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Tema 3

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Aprendizaje y desarrollo de la personalidad

Desarrollo social en la adolescencia


TEMA 3

3.1 Introducción y objetivos

A continuación, se caracterizará el desarrollo social del adolescente haciendo alusión a sus


principales hitos. Al inicio, se explicitará cuáles son los principales agentes socializadores y
qué función tienen en el desarrollo social del individuo. Después, se detallarán los beneficios
y los riesgos de las redes sociales. También se explicará la importancia de los grupos en el
comportamiento del adolescente, así como de los distintos estatus sociales y sociocéntricos
del individuo dentro de sus contextos de socialización. Los objetivos de estudio que
alcanzarás son:

 Conocer los principales agentes socializadores del adolescente.


 Comprender cómo influyen las redes sociales en el desarrollo de los sujetos.
 Entender cómo se producen las dinámicas grupales y cómo influyen a los estudiantes.
 Saber identificar los diversos estatus sociales de los sujetos dentro de su entorno.

Para una mejor comprensión y retención del contenido de la asignatura, te invitamos a


reflexionar sobre las cuestiones que se plantean al inicio de cada apartado. Si reflexionas
sobre las mismas tras la lectura completa del tema, podrás valorar si has logrado los objetivos
planteados.

3.2 Agentes socializadores durante la adolescencia

La socialización es un proceso basado en la transmisión-adquisición-interiorización cultural


que garantiza la reproducción y continuidad de los valores, los símbolos y los actos culturales
de una sociedad. Mediante la socialización, los individuos se adaptan a las pautas culturales
de la sociedad en la que viven. La socialización es un proceso inacabable que abarca desde el
nacimiento hasta nuestra muerte, que transcurre en muchos ambientes y en interacción con
personas distintas. Los diferentes intercambios sociales mantenidos modulan nuestra
personalidad y nuestro comportamiento conforme los valores y a las normas del lugar en el
que se vive.

Dentro de la socialización, cabe distinguir dos etapas (Lahire, 2007):

 Socialización primaria. Proceso de interiorización de las normas y valores que rodean


al niño. El papel ejercido por los adultos que están más cerca del niño es, por lo tanto,
esencial.
 Socialización secundaria. Proceso de interiorización, por parte del adulto, de las
normas y valores que le rodean. Se parte del presupuesto de la existencia de un
proceso previo de socialización primaria.

El momento de la socialización primaria y las primeras etapas de la socialización secundaria


son períodos particularmente importantes para el desarrollo social de los individuos.
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Los agentes de socialización son los individuos e instituciones que imponen, directa e
indirectamente, las normas, los códigos de actuación y los valores que imperan en una
sociedad determinada. Por lo tanto, los agentes de socialización poseen el poder de influir
sobre nosotros. Los agentes socializadores más citados y estudiados por los diferentes
autores son la familia, los grupos de iguales, el sistema educativo y los medios de
comunicación de masas. Pasamos ahora a comentar las características más relevantes de
cada uno de ellos (De León, 2011).

Primer agente de socialización: LA FAMILIA

Se trata del agente socializador por excelencia, no solo por ser el primero que interviene en
la vida de los niños y las niñas sino porque deviene en el puente entre ellos y la sociedad en la
que viven. Su influencia en el proceso de socialización solo se ve igualada o superada,
durante la adolescencia, por el grupo de iguales. La familia cumple con el cometido de
mantener y socializar al niño. También contribuye a mantener el control social y la
perpetuación de las normas, reglas y valores instaurados en una sociedad determinada.
Además, la familia funciona a modo de filtro respecto de las relaciones sociales y los
entornos en los que se vaya encontrando el niño.

La socialización se inicia, por lo tanto, en el seno familiar y continúa en las instituciones


educativas. Estas trabajarán complementando lo enseñado en casa o, en ocasiones, en línea
contraria, compensando así posibles carencias dadas en el seno familiar.

Si bien los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos, es evidente que
guiar, influir y educar a los jóvenes es una tarea compartida y encomendada a distintos grupos
o entidades sociales.

Vamos a trabajar dos aspectos fundamentales en relación con el papel socializador de la


familia: la influencia del estilo de crianza (o educativo) y los efectos del tipo de apego.

 Influencia del estilo de crianza (o educativo)

Respecto al estilo de crianza, este tiene que ver con la expresión de las emociones
parentales, con el nivel de exigencia hacia los hijos y con el tipo de comunicación
mantenido en la familia. El estilo de crianza que lleven a cabo los cuidadores será relevante
en el desarrollo psicológico y social de los niños. De esta forma, diferenciaremos cuatro
estilos de crianza (Woolfolk, 2014):

o Autoritativo (democrático). Los cuidadores establecen a los niños unas normas


y límites claros, esperando que estos sean cumplidos. Por otra parte, dedican
tiempo a comprender a los niños y a explicarles el porqué de las reglas.
o Autoritario. Los cuidadores muestran un alto nivel de control sobre los niños y
son muy estrictos en la relación con estos. Buscan que los niños cumplan sus
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órdenes sin ningún tipo de cuestionamiento. No demuestran el afecto de una


forma explícita.
o Permisivo. Normalmente aplican pocas reglas al comportamiento de sus hijos y
demuestran su afecto abiertamente. Son permisivos.
o Rechazantes, negligentes e indiferentes. No muestran interés por controlar a
sus hijos ni relacionarse de forma afectiva con los mismos.

El estilo de crianza posee efectos de distinto signo en el desarrollo del individuo, además, las
estrategias disciplinarias influyen en el tipo de relación y comunicación que se establezca
entre la familia y los hijos. La siguiente figura recoge los principales efectos sobre los hijos de
los diferentes estilos de crianza.

 Apego

Por otra parte, al vínculo existente entre los cuidadores y el niño se le denomina «apego». Al
finalizar la Segunda Guerra Mundial, la OMS realiza un estudio sobre las necesidades de los
niños huérfanos. El psicólogo británico John Bowlby (1907-1990) se encargó de los aspectos
de salud mental y del efecto de la privación materna. En este contexto, Bowlby desarrolló la
teoría del apego y estableció que existe una predisposición genética o necesidad por parte
de los niños y las niñas de establecer relaciones de afecto. Las conductas de apego derivan
de dicha predisposición y de las respuestas positivas mantenidas en el tiempo por parte de los
cuidadores, en especial la madre. La forma en la que los cuidadores se comporten con los
niños favorecerá que estos muestren un tipo de apego u otro. Ainsworth y Bell (1970)
describieron tres tipos de apego:
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o Apego seguro. Es el tipo de apego más habitual. Los cuidadores suelen


mostrarse disponibles y ofrecen contacto al niño cuando llora. Responden de
forma sincrónica al estado emocional de su hijo. El individuo tiene confianza en
la disponibilidad, comprensión y ayuda que la figura parental le dará en
situaciones adversas. El sujeto recibe una respuesta adecuada por parte del
cuidador a las señales emocionales que emite y se basa en su figura de apego
para explorar el medio de forma tranquila. En la etapa adulta, suelen ser
personas estables y que se relacionan de forma adecuada con los demás.
o Apego inseguro evitativo. Los cuidadores suelen relacionarse con el niño en
base a una mezcla de angustia, rechazo, repulsión y hostilidad. Esto se traduce
en actitudes controladoras, intrusivas y sobreestimulantes. Los sujetos que
mantienen este tipo de vínculo con sus cuidadores a menudo no reciben la
adecuada atención o cuidado de forma constante, sintiéndose desprotegidos.
El niño no se respalda en la figura de apego para explorar el medio. En la etapa
adulta, se convierten en personas que tienen más problemas para relacionarse
socialmente y suelen sentir mayor inseguridad en todas las etapas de su vida.
o Apego inseguro ambivalente/resistente. Falta de «sincronía emocional» con el
bebé, producida por la ausencia de la disponibilidad física y/o psicológica del
cuidador. Los cuidados son incoherentes, inconsistentes e impredecibles. Los
sujetos muestran ansiedad ante la separación respecto a su figura de apego,
pero muestran enfado y rechazo cuando esta vuelve. Por tanto, no les gusta
explorar el medio sin su figura de apego, pero a la vez la presencia de esta no
les aporta suficiente confianza (Gago, 2014).

 Los iguales

Son los grupos de personas configurados por sujetos que gozan de un estatus parecido. Los
grupos de iguales son esenciales durante el proceso de socialización del menor. En el grupo
de iguales, el individuo aprende valores como la amistad, la rivalidad o la cooperación, así
como comportamientos ante determinados estímulos. Dentro de los grupos de iguales se
adelantan las funciones y misiones que cumplirá el individuo en su etapa adulta.

La principal función socializadora del grupo de iguales se concreta al favorecer la autonomía


y libertad individual del sujeto. Además, las relaciones entre iguales provocarán que se
produzcan desequilibrios entre la forma de pensar de los jóvenes, al enfrentar posturas que
en muchos casos serán diferentes. En este sentido, la interacción entre iguales permitirá el
replanteamiento de determinados conocimientos, ideas, valores, etc., promoviendo el
desarrollo cognitivo y el desarrollo moral.

Durante la adolescencia, surge la amistad real entre iguales. Asimismo, surge la deselección,
es decir, alejarse de determinados iguales que hasta ese momento eran cercanos (Mariscal
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et al., 2009). Por otra parte, se ha demostrado que las relaciones entre iguales influyen en la
motivación y rendimiento académico de los sujetos. Así, los sujetos con menos relaciones
amistosas muestran un menor rendimiento académico y menos conductas sociales positivas.
Además, suelen participar en menos actividades de aprendizaje en la escuela (Woolfolk,
2014).

 La escuela (el centro educativo)

La educación institucionalizada cumple una serie de funciones: asegurar la continuidad social,


promover el cambio social, ejercer un control social y adaptar a los individuos al grupo. La
escuela (o centro educativo) comparte importancia a nivel «socializador» desde los primeros
años de vida con la familia y es el contexto en el que se desarrolla gran parte de la
socialización con el grupo de iguales en infancia y adolescencia.

La escuela favorecerá la socialización, teniendo en cuenta que es un contexto en el que se


inculcarán conocimientos, habilidades, actitudes e intereses que le permitirán desempeñar un
rol social y desarrollarse como sujetos plenos dentro de la sociedad. Asimismo, la escuela
también tiene una función renovadora de estructuras sociales, ya que le aporta al sujeto
otras perspectivas que le permitirán alcanzar una autonomía respecto a las figuras paternas
(Aguirre, 2009). A través de la educación y aprendizaje, el individuo podrá interiorizar todos
los elementos de su cultura y grupo social, por lo que la escuela se convierte en un agente
imprescindible en la socialización de los adolescentes . El sujeto adquirirá normas y valores
que podrá aplicar en etapas sucesivas dentro del conjunto social.

La escuela y la familia son las dos grandes instituciones educativas de las que disponen los
niños y las niñas para construirse como ciudadanos. Por tal motivo, ni la escuela por una parte
ni tampoco la familia, pueden desempeñar dicha función de manera aislada y diferenciada la
una de la otra.

 Los medios de comunicación de masas

Los medios de comunicación se encargan de transmitir e informar sobre los acontecimientos.


Los medios de comunicación tienen también la función de entretener y, muy a menudo,
funcionan como modelos de comportamiento. Los principales medios de comunicación de
masas son la televisión, la radio, la prensa e Internet. Se considera que la influencia de estos
sobre el individuo es cada vez mayor, principalmente, a largo plazo. Los medios de
comunicación son capaces de cambiar actitudes y comportamientos en las personas. Así,
condicionan tanto la vida de los individuos como la sucesión de los fenómenos sociales.

Los medios de comunicación y la era digital se han convertido en una fuente imparable de
recursos simbólicos para los jóvenes. En el apartado «Redes sociales: influencia en la
socialización adolescente y riesgos» se profundiza en el estudio de las redes sociales, medio
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de comunicación que ha adquirido gran relevancia entre los adolescentes. De hecho, la


gestación y el desarrollo de movimientos sociales y culturales juveniles a través de las redes
sociales demuestran que estas van más allá de lo que significa ser un medio de comunicación
más, y se manifiestan como una relación social plena e internacional (Marañón, 2012).

Como conclusión, es importante tener claro que existen multitud de contextos y agentes
socializadores para las personas, y que todo ellos, de forma directa o indirecta, interactúan
entre sí y con el propio sujeto.

3.3 Redes sociales: influencia en la socialización adolescente y riesgos

La aparición y desarrollo de diversas plataformas y redes sociales en los últimos tiempos,


unido a la mayor facilidad de acceso por parte de los jóvenes, ha incrementado de forma muy
acelerada el uso que niños y adolescentes hacen de ellas, dando lugar a lo que podríamos
llamar la alfabetización mediática. La alfabetización mediática puede describirse a través de
cuatro habilidades (Livingstone, 2004a, 2004b; Vanderhoven et al., 2014):

 Capacidad de acceder a la información.


 Capacidad de analizar la información de manera crítica.
 Capacidad de evaluar la información desde una perspectiva racional.
 Capacidad crear mensajes en una variedad de contextos virtuales.

En la actualidad, la alfabetización mediática es un aspecto clave en la socialización de la


mayoría de los grupos de edad.

Pasamos ahora a valorar algunos de los beneficios y riesgos derivados del uso de redes
sociales (Arab y Díaz, 2015; Vanderhoven et al., 2014).

Beneficios

El uso de las redes sociales estimula determinadas regiones cerebrales, aumentando la


memoria de trabajo y generando más capacidad de aprendizaje perceptual. Además, ayuda a
aprender a hacer frente a varios estímulos de manera simultánea.

Se ha descrito que los nativos digitales tienen mejor habilidad para tomar decisiones rápidas
que las personas que han aprendido a manejarse en Internet a edades más tardías. También
se ha asociado el uso de las redes sociales a un mayor desarrollo de las siguientes zonas
cerebrales: polo frontal, región temporal anterior, cingulado anterior y posterior e
hipocampo. Por último, se ha descrito que genera beneficios en discapacitados auditivos.
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Riesgos

Se ha demostrado que el abuso en el uso de las redes sociales conlleva depresión, síndrome
de déficit atencional con hiperactividad, insomnio, disminución de horas total de sueño,
disminución del rendimiento académico y abandono escolar. También se ha sido asociado con
un amplio abanico de problemas psicosociales. Además, diversos estudios han revelado fallos
en la toma de decisiones en los adictos a los juegos online (Elías y Díaz, 2015).

3.4 El papel del grupo en el desarrollo social

Durante la adolescencia, los iguales se convierten en referentes muy importantes en la vida


del individuo, lo que implica que los diferentes grupos sociales de los que la persona forma
parte tomen gran relevancia. El hecho de pertenecer a grupos sociales también tiene
aspectos positivos y negativos.

Como puntos beneficiosos, cuenta el hecho de que el individuo se sienta protegido y


acompañado dentro del grupo social, y que el grupo social favorezca el aprendizaje y el
desarrollo moral.

Asimismo, formar parte de grupos que aporten bienestar emocional mejora el autoconcepto
y la propia autoestima del sujeto. Otros efectos importantes derivados de la inserción de una
persona en los diferentes grupos sociales son los siguientes (Páez, 2004):

 Efecto de facilitación social. La simple presencia de otras personas reforzará el


rendimiento en tareas bien aprendidas y simples (por ejemplo, multiplicaciones
simples o descubrir vocales en palabras). En muchas ocasiones, este fenómeno se
produce mediante procesos de observación y repetición. Sin embargo, el grupo a
menudo entorpece la realización de tareas más complejas.

 Efecto de desindividualización. Cuando el individuo interioriza las normas de un grupo


y se mimetiza con él, pierde relativamente su sentido de identidad individual. En este
caso le resultará más sencillo llevar a cabo conductas anti-sociales. Este fenómeno
tiene también que ver con el de anonimato, que se produce en grupos grandes o
multitudes. Al saberse no observado y poderse esconder, el individuo es más proclive
a llevar a cabo conductas no deseables.

 Efecto de holgazanería social. En función de la estructura del grupo y de las dinámicas


personales que en él se den, los grupos pueden mostrarse menos productivos que los
individuos de manera aislada, debido a un déficit motivacional. Este fenómeno está
relacionado con el hecho de que el grupo suele seguir el ritmo del miembro más lento,
entorpeciendo así el ritmo grupal.
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 Efecto de polarización grupal. Cientos de investigaciones demuestran que los grupos


tienden a polarizar sus opiniones. Es decir, en el grupo los individuos tienden a pensar
y a tomar decisiones más extremas que las que tomaría en individuo de manera
aislada. Las decisiones extremas y arriesgadas se toman en el sentido de la norma
grupal dominante. Además, los grupos suelen sobreestimar sus posibilidades de éxito
e ignorar la información negativa, lo que tiende al optimismo excesivo.

 Efecto de la presión hacia la conformidad, la autocensura y la ilusión de


invulnerabilidad. Los grupos tienden a rechazar a aquellas personas que presentan
una oposición respecto a las ideas predominantes. A su vez, se tiende a ocultar
información relevante que iría en contra de los intereses del grupo. Todo ello crea una
cierta ilusión de «unanimidad».

Los experimentos de Philip Zimbardo (en 1971) y de Solomon Asch (en 1951) demuestran de
manera práctica algunos de los efectos grupales hasta aquí explicados. Te recomendamos su
visionado.

Por último, señalamos que el endogrupo es el grupo social con el cual una persona se
identifica psicológicamente como miembro. Por el contrario, el exogrupo es un grupo social
con el que un individuo no se identifica. La pertenencia psicológica a grupos y categorías
sociales está asociada con una amplia variedad de fenómenos.

 El sesgo endogrupal: preferir siempre que el propio grupo salga beneficiado.


 La derogación del exogrupo: considerar que el exogrupo amenaza al endogrupo.
 La influencia social: adaptarse a las normas del endogrupo.
 La polarización de grupo: tomar decisiones más extremas.
 La homogeneidad de grupo: percibir que el propio grupo comparte de manera
homogénea características positivas.

Se suele considerar que el individuo rinde más, tanto académica como profesionalmente, y se
siente mejor a nivel emocional en grupos considerados pequeños (no más de seis personas).

3.5 Estatus sociométrico del individuo

El estatus sociométrico es considerado uno de los indicadores de ajuste más fiable en la


adolescencia, puesto que se relaciona con el ajuste escolar y con los problemas de conducta
(Martínez et al., 2012). El estatus sociométrico de un individuo en un grupo determinado se
obtiene llevando a cabo un sociograma, previo cuestionario sociométrico. Mediante la
aplicación de un cuestionario sociométrico, obtenemos información acerca de cómo los
sujetos se perciben entre ellos y a sí mismos dentro de su grupo de iguales.
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El cuestionario sociométrico se compone de preguntas simples que todos los estudiantes del
grupo clase deban responder (Figura 2). A posteriori, las respuestas de los estudiantes se
recogen en un cuadro de doble entrada (Figura 3). Tras contar las puntuaciones recibidas para
cada uno de los estudiantes, se plasman los resultados en un sociograma (Figura 4). Más
adelante encontrarás un vídeo en el que se explica un ejemplo de sociograma (Figura 5).
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En función del número de elecciones que un estudiante recibe, se puede categorizar a los
estudiantes con relación a su posición en el grupo. Existen cinco categorías sociométricas
(Delgado, 2009):

 Populares. Son aquellos niños que poseen habilidades para colaborar con sus iguales y
para iniciar y mantener relaciones positivas. Poseen una buena competencia
comunicativa y conversan y escuchan de forma activa a los otros. Participan en las
actividades escolares pero no interrumpen al grupo. Son capaces de resolver
conflictos. No son agresivos, pero tampoco pasivos.

 Rechazados. Cuando hablamos de rechazo-agresivo, hablamos de niños que suelen


mostrar una conducta disruptiva y suelen mante ner conflictos con sus iguales . No se
adaptan adecuadamente al contexto escolar y muestran dificultades para colaborar,
queriendo desempeñar un papel dominante en las situaciones en las que participan.
No se adaptan a las dinámicas de grupo, no suelen cooperar con otros e interrumpen
las actividades colectivas. En ocasiones, no se produce un rechazo-agresivo, sino un
rechazo por otras circunstancias (por ejemplo, por causa de un retraimiento social del
sujeto). Los niños rechazados suelen presentar déficits en el procesamiento de la
información social.

 Controvertidos. Son niños que destacan entre el grupo de iguales. Manifiestan


características de los niños populares, pero también de los niños que del tipo rechazo-
agresivo. En muchas ocasiones son percibidos como líderes y muestran conductas de
ayuda y cooperación, pero en muchas ocasiones también muestran conductas
agresivas y antisociales. En multitud de ocasiones estos niños inhiben el
comportamiento hostil en presencia de adultos.

 Ignorados. Son aquellos niños que pasan desapercibidos dentro de su grupo de iguales
y permanecen aislados. No interaccionan con sus pares y no muestran conductas
sociales negativas, pero tampoco prosociales. Desde el punto de vista del docente son
percibidos de forma más positiva que por parte de sus iguales, puesto que su
comportamiento suele ser bueno.

 Promedio. Los niños promedio son el grupo sociométrico más frecuente. Sus
conductas positivas y negativas se encuentran en niveles medios.
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3.6 Consideraciones para el profesorado

Te aportamos ahora una serie de consideraciones para tener en cuenta durante el desarrollo
de tu actividad docente:

 Debe trabajarse para propiciar una comunicación constante y fluida entre la familia y
el centro, yendo más allá del vínculo simplemente formal.

 Cada estudiante participa dentro de sus propios contextos sociales, por lo que
deberemos tener en cuenta las diversas situaciones para comprender por qué, en
ocasiones, un chico o una chica se comporta de determinada forma. A partir de ahí,
podremos poner en práctica estrategias para guiar al estudiante hacia un adecuado
desarrollo social.

 Podemos y debemos integrar las nuevas tecnologías de la información y


comunicación (TIC) en situaciones de enseñanza-aprendizaje, tratando de educar a los
estudiantes en su uso y, por tanto, en el de las redes sociales. Para ello, debemos ser
conscientes de los beneficios y riesgos que pueden derivarse de las mismas.

 Mostrarse en el aula como una figura afectuosa y que demuestra interés por sus
estudiantes, estableciendo a la vez límites claros y congruentes, ayudará al desarrollo
social del estudiante.

 Como docentes tenemos la oportunidad de asumir un papel significativo para


nuestros estudiantes en lo que se refiere a desarrollo personal y social de los mismos.

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