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Entre El Miedo y La Estupidez-Carlos Jara

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Entre el temor, la estupidez y la esperanza: una

micropolítica para el cambio de cultura subjetiva.1

Carlos J. Jara Martínez


Fortaleza - Crato - Quito
Septiembre 2019

1
Para Paul, Niek, Benjamín y Martin.

1
• A manera de introducción

“Vale más una hora sobre la piel de la Tierra, disfrutando del sol, que toda una eternidad
sin haber nacido. Todo lo que está vivo desea vivir”
Amelia Valcárcel.
Después de casi ocho décadas de “desarrollo”, buena parte de la población ecuatoriana
continúa viviendo en situaciones de pobreza y exclusión, sufriendo de ignorancia y
temor social, mientras ocurren siniestros e irreversibles procesos de destrucción del
ambiente natural. En realidad, muy poco ha sido propuesto como alternativa al
“desarrollo-crecimiento”, sea por parte de la derecha o la izquierda política
convencional, ni siquiera cuando se planteó el enfoque de transformación social a partir
de la construcción de capacidades humanas. Vivimos de “modo crisis” económica y
financiera en “modo crisis” económica y financiera; una siniestra letanía sostenida desde
el poder para facilitar los procesos de acumulación del capital. Es el afán por el
crecimiento económico per se, lo que provoca esa crisis multidimensional que nos
destruye, pero no parecen florecer alternativas que nos permitan vivir en Bien-Estar o
Buen Vivir y sin ajustes o crecimientos destructivos.
¿No será que precisamos otras formas de organización de la producción social? ¿No
será que deberíamos pensar en nuevos modos sociales y ecológicos de decrecimiento?
¿Cómo construir una economía que sea simultáneamente regenerativa y distributiva,
ecológicamente cuidada, que pueda trascender su dependencia estructural en el
crecimiento constante del PIB? ¿Cómo desplegar Buenos Vivires?2
Nuestra sociedad se caracteriza, entre otras cosas, por la creciente aplicación de
conceptos, criterios y principios propios de la economía capitalista; su “desarrollo” se ha
vuelto la teoría general del esfuerzo institucional desde hace varias décadas. Pero el
objetivo de desarrollar la modernidad capitalista, esto es, la expectativa de construir una
sociedad próspera y equitativa, con capacidad de garantizar el bienestar, ha sido vaciado
de contenido y parece poco verosímil por sus patéticos resultados. El “desarrollo”
convencional ha sido fuertemente criticado, incluyendo los esfuerzos de
descolonización epistemológica, desde varias esferas de sensibilidad anti-desarrollista.
Pero raramente se han insinuado fundamentos científicos para desplegar una nueva
cultura subjetiva que oriente ética y colectivamente, procesos de cambio social.
Tercamente, el “desarrollo” se mantiene como el principal principio organizador de la
vida social; no hay imaginarios políticos viables alternativos al “subdesarrollo”; se ha
vuelto una ideología funcional para el “desarrollo” del neocolonialismo. Aquel que se
atreva a cuestionar el “derecho al desarrollo” corre el riesgo de ser ridiculizado o
satanizado, peor aún si pretende cuestionar el dogma del crecimiento; un supuesto
santificado en el sistema económico y político mundial. Es fatal cuestionar la fe

2
Sumac Qamaña

2
desarrollista, incluyendo el neoliberalismo, ambos dedicados a organizar la producción
capitalista; criticar al sistema constituye un acto peligroso.
El “desarrollo” siempre ha sido pensado oficialmente como la derivación de una racional
“ingeniería de intervención”, idealmente bajo la responsabilidad del Estado, por ser el
agente dotado con la suma del poder y la capacidad planificadora del conjunto; la matriz
de todas las demás instituciones. El “desarrollo” no ha sido concebido, salvo excepciones
derivadas del movimiento social, como el resultado de la calidad de la organización y
actuación relacional de la propia sociedad. El neoliberalismo - la ideología de las
actuales clases dominantes - piensa el “desarrollo” afirmado en los esfuerzos de la
inversión privada, desde un Estado mínimo”, siguiendo las recetas propuestas por los
peritos neoclásicos, detrás del mercado y los modelos de modernización propios del
capitalismo avanzado. También ha sido pensado desde el avance de la ciencia,
tecnología y el llamado “capital humano”, “factores” que no acaban de resolver el
problema del “subdesarrollo.” Las agendas del “desarrollo” han sido, por regla,
economicistas y mecánicas, centradas en expansión económica y maximización de
beneficios. Pocas visiones del “desarrollo” han superado los dualismos y los
psicologismos, y dado atención al mundo de la subjetivación, los valores, los símbolos y
las creencias sobre la sociedad y la Naturaleza, los niveles de consciencia de la población,
y otras manifestaciones culturales.
Los peritos en “desarrollo” del capitalismo no han conseguido instrumentar la formación
de valores positivos, aportar al cambio de creencias negativas. Variables como la
felicidad, la armonía, la reciprocidad, el aprendizaje colectivo, la resiliencia social, la
autoorganización, el cuidado ambiental, casi no han sido considerados en la ecuación
convencional del “desarrollo”, muy influenciado por el racionalismo, el materialismo
mecanicista y el economicismo. No recuerdo teorías de “desarrollo” humano, rural,
territorial, sostenible, etc., que hayan sido “neutrales”, o que busquen auténticamente
el Buen Vivir o Bien-Estar de la sociedad. El “desarrollo sustentable” absorbió la cuestión
ecológica en su retórica productivista y el “desarrollo territorial” no sabe cómo
concretar la multisectorialidad o moderar las cadenas productivas, la bioeconomía y la
competitividad. Desconocen la contradicción irresoluble entre el crecimiento
económico y la conservación de la vida.
Esa perspectiva desarrollista nos ha conducido a un callejón sin salida, un esquema que
no se deja inspirar por ningún cambio cultural que sirva para nutrir un mundo de
armonía, cuidado y creatividad. Es necesario reconfigurar esa percepción hegemónica,
incluyendo sus modos de indagación e interpretación, buscando superar sus
negatividades y prácticas. Debemos cambiar los objetivos y los medios, trabajar en las
raíces de los problemas, no en los síntomas, y salir del reduccionismo.
La presente “propuesta” constituye una reflexión, en proceso, realizada en tiempos de
madurez personal, luego de más de treinta años trabajando en temas de “desarrollo”
social y productivo en las ruralidades de América Latina. Observo una enorme brecha
entre lo prometido y lo conseguido. Al reflexionar, expreso mi frustración por el fracaso

3
de las promesas interiorizadas en las mentes de tanta gente sometida, casi sin tregua, a
relaciones de desigualdad y empobrecimiento. Parto de una lectura interdisciplinaria, y
desde un espíritu crítico. Se trata de una propuesta conceptual - una percepción “no
iniciada” - que busca experimentación, intercambio de ideas y lecciones, trabajos
conjuntos, desafíos prácticos, puesta a prueba de instrumentos y metodologías, y en
territorios en los cuales sus autoridades, junto con la sociedad civil, quieran mirar el
devenir con ojos nuevos y amorosos.
Seria lindo poder escribir algo más que ciencia teórica, esto es, resultados que se
desprenden de la práctica. Se busca una sociedad que aprenda a organizarse y cuidarse
a sí misma de forma colectiva, con capacidad de humanizarse éticamente. Es muy difícil
traducir este conocimiento y entusiasmo que me asalta en auténtica praxis. Albert
Camus decía que “para que un conocimiento cambie el mundo, primero tiene que
cambiarle la vida a quien lo concibe. Tiene que convertirse en un ejemplo”.
Existe el riesgo de que esta propuesta sea tildada de anticientífica, además de anti
sistémica o infantil; que la naturaleza de la epistemología empleada sea percibida como
“ideológica”, inclusive mística. Aunque creo, como lo afirma W.I. Thompson, que para
“movernos hacia una ecología de la consciencia ...necesitamos las sugerencias de los
místicos planetarios”. Ellos, los místicos, los que son conscientes de la interconexión
mutua de todas las cosas, no se interesan por el conocimiento reducido o fragmentado,
mecánico, como la mayoría de los pensadores cartesianos, sino por la comprensión de
la totalidad de la existencia, a través de la autoconsciencia. Ha sido difícil entender que
el conocimiento fragmentado me separa por dentro, me coloca en conflicto con los
otros. Tanto tiempo sumergido en el racionalismo, en símbolos abstractos de
“desarrollo rural y territorial”, en ideologías impotentes; el mundo de los campesinos se
observa plagado de malestares y posverdades. Muy difícil pensar en “alternativas al
desarrollo” desde esas visiones enyesadas.

El texto que les brindo abraza varias disciplinas y modos de pensamiento, articula una
variedad de conceptos, sistematiza conocimientos, recoge experiencias de la vida
personal y profesional, y principalmente, acopia los errores. Sin embargo, tiene la
omisión de no ser respaldada, en lo fundamental, por la investigación básica, junto a
una práctica científica efectiva. No dispongo de los mecanismos que generan el
fenomeno de cambio en la cultura subjetiva que busco explicar. No puedo presentarles
las evidencias instrumentales coherentes con las concepciones elaboradas, con
capacidad de producir los fenómenos de cambio de habitus negativos, esto es, de
aquellos condicionamientos sociales que son apropiados mediante la experiencia y se
vuelven categorías de percepción y valoración. He cometido muchos errores derivados
del conocimiento convencional sobre “desarrollo”, he observado muchos fracasos; aun
no puedo desaprenderlo todo. Intuyo que la verdad reside en algún lugar del
inconsciente.
Entiendo que camino por campos poco investigados, excluidos por la a omnipotencia
cognoscitiva de la ciencia positivista. Desde una actitud exploratoria, con humildad

4
epistemológica, reconozco que la verdad “científica”, refrendada por la racionalidad y la
causalidad, aún no está disponible. Aunque entiendo que la “verdad” científica –
comprobada empíricamente - es siempre una limitada descripción de la realidad; existen
otras formas de lograr conocimiento. Urge hacer las preguntas correctas, reorganizar el
conocimiento, y definir instrumentos alternativos de emancipación humana; aclarar lo
que esta oscuro, dejarse inspirar por nuevos valores. ¿Qué sería de la vida si no
tuviéramos el valor de intentar algo nuevo? (Vincent Van Gogh).

• Una cuestión epistemológica


La situación del pueblo ecuatoriano y de la Naturaleza que lo abraza, lejos de mejorar
de acuerdo a lo prometido por los diversos gobiernos, y conforme a los dictados de
diversos modelos de “desarrollismo” y Declaraciones Internacionales, tiende a decaer y
deteriorarse. El malestar, los conflictos, las contaminaciones, las exclusiones y
desigualdades sociales que usualmente acompañan al crecimiento económico, ponen
en duda las nociones convencionales de progreso y modernización: su fe antropológica,
su optimismo, su lectura lineal de la evolución humana. El proceso de modernización
aplicado en Ecuador en las últimas 5 décadas, no ha conseguido eliminar la pobreza,
parar la degradación ecológica, aumentar las oportunidades de empleo digno, construir
un sistema de paz definido por convivencias respetuosas y justas, con instituciones
capaces de lograr consensos. Observamos una rápida ruptura del tejido social, la
despersonalización de las relaciones sociales, manipulación de subjetividades, una
heterogénea ampliación de los mecanismos de exclusión y subordinación, la
persistencia de la pobreza estructural.
La modernización ha sido, esencialmente, el eufemismo que interiorizamos
ideológicamente para comprarle la tecnología a los países del Norte y asumir su visión
industrial del mundo, metafóricamente hablando, para adquirir agrotóxicos como el
glifosato o la atrazina en nombre del rendimiento. La dinámica modernizadora ha
expandido las fronteras de la mercancía, buscado simplificar los sistemas de producción,
acumulación y distribución, para homogenizar los procesos, hacerlos eficientes,
conforme las exigencias de la rentabilidad monetaria empresarial. Todo ello va a
cambiar en corto plazo con la introducción de la quinta generación (5G) de redes
inalámbricas, mediante innovaciones que llevan la inteligencia hacia velocidades muy
rápidas, posibilitando la conectividad instantánea.
Mientras tanto, con la mundialización neoliberal nos estamos desindustrializando y
reprimarizando3; las ramas manufactureras menos eficientes tienden a desaparecer y
son reemplazadas por importaciones, aumenta el desempleo, los salarios se encuentran
estancados, la fuerza laboral se flexibiliza, la clase media se debilita. Se expande un tipo
de extractivismo que exporta la materia prima casi en bruto, sin desarrollar capacidad
científico-tecnológica local, ambientalmente depredador, no genera eslabonamientos

3
Se enfatiza la producción de materias primas que constituyen productos básicos de exportación
(commodities) y también los provistos por el sector agropecuario y pesquero bajo modalidades de
“agronegocio”, agroindustria, y pesca industrial.

5
productivos y valor agregado en el país. Bajo el (neo) extractivismo, se reprimariza la
economía, se profundizan los vínculos asimétricos con el empresariado transnacional,
aumenta la vulnerabilidad de las comunidades sometidas al acaparamiento territorial,
se intensifica la apropiación de la Naturaleza, acrecientan los conflictos, etc. 4 El
resultado social y ambiental es decepcionante, el pueblo ecuatoriano sigue sangrando
por sus heridas sociales; seguimos instrumentalizando a la Naturaleza, desconociendo
su valor intrínseco.
Los conceptos de “cambio programado” - la planificación del “desarrollo” – han chocado
con su propio limite; la intimidación a la sostenibilidad de la vida. Algunos “desarrollos”
han desembocado en barbaries sociales y ecológicas, como la explotación petrolera de
la Chevron-Texaco en la Amazonía noroccidental ecuatoriana, o los últimos infiernos de
gobiernos. No se pueden resolver los problemas que nos destruyen con las mismas
concepciones e instrumentos que nutren esa decadencia. Deberíamos cambiar el
sistema de condiciones del pensar y del sentir, las teorías, instrumentos, métodos,
estrategias, discursos, la propia episteme que define esa compleja negatividad. “Muchas
cosas que hoy son verdad no lo serán mañana. Quizás, la lógica formal quede degradada
a un método escolar para que los niños entiendan cómo era la antigua y abolida
costumbre de equivocarse”. (Gabriel García Márquez, 1990)
¿Acaso son nuestros propios conceptos, o las maneras “normales” de observar el
mundo, o el modo como usualmente se organiza el conocimiento, incluyendo los
criterios que nos sirven para relacionamos con los fenómenos,5 o los “lentes” que
comúnmente empleamos para advertir la realidad, lo que construye y recrea, esa
infelicidad, desarmonía, empobrecimiento, insustentabilidad, mediocridad política,
decadencia, negatividad, temor y violencia, que nos afecta a casi todos, y también a la
Naturaleza?

• Un desafío epistémico: domesticar las ideas que nos sujetan


“Las sociedades domestican a los individuos por medio de mitos e ideas que, a su vez,
domestican a la sociedad y a los individuos, pero estos pudieran, recíprocamente,
domesticar las ideas, al mismo tiempo en que pudieran controlar a la sociedad que los
controla”. (Edgar Morin, 2000)
La cuestión a resolver es: ¿Cómo domesticar las ideas que nos domestican? ¿De qué
manera se puede influir, positiva y éticamente, en la mentalidad de conjuntos sociales
que componen la emergente sociedad del presente, atomizada y con débil capacidad
para aglutinarse, sobrellevando existencias apáticas, hecha de individuos fragmentados,
encapsulados en la indiferencia, y con escasa capacidad de poder? ¿Cómo todo un

4
Hay que observar lo que ocurre en los territorios de los proyectos mineros: Cangrejos, Curipamba,
Mirador, Fruta del Norte, Loma Larga, Río Blanco y San Carlos Panantza, Cascabel, Llurimagua, La Plata y
Ruta del Cobre.
5
Fenómeno: Del término griego phainómenon (lo que se manifiesta). Nos referimos a la realidad tal y
como se muestra en la percepción. Todo objeto palpable es fenómeno; la realidad perceptible es la
realidad fenoménica. Un perro, un árbol, una piedra, este computador, son fenómenos, y nuestro cuerpo
también

6
colectivo podrá tomar consciencia de las fuerzas inconscientes y las estupideces
cognitivas que destruyen sus existencias? ¿Cómo dejar de ser espectadores, imitadores,
temerosos, pasivos, indiferentes, manipulados, creyentes de las falsedades que
escuchamos, impávidos ante esa mediocre democracia?

Nos encontramos en una sociedad fabricada por diversos tiempos sociales y espaciales,
todos simultáneos; al mismo tiempo sobremoderna y tradicional, preñada de
hibridaciones. Una sociedad en constante cambio y apurada, motorizada por el
capitalismo, sometida a la transitoriedad y la impermanencia, afirmada en un principio
simple: el “apetito insaciable de ganar” (Carlos Marx). En ella bailan confusamente una
diversidad de perspectivas, expresiones, identidades y rasgos culturales; una
mezcolanza de empujes y pautas culturales de muy diferente carácter, que tienden a
juntarse en los salones de la superficialidad, en general, esa “made in USA”.

Si, vivimos en una sociedad que va dejando atrás sus proyectos colectivos, sus utopías
posibles, sus lenguajes e identidades tradicionales, y que ansiosamente busca salir en la
“foto” de la competencia económica, la pujanza del negocio, el incremento de las
ventas, la participación en el mercado, la optimización de los gastos, la innovación, el
desarrollo de las competencias, el rendimiento, el consumo. (Frederic Jameson, 1991).
El neoliberalismo, de la mano de un Estado fusionado y controlado por un minoritario
grupo corporativo, y ante la falta de una ciudadanía crítica, nos intoxica con sus valores
del mercado, y nos injerta en un feroz darwinismo económico que promueve el interés
personal cortoplacista, el individualismo que degenera en egoísmo. Es un recetario de
economía perversa, contrario a cualquier “desarrollo humano positivo”, capaz de
despojar hasta a los más pobres, los jubilados, los niños, para sostener la acumulación.
Observamos una guerra “democráticamente” declarada contra los beneficios sociales
de la población; el aumento de desigualdades en riqueza e ingresos. En un país
dolarizado, la competitividad empresarial depende mucho de mecanismos que
aumentan la vulnerabilidad de la fuerza de trabajo. Como nunca antes, la historia está
hecha de cambios muy rápidos que afectan a todas las dimensiones de la vida,
particularmente la de nosotros mismos. La evolución social que proponemos es la de
dar paso a la competencia, al consumismo, no a niveles más amplios de consciencia.

Es difícil enfrentar las energías culturales negativas que nos domestican desde adentro,
traducidas en formas de estar, saber o hacer, situadas por fuera de lógicas racionalistas;
muy arduo sujetar los sufrimientos penetrantes que las acompañan. No son pocas las
negatividades, como el descuido ambiental, que se expresan saturadas de
contradicciones, porque nos vienen naturalizadas, por ejemplo, por la presión por el
desarrollo económico, por sostenible que sea calificado. La subjetividad consumista, es
un resultado simbólico-emocional de prácticas egoístas y hedonistas; el deseo de poseer
condicionado mediante las relaciones que establece el mercado. Veremos como la
realidad psíquica es parte indivisible de la realidad socio-cultural; como nuestra
subjetividad no sólo reacciona frente al contexto, sino que – simultáneamente – lo hace
respecto a si mismo. Cuando nos invade el individualismo, es fácil caer en la indiferencia,
la pasividad, no asumir ninguna responsabilidad. La indiferencia se vuelve un sutil
mecanismo de control social para asegurar la conformidad de los subalternos, por parte
de quienes ejercen el poder. El individualismo tiende a apagar la empatía y la compasión.

7
“Una sociabilidad fragmentada, desanimada y despojada de poder de intervención, es
como un árbol sin raíces, se marchita poco a poco. El proceso de urdir o tramar lo que
oculta la sociedad fragmentada se denomina contexturar, y genera cohesión, enlaces
sociales” (Carlos Julio Jara, 2005).

Como veremos, ese proceso de emancipación y conquista de consciencia, depende


mucho del cambio en la cultura subjetiva, de la capacidad individual y colectiva para
enfrentar las negatividades que nos separan. Nada es más grave que nuestra indolencia
e incapacidad de encontrar respuestas alternativas, de romper las cadenas subjetivas.
Debemos ser capaces de hablar de un imaginario que aún no es formulado, pero que es
necesario para enriquecer de afecto a la vida humana.

• ¿Cambiar el “chip” mental?


La crisis multidimensional que experimentamos en el Planeta deja la generalizada
impresión de que los fundamentos que traman las dimensiones del conocimiento
convencional, incluyendo sus instrumentos y prácticas, están seriamente cuestionados,
son insuficientes o impotentes; que los viejos paradigmas ya no son confiables, que las
diversas concepciones del saber tradicional deben ser revisitadas, o recambiadas.

Los hechos sociales y económicos, junto a los diversos fenómenos derivados de los
mismos, suceden principalmente como resultado de nuestros pensamientos,
inevitablemente cargados de emociones. Es común argumentar que las acciones se
desprenden de las ideas, y que el poder del pensamiento es clave para moldear las
realidades; las ideas y las formas de pensar condicionarían, por ejemplo, las
negatividades del cotidiano. Pero la mente no es el pensamiento, está llena de
emociones, creencias, experiencias, lecciones, valores, etc. Intuyo que la mente se
cambia positivamente cuando “siente” que está consiguiendo ser libre, saliendo de la
ignorancia, emancipándose de la contaminación afectiva, del dolor, las amenazas. El ser
humano no vive sus ideas, no depende de sus conceptos, siempre vive su propia vida,
idealmente con sentido. (D.T. Suzuki, 1960). De manera que el cambio transformacional
no depende solamente del cambio en el “chip” mental, no es un esfuerzo racional o
intelectualmente dirigido; supone un proceso de mudanza en la cultura subjetiva, en las
emociones negativas. Lo que significa, esencialmente, conquistar niveles cada vez más
amplios o sutiles de consciencia - plenitud - comenzando por darse cuenta de la fuerza
que conllevan esos procesos primarios de corte biológico-emocional, como el miedo,
sus impactos en la conducta y los relacionamientos, y también esos procesos mentales
condicionados que comprometen nuestras acciones, sus significados emocionales, los
“perros ideológicos” que nos muerden por dentro.
Vivimos el cotidiano y nos relacionamos socialmente, siempre teniendo emociones en
la mente, y todo lo que hacemos termina con un fruto cognitivo, una experiencia, en la
misma mente. No basta con darse cuenta, o tener conciencia de lo que se produce en
nosotros y lo que nos viene de afuera, hay otras fuentes profundas que condicionan
nuestro modo de Ser, irracionales y simultáneamente inconscientes. Nuestro sistema

8
nervioso encargado de registrar los estímulos del entorno y de nosotros mismos
contiene cuerpos celulares ancestrales encargados de regular las funciones necesarias
para la supervivencia; no solo codifican los comportamientos instintivos, sino que
constituyen estructuras afectivo- evaluativas de los procesos fisiológicos y del entorno,
buscando protección. Hay sistemas de control social tan básicos e instrumentales.
Generar entre los ciudadanos la sensación de peligro que ponga a las subjetividades en
modo “crisis”, frente a disyuntivas emocionales.
Se busca un cambio educativo en ese complejo mental hecho de pensamientos, de
creencias, sentimientos, actitudes, acciones, comportamientos, que son partes de un
todo. “Nada es más difícil que tener conciencia crítica de los presupuestos de nuestros
propios pensamientos (…) Podemos someter a indagación directa a todo pensamiento,
menos a aquel con el cual hacemos la indagación” (E. F. Schumacher, 2011)

• Perseguimos mitos, como el del Progreso, que transforma a la


Naturaleza en no-naturaleza y al ser humano en no-humano
En las últimas décadas hemos experimentado un enorme crecimiento a nivel
económico, tecnológico y científico, lo que innegablemente ha conllevado un
mejoramiento en las condiciones de vida. La mentalidad de la búsqueda de ganancia
también se ha expandido. Pero no observamos un mejoramiento proporcional en los
niveles de felicidad de las personas; hemos trabajado arduamente para progresar
materialmente, junto a insignificantes logros en paz y contentamiento, de inclusión y
armonía social. El Papa Francisco (2015) diría: “No ocurre una distribución justa de los
frutos de la Tierra”. El dinero ha sido y es el combustible material del sistema, pero no
el medio que tenga como propósito reducir las desigualdades. El sistema económico y
político se encuentra hegemonizado por las élites políticas y empresariales.
Esta realidad nos invita a pensar el “desarrollo” desde otros puntos de vista, o
simplemente, dejar de pensarlo. Es muy difícil desaprender los conocimientos
sedimentados por la modernidad, entender la realidad de otra manera, dar paso a
entendimientos alternativos que nos aproximen a otras posibilidades de existencia.
Deberíamos asumir que no todo ocurre dentro del mundo basado en las cosas
materiales; que la “emancipación” del ser humano no puede expresarse única y
simplemente a partir del cálculo económico. Mas allá de los bajos salarios, la
desposesión, la concentración de riqueza, las privaciones contrarias al despliegue del
potencial humano, la falta de poder político y, en general, las desigualdades y
dificultades para lograr un nivel de vida digno, hay otros tipos de pobreza que nos
afectan a todos. Deberíamos reflexionar sobre esa pobreza fundida en la vida íntima del
sujeto, usualmente angustiada y conflictiva, rayando la indignidad. Hablamos de la
pobreza de consciencia; la alienación y el sufrimiento por falta de libertad, por vivir
condicionado por un juego de fuerzas externas e internas, sin control del pensamiento
y la acción. Porque la pobreza esencial del ser humano no es económica sino ideológica,
subjetiva y política. No es posible permitirse ser uno mismo, tomar una posición crítica,
clara y sana respecto al entorno.

9
El capitalismo no busca que los seres humanos puedan nutrir su potencial, porque lo
más importante para el sistema es la reproducción del capital. El capitalismo celebra el
culto al dinero; los dioses son las monedas y las tarjetas de crédito que encarnan casi
todas las transacciones. La modernidad consumista y vanidosa nos inyecta la visión que
vivimos el mejor de los mundos y que necesitamos seguir creciendo económicamente –
progresando – para lograr el “paraíso terrenal”. La oferta de créditos a la ciudadanía
aumenta los niveles de consumo, pero tiende a concentrar los ingresos en los sectores
más pudientes, en particular, los vinculados con el capital financiero. Mucho de lo que
ocurre en la vida cotidiana, es un destello o dramatización de lo que se decide en los
bancos, lo que subvierte a la “democracia”.6 El imperativo del crecimiento económico
ha sido el combustible del continuum histórico progresista del capital.
El mito del progreso (una lógica sin lógica) asevera que hemos entrado en la era de la
ciencia posmoderna, donde el desarrollo científico y tecnológico no puede parar, siendo
destinado a generar crecimiento económico y deterioro ambiental, intensificando el
aumento de la entropía. Las innovaciones y los descubrimientos van a continuar
aconteciendo a un ritmo siempre apresurado, haciendo que la curva del crecimiento
científico y la innovación sea exponencial. Ese constante avance tecnológico fortalece
la percepción de que hoy estamos mejor que ayer, como si solo el análisis de un aspecto
reducido de la vida social – el técnico – pudiera servir de parámetro para evaluar el
conjunto de las dimensiones.

• El progreso no es una virtud


“Toda la humanidad comulga en la misma creencia. Los ricos la celebran, los pobres
aspiran a ella. Un solo dios, el Progreso; un solo dogma, la economía; un solo edén, la
opulencia; un solo rito, el consumo; una sola plegaria: Nuestro crecimiento que estás en
los cielos…”, Jean- Paul Besset.
La modernidad nos propuso la transición del atraso, lo caduco, la tradición, los
malestares, las carencias, hacia el “paraíso terrenal”, y mediante el poder de la razón, el
desarrollo de la ciencia y la tecnología, el afianzamiento del Estado Nación, el control
social burocrático, y la secularización de la vida social. Ese camino evolutivo, percibido
como lineal y homogeneizante, fue definido como progreso. Este se convirtió en el
discurso totalizante de la modernidad, en el metarrelato que debería orientar las
decisiones. Pero fue y continua siento una modernidad eurocéntrica, transportando
colonialidad, insustentabilidad, discriminación y sometimiento de las comunidades y
pueblos originarios.
Para los “progresistas” el mundo es una continuación hacia el estilo de vida del
Occidente “desarrollado”, por lo que viven esquizofrénicamente. El progreso sería lo

6
El sistema financiero mundial está dominado por 28 grandes bancos: J. P. Morgan Chase, Bank of
America, Citigroup, HSBC, Deutsches Bank, Groupe Crédit Agricole, BNP Paribas, Barclays PLC, Mitsubishi
Ufjfg, Bank of China, Royal Bank of Scotland, Morgan Stanley, Goldman Sachs, Mizuho FG. Santander,
Société Générale, ING Bank, BPCE, Wells Fargo, Sumitomo Mitsui FG, UBS, Unicrédit Group, Crédit Suisse,
Nordea, BBVA, Standart Chartered, Bank of New York Mekon, State Street

10
más dinámico posible si hubiera las condiciones para maximizar las utilidades
individuales, afirmando el egoísmo; idealmente se exige un orden social liberal.
(Friedrich Hayek. 1981)
En efecto, domina la creencia de que existe un solo patrón ascendente de cambio en la
historia de la humanidad, que supuestamente es irreversible, siempre en el mismo
sentido y rumbo, linealmente, para más y mejor. El futuro del Ecuador ya es,
imaginativamente, el presente en Corea del Sur, y todo lo que hay que hacer, para
modernizarnos, es terminar progresivamente ese “proyecto inconcluso”. Suponemos
que el progreso, la modernidad occidental y el “desarrollo” económico, deben caminar
fielmente de la mano, siguiendo la lógica de la globalización. Este es un proceso que
exige sacrificios, y tiene “efectos colaterales”, en la forma de exclusión, contaminación,
empobrecimiento, cáncer, cambio climático, guerras, etc., pero que tiene que ser
cumplido, a riesgo de permanecer en el atraso. El progreso, por ejemplo, ha declarado
un acometimiento estructuralmente mortal contra el sistema campesino, y se vale de
los discursos de productividad cuantitativa, competitividad comercial, economía verde,
etc., para justificar su estrategia; el desarrollo rural sostenible le sirve como camuflaje,
para ganar la guerra sin agresión. 7
Pero apenas se colocó al PIB como indicador que norma el “desarrollo” del progreso
económico, no importa si el volumen de las actividades económicas es benéfico o
nocivo. (Ladislau Dowbor, 2018).8 Continuamos afirmando que la experiencia de
occidente es la que debe orientar la evolución social de los diversos espacios-tiempos,
sin importar la multiplicidad de identidades, las dinámicas locales, la diversidad de
factores étnicos, lingüísticos, de género, etc., incluyendo las duras contradicciones
generadas por la colonización cultural del capitalismo. El progreso viene cargado de
optimismo tecnológico. No importan los dilemas resultantes del “desarrollo”
tecnológico, pues los problemas de la tecnología supuestamente serán resueltos por ella
misma; significando que su lógica interna tiene la capacidad de llevarnos a la
destrucción. No paramos de introducir tecnologías extrañas a nuestro medio, y por ello
tratar de homogeneizar las culturas sociales y volver superficial a casi todo los que nos
rodea.

7
El Sun Tzu decía: “… No importa que el enemigo sea numeroso, hay que impedirle que luche…conozca el
patrón de su movimiento y su quietud…ser capaz de transformase como es el enemigo, es lo que significa
“inteligente” … use el orden para esperar el caos y el silencio para esperar el clamor, asi se comanda al
corazón y la mente...”
8
J.K. Galbraith nos decía que: “una de las formas de mentira social más extendidas”. El líder demócrata
Robert 'Bobby' Kennedy nos entregó un importante argumento: “El PIB abarca el napalm y el coste del
almacenamiento de residuos radiactivos. Y, al contrario, el PIB no tiene en cuenta la salud de nuestros
hijos, la calidad de su educación, la alegría de sus juegos, la belleza de nuestra poesía o la solidez de
nuestros matrimonios. No toma en consideración nuestra valentía, nuestra integridad, nuestra
inteligencia, nuestra sabiduría. Lo mide todo, salvo lo que hace que la vida valga la pena de ser vivida”.
No importaría mucho la información de que el Ecuador reducirá drásticamente a 0,2% su previsión de
crecimiento en el 2019. Si solamente pudiéramos cambiar los conceptos y los habitus culturales. Hay
crecimientos económicos, por pequeños que sean, que construyen Mal Vivir. El PIB no contabiliza las
violaciones a los Derechos de la Naturaleza.

11
“No hay ningún tipo de progreso que no tenga efectos indeseables” (Boris Selurnik). La
noción hegemónica del progreso no permite que el ser humano evolucione hacia una
vida en paz y dignidad. El progreso no ha cumplido las promesas básicas de la
modernidad (educación, salud, trabajo, seguridad social vivienda, etc.), no ha
garantizado la diversidad cultural; ha fundado un multiculturalismo hecho de
identidades fragmentadas; no ha respetado a la Naturaleza; ha justificado la existencia
de autoritarismos y violaciones de Derechos Humanos; ha naturalizado el capitalismo;
ha puesto en riesgo a las garantías conquistadas por el ser humano; oculta las nuevas
formas de dominación subjetiva; ha construido un individualismo fuera de todo cauce;
ha reducido a la libertad al acceso a la propiedad y al disfrute individual; ha naturalizado
el dominio en las raíces intimas de las subjetividades. Para colmo, bajo el neoliberalismo,
el progreso es un proceso que se deberá gestionar en el campo del mercado, como lugar
de interacción, donde es posible sembrar y cosechar, competencia, eficiencia, inventiva
y “democracia”.

• Las promesas incumplidas de la modernidad


La modernidad no ha sido la alternativa a la ignorancia social,9 al “subdesarrollo”, peor
a la pobreza, miseria y contaminación, que existen y persisten en países como el nuestro.
Nuestra sociedad, y Naturaleza, en el contexto del “mercado global” - hecho por una
poderosa red de dispositivos financieros - observa la violación constante de los derechos
humanos, la banalización de la democracia, la destrucción del ambiente natural, la
fluidez de los mercados laborales, las amenazas a la paz social, “limpiezas étnicas”, etc.
Los mitos de modernidad y progreso se volvieron bienes de valor o apreciación
universal, a ser construidos principalmente por las corporaciones transnacionales, los
medios masivos de comunicación, los Estados, la banca, los laboratorios, etc., un
proceso que viene provocando la exclusión de amplios sectores sociales, culturas, y
espacios territoriales.

La modernidad apuesta en la racionalidad instrumental, los objetos y los sistemas


mecánicos, niega cualquier alternativa al “desarrollo” lineal convencional, lo que hace
del positivismo – técnicas estadísticas, sociometría y econometría – la principal norma
que “legitima” las decisiones de política pública. El racionalismo afirma una lógica
basada en métodos científicos, centrada en la explicación, la predicción y el control

9
No es la ignorancia traducida en falta de conocimiento, sino la producción de desconocimientos, no solo
para anestesiar a la población y hacerla olvidar la historia de opresiones y explotaciones, sino para fabricar
calculadamente, una serie de errores cognitivos o falsedades por parte de las elites y para legitimar las
narrativas jerárquicas, programando así las formas de percibir la realidad, desde la indiferencia, la
ansiedad, la irritación, la insatisfacción, el miedo o la alienación. Ese conocimiento es empleado
racionalmente para bloquear la toma de conciencia de verdades; poder discernir éticamente entre el bien
común y el mal común. Como ejemplo de esta pérdida de memoria social, traducida en ignorancia
colectiva programada, se puede señalar el surgimiento de movimientos neofascistas en algunos países,
que hablan de “recuperar la patria”, “defender a la familia frente a la violencia y la corrupción”, combatir
la “invasión de los migrantes’, o “restablecer, con las armas el orden moral”, advirtiendo la posibilidad de
retorno de los populismos autoritarios. "La ignorancia del pueblo es el poder de los gobernantes" (Juani
Hernández)

12
técnico, en datos objetivados y matemáticamente organizados; una perspectiva
intelectual supuestamente libre de valores. (Henry Giroux, 2003) La perspectiva
afectiva, filosófica, subjetiva, mística, intuitiva, integradora, no presta.
Se conoce que las prácticas científicas y técnicas son politizadas, en general, prescinden
de la ética, obedecen a causalidades particularistas. Las investigaciones esconden o
tergiversan datos para afirmar el pensamiento políticamente hegemónico. El ensayo y
el error social sigue la lógica de los grupos en el poder.

• Progreso y austeridad
“Austeridad es la palabra mágica y maldita que los ricos de cualquier lugar del planeta
usan para robar derechos y conquistas de la clase trabajadora”
Luis Ignacio Lula da Silva
Originalmente, el discurso de la austeridad no estaba ligado a la reducción del gasto
público, sino a la necesidad de limitar el consumo privado, para que los gobiernos
pudiesen mejorar la justa asignación de ellos, en favor de toda la sociedad. Hoy, bajo el
neoliberalismo, la noción de austeridad traduce ajuste fiscal, en particular, el corte de
los gastos públicos, el despido de los empleados públicos, el equilibrio de las cuentas
públicas, y sin aumento de impuestos para el grupo empresarial, la rebaja del suelo real
de los trabajadores, lo que supuestamente mejora la confianza de los agentes
económicos, estimula la inversión y atrae capitales externos. El problema es que la
austeridad fiscal no resuelve el problema de la deuda pública, solo intensifica la crisis
social, crea desempleo, debilita los derechos de los trabajadores, condiciona el temor
social que disciplina a los sujetos colectivos, debilita la capacidad del Estado para
atender a su propia población y, ante todo, profundiza la propia crisis socioeconómica,
que sirve de excusa para imponer otros “choques”, con capacidad de generar
sufrimiento en amplios grupos.
¿Qué tipo de “democracia” es esa que no centra sus prioridades en la realización del
interés general? ¿Qué tipo de gobierno es ese, que no escucha a los trabajadores y los
campesinos como requisito irreductible de la “democracia” que proclama? ¿Qué tipo
de progreso es ese dedicado exclusivamente a replicar y reproducir los modos
productivos de vida y de consumo de la sociedad capitalista?

• Modernización neoliberal globalista vis modernización neoliberal


nacionalista
“El capitalismo mundial necesita hoy más que antes del Estado, pero lo quiere lo menos
democrático y nacional posible. Las tendencias a una continuada concentración del
poder, de los recursos y del Estado así lo exigen" Aníbal Quijano.
Que quede claro, la globalización es un viejo fenómeno impulsado principalmente por
la ciencia y la tecnología, por el conocimiento vinculado a la expansión sin barreras de
la ley del valor económico, del reino de la mercancía, del mercado mundial abierto.

13
Viene ocurriendo desde hace muchas décadas un proceso de extensión del espacio
geográfico imperial capitalista - un cambio muy rápido en la división internacional del
trabajo – generando crecientes intercambios mercantiles, bajo el comando monopólico
de las finanzas, el comercio y las multinacionales. La globalización, en la fase actual, se
vuelve neoliberal al asumir los conceptos de flexibilización, precarización laboral y
competencia económica internacional capitalista. Cuando el capital financiero e
industrial busco dejar de lado su base nacional, proyectó sus vínculos hacia los países
periféricos principalmente por medio empréstitos, alterando las dinámicas productivas
locales y condicionando endeudamientos. El neoliberalismo priorizo la producción de
servicios, desindustrializo algunas economías nacionales, con impactos en el empleo, y
en las condiciones de vida de la clase trabajadora, los derechos humanos y laborales.
La globalización neoliberal – apoyada en la comunicación - conlleva procesos de
reorganización política, socioeconómica y cultural, incluyendo la “trata” de la
democracia representativa, y el debilitamiento de la soberanía de muchos países; la idea
es que las transacciones económicas sean hechas lo más libremente posible, sin
proteccionismos ni barreras arancelarias. Las formaciones productivas tradicionales –
las economías campesinas, las comunidades indígenas - son sentenciadas a procesos de
muerte estructural. Se mundializa el consumismo inmoderado, el placer efímero, el
deseo de poseer bienes, de acumular cosas, la pulsión de comprar productos buenos y
baratos, no importa la procedencia.
La globalización económica va de la mano con el globalismo político, como idea de
construir un “solo orden político mundial”, que sea coherente con el mundo
interconectado cultural y comercialmente. Supuestamente ese orden permitirá
gestionar los complejos problemas del Planeta, como el cambio climático,10 la crisis de
refugiados, la intensificación del libre comercio, la diversidad multicultural. Por lo que
es necesario armonizar las leyes y regulaciones en todas partes, como es el caso de La

10
En 2013, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó el quinto informe de
evaluación de los conocimientos sobre el cambio climático, que decía que había más del 95 % de certeza
de que el calentamiento del sistema climático es antropogénico: “El calentamiento del sistema climático
es inequívoco, existiendo una clara influencia humana en su evolución. Muchos aspectos del cambio
climático y los impactos asociados continuarán durante siglos, incluso si se detienen totalmente las
emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero”. Según Nature Geoscience (VOL 12) AUGUST
2019, la tasa actual de calentamiento es mucho más rápida que cualquier cosa observada en los últimos
2.000 años; la tierra se está calentando el doble de rápido que todo el planeta. A medida que la biosfera
se calienta, aumentamos la evaporación", Louis Berchot del CIAT (Colombia) nos dice que. “... a medida
que aumentamos la evaporación, los ecosistemas se secan y arden cuando normalmente no harían eso. Y
cuando los suelos se secan debido al aumento de la evaporación, obtenemos olas de calor más largas”. Y
las olas de calor más largas, por supuesto, calientan aún más la biosfera, comenzando el ciclo
nuevamente”.
https://www.miteco.gob.es/es/ceneam/recursos/mini-portales-tematicos/guia-sintesis
resumida_tcm30-376937.pdf
https://www.theatlantic.com/science/archive/2019/08/how-think-about-dire-new-ipcc-climate-
report/595705/?utm_source=newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=atlantic-daily-
newsletter&utm_content=20190808&silverid-ref=MzUxMzQ5NjcyNDI3S0

14
Ley Orgánica de Agrobiodiversidad, Semillas y Fomento Agroecológico del Ecuador, bajo
el auspicio de todo un cuerpo de especialistas supranacionales. Esa es la estrategia del
multilateralismo globalista, norteamericano e inglés, afirmado en el poder militar y el
capital financiero transnacional.
La ideología explica, en general, aquel conjunto de representaciones que son
compartidas socialmente y que cumplen el papel de posibilitar la replicación cultural de
la sociedad que simbolizan. “El globalismo es una ideología que prioriza el orden global
neoliberal sobre los intereses nacionales.” En escala mundial luchan las plutocracias
globalistas contra las nacionalistas, pelea el unilateralismo nacionalista con el
multilateralismo globalista, y no tanto las “izquierdas” contra las “derechas”, ambas
apegadas al capital. Se trata de una contienda al interior de las clases dominantes, entre
las enormes redes financieras y la banca comercial, entre globalistas y nacionalistas. En
este contexto, ambas corrientes, derecha o izquierda, se disfrazan ideológicamente para
desregular, privatizar, precarizar, contaminar, amedrentar, desmovilizar a la población,
criminalizar la protesta social, ampliar o sostener las desigualdades, y producir las
identidades funcionales a la subjetividad neoliberal. Como veremos, una subjetividad
casi despolitizada, que se inclina hacia el ahora, el momento, lo que esta en boga, lo
actual, la moda, el último aplicativo, a riesgo de vivir frustrados en el fracaso.
Los globalistas unipolares occidentales (Estados Unidos y el Reino Unido) hablan de
impulsar un progreso económico sostenido con capacidad de crear un mundo único,
formateado por el libre comercio, con fronteras abiertas para el negocio, las finanzas, la
tecnología, y gobiernos mínimos. Inyectan la creencia de que la civilización globalizada
es la mejor posible, siempre y cuando no sea compartida por los nuevos centros de
poder, como China y Rusia. Esa panacea es implementada principalmente mediante el
crecimiento de la economía y su ideología neoliberal, haciendo que la humanidad se vea
subjetivamente formateada por las empresas transnacionales, vinculadas a la cuarta
revolución industrial. Sin embargo, proponen discursos humanistas ilustrados:
reorientación de la economía global, menores riesgos de pérdida de biodiversidad,
evitar desastres antropocénicos, impedir los peores efectos del cambio climático,
controlar los residuos plásticos y electrónicos, las amenazas cibernéticas y reducir en
algo las brechas de desigualdad social entre pobres y ricos, idealmente bajo la
protección de los DD-HH, tutelados por la comunidad internacional, particularmente la
ONU (Agenda 2030), CEPAL, OMC, IPCC, Reserva Federal (Fed), Banco Mundial, FMI,
Bank of International Settlements (BIS), los Tratados de Libre Comercio, el Vaticano, los
medios de comunicación del establishment transnacionalizado, como CNN, Reuters, etc.
Las élites globales vienen fabricando un mercado expandido, pero se ocultan detrás de
la ideología “humanista”, que no parece ser otra cosa que el ansia del 1% de la población
mundial para dominar el planeta. Se exhiben como redentoras de la humanidad, en
medio de la crisis financiera que ellas mismas fabrican y ocultan, junto a las poderosas
empresas transnacionales. Construyen crisis nacionales, como la ecuatoriana, a través
de sus organismos multilaterales y sistemas financieros asociados, como el FMI, que
luego de agudizar los desequilibrios macroeconómicos, aumentar la deuda pública y el

15
déficit fiscal, acaban subsumiendo al Estado nacional y sus instituciones, solo para
ampliar el proceso de acumulación del capital.

El mundo ha cambiado de un ordenamiento unipolar a otro multipolar, lo que define


una profunda inestabilidad en el sistema internacional. La globalización acompañada
por las nuevas tecnologías de la información, comunicación y del conocimiento,
establece un profundo cambio en la división internacional del trabajo. Las presiones
para crear un solo orden económico mundial han establecido enormes brechas entre las
élites globalistas y el hombre común. El nacionalismo se levanta, principalmente, como
resistencia a la división del trabajo que impone la agenda globalista; se deja de percibir
como positivo el sometimiento de las sociedades nacionales a las empresas
multinacionales, las fronteras abiertas, el libre comercio, el gobierno global, etc. En no
pocos países se producen intensos procesos de empobrecimiento social que precarizan
la fuerza de trabajo y provocan migraciones, al mismo tiempo que la división cognitiva
del trabajo establece nuevas formas de valorización del capital. En todas partes de
observa falta de representatividad política y la gestación de líderes políticos y tendencias
apoyadas en discursos populistas; el Estado-Nación entra en crisis frente al poder del
mercado financiero y las corporaciones supranacionales, a merced de sus estrategias
especulativas.
Los Estados “corporativos nacionalistas” tienden a protegerse, mientas sus gobiernos
buscan lograr mayores valores de capitalización; saben que la globalización económica
no trae consigo la inclusión de todas las sociedades. No se quiere seguir abriendo las
fronteras, de alguna manera hay que resguardar a la propia gente, a los trabajadores y
a la clase media que la globalización va gradualmente excluyendo; hay que mantener
algún componente de “soberanía cultural” combatiendo al multiculturalismo. Porque
las dinámicas transfronterizas no han sido favorables para numerosas poblaciones
nacionales apegadas a sus economías, sus formas de producción e identidades, pasando
a percibir al globalismo como amenaza, rechazando cualquier competencia – mano de
obra migrante - o nuevas relaciones de poder. (Juval Harari, 2016).
En realidad, los amos del mundo dejaron las fuerzas económicas tan descarriadas, fuera
de todo control, que transformaron el globalismo en un arma de guerra destinada a
rediseñar los espacios y los tiempos, las geografías y las historias. Nunca antes la
dinámica económica de las potencias militaristas, acompañada del progreso tecnológico
nos lleva a peligrosos conflictos en las zonas grises de guerra no declarada. En todas
partes el globalismo multipolar busca abrir anárquicamente los mercados, mientras el
capital financiero se robustece de liquidez orientada a la especulación y al
sobreconsumo. El aumento en el consumo, limita la inversión de capital productivo en
otros sectores de la economía, mientras declara una guerra contra la Naturaleza. Como
una de las respuestas, la derecha neoconservadora y populista regresa a flirtear con el
fascismo, el colonialismo y la guerra, buscando manipular, amedrentar y movilizar a
parte de la población y, por cierto, frenar las reivindicaciones de la “clase trabajadora”.

16
El establishment nacionalista – usualmente travestido de progresismo - expresa una
visión centrada en el destino del estado-nación, que contradictoriamente, objeta
ideológicamente la diversidad cultural y étnica de sus poblaciones (Estado
plurinacional), lo que impide la cohesión social y la ampliación de una sana competencia
económica. Acusan al globalismo de querer construir una dictadura cognitiva -
supuestamente “satánica como el comunismo” - con capacidad de borrar a la familia
tradicional; que prefiera a los extranjeros ante los “paisanos”; que afirme el derecho a
la identidad de género y sexual; que apoyen al feminismo como reflexión crítica de la
desigualdad entre los sexos y entre los géneros; que se reclame y promueva los derechos
e intereses de las mujeres; que bloquee la libertad patriótica de un pueblo a gobernarse
a sí mismo; que el país no sea gobernado, aunque sea parcialmente, por su propia
plutocracia y elite corporativa; etc.
Según los nacionalistas, el globalismo tiende a disolver las instituciones que tienen
fundamento histórico, como la religión, que supuestamente sostienen las columnas
morales de la vida social. Pero exigen más y más neoliberalismo en favor de sus
plutocracias, que camuflan su dominación y patriarcado con el culto al mercado,
percibido como el dios de la cultura. El populismo nacionalista de derecha se nutre
políticamente de la intensificación de la ansiedad, de su distinción respecto al “inferior
diferente”, refugiándose en el narcisismo colectivo, creando barreras subjetivas con
extranjeros, se perfuman con las “glorias” pasadas, el poder militar, la religión, o “tienen
una baja preocupación por el principio moral de evitar herir a otros seres vivos capaces
de sufrir. En otras palabras …aceptan hacer daño a individuos por el bien del grupo.
Exageran la amenaza que representan para su grupo otros, ven insultos a su grupo
cuando esto no significa nada, piensan que otros grupos conspiran contra ellos y creen
en su derecho de venganza hostil” (Agnieszka Golec de Zavala, 2019). El nacionalismo se
encierra en su egoísmo, fragmenta la sociedad entre segmentos fanáticos, convierte al
rival en enemigo, castiga el enfrentamiento de los trabajadores y obreros con la clase
dominante, pero deja libre el enfrentamiento entre los insatisfechos y precarizados,
contra los “otros” corruptos y los inmigrantes.
De ello emerge la necesidad de controlar las fronteras, brota el sentido de patriotismo,
la inclinación hacia el neofascismo, el fortalecimiento de los autoritarismos-despóticos,
inclusive propuestas para desglobalizar las economías, o fortalecer el proteccionismo. El
neofascismo emerge para defender al neoliberalismo con recetas proteccionistas,
xenofobias o temores a las diferencias, y también rancios nacionalismos. El discurso es:
“Nosotros somos los mejores, porque somos superiores, los demás tienen la culpa de
todas nuestras calamidades”. El nacionalismo aparece intolerante, destilando odio hacia
el extranjero, fichado como inmigrante, percibido como enemigo, inferior, vicioso,
vulgar y causante de la crisis laboral e inseguridad que se vive. Las pasiones son
instigadas perversamente por una minoría de agitadores dedicados a construir las bases
ideológicas (ideas, razones, morales, argumentos) del movimiento; se presentan como
suprepremacistas blancos, antidemócratas, raciales realistas, identitarios, patriotas
raciales, activista de derechos blancos, socialcristianos, nacionalsocialistas,

17
segregacionistas, tradicionalistas, evangelistas-sionistas, nacionales cristianos, etno-
nacionalistas, chovinistas, anti-globalistas, etc.
El conservadurismo nacional se opone hostilmente a la exclusión promovida por el
capital transnacional global. Queda la impresión que el nacionalismo construye una
cultura racionalmente insensata – estúpida – dedicada a consumirse a sí mismo, por el
egoísmo, la mediocridad cognitiva y la intolerancia. Pero no hay salidas, el sistema sigue
controlado por minorías, la gente es mantenida en la ignorancia, las plutocracias
dominan. En algunos poderosos países neoconservadores el crecimiento económico -
la defensa de la hegemonía - se afirma en una indefinida práctica de amenazas,
advertencias, presiones, chantajes y represalias traducidas en guerras o conflictos
comerciales
En un mundo globalizado y conectado, no parece viable una propuesta neoconservadora
de nacionalismo burgués, basada en un nuevo “puritanismo” criollo, sin instrumentos
políticos para combatir al individualismo, al temor colectivo, los imperativos de deseo y
placer impuestos por el consumismo. Todo lo contrario, el mundo globalizado viene
gestado por los mercados financieros que buscan, mediante el endeudamiento y el
consumismo, universalizar la ilusión del sujeto propietario de bienes y servicios.
Como respuesta se gesta un imaginario egoísta que “moralmente” defiende la
concentración “local” del capital, incluyendo las fuentes convencionales de significado
de los grupos dominantes, planteando discursos de “superioridad” nacional que
refuerzan sentidos de pertenencia e identidad, renovando populismos “derechosos”
(radicales o extremistas) y democracias (no) liberales destinadas a replicar tiempos
pasados. (Frente Nacional en Francia, Fidesz- Unión Cívica Húngara en Hungría, AFD-
Alternativa para Alemania en Alemania; Demócratas de Suecia, Partido por la Libertad
de Holanda, Liga Norte en Italia, el Partido por la Independencia del Reino Unido- UKIP,
el Gobierno de Ley y Justicia- PiS en Polonia, Amanecer Dorado en Grecia, Partido de la
Libertad de Austria, Partido Popular de Suiza, ATAKA en Bulgaria, VOX en España, Jimintō
en Japón, Narendra Modi en India, Movimiento Social Patriota de Chile, Alt-Right en
Estados Unidos de América, Tercera Fuerza en Colombia, Sociedad Colombiana en
Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad en Colombia, Organización Nacional de El
Yunque en México, el Paraguay Nacionalsocialista en Paraguay, el Partido Social Liberal
en Brasil, Alianza Republicana Nacionalista en El Salvador).
Es bastante claro que la izquierda política del capital no tiene actualmente la capacidad
para encarnar el descontento con el capitalismo del momento; no logran frenar el
avance de los esquemas iliberales, ni colocarse éticamente entre el capitalismo, la
democracia y la crisis ambiental. Es una izquierda dependiente de la elite prometeica o
ilustrada, casi sin contacto con la realidad sociocultural, bebiendo epistémicamente de
las mamas del desarrollismo; se especializa en corromperse en el poder. No hay un
movimiento unificado, ni nacional ni globalmente, que pueda encarar cultural y
políticamente a la reproducción capitalista, combatir sus negatividades económicas,
ambientales, sociales, militares y psicológicas. La izquierda esta llamada a reinventarse,

18
alejándose de los personalismos y de los determinismos económicos que la asemejan a
la derecha del capital. El debate globalista vis nacionalista nos confunde, nos estanca en
la mediocridad, aumenta el dualismo y la polarización, nos lleva a pensar en términos
de sociedades abiertas y cerradas, en abrir o cerrar fronteras, a expandir la
separatividad. Globalismo y nacionalismo, con todo, no son procesos que caminan hacia
una ecología de la consciencia, sino procesos de recambio en la hegemonía; camuflajes
neoliberales para el dominio de una clase dirigente determinada. (William Irwin
Thompson, 2006).
Ambos agrupamientos sostienen los “vínculos históricos entre capitalismo neoliberal,
militarismo, ciencias empresariales, alienación de los trabajadores, violencia doméstica,
tecnologías reproductivas, turismo sexual, abuso infantil, neocolonialismo, islamofobia,
extractivismo, armas nucleares, apropiación de agua y tierras, deforestación, ingeniería
genética, cambio climático y el mito del progreso moderno”. (Ariel Salleh, 2013). Por
ello es necesario superar las viejas concepciones de derecha e izquierda, pero
esencialmente, actualizarlas, para que se puedan clarificar las diferencias y prácticas.
(Eliane Brum, 2019). Debemos encontrar una alternativa al desarrollo del progreso
capitalista, distribuir la riqueza, pensar más allá del recetario de la austeridad y la
apertura, incluyendo el ambientalismo elitista. Pero se requiere, primero, tomar
consciencia, enriquecer de valores éticos a la sociedad civil, y mejorar el papel del Estado
para reorientar al mercado, las finanzas y la calidad del crecimiento.

• ¿Crisis globalista?
"Hemos sacrificado los viejos dioses inmateriales y ocupamos el templo con el dios
mercado. Él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta nos
financia en cuotas y tarjetas la apariencia de felicidad” (José Mujica, 2013)
La globalización neoliberal, que viene de fines del siglo pasado, está en crisis, en
particular, porque la construcción del ”nuevo orden mundial” ha demandado violentas
desregulaciones, desposesiones y desplazamientos, siguiendo una lógica de
acumulación, privatizaciones, plena libertad de movimientos financieros, y a favor de las
empresas transnacionales, reduciendo las facultades de los Estados11; porque ha creado

11
Mucho de la crisis del país ha sido formateada por sus propios grupos de poder, locales y globales, lo
que autoriza, en beneficio de los mismos, la replicación de las viejas recetas económicas de ajuste, que ya
están causando daños colaterales y sufrimientos psicológicos en varios segmentos de la sociedad. Los
dispositivos de ajuste son los que usualmente establece el FMI (privatizaciones, eliminación de subsidios,
incremento de tarifas de servicios públicos, mayores aportes de los trabajadores a la seguridad social,
flexibilización laboral, aumento en la edad de jubilación, etc.) La prensa y los intelectuales del
establishment siguen repitiendo la cantaleta de que la “mesa no está servida”, norteando las respuestas
ortodoxas en la política económica, por mediocridad del pensamiento económico y en la gestión
gubernamental. Es mediocre ese pensamiento, no se abre hacia otras teorías, y está dedicado a preservar
las desigualdades económicas y sociales. En todas partes, la subjetividad ciudadana es atemorizada; los
medios de comunicación se encargan de inyectar miedo, ansiedad e incertidumbre en la vida cotidiana,
nutriendo el sentimiento de crisis que afecta a los Egos, en medio de constantes culebrones, y bajo la real
histeria de la corrupción. Así, la prensa logra controlar la pauta, los temas del discurso y el chisme,
inclusive los mensajes del WhatsApp, creando confusión y miedo.

19
una desmedida concentración del poder y la riqueza, junto a enormes brechas de
desigualdad social12; ha eliminado numerosas barreras comerciales y creado manifiestas
asimetrías en mercados imperfectos; porque se ha producido una bursatilización de
guerras y negocios; ha dispersado “glifosato” y semillas transgénicas en numerosos
territorios rurales; ha estructurado la concentración de la pobreza extrema en las zonas
rurales provocado la caída de la participación de los salarios en el ingreso nacional en
muchos países; ha llevado al aumento del desempleo, el fin de la estabilidad laboral y
el sometimiento de muchas actividades a la competencia internacional, haciéndolas
inviables; porque ocurre una redefinición cultural del sentido de pertenencia e identidad
de pueblos y nacionalidades; porque es clara la violación de los derechos humanos y la
corrupción de las élites políticas; se observa la intervención masiva del negocio en los
medios de comunicación, alterando imaginarios, induciendo necesidades de consumo;
porque es claro el deterioro de los recursos naturales; etc.

Esa agregación de problemas no solucionados genera una complejidad sistémica,


intensamente caótica, lejana a cualquier equilibrio, que define sistemas emergentes no
imaginados, potencialmente destructivos. Estos cambios globales constituyen un
proceso evolutivo sin retorno cuya compleja problemática no puede resolverse con las
mismas teorías que los construyeron. Pero son enfrentados por los nacionalismos
reactivos, los egoísmos colectivos que inculpan a los demás y crean separatividad. Se
demandan imaginarios compartidos, iniciativas y valores que posibiliten el despliegue
de relacionamientos positivos en la subjetividad cultural; se requieren instrumentos
pedagógicos dotados de criticidad para organizar la transición. Ese imaginario
referencial debería “disoñar” la sociedad, la economía y la política que éticamente
aspiramos, proponiendo transiciones. Imaginar ese imaginario, esa nueva perspectiva,
esa alternativa al “desarrollo”, no es un tema de fácil comprensión o construcción; es
una complejidad y debe brotar desde una construcción colectiva, un intercambio de
perspectivas, una acción participativa.
Se trata de construir de antemano la sociedad del futuro próximo, adaptando nuestro
accionar y lenguajear al nuevo orden anhelado; nuevas ideas, nuevas palabras, nuevos
esquemas alejados del pensamiento lineal. Einstein decía que “la imaginación es más
importante que el conocimiento”. El imaginario emancipador nos permite crear,
vislumbrar la posibilidad de realizar un concepto, diseñar en imágenes un pensamiento,
transcender lo que percibimos, visualizar otras realidades posibles. (Mary Warnock,
1978)
Ese imaginario ha de estar iluminado por valores que expresen la afirmación o
recuperación de los semblantes afectivos, creativos y solidarios del ser humano, que
dibujan el lado sensible, cognitivo y justo de nuestras emociones. ¿Cuáles valores
debemos abrazar y volverlos referencia? ¿Cuáles emociones se vuelven esenciales para
enactivar comportamientos solidarios y cuidadosos, vínculos responsables? ¿Cómo

12
En 2017, el 1 % más rico del mundo se llevó el 82 % de toda la nueva riqueza mundial creada. Al
mismo tiempo que creamos una economía de exclusión y desigualdad, controlada por el 1% de la
población del mundo, hemos logrado globalizar la indiferencia.

20
posesionarnos emocionalmente frente a la sociedad para crear alternativas de
organización de la sociedad, a la extrema derecha, la derecha, el centro, la izquierda y
la extrema izquierda del capital? Deberíamos cultivar la práctica de razonar con el
corazón, de “corazonar”; salir reflexionando, de vez en cuando, del reduccionismo
doctrinario centrado en el “logos”. Dejar de percibirnos somo seres separados de la
Naturaleza. No es posible, por ejemplo, enfrentar problemas como el cambio climático,
sin un imaginario compartido, una cosmovisión que inspire el sentido de cuidado en
nuestra subjetividad, hasta que se integre en la cultura, en los habitus.
El ajuste al cambio climático – lograr enactivar una cultura “baja en carbono”- implica
modificar ese complejo de actitudes sociales que amenazan la vida humana, los
derechos humanos y de la Naturaleza; constituye una propiedad emergente a ser
desplegada por colectivos hecho de individuos relativamente conscientes y
responsables, en proceso de interacción cultural. El cambio cultural es previo al cambio
en los modelos económicos y de negocio; es la base del pacto o compromiso entre el
Estado, los empresarios, los campesinos, los trabajadores, las comunidades y la
ciudadanía. El cambio climático no es un fenómeno físico de escala mundial producido
por el elevado nivel de emisiones de gases de efecto invernadero, inviabilizando el
proceso de adaptación de los ecosistemas y las sociedades humanas a las nuevas
condiciones territoriales; es al mismo tiempo un fenomeno cultural. Tiene que ver con
las formas como producimos y consumimos energía, y las maneras como lidiamos con
los impactos del calentamiento global, en contextos caracterizados por la pobreza,
inseguridad alimentaria, desigualdad, gobiernos mediocres, exclusión social, escasez de
agua y tierra fértil. La crisis climática, en buena medida, resulta de la crisis de valores
éticos que viene produciendo el desarrollo del progreso, y probablemente se convierta
en la variable fatal que colapse al capitalismo.
Para movernos hacia la ecología de la consciencia deberíamos nutrir una mentalidad que
no sea exclusivamente individualista, impositiva, intelectual, impulsiva, ilustrada,
imbécil; salir de la estupidez y frivolidad que nos consume. Para defender la biosfera,
además, debemos aproximar tradiciones culturales y experiencias que aproximan los
seres humanos a la Naturaleza. La visión desarrollista y sustentabilista ha fracasado; las
generaciones presentes y futuras están al borde de heredar un “infierno” de planeta,
por el calentamiento global y por el poder de hegemones que tienen miedo a vivir en
paz. El riesgo del colapso civilizatorio existe y no existe otra Tierra.

La tecnología está siempre articulada con la cultura. A medida que el ser humano se vale
de la herramienta tecnológica para aumentar su poder contra la Naturaleza, las
maquinas cobran poder sobre la humanidad. El sistema capitalista y la humanidad, como
la conocemos, no podrán coexistir por mucho tiempo en el modo salvaje que está
desarrollándose. La técnica siempre lleva el sello de la cultura y los valores humanos,
que son previos a cualquier economía, dependiendo del concepto que los seres
humanos tienen de sí mismos. Hay que fomentar una cultura de diálogo, reparto, y
desde contextos de proximidad social, con posibilidad de comunicar armonías. Los

21
cambios ambientales y sociales positivos contribuyen a mejorar la calidad de las
interacciones, de los condicionamientos.
Frente al cambio climático, es urgente aprender a nutrir la paciencia interna, porque las
medidas de ajuste al mismo, no mejoran directamente la situación, porque los
resultados se muestran a largo plazo. Bajo en neoliberalismo – desde la miopía del
mercado - el sujeto generalmente actúa en beneficio propio y dentro del muy corto
plazo, dando prioridad a las opciones personales – las ganancias de los accionistas -
frente a los cuidados ambientales, los intereses de los trabajadores o la protección de
los bienes comunes. Los llamados CEOs (Chief Executive Officers) exigen la mayor renta
posible en el menor tiempo. El instantaneismo individualista siempre se acuesta con la
estupidez.
Esa nueva cultura debe eventualmente expresarse y comportarse como estructura,
crear disposiciones que siembren nuevas experiencias y prácticas, esquemas
alternativos de pensamiento y acción. (Pierre Bourdieu, 2000). “Se hace necesario y
urgente otro imaginario de cambio. Imágenes adecuadas para ver y pensar un cambio
social complejo, no lineal, con sus mareas altas y bajas, procesos y eventos,
continuidades y discontinuidades. Capaces de dar valor y visibilidad a las
transformaciones invisibles y silenciosas, intersticiales e informales, imprevisibles e
involuntarias, micropolíticas y afectivas, bastardas e impuras. Imágenes en las que
encontremos compañía, valor y potencia.” (Amador Fernández-Savater. 2018)
Como respuesta a estos efectos destructores, sin paradigmas alternativos, aparecen o
se replican poderes marcados por emociones tóxicas de odio, pasión y venganza, y en
escalas territoriales, resonando negatividades y erosionando el real sentido político de
los sujetos. Es urgente construir una nueva propuesta de gobernanza global, para
corregir las brechas y desequilibrios de la globalización y abrirse hacia nuevas
perspectivas de cambio cultural. Se exige un pacto ético, un constante debate sobre
hacia dónde y cómo transitar. Es urgente desarrollar instrumentos que ayuden a
cambiar el sentido a las percepciones que orientan la acción, para enfrentar la
negatividad, como el miedo a la opresión, aunque sea en dosis homeopáticas. Lo cierto
es que mientras más global se vuelve el capitalismo, más global y articulado deberá ser
el proceso de emancipación. Hay que “subir y bajar”, dirigirse primero hacia adentro y
luego hacia afuera, enfrentar nuestras propias dictaduras subjetivas, y también las
opresiones nacionales. Hay que “bajar y subir”, partir desde lo local, lo próximo, lo
pequeño, resistir.

• Bajo el neoliberalismo - el culto del lucro - el sujeto es


subyugado desde su interior
“Cien victorias y cien combates
No son demostración de mayor habilidad.
Subyugar al otro sin combate es la demostración
De mayor habilidad”
Sun Tzu
22
El poder hegemónico lucha para que las fuerzas del mercado operen como el principal
mecanismo de asignación de bienes y servicios. Los mecanismos de mercado se han
enraizando en los habitus negativos y anti-valores de la población, lo que nutre
insensatez racional, con capacidad de apropiarse de las distintas esferas de la vida,
llegando a modelar los modos íntimos de la subjetividad. El poder del mercado, la
competencia, llega a poseer al sujeto por dentro, lo influye por medio de formas
variadas de deseos y percepciones, de temores, facilitando la adopción de los
respectivos anti-valores. No es la vieja sumisión la que funciona para las masas, sino la
que utiliza en miedo inyectado subjetivamente, a nombre de la “libertad”. En la
actualidad nos traspasan nuevos patrones empresariales que generan otros esquemas
de subjetivación; los conflictos de clase, etnia y género se replican, pero asumen otras
características. La fuerza de trabajo es controlada desde la subjetividad, mediante el
miedo, pero creando la imagen del individuo independiente, cuyo pisque es sutilmente
sometida por el capital, las mercancías. El miedo se vuelve funcional al capital y es
utilizado larga manu, de diversas formas, condicionando la sumisión y la debilidad
laboral para negociar las relaciones contractuales dignas. Al miedo al desempleo se
suman ese miedo cotidiano de no poder desempeñarse según las exigencias patronales
y a perder el trabajo, lo que conduce a someterse a vínculos laborales precarios,
inseguros, inestables.13 Quienes experimentan constantemente esa emoción de
angustia y frustración resultante de la incertidumbre sobre el futuro laboral pasan a
“compartir” similares reacciones psicológicas, fisiológicas y conductuales, produciendo
sufrimiento y deterioro de la calidad de vida

El neoliberalismo necesita, además de las democracias autoritarias - de la sumisión


colectiva de los sujetos para poder estructurar la vida cotidiana según la lógica de la
mercancía; el neoliberalismo prostituye la democracia al convertirla en un mercado. Lo
hace de manera muy sutil, atemorizando al colectivo, haciendo que el sujeto se sienta
solo, aislado, angustiado, sin poder, o se vuelva dependiente, narcisista, hedonista,
dócil, influenciable, ingenuo, fantaseado, novelero, consumista. Todo ello facilita la
explotación mercantil de la banalidad, facilitando que el teatro colectivo del sufrimiento
sea mascarado y funcional a la injusticia social del sistema. Se trata de una democracia
hecha, en buena medida, de consumidores “soberanos”, pero irresponsables.
Al capital no le interesa la percepción de angustia y dolor de la población, a menos que
pueda lucrar de la misma; pero si busca banalizar el mal que construye, editando la
opinión pública que posibilita la adherencia mental al sistema. Se decide “borrar” del
contexto, y por medio de la intimidación y la distorsión comunicacional, cualquier
iniciativa que estimule la capacidad social de reflexionar, de juzgar, o de pensar por fuera
de los “culebrones” o estereotipos proyectados. Se quiere gobernar a la ciudadanía bajo
la proyección de un espectáculo constante, preñado de chismes. Se busca que la

13
En las instituciones públicas sometidas a las estrategias de recorte de las nóminas de personal se habla
del “síndrome del superviviente”, para explicar las percepciones, temores y sentimientos que
experimentan los empleados que no fueron despedidos después del proceso.

23
ciudadanía se vuelva indiferente al sufrimiento del otro, tolerante al malestar social,
conformista, encerrada en sus estrategias muy particulares, encapsulada en la
estupidez. Un ambiente social de total relativismo, donde no vale la pena defender
derechos, ni rechazar a gobernantes mediocres, ni marchar contra nada, es una
convivencia ciudadana sin poderes éticos. Todo ello favorece al miedo construido
actualmente por el neoliberalismo, ampliando las brechas sociales . (Christophe
Dejours, 2007)
Esa banalización del mal producida por el neoliberalismo, ese juego perverso y
contradictorio de fragmentación y sumisión de subjetividades, contribuye a nutrir
antivalores que codifican comportamientos negativos, como la irresponsabilidad, que
tiene efectos directos sobre la calidad de la vida familiar; la familia es la única comunidad
que persiste. Son los antivalores convertidos en habitus los que destruyen la cohesión
social y desarticulan los esfuerzos de transformación; las emociones angustiantes o
indignantes, ayudan en la constitución de antivalores. Al neoliberalismo no le interesan
los valores éticos vitales para armonizar las relaciones sociales, como la solidaridad y la
responsabilidad, tampoco la afectividad. El recetario neoliberal transmite antivalores
mediante la afirmación de prácticas individualistas y competitivas, usualmente
irresponsables. Porque la responsabilidad es parte del lado justo de las emociones y
tiene implicaciones comportamentales. Agnes Heller (1998) nos decía: “La
responsabilidad tiene dos aspectos: Podemos tener una responsabilidad retrospectiva,
lo que significa que, si hemos hecho algo incorrecto, podríamos pedir excusas y nos
responsabilizamos por ello. Y si alguien nos pregunta acerca de lo que se hizo, la
respuesta debe ser positiva: si, yo lo hice. Pero existe otra clase de responsabilidad que
podría ser llamada responsabilidad prospectiva (donde) hay vínculo de cuidar al Otro,
sentimos que estamos a cargo del Otro, y que ese Otro esta también a cargo de
nosotros”14
Y así nos controlan sutilmente por dentro, desde la propia psiquis, posibilitando que
seamos encauzados como “borregos”, en la dirección deseada, mientras nos percibimos
como seres dueños de nuestras propias vidas; individualistas, indiferentes, indolentes,
vanidosos, carentes de amor. La cultura hegemónica que nos envuelve es
excesivamente egoísta e instrumentalista, insensible, tiende a reprimir o violar la
juridicidad y el orden ético, constantemente genera oposiciones que bloquean la paz. Y
no la podemos enfrentar con violencia, porque en ese campo, la propia cultura
hegemónica tiene mucha superioridad. Por la desigualdad que provoca, ya está
llamando al “ejército a las calles”; quienes controlan las armas controlan al pueblo.

• La izquierda (del capital) debe repensar sus estrategias


“No creo en la vía pacífica

14
Agnes Heller, junto con Immanuel Wallerstein participaron en el Panel Final del Congreso Mundial de
Convergencia Participativa en Conocimiento, Espacio y Tiempo, realizado en la ciudad de Cartagena en
Mayo y Junio de 1997. Esta cita corresponde a su exposición en el Panel Final y la traducción a cargo de
Rudy Pardo.

24
no creo en la vía violenta
me gustaría creer
en algo, pero no creo
creer es creer en Dios
lo único que yo hago
es encogerme de hombros
perdónenme la franqueza
no creo ni en la Vía Láctea”.

Por, Nicanor Parra


Operando con frecuencia como cómplice del liberalismo, la fragmentada y desunida
izquierda política (del capital) se encuentra sistemáticamente combatida por el propio
capital, hoy hegemónico en su forma financiera. Se vale de la fuerza militar, policial,
mediática, ideológica, normativa y judicial para debilitarla, empleando inclusive
maniobras mucho más sutiles, como el estímulo a su apego intelectual y “prometeico”
al sueño desarrollista, el progreso y la modernización capitalista. Una querencia que se
desprende de su vinculación subjetiva con el inconsciente antropo-falo-ego-logo-
céntrico de la cultura moderna occidental a la que esta orgánicamente inserta, de la
mano con escándalos que la involucran – junto a la “derecha” y los círculos corporativos
– en actos de soborno, tráfico de influencias, malversación, enriquecimiento ilícito,
lavado de activos, atropello a los derechos humanos, y demás fenómenos de corrupción.
(Suely Rolnik, 2006).

Es muy difícil el cambio radical en la cultura política, esto es, de las actitudes básicas, de
la izquierda, del centro o la derecha del capital, porque la naturaleza estratégica del
“arte” de la política, necesariamente la lleva a driblar pragmáticamente, entre facciones,
intereses, asumiendo prácticas que se replican, una y otra vez, en el sistema político.
Siempre están fraguando sobre los otros las causas de los problemas que nos angustian,
demonizando de mil maneras al oponente. Lo que conduce a quebrar principios,
haciendo que el “postulado del carácter público (tenga como) su adversario específico
en la idea de que toda política lleva consigo cosas arcanas, secretos de técnica política,
que de hecho son tan necesarios para el absolutismo como los secretos comerciales y
empresariales para una vida económica que se basa en la propiedad privada y en la
concurrencia”. (Carl Schmitt. 2011).15 Una cultura política estúpida, plagada de
prejuicios, culebrones polarizados y complejas relaciones de poder; partidos políticos
sin capacidad creativa, carentes de marcos ideológicos-programáticos alternativos.
Como dice Eliane Brum (2018), “el desafío no está em superar los conceptos de izquierda
o de derecha sino en actualizar los conceptos de izquierda y de derecha, exactamente
para que las personas condigan establecer las diferencias”.

15
Filosofo nazi autor de “El concepto de lo político” (1927) citado por Byung Chul Han (2013). Sociedad
de la Transparencia. Traducción de Raúl Gabás. Herder Editorial. Barcelona. Pág. 21.

25
• El neoliberalismo, el miedo y placer vacío
En casi todas partes, la crisis del endeudamiento público, es utilizada para imponer
políticas de ajuste, y siempre acusando a los antecesores de haber gestionado la cosa
pública “por encima de sus posibilidades”. Ecuador es un país endeudado, pero muy
lejos de muchos de los países del mundo “desarrollado”, sin respuestas alternativas de
salida que no sean las del FMI, mientras los sectores empresariales evitan o evaden su
responsabilidad fiscal. La mentira política se vale de las estadísticas para colocar a una
sociedad en “modo crisis”; se esconden los datos, se tergiversa, se manipula la
información. El endeudamiento impone la lógica de los poderosos, viabiliza la
implantación de medidas antisociales, facilita la trasferencia de recursos generados por
los sectores productivos hacia las corporaciones financieras, despistan la percepción
sobre el poder de la banca privada, legitiman el saqueo de los bienes comunes, que se
apropian de la soberanía popular, empobrecen al consumidor final, constituyéndose en
una forma de dominación.
Así se patrocinan y fabrican los “arreglos” entre políticos cínicos y culpables - expertos
en corrupción - y se establecen entornos sociales que generan ansiedad, incertidumbre,
exclusión y sufrimiento; se acaba entregando el gobierno a la “otra derecha”, lo que
despliega, por un lado, resonancias emocionales negativas, inseguridades, y por el otro,
anticipa e interioriza actitudes de sometimiento y resignación, existencias plagadas de
violencias. Implantar el temor en la subjetividad, constituye para el poder establecido,
un instrumento de gran eficacia controladora. El cotidiano ciudadano es “inyectado” de
pequeñas dosis de sufrimiento, creando un estado de ansiedad colectiva de baja
intensidad, tan sutil que no es posible entenderla. La tensión sensible y negativa que
establece el poder entre el sujeto y su entorno sociocultural, constituye la base del
miedo que transforma la emoción en sentimiento de desprotección, estimulando la
separatividad; la sumisión que articula temor y expectativa. El neoliberalismo y la
estupidez política se acuestan en la misma cama.16
Las poblaciones afectadas y vulnerabilizadas procuran llenar sus vacíos existenciales
acumulando cosas materiales, por baratas que sean, o accediendo a entretenimientos
banales que “satisfacen” deseos y replican placeres vacíos, a ser saciados en el corto
plazo,17 quedando sutilmente sometidas a las promesas del sistema, y alojando
subjetivamente su “adicción a las dopaminas “. Somos seducidos por el placer, un pozo
que nunca se llena de sentido, porque solo se repleta de carencias, insatisfacciones y
sufrimientos. Es por ello que se instrumentaliza al sexo para vender casi cualquier
mercancía. Las secuelas de esta “encarnación” emocional negativa, de este vacío forjado

16
Por otro lado, no son pocos los países y las facciones que programan el miedo público al terrorismo,
que vuelve vulnerable a la sociedad y nutre efectos psicológicos negativos, funcionales para justificar
diversas intervenciones. El miedo es instrumentalizado por el terrorismo para hacer política; la violencia
se vuelve el medio para obtener beneficios a costa de los demás. Frente al terrorismo “lo más importante
intelectualmente hoy no es tanto comprender los motivos de los terroristas, sino los nuestros para
resistirles sin emplear sus propias armas “. (Fernando Savater)
17
Los sujetos se sienten ansiosos y perturbados internamente, constantemente, porque no logran
alcanzar la meta prometida por el mercado, el deseo se prende y se apaga, se prende y se apaga.

26
de insatisfacciones y temores, son muy conocidas, pero las poblaciones ilusionadas
continúan replicando las recetas “democráticas” del sistema, apegadas y replicando el
mismo registro emocional del pasado, y por simple estupidez subjetiva, quedando
subyugadas por la normósis, o sea, por la patología de lo normal. Chomsky decía que:
“Ya no se puede controlar a la gente por la fuerza y, por tanto, para que no perciba que
está viviendo en condiciones de alienación, opresión, subordinación, etc. es necesario
modificar su conciencia”.

• Sistema económico y subjetividad: el “cuerpo es el espacio


que constituye la subjetividad del sujeto”
Además del influjo en la psiquis del individuo, el sistema socioeconómico captura y
acomoda, de forma compleja y persistente, el proceso de producción de la subjetividad,
ajustando o modelando los cuerpos y las mentes, incluyendo el formateo de los vínculos
sociales, hasta pautar afectos, deseos, percepciones, ideas, habitus y valores. Es una
captura que se torna invisible, al punto que el contexto que nos envuelve, también se
vuelve producto de nuestras acciones y reacciones.
“El orden capitalístico es proyectado en la realidad del mundo y en la realidad
psíquica. Incide en los esquemas de conducta, de acción, de gestualidad, de
pensamiento, de sentido, de sentimiento, de afecto, etc. Incide en los montajes
de la percepción, de la memorización y en la modelización de las instancias
intrasubjetivas (…) El orden capitalístico produce los modos de las relaciones
humanas hasta en sus propias representaciones inconscientes: los modos en los
cuales las personas trabajan, son educadas, aman, fornican, hablan (…) Fabrica
la relación con la producción, con la naturaleza, con los hechos, con el
movimiento, con el cuerpo, con la alimentación, con el presente, con el pasado y
con el futuro —en definitiva, fabrica la relación del hombre con el mundo y
consigo mismo” (Félix Guattari y Suely Rolnik).
En efecto, toda creación de subjetividad es corporal, individual y colectiva, y ocurre
dentro de una determinada formación histórico-social y política, a partir de un complejo
cruce entre la mente, el cuerpo, el contexto y la cultura; en ese proceso se inscribe la
dominación. El ser humano no nace sujeto, sino que se renueva constantemente,
deviene como tal, y dentro de procesos interactivos. El sujeto construye al contexto en
interacción con él y, simultáneamente, el propio sujeto es modelado en la interacción
con el ambiente natural y sociocultural. (Denise Najmanovich, 2001) El mundo
capitalista se vuelve el espejo que refleja nuestros propios deseos formateados
culturalmente, lo que probablemente explica porque se prolonga tanto su decadencia.
Ese mundo hecho de cosas mercantiles refleja nuestro actual modo de sentipensar, que
nos vuelve explotadores de uno mismo. La explotación social ocurre sutilmente, desde
dentro, y “sin querer queriendo”, y nos deja relativamente incapacitados para actuar
conscientemente sobre uno mismo. Intuyo que los cerebros-mentes del ser humano
están en constante interacción con los otros cerebros-mentes, intercambiando
informaciones, comunicándose, estableciendo coordinaciones de comportamientos,
compartiendo símbolos, creando sentidos y realidades que probablemente solo existan

27
temporalmente dentro de los cerebros-mentes. (Escuela de Santiago). Porque las
relaciones sociales siempre están cambiando. Es la cultura consciente lo que posibilita
ese entrelazamiento cambiante, haciendo que muchas experiencias se vuelvan
compartidas, y que otras tantas se repliquen. Ocurre una inseparable dinámica recursiva
entre la subjetividad individual y la colectiva.

• Miedo y temor social


MIEDO
De, Raymond Carver
Miedo de ver una patrulla policial detenerse frente a la casa.
Miedo de quedarme dormido durante la noche.
Miedo de no poder dormir.
Miedo de que el pasado regrese.
Miedo de que el presente tome vuelo.
Miedo del teléfono que suena en el silencio de la noche muerta.
Miedo a las tormentas eléctricas.
Miedo de la mujer de servicio que tiene una cicatriz en la mejilla.
Miedo a los perros, aunque me digan que no muerden.
¡Miedo a la ansiedad!
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo de quedarme sin dinero.
Miedo de tener mucho, aunque sea difícil de creer.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde y de llegar antes que cualquiera.
Miedo a ver la escritura de mis hijos en la cubierta de un sobre.
Miedo a verlos morir antes que yo, y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre durante su vejez, y la mía.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día termine con una nota triste.
Miedo a despertarme y ver que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar demasiado.
Miedo a que lo que ame sea letal para aquellos que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado tiempo.
Miedo a la muerte.
Ya dije eso.

El miedo siempre ha estado presente en la historia y existencia del ser humano. Pero es
uno de los fenómenos más “democráticos” que tiene la sociedad ecuatoriana, pues casi
todos tenemos miedo de sentir miedo, aunque el temor más doloroso tienda a
concentrarse en los sujetos vulnerabilizados, que son empobrecidos de varias formas. A
medida que nos modernizamos bajo el capitalismo, nos llenamos de temores y
angustias, o nos sentimos acribillados por una metralleta de aprensiones políticas,
sociales, ambientales, institucionales. Cuando el “ruido” del contexto no cambia, las

28
dosis de intranquilidad se prolongan, las sensaciones de desdicha van y vienen, el miedo
se encarna llegando a afectar la vida cotidiana; las ansiedades se arraigan en los mundos
subjetivos. Las subjetividades del miedo casi que detienen la búsqueda de su autonomía,
tienden a encapsular sus respuestas en la amígdala cerebral y desencadenar ansiedad,
individual y social. Subjetividades que se angustian frente a la incertidumbre, dibujando
las fronteras que nos paralizan frente al poder, inclinándose o volviéndonos
conservadores o subalternos, pasivos e insensibles.
Ese contexto intranquilo está presente en la conciencia de todos, impacta de forma
desigual en los sujetos, según sus experiencias, pero siempre influye en la subjetividad.
El dominio político llega, por repetición de mecanismos, a valerse de la ignorancia y la
mediocridad cognitiva de la población, para penetrar en el registro emocional y acceder
a la subjetividad, al nivel cualitativo del ser humano, para inyectar ideas, deseos,
temores, advertencias, exigencias, coacciones, que inducen ciertos comportamientos y
acciones.
El miedo y el estrés con mucha frecuencia caminan de la mano; a la sensación de
aprensión e inseguridad se suman las preocupaciones, las injusticias, la incapacidad para
enfrentar problemas, las dificultades de concentración, el hambre, la enfermedad. El
temor nos impide aprender, colaborar, fraternizar, amar. (Humberto Maturana. 1990).
En situaciones de miseria, no es posible sostener la creatividad, sino la dirigida a
sobrellevar la sobrevivencia, caldo de cultivo de los populismos, esto es, la “metida del
dedo” a la voluntad popular. Interiorizamos poderosas fantasías negativas, ciertas o
imaginarias – sufrimientos mentales ficticios – percibidos como realidad, y apenas
suponemos que estas energías nos vienen programadas desde afuera.18 El miedo
político invocado por los grupos de poder se constituye en una poderosa arma de
dominio sobre las subjetividades, que se vuelven dóciles y manipulables.

Con frecuencia, son nuestros propios hábitos de escape y dependencia los que nos
atrapan y someten por adentro, sin que tomemos conciencia. Se vive de generación en
generación bajo contextos que nutren y replican, por ejemplo, el “trastorno psíquico del
comerse mierda”; y nos es muy difícil liberarnos del mismo, aunque conlleven
negatividad y sufrimiento, porque se esconden en niveles inconscientes. En la sombra
de numerosos ecuatorianos, en se lado obscuro de nuestra personalidad, se disfraza un
huasipunguero con zamarro, botas y espuelas de patrón; se configura un sistema de
percepción mediante el cual actúa el sujeto subalterno, predispuestos a comportarse
como siervos frente a los unos – por haber interiorizado las condiciones objetivas de la
dominación – y como patrones machistas frente a los otros, replicando prácticas
culturales negativas. Esa percepción se replica y mantiene mientras existan condiciones
en el contexto que lleven al inconsciente del sujeto a recordar” pasados presentes”. No
es fácil tomar consciencia de esos campos mentales, memorias, sentimientos.

18
Existe toda una tecnología comunicativa que ayuda a condicionar e intensificar tal emocional o pulsión
cultural subjetiva. Esta puede ser instrumentalizada por los poderes.

29
El miedo social puede ser conceptuado como una presión interna, confusamente
compartida que, aparte de responder a la inseguridad o desprotección, y de causar
sufrimiento, se encarna en la cultura subjetiva, inclinada por el sistema, primariamente,
a adquirir o defender la propiedad de cosas y bienes, lo que fragmenta la existencia
convivencial, entre el tener y el no tener. Esa pulsión asume viscosidad neurótica en la
vida ciudadana, que se vuelve temerosa de ser rechazada por el régimen de consumo;
basta que le digan que la “mesa no está servida”. Cuando no se puede satisfacer la
codicia por las buenas, hay que quitárselo al prójimo por las malas. O simplemente, se
crean las instituciones y los mecanismos normativos para legitimar ese despojo,
“ajustando” al mercado laboral, las condiciones de producción y de vida, incluyendo la
erosión de la capacidad colectiva de los pueblos, de las organizaciones, para defender
sus derechos.
El miedo es la sensación desagradable constitutiva del control social; el dominio político
y económico no pudiera sostenerse sin el miedo que atraviesa la subjetividad por medio
de diversos medios culturales y simbólicos. No es suficiente con organizar un discurso e
ideología para que el pueblo asuma subjetivamente los intereses de los grupos
dominantes, hay que inyectarle miedo al alma del pueblo; dispararle incertidumbre, una
y otra vez. Los políticos del establishment saben bien que no se requiere ni de la policía,
ni de las leyes para controlar al pueblo ansioso y alienado, temeroso, pues basta con
amenazarlo con discursos insubstanciales, como el de “la mesa no está servida”.19 Brota
el miedo de no poder consumar las prácticas de consumo de signos y deseos; se
multiplican las subjetividades conservadoras.
Además, el sistema funciona y se conserva sólo si la mayoría de la población se convence
de que las medidas que toma el gobierno son las mejores y que la insensatez racional,
la estupidez, la corrupción, las culpas del fracaso, obedecen; principalmente al
desacierto e irresponsabilidad de los anteriores gobernantes. Para lo cual hay que
mantenerla confundida mediante la constante difusión mediática de “culebrones”; una
batalla ideológica que se libra en el terreno del chisme, la posverdad y la venganza
callada.
La cultura moderna actual, en permanente construcción, tiende a nutrir relaciones de
negatividad y separatividad en los espacios de convivencia; se multiplican las relaciones
laxas e impersonales, los sentidos de pertenencia tienden a disolverse. Las energías
negativas que conlleva esta construcción se desdoblan en ambición, codicia,
competitividad, envidia, violencia, lo que inunda las interacciones del cotidiano,
condicionando angustias, depresiones, alienaciones, agresiones, insatisfacción e

19
Es una estupidez servirla casi exclusivamente para beneficio de las corporaciones; hay muchas formas
de “servir la mesa social”, de repartir el producto y realizar lo bueno de la naturaleza humana. Nuestros
economistas neoclásicos no son capaces de pensar en el reparto de las oportunidades de vida digna, en
general, recetan medidas para tomar el dinero de los pobres, y entregárselo a los ricos. Sean heterodoxos
u ortodoxos, ubicados en la derecha o la izquierda del capital, los neoclásicos se han apropiado de la
racionalidad económica, dominando el debate público, muy lejos de pensar en alternativas para que los
sistemas productivos y la tecnología estén al servicio de la sociedad, de distribuir la riqueza o cuidar de la
Naturaleza. No son capaces de analizar las causas subyacentes y crear propuestas alternativas.

30
infelicidad. Ese “clima” contribuye a que se deformen las relaciones políticas, y con ello
también las dinámicas ciudadanas. La comunicación del poder se afirma en el poder de
la comunicación, enlazado con el control de la institucionalidad, condicionan la acción
política.
Todo depende de las experiencias del sujeto y los contextos que lo abrazan. Somos
subjetivamente narcotizados por un sistema que nos somete, principalmente mediante
el miedo; los ambientes “ruidosos” excitan los deseos básicos, primarios o instintivos,
relacionados con la comida, el sexo, la lucha o la seguridad, y las apetencias sociales de
dinero, poder o venganza. (Carlos Jara y Jesús Sanz, 2018)

• La industria cultural (Max Horkheimer y Theodor Adorno, 1944)


“En su lucha contra el individuo, la sociedad tiene tres armas: ley, opinión pública y
conciencia”. William Somerset Maugham
“Sin querer queriendo”, somos consumidores “soberanos” de productos culturales
banales, constantemente “reformateados” por la economía de mercado y su industria
cultural, pero nos hace creer que todos somos clientes racionales y autónomos, dotados
de libre albedrío, de poder individualista. Focalizada principalmente en la diversión y en
los “culebrones” locales, nacionales e internacionales, la industria cultural banal (cine,
radio, televisión, diarios, los troles del WhatsApp, editoriales, revistas, discografía,
compañías de teatro o danza, diseño, espectáculo, multimedia, etc.) contribuye a
“encarnar” el fenomeno del miedo social, la avidez por el placer o la dopamina, la
vulgaridad, y la adicción libidinal al consumo, y demás intervenciones condicionantes de
la ingenuidad y superficialidad en la cultura subjetiva. Se tiende a construir un ambiente
de frivolidad sociocultural, un inconsciente político que domestica al sujeto por dentro
y cosifica la consciencia.
Bajo procesos de modernización capitalista, la industria cultural tiende a fragmentar las
identidades locales, mientras por otro lado aumenta la diseminación de patrones
culturales globalizados, formateando al entorno. Los procesos de fragmentación social -
la alienación de los individuos - encuentran una pauta unificadora en el altar del
mercado. Acompañada por la sociedad de la información, la industria cultural tiende,
por ejemplo, a desplazar al Estado del control del espectro radioeléctrico, en favor del
espacio privado y mercantil, para facilitar la mercantilización de los espacios
informacionales y culturales. Para lo cual es necesario construir subjetividades
acopladas a las ideas dominantes, proyectando mensajes seleccionados,
homogenizando contenidos, focalizando receptores, condicionando a los consumidores.
La atomización de la sociedad tiene que ver con la domesticación de la misma, de la
ciudadanía, para volverla individualista, egoísta, superficial y particularista, compuesta
por seres aislados y superfluos, obedientes y manipulables, casi sin facultad de juzgar.
En este contexto, el autoritarismo político se tecnifica y los sujetos comunes son llevados
a la praxis cortoplacista y a la sospecha, a la búsqueda del aferrase de algo, por superfluo
que sea, mientras todo alrededor se desvanece. Por ello se expanden rápidamente los

31
consumos culturales de imágenes simbólicas basuras, que internalizan una cultura
degradada, preñada de trivialidad y mediocridad, que responde principalmente a las
reglas que establece el mercado. Sin “querer queriendo” se consolidan los antivalores
de los sujetos alienados y amedrentados; se camuflan las desigualdades sociales.
Mientras nos desindustrializamos, la industria cultural transnacional o colonizada, ahora
dotada de comunicación tecnologizada y credo instrumental, se dedica a integrar y
adecuar a los diversos pueblos receptores y macrogrupos, los códigos, lenguajes y signos
del mercado global, condicionando pautas de conducta y comportamiento que, en las
palabras de Freud, introyectan antivalores, o replican habitus negativos. Tienen que
hacerlo, responden a los intereses cortoplacistas de los accionistas, no de las
comunidades; se encapsulan en su pragmatismo orientado a proteger la rentabilidad.20
La cotidianidad y el entendimiento colectivo tienden a ser dominados por los medios de
comunicación masivos, a partir de mensajes comunicativos, hoy caracterizados por la
inmediatez. Cada día se gesta o se embute un “culebrón”, se inventa o se distorsiona un
acontecimiento, inmediatamente, para reforzar el mismo emocional de ayer,
descarrilando el interés por lo fundamental.

Se programa y condiciona la opinión pública, estrategia convertida en uno de los


principales instrumentos de control y dominación del sistema económico. La
cotidianidad ciudadana pasa a ser administrada por corporaciones periodísticas
dedicadas a formar opinión, malversando verdades. Tales corporaciones – equipadas de
un poderoso aparato mediático y propagandístico - han hecho de la información una
verdadera cloaca de posverdades, esto es, de mentiras asumidas como verdades, de
“culebrones” que banalizan la objetividad del dato; falsas verdades que se “encarnan”
apelando a la emoción del dramatismo político o del espectáculo mercantil, del
oportunismo político o a la simple superstición. Los “culebrones” combinan la
transmisión de chismes y la emotividad, en general, contribuyen a la desinformación, a
la “veracidad” incierta que penetra el cotidiano al volverse “viral”.
Así es como se masifica la estupidez, se refuerzan los prejuicios y se replica la ignorancia.
“En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con
que se mira”. (Ramón de Campoamor)
Observamos procesos de privatización de lo público y politización de lo corporativo;
pocos son los que pueden expresarse en libertad, sin ser reprimidos. “Ya de entrada, la

20
Tomemos el caso de los Estados Unidos de América. En los últimos 10 años, las grandes corporaciones
estadounidenses destinaron el 93% de sus ganancias a retribuir a sus propios accionistas, casi sin
beneficiar a sus trabajadores o realizar inversiones a largo plazo; el incremento laboral a productividad de
los trabajadores no estuvo acompañado por el aumento de los salarios. Según datos oficiales, es EEUU, el
10% más rico de los hogares estadounidenses posee el 84% de todas las acciones estadounidenses,
mientras que más del 50% de los hogares estadounidenses no posee acciones. El sistema corporativo
estadounidense se dedica a lograr que los más ricos sean aún más ricos. En, Elizabeth Warren presenta
Ley de Capitalismo Responsable.
https://www.warren.senate.gov/newsroom/press-releases/warren-introduces-accountable-capitalism-
act

32
opinión pública es definida en relación a la manipulación, con cuya ayuda los
dominadores políticos han de intentar,’ poner al unísono las disposiciones de la
población con la doctrina política y con la estructura política, con el estilo y con los
resultados del ininterrumpido proceso de toma de decisiones’. La opinión pública sigue
siendo objeto de dominación también en los casos en los que ésta se ve obligada a
hacerle concesiones y a reorientarse; la opinión pública no está ya vinculada ni a las
reglas de discusión pública o a formas de verbalización, ni debe ocuparse de problemas
políticos, ni menos aún dirigirse a instancias políticas. Su relación con la dominación, con
el poder, aumenta, por así decirlo, a espaldas suyas: los deseos ‘privados’ de automóviles
y refrigeradores caen bajo la categoría de ‘opinión pública’, exactamente igual que el
resto de modos de conducta de grupos cualesquiera con tal de que sean relevantes para
el ejercicio de las funciones estatal-sociales de la dominación y la administración”.
(Jürgen Habermas. 1982)

• Big Data – datos masivos – y subjetividad: hiperconectados somos


seres manipulables.
“El objetivo de Internet no es atender a los consumidores, sino explotar económicamente
los perfiles privados de los usuarios”. (Jürgen Habermas)21

Somos seres relativamente íntimos, pero las herramientas Big Data tienen el poder real
de influir nuestra subjetividad, ampliando la posibilidad – vía redes sociales – de crear
relatos que entrelazan sujetos y los dejan adheridos a opiniones, ideas y símbolos
ajenos, pero imaginando que ellos mismos sustentan sus propias aspiraciones y
creencias, para vincularnos funcionalmente a intereses corporativos o políticos, esto es,
bajo formas sutiles de manipulación y control social. Las grandes corporaciones digitales
– Apple, Google, Facebook, Netflix, etc., tienen algoritmos con capacidad de
personalizar los productos que ofrecen, focalizando las preferencias de cada cibernauta.
22

La actual “cultura digital” conlleva nuevos modos de manipulación de la “intimidad”


emocional, y también instrumentos para desinformar y condicionar respuestas,
partiendo de la capacidad para observar comportamientos y percepciones, que se
registran digitalmente mediante tecnologías computacionales y algoritmos concebidos
para tal propósito.

El Big Data, sin embargo, se proyecta más y más, a la venta de las cosas, hacia el
desarrollo bélico, más allá de acumular información sobre acciones bursátiles y

21
Citado por Massimiano Bucchi. Entrevista de la Revista Metode. “La ciencia no soluciona todos
nuestros problemas” https://metode.es/revistas-metode/entrevista-es/entrevista-a-massimiano-
bucchi.html
22
Forbes nos informa que cada día se crean 2.5 quintillones de datos bytes, y que el 90% de los datos
generados en el mundo, por medio de la Internet, corresponden a los últimos 2 años. Google procesa
40.000 búsquedas cada segundo, lo que equivale a 3.5 billones de búsquedas al día. Los usuarios
observan más de 4 millones de videos YouTube al día. Cada día, 1.5 billones de personas se encuentran
activas en Facebook. forbes.com. Mayo 12, 1918.

33
movimientos de personas. Toma fuerza la convergencia algorítmica entre el Big Data y
la Inteligencia Artificial; mediante las técnicas de aprendizaje automático, los estudios
predictivos, visualización inteligente de una gran cantidad de datos, el reconocimiento
de patrones de comportamiento, se puede dar mayor precisión a la toma de decisiones
estratégicas o negociaciones. El conocimiento tácito está siendo desafiado y por ello la
IA y el aprendizaje automático se proyectan como el “nuevo petróleo” del mundo.

Las sociedades globalizadas y altamente conectadas, comienzan a ser controladas por


amplios y nuevos poderes digitalmente expansivos, en cuyo núcleo están las industrias
de almacenamiento y procesamiento masivo de datos, con inédita fuerza para agitar o
programar las subjetividades, reforzando habitus culturales y acciones instrumentales.
Observamos la rápida emergencia de un “capitalismo de vigilancia”, con progresiva
capacidad de modelar los ecosistemas domésticos, y transmutar los datos en
mercaderías; de valerse de las redes sociales para crear personalidades zombis,
aumentando las fragmentaciones que nos llevan a vivir como individuos aislados.

• Placer y mercado: una “sociedad” sin limites


“Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza.
Cree tú que son mujeres viciosas.
Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena”.
De, Adán, 1928
El utilitarismo, como filosofía moral, ha colocado al deseo y al placer en el centro de las
preocupaciones individuales, afirmando que las acciones que merecen realizarse, y que
pueden comprarse, son las acertadas, en la medida que amplían la vida placentera y
venturosa, reduciendo el “sufrimiento”. Una estúpida noción de felicidad; el placer de
satisfacer los deseos, de comprar una cosa nueva. El sistema económico y de consumo
alienta la compra creciente de bienes y servicios, imitando el estilo de vida de los grupos
que lo dominan, simplemente para colmar de cosas la vida fatua, absorber sensaciones
agradables, dándole a la mente una ficción de significado. El carro nuevo, el cuerpo
sensual, etc., nos hace sentir “felices” por corto tiempo, seguimos insatisfechos, vacíos.
La vida sería diferente si la convivencia se orientara en valores éticos.
La industria cultural y digital puede sutilmente confeccionar la consciencia sensorial – la
subjetividad – pudiendo interiorizar diversos estados de insatisfacción, tristeza o
excitaciones que, por su lado, condicionan la búsqueda de emociones fuertes o
gratificantes, generadoras de dopamina, y por otro, afirman complacencia pasiva, la
dependencia.
Vivimos sujetados por un flujo constante de insatisfacciones y deseos banales o
patéticos, para nada positivos. Asistimos una pantalla social despreocupada por la vida
política substantiva, por lo artístico, la paz, muy ávida por consumir pendejadas, como
Rojo, Black Friday, reggaetón, Facebook, Marvel, pornografía, telenovelas, farándula,
lucha libre y fútbol. “Hemos hecho de la diversión una religión y de la recreación, como
el futbol, un campo de batalla”.

34
• Deberíamos buscar una perspectiva emancipadora: darnos
cuenta de los errores que cercan nuestras posesiones
cognitivas

No existen verdades únicas, pero las ideologías no dejan de imponer su veredicto,


desviando, de modo autoritario, cualquier reflexión crítica o propuesta alternativa,
siempre reivindicando el monopolio de la razón instrumental. La “verdad” científica,
base de la moderna racionalidad, justifica el mito del progreso y crecimiento económico,
y confirma las pulsiones egoístas que transforman las relaciones en mercadería,
incluyendo el uso de la tierra, el agua, la biodiversidad, etc. La cultura materialista
reduce la lectura de la realidad a una sola dimensión, la referida a las verdades físicas,
ubicando a la subjetividad en una cárcel de egoísmos psicológicos y procesos
bioquímicos neuronales, con frecuencia negativos (ansiedad, depresión, angustia)23
situados dentro del cerebro y la mente, lo que afecta el comportamiento empático, la
convivencia en paz. Esos presidios internos nos abaten, manteniéndonos atados a la
envidia y la apetencia lúdica, y también a la zozobra que nos amarra a las drogas y
benzodiacepinas. Sobre esos estados subjetivos negativos se montan los mitos políticos;
las personas se vuelven masilla de estrategias psicológicas planificadas del miedo
colectivo.
Como veremos, el proceso de emancipación traduce una forma de hacer micropolítica,
entendida como resistencia a las nuevas y diversas formas de dominio interior.24
Primero nos liberamos, como sujetos conscientes y luego construirnos esa libertad por
medio de la acción por la propia libertad. Primero me empodero de mí mismo, tomo
conciencia de las sombras que me someten, y de las condiciones estructurales que
sujetan mi existencia, para vislumbrar posibilidades de cambio. Si me libero de mis
propias cadenas, puedo partir hacia la liberación de los Otros, en el marco de mi cultura,
aunque no lo logre. Es la dignidad mostrando la resistencia del vivir, sin apelar a la razón,
solamente a la consciencia, como voz del todo.

• Es muy difícil liberarse de temores, porque algunos son muy


importantes para sostener la economía
Hay que conquistar consciencia (con S) para liberarnos del temor, ambiciones, rabias,
obsesiones, ignorancia, o simplemente del crudo deseo o propensión negativa, mucho
de ello formateado por la sociedad consumista y extractivista a la que pertenecemos. La
emancipación traduce una forma silenciosa de hacer micropolítica, que parte del

23
Según el Foro Económico Mundial, en 2016, el 3,83% de la población mundial está sufriendo de
ansiedad, y 3,77% está deprimida.
https://es.weforum.org/agenda/2019/01/por-que-este-es-el-ano-en-que-debemos-adoptar-medidas-
relativas-a-la-salud-mental/
24
Como veremos, esa emancipación comienza cuando se inicia el fin del “ruido” racioemocional, las peleas
internas y externas, las posesiones egoístas. En los estados normales de consciencia tendemos a
vincularnos a las memorias del pasado, a los “barullos” del entorno. No hay una verdad preexistente, sino
aquella que nosotros mismos creamos; no hay tal “piedra filosofal”.

35
proceso de buscar ser consciente con uno mismo, para gradualmente darnos cuenta
que somos poseídos por el temor y los deseos, o mentalmente colonizados, desde la
escuela, o por los teleculebrones, adictos a la protección y al consumo superfluo,
sumisos a los gobiernos y el sistema, por medio de sutiles formas de dominación.
Hay que darse cuenta de las tensiones que ocurren entre la experiencia encarnada en el
sujeto y las proyectadas desde el entorno, principalmente del miedo que nos lleva a la
sumisión, a la coprofagia del ajuste estructural, creando anestesia racional. Porque en
esta sociedad materialista es mucho más fácil autoengañarse, incorporar necesidades
falsas, dibujarse ilusiones, que enfrentar el sutil embuste programado, darle la cara al
temor, entrar en dialogo con uno mismo. La subjetividad se ve condicionada o
subordinada a las condiciones del medio en el que se desarrolla la cotidianidad de las
personas. Carlos Marx nos decía, en modo reducido, que “el ser social determina la
conciencia”

• Sufrimos de pobreza de consciencia25


La pobreza de consciencia es una metáfora para enunciar por lo menos dos fuerzas que
nos impiden, como sujetos, experimentar la plenitud de la existencia. La primera fuerza
tiene que ver con fenómenos psíquicos y primordiales que nos ocupan, modelan nuestra
personalidad, condicionan nuestra carga emocional y también, la visión psicológica del
mundo. Son energías negativas muy poderosas, ocultas en el inconsciente, reprimidas,
que sin embargo actúan controlando nuestros pensamientos: el egoísmo, la envidia, la
indolencia, la maldad, los miedos, etc. (Carl Jung, 2009). Otra fuerza igual de poderosa,
tiene que ver con la “encarnación” subjetiva de los poderes dominantes que llegan
“desde afuera del sujeto”, con poder negativo para oprimir, explotar, excluir,
subordinar, atemorizar, nutrir intolerancias. Así, el sujeto humano existe dividido,
íntimamente por dentro, y también, abierta o sutilmente por fuera. Sin darse cuenta, es
sometido a si mismo por su propia alienación y temor, y dominado por los Otros, por
miedo y dependencia, por ignorancia y estupidez. Esta dualidad atada o enlazada, a
manera de uróboro, adormece el potencial que tiene el ser humano para florecer,
liberarse y transcender. Ignorante, sumiso y sumido en la ingenuidad, el ser humano no
puede acordar su ansia de libertad, está impotente en y con el mundo.
Ambas fuerzas nos adormecen, nos llevan a vivir una existencia dominada por pasiones
primarias, encharcadas de sufrimientos, bloqueando la felicidad. Creemos que somos
libres, que afirmamos nuestra voluntad, nos suponemos independientes, pero somos
un amasijo de acciones involuntarias, ansiedades, temores frustraciones, pasiones y
pesares, no pocos de ellos condicionados, replicados una y otra vez, resonantes en la
psiquis, al punto que no podemos controlar muchas de nuestras acciones. No sabemos
que, al actuar, al comportarnos, no lo estamos haciendo en conformidad con nuestros

25
La consciencia importa, tanto la individual como la colectiva. La forma como la persona percibe e
interpreta su cotidiano y su entorno, incluyendo creencias, valores, actitudes, sentimientos,
comportamientos, y demás dimensiones de su experiencia subjetiva. La consciencia colectiva nos habla
sobre la forma como una comunidad o grupo percibe y traduce el mundo a su alrededor.

36
propios anhelos y propósitos. O sabemos que si queremos hacer lo que queremos nos
enfrentamos con el miedo en persona, en actitudes agresivas o represivas. Y por estar
consciente del miedo, seguimos replicando negatividades, el más de lo mismo. Como
decía Ovidio, “Video meliora proboque, deteriora sequor” (veo lo que es mejor y lo
apruebo, pero sigo haciendo lo peor).

Cuando optamos por hacer lo que queremos, respondemos a los estímulos del contexto,
a las experiencias que almacena nuestro cerebro, incluyendo los genes que hemos
heredado. Queda poco espacio para el libre albedrio. Pero podemos serlo, lograr
emanciparnos, decidir por nosotros mismos, cuando nos damos cuenta y resolvemos no
ser estúpidos, no creer en los dogmas que nos imponen, salir de la ingenuidad, entrar
en la esfera de las decisiones. Es decir, somos libres cuando disfrutamos del dominio
sobre uno mismo y podemos alcanzar metas o ambiciones. (Fernando Savater, 2004)
Nos hemos olvidado de ser nosotros mismos, la mayor parte del tiempo permanecemos
perdidos en los campos de los deseos y las fantasías, de las pulsiones negativas,
resentimientos, intolerancias, o atrapados en un complejo laberinto de problemas,
injusticas, recetas programadas, carencias y ansias materiales. “Solo en la medida en
que descubran que alojan al opresor podrán contribuir a la construcción de su pedagogía
liberadora. Mientras vivan la dualidad en la cual ser es parecer y parecer es parecerse
con el opresor, es imposible hacerlo” (Paulo Freire, 1975).
No es posible definir a la consciencia, pero tampoco es posible dudar de ella. La
consciencia traduce el misterio esencial de la existencia humana, aunque sabemos que
ella surgió como propiedad del ser humano, a lo largo de su evolución de 100.000 años,
junto con el lenguaje; el ser humano transita desde el pasado hacia el futuro. (Norbert
Wiener, 1985). No es una cuestión biológica, sino antropológica-cognitiva; no sabemos
cómo el cerebro crea consciencia, pero si sabemos que esta resulta de una revolución
cognitiva. (Juval Harari, 2016). La consciencia no es un asunto moral que se traduce, por
ejemplo, en la inconciencia ciudadana que recluta y elige mediocres para que los
gobiernen. Ella no se “despierta” por un acto de reflexión personal dirigido a esclarecer
la razón de una acción, a la luz de un fin juzgado como auténtico. Tampoco constituye
un elemento importante del esoterismo u ocultismo, supuestamente clave para lograr
salvación y poder descifrar la existencia. (Nolberto Salinas, 2018). La consciencia existe
como un proceso de descubrimiento.
La consciencia debería ser enfocada desde procesos cognitivos muy elevados que
acoplan todo lo que se experimenta, o sea, la suma de la experiencia vivida, siempre en
fluidez. Sabemos que ese sutil campo cognitivo brota de dinámicas neuronales que
expresan diferentes grados de complejidad, comenzando por la consciencia ordinaria
del sujeto, llena de crudas percepciones, sin mayores destellos del “darse cuenta”, hasta
una consciencia Superior, que supone una noción relativamente clara de uno mismo y
una cierta reflexión. (Fritjof Capra, 2002). El estudio de la consciencia, como fenomeno
de síntesis subjetiva de experiencias, no puede reducirse al método científico analítico
de cualquier disciplina aislada, por ejemplo, la neurociencia; aunque cada experiencia

37
consciente implique una aglomeración funcional de neuronas en interacción. (Giulio.
Tononi y Gerald Edelman, 2000).
La experiencia consciente tiene raíces en la biología, la bioquímica, la física, y se acopla
con la compleja dinámica no lineal de las redes vivas; la cultura subjetiva del ser humano.
Los hechos perceptivos tienen íntima relación con los mensajes del entorno; ocurre un
círculo continuo de información entre el sujeto el entorno. Nuestros cerebros-mentes
están dinámicamente enredados con los demás cerebros-mentes; tales procesos
interactivos son básicos para entender el nivel de abstracción cognitiva propio de la
consciencia reflexiva. (Fritjof Capra, 2002). Nos comunicamos constantemente a través
de símbolos, señas, gestos, palabras y voces lingüísticas que expresan conceptos, ideas,
emociones, creencias. (Humberto Maturana y Francisco Varela, 2003). El contexto está
lleno de esos “ruidos” hechos por los otros, sin los cuales, en gran medida, no somos lo
que somos.
Existen diversos estados o niveles (qualias) de experiencia consciente. Los menos
“desarrollados”, ingenuos u ordinarios, desatentos y aletargados, en los que
“normalmente” se encuentran los sujetos, son los que permiten el “darse cuenta” del
cotidiano, esto es, percibir las cosas, las formas, los sonidos, los colores, los paisajes, la
luna, los conceptos, los pedacitos de “realidad”, los mensajes del mundo objetivo. Esa
consciencia “maleducada”, nos sirve principalmente como sistema de control, para
observar los cambios infrecuentes que ocurren en el entorno.
A esa consciencia incompleta o simple, la reconoceremos escribiéndola sin S,
simplemente como conciencia; traduce una vida que tiende a ser mecánica, atrapada
en las percepciones habituales, usualmente persiguiendo deseos y consumando
ansiedades, para escapar del sufrimiento. (Daniel Goleman, 1996). En realidad, todos
somos humanos porque somos un acto simple de observación de uno mismo; el
problema de la consciencia ingenua es que no puede controlar el miedo que bloquea la
libertad.

En estados ingenuos de conciencia ordinaria, es muy fácil caer en el cuento de que “la
mesa no está servida”, o que el “Gobierno es de todos”. La mayoría de las personas
vegetan en niveles (qualias) muy bajos de consciencia, o sea, están incompletos, viven
en la ignorancia, usualmente teniendo existencias mecánicas, aprisionadas por ansias
terrenales y apetencias sensuales, o buscando satisfacer necesidades básicas por estar
estructuralmente empobrecidos, vulnerabilizados y procurando protección social,
normalmente estancados en percepciones habituales que replican “presentes ya
pasados”. Cada día el mismo recuerdo, la misma estupidez existencial, disfrazada de
frivolidad o candidez, expresando ignorancia e impotencia.
Hemos postergado el disfrute de las cosas simples, de quedarnos tranquilos, en silencio,
serenos, en calma, sin “laca-lacas” mentales, y en el momento presente, ese especial
instante donde se encuentra nuestra vida en fluidez, aquí y ahora, el único tiempo que

38
tenemos.26 El silencio no significa ser mudo o callado, quedarse sin discurso; es la
ausencia del ruido de la existencia moderna que nos permite comprender las palabras
internas, el sentido fluido de la vida. Deberíamos aprender a seleccionar nuestro tiempo,
a recuperar el presente, y no depender tanto del tiempo regulado; y también recuperar
el espacio para el desarrollo personal y social. El futuro usualmente cambia con nuestra
actitud en el presente. Es desde la recuperación de la presencia que le damos sentido a
nuestra existencia. Podemos realizar desde el “momento del ahora” lo que no fuera
hecho en el pasado, redimir lo olvidado, liberarnos de ese pretérito que nos sujeta, dar
posibilidad a otros futuros.

• Buscar verdades demanda lucidez de consciencia


“El mundo entero es una pintura, el gran pintor es la consciencia” (Nissargadatta
Marahaj)

La consciencia reside en un “no lugar”, no habita solo en el cerebro, siempre fluye


procesando la información inconsciente; es posible que la actividad neuronal se vea
complementada por una disposición cultural que se organiza socialmente en red,
valiéndose del lenguaje y los símbolos. La ciencia occidental generalmente entiende a la
conciencia solamente en términos de funciones físicas u operaciones bioquímicas
cerebrales, casi como si fuese un programa de computador-ordenador reducido al
campo de la materia. La mente es pensada como si fuera una maquina informática, un
enjambre de combinaciones neuronales-cerebrales. Esa metáfora mecánica se fortalece
a medida que la ciencia desarrolla algoritmos atados a técnicas de interfaz cerebro-
computadora, que traducen las actividades cerebrales en comunicaciones digitales –
miembros artificiales - sin la intervención de nervios o músculos periféricos. (Kevin
Lande, 2019)
El desarrollo de la neuroimagen, vía Resonancia Magnética, que identifica cambios en el
flujo sanguíneo al realizarse ciertas tareas sensoriales, o al experimentarse estados
emocionales, estimulan el estudio cerebro-mente como eje del sistema nervioso. “Se
entiende por cerebro el centro biológico que recibe los estímulos del medio interno y
externo al individuo, los integra entre sí y con la experiencia cognitiva, emocional y de
motivación acumulada, y, finalmente, da lugar a la respuesta o respuestas
correspondientes dentro o fuera del organismo, cuyo funcionamiento puede ser
abordado mediante los métodos de la ciencia experimental; y por mente, el conjunto de
actividades y procesos psíquicos conscientes e inconscientes, especialmente de carácter
cogniti-vo o afectivo, tal como comparecen en la experiencia subjetiva o en la medida en
que se encuentran referidos a ella.” (José Manuel Giménez Amaya y José Ignacio Murillo.
2009)

En general, los neurocientíficos declaran que la conciencia puede ser explicada apenas
en términos de procesos neurobiológicos, pero bien saben que el único testigo de su

26
“Yo no tengo los años que tengo, solo tengo este instante en el que estoy”. Lección de un taxista en
Quito.

39
existencia, es la propia consciencia. (Sam Harris. S/f). La neurociencia puede explicar las
actividades orgánicas, como el latir de mi corazón, que responden a mensajes
inconscientes, a través de complejas actividades nerviosas. Pero el fisicalismo no sabe
cómo explicar que un fenomeno no físico brote del cerebro biológico. Se admite que los
procesos cerebrales y los transpersonales o espirituales son mutuamente
interdependientes, reconociendo que existen diversos estados potenciales de
consciencia.27 Pero los neurocientíficos aun no consiguen ponerse de acuerdo con la
filosofía, con las experiencias profundas de la existencia, como la identidad profunda del
Ser, ese Yo que soy y está siendo, con los Otros, y que forma parte de un campo sutil
universal. Siguen insistiendo en comprender como se enactiva la mente consciente a
partir de los procesos electroquímicos intercelulares que ocurren dentro del cerebro. El
cuidado, el respeto, la compasión, la prudencia, la creatividad, la empatía, son estados
subjetivos asociados a estados de consciencia superior, una experiencia que puede ser
alcanzada por medio de la percepción intuitiva, la atención plena. Estas cualidades
subjetivas positivas residen dentro del ser humano, pero, como el miedo, se nutren de
información cultural que viene de afuera, del entorno social.

• La consciencia según Krishnamurti


“La conciencia es como un río ancho y profundo y fluye rápidamente. En la superficie
suceden muchas cosas y hay numerosos reflejos. Pero ese no es, obviamente, todo el río.
El río es una cosa total, incluye tanto lo que está abajo, como lo que está arriba. Lo mismo
ocurre con la conciencia, pero muy pocos de nosotros sabemos lo que luego está
ocurriendo debajo. Casi todos estamos satisfechos si podemos vivir bastante bien, con
alguna seguridad y algo de felicidad en la superficie. En tanto tengamos un poquito de
comida y de albergue, … nuestros pequeños dioses y pequeñas alegrías, nuestros
entretenimientos superficiales, para nosotros está todo muy bien. Debido a que nos
satisfacemos fácilmente, jamás investigamos las profundidades; y quizás las
profundidades son más fuertes, más poderosas, más apremiantes en sus exigencias que
lo que está sucediendo arriba. Hay, pues, una contradicción entre lo que se trasluce en n
la superficie, y lo que ocurre abajo. La mayoría de nosotros no se da cuenta de esta
contradicción cuando hay crisis, porque la mente superficial se ha adaptado
completamente al medio que la rodea. Esa mente ha adquirido la nueva cultura
occidental con sus sistemas parlamentarios y todo eso, pero muy por debajo sigue
existiendo el residuo antiguo, los instintos racionales, las motivaciones silenciosas, que
están exigiendo, apremiando constantemente. (Jiddu Krishnamurti,1999)

• Mas allá de la concientización:28 “conócete a ti mismo”

27
Ver, Stanislas Dehaene (2014). Deciphering How the Brain Codes Our Thoughts”
28
O conceito de conscientização não foi cunhado por Paulo Freire, mas pelo Instituto Superior de Estudos
Brasileiros, vinculado ao Ministério de Educação e Cultura, em 1964. O método de alfabetização de Freire
não visava apenas à alfabetização do sujeito, mas também à construção de uma consciência crítica,
política, comunitária; buscava que o sujeito, a partir do diálogo, atingisse uma maior autonomia pessoal
e comunitária.

40
La micropolítica emancipadora traduce una mirada reflexiva de la realidad, del entorno,
con capacidad de “desvelar" los mitos que nos confunden, engañan, y ayudan a
mantener las estructuras que nos dominan y excluyen. Plantea la pregunta acerca de
quiénes tienen control sobre nuestras vidas y de qué manera lo hacen; ¿cuáles son las
relaciones sociales que influyen o condicionan nuestra subjetividad? Ese
cuestionamiento iniciático, en esencia, traduce una práctica política fundamental, el
mínimo encargo cívico que debe pedírsele a un sujeto consigo mismo. No se puede
participar activamente en la vida social, política y económica de la sociedad - ser
ciudadanos – sin comprender las relaciones negativas que nos someten. La
“democracia” que se nos vende en su nombre, es el instrumento dedicado a impedir la
indagación critica – problematización - del ciudadano sobre su propia vida
socioeconómica y cultural; insiste en despolitizar la ciudadanía, a mantenerla en la
ignorancia. Las corporaciones de infiltran en las instituciones públicas hasta capturarlas
y contaminarlas de negatividad plutócrata, lo que concentra y mercantiliza el poder. Se
dedican a negar o excluir, por diversos mecanismos, a las organizaciones de la sociedad
civil, a minimizar las opciones colectivas. La legitimidad no surge de las decisiones de las
mayorías sociales sino del poder de las corporaciones.
La democracia, como la entiendo, traduce un proceso de emancipación social afirmado
en ciertos valores compartidos: igualdad, solidaridad, libertad, respeto y repudio de la
violencia. Estos principios deben vivirse culturalmente, como las rosas, hay que
cultivarlos cuidadosamente.
La reflexión micropolítica no se reduce apenas al conocimiento de la relación entre
nosotros mismos y el contexto cercano, o sea, no busca solo tomar conciencia de los
poderes que nos someten. Tiene que ver con los valores éticos y las relaciones entre los
derechos humanos y nuestro cotidiano, pidiendo un orden social más justo y solidario,
ambientalmente sano. Esos valores tienen que ser asumidos por las personas, para que
los derechos humanos puedan ser vividos. Se quiere que el conocimiento reflexivo – el
juicio debidamente informado - se vuelva práctica social y proponga desacuerdos,
alianzas y alternativas, volviéndolo más complejo, integrándolo a la lucha por una vida
digna, plenas en derechos. Se trata de trascender el nivel conciente de ingenuidad, de
humanizar positivamente al mundo, saliendo de la ignorancia. Y eso se logra a través
del despliegue de ondas de emoción y dentro de la convivencia.
La micropolítica emancipadora es una práctica que se concreta y nutre, como proceso,
desde la calma y el silencio interior. Habrá que aprender a sumergirse en niveles más
profundos de consciencia, para salir “de la cultura del miedo”, logrando resistencia y
creatividad. Darse cuenta de la existencia es algo más que descubrir cómo nos ordenan
las instituciones, las creencias políticas, las ideologías y los valores, esto es, entender
nuestra conducta y comportamientos inmersos en formas culturales específicas de
poder que se replican una y otra vez. Se trata de enriquecer y transcender la pedagogía
critica ligada a la comprensión dialéctica de la explotación capitalista, incluyendo la toma
de una postura activa dentro del proceso de transformación social, yendo más allá de la

41
conciencia naturalizada, de las programaciones mentales encarnadas, la ingenuidad que
adormece. (Paulo Freire, 1974, Jack Mezirow, 1991)

Precisamos traer al nivel conciente (sin s) las dimensiones significativas el ser humano
enraizadas en la consciencia (con s), o sea, en el subconsciente (alma), de la mano con
procesos de ampliación del conocimiento, buscando enriquecer el dialogo, la atención,
y creando mayor sentido de autonomía. Es difícil aprender a pensar en sí mismo,
liberarse de las programaciones, peor aún prestar atención a otros puntos de vista; no
nos educan a pensar con atención.

El “nacimiento para la libertad” supone, primero, salir del temor existencial, del
aislamiento, para situarse harmónicamente en los campos espirituales o superiores de
la consciencia profunda, nutriendo valores positivos. Ese proceso de transición hacia la
consciencia superior no es puramente un cambio subjetivo, sino que implica una
modificación de la actividad neuronal, que solo puede ser probado desde la propia
experiencia. No sabemos cómo los procesos neuronales – el pensamiento de todo el
organismo – generan consciencia, cómo las centellas de 86 mil millones de neuronas
que conforman el encéfalo humano y pueden causar la experiencia consciente, junto al
pensamiento simbólico y al lenguaje. Mi conocimiento es demasiado limitado para
comprender esta cuestión.

• Es difícil descubrir las causas del temor que sentimos, porque


somos sometidos por dentro (Daniel Quinn,2006 - Pierre Weil,
2011-Eckhart Tolle 2007)
“No es posible concebir un ser humano desesperanzado. Lo que si podemos concebir son
momentos de desesperanza. Durante el proceso de búsqueda, hay momentos en los que
nos detenemos y nos decimos: no hay nada que hacer. Esto es comprensible, entiendo
que se llegue a esa posición. Lo que no comparto es que se permanezca en ella. Sería
como una traición a nuestra naturaleza esperanzada e inquietamente buscadora”.
(Paulo Freire)
Buena parte de la sociedad se encuentra sometida a las “hechicerías” y ritos del sistema,
y sin recursos cognitivos para enterarse de las barras mentales que apresan sus cuerpos
subjetivos. El sistema usufructúa de los espacios cotidianos mediante intensos
bombardeos de temores con efectos intersubjetivos, que acrecientan la incertidumbre
y la preocupación, creando ansiedad existencial, constante inseguridad. La subjetividad
alienada y ansiosa se sostiene, es replicada por la repetición constante de disposiciones,
en la forma de habitus, encarnando y naturalizando un cotidiano posesivo, narcisista y
nervioso. El narcisismo – el ansia de ser admirado - tiende a volverse culto en un mundo
supercompetitivo, creando ambientes emocionalmente vacíos, aislados, desamparados,
enloquecidos por las redes sociales. (Alexander Lowen, 2000) (Pat McDonald, 2014).
Ese cotidiano despliega “antivalores” y estructura sociedades hechas de seres solitarios,
consumidos por tentaciones que refuerzan el consumo compulsivo y ambientalmente

42
depredador. La reflexión sobre el proceso de construcción de las subjetividades es
esencial para la comprensión de nuestras conductas y comportamientos negativos,
como la discriminación, la xenofobia, o la violencia contra las mujeres. (Carlos Jara y
Jesús Sanz, 2018).
En el plano personal, las negatividades de la mente no se solucionan solamente desde
los campos racionales, debiéndose viajar más allá del Ego, al encuentro del verdadero
Yo interior. La raíz de la negatividad – de los miedos, fantasías y carencias psíquicas – se
encuentra en la identificación de nuestra conciencia con la mente egoísta, lo que
engendra un falso y enérgico Yo interior. Ese Yo no puede ser captado ni visitado, y
tampoco puede ser objeto de experimentos científicos; es inmóvil y es dinámico, se
conoce a sí mismo, desde adentro y desde afuera. (D. T. Suzuki, 1960)
Se demandan nuevos instrumentos pedagógicos, con capacidad de provocar la
liberación de los patrones mentales que dominan la vida humana, y escapar de la
conciencia normótica arraigada en la psique. Esa emancipación es necesaria para
desplegar creatividad en la sociedad. El miedo nos aferra a lo conocido, nos separa del
presente y del futuro; la mente no puede transcender lo conocido. (Jiddu Krishnamurti.
2013)

Evidentemente, la educación y el aprendizaje tienen un rol central que jugar en el


proceso de emancipación. La política educativa pudiera crear las condiciones que
permitan la reflexión y la actuación docente en torno a nuevas perspectivas. La escuela
puede transmitir conscientemente esquemas fundamentales positivos de
comportamiento a ser traducidos en habitus culturales. La escuela debe ser pensada
como un espacio de emancipación y la educación como un proceso dialógico con
capacidad de educar, no de domesticar. No solo que necesitamos enriquecer la
educación con teorías que posibiliten desarrollar la autoreflexión critica para entender
las experiencias que se acumulan en el alma, y así poder cambiar, gradualmente, los
modos de ver y actuar en el mundo. Por ahora, todo parece estar diseñado bajo los
lentes de una “educación líquida”. Los conocimientos ya no se comparten ni construyen
en salones de clase, porque se han vuelto productos sin función social, irónicamente
evaluados por aplicativos diseñados para sumar y restar que tienen, más o menos, la
siguiente lógica: si mucho escribes, independiente de su contenido, sumas; si poco
escribes, aunque escribas cosas valiosas, restas.
Se trata también de preparar subjetivamente al sujeto para que pueda lidiar contra la
fuerza de las negatividades que vienen de afuera, aplacando ese estado de “violencia
neuronal que lo aturde”. (Byung-Chul Han, 2012) Crear alternativas de cambio social
desde una posición emancipadora del régimen de verdad impuesto por el sistema,
implica partir de éticas mínimas (Adela Cortina, 2000) que aborden la situación social y
subjetiva de la gente oprimida y empobrecida. Ser un sujeto en proceso de
emancipación no depende solo de la toma de consciencia sobre los poderes que nos
oprimen por dentro y las negatividades que conllevamos, sino de las acciones que
realizamos orientadas por valores éticos. Para lo cual se demandan contextos de

43
proximidad y entusiasmo que faciliten el aprendizaje, la toma gradual de consciencia,
sin que importe la edad del sujeto aprendiente.
Se trata de desarrollar en educación una noción de esperanza y posibilidad y dar paso a
la emergencia de nuevas subjetividades y formas alternativas de convivencia. En estos
tiempos, urge forjar un imaginario de cambio y un lenguaje de esperanza que indique
formas armónicas y creativas de relación socioeconómica y cultural. Hay que contestar
la negatividad, la desorientación, la ignorancia y la desesperanza con la resistencia y el
compromiso, con la toma de consciencia. Hay que despejar la imaginación desde una
mirada holística. Debemos darnos cuenta de nuestra propia miopía conceptual,
instaurada por el reduccionismo, que nos impide percibir la sociedad en contante
cambio, su complejidad. Al observar solo la parte, los síntomas de los problemas, se
tiende a replicar la misma estupidez.
La esperanza en un acto de duda sobre las “verdades” que nos atemorizan y paralizan.
(Peter McLaren, 1997). Y es también la energía virtuosa que nos socorre de las
desgracias. “O tenemos dentro de nosotros la esperanza, o no la tenemos; es una
dimensión del alma, y no depende esencialmente de alguna observación particular del
mundo o cálculo de la situación. La esperanza no es prognosis. Es una orientación del
espíritu, una orientación del corazón; trasciende el mundo que se experimenta de
inmediato, y se ancla más allá de sus horizontes…La esperanza, en este sentido profundo
y poderoso, no es lo mismo que la alegría porque las cosas van bien, o la disponibilidad
para invertir en empresas que obviamente están encaminadas al éxito rápido, sino al
contrario, una capacidad de trabajar por algo porque es bueno, no sólo porque tiene una
posibilidad de lograrse. Cuánto más difícil la situación en que mostramos la esperanza,
más profunda es la esperanza…. Es también esta esperanza, sobre todo, la que nos da la
fuerza para vivir e intentar continuamente hacer cosas nuevas, aún en condiciones que
parecen tan vacías de esperanza como las nuestras, aquí y ahora.” (Václav Havel, 1990).

No obstante que las negatividades tienden a replicarse, la introducción en la convivencia


de nuevos comportamientos posibilita el despliegue de nuevas realidades. El lenguaje
de la posibilidad no es un anhelo idealista, abstracto e impracticable. (Peter McLaren,
1997). El cotidiano en el que actuamos, a pesar de que se actúan dentro de ciertas
matrices de percepciones y esquemas de acciones, no está escrito en piedra, ni es
previsible, sino que representa un campo en continua construcción y transformación.
Podemos influir positivamente en ese cambio, como observadores-participadores,
porque la realidad que observamos no está hecha de cosas, sino posibilidades de
despliegue de diversas realidades. Desde una postura de consciencia despierta, el
relacionamiento con los Otros y la Naturaleza, traduce un potencial de recambio
cultural, al desplegar diversas posibilidades de expresión emocional; aplicando habitus
que se concretan según la voluntad del sujeto consciente, que actúa como “atractor” de
posibilidades. Un atractor es un ejemplo o experiencia que influye en la aparición de un
comportamiento relevante. El sujeto consciente tiene capacidad de resistencia y
reacción, tiene esperanza y experiencia para ayudar al despliegue de algo distinto a la
“verdad” que catequiza el poder. (Alicia Montesdeoca, 2006). El vivir consciente

44
emancipa, traduce un micropoder que da esperanza y posibilidad, principalmente a los
sin poder.

• Las condiciones y situaciones contextuales inducen las


subjetividades
La mente puede volverse nuestro cielo o infierno, conforme la orientación que le demos
al pensamiento. Las ideas, los sentimientos y las acciones nocivas emanan de las
emociones negativas o pasiones, y por su orientación, modelan situaciones que causan
daño o hieren, dificultando el despliegue de la harmonía. Se producen dinámicas de
retroalimentación creando situaciones que sedimentan disposiciones. Víctimas de las
emociones negativas, como el miedo y el temor inducido, nos dejamos arrastrar por
impulsos e instintos que residen en el cerebro primario “reptiliano”, que condiciona los
códigos de conducta y comportamientos - habitus – frecuentemente funcionales al
sistema hegemónico: pasividad, conformismo, consumismo, dependencia, ignorancia,
indiferencia. El miedo activa el cuerpo psíquico; avisa, demanda atención, prende la
alarma, parasita el espíritu.
El contexto aprensivo y fatuo que envuelve a muchos, generalmente, establece “anti-
valores” que alinean la subjetividad con formas de convivencia cargadas de mal-estar,
gestando procesos de interacción humana apresados, fluidos, ríspidos, alejados de toda
experiencia espiritual. Ese contexto, al replicarse, se va encarnando en la subjetividad,
se naturaliza. La repetición de esos sentimientos y sensaciones derivadas del contexto
cruel o violento produce sufrimiento, al punto que el propio Ego llega a naturalizar la
dolencia, haciendo que en los comportamientos se mezcle lo cultural subjetivo y lo
supuestamente objetivo. Los colectivos que viven en la precariedad y la desprotección,
limitados en sus derechos humanos y el acceso a bienes y servicios,
contradictoriamente, reclaman seguridad, ambientes armados, los militares en las
calles, y votan por sus verdugos. Se vive una experiencia conciente carente de paz, de
respeto, de desconfianza.29
NETFLIX, entre otros canales de streaming y multimedia, nutren las fantasías de la acción
violenta que acaban verbalizándose, creando separatividad con el Otro,
insensibilización, rechazo al diferente. Los miedos condicionados por los medios tienen
efectos duraderos en la psiquis. (Brad J. Bushman, 2013) La violencia, como la machista,
se replica perversamente en el cotidiano, de muchas maneras; el femicidio traduce la
acción de apropiación, consumo y despojo del cuerpo femenino.

29
En el 2010 el BID aplicó en Quito una Encuesta de Cultura Ciudadana, y los resultados revelaron las
siguientes negatividades en la cultura ciudadana: 1. Alta accidentalidad vinculada al tránsito; 2.
Propensión a la pelea, la riña, la bronca callejera; 3. Intolerancia a la diversidad o abierta discriminación
4. Incumplimiento de la ley y de la legalidad; 5. Predisposición a la justicia por mano propia; 6. Posición
favorable a portar armas para protegerse; 7. Indiferencia frente a la violencia contra niñas y niños; 8. Débil
confianza interpersonal; 9. desconfianza en la justicia y las autoridades judiciales. Para nada la “Carita de
Dios”

45
• El observador-participante y el observado, y viceversa
(Edmundo Tomaselli,2003 - Fritjof Capra,2007- Humberto
Maturana,2002)
Ocurren interconexiones entre las energías que emite o resuena el contexto sobre los
individuos o sujetos, y viceversa. Las experiencias son interiorizadas en coherencia con
las situaciones y energías que resuenan en el entorno, produciendo ciertas pautas
culturales de reacción grupal relativamente acordadas, en general, relacionadas con los
procesos de socialización. Ocurre un maridaje entre el entorno y la vida “interior”, lo
que hace que se repliquen habitus, una y otra vez, al punto que se vuelven normales, y
también normóticos.
Entre el entorno observado y el observador individual o colectivo ocurre una suerte de
correspondencia biunívoca, o sea, una interacción que construye una suerte de acuerdo
resonante del fenómeno - las “realidades trasmitidas” - que nos lleva a percibir el mundo
de manera parecida. Intuyo que ocurre en el plano intersubjetivo un proceso de
coordinación de comportamientos, basado en símbolos y lenguajes, haciendo que las
emociones, los deseos, se acoplen a lo que ha de ser percibido, esto es, los “esquemas”
del sistema. Existimos socialmente en el fluir de interacciones recurrentes que a través
del lenguaje de traducen en coordinaciones conductuales. “El lenguaje es un fenómeno
biológico puesto que resulta de la operación de los seres humanos como sistemas
vivientes, pero ocurre en el dominio de las coordinaciones de acciones de los
participantes, y no en su fisiología o neurofisiología” (Humberto Maturana, 2002). Así,
la subjetividad constituye un fenomeno que se construye en la interrelación entre el
individuo y el contexto sociocultural, dentro de la cotidianidad. Ese proceso configura
por igual, patrones de conductas que se sedimentan culturalmente, replicando
experiencias pasadas, lo que pauta las formas de percibir la realidad, el sentido común.

Los entornos influyen en la mente, tanto positiva como negativamente, pudiéndose


trabajar en apartar los pensamientos, las energías que nos subyugan por dentro, para
dejar de recrear o replicar las experiencias pasadas, que son generadas por la
información de la ilusión o el temor codificado, consciente o inconscientemente. Se los
aparta desde el silencio y luego la reflexión del significado. Como ejemplo, el discurso
de que la “mesa no está servida”, que justifica las regulaciones generadoras de
sufrimientos sociales, se proyecta en la subjetividad como temor de no poder subsistir
o consumir; el observador condiciona por dentro al observado, y este se doblega, “sin
querer queriendo”. Mucho de la cultura subjetiva refleja el “clima del colectivo” y
condiciona el comportamiento, coloniza las mentes, modela las disposiciones que se
asumen como normales en el medio social; se crea a la “Persona”, o sea, a esa máscara
que finge o aparenta el ser original. El sujeto pretende convencerse, incluyendo a los
Otros, que su presencia resulta de su esfuerzo individual, cuando en realidad es el rol o
el desempeño que proyecta la psiquis colectiva. (Carl Gustav Jung, 2009).

46
La vida ciudadana, para que sea digna, exige una profunda transformación cultural e
intersubjetiva. No sabemos cómo trabajar positivamente en la dimensión de las
subjetividades; cómo descolonizar el subconsciente.

• La búsqueda de una consciencia superior supone una mente


calmada, como base de la micropolítica
Todos los seres humanos somos un complejo proceso mental, bastante condicionado
por el contexto, el devenir histórico, la estructura socioeconómica, la clase social y la
cultura de la sociedad, incluyendo sus patrones de pensamiento y valores. Sin embargo,
generalmente vivimos en estados de consciencia disminuidos, desatentos o mediocres.
Para emanciparnos, precisamos de métodos y prácticas dirigidas al “desarrollo” de una
consciencia atenta y el logro gradual de estados “superiores”, incluyendo técnicas para
el mejoramiento de nuestra salud mental. Cierto que la percepción nos permite
comunicarnos socialmente, adaptarnos, pero mucho de ella es información que nos
somete. Se puede conquistar capacidad para reducir la distorsión perceptiva de la
realidad, las represiones y los barullos, los temores condicionados.
Sin embargo, gracias a la conciencia ordinaria podemos gestionar la convivencia. Desde
pequeños aprendemos a darnos cuenta del mundo, de uno mismo, gracias a que vamos
acumulando experiencia. Aprendemos del ambiente, nos reconocernos dentro del
mismo, nos identificamos. Este proceso de construcción ocurre en nuestra mente, pero
viene compuesto por pensamientos, creencias, disposiciones y valores que vienen de la
familia, la comunidad, la sociedad en la que estamos insertos. Y las adoptamos para
facilitar la convivencia, para ser aceptados. Por ello siempre interpretamos lo que
percibimos. La conciencia “construye” doblemente la realidad: “una sensorialmente y
otra psicológicamente. Y que quizás en lugar de afirmar: “Si no lo veo no lo creo
“tendríamos que afirmar: “Si no lo creo, no lo veo “. (CENTRECOS. 2017) 30
Si nuestra subjetividad también se construye en la profundidad de la dimensión cultural,
nuestra emancipación, y la del Otro, debería partir de la transformación de nuestras
propias realidades y prácticas culturales “interiores”, para luego cambiar,
pausadamente, la calidad de las relaciones intersubjetivas, en particular, los habitus
negativos. La meditación, la mirada dentro de uno mismo, la orientación sensata de la
atención, no conduce a estados místicos, sino a niveles superiores de libertad personal,
luego de “darnos cuenta de que nos damos cuenta”.31 Es un error acusar de anticientífico

30
CENTRECOS (2017) https://centrecos.net/es/blog/vemos-la-realidad-tal-y-como-es/
31
“We exist in our small, conditioned, utilitarian egos, cut off from our deeper selves, but it’s boring and
claustrophobic in there, and we long for a holiday. Maybe the soul in us yearns to get out of the cocoon
and unfold our wings. ………. Huxley’s genius was to appreciate all the different ways humans seek these
holidays from the self: alcohol, drugs, dancing, art, reading, hobbies, sex, crowds, rallies, war. ….. while
humans have basic drives, such as the drive to self-transcendence, those drives may take different forms
depending on a person’s temperament, physique and culture… that mystical transcendence had been
marginalized and pathologized in western culture, starting from around the Reformation. It became
embarrassing and ridiculous to admit to the sorts of mystical experiences which were highly valued in
medieval culture. ‘We keep them to ourselves for fear of being sent to the psychoanalyst’,

47
a este “caminar”, que nos conduce más allá del pensamiento impotente. Hay que buscar
el Yo verdadero, desde el silencio.32 Luego debemos comunicarnos, de otra manera,
intencionalmente, con otro emocional, para crear otros pensamientos y significados,
una y otra vez, hasta incidir en el cambio de la cultura subjetiva.

• No hay cultura sin mente, ni subjetividad sin cultura.

“Una de las contradicciones de la condición humana es que la emergencia del sujeto


no es un proceso regular y ordenado coincidente con procesos socialmente
considerados como “positivos”. La emergencia del sujeto es, más bien, un proceso
tenso y caótico, siendo el desarrollo una de las alternativas posibles de ese proceso.
La emergencia del sujeto es, más bien, un proceso tenso y caótico, siendo el
desarrollo una de las alternativas posibles de ese proceso. (…) Ese mundo social no
es una realidad externa, como lo es el ambiente para otras especies animales. El
hombre no pierde su relación con la realidad natural, pues, aunque esa relación está
mediada por producciones culturales que la ocultan, ella siempre reclama su lugar
desde reacciones imprevisibles que también se configuran en la acción humana, pero
que el hombre desconoce y no domina. Dicho proceso puede ser letal para la
existencia humana. Subjetividad y cultura forman una relación inseparable, desde la
cual no solo se genera una nueva concepción de mente, sino también una nueva
concepción de mundo social que es inseparable de la acción presente de los
hombres.” (Fernando González Rey. 2013)
La vida humana y el campo cultural son interdependientes, pues lo cultural se vuelve
producciones tangibles e intangibles que se expresan de formas múltiples en la
cotidianidad, siempre acopladas al contexto y al devenir histórico, a la experiencia. La
cultura humana es muchas cosas y la encontramos en todas partes, traduciendo un
conjunto de costumbres, creencias, capacidades, conductas, símbolos, valores,
lenguajes, obras artísticas, tecnologías, y disposiciones (habitus) que lidian con
situaciones complejas, y replican roles relativamente llenos de significado. Nuestros
comportamientos no están determinados solamente por la historia evolutiva y las
posiciones sociales de las personas e instituciones, sino por una combinación de la
herencia cultural, los sistemas de símbolos y el psiquismo, este último referido a los
pensamientos, percepciones y sensaciones, (reflejos cognitivos) incluyendo las
emociones y sentimientos (afectos), que residen en la cultura subjetiva. (Sam Harris,
2013). Para colmo, el entorno que se replica y se replica, puede llegar a modificar
nuestra base genética, sin alterarla, pero condicionando la función génica. Esos cambios

Jules Evans. (2019) Politics of Well-Being. Did Aldous Huxley invent the history of emotions? Sort of, yes
https://emotionsblog.history.qmul.ac.uk/2019/03/did-aldous-huxley-invent-the-history-of-emotions-
sort-of-yes/
32
Debemos aprender a amar al silencio para liberarnos de la agitación. El silencio no es la antítesis del
sonido o la eliminación de la palabra, sino una condición subjetiva que posibilita la escucha de la paz, el
sentido de las frases del alma, lidiar con el dolor. Cuando la mente está en turbulencia es difícil mantener
la calma y, unos minutos de silencio y respiración tranquila, son a menudo instantes suficientes para lograr
serenidad. Una vez que la mente está “descargada” se pueden tomar nuevas perspectivas. Cuando
buscamos la calma interna y creamos silencio externo, sentimos que estamos conquistando algo que
hemos descuidado, nuestro propio espíritu. (Carlos Jara. El Telégrafo, 2017)

48
pasan a las próximas generaciones, afecta las convivencias del mañana. (David Bueno,
2018)
La cultura aprendida, entendida como el resultado de la suma de significados, sentidos
y practicas construidas dentro de diversos contextos de vida, principalmente para
posibilitar la resolución de las situaciones vitales, tanto individuales como colectivas,
demanda un constante cambio de los “recursos” internos del ser humano. La cultura es
una producción humana de naturaleza simbólica en permanente mutación y parcial
replicación. Los recursos psicológicos permiten al individuo y al grupo social hacer frente
a las diversas situaciones de la existencia, particularmente las percibidas como
amenazantes. Desde ellos, en el marco de procesos de liberación de la negatividad, el
sujeto también es “constructor cuántico” de realidad social, con capacidad de desplegar
nuevos ambientes de subjetivación, creando alternativas de convivencia. (Fernando
González Rey. 2013). La cultura se vuelve una producción subjetiva, cuyos sentidos se
siembran y desarrollan dentro de un determinado ambiente social, lo que condiciona un
cierto “chip mental”.

• Mente, cultura y florecimiento humano: “la cultura es un


terreno estratégico y político”
“La conciencia histórica es aceptable para el interés dominante prevaleciente cuando
puede usarse para apuntalar el orden social imperante. Empieza a ser peligrosa cuando
su contenido de verdad destaca contradicciones en la sociedad en cuestión “. (Henry
Giroux, 2003)
Como seres humanos, nuestra experiencia en el mundo – en el espacio-tiempo – se
concreta y expresa en la mente, significando que nuestros habitus son producidos,
principalmente, por nosotros mismos, y en el marco de la experiencia y la cultura.
Nuestra cultura y las relaciones sociales se encuentran en proceso de cambio acelerado
- inmediatez - lo que recambia nuestras mentes y percepciones, con frecuencia haciendo
que se rompan los lazos de cohesión social, lo que exige del sistema la aplicación de
“reforzamientos” adaptativos, vía creencias, ideologías, temores, una conciencia
histórica ingenua. En ese contexto, sin embargo, muchas de nuestras operaciones
mentales tienden a replicarse, vivimos una vida repetitiva, bailando con el ruido,
habitando experiencias que son apenas cualitativamente diferentes.

En estos tiempos diferentes, nerviosos, para intentar cambiar el mundo y desplegar el


florecimiento humano (Buen Vivir, Bien-Estar), no basta con formular nuevas lógicas y
formas de actuar, sino también posibilitar el despliegue de valores y habitus positivos.
Un instrumento consiste en crear o participar en espacios de aprendizaje significativo, o
establecer proximidades que den lugar a conversaciones; ello enriquece la política.
Nadie aprende solo, el aprendizaje es un proceso colectivo. Deberíamos aplicar el dicho
indígena mexicano: “Entre todos sabemos todo”. Las proximidades incrementan las
relaciones entre agentes, enriquecen y acumulan conocimiento, haciendo más fácil la
tarea de lidiar con las complejidades, mediante innovaciones.

49
La idea es la de desarrollar en lo posible un tipo de proximidad reflexiva, un entorno
agradable y adecuadamente informado, pleno de interacciones, una situación que
depende mucho del aporte de la política pública. Se trata de nutrir un modo ético y
afectuoso de conversar con los Otros y mejorar así, las redes de relaciones, el contenido
de los mensajes, la vida cotidiana. El lenguaje cotidiano que empleamos crea las
representaciones de la mente, y está hecho no solo de palabras, tonos, imágenes,
gestos, sino de creencias y valores profundamente arraigados, que nos orientan y nos
permiten operar en el mundo. El lenguaje carga energía emocional, resuena en el
contexto, más intenso si va acompañado de algo “bonito”, con capacidad de traducir
armonía, equilibrio, simetría y ritmo
El comportamiento de las personas en proximidad, interactuando y compartiendo
emociones, tiende por autopoiesis a producir fenómenos más amplios, como si una
nueva “onda” surgiera de la nada.
La aproximación social debería asumir una actitud de apertura interna, prestando
atención a los Otros, escuchándolos para comprender mejor. Para ello se requieren
instrumentos de autoconocimiento, lo que aumenta las habilidades perceptivas. Hay
que aprender a ver las cosas desde una perspectiva aquietada y hacer un uso más
informado de las palabras, para propiciar emociones positivas. La idea es posibilitar la
emergencia de relaciones interpersonales de mejor calidad, cargadas de sentido. Se
requiere de una ética mínima, de una política pública responsable; para producir más
fácilmente un estado particular mental, afirmado en la armonía. En general, deberíamos
ser capaces de provocar un proceso de reconstrucción social de la educación y el
aprendizaje.
El florecimiento humano que resulta de los procesos de emancipación, brota
esencialmente de la calma, para lo cual, la meditación, el direccionamiento consciente
de la atención, constituye un paso estratégico de la micropolítica.33 Entiendo que esta
propuesta pueda causar rechazo bajo la costumbre de la política reactiva, pero el estado
emocional influye el modo de actuar y comprender el mundo. Se trata de valernos de
instrumentos que nos permitan comprender, principalmente, la raíz del sufrimiento;
debemos traer comprensión a la mente insatisfecha, programada, ignorante. Por cierto,
la meditación, per se, no cambia subjetivamente a la persona, pero hace que su mundo
sea un lugar más sensible y prudente, lo que enriquece la reflexión, suministra una visión
profunda. No se trata de quedarse en la quietud, sino de observar la interdependencia,
y ser capaz de actuar desde una mirada atenta. Si queremos libertad, nuestras acciones
deben ser conscientes y nuestros actos positivos; las causas de nuestras negatividades
o emociones aflictivas están dentro y fuera de nosotros. La complejidad de la
emancipación radica en intentar cambiar, desde las prácticas cotidianas, el sistema de
relaciones sociales que nos alienan y oprimen, buscando afectar las macroestructuras
institucionales, por medio de otros esquemas de comportamiento, de habitus positivos.

33
No cabe duda que el budismo puede enseñarnos a “desarrollar” una consciencia superior. Al fin y al
cabo, ¿no tienen el budismo la experiencia para cambiar culturas a partir del despertar de las mentiras y
los temores?

50
Se requieren cambios internos, pero también iniciativas positivas que vengan desde
abajo y desde arriba.

• La consciencia sensorial depende de los órganos físicos, la


mental reside en el alma que despliega el espirito: existen
diversos niveles de percepción y sentimiento.

Los niveles sensoriales de la consciencia siempre son causales, orgánicos, biofísicos, y


quedan atados a los campos biológicos y a las reacciones bioquímicas. Pero hay campos
más profundos, intangibles, sutiles. La neurociencia y la neurobiología revelan que
podemos entender mejor lo que hacemos, desde la atención plena, y como resultado
de procesos y mecanismos inconscientes.

El desarrollo de la inteligencia artificial (AI) favorece la emergencia del concepto


“consciencia artificial”, pues los dispositivos de registro de la experiencia vital que
capturan información sensorial - millones de tuites, textos de Wikipedia, Facebook,
blogs y chats – tienen enorme capacidad de memoria informativa y procesamiento,
junto a cuantiosos algoritmos con capacidad de recuperar, analizar, relacionar y explorar
ese campo de datos (hiperaware), podrían logar una conciencia (sin S) superior a la de
las personas, pero no de la consciencia (con S). La con-ciencia expresa una relación,
desde el conocimiento, consciencia (conscire) significa estar despierto, tener un
conocimiento más amplio.

La Inteligencia Artificial ya puede contar con dispositivos que integran varios aplicativos
inteligentes, agregando un enorme conjunto de informaciones personales, pudiendo
funcionar como una suerte de “mente” adicional o prótesis cerebral, y debido a su ultra
conectividad, mucho más potente que el actual smartphone, se favorece la activación
de acciones instantáneas. En principio, la persona agredida en sus derechos, gracias a
estos dispositivos, pudiera convocar a una respuesta policial de apoyo, sin mucha
demora. Estamos creando algoritmos que reconocen los rostros humanos, que guían
drones asesinos, que pueden leer nuestras emociones, extender la longevidad
saludable, etc.; estamos ampliando el poder del Big Brother, en manos de los oligopolios
tecnológicos.

• La “conciencia” artificial o “Machine Consciousness”


La simulación artificial del cerebro humano, basada en la comprensión de las
propiedades de procesamiento de su sistema biológico, crea inteligencias mecánicas con
elevados niveles de competencia cognitiva, replicando experiencias perceptuales. La
llamada consciencia artificial no tiene necesidades intrínsecas, es automática, y siendo
un programa informático, creado por el ser humano para simular procesos cognitivos,
simplemente, o trabaja o no trabaja. Sin embargo, ya es posible desenvolver “impulsos”
para que ciertos robots puedan auto protegerse, por ejemplo, no permitiendo que sean
desconectados, mismo que estas máquinas programadas por ordenadores no tengan

51
sentimientos. Comienzan a integrarse las plataformas de Inteligencia Artificial, con la
biotecnología, la Internet, la robótica, la nanotecnología y la 5G. Ya los teléfonos
celulares se han vuelto prótesis de nosotros mismos. La tasa de cambio del desarrollo
tecnológico es asombrosamente rápida.
“Una economía automatizada e impulsada por la inteligencia artificial
necesariamente transformará la sociedad humana. En los años 60 Marshall McLuhan
comenzó a hablar sobre la aldea global. Medio siglo después, nos encontramos
inmersos en la era de la información y la comunicación global. La aceleración del
tiempo histórico y el creciente desarrollo tecnológico desafían la capacidad humana
para impulsar su propio destino. Algunas preguntas fundamentales surgen al
observar la manera como interactuamos con las nuevas tecnologías. Ellas han
cambiado no sólo la forma como nos comunicamos y obtenemos información, sino
inclusive la manera como pensamos. La inteligencia artificial está rompiendo las
fronteras de lo que entendemos por conocimiento, abriendo el debate sobre el rol de
los robots en la sociedad. Los sistemas robóticos están utilizando algoritmos que
permiten que la propia entidad virtual realice su propio aprendizaje, configurando
una original aptitud que los acerca a la forma de aprendizaje de los seres humanos.
¿Cómo impactará la robótica en el mercado de trabajo? Lo más probable es que los
robots conlleven el aumento de la productividad y también una mayor eficiencia,
pero igualmente es probable que se acreciente el riesgo del desempleo debido a la
sustitución robótica de puestos de trabajo. ¿Podría en el futuro un robot pensar como
lo hace un ser humano? ¿Podría sentir y tener emociones como lo hacemos nosotros?
(Secretaría del Buen Vivir, 2017)

• La tarea de ampliar la consciencia es una experiencia altamente


espiritual, silenciosa.
“Lo que hay de más pequeño, de más silencioso, de más ligero, el deslizar de un lagarto
en la hierba, un soplo, un ¡sssh…!, un parpadeo…, es su poco lo que da el valor a la mejor
felicidad. ¡Silencio!… ¿Qué me ha sucedido? ¡Escucha! ¿Ha huido por ventura el
tiempo?”. (Friedrich Nietzsche, 1998)
Somos seres humanos incompletos, en general, sujetos prisioneros del propio Ego, que
generalmente nos mantiene adormecidos, desatentos o estresados por las exigencias,
anestesiados por los condicionamientos, intranquilos por la incertidumbre y los deseos
insatisfechos, ajenos a la atención consciente. El proceso de expansión de la consciencia
- a través de la atención plena - ejerce un papel fundamental en la determinación del
curso de la felicidad, bienestar, salud, harmonía, creatividad, cuidado, etc. A medida
que se expande la consciencia, se van borrando las ilusiones, o descubriendo a los
“perros que nos muerden por dentro”. (Julio Manduley, 2003). Ampliando la consciencia
podemos aprender a pensar de un modo radicalmente distinto (Albert Einstein), de
forma más holística y sincrónica. Intuyo que ello obedece a que somos conducidos por
la mente inconsciente, que abraza al espíritu. Nos humanizamos positivamente cuando
somos capaces de partir hacia la libertad. Se trata de un proceso gradual de liberación,

52
de darse cuenta. “No nos deshacemos de un hábito tirándolo por la ventana hay que
hacerle bajar la escalera peldaño a peldaño” (Mark Twain, 1997)

La experiencia de la consciencia (elevada, mediocre o empobrecida) siempre llega


articulada de contextos culturales y sociales, históricos y lingüísticos, lo que define los
diversos estados mentales, las fronteras de la conciencia o del “darnos cuenta de que
nos damos cuenta”. (Carlos Jara, 2003). Hay contextos sociales agitados que rehúsan la
práctica de experiencias contemplativas, que bloquean la emergencia de cotidianos
sosegados, que mantienen al sujeto estancado en ambientes impropios para la atención
profunda. Hacia esos mundos mentalmente bipolares nos lleva la imitación de la
modernización. En esos ambientes estresados, atiborrados de estímulos e
informaciones, cargados de “violencia neuronal”, por la aceleración de la vida en
superficialidad y ansiedad, en función de los rendimientos, la cura individual y colectiva
pasa por recuperar una vida contemplativa. El contexto barullento se enfrenta
silenciosamente al sujeto, que llega a explotarse a sí mismo, voluntariamente y sin
coacción externa. (Byung-Chul Han, 2012).
A nosotros los ecuatorianos nos resulta muy trabajoso o fastidioso practicar la atención
plena o meditar, practicar la contemplación, emprender el conocimiento de sí mismo. Y
no es tanto por el sentimiento de fracaso que produce la vida moderna del consumismo
y el rendimiento. Es porque existe un inconsciente “huasipunguero” que nos mantiene
alejados de la libertad interna, sin significado y dirección, resentidos, intoxicados de
dolor e irritación, un malestar que opera de la mano con el inconsciente colonial,
condicionando al sujeto de nuestra periférica modernidad. La vieja estructura de
dominación económica, metamorfoseada por el capitalismo en la cultura aprendida, se
mantiene latente en la profundidad de la cultura subjetiva, en la consciencia, en el
carácter. (Erich Fromm. 1968) Nos es muy difícil entender los mecanismos subjetivos
que nos dominan sutilmente, bajo el capitalismo impulsado por las industrias del
conocimiento y las financias de casino; difícil comprender la compleja crisis de la
modernidad mientras ocurre. Pudiéramos decir que la modernidad, bajo esa lógica, se
sostiene sobre una negatividad fluida e invisible, y se reproduce a través de la misma.
Esa forma de dominación fortalece las culturas emocionales negativas, como la
xenofobia, que tienden a “operar” muy rápidamente en los contextos tóxicos.
Debemos salir de la paraplejia intelectual, la mediocridad política, terminar con el
agotamiento de la inteligencia crítica; escapar del apego desarrollista y los llamados
populistas a “revoluciones” vacías. Hay que crear lo nuevo, construir imaginarios
alternativos a la modernidad capitalista, nuevas certidumbres, nuevas preguntas,
nuevos postulados, nuevas narrativas contrahegemónicas, para mejorar nuestra
experiencia reflexiva, que nos anticipen en prospectiva, que orienten la acción colectiva,
la resistencia, una renovada propuesta conceptual e instrumental, el cuidado de la
Naturaleza. Las interrogantes importantes y la manera como las respondemos,
requieren acoplarse a las exigencias del tiempo historio que vivimos, y
simultáneamente, encaminar alternativas.

53
Y necesitamos practicar la contemplación, o sea, de buscar serenidad, observar y
participar en el mundo en que vivimos, reposadamente. La serenidad nos ofrece la
posibilidad de vivir más tranquilos en este mundo de velocidad, en relación íntima con
el presente. Es muy posible que enfrentemos un largo proceso de destrucción
civilizatorio y nosotros seguimos intoxicados por la ignorancia y la estupidez.

“El mundo es algo que debemos comprender con claridad…sentados, en pie, caminando,
podemos siempre contemplar las cosas que nos rodean, las contemplamos en modo
natural, recibimos todo con apertura; tal cual las cosas son: sonidos, olores, sabores,
sensaciones, pensamientos, que surgen y cesan”. (Ajahn Chah, 2016)34
La micropolítica emancipadora es un camino indispensable para desplegar un modo de
Ser ético y crítico, como lo exige la felicidad. Lo ético es una cuestión espiritual, sin que
el entendimiento del espíritu sea exclusivamente religioso, pues la fuerza integral de
todas las personas es biológica, mental y espiritual. La mente humana puede ser definida
como el espíritu encarnado como lo propone la ciencia de la cognición. (Fritjof Capra,
2002). La búsqueda de la contemplación no es un movimiento que se encierra en la
interioridad, sin abrirse a los otros, sin proyectarse a la comunidad, debiendo impactar
en el espacio público. Deberíamos encontrar caminos que posibiliten ampliar las
proximidades positivas, para resistir las imposiciones del poder, los condicionamientos,
y dar pasos hacia nuevos habitus, que provoquen comportamientos armónicos.
La contemplación expresa un camino afirmativo que permite calmar el pensamiento
turbulento, de manera que nuestro “sistema nervioso” tome nota de la basura mental
que lo contamina. Ese estado subjetivo permite, además, realizar grandes labores de
memoria, posibilitando el florecimiento de la creatividad, a manera de despertares de
respuestas o soluciones imprevistas, tan necesarias para lograr resiliencia e innovación
social. Ideas e intuiciones muy difíciles de alcanzar cuando la mente se encuentra
adormecida, anestesiada.
David Bohm (2001) se preguntaba: “¿Existe alguna forma de despertar la acción creativa
en la mente? En mi opinión, esto solo se puede conseguir con la respuesta creativa de la
propia mente, amparada en esas ocasiones en las que parece que empieza a despertar.
Es como si el jinete, cuando lo sacan momentáneamente de su confortable estado de
somnolencia, pudiera ser consciente de las repuestas mecánicas que vuelven a
adormecerle (…) si somos serios respecto a ser originales y creativos, es necesario que en
primer lugar seamos originales y creativos respecto a las reacciones que no hacen ser
mediocres y mecánicos…”
Estas propuestas no han sido reflexionadas en los programas convencionales de
“desarrollo”, como los de ajuste al cambio climático, el “desarrollo campesino
agroecológico”, la erradicación de la pobreza y el hambre, la protección duradera del
planeta y sus recursos naturales, la promoción de la paz. El “desarrollo” convencional,
como teoría de modernización, no logra desprenderse de las instruidas concepciones

34
https://teandrico.wordpress.com/tag/byung-chul-han/

54
funcionalistas del sujeto racional, con sus juicios de eficacia, competitividad,
productividad, y rentabilidad, la idiotez de las etapas, desconociendo lo intangible, lo
cultural, la experiencia espiritual. El cambio de cultura subjetiva nunca ha sido
considerado como variable determinante del cambio socioeconómico; ha sido sometido
a la lectura de la cultura material, acomodándola dentro del desarrollo del progreso. Se
estanca en la concepción de la cultura concebida como “actividades artísticas, e
intelectuales”. Hay que proponer un caminar en contramano, dialogando. “El sujeto
histórico nuevo debe ser capaz de actuar sobre la realidad a la vez múltiple y global, con
el sentido de emergencia exigido por el genocidio y el ecocidio contemporáneo.”
(Francois Houtart, 2017)
Debemos ser capaces de ver con nuevos ojos esa realidad fantasiosa que nos infecta y
que se mantiene, porque replica negatividades y deseos que causan sufrimiento. No hay
que culparle de todo a los gobiernos colonizados y plutocratizados, por la desgracia y el
malestar que se vive, o a las políticas neoliberales de apertura y ajuste que imponen los
bancos, o a la gestión gubernamental de turno, que suman tantos “talentos” solo para
crear almas mediocres (José Ingenieros, 1913), como los responsables de todos los
sufrimientos de la población ecuatoriana. En manos de las elites, la mediocridad
positivista y economicista fabrica “modos de crisis” que justifican ajustes, coloniza las
mentes, intensifica sufrimientos. Es una máscara que esconde la crisis estructural del
sistema de capital en su conjunto, expresada en Ecuador. En realidad, por temor,
ignorancia y dependencia, por desconocer que somos oprimidos desde dentro, viviendo
una subalternidad invisible, por incapacidad de concebir alternativas poscapitalistas, por
borregos del rebaño plutocrático, principalmente, es que estamos jodidos, y “sin querer
queriendo”.
La emancipación del sujeto traduce un proceso de cambio que deberá ocurrir desde
dentro del mismo, y también desde dentro de las propias relaciones sociales y de poder.
No hay que realizar ninguna estupidez de “revolución ciudadana”, ni apoderarse del
Estado, ni expropiar a los propietarios de los medios de producción, etc., simplemente,
desde la micropolítica, darles otros signos a los comportamientos cotidianos, una y otra
vez; construir cambios “homeopáticos” positivos en la vida social, pero con capacidad
de producir transformaciones antropológicas más amplias. No es fácil ser autentico,
vivir de acuerdo a lo que realmente somos; el individuo común vive desubicado,
descontento, adormecido, anestesiado, alienado, desconectado, colonizado por dentro.

• El espíritu del tiempo: la consciencia adormecida o anestesiada


“Cuando más se estima nuestro actual y adormecido estado psicológico, más apreciamos
la urgente necesidad de transformarlo” (Piotr Ouspensky).

“El hombre no se conoce, no conoce sus límites, ni sus posibilidades, no conoce ni siquiera
hasta qué punto se conoce” (Piotr Ouspensky).

55
El "espíritu" del tiempo es una forma cultural de vivir en convivencia, un modo de
relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y la Naturaleza, una orientación
hacia el mundo, una “ética” o un código de valores, antivalores, actitudes y habitus. Es
la conciencia de nuestra época, los diversos comportamientos y valoraciones, y sin
embargo, una base racioemocional compartida, condicionada por el momento histórico
vivido, en el presente, el capitalismo neoliberal.

El hombre común, en general, es víctima del sufrimiento, la ansiedad y la ignorancia, por


causa de condicionamientos culturales que se replican, una y otra vez, acarreando
habitus o esquemas de acción que operan internalizados e inconscientes, los que dictan
las conductas y comportamientos. Hay redes culturales intangibles que articulan las
energías cerebrales, en espacios-tiempos determinados, pautando lo que pensamos,
sentimos y realizamos, de manera parecida, en esquemas. Nuestras mentes crean la
realidad que vivimos, y viceversa; los campos energéticos que compartimos son
esencialmente campos de información. Todo el mundo viviente está informado por la
consciencia. (Joseph Campbell, 2002).

• La pobreza de consciencia traduce infelicidad, y sin darnos


cuenta
Confundimos o combinamos los sentimientos de placer con la felicidad y, por
consiguiente:

a) Quedamos presos en la delicia de la brevedad, el deseo de corto plazo;


b) Atrapados en cuestiones sensuales o viscerales;
c) Queriendo adquirir o despojar, no dar u ofrecer, empatizar;
d) Nutrimos el mundo individual y egoísta, no la vida en comunidad, las relaciones
empáticas, las experiencias compartidas, la reciprocidad;
e) Consumimos cosas, substancias, forjando adicciones;
f) Procuramos más y más, dopaminas.

• El mito de la “felicidad” consumista


La expresión “sociedad de consumo” designa la moral conciente o lógica del capitalismo
moderno. Se emplea para designar aquellas sociedades “irreales”, dionisíacas, en las
cuales el consumo de bienes, placeres y servicios - afirmados en signos – debe ser
compulsivamente masivo, orientado en función de las exigencias o códigos de la
producción industrial, agroindustrial, comercial, y por supuesto, financiera. En la
sociedad del consumo, supuestamente las personas pudieran tener una vida sin límites,
engullendo e intercambiando objetos que encarnan significados culturales. Se obligan a
participar del shopping de productos, de sueños, ideas, deseos, experiencias, hasta
volverse sujetos parasitados por las energías simbólicas que construyen una identidad
banal. Se vive el paraíso en Quito, el dios es el dinero y el templo el Supermaxi o el
Quicentro.

56
“La lógica del consumo no se deriva de la realidad de las necesidades ni de la fuerza
o prioridad que tengan, tampoco de la funcionalidad y utilidad de los objetos, sino
de las aspiraciones simbólicas instituidas por el sistema de signos. Las necesidades
no producen el consumo, el consumo es el que produce las necesidades (…) las
necesidades son necesarias, no para las personas, sino, sobre todo, para el buen
funcionamiento del sistema de signos, según una fórmula autorreferencial: sólo hay
necesidades porque el sistema necesita que las haya. Dicho de otro modo, detrás de
cada trabajador asalariado, hay un ‘consumidor saturado” (por lo que) la necesidad
es un modo de explotación igual que el trabajo. El consumo, al ser producción de
signos, es pues un ‘mecanismo de poder’: estaríamos de alguna manera obligados a
consumir sin saberlo.” (Jean Baudrillard, 2007)
En esta sociedad del turbo-consumo, el ruido, la prisa, y temor ansioso, del consumidor
alienado, muchas necesidades son creadas artificialmente, y son interiorizadas en la
mente y el cuerpo, causando varios malestares emocionales y psíquicos. El valor de
cambio del capital, buscando ganar más y más dinero, glorifica el consumo material o el
goce de signos, y atiborra a los grupos sociales divididos en segmentos, de mensajes
publicitarios – estímulos sensoriales – que generan y replican la ilusión de que los bienes
poseídos significan plenitud de vida. Y solo para “conseguir” el estatus buscado. El
capitalismo ha construido sus propias catedrales: los shoppings o malls, donde las
personas se transforman en consumidores adictos por lo superfluo y lo transitorio.
(Walter Benjamin, 1921) decía que “el capitalismo es una pura religión de culto, quizás
la más extrema que jamás haya existido. En él, todo tiene significado sólo de manera
inmediata con relación al culto; no conoce ningún dogma especial, ninguna teología. (…)
El capitalismo es la celebración de un culto ‘sin tregua y sin misericordia’ (…) el primer
caso de un culto que no expía la culpa, sino que la engendra”.
La culpa emocional que resulta del no poder comprar cosas, traduce una forma de miedo
condicionante de conductas y comportamientos frecuentemente negativos. No solo que
se enfrenta la desaprobación del Ego - el pecado de no participar en el culto del mercado
capitalista - sino que se sufre la exclusión interna por no acceder a las cosas que ayudan
a ganar status, los símbolos del arribismo social, las claves de acceso a las identidades
codiciadas. Cuando se consuma el consumo, los cuerpos cargados de deseos y pasiones
- la clientela - son biológicamente dominados por una suerte de adicción a la dopamina,
la substancia que produce neurotransmisión excitatoria. Esa culminación subjetiva de
tipo mercantil se vuelve un sistema de recompensa, con frecuencia insaciable. No solo
porque la subjetividad es constantemente ametrallada por la publicidad, por la envidia,
sino porque la escasez de dopamina genera ansiedad y estrés. Así, los impulsos
direccionados al empobrecimiento de la consciencia son básicos para dinamizar el
crecimiento del producto. Los poderes fácticos pueden chantajear a las almas comunes
con la amenaza de que la “mesa no está servida”.
El lema helénico “conócete a ti mismo” es tan necesario en la política educativa, entre
otros objetivos, para enfrentar el sentimiento de culpabilidad resultante de la
ingenuidad de consciencia.

57
• Compramos porque nos hacen creer que algo nos hace falta:
“compro luego existo”.
"Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco"
De, Epicuro

(…) Sueña el rico en su riqueza,


que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí


destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son”

De, Calderón de la Barca


Llegamos “racionalmente” a creer que el consumo nos trae libertad, cuando, al
contrario, nos esclaviza; somos seres consumidos por los sueños de consumo, sometidos
por el poder de las mercaderías hechas signos, que nos alienan, y también, por los bienes
simbólicos que nos subyugan por dentro. Sin ese modo de subjetivación el capitalismo
no podría fácilmente sostener sus mecanismos de saqueo y extracción de valor. Esa
“lógica no lógica” del consumismo como cultura de la codicia insaciable, constituye una
elección social irresponsable; cada vez más se exige una satisfacción inmediata, propia
de la era digital. La potencia del deseo consumista se vuelve “razón de vida”, se
experimenta cargada por la insatisfacción del no poseer, carente de signos; una pulsión
causante de sufrimientos psíquicos, que es llevada, con premura, por el culto del
mercado capitalista, a engordar la plusvalía. El miedo de “no comprar y poseer”,
disfrutando de las novedades programadas por el neuromarketing, (Jürgen Klaric. 2015,
2018) se anida en el cerebro reptiliano y límbico, al punto que los grupos sociales
58
excluidos del consumo - los ceros económicos sin poder - terminan siendo redefinidos
como peligrosos, indios, longos, vagos. Ahora el propio mercado es el que inyecta
culpabilidad en el sujeto. El mercado opera domesticando y cautivando al ser humano,
desde la propia seducción de las subjetividades. Una sofisticada plataforma empresarial
complotada por los medios de comunicación busca acaparar nuestra emocionalidad,
para canalizar las elecciones hacia un creciente consumo de satisfactores superfluos, de
sueños, creando “necesidades” innecesarias. (Manfred Max-Neef, Antonio Elizalde,
Martin Hopenhayn,1986) No son pocos los medios de comunicación que se especializan
en volvernos ignorantes y estúpidos; los niveles de confianza y responsabilidad del
periodismo son patéticos. Acaparan el “derecho a la desinformación” o programan, a
través de las redes sociales, la “información” que le apetece a cada cual, según sus
intereses.

• Cuando el pensar se contamina de carga negativa-destructiva, la


convivencia se distancia de la ética.
La ética ofrece subsidios que favorecen las buenas opciones del individuo, auxiliando su
toma de conciencia y la elección de decisiones prudentes. Existen dos fuerzas
antagónicas saltando en nuestro mundo interior: el impulso creador que desdobla la
vida, y el proceso natural de la entropía, la segunda ley de la termodinámica. Cada
pensamiento, cada palabra y acción carga esas dos fuerzas, podemos aproximarlas con
la inteligencia, la atención plena, para que sean relativamente harmoniosas, dotadas de
mayor carga de construcción positiva.
Conforme nos desvinculemos de ilusiones y fantasías, cuanta más lucidez consigamos
cultivar - una consciencia más elevada - podremos enfrentar las negatividades del
entorno, tendremos mejor desempeño afectivo e intelectual, lograremos resistir el
empobrecimiento subjetivo, y obtendremos mejores condiciones para asumir el camino
micropolítico de la emancipación, para pasar de la primera a la segunda persona, a la
macropolítica.
Sólo una consciencia superior podrá llevarnos desde “aquí” hasta “allá”, (Claudio
Naranjo), posibilitando que seamos pontifex y que se pueda ayudar a cruzar el puente,
desde la presente cultura de negatividad, hacia un nuevo ordenamiento social. Lo que
implica muchas otras cosas, puentes entre la pasividad y el activismo, entre la
micropolítica y la macropolítica, entre el silencio y la resistencia, entre el miedo y el
amor. Puentes prudentes, porque el activismo es peligroso.

• Debemos darnos cuenta del dualismo en el pensar: El error de


descartes. (Antonio R. Damásio, 1998)
Nuestra forma de pensar y hablar ha sido formada en torno a una lógica binaria, de la
misma manera que habla, por ejemplo, este ordenador en el que escribo, de 0 a 1., una
oposición seguida de la otra. El pensamiento dualista implica la separación de
cualidades, y también la simplificación de la “realidad”, que es dividida en dos

59
categorías: hombre-mujer, sexo-género, amigo-enemigo, bueno-malo, natural-artificial,
mente-cuerpo, individual-colectivo, derecha-izquierda, bonito-feo, positivo-negativo,
ajuste-gasto, sujeto-objeto, Estado-sociedad, rico-pobre, permitido-prohibido, fuerte-
débil, proceso-estructura, orden-desorden, humano-animal, ortodoxo-heterodoxo,
“mesa servida” y “mesa no servida”, y así de continuo. No se permiten mezclas, no se
aceptan interpretaciones alternativas.

Por dualistas, separamos los conceptos que nos son antinómicos, mantenemos una
mente racional dividida en opuestos, sin opciones relacionales, sin observar “el camino
del medio”, o la llamada “lógica difusa”, sin buscar alternativas entre los campos
“borrosos” no binarios. “Es mucho más fácil pensar en términos de “o esto o lo otro”
que “ambos/y”, de A causando B en vez de A y B como mutuamente interdependientes”
(Alan Watts, 1995). El dualismo tiende a hablar o razonar solo desde un punto de vista,
descomponiendo la experiencia en categorías opuestas, mutuamente desafiantes. Lo
hace para que, en el cotidiano, continuemos siendo agudos y prácticos, lógicos y
formales, con capacidad de competir o pelear, listos para despertar emociones que
guíen acciones y agresiones.

El pensamiento dualista y separativo acompaña al mito del progreso que exige la


disección analítica de las partes para conocer. No sabemos cómo vivir en un mundo
donde existen verdades plurales, géneros, pueblos y nacionalidades diversas. Ello activa
el aumento de la desconfianza, de la separatividad social, simplificando negativamente
la cotidianidad, en un mundo caracterizado por la diversidad. Se requiere de una
percepción y un lenguaje nuevo que nos aparte de la pugna trivial, que siembre
aproximación y tolerancia.
La persona dualista por su naturaleza produce dentro de si algún tipo de conflicto o
tensión y “naturalmente se desprende de aquí que el sentimiento de miedo e
incertidumbre acompaña en secreto cualquier tipo de actividad que manifieste (…) es
justo este sentimiento mismo el que impulsa a la persona a cometer actos
desequilibrados de pasión y violencia” (D.T. Suzuki, 1975) Vivir acosado por la
incertidumbre traduce locura, porque se mantiene casi perenne. El dualismo polariza y
favorece el desconocimiento del Otro, haciendo que la comunicación no se forme, sino
que se deforme. Olvidamos que toda la existencia está emergiendo articulada, desde la
consciencia, en convivencia, que siempre estamos siendo en interdependencia.

Deberíamos alejarnos un poco de los estudios económicos y sociológicos de corte clásico


que limitan la lectura de los fenómenos borrosos, que están en el medio. Son esas
lecturas las que nos permiten “servir la mesa” de otras maneras. Las mentes más
estúpidas del Ecuador actúan como si el neoliberalismo fuera la salvación de la sociedad,
cualquiera que sea. Mientras el dualismo afecta nuestras matrices de percepción,
nutriendo la insensatez racional, el economicismo sigue maximizando la utilidad.

En la vida política, no hay derecha ni izquierda política pura. Cuando estas corrientes del
capital ocupan el poder, casi todas se vuelven autoritarias, corruptas o mediocres; las
oposiciones se expresan como luchas entre lo bueno y lo malo, la verdad y la mentira,

60
el amigo y el enemigo, el fraude y la decencia, la impunidad del uno frente a la del Otro.
La “democracia” liberal emplea la estrategia de oposición practicada como intolerancia,
percibida como recurso funcional para agraviar al Otro, en la búsqueda del monopolio
del poder. Esa lógica polarizante, junto al inconsciente colectivo “huasipunguero” que
conllevamos dentro, alimentan el síndrome y calvario del “comerse mierda”. Tal
síndrome, mezclado de miedo y subalternidad, explica la falta de pasión por una política
transformadora y, también de indignación.
¿Cómo conseguir ser libres en una sociedad que replica su carácter sumiso e indolente
frente a sí mismo y los Otros? ¿Cómo superar los dualismos?

• Esbozando una primera hipótesis conspirativa.


El sistema socioeconómico ordena nuestras necesidades y deseos, estructura nuestra
energía interna, no nos quiere despiertos, conscientes, desapegados de uno mismo,
liberados del egoísmo, de la indiferencia respecto a los problemas sociales y ambientales
fundamentales, o de las pasiones negativas, como el temor, el odio, la inquietud. Se
quiere que ansiemos poseer y acaparar cosas, no que nos encantemos por ciertas cosas.
Las personas comunes, las organizaciones de base - la sociedad civil - no actúan en el
presente como los principales articuladores del cambio social, porque predomina la
lógica operativa del sistema de poder sobre el sujeto, las nuevas formas de dominación,
la comunicación constante de negatividades. El sistema condiciona y ceba nuestra
subjetividad sujetada. (Sorën Kierkegaard, 2001). Nos llegamos a comportar como
desean nuestros “guachimanes”, sin necesidad de represión, porque saben que
tenemos miedo.

• Una segunda hipótesis conspirativa


El logro de una elevada autopercepción, el desbloqueo de condicionamientos, la
búsqueda de un estado generoso, solidario y cuidadoso, una vida virtuosa que se
despliegue desde un esfuerzo de contemplación, ir al encuentro de la armonía y los
valores positivos, son cuestiones excluidas de las ecuaciones convencionales del
“desarrollo”, por “humano” que lo califiquen. El Estado, como campo de poder y
constructor parcial del sentido social, desde sus gobiernos, estructuras técnicas y
burocráticas, ordena las interacciones y prácticas de las personas, las institucionaliza y
las implanta casi en sus mundos de vida, para amoldarlas, controlarlas, esquematizarlas
según sus reglas, reprimiendo de varias formas los intentos de emancipación social.

• Una última hipótesis conspirativa


Como humanidad, enfrentamos una crisis ambiental que amenaza nuestra
supervivencia en la Tierra, pero la mayoría de las personas, a pesar de las advertencias
científicas, continúan viviendo como si nada ocurriera, y siguen financiando y
sosteniendo procesos de “desarrollo” de degradación planetaria. Para replicar más del
mismo crecimiento ilimitado, afirmamos el extractivismo, el intenso consumo de
energía no renovables, sabiendo que las economías mundiales han “agotado la

61
capacidad de los ecosistemas para gestionar los residuos generados por el uso de la
energía y los materiales” (ONU, Informe Global de Desarrollo Sostenible, 2019). En este
contexto histórico-social, nuestras mentes en incertidumbre se replican negativamente
una y otra vez, formateadas para buscar seguridad, priorizando el crecimiento de la
dimensión económica, lo que impide observar las pequeñas, imperceptibles y
constantes acciones que también agreden al ambiente, cotidianamente, incluyendo
convivencias descuidadas que llevan a la pérdida de biodiversidad, la contaminación
química,35 la acidificación de los océanos, la reducción de tierra arable, la deforestación,
la descongelación del permafrost ártico y la liberación ligada de metano a la atmósfera, 36
etc. Las mentes en descuido no se proyectan al futuro, se estancan en el pasado, se
distancian de lo estético, se infectan de suciedad. No existe ninguna propuesta
estratégica de carácter educativo que nos prepare para un posible colapso civilizatorio.
37

• “Desocialización” y fragmentación social: ceguera ética

En términos existenciales, el sistema hegemónico se fortalece nutriendo interacciones


atomizadas, excitadas por una “micromoral” egoísta y centrada en el “corto plazo”,
usualmente sacudiendo la sensualidad, o generando temor, lo que dificulta la práctica
de la atención, y el autoconocimiento, a la vez que fragmenta los escenarios culturales,
de clase, género, sexualidad, etnia, raza y nacionalidad. Cada vez más, en un mundo que
tiende a sufrir de violencia neuronal, (Byung Chul Han, 2012), las personas aprenden sus
conductas imitando el comportamiento de personas cargadas de nerviosismo,
incluyendo las energías socioculturales negativas que vienen del entorno. Ese sistema
produce procesos de “desocialización” en términos afectivos, que tornan líquidos los
vínculos de pertenencia de las personas, familias, comunidades e instituciones,
provocando aislamiento, soledad, una intensa angustia emocional y psicológica, una
convivencia sesgada al servicio del mercado. Los relacionamientos tienden a fluir, no
duran mucho, entran en “modo inseguro”, dejan de ser sólidos, como las cosas.
(Zigmund Bauman, 2017)
El autoconocimiento es el comienzo de la inteligencia, la cuál es el final del miedo. (Jiddu
Krishnamurti). La idea de conocimiento de uno mismo permite observar de otro modo
nuestras relaciones, los poderes que nos dominan, la existencia de otras formas de
resistencia, otras verdades y alternativas.

• El mito del “desarrollo”


a. ¿Desarrollo” de qué mismo?
b. ¿Para quienes el “desarrollo”?
c. ¿Cuál democracia? ¿Dictatorial elegida? ¿Autoritaria aceptada?
d. ¿Cuál modernización? ¿Para quienes?

35
El mundo produce cerca de 10 toneladas de plástico por segundo. The Atlantic. 27 de febrero 2019.
36
https://www.youtube.com/watch?v=awNnw_e9KL8
37
Ver, https://ecomandanga.org/que-es-ecomandanga/

62
e. ¿Cuál crecimiento?
f. ¿Cuál pobreza?
g. ¿Cuál sostenibilidad? ¿Sostenibilidad o sustentabilidad?
h. ¿Cuál seguridad alimentaria?
i. ¿Cuáles necesidades y satisfactores?
j. ¿Cuál esencia de ser humano?: demens? sapiens? faber? habilis? stupidus?
k. ¿Necesitamos mismo “desarrollarnos” o debemos comenzar a pensar en el
decrecimiento económico y la resiliencia social?

• Desarrollo sustentable: ¿un Oxímoron?


Madre Tierra
De, Ariruma Kowii

Para que la Madre Tierra


No muera
Volvamos a danzar
Alrededor del sol
Y de la Luna
La danza del cóndor
La serpiente
El venado
Dejemos que nuestros corazones
Se desborden en cataclismos
Y engendremos el vacío
En nuestras palabras
Dialoguemos en círculo, en el día
Y en media luna, en la noche
Hablemos en tiempo de ayer,
De ahora y de mañana
Con nuestros Yayas
Y nuestros Wawas
Encendamos con nuestro futuro
Los contornos
De todos los caminos
Avancemos como águilas
A través de todas las vicisitudes
E imprimamos en ellas
La armonía de nuestros sueños
Vigilemos con los más sofisticados radares
La integridad de sus venas
Su aliento, su espíritu
Sus manos, sus manos

63
Constructores del futuro
Del sueño, la ternura
Del hermoso murmullo
De la vida

El “desarrollo” sustentable expresa un oxímoron por combinar dos conceptos opuestos


y contradictorios: desarrollo en términos de crecimiento económico y sustentabilidad
ecológica, supeditando a esta última al “crecimiento verde”. Un crecimiento que, en el
sector agropecuario, por ejemplo, trasciende a la vieja “revolución verde” empleando
técnicas como la biología sintética y la nanotecnología, dirigidas principalmente a
transformar la “biomasa” en bioenergía, biocombustibles, cosméticos, productos
químicos, piensos y alimenticios. Un casamiento asimétrico, patentado y rentable entre
los “recursos” biológicos - la vida - y los sistemas mercantiles de producción de valor.
Pasamos a firmar que la bioeconomía es “más ecológica y sustentable”. (Nicholas
Georgescu-Roegen, 1996).

Si el desarrollo programado puede “sostenerse”, como las cosas, simplemente es


porque aún existen maneras “técnicas” de amortiguar sus impactos negativos, con
menos intensidad de entropía. Pero no se aplican universalmente. El concepto es
contradictorio, normótico, un verdadero oxímoron. ¿De qué sustentabilidad hablamos
cuando insistimos en fortalecer el extractivismo, y cuando las mineras se desarrollan a
costa de la Naturaleza, o cuando aplicamos “paquetes tecnológicos” en la agricultura
que envenenan el ambiente, a nombre de la rentabilidad?
La ciencia, los expertos, los organismos del establishment y su tecnología, son
transformadas en pensamientos mágicos que sirven como distractores a las agresiones
gestadas por el productivismo capitalista y su exagerado aumento de energía
exosomática. Los errores políticos y programáticos se replican una y otra vez, se aplican
las mismas recetas caducas e impotentes; no disminuyen las brechas sociales, ni las
agresiones ambientales. El discurso de la “economía verde” nos promete acometer el
“desarrollo” sustentable de los “recursos biológicos y ambientales” de forma eficiente,
conciliando el crecimiento económico y el uso sostenible de los mismos. Levanta la
bandera política de la bioeconomía – “el crecimiento ecológico”- al servicio de las
cadenas de valor y la creación de nuevos productos, mediante la manipulación,
utilización y apropiación tecnológica de la materia biológica traducida en capital.
Pero no resuelve el conflicto entre el crecimiento limitado y la vida natural, no logra
cambiar el comportamiento depredador, extractivo, omnívoro y consumista del
desarrollismo. “Solo un economista, Nicholas Georgescu-Roegen, ha tenido la cordura
de constatar que, aun estando estabilizado, el consumo de recursos limitados acabará
inevitablemente por agotarlos completamente, y que por consiguiente la cuestión no
estriba ya en consumir cada vez más, sino en consumir cada vez menos: no existe otro
medio de conseguir que los stocks naturales alcancen para las generaciones futuras. Esto
es realismo ecológico. (…)Todos aquellos que, situándose a la izquierda, se niegan a

64
abordar desde este punto de vista el problema de una equidad sin crecimiento
demuestran que para ellos el socialismo no es más que la continuación, por otros medios,
de las relaciones sociales y de la civilización capitalistas, del modo de vida y del modelo
de consumo burgueses (…) Hoy día la utopía no consiste en preconizar el bienestar por
el decrecimiento y la subversión del actual modo de vida; la utopía consiste en creer que
el crecimiento de la producción social aún puede aportar el super bienestar, y que dicho
crecimiento es materialmente posible. (André Gorz,1979)
En el presente, el consumo de la población mundial exige que se retiren de la superficie
terrestre, cada año, billones de toneladas de biomasa, minerales, metales y
combustibles fósiles; estamos agotando los suministros mundiales de agua. Ya casi
pasamos el límite.38 La destrucción ecológica y los desastres climáticos constituyen uno
de los rasgos constitutivos de la vida contemporánea. El planeta no soporta el aumento
del consumo de más de 7.300 millones de personas. Se observa un cambio climático
capaz de producir dinámicas exponenciales, al punto de provocar un geocidio. (Susan
George, 2016). No hay una respuesta desarrollista, capitalista y tecnocrática al cambio
climático. Es muy tarde para evitar que la temperatura del planeta limite su aumento en
1.5 grados Celsius; si se pudieran reducir las emisiones de gases de efecto invernadero,
probablemente ya ultrapasaremos la temperatura critica. Pero la evolución cultural
modifica los comportamientos humanos de forma imprevisible; la agitada vida política
y económica lo cambia todo de manera continua.
No sabemos cómo o no podemos evitar el colapso. Se requieren profundos cambios en
la cultura subjetiva.
Observamos una Naturaleza exhausta por agotamiento y devastación, mientras se
sostienen los privilegios de minorías que la explotan. En un planeta con límites ya
sobrepasados; urge reducir la fuerza de presión sobre la biosfera, priorizando el bien
común. Ello exige un cambio cultural, colocando la armonía, el cuidado y la creatividad
en el centro de las preocupaciones. Es necesario reconstruir la relación sociedad-
Naturaleza lo que implica modificar el modelo económico de crecimiento y el estilo de
vida preponderante, demandándose una concepción alternativa, nuevos enfoques,
nuevas culturas. Hay que intentar “frenar” al Antropoceno y su modernidad destructiva.
Imposible desdoblar un modo de vida más respetuoso con el ambiente natural
defendiendo la idea de acrecentar cada vez más la producción, sin mudanza de
mentalidades, sin valores éticos. Curar el agua, el aire y la tierra, y cuidar de la Naturaleza
es un imperativo existencial.

38
Jaume Terradas (2019) nos dice que “Desde el punto de vista ambiental, se aceptan nueve posibles
límites planetarios (aunque los valores-umbral que no se tendrían que pasar son discutibles). El Stock-holm
Resilience Centre (Rockström et al., 2009) los enumera así: 1) reducción de la capa de ozono; 2) pérdida de
integridad de la biosfera; 3) contaminación química y liberación de nuevas entidades; 4) cambio climático;
5) acidificación de los océanos; 6) consumo de agua dulce y el ciclo hidrológico global; 7) cambio del
sistema de usos del suelo; 8) flujos de nitrógeno y fósforo a la biosfera y a los océanos, y 9) carga de
aerosoles a la atmósfera.

65
• El “desarrollo” está en crisis y sus conceptos precisan ser
redefinidos
En esta crisis civilizatoria es preciso debatir reflexivamente sobre el valor ético de los
fundamentos y los conceptos hegemónicos del mundo que la producen y amplifican, y
también, sobre los términos y discursos sobre “desarrollo” que utilizamos, incluyendo
las decisiones metodológicas implicadas. Deberíamos intentar construir una
“modernización” más abierta, plural o diferenciada en el tiempo y el espacio, más
ecológica, constando la variedad de dinámicas socioculturales y los potenciales tan
variados, sin apegarse al modelo occidental como único referente; se demanda un
imaginario de diferencias articuladas.
Venimos “desarrollando” una sola visión de modernidad, percibida como universal,
como si ella sola pudiera revelar todas las trayectorias, historias y territorios. El
“desarrollo” actual de la modernidad no nos lleva hacia una nueva cultura planetaria,
pues se encuentra en constante flujo destructivo y carece de componentes
contemplativos. Necesitamos autoconvocarnos para imaginar un mundo nuevo,
moviéndonos hacia la ecología. Y para ello necesitamos las sugerencias de los místicos
planetarios; lo que ellos perciben los economistas ignoran. (William Irwin Thompson,
1987)

Para ganar resiliencia, se demandan hibridaciones cognitivas orientadas a lo común,


dialogando entre los saberes ancestrales y populares, la nanociencia, la biotecnología,
la tecnología de la información, las comunicaciones, y la ciencia cognitiva vinculada con
la neurociencia. Pero estas ciencias están dominadas por las clases dirigentes. El
conocimiento se enriquece cuando vigorizamos las diferencias, hay que dialogar.

• Hacen falta Nuevos “imaginarios o relatos colectivos”: Buen


vivir, Buen Convivir, Bien-Estar, Vida Plena, Ecología de la
Consciencia, etc.

Deberíamos deconstruir y redefinir la idea del progreso y del “desarrollo”, pero: ¿Cuál
es la alternativa? No existe ningún imaginario de cambio que inspire a la humanidad
positivamente, y que impulse la subjetividad (Cornelius Castoriadis, 2002), un “mito
viable”, que no dependa exclusivamente de la prosperidad material: ¿Será posible? La
falta de ese imaginario compartido nos lleva a arrodillarnos frente a antihéroes y
antivalores. El mito del “desarrollo-crecimiento” debería ser sustituido por imaginarios
que busquen la felicidad y sustentabilidad, desplegando una revolución cultural, a partir
de una micropolítica dirigida a sostener la atención mental, y ganar significado para
orientar el sentido armónico y creativo en las relaciones, y con capacidad de resonancia
social. Esos imaginarios deben ser postcapitalistas y aplicarse desde modos sociales de
decrecimiento y cuidado ambiental, a riesgo de alimentar los actuales procesos suicidas;
se requieren otras racioemocionalidades económicas pensadas por otras ciudadanías.

66
Intuyo que instrumentos como el propuesto pueden ayudar a harmonizar las relaciones
sociales y desplegar nuevos modos de vida, a partir de valores éticos, sirviendo de
puente entre la micro y la macropolítica, el individuo, el colectivo y la Naturaleza.
Deberíamos imaginar una sociedad gobernada por principios de hermandad, de
aprendizaje constante, de cuidado y celosa innovación. Para ello, como veremos, se
demanda construir en “democracia” un nuevo “pegamento” subjetivo, narrativo y
colectivo, como el Buen Vivir, que inspire sentido de entusiasmo compartido, repleto de
diálogos, proximidades y sintonizaciones éticas, tejidas por vínculos y tramas de
comunicación educativa, plenas de signos compartidos, de esperanza y significaciones
parecidas, y así poder movilizar a las numerosas personas, de aquí, para allá y viceversa.
Es de ese contexto social y cultural que brotan las prácticas políticas que enriquecen la
democracia y generan nuevas instituciones. Este imaginario de cambio exige de nuestra
parte, creatividad y paciencia; se requiere sistematizar lo mejor del pasado, recrear las
buenas prácticas, darles un nuevo y positivo significado.

• Precisamos de nuevas métricas


Lord Kelvin, físico británico y matemático: "si no puedes definirlo, no puedes medirlo, y
si no puedes medirlo, no puedes mejorarlo. “El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz
argumentaba que “lo que medimos afecta lo que hacemos (…) si tenemos las métricas
equivocadas, nos esforzaremos por las cosas equivocadas”.
Aparte del PIB, se requieren de otras métricas que den cuenta de la calidad de los
procesos que nos hacen buenos humanos, sin destruir a la Naturaleza. Hay otras
métricas, como el Indicador Genuino del Progreso, que buscan cuantificar las
externalidades, y dar valor a las contribuciones sociales del crecimiento, incluyendo los
Objetivos del Desarrollo del Milenio, pero ambas no cuestionan para nada la primacía
del crecimiento económico. Pudiéramos, por ejemplo, medir el “progreso” no tanto por
el crecimiento de la economía, sino por la calidad de la convivencia social. Si nos
esforzamos, pudiéramos “medir” muchas negatividades, como el racismo, el machismo,
la estupidez política, etc.39

• Precisamos de una nueva educación para observar el mundo


desde una mirada diferente
Nuestras escuelas no nos educan, ni alfabetizan para un aprendizaje abierto a lo largo
de la vida, no nos enseñan a pensar en uno mismo, en la comunidad, peor a prepararnos
para el mundo digital, apenas nos aleccionan para obedecer al maestro, patrón,
autoridad - al temor - y para ello nos adaptan, homogenizan, y especializan porque es
básicamente lo que el sistema necesita, como insumo subjetivo relativamente uniforme,
para sostenerse. Nuestras escuelas no nos preparan para hacernos sentir parte de la
humanidad, y así poder convivir con los demás, peor aún con la Naturaleza, pues operan
principalmente como jornaleras del Ego y unidades diseminadoras de información, nos

39
Carlos Jara (2017). Politigrama. SNPR.

67
condicionan, nos enseñan a repetir e imitar, a ser conformistas, sin cuestionar o abrirnos
a la consciencia. Nuestras escuelas no nos preparan para comer saludable,

• Una educación que nos permita salir de una cultura


contaminada por negatividades
Esta sobremoderna y fluida (Marc Augé. 2000) cultura occidental, en constante
construcción, diversa en temporalidades, va evolucionando rápidamente impulsada por
la información y las imágenes proyectada por los medios de comunicación. El mercado
va creando ambientes de individuación pasiva que lleva a los sujetos a la indiferencia y
la soledad. Millares de seres humanos pasan horas atrapados en el WhatsApp,
abstrayéndose de la relación cercana con el Otro, cediendo a la ilusión de que las redes
ayudan a formular sus puntos de vista, reafirmando sus percepciones. Por ello florece la
industria de las citas online y los algoritmos utilizados para “aproximar” a las personas,
incluyendo la perversidad del grooming. Ese ambiente de soledad y aislamiento, de
pasividad condicionada, insatisfacción, se ve saturado de energías depresivas, temores
y distorsiones cognitivas (generalizaciones, inferencias arbitrarias).
Ese “clima” cotidiano hecho de “ruidos emocionales” es construido y replicado por las
interacciones. Dependiendo del contexto, del medio y del mensaje, intermitentemente,
la pasividad del sujeto aislado, encapsulado en su celular, se transmuta en enojo y
temor. Las impresiones percibidas sensorialmente desde el entorno, despiertan la
respuesta emocional de la frustración y el miedo, rápidamente. La memoria es un
“cementerio” saturado de interpretaciones ya ocurridas. Dependiendo del ambiente,
está cargada de sufrimientos psicológicos acumulados en la inconsciencia, reprimidos;
un “comerse mierda”, que se transmuta en ira o aversión. Los impulsos inconscientes
están en la base de las emociones y tienen poder sobre las elecciones conscientes. Lo
que frecuentemente induce al cerebro límbico a procesar comportamientos hechos de
relaciones nefastas, que tienden a causar desgracias, conflictos, estrés, separaciones,
indignaciones en las calles, etc., haciendo relativamente intolerantes los espacios de
convivencia.

Todos somos seres energéticos y las resonancias “ruidosas” del entorno, cargadas de
emociones negativas, generalmente atraen conductas y disposiciones acordes con las
mismas. Tales vibraciones se revelan y replican, como ambiciones, codicias,
competencias, irritaciones, brusquedades, etc., lo que intoxica el mundo cotidiano, con
neurosis e infelicidad.
Por cierto, hay también alegría y armonía en el cotidiano, pero estas no salen en los
telediarios, casi no tienen resonancia comunicativa. La estrategia del informativo es
colocar lo que acontece en el marco de relatos de miedo, colocando el cotidiano que se
percibe en climas de crisis. Los discursos sobre las inundaciones en Daule, por ejemplo,
son cargados de dramatismo y sensacionalismo, luego siguen los “culebrones” en la
Asamblea, la dictadura de Nicolas Maduro, las amenazas del Sr. Trump, la respuesta
asistencial de ciertos políticos, la farándula, etc. El ecosistema perceptual en el que se

68
mueve cotidianamente el sujeto social está contaminado de miedo e inseguridades.
(Anthony Giddens,2007) (Ulrich Beck,2006) (Zigmund Bauman, 2010). Nuestra
producción mediática sigue una lógica mercantil carente de ética comunicativa.

• La dinámica del progreso fluye nutrida de negatividades


“Los que trabajan tienen miedo a perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser
atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas,
las armas tienen miedo a la falta de guerras.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones, miedo a la policía.
Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la
noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo
a morir, miedo de vivir…”
De, Eduardo Galeano, 2006

El sistema hegemónico tiende a condicionar los espacios cotidianos, a través de intensos


bombardeos de temores intersubjetivos, que acrecientan la incerteza y la preocupación,
creando ansiedad existencial, un estado de empobrecimiento subjetivo y un constante
sentimiento de inseguridad. Esa subjetividad ansiosa es replicada, de pasado a presente
y de presente en presente, mediante la repetición de anti-valores y disposiciones
negativas, hasta fijarse en los cuerpos, en los esquemas perceptivos, lo que naturaliza el
malestar, modelando los habitus. La observación mental de atmosferas enrarecidas y
temerosas tiende a desplegar vínculos tóxicos, cotidianos tensos.
Ecuador es un país heterogéneo, multicultural, pero sus diversos modos de vida social
tienden a homogenizarse; se camina hacia escenarios antropológicos hechos de seres
egoístas, solitarios, intranquilos, impulsivos, uniformes, algunos moviéndose en círculos
violentos, y ambientalmente depredadores. Esa presión homogeneizante resultante de
la globalización recibe resistencias en los diversos ámbitos territoriales, creando
complejidades, hibridaciones, diversidades difíciles de gestionar. Este ambiente en
rápida emergencia, posiblemente, aporte negativamente a la violencia de género, los
racismos y las discriminaciones, la separación de los Otros, las fragmentaciones y
también la criminalidad. No es solo la pobreza, la exclusión, el desempleo, lo que lleva
al crimen y a la violencia, es la fragmentación de la convivencia, la indignidad de la vida
reducida a la sobrevivencia.

• Negatividad y violencia: el Yo falso

69
Ustedes no pueden velar
El cuerpo de mi marido
Al lado de ese tipo
Que la policía baleó
Tienen que disculparme
Imagino el sufrimiento
Perder un hijo tan joven
Mi Cicero
Murió trabajando
Por un tiro en la espalda
A las dos de la mañana
Al lado de ese cadáver
Su cuerpo no se va a enfriar
No trate de insistir
Al lado de ese bandido
Mi marido no va a estar

De, Fabio Weintraub. 1967


Las acciones violentas generalmente resultan de la tensión emocional negativa
producida por el entorno, ocurriendo en la vida cotidiana; del disturbio y “ruido"
emocional irradiado, principalmente de las amarguras y frustraciones en la vida
colectiva, muchas resultantes de la falta de acceso a los bienes básicos, o de los
mensajes que despiertan envidias que condicionan la pulsión de poseer o de ganar
dominio, seguridad o “potencia” personal, inclusive mediante agresiones. En Ecuador se
mata por un celular.

La seguridad psicológica, la calma subjetiva, la paz interna, no depende de las cosas que
vienen de fuera, sino de nuestra capacidad para comprendernos y quedarnos tranquilos,
viviendo esa praxis. Como ya sugerimos, para superar los temores, la desarmonía, el
descuido y la intolerancia, deberíamos poder desarrollar una con sciencia superior,
sumergiéndonos en el Yo verdadero.

• Estamos inmersos en un formidable “reality – show”


“Hoy el país pertenece a quien controla los medios de comunicación”
De, Humberto Eco, 2012.
“Mama siempre me decía, ratón y queso, amigos son.
No te confíes de nadie, que el más amigo, te da traición.
Veinte litros de acetona, los microondas y un garrafón.
Y que mi socio en la USA, no se me tuerza, salga faltón.
Allá se compra, se vende y se mete, la mercancía al por mayor
Mientras aquí se dan bala, yo no sé nada, no soy soplón…”

70
Narco novela “El Cartel de Los Sapos”. Caracol. Colombia.

Vivimos en un mundo globalizado y multicéntrico, donde millones de eventos y


decisiones relativamente espontáneas, pueden alterar nuestras vidas, y rápidamente.
Pero los canales de información dirigidos a la población, en general, permanecen
controlados por las clases corporativas y financieras, y replican los mismos dramatismos
y “culebrones”, las mismas opiniones unilaterales. (Giovanni Sartori, 1998). Cada día se
inventan nuevos peligros, que subjetivamente se traducen en uno solo: la percepción
invisible del temor. La imagen televisiva tiene fuerza de convicción, y convierte a la
mentira en verdad, poniendo en escena a la ideología, pretendiendo que registran
“objetivamente a la realidad”. No es que el mensaje se proyecte hacia la mentira, es
que los hechos contenidos son editados emocionalmente, interpretados, seleccionados,
para orientar una cierta lectura u opinión.
La tele nos condiciona a vivir alarmados, porque activa constantemente los mismos
centros neuronales. No deja de proyectar el sentimiento de estar susceptible al peligro.
(Zigmund Bauman, 2010). Porque no todos traducimos subjetivamente los mensajes de
la misma manera. Es necesario replicar y replicar, hasta que la ciudadanía se vuelva
adicta a las imágenes, para ser manipulada y controlada. La ciudadanía, pensada en el
doble sentido de ejercicio de derechos y asunción de deberes y responsabilidades,
La ciudadanía, entendida en el doble plano de ejercicio de derechos y asunción de
deberes y responsabilidades, tiende a encontrase en el mundo digital que crea nuevos
espacios de interacción y actuación, donde las plataformas multimedias, algunas
controladas por los grupos de poder, actúan condicionando la práctica política, las
percepciones, pautando propósitos y contenidos de los relacionamientos.
Nuestra Ley de Comunicación es cognitivamente mediocre; está pensada para contener
la acción política que pueda implicar una democratización ética y participativa, y para
legitimar intereses corporativos. No hay posibilidad para establecer, entre la sociedad
civil, una “guerrilla semiológica” (Umberto Eco, 2012), o sea, una lucha contra el
contenido negativo del mensaje, una reflexión crítica desde el espacio de recepción.
Buena parte de la población es convocada por los shows televisivos transformados en
espectáculos de convivencia, plagados de sentimientos de competencia y sexualidad.
Los formatos se repiten en casi todos los espacios. En la “sociedad del espectáculo” no
existe libre albedrio, todo es vivido por medio de imágenes – de la Matrix - que encarnan
los deseos condicionados que sentimos, para luego actuar en consecuencia. Se burlan
sutilmente de la diversidad cultural, se homogenizan los cotidianos, se uniformizan los
sujetos, se ridiculizan los acentos de los diferentes, para fortalecer la sumisión.
Vivimos en un mundo que se despoja gradualmente de su diversidad, donde cada vez
menos cosas nos hacen sentir que experimentamos un mundo plural. Las mismas
películas, la estandarización de mercancías, la comida chatarra, las relaciones
superficiales, el mismo dólar en todas partes. Calladamente, la diversidad cultural es
percibida como resultado de una existencia vivida como inferioridad, miseria y penuria,

71
y solamente porque no cabe en la superficialidad homogénea de la masa. La
sostenibilidad de la homogeneidad demanda la destrucción de lo heterogéneo.
La mass media acciona procesos de modelamiento de nuestro mundo interno,
condicionando la manera de desear, experimentar, pensar, sentir, fantasear y
vincularse, de acuerdo a determinados moldes o circuitos comerciales; se opera
eliminando diferencias, pero simultáneamente, generando fragmentaciones sociales,
entumecimientos subjetivos que replican estados de apatía intelectual. En las “horas
pico” - de utilidad - somos ametrallados por trivialidades, por símbolos instintivos
envueltos en un torrente de futilidades dirigidas a que el espectador pierda la capacidad
de juzgar o interpretar el mundo; inducen superficialidad y actitud pasiva. Ello
empobrece la subjetividad, crean individualidades teledirigidas, sutiles adicciones a
fuentes que producen el miedo o deseo. Esa mass media es controlada por grupos de
poder (sobre) que, con frecuencia, se valen de la imagen unidireccional para hacer de
ciertos mafiosos, usurpadores y corruptos, de forma afectiva y eficaz, actores políticos.
Los mensajes de ideologización, crean y recrean culpables o enemigos, refuerzan
temores, fortalecen intereses. Son quienes deciden las pautas, las interpretaciones, las
líneas de separación entre lo verdadero y falso, lo correcto e incorrecto, lo decente y lo
deshonesto, lo que supuestamente le interesa al público; la ideología legitimadora.
Esos poderes son astutos, han logrado combinar el miedo ciudadano, el consumismo, y
el individualismo, en la producción del conformismo, la pasividad y la ignorancia.
Además, vigilan al sujeto que entrega cándidamente su intimidad al observador que lo
puede subordinar. El poder de los medios traduce la capacidad de influir las
comunicaciones públicas; así se subyuga a la población sin combatirla.

La mass media contribuye categóricamente en la construcción de la subjetividad,


replicando y reforzando, principalmente, las tendencias negativas; opera transfiriendo
(des) informaciones y símbolos, buscando divertir, entretener, y energizar a los
individuos con deseos, creencias, gustos, valores y patrones individualistas de
comportamiento. En general, se banaliza la sensibilidad. Al efecto, se redefinen o se
eclipsan los contextos, se editan las imágenes o los mensajes conforme intereses
políticos y comerciales, se formulan opiniones ciegas, y se construyen agendas, a partir
de culebrones o estupideces. El miedo y la incertidumbre son emergentes sistémicos de
esa caótica interacción. Los “culebrones” replican hasta el cansancio un mismo discurso
y contenido, prolongado el dramatismo de la posverdad, maquinando la bondad o la
maldad de personajes. Esas opiniones controladas o editadas se erigen por encima de
nuestros puntos de vista, condicionando el pensamiento ciudadano; el WhatsApp nos
transforma en cibernautas solitarios, sedimenta la estupidez. Antes éramos ciudadanos,
en lo sucesivo, somos clientes, mercancías, consumidores. Para colmo, las “Narco
telenovelas”, las películas apocalípticas que proyectan miedos y legitiman nuevas
formas de ostentación, violencia, búsqueda de estatus y subyugación.

• La sociedad de la negatividad: el “homo stupidus”

72
En la sociedad de consumo, frecuentemente somos seres parasitados por la publicidad
y la industria cultural, etc., que usualmente nutren la subjetividad de las negatividades
que les son funcionales. El cotidiano de la mente conciente se ve expuesto a diversos
vectores, negativos o positivos: autoritarios, solidarios, intolerantes, complacientes,
machistas, empáticos, cuidadosos, agresivos, etc., y todos ellos resuenan o vibran
excitados por emociones. Los estímulos nerviosos del contexto cultural resuenan, y
llegan a vivir dentro del cuerpo, proyectan las emociones en la forma de diversos
sentimientos, que pautan comportamientos. Al replicarse, traducen habitus o
disposiciones; el sujeto queda poseído por esquemas específicos de respuesta, según su
cultura y experiencia.
Con mucha frecuencia, en estos mundos materialistas y competitivos, esa posesión
emocional enactiva desilusiones; se construyen existencias hechas de decepciones o
frustraciones, que despiertan enojo o tristeza. No nos educan para la resiliencia o el
reajuste personal, o social; no sabemos cómo crear “capacidades de ajuste” para una
sociedad crecientemente cambiante y compleja.

En lo personal y lo social, no estamos preparados para enfrentarnos o recuperarnos de


los azotes y desafíos del tiempo contemporáneo, como los trastornos provocados por el
cambio climático, o las situaciones estresantes resultantes del “modo crisis”
programado; el capitalismo existe como una crisis permanente. Vivir en la incertidumbre
es enfrentarse constantemente a situaciones que amenazan las expectativas positivas.
La frustración traduce un estado de constante aniquilamiento de la autonomía personal.
La autonomía no significa ser totalmente independiente, sino tener capacidad de
construirse a sí mismo, y poder escapar de la enajenación. Por falta de alternativas, se
sigue actuado en ambientes que causan miedo y frustración, replicamos las
equivocaciones, y racionalmente insensatos, o sea, por estúpidos. Es muy difícil
emanciparse de la estupidez cuando la víctima y el verdugo, el explorador y el explotado,
el racional y el bruto, el manipulador y el alienado, la autoridad y el macho, se encarnan
la misma persona. La estupidez del sujeto resulta de la sujeción de su consciencia.
Manfred Max-Neef, mi querido profesor, jefe e inspirador, decía que: “La estupidez es
un rasgo único de los seres humanos. ¡Ningún otro ser vivo es estúpido, salvo nosotros!”
Schiller anotada que "contra la estupidez hasta los mismos dioses luchan en vano".

¡Si, somos estúpidos! Mucho de las desgracias y miserias que sufrimos, individual y
colectivamente, resulta básicamente del “modo estúpido” como hemos organizado la
convivencia. Los estúpidos son peligrosos, y son muchos, operan impunemente en el
marco de una sociedad que “no tiene la mesa servida”, y que ha sido programada en
“modo crisis” por “malvados, erráticos, perversos y funestos racionales”. Muchos se
llenan de angustia y odio, exigen ejercer su libertad de consumir, mantenerse como
clase media, no importa que se intensifique el empobrecimiento y servidumbre de los
Otros.

73
“La persona inteligente sabe que es inteligente. El malvado es consciente de que es un
malvado. El incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez. Al
contrario que todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido. Esto
contribuye poderosamente a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción
devastadora. El estúpido no está inhibido por aquel sentimiento que los anglosajones
llaman self-consciousness. Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más
natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes,
destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen
humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimientos y sin razón.
Estúpidamente. (Carlo M. Cipolla, 1991)
Todavía creemos que el progreso soluciona los conflictos de la sociedad capitalista y que
el “desarrollo” económico, junto con las nuevas tecnologías van a resolver los problemas
de nuestras poblaciones marginadas, la pobreza y la desigualdad. Pero el imaginario del
progreso está en manos de estúpidos que defienden el neoliberalismo y detentan “el
poder político, económico o burocrático”, ignorando las negatividades que produce ese
modelo. Somos víctimas de la estupidez. Por estúpidos sostenemos un estúpido
sistema de acumulación, de concentración y exclusión radical donde una mayoría paga
la prosperidad de una minoría. Por estúpidos creemos que nuestra trayectoria futura
de país, deberá conservarse en el “patio trasero” de la sociedad capitalista
norteamericana, siguiendo los dictados de la insensatez racional neoliberal. Todavía
creemos que el Ecuador solo puede ser viable – con la “mesa servida - si solamente se
recorta el gasto público, se abren los mercados, se flexibiliza el sistema de relaciones
laborales y salariales, se abandona el proteccionismo, se desmonta la organización
sindical, se privatizan las empresas estatales, se protegen los derechos de propiedad, se
libera el mercado financiero, se fortalece una democracia (no) liberal al servicio de las
minorías, etc. Somos incapaces de procurar alternativas poscapitalistas, de reinventar
nuestras economías, de resolver los fracasos democráticos, democráticamente.
¡Tamaña estupidez!
A nivel global, estamos a punto de sobrepasar los límites de temperatura que desatan
irreversiblemente el cambio climático, pero muy poco estamos haciendo para revertirlo
dentro de las fronteras. Estamos usando los recursos renovables más allá de su tasa de
reposición; se estima que el Ártico tiene una tasa de perdida de grandes hielos de 14 mil
toneladas por segundo, tres veces más que en los años 80. (Grupo Intergubernamental
de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas).40 Contaminamos,

40
Greenpeace nos entrega la siguiente síntesis del informe: “Los cambios que está sufriendo el océano y
la criosfera (regiones congeladas) ocurren a mayor ritmo y en mayores zonas que nunca. Debido a la
complejidad del océano y de los sistemas de las regiones heladas, lentamente se empiezan a ver unos
efectos sin precedentes que pueden resultar irreversibles. Las zonas heladas del mundo se redujeron en
todas las regiones evaluadas. Esto incluye las capas de hielo, los glaciares, la cubierta de nieve y el
permafrost. El deshielo del permafrost bajo el escenario con un nivel de emisiones altas podría suponer
que se liberasen a la atmósfera desde decenas a cientos de miles de millones de toneladas de CO2 y
metano, empeorando la crisis climática. Los océanos se vuelven más cálidos, más ácidos y contienen
menos oxígeno, amenazando así tanto la vida de muchos ecosistemas como a las comunidades que
dependen de ellos. Además, los eventos extremos y el aumento del nivel del mar agravan los riesgos para

74
lanzamos los residuos al ambiente, destruimos los bosques, no protegemos la fertilidad
del suelo, privatizamos las semillas, eliminamos especies, erosionamos la diversidad
genética, y proponemos Mingas Agropecuarias que fomentan el uso de KITS que
reorganizan la producción, cambian las relaciones sociales y las laborales, conllevando
un amplio uso de insumos para el control de malezas, plagas y enfermedades – algunos
cancerígenos - y también fertilizantes artificiales. No somos responsable con las
generaciones que pertenecen al presente, peor con las del futuro. ¡Tamaña estupidez!
¡Si, somos cándidos y estúpidos! Ecuador sigue sangrando por sus heridas sociales y
culturales y seguimos replicando los mismos modelos de políticas públicas que cambian
casi nada. Seguimos votando por los mismos políticos mediocres, y por medio de un
sistema electoral que premia la demagogia y alienta el engaño a la ciudadanía. Seguimos
escuchando los discursos que queremos oír, muchos plagados de mentiras. Por
estúpidos firmamos acuerdos con el FMI y nos condenamos a la servidumbre histórica.
Si, somos estúpidos, los ciudadanos borregos van a votar de nuevo y elegir
autoritarismos. “Es inútil para los borregos pasar una regulación a favor del
vegetarianismo mientras los lobos mantienen el poder" Somos estúpidos, ignorantes y
subalternos. “En el mundo industrial moderno, las clases y las castas van perdiendo cada
vez más su importancia". Pero el lugar de las clases y las castas lo ocupan hoy los
partidos políticos, la burocracia y la democracia. En el seno de un sistema democrático,
las elecciones generales son un instrumento de gran eficacia para asegurar el
mantenimiento estable de la fracción entre los poderosos (…) Y las elecciones les
brindan una magnífica ocasión de perjudicar a todos los demás sin obtener ningún
beneficio a cambio de su acción. Estas personas cumplen su objetivo, contribuyendo al
mantenimiento del nivel de estúpidos entre las personas que están en el poder" (Carlo
M. Cipolla, 1991)

La patología de la insensatez racional que nos caracteriza, germina la estupidez


ciudadana, nutre ignorancia, haciendo que la desgana subjetiva y la indiferencia social
sean, actualmente, sus rasgos principales. Espero equivocarme.

• Estupidez intestina
La insensatez racional, como sinónimo de estupidez o torpeza de comprensión,
engendra actitudes de agresión, sumisión y egoísmo. Estamos inmersos en entornos
rellenos de ruidos estúpidos, de tensiones y culebrones, de ingenuidades. Somos
esclavizados por el barullo, aplacados por la necesidad de conservar un cierto nivel de
sobrevivencia. Un grupo social emocionado negativamente, ensordecido, usualmente
no acepta razones, no evalúa o reflexiona, sesga sus conclusiones, y simplemente
porque los hechos exhibidos no se ajustan a sus pensamientos o relatos, creyendo

los seres humanos”. En, Nuestros océanos, nuestro clima, nuestra supervivencia: Las principales
conclusiones del informe especial sobre los océanos y la criosfera del IPCC (SROCC). Septiembre 2019.
https://es.greenpeace.org/es/wp-content/uploads/sites/3/2019/09/IPCC-Oc%C3%A9anos-y-Criosfera-
2019-3.pdf

75
apenas lo que se quiere creer. Las negatividades usualmente son traducidas en pasiones,
polarizan nuestras decisiones, llegando inclusive a borrar los límites entre lo correcto y
lo incorrecto. Las personas le “paran bola” más a su onda emocional que, a sus lógicas,
más a las imágenes que a su juicio racional. Tales ambientes nos condicionan a cometer
patrones repetitivos de conducta y comportamiento, algunos relativamente rígidos y
perversos, incluyendo aquellos que se predisponen a violentar los derechos humanos,
como la crueldad machista. Las negatividades se gravan en los campos inconscientes de
la mente, activando la pulsión más primitiva del cerebro “reptiliano”, la protección;
ocurre una suerte de encarnamiento de la dependencia, que reduce al sujeto a un
estado subyugado.41
Las resonancias negativas del contexto, al vibrar hacia los sujetos vulnerabilizados,
llegan a esculpirse en el cuerpo, traduciendo habitus negativos, al quedar parasitados
por patrones específicos de respuesta de la mente y el cuerpo.

• Nos invade el miedo individual y el colectivo, por ello vivimos


con poca soberanía subjetiva
No nos damos cuenta, por estúpidos, que la economía hegemónica no solo coloniza las
sociedades y los espacios geográficos, sino las mentalidades. El miedo es el instrumento
emocional intangible de tal colonización. Casi no hay escapatoria, a pesar de la
indignación ciudadana, las marchas, las luchas feministas, los “chalecos amarillos”, los
ecologistas, los sindicatos y los movimientos campesinos. Para fortalecer esa
negatividad temerosa aparecen los demonios anti comunistas, conservadores,
carismáticos, derechistas, ultraderechistas, neofascistas, populistas, xenófobos,
racistas, antinmigrantes, supremacistas, misóginos, militaristas, etc. Las estructuras de
poder crean entornos y resonancias energéticas temerosas, para ampliar o mantener
control social, frecuentemente generando barbarie, sumisión y precarización. El miedo
es la condición muda de la subjetividad en este momento de embestida neoliberal. Este
se instala en la subjetividad, en la forma de temor, saturando nuestros hábitos
cotidianos.

El temor se acuesta con la ansiedad y se levanta con el estrés, y esta respuesta del
organismo, usualmente no es percibido como una amenaza al bienestar físico - aunque
el sujeto desarrolla enfermedad - sino ante el peligro imaginado de no encontrar “la
mesa servida”. La única forma de lograr adaptarse es consumiendo, comiendo, tomando
alcohol, wasapeando, trabajando sin parar, fornicando; cualquier cosa que
supuestamente alivie la situación, agravándola. Estamos dominados por dentro, sin
“querer queriendo”, creamos futuros, con los mismos instrumentos del pasado.
Seguimos los pasos de las llamadas sociedades “desarrolladas”, que también se
presentan como agitadas, ansiosas, distraídas, estúpidas, individualistas, fragmentadas,
líquidas, insatisfechas, superficiales, impacientes, inseguras, incapaces de vivir el

41
El sistema perfecciona la asistencia a los vulnerables, crea bonificaciones selectivas, de la mano con
muchas ONGs, especializadas en acoger a los pobres dentro de la economía neoliberal, caritativamente.

76
presente, y muy dependientes de los mensajes o estereotipos proyectados por los
“Otros”, para pensar, sentir y actuar, casi automáticamente. (Amador Fernández-
Savater, 2017). En todas partes existimos añadiendo estrés al estrés. No es real esa
imagen de estabilidad y moderación que proyectan, por ejemplo, los ingleses.
Vivimos en tiempos de nervios nerviosos, en Caracas, en Guayaquil, en Fortaleza, en
Calcuta, en Lima, en tantos otros lugares. “La destructividad, la frustración y la
inseguridad son las características de nuestro tiempo: somos la sociedad del miedo,
donde dominamos la cultura del enemigo. “(Vittorino Andreoli, 2018)

El sistema no puede permitir que emerja un Yo verdadero, en el marco de una cultura


de mercado, con su moralidad consumista. Es prohibido traer a la conciencia lo que es
reprimido en la inconsciencia. El mercado nutre una psicología de temor, desdobla
convivencias cargadas de estrese tóxico, con capacidad de enfermarnos individual y
colectivamente, expresadas, por ejemplo, en los comportamientos groseros, los
comentarios agresivos, el bullying, los culebrones. Experimentamos un cotidiano en
proceso de decadencia afectiva, donde tienden a esfumarse los valores de no mercado,
como el amor y la compasión. (Peter McLaren, 1995). George Ivánovich Gurdjieff nos
decía que el espíritu de los tiempos lo constituyen el miedo y el poder de la muerte

Es la profundidad superior de consciencia lo que nos regala armonía y confianza en


contextos de intensa incertidumbre. Podemos acercarnos a todo aquello que nos de
alegría y sensibilidad, entender las penurias y las miserias provocadas por las coacciones,
y sin optar por la fe religiosa, que nos promete un refugio a la falta de libertad.

• APOROFOBIA: Miedo a los pobres (Adela Cortina, León Festinger)


El miedo a la pobreza material que bloquea la satisfacción del consumo no necesario
llega a establecer una relación conflictiva con el Otro, con el sujeto empobrecido y
excluido. A la negación originaria de la cultura o etnia del Otro - el indígena - empieza a
superponerse el miedo al sujeto calificado como “cero económico”, la negación del Otro.
La posición subalterna del Otro no acaba de desaparecer, porque el sistema dominante
replica negatividad, una y otra vez. “La dialéctica de la negación del Otro precede a la
dialéctica de la exclusión. La negación no se interrumpe: se transmuta. En la historia de
la región hay continuidad temporal entre la negación y la exclusión: los descendientes
de los negros que fueron esclavos traídos de África, y de los indios que fueron sometidos
por la conquista, son hoy, en su mayoría, pobres y marginados (aunque no sean los
únicos pobres y marginados). El estigma no se interrumpe ni con las revoluciones de
independencia, ni con las empresas modernizadoras, ni con el estado de derecho.”
(Calderón, Hopenhayn y Ottone. 1996)
La aporofobia define un fenómeno psicosocial que acarrea disonancia cognitiva,
expresado como aversión o fobia al diferente social abatido, traduciendo asco,
desprecio, repulsión, miedo irracional y rechazo injustificado, por la situación de

77
pobreza que viven, la simple carencia de recursos, la vulnerabilidad, e indigencia, lo que
crea separatividad. Esa aporofobia, hoy afirmada por ciertas ideologías, no está
prohibida, pero su presencia acompaña a la discriminación, al racismo, el “odio al otro”,
principalmente si es indígena, negro, migrante, vendedor ambulante, etc.
Supuestamente, los pobres son seres pecaminosos, vagos, descartables, percibidos
como obstáculos al “desarrollo”. En la mente inconsciente llevamos negatividades que
nos separan del Otro, normal y automáticamente, sin “querer queriendo”. (David. R.
Williams, TEDMED, 2016)

• Un miedo histórico
El sentimiento de miedo impuesto por las elites dominantes viene de antaño, del pasado
colonial y esclavista, inclusivo en los procesos de cristianización. El “miedo al más allá”
caminó de la mano con la apropiación de los territorios y la sujeción de las comunidades
indígenas, esto es, con el proceso de acumulación primitiva. (Yesit Leonardo Silva
Medina, 2015). Durante el régimen de hacienda, no solo que se conformaron jerarquías
sociales imbuidas de estatus simbólicos, de privilegios raciales, de monopolio de la
tierra, particularmente entre patrones y campesinos, sino barreras de distinción a partir
de las cuales se construyeron las relaciones de explotación entre los mismos. La
hacienda fue un territorio de castigo, de resistencia y activismo, de dolor y resignación,
de benevolencia y paternalismo.
Siempre, las clases “superiores” que ejercen el poder afirman su hegemonía en la
ideología y la fuerza del temor que, como energía subjetiva y destructiva, permite
controlar a su modo e intereses las conductas sociales. Los que exhiben poder
económico y político, que usualmente no son los gobernantes, entienden muy bien las
necesidades de protección y certidumbre que tienen los seres humanos, y se valen del
miedo como instrumento para preservar sus intereses. Las clases privilegiadas también
tienen miedo de cualquier resistencia, y deben hacer todo lo posible para reducir al Otro,
percibido como enemigo. El miedo se ha convertido en la condición objetiva de la
subjetividad en este momento de crisis capitalista. (Brian Massumi. 1993) El miedo
queda gravado en la consciencia colectiva, se replica, se encarna, impide la rebelión,
debilita la resistencia, la esperanza de emancipación; hasta llegar a instalar una cultura
marcada por conformismo, el síndrome de “comerse mierda” o la resignación. Ese
miedo histórico es muy difícil de olvidar, y simplemente porque no depende de la
voluntad racional, sino del esfuerzo de conocimiento de sí mismo.
La discriminación racial, por ejemplo, queda instalada en la memoria individual y
colectiva del grupo apartado; gravada en los registros neuronales, las sinapsis
electroquímicas, la historia personal y grupal. Se replica por medio de las políticas
públicas, la gestión institucional, la distribución del presupuesto, et. Tal es el peso nocivo
de la discriminación racial, que las personas de color, según estudios científicos, llegan
a expresar niveles bajos de autoestima y vitalidad, cansancio y propensión al consumo
de alcohol, causando diversos efectos negativos en la salud mental. “Las marcadas
diferencias raciales en salud y su persistencia no son hechos fortuitos. Tampoco pueden

78
entenderse como un simple reflejo de diferencias raciales en el comportamiento o los
rasgos biológicos individuales. Por el contrario, hay abundantes pruebas que reflejan en
gran medida la aplicación de determinadas políticas. El racismo ha sido el germen de un
sistema organizado de políticas y prácticas orientadas a crear desigualdades raciales. Se
necesitan estudios para determinar la forma en que las grandes fuerzas de la sociedad
influyen en las creencias y el comportamiento individual y se combinan con otros
elementos y vulnerabilidades, afectando a la salud. En última instancia, los factores
sociales afectan a la salud por medio de mecanismos y procesos fisiológicos específicos.
(…) Las diferencias raciales en la salud reflejan en gran medida el efecto del entorno
social y la acumulación de adversidades en múltiples campos.” (David R. Williams (s/f)
El miedo en la vida pública, la ansiedad ciudadana, es posible de ser modulada ahora
desde los sistemas de alerta: amarillo, naranja o rojo. “Toda la población se volvió una
red de nerviosismo, una red neuronal distribuida registrando en masa cambios de
cantidad, en un estado de desconcierto total, al ritmo de los saltos entre los niveles de
color (…) El gobierno adquirió una señal de acceso a los sistemas nerviosos y
expresiones somáticas de la población, lo que le permitió evitar las mediaciones
discursivas de las cuales tradicionalmente dependía, y producir efectos regularmente
con una inmediatez nunca antes vista (…) Como William James argumentó
estupendamente, el miedo alcanza el cuerpo y lo compele a la acción antes que él pueda
registrarlo conscientemente. Cuando registra, una comprensión aumenta desde la
acción corporal ya en camino: no corremos porque sentimos miedo, sentimos miedo
porque corremos. James quiere decir “conscientemente con miedo”. Ya hemos
comenzado a experimentar el miedo de manera no consciente, envueltos en la acción,
antes que se despliegue desde ella y que sea sentido como tal, en su distinción de la
acción a partir de la cual él surge (…) El miedo, al nivel de la pura activación en el tiempo
deslizado de la amenaza, es la intensidad de la experiencia y no todavía el contenido de
ella. La amenaza ataca el sistema nervioso con una dirección que impide cualquier
separación entre la receptividad del cuerpo y su entorno. El sistema nervioso es
conectado directamente al comienzo del peligro” (Brian Massumi. 2015)

• El temor y la desinformación, la base del poder autoritario


No importa el tipo de Estado, democrático, dictatorial, militarista, o de bienestar, todos
acuden a la gestión del temor, principalmente, para asegurar sumisión colectiva y
afirmar una suerte de conformidad esquizofrénica respecto al orden establecido; se
adueñan del poder de la significación para construir discursos hegemónicos. Junto a los
discursos y la ideología – los lenguajes de competencia y disputa que justifican la forma
de ver a los Otros como potenciales enemigos - los temores y riesgos que coloca el
gobierno (“La mesa no está servida”) sumado a la violencia en las calles y el desempleo,
hacen que las personas procuren salvación, y protección, y de las manos de algún
“héroe”, de bien o de mal. Y todo en nombre de una democracia no reflexionada,
fabricada en torno de prejuicios, condicionada por los “culebrones”.

79
Los gobiernos deberían crear instrumentos para construir convivencias pacíficas –
economías pulsionales positivas - creando las condiciones culturales favorable, pero no
lo hacen, porque mucho del mercado que domina la vida social se nutre del
fortalecimiento de la violencia. Porque: “Existe una interdependencia estrecha entre
estructuras sociales y estructuras emocionales. (…) Cuando en tal o cual región el poder
central se fortalece, cuando obliga a los hombres a vivir en paz en un territorio más o
menos extenso, se asiste también a un cambio progresivo de la afectividad y de las
normas de la economía pulsional”. (Norbert Elias. 1973). El hambre, la ansiedad de
consumo, el instinto sexual, la insatisfacción, el temor, la agresividad, la indignación, el
“comerse mierda”, todo se vuelve una manifestación pulsional internamente
inseparable. (Michel Wieviorka, 2017)

Manteniendo a la población “articulada” por medio de significaciones negativas y en


estados emocionales de alto nervosismo, los gobiernos, apoyados por la media,
condicionan narraciones y crean climas sociales propicios para la toma de medidas
específicas de carácter tributario, regulatorio, o emprender actividades invasivas de
vigilancia, supervisión y otras transgresiones a la propiedad, privacidad y libertad de las
personas.

• La subalternidad (Ayatri Chakravorty Spivak, 1998)


Según los pobretólogos del establishment, la base de la angustia de los sujetos
socialmente empobrecidos, como forma “crónica” de miedo social, radica
exclusivamente en la aritmética de la insuficiencia de ingresos, el hecho de encontrarse
por debajo de una línea de ingresos, nunca en la desigualdad, peor en la subalternidad,
lo que mantiene ignorantes millares de personas, mientras se replica el poder (sobre).
Con frecuencia, las elites buscan legitimarse como benevolentes, con esquemas
focalizados de “desarrollo” y protección social. En el presente, mientras transitamos
hacia nuevas fases de modernización y automatización, las clases hegemónicas no
demandan sólo de nuevas competencias productivas - capacidades de mano de obra
calificada - sino la sumisión de la población trabajadora a sus verdades. Para lo cual
deberán condicionar subalternidad en la subjetividad, y conforme sus intereses. El
hecho de que la automatización sustituya trabajo humano en numerosas tareas, lleva a
que el sujeto sea controlado por dentro; deberán condicionarse los comportamientos
silenciosos y dependientes que mantienen al pueblo subalterno.
El temor en la mente ignorante intoxica la subjetividad, impide construir sentido de
autonomía, afirma dependencias, y establece habitus negativos, algunos expresados en
subalternidad, sujeción o resignación. Pero las raíces de ese miedo residen en el interior
de las personas, y deberían descubrirse mediante esfuerzos de auto conocimiento y
purificación meditativa, integrados a la concientización, enriquecidos por entornos de
interaprendizaje. “El autoconocimiento es el comienzo de la inteligencia, la cuál es el
final del miedo”. (Jiddu Krishnamurti). El autoconocimiento nos permite darnos cuenta
de nuestra doble sujeción, por dentro y por fuera.

80
Desde ese plano es posible originar un auténtico proceso de superación de las
emociones destructivas, como el temor y el rencor, incluyendo el conjunto de los anti-
valores culturales o habitus negativos. Ello constituye componente fundamental de la
ecuación para el despliegue de la paz, la creatividad y la sustentabilidad.

• Los habitus: comportamientos o disposiciones que ocurren, se


replican, “sin querer queriendo”.
El concepto de habitus va más allá de la simple noción del hábito, y traduce un conjunto
de percepciones, pensamientos, principios de valoración y de actuación, que surgen de
la inculcación al grupo social de respuestas comportamentales semejantes, que se
replican una y otra vez. Estos acondicionamientos se manifiestan asociados a la base
territorial, la clase social, las trayectorias culturales, el género, etc., traduciendo
experiencias sociales compartidas, que son aprendidas e interiorizadas, principalmente,
por la socialización. (José Saturnino Martínez García, 2017). Se trata de disposiciones, o
sea, de maneras logradas de percibir y actuar, relativamente durables, parecidas y
replicables, y que se generan mediante las interacciones que ocurren en un cierto
espacio social; constituyen pautas de percepciones, sentimientos y pensamientos
semejantes entre agentes sociales, que modelan sus usos y acciones. Los habitus
producen prácticas que escapan de la conciencia y la voluntad, o sea que, al constituir
un sistema de esquemas adquiridos, almacenados en la memoria individual,
simplemente se hacen, “sin querer queriendo”. Los habitus operan en la práctica y para
la práctica. (Pierre Bourdieu, 2000). Pero todos creen que son realizadas desde el libre
albedrio, racionalmente, libres de cualquier insensatez racional o estupidez.
Los habitus constituyen, en metáfora, “nuestra historia encarnada”, o sea, en ellos
interiorizamos la exterioridad, y viceversa, y compartimos apreciaciones subjetivas, que
naturalizan y replican ciertas prácticas sociales. Actuamos, sin “querer queriendo”, por
efecto de la resonancia que se produce entre los condicionamientos externos, que
vienen del sistema- entorno- y los esquemas mentales de la memoria, estructurando la
experiencia. Los habitus marcan mucho de nuestra cultura y pautan la forma como
organizamos el sentido social, son esquemas de significación y actuación aprehendidos
socialmente, y a partir de los cuales se engendran nuestros comportamientos, “sin
querer queriendo”. Se trata, por ejemplo, del gusto musical al pasillo, como esa parte
de nuestra identidad, que nos hace sentir alegres con música triste, como una suerte de
masoquismo auditivo. Ese oxímoron emocional se sostiene en la cultura y se transfiere,
en general, sin que opere la consciencia y la voluntad.
No son pocas las practicas negativas que se comparten en las interacciones cotidianas,
modelando habitus. Hay estructuras institucionales que traducen ambientes egoístas,
competitivos, clientelares, flexibles, discrecionales, o de marcado personalismo, que
predisponen a las personas a concretar actos de corrupción. Esta normósis se internaliza
patológicamente en los cuerpos burocráticos y corporativos, a todo nivel, mediante el

81
uso arbitrario del poder (sobre) o la autoridad, por pequeña que sea, posibilitando
replicar una diversidad de prácticas corruptas que permiten la obtención ilegal, ilegítima
y perversa de beneficios particulares, que afectan al bien común.

• La corrupción pública
“El poder absoluto corrompe absolutamente”.
Lord John Acton (1834-1902)
Comencemos hablando de la corrupción pública, la lacra social que entrega ventajas
abusivas a una autoridad gubernamental, sea que la ganancia se consiga explícitamente,
prevaricando, o de forma pasiva, persuadida por el corruptor. En países como el nuestro,
la corrupción es un habitus que expresa la viveza y perversión social del poder, la
negación de la ética. La cultura política ha instalado una verdadera cleptocracia,
mantenida en una sofisticada red de complicidades empresariales, camufladas y
sostenidas por las comisiones ofrecidas por las sociedades bancarias, fiduciarias y demás
guaridas financieras, la mayoría offshore. Los paraísos fiscales internacionales son
estructuras de ocultamiento de la corrupción y están al servicio casi exclusivo de las
cleptocracias que lucran de la liberalización financiera. Mucho de la riqueza privada
fluye hacia estas guaridas financieras (Suiza, Luxemburgo, Países Bajos, Austria, Bélgica,
Liechtenstein, Mónaco, Islas Caimán, Bermudas, Islas Vírgenes Británicas, Panamá,
Bahamas, Islas Caimán, Bermudas y Mauricio). 42

42
Magdalena Rua (2017) nos dice que: “Las personas multimillonarias y las empresas multinacionales
cuentan con múltiples asesores en materia contable, impositiva, financiera y legal, que les asisten para
eludir o evadir impuestos a través de las guaridas fiscales. Entre los estudios contables, se destaca la labor
de los Big Four (los “cuatro grandes” estudios multinacionales de auditoría, consultoría e impuestos) que
brindan el servicio de planificación fiscal orientado a minimizar los impuestos globales de los grupos
económicos. Entre los servicios de planificación fiscal, se encuentran los llamados “precios de
transferencia” para empresas multinacionales, referidos a los precios de las operaciones intragrupo (entre
entidades vinculadas), que en muchas ocasiones son fijados arbitrariamente por estos expertos con el
objetivo de dirigir la mayor cantidad de beneficios del grupo hacia una guarida fiscal, con la finalidad de
eludir impuestos. A la vez, estos grandes estudios son los encargados de auditar los Estados Contables de
estas empresas, emitiendo dictámenes que avalan sus operaciones. Por otro lado, los bancos
internacionales, a través de sus unidades de private banking, y las boutiques financieras dedicadas al
wealth management (administración de fortunas), brindan servicios de asesoría y gestión de inversiones
para personas con altos patrimonios y las entidades a ellas vinculadas. Los servicios incluyen la apertura
de cuentas bancarias offshore de personas físicas y jurídicas, asesoramiento en fusiones y adquisiciones, y
en transacciones en el mercado de capitales, planificación de sucesiones y asesoramiento de inversión en
distintos instrumentos financieros. También se ofrece la interposición de sociedades offshore, fundaciones
o trusts, constituidos en guaridas fiscales con la finalidad de encubrir a los verdaderos titulares de los
activos. En muchas ocasiones, las grandes firmas de abogados o los pequeños estudios jurídicos

82
La corrupción pública se refiere a un complejo de antivalores que se vienen replicando
desde la cultura colonial del “cumplo(y)miento”, (la ley se acata, pero no se cumple)
atado a la ambición de riqueza fácil, que lleva al engaño, la estafa, el “blanqueo”, el
saqueo, sin cualquier escrúpulo. La corrupción ha sido interiorizada en la cultura política,
al punto de ser impuesta como natural, llegando a formular sus propias costumbres y
reglas, sus mecanismos y tramas normativas, sus discursos y comportamientos, sus
redes de lealtad y estrategias de impunidad.
La corrupción traduce una relación asimétrica de fuerzas, parte del sentido de abuso de
poder, es acompañada por un cálculo racional gatillado por el afán de lograr riqueza por
vías ilícitas, y se apoya en la complicidad del Otro. La ganancia ofusca el sentido de
envidia de los individuos que logran cualquier espacio de poder, como fuerza que
enactiva la práctica corrupta en beneficio personal. La complicidad es la energía amoral
que circula por la red de corrupción, se afirma en el reconocimiento de las “habilidades”
del Otro, no solo para encubrir la acción, sino para valerse de sus servicios y medios en
provecho económico.43 En el marco de ese abuso ilegal o perversión antiética, no solo
el empresario, el ministro, el alcalde, el negociador, el funcionario público, el financista,
el inversionista, el contratista, el consejero, etc., sino los sujetos afectados por la codicia
y la insensatez racional, han creado justificaciones en torno al comportamiento
corrupto, llegando a mostrarlo como situación normal a seguirse, y simplemente porque
se ha creado una percepción de la impunidad. Todo es posible cuando se mercantiliza la
dignidad, se contamina la responsabilidad civil, el sistema judicial, la fiscalía, la policía,
el ejecutivo, la legislación, etc.
El ilegalismo ha terminado enraizándose en la cultura. Se percibe como tontería no
entrar en la “sapada”, no ser “avispado”, no aprovecharse del cargo, pasar como “gil”.
Al “sapo vivo” le apasiona ser corrupto, es un versado en “dolo económico neoclásico”,
y trata de lograr el mayor provecho posible de la situación. Además, refuerza su alarde
y malicia a costa de la incapacidad institucional, y la candidez del ciudadano ignorante.
La corrupción no es tanto un problema que se resuelve colocando una Comisaria en cada
esquina, aunque fuera gestionada por arcángeles armados, sino un problema complejo
que supone formular instrumentos de cambio cultural, enfrentando los anti-valores y
negatividades que bailan en la subjetividad. Karl Popper preguntaba: ¿Cómo se pueden
organizar las instituciones políticas, de modo que se impida que los gobernantes malos
e incompetentes hagan mucho daño? Hay que trabajar en la dimensión emotiva,
cultural, espiritual de los pueblos.

especializados son quienes se encargan de montar estas estructuras societarias en las guaridas fiscales,
en conexión con los bancos internacionales.” En, La arquitectura offshore global y su impacto en los países
en desarrollo.
http://opinionsur.org.ar/wp/la-arquitectura-offshore-global-impacto-los-paises-desarrollo/
43
La complicidad conduce a crear los chivos expiatorios se han convertido en “tongos” de tendencia
nacional; el cómplice, “se las sabe todas”.

83
• El Servicio Ampliado - SAF del FMI: un acuerdo político
racionalmente insensato, o sea, estúpido.
LA DEUDA
De, Antonio Preciado, 1993
Es que en la operación algo está mal,
es que no aprendí bien
o es que, por el contrario,
la vida nunca a mí me dio esa clase;
pero, si dividen entre pocos
un país suficiente para todos,
un Ecuador entero,
múltiplo nacional,
dividendo abundante,
no entiendo por qué tienen que prestar,
arrastrar y prestar,
arrastrar y prestar
para que sólo a ellos les alcance.

Son las grandes contradicciones y las pequeñas estupideces las que sacuden
negativamente al Ecuador. Nuestra cultura política no ha aprendido a vivir sin
corrupción, sin mentiras, sin atemorizar al pueblo. La democracia (no) liberal que
practicamos se ha vuelto indispensable para asignar al orden autoritario un tufo de
legitimidad moral. La “cultura” política que empuja la sociedad nos ha llevado a un
callejón sin salida; no está inspirada en ninguna ideología auténticamente ética y
democrática. En general, esa cultura contiene elevadas dosis de hipocresía, cinismo,
incluyendo sutiles expresiones de crueldad social y ambiental. Hoy se gobierna desde
los intereses de las clases corporativas vinculadas a las oligarquías locales, los poderes
extranjeros y los organismos multilaterales, como el FMI, siguiendo las recetas del
sistema global neoliberal.
Ecuador ha “decidido” aplicar políticas de afianzamiento fiscal, a espaldas de los
Derechos Humanos, y los de la Naturaleza, buscando equilibrar los presupuestos
públicos, cueste lo que cueste. Esa decisión viene definida por el FMI, organismo
“especializado” en empodrecer a los pueblos en nombre del ajuste de los
“desequilibrios” económicos, estado natural del capitalismo. Nuestras autoridades han
olvidado que cada decisión política es una oportunidad moral para construir el bien
común y que, si no consiguen elevarse por encima de su egoísmo, no es posible lograr
cambios fundamentales para el bienestar de todos. Lo fundamental, el objetivo central,
es crear las condiciones para activar el crecimiento económico, no importa que este
aumente el conflicto entre el capital, la vida y el trabajo; es la lógica no lógica de los
negocios aplastando a los derechos. Se vienen ajustes, ya se aplican reformas

84
estructurales centradas en el achicamiento del Estado, la contracción del gasto social y
la sociedad orientada por el mercado.
La salida de la crisis formateada por los neoconservadores es pensada desde la
intensificación del más de lo mismo; tomar dinero de los pobres, para dárselo a los ricos.
El objetivo no es solo reducir el intervencionismo del Estado en los mercados,
recortando los gastos sociales, sino consolidar la dominación de clases altas, afirmando
el poder financiero y creando una economía de sirvientes. Las elites “nacionales” se
encargan de realizar el trabajo sucio de los poderosos grupos financieros globales. Se
vale de la cultura de consumo implantada en la clase media para habilitar subetivamente
sus medidas de ajuste.
Observamos a un gobierno que trabaja para una minoría selectiva - para un puñado de
cámaras productivas y comerciales - camuflado bajo discurso de ser un “Gobierno de
Todos”. Esta orientación hacia el poder económico, a espaldas del bien común, traduce
un sutil acto de insensatez política, de estupidez. En el discurso de los tecnócratas,
legitimado por no pocos medios de comunicación, la mentira pública respecto a los
efectos “positivos” del ajuste, viola normas éticas y erosiona la confianza; es un
periodismo disciplinado y amamantado por las tetas del poder que elabora las visiones.
Tal poder es perverso, intenta destruir la institucionalidad construida, erosionar la
legitimidad del “viejo Estado”, privatizar los espacios de decisión, convertir los servicios
sociales en formas de negocio propias de la economía de mercado y los intereses de las
corporaciones. Mientras se distrae a la ciudadanía con esos “culebrones” propios del
proceso de destrucción de la institucionalidad, se construyen nuevas “reglas del juego”
para la cultura organizacional y empresarial, funcionales al neoliberalismo. Tenemos
instalada en el poder una oligarquía que posee control, no solo sobre los recursos
económicos, sino sobre los medios de comunicación, que se apropian de la opinión
ciudadana. La subjetividad ciudadana en las manos de la “bestia” ideológica y su cálculo
dirigido a mantener a los seres humanos en la estupidez, lejos de la consciencia y la
autenticidad. La emancipación interna del sujeto es una condición que debe evitarse a
toda costa.
Tomar decisiones estratégicas que beneficien principalmente los intereses de
segmentos sociales minoritarios, corporativos, a costa del conjunto del pueblo,
constituye falsedad pública, aunque el acto no sea ilegal. El coeficiente ético de ciertas
autoridades gubernamentales es muy bajo; se vale de la demagogia que apela a la
sensiblería –“ proteger a los pobres y más vulnerables” - para mantenerse en el poder.44
“Y hace que, a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les dé una
marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pueda comprar ni vender, sino el
que tenga la marca: el nombre de la bestia…” (Apocalipsis 13:17). El nombre de la
“bestia” es la estupidez política exhibida mediante la corporatizacion, conmodificación,
y privatización de servicios o bienes públicos, la privatización de las semillas y los

44
“Las falsas promesas solo se cumplen cuando se rompen. Si no se rompen, son doblemente falsas”
(Martin Hopenhayn, 2014).

85
materiales genéticos, el asalto los bienes comunes, la mercantilización de la Naturaleza,
etc. Con el SAF, inclusive en el marco de la “eficiencia” asistencial del MIES, es muy
posible que aumente la intensidad de la vulnerabilidad. Es la pobreza lo que sitúa a niñas
y mujeres en una situación de mayor vulnerabilidad. (Gloria Camacho, 2014)
Programar al actual Ecuador económico en “modo crisis”, por incapacidad política y
técnica para formular políticas innovadoras, y llevarlo al diecinueveavo “acuerdo” con
la Banca Multilateral, es empujar al país hacia un “Sacrificio Ampliado” - SAF - para la
desigualdad, exclusión, recesión y el empobrecimiento. No estamos solo ante una crisis
de deuda pública - financiera -, sino ante una crisis de responsabilidad privada frente al
fisco; porque a la burguesía comercial, industrial y financiera no le gusta pagar
impuestos.45 Es dar rienda suelta a los modelos empresariales definidos por las cámaras
de producción y endosar la dinámica parasitaria del capital financiero. Volvemos a
refrendar la norma del cinismo neoliberal: “se privatizan los beneficios, pero se
socializan las pérdidas”. Las catástrofes sociales, por dolorosas que sean, no son vistas
como violaciones de derechos, pues, según los ortodoxos, son parte de los costos de
hacer negocios. Con el “modo crisis” no se desestabiliza al gobierno, sino a toda la
sociedad; es una forma muy sutil de realizar una guerra económica.
El “respaldo” financiero tipo SAF del FMI – dígase Estados Unidos – (junto al Banco
Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco de Desarrollo de América
Latina, el Banco Europeo de Inversiones, el Fondo Latinoamericano de Reservas y la
Agencia Francesa de Desarrollo), conlleva condicionalidades que necesariamente
suponen más concesiones; más liberaciones; más ajustes de tuerca en el sistema laboral;
más neo-extractivismo; más despojo de los bienes comunes; más supresión de
subsidios; más recortes en el gasto social y en el sistema de pensiones; más
desmantelamiento del bienestar; más emisiones de bonos; más gradualismo fiscal; más
transferencia de rentas desde las clases populares a las clases altas; más impuestos al
consumo – IVA-; más fuga de capitales,46 inclusive una posible “desdolarización”; más
inversión de los segmentos adinerados en los mercados bursátiles; más privatizaciones;

45
“Según datos del Servicio de Rentas Internas (SRI), 215 grupos económicos adeudan U$ 2.260 millones
al Estado; son U$ 655 millones de perjuicio al fisco por empresas fantasmas; U$ 4.700 millones salieron a
paraísos fiscales (hay unos U$ 30 mil millones en esos paraísos); en aduanas el perjuicio por facturas
falsas es de U$ 2.100 millones. Las 500 mayores deudas al fisco suman U$ 1.363,5 millones y las 500
mayores deudas impugnadas U$ 2.937,6 millones. La presión fiscal es de apenas el 2.29% (IR sobre total
de ingresos) para el total de grupos económicos y menor al 1.5% para 78 de esos grupos (es decir, pagan
menos de 2 dólares por cada 100). Un estudio de la PUCE (2014) demostró que dominan en la economía
ecuatoriana los monopolios y los oligopolios, que hay baja responsabilidad social de esos grupos, que
tienen una fuerte estructura ‘familística’, y que sus ingresos representan el 46% del PIB. No es cierto que
los ricos empresarios “también” pagan impuestos.” (Juan J. Paz y Miño C. 2018)
http://www.historiaypresente.com/ecuador-paraiso-tributario-monetario/
La Ley Orgánica para el Fomento Productivo, Atracción de Inversiones, Generación de Empleo, y
Estabilidad y Equilibrio Fiscal, define exoneraciones del pago del impuesto a la renta hasta por 20 años;
también reduce impuestos, autoriza salidas de capitales, afecta los derechos laborales. Los empresarios le
deben al fisco
46
La fuga de capitales resultante de una posible liberalización de la balanza de pagos, sería un factor
decisivo de desdolarización. Al Estado no le será posible endeudarse más, no habrá recursos para la
inversión, los empresarios van a continuar evadiendo el pago de varios tributos.

86
más ganancias financieras; más víctimas del machismo;47más inseguridad alimentaria;
más explotación de la fuerza de trabajo; más automatización de los procesos laborales;
más precarización y estrés entre los trabajadores; más modernización agropecuaria,
acaparamiento de tierras y descampesinización; más producción de agrocombustibles
por el encarecimiento de la energía fósil; más acometida contra los sindicatos; más
intercambio desigual entre Ecuador y los mercados externos; más destrucción de las
economías territoriales; más empobrecimiento rural; más reducción del ahorro; más
sufrimiento social o insalubridad psicológica; más incertidumbre; más destrucción de la
Naturaleza; más destrucción de la institucionalidad; más pueblo sin democracia; más
represión; más exclusión social; más inseguridad y violencia social; más segregación de
las comunidades indígenas; más falsas verdades; más oportunismo político; más
subjetividades alienadas y oprimidas; más estupidez y temor social; más sufrimientos
intensos; más polarización social; etc. (David Harvey, 2012). Hemos abandonado la
soberanía política, la monetaria, la económica y la presupuestaria.
Los neoliberales saben muy bien - en nuestro caso la burguesía exportadora y financiera
vinculada al capital trasnacional - que es “peor el remedio que la enfermedad”, porque
conocen que el capitalismo no puede ampliarse sino sosteniendo el “modo crisis”. En
ese contexto, el sujeto común es llevado a la agonía, contaminado por una codicia
desenfrenada. Se tratará de convencerlo sobre la bondad de las medidas para calmar su
sufrimiento. No les importa si la población asume consumos tipo “basuras” y que
permanezca sumida en la precariedad más absoluta; hay que seguir exportando
materias primas y productos de bajo valor agregado e importar bienes y servicios de alto
valor agregado. El “modo crisis” se alimenta de la inestabilidad económica y del miedo
colectivo, de la candidez ciudadana, de la incertidumbre, allanando poco a poco el
camino a los populismos de derecha: social cristianos, movimiento CREO. Esas ideologías
actuales son, sin embargo, “para la mente lo que el excremento es para el cuerpo: los
restos agotados de ideas una vez vivas.” (W.I. Thompson, 1989).48
Hay demasiada mediocridad dentro del Estado para formular estrategias alternativas de
salida del “modo crisis económica-financiera”; principalmente para protegernos de las
garras de la banca financiera, y su perversa bioeconomía extractivista, que ahora
produce valor extrayéndolo de la propia subjetividad del ser humano. Dadas las
condiciones actuales de debilidad organizativa de la sociedad civil, la clase trabajadora,
la desarticulación de las organizaciones campesinas, las posibilidades de cambiar el
modelo de “desarrollo”, de reestructurar el Estado ecuatoriano y reorientar la
economía, sin muy reducidas. Tampoco hay propuestas alternativas en la izquierda
política; los movimientos tradicionales de la lucha social como los trabajadores,

47
Como lo demuestran los estudios realizados en India por Vandana Shiva.
48
Las ideologías son experiencias vividas y replicadas por los sujetos; se construyen y replican en el
cotidiano, dentro de prácticas sociales y visiones del mundo estipuladas, que reflejan los intereses del
poder dominante. La hegemonía traduce una dinámica cognitiva que lleva a los grupos sociales a que
consientan la dominación de forma inconsciente e incluso, a veces, encontrando “agradable la forma y el
contenido a través del cual esa dominación se manifiesta”. (Peter MacLaren. 1995)

87
organizaciones campesinas, pueblos indígenas, ecologistas, profesores y estudiantes
universitarios están fragmentadas, debilitados por la “Revolución Ciudadana”.
La incertidumbre empobrece las almas, aprisiona la conciencia, condiciona la
perplejidad en el pueblo, impulsa al ciudadano a realizar cualquier acción para sostener
su subsistencia, alimenta el miedo, esclaviza las almas de los pueblos. A los bancos no
le importan las experiencias subjetivas negativas que brotan entre los ciudadanos, la
sensación de angustia, el deseo de sobrevivir. El FMI solo entiende de pobreza como
problema de insuficiencia de ingresos, la inequidad y el sufrimiento social le es
irrelevante; interesa la rentabilidad de los negocios, el “salario flexible emocional”,
abolir el sábado como día de descanso obligatorio, borrar la contribución empresarial a
la seguridad social, etc. El interés público se vuelve bazofia.
Las medidas de ajuste tomadas por el gobierno, sobre una economía que ya sufre de
fragilidad estructural, en este momento de ralentización del comercio y la economía
mundial, cuando estamos “cambiando de ciclo histórico”, por las guerras tecnológicas y
arancelarias; la incertidumbre sobre términos comerciales; la devaluación de las
monedas de los países en vías de desarrollo; la Cuarta Revolución Industrial (4IR); la
volatilidad financiera; las amenazas bélicas; la posible ralentización de la economía
global: el desempleo tecnológico;49el cambio climático; la rápida transición desde un
unipolarismo angloamericano hacia una multipolaridad; una posible pérdida de la
hegemonía del dólar como moneda internacional de reserva; la alta volatilidad del
precio del petróleo; la desindustrialización productiva y laboral promovida por la
neoliberalismo; la reprimarización de las economías periféricas; los acuerdos
comerciales asimétricos; las condonaciones irresponsables de impuestos; las

49
En la Cumbre de Davos se anunció hace pocos meses que, a nivel mundial, unos 75 millones de empleos
serán desplazados y el 42% de las habilidades laborales corren el riesgo de desaparecer, por los robots y
la automatización, y en los próximos 5 años. ¿Cuál será la situación del Ecuador, frente a este escenario
de desplazamiento y exclusión laboral? ¿Cómo vamos a costear esta transición, qué alternativas para los
trabajadores y los campesinos? ¿Qué estamos pensando y haciendo para construir el futuro del trabajo
en el Ecuador? Los ajustes que implementa la “cuantopolítica” no colocan realmente al ser humano en el
centro de la ecuación del “desarrollo”; no estamos invirtiendo en conocimiento, ni en resiliencia, peor en
aprendizaje para toda la vida. El cambio técnico para el aumento de la productividad va a tomar mucho
tiempo, creando desempleo durante la transición. Ecuador pasa por un proceso de desindustrialización;
los trabajadores van a ser desplazados de la agricultura, las artesanías, la manufactura, los servicios, y
también, de las ocupaciones administrativas y gerenciales. Bajo el dominio de minorías egoístas, no
sabremos que trabajos van a sobrevivir en la estructura laboral del Ecuador; más allá de disponer de
abundante mano de obra y salarios bajos, como quieren los “ajustadores” que controlan la economía.
Seremos competitivos teniendo un gran contingente de trabajadores “esclavos”. No sabemos, no se
estudia sobre la cantidad del empleo que corre el riesgo de ser sustituido por la automatización, cuáles
son las ocupaciones más vulnerables. Muchas de las habilidades que hemos aprendido en el colegio y en
la universidad, ahora son obsoletas. En estos tiempos de ajuste, las políticas públicas no tienen capacidad
de compensar el impacto del shock tecnológico. Ver, Bughin J., M. Chui, M. Dewhurst, K. George, J.
Manyika, M. Miremadi y P. Willmott. 2017. “A Future that Works: Automation, Employment and
Productivity.” McKinsey & Company. Tambien, AfDB, ADB, BID, EBRD (African Development Bank Group,
Asian Development Bank, Banco Interamericano de Desarrollo, European Bank for Reconstruction and
Development). 2018. El futuro del trabajo: perspectivas regionales. Washington, DC.

88
migraciones internacionales; el descrédito de la clase política; las resistencias anti
extractivistas, etc., anuncia una callada catástrofe.
Pasamos de un “modo crisis” formateado a otro construido, en el marco de un contexto
demasiado incierto que traduce muchos desafíos sincrónicos, que no podrán
enfrentarse con las instituciones actuales. Si encuadramos lo anterior en el contexto de
la ineficiencia de la gestión pública, el debilitamiento institucional, la desconfianza
popular en el gobierno, la fuerza de la impunidad, los indignos factores de ilegitimidad
política (Estado y empresarios), la desatención de las políticas públicas hacia la defensa
de los Derechos de la Naturaleza y el Bien Estar Social; la dinámica de los nuevos
movimientos sociales anti extractivistas, el aumento de las tasas de desempleo, el
crecimiento de la pobreza rural, etc., el futuro se presenta demasiado incierto. El
llamado “riesgo país”, como indicador de cumplimiento del pago de la deuda externa,
no va a caer significativamente, pudiendo inclusive aumentar.
Pronto observaremos las presiones para privatizar la infraestructura (carreteras,
transporte aéreo, telecomunicación, etc.), los servicios sociales (seguro de pensiones y
de enfermedades, sistemas de capacitación y formación) y, finalmente, el medio
ambiente, para dar paso a la bioeconomía y las llamadas industrias “verdes”.
El FMI estima que la economía mundial pasará de crecer 3.7% en 2017 a solo 3.6% en
2019, significando que el contexto internacional es adverso. Aunque sabemos que, con
altos o bajos niveles de crecimiento, no cambiarán las desigualdades, no habrá
redistribución del ingreso, ni Bien-Estar para el pueblo. Siempre, siempre, los beneficios
son acumulados por quienes detentan el poder mientras que los costes los asumen los
segmentos populares. Es una estupidez política lo que estamos haciendo; el monto
otorgado por el FMI equivale al valor que fuera registrado por el Servicio de Rentas
Internas (SRI) de USD 4.295 millones por concepto de la evasión tributaria, cortada al
mes de mayo de 2018. Eso se llama socialización de las deudas privadas.
Hay analistas del J.P. Morgan que anuncian una posible crisis financiera en torno al 2020,
afectando la dinámica de todo el sistema económico mundial. El mundo observa como
la nueva economía globalizada transforma las plataformas industriales y desplaza a
millones de trabajadores; como se desmaterializa la producción por impacto del
creciente aumento del conocimiento en el proceso de creación de valor. 50 Hemos
consolidado un modelo insustentable de modernización agropecuaria dedicado a
destruir a las economías campesinas y fortalecer la agroindustria y la agroexportación. 51
No parece correcto afirmar que el resultado del ajuste va a traducir mayores
oportunidades de inclusión para nuestros trabajadores, los migrantes del campo y del
extranjero, los minifundistas asalariados. En un país como el nuestro, cuyas clases
dominantes no han logrado cambiar la matriz productiva y cognitiva, solo el Estado, en

50
https://hbr.org/2017/04/the-countries-most-and-leastlikely-to-be-affected-by-automation
51
Sería suficiente una inversión pública cercana a la que se ha realizado y realiza para desarrollar la
agricultura empresarial bajo esquemas de agronegocio para tener soberanía alimentaria y haber incluido
a millares de agricultores de base familiar.

89
el marco de otra economía, va a poder absorber dignamente la mano de obra
desocupada. Y estamos erosionando al Estado, en nombre de la competitividad.
Volvemos a creer en Ronald Reagan: “El Estado no es la solución, es el problema”.
Las recetas de los ortodoxos neoliberales – un patético club de estúpidos cognitivos – se
mantienen aferradas a un contexto preñado de incertidumbres, a coyunturas macro del
pasado, que ya no existen. Las políticas de ajuste se “deciden” siguiendo recetas, sin
otras opciones que impliquen menos metabolismo ambiental, mejores convivencias,
nuevas formas de vivir y producir, nuevos patrones de consumo. No hay pensamientos
alternativos, ni iniciativas creativas, no se abren espacios de innovación que puedan
anunciar un cambio sustantivo en el pensamiento económico, distinto a la ortodoxia y
la heterodoxia. Nuestra población no entiende todavía que su pobreza de conciencia e
ignorancia está íntimamente relacionada con el modo estúpido como las oligarquías han
buscado su progreso. Es tiempo de reemplazar el modo dogmático de orientar la política
económica, por un aprendizaje basado en la ética, la justicia y la sustentabilidad;
rediseñar las políticas públicas y las instituciones, salirse del libreto neoliberal, insistir en
los cambios de valores culturales. Es tiempo de pensar en transiciones, desde visiones
alternativas.
La salida del “modo crisis” socioeconómica que se mantiene al Ecuador, no se reduce a
la esfera económica, es esencialmente cultural y pasa por un profundo cambio en
nuestro modo de vida, en la cultura subjetiva. No se habla de la crisis de los “contratos
sociales”, de los mitos de la distribución del ingreso, la movilidad social, la cultura
política, la deslegitimación de ciertas instituciones representativas; la crisis de los
afectos, de los relacionamientos y las vecindades. Es urgente abrir caminos políticos en
dimensiones desconsideradas, como en el campo del fortalecimiento de los valores
positivos. El problema fundamental del “modo crisis” es la estupidez cognitiva de la clase
dirigente, que defiende ciegamente la lógica del crecimiento y la acumulación del
capital, sin importarle el bien común. No se trata solo de cambiar la calidad del
crecimiento económico, sino de prepararnos culturalmente para desplegar una nueva
sociedad.
Hay que buscar alternativas de política pública, desde marcos teóricos ajenos a la
estupidez, y desde otras prácticas políticas: la tolerancia hacia el otro y la prudencia
institucional, es decir, de la decisión de vivir un Estado de Derechos. No se trata
solamente de condenar al neoliberalismo, sino al modelo económico capitalista que lo
construye.

• ¿Será posible cambiar la “cultura” subjetiva del ser humano?


¿Cambiar los habitus negativos, los anti-valores?
Veamos el tema desde la perspectiva de sectores orgánicos al capital y que usualmente
nutren patrones negativos de comportamiento, que nos aferran a la panza del consumo:
los especialistas en publicidad. Ningún otro profesional entiende más sobre la cultura
subjetiva del ciudadano que el publicista, reconociendo sus temores y deseos, los
placeres populares. El neuromarketing afirma que es posible – por la plasticidad del
90
cerebro - mapear y predecir el comportamiento neurológico de todo un grupo social y
cultura, ajustando las respuestas individuales y sociales a los estímulos de la
“publicidad” que incrementa las sensaciones. Puede llevarnos a “encarnar”, en forma
de memoria, informaciones que responden a los intereses del mercado, o a borrar de la
misma recuerdos acumulados, replicando negatividades. Eso permite posicionar a las
pautas corporativas en el subjetivo colectivo, dentro de una cierta “orden” u “onda”
identitaria de mercado, condicionando deseos, para anticipar respuestas sociales,
culturales y políticas. Es posible “colonizar” los espacios culturales, y parasitarlos
mediante comunicaciones que conlleven “virus” neuronales negativos, con capacidad
de estimular sentimientos y fomentar experiencias, posibilitando así “manipular” o
influir en los cerebros-mentes, y para todo tipo de “consumidores”. Basta con observar
el escenario político actual, el “cuento” de cualquier crisis convertida en estrategia
hegemonizada por fake news, programada por sectores que difunden machismo,
xenofobia, racismo y, sin reparos, la exclusión al Otro. Se construye un emocional
propicio para el despliegue de ciertas relaciones conductuales negativas, que bloquean
la colaboración, son agresivas, indiferentes.
No todo es manipulación de la subjetividad y es por ello que se propone una
micropolítica emancipadora, es posible cambiar los habitus mediante esfuerzos
deliberados de autoreflexión critica y modificaciones en los entornos que nos socializan.
Recordemos de nuevo aquí que el acceso a la libertad pasa por la experiencia rebelde
de un trabajo de autoconocimiento. Las subjetividades socializadas que nos hacen mal,
que con frecuencia replican la violación de derechos humanos, no se modifican apenas
mediante normas y tratados. Se requiere una pedagogía más compleja, una
comunicación educativa, un “clima” de valores positivos, con capacidad de reorganizar
las percepciones, los sentidos y las practicas del mundo social. Debemos ser capaces de
apreciar el don de la vida desde una perspectiva valórica, porque enriquece las
relaciones sociales. Nos enfrentamos a “construir” el futuro desde el presente y
debemos rescatar los valores que nos sean beneficiosos, posibilitando la emergencia de
realidades alternativas.
Si, es posible cambiar la cultura subjetiva del sujeto. La construcción de la subjetividad
pasa necesariamente por la compleja dinámica del entramado social, en el marco de un
determinado contexto histórico. Esta red constituye, luego de la familia, la malla básica
que sostiene la convivencia y da sentido a los vínculos intersubjetivos. La convivencia
social es un proceso de construcción intersubjetiva realizado por los sujetos sociales a
través de sus diferentes relaciones. (Hugo Zemelman, 2010). Esa compleja construcción
moldea nuestros habitus. Se pueden desarrollar cambios en los procesos de
subjetivación, si solamente hubiera la decisión política de liberar a la sociedad. Debemos
ser capaces de recuperar el sujeto atemorizado, amedrentado, angustiado, apático y
negado, para recobrar el humanismo perdido. Se demandan condiciones contextuales
que nos permitan observar los pensamientos que nos dominan por dentro, desde el
autoconocimiento, para darnos cuenta de las fuerzas que nos someten desde afuera.

• Valores y física cuántica


91
“Bajo diferentes condiciones experimentales, la materia puede comportarse como si
fuera una onda y como si fuera una partícula, pero siempre, de alguna manera, como
ambas juntas”
De, David Bohm, 1983.

Para ver el mundo en un grano de arena


y el cielo en una flor silvestre
abarca el infinito en la palma de tu mano
y la eternidad en una hora.

De, William Blake

Parecería que los valores éticos y la física cuántica pertenecen a campos muy distantes.
Los valores tocan a un mundo subjetivo, racioemocional y cultural, lo cuántico tiene que
ver con lo que ocurre en el mundo subatómico. Pero el mundo cuántico no está
separado de nosotros, esencialmente “es nosotros”, que también es Naturaleza y
Cosmos. Es el campo oculto y diminuto, plagado de micropartículas y ondículas, que da
luz a las estrellas, los bosques, los ríos, los frutos de la tierra, mariposas, flores, gatos, a
todos los seres humanos. Todo está hecho de partículas subatómicas. Los quarks, los
electrones que configuran esta mesa sobre la que escribo, no son muy diferentes,
aisladamente, a los quarks que forman mis neuronas cerebrales. Esta mesa, el
computador, mis manos, etc., todo lo que me rodea es hecho de ondas invisibles de
energía e información. Se revelan como solidas porque vibran a diferentes frecuencias,
y son registradas diferencialmente por mis sentidos; sus cambiantes materialidades
explican las diversas maneras como las partículas se relacionan, respecto al enorme
vacío que las abraza.
Asimismo, los quarks, protones, neutrones y electrones que forman cada partícula
neuronal de mi cerebro, las neuronas, los microtúbulos, operan íntimamente
relacionados, ayudando a producir mi mente, y las ideas y símbolos que escribo en este
momento. Al hacerlo, muchas de mis neuronas se interconectan y reciben millares de
millares de relaciones sinápticas articuladas con otras tantas neuronas, mediadas por
neurotransmisores, receptores y sustancias químicas. ¿De dónde mismo sale el
pensamiento, las ideas, producto de esta rapidísima interacción? ¿De las neuronas o de
la propia consciencia? Intuyo que mediante la actividad neuronal, las ondas se vuelven
partículas y viceversa; emerge una compleja red de interconexiones dinámicas
expresadas en procesos cognitivos.
Las ecuaciones de la física cuántica nos dicen que estas súper-enanas partículas no están
hechas de materia sino de energía y que giran sobre sí mismo – a la manera de la danza
Sufí de los derviches - o sea, tienen spin. Estas partículas se componen de vórtices de
energía en constante vibración. Traducidas en dinámicas neuronales, ellas constituyen

92
verdaderas redes de subsistemas que se ubican en diversas “regiones” del cerebro
trìuno, enviando señales multidireccionales. Mientas escribo esta línea, mis ideas son
transmitidas por vía neuronal, por medio de neurotransmisores, mis dedos interpretan
las señales subatómicas, la palabra cuántica queda reflejada en la pantalla del
computador. 52

Las ideas brotan de la mente, que para nada es reducida a una cosa material, a la masa
cerebral, a pesar que la enactiva el propio proceso biológico-cerebral. (Carlos Jara,
2008). Mi mente percibe el mundo del que forma parte y habla por medio de símbolos,
no se comunica a través de un lenguaje de máquina, ni se vale de ningún elevado
algoritmo, de cualquier software. Se vale de las representaciones, de los esquemas
subjetivos de pensamiento, y de la consciencia, que no está dentro de mi cabeza, sino
que constituyen procesos ubicados alrededor y dentro de mí. Mis ideas están fundadas,
además de las creencias culturales, en los campos (in)conscientes del propio “yo
profundo”, solo accesibles por medio de la intuición; tienen imprecisión existencial.
Cuando actuó, generalmente despliego energías que siguen las pautas de mis valores,
de aquello que se nos presente como bueno. Esos campos no tienen partículas
asociadas, están lleno del “vacío” que construye la esencia del Ser. Todos somos el
regalo misterioso de ese Vacío, de esa consciencia que existe por fuera del tiempo y el
espacio; una “realidad” no explicada por las leyes de la física cuántica, peor de la
mecánica, o la electromagnética. No existe ningún experimento que explique esta
misteriosa metáfora, o sea, el cómo desde la consciencia profunda se enactiva la función
de onda del conocer.
Los científicos que se ocupan de lo inmensamente pequeño - lo cuántico - han venido
insinuando que el observador-participador es el verdadero “creador” de la “partícula”
llamada realidad. Inclusive, hay corrientes místicas que sostienen, por igual, que la
materia solo puede ser percibida mediante la observación, pues de lo contrario se
mantiene oculta. En esos niveles fundamentales los fenómenos físicos asumen
dinámicas y formas inesperadas. El hecho es que nos deparamos frente a lo
impredecible, donde todo ocurre en rápida fluidez, donde las partículas aparecen y
desaparecen, se materializan y se vuelven ondas, obligándonos a interpretar la realidad.
La realidad se crea en respuesta a la consciencia, a la experiencia compartida del
observador. Participamos en la estructuración de la realidad de la que somos parte y
mediante la consciencia que esta por todas partes.

Podemos afirmar que la materia y la mente son entidades codependientes. (Dalai Lama,
2006). La mente es una compleja red de intercomunicación social dentro de la cual,
metafóricamente, el sujeto es como “un transformador en una instalación eléctrica”
(Alan Watts. 1995). Somos nosotros quienes creamos ese “algo” a partir de lo que es
invisible, o considerado racionalmente como “nada” – la consciencia - , y por el simple
hecho de observar esa energía en fluidez. Ese “algo” no son cosas sino sistemas, esto es,
“despliegues” resultantes de relaciones entre elementos o factores, irreducibles a las

52
Cuando escribí la palabra cuántica todo era presente, ahora quedó en el pasado.

93
partes, que al autoorganizarse dan nacimiento a emergencias o nuevas configuraciones.
Cognitivamente, nos alejamos del mundo de las cosas u objetos, que usualmente son
pensados como las verdaderas realidades, con identidades que solamente se explican
por la ciencia, seccionándolas, midiéndolas, y cuyos cambios suponen una progresión
lineal.

En realidad, nosotros creamos la realidad ordenando, dentro de un pedacito de espacio-


tiempo, las partículas y ondículas elementales que se reflejan en nuestro cerebro-
mente. La mente crea la realidad a escalas muy pequeñas. Las cogniciones, las
emociones y las acciones no son cosas sino energías, tendencias cargadas de
posibilidades; las diferentes cargas emotivas van acompañadas de diversas moralidades,
que condicionan variadas perspectivas, visiones políticas y acciones. Cuando
experimentamos un estado racioemocional, como el afecto, ocurre todo un complejo
sistema de respuestas bioquímicas y ondas de información - anhelos y disposiciones -
que nos llevan a crear situaciones dotadas de similitudes de frecuencias. Somos lo que
sentipensamos.

Los valores “encarnan” energías emocionales con capacidad de replicar o cambiar


relacionamientos que traducen realidades. Todos los comportamientos son reales
solamente en el momento de la percepción, un proceso cognitivo asentado en la
información acumulada experiencialmente por cada sujeto, con relación a diversas
situaciones o contextos, que la mente procesa de forma inmediata, condicionando el
juicio o el valor que define el comportamiento. (Carlos Jara, 2018). La vida concreta,
material, tangible es una cosa, la otra, inseparable de la primera, es la conciencia, ambas
articuladas íntimamente dentro de un movimiento hecho de fluidez. (David Bohm,
2008). La energía del comportamiento generalmente toma la forma del emocional que
domina el cuerpo y resuena en el contexto, vibra dentro de determinadas frecuencias,
sigue el ritmo de las racioemocionalidades, tiende a replicarse, se aprende y se vuelve
habitus. Todo ello pauta la cultura en la que estamos insertos. Las percepciones relativas
a un cierto contexto, a un determinado evento, condicionan relativamente la manera
como se desarrollarán las relaciones del cotidiano. Si el “ruido” del contexto esta
permeado de miedo o ansiedad, los sentimientos de temor y angustia se impregnaran
en la mente y el cuerpo, replicando las mismas sinapsis, influenciando al resto.
Dominados por el miedo y la estupidez, cada momento presente, creamos futuros
pasados, replicamos las respuestas que dan seguridad, no importa si las acciones son
ilegales.53 Cuando nuestra intimidad se encoje por miedo e intranquilidad, la mente
construye un sentido negativo de la realidad condicionando todo tipo de ideas y
comportamientos, de irracionalidades. El temor se vuelve ansiedad, incertidumbre, nos

53
Digo relativamente porque en el mundo de lo intangible solo baila la metáfora de la posibilidad. Las
leyes de la física cuántica son estadísticas complejas que no determinan el curso futuro de la evolución
de manera lineal; cada nuevo momento que pasa no necesariamente está relacionado mecánicamente
con el anterior, significando que hay espacios para que ocurra emergencias creativas, no determinadas.
(David Bohm, 2008).

94
sentimos constantemente amenazados por un riesgo potencial; si la ansiedad es elevada
la cognición negativa persiste, se alarga en el tiempo.
La física cuántica nos enseña que la realidad que observamos es apenas relativamente
real y que en el mundo existente generalmente acaecen probabilidades, que tienden a
concretarse según las energías o voluntades del observador, individual o colectivo, lo
que propicia el despliegue de realidades. Talvez ello explique el porqué de las
percepciones y valoraciones sociales que, al ser pensadas desde el materialismo y el
mecanicismo, dominando el cotidiano, no dejan de proyectar la quimera del progreso,
básicamente cuantitativo, que apuesta en el crecimiento de los objetos.
La física cuántica también nos enseña que la información o desinformación que circula
entre nosotros constituye, en esencia, ondas de energía, cuya comunicación se traduce
en señales sutiles captadas por las mentes. Toda la vida es aprendizaje e información
expresada mediante ondas de energía. La física cuántica nos dice que los pensamientos,
las emociones y las acciones están estrechamente entrelazadas. Las emociones son
energías, ondas que se incluyen en la materia al ser comunicadas y guiadas por la
intención consciente. La energía comunicativa no viaja de un sujeto a otro (porque
estamos todos interconectados); y simplemente despierta lo que ya está en nosotros.
(Carlos Jara, 2018). Somos energías emocionales siempre en potencia; nos componen
tanto las emociones positivas como las negativas.
Existe una suerte de "proyección mental" de esas emocionalidades, hacia los Otros,
hacia la Naturaleza, y dentro del contexto en el que estamos insertos, lanzando
sentimientos, forjando valores, replicando comportamientos, afirmando habitus.
Existen diferentes “tipos” de energías valorativas – emocionales - que nutren el
cotidiano, que nos llevan a actuar de una u otra manera, desde diversas frecuencias
vibratorias, respondiendo a fuentes socioculturales parecidas. Cada sujeto escoge
culturalmente la energía conductual que mejor se acople a sus necesidades, su
experiencia acumulada, entre las posibles respuestas que le ofrece su entorno, su clase
y grupo social, denotando diversas intensidades de fuerzas o valoraciones. Pueden
brotar múltiples comportamientos, cada uno con su fuerza energética, su carga de
negatividad, sin embargo, semejantes. Esas energías circulan intersubjetivamente. La
clave subjetiva es saber cuál de esas fuerzas se vuelven resonantes, dominantes, y se
replican, lo que depende del nivel de consciencia. La realidad cotidiana se va
construyendo con cada acción y relación, reflejando valores, modelando realidades, sea
de forma de consciente o programada por el sistema, de forma voluntaria o inducida.
Como observadores participantes, somos y construirnos lo que sentipensamos al
relacionarnos con los demás, desplegamos resonancias conductuales, acumulamos
experiencias en la memoria. Hay transferencias de energías emocionales que afirman la
bondad, el cuidado, la justicia, la gratitud, la responsabilidad, y otras que apuntalan los
antivalores del arribismo, la corrupción, la deshonestidad, la injusticia, la intolerancia, el
machismo, la crueldad, etc. Es así como inconscientemente se replica la lógica del
sistema capitalista, coherente con ciertos principios de percepción, valoración y

95
actuación negativa, rigiendo la aprehensión de la realidad, naturalizando antivalores
que promueven una suerte de “lucha de todos contra todos”.
Todo ello significa que el contexto cultural no está allí afuera, sino dentro de nosotros.
Nosotros influimos en la concreción de la realidad; simultáneamente, el contexto influye
y resuena en la redacción subjetiva y comportamental del nosotros. Las energías
desplegadas tienen vibraciones que impregnan positiva o negativamente en la
subjetividad, condicionando comportamientos. En cada momento histórico hay ciertos
deseos o apetitos que dominan la cotidianidad humana, estableciendo el “clima” de la
interacción, replicando pasiones que ya residen en la esencia del ser humano.
Dependiendo del clima emocional, del “aroma” energético, del nivel de consciencia, no
somos concientes de que, en diversas ocasiones, nos domina el cerebro reptil - el lado
animal de nuestra mente - aunque podamos experimentar la ansiedad, por ejemplo, de
no acceder a una Coca Cola. (Carlos Jara, 2018) No nos damos cuenta que somos
dominados por las energías de la separación, del disgusto, o que tenemos hambre de
afecto, amistad y amor.

La vida subjetiva y el cotidiano, que pueden ser potenciales para la creación de una
nueva sociedad, son contaminadas por las negatividades, coherentes con la destrucción,
con el impulso de thanatos, que usualmente salen al palco de la vida mediante la
agresión y la violencia. (Sigmund Freud, 1976). Vivimos una cultura de competencia que
conduce a la separatividad, a reproducir interacciones de lucha. La mercantilización del
cotidiano impide nutrir aquellas actividades y valores humanos elevados, como el amor,
caridad, solidaridad, respeto, honestidad, cuidado, etc.; las cuestiones ontológicas como
la bondad, el altruismo, la belleza, la compasión, la verdad, etc., son ridiculizadas. La
economía capitalista ha transmutado en virtudes los antivalores de la codicia y la
ambición, tanto en el individuo como en el colectivo. Deberíamos formular nuevos
conceptos económicos, no reducidos a la utilidad centrada en la renta del capital, sino
en términos de los beneficios a todos los factores, ambientales y sociales, implicados en
la actividad.
Es así como reducimos las posibilidades de buena transcendencia humana; nos
estancamos en la ignorancia y la estupidez, vivimos sometidos por el temor.
Deberíamos aprender a crear ambientes sociales afectivos y amorosos que ayuden a
desplegar energías positivas, tejiendo una intersubjetividad apacible; desplegar
comunicaciones coherentes con la emergencia de los Buenos Vivires. La ciencia nos
demuestra que ningún otro emocionar nutre tanto a la inteligencia como el amor. El
afecto. El emocional amoroso - una experiencia subjetiva de intensidad positiva - nos
permite aproximarnos empáticamente, construir comunidad, asociarnos e integrarnos,
movernos armoniosamente con los demás, mejorando constantemente la calidad del
aprendizaje; cultivamos los sentimientos y los ánimos agradables que activan el
pensamiento creativo y la ampliación de la mente. Se aprende a amar amando, nunca
desde la tosquedad. Es desde el emocional amoroso que podemos darnos cuenta de
nuestra propia alienación, de las opresiones ocultadas y refrendadas por los medios de
comunicación.

96
Pensando en los valores éticos, intuyo que podemos convertirnos en arquitectos
creadores de nuestras buenas circunstancias, si solamente pudiéramos armonizar las
energías de nuestros pensamientos y emociones positivas, coherentemente con
nuestras acciones, en niveles superiores de consciencia.

Una micropolítica emancipadora de temores y opresiones, posibilitaría la construcción


de relaciones positivas con los Otros, facilitando el surgimiento de habitus positivos y,
simultáneamente, la emergencia de nuevas culturas subjetivas. Pudiéramos ayudar
cuánticamente a cambiar las disposiciones negativas inscritas en la psique de la persona.
“La mecánica cuántica nos enseña que nosotros no estamos separados del resto del
mundo, como habíamos creído. La física de las partículas nos enseña que el resto del
mundo no es algo que permanece ocioso allá afuera. Por el contrario, es un brillante
campo de continua creación, de transformación y, también, de aniquilamiento. Las ideas
de la nueva física pueden dar lugar a que se produzcan experiencias extraordinarias
cuando son captadas en su totalidad”. (Gary Zukav, 1978)
Si solamente pudiéramos emplear otros “mapas” de la realidad, tal vez las
construcciones sociales y culturales sean diferentes. Los cambios que podemos generar
desde situaciones relacionales de armonía, por ejemplo, pueden ser efectivamente muy
pequeños - imperceptibles - pero están allí, actuando en los mundos cuánticos de la
subjetividad. Salusto, (86 AC 34 DC) el historiador romano decía que "La armonía hace
crecer a las pequeñas cosas. La falta de ella hace que las grandes cosas mueran". Lo que
es percibido como materialmente "insignificante" - pleno de exiguas casualidades -
pueden conllevar transformaciones específicas ubicadas "en los campos intermedios y
borrosos de las cosas". (Bart Kosko, 2000).

• Crisis de Valores

Un ambiente marcado por la “crisis de valores”, expresa el síntoma de una más amplia
y profunda “crisis social” caracterizada por la prevalencia de los “valores de mercado”
que dan paso al nihilismo, donde todo es vago, determinado por las fuerzas de la
presiones políticas, sociales o emocionales. Aquí sostenemos que los valores son
realidades simbólicas colectivamente producidas, y son creados en la relación para
demandar adhesiones compartidas que ajustan los comportamientos y los vínculos
sociales. Toda sociedad convierte en valores aquellas realidades, que le conceden
cohesión interna, amplían y favorecen sus condiciones de existencia.
Nunca fuimos seres sociales iluminados únicamente por el farol de los valores éticos.
No me gusta hablar de recuperar, rescatar o perder valores, como lo hacen los
nostálgicos conservadores. Cada época, tiempo y territorio conlleva sus ambientes,
morales, sus valores culturales, pero ocurren cambios en las condiciones de vida, en las
estructuras sociales, económicas y políticas, también en la ecología, que exigen nuevos
modos de comportamiento y significaciones para el cotidiano. Ahora debemos transitar
desde el neoliberalismo hacia una ecología de la consciencia. Vivimos en una sociedad
donde las conductas y los comportamientos están reforzados por la cultura del mercado

97
y las mercancías. Esa cultura contamina tanto a la izquierda como a la derecha política,
están esencialmente unidas por la misma visión modernizadora y materialista del
mundo. Una sociedad dominada por la plusvalía del capital – por el egoísmo -
difícilmente acepta a los otros en ella, necesariamente se vuelve injusta. Se requiere
sabiduría y ética para conciliar la justicia y la indignidad, la vida armonía y la negatividad.
Ambientes negativos tienden a generar racioemocionalidades negativas y vinculantes,
cotidianos plenos de anti-valores.
Las divisiones sociales – el rechazo a la pluralidad, la xenofobia, el machismo - no se
explican solamente por las asimetrías de poder, constituyen un encuentro subjetivo
entre valores y anti-valores que se replican en la vida cotidiana. Una pugna traducida en
infelicidad. Pudiéramos amortiguarlas, si solamente pudiéramos introducir en la
ecuación de la convivencia, de la democracia, los valores del principio femenino,
enfrentando subjetivamente el poder del patriarcado, para evolucionar como
comunidad de seres humanos, bajo la misma luz de la consciencia. El principio femenino
es necesariamente luminoso, como el masculino, pero son pervertidos por el
patriarcado, la ignorancia y la estupidez. (Murata, Sachiko. 2001).

• Anti-valores: habitus negativos


A los hombres no les gustan las mujeres rotas

De, Oriette D’Angelo

Nadie sabe que maltrata


hasta que rompe un hueso
y, aun así
los morados de la piel no saben de perdones
las heridas disecadas sólo cuentan una historia
Todo cuerpo supura infiernos
todo cuerpo admite queja
exilio
Nadie sabe que maltrata
hasta que asesina
Nadie sabe que tiene fuerza
hasta que aprieta una garganta
luego abandona
sale corriendo
echa culpas
justifica puños
y huele a sangre
Todo cuerpo odia el desgarro
toda ausencia es un primer auxilio
Nadie sabe que es poco hombre
hasta que toca a una mujer

98
para romperla.

Algunos antivalores: Arrogancia; Corrupción; Irresponsabilidad; Soberbia; Intolerancia;


Prejuicio; Injusticia; Discriminación; Indiferencia; Sumisión; Racismo; Machismo;
Homofobia; Explotación; Traición; Falsedad.

Estas energías traducidas en comportamientos nutren la negatividad, condicionan las


mil caras del temor cotidiano, haciendo que la vida social sea marcada por el
desequilibrio, polaridades, intolerancias, el desdén por la fraternidad. La desarmonía
interna condiciona la desarmonía externa, sostiene la separatividad. Al punto que
llegamos a tener más conciencia de las diferencias que las avenencias. Llegamos a
incorporar en el ser la imagen oscura y negativa, poniéndonos bajo el poder de esa
emocionalidad, y la proyectamos fuera de nosotros. El sujeto requiere de una captación
atenta de la realidad, liberada del autoengaño, del miedo, para luego proyectarla hacia
los Otros. Se necesita del impulso energético en dirección a la unidad y fraternidad, que
se manifiesta en algunas normas culturales: la familia, la vecindad, los amigos, las
organizaciones barriables, etc. Ese impulso energético es fundamental para enfrentar
los antivalores; se expresa en acciones solidarias, voluntariado, servicio, y se cristaliza
por medio de la comunicación, que ocurre dentro del dialogo, la escucha, la
concurrencia con el Otro. El encuentro sensible crea puentes, activa el aprendizaje, abre
posibilidades de iniciar acciones comunes.

Se trata de posibilitar el despliegue de habitus saludables o positivos, que den paso a


virtudes que “apagan” el potencial de las disposiciones malsanas o negativas. Son muy
diversas las acciones que pueden brotar de esos impulsos positivos, muchas de ellas
aparentemente insignificantes, “homeopáticas”, pero con capacidad energética para
afectar los sistemas más amplios. Las energías conductuales, al proyectarse, producen
alteraciones o variaciones que influyen en el sistema, corto o mediano plazo. No se
requieren grandes inversiones, por ejemplo, para realizar un proceso de cambio
estructural en los territorios rurales, solo identificar acciones estratégicas con capacidad
de activar “efectos mariposas”. Se requiere la confluencia de racioemocionalidades, de
emociones y acciones positivas individuales, como si estuviéramos en una protesta
silenciosa.

Podemos cambiar el “aroma” emocional del barrio, la “melodía” cultural de las personas
y comunidades, con pequeños movimientos de conducta y comportamiento, repetidos
y repetidos, hasta cosechar virtudes. Se trata de promover nuevos aprendizajes,
mediante interacciones educativas, que emocionen, para que emerjan nuevas prácticas
y comportamientos, una y otra vez en la cotidianidad. Todo aprendizaje articula
pensamiento y acción.

• Una metodología reflexiva y activa para clarificar valores y


posicionarse éticamente ante los mismos.

99
La reflexión – el espacio entre la deliberación y la acción – tanto sobre nuestra
peregrinación en el mundo, como sobre las prácticas cotidianas, conduce a comprender
el sentido de nuestras conductas y comportamientos, clarifica los pensamientos sobre
nosotros mismos, y posibilita descubrir las habilidades y valores que conllevamos, las
positivas, como a empatía y el cuidado, o las negativas, como la discriminación o el
machismo. Pero no nos educan para exigirnos sensatez a nosotros mismos, no
criticamos lo que pensamos, no nos ensenan a comprender la realidad que observamos
desde adentro. Tampoco nos educan para transitar por el posible macroproceso de
colapso.

Jorge Wagensberg decía: “El conocimiento sin crítica es más preocupante que la crítica
sin conocimiento”. Es muy difícil juzgarse a sí mismo, elevarse por encima del propio Ego,
para iniciar ese camino hay que nutrirse de la calma; el Ego siempre nos lleva primero a
juzgar a los demás. El proceso de emancipación que supone el despliegue de la Paz
interna, depende de la reflexión y del mejoramiento continuo de nuestra capacidad de
pensar creativa y críticamente, para darle sentido a la vida constituyéndonos en sujetos
de conocimiento, lo que supone, no solo tomar consciencia de las opresiones y descubrir
las verdades que nos apresan en el mundo de mentiras, sino realizar esfuerzos de
transformación de uno mismo, liberarnos de condicionamientos, aprender a SER, para
así envolvernos en la acción social y política. Pero la reflexión que queremos no se afirma
en la fuerza de las razones, en la clarificación o coherencia lógica de medios y fines, el
cálculo racional de ventajas o desventajas vinculado a la optimización, la consistencia
entre los hechos y las acciones, la deliberación de lo correcto conforme a criterios
calificados como “objetivos”, etc. Martín Lutero, afirmaba que la razón era “la mayor
de las putas que tiene el diablo”.

Somos seres conscientes, pero con poco acceso a la mente inconsciente, al Yo


verdadero, a los niveles superiores de consciencia. Usualmente existimos adormecidos,
anestesiados, estancados en el automatismo, o en esa modorra habitual e ignorante en
la que convivimos, y sin estar estresados. En la escuela no nos preparan para despertar
a la consciencia. Carentes de texto y contexto, difícilmente se puede reflexionar en
calma sobre los asuntos inciertos que nos entrega la experiencia. Aunque siempre
aprendemos. Las cuestiones básicas de la vida no se resuelven desde el ejercicio lógico,
sino desde la conciencia de cómo mismo estamos pensando. Es difícil evaluarnos cuando
estamos poseídos por el temor, nuestros recursos intelectuales son impotentes. Hay
que calmar la mente para pensar éticamente, y luego pasar a elaborar juicios sensatos
de índole ambiental, social. Hay que profundizar en la toma de consciencia para poder
construir alternativas, a riesgo de proponer salidas que repliquen el “más de lo mismo”.

• “La mente no está en la cabeza"

100
Lo que creemos ver

De, Joost Scharrenberg

Lo que creemos ver,


raras veces es lo que hay.
¿Cuál es la realidad?
¿Dónde terminan nuestras proyecciones?
Vivimos encerrados
en nuestra burbuja del yo
enamorados del espejito
que nos refleja una y otra vez:
opiniones, creencias, deseos
lo que podremos ser
lo que podríamos haber sido
lo que nos asusta, amenazas
Es como una película
que se repite continuamente
que ocupa toda nuestra atención
y mientras tanto no estamos aquí
no estamos con nosotros mismos
para conocernos mejor y ser uno mismo
para cuidarnos y amar a los demás
para compartir y sentirse unidos
para vivir la vida tal como se presenta
nuevas experiencias, pequeñas gratas sorpresas
ideas nunca escuchadas, oportunidades
aquí mismo y en este momento

El sistema vivo mente-cerebro crea conocimiento, acopia y procesa información


cognitiva y emotiva. La mente es un proceso muy complejo y dinámico de información
y representación hecha de diversas facultades. Ella reside en un “no-lugar”, en ese
trance energético que ondea entre el mundo interno y el externo. Los contenidos
mentales como la sensación, la emoción, la percepción, el pensamiento, el recuerdo, la
intención, etc., son diversos, pero siempre se entrelazan.

• El sistema mente-cerebro trabaja a través de tres cerebros


integrados en uno solo.

La mente humana está hecha de diversas entidades cerebrales, pero nuestras


disposiciones dependen de la acción conjunta de todas ellas. La sede de la mente, por
cierto, no es el cerebro, que es una “trinidad”. Tenemos un cerebro trìuno, lleno de
interconexiones, pero cada uno de ellos tiene capacidad de actuar independientemente.

101
Operan tres sistemas neurales y mentes entrelazadas y tres vías de aprendizaje. El
cerebro trìuno permite explicar el comportamiento humano desde una perspectiva más
integrada. (Paul MacLean, 1990). Cada uno de ellos tiene estructuras fisiológicas
diferentes, y también procesos químicos, pero son una trinidad única, lo que ha
posibilitado el desarrollo de un sistema mental evolucionado.

Edgar Morin (2000) nos habla de los tres cerebros, esto es, del circuito
razón/afecto/pulsión: “Encontramos...una tríada bioantropológica distinta de
cerebro/mente/cultura: parte de la concepción del cerebro triúnico de Mac Lean. El
cerebro humano contiene: a) paleocéfalo, heredero del cerebro reptiliano, fuente de la
agresividad, del celo, las pulsiones primarias, b) mesocéfalo, heredero del cerebro de los
antiguos mamíferos, en el cual el hipocampo parece ligado al desarrollo de la afectividad
y la memoria a largo plazo, c) el córtex, que, ya viene desarrollado en los mamíferos,
llegando a incluir todas las estructuras del encéfalo y a formar los dos hemisferios
cerebrales, que se hipertrofia en los humanos en el neocórtex, que es la sede de las
aptitudes analíticas, lógicas, estratégicas, que la cultura permite actualizar
completamente..”

En el contexto de la sociedad de las negatividades, nos interesa el cerebro reptiliano


(Factor R) – basado en el hipotálamo - que regula las funciones fisiológicas involuntarias
de nuestro cuerpo y enactiva los reflejos automáticos que nos alistan, para la acometida
o la protección. Interesa también el cerebro límbico - basado en el hipocampo y en la
amígdala – donde residen las memorias y la emoción del miedo; el asiento de nuestras
emociones. (Jon Kabat-Zinn, 2007). El miedo es una emoción primaria que traduce
sensaciones desagradables inducidas por la percepción de un peligro, aparente o real,
imaginaria o tangible; la experiencia del miedo nos lleva a reaccionar escapando. El
límbico conlleva la memoria del miedo y desde sus células especializadas, genera la
sensación de angustia y temor. Donde hay miedo y ansiedad hay sufrimiento; en un
contexto incierto la posibilidad de ser amenazado puede ser alta.
El reptiliano que tenemos en la cabeza vive siempre en el presente, preparado para huir
o pelear, indispensables para que ocurra la supervivencia. Ese cerebro comanda la
sensación de hambre, sed, temperatura corporal, deseo sexual, defensa del territorio,
necesidad de abrigo y protección, la respiración; nos permite existir gracias al
procesamiento que realiza de las experiencias primarias, aceptando o apartando. A ese
“reptil” cerebral intracraneal le bastan apenas 300 milisegundos para enviar sus señales
electro-químicas activadoras al neocórtex, y luego hacia las fibras nerviosas que
ordenan, por ejemplo, el movimiento de los dedos de mis manos. Y ello ocurre, por
ejemplo, antes de que seamos concientes de que hemos decidido hacer lo que hacemos.
(Benjamin Libet, 1999).

De hecho, desde los niveles (qualias) más profundos del inconsciente, mental
respondemos rápida y visceralmente a estímulos, antes que nuestro nivel conciente
tome nota de la experiencia que ocurre. Hay estudios que demuestran como las
decisiones que creemos, que son concientemente tomadas, ya han sido decididas varios

102
segundos antes, principalmente, a nivel del cerebro “reptil”. Adaptado o condicionado
para permanecer a la defensiva, en estado de alerta, sea procurando sexo o protección,
el cerebro reptil esta siempre listo para la competencia, procurando seguridad.
Las tres mentes son complementarias, y también “encontradas”, haciendo que en la
psiquis se produzca un constante flujo de encuentros entre la pulsión, el corazón y la
razón. La estructura mental triúnica no es dominada por la razón, existiendo un vínculo
neuronal permutante, que hace que la racionalidad, con frecuencia, no sea una instancia
dominante. La pulsión miedosa, el sentido de desprotección, la mentalidad paranoica,
usualmente se acompaña de respuestas agresivas o de escape, eventualmente
contaminando la convivencia, llegando inclusive a condicionar un clima social
amenazante, incierto y riesgoso. Cuando el miedo - que tiene diversas caras en los
diversos momentos históricos - es percibido como una realidad cotidiana en diversas
esferas de la vida social, se crean lenguajes infectados por el terror y la búsqueda de
seguridad, solo para lidiar con la experiencia temerosa. (Óscar Useche Aldana, 2008). Se
levantan los espantos de las dictaduras, se renuncia a la libertad para rendirse a la
prepotencia, y en algunos países, se asume a la kakistocracia (el gobierno de lo
mediocre, lo sórdido, lo peor, lo viciado, lo ignorante), como medida salvadora.
(Michelangelo Bovero, s/f) Combinan el poder, el oportunismo, la “ni chicha ni
limonada” y la ganancia.
En el cotidiano que vivimos, hay sentimientos que regularmente nos acosan, por
ejemplo, el temor al despido. La emoción del miedo invade nuestra existencia, si somos
uno de los 20.000 burócratas cesados por el actual Gobierno, para hacer felices a los
cabecillas de las cámaras de la producción, los empresarios rentistas, los economistas
con visión neoliberal, y el FMI. Son muchas familias sufriendo; al sudor frio por la
angustia, se suma la perdida de autoestima, frustración, rabia e impotencia.

Si no somos despedidos, también, vivimos el sentimiento de estrés que asalta la razón -


neocórtex - por el hecho de ser parte de una cultura esquizofrénica, hecha de sujetos
relativamente subyugados, manipulables, colonizados por las cuotas de poder, y
condenados por el formalismo y la mediocridad. Seres subjetivamente esclavizados,
llevados a querer ser lo que no son, o de querer lo que no quieren.

• El temor y el cerebro límbico


El miedo es un proceso emocional automático que “reside” entre el cerebro reptiliano y
el límbico, los que perciben las amenazas y enactivan sentimientos de ansiedad. Nuestro
sistema neurobiológico explora la información de peligro que recibe de los sentidos,
mediante la amígdala cerebral – ubicada en el seno del cerebro límbico” - que controla
las emociones básicas, como la ira y el miedo, y provoca respuestas emocionales, como
el sobresalto. Cuando el complejo amigdalino es activado (también la ínsula bilateral, la

103
corteza cingulada anterior dorsal y la corteza prefrontal dorsolateral),54 las respuestas
conductuales, aprendidas, innatas, o condicionadas, son rápidamente emitidas,
ocasionando cambios fisiológicos: aumento del metabolismo celular, la presión arterial,
glucosa en la sangre, aumento de la respiración, liberación de hormonas del estrés, más
adrenalina en las células, etc.

La evolución ha posibilitado que la mente racional, desde el neocórtex, pueda moderar


neurológicamente la fuerza reactiva de algunas emociones alojadas en el cerebro
reptiliano. Pero inhibir no significa sostener el control, a menos que el comportamiento
se vea influenciado por habitus positivos. Cualquier impulso, negativo o positivo,
proveniente del entorno, dispara emociones básicas. En la sociedad de consumo la
inteligencia humana es asediada por los arquitectos de la mass-media, que seducen a la
mente inconsciente y condicionan la respuesta a símbolos, marcas o productos; la
cultura mediática mercantil insiste en comunicarse mediante signos saturados de
erotismo, con señales de carácter sexual, con representaciones de mujer-objeto,
pornografía o la sutil burla del diferente. Apelan al cerebro reptiliano y al límbico, para
clavarnos por dentro las demandas del mercado. (Jürgen Klaric, 2014). Muchas
subjetividades quedan atrapadas en las redes promocionales del mercado, comercial o
político. Una subjetividad “reptiliana” vive en la mente humana, y se mezcla con su
funcionamiento cultural.
Sin embargo, podemos valernos de nuestra capacidad mental para” aislar” esas energías
negativas del sentimiento que nos ocupan, como la ansiedad, el temor, la rabia, el enojo,
la hostilidad, principalmente. Deberíamos focalizar nuestra inteligencia en la
construcción de conocer herramientas y métodos validados que consigan, no solo
ampliar la mente conciente y clarificar la consciente, para liberarnos de los “perros que
nos muerden por dentro”, sino pasar de primera a segunda persona, y lograr
gradualmente el despliegue de un despertar social, del Buen Vivir, en Paz.

Como veremos, para emanciparnos, debemos calmarnos, y para ello, talvez podamos
concentrarnos en la experiencia del instante, desde el silencio (Freddy Ehlers, 2004)
acompañándolo, sin juzgarla. En el centro de la emancipación, que exige conocimientos,
se encuentra un proceso de conversión espiritual que implica un cambio de mentalidad,
de actitudes, habitus negativos y comportamientos.

• Neurobiología y sociedad (Antonio Damásio, 1998)


“... La neurobiología no solo que nos puede ayudar en la comprensión y en la compasión
de la condición humana, sino que, al hacerlo, nos puede ayudar a comprender los
conflictos sociales y contribuir a su disminución. No quiero decir con eso que a
neurobiología pueda salvar al mundo, sino apenas que el aumento gradual del

54
Aina Ávila Parcet y Miquel Ángel Fullana Rivas (2016). El miedo en el cerebro humano: La sensación
de temor depende de una compleja red cerebral, no solo de la amígdala, como se pensaba hasta ahora.
Investigación y Ciencia.
https://www.investigacionyciencia.es/files/23528.pdf

104
conocimiento sobre los seres humanos puede ayudarnos a encontrar mejores formas de
gestionar las cosas humanas. Hace algún tiempo que los seres humanos atraviesan una
nueva fase evolutiva en términos intelectuales, en la cual sus mentes y cerebros tanto
pueden ser esclavos como dueños de sus cuerpos y de las sociedades que constituyen. Es
claro que hay inmensos riesgos cuando los cerebros y las mentes que vinieron de la
naturaleza resuelven hacer el papel de aprendiz de brujo e influenciar a la propia
naturaleza. Pero también es arriesgado no aceptar el desafío y no intentar de minimizar
el sufrimiento. Los riesgos de no hacer ninguna cosa son mayores. Hacer solo lo que la
naturaleza dicta solo puede agradar aquellos que no consiguen imaginar mundos y
alternativas mejores, aquellos que piensan que ya están en el mejor de los posibles
mundos. “55

• Emancipación humana
El fin de la emancipación humana, y principalmente, de la esclavitud política, es reducir
la ignorancia y hacer del ser humano un ser social integral, psicológicamente autónomo,
creativo, cuidadoso, digno, empático, saludable, sensible, solidario, reflexivo, libre de
opresiones, de poderes autoritarios, de temores, con fortaleza interior, armonía y salud,
para enriquecer su propio adelanto positivo, su felicidad y bien-estar, en comunidad.
(Carlos Julio Jara, 2013). “Somos hijos del amor, por lo tanto, no es difícil sospechar, que
nacemos para la felicidad” (Facundo Cabral). Y todo debe comenzar dándonos cuenta
de quienes somos.

• Armonía y sustentabilidad
La construcción social de la harmonía en la convivencia, nutriendo el sentido de
comunidad, es un requisito fundamental para desplegar la sustentabilidad, y también
para establecer sociedades unidas, creativas, justas, pacificas, ingeniosas, inclusivas,
inteligentes y cuidadosas. Ese “clima” se posibilita construyendo densos vínculos de
comunidad en escala territorial, para facilitar la interacción entre vecinos. Debemos ser
capaces de reconstruir los territorios, no solo en términos económicos y políticos, sino
culturalmente, enriqueciendo las capacidades de innovación social y uso prudente del
potencial endógeno en la solución de los problemas, como la solidaridad y los valores
necesarios para lograr lo apropiado y lo bello. Debemos recuperar – y reintegrar – en los
espacios y actividades educativas esos aspectos hoy tan descuidados: la apreciación y
educación artística, ambiental, deportiva, moral y cívica, que son la base de la síntesis
clásica entre la disciplina y el gozo, base de la más sana convivencia
Deberíamos construir y poner a prueba nuevos instrumentos y trayectorias de
“mudanza planificada” y enriquecer éticamente las viejas fórmulas del “desarrollo
humano”, partiendo de valores positivos y saberes locales, y el diálogo reflexivo,
conciente, calmado, afirmando derechos.

55
Antonio Damásio (1998) O erro de Descartes. OP. Cit. Pag 286 Traducción mía.

105
Deberíamos ser capaces de aplicar o instrumentar, de validar y explicar los fenómenos
que producen despliegue y resonancia de armonías sociales. Para lo cual es necesario
abrirse hacia nuevas hipótesis, no derivadas solamente de las leyes convencionales de
la física y la química, o sea, de la ciencia mecánica convencional.
Aquí proponemos valernos de principios conectivos y elementos causales no físicos,
afirmando que existen interacciones entre la mente consciente y el contexto social, que
ejercen influencia mutua, por medio de factores no físicos, sobre los comportamientos
de las personas. (Rupert Sheldrake, 2007). Tales interacciones establecerían campos
culturales “aprendidos” históricamente, registrados en una memoria inconsciente, los
mismos que estructurarían los esquemas de la conducta; vienen del pasado y tienden a
replicarse en el presente, con capacidad de resonancia en el contexto, y “sin querer
queriendo”. Nuestros comportamientos tienen estructuras, y como tales, pueden
replicarse y transmitirse intersubjetivamente, por “resonancia mórfica”. (Rupert
Sheldrake, 1989).
Muchos aspectos de la conducta humana brotan de la memoria inconsciente y muy
posiblemente, de un conjunto de energías dotadas del mismo signo o carga afectiva,
para de inmediato materializarse positivamente o, todo lo contrario, de forma negativa.
La mayoría de nuestras memorias son inconscientes, como la costumbre que tengo de
hablar español; al escribir esta oración replico en el presente la memoria lingüística
inconsciente de todos los grupos que han hablado español en el pasado, dentro de los
diversos contextos culturales. Intuyo que es posible cambiar un cierto campo replicativo
negativo, si se logra cambiar el patrón comunicativo que lo alimenta en el presente.
Porque el futuro siempre es una posibilidad. Si solamente pudiéramos experimentar
estas intuiciones en territorios, mismo que estos existan como sistemas abiertos,
aplicando instrumentos alternativos de comunicación educativa y cambio
transformacional. Se requiere nutrir la creatividad y la atención plena. Si se puede
cambiar la estructura de la atención consciente de la mente es posible cambiar la
estructura del comportamiento.
Carl Jung nos plantea la hipótesis del sustrato común que comparten todos los seres
humanos, el inconsciente colectivo. “He elegido la expresión colectivo, porque este
inconsciente no es de naturaleza individual sino universal, es decir, que en contraste con
la psique individual tiene contenidos y modos de comportamiento que son, cum grano
salis, los mismos en todas partes y en todos los individuos. En otras palabras, es idéntico
a sí mismo en todos los hombres, y constituye así un fundamento anímico de naturaleza
supra personal existente en todo hombre” (Carl Jung, 1970)

Cualquier explicación científica tendría que elaborar la descripción del mecanismo que
genera el fenómeno, incluyendo otras manifestaciones que posiblemente se observen
también. (Humberto Maturana, 2006). Los pensadores ortodoxos del “desarrollo”,
generalmente conservadores, se aferran a la razón instrumental, y se apoyan en la
economía, los indicadores, los “recetarios”, la infraestructura y el discurso especializado;
usualmente rechazan la epistemología y la comprensión. Los políticos, parafraseando a

106
McLuhan “aplican las soluciones de ayer para los problemas de hoy”. El punto débil del
pensamiento desarrollista, y del neoliberal, es que se centran casi exclusivamente en el
crecimiento económico y no en los valores éticos. Si se logra eliminar la pobreza
material, no se anula la pobreza de consciencia, que lleva la imagen de un mundo
ansioso y destructivo dentro de la mente.

• La sustentabilidad es un emergente sistémico cultural: pasar


de un espacio- tiempo, hacia otro nuevo.

El desarrollo sustentable es un oxímoron empecinado en pensar una cosa para hacer


otra cosa, que destruye silenciosamente a la Naturaleza. No importa que sean ortodoxos
o heterodoxos, los sacristanes del “desarrollo sustentable”, desde su epistemología
dualista y aunque reconozcan las dimensiones económicas, culturales, sociales, político-
institucionales, físico-territoriales y científico-tecnológicas, no consiguen crear una
cultura cuidadosa, una técnica ponderada, o una ciencia con prudencia. Sus
instrumentos son impotentes para conservar, a largo plazo, esa relación de congruencia
entre el sujeto, los organismos y el medio, aunque sus intenciones sean buenas. No han
pensado en trabajar el mundo de los valores y los habitus, no saben cómo instalar en el
cotidiano prácticas cuidadosas que afirmen el sentido de sustentabilidad, manteniendo
los acoplamientos entre el sujeto y su nicho en el medio. (Humberto Maturana, et al
2009)56 El desarrollo sustentable se ha vuelto más en un discurso que en un
procedimiento, una trayectoria, una metodología para revincular la sociedad a la
Naturaleza.
La sustentabilidad no es una cosa, sino una abstracción humana que se concreta por
medio de las relaciones sociales y culturales cargadas de emociones positivas; no se
despliega por caminos desarrollistas y tecnocráticos, o por virtud de normas
constitucionales vaciadas de entusiasmo ciudadano. Nuestra sociedad no está
comprometida con los Derechos de la Naturaleza, sino con los “derechos del capital”,
principalmente la propiedad privada. Los Derechos de la Naturaleza no son simples
ambientalismo o ecologismos, son los derechos a la Vida misma, la base del despliegue
del Buen Vivir. Para asegurar a todos los seres humanos la posibilidad de sostener
dignamente su vida, los Derechos de la Naturaleza tienen que ser vividos culturalmente.
Se exige una ruptura subjetiva con el esquema de posesión-acumulación de bienes y
servicios, y con la negatividad de la “felicidad” conquistada mediante el consumo
material, angustiado e individualista, pulsiones acopladas a los procesos de depredación
de las formas de vida existentes y violación de los derechos de los pueblos indígenas.

56
Ximena Dávila, Humberto Maturana, Ignacio Muñoz y Patricio García (2009) ¿Sustentabilidad o
armonía biológico-cultural de los procesos? Todo sustantivo oculta un verbo.
https://www.researchgate.net/publication/299507060_Sustentabilidad_o_armonia_biologico-
cultural_de_los_procesos_Todo_sustantivo_oculta_un_verbo

107
Estamos siempre interactuando con el medio natural y sociocultural en el que nacemos
y crecemos; no existe duda que nuestra psiquis interactúa con el contexto que la abraza.
Para cuidar del medio ambiente, no se requieren solo de buenas prácticas, sino
principalmente, de consciencia y responsabilidad en las maneras como nos
relacionamos con el mismo. Deberíamos concebir la sustentabilidad como la expresión
duradera de fenómenos que posibilitan la congruencia del mencionado acoplamiento,
en el marco de un cambio permanente; “en tanto no se satisfagan las condiciones de
posibilidad que le dan estabilidad a la relación de mutua congruencia esta se desintegra
y el ser vivo muere”. (Humberto Maturana, et al 2009).
Pudiéramos imaginar formas de enriquecer los contextos con experiencias cuidadosas,
interacciones e intercambios, mensajes y aprendizajes ricos en cuidado, ocurriendo
entre los participantes de un sistema social (acuerdos, actitudes, diálogos, ejemplos,
encuentros, conversaciones, practicas, pactos, propósitos, entendimientos,
experiencias, mensajes, lenguajes compartidos, etc.). Ese agregado produciría mayor
complejidad, con capacidad de direccionar positivamente los cambios en los ambientes
y habitus, posibilitando que surjan relaciones de congruencia más estables, entre el ser
humano y el medio natural, como propiedad emergente. La “emergencia es lo que
ocurre cuando un sistema de elementos relativamente simples se organiza
espontáneamente y sin leyes explícitas hasta dar lugar a un comportamiento
inteligente.” (Steven Johnson. 2004).
La auténtica sustentabilidad trata de la creación de una cultura que pueda transformar
cuidadosamente el medio natural que nos acoge, permitiendo el fluir autopoiético de la
vida de los sistemas ecológicos. (Humberto Maturana, et al, 2009). Las ideas de
interdependencia y ecodependencia son las categorías básicas de la sustentabilidad.
Como lo sugerimos, se requiere la construcción responsable de ambientes sociales
caracterizados por relaciones armónicas con los Otros y la Naturaleza, posibilitando el
uso prudente de “recursos naturales”. Los Otros son todas las personas diferentes con
los cuales nos relacionamos, directa o indirectamente. El cuidado deberá ser pensado
como un esfuerzo de consciencia ética, sin dañar a los otros y al entorno. Su inestable
resultado, la sustentabilidad, como el producto de interacciones sociales entre una
diversidad de sujetos, no como el reducido fruto de la transferencia tecnológica.
Como proceso y fenomeno sociocultural, la sustentabilidad deberá sostenerse sobre
condiciones ecológicamente sanas y beneficiosas, que son las que pueden nutrir
continuamente a las economías humanas. Cuando más enfermizo sea el medio social e
institucional, más se mantienen los sistemas de competencia y agresión, y más
contaminación se engendra. No hay duda que la dominación social y la dominación de
la Naturaleza son las dos caras de la misma moneda; la cultura de la insustentabilidad y
la de la modernización agrícola con codependientes. A nombre de la productividad
agrícola, vista como rendimiento, por ejemplo, millares de campesinos ecuatorianos son
atrapados por las cadenas de valor, expropiados de renta de la tierra, expulsados de sus
parcelas, perdiendo sus semillas tradicionales, sin derecho a cambiar las políticas

108
agrarias, contaminando el suelo con Kits Agropecuarios, subordinados a los monopolios
de agrotóxicos y semillas, que son las que deciden cómo debemos alimentarnos.
Debemos trabajar en el cambio de la cultura subjetiva - de los antivalores - para así crear
la posibilidad de conservar la integridad de nuestro nicho vital. Ello implica construir
cambios en la cultura aprendida y en la cultura del aprendizaje que ocurre durante las
interacciones con los Otros. Se trata de abrir oportunidades de aprender procesos de
construcción de vínculos cuidadosos, con uno mismo, con los Otros y con la Naturaleza;
para posibilitar la descubierta propia, mejorar la convivencia y conseguir una actitud de
prudencia en la transformación del entorno. La sustentabilidad debería pensarse como
una construcción cultural individual y colectiva, y también como disposición social
dirigida a conservar, regular o restaurar las situaciones que amenazan la conservación
del bienestar de los ecosistemas, la diversidad biológica, minimizando la contaminación
del agua, suelo, flora y fauna. El aprendizaje cultural de la sustentabilidad supone
enriquecer el proceso comunicativo, emocionarse por el cuidado, en contextos donde
se vuelva rutina el intercambio de información, de ideas, saberes, experiencias; pero
también mostrando evidencias que estimulen la aprehensión de valores positivos.

Ello supone crear o testar instrumentos educativos, poner a prueba diversos métodos,
crean metodologías de cambio cultural, con capacidad de afectar, gradual y
positivamente, los diversos “subsistemas” que hacen a la cultura, (percepciones,
normas, prácticas, ideas, significados, experiencias, sentidos, etc.) todos ellos ligados
por un conjunto de valores positivos. La paz y la sustentabilidad deben ser expresión
cultural del “instinto de vida”, que tiende a conservar la existencia; no pueden brotar
del instinto de muerte que promueve el sistema. Como dice Maturana “el cambio
cultural es un cambio en la configuración del actuar y el emocionar de los miembros de
una cultura, y que como tal tiene lugar como un cambio en la red cerrada de
conversaciones que originalmente definía a la cultura que cambia “(Humberto
Maturana, 2009)
Creemos que el mundo de vuelve más saludable, creativo, acogedor y sustentable, a
medida en que se vuelve más complejo, más denso y envuelto en una red de relaciones
hechas de habitus positivos - como el cuidado y el respeto - nutridos por las
comunicaciones educativas. ¿Cuáles son los mecanismos que posibilitan el despliegue
de la sensibilidad empática y la expansión positiva de la consciencia?

• El despliegue del imaginario de cambio -Buenos Vivires -


supone nutrir tres harmonías.
El Buen-Vivir, el despliegue de una nueva cultura, puede ser definido por medio de tres
pilares:
1. Harmonía interna y paz: Los valores éticos son las variables básicas para lograr
nuevas formas positivas de vida, posibilitando crear una consciencia más elevada
indispensable para desplegar otros mundos, y sin catástrofes;

109
2. Harmonía con el prójimo, la comunidad, el barrio, el Otro, enriquecida por las
cualidades de la tolerancia, comprensión, el interaprendizaje, la creatividad
compartida, el respeto, permitiendo la convivencia virtuosa;
3. Harmonía con la Naturaleza - una autentica sustentabilidad - si queremos seguir
existiendo como seres humanos; (F. Ehlers, J. Sanz et al. 2017)

Las tres harmonías anotadas son interdependientes. La consciencia de la


interdependencia significa que todo está interconectado con todo, que existe
separación sin separatividad, que nuestra existencia es interpersonal. No vivimos
separados de los otros, ni de la Tierra que nos dice: “Ustedes también son la Naturaleza,
ustedes son mi carne, ustedes son Yo”.

• Sustentamos el mundo desde un dialogo interior, con nuestro


Yo verdadero
Nuestro estado o nivel de consciencia usualmente es bajo, limitado, incompleto, y
habitualmente nos sujeta a la mezquindad, al sufrimiento causado por preocupaciones,
ansiedades, temores y tristezas en la vida cotidiana. Precisamos elevar nuestra
autopercepción, nuestra energía vital y bañar de luz a los rincones ocultos de nuestra
subjetividad condicionada, conquistando atención, lo que traduce o expresa poder
personal. Emanciparse es también, quiérase o no, confrontarse consigo mismo, en la
sombría manera de repasar las experiencias que nos muerden por dentro, cambiando
el patrón energético negativo.

Estamos colmados de ruido, palabrerías, recuerdos eternos, ilusiones, imágenes,


símbolos, opiniones, conocimientos, saturados de mensajes de segunda mano, muchos
de ellos reenviados mediante el chisme informático. No hay espacio para uno mismo en
ese barullo y, por lo tanto, no hay posibilidad de libertad. Somos dominados o atraemos
todo aquello con lo que nuestro Ego se identifica o encapsula, por ejemplo, la energía
del miedo. Deberíamos ser capaces de traer hacia la conciencia - darnos cuenta – de esa
energía encerrada en el inconsciente, y poder mover nuestros potenciales no realizados.
Se trata de redireccionar las energías de la negatividad hacia imaginarios de bien-estar,
pasando a un nivel más generativo; necesitamos inspirarnos o entusiasmarnos
alrededor de la utopía de algo. (Hugo Zemelman, 2010)

El camino de la concentración silenciosa, de la introspección, puede desarrollar la


capacidad de discernir sobre las negatividades que atrapan nuestra subjetividad.
Debemos purificar nuestra percepción, tomar con sciencia, y así poder crear el pequeño
futuro nuestro, sobre la marcha, eligiendo la mejor opción para ser felices. Somos los
actores y autores de nuestra propia historia, y ese caminar debe tener sentido; debemos
aprender a elegir escapando del miedo. A Carl Gustav Jung se le atribuye esta frase:
“Podemos soportar mucho dolor, mucho más del que podemos merecer o del que
podemos considerarnos capaces de soportar; no obstante, no hay mayor dolor que tener
una vida sin sentido”

110
La meditación es un instrumento de vigilancia activa que se realiza de modo silencioso;
sin silencio, la mente es incapaz de descubrir qué mismo la zarandea. Calmando la mente
podemos adentrarnos, poco a poco, en el espacio de la consciencia superior. La
meditación es una metodología muy simple para el apaciguamiento de la mente y la
reducción de la distorsión perceptiva.

Hay varias técnicas, entre ellas el mindfulness, traducido como atención o conciencia
plena. Se trata de darse cuenta de la experiencia presente: “Mindfulness una capacidad
humana universal que permite al individuo ser consciente de los estímulos internos y
externos que surgen en el momento presente. Podría definirse como la práctica de la
autoconciencia. Los componentes básicos de la atención plena se anclan en dos ejes
fundamentales: ser conscientes de la experiencia inmediata del presente, y la actitud de
cómo se viven dichas experiencias. Se evidencia que la práctica de mindfulness provoca
cambios en los patrones de pensamiento, potenciando la serenidad y el equilibrio del
individuo, mediante actitudes de no juicio, aceptación, confianza, y compasión”. (Ana I.
Sánchez Iglesias y Florencio V. Castro 2016)
La meditación puede interpretarse como instrumento micropolítico de emancipación,
porque posibilita que seamos más concientes de la vida que nos envuelve. El Yo falso
ha de callarse o bajar de tono para que podamos iniciar la emancipación, siempre un
proceso. Porque dentro de nosotros vive un Ego reaccionario que no quiere cambiar,
que tiene miedo de escapar hacia la libertad, y sufre ansia de sumisión, mientras se
lamenta de casi todo. (Erich Fromm, 1968). El Ego es implacable, hace que todos los
esfuerzos de la vida traten de lograr satisfacción y seguridad; es un normótico de mierda.
Nos es muy difícil cambiar de campo energético. Nosotros los ecuatorianos, viviendo ya
en la sobremodernidad, en un ambiente arreligioso mezclado con catolicismo y
Asambleas de Dios, celebrando el consumismo, intoxícanos por “culebrones”,
hipotecados al FMI, atemorizados por las noticias de las 8 de la noche, etc., con el
pensamiento empobrecido, contamos con muy pocos recursos para trascender la fuerza
energética del Ego. 57
Así las cosas, el monje budista Jack Korn Field escribió este poema:
Ecuanimidad

Si puedes sentarte tranquilamente


después de recibir noticias difíciles;
Si te quedas totalmente sereno
cuando tienes una crisis económica;
Si los celos no emergen
cuando tus vecinos viajan a lugares extraordinarios;

57
Trascender significa ultrapasar una substancia. Joseph Campbell (2002), en su libro THOU ART THAT,
nos decía que para aprender a transcender deberíamos estudiar poesía y leer poemas, para lograr la
experiencia de obtener mensajes. Nos decía que para acceder a la trascendencia se requiere de un ritual,
que nos permita participar del mito. Recomienda exponernos al arte y a la música. Esencialmente, la
música es una experiencia corporal e intersubjetiva. Bien decía William Irwin Thompson (2006): “Lo que
el artista percibe, el economista ignora”

111
Si comes sin problema alguno
cualquier cosa que ponen en tu plato;
Si después de un día de locos,
duermes sin necesidad de tomar una copa o una pastilla;
Si siempre sabes cómo divertirte,
donde sea que estés:
Probablemente eres un perro.

• El bucle cerebro-espíritu y cultura: meditación, psicoterapia y


espiritualidad
“La vida en este planeta es tan desesperada que se necesita un nuevo tipo de integración
entre lo psicológico, lo contemplativo y lo espiritual “. (John Welwood 2002)
La práctica de la meditación enseña a relacionarnos con el mundo interno, con las
emociones y sentimientos, y de manera directa y no conceptual, sin juzgar o tratar de
desentrañar su contenido, lo que nos contactar con la consciencia abierta, que nutre la
vitalidad. Es un relacionamiento que brota de la desconexión del análisis y la reflexión.
Cierto, la psicoterapia (terapia verbal), como arte de emplear técnicas (cognitivas,
Gestalt, psicoanalítica, etc.) ayuda a descifrar los significados de trastornos emocionales
y sentimientos negativos, y puede solucionar los problemas que se derivan de los
mismos. Pero no hay suficientes terapeutas, ni tiempo, ni dinero para tanta gente; sería
ingenuo pensar que toda la población se someta, por ejemplo, a psicoanálisis. No cuesta
dinero aprender a enfrentar el miedo, porque no hay que hacer nada, aunque salir del
barullo del egocentrismo representa un gran esfuerzo personal, como el alcohólico que
quiere dejar el “trago”. Nos dejamos dominar por los hábitos mentales negativos, nos
da vergüenza asumir un camino espiritual. “Podemos aprender a abandonar las
construcciones mentales que frecuentemente fabricamos como armazón en contra de la
libertad que tanto tememos” (Joost Kuitenbrouwer,1992)
El trabajo espiritual no es religioso, pero se refiere al peregrinaje hacia uno mismo, o
sea, hacia nuestro Ser esencial, para emancipar el Yo ilusorio, trascender las
identificaciones y preocupaciones, darse cuenta y eliminar los fantasmas que nos
parasitan desde la sociedad. Eso es posible, hay algo en nuestra compleja naturaleza
humana que busca el despertar, salir de la anestesia ideológica, ver las historietas que
hemos encarnado en nosotros mismos. El miedo se enfrenta con el conocimiento de uno
mismo, y eso supone llegar en paz al Yo verdadero, sin mal ni odio, con valores positivos,
principalmente de amor. “Porque tener amor significa no violencia, ni miedo, ni
competencia, ni ambición”. (Jiddu Krishnamurti). Significa aprender a relacionarnos
positivamente con nosotros mismos, con los Otros y con el entorno. Somos convocados
a Ser nosotros mismos, enriqueciendo la consciencia.

• La experiencia espiritual también es éticamente política

112
"No haga a los otros o que no quieres que sea hecho a tu mismo”, en otras palabras,
“trata a los demás como querrías que te trataran a ti”. Se trata de una regla moral
mínima que posibilita “aromatizar” de consideración a los relacionamientos. Somos
llamados a hacer el bien a nuestros semejantes, lo que traduce una actitud espiritual,
que coloca a la vida en el centro, partiendo de las emociones positivas, del amor, la
gratitud, el vínculo inclusivo, el cuidado. Hay que traer a la consciencia lo positivo que
está en la subconciencia, porque como seres humanos, venimos históricamente
acumulando, en la psiquis, muchas experiencias armoniosas y positivas, creadas en la
relación con los Otros y la Naturaleza, dejando luces en la personalidad, no solamente
las “sombras” que no reconocemos, porque están ocultas y reprimidas, cargadas de
energía psíquica negativa. (Carl Jung, 1992).
Jung nos decía que “la sombra solo es peligrosa cuando no le prestamos debida
atención”. El encuentro con la propia sombra puede ser un proceso doloroso,
recompensado con la salud de la mente tranquila. La sombra no es más que un
compuesto oculto de nuestro Ser, la posverdad de nuestra personalidad, territorio
anexo a la inconsciencia. Para darnos cuenta del poder de la sombra inconsciente que
controla nuestros pensamientos, palabras, conductas y comportamientos, debemos
optar por la atención plena y meditar, vivir el presente, sin raciocinio lógico, hasta
encarar al miedo, las frustraciones, inseguridades, rencores, vergüenzas. El “encuentro”
con la sombra supone autoconocimiento y vinculo empático con los Otros, posibilitando
la emergencia de resonancias positivas, tanto en la convivencia cercana, como el
entorno próximo. Debemos asumir nuestros propios miedos y enfrentarnos a “los perros
que nos muerden por dentro”, y que nos parasitan alimentándose del alma. Debemos
comprender el No-Ego que vive en nosotros. “La norma psicológica dice que cuando no
se toma consciencia de una situación interna, esta sucede fuera como destino. Es decir,
cuando el individuo no toma conciencia de sus contradicciones interiores, el mundo
forzosamente deberá representar el conflicto.” (Carl Jung, 2011). En general, no
conseguimos darnos cuenta de los vínculos que existen entre nuestro estado mental y
las fuerzas negativas que nos subyugan,
La vida espiritual también es política, porque nos permite darnos cuenta de lo que
ocurre, o sea, de la realidad que refleja nuestra consciencia. El proceso de emancipación
siempre representa una abertura espiritual que conlleva purificación, en el sentido de
liberar la mente de cuestiones preocupantes, miedos y apegos, ruidos, inquietudes,
culpas, etc. Podemos apuntar hacia una cultura que tenga como base un “aroma”
espiritual, en “que la vida en comunidad, en la sociedad, se vive desde adentro, desde la
consciencia viva, como sensibilidad” (Joost Kuitenbrouwer, 1992)
La emancipación personal es el principal ingrediente de la ética de la reciprocidad,
indispensable para tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran. De allí brotan
los habitus positivos, las acciones culturales cotidianas que enriquecen la vida social y
política. “Sólo el cambio en la actitud del individuo inicia el cambio en la psicología de la
nación. Los grandes problemas de la humanidad nunca se resolvieron por leyes
generales, sino únicamente por renovación de la actitud del individuo. Si ha habido un

113
tiempo en que la meditación interior fuera de absoluta necesidad y de extrema
conveniencia es, sin duda, en nuestra época actual, preñada de catástrofes. Ahora bien,
todo aquel que medite en su fuero interno tocará en las fronteras de lo Inconsciente, que
es precisamente donde está lo que ante todo hace falta saber. La meditación del
individuo sobre sí mismo, la conversión del individuo hacia su propio ser, hacia su destino
individual y social, es el principio para la curación de la ceguera que padece. El interés
por el problema del alma humana es un síntoma de esta conversión instintiva hacia
adentro.” (Carl Gustav Jung, 1965)

• Es difícil hacer de la toma de con sciencia el elemento esencial del


cambio en la cultura subjetiva
Somos dominados por la razón instrumental, afirmamos falsamente que funcionamos
mejor por la razón que la intuición, vivimos preocupados con el que, y no con el cómo,
poco abiertos a la autocrítica, no sabemos cómo enjuiciar nuestros actos y
comportamientos. Estamos insertos en sociedades hechas de controles, normas,
vigilancias y puniciones, muy indigentes respecto a la toma de conciencia de nuestras
propias enajenaciones. No nos educan para amarnos los unos a los otros sin
satanizarnos, sin ofendernos, practicando empatía; nadie presta atención al concepto
de pobreza de consciencia. Valoramos como pertinente el conocimiento de tipo
intelectual, en la forma de palabra, idea o teoría, en general, alejados de la afectividad
y la intuición (inteligencia emocional). No estimulamos las prácticas reflexivas, somos
dogmáticos, nos ocupan las actitudes que refuerzan las miradas machistas y
competitivas, que impiden el florecimiento de la calma.
En realidad, conocemos muy poco sobre la condición humana, no contextualizamos,
vivimos en crisis espiritual, con inteligencias parceladas, sensibilidades anestesiadas, sin
aprender a vivir, amar, compartir, cuidar, comunicarse, y percatarse. (Edgar Morin,
1999). No conseguirnos percibir que mucho de nuestra infelicidad, conflictos, miedos o
frustraciones, incluyendo nuestros estados corporales, en buena parte son causados por
las informaciones energéticas que vienen del entorno, de las resonancias emocionales
del sistema social que nos envuelve. Nuestros dolores y pensamientos se encuentran
yuxtapuestos, no sabemos definir claramente lo que experimentamos, peor lo que
realmente queremos.

• También es difícil lidiar con las incertidumbres: ninguna


seguridad sobre el futuro.
Eurípides decía que: “Lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece.” Nuestra
educación debería incluir la enseñanza de la comprensión, la contemplación y el
autoconocimiento, para lidiar éticamente con lo inesperado. Necesitamos una
comunicación orientada por la inteligencia, dirigida a la inteligencia, creando contextos
y cotidianos enriquecidos por una beneficiosa información.
Educarse debería significar dar un paso superior en la consciencia, no un bombardeo de
informaciones. La educación debería enseñarnos a alegrarnos y valorar lo bueno y lo
114
bello, orientándonos a convivir con las cambiantes circunstancias. No nos enseña a
entender las emociones negativas que impiden el aprendizaje. ¿Quién educará a
nuestros Ministros de Educación y Comunicación, al Ministro del Ambiente? No hay un
solo programa oficial dirigido a erradicar los temores sociales de la población, sometida
crecientemente a procesos de desinformación: imágenes en contextos errados, fotos
manipuladas, “culebrones” y conspiraciones, toda una batalla “cultural” programada.
Nos están educando para actuar en una sociedad que no va a existir cuando lleguemos
al nuestro futuro próximo. No nos enseñan a ser prudentes, pacientes, tolerantes,
resilientes, libres y creativos.
Las difusiones “ruidosas” y descontextualizadas de información, algunas cargadas de
antivalores, presumiendo validez, alteran negativamente las percepciones, disminuyen
la facultad de razonar, generan malentendidos, desaciertos y error. (Edgar Morin, 2000)
¿Qué debemos hacer para amar al prójimo como a uno mismo?

• La harmonía con los Otros: pasar de la primera a la segunda


persona
Cultivo una rosa blanca

De, José Martí

Cultivo una rosa blanca


en junio como en enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo;
cultivo la rosa blanca.

Ya dijimos que los cambios sociales comienzan en uno mismo; no se puede pretender
transformar las realidades socioeconómicas sin cambiar nuestras mentalidades,
actitudes y anti-valores. Desde la introspección, en la calma y el silencio, la consciencia
elevada juega un papel crucial en la modelación de la calidad de nuestros
relacionamientos. Existe un complejo bucle entre el individuo y la sociedad; la realidad
que observo y de la que estoy consciente, puede ser modificada, porque la sociedad es,
esencialmente, lo que Yo pienso y hago de ella, de lo cual brota la vida cultural.

En un plano relacional, desde la armonía personal, comprendiendo nuestro no-Ego,


deberíamos establecer proximidades y entender el cotidiano como un complejo de
diferencias sociales relacionadas, para dialogar. Es a partir de la calma que aprendemos
buenas emociones. En las relaciones con los Otros, todas las diferencias culturales deben
ser aceptadas a priori. Esa actitud posibilita generar vínculos de armonía y colaboración.
El reconocimiento cultural es una dimensión de la toma de consciencia; el miedo al otro

115
es una forma de separatividad. La conversación empática y respetuosa - que supone
escuchar - es buen camino para ampliar la mirada, identificar y lograr propósitos
comunes. Se trata de nutrir una relación conductual o comportamiento amoroso con el
Otro. “El amor es el dominio de las conductas relacionales a través de las cuales la otra,
el otro o lo otro surge como legítimo otro en convivencia con uno”. (Humberto Maturana,
2007)

Para concretar esa posibilidad de construir proyectos comunes con los Otros, en la
armonía de la amorosidad, en colaboración, se requiere enriquecer la democracia,
volverla participativa. Pero nuestras plutocracias - profundamente rentistas- mantienen
la vida política subordinada a sus intereses económicos; desde la anti política buscan
controlar las instituciones para defender sus jerarquías. De la plutocracia nunca salen
propuestas que benefician al bien común; “nuestra demokracia” sufre de carencia ética,
se inclina hacia el autoritarismo, se nutre del clientelismo, es prostituida por el
capitalismo. En nuestra vida política, como regla, casi todo se compra y todo se vende,
incluyendo hoy en día, nuestra soberanía.

Corrupción, debilidad de la justicia, tráfico de influencias, precario control de la gestión


pública, paraplejia institucional, enclaves corporativos, ciudadanía engañada,
patriarcado, mentiras oficiales, impunidad, etc., son algunas deformaciones. La mayor
vergüenza de la vida democrática se expresa en la persistencia de la pobreza y las
disparidades extremas en ingresos y otras formas de exclusión; ha sido incapaz de
integrar y tratar los problemas y demandas de las mayorías. Mientras escribo, las
conductas relacionales de la ciudadanía están siendo formateadas por un masivo
bombardeo informacional, que difunde noticias falsas en favor de una diversidad de
candidatos.
Eso tiene que cambiar. "Crear una democracia comienza en el espacio de la emoción
con la seducción mutua para crear un mundo en el cual continuamente surja de nuestras
acciones la legitimidad del otro en la convivencia sin discriminación ni abuso sistemático"
... "el aspecto fundamental de lo humano está en el Amor". (Humberto Maturana, 2007)

En un plano más sutil, somos todos componentes subjetivos de un intersomos universal,


un campo subyacente al que todos estamos esencialmente conectados. La totalidad del
intersomos traduce, metafóricamente, un amplio campo universal, indiviso e implicado
de interconexión de informaciones, situado más adentro de la realidad manifestada, en
el cual se encuentran registrados todos los archivos complejos, comunes y simbólicos,
de la experiencia humana: emociones, creencias, pulsiones, lenguajes, significados,
ideas, pensamientos, amores y quehaceres. (Ervin Laszlo, David Bohm, Carl Jung,
Bernardo Kastrup). Todos somos parte de un tejido “vivo” e interdependiente que
comparte ese mundo del interser, donde solo es posible existir porque todo lo demás
existe, y dentro de procesos de coevolución. “Nada de hecho existe aisladamente. Todo
está interrelacionado, todo inter-Es con el resto de las cosas. Ni una simple flor puede
existir aislada de sí misma, solo puede inter-ser con la totalidad del cosmos. Y lo mismo
ocurre también con nosotros”. (Thich Nhat Hanh, 1999)

116
Imagino que trabajar en el mundo del interser equivale a querer materializar lo
racionalmente pensado como imposible, lo que nos obliga a innovar, buscar
instrumentos alternativos de “desarrollo”. “Uso aquí el verbo “desarrollar” en su sentido
original de “abrir lo que aún está escondido, oscuro, y liberar lo que hay dentro” (Joost
Kuitenbrouwer, 1994)

Desde la calma, pudiéramos sentipensar conscientemente la experiencia de un valor


positivo, e incubar una corriente de posibilidades. La física cuántica nos dice que es
posible modificar la materia solamente observándola: ¿Cómo no poder transformar los
habitus negativos, anti-valores, y convivencias alteradas? No sabemos cómo, pero el
sentipensar es un ingrediente de la posibilidad.
En ese mismo plano, muchos de los patrones del comportamiento del cotidiano
humano, vienen proyectados o pautados por las informaciones registradas en esa
“consciencia genérica”, en ese inconsciente colectivo, un campo implicado que viene
alimentado de todas las generaciones e historias, independientemente del espacio y
tiempo. Esa orden profunda y sutil, actúa como generador de habitus arraigados, que
tienden a replicarse, expresando patrones y vibraciones similares, creando resonancias
positivas o negativas.
¿Será posible materializar el pensamiento? ¿Por qué no crear redes sociales solidarias
no electrónicamente virtuales? Construir un acuerdo de observación compartida basado
en aproximaciones afectivas, valores positivos conllevados, a manera de una cadena de
observadores que buscan plasmar generativamente sus sentipensares. Claro que
debemos convivir con la incertidumbre, la ambigüedad y la contradicción del peregrinaje
en el que estamos, pero realizando éticamente un trabajo homeopático de cambio social
y cultural, en el marco de un esfuerzo visionario. “Al establecer una conexión entre sí,
los individuos se convierten en algo diferente…Las relaciones nos cambian, evocan algo
más en nosotros. Sólo al reunirnos con otros se tornan visibles nuestros dones, aún ante
nosotros mismos.” (Margaret Wheatley y Myron Kellner-Rogers, 1999)

• Nuevos instrumentos de comunicación educativa


Escucha con los oídos de la tolerancia,
Mira con los ojos de la compasión,
Habla con el lenguaje del amor.

Rumi, siglo XIII

En general, se viven estados de consciencia ingenua que afirman que la realidad que
percibimos directamente, simplemente es lo que es, tal como nuestros sentidos reflejan
los fenómenos externos o internos. En ese nivel, la realidad se revela solamente en el
“campo manifestado” (David Bohm, 2008) donde vibran nuestros pensamientos y
percepciones cotidianas. El lado explicado de la realidad es solamente una aproximación
a la totalidad. No somos educados para el pensar más profundo de lo manifestado;

117
tenemos anteojeras que fragmentan nuestra observación, dirigiendo la mente hacia un
cierto punto de vista. Nuestras capacidades para ser sensibles a la consciencia ampliada
o superior son bloqueadas, lo que nos impide participar sensiblemente en el cambio
humano; no podemos transcender hacia lo que creemos posible. (Joseph Jaworski,
2008). Debemos pensar con el corazón, desde una consciencia alerta, enactivando ideas
creativas, traducidas en comunicación. Esa comunicación educativa no se reduce a la
técnica, ni responde exclusivamente a cálculos de racionalidad instrumental. Traduce un
modo de sensible consciencia, parte de una esencia más profunda, le confiere
significado al mensaje, busca abrir posibilidades, influye afectivamente, cambiar nuestra
relación con el futuro. La consciencia que llevamos viene bastante determinada, pero al
mismo tiempo, es generativa.
La existencia social puede ser construida de otra manera, con otros contenidos, otros
pensares, comportamientos y habitus, otra subjetividad. Se trata de estructurar y
transmitir al conjunto de la población local, una serie de mensajes formativos claves -
coherentes con su espacio vital - con capacidad de mudar actitudes y activar
aprendizajes que traduzcan cogniciones perceptivas, conductas y comportamientos
positivos, incluyendo propósitos comunes, posibilitando el cruce de las barreras de la
negatividad.
La comunicación educativa deberá posibilitar que ocurran muchas experiencias nuevas,
afirmadas, vividas y replicadas en valores éticos, o en estados emocionales positivos,
diferentes a las rutinas pasadas, para reprogramar nuestra subjetividad, y activar nuevas
formas de relacionamientos, responsables. Ese mecanismo posibilita el cambio de
habitus y, por consiguiente, la cultura subjetiva. No podemos desertar a nuestra propia
responsabilidad de celebrar la vida, resignarnos al miedo, someternos a la violencia,
plegarnos al descuido y la indiferencia. Se requiere una transformación en las relaciones,
con nosotros, con los Otros, con los pueblos, con la Naturaleza. Hay que enfrentarse a
la negatividad, cambiando habitus y antivalores, y desde la ternura, ese mundo blando
que no traduce mansedumbre, sino el delicado mecanismo de la consciencia alerta.
(Joost Kuitenbrouwer, 1992). La ternura motiva, influye el estado interno que orienta la
conducta, facilita bloquear los deseos emocionales que replican los relacionamientos
negativos.
Nuestra existencia social es definida por la calidad de las interacciones, por la energía
afectiva que circula a través de la intersubjetividad. Deberíamos percibirnos como
agentes de regeneración, actuando ética y reflexivamente, entre la separatividad y la
unificación, dialogando, remediando heridas sociales, creando proximidades,
resistiendo, para concretar en el mundo explicado o tangible, una vida cada vez más
emancipada de negatividades. Debemos resistir las posiciones hegemónicas que
disparan negatividad. Y todo ello supone comunicación.
Hay varias formas de comunicar “positividad”. Se trata de facilitar la emergencia de
interacciones a partir de contextos socioafectivos propicios para el aprendizaje de
valores positivos, que también posibilitan la construcción colectiva de conocimientos.

118
Entre el observador y lo observado existe una relación de correspondencia biunívoca.
La comunicación juega un rol crucial como generadora de cambios de habitus, a partir
de la toma de consciencia, la reflexión, la voluntad, y la acción colectiva dirigida a
reconfigurar cotidianos. Ella es esencialmente energía, con capacidad de urdir un
adecuado escenario de interacción, y un tejido social más denso, que pueda resistir o
sobrellevar los avatares del cotidiano ruidoso y violento.

Un Estado ético debe obligarse a establecer condiciones para que su población se eleve
hacia niveles superiores de experiencia humana. Idealmente, es tarea ética del régimen
político responsable, y sus instituciones, asignar condiciones para el aprendizaje, el
sosiego y la salud, en el marco de los derechos humanos, para que “la vida merezca ser
vivida”. La conexión armoniosa humana es la clave de la buena convivencia. Como lo
demuestra la antropología, todos estamos naturalmente programados para ello. Pero
necesitamos conectarnos, conocernos, dialogar, para darle sentido al convivir, y
también, lograr propósito de vida. Esos ambientes propicios pueden construirse en
todos los sectores, y en ello, provocar emisión de mensajes, imágenes, et., para que las
energías positivas inherentes se desdoblen y tengan resonancia. Debe riamos ser muy
creativos en la organización de los mensajes simbólicos que nos ayudan a construir el
mundo que imaginamos. El Buen Vivir es un proceso creativo, hasta trascendente, no un
proyecto mecánico; y son los pequeños actos los que producen, más temprano que
tarde, los grandes cambios. Es mediante la comunicación educativa que podemos
proyectar un estado compasivo de consciencia hacia las otras personas, y
simultáneamente, “espiritualizar” el cotidiano.
Podemos, desde la política pública, facilitar la construcción de ambientes sociales que
ayuden a desplegar energías emocionales positivas, posibilitando el tejido de vínculos
intersubjetivos armoniosos, aunque sea de forma intermitente. Esos contextos pueden
ser enriquecidos por la comunicación educativa, posibilitando que los ciudadanos
compartan un cierto mensaje emocional, un ambiente envolvente, contrario a la
negatividad que se vive, facilitando la concreción de un contenido relacional positivo,
cargado de otros significados. Es posible realizar un esfuerzo de sistematización de
experiencias locales y abrir un abanico de alternativas validadas surgidas de las distintas
disputas, resistencias, iniciativas y visiones, que sirvan de pautas de emancipación,
Pero se requiere una estrategia de transición, que siente las bases de un cambio más
amplio y profundo. Estamos en proceso de metamorfosis y debemos hacer frente a la
incertidumbre resultante, para volvernos menos vulnerables a mediano y largo plazo.
Mientras desde la serenidad podemos lograr mayor visión penetrante y una perspectiva
más clara, es urgente trabajar en el campo explicado, a nivel de los fenómenos,
modificando las manifestaciones tangibles de los problemas que nos afectan. 58 Si

58
El “campo intangible” positivo incluye los valores, la ética, las creencias, las buenas emociones, las
armonías, los cuidados, el amor. Son los valores hechos prácticas, o sea, virtudes, los que movilizan y
articulan las redes sociales de cambio, ayudando el proceso de cambio de cultura subjetiva.

119
solamente pudiéramos concretar en acciones e instrumentos, estas sugerencias y
conceptos, a manera de start-ups:
1. Posibilitar la formulación de una micropolítica local de resistencia a la
negatividad – al miedo y la violencia - por medio del cultivo grupal de un estado
subjetivo y comunitario de apoyo mutuo e información confiable;
2. Diseñar prácticas productivas alternativas y sustentables basadas en el territorio,
la cultura y el dialogo intercientífico;
3. Establecer espacios públicos adecuados que traduzcan ambientes o nichos
socioculturales que fortalecen la cohesión de la comunidad, los encuentros y
conversaciones, intercambio de experiencias, descanso, recreación, salud,
interaprendizaje, innovación social, integración de las ciudades;
4. Crear “climas estéticos”, contextos bonitos, en los mundos locales, que
provoquen percepciones intuitivas y relaciones sosegadas, como, por ejemplo,
adornar con macetas de geranios los balcones, huertos en los solares o patios,
CIALCOs, bancos de semillas, etc., expresados en proyectos alternativos;
5. Aunque sea a contramano y parezca contestatario, volver a los mundos rurales,
a las producciones orgánicas, la vida simple, las pequeñas autonomías, al poco
consumo de energía, las pequeñas infraestructuras; afirmar el “derecho al
campo”;
6. Construir ambientes envolventes de comunicación educativa, cruzados por el
entusiasmo y el ejemplo, para establecer las condiciones básicas de
autoorganización, posibilitando la articulación de personas, el encauzamiento
positivo de voluntades y emociones, la realimentación de informaciones,
creando densidad y sinergia social;
7. Desde los gobiernos locales, iniciar procesos de establecimiento de economías
circulares endógenas con capacidad de reducir la presión del extractivismo y la
contaminación, creando un mercado útil para los desechos;
8. Desde los mundos locales, a partir de instrumentos de comunicación educativa,
ajustar los sistemas productivos a esquemas sustentables, adaptando las
relaciones sociales a los valores del Buen Vivir, proteger los bienes comunes,
simplificando las condiciones de vida;
9. Pensar las regulaciones y las políticas de comunicación, no como meras “políticas
de distribución de frecuencias”, sino como políticas culturales constructoras de
valores e interacción ciudadana, con capacidad de compartir informaciones y dar
forma, coherencia y sostenibilidad al proceso de democratización, fuera de las
burocracias mediáticas;
10. Difundir conocimiento alternativo, útil y viable para preparar a las familias y
comunidades a resistir el “modo crisis” programado, posibilitando la adaptación
y resistencia a las condiciones del entorno cambiante;
11. Proporcionar oportunidades para que los vecinos de un barrio se conozcan,
intercambien información, hablen de sus problemas y aprendan uno a otro,
animando la cooperación y el respeto mutuo;

120
12. Posibilitar el cambio de paradigma mediante una consistente y repetida
comunicación informativa sobre las estupideces, negatividades y perjuicios
causados por el sistema;
13. Intensificar el dialogo de saberes y las oportunidades de interaprendizaje, los
contactos entre curanderos, campesinos, especialistas informáticos,
antropólogos digitales, permacultores, emprendedores alternativos, pedagogos,
nanomédicos, gestores locales, ecologistas, maestros en yoga, promotores de
simplicidad, gerentes de economías solidarias, asesores en microfinanzas,
payasos comunitarios, nutriólogos, psicólogos sociales, especialistas en
ludología, pintores, músicos, etc.
14. Promover la visibilidad social de las ventajas de la cooperación, de la solidaridad,
informando sobre el sentido de las acciones colectivas, contextualizándolas;
15. Observar el comportamiento de los medios de comunicación, su relación con el
poder y la ciudadanía, su sutil papel modernizador y fragmentador de culturas,
el contenido subjetivo de la comunicación que proyectan, el control social y las
percepciones políticas que colocan;
16. Difundir lenguajes positivos en los medios de comunicación, que articulen las
experiencias subjetivas conscientes, buenas noticias, para generar estados
mentales positivos parecidos, a ser traducidos en acciones comunes;
17. Apoyar el desarrollo del pensamiento adaptativo-creativo, la curiosidad y la
emergencia de una mentalidad orientada al intercambio de conocimientos y la
construcción de altos niveles de alfabetización computacional;
18. Atribuir nuevos sentidos positivos – amor, paz, solidaridad, creatividad, etc., - a
las acciones realizadas, desde la propia familia, ayudando desde lo básico, a
cambiar las relaciones de la cotidianidad;
19. Desarrollar vecindarios solidarios y establecer espacios empáticos locales, desde
el ejemplo institucional, y multiplicar nuevos liderazgos éticos que puedan
apoyar a los vecindarios a resolver necesidades urgentes, percibir críticamente
el contexto y anticiparse a los problemas emergentes;
20. Vigilar, en todo momento, la transparencia e integridad de las instituciones
cercanas a la convivencia, para combatir la corrupción, en particular,
responsabilizando a los responsables de su gestión;
21. Promover monedas locales afirmadas en el intercambio de bienes y servicios,
buscando crear economías solidarias con suficiente escala para el sostenimiento
de grupos territoriales;
22. En las zonas de riesgo, anticipar o prepararse para la adaptación y la mitigación,
capacitando liderazgos cualificados e informando a la población local vulnerable
para posibilitar la autoorganización y la resiliencia;
23. Crear, sistematizar, aplicar, evaluar instrumentos para el desarrollo de la
resiliencia social o la capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios del
entorno en los barrios y comunidades;

121
24. Promover, desde la educación, la ética y los valores positivos como recurso de
cambio cultural en los diversos contextos territoriales; 59
25. Crear capacidades locales para gestionar a corto plazo los problemas existentes
en la localidad, aprovechando las capacidades de los residentes, fortaleciendo
los vínculos entre ellos para garantizar la acción colectiva;
26. Resistir o ralentizar, desde la calma, los entornos turbulentos locales que
despiertan la desagradable bioquímica del temor, el pavor, el pánico. Por
ejemplo, creando instancias de silencio en la pedagogía de las escuelas;
27. Dejar de ser consumistas, imaginar mecanismos locales de “resistencia
económica”, bajar la huella ecológica, asumir el minimalismo, la simplicidad
voluntaria, desobediencia publicitaria, sistemas de trueque en los mercados
locales, monedas sociales, reciclaje;
28. Crear condiciones para el desarrollo de economías circulares que posibiliten el
aprovechamiento inteligente de recursos, la reducción de los componentes
productivos, la prevención del despilfarro, la sobriedad del consumo, y la
reutilización de los residuos y desechos;
29. Desde los territorios, preparase para lidiar con la vulnerabilidad de la inseguridad
alimentaria, disminuyendo la vulnerabilidad frente a los impactos del cambio
climático desarrollando políticas diferenciadas, tanto tecnológicas como
socioculturales (siembra de agua, labranzas, riego parcelario tecnificado,
fertilización orgánica, rotación de cultivos, construcción de andenes, economías
solidarias, acceso a información, dialogo de saberes, etc.);
Fortalecer las instituciones intermediarias, particularmente las organizaciones
sociales y los sindicatos, en especial su papel político de vigilancia de los
derechos humanos y de los procesos económicos que generan desigualdad;
30. Establecer estándares mínimos de protección de la libertad de expresión para
enfrentar la divulgación de posverdades o falsedades, particularmente en los
temas de interés público propagados por los políticos;
31. Resistir la confusión psíquica y angustia programada, que se intensifica por
medio de las redes sociales, direccionando la indignación hacia el fortalecimiento
ético, individual y colectivo, la mejora cualitativa de los vínculos, la articulación
positiva de los contactos;

59
Durante 2016 y hasta mayo de 2017 la Secretaría del Buen Vivir impulsó y coordinó el Plan Nacional de
Valores, un proyecto que se llevó a cabo desde varias instituciones del ejecutivo, logrando un alcance
mínimo, en 2016, de 330.000 personas. Se promovieron 12 valores: Honestidad, Respeto, Gratitud,
Perseverancia, Humildad, Bondad, Generosidad, Responsabilidad, Innovación, Amistad, Perdón y
Solidaridad. Conjuntamente con el Ministerio de Educación se elaboró “El Libro de Todos los Niños”, un
material didáctico de educación en valores que se distribuyó a todos los estudiantes de cuarto año de EGB
en instituciones educativas fiscales y fiscomisionales. Se imprimieron 300.000 ejemplares del libro y se
editó una Guía Didáctica de apoyo a los docentes para su implementación en las aulas. La SECOM, por su
parte, produjo spots animados con los personales del Libro de Todos los Niños que fueron emitidos en
medios públicos y divulgados mediante redes sociales. https://educacion.gob.ec/el-libro-de-todos-los-
ninos/

122
32. Preparar a la juventud para ser más autosuficiente, original, sencilla, con
capacidad de asimilar conocimientos diversos y dispersos, dependiendo menos
de las corporaciones y sus mensajes publicitarios;
33. Enriquecer el activismo y la participación ciudadana desde instancias
democráticas que permitan la comunicación horizontal y dialógica, para que los
ciudadanos expresen libremente sus demandas;
34. Afirmar y concretar la paridad de hombres y mujeres en los cargos de
responsabilidad, promoviendo el talento femenino;
35. Organizar encuentros, talleres, seminarios y demás eventos dialógicos sobre
temas de importancia estratégica y relevancia ecológica, socioeconómica y
cultural que exijan miradas armónicas, alternativas, intercientíficas e
innovadoras, buscando enriquecer la acción social y la política pública;
36. Prepararse para lidiar con el cambio en las instituciones, en la estructura laboral
y comercial, etc., buscando formas de integrar los sistemas antiguos en lo
emergente y nuevo;
37. Recuperar rituales locales ancestrales que generen sentido de comunidad;
38. Ordenar con sentido comunitario los procesos de auto producción de los barrios
irregulares e introducir criterios estéticos en el acondicionamiento de los
mismos;
39. Crear sentido comunitario en la planificación de la dotación de los servicios de
infraestructura, asfaltado, salud, educación, etc.
40. Legislar ecológicamente la dinámica de la urbanización para estimular la
conversión de edificios y viviendas en estructuras ahorradoras de energía,
apoyando la construcción de sentidos comunitarios;
41. Crear incentivos para que los barrios, comunidades, las esquinas, se conviertan
en fuerzas veedoras de modelos limpios de producción en el territorio, junto al
ámbito académico;
42. Cuestionar la inmediatez de los intereses y cálculos económicos y promover
sistemas productivos ambientalmente cuidadosos, que no destruyan ni dañen
las fuentes de vida, proteger la agrobiodiversidad, fomentar la producción de
alimentos saludables, y nutricionalmente apropiados;
43. Optar por tecnologías de base ecológica y abrirse a alternativas de producción
de energía “limpia”;
44. Optar por políticas públicas que contribuyan a eliminación gradual de los déficits
ecológicos y una significativa cambio en las técnicas productivas;
45. Prestar atención a las practicas locales de destrucción ecológica y bloquear
socialmente los modos extractivos de producción, particularmente en las zonas
de alta biodiversidad, territorios ancestrales y de elevada densidad poblacional;
46. Reivindicar el rol de la mujer rural en el cuidado de los bienes comunes (agua,
tierra, semilla) y la soberanía alimentaria; -

123
• Una comunicación educativa e interactiva transformadora60

Precisamos desenvolver una estrategia de comunicación dirigida a nutrir una


consciencia despertadora que ayude a transformar los habitus negativos:

• Que motive a las personas, las estimule, partiendo de la construcción de


ecosistemas locales o territoriales de cambio cultural subjetivo;
• Que contextualice los problemas y presente alternativas;
• Que admita y posibilite el cambio de metáforas negativas y perspectivas;
• Que posibilite el dialogo abierto propiciando que los ciudadanos se sientan
participes de los problemas, proponiendo soluciones;
• Que ofrezca la visión de un buen futuro alternativo;
• Que acompañe las identidades y los valores locales, o sea, que hable a través
del lenguaje de los símbolos culturales;
• Que trate a las personas como sujetos, no como objetos de programación
subjetiva;
• Que afirme la idea de que varones y mujeres valen lo mismo;
• Que oriente y estimule la reflexividad;
• Que conduzca la convivencia hacia “climas” armónicos y creativos;
• Que aproxime, articule, genere complementariedades;
No se trata apenas de emitir o recibir información a través de un cierto canal, privado u
oficial, sino de buscar las alternativas comunicativas creativas, como el humor, la
música, que tienen tanta o más importancia que el propio mensaje que se quiere
anunciar, para así potenciar el compromiso de las personas y comunidades.
Indispensable la mediación pedagógica, porque más allá de aquello que es dicho,
importa la manera como es expresado, considerando el contexto territorial en el cual es
dicho, y el ambiente cultural en el cual es recibido. Todo proceso de comunicación es
relacional, el mensaje debe despertar el afecto y el entendimiento, posibilitando que se
active el descubrimiento y la sorpresa, en el individuo y el colectivo. (Carlos Jara, 2015)

• Establecer ambientes con capacidad de resonancia estética 61


Se trata de favorecer la construcción de ambientes cotidianos bonitos, donde los sujetos
puedan apreciar lo estético y aproximarse a la belleza como fuente de experiencias de
deleite, encanto y gracia. Dar paso a espacios hechos de acordes musicales alegres y
positivos, con valor estético, para posibilitar el brote del agrado y el placer, y también,
para encontrar dopamina como respuesta cerebral positiva. Valerse de la psicogeografía
al diseñar los entornos. Imaginar espacios cotidianos bonitos, plenos de pequeños

60
https://noeticprograms.org/wp-content/uploads/2018/07/C3-Infographic-new.pdf
61
Matthew E. Sachs, Robert J. Ellis, Gottfried Schlaug, and Psyche Loui. (2016). Brain connectivity
reflects human aesthetic responses to music. Social Cognitive and Affective Neuroscience.
https://www.musicianbrain.com/papers/Sachs_BrainConnectivity_AestheticResponses_to_Music_SocC
ognAffectNeurosci_2016.pdf

124
detalles de armonía, cuidado y expresión estética, de información relevante, para
posibilitar la resiliencia y resistencia.

• Establecer ambientes con capacidad de resonancia emocional


positiva (Byung-Chul Han)
"Si un buen plan de vida exige que se pase de la vida activa a la vida contemplativa, a
menudo también es útil que el alma vuelva de la vida contemplativa a la vida activa, de
manera que la llama de la contemplación, encendida en el corazón, regale a la actividad
toda su perfección". San Gregorio Magno
Existe una relación de influencia bidireccional entre el sujeto y el entorno cercano.
Nuestra convivencia es influida por el hogar, el barrio, el vecindario, los colores de las
casas, el distrito, las calles por las que caminamos, el tipo de ruido, los noticieros, la
basura, las redes sociales, los grupos de pertenencia, las decisiones gubernamentales,
los buses, la religión, la publicidad, los fake news, etc. El entorno resuena energías que
impactan en nuestra vida cultural, emocional, social e intelectual, directa o
indirectamente; tienen efecto afectivo en lo que pensamos, lo que sentimos, lo que
hacemos. La cultura crea lógicas de repetición de comportamientos, cuyas energías
cobran fuerza a la par que las emociones sostienen su “ruido”. Se condicionan pautas
de interacciones que guían el comportamiento, se vuelven habitus. Existe una relación
de interdependencia entre el entorno que nos rodea y la psiquis humana. Cuando el
entorno esta hecho de suciedad y tensión, de inseguridad, la mente puede experimentar
o sintoniza estrés, indolencia, miedo. Una calle sin iluminación, puede hacernos sentir
desprotegidos. El mundo sociocultural es internalizado de mil maneras, porque se
mezcla con la dotación genética y la experiencia particular de cada uno, creando una
diversidad de experiencias personales. Mismo así, se replican pautas culturales comunes
que marcan la subjetividad.
Se sugiere desarrollar y evaluar instrumentos pedagógicos y de comunicación educativa,
con capacidad de enactivar estados de ánimo positivos – secreción de oxitocinas –
generando sentimientos de cooperación, para aproximar el tejido social, disfrutar del
tiempo y contrarrestar el cansancio y la separatividad. Por igual, formular instrumentos
de política pública e instrumentos técnicos que posibiliten la ralentización local, bajando
“ruidos” de todo tipo, principalmente la contaminación acústica, mediante
comunicaciones simples, sin distorsiones, culturalmente mediadas. Es difícil ir con
lentitud por la vida moderna, en intensa rapidez, haciendo zapping, pero es la única
forma de armonizarnos. La intensidad del estrés ambiental impacta en la salud y
percepción las personas, en sus comportamientos; vivir rodeado de basura y ruido
afecta la salud física, y también la emocional, causa ansiedad, desordena la psiquis.
La gente se vuelve más participante y empática – serena - cuando el espacio público
local es “cuidado” y es bonito, lo que nutre el sentido de pertenencia a su comunidad.
Es del todo necesario prepararse internamente para “negar la negatividad”, y transitar
intermitentemente hacia modos de vida contemplativa, recuperando el silencio y el
asombro, pero sin evadir la jornada cotidiana.
125
Los mensajes proyectados en el entorno, deberían comunicar un sentido de juntidad;
sintonías afectivas compartidas, esto es, crear “puentes” subjetivos comunes, entre
emociones y sentimientos, activando resonancias positivas en el tiempo presente. La
resonancia educativa del mensaje repetido posibilita desplegar climas emocionales
positivos, que despierten el lado bueno y sensible de la subjetividad, posibilitando que
todo un grupo social “sintonice la misma onda emocional”, con capacidad de cambiar
habitus. La racioemocionalidad positiva crea la realidad que nos rodea, beneficia
nuestra actitud, mejora nuestras relaciones, enriquece la cotidianidad.

• El aprendizaje de la comprensión
A la educación, el sistema socioeconómico le pide mucho, principalmente que sea
instrumental, focalizada en preparación del sujeto para la vida productiva y el desarrollo
de competencias con capacidad de lidiar con el mercado, pero muy poco sobre mejorar
la comprensión entre culturas, personas, pueblos, géneros, minorías étnicas y religiosas,
esto es, fortalecer la tolerancia y la solidaridad mutua, como condición y garantía de
una convivencia humana pacífica y moral, respetuosa de la autonomía de los sujetos.
Somos muy carentes de valores de tolerancia, paciencia, justicia, empatía, respeto y
honestidad; porque generalmente no nos aceptamos, ni respetamos a nosotros mismos.
“Sin el respeto ni la aceptación por sí mismo no se puede aceptar ni respetar al otro”.
(Humberto Maturana, 1993)
Deberíamos enriquecer la política pública con conceptos éticos transversales que
promuevan “climas” favorables al despliegue de valores positivos, de buenos vivires.
Supone un trabajo interdisciplinario y participativo, para poder establecer adecuadas
condiciones contextuales, sin las cuales las personas y la comunidad difícilmente podrá
interiorizar valores positivos y nuevos habitus. No es posible crear instituciones
alternativas sin cambios en la cultura subjetiva, a nivel de los valores que se viven. Los
modelos de comunicación educativa deberían contener variables que permitan el
reforzamiento continuo de los comportamientos deseados. Se requieren de entornos
facilitadores de la participación, para nutrir una cultura de dialogo y proximidad;
espacios que sean bonitos, donde se pueda practicar la escucha empática, debatir,
aprender, y posibilitar la emergencia del consenso. Se exige democratizar
educativamente a la democracia.
Se requieren nuevos liderazgos. Para nutrir la solidaridad, todos deben ser convidados,
principalmente los sectores vulnerables, usualmente negados de la palabra, sin ataques
personales o amenazas, aprendiendo a discrepar, no sobre las personas, sino sobre las
ideas, pero comprendiendo las relaciones de poder, los intereses en juego.

126
Somos una sociedad enredada y debemos enriquecerla con vínculos positivos; porque
las redes no son necesariamente buenas en sí mismas, como las que existen en torno al
narcotráfico. La vida social está llena de relaciones, lazos, vínculos que articulan o
conectan “nodos”, de forma diferente. La convivencia social que observamos, por
ejemplo, cuando procuramos protección y sustento, las conexiones que se establecen
entre personas, barrios y comunidades, buscando soluciones simples para problemas
comunes, todas son manifestaciones que explican la existencia territorial de arreglos
sociales de proximidad, redes informales. Deberíamos ampliar las redes de proximidad
– la conexiones empáticas y solidarias – para enriquecer de aprendizaje y bienestar el
entorno. Las redes juegan un papel fundamental en la configuración de la convivencia y
el entorno.
Benjamín Allen (2017) se pregunta: ¿Qué tipo de condiciones conducen a la evolución
del comportamiento cooperativo, cuando normalmente esperaríamos que prevaleciera
el egoísmo? (…) Los individuos pueden cooperar, ayudando a sus vecinos a un costo para
ellos mismos o no. Esta elección es un ejemplo de lo que la teoría de juegos llama el
'dilema del prisionero'. Cada individuo, si actuara por puro interés propio, elegiría no
cooperar. Sin embargo, la cooperación de todos conduce a una mayor prosperidad para
todos. (…) Las dos estrategias, cooperación y no cooperación, se difunden a través de la
red a medida que los individuos imitan o aprenden de sus vecinos. Es más probable que
las personas imiten a los vecinos que se desempeñan mejor en el dilema del prisionero.
Con el tiempo, una estrategia ganará: la sociedad convergerá a un estado en el que todos
cooperan o nadie lo hace.” 62 En defecto, podemos identificar a los actores más

62
Benjamín Allen (2017). La cooperación global depende de la fuerza de las conexiones locales.
https://aeon.co/ideas/global-cooperation-depends-on-the-strength-of-local-connections

127
influyentes, reconocidos localmente, para que sean los multiplicadores de buenas
prácticas; ellos son los nodos centrales en las redes. Podemos fortalecer los vínculos o
lazos de cooperación y aprendizaje, los de acuerdo y cuidado compartido, divulgando
información entre las redes sociales territoriales. (Albert-László Barabási, 2002).
Pero necesitamos desarrollar nuevos instrumentos de comunicación; ello también
mejora, eventualmente, la calidad de las conexiones con el entorno natural. Se trata de
establecer comunicaciones educativas que posibiliten el despliegue de sentidos y
vínculos significativos, con los otros, favoreciendo la emergencia de nuevas
convivencias, enraizadas en vivencias subjetivas, valores y habitus positivos;

• Deberíamos replantear las preguntas básicas


Amar las preguntas
De Rainer María Rilke

Ten paciencia con todo aquello


que no se ha resuelto en tu corazón
e intenta amar las preguntas por sí mismas,
como si fueran habitaciones cerradas
o libros escritos en una lengua extranjera.
No busques ahora las respuestas
que no estés preparado para vivir,
pues la clave es vivirlo todo.
Vive las preguntas ahora.
Tal vez las encuentres, gradualmente, sin notarlas,
y algún día lejano llegues a las respuestas.

Los mensajes educativos a ser comunicados, los eventos de educación reflexiva, los
cursos de capacitación, etc., además de su propósito instrumental, deberían ayudar,
como mínimo, a tomar consciencia de las negatividades, afirmando la importancia de
lograr claridad de mente y entender cómo se sitúa el Yo en el contexto mayor. Se trata
de clarificar la visión de futuro, para orientar la transformación en el modo de vivir.
1) ¿Cómo queremos vivir? ¿Qué es lo esencial en la vida? ¿Como vivimos ahora?
¿Cuál es nuestra visión del mundo? ¿Cuáles son las reales necesidades del ser
humano? ¿Cuál debería ser nuestro futuro? ¿Hacia dónde y cómo debe transitar
el mundo? ¿Qué valores y principios mínimos deben inspirarnos?
2) ¿Cómo es nuestra situación actual? ¿Cuáles son los temores y los conflictos no
resueltos que nos parasitan? ¿Cuáles son los afectos negativos que nos
dominan? ¿Cómo somos subyugados por dentro?
3) ¿Qué podemos hacer? ¿Es posible vivir en culturas de simplicidad voluntaria?
¿Cómo podemos crear ese futuro sustentable y resiliente? ¿Cómo debemos

128
organizarnos? ¿Qué elementos son esenciales en nuestras vidas para alcanzar
una felicidad duradera?
4) ¿A dónde vamos después de “desarrollarnos”? ¿Qué estamos siendo mientras
nos “desarrollamos”? ¿Logramos algún cambio personal o replicamos los
mismos egoísmos? ¿Cómo vivir sabia y armoniosamente en tiempos de crisis
climática?
5) ¿Cómo podemos vivir juntos de modo satisfactorio? ¿Cómo podemos
armonizarnos, tranquilizarnos?
6) ¿Qué podemos hacer para conquistar un mínimo de autonomía, empezar a
desmercantilizarnos?
7) ¿Qué valores mínimos deben orientar la acción colectiva?
8) ¿Qué podemos hacer para lograr resiliencia y autodeterminación, para sostener
un proyecto de vida propio, que sea común, y en constante mejoramiento?
9) ¿Cómo transitar del temor hacia estados positivos de harmonía, simplicidad
creadora y empoderamiento?

• Los conflictos: ¿Cómo transformarlos por medios pacíficos?

Los conflictos son una constante en la agenda de la humanidad, inherentes a la actividad


de nuestra especie, nos han llevado a cooperar en grandes grupos, a compartir la comida
y también a lanzar bombas atómicas. La evolución del sistema cerebral y bioquímico
humano inventó la cultura – normas, valores, actitudes, creencias, instituciones – para
facilitar la relación social de la supervivencia, reproducción y cooperación, con los otros
seres humanos y la Naturaleza, construyendo sensaciones y sentimientos subjetivos
expresados mediante el lenguaje.
Como seres humanos hemos podido sobrevivir gracias a la cooperación con las demás
personas; ello se desprende de nuestra capacidad para crear mitos e historias y
comunicarlas. Mientras más se moderniza la sociedad y se mercantiliza la vida social, a
medida que se desarrolla el progreso, se vuelven más intensos los comportamientos
egoístas e individualistas. (Friedrich Hayek, 1981). Los comportamientos egoístas
generan polémica y oposiciones, pero tienden a replicarse cuando no hay cambios
internos; cuando siguen vibrando las mismas negatividades. Aunque tenemos capacidad
de paz positiva, con frecuencia, el conflicto nos desborda y vuelve tóxica a la cultura; el
entorno cambia más rápido que nuestra velocidad de adaptación.
Además del miedo que se transmite desde el poder para disciplinar a la población, los
sujetos atemorizados viven descripciones de un mundo hecho de retazos. El sentido de
separatividad desteje las redes de significado que condicionan las conductas, las
relaciones sociales. Emergen relatos de una realidad insegura alejada de la comprensión
y normoticamente violenta. Debemos aprender a manejar el conflicto; todos los
acuerdos son emocionales y se requiere asumir una actitud pacífica “desde adentro”.

129
Las energías conflictivas son normales en cualquier organización o grupo humano,
siendo difícil conseguir juntidad e vínculos harmoniosos. Los conflictos traducen
construcciones sociales resultantes de interacciones cargadas de percepciones
encontradas, de sentidos, valores y creencias replicadas y enfrentadas a lo largo del
tiempo. Los conflictos ayudan a percibir los diversos intereses, objetivos, puntos de
vista, valores, o defectos, teniendo la capacidad para desplegar procesos de creatividad
e innovación. Cuando el conflicto encuentra cauces de negociación no necesariamente
se traduce en violencia, porque los sujetos discuten, pueden canalizar sus demandas.
Deberíamos asumir que en el mundo existe una pluralidad de verdades, y que la realidad
manifestada se disfraza desde muchos puntos de vista. Pero, una consciencia más
elevada, incluyendo una lectura reflexiva del contexto - entorno - siempre ayuda a
esclarecer las percepciones, lo que mejora la calidad del mensaje en la comunicación;
también hay resonancia en la creatividad. Deberíamos repensar las organizaciones y
generar, desde ellas, culturas dialógicas de reciprocidad, enriquecidas de
conversaciones e iniciativas compartidas. Ello permite – el conocimiento humilde -
gestionar los conflictos y fortalecer la cohesión.

• La Tercera harmonía: los Derechos de la Naturaleza


Os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la
vida, para que vivas tú y tu descendencia (Deuteronomio. 30, 19)
Vivimos experiencias cotidianas dominadas por la técnica. El dominio de la técnica es un
camuflaje para el dominio de una clase dirigente determinada, mentalmente
mecanicista. (William Irwin Thompson, 2006). Esa pulsión descargada por elites
irresponsables produce una crisis ambiental de escala planetaria tan crítica, que pone
en peligro nuestra supervivencia. Como afirmamos arriba, numerosos científicos nos
advierten del daño ecológico producido por un crecimiento económico intensamente
estúpido. Pero la ciencia y la técnica no tienen los instrumentos para cambiar los habitus
destructivos de las personas sobre la Naturaleza. “Para movernos hacia la ecología de la
consciencia, también necesitamos las sugerencias de los místicos planetarios” (William
Irwin Thompson, 2006).
La vida no es posible sin la Naturaleza, porque la Naturaleza es la Vida. Siendo o ser
humano un ser natural, también nos implican los Derechos de la Naturaleza, que
supuestamente están fuera del propio Ser Humano. Por consiguiente, la destrucción de
la Naturaleza es también la destrucción del ser humano. Los Derechos de la Naturaleza
son también Derechos Humanos. Es un derecho humano que exista protección de la
Naturaleza, al margen de cualquier utilidad. ¿Acaso no es derecho del pajarito Azulejo
el poder vivir, para poderle silbar al mundo, y también que sea un derecho humano el
garantizar que esa avecilla tenga derecho a existir? (Franz Hinkelammert, 2012). El
sistema Naturaleza no está separado de nosotros, es también nosotros. Por ello
debemos reconocer sus Derechos, admitiendo que conlleva valores propios, intrínsecos,
independientes de cualquier economía verde. (Eduardo Gudynas, 2011).

130
Sabemos que el sistema capitalista tiende a destruir sus propias condiciones biofísicas
de existencia. Porque sigue la lógica del continuo crecimiento, cueste lo que cueste, no
la ética de la suficiencia, ni el respeto a los bienes comunes. Afirmar los derechos de la
Naturaleza equivale a reconocerla como sujeto y posibilitar la justicia ecológica
necesaria para defender las redes de vida. Se trata de enriquecer el imaginario del
mundo bueno, cuidadoso y creativo que anhelamos, cimentado en una nueva ética para
reorganizar la vida, articulando la justicia social, la ambiental, y la ecológica. (Alberto
Acosta, 2017)
La sustentabilidad es un concepto que va más allá del enfoque de que los animales y
plantas – los ecosistemas – tienen derecho a la vida, y constituye un reto para la cultura
humana. La crisis ambiental es básicamente el producto de un bloqueo en la consciencia,
acosada por la destructividad que hace de nuestra vida un infierno, y también la de los
otros. (Vittorino Andreoli, 2018) Esa negatividad traduce la acumulación de actitudes
descuidadas hechas habitus, la replicación de patologías culturales, económicas e
inclusive religiosas que separan la humanidad de la Naturaleza, incluyendo a Dios. La
destrucción ambiental habita dentro de nosotros; es cebada actualmente por el
capitalismo neoliberal. Todos los semblantes de la Naturaleza son expresiones de la vida,
y también, destellos de lo espiritual, teniendo en la consciencia la verdadera sustancia
o base esencial de la realidad física manifestada.
Es urgente encontrar instrumentos para el despliegue de una nueva consciencia social,
plena de valores positivos, destinada a construir un futuro alternativo. (Papa Francisco,
Laudato si’ 2015) Toda nuestra vida sería diferente si solo pudiésemos apreciar su
milagro acopiado en una sola flor. (D.T. Suzuki, 1975)

• La idea cartesiana de la sostenibilidad esta presa en una lógica que


busca, sobre todo, maximizar el retorno de las inversiones.
Se sostienen las cosas, se sustenta la vida; el “desarrollo” sostenible es un proceso
antropocéntrico y conservacionista pensado “racionalmente” para sostener las
ganancias, y bajo los principios capitalistas de la economía de mercado y el consumismo.
Valentí. Rull, 2010). El modelo extractivo llega a hablar de “tecnologías limpias”, y de
minería responsable y sustentable, apenas mitigando ciertos impactos negativos en el
entorno. La noción sostenible ha buscado absorber la cuestión ecológica en la retórica
tecnocrática, astutamente, para despolitizar el debate; se reduce su complejidad para
mantener la separatividad en la percepción: producción limpia vis sucia. 63 Todo el
sistema económico afirmado en el crecimiento ilimitado es insensato; su trayectoria no
es sustentable. Nuestra negatividad racioemocional no está garantizando la continuidad
generacional de los “servicios ecológicos” - protegiendo la biodiversidad - a menos de
que consiga que le asignen valores económicos. La sustentabilidad es un principio de
autoorganización, una eterna búsqueda de equilibrios básicos de la Naturaleza, para

63
Lo afirmo con conocimiento de causa. Fui Director de Desarrollo Rural Sostenible del Instituto
Interamericano de Comparación para la Agricultura (IICA) de la OEA, con sede en Costa Rica, entre 2008
y 2010.

131
mantener la integridad de sus sistemas, sin deformarlos. Su despliegue, relativamente
continuo, supone harmonizar las relaciones entre las personas, la sociedad y la
Naturaleza, cuestión que no depende de la racionalidad tecnológica, sino de la forma
como esta “organizada” la subjetividad, individual y colectiva. Esto es muy difícil, porque
la energía que circula intersubjetivamente tiende a pulverizar los campos de proximidad,
lo que nos fragmenta, afectando las relaciones con el “medio natural”. Debemos ser
capaces de construir otras realidades, comenzando por generar nuestro propio entorno
íntimo, que pueda incidir en los otros espacios y sujetos con los cuales interactuamos.
Las relaciones harmónicas son la base del Buen Vivir, y no tienen precio.
El desdoblamiento de la sustentabilidad depende - más allá de la sensibilidad perceptiva
- de la calidad y densidad del tejido social, de los imaginarios y significaciones que vibran
en la subjetividad, incluyendo los instrumentos de comunicación educativa, para el
entusiasmo, el activismo, la participación en el imaginario, y la formación de habitus
positivos o disposiciones cuidadosas.

• Además de procurar desplegar las 3 harmonías, debemos


aprender a resistir. (Edward Lorenz - Carl Gustav Jung – Ilya
Prigogine - David Peat)
La resistencia (económica, ideológica, espiritual, cultural) pudiera ser conceptuada
desde la metáfora del “efecto mariposa”- teoría del caos - como la búsqueda de breves
o menudos acontecimientos dirigidos conscientemente a apartar al “sistema de su
punto de equilibrio”, desde una acción o evento que sea pequeña, positiva e inusitada,
pero significativa, y que pueda desencadenar grandes resultados. Y simplemente porque
la acción tiene la capacidad de alterar las “condiciones iniciales negativas” que son
replicadas - por ejemplo, las actitudes del poder machista - haciendo posible su
despliegue hacia segundas personas, quebrando negatividades e influyendo
positivamente en el contexto, al generar resonancias armónicas de ideas,
significaciones, valores y prácticas. A medida que empiezan a brotar esos pequeños
eventos, la vida cotidiana se transforma sutilmente, y como resultado de impulsos
impredecibles. No se requieren regulaciones ni organizaciones, sino aproximaciones,
comunicaciones que posibiliten la circulación de ideas, imaginarios, estrategias,
emociones positivas. Se pueden “construir” subjetivamente, en el presente, esos
contextos de futuro e imaginar las acciones iniciales, creativamente. El entorno es un
sistema abierto, alejado del equilibrio, pero pudiéramos lograr desde pequeñas
acciones, que algunas cosas cambien para bien, positivamente, y que aparezcan junto al
sistema que permanece caótico. “Una persona está bien definida como tal, pero
simultáneamente está implicada en un orden más extenso “(Ilya Prigogine).
Un nuevo orden puede nacer del caos, si solamente pensáramos en crear fluctuaciones
- comunicándonos educativamente – en el sistema. No necesariamente deben ser
grandes, pero si muchas comunicaciones, produciendo bifurcaciones. Nuestra sociedad
es un constante proceso de construcción, esto es, existe dentro de la dinámica del
cambio evolutivo, y en medio del riesgo y el caos. Actuando conscientemente en

132
dirección a la plenitud, podemos incidir homeopáticamente en las probabilidades
futuras; sincronicidades positivas pueden germinar de las contingencias. (F. David Peat,
2007).
Nuestros intelectuales orgánicos están contaminados por el reduccionismo teórico-
economicista, cognitivamente estúpido para solucionar los complejos problemas del
Ecuador (la degradación ambiental, las desigualdades, la exclusión de los sectores
campesinos e indígenas, la ignorancia de población, la pobreza de consciencia, la
corrupción, la inseguridad, el desempleo, el rentismo empresarial, el abuso del sistema
financiero, etc.), dedicados a la replicación del “más de los mismo”. Las creencias
desarrollistas y neoliberales evitan, limitan o bloquean un auténtico “desarrollo” de la
vida humana en plenitud.
Pudiéramos enriquecer nuestras teorías de cambio social introduciendo conceptos que
vienen de la física cuántica: emergentes sistémicos, estructuras disipativas, innovación
constante, futuros abiertos, efectos mariposas, tiempo irreversible, atractores externos,
creación de orden a partir del caos, equilibrio lejano al equilibrio, puntos de bifurcación
que indicar la emergencia de un nuevo fenomeno, regiones de inestabilidad, etc.
La fuerza de la resistencia subjetiva que se requiere para liberarse tanto de los parásitos
psíquicos, como de las opresiones, no consiste en aumentar la capacidad individual y
social para el combate, sino posibilitar el desdoblamiento consciente de la propia
autonomía, la capacidad y voluntad para incidir positivamente en los Otros, en claridad
perceptiva. La resistencia de la consciencia no se detiene en campos introspectivos;
porque la emancipación es un proyecto ético. “No hay acción social auténtica sin
espiritualidad; no hay verdadera espiritualidad sin acción social consecuente”. (Luis
Razeto M, 2006) Como hemos venido argumentando, se trata de darse cuenta de las
“sombras” que crea la luz del Ego, de comprender cómo pensamos, sentimos y
actuamos, como antecedente del cambio personal, subjetivo, y también social. Hay una
misión ética que debemos cumplir, una aspiración más amplia de cambio positivo.
¿Como debemos vivir y cuál es mi tarea en el mundo? (C. Otto Scharmer, 2009)

Es preciso vencer el temor interior condicionado e imaginar a la política íntima


proyectada hacia el Otro, desde la instauración de pequeñas acciones positivas, gestos,
conductas y comportamientos simples, pero llenos de significado – amorosos - cuyas
energías pueden materializarse, generativamente, en nuevos habitus; si solamente
pudiéramos articularlas y repetirlas muchas veces, con otras parecidas, dando paso a
sincronicidades, a coincidencias significativas; estos hechos inesperados implican el
desplegamiento de la potencialidad. (F. David Peat, 2007). La única manera de instalar
en el cotidiano un nuevo habitus replicando su experiencia muchas veces. En contextos
o entornos favorables al despliegue de la paz y creatividad – la plenitud como imaginario
– es posible crear un abanico de micro poderes íntimos comprometidos, cocreadores,
que produzcan resonancias en el ambiente, y hagan de puente entre los valores y la
cultura colectiva. “Dormía y soñaba que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era
servicio, serví y vi que el servicio era alegría.” (Rabindranath Tagore)

133
• Debemos configurar un nuevo sujeto social, a la par que un
nuevo tipo de sociedad democrática.
En la actual cultura política (no) liberal y financiarizada todo se compra, todo se vende y
todo se vuelve dinero. Asociada al capitalismo financiarizado, la democracia (no) liberal,
usualmente elige gobiernos autócratas que, además de prometer progreso material e
hiperconsumo, alimentan la competencia y frivolidad en la ciudadanía, apelando
inclusive a la violencia para la resolución de problemas. (Fareed Zakaria, 1997). Esa
democracia usualmente descarga el temor social para condicionar decisiones,
distorsiona la representación, y se vuelve funcional al autoritarismo machista, de
derecha o de izquierda. El autoritarismo usualmente prostituye a la “democracia”, el
“duro”, el cacique, el especialista en traición, se convierten en la figura emblemática de
la gestión pública; la ciudadanía marcha ingenua detrás del macho performado o
disfrazado. El autoritarismo se sostiene en un gobierno fuerte, tiende a crear sus propias
reglas de juego, y afirma que estas deben ser respetadas, aparentemente, pase lo que
pase.
Detrás del autoritarismo se esconde el espectro de una izquierda fracasada. Jactadas de
progresistas, esas democracias (no) liberales apostaron en la modernización capitalista,
el extractivismo, la dependencia, el más de lo mismo. Son democracias parapléjicas,
moralmente debilitadas, formalistas y carentes de contratos sociales que permitan a las
poblaciones organizarse y movilizarse, informarse reflexivamente, para poder formular
y concretar políticas que afiancen los intereses comunes. Es a nombre de la democracia
(no) liberal que se sacrifican a las generaciones futuras y a muchos grupos de las
generaciones presentes, preservando estructuras sociales que combinan opulencia y
miseria, sitiados por la insatisfacción, el miedo y la neurosis, sin sentido de felicidad que
explique su existencia.

No se afirman los principios y valores éticos esenciales de la democracia: el respeto


irrestricto a la libertad de ser, pensar y actuar, la búsqueda de la igualdad, el derecho a
la diversidad, la convivencia en solidaridad colectiva y participación ciudadana. Es lo que
nos permite imaginar y concretar alternativas, enfrentar las negatividades y transformar
las sombras de la violencia y la impaciencia en Buenos vivires. (Cándido Grzybowski,
2019

• Democracia dialógica y construcción de ambientes aprendientes:


proximidad para antagonizar, comprender y construir consenso.
El diálogo debería ser entendido como capacidad de mostrar empatía, intercambiar
conocimientos y expresar fe por medio de una evaluación de valores, actitudes y las
acciones de los otros. (Rudy Heredia). En la democracia dialógica la comunicación
debería ser cognitiva y emocional, en ambientes de tolerancia mutua, partiendo de la
autonomía personal, y en contacto con los propios valores (Jürgen Habermas). El diálogo
reflexivo permite el reclamo por la igualdad, la equidad y la sustentabilidad; la
convicción de que todos podemos aprender a cambiar éticamente. Como anotamos,

134
para movilizar la confianza y la fe personal, y abrirse empática y solidariamente a los
Otros, es preciso emprender el conocimiento a uno mismo.
Nuestros políticos no tienen un proyecto ético de convivencia democrática. En Ecuador
la “democracia” es sinónimo de falsas promesas, demagogia, culebrones, traiciones,
corrupciones, embustes, juegos de oposiciones, polarizaciones, incongruencia,
intolerancia, decadencia, existencia indigna, injusticias, juego sucio, instituciones
parapléjicas. Hay que caminar en contramano, reflexivamente, sin ilusiones. La
micropolítica emancipadora debería ser un instrumento para fomentar la convivencia
democrática, enriquecer el convivir en democracia, en honestidad y responsabilidad
para recuperar la esperanza. Desmond Tutu nos decía: “Si eres neutral en situaciones de
injusticia, has elegido el lado del opresor”.
Un proyecto ético de convivencia democrática debería crear ambientes locales de
diálogo e interaprendizaje, para ofrecer a las familias, organizaciones y comunidades,
las condiciones de proximidad necesarias para facilitar la conversación educativa, la
escucha del Otro, posibilitando informarse, contextualizar, comprenderse, descubrir,
motivarse, y así asimilar inteligentemente las situaciones. (Dr. Michael Laitman)

• Urge despertar la innovación en la política pública: la felicidad


Los marcos conceptuales e ideológicos que orientan las políticas públicas carecen de
visión integradora, desarticulan la gestión, atomizan los programas y someten las
decisiones a cálculos proselitistas e intereses corporativos, relegando el bien común.
Domina el modelo administrativo clásico que delega al Estado, ante todo, la
responsabilidad de ofrecer con eficiencia los servicios públicos, sin preocuparse por
cambiar los hábitos negativos ciudadanos. Se viene estableciendo un sistema
burocrático autoritario que resiste la importancia de innovar y ensayar alternativas de
gestión ajustadas al manejo de la complejidad y la incertidumbre, al despliegue de la
sensibilidad y la participación ciudadana. No existe una cultura que permita a los
ciudadanos controlar a sus gobiernos.
Los problemas sociales, culturales y ambientales son percibidos por la tecnoburocracia
desde afuera del cotidiano ciudadano, supuestamente con sometimiento pleno a la Ley
y el Derecho, en general, sin compromiso ético. El aparato debería operar en función de
los intereses generales y actuar conforme a principios de jerarquía, honestidad,
participación, eficacia, transparencia, responsabilidad, descentralización,
desconcentración y coordinación, pero funciona como un cuerpo atomizado y atrapado
en una confusa trama legalista. En general. se promueven soluciones verticales
sectoriales desarticuladas, el uso indebido del cargo públicos en aras del interés privado,
un formalismo cada vez más marcado por la noción del costo-beneficio. La gestión
pública no aprende a transformarse, se encapsula en una racionalidad cerrada, es
ambigua y tiende a replicar el “más de lo mismo.”
Nuestra crisis de direccionalidad política está inmersa en los juegos del poder, tanto
económicos como sociales, pero esencialmente, en la ausencia de valores y la

135
imposición de falsos imperativos que los acompañan; en la falta de un proyecto
compartido y viable de país. Más profunda se vuelve esta crisis cuando el proyecto de
gobierno por el cual la “mayoría” vota, es diferente al que se ejecuta; cuando son las
corporaciones las que realmente definen los lineamientos básicos, los destinos. El modo
crisis empuja a la población hacia los extremos, el electorado se polariza, las redes
sociales nutren el tono del distanciamiento.

La fragmentación sociopolítica dificulta procesar la amplia variedad de disputas o


conflictos, las contradicciones sociales, sosteniendo las oposiciones partidarias o
grupales. Frente a esa complejidad, incluyendo la velocidad del mundo actual, no hay
otra salida que la intensificación del control social. El juego del poder precisa sacar la
carta del “liberalismo del miedo”, y de muchas maneras, como anunciando
periódicamente el “modo crisis.” Junto a los poderes fácticos - más allá de los
mecanismos cerebrales que enactivan los sentimientos de miedo y ansiedad, y las
respuestas conductuales y fisiológicas que acompañan estas experiencias - el marketing
político sabe que el miedo es un estado mental subjetivo replicado hasta el cansancio
en las sociedades injustas y desiguales como la nuestra. Los medios de comunicación se
encargan del resto, del dramatismo, la programación de “culebrones”, de la
polarización, el discurso que reafirma las amenazas a ciertas creencias, la demonización
del rival político. Se trata de construir, en estos tiempos de guerra económica, un
sentido perverso de “unidad” social negativa, que afirma la subalternidad.
Por lo que para conseguir los objetivos gubernamentales - en el marco de esta
democracia (no) liberal - no parece suficiente mejorar el rendimiento de la gestión,
elaborar planes estratégicos, aplicar esquemas de eficiencia, formular y evaluar planes
operativos, flexibilizar las estructuras burocráticas, crear instancias de lucha contra la
corrupción, perfeccionar los sistemas de la información estatal, desarrollar el talento
humano, mejorar el uso del presupuesto, vender las empresas estatales, disminuir el
déficit público, etc. La mejor regulación de la sociedad (no) liberal, es la norma del
miedo; porque gobierna casi todas las resistencias de la sociedad. El miedo político
legitima el “espíritu” protector de las elites, reformatea al viejo gamonalismo, replica las
relaciones de dominación, el ciudadano se atemoriza sólo en la posibilidad de pensar
que no podrá consumir. (Corey Robin. 2009)
Urge una reflexión ética sobre la cultura de formulación e implementación de políticas
públicas, a fin de que la democratización de la democracia posibilite, simultáneamente,
desplegar una nueva sociedad. No es una reflexión técnica lo que se necesita, peor aún
corporativa.

Debemos combatir la incongruencia y la incompetencia. La innovación en política


pública sugiere un pensar ético y creativo, una ruptura con lo obsoleto, lo fracasado, lo
mediocre y los dogmatismos; se demandan nuevos enfoques para gestionar los
problemas, interaprendizaje ciudadano y participación reflexiva. Las políticas diseñadas
como soluciones a problemas “sectoriales” carentes de un enfoque sistémico y dialogo
participativo tienden a ser insostenibles a mediano y largo plazo. Son los dogmatismos

136
los que bloquean el entendimiento entre las partes. La ética no genera agresiones, son
las ideologías.
La teoría de la complejidad sugiere pasar del análisis de los factores individuales del
sistema hacia la observación del sistema como un todo, esto es, como una red de
elementos interactuantes que producen propiedades distintas a las partes. Ello hace que
las acciones sectoriales sean mucho más que intervenciones mecánicas y que el esfuerzo
articulado de lugar a cambios emergentes. Es muy difícil manejar los asuntos públicos
en condiciones de conflicto e impredecibilidad. Los sistemas socioeconómicos no se
expresan ordenados, no son previsibles o controlables, porque son complejos,
constantemente generan incongruencia entre sus propios problemas y fenómenos, y las
regulaciones, las normas y las prácticas de gestión. (Robert Geyer y Samir Rihani, 2010).
Ni privatizada, ni sectorializada, se demanda otra calidad de política pública, orientada
hacia la plenitud, la sustentabilidad, la resiliencia y la creatividad. Deberíamos pensarla
desde el pensamiento complejo, introduciendo en ella el componente de felicidad,
como recambio de metas, más allá del reducido aumento en el PIB o el bienestar. Un
Estado ético debería crear condiciones que favorezcan el despliegue de la paz, la
armonía y la felicidad. El único objetivo que une a todos los seres humanos es que cada
uno quiere ser feliz, a su manera.

El logro de la felicidad debería ser tratado como componente básico de la agenda


pública; pero se requiere una categoría superior de pensamiento político, generado
desde otros niveles de consciencia. La noción de felicidad es complicada, pero
esencialmente se trata de lograr un estado de sensatez racioemocional en el sujeto que
posibilite dejar atrás, intermitentemente, sus temores y conflictos.
Porque la felicidad es básicamente el resultado de la conquista de uno mismo, y la
cultura política convencional afirma más del mismo individualismo, no la consciencia
comunitaria. Cuando se es feliz se siente gratitud en y por la vida. No se trata solo de
garantizar la existencia de las condiciones generales e indispensables de la felicidad, esto
es, los Derechos Humanos para la buena salud, la inclusión, la libertad, la educación, la
alimentación, la vivienda, la dignidad, etc., sino esencialmente, de posibilitar la
emergencia de una apreciación subjetiva positiva en la persona, en el grupo, en la
comunidad; un estado de consciencia que varía según la condición sociocultural, el
espacio y el tiempo. En la cultura de la negatividad, vivimos amenazados por el
desconsuelo, con pocos instrumentos para calmar los conflictos interiores y lograr
equilibrio personal reconociendo conscientemente las emociones.
La felicidad es una tonalidad, un “clima”, una coloración, un matiz, una disposición
construida día a día, en la relación con uno mismo y con los Otros, desde habitus
positivos. Esa “tonalidad” supone una reflexión, desde la calma. “Ser feliz supone que el
hombre sea capaz de lograr un equilibrio que supere sus contradicciones y sus conflictos.
Si el hombre quiere ser feliz, no debe olvidar que la felicidad es el resultado de una
conquista primero sobre él mismo y luego sobre un mundo en el que debe tener en cuenta

137
no solamente las fuerzas naturales, sino también a los demás hombres. (Jean-Paul
Margot, 2007).
En metáfora, la felicidad puede ser entendida como un modo de vivir la realidad, en
armonía, libertad y salud, con la capacidad de “darnos cuenta de nuestra potencialidad
de vivir desde una nueva perspectiva” (Joost Kuitenbrouwer, 1992)
La felicidad no es sinónimo de placer, ni de niveles de ingreso. Sabemos que “alcanzados
ciertos niveles de satisfacción material, los aumentos en la riqueza no se traducen en
incrementos paralelos en Felicidad ”. (José A. Rodríguez Díaz, Mireia Y. Gimeno, Liliana
Arroyo Moliner, 2006). 64 La concepción de felicidad no ha sido demarcada o
instrumentalizada en la política pública, de manera de que se vea reflejada en las
métricas, pudiendo influir positivamente en la innovación de la gestión y
presupuestación.
Ello obedece, principalmente, a cuatro causas:

1. El paradigma económico dominante, que esencialmente promueve el


crecimiento material como máximo ideal;
2. La racionalidad instrumental que apuesta en el progreso lineal e indefinido, y
otorga gran valor a la experiencia cuantitativa y demostrativa de la realidad;
3. La ortodoxia técnica que pauta la formulación de la política pública, impidiendo
la elaboración de propuestas alternativas intercientíficas, interculturales, y
genuinamente participativas;
4. La visión “normal” de cómo debe funcionar el mundo, apoyada en un lenguaje
dualista y materialista que prioriza las cantidades por sobre las cualidades, la
competencia por sobre la colaboración, lo medible por sobre lo sensible, la
eficiencia por sobre la suficiencia, las relaciones utilitarias por sobre los vínculos
afectivos, el superar a los otros por sobre el compartir con los otros, etc. 65
Debemos cambiar el punto de vista economicista y sectorialista de la política pública,
salir de la mediocridad reduccionista. Se exige una discusión abierta, una revisión de los
mecanismos que formulan y concretan la política pública, compartiendo perspectivas y
responsabilidades, desde instituciones auténticamente representativas. Previamente,
necesitamos deliberar y construir un imaginario compartido - un nuevo proyecto de
Sociedad y País – con capacidad de emancipar al ser humano, que produzca diálogo y
reconciliación, el involucramiento del conjunto diversificado de sujetos. Un imaginario

64
José A. Rodríguez Díaz, Mireia Y. Gimeno, Liliana Arroyo Moliner (2006). El campo de definición de
la felicidad por las Ciencias Sociales: una aproximación desde el Análisis de Redes Sociales.
https://www.researchgate.net/publication/309152487_El_campo_de_definicion_de_la_felicidad_por_l
as_Ciencias_Sociales_una_aproximacion_desde_el_Analisis_de_Redes_Sociales
65
Prioridades que se extienden a la ciencia, los negocios, el mercado, la burocracia, la prensa corporativa
y las universidades, entre otros campos del quehacer humano.

138
que sea simplismo y mapa. Se trata de poner los mejores talentos a dialogar, pensar,
diseñar y probar nuevos enfoques y metodologías, visando el bien común. 66

• Fortalecer el derecho a tener Derechos Humanos para vivirlos


y trascenderlos

Los Nadies
De Eduardo Galeano
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobre,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte:
pero la buena suerte no llueve ayer,
ni hoy ni mañana ni nunca,
ni en llovizna cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen y
aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies:
los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies.
los ningunos, los ninguneados.
Corriendo las liebres, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folclore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en las páginas rojas de la prensa local.
Los nadies.
Que cuestan menos que la bala que los mata.”

Los Derechos Humanos no son los mismos en toda circunstancia de espacio y tiempo, y
transcienden la lucha jurídica por la dignidad de las personas o colectivos, que sufren
diversas tramas de humillaciones. La concepción hegemónica de los derechos humanos

66
Nuestra Constitución establece la necesidad de “Promover el bien común y anteponer el interés general
al interés particular, conforme al Buen Vivir.”

139
se ha convertido en una forma de legitimar el dominio, la miseria y la desigualdad,
aunque se oponga moralmente al individualismo posesivo. (Boaventura de Sousa
Santos, 2014). 67 En la sociedad (no) liberal, tanto las plutocracias, como las
corporaciones perciben a los Derechos Humanos como "costos sociales", y reclaman
suprimirlos en nombre del culto a la competitividad. Los Derechos Humanos no son
dádivas de las clases dirigentes, son el regalo histórico de dignidad de millares de
rebeldes, en actitud de lucha y resistencia.
Las clases dominantes han asumido los Derechos Humanos en términos abstractos,
haciendo de los cánones éticos, unos simples juicios de valor, esto es, declaraciones
relativas comparables a los axiomas de la geometría. De la misma manera que los
postulados matemáticos son diferentes según el tipo de geometría que esté
observando, un juicio de valor sobre “derechos humanos” es percibido, por las
fracciones burguesas, como verdadero, dentro de un cierto sistema de (anti)valores,
pero calificado como falso, dentro de otro. Esa geometría es puro juego de poder. Es
por ello que en diversas partes del mundo y, en especial, en América Latina, hay Estados
que, en nombre de la “democracia” y los “derechos humanos”, imponen dictaduras,
atentados, sanciones económicas, ayudas humanitarias, subversiones,
autoproclamaciones, etc., según los juicios de valor formulados por su propia
conveniencia. Así, los “derechos humanos” se transforman en la justificación funcional
para la violación de los mismos. Los asuntos económicos de los gobiernos caminan por
su lado, y por otro, las obligaciones de derechos humanos que tiene el Estado. Dicho de
otra manera: la economía y los derechos humanos son tratados como temas aislados,
como si fueran compartimentos separados. (Juan Pablo Bohoslavsky, 2018)

Para las clases dominantes los Derechos Humanos nunca son los derechos de la vida
concreta, a lo mucho, documentos cargados de buenas intenciones. Con frecuencia,
siguiendo esta perspectiva hegemónica, los derechos humanos traducen discursos
ciegos que activan programas de “desarrollo” dirigidos a lograr una aparente
“gobernabilidad”, pensada por la tecnoburocracia como la capacidad de aguante - el
“piso mínimo de protección social” - a ser garantizado para no poner en peligro el
sistema. (Franz Hinkelammert. 2012).
Las Declaraciones y el conjunto instrumentos jurídicos de protección que amparan las
expresiones de nuestra diversidad, como la equidad de género, o la lucha contra la
discriminación, etc., han llevado, por cierto, a cambios culturales, posibilitando el
respeto a la dignidad, aquí y allá, pero no logran cambiar las negatividades que nos
muerden por dentro. No han logrado construir sociedades justas. Porque no existen
instrumentos para el despliegue de culturas donde los Derechos Humanos se inspiren
por valores positivos vividos.
Los Derechos Humanos no se realizan simplemente por estar plasmados en el
ordenamiento jurídico, incluyendo la conquista instancias de protección en los órganos

67
Boaventura de Sousa Santos (2014) Derechos Humanos, democracia y desarrollo. Editorial: Dejusticia.
Bogotá. Colombia.

140
judiciales. Se efectúan cuando son vividos, ejercidos, considerados en las relaciones del
cotidiano; las personas resisten la acción negativa. Es un error suponer que, por decreto,
los Derechos Humanos valen para todos, debido a que son percibidos solamente como
algo que debemos legalmente respetar, o como fundamento ideológico para justificar
hipocresías políticas. El enfoque formalista de Derechos Humanos, con frecuencia, está
destinada a tapar un sistema de exclusión y dominación.

La construcción social de una nueva sociedad tiene que partir de los Derechos Humanos.
Hay que defenderlos, hay que resistir su violación, hay que crear nuevos derechos y
obligaciones; son los ejes prácticos que permiten apuntar la evolución hacia la dignidad
humana. Las obligaciones y los deberes suponen nuevos comportamientos, cotidianos
que pueden ser enriquecidos de dignidad y sentido comunitario.
Sabemos que numerosas personas y pueblos están sufriendo inseguridad, injusticia y
exclusión; que millares de niños y de mujeres son explotados diariamente en tareas
infrahumanas; que 113 millones de personas padecen hambre y más de 150 millones de
niños sufren retraso de crecimiento (FAO); que persisten en el mundo las embestidas de
limpieza étnica produciendo asesinatos, violaciones y migraciones; que el 65 % de los
transexuales de América Latina han sufrido violencia homofóbica en el ámbito escolar
(UNESCO); que ocurre un amenazador resurgimiento de formaciones fanáticas –
populismos nacionalistas - que suscitan e incitan el odio étnico, la intolerancia
multicultural, incluidas doctrinas de predominio racial; etc.
Hay que defender los Derechos Humanos, porque son los pisos básicos para construir
una buena humanidad, pero también hay que transcenderlos, construir nuevas
dignidades; “…solo reconociendo las debilidades reales de los derechos humanos es
posible construir, a partir de ellos, pero también más allá de ellos, ideas y prácticas de
resistencia fuertes. Esta reconstrucción permitirá que los derechos humanos se
conviertan en un instrumento de lucha, de resistencia y de alternativa, aunque sea de
manera limitada “(Boaventura de Sousa Santos, 2014).
Para lo cual, debemos fomentar el activismo que construya, a partir de los derechos
humanos, como insumos esenciales de la transformación social, nuevas prácticas de
resistencia y alternativa. Son tantas las fuentes de imaginación que brotan de los
diferentes grupos, pueblos, comunidades, movimientos sociales. Se requiere nutrir una
“ecología de saberes”, entendida como un “ejercicio epistemológico basado en lo
incompleto de cualquier tipo de conocimiento humano y destinado a identificar
conocimientos distintos y criterios de rigor y validez que operen de manera creíble en las
prácticas sociales con el fin de desarrollar interacciones creativas entre ellas “.
(Boaventura de Sousa Santos, 2014).

• El cambio en la cultura subjetiva se refleja en la convivencia


Respecto al cambio de antivalores y habitus negativos, podemos sistematizar lo
siguiente:

141
1. Los valores y principios que construyen Buenos Vivires brotan desde el
enriquecimiento amoroso de la convivencia. Aprendemos los valores éticos
individualmente, pero desde la dinámica resonante de la convivencia. Esa
dinámica es hecha de interacciones plurales, no lineales, racioemocionales,
matizadas por los sentimientos. Podemos, desde la interacción consciente,
desplegar buenas energías emocionales hacia el sistema más amplio, por
retroalimentación;
2. Deberíamos cultivar valores éticos en todos los espacios de socialización,
principalmente en la familia y la escuela, en la comunidad, el barrio, las
organizaciones, las instituciones, etc. Ese aprendizaje ocurre dentro de la
convivencia, en interconexión intercultural y social, y su calidad depende no solo
de la información que pauta las conversaciones, sino del estado de consciencia;
3. La transición desde la convivencia negativa, medrosa y agresiva, a la positiva,
emancipada y armoniosa es un proceso educativo, colectivo, que parte de la
capacidad del sujeto de poder elegir, discernir y tomar decisiones, apoyándose
en la búsqueda de una consciencia superior, con capacidad de ejercer un papel
sustancial en el aprendizaje y la creatividad;
4. Los espacios de convivencia son heterogéneos, diversos, cambiantes, ruidosos,
marcados por identidades relativamente inconstantes. Para lidiar con ese
entorno, importa buscar la armonía del presente, para encontrar primero el
lugar del cambio personal, y también las proximidades que posibilitan procesos
de subjetivación colectiva;
5. Los habitus negativos que condicionan el accionar del sujeto, no constituyen
energías inmutables, pudiendo ser cambiado nutriendo los “aromas” y las
“melodías” de la cotidianidad. La estética de esta ética brota de las
comunicaciones, útiles, apropiadas, plenas de entusiasmos, esperanzas y
contentamientos. La tecnología comunicativa - la pedagogía - desborda el
paradigma mercantil de la publicidad;
6. Se debería reivindicar el derecho al silencio, a disminuir el ruido del entorno, para
facilitar la atención consciente, una medida difícilmente imaginada por la política
pública, para impedir el ametrallamiento de energías negativas en la
subjetividad; 68
7. El derecho al silencio debería ser pensado como un instrumento de
descontaminación subjetiva y resistencia, individual y colectiva, con capacidad
de ayudarnos a estar presente, percibiendo el significado de una “vida sana”, con
pasividad de lidiar adecuadamente con las dificultades del entorno;
8. No se necesitan grandes inversiones para concretar una estrategia social de
formación de valores positivos, sino la decisión colectiva para crear y recrear los

68
El silencio provocado por el temor es silencio protector y puede ayudar a sobrellevar ciertas relaciones
indignas, evitando que empeoren, pero no sirve para desarrollar una resistencia activa frente a la
dominación y la violencia, expresada de varias maneras, la humillación, el rechazo, el golpe, la represión,
la tortura, etc.

142
contextos que posibiliten armonizar las relaciones que uno tiene consigo mismo,
con los Otros y la Naturaleza;
9. Las redes ciudadanas pueden de conjunto cambiar “la lógica no lógica” impuesta
por los medios de comunicación de masa, respecto a las formas temerosas,
egoístas y machistas de organizar la convivencia, parando la fabricación de
“culebrones” y sentimientos opuestos que generan frustración, agresividad,
sufrimiento, empequeñeciendo la consciencia;

• A manera de conclusión
“En verano vuelca el sol torrentes de fuego sobre La Mancha, y a menudo la tierra
ardiente produce el fenómeno del espejismo. El agua que vemos no es real, pero algo de
real hay en ella: su fuente. Y esta fuente amarga, que mana el agua del espejismo, es la
sequedad desesperada de la tierra”. Por, José Ortega y Gasset

Aprendí algo y ahora que mi muerte se acerca


Sé que es válido para todos:
Vuestros sentimientos, ¿Qué significan?
si no se concretan en resultados?
Y vuestro saber, ¿de qué sirve
si no da sus frutos?
(…)
Os digo lo siguiente:
Procurad, al abandonar este mundo,
No haber sido simplemente buenos, pues eso no basta,
¡Sino abandonar un mundo bueno!

De, Bertolt Brecht

Me doy cuenta que no puedo concluir este trabajo, y que talvez no lo haga nunca,
porque estoy atrapado en un complejo proceso de aprendizaje y desaprendizaje en el
que no cesan las nuevas preguntas. Que no me es fácil salir de mi rebeldía cognitiva y la
esperanza de que pensamientos alternativos puedan hacer posible que la sociedad
plantee su transformación. He buscado explicar el problema del sometimiento subjetivo
que inunda nuestra vida cotidiana - el miedo, la ignorancia y la opresión - pero sospecho
que no lo he resuelto, porque faltan anunciar los mecanismos, presentar resultados
validados, poner a prueba los puentes instrumentales que posibilitan la emergencia de
esa convivencia plena de “Buenos Vivires”. Sin embargo, debo atreverme a formular
propuestas.

En este punto, por lo menos me queda claro que la micropolítica propuesta nos lleva a
darnos cuenta no solo de las relaciones opresoras, sino de las negatividades y
sensibilidades que nos constituyen. Pero que debemos ir más allá del darse cuenta -
concientización – de los graves sufrimientos sociales, económicos y políticos que nos

143
oprimen y vienen del contexto. Es necesario darle sustentación a esa conciencia,
incrementando su nivel para responder adecuadamente a los procesos mentales que
contribuyen al desarrollo del campo atencional, a estados más despiertos, a ser
conscientes de los contenidos de la mente.

Me doy cuenta que cambiar la cultura subjetiva es una cuestión sistémica, compleja y
complicada. Y también que no se pueden eliminar las fuerzas opresoras que nos vienen
del sistema. En el plano individual, se puede tomar consciencia de las experiencias
internas y las externas del contexto, focalizar la percepción y lograr sensibilidad respecto
a diversas esferas de la vida. Pero sostener ese estado de atención y claridad, peor aún,
de pasar de primera a segunda persona, resulta una tarea casi imposible. Es muy difícil
construir ese puente intersubjetivo entre lo individual y lo colectivo, vinculando
pensamiento, sentimiento y acción; cambiar los habitus en los barrios, comunidades,
instituciones y organizaciones. Es la cultura subjetiva, particularmente los habitus, lo
que explica el comportamiento humano. Y son muchos los factores que intervienen o
participan en la construcción continua de esa cultura; somos todos creados por una
sucesión variada de acontecimientos y experiencias.
Esa creación puede ser modificada desde la micropolítica; por lo menos alcanzar una
estrategia de resistencia. Pero se requieren multiplicar las actitudes y voluntades
individuales dirigidas a salir del automatismo y darse cuenta de los patrones
condicionantes que se adoptan de forma relativamente inconsciente.
Es muy difícil emprender socialmente hacia un nuevo imaginario, coherente con los
Buenos Vivires. Pienso que se demandan no solo otras “reencarnaciones”, sino de
interpretaciones más críticas de la historia; otras formas de entender la realidad;
debates políticos abiertos sobre el contexto que nos envuelve; revisión de los conceptos
teóricos que fundamentan nuestros sistemas sociales y políticos; proximidades y acceso
a información; creación de espacios de acuerdo ciudadano y significación sociocultural;
diálogos intercientíficos y alianzas interdisciplinarias; ampliar los flujos, intercambios y
vínculos comunicacionales de aprendizaje; sistematización de experiencias y capacidad
para articular la variedad de visiones; validación de instrumentos y métodos;
aprendizajes y vivencias compartidas; desarrollo de metodologías; mayor activismo y
proximidad con el pueblo y las organizaciones; la promoción del saber, la innovación y
la creatividad; mayor articulación entre los movimientos sociales y procesos de
construcción de narrativas contrahegemónicas; etc.
Es una tarea relativamente imposible explorar tantas interconexiones, la vida
económica, la mente, la política, la tecnología, la cultura, el ambiente natural, etc. Sin
embargo, llego a la conclusión de que asumir valores éticos es un prerrequisito de la
posibilidad de articular voluntades en una perspectiva emancipadora. Desde la
micropolítica, darse cuenta del poder energético de los antivalores sobre nuestra
conducta y comportamientos, es un requerimiento forzoso, pero no suficiente. Ha
valido la pena sostener la esperanza, perseguir esas quimeras posibles, escondidas en el

144
fondo de mi ser, compartidas con millares de otras personas. Cuando se percibe el
futuro como un ensueño de posibilidades, y sabes que la realidad es proyectada
negativamente dentro de tu mente, la vida se vuelve tensa. Pero los espejismos
esconden realidades no percibidas, que no se descubrieran, hablando en metáfora, si
no existieran tierras clamando por agua. Me gusta viajar ética y reflexivamente por los
paisajes de la imaginación, perseguir la percepción de lo ignorado, ser un buen ser
humano, más de lo que creo ser. El pensamiento reflexivo, de la mano del silencio, es
básico para lograr la propia emancipación, para darle sentido al cambio social. Pero se
requiere de la acción social para pasar a incidir en el entorno.
Esta larga reflexión es apenas una “propuesta” conceptual, llena de imaginaciones, de
intuiciones, de utopías; es una condensación de trayectorias y memorias, de voces y de
aspiraciones, de sueños y frustraciones. Entiendo que la utopía explica una noción
referida “… a proyectos de transformación social que se consideran imposibles” (Herbert
Marcuse). Esta propuesta debería complementarse y enriquecerse con otros
compromisos y razonamientos, con trabajo de campo, la puesta a prueba de
alternativas, el aprendizaje de errores, desarrollo de metodologías, mayor autocritica,
en otras palabras, con más participación curiosa en el despliegue de una vida más
elevada.
La práctica política convencional, en general, esta tan concentrada en el diseño de
respuestas reactivas, sumida en los antagonismos, rivalidades y fake news, en la
manipulación informativa, en el cálculo electoral y la captura de las instituciones, etc.,
que no favorecen la circulación de propuestas alternativas que saquen a los pueblos del
precarismo social, la ignorancia, la estupidez y el temor en los cuales están actualmente
postrados. Tienen una enorme dificultad de cambiar el vocabulario, las modalidades
discursivas elaboradas para satisfacer los intereses imperiales, las visiones
antropocentristas, desarrollistas, machistas y populistas, etc., que no pueden repensar
las cuestiones esenciales, como entender más profundamente el papel del ciudadano
subalterno, sirviente, precario, ignorante y descartable que se multiplica en la sociedad
actual, un tema velado por los intereses de las élites sociales. La dinámica política
ciudadana es muy poco informada por la noción de la subjetividad.
Estoy agradecido, entiendo que el despertar de mi libertad y mi destino, parafraseando
a Martin Buber, están consagradas la una a la otra, ligadas por el significado que voy
encontrando. Se trata de un propósito de vida que se transciende a sí mismo, o sea, algo
más grande que nosotros.
Enfrentar la negatividad supone enfrentarse a las “sombras”, comportando un esfuerzo
referido a los campos subjetivos y objetivos, lo tangible e intangible, lo explicado e
implicado; un trabajo sistémico pensado como reordenación de energías subjetivas,
dinámicas e interdependientes. Conocerse a sí mismo, aparentemente no debería ser el
problema central de la existencia, pero lo es; porque nosotros mismos somos la primera
sujeción para ser libres. La concientización deberá proyectarse hacia el encuentro con
nuestras propias sombras; el poder represivo no podrá aprisionar las almas. Olvidamos

145
que “en el mismo acto de conocerse a uno mismo, uno se transforma”. (Sigmund Freud).
Me he pensado como un “Lucifer” empleando su luz para iluminar sus propias sombras.
La extrema dificultad está en poder organizar una amplia red de sujetos dotados de
espacios emocionales contemplativos y compartidos, de nuevas propuestas
paradigmáticas, dispuestos a descolonizar el subconsciente e intercambiar alternativas
de emancipación, resiliencia y resistencia. Se requiere de la complementariedad
intercultural de agentes y actores portadores de alternativas, apuntando a formular un
discurso de cambio cultural y emancipación social, afirmado en la ecología de la
consciencia.
Hablar de cambiar las estructuras sociales y económicas es hablar de nutrir una nueva
espiritualidad, con capacidad de hacer conscientes – de volverlos comprensibles - a los
“perros que nos muerden por dentro”, y simultáneamente, a las “fieras” opresoras que
nos dominan de afuera. Ambas energías aplastan nuestra libertad y dignidad, perversa
o sutilmente. Hablo de espiritualidad como esa inefable capacidad de maravillarnos y
entusiasmarnos, de percibirnos más allá de lo que somos, de construir esperanza de que
es posible emanciparnos. Lo espiritual es la base para entender lo que significa vivir en
libertad; permite entender más fácilmente las negatividades que nos someten, es
posible oponer resistencia a los poderes que nos oprimen, ser más concientes de la
“realidad”.
Es la actitud espiritual - la opción por realizar una vida guiada por la solidaridad, la
generosidad, y el amor por los demás y la Naturaleza - la que despierta la posibilidad del
cambio de mentalidad, eventualmente de habitus. Esa búsqueda nos impulsa a
conectarnos con el inconsciente, controlar deseos condicionados, afecciones nerviosas,
el temor, la ignorancia, el miedo al poder; darnos cuenta de la negatividad que es
replicada en el contexto, bajo habitus perversos. La toma de consciencia nos lleva a
participar en los campos fértiles que siembran aquello en lo que creemos; confieso que
esa sola idea es la que constantemente me reinventa como persona.

Es desde ese leve contacto con una consciencia superior que estamos más preparados
para construir “puentes” de rebeldía, resiliencia y resistencia, entre la micropolítica de
la ética y la macropolítica de la barbarie; podemos conocer que deseamos para nosotros
mismos, y para nuestros prójimos. Por ello no podemos gestionar las emociones
negativas como el miedo, el desamparo, la frustración.
No es una transformación imposible, es muy compleja, complicada y sistémica; se
requiere aplicar nuevas herramientas políticas, afectivas, comprensibles, educativas,
participativas, gestionadas por los propios sujetos involucrados en procesos de
despertares. Esa transición puede tomar mucho tiempo y será más compleja en
contextos fascistas y ambiente bélicos, pero la única alternativa es articular la micro con
la macropolítica, alterando positivamente los espacios de convivencia. Pero debemos
contribuir a esa transformación, porque somos responsable por nosotros mismos y por
todos los demás. “Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes
que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común. “(Eduardo Galeano)

146
Es posible cambiar los cotidianos hechos de malos vivires, de miedo y opresión, hay que
intentarlo. Se pueden cambiar los contextos e influir positivamente en la construcción
de una subjetividad que sea éticamente política; urge desneoliberalizar el inconsciente.
Se puede nutrir una micropolítica emancipadora, para incidir en la calidad relacional del
cotidiano; se requiere sistematizar instrumentos, crear una propuesta metodológica.
Toda la organización de la vida social responde a campos energéticos, algunos
escondidos en niveles muy profundos de la consciencia, de la organización de la
percepción. A esos qualias llegamos cambiando el entorno personal y cultural,
asentando otros lenguajes, que aseveren la ética y la estética, lo bueno y lo bonito;
trayendo a la conciencia lo que nos mortifica en la inconsciencia.
Se requiere mejorar la calidad de la consciencia que emerge cuando nos centramos en
el presente, para encontrarnos con nosotros mismos. Nos daremos cuenta que la
consciencia profunda es el mejor regalo que nos concede la existencia para salir de la
alienación. Eso significa empoderamiento. Debemos encontrarle sentido y significado a
la vida, fuera del miedo a no tener cosas o consumir deseos, a ser marionetas del poder:
hay que dialogar, participar, aprender, superar obstáculos, enfrentarse a la negatividad
de la ignorancia, compartir imaginarios posibles. Intuyo que todo ello se transmuta en
armonía, tarde o temprano.
Entiendo que, en el marco de la democracia del capital, ninguna élite, de izquierda o de
derecha, nacional o globalista, permitirá desde el gobierno, que la sociedad decida
políticamente emanciparse. El Estado no es aparato imparcial que sirva de herramienta
para la transformación de las relaciones sociales que le dan sustento. Es tremendamente
improbable que el establishment decida distribuir el poder o cuidar de la Naturaleza. Las
soluciones que proponen los sectores hegemónicos son siempre marcadas por la
intensificación del más de lo mismo; el crecimiento económico santificado por el
egoísmo, la concentración del “poder sobre los Otros”, la privatización de la vida. Pero
es posible empezar a emanciparse desde dentro, a conquistar dignidad, tomando
consciencia, creando una suerte de anti poder. Se demanda activismo, resistencia,
paciencia, creatividad, comunicaciones educativas, para que los proyectos de
transformación juzgados como imposibles, se vuelvan gradualmente posibles.
Como sociedad, debemos aproximarnos social y racioemocionalmente para facilitar la
búsqueda de maneras inéditas de concretar el imaginario del “Buen Vivir” – entendido
en plural - identificando posibles procesos intermedios o transiciones, de aquí para allá.
No podemos aceptar el actual statu quo; una sociedad condicionada a servir a minorías,
a los que más tienen, agrediendo a la Naturaleza. Necesitamos del activismo, de los
impulsos afectivos traducidos en movimientos, proximidades, el aporte ético de la
ciencia, el despertar de la consciencia, nuevos lenguajes, articulación de experiencias,
acción participativa, diálogo de saberes. Necesitamos de contextos nutridos por vínculos
de afecto, equidad de género, dialogo y comunicación educativa; de cotidianos alejados
del ruido y temores condicionados.

147
Necesitamos de ese Amor que se vuelve rebeldía y resistencia, para evitar el desplome
de nuestro frágil buen modo de vida, y así proteger, principalmente, el “pan nuestro de
cada día”. Joseph Campbell (2002), recomendaba leer poesía, para entender cómo
puede desdoblarse la utopía. Deberíamos aprender a liberarnos a partir de sentimientos
artísticos pintados de creatividad, de imaginarios de Buen Vivir. Necesitamos del arte
que tiene la virtud de emocionarnos para que florezca lo no percibido directamente, con
lenguajes espirituales que nos llevan a la comprensión. Necesitamos rodearnos de lo
bonito, de paisajes tranquilos, para bailar de esperanza y alegría, y estar siempre “al
principio de una curiosidad inextinguible”. Necesitamos articularnos y construir una
nueva subjetividad, una nueva sociedad y experiencia vital, que ya existe escondida en
nosotros. Los Buenos Vivires no van a desplegarse porque se derrumba el actual sistema
hegemónico, sino por un cambio en la cultura subjetiva, desde dentro, sembrando
esperanza.

Carlos Julio Jara Martínez


Quito, septiembre 2019

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