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Betting It All - Kati Wilde - Hellfire Riders MC #4

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Esta traducción fue hecha de fans para fans, sin ningún tipo de

ganancia. Hecho para promover la buena lectura y darle la posibilidad


de leer el libro a aquellas personas que no leen en inglés. Puedes
apoyar a la autora comprando sus libros y siguiéndola en sus redes
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2
Pau Carmichael & Ana09

MadHatter Erienne
Messer’ Ivettelaflaca 3

Astrea75 AmiNatera13
León MadHatter

MadHatter

Xime
Sinopsis

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5
4
Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Sobre la Autora

Próximo Libro
Como único miembro femenino de los Hellfire Riders, he
luchado por todo lo que tengo. Pero ahora voy a perderlo
todo...
Una estúpida apuesta hecha hace años atrás me va a arruinar. Me
había olvidado por completo de ella, pero el jefe militar de los
Riders, no. Ahora el miembro más peligroso del club está decidido a
recoger su premio: una noche en mi cama.
Pero yo no soy lo que Jack Hayden desea. Él ha estado
tratando de deshacerse de mí desde que recibí mi chaleco. Cree
que soy débil. Piensa que soy vulnerable. La única posible razón por 5
la que intenta seguir con esta apuesta, es para tratar de derribarme
delante de nuestros hermanos. Así que no le voy a permitir
tenerme, sin importar la cantidad de placer que él pueda darme.
Nunca voy a desear su toque...

Hellfire Riders MC #4
Traducido por MadHatter
Corregido por Erienne

―C
asi terminamos, Lily. ―Gunner levanta los guantes de boxeo al
nivel de su rostro demasiado apuesto―. Golpe de izquierda.
Con los músculos adoloridos, golpeo el puño contra el
acolchado blanco. ¡Zas!
―Golpe cruzado a la izquierda y termina con uno hacia la derecha.
El dolor comienza en mi codo y se extiende hasta mi hombro con el movimiento de
izquierda. Apretando los dientes, continúo. ¡Zas! A la derecha. ¡Zas!
Mi pecho se eleva y me lloran los ojos mientras retiro mi puño. El entrenamiento
ha terminado pero sigo saltando en el lugar, esperando que me indiquen que hemos 6
finalizado.
―El golpe de izquierda fue débil. ―Frunciendo el ceño, Gunner echa un vistazo a
la cicatriz lívida sobre mi codo―. ¿Te encuentras bien?
¿Además de querer llorar porque se siente como si alguien me hubiera acuchillado el brazo?
Pero no fui apuñalada. Me dispararon. Sin embargo, es solamente una herida superficial,
prácticamente nada. Y ha sanado lo suficiente como para que mi piel ya no se abra o
sangre, por lo que me molesta todavía sentir dolor. ―No pasa nada. ¿Quieres que lo
intente de nuevo?
―Nah. Estamos bien.
Bien. Abro las tiras de velcro de las muñecas de los guantes de boxeo y tomo una
toalla de mano para limpiarme el rostro. Estoy lista para ir a las duchas, pero si lo hago
antes de enfriarme simplemente seguiré sudando. Gunner me alcanza una botella de agua
y ambos miramos hacia el cuadrilátero de boxeo, en donde Spiral y Beaver están luchando.
A pesar de que solamente es una práctica, se golpean el uno al otro como si no lo fuera,
preparándose para las peleas que vendrán con la próxima reunión de motoristas. La
mayoría de los hermanos se han reunido en derredor, observándolos.
La mayoría. Stone atraviesa la sala de pesas junto a Knucklehead, quien mide el
marco de la puerta. Esta solía ser nuestra casa club, pero después de que los Hellfire
Riders se trasladaran al rancho de Erickson y se fusionaran con los Steel Titans, en su
lugar se convirtió en el gimnasio lejos de casa del club. Sin embargo, muy pronto, no
solamente estarán los Riders por aquí. Stone, Gunner, Blowback, y nuestro presidente son
dueños de la propiedad real y abrirán las puertas del gimnasio al público tan pronto como
las renovaciones se encuentren terminadas.
Es inteligente. Aunque no está tan poblada como Bend, Pine Valley está creciendo.
Una gran cantidad de jóvenes profesionales ha empezado a mudarse a la ciudad,
prefiriendo viajar diariamente los cuarenta y ocho kilómetros hasta la ciudad más grande
en lugar de vivir en ella. Un gimnasio se convertirá en un buen negocio.
Y si hubiera nacido con un pene, habría sido mi oportunidad.
Mi padre solía ser dueño de esta propiedad. Fundó a los Hellfire Riders y sirvió
como presidente durante décadas. Crecí corriendo alrededor de la casa club y ayudando a
los hermanos a arreglar sus motocicletas, pero nunca me permitió que usara un chaleco
durante su administración. No importaba que amara montar, que me encantara luchar.
Tenía tetas, así que lo mejor que podía esperar era abrirme de piernas debajo de un Rider
y convertirme en una dama vieja. Mi padre quería eso para mí.
Yo quería más. Así que luché para conseguir más, y lo obtuve. Pero no de él.
Cuando mi padre murió en un accidente hace cinco años atrás, Saxon Gray fue
elegido como nuevo presidente de los Hellfire Riders. Volví a casa de Afganistán, y
Widowmaker, uno de los viejos Hellfire Riders, patrocinó mi puja para conseguir un
chaleco. El primer día que me presenté usando un parche como insignia, hubo un alboroto
entre los hermanos, pero la Constitución del club dice que cualquier persona que sirvió en
las fuerzas armadas no puede ser rechazada sin una buena razón.
Así que logré entrar. No fue fácil, pero obtuve mis colores. Todo se lo debo a
Saxon. Y no le guardo rencor ni a él ni a los otros por comprar esta propiedad después de 7
que mi padre mordiera la parrilla de ese camión. Estaban velando por el bienestar del club,
asegurándose de que el lugar no pasara a manos de otra persona, y fue mi madre quien se
los vendió.
Si soy honesta, hay días en los que me duele que no me lo hubiese vendido a mí. Le
pedí que lo hiciera en más de una ocasión. Pero dijo que mi padre no hubiera querido que
fuera la propietaria de la casa club.
Esa es mi madre. Siempre poniéndose del lado de mi padre. Incluso después de
muerto.
Mientras bebo el agua, me uno a Widowmaker junto al cuadrilátero. Es un martes
por la noche y tiene esposa, hijos, nietos para mantenerlo ocupado, por lo que
normalmente no pasa el rato con los hermanos, excepto los fines de semana. Pero
últimamente, ha estado viniendo para ayudar a entrenar a los chicos que luchan. Nunca ha
luchado en el estilo MMA1, como el que harán en la concentración, pero ha boxeado la
mayor parte de su vida. Vale la pena escuchar su consejo.
No solamente en el cuadrilátero. Es quien me enseñó por primera vez sobre los
motores. El que me enseñó a lanzar un puñetazo. El que me habló de la cláusula de las
Fuerzas Armadas en la Constitución del club y dijo que debería tomar ventaja de ella. En
cierto modo, ha sido más un padre para mí de lo que fue mi verdadero padre alguna vez.
Solía desear que Widowmaker fuese mi papá, y teniendo en cuenta la forma en la que mi
padre solía compartir a mi mamá con otros miembros del club, bien podría haber sido

1 MMA: Artes Marciales Mixtas.


posible.
Pero no hay duda de dónde provienen mis genes. Tengo el cabello rubio claro y los
ojos grises de mi padre. También heredé su altura. Mi madre es simplemente algo
pequeña, pero mido un metro ochenta y dos, y fácilmente soy unos centímetros más alta
que Widowmaker.
Ahora ruge―: ¡Mueve tus putos pies! ―Y Beaver los levanta un poco, pero ya puedo
ver que no durará mucho tiempo más. Se encuentra agotado, ralentizándose, mientras
Spiral tiene un brillo en sus ojos que dice que solo acaba de empezar.
Widowmaker me mira, luego a Gunner. ―¿Lucharás esta noche?
El otro hombre niega con un gesto. ―Solo ejercitaré con los sacos, luego saldré
hacia Barracks. ¿Vendrás Zoomie?
Hacia el club nudista que los Riders les quitaron recientemente a los Eighty-Eight
Henchmen MC. Hemos ampliado nuestro territorio; para conservarlo, tenemos que
mantener una fuerte presencia allí. Por lo general, pido bebidas y meto un poco de dinero
en las tangas de las bailarinas, pero esta noche no podré hacerlo. ―Mañana temprano
sacaré mi pájaro.
Volaré con un equipo de topografía en el área silvestre de Diamond Peak. Mi
helicóptero no necesita una pista, así que puede aterrizar en cualquier lugar con suficiente
espacio libre. Por aquí, hace que sea la chica a la que acuden cada vez que alguien necesita
estar en el medio de la nada, sin que se trate de una excursión. 8
―Maldición. ―Gunner suspira con dramatismo―. Entonces, creo que solamente
seremos este hijo de puta de boca cerrada y yo.
¿Boca cerrada...? Mierda. No me había dado cuenta de que Blowback había
aparecido junto a él. El jefe militar de los Riders se mueve como un maldito ratón.
Pero Blowback nunca podría ser confundido con un ratón. Callado, pero nunca
tímido o pequeño. Si hay algo que lo asusta, no puedo imaginar qué sea. Me encuentro a la
altura de los ojos con una gran cantidad de miembros de este club y miro a algunos hacia
abajo; no hay muchos que me hagan levantar la cabeza, pero Jack Hayden es uno.
Y es duro. No es estúpido, en ninguna medida, pero abarrotado de músculos
cubiertos por vaqueros negros y camiseta de manga larga negra, a pesar de que el aire
acondicionado ha estado apagado durante las reformas y aquí es sofocante. La combinación
de su cabello corto oscuro y la sombra de barba en su mandíbula, solo lo hacen lucir más
oscuro y sólido, como un agujero negro, y cuando se encuentra cerca, mi atención siempre
gravita hacia él.
Nunca puedo simplemente mirar hacia otro lado. Tengo que verlo bien, en primer
lugar, desde sus botas hasta su rostro. Quiero ver cómo se para, como un soldado en
posición de descanso, con los pies separados y en línea con sus hombros. Necesito ver en
dónde se encuentran sus manos, los brazos cruzados sobre su pecho macizo, con las yemas
de los dedos descansando ligeramente en el bíceps opuesto. Tengo que saber hacia dónde
mira, ahora hacia el cuadrilátero, con su perfil tan inflexible como el de un centurión
romano, su mirada evaluando cada golpe, cada patada.
No tiene ningún jodido sentido que sea Jack quien atraiga mis ojos de esta forma.
Gunner es tan guapo que duele. Si entrara en cualquier agencia de modelos de Nueva
York, lo ficharían en el acto. Los rasgos de Gunner han sido esculpidos; a los de Jack les
dieron forma con un hacha que hizo pedazos todo lo que podría haber suavizado su
apariencia. Unas cejas gruesas y rectas oscurecen cada una de sus expresiones. Su nariz es
enérgica, su mandíbula fuerte, su boca firme. No es guapo. Ni siquiera es apuesto.
De alguna manera, aun así es jodidamente hermoso, y tan malditamente masculino.
Como si esa hacha hubiera sido usada por el Dios de la Testosterona y la cuchilla afilada
en una piedra con forma de pene.
Mi columna se tensa cuando se gira y su mirada capta la mía. Si alguien se da
cuenta de mi reacción, probablemente supongan una razón equivocada. Con sus ojos
oscuros inexpresivos y su mirada de no me importa una mierda, Jack pone incómodos a una
gran cantidad de hermanos. Como debería ser. Cada Rider es bueno en derribar a las
personas. Y muchos tienen una rivalidad amistosa entre ellos, en la sala de pesas, en el
cuadrilátero, así que siempre están mejorando. Jack podría limpiar el suelo con cualquiera
de ellos. Spiral allí arriba debe estarse sintiendo muy bien consigo mismo, pero Jack podría
hacerlo llorar, hacer que pida misericordia en cuestión de segundos.
Sin embargo, nunca pasó por las cuerdas. Estos chicos luchan por diversión o por
dinero o por orgullo; cuando Jack lucha, tiene como objetivo destrozar al oponente. Está
destinado a romper los huesos y a ver sangre, y se ha encargado de algunos de los
enemigos de los Riders tan fácilmente como un tanque que pasa por encima de un insecto.
Nada de eso me asusta. He visto el daño que puede causar, pero también he visto su
control. No es un arma encañonada a punto de disparar o una bomba a punto de explotar; 9
es un asesino paciente que sabe exactamente cómo utilizar cada arma letal en su posesión.
También es un Hellfire Rider, por lo que no las usará contra los otros miembros del club.
Pero un hombre no siempre necesita utilizar los puños para romper a alguien. Mi
espalda se endereza porque estar cerca de él es solo un ejercicio en espera, esperando a que
me derribe. Nunca directamente. Siempre es sutil. Sin embargo, cada vez es como un
cuchillo en mi estómago.
Y Jack Hayden me ha estado apuñalando por años.
No empezó de esa manera. Comenzamos bien. Al menos, pensé que así era.
A diferencia de muchos de los Hellfire Riders, Jack no es alguien que conozca de
toda la vida. Entró mientras me encontraba en el extranjero, así que solamente lo conocí
después de que mi padre muriera. En aquel entonces, era el vicepresidente de los Riders en
lugar del jefe militar del club; pero sus ojos eran tan inexpresivos y fríos, era igual de
callado, y no necesitaba de una gigantesca señal intermitente que me dijera que se
encontraba bastante jodido. Dañado, como si hubiera visto y hecho cosas que nadie debería
ver o hacer. Sin embargo, he aquí el problema: de inmediato, me gustó. Debido a que mi
padre había muerto sin que nunca hubiera tenido la oportunidad de demostrarle mi valía,
acababa de regresar de Afganistán, y una parte de mí también estaba bastante jodida. Así
que algo en mí conectó con algo que vi en él.
También era una iniciada, y no iba a arruinar mi oportunidad de convertirme en un
miembro con pleno derecho en el club, especialmente porque la cuestión de si deberían
permitirme entrar había desatado una guerra total entre algunos de los hermanos. Así que
mantuve mi cabeza gacha y la boca cerrada, pasando la mayor parte del tiempo en el garaje
de la casa club, ayudando a reparar y a mantener el estado de las motocicletas. Con mayor
frecuencia, Jack también se encontraba allí.
Esos días, el verlo nunca me hizo estar en guardia. Trabajábamos juntos con
facilidad. En cualquier otro momento, le hubiera preguntado si también quería que
jugáramos juntos. ¿Grande, peligroso, y con grasa de motor en sus manos? Diablos eso
sería como ganarse el premio gordo. Pero nunca le pregunté porque no me encontraba en
condiciones de continuarlo. ¿Follar con un portador de un parche, mientras era una
novata? Podría simplemente haberme escrito en la frente DAMA VIEJA en su lugar.
Resulta que eso es todo en lo que Jack creía que era buena, de todas formas.
Aprendí eso el día en que de lo contrario, habría sido el mejor de mi vida, el día en
el que el club votó para dejarme entrar. Un día que empezó tan mal, mientras me
encontraba allí de pie y escuchaba a algunos de los hermanos argumentando sus cosas
inventadas, razones de mierda por las que no se me debería permitirme el ingreso. La
mayor parte de las razones se reducían a: Tiene partes femeninas en lugar de partes masculinas.
Entonces Jack tomó la palabra. Hasta ese segundo, pensé que apoyaba mi
candidatura para conseguir un chaleco. De forma callada, como es su forma de ser. Pero
aun así pensé que me apoyaba.
En su lugar, la duda salió de su boca. ―Coño o polla, me importa una mierda. Lo
que importa es si ella es lo suficientemente fuerte como para proteger nuestras espaldas, si
puede luchar. No la he visto hacer nada de lo que dice que puede hacer.
Ese fue el primer cuchillo en el estómago. No lo había visto venir, así que su duda 10
me apuñaló directamente y me hirió tan jodidamente mal. Pero la sensación de que me
apuñalaran no me era ajena. Mi padre lo había hecho toda mi vida. Así que hice la misma
jodida cosa que siempre he hecho.
Se lo demostré.
Jack se limitó a reír cuando lo desafié en ese mismo momento, pero algunos de los
que tenían parches que estaban ansiosos por deshacerse de mí, levantaron el guante. Al
principio, también se rieron. Dejaron de hacerlo cuando golpeé sus traseros.
Ese día me fui de la casa club con dos dedos rotos, un chaleco con el parche de
Rider en la parte posterior, y un infierno más de respeto del que me tenían cuando entré.
Y me fui con un dolor en mi interior que todavía no ha desaparecido.
Las dudas de Jack tampoco han desaparecido. No puedo contar cuántas veces me ha
insinuado sutilmente que tengo que dar un paso adelante y demostrarle que estaba
equivocado. Normalmente no me importaría, algunos de estos chicos ni siquiera son
sutiles. Al entrar, sabía que tendría que trabajar el doble de duro que cualquiera de los
hermanos para mantener mi lugar aquí. Es una mierda, pero así es como funciona este
mundo. Tuve que hacer lo mismo cuando me enlisté. ¿Y la mierda abiertamente machista?
Simplemente puedo poner mis ojos en blanco y negar, y la mayoría de los chicos harían lo
mismo. Pero la duda sembrada por Jack se cuela en mi interior. Así que en lugar de
trabajar el doble de duro, como esperaba, tengo que hacer mucho más que eso. Es
frustrante y agotador. A veces me pregunto si es lo que busca, desgastarme hasta que diga
que este club no vale la pena el esfuerzo que le dedico.
No lo haré. No para probar que se encuentra equivocado, sino porque es en este
club a donde pertenezco.
También Jack Hayden. No puedo discutir eso. No tendremos un mejor jefe militar.
Así que seguiré lidiando con este dolor sin fin y esperaré que un día se canse de
apuñalarme.
Solamente desearía que lo hubiera hecho el primer día. Si hubiese sido así, nunca
me habría gustado. Nunca me hubiera importado su duda, por lo que nunca me habría
lastimado.
Y en estos momentos no me encontraría tan jodidamente tensa.
Con mi espalda rígida, me obligo a apartar la mirada, regresándola hacia Spiral y
Beaver. Todavía puedo sentirlo observándome. Siempre me está vigilando. Buscando
debilidades, probablemente.
En el cuadrilátero, Spiral está cerrando la ronda. Beaver no tiene mucha más
fuerza. Se mueve por la lona como si nadara en alquitrán.
―Una cosa es absolutamente segura ―le digo en voz baja a Gunner―. No
apostaré dinero por Beaver en la concentración.
Su hermosa sonrisa destella pero no responde. Por el movimiento de su mirada más
allá de mi cabeza, me doy cuenta de que alguien viene detrás de mí.
―Hola, Zoomie. ―Valentine pasa su pesado brazo sobre mis hombros. Un gesto
amistoso real. No soy su amiga. Es uno de los imbéciles a los que derroté el día en que
conseguí mi parche. Protestando que un coño nunca debería usar un chaleco, le dio la 11
espalda a sus colores y se unió a los Steel Titans.
Sé que el presidente no quería reincorporar a los tres Titans que abandonaron a los
Hellfire Riders cuando yo entré, pero cuando nos fusionamos con el otro club, decidió
darles una segunda oportunidad, con el entendimiento de que no habría ningún
cuestionamiento en que yo fuera una Rider. Hasta ahora, todo el mundo ha sido amable,
tratando de no provocar ninguna mierda.
Así que aprieto los dientes y permanezco amable. ―Hola.
―¿Quién dices que ganará? ―Hace un gesto con su cabeza hacia Beaver y Spiral.
Solamente una jodida estúpida no podría ver quién la tiene guardada en la bolsa, así
que, obviamente, me está llevando hacia otra cosa. Me encuentro bastante segura de saber
hacia dónde es. Duke es otro Titan que dejó a los Riders cuando entré, pero se ha
suavizado en los últimos cinco años. Incluso se disculpó conmigo por ser un idiota, y me
dijo que Valentine nunca había superado que le hubiera roto el trasero. No he pensado
mucho en Valentine en absoluto, pero al parecer ha pasado mucho tiempo adicional
entrenando en el cuadrilátero. Definitivamente es mucho más grande de lo que solía ser,
cargando un aumento de alrededor de veintidós kilos de músculo.
―Spiral la tiene ganada ―digo―. ¿Qué pasa, Val?
―Nadie subirá después de estos dos. ―Su boca se encuentra fija en una sonrisa
fácil, pero sus ojos perforan los míos―. ¿Quieres darme una revancha?
Lo sabía. Me encojo de hombros. ―Supongo. Aunque esta noche no.
―¿No? Ya entraste en calor. A menos que el sargento de aquí te haya dejado
agotada.
Hay una entonación maliciosa adherida a eso. Mierda, diablos. Me siento tan
cansada de esta mierda. ―En realidad, yo lo dejé agotado ―digo y estoy agradecida
cuando Gunner se ríe y asiente. También se encuentra irritado, pero sabe que no debe
intervenir. A menos que la mierda se vuelva fea, dejará que me ocupe de esto―. Pero estoy
a punto de volver a casa. Tengo un vuelo temprano por la mañana.
Sus cejas rubias se elevan. ―¿Desde cuándo eso te ha detenido para quedarte
afuera casi toda la noche, bebiendo y lamiendo coños? Ni siquiera llegarás tarde a casa. A
las diez en el exterior, ¿de acuerdo?
Jesús. Lo de lamer coños siempre surge de alguna manera. Como si ellos no los
lamieran también.
Creo que les molesta, a imbéciles como Valentine, porque saben que los lamo mejor
y, cuando quiero una polla, no monto las suyas.
Esta vez, mi encogimiento de hombros es lo suficientemente brusco como para
apartar su brazo. ―¿Qué tal esta razón: tal vez es porque se no me da la gana?
―¿Por qué? ―Entrecierra sus ojos―. ¿Tienes miedo de perder? ¿O miedo de que
la primera vez haya sido pura suerte?
Difícilmente. ―Simplemente no me gusta ver llorar a un hombre.
12
Lo digo con una gran sonrisa. Todo seguirá permaneciendo amable. Solo algunos
Riders jugando, bromeando entre sí.
Incluso si quiero golpear su puta cabeza.
Resopla como si mi respuesta fuera divertida, pero acabo de golpear un verdadero
punto de dolor en su ego inflado. Su sonrisa desnuda sus dientes. ―Entonces vamos a
entrar en el cuadrilátero y veamos quién llora…
―Cálmate, Valentine.
Jack. El dolor en mi estómago al instante se agudiza, el cuchillo deslizándose en mi
interior. Mi mirada se dispara a su rostro. Sus ojos oscuros hacen que Valentine luzca
muerto en su punto de mira. Rezo para que se detenga allí mismo, pero continúa y su voz
nunca es amable. En vez de eso cada palabra produce un incendio como la ronda de un
arma de asalto.
»Su brazo está jodido y estuvo allí arriba con Gunner durante una hora. Tú has
estado sentado sobre tu culo. ¿Quieres una revancha? Espera hasta que esté fresca y sana.
Que sea igualitario.
Un grueso nudo se retuerce en mi garganta. Dios lo maldiga. No quería pelear esta
noche. Me siento tan malditamente cansada y mi brazo está gritando, y de verdad no me
importa una mierda el ego de Valentine. Pero ahora no tengo otra opción. Y al igual que
siempre, Jack me hace trabajar más duro de lo que debería.
Porque jamás será igualitario. Y ahora que él ha mencionado mi lesión, la próxima
vez que alguien pregunte si puedo mantenerme por mi cuenta, traerán a colación este
incidente, pero lo harán sonar como si hubiera retrocedido. Van a decir que si tengo un
rasguño, no seré buena para nada, que tomaré la salida fácil. Nadie diría absolutamente
nada si fuera uno de los hermanos y renunciara a tener una pelea hasta que una herida de
bala sanara. Pero si yo utilizo una lesión como una razón para evitar una pelea, sin duda,
alguien dirá que no pueden confiar en mí para que cuide la espalda de un hermano, porque
todo lo que se necesitará es que me llegue mi periodo para que me pongan fuera de
servicio.
Al diablo con eso. Y también al diablo el jodido Jack Hayden.
Lo miro fijamente para que no pueda confundir exactamente lo que pienso de él.
Simplemente me observa directamente en respuesta, su mirada inexpresiva. Como si no le
importara una mierda.
Tragándome el dolor y la rabia, me dirijo a Valentine. ―A la mierda mi brazo ―le
digo―. Hagámoslo.

13
Traducido por astrea75
Corregido por Ivettelaflaca

S i fuera agradable, me sentiría mal por Valentine. Pero no soy agradable. Así
que en su lugar envuelvo mis manos en silencio y disfruto de cómo algunos
de mis hermanos reprimen sus sonrisas cuando lo ven. Ya está en el
cuadrilátero, calentando, y con una mirada arrogante como el infierno.
No debería sentirse tan seguro, pero ese error no es su culpa realmente. Los dos
clubes se fusionaron recientemente, así que solamente hemos trabajado juntos durante
unas pocas semanas. En estos momentos, he tomado el gimnasio con calma, puede que
haya dado la impresión de que Gunner me presionaba con fuerza, para luego dejarme de
lado con el fin de obtener un verdadero trabajo con Stone o con Jack, haciendo el
entrenamiento fuerte que hace que todos los demás en el gimnasio se detengan y observen. 14
Pero si no hubiera recibido un disparo, estaría ejercitando con ellos.
Los hombres que vinieron con los Titans no podrían saberlo. Y como somos un
montón de idiotas, nadie se apresura a decirle a Valentine que me encuentro por encima de
su estado físico. Me han visto pelear y Valentine no me ha visto hacer otra cosa más que
golpear un guante, pero yo lo he observado en el cuadrilátero varias veces y sé
exactamente qué puede hacer.
Gunner comprueba mi casco protector. En una pelea real, solo estaríamos usando
guantes, pero lo vamos a mantener amigable. Satisfecho, golpea mi cabeza acolchada.
―Hazlo rápido.
Tengo la intención de que así sea. Me aflojo la blusa que llevo encima de mi
sujetador deportivo. Los pantalones cortos de gimnasia se aferran a mi culo y mis muslos
como una segunda piel. Mi trenza está escondida debajo del protector; no le pienso dar a
Valentine algo para que me sujete. Cuando subo al cuadrilátero; Widowmaker golpea su
gran puño contra la lona, llamando la atención.
―Esto es una revancha ―señala―. Las mismas reglas de hace cinco años atrás. Si
tu espalda golpea la lona, estás fuera, se terminó el juego. Sin golpes en la entrepierna, ni
arañazos en los ojos, ni golpes en la columna. ¿De acuerdo?
―Está bien ―responde rápidamente Val, ansioso por empezar.
Asiento cuando Widowmaker me mira. Me observa de la misma forma represiva
que solía hacer cuando me iba de la lengua con mi padre. Es su forma de decirme que no
me salga por la borda. Que mantenga esto amigable. No es solo Valentine contra mí.
Humillar a uno de los antiguos Titans no sería bueno para nadie. Asiento de nuevo para
indicarle que recibí el mensaje, luego miro hacia el maldito Jack Hayden, quien no ha dicho
una palabra desde que accedí a pelear. En cambio, solo me fulmina con la mirada.
Bastardo. Pero aunque sé exactamente lo que es, todavía existe este maldito dolor
en mis entrañas, y es estúpido mirarlo cuando debería estar centrada en Valentine.
Así que me enfoco; somos de la misma altura pero me sobrepasa por treinta kilos.
Grande, pesado; un poco lento; es por eso que ganaré.
Widowmaker me enseñó a lanzar un golpe, también me enseñó que un golpe nunca
será suficiente. Es física, pura y simple, la fuerza es igual a la masa por la aceleración, y yo
no tengo la masa. Soy rápida y fuerte, pero mi cuerpo es delgado, sin paquete de músculos
como algunos de los hombres, así que nunca golpearé tan fuerte como lo hacen varios. En
su lugar tengo que ser rápida e inteligente y usar la masa de mi oponente en su contra,
porque si fuera un mano a mano en un combate de boxeo contra Valentine,
intercambiando golpes de acá para allá, estaría frita.
Pero esto no es un simple combate de boxeo. Prácticamente vale todo.
Sé cómo probablemente atacará. Cuando entrena, una combinación consigue más
juego que cualquier otra. Comenzará con un golpe de izquierda y un gancho a la derecha
luego pivoteará en un gancho de giro seguido de una patada voladora. Arrojarlo sobre su
espalda durante el gancho de retroceso, debería ser fácil, sencillo, sin embargo, primero lo
dejaré conseguir un poco más de movimiento.
Sus ojos azules se entrecierran cuando chocamos los puños en el centro del
cuadrilátero. 15
―Puedes echarte atrás, si quieres… por estar lastimada y todo eso.
Vete a la mierda, pienso, pero replico―: Puedes echarte atrás, si quieres… puedes
ser superado y todo eso.
Valentine resopla una breve carcajada, y retrocedo sonriendo. No puede decir que
no fue advertido.
A pesar de no querer pelear, a pesar del dolor irregular de mi brazo, me estoy
sintiendo muy bien. Levanto mis puños y lo miro a los ojos. Él ha mejorado en los últimos
cinco años, cuando pensaba que luchar suponía golpear tan fuerte como fuera posible, pero
aún anunciaba cada golpe.
Y aquí está el golpe de izquierda, lo evito fácilmente y espero el gancho, pero su
mirada rápidamente va a mi brazo izquierdo antes de tratar de propinarme un derechazo
en la zona. Va por mi herida de bala.
No solo con el objetivo de ganar esta pelea, sino de lastimarme.
Mi diversión se desangra como si hubiera sido destripada. El estúpido hijo de puta,
me está dando todo el incentivo para jugar.
Detengo su movimiento de muñeca. Giro y meto mi cadera en su estómago,
levantándolo. Su brazo todavía se mueve y mantengo toda la masa detrás del movimiento.
Su espalda golpea la lona. Me mira, aturdido y parpadeando.
Mi sangre está golpeando en mis oídos. Estallan risas, de algunos de los hermanos.
Mierda. Widowmaker estará molesto. Mantenlo amigable a pesar de que este idiota trató de
lastimarme, es malditamente fuerte, pero le ofrezco mi mano.
―Lo siento hermano, tal vez la próxima vez…
Valentine se abalanza tambaleante. Mierda. Levantando mis manos, me alejo
alegremente. La risa de los hermanos se detiene en un silencio incómodo.
No quito los ojos de Valentine. Su rosto está rojo como una ampolla de sangre. ¿Es
un simple movimiento reflejo o realmente viene por mí? Extendiendo mis manos, digo―:
Val…
Rugiendo, viene a la carga. Tengo una fracción de segundos para decidir si
esquivar o derribarlo. Jack ya está en las cuerdas, Gunner lo sigue justo detrás.
Widowmaker grita algo, probablemente que me mantenga fuera del camino.
Voy a dejar que los chicos lo manejen. Al diablo con eso.
Cambio mi peso sobre mi pie apoyado detrás y Jack choca contra mí, sacándome de
un empujón de la trayectoria de Valentine. Trato de contrarrestarlo, pero mi balance está
jodido y mis pies se enredan. Unas manos férreas retienen mis brazos y me giro con
rapidez, de frente a Val otra vez, pero Gunner está entre nosotros. No puedo ver nada más
que su espalda.
La ira engrosa la profunda voz de Jack. ―Retírate, Lily.
Maldita sea. Trato de deshacerme de su agarre pero mis brazos se desgarrarán
16
antes de que sus dedos me dejen ir. ―Lo tengo, ¡maldita sea!
―Terminó la pelea. Este es trabajo de Gunner. ―Jack me empuja hacia atrás
contra su pecho, sus musculosos brazos bloqueándome como una jaula de hierro―. Así
que ríndete de una puta vez.
La frustración se eleva como un grito pero la controlo. Es el trabajo de Gunner.
Tiene razón. Como sargento de armas de los Riders, es el deber de Gunner mantener el
orden entre los miembros del club.
Valentine también está quieto. A través del rugido de mis oídos, escucho a Gunner
preguntarle a Val en qué mierda estaba pensando, pero no me importa oír la respuesta, sé
cuál es, una mujer le ganó y perdió la maldita cabeza.
―Déjame ir ―indico, mi voz es uniforme, solo un poco de rabia me atraviesa.
Después de una breve vacilación, el agarre de Jack se afloja y me aparto, sin mirar
hacia atrás, sin mirar a Gunner o a Valentine. Sacando mis guantes, me dirijo a
Widowmaker, la boca del anciano se encuentra tensa y hay dureza en sus ojos. Mi pecho se
siente como si un bloque de plomo estuviera atascado detrás de mis costillas.
―Lo siento ―musito en voz baja.
Asiente, todavía mirando hacia el cuadrilátero y me doy cuenta que no está enojado
conmigo. ―Fue directamente por tu brazo.
―Sí.
―Tuviste una victoria limpia. Así que a las duchas y lárgate de aquí. ―Las
palabras son duras pero percibo el afecto debajo―. Yo lidiaré con esta mierda y nos
reuniremos mañana.
En la reunión mensual del club no, pero sí en la junta ejecutiva. Grandioso.
Mi estómago es un nudo cuando tomo mi bolso y me dirijo a la parte trasera del
edificio. Mi brazo lesionado se encuentra en llamas, el nivel de adrenalina sigue en alza, la
rabia aún arde. Voy a estar en la ducha por un maldito largo tiempo antes de poder
refrescarme. Por lo menos no tendré que lidiar con nadie hasta que lo haga.
Cuando este sitio era una casa club, había literas, duchas comunales y algunas
habitaciones privadas para cualquiera que necesitara un lugar para dormir por la noche.
En su mayoría, las habitaciones privadas eran usadas para follar, pero yo las uso para
cambiarme. Me gustaría usar las duchas comunales; no me importa si los hermanos me
ven desnuda, pero algunos de ellos actúan de forma tímida porque no pueden evitar que
sus pollas se endurezcan cuando estoy agachada o enjabonándome, y verlos escabullirse
con sus manos sobre su ingle es triste y lamentable.
Pero sobre todo es porque Widowmaker una vez entró en las duchas mientras
estaba desnuda, y eso fue raro, demasiado raro.
No me doy cuenta de que Jack me está siguiendo hasta que intento cerrar la puerta
de la habitación privada y la madera golpea su palma con un golpe seco. Mi mirada se
dispara a su rostro. Tiene la mandíbula tensa y los ojos entrecerrados. Está molesto.
Pero a diferencia de Widowmaker, está enojado conmigo, si no fuera así, aún se
17
encontraría ahí afuera, matando con la mirada a Valentine.
Arrojo mi bolsa sobre la cama estrecha. ―Di lo que sea que quieras decir y lárgate.
Suavemente cierra la puerta, aparentemente lo que sea que quiera decir tomará un
tiempo. Mierda. Bueno, puede hablar, yo voy a tomar una maldita ducha. Dándole la
espalda, me quito mi sujetador.
Su voz es peligrosamente calma. ―¿En qué diablos estabas pensando, Lily?
Mi mandíbula se aprieta. Cometí un error al perder los estribos y ganarle a Val tan
rápido, sé que metí la pata, pero ya me disculpé con Widowmaker quien es uno de los dos
hombres en este club al que le debo algo. Si nuestro presidente quiere respuestas y una
disculpa de mi parte, se la daré. Pero no le responderé al maldito Jack Hayden. En su lugar
saco la banda elástica de mi cabello y comienzo a pasar mis dedos entre la trenza.
El silencio dura un segundo antes de que vuelva a insistir. »Val tenía sangre en los
ojos antes de que entraras en el cuadrilátero. Sus bolas estaban en juego. Habría hecho
cualquier cosa para ganar y si no hubiera ido por tu brazo, habría ido por tus rodillas o tu
cabeza. Se iba a poner feo sin importar lo que hicieras. Entonces, ¿por qué no tomaste la
salida que te di?
―¿Me estás tomando el pelo? ¿Una salida? ―La incredulidad agudiza cada palabra
a medida que lo enfrento―. Después de que metieras tu nariz, no tenía ninguna otra
opción más que pelear con él.
Sus cejas se levantan, su expresión se oscurece. ―Puras mierdas. Le dije que
esperara.
Oh, por el amor de Dios. Cómo es que no sabe exactamente el modo en que eso me
dejó sin opciones. Demasiado disgustada para responder, niego con un gesto y tomo mi
toalla.
El cuarto es pequeño y lo cruzo rápidamente. Sus fuertes dedos sujetan mi muñeca
y me gira para enfrentarlo. Mi cuello está tan tenso que los músculos se sienten como si
pudieran romperse y de repente soy consciente de mis tetas desnudas, mi pecho agitado,
mis pezones endurecidos, pero su mirada inexpresiva nunca se desvía de mis ojos.
»Tonterías ―gruñe otra vez―. Así que explica lo que acabas de decir. ¿Cómo es
que te dejé sin opciones?
―Vaya, Jack… ¿qué piensas? Tal vez solo fue igual a cualquier otra vez que “has
cubierto mi espalda”. ―Las comillas que hago en el aire en “has cubierto mi espalda”
apestan porque tiene mi mano atrapada entre nosotros, pero consigo que entienda el
sarcasmo. Sus ojos se entrecierran como si estuviera a punto de desestimar también esto,
pero no se lo permito―. Y en cambio le das la oportunidad a cada hermano que quiera
pelear conmigo. Esta vez, es “Oooh, la pobre y frágil Lily no puede pelear si tiene una herida”.
Al diablo con eso, vete a la mierda, y ahora lárgate.
Trato de liberar mi muñeca y me deja ir. La ira me ciega cuando entro a la ducha.
Es una caja de concreto con una puerta de cristal esmerilado, que me oculta desde la
espinilla hasta los hombros. Coloco la toalla sobre la parte superior de la puerta y
descubro que aún visto mis pantalones cortos. Maldiciendo, los bajo con brusquedad por
mis piernas junto con las bragas y los descarto. 18
El agua sale congelada pero meto mi cabeza debajo del chorro de todas formas,
cerrando los ojos. Maldito sea el jodido Jack Hayden. Golpeo el dorso de la palma de la
mano contra la pared de hormigón. Desearía que fuera su maldito rostro. Que se joda. Solo
que se joda.
Que se joda.
Aprieto mis dientes. No, no, no, mi cerebro no irá por ese camino hoy. Me he
imaginado tener sexo con él antes y probablemente lo imaginaré otra vez, porque me
gusta rudo, grande y magnífico y siempre está allí, fastidiándome. Pienso en lo dulce que
sería tener todo ese poder entre mis piernas y hacer que el bastardo ruegue por más.
Pero no soy agradable, y me gustaría ver al grande y peligroso Jack Hayden
deshacerse por el toque de mis manos, de mi boca.
Pero él no lo haría, el mundo se acabaría antes de que él fuera capaz de
desmoronarse. ¿Y yo? Jesús, estoy tratando de no desmoronarme en este momento.
Apoyo mis manos contra la pared de hormigón debajo de la ducha. El agua
finalmente se ha calentado, resbalando por mi cabeza inclinada y mis hombros. Mi cabello
cuelga en una espesa cortina rubia a ambos lados de mi rostro, pálido, incluso cuando está
mojado. No puedo ver nada más que mis tetas y mis uñas de los pies pintadas de rojo
cereza, y el drenaje de acero inoxidable.
¿Jack se fue? No quiero girar mi cabeza y mirar, no he oído la puerta cerrarse. Sin
embargo, eso no significa nada. El bastardo es tan silencioso que podría probablemente
meterse en la ducha sin que me diera cuenta.
Maldita sea. Maldición. No quise pensar eso. Quiero decir, no deseo pensar en él
metiéndose en algo. Porque él está enfadado y yo enojada, y el único resultado posible
sería mi espalda golpeando la pared con mis piernas alrededor de su cintura y su polla
penetrándome muy profundo. Entonces habría mordido su hombro y él sujetaría mis
manos y me cabalgaría duro, tan duro, hasta que me viniera con mis dientes aferrados a su
grueso musculo y mi coño apretando su polla.
Dios. Ahora cada nervio de mi cuerpo grita que la puerta de la ducha se abra. Mi
piel se tensa por la anticipación y la necesidad. Sin embargo, sé lo que realmente me pasa,
cinco minutos atrás estaba exaltada, lista para rodar sobre el culo de Valentine. Entonces
llega Jack con su mierda Te estaba dando una salida. Mierda. Toda la rabia se ha
revolucionado dentro de mí y se condensa en frustración sexual.
No lo deseo. Porque dentro de una hora dejaré de estar excitada cuando piense en
él. Me hará daño otra vez. ¿Cuántas veces ha deslizado ese cuchillo en mis entrañas,
tratando de acabar conmigo? Si lo llevo a la cama, estaría afilando la hoja. Follar con un
hermano, con cualquier hermano, podría perder todo lo que he ganado en el club. Con solo
unas pocas palabras podría rebajarme a ser un coño y un par de tetas.
Pero me conozco. Si Jack realmente entrara en esta ducha, lo follaría hasta dejarlo
muerto.
Mis dedos se hacen puños contra la pared, el hormigón raspando mis nudillos. No
giro la cabeza. Tal vez, aún está allí, tal vez no; en realidad no importa.
Nada importa salvo mantenerme firme ahora. Para salir de aquí fría y dura, como si 19
no me importara ni la más mínima mierda. Algunos días es más fácil que otros. No soy fría
por naturaleza, soy demasiado como mi padre, quien solo vivió para follar, pelear y
montar.
Mi padre era también un furioso idiota egocéntrico. Yo no soy agradable, pero no
quiero cruzar esa línea y nunca quisiera ser igual a él. Los Riders ya tienen su parte de
idiotas egocéntricos en las filas, añádele uno más, ahora que Valentine está de regreso.
Valentine. Santa mierda, su rostro aturdido y mirándome, como si su pequeño
cerebro no pudiera procesar que lo di vuelta como si fuera un colchón sucio.
Sonrío a la pared durante un minuto interminable, nunca me cansaré de recordar su
sorpresa. Pero me arrugaré si me quedo mucho más tiempo en la ducha, mi brazo duele
como un hijo de puta. Todo lo que quiero en este momento es mi cama y un Vicodin, y no
precisamente en ese orden.
El vapor llena la pequeña habitación cuando cierro el agua. Jack está todavía aquí,
de pie con la espalda apoyada contra la pared junto a la puerta de la ducha. Su mirada me
penetra tan pronto como levanto la cabeza.
Mi corazón trastabilla contra mis costillas pero mis movimientos siguen siendo
tranquilos cuando me escurro el agua del cabello y alcanzo la toalla. Tal vez, ha estado
observando todo el tiempo, no lo sé. Lo estudio sobre el vidrio esmerilado mientras me
seco. No está molesto, en lugar de eso me mira fijamente, sus oscuros ojos marrones
ilegibles.
―Tal vez no escuchaste la parte de “lárgate” ―digo. En estos momentos, no busco
una pelea.
―Te escuché. ―No hay disculpa en su profunda voz―. No había terminado.
―¿No acabas de decirme que no debería haber enfrentado a Valentine? ¿O es otra
cosa? Porque solo escucharé si se trata de otra cosa.
―Es otro asunto ―afirma, pero no continúa, en su lugar se queda silencioso
cuando meto la toalla entre mis pechos y salgo de la ducha. Puedo sentir su mirada
siguiéndome hasta la cama, en donde busco en mi bolso la botella con la prescripción.
Normalmente no debería tomar un analgésico en su presencia, pero no es como si
esta lesión fuera un secreto. Es difícil ocultarle algo, de todos modos, ve todo y
probablemente ha notado que me duele.
Tomo una pastilla y la trago en seco. ―¿Qué asunto no puede esperar hasta la
reunión de mañana?
―No tiene que ver con el club.
―Entonces ¿es algo personal? ―Saco ropa interior limpia del bolso y trato de
pensar en un solo tema personal entre nosotros. No hay nada, solo el club. Apenas sé algo
acerca de él, excepto que estuvo en el ejército. Ni siquiera sé en qué área, aunque teniendo
en cuenta la forma en la que pelea y la falta de piedad con la que trata a los enemigos del
club, apostaría mi culo a que estuvo en las fuerzas especiales. Ahora es dueño de un taller
de reparaciones en la ciudad, pero nunca le he llevado una motocicleta o un vehículo, los
reparo yo misma―. ¿Es por eso que necesitas mencionarlo mientras estoy desnuda?
¿Vamos atrasados para echarnos una follada de odio o algo así? 20
Jesús, está tranquilo, tan tranquilo. Apenas me doy cuenta de que viene por mí
antes de que se encuentre cerca, una sólida pared de músculos capturando mis caderas y
girándome para enfrentarlo, entonces, empuja mi cuerpo contra la pared tan rápido que no
puedo embestirlo con mi rodilla.
La tensión estira la piel sobre sus pómulos. Todo dentro de mí está inmóvil cuando
su mano derecha aprieta mi nuca. Lo he visto romper la espalda de un hombre, pero no
tengo miedo de que me lastime. En lugar de miedo, siento escalofríos en la piel y, otra vez,
el calor hace estragos en mí.
Esta es la forma en la que sabía que iba a suceder, contra una pared. Se siente duro
contra mí, tan duro y grande. La gruesa cresta de su polla se clava en mi estómago y un
peligroso borde agudiza su fría mirada.
No aparta la mirada de mis ojos. No observa mis labios o a la toalla deslizándose de
mis pechos. Un escalofrió rasga mi piel cuando sus dedos se deslizan hacia arriba sobre la
parte exterior del muslo bajo el borde de la toalla.
―¿Me estás ofreciendo una follada de odio, Lily?
No reconozco su voz, es tan baja, casi ronca. Y no está levantándome y penetrando
mi interior, está esperando mi respuesta.
Maldito sea. No quiero decir que no. Lo quiero dentro de mí, muy profundo.
Quiero ser su dueña cuando se corra, quiero tirar de su cabello y hacer que me vea cuando
lo haga, para que entienda que no me está follando, sino que yo lo estoy follando a él.
Pero no puedo decir que sí, no cuando lo usará para derribarme. Desnudo mis
dientes en una sonrisa, en su lugar. ―Me gustaría, Jack, pero ya estás haciéndolo mal.
Su expresión no cambia, su mirada no vacila, así que no tengo ninguna advertencia
antes de que su mano izquierda se deslice entre mis muslos. Oh, maldito Jesús, estoy
empapada. Mi cuerpo se estremece cuando sus largos y hábiles dedos pasan excitando mi
carne, y no necesita decir una palabra, mi coño habla por mí. Obviamente no está haciendo
nada mal.
»Y, ¿qué? ―increpo―. Me excito cuando me enojo. Cuando lo haces… mal…
―está frotando mi clítoris. Oh mierda. Oh mierda―. Es ahí cuando follas a alguien con odio,
follas a alguien… um.
Sus dos largos dedos se introducen profundamente y no puedo evitar mi aliento
ronco. Mis músculos internos se aprietan con avidez alrededor de sus dedos. Mis rodillas
casi colapsan. Me agarro a sus brazos, mis manos retorciéndose en sus mangas de algodón.
Oh, mi Dios. Se sienten tan bien dentro de mí, gruesos y ásperos.
Y ni siquiera he sentido su polla todavía.
Suelta mi cuello. Apoyando su mano derecha contra la pared detrás de mi cabeza,
se acerca más, su mirada fija todavía en mi rostro. Tengo que reprimir un gemido cuando
su pulgar se desliza para rodear mi clítoris.
―¿Cuando follas a alguien con odio…?
―Cuando follas a alguien con odio… ―No montas su mano. No lo haces. Incluso si ya 21
estás tan malditamente cerca. Jesús. Dios. Apretando los dientes, termino―. Es cuando
realmente lo odias.
Pero Jack no me odia. El odio requiere de esfuerzo, significa preocuparse acerca de
algo, lo suficiente como para odiarlo y no creo que yo realmente le interese una mierda. Su
polla está dura, pero no sé si acabará porque se encuentra conmigo o simplemente acabará
porque me tiene contra la pared. No percibo casi nada en sus ojos oscuros, aunque sus
dedos están enterrados en mi coño mojado. Solo me observa, midiendo cada reacción.
Y, de repente, la casi nada en sus ojos, pasan a volverse incluso más vacíos, como si
mi réplica borrara todo vestigio de emociones.
―Entonces me odiarás lo suficiente por los dos ―señala con voz ronca y sus dedos
reanudan un empuje exasperante y poco profundo, su pulgar jugando con mi clítoris―.
¿Así que te estás ofreciendo?
Quiero. Tan malditamente demasiado. Pero no de esta forma, conmigo
ofreciéndome, diciéndole que me tome. Porque follarlo sería suficientemente estúpido. No
voy a permitir que nadie lo tergiverse y diga que estaba rogando por esto.
Mi agarre se aprieta en sus tensos antebrazos. Sus tendones son como acero bajo
mis dedos. »Pídemelo.
Su expresión no se altera pero su mano está inmóvil. Así que al maldito Jack
Hayden tampoco le gusta ser el único que ruega por esto.
Hielo me recorre cuando sujeta mi nuca otra vez. »No tengo que pedirlo
―murmura―, porque ya he ganado.
Un enfermo dolor sordo se instala en mis entrañas. ¿Ganó? Existe solo una pelea
entre nosotros, solo una cosa que podría considerar una victoria y es que finalmente me
arruine, socavándome tan completamente que tenga que dejar el club. ¿Eso es lo que vino
a hacer aquí?
Mi garganta se siente en carne viva cuando pregunto―: ¿Qué ganaste?
―Lárgate ―gruñe abruptamente, no a mí.
Alguien se encuentra en la puerta. Mierda. Alguien está en la puerta y los dedos de
Jack están en mi coño y la toalla abierta. No me deja mover y me doy cuenta que su gran
cuerpo bloquea la vista del mío. Al menos hace eso, lo que sea que ganó, no va a
humillarme con esto.
Todavía.
―Está bien, hombre pero escucha un segundo primero. ―La respuesta nerviosa
pertenece a Hashtag, uno de los prospectos de los Riders. Mierda. Mierda. Mierda. Hashtag
es un tipo inteligente pero habla mucho. A toda prisa dice―: Stone dijo que tienes que
venir porque en este momento otro club ha entrado en el estacionamiento.
Incluso con sus dedos dentro de mí Jack instantáneamente cambia su personalidad
hacia los negocios.
―¿Que club?
―Los Devil’s Hangmen. 22
¿Quiénes? Mi mirada se fija en la de Jack. Un ceño fruncido oscurece su rostro y
escudriña mis ojos como si buscara una señal de reconocimiento. No creo que él tampoco
haya oído de ellos.
Niego y Jack asiente. ―Estaremos allí ―responde y se aleja de mí, tan pronto
como la puerta se cierra―. Terminaremos con esto después, Lily.
Por supuesto que lo haremos. Pero solo aprieto mis dientes y levanto mis bragas;
no mira hacia atrás cuando se va, y atraviesa la puerta, no limpia sus dedos pero los desliza
dentro de su boca rápidamente, chupándolos.
Disfruta de eso, maldito Jack Hayden, porque es la última vez que me saborearás.
Y no me importa lo que piense, no ha ganado nada.
Traducido por Messer y MadHatter
Corregido por AmiNatera13

L os Devil’s Hangmen. Me pongo el pantalón y me calzo las botas, tratando de


recordar desesperadamente si antes hemos tratado con ellos. Nos
encontramos con muchos otros clubes en las carreras de motos. Si sabemos
que van a viajar por esta zona, algunas veces los Riders invitamos a otros
clubes a nuestra casa antes de competir.
Pero nos preparamos para esos encuentros. Nuestro presidente y vicepresidente
estarían aquí para saludar al club. Nos aseguraríamos de que nuestra carrocería estuviera
brillante, que el licor fluyera, y que nuestros chalecos se vieran bien. Y por supuesto, no
usaríamos nuestra ropa de gimnasio.
Que otro club se presente sin anunciarse en nuestra casa es el equivalente a tocar la 23
puerta del baño mientras tenemos los pantalones bajos. Y no solo toquen, sino que tocan
sabiendo que es un mal momento. Lo cual significa que o bien tuvieron problemas en el
camino y están desesperados de encontrar caras amistosas que los ayuden, o intentan
tomarnos por sorpresa, faltándole al respeto a nuestro emblema e invadiendo nuestro
territorio.
Si es lo último, entonces está a punto de ocurrir una mierda seria.
El gimnasio está vacío. Todos se encuentran afuera. Mi chaleco cuelga en el
gancho cerca de la puerta. Jack no usaba el suyo hace algunos minutos, pero su gancho
está vacío. La mayoría de los otros chalecos de los otros hermanos todavía está ahí, porque
se verían como idiotas de un musical de motociclistas de los años 60 usando sus chalecos
encima de sus pantalones cortos de gimnasio.
Esta propiedad solía ser de una vieja franquicia de autos, antes de que los Riders la
tomaran. En ese entonces, se encontraba a las afueras del pueblo, pero Pine Valley se ha
extendido. Ahora tenemos enfrente unas cuantas tiendas y hay una heladería y una
lavandería a cada lado de nuestra propiedad cercada. La calle se ha llenado de gente y se ha
vuelto pública, siendo dos de las razones por las que el club se ha movido recientemente
hacia el rancho Erickson.
Ya que los Devil's Hangmen han venido aquí, en lugar de ir hacia allá, cuentan con
información vieja. No demasiado vieja, pero nuestro presidente habría verificado su
información antes de aparecerse en la casa de otro club.
O más bien, Jack lo habría verificado por él. Como la mano derecha del presidente,
se asegura de que no se haga ninguna cagada.
Él, ahora, será quien se asegure de que no ocurra ninguna cagada. Probablemente
que no pase nada en el pueblo. Pero si es así, nos superan en número. Los Devil's
Hangmen vinieron con dos docenas de motociclistas. Las luces de la calle me permiten
verlos bien en la oscuridad. Aunque han apagado sus motores, todavía están sentados en
sus motos en una formación que me dice instantáneamente quién es su presidente. Jack
habla con él. Cada Rider que viste su chaleco se encuentra de pie junto a Jack,
Widowmaker, Stone y Knucklehead. Gunner está detrás con los otros que visten su ropa
de ejercicio. Me detengo por un segundo a su lado. A simple vista, todo parece amigable,
pero a juzgar por la tensión en la postura de Gunner, supongo que solo puede ser tan
amigable como la relación que tengo con Valentine.
―¿Sabes algo de ellos? ―pregunto por lo bajo.
Su respuesta es igual de baja. ―Fuera de Nevada.
Eran de Nevada, y aun así, cuando uno de los Hangmen se voltea para mirar la
calle detrás de él, veo que usa una nueva y brillante Oregon Rocker naranja debajo de su
parche en la parte de atrás. Así que no están pasando por aquí; se van a establecer en el
estado. ―¿Son malas noticias?
Asiente ligeramente. Grandioso. Mantengo mis ojos firmes mientras me acerco
dando zancadas para ir con Jack y los otros. Instantáneamente cada Hangmen me mira.
Algunos comienzan a sonreír como si fuera una acogida de bienvenida. Hay muchos chicos
más jóvenes, quizá de veinte a veinticinco años. Probablemente esperando a dejar su marca
en esta nueva delegación y subir de rango. Estarán siguiendo órdenes, así que me 24
concentro en los Hangmen con más kilometraje en su haber. Son quienes fruncen el ceño,
como si trataran de saber sobre mí y les disgustara cualquier conclusión a la que llegaran.
Antes he visto esas miradas. Nueve de cada diez decide que soy el coño del club y
no tuve la prudencia de quedarme en mi casa y no usar los colores de mi hombre, porque la
conclusión alternativa, que a una mujer le hayan dado un parche, sería demasiado para que
los pequeños cerebros de sus penes lo asimilen.
Todos los oficiales tienen parches brillantes. El ejecutor es un gran tipo con una
larga barba café y bíceps gruesos con tinta tribal. Puro músculo, pero apostaría mi dinero
por el tipo rubio a su lado. No es un oficial, pero lleva tiempo aquí. Los parches en su
chaleco me dicen que su apodo es Creek, que ha pasado tiempo en prisión y que ha matado
a cuatro hombres. Sus ojos me dicen aún más. Su mirada solo se desvió en mi dirección
para medirme antes de volver a mirar a Jack.
Inteligente. Mantén tu atención en el tipo que tiene más probabilidades de joderte.
El vicepresidente no es tan inteligente. Me mira antes de mover la lengua en mi
dirección. Lo apodo Dickhole, porque su nombre, Sherlock, obviamente no le queda bien.
También es joven. Demasiado joven como para haberse ganado la posición. Por lo que
apostaría mi trasero a que es Dickhole Jr., el hijo de algún alto mando en el lugar de
Nevada.
El presidente probablemente era uno de esos altos mandos. Tal vez el
vicepresidente o el ejecutor. Alguien en quien se pudiera confiar para establecer la nueva
delegación y mantener en la fila a los hermanos jóvenes.
Una mirada y no tengo dudas de que eligieron a la persona correcta. Croc, dice su
nombre en su parche. Características rudas, piel curtida, su cabello oscuro y barba corta
mostrando algunos pelos grises. Maduro, pero no disminuye la velocidad por ello. Con
tatuajes en la manga de sus brazos anchos y musculosos. Se sienta en su motocicleta, su
cuerpo sintiéndose a gusto. Parece amable, pero está investigando todo, como si sopesara
las debilidades y fortalezas.
A pesar de que todavía habla con Jack, su expresión se congela cuando me ve
acercándome a ellos. Su mirada se precipita a mi chaleco antes de regresar a mi rostro. Sé
lo que está debatiendo, no solo si una mujer ha sido aceptada, sino si alguien con un rostro
como el mío tiene un cerebro en el cráneo. Tengo un espejo y no me hago ilusiones sobre
mi apariencia. Hago girar cabezas. En parte porque soy alta y en parte porque tengo los
rasgos afilados de mi papá y los pómulos altos, combinados con la exuberante boca de mi
mamá. A los chicos les gusta, a las chicas les gusta, diablos, incluso a mí me gusta. Me
follaría a mí misma en un momento de excitación.
Teniendo en cuenta el número de juguetes que guardo en un cajón en casa,
supongo que ya lo he hecho.
Mientras que Dickhole no piensa más que en mis labios, sin embargo, el presidente
de los Hangmen sí lo hace. Su mirada me recorre desde la cabeza hasta los pies, evaluando,
no cuán follable soy, sino asimilando mi altura, la fuerza magra de mis piernas y de mis
brazos, y fijándose en la cicatriz lívida encima de mi codo.
Llega a la conclusión correcta pero no es menos imbécil que su vicepresidente.
Escucho el final de su respuesta hacia Jack cuando me detengo al lado de Knucklehead. 25
―… pídele a tu presidente que me llame y organizaremos un encuentro. ―Su
mirada se dirige hacia mí otra vez antes de regresar a Jack. Sus cejas se levantan un poco y
su voz cae en la zona de hermanos, como si el jefe militar de los Riders de repente fuera su
mejor amigo―. ¿Hablan en serio, hombre? ¿Colocaron sus colores sobre un par de tetas?
Jack ya tiene puesta su expresión de no-jodas-conmigo, la cual básicamente es la
única expresión que tiene, pero su mirada va del acero duro al frío de los muertos.
―Zoomie se ganó su lugar.
Y es por eso que no puedo odiarlo, ni tampoco follarlo apropiadamente. Me hace
enfadar y su duda me hace daño, pero no lo odio. No puedo. Porque puede que me derribe,
pero en este momento me cubre, al cien por ciento, maldita sea.
No todos los hermanos lo hacen. A mi lado, Knucklehead se ha puesto escarlata y
saca los codos un poco como si quisiera poner distancia entre nosotros.
A Croc no se le escapa esa reacción, aunque no lo presiona. En su lugar, levanta sus
manos. Sin daño, no hay falta. ―Muy bien, hombre.
Se está riendo cuando lo dice. Como si tomara la diversión de Croc como su señal,
Dickhole suelta de sopetón, sonriendo―: Podemos adivinar cómo se lo ganó.
Los otros Hangmen lo encuentran gracioso. Lo he escuchado un millón de veces,
así que no es nada. Jack no es el único con una mirada de no-me-importa-una-mierda; a la
mía le he dado mucho uso.
Mi falta de respuesta amortigua sus risas. Croc los hace callar a todos y alcanza su
arranque, alistándose para irse. ―Solo bromeamos, por supuesto. Estoy seguro de que tu
presidente sabe lo que hace. Así que pídanle que se ponga en contacto conmigo y…
―Le diré que apareciste en nuestra casa ―lo interrumpe Jack―. Pero si quieres
tener una reunión, solicítala. El correo electrónico del club se encuentra en nuestra página
web.
Durante un largo momento, todo permanece tan silencioso como una iglesia en la
noche del viernes. Un músculo salta en la mejilla de Croc y mira fijamente a Jack como si
estuviera pensando en la posibilidad de ponerle una bala en la cabeza. Finalmente asiente.
―Lo haré.
Su motor ruge cuando lo enciende. Mis puños se aprietan mientras arranca,
haciendo un círculo alrededor de nuestro pequeño grupo antes de dirigirse hacia la salida.
La ira hierve en mi sangre. Bien pudo también haber acabado de escupir en nuestras botas
y ahora sus hermanos están haciendo lo mismo. Los otros comienzan y siguen su camino,
el escape soplando en nuestros rostros y meneando las lenguas…
¿Qué demonios fue eso?
Creek montó su motocicleta y fijó su mirada en Jack. No solo la típica mirada de
“estoy tratando de parecer un tipo rudo para intimidarte”, sino una de “también te
reconozco”. Los ojos de Jack permanecen en él durante un largo segundo.
Todos nos quedamos en silencio hasta que el último Hangmen atraviesa la puerta. 26
Luego Knucklehead murmura―: ¿No podías haberte quedado en la jodida ducha? ―Antes
de marcharse.
Imbécil. Esos hijos de puta nos estaban faltando el respeto antes de que yo saliera.
Pero su comentario todavía deja un nudo en mi garganta, y me encuentro tan enojada
conmigo misma por dejar que Knucklehead me afecte tanto como yo afecto a Croc y a sus
amigos. No me importa cuando alguien de otro club me dice mierdas. Pero, ¿cuándo se
suman mis hermanos?
Sí. A veces eso me llega.
No espero que nos tomemos de las manos y cantemos Kumbaya. Espero los
comentarios basura, la lucha y las puñaladas por la espalda, como las que existen en
cualquier familia. Nunca le gusté mucho a mi padre y tampoco me agradan algunos de
estos chicos. Pero no te pones del lado de otro club en contra de uno de los tuyos.
Simplemente no lo haces.
Sin embargo, no todo el mundo lo hizo. Así que me quedo con Jack y con
Widowmaker mientras Gunner se acerca. Stone está enviando un mensaje de texto, su
rostro lleno de cicatrices luce pálido a la luz de su teléfono. Probablemente le envía un
mensaje a nuestro presidente.
―Esto va a ser jodidamente horrible ―dice Widowmaker en voz baja.
―¿Más horrible que los Eighty-Eight? ―pregunto. Después de que mataran a uno
de nuestros hermanos, derramamos una gran cantidad de sangre y nos quitamos de
encima a esas cabezas rapadas, y nos salimos con la nuestra, pero no antes de que a
nuestro presidente le dieran un disparo de escopeta y a mí me dieran un balazo.
―¿O más feo que Stone? ―pregunta Gunner, haciendo un gesto con su cabeza
hacia el ejecutor―. Porque eso me asustaría más.
Stone le saca el dedo medio antes de levantar la vista de su teléfono. Su mirada se
entrecierra cuando mira a Jack. ―¿No sabías que vendrían?
Con la mandíbula apretada, niega. Todos nos miramos fijamente durante un largo
momento mientras eso penetra en nuestras mentes. Jack no sabía que iban a venir. Siempre
sabe cuándo los clubes se moverán a través del estado. ¿Y cuando entran en el estado?
Nunca nos hubiéramos perdido eso.
―Entonces, ¿qué significa eso? ―le pregunto―. ¿Se movieron por debajo del
radar? ¿Saben moverse por debajo de tu radar?
Aunque, no sabían que nos habíamos mudado al rancho. Probablemente no.
―Significa que se movieron rápido y de forma silenciosa después de que nos
encargamos de los Eighty-Eight. Se van a apoderar de ese territorio. Y, probablemente,
estaban recorriendo las rutas de suministro de los Eighty-Eight. ―Mira fijamente a su
teléfono cuando se enciende―. Gunner, Stone, el jefe nos quiere en su casa. Widowmaker,
déjale saber a la junta que será mejor que sus culos estén en sus asientos mañana.
En la reunión de la junta ejecutiva. Aparentemente eso también es todo lo que voy
a escuchar. No he sido convocada, así que no me voy a dirigir a ningún otro lugar, además
de a casa.
―Voy a buscar mi ropa. ―Gunner levanta el puño y lo golpea con el mío―. Nos 27
vemos, Zoomie.
―Sí. ―Mi estómago da un vuelco cuando miro el edificio. También tengo que ir a
buscar mi bolsa, lo que significa pasar caminando directamente junto a Knucklehead, quien
está yéndose de la lengua con Valentine y algunos otros hermanos. No me pierdo las
miradas de resentimiento de algunos dirigidas en mi dirección. Probablemente no
escucharon lo que dijeron Croc o Dickhole, pero Knucklehead se está asegurando de
ponerlos al tanto.
Bueno, que se vayan al diablo. Levanto mi barbilla y camino en esa dirección,
entonces diviso a Hashtag de pie a un lado, con el ceño fruncido. Giro hacia el novato y me
acerco, nivelando nuestros ojos. Endereza sus hombros como si se encontrara delante de
un sargento de instrucción.
―Oye ―digo en voz baja―. Muy pronto deberemos votar si te daremos un parche
o no, ¿verdad? ¿Tal vez en uno o dos meses?
Asiente, su mirada repentinamente cautelosa. ―Eso es correcto.
―Un voto en contra y estás afuera ―le digo―. ¿Y sabes lo que admiro en un
hermano? La capacidad de mantener la boca cerrada sobre las cosas que ve en las
habitaciones privadas. Una lengua suelta es una razón para rechazar una oferta para un
chaleco, porque si no podemos confiar en un hombre que guarda silencio acerca de algo
trivial, no podemos confiar en él para que guarde silencio sobre la mierda que terminará
con nosotros. ¿No te parece?
Sus ojos sostienen los míos, firmes. Es un buen chico. Un chico inteligente. Así que
por supuesto que tiene la respuesta correcta. ―Así es.
―Listo entonces. ―Puedo ver su alivio y tengo que reírme―. Aguanta, soldado.
Lo peor está por terminar.
―Lo haré. Gracias. Oye, Zoomie ―dice mientras comienzo a irme. Cuando me
detengo, me dice en voz baja―: Muy bueno el derribamiento de más temprano. Contra
Valentine.
Sonrío y golpeo su hombro en señal de agradecimiento, mientras continúo mi
camino. Espero escuchar alguna basura mientras paso junto a Knucklehead y los otros,
pero nadie dice una palabra. Me siento triunfante sobre eso hasta que me doy cuenta de
que Jack se encuentra sobre mi culo.
Oh, mierda. Terminaremos con esto después, Lily. Es tarde, pero de verdad no quiero
saber qué cree Jack que ha ganado, porque me siento muy generosa con él en este
momento y no quiero que ese dolor en mi estómago regrese. ―¿No se supone que
deberías dirigirte a la casa de tu jefe?
―Lo haré. ―Se acerca a mi lado, imitando mis pasos―. No hemos terminado.
Lo haremos si puedo alterarlo. ―¿Cómo conoces a Creek?
No parece alterarse. ―El Bambú Bowl. Ya han pasado dos años.
¿Qué? Me detengo y lo miro fijamente con incredulidad. El Bambú Bowl es un 28
restaurante vegetariano en la calle Oak. Se dice que Jack almuerza y cena todos los días
allí, y teniendo en cuenta la frecuencia con la que he visto su motocicleta estacionada
afuera del lugar, supongo que los rumores son ciertos. Pero, ¿dice que recuerda a Creek
cuando entró allí hace dos años atrás?
―¿Entonces lo viste pidiendo una hamburguesa de tofu en su camino de regreso, y
es por eso que te miraba como si te conociera? No sabía que los vegetarianos tenían este
tipo de conexiones espirituales tan profundas. ¿Fuman humus o algo así?
Eso le divierte. Sus labios se mueven. Y verlo no me provoca dolor de estómago.
En cambio, el calor se propaga en mi interior. Es tan condenadamente grande y hermoso.
Pero sigo siendo cautelosa, porque apoya sus pies y cruza los brazos sobre el pecho.
Conozco esa postura. Está decidido, inamovible.
Así que me encuentro metida en un buen lío.
Su mirada inexpresiva sostiene la mía. ―Dijiste que el lugar no duraría en un
pueblo de carne roja como Pine Valley. Apostaste que dentro de dos años, un lugar de
hamburguesas estaría allí de pie, en vez de eso.
¿Qué? Eso sí suena como algo que yo diría, pero... Oh, jodida mierda.
Lo recuerdo. Nos encontrábamos en el Wolf Den. En la mesa de billar. Gunner,
Stone, Jack, y yo, todos hablando mierda. Bueno, Jack no decía mucho. Pero habíamos
estado hablando de la inauguración de ese nuevo restaurante. Jack había mencionado en
voz baja que era una buena inversión de negocios en una ciudad en crecimiento como Pine
Valley y yo había contestado con casi las mismas palabras que acababa de usar para
recordármelo. Una ciudad de carne roja. Un lugar como ese no duraría. Pero eso no fue todo lo
que dije. Lo había mirado directamente a la cara y le había dicho, si ese lugar todavía se
encuentra abierto en dos años a partir de ahora, dejaré que me ates y que estés conmigo toda la
noche.
No puedo creer que esté hablando en serio. ―¿Harás que me apegue a eso?
Su barbilla se sumerge en un asentimiento lento. Sus ojos son oscuros y vacíos,
solo me observa.
Mi pecho se encuentra jodidamente tenso. ―Estaba muy borracha.
―Pero ahora no lo estás.
¿Está diciendo que puedo elegir? ¿Que podría retirarme de la apuesta?
Porque no puedo hacerlo. Al igual que no pude retirarme del enfrentamiento con
Valentine después de que Jack le mencionara mi lesión. Si falto a mi palabra y los
hermanos lo descubren, entonces mi palabra es una mierda. Entonces yo soy una mierda.
Jack tiene que saber eso. Me tiene acorralada contra la pared. Y no en la forma
jodidamente ardiente, dura y sensual que me he imaginado; no de la forma en la que antes
me tenía contra la pared. En vez de eso, mis entrañas se derraman sobre el suelo.
No es que alguna vez dejara que lo viera. ―De acuerdo ―digo, añadiendo un
encogimiento de hombros despreocupado―. Lo que sea. Te dejaré saber cuándo tenga una
noche libre.
Sujeta mi muñeca cuando me giro para alejarme. Inmediatamente mi puño se 29
cierra, aunque sé que no puedo vencerlo, solamente quiero golpearlo, hacerle daño tanto
como él me lo ha hecho a mí. Pero no importaría. Solo estaría exponiendo toda mi rabia y
mi dolor, y un par de golpes no significarían nada para él. Para hacerle daño de verdad,
tendría que importarle una mierda.
Obviamente no es así.
―Creek y yo servimos juntos hasta hace unos ocho años atrás ―dice y miro
ciegamente por delante, sin volver a mirarlo―. Cuando salió, se dirigió a Quántico. A la
academia.
¿A la academia del FBI? Aspiro una bocanada de aire. La sorpresa hace que mi
mirada se dirija a la suya de golpe. ―¿Crees que está de encubierto?
―Lo averiguaré ―dice, pero tengo la certeza de que ya lo sabe, que algo sobre
Creek ya lo delató. De lo contrario no habría dicho nada―. Guarda silencio por el
momento.
Asiento. Su pulgar se desliza sobre la piel sensible de mi muñeca interna.
Involuntariamente me estremezco, entonces la ira me golpea otra vez y retiro mi mano de
un tirón.
―Para que lo sepas ―le advierto―. Deberías haberme follado en la ducha.
¿Porque hacerlo de esta forma? Me aseguraré de que sea la peor follada de tu vida.
Algo afilado y sombrío atraviesa el vacío de sus ojos. ―Ya he tenido la peor
follada. Ahora simplemente aceptaré lo que sea que obtenga.
―También obtendrás el Premio del Año al Imbécil del Año. ¿Aceptarás eso
también?
En realidad, sonríe. ―Si tú lo entregas.
―Bueno, iba a entregárselo a Valentine. Pero oye, tú te lo has ganado. ―Le
muestro los dos pulgares y empiezo a retroceder―. No te olvides de traer lubricante.
Estoy segura de que voy a necesitar un tubo lleno.
Su sonrisa se desvanece, su expresión repentinamente es oscura e intensa.
―Me aseguraré de que estés lo suficientemente húmeda. Entonces te correrás por
mí. Repetidamente.
¿Quieres apostar? Casi digo. Pero no voy a establecer una segunda ronda. ―Te
entregaré el Premio al Imbécil Delirante del Año.
―También aceptaré eso. Siempre y cuando tenga una noche en tu cama con él.
Lo obtendrá. ¿Y yo qué voy a conseguir? No lo sé. No puedo ver su juego final.
Pero creo que ahora puedo manejar la parte odiosa de una follada de odio pendiente
desde hace mucho tiempo.

30
Traducido por MadHatter
Corregido por Erienne

M
juego correcto.
i noche con Jack tendrá que ser una lucha. No con pies y puños, pero
cuando nos encontremos en la cama, necesito vencerlo en su propio
juego. Solamente tengo que asegurarme de que lo estoy superando en el

Entonces, ¿qué es lo que quiere ganar? No solo sexo conmigo. Podría haber pedido
eso hace mucho tiempo.
La pregunta da vueltas en mi cabeza durante casi toda la noche, pero mi cerebro se
encuentra demasiado desordenado como para pensar con claridad. Sigo sintiendo el calor
de su piel y el placer salvaje de sus dedos en mi interior. Sigo escuchándolo diciéndole a
Croc que me he ganado el lugar. Continúo viendo el vacío en sus ojos cuando dijo que no 31
necesitaba pedirme nada porque ya se lo había ganado.
No lo ha hecho. No lo hará.
Me levanto antes que mi alarma suene. En la carretera, acelero. El motor ruge bajo
la luz antes del amanecer. Nada me aclara más que los kilómetros en el asfalto y el viento
en mi rostro. Si pudiera, continuaría todo el día. Pero el cielo llama, y volar un helicóptero
es casi tan bueno como andar en la carretera. No hay tiempo para ponerse melancólica o
sentarse por ahí con el pulgar en el culo, así que cuando la tarde llega y me encuentro otra
vez en tierra firme, mi cabeza ha vuelto a donde tiene que estar.
La incertidumbre y la duda no son propias de mí. Tan pronto como decido hacer
algo, lo hago.
Voy a pasar la noche con él. Voy a ganar.
De repente quiero seguir adelante con esta apuesta, y tengo muchas ganas de
negarle al jodido Jack Hayden cualquier tipo de victoria. De alguna manera, debe estar
deseando derribarme. Es lo que ha hecho por cinco años, así que no tengo ninguna razón
para pensar que ahora será diferente.
Entonces, ¿cómo le gano? En primer lugar, me aseguraré de que no haya duda de
que mantendré mi palabra. Es bastante fácil encargarme de eso en la reunión de la junta.
Y, ¿que más me dijo? Que me correré. Repetidamente.
Normalmente me encontraría animada si un tipo quisiera hacerme gozar durante
toda la noche. Pero si eso es lo que Jack desea, seguro que debe tener una razón para
quererlo. Así que también le negaré eso. Probablemente me humedezca, ya que Dios sabe
que no puedo evitarlo, pero ¿terminar? Ja. Si no me concentro ni me esfuerzo en ello, que
tenga un orgasmo es tan probable como capturar un unicornio. Solamente cerraré los ojos
y pensaré en la reparación del motor de mi pájaro.
Será la follada más desastrosa que alguna vez haya tenido. Será genial.

Excepto cuando se convocan reuniones extraordinarias, el club se reúne una vez al


mes. La junta ejecutiva solía reunirse cada dos semanas, pero desde que los Riders y los
Titans se fusionaron, el presidente las ha estado haciendo cada semana, manteniendo su
pulgar en el pulso del club y asegurándose de que todo continúe amigable. Todos los
oficiales del club se sientan en el consejo, también algunos de los no oficiales nombrados
por nuestro presidente. Juntos gestionan cualquier conflicto que surja fuera del club y
entre los hermanos. Si rompen las reglas, la junta ejecutiva actúa como un corte, con el
entendimiento de que la palabra del presidente es mayor que la de todos los demás que
ostentan parches.
No me senté en la junta hasta que los Titans se nos unieron. Saxon me designó a
mí junto a dos nuevos con parches, Bull, el ejecutor de los Titans, y Duke, quien no había
sido uno de los oficiales de los Titans, pero había sido una vez un Rider. Había cambiado
sus colores cuando a mí me dieron el ingreso. Ahora Duke y yo nos llevamos bien, pero 32
asumo que su nombramiento ante la junta es también la razón por la que el presidente me
hizo entrar. Se está asegurando de que los Titans sean representados, pero también le dice
en voz baja a cualquiera que cuestione su decisión de haberme dado un parche que se vaya
a la mierda.
Preferiría haberme ganado mi lugar en la junta, pero lo aceptaré de esta forma
porque para obtener mi asiento tengo que ganármelo. Saxon me sacaría a patadas si no
hago nada, o si llego a convertirme en uno de los conflictos con los que siempre tienen que
lidiar.
Hoy lo soy. O mejor dicho, Valentine. Pero ya que Jack me preguntó en qué
demonios estaba pensando, al pelear con Val después de que me había dado una salida de
mierda, sé que parte de la culpa caerá sobre mi cabeza. Me molesta muchísimo, pero lidiaré
con lo que está por venir.
Sin embargo, podría ser peor de lo que me esperaba. Widowmaker ya me observa
cuando entro, dándome una advertencia sin siquiera pronunciarla. Por lo tanto, cierro la
boca y me siento.
En el antiguo club, el consejo se reunía en el Crib, un apartamento reservado para
uso de los oficiales, que incluía una sala de conferencias hasta los topes llena de gente.
Aquí, en el rancho de la sede del club, tenemos mucho más espacio, y dado que
anteriormente estaba destinado a ser una casa de campo, en donde los turistas pagaban
grandes cantidades de dinero para montar a caballo durante un fin de semana, ha dejado
una huella de mayor clase en el lugar, que aquella que el concesionario de coches dejó en la
sede del club en la ciudad.
La sala de conferencias es como algo salido de la sala de fumadores de viejos
amigos en la costa este, con sillones de piel rodeando una mesa de roble tallado, paneles
oscuros en las paredes y alfombras gruesas sobre pisos relucientes de madera. Unos
grandes ventanales que dan hacia unos pinos y un lecho rocoso, ahora seco por
encontrarnos a finales del verano, pero apostaría que es como una postal durante el
invierno y la primavera.
Normalmente las reuniones de la junta ejecutiva son más informales que las
reuniones del club. En las del club, nadie come o bebe a menos que el presidente pida un
descanso, e incluso entonces, rara vez se bebe algo más fuerte que agua. No sé cómo eran
las reuniones de la junta en el antiguo club, pero aquí las pintas de cerveza heladas
siempre nos están esperando, y la señora de nuestro nuevo vicepresidente hace una muy
buena diferencia. Hoy parece como si hubiera encendido la parrilla. Algunos de los chicos
se encuentran en el bufete, cargando sus platos con unas gruesas hamburguesas y todas
las guarniciones.
Mi estómago gruñe, pero me quedo sentada y tensa. Valentine también se
encuentra aquí, a pesar de que no pertenece a la junta, y su expresión ceñuda me mata el
apetito.
Mierda. Sabía que vería a Knucklehead, porque es el capitán de ruta del club y
siempre está presente en estas reuniones. Pero esperaba que el presidente discutiera el
comportamiento de Valentine sin que él estuviera presente, había suficientes testigos, así
que no necesita que Val le cuente a la junta cómo fue que ocurrió. En su lugar, Saxon
debió haberlo llamado. 33
Ahora el presidente toma asiento en la cabecera de la mesa. Es un gran hijo de
puta, de aspecto malvado y no hay nada que yo no haría por él, en parte porque es quien
me abrió las puertas del club, y porque nunca nos pediría hacer algo que no hiciera él
mismo.
Red Erickson reclama el asiento a su lado. El ex presidente de los Titans ahora
lleva los colores de los Riders, y lo pasé bastante mal hasta que supe cómo sentirme a su
alrededor.
Al crecer, mi padre usaba a Red Erickson como un ejemplo de todo lo que un
motociclista no debería ser. Llamó a Red desleal y una gallina. Los años pasaron y me di
cuenta de que mi padre era un imbécil egoísta. También descubrí que la hostilidad entre
los Titans y los Riders era responsabilidad completa de mi progenitor. Pero esa imagen
inicial de Red se me quedó, y cada vez que lo miraba, veía algo que no debía ser respetado.
Hasta hace poco. Luchamos juntos contra los Eighty-Eight. Sé que no es una
gallina; sé que es justo e inteligente.
También sé que es mejor padre de lo que alguna vez lo fue el mío, y ahora cuando
lo miro, no veo a alguien que odio, y no veo al presidente de los Titans, veo el rostro de su
hija. Jenny y yo hemos estado saliendo desde que se emparejó con Saxon. Pero
últimamente cada vez que me la cruzo, luce un poco más cansada y triste, porque el cáncer
se está comiendo los pulmones de Red y tal vez le quede un mes o dos de vida. Saxon le
está ayudando a soportarlo pero no será fácil cuando Red haga ese último viaje. Diablos,
odié a mi padre, y su muerte todavía golpea muy fuerte mi corazón. Así que todo en lo que
puedo pensar cuando lo veo es en lo mucho que mi amiga sufrirá.
Cuando los dos presidentes se sientan, es una señal para los otros, y empiezan a
acomodarse en sus lugares. Una pinta de cerveza aparece frente a mí. Mi pulso se acelera
al tiempo que Jack se acomoda en la silla a mi derecha, con su propia cerveza en la mano.
Ni siquiera lo vi entrar.
Alcanzo el vaso y le muestro una sonrisa. ―Un tubo lleno de lubricante.
¿Correcto?
Me observa fijamente por un largo momento. Su voz es demasiado baja como para
ser escuchada por casualidad cuando responde―: Solo si follo tu culito tan bonito.
―¿Planeas hacerlo? ―Dios, espero que sí. Las posibilidades de un orgasmo serían
nulas―. Porque no soy fanática del sexo anal.
―Lo serás cuando haya terminado.
Resoplo en mi cerveza. ―¿Porque eres muy bueno en eso? ¿O porque eres tan
malo, que todas las veces anteriores a esta parecerán como si unos dulces ángeles
estuvieran golpeando mi culo, dándome una nueva apreciación del hecho?
Las comisuras de su boca se mueven por la diversión. Desearía que no hiciera eso.
Inmediatamente me imagino lamiendo esos labios anchos y firmes, luego los dos cerramos
nuestras bocazas cuando Widowmaker lee el primer punto del orden del día.
Como secretario del club, Widowmaker envía un correo electrónico a todos con
una lista de los asuntos del orden del día que discutiremos, pero la lista es hilarantemente
breve. Cada punto es muy vago o contiene dos palabras para describirlo, así que la mitad 34
del tiempo no sabemos cuál será el tema real hasta que hemos llegado aquí. Hay un
informe del tesorero, enlistado como Dinero, y siempre va primero. El siguiente punto es
Ride. Asumo que ese está relacionado con el viaje de fin de semana del Día del Trabajo, y
Hashtag probablemente es para determinar la fecha para hacer ingresar al novato. El
cuarto punto es Altercado. Eso posiblemente sea acerca de lo nuestro con Valentine. La
última pieza del día será Hangmen.
Me encuentro en lo correcto sobre el paseo; estoy equivocada sobre lo de Hashtag.
―El siguiente en la lista ―dice Widowmaker antes de mirar a Stone―. Esto es
tuyo.
Porque Stone es el patrocinador y responsable del novato. El ejecutor da un
profundo suspiro y extiende sus manos. ―Ha estado siguiendo a una de las chicas de La
Pine.
Oh, mierda. Las chicas no son de La Pine, ese lugar es solamente de donde sacamos
a las mujeres que encontramos encadenadas en el recinto de los Eighty-Eight cuando
incendiamos su cocina de metanfetaminas y su casa club. Nos rompimos el culo para
asegurarnos de que no pudieran conectarnos con lo que sucedió allí, pero no esperábamos
tropezarnos con mujeres que eran vendidas como esclavas sexuales. No pudimos
abandonarlas. Tampoco dejar que nos identificaran. Así que les vendamos los ojos y las
llevamos a una iglesia en el condado vecino.
Sin embargo, algunas de las mujeres no eran capaces de caminar por su cuenta.
Recuerdo a la chica que se había aferrado a Hashtag, sollozando de alivio. Puede que no
tuviera más de veinte años. El corazoncito noble de Hashtag probablemente no tuvo
ninguna posibilidad. ―Es a la que sacó, ¿no es así?
Stone asiente. ―Resulta que es alguien local, vive en Bend. Al principio no vi el
daño. Le dije que mantuviera su distancia, pero que podía asegurarse de que ella se
encontrara bien. Pero que si ella lo relaciona con...
―Corta el asunto ―interrumpe Saxon―. Hazlo sin perderlo a él.
―Es por eso que lo traje a colación en la junta. Puedo prohibírselo, pero creo que
él se irá. Así que son bienvenidas otras sugerencias.
―Lánzale coños ―dice Spiral. Al igual que yo, es uno de los que no son oficiales
en la junta, y esa es por lo general su solución para todo: más folladas.
Stone ya está negando. ―No funcionará con él.
―Duplica su trabajo ―grita Gunner pero sus bonitos ojos se encuentran fijos en
su plato―. Mantenlo demasiado ocupado como para pensar en ella. Con el tiempo se le
pasará.
Sí, eso ha funcionado bastante bien para él. Ha estado suspirando por la hermana de
Stone durante años. ―Es un chico inteligente, Stone ―grito por encima de algunas de las
otras sugerencias que se están haciendo―. Así que dile que tiene que mantener su
distancia. Dile que colocará al club en el punto de mira, porque aunque ella no descubra
quién es, cualquiera que mantenga un ojo en ella eventualmente se fijará en él.
―Los federales estarán vigilando ―dice Jack en voz baja―. Todavía intentan 35
averiguar quiénes derribaron a los Eighty-Eight y de dónde salieron los rifles de asalto
que utilizamos. Así que seguirán rondando a las mujeres, esperando sacarles información.
Tal vez ya están buscando si Creek se encuentra encubierto. Pero Jack no lo
menciona, así que yo tampoco. En cambio digo―: Sin embargo, señalar la amenaza para el
club es solamente la mitad del asunto. Hashtag no la conoce, así que parte de la razón por
la que sigue regresando con ella, debe ser porque lo hace sentir como un héroe. Él la salvó;
ahora la está protegiendo. Así que recuérdale que ella no necesita protección en estos
momentos, hazlo sentir un héroe por alejarse y velar por el club, y acepta que le romperás
el corazón.
―Y entonces le lanzas coños ―añade Spiral.
―De acuerdo ―gruñe Stone, frotándose las manos sobre su rostro―. Mierda.
Nunca voy a tener hijos. Es jodidamente demasiada presión.
―No conoces la presión hasta que intentas criar niñas ―dice Widowmaker
secamente―. El siguiente punto está relacionado con el altercado en el cuadrilátero entre
dos ostentadores de parches, Valentine y Zoomie. ¿Jefe?
El presidente observa a Val antes de mirarme a mí. Oh, mierda, mierda, y mierda.
Conozco esa mirada en sus ojos. No le dicen el Lobo por nada. Significa que el jefe busca
sangre y que a alguien le quitarán los colores. Dejo caer mis manos en el regazo para
ocultar el temblor repentino en mis dedos.
No permitas que sean mis colores. Por favor, no permitas que sean los míos. Pero podrían
serlo. La fusión de estos clubes significa que los Hellfire Riders son más fuertes de lo que
nunca hemos sido. Joderlo pondría en peligro todo, especialmente con los Devil’s
Hangmen en nuestra puerta, y yo no lo mantuve amigable.
El presidente no permitirá que esto pase como si nada.
―Cuéntame tu versión, Zoomie ―dice.
Mi corazón late con tanta fuerza que puedo sentir la sangre palpitando en mi
cabeza. ―La jodí ―digo―. Sabía que no permanecería en plan amistoso si lo sacaba
demasiado rápido, porque su ego quería la revancha. Pero perdí mis estribos y lo derribé.
Escucho a Valentine burlándose desde el otro extremo de la mesa, pero no aparto
la mirada del presidente.
―Enfría. Tu. Jodida. Cabeza. ―Cada palabra cae como un ladrillo y es
acompañada por el golpe de sus nudillos contra la mesa―. Moléstate todo lo que quieras,
me importa una mierda. Pero te lo aguantas.
―Lo haré, jefe.
Asiente y se inclina hacia atrás, mirándome detenidamente. ―Quinientos dólares.
Algunos de los chicos alrededor de la mesa contienen la respiración. Las multas
nunca han sido tan altas. He visto a los titulares de parche golpeándose entre sí y hacer
que sangren y solamente tienen que pagar ciento cincuenta. El presidente no solo está
derramando sangre, arranca pedazos profundos para obtenerla.
Pero me lo sacaré de encima. El alivio me pega con tanta fuerza que estaría feliz de
darle diamantes. Prefiero sangrar dinero que hacer que me quite el parche. ―Sí, jefe. 36
―Gunner pagará la mitad de esa suma porque no te impidió que subieras a ese
jodido cuadrilátero. ―Su mirada se mueve sobre la mesa, fijándose en el sargento de
armas―. Los demás hermanos probablemente pensaron que sería muy gracioso verlo
tratando de derribar a Zoomie. Tal vez tú también lo pensaste. Pero tu trabajo no es andar
bromeando. Es mantener la paz.
Gunner se estremece, pero asiente. ―Sí, señor.
La mirada del presidente finalmente se traslada hacia Valentine, pero solamente
dice―: ¿Red?
Pasándole el asunto al ex presidente de los Titans. Tal vez porque Val estará
menos a la defensiva, o quizás es solo la forma de actuar de Saxon para mantener la paz.
Red pregunta―: ¿Entonces cuál es tu versión, Val?
Una furiosa. Escuché a Val burlándose mientras yo decía mi parte pero no había
mirado en su dirección. Se encuentra sentado con los puños apretados y el rostro
enrojecido.
―¡Es una mierda! ―espeta como si hubiera estado reteniéndolo―. Simplemente
una mierda.
―¿Qué cosa? ―El tono de Red es tranquilo. Sus ojos son como astillas de hielo
verde―. ¿Que nos encontremos aquí preguntándote por ello, o crees que lo que tiene que
pagar Zoomie no es suficiente?
―Es una mierda que estén diciendo que subir al cuadrilátero conmigo fue una
broma.
―¿Te ganó?
Val se pone aún más rojo. ―Tuvo suerte.
―¿Intentaste darle un puñetazo?
―Tal vez. Mierda. ¿Debería pedir perdón por eso? ―Su mirada furiosa se dispara
hacia mí―. Lo siento. No debería haber tratado de golpear a una chica. Sobre todo a una
que los Riders tratan como a su frágil muñeca.
El silencio cae. El único sonido es la respiración entrecortada de Val mientras que
una docena de Riders furiosos que rodean la mesa se muerden la lengua. Incluso
Knucklehead luce irritado por él. No tengo las agallas para volver a mirar al presidente.
Cuando Saxon se enoja, es mejor no llamar su atención, y probablemente se encuentra
enfurecido después de que le arrojaran esa falta de respeto.
Con calma, Red dice―: Disculparte es un comienzo. Y en lugar de darle un
puñetazo, deberías haberle pedido que te enseñara el movimiento con el que te derribó.
Valentine tira la cabeza hacia atrás de golpe como si hubiera recibido una bofetada.
Se queda mirando a su ex presidente. ―¿Sabes qué? Que te jodan. A la mierda todo esto.
Su silla raspa el suelo y se pone de pie. Inmediatamente Gunner, Bull, y Jack se
levantan, simplemente observando. Esperando. Ni una palabra sale de ninguno, ni del
presidente mientras Valentine se quita de golpe su chaleco y lanza el cuero al suelo. 37
―¿La jodida broma? Es este club. ―Sus ojos se posan en Red―. Ella debió de
haber pasado los últimos cinco años chupando sus pollas para colocarlos a todos de su lado
de esta forma. No sé cuándo empezó a chuparte también la tuya.
―Lárgate ―dice Saxon en voz baja―. Mientras todavía puedas irte caminando.
―Me voy. ―Mira a Knucklehead―. ¿Tú también vienes?
El imbécil tiene la gracia de lucir disgustado de que Valentine incluso se lo pida.
―Vete a la mierda, hombre.
Valentine mira a Bull. El otro Titan niega con un gesto. Val levanta las manos y
atraviesa la puerta.
Solo hay silencio mientras Jack y los demás se vuelven a sentar. Luego Stone
exhala un largo suspiro y dice―: Levanten la mano si Zoomie les ha chupado la polla.
Le muestro el dedo, pero Spiral ya está bromeando con ello. ―¿Cuenta haber
fantaseado con eso?
―Nop. Oh mira. No han levantado ninguna mano.
―Mierda. ―Con el rostro abatido, Bull se hunde profundamente en su silla―.
Solamente me quedé porque pensé que nos iban a chupar la polla a todos.
Mi resoplido de diversión se une a la risa de los hermanos. Dios. No conozco bien a
Bull, pero estoy segurísima de que lo amo por eso. Al instante la tensión se alivia en la
habitación.
Saxon golpea la mesa y la risa se calma. ―Blowback, mira que se haya ido.
Silencioso como la mierda, Jack se ha ido un instante más tarde. Un escalofrío
recorre mi piel. Será mejor que Valentine rece para que Jack no lo encuentre todavía por
aquí.
―De acuerdo. Pero, jefe… ―la voz de Knucklehead atrae mi mirada hacia él. Luce
mitad arrepentido, mitad determinado―. No me encuentro del lado de Val. Sé que Zoomie
puede patear traseros. Se ha ganado su lugar. Pero él tenía razón al decir que ella nos
convierte en una broma.
Con sus grandes manos entrelazadas, Saxon se inclina y coloca sus codos sobre la
mesa, su mirada haciendo arder la distancia entre su asiento y Knucklehead. ―Ahora ve
con mucho cuidado.
Tragando saliva, Knucklehead asiente. ―Cuando los Hangmen vinieron la noche
anterior, todo empezó bien. Entonces ella salió vestida con su chaleco, luciendo como si
Blowback acabara de follarla en la habitación de atrás, y cualquier respeto que nos tenían
desapareció.
Mi garganta se tensa. ―Para empezar ellos no fueron respetuosos. Si lo hubieran
sido, nunca se habrían presentado como lo hicieron.
―Tal vez. Pero al principio no se reían, ¿cierto? No ocurrió hasta que te vieron y
te preguntaron cómo te ganaste los colores. ―Vuelve a mirar a Saxon―. Se burlaron de
nosotros. Pregúntale a cualquiera de los hermanos que se encontraba allí. Stone, 38
Widowmaker, incluso a Blowback cuando regrese. Así es exactamente cómo sucedió.
El presidente ni siquiera los mira. ―Yo sé cómo sucedió. Mencionaron sus tetas
porque piensan que tener tetas significa que somos más débiles. Y no quieres ser
abofeteado con esa mierda de nuevo. No quieres que las tetas te hagan ser una broma.
―No quiero.
―¿Así que no puedes lidiar diez minutos con la misma mierda que Zoomie tiene
que manejar todos los días? La cosa es que nunca he oído una sola queja sobre ello
viniendo de ella. Ninguna en cinco años. ¿Pero te quejas conmigo por unos minutos?
―No, jefe. ―El rostro de Knucklehead se ha convertido en una máscara de
hielo―. Puedo manejarlo.
―Entonces hazlo. ―La mirada del presidente se dirige más allá de mi cabeza―.
¿Se ha ido?
―Así es. ―Jack toma asiento de nuevo. Puedo sentir sus ojos sobre mí, pero
todavía intento procesar lo que acaba de suceder entre Saxon y Knucklehead, y no me
encuentro segura de poder soportar lo que sea que vea en la expresión de Jack. Debe de
haber escuchado el final de la conversación. Sin embargo, no sé si escuchó la parte en la
que él me follaba en la habitación de atrás. Sé que Hashtag no dijo nada. Así que, ¿nuestro
encuentro había sido tan obvio? Tal vez Jack quería que todos los hermanos lo supieran.
Si es así... Bueno, que se joda. Ya me encuentro en ello. ―Para que quede claro, no
estaba follando con Blowback en la habitación trasera. Montaba sus dedos, pero todavía no
he tenido su polla en mi interior.
Cae el silencio.
Bien, porque no he terminado. ―Todavía no ―repito―, porque he perdido una
apuesta. Así que puede atarme y follarme toda la noche. Probablemente esta noche, ya que
mañana tengo el día libre. ¿Eso funciona para ti, Jack?
Se encuentra absolutamente inmóvil, mirándome con ojos oscuros e inexpresivos.
Su voz es ronca. ―Esta noche está bien.
―Genial ―le digo antes de volverme hacia los otros. Todo el mundo me está
observando y la mayoría de sus expresiones se asemejan a los gritos de horror de una
reina con los ojos abiertos, como si hubiera un asesino en mi espalda, pero el miedo les ha
petrificado sus lenguas, así que no pueden darme una advertencia―. De todos modos, la
respuesta sobre si he follado con otro Rider va a cambiar. La próxima vez, Jack podrá
levantar la mano. Estoy segura de que será el peor sexo que he tenido, pero una apuesta es
una apuesta, y no hay ninguna razón real para echarme para atrás.
―Uhhh... ―empieza Stone, como si estuviera a punto de ofrecer una razón,
entonces se mueve hacia el rostro de Jack y su boca permanece cerrada.
Así que eso es todo. Miro al presidente. Nos está frunciendo el ceño, tanto a Jack
como a mí, pero solamente dice―: ¿Siguiente punto?
―Ah. ―Con su rostro escarlata, Widowmaker se aclara la garganta un par de
veces―. Los Devil’s Hangmen.
El presidente asiente. ―¿Blowback?
39
Anoche Jack no los reconoció, pero ahora aparentemente se encuentra preparado
para el asunto. ―Son de las afueras de Nevada. En el área de Las Vegas. Su delegación
principal ha estado viajando desde hace veinte años. Son unos setenta miembros, más de
cuarenta en una delegación en Nuevo México, y ahora veinticinco aquí. Han dicho que
proporcionan seguridad por el alquiler, pero lo que recaudan anualmente es de diez a
quince millones, así que es probable que estén comerciando con armas, metanfetaminas, o
con mujeres. Tal vez con las tres cosas. Son de poca monta en Las Vegas, pero tienen
conexiones, y apuntan a crecer.
Mira a Gunner, quien continúa. ―Tengo un amigo que anda en motocicleta con
los Bedlam Butchers en Nuevo México. Hace unos cinco años, los Devil’s Hangmen
crearon ahí esa delegación. De inmediato comenzaron a mostrarse, a acaparar territorio y
a colocar a todos los clubes de los alrededores bajo su pulgar. Mi chico en los Butchers
dice que su club no tuvo un altercado porque los Hangmen se encontraban en el otro lado
del estado y debido a que la nueva delegación tenía algún tipo de acuerdo de negocios con
los Eighty-Eight. Así que los Hangmen y los Eighty-Eight no fueron a pisar los pies de
los demás.
―Entonces, ¿cómo debemos actuar? ―pregunta Spiral―. Porque si van a venir y
se van a hacer cargo del territorio de los Eighty-Eight, en lugar de dejar que los Eighty-
Eight envíen hombres de otras delegaciones; diría que eso es pisar fuerte con sus malditos
pies. ¿Se quitarán lugar el uno al otro?
Jack niega. ―Todavía no lo sé. Pero es más probable que otra persona vaya a
tomar esa decisión. Una relación comercial mutua.
¿Quién podría tener tanta influencia sobre los Eighty-Eight para que simplemente
se sienten sobre sus manos cuando se les ordene? ―Así que los cabeza rapada fueron
jodidos ―digo―, y en lugar de dejar que su delegación madre enviara más hombres hasta
aquí, un idiota con dinero les dijo a los Devil’s Hangmen que tomaran el relevo. Por lo que
debes estar hablando del dinero de un cártel.
―Así es. Lo que significa que este es un gran paso para ellos ―dice el
presidente―. Uno que no se atreverán a joder.
―No, a menos que quieran ser desollados vivos, o cualquier otra cosa con la que la
mierda de sus socios de negocios se encuentre vinculada ―añade Stone.
―Jesús. ―Con una mueca, Spiral aleja su plato como si la hamburguesa de repente
no luciera tan atractiva―. Yo, por ejemplo, soy malditamente feliz con la política de los
Riders de no mezclarse con ese tipo de mierda. Solamente quiero follar y andar en mi
moto.
Golpea sus puños con Knucklehead junto a él, y un estruendo general de estar de
acuerdo proviene de algunos de los otros. Todo se calma cuando el presidente dice―: No
tendremos elección. No entraremos en el negocio, pero vamos a estar metidos en esta
mierda muy rápidamente.
―Ellos vinieron de la misma forma en la que lo hicieron en Nuevo México
―explica Jack―. Solo con dos docenas de hombres. Eso significa que buscarán la fuerza
de los MC locales. Primero intentarán montársenos encima y harán lo mismo con los Blue 40
Coyotes, y reclutarán a los hombres más fuertes para llenar sus filas. Puede que les den
efectivo o utilicen otros métodos de persuasión.
―Te refieres a amenazas ―dice Stone rotundamente.
―A la propiedad, a la familia. Y primero tratarán de dar un ejemplo, para que
sepamos que sus amenazas no son una mierda. ―La mirada fría de Jack pasa por la
longitud de la mesa―. Espero que ese ejemplo lo den conmigo.
―¿Contigo? ―Mi corazón golpea contra mis costillas―. ¿Por qué?
―Me inspiré en ti. ―Me mira, su boca firme dibujando una ligera curva que
provoca querer arrastrarme por todo su cuerpo―. Él quería que el jefe lo llamara como si
fuera un perro faldero. Así que invertí las cosas. Eso lo molestó. Ahora espero a que
regrese para darme un puñetazo.
Algunos de los chicos resoplan de la risa. Los ignoro, estudiando el rostro de Jack.
Sus labios sugieren diversión pero su mirada con ojos muertos es pura pantalla. Así que
tuvo toda la intención de enfurecer a Croc diciéndole que usara el correo electrónico del
club. Tuvo la intención de ponerse como un objetivo. ―Debes ser multado por tirar
mierda así. Quinientos dólares es el precio habitual.
Ahora, sonríe. ―No cuando mi trabajo es tirar esa mierda.
No puedo discutir eso. Y no hay nadie que pueda lidiar mejor con algo así si Croc
envía a alguien tras él.
Aun así no me gusta.
Mi desaprobación no molesta en absoluto a Jack. Sin embargo con su expresión, me
mira constantemente a medida que lo observo con el ceño fruncido, ninguno de los dos
aparta la mirada mientras que el presidente dice―: Para el resto, el trabajo principal es
cuidarnos las espaldas los unos a los otros y aferrarnos a nuestro territorio. Si escuchan
que alguno recibe una amenaza, o si actúan como si algo anduviera mal, vienen a mí. El
cuartel de los Barracks se encuentra más cerca del antiguo dominio de los Eighty-Eight
así que vamos a mantener nuestra presencia más fuerte en ese lugar, y yo me acercaré al
de los Coyotes. ¿De acuerdo?
Con mi mirada enredada con la de Jack, ambos añadimos nuestro―: Sí, jefe ―al
coro en derredor.
―Entonces, a menos que haya otra cosa, hemos terminado. Blowback, ven
conmigo.
―Ahora voy ―dice Jack antes de inclinarse, su voz profunda y baja―. ¿A qué
hora te vas a casa?
A casa. En donde me va a follar. Toda la noche.
Todo en mi interior empieza a calentarse y a tensarse, pero mantengo mi respuesta
fría y tranquila. ―Estaré allí a las nueve.
―Entonces yo también.
Un segundo después se encuentra de pie, uniéndose al presidente y saliendo de la
sala de conferencias, y yo resisto el impulso de levantar mi cerveza y tomármela de golpe. 41
A las nueve. En dos horas.
Dos horas de espera hasta que Jack Hayden se encuentre en mi interior.
―Oye, Zoomie. ―Stone se deja caer en la silla que Jack acaba de abandonar.
Tengo que lucir un poco aturdida porque dice―: ¿Estás bien?
―Sí. ―Por supuesto que estoy bien. Solo voy camino a casa, en donde voy a dejar
que el jodido Jack Hayden me llene con su gran polla gruesa. Oh, mierda, eso suena tan
malditamente erótico.
Maldita sea. No debería encontrarme empapada ya. La peor follada de mi vida. Ese es
el objetivo.
―Ella está mintiendo. ―Gunner se nos une, sentándose en el borde de la mesa―.
Acabamos de ser golpeados con la multa más alta que alguna vez el presidente le dio a
alguien, y eso después de que la dividieran por la mitad. Se está recuperando del susto.
―Solo por el alivio. ―Obligo a mi cabeza a abandonar la cama con Jack y alcanzo
mi cerveza―. Pensé que podría ser peor.
―¿Peor? ―Levanta las cejas―. ¿Te refieres a que te quitaran los colores?
―Sí.
Stone se ríe como si estuviera bromeando. ―A ti no. Al presidente le agradas
demasiado como para que te quite el parche.
Eso se pega justo en la garganta. ―¿Qué quiere decir eso? ¿Que le gusto y que
nunca me va a echar? ¿Que soy su muñequita frágil y debe protegerme?
―Mierda. ¿Muñequita frágil? No puedo creer que dejaras que ese idiota te afectara.
―El ejecutor golpea la pata de mi silla con su bota, pero me da la sensación de que
preferiría darme una patada en la cabeza y meterme algo de sentido―. El presidente te
respeta. No se puede decir que sentía lo mismo por Val. ¿Estoy en lo cierto?
Mira a Gunner, quien asiente. ―Sí, claro. El único que sale de su camino para
protegerte es Blowback.
Claro. Me ahogo con una risa. Ellos también se ríen, pero sus risas suenan
diferentes a la mía. Más como diciendo, ese pobre bastardo triste, que risas de, ¿no fue esa una
buena broma?
Me los quedo mirando con incredulidad. ―Hablan en serio.
Stone tiene un brillo en sus ojos mientras se inclina. Oh, mierda. Conozco esa mirada.
Ha encontrado una manera de burlarse de mí así que tiene la intención de divertirse
haciéndolo, y eso significa que Gunner se le unirá. Par de payasos.
―¿Tú no lo crees así? ―Mira la cicatriz en mi brazo―. Creo recordar que cuando
obtuviste ese pequeño roce, al segundo siguiente Blowback te cargaba como un caballero
de brillante armadura para sacarte de la línea de fuego.
Me encontraba preparada para bromear soltando alguna respuesta, pero recordar
la forma en la que eso había terminado todavía me molesta. ―¿Estás bromeando? Se
acercó para sacarme de ahí porque pensó que la había jodido. Que comprometí mi posición. 42
Obviamente, no creía que pudiera terminar con el trabajo.
Los ojos de Stone se entrecierran, como si estuviera considerándolo. Después de un
instante niega. ―No lo creo. Siempre te cuida la espalda.
―Oh, ¿como lo hizo ayer? Gunner sabía perfectamente que debía quedarse afuera
del asunto. No iba a subirme a ese cuadrilátero hasta que Jack mencionó mi lesión. No me
dio más elección que demostrar que podía derribar a alguien mientras tengo una herida.
Ladea su cabeza y se tira un poco hacia atrás. ―Bueno. Puedo ver el punto.
Pero Gunner sonríe. ―Solo me quedé callado porque sabía que si hablaba, todo el
mundo empezaría a pensar que estoy tan enamorado como Blowback.
―Oh, por el amor de Dios ―murmuro y tomo un largo trago para fortalecerme.
Al parecer, los payasos todavía no están dispuestos a dejar de hacer malabarismos con sus
pelotas.
―Todo depende del ángulo por donde lo mires, hermosa. Tú ves a Blowback
tendiéndote trampas. Todo el mundo lo ve como si te cuidara la espalda. Diablos, incluso
el día en el que te dieron el parche. Todos estaban discutiendo hasta que dijo que lo único
que importaba era si podías luchar. ¿Recuerdas?
No es probable que lo olvide nunca, maldición. ―También añadió que no creía que
pudiera.
La sonrisa de Gunner solamente se ensancha más. ―Sabía que podías hacerlo. En
la primera reunión de la junta después de que Widowmaker te patrocinara, Blowback le
preguntó por cuánto tiempo habías peleado. Eso fue después de que te observara durante
todo un día. Así que Widowmaker nos contó que él había supervisado tu entrenamiento.
En la reunión para darte el parche, imagino que Blowback decidió que la única manera de
cerrarles las bocas a todos los imbéciles era que se lo demostraras a ellos.
Me suena a mentiras. Por supuesto, Stone insiste con lo mismo. ―E imagino que
lo que sucedió entonces es la misma cosa que ocurre siempre: simplemente no puede
soportar que alguien te arroje mierda por más de unos pocos segundos. Trata de
contenerse, pero luego sin aviso salta a defenderte sin pensarlo bien.
―Oh, eso es realmente gracioso. ―Jack no hace nada sin pensarlo bien―. Ustedes
solo dicen mierdas.
―Nah. ―Ríe Stone, luciendo satisfecho de sí mismo―. Pero puedes creer eso si
gustas.
―Lo que yo creo es que ustedes dos son un par de coños. ―Hago a un lado mi
cerveza y me pongo de pie.
Sin dejar de sonreír, Gunner se levanta del borde de la mesa. ―Mírate, utilizando
la palabra coño como si fuera un término degradante a pesar de que te molestas cada vez
que eres menospreciada por poseer uno.
―¿Quieres decir que ella nos está insultando? ―Stone pone mala cara al tiempo
que sus sentimientos se muestran heridos―. Me imagino que siempre estás hablando de
nuestro nivel de cabezas huecas. 43
―Y perpetúa su uso despectivo.
―Aw ―digo y le doy a la mandíbula cincelada de Gunner una palmadita
condescendiente―. Eres realmente lindo cuando sale todo el aprendizaje del libro. Pero a
los motociclistas grandes y rudos no les gusta un general Sabelotodo. Así que solo
quédense sentados tranquilos y luciendo bonitos para Mamá Lily, ¿de acuerdo?
Riéndose, Gunner asiente. ―Sí, señora.
―Y tómalo como un cumplido, imbécil. Es lo que yo hago. Cuando alguien dice
que eres un coño, contesta gracias.
―Gracias, Zoomie ―dicen a coro.
Por supuesto que sí.
Afuera, el sol está bajando detrás de las montañas y proyectando sombras largas.
Espero que el viaje me despeje la cabeza, pero ni siquiera llego a la carretera principal
antes de que Jack se meta en mi cabeza de nuevo. Jack y cada mierda que Stone y Gunner
dijeron.
Siempre te cuida la espalda. Sí, seguro. Es por eso que he tenido un cuchillo en el
estómago durante cinco años. Es por eso que he cargado por todos lados un dolor que no
va a desaparecer.
Es por eso que mi pecho en estos momentos se encuentra tenso, como si un puño
gigante estuviera apretando mis costillas. Porque alguna parte estúpida de mí, desea que
sea verdad.
Pero sé que no es así. Gunner contó que todo depende del ángulo por donde lo
mire, y tanto él como Stone son chicos decentes, así que lo ven a través de una lente
limpia. Jack no es un tipo decente. Un tipo decente no obligaría a alguien a seguir con una
apuesta como esta. En su lugar, podría haber preguntado: ¿Oye, Lily, quieres follar? Y yo
hubiera dicho que sí.
A la mierda. A pesar de todo, habría dicho que sí en un instante, y Jack es el único
Hellfire Rider que en la vida habría conseguido esa respuesta de mí.
Solamente tenía que preguntar.
¿Y esta apuesta? Seguro de que no se trata de cuidar mi espalda. Jack tiene algún
otro propósito.
Pero sin importar cuál sea ese propósito, voy a derribar sus intenciones hasta
dejarlas en el suelo.

44
Traducido por astrea75
Corregido por Ivettelaflaca

T engo dos horas, así que doy un paseo. Me concentro en la carretera en


primer lugar, pero aun así Jack está en mi cabeza y no puedo sacarlo.
Doblo hacia la caldera de Newberry y acelero hacia la cima, pero no pasa
mucho tiempo antes que tenga que reducir la velocidad. El pavimento da paso a la áspera
grava, el sol se está poniendo y ya al girar para tomar la curva todo se va tiñendo de una
creciente oscuridad, demandando mi completa atención en la ruta. Ya no pienso en Jack.
No hasta que regreso.
Mientras ando por Pine Valley, mi pecho se siente tenso y mis entrañas anudadas,
pero ahora la tensión no es dolorosa. No sé qué siento ya que mis emociones no se quedan
tranquilas. La basura estúpida que da vueltas en mi cabeza desea que no hubiera salido a 45
andar en moto, sino que querría que hubiese ido a casa a recoger la ropa esparcida por
todas las habitaciones. Igual que lamenta no haber hecho la cama y lavado los platos sucios
apilados en el fregadero. No soy vaga, pero soy sucia y Jack es un acosador cuando se trata
de mantener ordenado el garaje de la casa-club, su tienda de coches es un sueño para los
que sufren de TOC2, todo se encuentra en orden y tiene su lugar específico. No he estado
en su departamento, pero he oído que es exactamente igual. Mi casa probablemente,
activará su manía por la limpieza.
Pero eso es lo que quiero. Eso es lo que quiero, maldita sea. Cree que tiene todo
bajo control; quiero romper ese control, ponerlo nervioso. En todo caso, debería haber
vuelto temprano para poder arrojar más mierda en el suelo.
Cuando recorro mi calle ya es noche cerrada. Automáticamente, examino la entrada
de mi casa, en donde la luz del faro de mi moto atrapa el brillo del cromo pulido.
Un golpe sordo recorre mi pecho, mis dedos aprietan el manillar.
Está aquí, montando su moto con las botas plantadas en el hormigón, todo en
sombras, excepto por el débil resplandor de la farola y el barrido de mi luz alta. No llego
tarde, son apenas las nueve, sin embargo, debe haber estado esperando un tiempo, al
menos un cuarto de hora. Las luces de seguridad por encima de la puerta del garaje se
encienden cuando entro por el camino de entrada, y ya que me espera en la oscuridad, eso
significa que el contador de tiempo de quince minutos ya se ha apagado de nuevo. Pero
está relajado, como si esperar no fuera nada, como si por mí esperaría mucho más tiempo.

2 TOC: Transtorno Obsesivo Compulsivo


Por un segundo, un bulto doloroso se forma en mi garganta. Dios, desearía que no
lo hubiera hecho de esta manera, que no hubiera usado una apuesta. Debido a que acabo de
verlo, sabiendo lo que va a pasar, mi cuerpo se siente como si estuviera siendo atraído
hacia el suyo, tenso por el conocimiento. El cuero de mi chaleco se siente pesado contra
mis senos y el suave algodón de mi camisa, áspera contra mis pezones endurecidos. De
repente, el paseo entero con la moto, retumbando entre mis piernas, solo parece ser un
precursor de lo que tiene Jack entre las suyas.
Si tan solo hubiera me lo hubiera pedido, podríamos haber encendido mi cama en
llamas. En su lugar, esto será una pelea, una pelea que voy a ganar.
Y es el momento de ir por todo.
Acciono el mando a distancia de la puerta del garaje y las luces de seguridad se
encienden. Desde el exterior, mis dos pisos se parecen a una versión más pequeña de la
casa de la tribu de los Brady3, pero su interior había sido modernizado por completo. A
pesar de invertir mucho trabajo en el interior, los dueños anteriores querían deshacerse de
la propiedad tan rápido como fuera posible, después de la caída del mercado inmobiliario,
por lo que tuve suerte y la compra se cerró unos meses después de mi regreso de
Afganistán.
Mientras entro, Jack se levanta de su moto y se cuelga un par de alforjas sobre el
hombro; no es un cambio de ropa, a pesar de que ha ganado una noche completa conmigo
y de que su tienda de coches abre temprano, su apartamento está justo encima de su
garaje, no necesita traer nada para mañana.
46
Sin embargo, juzgando por el bulto de uno de los paquetes de cuero,
definitivamente trajo algo. Tal vez un galón entero de un maldito lubricante.
Hago una pausa en el camino de entrada, con mi motor en neutro y parcialmente
cegada por el brillo de las luces de seguridad.
―¿Quieres dejarlas en el garaje?
Si Croc tiene su mira en él, dejar su moto afuera sería como pintar un blanco en mi
casa. Jack ya tiene pintada una diana en su propio pecho, no me gusta, pero probablemente
ya tenga algún tipo de plan en marcha y es mejor no tener ese escenario para esta apuesta.
―Voy a meterla. ―Su respuesta es apenas audible sobre el ruido de mi motor
―Vigilarás a los Hangmen.
―Siempre. Me llamas si sientes un zumbido detrás de tu cuello, yo me encargaré.
Si percibo que alguien está rondando el área o está un poco demasiado interesado
en mi casa. No puedo dejar de recordar las palabras de Stone y Gunner, pero la oferta de
Jack de hacerse cargo de cualquier problema no es por mí, es solo lo que hace por el club, a
cualquier miembro le diría que lo llamara. Mi pecho se aprieta de todos modos, por lo que
simplemente asiento y comienzo a avanzar en el garaje. Incluso con el viejo camión de mi
padre ocupando el segundo estacionamiento, hay mucho espacio para la moto de Jack.
Dios, y ellas son muy bellas. Tiene dos Harleys, las cuales alterna. Una es una
oscura Iron 883, que sirve como su caballo de batalla. Pero esta es su bebé, una Sportster

3
La tribu de los Brady: Es una serie de televisión sitcom estadounidense.
1959. No tiene el motor más potente y no te engaña con eso, pero es sólida y corre como
un sueño húmedo. Allí es donde yace la belleza real, en la atención que Jack se ha tomado
en su restauración y mantenimiento.
¿Pienso en cómo trabajan sus grandes manos? Estaría mintiendo si dijera que no es
un gran afrodisíaco. Siempre lo ha sido.
Es por eso que no debería estar revisando su montura en este momento. Mi
respiración se siente errática, cuando levanto la vista hasta su rostro, mis pulmones dejan
de funcionar por completo.
Entre la oscuridad de la noche y las luces cegadoras, no consigo una buena vista de
su aspecto, pero se siente tan tenso como yo, con su mirada fija en mi rostro. No puedo
leer nada en la plenitud de sus ojos oscuros, pero algo ha cambiado, es un arma, pero
usualmente solo veo la parte más ancha de la hoja, el brillo opaco de la pistola.
Ahora él es el filo de la navaja. Ahora es la bala.
Pero no es el miedo el que acelera mi corazón, haciéndolo ir a un pulso atronador.
Es la anticipación. Pronto estará follándome, y Dios, lo deseo. Quiero sentir su polla
penetrándome profundamente, quiero ser atada y tomada con fuerza.
Aunque así no es cómo lo venceré.
Inhalo una respiración tranquilizadora, dejo caer mi casco sobre la mesa de trabajo
y me dirijo hacia la puerta que conecta el garaje con la casa. Sé que Jack se encuentra
detrás de mí, aunque no puedo oír sus pasos. La puerta lleva al sótano y un corto tramo de 47
escaleras dirige al vestíbulo principal. Me encojo de hombros sacando mi chaleco, teniendo
cuidado de colgar el cuero en el perchero junto a la puerta principal. Es la única cosa que
recuerdo guardar alguna vez. Nunca acaba tirado en algún lugar, a diferencia de mis
pantalones cortos, los cuales han estado decorando la parte de atrás de mi sofá rojo desde
ayer por la mañana.
Jack me da su chaleco. El cuero está caliente por el calor de su cuerpo. No me
permito respirar su aroma cuando lo cuelgo al lado del mío.
Echo un vistazo a la pistolera que lleva puesta. ―¿También tu arma?
―La mantendré en la habitación con nosotros. ―Su mirada se desliza hacia abajo
y observa mis botas. La gravilla reunida en el dobladillo de mis pantalones vaqueros se
desparrama sobre las baldosas―. ¿Fuiste a dar un paseo?
―Lo hice. ―Estoy cubierta por una fina capa de polvo―. ¿Quieres que me duche
antes de follarme? ¿O quieres acompañarme en la ducha y podemos empezar allí?
Debería haber estado lista, pero él es muy rápido. Antes de que me dé cuenta que se
movió, me ha atrapado contra su duro cuerpo y está empujando sus largos dedos en mi
cabello.
―Vamos a empezar aquí ―musita con voz ronca y su boca captura la mía.
Me besa. No había supuesto esto. Solo me imaginé follando, así que no estoy
preparada para el empuje de su lengua o la oleada de calor que atraviesa mis venas. Dios,
pruebo el polvo en mis labios y la menta en su boca, como si después de la reunión de la
junta se hubiese ido a su casa y preparado para mí. Huele a jabón, el cabello de su nuca se
encuentra ligeramente húmedo y su mandíbula afeitada.
Sus grandes manos agarran mi trasero. Me levanta fácilmente, acuñando su gruesa
erección entre mis piernas. Mis músculos internos se aprietan en un fuerte pulso de
necesidad. Un gemido hambriento se forma en mi garganta y mis dedos se aprietan en
su…
Oh mierda. Oh mierda. Mis manos se encuentran en su cabello y le estoy
devolviendo el beso como si muriera de hambre por esto.
Desesperadamente, quito mi boca de la suya. ―¡Espera!
Se queda inmediatamente inmóvil, sus oscuros ojos buscan los míos. No es guapo,
no lo es. ¿Entonces por qué diablos no puedo mirar hacia otro lado? Especialmente ahora,
cuando la excitación pinta señales rojizas en sus angulares pómulos. Cuando sus firmes
labios lucen húmedos por nuestro beso.
Solo quiero humedecerlos más. En lugar de eso, repito―: Espera. ―Mientras me
obligo a no frotarme contra su rígida longitud―. Hay reglas.
―¿Qué reglas?
―Los términos de la apuesta eran que lograbas atarme y tenerme de esa manera.
Así que la primera regla es que, a no ser que esté atada, no puedes tocarme.
Aunque no estoy atada, a pesar de que me está tocando ahora, no me defrauda.
―De acuerdo.
―Regla número dos: nunca hablaremos sobre esta noche otra vez. Nunca. Ni el 48
uno con el otro, ni con otros Riders. En lo que a mí respecta, en cuanto salgas por la
puerta mañana, nada de esto sucedió. Voy a olvidar todo.
Espero que dispare de nuevo la misma mierda arrogante que antes me dijo, cuando
mencionó que me haría correr repetidamente y que haría fanática de la follada anal. Algo
así como un nunca lo olvidarás, seguido de su magnífica sonrisa.
En cambio su rostro es como una roca y su voz como grava al murmurar―: Nunca
esperé que quisieras algo diferente.
La forma en la que su respuesta retuerce mi interior me molesta. ―También me
reservo el derecho a morder cualquier cosa que se acerque a mi boca ―espeto―. Así que
si crees que vas a hacer que me ahogue con tu polla, piénsalo de nuevo. Nada de besos,
tampoco.
Su oscura mirada cae en mis labios como si estuviera a punto de probar esa regla.
―¿Algo más?
―Sí. Si estoy borracha y hacemos una apuesta estúpida como esta otra vez, la
dejarás ir.
Se encuentra de nuevo con mis ojos. ―No puedo hacer eso. Aceptaré todo lo que
logre conseguir.
―Eso es bastante jodido.
―Sí ―responde de manera uniforme, como si hubiera dicho que uno más uno es
igual a dos―. ¿Hay más reglas?
Solo la más importante. ―Usarás condón todas las veces. ¿Trajiste un par?
―Más de un par. ―Me suelta y retrocede un paso―. Quítate la camiseta.
Así de fácil, ¿eh? Bueno, qué demonios, estoy en esto, de todas formas.
Me quito la camiseta y la arrojo hacia las escaleras, en donde aterrizará en algún
lugar en las proximidades de la lavadora. Vestida solo con mis vaqueros, me presento ante
él. Mis pechos son pequeños, dos pequeñas elevaciones, pero mis pezones son grandes y
erectos. Son sensuales como el infierno cuando me encuentro excitada como ahora, rígidos
y rosados, simplemente pidiendo por alguien que los chupe.
Pidiendo que Jack los chupe, pero ni siquiera me mira.
De una de las alforjas saca una larga tira de condones y una pequeña botella de
lubricante y los mete en su bolsillo trasero. Le sigue una tela oscura enrollada, entonces
desliza sobre su brazo un rollo de cuerda de algodón. A continuación, retira un par de
esposas de cuero.
Santa mierda. No estoy segura de querer saber qué más tiene allí.
Cierra el bolso y lo desliza sobre su hombro otra vez. ―Dame tus manos ―exige
bruscamente y mi pulso se acelera mientras envuelve un gran brazalete de cuero alrededor
de cada una de mis muñecas. El sonido del velcro es ruidoso en el silencio del vestíbulo
cuando desabrocha mi puño izquierdo para mostrarme―. Puedes abrirlas con tus dientes
si lo deseas.
Asiento y cierra el brazalete otra vez. Un pequeño aro de metal se une a cada uno.
49
Jack enrolla la cuerda de algodón suavemente a través de ambos aros y junta mis muñecas
antes de terminar con un nudo de enganche, también puedo fácilmente tirar de este y
liberarme con los dientes.
Jala la parte larga del final de la cuerda. ―Ahora estás atada.
Sí que lo estoy. Sin embargo, si cree que me paseará con una correa, vamos a tener
una nueva regla de mierda.
―Sí, pero…
Pero nada. La cuerda cae de su agarre y sus grandes manos atrapan mi cintura. Me
acerca a su cuerpo. Su caliente boca se engancha a mi pecho y cuando chupa con fuerza mi
pezón sensible, no puedo detener el sonido que sale de mí, una combinación de gruñido,
gemido y puro placer. Aprieto mi mandíbula demasiado tarde, y oh, mi Dios, su rostro, las
mejillas hundidas y los ojos cerrados, como si estuviera saboreando su primer bocado,
saboreando mi respuesta involuntaria.
A continuación, sus dientes tiran de mi pezón con fuerza y mis piernas casi se
doblan. Pero es Jack quien se está arrodillando, su boca moviéndose sobre mi estómago,
sobre la curva de mi cintura. Un temblor me recorre cuando lame el hueso de mi cadera. A
continuación muerde un tramo tenso de piel por encima de la cintura de mis vaqueros.
Sus largos dedos tiran de mi cinturón y desabrochan mis pantalones. Mi cuerpo
permanece inmóvil, todo en mí de repente se centra en sus manos cuando me baja el
pantalón por las piernas. Su lengua se vuelve a deslizar sobre mi cadera antes de comenzar
a bajar, sus fuertes dedos clavándose en mi trasero para mantenerme en el lugar. Ni
siquiera me encuentro desnuda. Llevo ropa interior, un par de pantaloncitos de algodón
negro, pero tiemblo cuando sus labios se acercan a la unión entre mis muslos.
Su boca llega a mi coño e inhala. ―Hueles tan bien. ―Su voz es un gruñido
hambriento―. Y estás empapada.
Mi corazón está tronando, trago saliva con fuerza y obligo a mi boca a formar
algunas palabras―: Estaba andando en moto. La vibración siempre me excita.
Mentira. Necesito más estimulación que esa.
Necesito algo más, como su cálido aliento susurrando sobre mi piel. Como el
pequeño empujoncito en mi clítoris cuando chasquea la lengua contra el algodón
empapado. Como su gemido cuando me degusta. Sus dedos se aprietan en mi trasero como
si fuera a acercarme más y comer mi coño justo aquí.
En su lugar desliza su brazo por detrás de mis rodillas y me levanta. Santa mierda.
Tomada por sorpresa, mis piernas todavía se encuentran atrapadas en mis pantalones,
enlazo mis brazos atados alrededor de su cuello y me atrae contra su pecho, cargándome,
como si fuera un metro ochenta y dos centímetros de nada, llevándome a través de la sala
y metiéndome en la cocina, en donde deja caer sus alforjas sobre la pequeña mesa del
desayuno. Aterrizan con un fuerte golpe seco en medio de montones de correo y revistas.
Recuperándome, santa mierda me está cargando, pregunto―: ¿Qué demonios tienes
allí?
―La cena. Ya que ninguno comió en la reunión. O combustible para más adelante, 50
si comiste cuando fuiste a montar.
―No lo hice.
―Bueno. ―Continua atravesando el comedor, donde finalmente consigo quitar
mis pantalones de mis tobillos. Aterrizan en alguna parte en el corto tramo de escaleras
que conduce a los dormitorios en la planta superior―. También hay más lubricante.
No puedo evitar sonreír cuando veo la curva divertida de sus labios. Dios, incluso si
penetra mi trasero, disfrutaré de esto.
Disfrutaré ganando, quiero decir. No de esto. No el que me cargue o que me lama o
cualquier otra cosa.
Y definitivamente no disfrutaré la forma en la que me coloca en medio de mi cama,
con cuidado, como si fuera algún héroe caballeresco y yo una doncella virginal. De nuevo,
la tensión se impone de repente sobre mí, haciendo que mi cuerpo se congele. Por lo
menos, rompe la imagen romántica cuando se apodera de la larga cuerda y la enrolla en la
cabecera de la cama, llevando mis manos sobre mi cabeza.
Bruscamente señala―: Está suficientemente suelta como para que puedas liberarte
con los dientes.
Asiento, mi cuerpo sigue rígido. Es el maldito tiempo de empezar. ―Tengo la
suerte de no tener una cabecera acolchada. Tendrías que atarme en alguna parte en la que
no esté cómoda, así me resultaría más difícil dormirme mientras estás metiéndome tu
polla.
―No es suerte. ―Se quita las botas, dejándolas de forma ordenada junto a la
cama―. Hice un reconocimiento.
Mi boca se abre. Lo miro mientras coloca su pistolera en la mesita de noche,
buscando en su rostro la sonrisa que dice que está bromeando. No es así.
―¿Has revisado mi casa? ¿Irrumpiste y revisaste mi casa?
―Sí.
Jesús. ―Eso es tan jodido.
Todavía completamente vestido, se acuesta a mi lado izquierdo, extendiendo la
longitud de su cuerpo duro contra el mío. ―Sí.
Sí. Tan fácil. Como si ya supiera que está jodido. Así como sabía que obligarme a
seguir adelante con la apuesta también era algo jodido.
La apuesta. ―¿Cuándo entraste?
―Hace unos seis meses atrás.
Tiro de las cuerdas para llevar su mirada hacia las muñequeras. ―¿Has estado
planeando esto por seis meses?
―Por dos años en realidad. ―Su pulgar se desliza a través de mis labios abiertos y
baja hacia mi mandíbula antes de que recuerde morderlo. Hace una pausa y su mirada
regresa a la mía―. No. He estado pensando en esto durante cinco años. La apuesta solo lo 51
hizo posible.
Cinco años. Desde que nos conocimos. No me gusta tanto el calor y el dolor que
siento ante su admisión.
―A la mierda todo esto. No me importa cuánto tiempo lo has planeado, aun así
voy a ganar.
―Lo sé, Lily. ―Sus dedos trazan la pendiente superior de mi pecho derecho―.
Eres la única aquí que puede ganar.
―¿Qué?
―Yo pierdo de todas maneras. ―Cerniéndose sobre mí, inclina su oscura cabeza,
sus labios ardientes le siguen a sus dedos callosos. Su boca es suave pero cada palabra es
dura―. Te tomo de esta manera, usando la apuesta, y nunca lo lograré otra vez. Si no
utilizo esta apuesta, no te tendré en absoluto. Sin importar qué suceda esta noche, mañana
pierdo, pero al menos de esta manera lograré tenerte una vez.
Algo cálido y tenso se hincha en mi pecho. ―Podrías haberlo pedido.
―No follas a otros Riders porque no quieres que nadie te mire como la vieja dama
de un hermano. ¿Habrías arriesgado eso?
No puedo ver su rostro y me alegro de que no pueda observarme porque notaría
algo que no quiero revelar. Habría corrido ese riesgo. Me he ganado mi lugar. Me he
ganado el respeto. Ahora podría sobrevivir si estoy con otro Rider. Si fuera alguien en
quien confiara. Si fuera alguien que valiera la pena la mierda que viene con eso, podría
bajar mi cabeza.
Pero al decirle que me habría acostado con él, correría el riesgo de admitir
demasiadas cosas, por lo que solo niego con un gesto.
No puede ver mi respuesta pero debe haber sentido el movimiento. Sus ojos son
oscuros y vacíos cuando los eleva. ―No solo con los Riders. Con ningún hombre local.
Tienes sexo con las mujeres de aquí, y con hombres en Portland.
Mi cuerpo se pone rígido. Tiene razón, nunca probé una polla local. Pero no hablo
de mis viajes a Portland, sobre pescar en el bar de un hotel esperando encontrar un
compañero digno para tener una noche de sexo. Acerca de usar mí vestido rojo y tacones,
porque esa combinación captura exactamente lo que quiero y porque mi chaleco
usualmente los asusta.
Y odio que Jack sepa algo acerca de esto.
¿Cómo lo sabe? Pero no pregunto, en vez de eso, veo la oscura tela que saca de su
bolsillo y muevo la cabeza. ―Nada de vendas en los ojos.
Vacila. En realidad duda, como si estuviera considerando esto de todos modos.
»De ninguna maldita manera ―gruño―. La apuesta era que me atabas. No me vas
a dejar ciega.
Apretando la mandíbula, me mira por otro momento. No sé qué está debatiendo,
pero debe ser algo importante, el maldito Jack Hayden nunca vacila. Finalmente asiente y
se vuelve para dejar la tela sobre la mesita de noche.
Jesús. ¿Qué demonios? Aceptó cada una de las reglas tan fácilmente. No me tocó
52
sin antes estar atada. Nada de besos. ¿Pero duda sobre una venda en los ojos?
¿Qué no quiere que vea?
Pero no hay nada que ver. Se echa para atrás contra mi lado, su expresión
inexpresiva, sus ojos vacíos. Solo la misma vieja nada de siempre.
A menos que no quiera que vea cuando me toca. A menos que no quiera que vea
mis pezones erectos, duros cuando rodee el pico de mi pecho con su pulgar o la piel de
gallina que recorre mi piel mientras inclina su cabeza hacia mis tetas.
Dios, eso no puede ser lo que no quiere que vea, porque cuando cierro mis ojos y
trato de dejarlo afuera, todavía lo puedo sentir. La rugosidad de la punta de su dedo, el
caliente deslizamiento de su lengua, el erótico pellizco de sus dientes que alivia con una
mano. Su mano se desliza sobre mi vientre mientras chupa, su pulgar sumergiéndose en mi
ombligo, las puntas de sus dedos deslizándose por debajo de la cintura de mi ropa interior.
Desesperadamente me sujeto a la cabecera, tratando de anclarme, de controlar mi
respiración entrecortada. No puedo soportar esa ternura. No estoy preparada para eso.
Pensé que solo abriría mis piernas y comenzaría a follarme. En cambio, me está probando,
tocándome y no puedo mantener la cabeza fuera de esta cama como tenía planeado.
Aprieto los dientes cuando sus fuertes manos se empujan entre mis piernas, pero no frota
mi clítoris, no me folla con sus dedos, solo toma mi coño en su gran palma.
Entonces sus dientes sujetan con fuerza mi pezón y elevo mis caderas de la cama,
arqueo mi espalda. Oh, mierda. Ahogo de nuevo mi grito de placer pero él lo sabe. Lo sabe
porque su mano está sobre todo mi coño y ahora me encuentro mucho más húmeda.
En silencio, me pone a prueba. Cada reacción. Mi respuesta a un suave mordisco.
Una lamida lenta. Una larga succión. Todo sobre mi cuello, mi pecho y mi vientre. Es una
dulce tortura y a través de todo esto no dice ni una palabra, no se pavonea acerca de lo
excitada que me encuentro, aunque mi coño es un océano de sofocante calor contra la
palma de su mano. No me da nada para distraerme de su boca y de sus dedos, no ofrece
nada para enojarme.
Pero necesito algo. Cualquier cosa. En la cadera, lame la piel tensa. Antes, me
lamió allí, pero ahora chupa con la fuerza suficiente como para dejar un chupón.
Jadeando, intento mantener la cabeza en el juego. ―O tienes un fetiche con las
caderas o en serio necesitas una hoja de ruta.
Oh mierda. No se supone que sonría. Pero lo hace y me obligo a no retorcerme
contra su mano. ¿Por qué todavía no me folla?
―Tus pantalones siempre están aquí. ―Su lengua traza una línea paralela a la
cintura de mi ropa interior, justo debajo del punto que estaba chupando―. Y tus camisetas
siempre cubren este punto. Excepto cuando montas tu moto y la camiseta se sube. Así que,
todavía tendré esto mañana.
¿Todavía tendrá… qué? ¿Un chupón?
Qué mierda. ―¿Me estás marcando?
Sus dientes destellan en una mueca antes de que bruscamente pellizquen la mancha
enrojecida. Entre mis piernas, sus gruesos dedos se hunden profundamente en mi coño. Mi 53
indignación se disuelve en un gemido ahogado que desesperadamente trato de reprimir,
pero no puedo detener el constreñimiento de mis músculos internos. Dulce maldito infierno.
No puedo pensar en mi cadera o en su marca. Me esfuerzo mucho por dejar de apretar su
muñeca entre mis muslos y mantenerlo dentro de mí.
Quiero llorar cuando retira la mano, hasta que su dedo se engancha en la cintura de
mi ropa interior. Su gran cuerpo se desliza hasta el final de la cama y arrastra el algodón
empapado por mis piernas, dejando un rastro húmedo a lo largo de mis muslos internos.
Sus manos agarran la parte inferior de mis rodillas y se cierne sobre mi otra vez. Sin
piedad abre mis piernas, exponiendo mi coño a su mirada voraz, la excitada piel, hinchada
y resbaladiza por la necesidad. Unas crudas líneas de hambre en su rostro.
Oh Dios. No puedo ver esto.
Su cabeza se sumerge y cierro los ojos. Mi cuerpo se estremece cuando comienza la
degustación, y recorre el camino hacia el interior de mi muslo, pero aprieto la mandíbula y
me centro. Nada de orgasmos. El peor polvo de mi vida. Solo voy a imaginar el motor turbo-
eje que alimenta a mi pájaro, luego mentalmente separo todos los elementos que lo
componen antes de volver a unirlos.
Jack lame mi coño y el motor vuela en pedazos. Jadeando, me sujeto con fuerza al
cabecero. Su lengua recorre la unión de mi coño y se aplasta sobre mi clítoris, frotándola
con dureza.
Oh, mi Dios, es bueno en esto. Es tan bueno en esto, lamiendo y chupando mi
clítoris, no lo suficientemente duro o lo suficientemente rápido como para hacer que me
corra, nunca lo suficientemente sutil o lento como para que pueda concentrarme en otra
cosa.
Pero tengo que concentrarme y unir el motor.
Excepto que es tan difícil cuando musita que mi sabor es tan malditamente bueno e
introduce su pulgar en los labios de mi coño. Introduce su lengua en mi interior
traspasando la maldita entrada con un largo torbellino, empujando y encendiendo los
nervios de esa piel tensa y sensible. Sé que mi cuerpo se contonea debajo de él, pero trato
de ignorar mi respuesta, trato de ignorar el ardiente placer, de ignorar su boca, su
increíble boca y la forma en la que me está comiendo, como me degusta, con fuerza y de
forma descuidada. Trato de ignorar que es tan perfecto, que es tan hambriento y que me
encuentro tan mojada.
Y el motor no es suficiente. Tengo que pensar en un combate, pensar en volar por
la noche sobre las áridas montañas, sabiendo que un misil podría llegar en cualquier
momento.
Con un aluvión de lamidas duras y rápidas, su lengua se dirige a mi clítoris. Sus
dedos enormes invaden mi coño y suavemente comienza a meterlos. Me imagino la cola de
fuego de un misil cruzando el cielo oscuro. Mentalmente realizo las maniobras en sentido
contrario. Moriré si le dan a mi ave. No puedo estar distraída por el maldito Jack Hayden.
Mis piernas están temblando. Oh, mierda, me voy a quemar.
La tensión es tan fuerte que casi le grito cuando levanta su cabeza y sus dedos
salen de mi interior. Oh no, no, no. Mis ojos se abren de golpe. Mis piernas están 54
extendidas, permanecen separadas por su cuerpo mientras se arrodilla entre ellas. Observa
mi rostro, su boca brillando con mis jugos y quiero que me bese, quiero probar mi coño en
su boca. Quiero morder sus labios, chupar su lengua y escucharlo gemir.
―¿Te rindes? ―Las palabras suenan ásperas, como si yo hubiera estado gritando
de placer en vez de contenerme.
―No. ―La mirada de Jack no abandona la mía mientras lleva sus manos a su
cinturón―. Ahora voy a follarte. A menos que me digas que me vaya.
Casi no escucho nada después de follarte.
―¿A menos que yo qué?
―Dime que me vaya y lo haré. ―Tira de la correa para retirarla de los pasacintos
del pantalón―. Solo dímelo.
―Claro. ¿Para que puedas decirles a todos que abandoné nuestra apuesta?
Su expresión se oscurece. ―No le diría a nadie una maldita cosa. Nadie sabría de
nuestra apuesta si no la hubieras anunciado en la reunión.
Y no habría nada que saber si él hubiera dejado pasar la apuesta. No voy a disculparme
por cubrir mi culo.
Pero toda respuesta muere en mi garganta cuando abre la cremallera de sus
pantalones. Oh, Jesús sálvame. Su polla es larga, gruesa y absolutamente preciosa,
profundamente venosa y coronada por una cabeza ancha y acampanada. Su gran mano
traza su eje, como si aliviara el dolor mientras espera.
Mi necesidad no se ha aliviado, en cambio aumenta hasta que no puedo sentir otra
cosa. Quiero esa gran polla dentro de mí. Y quiero al maldito Jack Hayden y no me
importa si es así como lo consigo.
Con voz ronca le digo―: No daré marcha atrás.
Sus dedos se tensan, apretando la cabeza ancha de su pene antes de que libere su
eje. Su respiración es brusca, pero ninguno de los dos habla mientras abre un condón y
desliza el látex por su gruesa longitud. Sujetando la base de su pene, se mueve sobre mí,
apoyando su mano libre junto a mi hombro.
Todavía completamente vestida.
―¡Espera! ―exclamo y su cuerpo inmediatamente se inmoviliza. Su oscura mirada
se precipita para encontrarse con la mía―. Camisa y pantalones fuera. Dame algo más
además de tu rostro para mirar.
Solo vacila un momento antes de arrancarse la camisa lo que fue un gran maldito
error. Oh, Dios. A veces, cuando está entrenando, Jack lleva una camiseta sin mangas, pero
nunca lo he visto sin una. Nunca he visto su pecho, pero es hermoso. Hombros anchos
tensos con músculos, sus pectorales esculpidos oscurecidos por el vello grueso que se
estrecha en una búsqueda del tesoro. Su estómago es firme y marcado. El lado izquierdo
de su pecho y hombro está cubierto de tatuajes, una combinación de escritura e
ilustraciones. En el lado derecho, el emblema de los Hellfire Riders decora la parte
superior de su brazo.
He visto antes ese tatuaje. Pero no su pecho ni las cicatrices, heridas que van desde
55
las producidas por balas y cuchillos a quemaduras. Jesús. ¿Por esto dudó? Mi mirada se
precipita a su rostro, pero como siempre no hay nada allí.
Se saca los pantalones de sus musculosas piernas. ―¿Planeas cerrar los ojos?
No lo haré si él quiere. Silenciosamente, niego, mi pulso está acelerado mientras se
asienta entre mis piernas otra vez. Relajando el rígido brazo a mi lado, sujeta su pene y no
puedo mirar hacia otro lado cuando apunta su gruesa longitud hacia mi coño. Mis dedos se
tensan en la cabecera. La respiración de Jack sisea entre sus dientes mientras desliza la
ancha cabeza a través de mis resbaladizos labios vaginales.
Poco a poco se empuja dentro de mí. Dios, es grande. Tan grande que estoy
apretada, mis paredes internas hinchadas por la excitación. Su pesado eje se hunde en mí y
cierro los ojos. La vista de su polla estirando y penetrando mi coño es demasiado
malditamente ardiente, pero ahora Jack es todo lo que puedo sentir, grueso y resbalándose
profundamente, más y más hondamente, hasta que se encuentra firmemente dentro del
codicioso compresión de mi coño.
Con un gemido, extiende la mano hacia adelante y sujeta la cabecera. Su voz es
tensa―: ¿Estás bien, Lily?
Contesto con los dientes apretados―: Solo sigue adelante.
Por favor. Por favor. Manos a la obra.
Mi cuerpo se estremece mientras se retira, mis músculos internos aferrándose a su
longitud como acero caliente. Saca esa corona grande y acampanada capturando cada
nervio sensible que recubre la entrada de mi vagina antes de introducirla de nuevo.
Oh, Dios. Mi espalda se arquea mientras soy estirada y penetrada una y otra vez, al
aceptar su polla tan profundamente como puedo. Se supone que debo estar pensando en
algo para distraerme de estas sensaciones pero no puedo. No debería ser de esta manera.
Cuando me acuesto con alguien, estoy determinada por completo a hacer que mi
compañero termine y a encontrar mi propio placer, pero tengo que trabajarlo, tengo que
concentrarme. Ahora me encuentro trabajando en contra de esto, pero la manera en que
Jack me folla sigue atrayéndome hacia él. No es solo las caderas y su polla moviéndose, sus
muslos me abren más y sus rodillas están clavadas en el colchón, como para asegurarse de
que permanece adentro, tan profundo como puede. Sus fuertes manos se sostienen de la
parte superior de la cabecera, sus bíceps marcados, moviendo y empujando la parte
superior de su cuerpo contra el mío cada vez que me embiste, mis tetas balanceándose con
cada larga acometida, meciéndose.
Mis muslos sujetan sus caderas para mantenerlo fijo. Cuando me doy cuenta de lo
que estoy haciendo, trato de dejarlos caer otra vez, pero Jack lleva sus manos detrás de mis
piernas y las sostiene, elevándolas más alrededor de su espalda mientras suavemente se
hunde en mí.
Dios. Dios. ¿En dónde está la follada dura? En un suspiro tembloroso, abro los ojos
y lo veo llenando mi coño de nuevo antes de levantar la mirada a su rostro. Necesito ver
sus ojos vacíos para recordarme que esto no es nada para él, que no siente nada por mí.
Pero sus ojos no están vacíos.
Aturdida, lo miro. Jack se congela a medio camino, su cuerpo listo sobre mí, su
oscura mirada fija en mí. Y veo, veo…
56
…Agonía, anhelo, necesidad…
Tanto. Sangrando en la oscuridad de sus ojos, hinchándose dentro de mí, y de
repente me siento tan llena.
Mi cuerpo tiembla debajo de él. ―Jack.
Solo respiro su nombre pero el sonido parece soplar todas las emociones,
alejándolas. Sus ojos se obturan y quedan inexpresivos. De pronto sujeta mi cintura y me
eleva sobre sus rodillas, levantando mis caderas en el aire y golpeando su polla en mi coño
con empujes discordantes, como si una follada dura pudiera hacerme olvidar lo que he
visto.
Pero es muy tarde. Lo he hecho y eso cambia todo.
Aún estoy pendiente de todo. Todavía voy a ganar. Pero el juego de repente es
diferente y mucho más importante.
―Jack, necesito… ―Apenas puedo recuperar el aliento mientras su polla me
penetra―. Necesito…sentirte…contra mí.
Un gruñido sale de su pecho y se inclina hacia adelante, bajando mi espalda al
colchón y relajando su mano contra el cabecero. No lo suficientemente cerca. La cuerda
que asegura mis manos tiene la suficiente holgura para dejar mis muñecas alrededor de su
cuello, atrayendo su cabeza hacia la mía. Su ritmo brutal trastabilla y disminuye a medida
que mis labios se encuentran con su boca abierta en busca de un beso. A la vez que me está
follando como un hombre hambriento, para mi placer, chupa mi lengua y embiste
profundamente mi vagina.
Retorciéndome, necesitando más, cierro mis piernas alrededor de su cintura. ―Que
sea duro. Muy duro.
―Lily ―gruñe mi nombre y grito mientras está frotándose contra mí, meciéndose
contra mi clítoris en empujes profundos, follándome con todo su cuerpo, sus fuertes dedos
clavándose en mi culo, el grueso vello de su pecho raspando mis pezones y no puedo
aguantar, me voy a partir en dos.
Oh, Dios. Mis dedos empuñan su corto cabello. Gimiendo con cada deslizamiento
de su polla, luchando con cada respiración, le digo―: Me encanta la forma en que me
follas. Es tan bueno, Jack. Es tan bueno, tan bueno, tan bueno…
El orgasmo me golpea como un puñetazo en el estómago, enroscándome contra él,
robándome el aliento. Mi coño sujeta su polla mientras me penetra y no puedo aceptarlo,
demasiadas sensaciones de una sola vez, pero su polla me llena sin descanso, mis caderas
meneándose debajo de él mientras mi cuerpo se sacude con su liberación. Como si el
apretón compulsivo de mi interior rompiera su control, Jack gime y me folla con más
fuerza, hasta que lloriqueo su nombre a través de la ola de otro orgasmo. Abruptamente su
poderoso cuerpo se pone rígido sobre mí.
Se corre en silencio. Profundamente, siento el fuerte pulso de su liberación y lo
mantengo apretado, amando su peso cuando se deja caer sobre mí. Amando el grosor de su
polla todavía alojada en mi coño y lo mojada que me encuentro. Amando el sudor de
nuestra piel y el jadeo de su aliento cuando entierra su rostro contra mi cuello.
El sudor casi se ha secado cuando finalmente se aleja. Rápidamente tira de la 57
cuerda liberándome de la cabecera y abre las esposas, a continuación, toma sus pantalones
y se dirige al cuarto de baño, quitándose el condón. Escucho correr el agua y regresa
vistiendo sus pantalones con la cremallera abierta.
Su mirada vacía se desliza sobre mí. ―Iré a hacernos algo de comer ―indica con
voz ronca.
Mi corazón late con fuerza. Miro su ancha espalda atravesar la puerta de mi
habitación, entonces caigo contra las almohadas y miro el techo. Todo este tiempo pensé
que yo no le importaba una mierda a Jack Hayden. Pero ahora no lo creo.
Creo que se preocupa más de lo que me había imaginado.
Traducido por León
Corregido por MadHatter

M e aseo en el baño, y luego me coloco la camisa de mangas largas de Jack.


El dobladillo me llega hasta la mitad de los muslos y cubre todo lo
importante, así que no me molesto en ponerme ropa interior antes de
dirigirme a la cocina.
Pero me tomo mi tiempo para llegar allí. Cada paso me resulta pesado y lento,
como si sopesara las preguntas abarrotándose en mi cabeza. ¿Qué pasa si a Jack le
importo? ¿Qué significa eso? Quizás nada. O tal vez que Gunner y Stone tenían razón, y
todo este tiempo él había tenido la intención de cubrirme la espalda.
Eso no significa que haya estado equivocada. Con lanzarme escudos, sí puede
llevarme a la ruina. Si no puedo demostrar que soy capaz de defenderme, los hermanos no
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tendrían razones para pensar que puedo cuidar de sus espaldas.
Y tal vez nada de eso tenga sentido. Quizá no hay algo equivocado, o correcto.
Pero aun así es importante.
Jack se encuentra de pie en la estufa de espaldas cuando entro en la cocina. No
espero a que se voltee para preguntar―: ¿Ayer en el cuadrilátero tenías la intención de
destruirme? ¿O en cada una de las ocasiones en las que supuestamente me cuidabas la
espalda?
Su espalda se tensa pero su respuesta es profunda y firme―: Las intenciones no
importan si estás lastimando a alguien. No puedes pretender dispararle a un hombre y
golpear a un niño pequeño, y luego decir que lo que pretendías hacer es más importante
que lo que hiciste. Así que si sentiste que tenía la intención de destruirte, Lily, entonces así
era.
Tiene razón. Excepto que la persona que lastima no decide si las intenciones
importan. Es la persona que ha sido lastimada, la que decide.
Y si él no tenía la intención de hacerlo, entonces eso también lo cambia todo. Cómo
exactamente, no lo sé todavía. Pero quiero averiguarlo.
Me acerco a la estufa. ―Entonces, ¿no te diste cuenta de que me estabas
destruyendo, pero no te preguntaste por qué siempre me encontraba tan enojada contigo?
Los grandes músculos de su espalda se flexionan cuando se encoge de hombros.
―Muchas personas se sienten inseguras conmigo. Algunas veces eso los hace enojar. Si
les enoja lo suficiente, comienzan a odiarme por ello.
¿Estaba tan acostumbrado a que la gente lo odiara que simplemente asumió que yo
también lo odiaba? Jesús.
―Quizá no se sentirían inseguros si no te metieras a hurtadillas en sus casas.
―Tal vez. ―Me mira cuando llego a su lado―. Pero creo que, de todas formas, se
sentirían inseguros.
—Yo no me siento insegura.
Su mirada oscura estudia mi rostro como si tratara de averiguar qué significa
exactamente eso. ―¿Ahora mismo no estás enojada?
―Supongo que no. Incluso aunque te metiste en mi casa, y averiguaste que mi
estufa tiene una parrilla. ―Con unos filetes gruesos ya cocinándose―. ¿Filetes?
Unos buenos cortes que habían sido envueltos en papel aluminio, que no había
comprado en el supermercado.
Sonríe y me mira. ―He comido por casi dos años en ese maldito Bamboo Bowl,
esperando que eso los ayudara a mantenerse a flote. Ahora quiero algo de carne.
Por supuesto que sí. Sonrío, pero mi diversión desaparece cuando asimilo sus
palabras. Comió allí cada día durante dos años… para que pudiera ganar una apuesta que
lo ayudaría a pasar una noche conmigo.
Mi pecho se queda quieto. La sonrisa de Jack desaparece y su mandíbula se tensa,
como si se hubiera dado cuenta de lo que ha revelado. 59
Mira hacia la parrilla de nuevo. ―¿Cómo te gusta el tuyo?
Crudo y sucio. ―Poco cocido y con mucha pimienta. ¿Quieres que te devuelva la
camisa?
―No es necesario. ―Se voltea hacia mí, sujetando la encimera a cada lado de mi
cadera―. Ya me has visto desnudo.
Pero no se refiere a su piel. Contengo la respiración al tiempo que vuelvo a levantar
mi mirada hacia sus ojos. Son inexpresivos, pero no están vacíos, aunque todavía no puedo
leerlos.
Y ahora no sé cuánto puedo presionarlo. No demasiado. Porque creo que por eso
quería la venda. No era para esconder sus tatuajes o cicatrices, sino porque no podía
ocultar lo que terminaría viendo en sus ojos. Probablemente no está acostumbrado a
quedar expuesto, y ya ha retrocedido. No quiero que se aleje aún más.
―Solo pensé que podrías salpicarte. ―Coloco mi mano sobre un fuerte pectoral.
Su piel cálida, sus músculos de acero, y no quiero dejar de tocarlo en mi vida. Tiene el
cuerpo de un maldito dios―. Sería una lástima que se formaran ampollas sobre esos
abdominales sensuales.
―No me importan mis abdominales ―dice gruñendo ―. Pero es por eso que me
abroché el pantalón.
Dios, sí. Me río y deslizo mi dedo hasta dejarlo en medio de su pecho. Los dibujos y
la letra en el lado izquierdo de su cuerpo se detienen exactamente en el centro de su torso,
como un lienzo cortado a la mitad. —¿Por qué solo un lado?
―El lado izquierdo representa lo que causa dolor. El otro lado, lo que me hace
sentir bien.
―Jesús, Jack ―susurro. Eso significa que está cubierto de heridas y solo tiene el
emblema de los Riders en el lado derecho. Y en el dolor más grande, justo por encima de
su corazón, se encuentran las palabras Mamá y Papá, escritas en la boca de un gran
demonio que lanza llamas. Los cuernos del demonio están rodeados por espinas, sus
puntas afiladas se hallan dibujadas de tal manera que perforan la piel de Jack, y una sangre
tatuada chorrea deletreando otro nombre. Jaime.
¿El nombre de un hombre? ¿De una mujer? ―¿Tu primera novia?
―Mi hermano.
La brusquedad en su voz hace que empiece a sentir un dolor en mi garganta, así
que toco la ligera cicatriz que va desde su hombro derecho hasta su clavícula. Una herida
de cuchillo. Recibió una bala en su costado y otra cuchilla atravesó su pectoral derecho.
Las heridas de un soldado, pero él ha visto el combate más de cerca de lo que yo lo he visto
en mi vida. Balas, heridas de metrallas… usualmente el enemigo se encuentra a cierta
distancia. Aquellos que sostienen cuchillos no.
Mi mirada se alza hacia la suya. ―No necesitas tatuajes en tu lado bueno, cuando
esas cicatrices están aquí.
Sonríe de nuevo. Dios, podría acostumbrarme a ver eso. ―¿Quieres un trago?
―Siempre. ¿Tú también? Tengo… 60
―He traído algo.
Toma dos vasitos del mostrador, vasitos húmedos, y me doy cuenta de que tuvo
que lavarlos. Mierda. Mi fregadero está lleno de trastes. Mi rostro se enciende y una
mirada confirma que al menos hay platos limpios en el coladero.
Mis ojos regresan a Jack mientras saca una botella de licor de su bolso. Widow
Jane. Aunque es un poco malo beber eso muy seguido, es mi licor favorito.
De alguna manera, no me sorprende que lo sepa.
―Gracias. ―Acepto el vasito que me sirve y lo observo mientras voltea los
filetes―. Entonces, después de todo, esa botella no es lubricante.
―No. ―Aunque esperaba ver su sonrisa de nuevo, su mandíbula se ha puesto
rígida, y me mira antes de decir―: ¿Qué te hizo cambiar de parecer?
―¿Sobre qué?
―Sobre esta noche. Estabas peleando conmigo. Luego decidiste no hacerlo.
Porque todo cambió. Pero no estoy acostumbrada a expresar mis sentimientos, al
igual que él, así que simplemente digo―: Comprendí que podría haber estado tomando
decisiones con información incorrecta. Y ya me conoces, no hago nada a medias. O estoy
completamente en contra de ti o completamente de tu lado. ―Le doy un sorbo al whisky,
dejando que pase por mi lengua, amando la quemazón―. De hecho, eso es lo primero que
mi papá me enseñó en la vida. “Ve a toda potencia o no te molestes en ir”. Así que eso es lo que
hice.
Sé que no le contesté, no de la forma en la que probablemente quería. Su mirada
evalúa mi expresión como si buscara una respuesta más completa, pero no pregunta cuál
era la información incorrecta. Solo dice―: Es una buena lección.
―Sí. ―Sonrío con amargura―. También fue la única que me enseñó que valía la
pena. ¿Cuál fue tu primera?
Ni siquiera se detiene a pensarlo. ―“Acepta lo que te den y no pidas más”. Ni siquiera
recuerdo si la aprendí en la mesa de mamá o de los puños de papá. Pero me enseñaron lo
mismo.
―Esa es una lección muy de mierda.
Su expresión es deprimente. ―Me impulsa a seguir adelante.
Me pregunto si es así. Tomando otro sorbo, me acerco más al tiempo que él se
vuelve a girar hacia la parrilla y sirve los filetes en un plato, luego los cubre con papel
aluminio. Mi mano se curva alrededor de su hombro, sosteniéndolo suavemente para que
no se gire a mirarme otra vez demasiado rápido.
Hay más demonios en su espalda. También más escritura, la mayoría de ella en
árabe o en persa. ¿Será por algo que pasó mientras estaba de servicio? Si es así, estas
ilustraciones muestran qué fue lo que lo hirió, pero también qué lo persigue.
Y la demarcación central es diferente. Baja por su espalda, pero no en una línea
recta como en la parte delantera. Otra ilustración se encuentra cruzada de izquierda a
derecha entre sus omóplatos. Una flor, con seis pétalos curvados… 61
Una lila. El cuerpo de Jack se pone rígido mientras mis dedos tocan el tallo.
A penas puedo respirar. ―¿Esto duele o se siente bien?
Su voz es un gruñido. ―Las dos cosas.
―¿Por qué?
No contesta. Y ya lo he visto desnudo, pero quizá esto es algo que lo obligará a
excavar más profundo de su ser. Al menos las raíces y la cabeza están en el lado bueno.
También los pétalos florecidos. Solo el tallo cruza el lado que implica dolor.
Así que en su mayoría está bien, no es doloroso. Justo como todo en estos
momentos, menos yo. Pero no entiendo qué está pasando aquí. Pudo haberse cubierto esto,
de la misma forma que ocultó lo que vi en sus ojos. En vez de eso, dejó la lila expuesta.
Quizá realmente piensa que no importa, que ya he visto lo que hay debajo de la superficie,
así que esto no me dice nada nuevo.
Excepto que no entiendo lo que vi. Todo parece distorsionado, como si estuviera
viendo a través de unos anteojos gruesos. Incluso la manera en la que Jack se gira para
mirarme. Como si repentinamente también fuera algo nuevo para él.
Como si tratara de entender a una Lily que no lo odia. Como si no pudiera entender
por qué no lo odio.
Doy un paso hacia atrás y coloco mi vaso en la encimera. ―Soy tuya por esta
noche. Y aun así me comes, me follas hasta hacerme perder el sentido y luego me
alimentas. ¿Por qué no me tienes de rodillas haciéndote una mamada?
―La apuesta es sobre lo que yo te haré a ti. No sobre lo que tú me harás a mí. ―A
pesar de su respuesta, ahora la tensión parece tensar sus hombros y su mirada baja a mis
labios, como si de repente pensara en mi boca sobre su pene.
Repentinamente yo también pienso en eso. ―Podrías pedirlo.
―No.
Entrecierro mis ojos. ―Tus padres te enseñaron bien.
Acepta lo que te den y no pidas más.
Esa desolación regresa a su mirada. ―Sí.
Jack tampoco me lo pidió la noche que peleé con Valentine. En su lugar quería
saber si le estaba ofreciendo una follada de odio… para que pudiera aceptar lo que merecía.
―¿Qué pasa si me ofrezco?
Sus ojos se concentran peligrosamente, se aleja de la encimera. ―¿Lo harías?
―Los filetes tienen que terminarse de cocer, ¿no?
―Sí. ―Sus ojos brillan un poco mientras se detiene frente a mí.
Dios, me encanta tener su gran cuerpo tan cerca. ―¿Qué tanto? Son muy gruesos.
―Cinco minutos más.
―¿Entonces qué piensas? ―Sostengo con un dedo su cinturón y lo acerco—. 62
¿Puedo hacerte venir otra vez en cinco minutos?
―No.
Su respuesta me sorprende. Lo miro. ―¿Acabas de decir que no?
Sus fuertes manos atrapan mis brazos. ―Acabo de recordar que no quisiste venirte
en mi boca. ―Jala las mangas demasiado largas hasta mis manos y las amarra―. Así que
comeré mi postre temprano.
Oh, Dios, sí. Pero me mantengo tranquila mientras me lleva hacia la mesa de
desayuno. ―¿Y crees que puedes llevarme al orgasmo en cinco minutos?
―No importa qué tan rápido. ―Me sube sobre la pequeña mesa y toma asiento
entre mis piernas―. Entre más tiempo sea más te mojarás y mejor… No estás usando
nada de ropa interior debajo de mi camisa, maldita sea.
Sonriendo, coloco mis pies desnudos sobre sus hombros. ―Nop.
―Cristo. ―Se inclina y mis talones se deslizan más abajo en su espalda, mis
rodillas colgando de sus amplios hombros. Su voz se profundiza―. Ahora no luches contra
mí, Lily.
No lo haré. Esto es algo contra lo que no voy a luchar. Mi respiración se estremece
cuando su cálido aliento pasa sobre mi coño. ―Dios. Solo dale duro a mi clítoris. Y… Oh,
mierda, sí.
Lo hace duro. Muy duro. Y muy bien, sus dedos se hunden en mí, su lengua no
tiene piedad, y es fuerte, húmeda y ruda, y no sé si pasa un minuto o diez minutos antes de
que me esté corriendo con Jack chupándome el clítoris y mis caderas agitándose
incontrolablemente, mi voz se encuentra ronca por gritar su nombre. Mi coño todavía está
tensándose cuando me hace girar sobre mi estómago, dispersando las revistas sobre la
mesa. Abre rápidamente un condón y empala mi coño con una sola embestida profunda.
Suelto una exclamación, mis dedos curvándose dentro de las mangas, entonces levanta una
de mis rodillas sobre la mesa, manteniéndome abierta y se empuja en mi interior de nuevo,
con más profundidad y fuerza. Sus grandes manos sujetan mis caderas y me folla sin
piedad, piel azotando contra piel y todo se hace más ruidoso, más húmedo y más brusco, y
se siente tan bien. No puedo respirar. Su mano se mete entre mis piernas y pellizca mi
clítoris y no creí que pudiera correrme de nuevo, pero ahora cada sobrecarga en mi coño
me lleva más y más cerca, hasta que estoy cantando su nombre con cada embestida de su
polla, la necesidad convirtiéndose en una montada frenética.
Sus dientes me muerden el hombro y me rompo, mi cuerpo se pone rígido,
exclamando una liberación agónica. Gruñendo, Jack folla duro mi coño una vez más antes
de que su cuerpo se tense. Su gruesa longitud bombea convulsivamente en mi interior.
―Dios. ―Me quedo allí acostada sudando, con mi mejilla recargada contra la
mesa, mi coño lleno con su pene y mi excitación derramándose por mis muslos internos―.
Muy bueno.
Esas pocas palabras entrecortadas son todo lo que me queda. Jack se ríe entre
dientes y presiona sus labios en mi hombro, su pecho sube y baja contra mi espalda, luego 63
gruñe y sale de mí.
Y después de todo, me queda un poco más. Retrocedo y caigo de rodillas, mis
manos atrapadas en las mangas. Jack se queda inmóvil, sus largos dedos curvados en su
longitud, quitándose el condón. Su pene todavía se encuentra rígido.
―Quítate el látex ―le digo con voz ronca.
Se lo quita y rápidamente chupo el semen saliendo del amplio glande, antes de
tragarme todo lo que puedo de su longitud. Su cuerpo se arquea como si lo hubiera
golpeado, los músculos cincelados de su abdomen se tensan, sus dedos van hacia mi cabello
como si intentara alejarme. Pero no lo hace, y lo chupo con fuerza, sabiendo que es
demasiado, que acaba de venirse y está muy sensible, que cada caricia de mi lengua será
tanto placentera como agónica. Aun así acepta lo que le doy. Me gustaría darle más.
Pero retrocedo, y sonrío cuando Jack colapsa en la silla detrás de él. Me levanto y
me siento a horcajadas sobre su regazo, luego beso su boca sonriente.
Definitivamente podría acostumbrarme a esto.

Los filetes están maravillosos. Permanecemos en silencio mientras comemos, pero


el silencio no se encuentra lleno de tensión, solo hay en el ambiente una apreciación
hambrienta por un jodido buen pedazo de carne. Pero aunque está delicioso, mi estómago
no es lo suficientemente grande como para comerlo entero, y le paso mi plato a Jack para
que lo termine si lo quiere.
Comienzo a comer mi ensalada. ―¿Has tenido oportunidad de contactar a Creek?
―No. Espero que presione a Croc para que sea él quien venga por mí.
―Probablemente no vendrá solo. No es el ejecutor.
―Me las arreglaré.
―¿Y averiguarás por qué está aquí sin exponerlo?
Jack asiente y acuchilla mi filete, dejándolo caer en su plato.
Tomo el whisky y me sirvo más. ―¿Viste los parches que usa? Si ha pasado tiempo
en la cárcel, si ha matado por el club, ha caído muy bajo. Eso toma muchos años. Así que
debe de estar tras algo grande. No hay nada así de grande por aquí.
―Es mejor si se queda de esa manera.
Amén a eso. Mi mirada va hacia su pesado hombro, viendo la flexión de su bíceps
mientras corta el filete. El emblema del club está tatuado en su piel, unas alas de fuego y
unas ruedas de acero. La única cosa buena.
―¿Cómo terminaste con los Riders? ―Sé que Saxon lo patrocinó hace ocho años
atrás, cuando mi papá todavía era el presidente―. ¿Conociste a Saxon en el servicio? 64
Jack niega. ―Él compartió una celda con mi hermano.
Mientras cumplía tiempo por homicidio involuntario. ―¿Por qué estaba allí tu
hermano?
―Vendía medicamentos prescritos. ―Hace una breve pausa, su mirada sobre el
cuchillo, cortando su filete―. No hubiera sobrevivido en prisión. Así que le pedí a Saxon
que lo cuidara.
¿Se lo pidió a Saxon? No. Jack no pide cosas. Degusto el licor en mi lengua y lo
estudio. ―¿Así que lo que realmente le dijiste fue que lo matarías si algo le pasaba a tu
hermano?
Jack levanta su mirada hacia mí, con la diversión iluminando sus ojos. ―Sí.
―¿Y eso hizo que fueran los mejores amigos? ―Lo suficientemente cercanos como
para que Saxon nombrara a Jack como su vicepresidente hace cinco años atrás. Durante la
reciente unión con los Titans, Saxon nombró a un nuevo vicepresidente de ese club, e hizo
a Jack un caudillo, lo cual hizo que fuera la mano derecha de Saxon. Él solo le responde al
presidente―. Tu hermano debió haber salido bien.
―Salió vivo. ―Su encogimiento de hombros sugiere que lo de bien es relativo―.
Después que dejé el servicio, vine a Pine Valley para agradecerle a Saxon que hubiera
cuidado de Jaime. Me dijo que me quedara y me uniera al club, así que lo hice.
―Entonces conociste a mi papá.
―Sí.
Por un segundo, me pregunto qué pensaba Jack de él, pero en realidad no quiero
saberlo. Mi papá podía ser un bastardo encantador y a Jack puede que le agradara.
Atravieso un pedazo de lechuga con el cuchillo. ―¿Cómo sabías sobre Portland?
Baja su cuchillo y se recuesta en la silla. ―El jefe escuchó que cada dos meses te
ibas en la moto. Sabíamos que no tenías familia allí y le preocupó que alguien te estuviera
dando problemas. Así que me mandó a buscarte.
Mi garganta se encuentra jodidamente tensa. ―¿Me viste con ese vestido rojo?
―¿Luciendo como una supermodelo? Sí.
Mierda. ―Si hubiera querido que algún Rider me viera de esa forma, hubiera
entrado a la casa club usándolo.
―Eso fue lo que me imaginé. ―Su voz es baja―. ¿Ese vestido es para ti o para
ellos?
―Para ellos. Es más fácil. Es mucho más fácil que usar un chaleco. ―Pero aun así
soy quisquillosa. Soy más de rechazar invitaciones que de aceptarlas―. ¿Tuve suerte
cuando me viste?
―No. Lo que vi fue a cuántos mandaste a volar. ―Su mirada parece brillar con una
luz peligrosa―. Pensé en sentarme junto a ti.
En donde podría haberme comprado una bebida. En donde hubiera podido decidir
invitarlo a mi habitación. ―¿Por qué no lo hiciste? 65
―Porque, incluso cuando no usas un chaleco, aun eres una Rider. Y yo también
soy uno todavía.
―¿Y pensaste que te mandaría a volar?
―Sí.
Cada respiración que doy parece doler profundamente en mi pecho. Dios. ¿Cuántos
revolcones he tenido? En su mayoría han sido chicas del pueblo. Con chicos fuera del
pueblo. Y nunca se me ocurrió, hasta ahora, cuando pienso lo diferente que hubiera sido si
él simplemente se hubiera sentado allí. O si yo lo hubiera visto en el hotel, porque me
conozco a mí misma. Si lo hubiera visto, lo hubiera llevado a mi cama.
Y jamás habría dejado de llevarlo. Ahora mismo no sé cómo lo haré.
La presión en mi pecho hace erupción en una risa amarga. ―Bueno, supongo que
esta apuesta, me ahorró un viaje y una cuenta de hotel. Al menos hasta la próxima vez que
necesite un pene.
Jack se acerca, sus ojos como piedras calientes. ―¿Ahora necesitas más?
Mi corazón palpita. ―Sí.
―Bien. ―Toma mi mano y recoge la botella de whisky con la otra―. Porque mi
pene necesita follarte el trasero.
Sonrío y dejo que me lleve hacia la habitación. ―Sigue sin ser mi agujero favorito.
―Es por eso que compré esto. ―Mueve el whisky en la botella―. Si el lubricante
no funciona, solo comenzaré a echarte licor. Terminará por gustarte de una forma u otra.
Suelto una risa. ―Puede que requiera de mucho licor.
―Lo que sea que funcione. Ve a la cama, para que pueda atarte de nuevo.
Todavía usando su pantalón, arroja el lubricante y una tira de condones sobre el
colchón, a mi lado, luego esposa mis muñecas y las coloca en el cabecero. ―¿Tienes
juguetes? Compré algunos, pero no sabía cuál te gustaba.
¿Entonces no hizo un reconocimiento de mi reserva oculta? —En la cómoda
grande. En el cajón superior.
Observo su expresión mientras lo revisa. Nada de lo que hay allí parece
sorprenderlo y finalmente saca un vibrador para el punto G con un estimulador para el
clítoris.
Me mira. ―¿Te gusta?
―Me encanta, pero, acabo de darme cuenta de que olvidaste quitarme tu camisa
antes de atarme. ―Y con mis brazos estirados sobre mi cabeza y mis manos atadas, no
saldrá de la forma correcta.
―No lo olvidé. Me gusta verte con ella.
Regresa a la cama y sube el dobladillo de la camisa hasta mis tetas, acomodando el
material en mi cuello. Sus grandes manos se deslizan por mis costados antes de detenerse 66
para pellizcar mis pezones. Mierda. Mi espalda se arquea y gimo cuando su boca caliente
reemplaza sus dedos, el dolor de la excitación ya se está formando en mi coño de nuevo.
Sus labios saborean mi cuello, mi mandíbula. Su voz es grave cuando dice―: ¿Me
morderás si te beso?
Rompimos esa regla hace rato. Pero nunca soy así de fácil. ―No te sacaré sangre.
Y eso debe ser suficiente, porque su boca devora la mía, con sabor a whisky,
pimienta y la dulzura de esta necesidad. Sus mejillas se encuentran sonrosadas cuando se
aparta, su pene es una cumbre dura debajo de la mezclilla. Sosteniendo una almohada, la
coloca debajo de mi cadera, luego coge otra cuando la altura no le satisface. Finalmente se
arrodilla entre mis piernas abiertas, observando mi rostro al tiempo que desliza el
vibrador en mi coño resbaladizo. El estimulador cubre mi clítoris.
A velocidad baja. Me frustro de inmediato y muevo mis caderas. ―Eso no
conseguirá nada. Súbelo.
Ignorando mi demanda, se inclina sobre mis piernas y atrapa mi pezón izquierdo
entre sus dientes antes de chuparlo con fuerza. Su mano se desliza hacia mi coño, sus
dedos juegan ligeramente con los labios antes de agarrar la base del vibrador y
lentamente, muy lentamente, lo mete y lo saca, con unas embestidas enloquecedoramente
superficiales.
Oh, Dios. Me va a matar, maldita sea. El juguete no es lo suficientemente grande o
profundo y no vibra lo adecuadamente rápido para hacer otra cosa más que enloquecerme.
―Mierda. ―Gruñendo, intento levantar mis caderas, para lograr sentir más, pero
me mantiene abajo.
―¿Más, Lily?
―Sí ―lo digo con los dientes apretados, porque está colocando lubricante sobre
sus dedos y sé lo mucho que me va a dar―. Bastardo.
Sonríe y su mano se desliza más abajo. Dios ayúdame. Sí es más. Solo un dedo largo,
y aunque no se siente mal, tampoco me gusta mucho. Pero la lenta embestida en mi canal
apretado parece encantarle a todo el resto, y aun así no es suficiente, mi cuerpo se aprieta y
se retuerce, pero no puedo obtener el clímax que necesito.
―¡Jack! Dios. ¡Hazlo!
Ya sin sonreír, su expresión luce tensa por el hambre, enfunda su pene. ―¿Quieres
que folle tu trasero?
―O que subas el maldito vibrador.
Aparentemente esa no es su elección. Sujetando su pene, comienza a penetrarme.
Espero a que saque el vibrador de mi coño, pero lo deja allí, el estimulador provoca a mi
clítoris mientras su pene lentamente llena mi trasero. Mis dedos se retuercen en las
ataduras. Jesús. Gruño e intento levantar mis caderas, para aliviar la presión. El vibrador
no es grueso, pero ahora lo siento, mis paredes internas parecen tensarse entre más
profundo entra Jack. Es grande y duele, y sigue sin gustarme, pero es mucho más y eso se
siente jodidamente bien. 67
Con un gruñido, Jack me levanta aún más. Me embiste completamente, su pelvis
golpeando la base del vibrador y metiéndolo más profundo en mi coño, con más fuerza
contra mi clítoris. Grito y él lentamente retrocede, pero envuelvo mis piernas a su
alrededor e intento obligarlo a que regrese, a que me llene de nuevo. Se empuja en mí,
golpeando el vibrador, y Dios, me gusta eso, y es malvado, jodidamente malvado, porque
de alguna manera me tiene suplicándole que me folle el trasero. Luego sube el vibrador
más y repentinamente estoy gritando por más, y me lo da, me folla duro hasta que la
vibración en mi clítoris me hace explotar.
Jack gruñe por un largo rato y con fuerza mientras me corro, colocando sus manos
al lado de mis hombros y suavizando sus embestidas. Me quedo allí acostada
estremeciéndome mientras termina y cae sobre mí, el sudor bajando por su espalda.
―Bastardo ―jadeo, apretando mis piernas a su alrededor―. Maldito bastardo
sucio.
Sonríe, bajando su mirada hacia mí, retirando de mi rostro sudoroso los mechones
largos de cabello. ―¿Ahora quieres ese licor?
―Vete a la mierda ―digo, pero mi risa lo arruina. Nunca hubiera supuesto que
Jack Hayden fuera divertido en la cama. ¿Intenso? Sí. ¿Sensual y hermoso? Sí. Pero no
divertido.
Y aun así aquí estoy, riéndome y disfrutando de cada segundo con él, y amando que
a él parezca encantarle todo lo que sea duro y loco como a mí.
Jack se estira y jala la soga para liberarla, pero no suelta mis esposas. Me quita la
camisa por encima de mi cabeza. Deslizando sus brazos debajo de mí, levanta mi peso
fácilmente, me lleva en brazos hasta el baño, en donde tira el condón y lanza el vibrador en
el lavabo. Abro la llave de la ducha y se mete bajo el chorro caliente conmigo, me atrae
hacia su pecho. Dios, esto es agradable. Después de mucho whisky y un sexo espectacular,
me siento lánguida, caliente y bien por todos lados.
Las manos de Jack acarician mi cabello mojado. ―¿Cuánto tiempo dura el agua?
―Una eternidad. Tengo un calentador de agua sin tanque.
―Entonces nos tardaremos una eternidad ―dice, y toma la barra de jabón.
Enjabona mi espalda, luego suavemente desliza sus dedos entre mis nalgas, lavando el
lubricante―. ¿Todo bien aquí atrás?
―Mmm…mmm. ―Perezosamente, me volteo y recuesto la cabeza contra su
hombro―. Y no digo que me hayas hecho una fanática, pero al final se sintió como si unos
dulces ángeles estuvieran metiéndose en mi trasero.
Sentí el retumbar de su risa en su amplio pecho. Sus dedos gentilmente moviéndose
de mi hombro hasta mi codo. ―¿Te duele el brazo?
―No tanto.
―Entonces sí. ―Su brazo se tensa a mi alrededor―. ¿Quieres tomar un descanso
antes de la segunda ronda?
68
―Suena bien ―murmuro contra su cuello―. Aunque, como justa advertencia, voy
a noquearte.
―No hay necesidad. ―Su mano se enreda en mi cabello y me acerca―. Caí en la
primera ronda.
Supongo que para los dos fue así.

De regreso en mi cama, Jack me sostiene contra su costado, uso su hombro como


almohada. Todavía me siento débil, adormilada y muy feliz. He tenido algunas noches
locas, pero no puedo recordar estar así de bien follada y satisfecha. En la tenue luz,
escucho su respiración constante, siento su corazón latiendo lentamente debajo de mi
palma. La boca tatuada de un demonio devora a sus padres debajo de mi mano. El nombre
de su hermano sangra bajo la punta de mis dedos.
Hemos estado callados por un tiempo, pero sé que no se encuentra dormido.
―¿Ahora en dónde está tu hermano?
―En Tulsa.
―¿Eres de allí?
―No. Soy de cerca de Seattle.
Un largo camino desde Oklahoma. ―¿Lo ves alguna vez?
―Lo veo. Él no me ve.
A menos que su hermano esté ciego, solo hay una manera de que eso tenga sentido.
―Entonces no lo visitas. Pero pasas a revisar cómo se encuentra, para asegurarte de que
esté bien.
―Sí.
Justo como cuando se aseguró de que su hermano también se encontrara bien en
prisión. ―¿Distanciarte es tu elección o la suya?
―La suya. Maté a nuestro padre cuando tenía catorce y el diez. No me ha
perdonado por hacerlo. ―Durante mi silencio atónito seguido de ese anuncio, añade―: Mi
madre tampoco lo hizo.
Con el corazón palpitando, me apoyo en un codo. Sus ojos son inexpresivos, pero
ya sé que no están vacíos. Solo que no puedo ver lo que hay detrás.
Demonios. Este podría ser el por qué no puedo ver lo que hay detrás de ellos. ¿Y
no había dicho que había aprendido su primera lección de los puños de su padre? ―¿Por
qué lo mataste?
―Comenzó a meterse con Jaime. Intenté detenerlo y eso hizo que se enojara. Pero
cuando me arrastró a la cocina y me colocó sobre la mesa, agarré un cuchillo… y no acepté
69
lo que me dio esa vez.
Jesús. ¿Era eso lo que me había dicho el otro día? Le dije que iba a ser la peor
follada de toda la vida y Jack había dicho que ya había tenido la peor. ―Dijiste que se
metió con Jaime. No te referías solamente a golpearlo.
―No.
Mi garganta y mi estómago duelen como si fuera a llorar, pero Jack lo suelta todo
como si fuera el pasado de alguien más. ―¿Qué te pasó después? ¿Fuiste arrestado?
―No me colocaron cargos. Pero mi madre no me quiso de vuelta. Así que me
pusieron en una casa.
No hubo cargos. Eso probablemente significaba que la evidencia del abuso era tan
severa que los policías ni siquiera pensaron en hacerlo. Que fue auto defensa o justificado.
Catorce años. Con la sangre de su padre en sus manos después de ser sexualmente abusado
por el hombre, por quién sabe cuánto tiempo. Luego rechazado por su familia. No había
forma de que eso no lo hiciera sentir vacío por dentro. ―¿Cómo demonios entraste al
servicio? Pensé que estabas jodido cuando saliste, pero obviamente ya lo estabas antes de
que entraras.
Una corta risa lo sacude. ―Lo estaba. Fallé en las evaluaciones psicológicas, pero
justamente de la forma correcta. Era perfecto para otras operaciones.
―¿En qué rama?
―En ninguna. Solo hacía lo que se necesitaba para proteger al país.
Puedo escuchar lo que no dice. Que fue reclutado por hacer operaciones en donde
tenía que trabajar solo. Quizá operaciones en donde el gobierno no quería verse
involucrado, de esta forma si alguna de sus misiones salía mal, se hubieran lavado las
manos. ―Y tenías la mentalidad perfecta para eso.
Para trabajar solo. Para matar sin vacilar. Y no esperar que nadie le cubriera la
espalda.
Dice roncamente―: Es la misma mentalidad que obligará a una mujer a seguir una
apuesta, solo para que pueda meterle mi polla por una noche.
Aun así me dio una opción. Nunca olvidaré eso. ―Estás increíblemente jodido.
Su boca se curva con una diversión irónica. ―No puedo argumentar en contra de
eso.
Me inclino para besar esa sonrisa sensual antes de recostar mi cabeza en su
hombro. ―Está bien. Me gustas así.
Y amo la forma en la que me tiene abrazada.
―Entonces ¿así es como conociste a Creek? ¿Hizo la misma mierda encubierta que
tú?
―Sí.
Frunzo el ceño. ―Entonces Creek también tiene esa mentalidad. Hará lo que sea
que tenga que hacer para proteger algo. Entonces ¿qué tan lejos irá para proteger su 70
misión? Podrías exponerlo. Puede que no venga a hablar contigo, sino a sacarte del
camino, a asegurarse de que nunca hables.
―No.
―¿Cómo puedes estar seguro?
Se queda en silencio durante un segundo, como si antes no hubiera tenido que
poner su respuesta en palabras. ―Sería irrespetuoso.
―Pero ha estado encubierto por un tiempo. No puedes saber si ha cambiado.
―Las personas no cambian.
Estoy muy segura de que discutir ese punto no cambiará su opinión. ―Solo ten
cuidado. ―Me levanto por encima de él, sentándome a horcajadas sobre su estómago. Sus
dedos callosos se deslizan sobre mis muslos―. ¿Listo para la ronda dos?
Sus manos se levantan de golpe, atrapando mi mandíbula y bajando mi boca hacia
la suya.
Tomo eso como un “sí”.
Traducido por MadHatter
Corregido por Erienne

E l estruendo sensual del motor de una Harley y el ruido de la puerta del


garaje, me despiertan. Unas luces tenues de color gris se asoman a través
de la ventana de la habitación. Es el amanecer.
Jack se ha ido.
No, Jack se está yendo. Mi corazón se comprime y salgo de la cama, pero es
demasiado tarde, el sonido de su motor me dice que ya se encuentra afuera de la calzada.
Voy corriendo hasta la ventana y le veo cuando baja por la calle. Mis dedos se curvan
contra el cristal frío cuando gira en la esquina, saliendo del campo de mi visión.
Mierda.
71
La decepción me invade. Sabía que se marcharía temprano para ir al trabajo, pero
tenía la intención de despedirlo, averiguar cuándo planea venir otra vez. Podría enviarle
un mensaje de texto y preguntarle, pero todo todavía se siente fuera de balance, como si lo
estuviera viendo a través de un caleidoscopio complejo, y ya es lo suficientemente difícil
leerlo. No necesito la distancia adicional de un mensaje de texto, y no quiero que se sienta
como algo de una noche.
Quiero pedirle que venga porque se siente como si significara algo.
Con un suspiro, subo de nuevo a la cama, y cada dolor por la segunda y tercera
ronda parece asentarse como una venganza. Gimiendo, saco un analgésico, me cubro la
cabeza con la sábana, y abrazo la almohada de Jack contra mi pecho. Es un pobre sustituto.
Pero está bien por ahora. Lo tendré de nuevo.

Estoy metida hasta los codos en agua sucia cuando veo a Jenny Erickson
estacionando su camioneta. Me encuentro con ella en la puerta, goteando por el suelo,
porque no pude encontrar ni una jodida toalla de mano.
Me rindo, y en su lugar utilizo mi camisa. Me quedo observándola. Viste
pantalones cortos y sandalias, una blusa sin mangas con flores, su cabello oscuro recogido
en una cola de caballo. Siempre está malditamente linda, pero por lo general solo viste con
vaqueros y una camiseta cuando trabaja. ―¿Habíamos quedado para almorzar?
―No. ―Su mirada verde pálida recorre mi rostro. Su frente se arruga con
preocupación―. Saxon sugirió que tal vez debería revisar que te encuentres bien mientras
estoy en el pueblo.
―¿Que comprobaras si estoy bien? ¿Por qué?
Me sigue de regreso a la cocina. ―No dijo por qué. Pero escuché de Anna que
recibiste una multa enorme.
Anna Wall, la que sirve los tragos en el Wolf Den. Los hermanos, probablemente
no tienen idea de lo mucho que sabe de los asuntos del club.
Pero al parecer nadie ha mencionado mi apuesta todavía. Tal vez tienen miedo de
hacerlo, teniendo en cuenta que involucra a Jack.
Sin embargo, no me importa si Jenny se entera. ―Perdí una apuesta con Blowback.
Me ató y me folló toda la noche.
Su linda boca se abre de golpe. Su mirada me recorre otra vez de la cabeza a los
pies antes de explorar la habitación, como si estuviera buscando el daño. No encontrará
ninguno. Toda señal de que Jack estuvo aquí ha sido borrada o quitada. Ya estaba así
cuando finalmente me levanté. El vibrador había sido lavado y colocado de regreso en el
cajón, lavó nuestros platos en la cocina, la cuerda y las esposas no se veían por ningún
lado. Incluso tiró la basura y tampoco estaban el papel de estraza y los condones que
habíamos usado. 72
Su mirada atónita regresa a la mía. ―¿Y te encuentras bien?
Tengo que reírme. ―Estoy bien.
―Bueno, de acuerdo. Iba a reunirme con Anna y a tomar algo para comer.
¿Quieres unírtenos?
―Sí. Solo déjame limpiar esta mierda.
Por supuesto que ayuda. Así es Jenny. Yo esperaría a que la otra persona terminase de
limpiar su propia porquería, pero ella salta directamente a ayudar. ―¿Así que estás bien?
La miro de reojo. ―¿Por qué te sorprende tanto?
―Porque no hay pequeños trocitos de ti enterrados en el bosque.
La realidad me golpea. Jack hace sentir incómodas a una gran cantidad de
personas. A veces me olvido exactamente de cuán incómodas.
―¿Cómo si fuera un asesino en serie? ―Me río con tanta fuerza que casi me caigo
en el fregadero―. Oh, Dios. Está jodido, sí. Pero es un tipo diferente de jodido.
Del tipo jodido que rompería a alguien en pedazos, claro. Pero solo si amenazan
algo a lo que está tratando de proteger.
Sus ojos se entrecierran hacia mí, como si comprendiera que hay más que no le
estoy contando. Como por ejemplo, lo malditamente bueno que fue.
Es una locura lo rápido que a veces me lee. Ni siquiera la he conocido por tanto
tiempo, tacha eso. La conozco de toda la vida. Por supuesto que sabía de la princesita
mimada de Red Erickson. Pero no había intimado con ella.
Ahora sí. Y no es mimada. Claro, tiene una casa grande y dinero, pero también ha
trabajado muy duro para llegar hasta ahí. También es agradable, como nunca lo seré yo.
También es la única persona con la que he tenido relaciones sexuales que continúa
siendo mi amiga. Y ni siquiera fue algo de sexo entre dos. Ella estaba con Saxon; yo
solamente les ayudé a salir del paso, lamiendo su coño.
No tengo otra amiga cuyo sabor conozca. Todas las demás con los que he estado,
fueron algo de una noche. No significaron nada para mí antes de que las follara, y nunca se
quedaron después de que llegaron a conocerme. Pero yo tampoco me quedé. Ni siquiera sé
si sabría cómo hacerlo. A veces pienso que la única razón por la que Jenny todavía anda
cerca, no tiene nada que ver conmigo, sino con lo agradable que es como persona.
Mierda. Mierda. Jack no era un amigo. No realmente. Estuve demasiado enfadada
con él durante mucho tiempo. Sin embargo, ayer por la noche cambió todo, y creo que
podríamos ser muy buenos amigos. El sexo fue increíble, pero me encuentro bastante
segura de que también nos llevaríamos muy bien durante el tiempo de inactividad. Pero
quizá no estaré a su altura. O puede que él tampoco quiera quedarse.
Y esa preocupación de repente está desgarrándome. Dios. Antes de irse, ya quería
que regresara. Por otra noche. Por otra semana.
Pero la verdad es que... lo quiero por mucho más que solo eso, maldita sea.
73
―Lily. ―Jenny me observa con una mirada de inquietud otra vez―. ¿Estás bien?
―Sí. ―Le muestro una amplia sonrisa, cierro el grifo, y luego me apresuro hasta
mi habitación para cambiarme.
Tan pronto como me encuentro sola, me obligo a quitarme la aprensión de encima.
Porque conozco el secreto de Jack. Se preocupa más de lo que demuestra, y se preocupa
por mí.
Por lo tanto, va a estar bien.

A menos que me equivoque.


En Barracks, he estado bebiendo de una cerveza durante casi una hora. Jack está
aquí, pero se encuentra sentado con el presidente y con Thorne, nuestro nuevo
vicepresidente, junto con dos Blue Coyotes. Sé que es mejor no interrumpirlos. Pero ya
estoy repensando mi plan de pedirle que vaya a casa. Porque está frente a mí, puede verme,
pero no hay nada en su mirada oscura cuando echa un vistazo en mi dirección.
Sin embargo, quizás solo sean negocios. Así que espero, viendo a un par de
bailarinas moviéndose en el caño antes de dirigirme a las mesas de billar, en donde pierdo
veinte dólares cuando meto la bola ocho, y luego otros veinte cuando lo hago de nuevo.
Mierda. Mi juego es completamente malo. Es más barato meter dólares en las
tangas de las bailarinas. Me dirijo a la barra e ignoro algunas de las miradas que recibo.
Varios de los hermanos que están en el consejo ejecutivo siguen haciéndome la misma
inspección de pies a cabeza como hizo Jenny. Como si estuvieran sorprendidos de que
todavía me encuentro de una pieza.
Por supuesto que sí. Un coño puede recibir un golpe. Las bolas son las únicas que
no pueden.
Los Blue Coyotes se han ido, así que regreso a la mesa que comparto con Gunner y
con Stone. Ahora será jodidamente fácil. Jack solo tiene que levantarse, y acercarse. Ni
siquiera tiene que ocupar una silla en nuestra mesa.
Pero todavía no hay nada cuando me mira. Y aquí no me puedo acercar a él. No
puedo hacerlo. Él tiene que saberlo. Estúpida Zoomie, la follaron y ahora ella se aferra, porque
cree que el sexo con un hombre que ganó la oportunidad de usar su coño en una apuesta, significó
algo.
Jesús.
Me quedo por una media hora más, luego me siento en el estacionamiento como
una estúpida patética, intentando justificar que tal vez Jack pensaba que tampoco podía
acercárseme allí adentro. Pero me vio salir. Pudo seguirme, ya que no hay nadie aquí que
nos pueda ver.
Después de quince minutos sé que no va a venir y me voy a casa.
74
Me emborracho con una botella de whisky mientras miro mi teléfono, debatiendo si
le envío un mensaje, después, finalmente me meto en la cama y abrazo la almohada contra
mi pecho. Justo esa mañana, hice lo mismo, segura de que lo tendría de regreso aquí
conmigo. Seguro de que le importaba una mierda.
En vez de eso, me duermo sola.
Traducido por astrea75
Corregido por Ivettelaflaca

E sa noche de mierda se convierte en la peor semana de la historia. Un


incendio estalla en el bosque de Deschutes e inmediatamente llamo al
equipo para ponerlos en la primera línea. Cuando vuelo de regreso, es para
sacar sus cadáveres. Trabajé con algunos de ellos por años. Asistí a barbacoas con sus
familias, me he reunido con sus esposas e hijos. Entonces, el viento cambia, el fuego se
propaga y paso los próximos días volando a través del humo, luchando por conseguir que
las corrientes de aire caliente y el viento cortante como guillotina, no derriben mi pájaro.
Para el momento de la reunión con la Junta Ejecutiva me estoy tambaleando y soy
solo dolor, cansancio. Ya no tengo nada.
Excepto más dolor. Jack me mira cuando entro, sus ojos vacíos. El dolor se 75
profundiza desgarrando mis esfuerzos cuando mira hacia otro lado como si yo no fuera
nada.
Ahora no sé con qué lente debería estar mirándolo. Si aún estuviera mi viejo, me
gustaría creer que esto era lo que habría querido hacer: despedazarme, romper las defensas
que había construido en su contra, para que pudiera arrancar mi corazón.
Porque por supuesto, mi corazón también se involucró por completo, a pesar de
que no quería.
Ahora no sé qué hacer. Tengo dos opciones: ir a preguntarle si quiere otra noche,
que es la elección estúpida. O puedo dejarlo así y olvidar todo el asunto.
Eso sería lo más inteligente. Cambié mi juego porque creí ver algo, pero
probablemente era solo lo que quería ver después de que Stone y Gunner estuvieran
tomándome el pelo. Entré en esa noche en busca de una razón para creer que le importaba.
Ya no lo creo.
La reunión es corta, solo dos asuntos están en la agenda, “Dinero” y “Hangmen”, y
no hay novedades acerca de cualquiera de los dos temas. No me quedo después de
finalizada la reunión, y Gunner me pone al día mientras salimos de la sala de conferencias.
―Oye, Zoomie. ¿Irás a Barracks con el resto?
―Sí. ―A pesar de que no hay nada para mí, me siento mejor haciéndolo―. Pero
me iré temprano.
―¿Mañana no tienes el día libre?
―Tengo que asistir a los funerales.
―Mierda. He oído lo que pasó. Eso es duro.
Mi garganta es un puto nudo. ―Sí, bueno. Deja de hablar de eso.
Y es por eso que me gusta tanto Gunner. Es un maldito payaso, pero puede ver
cuando alguien cuelga de un hilo. No se ofende, sino que simplemente se calla y camina
conmigo.
Me encuentro en el estacionamiento fuera de la sede del club antes de darme cuenta
que Jack está justo detrás de nosotros. Sus malditos pies silenciosos. Y sigue conmigo
cuando Gunner se desvía hacia su moto. El oscuro caballo de batalla de Jack esta justo al
lado del mío.
Su larga zancada iguala mi paso. Su voz es baja y profunda―: ¿Tenías amigos en
ese equipo? ¿Estás bien?
―No tienes derecho a preguntarme, maldita sea.
No después de que me sentara en otro estacionamiento la semana pasada
desesperada porque me dirigiera una palabra. Ahora no puede fingir que le importo.
No tiene nada qué decirme. Y no lo hace, solo se queda de pie junto a mi moto y me
observa balanceando la pierna sobre el asiento. Su mirada baja a mi cadera y aprieta la
mandíbula.
Debido al moretón, la maldita marca que me hizo. Casi ha desaparecido, muy 76
pronto será nada.
Pero aún duele. ―¿Quisiste enseñarme la misma lección que te dieron tus padres?
Su oscura mirada no deja escapar la mía. ―¿Qué lección?
―Acepta lo que te den, Lily ―espeto―. No pidas más.
La piel tensa de sus pómulos palidece. ―No.
―Bueno, me la enseñaste de todos modos… ―me interrumpo cuando viene por
mí―. No me toques, maldita sea.
Pero lo hace, acunando mi mandíbula con sus grandes manos. Ahora sus ojos no
están vacíos, pero no me fío de nada de lo que veo. ―Lily ―susurra con voz ronca―.
¿Qué me ibas a preguntar?
Como si alguna vez se lo fuera a decir. ―¿Perdiste? Dijiste que perderías tanto si
me tenías, como si no. Así que, ¿perdiste?
Su mirada es de repente desolada. ―Todo.
―Entonces tenías razón sobre eso, pero estabas equivocado acerca de mí. Yo no
gané, en cambio solo salí herida. No debería sorprenderme, me lastimaste durante cinco
malditos años, no sé por qué pensé que algo había cambiado. Ahora déjame ir.
Lo hace, mirándome con una expresión sombría en lo que enciendo mi moto. Casi
no escucho su baja voz de grava por encima del motor.
―No quise lastimarte, Lily.
―Bueno, tus intenciones significan una mierda, ¿verdad? Así que, ¿qué quieres
Jack? ¿Me quieres a mí? ¿Quieres más?
Con una expresión torturada en el rostro, cierra sus ojos y musita―: Otra noche.
Solo una. Si te estás ofreciendo.
―No lo hago. Así que mejor pídemelo ―le digo, encendiendo mi moto poniéndola
en marcha y haciendo rugir el motor.

Estoy a punto de tomar un trago de tequila cuando me doy cuenta que Jack podría
estar demasiado jodido para pedírmelo.
¿Qué había dicho acerca de matar a su padre? No acepté lo que me dio. Perdió
demasiado. La muerte de su padre puede que no haya sido tan mala, pero su madre y su
hermano le dieron la espalda, porque rompió una regla.
¿Y ahora? Todos a quienes protege, no quieren tener nada que ver con él. Su
familia; el ejército dijo que estaba demasiado jodido para unirse, pero alguien decidió
usarlo, a pesar de que nunca lo reclamarían como uno de los suyos; incluso en los Riders,
hay un par de hermanos que se sienten cómodos con él, pero los otros prefieren mantener
77
la distancia suficiente. Y Jack ha estado tan acostumbrado a esto que por cinco años
asumió que yo hacía lo mismo.
Así que, incluso si quisiera pedírmelo, solo Dios sabe si podría hacerlo. Al menos
no todavía. No hasta que esté seguro de que no me perderá o no lo alejaré.
Mierda. Así que eso cambia el juego. Otra vez.
Bajo el vaso y lo deslizo hacia Stone. ―¡Me voy! ―grito, por encima de la música.
Asiente y Gunner choca mi puño. ―Mantendremos el fuerte.
Rodeados de licor y bailarinas, un trabajo tan difícil.
Durante las noches de reunión de la junta, Jack a menudo aparece por unas horas,
pero hoy no es así. Eso, generalmente, significa que trabajará hasta tarde.
Regreso al pueblo en mi moto, desacelerando en las calles oscuras. Su moto se
encuentra frente a su tienda, así que está aquí. Desmonto y me apresuro a subir por las
escaleras exteriores de su apartamento. Las ventanas están oscuras. Estoy a punto de
llamar cuando escucho su voz viniendo de abajo.
―¿Lily?
Se encuentra al pie de las escaleras, viéndose grande, peligroso y malditamente
hermoso. La puerta de su tienda está abierta detrás de él y la pálida luz amarilla se
derrama por el umbral. El resto del garaje se encuentra a oscuras, así que debe haber
estado atrás en su oficina.
―El maldito Jack Hayden ―anuncio, y comienzo a bajar lentamente―. ¿Por qué
diablos no me llamaste la semana pasada? Solo me follaste y huiste.
Me estudia por un largo segundo antes de cambiar de postura, apoyando los pies y
cruzando los brazos sobre su ancho pecho, debido a que nota que busco pelea.
No con los puños, pero probablemente siempre habrá un poco de pelea entre
nosotros.
―Fue tu regla ―aclara en voz baja―. No hablar contigo sobre esto. Olvidar que
incluso sucedió.
―¿Una regla? Es una razón de mierda. Rompimos todas las reglas después que las
hice. No me ataste las manos en la segunda ronda. Y nos besamos jodidamente mucho.
Sus ojos brillan. ―Pero usamos un condón todas las veces.
Así que la regla de la protección fue lo suficientemente importante como para no
quebrantarla. Sí, eso le conviene, tal vez también me convenga a mí.
Me detengo dos escalones por encima de él. ―¿Me proteges al mantenerte
alejado?
―Solo estoy haciendo lo que hay que hacer. ―Su voz es áspera―. No quieres
poner en riesgo tu lugar en el club por un maldito portador de un parche.
Mi corazón se retuerce. Sí le dije eso. Aunque después no le dije que me arriesgaría
por él.
Bajo el siguiente escalón y mi sangre se congela cuando un punto rojo aparece
78
cerca de su cabeza. Una mira láser. El punto desaparece. No, mierda, mierda, está sobre el
hombro de Jack.
―¡Abajo!
Salto, chocando contra su pecho y tirándolo hacia atrás. Un ¡pfink! suena como una
bala golpeando un lado de la tienda, vamos agachados hacia el garaje, cerrando la puerta
de acceso, Jack da con el interruptor en la pared y nos sumimos en la oscuridad.
―¿Te dieron? ―Me examina en cuclillas, su voz es ronca, sus manos están por
todos lados―. ¿Te dieron?
―No. ―Con el corazón palpitando, sujeto sus manos―. Estoy bien.
Mis ojos se adaptan a la oscuridad y a la tenue luz de las pequeñas ventanas. Jack
saca su arma del arnés en su hombro, comprueba las balas. Su mirada está fija en la puerta
y su rostro crudamente revestido en sombras―. No saltes nunca frente a una bala por mí
Dolida, aprieto la mandíbula. ―Te cuido la espalda.
―Entonces, cuida mi espalda. No seas mi escudo. ―Me mira y golpea los nudillos
contra su pecho―. Esto solo es carne, maldita sea. No tienes que lastimarte por mí. ¿De
acuerdo?
No está bien, pero me mantengo callada porque los dos estamos escuchando. Nadie
anda cerca de la tienda todavía.
En voz muy baja susurra―: Voy a ver cuántos hay. Permanece abajo y entra en la
oficina. Hay un chaleco y una .45 en el fondo del cajón del archivador. Espérame ahí.
Asiento, mis piernas tensas cuando cambio de dirección. ―De acuerdo.
―Dispara a cualquier hijo de puta que entre en esa oficina si no es un Rider.
―Lo haré.
―Cristo, Lily. ―De repente me jala, su caliente boca contra mi sien, su mano
izquierda enredada en mi cabello―. Estás tan malditamente tranquila. Te quiero
cuidándome la espalda en cualquier momento, pero no como mi escudo.
Mi garganta se aprieta. ―Está bien.
Entonces se va, tan silencioso, desapareciendo en las sombras del taller. La tienda
es grande, con cinco módulos en el garaje principal. Una grúa es lo más cercano a mí,
manteniéndome agachada, avanzo hacia la oficina. La puerta está abierta y flanqueada por
dos grandes ventanas que le permiten a Jack ver dentro del garaje desde su escritorio.
El cajón del archivador se abre sin problemas, mi corazón está tronando cuando
saco el chaleco y encuentro la pistola, una Glock 37 y diez balas, ninguna en la cámara. Me
dirijo de nuevo al frente de la oficina y me acuclillo debajo de la ventana.
Un crujido suena cuando abren la puerta de la tienda desde afuera. Ahora me
encuentro fuera de vista y no me verán cuando miren a través de la ventana.
Dos sombras se mueven por el garaje. Me agacho de nuevo, esperando. Un disparo
descubriría mi posición y no sé qué tipo de armamento tienen, por si pueden disparar a
través de la pared. Poseen algunos juguetes de lujo, una mira laser y un silenciador, y 79
podrían tener más. Así que me quedaré sentada hasta que no me dejen otra opción.
Casi abandono mi posición cuando algo resuena cerca, una llave o alguna otra
herramienta cayendo al concreto. Mi pulso se acelera, pero es algo bueno que tenga una
buena posición para enfocarme y poder oír los pasos.
Una sombra aparece en la ventana de la oficina, bloqueándome la tenue luz de
afuera. Silenciosamente se mueve hacia la puerta, aunque no lo suficientemente en silencio,
por lo que sé que no es Jack. Apuntando a la entrada de la oficina, salgo de la zona segura.
Un cuerpo cae atravesado en el umbral de la puerta.
Un tipo grande con tatuajes tribales, es el ejecutor de los Devil’s Hangmen, lo miro
por encima del cañón de mi arma y sus ojos están abiertos y fijos, tiene el cuello roto.
Jack se desliza a través de la puerta. Silenciosamente, hace un gesto para que me
acerque. ―Quédate atrás ―susurra―. Creek lo acompaña.
―¿Alguien más?
―No. Sin embargo mantén los ojos abiertos.
Asiento y parpadeo cuando Jack acciona un interruptor en la pared de su oficina.
Las luces inundan el garaje principal. Pasando sobre el cuerpo del ejecutor, me quedo en la
espalda de Jack, con el arma lista.
Creek está en el tercer módulo, escudándose detrás de un Explorer negro, su
pistola dirigida hacia nosotros, con silenciador y mira laser. El arma del ejecutor no los
tenía. Me mira rápidamente antes de regresar su enfoque a Jack.
―Sabes tus opciones ―espeta Jack―. Tienes una sola oportunidad y solo porque
fuiste descuidado afuera.
Con la mira laser. Así que comprendo que me dejó verla y probablemente falló
deliberadamente.
El otro hombre espera un segundo antes de bajar el arma despacio. Jack no lo hace,
así que yo tampoco. Eso no parece molestar a Creek que sale de atrás del Explorer.
―¿Tank?
―Muerto en mi oficina, ¿por qué estás con ellos? ―Cuando la mirada de Creek se
desplaza hacia mí, Jack dice―: Confió en ella más de lo que confió en ti. No dirá una
palabra.
Creek mira de regreso a Jack, entrecerrando los ojos. ―Tu club acabó con los
Eighty-Eight. Los altos jefes de ambos lados asumen que fue otra persona. Fue
jodidamente limpio para ser un MC. Pero te tienen a ti.
Jack no lo confirma ni lo niega. ―¿Estás vigilando a los Riders?
―A ti no. Ni a los Hangmen.
―Vas detrás de sus conexiones.
Esta vez es Creek quien no afirma ni desmiente, pero Jack se encuentra en lo
correcto. Los Hangmen son demasiado pequeños. Creek va detrás de un objetivo más
grande, utilizando a los Hangmen para eso. 80
―¿Es por las chicas? ―pregunta Jack, y comprendo que se refiere a las chicas en
La Pine. Las que sacamos del complejo de los Eighty-Eight.
La mirada del otro hombre se agudiza. ―Hay más, pero eso es una parte. ¿Sabes a
dónde las llevaron?
―No.
Creek aprieta la mandíbula. ―Si escuchas…
―Lo compartiré. Dile a tu presidente que retroceda.
―Croc no lo hará. ―Mira en dirección a la oficina de Jack―. Especialmente ahora.
Jack niega. ―Viniste buscándome. Yo no estaba aquí. Se destrozó en su moto
cuando regresaban.
―Eso solo retendrá a Croc por poco tiempo.
―Estaremos listos. ―Relajando su espalda, Jack enfunda su arma―. Tú contenlo.

Conduzco la camioneta. El cuerpo se encuentra en la cabina de carga y Jack lleva


la moto del ejecutor. Solo hay un lugar a donde ir: Lucifer’s Break. Es una larga curva que
se estrecha por debajo de un paso elevado de hormigón. Mi padre intentó pasar en auto
por esa curva y chocó contra un camión en su lugar. Pero incluso antes de eso, cada
motorista ha oído alguna advertencia acerca de ese tramo de la carretera. Siempre hay
grava sobre el asfalto y si tomas esa curva demasiado rápido, los neumáticos de una moto
se deslizarán, sacándote del camino.
Aun conociendo el plan, no estoy preparada para ver a Jack tomar la curva e ir
directamente hacia el lugar. Salta del asiento en el último minuto, impactando en el asfalto
y rodando. La moto del ejecutor se estrella contra la pared de concreto.
¡Jesús! Salgo de la camioneta pero Jack ya se encuentra de pie, quitándose el casco.
La manga de su chaqueta destrozada. Creek trota detrás de mí, dejando el motor
encendido.
―Démonos prisa ―exclama y me da el casco de Tank―. Golpea esto contra la
pared de hormigón.
Tan fácil y solamente posible porque Jack rompió el cuello del ejecutor en lugar de
dispararle. Pero probablemente se imaginó todo esto y lo planificó con tiempo, previendo
que Creek podría no venir solo.
Todos los pendejos que mantienen su distancia tienen razón en una cosa, Jack da
miedo. Pero lo que no saben es que la única razón para tenerle miedo es si vienes por los
Riders, o por él.
Termino con el casco, Creek lo toma y se agacha, atándolo en la cabeza del hombre 81
muerto.
―¿Te encargas a partir de aquí? ―pregunta Jack.
―Sí.
Regresamos a la camioneta y se quita su chaqueta arruinada. Ninguno lleva
chaleco, los dejamos en el garaje. No hay necesidad de jodernos haciendo que alguien diga
que vio a un par de Riders por aquí, en el momento en que Tank se topó con la pared.
Yo conduzco. La luz del teléfono de Jack proyecta duras sombras sobre su rostro
mientras envía un mensaje, probablemente a Saxon.
―¿Quieres que te deje en el rancho? ―pregunto, dado que no enviará detalles a
través del teléfono, lo que significa que necesita estar cara-a-cara con el presidente.
―A mi casa, tomaré mi moto. ―Observa su teléfono cuando llega una respuesta y
luego lo guarda en su bolsillo―. ¿Por qué viniste?
Se refiere a por qué fui a su apartamento esta noche. Mis nudillos se vuelven
blancos por apretar el volante, me fijo en el camino, evitando mirarlo. ―Para hacer otra
apuesta.
Su voz de repente se pone áspera. ―¿Qué apuesta?
―Hice reservas en el Hilton en Bend para el domingo en la noche. Voy a estar en el
bar y apuesto a que no te sentarás a mi lado.
―¿Y si gano?
―Treinta noches conmigo. ―Es una apuesta que no quiero ganar, si Jack triunfa,
no tiene que pedir su premio, y yo tampoco.
No esta vez.
Se queda en silencio. Sé que me observa, pero no lo miro cuando cruzamos el
pueblo y estacionamos en la tienda. Abre una de las puertas de la bodega y entra.
Cuando vuelve a salir, le lanzo las llaves de la camioneta y hago un gesto hacia la
parte trasera, donde el cuerpo había estado.
―¿Te harás cargo de la parte de atrás o necesitas que lo haga yo?
―Yo lo limpiaré ―responde.
Es rápido al sujetarme, empujándome contra la pared del garaje con sus dedos en
mi cinturón. ¡Dios! Necesito que me muerda, con fuerza y me haga doler. Sujeto su camisa
y se la saco por la cabeza, ¡Mierda! Ávidamente mis manos se deslizan sobre los duros
músculo de su pecho y por toda su piel cálida.
Me baja los vaqueros y ya estoy mojada. Tan mojada. Gimo cuando sus dedos se
deslizan en mi interior, sujetándome de sus hombros. Su boca encuentra la mía y me
levanta, empujando mi espalda contra la pared. Su gruesa polla se empuja profundo en un
solo y duro impulso.
Grito, mi cuerpo rígido por la repentina invasión, pero se siente bien. Tan bien. Y
es una lucha, tal como predije. Mis puños aprietan su cabello, sostengo su oscura mirada
por si jodidamente se atreve a mirar lejos o a cerrar sus ojos, escondiéndose otra vez, no
82
puede, no lo hace, es mío mientras me folla, me folla y me folla. Es mío cuando me corro,
gritando su nombre contra sus labios, y mi espalda contra la pared. Es mío, mi coño
sosteniéndolo en lo profundo mientras sus dedos se clavan en mis caderas y se estremece
contra mí.
Lo abrazo con fuerza mientras recuperamos el aliento, su rostro enterrado en mi
cuello, mis piernas envueltas a su alrededor. Suavemente digo―: Deberías venir a mi casa
después de terminar en el rancho.
Súbitamente la tensión transforma sus músculos en acero y bruscamente
pregunta―: ¿Me lo estás pidiendo?
―No. Solo digo.
Su pecho se expande con una respiración entrecortada antes de asentir. Su
mandíbula áspera, arañando mi cuello. ―Llegaré tarde.
No me importa. ―Si estoy dormida puedes irrumpir otra vez.

Es casi el amanecer cuando lo siento. Comienzo a girarme, pero sus brazos se


envuelven a mi alrededor y empuja mi espalda contra su pecho. En mi oído dice en voz
baja―: Solo duerme, Lily.
Me acurruco más cerca, amando cada centímetro de su cálida piel y duro músculo
contra mí. ―Bueno.
―Tengo que irme temprano. ―Su mano se desliza sobre mi cabello―. Estaré
fuera durante unos días.
―¿A dónde vas?
―Las Vegas. Tengo que vigilar el funcionamiento de los Hangmen, ver quién lleva
la voz cantante en la delegación principal. Quiero saber qué esperar. Regresaré el
domingo.
―Apuesto a que no lo harás.
Sus labios se presionan en la parte posterior de mi cuello. ―Nada podría
detenerme. Tendré mis treinta noches.
Tendrá mucho más que eso. Para el momento en que termine el mes, me necesitará
tanto como yo lo necesito a él. Me pedirá más.
Estoy apostando mi corazón en esto.

83
Traducido por León
Corregido por MadHatter

E l bar del hotel se encuentra lleno. Es verano, así que algunas familias están
en el área del comedor, pero a esta hora tan tardía solo quedan parejas y
viajeros de negocios. A esta hora de la noche, sentada sola, usualmente
tendría para este momento cinco o seis ofertas. No ha habido ninguna. He visto a algunos
hombres mirando en mi dirección y parecía que iban a hacer algún movimiento, luego sus
miradas se fijaron en mi chaleco y vacilaron. Si se acercaban un poco, los miraba de una
forma que los asustara y se alejaban.
Sé que Jack se encuentra aquí en el momento en el que el chico que me está
observando se asusta antes de que me moleste en mirarlo. No levanto la vista hasta que
percibo que se sienta en el taburete a mi lado. Coloca su casco sobre la barra. Sus alforjas 84
se encuentran sobre su hombro.
Mi corazón, en mi garganta.
Ordena una cerveza y lo miro. Sus nudillos se encuentran en carne viva. Tiene un
corte en su mejilla y su labio inferior está partido. Así que ha estado peleando. Pero
conozco a Jack. Su oponente no lo hubiera tocado si Jack no se lo hubiera permitido. Así
que bajó, consiguió información, pero conseguir esa información significaba pretender que
era alguien más. Quizá le tuvo que levantar el ego a algún cretino, recibiendo una golpiza.
Perder, pero aun así ganar. Ese podría ser nuestro tema este fin de semana.
Le da un trago a su bebida, mirando hacia el frente. ―¿No hay vestido rojo?
―¿Querías el vestido rojo?
―Aquí no. Me gustas así. Es quien eres.
―Sí, así es. ―Una chica con un chaleco y con un corazón a punto de salírsele por
el pecho―. Puede que los chicos me digan algunas mierdas por esto.
Sus hombros se tensan. ―No.
―Sí. Pero cuando ocurra, solo cúbreme la espalda. No salgas en mi defensa. No
seas mi escudo. ¿De acuerdo?
Tiene dificultades para aceptarlo. Pero finalmente asiente.
Bien. Me bajo de mi taburete, llevándome la bebida conmigo. ―Habitación 319.
Con el casco en la mano, me sigue al elevador. Mis manos tiemblan al tiempo que
saco la tarjeta-llave de mi bolsillo trasero y abro la puerta. No doy más que un paso en el
interior antes de que él me levante contra su pecho.
Me aferro a él, mis brazos presionándose alrededor de su cuello. Me carga por la
habitación y me acuesta sobre la cama antes de colocarse sobre mí, acomodándose entre
mis muslos. Su pene está duro y grueso; sus manos grandes son gentiles al tiempo que
ahueca mi rostro.
Finalmente, su mirada se encuentra con la mía. Sus ojos oscuros son inexpresivos,
pero no están vacíos. El calor quema en su interior.
―Yo gano ―dice suavemente y su boca captura mis labios con un beso abrasador.
Así que yo también gano.

FIN 85
Kati Wilde es una mujer muy callada y de
caderas amplias de edad indeterminada y de
malos hábitos. Nacida en una familia muy
numerosa, ahora tiene una familia muy
pequeña (las leyes no fueron violadas en
esta transición), y escribe ficción romántica
para calmar su impulso más oscuro de
escribir Transformers erótica. Vive en
Oregon, por lo que la mayoría de ustedes se
encuentran muy a salvo, y tiene dos gatos
viejos.
Sobre nuestra serie: 86
La serie Motorcycle Clubs es para lectores
de romance que desean todo el calor y la
emoción, pero que no tienen todo el tiempo del mundo. En este momento,
solo estamos publicando novelas: nuestra intención es proporcionar a los
lectores, romances MC cortos (pero satisfactorios). A veces podemos
continuar la historia de una pareja en varias novelas, pero cada novela
individual tendrá una resolución romántica satisfactoria. Debido a que son
cortos, enfocamos las historias en el erotismo y el romance, y construiremos
los mundos de MC a medida que progresa cada serie.
RISKING IT ALL
Hace un mes atrás, arriesgué todo con una
apuesta que debería haber hecho mío a Jack
Hayden. Pero ahora creo que de verdad he
perdido...
Toda mi vida, he luchado por todo lo que
quiero. Eso me ha ganado un lugar como el
único miembro femenino de los Hellfire Riders
MC. Me ha dado treinta noches con el caudillo
peligroso de los Riders. Me ha dado esperanzas 87
para mucho más.
Sin embargo, cuando Jack abandona la cama
antes de que se cumplan las treinta noches, el
dolor de luchar por más tiempo en los brazos de
Jack simplemente ya no vale la pena el riesgo. Porque no puedo exponer
ninguna vulnerabilidad, sobre todo ahora que los Devil’s Hangmen están
intentando conquistar el territorio de los Rider, y Jack puede abrir mi
corazón de par en par con tanta facilidad...

Hellfire Riders MC #5
88

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