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Señor Enséñanos A Orar LC

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Señor

enséñanos a
orar
Libro de oración del
miembro laico del
Regnum Christi
¡Venga tu Reino!

REGNUM CHRISTI
SEDE DE LA DIRECCIÓN GENERAL
Via Aurelia 677 – 00165 Roma, Italia

16 de diciembre de 2022

A todos los miembros del Regnum Christi

Muy estimados en Jesucristo:

n Adviento preparamos nuestro hogar para la llegada de


E
un invitado muy especial: nuestro Rey, que quiere despertar
nuestro deseo de acogida presentándose como un recién na-
cido. Es tiempo de limpiar nuestra casa y nuestro corazón,
tiempo de espera y de alegría. Es tiempo para rememorar la
encarnación, por la que el Reino de Cristo inaugura su presen-
cia en este mundo. Este año, además, el Adviento nos trae otro
regalo: una guía para buscar a Dios en cada circunstancia de
nuestra vida y también para hacernos los encontradizos, para
abrir nuestro corazón, dejarle pasar e invitarle a permanecer
en él. Para siempre.

nte la responsabilidad de renovar el antiguo y muy es-


A
timado manual de oraciones del miembro laico del Regnum
Christi, la única respuesta coherente parecía la de seguir la
estela de los primeros discípulos del Maestro. Quisimos fijar
la mirada en Jesús y en su oración y pedirle: «Señor, enséña-
nos a orar» (Lc 11, 1). Así nació el nombre del nuevo manual
de oraciones, cuyo acrónimo es SEO.1 Si el corazón es el
1 Éstas son también las siglas de Search Engine Optimization (Optimización para
Motores de Búsqueda).

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 3


motor del hombre, la oración optimiza su rendimiento para
encontrar a Dios. De eso se trata. El hombre, perdido en el de-
sierto de la vida, está sediento; y el Señor le sale al encuentro
en cada pozo, ofreciéndole su agua viva (Jn 4, 5-42).

¿Qué es el SEO?

S eñor, enséñanos a orar (SEO) da continuidad al antiguo


manual de oraciones del laico del Regnum Christi. Es una
guía y ayuda para la oración personal y en comunidad, así
como un instrumento de formación para el laico del Regnum
Christi. Recoge buena parte de nuestra tradición orante, faci-
litando una vida de oración en comunión con la Iglesia y el
conjunto del Regnum Christi, desde su fundación hasta hoy.

ero el SEO es también algo más. En rigor, es el nombre


P
que damos a nuestra respuesta a la moción del Espíritu San-
to de contribuir a la renovación del Regnum Christi desde la
oración del laico. Esta respuesta se expresa, por ahora, con
este texto, pero no acaba aquí. Confiamos en que este manual
de oraciones sea ocasión para seguir descubriendo, todas las
vocaciones del Regnum Christi, cómo quiere el Señor que re-
cemos juntos.

La renovación de la oración del laico no concluye con


este escrito, como tampoco ha concluido la renovación de
la oración de las ramas consagradas. La renovación impor-
tante ocurre en la vida. Es la oración vivida la que ilumina
este texto y la que exigirá su renovación periódica, al paso

Señor enséñanos a orar I 4


de nuestra vida orante. Invitamos a todos los miembros del
Regnum Christi, a todas las comunidades orantes, a que se
animen a compartir su experiencia de oración renovada con
sus hermanos. En la página web del Regnum Christi hay un
buzón para aportar sugerencias y compartir experiencias que
busquen mejorar las futuras actualizaciones del SEO.

¿Por qué un nuevo manual de oraciones?

Son muchas las razones que nos obligaban a renovar este


querido manual de oraciones. En primer lugar, debíamos ajus-
tarlo a la renovación de nuestro carisma y de la vida del lai-
co ya expresadas en los Estatutos de la Federación Regnum
Christi y en el Reglamento de los Laicos Asociados. Además,
la edición del nuevo manual de oraciones ha sido una deman-
da constante por parte de muchos laicos y formadores de lai-
cos ya antes de la aprobación de los estatutos. En este senti-
do, el SEO refleja un camino de renovación iniciado antes de
2019 y pretende promover y dar continuidad a la renovación,
incorporando nuevos frutos. Deseamos además que los próxi-
mos pasos en la oración renovada de las ramas consagradas
nos permitan crecer en algunas oraciones y prácticas comunes
a todas las vocaciones del Regnum Christi.

¿Cómo se ha trabajado en la renovación del manual?

La renovación del manual de oraciones fue encargada al


área general de Vida y Misión. Bajo su dirección, se formaron
varias comisiones de trabajo coordinadas por laicos e integradas

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 5


por miembros de todas las vocaciones: una para el diseño del
proyecto de renovación del manual; otra para su redacción; y
otra para su revisión.

La comisión de diseño del proyecto realizó una encues-


ta con preguntas cuantitativas y cualitativas respondidas por
257 personas de 19 países de nuestros distintos territorios. Se
preguntó por el grado de conocimiento, uso y valoración del
manual de oraciones; por la posibilidad de añadir o suprimir
algunos contenidos del manual; por la vida de oración de los
laicos del Regnum Christi; y por el tipo de herramientas y me-
dios que utilizan hoy para rezar. El análisis de los resultados
de esta encuesta ha sido tenido en cuenta para el diseño del
SEO y para tomar algunas decisiones, que comentamos más
abajo.

Los diversos borradores del manual se han presentado a


la comisión de revisión, que ha operado en tres niveles: re-
daccional, de contenido y de práctica orante. La versión final
elaborada por la comisión de redacción se ofreció a algu-
nos directores de sección, formadores y jóvenes de Regnum
Christi, así como a los laicos de la plenaria general, para que
realizaran una revisión orante y ofrecieran retroalimentación.
Finalmente, la versión final fue revisada por tres especialistas
en liturgia y oración.

Señor enséñanos a orar I 6


Algunas decisiones

a comisión de diseño del proyecto determinó que el nue-


L
vo manual de oraciones debía recoger la tradición del manual
anterior y, a la vez, la experiencia de renovación espiritual
iniciada en los últimos años. La disposición de las oraciones
en el SEO es muy similar a la del antiguo manual, si bien
ahora se acentúa la idea de que la oración no es sólo algo que
hacemos, sino que la vida entera y sus ritmos son también
vida y ritmos orantes.

Las actuales rúbricas del SEO prestan menos atención a


los aspectos formales y externos de la oración y más a la dis-
posición interior y al sentido al que apuntan algunas prácticas,
al modo de una mistagogía o pedagogía del misterio.

Se han suprimido algunas oraciones y prácticas, ya en des-


uso desde hace varios años; modificado otras, conforme a la
expresión renovada del carisma contenida en los Estatutos de
la Federación Regnum Christi; y añadido algunas, como las
dedicadas a la renovación del Regnum Christi.

petición de algunos laicos y conforme a los resultados


A
cuantitativos obtenidos en la encuesta, se han añadido indica-
ciones para la realización del encuentro con Cristo, así como
el rito de asociación al Regnum Christi, para que los laicos
puedan meditarlo y renovar espiritualmente su asociación en
su oración.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 7


Señor, enséñanos a orar (SEO) está ya disponible en nues-


tra pagina web. Deseamos que sea un hito más en el camino
de renovación espiritual del Regnum Christi y confiamos en
que contribuya a optimizar nuestra búsqueda de Dios, nuestro
encuentro íntimo con Él. Jesucristo, por su parte, ya ha salido
a nuestro encuentro.

Al Rey, que viene; al Señor, que se acerca, ¡venid, adoré-


mosle!,

P. John Connor, L.C. Nancy Nohrden Félix Gómez Rueda

Francisco Gámez Álvaro Abellán-García Barrio

Señor enséñanos a orar I 8


Índice

Introducción: «¡Señor, enséñanos a orar!» 12


Domingo, el octavo día 18
La eucaristía 19
Preparación para la eucaristía 20
Celebración de la eucaristía 21
Oraciones en torno a la Eucaristía 23
Un día orante 24
Al levantarse 25
Ofrecimiento de obras 26
Meditación 28
Saludo a la Santísima Virgen 31
Rosario 34
Visita a la Eucaristía y comunión espiritual 45
Oraciones de la noche 46
Una semana orante 48
Encuentro con Cristo 49
Hora Santa y Adoración Eucarística 54
Una vida orante 56
Adviento y Navidad 57
Cuaresma, Semana Santa y Pascua 59
Via Crucis 61
Sagrado corazón de Jesús y Cristo Rey 68

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 9


Renovación de la asociación al Regnum Christi 70
Ejercicios espirituales 72
Sacramento de la Reconciliación 73
Examen de conciencia 74
Rito de penitencia 75
Oraciones para diversos momentos de la vida 77
Antes de comer 78
Después de comer 78
Oración para la renovación del Regnum Christi 79
Oración para la comunión del Regnum Christi 80
Oración a San Miguel Arcángel 80
Oración del apóstol 81
Oración de los laicos 81
Oración de los novios 82
Oración de los esposos 83
Oración en el aniversario del matrimonio 83
Oración por la vocación de los hijos 84
Oración en la espera de un hijo 84
Oración por los hijos 85
Oración de los hijos 85
Oración por los enfermos 86
Oración por los que sufren 86

Señor enséñanos a orar I 10


Oración en las dificultades de la vida 87
Oración antes de un viaje 87
Oración por un difunto 87
Oración para pedir la gracia de la buena muerte 88
Oraciones de acción de gracias 88
Oraciones comunes de la Iglesia 89
Oración a Jesús crucificado 89
Alma de Cristo 89
Oración universal atribuida al papa Clemente XI 90
Acto de entrega (oración de S. Ignacio de Loyola) 91
Oración a Cristo Rey 91
Oración por el Papa 91
Oración por las vocaciones 92

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 11


Introducción

Introducción:
«¡Señor, enséñanos a orar!»

Hoy, en comunión con los primeros discípulos, dirigimos esta sú-


plica al Maestro: «Señor, enséñanos a orar» (Lc 11, 1). Jesús, en
respuesta, nos enseña el Padrenuestro y nos relata la parábola
del amigo inoportuno. Nos indica qué rezar y nos invita a rezar
con insistencia, a tiempo y destiempo, para que seamos aten-
didos: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os
abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al
que llama, le abrirán» (Lc 11, 9-10). Él ha puesto en nuestros
corazones el deseo de rezar, de orar mejor, de hacer de nuestra
vida una oración, una liturgia; de orar siempre (cf. Lc 18, 1-8) no
en el sentido de recitar oraciones a cada hora, sino en el de vivir
siempre a la escucha del Espíritu Santo, en presencia de Dios,
de forma que todas nuestras actividades sean respuesta a su
voluntad, ofrenda a nuestro Señor.

Orar en la escuela de Jesús, en la Iglesia, es el medio cotidiano


para el encuentro con el Señor, quien siempre camina y descansa
a nuestro lado. Jesús nos espera junto al pozo en la hora más
calurosa y seca del día, como fuente de agua que nos sacia, y
nos habla: «Dame de beber». Él tiene sed de nosotros y nosotros,
aun si no lo sabemos, sed de Dios: «Todo el que beba de esta
agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé
no tendrá sed jamás, pues el agua que yo le dé se convertirá en
él en fuente de agua que brota para vida eterna» (Jn 4, 13-14).

Lo que tienes entre manos, Señor, enséñanos a orar (SEO) es un


camino de iniciación, una introducción a la vida de oración, para
que los laicos del Regnum Christi aprendamos a orar orando,

Señor enséñanos a orar I 12


Introducción

como Iglesia, al estilo del Regnum Christi. Al rezar nos unimos a


la oración de Cristo, a su Persona y a su Cuerpo –la Iglesia–, para
dirigirnos al Padre, en sinergia con el Espíritu Santo. Disponer de
oraciones e indicaciones comunes nos permite sabernos introdu-
cidos en la comunión de la Iglesia y del Regnum Christi aun cuan-
do rezamos solos; y facilita los tiempos de oración comunitaria.

¿Qué es una vida orante?

La oración no es una actividad autónoma e independiente del


resto de nuestra vida. Con una vida orante queremos expresar
el dinamismo que brota del encuentro personal con Cristo en la
liturgia y los sacramentos, que se fortalece en nuestro corazón
mediante la oración constante y que se derrama perfumando
nuestro mundo entero. Queremos expresar también la perma-
nente escucha al Espíritu Santo, que nos interpela en los acon-
tecimientos cotidianos y pone en nuestro corazón una respuesta
para vivirlos como Cristo vivió entre nosotros.

La liturgia es el espacio privilegiado del encuentro del hombre con


Dios y con su Hijo, que se manifiesta mediante signos –acciones
y palabras–, expresión del diálogo y el encuentro de cada quien
con Dios en su Iglesia. Encontrarás aquí indicaciones para vivir al-
gunos sacramentos y para llevar su «agua viva» a la oración y a la
vida cotidiana. Especialmente, encontrarás referencias al tiempo
litúrgico, a los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación,
así como algunas indicaciones para el Encuentro con Cristo en
tu equipo y el ritual de asociación al Regnum Christi, para que
puedas renovar siempre ese hito en tu historia de amor con Dios
y de tu pertenencia al Regnum Christi.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 13


Introducción

La vida orante incluye momentos específicos de oración acom-


pañados de signos externos. Esos signos nos ayudan a rezar
también con el cuerpo, permitiendo que la oración alcance todo
nuestro ser y obrar, santificándolo. La vida de oración, alimenta-
da por los sacramentos, combate la dureza de nuestro corazón
(cf. Sal 95, 8), permitiendo que no seamos nosotros, sino Cristo,
quien reine en él (cf. Gal 2, 20). Encontrarás aquí muchas oracio-
nes vocales que son tradición de la Iglesia, como el Padrenues-
tro; y también las hay particulares del Regnum Christi

Finalmente, la vida orante prolonga los sacramentos y la oración


haciendo de nosotros liturgia vivida, que se expresa con algunos
signos, presencia del Reino de Cristo: la compasión por los más
necesitados, la comunión con nuestros hermanos, obras de ca-
ridad y misericordia, el testimonio y la misión, nuevos modos de
vivir el matrimonio, la familia y el trabajo, una nueva cultura.

Es esa presencia del Reino la que alimenta la espiritualidad del


Reino, por la que volvemos a la liturgia, los sacramentos y la ora-
ción buscando «revestirnos de Cristo en nuestro corazón y en
nuestras obras, para que reine en nuestras vidas por medio de
la progresiva configuración con Él», dejándonos «penetrar por el
amor de Cristo hacia la humanidad» para que «Él reine en el cora-
zón de todos los hombres y en la sociedad» (EFRC 13). Un círculo
virtuoso que culmina en adoración.

Señor enséñanos a orar I 14


Introducción

¿Cómo está estructurado «Señor,


enséñanos a orar»?
La naturaleza y la vida humana tienen un ritmo diario, semanal y
anual. La liturgia acompaña ese ritmo, nos enseña a ver la pre-
sencia invisible del Reino en el tiempo ordinario de la naturaleza
y la vida. Hay oraciones y signos que expresamos todos los días;
otros, semanalmente; y otros, en ciertos momentos del año. A
menudo, festejamos un día al año para recordar singularmente lo
que es importante en cada hora de nuestra vida. De esta forma la
oración se torna hábito y el hábito, vida orante.

Buena parte de Señor, enséñanos a orar responde a esta es-


tructura natural y litúrgica: el día, la semana y el año articulados
desde el día en que celebramos el acontecimiento histórico que
transfigura todas las horas: el octavo día, el domingo, día del Se-
ñor. Pero la vida está también marcada por ocasiones singulares,
situaciones únicas de especial relevancia para nosotros. Al final
encontrarás oraciones e indicaciones para esos acontecimientos.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 15


Introducción

¿Cómo aprovechar al máximo «Señor,


enséñanos a orar»?
Estos son siete consejos probados para crecer en la vida de ora-
ción:

• Ponte en presencia de Dios, cae en la cuenta de lo que vas


a hacer, prepara el corazón. Busca silencio interior y exterior.
Trata de rezar con sentido y con todos los sentidos. Pide ayu-
da al Espíritu Santo, para que guíe tu mente y llene tu corazón.

• Acude a la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura, ese diálo-


go constante entre Dios y el hombre. Al iniciar nuestra vida de
oración qué mejor que aprender de quien mejor ora, que es
Él. Trata de rezar con los mismos sentimientos de Jesús: que
sea Cristo quien viva, trabaje y ore en ti.

• Contempla las palabras y signos de la liturgia, lugar privi-


legiado de encuentro entre Dios y su pueblo, en el que a la
acción de Dios se suma la acción los hombres en perfecta
sinergia.

• Medita de vez en cuando las oraciones vocales. Son ex-


presión de la fe, pero también nutren la fe. Aprende a gustar y
renovar su sentido, poniéndolas en relación con tu vida. Trata
de que la memoria no sea solo de la letra, sino del espíritu.
Recordar es volver a pasar por el corazón.

• Déjate llevar por Él: no se trata de lo que nosotros hagamos


en la oración, sino de lo que Él quiere hacer en nosotros. Se
puede no sentir nada, no haber encontrado respuestas

Señor enséñanos a orar I 16


Introducción

y, sin embargo, haber rezado bien. Aunque «nosotros no sa-


bemos pedir como conviene» (Rom 8, 26), Él sabe y está con
nosotros.

• Quizá tardes un tiempo en entrar en oración. No pasa nada.


Mantén el silencio y escucha su Palabra. Quizá salgas de la
oración de improviso. No es raro. No hay que darle importan-
cia. Trata de volver a entrar.

• Antes de terminar, busca que la oración se haga vida. Ima-


gina un pequeño propósito que puedas practicar muy pronto,
que sea sencillo, realista, firme.

Todo esto se aprende con la práctica personal, el consejo de


orantes más experimentados y la oración compartida con otros.
Pide consejo a tu director espiritual, busca maestros y compañe-
ros de oración, trata de que el Encuentro con Cristo en tu equipo
sea escuela de oración. Encontrarás en la cuarta parte del Cate-
cismo, «Sobre la oración cristiana», una introducción a la vida de
oración muy sencilla y completa.

Es frecuente que en las rúbricas –textos en rojo– encuentres una


invitación a caminar más adentro, a profundizar en la iniciación
que aquí ofrecemos. En la vida de oración hay etapas, pero las
últimas no cancelan las primeras. Aquí tienes algunas indicacio-
nes que posiblemente te acompañen siempre, pero la vida del
Espíritu no acaba en estas páginas.

«Oras lo que eres», confiado en que llegarás a ser lo que oras.


Oramos como vivimos y vivimos como oramos. Tu modo de rezar
cambiará contigo. Aunque los sonidos de las oraciones vocales
permanezcan, el Espíritu las renueva y hace que broten de ellas
ríos de agua viva. Pidamos este don que el Señor nos quiere dar.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 17


Domingo, el octavo día

Domingo, el octavo día

El domingo es el centro de la vida de la Iglesia. Es el primer día de


la semana, memorial del primer día de la creación, y también el
octavo día, en el que Cristo, por su Resurrección, culmina y reali-
za plenamente el sábado. El tiempo cronológico, en el que muere
todo lo que nace, es atravesado por el tiempo transfigurado, que
participa de lo eterno. El domingo marca el inicio de un tiempo y
un espacio nuevos: la vida en el Reino.

El domingo ensayamos especialmente el modo de vivir santa-


mente cada día del año. Es día de celebración y descanso; día
familiar, cultural y social; día litúrgico y de oración por excelencia.
La Iglesia prescribe la participación obligatoria de los fieles en la li-
turgia dominical, aunque anima también vivamente a la participa-
ción en la Eucaristía con mayor frecuencia, incluso diaria, como
medio privilegiado para que Cristo sea todo en todos.

Señor enséñanos a orar I 18


Domingo, el octavo día

La Eucaristía

La Eucaristía es el sacramento de sacramentos, fuente y culmen


de toda la vida cristiana. En ella se reúne todo el bien espiritual de
la Iglesia: de un lado, Cristo mismo se introduce en la tierra y por
su encarnación, muerte y resurrección el mundo es santificado;
del otro, nuestro culto, oración y ofrendas, en el Espíritu Santo,
nos elevan al cielo y alcanzan a Cristo y al Padre. Nuestro pensar
y sentir, nuestras palabras y acciones, son inspirados, confirma-
dos y fortalecidos por la Eucaristía.

La Eucaristía es memorial del sacrificio de Cristo y de su Cuerpo,


que es la Iglesia. El único sacrificio de Cristo se actualiza y se hace
eficazmente presente en cada Eucaristía; a Él se une el sacrificio
de los fieles, adquiriendo así un valor nuevo, de intercesión por
toda la creación. La Eucaristía renueva, por la acción de Cristo y
la respuesta de la Iglesia, el centro de la historia de la salvación.

La Eucaristía recibe diversos nombres, que subrayan distintos


aspectos de su riqueza inagotable. Merece la pena meditar en el
significado de cada uno de ellos. Algunos son: eucaristía, por ser
acción de gracias y de alabanza; banquete del Señor, por ser la
última cena de Cristo con sus discípulos y anticipo del banquete
de las bodas del Cordero en la Jerusalén celestial; memorial de la
pasión y resurrección del Señor; santa y divina liturgia, por ser el
centro y la más densa expresión de la vida santa; comunión, por
obrar la unión entre Cristo y su Iglesia; santa misa, porque la cele-
bración del misterio de la Salvación culmina con el envío o misión
de los fieles a cumplir la voluntad de Dios en la vida ordinaria.

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Domingo, el octavo día

Preparación para la Eucaristía

La Eucaristía es la gran celebración. Como toda festividad, co-


mienza con la ilusión de los preparativos, contiene sus propios
ritos y perdura en nosotros una vez celebrada.

Antes de acudir a la Eucaristía conviene preparar la mente y el


corazón. Quizá conviene acudir al sacramento de Reconciliación,
así como hacer las paces con nuestros hermanos, para que nada
en el corazón pese cuando Cristo salga a nuestro encuentro. Po-
demos también preguntarnos por qué o por quién ofrecemos la
misa y qué vamos a poner, espiritualmente, en el ofertorio, junto
al pan y al vino, para que Cristo lo llene con su vida y lo haga
santo. ¿Qué queremos pedirle al Señor? ¿Qué queremos dar al
Señor para que Él lo santifique e incorpore a su Reino?

Señor enséñanos a orar I 20


Domingo, el octavo día

Celebración de la Eucaristía

Los ritos iniciales forman parte de la preparación: transfiguran el


espacio, el tiempo y el corazón y reúnen en asamblea a los fieles
y a Cristo, cabeza invisible de la Iglesia. La entrada; el saludo
al altar y al pueblo por parte del sacerdote; la señal de la cruz,
por la que renovamos el bautismo y nuestra participación en la
familia eterna (Padre, Hijo y Espíritu Santo); el acto penitencial y
el canto de misericordia, por los que nos reconocemos juzgados
y salvados; el Gloria, en el que el cielo se abre y escuchamos a
los ángeles anunciando la Encarnación; y la oración colecta, que
pone el foco en el sentido de la celebración.

La liturgia de la Palabra manifiesta al Señor, que viene a nuestro


encuentro. Es el movimiento de amor por el que el Padre nos
da su Palabra para despertar nuestra fe, y espera de nosotros
que la acojamos y hagamos vida. La lectura de la Palabra hace
de nosotros la novia del Cordero: al escuchar y acoger al Verbo,
llegamos a ser su cuerpo. Él nos llama, ¿responderemos?

Durante la presentación de las ofrendas (el ofertorio), el sacerdo-


te, en nombre de Cristo, ofrecerá al Padre el pan y el vino, para
que Cristo los transforme en su cuerpo y su sangre. Con el sacer-
dote, junto al pan y el vino, ponemos nuestra oración, sufrimien-
tos y obras, para que Cristo los incorpore al Reino. Sólo Él puede
llevar a plenitud todos los intentos humanos de ofrecer sacrificios.

La liturgia eucarística es el corazón y la cumbre de la celebración:


el pan y el vino se convertirán en Cuerpo y Sangre de Jesucristo.
Al participar en la comunión, recibimos a Cristo mismo, quien se
entregó para la vida del mundo. El rito de la comunión culmina en
el gran silencio.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 21


Domingo, el octavo día

La misa finaliza con un envío, una misión: llevar la vida nueva


transfigurada por Cristo a la vida personal, familiar, social, laboral,
cultural. «¡Podéis ir en paz!» «¡Glorifiquemos al Señor con nuestra
vida!» «¡Que la alegría del Señor sea nuestra fuerza!»

Señor enséñanos a orar I 22


Domingo, el octavo día

Oraciones en torno a la Eucaristía

La liturgia eucarística está cuajada de acciones, palabras, oracio-


nes y cantos que, en su conjunto, expresan una riqueza inago-
table para nuestro trato íntimo con Cristo, con el Padre y con el
Espíritu Santo. Los silencios son también signo: de expectativa,
penitencia, escucha, alabanza, gloria, adoración, agradecimien-
to. El silencio nos ayuda a ser interpelados por lo ya acontecido
y a prepararnos para lo que está por venir. La tradición habla
especialmente del gran silencio o el sagrado silencio después de
la comunión, en el que la Iglesia recomienda que no haya canto,
para que sean la Palabra, la Liturgia y las mociones que hemos
recibido las que hagan eco en nuestro interior.

Contamos con oraciones que nos ayudan a prepararnos antes


de la Eucaristía; otras, para intensificar nuestro sentimiento eu-
carístico; y otras, para rezar durante algunos momentos de la
celebración. Teniendo en cuenta la riqueza del sacramento y las
recomendaciones de la Iglesia, por un lado, y la etapa y el estado
de nuestra vida espiritual, por otro, podemos discernir, ayudados
por nuestro director espiritual, la conveniencia de servirnos pun-
tualmente de algunas de estas oraciones.

Muchos fieles permanecen en el templo una vez finalizada la misa


para tener un breve momento de oración personal, espontánea o
vocal. Es tradición mantenida en algunas comunidades del Reg-
num Christi rezar por el papa y por las vocaciones una vez finali-
zada la Eucaristía.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 23


Un día orante

Un día orante

«El día al día comunica el mensaje, la noche a la noche le pasa


la noticia» (Sal 19, 3). Dios nos habla a cada hora y nos invita a
conversar con Él y a ofrecerle todo lo que vivimos. Esto es hacer
del día y de la noche una oración constante.

Al amanecer, levantamos la mirada con el corazón despierto (cf.


Sal 57,9), atentos al Señor que viene a nuestro encuentro en lo
cotidiano, en toda circunstancia, en medio de los afanes de esta
vida (cf. Mt 6, 34). Agradecemos el don de un nuevo día y ofrece-
mos al Señor nuestras obras.

Dedicamos algunos minutos específicos a la oración para recor-


darnos que son oración todos los minutos del día. La meditación,
el saludo a la Virgen, el rosario, la visita a la Eucaristía y la co-
munión espiritual son ocasión para recuperar y prolongar la vida
orante en medio del mundo.

El declinar del día recuerda al atardecer de la vida y marca su


propio final. Es momento de hacer balance, dar gracias a Dios y
poner en manos de su misericordia todo lo vivido (cf. Sal 32). A
eso dedicamos las oraciones de la noche.

El sueño y la vigilia, el trabajo y el ocio, los amigos y la familia…


todo es de Dios, ocasión para reconocer su presencia, procla-
marla y vivir en el Reino.

Señor enséñanos a orar I 24


Un día orante

Al levantarse

Pedir la presencia de Dios recién levantados por la mañana ayuda


marcar el tono del día y el sentido de la vida. Levantarse es volver
a nacer, vivir con un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Es un
momento para elevar la mente y el corazón al Señor y pedirle que
baje a nuestra vida, la toque y despierte.

Invocación
¡Cristo, rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

A continuación, rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y realiza-


mos la siguiente

Petición inicial
Señor y Padre mío, inspira mis pensamientos, palabras y accio-
nes, y acompáñalos con tu ayuda, para que todas mis activida-
des comiencen y terminen según tu voluntad y por amor a ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 25


Un día orante

Ofrecimiento de obras

Ofrecer nuestras obras es signo de ofrecer nuestra vida. Se trata


de llegar a ser nosotros ofrenda. Te proponemos tres oraciones
vocales a Dios y una a María Santísima. Se inician haciendo la
señal de la cruz para ponernos en presencia del Señor. Tal vez
te ayude incorporar alguna oración personal. Puedes sustituir las
oraciones del ofrecimiento por las Laudes de la liturgia de las ho-
ras. En todo caso, te animamos a mantener siempre la Oración
a Jesucristo, común a todos los miembros del Regnum Christi.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Amén.

Oración al Padre
Creo en ti, Dios mío porque eres la verdad misma. Espero en ti,
porque eres la misericordia infinita. Te amo sobre todas las cosas
porque eres infinitamente amable y porque a ti solo debo amarte
con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas
(cf. Dt 6, 5). Te doy gracias, Padre, por haberme concedido un
nuevo día para darte gloria y hacer presente tu reino.
Amén.

Oración a Jesucristo
Señor Jesús:
Te entrego mis manos para hacer tu trabajo.
Te entrego mis pies para seguir tu camino.
Te entrego mis ojos para ver como tú ves.
Te entrego mi lengua para hablar tus palabras.
Te entrego mi mente para que tú pienses en mí.
Te entrego mi espíritu para que tú ores en mí.
Sobre todo, te entrego mi corazón para que en mí ames a tu

Señor enséñanos a orar I 26


Un día orante

Padre y a todos los hombres.


Te entrego todo mi ser para que crezcas tú en mí, para que seas
tú, Cristo, quien viva, trabaje y ore en mí. Amén.

Oración al Espíritu Santo


Espíritu Santo, dulce huésped y consolador de mi alma, guía y
artífice de nuestra transformación en Cristo: ilumina mi entendi-
miento para conocer tu voluntad; inflama mi corazón para amarla
con pasión y concédeme la fortaleza necesaria para cumplirla
como tú me pides. Dame, Espíritu de amor, la gracia de corres-
ponder fielmente a tus santas inspiraciones.

Oración a la Santísima Virgen


Madre mía, vengo ante ti en este nuevo día a consagrarte todos
mis pensamientos, palabras y obras y a pedirte tu bendición para
mí, mis seres queridos y todas las personas que has puesto en mi ca-
mino. Concédeme un corazón de apóstol del Reino e imitar la vida
de oración, de obediencia, de humildad, de fidelidad, de sacrifi-
cio y de sencillez que compartiste con tu Hijo, nuestro hermano y
Señor. Dile a Jesús, oh, Madre, que quiero servirle en el Regnum
Christi para hacer presente su Reino entre los hombres.

Examen de previsión

Tengamos unos minutos de reflexión en la presencia de Dios para


revisar la agenda, ofrecerle nuestras actividades y renovar el pro-
pósito de vivir en Cristo todo el día.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 27


Un día orante

Meditación

La meditación u «oración mental» facilita un diálogo íntimo y


personal con Dios. Como Jesús, necesitamos orar, hablar con
nuestro Padre y escucharle. Hacerlo como hijos en el Hijo, con el
Espíritu Santo que viene en ayuda de nuestra debilidad, pues no
sabemos orar como conviene (cf. Rom 8, 26).

La Palabra de Dios debe hacerse presente en nuestra oración, ya


sea como tema de meditación o en los coloquios con el Señor.
Pensemos en cómo oraban los discípulos de Emaús y cómo ardía
su corazón al escuchar al Señor: cómo Jesús les llevó a reflexionar
sobre sus preocupaciones y a encontrar en las Escrituras la clave
de interpretación para sus vidas (cf. Lc 24, 13-35).

No basta reflexionar y contemplar. La meditación es un diálogo


atento y amoroso con Dios. Por ello, es necesario aprender a
escuchar a Dios en el silencio del alma y explayarse con Él en un
coloquio lleno de fe y amor, para entrar en un contacto personal
con Él. Es en este momento cuando, bajo la luz y la fuerza del
Espíritu Santo, la propia voluntad se conforma con la voluntad de
Dios y surgen las decisiones que orientan nuestra vida.

La oración se inicia con la señal de la cruz y una invocación al


Espíritu Santo; continúa con actos preparatorios para ayudarnos
a entrar en sinergia con Dios, a tener los mismos sentimientos de
Jesús orante. Al terminar la oración, agradecemos al Señor haber
pasado ese tiempo con Él y los frutos recibidos, siempre mayores
que los percibidos. Finalmente, pedimos su gracia para llevar a
los demás lo que Él nos ha dado.

Señor enséñanos a orar I 28


Un día orante

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Invocación al Espíritu Santo


Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende
en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu creador. Y renueva
la faz de la tierra.

Oh, Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del
Espíritu Santo, haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre
el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Actos introductorios de fe, esperanza y caridad


Estos actos se hacen en diálogo directo con Dios de manera
breve y espontánea, sin necesidad de recurrir a fórmulas escritas.
Nos introducen en la oración por ser, ellos mismos, contenido
esencial de la oración, que consiste en creer, esperar y amar.
Indicamos algunas palabras e imágenes evangélicas que pueden
ayudar, aunque cada quien encuentra las suyas y las cambia,
según avanza su trato cordial con Dios y su Palabra.

Fe: toma conciencia de que estás en presencia de Dios todo-


poderoso, hablando con Él. «Padre nuestro». Puedes recordar
el momento en que Jesús dice al incrédulo Tomás: «Acerca
aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi
costado; y no seas incrédulo, sino creyente». A lo que Tomás
responde, en palabras que expresan su renovada fe: «Señor
mío y Dios mío» (Jn 20, 27-28).

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 29


Un día orante

Esperanza: confía en Dios como tu supremo bien, tu Salva-


dor, de quien esperas confiadamente gracia y ayuda para tu
indigencia. «Venga a nosotros tu reino». Puedes recordar el
momento en que el hijo pródigo regresa a la casa del padre,
y él le recibe con un anticipo de la vida en el Reino: «Traed el
mejor traje y vestidle; ponedle un anillo en el dedo y calzadle
unas sandalias. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos
y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerto y
ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado» (Lc 15,
22-24).

Caridad: toma conciencia de que Dios es tu Padre y tú, su


hijo amado. Dirígete a Él como un hijo a su padre y escúchale.
«Hágase tu voluntad. Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a
los que nos ofenden».

Puedes recordar los momentos de convivencia fraterna entre


Jesús y sus discípulos; o Betania, en la casa de Lázaro; o el
momento supremo de su entrega hasta el extremo, con María y
Juan, al pie de la Cruz.

Pide ayuda a Cristo y a María para hacer provechosamente la


meditación.

Al terminar la meditación da gracias a Dios. Puedes usar la ora-


ción conclusiva.

Señor enséñanos a orar I 30


Un día orante

Saludo a la Santísima Virgen

María nos acompaña todo el día con una presencia silenciosa de


madre. A ella dirigimos nuestra oración en algunos momentos del
día, particularmente mediante el rezo del Ángelus o del Regina
Cæli y del rosario.

El Ángelus y el Regina Cæli son una pequeña liturgia de las horas


que la Iglesia recomienda a quienes no cuentan con tiempo para
interrumpir sus actividades. Durante unos pocos minutos, por lo
general a las doce del mediodía, recordamos con María algunos
misterios de la vida de Cristo.

Ángelus
El Ángelus se reza todo el año, excepto en el tiempo pascual.

El ángel del Señor anunció a María.


Y concibió del Espíritu Santo.
Dios te salve, María, llena eres de gracia. El Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, aho-
ra y en la hora de nuestra muerte. Amén.
He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María...
Y el Verbo se hizo carne.
Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María...
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oremos:

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 31


Un día orante

Te pedimos, Señor, que infundas tu gracia en nuestras mentes,


para que los que hemos conocido por el mensaje del ángel el
misterio de la encarnación de tu Hijo, seamos conducidos a la
gloria de la resurrección, por los méritos de su cruz y pasión. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el prin-


cipio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. (Tres
veces).

Regina Cæli
El Regina Cæli se reza en el tiempo pascual: desde el domingo de
pascua hasta mediodía del sábado de Pentecostés.

Alégrate Reina del cielo, aleluya.


Porque aquel a quien mereciste llevar en tu seno, aleluya.
Ha resucitado como lo predijo, aleluya.
Intercede por nosotros ante Dios, aleluya.
Gózate y alégrate, María Virgen, aleluya.
Porque en verdad el Señor ha resucitado, aleluya.
Oremos:
Oh, Dios, que has llenado de alegría al mundo con la resurrección
de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, concédenos por la interce-
sión de su madre la Virgen María, el llegar a poseer la dicha de la
vida inmortal. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. (Tres veces)

Señor enséñanos a orar I 32


Un día orante

Oración al Ángel de la guarda


En el Regnum Christi acostumbramos a encomendarnos al Ángel
de la guarda al final del rezo del Ángelus o del Regina Cæli.

Ángel del Señor, que eres mi custodio: puesto que la providencia


soberana me encomendó a ti, ilumíname, guárdame, rígeme y
gobiérname en este día.
Amén.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 33


Un día orante

Rosario

El rezo del rosario es una oración típicamente meditativa. Iniciado


en el Occidente cristiano, se corresponde de algún modo con
la oración del corazón o la oración de Jesús, típica del Oriente
cristiano. El Regnum Christi invita a rezar al menos un misterio del
rosario todos los días, ya sea en grupo o en privado.

El rosario es un momento para que María se haga presente en


nuestra vida, dándonos consuelo, ejemplo e intercesión. Esta
oración trae la paz al alma, infunde fe y renueva la confianza.

Sobre la recitación del Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria se


recorren los misterios de la vida, muerte, pasión y resurrección de
Cristo, vistos con los ojos de la Virgen. De esta manera dejamos
que sea la Madre de Dios quien nos forme en los sentimientos del
Corazón de su Hijo. Al rezar el rosario es posible que tengamos
distracciones; baste retomar la oración confiados y tratar de re-
cuperar su sentido, recordando los misterios que celebramos y a
las personas por quienes pedimos.

Señor enséñanos a orar I 34


Un día orante

Rosario en grupo
Cuando se reza el rosario en grupo, lo inicia el guía, quien enuncia
cada uno de los misterios y la intención general; cinco de los par-
ticipantes pueden presentar las intenciones por las que el grupo
quiere ofrecer cada uno de los misterios.

Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Amén.
Guía: Señor mío, Jesucristo,
Participantes: Dios y hombre verdadero,
creador y redentor mío,
por ser tú quien eres,
y porque te amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberte ofendido.
Quiero y propongo firmemente
confesarme a su tiempo.
Ofrezco mi vida, obras y trabajos
en satisfacción de mis pecados.
Confío que en tu bondad y misericordia infinita
me los perdonarás y me darás la gracia
para no volver a ofenderte. Amén.
Guía: Ofreceremos el rosario por...

Después de cada pasaje bíblico, alguno de los participantes pue-


de decir la intención particular.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 35


Un día orante

Misterios de gozo (lunes y sábado)


Guía: Los misterios del rosario que hoy vamos a contemplar son
los gozosos.
Guía: Primer misterio: La encarnación del Hijo de Dios.
Lector: «Entonces María dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase
en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).
Guía: Segundo misterio: La visitación de nuestra Señora a su
prima santa Isabel.
Lector: «Y María, entrando en casa de Zacarías, saludó a Isabel»
(Lc 1, 40).
Guía: Tercer misterio: El nacimiento del Hijo de Dios.
Lector: «Y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en
pañales y lo acostó en un pesebre» (Lc 2, 7).
Guía: Cuarto misterio: La presentación de Jesús en el templo.
Lector: «María y José llevaron a Jesús a Jerusalén para presen
tarloal Señor» (Lc 2, 22).
Guía: Quinto misterio: El niño Jesús perdido y hallado en el templo.
Lector: «Después de tres días lo encontraron en el templo, senta
do en medio de los doctores» (Lc 2, 46).

Misterios de luz (jueves)


Guía: Los misterios del rosario que hoy vamos a contemplar son
los luminosos.
Guía: Primer misterio: El bautismo de Jesús en el Jordán.

Señor enséñanos a orar I 36


Un día orante

Lector: «Y vino una voz del cielo que decía: Éste es mi Hijo, el
amado, mi predilecto» (Mt 3, 17).
Guía: Segundo misterio: La autorrevelación de Jesús en las
bodas de Caná.
Lector: «En Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifes
tó su gloria y creció la fe de sus discípulos en Él» (Jn 2, 11).
Guía: Tercer misterio: El anuncio del Reino de Dios invitando a la
conversión.
Lector: «Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de
Dios. Decía: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de
Dios; convertíos y creed en el Evangelio”» (Mc 1, 15).
Guía: Cuarto misterio: La transfiguración.
Lector: «Mientras oraba se transfiguró delante de ellos, y su rostro
resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos
como la luz» (Lc 9, 29; Mt 17, 2).
Guía: Quinto misterio: La institución de la Eucaristía.
Lector: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma
de este pan vivirá para siempre» (Jn 6, 51).

Misterios de dolor (martes y viernes)


Guía: Los misterios del rosario que hoy vamos a contemplar son
los de dolor.
Guía: Primer misterio: La oración de Jesús en el huerto.
Lector: «Y sumido en agonía, insistía más en su oración» (Lc 22, 44).
Guía: Segundo misterio: La flagelación del Señor.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 37


Un día orante

Lector: «Entonces Pilato tomó a Jesús y mandó azotarle» (Jn 19, 1).
Guía: Tercer misterio: La coronación de espinas.
Lector: «Los soldados trenzaron una corona de espinas y se la
pusieron en la cabeza» (Jn 9, 2).
Guía: Cuarto misterio: Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario.
Lector: «Y Jesús, cargando su cruz, salió hacia el lugar llamado
Calvario» (Jn 19, 17).
Guía: Quinto misterio: La crucifixión y muerte de nuestro Señor.
Lector: «Lo crucificaron y con Él a otros dos, uno a cada lado, y
Jesús en medio» (Jn 19, 18).

Misterios de gloria (miércoles y domingos)


Guía: Los misterios del rosario que hoy vamos a contemplar son
los gloriosos.
Guía: Primer misterio: La resurrección del Hijo de Dios.
Lector: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No
está aquí; ha resucitado» (Lc 24, 5-6).
Guía: Segundo misterio: La ascensión del Señor a los cielos.
Lector: «Mientras los bendecía se separó de ellos y fue llevado al
cielo» (Lc 24, 51).
Guía: Tercer misterio: La venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
Lector: «Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que
se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron
todos llenos del Espíritu Santo» (Hch 2, 3-4).
Guía: Cuarto misterio: La asunción de Nuestra Señora a los cielos.

Señor enséñanos a orar I 38


Un día orante

Lector: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le


fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1, 45).
Guía: Quinto misterio: La coronación de María como Reina y
Señora de todo lo creado.
Lector: «Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida
del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas
sobre su cabeza» (Ap 12, 1).

Terminado el quinto misterio se reza un Padrenuestro, tres Ave-


marías y un Gloria por las intenciones del papa.

Al finalizar estas oraciones se reza la Salve y las letanías laureta-


nas a la Santísima Virgen.

Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y es-
peranza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hi-
jos de Eva; a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra. Vuelve a nosotros
tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstra-
nos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh, clemente; oh, pia-
dosa; oh, dulce Virgen María!

Letanías lauretanas a la Santísima Virgen María


Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 39


Un día orante

Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial.
Ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, redentor del mundo.
Dios Espíritu Santo.
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios.
Santa María.
Ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios.
Santa Virgen de las vírgenes.
Madre de Cristo.
Madre de la Iglesia.
Madre de misericordia.
Madre de la divina gracia.
Madre de la esperanza.
Madre purísima.
Madre castísima.
Madre virginal.
Madre inmaculada.
Madre amable.
Madre admirable.
Madre del buen consejo.
Madre del Creador.
Madre del Salvador.
Madre del Regnum Christi.
Virgen prudentísima.
Virgen digna de veneración.
Virgen digna de alabanza.
Virgen poderosa.

Señor enséñanos a orar I 40


Un día orante

Virgen clemente.
Virgen fiel.
Espejo de justicia.
Trono de sabiduría.
Causa de nuestra alegría.
Vaso espiritual.
Vaso digno de honor.
Vaso insigne de devoción.
Rosa mística.
Torre de David.
Torre de marfil.
Casa de oro.
Arca de la alianza.
Puerta del cielo.
Estrella de la mañana.
Salud de los enfermos.
Refugio de los pecadores.
Consuelo de los migrantes.
Consuelo de los afligidos.
Auxilio de los cristianos.
Reina de los ángeles.
Reina de los patriarcas.
Reina de los profetas.
Reina de los apóstoles.
Reina de los mártires.
Reina de los confesores.
Reina de las vírgenes.
Reina de todos los santos.
Reina concebida sin pecado original.
Reina elevada al cielo.
Reina del santísimo rosario.
Reina de la familia.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 41


Un día orante

Reina de la paz.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Oremos:
Oh, Dios, cuyo Hijo Unigénito nos alcanzó el premio de la salva-
ción eterna con su vida, muerte y resurrección; te pedimos nos
concedas que al venerar los misterios del rosario de la bienaven-
turada Virgen María, vivamos sus enseñanzas y alcancemos las
promesas que en ellos se contienen. Por Jesucristo, nuestro Se-
ñor. Amén.

Rosario en privado
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, creador y re-
dentor mío, por ser tú quien eres, y porque te amo sobre todas
las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido.
Quiero y propongo firmemente confesarme a su tiempo.
Ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de mis pecados.
Confío que en tu bondad y misericordia infinita, me los perdona-
rás y me darás la gracia para no volver a ofenderte. Amén.

Señor enséñanos a orar I 42


Un día orante

A continuación se enuncia cada uno de los misterios para la con-


templación y se formula alguna intención personal. En cada mis-
terio se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.

Misterios de gozo (lunes y sábado)


1. La encarnación del Hijo de Dios.
2. La visitación de nuestra Señora a su prima santa Isabel.
3. El nacimiento del Hijo de Dios.
4. La presentación de Jesús en el templo.
5. El niño Jesús perdido y hallado en el templo.

Misterios de dolor (martes y viernes)


1. La oración de Jesús en el huerto.
2. La flagelación del Señor.
3. La coronación de espinas.
4. Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario.
5. La crucifixión y muerte de nuestro Señor.

Misterios de gloria (miércoles y domingo)


1. La resurrección del Hijo de Dios.
2. La ascensión del Señor a los cielos.
3. La venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
4. La asunción de Nuestra Señora a los cielos.
5. La coronación de María como Reina y Señora de todo lo
creado.

Misterios de luz (jueves)


1. El bautismo de Jesús en el Jordán.
2. La autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná.
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
4. La transfiguración.
5. La institución de la Eucaristía.

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Un día orante

Terminado el quinto misterio se reza un Padrenuestro, tres Ave-


marías y un Gloria por las intenciones del papa.

Al finalizar estas oraciones se reza la Salve.

Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y es-
peranza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hi-
jos de Eva; a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra. Vuelve a nosotros
tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstra-
nos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh, clemente; oh, pia-
dosa; oh, dulce Virgen María!

Señor enséñanos a orar I 44


Un día orante

Visita a la Eucaristía y comunión espiritual

Es bueno acompañar a Cristo Eucaristía y dialogar espontánea-


mente con Él. Es tradición en el Regnum Christi, al visitar un lugar
con capilla, hacer una visita eucarística.

Cuando no es posible visitar a Jesucristo presente en la Eucaris-


tía, se puede hacer una comunión espiritual recitando esta fórmu-
la u otra semejante:

Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramen-
to. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo sacramentalmente, ven al menos es-
piritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, me
abrazo y me uno todo a ti: no permitas que me separe de ti.
Amén.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 45


Un día orante

Oraciones de la noche

El término del día es ocasión para una mirada compartida con


Dios de lo que se ha vivido, reconociendo su acción en noso-
tros y en las circunstancias y acontecimientos del día. ¿Dónde le
hemos respondido con generosidad? ¿Dónde hemos fallado en
nuestra colaboración? Así como la jornada es imagen de la vida,
la noche es imagen del encuentro definitivo con el Señor de la
misericordia.

Puedes seguir las oraciones que se presentan en este manual o


bien rezar las Completas, una parte de la liturgia de las horas que
se reza al terminar del día.

Balance
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Señor y Dios mío, que eres todo bondad y misericordia infinita, te
doy gracias con todo mi corazón por los innumerables beneficios
que me has concedido, muy especialmente por haberme creado,
redimido, llamado a la fe católica y elegido para hacer presente
el Reino de Cristo entre mis hermanos, por haberme librado de
tantos peligros de alma y cuerpo. Dígnate, Señor, iluminar mi en-
tendimiento para que conozca mis culpas y concédeme la gracia
de un verdadero dolor y de una sincera enmienda.

Durante unos momentos, repasar la historia de amor de Dios con


nosotros: contemplar el bien realizado, descubrir con fe y gratitud
la acción de Dios; separarnos interiormente del mal cometido y
adherirnos a la voluntad del Padre; pedirle que nos guarde en su
corazón y nos incorpore a su Reino; invocar su auxilio para reem-
prender el camino, confiados en su gracia.

Señor enséñanos a orar I 46


Un día orante

Antífona
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Nunc dimittis
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el princi-
pio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Conclusión
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una
muerte santa. Amén.

Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y es-
peranza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hi-
jos de Eva; a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra. Vuelve a nosotros
tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstra-
nos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh, clemente; oh, pia-
dosa; oh, dulce Virgen María!

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 47


Una semana orante

Una semana orante

La Iglesia sugiere para cada día de la semana un acento o de-


voción específica que nos recuerda que el tiempo ordinario está
habitado ya por la vida sobrenatural. El domingo es la primera
feria, día consagrado a la Santísima Trinidad. El lunes está dedi-
cado al Espíritu Santo, para implorar su asistencia al empezar las
tareas de la semana. También se pide ese día por el alivio de las
almas del Purgatorio. El martes dedica atención a los ángeles y,
especialmente, al Ángel Custodio. Los miércoles ha sido elegido
por la devoción para honrar a san José, la buena muerte y a los
mártires. Los jueves, es tradición reservar un culto especial a la
Eucaristía, tanto en el Corpus Christi, exaltación de Jesús sa-
cramentado, como en la hora santa, acompañando al Señor en
Getsemaní. Los viernes recordamos la Pasión de nuestro Señor
Jesucristo mediante la penitencia y la abstinencia. Finalmente,
los sábados volcamos nuestra mirada y corazón a nuestra Madre
Santísima.

Es tradición en el Regnum Christi: reunirse por equipos un día


a la semana para tener un Encuentro con Cristo; procurar tener
una hora santa o adoración eucarística la noche de los jueves;
mantener todos los viernes, excepto los festivos de precepto,
un acento penitencial (la Conferencia Episcopal de cada país da
indicaciones concretas); y dedicar algún momento especial a la
Virgen el primer sábado de cada mes.

Estos ritmos litúrgicos y orantes de cada día de la semana nos


permiten trasfigurar las preocupaciones semanales en esperanza
del Reino; las alegrías ordinarias, en alegrías del Reino; la vida
ordinaria, en vida del Reino.

Señor enséñanos a orar I 48


Una semana orante

Encuentro con Cristo

«Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en


medio de ellos» (Mt 18, 20). En el Regnum Christi, el Encuentro
con Cristo es una actividad semanal donde los equipos o comu-
nidades hacen una lectura orante de la palabra y de la realidad
circundante para rezar juntos, obtener luces del Espíritu Santo,
ver la vida desde los ojos de Dios y responder a su llamado de
amor concretando un actuar apostólico. De tal modo, el equipo,
reunido por el Señor, vive una vida de oración comunitaria don-
de Cristo les forma y les impulsa para la misión que juntos y en
compañía de Dios abrazan para hacer presente su Reino en el
corazón de los hombres y de la sociedad.

«El Encuentro con Cristo es el eje de la vida de equipo. En este,


los miembros laicos, como comunidad de fe y a la luz de la Pala-
bra de Dios, examinan su vida cristiana, disciernen lo que el Se-
ñor espera de ellos para evangelizar la realidad del mundo en que
viven, se animan en el propio seguimiento de Cristo y foguean su
celo apostólico». (RFARC 15).

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 49


Una semana orante

Oración inicial

Iniciamos esta actividad con una oración al Espíritu Santo, un


Avemaría y un Gloria, seguido de las invocaciones propias del
Regnum Christi, que sellan nuestra oración indicando el fin de
toda nuestra vida y acciones: dar gloria a Dios y hacer presente
su Reino.

Lectura orante del Evangelio

Buscamos encontrarnos con Él en el Evangelio para ponernos


en actitud de escucha, de manera que la fe y la caridad guíen
nuestras reflexiones, ordenen nuestros valores y orienten nuestro
discernimiento.

Se elige un pasaje del Evangelio, que puede ser el del domingo


posterior o anterior al día del Encuentro, o bien uno particular de
acuerdo con el programa o necesidades del equipo.

Discernimiento apostólico de la realidad

Después de habernos encontrado con Cristo en su Palabra,


afrontamos el discernimiento en común de aquello que Él espera
de nosotros. Partiendo de la realidad concreta de nuestro entor-
no, queremos descubrir la mejor forma de actuar nuestra misión
evangelizadora dentro de ella. Para ello, elegimos un caso de vida

Los miembros del equipo presentan a los demás algún hecho,


suceso, caso o situación de la vida real que les cuestiona. De
entre los hechos presentados, se escoge por votación uno para
el discernimiento.

Señor enséñanos a orar I 50


Una semana orante

Se recomienda seleccionar un hecho de la vida real que ayude a


descubrir el mensaje de Dios para el equipo o comunidad en su
situación actual, pues mientras más cercano sea el caso para la
vida de los miembros y de la sociedad en que viven, más facilitará
el discernimiento apostólico del equipo.

Analizamos el caso de vida en tres momentos interrelacionados:


ver, juzgar, actuar.

VER:
Queremos ver la realidad como Dios la ve, y aprender a observar
la vida con objetividad y con profundidad, con la razón y con la
fe, y a descubrirle a Él presente en ella.

• En relación con este caso, ¿qué está sucediendo alrededor


nuestro? ¿Qué vemos? ¿Qué elementos –positivos o negati-
vos– nos llaman más la atención y resuenan con más fuerza
en nuestros corazones?

• ¿De qué manera está Dios actuando en el corazón de las


personas implicadas y en el entorno?

• ¿Por qué sucede esto? ¿Cuáles son las causas?

• ¿Cuáles son las consecuencias que se derivan del hecho?

• Como nexo al momento de “juzgar”, ¿qué signos de bien


y de mal descubrimos en el caso?, ¿estamos nosotros im-
plicados en él?, ¿de qué manera?, ¿cómo nos situamos y
reaccionamos ante ello?

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 51


Una semana orante

JUZGAR:
Habiendo tomado mayor conciencia de la presencia del trigo y
de la cizaña en el tema analizado (cf. Mt 13, 24-30), buscamos
discernir cómo juzga o interpreta Jesús nuestra presencia, par-
ticipación o actitudes ante esta realidad, y comprender qué está
esperando Él de nosotros.

• ¿Qué valores y antivalores vemos en el caso de vida?

• ¿Qué pasaje evangélico puede recordarnos este hecho?,


¿qué nos dice acerca del caso?

• A la luz del Evangelio, ¿cómo actuaría Jesús en nuestro


lugar? ¿Qué espera él de nosotros?

• ¿Qué exigencias representa ese hecho para nuestro segui-


miento de Cristo como discípulos misioneros?

ACTUAR (COMPROMISO APOSTÓLICO):


Pasamos al momento de optar por acciones de conversión y de
apostolado en línea con lo que hemos visto que Cristo espera
de nosotros. Buscamos responder con nuestra iniciativa evan-
gelizadora a la invitación del Señor recibida a través del juicio
evangélico. Asimismo, aspiramos a transformar la realidad desde
los criterios evangélicos.

Para ello, los miembros del equipo o comunidad sugieren posi-


bles actuares para realizar sobre ellos mismos y sobre la realidad
afectada por el caso de vida. Estos actuares se pueden concretar
en un compromiso apostólico.

Señor enséñanos a orar I 52


Una semana orante

En respuesta al llamado experimentado en el “juzgar”, ¿cómo po-


demos colaborar con Dios en su obra de hacer crecer el Reino
ante este caso analizado? ¿Cómo podemos apoyar y promover
la acción de Dios en los corazones y en la sociedad, según la
realidad cambiante de nuestro entorno?

Oración final

El Encuentro con Cristo se concluye con una oración de acción


de gracias que pueden hacer espontáneamente uno o varios
miembros. La oración se cierra con las dos invocaciones propias
del Regnum Christi a Cristo Rey y a la Virgen María.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 53


Una semana orante

Hora eucarística

Es tradición de la Iglesia dedicar al menos una hora a la sema-


na, la noche de los jueves, a un encuentro personal o comunita-
rio ante Jesús sacramentado. A veces, el contexto de esta hora
santa es la petición de Jesús en Getsemaní: «Mi alma está triste
hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo» (Mt 26,
38). Otras veces, la adoración eucarística celebra la encarnación
del Verbo y su presencia viva hoy, en medio de nosotros, en la
Eucaristía.

Los miembros del Regnum Christi buscamos compartir juntos


semanalmente un cara a cara con Jesús sacramentado en la
hora eucarística. El sacerdote expone al Santísimo para dedicarle
al menos una hora de adoración y así intimar con Él en el silencio
y la escucha, en diálogo íntimo y prolongado, sin prisas y sin
agenda. Es una ocasión singular para conocer mejor a Jesús y
amarlo más íntimamente, para desagraviarle por nuestros peca-
dos, agradecerle su testimonio, ofrecerle nuestra vida en favor de
su Reino y pedirle por las necesidades de la Iglesia, de nuestra
familia y por las nuestras.

Debemos llegar a su encuentro con un corazón abierto, dispues-


to a adorarlo y recibir de Él gracias infinitas. Algunas actitudes
nos ayudan a vivir mejor este encuentro:

1. Reconocer que estamos ante Jesús en cuerpo, sangre,


alma y divinidad.

2. Agradecerle las bendiciones que nos ha dado.

3. Pedirle por nuestras intenciones, principalmente por nues-


tra conversión y la salvación de los hombres.

Señor enséñanos a orar I 54


Una semana orante

4. Hacer un acto de reparación por los pecados cometidos,


los propios y los de las demás personas.

5. Realizar actos de fe, esperanza y caridad.

En este diálogo personal con Cristo pueden combinarse diversos


medios de oración:

• Meditación guiada o personal.

• Lectura espiritual.

• Contemplación silenciosa: «Él me mira y yo lo miro».

• El rezo del rosario u otras oraciones vocales.

• Anotar las luces recibidas.

• Cánticos de adoración y alabanza.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 55


Una vida orante

Una vida orante

Los ritmos del día y la semana forjan paso a paso una vida orante.
El año repite ese mismo ciclo, con mayor extensión y profundi-
dad. Cada año la naturaleza renace en primavera y alcanza su
madurez en verano, pero, como naturaleza caída, declina en oto-
ño y muere en invierno. Son estas, también, las etapas de la vida
humana en la tierra: nacimiento y juventud, madurez, ancianidad
y muerte.

Cada ciclo litúrgico contiene esos mismos pasos. El nacimiento


a la vida nueva viene anunciado por el Adviento y la Navidad;
el peso del pecado y la muerte, por la Cuaresma. Pero el ciclo
litúrgico rompe las cadenas del mal en el Triduo Pascual, que
celebra la pasión, muerte y resurrección de Jesús, quien rompe
las cadenas del pecado y de la muerte y nos introduce en una
vida nueva. Entre ambos periodos fuertes de celebración, median
dos momentos del tiempo ordinario. El año litúrgico concluye con
la solemnidad de Cristo Rey, que anuncia la venida definitiva de
Cristo y su victoria final sobre el mal, el pecado y la muerte. Cuan-
do Él venga Dios será todo en todos (cf. 1 Cor 15, 25-28).

La vivencia del año litúrgico nos permite madurar en el encuentro


con el Cristo vivo que caminó entre nosotros. Con Él, año tras
año, redescubrimos y recorremos, una vez más, paso a paso, la
historia de la salvación.

Señor enséñanos a orar I 56


Una vida orante

Adviento y Navidad

El año del Señor comienza en Adviento, preparación para la triple


venida de Jesús, pues Él ya vino, nacido de María; viene hoy, en
la vida de la Iglesia; y vendrá con gloria al final de la historia. Este
tiempo combina la espera y vigilia penitenciales con la esperanza
y la alegría por la venida del Mesías. Cuenta con cuatro domin-
gos, el tercero de ellos conocido como Gaudete (Gozad): «Estad
siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Y que
todos conozcan vuestra clemencia. El Señor está cerca. No os
inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presen-
tad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica,
acompañadas de la acción de gracias» (Flp 4, 4-6).

En Adviento existen diferentes tradiciones cristianas, según los


países: posadas, corona de Adviento, preparación del pesebre
y del árbol de Navidad… Son una oportunidad muy buena para
vivir la fe en familia.

La celebración del nacimiento de Jesús el día de Navidad suele


acompañarse de una cena, la Noche Buena, en la que se tiene
un recuerdo especial del Salvador. La misa de medianoche, en
muchos países, es de especial solemnidad y tradición. Meditar
las lecturas de la vigilia de Navidad durante estos días ayuda a
vivir mejor este momento fuerte del Espíritu. La Navidad se pro-
longa y se une a la fiesta de la Epifanía. El nacimiento en Belén y
la adoración de los magos son expresiones de la manifestación
del Señor y de la participación en su gracia, a todos los hombres
de buena voluntad.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 57


Una vida orante

La solemnidad del Bautismo del Señor da inicio al tiempo ordi-


nario, una invitación a vivir la vida nueva en Cristo en las circuns-
tancias ordinarias de la vida. Este tiempo se interrumpe con la
Cuaresma y se retoma después de Pentecostés para cerrar el
año litúrgico con la solemnidad de Cristo Rey.

Señor enséñanos a orar I 58


Una vida orante

Cuaresma, Semana Santa y Pascua

El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma: cuarenta


días en que nos unimos al Señor en su desierto, en su subida a
Jerusalén para culminar su entrega por nosotros. Es un tiempo
propicio para la conversión: para volver la mirada y los pasos
hacia el Padre que nos sale al encuentro con su misericordia. La
oración, el ayuno y la limosna, a imitación de Jesús, nos ayudan
a que el corazón se haga más libre de las tentaciones del mundo
y se entregue a Dios. Los viernes de Cuaresma tradicionalmente
son penitenciales: la Iglesia nos pide abstenernos de comer car-
ne. Una oración particularmente apta para estos días es el rezo
del vía crucis, que recuerda los últimos pasos de Jesús el Viernes
Santo.

El Triduo Pascual (del Jueves Santo al Domingo de Resurrec-


ción) es el momento más intenso del año litúrgico. El jueves tiene
su centro en la celebración de la Cena del Señor y la Iglesia re-
comienda un tiempo de adoración en la noche acompañando a
Cristo Eucaristía. El viernes celebramos la Pasión del Señor que
dará paso, tras el silencio del sábado, al aleluya de la Resurrec-
ción, en la Vigilia Pascual, que se prolonga durante cincuenta días
hasta la solemnidad de Pentecostés.

Cada país tiene tradiciones arraigadas que ayudan a vivir como


comunidad una vida nueva en Cristo: procesiones, predicaciones
especiales, lectura meditada de los evangelios de la Pasión…
Es también ocasión para seguir de cerca las predicaciones del
Santo Padre y recibir su bendición urbi et orbi el día de Pascua.

La Pascua es tiempo en que Cristo Resucitado sale a nuestro


encuentro y fortalece nuestra fe, como lo hizo con los discípulos.
Es tiempo para recordar que Dios sigue actuando en su Iglesia,

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 59


Una vida orante

haciendo nuevas todas las cosas. La Ascensión y Pentecostés


son solemnidades en las que el Señor nos consuela, pues sigue
haciéndose presente por obra de su Espíritu, que habita en no-
sotros.

Señor enséñanos a orar I 60


Una vida orante

Vía crucis

El vía crucis marca el paso de catorce momentos de Jesús cami-


no del Calvario. Se recorre normalmente en grupo, especialmen-
te el Viernes Santo, y también los otros viernes de Cuaresma,
aunque puede hacerse durante todo el año. Su meditación nos
permite recrear en el espacio y el tiempo, la mente y el corazón,
los momentos supremos de la entrega de Cristo por nuestra re-
dención, propiciando actitudes íntimas y cordiales de compun-
ción de corazón, confianza, gratitud, generosidad e identificación
con Cristo.

Existen diversas oraciones que pueden ayudar a la meditación de


cada uno de los pasos. Aquí te proponemos un Via Crucis bíbli-
co, propuesto por Juan Pablo II el Viernes Santo de 1991, pero
puedes buscar otros muy populares de diversos santos y papas.

Primera estación: Jesús en el Huerto de los Olivos


Llegan a un huerto, que llaman Getsemaní, y dice a sus discí-
pulos: «Sentaos aquí mientras voy a orar». Se lleva consigo a
Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir espanto y angustia,
y les dice: «Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y
velad». Y, adelantándose un poco, cayó en tierra y rogaba que,
si era posible, se alejase de él aquella hora; y decía: «¡Abba!, Pa­
dre: tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz. Pero no sea como
yo quiero, sino como tú quieres». Vuelve y, al encontrarlos dor-
midos, dice a Pedro: «Simón ¿duermes?, ¿no has podido velar
una hora? Velad y orad, para no caer en tentación; el espíritu
está pronto, pero la carne es débil». De nuevo se apartó y oraba
repitiendo las mismas palabras. Volvió y los encontró otra vez
dormidos, porque sus ojos se les cerraban. Y no sabían qué con­
testarle. Vuelve por tercera vez y les dice: «Ya podéis dormir y
descansar» (Mc 14, 32-41).

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Una vida orante

Segunda estación: Jesús, traicionado por Judas, es arres-


tado
«¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega». Todavía
estaba hablando, cuando se presenta Judas, uno de los Doce,
y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos
sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado
una contraseña, diciéndoles: «Al que yo bese, es él: prendedlo
y conducidlo bien sujeto». Y en cuanto llegó, acercándosele le
dice: «¡Rabbí!». Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendie­ron
(Mc 14, 42-46).

Tercera estación: Jesús es condenado por el Sanedrín


Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un tes­
timonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encon-
traban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él,
los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose de pie,
daban falso testimonio contra él diciendo: «Nosotros le hemos
oído decir: “Yo destruiré este templo, edificado por manos hu-
manas, y en tres días construiré otro no edificado por manos
humanas”». Pero ni siquiera en esto concordaban los testimo-
nios. El sumo sacerdote, levantándose y poniéndose en el centro,
preguntó a Jesús: «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son
estos cargos que presentan contra ti?». Pero él callaba, sin dar
respuesta. De nuevo le preguntó el sumo sacerdote: «¿Eres tú el
Mesías, el Hijo del Bendito?». Jesús contestó: «Yo soy. Y veréis al
Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y que viene entre
las nubes del cielo». El sumo sacerdote, rasgándose las vestidu-
ras, dice: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Habéis oído
la blasfemia. ¿Qué os parece?». Y todos lo declararon reo de
muerte (Mc 14, 55-64).

Señor enséñanos a orar I 62


Una vida orante

Cuarta estación: Jesús es negado por Pedro


Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llega una criada del
sumo sacerdote, ve a Pedro calentándose, lo mira fijamente y
dice: «También tú estabas con el nazareno, con Jesús». Él lo negó
diciendo: «Ni sé ni entiendo lo que dices». Salió fuera al zaguán y
un gallo cantó. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:
«Este es uno de ellos». Pero él de nuevo lo ne­gaba. Al poco rato,
también los presentes decían a Pedro: «Se­guro que eres uno de
ellos, pues eres galileo». Pero él se puso a echar maldiciones y a
jurar: «No conozco a ese hombre del que habláis». Y enseguida,
por segunda vez, cantó el gallo. Pe­dro se acordó de las palabras
que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces,
me habrás negado tres», y rompió a llorar (Mc 14, 66-72).

Quinta estación: Jesús es juzgado por Pilato


Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos,
los escribas y el Sanedrín en pleno, hicieron una reunión. Lle-
varon atado a Jesús y lo entregaron a Pilato. Pilato le pregun-
tó: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Él respondió: «Tú lo dices».
Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato
le preguntó de nuevo: «¿No contestas nada? Mira de cuántas
cosas te acusan». Jesús no contestó más; de modo que Pilato
estaba extrañado. Por la fiesta solía soltarles un preso, el que
le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los rebel-
des que habían cometido un homicidio en la revuelta. La mu­
chedumbre que se había reunido comenzó a pedirle lo que era
costumbre. Pilato les preguntó: «¿Queréis que os suelte al rey de
los judíos?». Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían
entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soli­viantaron a
la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de
nuevo la palabra y les preguntó: «¿Qué hago con el que llamáis

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 63


Una vida orante

rey de los judíos?». Ellos gritaron de nue­vo: «Crucifícalo». Pilato


les dijo: «Pues ¿qué mal ha hecho?». Ellos gritaron más fuerte:
«Crucifícalo». Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó
a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que
lo crucificaran (Mc 15, 1-15).

Sexta estación: Jesús es flagelado y coronado de espinas


Después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los sol-
dados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y convo-
caron a toda la compañía. Lo visten de púrpura, le po­nen una
corona de espinas, que habían trenzado, y comen­zaron a hacerle
el saludo: «¡Salve, rey de los judíos!». Le gol­pearon la cabeza con
una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban
ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su
ropa (Mc 15, 15-20).

Séptima estación: Jesús carga la cruz


Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio
llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota) (Jn 19, 17).

Octava estación: Jesús es ayudado por Simón el Cireneo a


llevar la cruz
Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de
Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz (Mc 15, 21).

Novena estación: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusa-


lén
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se gol-
peaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió ha­
cia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad

Señor enséñanos a orar I 64


Una vida orante

por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días
en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que
no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces
empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a
las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen con el leño verde,
¿qué harán con el seco?». Conducían también a otros dos mal-
hechores para ajusticiarlos con él (Lc 23, 27-31).

Décima estación: Jesús es crucificado


Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucifi­caron
allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquier-
da. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen». Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte. El
pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas,
diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el
Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los solda-
dos, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú
el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había también por enci-
ma de él un letrero: «Este es el rey de los judíos» (Lc 23, 33-38).

Undécima estación: Jesús promete su reino al buen ladrón


Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No
eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro,
respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú
a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo
estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que
hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». Y decía: «Je-
sús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo:
«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23,
39-43).

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Una vida orante

Duodécima estación: Jesús en cruz, su madre y el discípulo


Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su
madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a
su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a
tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo
propio (Jn 19, 25-27).

Decimotercera estación: Jesús muere en la cruz


Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la
tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del
templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente,
dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, di­cho esto,
expiró. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios, dicien-
do: «Realmente, este hombre era justo». Toda la muchedumbre
que había concurrido a este espectáculo, al ver las cosas que
habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho. Todos sus
conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se
mantenían a distancia, viendo todo esto (Lc 23, 44-49).

Decimocuarta estación: Jesús es sepultado


Había un hombre, llamado José, que era miembro del Sane­drín,
hombre bueno y justo (este no había dado su asentimien­to ni a
la decisión ni a la actuación de ellos); era natural de Arimatea,
ciudad de los judíos, y aguardaba el reino de Dios. Este acudió
a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió
en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca,
donde nadie había sido puesto todavía. Era el día de la Prepara-
ción y estaba para empezar el sábado. Las mujeres que lo ha-
bían acompañado desde Galilea lo siguieron, y vieron el sepulcro
y cómo había sido colocado su cuerpo. Al regresar, prepararon
aromas y mirra. Y el sábado descansaron de acuer­do con el pre-
cepto (Lc 23, 50-56).
Señor enséñanos a orar I 66
Una vida orante

Bendición final
Que tu bendición, Señor, descienda con abundancia sobre este
pueblo, que ha celebrado la muerte de tu Hijo con la esperanza
de su santa resurrección; venga sobre él tu per­dón, concédele tu
consuelo, acrecienta su fe y guíalo a la sal­vación. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.

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Una vida orante

Sagrado Corazón de Jesús y Cristo Rey

El Regnum Christi celebra con singular devoción el Sagrado Co-


razón de Jesús y la solemnidad de Cristo Rey. Jesús es a la vez
«Amigo y Señor», «Rey Nuestro» y compañero cercano y afec-
tuoso, con quién nos une un «amor personal, real, apasionado
y fiel» (cf. EFRC 12, 14, 58). Jesús es «hombre de vida interior,
amante de la oración», y a la vez está entregado a la tarea de
«anunciar el Reino y de hacer llegar la luz del Evangelio a todo
el mundo», «saliendo al encuentro de las necesidades materia-
les y espirituales» de cada persona. Cristo «asume el combate
espiritual, la lucha perseverante y confiada (en su Padre) ante la
realidad del mal y el pecado», «emprende con corazón magnáni-
mo, entusiasmo y creatividad» su misión, se interesa por «las ne-
cesidades más apremiantes del mundo», «afronta con fortaleza y
arrojo los desafíos» y dificultades, «aprovecha con audacia todas
las oportunidades para anunciar el amor» y siempre «da lo mejor
de sí mismo» (cf. EFRC 10, 13, 17, 20).

El anhelo de Jesús por el Reino y su amor a los hombres son dos


caras de la misma moneda, pues Cristo es el Reino en persona.
Él, que desea reinar en nuestros corazones y en la sociedad, nos
invita a una continua y progresiva transformación en Él. Sentir su
amor por nosotros y amar como Él nos ama, «hasta el extremo»,
transfigura nuestra actitud y nos impulsa hacia una «donación
universal y delicada al prójimo, la servicialidad ingeniosa y abne-
gada, el trato bondadoso y sencillo, la misericordia con la debili-
dad de las personas, el hablar bien de los demás, el perdón y la
reconciliación» (cf. EFRC 13, 14, 17, 20, 23).

La misa de Cristo Rey es ocasión de reunión para todas las


vocaciones de una localidad o territorio. Suele ir precedida
o seguida del rito de asociación de fieles laicos y ser ocasión

Señor enséñanos a orar I 68


Una vida orante

para que los miembros de todas las vocaciones renueven su in-


corporación al Regnum Christi. En las mejores ocasiones, el día
entero es tiempo de celebración comunitaria para dar gracias a
Dios y responder a su llamada.

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Una vida orante

Renovación de la asociación al
Regnum Christi
Los laicos del Regnum Christi renovamos ordinariamente nuestra
asociación una vez al año, al concluir la celebración eucarísti-
ca de la solemnidad de Cristo Rey, acompañados por miembros
de todas las vocaciones. Sin embargo, la fórmula de renovación
puede ser de uso frecuente, individual o en equipo, para pedir
a Dios la gracia de identificarnos más y mejor con el camino de
santidad que Él nos propone en el Regnum Christi. Seguimos
aquí las indicaciones del Ritual del Regnum Christi.

Fórmula
Señor, Tú me has llamado a vivir conscientemente mi vocación
bautismal a la santidad y al apostolado según el carisma del Reg-
num Christi, para entregarme a Cristo desde mi estado y condi-
ción de vida a fin de que Él reine en mi corazón y en la sociedad.
Por eso deseo renovar mi pertenencia al Regnum Christi como
miembro de esta familia espiritual. Para ello me comprometo a:

• Crecer en la amistad con Cristo desarrollando la vida de


gracia a través de la oración y los sacramentos.

• Vivir las virtudes evangélicas de la pobreza, la obediencia


filial y la pureza en pensamientos y acciones.

• Cumplir con amor y honestidad los deberes propios de mi


estado de vida como un servicio a Dios y a los demás.

• Empeñarme en mi formación integral y forjar mi liderazgo


cristiano.

Señor enséñanos a orar I 70


Una vida orante

• Emprender y participar en iniciativas apostólicas.

• Profesar un amor fiel y operante a la santa Iglesia, al papa y


a los demás obispos.

• Ofrecer generosamente mi oración, talentos, tiempo y ha-


beres para colaborar en la misión del Regnum Christi al servi-
cio de la Iglesia.

Me toca a mí, de mí también depende, que tus palabras, Señor,


no se pierdan.
Me toca a mí que tu mensaje de salvación llegue a los hombres.
Me toca a mí vivir de tal manera tu palabra que, cuantos me vean
te reconozcan y te den gloria y se sientan impulsados por tu gra-
cia a participar de la fe de la Iglesia y a dar testimonio vivo de ella.
Me toca a mí encarnar el carisma del Regnum Christi para cum-
plir esta misión en la Iglesia y en el mundo. Amén.

#RegnumChristi I legionarios de Cristo • consagradas • laicos consagrados • laicos I 71


Una vida orante

Ejercicios espirituales

Los ejercicios espirituales son la oportunidad anual que nos brinda


el Regnum Christi para alejarnos del mundo por tres u ocho días
y entregarnos de lleno a la compañía del Señor. Representan un
alto en el camino para atender a Quien camina con nosotros,
escucharle, discernir Su voluntad, reconciliarnos en su mirada y
revivir el fuego de su amor que nos impulsa a darnos a los demás.

Señor enséñanos a orar I 72


Una vida orante

Sacramento de la Reconciliación

«Aunque pequemos somos tuyos, pues reconocemos tu poder»


(Sab 15, 2). Reconocer el propio pecado o culpa es confiar en
el amor misericordioso de Dios, abrirnos a recibir su perdón, ser
libres hasta el final. La confesión frecuente aumenta el conoci-
miento de nosotros mismos, fomenta la humildad, ayuda a desa-
rraigar las malas costumbres, aumenta la delicadeza de concien-
cia, combate la tibieza y la pereza, fortalece la voluntad, renueva
la gracia del bautismo y nos conduce a una identificación más
íntima con Jesucristo. El sacramento de la Reconciliación es un
encuentro vital y renovador con Cristo y la Iglesia.

Acércate al sacramento actuando tu fe en la presencia y en la


acción santificadora de Jesucristo. Trata de exponer tus faltas
con orden, brevedad, propiedad, claridad e integridad. Acepta
con espíritu sobrenatural las orientaciones del confesor y procura
cumplir la penitencia con verdadero espíritu de reparación, lo an-
tes posible. Ofrece tus obras y trabajos diarios en satisfacción por
tus pecados. Agradece a Dios el don de su perdón y su amistad
con una vida de mayor fidelidad a la misión encomendada.

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Una vida orante

Examen de conciencia

Esta oración nos ayuda a ponernos delante de Dios y pedirle


ayuda en la preparación de nuestra confesión:

Señor y Dios mío, que conoces mi corazón, dame la gracia de


examinar sinceramente y conocer con verdad el mío, de manera
que descubra todos mis pecados, a fin de que, confesándome
bien, y arrepintiéndome de ellos, merezca tu perdón y gracia en
la tierra y la vida eterna en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Puedes utilizar diversos recursos para preparar tu confesión: los


diez mandamientos, las bienaventuranzas, los puntos para el
examen contenidos en el ritual de la penitencia u otros ajustados
a tus necesidades personales.

Señor enséñanos a orar I 74


Una vida orante

Rito de penitencia

Acogida del penitente

El sacerdote y el penitente dicen juntos:


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El sacerdote invita a la confianza en el perdón de Dios.


Sacerdote: Dios, que ha iluminado nuestros corazones, te con-
ceda un verdadero conocimiento de tus pecados y de su mise-
ricordia.
Penitente: Amén.

A continuación, se hace la confesión, seguida de algunas reco-


mendaciones del sacerdote y de la imposición de la penitencia.
El penitente reza el acto de contrición (puede usarse esta fórmula
u otra semejante):

Acto de contrición
Penitente: Dios mío; con todo mi corazón me arrepiento de todo
el mal que he hecho y de todo lo bueno que he dejado de hacer.
Al pecar te he ofendido a ti, que eres el supremo bien y digno
de ser amado sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con
la ayuda de tu gracia, hacer penitencia, no volver a pecar y huir
de las ocasiones de pecado. Señor, por los méritos la pasión de
nuestro salvador Jesucristo, apiádate de mí. Amén.

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Una vida orante

Absolución
Sacerdote: Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo
el mundo por la muerte y resurrección de su Hijo, y derramó al
Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por
el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de
tus pecados, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo.
Penitente: Amén.

Despedida
Sacerdote: Da gracias al Señor porque es bueno.
Penitente: Porque es eterna su misericordia.
Sacerdote: El Señor ha perdonado tus pecados. Vete en paz.

Señor enséñanos a orar I 76


Una vida orante

Oraciones para diversos momentos


de la vida

Oración al Espíritu Santo

Guía: ¡Ven, Espíritu Santo!


Participantes: Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Guía: Envía tu Espíritu creador.


Participantes: Y renueva la faz de la tierra.

Guía: Oremos:
¡Oh, Dios, que has iluminado
los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo;
haznos dóciles a sus inspiraciones
para gustar siempre el bien
y gozar de su consuelo.

Guía: Por Jesucristo, nuestro Señor.


Participantes: Amén.

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Una vida orante

Antes de comer

Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Participantes: Amén.
Guía: Bendícenos, Señor, a nosotros y estos dones tuyos que
vamos a tomar y que hemos recibido de tu generosidad. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Participantes: Amén.

Después de comer

Guía: Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti, que
vives y reinas por los siglos de los siglos.
Participantes: Amén.

Señor enséñanos a orar I 78


Una vida orante

Oración para la renovación del Regnum Christi

Jesucristo, reunidos en tu nombre como familia espiritual, nos


ponemos en tu presencia.

Tú te has dignado revelarnos el misterio del amor que arde en tu


Corazón por todos los hombres y tu deseo de reinar en nuestras
almas y en la sociedad.

Nos sentimos llamados a conocer mejor el don del Regnum


Christi para que sea fecundo en nuestras vidas.

Te pedimos que envíes tu Espíritu: que sea luz para comprender


y vivir con la mente y el corazón nuestro carisma y que estemos
siempre prontos a dar una respuesta a las necesidades de la
Iglesia y del mundo como apóstoles de tu Reino.

A ejemplo de María, queremos vivir nuestro camino descubriendo


y acogiendo la acción de tu Espíritu aceptando tu designio con
fe y alabanza por las grandes obras que has hecho y que sigues
haciendo entre nosotros.

Jesucristo, Tú eres el centro de nuestras vidas. Con un amor


renovado, hoy te decimos: “Cristo Rey nuestro, ¡Venga tu Reino!”

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Una vida orante

Oración para la comunión del Regnum Christi

Señor Jesús,
por el don del bautismo somos hijos de Dios
reunidos en la Trinidad y en la comunión de la Iglesia.
Tú nos has llamado al Regnum Christi,
una familia espiritual que quiere llevar tu amor a todos los hom-
bres.
Ilumina mis ojos para ver el don que cada persona es.
Abre mis oídos para escuchar las necesidades del otro.
Pon en mi boca la Palabra para encontrarme con mis hermanos
y hermanas.
Vive en mi corazón para unirnos en ideales, propósitos y esfuer-
zos,
para que trabajemos juntos por hacer presente tu Reino.
Hazme consciente de que la comunión es misionera
y de que la misión es para la comunión.
Recuérdame, cada vez que lo olvido:
somos un solo Cuerpo en Cristo y la mayor llamada es
amarnos los unos a los otros como tú nos has amado
para que el mundo pueda conocer tu amor.

Oración a san Miguel, arcángel

San Miguel, arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro ampa-


ro contra la perversidad y las asechanzas del demonio: reprímalo
Dios, te lo pedimos suplicantes. Y tú, príncipe del ejército del
cielo, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a
Satanás y a los demás espíritus malignos que vagan por el mun-
do para la perdición de los hombres.

Señor enséñanos a orar I 80


Una vida orante

Oración del apóstol

Señor, que nos has dado la gracia de pertenecer a tu Iglesia y de


participar en ella de tu misión de salvar a los hombres, ayúdanos
a conocerte mejor, a seguirte más de cerca y darte a conocer a
todos los hombres. Inspíranos valor y entusiasmo, para hacer-
nos amigos de todos aquellos con quienes nos encontremos y
podamos acercarlos a ti. Nunca permitas que te ofendamos en
palabras o acciones.

Mantennos siempre cerca de ti y haz que seamos vigorosos


miembros de tu Iglesia. Fortalece y acrecienta tu vida en noso-
tros, para que cuanto hagamos sea hecho contigo y para ti.

Oración de los laicos

Señor Dios nuestro, Tú que has puesto como fermento en el


mundo la fuerza del Evangelio, concédenos a los llamados a vivir
en medio de los afanes temporales que, encendidos por el fuego
del Espíritu, nos entreguemos apasionadamente a la misión de
hacer presente el Reino de Cristo en el mundo, para que Él sea
todo, en todos.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

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Una vida orante

Oración de los novios

En mi corazón, Señor, se ha encendido el amor por una criatura


que tú conoces y amas. Tú mismo me la has hecho encontrar y
me la has presentado. Te doy gracias por este don que me llena
de alegría profunda, me hace semejante a ti, que eres amor, y me
hace comprender el valor de la vida que me has dado. Haz que
no malgaste esta riqueza que tú has puesto en mi corazón: ensé-
ñame que el amor es don y que no puede mezclarse con ningún
egoísmo; que el amor es puro y que no puede quedar en ninguna
bajeza; que el amor es fecundo y desde hoy debe producir un
nuevo modo de vivir en los dos. Te pido, Señor, por quien me es-
pera y piensa en mí; por quien ha puesto en mí toda la confianza
para su futuro; por quien camina a mi lado; haznos dignos el uno
del otro; que seamos ayuda y modelo. Ayúdanos en nuestra pre-
paración al matrimonio, a su grandeza, a su responsabilidad, a fin
de que desde ahora nuestras almas dominen nuestros cuerpos y
los conduzcan en el amor.

Señor enséñanos a orar I 82


Una vida orante

Oración de los esposos

Señor, Padre Santo, Dios omnipotente y eterno, te damos gra-


cias y bendecimos tu santo Nombre: tú has creado al hombre y a
la mujer para que el uno sea para el otro ayuda y apoyo. Acuérda-
te hoy de nosotros. Protégenos y concédenos que nuestro amor
sea entrega y don, a imagen de Cristo y de la Iglesia. Ilumínanos
y fortalécenos en la tarea de la formación de nuestros hijos, para
que sean auténticos cristianos y constructores esforzados de la
ciudad terrena. Haz que vivamos juntos largo tiempo, en alegría
y paz, para que nuestros corazones puedan elevar siempre hacia
ti, por medio de tu Hijo en el Espíritu Santo, la alabanza y la ac-
ción de gracias. Amén.

Oración en el aniversario del matrimonio

Oh, Dios, Señor del universo, que al principio creaste al hombre


y a la mujer e instituiste el vínculo conyugal; bendice y confirma
nuestro amor, para que expresemos siempre en nuestra vida el
sacramento que celebramos en la fe. Por Jesucristo, nuestro Se-
ñor. Amén.

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Una vida orante

Oración por la vocación de los hijos

Señor, te pido por las vocaciones de mis hijos, que sea cual sea
la que hayas determinado para cada uno de ellos, obtengan la
gracia de descubrirla y aceptarla conforme a tu voluntad, y se
entreguen, dócil y generosamente a ella, cumpliendo fielmente
los deberes que la misma les imponga.

Y si en tu infinita bondad quisieses llamarles a tu servicio, fórma-


me Señor, un corazón generoso y dispuesto que aprecie en su
magnitud el don inigualable de la vocación sacerdotal y de la vida
consagrada.

Dame, Señor, la alegría y la humildad de reconocer y agradecer


tan fecunda bendición. Amén.

Oración en la espera de un hijo

Oh, Señor, Padre nuestro, te damos gracias por el don maravi-


lloso con el cual nos haces partícipes de tu divina paternidad. En
este tiempo de espera, te pedimos: protege este hijo nuestro,
lleno aún de misterio, para que nazca sano a la luz del mundo y
al nuevo nacimiento del bautismo. Madre de Dios, a tu corazón
maternal confiamos nuestro hijo. Amén.

Señor enséñanos a orar I 84


Una vida orante

Oración por los hijos

Señor, ilumina la mente de nuestros hijos para que conozcan el


camino que tú has querido para ellos, para que te puedan dar
gloria y alcancen la salvación. Sostenlos con tu fuerza, para que
alienten en su vida los ideales de tu Reino. Ilumínanos también
a nosotros, sus padres, para que les ayudemos a reconocer su
vocación cristiana y a realizarla generosamente, colaborando con
tus inspiraciones interiores. Amén.

Oración de los hijos

Oh, Dios, que nos has mandado honrar padre y madre, escu-
cha con benevolencia la oración que te dirigimos por ellos. Con-
cédeles largos días de vida en la tierra, y consérvales la salud
del cuerpo y del espíritu. Bendice sus fatigas y sus iniciativas.
Recompénsales por todo lo que han hecho por mí. Inspírales el
amor y la práctica de tu santa ley. Ayúdame a hacer todo lo que
pueda por ellos. Y haz que después de haber gozado de su afec-
to en la tierra, tenga la alegría de vivir eternamente con ellos en
el cielo. Amén.

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Una vida orante

Oración por los enfermos

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras de-


bilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan so-
metidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse
elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de sa-
berse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Oración por los que sufren

Oh, Dios, refugio providente de los que sufren; escucha la oración


que te dirigimos por ellos. Serena y conforta a los enfermos, a los
ancianos y a los moribundos. Da a los que les cuidan sabiduría
y paciencia, tacto y compasión. Inspírales los gestos que dan
alivio, las palabras que iluminan y el amor que conforta. Te enco-
mendamos los corazones desalentados, en rebeldía, desgarra-
dos por la tentación, atormentados por la pasión, heridos o pro-
fanados por la maldad de los hombres. Pon dentro de nosotros,
Señor, tu Espíritu de amor, de comprensión, de sacrificio, para
que llevemos ayuda eficaz a todos aquellos que encontramos en
nuestro camino sufriendo. Ayúdanos a responder a su llamada:
es la tuya. Amén.

Señor enséñanos a orar I 86


Una vida orante

Oración en las dificultades de la vida

Señor, haz que afrontemos con ánimo fuerte y sereno las dificul-
tades, las obligaciones y las responsabilidades que tenemos y,
consolados por ti, sepamos confortar a nuestros hermanos. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Oración antes de un viaje

Señor, que llenas todo lugar con tu presencia: acompáñame en


este viaje, para que llegue a mi destino y vuelva a casa sano y
salvo. Que mi viaje sea un anuncio de alegría a todos los que en-
cuentre, un mensaje de esperanza, un testimonio de vida cristiana.
Amén. El auxilio divino permanezca siempre con nosotros. Amén

Oración por un difunto

Señor, recuerda a N, a quien llamaste de este mundo a tu pre-


sencia; concédele que, así como ha compartido ya la muerte de
Jesucristo, comparta también con Él la gloria de la resurrección,
cuando Cristo haga surgir de la tierra a los muertos y transforme
nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo. Por el mis-
mo Cristo nuestro Señor. Amén.

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Una vida orante

Oración para pedir la gracia


de la buena muerte

Oh, Dios, que nos has creado a imagen tuya y has entregado a
tu Hijo a la muerte por nosotros, concédenos la gracia de vivir
vigilando en oración, para que podamos salir sin pecado de este
mundo y descansar con alegría en el regazo de tu misericordia.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Oraciones de acción de gracias

I
Oh, Dios, Padre de todos los dones, de quien viene cuanto so-
mos y tenemos, enséñanos a reconocer los beneficios de tu
amor y a amarte con todas las fuerzas de nuestro corazón. Te lo
pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

II
Oh, Dios, fuente de todo bien, principio de nuestro existir y de
nuestro obrar; recibe nuestro humilde agradecimiento por todos
tus beneficios, y haz que al don de tu benevolencia corresponda
el generoso empeño de nuestra vida al servicio de tu Reino. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Señor enséñanos a orar I 88


Oraciones comunes de la iglesia

Oraciones comunes
de la Iglesia

Oración a Jesús crucificado

Mírame, oh, mi amado y buen Jesús, postrado a los pies de tu


santísima presencia. Te ruego con el mayor fervor que imprimas
en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, ver-
dadero dolor de mis pecados y propósito firmísimo de enmendar-
me. Mientras que yo, con todo el amor y compasión de mi alma,
voy considerando tus cinco llagas, teniendo presente aquello que
dijo de ti, oh, buen Jesús, el santo profeta David: «Han taladrado
mis manos y mis pies, y se pueden contar todos mis huesos» (Sal
22,17-18).

Alma de Cristo

Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre


de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame. Oh, buen Jesús, óyeme. Dentro
de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de ti. Del
enemigo malo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y
mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe por los siglos
de los siglos. Amén.

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Oraciones comunes de la iglesia

Oración universal atribuida al papa Clemente XI

Creo, Señor, fortalece mi fe; espero, Señor, asegura mi espe-


ranza; amo, Señor, inflama mi amor; me pesa, Señor, aumenta
mi arrepentimiento. Te adoro como a primer principio, te deseo
como a último fin, te alabo como a bienhechor perpetuo, te invo-
co como a defensor propicio. Dirígeme con tu sabiduría, conten-
me con tu justicia, consuélame con tu clemencia, protégeme con
tu poder. Te ofrezco, Señor, mis pensamientos para pensar en ti,
mis palabras para hablar de ti, mis sufrimientos para padecerlos
por ti. Quiero lo que tú quieres, lo quiero porque lo quieres, lo
quiero como lo quieres, lo quiero en cuanto lo quieres. Te rue-
go Señor, que alumbres mi entendimiento, abrases mi voluntad,
purifiques mi corazón, santifiques mi alma. Llore los pecados
pasados, rechace las tentaciones futuras, corrija las inclinacio-
nes viciosas, cultive las virtudes necesarias. Concédeme, Dios
bueno, amor a ti, olvido de mí, celo del prójimo, desprecio del
mundo. Procure obedecer a los superiores, atender a los inferio-
res, favorecer a los amigos, perdonar a los enemigos. Venza el
deleite con la mortificación, la avaricia con la largueza, la ira con
la mansedumbre, la tibieza con el fervor. Hazme prudente en los
consejos, constante en los peligros, paciente en las adversida-
des, humilde en las prosperidades. Haz, Señor, que sea en la ora-
ción, atento; en la comida, sobrio; en los deberes, diligente; en
los propósitos, constante. Que procure tener inocencia interior,
modestia exterior, conversación edificante, vida recta. Que me
aplique con diligencia a domar la naturaleza, a corresponder a la
gracia, a guardar tu ley, a merecer la salvación. Aprenda de ti qué
frágil es lo terreno, qué grande lo divino, qué breve lo temporal,
qué duradero lo eterno. Concédeme que me prepare a la muerte,
que tema el juicio, que evite el infierno, que obtenga el paraíso.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Señor enséñanos a orar I 90


Oraciones comunes de la iglesia

Acto de entrega
(oración de S. Ignacio de Loyola)

Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendi-


miento y toda mi voluntad, todo lo que tengo y poseo. Tú me lo
diste; a ti, Señor, lo torno; todo es tuyo, dispón a toda tu volun-
tad. Dame tu amor y gracia, que esto me basta.

Oración a Cristo Rey

Oh, Cristo Jesús, te reconozco por rey universal. Todo cuanto


existe ha sido creado por ti. Ejerce sobre mí todos tus derechos.
Renuevo mis promesas del bautismo renunciando a Satanás, a
sus seducciones y a sus obras, y prometo vivir como buen cris-
tiano. Muy en particular me comprometo a hacer triunfar, según
mis medios, los derechos de Dios y de tu Iglesia. Jesucristo, te
ofrezco mis pobres acciones para obtener que todos los corazo-
nes reconozcan y vivan tu mensaje de paz, de justicia y de amor.

Oración por el Papa

Oh, Jesús, rey y señor de la Iglesia: renuevo en tu presencia mi


adhesión incondicional al papa, principio y fundamento visible de
unidad en tu Iglesia. Creo firmemente que, por medio de él, tú
nos gobiernas, enseñas y santificas. Cuida su vida, ilumina su
inteligencia, fortalece su espíritu y concédenos que, en torno a él,
tu Iglesia se conserve unida, firme en el creer y en el obrar, y sea
así el fiel instrumento de tu redención. Amén.

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Oraciones comunes de la iglesia

Oración por las vocaciones

¡Oh, Jesús, pastor eterno de las almas! Dígnate mirar con ojos de
misericordia a esta porción de tu grey amada. Señor, gemimos
en la orfandad. Danos vocaciones. Danos sacerdotes y religiosos
santos. Te lo pedimos por la intercesión de santa María de Gua-
dalupe, tu dulce y santa madre. ¡Oh, Jesús, danos sacerdotes y
almas consagradas, según tu corazón!

Señal de la cruz
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

(Latín)
In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti.
Amen.

Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como
en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nues-
tras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén.

(Latín)
Pater noster, qui es in cælis, sanctificétur nomen tuum; advéniat
regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem
nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nos-
tra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas
in tentatiónem, sed líbera nos a malo. Amen.

Señor enséñanos a orar I 92


Oraciones comunes de la iglesia

Avemaría
Dios te salve, María, llena eres de gracia. El Señor es conti-
go. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, rue-
ga por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.

(Latín)
Ave, María, grátia plena, Dóminus tecum. Benedícta tu in
muliéribus, et benedíctus fructus ventris tui, Iesus. Sancta
María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in
hora mortis nostræ. Amen.

Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura
y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los des-
terrados hijos de Eva; a ti suspiramos gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nues-
tra. Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después
de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu
vientre. ¡Oh, clemente; oh, piadosa; oh, dulce Virgen María!

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Oraciones comunes de la iglesia

Gloria
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.

(Latín)
Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio, et nunc et semper, et in sǽcula sæcu-
lórum. Amen.

Acción de gracias
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti, que vives
y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

(Latín)
Agimus tibi grátias, omnípotens Deus, pro univérsis benefíciis
tuis, qui vivis et regnas in sǽcula sæculórum. Amen.

Señor enséñanos a orar I 94


Oraciones comunes de la iglesia

Conclusión de las oraciones


Guía: ¡Cristo, rey nuestro!
Participantes: ¡Venga tu reino!
Guía: Virgen prudentísima, María, madre de la Iglesia (o
bien: Madre dolorosa; o bien: Reina de los Apóstoles),
Participantes: ruega por nosotros.

(Latín)
Guía: Christe, rex noster!
Participantes: Advéniat regnum tuum!
Guía: Virgo prudentíssima, María Mater Ecclésiæ (vel: Mater
dolorósa; vel: Regina Apostolórum),
Participantes: ora pro nobis.

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