Examen 1. Platón
Examen 1. Platón
Examen 1. Platón
Este fragmento pertenece al libro VII del tratado de la república de Platón y se conoce como la
alegoría de la caverna, cuyo tema fundamental es el proceso educativo, mediante el cual el
alma racional se libera de la esclavitud del alma concupiscible llegando al conocimiento
verdadero, para poder obrar bien tanto en lo ético como en lo político y llegar así a la felicidad
del individuo y de la sociedad.
2º Este texto está escrito en diálogo, Platón escribía así incorporando su técnica pedadógica, la
mayeútica, que era una técnica que usaba basada en el diálogo con el fin de llegar al
conocimiento.
2. Justifica las ideas del fragmento desde la posición filosófica del autor.
En cuanto a su metafísica, Platón afirma que la realidad está formada por dos sustancias,
materia y esencia o idea, es decir, Platón era dualista. Para explicar este dualismo metafísico
nos narra un mito a modo de génesis del mundo, ``El mito del demiurgo´´. Desde siempre han
existido dos elementos: la materia caótica y el mundo inteligible. Además, existía un
Demiurgo, un dios cuya función fue crear el mundo sensible, donde habitamos, tomando la
materia y moldeándola imitando el mundo de las ideas. Las características de la materia y, por
tanto, también del mundo sensible, son la imperfección, la corrupción, la mortalidad, el
desorden, el cambio y que se percibe por medio de los sentidos. Las características de las
ideas, de las que participa el mundo sensible, son la perfección, la eternidad, la armonía y que
se perciben por medio de la razón. De esta forma el mundo sensible es sólo una copia
imperfecta originada a partir de las ideas. El mundo sensible imita al mundo de las ideas y
participa de él. Ello le permitirá a Platón sostener dos cosas. Una que las ideas son
independientes del sujeto que las piensa y, la otra, que lo sensible reproduce las esencias. Es
decir, esto le permitirá a Platón afirmar, por un lado, que es posible el conocimiento objetivo,
así que las ideas son objetivas y, por otro, que el conocimiento universal y necesario es
posible, en la medida en que todas las cosas del universo, que han sido, son y serán, participan
de las mismas esencias con lo que el conocimiento de dichas esencias te proporcionarán el
conocimiento de lo que deba ser un acto justo, un animal, cosa u objeto matemático en todo
momento o circunstancia. Como vemos, Platón está preparando el terreno para concluir que el
relativismo se equivoca y que lo que sea la justicia no puede depender de la opinión de los
ciudadanos aunque sea mayoritaria.
Según la metafísica de Platón, la realidad consistiría en una gradación de lo más real hasta lo
menos real. Lo más real sería el mundo inteligible y dentro de éste la idea de bien, que en la
alegoría de la caverna se simboliza con el sol, que sería, a juicio de Platón, la causa de todo lo
existente. La idea de bien habría que entenderse no en el sentido moral sino ontológico, es
decir, el bien es aquí sinónimo de armonía, orden o sentido, de tal forma que se comprende
que el bien es causa de todo: sin armonía u orden nada podría existir. Después vendrían las
ideas ético-políticas, como la justicia o la bondad, y a éstas les seguirían las ideas matemáticas,
y por último, las ideas de los objetos físicos como animales o cosas, acabando el mundo
inteligible. A continuación, estaría el mundo sensible constituido primero por los objetos y
después, ocupando el último puesto en cuanto a la realidad, las imágenes o sombras de los
objetos.
Pero este mito tiene tal vez más importancia desde el punto de vista epistemológico. Esta
narración viene a ilustrar la íntima conexión existente entre el orden racional y el real. Gracias
a que nuestra alma racional proviene del mundo de las ideas podemos entender por qué es
posible el conocimiento universal, objetivo y necesario. El conocimiento es innato puesto que
el alma racional con la que nacemos ha estado contemplando las ideas en el mundo inteligible
antes de caer a nuestro cuerpo. Por este motivo Platón considera que conocer es anámnesis,
es recordar. En la medida en que las ideas son innatas y el mundo sensible se parece al
inteligible nuestra alma racional al ver la naturaleza o ciertas acciones recuerda la idea de la
que éstas proceden. Lo que ocurre es que por la violencia de la caída del alma al cuerpo, el
alma racional olvida su estancia en el mundo inteligible y de ahí la importancia de la
educación, tema central de la alegoría, para ayudarle a recordar.
Con estas tres disciplinas Platón asienta los presupuestos necesarios para defender lo que
vamos a explicar continuación, es decir, que hay una sola forma justa de gobernar, en contra
de lo que afirma el relativismo, el comportamiento en el ámbito privado y el destino de la
sociedad y que ese gobierno debe ser conducido por el alma racional.
Empezaremos con la ética donde Platón nos propone su intelectualismo moral, es decir,
debemos controlar racionalmente la voluntad, podemos controlar racionalmente la voluntad y
quien conoce el bien hace el bien. Si el bien es una idea sólo podrá ser conocida por el alma
racional, es decir, sólo ella podrá conocer qué es lo bueno y qué es lo malo. Por lo que será ella
la que deba dirigir la conducta del individuo. Cuando esto ocurra, el alma volitiva tenga el valor
de obedecer y el alma concupiscible se someta al dictado de la razón, las tres almas estarán en
armonía desempeñando cada una la función que le es propia y el individuo alcanzará así la
felicidad. Vemos, por tanto, en la ética, cómo el conocimiento verdadero, cuya posibilidad
demuestra en las tres primeras disciplinas que hemos abordado, es garantía del
comportamiento correcto y de la felicidad del individuo.
Con su política nos propone algo similar para alcanzar, en este caso la felicidad de la sociedad
mediante su justo gobierno. Platón establece un paralelismo entre las tres almas y las tres
clases sociales que componen la sociedad. Así los gobernantes deberán ejercitar la prudencia
conociendo por medio de su alma racional qué es lo justo para la sociedad puesto que la
justicia es una idea universal y objetiva que debe ser conocida por el alma racional; los
guerreros se comparan con el alma volitiva y deberán ser lo suficientemente valientes como
para ejecutar las órdenes de los gobernantes, y los productores, que se comparan con el alma
concupiscible, deberán ser templados y someterse al dictado de los gobernantes. Cuando eso
ocurra habrá armonía entre las distintas clases sociales y se conseguirá un Estado feliz. Los
gobernantes, por tanto, debían ser los filósofos, los sabios, los que conocen la verdadera
justicia, para no dejar en manos de opiniones o creencias, dicho de otro modo, en manos de la
ignorancia o de la democracia, el destino de la sociedad pues la conducirían a la injusticia y a la
infelicidad.
Por último, como medida política fundamental, teniendo en cuenta que el gobierno debe
conducirse de manera sabia y racional, resta hablar de la educación. Un proceso que diseña
Platón apoyándose en la gradación metafísica y epistemología, para conseguir que el Estado
cuente con buenos gobernantes, guerreros y productores. Mediante dicha educación se irá
sometiendo el cuerpo y los instintos con la gimnasia y la música, después se continuará con las
matemáticas y por último con las enseñanzas de las ideas ético-políticas y del bien, de tal
forma que los gobernantes puedan convertirse en sabios y dirigir justamente la sociedad.
Precisamente es éste el tema fundamental de la alegoría de la caverna: el proceso educativo
por el que el alma racional se hace sabia y logra así conducirse y conducir la sociedad
sabiamente.