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Tema 8

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TEMA 8.

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
1. Concepto y diferencias entre personalidad normal y patológica

Las dimensiones de personalidad representan pautas estables y duraderas de percibir, pensar, sentir y relacionarse
con el mundo y con uno mismo, y se manifiestan en cada situación de la vida cotidiana. Cuando hay deficiencias en la
capacidad del sistema de personalidad para afrontar determinados ambientes psicosociales, se originan los
trastornos de la personalidad. Por tanto, la estructura y características de la personalidad constituyen la capacidad
del individuo para funcionar de manera mentalmente sana y estable o enferma/desadaptativa.

Los trastornos de personalidad son formas extremas e inadaptadas de personalidad duraderas y estables más allá de
condiciones ambientales específicas. Se corresponden con patrones de conducta inflexibles y no adaptativas que
conducen a limitaciones sociales y laborales graves, así como al malestar subjetivo. La identificación de una
personalidad anómala depende siempre de la capacidad de adaptación social, centrándonos en sus hábitos y
convenciones sociales. Las pautas de conducta son crónicas, nocivas y desadaptadas, y se manifiestan de forma
rígida e impiden el aprendizaje de nuevas estrategias de afrontamiento ante las dificultades cotidianas.

Sin embargo, no siempre es fácil establecer con nitidez la frontera entre la personalidad normal y anómala; ya que
son conceptos relativos que se distinguen más en cuestión del grado en un continuo que en aspectos puramente
cualitativos. La personalidad es tan compleja que ciertas áreas del funcionamiento psicológico pueden operar
naturalmente mientras otras no, y además las conductas y estrategias pueden resultar adaptativas en un
momento/ambiente y en otros no.

CARACTERÍSTICAS DE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD (frente a personalidades normales) (Millon, 1996)

-Inflexibilidad. Las estrategias del individuo para relacionarse con los demás, alcanzar sus objetivos y afrontar el
estrés son escasas y las lleva a cabo de forma rígida (es decir, incluso en condiciones en las que no son adecuadas).
La persona no solo es incapaz de adaptarse eficazmente a las circunstancias, sino que además evita acontecimientos
objetivamente neutros que le generan estrés; lo que reduce las oportunidades para aprender nuevas conductas
adaptativas.

-Círculos viciosos. Aspectos como las distorsiones cognitivas y la generalización de comportamientos constituyen
procesos mediante los cuales restringen sus oportunidades de aprender cosas nuevas, interpretan erróneamente
acontecimientos inocuos y provocan reacciones en los demás que reactivan los problemas anteriores. Estos patrones
perpetúan las dificultades existentes, generan nuevas y ponen en movimiento secuencias autodestructivas. Todo ello
interfiere en la capacidad de conseguir metas propias, lo que les lleva a la insatisfacción subjetiva.

-Estabilidad emocional tenue. En condiciones de estrés se observa fragilidad emocional. El individuo es vulnerable a
acontecimientos que reactivan el pasado y dada su inflexibilidad y escasez de estrategias de afrontamiento eficaces,
son muy susceptibles a nuevas dificultades emocionales. Esto les lleva a que tengan alta probabilidad de utilizar de
nuevo modos de afrontamiento patológicos, desarrollen un control menos adecuado de sus emociones y aumenten
las distorsiones perceptivas de la realidad

CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONALIDAD NORMAL (Millon, 1990)

o Capacidad de funcionar de manera autónoma y competente.


o Posibilidad de ajustarse de manera eficiente y flexible al medio social.
o Capacidad de conseguir las propias metas, con el consiguiente sentimiento de satisfacción.

Los trastornos de personalidad se diferencian del resto de síndromes clínicos en cuatro aspectos: En primer lugar,
son estables en el tiempo (no un mero conjunto de síntomas que aparecen en una situación determinada); reflejan
alteraciones globales de le persona, su conducta habitual (no tan limitadas a síntomas concretos); son egosintónicos,
es decir, no molestos subjetivamente. Son por todo ello, más difíciles de cambiar y tratar.

Estos trastornos tienen un comienzo insidioso: comienzan a ser detectables desde la adolescencia o incluso antes.
Existe contacto con la realidad, pero no existe conciencia de la enfermedad. A diferencia del resto de trastornos
mentales, los trastornos de personalidad tienden a suscitar cierto rechazo en la sociedad e incluso en terapeutas.
Estas personas suelen ser percibidas como manipuladoras, buscadoras de atención, molestas, refractarias al
tratamiento y con mal pronóstico. Se considera que tienen cierto control voluntario sobre sus conductas, y por tanto
son responsables de las mismas.

¿Cómo interaccionan los trastornos de la personalidad con los síndromes clínicos?

-La teoría más extendida es que los trastornos de la personalidad preceden al inicio de síndromes clínicos (carácter
etiológico), y por consiguiente establecen una vulnerabilidad para la formación de síntomas.

-Opuesto al anterior, los trastornos de personalidad son resultado de un trastorno concreto (por ejemplo, uno o
muchos episodios depresivos), y estas modificaciones en la personalidad pueden mantenerse a largo plazo o hacerse
crónicas debido al número de episodios depresivos recurrentes

2. Clasificación de los trastornos de personalidad (dsm-5)

El DSM-5 entiende un trastorno de personalidad como un patrón permanente (estable y de larga duración) de
experiencia interna y comportamiento, que se aparta acusadamente de las experiencias culturales del individuo. Es
inflexible y dominante en gran variedad de situaciones personales y sociales. El patrón no se deberá a efectos de
sustancias, a otra afección médica o a otro trastorno mental. Se manifiesta en algunas de las siguientes áreas:

 Cognición (forma de percibirse e interpretarse a uno mismo, a los demás y a acontecimientos).


 Afectividad (amplitud, intensidad, labilidad, idoneidad de la respuesta emocional).
 Funcionamiento interpersonal
 Control de los impulsos

3. Trastornos de la personalidad según el dsm-5

Los trastornos de personalidad se clasifican de manera categorial en la sección III del DSM-5. Tradicionalmente se
han propuesto los tres siguientes grandes grupos:

A. Sujetos extraños o excéntricos


B. Sujetos teatral-emotivos, inmaduros
C. Sujetos ansioso-temerosos

Sin embargo, en la sección III del DSM-5 se presenta un modelo alternativo que pretende guiar la investigación
futura. Incluye la evaluación del funcionamiento de la personalidad y de los rasgos de personalidad patológicos,
dotando a los trastornos de más fundamentación empírica. Los trastornos incluidos en esta sección son: antisocial,
evitativo, límite, narcisista, obsesivo-compulsivo y esquizotípico.

3.1. Grupo A: sujetos extraños o excéntricos

Son personas con incapacidad para establecer relaciones interpersonales adecuadas, resultado de una mala
socialización, una introversión muy acentuada, inestabilidad emocional y una radical independencia. El aislamiento
social suele ser consecuencia de la falta de una mínima empatía afectiva. A diferencia de otros trastornos de
personalidad, estas personas apenas experimentan cambios en su vida.

Trastorno de la personalidad paranoide

Son personas sensibles que siempre están a la defensiva, continuamente manifiestan ideas y preocupaciones no
justificadas y una desconfianza extrema hacia los demás sin razón aparente (miedo a que utilicen información en su
contra). Suelen ser suspicaces, rencorosas, celosas, buscan siempre motivaciones ocultas en la conducta de la gente,
tienden a interpretar de manera denigrante o amenazadora conductas/comentarios de actos sin malicia de la gente.

Estos individuos son muy buenos observadores, correctos en su percepción, pero errados en su juicio. Tienen
grandes dificultades en las relaciones interpersonales por su desconfianza. Algunos son muy discutidores, otros
callados y hostiles. Frecuentemente están tensos y “listos para saltar” a la mínima sospecha. Excesiva necesidad de
autonomía.
Millon (2006) señala que el pensamiento paranoide puede ser saludable y valioso para la supervivencia cuando se
adapta a la realidad, por tanto, cuando es patológico puede considerarse una estrategia de defensa, sin la cual la
persona sería muy vulnerable a la aleatoriedad de los acontecimientos potencialmente perjudiciales.

Oldham y Morris (1995) han propuesto una variante normal (no patológica) del estilo paranoide: el estilo vigilante.
Estas personas son muy independientes, son sensibles a cuestiones de poder, autoridad y dominación; reservadas y
cautelosas, solo entablan relaciones tras una cuidadosa consideración. No se dejan intimidar con facilidad y
consideran sus derechos inalienables.

Trastorno de la personalidad esquizoide

El término esquizoide describe a personas con una tendencia a volverse hacia adentro y alejarse del mundo exterior,
considerándose observadoras del mundo en lugar de participantes. Apenas tienen relaciones interpersonales (ni
sexuales) porque no les interesan, no muestran afecto por los demás y son indiferentes ante los sentimientos de las
personas que les rodean, así como ante sus elogios o críticas. Parecen distantes e indiferentes.

Tienen a mostrar deficiencias en la espontaneidad y expresión de afecto, con un gran desapego y frialdad emocional.
Son muy independientes (incluso de su familia); pero, a diferencia del individuo esquizotípico (incapaz de establecer
relaciones íntimas), en el esquizoide esto es más un déficit cuantitativo que una alteración cualitativa.

Es cierto que todo el mundo, a veces, quiere estar solo para reflexionar, desconectar o relajarse, pero los individuos
con rasgos esquizoides se sienten así casi siempre. Todo lo interpersonal es intrínsecamente poco gratificante.

Variantes de personalidad normales (no patológicas):

o Estilo solitario: personas con escasa necesidad de compañía y apoyo social, que se sienten más cómodos,
libres y seguros cuando están solos. No suelen excitarse por nada.
o Estilo retraído, que presenta una necesidad mínima de dar y recibir afecto o implicarse emocionalmente con
otras personas. Por eso tienen pocas relaciones y no desarrollan lazos firmes con otros, disfrutan de la
soledad y rara vez expresan sus sentimientos o pensamientos.

Trastorno de la personalidad esquizotípico

Son los individuos más extraños del grupo A. Se trata de personas excéntricas, con alteraciones (en el pensamiento,
percepción, lenguaje y conducta), pero no lo suficientemente graves como para el diagnóstico de esquizofrenia.
Algunas de estas alteraciones son: pensamiento mágico (telepatía, supersticiones, poderes ocultos…), ideas de
referencia (creer sucesos insignificantes se relacionan directamente con ellas), ilusiones recurrentes e incoherencias
en el lenguaje.

También son frecuentes los sentimientos de extrañeza y despersonalización respecto a sí mismos, así como un
atuendo extravagante y un aspecto desaliñado. Tienen una pobre expresión emocional, y cuando se da tiende a ser
inapropiada, produciendo reacciones extrañas en quienes les rodean.

Estas personas tienen una gran imposibilidad de participación en la vida social convencional, debido a las dificultades
en las relaciones interpersonales (por su frialdad e impenetrabilidad) y su hipersensibilidad a las críticas reales o
imaginarias. Incluso puede llevarles al aislamiento, o encontrarles como miembros de sectas esotéricas o entre
mendigos y vagabundos.

3.2. Grupo B: grupo teatral-emotivo (emocionales e inmaduros)

Los trastornos de este grupo son muy distintos entre sí, pero se asemejan en la inmadurez, dependencia,
inestabilidad emocional y mala socialización.

Trastorno de la personalidad histriónica

La histeria pasó a llamarse trastorno histriónico por 3 razones: suprimir un término que se ha convertido en un
insulto, evitar la relación de este cuadro clínico con connotaciones sexuales, y señalar el carácter nuclear de la
teatralidad del trastorno.
Se trata de personas activas, intolerantes al aburrimiento, extravertidas, muy expresivas emocionalmente, intuitivas
y empáticas afectivamente… pero necesitan insaciablemente afecto, atención y protagonismo. Sus reacciones son
exageradas y dramáticas (pero las razones subyacentes son vagas y difusas), son frágiles emocionalmente y sus
relaciones interpersonales son muy inestables y fluctuantes, con intentos de seducción y manipulación. Estas
personas se sienten incómodas y ofendidas cuando no son el centro de atención y halagos, y les preocupa mucho su
apariencia. Buscan constantemente aprobación y que las tranquilicen. Suelen ser muy impulsivas y tienen
dificultades para atrasar/diferir la gratificación. Por ejemplo, la persona dice que cierto individuo es maravilloso,
pero no sabe ejemplificar.

Lo más característico de las personas histriónicas (surgidas a veces en un marco familiar sobreprotector) es la
hipersensibilidad, propensión a la fantasía y tendencia a catastrofizar, es decir, a percibir pequeñas cosas como
grandes desastres. De ahí proceden los rasgos comentados, además de la variabilidad de estados de humor y la
facilidad con la que pueden sentirse humilladas. De este trastorno de personalidad emergen frecuentemente en
clínica trastornos de conducta (somatización, intentos de suicidio, distimia…).

Este trastorno es más común en mujeres, aunque los clínicos ya están sesgados a ello en el diagnóstico porque las
características definitorias de este desorden son propias del estereotipo de mujer occidental.

Variantes histriónicas de la personalidad normal (no patológicas):

o Estilo dramático: destaca por el sentimentalismo, los afectos y la atención. Estas personas experimentan de
una forma afectiva, a través de las sensaciones y el romance, procurando sacar el máximo partido de su
físico. Manifiestan las emociones fácil y abiertamente.
o Estilo expansivo: se centra más en la sociabilidad que en la teatralidad. Tienen gran confianza en su
influencia y encanto personal, buscan ser populares y saben muy bien qué hacer para agradar a los demás.
Generalmente se les describe como personas cálidas, vitales, expresivas, vivaces o provocativas.

Trastorno de la personalidad narcisista

Son personas egocéntricas y desprecian a los demás, con un sentido exagerado de la propia importancia (a veces
fomentado por un exceso de valoración por parte de los padres). En sus relaciones interpersonales suelen ser
arrogantes, distantes e interesadas, y las relaciones frecuentemente están caracterizadas por el exhibicionismo y la
búsqueda exagerada de admiración y atención.

Están tan preocupadas por ellas mismas que carecen de sensibilidad y compasión por otras personas, lo que les lleva
a una falta de empatía, ausencia de generosidad y un intento de explotación de los demás para su propio interés.

Su estilo cognitivo se caracteriza por fantasías de grandeza y éxito, por la envidia y la minusvaloración de los logros
de las demás personas. Deforman los hechos reales para acomodarlos a estas fantasías y no reconocen sus propios
errores o limitaciones. Además, suelen contar con favores y atención de otras personas, como si su estatus fuera
superior al resto.

Trastorno de la personalidad antisocial

Estas personas son extravertidas e inestables emocionalmente. Se caracterizan por la hostilidad, rebeldía y ausencia
de conductas emocionales de miedo ante el castigo o situaciones arriesgadas, así como por comportamientos
impulsivos, baja tolerancia a la frustración y a la demora del reforzamiento. Es más frecuente en hombres.

Suelen tener historiales de violación de los derechos de los demás y no sienten culpa por ello; mentir forma parte de
su forma de actuar, hasta el punto de no distinguir entre la verdad y la mentira que urden para conseguir sus
objetivos. El estilo cognitivo de estas personas se caracteriza por la pobreza de planificación y juicio, y tendencia a
proyectar culpas en las otras personas sin asumir los propios errores, así como falta de conciencia de valores y
normas.

En sus relaciones sociales son irresponsables, impulsivas, agresivas... cosa que se agrava con el consumo de alcohol y
drogas. Son muy marcadas la inadaptación a la sociedad y la tendencia a la criminalidad, así como la inestabilidad
laboral (por su irresponsabilidad), dificultades en la resolución de problemas cotidianos (económicos, de vivienda…)
y dificultad de funcionar como pareja y padre/madre responsable. En su infancia suele haber antecedentes en forma
de fugas del hogar, absentismo escolar, robos, mentiras, peleas…

La personalidad antisocial se desarrolla más en los ambientes desfavorecidos de la sociedad, donde las carencias
económicas, falta de cohesión familiar, fracaso escolar, nivel intelectual bajo… facilitan que el individuo adopte
pronto estas conductas antisociales y busque reforzamientos alternativos poco convencionales. Tienen, de hecho, el
doble de probabilidad de morir no naturalmente (accidentes, suicidio, homicidio…).

Debemos distinguir este trastorno del Comportamiento antisocial del adulto, cuando el comportamiento antisocial
de la persona adulta no se debe a un trastorno mental (ej: ladrones profesionales, traficantes, chantajistas…).

Millon (2006) defiende que existen rasgos antisociales en el intervalo de la normalidad que son admirados y
potenciados en nuestra sociedad competitiva: capacidad para la autosuficiencia, ambición, competitividad,
individualidad y autodeterminación. Aquí se incluiría, por ejemplo, a los individuos intrépidos (viven al límite
desafiando restricciones y barreras, inconformistas) y a los individuos disidentes (hacen todo a su manera y asumen
las consecuencias, desprecian la autoridad y rechazan la rutina).

¿QUÉ ES EL TRASTORNO DE CONDUCTA?

Antes se llamaba trastorno disocial y se incluía en el grupo de trastornos de inicio en la infancia, niñez y
adolescencia. El DSM-5 lo incluye en la categoría de Trastornos destructivos del control de impulsos y de la conducta.

Se trata de un patrón repetitivo y persistente de la conducta en que no se respetan los derechos básicos de otras
personas, las normas sociales propias de la edad y que en los últimos 13 meses se manifiesta en conductas
relacionadas con los siguientes ámbitos:

 Agresiones a personas y animales (amenazas, peleas, crueldad, robo con violencia, actividad sexual forzada).
 Destrucción de la propiedad de otras personas deliberadamente.
 Engaño o robo para obtener favores o evitar obligaciones.
 Incumplimiento grave de las normas (escaparse de casa, hacer novillos, pasar la noche fuera sin permiso…).

Todo esto provoca un deterioro social, académico o laboral clínicamente significativo. Puede aparecer antes de los
10 años (tipo de inicio infantil) o después de los 10 años (tipo de inicio adolescente), y estos niños pueden volverse
delincuentes juveniles. Tienen probabilidad de continuar con estas conductas a medida que crecen.

PSICOPATÍA Y SOCIOPATÍA

Son conceptos muy relacionados con el trastorno antisocial de la personalidad, y se refieren a individuos que violan
de manera flagrante y repetida los derechos de las demás. La diferencia es que la psicopatía hace referencia a una
predisposición constitucional hacia esta patología, y la sociopatía se centra en que las características antisociales se
deben a una socialización incompetente u hostil (sobre todo a causa de modelos parentales deficitarios). Sin
embargo, el término sociopatía es muy inexacto y no se ha demostrado su validez.

El psiquiatra H. Cleckey estudió mucho la personalidad psicopática, y según él incluye las siguientes características:

 Encanto superficial e inteligencia buena, además de gran capacidad de manipulación de las demás personas.
 Emociones superficiales y carencia de empatía, culpa o remordimiento. No hay sentimientos auténticos de
amor, lealtad y preocupación por las consecuencias perjudiciales de sus conductas.
 Poco plan u orden de vida. Las conductas no están bien planeadas y a menudo son difíciles de comprender o
predecir.
 Falla en aprender de las experiencias (aunque sean castigadas, las repiten y muestran poca ansiedad) y
ausencia de realidad.
 Inestabilidad, hipocresía y mentiroso para manipular de manera insensible. Las relaciones sociales suelen ser
inestables y cortas.

Además, se caracteriza por: ausencia de alucinaciones u otras manifestaciones de pensamiento irracional, ausencia
de nerviosismo, egocentrismo patológico e incapacidad para amar, sexualidad impersonal, trivial y mal integrada,
infidelidad, amenazas de suicidio raramente cumplidas, poca capacidad de razonamiento y juicio, comportamiento
peculiar (inducido o no por el consumo de alcohol).

Por su parte, los criterios del DSM-5 difieren de Cleckey: no incluyen ausencia de ansiedad, emociones superficiales,
incapacidad para aprender de experiencias pasadas ni encanto superficial. Sí incluye una historia de antes de los 15
años de inconformidad con las normas sociales legales, irritabilidad y agresividad, impulsividad, ausencia de
remordimientos y falsedad.

Podemos decir que el DSM-5 se basa en conductas observables y Cleckey en rasgos de personalidad. Aunque Cleckey
no negó que muchos psicópatas podrían ser delincuentes, algunos no lo son ni manifiestan agresividad (como dice el
DSM-5, que no capta el concepto de personalidad subyacente al trastorno, pero facilita el diagnóstico).

Robert Hare define a la personalidad psicópata como “depredadores sociales que encantan, manipulan y se abren
camino sin piedad a lo largo de la vida, dejando un amplio rastro de corazones rotos, expectativas hechas trizas y
billeteras vacías. Carentes por completo de conciencia y empatía, toman de forma egoísta lo que desean y hacen lo
que les place, violando las normas y expectativas de la sociedad sin el más mínimo sentido de culpa o
remordimiento”.

Aunque la personalidad psicópata y el trastorno de personalidad antisocial están relacionados, no se solapan


perfectamente. Tampoco hay que confundir estos síndromes con el de criminalidad (delincuencias). La criminalidad
suele originarse en la filiación a un grupo culturalmente desviado, y pueden sentir culpa y lealtad (a diferencia de los
psicópatas).

Aunque la personalidad psicopática tenga alta probabilidad de vulnerar la normativa social, debemos tener en
cuenta:

-No todos los delincuentes son psicópatas, aunque es fácil caer en este error si solo atendemos a la conducta
antisocial (propia de delincuentes) e ignorando los aspectos interpersonales y afectivos.

-No todos los psicópatas caen en la delincuencia, sino solo los que tienen un grado medio/bajo de psicopatía y logran
integrarse en la sociedad (de la manera más conveniente a sus intereses en cada momento, abusando
emocionalmente de los demás sin tener que recurrir a actos delictivos),

-No todos los psicópatas son criminales violentos, muchos son delincuentes de cuello blanco.

Los estudios sugieren que contar con un alto CI puede ayudar a tener éxito en comportamientos delictivos (no ser
atrapados). La tasa de conducta antisocial comienza a disminuir de forma marcada alrededor de los 40 años.

MODELO TRIÁRQUICO DE LA PSICOPATÍA

Se trata de otra concepción de la psicopatía basada en 3 características fenotípicas.

 Desinhibición (externalización o problemas de comportamiento externo): dificultad para regular impulsos y


problemas de regulación afectiva.
 Maldad: falta de empatía, crueldad, búsqueda de emociones o falta de conciencia y relaciones con otros.
 Audacia: propensión a mantenerse tranquilo y tolerar situaciones de peligro o recuperarse rápido de
situaciones estresantes, alta autoconfianza y habilidad social. Esto se relaciona con ausencia de miedo o baja
ansiedad.

El modelo propone que correlacionan desinhibición-maldad, y maldad-audacia, pero la desinhibición y audacia no


están tan vinculadas entre sí. Aparecen también 2 factores que afectan a los 3 constructos: el temperamento difícil
(asociado a desinhibición y maldad) y la ausencia de miedo (es la base de la audacia, y en menor medida de la
maldad).

TRILOGÍA O PERSONALIDAD OSCURA

La trilogía oscura se caracteriza por rasgos narcisistas, maquiavélicos y psicopáticos. Estas personas piensan y actúan
de manera egocéntrica, anteponiendo sus intereses a todo sin miramientos. Este término hace referencia a un
conjunto de rasgos socialmente aversivos a nivel subclínico, y posteriormente se añadió uno más: el sadismo.

Algunos expertos han planteado que la psicopatía no es un trastorno mental. Uno de ellos argumenta que no hay
características clínicamente significativas que les perturben, ni existe deterioro en áreas importantes del
funcionamiento del individuo porque la mayoría de ellos están bien integrados en la sociedad y funcionan bien
psicológicamente. Aunque sean incapaces de sentir emociones genuinamente, no sienten malestar emocional.

Trastorno de la personalidad límite (TLP)

Las características centrales son la inestabilidad e impulsividad, ya que su nombre refiere al límite entre la psicosis y
la neurosis. La inestabilidad puede referirse al estado de ánimo (cambia rápido y fácilmente de la depresión a la ira)
o a la conducta interpersonal (oscila desde una extrema necesidad de atención hasta rechazo de las relaciones
íntimas). De ahí que se haya propuesto llamar cicloide a esta alteración.

Los individuos con TLP pueden hacer cualquier cosa para evitar ser abandonados, ya que no toleran la soledad, son
muy sensibles al rechazo y carecen de recursos psicológicos para vivir consigo mismas sin ansiedad. Mantienen unas
relaciones inestables que alternan rápido entre la idealización y la devaluación. Son frecuentes las alteraciones en la
propia identidad y autoconcepto, así como cambios bruscos en el rol sexual y los valores y metas asumidos.

Esta inestabilidad generalizada puede dar lugar a síntomas psicopatológicos muy variados (obsesivos, histriónicos,
psicóticos…) que hacen difícil realizar un diagnóstico preciso. Estas personas suelen tener una vida turbulenta y una
sensación crónica de vacío, y una autoestima muy baja. Son muy impulsivas (abuso de sustancias y conductas
autolesivas) de forma dañina para sí mismas.

Aunque este trastorno es grave, Millon propone que existe un continuo con la normalidad: el estilo voluble se
describe asemejándolo a una montaña rusa, con frecuentes altibajos.

Las personas con este trastorno se esfuerzan frenéticamente por evitar el abandono porque desean ansiosamente
estar siempre implicados en relaciones apasionadas muy intensas (fusión de almas), ya que presentan rasgos de la
personalidad dependiente e histriónica. El problema es que esperan lo mismo de los demás, lo que les hace sentirse
heridos y defraudados, y a continuación viene la ira y resentimiento.

Estas personas procesan la experiencia desde una perspectiva emocional y no tanto lógica, y muestran sus
sentimientos con espontaneidad y creatividad. En lo social son vivaces, tienen un entusiasmo contagioso y están
dispuestos a experimentar diversos roles y sistemas de valores.

Algunos estudios han observado un mayor riesgo de suicidio asociado al TLP, en relación con 3 de sus características:
alteración de la identidad, sentimientos crónicos de vacío y esfuerzos frenéticos por evitar el abandono.

3.3. Grupo C: sujetos ansioso-temerosos

Tienen un miedo patológico que se manifiesta de diferentes formas. Son personas muy sensibles, muy reactivas
emocionalmente y poco tolerantes al castigo, sin aprender de la experiencia y cuyas estrategias de afrontamiento
son defectuosas (basadas en la evitación frecuentemente) ante dificultades cotidianas. Por tanto, el funcionamiento
autónomo y equilibrio emocional se ven muy comprometidos.

Trastorno de la personalidad por evitación

Personas tímidas e introvertidas que evitan la interacción interpersonal, pero desean fuertemente afecto y
aceptación. Son hipersensibles al rechazo social (temor a la evaluación negativa), por ello se implican en relaciones
sociales nuevas y después se aíslan socialmente. Es característica la baja autoestima, temor al rechazo y escasa
valoración de los propios logros. Por ello, hay mucha insatisfacción tanto con los demás como con uno mismo.
Todo esto se acompaña de ansiedad y cambios frecuentes del estado de ánimo. Usan la evitación como estrategia de
afrontamiento (al menos en relaciones sociales), pero su uso continuado impide la adquisición de los recursos
adecuados para implicarse en relaciones interpersonal. Por ello, la inhabilidad social y la ansiedad interpersonal
contribuyen al aislamiento.

No son infrecuentes aquí la ansiedad generalizada, depresión o fobia social, resultado de las limitaciones que tienen
estas personas en su vida cotidiana (falta de relaciones, dependencia de la familia, temor a asumir responsabilidades
o tomar decisiones importantes…).

Las personas con estilo sensible y vigilante de personalidad (normal) se sienten cómodas en entornos que les
resultan familiares, y destacan cuando el contexto se reduce a un grupo pequeño de personas de confianza. Se
preocupan mucho por los sentimientos y opiniones de los demás y necesitan su aprobación para progresar. Prefieren
situaciones sociales familiares y habituales, y se sienten más cómodas con personas de confianza, aunque no se
oponen a la novedad si ofrece claros beneficios.

Trastorno de la personalidad dependiente

Son personas que necesitan constantemente aprobación, afecto y apoyo de las personas que le rodean, y suelen
evitar situaciones de tensión y conflicto interpersonal. Dependen de los demás para tomar decisiones, lo que le
produce un miedo al abandono poco razonable.

Manifiestan ansiedad ante la soledad, carecen de iniciativa y son poco asertivas, más bien sumisas y se apoyan en
personas independientes (quienes tienden a reforzar estos comportamientos dependientes). Por eso, las conductas
dependientes son resistentes a la extinción y dificultan la adquisición de las habilidades necesarias para obtener
refuerzo y satisfacción independientemente. Todo esto lleva a una autoestima extraordinariamente baja.

Este trastorno es más frecuente en mujeres y se asocia al déficit en habilidades sociales y experimentación de
episodios depresivos.

Este trastorno se parece al de evitación en la sensación de ineptitud, sensibilidad a la crítica y necesidad de


aprobación; pero los evitativos responden a esto evitando las relaciones, y los dependientes se aferran a ellas.

Variantes normales de la personalidad dependiente:

o Estilo fiel: muy afectuoso y solícito, antepone el bienestar de los demás al suyo propio.
o Estilo conformista: rasgos de cooperación, consideración y amabilidad. Pero en lugar de arriesgarse a
molestar a los demás, se adapta a sus preferencias para ser compatibles con las demás personas. Buscan
siempre limar las diferencias y hacen concesiones para solucionar los conflictos.

Trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva

Son personas rígidas y poco espontáneas, sin sentido del humor, con conductas muy inhibidas y una tensión
permanente. Son muy perfeccionistas y centradas en hacer todo “de manera correcta”; tienen una dependencia
extrema de las normas, jerarquías y convenciones sociales; y les cuesta adaptarse a situaciones nuevas. Además,
tienen unas preocupaciones morales muy acentuadas. Posiblemente todo esto sea consecuencia de miedo a la
pérdida de control, y en último término un temor al rechazo y preocupación por el castigo.

Son muy disciplinados, perseverantes, dependen del rendimiento y la productividad en detrimento del placer y
relaciones interpersonales (muy deficientes). Sin embargo, su excesivo detallismo les lleva a conductas muy lentas y
reiteradas, y les interfiere bastante porque les impide acabar la mayoría de cosas que se proponen. Son inseguros,
indecisos, y la menor incertidumbre o improvisación les produce un gran desasosiego.

Este perfil de personalidad hace más probable la aparición de un TOC (pero no hay una correspondencia estrecha
entre ambos) y depresión, probablemente por el bajo nivel de autoestima.

Millon plantea que existen rasgos compulsivos bastante prevalentes en sociedades desarrolladas y se intentan
estimular (eficacia, puntualidad, trabajo duro, meticulosidad, autodisciplina, organización…), considerándose
positivas y necesarias para el éxito; y se encuentran en el intervalo de la normalidad.
-Estilo concienzudo: dedicación al trabajo duro, convicciones profundas respecto a la conciencia social y los
principios morales, necesidad de hacer todo perfecto y correcto socialmente.

-Estilo conformista: preferencia por seguir las normas establecidas, respetan la tradición y autoridad, no toleran las
desviaciones…

La teoría de Ferreira (2000) propone que los perfiles psicológicos de varios asesinos en serie apuntan a este
trastorno de personalidad, ya que son maestros y necesitan control sobre todos los aspectos del crimen y no encajan
en la definición de un trastorno grave. Esto, sumado a experiencias infantiles desgraciadas, da lugar a un patrón de
conducta perturbador. En el otro extremo encontramos el trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad en niño
superdotados, cuyas ansias de perfección pueden llegar a ser enfermizas.

3.4. Otros trastornos

Cambios de personalidad debidos a una afección médica

En esta categoría se incluyen casos donde la personalidad se altera (respecto al patrón de personalidad característico
de la persona) como consecuencia fisiopatológica directa de una afección médica.

La evidencia demuestra que los cambios son de tipo lábil (cambios afectivos), desinhibición (insuficiente control de
los impulsos), agresividad, apatía (baja motivación, indiferencia), paranoide (alta suspicacia), mixto/combinado si
aparecen varias características anteriores, y otros.

Otro trastorno de personalidad especificado

Casos en los que no cumple los criterios para el diagnóstico de un trastorno de personalidad completo. Se debe
comunicar por qué no cumple los criterios.

Trastorno de la personalidad no especificado

Casos donde predomina un trastorno de la personalidad, pero no cumple los criterios de ninguna categoría
diagnóstica existente, porque no hay información suficiente para hacer el diagnóstico.

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