y CO2, lo que favorece la multiplicación y actividad de los
microorganismos en el suelo que oxidan la MO, por ello al arar se hace muy difícil aumentar
el C orgánico del suelo. Por el contrario, con la cero labranza, donde se ubica la semilla de los
cultivos sobre el suelo sin remover los residuos del cultivo anterior, gran parte de los residuos
quedan sobre el suelo y solo una fracción pequeña queda en contacto con el suelo y sus
microorganismos, por lo que la descomposición ocurre lentamente (Acevedo y Silva, 2003).
el efecto sobre la fracción estable. Los tratamientos fueron diferentes intervalos de labranza
del suelo durante un año, cada 6 meses (T1), cada 4 meses (T2), cada 2 meses (T3), cada
mes (T4) y labranza cero (T0) como control, con el fin de provocar alteración de los agregados
con diferentes intensidades de labranza. Después de 1 año el contenido de COS se redujo
significativamente con los tratamientos (T1, T2, T3 y T4), pero no se observaron cambios
significativos en T0. La pérdida de COS dentro de los primeros 3 meses representó entre el
70% y el 84% del COS total, la más importante durante el período inicial de labranza. El COS se
almacenó principalmente en agregados de suelo de 2 a 8 mm. La rotura de los agregados de 5-8
mm resultó en una disminución de la protección física, lo que condujo a una pérdida sustancial
del COS en estos agregados. Además, la pérdida de COS se correlacionó positivamente con la
cantidad de Ca2+ lixiviado, lo que sugiere que la mayor disolución de carbonatos contribuiría a la
disminución de la estabilidad de los agregados y a la pérdida de COS asociada.
Algo similar ocurrió en un estudio realizado en España, por Bienes et al. (2021), donde
se analizaron treinta años de manejo de tres sistemas de labranza: convencional (LC),
mínima (ML) y cero (NL), y con dos rotaciones de cultivo, monocultivo de trigo de invierno
(Triticum aestivum L.) y trigo-arveja (Triticum aestivum L.-Vicia sativa L.). El suelo bajo NL
experimentó el mayor aumento en carbono orgánico (Figura 5.8.), secuestro de carbono
orgánico (SCO), estabilidad de macroagregados y densidad aparente. En los tratamientos ML
y NL, el contenido de COS seguía aumentando después de 32 años, siendo 26,5 y 32,2 t/ha,
respectivamente, en comparación con 20,8 t/ha en LC.
Figura 5.8. Evolución temporal de la concentración de carbono orgánico del suelo con tres sistemas de
labranza: convencional (LC), mínima (ML) y cero (NL) Fuente: Adaptado de Bienes et al. , 2021.
Los efectos de la intensidad de la labranza fueron más pronunciados con los tratamientos
de monocultivo, en la densidad aparente, COS, capacidad de campo, punto de marchitez
permanente y capacidad de agua disponible. Esto sugiere que las rotaciones de trigo y arveja
pueden mitigar los efectos negativos de la labranza en la estructura del suelo, estabilidad y
capacidad de retención de agua.
El secuestro y protección del COS no solo promueve la fertilidad del suelo, sino que también
mitiga las emisiones de CO2 (Ye et al., 2020). Bajo manejo convencional, el suelo es una
gran fuente de CO2 atmosférico que contribuye al calentamiento global por el aumento
de gases de efecto invernadero; un cambio hacia sistemas de labranza de conservación
reduciría las emisiones de CO2 por el menor uso de combustibles fósiles, pero además podría
secuestrar aproximadamente 0,57 ± 0,14 T C/ha año. La captura de C de la atmósfera está
estrechamente ligada a prácticas agronómicas, las que pueden contribuir a mitigar los efectos
del cambio climático global (Acevedo y Silva, 2003).
Comentarios finales
Antes de realizar una práctica de manejo hay que analizar sus efectos directos e indirectos
sobre el agroecosistema, buscando el equilibrio entre la productividad y la sostenibilidad del
mismo. El manejo inadecuado de suelos, como la excesiva labranza, el uso indiscriminado de
productos químicos de síntesis (fertilizantes y pesticidas) y la quema de rastrojos, provoca su
degradación y contaminación, lo que reduce, en forma continua, su salud y calidad, por ende
los rendimientos de los cultivos que crecen sobre él.
La reducción de la biodiversidad provoca que el sistema productivo sea menos estable, entre
otras cosas, por la reducción de los enemigos naturales, cultivos trampa y/o repelentes y, con
ello, sea menos resiliente a alteraciones bióticas y abióticas, como por ejemplo los efectos del
cambio climático.
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Valle con labrador visto desde arriba (1989). Vicent Van Gogh.
Capítulo 6
Diseño de sistemas productivos
agroecológicos
1
Director Centro de Educación y Tecnología, Programa Biobío. cetbiobio@gmail.com
Se realiza una primera reunión con la participación de mujeres, hombres, jóvenes y niños. Se
explica la metodología y después se realiza una distribución de trabajos. Algunos hacen un
transecto de identificación recorriendo los terrenos, lomas, vegas, identifican la vegetación
prevalente, de qué se dispone y cuáles son las necesidades. Otros integrantes realizan un
mapa social de la comunidad, con todas las instituciones presentes y redes sociales, mientras
que los/las mayores trabajan en dibujar y describir la historia de la comunidad. El trabajo debe
estar bien organizado y asegurar que sea comunitario. Luego, todos/as se reúnen a contar
las experiencias y presentar los trabajos grupales, todos/as participan en un ambiente de
atención y entusiasmo (Infante, 2015).
Cuadro 6.1. Conocimiento aportado por los/as agricultores/as de sistemas productivos presentes en un
diseño predial.
Conocimientos y prácticas Técnicas agroecológicas
Tema y objetivos locales incorporadas en el diseño predial
Diseño predial y servicios ecológicos: ● Establecimiento de sectores ● Cocina bruja, cocina solar.
diversificar los rubros para el específicos: ● Secador solar.
bienestar y la estabilidad del ingreso ● La casa y su entorno.
familiar. ● Zona de cultivos, frutales.
● Sector animal.
● Sector forestal.
Incorporar más materia orgánica. Es fundamental reciclar todos los residuos vegetales y
animales del predio, sean ellos provenientes de la cocina, rastrojos de cultivos, restos de
podas, restos forestales, cortes de pastos y malezas, etc.
Existen diversas técnicas y prácticas que consideran los principios básicos del diseño de
predios agroecológicos (Cuadro 6.3.).
Definir áreas para cultivos anuales y las de tipo permanente como frutales, forestales,
praderas.
Ordenar los cultivos en la rotación, teniendo en cuenta sus características. Más adelante
se detallarán los elementos a considerar para planificar las rotaciones.
Introducir en los cultivos principales la mayor cantidad de policultivos posibles, siempre que
sean beneficiosos.
Confeccionar una estrategia de uso de suelo para reducir al máximo el laboreo, como por
ejemplo cultivos de mínima labranza, cultivos de relevo o en secuencia, para mantener el
suelo siempre cubierto y produciendo.
Calcular el volumen de alimentos que necesitan los animales y la cantidad de animales que
el sistema puede soportar.
Ubicado alrededor de la casa, es el sector más visitado y observado por los miembros de la
familia y, en general, en él están implementadas las secciones que más tiempo requieren para
su mantención. Cumple el objetivo principal de producir, proveer y procesar alimentos para la
familia. También permite facilitar las labores domésticas y contribuye a mantener el cuidado y
orden de todos los elementos necesarios en el predio. Entre sus componentes se encuentran:
Figura 6.1. La casa y su entorno: 1. Casa. 2. Huerto familiar intensivo (camas altas, mini invernadero,
frutales, flores, hierbas medicinales). 3. Reciclador de residuos orgánicos. 4. Cerco perimetral. 5. Tecnologías
apropiadas (horno de barro y secador solar). 7. Uso de energías renovables no convencionales (panel
fotovoltaico y sistema térmico para agua caliente). 8. Animales menores. Fuente propia.
2
Las figuras 6.1, 6.2, y 6.3 fueron elaboradas con material pedagógico que se utiliza en capacitaciones a productores/as, técnicos/
as y estudiantes en diseño predial.
En las propuestas para el trabajo con animales se debe analizar los recursos con los que
la familia dispone (infraestructura, genética local, cultura campesina, recursos alimenticios
locales). El reordenamiento que se pueda plantear debe aprovechar la cultura productiva
de los/as agricultores/as.
Analizar las fortalezas del actual sistema productivo y de manejo, identificando las
deficiencias que presenta y de esta forma rediseñar el manejo de los animales dentro del
predio.
Se deben respetar los objetivos productivos definidos por las familias. Es decir, si sus
intereses se refieren a la diversidad de productos, a funciones que pueda obtener con los
animales (leche, carne, huevos, manteca, lana, abono, pieles, tracción), o ambas.
Los animales menores son parte del sistema de producción pecuaria que manejan los/as
agricultores/as y por lo tanto cualquier modificación puede alterar positiva o negativamente
el sistema.
Se debe resaltar la importancia del reciclaje de nutrientes dentro del sistema productivo,
considerando el guano o estiércol, ya sea fresco o maduro, la cama animal, los residuos de
cosecha para alimentación animal, entre otros.
Para que el apiario funcione en forma conveniente es necesario que esté protegido del
exceso de sol. Esto se consigue instalándolo bajo árboles de hojas caducas, colocando
ramas sobre los techos de las colmenas o haciendo una ramada que cubra el apiario.
También se debe proteger de los vientos fuertes, eligiendo un lugar protegido con árboles o
arbustos o bien construir un cortaviento (especie de cerco alto y tupido hecho con ramas y
tablas). Para evitar el daño provocado por animales, se debe rodear el apiario con un cerco
perimetral adecuado (alambre, coligüe o cerco vivo) (Infante y San Martín, 2016).
El esquema de rotación ideal mantiene para cada año superficies similares por grupo de
cultivos (chacras, cereales y praderas). Esto significa que si el esquema de rotación es
de seis años, el número de potreros en rotación deberá también poseer seis unidades
productivas. La planificación de la rotación debe identificar las etapas para definir qué cultivos
son factibles de ser producidos, decidir cuáles de ellos se van a producir y la duración de la
rotación (Infante y San Martín, 2016).
Ganadería: para optimizar el rendimiento del ganado es muy importante orientar el diseño
predial al incremento de la red de organismos vivos y de sus interacciones dentro del sistema
de producción (clima, suelo y vida del suelo, vegetación y ganado), como también potenciar la
producción del sistema, en especial del suelo, ya que muchas veces la ganadería está ligada
a ecosistemas de mayor fragilidad, como son zonas de secano y alto andinas. Este tipo de
terrenos tienen pendiente, por lo que son fácilmente erosionables.
Para el diseño se debe considerar la conservación del medio y del entorno natural, ya que
los animales se alimentan con recursos locales, a través del pastoreo directo establecido
en una rotación de los potreros. Es decir, el diseño debe lograr adaptar las praderas a las
condiciones edafoclimáticas del lugar, mejorando el suelo y adaptando el tipo de ganado a
los pastos disponibles. Esto también significa incrementar la disponibilidad de agua para el
crecimiento de las plantas.
Figura 6.2. Esquema de los sistemas productivos más la casa y su entorno: 9. Invernaderos hortícolas
comerciales. 10. Colmenar. 11. Rotación de cultivos. 12. Huerto frutal. 13. Compost. 14. Infraestructura
(bodega). Fuente propia.
Subsistemas forestales/agroforestales
En el capítulo 8 se aborda este aspecto con mayor detalle, pero a manera de resumen se
presentan algunos conceptos introductorios.
Los sistemas que incluyen especies arbóreas se ubican en un sector más alejado de la casa
y solo requieren visitas semanales. En caso de incluir animales puede ser necesaria una
mayor periodicidad.
Introducir prácticas de manejo como la poda, con el fin de que penetre más luz en la
superficie del terreno entre las especies arbóreas y establecer especies agrícolas entre las
hileras de los árboles.
Plantar árboles de múltiples propósitos, uno al lado de otro, alrededor de los potreros,
formando cercos vivos y cortinas cortavientos. Ellos proporcionarán forraje y combustible,
y marcarán los límites de los predios agrícolas. El esquema es particularmente apropiado
para áreas de uso extensivo.
Bosquetes: son sectores naturales que se han aislado y dejado crecer sin mayor
intervención, cuya función principal es proveer de servicios ambientales, tales como el
control de erosión, la captura de aguas, el aumento de biodiversidad y la formación de nichos
ecológicos para insectos benéficos y fauna silvestre.
Sistemas para la disponibilidad de agua: el manejo sustentable del agua involucra mejorar
las condiciones del suelo, usar eficazmente el agua, así como la captación y cosecha de agua
desde diversas fuentes. Existen técnicas que pueden incorporarse en forma integral al diseño
predial para lograr procesos que disminuyan los problemas hídricos (Infante y San Martín,
2016), entre ellas:
Antes de aplicar alguna de estas técnicas es importante analizar bien el origen del problema
de erosión, analizar su grado de avance, la textura del suelo, el ángulo de la pendiente, la
intensidad y frecuencia de las lluvias, entre otros aspectos, para determinar cuáles de las
mencionadas técnicas son las más adecuadas. En general no bastará con implementar
solo una técnica, sino que deben complementarse varias para que el impacto mitigador
sea óptimo. Así, por ejemplo, si se construyen curvas de nivel, habrá que agregar prácticas
Cultivos de cobertura: los cultivos de cobertura además de proteger el suelo de los efectos
de la erosión, ayudan a manejar poblaciones de malezas, a aumentar la biodiversidad y a
mejorar las características físico-químicas y biológicas del suelo. Los cultivos de cobertura
crean condiciones favorables para el control y manejo biológico de plagas y enfermedades al
incrementar la biodiversidad dentro del sistema, aportan fuentes alternativas de alimentación
para enemigos naturales y plagas, y constituyen áreas de refugio y hábitat para los enemigos
naturales, mejorando de esta forma la permanencia y recolonización de los mismos.
Cercos vivos: son franjas de bosquecillos y matorrales compuestos por arbustos, árboles y
franjas de pasto de un ancho mínimo de 3 metros, los cuales cumplen una serie de funciones
dentro del agroecosistema: ahorro de agua, protección contra la erosión hídrica y las
inundaciones, y regulación térmica (microclima) ya que actúan atenuando las temperaturas
extremas.
las especies es un aspecto muy importante, pues ello puede garantizar el efecto protector que
se requiere (González, 2013).
Para su elaboración se requieren algunos insumos, como son los residuos de la actividad
ganadera (estiércol, orines, pelos, plumas, huesos y sangre), residuos de la actividad agrícola
(rastrojos de cultivos, hojas en otoño, podas y malezas) y residuos de la actividad forestal
(aserrín, hojas, ramas y cenizas). Algunas plantas que se utilizan en los biopreparados son
difíciles de encontrar, por eso es recomendable que el/la agricultor/a las cultive en su predio,
lo que contribuirá además a aumentar la diversidad del sistema y permitirá disponer de ellas
cuando se necesiten. Estas especies se pueden plantar en los bordes del huerto, en cercos o
en las cabeceras de los cultivos.
Energía solar fotovoltaica: la energía solar fotovoltaica permite convertir la radiación solar
en electricidad utilizando celdas o paneles fotovoltaicos. Esta energía puede ser utilizada con
diversos fines productivos, entre ellos:
Cerco eléctrico solar móvil: permite hacer un uso más eficiente de la pradera al contener el
ganado en un área específica del potrero, de modo que el consumo de la misma se realice
en forma ordenada. El cerco eléctrico solar móvil tiene la particularidad de utilizar energía
solar para su funcionamiento, en forma autónoma, evitando el uso de cables y consumo
eléctrico. Al ser un sistema móvil permite ubicarlo y moverlo de acuerdo a las necesidades,
en cualquier lugar donde se disponga de radiación solar.
Maquinaria: debe ser la adecuada para apoyar los procesos biológicos que se están
generando con el diseño predial. Entre otros, debe contemplar el uso de arados de labranza
conservacionista, máquinas para triturar rastrojos y residuos, revolvedores y aplicadores
de abonos orgánicos, cortadoras de pasto. Además, usar tracción animal para disminuir la
contaminación y consumo excesivo de combustibles fósiles, evitar la dependencia de insumos
externos, reducir los costos y aprovechar la acción de los animales que permiten funcionar
en sistemas de economía circular, gracias al reciclaje de sus subproductos y conversión en
biopreparados (Figura 6.3.).
Figura 6.3. Diseño final del predio: 15. Incremento de la biodiversidad (agroforestería, cercos vivos,
corredores biológicos). 16. Sistemas silvopastoriles. 17. Cosecha de agua. 18. Conservación de suelos. 19.
Cortinas cortaviento. Fuente propia.
Comentarios finales
Es importante mencionar que para todo proceso de diseño de agroecosistemas sostenibles
a nivel territorial o comunitario, se necesita desarrollar un marco conceptual y metodológico
adaptado al territorio, con el objetivo de ayudar a las partes locales interesadas a diseñar el
entorno y guiar su transición hacia una agricultura basada en criterios agroecológicos. Deberá
integrar conceptos, métodos, sistemas y manejos relacionados con los criterios agroecológicos
y la gestión de la transición, el diseño y las ciencias que son las fundaciones de la
sostenibilidad. Es así como debe estar enmarcado para trabajar con una fuerte participación
de las partes interesadas a lo largo del proceso de diseño. Debe contemplar un enfoque
transdisciplinario para integrar el conocimiento de los asesores y partes interesadas, siempre
con una mirada holística, que considere las interacciones dentro y entre los subsistemas a
establecer, de las conexiones sociales y biológicas en el territorio (Duru et al., 2015).
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Una cubierta de árboles ya sea en diseño silvopastoral, como cortinas cortavientos o en bosquetes, le
otorga a los animales una protección muy significativa, en especial en los períodos invernales, ya que no
solo reporta resultados productivos similares a los obtenidos por animales manejados bajo galpones sino
que disminuye también la situación de estrés de los animales y aminora los costos de inversión.
Capítulo 7
Importancia de los sistemas agroforestales en la
producción con base agroecológica
1
Gerente Sede Biobío. Instituto Forestal. Chile. asotomay@infor.cl
Estos sistemas persiguen tanto objetivos ecológicos como económicos y sociales (Sotomayor
y Cabrera, 2008; Sotomayor, 2016). La característica principal de los sistemas agroforestales
es su capacidad de optimizar la producción del territorio (unidad predial) a través de una
explotación diversificada, en la que los árboles y arbustos cumplen un rol fundamental.
Este rol se ve reflejado en que las especies leñosas pueden proveer diversos productos en
beneficio de los/as productores/as silvoagropecuarios/as, tales como madera, leña, postes,
alimentos para el ser humano, forraje para animales, materia orgánica para mejorar las
condiciones del suelo, flores para la apicultura, productos medicinales y cosméticos de las
especies leñosas como también herbáceas, aceites y resinas, entre otros (Sotomayor, 2016).
Además, los árboles son proveedores importantes de servicios como seguridad alimentaria,
conservación y aumento de la fertilidad del suelo, mejoramiento y estabilidad del
microclima, cercos vivos, demarcación de límites como barreras vegetales, captura de
carbono, estabilización de cuencas, protección de la biodiversidad, recuperación de suelos
degradados, protección y mejoramiento de la calidad de cursos de agua, control de malezas
(ICRAF, 2000) y generar un entorno y un paisaje más agradable propiciando también la
preservación y aumento de la vida silvestre. Estos sistemas integrados de producción pueden
ser implementados en todo tipo de suelos, ya que los árboles entregan diferentes servicios
ecosistémicos en diversas condiciones, aunque son más usados o recomendados en suelos
de laderas, que son más susceptibles de erosión o degradación (ICRAF, 2000).
Los objetivos o beneficios de un sistema agroforestal pueden ser diferentes para cada
situación y región del mundo, pero a los mencionados que son ampliamente reconocidos se
pueden sumar la diversificación de la producción, asegurando con ello una mayor estabilidad
y retornos económicos en el mediano y largo plazo, y un reconocido aumento en la eficiencia
biológica del sistema, que contribuye a un incremento de la productividad para quienes
cultivan la tierra y para toda la comunidad o región (Sotomayor, 2016).
Existe una alta relación de los sistemas agroforestales con la agroecología, la que Altieri
(1999:9) define como “una disciplina que provee los principios ecológicos básicos para estudiar,
diseñar y manejar agroecosistemas que sean productivos y conservadores del recurso natural,
y que también sean culturalmente sensibles, socialmente justos y económicamente viables”.
De manera similar, Sotomayor (2016) expone que los árboles proporcionan beneficios a
las personas, tanto ecológicos como económicos y sociales, al establecerlos con un diseño
basado en sistemas agroforestales y de sustentabilidad a largo plazo.
Sistema silvopastoral
El silvopastoreo o sistema silvopastoral es una práctica agroforestal que ha sido utilizada por
siglos en Latinoamérica y en el mundo, el cual combina en un mismo sitio árboles, praderas
o especies herbáceas forrajeras y producción de ganado. Los sistemas silvopastorales están
diseñados para obtener un producto maderable de los árboles y, en algunos casos, frutos
y otros productos forestales no madereros, como también proveer sombra y albergue al
ganado, proteger a la pradera, el suelo y cursos de agua, mientras se provee de un ingreso
económico a corto plazo derivado de la ganadería. La interacción entre árboles, pradera y
ganado se maneja para obtener diversos productos del sistema (madera, forraje y ganado)
de manera simultánea, intensiva y eficiente, buscando que entre ellos la competencia
sea la mínima posible para no afectar su resultado y estabilidad. En general, los sistemas
silvopastorales pueden proveer ingresos económicos a la vez que crean un sistema integrado
y sostenible con beneficios ambientales y sociales.
Foto 7.1. Sistema silvopastoral tradicional con coníferas a densidad de 400 árboles/ha, homogéneamente
distribuidos (izquierda) y sistema silvopastoral en fajas alternas con igual densidad (derecha) Fuente:
Sotomayor, 2016.
Sistema agrosilvicultural
los sistemas de ordenación forestal. Al proporcionar a los/as agricultores/as los medios para
producir leña, madera, postes con fines de construcción y otros productos forestales en los
suelos agrícolas, la agrosilvicultura puede reducir considerablemente las exigencias a las que
se ven sometidos los bosques y los suelos forestales pues disminuye o evita la deforestación
de terrenos forestales por la presión antropogénica. Al promover estas acciones con el objeto
de que aumente y permita sostener la productividad agrícola, la agrosilvicultura también
puede reducir en parte la presión que existe para convertir suelos forestales en agrícolas
(Sotomayor, 2016). Se exponen a continuación algunos ejemplos de estos sistemas:
Foto 7.2. Cortina cortaviento de pino oregón Pseudotsuga menziesii (izquierda) y de roble Nothofagus
obliqua (derecha), protegiendo praderas y animales.
Sistema agrosilvopastoral
En estos sistemas se combinan árboles y/o arbustos con cultivos agrícolas y pastoreo en la
misma unidad predial. Normalmente estos sistemas son secuenciales, ocupando previamente
árboles y cultivos, para luego destinarlos a alimentar animales. En este caso se pueden
asociar cultivos agrícolas en forma de callejones entre las hileras de árboles. La distancia
entre árboles para incluir cultivos pueden variar (por ejemplo, entre 6 a 21 m) dependiendo
de las especies utilizadas, como álamos, castaños, encinos, cerezos, nogales u otros
multipropósitos y cultivos agrícolas como maíz, porotos, trigo, arvejas u otros, incluyendo
animales domésticos como vacunos, ovinos, equinos, porcinos y aves.
Otras aplicaciones
Otro uso de la agroforestería es la protección de riberas de ríos, esteros y lagos. Para ello, se
establecen en la ribera del curso de agua árboles, arbustos y pastos. Esta vegetación ayuda
a reducir la erosión, retiene contaminantes (herbicidas, fertilizantes, y otros) actuando como
biofiltros, evitando que lleguen a los cursos de agua, además de mejorar el hábitat para la
fauna y aumenta la biodiversidad (Foto 7.3.).
También se pueden utilizar los árboles para aislar vertederos o comunidades urbanas, ya
que permiten atenuar el ruido de carreteras e industrias, olores, y para mejorar la belleza
escénica. Otro aspecto importante de los sistemas agroforestales es su contribución a la
mitigación del cambio climático, gracias a la captura de carbono y protección de los recursos
naturales.
En ensayo establecido el año 2006 en la Región de Aysén, Chile, con el fin de evaluar el efecto
de una cortina cortaviento sobre diferentes especies forrajeras, Teuber et al. (2016) demostraron
que la producción de biomasa acumulada de pasto ovillo (Dactilys glomerata) en la zona de
mayor protección de sotavento, entre 2H y 4H (siendo H la altura de los árboles expresada en
metros) fue entre 17,2, y 18,0 t MS/ha, correspondiente a un 31,6-37,6% de mayor producción en
relación a la zona testigo, que es entre 14-15H (Figura 7.1.). Posterior a los 5H los rendimientos
descendieron visiblemente, para ubicarse entre 12,7 y 14,4 t MS/ha. Si se considera que para
este experimento la altura de 15H en sotavento y la altura de 5H en barlovento son las más
desprotegidas y consideradas como área testigo sin protección, se puede observar que hubo un
importante incremento del rendimiento por efecto de la cortina cortaviento (Figura 7.1.).
Figura 7.1. Producción acumulada de pasto ovillo (t MS/ha) a diferentes distancias de la cortina
cortaviento y porcentaje de aumento con respecto a lo obtenido en zona testigo (valores en % sobre las
barras). (Letras distintas señalan diferencia estadísticamente significativas.
Al mismo tiempo, los recursos forestales establecidos son beneficiados por la introducción del
ganado en el sistema, que se alimenta de especies herbáceas, lo que afecta positivamente
el establecimiento y crecimiento de los árboles al eliminar la competencia, en especial en los
primeros años de crecimiento, disminuyendo a su vez la posibilidad de incendios forestales.
Los árboles se benefician también por las fertilizaciones que reciben las praderas y cultivos
asociados a las plantaciones, por las deposiciones de los animales, y por el mayor espacio
dejado para el crecimiento de los árboles producto de un ordenamiento agroforestal. Otro
efecto ambiental importante que otorgan los árboles dentro del sistema es la protección de los
suelos, dado que sus raíces que sostienen el suelo en periodos de alta pluviometría evitando
aludes, y su follaje intercepta el viento y las gotas de lluvia reduciendo la erosión.
Desde el punto de vista económico, los/as productores/as locales que incorporen estos
sistemas integrados de producción en sus predios podrán mantener un flujo de caja anual,
expresado en la venta de animales (carne y/o lana), cereales y otros productos agrícolas,
que permitirán solventar los gastos propios del grupo familiar. Además, podrán manejar
sus bosques hasta que maduren y entreguen sus productos para su venta, principalmente
madera (Sotomayor y Cabrera, 2008), mejorando así su calidad de vida. De los bosques
podrán obtener además recursos madereros intermedios, como madera pulpable, madera
para postes o leña, al momento de efectuar las labores de raleos y poda y podrán obtener
productos maderables de alta calidad (madera libre de nudos o con nudos firmes) al final de
la rotación de la plantación forestal, al haber realizado un manejo adecuado de sus bosques
(Sotomayor y Cabrera, 2008). Además, se puede señalar que los predios se valorizarán al
momento de establecer una masa forestal dentro de ellos.
Desde el punto de vista ambiental, estos sistemas aumentan la capacidad de captura del
carbono atmosférico con la consiguiente mitigación de gases de efecto invernadero y, al
mismo tiempo, generan un entorno y un paisaje más agradable propiciando también la
preservación y aumento de la vida silvestre (Nair et al., 2009).
Cuando se establece un sistema silvopastoral, los árboles deben ser manejados permitiendo
la entrada de luz solar que llega al suelo para favorecer el desarrollo de las praderas para la
producción de forraje, y reduciendo la competencia entre ambos componentes (Sotomayor
et al., 2009); este manejo básicamente consiste en regular la densidad de árboles desde un
inicio, al definir cuantos árboles se establecerán por unidad de superficie, y manejándolos
posteriormente con raleos y podas para balancear la productividad forestal y pratense
(Sotomayor y Cabrera, 2008).
En la medida que existe mayor competencia por el uso de los suelos, nuevas alternativas
de producción deben ser exploradas para satisfacer las necesidades alimenticias de la
población. El silvopastoreo, ya sea temporal o durante toda su rotación, es una buena
alternativa en muchas regiones de Chile. Los sistemas silvopastorales, aunque requieren
de una mayor tecnología y un alto nivel de manejo, presentan una serie de ventajas sobre
un sistema forestal tradicional para los/as pequeños/as y medianos/as propietarios/as, dado
que les permite generar ingresos intermedios por venta de animales y madera proveniente
de intervenciones intermedias, mientras el recurso forestal madura hasta obtener su máxima
productividad y valor. El éxito de un esquema silvopastoral se basa, en primer lugar, en
una correcta programación de sus actividades y su manejo, centrada en objetivos muy bien
definidos en ambos rubros, ganadero y forestal; en segundo lugar, en el logro de altos
índices productivos en ambos rubros (Sotomayor, 2016).
Algunos beneficios ambientales de los sistemas silvopastorales son los siguientes (Nair,
1987; Nair et al., 2009; Sotomayor, 2016):
Agua: los árboles reducen la velocidad de las gotas de lluvia y permiten una mayor
percolación en el suelo. Las raíces ayudan a filtrar contaminantes de las aguas de
escorrentía, mejorando la calidad de aguas subterráneas.
Aire: los árboles ayudan en la producción de oxígeno, reducen los olores en las áreas
donde se concentran los animales y la diseminación del polvo ocasionado por el viento o por
actividades de transporte dentro de los predios.
Captura de carbono: las especies arbóreas capturan el CO2 del aire, incorporándolo en la
madera, lo cual ayuda a la disminución de la contaminación ambiental y a la mitigación de
gases efecto invernadero.
Vida Silvestre: los sistemas que integran árboles, praderas y/o cultivos, proveen un hábitat
diverso, refugio y protección para muchas especies animales terrestres, aumentando su
biodiversidad. Los peces y otros animales acuáticos presentes en los cursos de agua se
benefician del control de la erosión y filtración de potenciales contaminantes en el agua, y de
la regulación de la temperatura del agua por la protección de los árboles.
Humanos: los árboles crean un paisaje estéticamente más agradable, proveen fuente de
ingresos y actividades económicas.
La densidad de la plantación tiene una influencia directa sobre las pasturas, en cuanto a
su evolución, composición florística, producción de forraje y digestibilidad. En sistemas
silvopastorales la estrata superior o arbórea juega un rol fundamental en la producción de
forraje y en la gran mayoría de los casos condiciona su desarrollo. Según Sotomayor (2016),
diversos parámetros forestales pueden ser usados para predecir y relacionar la influencia
de la cubierta arbórea en el rendimiento de la pradera. Dentro de los parámetros más
importantes, destaca la densidad del bosque (explicada en número de árboles, área basal
(AB) y cobertura de copa (CC) por unidad de superficie), la que al aumentar puede provocar
una disminución en la producción de forraje. Grelen y Loherey (1978) estudiaron la relación
entre el rendimiento de la pradera y el AB, encontrando una fuerte relación entre estas dos
variables. Señalan que un incremento en el AB de Pinus palustris afectó negativamente la
producción de forraje, obteniendo un promedio de 1.153, 911 y 770 kg MS/ha para tratamientos
con AB de 13,8, 18,4 y 23 m2/ha, respectivamente.
Figura 7.2. Regresión lineal cobertura de copa (CC%) - productividad pradera (kg MS/ha), a) silvopastoral
tradicional y b) silvopastoral en fajas, temporadas 2004 a 2008, Unidad Agroforestal San Gabriel, Región de
Aysén, Chile. Fuente: Sotomayor et al. (2016).
Cuadro 7.2. Edad, densidad del rodal, porcentaje de luz trasmitida, producción de forraje y capacidad
sustentadora animal, como porcentaje de una pradera sin árboles, en plantaciones silvopastorales de
Pinus radiata en Australia.
Edad del Densidad del Luz Producción Capacidad
rodal rodal transmitida de forraje de carga animal
(años) (árboles/ha) (%) (%) (%)
0 100 100 100
6 - 7* 100 81 87 82
300 69 76 73
0 100 100 100
20** 70 47 67 59
150 24 39 24
Nota: *poda a 4 metros; **poda a 6 metros.
Fuente: Anderson et al ., 1988.
La competencia por agua y nutrientes bajo el suelo también es importante y debe ser
considerada en el diseño y manejo del sistema; esta ocurre en la zona radicular y es
importante en la selección de los componentes vegetales del sistema, ya que deben compartir
diferentes zonas de interacción radicular y/o diferentes temporadas de crecimiento, de forma
de no crear competencia entre ellos. Un ejemplo claro de esta interacción es al momento
de plantación; si las plantas forestales están rodeadas por una pradera establecida, sufrirán
un alto nivel de estrés debido a la competencia (Sotomayor, 2016), lo cual puede ocasionar
mortalidad si no se realizan labores de control local de malezas (Mead, 2009).
Diversos sistemas pueden ser usados para establecer una plantación silvopastoral, siendo
los más frecuentes los sistemas homogéneos (distribución regular de los árboles sobre la
pradera) o zonales (árboles y praderas desarrollándose en forma independiente en fajas de
árboles, pero adyacentes a la pradera). Si bien el primer sistema es el más usado, el segundo
al parecer es el más conveniente cuando el objetivo es favorecer la producción pratense,
ya que la pradera y los árboles pueden ser manejados en forma separada, optimizando la
producción del sitio.
La distancia entre hileras en un sistema de manejo zonal es flexible y dependerá en parte del
objetivo que se persiga, y si se considera o no el uso de maquinaria. Una típica geometría
de plantación es aquella en hileras separadas cada 7 a 20 m con plantas distanciadas a 2
a 3 m sobre la hilera, o plantaciones en conglomerados (Sotomayor y Cabrera, 2008). Un
mayor espacio entre las hileras permite desarrollar mejores actividades mecanizadas para la
conservación de forraje. Con plantaciones dispuestas en hileras dobles o triples se obtienen
mayores distancias entre hileras, manteniendo el mismo número de árboles. Con este
sistema sería esperable algún grado de reducción en el volumen de madera, por la menor
densidad inicial de plantación, y un aumento en la producción de la pradera por un menor
sombreamiento por la menor cobertura de copa.
Cuadro 7.3. Configuración espacial y cobertura de copa en plantaciones de Pinus elliottii , a una densidad
de 1.157 árboles/ha, a la edad de 13 años, y producción de pradera.
Configuración Área bajo la Área sin cobertura Rendimiento
espacial Tratamiento* copa de copa pradera
(m) (%) (%) (MS kg/ha)
2,4 x 3,6 m S-1 100 0 1.275
1,2 x 7,2 m S-2 53 47 607
0,6 x 14,4 m S-3 29 71 1.197
(1,8 x 2,4) x 7,2 m D-1 60 40 1.509
(1,2 x 2,4) x 12,0 m D-2 44 56 1.416
(0,6 x 2,4) x 26,8 m D-3 20 80 2.882
S: hilera simple; D: hilera doble.
Fuente: Lewis et al ., 1985.
En un estudio realizado en la Región de Aysén, con Pinus contorta y pradera natural fertilizada
compuesta principalmente por trébol blanco y pasto ovillo bajo un sistema silvopastoral,
Sotomayor et al. (2016) encontraron que, en general, la mejor producción de la pradera en
todas las temporadas la obtuvo el tratamiento silvopastoral en fajas (SSF) con un ancho
de 21 m entre fajas, y con 400 árboles/ha; le siguió el sistema silvopastoral tradicional con
El Cuadro 7.5. presenta el efecto del viento en la temperatura ambiental, donde a medida
que la velocidad del viento aumenta, la temperatura ambiental se reduce y aumenta el riesgo
de sobrevivencia para los animales. Por ejemplo, con temperatura exterior de 13°C y 40 km/
hr del viento, la temperatura ambiental se reduce a -1°C. Las zonas destacadas con color
indican las temperaturas de riesgo para los animales, el color amarillo indica temperaturas de
riesgo alto y naranja de riesgo máximo de muerte. Con la misma velocidad del viento, pero
con -12°C en situación de calma, la temperatura se reduce a -34°C, lo cual es una situación
de riesgo alto para los animales (Quam et al., 1994).
Todos los animales de sangre caliente deben mantener su temperatura corporal dentro de
un rango o zona confortable, que en el caso de los bovinos es cercana a los 39°C. Cuando
el animal es mantenido en una zona de termo-neutralidad, es decir, entre 5 y 20°C, no
tendrá problemas para mantener dicha temperatura, basándose principalmente en la energía
liberada producto de la fermentación ruminal, de la actividad motriz del retículo rumen y de
los procesos metabólicos de su organismo (Quam et al., 1994).
Cuadro 7.5. Velocidad del viento invernal (km/hr) y su relación sobre la disminución de la temperatura
ambiente (°C), y aumento del riesgo para animales.
Cuando la temperatura del aire desciende, los animales deben gastar energía para mantener
el calor corporal; cuando se aproxima el invierno muchas especies de animales desarrollan
en forma natural un abrigo protector que los aísla de las bajas temperaturas. En el caso del
ganado, la gruesa cubierta invernal le da protección hasta una temperatura de –7,8°C. Una
temperatura inferior a esta le genera estrés y comienza a consumir alimento adicional para
mantener la temperatura corporal (Quam et al., 1994).
Cuadro 7.6. Efecto del lugar de suplementación invernal sobre el crecimiento de novillos.
Parámetros Bosque acondicionado Corral
Peso vivo inicial y final (kg/animal) 450,8 448,8
Crecimiento (kg/día/animal) 0,275 0,263
Consumo: diario de ensilaje (kg MS/animal) 11,6 10,5
Conversión del alimento (kg MS/kg animal) 42,4 40,1
Ha sido reportado por diversos/as autores/as el papel de los árboles en la modificación del
microambiente en su entorno (Guevara-Escobar et al., 2000; Mead, 2009; Sotomayor, 2016).
Los aspectos del microclima más afectados por los árboles son la radiación solar que llega
a los vegetales creciendo bajo la influencia de los árboles (Peri et al., 2007; Mead, 2009), el
viento, la humedad y la temperatura (Mead, 2009; Sotomayor, 2016)
En relación con la temperatura del ambiente Sotomayor y Teuber (2011) encontraron que no
se presentaron grandes diferencias entre los tratamientos. De acuerdo con los resultados
recogidos entre octubre de 2007 y febrero de 2008 se observó que el tratamiento silvopastoral
en fajas (SSF) tuvo valores promedios para ese periodo, levemente mayores al tratamiento
ganadero sin árboles (SG), de 10,2 °C y 9,9 °C respectivamente. En el periodo febrero a
marzo 2008, estos valores bajaron a 7,9 °C para SSF, 7,7 °C para el tratamiento silvopastoral
tradicional (SST) y 7,9 °C para el tratamiento SG.
En la dehesa española, Moreno et al. (2007) reportaron que la temperatura ambiental fue
significativamente menor bajo la copa de árboles que sin cobertura en días cálidos, mientras
que en días fríos la temperatura fue mayor bajo los árboles. Una tendencia similar se obtuvo
con la temperatura del suelo. Bajo las copas la temperatura del suelo fue mayor en días fríos
y menor en días cálidos. En estudio de Peri et al., (2007), con pino radiata en Nueva Zelandia,
encontraron que la temperatura media diaria fue similar bajo árboles que en situación abierta.
En dos veranos analizados, la temperatura media bajo los árboles fue 0,4 °C mayor que en
situación abierta y en invierno fue también 0,2 °C más cálida.
Bird et al., (1992) estudiando el efecto de los árboles sobre la velocidad del viento,
encontraron que en una cortina de pino insigne (Pinus radiata) de dos hileras con una altura
de 20 m la máxima protección ocurría hasta una distancia de 6 veces la altura de los árboles
(6H), con un 45% de la velocidad del viento en relación a una zona abierta; con Cupressus
macrocarpa, de 1 hilera y 9 m de altura, a 6H la velocidad del viento fue de 25%, pero a 12H
todavía había una reducción sustancial de la velocidad del viento (50-80% en relación a una
situación sin árboles). Resultados similares fueron encontrados por Teuber et al., (2009) en la
zona de Coyhaique, Chile.
La protección de los árboles, aparte de reducir la velocidad del viento, también reduce su
poder erosivo sobre los suelos. Bird et al., (1992) encontraron que con una cortina de una
hilera de Eucalyptus gomphocephala reducía en 62% el viento en relación con una situación
abierta, pero en un estimado de su fuerza erosiva se reducía a 25%.
La intensidad de luz parece ser uno de los principales factores que influencia la producción
herbácea bajo un estrato de árboles (Anderson et al., 1969; Anderson et al., 1988). En estudio
de Anderson et al., (1969) se encontró una relación directa entre cobertura de copa y luz que
llega a la pradera. También McLaughlin (1978) expuso que la producción del componente
vegetal en el sotobosque estaba fuertemente relacionada con la transmisión de luz a través
del follaje de los árboles. En este caso, se encontró que la cobertura de copa de los árboles
fue el principal parámetro que afecto la penetración de la luz y la producción herbácea.
La intensidad de luz bajo los árboles depende de su espaciamiento dado que con un
incremento de la densidad resulta en un incremento de la sombra (Wall et al., 1997).
Situación similar fue encontrada por Burner y Brauer (2003) y Moreno et al., (2007) con una
mayor transmisión de luz a medida que se aleja de los árboles. La transmisión de luz en un
rodal de pino radiata de 7 años con 100 árboles/ha fue un 81% en relación con una pradera
descubierta y de 69% con 300 árboles/ha (Burner y Brauer, 2003). La penetración de la luz
varía también entre especies, debido a diferencias en la arquitectura del árbol; se ha descrito
la altura, tamaño de la copa, número y distribución de ramas, densidad foliar, área y ángulo de
hojas, características de refractancia (McAdam, 1996) y variación estacional en crecimiento
del follaje (deciduas y perennes), como factores que afectan la penetración de la luz.
Comentarios finales
Para lograr la adopción de la agroforestería como una práctica habitual en el manejo de los
predios, son muy importantes los instrumentos de fomento, particularmente en la decisión
de pequeños/as y medianos/as propietarios/as, que son los más beneficiados/as con los
sistemas agroforestales debido a su escala de trabajo y a la diversificación productiva que
estos propician.
Desde que expiró la vigencia del DL 701 de fomento forestal en el año 2012, las tasas
anuales de forestación en el país han caído dramáticamente y son justamente estos
segmentos de propietarios/as los más afectados/as por la falta de incentivos del Estado. Sin
embargo, es necesario perfeccionar los instrumentos de fomento existentes y diseñar nuevos
para la promoción, esta vez, de sistemas agroforestales, que consideren la integralidad de
ellos en sus componentes leñosos, pratenses y animales, como también en la protección de
los recursos suelo y agua.
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Capítulo 8
Herramientas de manejo nutricional en sistemas
sostenibles
Una definición general y muy completa de la fertilidad del suelo es la capacidad de hacer
producir, de esta forma, el suelo más fértil no es aquel que presente mayores niveles de
indicadores de fertilidad química, sino aquel suelo que presenta mayor capacidad para
aumentar la producción de una determinada especie agrícola o de un grupo de especies,
dentro de una rotación de cultivos correctamente seleccionada en función de la aptitud
agrícola de este suelo.
A la fecha muchos estudios han demostrado que las propiedades físicas del suelo pueden
explicar hasta en un 70% la respuesta de producción de un cultivo en función de las
propiedades del suelo (Hirzel y Matus, 2013). En menor magnitud serán importantes las
propiedades químicas del suelo.
En la actualidad se ha demostrado también que las propiedades biológicas del suelo pueden
contribuir a incrementar la productividad y calidad de los cultivos agrícolas, sobre todo cuando
se trata de alimentos de consumo en fresco que deben ser almacenados en condiciones de
frío o en condiciones de anaquel. De esta forma, cada vez es más usual la realización de
prácticas de manejo que favorezcan el desarrollo de la biomasa benéfica del suelo, o que no
perjudiquen su normal desarrollo en el suelo.
1
Ingeniero Agrónomo, M.Sc. Dr. INIA Quilamapu. jhirzel@inia.cl
Figura 8.1. Producción de materia seca total (arriba izquierda), extracción de total de nitrógeno (N) (arriba
derecha) y eficiencia de la fertilización nitrogenada (abajo izquierda) en ballica cultivada en macetas,
frente a diferentes tratamientos de fertilización química con y sin aplicación de té de compost o controles
con y sin aplicación de té de compost. Letras distintas sobre las columnas indican diferencia significativas
entre tratamientos.
Otra práctica que contribuye al aumento de la vida de la biomasa del suelo y la construcción
de suelo es la aplicación de humus, ya sea en forma de ácidos húmicos y/o fúlvicos. Estos
compuestos se caracterizan por su alta estabilidad estructural, capacidad de acumulación y
movimiento de agua y oxígeno, y por mejorar la condición de crecimiento de raíces nuevas y
biomasa benéfica, entre otras ventajas asociadas a propiedades físicas, químicas y biológicas
del suelo. A modo de ejemplo, en la Figura 8.2., se presenta el efecto de la aplicación de
ácidos húmicos en la producción de fitomasa en huertos de nogal y cerezo, de primer año.
Figura 8.2. Izquierda: efecto de la aplicación de ácidos húmicos aplicados en octubre y noviembre de 2019,
sobre la producción de fitomasa (peso fresco y seco) de nogal, previo a la caída invernal (mayo de 2020),
primera temporada 2019-2020. Los Tilos, Buin, Chile. Derecha: Producción de fitomasa (peso seco) de
cerezo variedad Regina sobre porta injerto Gisella 6, cultivado en maceta, previo a caída invernal, frente a
la aplicación de dosis crecientes de ácidos húmicos más biomasa benéfica (Bachumus ECO). Letras distintas
indican diferencias significativas entre tratamientos, para peso fresco o seco.
Figura 8.3. Evolución en la disponibilidad de nitrógeno (N) (izquierda), fósforo (P) (derecha) y potasio (K)
(abajo), en un suelo enmendado con compost de origen vegetal, aplicado en dosis equivalente de 45 t/ha
(100 ppm de N total).
Por otra parte, varios estudios han mostrado una alta correlación entre la relación inicial de
carbono:nitrógeno (C/N) del compuesto orgánico y la mineralización neta de N, los cuales
sugieren que una relación de 15:1 es el valor crítico, y por tanto sobre este valor ocurre
inmovilización y bajo este valor ocurre mineralización del N contenido en dicho compuesto
(Kirchmann, 1985; Serna y Pomares, 1991). Sin embargo, resultados de algunos estudios
discrepan con esta información señalando que solo existiría una débil relación (Floate, 1970)
o no existiría relación (Castellanos y Pratt, 1981) entre estos parámetros. Estos resultados
contradictorios pueden ser atribuidos en parte a los distintos tiempos de incubación y
condiciones experimentales utilizadas. En algunos experimentos las conclusiones han
sido basadas en cortos períodos de incubación, de solo semanas, en donde se pueden
subestimar los valores del potencial de mineralización, dado que en su fase inicial el proceso
de inmovilización es el que domina la disponibilidad de N.
Ecuación 1.
Ecuación 2.
Las tasas de mineralización para las principales enmiendas orgánicas usadas en agricultura
se indican en el cuadro 8.1.
Cuadro 8.1. Tasas de mineralización de N orgánico en diferentes enmiendas orgánicas durante la misma
temporada de aplicación.
Tasa de mineralización de N orgánico de diferentes
Enmienda orgánica enmiendas orgánicas durante el primer año de
aplicación (%)
Compost de origen vegetal y animal 25 – 40
Compost de cerdo 40 – 50
Guano de bovinos de engorda 40 – 50
Guanos de broiler y pavo 60 – 70
Guano de Cerdo 60 – 70
Purines de Cerdo 90 – 95
Fuente: Adaptado de Hartz et al., 2000; Hirzel et al., 2010; Laos et al., 2000; Preusch et al., 2002; Redman et al., 1989;
Rogers et al., 2001; Tyson y Cabrera, 1993; Whalen et al., 2000.
Debido a que la oferta de estos fertilizantes es cada vez mayor, es importante considerar dos
aspectos técnicos previo a la elección del fertilizante: el primero de ellos es la dinámica de
entrega del nutriente que aporta, es decir, la velocidad con la cual está haciendo entrega del
nutriente; el segundo, la tasa de entrega neta del nutriente, es decir, qué porcentaje del total
de nutriente presente en el producto estará realmente disponible para el cultivo.
Al respecto, trabajos realizados en Chile (Hirzel et al., 2018 y 2019) y en el mundo han
logrado caracterizar la dinámica de entrega de nutrientes en tres categorías en relación a la
velocidad de liberación del nutriente, después de aplicado, bajo condiciones controladas de
incubación (25°C y 80% de la humedad aprovechable): entrega rápida, libera una cantidad
mayor al 60% en los primeros 7 días; entrega moderada, libera una cantidad mayor al 60% en
un periodo de 28 días; entrega lenta, libera una cantidad menor al 60% en un periodo de 28
días. Respecto a la tasa de entrega neta, se pueden clasificar en baja tasa, entrega menos
del 30% del nutriente contenido; de entrega media, entrega entre el 31 y 60% del nutriente
contenido; de entrega alta, cuya entrega es mayor al 61% del nutriente contenido.
De la figura 8.4 (izquierda) se puede desprender que los fertilizantes nitrogenados con
registro orgánico y como promedio de los 3 suelos evaluados, solo el salitre sódico y Pro
Grow presentan una entrega rápida, en tanto que los fertilizantes Fertil, Ilsa Drip, y Purely
Lysine, presentan entrega moderada. Por su parte, el compost, la harina de lupino y el
Fertichem presentan una lenta entrega de N. Del mismo modo, de la figura 8.4. (derecha) se
desprender que los fertilizantes nitrogenados con registro orgánico Pro Grow, Purely Lysine,
salitre sódico e Ilsa Drip, presentan una alta tasa de entrega Neta de N, en tanto que los
fertilizantes Fertil, harina de lupino y Fertichem presentan una tasa de entrega neta media. El
compost por su parte, presentan una baja tasa de entrega neta de N.
Por ello las enmiendas orgánicas como el compost, vermicompost y bokashi no son
consideradas fertilizantes propiamente tal, en la agricultura con criterios agroecológicos, ya
que su función principal es aumentar la actividad biológica y mejorar la estructura del suelo y
es secundario el aporte de nutrientes.
La tasa de entrega neta de nutrientes permite definir dosis a emplear de cada producto,
cuando se compara con algún producto de referencia cuyo efecto y dosis de aplicación es
conocido en un cultivo. Por ejemplo, si un productor convencional ha comenzado un sistema
de producción orgánica, y anteriormente usaba una dosis de 90 kg de N como urea, pero
ahora quisiera emplear, por ejemplo, el producto Pro Grow (13% de N), la dosis del producto
Pro Grow sería de 525 L/ha y se determina empleando la ecuación 3.
Ecuación 3.
El uso de enmiendas orgánicas en forma paulatina y frecuente en cada ciclo cultivo permite
aumentar el contenido de materia orgánica del suelo, como ha sido evidenciado por diversos
investigadores (Cherney et al., 2002; Clark et al., 1998; Hirzel et al., 2009). Las aplicaciones
puntuales de estas enmiendas (por ejemplo, una aplicación en un periodo de 5 años) no
logran dicho incremento, puesto que una vez que se ha realizado la aplicación de cualquiera
de estas enmiendas, el carbono orgánico aportado es asimilado paulatinamente por la
biomasa microbiana del suelo, y aproximadamente 2/3 de este carbono son perdidos como
producto de la respiración microbiana. Finalmente, solo 1/3 del carbono ingresado contribuye
a aumentar el contenido de materia orgánica, por lo cual el aumento final en el suelo es muy
bajo. A modo de referencia se puede señalar que la aplicación de 10 t/ha de una enmienda
orgánica en estado fresco con 30 a 50% de humedad, e incorporada en los primeros 20
cm de suelo, genera un aumento de materia orgánica de 0,06 a 0,12%, según la densidad
aparente de este suelo, y una vez que se ha logrado la completa incorporación y humificación
de dicha enmienda (periodo posterior a 1 año calendario).
Para estimar la dosis de enmienda orgánica necesaria de aplicar para generar un aumento
determinado en el contenido de materia orgánica del suelo, dado la dinámica de los procesos
biológicos del suelo, se puede emplear las ecuaciones 4 y 5, que se presentan a continuación
(Hirzel, 2008):
Ecuación 4.
Donde:
MO = materia orgánica
DA = densidad aparente del suelo.
PDM = profundidad de muestreo del suelo en el que se determinó el contenido de materia
orgánica (profundidad en la cual estima la incorporación de la enmienda).
Ef = 1/3 de lo aplicado que corresponde a la eficiencia estimada de aporte neto de
la materia orgánica agregada al suelo, posterior a la asimilación del C ingresado
por la biomasa microbiana.
Ecuación 5.
Donde:
MO = materia orgánica
EMD = enmienda orgánica a utilizar.
H° = humedad de la enmienda a utilizar.
10000 = factor de corrección de unidades.
Para aquellas situaciones en las cuales se utilizan dosis definidas de enmiendas orgánicas,
el aumento en el porcentaje de materia orgánica del suelo se puede estimar utilizando la
ecuación 6 (Hirzel, 2008).
Ecuación 6.
Aumento de la MO del = Dosis EMD (t/ha) × %MO EMD × (100 - %Hº) × 0,33
suelo (%) DA (g/cc) × PDM (cm) × 10 000
Donde:
MO = materia orgánica
EMD = enmienda orgánica a utilizar.
H° = humedad en la enmienda a utilizar.
DA = densidad aparente del suelo.
Así por ejemplo, si un/a agricultor/a aplica 15 t/ha de compost con 60% de humedad y 30% de
materia orgánica, incorporado en los primeros 20 cm de un suelo cuya densidad aparente es
de 1,2 g/cc, el aumento en el porcentaje de materia orgánica (ecuación 6) sería el siguiente:
En este ejemplo, el aumento en el porcentaje de materia orgánica del suelo, una vez
que ha ocurrido la transformación microbiana de la materia orgánica agregada, es de
aproximadamente 0,025%, lo cual no se detecta visualmente y es muy difícil de detectar con
un análisis químico de suelo de rutina.
Cabe destacar que antes de calcular la dosis de enmienda orgánica a utilizar para una
situación determinada, se debe contar con un análisis de la partida inicial, dada su alta
variabilidad en contenidos de humedad, materia orgánica y contenido de nutrientes.
Comentarios finales
El sistema suelo-planta es un medio interactivo en el que ambos se benefician, principalmente
de la interacción raíces y biomasa microbiana del suelo. Por lo tanto, es de suma importancia
entender los procesos involucrados en esta interacción y, de esta forma, realizar los manejos
agronómicos que permitan el aumento de la biomasa microbiana benéfica, destacando entre
ellas, la aplicación de enmiendas orgánicas y otras fuentes de carbono, que entregan energía
para la actividad de cadenas tróficas que dan vida al suelo.
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Capítulo 9
Manejo del recurso hídrico en sistemas con base
agroecológica
Para comprender entonces las dimensiones que tiene el agua en la sociedad actual, la
economía y la inseparable vinculación de esta con la conservación del medioambiente, es
importante analizar la declaración expuesta en la Conferencia Internacional sobre el Agua y el
Medioambiente realizada en Dublín en el año 1992 (CIAMA, 1992):
El agua dulce es un recurso finito y vulnerable, esencial para sustentar la vida, el desarrollo
y el medioambiente.
El desarrollo y manejo del agua deberían ser participativos, involucrando a planificadores y
a formuladores de políticas en todos los niveles.
La mujer desempeña un papel fundamental en la provisión, manejo y protección del agua.
El agua tiene un valor económico en todos los usos de esta que compiten entre sí y
debería reconocerse como un bien económico.
1
Consultor privado en recursos hídricos, teledetección y agroclimatología. Consultor. cgabrielg67@gmail.com
Con este enfoque, el agua se concibe como aquella herramienta que permite un desarrollo
equilibrado entre la actividad agrícola y la conservación del medioambiente (ecología).
De esta forma, la importancia que tiene el riego en sí y el manejo del agua en la producción
agrícola queda en evidencia al profundizar en la relación que existe entre el rendimiento
alcanzado en virtud de las características propias del cultivo, por ejemplo, entre plantas C3
y C4, la demanda atmosférica dada las condiciones del clima expresado como déficit de
presión de vapor y la transpiración directa desde las hojas de acuerdo con lo propuesto por
Tanner y Sinclair (1983). Los rendimientos agronómicos, financieros y la optimización de
costos de producción, obtenidos por el cultivo, estarán determinados en parte por la relación
entre la lámina de agua aplicada y los requerimientos hídricos propios de cada cultivo.
Esta sutil diferencia de perspectiva lleva a comprender el rol del agua como parte de un
sistema más amplio al estrictamente productivo: un rol en un frágil equilibrio y transversal
a todos los procesos naturales de los que la agroecología se hace cargo. El uso del agua
en el riego es asimilado como un eslabón del sistema, con el mismo valor de aquellos roles
que desempeña en el resto del ciclo hidrológico. Una manera de comprender la extensión
y alcances del sistema en el que se inserta el riego como una actividad antropogénica es
analizando el ciclo natural del agua.
Existen múltiples representaciones con variados niveles de detalles del recorrido que sigue
una partícula de agua en sus estados físicos por los distintos niveles de la geografía. Del
conocimiento de estos procesos dinámicos y transformativos, que dan origen a un ciclo
de escala global, se desprenden las prácticas cotidianas del uso del agua en un contexto
agroecológico, permitiendo aplicar criterios agronómicos inocuos con la ecología del agua,
entendiéndose por este concepto sus propiedades, sus ciclos, su vínculo con los seres vivos
y los ecosistemas y su uso en las diversas actividades de los seres humanos, así como
comprender de mejor forma las estrechas vinculaciones que existen entre las interacciones
dinámicas de suelo-agua-planta-atmósfera.
En la Figura 9.1. se muestra una representación detallada del ciclo natural del agua, sobre
la cual se observan los tres estados que la componen. La perspectiva agroecológica del uso
del agua considera que el riego es un elemento que se inserta por acción humana a este
ciclo, generando necesariamente un efecto en su equilibrio natural. Lo propio realizan otras
actividades de la sociedad, tanto consuntivas y no consuntivas, como la industria, la minería,
la generación de electricidad. Sin embargo, hay que tener en cuenta que entre un 70% y
un 75% del agua global utilizada por el hombre es destinada a la producción agrícola y que
esta proporción llega casi a un 95% en algunos países en desarrollo. Estas cifras se explican
mejor sabiendo que se necesitan alrededor de 3 mil litros de agua para producir el alimento
diario que requiere una persona, o que para producir 1 kg de cereal se requieren 1.500 litros.
También se estima que la producción de alimentos de regadío aumentará un 8% en el año
2050, pero la cantidad de agua utilizada por la agricultura se incrementará solamente un
10%, gracias a las mejoras en las prácticas de riego (IBID). El agua sustenta todas las formas
de vida y su escasez da lugar a grandes desequilibrios agroecológicos que provocan una
pérdida de servicios ecosistémicos (Barron, 2009).
El análisis de estos procesos muestra que cualquier cambio o intervención que se ejerza
en ellos producirá un efecto en algún punto del ciclo. Esto debe ser considerado como
una premisa esencial en el uso del agua bajo un contexto agroecológico. Por ejemplo, al
extraer agua desde un lugar para regar en otro, se producirá un desequilibrio en el primero,
cuya envergadura dependerá de la fragilidad de su balance hídrico. Este fenómeno se ha
observado a gran escala en algunas localidades y valles de la zona centro norte de Chile,
generando conflictos que han afectado gravemente la exportación de un cultivo emblemático
como es el palto en Petorca, donde los requerimientos hídricos no se condicen con la
disponibilidad de agua (Heselaars, 2018). Este desequilibrio en el uso del agua se observa a
escala predial en muchos lugares de las zonas de riego en Chile, provocando disminución de
la disponibilidad de agua en los sistemas productivos, además de los ecosistemas naturales
cuyo abastecimiento es deficitario debido a la sobreexplotación de estas fuentes.
Figura 9.2. Balance hídrico superficial en torno a la zona radicular de las plantas. Fuente: Allen, et al., 1998.
En la medida que una eventual y única fuente de agua, como por ejemplo la lluvia o
precipitaciones, no sea suficiente para el desarrollo de un cultivo, se debe considerar el
aporte de agua de manera artificial a través del riego. Por otra parte, el cambio desde un
hábitat natural a prácticas de agricultura convencional intensiva significa un incremento en
escurrimiento superficial (bajo condiciones de desnivel de suelo), en periodos que el suelo
está descubierto, lixiviación y riesgos de contaminación. Esta contaminación, generalmente
difusa, por aplicación de fertilizantes y pesticidas, es también una fuente potencial de
contaminación de los recursos hídricos (Troiano et al., 1993).
De esta manera el cálculo de está lámina de agua a reponer en un cultivo se expresa como
se indica en la ecuación 1.
Ecuación 1.
ETo
Lr = Kc
Efs
Donde:
Lr es la lámina de riego a aplicar expresada en mm/día
Kc es el coeficiente cultivo función de la especie y estado fenológico
ET0 es la evapotranspiración de referencia expresada en mm/día
Efs es la eficiencia del sistema
A modo de referencia, en el Cuadro 9.1. se presenta una tabla con rangos de valores de Kc
para alguno de los cultivos de la región según su estado fenológico y en el Cuadro 9.2., la
eficiencia asociada a cada método de riego, según lo propuesto por la Comisión Nacional de
Riego (CNR).
Cuadro 9.1. Valores de Kc referenciales para algunos cultivos de la Región de Los Ríos según estado
fenológico.
Tipo de cultivo Valor mínimo Valor máximo
Hortalizas 0,50 1,15
Papa 0,75 1,15
Remolacha azucarera 0,35 1,20
Frejoles, lentejas, habas 0,50 1,15
Maíz (grano y dulce) 0,35 1,20
Empastadas 0,40 1,20
Fuente: Modificado de Allen et al., 2006.
Dependiendo del caso, para algunos frutales mayores es conveniente ajustar esta expresión
a una fracción del marco de plantación, que por lo general no supera el 70% a 75%
dependiendo del estado de crecimiento, desarrollo y manejos agronómicos, recubrimiento
de la canopia o índice de área foliar (IAF). Para que los métodos de riego y el uso del agua
alcancen niveles de máxima optimización y eficiencia, los valores de Kc han sido tabulados
en diversas publicaciones científicas y técnicas, o se pueden consultar directamente en las
tablas de la publicación número 56 titulada: Evapotranspiración del cultivo: guías para la
determinación de los requerimientos de agua de los cultivos de la FAO (Allen et al., 1998).
Los centros de investigación de diversas universidades del país desarrollan trabajos dirigidos
a establecer estos valores para nuevas variedades y escenarios en condiciones determinadas
por los efectos del cambio climático. Aunque este es un tema que no se aborda directamente
y en detalle en esta publicación, se recomienda profundizar conocimientos dada la gran
importancia que tiene para el desarrollo de la agricultura sustentable del país y muy
especialmente si el enfoque productivo es en un contexto agroecológico.
Los parámetros medioambientales que se registren en las EMA son esenciales para
comprender diversos procesos bióticos que se desarrollan en el entorno, además permiten
tener una adecuada aproximación de la evapotranspiración de referencia (ETo). Para ello, la
estación requiere medir y registrar a lo menos la humedad relativa, disponer de un piranómetro,
un anemómetro en lo posible instalado a 2 metros de la superficie y un termómetro que
registre temperaturas máximas y mínimas. Su instalación por lo general es rápida y sencilla y
en algunos casos su funcionamiento depende simplemente de una batería de 9 Volt del tipo
larga duración o un pequeño panel fotovoltaico que le proporcione la energía suficiente para
operar con bastante autonomía. La mayoría de estos equipos permite almacenar los datos,
lo que facilita mucho el proceso de análisis y procesamiento de la información, y en algunos
casos son capaces de transmitirlos a una estación desde la que se descargan vía puerto
USB directamente a un computador. Finalmente se sugiere que la instalación sea en un lugar
representativo del sistema productivo, en lo posible protegido por un cierro perimetral y con
un protocolo de mantención y limpieza periódico. La ventaja de contar con esta información
las hace muy interesantes para grupos de agricultores/as que, teniendo dificultades para
disponer de una estación agrometereológica a nivel predial, podrían adquirirlas e instalarlas
en zonas donde sus datos les puedan ser de utilidad a varios/as de ellos/ellas. La operación
de la estación podría estar a cargo del equipo técnico asesor, quienes además difundirían la
información vía redes sociales o canales de comunicación online.
La tasa de riego diaria a aplicar será la Lr la lámina de riego a aplicar (mm/día) considerando
el aporte de las precipitaciones y del contenido de humedad que tiene el suelo.
La presencia de suelos profundos como los existentes en gran parte del valle central y
precordillera de la Región de Los Ríos y de Los Lagos, facilitan la retención de humedad
y muchas veces favorecen el aporte de acuíferos subterráneos en momentos de máximo
requerimiento. Esta condición es propicia para el establecimiento de especies con
enraizamiento profundo, y en algunas oportunidades, con un subsolado se eliminan estratas
compactadas (pie de arado) causadas frecuentemente por sobre laboreo. Al romper estas
estratas se facilita la infiltración, se eliminan problemas de drenaje, se disminuye la escorrentía
superficial y se incrementa la capacidad de retención de humedad del suelo al aumentar la
profundidad efectiva. Cultivos con una mayor exploración radicular podrán adaptarse mejor a
estas condiciones y requerirían un menor suministro de agua a la forma de riego.
Las zonas de vega, distribuidas en una vasta zona agrícola del país, corresponden a áreas
que se insertan dentro de los cauces de quebradas, con escurrimiento intermitente, y en
el fondo de ellas se ha depositado relleno sedimentario poco consolidado y saturado en
el cual se desarrolla un acuífero que alimenta directamente la vegetación (Alegría y Lillo,
2015). Estas áreas, muy frecuentes de encontrar en las zonas centro sur y sur del país,
son una buena opción para la producción de cultivos con un consumo de agua algo mayor.
La topografía y su proximidad a cauces con variaciones de caudal en la época de lluvias,
mantienen estas áreas en saturación, dificultando su manejo durante los meses de invierno
(Foto 9.2.). Una vez que esta condición cambia, el descenso del nivel freático se combina con
un aumento en la producción natural de forraje y un eventual uso con cultivos escardados
establecidos en asociaciones de cereales, hortalizas y leguminosas. Se trata de áreas con
una elevada fertilidad natural producto de la sedimentación de limos depositados por el cauce
en épocas de crecidas. Poseen normalmente un mayor contenido de materia orgánica, la
que en presencia de oxígeno es mineralizada por parte del complejo de microorganismos
mineralizadores del suelo, quedando disponible sus nutrientes para los cultivos en desarrollo.
Foto 9.2. Vegas saturadas durante parte del año, que se utilizan de primavera a principios de otoño.
En este tipo de potreros y con manejo agroecológico se suelen construir camellones y mesas
altas a las cuales se les incorporan importantes cantidades de materia orgánica. Este manejo
ayuda a una adecuada aireación en la zona de desarrollo de raíces evitando anoxias y sus
efectos negativos. Además, la materia orgánica permite mejorar la estructura del suelo, con
esto se incrementa la retención de humedad.
Dada las características climáticas reinantes en algunas zonas del sur del país, es posible
aprovechar con fines de riego algunos eventos pluviométricos que ocurren en la temporada
de crecimiento de los cultivos. Este concepto, que puede parecer muy obvio, se sustenta en
las siguientes ideas:
Las obras asociadas a la conservación y control de la erosión del suelo con pendientes
mayores al 2%, permiten el manejo de la escorrentía superficial con fines de riego. Los
métodos existentes crean las condiciones apropiadas para regular o interceptar el flujo
superficial, proveniente de laderas o incluso la propia infraestructura vial, que se puede
acumular en las depresiones del terreno y/o alcanzar velocidades excesivas, causando
la erosión del suelo. Las técnicas de conservación de suelos que a menudo se emplean
para drenaje, el control de la erosión y conservación del agua, son las que se mencionan a
continuación (Salgado, 2000):
Los acumuladores de agua pueden ser de diferente naturaleza como el de tipo australiano
que son construidos en hormigón y acero corrugado. Estos materiales permiten que la unidad
de volumen acumulado se asocie a menores costos si se comparan con otras soluciones
como fibra de vidrio. También, pozos zanjas o microcuencas (la topografía se aprovecha
pudiendo construir un muro y posteriormente impermeabilizar estas estructuras con geo-
membrana HDPE de alta resistencia). Si bien este tipo de materiales es bastante inocuo con
el medioambiente mientras está en uso, es recomendable adoptar medidas para reciclarlo una
vez que cumpla su vida útil. Esta clase de estructuras, dependiendo del volumen que permitan
almacenar, pueden ser utilizadas como acumuladores de temporada al reservar cantidades
importantes de agua durante los períodos de lluvia para ser usada en períodos secos.
Un buen ejemplo son las zonas de amortiguación agroforestales (ZAA), que son una práctica
colectiva de conservación y mitigación de los efectos de contaminación del recurso hídrico,
correspondiente al ordenamiento territorial a nivel de paisaje, al interior de una cuenca,
con el propósito de conservar este recurso. Son zonas que se encuentran anexas a la red
de drenaje de estas unidades geográficas, son cuidadosamente diseñadas para que, junto
con considerar el manejo predial, se acoplen a los cuerpos de agua para filtrar y disminuir
los aportes de sedimentos, materia orgánica y nutrientes, provenientes de actividades
agropecuarias, manteniendo y mejorando así la salud y calidad de las cuencas hidrográficas.
En Figura 9.4 se puede ver el diseño general de una zona de amortiguación agroforestal,
adaptado de Bongard et al. (2010), la cual funciona como una zona buffer entre el área de
producción agropecuaria y los cauces naturales de la cuenca.
Figura 9.4. Diseño general de una zona de amortiguación agroforestal. Fuente: Adaptación propia.
La escorrentía superficial proveniente de las zonas de producción, que contiene los potenciales
elementos contaminantes utilizados en la agricultura, es interceptada por vegetación densa
y baja evitando su movimiento hacia el cauce. El área a continuación contempla vegetación
arbustiva con sistemas radiculares profundos que favorecen la percolación hacia los acuíferos
subterráneos desde la zona de recarga y finalmente son las especies forestales de gran
tamaño que ejercen una función de estabilización del área directa de influencia del cauce
evitando procesos erosivos. Estas zonas de amortiguación pueden ser perfectamente
productivas en la medida que las especies utilizadas en su diseño proporcionen productos
comercializables o igualmente productivas, por ejemplo, de materias primas para otros
procesos, elaboración de biofertilizantes o biopesticidas, alimentación de ganado, etc.
Finalmente, algunas consideraciones que se deben tener presentes en el manejo del agua de
riego incorporando criterios agroecológicos (Núñez, 2000):
No regar con poca agua y con demasiada frecuencia. El riego, cada cierto tiempo, debe
ser profundo evitando el exceso de humedad para que no se desarrollen enfermedades,
anaerobiosis y lavado de nutrientes.
Se sugiere no regar en horas de calor, para evitar que se produzcan pérdidas excesivas
por evaporación. Lo óptimo es aplicar el agua temprano en la mañana como límite hasta
media mañana.
Comentarios finales
El agua, como elemento vinculante para la vida, en cualquiera de sus formas, juega un rol
preponderante en la agroecología y en el ambiente social; en gran medida sus resultados
dependerán de la gestión que se haga de este recurso.
La dimensión holística de la optimización y uso eficiente del agua para riego queda de
manifiesto al entender los factores medioambientales que inciden en la evapotranspiración
vegetal.
Los rendimientos alcanzados por los cultivos están determinados, entre otros factores, por la
interrelación que existe entre suelo-agua-planta-atmósfera.
El rol del agua en un modelo agroecológico se entiende mejor al conocer su ciclo natural, su
balance hídrico en torno al cultivo y la cuenca como unidad de decisión en su gestión.
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Capítulo 10
Manejo ecológico de insectos y ácaros plagas
1
Instituto de Investigaciones Agropecuarias, Centro Regional Intihuasi. claudio.salas@inia.cl
2
AgroCircular, Coquimbo, Chile. alejandro.layana@agrocircular.com; vperez@userena.cl
traen asociados altos costos ambientales y sociales. Sin ir más lejos, en Chile existe
evidencia epidemiológica de varias regiones respecto de la exposición a plaguicidas y sus
efectos en la salud poblacional, que evidencian que los niveles de exposición en población
general y ocupacional son superiores a los encontrados en estudios internacionales
(Zúñiga-Venegas et al., 2021).
¿Cómo satisfacer las crecientes demandas alimenticias sin perder de vista las nuevas
exigencias mencionadas? La agroecología es una alternativa que permite satisfacer las
demandas crecientes de alimentos, así como también las demandas ambientales y sociales.
En el caso específico del manejo de plagas, para entender la complejidad de la transición
desde sistemas convencionales a los de base agroecológica, se debe asumir que hoy los/
as agricultores/as, como cita Bale et al. (2008), son pesticida dependientes, pues basan
sus acciones de control exclusivamente en estos agroquímicos eficaces en eliminar
los organismos plagas que causan pérdidas económicas en sus cultivos. El manejo
agroecológico de plagas, en cambio, se fundamenta en el uso de herramientas alternativas
y conocimientos ecológicos, a veces poco dominadas por los/as agricultores/as e incluso
en algunos casos por los/as especialistas agrícolas. En este sentido, existe entre los/
as agricultores/as y técnicos/as buen reconocimiento de los organismos plagas, tanto en
el rubro hortícola como en el rubro frutícola. Sin embargo, cuando se les consulta sobre
enemigos naturales y el rol que poseen en los procesos ecológicos, muy pocos/as responden
de forma correcta, evidenciando la necesidad de contar con fuentes de información técnica
que les sirvan de apoyo y consulta.
En el presente capítulo se exponen los antecedentes más relevantes para llevar a cabo
estrategias ecológicas que favorezcan los mecanismos de regulación natural con miras a
mitigar las poblaciones de plagas.
El control biológico natural posee la ventaja de no causar efectos adversos al ambiente. Esto
ha adquirido gran relevancia entre los nuevos consumidores, personas informadas con una
percepción cada vez más aguda al uso excesivo de plaguicidas en la producción agrícola.
Su desventaja es que requiere unos conocimientos adecuados para su buen accionar y no
actúa rápido como están acostumbrados/as los/as agricultores/as quienes son, como se dijo
anteriormente, pesticida dependientes.
Otro factor que influye negativamente en el accionar de los agentes de control natural en los
campos chilenos, y que muchas veces no es considerado, corresponde al desconocimiento
por parte de los/as agricultores/as y técnicos/as respecto de su correcta identificación y
requerimientos alimenticios en estado adulto. Algunos de los fundamentos para favorecer el
control biológico natural en sistemas agroecológicos se exponen en la Figura 10.1.
Los parasitoides son insectos que se desarrollan sobre o dentro de su hospedero, pudiendo
ser clasificados por tanto como: ectoparasitoides o endoparasitoides, respectivamente
(Sampaio, 2009). A diferencia de los depredadores, los parasitoides requieren solo de un
hospedero para completar su ciclo biológico, causando su muerte al completar su ciclo.
Los parasitoides utilizan específicamente una de las fases de desarrollo de su hospedero,
existiendo por tanto categorías de parasitoides: de huevos, de larvas o pupas. La fase adulta
también es utilizada por especies parasitoides como hospederos, pero en menor proporción.
Algunas de las familias de parasitoides más conocidas como agentes de control biológico
corresponden a: Trichogramma, Braconidae, Eulophidae, Ichneumonidae que pertencen al
orden Hymenoptera y Tachinidae al orden Diptera. (Foto 10.2.).
Los generalistas gastan menos energía en buscar comida, ya que aceptan fácilmente la
mayoría de los alimentos que encuentran. Por el contrario, los especialistas dedican más
tiempo y energía a la búsqueda de alimentos (IBID). En el ámbito del control biológico esto
también reviste importancia, ya que se debe considerar para realizar modificaciones en el
hábitat y así favorecer los requerimientos de estos agentes de control natural.
El manejo o manipulación del hábitat se ha utilizado como estrategia para minimizar la presión
de plagas en la agricultura, a través de la mejora de la aptitud de los enemigos naturales por
la presencia de diversidad funcional (González-Chang et al., 2019). A continuación, diferentes
tipos de gestión del hábitat para favorecer el accionar de agentes de control natural:
Plantas insectario
Para cumplir su rol ecológico en estado adulto, como por ejemplo sírfidos, coccinélidos y
crisopídeos, muchos agentes de control natural requieren de fuentes de energía, como lo
son los azúcares encontrados en los nectarios de las flores. Una de las principales fuentes
de obtención de azúcares en los agroecosistemas corresponde a la mielecilla o melaza
producida por la excreción de insectos hemípteros que se alimentan del floema, como
pulgones, chanchitos blancos y mosquitas blancas (Hemípteros). Sin embargo, estudios
recientes han demostrado que el uso de insecticidas sistémicos en la agricultura como los del
grupo químico de los neonicotinoides han provocado que esta importante fuente de azúcares
(mielecilla) se encuentre contaminada, causando la muerte de depredadores (Calvo-Agudo
et al., 2019). De ahí que resulta fundamental para el manejo agroecológico de plagas
favorecer la flora funcional en el agroecosistema (espontánea o establecida) para satisfacer
las demandas nutricionales y restaurar los mecanismos de regulación natural; reemplazando
o añadiendo diversidad funcional a los sistemas existentes es posible ejercer cambios que
favorecen la abundancia y la eficacia de los enemigos naturales de distintas formas (Altieri
y Nicholls, 2010). Esto debe llevarse a cabo a través de la incorporación de flora funcional,
plantas con flores que atraen y mantienen con sus recursos de néctar y polen y una
población de enemigos naturales (Parolin et al., 2012; Landis et al., 2000). Estas fuentes
florales proveen la energía necesaria para: la supervivencia, el mantenimiento, la maduración
de óvulos y la dispersión a través del vuelo de adultos, incrementando la efectividad de los
controladores biológicos en el campo (Gurr et al., 2005, Van Lenteren et al., 1987). En esta
Estudios entomológicos indican que los agroecosistemas ricos en flora funcional, como
los que se aprecian en la Foto 10.3, poseen mayor prevalencia de enemigos naturales
de la familia Syrphidae (Diptera) (Salas y Portilla, 2020) y menor incidencia de plagas,
principalmente debido a la mayor abundancia y eficiencia de depredadores y parasitoides
(Altieri y Nicholls, 2010).
Foto 10.3. Disposición de flora funcional en la producción de hortalizas. Pan de Azúcar, Región de
Coquimbo, Chile, 2020.
Una de las condiciones indispensables para favorecer el control biológico natural es disponer
de flora funcional que florezca secuencialmente a lo largo de todo el año, de forma tal que
haya continuidad en los recursos alimenticios, manteniendo cerca de los cultivos a los
enemigos naturales. Por esto, es muy importante seleccionar plantas que florezcan durante el
invierno cuando hay escasez de plantas en flor en los campos de cultivo (Salas, 2019).
Los criterios de selección más importantes utilizados por Salas (2019), para identificar qué
plantas pueden ser potencialmente útiles para atraer y mantener a los enemigos naturales
clave de plagas agrícolas, serían las siguientes:
adaptación a la zona;
que no sean reservorio de plagas o enfermedades;
que ofrezcan polen y néctar de calidad;
que ofrezcan refugio;
floraciones tempranas y
color y tamaño acorde a los enemigos naturales
Los cultivos trampa corresponden a aquellas plantas que son establecidas para atraer
insectos u otros organismos como nematodos con el fin de proteger al cultivo principal de
su ataque (Hokkanen, 1991). Shelton y Badenes-Perez (2006) amplían la definición de
cultivos trampas y los señalan como aquellas plantas que, por sí mismas o a través de la
manipulación, son utilizadas para atraer, interceptar y/o retener insectos plagas, con el fin
de reducir el daño del cultivo principal, desviando la atención de dichos insectos. El principio
de esta estrategia preventiva se basa en el hecho de que todas las plagas presentan
preferencias por determinadas plantas, cultivares o estado fenológico del cultivo. De esta
forma, la presencia de un segundo cultivo cercano al cultivo principal podría atraer una plaga,
que de otra manera atacaría a este último (Hokkanen, 1991).
Al utilizar esta práctica de manejo del hábitat para reducir el efecto negativo de los insectos y
ácaros plagas, se debe considerar lo siguiente (Reddy, 2017):
Foto 10.4. Berenjena (Solanum melongena ) como cultivo trampa para la atracción de mosquita blanca
Bemisia tabaci (Hemiptera: Aleyrodidae) de los invernaderos, en la producción comercial de tomate Cherry.
Pan de Azúcar, Región de Coquimbo, 2018, Chile.
Esta práctica puede incluir el cultivo simultáneo de distintas plantas trampas asociadas al
cultivo principal para manejar múltiples plagas. Además, estas especies pueden cultivarse
antes o después del establecimiento del cultivo comercial, si ello permite mayor eficiencia
(Foto 10.4.).
Al respecto, Ratnadass et al. (2011) realizaron una revisión de diversos estudios sobre la
contribución de la diversidad de plantas para el manejo sostenible de plagas y enfermedades.
Ellos señalan diez experiencias exitosas asociadas al uso de cultivos trampa, destacando
el estudio de Badenes-Perez et al. (2005), quienes demostraron que la utilización de la
especie Barbarea vulgaris como cultivo trampa (brassica bienal conocida como hierba de
santa Bárbara) redujo el nivel de infestación de la polilla dorso de diamante Plutella xylostella
(Lepidoptera: Plutellidae) en campos cultivados con brassicas. De la misma forma, Reddy
(2017) indica que el cultivo principal coliflor, intercalado con girasol, tomate y caléndula como
cultivos trampa, fue eficaz en la disminución del nivel poblacional de pulgones y en aumentar
la presencia de sus enemigos naturales.
Un estudio realizado por Walgenbach (2018) demostró que establecer un cultivo de calabazas
en el contorno de un cultivo de tomate redujo el nivel de infestación de la mosquita blanca
y, en consecuencia, se registró menor incidencia del virus del rizado amarillo del tomate
(TYLCV) en tomate, en comparación a un monocultivo de tomate.
Los cultivos barrera, por su parte, consisten en establecer un cultivo secundario dentro
o alrededor de un cultivo principal con el fin de impedir, limitar, obstaculizar e interferir su
colonización con organismos plagas. Se utilizan plantas de tallo alargado y crecimiento
recto como el sorgo, maíz, trigo, cebada y girasol, que han demostrado su efectividad en la
prevención de la dispersión de pulgones hacia el cultivo principal, o bien, en la disminución
de la infectividad de estos, reduciendo la propagación de enfermedades asociadas a virus no
persistentes (Hooks y Fereres, 2006). Las plantas (o cultivos) barreras protegen a los cultivos
de la invasión de insectos plagas, no solo como una barrera física, sino también son capaces
de atraer a sus enemigos naturales y/o bien actuar como un cultivo trampa al sintetizar ciertos
compuestos secundarios (Pérez Consuegra, 2004; Hooks y Fereres, 2006).
Existe evidencia de que algunas plantas pueden presentar un efecto repelente para una plaga
específica y al mismo tiempo atraer a otras, por lo tanto, no es recomendable generalizar el
efecto de las plantas repelentes para un complejo de plagas y deben ser utilizadas según la
plaga objetivo (Ratnadass et al., 2011), este es el caso de la caléndula (Foto 10.5.) la cual
tiene efecto de repelencia sobre Tuta absoluta (Lepidoptera: Gelechiidae) y atracción sobre la
chinche depredadora Tupiocorius cucurbitaceus (Hemiptera: Miridae).
Foto 10.5. Disposición de caléndula (Calendula officinalis ) como cultivo repelente-atrayente en producción
de tomates en invernaderos. Canto del agua, Región de Atacama, 2018, Chile.
Cultivo Planta
principal compañera Plaga regulada Mecanismo de acción
Repollo Tomate Polilla de la col (Plutella xylostella) Efecto repelente, interferencia
localización
Maíz Habas-zapallo Pulgones, arañita bimaculada Aumento de enemigos naturales
(Tetranychus urticae)
Brássicas Poroto Pulgón de la col (Brevicoryne Mayor depredación y alteración del
brassicae) comportamiento de ovoposición
Maíz Poroto Gusano cogollero (Spodoptera Aumento de enemigos naturales e
frugiperda) interferencia con la colonización
Melón Trigo Pulgón del durazno (Myzus Interferencia dispersión de pulgón
persicae)
Manzana Phacelia sp, Escama de san José (Aspidiotus Parasitismo
Eryngium sp perniciosus), pulgones
Cebada Alfalfa Pulgones Depredación
Ajo Tagete spp. Trips Efecto trampa
Solanaceas, Tagetes erecta y Nemátodos (Meloidogyne spp) Efecto trampa
brassicas, Tagetes patula.
cucurbitaceas
Brassicas Capuchina Pulgones Efecto trampa
Brassicas Anís Pulgones Aumento de enemigos naturales
Brassicas Salvia y tomillo Polilla de la col (Plutella xylostella) Menor ovoposicións
Papa Cilantro Arañita bimaculada (Tetranychus Efecto repelente
urticae)
Cebolla Puerro Mosca de la cebolla (Delia antiqua) Efecto disuasivo
Brassicas Barbarea vulgaris Polilla de la col (Plutella xylostella) Efecto trampa
Crisantemo Romero Trips de california (Frankliniella Efecto repelente
(Rosmarinus occidentalis)
officinalis)
Zanahoria, Cebolla Pulgón del duraznero (Myzus Efecto repelente
betarraga, persicae)
lechuga, frutilla
Repollo Col (Brassica Polilla de la col (Plutella xylostella) Efecto trampa
oleracea var.
Acephala L.)
Pimiento Girasol Trips de california (Frankliniella Efecto trampa
occidentalis)
Fuente: Reddy (2017), Dover (1986), Ratnadass et al . (2011), Bennison et al . (2001), Mitchell et al . (2000), Funderburk
et al (2018).
Estrategia push-pull
Figura 10.2. Esquema de estrategia push-pull para el manejo de plagas en maíz. Fuente: Adaptado de
Pickett et al ., 2014.
Policultivos
Para que los sistemas de policultivos sean exitosos es indispensable que cada
especie utilizada en la asociación tenga un nicho diferente, con el fin de que exista una
complementariedad y así mejore la utilización y aprovechamiento de los recursos (Gliessman,
2001). De igual forma, hay que considerar que las plantas insectario no deben hospedar
plagas o enfermedades de importancia económica para el cultivo principal (Reddy, 2017).
Cultivos de cobertura
Foto 10.6. Trébol rosado (Trifolium pratense ) como cultivo de cobertura en producción de frutales. La
Palma, Quillota, Región de Valparaíso, Chile. 2019.
Resulta fundamental mantener un suelo en óptimas condiciones, equilibrado y que sea capaz
de proveer a los cultivos de los macro y micronutrientes necesarios. De acuerdo con Altieri y
Nicholls, (2010), los cultivos con menor fertilización nitrogenada tienden a una mayor capacidad
para resistir el ataque de insectos fitófagos, debido a la menor concentración de nitrógeno
en sus estructuras vegetales. Algunos estudios han demostrado que las plantas de tomate
con elevados niveles de fertilización nitrogenada favorecieron el desarrollo de dos plagas de
gran relevancia económica, la polilla del tomate Tuta absoluta (Lepidoptera:Gelechiidae) (Han
et al.,2014) y de la mosquita blanca Bemisia tabaci (Hemiptera: Aleyrodidae) (Islam et al.,
2017). Los mecanismos metabólicos asociados a la mayor incidencia de estas plagas son el
resultado de la interacción negativa del exceso de fuentes nitrogenadas de origen químico, en
los sistemas de defensa de las plantas, y de una mayor emisión de volátiles por parte de las
plantas, los cuales contribuyen a atraer a las plagas.
Céspedes e Infante (2012), señalan que para aumentar la biodiversidad del suelo en un
agroecosistema con el objetivo de mejorar su calidad y sostenibilidad se deben realizar
algunas prácticas como: recuperar la materia orgánica mediante la elaboración y aplicación
de abonos orgánicos, incorporación de abonos verdes y establecimiento de cultivos de
cobertura. Estas prácticas, sumadas a la sincronización de los cultivos en la rotación, para
evitar suelos descubiertos, reducción de la labranza del suelo, eliminación de las quemas
agrícolas y del uso de compuestos químicos tóxicos permiten mejorar la calidad del suelo y
aumentar el contenido de materia orgánica, lo cual se traduce en el tiempo en una mayor
agregación estable al agua, un aumento en la población de lombrices en el perfil de suelo,
una mayor disponibilidad de nutrientes y un incremento de la biomasa microbiana, lo que
estimula la supresión de enfermedades todo lo cual aumenta el vigor y rendimiento de cultivos
(Céspedes, 2018).
Comentarios finales
Queda un largo camino por recorrer para que prevalezca el manejo ecológico de plagas en la
agricultura chilena. Aún hay mucho que investigar y transferir dado que cada agroecosistema
es único por su ubicación geográfica, tipo de suelo, microfauna, microclima, vegetación, entre
otros factores. Los pasos a seguir, se deben orientar a transitar desde el manejo integrado
de plagas (MIP) hacia estrategias que favorezcan la prevalencia y el accionar de los agentes
de control natural, ya que poseen un rol ecológico crucial en los agroecosistemas. Entregar
antecedentes técnicos que sirvan de consulta sin duda representa un apoyo para avanzar y
cambiar la forma en que hasta hoy se ha llevado a cabo el manejo de plagas.
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Capítulo 11
Manejo de malezas en producción
con base agroecológica
La producción agrícola es afectada por una serie de factores bióticos y abióticos donde
destacan negativamente los primeros, entre los que se incluye a organismos como malezas,
plagas y enfermedades. Las denominadas malezas o especies vegetales no cultivadas o que
afectan los niveles de producción, son ajenas a los cultivos pero ocupan los mismos espacios
e igual nivel trófico, por lo que compiten por agua, nutrientes, luz y espacio entre otros. A esto
se suma el efecto perjudicial en la calidad de ciertos productos agropecuarios, además de ser
huéspedes de plagas y enfermedades, interferir en etapas de cosecha, afectar negativamente
el paisaje y ser alergénicas, en algunos casos.
En términos generales, se estima que las pérdidas anuales ocasionadas por las malezas
en países desarrollados sería suficiente para alimentar a 250 millones a habitantes al año
(Parker y Fryer, 1975), a pesar de toda la inversión que se realiza para disminuir su efecto.
Por esto, desde el inicio de la agricultura, la vegetación espontánea o malezas se ha
considerado como un serio problema y se busca su eliminación, e incluso erradicación, debido
a que su presencia se estima nefasta por requerir y usar los mismos factores productivos
de los cultivos, lo que determina un problema permanente cuando se busca maximizar la
productividad en el corto plazo. Con este propósito, desde la antigüedad se ha usado la
remoción manual y/o mecánica como método de control, pero al aumentar la necesidad de
producir alimentos y con la industrialización de la agricultura, se cambia el uso de la fuerza
humana y animal por fuerza motriz, mejorando la eficiencia en el corto plazo. A pesar de esto,
el mayor éxito aparente llega con la aparición de los herbicidas, alrededor del año 1945. Los
herbicidas destruyen selectivamente las malezas en los cultivos establecidos; de esta forma,
el control químico se transforma en la principal forma de reducir el efecto de estas plantas no
deseadas, lo que fue considerado de gran éxito en la agricultura intensiva convencional, cuyo
fin es maximizar rendimientos con un alto retorno económico en el corto plazo. Sin embargo,
no consideró los posibles efectos perjudiciales al medioambiente.
1
Facultad Agronomía Universidad de Concepción. Sede Chillán. jpedrerosl@udec.cl
El éxito de los herbicidas es alto, tanto en las grandes como medianas y pequeñas unidades
productivas, dada la efectividad en el control, la rapidez de su acción y sus costos por unidad
de superficie. El éxito inicial de los plaguicidas en general (insecticidas, fungicidas, herbicidas,
entre otros), ha provocado su alto uso, muchas veces indiscriminado, lo que es incompatible
con la sostenibilidad medioambiental y económica de más largo plazo, ya que comienzan a
aparecer otros problemas desde el punto de vista técnico, como la aparición de resistencias,
y cambios en la comunidad de malezas, por tolerancia de algunas especies a productos
específicos. La resistencia, que es la selección de plantas o poblaciones de una especie que
no son controladas a dosis agronómicas que originalmente sí lo hacían, y la tolerancia que es
la incapacidad de controlar algunas especies por parte de herbicidas muy efectivos, terminan
en ambos casos produciendo un aumento significativo de nuevas poblaciones de malezas,
que antes no eran importantes. En el Cuadro 11.1. se muestran las malezas de Chile que han
sido reportadas con resistencia a herbicidas. Esto significa que la comunidad de malezas se
adapta en el tiempo y otras especies u otras poblaciones pasan a ser dominantes y muchas
veces con un comportamiento más competitivo que las desplazadas.
El aparente comportamiento exitoso del control de malezas, pero que ha obligado a depender
cada vez más de los plaguicidas, ha motivado el estudio de métodos que no se orienten
al uso de productos sintéticos sino hacia una agricultura más sostenible, donde la visión
del problema sea diferente ya que las malezas deben ser consideradas como parte del
agroecosistema, al igual que las plantas cultivadas, entendiendo claramente sus interacciones
con los otros componentes y cuánto influye la presencia de unas sobre las otras, tanto en el
corto como el largo plazo. Esto lleva necesariamente a un cambio de paradigma, donde es
primordial profundizar el conocimiento de la biología y ecología de todas las malezas que
forman parte del agroecosistema, de modo de prever las posibles alteraciones que sufren
en la composición de las comunidades, cuando el medioambiente tiene cultivos o animales
de mayor interés. Se propone un enfoque más holístico del sistema productivo, donde los
conceptos de control, eliminación o erradicación, sean reemplazados por manejo, que acepta
cierta presencia de este tipo de vegetación hasta niveles tolerables por el cultivo.
las adecuadas, su germinación es escasa (Cuadro 11.2). En el Cuadro 11.3 se puede ver la
cantidad de semillas de malezas reportadas en la capa arable de suelos agrícolas chilenos y
la mayor cantidad de estas cuando la agricultura es más intensiva en otros lugares. Por ello
es claro que las comunidades de malezas responderán diferente a cambios en la preparación
de suelos, a sistemas de riego, a sistemas de labranza, al pisoteo, al clima, a los diferentes
cultivos, al corte o a cualquier sistema de control. Esto determina que siempre habrá alguna
especie favorecida frente a algún estrés medioambiental ya que se han autoseleccionado en
el tiempo, a diferencia de los cultivos que se han fitomejorado para tener altos rendimientos,
pero perdiendo su capacidad de competencia.
Cuadro 11.1. Malezas de Chile que han sido reportadas con resistencia a herbicidas.
Cuadro 11.2. Semillas por planta y sobrevivencia de especies de malezas abundantes en Chile.
Cuadro 11.3. Densidad de semillas de malezas detectadas en capa arable de diferentes suelos de Chile y
promedios de evaluación en Estados Unidos.
Malezas anuales
Las malezas anuales corresponden a aquellas que completan su ciclo de vida, semilla a
semilla, en solo una estación o temporada de crecimiento. Este ciclo puede durar 30 días
o varios meses, dependiendo de la especie. Se reproducen solo por semillas, las que son
producidas en altas cantidades. Son consideradas las malezas más numerosas en los suelos
agrícolas y siempre están presentes en suelos altamente perturbados.
crecen durante el invierno, producen semillas y mueren en verano. Ejemplos de este tipo son
ballica (Lolium perenne ssp. multiflorum), avenilla (Avena fatua) y rábano (Raphanus spp).
También se pueden clasificar por su tipo hoja, las malezas de hoja ancha (o latifoliadas) y
las de hoja angosta, que son gramíneas (o Poaceae), ambas disponen de semillas para
su propagación y son fácilmente controladas mediante el corte en sus primeros estados de
desarrollo. A pesar de ello, la respuesta al corte es diferente entre ambos tipos, ya que las
latifoliadas tienen sus puntos de crecimiento expuestos sobre la superficie, mientras que
las gramíneas tienen su punto de crecimiento algo protegido a ras de suelo (Figura 11.1),
por lo que pueden rebrotar en sus primeros estados y al alcanzar cierto desarrollo; luego el
crecimiento del tallo principal se traslada hacia arriba por el tallo principal en crecimiento,
siendo más fáciles de controlar con cortes, pero de la base pueden salir macollas al tener
condiciones adecuadas de humedad.
Figura 11.1. Ubicación de puntos de crecimiento en malezas anuales, gramíneas (izquierda); latifoliadas
(derecha). Fuente: Adaptado de Pedreros et al., 2011.
Malezas bienales
Las malezas bienales requieren de dos temporadas para terminar su ciclo de semilla a
semilla. Durante la primera etapa, se desarrollan vegetativamente hasta llegar al estado
de roseta y solo emiten tallo floral después de una segunda temporada, al completarse
el requerimiento de horas de frío. En ciertas áreas de bajas temperaturas es posible que
algunas bienales completen sus horas de frío en la primera temporada y se comporten como
anuales, siendo estas bienales facultativas. Una vez iniciado su crecimiento reproductivo,
el tallo floral es capaz de rebrotar al ser cortado ya que el punto de crecimiento está bajo la
roseta (Figura 11.2); pero dependiendo de las condiciones, este tallo será de menor altura y
con menor producción de semillas. Algunos ejemplos: zanahoria silvestre (Daucus carota),
hierba azul (Echium vulgare y E. plantagineum), cicuta (Conium maculatum).
Perennes simples: se reproducen casi exclusivamente por semillas, sin embargo son
capaces de rebrotar desde la raíz (corona); si el sistema radicular pivotante es dañado o
cortado cada trozo de raíz, es capaz de generar otra planta. Ejemplos son: diente de león
(Taraxacum officinale), siete venas (Plantago lanceolata), galega (Galega officinalis).
temperaturas de la zona sur, pero son capaces de pasar el invierno con sus propágulos en
latencia. Entre estas estructuras las más comunes son: los estolones, rizomas, tubérculos,
bulbos, cormos y fragmentos.
Estas malezas son las más complicadas de controlar, ya que pueden rebrotar innumerables
veces, dependiendo del tipo de estructuras vegetativas que tengan y su cantidad. Especies
como pasto bermuda (Cynodon dactylon) y chépicas (Paspalum paspalodes, Pennisetum
clandestinum, Distichlis spicata), tienen estolones sobre la superficie del suelo y rizomas
bajo la superficie; mientras que las chufas (Cyperus esculentus, C. rotundus) tienen rizomas,
bulbos y tubérculos, dependiendo estas dos últimas de la época del año (Cuadro 11.4). Por
lo general, los sistemas de control basados en cortes, cultivadores, rastrajes o cualquier
sistema que produzca daño mecánico, aumentan la diseminación de estas malezas debido
a que los trozos de propágulos originan nuevas plantas independientes. Esto ayudado por
la profundidad que pueden tener sus estructuras vegetativas, ya que mientras mejor sea la
calidad del suelo más profundo estarán.
Entre las malezas perennes, además de las herbáceas, están las que presentan crecimiento
aéreo leñoso o semileñoso, donde hay importantes especies como zarzamora (Rubus
ulmifolius, R. constrictus), espinillo (Ulex europaeus).
Figura 11.3. Puntos de crecimiento de malezas perennes simples (izquierda) y perennes complejas
(centro y derecha).
Cuadro 11.4. Malezas perennes importantes en zona Centro y Centro sur de Chile.
La interferencia es el efecto que se produce entre organismos que se afectan unos a otros, en
malezas puede ser por competencia y alelopatía. La competencia se define como la interacción
entre individuos que tienen similares requerimientos y algún factor de producción comienza
a ser escaso. Por su parte, la alelopatía es el efecto negativo, a veces positivo, que puede
ejercer una planta sobre otra por liberación de sustancias químicas. Como en el campo es
difícil separar la competencia misma del efecto alelopático, se habla más bien de interferencia.
En este proceso interactúan factores bióticos y abióticos que definirán la intensidad de la
interacción. Los principales factores dependen del cultivo, maleza, medioambiente, a lo que se
agrega el sistema de control que se utiliza, que por ser habitualmente una o dos actividades, a
mediano y largo plazo funciona seleccionando las especies dominantes.
Es necesario considerar los factores propios del cultivo como especie, variedad, ciclo
vegetativo, densidad y distribución espacial de la siembra, época de siembra, sanidad y
manejo del cultivo, riegos, período crítico de interferencia. Esto significa que la respuesta
de plantas no deseadas será totalmente diferente en un sistema de cultivos anuales y en un
sistema de cultivos perennes. Asimismo, entre los cultivos será muy diferente tener aquellos
que ocupan gran parte del suelo y crecen en altura, como cereales, versus cultivos que
crecen poco y producen poca sombra, como porotos, arvejas, y también muy diferente a
hortalizas que además de crecer poco en altura se siembran a cierta distancia, por lo que
gran parte del suelo está desprotegido y por ello su habilidad de competencia es escasa. Si
se consideran los cultivos perennes, como espárragos o frutales, la mayor parte del suelo
está desnuda por lo que no es factible esperar baja población de malezas ya que estás
tendrán mayor espacio para reproducirse, a lo que muchas veces se suma la práctica de no
mover el suelo para evitar pérdida de estructura y mineralización de la materia orgánica, entre
otros, pero que produce una tendencia al aumento de las malezas del tipo perennes. Por su
parte, los factores de la maleza que intervienen en la persistencia de ellas son la especie,
densidad, distribución, época de emergencia en relación al cultivo, características biológicas y
ecológicas de las especies.
Entre los factores medioambientales está el clima, en especial temperatura y humedad, del
suelo y ambiente, tipo y calidad de suelo. Todas son características que también influyen en
la interacción maleza-cultivo y mientras mejor sea el manejo para el cultivo o mejor sea el
suelo seleccionado, también será un lugar de alta calidad para las malezas, con la diferencia
que ante cualquier estrés medioambiental las malezas responderán mejor que los cultivos.
Los factores de manejo ejercen un gran impacto en las malezas. En términos generales, la
respuesta a los sistemas de control de corto plazo también ha influido de manera importante
en la presencia y dominancia de especies espontáneas, ya que el uso repetitivo de una
misma labor, aunque sea inicialmente exitosa, solo sirve de presión de selección sobre las
especies que se adaptan mejor a ella. Un ejemplo claro es el abuso del corte de la vegetación
entre las hileras de plantación de frutales, que después de algunos años han terminado
con las especies anuales de crecimiento erecto, que han sido reemplazadas por especies
de crecimiento rastrero, en su mayoría perennes, que son más competitivas y difíciles de
manejar que las anuales.
Estrategias de prevención
Prevenir consiste en evitar que algo suceda, en este caso incluye evitar la llegada de
malezas, sean semillas o propágulos vegetativos, así como evitar que se multipliquen las
que ya están presentes y las más competitivas y/o que no aportan algo positivo al sistema
de producción. Dependiendo del área de producción, hay recomendaciones generales a
seguir para evitar el aumento de plantas indeseables, pero no todas ellas son aplicables en
todos los cultivos, sino que es necesario seleccionar las más apropiadas para cada situación,
sean cultivos anuales, hortalizas o frutales (Pedreros y Ovalle, 2005). Entre las principales
estrategias están:
Varias de estas estrategias son realizadas por agricultores/as sin percatarse del importante
efecto que ejercen sobre las poblaciones de malezas en el predio, pero también varias no
son consideradas a tiempo y se han convertido en significativos sistemas de dispersión de
especies, como plantaciones de frutales, donde ciertas malezas muy difíciles de controlar han
sido trasladadas desde viveros a zonas de plantación de norte a sur del país. Así, por ejemplo,
especies perennes como Cyperus spp. y Epilobium ciliatum, son fácilmente encontradas en
plantaciones de un año de arándano en zonas donde no existían antes (Foto 11.1.).
Foto 11.1. Arándanos a punto de ser plantados o recién plantados; presentan alta población de malezas
proveniente desde los viveros.
En cualquier caso, es básico evitar que las malezas lleguen a la etapa de floración, porque
además de haber competido con los cultivos, se les permite producir y reponer semillas que
germinarán en la próxima temporada. De la misma forma, es aconsejable, cuando los cultivos
lo permitan, no dejar crecer malezas perennes más allá de 5 a 6 hojas, ya que desde ese
momento se inicia o reinicia el crecimiento de los propágulos vegetativos.
Fertilización con productos de lenta liberación, como las enmiendas orgánicas o productos
de baja solubilidad.
Fertilización localizada, para evitar favorecer su absorción por parte de las malezas.
Riego localizado en la rizósfera de la planta.
Sanidad del cultivo que permita su óptimo crecimiento.
Estrategias de control
El control debe ser una actividad complementaria a la prevención y manejo cultural y no
debería ser la forma principal en la cual basar la disminución del efecto malezas, ya que es
fundamental tener una mirada de largo plazo para lograr la disminución de la interacción
cultivo-maleza.
Los sistemas de control mencionados deben adecuarse a las condiciones de cada cultivo.
Es necesario elegir aquellos que tengan mayor efecto inicial sobre las principales malezas
que se desea afectar, considerando que por muy exitoso que se vea un resultado siempre
existirá alguna especie que se favorecerá con ese sistema, por lo que el monitoreo debe
ser permanente para evitar que alguna especie aumente en importancia. La mayoría de los
sistemas de control, complementarios a la prevención y el manejo cultural, tienen efectos
positivos en un buen número de especies, por ejemplo, flameo y uso de vapor de agua serán
muy efectivas en especies de hoja ancha anuales, que tienen sus puntos de crecimiento
expuestos, pero las de hoja angosta, en especial gramíneas anuales, no responderán de
la misma forma por tener sus puntos de crecimiento a ras de suelo. Asimismo, producirán
un efecto poco importante o más bien un leve retraso en especies bienales y perennes. La
solarización, es decir usar un plástico transparente sobre la superficie del suelo, mullido y
húmedo, para aumentar la temperatura por al menos ocho semanas, solo se justificará en
cultivos altamente rentables o bajo invernadero, ya que por su alto costo no es rentable en
cultivos anuales o extensivos.
El control manual es fundamental sin importar la superficie, ya que es prioritario evitar que las
malezas lleguen a estados de floración y las perennes a más de 5 o 6 hojas verdaderas. No
olvidar que el control es una actividad complementaria, por lo que no es esperable realizarlo
cuando potreros enteros están invadidos con este tipo de malezas.
Foto 11.2. Manejo de malezas con malla y desmalezado manual sobre las hileras de arándano; cincel
entre hileras para soltar las champas de gramíneas perennes que no se segaron permanentemente; se
recomienda sembrar una mezcla de especies sin crecimiento hacia las hileras.
Comentarios finales
Las plantas no cultivadas o malezas estarán siempre presentes en los campos agrícolas,
debido a su gran adaptación a los diferentes sistemas que el hombre ha alterado para
destinarlos a la producción agrícola. Esto se refleja en que a pesar de un exitoso control
reportado por los productos químicos en la producción agrícola convencional, las malezas
siguen siendo el problema sanitario principal y menos manejable de la sanidad vegetal. La
producción agroecológica más que maximizar la producción, busca una alta producción
pero sin alterar el medio, donde es básico no contaminar el suelo ni el medioambiente.
Los recursos principales, suelo, agua y medioambiente, deben al menos mantener sus
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Campo cerca de Giverny, con un cultivo asociado de avena con amapolas rojas, que es una
forma de añadir diversidad al sistema productivo y lograr un manejo sostenible del suelo,
ya que mejora el aprovechamiento de los recursos, además una de las especies asociadas
es avena, que normalmente se utiliza en la rotación de cultivos para cortar los ciclos de los
patógenos que causan las enfermedades.
Capítulo 12
Manejo de enfermedades en agricultura agroecológica
Para realizar un manejo de enfermedades eficaz es importante conocer las razones por
las cuales las plantas se enferman, las formas de manejo preventivo para evitar dichas
enfermedades y su control en el caso de que ya estén presentes.
Triángulo de la enfermedad
El desarrollo de enfermedades está representada en un triángulo, donde siempre se deben
presentar tres vértices para que una enfermedad se produzca, estos son: una planta
susceptible, un patógeno virulento y condiciones ambientales favorables para el desarrollo de
huésped y patógeno, cualquiera de los vértices del triángulo que no esté presente impide que
se desarrolle la enfermedad (Figura 12.1).
Figura 12.1 Esquema que representa la interacción que debe existir entre huésped susceptible, patógeno
virulento y condiciones ambientales, para que una enfermedad vegetal se presente.
1
Investigadora en Fitopatología. Centro tecnológico de control biológico INIA. pmillas@inia.cl.
2
Investigador en Fitopatología. Centro tecnológico de control biológico INIA. afrance@inia.cl.
Planta susceptible
El primer factor, la planta susceptible, se produce cuando fallan los mecanismos de defensa
que impiden que los patógenos puedan infectarlas; estos mecanismos se activan cuando la
planta detecta una molécula del patógeno denominada elicitor (Dotor-Robayo y Cabezas-
Gutiérrez, 2014). Esta detección es sitio específico y está dada por una combinación planta-
patógeno, lo que determina que algunas especies de plantas sean susceptibles a algunos
patógenos y otras especies pueden ser totalmente inmunes. Los patógenos exitosos no
son detectados por la planta, ya que esta no es capaz de detectar el elicitor. En ocasiones,
los patógenos a pesar de ser detectados por la planta, consiguen pasar la primera barrera
de defensa e ingresar a las células vegetales, sin embargo, la planta puede continuar
defendiéndose con una diversa batería de mecanismos que dependerá de la genética que
tenga la planta. Esta genética que modula la susceptibilidad de la planta a un patógeno es
distinta dependiendo de la especie o variedad vegetal. Por esta razón, existe el mejoramiento
genético como una forma de hacer frente a las enfermedades.
Patógeno virulento
El patógeno, al igual que la planta, evoluciona para ser exitoso en el desarrollo de la
enfermedad, el cual tiene varias etapas entre las que se encuentran la infección, inoculación,
penetración, colonización y reproducción. Las características que permiten a un patógeno
ser más eficientes son: la alta producción de propágulos (esporas o células), la facilidad
de dispersión de estos propágulos, la capacidad de adaptarse bajo distintas condiciones
climáticas, la capacidad de producir enzimas o toxinas, la comunicación entre células
(quorum sensing en bacterias), la capacidad de detoxificación de las proteínas de resistencia
del huésped, la velocidad de multiplicación dentro de la planta, entre otras. Es importante
tener conocimiento de algunas de estas características para decidir cuál es el óptimo manejo
por aplicar, por ejemplo, en el caso de Phytophthora spp. que causa pudrición del cuello en
múltiples especies, la forma de dispersión es por el agua, por lo que es extremadamente
importante evitar anegamientos. Conocer las especies o familias de huéspedes alternantes
es importante para establecer una rotación de cultivos adecuada, definir las especies a incluir
en un corredor biológico, o bien, eliminar malezas huéspedes del patógeno.
Condiciones medioambientales
El tercer vértice del triángulo es clave, aunque no siempre se le da la importancia que realmente
tiene. Las condiciones ambientales son tan importantes como los otros dos vértices del triángulo,
y pueden modificarse, en algún grado, con manejos como: elección de zona de plantación,
programa de riego, época de siembra, uso de cubiertas, plantación en camellones, etc.
Las condiciones más importantes para el desarrollo de las enfermedades son, sin duda, la
humedad y la temperatura. Sin embargo, condiciones de pH y textura del suelo, luminosidad
y radiación solar también influyen en el desarrollo de las enfermedades.
Los patógenos requieren de ciertas temperaturas mínimas para crecer o activarse, en general
se encuentran en torno a los 10 °C. Sin embargo, algunos patógenos como Botrytis cinerea
son capaces de crecer incluso a 0 °C. Por otra parte, la temperatura máxima para la mayoría
de los hongos no sobrepasa los 30 °C, con algunas excepciones como el oidio (Erysiphe
spp., Leveillula taurica, Podosphaera spp., Sphaerotheca spp.) que crece hasta los 35 °C
o Macrophomina phaseolina que se favorece con temperaturas entre 30 – 35 °C (Millas y
France, 2020).
Sanidad de la planta
La sanidad de la planta debe partir desde el inicio, por lo que es muy importante establecer
los cultivos con semillas o plántulas libres de patógenos. Posteriormente se deben considerar
Existen suelos en que la incidencia o la severidad de ciertas enfermedades es más baja que
en suelos del entorno, se les conoce como suelos supresivos; el mecanismo de la supresión
tiene una fuerte base microbiana, la que se pierde cuando son esterilizados o fumigados.
Algunos estudios indican que la característica de supresividad de los suelos estaría asociada
a una alta actividad microbiana total, a la disponibilidad de fuentes de carbono capaces de
sostener altas poblaciones de microrganismos y a la competencia de estos microorganismos
por estas fuentes carbonadas (Rotenberg et al., 2007; Darby et al., 2006).
como: pudrición de raíz y corona en frutilla (Fragaria x ananassa Duch.), sarna negra en
papa, caída de plántulas en hortalizas, lesiones radicales necróticas o pudrición de raíces
en muchos cultivos, tales como trigo (Triticum aestivum), tomate (Solanum lycopersicum),
remolacha (Beta vulgaris var. saccharifera), achicoria (Cichorium intybus) y poroto (Phaseolus
vulgaris). Por su parte, la antibiosis es un mecanismo usado por bacterias del género Bacillus
y actinobacterias del género Streptomyces y Amycolaptosis. Actinobacterias aisladas de
papas nativas de Chiloé mostraron antibiosis frente Ralstonia solanacearum, Pectobacterium
carotovorum y Pectobacterium atrosepticum causantes de la marchitez bacteriana, pudrición
negra y pie negro de la papa (Padilla-Gálvez et al., 2017).
Resistencia varietal
El mejoramiento vegetal enfocado en la resistencia de enfermedades permite seleccionar
características asociadas a genes que dan resistencia o tolerancia a una determinada
enfermedad. Esta resistencia puede estar determinada por la presencia y acción de muchos
genes o conferida básicamente por la presencia de un solo gen (Burbano-Figueroa, 2020).
La resistencia vegetal es la forma de menor costo para el/la agricultor/a y mayor efectividad
en el control de enfermedades. Una variedad resistente permite que el/la agricultor/
a se despreocupe de una enfermedad, evitando incurrir en gastos adicionales para su
control. A pesar de su gran efectividad, este sistema de control no está generalizado en
todas las especies y enfermedades, debido al alto costo inicial que significa establecer un
programa de mejoramiento vegetal. A nivel mundial, estos programas de mejoramiento
buscan principalmente rendimiento y calidad, ya que son los factores que consideran los/
as agricultores/as convencionales para elegir una determinada variedad, asumiendo que
los eventuales problemas de enfermedades se pueden seguir manejando con el uso de
pesticidas. Además, las variedades de alta producción tienden a ser más susceptibles
a enfermedades, ya que van acompañadas de un paquete de fertilización mayor a lo
normal para poder suplir esos altos rendimientos, lo que aumenta la susceptibilidad a los
patógenos. Sin embargo, existen grandes excepciones con especies de consumo masivo y
enfermedades devastadoras, como por ejemplo las royas de cereales, donde los programas
de mejoramiento genético incorporan al mismo tiempo genes de resistencia a enfermedades.
En este ámbito hay mucho por desarrollar, incorporando nuevas patologías a los programas
de mejoramiento vegetal y que estos incluyan metodologías para obtener variedades con
resistencia duradera, ya que los patógenos, frente a la presión de selección que ejerce una
variedad resistente que se empieza masificar en una zona, logran finalmente vencer estos
genes de resistencia.
Las dos formas tradicionales de mejoramiento vegetal para enfermedades son buscar
resistencia monogénica o vertical contra un patógeno, o resistencia poligénica u horizontal.
La primera es la más utilizada y fácil de lograr, ya que solo se moviliza uno o dos genes de
interés a través de los cruzamientos, pero es la más fácil de vencer por un patógeno, solo
tiene que realizar unas pocas modificaciones (mutaciones) para desarrollar nuevos genes de
virulencia. La resistencia horizontal es más compleja e involucra cientos de genes a la vez, lo
cual no es fácil de lograr; sin embargo, con el desarrollo de la ingeniería genética ha surgido
técnicas, como el mejoramiento asistido por marcadores moleculares, que permite hacer este
tipo de mejoramiento. Dado que el cambio a nivel genético es complejo se trata de un tipo de
resistencia muy difícil de vencer para un patógeno (Niks et al., 2015).
Control cultural
Enmiendas
Las enmiendas normalmente se aplican para mejorar la fertilidad del suelo en sistemas
manejados con criterios agroecológicos; sin embargo, las enmiendas orgánicas estabilizadas,
como el compost, además favorecen la proliferación de organismos benéficos que actúan
como biocontroladores de los patógenos de plantas. Este efecto es fácilmente verificable en
sistemas agrícolas que llevan largas datas de incorporación de compost, donde se observan
muy pocas enfermedades presentes.
Existen muchos estudios que muestran la relación entre suelos con altos contenidos de
materia orgánica de reciente incorporación, como el compost, y los suelos supresivos a
ciertas enfermedades (Bonanomi et al., 2007). En un estudio realizado en el Instituto de
Investigaciones Agropecuarias (INIA), se demostró que plántulas de tomate sembradas
en macetas donde el sustrato tenía al menos un 50% de compost, no sufrían damping-off
causado por Globisporangium ultimum (ex. Pythium ultimum), a pesar de inocular las macetas
con este patógeno (Millas, 2014). Otro estudio demostró que la caída de plantas de poroto
(Phaseolus vulgaris L.) causado por Aphanomyes euteiches disminuyó a valores inferiores al
40% cuando se aplicó una enmienda orgánica compostada (Céspedes-León et al., 2006).
Es importante señalar que la incorporación de residuos vegetales sin tratar puede ser
contraproducente para controlar enfermedades, esto se debe a que muchos residuos
vegetales conservan y permiten la reproducción de los patógenos que los afectaron
anteriormente. Por esta razón, no es bueno incorporar rastrojos o residuos de poda que
no hayan sido debidamente compostados. El proceso de elaboración del compost permite
eliminar los patógenos presentes en los residuos vegetales, además de destruir las semillas de
malezas y favorecer la multiplicación de microorganismos benéficos debido a que contempla
la descomposición aeróbica a altas temperaturas (Figura 12.2). Para que un compost puede
ser aplicado al suelo y contribuya a la sanidad del suelo debe cumplir con los requisitos de la
Norma chilena 2880 Compost - Requisitos de calidad y clasificación (INN, 2015).
Foto 12.1. Pila de compost alcanzando altas temperaturas durante el proceso de descomposición de los
residuos.
Camellones
El uso de camellones altos es una práctica importante para mantener la planta libre de
anegamientos (Foto 12.2). La acumulación de agua que se genera en zonas lluviosas o en
suelos con mal drenaje favorece el desarrollo de enfermedades que afectan a las raíces y
cuello de las plantas, especialmente por patógenos del género Phythophthora. Existen varias
especies que causan pudriciones de raíz y decaimiento en muchos cultivos, entre ellas P.
cinnammomi y P. cactorum que causan problemas importantes en la mayoría de los frutales,
como muerte de raíces y plantas. El sistema de dispersión de este patógeno es a través de
zoosporas, esporas flageladas que pueden nadar en presencia de agua, por esta razón es
que no se debe permitir el contacto del agua con el cuello de la planta, lo que evita que las
zoosporas lleguen hasta esa zona. El uso de camellones altos impide esta forma de infección,
sin embargo, se debe complementar con plantaciones en suelos bien drenados, evitar goteros
en contacto con el cuello de las plantas y riegos excesivos que produzcan anegamientos,
además de cuidar que, en el caso de riegos por microaspersión en frutales, no se moje el
cuello de las plantas.
Poda
La poda además de tener la finalidad de formar la estructura en las plantas, puede usarse
como un control cultural para disminuir las enfermedades. El tejido enfermo presente en el
cultivo o en el huerto es una fuente de inóculo secundario desde donde se dispersa el inóculo
a las plantas sanas, el corte y eliminación de ramas u otros tejidos infectados se denominan
podas sanitarias o de limpieza (Foto 12.3). La eliminación de madera enferma en frutales
permite retrasar el avance de enfermedades, como el plateado del arándano (Vaccinium
corymbosum L.) causado por Chondrostereum purpureum, la cancrosis del arándano causado
por Neofusicoccum sp., Botryosphaeria en nogal (Juglan regia) que produce marchitez de
brazos y el cáncer bacteriano en cerezo (Prunus subg. Cerasus) causado por Pseudomonas
syringae pv. syringae. En otras enfermedades, como la muerte regresiva del arándano, donde
el patógeno Phomopsis vaccinni avanza desde los ápices de las ramas hacia abajo, las podas
sanitarias permiten erradicar la enfermedad de la planta. En el caso de enfermedades, como
botritis (Botrytis sp.), oidio (Erysiphe spp., Leveillula taurica, Podosphaera spp., Sphaerotheca
spp.) y roya (Pucciniastrum spp., Phragmidium spp., Puccinia spp., Uromyces spp.), donde se
producen grandes cantidades de esporas en los tejidos infectados, también se recomienda
remover el tejido enfermo para disminuir la cantidad de esporas; por ejemplo, en frambuesa
(Rubus idaeus) para disminuir ataques de roya (Pucciniastrum americanum) se recomienda
eliminar las hojas del tercio inferior y podar a piso para manejar infecciones severas de
cancrosis de las cañas causado por Leptosphaeria coniothyrium. En frutilla la poda de hojas
envejecidas disminuye la presión de enfermedades como Botrytis sp., viruela (Ramularia
tulasnei) y Oidio (Podosphaera macularis f. sp. fragariae).
Foto 12.3. Poda sanitaria en huerto de arándano. Corte de ramas con síntomas de cancrosis del arándano
(Neofusicoccum spp.) para sacarlas del huerto y evitar la dispersión del patógeno.
Control biológico
El control biológico utiliza organismos vivos o sus derivados para controlar plagas y
enfermedades, como hongos, bacterias o virus antagonistas, que permiten disminuir o
controlar poblaciones de fitopatógenos.
Nombre
del producto Antagonista Enfermedad Huésped
BINAB T Trichoderma spp. Plateado y enrollamiento clorótico. Varios frutales
mayores.
SERENADE Bacillus subtilis Botrytis cinerea, Oidio, Pudrición húmeda. Vides, varios
frutales mayores
y menores, varias
hortalizas.
FRUIT PLUS Cryptococcus Hongos de post-cosecha (Botrytis cinerea, Peras, manzanas.
albidus Penicillium expansum).
TRICHONATIVA Trichoderma spp. Botrytis cinerea, Corazón mohoso, Sarna del Frutales, vid y
manzano. Pudrición de raíces y cuello, entre otras. berries.
TRICHO-D WP Trichoderma Botrytis cinerea. Vides
harzianum
3 TAC Trichoderma spp. Damping off, Botrytis cinerea. oídio, mildiú, Almacigo
Cercospora, entre otros hortalizas, frutales,
vid
3 TAEX Trichoderma Plateado, Botrytis cinerea, Alternaria alternata, Frutales, vides,
atroviride entre otros Pino
TIFI POLVO Trichoderma Botrytis cinerea, enfermedades de la madera Tomate, vid,
harzianum (Diplodia seriata y Neofusicoccum australe) arándanos,
manzanos,
carozos
TRICHODERMA Trichoderma Phytophthora cactorum / Sellado de heridas y Frutales y vid
PASTA harzianum cortes de poda.
TRICHODERAMA Trichoderma Botrytis cinerea, Pudrición de cuello y raíces. Tomate, vid,
SUSPENSION harzianum carozos, manzano,
arándano.
HARZTOP Trichoderma spp. Botrytis cinerea, Damping-off, pudrición de raíces Hortalizas,
(Phytophthota spp.) frutales, vid, trigo,
avena.
NACILLUS PRO Brevibacillus Oídio, sarna del manzano, alternaria, mildiú, Vid, manzano,
parabrevis, Bacillus pudrición acuosa. tomate industrial,
spp. melón, ajo, clavel.
AMYLO-X Bacillus Botrytis cinerea, Tomates, cerezo,
amyloliquefaciens uva de mesa,
arándano.
CORAZA Bionectria Cancro europeo, plateado, cáncer bacterial, Manzano, vides,
ochroleuca, enfermedades de la madera en vid. carozos.
Hypocrea
virens, Bacillus
licheniformis
BACIFRUIT SC Bacillus subtilis Botrytis cinerea. Arándano, kiwi
BIOMONGEN Trichoderma virens, Fusarium moniliforme Maíz
Hypocrea lixii
Nombre
del producto Antagonista Enfermedad Huésped
MAMULL Bionecria Cancro europeo, plateado, enfermedades de la Manzano, cerezo,
ochroleuca, madera en vid vid, arándano.
Trichoderma gamsii,
Hypocrea virens
En el caso de las bacterias del género Bacillus, hay varias especies que han sido
desarrolladas como biopesticidas comerciales para controlar enfermedades y plagas, entre
las que destacan se encuentran: B. amyloliquefaciens, B. licheniformis, B. sonorensis, B.
sphaericus, B. subtilis y B. thurigiensis (Bt).
Las especies de Bacillus tienen una habilidad única para replicarse rápidamente, lo que es
ventajoso al producirlos industrialmente. Además, son muy resistentes a las condiciones
ambientales adversas, tales como altas temperaturas y falta de agua, lo que les da una ventaja
en la sobrevivencia después de la aplicación en comparación a otros microorganismos.
Producen una amplia gama de moléculas con propiedades antibióticas, fungicidas o
insecticidas, que son usadas para el control biológico. Asimismo, tienen la capacidad de
solubilizar nutrientes y producir hormonas que promueven el crecimiento vegetal.
Foto 12.4. Inhibición in vitro del crecimiento de patógenos a) Rhizoctonia solani , b) Fusarium oxysporum ,
c) Neofusicoccum parvum y d) Pseudomonas syringae pv. syringae. En a, b y c, Bacillus se observa como una
línea al lado derecho de la placa y el patógeno al lado izquierdo; en d, se observa un disco al centro de la
placa y el crecimiento del patógeno con coloración fluorescente en la superficie de la placa. Fuente: propia.
La resistencia sistémica adquirida (SAR) es uno de los mecanismos que usan las plantas
para defenderse de los patógenos, corresponde a una cascada de reacciones bioquímicas
que le permiten eliminar a posibles patógenos. Este mecanismo puede ser inducido por la
presencia de productos químicos o microorganismos no patógenos (Kavroulakis et al., 2007),
tales como microorganismos utilizados para el control biológico como endófitos y micorrizas
(Shoresh et al., 2010). Las reacciones de resistencia conllevan la producción de fitoalexinas o
proteínas de resistencia, que pueden eliminar microorganismos patógenos o causar la muerte
programada de las células, impidiendo que el patógeno se alimente de ellas.
Existen dos tipos de resistencia inducida: resistencia sistémica adquirida (SAR) y resistencia
sistémica inducida (ISR), las que se diferencias en la naturaleza del elicitor. En el caso del
SAR la inducción se debe a la infección de un patógeno o a la presencia de compuestos
químicos, generándose ácido salicílico y la acumulación de proteínas de resistencia (PR). En
el caso del ISR, la inducción de resistencia se produce por microorganismos no patógenicos,
incluyendo los endófitos y rizobacterias, que estimulan la producción de jasmonatos y etileno
(Pieterse et al., 1998), entre otros, y en algunos casos con producción de proteínas de
resistencias (Ryu et al., 2003; Kavroulakis et al., 2007). Estos mecanismos terminan en la
producción de fitoalexinas y enzimas como quitinasas y glucanasas, que inhiben el desarrollo
de patógenos.
Comentarios finales
En general, el control eficiente de enfermedades debe considerar la mayor cantidad de
alternativas posibles, ya que no se puede depender de una sola opción. Debe ser preventivo
y no ir detrás de la enfermedad, ya que el patógeno se reproducirá más rápido que los
resultados que se puedan lograr con las medidas que se vayan implementando. Será el
conjunto de medidas y su aplicación temprana, la que finalmente evitará los indeseables
efectos que producen las enfermedades de las plantas.
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mill residuals. Soil Biology and Biochemistry, 39(11), 2936–2948. doi:10.1016/
j.soilbio.2007.06.011
Shoresh, M., Harman, G. E., and Mastouri, F. (2010). Induced systemic resistance and
plant responses to fungal biocontrol agents. Annual review of phytopathology, 48(1), 21–
43. doi:10.1146/annurev-phyto-073009-114450
En la Región de los Ríos la producción hortofrutícola en huertos caseros corresponde a más de la décima
parte de su equivalente nacional y el componente femenino mayoritariamente se hace cargo de la producción
hortícola y de frutales para la alimentación del hogar. El rol de la mujer resulta relevante en la conservación
y trasmisión de la cultura local y el conocimiento, sosteniendo con su trabajo el autoconsumo familiar. La
escena representa esta realidad, se puede ver una mujer cosechando hortalizas junto a su hija.
Capítulo 13
La agricultura en la Región de Los Ríos:
Desafíos, oportunidades e impactos del programa
de transferencia
La Región de Los Ríos ha sido reconocida por su gran potencial productivo basado
principalmente en las actividades agropecuarias y forestales, las que contribuyen a la oferta de
puestos de trabajo e incrementan el producto interno bruto (PIB), transformándose en uno de
los sectores más relevantes de la economía regional (Gobierno Regional de Los Ríos, 2014).
La vocación y aptitud productiva histórica de estas actividades están representadas en el
desglose que se presenta en la Figura 13.1.
Figura 13.1. Uso del suelo por el sector silvoagropecuario en la Región de Los Ríos. Fuente: Gobierno
Regional de Los Ríos, 2014.
1
Investigadora extensionista. Horticultura y agroecología. INIA Quilamapu. svargas@inia.cl
2
Investigadora. Agroecología. INIA Quilamapu. cecilia.cespedes@inia.cl
3
Técnico Universitario. Diplomado en Agroecología. agroecologia.losrios@inia.cl.
Figura 13.2. Perfil de productores y distribución del suelo en la Región de Los Ríos. Fuente: Odepa, 2019.
Los rubros agrícolas ocupan una superficie de 33.645 ha, desglosándose en 83,1% con
cultivos, 9,8% frutales, 5,25% hortalizas y 1,9% otros. Las hortalizas, en particular, son
destinadas al autoconsumo y venta de excedentes, con una superficie de 1.700 ha, esto
representa el 1,8% del total nacional, con explotaciones de 0,1 a 49,9 ha (Odepa, 2019). Lo
anterior muestra que la producción hortícola regional está principalmente en manos de la AFC y
su producción está destinada en un 15% a autoconsumo, 11% venta en el predio, 48% venta en
ferias locales y 26% venta en mercados establecidos (Gobierno Regional de Los Ríos, 2014).
as que traen consigo un conocimiento del trabajo intensivo de la tierra para el autoconsumo,
superficie equivalente a la destinada a un propósito comercial (Cuadro 13.1.), lo que sugiere
un importante potencial de expansión del rubro hortícola.
Superficie
Producción de Región País
hortalizas
ha % ha %
Autoconsumo 1.770,0 0,5 16.138,2 11
Comercial 1.750,2 0,5 95.953,7 1,8
Fuente: Yáñez, 2018.
A través del trabajo de extensión desarrollado durante los 6 años del programa y gracias a la
interacción con los/as agricultores/as de la región, se pudo vivenciar que la cultura y el saber
ancestral están vigentes en el campesinado y en los pueblos originarios de la zona, y han
sido enriquecidos con recursos genéticos vegetales diversos y con el conocimiento que traían
consigo los colonos europeos que se asentaron en la región. Esta amalgama generó una
diversidad y carácter único a partir de la cual surgieron prácticas y conocimientos amigables
con el medioambiente.
En la actualidad, con el nuevo escenario causado por el cambio climático (CC), se presentan
positivas las proyecciones de sus efectos para la Región de Los Ríos (Cepal, 2009), ya
que la disminución de un 50% en las pluviometrías estivales y el aumento de 2,1 a 2,7°C
en las temperaturas medias, desplaza la frontera productiva de algunos cultivos hacia el
sur, promoviendo en la región el desarrollo de rubros emergentes, como los frutales y las
hortalizas. Esta situación ha generado grandes oportunidades y desafíos, tal como establece
en su misión la Política Regional de Desarrollo Silvoagropecuario (PRDSAP) impulsada
por el Gobierno Regional de Los Ríos (2014: 60 ) “Mejorar la competitividad y desarrollo
sustentable del sector agroalimentario de manera innovadora y asociativa, mediante
la articulación, coordinación, seguimiento y evaluación de acciones público y privadas,
potenciando capacidades y orientando la gestión e inversión con un enfoque territorial”.
Para que se hagan realidad las nuevas oportunidades productivas que ofrece el CC en el
sector hortícola regional es fundamental incorporar el conocimiento, tecnología y prácticas
que permitan la producción sostenible. La agroecología es una vía real y concreta para lograr
este enfoque y desarrollar una horticultura exitosa. Ya en capítulos anteriores se plantea la
agroecología como una vía para desarrollar sistemas agrícolas armónicos, respetuosos con el
medioambiente y resilientes frente a eventos extremos, que además de incluir la conservación
de los recursos naturales considere los aspectos socioculturales locales y económicos
pertinentes.
El primer desafío del programa fue determinar las brechas productivas de las comunas
en las que se trabajaría. Sin embargo, un trabajo previo indicaba que entre las principales
brechas regionales identificadas en la Política de Desarrollo Silvoagropecuario (PRDSAP)
(2014-2018), se encontraba la baja productividad asociada al uso inapropiado e insuficiente
de tecnologías específicas de producción y de apoyo, la estacionalidad productiva, la baja
diversidad de especies y variedades y el bajo valor agregado a la producción, lo que se podía
visualizar claramente en la producción de hortalizas y berries en la región. En particular,
existían grandes brechas relacionadas con el manejo por la falta de conocimientos, las que
pueden resolverse utilizando criterios agroecológicos, para adaptar la producción agrícola con
una mirada de sistema y a largo plazo.
Con ese fin es necesario sustituir el uso de agrotóxicos por biopreparados elaborados
con recursos locales mediante el reciclaje, mejorar el contenido de materia orgánica en el
suelo, aumentar la diversidad de especies, conservar semillas, agua, suelo y la cultura local
(Gliessman, 2002). A lo anterior se debe agregar la importancia de la asociatividad para el
éxito de estos sistemas, a través de la vinculación y articulación de los actores de la cadena
regional de producción con criterios agroecológicos, fortaleciendo las organizaciones de
agricultores/as, optimizando el uso de los recursos productivos y el acceso a la información,
Todo lo señalado cobra mayor relevancia en el contexto del cambio climático y sus efectos
en la agricultura, debido a que los sistemas manejados con criterios agroecológicos
han demostrado ser más resilientes, ya que estimulan la biodiversidad, el reciclaje, la
conservación y restauración de los suelos, permiten generar sistemas productivos diversos y
con potenciales productivos más estables (Altieri y Nicholls, 2013).
La línea base que el programa realizó con los/as agricultores/as beneficiarios/as directos/as,
permitió demostrar que los/as pequeños/as y medianos/as productores/as de la Región de los
Ríos han incorporado manejos ancestrales amigables con el medioambiente, permeando ese
conocimiento a la producción hortofrutícola que hoy es necesario potenciar para responder a
los mercados locales, nacionales e internacionales.
Lago Ranco (Figura 13.3.). Además, se conformó un grupo de asesores/as de estas seis
comunas, totalizando así 180 agricultores/as y 31 asesores/as beneficiarios/as. La inclusión
de los/as asesores/as fue fundamental para dar sostenibilidad a la adopción de las nuevas
prácticas y tecnologías transferidas e implementadas por parte de los/as agricultores/as.
Para fortalecer lo anterior, se realizó un curso de formación continua en agroecología para
profesionales y técnicos de las seis comunas participantes. En este curso se entregaron los
argumentos teóricos y las herramientas técnicas para promover y fortalecer el desarrollo de
la agroecología y agricultura orgánica en la región, mediante capacitaciones presenciales y
virtuales.
Figura 13.3. Mapa de la Región de Los Ríos. Las estrellas indican las comunas participantes del programa.
Fuente: Gobierno Regional de Los Ríos. (Mapa no considera límite internacional).
En los tres FA se generó material audiovisual, para difundir mediante redes sociales y
alcanzar a los beneficiarios/as y otros/as interesados/as. El FA de Río Bueno se ubicó en el
predio de la señora Nelly Ríos Ojeda, una agricultora beneficiaria de INDAP y referente en
su localidad, quien transformó completamente su sistema de manejo productivo, desde el
manejo convencional a la implementación de prácticas y tecnologías agroecológicas, con el
apoyo del equipo técnico del programa, logrando autonomía en el uso de insumos y óptimos
resultados en la producción y venta de sus productos (Fotos 13.2.).
Fotos 13.2. Faro agroecológico de Río Bueno, a cargo de la señora Nelly Ríos.
sin actividad agrícola por dos décadas. Fue necesario habilitar y nivelar el terreno antes de
preparar el suelo para permitir el adecuado desarrollo de los cultivos hortícolas y frutales
menores que luego se establecerían. El diseño de la unidad se realizó para ser replicado
en cualquier predio agrícola de la región. Se establecieron diversos ensayos, con el fin de
evaluar prácticas agroecológicas innovadoras, aplicando los principios de la economía circular
(Fotos 13.4.); además se realizaron diversas actividades de difusión presenciales, antes de la
pandemia por COVID-19. Se generó material de difusión, como videos y fichas técnicas, se
realizaron talleres y un día de campo virtual (Fotos 13.5.).
Foto 13.5. Talleres y día de campo (arriba). Dos fichas técnicas (abajo).
El programa también generó redes de vinculación entre los diferentes actores de la cadena
de producción agroecológica, mediante la ejecución de un estudio que contribuirá al
fortalecimiento de la cadena de valor y comercialización de los productos hortofrutícolas
orgánicos y de base agroecológica, en las comunas de Mariquina, Máfil, Futrono, Paillaco,
Río Bueno y Lago Ranco. Este estudio determinó la oferta y demanda de la producción
hortofrutícola orgánica y de base agroecológica en estas comunas, definiendo una estrategia
de articulación de los actores de la cadena productiva hortofrutícola orgánica y de base
agroecológica, que promueve un modelo de negocio para la comercialización de estos
productos en la Región de Los Ríos, en coordinación con los actores involucrados a través de
un espacio de comercialización (ver Capítulo 15).
Figura 13.4. Primera página de la encuesta aplicada a los/as participantes de los talleres del programa.
Fuente: propia.
Las comunas participantes en el programa fueron Máfil, Mariquina, Futrono, Paillaco, Lago
Ranco y Río Bueno, y la distribución de los/as participantes encuestados/as se presentan en
la Figura 13.5.
Figura 13.5. Distribución de los/as participantes encuestados/as de acuerdo a la comuna a la que pertenecen.
Como se observa en la Figura 13.6., un 86% de los/as participantes son mujeres y un 14%
son hombres, lo que confirma que en la familia el componente femenino mayoritariamente se
hace cargo de la producción hortícola y frutales para la alimentación del hogar. En cuanto a la
edad de los/las participantes, la mayoría se encuentra entre los 40 y 70 años (83%).
Del total de los/as entrevistados/as un 51% forma parte de un Prodesal4, 28% PDTI5, 6%
SAT6, 1% PRODAC7, 1% participa en dos programas, un 11% no participa en ninguno, y el 2%
restante no conoce la respuesta. Es importante señalar que un 48% de los/as participantes
pertenece a comunidades indígenas.
4
Prodesal: Programa de Desarrollo Local, ejecutado por municipalidades o excepcionalmente entidades privadas a las que el
Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) transfiere recursos mediantes asesorías técnicas y/o inversión.
5
PDTI: Programa de Desarrollo Territorial Indígena, ejecutado por municipalidades o excepcionalmente entidades privadas a las
que el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) transfiere recursos para fortalecer las distintas estrategias de la economía de
los pueblos originarios.
6
SAT: Servicio de Asesoría Técnica de INDAP, que busca mejorar de forma sostenible el nivel de competitividad de los negocios de
la AFC.
7
PRODAC: Programa de Desarrollo Agropecuario Comunal, perteneciente a la Unidad de Desarrollo Económico Local de la comuna.
Al analizar otras prácticas que contribuyen al manejo de la fertilidad química del suelo, como
la aplicación de insumos de baja solubilidad para corregir la deficiencia de nutrientes (harina
de huesos, guano rojo o roca fosfórica) o para regular la acidez (cal agrícola), se verifica que
en todos los casos disminuyó la falta de conocimiento y aumentó el uso de dichos insumos
después de haber asistido a los talleres (Figura 13.8.). En estos casos la adopción es
menor que en la Figura 13.7., debido probablemente a que existe un costo involucrado en la
adquisición del producto para su uso. No pasa lo mismo con el uso de cal agrícola, porque los
suelos de la región son ácidos con un pH entre 5,1 y 6,4 (Valle y Carrasco, 2018), por lo tanto
requieren necesariamente del encalado para lograr buenos resultados productivos.
Figura 13.8. Desconocimiento previo de los/as participantes y adopción del uso de insumos de baja
solubilidad para la corrección de la fertilidad química del suelo.
Al igual que en los resultados anteriores, se observa que los/as asistentes a los talleres
adoptaron las prácticas de manejo predial, como el reciclaje de residuos orgánicos, el
diseño u ordenamiento predial, la utilización de calendarios de siembra, el acolchado
de suelo (mulch) orgánico y la inclusión de leguminosas (Figura 13.9.). Particularmente,
aumentó la adopción del reciclaje de residuos desde un 75% a un 91%, lo que está muy
relacionado con los resultados de la Figura 13.7., debido a la reutilización de residuos que
antes se quemaban en la elaboración de enmiendas orgánicas. Llama la atención que antes
de la realización de los talleres el 83% de los/as participantes desconocía los beneficios del
mulch orgánico y un 71% ignoraba la importancia de incorporar leguminosas en los sistemas
productivos, valores que después de las capacitaciones en estos temas disminuyeron a un
58 y 42%, respectivamente.
Figura 13.9. Desconocimiento previo de los/as participantes y adopción de prácticas de manejo con
criterios agroecológicos.
Respecto de las prácticas que permiten aumentar la biodiversidad de los sistemas productivos
(Figura 13.10.), si bien disminuyó el desconocimiento en todas ellas (rotaciones de cultivos,
cercos vivos, corredores biológicos, cultivos asociados e intercalados) llama la atención el
aumento de la implementación de prácticas que permiten aumentar la producción por área de
superficie, tales como la rotación de cultivos (de 54% a 84%), que es uno de los pilares de la
reducción de problemas sanitarios y nutricionales del sistema productivo, y el establecimiento
de cultivos asociados (de 30% a 58%) e intercalados (de 29% a 57%).
Figura 13.10. Desconocimiento previo de los/as participantes y adopción de prácticas de manejo para
aumentar la biodiversidad del sistema productivo.
Sin lugar a dudas, las enfermedades y plagas causan los principales problemas que afectan
los sistemas productivos que se convierten desde un manejo convencional a uno con criterios
agroecológicos. Es necesario usar múltiples estrategias para detectarlas a tiempo, repelerlas y
combatirlas con éxito. Existen muchas prácticas de manejo preventivo, entre ellas el monitoreo
de plagas y enfermedades, su identificación, uso de enemigos naturales y biopesticidas, entre
otros. Como se presenta en la Figura 13.11., antes de los talleres de capacitación entre el 59
y 95% de los/as asistentes desconocía estas prácticas, después alrededor de un 80% declaró
conocerlas y un 70% dijo adoptar el monitoreo y reconocimiento de plagas y enfermedades.
Es relevante que el uso de enemigos naturales fue adoptado por un 45% de los/as
beneficiarios/as, lo que significa dejar de considerar cualquier insecto como plaga y conocer la
importancia de los enemigos naturales, promoción y resguardo de su presencia.
Figura 13.11. Desconocimiento previo de los/as participantes y adopción de prácticas de manejo sanitario
preventivo con criterios agroecológicos.
Además de las prácticas preventivas para el manejo sanitario, existe una serie de insumos
que pueden ser elaborados por los/as agricultores/as y pueden ser utilizadas en forma
preventiva y curativa. Entre ellos están el jabón potásico, poli-sulfuro de calcio, caldo bordelés
y varios biopreparados a base hojas, bulbos, flores y frutos de diferentes plantas aromáticas,
ornamentales, hierbas y hortalizas. El desconocimiento de la elaboración y uso de estos
productos antes de la ejecución de los talleres, el conocimiento y adopción después de
su realización, se presentan en la Figura 13.12. Es claro que los biopreparados vegetales
han sido trasmitidos de generación en generación, por lo que eran más conocidos que los
insumos de autoelaboración y practicados antes de los talleres. De todas formas su adopción
aumentó de 37% a 81%. También aumentó levemente la adopción de los otros insumos,
debido probablemente a que su elaboración tiene un grado de complejidad mayor y es
necesario contar con materias primas que no están fácilmente disponibles.
Figura 13.13. Desconocimiento previo de los/as participantes y adopción de prácticas de manejo hortícola
con criterios agroecológicos.
Figura 13.14. Incremento del promedio de especies y/o variedades de hortalizas cultivadas antes y
después de asistir a los talleres, clasificadas de acuerdo a época del año y bajo plástico o al exterior.
Al consultar si hubo un aumento o reducción de los ingresos y/o costos de producción (Figura
13.16.) se constató que el 20% de los/as participantes aumentó sus ingresos entre un 1 y un
25%, el 21% incrementó entre 26 y 50%, el 5% lo hizo entre un 51 y 75% y el 13% entre un
76 y un 100%. Además, gracias a la reducción de la dependencia de insumos externos, por
el uso de aquellos de autoelaboración y el aprovechamiento de los servicios ecosistémicos,
los costos también disminuyen. Así, un 28% de los/as participantes declaró que sus costos
disminuyeron entre un 1 y un 25%, un 35% entre un 26 y un 50%, un 1% entre un 51 y un
75% y un 13% entre un 76 y un 100%. Lo señalado es de real importancia para la economía
familiar ya que al aumentar los ingresos y reducir los costos, se dispone de recursos para
destinarlos a otras necesidades del núcleo familiar o extender la superficie de cultivo, entre
otras opciones.
Figura 13.16. Incremento de los ingresos y reducción de los costos gracias a la implementación de las
nuevas prácticas y tecnologías aplicadas.
Comentarios finales
Los datos expuestos demuestran que el Programa FNDR Producción agroecológica y
orgánica para pequeños y medianos agricultores tuvo un impacto positivo, alcanzando el
resultado esperado: la generación de capacidades técnico-productivas de los/as pequeños/
as y medianos/as productores/as y asesores/as de la Región de Los Ríos en el ámbito del
manejo agroecológico y orgánico del rubro hortofrutícola.
Durante los 6 años de ejecución se realizaron casi 200 talleres presenciales para agricultores/
as, actividades en las que participaron habitualmente los equipos técnicos comunales
PRODESAL, PDTI y de áreas de INDAP. El contexto de pandemia COVID-19 obligó a
posponer o adaptar las actividades a modalidad virtual, situación que permitió desarrollar
estrategias y nuevas metodologías de apoyo para los/as beneficiarios/as, como el servicio
de asistencia técnica a distancia (SAT-D), a través del cual se resolvieron en forma rápida
y precisa inquietudes y problemáticas locales de agricultores/as y asesores/as, que eran
canalizadas por medio de grupos de mensajería de la aplicación telefónica WhatsApp y
respondidas a través de fichas técnicas desarrolladas por el equipo técnico del programa con
el aporte de los profesionales de INIA.
La alta adopción de las distintas prácticas, tecnologías y criterios agroecológicos por parte
de los/as productores/as beneficiarios/as del programa indica que este tuvo un resultado
exitoso gracias a varios factores: el compromiso conjunto de las autoridades regionales que
lo financiaron, visibilizando el potencial de este sistema de producción para cubrir parte de las
demandas locales; la ejecución de INIA, como institución líder en investigación y extensión
en agroecología y agricultura orgánica, utilizando un modelo de extensión y transferencia
tecnológica validado en la región y el país; la participación de equipos técnico-profesionales
de apoyo a la agricultura regional de cada comuna participante; la participación de los/as
agricultores/as que día a día cultivan sus campos generando alimentos saludables para el
autoconsumo y comercialización, amigables con el agroecosistema; por último, las redes de
Referencias
Altieri, M. A., and Nicholls, C. I. (2013). Agroecología y resiliencia al cambio climático:
Principios y consideraciones metodológicas. Agroecología, 8(1), 7–20. Recuperado a
partir de https://revistas.um.es/agroecologia/article/view/182921
Cepal. (2009). La economía del cambio climático en Chile. Síntesis. CEPAL – Colección
Documentos de proyectos Naciones Unidas, Santiago de Chile. 88p. https://repositorio.
cepal.org/bitstream/handle/11362/32827/1/S2009772_es.pdf
Odepa. (2019). Región de Los Ríos. Informativo regional 2019. Oficina de planificación.
https://www.odepa.gob.cl/wp-content/uploads/2019/04/Region-Los-Rios.pdf
Valle, S. y Carrasco, J. 2018. Soil quality indicator selection in Chilean volcanic soils formed
under temperate and humid conditions. Catena, 162(2018),386-395. doi:org/10.1016/
j.catena.2017.10.024
Yáñez, L. (2018). Región de Los Ríos. Información regional 2018. Publicación de la Oficina
de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) del Ministerio de Agricultura, Gobierno de Chile.
15p. https://www.odepa.gob.cl/wp-content/uploads/2018/02/Los-Rios.pdf.
Capítulo 14
Producción y comercialización de productos
obtenidos con manejo agroecológico y orgánico
en la Región de Los Ríos
Una alternativa a este escenario que ha ido tomando fuerza en los últimos años es la
producción con criterios agroecológicos, que es un enfoque productivo basado en el estudio
holístico de los agroecosistemas, incluidos todos los elementos bióticos, abióticos, incluyendo
a los humanos con sus relaciones entre productores/as rurales y consumidores/as urbanos/
as. Centra su atención sobre la forma, la dinámica y función de sus interrelaciones y los
procesos en los cuales están envueltas (Altieri, 2001).
1
Consultora internacional en Desarrollo Rural. Cooperativa La Manzana. alevasquez@gmail.com
2
Encargada de comercialización. Departamento de Fomento Dirección Regional de los Ríos, INDAP. marriagadac@indap.cl
Los circuitos cortos permiten generar relaciones humanas en torno a la alimentación donde,
por una parte, los/as consumidores/as pueden conocer quién, cómo, dónde y de qué forma se
produce su alimento, a su vez los/as productores/as conocen y reciben retroalimentación por
parte de quienes consumirán sus productos, permitiendo enfocar su oferta directamente a la
demanda y así planificar e invertir de mejor forma sus recursos. Por otra parte, la venta directa
implica disminuir las distancias geográficas entre la producción y el consumo, reduciendo los
costos de transporte y la huella ecológica de la comercialización. También mejora el precio de
transacción, tanto para los/as productores/as como para los/as consumidores/as. La compra
local dinamiza y levanta la economía, fortalece el desarrollo endógeno y la autonomía de
territorios más resilientes.
Antecedentes regionales
La Región de Los Ríos tiene una fuerte vocación silvoagropecuaria, sector con una gran
importancia económica que alcanza el 10,7% del PIB regional y el 15,5% de los empleos. La
región tiene una población rural de 28,3%, con un 64,9% de las explotaciones con superficies
inferiores a 20 hectáreas, es decir, en su gran mayoría corresponden a productores/as de la
agricultura familiar campesina (AFC) (Yañez, 2018).
La agroecología y los circuitos cortos representan una tremenda oportunidad para los/
as agricultores/as de la región, porque les permiten resolver varios de los obstáculos de la
comercialización. Los principales desafíos para los/as agricultores/as dicen relación con la
planificación de la producción y estabilidad de la oferta, pero sobre todo la asociatividad y
capacidad de autoorganización para el acceso y gestión de mercados, que permitan construir
los espacios de encuentro con los/as consumidores/as que buscan abastecerse localmente.
Foto 14.1. Cierre del ciclo de talleres realizados en la Escuela Agroecológica de Lumaco para el diagnóstico
de la cadena de valor agroecológica de la Región de Los Ríos, proyecto ejecutado por la Cooperativa La
Manzana en asociación con ACOVAL, AG Los Ríos Orgánicos, el Comité de productores orgánicos de Paillaco
y la Municipalidad de Paillaco, financiado por el Fondo de Innovación para la competitividad del GORE Los
Ríos a través de la Fundación para la Innovación Agraria, FIA. Fuente: Cooperativa La Manzana, 2016.
Es una organización funcional territorial compuesta por 44 socios/as, de los cuales 37 son
mujeres. Son productoras/es de la AFC de hortalizas frescas y de temporada, mayoritariamente
cultivadas bajo invernadero. Han ejecutado proyectos de asociatividad con INDAP y el
municipio, proyectos financiados por el Fondo de Protección Ambiental del Ministerio de
Medio Ambiente y se han asociado con la Cooperativa La Manzana en proyectos con manejo
agroecológico. Este comité fue uno de los precursores de la Escuela Agroecológica de
Lumaco, que corresponde a una antigua escuela rural que se encontraba en desuso y que fue
acondicionada por el municipio como espacio de aprendizaje en temas relacionados con la
agroecología, recibiendo el apoyo de diversas instituciones públicas y privadas.
Es una cooperativa de consumidores/as, sin fines de lucro, conformada por más de 200
familias socias unidas desde el año 2009 para consumir responsablemente, respondiendo a
criterios, principios y valores de sustentabilidad social, económica y ambiental. Tienen una
tienda abastecida por alrededor de 100 productores/as donde se comercializan alimentos
que apuntan a una dieta saludable, provenientes del comercio justo, la agroecología, la
producción sustentable y los circuitos cortos de alimentación.
Foto 14.2. Canasta de productos obtenidos con criterios agroecológicos de La Manzana. (Fuente:
Cooperativa La Manzana, 2019).
Al mismo tiempo, se han posicionado algunas tiendas que comercializan productos locales
obtenidos con criterios agroecológicos, tanto en la comuna de Valdivia como en otras
comunas de la región. Si bien estas iniciativas son en su mayoría recientes (menos de 3
años), se han ido estableciendo y ofrecen cada vez más espacio a este tipo de producción,
en especial cuando es de origen local.
Las Ferias de circuito corto de la Región de Los Ríos son parte de una política pública
implementada por INDAP desde 2014, en el marco de las nuevas prioridades y énfasis
estratégicos institucionales. A partir de entonces INDAP tiene un programa y aportes
exclusivos para el fomento de las ferias de circuito corto, con el propósito de que estos
espacios se conviertan en una verdadera oportunidad para los/as productores/as familiares y
campesinos/as.
Los productos que se comercializan en las ferias son hortalizas y frutas, tanto frescas como
procesadas (conservas, mermeladas y escabeches), artesanías (lana, madera y cestería),
miel, huevos, quesos, y en algunos casos también productos de repostería, gastronomía
tradicional y comidas típicas mapuche (muday y catuto).
El sistema de producción que utilizan para las hortalizas y frutas es principalmente con
criterios agroecológicos, y se venden como producción limpia, impulsado por la participación
de las productoras en PRODESAL y PDTI, que tienen como uno de sus ejes de trabajo las
modalidades agroecológica y sustentable.
La Región de Los Ríos, cuenta con 24 ferias permanentes, ubicadas en todas las comunas
de la región, con aproximadamente 200 agricultores/as trabajando en ellas. Para los/as
productores/as, el trabajo en ferias puede llegar a significar hasta un 50% de sus ingresos
totales, funcionando estacionalmente en la mayor parte de las iniciativas.
La oferta de las tiendas Mundo Rural está alineada con los nuevos paradigmas de consumo
y alimentación que se están instalando en el mercado. Su principal atributo diferenciador es
que los productos y servicios que ofrecen son de la AFC, acercando al público a la categoría
de Especialidad Campesina, que son productos con propuestas innovadoras, de producción
consciente y con identidad, que fomentan el desarrollo local y ayudan a recuperar tradiciones
gastronómicas. Cada uno de los productos ha sido creado por agricultores/as de la AFC y
emprendedores/as del campo chileno, contando con una variedad de producción, amplia en
materias primas, de pequeños lotes, de calidad artesanal, libre de químicos y amigables con
el medioambiente.
En cuanto a eventos de gran envergadura, donde INDAP visibiliza los productos de la AFC
regional, se encuentra la Expo Mundo Rural. Esta actividad se realiza en época estival y
cuenta con más de 80 puestos para expositores, donde se presentan los rubros de alimentos
procesados, hortalizas y frutas, plantas ornamentales, artesanías y gastronomía típica, en
apoyo al turismo rural. Este es un punto de vitrina comercial para los/as productores/as
donde aprovechan de vender y hacer contactos comerciales, ya que la Expo Mundo Rural de
INDAP de la Región de Los Ríos cuenta con espacios de rueda de negocios, cuyo propósito
es acercar a productores y poderes compradores, y darles la oportunidad de ofrecer sus
productos para concretar futuros negocios.
Otras acciones de comercialización de INDAP tienen que ver con los convenios con
cadenas de supermercados. Uno de ellos es el convenio INDAP – Unimarc, un programa de
encadenamiento productivo hortofrutícola a nivel nacional dirigido a un grupo de alrededor
de 70 productores del rubro de hortalizas y frutas, usuarios de INDAP. En la Región de Los
Ríos son 11 los/as agricultores/as que venden su producción al supermercado Unimarc de la
ciudad de Panguipulli. La incorporación de los/as agricultores/as ha sido progresiva y sujeta al
cumplimiento de los requisitos de acceso establecidos conjuntamente por Unimarc e INDAP
para calificar como proveedor del supermercado. En la región el convenio se encuentra activo
desde el año 2014 y ha significado una mejora para el supermercado, ya que cuenta con
proveedores de hortalizas frescas, lo cual es muy apetecido en las zonas turísticas como
Panguipulli, donde lo local es preferido por el público y turistas de la zona. Actualmente los/
as productores/as venden al supermercado lechuga, pepino, ciboulette, cilantro, papa nativa,
acelga, entre otros.
A nivel regional, INDAP cuenta con un convenio con el supermercado Teja Market ubicado
en Isla Teja, en la ciudad de Valdivia. En el marco de este convenio el supermercado cedió
un espacio en la entrada del local para colocar carritos de Mercados Campesinos de INDAP
y vender hortalizas frescas a los clientes del supermercado. En este convenio vigente desde
el año 2018 participa la AG orgánicos de Los Ríos ofreciendo sus productos de producción
limpia y de alta calidad. Esta vitrina de comercialización ha sido muy exitosa, ya que los/as
consumidores/as del sector prefieren los productos de origen regional, sanos y cosechados
por los/as agricultores/as locales.
Comentarios finales
En la Región de Los Ríos la producción con criterios agroecológicos se ha ido potenciando
en la medida que se generan espacios de comercialización para sus productos. Los/
as agricultores/as han reconocido como una oportunidad vincularse y asociarse para el
desarrollo de circuitos cortos de comercialización.
A medida que los espacios se han multiplicado, también lo han hecho los/as productores/as
que optan por un manejo con criterios agroecológicos, así como también se incrementan los/
as consumidores/as que demandan estos productos.
El rol de todos los eslabones de la cadena, incluyendo los actores públicos, privados, la
sociedad civil y la relación entre ellos, es fundamental para fortalecer la cadena de valor de la
producción regional con base agroecológica.
Referencias
Altieri, M. (2002). Agroecología: principios y estrategias para diseñar sistemas agrarios
sustentables en S. J. Sarandon (Ed.), Agroecología: El Camino hacia una Agricultura
Sustentable (Capítulo 2. pp. 49-56). Ediciones científicas americanas.
Yañez, L. (Diciembre, 2018). Región de Los Ríos. Información regional 2018. Publicación de
la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) del Ministerio de Agricultura, Gobierno
de Chile https://www.odepa.gob.cl/wp-content/uploads/2018/12/Los-Rios.pdf
Capítulo 15
Comercialización y desarrollo de negocios en la
producción agroecológica
Para realizar un buen proceso de comercialización es relevante realizar una reflexión inicial
que responda a las preguntas ¿qué? ¿dónde? y ¿cómo? se realizará el proceso; de ellos
uno de los aspectos más importantes es definir aquello que se está vendiendo y, aunque
parezca contradictorio, lo que la empresa vende es definido por sus clientes/as. Por ejemplo,
desde la perspectiva de la empresa lo que se está vendiendo son hortalizas como lechugas
o pepinos, mientras que desde la perspectiva de los/as clientes/as están comprando salud,
frescura, precios convenientes, etc. es decir ¿qué necesidad de los/as clientes/as se está
satisfaciendo? Por esta razón, resulta de gran importancia investigar y conocer qué es lo
que los/as clientes/as están comprando cuando compran hortalizas u otro producto, ya que
constituye la base para el diseño e implementación de la estrategia comercial. Dentro de esa
1
Universidad de Santiago de Chile, Facultad Tecnológica. Departamento de Gestión Agraria.
2
Universidad de Santiago de Chile, Centro de Estudios en Ciencia y Tecnología de los Alimentos.
En función del contexto anterior, el presente capítulo pretende ayudar a definir qué es lo que
realmente se vende, y encontrar posibles oportunidades comerciales, así como facilitar la
estructuración del negocio frente a dichas oportunidades, con foco en la producción de base
agroecológica y orgánica de pequeña envergadura.
Uno de los enfoques más recurrentes utilizados por los/as productores/as corresponde a la
denominada orientación hacia el producto, es decir, aquello que se produce y cosecha
es lo que posteriormente se intenta vender. Este enfoque es normalmente utilizado en la
agricultura, indistintamente del tamaño de los predios, ya que, por la naturaleza de las
actividades agrícolas, los esfuerzos se centran en aquello que supuestamente se hace mejor,
es decir, producir. Esto se expresa comúnmente en comentarios del estilo: mi padre/madre,
mi abuelo/a y sus antepasados siempre han producido lo mismo; estas tierras son buenas
para esto; esto es lo que mejor sabemos hacer, entonces por qué voy a cambiar.
De esta forma, es común que cada cierto tiempo los/as productores/as se enfrenten a un
mercado que no paga, de acuerdo con sus expectativas, el esfuerzo y dedicación que implica
una cosecha. Esta situación muchas veces es relativizada, a la espera de que posteriormente
los precios o la cosecha mejoren, aludiendo a los ciclos de precios en la agricultura que se
relacionan con las curvas de oferta y demanda, en función de la producción y precio, pero
sin atender a que muchas veces las causas más probable de variaciones en los precios son
factores como cambios en gustos y preferencias de consumidores/as y clientes/as.
Bajo esta lógica resulta difícil desarrollar el negocio, salvo en aquellos casos en que la
producción se realiza con una alta productividad y eficiencia, lo que normalmente se logra
produciendo en grandes volúmenes y con uso intensivo de recursos.
Por ejemplo, en la Región de Los Ríos, los negocios locales como las verdulerías o los
proveedores/as de productos procesados se abastecen de hortalizas desde mercados
mayoristas fuera de la región, como Temuco, Talca y Santiago. Si por razones puntuales,
como un paro de transportistas o un problema climático, se genera una menor disponibilidad
desde los mercados mayoristas y a nivel local, aumentará el precio de las hortalizas y podría
motivar al cultivo de dichos productos frente a la expectativa de precios altos; sin embargo, al
poco tiempo de resolverse el problema de transportes o al reponerse la oferta con producción
de otras regiones, el aumento de la disponibilidad de hortalizas a nivel local causará una
disminución en los precios y dejará fuera de mercado a los productores que no puedan
comercializar a dichos precios.
Es muy probable que aquellas personas con mayor experiencia logren visualizar posibles
negocios, anticipando su grado de éxito; sin embargo, no todos tienen esa habilidad, por
lo que una sugerencia para responder a ¿qué necesidades detectadas podrían ofrecer
oportunidades de negocios?, es realizar un estudio e identificación de aquellas necesidades
insatisfechas, para luego tratar de suplirlas con la oferta de productos o servicios que sean
valorados por los/as clientes/as y consumidores/as. Si se analiza el origen de algunas
innovaciones, por ejemplo, en hortalizas o ensaladas listas para consumir, cabe preguntarse
¿qué cliente/a pidió o necesitaba ese producto?, ¿cómo se le ocurrió al fabricante o al/la
productor/a?
En un intento por abordar este tema, con base en la experiencia previa y tomando los
elementos teóricos antes expuestos, se presenta una propuesta de tres opciones para la
búsqueda e identificación de oportunidades de negocios, basadas en demanda insatisfecha,
soluciones a externalidades negativas y detección de necesidades silentes, opciones que se
explican brevemente a continuación:
Demanda insatisfecha. Se refiere a aquellas oportunidades de negocio que surgen por baja
oferta o alta demanda de productos o servicios, según lo plantea el enfoque de mercado,
ya que se asume que si hay demanda de un producto es porque el mercado lo desea. Para
buscar aquellas posibles opciones, el uso de fuentes de información secundaria puede
ofrecer datos iniciales sobre los niveles de oferta del producto a nivel local y regional con la
disponibilidad en mercados mayoristas, utilizando para ello bases de datos de organismos
públicos como la Oficina de estudios y políticas agrarias ODEPA3 o el Instituto Nacional de
Estadísticas INE4, así como también estudios de demanda y tendencias alimenticias en Chile
por grupos socioeconómico, como la Encuesta Nacional de Consumo Alimentario y Chile
Saludable5, los cuales resultan de gran utilidad para identificar aspectos relevantes como
tendencias de consumo, comportamientos de precio, estacionalidad, y consumo aparente, o
bien para comparar el volumen de venta de productos desde mercados mayoristas externos
3
https://www.odepa.gob.cl/precios; https://www.ine.cl/estadisticas
4
https://www.ine.cl/estadisticas/economia/agricultura-agroindustria-y-pesca/hortalizas
5
https://www.minsal.cl/sites/default/files/ENCA-INFORME_FINAL.pdf; https://fch.cl/wp-content/uploads/2019/10/estudio-chile-
saludable-volumen-i.pdf
Foto 15.1. Cosecha de grosella. Agricultoras de la localidad de Boquial 2, Mantilhue, comuna de Río Bueno,
Los Ríos.
funcionen en lugares más convenientes y de mejor acceso para la población, cerca de sus
hogares y que les permita acceder caminado, responde a necesidades que las personas no
siempre pueden articular o manifestar de forma explícita. Dado que la percepción respecto de
las ferias libres tradicionales (Sáez et al., 2010), es la de una feria con muchos puestos, que
funciona durante la semana o el sábado por la mañana, que deja gran cantidad de residuos y
basura después de su funcionamiento, difícilmente podrán demandar una feria más pequeña
y que funcione en horario vespertino. Algunos casos de la Región de Los Ríos, similares
a este tipo de ferias, corresponden a algunos mercados de productores/as como el que se
ha habilitado en Valdivia en conjunto con el supermercado local Teja Market, así como los
denominados Mercados Campesinos que se instalan en las plazas de Armas de diferentes
comunas de la región (Fotos 15.2.).
Si bien esta última alternativa de detección de necesidades ofrece mayor dificultad para el
hallazgo de estas, cuando se las detecta y se ofrecen satisfactores adecuados es posible
generar negocios de mayor desarrollo y potencial. Existen sencillas técnicas de investigación
cualitativa, como por ejemplo una conversación libre y amistosa con los/as clientes/as,
conocidas como entrevista no estructurada o bien entrevista semiestructurada, guiada por una
pauta de conversación con los temas de interés (Díaz et al., 2013). En grupos con una mayor
cantidad de participantes se pueden realizar los denominados focus groups o workshops,
como métodos de investigación cualitativa. Otra técnica de interés consiste en la observación
del comportamiento que tienen los/as clientes/as en su entorno (en una feria, un restaurante o
en sus vacaciones) denominada investigación etnográfica González y García (2019). Existen
además diversas técnicas de investigación de mercado explicadas con detalle por Aaker et
al. (2004), Alonso et al. (2017) y Galeano (2004).
Para ambos casos existe un punto de encuentro que representa el grado de éxito de los
negocios, un traslape entre la oferta y la demanda, siendo más exitosos aquellos negocios
en los que se observa mayor traslape entre oferta y demanda. La intersección es lo ideal.
La parte de la oferta que queda fuera de la intersección, podemos decir, es un esfuerzo
innecesario, algo que se ofreció y nadie quiso, es pérdida. La oferta que queda fuera de
esta intersección muchas veces se pierde en el campo cuando los precios son tan bajos que
el costo de la cosecha es mayor al ingreso que genera su venta, o bien, la producción se
desperdicia a lo largo de la cadena de producción al no ser comercializada por falta de interés
de los/as compradores/as (Figura 15.1).
Por otro lado, la sección de los demandantes que queda fuera de la intersección es
insatisfacción, por lo que en este espacio hay oportunidades de negocio para quien logre
atender esas necesidades. Las necesidades insatisfechas se pueden dividir en dos grupos:
primero, las que los/as consumidores/as necesitan y saben que necesitan, esto es muy
conveniente satisfacer; el segundo grupo, aquellas que los/as clientes/as necesitan pero que
no lo saben, es decir, las necesidades silentes. Detectar y satisfacer estas últimas genera las
mejores opciones de negocios. La detección de oportunidades de negocios es un proceso
continuo, toda vez que las necesidades, gustos y preferencias de los/as consumidores/as
no son estáticas, sino que pueden cambiar o ser influenciadas por diversos factores, como
el nivel de ingresos, los estilos de vida, estacionalidad, etc. La detección de oportunidades
de negocios es parte relevante en el desarrollo de un negocio, sin embargo, cuando los/as
productores/as y equipos técnicos se ven enfrentados a múltiples oportunidades, la decisión
de qué negocio abordar puede ser difícil de tomar, y, en muchos casos, implica un gran
esfuerzo cuando se trata de abordar la mayor cantidad posible de oportunidades. Frente a un
escenario de múltiples oportunidades de negocios, a fin de priorizar qué negocios abordar, se
propone el uso de una matriz de priorización de oportunidades, de tipo 2 x 2 como se observa
en la Figura 15.2, la que considera dos criterios, facilidad de la puesta en operación y nivel de
impacto esperado, en términos de la cantidad de productores/as beneficiados/as.
Figura 15.2. Matriz de priorización de mercados y negocios. Fuente: Adaptado de Toro y Sáez (2013).
Al aplicar estos criterios es posible ubicar las diferentes opciones de negocio en cuatro
cuadrantes, de los cuales aquellas oportunidades que se ubiquen en el cuadrante de mayor
facilidad y mayor impacto son los negocios aconsejables de abordar en el corto plazo,
mientras que aquellos negocios con menor impacto o mayor dificultad pueden ser abordados
en etapas sucesivas de desarrollo o una vez que se cuente con mayor experiencia. De
acuerdo con la matriz propuesta, es aconsejable priorizar los mercados y negocios cuya
implementación sea más fácil o requiera menos esfuerzos, así como negocios de mayor
impacto en términos de cantidad de personas beneficiadas y generación de ingresos.
Este enfoque propone un desarrollo progresivo de los mercados, comenzado con productos
en los que se cuenta con mayor conocimiento y experiencia productiva, comercializándolos en
el mismo lugar de producción o en la misma localidad, para luego abordar nuevos mercados
con dichos productos, incorporando una cartera más amplia de productos a fin de diversificar
la oferta y hacerla más atractiva, o bien en función de los requerimientos de los/as clientes/
as, pero siempre de manera progresiva (Figura 15.3). Existe más información sobre tipos de
mercados locales, así como aspectos a considerar en su diseño e implementación en Sáez et
al. (2015) y Sáez et al. (2017).
Figura 15.3. Desarrollo progresivo de mercados y negocios Fuente: Adaptado de François, 2000.
Propuesta de valor: se usa para determinar qué problema ayuda la empresa a solucionar a sus
clientes/as, mediante el análisis de preguntas como ¿qué necesidad satisface la empresa?
¿con qué productos o servicios? y ¿qué diferencia a nuestra organización?
Canales: se usa para determinar cómo se hará llegar la propuesta de valor a los/as clientes/as.
Relación con los/as clientes/as: se usa para determinar el tipo de relación con los/as clientes/as,
estableciendo si serán los mismos integrantes de la empresa, quién de la empresa, los medios
de contacto a emplear y el nivel de involucramiento de los/as clientes/as.
Flujo de ingresos: se usa para establecer cómo se generarán los ingresos de la empresa.
Recursos clave: se usa para determinar qué se necesita para el desarrollo de las actividades,
como por ejemplo qué tipo de recursos físicos, económicos, personas y conocimientos.
Actividades clave: se usa para determinar cuáles son las tareas más importantes para poder
ejecutar la propuesta de valor, ¿qué actividades se deben desarrollar para que la propuesta
funcione correctamente?, ¿qué canales de distribución se deben desarrollar?, ¿qué
actividades se utilizarán en las relaciones con los/as clientes/as?
Socios clave: se usa para determinar con quién debe trabajar la organización para que su
modelo de negocios funcione, ¿qué otras entidades contribuirán al éxito?, ¿quiénes son los
proveedores más relevantes?, ¿cuáles se pueden reemplazar sin mayor problema?
Estructura de costos: se realiza al final como una reflexión sobre los costos que tiene la
organización, ¿el modelo se basa en minimizar costos?, ¿el modelo se centra en la creación
de valor para productos o servicios?, ¿cuáles son los costos fijos y variables?, ¿es posible
generar economías de escala?
caso el modelo presentado en el Cuadro 15.1 puede emplearse como punto de partida para
el inicio de negocios emergentes, basados en la venta de excedentes a clientes de zonas
cercanas al predio, como vecinos/as, así como a productores/as con mayor experiencia en la
venta de hortalizas, que ocasionalmente requieren complementar su oferta.
Cuadro 15.2. Modelo de negocios de combinación de autoconsumo con venta esporádica de excedentes
productivos.
8. Socios clave 7. Actividades 2. Propuesta de 4. Relación con 1. Segmento de
clave valor los/as clientes/as clientes
PRODESAL Desarrollo sistema Productos hortícolas Los/as clientes/as Vecinos/as que
PDTI de producción frescos y libres conocen las concurren a comprar
PRODEMU agroecológico de plaguicidas, características del para abastecimiento
Producción producidos de sistema productivo doméstico.
escalonada manera sostenible y prácticas Productores/as
Obtención de por productores/as productivas por orientados/as a la
semillas. locales, que no medio de visitas venta que deseen
están disponibles al predio. complementar su
en canales como oferta.
supermercados y
6. Recursos clave ferias libres. 3. Canales
Comentarios finales
El gran desafío de la comercialización en los sistemas productivos con criterios agroecológicos
es alimentar de manera saludable y democrática a la población, compatibilizando la
necesidad de cubrir el flujo de costos involucrados y generar un excedente para productores
y productoras, pero sin perder el foco en el aporte a la seguridad alimentaria sostenible
de las personas. En este contexto, modalidades de comercialización como mercados
locales, circuitos cortos y circuitos de proximidad, en todas sus variaciones, resultan muy
complementarias y alineadas con los principios de la agroecología, al punto que resultan
una extensión natural de este tipo de sistemas productivos, haciendo muy difícil pensar en la
comercialización de productos de base agroecológica mediante otras modalidades.
El desarrollo y participación en este tipo de mercados es una forma de militancia que permite
una defensa activa de la agricultura y su gente.
Referencias
Aaker, D.; Day, G. y Kumar, V. (2004). Investigación de Mercados (4°Edición). Limusa Wiley,
México
Alonso, J. C., Arboleda, A. M., Rivera-Triviño, A. F., Mora, D. Y., Tarazona, R., y Ordoñez-
Morales, P. J. (2017). Técnicas de investigación cualitativa de mercados aplicadas al
consumidor de fruta en fresco. Estudios Gerenciales, 33(145), 412–420. doi:10.1016/
j.estger.2017.10.003
Contreras, R. Krivonos, E. y Sáez T., L. (2014). Mercados locales y ferias libres: El caso
de Chile en Agricultura Familiar en América Latina y el Caribe: Recomendaciones de
Política. .S. Salcedo y L. Guzmán (Eds). Organización de las Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura (FAO). Santiago, Chile. http://www.fao.org/docrep/019/
i3788s/i3788s.pdf
González, C.A. and García, D.F. (2019). The consumer as a resource. Ethnography of
consumption applied to market research. Revista Uruguaya de Antropología y Etnografía,
4(2), 53-64. Epub 01 de diciembre de 2019. doi:org/10.29112/ruae.v4.n2.4
Kobrich, C.; Sáez, L.; Quinteros, R.; Serón. F.; Bravo, F.; Cano, I. y Díaz, C. (2015).
Diseño y evaluación ex – ante de modelos de negocios en circuitos cortos en Chile. Serie
estudios y documentos de trabajo, N°4 INDAP. Ministerio de Agricultura de Chile.
Sáez, L.; Torres, V.; Cáceres, L. (2010). Caracterización de las ferias libres como canal de
comercialización en la Región Metropolitana de Chile. Economía Agraria 14, 1-7. http://
www.aeachile.cl/wp-content/uploads/2017/07/vol14_art-1.pdf
Sáez, L.; Sandoval, L.M.; Ganga M. (2013). Definición de la categoría “Producto campesino”
en base a preferencias de consumidores del Gran Santiago. IDESIA 31(1), 117–
127. doi:10.4067/s0718-34292013000100014
Sáez, L.; Quinteros, R. y Díaz, C. (2015). Guía para el desarrollo de circuitos cortos en un
área urbana: modelo mercado campesino urbano. Serie Manuales y cursos, N°3 INDAP.
Ministerio de Agricultura de Chile. http://focorural.cl/wp-content/uploads/Gu%C3%ADa-
para-el-desarrollo-de-circuitos-cortos-en-un-%C3%A1rea-urbana-Modelo-mercado-
campesino-urbano-2015.pdf
Glosario
Abiótico: Componente físico o químico no vivo en el ecosistema, incluye la luz solar, el aire,
los minerales, el agua y el suelo.
Aerobio: Organismo que requiere de oxígeno del aire para realizar sus funciones vitales o
subsistir, si solo puede vivir en presencia de oxígeno (aerobio estricto), si el oxígeno no
impide su desarrollo (aerobio facultativo). También se dice de un proceso químico en
que el oxígeno tiene un papel fundamental.
Agricultura natural: Sistema desarrollado por el japonés Masanobu Fukuoka en los años
70, donde sienta las bases del Mu o del no hacer. Este considera no labrar la tierra
ni realizar surcos para conservar su estructura natural, no intervenir en el trabajo del
cultivo, cero productos o fertilizantes químicos, no desherbar el cultivo, ya que las malas
hierbas deben ser controladas y no eliminadas, no utilizar insecticidas sintéticos, no
realizar podas y entre muchos otros principios.
Alelopatía: Efecto negativo o positivo que puede ejercer metabolitos liberados por plantas, o
microorganismos sobre otros organismos, debido a la liberación de sustancias químicas.
Anaerobio: Organismo que tiene la capacidad de vivir sin oxígeno molecular. Si solo puede
vivir en ausencia de oxígeno (anaerobio estricto), si el oxígeno no es un elemento
indispensable para su existencia (anaerobio facultativo) ya que lo obtiene de sustancias
del ambiente.
Arado: Herramienta proveniente desde Mesopotamia. Hasta los 4.000 años a.p., fue de
madera y movilizada a mano, luego se incorporaron los animales de tiro y se reforzó con
una punta elaborada en sílex.
Barbecho cubierto: Cultivos de cobertura que se utilizan durante los períodos de barbecho,
entre la cosecha y el establecimiento del siguiente cultivo, aprovechando la humedad
residual del suelo. Su crecimiento se interrumpe antes de la siembra del siguiente cultivo
o bien después de la siembra de este, pero antes de que comience la competencia entre
los dos cultivos.
Biochard: Biomasa de origen vegetal procesada mediante pirolisis, también conocido como
carbón vegetal, que es empleado como enmienda aplicada al suelo. Actualmente se
estudia como una alternativa para el secuestro carbono en el suelo.
Biótico: Término utilizado para denominar todo lo viviente. Una asociación biótica comprende
las plantas y los animales presentes en un área determinada.
Biotopo: Espacio vital donde se dan determinadas condiciones ecológicas que le confieren
una cierta unidad e independencia respecto a los demás ambientes. Estas condiciones
sustentan ciertas especies, animales o vegetales que forman una comunidad o
biocenosis. Biocenosis más biotopo constituye un ecosistema.
Bosque esclerófilo: El bosque esclerófilo es una formación vegetal propia de las zonas
mediterráneas. Se caracteriza por especies con características xeromórficas con el
tipo de hojas perenne, duras, que les permiten resistir las sequías veraniegas del clima
mediterráneo.
Competencia: Interacción entre individuos que tienen similares requerimientos y algún factor
de producción comienza a ser escaso.
Cultivos asociados: Es una práctica agrícola que involucra dos o más especies de cultivos, o
genotipos, juntos y conviviendo por un tiempo en el mismo terreno. Pueden establecerse
en franjas, en líneas, sobre la misma línea de plantación o al voleo sin un patrón
específico. Es una forma de añadir diversidad al sistema y lograr una intensificación
sostenible, ya que mejora el aprovechamiento de los recursos.
Cultivos intercalados: Método de cultivo asociado, donde dos o más especies se establecen
en forma alternada en franjas o hileras de plantación bien definidas o también dentro
de la misma línea de plantación, con un patrón específico. No existe competencia entre
cultivos. Ejemplo: maíz con poroto.
Cultivos mixtos: Método de cultivo asociado en el que dos o más cultivos se cultivan
simultáneamente, mezclados en el mismo terreno; las semillas se combinan y se
siembran, sin seguir un patrón en el terreno. Existe competencia entre cultivos. Ejemplo:
avena más vicia.
Descomposición aeróbica: Oxidación completa del material orgánico, que por efecto de
microorganismos descomponedores es transformado en compuestos inorgánicos.
Edad media europea: Época fechada entre el 500 y el 1450 d.C., muchos autores señalan
su término en 1492, con la llegada de Colón a América.
Efecto aleloquímico: También conocido como efecto alelopático, puede ser positivo o
negativo según sean sus efectos sobre otras plantas contiguas.
Efecto teratogénico: Defecto congénito provocada durante la gestación del feto por un
agente teratogénico. Muerte fetal o embrionaria, retardo de crecimiento y patrones
distintivos de malformación.
Elicitor: Moléculas de un patógeno que interactúan con receptores de una planta, activando
en ella, respuestas de defensa y la reacción de hipersensibilidad (rh). Son sustancias
capaces de accionar la producción de fitoalexinas.
Enmienda: Material o producto que se le adiciona a un suelo para corregir y/o mejorar al
menos una condición física, química o biológica del mismo, de tal forma que las nuevas
condiciones sean más adecuadas para las plantas establecidas en él.
Escaña: También conocido como trigo espelta (Triticum spelta), es un trigo adaptado a
climas duros, húmedos y fríos. En la antigüedad fue muy importante, pero actualmente
está casi extinta.
Espora: Cuerpo microscópico unicelular o pluricelular que algunas plantas, hongos, algas
y protozoos producen con fines de dispersión y supervivencia por largo tiempo en
condiciones adversas.
Etapa termófila del compostaje: Fase en la cual por efecto de los microorganismos
descomponedores, se libera energía y la temperatura aumenta superando los 45°C.
Esta temperatura higieniza el medio, eliminando larvas, patógenos y semillas.
Etileno: Es una hormona producida en forma de gas por todos los vegetales, responsable de
los procesos de estrés en las plantas, así como la maduración de los frutos, además de
la senescencia de hojas y flores y de la abscisión del fruto.
Factores abióticos: Componentes del ecosistema que no tienen vida, como las sustancias
minerales, el agua, los gases, los factores climáticos que influyen ampliamente en los
organismos siendo imprescindibles para los seres vivos.
Flameo: Aumento de calor producido por líquido o gas para destruir las células de los
vegetales.
Grada: También conocida como rastra de dientes es una herramienta que se utiliza en
agricultura para tapar los surcos, allanar la tierra y deshacer los terrones que quedan
en la superficie tras el arado, de forma que la tierra quede suelta. Además se usa para
cubrir las semillas tras la siembra dejándolas a poca profundidad.
Hábitat: Espacio vital ocupado por una especie o individuo y el conjunto de condiciones
ambientales que actúan sobre él, como microclima, suelo, factores bióticos, etc.
Hoces: Plural de hoz. Apero de labranza que sirve para segar, está compuesto de una hoja
estrecha y curva, con filo o con dientes muy agudos y cortantes por la parte cóncava,
unida a un mango corto de madera y se maneja con una sola mano.
Holístico: Postura que sostiene que los sistemas (físicos, biológicos, sociales, mentales,
etc.) y sus propiedades deben ser analizados en conjunto y no solamente a través de las
partes que los componen.
Holoceno: Época más reciente del período cuaternario y que abarca desde hace unos diez
mil años hasta nuestros días.
Huésped: Es el organismo que aloja y del que se alimenta otro ser vivo, generalmente un
parásito o parasitoide.
Ilustración: Es un movimiento intelectual y cultural europeo, que ocurrió entre el siglo XVIII y
XIX y abarcó regiones como Inglaterra, Alemania y Francia.
Interacciones tróficas: Todos los organismos vivos que comparten un mismo espacio
interactúan entre sí, involucrando a individuos de la misma o de diferentes especies.
Cuando estas interacciones se centran en la alimentación son denominadas
interacciones tróficas.
Interferencia: Efecto que se produce entre organismos que se afectan unos a otros, en
malezas puede ser competencia o alelopatía.
Jasmonatos: Compuestos formados a partir del ácido graso no saturado linoleico y linolénico
que se liberan desde los fosfolípidos de las membranas celulares por la acción de
lipasas, mecanismo que ocurre principalmente en las hojas de las plantas.
Juego del gato: Es un juego de lápiz y papel entre dos jugadores, donde el jugador O y el X
marcan los espacios de un tablero de 3×3 alternadamente. Se le conoce con diversos
nombres, entre ellos ceros y cruces, tres en raya, triqui, tic-tac-toe y la vieja.
Lagar: Recipiente o primitiva prensa donde se pisan los frutos de la vid, el olivo o el manzano,
también llamado jaraíz, ingenio, cuba, barreño o gran tina.
Land lords: Ingleses, propietarios de grandes superficies de tierras, que iban desde las 100
mil hasta las 400 mil hectáreas.
Llamas caravaneras: Llamas utilizadas en las caravanas de viajes por las rutas andinas.
Materia orgánica del suelo: Es materia constituyente del suelo, proveniente de compuestos
orgánicos, los restos de organismos que alguna vez estuvieron vivos, tales como
plantas, animales y sus productos de desecho.
Megafauna: Se refiere a los grandes mamíferos que vivieron en el período del pleistoceno,
hace aproximadamente 20.000 a 8.000 años antes del presente.
Mesoporos del suelo: Poros del suelo ubicados entre los agregados y/o partículas del suelo
y que tienen diámetros entre 2 y 50 nm.
Monocultivo: Sistema de producción agrícola que consiste en dedicar una gran extensión de
suelo al cultivo de una sola especie y variedad vegetal, utilizando los mismos métodos
de cultivo (control de plagas, fertilización y alta estandarización de la producción), lo que
hace más eficiente el manejo agronómico, pero también más susceptible a plagas y
enfermedades y menos resiliente a alteraciones externas.
Mulch: Cubierta orgánica o inorgánica que se utiliza para cubrir el suelo con el propósito de
controlar malezas, conservar la humedad, regular la temperatura y proteger el suelo.
Olluco: Tubérculo rico en vitamina C y Hierro. Ullucus tuberosus es una planta herbácea
originaria de la región andina de América del Sur, se le conoce como olluco o papa lisa.
Oxidación: Reacción química donde un elemento pierde electrones, y por lo tanto aumenta
su estado de oxidación. En la mayoría de estas reacciones la transferencia de
electrones se da mediante la adquisición de átomos de oxígeno (cesión de electrones),
sin embargo, puede darse sin que haya intercambio de oxígeno.
Parásito: Organismo que obtiene sus alimentos a expensas de la planta o animal que lo
contiene; su acción no causa la muerte inmediata de la especie de la cual toma el
alimento, pero puede causársela a largo plazo. Puede actuar en el exterior (ectoparásito)
o en el interior (endoparásito).
Período crítico de interferencia: Etapa de desarrollo del cultivo que al competir con malezas
tiene efectos de pérdida de rendimientos que son irrecuperables.
Persistencia: Acción y efecto de durar por largo tiempo. En el caso de las plantas, se
consideran persistentes aquellas que tienen largo período de viabilidad, elevada
producción de semillas y/o adaptaciones fisiológicas y genéticas como la facultad de
germinar escalonadamente.
Piedras horoi: Señales de piedra que fueron erigidas en terrenos afectos a un acreedor, los
que eran cedidos en garantía de un préstamo. También pueden ser llamadas piedras
hipotecarias.
Planta herbácea: Planta que no presenta órganos leñosos permanentes. Los tallos son
verdes y generalmente mueren al acabar la estación, pero son sustituidos por otros
nuevos si la planta es perenne o vivaz.
Pleistoceno: Primera época del período cuaternario, que abarca desde hace 2 millones de
años hasta hace 10 mil años antes del presente.
Rizobacterias: También conocidas como Plant Growth Promoting Rhizobacteria (PGPR) son
bacterias que colonizan rápidamente la rizósfera en una relación simbiótica beneficiosa
para ambas partes; son promotoras del crecimiento vegetal, sintetizan fitohormonas
que facilitan el enraizamiento, secretan compuestos que mejoran la estructura del suelo,
facilitan la captación de nutrientes y protegen a la planta contra los patógenos.
Rodales: Conjunto de árboles u otra vegetación forestal que ocupa una superficie
determinada y que es lo suficientemente uniforme en su composición de especies,
distribución de edades, calidad y espesura para diferenciarse del resto de la masa o
vegetación que la rodea.
Rotación trienal: Rotación de cultivos que tiene una duración de tres años.
Roturación de la tierra: Labor que tiene como objetivo controlar malezas hierbas, incorporar
materia orgánica y preparar el suelo para la penetración del agua y raíces, también se
conoce como aradura.
Sucesión: Conjunto de etapas sucesivas o secuencia natural por la que atraviesa un biotopo
en el que un número de organismos reemplaza a otro en un hábitat hasta alcanzar la
máxima complejidad y estabilidad posibles en el clímax.
Suelo loess: Depósitos de limo, de color amarillento, transportados por tormentas de polvo
durante miles de años, carecen de estratificación y están formados principalmente
por silicatos (cuarzo, feldespato, etc.), carbonato de calcio (procedente de roca caliza,
dolomía, etc.), finísimos detritos orgánicos y minerales del grupo de las arcillas.
Constituye un suelo muy fértil y profundo.
Suelo supresivo: Suelos en los que el patógeno no se establece, o bien se establece pero
no causa daño o causa algún daño, pero la enfermedad se vuelve progresivamente
menos grave a pesar de que el patógeno persiste en el suelo.
Supresión: Reducción del nivel de daño de un patógeno o plaga, disminuyendo el daño a los
cultivos y evitando así pérdidas económicas para el productor.
Taclla: Bastón escarbador compuesto por una lámina gruesa, larga y estrecha, elaborada en
piedra pulida.
Xeromórfico: Vegetales que viven en ambientes secos, ya que tienen ciertas características
como hojas reducidas, suculencia, pilosidad densa y/o con cutícula gruesa, que les
permiten conservar agua y soportar condiciones secas.
Zonificación: División de terrenos en diferentes zonas, utilizando las zonas altas y bajas
(vegas) de acuerdo a su aptitud y a la estación del año.
Zooespora: Espora asexual mótil provista de cilios o flagelos para locomoción, producida
para propagarse por algunos hongos y algas.