El Año Litúrgico Texto
El Año Litúrgico Texto
El Año Litúrgico Texto
La experiencia de la Fe y la Salvación
Tema 1
El año litúrgico, origen y significado
La primera fiesta que se celebró fue la del Domingo. Después, con la Pascua como única fiesta
anual, se decidió festejar el nacimiento de Cristo en el solsticio de invierno, día en que numerosos
pueblos paganos celebraban el renacimiento del sol. En lugar de festejar al “Sol de Justicia”, se
festeja al Dios Creador. Así, poco a poco, se fue conformando el Año litúrgico con una serie de
fiestas solemnes, alegres, de reflexión o de penitencia.
La liturgia es la manera de celebrar nuestra fe. No solo tenemos fe y vivimos de acuerdo con ella,
sino que la celebramos con acciones de culto en las que manifestamos, comunitaria y
públicamente, nuestra adoración a Jesucristo, presente con nosotros en la Iglesia. Al vivir la
liturgia, nos enriquecemos de los dones que proceden de la acción redentora de Dios.
Liturgia viene del griego leitourgia, que quiere decir servicio público, generalmente ofrecido por
un individuo a la comunidad.
“La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada
uno a su manera, realizan la santificación del hombre y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es
decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro".
La liturgia es la acción sagrada por excelencia, ninguna oración o acción humana la puede igualar
por ser obra de Cristo y de toda su Iglesia y no de una persona o un grupo. Es la fuente de donde
mana toda la fuerza de la Iglesia. Es la fuente primaria y necesaria de donde deben beber todos los
fieles el espíritu cristiano. La liturgia invita a hacer un compromiso transformador de la vida,
realizar el Reino de Dios. La Iglesia se santifica a través de ella y debe existir en la liturgia por parte
de los fieles, una participación plena, consciente y activa.
1. Recuerdo: Todo acontecimiento importante debe ser recordado. Por ejemplo, el aniversario del
nacimiento de Cristo, su pasión y muerte, etc.
2. Presencia: Es Cristo quien se hace presente en las celebraciones litúrgicas concediendo gracias
espirituales a todos aquellos que participan en ellas, de acuerdo con la finalidad última de la Iglesia
que es salvar a todos los hombres de todos los tiempos.
El Año litúrgico es el desarrollo de los misterios de la vida, muerte y resurrección de Cristo y las
celebraciones de los santos que nos propone la Iglesia a lo largo del año. Es vivir y no sólo recordar
la historia de la salvación. Esto se hace a través de fiestas y celebraciones. Se celebran y actualizan
las etapas más importantes del plan de salvación. Es un camino de fe que nos adentra y nos invita
a profundizar en el misterio de la salvación. Un camino de fe para recorrer y vivir el amor divino
que nos lleva a la salvación.
El Adviento es tiempo de espera para el nacimiento de Dios en el mundo. Es recordar a Cristo que
nació en Belén y que vendrá nuevamente como Rey al final de los tiempos. Es un tiempo de
cambio y de oración para comprometernos con Cristo y esperarlo con alegría. Es preparar el
camino hacia la Navidad. Este tiempo litúrgico consta de las cuatro semanas que preceden al 25 de
diciembre, abarcando los cuatro domingos de Adviento.
Al terminar el Adviento, comienza el Tiempo de Navidad, que va desde la Navidad o Nacimiento,
que se celebra el 25 de diciembre y nos recuerda que Dios vino a este mundo para salvarnos.
La Epifanía se celebra cada 6 de enero y nos recuerda la manifestación pública de Dios a todos los
hombres. Aquí concluye el Tiempo de Navidad.
La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y se prolonga durante los cuarenta días
anteriores al Triduo Pascual. Es tiempo de preparación para la Pascua o Paso del Señor. Es un
tiempo de oración, penitencia y ayuno. Es tiempo para la conversión del corazón.
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Resurrección.
En el Triduo Pascual se recuerda y se vive junto con Cristo su Pasión, Muerte y Resurrección.
El Tiempo de Pascua es tiempo de paz, alegría y esperanza. Dura cincuenta días, desde el Domingo
de Resurrección hasta Pentecostés, que es la celebración de la venida del Espíritu Santo sobre los
apóstoles. En esta fiesta se trata de abrir el corazón a los dones del Espíritu Santo.
Después de Pentecostés sigue el Segundo Tiempo Ordinario del año litúrgico que termina con la
fiesta de Cristo Rey.
El eje del Año litúrgico es la Pascua. Los tiempos fuertes son el Adviento - Navidad y la Cuaresma -
Pascua.
Durante el Adviento, Navidad y Epifanía se revive la espera gozosa del Mesías en la Encarnación.
Hay una preparación para la venida del Señor al final de los tiempos: “Vino, viene y volverá”.
En los tiempos ordinarios, la Iglesia sigue construyendo el Reino de Cristo movida por el Espíritu y
alimentada por la Palabra: “El Espíritu hace de la Iglesia el cuerpo de Cristo, hoy”.
La Iglesia fija su Año litúrgico a partir de la luna llena que se presenta entre el mes de marzo o de
abril. Por lo tanto, cuando Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos, respetando la tradición
judía de celebrar la pascua - el paso del pueblo escogido a través del Mar Rojo hacia la tierra
prometida - debía de haber sido una noche de luna llena. Hecho que se repite cada Jueves Santo.
La Iglesia marca esa fecha como el centro del Año litúrgico y las demás fiestas que se relacionan
con esta fecha cambian de día de celebración una o dos semanas. Las fiestas que cambian año con
año son las siguientes:
• Miércoles de Ceniza
• Semana Santa
• La Ascensión del Señor
• Pentecostés
• Fiesta de Cristo Rey
Ahora, hay fiestas litúrgicas que nunca cambian de fecha, como, por ejemplo:
• Navidad
• Epifanía
• Candelaria
• Fiesta de San Pedro y San Pablo
• La Asunción de la Virgen
• Fiesta de todos los santos