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Hacia Una Diplomacia Ciudadana

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Hacia una diplomacia ciudadana

Carol Coronado A.

¿Por qué se utiliza la palabra diplomacia para denominar esta


actividad?

La palabra diplomacia, según asegura Hubert Wieland en su Manual del


Diplomático, se utiliza de diversas maneras. En este sentido, ofrece la siguiente
definición:

“Diplomacia es el manejo de las relaciones internacionales mediante la


negociación; el método por el cual estas relaciones son adaptadas y manejadas por
embajadores y representantes; el quehacer o arte de los diplomáticos; la habilidad o
tacto en la conducción de las negociaciones y tratos diplomáticos”. (1)

Como se puede apreciar, la definición anterior hace referencia a la tarea del


funcionario diplomático como representante del estado, pero también hace mención
a las capacidades y competencias que tiene que tener un diplomático, las cuales
pueden estar depositadas, no necesariamente, en un representante oficial de
gobierno, es cierto que no tendrá el poder y la influencia directa como nivel oficial,
pero sí la capacidad necesaria para entablar negociaciones, tener un conocimiento
vasto de las relaciones internacionales de un país o región y tener la capacidad de
promover la resolución y preservación de la paz en el ámbito civil o social.

Sin duda, la diplomacia tradicional y la ciudadana tienen aspectos en


común y diferenciadores. En el primer caso, ambas buscan a través de sus
actividades una paz duradera y estable en las naciones-estados. Sin embargo, sus
escenarios o ámbitos de acción son diferentes. La diplomacia tradicional se
desarrolla a nivel político o estatal y la diplomacia ciudadana, como su nombre lo
indica ejerce en el contexto de la sociedad civil.

¿ Cómo surge la diplomacia ciudadana?

La diplomacia ciudadana, surgió en el seno de la diplomacia oficial de Estado


Unidos. La expresión Second Track Diplomacy o diplomacia de vía dos la creó en
1981 Joseph Montville, en referencia a una amplia gama de contactos extraoficiales
y a la interacción encaminada a solucionar conflictos, tanto internacionales como
dentro de los estados. Montville, quien en ese entonces era diplomático
estadounidense, utilizó la expresión en contraste con la diplomacia de vía uno o
diplomacia tradicional, que comprende los esfuerzos diplomáticos para solucionar
conflictos por la vía oficial de los gobiernos.
2

En los primeros años del desarrollo del concepto de la diplomacia de vía dos
abarcaba principalmente el trabajo de profesionales en el nuevo campo de la
solución de conflictos. Estos profesionales o “citizen diplomats o nonstate actors”,
reunían gente informalmente para idear soluciones imaginativas a los conflictos
internacionales en los que trabajaba simultáneamente (usualmente sin éxito), en la
diplomacia de vía uno.

Durante los 80s y los 90s, en el ámbito universitario norteamericano, los


investigadores y el círculo de activistas ciudadanos, se impulsó la idea que “el
personal de gobierno y sus procedimientos o métodos no eran los únicos para
manejar y resolver los conflictos de manera exitosa. Sino que se dieron cuenta que
ciudadanos de distintas profesiones con habilidades específicas tenían algo que
ofrecer y marcar la diferencia en estos quehaceres pacifistas”... (3) Estos ciudadanos
entendieron el poder que podrían establecer construyendo relaciones de amistad
entre individuos de pueblo o naciones que muchas veces eran calificadas como el
“enemigo”.

Los diplomáticos de la segunda vía se planteaban los siguientes objetivos en


el ejercicio de sus actividades:

1. Reducir y resolver conflictos entre grupos de ciudadanos, mejorando la


comunicación, el entendimiento y las relaciones en el ámbito civil o
social.

2. Disminuir la tensión, resentimientos, prejuicios y estereotipos


humanizando la “cara del enemigo”, transmitiendo en la gente y
ciudadanos de la parte “contraria” sus experiencias personales para que
sean capaces de saber y entender que todos sufren o buscan encontrar los
mejores caminos para la paz.

3. Buscar influir en los planteamientos y decisiones que pudieran tomar los


diplomáticos oficiales contándoles o informándoles acerca de las causas
reales del conflicto, sentimientos y necesidades. También,
presentándoles distintas opciones para encontrar soluciones alternativas o
reformas políticas.

Los objetivos que se planteaban estos diplomáticos de la segunda vía, estaban


enmarcados en las relaciones personales o de grupo que se podrían entablar entre las partes
en conflicto, con la idea de buscar soluciones alternativas que pudieran ser expuestas lejos
del apasionamiento o intereses políticos que de una u otra parte en conflicto podrían existir.
La segunda vía esta principalmente compuesta por expertos profesionales, con un alto nivel
intelectual y académico, capaces de crear confianza y credibilidad entre los dos ámbitos:
oficial y social o civil.

Dentro de la variedad creciente de profesionales que trabajaban en la solución de


conflictos, cada individuo u organización - según lo menciona James Notter y John Mc
Donald en un artículo de las publicaciones del gobierno norteamericano con relación a su
3

agenda de política exterior en 1996 - ofrecían en términos de metodología, marco


conceptual o enfoque general, sus puntos de diferencia. Sin embargo, estos diplomáticos, a
pesar de esta diversidad fácil de comprender, desarrollaron 3 categorías de trabajo bien
marcadas: la consulta, el diálogo y la capacitación (4).

a. Consulta:
La consulta, quizá la actividad más común de la vía dos, reúne a los representantes
de las partes en conflicto, quienes participan a título personal, para facilitar la discusión y
generar ideas innovadoras para solucionar el problema o continuar con el restablecimiento
de la paz. Cuando estos participantes extraoficiales tienen influencia política, existe la
oportunidad de que dichas ideas se incluyan también en el proceso oficial de solución del
conflicto o en la construcción de paz. La mayoría de nosotros hemos conocido el método y
el desarrollo de esta actividad porque fue lo que hicimos en el primer taller dirigido por el
Dr. Kaufman y Sosnoswki.

Algunas iniciativas de consulta recientes han tenido gran éxito; sin embargo, varios
de los primeros esfuerzos de las décadas tropezaron con dificultades porque cuando
regresaron a sus comunidades fueron excluidos y marginados por haberse acercado
demasiado al "enemigo". Ello perjudicó en cierta forma la credibilidad de los esfuerzos de
la diplomacia de vía dos, tanto en estos casos en concreto como en un sentido más general.

Posteriormente se tuvo en cuenta este aspecto y ahora las consultas contienen


elementos poderosos de "reingreso", con el fin de asegurar la debida transferencia del
conocimiento a la comunidad en general. Para ello, a los participantes se les ayuda a crear
proyectos tangibles para dar aplicación a su experiencia y continuar la interacción con
miembros de la "otra" comunidad, de una manera segura, una vez que regresan a sus
localidades. Eso es lo que intentamos hacer a través de este taller y a través de los proyectos
que la Dra. Luisa Portugal ha venido desarrollando con los periodistas de zona de frontera.

b. Diálogo:

Dentro del contexto de la diplomacia de vía dos, el diálogo es una forma de


comunicación asistida entre las partes en conflicto, cuando ésta no tiene por objeto
convencer o persuadir, sino explorar alternativas e identificar aspectos en común. En
algunos procesos de diálogo indudablemente participan personas influyentes que, de alguna
manera, contribuirán a las negociaciones en la vía uno. Estos diálogos ayudan a hacer las
negociaciones más productivas, ya que generan un intercambio más libre de ideas entre las
partes. El diálogo también puede ser vital para crear confianza entre las partes en conflicto,
particularmente cuando se realiza a nivel popular.

c. Capacitación:

La tercera categoría de intervención en la vía dos es la capacitación. Los expertos en


solución de conflictos utilizan la capacitación para equipar a las partes en conflicto con las
capacidades que les son útiles para solucionar y transformar esos conflictos. Con frecuencia
estas capacidades tienen aplicación en muchas situaciones diferentes, desde las disputas
personales hasta los conflictos nacionales o étnicos arraigados.
4

La capacitación puede incluir a participantes de todos los niveles de la sociedad,


desde ciudadanos particulares de sectores populares, hasta altas figuras políticas, aunque
usualmente la gente participa en su carácter particular. Típicamente las iniciativas de
capacitación en la segunda vía se concentran en las capacidades de solución de conflictos,
tales como comunicación, análisis de conflicto, reconciliación, cooperación y negociación.
Al igual que la mayoría de las iniciativas en la vía dos, los programas de capacitación han
sido concebidos para que tengan el efecto máximo en los procesos de solución de
conflictos, inclusive los de la vía uno. Algunos centros de capacitación en temas de
resolución de conflictos y diplomacia ciudadana son: el Instituto para la Diplomacia de
Vías Multiples (IMTD) en Washington, en el Centro Internacional de Desarrollo y Manejo
de Conflictos (CIDCM) de la Universidad de Maryland, entre otros.

La capacitación, el diálogo y la consulta pueden utilizarse juntos en una situación


determinada.

Este método de la vía dos se ha venido desarrollando durante las décadas de los 80s
y 90s y cada vez, con mayores y mejores propuestas y aceptación por parte de la sociedad
civil y los cuerpos diplomáticos de los distintos estados – naciones. Y esta tendencia no
sólo por moda o filantropía, sino por necesidad; ya que si miramos hacia los inicios de la
década de los 90s nos encontramos con un sistema internacional cambiante.

El fin de la Guerra Fría, la caída del comunismo y la globalización ha significado


grandes reajustes en la redistribución del poder no sólo en los Estados, sino en los mercados
y en la sociedad civil. Los diversos fenómenos políticos, económicos, sociales y
tecnológicos permitieron la inserción de las fuerzas transnacionales o actores sociales en el
“complejo relacional” de la sociedad internacional. Sin embargo, esos cambios no sólo nos
han traído intercambio o cooperación entre los diversos actores internacionales, también
los conflictos étnicos y regionales se han incrementado y otros han recrudeciendo.

En este contexto, los estudiosos y promotores de la diplomacia extraoficial, han


encontrado una necesidad imperiosa de seguir desarrollando sus métodos alternativos de
buscar la paz, con la ventaja que ahora el sector social o civil juega un rol importante y
decisivo en la toma de decisiones de los gobiernos. Muchos de los ciudadanos adoptaron
posturas de liderazgo y compromiso frente a los acontecimientos internacionales debido a
los siguientes hechos o aspectos de la sociedad internacional:

1. Gracias a los avances tecnológicos y sobre todo el de las comunicaciones, las


barreras de la distancia geográfica y el tiempo se han ido reduciendo. Ahora todos
podemos ser testigos de lo que sucede en cualquier parte del mundo y también
partícipes de esos acontecimientos.

2. Por otro lado, muchos ciudadanos alrededor del mundo han sentido que los
mecanismos impuestos muchas veces por la Naciones Unidas o tal vez otras
organizaciones o estados que han intervenido en la solución de conflictos armados,
no han tenido éxito, ya que se han impuesto reglas, normas o políticas que han
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llevado a agudizar los problemas o crear un ambiente de constante tensión. Un


ejemplo de ello, es el recrudecimiento del conflicto entre Israel y Palestina, Pakistán
e India, etc. Estos acontecimientos han generado la frustración de muchos
ciudadanos, cuando los gobiernos no han sabido encontrar medios o soluciones
efectivas e innovadoras para solucionar conflictos enraizados en sus propios
territorios o fuera de ellos.

3. Finalmente, estos hechos bélicos, violentos e incursiones terroristas en algunas


partes del mundo, han permitido la revalorización y el interés por la paz en las
esferas científicas y artísticas, ya que ahora más que nunca todos somos conscientes
que un conflicto no sólo puede afectar a uno o más estados o naciones, sino al
mundo entero. Ya lo estamos viviendo en el conflicto entre Afganistán y Estados
Unidos, enmarcado en la lucha contra el terrorismo, en donde no hay una cara o un
enemigo identificado como tal.

Sin duda, la vía dos es un método en expansión y cada iniciativa nueva ofrece la
oportunidad de cooperar y colaborar con las actividades de la diplomacia de la vía uno. Al
final sólo a través de la colaboración de todos los sectores de la sociedad y de las
estructuras de poder es posible el cambio real, esto es lo que observó Louise Diamond en
1991 cuando acuña la frase Multi Track Diplomacy o"diplomacia de vías múltiples", que
abarca nueve "vías" diferentes y en conjunto forman un sistema para establecer la paz a
nivel internacional.

El sistema incluye los funcionarios especializados en la solución de conflictos en la


vía uno (el gobierno) y la vía dos (no gubernamental) y reconoce, además, la influencia de
otras siete vías: empresas, ciudadanos privados, investigación y educación, activismo,
religión, filantropía y medios de información. (Ver anexo 1)

Diamond propone una visión multidisiplinaria del sistema y del trabajo diplomático,
necesaria para una construcción o transformación de la paz en donde se asume que los
individuos y organizaciones son más efectivos trabajando juntos como un todo que
separados. Los conflcitos étnicos y regionales envuelven una gran red de partes, sectores o
vías, como él las llama. Cada una de estas vías desarrollan su propia función o perspectiva
las cuales son necesarias para la construcción de la paz.

En suma, podemos decir que la diplomacia de vía dos, la diplomacia extraoficial y


la diplomacia de vías múltiples es sencillamente, lo que conocemos como diplomacia
ciudadana, ya que es el trabajo o participación de ciudadanos comprometidos
extraoficialmente en la prevención, resolución y transformación de conflictos étnicos,
nacionales, regionales o internacionales. Su ámbito de ejercicio es la sociedad civil, la cual
le dota esa característica de ciudadana. Esta diplomacia ciudadana no busca sustituir a la
diplomacia oficial, pretende trabajar paralelamente a ella, para conseguir un objetivo
común: la paz.

En este sentido, Dennis J. D. Sandole, Catedrático de Relaciones Internacionales y


Solución de Conflictos de la Universidad de George Mason de Estados Unidos, asegura que
existe dos tipos o formas de conseguir la paz como resultado de las negociaciones
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alcanzadas a través de la diplomacia oficial y la diplomacia ciudadana: paz negativa o


impuesta y la paz positiva o de transformación(5).

Sandole cuando hace mención a la paz alcanzada por la diplomacia tradicional,


señala que ese logro pacifista, muchas veces, impuesto por negociaciones políticas,
terminan siendo plasmandos en acuerdos o tratados. Esta paz aparente o frágil, como
Sandole la describe, es la paz entendida y clasificada por las Naciones Unidas como:

1. Establecimiento de la paz, lo cual entraña el consentimiento de los estados, es


decir, por el cuerpo político de una nación, para resolver un conflicto a través de
negociaciones diplomáticas y por común acuerdo o asistidos por terceros.

2. Aplicación de la paz, se refiere a las actividades que se llevan a cabo sin el


consentimiento de los estados interesados y con el uso de medios coercitivos.
Por ejemplo, la coalición dirigida por USA para la liberación de Kuwait de la
invasión iraquí durante la guerra del Golfo en 1991.

3. Mantenimiento de la paz, hace referencia al despliegue militar que tiene por


objeto facilitar un arreglo acordado, pero que puede suponer peligro por parte de
las fuerzas que no están conformes con tal acuerdo. Actualmente, en lo que va
de las últimas dos décadas los Cascos Azules han intervenido en más de 16
operaciones. Las estrategias para mantener la paz pueden ir desde el uso de la
fuerza militar hasta las presiones económicas y sociales.

Sandole, señala que son importantes todos los acuerdos de paz a los que se lleguen a
través de las negociaciones oficiales y políticas entre estados, pero sugiere que estos deben
estar respaldados por la aceptación de sus pueblos o naciones. Esa es la paz positiva, que se
debe lograr desde la base de la sociedad civil para encontrar la aceptación necesaria para
hacer efectivos esos acuerdos políticos. Sin duda, hace referencia a una transformación en
la manera de sentir, pensar y concebir a la otra parte, objetivo que buscan los diplomáticos
ciudadanos.

Una vez más, a través del aporte de Sandole descubrimos la necesidad de un trabajo
paralelo entre la diplomacia oficial y la ciudadana. Asimismo, vemos que no sólo es
importante encontrar la solución a un conflicto, sino buscar sembrar en la mente y los
corazones de quienes han padecido el sufrimiento de la guerra, una conciencia de paz.

Los diplomáticos ciudadanos no apuntan a una paz inmediata, sino a transformar los
sentimientos y culturas de quienes viven en conflicto, buscan y apuestan por establecer una
cultura de paz.

Sabiendo que cultura de paz es “el conjunto de valores éticos y estéticos, de los usos
y las costumbres, de las actitudes con respecto al otro, de las conductas y los modos de vida
que traducen, inspirándose en ellos: el respeto a la vida, del ser humano, de su dignidad y
de sus derechos; el rechazo de la violencia; el reconocimiento de la igualdad de los
derechos de las mujeres y de los hombres; y la adhesión a los principios de democracia,
libertad, justicia, solidaridad, aceptación de la diferencia y comprensión, tanto entre las
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naciones y los países, como entre los grupos étnicos, religiosos, culturales y sociales entre
las personas. La cultura de paz implica también un espíritu de respeto y aceptación
recíprocas entre las culturas, las ideologías y las creencias. Es un conjunto de convicciones,
una moral y un estado de espíritu individual y colectivo, una manera de ser, de actuar y de
reaccionar. Esa cultura no puede ser contemplativa, ni pasiva. Sólo puede ser activa,
actuante, emprendedora y creadora de iniciativas” (6)

La cultura de paz es un valor al que muchos aspiramos, pero no será realidad ni


efectivo mientras ese valor no se convierta en una virtud, en principios de vida. No
podemos pedir una paz de las naciones sino empezamos por construirla en nosotros
mismos, en nuestras vidas, al nuestro rededor. Para ello, necesitamos escenarios en donde
podemos actuar y en donde podamos dejar pozo, ejemplo. Nuestras universidades es el
lugar idóneo para formar e influir de manera positiva en los líderes de hoy y mañana. Sin
duda, la actuación local, nos permitirá enriquecernos para poder sacar fuera, al extranjero
todo aquello que nos da una diplomacia ciudadana.

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