Revo Catori A
Revo Catori A
Revo Catori A
administrativos
* Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Máster en Gestión Pública por la Universidad
Autónoma de Barcelona, Universidad Pompeu Fabra y ESADE, España. Profesor de derecho administrativo
en la Universidad de Lima. Socio de Amprimo, Flury, Barboza & Rodríguez Abogados.
Ius et Praxis, Revista de la Facultad de Derecho n.o 53, diciembre 2021, ISSN 2523-6296, pp. 151-173
Carlos Rodríguez Manrique
INTRODUCCIÓN
A diferencia de los actos jurídicos generados en el ámbito del derecho privado, cuya
nulidad debe ser declarada por una autoridad jurisdiccional, los actos administrativos
pueden ser declarados como nulos directamente por la propia Administración, en la
medida en que estos hayan sido producidos con vicios que afecten su validez y siempre
que agravien el interés público o lesionen derechos fundamentales.
La nulidad de los actos administrativos puede ser invocada también por los admi-
nistrados (al igual que ocurre en el derecho civil con la nulidad de los actos jurídicos,
que puede ser invocada por los particulares). En este caso, la nulidad debe ser formu-
lada a través de los recursos administrativos pertinentes, como lo establece el numeral
11.1 del artículo 11 del texto único ordenado de la Ley 27444, Ley del Procedimiento
Administrativo General, aprobado por el Decreto Supremo 004-2019-JUS (en lo suce-
sivo, LPAG)2. Estos recursos son la reconsideración, la apelación y, excepcionalmente,
la revisión.
1 De acuerdo con el artículo 220 del Código Civil: “La nulidad a que se refiere el artículo 219 puede ser
alegada por quienes tengan interés o por el Ministerio Público. Puede ser declarada de oficio por el
juez cuando resulte manifiesta. No puede subsanarse por la confirmación”.
2 LPAG. Artículo 11.- Instancia competente para declarar la nulidad
11.1 Los administrados plantean la nulidad de los actos administrativos que les conciernan por
medio de los recursos administrativos previstos en el título III, capítulo II, de la presente ley.
11.2 La nulidad de oficio será conocida y declarada por la autoridad superior de quien dictó el
acto. Si se tratara de un acto dictado por una autoridad que no está sometida a subordinación
jerárquica, la nulidad se declarará por resolución de la misma autoridad.
La nulidad planteada por medio de un recurso de reconsideración o de apelación será cono-
cida y declarada por la autoridad competente para resolverlo.
11.3 La resolución que declara la nulidad dispone, además, lo conveniente para hacer efectiva la
responsabilidad del emisor del acto inválido, en los casos en que se advierta ilegalidad mani-
fiesta, cuando sea conocida por el superior jerárquico.
confuso cuando, por ejemplo, se advierte que en ocasiones un acto administrativo invá-
lido puede surtir plenos efectos, o también cuando se verifica que un acto infractor de la
ley no es inválido, en razón de que el vicio es irrelevante para el derecho.
La noción de validez del acto administrativo está directamente vinculada con el prin-
cipio de legalidad. Un acto administrativo será válido en la medida que su generación se
haya realizado de conformidad con el ordenamiento jurídico, lo que importa que todos los
requisitos constitutivos para su emisión se configuren sin vicios trascendentes.
El artículo 3 de la LPAG establece que los requisitos de validez de los actos admi-
nistrativos son cinco: (i) competencia, (ii) objeto o contenido, (iii) finalidad pública, (iv)
motivación y (v) procedimiento regular4. La ley establece cómo debe configurarse cada
uno de estos requisitos para que el acto administrativo sea considerado válido.
Ahora bien, cuando referimos que los requisitos del acto administrativo deben
concurrir sin que se presenten vicios relevantes o graves de legalidad, ello es así porque
el ordenamiento jurídico tolera la existencia de vicios no trascendentes respecto de los
requisitos de validez del acto administrativo. En estos casos, prevalece la conservación
del acto administrativo y no se sanciona su nulidad, sin perjuicio de la enmienda del
mismo por parte de la autoridad emisora5.
14.2.3 El acto emitido con infracción a las formalidades no esenciales del procedimiento,
considerando como tales aquellas cuya realización correcta no hubiera impedido o
cambiado el sentido de la decisión final en aspectos importantes, o cuyo incumpli-
miento no afectare el debido proceso del administrado.
14.2.4 Cuando se concluya indudablemente de cualquier otro modo que el acto administra-
tivo hubiese tenido el mismo contenido, de no haberse producido el vicio.
14.2.5 Aquellos emitidos con omisión de documentación no esencial.
14.3 No obstante la conservación del acto, subsiste la responsabilidad administrativa de quien
emite el acto viciado, salvo que la enmienda se produzca sin pedido de parte y antes de su
ejecución.
6 El principio de eficacia que rige el procedimiento administrativo se encuentra reconocido en el
numeral 1.10 del artículo IV del “Título preliminar” de la LPAG, que dice lo siguiente:
Artículo IV.- Principios del procedimiento administrativo
1. El procedimiento administrativo se sustenta fundamentalmente en los siguientes principios,
sin perjuicio de la vigencia de otros principios generales del derecho administrativo:
[…]
1.10. Principio de eficacia.- Los sujetos del procedimiento administrativo deben hacer
prevalecer el cumplimiento de la finalidad del acto procedimental, sobre aque-
llos formalismos cuya realización no incida en su validez, no determinen aspectos
importantes en la decisión final, no disminuyan las garantías del procedimiento, ni
causen indefensión a los administrados.
En todos los supuestos de aplicación de este principio, la finalidad del acto que se
privilegie sobre las formalidades no esenciales deberá ajustarse al marconorma-
tivo aplicable y su validez será una garantía de la finalidad pública que se busca
satisfacer con la aplicación de este principio.
7 Como es sabido, los plazos que fija el TUO de la Ley 27548, Ley que Regula el Proceso Contencioso
Administrativo, aprobado por el Decreto Supremo 011-2019-JUS, para interponer una demanda
contencioso-administrativa cuya finalidad es la declaración de nulidad de un acto administrativo,
son de caducidad. No obstante, no resulta inusual que los administrados recurran a acciones cons-
titucionales, como el amparo, cuando un acto administrativo vulnera derechos constitucionales;
mencionamos esto porque los plazos para interponer este tipo de acciones son de prescripción,
conforme a lo previsto por el Código Procesal Constitucional.
8 LPAG. Artículo 10.- Causales de nulidad
Son vicios del acto administrativo, que causan su nulidad de pleno derecho, los siguientes:
1. La contravención a la Constitución, a las leyes o a las normas reglamentarias.
2. El defecto o la omisión de alguno de sus requisitos de validez, salvo que se presente alguno de
los supuestos de conservación del acto a que se refiere el artículo 14.
3. Los actos expresos o los que resulten como consecuencia de la aprobación automática o por
silencio administrativo positivo, por los que se adquiere facultades, o derechos, cuando son
contrarios al ordenamiento jurídico, o cuando no se cumplen con los requisitos, documentación
o trámites esenciales para su adquisición.
4. Los actos administrativos que sean constitutivos de infracción penal, o que se dicten como
consecuencia de la misma.
Lo primero que fluye de esta situación es que existirán actos administrativos que
incurren en vicios de legalidad gravísimos y que podrán surtir plenos efectos, en razón
de que fueron consentidos, o porque la potestad de la Administración para declarar su
nulidad de oficio prescribió. En buena cuenta, para nuestra LPAG, los actos inválidos
serán “tolerados” gracias al transcurso del tiempo. Esto ha hecho que algunos adminis-
trativistas, como Baca (2007), sostengan que la nulidad de pleno derecho que recoge la
LPAG no es otra cosa que una mera anulabilidad.
Es excesivo señalar que la figura de nulidad absoluta posibilita que el acto inválido
sea sanado por el transcurso del tiempo, pues ello, en rigor, no ocurre, sino que simple-
mente existirá una tolerancia a la invalidez del mismo, en atención a la preferencia por la
seguridad jurídica frente a la legalidad.
del Decreto Legislativo 1272, que introdujo diversas y potentes modificaciones a la LPAG,
fue una oportunidad desaprovechada para llenar este vacío legal.
Este nuevo supuesto está previsto en el numeral 212.4 del artículo 212 de la LPAG,
el cual señala que cabe la revocación de actos administrativos, con efectos a futuro,
“cuando se trate de un acto contrario al ordenamiento jurídico que cause agravio o
perjudique la situación jurídica del administrado, siempre que no se genere perjuicios
a terceros”. Como se aprecia, este supuesto de revocación permite que los efectos de
un acto administrativo ilegal cesen a futuro (ex nunc), siempre que se cause agravio o
se perjudique la situación jurídica del administrado. Nótese que el supuesto de hecho
no abarca la afectación a la Administración o un agravio al interés público, por lo que
los actos ilegales que afectan exclusivamente a estos últimos, en rigor, no podrán ser
revocados invocando esta causal.
Cuando los particulares enfrentan un conflicto entre sí, no pueden asumir la justicia
por mano propia, sino que, por principio, deben buscar a un tercero atribuido con función
jurisdiccional para que imparta una solución a la controversia ajustada a derecho (hete-
rotutela). Tradicionalmente, los jueces monopolizaban la función jurisdiccional, pero hoy
esto ya no así, gracias a la consolidación del arbitraje. Esto último no ocurre en el caso
de la Administración que, por su condición de poder público, puede adoptar decisiones
y actuaciones que afectan la esfera jurídica de los administrados para tutelar su propia
situación jurídica, de manera previa a la intervención de un juez.
Así, a diferencia de los administrados, que para lograr la nulidad de un acto admi-
nistrativo deben someterse a la misma Administración para que esta evalúe la legalidad
de su propia actuación y, en caso de no encontrar respuesta satisfactoria en la vía
administrativa, gozan del derecho a formular su pretensión de nulidad ante un juez
contencioso-administrativo, la Administración puede declarar la nulidad de oficio de
sus propios actos administrativos sin necesidad de recurrir a un tercero o, lo que es lo
mismo, confiriéndose tutela a sí misma.
Por ello, la nulidad de oficio de los actos administrativos debe ser una medida
extraordinaria y que debe efectivizarse previo procedimiento administrativo que
garantice el derecho de defensa de los administrados, lo que implica la real y efectiva
evaluación de los argumentos y medios de pruebas aportados por estos (conforme a la
normativa vigente, dicho plazo no puede ser menor de cinco días hábiles). Dada su natu-
raleza de poder público, la Administración goza de este privilegio de autotutela frente a
los administrados, pero en la medida que su materialización puede significar la elimi-
nación, limitación o afectación de derechos e intereses, su ejercicio debe realizarse en
estricta sujeción a los principios de legalidad, debido procedimiento, eficacia, confianza
legítima y ejercicio legítimo del poder.
En ese sentido, para que la Administración revise de oficio la validez de sus propios
actos administrativos no basta que estos (i) contravengan la Constitución, las leyes o las
normas reglamentarias; (ii) presenten un defecto u omisión de alguno o algunos de sus
requisitos de validez; (iii) sean actos expresos o resulten de una aprobación automática
o por silencio administrativo positivo, por los que se adquieren derechos o facultades
contrarios al ordenamiento jurídico, o cuando no se cumple con los requisitos, docu-
mentos o trámites esenciales para su adquisición; o (iv) sean constitutivos de infracción
penal o se hayan dictado como consecuencia de la misma. Además, se debe verificar
que haya un agravio concreto y real al interés público o una lesión a algún derecho
fundamental. En ese sentido, la existencia de los vicios previstos en el artículo 10 de la
LPAG —que hemos referido— constituye causa suficiente para declarar la nulidad de los
actos en el marco de una impugnación administrativa por parte de los administrados o
en caso de que la declaración de nulidad sea conocida por un juez; pero no lo es tratán-
dose del ejercicio de la prerrogativa de autotutela de nulidad de oficio que ostenta la
Administración.
En este punto, surge una duda válida: si no existe un agravio al interés público o
no se lesionan derechos fundamentales, ¿la Administración podría formular la nulidad
de sus propios actos ante el Poder Judicial directamente a través de una demanda
Como se advierte en la norma citada, si bien cabe la posibilidad legal de que una
entidad pública pueda demandar la nulidad de sus propios actos administrativos en un
proceso contencioso-administrativo, ejerciendo la acción de lesividad, para ello debe
cumplir ineludiblemente con un presupuesto procesal, esencial e indispensable, que
consiste en la emisión de la resolución motivada en la que se identifique el agravio que
el acto en cuestión produce a la legalidad administrativa y al interés público. En ese
sentido, si no existe una resolución administrativa en la cual la Administración, previa-
mente, identifique y justifique en qué consiste el agravio al interés público o la lesión a
derechos fundamentales —en tanto ello supone una violación a la legalidad administra-
tiva—, entonces, no cabe posibilidad de incoar una demanda peticionando la nulidad de
sus actos administrativos. Al respecto, Huapaya (2006) sostiene:
[…] la resolución de agravio o que declara la lesividad es un presupuesto de primer
orden, puesto que centra o determina el fundamento mediante el cual se solicita
la tutela jurisdiccional con la finalidad de declarar la nulidad del acto considerado
lesivo. En tal sentido, es un presupuesto procesal imprescindible en orden de
constituir adecuadamente la relación jurídico-procesal que se manifiesta a través
del proceso de lesividad. (pp. 894-895)
En nuestra opinión, un plazo de dos años para declarar la nulidad de oficio de actos
administrativos favorables a los administrados resulta excesivo, por lo que constituye
una regulación que afecta la seguridad jurídica y amplía la brecha de desigualdad en
la relación de poder que existe entre la Administración y los administrados; máxime si
nuestra legislación contempla plazos breves para que estos últimos puedan plantear la
nulidad de los actos administrativos mediante recursos impugnativos administrativos o
mediante la demanda contencioso-administrativa.
En efecto, cuando el administrado es quien solicita dicha revisión por los mismos
motivos, los plazos que tiene para hacerlo son cortos y perentorios. Como sabemos, para
formular la nulidad de un acto administrativo, el administrado debe hacerlo por medio de
los recursos administrativos correspondientes (numeral 11.1 del artículo 11 de la LPAG)
dentro de un plazo de quince días hábiles perentorios (artículo 21 de la LPAG), compu-
tado, como regla general, a partir del día hábil siguiente de aquel en que se practique la
notificación del acto administrativo12. Por su parte, el plazo para que un administrado
pueda plantear una demanda contencioso-administrativa cuya pretensión sea la decla-
ración de nulidad total o parcial de un acto administrativo es de tres meses, contados
desde el conocimiento o notificación de la actuación impugnada, lo que ocurra primero13.
CUESTIONES PROCEDIMENTALES
Es importante tener presentes las cuestiones de orden procedimental que rigen la
nulidad de oficio.
Procedimiento regular
12 La regla del inicio del cómputo del plazo está prevista, en todo su alcance, en el artículo 142 de la
LPAG que establece, a la letra, lo siguiente:
Artículo 142.- Inicio de cómputo
142.1 El plazo expresado en días es contado a partir del día hábil siguiente de aquel en que se
practique la notificación o la publicación del acto, salvo que este señale una fecha posterior,
o que sea necesario efectuar publicaciones sucesivas, en cuyo caso el cómputo es iniciado a
partir de la última.
142.2 El plazo expresado en meses o años es contado a partir de la notificación o de la publicación
del respectivo acto, salvo que este disponga fecha posterior.
13 Según el artículo 18, inciso 1, del TUO de la Ley 27584, Ley que Regula el Proceso Contencioso
Administrativo, aprobado por el Decreto Supremo 011-2019-JUS.
Competencia
La nulidad de oficio del acto administrativo es declarada por el órgano superior jerár-
quico de aquel que emitió el acto inválido14. Esta regla constituye un mecanismo de
control interno de la propia Administración, porque (i), de un lado, permite al superior
jerárquico controlar las actuaciones ilegales de los órganos inferiores, lo que es una
14 Según el numeral 11.2 del artículo 11 y el numeral 213.2 del artículo 213 de la LPAG.
Se debe tener presente que la responsabilidad del emisor del acto inválido será más
grave si la facultad para declarar su nulidad ex officio prescribe y se torna imposible
invalidarlo en sede administrativa por el transcurso del tiempo. Por esta razón, existe un
incentivo para que el responsable del acto viciado busque remediar la ilegalidad recu-
rriendo al superior jerárquico. De este modo, la regla competencial en virtud de la cual
corresponde al superior jerárquico declarar la nulidad de oficio de los actos administra-
tivos importa un límite interno a la arbitrariedad para la Administración.
Contradicción
De acuerdo con el literal d) del numeral 228.2 de la LPAG16, los actos administrativos
que declaran la nulidad de oficio de otros agotan la vía administrativa; esto es, causan
estado. Siendo esto así, la regla general es que la contradicción del acto anulatorio de
oficio se formule a través de la demanda contencioso-administrativa tramitada ante el
Poder Judicial.
respecto del que dio origen al acto que se busca invalidar —el primero concluyó con la
emisión de un acto administrativo definitivo y firme—, y se estructurará en una única vía
administrativa, en razón de que, como hemos referido, los actos anulatorios de oficio
agotan la vía administrativa.
Siendo esto así, cabe preguntarse si la regla contenida en el literal a) del numeral
228.2 del artículo 228 de la LPAG, relativa a la posibilidad de interponer recurso de
reconsideración contra actos que no son susceptibles de impugnación ante una auto-
ridad jerárquicamente superior en la vía administrativa, también resulta aplicable a los
actos anulatorios de oficio. Al respecto, la norma en cuestión dispone que agota la vía
administrativa
[…] el acto respecto del cual no proceda legalmente impugnación ante una auto-
ridad u órgano jerárquicamente superior en la vía administrativa o cuando se
produzca silencio administrativo positivo, salvo que el interesado opte por inter-
poner recurso de reconsideración, en cuyo caso la resolución que se expida o el
silencio administrativo producido con motivo de dicho recurso impugnativo agota
la vía administrativa.
En nuestra opinión, la regla del literal d) del numeral 228.2 de la LPAG, que deter-
mina que los actos administrativos que declaran la nulidad de oficio de otros agotan la
vía administrativa, no excluye la aplicación de la posibilidad de interponer recurso de
reconsideración, conforme al literal a) del mismo numeral. El hecho de que se determine
que el acto anulatorio de oficio causa estado no enerva la posibilidad de que el adminis-
trado interponga, opcionalmente, un recurso de reconsideración, como lo establece la
regla contenida en el literal a) del numeral 228.2 para todos los actos administrativos
emanados de procedimientos administrativos de instancia única.
17 El texto del artículo 219 de la LPAG señala lo siguiente: “El recurso de reconsideración se inter-
pondrá ante el mismo órgano que dictó el primer acto que es materia de la impugnación y deberá
sustentarse en nueva prueba. En los casos de actos administrativos emitidos por órganos que
constituyen única instancia no se requiere nueva prueba. Este recurso opcional y su no interposi-
ción no impide el ejercicio del recurso de apelación”.
De otro lado, cabe mencionar los alcances del numeral 213.2 del artículo 213 de la
LPAG, que contempla la posibilidad de que, al declarar la nulidad de oficio, la autoridad
pueda resolver sobre el fondo del asunto en caso de contar con elementos suficientes
para ello; y, si ello no fuese posible, disponer la reposición del procedimiento administra-
tivo al momento en que se produjo el vicio, anulando con ello todos los actos de trámite
y definitivos que sucedieron con posterioridad al vicio (efectos reactivos de la nulidad).
Sobre este particular, debemos tener presente que, si bien el acto invalidatorio de
oficio agota la vía administrativa, ello no enerva los efectos retroactivos de la nulidad; por
eso, sin perjuicio de que el administrado tenga abierta la puerta del proceso contencioso-
administrativo para cuestionar la validez de dicha actuación, corresponderá reponer el
procedimiento al momento en que ocurrió el vicio para que se emita un nuevo pronun-
ciamiento conforme a derecho, salvo que el acto viciado se hubiera consumado, o bien
sea imposible retrotraer sus efectos, lo que derivará en la responsabilidad del emisor y,
eventualmente, la indemnización para el perjudicado, de acuerdo con el numeral 12.3 del
artículo 12 de la LPAG.
Es preciso señalar que la norma no tiene por objeto restringir la interposición del
recurso de reconsideración solo al acto o extremo del acto que resuelve el fondo del
asunto, sino que tiene por finalidad dejar en claro que no cabe interposición de apelación.
Esa debe ser la interpretación de este precepto, pues lo contrario sería limitar.
18 El numeral 202.5 del artículo 202 de la LPAG (hoy numeral 213.5) fue inicialmente modificado por
el artículo 1 del Decreto Legislativo 1029, cuyo texto era el siguiente: “202.5 Los actos administra-
tivos emitidos por consejos o tribunales regidos por leyes especiales, competentes para resolver
controversias en última instancia administrativa, solo pueden ser objeto de declaración de nulidad
de oficio en sede administrativa por el propio consejo o tribunal con el acuerdo unánime de sus
miembros. Esta atribución solo podrá ejercerse dentro del plazo de un año contado desde la fecha
en que el acto es notificado al interesado. También procede que el titular de la entidad demande
su nulidad en la vía de proceso contencioso administrativo, siempre que la demanda se interponga
dentro de los tres años siguientes de notificada la resolución emitida por el consejo o tribunal”.
Una cuestión por dilucidar, producto de este último cambio normativo, es a partir de
qué momento se considera que un acto administrativo, emitido por un consejo o tribunal
que ha resuelto una controversia en última instancia administrativa, ha quedado consen-
tido. Ciertamente, el acto definitivo que se emite en última instancia administrativa causa
estado, agotando la vía administrativa, pero no es sinónimo de acto consentido. En primer
término, dicho acto devendrá en consentido y, a su vez, firme si no se recurre a la vía judi-
cial para impugnar su validez (demanda contencioso-administrativa). Pero también será
posible que el acto administrativo se torne en consentido debido a la actuación positiva
del administrado, quien ejecuta el acto sin objetarlo o expresar reserva alguna; todo lo
contrario, goza y acepta sus efectos.
Ahora bien, en el caso del acto definitivo consentido y firme se tendrá una certeza y
objetividad sobre el momento en que se empieza a computar el plazo de dos años para
que un tribunal administrativo pueda declarar la nulidad de oficio, ya que ello será veri-
ficable gracias a la notificación del acto que agota la vía administrativa. No ocurrirá lo
mismo con el acto consentido por una actuación positiva y espontánea del administrado,
ya que muchas veces será difícil tener certeza exacta de cuándo ocurrió ello, siendo
necesaria la probanza de dicha situación.
Una nota destacable sobre el proceso de lesividad es que se trata de una acción que
solamente se podrá interponer en la medida en que haya vencido el plazo para poder
Una delimitación clara impuesta por el artículo 13 del TUO de la Ley 27584 consiste
en que el proceso de lesividad tiene por objeto la pretensión de nulidad de actos admi-
nistrativos que declaren derechos subjetivos a los administrados. Para autores como
Morón (2020), esta norma posibilita la pretensión de nulidad contra actos que otorgan o
reconocen derechos e intereses a los administrados (vol. II, p. 171). Más específicamente,
este autor señala que se debe entender por
[…] actos declarativos de derechos subjetivos aquellos que la doctrina reconoce
como favorables a la esfera jurídica del destinatario del acto, creando un derecho,
una facultad, o una posición de ventaja o beneficio, suprimiendo una limitación o
desventaja, etcétera, como, por ejemplo, los actos conformadores o ampliatorios:
la admisión, la autorización, la licencia, los permisos, la concesión, etcétera. Esta
apreciación de favorabilidad también comprende aquellos en que el acto bifronte o
de dos efectos, por ser también dos los destinatarios. (Morón, 2015, p. 231)
Precisamente, el numeral 1 del artículo 20 del TUO de la Ley 27584 considera como
una excepción al agotamiento de la vía administrativa el supuesto en el que la demanda
es interpuesta por una entidad administrativa, conforme al supuesto contemplado en el
segundo párrafo del artículo 13 antes referido.
19 El segundo párrafo del artículo 13 del TUO de la Ley 27584, Ley que Regula el Proceso Contencioso
Administrativo, aprobado por el Decreto Supremo 011-2019-JUS, dispone a la letra lo siguiente:
“También tiene legitimidad para obrar activa la entidad pública facultada por ley para impugnar
cualquier actuación administrativa que declare derechos subjetivos; previa expedición de la reso-
lución motivada en la que se identifique el agravio que aquella produce a la legalidad administrativa
y al interés público, y siempre que haya vencido el plazo para que la entidad que expidió el acto
declare su nulidad de oficio en sede administrativa”.
REFERENCIAS
Baca, V. (2007). La inexistencia, una noción instrumental necesaria en el derecho
administrativo peruano. En Derecho administrativo contemporáneo. Ponencias del
II Congreso de Derecho Administrativo (pp. 251-260). Palestra Editores.
Decreto Supremo 011-2019-JUS del 2019. Decreto Supremo que aprueba el Texto
Único Ordenado de la Ley N.° 27584 - Ley que Regula el Proceso Contencioso
Administrativo. 3 de mayo del 2019. https://busquedas.elperuano.pe/normas
legales/decreto-supremo-que-aprueba-el-texto-unico-ordenado-de-la-le-
decreto-supremo-n-011-2019-jus-1766381-1/?fbclid=IwAR1i737ooWOVxAhGxH
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