Yogi Ramacharaka Hatha Yoga La Filosofia Yogi Del Bienestar Fisico
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TABLA DE CONTENIDOS
Capítulo 8 El alimento 48
Respiración Media 89
Respiración Inferior 90
Respiración Completa 91
Recarga 134
Estiramiento 157
Ejercicio I 165
Ejercicio V 167
Ejercicio X 170
Por ejemplo, si se les pide que crean que corren el peligro de perder su
« magnetismo » al entrar en contacto con la tierra y se les aconseja que
calcen suelas de goma y tacones en sus zapatos, así como dormir en camas
con patas de vidrio, para evitar que la naturaleza (la madre Tierra) les
extraiga el magnetismo que ella misma les ha dado, que los estudiantes
se pregunten : ¿qué tiene que decir la Naturaleza al respecto? Así, para
descubrir qué dice la Naturaleza, que los estudiantes comprueben si el
llevar suelas de goma y el colocar patas de vidrio a las camas forman
parte de los planes de la Naturaleza ; que comprueben si los individuos
de gran magnetismo, llenos de vitalidad, hacen esas cosas —incluso si
las razas más fuertes del mundo lo han hecho— ; que comprueben si
se debilitan al tumbarse sobre el césped, o si el impulso natural del ser
humano no es dejarse caer sobre el regazo de su madre, la Tierra, de-
jarse caer sobre un montículo de hierba ; que comprueben si el impulso
natural de la infancia no es correr descalzo, si el desprenderse de los
zapatos (del tipo que sean) y caminar descalzo no refresca los pies ; que
comprueben si las botas de goma son especialmente conductoras del
« magnetismo » y la vitalidad, etc. Ponemos estos ejemplos meramente
como ilustración, pues no es nuestra intención perder tiempo discutien-
do sobre las ventajas o desventajas de las suelas de goma y las patas de
vidrio como conservadores del magnetismo. El ser humano aprenderá
de una pequeña observación de todas las respuestas de la Naturaleza
que recibe gran parte de su magnetismo de esta ; que la tierra es una
batería cargada, siempre dispuesta y ansiosa por transmitir su fuerza al
ser humano, y que no debemos temer que se encuentre ansiosa y sea
capaz de extraer el magnetismo que se halla en el ser humano, su hijo,
para suplir su carencia de energía. Lo próximo que enseñarán algunos
de los profetas de estos últimos días es que el aire extrae el Prana* de la
gente, en lugar de dárselo.
De esta forma, evaluad todas las teorías de este tipo —incluso las nues-
tras— mediante la aplicación del examen natural, y si no se ajustan a la
Naturaleza, rechazadlas (esta es una regla segura). La Naturaleza sabe
lo que hace : es vuestra amiga, no vuestra enemiga.
* 1. N.d.T. Literalmente, ‘aire inspirado’.
Ha habido muchos y muy valiosos trabajos escritos sobre las otras ramas
de la Filosofía del Bienestar ; pero la mayoría de los autores de yoga se
ha limitado a tratar la cuestión del Hatha-Yoga con una breve referen-
cia. Esto se debe en gran parte al hecho de que en la India exista una
multitud de mendigos ignorantes pertenecientes a las clases más bajas
de faquires, que se hacen pasar por hatha-yoguis, pero que no tienen la
más mínima idea de los principios subyacentes de esta rama del yoga.
Esa gente se conforma con obtener el control sobre algunos de los mo-
vimientos musculares involuntarios (algo posible para todo aquel que le
dedique el tiempo y el interés necesarios), adquiriendo así la habilidad
de realizar algunos « trucos » increíbles que exhiben para divertir (o des-
agradar) a los turistas Occidentales. Algunas de sus hazañas son maravi-
llosas cuando se observan desde el punto de vista de la curiosidad, y los
artistas serían dignos candidatos a un puesto asalariado en los « museos
de poca monta » de América, aunque en realidad sus hazañas sean muy
similares a las que algunos « magos » Occidentales han llevado a cabo.
Podemos ver que estos personajes exhiben con orgullo los trucos y las
habilidades que han adquirido, como la habilidad de invertir la acción
peristáltica de los intestinos, el vientre y el esófago para ofrecer la des-
agradable exhibición de una inversión total de las funciones normales
de esas partes del cuerpo ; de esta forma, los objetos que se introducen
en el colon pueden ser transportados hacia arriba y expulsados por la
garganta, gracias a la inversión de los músculos involuntarios. Desde un
punto de vista médico, esto es más que interesante ; pero para el profa-
no es algo desagradable completamente impropio de un ser humano.
Otras hazañas de estos supuestos hatha-yoguis son similares al ejemplo
que acabamos de dar a regañadientes, y desconocemos si llevan a cabo
algo que suponga un interés o beneficio mínimo para el hombre y la
mujer que buscan mantener un cuerpo natural, normal y sano. Estos
mendigos son parecidos a la clase de fanáticos en la India que asumen
el título de « yogui » y se niegan a bañarse por razones religiosas ; que se
sientan con un brazo en alto hasta que se les atrofia ; que dejan crecer
sus uñas hasta que les perforan la piel ; que conservan tal calma cuan-
do están sentados que las aves construyen nidos sobre su cabeza ; o que
realizan trucos ridículos para hacerse pasar por « hombres santos » ante
la multitud ignorante que, al darles para comer, considera que se está
ganando una futura recompensa por sus acciones. Estos personajes son,
o bien farsantes enormes, o bien fanáticos que se engañan a sí mismos,
y son semejantes a ciertas clases de mendigos de las grandes ciudades
de Europa y América que exhiben sus autolesiones y deformaciones
falsas para sacar algunos céntimos a los transeúntes, quienes giran la
cabeza y lanzan las monedas para que aquel ser desaparezca de su vista.
Estos personajes de los que acabamos de hablar son mirados con lás-
tima por los yoguis de verdad, quienes consideran el Hatha-Yoga como
una rama importante de su filosofía, pues proporciona al ser humano un
cuerpo sano, un instrumento adecuado con el que trabajar, un templo
apropiado para el Espíritu.
En este libro procuraremos mostrar los principios subyacentes del
Hatha-Yoga de una forma simple y concisa : enseñando al yogui el
plan de la vida física. También intentaremos daros la razón de cada
plan. Pensamos que será necesario explicar primero en términos de la
Fisiología Occidental las numerosas funciones del cuerpo, y después se-
ñalar los métodos y planes de la Naturaleza que uno debería seguir tanto
como le sea posible. No se trata de un « libro de doctores » : no contiene
nada sobre Medicina, y casi nada sobre la cura de enfermedades, salvo en
los pasajes donde indicamos lo que se debería hacer para regresar a un
estado natural. Su tónica es el ser humano sano, y su principal propósito
es ayudar a las personas a adaptarse al estándar de ser humano normal.
Pero creemos que aquello que ayuda a una persona a tener buena salud
hará que una persona poco sana también la tenga, si lo pone en práctica.
El Hatha-Yoga predica una manera de vivir la vida de forma saludable,
natural y normal, que, si se sigue, beneficiará a cualquier persona. Se
mantiene próximo a la Naturaleza y aboga por el retorno a los métodos
naturales, en oposición a aquellos que han aparecido a nuestro alrededor
como consecuencia de nuestra forma artificial de vivir.
Este libro es sencillo —muy sencillo—, de hecho, tan sencillo que es
probable que muchos lo dejen de lado porque no contiene nada nuevo
o inesperado. Quizás esperaban encontrar un magnífico recital sobre los
media por enfermedad sería tan escasa como la muerte por accidente.
Dentro de cada cuerpo físico existe una cierta fuerza vital que nos
ayuda constantemente en todo lo que puede, a pesar de nuestra teme-
raria violación de los principios cardinales de una vida correcta. Gran
parte de lo que llamamos enfermedad no es sino una acción defensiva
de esta fuerza vital, un efecto reparador ; no es un proceso de decaden-
cia, sino un proceso de ascensión por parte del organismo viviente. El
proceso no es normal porque las condiciones no son normales, y todo
el esfuerzo de recuperación de la fuerza vital es ejercido para restaurar
las condiciones normales.
El primer gran principio de la Fuerza Vital es la autopreservación.
Dondequiera que exista la vida, este principio es manifiesto. Bajo su
acción, el hombre y la mujer se atraen, el embrión y el niño reciben
alimento, la madre soporta heroicamente los dolores de la materni-
dad, los padres se sienten obligados a cobijar y proteger a su prole de
los mayores peligros… ¿Por qué? Porque en ello consiste el instinto de
preservación de la raza.
Pero el instinto de preservación de la vida individual es igual de po-
deroso. « Todo lo que una persona ha lo entregará por su vida », dice
el escritor, y mientras que esto no es estrictamente cierto en el ser hu-
mano desarrollado, lo es suficientemente para ilustrar el principio de
la autopreservación. Este instinto no procede del Intelecto, sino que se
encuentra presente en los cimientos físicos del ser. El intelecto es con
frecuencia superado por este instinto. Este último hace que las piernas
de una persona « pongan pies en polvorosa » aun cuando ha decidido
mantenerse en una situación peligrosa ; provoca que un náufrago viole
algunos de los principios de la civilización al asesinar y devorar a un
compañero y beber su sangre ; ha convertido en bestias salvajes a los
seres humanos en el terrible « Agujero Negro », e impone su suprema-
cía en condiciones múltiples y variadas. Siempre está trabajando por la
vida (más vida), por la salud (más salud). En ocasiones hace que enfer-
memos para fortalecernos : provoca la enfermedad para deshacerse de
la materia pestilente que nuestra falta de cuidado y nuestra locura han
dejado penetrar en el sistema.