El Enigma de Una Sonrisa
El Enigma de Una Sonrisa
El Enigma de Una Sonrisa
Narrativa psicológica
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Composición literaria
Narrativa psicológica
una copa de vino, cierra los ojos e imagina cuál fue la causa de la notable sonrisa
que está por enloquecerlo.
Son las 5:00 am, aún el forense no ha completado su trabajo con el último
cadáver, es consciente de ello, pero también interioriza la limitación que le dificulta
realizar su labor. Siente que se enloquece, decide salir de la sala forense, pierde la
noción de su accionar, abandona los cuerpos, toma un taxi y se dirige a su
apartamento.
Ya en la comodidad de su hogar, inicia una minuciosa investigación referente
al trastorno de la sonrisa, progresivamente, deduce que Roberto Cáceres fue
invadido por una alteración emocional, cuyo origen era aún desconocido. Pensaba
que, al sumergirse en el plano biosociológico, podría encontrar una respuesta a su
inquietud. La tarde caía, el sol ya se ocultaba, y el galeno no tenía una respuesta
certera que devele el enigma. Presa de la desesperación y el cansancio, cedió ante
un sueño profundo.
Martes 4 de noviembre, el médico despierta a las 5:00 am, es consciente de
su irresponsabilidad, se levanta rápidamente, toma un baño se observa en el
espejo, y se detiene a recordar que debido a su rutinaria labor había perdido la
sonrisa, había olvidado cuándo fue la última vez que el espejo reflejó su sonrisa. Y
pensó por qué era ilógico que una persona mantenga una sonrisa luego de su
deceso, si las expresiones son parte de la vida y Cáceres estuvo vivo, entonces
¿dónde está la situación ilógica y el motivo de su investigación? Ante este
cuestionamiento, recordó una aseveración general: “es conocido que la muerte no
escoge un momento oportuno para arrebatarnos la vida”.
Entonces meditó y expresó: “Siempre he sentido lástima por los cuerpos
inertes que he revisado, hasta me he regocijado en constatar que
independientemente del reconocimiento y posición social, todos coinciden en un
mismo destino final: su encuentro con la muerte. Hasta he llegado a pensar que,
por mi rutinario oficio, le llevo ventaja a la muerte, pues ella no me arrebatará
nada porque estaré listo para ese encuentro. Y ahora advierto que al menos ellos
no decidieron perder su vida, fueron víctimas de casos fortuitos, pero yo soy el más
miserable de todos, pese a que la muerte aún no ha llegado por mí, ya he perdido
la vida”.
Era evidente que el forense había olvidado sonreírle a la vida, perdió la
capacidad de percibir los gratos momentos que esta le ofrece, no sabía cómo
hacerlo. Recién, ahora, justo ahora, había interpretado el enigma de gratificación
existencial a través de una esplendorosa y develada sonrisa.