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Saber Hacer Con El Otro

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«Saber hacer con el otro»

Psicoanálisis Vincular: La Clínica

Asociación Argentina de Psicología y


Psicoterapia de Grupo
Buenos Aires, abril de 2010
La Revista Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares es agente de difusión y
lugar de debate de ideas relacionadas con el campo del psicoanálisis de los vínculos. La
perspectiva vincular en psicoanálisis supone una concepción del psiquismo articulada
desde el inicio –con lo inter y lo transubjetivo–, marca de un encuentro que propone
nuevas nociones, que complejizan y enriquecen las líneas de investigación, sus propues-
tas teóricas y sus consecuencias clínicas. La creciente inclusión de trabajos extranjeros
está facilitada por un importante número de corresponsalías internacionales, así como
por la inserción de la A.A.P.P.G. no sólo en la Federación Argentina de Psicoanálisis de
las Configuraciones Vinculares, sino también en la Federación Latinoamericana de Psi-
coterapia Analítica de Grupo, en la American Group Psychotherapy Association y en la
International Association of Group Psychotherapy,

The Psychoanalysis of Link Configurations Journal is a diffusion instrument and a place


for discussing ideas related to the psychoanalysis of links ground. The perspective of
links in Psychoanalysis emerges from the idea of psyche trimmed with inter and
transubjectivity from the very beginning. The mark of this meeting proposes new no-
tions, which enrich and make some lines of researchment much more complex, as well
as theorical proposals and their clinical consequences.
The growing inclusion of foreign works is due to the great quantity of international
correspondents and to the insertion of AAPPG not only in the Federación Argentina de
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares but also in the Federación
Latinoamericana de Psicoterapia analítica de Grupo, in the American Group Psycho-
therapy Association, and in the International Association of Group Psychotherapy.

© 2010 Asociación Argentina de Psicología


y Psicoterapia de Grupo
Redacción y administración:
Arévalo 1840 - Capital Federal
E-mail: secretaria@aappg.org.ar
www.aappg.org.ar
Telefax: 4774-6465 rotativas

2 números anuales
ISSN 1851-7854
(continuación del ISSN 0328-2988)

Registro de la Propiedad Intelectual Nº 679667


Hecho el depósito que marca la Ley 11.723
Derechos reservados
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina

Producción gráfica:
Ediciones PubliKar. Tel: 4743-4648

Diseño de tapa:
Curioni Producciones. Tel: 4822-6982
TOMO XXXIII Número 1 - 2010
Afiliada a la Federación Latinoamericana
de Psicoterapia Analítica de Grupo,
a la American Group Psycotherapy Association,
y a la International Association
of Group Psychotherapy

DIRECCIÓN DE
PUBLICACIONES
Directora: Corresponsales en el exterior
Lic. Graciela R. de Milano Lic. Myriam Alarcón de Soler,
Bogotá, Colombia.
Secretaria: Prof. Massimo Ammaniti, Roma, Italia.
Lic. Diana S. Blumenthal Prof. Dr. Raymond Battegay, Basilea, Suiza.
Dra. Emilce Dio Bleichmar, Madrid, España.
Comité Científico: Dr. Joao Antonio d’Arriaga, Porto Alegre, Brasil.
Lic. Vanesa Bianchi Dr. Rafael Cruz Roche, Madrid, España.
Lic.Magdalena Colman Giménez Dr. Alberto Eiguer, París, Francia.
Lic. Silvia Luchessi de Olaso Dr. Marco A. Fernández Velloso, San Pablo, Brasil.
Dr. Arnaldo Guiter, Madrid, España.
Consejo de Publicaciones: Dr. Max Hernández, Lima, Perú.
Lic. Clara Sztein Lic. Gloria Holguín, Madrid, España.
Lic.Susana Palonsky Dra. Liliana Huberman, Roma, Italia
Lic. Franca Trevisan Lic. Rosa Jaitin, Lyon, Francia.
Prof. Dr. René Kaës, Lyon, Francia.
Comité Asesor: Prof. Dr. Karl König, Gottingen, Alemania.
Lic. Elina Aguiar Dr. Mario Marrone, Londres, Inglaterra.
Dr. Isidoro Berenstein Prof. Menenghini, Florencia, Italia.
Lic. Susana Matus Prof. Claudio Neri, Roma, Italia.
Lic. Gloria Mendilaharzu Dra. Elvira Nicolini, Bologna, Italia.
Dra. Janine Puget Lic. Teresa Palm, Estocolmo, Suecia.
Lic. Esther V. Czernikowski Dr. Saúl Peña, Lima, Perú.
Lic. Mirta Segoviano Dr. Alejandro Scherzer, Montevideo, Uruguay.
Dra. Graciela Ventrici Dr. Alberto Serrano, Honolulu, Hawaii.
Dr. Carlos Pachuk Dra. Estela Welldon, Londres, Inglaterra.
Comité de Referato
Alarcón de Soler Myriam; Bogotá, Colombia
Czernikowski, Esther V.; Buenos Aires, Argentina
Edelman Lucila; Buenos Aires, Argentina
Gomel Silvia; Buenos Aires, Argentina
Kaës René; Lyon, Francia
Kordon Diana; Buenos Aires, Argentina
Lifac Solchi; Buenos Aires, Argentina
Milano Graciela; Buenos Aires, Argentina
Mendilaharzu, Gloria; Buenos Aires, Argentina
Neri Claudio; Roma, Italia
Pachuk Carlos; Buenos Aires, Argentina
Segoviano Mirta; Buenos Aires, Argentina
Selvatici Marina; Buenos Aires, Argentina
Sujoy Ona; Buenos Aires, Argentina
Vacheret Claudine; Lyon, Francia
Ventrici Graciela; Buenos Aires, Argentina
Zadunaisky, Adriana; Buenos Aires, Argentina

Fechas de cierre de recepción de trabajos: 15 de febrero y 15 de septiembre


Fechas de publicación: 30 de octubre y 30 de abril
COMISIÓN DIRECTIVA

Area Ejecutiva

Presidente:
Lic. Clara Sztein
Vicepresidente 1º:
Lic. Susana Palonsky
Vicepresidente 2º:
Lic. Franca Trevisan
Secretaria:
Lic. Lucrecia Riopedre
Tesorera:
Lic. Ada Cerioni

Areas Programáticas

Area de Relaciones Exteriores:


Lic. Anne Saint-Genis
Area de Asistencia
Lic. María Capponi
Area Científica:
Lic. Nélida Di Rienzo
Area de Docencia:
Lic. Gustavo Gewürzmann
SUMARIO

Graciela Milano • 13 • Editorial


Dirección de Publicaciones

Esther V. Czernikowski • 19 • Homenaje a


Claude Lévi-Strauss

Graciela Kasitzky de • 25 • Límites del análisis, obstáculos


Bianchi de los tratamientos

Daniel Waisbrot • 49 • Variaciones y vacilaciones del


dispositivo psicoanalítico

Bernard Duez • 71 • Conferencia:


Violencia, una mirada
psicoanalítica,
con Introducción y Traducción
por Marina Ravenna Selvatici
PENSANDO LO VINCULAR
«RESPONSABILIDAD, CULPA Y LAZO»

Juan Dobón • 97 • La función del analista. La


responsabilidad y la culpa

Alejandra Makintach • 113 • Co-responsables enlazados...


no sin culpa

INTERROGACIONES... Y PERSPECTIVAS

Graciela Milano • 127 • Dialogando con los autores

Comisión de Publicaciones • 129 • Interrogaciones... y perspectivas

INVESTIGACIÓN

Grupo de Trabajo en • 141 • Influencia de la televisión en la


Familia y Pediatría construcción de la subjetividad
Sara Amores en niños y adolescentes
(Coordinadora)

ARTE

Graciela Milano • 161 • Introducción


Directora de Publicaciones

Elba Nora Rodríguez • 163 • La revolución de un mundo


Bernardo Katz
PREMIO ANUAL DR. MARCOS BERNARD, 2009

Mariana Laura Merini • 173 • Del atravesamiento discursivo


de los cuerpos a las manifestacio-
nes actuales de las violencias

PASANDO REVISTA

Vanesa Bianchi • 217 • La condición adolescente.


Replanteo intersubjetivo para
una psicoterapia psicoanalítica,
de Marcelo Luis Cao

Diana Singer • 221 • Un monje en el diván. La


trayectoria de un adolescente en
la Edad Media, de David Leo
Levisky

INFORMACIONES
225
Fe de erratas

En el artículo del número anterior de la revista titulado


«Vida recursiva», de Gustavo Gewürzmann, se omitió men-
cionar que el mismo había sido publicado anteriormente en el
Nº 41 de la Revista Interdisciplinaria de Derecho de Familia,
de la editorial Abeledo Perrot, en el año 2008.
Editorial

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 13-18


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 13-18 15

Escribir un prólogo, escribir acerca de lo escrito.

Un intento… algunas líneas…un hacer producir lo pro-


ducido.

La muerte del autor acontece cuando sus líneas pasan a ser


editadas, su escrito ya no le pertenece más que por la firma de
su autoría; pues es a partir de su ofrenda, de ese cederlo, de
ese darlo a leer que las múltiples significaciones de sus lecto-
res le asignarán otra vida.

Según el diagnóstico de Foucault citado por Agamben en


Profanaciones (pág. 85), «la huella del escritor está sólo en
la singularidad de su ausencia; a él le corresponde el papel
de muerto en el juego de la escritura».

El Psicoanálisis Vincular y su clínica, ese «saber hacer con


el otro», título con el que se convocó a la escritura, ha posibi-
litado entonces, este «nuestro producir».

A medida que íbamos armando la puesta en edición de este


número, la lectura de los trabajos, conferencias, presentacio-
nes, comentarios de libros… fueron despertando en nosotros
el interés a compaginar una forma que, siguiendo lo expresa-
do, diera cuenta de un producir de lo múltiple.

No hay en el Psicoanálisis de las Configuraciones Vincu-


lares un lugar privilegiado que detente un saber hegemónico.
Destituido ese lugar otorgado al Otro del saber, los distintos
espacios de esta revista invisten el recorrido de una clínica
que lejos de pretender enseñar el descifrado de un inconcien-
te pura traducción de sentido, aventura, con la generosidad
de los autores que nos ofrecieron los escritos de su clínica, a
participar de ese «hacer saber» del producir de las subjetivi-
dades entretejidas en el laberinto de los cambios epocales.

Muchos escritos en la literatura psicoanalítica se han ocu-


pado del «saber hacer»; de ese ir más allá de la traducción de
sentido que trata de arreglárselas con lo real.
16 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 13-18

Lo vincular avanza en ese intrincado e ineludible atollade-


ro pero siempre atendiendo al nudo inexorable con el otro.

En ese vaivén entre el «hacer saber» y el «saber hacer»


van nuestras interrogaciones, nuestras perspectivas, nuestro
diálogo abierto… a nuevas propuestas, a nuevas interlocu-
ciones.

A esa «Una vida…» con tres puntos suspensivos que en el


escrito póstumo de Deleuze La Inmanencia: Una vida... re-
fiere a la virtualidad como potencia indeterminada, a lo inasi-
ble que alojado en los intersticios de la relación llama a ocu-
parnos como analistas vinculares de ese «hacer algo con el
otro».

A ese atender a la insistencia de lo que pulsa en el no cese


de no inscribirse y en su insistencia produce formas de vida:
un más allá, una puesta sublimatoria del aprisionado nudo.

El arte, la literatura son su expresión –nos ocuparemos de


ello en un nuevo apartado de la revista.

El acercamiento al síntoma tiene entonces otra compleji-


dad pues por llevar consigo ese real requiere un más allá del
descifrado de sentido y es por ello que el acento hermenéuti-
co cede su protagonismo a un «hacer algo con» los implica-
dos en su producción.

Los trabajos que se presentan en esta revista dan cuenta de


este esfuerzo en el que analista y pacientes arman y producen
en la escena con la palabra, el gesto, el obrar anudados con el
momento epocal.

Un cuestionamiento a ese analista que «sabe» con su inter-


pretación como el que nos relata Daniel Waisbrot a propósito
del duelo Perón – Padre.

Un dar lugar a una escucha atenta a las voces de un pro-


ducir en el que analista/pacientes están incluidos en el acon-
tecer.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 13-18 17

Un Psicoanálisis al decir del autor heterogéneo y fragmen-


tario; que no sólo no se arroga el «saber» como totalidad sino
que además se mantiene atento a ese «entre» lo instituido y lo
instituyente.

El juego entre lo constante y lo variable, desacraliza, pro-


fana lo sagrado al quitarle a la práctica un legalismo con ca-
racterísticas de absoluto.

En concordancia con estos desarrollos la conferencia de


Duez, hace valer un inconsciente que se produce en la escena
grupal y que, transferencia en difracción de por medio, com-
plejiza y amplía el modo de operar, en el enhebre de los hilos
de una trama rota.

El hacer líneas con lo que estos trabajos escriben acerca de


las variables en el dispositivo muestra puntos de convergen-
cia que exceden el ritual de una práctica que sostiene mode-
los estereotipados de «saber»; pues al interrogar la asimetría,
la pone en cuestión al compás de los vaivenes epocales.

En «Límites del análisis, obstáculos de los tratamientos»


su autor, Graciela Bianchi, da testimonio de una práctica vin-
cular que pone en «diferencia» resistencias y obstáculos. Un
camino que recorre desde la lectura de Freud, acompañada
por autores vinculares con los que interroga ese paso entre lo
imposible/posible de nuestras prácticas.

Nuestro propósito es seguir trabajando estos temas en el


espacio Interrogaciones y Perspectivas que en este número
fue pensado a modo de iniciar un «diálogo» con los autores a
fin de estimular a nuevas interlocuciones.

A modo de concluir un breve recorrido por los variados


espacios de esta revista: Homenaje a Lévi-Strauss, por Esther
Czernikowsky, conferencia Bernard Duez y su introducción
por Marina Selvatici, escrito de Mariana L. Merini, segundo
premio Marcos Bernard 2009, comentarios de libros por Dia-
na Singer y Vanesa Bianchi y puestas de arte por Elba
Rodríguez y Bernardo Katz, presentaciones en plenarios por
18 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 13-18

Juan Dobón y Alejandra Makintach, y trabajo de investiga-


ción por Sara Amores; gracias a todos los que nos han posibi-
litado desde su valioso aporte, ésta nuestra compaginación.

Va en el compromiso del trabajo editorial el propósito de


un «hacer saber» esta ofrenda escrita ante la convocatoria
«“Saber hacer con el otro”, Psicoanálisis Vincular: La Clíni-
ca».

Graciela Milano
Dirección de Publicaciones
Homenaje a
Claude Lévi-Strauss

Esther Victoria Czernikowski *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 19-23


(*) Miembro titular AAPPG.
E-mail: evc@fibertel.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 19-23 21

Claude Lévi-Strauss nació el 28 de noviembre de 1908 en


Bruselas, Bélgica.

Murió el 30 de octubre del 2009 en París, Francia.

Comenzar a escribir sobre Lévi-Strauss señalando su fe-


cha de nacimiento y la de su muerte no obedece a cierta buro-
cracia de la escritura. Es ubicarlo en el atravesamiento de una
vida durante un siglo.

Por eso, cuando en los artículos que lo mencionan infor-


mando de sus múltiples actividades: antropólogo, filósofo,
etnólogo, escritor, poeta, sólo cabe decir… vivió un siglo.
Que no es poco.

Vivir un siglo no es razón suficiente, en este caso sí lo fue.

El registro de sus diversas tareas en diferentes períodos de


su vida lo encontramos en cada uno de sus libros.

Su recorrido desde el atelier de pintura de su padre que se


continuó con incursiones en la filosofía, la elección de la an-
tropología, su estancia en el Mato Grosso –estancia que pro-
dujo su tesis doctoral–, su exilio a Nueva York durante la gue-
rra, la adopción de la teoría estructuralista, su paso por el
Collège de France, su paso como miembro de la Academia
francesa, su retorno parcial a la pintura –que aparece en la
última publicación Regarder, écouter, lire,1 da cuenta de que,
por diferentes caminos, siempre se interesó por escrutar, pe-
sar y registrar «lo humano».

Abocado al estudio de los mitos define, dentro de la profu-


sión y diferencia que hay entre ellos, una gramática de reglas
estrictas que los organiza.

Otro tanto sucede con el estudio de las reglas matrimonia-


les en las que encuentra una lógica implacable que le permite

1
Edit Plon 1993.
22 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 19-23

abandonar las teorías localistas, lo que no era poco para su


época.

Escribirá que el «pensamiento salvaje» no estaba tan ale-


jado del llamado «civilizado».

En todo caso se decía «salvaje» por desconocimiento de


sus reglas.

Los «salvajes» dejarían de ser «los otros». En todo caso


todos somos otros para otros.

Las estructuras elementales de parentesco, texto publi-


cado en 1949 concreta la introducción de las teorías es-
tructurales que en 1920 formulara Ferdinand Saussure y
años más tarde Roman Jakobson para la lingüística en la
etnología.

En tanto el antropólogo británico Radcliffe-Bown consi-


deraba la familia nuclear como la unidad del sistema de
parentesco, Lévi-Strauss definirá a ésta como el parentes-
co que se establecía como producto de «la alianza» entre
dos familias. Sería lo que denominó «átomo elemental de
parentesco».

Quedaban abiertos los itinerarios para pensar en la endo y


la exogamia, la prohibición del incesto, las leyes de inter-
cambio y muchos otros conceptos que desde su obra arroja-
rían nuevas y claras luces sobre la familia humana.

La vastedad de su obra no permite en este escueto recorda-


torio el recorrido y el homenaje que sin dudas merece.

Claude Lévi-Strauss murió pocos días antes de cumplir los


101 años y de un modo silencioso como era su estilo. Su fa-
milia hizo pública su muerte tres días después con la inten-
ción de que su funeral transcurriera en la intimidad y con la
discreción que él deseaba, evitando así los honores de Esta-
do. Honores que en el año 2008 se negó a recibir en los dis-
tintos ámbitos por los que había transcurrido su vida. El pre-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 19-23 23

sidente de Francia, Nicolás Sarkozy, tomó la iniciativa de ser


él quién iría hasta la casa de Claude Lévi-Strauss a rendirle el
homenaje que sus cien años de vida merecían y que él le otor-
gaba en nombre de toda la nación.
Límites del análisis,
obstáculos de los
tratamientos

Graciela Kasitzky de Bianchi *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47


(*) Licenciada en Psicología, Miembro Titular de A.A.P.P.G., Directora
del Centro Asistencial «Andrée Cuissard», Miembro Pleno de S.P.S.
J. L. Pagano 2601, 5º (1425), Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4802-4780 - E-mail: gbianchi@fibertel.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47 27

Sabemos que entre las vicisitudes que pueden atravesar


nuestras prácticas se encuentran aquellas que detienen la mar-
cha de un tratamiento ya sea por la interrupción del vínculo
terapéutico o por un impasse en su devenir.

Si bien estas cuestiones nos podrían llevar al gran tema de


la cura o el fin de análisis, en esta ocasión quisiera centrarme
en las dificultades que se presentan en el transcurso de un
tratamiento y dejan en el analista la impresión de un fracaso
por no haber podido aliviar el sufrimiento. Ante situaciones
que pensamos no pudimos resolver (imposibilidad) o que tal
vez encaramos en forma equivocada (error), intentaremos ha-
cer un pasaje de lo imposible a lo posible, aún reconociendo
los verdaderos topes de nuestra práctica. La idea sería poder
pensar sobre lo que no se pudo, donde encontramos un obstá-
culo a nuestra labor y situar allí un límite insalvable como
borde que nos marca hasta donde llega la efectividad de nues-
tros instrumentos o nos enfrentamos a una limitación, como
restricción reconocible y pasible de ser sorteada.

Pondremos en consideración no sólo las limitaciones del


paciente (determinaciones estructurales), sino también las del
analista, tanto las referidas a su formación como las deriva-
das de la posición subjetiva que ocupe, o de los fundamentos
teóricos que orientan su práctica, sin dejar de lado las contin-
gencias de la práctica misma.

A las restricciones que imponen los esquemas referencia-


les que uno maneja, a los condicionamientos del analista como
persona real, no sólo como producto de las proyecciones del
paciente, debemos agregar los límites que impiden el armado
del vínculo terapéutico. La falta de empatía, el cierre de iden-
tificaciones imaginarias, divergencias ético-ideológicas pue-
den ser obstáculos insalvables en un espacio analítico.

Para todas estas cuestiones adopto el modelo freudiano de


problematizar la práctica a partir de sus obstáculos, rompien-
do con la ilusión de modalidades técnicas establecidas de una
vez y para siempre.
28 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47

Recordemos el camino que realizó Freud: de la hipnosis y


la persuasión a recordar, pasó a trabajar con la libre asocia-
ción y a estar atento a sus desvíos.

Postuló entonces para explicar las dificultades que encon-


traba en el desarrollo de una cura la existencia de una resisten-
cia, una fuerza ejercida por el paciente como oposición al tra-
bajo del analista de hacer conciente lo inconciente, que impide
recordar. En «Inhibición Síntoma y Angustia» (1925) descri-
bió cinco formas de resistencia. Atribuyó tres al yo (represión,
transferencia y beneficio secundario), otra al ello y otra al
superyo. Para las del ello reserva los procesos de compulsión a
la repetición y atracción de los prototipos inconcientes sobre lo
pulsional y finalmente proveniente del superyo, la culpa, que
configura la reacción terapéutica negativa.

Me parece que la idea de resistencia, como oposición sur-


gida desde una «entidad», que no quiere curarse, es correlati-
va a la operación de represión y su efecto, lo reprimido de
donde se va a ejercer la fuerza que va a ir en contra del traba-
jo del analista.

Seguramente este esquema no se aplica a patologías en las


que el problema no es la represión: la psicosis en su distorsión
en lo simbólico o a la desconexión de la realidad, las manifes-
taciones más ligadas al desborde pulsional y las perturbacio-
nes de la estructuración narcisística, así como podríamos inte-
rrogarnos si el vínculo es pensable en sus dificultades bajo la
categoría de resistencia. Por otra parte lo reprimido, es una
representación con un sentido, que es el que se busca recupe-
rar, recuperación producida en el juego analítico.

Pero ya a Freud no se le había pasado por alto el tope de lo


analizable, la roca, no ya como lo que se resiste a recuperar
su sentido sino como lo que nunca lo tuvo. Esta roca se pre-
senta en el curso de un análisis, como siempre lo mismo sin
dejarse tallar por la interpretación.

¿Podemos seguir llamando resistencia con ese matiz de


rebeldía hacia la palabra del analista a la obstinación de la
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47 29

compulsión a la repetición? Tal vez si más que algo que se


resiste hay algo que resta como «…un sentido que excede y
no que le resiste al psicoanálisis» (Derrida, J., 1998).

Tal vez en este plano fuera conveniente pensar en términos


de obstáculo y no de resistencia porque esta idea remite a lo
que ya constituido, permanece encerrado y hay que liberar,
en tanto la figura del obstáculo como emergencia del encuen-
tro sugiere un grado de mayor indeterminación y la posibili-
dad de que opere como oportunidad para la constitución de
algo nuevo (Lewkowicz, I., 2001).

Obstáculo como contingencia posible por la indetermina-


ción de la situación, sugiere la emergencia de un impedimen-
to que puede ser a su vez motor de la transformación.

Enfocar el obstáculo como emergencia del «entre» de cada


situación resulta especialmente fructífero para pensarlo como
producción vincular y, de este modo, la noción de límite po-
dría ubicar tanto las dificultades surgidas de uno u otro lado,
del lado del analista, del lado del paciente, o de las condicio-
nes en que se despliega el trabajo analítico.

Así, la idea de resistencia ya no es la misma cuando la pen-


samos para un ello impulsivo que perfora las vestiduras imagi-
narias y pretende una descarga a toda costa. Se podría pensar
como la insistencia de energía que no encuentra un cauce para
su realización y repite, siempre igual a diferencia de un reduc-
to de sentido a descifrar. Es en estos casos en que lo terapéuti-
co no sólo será hacer conciente lo inconciente, en el sentido de
poder habilitar recursos que hasta el momento no estaban dis-
ponibles para el sujeto por represión, sino también la posibili-
dad de generar nuevas producciones subjetivas y de simboliza-
ción, nuevos cauces para la circulación del deseo.

La posición del analista


La instrumentación de la transferencia y la contratransfe-
rencia fueron enriquecidas con aportes que atraviesan el lími-
30 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47

te de la concepción del aparato psíquico como mundo in-


terno.

Del intercambio proyectivo referido exclusivamente al in-


terior del análisis se abren otras opciones al hacer intervenir
especialmente las contingencias que exceden el encuadre mar-
cado por el analista y echan luz sobre las variables que condi-
cionan tanto a paciente como analista. Estas variables mudas,
enmudecidas, se ponen de relieve como inconsistencia y son
los ineludibles efectos de la implicación necesaria del analis-
ta como persona (Ventrici, G., 2003).

La noción de implicación puede utilizarse en el sentido


que lo toma Lourau (1991), como condiciones que afectan
por igual a analista y paciente, o como una cuestión referida
al grado de involucración que puede alcanzar el analista en el
vínculo terapéutico como efecto de su presencia y lo compro-
mete en su intervención.

Más allá de las coincidencias imaginarias de las cuales nos


advierte Lacan, ese background simbólico que posibilita el
articulado vincular también puede resultar un obstáculo a la
hora de descentrar al paciente de la fijeza de sus interpreta-
ciones.

Matus, S. y Rojas, M. C. (2003) ponen a trabajar estas ideas


y postulan la implicación del analista como una producción
vincular, situacional, que favorece el trabajo analítico junto
al develamiento y la resignificación, la posibilidad de co-cons-
truir significaciones inéditas.

«Sabemos que lo novedoso excede la transferencia-con-


tratransferencia, es decir, va más allá de la resignificación.
En este sentido, si bien el psicoanálisis planteó desde sus orí-
genes la vertiente constructiva del trabajo analítico junto al
develamiento de lo reprimido, en esta ocasión queremos des-
tacar la idea de co-construcción, para dar cuenta del accionar
clínico de un analista pensado como sujeto complejo y juga-
do en la escena con el paciente, no sólo como objeto de pro-
yecciones y/o como lugar de resto» (Matus, S., 2004).
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47 31

También Berenstein, I. apunta a estos fenómenos que ocu-


rren entre paciente y analista a partir de la presencia de ambos
como conjunción de dos ajenidades para diferenciarlos de la
contratransferencia como repetición y lo denomina interferen-
cia, destacando la producción novedosa (Berenstein, I., 2004).

Para estas perspectivas, se considera al analista en una po-


sición de sujeto, condicionado, pero también ejerciendo una
posición activa respecto de sus propios deseos, para lo cual
es necesario poder reconocer los efectos que la implicación
tiene en el transcurso del análisis.

Del lado del paciente


Sin embargo, muchas veces el proceso terapéutico se inte-
rrumpe, no se logra, se detiene. Discontinuar un tratamiento
puede obedecer a diferentes situaciones: acting out, pasajes
al acto, fuga a la salud, reacción terapéutica negativa, y/o la
decisión unilateral para dar el proceso por terminado.

Los analistas en general registramos la interrupción de un


tratamiento como evidencia de un proceso malogrado aun-
que no siempre sea así, pero seguramente las interrupciones
hacen tambalear el ideal del acuerdo entre paciente y analista
para desvincularse.

¿Cómo podríamos pensar estas interrupciones de tratamien-


tos vinculares como efectos resistenciales?

Los pactos que producen y sostienen los vínculos además


los fijan, impidiendo tanto transformaciones en el vínculo
como en las producciones subjetivas de sus mismos integran-
tes. Su eficacia resistencial al igual que las complejidades y
complicaciones transferenciales serían comparables a las ejer-
cidas por la represión en los casos de neurosis, tanto como la
del baluarte de los beneficios secundarios que sustentan la
continuidad de los vínculos. Hasta aquí estaríamos en lo que
Freud llamó resistencias del yo como inercias estructurales.
32 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47

Las resistencias que fueron descriptas como provenientes


del ello, si las consideramos en los espacios vinculares, po-
drían pensarse bajo la forma de alienación, cuando el exceso
es su tónica. Se trata de formas de funcionamiento vincular
muy rudimentario donde el reconocimiento de la alteridad es
casi nulo y para las cuales se requieren estrategias clínicas
diferentes.

Si extendemos el concepto de resistencia en los dispositi-


vos vinculares, como oposición al trabajo del análisis pode-
mos incluir la fuerza ejercida desde la compulsión a la repeti-
ción y los aferramientos narcisistas (no sólo desde lo reprimi-
do) al hacerle lugar al efecto de presencia de la ajenidad del
otro, como factor que motoriza la producción vincular pero
que también puede abolirla. De este modo, no se va a tratar
en todos los casos de hacer conciente lo inconciente sino de
ligar las presentaciones de lo ausente, la falta y el vacío
(Bianchi, G., 1998).

Incluimos entonces los aspectos que definen el campo de


la negatividad: lo ajeno, lo ausente, lo faltante, no sólo del
otro sino del propio sujeto como motor de la vincularidad.

También podríamos conjeturar que esas otras resistencias


atribuidas por Freud a la pulsión de muerte pueden provenir
de la fijeza impuesta desde los otros del vínculo a los sujetos.
No es un asunto menor levantar la desmentida si esta opera-
ción pone en riesgo el apuntalamiento que proporciona, aun-
que fuera ilusorio, y compromete la organización psíquica de
los integrantes del vínculo.

Si además pensamos las dificultades en los vínculos en


términos de obstáculos, como forma de presentificación de lo
no representado y convocatoria a suplir significaciones, po-
dremos orientarnos hacia la nuevas producciones vinculares.

La idea de que resistencias y obstáculos pueden ser fraca-


sos inspiró la propuesta de trabajo durante el 2009 en el Cen-
tro Asistencial que consistió en la presentación de casos ma-
logrados a los ojos del terapeuta.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47 33

Se abre la instancia para pensar en la operatividad de los


dispositivos vinculares, cuándo son posibles y cuándo no. En
situaciones difíciles y hasta riesgosas los criterios para inter-
venir no son para nada unánimes, mientras algunos se sienten
sin recursos, otros piensan que podría haber alguna oportuni-
dad para operar desde la palabra (Bianchi, G., 2009).

Agradezco a los integrantes del Centro Asistencial Andree


Cuissard de la A.A.P.P.G. la discusión de estas ideas y en es-
pecial a quienes presentaron casos durante este año:

Olga Abbatista, Beatriz Bernath, Alicia Dayan, Gustavo


Del Cioppo, Adriana García Leichman, Marta Levin, Patricia
Marini, Fabiana Masciandaro, Graciela Onofrio, Susana
Palonsky, Lidia Ponce, Graciela Rajnerman, Rita Rzezak,
Adriana Zadunaisky.

Algunos casos

A) El desamparo. ¿El desamparo?

Una analista se pregunta: –¿Por qué acepté reducir una se-


sión, si era una paciente de posible riesgo? Quizá esta reduc-
ción me resultó aliviante, tal como la interrupción final.

Su pregunta indica dos hitos en el curso de este análisis, la


reducción de una sesión y la interrupción definitiva, un año
más tarde. Ambos situados en el momento de las vacaciones
de la analista, registradas como abandono y no como corte.

A lo largo del proceso la analista intenta instalar una ins-


tancia que permita reconocer el amparo pero la paciente se
esfuerza en demostrar su impotencia.

Lo que subtiende todo el relato es el encuentro traumático


con lo imposible. ¿Será éste el punto que no se pudo trabajar?
Si fuera así la escalada de «cuidados» que se fueron prestan-
do abona la ilusión de protección e impide la tramitación de
lo que falta.
34 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47

Desde el análisis de la transferencia podríamos observar la


repetición de los llamados sin respuesta a un otro, comple-
mentada desde la contratransferencia al proponerse como otro
diferente de aquél de las marcas históricas. No falta en este
caso la aparición/intromisión de una madre que desbarata todo
el proyecto de los terapeutas para crear un sotén sustitutivo
durante las vacaciones, en un claro ejemplo de compulsión a
la repetición promovida desde el vínculo.

Pero, ¿cómo sortear el lugar común de las bien merecidas


vacaciones? La implicación que las atraviesa puede
invisibilizar el dolor del rehusamiento, que sin duda introdu-
ce la terapeuta con su interrupción.

B) Alianzas inconcientes

Se evaluaba que la estrategia del caso podría ser un dispo-


sitivo individual para la madre simultáneo al tratamiento fa-
miliar, ya que con el padre, se hacía imposible establecer una
mínima alianza terapéutica. También se pensó en incluir un
acompañamiento terapéutico dado que ella no podía salir sola
a la calle y el acompañante terapéutico podría operar como
un separador que aliviara la densidad del vínculo. Pero no se
llegó a montar el dispositivo planeado, abandonan en la ter-
cera entrevista.

La hipótesis con la que nos manejábamos era la de estar


frente a una pareja con un funcionamiento del tipo de una
folie a deux «depresiva-maníaco», por lo cual parecía indi-
cado llevar adelante un tratamiento vincular. Se consideró
la posibilidad de que él no concurriera; no es raro que su-
ceda cuando hay un miembro que tiene una porción impor-
tante de la responsabilidad en la problemática familiar, se
niegue a asistir.

Por otro lado, trabajar sólo con ella sería como sancionar
su patología, con lo cual tampoco se podría resolver el pro-
blema. Ya venían con una historia de intervenciones terapéu-
ticas fracasadas.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47 35

Cuando hay depositación de la enfermedad en un miem-


bro de la familia ¿por qué pondrían en riego la alianza incon-
ciente que permite que la locura sea de uno y no de todos?
¿Cómo vérnosla con esa primera resistencia?

El desafío consistía en armar un nuevo contexto de signifi-


cación que no fueran los psicofármacos y la confirmación de
la patología de la mujer sino poder incluir a algún tipo de
causalidad psíquica. Los intentos fueron vanos y no se man-
tuvo un discurso paralelo. Se intentó alterar la secuencia de
los fracasos terapéuticos pero no se logró.

C) Desbordes

Consultan por la falta de vida sexual y malestar frente a la


violencia que existe entre los dos. Varias veces se levantaron
en el curso de la sesión diciendo «no aguanto más, me voy».
El clima de intimidación se extendía al análisis mismo, con
amenazas del tipo «yo dejo», «entonces no venimos más».

Aunque algunas veces pudieron hacerse conexiones con la


historia de cada uno de ellos, en general las sesiones eran
crudas, en un clima emocional violento, plagado de quejas,
amenazas de divorcio y abandonos. Una de las líneas inter-
pretativas fue señalarles cómo para cada uno el otro es un
inexistente, no es tenido en cuenta como un ser que sufre que
tiene que mirar lo que tanto le hiere ver u oír. Línea que apun-
taba al desconocimiento del otro y a la falta de velamiento de
lo pulsional.

Insisten en llamar Doctor al terapeuta, aunque se les aclaró


que no lo era. Para organizar el vínculo necesitan un tercero
que, desde un lugar de humillación, mire. Como en la perver-
sión, si ese tercero representa la ley burlada, mejor («Doc-
tor»). Trabajar la falta de pudor del discurso era difícil, por-
que entonces la intervención sonaba moralista.

Esta presencia de lo pulsional al desnudo, plantea la difi-


cultad del abordaje desde la palabra. Surge la pregunta: ¿cuá-
les serían las intervenciones que sin proponerse como mode-
36 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47

lo de identificación o de un saber-qué-hacer, sin entrar en un


modelo pedagógico pudieran introducir una propuesta de peso
para los pacientes.

Ante la comunicación de un aumento de honorarios, inte-


rrumpen y se separan.

Cuando el terapeuta se desmarca y anuncia un aumento,


(ya no es por amor que los atiende), encuadrado en una ley
que lo abarca y excede, se produce como el despertar de un
sueño y ese tercero entonces, ya no sirve más para sostener-
los desde el lugar de espectador.

Podemos conjeturar que esa separación pueda ser un éxito


terapéutico, en el sentido de suspender la circulación del goce.
Si fue imposible instalar en ese vínculo la terceridad, al me-
nos cayó la función de espectador del terapeuta.

D) La repetición

Comienza el tratamiento derivada por la analista de fami-


lia debido a que en ese espacio se actualiza su sufrimiento
intrapsíquico por traumas de su infancia: padre abusador,
madre cómplice del padre y abandónica.

Al principio el material gira alrededor de su sometimiento


e impotencia frente al avasallamiento del otro, tema que que-
dó fuera de la cadena asociativa, inhabilitando y paralizando
sus recursos.

En ocasiones, frente a situaciones de desborde familiar y


personal, se muestra resistente al apoyo… Ante un llamado
angustiado se le ofrece adelantar su sesión y lo rechaza por
«falta de tiempo». En reiteradas oportunidades se queja del
viaje que tiene que hacer hasta el consultorio, la dificultad
para conseguir estacionamiento, etc., etc.

Plantea, después de un aumento de honorarios, que ella


está cansada de analizar, que quiere probar sola. Retoma unos
meses después.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47 37

A partir de su regreso muestra un mayor compromiso sub-


jetivo, y comienza a pensarse a sí misma intentando «cons-
truir» una historia que no se le «actualice» inmediatamente
en el presente. Se cuestiona su posición como mujer, como
madre, como amiga, su vocación. Oscila entre períodos de
introspección y aislamiento, en los que se conecta con la tris-
teza, la soledad, la falta y otros períodos en los que está muy
activa, sale, va a bailar, viaja. Hasta este momento no había
podido retomar la pintura, ni ganar dinero con la profesión, ni
«concentrarse» para estudiar. Paulatinamente retomó el as-
pecto redituable de su profesión. Se la ve activa, vital, apa-
sionada por sus cosas, estable.

Última sesión
Llega tarde, dice que cada vez se pone más difícil el esta-
cionamiento… estuvo veinte minutos dando vueltas para es-
tacionar… Se siente agobiada, no le alcanzan las horas del
día para hacer todo lo que tiene que hacer y un primer tema
que quiere trabajar es suspender por un tiempo.

¿Por qué interrumpir? ¿Era tiempo de terminar? El éxito


profesional es SU éxito o una exigencia superyoica encarna-
da en el analista (sensación de agobio)? ¿Esta interrupción se
puede pensar como una reacción terapéutica negativa o como
el agotamiento de la productividad de ese espacio?

La lucha que lleva adelante X entre el avasallamiento y el


alojamiento en un vínculo se juega claramente en el vínculo
terapéutico y se muestra como resistencia al alojamiento en
el mismo.

E) Judicialización (i)

Otra dificultad se presenta cuando la consulta tiene alguna


relación con la justicia, cuando la demanda proviene de un
representante legal del estado y no de los sujetos que pade-
cen; en estos casos, se hace necesario revisar la forma en que
se piensa la circulación del deseo y la demanda.
38 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47

Psicoanálisis y ámbito judicial abarcan discursos y cam-


pos de prácticas diferentes pero hacen borde, frontera. Se
marcan y desmarcan en donde cada uno se reconoce incom-
petente. Si bien pueden plantearse como antagonistas, plan-
tearse como enemigos, también pueden transformarse en ver-
daderos actores de intercambio.

La idea de bordes que unen y separan permite que dos no-


ciones diferentes al contactarse, se vuelvan productivas. Así,
se pudo pensar productivamente la relación entre el psicoa-
nálisis y la medicina o entre la filosofía y el psicoanálisis
(aunque sea bajo la forma de resistencias).

Entendemos por judicialización la operación que sitúa al sis-


tema judicial como el centro de la resolución de las controver-
sias entre persona allegadas, o cuando las instancias judiciales
pasan a ser el elemento principal de los conflictos, es decir
cuando lo judicial pasa a tener un papel creciente y central.

Por un lado podemos pensar que la gente recurre con más


frecuencia al arbitraje judicial, a la decisión judicial, y esto es
bueno porque implica el imperio del derecho. Sin embargo,
una escucha psicoanalítica puede registrar que estén faltando
elementos que contengan esos conflictos y entonces la gente
recurre a la demanda judicial no tanto para resolver un pro-
blema concreto sino para canalizar toda su frustración, su ra-
bia, sus problemas que no son resueltos en otros ámbitos. Es
el caso de numerosos divorcios en donde se recurre a la ley
para resolver un conflicto afectivo.

Pero también nos convocan a los psicoanalistas para resol-


ver situaciones en las que la ley no logra instalarse.

La constitución de los vínculos familiares implica el arma-


do de pactos inconcientes, acatamiento a mandatos sociales,
organización de una identidad, tanto para la familia como para
sus integrantes y su disolución conmueve profundamente a
los sujetos en juego. ¿Por qué? No sólo por las pérdidas que
acarrea sino porque desregula lo que fue encuadrado a través
de esas operaciones de institución del vínculo.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47 39

La sexualidad, la violencia, prohibiciones de incesto y pa-


rricidio quedan así desreguladas, desligadas.

Exceso, maltrato y abuso, pueden ser explicados desde ese


lugar, como negatividades que se positivizan, aquello que fue
negativizado a través de las distintas producciones vinculares
queda expuesto.

A continuación, se presenta el caso de una familia judicia-


lizada, se trata de un material complejo y difícil al mismo
tiempo, pero con una evolución favorable.

La familia está compuesta por los padres separados desde


que el hijo tenía un año y medio y que en el momento de la
consulta, hace dos años, tenía 10 años.

El caso es derivado por el juez el cual hace lugar a la


denuncia del padre por malos tratos al hijo por parte de la
madre y hasta tanto se realicen las investigaciones pertinen-
tes, da lugar a la situación de hecho (que siga viviendo con
el padre).

¿Cómo construir la demanda en los pacientes judicializa-


dos? ¿Cómo sostener el lugar del analista, desde su afecta-
ción y desde su pensamiento, cómo delimitar el material clí-
nico, de argumentaciones defensivas y explicaciones acerca
del juicio? Interrogantes que le exigen un trabajo de pensa-
miento continuo. Nos preguntamos también qué tan libre pue-
den ser las asociaciones en estos pacientes, cuando sienten
que de sus dichos depende el informe que se elabore sobre
ellos, cuando buscan hacer alianzas con el terapeuta para ser
favorecidos.

Es un trabajo delicado en el que se van armando diferentes


jugadas, teniendo en cuenta que hay varios otros: el niño, sus
padres, el juzgado. Permanentemente se fue trabajando sobre
el armado del dispositivo posible en cada momento y para
cada uno de los integrantes. Por eso fue necesario un equipo
pensando.
40 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47

Se hace oportuno en estos casos, delimitar la verdad jurídi-


ca de la analítica. Si bien cada paciente trae su verdad, no hay
«la verdad», hay un consenso que sostiene la vigencia de cier-
tos hechos. Los analistas en estos casos deben sostener una
posición ética que pueda colaborar con la justicia sin perder de
vista la especificidad de su trabajo al crear condiciones de po-
sibilidad para que los pacientes devengan sujetos deseantes.

Desde el lugar del analista es necesario diferenciar la ver-


dad jurídica de otra verdad, la vincular. En este caso el padre
se apropia del hijo, en un vínculo alienador-alienado, donde
sólo puede haber un padre, la madre permite que esto ocurra
desde su falta de recursos para habilitarse como tal. Se pensó
que así como está armada la trama, sería riesgoso para Eloy
que el juez otorgara la tenencia absoluta a la madre, como
podría ser habitual.

La verdad vincular se puede pensar, entonces, como un


plus de la verdad analítica importante a tener en cuenta en la
estrategia del dispositivo para no alterar el equilibrio del sis-
tema.

El interés por el hijo, no hace por sí solo «familia». En este


caso, lo que se observa es el interés de cada uno por el hijo,
cada uno lo quiere marcar desde sí y no desde la pareja. Aquí
el hijo no complejizó esa alianza sino que mostró o desenca-
denó una simplificación. O uno o el otro. Un uno construido
tanto desde una brutal expulsión como de una brutal apropia-
ción. Sin moderaciones. Hago lo que quiero, puro poder.

La tenencia compartida posibilitaría a Eloy tener sus pro-


pias experiencias, ya sean buenas o malas, con ambos padres.
La intervención analítica en colaboración mutua con el juez a
cargo del caso, permitió descoagular los discursos y habilitar
la circulación entre madre hijo.

F) Judicialización (ii)

También cuando se trata de adicción al consumo de subs-


tancias los casos suelen judicializarse. Pero en el caso de las
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47 41

adicciones vale la pena recordar cómo se lee desde el senti-


do común el concepto de despenalización de la tenencia de
drogas y cómo éste lleva a equívocos. La despenalización
no significa que la tenencia para consumo deje de ser un
acto ilícito sino que en el ámbito de lo jurídico ocurre que se
relaja la sanción. En lugar de ser objeto del fuero penal pa-
saría a un fuero civil, o sea que sólo se eliminarían las san-
ciones penales.

En términos generales la tenencia legalizada sigue siendo


un delito pero sin pérdida de la libertad, el consumo sigue
siendo ilícito y de este modo se hace foco en el tratamiento
más que en el castigo.

Se abre un campo de interrogación para la consulta: ¿la


obligatoriedad de un tratamiento es o no una variable para
relacionar a su éxito o fracaso? ¿La penalización puede fun-
cionar como motor de la consulta?

Respecto de la clínica, habría que enfocar los puntos de


anudamiento de goce entre los miembros de una familia pero
con una idea desligada del dispositivo.

G) Judicialización (iii)

El motivo de consulta de esta paciente tuvo que ver con su


relación con los hijos y nietos. Su versión fue que debió man-
tenerse alejada de sus nietos por la mala relación con su nue-
ra, siendo a su vez el hijo acusado por la madre de los niños,
de conductas de abuso sexual hacia sus nietos.

La historia familiar había sido signada por hechos de vio-


lencia hacia los hijos ejercida por ambos padres. El padre, mal-
tratador, abusó de ellos. No obstante, los chicos continuaron en
relación con el padre, quien los sostenía económicamente.

Para la madre, la violencia física era lo habitual, normal, cuan-


do se enojaba, terminaba violentándose tal como pasaba en
su propia familia de origen.
42 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47

Hay elementos de la historia que evidencian la complici-


dad de la paciente con el abuso del padre hacia sus hijos pero
no vincula esta situaciones con el impedimento que le impu-
sieron para ver a sus nietos.

La analista plantea que es difícil intervenir en el levanta-


miento de la desmentida, a pesar de contar la paciente con
varios años de análisis previo.

Pocas semanas después de las primeras entrevistas, consul-


tan en la misma institución la pareja de padres, a instancias del
abogado de parte para realizar una revinculación. Desde el juz-
gado, lo que se había indicado hasta el momento eran terapias
individuales, para los padres y los hijos. En base a las pericias
judiciales no consideraron conveniente la terapia de revincula-
ción. Se continuó con la orientación que había marcado el juz-
gado y se ofreció tratamiento al padre.

Este episodio se menciona porque poco tiempo después la


paciente interrumpe el tratamiento, confirmando la hipótesis
de que su objetivo era lograr la reconexión con su familia sin
atravesar los conflictos que generaron la distancia.

Se plantea así la paradoja entre la necesidad de desarmar


la desmentida y la imposibilidad de hacerlo por la pérdida de
apuntalamiento que ésta implica. Apuntalamiento psíquico con
los beneficios secundarios que trae aparejados. Se abre el ca-
pítulo de la clínica de lo imposible, y cómo construir condi-
ciones para que un tratamiento de estas características tenga
lugar.

H) ¿Puede el psicoanálisis operar casos de extrema privación?

No me fue bien con Juana, con sus padres.

La habían adoptado hacía un poco más de tres años. Juana


se había fugado de la casa donde vivía con sus padres adopti-
vos. No fue ni la primera ni la última fuga. Siempre retomó el
contacto a través de la empleada doméstica de la familia.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47 43

Desde la primera entrevista la madre plantea que no quiere


continuar el vínculo con Juana. Insiste una y otra vez en que
Juana ha roto todo tipo de pactos y eso hace imposible su
vuelta a la familia. No sólo mentía a sus padres sino que tam-
poco desarrolló un vínculo franco con la terapeuta. Los epi-
sodios de abandono y violencia que signan su historia pare-
cen repetirse una vez más.

La terapeuta se pregunta: ¿tenemos algo que decir los psi-


coanalistas, algo que hacer cuando la falta de amor se presen-
ta tan brutalmente en la vida de nuestros jóvenes pacientes?

Al poco tiempo Juanita entró a fugarse más asiduamente.


Con plata o sin un peso. Con ropa o con lo puesto. Con celu-
lar o sin él. Nunca quedaba muy claro a dónde iba, ni con
quién estaba. Sus relatos variaban. A veces resultaban más
creíbles, otras menos.

Como forma de poner coto a sus reiteradas fugas se intenta


establecer un dispositivo de cuidado con una internación psi-
quiátrica. Estuvo internada durante cuatro meses. Adriana y
Jorge no aceptaban bajo ningún punto de vista la vuelta de
Juanita a la casa. Empieza a circular la idea de que la Señora
que trabaja con ellos se haga cargo de Juana.

El caso se ha judicializado: Adriana y Jorge solicitan «de-


volver» a Juanita, quien va a ir a un hogar, a pesar de que
hasta el momento no hay jurisprudencia en la justicia argenti-
na sobre la anulación de una adopción plena otorgada.

La analista se pregunta: ¿puede el psicoanálisis operar en


estos casos de deprivación? ¿Un analista puede trabajar con
representaciones que le rompen la cabeza?

El caso fracasa porque no se encontraron parámetros para


lograr un anudamiento, entre el horror que siente Juana y el
que siente la analista enfrentada con la terrible contradicción
de estos padres que quieren formar una familia pero parecen
no tener lugar para un hijo. Tampoco Juana pudo hacerse un
lugar en el otro enfrentando a la analista con la dificultad de
44 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47

tramitar una historia donde no es posible encontrar algún punto


de anclaje en el amor parental. Las fugas seguramente tienen
diversos significados, según las circunstancias. Huidas frente
al encierro, escapes angustiosos, deslizamientos ante la au-
sencia de un mínimo encaje, pero también podrían ser una
búsqueda de ese lugar en el otro, en clave de deseo y no de
necesidad. La empleada tampoco pareciera haber sido el ob-
jeto de su búsqueda sino una intermediaria para volver al lu-
gar de cierta promesa.

Los padres tratan de cubrir todas sus necesidades, pero des-


de sus propios ideales, ajenos a los de Juana. Esta desestima-
ción de las singularidades y las diferencias se actualiza en la
relación con la terapeuta, cuyas indicaciones y propuestas son
cuestionadas y rechazadas.

Las concesiones en el encuadre con el objetivo de ir arman-


do un vínculo de confianza no sirvieron posiblemente porque
entraban en consonancia con las imposiciones de los padres.

Conclusión
Para finalizar y a modo de síntesis podríamos enumerar
los casos que se presentan como probables fracasos terapéu-
ticos, en el sentido de balizar el territorio a recorrer y no como
contraindicación a poner en juego nuestros instrumentos.

– Pacientes con graves fallas narcisistas que organizan vín-


culos que tienen poco en cuenta al otro, que necesitan del
otro para sostener su precaria identidad.

– Funcionamiento vincular violento. Cuando las distintas


formas de negatividad que se positivizan, cuando aquello que
fue negativizado a través de las distintas producciones vincu-
lares queda expuesto, el desborde pulsional aparece como vio-
lencia.

– Alianzas inconcientes que sitúan y sitian la locura en al-


guno y se resisten a su cancelación.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47 45

– Imposibilidad de armado de la escena imaginaria que


permita la circulación del deseo.

– Vínculos alienados con modalidades estereotipadas de


satisfacción pulsional.

– Imposibilidad de atravesar vínculos extremadamente rí-


gidos.

– Satisfacciones provenientes de los beneficios secunda-


rios logradas por el mantenimiento de vínculos altamente per-
turbados.

– Circunstancias exteriores al vínculo, redes sociales, fa-


miliares, institucionales.

– Dificultades del terapeuta surgidas de la incapacidad para


tramitar una falta o exceso de implicación.

La lista queda abierta, al igual que los obstáculos que sur-


gen a cada paso y señalan el camino por donde hay que cam-
biar lo que se venía dando.

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«La función del analista en la nadas de la AAPPG, 2004.

Resumen
En este trabajo se plantean las dificultades surgidas en la
clínica analítica ante situaciones que no pudieron resolverse
(imposibilidad) o que tal vez se encararon en forma equivo-
cada (error). La intención es hacer un pasaje de lo imposible
a lo posible, aún reconociendo los verdaderos topes de nues-
tra práctica. Se trabajan las ideas de resistencias y obstácu-
los en relación a las interrupciones y los dispositivos vincu-
lares y finalmente se comentan algunos casos problemáticos.

Palabras clave: Obstáculo. Vínculo. Resistencia. Implicación.

Summary
Limits of the analysis, obstacle to treatment
This paper deals with the difficulties encountered in the
clinical analytic situation before they could not overcome it
(impossible) or that may be faced in the wrong way (mistake).
The intention is to make a passage from the impossible to
possible, while recognizing the real caps of our practice. They
work the ideas of resistance and obstacles in relation to dis-
ruptions and relational devices and finally discusses some
problematic cases.

Key words: Obstacle. Bound. Resistance. Implications.


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 25-47 47

Résumé
Límites de l’analyse, les obstacles au traitement

Ce document traite des difficultés rencontrées dans la si-


tuation analytique cliniques avant qu’ils ne pouvaient pas sur-
monter (impossible) ou que mai à relever dans le mauvais
sens (erreur). L’intention est de faire un passage de l’impos-
sible au possible, tout en reconnaissant les bouchons réels de
notre pratique. Ils travaillent les idées de résistance et les
obstacles en ce qui concerne les perturbations et les disposi-
tifs relationnels et aborde enfin quelques cas problématiques.

Mots clés: Obstacles. Lien. Résistance. Implication.

Resumo
Límites a análise, obstáculos ao tratamento
Este artigo trata das dificuldades encontradas na situa-
ção clínica analítica antes não podiam superá-lo (impossí-
vel) ou que podem ser enfrentados de forma errada (erro). A
intenção é fazer uma passagem do impossível possível, em-
bora reconhecendo as tampas de reais de nossa prática. Eles
trabalham as idéias de resistência e obstáculos em relação a
perturbações e dispositivos relacionais e, finalmente, discute
alguns casos problemáticos.

Palavras chave: Obstáculo. Vinculo. Resistência. Implica-


ção.
Variaciones y
vacilaciones
del dispositivo
psicoanalítico

Daniel Waisbrot *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70


(*) Licenciado en Psicología, Miembro Titular de AAPPG, Profesor Titu-
lar del Centro Sigmund Freud de Estudios Psicoanalíticos.
Bulnes 1654, 5º B (1425) Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Tel.: 4822-9349 - E-mail: dwaisbrot@yahoo.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70 51

1. Introducción
Un día se murió Perón.1 Yo era un adolescente que hacía
mis primeras armas trabajando en una fábrica de ropa para
niños. Había unas cuarenta obreras en esa fábrica. Casi todas
costureras. La radio dejó de musicalizar y apareció una voz
(allí el recuerdo se hace confuso, no sé si era un relator o
Isabelita), diciendo «…tengo el triste deber de informar a la
ciudadanía la muerte del Presidente de la Nación, General J.
D. Perón». El silencio invadió la sala. Algunas empezaron a
llorar, la delegada marcó el rumbo de la congoja. Me sentí
fuertemente impactado por esa situación.

Esa tarde, fui a análisis. Allí me enteré, por la boca de mi


analista, que yo veía en la muerte de Perón, la muerte que de-
seaba y temía de mi propio padre. Escuché con horror, que
además de eso, yo en realidad, deseaba y temía también la
muerte de mi analista y que eso me acongojaba. Que yo como
varón, frente a Perón varón, mi padre, varón, y mi analista va-
rón, estaba lleno de esos sentimientos de rivalidad y envidia.

Mis diecisiete años de entonces se iban diluyendo, empe-


queñeciendo en ese diván que cada vez me parecía más gran-
de, frente a la monstruosidad de mis deseos reprimidos.

Pasó mucho tiempo. Y un día se murió Alfonsin.2

Y mis pacientes de esos días que trajeron su congoja, no se


enteraron de lo mismo que yo en aquellos días. Se enteraron
por su propia boca, que esa congoja formaba parte de un duelo
colectivo. Cada uno habrá asociado esa muerte con vicisitudes
de su propia vida. Algunos en relación a la esperanza democrá-
tica del 83, el fin de la dictadura, alguno que otro habrá asocia-
do la muerte con algún duelo personal, pero sin duda, todos
fueron acompañados en sus sentimientos que la mayoría de las

1
Juan Domingo Perón. Presidente de la República Argentina en tres opor-
tunidades. Falleció el 1 de Julio de 1974.
2
Raúl Alfonsín. Presidente de la República Argentina en el retorno de-
mocrático entre 1983 y 1989. Falleció el 31 de Marzo de 2009.
52 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70

veces eran muy parecidos a los míos dado que ambos formába-
mos parte de esa escena colectiva, social, vincular. No sentí
necesidad en la mayoría de los casos, de decir nada sobre eso,
más que acompañar, compartir, asistir a esa escena. Luego,
cada sesión fue rumbeando para diferentes lados.

¿Qué pasó entre aquel analista del ´74 y éste del 2009? De
eso me propongo hablar.

2. Lo vincular como una de las variaciones


No se trata solamente de los efectos de transformación que
el pensamiento vincular trajo a los así llamados análisis indi-
viduales. Creo que el Psicoanálisis en su conjunto, como dis-
positivo, fue variando y es hoy claramente, heterogéneo y frag-
mentario.

Lo heterogéneo se condice con la idea de que todo saber es


parcial, que no hay saber que pueda dar cuenta de la totalidad
del sufrimiento humano en tanto no pensamos en la existen-
cia de esas totalidades. La heterogeneidad entonces, respon-
de a un modo de pensar las cuestiones inherentes a una teoría
del conocimiento. Lo fragmentario, en cambio, tiene a mi
modo de ver bastante poco que ver con el objeto de conoci-
miento, y mucho más que ver con las problemáticas ligadas
al poder y al movimiento entre lo instituido y lo instituyente.

Lo fragmentado, encuentra su lugar en la política y en


quien es «dueño» de ese conocimiento. Lo heterogéneo hace
más a la diversidad, al trabajo con la diferencia y a la pre-
gunta tan habitual últimamente, acerca de si podemos ha-
blar de «el» psicoanálisis o deberíamos hablar mejor, de «los»
psicoanálisis.

En ese sentido, no pretendo plantear que nosotros descu-


brimos algo así como un nuevo oro puro del psicoanálisis y
ponernos como defensores de un nuevo fundamentalismo. Al
atender vínculos, al permitir que a nuestros consultorios en-
tren más de uno por vez, ganamos y perdemos.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70 53

Seguramente iluminamos aspectos oscuros para otros dis-


positivos de atención, y también, seguramente, algunos otros
se nos oscurecerán a nosotros.

Creo que lo que ha ido sucediendo es que se produjeron


una serie de variaciones en el dispositivo psicoanalítico en su
conjunto, a partir de las vacilaciones que se nos han ido pre-
sentando en la clínica. La perspectiva vincular se encuentra
en esa línea –una variación– efecto de las quebraduras del
discurso psicoanalítico, de sus puntos de inconsistencia. Pero
también pienso que otros colegas han ido llegando a otras
variaciones producto de haberse encontrado con otras vacila-
ciones.

Alguien ha dicho alguna vez, que los hombres se parecen


mucho más a su época que a sus padres.3 Creo que con los
analistas debe pasar algo parecido. En una película de Woody
Allen, «Dos extraños amantes», aparece una escena, la pan-
talla dividida y a ambos lados de la pantalla, Diana Keaton y
Woody Allen, en la ficción, matrimonio, hablando con sus
respectivos analistas. Hablan de la sexualidad. Ella le dice a
su analista: lo hacemos muy seguido, tres veces por semana.
El, le dice al suyo: lo hacemos muy de vez en cuando. Tres
veces por semana.

Esa película tiene unos 25 o 30 años, época en la que segu-


ramente hubiera sido extraño ver a ambos en una sesión de
pareja. Muchas veces me pregunté cómo hubiera sido ese diá-
logo en una sesión vincular, uno (como analista de la pareja),
hubiera podido marcar que aquello que para uno era mucho,
para el otro resultaba poco, quiero decir, marcar una diferen-
cia para ver cómo el vínculo podría ir arreglándose para pro-
cesarla si fuera posible.

Quiero decir, me parece que las herramientas diversas con


las que contamos, no son sólo conceptuales sino clínicas, dado
que todo discurso produce sus prácticas concomitantes. En
ese sentido, creo que la noción de vínculo, en las distintas
3
Frase atribuída al sociólogo Max Weber.
54 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70

formas en que es pensado entre nosotros, es una novedad con-


ceptual que afecta nuestro quehacer como analistas más allá
de con cuantas personas estemos trabajando en ese momento.

Pensar que el otro es algo más que un objeto para la pul-


sión, pensar que en un vínculo el otro no está allí donde lo
espero, me parece que cambia muchas cosas, aún en un análi-
sis individual. Por ejemplo, ¿podríamos sostener que cada vez
que el paciente individual se refiere al otro, está hablando de
sí mismo? Eso lo torna todo más complejo, porque sabemos
que muchas veces también es así, quiero decir, muchas veces
son sus propias proyecciones. Ni qué hablar de las problemá-
ticas del orden social que en los últimos años se nos presenta-
ron tan nítidas. ¿Alguien sería capaz hoy de interpretar a al-
gún paciente en tono de «algo habrá hecho» la pérdida de
alguna instancia laboral? Nuevamente lo complejo, dado que
también muchas veces, las «habilidades» neuróticas se las
saben arreglar para perder oportunidades. Habrá que conser-
var la doble vía, con la incertidumbre que ello genera. Tener
una teoría «completa», que sabe exactamente qué decir a cada
momento y a cada situación, sería más fácil.

También es cierto que no somos los primeros adelantados


que advertimos sobre cómo lo que sucede en un análisis no es
pura proyección del mundo interno ni que la transferencia es
pura repetición de los arquetipos infantiles en la figura del
analista. Muchos analistas no se han formado nunca en lo
vincular y trabajan en un psicoanálisis que articula desde el
vamos la relación entre sujeto, vínculo y cultura. Quizás su-
cede que muchos vamos llegando a cosas parecidas por ca-
minos distintos. Por eso decía que me parece que como ana-
listas nos parecemos más a nuestra época que a nuestros pa-
dres. Sí creo que la inclusión de más de un otro en las sesio-
nes es una herramienta clínica que tenemos disponible para
utilizar con mayor «naturalidad» que otros analistas. Pensar
que el otro es otro, que tiene una dimensión de ajenidad irre-
presentable, que su presencia modifica el campo, que el ana-
lista también es otro que está ahí jugando en la escena, nos da
un perfil.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70 55

Creo que la diferencia, más allá de trabajar con vínculos o


no hacerlo, pasa por cómo concebimos la práctica analítica,
más cerca o más lejos del mundo, más cerca o más lejos de
los otros.

3. ¿Cómo llamaba Freud a eso que nosotros llamamos dis-


positivo?
Un rápido recorrido para situarnos en la obra freudiana, no
con el fin de imponer su verdad como bandera idolatrada,
sino para pensar qué fue pasando luego.

Si ubicáramos una línea de tiempo entre 1895 y 1937,


esos cuarenta años de producción, entre el «Proyecto» (Freud,
S., 1950) y «Análisis terminable e interminable» (Freud, S.,
1937), haría una primera marcación en 1900 con la «Inter-
pretación de los sueños» (Freud, S., 1900). Marcación espe-
cial porque a lo previo podríamos llamarlo la prehistoria del
Psicoanálisis y poner como punto inaugural el descubrimien-
to del inconciente y su conceptualización en una teoría del
aparato psíquico. La obra freudiana tiene una secuencia per-
manente de textos teóricos y épocas de textos clínicos que
intentan dar cuenta de lo teorizado, encontrarse con los
impasses y relanzar una nueva vuelta teórica. Así, en 1900,
tenemos una teoría del aparato psíquico, y una técnica basa-
da en la interpretación de los sueños.

Allí, Freud empieza a producir historiales clínicos, y apare-


ce fundamentalmente el «Caso Dora» (Freud, S., 1905) y
«Juanito» (Freud, S., 1909); también el «Hombre de las ratas»
(Freud, S., 1909) en ese mismo año y «Leonardo» (Freud, S.,
1910) un año mas tarde. Dora es fundamentalmente un trabajo
de Freud alrededor del sueño, y Juanito, una suerte de psicoa-
nálisis por encargo, viabilizado por intermedio del padre de
Juanito, ustedes recordarán. La neurosis obsesiva entra en es-
cena a partir del Hombre de las ratas, con lo cual estaban traba-
jadas las tres neurosis de transferencia. Con Leonardo Da Vinci
Freud se introduce en el mundo del psicoanálisis aplicado.
56 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70

También «Schreber» (Freud, S., 1911) es de esa década


aunque publicado en 1911. Hasta aquí, el psicoanálisis in-
cipiente no estaba institucionalizado, ni sujeto a demasia-
das normativas.

En esa década, entonces, un Freud con una teoría incipien-


te lanzado a trabajar produce estos cinco impresionantes his-
toriales clínicos. Dora, Juanito, Hombre de las ratas, Leonardo,
Schreber. El mundo de la histeria, las fobias, la neurosis ob-
sesiva, el arte, la homosexualidad, la demencia precoz, la pa-
ranoia, pero por sobre todas las cosas, la historia. Freud in-
tenta todo el tiempo la reconstrucción histórica, cómo suce-
dieron los hechos, yo diría, la historia emocional de los
acontecimientos que fueron engarzando y dando lugar a las
patologías de estos verdaderos personajes de la historia del
psicoanálisis.

Y allí, ya a partir de 1912, Freud produce los textos técni-


cos (Freud, S., 1911-1915) más importantes. Ya no serán sólo
los sueños ni la libre asociación. Aparecen allí conceptos cru-
ciales para todo lo que viene.

«Dinámica de la transferencia», «Consejos al médico», «La


iniciación del tratamiento», «Recuerdo, repetición y elabora-
ción», «Amor de transferencia», textos que se suceden como
resultado de una reflexión crítica sobre esos historiales. Mo-
mento de producción de pensamiento sobre lo trabajado.

No nos olvidemos que en 1910 sucede también un hecho


trascendente que es el inicio del proceso de institucionaliza-
ción del Psicoanálisis. Freud funda la Asociación Psicoanalí-
tica Internacional como modo de dar sustento político a las
teorizaciones incipientes.

Luego de esta seriada de artículos técnicos, aparece otra


serie teórica intensa. En 1914 «Introducción al narcisismo» y
en el ´15 la bruja metapsicología. (Freud, S., 1915) «La re-
presión», «Lo inconciente», «Pulsión y destino de pulsión»,
«Duelo y Melancolía», para terminar con la «Adición metap-
sicológica a la teoría de los sueños». El psicoanálisis toma
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70 57

cuerpo en esa primera mitad de la década del diez. Freud cuen-


ta con una teoría del aparato psíquico sumamente enriqueci-
da, una variedad de recursos técnicos y de teoría sobre esos
recursos, ya está claro el uso de la transferencia y la regla de
abstinencia como trabajo del analista en atención flotante y
una teoría sobre cómo se funda la vida humana (eso no se
llamaba todavía fundación de la subjetividad).

Entonces, una teoría del aparato psíquico, una teoría de la


vida pulsional, cierta idea de la repetición aún no fuertemente
instalada, y una técnica que involucraba a los dos miembros
de la escena analítica.

Y otra vez, desde allí, a la clínica. «El hombre de los lobos»


(Freud, S., 1918) en 1918, año de la publicación de otro texto
clínico interesante, Freud utiliza la expresión de Ferenczi, «ac-
tividad del analista». Una frase: «¿Debemos dejar al enfermo
librado a sí mismo, que se arregle solo con las resistencias que
le hemos mostrado? ¿No podemos prestarle ningún otro auxi-
lio? Además, el logro del paciente depende de cierto número
de circunstancias que forman una constelación externa. ¿Va-
cilaríamos en modificar esta última interviniendo de la mane-
ra apropiada? Opino que esta clase de actividad en el médico
que aplica tratamiento analítico es inobjetable y está plena-
mente justificada» (Freud, S., 1918 I).

Luego, «la homosexual femenina» (Freud, S., 1920), «la


neurosis demoníaca del siglo XVIII» (Freud, S., 1923),
«Dostoievsky» (Freud, S., 1928). Años de retrabajo sobre la
teoría pulsional en «Más allá» (Freud, S., 1920), de retrabajo
sobre la teoría del aparato psíquico que se complejiza en «El
yo y el ello» (Freud, S., 1923) y finalmente el formidable
trabajo sobre la angustia, «Inhibición, síntoma y angustia»
(Freud, S., 1926).

Unas palabras sobre este texto: es a mi modo de ver el


texto teorico-clinico-psicopatológico más logrado de toda la
obra. Allí Freud vuelve todo el tiempo sobre lo dicho. Des-
pués de veinticinco años de producción, vuelve a pensar
Juanito, vuelve sobre el Hombre de los Lobos, retoma los
58 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70

temas de la represión-regresión-castración desde una nueva y


notable perspectiva. Es a mi modo de ver, una síntesis muy
clara de cómo pensaba Freud en esa época el psicoanálisis
como conjunto.

En Julio de ese año, unos meses antes de publicarlo, Freud


le escribe a Ferenczi, de nuevo, sobre la actividad del analis-
ta. Miren lo que le dice: «Los analistas dóciles, no supieron
entender la elasticidad de las reglas que yo les había impues-
to. Se sometieron a ellas, como si fueran tabúes. Todo esto
tendrá que ser revisado alguna vez, claro está que sin apar-
tarse de las obligaciones que mencioné» (Jones, E., 1976).

De allí en más, textos sociales, «Psicología de las masas»


(Freud, S., 1921) ya había sido escrito y continúan «El porve-
nir de la ilusión» (Freud, S., 1927) y «El malestar en la cultu-
ra» (Freud, S., 1929).

Nuevamente, texto crucial, a mi gusto hito fundamental en


tanto produce un nuevo modo de acercarse a la problemática
humana. Ya no se trata de pensar en diagnósticos psicopato-
lógicos sino de producir un salto para pensar en las fuentes
del sufrimiento que nos habitan a todos. El psicoanálisis aban-
dona definitivamente el sesgo médico que impregnó tres dé-
cadas de su producción, deja de pensar en términos de sano o
enfermo para pensar en términos de trabajo sobre el malestar
inherente a la condición de humanidad.

«Moisés y la religión monoteísta» (Freud, S., 1939) cie-


rran la serie de «escritos sociales» si es que la podemos lla-
mar así y finalmente «Análisis terminable e interminable» en
1937, retoma la clínica, la técnica, la teoría. En lo que nos
importa en este caso, allí Freud vuelve sobre a hablar de «te-
rapia analítica» y dice «Terapia analítica, o sea, liberar a un
ser humano de sus síntomas neuróticos, de sus inhibiciones y
anormalidades del carácter» (Freud, S., 1937).

Este es un breve recorrido, no exhaustivo de sus textos, pero


creo que está delineada la columna vertebral de su pensamiento.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70 59

Pero volvamos a la pregunta que inaugura este apartado.


Cómo denomina Freud, eso que sucede en un análisis. Freud
nunca usa la palabra encuadre. En esos textos lo nomina de
diversas formas, quizás prevalece la nominación de «cura
analítica», entre otras formas como «reglas técnicas» o «tra-
tamiento psicoanalítico», también «trabajo psicoanalítico»,
pero en un Freud que intentaba conceptuar su quehacer, no
puede dejar de llamar la atención que no haya usado una pa-
labra para hacer concepto. Casi pareciera una decisión políti-
ca. (Tengo claro que es una interpretación mía).

Una de las que más me gusta, tiene que ver con una forma
de explicar en la «Iniciación del tratamiento», el uso del di-
ván. Allí dice textualmente: «cierto ceremonial de la situa-
ción en la que se ejecuta la cura» (Freud, S., 1913).

Allí remarco en primer lugar la idea de ceremonia. Se


trata de un ritual que genere un espacio-otro respecto a la
vida cotidiana. Un ceremonial que tiene valor de pausa, de
intervalo. Ceremonial, dice, de la situación. Se trata enton-
ces de generar un intervalo para instalar una situación. Si-
tuar, generar un sitio, disponer (y remarco aquí esa palabra
porque va a ser importante) a una persona en una determi-
nada perspectiva.

Entonces, una ceremonia que intenta situar para ejecutar


algo. Ejecutar no es una palabra menor. Abre la perspectiva
del hacer en la situación, de la actividad de analista y pacien-
te. Allí van a ejecutar algo que denomina la cura. Terapéutica
entonces que entra en la escena.

Se trata de generar por vía de algún ceremonial, una pau-


sa, un intervalo que produzca un sitio, una situación, que
disponga a una persona en una perspectiva diferente para
poner a trabajar lo que deba ser curado.
60 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70

4. De «cierto ceremonial de la situación en que se ejecuta


la cura» al «Encuadre»
En 1966 Bleger publica Simbiosis y Ambigüedad (Bleger,
J., 1966) y plantea que para que el proceso psicoanalítico fun-
cione es necesario mantener constantes ciertas variables que
lo enmarcan.

El encuadre, entonces, sería un «no proceso», un telón de


fondo que se establece entre paciente y analista al formular el
contrato analítico para permitir que en su interior se desplie-
gue el proceso. Incluye los rehusamientos del analista y la
asociación libre del paciente.

La idea de Bleger es que el movimiento (o el proceso)


sólo puede captarse en función de la quietud del fondo don-
de éste se desarrolla. En ese marco, es necesaria la perma-
nencia estable de las variables del tiempo, del espacio y del
dinero.

Hablar de encuadre implica entonces un juego entre lo cons-


tante y lo variable, entre movimiento y quietud, entre proceso
y fondo o no proceso. A la manera de los matrimonios, o de
cualquier tipo de contrato, sólo hace ruido cuando se rompe.
Allí aparece la discusión sobre la «letra chica» del contrato.

Si tomo en consideración este texto de Bleger, es porque


marca un hito en la construcción del Psicoanálisis en la Ar-
gentina y da cuenta de una posición para el analista que mar-
cará una época. Se trata de una concepción del análisis que
pretendía poner entre paréntesis la realidad externa, y crear
un marco de estabilidad donde las cuestiones se jugaran en
relación al mundo interno y a lo que de ello se proyectaba en
la figura del analista.

El análisis entendido como regresión polimorfa expandi-


da, trabajo en transferencia, diván para crear estados de enso-
ñación (dispositivo para la escucha de la histeria), cuatro se-
siones semanales y abstinencia-neutralidad del analista.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70 61

Ahora bien, podríamos preguntarnos: ¿qué concepción de


transferencia, qué concepción de aparato psíquico, subtiende
a este modo de pensar el encuadre? Y aún, ¿qué lugar se le
asigna a la realidad externa? ¿Es tomada o no como «cuarta
instancia», según podría desprenderse del texto freudiano
de «El yo y el ello»? ¿Qué lugar tiene el otro tanto en la
conformación subjetiva y en los efectos de inscripción de
las sucesivas vincularidades? Y por último, ¿qué relación
entre caos, determinismo y azar, que relación entre lo cons-
tante y lo variable?

Ha sido históricamente función del analista el montaje de


un dispositivo que marcara: frecuencias, horarios y honora-
rios en un proceso de análisis sin límite de tiempo. ¿Hoy si-
gue siendo así? Sabemos que todas estas variantes vienen hoy
dispuestas por los pacientes, que llaman diciendo que pueden
venir una vez por semana y que pueden pagar tanto dinero, si
es posible que lo atendamos. Quizás se trate de deconstruir
las cuestiones del encuadre (Bianchi, G.; Gomel, S., 2003).

J. Laplanche (1989) plantea que frente al encuadre puede


haber dos fenómenos diferentes pero igualmente riesgosos. Los
nomina como «perversiones»: sacralizarlo o manipularlo.

Sacralizarlo implica que por el mismo hecho que existen


reglas, se trate de hacer pasar ese legalismo a lo absoluto. Se
trata de una maniobra que pretende identificar lo contractual
con la Ley. Que sea del orden del contrato, implica en sí mis-
mo su posibilidad de revisión. No es en ese sentido, la procla-
ma de una Ley. Para algunos, el ritmo de las sesiones y su
pago es una ley y no un contrato. Es una ley promulgada por
el analista y sin lugar a la apelación.

Manipularlo, sería normal del lado del analizado. Laplan-


che dice por ejemplo, entender un aumento de honorarios como
un castigo, o una interrupción del analista por un viaje como
un signo de abandono. Es más, dice Laplanche, ese es el «ofi-
cio» del paciente en análisis. ¿Pero qué decir cuando esa ma-
nipulación viene del analista?
62 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70

Manipulación en este sentido, es poder pensar que no se


trata sólo de que los pacientes depositan en el encuadre as-
pectos mudos sino que también el analista implementa cier-
tas disposiciones de ese encuadre como una manera de distri-
buir cuestiones mudas en relación al poder y a los excesos
implícitos en ese poder.

Graciela Bianchi y Silvia Gomel (2003) plantean que cier-


tos conceptos que aparecen como rupturas del encuadre, «re-
velan las ataduras socio-históricas de los ejes que determinan
la relación analítica. ¿Se puede pensar un encuadre como pro-
ducción conjunta paciente analista y no como imposición ar-
bitraria de ninguno de ellos sobre el otro? El analista está
comprometido con la situación socio-histórica que le ha toca-
do en suerte y asume ineludiblemente alguna posición frente a
ésta. Diagnóstico y tratamiento se llevan a cabo en un tiempo
y lugar y en ejercicio de un cierto acuerdo con el discurso del
conjunto».

¿Es necesario hoy, estaríamos de acuerdo con Bleger en que


para que el proceso se produzca requiere un fondo estable? O
más bien nos ayuda pensar en términos de un fluir, entre lo cons-
tante y lo variable en el cual el proceso todo se va modificando y
es mucho más «desprolijo» que antes. Y que esa desprolijidad
abarca también al analista que ya no puede contar con un pa-
ciente de cuatro sesiones semanales que las va a pagar pase lo
que pase once meses al año y «casi» para siempre.

Desde esta perspectiva, habrá que pensar si lo que sucede


con el encuadre es una «ruptura», dado que ello supone algo
que no «debería» romperse, o más bien si hablamos de un
fluir que adopta una transitoria estabilidad que puede modifi-
carse ya porque el analista o el paciente lo propongan y am-
bos acuerden en que es lo mejor para ese tramo del análisis.

La única asimetría válida en un contexto analítico es la im-


plementación de la regla de abstinencia y la libre asociación en
el siguiente sentido: el paciente y el analista van a intentar todo
el tiempo trabajar acerca del sufrimiento del paciente. El pa-
ciente intentará trasparentar su deseo lo más posible y el ana-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70 63

lista intentará opacar el suyo lo más posible, sabiendo ambos


que fracasarán abundantemente en esos intentos.

El contrato analítico se realiza no sólo entre un paciente y


un analista, sino –como le gustaba decir a Silvia Bleichmar–4
entre «ciudadano y ciudadano».

Entiendo que el armado de una situación analítica (por ahora


la denomino así) incluye fundamentalmente dos grandes cues-
tiones:

1) entre paciente y analista, las dos reglas fundamentales:


abstinencia para el analista y asociación libre para el paciente.

2) entre dos ciudadanos, o sujetos de la cultura con mun-


dos superpuestos, ciertos organizadores del espacio analítico
como lo son tiempo y dinero. Este punto tiene que tomar la
forma de una «transitoria estabilidad» dado que está sujeto a
las transformaciones que cada uno pudiera requerir. Si con-
forman a ambos participantes de la escena, el análisis podrá
continuar. Interpretar «por norma» todo pedido de cambio
como resistencia marca una utilización espuria del espacio
transferencial. La dificultad para distinguir cuándo proviene
del campo de la realidad y cuándo del campo resistencial,
muestra la dificultad que nuestro trabajo tiene, dificultad que
debe ser reconocida como problema y no obturada por inter-
venciones «cliché» que deban ser empleadas siempre ante toda
circunstancia. Apelar a pensar cada situación, en el uno a uno
de cada consulta, podría resultar un «eslogan» necesario.

Ello funciona como marco que proteje a uno y otro de even-


tuales arbitrariedades. Pensar en términos de proceso y de fluir,
implica múltiples interpenetraciones de estos puntos. Sin em-
bargo, será necesario a cada momento, un trabajo del analista
sobre sí mismo para detectar los eventuales puntos de desliza-
miento en sus intervenciones, a cuestiones ligadas al riesgo de
exceso que otorga el poder transferencial y lo que he denomi-
nado «La alienación del analista» (Waisbrot, D., 2002).
4
Comunicación personal.
64 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70

De cómo piense la subjetividad y los enlaces entre sujeto


vínculo y cultura; de qué modo piense la transferencia, la asi-
metría del análisis y fundamentalmente los efectos de la rea-
lidad social sobre el suceder analítico, dependerá en gran me-
dida el suceder de la situación analítica.

5. Del encuadre al dispositivo


Hoy día la palabra «encuadre» es poco utilizada entre los
analistas, y si lo es, no tiene a mi entender el poder concep-
tual que tenía en las épocas del kleinismo. Y se ha ido im-
puesto la idea de «dispositivo».

Entiendo que es Michael Foucault (1976), en el texto La


voluntad de saber quien incorpora la noción de dispositivo
en un sentido amplio, y que me parece que nos puede servir
para pensar en el dispositivo psicoanalítico y qué se juega de
él en sus diferentes formas de aplicación, ya sea con un pa-
ciente o con más de uno.

El no se refiere con la noción de dispositivo a la descrip-


ción de una operatoria estricta sino justamente a lo contrario,
quiero decir, a un conjunto de elementos que no pueden siste-
matizarse como un procedimiento.

De hecho, evita dar una definición precisa y dice por ejem-


plo: «un conjunto resueltamente heterogéneo que incluye dis-
cursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisio-
nes reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enuncia-
dos científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantró-
picas, brevemente, lo dicho y también lo no-dicho, éstos son
los elementos del dispositivo» (Foucault, M., 1976).

Como ven, no deja casi nada de lado y señala que lo que


más importa es el vínculo que puede existir entre estos ele-
mentos heterogéneos.

«Pero ¿qué es un dispositivo?» –se pregunta Deleuze– «En


primer lugar, es una especie de ovillo o madeja, un conjunto
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70 65

multilineal. Está compuesto de líneas de diferente naturaleza


y esas líneas del dispositivo no abarcan ni rodean sistemas
cada uno de los cuales sería homogéneo por su cuenta (el
objeto, el sujeto, el lenguaje), sino que siguen direcciones
diferentes, forman procesos siempre en desequilibrio y esas
líneas tanto se acercan unas a otras como se alejan unas de
otras. Cada línea está quebrada y sometida a variaciones de
dirección (bifurcada, ahorquillada), sometida a derivaciones.
Los objetos visibles, las enunciaciones formulables, las fuer-
zas en ejercicio, los sujetos en posición son como vectores o
tensores».

Según las analiza Foucault; los dispositivos son máquinas


para hacer ver y para hacer hablar. La visibilidad no se refiere
a una luz en general que iluminara objetos preexistentes. «Cada
dispositivo tiene su régimen de luz, la manera en que ésta cae,
se esfuma, se difunde, al distribuir lo visible y lo invisible, al
hacer nacer o desaparecer el objeto que no existe sin ella».

De manera que el dispositivo, hace referencia a una dispo-


sición, a tener una serie de instrumentos y disponerlos de de-
terminado modo. A una serie de prácticas para hacer frente a
una situación y conseguir un efecto.

En este sentido, la idea de dispositivo psicoanalítico, in-


cluye –como conjunto heterogéneo– discursos (teorías, prác-
ticas), instituciones –la nuestra es una de ellas–, instalaciones
arquitectónicas (divanes, sillones, escenarios), decisiones re-
glamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados cien-
tíficos, etcétera, etcétera, etcétera. Ello excede enormemente
lo que tradicionalmente se ha conocido como encuadre, ya
que se trata del conjunto de los elementos que se disponen
ante la situación para hacer frente a las cuestiones que apare-
cen en la clínica, y que conforman una red.

En ese sentido, el dispositivo psicoanalítico no implica pro-


cedimientos sistematizados y predeterminados a priori, sino
que se constituye en situación convocando a la singularidad
de esa situación planteada.
66 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70

Así, será el dispositivo psicoanalítico, aquello de lo que un


analista se sirva para poner a trabajar en el o los pacientes, su
condición de sujetos de deseo, sujetos del vínculo y sujetos
sociales.

Ello supone que la subjetividad está mucho más allá de la


pura «interioridad», dado el lazo social que constituye al su-
jeto. Los dispositivos tienen en sí mismos una función subje-
tivante, en tanto permiten al sujeto hablar sobre lo que les es
propio en su devenir y responsabilizarse por ello.

El dispositivo hará o no posible una línea de subjetivación,


y es en sí misma una línea de fuga, en tanto escapa a las líneas
anteriores, se les sustrae. Arma una línea pero no sigue otras.

«En todo dispositivo –seguirá diciendo Deleuze– hay que


distinguir lo que somos de lo que ya no somos y lo que esta-
mos, siendo: la parte de la historia y la parte de lo actual. La
historia es el archivo, la configuración de lo que somos y deja-
mos de ser, en tanto que lo actual es el esbozo de lo que vamos
siendo. De modo que la historia o el archivo es lo que nos
separa de nosotros mismos, en tanto que lo actual es eso otro
con lo cual ya coincidimos.(…) La teoría de los dispositivos
desdeña los universales porque ellos no explican nada, sino
que obligan a explicarlos. Los dispositivos tienen como carac-
terística apartarse de lo eterno para aprehender lo nuevo».

Entiendo que solemos llamar «dispositivos» a la «disposi-


ción» que tenemos al recibir en el consultorio a un sujeto, una
pareja, una familia, a un grupo, o a intervenir en una institu-
ción. Sin embargo, siendo conceptualmente estrictos, el dispo-
sitivo es el psicoanalítico, siendo muy variadas las herramien-
tas que podemos utilizar en el uno a uno de cada situación.

No se trata de borrar la historia, el archivo, la memoria, los


caminos recorridos, la experiencia acumulada que da cuenta
de la riqueza de lo ya sabido, de las formas consensuadas de
poner a trabajar una cura analítica, sino de des-naturalizar las
formas canónicas con las cuales el psicoanálisis fue trabajan-
do sobre las distintas fuentes del sufrimiento para incluir y
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70 67

reconocer otras que las diversas prácticas han demostrado ne-


cesarias, pertinente, útiles y que forman parte, ya hoy, del
dispositivo psicoanalítico.

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Resumen

El autor se interroga por las variaciones que el dispositi-


vo psicoanalítico ha ido sufriendo en los últimos veinticinco
años. Recorre el pensamiento freudiano acerca de la cura a
lo largo de su extensa producción. Se pregunta cómo deno-
minaba Freud eso que hoy día suele nombrarse como «en-
cuadre» o «dispositivo». Plantea que de lo que se trata, es de
generar por vía de algún ceremonial, una pausa, un interva-
lo que produzca un sitio, una situación, que disponga a una
persona en una perspectiva diferente para poner a trabajar
lo que deba ser curado.

Sostiene que se suele llamar «dispositivos» a la «disposi-


ción» a recibir en el consultorio a un sujeto, una pareja, una
familia, a un grupo, o a intervenir en una institución, pero
que siendo conceptualmente estrictos, el dispositivo es el psi-
coanalítico, siendo muy variadas las herramientas a utilizar
en el uno a uno de cada situación.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70 69

Palabras clave: Situación Analítica. Encuadre. Dispositivo.

Summary
Variations and vacillations on the psychoanalytic device
The author inquires for the variations that the psychoana-
lytic device has been suffering during the last 25 years. He
goes over the Freudian thinking about the cure throughout
his extensive production. The author wonders how Freud
called what nowadays is often named «framework» or «de-
vice». What it is about, he states, is generating by means of
some ceremonial a pause, an interval that may produce a site,
a situation that disposes a person in a different perspective in
order to put to work whatever must be cured.

He sustains that often by «devices» is meant the «disposi-


tion» to receive in the consulting room a subject, a couple, a
family, a group, or to participate in an institution; however,
in a strict sense, the device is the psychoanalytical one, where
the tools to be used in the one-on-one of each situation are
very varied.

Key words: Analytic Situation. Frame. Device.

Résumé
Variations et vacillations du dispositif psychanalytique
L’auteur s’interroge sur les variations qu’a subi le dis-
positif psychanalytique pendant ces dernières 25 années.
Il parcourt la pensée freudienne au sujet de la cure le long
de sa vaste production. Il se demande comment appelait
Freud ce que de nos jours on nomme «cadre» ou «disposi-
tif». Il propose qu’il s’agit de générer par la voie de quel-
que cérémonial, une pause, un intervalle qui produise une
place, une situation, qui dispose une personne dans une
perspective différente pour faire travailler ce que doit être
soigné.

Il soutient qu’on a l’habitude de nommer «dispositif» la


«disposition» à recevoir dans le cabinet un sujet, un couple,
70 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 49-70

une famille, un groupe ou à intervenir dans une institution,


mais que si l’on veut être strict à niveau conceptuel, le dispo-
sitif est le psychanalytique, dont les outils à utiliser dans l’un
à un de chaque situation sont très variés.

Mots clés: Situation Analytique. Cadre. Dispositif.

Resumo
Variações e vacilações do dispositivo psicanalítico
O autor é interrogado por as mudanças que foi submetido
o dispositivo psicanalítico nos últimos 25 anos. Pesquiza o
pensamento freudiano sobre a cura ao longo da sua extensa
produção. Ele questiona como Freud chamou o que hoje é
conhecido como «marco» ou «dispositivo». Ele argumenta
que é gerar, através de um cerimonial, uma pausa, um inter-
valo que vai produzir um lugar, uma situação que faz que
uma pessoa tem uma perspectiva diferente para levar para o
trabalho do que precisa ser curado.

Ele argumenta que é freqüentemente chamado «dispositi-


vos» a «disposição» para receber no escritório de um sujei-
to, um casal, uma família, um grupo ou intervir em uma ins-
tituição, mas sendo estritamente conceitual, o dispositivo é o
psicanalítico com ferramentas muito diferentes para usar em
um por um em cada situação.

Palavras chave: Situaçao Analítica. Encuadramento. Dispo-


sitivo.
Conferencia:
Violencia, una mirada
psicoanalítica *

Bernard Duez **

Introducción y Traducción por


Marina Ravenna Selvatici ***

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93


(*) La conferencia tuvo lugar el miércoles 28 de octubre de 2009 y fue
traducida por la Lic. Marina Ravenna Selvatici.
(**) E-mail: bernard.duez@gmail.com
(***) Licenciada en Psicología. Miembro Titular de AAPPG.
E-mail: marinaselvatici@yahoo.com.ar
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93 73

Introducción
Hemos tenido el honor de recibir al Dr. Bernard Duez en
nuestra Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de
Grupo, quien nos ofreció una muy interesante conferencia ti-
tulada «Violencia, una mirada psicoanalítica», que publica-
mos a continuación.

El Dr. Duez es psicoanalista, psicodramatista y especialis-


ta en todo lo atinente al trabajo con los grupos. Estuvo siem-
pre atraído por la práctica en campos difíciles, a los que acce-
dió, según él mismo relata, a través de profesores como D.
Anzieu y A. Missénard.

Fue hasta hace muy poco profesor titular de Psicología Clí-


nica en el Centro de Investigaciones en Psicopatología Clíni-
ca del Instituto de Psicología de la Universidad Lumière
Lyon2, de Francia, con la que la AAPPG tiene un convenio
de intercambio científico, y fue invitado a formar parte del
grupo que dirigía R. Kaës.

Muy comprometido con lo social, interesado por lo insti-


tucional y los vínculos familiares, se dedicó a la clínica con
niños y familias carenciadas, que él mismo considera «una
clínica difícil con un fuerte impacto social».

Esta experiencia le resultó fundamental para su práctica


psicoanalítica con pacientes estados límites y su trabajo en
instituciones psiquiátricas y judiciales.

Un ejemplo de ello es su clínica innovadora en los Ho-


gares de la Justicia en París, considerados «la última opor-
tunidad antes del hospital psiquiátrico o la cárcel», y sus
investigaciones sobre la psicopatología de la adolescen-
cia, en problemáticas atinentes a la violencia y a la delin-
cuencia juvenil.

Investigó particularmente la inestabilidad de los vínculos


que establecen en forma precaria estos pacientes, de constan-
te confrontación con los límites como «modo de asegurar su
74 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93

propia autonomía», lo que lo hizo retrabajar el tema de la


transferencia en «el eje psicopatía-perversión», destacando
también la importancia de la escena y de las figuraciones
múltiples que se juegan en las situaciones grupales.

En varias oportunidades el Dr. Duez resaltó «los desafíos


psíquicos movilizados por las nuevas patologías cuya con-
flictualidad se articula mucho más con los problemas de la
atribución originaria entre interior y exterior, con las relacio-
nes de intrusión y familiaridad, con las identidades de perte-
nencia que en relación a desafíos intrapsíquicos de las identi-
ficaciones edípicas y post-edípicas.»

La concepción del Edipo modelizada a partir de su primer


encuentro en la cura típica, dice, se ve obligada a ser modeli-
zada en forma diferente a medida que las «nuevas patolo-
gías» nos obligan a inventar nuevos dispositivos pero tam-
bién a modificar nuestra actitud interna, incluso en el marco
de la cura típica.

Este rápido acercamiento a alguna de sus ideas lo mues-


tran como un investigador inquieto y frecuentemente innova-
dor en el campo del Psicoanálisis.

El Dr. Duez es vicepresidente del Primer Congreso Inter-


nacional – Psicoanálisis y Grupo: «El trabajo psíquico en si-
tuación psicoanalítica de grupo», que se desarrollará en Ate-
nas en abril de este año, propulsado por la red internacional
Grupos y Vínculos intersubjetivos.

Marina Ravenna Selvatici


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93 75

Bernard Duez: Es muy emocionante poder hablar aquí. Me


di cuenta de que mis deseos de venir a conversar con ustedes
tenían que ver con recuerdos muy fuertes. Mi encuentro con un
amigo muy querido, un amigo que nos dejó, Marcos Bernard.
Un amigo con quien no nos veíamos con mucha frecuencia, pero
cada vez que nos encontrábamos era muy fuerte, un amigo de
quien, hasta hoy, no puedo dejar de hablar sin emocionarme.

En la base de mi pensamiento, está presente un conocido


psicoanalista, José Bleger, que fue uno de los que inició esta
corriente de pensamiento. Para ofrecerles un marco de esta
conferencia, mi primera propuesta es recordar un aspecto que
muchas veces se olvida en la interpretación de los sueños.
Cuando Freud habla de la escena del sueño y por extensión
del psiquismo inconciente y conciente, lo designa –en «La
interpretación de los sueños»– con el término ‘la otra esce-
na’. Creo que es una resistencia de los psicoanalistas haber
olvidado que el psiquismo está estructurado como una esce-
na. Las propiedades escénicas del psiquismo son las que fun-
dan la eficacia psicoanalítica y más específicamente la efica-
cia simbólica y terapéutica del psicoanálisis de grupo.

Ahora, guardemos esta idea en nuestro pensamiento, para


ingresar a experiencias más concretas.

Yo trabajé en dos lugares distintos, y trabajé mucho con


adolescentes delincuentes. El primer lugar era un hogar de la
justicia, un hogar de semi libertad donde se ubicaba a los jó-
venes que normalmente hubieran estado en la cárcel. Era una
oportunidad para evitar la cárcel. Ese hogar estaba en París, y
era el hogar que recibía a las jóvenes adolescentes mujeres
que ninguna institución quería recibir. Para precisar, trabajé
veinte años en ese hogar; y casi todos los años, alguna de esas
adolescentes –que podían ser muy jóvenes, entre 14 y 20 años–
se veía implicada en un crimen de sangre; eran personas muy
peligrosas. El otro lugar donde trabajé era un consultorio de
la Asistencia Pública de París, que estaba en un lugar que
tenía habitaciones sociales donde se albergaba a las personas
que no podían pagar alquiler. Ese lugar recogía a chicos de
entre algunos días y 20 años, y estaba situado en el medio de
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ese complejo habitacional. En veinte años, vi cerca de dos


generaciones de jóvenes delincuentes. Estos eran mis traba-
jos, además del trabajo clásico como psicoanalista.

Primero, quiero hablar de la representación que nos hace-


mos del encuadre. (Donde verán la influencia de Bleger) Antes
de pasar a la teoría, quiero presentar un ejemplo concreto. Des-
pués de un trabajo muy importante con el equipo, decidimos
proponerle a ese grupo de jóvenes muy peligrosas trabajar con
un dispositivo de psicodrama psicoanalítico de grupo. Para las
personas que estuvieran interesadas, se ha publicado un artícu-
lo sobre el tema en un libro bajo la dirección de René Kaës,
Realidad psíquica y sufrimiento en las instituciones. Lamenta-
blemente, hubo un grave contrasentido en la traducción, por-
que el título no es «Psicopatología de lo imaginario», sino «Psi-
copatología de lo originario». En este artículo, presento dos
cosas. Todo el trabajo que hay que hacer con el equipo educa-
dor y clínico, antes de hacerse cargo de una práctica psicoana-
lítica de grupo o individual en una institución. Es esencial tra-
bajar con el equipo, para que el psicoanalista no deje de ser
considerado como testigo que escucha el inconciente y un re-
presentante de la pulsión de excluir, forcluir y denegar.

En esa oportunidad, presenté un encuadre mínimo, y defi-


nimos que todas las semanas nos íbamos a encontrar para or-
ganizar un psicodrama psicoanalítico. Hicimos una primera
sesión donde los educadores, con mucho entusiasmo, habían
distribuido la sala en un semicírculo. Era una sala de reunión
donde se hacía cine club y había televisión. Para que el psico-
drama pudiera tener lugar, era necesario que los otros jóve-
nes que no participaban en él renunciaran a mirar televisión.
Esto me permitió entender cómo las tópicas grupales se orga-
nizan en el espacio. Ahora, por ejemplo, estamos en una dis-
posición de primera tópica. Como profesor acostumbrado a
dar clases numerosas, puedo señalar que las primeras filas
son tranquilas y muy atentas, las segundas más o menos, las
terceras mucho más agitadas, y al fondo cerca de las puertas
están los que llegaron tarde y no se animan a mostrarse y los
que se quieren ir antes y no quieren molestar. Esto es un ejem-
plo de cómo una organización psíquica de escucha se traduce
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93 77

en un grupo. Cuando se organiza un grupo en forma de semi-


círculo, se está diciendo algo a quienes uno se lo propone. Si
hubiéramos tenido una situación de interpretación de los sue-
ños, la primera tópica es un psiquismo en situación de sueño
o de estar despierto. La segunda tópica es un aparato psíquico
en situación de reflexión en la que se miran unos a otros, o de
psicoanálisis donde el sujeto está trabajando lo intrapsíquico.
(Recuerden la situación de la segunda tópica; es un aparato
psíquico en situación de psicoanálisis con sobredetermina-
ción de lo intrapsíquico, y con una menor determinación de la
exterioridad). Cuando José Bleger dice que depositamos en
el encuadre las partes más arcaicas de la personalidad, tene-
mos un ejemplo muy concreto; lo hacemos en silencio, en
secreto. Esto es lo que va a llevar a José Bleger a la teoría del
meta-encuadre.

Vuelvo a la situación. El encuadre es lo suficientemente


incierto, ambiguo; la segunda semana, las jóvenes que que-
rían volver –no era una actividad obligatoria– van a dejar a
las dos o tres primeras filas orientadas hacia la televisión, y
van a dejar al semicírculo detrás solamente para ellas, para
las chicas que participaban en el psicodrama. Esa manera de
apoderarse del espacio del psicodrama antes de que los edu-
cadores lo hayan instalado podría haber sido vivido como un
ataque al encuadre. Esto me hizo pensar mucho; me puse a
pensar en todas las veces que, fuera en un dispositivo indivi-
dual o de grupo, las cosas no habían funcionado con los psi-
cópatas. Y me di cuenta de que sucedía cuando planteábamos
demasiado explícitamente los límites. Haciendo este trabajo,
ellas habían explicitado qué querían; podíamos pensar que
ellas querían poner su propio encuadre, pero no era eso. Ellas
querían demostrar que investían ese cuadro a su manera; y
poco a poco, semana tras semana, se fue creando una costum-
bre donde ellas van a instalar el psicodrama de esta manera;
una manera acostumbrada, habitual.

Es importante señalar que acababan de crear con nosotros,


porque las habíamos dejado jugar con eso. Así ellas crearon
un objeto común y compartido; el encuadre se transforma en
un objeto común y compartido. Este objeto común, fuerte, se
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convirtió en un símbolo; un símbolo que garantizaba el dis-


positivo del psicodrama. ¿Por qué a veces esto no funciona
con los dispositivos psicoanalíticos individuales o grupales?
Es porque los pacientes border, estado límite o psicópatas y
algunos pacientes perversos, frente al psicoanalista, conside-
ran que el encuadre es el objeto del psicoanalista, y confun-
den el encuadre y el objeto contenido en el encuadre. Se dice
que atacan al encuadre, pero en realidad atacan al objeto del
psicoanalista del modo psicopático clásico: la bolsa o la vida.
Si pierden la bolsa, no está garantizado que te dejen la vida; y
si pierde la vida, recupero la bolsa. Como dijo Bleger, esto es
importante para mostrar cómo el encuadre es la forma más
lograda de la compulsión a la repetición. Y si me permiten
tener ese gran ancestro, diría que el encuadre es la sublima-
ción lograda de la pulsión de muerte. Es decir, utilizan el ob-
jetivo de la pulsión de muerte, el retorno hacia lo inmóvil,
para dar constancia al encuadre, y utilizan su modo –la com-
pulsión a la repetición– para permitirnos constituir una segu-
ridad que nosotros conocemos bien: las costumbres. Algo que
los adolescentes con sus padres llaman, en general, las pe-
queñas costumbres. Quizá ustedes conocen adolescentes que
dicen que tienen pequeñas costumbres; y dicen que esas cos-
tumbres, esas repeticiones, sólo funcionan si son posibles en
pequeñas dosis, discretas. Para nosotros, son nuestro peque-
ño confort, nuestro pequeño estado de bienestar, porque no
nos exigen una gran investidura pulsional, lo hacemos auto-
máticamente, lo hacemos sin pensar. En ese sentido, los ado-
lescentes y los psicópatas comparten algo, lo que no quiere
decir que los adolescentes sean psicópatas, sino que no tie-
nen costumbres. Lo que se teorizó con los adolescentes del
lado del break-down es el hecho de que cuando ellos intentan
construir sus costumbres sólo encuentran la compulsión a la
repetición. El espíritu con que quiero trabajar esto es no como
cosas acabadas sino como propuestas.

Con respecto al tema del grupo, en todos los grupos, hay


algo común que son las figuraciones múltiples. La figuración
de ustedes está aquí presente; van a hablar, modular, jugar di-
bujar, etcétera. En general, hablan sobre lo que hacen; enton-
ces, van a tener distintos soportes de figuración. Como ejem-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93 79

plo tomo al psicodrama porque considero que es la forma más


lograda para entender esto. En el psicodrama, se le pide a un
sujeto que invente una historia por asociación libre, es decir, la
primera idea que se le pasa por la cabeza. Allí hay un primer
límite: si todo el mundo habla al mismo tiempo, nadie se escu-
cha. Experiencia compartida de límite. Después que se cuenta
la historia, se distribuyen los roles. Segunda figuración: des-
pués se representa la historia como en teatro; aparece la motri-
cidad y la representación hacia el otro. Tercero: se habla en
conjunto de la historia para entender lo que quiere decir en el
aquí y ahora. Todo esto tiene una ventaja muy grande: cada vez
que uno pasa de una figuración a la otra, se hace la experiencia
de lo que puede ser figurado a través de la palabra y lo que no
puede ser figurado a través del juego. Esta experiencia del lí-
mite se vuelve compartida, y tiene una gran ventaja porque
esta experiencia del límite está en el interior del dispositivo.

En un dispositivo individual, el límite está entre interior y


exterior. Sean cuales fueran las cualidades del psicoanalista o
terapeuta, hay algo en relación con la exclusión. En ese mo-
mento, el encuadre en particular, cuando el encuadre es de-
masiado rígido, muestra lo que debe a la muerte. Esto es muy
importante para explicar por qué prefiero el psicodrama al
grupo de mediación porque justamente tiene una gran multi-
plicidad de figuraciones, y permite hacer aparecer una diná-
mica fundamental de la transferencia. Ahora que René Kaës
hizo sus teorizaciones sobre la inter-transferencia; para mí, la
transferencia como tal tiene una propiedad fundamental: se
trata de un vínculo. Y con personalidades como los psicópa-
tas que trabajan con inmensas cantidades de energía pulsio-
nal, la multiplicación de los soportes de figuración permite
trabajar con cantidades de energía suficientemente bajas como
para poder ser pensadas.

Cuando yo comencé este trabajo, Anzieu acababa de hacer


una experiencia con niños de zonas marginales muy desfavo-
recidas de los alrededores de la universidad, que presentaban
caracteres psicopáticos muy importantes y que la pasaban muy
mal. Esta experiencia que para Anzieu no tuvo éxito hizo que
él desaconsejara totalmente hacerla con psicópatas. Anzieu
80 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93

era tan honesto y tan claro con relación a las razones por las
cuales no quería hacer psicodrama con psicópatas que algu-
nos años más tarde me permitió entender por qué no había
funcionado. Y le debo haber podido trabajar veinte años con
psicópatas graves, durante los que tuve sólo cuatro pasajes al
acto. Uno de los casos fue un pasaje al acto vinculado con
una situación en la que la institución corría riesgo de desapa-
recer, pero las otras tres veces (yo trabajaba con una colega y
con pasantes) tuvieron que ver con que no habíamos trabaja-
do suficientemente nuestra intertransferencia.

Problemática de los modos de transferencia


A partir de este trabajo con psicodrama psicoanalítico en
grupos de personas psicopáticas, me di cuenta de que nuestra
concepción de la transferencia en psicoanálisis surgida del
trabajo con neuróticos no era suficiente. Esta concepción de
la transferencia puede funcionar en rigor con los psicóticos,
porque neurosis y psicosis es la problemática del fantasma,
sea el fantasma intra-psíquico en el histérico o en personali-
dades obsesivas o el mundo como fantasma en la psicosis.
Pero hay una diferencia de escala con otro eje que es psicopa-
tía-perversión: no estamos allí en una dimensión del fantas-
ma, estamos en la dimensión de lo real y de la abstracción, de
lo actual. No hay nadie más realista que los psicópatas; para
ellos, un gato es un gato, una billetera es un pedazo de cuero,
y no van a hacer un problema porque cambió de manos.

El artículo que me sirvió como punto de partida es «Win-


nicott y la tendencia antisocial». Winnicott (1956a) planteaba
que el antisocial dice que el mundo que lo rodea tiene una
responsabilidad con relación a lo que le sucede. Al final del
artículo, Winnicott decía que o se debe confiar al niño en una
institución especializada (como los hogares) o el psicoanalis-
ta debe poder soportar la crueldad en la transferencia. Traté
de entender qué podía ser esta crueldad que yo observaba, y
eso sólo lo pude observar en los grupos. En el dispositivo
individual, la situación es tan peligrosa que a veces debemos
recurrir, en situaciones de urgencia, a modos de defenderse
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93 81

que no son criticables. Por otro lado, la experiencia de grupo


muchas veces puede protegernos. Un pequeño ejemplo. Es-
toy en el consultorio con una joven psicópata muy peligrosa,
las cosas comienzan a funcionar y se empieza a trabajar co-
rrectamente, y comenzamos a acercarnos a la problemática
del fantasma a través del fantasma originario. Los psicópatas
no funcionan sobre el fantasma sino sobre el fantasma origi-
nario, por eso, uno los percibe tan realistas, porque todos com-
partimos esos fantasmas originarios. En un momento en que
la cosa se calienta demasiado, me saca un cuchillo y me dice
«te voy a acuchillar». Hay algo allí que tiene que ver con la
castración, pero que ella vivía como una privación, en el sen-
tido que lo menciona Winnicott. Me amenaza, y a mí me vie-
ne un flash de psicodrama y le digo: «cuidado, te vas a lasti-
mar». Yo paso como si estuviera en sus pensamientos.

La transferencia que aparece en los grupos la denomino


transferencia tópica. Considero a la transferencia no como
algo que se produce únicamente en la cura tipo, sino como el
proceso de humanización fundamental. Es porque es el pro-
ceso de humanización fundamental que podemos utilizarlo
en la cura con los pacientes, por eso, es el más fiel. Según la
definición clásica, la transferencia es una actualización de re-
cuerdos pasados, de imagos, etcétera. Eso es cierto en la cura
con neuróticos, pero ¿qué ocurre cuando hay actualizaciones
con los psicópatas? Son extremadamente presentes y extre-
madamente verdaderas. Intentando saber cómo sucedían, ob-
servé un mecanismo sobre el que René Kaës atrajo mi aten-
ción. Se da lo que Kaës denominó como difracción de la trans-
ferencia, un mecanismo que también se encuentra en el artí-
culo de 1901 sobre los sueños de Freud. Por su parte, es inte-
resante que lo que Kaës trabajó principalmente desde el lado
de la formación y trabajo con psicólogos, yo lo reencontré en
el lado de la psicopatología pesada. Cuando trabajamos jun-
tos, uno y otro nos servían de contra-ejemplo.

Pienso que la transferencia tópica se construye de la si-


guiente manera. Primer tiempo: difracción sobre los partici-
pantes presentes en ese momento. Lo que en otro momento se
reconocía como parásitos en las curas, la transferencia late-
82 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93

ral, es en realidad la transferencia fundamental. Es el disposi-


tivo psicoanalítico que centra sus transferencias en el psicoa-
nalista. Segundo tiempo: vuelta sobre el analista que recibe la
representación. En ese primer tiempo, los participantes reci-
ben la carga pulsional, pero como muchos la reciben es más
baja; es una cuestión económica, más baja en intensidad. ¿Y
qué sucede en ese momento? Se va a volcar, devolver, algo
hacia el sujeto. Por eso, Winnicott había mencionado que el
medio circundante tenía una responsabilidad porque lo que
va a suceder depende de la cualidad de la respuesta del medio
circundante. En las situaciones de grupo coordinadas por gente
poco experimentada o imprudentes, siempre hay fenómenos
de chivo emisario o de verificación de idolatrización o de
sujetos que monopolizan la palabra. Anteriormente, ese era el
problema de la comprensión, desde el punto de vista del pa-
ciente antisocial, pero también desde nosotros porque todos
somos antisociales en alguna medida.

Esos movimientos son solidarios, necesariamente ligados.


Eso se ve en el bebé que está en una situación de desamparo,
grita y quien le responde, en general, es la madre. Esa trans-
ferencia está marcada por la actualidad, la presencia; es lo
que Foulkes había pensado y sentido cuando decía que en los
grupos hay que trabajar con el aquí y ahora. Esas transferen-
cias se oponen, pero están ligadas a la transferencia clásica,
las que reconocemos en la cura, que denomino la transferen-
cia dinámica: desplazamiento y condensación. También aquí
los dos elementos están ligados; desplazamiento de los proto-
tipos antiguos y condensación sobre la figura del analista.

A nivel de trabajo con los pacientes antisociales y psicopá-


ticos, es muy importante no confundir transferencia tópica y
proyección. Recuerden la definición de la proyección: un su-
jeto atribuye a otro sujeto representaciones, afectos, que él
siente. Tomemos la transferencia tópica y sigamos el movi-
miento. Primer tiempo: difracción hacia cualquiera de los pre-
sentes. Ustedes que están presentes reciben esa difracción, se
sienten atacados, viven una situación de intrusión, están en
una situación que Bleger hubiera denominado de ambigüe-
dad, no saben quién es él, quién es uno, qué piensa uno y qué
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93 83

piensa el otro. En lugar de devolverlo «positivamente», lo


van a rechazar. Van a rechazar los elementos psíquicos que
los amenazan y que son extranjeros a ustedes, más la reac-
ción de ustedes que está contaminada por eso que les llega y
que expulsan hacia fuera. Cuando definimos que el sujeto
proyecta en nosotros cosas que no son nuestras, se deja de
lado el primer tiempo de la difracción al que no pudimos res-
ponder. Se observa entonces que la noción de proyección está
construida; es una noción defensiva que dice simplemente
«no soy yo, es el otro». Uno se ‘desambigua’ sobre el otro. La
dificultad de la proyección es que es una noción fenomenoló-
gica y no psicoanalítica; es por eso que Melanie Klein y Bion
necesitaron hablar de la identificación proyectiva, porque sin-
tieron todo lo que había de proceso en eso.

Trabajo a nivel de la interpretación


Estos dos tipos de interpretación funcionan siempre al
mismo tiempo. Cuando una situación funciona de manera
activa, actual, hay un trasfondo que funciona de manera dis-
creta, secreta, pero eficaz. Y cuando este trasfondo comien-
za a funcionar de manera ruidosa, es que ya no funciona.
Los lingüistas hablan de lo que es la discreción; cuando yo
hago un signo con las manos, no agrega nada a lo que es la
comunicación. Sin embargo, es tan eficaz la posición en mis
enunciados con relación a ustedes; para los psicoanalistas,
es muy importante.

Dos tipos de interpretación

Una interpretación de demarcación. La interpretación de


demarcación es la manera de trabajar cuando se hace trabajar
a las personas sobre el proceso; cuando le hacen sentir que se
puede hablar de esto, pero que no se puede poner en escena.
Si ustedes están aquí en juego, no pueden estar en otro lado.
Esto quiere decir que el sujeto puede volverse autóctono a sí
mismo; y es a través de este carácter de autóctono que puede
convertirse en un sujeto con relación a otros sujetos. La inter-
pretación de demarcación es de tipo metonímica; es lo que
84 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93

hace trabajar lo que Bion denominaba la relación continente-


contenido. Es muy importante con los psicópatas porque hace
trabajar los vínculos con lo real. Por eso cualquier indicio
puede desencadenar en los psicópatas un pasaje al acto. Pue-
den volverse víctimas de un pasaje al acto. Esta interpreta-
ción de demarcación metonímica se apoya sobre la transfe-
rencia tópica; y en particular, sobre el movimiento de inver-
sión de la propuesta. Con relación a esta noción, tuvimos una
dificultad porque la reencontramos en Freud en temas muy
diferentes, los sueños. Es un efecto de inversión, inversión
pasivo-activo, retorno sobre la persona misma. Es importante
entender el punto común, este movimiento.

Esta interpretación de demarcación se opone, pero se une


necesariamente a lo que denomino interpretación de asocia-
ción, una interpretación metafórica que se apoya sobre el efec-
to de après-coup (a posteriori). Se apoya sobre el efecto a
posteriori porque en la cura el único objeto común, cuando
un dispositivo funciona bien, es la palabra, el discurso. El
lenguaje funciona sobre la lógica del après-coup (del a pos-
teriori); y de la misma manera que el psiquismo funciona de
un determinado modo en función del grupo, funciona de otra
manera en un dispositivo intersubjetivo individual. Es impor-
tante entender esto porque, en ese momento, se desarrolla el
psicoanálisis de una manera extraordinaria.

La interpretación en psicodrama dispone de múltiples for-


mas de figuración:

– La asociación libre que hace emerger la o las ideas que


van a constituir los elementos de la historia.

– La narración cuando se trata de construir la historia y


poner en forma esas ideas primarias según las reglas cro-
nológicas de una historia.

– La propuesta de jugar tal o cual rol.

– El juego dramático.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93 85

– El retomar colectivamente, en el a posteriori, el juego y


la historia.

Todas estas formas de figuración son otros tantos soportes


de interpretación.

Esas interpretaciones se apoyan sobre la figuración tópi-


ca de la transferencia tal como el grupo la pone en escena:
figuración (o figuraciones) por difracción/vuelta (o inversión).

El trabajo de la interpretación en un primer tiempo se cons-


truye a menudo bajo la forma de una interpretación de de-
marcación.

Esta interpretación es de estructura metonímica.

Recoge los elementos difractados por uno o más sujetos y


los reelabora y/o los reordena en forma diferente para per-
mitir al (a los) sujetos reapropiarse de ella.

La elaboración de los conflictos, deseos o mociones pul-


sionales se vuelve posible gracias a la difracción que permi-
tió disminuir la intensidad de las cargas pulsionales actuali-
zadas por la multiplicidad de los soportes y de las formas de
figuración. La vuelta (o inversión) elaborada por el o los psi-
coanalistas hacia el o los sujetos, en relación al aquí y ahora
del grupo, permite al sujeto poner su dinámica psíquica al
servicio del trabajo psíquico del grupo y recíprocamente, le
permite ser reconocido por el grupo por esta participación en
el trabajo psíquico colectivo.

Esto permite a los sujetos border, psicópatas y psicóticos


localizarse imaginaria y simbólicamente en el grupo.

Esto permite al sujeto comprender cómo el grupo le confió


tal o cual función fórica y/o sintomática sin que por ello él
conciba esta función como una amenaza a su integridad psí-
quica.

Esta interpretación de demarcación que vincula el sujeto al


86 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93

grupo al mismo tiempo que lo singulariza, permite luego tra-


bajar sobre los efectos a posteriori ligados a la historia perso-
nal del sujeto sin que el sujeto se sienta descubierto, ni en si-
tuación de potencial intrusión por el efecto que provoca el pen-
samiento de los otros sobre su historia personal. Por el contra-
rio, puede percibir cómo estas apuestas psíquicas personales
participan en las figuraciones y por lo tanto en la vida psíquica
del grupo.

Se puede considerar como una interpretación de demarca-


ción algunas interpretaciones por el juego. Por ejemplo: en
un juego me aproximo a la persona y juego el rol de su con-
ciencia, lo que permite poner en escena el debate interno li-
gado a su rol, debate que no se anima a actuar. Muestro en-
tonces cómo ese debate interno reprimido o denegado parti-
cipa en el juego. Le permito reconocer mejor cómo su debate
interno participa en una elaboración psíquica frente a la cual
el grupo se resiste. En el a posteriori del juego, podremos
trabajar cómo la elección de esta persona para este rol tenía
para el grupo una función de resistencia al reconocimiento de
un conflicto o de un deseo que desearía reprimir, denegar o
forcluir.

En una tal situación de grupo, comenzar por una interpre-


tación metafórica de las asociaciones, del juego o del rol de
un sujeto vinculado con la actualización a posteriori de su
historia subjetiva puede crear en el grupo un efecto patógeno,
por ejemplo de puesta en situación de víctima emisaria, o por
el contrario de exaltación idealizante de la persona a partir de
la cual se planteó la interpretación. A menudo una interpreta-
ción semejante crea una vivencia de amenaza intrusiva para
el o los pacientes que pueden sentir que tal interpretación les
concierne.

Un ejemplo clínico
En un juego de psicodrama, una adolescente (delincuente
y sin duda ella misma una ex prostituta) juega el rol de una
prostituta en un juego en el que un cliente loco de amor por
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93 87

ella quisiera arrancarla a su proxeneta. Poco tiempo después


del comienzo del juego la joven tiene dificultades para soste-
ner su rol en relación a la que juega el rol de cliente, pero aún
lo logra. El cliente se propone entonces encontrarse con el
proxeneta para pedirle que deje partir a su prostituta. Como
el proxeneta se resiste y muestra más sentimientos de lo pre-
visto, la joven que actúa de prostituta está muy conmovida y
hasta pasmada. La que juega el rol de cliente cae entonces en
un modo psicopático y declara: ya que es así, comprendo su
juego y lo indemnizo. La joven que actuaba de prostituta no
sabe qué hacer y se siente desamparada. Mi colega coterapeuta
se acerca a ella y actúa como una voz «en off» el conflicto
psíquico en el que se encuentra. Finalmente le sugiere que
«ya que es así, ninguno de los dos vale más que el otro».
Actuando como la conciencia de la joven que tiene el rol de
prostituta, le sugiere dejar que se peleen entre ellos. Con este
desbloqueo, permite a la joven poner en escena una reapropia-
ción de ella misma y de su cuerpo, con esta partida actuada en
forma espectacular, teatral y hasta exagerada. Este desbloqueo
les permitirá a las que juegan los roles de cliente y de proxene-
ta, terminar diciendo que ya que es así, van a ir a «tomar una
copa» juntos poniendo en escena una forma de vínculo de alian-
za frente al abandono. La ambivalencia del vínculo con el proxe-
neta, el miedo frente al abandono, estaban inscriptas en un pacto
denegativo (en el sentido utilizado por René Kaës) por el con-
junto de esas jóvenes adolescentes psicópatas. Después de este
juego y a partir de la ambivalencia transferencial, y hasta de la
ambigüedad transferencial hacia nosotros, este vínculo pudo
comenzar a ser trabajado colectivamente.

Esto cambió mucho mi concepción de la neutralidad. En


sus escritos sobre la técnica, Freud decía que el analista tenía
que ser un espejo perfecto para sus pacientes. ¿Por qué un
espejo perfecto y no ser la estructura histérica apoyada so-
bre...? Freud inventó el psicoanálisis en reacción a la violen-
cia que se efectuó sobre un paciente en una sesión de hipno-
sis de Bernheim a la que asiste.

Lo que es muy importante para trabajar con los psicópatas


es que no se puede trabajar con los pacientes sin un nivel de
88 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93

identificación suficiente; en ese sentido, Aulagnier habla de


amor suficiente, amor necesario.

La noción de neutralidad se construyó a partir de la expe-


riencia de S. Freud con las histéricas. La propuesta de S. Freud
de que el analista debía ser un espejo perfecto para el pacien-
te debe comprenderse también en relación a la «bella indife-
rencia de las histéricas». En el centro de la noción de neutra-
lidad, surge la identificación a un síntoma fundamental de la
histérica. Esta identificación constituye la huella del aconte-
cimiento fundador del abandono de la hipnosis a favor del
psicoanálisis: la identificación histérica de S. Freud al objeto
del deseo del otro (Bernheim), a saber el paciente histérico
que Bernheim intentaba en vano hipnotizar. Esta identifica-
ción a la histérica marca la identificación necesaria que per-
mitió a S. Freud trabajar con las histéricas. Sin embargo, esta
identificación no sólo no puede constituirse como modelo ge-
neral de la neutralidad sino que representa un handicap cuan-
do se imita esta forma de neutralidad con otros pacientes. Esta
forma de neutralidad tiene más que ver con la neutralización
y con un congelamiento del afecto que con una verdadera
neutralidad: diría una neutralidad dinámica construida sobre
el modelo de lo neutro.

Con los psicópatas, como con todas las formas psicopatoló-


gicas arcaicas, se buscó volver a las bases de la noción de neu-
tro. ‘Ne uter’, en latín, es la doble negación: ni...ni, son dos pala-
bras. Es una de las posibilidades de estar como ambiguo; con
mis pacientes, me siento neutro porque mis libres asociaciones
personales tienen esta capacidad de ir y volver para poder escu-
charme, y ahí siento que algo funciona. Cuando pienso que algo
lo tenía que anotar, o sea que me gustaría escribir. Lo neutro es
esa capacidad de pasar de una figuración a otra. Los jóvenes
analistas o grupalistas dicen que nada tiene que traspasar sus
afectos; son lisos, son muertos. Es una de las violencias graves
que uno le puede hacer al paciente. Al amor y al odio se les
termina imponiendo algo más absoluto que es la indiferencia.

Toda esta teorización se sostiene en una comprensión de


las transferencias en el vínculo. Permite entender que si el
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93 89

histérico sufre de reminiscencias, el psicópata, el border y, en


parte, el perverso sufren de actualidad; recordar la diferencia
entre la angustia y el espanto. Siempre tendríamos que cono-
cer la manera en que los pacientes figuran sus sufrimientos...

Los psicópatas solucionan así sus sufrimientos, constitu-


yen lo que normalmente es el elemento silencioso, discreto,
mudo, de trasfondo; y la otra escena la constituyen con su
objeto, porque cuando no hay más objetos confiables que se
puedan encontrar, es la escena misma la que se torna un obje-
to. Es el estadio de falta lo que deviene en objeto a fuego. La
escena psicoanalítica tan deconstruida, tan prolija, es el obje-
to privilegiado en sus ataques. Para ellos es un objeto, y es un
lindo objeto para atacar. Este dispositivo tan bien hecho es de
por sí una interpretación de ante mano sobre el paciente que
vamos a recibir.

Nos olvidamos del hecho de que el infante nace prematu-


ro, inmaduro, y llega al medio de una escena. Según sea la
sociedad que a veces es mucho más organizada, está puesto
en un lugar. Se tiene muy en cuenta el tema del cuidado de los
niños.

Cuando no hay un sujeto en la escena que se constituye en


objeto confiable para otro sujeto, es toda la escena la que se
transforma en objeto. El ejemplo es el «ojo por ojo, diente
por diente»; lo que se intercambia es la igualdad de daños.
Por eso la intervención de los terapeutas es tan importante.
Porque además los psicópatas terminan reprochándonos ha-
bernos puesto en peligro.

S. Freud dice que la perversión es el negativo de la neuro-


sis, el neurótico fantasea lo que el perverso actúa. El psicópa-
ta sería el inverso del psicótico. El perverso suele armar para
su víctima un escenario muy bien tejido, donde en general
casi todas las víctimas pueden encontrar su lugar. Para el psi-
cópata, es suficiente ser grande, rubio, gordo, rico, lo que sea
que para él funcione como indicador suficiente para que uno
sea el objeto de su satisfacción.
90 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93

Esto mostraría que hay dos grandes ejes de la psicopatolo-


gía; un eje de la neurosis y la psicosis que es el eje del fantas-
ma, y otro eje de psicopatía-perversión que es el eje de la
actualidad. Esto es importante porque presenta conjuntos fun-
damentales de nuestro psiquismo. Tomando los cuatros me-
canismos fundamentales del pensamiento de Freud, se le opone
la inversión, desplazamiento por ida y vuelta: condensación,
difracción, se vuelve a lo neutro. Nuestro aparato psíquico
presenta formas, aspectos, escenas donde se transforman con-
tinuamente los elementos de la realidad psíquica.

Debate
– ¿Podría explicar el concepto de actualidad en el aparato
psíquico del psicópata?

B. Duez: Para mí la actualidad comprende dos cosas. Por


un lado, la dimensión de lo actual de lo presente; y por otro
lado, la actualización, es decir, ese precursor del pasaje al
acto. La actualización podríamos entenderla desde el punto
de vista económico. Cuando Freud, en «Inhibición, síntoma
y angustia», nos dice que el Yo está desbordado por la pul-
sión que crece en el lugar. Cuando la pulsión crece en el lugar
y ataca al Yo desde el interior, descoloca al sujeto; la solución
del psicópata en esta situación es difractar inmediatamente la
potencialidad traumática, y pasar al acto lo más rápidamente.

– Me parece que el acento está puesto en toda la parte eco-


nómica de cómo se manifiesta este exceso. Me hizo pensar en
el tema de la difracción que está en todo desarrollo, y en qué
relación tiene con los mecanismos de escisión que están tan
presentes en la perversión.

B. Duez: Ahí donde el psicópata difracta, el perverso pro-


duce un clivaje, se escinde; y como el fetichista y el sádico,
coloca a la víctima o al partenaire en la parte de la escena
clivada. En el psicópata, el quantum de afecto es menos cons-
truido, es mucho más fuerte.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93 91

Su pregunta es muy interesante porque muy a menudo se


opone lo que sería del orden de lo cuantitativo a lo que sería
del orden de lo cualitativo; se opone lo que sería la dimensión
de lo cuantitativo a la dimensión de la representación. Lo que
no es para nada freudiano, pero en algún momento –como
Freud lo teorizó en «Inhibición, síntoma y angustia»– el quan-
tum de lo cuantitativo produce un cambio en la figurabilidad
de la situación. Eso es muy importante y, a veces, no estamos
suficientemente sensibilizados a eso, y lo consideramos úni-
camente desde el punto de vista cuantitativo: eso es demasia-
do. Por eso un lingüista distingue el indicador –no hay humo
sin fuego– que puede funcionar muy bien con grandes canti-
dades de energía. Y lo reencontramos en la interpretación pa-
ranoica que se basa en un indicio, un indicador. El icono re-
presenta porque se parece a lo que designa; el símbolo signi-
fica por lo instituido, por una ley simbólica, pero lo simbóli-
co no puede funcionar más que con pequeñas cantidades de
energía, por ejemplo, uno no puede pensar cuando está ner-
vioso.

– Durante toda la conferencia, me volvió una frase suya que


vehiculizaba una diferencia; además es un término, un signifi-
cante, que fue retornando durante la conferencia. Usted decía
que el psiquismo está estructurado como una escena; eso hace
diferencia con la sentencia lacaniana de que el psiquismo está
estructurado como un lenguaje. ¿Qué indica esta diferencia?

B. Duez: Conozco muy bien la posición lacaniana, pero mi


posición no se inscribe en una noción psicoanalítica específi-
ca. Lacan dice que el inconciente está estructurado como len-
guaje, pero lo que es importante es el «cómo». Otros, como
Wittgenstein, tenían otra posición: «aquello de lo que no se
puede hablar hay que callar». Puede ser también una defini-
ción de lo inconciente. El aporte fundamental de Lacan fue
poner el acento en que hay una relación fundamental entre
inconciente y lenguaje. Eso tiene su lógica; de todos modos,
pienso que el lenguaje se constituye sobre el modelo de la
represión. Para que el curso, el río, del discurso sea posible y
pueda constituirse el après-coup (el a posteriori) –es el cara
y seca de una moneda–, es necesario que exista este trasfon-
92 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 71-93

do primero silencioso y activo estructurado como una escena


donde el sujeto encuentra al otro o a más de un otro. Este
primer encuentro le permite al sujeto constituir los primeros
polos pulsionales de su conflictualidad psíquica.

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1953. Paris Gallimard, 1961.
PENSANDO
LO VINCULAR

«Responsabilidad,
culpa y lazo»
La función del analista.
La responsabilidad y la culpa *

Juan Dobón **

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111


(*) Se presentó el 30 de octubre de 2009 en el espacio «Pensando lo
vincular», en AAPPG.
(**) Médico, Psicoanalista, Jefe de Salud Mental del Hospital Piñero.
Mansilla 4059, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Tel.: 4832-2462 - E-mail: jedobon@intramed.net
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111 99

En primer lugar, deseo agradecer la invitación de las licen-


ciadas Di Rienzo y Riopedre y la presencia de ustedes. Cuan-
do surgió la invitación, pensé que podíamos utilizar como
excusa el problema de la responsabilidad y la transferencia
para así poder trabajar la ética sin detenernos particularmente
en ella.

Suponemos que nuestro campo establece una diferencia


con otras concepciones de la ética y de responsabilidad. Sin
embargo, no es ajeno al vasto campo de lo meta ético, éste
transcurre desde aquéllas que van de las teorías de su aplica-
ción a la normativa, a la ética científica en sus diferencias con
la bioética y de la deontología profesional a la axiología mo-
ral, así como los soportes dogmáticos del epicureísmo, el uti-
litarismo, entre tantos otros. Por tanto, sólo podrán desandarse
aquí parcialmente algunas diferencias y consecuencias de ello
en lo atinente a la responsabilidad para el psicoanálisis; lo
consideraría un problema abierto para nuestra praxis, y tam-
bién para la transmisión del psicoanálisis, que puede servir
como uno de los puentes a los que me referí antes. En gene-
ral, el mal empleo de un término, o los deslizamientos, en
ocasiones son peligrosos por sus consecuencias en el sentido
ético. Al menos en los espacios en los que suelo moverme,
suele ocurrir que la palabra responsabilidad tiende a ser con-
fundida con el concepto de responsabilidad en el sentido jurí-
dico, que se refiere a la responsabilidad del ciudadano o habi-
tante. Sugiero leer a Michell Villey, en su trabajo Esquisse
historique sur le mot «responsable» –Paris, t. 22, 1977, Ar-
chivos de Filosofía– o la excelente traducción al castellano
de Leonardo Itzik y Pablo Peusner.

En varias oportunidades, con Ignacio Lewkowicz1 –que


solía venir aquí a pensar pero además a pasarlo bien– inicia-
mos la labor de profundizar esta idea de la no tan aparente
tensión entre los distintos conceptos de sujeto y de ciudada-
no. Hay un deslizamiento casi «natural», muchas veces pro-
pulsado desde lo académico, hacia el concepto de responsa-
1
Leuwkowicz, I. Pensar sin estado. Subjetividad en la era de la fluidez,
Ed. Paidós, 2004.
100 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111

bilidad en su vertiente jurídico-moral, que se define como un


«hacerse cargo ante sí y ante otros» de las consecuencias de
los actos acorde a derecho. Es decir, de este modo se presu-
pone que estamos ante un sujeto plenamente conciente y res-
ponsable a priori. Utilicé también la palabra habitante por-
que también ahí habita una disyunción que pone en cuestión
si todo habitante es ciudadano y si todo habitante es sujeto de
derecho. Esto excede el tema sobre el que hoy vamos a traba-
jar, pero en nuestro campo analítico o bien se nos presenta
una corriente etificadora y moralizante que confunde respon-
sabilidad jurídica con el otro orden de la misma que aquí tra-
bajaremos, o bien su contracara como cierta pendiente gene-
ralizada de goce, en el sentido de una especie de desrespon-
sabilización. Voy a tratar de fundamentar cuál es el riesgo de
esta «aparente» des-responsabilización generalizada.

En términos generales, la idea de responsabilidad porta los


rastros de una discusión filosófico-conceptual que se nutre
de dos líneas de pensamiento. Por un lado, aquella que pro-
mulga el determinismo a priori y supone un orden pre-medi-
tado de hechos y consecuencias, dando lugar a una suerte de
universo de posibilidades, cerrado y apriorístico. Por otro,
aquella que promulga el libre albedrío y deja a cargo del hom-
bre la posibilidad de una libre elección y decisión, ajena ya a
un plan divino. Lo que no exime ni resuelve la pregunta acer-
ca de la existencia de Dios. Pregunta que Nietzsche, en su
Genealogía de la moral, remonta hasta el límite al cuestionar
radicalmente la idea de homologar el acto y la responsabili-
dad con el bien y el deber. Deja así del lado del hombre el
margen de la decisión. Por supuesto que a partir del surgi-
miento de la Ciencia moderna, cifrado desde el pensamiento
francés en lo que se llamó el Siglo de las Luces, esa tensión
propulsó a su vez otra dimensión del concepto de responsabi-
lidad, que fue reemplazando cada vez más el contenido reli-
gioso de esas discusiones llevándolo hacia el territorio de su
aplicación en el terreno de la Ciencia, dando lugar a la apari-
ción de disciplinas como la deontología o la bioética, por ejem-
plo. De manera tal, lo que estaba en discusión era la demos-
tración de un orden abierto o cerrado de responsabilidad en
términos de determinismo o de libre albedrío. Auto o hetero
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111 101

determinación, el Uno y lo Otro como fuente de la responsa-


bilidad de los actos.

En la segunda mitad del siglo XX, una serie de psicopeda-


gogos y psicólogos, retoman esta discusión y la introducen
en el campo de la construcción de la responsabilidad. Para lo
cual se sirven de un par jurídico filosófico. No es un par que
pertenezca a la psicopedagogía, a la psicología o el psicoaná-
lisis; me refiero a la idea de autonomía y la de heteronomía.
Podríamos decir que el determinismo tiende a la heteronomía:
es la ley del Otro, el destino escrito por el Otro, o los precep-
tos de la alteridad. En cambio la autonomía alude al libre al-
bedrío, la acción del Uno, la decisión y la consecuencia. Un
autor escasamente frecuentado en nuestro campo analítico,
dado que proviene del ámbito pedagógico, Paulo Freire, es-
cribe dos textos que le dan un sentido interesante a la idea de
la responsabilidad autónoma, La pedagogía del oprimido y
La pedagogía de la autonomía. Esta última, es la aplicación
de la construcción de autonomía en la pedagogía, al suponer
un orden de subjetividad como la del habitante-ciudadano en
el proceso de aprendizaje y liberación. No podemos extender
esta cuestión a nuestro sujeto del inconciente al menos
linealmente, sin embargo no es una cuestión menor.

Si nos detenemos en estas referencias laterales es por el


hecho que en nuestro campo pensamos que los conceptos sur-
gieron por generación espontánea y nos pertenecen de hecho,
y, sin embargo, en el problema de la responsabilidad están en
juego tanto la construcción de autonomía como la construc-
ción de algún margen pequeño de libertad en la decisión.

Borges señala que Dios ha construido todo pero ha dejado


algunas pequeñas minucias a los hombres. Esas pequeñas mi-
nucias es lo que nosotros llamaríamos el pequeño margen de
libertad en las decisiones; es decir, en una estructura aparen-
temente determinada o determinista hay un margen de inde-
terminación. Allí comienza el territorio de la responsabilidad,
al menos en nuestro campo. Hice una pequeña llave que es
alegórica y territorial (señalando el pizarrón), definiendo un
aparente orden euclideano de adentro//afuera. Lacan decía que
102 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111

«acompañamos a nuestro analizante... hasta las puertas de


su acción moral». Uno podría decir que tanto el campo de la
responsabilidad social, como el de la responsabilidad moral y
el de la responsabilidad jurídica están más allá de las puer-
tas –del umbral– de nuestro dispositivo. Sin embargo, no es
una puerta impermeable sino todo lo contrario. Por lo que
puede verse hay un efecto que empieza a deformar la idea de
adentro-afuera. Comenzamos a ingresar en ese campo de in-
determinación y de un estrecho margen de libertad en las de-
cisiones y elecciones, uno puede vislumbrar en esta otra idea
moebiana de territorialidad diferentes niveles de responsabi-
lidad subjetiva.

Por lo pronto, hay un anudamiento significante que se pro-


voca al decir subjetividad, subjetivo o Sujeto, cuando desli-
zamos términos tales como paciente, analizante, sujeto, en
sentido genérico. El sentido genérico está muy bien, en defi-
nitiva cada uno habla como puede; pero conceptualmente, este
deslizamiento puede tener un efecto directo de desvio en el
criterio de responsabilidad.

Por ejemplo, si tomamos el problema de la responsabili-


dad en nuestro dispositivo y confundimos paciente con anali-
zante. De ese modo podríamos extender criterios de la rela-
ción médico-paciente donde la responsabilidad en la ciudad
necesita ser regulada políticamente –en un artículo publicado
recientemente en Imago, describíamos los códigos que tienen
todas las universidades y clínicas americanas sobre los dere-
chos y las responsabilidades no sólo de los médicos sino tam-
bién de los pacientes. Esto trasladado al campo de la praxis
analítica conduce a un estrago, el de la «legislación» y regu-
lación de la práctica. Suponiendo y exigiendo deberes al «pa-
ciente», cumplimiento de standares, etc. Y legislando cada
vez más la formación, la autorización, la certificación de ga-
rantías profesionales, etc.etc.

A diferencia de esas relaciones, en nuestros dispositivos,


sea individual, de familia, pareja o grupo, la responsabilidad
subjetiva –en este caso del analizante– sólo puede ser pensa-
da bajo transferencia. Toda otra concepción de responsabili-
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111 103

dad, carga o culpa pertenece a aquello que va más allá de las


puertas de la acción moral. En ese sentido, podríamos asistir
a «un analizante» hiper-responsable como ciudadano pero una
calamidad canallesca y cínica como analizante, o viceversa.

En un segundo plano de responsabilidad subjetiva en el


lazo analista-analizante, hay un término que Lacan utiliza
una sola vez en su texto «Aportes del psicoanálisis a la cri-
minología», el ‘asentimiento subjetivo’. Paradójicamente,
lo aplica en el asentimiento del sujeto que ha cometido un
crimen y asiente que hay algún grado de implicación subje-
tiva, de culpabilidad, y que sin ese asentimiento subjetivo,
cualquier tipo de pena no tiene valor. Luego retomaré su
aplicación.

En un tercer plano, en la inmanencia de la relación ana-


lista-analizante, emerge la dimensión del Sujeto del deseo
inconciente, hay una paradoja dado que en sí se trata de un
efecto, si entendemos que el sujeto es (el efecto) lo que
representa un significante para otro significante, ¿cómo le
puedo pedir algún orden de responsabilidad a un efecto sin
sustancia, a un efecto entre dos significantes? En ese sen-
tido, hay una posibilidad o una coartada que sería decir
«ahí no hay responsabilidad», lo que nos conduciría al ries-
go de pensar que alojamos un analizante que, en un punto,
es irresponsable. Confundimos sujeto y analizante. Frente
a esto, me sirve pensar que más que un punto de irrespon-
sabilidad entre ese sujeto –que es un efecto– y la función
del analista, hay algún lazo de responsabilidad, algún vín-
culo de responsabilidad que lo voy a llamar ‘lo a-respon-
sable’. Lo llamo de esta manera porque creo que, aun en el
límite, el analizante es conducido a responder por lo que le
causa, por lo que provoca decir, por lo que provoca desear.
Considero que desandar esta homologación genérica pa-
ciente-analizante-sujeto nos permite a su vez desestimar la
creencia que sostiene que cuando responsabilizamos a al-
guien de las consecuencias de su decir, estamos apelando a
algún grado jurídico, social o moral. Eso no es más que
resistencia del analista.
104 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111

Es habitual, en el tema de la responsabilidad, apelar a tres


referencias bibliográficas que no pueden faltar. La primera
de ellas corresponde a La ciencia y la verdad (1966), uno de
los últimos escritos de Lacan donde dice: «De nuestra posi-
ción de sujetos somos siempre responsables, llamen a eso te-
rrorismo donde quieran». En general, aquí se produce el pri-
mer deslizamiento: ¿qué es esto de ser responsable de la posi-
ción de sujeto? Para responder a este interrogante, es clave el
problema de la autonomía y la heteronomía. Piensen que no
dice que somos responsables de nuestras acciones, ni siquie-
ra se refiere a lo que decimos. Las posiciones de sujeto son
básicamente dos, y tienen que ver con el par alienación-sepa-
ración, o si lo prefieren las versiones del otro, o la propia
versión, lo mismo acontece en el plano de las decisiones y
elecciones. Cuando las versiones son del otro –semejante o
prójimo– o el decir es del Otro, eso se denomina ‘alienación’.
Cuando las versiones son construidas por el uno, comienza el
proceso de separación. De nuestras separaciones somos siem-
pre responsables…; entonces, cuando continúa diciendo «lla-
men a esto terrorismo donde sea», recordemos que todavía
no se hablaba de nuevo orden global, sino que estamos en el
Mayo Francés y terrorismo aún no era una mala palabra. En-
tiendo esto como una proposición de aplicar esa lógica hasta
el final, aunque esto bordee la angustia o el horror de la cas-
tración. Se tratará de ir hasta el hueso de esta condición, ser
consecuente con las propias versiones que uno va constru-
yendo.

La segunda referencia clave para pensar el problema de la


responsabilidad es de Freud. Se trata otra vez de la tensión
entre autonomía y heteronomía, en su texto «Acerca del con-
tenido moral de los sueños». Allí señala que «el soñante no
puede endilgar a ninguna fuerza oscura ni a las fuerzas del
destino el contenido de sus sueños», en caso de estar situado
en esa posición queda por fuera de nuestro campo. En tal sen-
tido, tanto Lacan como Freud son solidarios de la misma idea,
apelando a algún grado de implicación o de asentimiento –se
refieren al segundo nivel– con lo dicho, con lo soñado, con lo
equivocado, con lo fallado.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111 105

A mi entender, hay una tercera referencia, que todavía no


ha dado todos sus frutos en el campo analítico, me refiero al
escrito «Kant con Sade». Dicho texto de Lacan es heredero a
su vez de otro que pertenece a dos autores del grupo de la
Escuela de Frankfurt, Adorno y Horkheimer, Dialéctica del
Iluminismo.2 En este texto, en el segundo excursus, nos pre-
sentan una trilogía maldita: Kant, Sade y Nietzsche; tres pen-
sadores que han llevado la posición de la excepción y de la
autonomía por sobre la idea del hombre metafísico o la idea
de la heteronomia. Recientemente Slavoj Zizek escribe un
texto donde también menciona a «Kant y Sade como la pare-
ja ideal del psicoanálisis». El superhombre nietzscheano se-
ría el punto de máxima autonomía de la ley, es una construc-
ción de la ley –o de la propia versión– llevada hasta el final.
Pero sitúan también a Sade, y con él es donde podemos pen-
sar una cuestión muy interesante.

Considero entonces que en este plano Kant representa aquel


que ha establecido el imperativo de elevar el acto acorde a la
ley propia al punto de hacer de ella una máxima universal y
actuar en consecuencia, ese es el quid de su ‘imperativo cate-
górico’ como voluntad moral de actuar. Nuestro super yo, sólo
comparte este carácter imperativo, este carácter de consecuen-
cia o consecuente, transformándose en voluntad de goce, en
su aspecto más mortificante. Y por otro lado, el partenaire
Sade, que pareciera ser el gran libertino, quedando denotado
como el otro polo: llevando la ley –versión– del Otro, del
goce del Otro, del placer en el sentido genérico, al punto de lo
sublime, obedeciéndole hasta el final.

Esa báscula entre la autonomía kantiana y la heteronomía


sadeana (algunas parejas que a uno le toca escuchar tienen
este punto sintomal que los une) es una clave para pensar una
serie de cuestiones. La primera es el problema de la excep-
ción. Si situamos en una especie de péndulo la palabra excep-
ción, en el polo máximo de la autonomía, ese polo podría
llamarse kantiano, si un sujeto se autonomiza del otro y se
2
Horkheimer, M.; Adorno, T. Dialéctica del Iluminismo, Trad. de H. A.
Murena, Buenos Aires, Sudamericana, 1987.
106 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111

exceptúa, esa vía que inicia como un horizonte de libertad


puede in extremis conducir a lo peor, entreveo allí en un apar-
tado al nazismo, por ejemplo. De hecho, el texto de Adorno y
Horkheimer apunta a tratar de entender por qué surgiría el
nazismo. En nuestra clínica, este punto aloja tanto la canalla-
da como el cinismo extremo; aquel que cree que es posible
separarse del otro con una versión que no guarde trazos de lo
que ha sido el otro histórico o parental para el uno, el prójimo
para si. Cree que es posible separarse o construir una versión
propia sin el otro, una versión que no guarde ningún lazo his-
tórico, de filiación o de deseo de lo que ha sido el otro. Re-
chaza a su vez a otorgarle un grado de existencia al y a lo
prójimo. La separación no es desprenderse definitiva y radi-
calmente del Otro –histórico, parental, del deseo– sino hacer
algo nuevo con eso. O para decirlo en términos numéricos,
que es posible construir un UNO nuevo inefable sin el Dos.
Para haber llegado al Uno nuevo –diríamos a un significante
nuevo–, el hablante tiene que haber pasado por el Dos –siem-
pre Real, por venir; y para haber pasado por el Dos, haber
pasado por Uno: el rulo eterno de los hablantes.

Del otro lado del péndulo de la excepción, está la


heteronomía absoluta, en la que podemos situar una posición
de sujeción y captura. En sentidos estructurales situaríamos
así la perversión, que no necesariamente habla de su condi-
ción ciudadana. Tenemos magníficos ciudadanos perversos
–voyeuristas, exibicionista, sádico, masoquistas, etc. La per-
versión en el sentido habitual queda en otro lado; esa perver-
sión es una canallada. La perversión de estructura es la ex-
cepción en nombre de la heteronomía, es decir, la ley del Otro.
En nuestro país, hay un testimonio paradigmático del cinis-
mo; es el testimonio de Massera en el Juicio a las Juntas,
cuando dice «puedo ser declarado culpable, en realidad, he
sido responsable de cumplir con mi misión, pero en lo perso-
nal no soy culpable». Es la vuelta perversa de una ley hecha a
su propia medida. La paradoja de alguien que dice que es
responsable porque cumplió órdenes, y además cumplió con
su misión; para la ley de ustedes (la heteronomía), puede ser
culpable; pero para el Uno (la autonomía) no es culpable.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111 107

A modo de axioma podemos situar aquí el tipo de alegatos


donde el sujeto plantea asumir «las responsabilidades pero no
la culpa», desprendiéndose de algún modo del Otro, de su sa-
ber y del estatuto mismo del valor significante. Intento a
veces logrado de desentenderse de toda implicancia subjeti-
va.3 La excepción o la canallada llevada al estatuto del acto
ciudadano.

Pero para el psicoanálisis la culpa-inconciente tiene su costo


y su negación via el vector sentimiento inconciente de culpa-
necesidad de castigo tiene un saldo mortificante cuando no
mortifero. En Edipo Rey y Edipo en Colono,4 podemos leer
versiones de la antigua culpa, del propio goce que aun desco-
nociendo su fuente, por la cual el sujeto pagará con su cuer-
po, su linaje, el precio del destino y la repetición trágica. No
se trata de un hacerse cargo a priori. Sí, en cambio, su posi-
ción de analizante podrá tomar a cargo ese goce y despren-
derse de él. Para lo cual es condición necesaria que ese pade-
cimiento sea disfuncional al yo y se torne bajo transferencia
en un síntoma que (se) produce. Aquello que conocemos como
rectificación subjetiva ante lo Real, acontece en ese primer
tiempo como una posición diferente del sujeto frente a los
sentidos que el goce coagula o fija. Esta dimensión subjetiva
de la culpa pertenece siempre al territorio de la falta y el de-
seo; aquel que sitúa al sujeto en el campo del deseo (inconcien-
te) y la culpa estructural. No en vano se retrocede ante el
deseo en nombre de ideales, del bien o de un valor en la cul-
tura. En ocasiones tales argumentaciones son una coartada

3
Sin embargo por fuera de nuestro campo, en otros dispositivos se asiste
a esa misma posición pero con otro tipo de valoración y consecuencias,
cuando en el marco jurídico encontramos a sujetos que argumentando
el cumplimiento de una labor encomendada por una instancia superior,
un mandato o simplemente una tarea burocrática en nombre de un su-
puesto Bien o valor superior, independientemente de los medios em-
pleados, incurren en las peores atrocidades. Por sólo enumerar un par
de casos, piénsese en Adolf Eichmann y su testimonio en el enjuicia-
miento en Jerusalén; y en nuestro medio el alegato final del Almirante
Massera en el juicio a las Juntas militares.
4
Sófocles, Biblioteca básica Gredos, Editorial Gredos, España, 2000.
108 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111

para el neurótico, al servicio de ceder en su deseo y sostener


un garante consistente de tal defección. «Si de algo somos
verdaderamente culpables es de haber cedido en nuestro de-
seo»,5 retrocediendo al goce y la repetición. Funcional a la
permanencia de la culpa inconciente como sentimiento –an-
gustia– o en términos freudianos sentimiento inconciente de
culpa y la necesidad de castigo que es su envés.6

De algún modo ya dijimos que la definición de Sujeto del


inconciente no es más que un efecto desustancializado, en la
representación de un significante ante otro, difícilmente a ese
efecto de división pueda alegarse «responsabilidad». Lo que
da lugar a pensar al Sujeto como inocente. En cambio, el ana-
lizante –sorprendido en su equivocación como hablante-ser–
deberá apostar a su evocación, siendo quien tenga a su cargo
las consecuencias de tal efecto en el decir. A modo de artifi-
cio decimos que el Sujeto del deseo inconciente es inocente
–(a)rresponsable–, en su efecto al ser dicho antes que dicho-
so. Lo (a)rresponsable trata también de su división por la causa
del deseo y por tanto este término empleado da cuenta que no
lo proponemos como irresponsable. Creo que el analizante se
hará responsable si toma el relevo de lo dicho y la causa en
cuestión como hablante-ser. En última instancia para el ana-
lizante, no habrá otro –prójimo– allí en el dispositivo que cla-
me por la palabra «empeñada». Piensen que sólo contamos
ahí con el Otro que hace oír su inconsistencia en sus resonan-
cias equívocas.

Nuestra idea de responsabilidad subjetiva es paradojal, por


no emplear el término contradictorio. La regla fundamental
de su dispositivo lo conmina en la asociación libre a un punto
de imposibilidad de estructura, la del decir todo. Hecho que
lo confronta con el límite del saber. Lo que en definitiva nos
muestra que a pesar de su inconsistencia, hay insistencia del

5
Véase Lacan, J. Seminario 7, La Ética del psicoanálisis. En particular,
las clases «Las metas morales del psicoanálisis» y «Las paradojas de la
ética de Junio de 1960», Ed. Paidós, Bs. As.
6
Freud, S. El problema económico del masoquismo, Obras Completas,
Ed. Ballesteros, Tomo II.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111 109

Otro. Se hace oír en sus metáforas o bajo el deslizamiento


metonímico. La ética del Bien decir es consecuencialista, que
a diferencia de otras, deja al analizante un segundo tiempo de
toma de responsabilidad y de riesgo en la asunción de su po-
sición –asentimiento subjetivo.7 Asentimiento como afirma-
ción e implicación, una forma diferente y no punitiva de san-
ción. Allí el analizante se afirma, tal como acontece en un
juramento, sancionando lo dicho como verdadero en térmi-
nos de una decisión o el deseo. El asentimiento subjetivo sólo
afirma quién dice lo que se ha dicho y desde dónde se dice, en
el devenir de los enunciados. No se re-encausa bajo ningún
aspecto a la persona (adaptacionismo) sino que restituye al
decir algún valor de verdad.

Esencial a la hora de discernir las diferencias entre com-


prender como mero hecho cognitivo, tal como se piensa la
responsabilidad del paciente y lo que aquí reintroducimos.

El carácter de (a)rresponsable que otorgamos al sujeto deja


al analizante –no al Sujeto– la posibilidad de asunción de res-
ponsabilidad y de decisión. Esto es siempre particular y nun-
ca tipificable.

Toda vez que aquí digo analizante, intento reforzar la idea


que ella sólo es valorable, para cada analizante, uno por uno.
Este término analizante se transforma en un múltiple cuando
ese lazo se produce con una familia, una pareja o un equipo
de trabajo. Aun allí la responsabilidad la pienso uno por uno.

El Lazo analista-analizante es un lazo social establecido,


que se formaliza como discurso y supone en el plano al ras de
la experiencia, que ese vínculo del sujeto de lo inconciente al
Otro, y a lo Real del Otro ya descentra la idea de intersubjeti-
vidad. No se valora en términos de ser o tener, sin embargo
está sujeto a la lógica del complejo de castración, es decir la
lógica de la falta y lo imposible. La tensión entre el goce y el
deseo. Un estar ahí como analista –Ulloa dixit– que permita
7
Lacan, J. «Introducción a las funciones del Psicoanálisis en Criminolo-
gía», Escritos 1, Sigloveintiuno Editores.
110 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111

dejar venir una verdad-versión, parcial y abierta en sus con-


secuencias. De allí que adquiera importancia el concepto de
semblante y los usos del artificio en el dispositivo bajo trans-
ferencia. Es decir que no trata de un voluntarista «hacer de…»
sino un estar ahí hasta el extremo de sostener la verdad que
cada discurso soporta.

Aprovecharé el hecho de pensar este lazo para centrarme


en lo que llamamos la Función del analista y el margen de
responsabilidad que nos cabe. Es en ese lazo-no lazo que se
nos muestra su envés de imposibilidad, el de la No-relación
(no intersubjetividad si lo desean) estructural y lógica. En tanto
soporte del objeto a, causa del deseo de su analizante
–recordemos el múltiple que esto atesora–, el analista es in-
tervenido por esto, in extremis el analista en su función: la
escribiré F(a) y en el acto ya no está allí –y antes que interve-
nir es intervenido en la transferencia por su analizante, uno
o múltiple. Por ello estar ahí es imposible como hecho de la
voluntad. De aquí extraemos para definir el campo de esa
función a la relación entre el deseo del analista con los princi-
pios de la neutralidad y la abstinencia en lo atinente a la ética
del deseo y su solidaridad con lo anteriormente expuesto. En-
tendiendo la neutralidad tal como la concibiera Lacan en opo-
sición a las pasiones del ser y conducente a generar la posibi-
lidad de que advenga lo Real del deseo.8 Pero lejos de toda
idea del analista desimplicado, «puro» o reglado, que lo si-
tuaría en el lugar del amo de su deseo o del deseo como ideal.
Es decir, como una idealizada función de garantía de no com-
promiso en ello. La responsabilidad del analista se sostiene a
su vez en lo atinente a su posición abstinente de ocupar allí
toda suerte de agente de opinión, garantía de lo acontecido o
de lo porvenir. Abstinente también de denotar lo real del de-
seo o el deseo como real como meta ideal a alcanzar.

El analista –soporte del objeto causa de su analizante, uno


por uno– responde en tanto está «hecho» o se hace del objeto

8
Lacan dira en su Seminario24, «L´insu…» que la neutralidad del ana-
lista es «sino una subversión de sentido, a saber esta especie de aspira-
ción, no hacia lo real sino por lo real».
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 97-111 111

a de su analizante.9 En ese «punctum» no es, ni responde ante


otros por ello. Hay un borde en el final que hay que atravesar;
este final implica pérdida. Y el analista, al modo del arte mar-
cial más simple que es el Judo, debe saber caer; si no está
dispuesto a caer, hay un problema ya no sólo en la dirección
de la cura sino en su responsabilidad como analista. En ese
sentido, la responsabilidad en los finales pone en juego el
deseo del analista. Observen que en el nivel tres, del lado del
sujeto, podrían haber colocado del otro lado el objeto «a» y
pensar que es una relación fantasmática. Intencionalmente,
coloqué esta otra escritura –f(a)– que es como escribo la fun-
ción del analista, que es ser el soporte de lo que causa a sus
analizantes: causa el deseo, causa también fuente de sanción
o asentimiento del decir y el deseo; en este tercer plano, del
lado del analista, sigue operando lo que se llama el deseo del
analista. Hay una confusión epistémica que cree que el deseo
del analista así como el Biendecir operan y son eficaces en la
interpretación, operando desde el inicio de la cura; lo que aquí
podemos asentir es que operan justamente hasta el fin de un
análisis –en aquel saber caer– que es parte de su responsabi-
lidad como analista y se atesora también en saber sobre el
silencio que no es mudez.... Aunque ausente en el acto que de
él se espera, tendrá que dar cuenta de esto formalizando su
quehacer, lo que define también su Política. Para concluir di-
remos que si de lo imposible del encuentro y de los límites de
la Transferencia trata una cura, qué decir de éste que aquí
presentamos, entre un Sujeto inocente pero (a)rresponsable y
un analista que en el acto que de él se espera ya no está.

Podemos decir para concluir que no hay responsabilidad


en lo Real, sólo la habrá «ante» si y sólo si el a-responsable
decide dar cuenta de ello.

9
Lacan, J. Reseña del seminario del acto. Reseñas de enseñanza, Ed.
Manantial, 1992, Bs.As.
Co-responsables enlazados...
no sin culpa *

Alejandra Makintach **

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 113-123


.

(*) Se presentó el 30 de octubre de 2009 en el espacio «Pensando lo


vincular», en AAPPG.
(**) Licenciada en Psicología. Psicoanalista. Miembro Adherente de
AAPPG.
Arenales 3763, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Tel.: 4831-6026 - E-mail: alemakin@gmail.com
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 113-123 115

Siendo miembro de esta institución, empezaré como co-


responde, por mi responsabilidad y culpa, por lo vincular, por
el lazo; e intentaré algunas puntuaciones en torno al vínculo
de pareja y sus avatares con relación al tema de hoy. Pensé en
qué orden ponerlas y no lo pude decidir pero al escribir, salió
primero culpa y luego responsabilidad.

Tomo la responsabilidad por la culpa que ello implica.

Lazo
Al principio era el prójimo, sigue siendo y será el prójimo.
Padecemos de Complejo del Prójimo, es nuestro primer obje-
to satisfacción y hostil, así como el primer auxiliador. Esta
doblez del nebenmensch que «articula poderosamente lo mar-
ginal y lo similar, la separación y la identidad» (Lacan, J.,
1960) es nuestra marca de origen, y está en el orillo de la
trama humana, que nos acompañará por siempre. Prójimo,
otro como pharmacon, remedio y veneno.

Ese prójimo que nos constituye en imagen, en símbolo y


en resto, con el que aprendemos a discernir y que ampara
nuestro desvalimiento, también nos traumatiza, ya que lo aje-
no de su asistencia es intromisión, es ajenidad éxtima y nos
parasita como superyó. Restos parias que fundan al sujeto, no
tramitables, moran en nosotros, son causa…de padecimien-
tos, de culpa y de deseo y responsabilidad frente a aquello
que no tiene posibilidad de palabra ni imagen. Ubico algo
que es ajeno pero que funda nuestra identidad, es la xenia,
extranjero, el otro como componente del sí mismo. Otredad
que asombra y asusta porque es radicalmente otra y a la vez
nos habita.

Vegh (2001) retoma el aforismo que enojaba tanto a Freud


«Amarás al prójimo como a ti mismo» y lo reformula diciendo
que amaremos al prójimo pero no por caridad sino porque es
parte de nosotros mismos cuando repara la falla. Es por la vía
del otro que la alternancia posible avanza hacia lo imposible.
Dice: «le darás tu amor, la ofrenda de lo que no tienes, del
116 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 113-123

goce intolerable del cual partimos, el sujeto y el prójimo enhe-


bran el goce que condesciende al deseo. Por la vía del goce que
se pierde, el goce del prójimo podría encontrarse con el deseo».

Preservar la otredad del otro (Derrida), preserva la nues-


tra. Cito nuevamente a Vegh: «Es por su invocación que el
otro adviene a la condición de prójimo. Hay algo del ser que
funda el amor primero, el carne de mi carne, la vida, es un
amor que no se funda en los atributos. Tiene que ver con la
afirmación de la vida y no con la falta».

Mi telón de fondo es la clínica con parejas. Mi referencia,


no única pero privilegiada en esta oportunidad, es el vínculo
de pareja.

Ubico el lazo como brecha y puente, como ligadura y des-


ligadura, como alienación y separación.

Nuestro enlace a la vida es un lazo que posibilita no todo y


ese no todo enlazable, se entromete con ansias de todo, de
todo goce y clama desde lo más recóndito. Abro aquí la vía
para luego puntualizar culpa.

Lazo que nos constituye permitiendo enlazar el amor al


deseo y al goce y lazo que no enlaza todo.

Nos enlaza a Otro primordial y a otros semejantes, mode-


los, auxiliares, referentes, hostigadores, extranjeros.

No hay relación sexual, pero sí relación social. La no rela-


ción sexual es condición y condiciona el lazo. «Existe el mal-
entendido en las relaciones entre los sexos, que hace inter-
sección entre decir, mal entender y maldecir» (L.Katz;
M.Torres, 1998).

Hay encuentro con desencuentro, hay contingencia. Hay


compulsión y novedad.

Un lazo es tanto filtrado como producción de angustia, es im-


posible armonizar las exigencias pulsionales con la civilización.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 113-123 117

Malestar en la cultura hay, el tema es qué se hace con él.


Todo vínculo produce malestar, la apuesta es encontrar recur-
sos frente al malestar inherente al parlêtre, no producirlo de-
nodadamente. La pulsión contribuye al vínculo y en el víncu-
lo mismo es donde se aloja la barbarie, el instinto de muerte.

El malentendido es intrínseco al vínculo y es posible bor-


dearlo, no ensañarse con él ni constituirlos «a propósito», en
el sentido de goce. Se pueden alimentar los malentendidos
armándolos donde no los hay, también se puede intentar bien
entenderse, tarea imposible y también es posible tolerarlos,
no «engancharse en un mal enlace», recurrir a una vía regia
para la vida y para la vida en pareja que es el humor, un modo
de alojarlos en el vínculo. A veces pareciera que hay un goce
especial en organizar malentendidos, en la clínica de parejas
hay una insistencia en fingirlos y disparar las conversaciones
hacia un carril enloquecido o enloquecedor. Como aprove-
chando la estructura humana y sirviéndose mal de ella. Como
un «buscar roña», un cierto juego macabro que es con inten-
ción gozadora.

Temática que nos conduce a culpa y su productor: el


Superyo.

Culpa
Linda Katz y Mónica Torres dicen que el superyó teoriza-
do por Freud, que remite a prohibición, deber, pecado, es me-
nos obsceno que el que conceptualiza Lacan destacado por su
crueldad, es un imperativo de goce y no prohíbe sino que
empuja a gozar. Las autoras lo asocian a la condición de la
subjetividad actual. Es un aporte valioso, yo sólo lo había
pensado como una diferenciación precisa que nos brinda La-
can entre Ideal del yo y Superyo ubicada ambiguamente en
Freud.

El sujeto es capturado por el Otro de la ley y del lenguaje y


amenazado por lo real. Culpabilizarse desrresponsabiliza y
corroe la subjetividad. La culpa que acusa de ser causante de
118 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 113-123

«todo» es la faz mortífera de la idealización, del intento


siempre frustro y miserable de entronizar al otro como to-
dopoderoso.

El precio por habitar-ser habitados por la cultura es paga-


do irremediablemente por los seres hablantes con una subje-
tividad masoquista, posición estructural en la que confluyen
el hostigamiento exterior e interior en la instancia superyoica.

La culpa intenta arreglar, borrar las fallas irremediables


de nuestra miseria estructural. Desvalimiento, dependencia
de un Otro que nos ampara, con el que es necesario contar y
es frecuente en las parejas la suposición que ese Otro es el
partenaire.

El Otro nos humaniza dejando un plus como presencia in-


soportable, que podrá ser residuo inmundo o vacío creador.

Ubico predominancias pero no caminos excluyentes, ex-


clusivos de culpa o responsabilidad. La palabra alemana shuld
significa tanto culpa como deuda.

Gerez Albertin, quien se ha explayado especialmente en


estos temas que nos convocan, hace descripciones sobre el
superyó, tan vívidas y tan implacables como dicha instancia.

Lenguaje, desvalimiento y dependencia forman la base del


superyó. Parte del trípode macabro: parricidio, culpa y casti-
go. «No todo es posible de apalabrar y tramitar por los hilos
lógicos y, ahí donde éstos no enlazan por sustitución, estalla
lo traumático de modo tal que, deshaciendo la trama asocia-
tiva, comanda una repetición compulsiva y muda» (M. Gerez
Albertin, 2007).

Fuerza aniquilante que nos habita irremediablemente. Lo


que no metaforiza ni sustituye.

Dice Borges: «Yo traté de explicarle que esa rapsodia de


voces inconexas, era lo contrario a un sistema de numera-
ción».
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 113-123 119

Gerez Albertín postula un trébol de culpa según los tres


registros lacanianos: la imaginaria, que es un sentimiento de
culpa conciente; la culpa inconciente que ubica en lo simbó-
lico y que yo pensé como responsabilidad y la culpa muda,
real, que se expresa por necesidad de castigo.

La vida en pareja puede presentarse como tortura, con un


sesgo eminentemente superyoico. Culpabilización, mutua y
cruzada muchas veces, en primer plano, vehiculizada a través
de reproches interminables, quejas, en el intento de transfor-
mar al otro en Otro al que se le atribuye la causa de todos los
males.

«Tu eres el culpable de todos mis pesares» como dice el


bolero. Es el registro imaginario de la culpa. Goces que
parasitan el vínculo, que no hacen lazo puesto que el hacerlo
implica renuncia pero lo sostienen a ultranza, no pueden de-
jar de pelearse. Es agobiante, como el superyó, tanto para
pacientes como para analista. Muchas veces transcurre mu-
cho tiempo hasta que ceden las peleas y adviene la pregunta
alrededor de qué han hecho para merecer el vínculo que pa-
decen.

Posturas sufrientes, sacrificiales, sin perdón ni amor, la ins-


tancia crítica toma la forma de él o ella, como yo alterado por
una identificación que parece remitir al padre que se incorpo-
ra pero no se asimila y ese residuo se oye insoportablemente
como eco crítico. Un paciente vívida y desesperadamente de-
cía que no la soportaba haciendo referencia a un bla, bla, bla
que, por otra parte, no podía dejar de escuchar y ella (afuera y
en su cabeza) lo martillaba con las voces sin concierto. Re-
percusión de una voz como ajena íntima que viene de afuera,
ella portadora de restos de lenguaje que no conducen a signi-
ficaciones de palabra y aprisionan el lazo. Voces que ensor-
decen a los sujetos, que martirizan el vínculo. Martilleo mor-
tífero del que parece imposible escapar y si lo logra, es per-
diendo el lugar de sujeto. «Basta que me lo diga, para que no
lo haga, chau, no me va a decir cómo ser padre, así que no
voy a ser padre o mejor, voy a ser un mal padre, chau!!!!». La
culpa que se hace oír que atosiga al vínculo y a los sujetos,
120 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 113-123

hace consistencia, incluso hasta tener un «ser» que no tene-


mos, se «agarran» al Otro y con el otro, que no los deja vivir.

Asociado a esta temática, un gran capítulo en las parejas


es lo obsceno que es un modo de tratar lo que no tiene senti-
do, lo que no tiene imagen ni posibilidad de entrar a escena.
Es forzar una escena incluyendo algo que debe quedar fuera
de escena. «La pareja es un ámbito muy privilegiado para
ello pues la cercanía y la cotidianeidad refuerzan las repre-
sentaciones fijas e intensifican las identificaciones en detri-
mento de un vínculo que contenga a dos sujetos no incluíbles
en lo simbólico-imaginario. Lo obsceno pretende que la dis-
tancia entre la representación y lo representado no exista,
es la desmedida suposición que es posible representar sin
resto. Lo que muestra lo obsceno es que falta velo. La de-
pendencia vincular borra las diferencias» (Libro «¿Dispo-
sitivo de pareja: territorio de lo obsceno?» En preparación
con varios colegas).

Culpa inconciente que Gerez Albertín asocia a la deuda, a


lo simbólico, a la falta y que en este escrito ubico como res-
ponsabilidad, que será el siguiente acápite. Hay un trazado
posible que es poner en serie goce, trauma, pesadillas por un
lado que tocan la problemática de la culpa y el Superyo; y
deseo, inconciente y sueños por otro, que guían hacia la res-
ponsabilidad subjetiva. Por supuesto no como maniqueísmo
inconducente sino para ir situando cuestiones.

La culpa es más que un sentimiento, es la procura de cau-


sas para la condena y es búsqueda de castigo. Culpa muda.
Muchas veces cuando las parejas han podido renunciar, digá-
moslo así, a las recriminaciones y acceder a un modo vincu-
lar más tranquilo, placentero, surgen comentarios: «que no
va a durar», «que es raro», cuando no que «es demasiado bueno
para ser cierto», son momentos que pueden llevar a acciden-
tes varios, y me parece que es necesario que estemos adverti-
dos de esta dificultad de los seres humanos en tolerar cinco
días hermosos en el decir de Shopenhauer, citado por Freud.

¿Lo demasiado malo da certeza?


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 113-123 121

Responsabilidad
«El hombre rara vez es íntegramente bueno o malo, casi
siempre es bueno en esta relación, malo en aquella otra o
bueno bajo ciertas condiciones exteriores y bajo otras deci-
didamente malo» (Freud, S., l915).

Hay malas y buenas yuntas, entonces.

Culpa y responsabilidad remiten a tiempos distintos, cul-


pa, al pasado ya acontecido mientras que responsabilidad a
tiempo actual, dándose o por darse.

«Junto al apremio de la vida, el amor es el gran pedagogo,


y el hombre inacabado es movido por el amor de quienes le
son más próximos a tener en cuenta los mandamientos del
apremio y a ahorrarse los castigos de su transgresión» (Freud,
S., 1916).

Badiou dice que el tema del prójimo conduce directamen-


te a lo no sabido y que la pretendida experiencia reflexiva de
sí mismo no es en absoluto la intuición de una unidad sino un
laberinto de diferenciaciones. Toma la frase de Lacan «No
ceder en su deseo» y dice que es no ceder frente a lo que no se
sabe, a lo no sabido.

Responsabilizarse por nuestra posición, por nuestra condi-


ción de sujetos divididos. Es el triunfo del deseo sobre la co-
bardía superyoica.

Toda alianza e intercambio tienen un plus sin arreglo. Una


de las acepciones de lazo es nudo hecho con arte y pienso que
por esta vía podemos acercarnos al tema de la responsabili-
dad. Es la osadía de hacer algo con la nada, con el hueco. La
responsabilidad es ser «seres de palabra» que es apuntar al
ser en falta.

Poder ubicar un enigma en cada uno y en el vínculo es lo


que orienta nuestra clínica.
122 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 113-123

Responsables, es responder y hablar, ser limitados, morta-


les, no representados.

Respondere etimológicamente remite a responder y a pro-


meter y a casamentero.

En tanto cogarantes y sponsors, poder interrogar juntos el


malestar en el lazo, la propia ubicación, qué tienen que ver
con el desorden vincular del que se quejan y reprochan.

Podríamos decir «apropiarse» de la culpa responsablemen-


te, con el intento de lograr lo que se desea, que es la tendencia
al lugar faltante. La responsabilidad es frente a ser sujetos
divididos, a portar inconciente, a no saber, a sostener un es-
pacio para lo incognoscible nuestro y del otro, no somos Uno,
ni solos ni con el otro. Poder aceptar nuestra inconclusión.

También cabe responsabilidad frente al goce, la posibili-


dad de rehusarse a objetalizar y objetalizarse, poder recha-
zar convocatorias a escenas que sabemos producen malos
engarces.

Freud nos insta a ir más allá de la hipocresía e inhibición,


apuesta a la valentía que implica aceptar y cuestionar, ser res-
ponsables de nuestra posición como sujetos en el decir de
Lacan.

Difícil tarea de ser dos pares o ¿sería mejor decir dos im-
pares?, con dos faltas y poder responsabilizarse por la conse-
cuencia de los actos, por el sufrimiento propio y ajeno. Poder
responsablemente tolerar que buscamos al otro donde no está
y lo hallamos donde no lo buscamos.

Poder saber que una fuerza maligna nos aguijonea desde


nuestro interior y desde el prójimo, no somos dulces libélu-
las. No hay pureza ni en el sujeto ni en la cultura.

Elegir incluirse en un conjunto produce doble responsabi-


lidad tanto de pertenencia como subjetiva, no quiere decir
someterse en pos de ser amable pero sí construir con otro,
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 113-123 123

responsabilizarnos de las consecuencias de nuestro hacer y


decir y con relación a nuestra posición como sujetos, no
ofrendarnos como objetos al partenaire, hay un trazo inmo-
dificable de la subjetividad, un rasgo con el que no se negocia.

Encontré en el diccionario «Recurso de responsabilidad»


y me gustó lo que dice: «Es un hecho realizado libremente, la
capacidad en todo sujeto activo de derecho para reconocer y
aceptar las consecuencias».

Bibliografía
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INTERROGACIONES...
Y PERSPECTIVAS

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137 127

Dialogando con los autores


Nuestra Institución alberga la heterogeneidad y los espa-
cios diversos del pensar.

Las interrogaciones abren a nuevas perspectivas ya que


posibilitan colisionando con certezas, con lo acabado, con lo
que cierra; abrir a la falta y al vacío, único modo de generar
un acto creativo.

E. Roudinesco y J. Derrida en Y mañana qué... concluyen


el libro con esta respuesta a la última pregunta:

– J. Derrida: ¿«Y si suspendiéramos el diálogo con esa pre-


gunta, que es la suya?....sin duda daría más que pensar que
una respuesta de mi parte».

En este número nos proponemos que el diálogo con los


autores abra a interrogantes, que al estilo de la respuesta de
Derrida pueda crear nuevas posibles interlocuciones.

Algunas ideas acerca del autor y el escribir pueden


colaborar a emprender juntos este camino que nos pro-
ponemos

«…el autor está presente en el texto solamente en un ges-


to, que hace posible la expresión en la medida misma en que
instaura en ella un vacío central» (Profanaciones, Giorgio
Agamben, pág. 87, Cap. «El autor como gesto»).

Y situando el lugar, o, sobre todo, el tener lugar del escrito


en términos de autor y lector dice:

«...está en el gesto en el cual el autor y el texto se ponen en


juego y, a la vez infinitamente se retraen. El autor no es otra
cosa que el testigo, el garante de su propia falta en la obra en
la cual ha sido jugado; y el lector no puede sino asumir la
tarea de ese testimonio, no puede sino hacerse él mismo ga-
rante de su propio jugar a faltarse» (Cap. Ibid., pág. 93).
128 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137

La escritura corresponde a los dispositivos que el lenguaje


ofrece y el autor lucha de manera incansable con ellos ya que
intenta expresar su creatividad aún en esta irreductible condena.

Seremos nosotros los lectores quienes también estaremos


apresados en esta trama y de mil variadas maneras intentare-
mos dar sentido a lo jamás capturado del todo.

Abrimos así un diálogo entre autor y lector, que nos anima


a restituir el uso de una letra que posibilita el hacerla girar en
significaciones múltiples con la aspiración de poner a produ-
cir nuestro Psicoanálisis Vincular.

Vale pues sostener con Agamben que profanar no signifi-


ca simplemente abolir y eliminar las separaciones sino apren-
der a hacer de ellas, un nuevo uso, a jugar con ellas.

Poner a trabajar los escritos, posibilitar el pasaje de lo sa-


grado a lo profano es un desafío, un juego que da cuenta de
nuestro tenaz intento de «saber hacer con el otro».

A continuación nuestros, comentarios, ideas, pareceres, in-


terrogaciones y perspectivas que posibiliten nuevas interlo-
cuciones….

Graciela Milano
Directora de Publicaciones
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137 129

Empezamos con el escrito «Variaciones y vacilaciones del


dispositivo psicoanalítico», cuyo autor es Daniel Waisbrot.

Del largo y minucioso recorrido que el autor realiza por la


obra freudiana cotejándola con otras líneas de pensamiento
en psicoanálisis se despliega una interesante complejidad del
trabajo con Lo Vincular.

Nos detenemos en el párrafo en que se ocupa del deseo.

Dice: «El paciente intentará transparentar su deseo lo más


posible y el analista intentará opacar el suyo lo más posible, sa-
biendo ambos que fracasarán abundantemente en esos intentos».

La selección del párrafo atiende a interrogarnos por «el


deseo del analista» y poder relacionar con distintas ideas.

Una forma de pensarlo es aquél que sin ideal previo, sigue


de cerca las posiciones subjetivas del entramado atendiendo
al producir de los que demandan la consulta vincular.

Aprovechando el potencial de cada sujeto, opera haciendo


valer su versatilidad, articulando y obrando con el vacío. Hueso
de lo ajeno que anida en la relación.

En este sentido operativiza la interpretación que se locali-


za en el acto analítico, para conmover las fijaciones libidina-
les, que traban y fuerzan el lazo y así contribuir a crear las
condiciones de un arreglo menos sufriente del entre ellos, pro-
piciando un mejor saber-hacer.

Entendido como «principio no standarizable» se sostiene


en una dialéctica que articula una política que lo orienta, un
modo de ubicarse en la transferencia y un modo de orientar la
intervención. No es una técnica, es un deseo orientado por los
trayectos del psicoanálisis en los que abreva lo Vincular. Por
sí solo no dice nada, se articula en una cadena.

Si bien puede acentuarse el deseo del analista en su ver-


tiente de producto, es más bien un efecto de formación, loca-
130 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137

lizado y juzgado a partir del acto psicoanalítico y como un


deseo que «se manifiesta en la interpretación».

Juan Dobón en la presentación de «Pensando Lo Vincu-


lar», «La función del analista. La responsabilidad y la cul-
pa», dice que la función del analista, es ser el soporte de lo
que causa a sus analizantes: «causa el deseo, causa también
fuente de sanción o asentimiento del decir y el deseo».

Luego agrega: «hay una confusión epistémica que cree que


el deseo del analista así como el Biendecir operan y son efi-
caces en la interpretación, operando desde el inicio de la
cura; lo que aquí podemos asentir es que operan justamente
hasta el fin de un análisis –en aquel saber caer– que es parte
de su responsabilidad como analista y se atesora también en
saber sobre el silencio que no es mudez...».

Es indudable que Dobón habla de un sujeto, paciente-ana-


lizante, como efecto desustancializado –un significante ante
otro– y como el tema de la presentación de su ponencia es la
responsabilidad, afirma que difícilmente a ese efecto de divi-
sión pueda alegarse «responsabilidad». (Viene aclarando «di-
ferencias» en torno a la responsabilidad: heteronomía, auto-
nomía, moral, ética).

Pero para lo que nos interesa en torno al operar del deseo


entre analista analizante hay consideraciones importantes a
señalar. Dice: «A modo de artificio decimos que el Sujeto del
deseo inconciente es inocente –(a)rresponsable–, en su efec-
to al ser dicho antes que dichoso. Lo(a)rresponsable trata
también de su división por la causa del deseo y por tanto este
término empleado da cuenta que no se lo propone como irres-
ponsable. El analizante se hará responsable si toma el relevo
de lo dicho y la causa en cuestión como hablante-ser. En últi-
ma instancia para el analizante, no habrá otro que clame por
la palabra “empeñada”. Solo contamos con Otro que hace
oír su inconsistencia en sus resonancias equívocas».

Agregamos un aporte de Badiou en «La ética: Ensayo so-


bre la conciencia del mal» (capítulo del libro Batallas Éticas,
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137 131

de Tomás Abraham, Alan Badiou, Richard Rorty (págs. 128,


129): «Finalmente, la consistencia es comprometer su singu-
laridad en la continuación de un sujeto de verdad. O bien:
poner la perseverancia de lo que es sabido al servicio de una
duración propia de lo no sabido».

Lacan toca este punto cuando propone como máxima de la


ética: «No ceder sobre su deseo». Puesto que el deseo es cons-
titutivo del sujeto del inconciente, es lo no sabido por exce-
lencia, de manera que «No ceder sobre su deseo» quiere decir
«No ceder sobre lo que de sí mismo no se sabe».

«Nosotros añadimos que la prueba de lo no sabido es el efec-


to lejano del suplemento de un acontecimiento, el agujereamiento
de un “alguien” causa de una fidelidad a ese suplemento des-
vanecido y que no ceder quiere decir, finalmente: no ceder sobre
la propia captura por un proceso de verdad...».

La ética de una verdad, por lo tanto se pronuncia fácilmen-


te: «Haz todo lo que puedas para que persevere lo que ha
excedido tu perseverancia. Persevera en la interrupción. Atra-
pa en tu ser lo que te ha atrapado y roto» (A. Badiou).

Bien, dejamos abierto interrogantes a estas consideracio-


nes de los autores en torno al tema «deseo» en términos de
analista-analizante:

¿Qué de «opacar» o instrumentar un deseo causa del ana-


lista?

¿Qué del transparentar el deseo lo más posible por parte


del analizante?

¿Parece tener que ver con esa (a)rresponsabilidad, con ese


resto que lo responsabiliza al poder franquear la irresponsa-
bilidad de la alienación?

¿Qué del deseo del analista: causa y resto al comienzo y


final del vínculo con el/los pacientes?
132 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137

Sigamos con la Conferencia de Duez en lo atinente al en-


cuadre con el que el autor inicia su escrito.

Nos habla de abrir a un compartir lo común posibilitado


por dejar «jugar» a los pacientes con el espacio.

Es interesante la diferencia que surge con este operar ya


que lo que podría conceptualizarse como un ataque al encua-
dre, cambia el rumbo; abriendo con lo que toma de la teoría
de Bleger hacia una, otra, operatividad. Vale relacionar con el
escrito de Daniel Waisbrot, ya que en ambos hay variaciones
del modelo de un encuadre con características de rigidez dog-
mática o, en palabras de Dobón, un paso que va de una res-
ponsabilidad del analista ajustada a un obrar al reglado hete-
rónomo hacia una autoridad que se responsabiliza en el obrar,
hacer de la producción.

Volviendo a la presentación de Duez: en la escena grupal,


la utilización de técnicas dramáticas, hace que «los límites»
se armen «jugando» o, en términos del título de nuestra Re-
vista, «haciendo algo con el otro».

«Hablan sobre lo que hacen» nos dice, refiriéndose a


las figuraciones múltiples y su obrar entre la palabra y el
hacer.

El trabajo con Lo Vincular, lejos de proponer un límite al


desborde pulsional, opera como un instrumento posibilitador
del hacer.

Hay luego en el apartado «Problemáticas de los modos de


transferencia» una afirmación en referencia a que tanto la neu-
rosis como la psicosis corresponden a la problemática del fan-
tasma. Dice: «sea el fantasma intra psíquico en el histérico o
en personalidades obsesivas o el mundo como fantasma en la
psicosis».

Nos interrogamos acerca de ello ya que, para algunos au-


tores, la construcción del fantasma es propia de la neurosis
mientras en la psicosis el fantasma está desmoronado, hay un
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137 133

real que se impone de manera fragrante por la fallida articula-


ción con lo simbólico.

La primacía de lo real ¿quedaría en este escrito circuns-


cripta a la psicopatía-perversión en tanto, siguiendo al autor,
ellas tratan la realidad como «cosa»?

Abrimos así a interrogantes para nuevas interlocuciones


en relación a la problemática del fantasma y las patologías
severas.

Luego en la referencia a Winnicott sobre la tendencia anti-


social resulta interesante el tratamiento del tema de la res-
ponsabilidad; hay en ello una implicancia del terapeuta que
excede el «saber de la teoría» pues amplía y complejiza en el
«saber hacer con el otro». La responsabilidad compartida con
el marco contextual, instituciones, sociedad en general, tocan
la implicancia de lo ambiental, siguiendo a Winnicott y aque-
llo que nuestra Clínica Vincular atiende en torno al entrecruce
con lo epocal/cultural.

La relación entre transferencia tópica como proceso de hu-


manización fundante y la difracción de la transferencia, con-
ceptualización que toma de René Kaës en el trabajo con gru-
pos operativos, se torna en una herramienta de utilidad para
las patologías severas, por la economía del alto montante de
energía que permite la difracción.

La actualización versus el pasaje al acto frecuente en las


patologías graves parece tener un instrumento terapéutico efi-
caz en el trabajo con la transferencia en difracción.

Aquí valdría preguntarse si la transferencia en su carácter de


difracción opera armando trama, o dicho de otro modo, suplien-
do aquel referente organizador, en tanto y en cuanto liga la ener-
gía pulsional a otro. Dejamos el interrogante a nuevos diálogos.

Abriendo un final, en lo que a esta conferencia refiere y


retomando algo del comienzo en torno a que el inconciente
está estructurado como una escena, en oposición al estructu-
134 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137

rado como un lenguaje (correspondientes a la primera época


de Lacan), referimos a escritos posteriores de la obra de La-
can; pues desde el Seminario 10 se ocupa exhaustivamente
de lo real; y es precisamente en el 17, El Reverso del Psicoa-
nálisis, en el capítulo «La verdad hermana del goce», en que
menciona a Wittgenstein en cercanía con lo que nos señala
Duez.

En el último párrafo de la conferencia dice: «Otros como


Wittgenstein, tenían otra posición –aquello de lo que no se
puede hablar hay que callar. Puede ser también una defini-
ción del inconciente».

A los fines de seguir pensando estos aportes vale preguntar-


nos en lo que favorece ese trabajar con la escena, con ese
inconciente estructurado como una escena, pues implica ope-
rar con aquello que está velado por la articulación significante.

En las patologías severas el velo está roto o, como decía-


mos antes, desmoronado el fantasma: la trama se rompió o no
se pudo hilvanar y la verdad aparece al desnudo.

El despliegue en la escena ayuda a entretejer esta verdad, a


darle un sentido aunque es en el «sin sentido» donde ella está
alojada. De ahí el que La verdad sea hermana del goce como
dice Lacan.

No es entonces la articulación significante la que garantiza


la no irrupción sino por el contrario ella es la que produce ese
trasfondo silencioso y activo responsable de los vasallajes
pulsionales como se señala en la conferencia.

El sentido existe producto de la articulación significante


mientras que el «sin sentido» tiene el peso del acto, de una
verdad que cae por su propio peso en ese atrape siempre difi-
cultoso de la articulación significante. Alienación al signifi-
cante, separación del resto («objeto a») y su plus de goce
caminarán por los desfiladeros de la relación con el Otro/otro
y más de un otro, en compañía de los modelos que proponen
los cambios epocales.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137 135

De ahí la diferencia de trabajar descifrando sentido o «ha-


ciendo algo con» lo imposible de adecuar por la no comple-
mentariedad del entretejido.

Dejar abiertos estos interrogantes en torno a cómo orientar


la cura nos pueden ayudar a pensarla más allá de la adaptabi-
lidad ya que ese «aquello de lo que no se puede hablar hay
que callar» de la cita tomada de Wittgenstein, encierra la pa-
radoja de ese muro de lenguaje que nos condena al «sentido»
como forma siempre fallida de adecuar una verdad hermana
del goce imposible de atrapar. Y esta imposibilidad no es poca
cosa ya que le quita al goce su «mala prensa» y le posibilita
ser motor como expresión de vida.

Un goce como «plus valía», de un trabajo excedente, que aven-


ture un «arregle» en vías de ser motor para el deseo de vivir.

En el anverso: la impulsión, el pasaje al acto, son las ex-


presiones descarnadas de esa verdad hermana del goce que
como hilos sin carretes y sin trama vuelan con los vientos
epocales.

A fin de complejizar el interrogante vale relacionar con las


consideraciones tratadas por Daniel Waisbrot y Juan Dobón
acerca de la problemática de la responsabilidad y las impli-
cancias entre analista y pacientes en lo que se da en llamar
mundos superpuestos.

Hay en esta superposición un ¿«bien entenderse»? o más


bien una superposición imaginaria que en el momento epocal
por la imaginarización en exceso en desmedro de lo simbólico
deja expuesta la escasa consistencia del referente ordenador?

Si el vínculo da cuenta de un producir en la trama mundo


cultura ¿cuáles son hoy los referentes compartidos? ¿Se con-
siste hoy en la vigencia de un Otro ordenador o estamos en la
época del Otro que no existe?

Si el psicoanálisis ya no detenta su «autoridad» en levan-


tar represiones como le compitió en la época victoriana cuan-
136 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137

do bregaba por hacer posible la relación, ¿qué del resituar su


autoridad?

Acaso en el «hacer algo con» de nuestro Psicoanálisis Vin-


cular ¿bregamos hoy con esta impostura, con esta relación
que no tiene proporción?

Alejandra Makintach dice: «Toda alianza e intercambio


tiene un plus sin arreglo. Una de las acepciones de lazo es
nudo hecho con arte y pienso que por esta vía podemos acer-
carnos al tema de la responsabilidad. Es la osadía de hacer
algo con la nada, con el hueco. La responsabilidad es ser
“seres de palabra” que es apuntar al ser en falta.

Poder ubicar un enigma en cada uno y en el vínculo es lo


que orienta nuestra clínica». Es indudable que estas orienta-
ciones, preguntas, comentarios tienen que ver con nuestras
«Interrogaciones y Perspectivas», «Variaciones y vacilacio-
nes» que conmueven nuestra práctica.

Vayamos a «Límites del análisis, obstáculos de los trata-


mientos» de Graciela Bianchi.

En clave vincular el autor escribe los variados problemas


de una clínica que despierta el interrogante acerca del monto
de energía que produce/requiere el encuentro.

Las situaciones varias, en la que el azar, lo epocal insisten,


tienen el mérito de hacernos detener en su desafío, pues sin
dejar de lado el descifrado hermenéutico nos interrogan por
el ¿«qué hacer con»? de lo que en presencia hace obstáculo.

Hay una impronta de «actualidad», de esa «una vida…»


en términos deleuzzianos «producida en inmanencia» que
valga la paradoja «obstaculiza» el descifrado del modelo
clásico –represión, formación de síntoma– atreviendo en
el trabajo con los obstáculos a detenerse en lo ajeno, en lo
no capturable, en lo que insiste por la inasibilidad de su
presencia.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 125-137 137

Podríamos aventurar a cotejar las resistencias versus los obs-


táculos de los que nos habla Graciela en términos de desafío.

Un desafío producido por nuestra práctica hoy.

Abrimos así a interrogar esta nuestra práctica hoy: en la


que la «novela familiar del neurótico» no tiene el protagonis-
mo de la época victoriana y en este ceder de protagonismo
parece generar más ¿obstáculos que resistencias?

Pareciera que los obstáculos tuvieran más que ver con la


impronta de un inconciente real, un inconciente que se juega
en los avatares de la relación (familiar, laboral, judicial…)
como lo atestiguan las presentaciones clínicas de este traba-
jo.

Dejamos abierto el diálogo a futuras interlocuciones, hasta


aquí, nuestro intento, persuadidos que lleva el recorte de lec-
tura y consecuente producción subjetiva del trabajo editorial.

Atrevemos con él al desafío de nuevas formas de «saber


hacer con el otro».

Comisión de Publicaciones
INVESTIGACIÓN
Influencia de la televisión
en la construcción
de la subjetividad en
niños y adolescentes

Grupo de Trabajo en Familia y Pediatría


Sara Amores (Coordinadora) *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158


(*) Los autores de la presente investigación son: Dra. Sara Amores (Coor-
dinadora); Doctores Patricia Bezares; Javier Pérez de Eulate, Lilia Vivo;
Psicólogas: Alicia Cuomo; Alicia Patiño; Antropóloga: María Adelaida
Colangelo; Profesora: Marisa Gaggiotti; Psicomotricista: Graciela
Steiner; Bioestadística: Acuña, Silvia; Servicio de Docencia e Investi-
gación Hospital San Roque de Gonnet. Colaboradoras: Cecilia Ferretti;
Beatriz Urrutibeheity; Diana Fryd; Graciela Ruggeri; Silvia Salvi;
Adelaida Kraan.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158 143

I) Introducción
El estado de indefensión con que nace el ser humano hace
necesaria la intervención de otro ser humano para que se cons-
tituya como sujeto y como ser social. En este proceso de so-
cialización intervienen no sólo la familia, principal agente de
socialización en los primeros años, sino también los pares, la
escuela y los medios de comunicación. Destacamos dentro
de estos últimos a la televisión, de fácil acceso para niños y
adolescentes.

Como profesionales en contacto con niños, adolescentes y


familias, observamos la importancia cada vez mayor que los
medios de comunicación, especialmente la televisión, ejer-
cen en la vida de los niños. Sus juegos, gustos, elecciones,
modas, temas de conversación e intercambios verbales, mues-
tran la impronta televisiva. Fenómeno observado también por
docentes y cuidadores.

Interesados en la salud integral del niño nos preocuparon


estas cuestiones y, en relación con esto, la casi «desapari-
ción» o «encubrimiento» del llamado «horario de protección
al menor».

Pensamos que el sujeto se constituye en el vínculo, por el


vínculo y para el vínculo. Es decir en el lugar del vínculo, con
el otro vinculado y para continuar vinculándose. Primero con
la madre y con los otros significativos familiares y luego con
los extra-familiares en un espacio-tiempo sostenido por el te-
jido sociocultural. Produciéndose un anudamiento sujeto-vín-
culo-cultura. Es decir que la situación sociohistórica influye
en la concepción y el modo en que se es Niño.

El momento sociohistórico que transitamos está ligado a


la aparición de los medios masivos de comunicación. Desde
allí se dictan modelos de cómo ser, qué elegir, qué consumir,
qué vestir, etc., para ser aceptados.

Se dictan también criterios de realidad: «Lo que no está en


la tele no existe. Si no estás en la imagen no existís».
144 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158

Autores como Lipovetsky y Lyotard caracterizan a esta épo-


ca como Posmoderna, con tendencia a la fragmentación y a la
ruptura de los lazos sociales. Sus modelos podrían sintetizarse
como promoción del individualismo, con poco espacio para
la solidaridad y con valores ligados al consumo, ya sea de
bienes o de imágenes.

Asimismo se promueve la tendencia a actuar más que a


pensar, otorgando un lugar especial al ocio, al tiempo libre, al
erotismo, al sexo, a la seducción. Se propicia además el culto
al cuerpo joven y delgado como ideal de belleza.

Pero, paradójicamente, asistimos a la creación de lazos so-


lidarios inéditos y también a dar lugar a grupos que funciona-
ban «marginalmente» por pertenecer a minorías étnicas, reli-
giosas, sexuales y a otras minorías como los discapacitados y
los enfermos mentales, por citar algunas dentro del campo de
la salud.

Es en este marco que nos preguntamos: si consideramos


que la televisión es uno de los agentes socializadores, ¿cuál
es su influencia en la construcción subjetiva?

¿Influye en la asunción de modelos identificatorios? ¿En


la adquisición de roles de género? ¿En propiciar modelos de
respuestas tanto individualistas como solidarias?

II) Antecedentes
Numerosos artículos advierten acerca de los riesgos del
exceso de mirar televisión.

La UNESCO realizó un estudio en veinticinco países, in-


cluida la Argentina, en donde se determinó que: un niño per-
manece entre tres y cuatro horas diarias frente a la televi-
sión; el 26% toma como modelos a los héroes de televisión y
el 44% dice que lo que ve por la televisión coincide con la
realidad.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158 145

III) Objetivos
Analizar la influencia de la televisión en la construcción
de la subjetividad del niño/adolescente.

Decidimos realizar esta investigación no sólo con niños y


adolescentes sino incluir también a PADRES Y DOCENTES,
con el objetivo de comparar las respuestas ADULTOS/NI-
ÑOS.

IV) Material y Método


Muestra:

Niños y adolescentes de 5to a 9º año (EGB) pertenecientes


a escuelas públicas y privadas (religiosas y laicas) de La Pla-
ta y Gran La Plata.

Padres y Docentes de los niños objeto de la investigación.

Instrumentos:

Administración de Fichas semiestructuradas a niños y ado-


lescentes en el ámbito escolar (para ser llenadas y devueltas
en forma voluntaria y anónima).

Entrevistas a niños y adolescentes, como complemento de


la Ficha mencionada.

Administración de Fichas semiestructuradas a padres y do-


centes. Los datos fueron recogidos entre los años 2004 y 2005
y se procesaron bajo normativas de la OPS / OMS, en
EPIINFO para datos y EPIDAT para resultados.
146 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158

Resultados: evaluación y comentarios


I. Muestra:

587 niños/adolescentes de 5to a 9º año de EGB, distribui-


dos entre escuelas de los subsectores público y privado. Me-
dia global de edad = 11.9 años ± 1.7 años.

II. Tiempo que miran televisión.


a) Niños-adolescentes

El 98.3% de los niños/adolescentes refirió mirar televisión.

Nuestros resultados coinciden con los de estudios realiza-


dos por la UNESCO en veinticinco países, incluida Argentina.

b) Padres

Interesa señalar la diferencia entre las respuestas de los


niños/adolescentes y sus padres. Mientras que la media glo-
bal de horas diarias que dicen mirar los hijos es de 4 hs. 45
m., los padres, mayoritariamente, consignan menos de 3 hs.
(hasta 3 hs.). Además el 22.2% de padres cuyos hijos concu-
rren a escuelas privadas y el 11.1% de escuelas públicas con-
testa que sus hijos NO MIRAN TELEVISIÓN.

Esto podría hacernos pensar que el «ideal» parental es sus-


traer a sus hijos de la influencia «negativa» de la televisión, apo-
yándose en los artículos de divulgación que así lo expresan, su-
poniendo que su prohibición es cumplida o ajustar los datos para
responder a lo que suponen el DEBER SER PARENTAL.

No encontramos diferencias significativas de acuerdo al


nivel socioeconómico y de instrucción de los padres.

III. Con quién/es los niños/adolescentes miran televisión


Niños-adolescentes y Padres:

Nos interesa comparar las respuestas entre niños y padres.


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158 147

Los niños señalan que sólo el 7.9% de los programas son


vistos en compañía de adultos. Los padres consideran que
94.5% de programas son vistos en familia, en momentos en
que están con sus hijos.

La mayoría de los niños/adolescentes conversa sobre tele-


visión sólo con sus pares (50,1%).

IV - Tipo de programas elegidos


a) Niños-adolescentes

Marcada predilección por series no infantiles (66.8%), no


habiendo diferencias significativas entre escuelas públicas y
privadas. Siguen en preferencia los dibujos animados no in-
fantiles (45.7%) y los programas de entretenimientos (40.1%).
Los programas documentales, noticieros, periodísticos y pro-
gramas infantiles son los menos elegidos.

b) Padres

En contraste con lo expresado por los hijos, los padres con-


sideran que las preferencias de sus hijos se orientan a dibujos
y programas infantiles (83.3%), ocupando los programas de
entretenimientos sólo el 22.2%.

Podríamos suponer que, nuevamente, está en juego el De-


ber Ser.

V. Motivo de la elección

La mayoría de las respuestas señalan la diversión como


motivo principal de la elección.

Lipovetsky se refiere a la sociedad actual centrada en la


diversión y el entretenimiento como Sociedad Espectáculo,
que otorga un lugar especial al ocio, al tiempo libre, al erotis-
mo, al sexo y a la seducción (sexducción); que propicia el
culto al cuerpo joven y delgado, como ideal de belleza. Tam-
bién ocupan un lugar destacado los programas que muestran
la realidad y los ideales de los jóvenes. Nos interesa marcar
148 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158

que los temas de violencia y acción, presentes en la mayoría


de los programas elegidos, no fueron señalados como motivo
de elección; no fueron percibidos como violentos.

Nos preguntamos si la cotidianeidad de los hechos violen-


tos ha llevado a que los niños se «acostumbren» a ella, consi-
derándola natural, propia de la naturaleza humana.

Sin embargo, queremos destacar el deseo expreso de los


niños/adolescentes de programas no violentos. ¿Podríamos
suponer, de acuerdo a esto, el valor de las prédicas educativas
de la no violencia?

Estas respuestas de los hijos están en relación, no en con-


tradicción, con las respuestas de los padres en cuanto a cuáles
programas agregarían y suprimirían.

Tipo de programas que agregaría – Respuestas de padres:

El 44% agregarían programas culturales.

Qué tipo de programas suprimiría? Respuesta de padres:

Los padres suprimirían violentos, agresivos y «amorales»


en primer término.

Esto permite reflexionar acerca de cómo se construye la


llamada ley de la oferta y la demanda: ¿consumen programas
violentos porque es lo que se les ofrece?, ¿la supuesta de-
manda es construida por los productores y presentada como
demanda de los televidentes?

Un conocido productor televisivo planteaba: «Nos piden


CUERPO (en referencia a lo erótico-porno) Y SANGRE. No-
sotros no hacemos más que satisfacer la demanda».

Sin embargo los padres elegirían programas «culturales y


educativos» para sus hijos y suprimirían los violentos, agre-
sivos y «amorales». (Palabras de los padres)
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158 149

VI. Personaje a quien le gustaría parecerse

El 25.3% global responde «a ninguno», se eleva en alum-


nos de escuelas privadas al 26.8%. El 20,2% a un personaje
de serie; ligeramente mayor porcentaje en escuelas públicas
(21.9%). El 11,1% a deportistas y el 10,6% a familiares, sien-
do estos dos porcentajes, más elevados en escuelas publicas.

Interesa reflexionar también, a partir de estas respuestas,


sobre la elección de modelos identificatorios de ficción – no
ficción.

VII. Actividades de fin de semana

Interesa señalar que un 98,3% de los encuestados, informa


que mira televisión, expresando una elección que prevalece
sobre otras actividades. Dejando fuera esta elección, las acti-
vidades se dividen en: salidas (35,1%) y reuniones (32.2%),
luego deportes (28,9%), juegos infantiles (23%), juegos
virtuales (14,5%), estudiar (12,6%). Destacamos el predomi-
nio de las actividades sociales (67,3%).

VIII. Lectura

De los guarismos de los que disponemos, se puede inferir


también que son más los alumnos de establecimientos priva-
dos que han frecuentado la lectura, si bien ha sido distinta la
elección, ya que en escuelas privadas 64,7% de encuestados
menores de 11 años frecuentó lecturas NO obligatorias, en
tanto que sólo el 45,1% de menores de 11 años lo hizo en
escuelas públicas.

IX. Encuesta a docentes

Nivel socioeconómico de la escuela: Alto: 20.4%; Medio:


40.8%; Bajo: 38.8%.

Las respuestas de los docentes vinculadas a la identifica-


ción de sus alumnos con los personajes protagónicos, coinci-
den en gran medida. Las opiniones son que los niños y ado-
150 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158

lescentes, más que sentirse identificados con determinados


personajes, lo que hacen es copiar modelos o estereotipos
que tal vez por novedosos o transgresores se ponen de moda.
Estas actitudes se fundan en la creencia de que si está en la
tele está bien, está bueno, esto contribuiría a tender redes de
aceptación social, a sentirse autoafirmados en los grupos de
pares o en determinados ámbitos de reunión social.

Otra particularidad que se desprende de las encuestas a los


docentes es que la escritura no se vería demasiado alterada por
los programas, pero sin embargo manifiestan que es el lengua-
je verbal y gestual el que se modifica, como también ciertas
conductas que reflejan la copia del modelo. En concordancia
con esta reflexión, los docentes opinan que los chicos no se
identifican en general con ningún personaje en particular, pero
utilizan determinadas expresiones para hacer bromas y moles-
tarse entre ellos, generando dispersión y a veces agresión.

Finalmente, los docentes no están en contra de la televi-


sión, por el contrario promueven que los programas de actua-
lidad y ciencia sean vistos para luego ser tratados en el aula.

En consecuencia creen que la dosificación y selección ade-


cuada de los programas televisivos, serían la mejor opción.
Ellos se inclinan por dar lugar a actividades artísticas y crea-
tivas de resolución de problemas, que no tengan en cuenta,
únicamente modelos impuestos por la televisión.

Reflexiones finales

¿Cómo «salir» de la pasividad en que nos colocan los me-


dios?

Es indudable que existe un intercambio desigual entre emi-


sor (aparato productor televisivo) y receptor (televidente).

En esta época en que impera la lógica del Mercado con su


correlato, el consumidor, es muy difícil sustraerse y no «com-
prar» lo que se oferta.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158 151

Cabría preguntarse ¿cómo se construye la «demanda», con


la que los productores suelen «justificar» su programación?

Suely Rolnik, psicoanalista y crítica cultural de Sao Paulo


(Brasil), en una entrevista realizada en Buenos Aires señala-
ba que el capital financiero no fabrica mercancías como lo
hace el capital industrial, sino que fabrica mundos. Mundos
de signos a través de la publicidad y la cultura de masas. En
las campañas publicitarias se crean imágenes de mundos con
las que el consumidor se va a identificar y luego va a desear:
sólo entonces esas mercancías van a ser producidas.

Se trata de encontrar «formatos» atractivos y que respon-


dan a los intereses de los niños para los llamados programas
educativos, calificados de «aburridos, plomo» por sus desti-
natarios.

Por otra parte, en lo que se oferta resultaría necesario re-


flexionar sobre frases como: «horario apto para todo públi-
co», «apto para todo público pero bajo la responsabilidad de
los padres», «prohibido para menores de 16 años». Unas po-
cas horas frente al televisor demuestran que el horario de pro-
tección al menor no se cumple.

Nos preguntamos si hoy la oferta es apta para todo públi-


co. Los datos obtenidos en cuanto a la cantidad de horas que
los niños miran televisión y que mayoritariamente lo hacen y
conversan entre ellos, sin la presencia de un familiar o adul-
to, los sitúan a ambos en un contexto diferente al de otras
épocas: ¿se insinúa la tendencia niños con niños?, ¿la rela-
ción niños-adultos y el tiempo de hablar y compartir en fami-
lia se estará diluyendo ante las cuestiones planteadas en los
programas de la televisión?

Otro tema que nos parece interesante cuestionar es respec-


to a la Diferenciación realidad-ficción.

Es sabido que esta distinción es un proceso que exige es-


fuerzo y energía psíquica al niño, que se resiste a abandonar
el «refugio» en la fantasía.
152 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158

Nos preguntamos si algunos programas contribuyen a no


delimitar esta diferenciación.

Las respuestas de los niños/adolescentes respecto a perso-


najes y programas que «mejor reflejan la realidad» hace pen-
sar en ello.

En este sentido no estaba «clara» la diferenciación perso-


na-personaje. Los personajes fueron denominados por su nom-
bre «real» y a la inversa, la persona fue nominada por su per-
sonaje.

Creemos que la función de padres y docentes es tener en


cuenta esto y hacer de «filtro» frente al avance del show
sobre la posibilidad de informar acerca de la realidad. La
película «The Truman Show» sería un ejemplo extremo de
ello.

Modelos identificatorios y televisión

Expresamos que en la actualidad impera la lógica del Mer-


cado que propone el consumo como forma de satisfacción de
las necesidades. Se consume lo que proponen los medios ma-
sivos de comunicación. En la televisión aparecen personajes
prometedores y promotores de modas, gustos, lenguaje para
ser imitados: hay que ser exitoso como..., hay que hablar
como..., hay que vestirse como..., etc.. Así se va regulando el
ser y el vínculo social.

Los programas de televisión son vistos por niños, adoles-


centes y adultos e incluyen una amplia variedad de temas como
las relaciones familiares y sus problemáticas, las vicisitudes
adolescentes, las variantes de la sexualidad, cuestiones socia-
les, la relación con el cuerpo, etc. Así todos, sin distinción de
edad y aún antes de haber nacido, participan de la coexisten-
cia de modelos familiares y de estos nuevos modelos mediá-
ticos. A diferencia de la modernidad en la que prevalecían los
modelos familiares tradicionales y más tardiamente los so-
ciales, hoy dicha tendencia parece invertirse.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158 153

Resulta necesario diferenciar el concepto de identificación


del de imitación. La identificación es un proceso complejo
del psiquismo y está ligada a los vínculos. En un primer mo-
mento en el vínculo y por el vínculo con los padres el niño irá
adquiriendo modelos de ser, con el correr del tiempo conser-
vará algo de ellos, pero necesariamente deberá operar una
transformación que le permita ser diferente y singular. La iden-
tificación está ligada a la transformación, es algo activo que
favorece la diferenciación yo – no yo. La imitación en cam-
bio es incorporación sin transformación, es algo pasivo, no
favorece la diferencia yo- no yo. Sería como consumir identi-
dad de los otros y no propia.

Violencia y televisión

Mucho se ha escrito acerca de la inducción de conductas


violentas por los programas de televisión. Algunas investiga-
ciones, con un pensamiento reduccionista, intentan estable-
cer relación causa-efecto entre la cantidad de horas diarias
que un sujeto mira televisión y conductas violentas. Creemos
que si bien pueden estar relacionadas, no se pueden sacar con-
clusiones deterministas. El fenómeno violencia es múltiple,
responde a varios factores de la trama sujeto-vínculo-cultura,
del que los medios de comunicación, entre ellos la televisión
son uno más.

Nuestra investigación se refiere a influencia de la televi-


sión..., término que implica una no causalidad determinista,
lineal y directa entre dos factores. Admite mediadores, recha-
zos, correlaciones.

Las respuestas a nuestras fichas muestran, por un lado, que


niños-adolescentes, padres y docentes desean programas no
violentos. Pero por otra parte, la elección de los programas de
los niños/adolescentes estaba marcada por la violencia.

¿Podríamos pensar que los niños no percibían como violen-


tos tales programas? Quizás la repetición de escenas de violen-
cia hace que terminemos acostumbrándonos a ella, considerán-
dola «natural», debido a que nos acompaña cotidianamente.
154 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158

Señalamos estos hechos con el propósito de invitar a pen-


sar cómo la violencia se ha «naturalizado», haciendo que no
la registremos en lo cotidiano.

Nos parece oportuno recordar las reflexiones de Hannah


Arendt, escritora judía de origen alemán, acerca de lo que
llama «banalidad del mal». A propósito del juicio a Eichman,
ella se refiere a la irreflexión de quien comete crímenes ac-
tuando bajo órdenes, con lo que el «mal» se vuelve común,
trivial, banal, se «naturaliza», perdiendo su sentido.

¿No es eso lo que se promueve desde las imágenes televi-


sivas al presentar una y otra vez imágenes de violencia, del
dolor como espectáculo, que termina perdiendo el afecto pe-
noso que debiera acompañarlo?

Libros y televisión

Consideramos que la televisión no es buena ni mala. Tiene


múltiples posibilidades educativas y puede ser muy atractivo
que un niño aprenda de un modo entretenido, a través de imá-
genes y no sólo de palabras, dándole una base más sólida a su
aprendizaje. Es decir que libros y televisión se complemen-
tan, no se oponen, ya que ambos ejercitan distintas áreas cog-
nitivas y ponen en juego distintos «tipos» de inteligencia.

Nos parece importante señalar el impulso dado a la lectu-


ra a través de la obligatoriedad de la lectura de libros como
parte de la currícula escolar, ya que dicha «obligación» pro-
bablemente influyó en el «gusto» por la lectura. Quizás esto
modifique, en el futuro, las estadísticas actuales. Una encues-
ta realizada en nuestro país a 3.000 personas (adultos de todo
el país y de todos los niveles sociales) muestra que uno de
cada dos no leyó un solo libro en el último año.

Escuela y televisión

Cuando finalizábamos este informe de investigación leímos


un artículo en el Diario El Día de La Plata (Lunes 23 de octu-
bre) sobre el problema de los chicos que hablan con «lenguaje
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158 155

neutro». En dicho artículo se hace referencia a la preocupación


de docentes argentinos acerca de la influencia del llamado «len-
guaje neutro» de los dibujos animados que emite la televisión,
en los niños pre-escolares y escolares. Advierten que podría
«perjudicar su formación lingüística y su identidad».

Los docentes que participaron en nuestra investigación


compartían esta preocupación. Preocupación que hacemos
nuestra como lo planteáramos respecto a los modelos identi-
ficatorios con relación a la diferencia entre imitación e iden-
tificación. Entendiendo que la identificación es un proceso
activo de metabolización complejizante, de transformación.
Esto es válido también para pensar la «apropiación» que debe
hacer el niño de los elementos que conforman la lengua, ha-
cerlos propios, complejizarlos, quitarles la «neutralidad»,
transformándolos en un lenguaje propio, singular.

A modo de cierre y apertura a nuevas reflexiones

Volviendo a nuestro planteo inicial e intentando salir de la


antinomia esterilizante: «la televisión es buena o es mala»,
nos interesa la reflexión acerca del rol de los adultos y de
nuestras instituciones de pertenencia* en el cuidado y protec-
ción de la salud mental de los niños.

Respondiendo a esta preocupación, la Sociedad Argentina


de Pediatría ha elaborado para los padres: «Algunas recomen-
daciones para ver televisión».

Queremos destacar además, el planteo de los docentes que


participaron en nuestra investigación, acerca de la importan-
cia de la transmisión de contenidos educativos a través de la
televisión y la necesidad de que un adulto «responsable» (pa-
dre, maestro) oficie de guía, discuta y oriente a los niños so-
bre los programas televisivos.

* Instituciones de pertenencia a las que serán transferidos los resultados


de nuestra investigación: Asociación Argentina de Psicología y Psico-
terapia de Grupo (AAPPG); Asociación de Psiquiatras Argentinos
(APSA) y Sociedad Argentina de Pediatría (SAP)
156 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158

Resumen
En el proceso de socialización del ser humano interviene la
familia, principal agente en los primeros años y también, entre
otros, los pares, la escuela y los medios de comunicación, des-
tacándose entre ellos, la televisión. El objetivo de nuestra in-
vestigación fue analizar la influencia de la televisión en la cons-
trucción de la subjetividad del niño/adolescente. Intentamos
evitar la antinomia esterilizante: La televisión es buena o mala.

Muestra: 587 niños/adolescentes de 5to a 9º (EGB) Se in-


cluyeron padres y docentes, para comparar las respuestas.

Material y método: Fichas semiestructuradas (totalidad


de la muestra) Años 2004-05.

Palabras Clave: Niños/adolescentes. Subjetividad. Televi-


sión.

Summary
Television´s influence upon the construction of subjetivity
in the child and adolescent
In the human process of socialization the family (main agent
in the first years) takes part together with friends, school and
mass media, specially television, among others. The aim of
our research is to analyze television´s influence upon the con-
struction of subjectivity in the child and adolescent. We in-
tend avoid the sterilizing antinomy: television is either good
or bad.

Sample: 587 children and adolescents from 5th to 9th grade


(EGB). Parents and teachers were included to compare an-
swers.

Material and Method: Semi-structured questionnaires.


Years 2004-2005.

Key words: Children/adolescents. Subjectivity. Television.


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158 157

Résumé

Dans le procès de socialisation de la personne humain


particip la famille, agent principal dans le premiers années,
et aussi, entre autres, les copains, la école, et les moyens de
comunications, specialemont la televisión..

Le objetive de notre investigation cést le analyse de la in-


fluence de la television dans le construction de la subjetivité
du l´enfant/adolescent. Notre intention c´est éviter la
antinomia sterilisant: La television c´est bon o mal.

Population: 587 enfants/adolescents de 5to a 9º annes (E.


G. B.) Avec inclution des peres et maitres pour la comparaision
de la response.

Máteriel et le Méthode: Fiches semiestructures. Annes


2004-05

Mots clés: Enfants/adolescents. Subjetivité. Televisión .

Resumo
No processo de socialização do ser humano intervein a
família, o principal agente nos primeiros anos y também, en-
tre outros os iguais, a scola e os meios de comunicação, des-
tacando entre eles a televisão. U objectivo de nossa investi-
gação foi analisar a influencia da televisao na construção da
subjetividade do menino/adolescente.

Tentamos evitar a antinomia esterilizante: A televisao e


boa o mala.

Mostra: 587 meninos/adolescentes de 5to a 9º (E. G. B.)


Foram incluídos pais e docentes para comparação dos res-
postas.

Material e método: Fichas semiestruturadas (total da mos-


tra) Anos 2004-05.
158 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 141-158

Palavras chave: Mininos/adolescentes. Subjetividade.


Televisao.
ARTE

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 159-169


Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 159-169 161

Abrimos este espacio en nuestra Revista atentos a la ínti-


ma relación entre el quehacer de nuestras Prácticas Vincula-
res y el Arte.

El «saber hacer con el otro» que encabeza este número


alude a un obrar, a un producir con el otro que anuda en cer-
canía con el arte.

Freud nos ha dejado muestras de esta cercanía en su artí-


culo sobre «El fantaseo y el creador literario» (1907/08, Vo-
lumen 9, Amorrortu, págs. 126…).

El fantaseo, el jugar, el escribir, en fin: el crear son posibles


«en relación»; allí donde se «hace algo con» lo imposible.

En este atender es que el arte parece llevarle la delantera


al psicoanálisis pues produce sentido allí donde toca el «sin
sentido».

«Pienso que un psicoanalista sólo tiene derecho a sacar


ventaja de su posición, aunque ésta le sea por tanto recono-
cida como tal: la de recordar con Freud, que en su materia,
el artista le lleva siempre la delantera, y que no tiene por qué
hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino»
(Jacques Lacan, «Homenaje a Margarite Duras». Interven-
ciones y textos 2, Editorial Manantial, 2006).

«El arte comienza donde lo que no puede ser dicho puede


ser mostrado, incluso exhibido» (Wittgenstein).

Ética del «bien decir» y Arte del «bien hacer» anudados.

Nuestro quehacer en el escribir sobre Lo Vincular, abre


este espacio a fin de estimular esta producción.

Un hacer-escribir de ese fallido «entre dos» o «más de dos»,


ese «partenaire síntoma» que no cesa de no inscribirse y que
expresa el afán siempre fallido de complementariedad; en el
que algo siempre queda elidido, cae y «aún» en la caída sigue
insistiendo.
162 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 159-169

Trabajar con ello en conjunción/disyunción es un esfuerzo


de poesía.

Atrevemos así a la aventura que el lenguaje de Lo Vincu-


lar nos sugiere y seguimos su rumbo advertidos de que esa
morada y protección que pretende dar sentido nos precipita a
demoler lo enajenante de su estructura. Estructura que atrapa
a «la relación» en la irremediable condena de la articulación
significante.

El «escribir arte», sobre «el hacer de nuestra Clínica Vin-


cular» abre a este desafío.

La multiplicidad, la diversidad, que atiende nuestra prácti-


ca vincular lleva la delantera en estos tiempos de falta de re-
ferentes ya que prioriza la producción de un inconciente que
teje y desteje la trama con el otro, en intrincado nudo con los
cambios epocales.

Parafraseando a Lacan, desde una semántica vincular de-


cimos: tenemos una «evidencia, un saber que no se enseña»
o bien «nuestra práctica excede la letra del inconciente singu-
lar».

Graciela Milano
Directora de Publicaciones
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 159-169 163

En esta primer entrega: «La revolución de un mundo» *


Agradecemos a su directora Inés Saavedra y a nuestros co-
legas Elba Nora Rodríguez** y Bernardo Katz*** las contri-
buciones para hacer posible este espacio.

Los personajes en escena:

César
La Anfitriona
La hija
El Marido
El hijo de
El Partyplanner

A los fines de ubicarnos en la puesta en escena, comenza-


mos con algunas líneas de la crítica de arte publicada en La
Nación:

«El ejercicio de la banalidad no está exento de una buena


cuota de crueldad. Banalizar la vida es mirar el mundo de
manera mezquina. La ética, en definitiva, es una cuestión de
percepción. Conformarse con observar la realidad desde nues-
tras propias limitaciones, desde la pequeñez de quienes no se
animan a observar al otro por encima de sus narices, deviene
en cierta ceguera propensa al pensamiento único y enemiga
de toda riqueza y complejidad conceptual.

“Revolución de un mundo”, el nuevo espectáculo de Inés


Saavedra (Cortamosondulamos, Divagaciones, Los hijos de

(*) Ficha Técnica


Obra de teatro: «Revolución de un mundo».
Directora: Inés Saavedra
Agradecemos a la directora la facilitación de los textos de la obra
para el presente trabajo.
(**) Licenciada en Psicología. Psicoanalista.
Tel.: 4864-5265 - E-mail: norarodriguez@infostar.com.ar
(***)Médico. Psicoanalista. Miembro Adherente de AAPPG.
Tel.: 4864-5265 - E-mail: bernardokatz@infostar.com.ar
164 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 159-169

los hijos), expone los estragos que provoca cierto imaginario


en el que la felicidad y la juventud deben obtenerse a cual-
quier precio, valiéndose de un lenguaje teatral depurado y
preciso, que se despliega en el espacio de una vieja casona
porteña. Pocas veces hemos visto en Buenos Aires una reali-
zación cuyo mérito principal radica en que los personajes di-
cen estupideces. Tantas estupideces que sus cuerpos se con-
vierten también en un espejo de sus palabras. La madre, por
ejemplo, excelentemente interpretada por Saavedra, confiesa
que no se ríe porque se lo prohibió la dermatóloga. Ella de-
testa a su marido tanto como él a ella; sin embargo, a la hora
de organizar una fiesta para su hija, los dos se abrazan y salu-
dan como los presidentes estadounidenses antes de subir al
helicóptero estacionado en la Casa Blanca. Mientras tanto, la
hija del matrimonio padece problemas bastante serios, pero
ellos no la ven. No pueden verla. Están ocupados en alimen-
tar un narcisismo ridículo y mostrarles a los otros que son
felices y lo tienen todo. Ya en la fiesta, la única que sufre es la
homenajeada, al tiempo que los invitados se consagran a las
frases hechas, las palabras vacías, los juegos de la sofistica-
ción y el gusto por decir sin decir nada.

Más allá de la anécdota, “Revolución de un mundo” es una


celebración de la muerte. ¿O acaso negar el paso del tiempo no
es una de las formas de la muerte? La vida supone un camino
que incluye el envejecimiento. Sólo puede congelarse aquello
que carece del soplo del vivir. Ni siquiera Orfeo, que tanto amaba
a Eurídice, pudo rescatar a su amada del territorio de Caronte,
ya que cuando lo intentó, la perdió por mirarla y ella regresó a
las profundidades del infierno para no volver nunca jamás, como
cualquier mortal. Si este espectáculo es uno de los más impor-
tantes de la actual cartelera teatral, lo es porque Saavedra per-
cibió que en la angustia de la hija está la clave para compren-
der que lo banal produce un efecto devastador en quienes no
pueden integrarse en ese mundo vacío y sin sentido».

ADN Cultura, Sábado 13 de setiembre de 2008


Por Osvaldo Quiroga para La Nación
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 159-169 165

Síntesis y comentarios sobre la obra de teatro: «Revolución


de un Mundo»
En escena: La Madre - La Hija - El Marido - El Hijo de - El
Empleado de la casa y los evocados (el hijo, los perros, los
hermanos, los primeros invitados) que, a pesar de su ausencia
física, gravitan desde la función que cumplen en la dramática
familiar. Estamos ante una familia nuclear parcialmente pre-
sente y sus muchos «otros» representados –constelación ha-
bitual en las configuraciones vinculares.

Ni bien entramos a su casa, el teatro, quedamos envuel-


tos en múltiples detalles. A posteriori los re-significaremos,
ninguno es superfluo. La ambientación nos anticipa la pre-
tensión de «pertenecer». ¿A qué mundo? Como en toda tra-
ma vincular «lo intrascendente», «lo inocente», «lo casual»,
«lo nimio» se nos revela cargado de sentido. Lenguaje pro-
pio del inconciente.

El matrimonio ha resuelto «festejar el cumpleaños de la


hija». Decisión imposible de remover aunque la apelación pro-
venga de la propia, supuesta, homenajeada. Ya en la fiesta las
intervenciones del padre evidencian que están en la búsqueda
de un marido con una posición económica sólida.

A través del humor, entre risa y risa nos adentramos en


mundos oscuros. Entre risa y risa lo esnob, los imperativos de
la época, se apoderan de sus portadores despojándolos de toda
subjetividad.

Se trata de negar la muerte, el paso del hombre por el tiem-


po, la incompletud. La demanda, destinada a cumplir con este
intento, campea en el escenario. Ineficaz, circula inagotable e
inútil. Se transforma en la figura de un fondo constituido por
seres patéticos.

Las apariencias preñadas de hipocresía, y con ellas el ima-


ginario especular es obsesión en la vida de los padres. La
juventud «...Y me hacés fruncir el ceño que sabés que lo ten-
go prohibido por mi dermatóloga…»,1 el poder: –«El perro
166 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 159-169

reconoce una voz humana de mando, solo una. Y esa voz es la


mía. El animal comprende la jerarquía, el ser humano no»–2
el dinero, lo vano, se transforma en preocupación excluyente.
En la madre, en sus ocasionales quiebres, o en las letras de las
canciones que elige, surge un algo que inmediatamente inten-
ta acallar: –«La felicidad se fabrica, hija. Y para ser feliz,
hay que tener una pésima memoria, olvidar todo lo malo y
recordar sólo lo bueno...»–3 El semblante de una felicidad
sustentada en ignorar la muerte instala a la pulsión de muerte.
El deseo brilla por su ausencia y es reclamado por la vacilan-
te y contradictoria hija de la pareja. Pero allí no hay quién
escuche: Sale César. La Madre mira a la Hija que se desplo-
ma en el piso. Se hace un silencio profundo, pleno de respira-
ciones.

La Madre: –¿Por qué ?...

La Hija: –No quiero recibir invitados… porque no siento


ganas de vivir.

La Madre: –Bien... pero… ¿Por qué estás tan despeinada? 4

Supongamos que esta familia llega a terapia vincular. Lo


primero que nos surgiría es una pregunta: ¿hay un vínculo
entre ellos? Podríamos responder que no. Si postulamos que
el vínculo sólo se da cuando los involucrados sienten que su
palabra es escuchada, transformada desde y transformadora
del otro. La identidad alienante, en tanto contrapuesta al suje-
to del inconciente, en su consistencia en ser impide el fluir
deseante. Pero entonces las diversas variantes del contacto
con el semejante ¿qué son? Al recibir a esta familia notaría-
mos que la relación entre ellos no es sin efectos. Los delatan
sus estragos. Inmediatamente observaríamos que el diálogo
con sus consecuentes malos entendidos está roto, más bien
parecen monólogos en paralelo. Podríamos hipotetizar que

1
Saavedra, Inés, «Revolución de un Mundo».
2
Op.Cit.
3
Op.Cit.
4
Op.Cit.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 159-169 167

quizás alguna vez lo hubo, así pareciera indicarlo la canción


«Memories» que la madre entona mientras ve diapositivas de
su casamiento: Smiles we gave to one another/ Sonrisas que
nos dimos uno al otro/ For the way we were/ Por cómo éra-
mos.5 La danza fantasmática repite idénticos anudamientos y
desanudamientos una y otra vez, la pulsión de muerte y lo
identitario así lo determinan. En el aquí y ahora, el otro, el
semejante, no parece tener existencia más que como el de-
mandado. ¿Qué se demandan unos a otros? El vértigo de de-
mandas mutuas ¿no es parte de un vínculo? Se abre aquí un
interesante debate orientado a delimitar el campo de lo que
llamamos vínculo. Relación-Vínculo ¿Conjunción? ¿Disyun-
ción? ¿Intersección?

En el arte habla el saber del inconciente. En esta obra su


portavoz esencial es la hija. Ella grita su angustia, clama por
un «no tener», por un «ser pobre», «César... trabajás con ale-
gría, sos tan amable…la pobreza en vos no es una desgracia.
Esta vida mía es una desgracia, me parece más fácil ir vesti-
da de harapos y pedir limosna que… (Rompe en llanto) No lo
van a comprender».6

Quizás nosotros sí, si releemos a Lacan y recordamos que


este autor diferencia entre el objeto del deseo y el de la de-
manda, entre semblante de «a» y «a», entre goce y deseo,
entre pulsión –en tanto y siempre de muerte– y deseo.

«El amor, lo hemos dicho, sólo se concibe en la perspecti-


va de la demanda. Sólo hay amor para un ser que puede ha-
blar. La dimensión, la perspectiva, el registro del amor se
desarrolla, se perfila, se inscribe en lo que se puede llamar lo
incondicional de la demanda. Es lo que aparece por el pro-
pio hecho de demandar, cualquiera sea la cosa que se de-
mande; simplemente, sin embargo, no es que se demande algo,
esto o aquello, sino en el registro y en el orden de la demanda,
en tanto que pura, que no es más que demanda de ser escu-
chada.
5
Op.Cit
6
Op.Cit.
168 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 159-169

Diría más, ¿ser escuchada para qué? Pues bien, ser escu-
chada para algo que bien podría llamarse para nada. Pero eso
no quiere decir que esto no nos lleve muy lejos. Pues, impli-
cado en eso para nada, ya está el lugar del deseo.

Es justamente porque la demanda es incondicional, que


aquélla de que se trata no es el deseo de esto o aquello, es el
deseo y punto. Y es por eso que desde el inicio, está implica-
da la metáfora del deseante como tal. Y es por eso que en
nuestro inicio de este año se los hice abordar por todas las
puntas. La metáfora del deseante en el amor implica aquélla
a lo cual ella ha sustituido como metáfora, es decir, el desea-
do. Lo que es deseado, es el deseante en el otro. Lo cual no
puede hacerse más que en esto: que el sujeto sea colocado
como deseable. Es esto lo que él demanda en la demanda de
amor. Pero lo que debemos ver en este nivel, en este punto
que no puedo obviar hoy, porque será esencial para que lo
encontremos en la continuación de nuestro objetivo, es lo que
no debemos olvidar: que el amor como tal, siempre se los
dije, y lo reencontraremos en todas las puntas, es dar lo que
no se tiene. Y que no se puede amar más que haciendo como
no teniendo. Aún si se lo tiene. Que el amor como respuesta,
implica el dom inio del no tener.

No fui yo, fue Platón quien lo Invento, quien inventó que


sólo la miseria, Penía, puede concebir el amor y la idea de
hacerse embarazar en una noche de fiesta. Y, en efecto, dar
lo que se tiene, es la fiesta, no es el amor».7 (Los destacados
son nuestros)

Nuestra joven, en la obra de teatro, desespera por un lugar


en el deseo de sus padres. Éstos, incapaces de salir de su cel-
da narcisística sólo pueden ofrecerle-se la fiesta. Sólo saben
del amor narcisístico, ellos no saben, militan en el no saber
de lo que no se tiene. Lo que motoriza el deseo aparece obtu-
rado sistemáticamente, coagulando, frizando así su vida y no
la muerte como ellos aspiran.
7
Lacan, Jacques, Seminario 8, La transferencia, Clase 25. L´Identification
par ein enziger Zug. 7 de junio de 1961.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 159-169 169

Nuestra experiencia indica que en las terapias vinculares


es rutina el entrecruzamiento de demandas con la negación
de las diferencias, la búsqueda y el temor de que el otro sacie
la falta radical. El reclamo permanente del gesto que compro-
baría el amor del otro –«la prueba de amor»–.

Creemos que entre la «paz» de los cementerios, léase del


goce pulsional, y el deseo se dirime un saber hacer con la
demanda de amor (deseable), con el goce y con el otro en
tanto sujeto deseante. Creemos que el deseo desea al deseo y
de allí al otro en su diferencia.

El psicoanálisis, entonces, estaría dirigido a reforzar, recu-


perar o producir el vínculo o el aspecto del vínculo (según
respondamos a las preguntas planteadas) que permita relanzar
el amoroso sin sentido del deseo humano hacia la construc-
ción de una realidad sin garantías.

Por últimos queremos remarcar que estas reflexiones a partir


de «La revolución de un mundo» son acotadas a la perspecti-
va del psicoanálisis aplicado, hay muchas otras variantes que
la riqueza de esta obra plantea.

Elba Nora Rodríguez


Bernardo Katz
PREMIO ANUAL
DR. MARCOS BERNARD
2009
Del atravesamiento
discursivo de los cuerpos
a las manifestaciones
actuales de las violencias *

Mariana Laura Merini **

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213


(*) Este trabajo obtuvo el Segundo lugar en el «Premio Anual Dr. Mar-
cos Bernard» año 2009, otorgado por la AAPPG.
La evaluación estuvo a cargo del Jurado integrado por: Lic. Raquel
Bozzolo, Lic. Esther Czernikowski y Dr. Carlos Pachuk.
(**) Licenciada en Psicología, MN 28007.
Postgrado en Psicoanálisis y Psicología Clínica-adultos-Centro Oro.
Orientación Jurídica. Docente (Jefa de Trabajos Prácticos) de Psi-
cosociología Jurídica y Política, Universidad Argentina John F.
Kennedy (Departamento de Sociología). Atención en Violencia
Familiar.
Tel: 15 5 137 5790 - E-mail: marianamerini@gmail.com
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 175

Introducción…
Erase una vez… una sociedad como la nuestra, donde son
bien conocidos los procedimientos de exclusión que han tran-
sitado, desde las históricas y diversas formas de tortura, hacia
sutiles y eficaces mecanismos de obediencia y domesticación
de los cuerpos. Al respecto, la obra de Michel Foucault, ha
dado clara cuenta del mencionado pasaje. Sin profundizar en
la misma, pues excedería el marco del presente trabajo, se
intentará reflexionar acerca de la subjetividad, así como tam-
bién sobre la construcción de la misma y la trama que se pro-
duce en relación al deseo y el Poder; conceptos que permiti-
rán un primer acercamiento a las distintas violencias actua-
les: violencia familiar, institucional, inseguridad, sólo por
mencionar algunas formas de expresión en la vida cotidiana.

Preguntarse por el sujeto, implica pensar respecto de las


relaciones que pueden establecerse con los otros, como una
forma de romper con la serialidad impuesta por el Poder. Es
también una vuelta a la ética, si por ello y siguiendo a Alain
Badiou,1 la entendemos en el sentido corriente del término,
como un preocuparse por hacer respetar los derechos natura-
les del sujeto humano: derecho de supervivencia, de no ser
maltratado, de disponer de libertades fundamentales, entre
otros.

Conceptos como Deseo, Poder y Subjetividad conforman


una dinámica que se «hace carne en el cuerpo» y lo trascien-
de transmitiéndose a las distintas generaciones con las más
variadas consecuencias A lo largo de la obra freudiana se ha
puesto en evidencia el concepto de transmisión, sólo citaré
algunos ejemplos de ello a los fines de una mayor compren-
sión de lo que desarrollaré en el presente trabajo:

En 1912/13: «Tótem y tabú» 2 Freud señala ... «sin las hi-


pótesis de un alma colectiva y de una continuidad de la vida
afectiva de los hombres que permite despreciar la interrup-
1
Idea tomada del «Ensayo sobre la conciencia del mal», págs.1-22.
2
Op.cit págs.159/60, Tomo XIII.
176 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

ción de los actos psíquicos, resultante de la desaparición de


las existencias individuales, no podría existir la psicología
de los pueblos. Si los procesos psíquicos de una generación
no prosiguieran desarrollándose en la siguiente, cada una de
ellas se vería obligada a comenzar desde un principio el apren-
dizaje de la vida... debemos atribuir a la continuidad psíqui-
ca dentro de estas series de generaciones y a los medios y
caminos de que se sirve cada generación para transmitir a la
siguiente sus estados psíquicos... la psicología de los pueblos
se preocupa muy poco de averiguar por qué medios queda
constituida la necesaria continuidad de la vida psíquica en
las generaciones sucesivas...» Agrega …«ninguna generación
posee la capacidad de ocultar a la siguiente, hechos psíqui-
cos de cierta importancia».

Más tarde, en 1915 en «Consideraciones de actualidad so-


bre la guerra y la muerte»… «Lo que no anhela en su alma
hombre alguno, no hace falta prohibirle, se excluye por sí
sólo. Precisamente lo imperativo del mandamiento “no ma-
tarás” nos da la certeza de que somos del linaje de una serie
interminable de generaciones de asesinos, que llevaban en la
sangre el gusto de matar, como quizá lo llevemos todavía
nosotros... patrimonio heredado de la humanidad que hoy
vive»… Luego, en 1921 en «Psicología de las masas y análi-
sis del yo», menciona que …«la psicología individual es al
mismo tiempo y desde un principio psicología social»… y
agrega… «la masa se nos muestra, pues, como una resurrec-
ción de la horda primitiva... la psicología colectiva es la psi-
cología humana más antigua, herencia arcaica de las hordas
que reedita la vida anímica del individuo, en relación a otro,
como modelo, objeto, auxiliar o enemigo»… Ya en 1930, en
el «Malestar en la Cultura», Freud sugiere que los pueblos
reproducen, quizá la evolución de los individuos y se nos
muestran aún en estadios muy primitivos de su organización
y en 1939 con su «Moisés y la religión monoteísta» dirá …
«huellas mnemónicas de las vivencias de generaciones ante-
riores, huellas de anterioridad que preexisten al sujeto»… y
en cuanto a los pueblos señala … «es que la intolerancia de
las multitudes se manifiesta más poderosamente respecto a
pequeñas diferencias que ante divergencias fundamentales»…
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 177

Lo antedicho muestra claramente el aspecto fundamental


de los procesos de subjetivación, vinculados al origen del cuer-
po, de la violencia instituyente de la cultura en lo psíquico
como dimensión de la experiencia que es, a la vez, condición
de posibilidad de la construcción discursiva.

En el presente trabajo se intentará realizar un recorrido a


través de los mecanismos de poder, que moldean las subjeti-
vidades y como esto se traduce en la vida cotidiana. Tomando
como eje central la Ley como discurso necesario para la emer-
gencia y estructuración psíquica del sujeto como tal y la cul-
tura; Discurso de la Ley versus Ley del Discurso; Poder ver-
sus Sujeto.

Asimismo, se intentará abrir interrogantes para reflexio-


nar acerca de la posibilidad de quiebre discursivo que con-
mueva las fibras más intimas de las estructuras vigentes ha-
cia nuevas alternativas que posibiliten la construcción de nue-
vas subjetividades.

Hacia algunas generalidades de distintos conceptos


«La dignidad Humana, todos los Derechos Humanos y li-
bertades esenciales, la igualdad, la equidad y la justicia so-
cial son los valores fundamentales de todas las sociedades.
La adhesión, la promoción y protección de esos valores, en-
tre otros, son la base de la legitimidad de todas las institucio-
nes y del ejercicio de la autoridad, y promueven un entorno
en el que los seres humanos son el núcleo del desarrollo sos-
tenible y tienen derecho a disfrutar de una vida sana y pro-
ductiva en armonía con la naturaleza» (Informe de la Cum-
bre Mundial sobre Desarrollo Social, ONU, Copenhague,
Dinamarca, 1995, pág. 512).

Ya adentrándonos en el tema, cabe mencionar que no hay


un discurso simple sobre la violencia en general y menos aún
acerca de la violencia familiar en particular, puesto que im-
plica un abordaje multidisciplinario así como también el inter-
juego de ciertos conceptos como el de Poder, Dominio, des-
178 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

tructividad, crueldad, con los que existen íntimas relaciones


pero que no son homologables entre sí.

El estudio del Poder es una compleja travesía desde la bio-


logía hasta la ética, esta última, como condición importante
para frenar al poder, inventando uno diferente. Este proceso
abierto a nuevas posibilidades constituye el eje mismo de la
historia humana y parte del presente trabajo.

Otro aspecto importante de este recorrido, supone analizar


las diversas formas en las que se transforma a los cuerpos, donde
las subjetividades son anuladas y las personas consideradas
prescindibles.3 Así, el poder no sólo consiste en conseguir que
el otro haga lo que uno desea, sino también impedir que el otro
haga lo que desea; y a pesar de que el sujeto acepta cierta sumi-
sión a un jefe, también aparece la rebelión contra el poder. Ve-
mos aquí cierto esbozo de la relación Poder-Deseo. Y esto me
lleva a la necesidad de mencionar el concepto de control, que
es tan ambivalente como el de Poder. Los grados de control
pueden ser variados, esto es, ir desde las formas más evidentes
de coacción física, amenazas explícitas, a la mera influencia
(formas más sutiles sobre las que volveré más adelante). En el
primer caso, tenemos por ejemplo, una relación de violencia
que actúa sobre un cuerpo o cosas, que fuerza, doblega, destru-
ye o cierra la puerta a todas las posibilidades. Su polo opuesto
sólo puede ser la pasividad y si ella se encuentra con cualquier
resistencia no tiene otra alternativa que minimizarla. Por otro
lado, una relación de poder, sólo puede ser articulada en base a
dos elementos, cada uno de ellos indispensables si ésta es real-
mente una relación de poder: «el otro» (aquel sobre el cual es
ejercido el poder), ampliamente reconocido y mantenido hasta
el final, la persona que actúa sobre ese otro y un campo entero
de respuestas, reacciones, resultados y posibles invenciones
que pueden abrirse, enfrentando a ambos en una relación de
poder. La puesta en escena de esta última, no excluye el uso de
la violencia, pero es en sí misma una forma de actuar sobre un
sujeto o sujetos actuantes en virtud de su capacidad de actua-
ción, es decir, un conjunto de acciones sobre otras acciones
3
Actualidad Psicológica, «Lo transgeneracional», pág. 29.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 179

que trascienden el mero relacionamiento entre «jugadores» in-


dividuales o colectivos.4 Al respecto Foucault,5 comprende por
poder, a la multiplicidad de las relaciones de fuerza inma-
nentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son
constitutivas de su organización; juego que por medio de
luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, refuer-
za, las invierte…

«El poder está en todas partes; no es que englobe todo,


sino que viene de todas partes» […] y agrega «el poder no es
una institución, y no es una estructura, no es cierta potencia
de la que algunos estarían dotados: es el nombre que se pres-
ta a una situación estratégica compleja en una sociedad
dada»6 Aún así, el denominador común y condición de posi-
bilidad del Poder es la asimetría entre las partes ...«Cada modo
de ejercer el poder determina un modo de sometimiento, y
ocurre lo mismo a la inversa. El sujeto subordinado puede
acabar imponiendo un modo nuevo de ejercer el poder...».7

Un salto al vacío nos permite trasladarnos a Max Weber,


quien se refería al poder como un concepto amorfo, porque
todas las constelaciones de un sujeto lo pueden colocar algu-
na vez en situación de imponer su voluntad.8

Revisando la historia, ella nos enseña que la completa eli-


minación de los excesos de poder es inútil. Todas las revolu-
ciones sin excepción han derrocado un poder para sustituirlo
por otro. Las culturas en cada momento histórico crean figu-
ras de poder y sometimiento que la educación se encarga de
transmitir, por distintas vías. ¿Será por eso que los sujetos en
todos los niveles nos rebelamos contra este sistema que cada
vez se torna más expulsivo?

4
«El orden del discurso», Michel Foucault.
5
Historia de la sexualidad 1, La voluntad de Saber, siglo XXI, España,
1° Edición, 1977, en cap. 2, Método, pág.112.
6
Op.cit., págs.112-113.
7
Marina, José Antonio, en La pasión del poder - Teoría y práctica de la
dominación, Ed. Anagrama, España, diciembre de 2008, pág.47.
8
Revista Victimo logia, N°20, Córdoba, Argentina.
180 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

¿Y qué es el sujeto y cómo se ubica en este proceso?

Dicho en griego o en latín, sujeto es «lo que está o yace


debajo». ¿Debajo de qué?

En palabras de Feinmann9 …«sujeto en tanto sub-jectum.


Aquello que subyace. Es lo que los griegos llamaban
hypokeimenon. Pero con Descartes, lo que está en la base, el
punto de partida desde el que la realidad habrá de explicarse
es la subjetividad humana»... Siguiendo con esta línea reflexi-
va, según el mencionado autor, para Heidegger, con Descar-
tes, surgirá el sujeto en la época moderna. Al respecto,
Foucault, apoyando lo antedicho afirma que el hombre no
existía antes de Descartes. No existía como concepto ontoló-
gico, gnoseológico, explicativo de la realidad.

En Ser y Tiempo, Heidegger menciona que Dasein y


Subjectum significan dos cosas diferentes; más aún, contra-
puestas, pues Da-Sein es ser ahí, en el mundo, afuera de sí,
abierto a las cosas que nos rodean, y Sub-jectum, es ser (es-
tar) «frente» a las cosas, «en uno mismo» y desde sí mismo
va al mundo. Esto es contrario a numerosas expresiones post-
modernistas acerca de la muerte del sujeto. Cuando se habla
de sujeto, generalmente, suele pensarse en la conciencia re-
flexiva cartesiana, o en el sujeto del saber absoluto hegeliano,
o bien se piensa en el sujeto freudiano. Ese que se hallaría
dividido entre conciente e inconciente (según la primera tópi-
ca) o repartido en tres instancias (según la segunda); o, para
hablar en lenguaje lacaniano, dividido entre significantes que
lo representan para otros significantes. Éstas serán algunas
vertientes del presente trabajo, no olvidando la existencia de
interesantes conceptualizaciones post-estructuralistas. Asimis-
mo, este concepto es por tanto complejo, quiere decir, en prin-
cipio, que debe ser pensado en relación a otros conceptos, en
sus múltiples enlaces y articulaciones, mediante la elucida-
ción de una lógica temporal.

9
Clase 1: Descartes: el sujeto capitalista, en La filosofía y el barro de la
historia, pág. 24, Ed.Planeta, Bs.As., 2008.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 181

Si asumimos las complejas interconexiones entre lengua-


je, deseo y subjetividad, se verá que la relación entre deseo y
poder es de posibilidad e imposibilidad a la vez, puesto que
no hay estructura que determine a este último o pueda captu-
rarlo en su totalidad. En esta constante tensión de inacabado
proceso de acercamiento y distanciamiento del poder, es que
se produce la subjetividad.

No voy a adentrarme (pero sí es importante tener presente)


en el conflicto que se plantea en filosofía con el concepto de
sujeto/subjetividad, más aún respecto del estructuralismo
foucaultiano y su definición de estructura. Se le ha criticado,
el hecho de concebir un sujeto «sujetado» a una estructura
que le viene dada de afuera, a diferencia de la posición cons-
tructivista. Creo que una posición complementaria entre am-
bos, resultaría de mayor utilidad, pensando así la cuestión del
sujeto en su dinamismo y evolución, pero atravesado por dis-
tintos discursos que por momentos parecieran hablar por él
(¿deseo inconciente?), en distintos contextos históricos, polí-
ticos y sociales, pues el sujeto deseante es histórico y en su
producción histórica es inseparable de los dispositivos de
gobernabilidad, por ende, ligado al poder y producido por las
relaciones de poder. Además, Foucault10 menciona que no
existe un sujeto, sino técnicas de subjetivación que se dan en
cada contexto cultural en relación a los juegos de verdad y de
poder; tránsito que podemos ver en la evolución de la prácti-
ca católica y su sustitución por parte del psicoanálisis, a tra-
vés de la persistencia de las técnicas de verbalización.

…«El problema del sujeto es lo que hay que plantear cada


vez en distintas fallas discursivas, por ello es ineludible y
retorna insistentemente...».11

10
Historia de la sexualidad 1- La voluntad de Saber, siglo XXI, España,
1° Edición, 1977.
11
El retorno del sujeto. Conceptos y representaciones en la filosofía de
Alain Badiou, Dr. Roque Farrán - CONICET Argentina, en Revista Ob-
servaciones Filosóficas, N°7, 2008. Allí se profundizan las ideas aquí
delineadas.
182 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

Una escucha profesional atenta, sumado a mí experiencia


de años en el tema, me permite afirmar que aquellas personas
que el pensamiento moderno ha conceptualizado como «víc-
timas»,12 presentan en general un discurso, muchas veces de
manera brutal, que da clara cuenta de la anulación de la sub-
jetividad,13 la vulneración de la ajenidad (reconocimiento de
otro distinto con los límites del cuerpo) y un deseo obturado
en su circulación, hechos que contrarían cierta línea propues-
ta por Pierre Legendre y su proceso de instauración de la vida.
Ciertamente se atenta contra la misma: se va abonando el te-
rreno que paulatinamente lleva a una muerte psíquica con al-
tas posibilidades de una muerte física real, y de esto dan clara
cuenta las estadísticas actuales, aunque las mismas ni siquie-
ra sean un fiel reflejo de la verdadera gravedad de la situa-
ción. Comprender esto es un primer paso hacia una ética de
trabajo diferente que exige nuevos planteos.

12
Si bien hubo un intento positivo por rescatar y profundizar la mirada en la
víctima reconociendo sus derechos, dicha conceptualización corre el riesgo
de resultar muy cara si se la entiende no en sentido dinámico sino crista-
lizada en ese lugar, en una posición pasiva, entonces yo prefiero decir
que en realidad –y de hecho lo pude comprobar en la práctica– que es
positivo el pasaje del concepto de víctima a la de sobreviviente: lo que
diferencia este concepto del de víctima es que mientras este último se
siente sujeto a una situación en la que no tiene control sobre su ambiente
o sobre sí mismo (algunos autores hablan de conceptos como indefensión
aprendida o stress inescapable), mientras que en el caso de un sobrevi-
viente, se ha recobrado un cierto sentido de control y puede ser capaz de
afrontar las dificultades que se le presentan, adoptando un papel activo
en los esfuerzos para recuperarse de una situación. En el caso de la vícti-
ma, al menos en un principio está posicionada en un lugar pasivo y re-
quiere de ayuda para paulatinamente realizar el pasaje descrito en carác-
ter de sobreviviente, es justamente un objetivo deseable en una interven-
ción el logro de cierta autonomía y el recupero de un lugar de sujeto con
todas las implicancias que esto tiene en relación al propio lugar, deseo, etc..
13
Aquí no me refiero solamente a la visión del agresor sino al inter juego
entre éste y un partenaire que tras años de violencia se coloca claramen-
te en un lugar de objeto arrasado, por ello el corte y la toma de decisión
de dar fin a la situación no es posible, en la medida que no sea acompa-
ñado por una decisión interna del sujeto y aun así sólo en muy pocos
casos sucede. A veces, el punto de quiebre acontece cuando están en
riesgo hijos de la pareja, en caso de haberlos.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 183

La violencia en su insistente circularidad no hace más que


dejar caer la máscara tras la cual se esconde la negación de la
palabra, tanto para quien la ejerce como para aquél que la reci-
be, minando los cimientos más íntimos que, de no ser atendi-
dos, generan situaciones con potencialidad altamente traumá-
tica,14 que serán transmitidas de generación en generación como
imposibilidad de ligar las vivencias a un universo simbólico.
René Kaës sostiene que los objetos de transmisión están carac-
terizados por lo negativo; es decir que lo que se transmite es lo
que no se contiene, lo que no se retiene, lo que no se recuerda
y esto que es lo irrepresentable se traduce como sufrimiento.
Habida cuenta de esto último, lo podemos observar en el cuer-
po, su posición, lo no dicho que cobra distintas formas y rela-
tos donde se remiten una y otra vez a historias familiares don-
de han sido víctimas o testigos de violencia entre sus padres u
otro familiar significativo en su vida. En mi experiencia profe-
sional he tenido la oportunidad de entrevistar a muchas de es-
tas personas que hacían explícita la necesidad de recibir ayuda,
no sin un alto costo emocional …y más de una vez me/les pre-
guntaba ¿qué es lo que motivaba, las más de las veces a una
mujer, a romper con tantos años de silencio? Aparecía enton-
ces el esbozo del miedo, de cierta conciencia de riesgo. Y a
modo de hipótesis, creo fuertemente que con frecuencia esto
sucedía cuando la violencia recibida, viraba hacia un hijo, si lo
hubiere y esto le devolvía a modo de espejo lo irresuelto, eso
que provoca el dolor, lo indecible pero que se tornó siniestro y
entonces escuchaba una y otra vez: «yo aguanté mucho tiem-
po… pero con mis hijos no» (sic), acompañado de un alto monto
de angustia. Ante esto ¿cuál es la respuesta que se brinda, a una
persona que ha seguido por años el derrotero de la burocracia
del sistema judicial? Y aun así, se siguen suscitando teorías ex-
plicativas que no dejan de ser muestras ideológicas del discurso
imperante, del cual no estamos exentos en nuestra labor diaria.

14
Entendiendo el concepto de trauma desde las conceptualizaciones del
Dr. Mordechai Benyakar: como un evento disruptivo con potencialidad
traumática. Algo irrumpe en el psiquismo y lo desborda en su capacidad
elaborativa. Que dicho evento sea traumático o no dependerá de cada
sujeto y su modalidad defensiva y capacidad para tramitar dicho evento
cualquiera sea la intensidad del mismo.
184 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

Berenstein15denomina violencia al hecho de imponerle a


otro sujeto una manera de pensar, un significado, una marca,
no teniendo en cuenta lo particular y lo diferente del mismo.
Esto trae como resultado el despojo de la identidad que es
«…lo más valioso que una persona puede tener, transformán-
dolo en un objeto inanimado…».

De mi experiencia cotidiana, lo que me motiva a cierta re-


flexión, son los casos cada vez más frecuentes de aquellas
madres que ante la primera oportunidad de huída lo hacen
literalmente, dejando a sus hijos tras de sí, en manos de pare-
jas quienes muchas veces son identificados como agresores.
Huelga decir que, debido a esto, más frecuente es todavía la
sanción de profesionales y autoridades competentes que de-
berían intervenir en estas situaciones. Es necesaria una com-
prensión más profunda en la medida en que podamos despo-
jarnos de los prejuicios que colocan un fino velo sobre estas
situaciones, con una mirada integral de cada una de las situa-
ciones.

Si volvemos a la idea de arrasamiento subjetivo, su mani-


festación más frecuente es a modo de un silencio que duele
en el cuerpo y que cuando se quiebra irrumpe como puro acto:
la huída. Y es común, que a medida que se van recobrando los
fragmentos de una persona, pueda ver su situación con clari-
dad, recordando que en la mayoría de los casos son años de
ocupar un lugar de no-poder, mientras que el máximo poder
es la opresión, así como la enajenación de la víctima comien-
za con la amenaza que pronuncia o evidencia el victimario, y
en esta relación entre el golpeador y su víctima un primer
momento implica la necesidad de des-preciar (lo que antes
tuvo valor) al otro para poder golpear. Este frecuente meca-
nismo de cosificación de la víctima, consiste en convertirla
en «menos». Este proceso dinámico que cuenta con la creen-
cia de la víctima en el poder del victimario, es comparable a
la dialéctica Hegeliana del amo y el esclavo, e históricamente

15
Berenstein, Isidoro (1985) Comentario de la nota «Cartas que pudieron
ser escritas», Diario Nueva Zion, Bs.As., 1985, en Violencia Visible e
Invisible, APdeBA, Bs. As.,2000.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 185

traducido en nuestro país y en otros de Latinoamérica en las


aberrantes formas de tortura,16 donde la misma se instaura en
todas las sociedades violentas sometidas a la violencia políti-
ca y excede al mismo en la medida que sus efectos parcializan
y empobrecen todos los niveles de la vida social y cultural.
También podemos pensar, para el caso de la tortura, que la
misma se mueve en la delicada frontera que separa el poder
inmediato, esto es aquel que intenta reducir un cuerpo a su
corporeidad para ejercer un control absoluto; de aquel poder
mediato donde a la víctima siempre le queda cierta posibili-
dad de acción, en la medida que el torturado puede aguantar,
que su espíritu puede resistirse al dolor.17

En este punto cito nuevamente a Berenstein quien en un


artículo de 1995,18 refiriéndose al mal, menciona: «La con-
vicción es la intolerancia de lo que piensa otro, sean diferen-
cias ideológicas, religiosas, nacionales. El paso siguiente es
quitarle subjetividad, despojarlo de la cualidad de persona:
el sujeto soy yo solo. De allí a la aniquilación del otro hay un
paso. El mal es esa potencia que un sujeto tiene para decir
que otro no es persona y es prescindible».

El intenso sentimiento que se genera de «sin salida», su-


mado a la certeza de falta de alternativas, se suma a un siste-
ma que imprime un sinnúmero de formas de violencia su-
mamente efectivas y que están sostenidas por el imaginario
social.

16
Para un análisis de la temática desde una perspectiva psicoanalítica reco-
miendo remitirse al artículo de Marcelo Viñar «Pedro o la demolición -
Una Mirada Psicoanalítica sobre la Tortura», Paris, 1976. Asimismo, la
obra El museo de los suplicios, ilustra en imágenes y en textos documenta-
dos, las manifestaciones sociales, políticas y religiosas del sadismo huma-
no, a través de la tortura en distintos momentos históricos así como tam-
bién la multiplicidad y complejidad de móviles en los cuales se inspiran.
17
En Marina José Antonio, pág.71, op.cit.
18
«Pasa el tiempo y la bomba sigue explotando», Página 12, Bs. As., 9 de
julio de 1995.
186 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

La materia: su origen y regulación


Paulatinamente vemos cómo se han ido naturalizando las
diversas prácticas violentas, a tal punto que atentan contra la
misma integridad de los sujetos en cada uno de los espacios
que integran. En este punto cabría preguntarse: ¿cuáles son
las manifestaciones visibles de dichas prácticas? ¿De qué ma-
nera y por qué medios la destrucción y la degradación del
cuerpo funcionan muchas veces como desencadenantes del
quiebre a nivel psíquico? ¿Qué sucede con el cuerpo desde el
punto de vista de su materialidad? Respecto de esto último,
es sumamente interesante y profundo el análisis que realiza
la filósofa Judith Butler19 articulando concepciones de Aris-
tóteles y M. Foucault en relación a la materia, algunas de las
cuales son dignas de ser mencionadas a los fines de compren-
der la estrecha relación existente entre cuerpo/poder y sus
consecuencias.

Al decir de la mencionada autora, para Aristóteles, el alma


designa la realización de la materia, entendida ésta como algo
plenamente potencial y no realizado, mientras que el alma…
«es la primera categoría de realización de un cuerpo natural-
mente organizado» (sic)20…. Por su parte, M. Foucault21 sos-
tiene que el alma llega a ser un ideal normativo y normaliza-
dor de acuerdo con el cual se forma, se modela, se cultiva y se
inviste el cuerpo. En el mismo texto, Foucault describirá al
alma como un instrumento de poder que forma y modela el
cuerpo, lo sella y al sellarlo le da el ser. La idea de Foucault
de que el poder es materializado, de que es la producción de
efectos materiales, se especifica en la materialidad del cuer-
po. Si dicha materialidad es un efecto de poder, un sitio de
transferencia entre las relaciones de poder, luego, en la medi-

19
En Cuerpos que importan- sobre los límites materiales y discursivos
del sexo, Ed. Paidós Entornos, Bs. As., 1° Edición, 2002. Judith Butler
es profesora de retórica y literatura comparada en la Universidad de
California (Berkeley). Una de las filósofas más influyentes en el campo
de los estudios de género.
20
De ánima, libro 2, cap. 1, 417b 7-8.
21
Vigilar y Castigar, Nacimiento de la Prisión, siglo XXI, 1976.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 187

da en que esta transferencia sea la sujeción/subordinación del


cuerpo, el principio de esta sujeción es el «alma», entendida
ésta como ideal normativo/normalizador que funciona como
el principio formativo y regulador del cuerpo material, la ins-
trumentalidad más inmediata de su subordinación. El alma
hace que el cuerpo sea uniforme; los regímenes disciplinarios
forman el cuerpo a través de una repetición sostenida de rito
de crueldad que producen a lo largo del tiempo, la estilística
del cuerpo del prisionero,22 ¿Creación de cuerpos dóciles?

¿Canalización del deseo a través de los discursos de Poder?


En una entrevista realizada por Jean Pierre-Barou a Michel
Foucault23 en relación al Panóptico de Jeremías Bentham, se
comienza haciendo un recorrido histórico social de dicha ar-
quitectura en relación a la medicina clínica, su inscripción en
el espacio social, cuyo soporte esencial estaría dado por la
mirada. Dicho procedimiento óptico, al decir de Foucault, era
la gran innovación para ejercer bien y fácilmente el poder.
Sitúa la cuestión de la arquitectura hacia finales del siglo
XVIII, donde comienza a estar ligada a los problemas de po-
blación, de salud, de urbanismo. Antes, el arte de construir
respondía sobre todo a la necesidad de manifestar el poder, la
divinidad, la fuerza.

Se plantea el problema de la visibilidad, pero pensando en


una visibilidad totalmente organizada alrededor de una mira-
da dominadora y vigilante. Bentham, hace funcionar el pro-
yecto de una visibilidad universal, que actuaría en provecho
de un poder riguroso y meticuloso, esto es, la existencia de
una mirada que vigile, y que cada uno, sintiéndola pesar so-
bre sí, termine por interiorizarla hasta el punto de vigilarse a
sí mismo; cada uno ejercerá esta vigilancia sobre y contra sí
mismo. ¡Fórmula maravillosa!: un poder continuo. En la épo-
ca moderna el tema de la mirada ha tenido una importancia

22
Op.cit., pág. 65.
23
«El ojo del poder», Entrevista con Michel Foucault, en Jeremías
Bentham: El Panóptico, Editorial La Piqueta, Madrid, 1980.
188 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

enorme aunque está lejos de ser la principal instrumentación


puesta en práctica. Y si volvemos hacia atrás siguiendo con la
evolución propuesta por Foucault, vemos lo que ocurría en el
Antiguo Régimen, con las barreras que presentaban a las de-
cisiones de poder los cuerpos constituidos, los privilegios de
determinadas categorías, desde el clero, hasta las corporacio-
nes, pasando por los magistrados.

Una mirada interesante la aporta el filósofo y escritor José


Pablo Feinmann24 quien menciona que El Discurso del Méto-
do de René Descartes de 1637, con su Cogito Ergo Sum ha-
bría implicado la vuelta del hombre al centro del pensamien-
to. Se duda de todo y aun de Dios. Hecho este último, que
desplaza el poder de la Iglesia y el estado de espera por parte
del hombre que comienza a reactivarse. Surge una subjetivi-
dad puesta en la interioridad, una subjetividad capitalista, te-
rreno para la Revolución Francesa de 1789.

La burguesía comprende perfectamente que una nueva le-


gislación o una nueva Constitución no son garantía suficiente
para mantener su hegemonía. Se da cuenta de que debe in-
ventar una tecnología nueva que asegure la irrigación de todo
el cuerpo social de los efectos de poder llegando hasta sus
más ínfimos resquicios. Y en esto precisamente la burguesía
ha hecho no sólo una revolución política sino que también ha
sabido implantar una hegemonía social que desde entonces
conserva.

Para Jean Paul Marat, «la máxima abyección y degrada-


ción objetiva se produce cuando el oprimido no sólo no se da
cuenta de su propia condición, sino que se transforma en cóm-
plice y soporte de ese poder que perpetúa la miseria, la igno-
rancia y la humillación de todos sus semejantes».25

24
«Filosofía aquí y ahora», Clases de Filosofía para la gente creadas y
dirigidas por Feinmann, Canal Encuentro. La presente cita fue extractada
de la clase transmitida el día 15/02/09.También se profundiza en su obra
La filosofía y el barro de la Historia, Ed. Planeta.
25
Marina, José Antonio, op.cit, pág. 55.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 189

Esto abre toda una serie de interrogantes pues, ya no se


sabe a quién beneficia el espacio organizado tal como Bentham
preconizaba y se tiene la sensación de estar ante un mundo
infernal del que no escapa nadie, ni los que son observados ni
los que observan. Bentham no se avocó a describir una socie-
dad utópica sino que dio cuenta de una sociedad ya existente.
Y este sistema tan arraigado y vigente en la actualidad se hace
extensivo a las instituciones: escolares, carcelarias, etc., como
eternos recordatorios de las mencionadas prácticas; que si-
guiendo a Foucault, no muestran más que el pasaje del Poder
Pastoral de la Iglesia al Poder del Estado.

Configuración de espacios que limitan y condicionan sub-


jetividades, los cuerpos, gestos, conductas, todas con la es-
trecha colaboración de un discurso que pretende ser científi-
co, ya sea desde la medicina, la psicología, la psiquiatría, etc.,
que en su práctica se hacen eco de los discursos de poder, en
beneficio de un orden instituido, para lo cual se han creado
las disciplinas como formas de regular los mismos, constitu-
yendo lo que se conoce como un control social.

Recientemente una investigadora canadiense, Naomi Klein,


ha publicado una polémica obra que realiza un recorrido his-
tórico de eventos recientes desde una perspectiva altamente
crítica.26 Su mirada comienza con la década del ´40 y los de-
sarrollos de la medicina y la psiquiatría y las «bondades» del
electroshock, donde, y en palabras textuales de la autora, «las
mentes son borradas para un nuevo comienzo, donde los cien-
tíficos imprimen una nueva y sana personalidad, creando
gente, descargándolos hasta la obediencia». Luego y ya en
la década del ´50, estas técnicas llamaron la atención de la
CIA, quienes habrían creado un manual secreto con diversas
técnicas orientadas a controlar a los prisioneros para reducir

26
La doctrina del shock es la historia no oficial del libre mercado. Desde
Chile hasta Rusia, desde Sudáfrica hasta Canadá la implantación del libre
mercado responde a un programa de ingeniería social y económica que
Naomi Klein identifica como «capitalismo del desastre». Autora de otra
obra titulada «No Logo» acerca de las corporaciones. Para mayor infor-
mación de la autora remitirse a la página oficial: www.shockdoctrine.com
190 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

a adultos a un estado mental de niño. La autora en este pun-


to aclara que las mencionadas técnicas no solamente fun-
cionaban en individuos sino que un desastre natural o ata-
que terrorista produce en el colectivo social un estado de
shock; y de esta forma, así como un prisionero en una sala
de interrogatorios, también nosotros nos convertimos en ni-
ños y asumimos seguir a los líderes que se jactan de prote-
gernos. Quien claramente entendió este mecanismo, fue el
famoso economista estadounidense de la segunda mitad del
siglo XX, Milton Friedman (1912-2006), también asesor
económico, entre otros, de Richard Nixon, Ronald Reagan
y George W. Bush. Reconocido por sus ideas radicales so-
bre el libre comercio y la sociedad; donde la utilidad y el
mercado lideran todos los aspectos de la vida, incluso al
ejército. Esto llevó a Friedman a adoptar una serie de medi-
das impopulares puesto que precarizaban la vida de millo-
nes de personas.

También creía firmemente que, así como los desastres ma-


sivos podían suavizar a las personas, aconsejó inmediatamente
que los políticos, después de una crisis, impusieran todas las
políticas dolorosas a la vez antes de que la gente pudiera re-
cuperar el paso. Nombró a este método: Tratamiento econó-
mico del Shock, redefinido por Klein como Doctrina del
Shock. La historia y el análisis de diversos pensadores y aún
hoy, la mirada aguda de autoras como Klein permiten, si nos
detenemos en los eventos íconos de nuestra era, descubrir esta
lógica descrita, en muchos de ellos. Un punto de inflexión
interesante fueron los hechos acontecidos en 2001: el atenta-
do de las Torres gemelas del 11 de septiembre en Manhattan,
Nueva York y la crisis en nuestro país en diciembre del mis-
mo año. Ambos hechos provocaron cambios drásticos en to-
dos los niveles, más aún en las subjetividades de los habitan-
tes de cada país. El primero, fue el arrasamiento de un núcleo
de poder que desembocó, en una rápida mirada, en un
reforzamiento de la acelerada carrera armamentística en pos
de la seguridad desatando y justificando distintos focos de
guerras en otros países de Medio Oriente, apoyado en el dis-
curso del Eje del bien y del mal.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 191

En el segundo caso, el despojo a miles de sujetos sumió a


muchos de ellos en profundas depresiones que han culmina-
do en un alto índice de suicidios, y en el mejor de los casos en
aumento de consultas psiquiátricas.

Recuerdo que en ese tiempo un conocido y renombrado


cirujano de mano me comentó que había comenzado a obser-
var la estrecha relación entre la crisis de 2001 y el aumento
de cirugías de mano a causa de los golpes de puño que mu-
chos ejercían en medios de transportes o en superficies duras,
como forma de descargar la violencia generada por la situa-
ción. Nuevamente se hace evidente la materialización de la
violencia en el cuerpo, en su forma más evidente.

Sin ahondar más en la diversidad de causas y consecuen-


cias, ni en el claro papel de los medios de comunicación, creo
que esto muestra a las claras las transformaciones que han
producido el poder y sus transmisiones violentas en las sub-
jetividades de los miembros de una sociedad, la impronta que
ha dejado en cada uno de nosotros y las consecuencias que
aún hoy vemos en nuestra cotidianeidad.

Recientemente, el estadounidense Anthony Suau ganó el


World Press Photo 2008 con una imagen sobre la crisis de las
«hipotecas basura» en EE.UU. (como se muestra a continua-
ción). La imagen de Anthony Suau, en blanco y negro, fue
tomada en marzo de 2008 y publicada por el semanario esta-
dounidense Time. En ella se ve a un policía armado apuntan-
do con un revólver a una puerta para asegurarse de que la
casa está vacía, en medio de objetos desperdigados por el suelo
que abandonaron los propietarios de la vivienda antes de irse
por no poder pagar la hipoteca. La fuerza de esta fotografía
está en los contrastes. Parece una foto de guerra que bien po-
dría haber sido tomada en algún país remoto, pero se trata de
una localidad del país capitalista por excelencia, como lo es
EE.UU. que ilustra la expulsión de los ocupantes de una casa.
Muestra que la crisis económica, humana es global y nadie
está ajeno a ella.
192 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

Otros planteos similares son los que David Garland, desa-


rrolla en relación al complejo penal-welfare y la regulación
«social».27 Dirá que ya durante la primera mitad del siglo XX,
muchas prácticas clave de gobierno, comenzaron a hacer uso
de una nueva forma de razonar y actuar respecto de las tareas
que abordaban. Así, toda una serie de problemas tales como
el delito, la salud, la educación, el trabajo, la pobreza o el
funcionamiento de la familia, pasaron a ser concebidos como
problemas sociales, con causas sociales que debían ser ges-
tionadas con técnicas sociales y por profesionales del trabajo
social. Este nuevo estilo de regulación le dio poder a las auto-
ridades expertas para crear normas y estándares sociales en
distintas áreas de la vida como: la crianza de los niños, el
cuidado de la salud, la educación moral, etc. Al hacerlo, estas

27
La Cultura del control- crimen y orden social en la sociedad contempo-
ránea, Ed. Gedisa, Barcelona, 2005. La obra describe los cambios pro-
ducidos en Gran Bretaña y Estados Unidos en los últimos 25 años y los
explica mostrando como la organización social de la modernidad tardía
ha provocado una serie de reajustes políticos y culturales que modifica-
ron la manera de pensar y de reaccionar de los gobiernos y los ciudada-
nos respecto del crimen.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 193

agencias no se basaban en el derecho o en la coerción, aun-


que ambos pudieran ser utilizados como último recurso. En
cambio se basaban en el poder de su autoridad como exper-
tos, la persuasión de sus argumentos y la disposición de indi-
viduos y familias a orientar su conducta de acuerdo a lo
prescripto por los expertos.

De este modo, las ideologías e intereses de los nuevos pro-


fesionales se articularon sin problemas con las estrategias de
gobierno y las formas de autoridad características del Estado
de Bienestar, política social propia del período de posguerra.

Siguiendo con una línea reflexiva del autor Thomas Anz,28


éste dará cuenta del discurso ilustrado sobre los condicionan-
tes de la salud y la enfermedad y cómo los mismos se hallan
impregnados por ciertos vocablos de tinte militar y político; a
saber: «Lucha», «Poder», «Dominio», «Victoria»; «Shock-
Room», esta última en las guardias de los Hospitales, que his-
tóricamente coinciden con el desarrollo de la Medicina, hecho
que fue anteriormente descrito con la teoría de Klein, etc., etc.

En palabras del autor: «Este discurso hace del sujeto Bur-


gués el campo de batalla de una lucha por el poder, en la que
el dominio del espíritu sobre el cuerpo y la victoria de la
razón contra todo lo que sea contrario a ella garantizan so-
beranía y salud...». En la Modernidad, en cambio, vemos cómo
esa figura prototípica del guerrero que lucha deviene en una
figura patológica.

Pero volviendo a la cuestión del cuerpo, otra forma de acer-


carnos al mismo, a su origen, es a través de un esquema ima-
ginario, es decir, que están investidos psíquica y fantasmáti-
camente.29 La proyección psíquica confiere fronteras y por lo

28
Literatura, Cultura y Enfermedad, en Cap.1 «Argumentos médicos e
Historias Clínicas para la legitimación e institución de normas socia-
les», Ed. Paidós, Bs. As, 2006. Este texto toma en gran parte de la obra
del mencionado autor así como también a M. Foucault en relación a la
evolución de la Medicina.
29
Jacques Lacan «El estadio del espejo como formador de la función del
194 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

tanto da una unidad al cuerpo, de modo tal que sus contornos


son sitios que vacilan entre lo psíquico y material. Es por ello
que no debe conceptualizarse la materialidad del cuerpo como
efecto causal de la psique y viceversa.

Hasta aquí, he intentado con este brevísimo esbozo abonar


el terreno que nos permita reflexionar acerca de las distintas
violencias sin reducirlas ni a manifestaciones meramente fí-
sicas ni psicológicas, sino como elementos articulados y en
constante tensión.

El Estado y los Discursos de Poder


Durante mucho tiempo y aún hoy en día a pesar de la exis-
tencia de leyes como: Ley de Protección contra la violencia
familiar, Ley de Violencia Laboral, Pactos y Tratados Inter-
nacionales en materia de los Derechos del Niño y Adolescen-
te, entre otros, siguen resonando discursos contrarios al espí-
ritu de las mismas, lo que da cuenta de una necesidad de tra-
bajar con el imaginario social y autoridades de aplicación es-
pecíficas respecto de algunas problemáticas graves, pues la
conducta no se regula a partir de normas jurídicas. Este esta-
do de cosas, habilita a las formas de violencias más explícitas
a las que hoy asistimos a diario; peleas que muchas veces
culminan en homicidios entre tribus urbanas o adolescentes

Yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica» en Es-


critos 1, Buenos Aires, siglo XXI, 1985. El estadio del espejo es preci-
samente la identificación primaria, pre social determinada en una línea
de ficción imaginaria, especular que precipita las identificaciones se-
cundarias (sociales y dialécticas). En cierto sentido, el estadio del espe-
jo es el acto primario de dar forma que se desplaza luego al mundo de
los demás cuerpos. En este sentido, las identificaciones primarias son
indisociables de la materia. El estadio del espejo sigue al menos dos
trayectorias narrativas diferentes: la primera describe la transformación
prematura de un cuerpo dividido en partes en el cuerpo especular, y la
segunda sigue el acceso diferencial de los cuerpos a las posiciones
sexuadas dentro del orden simbólico, lenguaje. En síntesis, un cuerpo
ante el espejo y luego un cuerpo ante la ley. Para mayor profundidad de
análisis remitirse a la obra citada.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 195

potenciados por la alta ingesta de alcohol, drogas psicoacti-


vas o ambos, con altos índices de muertes debido a acciden-
tes de tránsito y constantes hechos de inseguridad que impactan
fuertemente en nuestra subjetividad, modificándola.

Sin indagar en el origen de dichas formas de violencias,


que merecerían todo un estudio aparte, cabe destacar que se
adolece de políticas de Estado comprometidas y acordes a lo
que la realidad actual demanda y, lo que es peor, no hay, o al
menos son ineficientes, las alternativas que tiendan a subsa-
nar la caída de las garantías jurídicas, dejando un sabor amar-
go a impunidad en la sociedad. Un Estado que no es una enti-
dad al margen de quienes lo integramos, pero que por algún
motivo se llegó a equiparar al Poder Político de turno en des-
medro de la activa participación ciudadana.

Actualmente se puede afirmar que existe un Estado con


clara tendencia a la punición y a la búsqueda de culpables
lejos de propiciar la responsabilización subjetiva que impli-
caría un proceso más arduo.

La caída del compromiso social se traduce en un serio indivi-


dualismo, donde el otro ya no es visto como una esperanza, sino
como un enemigo (esto es algo que hay que revertir), se trans-
forma en un mero objeto y el valor supremo de la vida se pierde;
resabios de épocas que por momentos parecieran mostrar su car-
ta de triunfo con un «no te metas», «por algo habrá sido», «el
silencio es salud» y tantas otras, que aún hoy resuenan…un cla-
ro triunfo, sin duda. Y en esto se pierde el sujeto, su capacidad
deseante y creadora se anula en pos de un sistema que se mues-
tra funcional para unos pocos y excluyente para quienes intenta-
mos ciertas formas de subversión, ya sea a través de la escritura,
u otras formas de arte, o un pensamiento crítico, distinto, pero
que de alguna forma ponga en jaque a las estructuras vigentes.30

30
La globalización es aún muy superficial, entrevista de Pavlos Papado-
poulos a Francis Fukuyama, político estadounidense de origen japonés
quien en 1992, con la aparición de sus libros: El Fin de la Historia y El
último Hombre, provocó un fuerte revuelo en varios pensadores, al anun-
ciar su tesis acerca del fin de la historia, donde el triunfo a escala mun-
196 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

Al respecto, recuerdo un film francés La cuestión humana


(2007), bajo la dirección de Micolas Klotz. Osado, lúcido y
perturbador, este film, buscaba revelar la naturaleza del siste-
ma poniendo en cuestión la propia condición humana.

El punto de partida es sencillo: a Simón, el psicólogo espe-


cializado en Recursos Humanos, el director adjunto de la mul-
tinacional alemana para la que trabaja le encarga la misión con-
fidencial de establecer si su superior, la máxima autoridad de
la empresa, padece algún trastorno mental; se sospecha más
por malicia que por preocupación personal. Apasionándose de
a poco por su objeto de investigación, Simón se irá internando
por archivos, documentos y memorias que lo acercan a su in-
vestigado, y al mismo tiempo lo guían hacia un pasado donde
los temas se repiten: el poder, el asesinato encubierto bajo la
pantalla de la precisión técnica, la muerte, enfrentándolo con
una realidad que es la suya también y que también es la nues-
tra; donde no se habla de hombres sino de unidades, como en
la época nazi se hablaba de cargas; números, piezas, etc., etc.

Si bien el contexto del film es la descripción rigurosa, fría


y cautivante de los mecanismos y los comportamientos que
rigen en una gran empresa, ésta trasciende con creces la mis-
ma, para mostrar a través de un thriller psicológico-policial la
intención de releer el sentido de las acciones del presente a la
luz de las claves históricas, con un lúcido estudio del lengua-
je, como potente arma ideológica estableciendo un claro pa-
ralelo entre los procedimientos del fascismo y el liberalismo
más exacerbado.

dial del liberalismo político y de la economía de mercado han traído como


consecuencia el que ya no exista espacio para nuevas grandes batallas
ideológicas; ©PoliticasNet. 2001. Aún así y al decir de J.P. Feinmann, el
primero en hablar del fin de la historia fue Hegel, de la muerte de la
misma, no porque haya acabado su continuidad sino porque sostenía que
la Burguesía capitalista se había adueñado de la totalidad del Poder: eco-
nómico y político. Desde esta perspectiva, las ideas de Fukuyama no son
innovadoras, convirtiéndolo en una suerte de hegeliano tardío, pero ade-
más en una figura cuya aparición en la década del noventa representaba
el discurso Amo, siendo funcional al sistema imperante en ese momento.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 197

Interesante propuesta, si pensamos en lo que acontece hoy:


¿acaso nos escuchamos en distintos contextos laborales fra-
ses tales como: «neutralizar a alguien», «darle el pase», «tras-
ladarlo», «no se ajusta a la ideología o al perfil», etc.? Esto
aparece claramente en un contexto, donde existe un alto índi-
ce de desempleo a nivel global, y en nuestro país, en particu-
lar, donde los sujetos dejan de ser prescindibles para conver-
tirse en sujetos descartables depositarios de un poder extre-
mo, que al decir de Foucault31 «es siempre físico pues su pun-
to de aplicación es siempre el cuerpo»; evidenciándose en
una impunidad descarnada. Las consecuencias de dichos fe-
nómenos cubren un amplio espectro que va desde la depre-
sión más profunda hasta la ira, con graves consecuencias a
nivel de la identidad del sujeto, inerme y coartado en su in-
serción en la cultura y sentido de pertenencia. Se rompen los
lazos sociales y esto requiere de una intervención inmediata,
adecuada a la situación particular.

¿Cómo podemos entonces hablar de aumentar la seguri-


dad, cuando existen claros elementos que atentan contra la
misma? Volveré sobre este punto para delinear algunas pro-
puestas al respecto, pero no sin antes destacar el monólogo
final del film La cuestión Humana que reza: «La lengua es un
poderoso medio de propaganda, el más público y el más se-
creto: se filtra en la carne y en la sangre de las personas».32

Y así como la propaganda Nazi se ha transmitido, pública


y silenciosamente en la carne de cada sujeto, de cada genera-
ción, la Dictadura Militar en nuestro país y toda Latinoaméri-
ca en general, ha moldeado y creado subjetividades, si se me
permite el término, «desubjetivadas».

Pero ¿qué es el poder? Al respecto Foucault33 dice:…«la


hipótesis que quiero proponer es que en nuestra sociedad
existe algo que podríamos llamar poder disciplinario. Por

31
Clase del 7 de noviembre de 1973, pág. 31, en El Poder Psiquiátrico,
Fondo de Cultura económica, primera edición en español, 2005.
32
Fuente de consulta: diario La Nación Online-www.lanacion.com.ar
33
Clase del 21 de noviembre de 1973, págs. 59 y 60,op.cit.
198 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

ello no entiendo otra cosa que cierta forma terminal, capilar


del poder, un último relevo, una modalidad mediante la cual
el poder político y los poderes en general logran, en última
instancia, tocar los cuerpos, aferrarse a ellos, tomar en cuenta
los gestos, los comportamientos, los hábitos, las palabras; la
manera, en síntesis, como todos esos poderes al concentrar-
se en el descenso a los propios cuerpos y tocarlos, trabajan,
modifican y dirigen las ‘fibras blandas del cerebro’. En otras
palabras creo que el poder disciplinario es una modalidad
determinada, muy específica de nuestra sociedad, de lo que
podríamos denominar contacto sináptico cuerpo-poder».

Siguiendo con la línea planteada y pensando en nuestra


sociedad actual, un claro ejemplo son las llamadas «Corpora-
ciones», definidas previamente por Foucault como una de las
categorías de privilegio, con su poder de lobby, sostenidas en
una ley, que en su momento les dio el estatuto de persona
jurídica.34 Son los gobiernos del mundo y están por encima
de cualquier decisión política.

Por ejemplo las grandes cadenas televisivas, generan lo


que Noam Chomsky ha definido como la «Filosofía de la ni-
miedad», esto es generar necesidades artificiales manipulan-
do el consumo de artículos que no son útiles para los sujetos.
Generan así nuevas realidades que se imponen e imponen una
modalidad de ser en el mundo.

Nuevamente Foucault, nos da la clave: «Todo está domi-


nado por la economía y las reglas de Derecho delimitan for-
34
Al respecto esto produce un evidente vacío legal al considerar a las
corporaciones como personas, puesto que son entidades que están en
nuestra sociedad, y no están, que existen con las mismas leyes que las
personas pero no se puede discriminar a una en particular pues están
conformadas por miles de accionistas, empleados y por ello, por la evi-
dente contradicción que esto produce, no son pasibles de sanciones le-
gales por accionar de las mismas. También la ética y la moral se tornan
en este contexto bastante difusas gozando de una total impunidad, ma-
nipulando y controlando subjetividades. Al respecto, el documental ca-
nadiense del año 2003, «La Corporación», presenta un análisis minu-
cioso a través de entrevistas a reconocidos y críticos pensadores.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 199

malmente el poder y transmiten la verdad para armar ese


equilibrio entre poder-derecho y verdad».

¿Cultura y Ley, o la Ley de la Cultura?

Siguiendo con la reflexión anterior, tomaré algunos ele-


mentos de un crítico y concienzudo análisis respecto de la
inseguridad desde una perspectiva multidisciplinaria.35

Un aspecto interesante para abordar en principio es: el De-


recho, tomando al mismo como un elemento más dentro del
sistema sociocultural que integramos. Esto permitirá alejar-
nos un poco del modelo tradicional, esquemático y conserva-
dor reflexionando de un modo más integral. Al respecto, será
el funcionalismo de Malinowski36 quien con sus interesantes
trabajos de campo explicará que el Derecho no se limita a los
códigos y leyes, sino que se manifiesta en fenómenos socia-
les concretos y cotidianos. Estos procesos de socialización
jurídica en una sociedad y momento histórico determinados,
permiten la comprensión de la misma, para ver que: «cuando
construimos una sociedad a partir de la sujeción a normas y
reglas, estamos ‘eligiendo’ (el encomillado es mío) renun-
ciar a ciertas libertades en pos de una convivencia colectiva

35
Me refiero a la obra Maldita Inseguridad-una perspectiva multidisci-
plinaria, Ediciones Ciccus, Bs. As., Julio de 2008.
En ella Norma Pimienta, licenciada en comunicación social, aborda las
principales variables que determinan la inseguridad. Su obra se divide
en dos partes: la primera consiste en una serie de entrevistas a: sociólo-
gos, abogados, policías, psicólogos, funcionarios públicos, agentes de
seguridad privada, periodistas, criminólogos, empresarios y líderes so-
ciales; con la intención de encontrar puntos de coincidencia en la com-
prensión del problema. La segunda parte toma a la provincia de Mendo-
za como caso paradigmático donde se reflejan todas las variables de la
primera parte, contextualizadas en esta provincia en particular.
36
Bronislaw Malinowski (1926-1969): Crimen y Costumbre en la Sociedad
Salvaje, Barcelona, Ariel, 1969. En esta obra, Malinowski desarrolla los
estudios realizados dentro de la cultura Melanesia y da cuenta de una serie
de reglas y de una estructura social fundamentada en la reciprocidad que se
acercan mucho a nuestros actuales Códigos de Fondo: Civil y Penal.
200 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

que persigue el bienestar como fin último, consensuado entre


todos»37[…] «conductas, ritos, delegaciones de poder, son
algunos de los recursos que adoptamos para llevar adelante
la unión social en una comunidad determinada».

Que el orden jurídico es necesario, porque sólo por él se


asegura la existencia de una vida social, lo prueba el hecho de
que donde aparecen seres humanos siempre existe una orde-
nación jurídica. Y la convivencia con la Ley, nunca es pacífi-
ca y aun así es ineludible. Ya sea burlándola o repudiándola,
es necesario discurrir por ella. El exilio de la Ley deja al suje-
to no sólo por fuera de todo lazo social posible, sino que tam-
bién lo expulsa de la casa interior donde refugiarse; y así el
sujeto sin ley queda desubjetivado. Por ello la humanidad toda
y la subjetividad se alojan en la ley, que a su vez establece los
parámetros de lo prohibido y lo permitido.

Pero siempre sigue latiendo en el interior de los sujetos la


tentación de franquear los bordes que demarcan lo prohibido,
abriéndose el espacio siempre posible de la transgresión.

Esta línea hasta aquí planteada es válida en la medida en


que la Ley mantiene su vigencia y su eficacia simbólica, pero:
¿qué sucede cuando la ley se acata pero no se cumple, cuando
los gobernantes designados democráticamente por una socie-
dad son los primeros en transgredir las leyes que deberían
hacer cumplir?

Cuando las Instituciones fracasan en preservar el cumpli-


miento de la eficacia simbólica de la Ley, de la misma sólo
queda una liturgia vacía, vaciada de sentido, un simulacro de
ley que produce un simulacro de sujeto: un sujeto automáti-
camente vacío, sobre todo de palabras y despojado de las ga-
rantías de la Ley. Cuando las instituciones no velan por su
cumplimiento, los sujetos que la integran pierden a diario la
posibilidad de inscripción en la sociedad, deteriorándose el
espacio tanto interno como externo.

37
Norma Pimienta, op. cit. pág. 117.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 201

Ante esta ley en suspenso, la desubjetivización se ve pro-


gresivamente acompañada de inercia, de palabras vacías que
nada valen, y da lo mismo una cosa que otra. En este punto, el
sujeto queda reducido a la condición de puro objeto porque
ha perdido lo que le confería su condición de ser humano.
Pierde el deseo anudado a las palabras porque éstas últimas
han perdido su eficacia simbólica y esta suerte de autómata
ya ni habla sino que actúa.

Si, entonces, la Ley deja de operar como límite, vemos la


cara más extrema: todo es posible, todo vale. Esto es intere-
sante complementarlo con la visión psicoanalítica desde los
trabajos freudianos:

En 192138 Freud afirma que «La Justicia social quiere de-


cir que uno se deniega muchas cosas para que también los
otros deban renunciar a ellas o, lo que es lo mismo, no pue-
dan exigirlas. Esta exigencia de igualdad es la raíz de la con-
ciencia moral social y del sentimiento de deber».

Posteriormente en 193039 define a la justicia como uno de


los requisitos culturales que implica la seguridad de que el
orden jurídico una vez establecido no se quebrantará para fa-
vorecer a un individuo, esto significa que el poder de una
comunidad se contrapone como «derecho» al poder del indi-
viduo, que es condenado como violencia bruta. Esta sustitu-
ción del poder del individuo por el de la comunidad es «el
paso cultural decisivo». Este mismo desarrollo cultural que
impone restricciones a la libertad individual y donde la justi-
cia exige que nadie escape a ella. Pues si todo vale para uno,
también esto se aplica para los otros. Esto se traduce en una
ausencia de garantías para el lazo social, las Instituciones y
para el mismo sujeto que ha descendido a la categoría de mero
objeto.

38
«Psicología de las masas y análisis del Yo», pág. 114, Tomo XVIII,
Amorrortu Editores.
39
«El Malestar en la Cultura», Cap.III, págs.93-9, Tomo XXI, Amorrortu
Editores.
202 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

Basta con recorrer las calles de Buenos Aires para vivir en


lo cotidiano claros ejemplos de lo mencionado, como lo ve-
mos plasmado en hechos de venganza por mano propia y ante
la inestabilidad del orden establecido surgen los pedidos de
mano dura y tolerancia cero. Se destruye el espacio del otro,
porque éste, su vida ha perdido todo valor, porque la propia
tampoco tiene sentido.

Pero aun así, el sujeto condicionado por la cultura, por la


economía, por las características de su estructura esencial de
lo que no puede separarse es de la interrogación respecto de
su implicación en cada uno de los actos que realiza.

Este equilibrio entre naturaleza y cultura constituye una


constante brega del ser humano, pues nunca es total, ni mu-
cho menos voluntaria. Pero la supervivencia de la cultura de-
bido a las tendencias constitutivas de los sujetos se halla en
riesgo constante, esto se traduce en agresividad en los víncu-
los con otros, la discriminación, el odio racial por la no acep-
tación de las diferencias: Homo Hominis Lupus:40… «cuando
están en juego sus intereses, su venganza o sus creencias ya
no hay nada que lo diferencie de los animales salvajes. Llega
incluso a superar a las fieras, y prescinde de momento y lu-
gar para saquear, violar o devorar a su prójimo. Es por ello
que en circunstancias favorables, y con la impunidad asegu-
rada, estallan los conflictos armados, aparece el hambre y se
extermina a los enemigos políticos e ideológicos…».41

Tenemos derechos pero también obligaciones y entre ellas


exigir que los primeros se cumplan para todos por igual, con
igualdad de oportunidades, que entre otras cosas promuevan
una disminución en la percepción de inseguridad.

40
«El hombre es el lobo del hombre», Tomada de Plauto, Astinaria, II,iv,88;
en op.cit, pág.108.
41
En El museo de los Suplicios, prólogo, pág.11.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 203

Si el hombre fracasa en conciliar la libertad y la Justicia,


fracasa en todo (Albert Camus)
Sólo podremos hablar de respeto a los Derechos Humanos
Constitucionales en la medida en que exista una tarea con-
junta entre Estado y sociedad basada en un cimiento social
que así lo determina.

Pero ¿qué sucede cuando justamente existe cierta ruptura


entre Estado y sociedad? Puesto que la Justicia y la equidad
social sólo, y aunque parezca utópico, pueden darse en un
contexto de principios morales y éticos por todos
consensuados.

Una atenta mirada actual muestra que no hay verdaderos


planes ni objetivos, sólo urgencias; y las instituciones se ven
desbordadas ante el incremento del delito y la violencia.42

Se percibe entonces un debilitamiento del Estado y cuánto


falla en la prestación y garantía de un servicio tan básico como
es la seguridad.43 La respuesta inmediata a esta falla en la se-
guridad se traduce en un aumento del control externo: más
autos, más policías, mayor severidad en las penas, más juzga-
dos y como consecuencia lógica, mayor presupuesto admi-
nistrativo.

42
La violencia, en particular la Violencia familiar, está en el centro de
proyectos y debates para ser automáticamente transformada en un deli-
to, esto es el pasaje de conflictos judicializados y confiscados por el
estado, hecho que desborda los juzgados, entorpece cualquier resolu-
ción alternativa eficaz y lejos de disminuir los hechos de violencia, los
incrementa considerablemente. Un claro ejemplo de esto es España y
los altos índices de femicidios a pesar de contar con una Ley de Violen-
cia de género, cuya efectividad debería ser profundamente revisada a la
luz de los acontecimientos más recientes.
43
Se hace referencia a un estado democrático y no totalitario que se arroga
el derecho de velar por la «seguridad» de los ciudadanos desde la repre-
sión y el terrorismo. Cabe preguntarse si existe una línea tan clara y
actualmente podemos afirmar que vivimos en un estado democrático.
204 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

Alberto Montbrun,44 en entrevista con Nora Pimienta,45 alu-


de claramente a un compromiso más profundo a nivel de cam-
bios de actitudes que permitirían transformaciones en la so-
ciedad.

Asistimos a un verdadero desdibujamiento de los límites


entre la función y la disfunción que se hallan solapados en
todos los espacios. Si lo pensamos brevemente en función de
nuestros líderes, vemos a las claras, que son los primeros
transgresores de las leyes, siendo el estado, por ejemplo, el
primer contratante en negro, pretende defender la fuente de
trabajo a través de discursos tales como «no habrá despidos
de personal», siendo el primero en poner en práctica esta
modalidad así como también en viciar la política clienteli-
zando al colectivo social; precarizándolo en todas sus po-
tencialidades.

Coincido con la Lic. Regueiro46 cuando afirma que «la


mayor violencia del poder se encuentra en su tendencia a
disfrazarse, al monopolizar mediante la educación y la cul-
tura, la producción de lo imaginario y lo simbólico bajo el
signo del derecho como el poder de todos». Al respecto di-
versos estudios han demostrado que las sociedades más vio-
lentas no son las más pobres sino las más desiguales.

Es por ello que la palabra tiene que estar acompañada de


una acción coherente con ese discurso, y además un compro-
miso y decisión política que sostenga dicho accionar.

Aun así, muchos siguen adaptándose al sistema y no se


atreven o sienten que no pueden proponer cambios, tal vez
porque sea el camino más difícil; pues implica salir de un
estado conocido de confortable «seguridad» y encontrarse con
un espacio de incertidumbres donde aquello que parecía fa-
miliar requiere ser reconstruido.

44
Abogado-UBA y Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, UN Córdoba.
45
Op.cit., pág. 39.
46
Escrito inédito titulado «Sobre la violencia familiar», Bs.As.,2008.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 205

Entonces ¿somos una sociedad o somos individuos que


queremos salvarnos?

Si el ser humano lucha constantemente para ser amado y


reconocido y cree que de lo que se trata es de tener: dinero y
poder; se ha trocado el ser por el tener en consonancia con las
propuesta social actual, una forma de pertenecer a costa de la
propia integridad, de los vínculos. El hombre se ha emanci-
pado de todo marco trascendental, pero, como señala Lipo-
vetsky,47 ha caído en la «era del vacío».

La violencia es entonces eficaz en lo que respecta a la anu-


lación del otro semejante como sujeto diferenciado, con una
clara pérdida de identidad y singularidad. También, dicha vio-
lencia reemplaza al conocimiento único que da autoridad y la
legitima. La antítesis de esto es el autoritarismo, la prepoten-
cia que, por ejemplo, se ve claramente cuando alguien no en-
tiende o no escucha, se le grita como si así fuera posible en-
tender o escuchar.

Un liderazgo basado en el autoritarismo transforma a quien


manda en un simple mandón y así se grita; se ponen en prác-
tica medidas tan arbitrarias como absurdas para afianzar un
poder no legitimado. La dinámica de esto merecería en estu-
dio mas profundo.

¿A modo de conclusión?
Hemos llegado al final de un recorrido, ¿conclusión?, que
ciertamente comenzó con la idea de presentarse cronológica-
mente, pero cuyo resultado presenta los vaivenes propios de
todo análisis a medida que va profundizándose.

Resulta sumamente difícil cuestionar la intimidad de un


modelo desde su interioridad y si bien seguramente existan
falencias en el mismo, lo principal, a mi entender, es un punto
de partida, volverse concientes de la situación. Ello sucederá
47
Lipovetsky, G. La era del vacío, Barcelona, Anagrama, 1993.
206 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

en la medida en que pueda ser pensado y socializado, tal fue


uno de los objetivos del presente trabajo; ya lo decía una fra-
se de Eduardo Galeano ¿para qué escribe uno, si no es para
juntar sus pedazos?... «Desde que entramos en la escuela o en
la iglesia, la educación nos descuartiza: nos enseña a divor-
ciar el alma del cuerpo y la razón del corazón...».48

En aras de un intento ordenador, diré que he comenzado el


camino por el concepto de transmisión: ¿qué se transmite y
cómo?

Una muestra inicial de la violencia es la que acontece en la


intimidad de varios hogares (hoy en día cada vez más, al me-
nos por las denuncias conocidas) y la alarma social que ello
causa en el espacio público. Lo público y lo privado, ¿cuál es
el límite? Transitamos por el camino que nos llevó desde la
violencia ejercida al cuerpo individual de un sujeto, al cuerpo
social. En ambos casos, asistimos a diversas formas, donde el
núcleo principal es el ejercicio de Poder, el discurso Amo,
por ejemplo, en una expresión clara como: ... «¿y por qué no
te callas?»… En boca del anacrónico monarca Español, Juan
Carlos de Borbón.49 Esta foto que recorrió el mundo, es pre-
sentada a continuación por su poder (valga el concepto con
toda su fuerza) que lo tiene por sí misma y porque además
sintetiza claramente lo hasta aquí descrito.

48
«Celebración de las bodas de la razón y el corazón», en el Libro de los
abrazos, Novena edición, Siglo Veintiuno Editores, México, 1994.
49
Artículo de referencia «La Voz del Amo», J. Pablo Feinmann.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 207

La famosa frase del monarca español tiene una fuerte con-


notación, que no es casual. Ilustra a mi entender, el poder del
Monarca, la voz de Dios que habla a través de él a un presiden-
te constitucional latinoamericano. Más allá de lo polémico de
ambos personajes, se ve cómo el monarca increpa de palabra y
gestualmente a un mandatario de origen indígena ante la mira-
da azorada, ¿cómplice? de los demás mandatarios. ¿A quién
iba dirigido el gesto disciplinario? ¡Años de colonización eu-
ropea de nuestra historia se ven sintetizados en ese instante!

Lo antedicho, lo vemos en relaciones entre los sujetos y si


bien lo ejemplificamos a nivel político, el abuso de poder no es
privativo de este último. Repercute en el cuerpo material con
consecuencias psíquicas, pero también existe una forma de vio-
lencia discursiva, que no está expresamente relacionada con lo
manifiesto, sino con lo no dicho, con lo excluido de la signifi-
cación, donde la violencia es el efecto, una violencia del acto
que irrumpe como discurso mudo produciendo una caída de lo
simbólico. Esto posee un efecto desubjetivante del lazo fami-
liar, social, con una clara afrenta al yo, puesto que fracasan las
redes imaginario-simbólicas atentando contra el sentimiento
208 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

de mismidad e integridad psíquica. Se anudan de esta forma


violencia y desamparo. Lo traumático no encuentra palabras ni
representaciones. Lo vimos con la inserción del hombre en la
cultura, sus implicancias y el pasaje a un ordenamiento simbó-
lico con requisitos necesarios para la convivencia social, como
ser el de seguridad y Justicia. Y aun esto último, en sus fallas.

Es indudable el impacto del Poder en sus redes más suti-


les, en la subjetividad y en el deseo de los sujetos. El respeto
de la individualidad constituye una forma precisamente del
respeto a los derechos humanos. Pero las formas de ejercicio
de la violencia a la que asistimos hoy en día, tienen justamen-
te una forma de contribuir a cierto desvanecimiento de los
derechos humanos, que parece darse, contradictoriamente en
épocas de reivindicación de los mismos, pero ¿existe verda-
deramente un terreno abonado para posibilitar que estén da-
das las condiciones para la reivindicación de dichos derechos?

Actualmente, somos testigos de la vertiginosa multiplica-


ción de la barbarie por el poder y la creación de un nuevo tipo
de asesinos: el verdugo-ingeniero, el exterminador de manos
siempre limpias y conciencia tranquila que mata de lejos y
desde arriba.

La humanidad se ha tornado insensible y dispuesta a acep-


tar todos los compromisos. Perdido en la masa ciega y pasi-
va, y obligado a defender causas más o menos dudosas que
atentan contra su salud como contra sus facultades intelec-
tuales, el individuo ha dejado de existir como tal. Aun desde
su nacimiento, se le condiciona a reglas que implican tiranía
del número y la alienación de la libertad.

Si lo llevamos al plano de lo que sucede actualmente, con-


sidero que hemos hipotecado varias generaciones al respec-
to, y es por ello que se impone un cambio inmediato, para
posibilitar la ruptura de este estado de cosas. Creo que quie-
nes bregamos por los Derechos Humanos tenemos una ardua
labor en éste y en todos los niveles de actuación, en la medida
que posibilitemos un máximo campo para la expresión y el
crecimiento personal, donde la palabra, en el sentido pleno
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 209

de la misma, produzca una ruptura en el silencio y dé lugar al


lazo social que tanto se ha deteriorado en estos últimos años.
Aún hoy se habla tanto de recrear los lazos sociales que ya
parece haber perdido eficacia alguna. Ciertamente no pode-
mos desconocer el trabajo de ciertas ONGS, instituciones y
artistas que con su labor diaria realizan enormes esfuerzos en
el sentido de transformar el estado de cosas aquí planteado.
Aun así, todavía queda por agudizar el análisis acerca de la
efectividad de dichas acciones en la situación actual. Creo
que, y siguiendo con una cita de Rivarol50 que…«Los pue-
blos más civilizados se encuentran tan próximos a la barba-
rie como el metal más bruñido a la herrumbre. En los pue-
blos al igual que en los metales, lo único brillante es la su-
perficie...».

Una pregunta inicial, sería ¿cómo comenzar a generar los


cambios necesarios? Y siguiendo con esta línea reflexiva, tomo
prestada una cita de Pablo Feinmann,51 donde menciona lo si-
guiente:

«En toda violencia late el esquema civilización-barbarie.


A veces se mata en nombre de la barbarie. Se mata lo esta-
blecido, lo racional, lo instaurado. La civilización entendida
como sacralización del Poder. Aquí, la barbarie se asume
como lo distinto, lo nuevo, lo –por usar una palabra que hoy
se usa– transgresor. Lo que transgrede el orden monolítico
del ser. Lo que es –se dice– siempre es reaccionario, precisa-
mente porque es, porque está consolidado, porque ha deveni-
do una cosa y ha perdido su vigor, su insolencia histórica.
Toda cosificación es reaccionaria, y la civilización es eso: es
la cosificación de un Poder constituido al que hay que des-
truir. Esto permite entender el nihilismo de ciertas violencias
y –sobre todo– permitiría comprender el terrorismo de fin de
milenio: cuando ya no se puede transformar el mundo lo úni-
co que resta es destruirlo. Así, el nihilismo de fin de milenio
(la explosión en la AMIA, la bomba en el avión de la TWA)
50
En op.cit., pág.10.
51
«Civilización y Barbarie», nota en Página/12, 14 de septiembre, 1996.
©J.P. Feinmann. ©Pagina/12
210 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213

expresa una violencia que se asume desde la barbarie: la


civilización –dice– es una cosificación intransformable; la
civilización es este mundo del capitalismo mediático que no
ofrece intersticios; que no ofrece penetrabilidad alguna para
su transformación desde adentro».

Me pregunto ¿es verdaderamente posible una transforma-


ción desde adentro? Y de ser así, ¿cuál sería la propuesta?

Creo que los cambios son posibles en forma progresiva y


de adentro (desde el interior de cada sujeto en lazo con otro)
hacia afuera, recuperar al Subjectum en ese ir desde sí al mun-
do, generando cambios en los discursos reguladores. Por su-
puesto que la resistencia se hará sentir con toda su intensidad
ante cualquier posibilidad de movimiento del statu quo.52

«Freedom Writters»,53 es un film estrenado en el 2007, ba-


sado en una experiencia real de la docente Norteamericana
Erin Grunwell, y la difícil tarea de abordar la enseñanza en
grupos culturalmente distintos y muchos de ellos provenien-
tes de pandillas enfrentadas entre sí, en una escuela de una
zona marginal. Muestra claramente cómo la inclusión y acep-
tación de las diferencias a través de un trabajo conjunto de
escritura, ¿reescritura?, permite un cambio de la subjetividad
como acto propio posible, y no sujeto pasivamente a estruc-
turas, en síntesis una transformación del ser. Así se pudo su-
perar la violencia entre maras, logrando que muchos de estos
alumnos continuaran carreras universitarias y que muchas de
52
Statu quo es una frase en latín, que se traduce como «estado del mo-
mento actual», que hace referencia al estado global de un asunto en un
momento dado. Normalmente se trata de asuntos con dos partes intere-
sadas más o menos contrapuestas, en el que un conjunto de factores dan
lugar a un cierto «equilibrio» (statu quo) más o menos duradero en el
tiempo, sin que dicho equilibrio tenga que ser igualitario (por ejemplo,
en una situación de dominación existe un statu quo a favor del domina-
dor), en www.wikipedia.org
53
En nuestro país este film, cuya dirección estuvo a cargo de Richard
LaGravenese, se estrenó el 31 de Mayo de 2007 con el nombre de Pala-
bras Violentas y estuvo protagonizada por Hilary Swank encarnando a
la profesora Erin Grunwell.
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 173-213 211

estas obras literarias fueran publicadas generándose el movi-


miento que da el nombre a la película.
Una maravillosa frase de Sartre dice: «No nos convertimos
en lo que somos sino mediante la negación íntima y radical
de lo que han hecho de nosotros».54

Cabe recordar que el ser humano aún en situaciones en


extremo límites, ha podido conservar un resto de integridad y
libertad que le ha permitido sobrevivir y reparar parte de la
historia, por ejemplo, a través de la memoria, memoria de
generaciones venideras.

Citando nuevamente a Klein y en sus propias palabras «El


shock se desgasta, es un estado temporal y la mejor forma de
permanecer orientado y resistir al shock es saber lo que está
pasando y por qué».

Continuará…

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54
Citada en La filosofía del Barro y de la Historia, Clase 1 «Descartes: el
Sujeto Capitalista », José Pablo Feinmann, pág. 20.
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PASANDO
REVISTA
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 217-220 217

La condición adolescente.
Replanteo intersubjetivo para una psicoterapia psicoanalítica 1
Marcelo Luis Cao
La Imprenta Win, 2009

¿Es posible pen- Ya desde un co-


sar al adolescente mienzo ubica y defi-
por fuera de su con- ne a la adolescencia
texto socio-cultural? como una construc-
ción de la moderni-
¿Cuál es el lugar dad. La Revolución
de la adolescencia en Industrial instala la
la sociedad actual? necesidad de la ca-
pacitación masiva
¿Cuál para el psi- para acceder al mun-
coanálisis? do laboral. Comien-
za a diferenciarse ju-
La bibliografía ventud de adoles-
sobre adolescencia cencia; en tanto esta
dentro del campo psi es escasa, y última surge consecuentemente a
por lo general, este concepto ha ese tiempo de espera para acce-
quedado homologado a la com- der al mundo adulto.
pleja categoría de «infancia».
El autor presenta así a la ado-
A lo largo del extenso desarro- lescencia como condición, en tan-
llo que Marcelo Cao presenta en to se trata para el sujeto de una
su libro, el compromiso con la exigencia de trabajo proveniente
complejidad y la necesidad de de los cambios físicos y psíqui-
abordar los fenómenos desde sus cos que impone la llegada de la
múltiples atravesamientos subje- pubertad, como también del due-
tivos, sociales, culturales e histó- lo por las posiciones ocupadas en
ricos, constituyen un denomina- la infancia, el desasimiento de la
dor común que atraviesa todo el autoridad parental, y el lanza-
trabajo. miento a la búsqueda de nuevos

1
Este libro fue presentado en AAPPG en el mes de octubre de 2009, con las
discusiones de SiIvia Gomel y Luis Hornstein.
218 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 217-220

horizontes identificatorios. Todo gran medida en cimentar los me-


esto jugado bajo las determinacio- dios representacionales o vincu-
nes del contexto socio-cultural co- lares para facilitar el desprendi-
rrespondiente. miento de los hijos pertenecien-
tes a contextos familiares con ten-
Las producciones de subjeti- dencias fuertemente endogámi-
vidad pertenecientes a los distin- cas. Luego del vendaval posmo-
tos contextos socio-culturales son derno […] los esmeros psicotera-
decisivas en la modelación de los péuticos se concentran en tratar de
imaginarios adolescentes. Es en enhebrar tramas psíquicas y vin-
esa dirección que el autor marca culares inacabadas, y/o parcial-
la importancia de resaltar los re- mente dañadas, o bien, encarar un
gistros transubjetivo e intersubje- trabajo más primario aún como el
tivo a la hora de abordar las pro- de urdir cañamazo de una trama
blemáticas de este campo. que brilla por su ausencia».

Desde esa perspectiva, la ca- Desde una mirada que hace


racterística que va tomando la base en los vínculos y en una idea
condición adolescente estará in- de sujeto que lleva la impronta de
disociablemente ligada al perfil la relación con los otros, no sólo
que vayan adquiriendo las signi- en la primera infancia sino en una
ficaciones imaginarias sociales. constante modificación, Marcelo
En esa línea de pensamiento, el Cao realiza un minucioso recorri-
autor realiza una interesante lec- do por el entretejido de la condi-
tura de los cambios que se dan a ción adolescente. La diferencia-
nivel de las representaciones del ción con una historia de la ado-
imaginario social; y de las carac- lescencia para el psicoanálisis ba-
terísticas que fueron adquiriendo sada en una lectura puramente in-
las configuraciones vinculares a trapsíquica –que de modo gene-
la luz de las sociedades posmo- ral es entendida desde una única
dernas. Cambios que resultan in- perspectiva–, se convierte en un
eludibles para ser pensados a la punto clave en esta marcación.
hora de enfrentarse con las con-
secuencias que conllevan en la En esta línea plantea Silvia
clínica. Gomel en su comentario sobre el
libro: «[…] la decisión de cues-
En palabras de Cao: «Hasta la tionar el determinismo de los pri-
llegada de los tiempos de la mo- meros años de la vida, puede sin
dernidad tardía el trabajo psico- embargo llevar sutilmente a la
terapéutico […] se centralizaba en idea de una cuasi inexistencia de
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 217-220 219

determinación del pasado sobre el del psiquismo adolescente. Pen-


presente. El sujeto es múltiple y sando en la clínica, el pasaje a un
abierto, lo sabemos, ¿supone esto primer plano del trabajo con los
una idea de fluidez e indetermi- desequilibrios de la autoestima es
nación absoluta en lo vincular o central.
podemos pensar en anclajes?
Marcelo sortea hábilmente esta De allí entonces que adquiera
nueva antinomia entre fluidez y singular relevancia el otro del vín-
anclajes en su trabajo de orfebre culo; en tanto función de acom-
sobre el mundo identificatorio del pañamiento y apuntalamiento en
adolescente, sus duelos, sus cri- ese difícil procesamiento. El due-
sis. El anclaje de la subjetividad lo por antiguas identificaciones y
como trazo de lo singular se jue- la necesidad de encontrar nuevos
ga en la complejidad de la trama modelos, agregan a la llamada
identificatoria vincular, una iden- «urgencia identificatoria», «la ur-
tidad que al ser identificatoria de gencia vinculatoria». Un concep-
ninguna manera es de una vez y to interesante ya que permite pen-
para siempre, más allá de las con- sar el trabajo con adolescentes,
cepciones esencialistas de lo iden- tanto en relación al lugar que ocu-
titario». pan los otros del vínculo, como a
la relación con el terapeuta.
El autor describe la fragilidad
del mundo adolescente con sus La otra línea entonces que se
crisis, las cuales involucran una desarrolla de forma clara en el tra-
serie de conceptos pensados como bajo es la problemática acerca de
tiempos lógicos –ya que se pro- la especificidad de la técnica. El
ducen en simultaneidad y de for- autor va hilvanando su posición
ma interrelacionada–: refunda- entrañablemente engarzada en un
ción del narcisimo; remodelación sólido recorrido clínico. Aquí nos
identificatoria; reedición edípica; abre las puertas a su trabajo.
moratoria social; trasbordo ima-
ginario (apropiación de funciones, El concepto que Cao rescata
lugares y desprendimiento de la de Missenard sobre la urgencia
familia de origen). identificatoria para establecer la
idea de la urgencia vinculatoria,
Es en el sentido de ubicar la en tanto los otros aparecen como
especificidad de la adolescencia, condición de apoyo necesario que
donde el «conflicto identitario» permiten poner en juego la remo-
convierte a la reformulación del delación identificatoria, resulta
narcisismo en la piedra angular fructífera a la hora de repensar el
220 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 217-220

lugar del analista en el trabajo con ca activamente el encuentro utili-


población adolescente. zando códigos que permitan esta-
blecer una comunicación en la que
«[…] la paradoja de convertir- se preste como acompañante. Re-
se en uno mismo a partir de otro saltando su función de apuntala-
es una eterna fuente de tensiones, miento en los vertiginosos reco-
ambivalencias, y confusiones que rridos del psiquismo adolescente.
aumentan aún más su intensidad
si el otro en cuestión tiene como La «conversación» pasa a ocu-
cometido la función de apuntalar par un lugar central. Una conver-
y acompañar en el transcurso de sación que se podría ubicar de
ese proceso». modo análogo con los fenómenos
transicionales de Winnicott; tal
Se trata de una clínica que como en la categorización que
plantea la inquietud de cómo pre- propone sobre el «juego» –en el
sentarse como otro real necesario, que sin buscar una traducción o
en tanto acompañante y apunta- significado al modo del modelo
lante del narcisismo; y a su vez representacional, se trata de un ha-
sostener la neutralidad que enca- cer que transforma y es produc-
mine a la construcción de autono- tor de nuevas marcas.
mía psíquica del adolescente.
Para finalizar, rescatar sin du-
Así, de este modo, el autor es- das que el estilo que Cao propone
timula al lector hacia un replan- para presentar sus ricas ideas,
teo de lo que podríamos dar en lla- toma fuerza a la luz de un modo
mar la «Condición del analista de dinámico y de una lectura amena
Adolescentes». que combina pensamientos com-
plejos con una transmisión sim-
Describe un analista con un ple y claramente aprehensible por
fuerte grado de empatía; que bus- el lector.

Vanesa Bianchi
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 221-223 221

Un monje en el diván.
La trayectoria de un adolescente en la Edad Media
David Leo Levisky
Editorial Lumen

Acostar un que las considera-


monje medieval en das desde la pers-
el diván no está pectiva vincular del
exento de audacia. psicoanálisis. Da-
Mucha más si es la vid Levisky, psi-
de un analista que coanalista brasile-
crece sin temor a ño de larga y copio-
poner en crisis su sa trayectoria,
vocación y las po- suma y potenciali-
siciones logradas za esta pretensión,
por una fecunda tra- con su interés por la
yectoria y decide determinación his-
abrazar las sacudi- tórico-genética y su
das que una nueva pasión por la alte-
pertenencia disci- ridad.
plinar puede generar en su mun-
do representacional. Levisky no Me pregunté antes de leer el
se amilana, pone en marcha sus libro: ¿podría titular este comen-
herramientas y en ese gesto se pre- tario «Una subjetividad medie-
gunta: ¿existió la adolescencia en val»?
el Centro de la Edad Media?
Veremos a Guibert de Nogent
Desde una perspectiva en la (el paciente de este análisis) que
que convergen sus dos filiaciones nace en una casa noble en el año
disciplinarias –psicoanálisis e his- 1055, un sábado Santo o de Glo-
toria social– intenta sobrepasar las ria, fecha en que la cristiandad
ideas preestablecidas e investiga conmemora la víspera de la resu-
la realidad psíquica intrincada con rrección. ¡Menuda marca para un
los determinantes socio-históricos creyente! En agradecimiento por
y simbólicos. Estas condiciones haber podido llevar a término un
de producción que afectan a la complicado embarazo, su madre
existencia del fenómeno adoles- ofrece a Guibert a la virgen, ins-
cente, van en la misma dirección cribiéndole el destino de monje.
222 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 221-223

Esto marca, cual «sombra habla- prácticas y de fracasos de ciertas


da» ( Piera Auglanier) el camino teorizaciones que el autor corro-
de Guibert. La cuestión es de bora y no teme dejar caer. Y digo
suma importancia para su analis- esto porque su libro es también,
ta y va a ser determinante de las un excelente aporte de nuestra dis-
vicisitudes de su Edipo; no olvi- ciplina y con consideraciones
demos que los monjes se casarán acerca de lo que permanece y lo
con la Santa Madre Iglesia. que cambia, amplía el horizonte
de las transformaciones de la sub-
¿Cómo logrará sortear el ana- jetividad y su abordaje.
lista, el cierre a la novedad, que
presumo constituye a su pacien- Otro encanto de nuestro per-
te, al estar habitado por un dog- sonaje, que seguramente conmo-
ma religioso? vió a Levisky al punto de decidir
convertirlo en su paciente, es que
Guibert es sensible a sí mis- las observaciones que Guibert re-
mo, habla de sus deseos, de sus lata en sus textos trasparentan as-
pecados y de sus temores, y al pectos de sí mismo, a la vez que
hacerlo desde la sabiduría que los describen con riqueza la subjeti-
años le otorgan (escribe a los 60 vidad de la época. La sensibilidad
años) jaquea el riesgo de la y la confesión sincera de nuestro
heteronimia. monje sumada a su capacidad de
introspección, facilita la tarea de
Desde un punto de vista filo- su analista que en cada página nos
sófico, la ruptura que abre el ca- muestra su pericia.
mino a la noción del yo autóno-
mo, tanto de Dios como de la na- David ama a su paciente y re-
turaleza, se da en el tránsito del corre junto a él los avatares del
siglo XII al XIV. Es así como a la dominio de las pulsiones, no pu-
vanguardia, la pluma de Guibert, diendo ser desconsiderado con
aventurándose en ese camino, lo aquello que la biología impone en
coloca en una posición de avan- la pubertad, independientemente
zada para su época y su condición de la época histórica que curse.
religiosa. Este debe ser otro de los No está ajeno a las reflexiones de
anzuelos de los que se valió este Guibert, el problema del matrimo-
monje medieval para conseguir nio y la imposición del celibato
hora con un prestigioso analista sacerdotal que atraviesa con ve-
de adolescentes contemporáneos, hemencia su tiempo y que su ana-
tarea creativa como pocas en lista sabe aprovechar. Aliado con
nuestro campo de diversidad de Guibert, leen en las vicisitudes de
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXIII, Nº 1, 2010, pp 221-223 223

las peleas intra iglesia y las dis- sujeto y la subjetivante del vín-
putas acerca de la sexualidad de culo encuentran en estas páginas
los clérigos, instituidas en discu- una ilustración fácil de aprender.
siones largas acerca de las bon-
dades o crueldades de la vida con- Levisky entusiasmado se des-
yugal, las fantasías con que nues- liza, por momentos, de su lugar
tro monje envuelve sus pulsiones. de analista y puebla al lector de
Las peleas de la Iglesia, se encar- relatos sobre la época y conside-
nan tanto en el discurso materno, raciones sumamente atractivas
como en la pertenencia de Guibert acerca del proceso de subjetiva-
a su grupo de pares. ción de un joven de clase alta en
la temprana edad media y también
¿Qué hace Levisky con el Edi- de la subjetividad medieval.
po en la Edad Media? Es fasci-
nante ver qué pasa en ese Edipo El autor nos ofrece más allá
medieval donde el lugar del pa- de las consideraciones que pode-
dre es débil e incierto, y la lucha mos acompañar sobre el análisis
por el poder despiadada. de un adolescente que devendrá
monje, la posibilidad de enrique-
Aparece aquí, una página in- cernos –desde la ínter y la trans-
teresante acerca de los procesos diciplina– en la comprensión de
de mentalización que preocupan las modalidades de mentalización
especialmente a los analistas vin- y sus transformaciones en un via-
culares. La función idealizante del je través de los tiempos.

Diana Singer
INFORMACIONES
Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares

DOCENCIA
Posgrado en Psicoanálisis de las
Configuraciones Vinculares
Instituto de Psicoanálisis de las Configuraciones
Vinculares (I.P.C.V.) Dirección: Dra. Graciela Ventrici

Intercambio con Universidad Lyon 2: Lic. Mirta Segoviano

Comité Académico
AAPPG: Dr. I. Berenstein; Lic. L. Bracchi; Lic. G. Bianchi;
Lic. R. Gaspari; Lic. S. Lifac; Lic G. Milano; Dr. C. Pachuk;
Dra. J. Puget; Lic. M. C. Rojas; Lic. M. Segoviano; Lic. M. Selvatici;
Lic. D. Singer; Lic S. Sternbach;
Lic. O. Sujoy; Lic. C. Sztein, Dra. G. Ventrici; Lic. D. Waisbrot.

Universidad Lyon 2: Profesor Dr. René Kaës - Dra. Claudine Vacheret


Docente extranjera invitada: Mg. Myriam Alarcón de Soler
DOCENCIA, INVESTIGACIÓN Y EXTENSIÓN
CONVENIOS con Universidades, Hospitales y otras instituciones
Se cursa segundos viernes y sábados de cada mes
CURSO ANUAL INTENSIVO
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Inicia Abril de 2010
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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares

DOCENCIA
Posgrado en Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares
SEMINARIOS CUATRIMESTRALES*
Actualización en Psicoanálisis de Familia
Docentes: Graciela Bianchi – Ricardo Gaspari
Actualizaciones en clínica psicoanalítica con parejas
Docente: Miguel Spivacow
Clínica del vínculo fraterno
Docente: Susana Matas
Conceptualizaciones teórico-clínicas acerca del dispositivo pareja
Docentes: Martha Eksztain, Rita Rzezak, Sara Moscona y Clara Sztein
Cuatro parejas en busca de un análisis. Quehacer del analista de pareja.
Intervenciones. Ideas, problemas.
Docente: Daniel Waisbrot
Disolución del vínculo en parejas estables: funcionamientos e
intersubjetividad
Docente: Liliana Bracchi
El grupo como dispositivo
Docentes: Alicia Dayan y Susana Palonsky
Instrumentos para trabajar en y con grupos
Docentes: Lucila Edelman y Diana Kordon
La inclusión de las técnicas de procreación asistida (TPA) en el abordaje
clínico de la infertilidad en la pareja
Docentes: Silvia Cincunegui y Yolanda Kleiner
Lo Grupal y lo institucional en el campo vincular.
Docentes: Lics. Raquel Bozzolo y Marta L´Hoste
Los vínculos Entre sexo y género
Docente: Norberto Inda
Pensar y hacer clínica familiar
Docentes: Dra. Sara Amores
Psicoanálisis de Grupo con Niños y Adolescentes
Docente: Ona Sujoy
Vínculos de filiación: diversos modos de intervención
Docentes: Graciela Rajnerman y Griselda Santos
* Estos semimarios también son abiertos a la comunidad

Informes en Secretaría

Arévalo 1840 - Ciudad de Buenos Aires


Tel-fax: 4774-6465/4772-7439/4771-0247
E-mail: docencia@aappg.org.ar
www.aappg.org.ar
Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares

Área programática de docencia


Comisión Directiva
Franca Trevisan – Gustavo Gewürzmann

La AAPPG anuncia sus


SEMINARIOS BREVES:

La propuesta es hacer un acercamiento a distintos conceptos del


Psicoanálisis Vincular articulados con la teoría freudiana, la obra
de Lacan, junto a otros autores psicoanalíticos y pensamientos filo-
sóficos contemporáneos. La implementación de estos Seminarios
aspira a posibilitar que cada participante pueda realizar un recorri-
do que tenga en cuenta su formación previa así como sus intereses
particulares. Además, esta red de enseñanza está abierta a profesio-
nales de mayor experiencia que deseen profundizar y actualizar su
formación.

Los Seminarios Breves permiten ofrecer una “elección a la carta”


para que cada participante, con la orientación en psicoanálisis vin-
cular ofrecida por la AAPPG, pueda elaborar su propio recorrido.
Seminarios Breves*

• Seminarios de Introducción al Psicoanálisis


de las Configuraciones Vinculares (Grupos, Familia, Pareja,
Instituciones, Adultos Mayores, Niños y Adolescentes)
• Seminarios de Profundización o
Actualización Teórica en Psicoanálisis
• Talleres, Laboratorios
Se entregan certificados de asistencia
* Algunos de estos seminarios para los cursantes del IPCV tienen crédito
Informes en Secretaría

Arévalo 1840 - Ciudad de Buenos Aires


Tel-fax: 4774-6465/4772-7439/4771-0247
E-mail: docencia@aappg.org.ar
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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares

CENTRO ASISTENCIAL
“Dra. Andrée Cuissard”
DIRECTORA
Lic. Graciela K. de Bianchi
DIRECTOR MÉDICO
Dr. Daniel Asiner
COORDINADORAS
Lic. Diana Dorin
Lic. Patricia Marini
Lic. Mariana Sonego

Somos un equipo que día a día va trazando un recorrido singular para


cada trayecto terapéutico desde múltiples abordajes

Familia
Pareja
Grupo
Individual
Psiquiatría
Psicopedagogía
Orientación Vocacional
Trastornos Adictivos y de la Alimentación

ADMISORAS: Abbattista, O.; Beer, S.; Rzezak, R.


TERAPEUTAS: Abbattista, O.; Arcella, G.; Beer, S.; Bernath, B.; Blasco,
A. M.; Capponi, M.; Casal, L.; Davidovich, N.; Barón de Dayan, A.; Del
Cioppo, G..; Dorín, D.; Galbusera, M.; Gasperino, M.; García Leichman,
A.; Gewürzmann, G.; Kleiner, Y.; Levin, M.; Marini, P.; Masciandaro, F.;
Palonsky, S.; Ponce, L.; Roel, C.; Rzezak, R.; Sonego, M.; Shapira, C.;
Voronovitsky, M.; Zadunaisky, A.
PSIQUIATRA: Asiner, D.
SUPERVISORAS: Aguiar, E.; Berlfein, E.; Bianchi, G.; Milano, G.;
Onofrio, G.; Rajnerman, G.; Ventrici, G.

Orientación Telefónica: 4774-6465


Orientación vía E-mail: asistencia@aappg.org.ar
Arévalo 1840 (1414) – Ciudad de Buenos Aires
Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares

Area Científica – Programación 2010


Espacios que dan lugar al encuentro para
profundizar la teoría vincular y su práctica
Actividad Día y Hora

Equipo de Análisis Institucional Viernes 10.00 a 12.00

Equipo de Grupos de Niños y Adolescentes Miércoles 12.00 a 14.00

Espacio de Adultos Mayores Jueves 9.30 a 11.30

Espacio de Pareja Martes 14.00 a 16.00

Grupo de Actualización en Lunes 1ros. y 3ros.


Psicoanálisis Vincular con Niños y Adolescentes 12.30 a 14.30

Grupo de Familia Jueves 10.00 a 12.00

Grupo Vínculo-Lacan Martes 2dos. y 4tos. 11.30 a 13.00

Taller. Clínica Psicoanalítica Vincular. El analista Lunes 14.30 a 16.30


en sesión: construyendo herramientas

Taller Clínico. Cuestiones Lunes 2dos. y 4tos.


Psicopatológicas Vinculares 10.45 a 12.30

Taller: Psicoanálisis e Intersubjetividad Viernes 10.00 a 11.30

Taller de Investigación: Crisis socio-económica actual Lunes 1ros. y 3ros.


y sus efectos en la subjetividad y los vínculos 11.30 a 13.30

Taller de Relatos Clínicos Jueves 1ros. y 3ros.12.00 a 14.00

Lunes Clínicos Lunes 2dos. y 4tos.12.30 a 14.00

Taller Clínico. Grupo de Adultos Segundos martes13.30 a 15.00

Arévalo 1840 - Ciudad de Buenos Aires


Tel-fax: 4774-6465
E-mail: secretaria@aappg.org.ar
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ESPACIO CIENTÍFICO
PENSANDO LO VINCULAR

Pensando lo Vincular… los viernes de 12 a 14 horas, un


espacio para pensar juntos los interrogantes teóricos
que abre nuestra praxis

Inició sus actividades con:


Viernes 26 de marzo de 2010

“Saber hacer con el otro.


Psicoanálisis Vincular: la clínica”

Panelistas:
Lic. Graciela Bianchi
Dr. Julio Marotta
Lic. Jorge Zanger

Coordinación: Lic. Diana Blumenthal

Informes en Secretaría

Arévalo 1840 Capital Federal Telefax: 4774-6465/4772-7439/4771-0247


E-mail: secretaria@aappg.org.ar www.aappg.org.ar
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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares

RELACIONES INTERINSTITUCIONALES
Coordinadora del área Programática de Relaciones Exteriores:
Anne Saint-Genis

Coordinadora:
Lic. Susana Guerchicoff
Colaboradoras:
Lic. Silvia Dorfman - Lic. Susana Piskorz

La A.A.P.P.G. ofrece supervisiones, cursos y asesoramiento a todo tipo


de instituciones (públicas o privadas) o a profesionales que lo soliciten,
según convenios específicos.
Entre las diversas instituciones con las que hemos trabajado podemos
nombrar las siguientes:
CENARESO
Centro de Salud Mental Nº 1 “Dr. Hugo Rosarios” Dra. Carolina Tobar García
Centro de Salud Mental Nº 3 “Dr. Arturo Ameghino” Hospital Israelita
Centro de Salud Mental Nº 15 “Hospital Argerich” Hospital Paroissien
Centro de Salud Mental de La Matanza Hospital Pedro de Elizalde
(Dr. Mario Tizminetzky)
Centro de Vias Respiratorias de San Justo Hospital Penna
Colegio San Martín de Tours (San Fernando) Hospital Piñero
Fundación Adoptare Hospital Pirovano
Hospital Alemán Hospital Ramos Mejía
Hospital Alvarez Hospital Rivadavia
Hospital Alvear Hospital de San Martín
Hospital Borda Hospital Santojanni
Hospital de Clínicas Instituto Corazón de Jesús
Hospital Dr. Ricardo Gutiérrez Instituto San Martín de Tours
Hospital Durand (Gabinete de Orientación Escolar)
Hospital Infanto Juvenil Liga Israelita Argentina
Arévalo 1840 - Ciudad de Buenos Aires
Tel-fax: 4774-6465
E-mail: secretaria@aappg.org.ar
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Premio Anual Dr. Marcos Bernard

La AAPPG invita a participar en el Premio Anual


“Dr. Marcos Bernard” 2010 a la producción escrita.

El tema convocante es:

“Territorios y fronteras del Psicoanálisis vincular”


Dirigido a: profesionales que trabajen en el campo de la salud mental o cuyas
inquietudes y reflexiones se refieran al mismo.

Los participantes podrán ser acreedores a:

• Primer premio: consistente en 2.200 pesos, diploma


y publicación * en la Revista de la AAPPG

• Segundo premio: 1.700 pesos, diploma


y publicación * en la Revista de la AAPPG

* Los derechos de publicación serán exlusivamente para la Revista de la AAPPG.

El Jurado de Selección estará integrado por:

Lic. Ricardo Gaspari


Lic. Alejandra Makintach
Lic. Graciela Milano

El Jurado de Preselección estará integrado por:

Lic. Elena Berlfein


Lic. Susana Matus
Lic. Sara Moscona
Lic. Daniel Waisbrot

Los trabajos escritos se recibirán hasta el día 20 de abril de 2010


inclusive, en la AAPPG: Arévalo 1840 - Ciudad Autónoma de Bs.As.
Las bases que se deben cumplimentar para poder participar son:

1. Los escritos presentados deberán ser inéditos y podrán ser individuales y/


o grupales.

2. Podrán participar profesionales que trabajen en el campo de la salud mental


o cuyas inquietudes y reflexiones se refieran al mismo (psicólogos, médicos,
filósofos, sociólogos, antropólogos, periodistas, psicoanalistas, etc.)

3. Las especificaciones para su escritura son las siguientes:

Caja normal en hoja tamaño carta.

Márgenes: 2 cm. de margen de cada lado, así como en los bordes


superior e inferior.

Interlineado: sencillo

Fuentes:
Título Principal Times New Roman 14
Títulos Secundarios Times New Roman 12
Cuerpo del trabajo Times New Roman 12
Bibliografía Times New Roman 10

Extensión del trabajo: mínimo de 15 páginas, máximo de 30 páginas en


hoja a una sola faz.

Bibliografía: ordenada alfabéticamente, se presentará en hoja aparte.

Se entregará original, copias por cuadriplicado y CD.

4. Se sugiere que el escrito esté constituido por introducción, desarrollo,


conclusión y bibliografía. Se valorará la creatividad en la elaboración
de las hipótesis y su articulación con las ideas que lleven a la confirma-
ción o no de las mismas.

5. El trabajo se presentará:

En sobre cerrado se harán constar los datos personales: nombre y apellido


del autor/res, DNI, dirección, teléfono, correo electrónico, nombre de Uni-
versidad, Asociación, Escuela, o Sociedad a la que el autor/res pertenecen,
si así lo hiciesen.

En la parte exterior del sobre, seudónimo y nombre del trabajo.


Los profesionales extranjeros que intervengan, deberán enviar el original
y cuatro copias traducidas al castellano. En CD, trabajo escrito en su idioma
y con la traducción al castellano.

6. Es requisito fundamental, tener especial cuidado en no incluir el nombre


del autor en la bibliografía ni tampoco el título de ninguna de sus publi-
caciones que puedan dar a conocer o inferir quién es el autor.

Todo trabajo que no reúna alguno de estos requisitos será descalificado por
el jurado.

7. Los trabajos no seleccionados serán destruidos.

8. Sólo serán aceptados los trabajos que lleguen dentro de los límites del tiem-
po estipulado. Si existiera algún trabajo que llegase en fecha posterior a la
requerida, el sobre deberá mostrar el matasellos con fecha, indicando que
ha sido despachado 10 días antes de la fecha límite, para tomar en consi-
deración cualquier problema que pudiese haberse suscitado por el mal fun-
cionamiento del servicio de correos.

9. La ceremonia de entrega se realizará en el mes de octubre de 2010. El lugar,


día y hora se confirmarán oportunamente.

10. Los integrantes de los jurados son elegidos por la Comisión Directiva. Los
miembros de la Comisión Directiva no podrán participar en los jurados, ni
en los premios.

11. El criterio de decisión del premio será por mayoría simple.

12. Si los trabajos presentados no tuvieran el mérito suficiente para premio, no


se otorgará el mismo y se declarará desierto.

13. No se abonará ningún importe en concepto de inscripción.

14. Cualquier cuestión no prevista será resuelta por el jurado.

15. Si desea obtener más información de la Asociación Argentina de Psicología


y Psicoterapia de Grupo puede hallarla en el sitio: www.aappg.org.ar

Informes en Secretaría

Arévalo 1840 Capital Federal Telefax: 4774-6465/4772-7439/4771-0247


E-mail: secretaria@aappg.org.ar www.aappg.org.ar
REVISTA DE PSICOANÁLISIS
DE LAS CONFIGURACIONES VINCULARES

Se puede comprar no sólo en AAPPG, sino también en


las siguientes librerías a las que se distribuye:

Capital Federal
Lib. Paidós
Lib. Paidós del Fondo
Lib. Penélope
Letra Viva
Lib. Hernández
Edipo Libros
Zival’s
Ediciones del Sol - Corrientes
Ediciones del Sol - Callao
Lib. Norte
Lib. Santa Fe
Crime Libros
Lib. El Lorraine
Facultad de Psicología - Independencia
Falcultad de Psicología - Yrigoyen
Lib. La Cueva
De la Mancha
Lib. Lilith
Lib. Santa Fe 2376
Lib. Santa Fe 2582
Lib. Santa Fe (Alto Palermo)
Lib. Antígona Callao 737
Lib. Antígona Corrientes 1555
Lib. Antígona Las Heras 2597
Lib. Todotécnicas
Lib. Guadalquivir
Lib. De Las Madres
Lib. Tiempos Modernos
Lib. Imaginador
Gran Buenos Aires
Lib. Casa del Sol - Lomas
Lib. Garabombo - San Martín
Lib. Ramos - Quilmes

La Plata
De la Camapana
Discépolo Libros
Lib. Rayuela

Interior
Mar del Plata
Fray Mocho
Rosario
Homo Sapiens
Lib. Ross
Laborde Libros
Lib. Buchin
Córdoba
El Espejo
Maidana Libros SRL
Salta
Rayuela Libros
Lib. Prana
Códice Libros
Resistencia
Lib. de la Paz
Santa Fe
Lib Mauro Yardin

Próximo número:
El «qué hacer» en la clínica actual
Psicoanálisis Vincular

Informes en Secretaría

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E-mail: secretaria@aappg.org.ar www.aappg.org.ar
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA
Y PSICOTERAPIA DE GRUPO

Revista
PSICOANÁLISIS DE LAS CONFIGURACIONES VINCULARES

Condiciones para la Presentación de Trabajos


1. Los escritos presentados deberán ser inéditos, podrán ser
individuales o grupales y deberán estar escritos en español.

– Los trabajos tendrán una extensión máxima de 10.000 palabras, y


se entregarán en siete ejemplares impresos en papel tamaño carta o A4
junto con el correspondiente CD o diskette, aclarando el procesador de
texto utilizado, el cual debe ser compatible con I.B.M.

– Los artículos deben incluir, en hoja separada, un resumen de 10


líneas, redactado en tercera persona, con las correspondientes
traducciones al inglés, francés y portugués, realizadas a cargo del autor,
incluyendo la traducción del título, por traductores designados por la
Dirección de Publicaciones, como asimismo de las palabras clave
correspondientes al mismo.

– Las notas deben numerarse en forma sucesiva en el texto y colocarse


al final del trabajo.

Las referencias bibliográficas en el texto: al mencionar a un autor,


se transcribirá su apellido, la inicial de su nombre y la fecha de primera
publicación del texto en su idioma original. Ej.: (Spitz, R., 1954). Si se
desea mencionar la página (en una cita textual, por ejemplo), se ubicará
este dato a continuación. Ej.: (Spitz, R., 1954, pág. 153). La página citada
corresponde a la edición utilizada (ver más adelante).

– Es requisito fundamental, tener especial cuidado en no mencionar


en el cuerpo del texto ninguna de las publicaciones propias para evitar
inferencias sobre la identidad del autor.

– La bibliografía, ordenada alfabéticamente, se presentará en hoja


aparte de la siguiente manera:
a) Libros: apellido del autor, inicial del nombre y año de la primera
edición en su idioma original. Luego, el título del libro (en cursiva),
lugar de edición, editor, año de la edición utilizada. Ej.: Spitz, R. (1954)
El primer año de vida del niño. Madrid, Aguilar, 1961.
b) Artículos: apellido del autor, inicial del nombre, año de la primera
edición del artículo en su idioma original. Luego, título del artículo
entre comillas, nombre de la publicación (en cursiva), volumen, número,
año de la edición utilizada. Ej.: Couchoud, M. T. (1986) «De la represión
a la función denegadora», Revista de Psicología y Psicoterapia de Grupo,
vol. XX, nº 1, 1997.

– El trabajo, sus copias impresas y la versión digital en CD o diskette


deben estar firmados con seudónimo y entregarse en secretaría de AAPPG
en un sobre en cuyo frente figure sólo el título del trabajo y el seudónimo
utilizado.
– Dentro de este mismo sobre se incluirá un sobre cerrado, caratulado
de igual manera, que contenga en su interior: nombre y apellido del/de
los autor/es, sus datos de afiliación profesional, dirección, teléfono y
correo electrónico, la/s hojas de la bibliografía; la autorización para la
publicación.
– Es imprescindible adjuntar una autorización explícita para la
publicación del trabajo en esta revista, ya sea en soporte papel o
modalidad digital, en forma total o parcial, en la página web de A.A.P.P.G.
o a través de los índices con los que la página tiene links, aclarando
nombre/s completo/s y documento/s de identidad, con firma y aclaración.
– Los originales enviados no serán devueltos, resulten o no publicados.

REFERATO INTERNACIONAL: Los trabajos serán


preseleccionados por el Comité Científico y aprobados o no finalmente
por el Comité de Referato Internacional. Cada trabajo será enviado a
tres miembros del Comité de Arbitraje Internacional (dos pertenecientes
a la institución). Los árbitros tendrán en cuenta los siguientes ítems
transcriptos a continuación:
1) originalidad de la idea central o de la particular interrelación entre
conceptos;
2) rigurosidad teórica y claridad en la exposición;
3) coherencia lógica en el desarrollo;
4) presencia de alguna dimensión vincular o de algún sesgo que se
relacione a la misma;
5) cuidado en el estilo gramatical;
6) capacidad de despertar y mantener el interés.

De acuerdo a estos criterios responderán si consideran el trabajo digno


de ser publicado en la revista Psicoanálisis de las Configuraciones
Vinculares.

DIRECCIÓN DE PUBLICACIONES
Producción gráfica:
PubliKar
Tel.: 4743-4648

Se terminó de imprimir
en el mes de abril de 2010
en los Talleres Gráficos Su Impres S.A.
Tucumán 1478/80
C1050AAD - Capital Federal

Tirada: 500 ejemplares

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