El Estado Absolutista
El Estado Absolutista
El Estado Absolutista
Hacia fines del siglo XVI, en Europa los asuntos del Estado pasaron a un primer plano
y la figura del monarca (rey) se convirtió en un elemento político principal. Este fenómeno
posibilitó la aparición de Estados absolutos o monarquías absolutas: un sistema de
gobierno que depositaba la totalidad del poder en el rey, es decir, el soberano; y lo reconocía
como la máxima e indiscutida autoridad del Estado.
Veamos cómo se fue dando ese proceso de consolidación de las monarquías absolutas
en Europa hacia fines del siglo XVI y principios del siglo XVII.
Entre fines del siglo XVI y el siglo XVIII, muchos países europeos adhirieron, es decir,
adoptaron, como forma de gobierno la monarquía absoluta. Ahora bien, ¿En qué consiste esta
nueva forma de gobierno, es decir, la monarquía absoluta?
El soberano, es decir, el rey tiene un poder total, absoluto. Puede hacer lo que quiera
sin consultarle a nadie, y no se aceptan ningún tipo de críticas.
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Fue así, como los monarcas –apoyados por la idea de la Teoría de Derecho Divino-
sostenían que no debían rendir cuentas de sus actos más que a Dios. Por eso, los reyes eran la
fuente suprema del poder en sus Estados y, por lo tanto, la autoridad indiscutible a quien todos
los súbditos –el pueblo- debían obedecer sin discutir ni criticar.
Los monarcas podían dictar leyes, decretar impuestos, administrar justica, controlar
todo el sistema administrativo del Estado y manejar la política exterior –declarar la guerra o
firmar la paz- sin ningún tipo de restricción. Sin embargo, un rey no debía actuar
arbitrariamente, sino que le convenía escuchar la opinión de sus consejeros, aunque después
era el monarca quien terminaba teniendo la última palabra o tomando las decisiones.
Antes de seguir avanzando con el tema, veamos un poco cuáles son las características
de las monarquías absolutas:
Ahora bien, la idea del absolutismo monárquico basado en la teoría de derecho divino
fue apoyada por varios pensadores o filósofos del período como por ejemplo: Jacques
Bossuet, Thomas Hobbes y Jean Bodin.
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Jacques Bossuet Jean Bodin Thomas Hobbes
Sostenía que Dios designó a Para legitimar el poder del Defendía que el orden se
los reyes para reinar sobre los rey, sostenía que era el imponía por la fuerza.
pueblos del mundo. pueblo el que le entregaba al Consideraba fundamental
rey el poder absoluto y a para garantizar la paz y el
partir de ese momento el orden de un Estado que la
monarca se convertía para sociedad hiciera una especie
siempre en el soberano con de contrato con el fin de que
poder absoluto. la autoridad suprema fuera
ejercida por una sola persona
a quien deberían someterse
sin condiciones y para
siempre.
RECORDAMOS UN POCO…..
Hacia fines del siglo XVI y principios del siglo XVII la mayor parte de los países
europeos implementaron como forma de gobierno el absolutismo monárquico o monarquía
absoluta, donde el rey tenía un poder total e incuestionado basado o fundamentado en la teoría
de derecho divino.
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Ahora bien, hacia el siglo XVII, España entrará en una gran crisis político y económica
que llevará a su decadencia (tema que veremos más adelante) y es en ese mismo siglo y gracias
a la implementación de la monarquía absoluta, que Francia, ocupará su lugar; es decir, Francia
en el siglo XVII se convertirá en un Estado hegemónico dentro del contexto europeo y
mundial.
El Estado absolutista en Francia se afianzó con los sucesivos reinados de Enrique IV,
Luis XIII y Luis XIV de la dinastía de los Borbones, siendo Luis XIV el rey exponente del
absolutismo.
Como el absolutismo
supone el poder absoluto del rey, había momentos especialmente difíciles para una monarquía.
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Una situación de este tipo se producía, por ejemplo, cuando un rey moría y su sucesor era aún
niño. En este caso, llamado minoridad real, era necesario nombrar a quien tomase las
decisiones en su nombre. Esta persona era, por lo general, un miembro de la familia real –
generalmente la madre- y recibía el título de regente, ya que regía, es decir, reinaba sin ser el
monarca.
Las minoridades reales eran momentos difíciles para conservar el poder absoluto de
la monarquía. Generalmente se daban situaciones de intrigas, peleas y hasta guerras entre los
que deseaban ejercer la regencia. En algunos casos incluso intentaban coronar a otra persona y
no al sucesor directo del rey muerto. Todo esto disminuía la autoridad real y de las
instituciones monárquicas.
Muchas veces, estas circunstancias eran aprovechadas también por reinos rivales, que
podían utilizar estos momentos para declarar la guerra.
Entonces como Luis XIII era menor de edad, su madre María de Médicis ejerció el
cargo de regente y nombró como Ministro de Gobierno al Cardenal Richelieu –quien hasta
la mayoría de edad del monarca ejerció en la práctica el gobierno de Francia y luego de la
mayoría de edad de Luis XIII siguió teniendo en él una gran influencia-.
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Estados Generales, es decir, esta asamblea, estaba integrada por representantes de los tres
estamentos de la sociedad francesa: el clero, la nobleza y el tercer estado (compuesto por
burguesía, artesanos, trabajadores urbanos y campesinos). La particularidad de esta
asamblea, es decir, de los Estados Generales, consistía en que los estamentos se reunían y
discutían por separado y al momento de votar, el voto era por estamento: un voto el clero,
un voto la nobleza y un voto el tercer estado. Muchas veces el clero y la nobleza se ponían
de acuerdo y votaban lo mismo, sacando de esta manera 2 votos contra 1 (tercer estado).
Ahora bien, pensemos ¿Por qué el Cardenal Richelieu nunca más convocó a
los Estados Generales?
Como ya has visto, la inestabilidad religiosa de ese país, producto del conflicto entre
católicos y protestantes a partir de la aparición de Lutero y la difusión de sus ideas religiosas,
dieron origen a una serie de rebeliones a las que se sumaron las potencias extranjeras apoyando
a uno y otro bando y trasladando las peleas religiosas al terreno de las luchas de poder entre las
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dinastías europeas. Para mantener su hegemonía España y Alemania se enfrentaron contra
Francia, Suecia, Inglaterra y Dinamarca.
A partir de 1635 Francia logró imponerse en la Guerra de los Treinta Años y firmó el
Tratado de Westfalia con Alemania y el Tratado de los Pirineos con España.
De estos dos tratados nos interesa el Tratado de Westfalia. Veamos en qué consistió
el mismo:
Desde el punto de vista político, Francia resultó la gran beneficiaria: recibió Alsacia y
Lorena –dos regiones ricas en carbono y disputadas por Alemania- y logró mantener a
Alemania dividida en numerosos estados, independientes de la autoridad del emperador –
Carlos V-.
RECORDEMOS UN POCO…..
El Estado absolutista en Francia se afianzó con los sucesivos reinados de Enrique IV,
Luis XIII y Luis XIV, de la dinastía de los Borbones. En 1610, Luis XIII fue proclamado rey
de Francia, pero quien realmente gobernó fue su primer ministro, el cardenal Richelieu, quién
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llevó adelante una política orientada a fortalecer la monarquía e impulsar el predominio de
Francia en Europa.
Luego de la muerte de Luis XIII, en 1643, su hijo de cuatro años, Luis XIV, asumió el
trono, y al igual que había sucedido con Luis XIII se daba nuevamente un caso de minoridad
real (Ver texto El Estado Absolutista. Francia en el siglo XVII). Esta situación necesitó de un
regente quien fue su madre Ana de Austria, quien decidió nombrar como primer ministro al
Cardenal Mazarino.
Luego de la muerte del Cardenal Mazarino en el año 1661, Luis XIV decidió gobernar
por sí solo como un pleno monarca absoluto. Apoyado por su victoria sobre la nobleza –
luego de los sucesos de La Fronda-, Luis XIV mostró una gran determinación para imponer su
autoridad absoluta. Sin embargo, el monarca debió emprender una gran tarea política, ya que
Francia tenía un sistema de autoridades superpuestas: las provincias tenían sus propias cortes
regionales y sus propios códigos de leyes. Por otra parte, un sector de la nobleza aún tenía
autoridad política y contaba con privilegios especiales.
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compraban sus cargos para obtener beneficios económicos y
reconocimiento social
Luis XIV como monarca absoluto, tomó decisiones en varias áreas del gobierno.
Veamos algunas de ellas:
En el aspecto religioso, el rey era intolerante (es decir no aceptaba otro culto que no
fuera el de él) y creía en el lema: un rey, una ley, una fe. Por lo tanto en el año 1668
promulgó el Edicto de Fontainebleau con la intención de destruir las Iglesias
calvinistas y clausurar las escuelas protestantes. Esta medida motivó que casi unos
200.000 protestantes abandonaran Francia y se refugiaran en Inglaterra, Holanda y
Alemania.
Impuso en toda Francia un mismo código civil y comercial denominado Código de
Luis, de esta manera, aumentó su autoridad centralizando el poder en materia de
política exterior e interior, finanzas, asuntos religiosos y administración de justicia.
Luis XIV se rodeó de una majestuosa corte que rápidamente se convirtió en un modelo
para las otras monarquías europeas.
En el año 1660, Luis XIV decidió transformar una cabaña de caza ubicada en Versalles (en
las afueras de París) en un majestuoso palacio: el Palacio de Versalles. Ahora bien, ¿Para qué
un palacio tan lujos?
Era por un lado la residencia del Rey, es decir, donde Luis XIV
vivía junto a su familia.
El Palacio de Versalles tenía un salón de reuniones para los
asuntos del Estado.
El Palacio de Versalles tenía oficinas administrativas
Era el hogar de varios funcionarios reales y cortesanos de la
aristocracia.
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Por otra parte, Luis XIV –quien se hacía llamar el Rey Sol- era el centro de las
actividades del palacio y era el que decidía a quién otorgaría favores y cargos dentro de la corte
de Versalles. La vida en el Palacio también incluía una serie de entretenimientos, paseos por
los grandes jardines, viajes en barco, representaciones teatrales, ballets y conciertos.
Uno de los temas fundamentales para Luis XIV fue el tema de las finanzas, ya que
había que tener en cuenta los gastos ocasionados por la construcción del Palacio de Versalles y
las guerras en las que Francia se veía involucrada. Afortunadamente para el Rey, al frente del
Ministerio de Hacienda se hallaba Juan Bautista Colbert quien llevó adelante una política
económica llamada mercantilismo.
Las medidas de Colbert le permitieron a Luis XIV solventar los gastos de las guerras y
tener un poderoso ejército profesional. De hecho, durante casi todo su reinado (1643 a 1715),
Luis XIV estuvo en guerra para sostener y ampliar su poder, aunque no todos los conflictos
resultaron favorables para Francia.
Bibliografía:
Carpentier Jean y François Lebrun. Breve Historia de Europa. Madrid: Alianza, 1998.
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