Betting It All - Kati Wilde - Hellfire Riders MC #4
Betting It All - Kati Wilde - Hellfire Riders MC #4
Betting It All - Kati Wilde - Hellfire Riders MC #4
MadHatter Erienne
Messer’ Ivettelaflaca 3
Astrea75 AmiNatera13
León MadHatter
MadHatter
Xime
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Sobre la Autora
Próximo Libro
Como único miembro femenino de los Hellfire Riders, he
luchado por todo lo que tengo. Pero ahora voy a perderlo
todo...
Una estúpida apuesta hecha hace años atrás me va a arruinar. Me
había olvidado por completo de ella, pero el jefe militar de los
Riders, no. Ahora el miembro más peligroso del club está decidido a
recoger su premio: una noche en mi cama.
Pero yo no soy lo que Jack Hayden desea. Él ha estado
tratando de deshacerse de mí desde que recibí mi chaleco. Cree
que soy débil. Piensa que soy vulnerable. La única posible razón por 5
la que intenta seguir con esta apuesta, es para tratar de derribarme
delante de nuestros hermanos. Así que no le voy a permitir
tenerme, sin importar la cantidad de placer que él pueda darme.
Nunca voy a desear su toque...
Hellfire Riders MC #4
Traducido por MadHatter
Corregido por Erienne
―C
asi terminamos, Lily. ―Gunner levanta los guantes de boxeo al
nivel de su rostro demasiado apuesto―. Golpe de izquierda.
Con los músculos adoloridos, golpeo el puño contra el
acolchado blanco. ¡Zas!
―Golpe cruzado a la izquierda y termina con uno hacia la derecha.
El dolor comienza en mi codo y se extiende hasta mi hombro con el movimiento de
izquierda. Apretando los dientes, continúo. ¡Zas! A la derecha. ¡Zas!
Mi pecho se eleva y me lloran los ojos mientras retiro mi puño. El entrenamiento
ha terminado pero sigo saltando en el lugar, esperando que me indiquen que hemos 6
finalizado.
―El golpe de izquierda fue débil. ―Frunciendo el ceño, Gunner echa un vistazo a
la cicatriz lívida sobre mi codo―. ¿Te encuentras bien?
¿Además de querer llorar porque se siente como si alguien me hubiera acuchillado el brazo?
Pero no fui apuñalada. Me dispararon. Sin embargo, es solamente una herida superficial,
prácticamente nada. Y ha sanado lo suficiente como para que mi piel ya no se abra o
sangre, por lo que me molesta todavía sentir dolor. ―No pasa nada. ¿Quieres que lo
intente de nuevo?
―Nah. Estamos bien.
Bien. Abro las tiras de velcro de las muñecas de los guantes de boxeo y tomo una
toalla de mano para limpiarme el rostro. Estoy lista para ir a las duchas, pero si lo hago
antes de enfriarme simplemente seguiré sudando. Gunner me alcanza una botella de agua
y ambos miramos hacia el cuadrilátero de boxeo, en donde Spiral y Beaver están luchando.
A pesar de que solamente es una práctica, se golpean el uno al otro como si no lo fuera,
preparándose para las peleas que vendrán con la próxima reunión de motoristas. La
mayoría de los hermanos se han reunido en derredor, observándolos.
La mayoría. Stone atraviesa la sala de pesas junto a Knucklehead, quien mide el
marco de la puerta. Esta solía ser nuestra casa club, pero después de que los Hellfire
Riders se trasladaran al rancho de Erickson y se fusionaran con los Steel Titans, en su
lugar se convirtió en el gimnasio lejos de casa del club. Sin embargo, muy pronto, no
solamente estarán los Riders por aquí. Stone, Gunner, Blowback, y nuestro presidente son
dueños de la propiedad real y abrirán las puertas del gimnasio al público tan pronto como
las renovaciones se encuentren terminadas.
Es inteligente. Aunque no está tan poblada como Bend, Pine Valley está creciendo.
Una gran cantidad de jóvenes profesionales ha empezado a mudarse a la ciudad,
prefiriendo viajar diariamente los cuarenta y ocho kilómetros hasta la ciudad más grande
en lugar de vivir en ella. Un gimnasio se convertirá en un buen negocio.
Y si hubiera nacido con un pene, habría sido mi oportunidad.
Mi padre solía ser dueño de esta propiedad. Fundó a los Hellfire Riders y sirvió
como presidente durante décadas. Crecí corriendo alrededor de la casa club y ayudando a
los hermanos a arreglar sus motocicletas, pero nunca me permitió que usara un chaleco
durante su administración. No importaba que amara montar, que me encantara luchar.
Tenía tetas, así que lo mejor que podía esperar era abrirme de piernas debajo de un Rider
y convertirme en una dama vieja. Mi padre quería eso para mí.
Yo quería más. Así que luché para conseguir más, y lo obtuve. Pero no de él.
Cuando mi padre murió en un accidente hace cinco años atrás, Saxon Gray fue
elegido como nuevo presidente de los Hellfire Riders. Volví a casa de Afganistán, y
Widowmaker, uno de los viejos Hellfire Riders, patrocinó mi puja para conseguir un
chaleco. El primer día que me presenté usando un parche como insignia, hubo un alboroto
entre los hermanos, pero la Constitución del club dice que cualquier persona que sirvió en
las fuerzas armadas no puede ser rechazada sin una buena razón.
Así que logré entrar. No fue fácil, pero obtuve mis colores. Todo se lo debo a
Saxon. Y no le guardo rencor ni a él ni a los otros por comprar esta propiedad después de 7
que mi padre mordiera la parrilla de ese camión. Estaban velando por el bienestar del club,
asegurándose de que el lugar no pasara a manos de otra persona, y fue mi madre quien se
los vendió.
Si soy honesta, hay días en los que me duele que no me lo hubiese vendido a mí. Le
pedí que lo hiciera en más de una ocasión. Pero dijo que mi padre no hubiera querido que
fuera la propietaria de la casa club.
Esa es mi madre. Siempre poniéndose del lado de mi padre. Incluso después de
muerto.
Mientras bebo el agua, me uno a Widowmaker junto al cuadrilátero. Es un martes
por la noche y tiene esposa, hijos, nietos para mantenerlo ocupado, por lo que
normalmente no pasa el rato con los hermanos, excepto los fines de semana. Pero
últimamente, ha estado viniendo para ayudar a entrenar a los chicos que luchan. Nunca ha
luchado en el estilo MMA1, como el que harán en la concentración, pero ha boxeado la
mayor parte de su vida. Vale la pena escuchar su consejo.
No solamente en el cuadrilátero. Es quien me enseñó por primera vez sobre los
motores. El que me enseñó a lanzar un puñetazo. El que me habló de la cláusula de las
Fuerzas Armadas en la Constitución del club y dijo que debería tomar ventaja de ella. En
cierto modo, ha sido más un padre para mí de lo que fue mi verdadero padre alguna vez.
Solía desear que Widowmaker fuese mi papá, y teniendo en cuenta la forma en la que mi
padre solía compartir a mi mamá con otros miembros del club, bien podría haber sido
13
Traducido por astrea75
Corregido por Ivettelaflaca
S i fuera agradable, me sentiría mal por Valentine. Pero no soy agradable. Así
que en su lugar envuelvo mis manos en silencio y disfruto de cómo algunos
de mis hermanos reprimen sus sonrisas cuando lo ven. Ya está en el
cuadrilátero, calentando, y con una mirada arrogante como el infierno.
No debería sentirse tan seguro, pero ese error no es su culpa realmente. Los dos
clubes se fusionaron recientemente, así que solamente hemos trabajado juntos durante
unas pocas semanas. En estos momentos, he tomado el gimnasio con calma, puede que
haya dado la impresión de que Gunner me presionaba con fuerza, para luego dejarme de
lado con el fin de obtener un verdadero trabajo con Stone o con Jack, haciendo el
entrenamiento fuerte que hace que todos los demás en el gimnasio se detengan y observen. 14
Pero si no hubiera recibido un disparo, estaría ejercitando con ellos.
Los hombres que vinieron con los Titans no podrían saberlo. Y como somos un
montón de idiotas, nadie se apresura a decirle a Valentine que me encuentro por encima de
su estado físico. Me han visto pelear y Valentine no me ha visto hacer otra cosa más que
golpear un guante, pero yo lo he observado en el cuadrilátero varias veces y sé
exactamente qué puede hacer.
Gunner comprueba mi casco protector. En una pelea real, solo estaríamos usando
guantes, pero lo vamos a mantener amigable. Satisfecho, golpea mi cabeza acolchada.
―Hazlo rápido.
Tengo la intención de que así sea. Me aflojo la blusa que llevo encima de mi
sujetador deportivo. Los pantalones cortos de gimnasia se aferran a mi culo y mis muslos
como una segunda piel. Mi trenza está escondida debajo del protector; no le pienso dar a
Valentine algo para que me sujete. Cuando subo al cuadrilátero; Widowmaker golpea su
gran puño contra la lona, llamando la atención.
―Esto es una revancha ―señala―. Las mismas reglas de hace cinco años atrás. Si
tu espalda golpea la lona, estás fuera, se terminó el juego. Sin golpes en la entrepierna, ni
arañazos en los ojos, ni golpes en la columna. ¿De acuerdo?
―Está bien ―responde rápidamente Val, ansioso por empezar.
Asiento cuando Widowmaker me mira. Me observa de la misma forma represiva
que solía hacer cuando me iba de la lengua con mi padre. Es su forma de decirme que no
me salga por la borda. Que mantenga esto amigable. No es solo Valentine contra mí.
Humillar a uno de los antiguos Titans no sería bueno para nadie. Asiento de nuevo para
indicarle que recibí el mensaje, luego miro hacia el maldito Jack Hayden, quien no ha dicho
una palabra desde que accedí a pelear. En cambio, solo me fulmina con la mirada.
Bastardo. Pero aunque sé exactamente lo que es, todavía existe este maldito dolor
en mis entrañas, y es estúpido mirarlo cuando debería estar centrada en Valentine.
Así que me enfoco; somos de la misma altura pero me sobrepasa por treinta kilos.
Grande, pesado; un poco lento; es por eso que ganaré.
Widowmaker me enseñó a lanzar un golpe, también me enseñó que un golpe nunca
será suficiente. Es física, pura y simple, la fuerza es igual a la masa por la aceleración, y yo
no tengo la masa. Soy rápida y fuerte, pero mi cuerpo es delgado, sin paquete de músculos
como algunos de los hombres, así que nunca golpearé tan fuerte como lo hacen varios. En
su lugar tengo que ser rápida e inteligente y usar la masa de mi oponente en su contra,
porque si fuera un mano a mano en un combate de boxeo contra Valentine,
intercambiando golpes de acá para allá, estaría frita.
Pero esto no es un simple combate de boxeo. Prácticamente vale todo.
Sé cómo probablemente atacará. Cuando entrena, una combinación consigue más
juego que cualquier otra. Comenzará con un golpe de izquierda y un gancho a la derecha
luego pivoteará en un gancho de giro seguido de una patada voladora. Arrojarlo sobre su
espalda durante el gancho de retroceso, debería ser fácil, sencillo, sin embargo, primero lo
dejaré conseguir un poco más de movimiento.
Sus ojos azules se entrecierran cuando chocamos los puños en el centro del
cuadrilátero. 15
―Puedes echarte atrás, si quieres… por estar lastimada y todo eso.
Vete a la mierda, pienso, pero replico―: Puedes echarte atrás, si quieres… puedes
ser superado y todo eso.
Valentine resopla una breve carcajada, y retrocedo sonriendo. No puede decir que
no fue advertido.
A pesar de no querer pelear, a pesar del dolor irregular de mi brazo, me estoy
sintiendo muy bien. Levanto mis puños y lo miro a los ojos. Él ha mejorado en los últimos
cinco años, cuando pensaba que luchar suponía golpear tan fuerte como fuera posible, pero
aún anunciaba cada golpe.
Y aquí está el golpe de izquierda, lo evito fácilmente y espero el gancho, pero su
mirada rápidamente va a mi brazo izquierdo antes de tratar de propinarme un derechazo
en la zona. Va por mi herida de bala.
No solo con el objetivo de ganar esta pelea, sino de lastimarme.
Mi diversión se desangra como si hubiera sido destripada. El estúpido hijo de puta,
me está dando todo el incentivo para jugar.
Detengo su movimiento de muñeca. Giro y meto mi cadera en su estómago,
levantándolo. Su brazo todavía se mueve y mantengo toda la masa detrás del movimiento.
Su espalda golpea la lona. Me mira, aturdido y parpadeando.
Mi sangre está golpeando en mis oídos. Estallan risas, de algunos de los hermanos.
Mierda. Widowmaker estará molesto. Mantenlo amigable a pesar de que este idiota trató de
lastimarme, es malditamente fuerte, pero le ofrezco mi mano.
―Lo siento hermano, tal vez la próxima vez…
Valentine se abalanza tambaleante. Mierda. Levantando mis manos, me alejo
alegremente. La risa de los hermanos se detiene en un silencio incómodo.
No quito los ojos de Valentine. Su rosto está rojo como una ampolla de sangre. ¿Es
un simple movimiento reflejo o realmente viene por mí? Extendiendo mis manos, digo―:
Val…
Rugiendo, viene a la carga. Tengo una fracción de segundos para decidir si
esquivar o derribarlo. Jack ya está en las cuerdas, Gunner lo sigue justo detrás.
Widowmaker grita algo, probablemente que me mantenga fuera del camino.
Voy a dejar que los chicos lo manejen. Al diablo con eso.
Cambio mi peso sobre mi pie apoyado detrás y Jack choca contra mí, sacándome de
un empujón de la trayectoria de Valentine. Trato de contrarrestarlo, pero mi balance está
jodido y mis pies se enredan. Unas manos férreas retienen mis brazos y me giro con
rapidez, de frente a Val otra vez, pero Gunner está entre nosotros. No puedo ver nada más
que su espalda.
La ira engrosa la profunda voz de Jack. ―Retírate, Lily.
Maldita sea. Trato de deshacerme de su agarre pero mis brazos se desgarrarán
16
antes de que sus dedos me dejen ir. ―Lo tengo, ¡maldita sea!
―Terminó la pelea. Este es trabajo de Gunner. ―Jack me empuja hacia atrás
contra su pecho, sus musculosos brazos bloqueándome como una jaula de hierro―. Así
que ríndete de una puta vez.
La frustración se eleva como un grito pero la controlo. Es el trabajo de Gunner.
Tiene razón. Como sargento de armas de los Riders, es el deber de Gunner mantener el
orden entre los miembros del club.
Valentine también está quieto. A través del rugido de mis oídos, escucho a Gunner
preguntarle a Val en qué mierda estaba pensando, pero no me importa oír la respuesta, sé
cuál es, una mujer le ganó y perdió la maldita cabeza.
―Déjame ir ―indico, mi voz es uniforme, solo un poco de rabia me atraviesa.
Después de una breve vacilación, el agarre de Jack se afloja y me aparto, sin mirar
hacia atrás, sin mirar a Gunner o a Valentine. Sacando mis guantes, me dirijo a
Widowmaker, la boca del anciano se encuentra tensa y hay dureza en sus ojos. Mi pecho se
siente como si un bloque de plomo estuviera atascado detrás de mis costillas.
―Lo siento ―musito en voz baja.
Asiente, todavía mirando hacia el cuadrilátero y me doy cuenta que no está enojado
conmigo. ―Fue directamente por tu brazo.
―Sí.
―Tuviste una victoria limpia. Así que a las duchas y lárgate de aquí. ―Las
palabras son duras pero percibo el afecto debajo―. Yo lidiaré con esta mierda y nos
reuniremos mañana.
En la reunión mensual del club no, pero sí en la junta ejecutiva. Grandioso.
Mi estómago es un nudo cuando tomo mi bolso y me dirijo a la parte trasera del
edificio. Mi brazo lesionado se encuentra en llamas, el nivel de adrenalina sigue en alza, la
rabia aún arde. Voy a estar en la ducha por un maldito largo tiempo antes de poder
refrescarme. Por lo menos no tendré que lidiar con nadie hasta que lo haga.
Cuando este sitio era una casa club, había literas, duchas comunales y algunas
habitaciones privadas para cualquiera que necesitara un lugar para dormir por la noche.
En su mayoría, las habitaciones privadas eran usadas para follar, pero yo las uso para
cambiarme. Me gustaría usar las duchas comunales; no me importa si los hermanos me
ven desnuda, pero algunos de ellos actúan de forma tímida porque no pueden evitar que
sus pollas se endurezcan cuando estoy agachada o enjabonándome, y verlos escabullirse
con sus manos sobre su ingle es triste y lamentable.
Pero sobre todo es porque Widowmaker una vez entró en las duchas mientras
estaba desnuda, y eso fue raro, demasiado raro.
No me doy cuenta de que Jack me está siguiendo hasta que intento cerrar la puerta
de la habitación privada y la madera golpea su palma con un golpe seco. Mi mirada se
dispara a su rostro. Tiene la mandíbula tensa y los ojos entrecerrados. Está molesto.
Pero a diferencia de Widowmaker, está enojado conmigo, si no fuera así, aún se
17
encontraría ahí afuera, matando con la mirada a Valentine.
Arrojo mi bolsa sobre la cama estrecha. ―Di lo que sea que quieras decir y lárgate.
Suavemente cierra la puerta, aparentemente lo que sea que quiera decir tomará un
tiempo. Mierda. Bueno, puede hablar, yo voy a tomar una maldita ducha. Dándole la
espalda, me quito mi sujetador.
Su voz es peligrosamente calma. ―¿En qué diablos estabas pensando, Lily?
Mi mandíbula se aprieta. Cometí un error al perder los estribos y ganarle a Val tan
rápido, sé que metí la pata, pero ya me disculpé con Widowmaker quien es uno de los dos
hombres en este club al que le debo algo. Si nuestro presidente quiere respuestas y una
disculpa de mi parte, se la daré. Pero no le responderé al maldito Jack Hayden. En su lugar
saco la banda elástica de mi cabello y comienzo a pasar mis dedos entre la trenza.
El silencio dura un segundo antes de que vuelva a insistir. »Val tenía sangre en los
ojos antes de que entraras en el cuadrilátero. Sus bolas estaban en juego. Habría hecho
cualquier cosa para ganar y si no hubiera ido por tu brazo, habría ido por tus rodillas o tu
cabeza. Se iba a poner feo sin importar lo que hicieras. Entonces, ¿por qué no tomaste la
salida que te di?
―¿Me estás tomando el pelo? ¿Una salida? ―La incredulidad agudiza cada palabra
a medida que lo enfrento―. Después de que metieras tu nariz, no tenía ninguna otra
opción más que pelear con él.
Sus cejas se levantan, su expresión se oscurece. ―Puras mierdas. Le dije que
esperara.
Oh, por el amor de Dios. Cómo es que no sabe exactamente el modo en que eso me
dejó sin opciones. Demasiado disgustada para responder, niego con un gesto y tomo mi
toalla.
El cuarto es pequeño y lo cruzo rápidamente. Sus fuertes dedos sujetan mi muñeca
y me gira para enfrentarlo. Mi cuello está tan tenso que los músculos se sienten como si
pudieran romperse y de repente soy consciente de mis tetas desnudas, mi pecho agitado,
mis pezones endurecidos, pero su mirada inexpresiva nunca se desvía de mis ojos.
»Tonterías ―gruñe otra vez―. Así que explica lo que acabas de decir. ¿Cómo es
que te dejé sin opciones?
―Vaya, Jack… ¿qué piensas? Tal vez solo fue igual a cualquier otra vez que “has
cubierto mi espalda”. ―Las comillas que hago en el aire en “has cubierto mi espalda”
apestan porque tiene mi mano atrapada entre nosotros, pero consigo que entienda el
sarcasmo. Sus ojos se entrecierran como si estuviera a punto de desestimar también esto,
pero no se lo permito―. Y en cambio le das la oportunidad a cada hermano que quiera
pelear conmigo. Esta vez, es “Oooh, la pobre y frágil Lily no puede pelear si tiene una herida”.
Al diablo con eso, vete a la mierda, y ahora lárgate.
Trato de liberar mi muñeca y me deja ir. La ira me ciega cuando entro a la ducha.
Es una caja de concreto con una puerta de cristal esmerilado, que me oculta desde la
espinilla hasta los hombros. Coloco la toalla sobre la parte superior de la puerta y
descubro que aún visto mis pantalones cortos. Maldiciendo, los bajo con brusquedad por
mis piernas junto con las bragas y los descarto. 18
El agua sale congelada pero meto mi cabeza debajo del chorro de todas formas,
cerrando los ojos. Maldito sea el jodido Jack Hayden. Golpeo el dorso de la palma de la
mano contra la pared de hormigón. Desearía que fuera su maldito rostro. Que se joda. Solo
que se joda.
Que se joda.
Aprieto mis dientes. No, no, no, mi cerebro no irá por ese camino hoy. Me he
imaginado tener sexo con él antes y probablemente lo imaginaré otra vez, porque me
gusta rudo, grande y magnífico y siempre está allí, fastidiándome. Pienso en lo dulce que
sería tener todo ese poder entre mis piernas y hacer que el bastardo ruegue por más.
Pero no soy agradable, y me gustaría ver al grande y peligroso Jack Hayden
deshacerse por el toque de mis manos, de mi boca.
Pero él no lo haría, el mundo se acabaría antes de que él fuera capaz de
desmoronarse. ¿Y yo? Jesús, estoy tratando de no desmoronarme en este momento.
Apoyo mis manos contra la pared de hormigón debajo de la ducha. El agua
finalmente se ha calentado, resbalando por mi cabeza inclinada y mis hombros. Mi cabello
cuelga en una espesa cortina rubia a ambos lados de mi rostro, pálido, incluso cuando está
mojado. No puedo ver nada más que mis tetas y mis uñas de los pies pintadas de rojo
cereza, y el drenaje de acero inoxidable.
¿Jack se fue? No quiero girar mi cabeza y mirar, no he oído la puerta cerrarse. Sin
embargo, eso no significa nada. El bastardo es tan silencioso que podría probablemente
meterse en la ducha sin que me diera cuenta.
Maldita sea. Maldición. No quise pensar eso. Quiero decir, no deseo pensar en él
metiéndose en algo. Porque él está enfadado y yo enojada, y el único resultado posible
sería mi espalda golpeando la pared con mis piernas alrededor de su cintura y su polla
penetrándome muy profundo. Entonces habría mordido su hombro y él sujetaría mis
manos y me cabalgaría duro, tan duro, hasta que me viniera con mis dientes aferrados a su
grueso musculo y mi coño apretando su polla.
Dios. Ahora cada nervio de mi cuerpo grita que la puerta de la ducha se abra. Mi
piel se tensa por la anticipación y la necesidad. Sin embargo, sé lo que realmente me pasa,
cinco minutos atrás estaba exaltada, lista para rodar sobre el culo de Valentine. Entonces
llega Jack con su mierda Te estaba dando una salida. Mierda. Toda la rabia se ha
revolucionado dentro de mí y se condensa en frustración sexual.
No lo deseo. Porque dentro de una hora dejaré de estar excitada cuando piense en
él. Me hará daño otra vez. ¿Cuántas veces ha deslizado ese cuchillo en mis entrañas,
tratando de acabar conmigo? Si lo llevo a la cama, estaría afilando la hoja. Follar con un
hermano, con cualquier hermano, podría perder todo lo que he ganado en el club. Con solo
unas pocas palabras podría rebajarme a ser un coño y un par de tetas.
Pero me conozco. Si Jack realmente entrara en esta ducha, lo follaría hasta dejarlo
muerto.
Mis dedos se hacen puños contra la pared, el hormigón raspando mis nudillos. No
giro la cabeza. Tal vez, aún está allí, tal vez no; en realidad no importa.
Nada importa salvo mantenerme firme ahora. Para salir de aquí fría y dura, como si 19
no me importara ni la más mínima mierda. Algunos días es más fácil que otros. No soy fría
por naturaleza, soy demasiado como mi padre, quien solo vivió para follar, pelear y
montar.
Mi padre era también un furioso idiota egocéntrico. Yo no soy agradable, pero no
quiero cruzar esa línea y nunca quisiera ser igual a él. Los Riders ya tienen su parte de
idiotas egocéntricos en las filas, añádele uno más, ahora que Valentine está de regreso.
Valentine. Santa mierda, su rostro aturdido y mirándome, como si su pequeño
cerebro no pudiera procesar que lo di vuelta como si fuera un colchón sucio.
Sonrío a la pared durante un minuto interminable, nunca me cansaré de recordar su
sorpresa. Pero me arrugaré si me quedo mucho más tiempo en la ducha, mi brazo duele
como un hijo de puta. Todo lo que quiero en este momento es mi cama y un Vicodin, y no
precisamente en ese orden.
El vapor llena la pequeña habitación cuando cierro el agua. Jack está todavía aquí,
de pie con la espalda apoyada contra la pared junto a la puerta de la ducha. Su mirada me
penetra tan pronto como levanto la cabeza.
Mi corazón trastabilla contra mis costillas pero mis movimientos siguen siendo
tranquilos cuando me escurro el agua del cabello y alcanzo la toalla. Tal vez, ha estado
observando todo el tiempo, no lo sé. Lo estudio sobre el vidrio esmerilado mientras me
seco. No está molesto, en lugar de eso me mira fijamente, sus oscuros ojos marrones
ilegibles.
―Tal vez no escuchaste la parte de “lárgate” ―digo. En estos momentos, no busco
una pelea.
―Te escuché. ―No hay disculpa en su profunda voz―. No había terminado.
―¿No acabas de decirme que no debería haber enfrentado a Valentine? ¿O es otra
cosa? Porque solo escucharé si se trata de otra cosa.
―Es otro asunto ―afirma, pero no continúa, en su lugar se queda silencioso
cuando meto la toalla entre mis pechos y salgo de la ducha. Puedo sentir su mirada
siguiéndome hasta la cama, en donde busco en mi bolso la botella con la prescripción.
Normalmente no debería tomar un analgésico en su presencia, pero no es como si
esta lesión fuera un secreto. Es difícil ocultarle algo, de todos modos, ve todo y
probablemente ha notado que me duele.
Tomo una pastilla y la trago en seco. ―¿Qué asunto no puede esperar hasta la
reunión de mañana?
―No tiene que ver con el club.
―Entonces ¿es algo personal? ―Saco ropa interior limpia del bolso y trato de
pensar en un solo tema personal entre nosotros. No hay nada, solo el club. Apenas sé algo
acerca de él, excepto que estuvo en el ejército. Ni siquiera sé en qué área, aunque teniendo
en cuenta la forma en la que pelea y la falta de piedad con la que trata a los enemigos del
club, apostaría mi culo a que estuvo en las fuerzas especiales. Ahora es dueño de un taller
de reparaciones en la ciudad, pero nunca le he llevado una motocicleta o un vehículo, los
reparo yo misma―. ¿Es por eso que necesitas mencionarlo mientras estoy desnuda?
¿Vamos atrasados para echarnos una follada de odio o algo así? 20
Jesús, está tranquilo, tan tranquilo. Apenas me doy cuenta de que viene por mí
antes de que se encuentre cerca, una sólida pared de músculos capturando mis caderas y
girándome para enfrentarlo, entonces, empuja mi cuerpo contra la pared tan rápido que no
puedo embestirlo con mi rodilla.
La tensión estira la piel sobre sus pómulos. Todo dentro de mí está inmóvil cuando
su mano derecha aprieta mi nuca. Lo he visto romper la espalda de un hombre, pero no
tengo miedo de que me lastime. En lugar de miedo, siento escalofríos en la piel y, otra vez,
el calor hace estragos en mí.
Esta es la forma en la que sabía que iba a suceder, contra una pared. Se siente duro
contra mí, tan duro y grande. La gruesa cresta de su polla se clava en mi estómago y un
peligroso borde agudiza su fría mirada.
No aparta la mirada de mis ojos. No observa mis labios o a la toalla deslizándose de
mis pechos. Un escalofrió rasga mi piel cuando sus dedos se deslizan hacia arriba sobre la
parte exterior del muslo bajo el borde de la toalla.
―¿Me estás ofreciendo una follada de odio, Lily?
No reconozco su voz, es tan baja, casi ronca. Y no está levantándome y penetrando
mi interior, está esperando mi respuesta.
Maldito sea. No quiero decir que no. Lo quiero dentro de mí, muy profundo.
Quiero ser su dueña cuando se corra, quiero tirar de su cabello y hacer que me vea cuando
lo haga, para que entienda que no me está follando, sino que yo lo estoy follando a él.
Pero no puedo decir que sí, no cuando lo usará para derribarme. Desnudo mis
dientes en una sonrisa, en su lugar. ―Me gustaría, Jack, pero ya estás haciéndolo mal.
Su expresión no cambia, su mirada no vacila, así que no tengo ninguna advertencia
antes de que su mano izquierda se deslice entre mis muslos. Oh, maldito Jesús, estoy
empapada. Mi cuerpo se estremece cuando sus largos y hábiles dedos pasan excitando mi
carne, y no necesita decir una palabra, mi coño habla por mí. Obviamente no está haciendo
nada mal.
»Y, ¿qué? ―increpo―. Me excito cuando me enojo. Cuando lo haces… mal…
―está frotando mi clítoris. Oh mierda. Oh mierda―. Es ahí cuando follas a alguien con odio,
follas a alguien… um.
Sus dos largos dedos se introducen profundamente y no puedo evitar mi aliento
ronco. Mis músculos internos se aprietan con avidez alrededor de sus dedos. Mis rodillas
casi colapsan. Me agarro a sus brazos, mis manos retorciéndose en sus mangas de algodón.
Oh, mi Dios. Se sienten tan bien dentro de mí, gruesos y ásperos.
Y ni siquiera he sentido su polla todavía.
Suelta mi cuello. Apoyando su mano derecha contra la pared detrás de mi cabeza,
se acerca más, su mirada fija todavía en mi rostro. Tengo que reprimir un gemido cuando
su pulgar se desliza para rodear mi clítoris.
―¿Cuando follas a alguien con odio…?
―Cuando follas a alguien con odio… ―No montas su mano. No lo haces. Incluso si ya 21
estás tan malditamente cerca. Jesús. Dios. Apretando los dientes, termino―. Es cuando
realmente lo odias.
Pero Jack no me odia. El odio requiere de esfuerzo, significa preocuparse acerca de
algo, lo suficiente como para odiarlo y no creo que yo realmente le interese una mierda. Su
polla está dura, pero no sé si acabará porque se encuentra conmigo o simplemente acabará
porque me tiene contra la pared. No percibo casi nada en sus ojos oscuros, aunque sus
dedos están enterrados en mi coño mojado. Solo me observa, midiendo cada reacción.
Y, de repente, la casi nada en sus ojos, pasan a volverse incluso más vacíos, como si
mi réplica borrara todo vestigio de emociones.
―Entonces me odiarás lo suficiente por los dos ―señala con voz ronca y sus dedos
reanudan un empuje exasperante y poco profundo, su pulgar jugando con mi clítoris―.
¿Así que te estás ofreciendo?
Quiero. Tan malditamente demasiado. Pero no de esta forma, conmigo
ofreciéndome, diciéndole que me tome. Porque follarlo sería suficientemente estúpido. No
voy a permitir que nadie lo tergiverse y diga que estaba rogando por esto.
Mi agarre se aprieta en sus tensos antebrazos. Sus tendones son como acero bajo
mis dedos. »Pídemelo.
Su expresión no se altera pero su mano está inmóvil. Así que al maldito Jack
Hayden tampoco le gusta ser el único que ruega por esto.
Hielo me recorre cuando sujeta mi nuca otra vez. »No tengo que pedirlo
―murmura―, porque ya he ganado.
Un enfermo dolor sordo se instala en mis entrañas. ¿Ganó? Existe solo una pelea
entre nosotros, solo una cosa que podría considerar una victoria y es que finalmente me
arruine, socavándome tan completamente que tenga que dejar el club. ¿Eso es lo que vino
a hacer aquí?
Mi garganta se siente en carne viva cuando pregunto―: ¿Qué ganaste?
―Lárgate ―gruñe abruptamente, no a mí.
Alguien se encuentra en la puerta. Mierda. Alguien está en la puerta y los dedos de
Jack están en mi coño y la toalla abierta. No me deja mover y me doy cuenta que su gran
cuerpo bloquea la vista del mío. Al menos hace eso, lo que sea que ganó, no va a
humillarme con esto.
Todavía.
―Está bien, hombre pero escucha un segundo primero. ―La respuesta nerviosa
pertenece a Hashtag, uno de los prospectos de los Riders. Mierda. Mierda. Mierda. Hashtag
es un tipo inteligente pero habla mucho. A toda prisa dice―: Stone dijo que tienes que
venir porque en este momento otro club ha entrado en el estacionamiento.
Incluso con sus dedos dentro de mí Jack instantáneamente cambia su personalidad
hacia los negocios.
―¿Que club?
―Los Devil’s Hangmen. 22
¿Quiénes? Mi mirada se fija en la de Jack. Un ceño fruncido oscurece su rostro y
escudriña mis ojos como si buscara una señal de reconocimiento. No creo que él tampoco
haya oído de ellos.
Niego y Jack asiente. ―Estaremos allí ―responde y se aleja de mí, tan pronto
como la puerta se cierra―. Terminaremos con esto después, Lily.
Por supuesto que lo haremos. Pero solo aprieto mis dientes y levanto mis bragas;
no mira hacia atrás cuando se va, y atraviesa la puerta, no limpia sus dedos pero los desliza
dentro de su boca rápidamente, chupándolos.
Disfruta de eso, maldito Jack Hayden, porque es la última vez que me saborearás.
Y no me importa lo que piense, no ha ganado nada.
Traducido por Messer y MadHatter
Corregido por AmiNatera13
30
Traducido por MadHatter
Corregido por Erienne
M
juego correcto.
i noche con Jack tendrá que ser una lucha. No con pies y puños, pero
cuando nos encontremos en la cama, necesito vencerlo en su propio
juego. Solamente tengo que asegurarme de que lo estoy superando en el
Entonces, ¿qué es lo que quiere ganar? No solo sexo conmigo. Podría haber pedido
eso hace mucho tiempo.
La pregunta da vueltas en mi cabeza durante casi toda la noche, pero mi cerebro se
encuentra demasiado desordenado como para pensar con claridad. Sigo sintiendo el calor
de su piel y el placer salvaje de sus dedos en mi interior. Sigo escuchándolo diciéndole a
Croc que me he ganado el lugar. Continúo viendo el vacío en sus ojos cuando dijo que no 31
necesitaba pedirme nada porque ya se lo había ganado.
No lo ha hecho. No lo hará.
Me levanto antes que mi alarma suene. En la carretera, acelero. El motor ruge bajo
la luz antes del amanecer. Nada me aclara más que los kilómetros en el asfalto y el viento
en mi rostro. Si pudiera, continuaría todo el día. Pero el cielo llama, y volar un helicóptero
es casi tan bueno como andar en la carretera. No hay tiempo para ponerse melancólica o
sentarse por ahí con el pulgar en el culo, así que cuando la tarde llega y me encuentro otra
vez en tierra firme, mi cabeza ha vuelto a donde tiene que estar.
La incertidumbre y la duda no son propias de mí. Tan pronto como decido hacer
algo, lo hago.
Voy a pasar la noche con él. Voy a ganar.
De repente quiero seguir adelante con esta apuesta, y tengo muchas ganas de
negarle al jodido Jack Hayden cualquier tipo de victoria. De alguna manera, debe estar
deseando derribarme. Es lo que ha hecho por cinco años, así que no tengo ninguna razón
para pensar que ahora será diferente.
Entonces, ¿cómo le gano? En primer lugar, me aseguraré de que no haya duda de
que mantendré mi palabra. Es bastante fácil encargarme de eso en la reunión de la junta.
Y, ¿que más me dijo? Que me correré. Repetidamente.
Normalmente me encontraría animada si un tipo quisiera hacerme gozar durante
toda la noche. Pero si eso es lo que Jack desea, seguro que debe tener una razón para
quererlo. Así que también le negaré eso. Probablemente me humedezca, ya que Dios sabe
que no puedo evitarlo, pero ¿terminar? Ja. Si no me concentro ni me esfuerzo en ello, que
tenga un orgasmo es tan probable como capturar un unicornio. Solamente cerraré los ojos
y pensaré en la reparación del motor de mi pájaro.
Será la follada más desastrosa que alguna vez haya tenido. Será genial.
44
Traducido por astrea75
Corregido por Ivettelaflaca
3
La tribu de los Brady: Es una serie de televisión sitcom estadounidense.
1959. No tiene el motor más potente y no te engaña con eso, pero es sólida y corre como
un sueño húmedo. Allí es donde yace la belleza real, en la atención que Jack se ha tomado
en su restauración y mantenimiento.
¿Pienso en cómo trabajan sus grandes manos? Estaría mintiendo si dijera que no es
un gran afrodisíaco. Siempre lo ha sido.
Es por eso que no debería estar revisando su montura en este momento. Mi
respiración se siente errática, cuando levanto la vista hasta su rostro, mis pulmones dejan
de funcionar por completo.
Entre la oscuridad de la noche y las luces cegadoras, no consigo una buena vista de
su aspecto, pero se siente tan tenso como yo, con su mirada fija en mi rostro. No puedo
leer nada en la plenitud de sus ojos oscuros, pero algo ha cambiado, es un arma, pero
usualmente solo veo la parte más ancha de la hoja, el brillo opaco de la pistola.
Ahora él es el filo de la navaja. Ahora es la bala.
Pero no es el miedo el que acelera mi corazón, haciéndolo ir a un pulso atronador.
Es la anticipación. Pronto estará follándome, y Dios, lo deseo. Quiero sentir su polla
penetrándome profundamente, quiero ser atada y tomada con fuerza.
Aunque así no es cómo lo venceré.
Inhalo una respiración tranquilizadora, dejo caer mi casco sobre la mesa de trabajo
y me dirijo hacia la puerta que conecta el garaje con la casa. Sé que Jack se encuentra
detrás de mí, aunque no puedo oír sus pasos. La puerta lleva al sótano y un corto tramo de 47
escaleras dirige al vestíbulo principal. Me encojo de hombros sacando mi chaleco, teniendo
cuidado de colgar el cuero en el perchero junto a la puerta principal. Es la única cosa que
recuerdo guardar alguna vez. Nunca acaba tirado en algún lugar, a diferencia de mis
pantalones cortos, los cuales han estado decorando la parte de atrás de mi sofá rojo desde
ayer por la mañana.
Jack me da su chaleco. El cuero está caliente por el calor de su cuerpo. No me
permito respirar su aroma cuando lo cuelgo al lado del mío.
Echo un vistazo a la pistolera que lleva puesta. ―¿También tu arma?
―La mantendré en la habitación con nosotros. ―Su mirada se desliza hacia abajo
y observa mis botas. La gravilla reunida en el dobladillo de mis pantalones vaqueros se
desparrama sobre las baldosas―. ¿Fuiste a dar un paseo?
―Lo hice. ―Estoy cubierta por una fina capa de polvo―. ¿Quieres que me duche
antes de follarme? ¿O quieres acompañarme en la ducha y podemos empezar allí?
Debería haber estado lista, pero él es muy rápido. Antes de que me dé cuenta que se
movió, me ha atrapado contra su duro cuerpo y está empujando sus largos dedos en mi
cabello.
―Vamos a empezar aquí ―musita con voz ronca y su boca captura la mía.
Me besa. No había supuesto esto. Solo me imaginé follando, así que no estoy
preparada para el empuje de su lengua o la oleada de calor que atraviesa mis venas. Dios,
pruebo el polvo en mis labios y la menta en su boca, como si después de la reunión de la
junta se hubiese ido a su casa y preparado para mí. Huele a jabón, el cabello de su nuca se
encuentra ligeramente húmedo y su mandíbula afeitada.
Sus grandes manos agarran mi trasero. Me levanta fácilmente, acuñando su gruesa
erección entre mis piernas. Mis músculos internos se aprietan en un fuerte pulso de
necesidad. Un gemido hambriento se forma en mi garganta y mis dedos se aprietan en
su…
Oh mierda. Oh mierda. Mis manos se encuentran en su cabello y le estoy
devolviendo el beso como si muriera de hambre por esto.
Desesperadamente, quito mi boca de la suya. ―¡Espera!
Se queda inmediatamente inmóvil, sus oscuros ojos buscan los míos. No es guapo,
no lo es. ¿Entonces por qué diablos no puedo mirar hacia otro lado? Especialmente ahora,
cuando la excitación pinta señales rojizas en sus angulares pómulos. Cuando sus firmes
labios lucen húmedos por nuestro beso.
Solo quiero humedecerlos más. En lugar de eso, repito―: Espera. ―Mientras me
obligo a no frotarme contra su rígida longitud―. Hay reglas.
―¿Qué reglas?
―Los términos de la apuesta eran que lograbas atarme y tenerme de esa manera.
Así que la primera regla es que, a no ser que esté atada, no puedes tocarme.
Aunque no estoy atada, a pesar de que me está tocando ahora, no me defrauda.
―De acuerdo.
―Regla número dos: nunca hablaremos sobre esta noche otra vez. Nunca. Ni el 48
uno con el otro, ni con otros Riders. En lo que a mí respecta, en cuanto salgas por la
puerta mañana, nada de esto sucedió. Voy a olvidar todo.
Espero que dispare de nuevo la misma mierda arrogante que antes me dijo, cuando
mencionó que me haría correr repetidamente y que haría fanática de la follada anal. Algo
así como un nunca lo olvidarás, seguido de su magnífica sonrisa.
En cambio su rostro es como una roca y su voz como grava al murmurar―: Nunca
esperé que quisieras algo diferente.
La forma en la que su respuesta retuerce mi interior me molesta. ―También me
reservo el derecho a morder cualquier cosa que se acerque a mi boca ―espeto―. Así que
si crees que vas a hacer que me ahogue con tu polla, piénsalo de nuevo. Nada de besos,
tampoco.
Su oscura mirada cae en mis labios como si estuviera a punto de probar esa regla.
―¿Algo más?
―Sí. Si estoy borracha y hacemos una apuesta estúpida como esta otra vez, la
dejarás ir.
Se encuentra de nuevo con mis ojos. ―No puedo hacer eso. Aceptaré todo lo que
logre conseguir.
―Eso es bastante jodido.
―Sí ―responde de manera uniforme, como si hubiera dicho que uno más uno es
igual a dos―. ¿Hay más reglas?
Solo la más importante. ―Usarás condón todas las veces. ¿Trajiste un par?
―Más de un par. ―Me suelta y retrocede un paso―. Quítate la camiseta.
Así de fácil, ¿eh? Bueno, qué demonios, estoy en esto, de todas formas.
Me quito la camiseta y la arrojo hacia las escaleras, en donde aterrizará en algún
lugar en las proximidades de la lavadora. Vestida solo con mis vaqueros, me presento ante
él. Mis pechos son pequeños, dos pequeñas elevaciones, pero mis pezones son grandes y
erectos. Son sensuales como el infierno cuando me encuentro excitada como ahora, rígidos
y rosados, simplemente pidiendo por alguien que los chupe.
Pidiendo que Jack los chupe, pero ni siquiera me mira.
De una de las alforjas saca una larga tira de condones y una pequeña botella de
lubricante y los mete en su bolsillo trasero. Le sigue una tela oscura enrollada, entonces
desliza sobre su brazo un rollo de cuerda de algodón. A continuación, retira un par de
esposas de cuero.
Santa mierda. No estoy segura de querer saber qué más tiene allí.
Cierra el bolso y lo desliza sobre su hombro otra vez. ―Dame tus manos ―exige
bruscamente y mi pulso se acelera mientras envuelve un gran brazalete de cuero alrededor
de cada una de mis muñecas. El sonido del velcro es ruidoso en el silencio del vestíbulo
cuando desabrocha mi puño izquierdo para mostrarme―. Puedes abrirlas con tus dientes
si lo deseas.
Asiento y cierra el brazalete otra vez. Un pequeño aro de metal se une a cada uno.
49
Jack enrolla la cuerda de algodón suavemente a través de ambos aros y junta mis muñecas
antes de terminar con un nudo de enganche, también puedo fácilmente tirar de este y
liberarme con los dientes.
Jala la parte larga del final de la cuerda. ―Ahora estás atada.
Sí que lo estoy. Sin embargo, si cree que me paseará con una correa, vamos a tener
una nueva regla de mierda.
―Sí, pero…
Pero nada. La cuerda cae de su agarre y sus grandes manos atrapan mi cintura. Me
acerca a su cuerpo. Su caliente boca se engancha a mi pecho y cuando chupa con fuerza mi
pezón sensible, no puedo detener el sonido que sale de mí, una combinación de gruñido,
gemido y puro placer. Aprieto mi mandíbula demasiado tarde, y oh, mi Dios, su rostro, las
mejillas hundidas y los ojos cerrados, como si estuviera saboreando su primer bocado,
saboreando mi respuesta involuntaria.
A continuación, sus dientes tiran de mi pezón con fuerza y mis piernas casi se
doblan. Pero es Jack quien se está arrodillando, su boca moviéndose sobre mi estómago,
sobre la curva de mi cintura. Un temblor me recorre cuando lame el hueso de mi cadera. A
continuación muerde un tramo tenso de piel por encima de la cintura de mis vaqueros.
Sus largos dedos tiran de mi cinturón y desabrochan mis pantalones. Mi cuerpo
permanece inmóvil, todo en mí de repente se centra en sus manos cuando me baja el
pantalón por las piernas. Su lengua se vuelve a deslizar sobre mi cadera antes de comenzar
a bajar, sus fuertes dedos clavándose en mi trasero para mantenerme en el lugar. Ni
siquiera me encuentro desnuda. Llevo ropa interior, un par de pantaloncitos de algodón
negro, pero tiemblo cuando sus labios se acercan a la unión entre mis muslos.
Su boca llega a mi coño e inhala. ―Hueles tan bien. ―Su voz es un gruñido
hambriento―. Y estás empapada.
Mi corazón está tronando, trago saliva con fuerza y obligo a mi boca a formar
algunas palabras―: Estaba andando en moto. La vibración siempre me excita.
Mentira. Necesito más estimulación que esa.
Necesito algo más, como su cálido aliento susurrando sobre mi piel. Como el
pequeño empujoncito en mi clítoris cuando chasquea la lengua contra el algodón
empapado. Como su gemido cuando me degusta. Sus dedos se aprietan en mi trasero como
si fuera a acercarme más y comer mi coño justo aquí.
En su lugar desliza su brazo por detrás de mis rodillas y me levanta. Santa mierda.
Tomada por sorpresa, mis piernas todavía se encuentran atrapadas en mis pantalones,
enlazo mis brazos atados alrededor de su cuello y me atrae contra su pecho, cargándome,
como si fuera un metro ochenta y dos centímetros de nada, llevándome a través de la sala
y metiéndome en la cocina, en donde deja caer sus alforjas sobre la pequeña mesa del
desayuno. Aterrizan con un fuerte golpe seco en medio de montones de correo y revistas.
Recuperándome, santa mierda me está cargando, pregunto―: ¿Qué demonios tienes
allí?
―La cena. Ya que ninguno comió en la reunión. O combustible para más adelante, 50
si comiste cuando fuiste a montar.
―No lo hice.
―Bueno. ―Continua atravesando el comedor, donde finalmente consigo quitar
mis pantalones de mis tobillos. Aterrizan en alguna parte en el corto tramo de escaleras
que conduce a los dormitorios en la planta superior―. También hay más lubricante.
No puedo evitar sonreír cuando veo la curva divertida de sus labios. Dios, incluso si
penetra mi trasero, disfrutaré de esto.
Disfrutaré ganando, quiero decir. No de esto. No el que me cargue o que me lama o
cualquier otra cosa.
Y definitivamente no disfrutaré la forma en la que me coloca en medio de mi cama,
con cuidado, como si fuera algún héroe caballeresco y yo una doncella virginal. De nuevo,
la tensión se impone de repente sobre mí, haciendo que mi cuerpo se congele. Por lo
menos, rompe la imagen romántica cuando se apodera de la larga cuerda y la enrolla en la
cabecera de la cama, llevando mis manos sobre mi cabeza.
Bruscamente señala―: Está suficientemente suelta como para que puedas liberarte
con los dientes.
Asiento, mi cuerpo sigue rígido. Es el maldito tiempo de empezar. ―Tengo la
suerte de no tener una cabecera acolchada. Tendrías que atarme en alguna parte en la que
no esté cómoda, así me resultaría más difícil dormirme mientras estás metiéndome tu
polla.
―No es suerte. ―Se quita las botas, dejándolas de forma ordenada junto a la
cama―. Hice un reconocimiento.
Mi boca se abre. Lo miro mientras coloca su pistolera en la mesita de noche,
buscando en su rostro la sonrisa que dice que está bromeando. No es así.
―¿Has revisado mi casa? ¿Irrumpiste y revisaste mi casa?
―Sí.
Jesús. ―Eso es tan jodido.
Todavía completamente vestido, se acuesta a mi lado izquierdo, extendiendo la
longitud de su cuerpo duro contra el mío. ―Sí.
Sí. Tan fácil. Como si ya supiera que está jodido. Así como sabía que obligarme a
seguir adelante con la apuesta también era algo jodido.
La apuesta. ―¿Cuándo entraste?
―Hace unos seis meses atrás.
Tiro de las cuerdas para llevar su mirada hacia las muñequeras. ―¿Has estado
planeando esto por seis meses?
―Por dos años en realidad. ―Su pulgar se desliza a través de mis labios abiertos y
baja hacia mi mandíbula antes de que recuerde morderlo. Hace una pausa y su mirada
regresa a la mía―. No. He estado pensando en esto durante cinco años. La apuesta solo lo 51
hizo posible.
Cinco años. Desde que nos conocimos. No me gusta tanto el calor y el dolor que
siento ante su admisión.
―A la mierda todo esto. No me importa cuánto tiempo lo has planeado, aun así
voy a ganar.
―Lo sé, Lily. ―Sus dedos trazan la pendiente superior de mi pecho derecho―.
Eres la única aquí que puede ganar.
―¿Qué?
―Yo pierdo de todas maneras. ―Cerniéndose sobre mí, inclina su oscura cabeza,
sus labios ardientes le siguen a sus dedos callosos. Su boca es suave pero cada palabra es
dura―. Te tomo de esta manera, usando la apuesta, y nunca lo lograré otra vez. Si no
utilizo esta apuesta, no te tendré en absoluto. Sin importar qué suceda esta noche, mañana
pierdo, pero al menos de esta manera lograré tenerte una vez.
Algo cálido y tenso se hincha en mi pecho. ―Podrías haberlo pedido.
―No follas a otros Riders porque no quieres que nadie te mire como la vieja dama
de un hermano. ¿Habrías arriesgado eso?
No puedo ver su rostro y me alegro de que no pueda observarme porque notaría
algo que no quiero revelar. Habría corrido ese riesgo. Me he ganado mi lugar. Me he
ganado el respeto. Ahora podría sobrevivir si estoy con otro Rider. Si fuera alguien en
quien confiara. Si fuera alguien que valiera la pena la mierda que viene con eso, podría
bajar mi cabeza.
Pero al decirle que me habría acostado con él, correría el riesgo de admitir
demasiadas cosas, por lo que solo niego con un gesto.
No puede ver mi respuesta pero debe haber sentido el movimiento. Sus ojos son
oscuros y vacíos cuando los eleva. ―No solo con los Riders. Con ningún hombre local.
Tienes sexo con las mujeres de aquí, y con hombres en Portland.
Mi cuerpo se pone rígido. Tiene razón, nunca probé una polla local. Pero no hablo
de mis viajes a Portland, sobre pescar en el bar de un hotel esperando encontrar un
compañero digno para tener una noche de sexo. Acerca de usar mí vestido rojo y tacones,
porque esa combinación captura exactamente lo que quiero y porque mi chaleco
usualmente los asusta.
Y odio que Jack sepa algo acerca de esto.
¿Cómo lo sabe? Pero no pregunto, en vez de eso, veo la oscura tela que saca de su
bolsillo y muevo la cabeza. ―Nada de vendas en los ojos.
Vacila. En realidad duda, como si estuviera considerando esto de todos modos.
»De ninguna maldita manera ―gruño―. La apuesta era que me atabas. No me vas
a dejar ciega.
Apretando la mandíbula, me mira por otro momento. No sé qué está debatiendo,
pero debe ser algo importante, el maldito Jack Hayden nunca vacila. Finalmente asiente y
se vuelve para dejar la tela sobre la mesita de noche.
Jesús. ¿Qué demonios? Aceptó cada una de las reglas tan fácilmente. No me tocó
52
sin antes estar atada. Nada de besos. ¿Pero duda sobre una venda en los ojos?
¿Qué no quiere que vea?
Pero no hay nada que ver. Se echa para atrás contra mi lado, su expresión
inexpresiva, sus ojos vacíos. Solo la misma vieja nada de siempre.
A menos que no quiera que vea cuando me toca. A menos que no quiera que vea
mis pezones erectos, duros cuando rodee el pico de mi pecho con su pulgar o la piel de
gallina que recorre mi piel mientras inclina su cabeza hacia mis tetas.
Dios, eso no puede ser lo que no quiere que vea, porque cuando cierro mis ojos y
trato de dejarlo afuera, todavía lo puedo sentir. La rugosidad de la punta de su dedo, el
caliente deslizamiento de su lengua, el erótico pellizco de sus dientes que alivia con una
mano. Su mano se desliza sobre mi vientre mientras chupa, su pulgar sumergiéndose en mi
ombligo, las puntas de sus dedos deslizándose por debajo de la cintura de mi ropa interior.
Desesperadamente me sujeto a la cabecera, tratando de anclarme, de controlar mi
respiración entrecortada. No puedo soportar esa ternura. No estoy preparada para eso.
Pensé que solo abriría mis piernas y comenzaría a follarme. En cambio, me está probando,
tocándome y no puedo mantener la cabeza fuera de esta cama como tenía planeado.
Aprieto los dientes cuando sus fuertes manos se empujan entre mis piernas, pero no frota
mi clítoris, no me folla con sus dedos, solo toma mi coño en su gran palma.
Entonces sus dientes sujetan con fuerza mi pezón y elevo mis caderas de la cama,
arqueo mi espalda. Oh, mierda. Ahogo de nuevo mi grito de placer pero él lo sabe. Lo sabe
porque su mano está sobre todo mi coño y ahora me encuentro mucho más húmeda.
En silencio, me pone a prueba. Cada reacción. Mi respuesta a un suave mordisco.
Una lamida lenta. Una larga succión. Todo sobre mi cuello, mi pecho y mi vientre. Es una
dulce tortura y a través de todo esto no dice ni una palabra, no se pavonea acerca de lo
excitada que me encuentro, aunque mi coño es un océano de sofocante calor contra la
palma de su mano. No me da nada para distraerme de su boca y de sus dedos, no ofrece
nada para enojarme.
Pero necesito algo. Cualquier cosa. En la cadera, lame la piel tensa. Antes, me
lamió allí, pero ahora chupa con la fuerza suficiente como para dejar un chupón.
Jadeando, intento mantener la cabeza en el juego. ―O tienes un fetiche con las
caderas o en serio necesitas una hoja de ruta.
Oh mierda. No se supone que sonría. Pero lo hace y me obligo a no retorcerme
contra su mano. ¿Por qué todavía no me folla?
―Tus pantalones siempre están aquí. ―Su lengua traza una línea paralela a la
cintura de mi ropa interior, justo debajo del punto que estaba chupando―. Y tus camisetas
siempre cubren este punto. Excepto cuando montas tu moto y la camiseta se sube. Así que,
todavía tendré esto mañana.
¿Todavía tendrá… qué? ¿Un chupón?
Qué mierda. ―¿Me estás marcando?
Sus dientes destellan en una mueca antes de que bruscamente pellizquen la mancha
enrojecida. Entre mis piernas, sus gruesos dedos se hunden profundamente en mi coño. Mi 53
indignación se disuelve en un gemido ahogado que desesperadamente trato de reprimir,
pero no puedo detener el constreñimiento de mis músculos internos. Dulce maldito infierno.
No puedo pensar en mi cadera o en su marca. Me esfuerzo mucho por dejar de apretar su
muñeca entre mis muslos y mantenerlo dentro de mí.
Quiero llorar cuando retira la mano, hasta que su dedo se engancha en la cintura de
mi ropa interior. Su gran cuerpo se desliza hasta el final de la cama y arrastra el algodón
empapado por mis piernas, dejando un rastro húmedo a lo largo de mis muslos internos.
Sus manos agarran la parte inferior de mis rodillas y se cierne sobre mi otra vez. Sin
piedad abre mis piernas, exponiendo mi coño a su mirada voraz, la excitada piel, hinchada
y resbaladiza por la necesidad. Unas crudas líneas de hambre en su rostro.
Oh Dios. No puedo ver esto.
Su cabeza se sumerge y cierro los ojos. Mi cuerpo se estremece cuando comienza la
degustación, y recorre el camino hacia el interior de mi muslo, pero aprieto la mandíbula y
me centro. Nada de orgasmos. El peor polvo de mi vida. Solo voy a imaginar el motor turbo-
eje que alimenta a mi pájaro, luego mentalmente separo todos los elementos que lo
componen antes de volver a unirlos.
Jack lame mi coño y el motor vuela en pedazos. Jadeando, me sujeto con fuerza al
cabecero. Su lengua recorre la unión de mi coño y se aplasta sobre mi clítoris, frotándola
con dureza.
Oh, mi Dios, es bueno en esto. Es tan bueno en esto, lamiendo y chupando mi
clítoris, no lo suficientemente duro o lo suficientemente rápido como para hacer que me
corra, nunca lo suficientemente sutil o lento como para que pueda concentrarme en otra
cosa.
Pero tengo que concentrarme y unir el motor.
Excepto que es tan difícil cuando musita que mi sabor es tan malditamente bueno e
introduce su pulgar en los labios de mi coño. Introduce su lengua en mi interior
traspasando la maldita entrada con un largo torbellino, empujando y encendiendo los
nervios de esa piel tensa y sensible. Sé que mi cuerpo se contonea debajo de él, pero trato
de ignorar mi respuesta, trato de ignorar el ardiente placer, de ignorar su boca, su
increíble boca y la forma en la que me está comiendo, como me degusta, con fuerza y de
forma descuidada. Trato de ignorar que es tan perfecto, que es tan hambriento y que me
encuentro tan mojada.
Y el motor no es suficiente. Tengo que pensar en un combate, pensar en volar por
la noche sobre las áridas montañas, sabiendo que un misil podría llegar en cualquier
momento.
Con un aluvión de lamidas duras y rápidas, su lengua se dirige a mi clítoris. Sus
dedos enormes invaden mi coño y suavemente comienza a meterlos. Me imagino la cola de
fuego de un misil cruzando el cielo oscuro. Mentalmente realizo las maniobras en sentido
contrario. Moriré si le dan a mi ave. No puedo estar distraída por el maldito Jack Hayden.
Mis piernas están temblando. Oh, mierda, me voy a quemar.
La tensión es tan fuerte que casi le grito cuando levanta su cabeza y sus dedos
salen de mi interior. Oh no, no, no. Mis ojos se abren de golpe. Mis piernas están 54
extendidas, permanecen separadas por su cuerpo mientras se arrodilla entre ellas. Observa
mi rostro, su boca brillando con mis jugos y quiero que me bese, quiero probar mi coño en
su boca. Quiero morder sus labios, chupar su lengua y escucharlo gemir.
―¿Te rindes? ―Las palabras suenan ásperas, como si yo hubiera estado gritando
de placer en vez de contenerme.
―No. ―La mirada de Jack no abandona la mía mientras lleva sus manos a su
cinturón―. Ahora voy a follarte. A menos que me digas que me vaya.
Casi no escucho nada después de follarte.
―¿A menos que yo qué?
―Dime que me vaya y lo haré. ―Tira de la correa para retirarla de los pasacintos
del pantalón―. Solo dímelo.
―Claro. ¿Para que puedas decirles a todos que abandoné nuestra apuesta?
Su expresión se oscurece. ―No le diría a nadie una maldita cosa. Nadie sabría de
nuestra apuesta si no la hubieras anunciado en la reunión.
Y no habría nada que saber si él hubiera dejado pasar la apuesta. No voy a disculparme
por cubrir mi culo.
Pero toda respuesta muere en mi garganta cuando abre la cremallera de sus
pantalones. Oh, Jesús sálvame. Su polla es larga, gruesa y absolutamente preciosa,
profundamente venosa y coronada por una cabeza ancha y acampanada. Su gran mano
traza su eje, como si aliviara el dolor mientras espera.
Mi necesidad no se ha aliviado, en cambio aumenta hasta que no puedo sentir otra
cosa. Quiero esa gran polla dentro de mí. Y quiero al maldito Jack Hayden y no me
importa si es así como lo consigo.
Con voz ronca le digo―: No daré marcha atrás.
Sus dedos se tensan, apretando la cabeza ancha de su pene antes de que libere su
eje. Su respiración es brusca, pero ninguno de los dos habla mientras abre un condón y
desliza el látex por su gruesa longitud. Sujetando la base de su pene, se mueve sobre mí,
apoyando su mano libre junto a mi hombro.
Todavía completamente vestida.
―¡Espera! ―exclamo y su cuerpo inmediatamente se inmoviliza. Su oscura mirada
se precipita para encontrarse con la mía―. Camisa y pantalones fuera. Dame algo más
además de tu rostro para mirar.
Solo vacila un momento antes de arrancarse la camisa lo que fue un gran maldito
error. Oh, Dios. A veces, cuando está entrenando, Jack lleva una camiseta sin mangas, pero
nunca lo he visto sin una. Nunca he visto su pecho, pero es hermoso. Hombros anchos
tensos con músculos, sus pectorales esculpidos oscurecidos por el vello grueso que se
estrecha en una búsqueda del tesoro. Su estómago es firme y marcado. El lado izquierdo
de su pecho y hombro está cubierto de tatuajes, una combinación de escritura e
ilustraciones. En el lado derecho, el emblema de los Hellfire Riders decora la parte
superior de su brazo.
He visto antes ese tatuaje. Pero no su pecho ni las cicatrices, heridas que van desde
55
las producidas por balas y cuchillos a quemaduras. Jesús. ¿Por esto dudó? Mi mirada se
precipita a su rostro, pero como siempre no hay nada allí.
Se saca los pantalones de sus musculosas piernas. ―¿Planeas cerrar los ojos?
No lo haré si él quiere. Silenciosamente, niego, mi pulso está acelerado mientras se
asienta entre mis piernas otra vez. Relajando el rígido brazo a mi lado, sujeta su pene y no
puedo mirar hacia otro lado cuando apunta su gruesa longitud hacia mi coño. Mis dedos se
tensan en la cabecera. La respiración de Jack sisea entre sus dientes mientras desliza la
ancha cabeza a través de mis resbaladizos labios vaginales.
Poco a poco se empuja dentro de mí. Dios, es grande. Tan grande que estoy
apretada, mis paredes internas hinchadas por la excitación. Su pesado eje se hunde en mí y
cierro los ojos. La vista de su polla estirando y penetrando mi coño es demasiado
malditamente ardiente, pero ahora Jack es todo lo que puedo sentir, grueso y resbalándose
profundamente, más y más hondamente, hasta que se encuentra firmemente dentro del
codicioso compresión de mi coño.
Con un gemido, extiende la mano hacia adelante y sujeta la cabecera. Su voz es
tensa―: ¿Estás bien, Lily?
Contesto con los dientes apretados―: Solo sigue adelante.
Por favor. Por favor. Manos a la obra.
Mi cuerpo se estremece mientras se retira, mis músculos internos aferrándose a su
longitud como acero caliente. Saca esa corona grande y acampanada capturando cada
nervio sensible que recubre la entrada de mi vagina antes de introducirla de nuevo.
Oh, Dios. Mi espalda se arquea mientras soy estirada y penetrada una y otra vez, al
aceptar su polla tan profundamente como puedo. Se supone que debo estar pensando en
algo para distraerme de estas sensaciones pero no puedo. No debería ser de esta manera.
Cuando me acuesto con alguien, estoy determinada por completo a hacer que mi
compañero termine y a encontrar mi propio placer, pero tengo que trabajarlo, tengo que
concentrarme. Ahora me encuentro trabajando en contra de esto, pero la manera en que
Jack me folla sigue atrayéndome hacia él. No es solo las caderas y su polla moviéndose, sus
muslos me abren más y sus rodillas están clavadas en el colchón, como para asegurarse de
que permanece adentro, tan profundo como puede. Sus fuertes manos se sostienen de la
parte superior de la cabecera, sus bíceps marcados, moviendo y empujando la parte
superior de su cuerpo contra el mío cada vez que me embiste, mis tetas balanceándose con
cada larga acometida, meciéndose.
Mis muslos sujetan sus caderas para mantenerlo fijo. Cuando me doy cuenta de lo
que estoy haciendo, trato de dejarlos caer otra vez, pero Jack lleva sus manos detrás de mis
piernas y las sostiene, elevándolas más alrededor de su espalda mientras suavemente se
hunde en mí.
Dios. Dios. ¿En dónde está la follada dura? En un suspiro tembloroso, abro los ojos
y lo veo llenando mi coño de nuevo antes de levantar la mirada a su rostro. Necesito ver
sus ojos vacíos para recordarme que esto no es nada para él, que no siente nada por mí.
Pero sus ojos no están vacíos.
Aturdida, lo miro. Jack se congela a medio camino, su cuerpo listo sobre mí, su
oscura mirada fija en mí. Y veo, veo…
56
…Agonía, anhelo, necesidad…
Tanto. Sangrando en la oscuridad de sus ojos, hinchándose dentro de mí, y de
repente me siento tan llena.
Mi cuerpo tiembla debajo de él. ―Jack.
Solo respiro su nombre pero el sonido parece soplar todas las emociones,
alejándolas. Sus ojos se obturan y quedan inexpresivos. De pronto sujeta mi cintura y me
eleva sobre sus rodillas, levantando mis caderas en el aire y golpeando su polla en mi coño
con empujes discordantes, como si una follada dura pudiera hacerme olvidar lo que he
visto.
Pero es muy tarde. Lo he hecho y eso cambia todo.
Aún estoy pendiente de todo. Todavía voy a ganar. Pero el juego de repente es
diferente y mucho más importante.
―Jack, necesito… ―Apenas puedo recuperar el aliento mientras su polla me
penetra―. Necesito…sentirte…contra mí.
Un gruñido sale de su pecho y se inclina hacia adelante, bajando mi espalda al
colchón y relajando su mano contra el cabecero. No lo suficientemente cerca. La cuerda
que asegura mis manos tiene la suficiente holgura para dejar mis muñecas alrededor de su
cuello, atrayendo su cabeza hacia la mía. Su ritmo brutal trastabilla y disminuye a medida
que mis labios se encuentran con su boca abierta en busca de un beso. A la vez que me está
follando como un hombre hambriento, para mi placer, chupa mi lengua y embiste
profundamente mi vagina.
Retorciéndome, necesitando más, cierro mis piernas alrededor de su cintura. ―Que
sea duro. Muy duro.
―Lily ―gruñe mi nombre y grito mientras está frotándose contra mí, meciéndose
contra mi clítoris en empujes profundos, follándome con todo su cuerpo, sus fuertes dedos
clavándose en mi culo, el grueso vello de su pecho raspando mis pezones y no puedo
aguantar, me voy a partir en dos.
Oh, Dios. Mis dedos empuñan su corto cabello. Gimiendo con cada deslizamiento
de su polla, luchando con cada respiración, le digo―: Me encanta la forma en que me
follas. Es tan bueno, Jack. Es tan bueno, tan bueno, tan bueno…
El orgasmo me golpea como un puñetazo en el estómago, enroscándome contra él,
robándome el aliento. Mi coño sujeta su polla mientras me penetra y no puedo aceptarlo,
demasiadas sensaciones de una sola vez, pero su polla me llena sin descanso, mis caderas
meneándose debajo de él mientras mi cuerpo se sacude con su liberación. Como si el
apretón compulsivo de mi interior rompiera su control, Jack gime y me folla con más
fuerza, hasta que lloriqueo su nombre a través de la ola de otro orgasmo. Abruptamente su
poderoso cuerpo se pone rígido sobre mí.
Se corre en silencio. Profundamente, siento el fuerte pulso de su liberación y lo
mantengo apretado, amando su peso cuando se deja caer sobre mí. Amando el grosor de su
polla todavía alojada en mi coño y lo mojada que me encuentro. Amando el sudor de
nuestra piel y el jadeo de su aliento cuando entierra su rostro contra mi cuello.
El sudor casi se ha secado cuando finalmente se aleja. Rápidamente tira de la 57
cuerda liberándome de la cabecera y abre las esposas, a continuación, toma sus pantalones
y se dirige al cuarto de baño, quitándose el condón. Escucho correr el agua y regresa
vistiendo sus pantalones con la cremallera abierta.
Su mirada vacía se desliza sobre mí. ―Iré a hacernos algo de comer ―indica con
voz ronca.
Mi corazón late con fuerza. Miro su ancha espalda atravesar la puerta de mi
habitación, entonces caigo contra las almohadas y miro el techo. Todo este tiempo pensé
que yo no le importaba una mierda a Jack Hayden. Pero ahora no lo creo.
Creo que se preocupa más de lo que me había imaginado.
Traducido por León
Corregido por MadHatter
Estoy metida hasta los codos en agua sucia cuando veo a Jenny Erickson
estacionando su camioneta. Me encuentro con ella en la puerta, goteando por el suelo,
porque no pude encontrar ni una jodida toalla de mano.
Me rindo, y en su lugar utilizo mi camisa. Me quedo observándola. Viste
pantalones cortos y sandalias, una blusa sin mangas con flores, su cabello oscuro recogido
en una cola de caballo. Siempre está malditamente linda, pero por lo general solo viste con
vaqueros y una camiseta cuando trabaja. ―¿Habíamos quedado para almorzar?
―No. ―Su mirada verde pálida recorre mi rostro. Su frente se arruga con
preocupación―. Saxon sugirió que tal vez debería revisar que te encuentres bien mientras
estoy en el pueblo.
―¿Que comprobaras si estoy bien? ¿Por qué?
Me sigue de regreso a la cocina. ―No dijo por qué. Pero escuché de Anna que
recibiste una multa enorme.
Anna Wall, la que sirve los tragos en el Wolf Den. Los hermanos, probablemente
no tienen idea de lo mucho que sabe de los asuntos del club.
Pero al parecer nadie ha mencionado mi apuesta todavía. Tal vez tienen miedo de
hacerlo, teniendo en cuenta que involucra a Jack.
Sin embargo, no me importa si Jenny se entera. ―Perdí una apuesta con Blowback.
Me ató y me folló toda la noche.
Su linda boca se abre de golpe. Su mirada me recorre otra vez de la cabeza a los
pies antes de explorar la habitación, como si estuviera buscando el daño. No encontrará
ninguno. Toda señal de que Jack estuvo aquí ha sido borrada o quitada. Ya estaba así
cuando finalmente me levanté. El vibrador había sido lavado y colocado de regreso en el
cajón, lavó nuestros platos en la cocina, la cuerda y las esposas no se veían por ningún
lado. Incluso tiró la basura y tampoco estaban el papel de estraza y los condones que
habíamos usado. 72
Su mirada atónita regresa a la mía. ―¿Y te encuentras bien?
Tengo que reírme. ―Estoy bien.
―Bueno, de acuerdo. Iba a reunirme con Anna y a tomar algo para comer.
¿Quieres unírtenos?
―Sí. Solo déjame limpiar esta mierda.
Por supuesto que ayuda. Así es Jenny. Yo esperaría a que la otra persona terminase de
limpiar su propia porquería, pero ella salta directamente a ayudar. ―¿Así que estás bien?
La miro de reojo. ―¿Por qué te sorprende tanto?
―Porque no hay pequeños trocitos de ti enterrados en el bosque.
La realidad me golpea. Jack hace sentir incómodas a una gran cantidad de
personas. A veces me olvido exactamente de cuán incómodas.
―¿Cómo si fuera un asesino en serie? ―Me río con tanta fuerza que casi me caigo
en el fregadero―. Oh, Dios. Está jodido, sí. Pero es un tipo diferente de jodido.
Del tipo jodido que rompería a alguien en pedazos, claro. Pero solo si amenazan
algo a lo que está tratando de proteger.
Sus ojos se entrecierran hacia mí, como si comprendiera que hay más que no le
estoy contando. Como por ejemplo, lo malditamente bueno que fue.
Es una locura lo rápido que a veces me lee. Ni siquiera la he conocido por tanto
tiempo, tacha eso. La conozco de toda la vida. Por supuesto que sabía de la princesita
mimada de Red Erickson. Pero no había intimado con ella.
Ahora sí. Y no es mimada. Claro, tiene una casa grande y dinero, pero también ha
trabajado muy duro para llegar hasta ahí. También es agradable, como nunca lo seré yo.
También es la única persona con la que he tenido relaciones sexuales que continúa
siendo mi amiga. Y ni siquiera fue algo de sexo entre dos. Ella estaba con Saxon; yo
solamente les ayudé a salir del paso, lamiendo su coño.
No tengo otra amiga cuyo sabor conozca. Todas las demás con los que he estado,
fueron algo de una noche. No significaron nada para mí antes de que las follara, y nunca se
quedaron después de que llegaron a conocerme. Pero yo tampoco me quedé. Ni siquiera sé
si sabría cómo hacerlo. A veces pienso que la única razón por la que Jenny todavía anda
cerca, no tiene nada que ver conmigo, sino con lo agradable que es como persona.
Mierda. Mierda. Jack no era un amigo. No realmente. Estuve demasiado enfadada
con él durante mucho tiempo. Sin embargo, ayer por la noche cambió todo, y creo que
podríamos ser muy buenos amigos. El sexo fue increíble, pero me encuentro bastante
segura de que también nos llevaríamos muy bien durante el tiempo de inactividad. Pero
quizá no estaré a su altura. O puede que él tampoco quiera quedarse.
Y esa preocupación de repente está desgarrándome. Dios. Antes de irse, ya quería
que regresara. Por otra noche. Por otra semana.
Pero la verdad es que... lo quiero por mucho más que solo eso, maldita sea.
73
―Lily. ―Jenny me observa con una mirada de inquietud otra vez―. ¿Estás bien?
―Sí. ―Le muestro una amplia sonrisa, cierro el grifo, y luego me apresuro hasta
mi habitación para cambiarme.
Tan pronto como me encuentro sola, me obligo a quitarme la aprensión de encima.
Porque conozco el secreto de Jack. Se preocupa más de lo que demuestra, y se preocupa
por mí.
Por lo tanto, va a estar bien.
Estoy a punto de tomar un trago de tequila cuando me doy cuenta que Jack podría
estar demasiado jodido para pedírmelo.
¿Qué había dicho acerca de matar a su padre? No acepté lo que me dio. Perdió
demasiado. La muerte de su padre puede que no haya sido tan mala, pero su madre y su
hermano le dieron la espalda, porque rompió una regla.
¿Y ahora? Todos a quienes protege, no quieren tener nada que ver con él. Su
familia; el ejército dijo que estaba demasiado jodido para unirse, pero alguien decidió
usarlo, a pesar de que nunca lo reclamarían como uno de los suyos; incluso en los Riders,
hay un par de hermanos que se sienten cómodos con él, pero los otros prefieren mantener
77
la distancia suficiente. Y Jack ha estado tan acostumbrado a esto que por cinco años
asumió que yo hacía lo mismo.
Así que, incluso si quisiera pedírmelo, solo Dios sabe si podría hacerlo. Al menos
no todavía. No hasta que esté seguro de que no me perderá o no lo alejaré.
Mierda. Así que eso cambia el juego. Otra vez.
Bajo el vaso y lo deslizo hacia Stone. ―¡Me voy! ―grito, por encima de la música.
Asiente y Gunner choca mi puño. ―Mantendremos el fuerte.
Rodeados de licor y bailarinas, un trabajo tan difícil.
Durante las noches de reunión de la junta, Jack a menudo aparece por unas horas,
pero hoy no es así. Eso, generalmente, significa que trabajará hasta tarde.
Regreso al pueblo en mi moto, desacelerando en las calles oscuras. Su moto se
encuentra frente a su tienda, así que está aquí. Desmonto y me apresuro a subir por las
escaleras exteriores de su apartamento. Las ventanas están oscuras. Estoy a punto de
llamar cuando escucho su voz viniendo de abajo.
―¿Lily?
Se encuentra al pie de las escaleras, viéndose grande, peligroso y malditamente
hermoso. La puerta de su tienda está abierta detrás de él y la pálida luz amarilla se
derrama por el umbral. El resto del garaje se encuentra a oscuras, así que debe haber
estado atrás en su oficina.
―El maldito Jack Hayden ―anuncio, y comienzo a bajar lentamente―. ¿Por qué
diablos no me llamaste la semana pasada? Solo me follaste y huiste.
Me estudia por un largo segundo antes de cambiar de postura, apoyando los pies y
cruzando los brazos sobre su ancho pecho, debido a que nota que busco pelea.
No con los puños, pero probablemente siempre habrá un poco de pelea entre
nosotros.
―Fue tu regla ―aclara en voz baja―. No hablar contigo sobre esto. Olvidar que
incluso sucedió.
―¿Una regla? Es una razón de mierda. Rompimos todas las reglas después que las
hice. No me ataste las manos en la segunda ronda. Y nos besamos jodidamente mucho.
Sus ojos brillan. ―Pero usamos un condón todas las veces.
Así que la regla de la protección fue lo suficientemente importante como para no
quebrantarla. Sí, eso le conviene, tal vez también me convenga a mí.
Me detengo dos escalones por encima de él. ―¿Me proteges al mantenerte
alejado?
―Solo estoy haciendo lo que hay que hacer. ―Su voz es áspera―. No quieres
poner en riesgo tu lugar en el club por un maldito portador de un parche.
Mi corazón se retuerce. Sí le dije eso. Aunque después no le dije que me arriesgaría
por él.
Bajo el siguiente escalón y mi sangre se congela cuando un punto rojo aparece
78
cerca de su cabeza. Una mira láser. El punto desaparece. No, mierda, mierda, está sobre el
hombro de Jack.
―¡Abajo!
Salto, chocando contra su pecho y tirándolo hacia atrás. Un ¡pfink! suena como una
bala golpeando un lado de la tienda, vamos agachados hacia el garaje, cerrando la puerta
de acceso, Jack da con el interruptor en la pared y nos sumimos en la oscuridad.
―¿Te dieron? ―Me examina en cuclillas, su voz es ronca, sus manos están por
todos lados―. ¿Te dieron?
―No. ―Con el corazón palpitando, sujeto sus manos―. Estoy bien.
Mis ojos se adaptan a la oscuridad y a la tenue luz de las pequeñas ventanas. Jack
saca su arma del arnés en su hombro, comprueba las balas. Su mirada está fija en la puerta
y su rostro crudamente revestido en sombras―. No saltes nunca frente a una bala por mí
Dolida, aprieto la mandíbula. ―Te cuido la espalda.
―Entonces, cuida mi espalda. No seas mi escudo. ―Me mira y golpea los nudillos
contra su pecho―. Esto solo es carne, maldita sea. No tienes que lastimarte por mí. ¿De
acuerdo?
No está bien, pero me mantengo callada porque los dos estamos escuchando. Nadie
anda cerca de la tienda todavía.
En voz muy baja susurra―: Voy a ver cuántos hay. Permanece abajo y entra en la
oficina. Hay un chaleco y una .45 en el fondo del cajón del archivador. Espérame ahí.
Asiento, mis piernas tensas cuando cambio de dirección. ―De acuerdo.
―Dispara a cualquier hijo de puta que entre en esa oficina si no es un Rider.
―Lo haré.
―Cristo, Lily. ―De repente me jala, su caliente boca contra mi sien, su mano
izquierda enredada en mi cabello―. Estás tan malditamente tranquila. Te quiero
cuidándome la espalda en cualquier momento, pero no como mi escudo.
Mi garganta se aprieta. ―Está bien.
Entonces se va, tan silencioso, desapareciendo en las sombras del taller. La tienda
es grande, con cinco módulos en el garaje principal. Una grúa es lo más cercano a mí,
manteniéndome agachada, avanzo hacia la oficina. La puerta está abierta y flanqueada por
dos grandes ventanas que le permiten a Jack ver dentro del garaje desde su escritorio.
El cajón del archivador se abre sin problemas, mi corazón está tronando cuando
saco el chaleco y encuentro la pistola, una Glock 37 y diez balas, ninguna en la cámara. Me
dirijo de nuevo al frente de la oficina y me acuclillo debajo de la ventana.
Un crujido suena cuando abren la puerta de la tienda desde afuera. Ahora me
encuentro fuera de vista y no me verán cuando miren a través de la ventana.
Dos sombras se mueven por el garaje. Me agacho de nuevo, esperando. Un disparo
descubriría mi posición y no sé qué tipo de armamento tienen, por si pueden disparar a
través de la pared. Poseen algunos juguetes de lujo, una mira laser y un silenciador, y 79
podrían tener más. Así que me quedaré sentada hasta que no me dejen otra opción.
Casi abandono mi posición cuando algo resuena cerca, una llave o alguna otra
herramienta cayendo al concreto. Mi pulso se acelera, pero es algo bueno que tenga una
buena posición para enfocarme y poder oír los pasos.
Una sombra aparece en la ventana de la oficina, bloqueándome la tenue luz de
afuera. Silenciosamente se mueve hacia la puerta, aunque no lo suficientemente en silencio,
por lo que sé que no es Jack. Apuntando a la entrada de la oficina, salgo de la zona segura.
Un cuerpo cae atravesado en el umbral de la puerta.
Un tipo grande con tatuajes tribales, es el ejecutor de los Devil’s Hangmen, lo miro
por encima del cañón de mi arma y sus ojos están abiertos y fijos, tiene el cuello roto.
Jack se desliza a través de la puerta. Silenciosamente, hace un gesto para que me
acerque. ―Quédate atrás ―susurra―. Creek lo acompaña.
―¿Alguien más?
―No. Sin embargo mantén los ojos abiertos.
Asiento y parpadeo cuando Jack acciona un interruptor en la pared de su oficina.
Las luces inundan el garaje principal. Pasando sobre el cuerpo del ejecutor, me quedo en la
espalda de Jack, con el arma lista.
Creek está en el tercer módulo, escudándose detrás de un Explorer negro, su
pistola dirigida hacia nosotros, con silenciador y mira laser. El arma del ejecutor no los
tenía. Me mira rápidamente antes de regresar su enfoque a Jack.
―Sabes tus opciones ―espeta Jack―. Tienes una sola oportunidad y solo porque
fuiste descuidado afuera.
Con la mira laser. Así que comprendo que me dejó verla y probablemente falló
deliberadamente.
El otro hombre espera un segundo antes de bajar el arma despacio. Jack no lo hace,
así que yo tampoco. Eso no parece molestar a Creek que sale de atrás del Explorer.
―¿Tank?
―Muerto en mi oficina, ¿por qué estás con ellos? ―Cuando la mirada de Creek se
desplaza hacia mí, Jack dice―: Confió en ella más de lo que confió en ti. No dirá una
palabra.
Creek mira de regreso a Jack, entrecerrando los ojos. ―Tu club acabó con los
Eighty-Eight. Los altos jefes de ambos lados asumen que fue otra persona. Fue
jodidamente limpio para ser un MC. Pero te tienen a ti.
Jack no lo confirma ni lo niega. ―¿Estás vigilando a los Riders?
―A ti no. Ni a los Hangmen.
―Vas detrás de sus conexiones.
Esta vez es Creek quien no afirma ni desmiente, pero Jack se encuentra en lo
correcto. Los Hangmen son demasiado pequeños. Creek va detrás de un objetivo más
grande, utilizando a los Hangmen para eso. 80
―¿Es por las chicas? ―pregunta Jack, y comprendo que se refiere a las chicas en
La Pine. Las que sacamos del complejo de los Eighty-Eight.
La mirada del otro hombre se agudiza. ―Hay más, pero eso es una parte. ¿Sabes a
dónde las llevaron?
―No.
Creek aprieta la mandíbula. ―Si escuchas…
―Lo compartiré. Dile a tu presidente que retroceda.
―Croc no lo hará. ―Mira en dirección a la oficina de Jack―. Especialmente ahora.
Jack niega. ―Viniste buscándome. Yo no estaba aquí. Se destrozó en su moto
cuando regresaban.
―Eso solo retendrá a Croc por poco tiempo.
―Estaremos listos. ―Relajando su espalda, Jack enfunda su arma―. Tú contenlo.
83
Traducido por León
Corregido por MadHatter
E l bar del hotel se encuentra lleno. Es verano, así que algunas familias están
en el área del comedor, pero a esta hora tan tardía solo quedan parejas y
viajeros de negocios. A esta hora de la noche, sentada sola, usualmente
tendría para este momento cinco o seis ofertas. No ha habido ninguna. He visto a algunos
hombres mirando en mi dirección y parecía que iban a hacer algún movimiento, luego sus
miradas se fijaron en mi chaleco y vacilaron. Si se acercaban un poco, los miraba de una
forma que los asustara y se alejaban.
Sé que Jack se encuentra aquí en el momento en el que el chico que me está
observando se asusta antes de que me moleste en mirarlo. No levanto la vista hasta que
percibo que se sienta en el taburete a mi lado. Coloca su casco sobre la barra. Sus alforjas 84
se encuentran sobre su hombro.
Mi corazón, en mi garganta.
Ordena una cerveza y lo miro. Sus nudillos se encuentran en carne viva. Tiene un
corte en su mejilla y su labio inferior está partido. Así que ha estado peleando. Pero
conozco a Jack. Su oponente no lo hubiera tocado si Jack no se lo hubiera permitido. Así
que bajó, consiguió información, pero conseguir esa información significaba pretender que
era alguien más. Quizá le tuvo que levantar el ego a algún cretino, recibiendo una golpiza.
Perder, pero aun así ganar. Ese podría ser nuestro tema este fin de semana.
Le da un trago a su bebida, mirando hacia el frente. ―¿No hay vestido rojo?
―¿Querías el vestido rojo?
―Aquí no. Me gustas así. Es quien eres.
―Sí, así es. ―Una chica con un chaleco y con un corazón a punto de salírsele por
el pecho―. Puede que los chicos me digan algunas mierdas por esto.
Sus hombros se tensan. ―No.
―Sí. Pero cuando ocurra, solo cúbreme la espalda. No salgas en mi defensa. No
seas mi escudo. ¿De acuerdo?
Tiene dificultades para aceptarlo. Pero finalmente asiente.
Bien. Me bajo de mi taburete, llevándome la bebida conmigo. ―Habitación 319.
Con el casco en la mano, me sigue al elevador. Mis manos tiemblan al tiempo que
saco la tarjeta-llave de mi bolsillo trasero y abro la puerta. No doy más que un paso en el
interior antes de que él me levante contra su pecho.
Me aferro a él, mis brazos presionándose alrededor de su cuello. Me carga por la
habitación y me acuesta sobre la cama antes de colocarse sobre mí, acomodándose entre
mis muslos. Su pene está duro y grueso; sus manos grandes son gentiles al tiempo que
ahueca mi rostro.
Finalmente, su mirada se encuentra con la mía. Sus ojos oscuros son inexpresivos,
pero no están vacíos. El calor quema en su interior.
―Yo gano ―dice suavemente y su boca captura mis labios con un beso abrasador.
Así que yo también gano.
FIN 85
Kati Wilde es una mujer muy callada y de
caderas amplias de edad indeterminada y de
malos hábitos. Nacida en una familia muy
numerosa, ahora tiene una familia muy
pequeña (las leyes no fueron violadas en
esta transición), y escribe ficción romántica
para calmar su impulso más oscuro de
escribir Transformers erótica. Vive en
Oregon, por lo que la mayoría de ustedes se
encuentran muy a salvo, y tiene dos gatos
viejos.
Sobre nuestra serie: 86
La serie Motorcycle Clubs es para lectores
de romance que desean todo el calor y la
emoción, pero que no tienen todo el tiempo del mundo. En este momento,
solo estamos publicando novelas: nuestra intención es proporcionar a los
lectores, romances MC cortos (pero satisfactorios). A veces podemos
continuar la historia de una pareja en varias novelas, pero cada novela
individual tendrá una resolución romántica satisfactoria. Debido a que son
cortos, enfocamos las historias en el erotismo y el romance, y construiremos
los mundos de MC a medida que progresa cada serie.
RISKING IT ALL
Hace un mes atrás, arriesgué todo con una
apuesta que debería haber hecho mío a Jack
Hayden. Pero ahora creo que de verdad he
perdido...
Toda mi vida, he luchado por todo lo que
quiero. Eso me ha ganado un lugar como el
único miembro femenino de los Hellfire Riders
MC. Me ha dado treinta noches con el caudillo
peligroso de los Riders. Me ha dado esperanzas 87
para mucho más.
Sin embargo, cuando Jack abandona la cama
antes de que se cumplan las treinta noches, el
dolor de luchar por más tiempo en los brazos de
Jack simplemente ya no vale la pena el riesgo. Porque no puedo exponer
ninguna vulnerabilidad, sobre todo ahora que los Devil’s Hangmen están
intentando conquistar el territorio de los Rider, y Jack puede abrir mi
corazón de par en par con tanta facilidad...
Hellfire Riders MC #5
88