Tema 3
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Los agentes de socialización son los individuos e instituciones que imponen, directa e
indirectamente, las normas, los códigos de actuación y los valores que imperan en una
sociedad determinada. Por lo tanto, los agentes de socialización poseen el poder de influir
sobre nosotros. Los agentes socializadores más citados y estudiados por los diferentes
autores son la familia, los grupos de iguales, el sistema educativo y los medios de
comunicación de masas. Pasamos ahora a comentar las características más relevantes de
cada uno de ellos (De León, 2011).
Se trata del agente socializador por excelencia, no solo por ser el primero que interviene en
la vida de los niños y las niñas sino porque deviene en el puente entre ellos y la sociedad en la
que viven. Su influencia en el proceso de socialización solo se ve igualada o superada,
durante la adolescencia, por el grupo de iguales. La familia cumple con el cometido de
mantener y socializar al niño. También contribuye a mantener el control social y la
perpetuación de las normas, reglas y valores instaurados en una sociedad determinada.
Además, la familia funciona a modo de filtro respecto de las relaciones sociales y los
entornos en los que se vaya encontrando el niño.
Si bien los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos, es evidente que
guiar, influir y educar a los jóvenes es una tarea compartida y encomendada a distintos grupos
o entidades sociales.
Respecto al estilo de crianza, este tiene que ver con la expresión de las emociones
parentales, con el nivel de exigencia hacia los hijos y con el tipo de comunicación
mantenido en la familia. El estilo de crianza que lleven a cabo los cuidadores será relevante
en el desarrollo psicológico y social de los niños. De esta forma, diferenciaremos cuatro
estilos de crianza (Woolfolk, 2014):
El estilo de crianza posee efectos de distinto signo en el desarrollo del individuo, además, las
estrategias disciplinarias influyen en el tipo de relación y comunicación que se establezca
entre la familia y los hijos. La siguiente figura recoge los principales efectos sobre los hijos de
los diferentes estilos de crianza.
Apego
Por otra parte, al vínculo existente entre los cuidadores y el niño se le denomina «apego». Al
finalizar la Segunda Guerra Mundial, la OMS realiza un estudio sobre las necesidades de los
niños huérfanos. El psicólogo británico John Bowlby (1907-1990) se encargó de los aspectos
de salud mental y del efecto de la privación materna. En este contexto, Bowlby desarrolló la
teoría del apego y estableció que existe una predisposición genética o necesidad por parte
de los niños y las niñas de establecer relaciones de afecto. Las conductas de apego derivan
de dicha predisposición y de las respuestas positivas mantenidas en el tiempo por parte de los
cuidadores, en especial la madre. La forma en la que los cuidadores se comporten con los
niños favorecerá que estos muestren un tipo de apego u otro. Ainsworth y Bell (1970)
describieron tres tipos de apego:
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Los iguales
Son los grupos de personas configurados por sujetos que gozan de un estatus parecido. Los
grupos de iguales son esenciales durante el proceso de socialización del menor. En el grupo
de iguales, el individuo aprende valores como la amistad, la rivalidad o la cooperación, así
como comportamientos ante determinados estímulos. Dentro de los grupos de iguales se
adelantan las funciones y misiones que cumplirá el individuo en su etapa adulta.
Durante la adolescencia, surge la amistad real entre iguales. Asimismo, surge la deselección,
es decir, alejarse de determinados iguales que hasta ese momento eran cercanos (Mariscal
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et al., 2009). Por otra parte, se ha demostrado que las relaciones entre iguales influyen en la
motivación y rendimiento académico de los sujetos. Así, los sujetos con menos relaciones
amistosas muestran un menor rendimiento académico y menos conductas sociales positivas.
Además, suelen participar en menos actividades de aprendizaje en la escuela (Woolfolk,
2014).
La escuela y la familia son las dos grandes instituciones educativas de las que disponen los
niños y las niñas para construirse como ciudadanos. Por tal motivo, ni la escuela por una parte
ni tampoco la familia, pueden desempeñar dicha función de manera aislada y diferenciada la
una de la otra.
Los medios de comunicación y la era digital se han convertido en una fuente imparable de
recursos simbólicos para los jóvenes. En el apartado «Redes sociales: influencia en la
socialización adolescente y riesgos» se profundiza en el estudio de las redes sociales, medio
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Como conclusión, es importante tener claro que existen multitud de contextos y agentes
socializadores para las personas, y que todo ellos, de forma directa o indirecta, interactúan
entre sí y con el propio sujeto.
Pasamos ahora a valorar algunos de los beneficios y riesgos derivados del uso de redes
sociales (Arab y Díaz, 2015; Vanderhoven et al., 2014).
Beneficios
Se ha descrito que los nativos digitales tienen mejor habilidad para tomar decisiones rápidas
que las personas que han aprendido a manejarse en Internet a edades más tardías. También
se ha asociado el uso de las redes sociales a un mayor desarrollo de las siguientes zonas
cerebrales: polo frontal, región temporal anterior, cingulado anterior y posterior e
hipocampo. Por último, se ha descrito que genera beneficios en discapacitados auditivos.
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Riesgos
Se ha demostrado que el abuso en el uso de las redes sociales conlleva depresión, síndrome
de déficit atencional con hiperactividad, insomnio, disminución de horas total de sueño,
disminución del rendimiento académico y abandono escolar. También se ha sido asociado con
un amplio abanico de problemas psicosociales. Además, diversos estudios han revelado fallos
en la toma de decisiones en los adictos a los juegos online (Elías y Díaz, 2015).
Asimismo, formar parte de grupos que aporten bienestar emocional mejora el autoconcepto
y la propia autoestima del sujeto. Otros efectos importantes derivados de la inserción de una
persona en los diferentes grupos sociales son los siguientes (Páez, 2004):
Los experimentos de Philip Zimbardo (en 1971) y de Solomon Asch (en 1951) demuestran de
manera práctica algunos de los efectos grupales hasta aquí explicados. Te recomendamos su
visionado.
Por último, señalamos que el endogrupo es el grupo social con el cual una persona se
identifica psicológicamente como miembro. Por el contrario, el exogrupo es un grupo social
con el que un individuo no se identifica. La pertenencia psicológica a grupos y categorías
sociales está asociada con una amplia variedad de fenómenos.
Se suele considerar que el individuo rinde más, tanto académica como profesionalmente, y se
siente mejor a nivel emocional en grupos considerados pequeños (no más de seis personas).
El cuestionario sociométrico se compone de preguntas simples que todos los estudiantes del
grupo clase deban responder (Figura 2). A posteriori, las respuestas de los estudiantes se
recogen en un cuadro de doble entrada (Figura 3). Tras contar las puntuaciones recibidas para
cada uno de los estudiantes, se plasman los resultados en un sociograma (Figura 4). Más
adelante encontrarás un vídeo en el que se explica un ejemplo de sociograma (Figura 5).
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En función del número de elecciones que un estudiante recibe, se puede categorizar a los
estudiantes con relación a su posición en el grupo. Existen cinco categorías sociométricas
(Delgado, 2009):
Populares. Son aquellos niños que poseen habilidades para colaborar con sus iguales y
para iniciar y mantener relaciones positivas. Poseen una buena competencia
comunicativa y conversan y escuchan de forma activa a los otros. Participan en las
actividades escolares pero no interrumpen al grupo. Son capaces de resolver
conflictos. No son agresivos, pero tampoco pasivos.
Ignorados. Son aquellos niños que pasan desapercibidos dentro de su grupo de iguales
y permanecen aislados. No interaccionan con sus pares y no muestran conductas
sociales negativas, pero tampoco prosociales. Desde el punto de vista del docente son
percibidos de forma más positiva que por parte de sus iguales, puesto que su
comportamiento suele ser bueno.
Promedio. Los niños promedio son el grupo sociométrico más frecuente. Sus
conductas positivas y negativas se encuentran en niveles medios.
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Te aportamos ahora una serie de consideraciones para tener en cuenta durante el desarrollo
de tu actividad docente:
Debe trabajarse para propiciar una comunicación constante y fluida entre la familia y
el centro, yendo más allá del vínculo simplemente formal.
Cada estudiante participa dentro de sus propios contextos sociales, por lo que
deberemos tener en cuenta las diversas situaciones para comprender por qué, en
ocasiones, un chico o una chica se comporta de determinada forma. A partir de ahí,
podremos poner en práctica estrategias para guiar al estudiante hacia un adecuado
desarrollo social.
Mostrarse en el aula como una figura afectuosa y que demuestra interés por sus
estudiantes, estableciendo a la vez límites claros y congruentes, ayudará al desarrollo
social del estudiante.