La Segunda Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial
10. Primera medida de Hitler como Fü hrer de Alemania y el retiro de Alemania del
Tratado de Versalles.
11. ¿Cuá l fue la estrategia utilizada por los Nazi para justificar la invació n a Polonia y
marcar el inicio de la Segunda Guerra Mundial?
El Tratado de Versalles puso fin a la Primera Guerra Mundial y desató la Segunda
Los países europeos decidieron castigar duramente a Alemania por su papel en la
Primera Guerra Mundial, un acuerdo que pronto atormentaría al mundo.
LA INVASIÓN DE POLONIA
El comienzo de la segunda guerra mundial.
LA "OPERACIÓN HIMMLER"
Todo empezó el 31 de agosto de 1939 en el marco de la "Operació n Himmler", cuando
media docena de miembros de las SS, fingiendo ser alborotadores, irrumpieron por la
fuerza en la emisora de radio de Gleiwitz, una regió n de la alta Silesia, disparando al
aire. Los asaltantes redujeron a los tres empleados y a un policía que estaban allí en esos
momentos y lanzaron violentas proclamas en contra del fü hrer y del Tercer Reich –eran
los mismos hombres que habían iniciado un añ o antes campañ as de sabotaje cuando
colocaron una bomba en la estació n ferroviaria de Tarnow, Polonia–. El comando
conectó un micró fono para permitir que un intérprete lanzase consignas patrió ticas y
antialemanas en polaco. Uno de ellos decía: "¡Atenció n! Esto es Gleiwitz. La emisora está
en manos polacas".
Para hacer que la escena fuera aú n má s creíble llevaron hasta allí a un nacionalista
polaco al que las SS había detenido un día antes, llamado Franz Honiok, un agricultor de
43 añ os el cual fue seleccionado tras haber participado en alguna revuelta. Lo
arrastraron hasta allí absolutamente drogado y, nada má s llegar, le pegaron un tiro en la
puerta dejando su cadá ver a la vista de todos. Para que no hubiese confusió n posible, lo
habían vestido con un uniforme del ejército polaco que previamente habían robado. Los
SS só lo estuvieron 15 minutos en la emisora y debido a un fallo técnico se emitió nada
má s una parte del discurso. A pesar de que la parte del discurso que se radió no
anunciaba la falsa invasió n de Alemania, fue suficiente para que Hitler encontrara su
deseado casus belli. Después subieron el cadá ver de Franz Honiok a la sala de
retransmisió n para tomar las fotos que saldrían publicadas en los perió dicos.
dunkerque, la
retirada más
famosa de la
segunda guerra
mundial
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Principales Líderes de la Segunda Guerra Mundial
Adolf Hitler
Benito Mussolini
Nació el 29 de julio de 1883 en Dovia di Predappio (Italia). Al estallar la II Guerra
Mundial, decidió mantenerse al margen pero cambió cuando los alemanes invadieron
Francia en junio de 1940. Proclamó la Repú blica Social Italiana, breve régimen que
subsistió por la protecció n alemana.
Iósif Stalin.
Charles de Gaulle
Hiro-Hito
Nació en Denison (Texas) el 14 de octubre de 1890 en los Estados Unidos. Destacó como
comandante supremo de los ejércitos aliados. Falleció el 28 de marzo de 1969 en la
ciudad de Washington D.C.
Fue la persona má s cercana al fü hrer durante los inicios de su ideología, en los añ os 20.
Fue una de las personas que le vio realizar sus imponentes discursos en las cervecerías
de Mú nich, y se convirtió en su confidente. Rudolf Hess participó en el intento fallido de
golpe de estado, el Putsch de 1923. Mientras ambos estaban en prisió n, transcribió y
editó el dictado de Adolf Hitler Mein Kampf (Mi Lucha), y desempeñ ó las funciones de
secretario privado de Hitler en la década de 1920 y como diputado, líder del partido y
ministro sin cartera desde 1933.
Después de la guerra, Hess fue juzgado en los juicios de Nuremberg y condenado a
cadena perpetua. Cumplió su condena en la prisió n de Spandau en Berlín, donde desde
1966 fue el ú nico recluso. Hess se ahorcó con un cable eléctrico en los terrenos de la
prisió n de Spandau el 17 de agosto de 1987.
Hermann Goering (1893 — 1946)
El mariscal, héroe de guerra, recuperó su honor y dignidad bajo la administració n del
partido nazi, estableciendo la policía política secreta de la Gestapo y los campos de
concentració n, ademá s de estar al frente de la reconstrucció n de la armada aérea.
Goering había tenido un tío judió con lo que, aunque apoyaba al régimen, no estaba muy
conforme con las políticas de aniquilació n antisemitas, lo que le fraguó una enemistad
manifiesta con Goebbles. Compitió por el liderazgo de la policía del régimen con
Himmler. Ademá s, su posició n social también hizo que las relaciones sociales fueran
clave en su administració n.
Se suicidió ingiriendo veneno en 1946 durante su encarcelamiento antes de poder ser
ejecutado, tras haber sido condenado a la horca como criminal de guerra.
Heinrich Himmler (1900 — 1945)
Heinrich Himmler fue una de las figuras má s poderosas del Tercer Reich, supervisando
la creació n y gestió n del vasto estado policial nazi, así como la infraestructura del
Holocausto. Estableció el primer campo de concentració n en Dachau y organizó campos
de exterminio en toda la Europa ocupada.
Heinrich Himmler intentó evadir a Adolf Hitler y hacer la paz con los aliados
occidentales. Hitler ordenó el arresto de Himmler, y Himmler intentó escapar disfrazado
de soldado alemá n. Fue capturado por los aliados y se suicidó ingiriendo cianuro el 23
de mayo de 1945.
Bormann fue, desde 1933, el jefe de gabinete del diputado fü hrer, Rudolf Hess. El 12 de
mayo de 1941, Hitler designó a Bormann para ocupar el cargo de jefe de la cancillería
del partido, sucediendo a Hess. Bormann se convirtió así en jefe de la maquinaria
administrativa del Partido Nazi.
Fue un gran defensor de la persecució n y el exterminio de judíos y eslavos, y desempeñ ó
un papel clave en la expansió n del programa alemá n de trabajo esclavo. Desapareció
poco después de la muerte de Hitler, y se supuso que estaba muerto o escondido. Fue
acusado el 29 de agosto de 1945, junto con otros líderes nazis, por cargos de crímenes
de guerra y, aunque ausente, fue declarado culpable y sentenciado.
Informes de la década de 1960 alegaron que Bormann había escapado y había estado
viviendo en América del Sur, posiblemente en Paraguay. Sin embargo, a principios de
1973, un experto forense de Berlín estableció "casi con certeza" que uno de los dos
esqueletos desenterrados durante la construcció n en Berlín Occidental en diciembre de
1972 era el de Bormann, y el 11 de abril de 1973, las autoridades de Alemania
Occidental lo declararon oficialmente muerto. Ese esqueleto fue sometido a pruebas de
ADN en 1998, y los investigadores confirmaron que los restos eran de Bormann.
Albert Speer (1905 —1981)
Rö hm ayudó a Hitler a ganar el apoyo del ejército en Baviera. Durante el Putsch del 8 al
9 de noviembre de 1923, en Munich, fue brevemente encarcelado. Rö hm quería que las
SA (el ejército de los ‘camisas pardas’) absorbieran o reemplazaran al Reichswehr
(ejército regular), en contra de los deseos de Hitler.
Hermann Gö ring y Heinrich Himmler conspiraron contra él al ser percibido como una
amenaza. Ademá s, utilizaron la homofobia de Hitler contra él (Rö hm era abiertamente
homosexual). Hitler finalmente decidió eliminar al jefe de las SA, y fue ejecutado en
Mú nich en 1934.
Pearl Harbor
Los preparativos para el ataque a Pearl Harbor
Las tensiones entre Japó n y Estados Unidos se mantuvieron a lo largo de los primeros
añ os del siglo XX y llegaron a un punto á lgido en la década de 1930, cuando Japó n
intentó conquistar China, atacando incluso a la població n civil. En 1937, China y Japó n
entraron en guerra. En 1940, Estados Unidos consideraba la expansió n japonesa en
China lo suficientemente amenazante para sus intereses como para empezar a
proporcionar ayuda militar a China y comenzar a sancionar a Japó n. Después de que
Japó n firmara pactos de defensa mutua con la Alemania nazi, Italia y la Unió n Soviética
en 1940 y 1941, Estados Unidos congeló los activos japoneses y prohibió todas las
exportaciones a Japó n.
Mientras tanto, la Alemania nazi seguía conquistando gran parte de Europa. Aunque
Estados Unidos era oficialmente neutral en ambos conflictos, su postura se vio cada vez
má s cuestionada por las guerras de Japó n y de la Alemania nazi.
La neutralidad era la cuestió n pú blica má s conflictiva de su época, y la mayoría del
pú blico estadounidense, que recordaba las pérdidas de la Primera Guerra Mundial y aú n
se estaba recuperando de los efectos de la Gran Depresió n, se oponía a entrar en
cualquier guerra en el extranjero. Sin embargo, muchos estadounidenses querían que la
nació n ayudara a sus aliados asediados. El presidente Franklin D. Roosevelt lo consiguió
a través del Programa de Préstamo y Arriendo, que proporcionó a aliados como Gran
Bretañ a y China armas y equipo militar.
Pero a medida que Japó n continuaba su guerra con China, el conflicto con Estados
Unidos se hizo casi inevitable, lo que llevó a los líderes japoneses a evaluar sus opciones.
La Armada estadounidense era formidable, y Japó n no tenía los recursos necesarios
para eliminar la amenaza estadounidense en sus ambiciones imperiales. Pero tenían un
as en la manga: la sorpresa. El almirante Yamamoto Isoroku convenció a los militares
japoneses de que, en lugar de declarar la guerra a Estados Unidos, debían enfrentarse a
ellos en el Pacífico, causando el mayor dañ o posible a la Flota del Pacífico.
El segundo criterio es que las ciudades debían ser muy grandes, es decir, debían tener
un gran diá metro para ver la extensió n que podía alcanzar la radiació n. Por ú ltimo,
segú n Neto, en la elecció n también influyó el hecho de que las ciudades elegidas eran de
gran importancia para Japó n, tanto desde el punto de vista estratégico militar como
cultural, por lo que el ataque influiría en la rendició n del país.
La tesis del historiador sobre este momento crucial de la historia afirma que la lista de
ciudades objetivo japonesas tenía inicialmente cinco nombres:
Kokura: elegida porque era el lugar donde se fabricaba casi toda la munició n
japonesa;
Yokohama: ciudad donde se producía buena parte de los derivados del acero
japonés, sus aviones y, sobre todo, donde se ubicaban las refinerías de petró leo
del país;
Niigata: ciudad portuaria y productora de acero y petró leo refinado, y sede de
varias industrias;
Kioto: uno de los mayores centros comerciales de Japó n y una de las ciudades
má s pobladas;
Hiroshima: ciudad portuaria con importantes instalaciones militares.
Para Richard Rhodes, historiador estadounidense y ganador del Premio Pulitzer por su
libro The Making of the Atomic Bomb y cuyo trabajo sirvió de guía para el artículo de
Neto, Kioto no se tuvo en cuenta por ser una ciudad histó rica, ya que fue durante siglos
la capital japonesa.
Para el especialista brasileñ o, si una bomba cayera sobre Kioto, la élite japonesa
probablemente nunca habría aceptado la derrota. "Verían la acció n como un descalabro,
y el efecto que se buscaba con el uso de la bomba, que era la rendició n, se perdería",
refuerza.
Para sustituir a Kioto, se incluyó a Nagasaki en la lista por ser una ciudad portuaria y
fabril, rodeada de montañ as que permitirían una mayor concentració n de la radiació n y
una mejor evaluació n de sus dañ os por parte de Estados Unidos, explica Neto.
El doctor en historia de la UFRGS detalla que, con los objetivos aprobados, las tropas
estadounidenses estaban listas para la misió n de bombardeo en cualquier momento. Es
aquí, como afirma Neto, donde entra en juego el factor de decisió n má s importante para
la elecció n de Hiroshima como objetivo de la bomba ató mica: el clima. Era necesario un
día despejado.
"Si hubiera viento, la radiació n se extendería má s de lo esperado. Si lloviera, la radiació n
también seguiría otro flujo y podría dificultar el lanzamiento de la bomba. El tiempo
abierto también fue importante para recoger datos, como las fotos de la explosió n, que
eran importantes para el objetivo científico de la misió n", explica el historiador.
El 6 de agosto de 1945, la ciudad de Hiroshima era la ú nica, entre todas las consideradas
para el bombardeo, que presentaba un escenario meteoroló gico adecuado.
Hace escasos días salía a la luz la noticia de que la nota de suicidio del dictador va a ser
subastada en Alexander Historical Auctions, pudiendo llegar su valor hasta los 90.000
dó lares. Se trata de un par de telegramas del final del Tercer Reich, que documentan la
ú ltima decisió n de Hitler de permanecer en Berlín para luchar “la batalla decisiva por
Alemania”, segú n explica la propia casa de subastas.
El segundo telegrama, considerado como el ú nico documento que ha llegado hasta
nuestros días que refleja la decisió n de Hitler de quedarse en Berlín, data del 24 de abril
de 1945 y es la respuesta de Hitler al mariscal de Campo Ferdinand Schorner, que
manda el primer telegrama dirigido al “Fü hrer y al Comandante Supremo de las Fuerzas
Alemanas” el 23 de abril.
En él, el mariscal pide a Hitler que abandone el bú nker en el que se encuentra y salga de
Alemania porque, si cae, Alemania también lo haría. “Millones de alemanes esperan la
oportunidad de volver a construir Alemania contigo”.
Sin embargo, Hitler tiene clara su posició n: “Permaneceré en Berlín para participar, de
manera honorable, en una batalla decisiva para Alemania y para dar un buen ejemplo a
todos los que quedan”, se lee en el documento que envía Hitler a Schorner.
“Creo que de esta manera estaré prestando a Alemania el mejor servicio. Para el resto
de ustedes, se debe hacer todo lo posible para ganar la lucha por Berlín. puede ayudar
de manera decisiva, empujando hacia el norte lo antes posible".
El suicidio de Adolf Hitler y su esposa
El 30 de abril de 1945, seis días má s tarde del escrito, Hitler se suicidó disparando una
pistola en su cabeza.
Desde el 16 de enero de ese mismo añ o, Hitler se había establecido en el bú nker de la
Cancillería, desde donde ejercía la presidencia del Tercer Reich al que amenazaban
tanto por el este como por el oeste. Para finales de abril, las fuerzas soviéticas ya habían
entrado en Berlín y se dirigían al bú nker.
Días antes, el 22 de abril, Hitler sufrió un ataque de histeria ante el golpe de realidad de
que Alemania no superaría la guerra. Segú n el testimonio de una enfermera del bú nker,
Hitler parecía enfermo y su brazo izquierdo temblaba fuertemente.
Al expresar su intenció n de suicidarse, pidió al médico Werner Haase que le
recomendase la mejor opció n de suicidio. Haase le recomendó una dosis de cianuro
seguido de un disparo en la cabeza.
El acto definitivo para su decisió n fue lo que consideró como un intento de traició n por
parte de Heinrich Himmler de negociar con la Cruz Roja Internacional. Finalmente, la
noticia de la ejecució n de Mussolini le hizo jurar que no compartiría la misma suerte.
El 29 de abril, Hitler decidió casarse con Eva Braun en el interior del propio bú nker.
Tras un pequeñ o desayuno con su esposa, el dictador expresó su ú ltima voluntad y
testamento a su secretaria durante algo má s de dos horas.
Al amanecer del 30 de abril, Hitler reunió al equipo médico para despedirse y
explicarles có mo proceder después del suicidio de ambos. Tras una silenciosa comida,
se despidió de sus secretarias regalá ndoles una pastilla de cianuro, así como de la
familia Goebbels, que le pedía que no se suicidase.
A las 15:30 horas, Hitler y Braun se reunieron frente a la sala de mapas y se despidieron
de sus ayudantes. Tras cerrar la puerta, se escuchó un ú nico disparo, el de la pistola de
Hitler. Eva Braun ni si quiera había llegado a disparar la suya por el rá pido efecto del
cianuro.
El misterio de los cuerpos
Los cuerpos de ambos fueron sacados de la habitació n envueltos en alfombras y
llevados hacia el patio de la Cancillería del Reich. Una vez depositados en un agujero de
obú s, fueron rociados con unos 200 litros de gasolina, obtenidos de los coches que aú n
se hallaban en los só tanos de la Cancillería.
La llegada de los obuses del Ejército Rojo provocó que los jefes nazis tratasen de
enterrar los cadá veres antes de que los restos se consumieran, aunque debido a las
prisas por esconderse solo pudieron hacerlo superficialmente.
Finalmente, el 1 de mayo Karl Dö nitz hizo pú blica la noticia de la muerte de Hitler.
Stalin, incrédulo, mandó varias unidades especiales soviéticas para interrogar a los allí
capturados y buscar en la Cancillería del Reich, donde el 9 de mayo encontraron intactas
las piezas dentales de ambos.
Debido al misterio y al secretismo que rodeaba la escena, no fue hasta que se disolvió la
Unió n Soviética cuando nueva informació n acerca del paradero de los restos salió a la
luz.
Segú n la documentació n del Comité para la Seguridad del Estado, los restos habían sido
llevados a la ciudad de Magdeburgo, donde los habían enterrado en cajas de madera
junto a la familia Goebbels. En 1970, el primer ministro soviético mandó un equipo
especial a Magdeburgo para destruir secretamente los cadá veres quemando los restos y
arrojando finalmente las cenizas al río Biederitz.