Cluster Cataluña
Cluster Cataluña
Cluster Cataluña
Clusters y competitividad:
el caso de Cataluña (1993-2010)
la Generalitat de Cataluña. Es licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona y técnico
superior de Administración de la Generalitat de Cataluña.
Ha publicado numerosos artículos sobre análisis de coyuntura, economía industrial y política de clusters
en revistas especializadas, y es autor o coautor, entre otros, de los siguientes libros: Estructura industrial
de Catalunya (1987), Les infraestructures de transport a Catalunya (1992), Canvi estratègic i clústers a Catalunya
(1997), Les multinacionals industrials catalanes (1998 y 2001), Les empreses gasela a Catalunya (1999), Mapa dels
sistemes productius locals industrials a Catalunya (2005), Directius catalans al món: 30 experiències (2007) y Les
empreses d’alt creixement i les gaseles a Catalunya (2010). Joan Miquel Hernández Gascón
Es miembro titular del Consejo de Política Industrial de Cataluña y del Centro de Economía Industrial. Forma
parte del Grupo de Coyuntura del Colegio de Economistas de Cataluña y del consejo de redacción de Alberto Pezzi
diversas publicaciones económicas.
Antoni Soy i Casals
Alberto Pezzi (Faenza, 1966) es gerente de la Unidad de Análisis Competitivo del Observatorio de
Prospectiva Industrial del Departamento de Innovación, Universidades y Empresa de la Generalitat de
Con la colaboración especial de:
Antoni Soy i Casals (Ripoll, 1950) es secretario de Industria y Empresa del Gobierno de Cataluña. Doctor
en Economía por la Universidad de Barcelona, donde es profesor de Economía Aplicada, y Executive Master
en Administración Pública por ESADE.
Ha sido alcalde de Argentona, vicepresidente del Consejo Comarcal del Maresme; consejero nacional y
vicepresidente de la Federación de Municipios de Cataluña (FMC); consejero en la Asamblea General de
Caixa de Catalunya y miembro de la Comisión de Control de esta entidad, y miembro del Consejo Asesor
del Instituto Catalán de Finanzas en representación del Parlamento de Cataluña.
Ha ejercido también de asesor y consultor de diversas Administraciones públicas, principalmente en los
siguientes campos: desarrollo y política regional y territorial; industria y servicios a las empresas; política
industrial y empresarial; evaluación de políticas, programas y proyectos de desarrollo regional, local e
industrial; política y gestión en el ámbito público; gestión y liderato en administración pública. Es autor
de diversas publicaciones relacionadas con estas áreas de especialización. Ha colaborado con diversos
organismos internacionales.
Joan Miquel Hernández Gascón (Valencia, 1957) es jefe del Observatorio de Prospectiva Industrial de
Clusters y competitividad:
el caso de Cataluña (1993-2010)
la Generalitat de Cataluña. Es licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona y técnico
superior de Administración de la Generalitat de Cataluña.
Ha publicado numerosos artículos sobre análisis de coyuntura, economía industrial y política de clusters
en revistas especializadas, y es autor o coautor, entre otros, de los siguientes libros: Estructura industrial
de Catalunya (1987), Les infraestructures de transport a Catalunya (1992), Canvi estratègic i clústers a Catalunya
(1997), Les multinacionals industrials catalanes (1998 y 2001), Les empreses gasela a Catalunya (1999), Mapa dels
sistemes productius locals industrials a Catalunya (2005), Directius catalans al món: 30 experiències (2007) y Les
empreses d’alt creixement i les gaseles a Catalunya (2010). Joan Miquel Hernández Gascón
Es miembro titular del Consejo de Política Industrial de Cataluña y del Centro de Economía Industrial. Forma
parte del Grupo de Coyuntura del Colegio de Economistas de Cataluña y del consejo de redacción de Alberto Pezzi
diversas publicaciones económicas.
Antoni Soy i Casals
Alberto Pezzi (Faenza, 1966) es gerente de la Unidad de Análisis Competitivo del Observatorio de
Prospectiva Industrial del Departamento de Innovación, Universidades y Empresa de la Generalitat de
Con la colaboración especial de:
Antoni Soy i Casals (Ripoll, 1950) es secretario de Industria y Empresa del Gobierno de Cataluña. Doctor
en Economía por la Universidad de Barcelona, donde es profesor de Economía Aplicada, y Executive Master
en Administración Pública por ESADE.
Ha sido alcalde de Argentona, vicepresidente del Consejo Comarcal del Maresme; consejero nacional y
vicepresidente de la Federación de Municipios de Cataluña (FMC); consejero en la Asamblea General de
Caixa de Catalunya y miembro de la Comisión de Control de esta entidad, y miembro del Consejo Asesor
del Instituto Catalán de Finanzas en representación del Parlamento de Cataluña.
Ha ejercido también de asesor y consultor de diversas Administraciones públicas, principalmente en los
siguientes campos: desarrollo y política regional y territorial; industria y servicios a las empresas; política
industrial y empresarial; evaluación de políticas, programas y proyectos de desarrollo regional, local e
industrial; política y gestión en el ámbito público; gestión y liderato en administración pública. Es autor
de diversas publicaciones relacionadas con estas áreas de especialización. Ha colaborado con diversos
organismos internacionales.
Clusters y competitividad:
el caso de Cataluña (1993-2010)
BIBLIOTECA DE CATALUÑA - DATOS CIP:
Hernández Gascón, Joan Miquel
© Generalitat de Cataluña
Departamento de Innovación, Universidades y Empresa
Secretaría de Industria y Empresa
Observatorio de Prospectiva Industrial
Consejo de redacción:
Joan Miquel Hernández Gascón
Jordi Fontrodona Francolí
Emma Vendrell Tubert
Coordinación de la edición:
Neus Bassi i Farrés
http://www.gencat.cat/diue/ambits/empresa/opi
Diseño, maquetación e impresión:
www.cege.es
D. Leg.: B-46609-2010
Son muchísimas las personas, empresas y organizaciones que han participado en las ini-
ciativas de refuerzo de la competitividad en el ámbito de cluster que, impulsadas por la
Generalitat de Cataluña, se han llevado a cabo en nuestro país en los últimos dieciséis años.
A todas ellas nuestro agradecimiento.
Sin embargo, en estas líneas queremos destacar especialmente la satisfacción que ha su-
puesto para los autores de este libro poder contar con las contribuciones de tres de los
expertos más importantes del mundo en esta materia: los profesores Antoni Subirà, del Ins-
tituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE), Christian Ketels, de la Harvard Business
School, y Marco Bellandi, de la Universidad de Florencia. Antoni Subirà explica en su capí-
tulo su experiencia como introductor en Cataluña, durante su época como Consejero de
Industria, del concepto de cluster como instrumento para la mejora de la competitividad, y
Christian Ketels y Marco Bellandi se aproximan en sus capítulos al fenómeno desde las dos
escuelas académicas que más han estudiado las economías de aglomeración.
Emiliano Duch, de Competitiveness, y Lluís Ramis, de Cluster Development, nos han acom-
pañado durante muchos años como consultores especializados en el desarrollo de proyec-
tos de apoyo competitivo.
Jordi Fontrodona, jefe del Servicio de Estudios del Observatorio de Prospectiva Industrial,
realizó numerosas y valiosas sugerencias a lo largo del proceso de redacción y edición del
trabajo. Joan Martí, gerente del Departamento de Dinamización de Clusters de ACC1Ó, y
Emma Vendrell, gestora de proyectos internacionales del Observatorio de Prospectiva In-
dustrial, fueron de una ayuda imprescindible en la redacción de dos secciones del libro: la
iniciativa de refuerzo competitivo del sector de los grifos en el Baix Llobregat y la partici-
pación de la Secretaría de Industria y Empresa en proyectos europeos relacionados con la
política de clusters.
Índice de tablas 8
Índice de figuras 9
Resumen ejecutivo 11
1. Introducción: justificación y finalidad del trabajo 25
2. Un poco de teoría: Marshall, Becattini y Porter 29
3. El primer paso: las ventajas competitivas de Cataluña 35
4. La política de clusters de la Generalitat de Cataluña 43
4.1 Introducción 44
4.2 Primera etapa: 1993-2004 46
4.2.1 Planteamiento metodológico e iniciativas realizadas 46
4.2.2 Un caso: el microcluster de la piel gruesa de la Anoia 50
4.2.3 Algunas lecciones 58
4.3 Segunda etapa: 2004-2009 61
4.3.1 El mapa de los sistemas productivos locales industriales en Cataluña 61
4.3.2 Replanteamiento operativo 66
4.3.3 Un caso: los grifos sanitarios en el Baix Llobregat 73
5. Necesidad de cambios 83
5.1 Una reflexión crítica sobre la experiencia anterior 84
5.2 La nueva industria 90
5.3 El cambio de modelo industrial: el proyecto de branding & retail en el sector textil-moda 94
6. Una propuesta para una nueva política de clusters 103
7. Reflexión final 111
Anexo: clusters y competitividad: Florencia, Boston, Barcelona 115
A. Políticas industriales para la innovación y el desarrollo local en Italia. Marco Bellandi y
Annalisa Caloffi 117
B. Política de clusters: guía para el Estado del Debate. Christian Ketels 129
C. Los clusters: una herramienta estratégica. Antoni Subirà 152
ÍNDICE 7
Índice de tablas
Tabla 1. Los sistemas productivos locales en Cataluña 64
Tabla 2. Los sistemas productivos locales en Cataluña por sectores 65
Tabla 3. Peso de la industria en los SPL sobre el total de la industria catalana 66
Tabla 4. Tipología de proyectos de mejora competitiva con metodología cluster
implementados por la Secretaría de Industria y Empresa y ACC1Ó 72
ÍNDICE DE FIGURAS 9
Figura 29. Clusters del sector textil-confección y mapa de agentes 95
Figura 30. Cadena de valor clásica del sector textil-confección 96
Figura 31. Tendencias en la distribución textil 97
Figura 32. Mapa de agentes del cluster textil-moda 98
Figura 33. El cambio en la definición de los proyectos: del microcluster territorial
a la opción estratégica o el mercado final 106
Figura 34. Clusters potenciales de nueva generación 107
Figura 35. Iniciativas europeas en política de clusters 109
Figura 36. Esquema de trabajo y fases principales de desarrollo de una iniciativa de cluster
de “nueva generación” 109
Figura 37. Prosperidad regional y fortaleza de la cartera de clusters 131
Figura 38. Aparición de clusters 133
Figura 39. Política económica basada en clusters 137
Figura 40. Dos perspectivas sobre el desarrollo del cluster 139
Porter explicó que los clusters son concentraciones geográficas de compañías interconec-
tadas, proveedores especializados, empresas de servicios e instituciones asociadas y, en
este marco conceptual, desarrolló una metodología de análisis competitivo que atribuye
una gran importancia a las condiciones socioeconómicas del ámbito geográfico donde
las empresas toman sus decisiones estratégicas. Su trabajo es muy importante porque ha
permitido entender la competitividad de una forma diferente. Porter subrayó que las au-
ténticas protagonistas de la competitividad de una economía son las empresas, que son
las que deben adoptar las estrategias más adecuadas para afrontar sus desafíos; pero añadió
que las empresas conforman sectores productivos interrelacionados y trabajan en un en-
torno físico, social, económico y político que condiciona sus actuaciones.
Dentro de este marco conceptual, Cataluña fue una de las primeras regiones del mundo
que utilizó una metodología que pretende fortalecer la competitividad de un territorio me-
diante la mejora de la estrategia de las empresas y del entorno en el que trabajan. Su viaje
se inició en el año 1992 con la publicación del trabajo Els avantatges competitius de Cata-
lunya, en el que, por primera vez, se configuraba el entramado de la economía catalana al-
rededor de ocho clusters significativos, tanto por su peso en la creación de riqueza del país
como por su potencial de crecimiento: manufacturas de diseño (textil, muebles, joyería,
etc.), sistemas industriales (automoción, componentes, electrodomésticos, etc.), turismo,
gran consumo (alimentación, detergentes, etc.), salud (hospitales, farmacia, etc.), quími-
ca básica, conocimiento (educación, edición, etc.) y finanzas. Este estudio proporcionó un
diagnóstico competitivo de todos estos clusters y estableció unas áreas prioritarias para el
refuerzo competitivo de cada uno de ellos. Pero, sobre todo, abrió la puerta a una línea de
El modelo que se proponía consideraba que la política industrial habitual en aquellos mo-
mentos destinaba una gran cantidad de recursos a programas de promoción de la calidad,
la productividad, la innovación, la exportación, la informatización o el diseño y lograba me-
joras en la eficiencia operativa de las empresas, pero no las ayudaba –especialmente a las
pymes– a replantear sus opciones estratégicas de cara a enfrentarse adecuadamente a los
desafíos del futuro. Por ello, la política de refuerzo de la competitividad que se inicia en
1993 quería complementar la política industrial tradicional con herramientas que permitie-
ran identificar los retos estratégicos de futuro de las empresas y también diseñar acciones
específicas para mejorar sus capacidades y habilidades, y quería implantar una filosofía y un
proceso de cambio estratégico en aquellos sectores en los que las condiciones de cambio
de entorno, de mercado o de tecnología lo requerían.
La introducción del concepto de estrategia como elemento fundamental para el refuerzo com-
petitivo es la idea clave de la política de clusters que se inicia en 1993, la cual desarrolla una
metodología específica para la generación de procesos reales de cambio estratégico. Esta me-
todología, que en su momento fue muy innovadora, descansaba en un triple desplazamiento:
del sector al segmento estratégico, del cluster al microcluster y del análisis al cambio estratégico.
RESUMEN EJECUTIVO 13
en un ámbito geográfico determinado, no necesariamente extenso, lo que significaba, por
ejemplo, dejar de hablar del textil en Cataluña para hacerlo del género de punto en el Ma-
resme, de la tejeduría en el Vallès o de la confección en Barcelona.
Finalmente, y seguramente esto es lo más importante, este enfoque conducía a las em-
presas a asumir responsabilidades concretas a través de su participación en el proceso. El
énfasis se centraba en la generación de procesos de cambio estratégico en un microcluster
y para lograrlo generaba una dinámica de trabajo que se servía de la celebración de entre-
vistas individuales, de la creación de grupos de trabajo, de la organización de seminarios y
de la realización de viajes con empresarios.
Este modo de trabajar hacía pasar a los agentes del microcluster por tres etapas secuencia-
les. La primera establecía los principales retos del microcluster definiendo su problemática
según los puntos de vista de sus agentes. La segunda unía a los agentes del microcluster
en una labor común: la propuesta conjunta de una visión de futuro. La tercera, por último,
y sobre la base del trabajo anterior, definía las líneas de actuación que debían reforzar la
competitividad del microcluster.
En el marco de esta filosofía, entre 1993 y 2004 se impulsaron en Cataluña más de una vein-
tena de acciones específicas de refuerzo de la competitividad en el ámbito de microcluster,
que se desarrollaron en el marco de una política industrial poco intervencionista, que re-
comendaba estrategias decididas por las propias empresas y que ofrecía un apoyo que iba
más orientado a las oportunidades que a los problemas.
OSONA
Juguetes de madera
LLEIDA
Maquinaria agrícola LA BISBAL
Materiales construcción Cerámica
GIRONA
ANOIA Cárnicos
Piel gruesa Tecnología cárnica LLORET
Género de punto Turisme
MARESME
VALLÈS Género de punto
Electrónica de consumo
Electrónica profesional BARCELONA
Tecnología textil Confección
Plástico en automoción Joyería
Ferrocarril Edición
Aeroespacial Motocicletas
Audiovisual
Farmacia
MONTSIÀ
Mueble doméstico
En el año 2004, después de diez años de experiencia, se tomó una decisión que abrió la
puerta a la segunda fase de la política de iniciativas de refuerzo de la competitividad en
Cataluña: la elaboración de un mapa de los sistemas productivos locales industriales exis-
tentes en el país, un trabajo en el que se siguieron las indicaciones de la Unión Europea, que
consideraba que la cartografía de clusters era un elemento clave en la definición y puesta
en marcha de la política de clusters y animaba a los diferentes países miembros a realizar
estudios con este objetivo.
El mapa constató que en Cataluña había 42 sistemas productivos locales industriales con-
formados por 9.000 establecimientos industriales, que daban trabajo a unas 235.000 per-
sonas y generaban un volumen de negocio superior a los 45.000 millones de euros. Estas
RESUMEN EJECUTIVO 15
magnitudes representaban un 26% de los establecimientos, un 36% de la ocupación y un
39% del volumen de negocio de la industria catalana, demostrando así su carácter signifi-
cativamente clusterizado.
Tejidos estrechos
Hilatura y tejeduría de algodón
Industrias de la madera
Hilatura de algodón de recuperación
Carne de cerdo
Cerámica decorativa
Maquinaria para
las industrias
de la alimentación
Corcho
Maquinaria
agrícola Aguas minerales
Carrocerías
Piel gruesa
Piel fina
Género
de punto Véase ampliación
Número de establecimientos
Hasta 50
Vinos y cavas 50-100
Química básica Más de 100
Aceite de oliva
Trabajadores
Hasta 1.000
Mueble doméstico 1.000-3.000
Más de 3.000
Lámparas y Motocicletas
aparatos de iluminación
Maquinaria de
Productos de manipulación y
materias plásticas elevación
Fabricación Productos
de papel y cartón farmacéuticos
Confección
Automoción
Fuente: Hernández, J. M. et al. (2005): Mapa de los sistemas productivos locales industriales en Cataluña.
Como rápidamente se constató que la fase de análisis necesitaba tener continuidad con la
puesta en marcha de iniciativas de refuerzo competitivo, se inició una colaboración muy
estrecha con un departamento dedicado al desarrollo empresarial que se creó en el Cen-
tro de Innovación y Desarrollo Empresarial (CIDEM), la agencia de apoyo a la innovación
que dependía del departamento de Gobierno competente en materia de industria1. Esta
unidad pasó a ser la encargada de implementar acciones de refuerzo de la competitividad
que hacían hincapié en estimular y favorecer el cambio estratégico y que tenían que estar
alineadas con los diagnósticos que previamente realizaba el Observatorio de Prospectiva
Industrial.
1 El Centro de Innovación y Desarrollo Empresarial (CIDEM) se ha fusionado con el Consorcio de Promoción Comercial de Cataluña
(COPCA) para crear la nueva agencia dedicada a la promoción de la competitividad de la industria catalana (ACC1Ó) (www.acc10.cat). A
su vez, el Departamento de Desarrollo Empresarial del CIDEM fue el embrión de la posterior Área de Dinamización de Clusters de ACC1Ó.
RESUMEN EJECUTIVO 17
Esta colaboración entre el Observatorio de Prospectiva Industrial de la Secretaría de Indus-
tria y Empresa y el Departamento de Desarrollo Empresarial del CIDEM, primero, y el Área
de Dinamización de Clusters de ACC1Ó, más adelante, permitió, por tanto, iniciar un nuevo
esquema de política de clusters que tenía dos fases estrictamente conectadas y que combi-
naba el análisis y la ejecución posterior de iniciativas de refuerzo competitivo.
Figura 14. Esquema de trabajo de las iniciativas de refuerzo competitivo en el ámbito de cluster entre la Secretaría de Industria
y Empresa y ACC1Ó
Informe de
Diagnóstico del cluster diagnóstico Implementación y
Seguimiento y
follow-up:
Networking:
• Definición del negocio
• Análisis competitivo • Cambio estratégico
• Jornadas
• Identificación ámbitos de Presentación a las • Innovación
• Talleres
mejora competitiva empresas y a otros • Internacionalización
• etc.
agentes del cluster • Formación ad hoc
OBSERVATORIO DE PROSPECTIVA
INDUSTRIAL (SIE) Socios locales
ÁREA DE DINAMIZACIÓN DE (red PIC)
CLUSTERS (ACC1Ó)
Una de las novedades más importantes que se introdujeron en la segunda fase de la po-
lítica de clusters de la Generalitat de Cataluña fue la utilización de un nuevo instrumento
pensado y diseñado expresamente para apoyar a proyectos transformadores derivados
de iniciativas de refuerzo competitivo. El programa de Nuevas Oportunidades de Negocio
(NON) apareció en 2004 como herramienta operativa para facilitar el cambio estratégico de
las pequeñas y medianas empresas con la cofinanciación de la elaboración de un
plan de negocio y, posteriormente, con el apoyo financiero en la adaptación de la estructura
de la empresa a los requerimientos del nuevo modelo de negocio que se quería desarrollar.
Esta ayuda al cambio estructural se puede conceder a operaciones de formación, asesora-
miento externo específico, actividades de investigación y desarrollo, inversión en algunos
activos fijos, etc2.
Finalmente, durante esta segunda etapa también se inició una progresiva diversificación de
las iniciativas de refuerzo de la competitividad que se ponían en marcha.
Un primer cambio consistió en empezar a trabajar con colectivos de empresas que no for-
maban parte de un cluster según la definición clásica, ya que ni eran del mismo sector ni
estaban ubicadas en un mismo entorno geográfico. Así, de acuerdo con este nuevo enfo-
2 El programa NON permite financiar hasta el 75% de los gastos de elaboración del plan de negocio, con un máximo de 60.000 euros por
empresa, y hasta 100.000 euros, también por empresa, para gastos de adaptación estructural. (www.acc10.cat)
Tabla 4. Tipología de proyectos de mejora competitiva con metodología cluster implementados por la Secretaría de Industria y
Empresa y ACC1Ó
Tipo de proyecto Ejemplo Scope geográfico Objetivos
Iniciativas de refuerzo competitivo en Grifería sanitaria en el Baix Llobregat Una o varias comarcas Análisis y refuerzo competitivo del cluster
el ámbito de cluster mediante el cambio estratégico y de otras
áreas de mejora competitiva
Plan de innovación y desarrollo local Plan de innovación de la comarca Ciudad o comarca Análisis del potencial de innovación y
de Osona crecimiento de territorio y diseño de
Plan de innovación de Manresa iniciativas para su desarrollo
Fuente: Observatorio de Prospectiva Industrial.
RESUMEN EJECUTIVO 19
Figura 16. Principales iniciativas de refuerzo de la competitividad realizadas en Cataluña en el marco de la política de clusters
de la Generalitat a partir del año 2004
En este marco, el primer gran cambio gira alrededor de la definición de los proyectos, ya
que desde el año 2009 el criterio de selección es la opción estratégica o el mercado final
y, además, se amplía el alcance geográfico a todo el Principado. Este cambio implica, por
poner un ejemplo, transitar de iniciativas como la relacionada con las empresas de género
de punto en la comarca del Maresme a iniciativas relacionadas con las empresas del sector
textil-confección que ponen el acento en la marca y la distribución –branding & retail– en
Cataluña (criterio de opción estratégica) o, por poner otro ejemplo, iniciar proyectos de
dinamización competitiva para las empresas que trabajan produciendo bienes o servicios
para los niños, desde productos alimenticios, editoriales o cosméticos hasta juguetes o
accesorios de puericultura pasando por outputs audiovisuales (criterio de mercado final)
(véase la figura 33).
RESUMEN EJECUTIVO 21
Figura 33. El cambio en la definición de los proyectos: del microcluster territorial a la opción estratégica o el mercado final
Confección
Barcelona
Mueble
Textil
La Garriga
Vallès Occidental
Iluminación
Barcelona
Grifos y válvulas
Baix Llobregat
Mueble
La Sénia
El trabajo realizado hasta el 2009 había puesto de manifiesto la conveniencia de que la Secretaría
de Industria y Empresa –como órgano planificador– y ACC1Ó –como órgano ejecutor– trabaja-
ran juntos en la política de clusters impulsada por la Administración industrial de la Generalitat.
A pesar de que su labor conjunta se había mostrado útil, el modelo continuaba siendo débil
por su dificultad para trasladar la gestión de las iniciativas al mundo empresarial y garantizar
su continuidad, y también por la no existencia de un instrumento que, eventualmente, pudiera
participar financieramente en los proyectos estratégicos que pudieran surgir de las iniciativas.
Figura 36. Esquema de trabajo y principales fases de desarrollo de una iniciativa de cluster de “nueva generación”
CIDEM COPCA
Presentación
diagnóstico Iniciativas de tipo soft:
a las empresas •Taller (innovación, estrategia, etc.)
• Formación directa ad hoc
• Cambio estratégico (NON)
• Otras
Institucionalización
Contratación de la iniciativa
cluster manager
Coordinación de todo
el proyecto:
• Planificación de proyectos
FASE DE DIAGNÓSTICO FASE FUNDACIONAL • Coordinación entre los diferentes clusters
• Selección y formación cluster managers
• Participación en redes internacionales de clusters
• etc.
RESUMEN EJECUTIVO 23
Cataluña fue pionera en la utilización de una metodología dirigida a mejorar la eficiencia
competitiva a través del replanteamiento estratégico de las empresas y su continua adap-
tación a los desafíos del mercado global. El modelo tiene limitaciones, sin duda, y el camino
a recorrer todavía es muy largo, particularmente en ámbitos como el trabajo en red, la co-
operación transnacional o la evaluación de resultados. Sin embargo, el balance global del
proceso que empezó en un ya lejano 1993 es positivo.
Introducción: justificación y
finalidad del trabajo
La política de clusters, entendida como aquel conjunto de iniciativas de política industrial
y empresarial orientadas a mejorar la eficiencia competitiva de un conjunto de empresas a
través de su replanteamiento estratégico y la continua adaptación a los retos del mercado
global, se empezó a desarrollar por el Gobierno de Cataluña en el año 1993.
Poco antes, en 1990, Michael Porter había publicado The Competitive Advantage of Nations,
el libro que abrió la puerta a la utilización de los clusters como herramienta de política pú-
blica para el refuerzo de la competitividad.
Cataluña fue, por tanto, una de las primeras regiones del mundo en utilizar una metodolo-
gía que pretendía fortalecer la competitividad de un territorio mediante la mejora estraté-
gica de las empresas y del entorno en el que trabajan, y este esfuerzo fue reconocido por el
mismo Michael Porter en su obra On Competition (1998).
Pero han pasado muchos años y muchas cosas desde 1993. Por eso, cuando la política de
clusters ha ganado un protagonismo indiscutible en todo el mundo, cuando el European
Cluster Observatory dice que actualmente hay en marcha en todo el mundo más de 2.000
iniciativas de refuerzo de la competitividad basadas en la utilización de esta herramien-
ta de política industrial y empresarial, cuando la Comisión Europea está definiendo las di-
rectrices básicas de una política de clusters en el ámbito de la Unión Europea (European
Commission, 2009), parece razonable reflexionar sobre nuestra experiencia y plantear los
retos y las oportunidades de cara al futuro. Hay que reorientar las políticas de clusters con
un perspectiva más amplia centrada en el crecimiento de la productividad y las interrelacio-
nes internacionales, dada la progresiva fragmentación internacional de la cadena de valor
y el papel de creciente importancia de la mejora de la productividad en un contexto en el
que las actividades industriales (manufactura y servicios a la producción) son centrales para
el crecimiento económico y la competitividad (Ghemawat, P., Vives, X., 2009).
Esto es lo que se pretende en este libro en el caso de Cataluña, teniendo en cuenta el con-
texto mencionado. El libro, básicamente, repasa la política de clusters que ha desarrollado
el Gobierno de Cataluña, examina críticamente sus resultados y ofrece un marco de refe-
rencia para su futuro. Así, en el capítulo 2 se hacen unas breves referencias al contexto teó-
rico de los clusters y su política en la economía y otras ciencias sociales. El capítulo 3 explica
los primeros pasos de la política de clusters en Cataluña a partir de la aparición de la obra
de Porter en 1990, mientras que en el capítulo 4 se hace un repaso histórico exhaustivo de
esta política diferenciando dos periodos básicos –1993-2004 y 2004-2009– y explicando
Un poco de teoría:
Marshall, Becattini y Porter
El concepto de cluster es una de las posibles descripciones modernas de un fenómeno
largamente observado, al menos en los últimos 125 años, sobre la concentración territorial
de las actividades económicas, concentración territorial que se cree, de forma muy genera-
lizada, que es un factor importante para el desarrollo económico, el desarrollo territorial, la
innovación y la competitividad.
Está ampliamente aceptado que hay diversos tipos de actividades económicas que tienden
a concentrarse en determinadas localizaciones. Estas concentraciones han recibido dife-
rentes nombres: distritos industriales, polos de crecimiento, clusters, sistemas productivos
locales, milieux innovateurs, sistemas de innovación, etc. En todo caso, también parece to-
talmente aceptado que las raíces de las explicaciones sobre estas concentraciones se en-
cuentran en los estudios de Alfred Marshall sobre los distritos industriales en la Inglaterra
de finales del siglo XIX. Más recientemente, a finales de los años setenta y principios de los
ochenta del siglo pasado, los estudios de Giacomo Becattini y sus discípulos sobre los dis-
tritos industriales en la Terza Italia (Becattini, 1986) hicieron revivir los antes mencionados
estudios de Alfred Marshall. Finalmente, ya en los años noventa del siglo XX, los estudios
de Michael Porter y sus discípulos sobre los clusters (Porter, 1990; Porter, 1998) desperta-
ron, desde otra perspectiva, el interés por la concentración de las actividades económicas
en determinadas localizaciones. Marshall, Becattini y Porter son, por tanto, los principales
puntos de referencia cuando se habla de clusters. Pero hay algunos otros autores que como
mínimo hay que mencionar.
Nadie discute que fue Alfred Marshall quien primero habló y analizó a fondo los distritos
industriales, en la Inglaterra del siglo XIX. Identificó tres razones fundamentales por las que
la concentración de un grupo de firmas de una determinada industria en un territorio de-
terminado –economías externas, o beneficios productivos que no pueden ser aprovecha-
dos por las firmas individuales que los crean o contribuyen a crearlos– haría que fuesen
más productivas que si estuvieran separadas y dispersas en el territorio. Primero, para las
empresas esta concentración atrae, desarrolla y se beneficia de un mercado de trabajo con
un pool de trabajadores con un conjunto de competencias y habilidades comunes; al mis-
mo tiempo, la presencia de muchos posibles patrones que quieren gente con estas compe-
tencias y habilidades especializadas minimiza los riesgos económicos de los trabajadores
individuales. Segundo, esta concentración de firmas similares crea un buen mercado para
los ofertantes y les ofrece la escala o el umbral necesarios para que aumenten y especialicen
su experiencia, lo que, a su vez, actúa como una ventaja productiva para sus compradores o
clientes. Tercero, en un distrito industrial las ideas y las innovaciones se mueven fácilmente
de firma en firma como si los conocimientos estuvieran “en el aire” (Knowledge Spillovers).
A partir de 1990, sin embargo, algunos economistas (entre los que cabe destacar a Paul
Krugman) empiezan a utilizar sofisticados modelos matemáticos para estudiar porque las
firmas se localizan en aglomeraciones geográficas. Son los modelos de la New Economic
Geography que quieren estudiar las decisiones de localización de las firmas que se encuen-
tran con disminuciones de los costes de transporte de sus productos debidas a los incre-
mentos de la escala de la producción y/o a la competencia monopolística, que permite una
diferenciación de los productos que no se debe a los precios. Estos modelos nos muestran
(aunque no nos dan, en general, una única solución determinista) que las aglomeraciones
territoriales de las empresas son más probables: si existen economías de escala crecientes
e importantes, si las firmas tienen poder para establecer los precios, si los costes de trans-
porte son bajos y si hay movilidad geográfica de compradores, vendedores y trabajadores.
Por otro lado, otros científicos sociales –geógrafos, sociólogos, politólogos, urbanistas,
gente que se dedica a la planificación territorial, y también algunos economistas– se han
aproximado al estudio de la localización de las firmas desde una perspectiva más social e
institucional que “economicista”. Es decir, han puesto el acento en los efectos de las fuerzas
sociales –las costumbres y la cultura, el cambio tecnológico y la innovación, las competen-
cias y habilidades del capital humano, las organizaciones e instituciones, las redes sociales,
por ejemplo– y en sus interrelaciones que no pueden ser reducidas a decisiones indivi-
duales en el mercado.
En el mundo anglosajón, por ejemplo, a mediados de los años ochenta del siglo pasado,
Michel Piore y Charles Sabel nos hablaban –a partir fundamentalmente de la experiencia de
la Terza Italia, hay que decirlo todo– de un Second Industrial Divide. Su argumento era que
había una progresiva saturación de los mercados masivos de los productos relativamente
estandarizados y que esto llevaba a cambios en la demanda hacia una mayor preferencia
por la variedad y la calidad de los productos. Estos cambios en la demanda, conjuntamen-
te con los cambios tecnológicos –maquinaria más flexible y más computarizada– posibi-
litaban el desarrollo de pequeñas y medianas empresas orientadas hacia productos más
personalizados, que ocupaban una fuerza de trabajo más cualificada, con competencias y
habilidades más elevadas, que eran muy flexibles y, por lo tanto, capaces de competir con
ventaja con las empresas más grandes pero menos flexibles. Por otra parte, otros autores
han estudiado diferentes casos concretos de procesos de aglomeración de firmas en el ter-
ritorio: Silicon Valley en comparación con la Route 128 en Boston (Saxenian); la California
del Sur (Scott y Storper), etc.
Aunque hay diferentes escuelas de pensamiento que dan importancia a diversos factores
como determinantes del funcionamiento y el crecimiento de los clusters, parece ser que hay
un cierto consenso en el hecho de que el concepto de clusters tiene, en general, tres dimen-
siones importantes. En primer lugar, los clusters son concentraciones geográficas de firmas
especializadas, competencias y habilidades avanzadas de la mano de obra e instituciones
de apoyo que dan lugar a flujos de conocimientos y a efectos de aglomeración en forma de
economías de escala y de diversificación. En segundo lugar, los clusters proveen un conjunto
de servicios especializados y personalizados a un grupo específico de firmas que suponen
unas ventajas competitivas: infraestructuras avanzadas y especializadas, servicios específicos
de apoyo a las empresas, formación a los trabajadores; los clusters facilitan simultáneamente
una intensa competencia y una estrecha cooperación entre las firmas que formen parte de los
mismos, lo que algunas veces se ha denominado co-opetition. En tercer lugar, los clusters es-
tán caracterizados por un conjunto de actores institucionales y sociales –universidades, em-
presas, administraciones públicas, por ejemplo– que están profundamente interrelacionados
y que cooperan e interactúan intensamente. Todo ello supone muchos contactos formales e
informales, intercambios de información, know-how y experiencia técnica en el interior de los
clusters que, a su vez, implican el desarrollo de nuevas ideas, diseños, productos, servicios,
etc., que permiten mejorar la innovación de las empresas.
Algunos geógrafos económicos, como Ron Martin y Peter Sunley, han criticado muy du-
ramente el concepto y la política de clusters propuestos por Porter. Consideran que el
Para Becattini, el acento del análisis del distrito recae en el concepto de“sociedad local”y no,
como tienden a hacer los estudiosos de los clusters industriales, sobre el“sistema localizado
de empresas” de un mismo sector o de sectores interrelacionados. Para él, este sistema solo
es una parte del tejido productivo de una sociedad local que ha de tener también infraes-
tructuras públicas y sobre todo un auténtico “capital social local” (conocimientos produc-
tivos, mecanismos para incrementarlos, un sentido de pertenencia al distrito que permite
la cohesión social y un estilo de vida determinado). Como ha señalado Fabio Sforzi –uno
de los discípulos de Becattini–, la clave radica en el hecho de que “el distrito codificado por
Becattini y la escuela italiana es, sobre todo, una ‘comunidad local’, el medio sociocultural e
institucional en el que operan las empresas individuales y que constituye la condición de la
vida de estas empresas” (Sforzi, 2008).
Para Becattini, en el caso del distrito, se parte de una sociedad local o comunidad producti-
va especializada y se trata de ver cómo se puede desarrollar y reproducir como un sistema
global, económico y social. En el caso de los clusters, la principal preocupación son las con-
diciones estrictamente económicas del funcionamiento del “sistema de empresas” y la so-
ciedad local o comunidad donde se localizan está simplemente al servicio del mencionado
“sistema de empresas”. Con las palabras del propio Becattini: “El distrito industrial nace
como una sociedad local que se especializa en un cierto tipo de producto; el cluster
nace como una aglomeración territorial de empresas que se dedican a una cierta produc-
ción.” En ambos casos hay una mezcla de competencia y cooperación entre las empresas,
pero la cooperación es mayor cuando el sistema de las empresas está inmerso en la socie-
dad local, que es el caso del distrito industrial, que cuando aquel sistema solo es el huésped
de esta sociedad local, que es el caso del cluster (Becattini, 2009).
Becattini insiste en que prefiere el concepto de distrito industrial al del cluster porque, se-
gún él, el primero considera la vida del hombre en su totalidad, mientras que el segundo
considera el hombre principalmente como agente económico; y esto concuerda con su
concepción de la economía como economía política en el sentido de Marshall, quien consi-
deraba que esta política era “por un lado, el estudio de la riqueza, pero por otro lado, y más
importante, era una parte del estudio del hombre”. Sin embargo, en el año 2006 Becattini
Luciana Lazzeretti apunta en un interesante artículo, desde una perspectiva entre la eco-
nomía industrial y la gestión estratégica, una de las diferencias esenciales entre distritos
y clusters: mientras que estos últimos tienen una lógica básicamente economicista vincu-
lada a la búsqueda de los beneficios derivados de las ventajas competitivas, los distritos
instan a competir a las sociedades locales o comunidades locales en su conjunto en la pers-
pectiva del “capitalismo de rostro humano” de Becattini. Así, mientras que en el distrito se
busca un modelo de desarrollo para conseguir el bienestar económico y el bienestar social
simultáneamente, en el cluster la principal cuestión es la competitividad aunque también
esté vinculada a factores sociales. Para Becattini, lo más importante es centrarse en un pro-
ceso social-productivo culturalmente definido, más que en un proceso productivo tecno-
lógicamente definido; en cambio, Porter subraya que el concepto de sector es inadecuado
para afrontar el análisis de la competitividad.
Muy recientemente, en un libro editado por Becattini y otros, Michael E. Porter y Christian
Ketels han hablado de las raíces comunes pero de las diferentes perspectivas de distritos y
clusters. Según ellos, los distritos profundizan más en el análisis de los mecanismos de fun-
cionamiento de un tipo particular, aunque importante, de economías de aglomeración. En
cambio, los clusters son un concepto más amplio y más general. Reconocen que el enfoque
de los clusters puede beneficiarse de los análisis profundos sobre los aspectos instituciona-
les y culturales que hay en la tradición de los estudios sobre los distritos industriales.
Sin embargo, aunque el concepto se popularizó a raíz de la obra de Porter, los clusters
son realidades existentes en el territorio que aparecen por razones a menudo históricas
y se desarrollan de la mano de la propia evolución económica en contextos de fuerte ri-
validad, pero también de cooperación, porque estimulan el conocimiento contextual que
hay en todos los procesos productivos, facilitan la presencia de proveedores, proporcionan
un mejor acceso al personal especializado que necesitan las empresas, favorecen la rápida
circulación de información por la proximidad de los competidores o permiten captar mejor
las oportunidades de negocio y las necesidades de los clientes.
Pero, más que por el éxito logrado por la palabra cluster, el trabajo de Porter es importante
porque ha permitido entender la competitividad de una manera diferente. Porter subrayó
que las auténticas protagonistas de la competitividad de una economía son las empresas,
Después de repasar toda una serie de indicadores económicos que situaban Cataluña en
una posición líder en el conjunto de España, pero intermedia con relación a los países más
avanzados de Europa, el trabajo explicitaba que el tratamiento estadísticamente sectorial
que hasta aquel momento era el habitual en los estudios sobre la posición competitiva de
una economía no permitía tener en cuenta todos los factores que determinan la competiti-
vidad, diagnosticaba los problemas superficialmente y dificultaba pasar de la identificación
de los problemas a las recomendaciones y de estas a las acciones, por lo que optaba por
analizar los diferentes sectores de la economía catalana en una doble dimensión: en seg-
mentos estratégicos y en microclusters.
A su vez, como las empresas entran en competencia en segmentos estratégicos y sus com-
pañías relacionadas y de apoyo, así como las infraestructuras que les ofrecen servicio, se
sitúan cerca de las mismas, el trabajo denominaba “microclusters” a este conjunto de firmas
ubicadas en áreas geográficamente cercanas, que son las que recomendaba utilizar como
referencia espacial para analizar las fuentes de ventaja competitiva. Desde este punto de
vista, y utilizando el mismo ejemplo que antes, el sector estadístico del papel y cartón en
Cataluña se puede desagregar en los microclusters de impresión y escritura de Girona, de
cartón para embalar del Alt Penedès y de la Anoia, de cartoncillo de Barcelona y de tisú del
Alt Camp.
Figura 1. El “Diamante” como herramienta de análisis: ejemplo del microcluster del cartoncillo en Barcelona
Estructura,
estrategia
y rivalidad
• Dos productores
dominantes con la escala
necesaria que
pertenecen a grandes
grupos europeos
(Tampella y Prat Cartón)
• Las seis restantes son
empresas familiares sin
tecnología punta
Industrias
relacionadas
y de apoyo
Según los autores del trabajo, los clusters de “manufacturas de diseño”, “sistemas industri-
ales”, “turismo”, “gran consumo” y “salud” actuaban en aquel momento como núcleos clave
de empuje de la economía, los tres primeros competiendo en el ámbito internacional para
vender sus productos en un mercado cada vez más abierto, y los otros dos competiendo
principalmente para servir al mercado español desde Cataluña. Por su parte, los clusters de
“conocimiento” y “finanzas” tenían un papel clave de apoyo a la economía y, a veces, tam-
bién de empuje. La “química básica”, por último, se consideraba que era un cluster inerte ya
que no tenía efectos reforzadores de la competitividad de los demás.
El estudio ofrecía el diagnóstico competitivo de todos estos clusters y también fijaba unas
áreas prioritarias para el refuerzo competitivo de cada uno de ellos.
Para el cluster de “manufacturas del diseño”, que incluía todas aquellas áreas de negocio
que de una u otra forma comparten la necesidad fundamental de gestionar el diseño (en
los ámbitos de creación, producción y comercialización) de manera eficiente, como la joye-
ría, los muebles, los curtidos, la confección en piel, el género de punto, la confección, el
textil del hogar o el tisaje, entre otros, el trabajo recomendaba, básicamente, promover
la introducción del diseño en la actividad empresarial y fomentar la creación y gestión de
marcas propias para competir a través de la diferenciación.
Para el cluster de “sistemas industriales”, donde se incluían los negocios que tienen como
habilidad genérica para el éxito la gestión del desarrollo de sistemas de manera eficien-
te en el tiempo, como la automoción, las motos, los electrodomésticos, la maquinaria, la
aeronáutica, el audio y video o el equipamiento de oficina, entre otros, el estudio sugería
aumentar la sofisticación de la demanda, mejorar las habilidades de gestión integral de
proyectos para conseguir una mayor coordinación interna del sistema de valor y trabajar
como verdaderas unidades competitivas.
El cluster de “salud” estaba integrado por los hospitales generales, las clínicas especializa-
das, los laboratorios médicos, los centros de recuperación, los geriátricos y, en general, por
todos aquellos negocios que compartían la necesidad fundamental de gestionar servicios
médicos especializados, y el reto de sus empresas era, según los autores del estudio, disfru-
tar de reputación como centro médico mediante la asimilación de las nuevas tendencias, la
gestión eficiente y la garantía de la calidad del servicio ofertado.
Los protagonistas del cluster de “finanzas” eran las instituciones que jugaban un papel de
apoyo financiero en el conjunto de la economía, como, por ejemplo, los bancos, las cajas
de ahorro, las agencias de valores, las sociedades de capital de riesgo o las aseguradoras,
y las propuestas que se hacían en el estudio iban vinculadas a garantizar esta función fa-
cilitadora de la actividad económica mediante iniciativas como la mejora de la formación
profesional en finanzas, la atracción de instituciones europeas de relevancia o el refuerzo
de la capacidad de financiación empresarial.
Por último, como la “química básica” se consideraba como inerte, en el sentido de que no
era vital para la innovación de los otros clusters, las sugerencias que se proponían iban
orientadas a la mejora de los estándares medioambientales y de seguridad de las empresas,
así como a la minimización de sus efectos negativos en el turismo.
A grandes rasgos, estas eran las recomendaciones de Els avantatges competitius de Cata-
lunya para los ocho clusters en los que se configuraba la economía catalana. Pero además,
La política de clusters
de la Generalitat de Cataluña
4.1 Introducción
A raíz del eco logrado por los trabajos de Michael Porter, la política regional de un número
cada vez mayor de países otorga una importancia creciente a aquello que de una manera
imprecisa se denomina “política de clusters” (clusters policy), la cual, progresivamente, está
configurando un nuevo sistema de política industrial (OECD, 2001).
No obstante, la política de clusters no solamente no tiene unas reglas precisas, sino que
las actuaciones que se realizan bajo el paraguas de esta denominación son muy diversas
(Hernández, Fontrodona y Pezzi, 2005). Seguramente por ello, la Comisión Europea, intere-
sada en su utilidad para favorecer el desarrollo económico regional, puso en marcha en el
año 2002 un proyecto sobre clusters y redes de empresas (European Commission, 2003), en
cuyo marco un grupo de expertos en la materia redactó un informe final que establece que
la política de clusters debería facilitar el diálogo y la cooperación entre las empresas y entre
ellas y las instituciones, los centros tecnológicos y los servicios de formación, con lo que el
sector público debería limitarse a jugar un papel catalizador.
Esta recomendación llegó después de que la propia Comisión Europea, a raíz del estudio
de las políticas de clusters llevadas a cabo en 17 países europeos (European Commission,
2002), reconociera que estas iniciativas, con actuaciones y terminologías diferentes, tienen
como gran objetivo el refuerzo de la cooperación interempresarial y el trabajo en red y
comparten toda una serie de características clave, como las siguientes:
En realidad, todo un conjunto de atributos muy similares a los elementos principales que
tiene la política industrial de ámbito regional que se inspira en la vigencia del distrito indus-
trial marshalliano (Costa, 2004):
La verdad es que, con muchas particularidades, pero también con muchas características
comunes, la política de clusters ha experimentado en los últimos años una auténtica ex-
plosión3. Y ello ha sido consecuencia del hecho de que las economías estructuradas en
clusters incrementan la productividad porque estimulan el conocimiento contextual, facili-
tan la presencia de proveedores especializados o favorecen la creación de infraestructuras
especializadas; mejoran la capacidad de innovación porque permiten captar rápidamente
las necesidades de los clientes y las oportunidades de negocio o permiten que la informa-
ción circule rápidamente y la tecnología se difunda así con más agilidad; además, son un
estímulo a la creación de nuevas empresas, ya que la facilidad para la circulación de infor-
mación y la percepción de oportunidades de negocio aumenta el dinamismo empresarial y
las posibilidades de la realización de spin-offs (Porter, 2003).
No obstante, para los policy-makers, en general, y para los responsables de la política in-
dustrial de la Generalitat de Cataluña, en particular, los clusters son importantes porque
son una realidad presente en el territorio que permite economías de escala a la hora de
entender un negocio y su problemática y también porque permite actuar con un grupo
homogéneo de empresas de cara a la facilitación de su cambio estratégico.
Por ello, en este marco conceptual, y más allá de definiciones académicas, la política de
clusters de la Generalitat de Cataluña se ha estructurado, desde sus inicios a principios
de los años noventa, alrededor de cuatro elementos: la competitividad, el negocio, la estra-
tegia empresarial y, naturalmente, el cluster.
COMPETITIVIDAD
• Objetivo último
ESTRATEGIA
EMPRESARIAL BUSINESS / NEGOCIO
3 Según el European Cluster Observatory (http://www.clusterobservatory.eu), en el año 2008 estaban en marcha, solo en Europa, más de
dos mil iniciativas de refuerzo competitivo que se podían enmarcar dentro de la política de clusters.
El modelo que se proponía consideraba que la política industrial habitual en aquellos mo-
mentos destinaba una gran cantidad de recursos a programas de promoción de la calidad,
la productividad, la innovación, la exportación, la informatización o el diseño y conseguía
mejoras en la eficiencia operativa de las empresas, pero no les ayudaba, especialmente a
las pymes, a replantear sus opciones estratégicas para enfrentarse adecuadamente a los
desafíos del futuro. Las mejoras en la gestión son muy importantes, pero un mal posicio-
namiento estratégico puede anular o disminuir los efectos positivos logrados gracias a las
ganancias de eficiencia operativa, como demuestran los ejemplos de territorios con peores
infraestructuras y menor productividad que otros a los que, sin embargo, ganan en el mer-
cado no realizando las mismas cosas, sino haciendo cosas diferentes de forma diversa. Por
ello, la política de refuerzo de la competitividad que se inicia en 1993 quería complementar
la política industrial tradicional con herramientas que permitieran identificar los retos estra-
tégicos de futuro de las empresas y también diseñar acciones específicas para mejorar sus
capacidades y habilidades; quería implantar una filosofía y un proceso de cambio estraté-
gico en aquellos sectores en los que las condiciones de cambio de entorno, de mercado o
de tecnología lo reclamaban.
Figura 4. Ejemplo del sector del papel y cartón en el segmento estratégico del tisú
Impresión y escritura
Girona
Cartón de embalaje
Lleida
Barcelona
Cartoncillo
Tarragona
Figura 5. Ejemplo del cluster textil en el microcluster del género de punto en Igualada
GARROTXA
Género de punto
Girona
ANOIA VALLÈS
Género de punto
MARESME
Género de punto
Lleida
BARCELONA
Confección
Tarragona
Esta estrategia hacía pasar a los agentes del microcluster por tres etapas secuenciales. La pri-
mera establecía los principales retos del microcluster definiendo su problemática según los
puntos de vista de sus agentes. El trabajo en esta etapa consistía, básicamente, en la realiza-
ción de entrevistas con las empresas y en la generación de un clima de confianza. Paralela-
mente, se llevaba a cabo un mapeado de la actividad que proporcionaba la delimitación del
microcluster y la identificación de los diferentes segmentos estratégicos en los que competía.
La segunda unía a los agentes del microcluster en una labor común: la propuesta conjunta de
una visión de futuro. En esta etapa se realizaba un diagnóstico competitivo en el que, normal-
mente, aparecían nuevos puntos de vista derivados del análisis de los técnicos que pilotaban
el proyecto, que, también normalmente, difería del saber convencional del sector. En esta fase
era muy conveniente realizar viajes para conocer de primera mano ejemplos de otros países
que hubieran respondido con buenas prácticas a problemáticas similares a las del microcluster.
La tercera fase, finalmente, y sobre la base del trabajo anterior, definía las líneas de actua-
ción que debían reforzar la competitividad del microcluster.
Propuesta de Definición
Fijación de retos visión conjunta de de líneas de
del microcluster futuro actuación
En el marco de esta filosofía, entre 1993 y 2004 se impulsaron en Cataluña más de veinte
acciones específicas de refuerzo de la competitividad en cuanto a microcluster, que se de-
sarrollaron en el marco de una política industrial poco intervencionista, que recomendaba
OSONA
Juguetes de madera
LLEIDA
Maquinaria agrícola LA BISBAL
Materiales construcción Cerámica
GIRONA
ANOIA Cárnicos
Piel gruesa Tecnología cárnica LLORET
Género de punto Turismo
MARESME
VALLÈS Género de punto
Electrónica de consumo
Electrónica profesional BARCELONA
Tecnología textil Confección
Plástico en automoción Joyería
Ferrocarril Edición
Aeroespacial Motocicletas
Audiovisual
Farmacia
MONTSIÀ
Mueble doméstico
Las más de veinte operaciones de refuerzo de la competitividad realizadas durante los años
noventa posicionaron Cataluña como una región pionera en el mundo en la aplicación de
la política de clusters entendida como una línea de política industrial y empresarial que
ponía el acento en la reflexión sobre las estrategias de las empresas y la mejora del entorno
en el que trabajan. En el siguiente capítulo se ofrece un resumen de una de estas iniciativas:
A principios de los años noventa, las empresas que conformaban el microcluster de la piel
gruesa de la Anoia, curtidurías ubicadas mayoritariamente en Igualada cuya producción
tradicionalmente estaba orientada al sector español de calzado y marroquinería, entró en
una crisis muy profunda como consecuencia de la irrupción de la industria de los países en
vías de desarrollo (con precios más bajos) en el mercado mundial, del aumento de la com-
petencia provocada por los competidores italianos (con un producto de mayor calidad) y
también de la incorporación en la legislación española de la exigente normativa comunita-
ria de protección del medio ambiente.
Fuente: J. Nadal, Atlas de la industrialización en España 1750-2000, Ed. Crítica, Barcelona 2003.
4 Fuente: Conejos, J. et al.: Cambio estratégico y clusters en Cataluña. Departamento de Industria, Comercio yTurismo de la Generalitat de Cataluña.
1997.
Pero, como se ha dicho, su situación en aquel momento era difícil. El curtido es una in-
dustria sucia en la que se usan productos químicos contaminantes, utiliza una gran can-
tidad de agua y genera muchos residuos. Por ello, para satisfacer las crecientes exigen-
cias sociales en el ámbito medioambiental, los costes de producción de las empresas de
la Anoia aumentaron considerablemente en un contexto en el que los productos de las
industrias de los países en vías de desarrollo llegaban al mercado con unos precios más
reducidos. Por si fuera poco, la obligatoria introducción en la legislación española de
la exigente normativa comunitaria en este campo forzaba a las empresas catalanas
de curtido a realizar grandes inversiones para poder continuar ejerciendo su actividad,
lo que aún resultaba más dramático porque muchas de estas empresas tenían pen-
diente la reubicación de sus plantas, que habían sido absorbidas por el crecimiento de
Igualada, con los consiguientes problemas de contaminación, de urbanismo y de distri-
buciones poco racionales de sus instalaciones. Como resultado de todo esto, muchas
de las empresas del microcluster consideraban que la única alternativa posible era la
deslocalización a terceros países.
Y, ¿cómo era el entorno en el que trabajaba esta industria? Poco sofisticado. Las empre-
sas del microcluster de la piel gruesa de la Anoia estaban atrapadas en un círculo vicioso:
por un lado, su demanda tradicional, la industria española del calzado y de la marroqui-
nería, estaba muy atomizada y, como competía fundamentalmente por la vía del precio
y no por la de la creatividad y el diseño, no valoraba los posibles elementos diferencia-
dores que podían introducir los curtidores de piel en cuanto a texturas y colores, lo que
obstaculizaba la innovación de oferta y hacía competir a las empresas del microcluster
en el mismo terreno que sus rivales de los países en vías de desarrollo; por otro lado, era
precisamente esta preferencia de la industria española del calzado por la piel de bajo
coste la que provocaba que la industria curtidora de la Anoia no se esforzara por lograr
los estándares de calidad que exigían los mercados más sofisticados de Europa, como el
italiano, por ejemplo, que además tenían un volumen de compras que pocas empresas
igualadinas podían satisfacer individualmente.
En el año 1993, por lo tanto, el microcluster de la piel gruesa de la Anoia estaba a caballo
de dos modelos: el de los países en vías de desarrollo, que competían en precio porque
disponían de pieles más baratas y se beneficiaban de menores costes de producción a
causa de la ausencia de legislación medioambiental, y el italiano, que realizaba grandes
inversiones para ganar eficiencia competitiva, debido al alto nivel de exigencia de la in-
dustria del calzado de aquel país que marcaba tendencias de moda y obligaba a innovar
continuamente.
La situación de las empresas de Igualada, que trataban de adaptarse a los cambios pero
lo hacían desde una posición reactiva, era difícil porque no tenían ni bajos costes de pro-
ducción para poder plantar cara a los productores de los países en vías de desarrollo ni
suficiente calidad para poder competir con la industria italiana, que era la más avanzada
del mundo no solo porque creaba continuamente nuevos colores, nuevos acabados y
nuevas texturas, sino porque había conseguido unos costes relativos inferiores gracias a
la utilización de un proceso productivo en el que la clave del éxito era la subcontratación
a diferentes unidades, cada una de la dimensión necesaria para cada fase.
Cabe significar que el modelo italiano, muy bien representado por el microcluster de
Arzignano, situado en la región del Véneto, se basa en el principio de que, para ganar
eficiencia, hay que romper el proceso productivo del curtido y especializarse, ya que la
dimensión óptima que necesita cada una de las fases es muy diferente. Estas fases son
la ribera, el curtido, el rebajado, la tintura y los preacabados y, por último, el acabado
propiamente dicho, todas ellas diferentes en cuanto a costes (existencia o no de eco-
nomías de escala), impacto medioambiental y aportación que hacen al valor final del
producto.
Las empresas italianas no solamente eran las más avanzadas del mundo en la creación de
nuevos colores y nuevas texturas, sino que, como se ha apuntado, habían conseguido unos
costes relativos más bajos gracias a la utilización de un proceso productivo en el que la cla-
ve del éxito era la subcontratación a diferentes unidades, cada una del tamaño necesario
para cada fase.
Así, en la fase de ribera, en la que las inversiones son demasiado grandes para ser aborda-
das individualmente, en Arzignano, diversos industriales habían creado un consorcio para
financiar una planta que ofreciera un servicio conjunto para todos sus socios. En otras fases
en las que la dimensión óptima resulta inferior, como la de preacabados (exprimir, repasar,
estirar y secar), se crearon pequeñas unidades plenamente integradas en el microcluster
que trabajaban con unos niveles de calidad y de servicio muy altos en régimen de subcon-
tratación.
Ribera: después de la conservación y de la preparación, se lava la piel para sacarle los residuos animales.
La ribera tiene un gran impacto medioambiental porque emplea grandes cantidades de agua (de 15 a
20 litros por cada kilo de cuero), utiliza productos químicos y genera muchos residuos. Requiere impor-
tantes inversiones en maquinaria.
Curtido: transforma la piel en un material duro que no se descompone o sufre con el calor. Es la fase
más crítica en la producción de cuero. En el curtido, las pieles se someten a una serie de baños inmóviles
que incluyen el uso de componentes de cromo, un producto sujeto a un control muy estricto en los paí-
ses desarrollados, supervisados por trabajadores especializados y con una larga experiencia. El impacto
ambiental del cromo es importante, motivo por el cual la realización de esta fase del proceso comporta
costosas inversiones en depuradoras.
Estos dos procesos –ribera y curtido– se llevan a cabo en la misma planta. En el año 1993, una planta mo-
derna de una dimensión mínima efectiva que pudiera realizarlas respetando el medio ambiente requería
unas inversiones de entre 4,2 y 6 millones de euros (entre 700 y 1.000 millones de pesetas).
Rebajado: divide el cuero en una suave capa superior denominada box-calf y una capa inferior más áspe-
ra. La calidad de la primera se considera mucho mayor y se cotiza al doble de precio que la capa inferior.
Tintura y preacabados: dan al cuero su color final y lo preparan para los acabados. La innovación tec-
nológica ha tenido un papel importante en esta fase, que requiere la participación de mano de obra
especializada. El impacto medioambiental es reducido porque la mayoría de las substancias residuales
se recuperan.
Acabado: da al cuero la textura y los requerimientos solicitados por el cliente. No exige la realización de
grandes inversiones, pero sí que pide grandes dosis de creatividad y de experiencia en diseño por parte
del operario.
El ejemplo de Arzignano fue muy útil para las industrias de la Anoia porque acababa con
dos grandes mitos: que lo mejor era trabajar con todas las fases del proceso integradas y
la creencia de que, para mantener un elevado grado de rivalidad, no se podía cooperar en
ningún área del negocio. Y no solo esto, también mostró que la industria curtidora podía
ser competitiva conviviendo con regulaciones medioambientales muy exigentes.
Anoia Arzignano
Empresa individual Empresa individual Operaciones subcontratadas
Compra Compra
Ribera Ribera
Curtido Curtido
Rebajado Rebajado
Tintura Tintura
Exprimir Exprimir
Repasar Repasar
Estirar Estirar
Secar Secar
Acabados Acabados
Venta Venta
Por tanto, el declive del sector del calzado español, la creciente competencia de las pieles ita-
lianas y las de los países en vías de desarrollo y la adaptación a la normativa medioambiental
europea eran los grandes desafíos a los que se enfrentaban las empresas del curtido de la piel
gruesa de la Anoia en 1993, cuando el Departamento de Industria y Energía decidió impulsar
una iniciativa de refuerzo de la competitividad en el marco de su incipiente política de clusters.
Y, ¿qué ha pasado en todo este tiempo? Hoy en día, el sector curtidor de Igualada está
conformado por unas cuarenta empresas, que dan trabajo a alrededor de 700 personas y
tienen una cifra de negocio de unos 130 millones de euros. Es verdad que el microcluster
ha visto reducida significativamente su dimensión, pero esto se ha visto acompañado de
importantes cambios en cuanto a su posición competitiva, ya que durante los últimos años
el sector de la piel gruesa de la Anoia ha alcanzado un alto grado de especialización en
diferentes nichos de mercado de alto nivel de exigencia. El posicionamiento estratégico en
productos y mercados sofisticados realizado por las empresas del sector para adaptarse a
los nuevos requerimientos de la demanda, así como su demostrada voluntad y capacidad
de cooperación inducen a pensar que la piel gruesa en Igualada puede convertirse en el
futuro cluster de referencia en diseño, moda, servicio y calidad.
1. Reducción de costes
1.1 Compra conjunta de producto químico: mientras que la compra de pieles tiene que quedar reservada
a cada empresa, ya que afecta directamente a la calidad del producto, la iniciativa realizada puso de
manifiesto que los productos químicos que se utilizan en el proceso de producción son estándares y,
si se compraran conjuntamente, podrían obtenerse descuentos de entre el 10% y el 15%.
1.2 Creación de una planta de ribera conjunta: la iniciativa de política de clusters evidenció que la cons-
trucción de una planta de ribera de dimensión adecuada sería un elemento de competitividad secto-
rial que, no obstante, requería de unas inversiones tan elevadas que solamente se podía abordar de
forma colectiva.
1.3 Mejora de las técnicas de organización de la producción: desarrollar talleres especializados para fases
como rebajar, exprimir, repasar, estirar o secar que permitan aumentar la eficiencia competitiva del
microcluster fue otra de las líneas consensuadas en el desarrollo del proyecto.
1.4 Cierre del ciclo del agua: se llegó a la conclusión de que la construcción de canalizaciones para hacer
llegar el agua que sale de la depuradora hasta el primer punto donde empieza el consumo exigiría
unas inversiones de unos cien millones de pesetas de la época, que serían amortizados en cuatro o
cinco años gracias a los ahorros obtenidos.
2.1 Mejora de la tecnología y de la formación: para adoptar una postura más proactiva en relación con la
innovación y el diseño, se consensuó mejorar los servicios tecnológicos y de formación que presenta-
ban la AIICA (Asociación de Investigación de las Industrias del Cuero y Anexas) y la Escola d’Adoberia
(de rango universitario y prestigio internacional, única de este tipo en España), respectivamente.
2.2 Estudio del mercado italiano: con la finalidad de estimular la innovación a través del conocimiento
de la actividad de los mercados y los clientes más exigentes, se propuso la realización de un estudio
del mercado italiano.
Además, entre las tendencias que marcarán el futuro se puede destacar que:
En este marco, las empresas curtidoras de Igualada han realizado grandes esfuerzos para
aumentar el nivel de calidad de su producto, ya sea a partir de materia prima de alta cali-
dad, donde se sitúan los industriales más bien posicionados del sector, o bien a partir de
materia prima de mediana calidad pero con unos acabados de alto valor añadido. Con la
finalidad de escapar de la competencia en precios, el sector ha experimentado una gran
especialización y un ajuste de sus estructuras productivas para posicionar sus productos
en las gamas más altas y ha intensificado de forma significativa su esfuerzo comercial para
adoptar un comportamiento proactivo en la búsqueda de clientes y mercados.
Hoy en día, entre los clientes de las empresas curtidoras de Igualada podemos encontrar a
Gucci, Prada, Loewe, Hermes, Louis Vuitton, Versace o D&G, en el segmento de lujo, y a Zara,
Camper o Timberland, en el segmento de marca de canal y/o de producto, y el cambio es
absolutamente relevante porque, como se ha visto, cuando se realizó la iniciativa de refuer-
zo de la competitividad en el año 1993 la orientación de mercado de estas empresas era
radicalmente diferente. Hay que remarcar, también, que actualmente los segmentos de ne-
gocio orientados a los productos de alto valor añadido están en una mejor posición relativa
que los que siguen trabajando para el mercado más tradicional de suela de poca calidad.
Sin embargo, todavía quedan muchas cosas por hacer. Las empresas de la piel gruesa de
la Anoia aún tienen una dimensión demasiado reducida para afrontar algunos de los retos
que plantean los desafíos competitivos actuales. La masa crítica industrial es pequeña y el
sector auxiliar y de servicios es también de escasa entidad. Pero, sobre todo, las empresas
de Igualada siguen estando localizadas en un área prácticamente urbana, lo que dificulta
enormemente su trabajo diario y, también, su crecimiento; por ello, en los últimos años han
llevado a cabo importantes inversiones para intentar racionalizar el uso del espacio.
Hasta el siglo XVIII, todas las curtidurías estaban dentro del perímetro de las murallas de
Igualada. A partir de aquel momento, cuando la ciudad empezó a crecer, las curtidurías
fueron trasladadas a la periferia de las murallas, donde actualmente están ubicadas. Hoy,
cuando las viviendas han rodeado las instalaciones industriales, los problemas son muchos
y el traslado de las fábricas a una localización donde puedan llevar a cabo su actividad de
manera más eficiente y sin molestar a la población aparece como una solución que, sin
embargo, no es de fácil realización.
Más de veinte iniciativas y más de diez años de experiencia en esta primera fase de la polí-
tica de clusters permiten extraer algunas lecciones, porque, como es natural, algunas cosas
salieron bien y otras no tanto. ¿Qué se puede destacar? Expositivamente, distinguir entre
los resultados conseguidos por la Administración y los conseguidos por las empresas faci-
lita la comprensión.
Cabe decir también que el cambio de diálogo con las empresas y el hecho de que las inicia-
tivas de refuerzo de la competitividad puestas en marcha combinaran el análisis y el pro-
ceso, el estudio de la realidad de los diferentes negocios y la puesta en marcha de acciones
de refuerzo competitivo facilitó una mejora del conocimiento estratégico de los diferentes
sectores con los que se trabajó, lo que, a su vez, permitió diseñar mejor la política indus-
trial. A menudo los programas públicos de fomento industrial son utilizados por las empre-
sas sin una reflexión previa sobre su idoneidad. Para evitar esta circunstancia, los trabajos
con microclusters llevados a cabo en el marco del proceso descrito analizaban en primer
lugar cuál era la problemática competitiva de cada negocio y, después, trataban de deter-
minar cuál era el instrumento más adecuado a cada problemática.
Esta capacidad para detectar cuáles eran en cada momento los mecanismos de apoyo públi-
co más adecuados a cada iniciativa fue el tercer gran objetivo alcanzado por la primera fase
de la política de clusters en cuanto a la Administración, que a su vez permitió, simultánea-
mente, identificar qué tipo de coordinación tenía que darse entre los diferentes organismos
públicos para llegar a poner en marcha las iniciativas que las empresas necesitaban.
Esta nueva línea de política industrial se centró también en que las empresas compren-
dieran, lo que no siempre fue fácil, que en determinadas ocasiones se puede cooperar
para competir en mejores condiciones. La introducción en la mentalidad industrial de la
idea de que la cooperación interempresarial puede, en algunos casos, hacer ganar eficien-
cia competitiva es uno de los activos de la política de clusters en Cataluña, aunque su ma-
terialización también ha sido siempre uno de sus puntos débiles.
Finalmente, el refuerzo de las estructuras sectoriales, fue otro de los objetivos logrados por
las empresas. Algunos de los microclusters con los que se trabajó no disponían de asocia-
ciones que los cohesionaran o se preocuparan de trabajar por su competitividad. Este era el
caso, por ejemplo, de los fabricantes de mueble doméstico del Montsià. Sin embargo, hoy
existe una asociación de empresarios que se preocupa de impulsar actuaciones y de ofrecer
servicios que tratan de mejorar la competitividad de sus socios.
Sintetizando al máximo, se puede decir que el principal cambio aportado por la primera
fase de la política de clusters en Cataluña se materializó en el establecimiento de una nueva
relación entre el sector público y las empresas privadas en el marco de la política industrial
y empresarial. Antes de realizar las acciones de refuerzo de la competitividad en el ámbito
de microcluster, normalmente las empresas y sus representantes sectoriales dirigían a la
Administración industrial peticiones demasiado genéricas referidas, a menudo, a cuestio-
nes macroeconómicas como, por ejemplo, el tipo de interés, la política fiscal o la legislación
laboral. Estas solicitudes eran, con frecuencia, difíciles de atender y, generalmente, que-
daban fuera del ámbito competencial de la Generalitat, por lo que normalmente recibían
respuestas ambiguas.
Sin embargo, el modelo tenía algunas limitaciones a las que es necesario referirse antes de
continuar. La primera era que, como consecuencia de la opción de trabajar con microclus-
ters, la gran mayoría de las iniciativas fue de reducida dimensión cuantitativa; la cifra de
negocio agregada de los diferentes proyectos fue prácticamente siempre muy pequeña,
por lo que el impacto de la nueva política sobre el conjunto de la industria catalana no fue
demasiado significativo.
La segunda era que, también casi siempre, la práctica totalidad de las iniciativas llevadas a
cabo acababan ofreciendo respuestas concretas pero focalizadas de manera casi exclusiva
en la reflexión estratégica y en aspectos intangibles o inmateriales, lo que limitó sus resul-
tados y dificultó su visibilidad. Esto fue debido a que los recursos públicos empleados eran
reducidos, como seguramente no podía ser de otro modo, teniendo en cuenta que era la
primera vez que se ponía en marcha una línea de política industrial de estas características.
La continuidad de los proyectos, por su parte, tampoco fue un elemento que se pueda des-
tacar positivamente. Todas las iniciativas que se iniciaron en aquellos años fueron impulsa-
das por la Administración y en la mayoría de los casos fue muy difícil encontrar un núcleo
duro de empresarios dispuestos a tomar el relevo al liderato público.
Es necesario constatar también que durante este periodo la política de clusters se realizó en
su totalidad mediante los servicios prestados por consultores especializados, lo que resultó
muy útil de cara a flexibilizar el proceso y no sobredimensionar la estructura de la Adminis-
tración, pero que tuvo como contrapartidas la dificultad en su consolidación como línea de
política industrial y, además, un poco de falta de rigor en su planificación estratégica.
• solo utilizó parcialmente los instrumentos de los que disponía el Departamento de Industria;
• solo excepcionalmente consiguió la participación de otros departamentos de la Admi-
nistración en sus iniciativas, y
• la colaboración de las entidades de apoyo en las empresas en ámbitos como la forma-
ción, la transferencia tecnológica o la prestación de servicios era manifiestamente
mejorable.
Aunque el debate académico sobre las diferencias entre clusters, distritos industriales y
sistemas productivos locales es abierto, para los policy-makers y los clusters practitioners,
estas categorías conceptuales no solo pueden coexistir perfectamente, sino que, desde un
punto de vista práctico, hacen referencia a tres maneras de denominar el mismo fenómeno:
que empresas que pertenecen a un determinado sector o segmento estratégico tienden a
concentrarse en un espacio geográfico determinado y crean entre ellas vínculos de coope-
ración y competición. Por ello, en el momento de llevar a cabo el trabajo de mapeado que
ahora se comenta, se decidió utilizar la expresión “sistema productivo local” para referirse a
las realidades socioeconómicas que se querían identificar y poder hacerlo con una flexibi-
lidad conceptual mayor que la que se hubiera tenido si se hubiesen utilizado los términos
clusters o distritos, que de hecho eran los que históricamente polarizaban el debate5.
5 Además, la transcendencia práctica de esta opción queda atenuada cuando se comprueba la definición de cada una de estas categorías
conceptuales.
– “A cluster is a geographically proximate group of interconnected companies and associated institutions in a particular feld, linked by
commonalities and complemantaries”, Michael Porter, On competition, 1998.
– “Il distretto industriale è definible come un’ entità socio-territoriale caratterizzata dalla compresenza attiva in un’ area territoriale circos-
critta, naturalisticamente e storicamente determinata, di una comunità di persone e di una popolazione di imprese industriali”, Giacomo
Becattini, 1989.
– “Un SPL est une organisation productive particulière localisée sur un territoire correspondant généralment à un bassin d’emploi. Cette
organisation fonctionne comme un réseau d’interdépendances constituées d’unités productives ayant des activités similaires ou comple-
mentaires qui se divisent le travail”, Datar, Les systèmes productifs locaux, 2002.
El trabajo constató que en Cataluña había 42 sistemas productivos locales industriales con-
formados por 9.000 establecimientos industriales que daban trabajo a casi 235.000 per-
sonas y generaban un volumen de negocio superior a los 45.000 millones de euros. Es-
tas magnitudes representaban un 26% de los establecimientos, un 36% de la ocupación y
un 39% del volumen de negocio de la industria catalana.
Como se puede observar en los mapas, la distribución de los sistemas productivos loca-
les por el territorio coincide con la de la industria en general, con una gran concentración
alrededor de Barcelona (Vallès Occidental, Baix Llobregat, Barcelonès y Vallès Oriental) y,
en segundo lugar, en un segundo círculo concéntrico (Maresme, La Selva, Osona, Bages,
la Anoia y L’Alt Penedès). También destaca el número de sistemas productivos locales en las
comarcas de Girona (Gironès, Garrotxa, Baix Empordà y Pla de l’Estany).
Tejidos estrechos
Hilatura y tejeduría de algodón
Industrias de la madera
Hilatura de algodón de recuperación
Carne de cerdo
Cerámica decorativa
Maquinaria para
las industrias
de la alimentación
Corcho
Maquinaria
Tejidosest rechos
Hilatura y tejeduría de algodón
Hilatura de algodón de recup eración
Industrias de la madera
C arnede cerdo
C eràmica decorativa
C orcho
Maquinaria p ara
las industrias
de la alimentación
Maquinaria
agrícola Aguas minerales
C arrocerías
Piel grande
Piel pequeña
Género
de punto Véase ampliación
Maquinària i equips
d’envàsi d’embalatge Gènere de p unt
C onfecció
Automoció
Número de establecimientos
Hasta 50
Vinos y cavas 50-100
Química básica Más de 100
Aceite de oliva
Trabajadores
Hasta 1.000
Mueble doméstico 1.000-3.000
Más de 3.000
Fuente: Hernández, J. M. et al. (2005): Mapa de los sistemas productivos locales industriales en Cataluña.
6 Los detalles metodológicos de la operación se pueden consultar en el Mapa de los sistemas productivos locales industriales en Cataluña,
Hernández, J. M.; Fontrodona, J. y Pezzi, A. (2005). Sin embargo, cabe apuntar que, después de identificar concentraciones empresariales
a partir de los datos del Registro de Establecimientos Industriales, se filtró esta información con el cálculo del índice de especialización
relativa y con la exigencia de alcanzar un peso mínimo en el conjunto de la industria catalana y que después se llevaron a cabo numerosas
entrevistas con expertos sectoriales para eliminar del conjunto las concentraciones de empresas del mismo negocio de las que no hubiera
evidencia de cooperación entre sus empresas ni de la existencia de externalidades que facilitaran su eficiencia competitiva.
Automoción
Fuente: Hernández, J. M. et al. (2005): Mapa de los sistemas productivos locales industriales en Cataluña.
Si se ordenan por número de trabajadores, los tres sistemas productivos locales más gran-
des eran el de productos metálicos, el de automoción y el de productos de materias plásti-
cas. Los tres están ubicados en el ámbito metropolitano de Barcelona y algunas comarcas
vecinas, si bien cabe destacar el papel central y articulador del SPL de automoción, ya que
los otros dos trabajaban en gran parte para él. La elevada dimensión de mercado de estos
sistemas productivos locales contrasta con la de los más modestos: el de cerámica decorati-
va en las comarcas del sur de Girona, el de maquinaria para las industrias de la alimentación
en el Vallès Occidental y el de maquinaria agrícola en las comarcas de Ponent.
Por un criterio territorial, los de mayor extensión eran los de la automoción, los productos
metálicos y el aceite de oliva, mientras que los sistemas productivos locales con un territo-
rio más pequeño eran los de la piel gruesa en la Anoia y los de carrocerías en La Selva, que
tenían un alcance municipal (Igualada y Arbúcies, respectivamente).
El sistema productivo local más vertebrado (teniendo en cuenta que dentro de su ámbito
territorial había empresas que ejecutaban una gran parte de las fases del proceso produc-
tivo, además de proveedores de tecnología, asociaciones, centros tecnológicos, centros de
formación y otros agentes y en el que existían vínculos de cooperación y subcontratación),
era seguramente el de la carne de cerdo en las comarcas gerundenses y Osona, donde se
podían encontrar desde los fabricantes de piensos y las granjas de cerdos hasta la industria
transformadora, pasando por los mataderos, las salas de despiece y, lo que es más rele-
vante, un importante negocio de maquinaria para la industria cárnica que tiene empresas
que tecnológicamente sobresalen en el mercado mundial.
Teniendo en cuenta su origen, los había que nacieron cerca de los recursos naturales que
necesitaban para funcionar (vino y cava en el Penedès, aguas minerales en La Selva, hilatura
y tejeduría de algodón en la Cataluña Central, madera en Osona y La Selva, corcho en la
Costa Brava, papel y cartón en las cuencas de la Anoia, el Bitlles y el Llobregat, etc.). Muchos
otros surgieron cerca de Barcelona para aprovechar la proximidad a los proveedores, a los
clientes y/o al puerto. Otros tenían su origen en las inversiones de grandes empresas que
buscaban la proximidad del puerto de Tarragona (química básica en el Camp de Tarragona).
Otros se empezaron a formar después de la inversión de la SEAT (automoción, maquinaria
de manipulación y elevación, moldes y matrices, etc.). Y otros nacieron a base de sucesivas
operaciones de spin-off a partir de una primera empresa (mueble doméstico en el Montsià
y en el Vallès Oriental, carrocerías en La Selva, etc.).
El sector que tenía más sistemas productivos locales era el del textil-confección y piel
–nueve–, aunque, en términos de ocupación y de volumen de negocio, el sector que tenía
más peso en el conjunto era el de materiales de transporte.
Se ha dicho antes que la elaboración del mapa de los sistemas productivos locales indus-
triales existentes en el país abrió la puerta, en el año 2004, a la segunda fase de la política
de clusters en Cataluña. Aquella iniciativa de mapeado, que pretendía conocer mejor la
realidad sobre la que se trabajaba, y la revisión crítica de la experiencia anterior, particu-
larmente en todo aquello que hacía referencia a las limitaciones de un modelo centrado
exclusivamente en los microclusters que, además, se llevaba a cabo subcontratando la to-
talidad de los proyectos de refuerzo de la competitividad que se iniciaban, dieron lugar a
un replanteamiento operativo en dos grandes ámbitos:
• Por un lado, se creó, dentro de la Administración, una unidad de conocimiento que tenía
entre sus objetivos el análisis de los sectores industriales y de los clusters de la economía
catalana con la finalidad de diagnosticar su situación y de proponer medidas e iniciativas
para reforzar su competitividad.
• Por otro, se inició un proceso gradual de diversificación de las iniciativas de refuerzo
competitivo.
Aunque en aquel momento la palabra cluster no aparecía entre las tareas atribuidas al Ob-
servatorio de Prospectiva Industrial8, esta unidad, que fue adscrita a la Secretaría de Indus-
tria y Empresa (en aquel momento, Secretaría de Industria y Energía), empezó a trabajar
con una metodología similar a la de las consultoras especializadas en análisis estratégico
en el ámbito sectorial.
Los primeros análisis competitivos realizados por el OPI se llevaron a cabo en sectores tra-
dicionales de la industria catalana, como los clusters de moldes y matrices, de la piel fina en
la comarca de Osona o de los grifos sanitarios del Baix Llobregat, y pusieron de manifiesto
que la tarea de diagnóstico no era suficiente a la hora de incidir de manera concreta en la
competitividad de las empresas. La fase de análisis necesitaba tener continuidad con la
puesta en marcha de iniciativas de refuerzo competitivo y, para dar respuesta a esta reali-
dad, se inició la colaboración con un departamento dedicado al desarrollo empresarial que
se creó en el Centro de Innovación y Desarrollo Empresarial (CIDEM), la agencia de apoyo
a la innovación que dependía del departamento del Gobierno competente en materia de
industria9. Esta unidad pasó a ser la encargada de implementar acciones de refuerzo de la
competitividad que hacían hincapié en estimular y favorecer el cambio estratégico y que
tenían que estar alineadas con los diagnósticos que previamente realizaba el Observatorio
de Prospectiva Industrial.
Durante la primera, que duraba entre tres y cinco meses, el OPI elaboraba un documento
de análisis estratégico y competitivo mediante un proceso en el que era muy importante la
realización de entrevistas (entre 25 y 40) con las principales empresas y agentes del cluster.
Sintéticamente, este análisis se centraba en:
7 El Acuerdo estratégico para la internacionalización, la calidad de la ocupación y la competitividad de la economía catalana (a partir de ahora,
Acuerdo Estratégico) se firmó por primera vez el 16 de febrero del 2005. La medida núm. 56 decía textualmente: “Se creará un observatorio
de prospectiva industrial para conocer la problemática de los sectores y de las empresas y, al mismo tiempo, disponer de la información, dentro del
ámbito del Observatorio, de una herramienta de interlocución de los agentes sociales con la Administración. Este Observatorio tendrá por finalidad
conocer la problemática de los diferentes sectores y empresas catalanas, prever su evolución y sugerir el diseño de futuras líneas de actuación.
Con el objetivo de establecer una interlocución permanente con la Administración y realizar el seguimiento de los acuerdos incorporados en este
documento, los agentes sociales, a través de la comisión sectorial, participarán en los ámbitos de trabajo de carácter sectorial del Observatorio de
Prospectiva Industrial de acuerdo con las necesidades que conjuntamente se considere”.
8 La vinculación explícita entre el Observatorio de Prospectiva Industrial y la política de clusters de la Generalitat se realizó en el año 2008
con la firma de la revisión del Acuerdo Estratégico para el periodo 2008-2011. Véase: www.acordestrategic.cat.
9 El Centro de Innovación y Desarrollo Empresarial (CIDEM) se ha fusionado con el Consorcio de Promoción Comercial de Cataluña
(COPCA) para crear la nueva agencia dedicada a la promoción de la competitividad de la industria catalana (ACC1Ó) (www.acc10.cat).
4
• Codiseño del plan de acción
• Seguimiento y apoyo en algunas
actuaciones
Estos documentos de diagnóstico, que desde el principio se decidió que serían sintéticos,
rigurosos, neutrales y confidenciales, se elaboraban, como se ha dicho, para que el Depar-
tamento de Desarrollo Empresarial del CIDEM se pusiera a trabajar en la segunda fase del
proceso, que comenzaba con el diseño de un plan de acciones que se centraba, principal-
mente, en iniciativas de cooperación horizontal y precompetitiva como, por ejemplo, for-
mación específica, proyectos de innovación y/o de internacionalización, y sobre todo el
aspecto clave: el cambio estratégico por realizar, tanto en el ámbito de empresas individua-
les como del cluster en su conjunto.
10 Con la creación de ACC1Ó, este departamento pasó a convertirse en el Área de Dinamización de Clusters del Centro de Innovación
Empresarial.
Informe de
Diagnóstico del cluster diagnóstico Implementación y
Seguimiento y
follow-up:
Networking:
• Definición del negocio
• Análisis competitivo • Cambio estratégico
• Jornadas
• Identificación ámbitos de Presentación a las • Innovación
• Talleres
mejora competitiva empresas y a otros • Internacionalización
• etc.
agentes del cluster • Formación ad hoc
OBSERVATORIO DE PROSPECTIVA
INDUSTRIAL (SIE) Socios locales
ÁREA DE DINAMIZACIÓN DE (red PIC)
CLUSTERS (ACC1Ó)
Cabe explicitar que, si el cambio estratégico fue –y es todavía– uno de los ejes centrales de
la política de clusters de la Generalitat de Cataluña,11 una de las novedades más importan-
tes que se introdujeron en la segunda fase de esta línea de trabajo, que es la que se está
comentando en esta sección, fue la utilización de un nuevo instrumento de política indus-
trial pensado y diseñado expresamente para apoyar proyectos transformadores derivados
de iniciativas de refuerzo competitivo.
El programa NON facilita, desde entonces, esta tarea de cambio estratégico con la cofinan-
ciación de la elaboración de un plan de negocio coherente con los elementos del diagnóstico
competitivo realizado previamente por el OPI y, posteriormente, con el apoyo financiero en la
adaptación de la estructura de la empresa a los requerimientos del nuevo modelo de negocio
que se quería desarrollar. Esta ayuda al cambio estructural se puede conceder a operaciones
de formación, asesoramiento externo específico, actividades de investigación y desarrollo,
inversión en algunos activos fijos, etc12.
11 De hecho, el primer balance de este nuevo modo de trabajar en el ámbito sectorial se publicó con el título de Cambio estratégico y
clusters en Cataluña (Conejos, J. et al., 1997).
12 El programa NON permite financiar hasta el 75% de los gastos de elaboración del plan de negocio, con un máximo de 60.000 euros
por empresa, y hasta 100.000 euros, también por empresa, para gastos de adaptación estructural. Más información en la web de ACC1Ó
(www.acc10.cat).
Figura 15. Folleto promocional y esquema operativo del programa de Nuevas Oportunidades de Negocio (NON)
Servicio de acompañamiento
+Margen +Diferenciación
+Competitividad +Valor añadido
>Actuación en mercados emergentes
>Nuevo modelo de negocio
>Ampliación gama de productos
>Desarrollo de producto propio
>Comercialización de tecnología
>Posicionamiento de marca y canales
de distribución
+
Financiación para CAMBIO ESTRATÉGICO Financiación para CAMBIO ESTRUCTURAL
Hasta el 75% a fondo perdido Activos fijos: hasta el 30%,
para asesoramiento externo Asesoramiento externo: hasta el 75%
Estudios de mercado. Plan de negocio Formación: hasta el 35%
Hasta 60.000 euros Certificación y homologación de producto: hasta el 75%,
I+D: hasta el 60%. Hasta 200.000 euros
Creatividad, tecnología, financiación, diseño, desarrollo de producto,
investigación de mercados, marketing
Apoyo estratégico
Fuente: ACC1Ó.
Otra novedad en esta nueva etapa de la política de clusters de la Generalitat estuvo relacio-
nada con la necesidad de dar continuidad a las iniciativas de refuerzo de la competitividad
que se ponían en marcha.
Para llevarlo a cabo, se decidió hacer participar a un conjunto de agentes externos que,
además de garantizar la continuidad de los proyectos, pudieran aportar conocimiento lo-
cal y sectorial a las iniciativas impulsadas por la Administración. Estos agentes fueron una
treintena de organizaciones ya presentes en el territorio (la denominada red PIC, la antigua
red de puntos de innovación CIDEM) formadas tanto por entidades públicas (servicios de
promoción económica de algunos ayuntamientos, etc.) como privadas o parapúblicas (aso-
ciaciones sectoriales, cámaras de comercio, etc.) encargadas de realizar el seguimiento de
los proyectos iniciados, tarea que, en alguna ocasión, llegó incluso a poner a disposición del
cluster un responsable (cluster manager) de la gestión de las acciones de refuerzo competi-
tivo puestas en marcha. El trabajo de la red PIC y, especialmente, de las personas involucra-
das en la implementación del plan de acción del cluster, fue un activo muy importante en
este nuevo enfoque metodológico que no solo contribuyó a la formación de profesionales
orientados al trabajo en clusters, sino que también permitió contar con recursos externos
para financiar proyectos.
El segundo gran ámbito del replanteamiento operativo que se produjo en la etapa 2004-
2009 consistió en una significativa diversificación de las iniciativas de refuerzo competitivo,
en un proceso gradual en el que se iban realizando pruebas piloto para mejorar la política de
clusters e incorporar novedades que surgían de la experiencia.
Un primer cambio residía en empezar a trabajar con colectivos de empresas que no formaban
parte de un cluster según la definición clásica porque ni eran del mismo sector ni estaban ubi-
cadas en un mismo entorno geográfico. De acuerdo con este nuevo enfoque, el cluster pasó
de ser la unidad de referencia para la definición y puesta en marcha de iniciativas de refuerzo
competitivo a convertirse en una manera de trabajar en un determinado colectivo de empre-
sas con retos estratégicos comunes. La estrategia fue el elemento esencial para identificar un
grupo de empresas con un alto potencial para implementar proyectos de mejora competitiva.
Las iniciativas realizadas en el marco de este modelo se focalizaban en empresas que se-
guían estrategias de éxito que se traducían en la obtención de un crecimiento de su factura-
ción superior al promedio de su sector y supuso la reconsideración de algunos elementos
básicos utilizados hasta entonces. Este nuevo modo de trabajar empezó en el año 2006 con
un proyecto piloto relacionado con uno de los sectores industriales más tradicionales de
Cataluña: el textil-confección. La iniciativa, centrada en las empresas con una estrategia
de branding & retail, se comenta detalladamente en el capítulo 5.3 de este libro.
Con estos nuevos proyectos se daba una pérdida de importancia del elemento de concen-
tración territorial. Los clusters territoriales más tradicionales solían contar con todo tipo de
empresas, mientras que la discriminación por estrategia dejaba fuera a unas cuantas empre-
sas, a pesar de pertenecer a la misma actividad. Con este enfoque, los rasgos comunes entre
las empresas estaban más relacionados con compartir la misma estrategia y tener similares
desafíos competitivos que con la proximidad geográfica.
Figura 16. Principales iniciativas de refuerzo de la competitividad realizadas en Cataluña en el marco de la política de clusters
de la Generalitat a partir del año 2004
Aparentemente, en el año 2005 el sector de grifos sanitarios, que son los que se instalan en
cocinas y baños, parecía que gozaba de buena salud, ya que la construcción de viviendas
estaba en ese momento en una fase de máximo crecimiento. Sin embargo, muchas empre-
sas auxiliares estaban cerrando sus puertas y esto encendió las luces rojas que pusieron en
marcha una iniciativa de refuerzo de la competitividad del sector que se inició, de acuerdo
con el esquema de trabajo descrito anteriormente, con la realización de un diagnóstico
competitivo por parte del Observatorio de Prospectiva Industrial de la Secretaría de Indus-
tria y Empresa.
Acabados Tratamiento
Fundición
Mecanizado Limado superficial Montaje
Latón
Pulido Cromado
Aunque cada vez son más los modelos de grifos en los que el diseño es muy importante,
la fabricación no presenta grandes complicaciones desde el punto de vista tecnológico, lo
que provocó, a causa de la subida de los costes de producción en España (y Europa), que
gran parte de los fabricantes más importantes trasladaran una parte significativa de su pro-
ducción a China y a países del este de Europa, por ejemplo, a Polonia.
En aquel momento, este sector facturaba en Cataluña casi 300 millones de euros y emplea-
ba a 1.600 personas distrib uidas entre una cincuentena de empresas, tanto fabricantes de
producto final como proveedores de componentes o de servicios, que se ubicaban mayori-
tariamente en la comarca del Baix Llobregat, una de las más industrializadas del Principado
y una de las que en ese momento estaban sufriendo con más intensidad el fenómeno de
las deslocalizaciones. Cataluña concentraba el 80% de la cifra de negocio de España, que, a
su vez, era el tercer fabricante europeo, detrás de Italia y Alemania.
13 Este apartado se ha redactado con la colaboración de Joan Martí, Gerente del Área de Dinamización de Clusters de ACC1Ó.
14 La materia prima y los componentes suponen el 50% del coste de fabricación.
Los principales agentes del cluster eran las empresas de producto final y los proveedores
de componentes y servicios, las firmas dedicadas a la comercialización de productos fabri-
cados en otros países (los de gama más alta, en Italia, Alemania y otros países del norte de
Europa, y los de gama baja, fundamentalmente en China y el este de Europa) y también
algunas empresas que importaban producto foráneo y que realizaban en Cataluña opera-
ciones de montaje situadas al final de la cadena.
Sin embargo, estas empresas no contaban en aquel momento con ninguna estructura re-
presentativa (solo existía una asociación –AGRIVAL– que agrupaba a una parte de los fabri-
cantes y que se dedicaba, desde su oficina de Madrid, a temas de homologación y certifi-
cación) ni habían generado la creación de ningún centro de formación o de transferencia
tecnológica especializado en sus tareas. La única relación con un centro tecnológico era la
que mantenían algunas empresas con el LGAI (Laboratori General d’Assaig i Investigacions,
Laboratorio General de Ensayos e Investigaciones en castellano) para cuestiones de homo-
logaciones (véase figura 19).
Cabe destacar que una de las características más significativas del cluster era el alto grado
de concentración de la producción: su empresa más grande (líder mundial en el sector de
equipamientos para baño y cocina) representaba casi el 50% de la cifra de negocio del
conjunto; las cinco primeras abarcaban el 80% y prácticamente todas también tenían
plantas de fabricación situadas en países de bajo coste, fenómeno que se traducía en una
disminución constante de la carga de trabajo del tejido auxiliar, con el cierre de una dece-
na de pequeñas empresas y la pérdida de más de 250 puestos de trabajo en los tres años
anteriores a la puesta en marcha de la iniciativa.
Proveedores de Importadores
componentes y válvulas Grohe, otras marcas
Sedal
Fabricantes de grifos
Roca, Industrias Ramon
Proveedores Soler, Grifería Tres, Distribuidores Obra nueva (50%)
de materia prima Supergrif, Tebisa, etc. almacenes, tiendas,
latón, níquel grandes superficies Reposición (50%)
Empresas auxiliares
fundición, mecanizado, Diseñadores
cromado, etc.
El cluster de grifos sanitarios en el Baix Llobregat presentaba en el año 2005 dos caracterís-
ticas aparentemente contradictorias. Por un lado, era un negocio en expansión a causa del
fuerte crecimiento de su cliente, el sector de la construcción, lo que provocaba, además, la
presencia en Cataluña de cada vez más empresas comercializadoras de productos fabrica-
dos en el extranjero15; por otro lado, el desplazamiento de la producción de los fabricantes
catalanes hacia China y los países de bajo coste estaba provocando una crisis importante
en los proveedores locales de componentes y servicios, que veían disminuir progresiva-
mente su carga de trabajo16. Además, también era muy evidente que la polarización entre
los productos de gama alta (en los que el diseño era importante) y los más económicos
(normalmente importados de China) cada vez era más importante. Por ello, en la segmen-
tación estratégica que realizó el Observatorio de Prospectiva Industrial durante el proceso
de análisis de la situación competitiva del sector identificó, básicamente, tres tipos de em-
presas fabricantes:
1. Los suministradores de gama amplia: empresas que tenían un amplio catálogo de pro-
ducto con calidades y precios muy diferentes y que contaban en todos los segmentos
15 Durante los cuatro años anteriores, las importaciones provenientes de China se habían multiplicado por 15 y las de Italia habían
crecido casi un 90%.
16 Aunque esto no era un fenómeno específicamente catalán, el precio del cobre, principal componente del latón, que es el material con
el que se fabrica prácticamente la totalidad de los grifos y que puede incidir hasta en el 20% en el coste final de fabricación del producto,
se había multiplicado por 2,5 en los 4 años anteriores. Paradójicamente, este hecho supuso una ventaja competitiva para los fabricantes
catalanes respecto a los de países de bajo coste (China, entre otros), dado que en estos países la materia prima representa un peso compa-
rativamente muy superior en el escandallo de costes.
2. Las firmas especializadas: empresas, normalmente extranjeras, con una oferta más reduci-
da y concentrada en el segmento de gama alta con marca consolidada. Su estrategia giraba
alrededor de la diferenciación de producto y de la innovación. Obtenían márgenes com-
parativamente superiores y trabajaban fundamentalmente para el mercado de reposición.
3. Los fabricantes de perfil generalista: empresas que trabajaban por volumen-precio y ven-
dían un producto poco diferenciado de diseño estándar. Aunque tenían marca propia
(no premium), fabricaban o, mayoritariamente, importaban grifos para terceros (a menu-
do grandes superficies y cadenas de bricolaje)17.
Figura 20. Segmentación estratégica de las empresas del cluster de grifos sanitarios
Precio
+ Suministradores
de gama amplia
Firmas
especializadas
Perfil
generalista
Empresas sin
planta de
producción en
Cataluña
Empresas con
planta de
producción en
– Cataluña
– +
Volumen (unidades)
17 Cada vez eran más las empresas fabricantes que se dedicaban a importar productos de gama media-baja destinados al mercado de
obra nueva o a la comercialización.
Figura 21. “Círculo vicioso” de pérdida de competitividad de las empresas del cluster
4
Los fabricantes remanentes no 3
encuentran suficiente oferta
Desaparecen
los subcontratistas
18 La exportación del cluster nunca superó el 10% de la producción, una cifra muy lejana a la de competidores como Italia o Alemania.
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La primera reacción del establishment sectorial fue de desconfianza. Algunas de las empre-
sas más relevantes del cluster, con gran capacidad de influencia en las demás, expresaron
con gran contundencia que la Administración de la Generalitat no tenía capacidad para
mejorar la competitividad del sector, que dependía –a su parecer, de manera casi exclu-
siva– de la competencia desleal protagonizada por los países de bajos costes salariales,
especialmente China, contra la que solo se podía luchar, también según la opinión de estas
empresas, con la introducción de barreras técnicas a la importación a través de la certifica-
ción y la homologación de producto.
El primer punto de este plan de acciones hacía referencia a una cosa aparentemente muy
sencilla, pero, en realidad, bastante complicada: la creación de un clima de confianza entre,
por un lado, una parte significativa de las empresas del cluster y, por otro, la Administra-
ción que les estaba proponiendo participar en un proceso hasta entonces desconocido. El
Departamento de Dinamización de Clusters de ACC1Ó era la unidad de la Administración
a cargo de esta operación y, para llevar a cabo su trabajo, de acuerdo con el procedimiento
antes descrito, contó con la colaboración del Ayuntamiento de Sant Feliu de Llobregat, el
municipio donde se ubicaban la mayoría de las empresas del cluster, como socio estratégi-
co local, que formaba parte de la red PIC antes mencionada.
Figura 23. Plan de acción cluster grifos sanitarios del Baix Llobregat
• Etc.
Una vez alcanzado este clima de confianza mediante la realización de numerosas visitas a la
mayor parte de las empresas del cluster, en las que se repasaba el diagnóstico competitivo
realizado por el OPI y se comentaban las iniciativas de refuerzo de la competitividad que se
querían poner en marcha, las acciones incluidas en el proyecto se empezaron a implemen-
tar a principios de 2006.
Tuvieron especial relevancia las iniciativas dirigidas a favorecer un cambio estratégico en las empresas del
cluster –fabricantes de producto final y auxiliares– a través de su reorientación hacia actividades con más
margen y más sostenibles. Asimismo, las que pretendían la mejora de aspectos clave para competir de
una manera más eficiente, como la formación de los cuadros directivos de las compañías, las ganancias
de productividad o las inversiones en actividades de innovación y desarrollo.
El proceso de cambio estratégico de las empresas del cluster, seguramente el más importante de to-
dos los puestos en marcha, se impulsó con la realización de talleres de reflexión estratégica donde se
presentaban las problemáticas y los desafíos a los que se enfrentaba el sector y que también servían
para instaurar un clima de confianza de grupo y, paralelamente, con el apoyo financiero a las empresas
individuales que daban pasos efectivos hacia otro modo de competir mediante el programa de Nuevas
Oportunidades de Negocio que se ha descrito en la sección anterior. Ambas iniciativas tuvieron un éxito
considerable, ya que más de la mitad de las empresas participaron en el primer taller de reflexión estra-
tégica que se organizó y 17 elaboraron proyectos de cambio estratégico19, muchos de ellos de empresas
auxiliares que querían entrar en nuevos nichos de mercado20 o incorporar más diseño para transitar hacia
segmentos más rentables21.
También hay que hacer referencia a algunas acciones que se realizaron en el ámbito de la internacionali-
zación, como, por ejemplo, la participación de algunos fabricantes de grifos en una misión comercial de
empresas catalanas de hábitat (muebles, iluminación, textil hogar, etc.) en Dubái.
Entre las acciones colectivas, cabe mencionar la creación de una plataforma de comercialización con-
junta denominada Grup 7, por medio de la cual siete empresas auxiliares del cluster, proveedores de
componentes o servicios complementarios, sumaron esfuerzos para ofrecer al mercado sus productos
trabajando en una web común o compartiendo gastos en el ámbito de la política comercial a través de la
participación conjunta en ferias sectoriales.
Como es habitual en gran parte de las pymes del tejido productivo catalán, los cuadros directivos de las
empresas del cluster de grifos tenían una gran experiencia práctica y un excelente conocimiento de su
negocio, pero una visión estratégica limitada para competir en una economía totalmente globalizada.
Por ello, la iniciativa de refuerzo de la competitividad impulsada por la Administración de la Generalitat
en el año 2005 quiso fortalecer las habilidades directivas de los responsables de las empresas del sector
mediante la realización de cursos de formación a medida, que se llevaron a cabo en colaboración con
una escuela de negocios. Cabe resaltar que estos cursos de formación sirvieron, más allá de su objetivo
primordial, para generar un auténtico espíritu de networking que permitió eliminar suspicacias y abrir
los ojos a muchos participantes sobre las posibilidades de cooperación que se podían iniciar a raíz de la
iniciativa en la que estaban participando.
192021
19 ACC1Ó dedicó 700.000 euros en dos años a apoyar proyectos de cambio estratégico presentados por empresas del cluster de grifos
sanitarios.
20 Por ejemplo, una empresa productora de flexos para duchas desarrolló una línea de productos para peluquería.
21 Véase el caso de las empresas Orfesa, Griferías Galindo y Standar Hidráulica en los recortes de diario que acompañan este texto.
Por último, otras acciones desarrolladas fueron la creación de una página web o la realización de viajes de
benchmarking para identificar buenas prácticas en clusters similares y más avanzados.
Todo este conjunto de prácticas sirvió también para crear un “sentimiento de cluster”, con lo que quere-
mos decir que contribuyó a que las empresas del sector de grifos sanitarios del Baix Llobregat tomaran
conciencia de que podían cooperar para competir en mejores condiciones relativas. Y esto se concretó,
tres años después del inicio de la iniciativa, en la creación de una asociación cluster promovida por 13
empresas del sector, tanto fabricantes como proveedores, encargada de trabajar para la mejora de su
competitividad.
Figura 25. Principales etapas del proyecto de mejora competitiva del cluster de grifos sanitarios del Baix Llobregat
Diagnóstico Lanzamiento
cluster plan de acción
Marzo 2005 Junio - Septiembre 2005 Enero 2006 - Febrero 2007 Enero 2009
Necesidad de cambios
En el año 2009 se produjo una reorientación de la política de clusters de la Generalitat de
Cataluña como consecuencia de toda una serie de factores que se explicitarán en este ca-
pítulo.
En primer lugar, se realizará una reflexión crítica sobre la experiencia anterior porque, como
veremos, gran parte de las limitaciones del modelo que se puso en marcha en 1993, que
se detectaron en el año 2004, al finalizar la primera etapa de esta política, todavía estaban
vigentes en el 2009.
En segundo lugar, se comentará uno de los cambios más importantes que se produce en
las economías avanzadas: el desvanecimiento de las fronteras entre el sector industrial y
el sector terciario para dejar paso a la aparición de la nueva industria, entendida como la
integración de la industria manufacturera y los servicios destinados a la producción, que
ya es el sector central de la economía catalana y el destinatario de las nuevas iniciativas de
refuerzo de la competitividad basadas en la política de clusters.
Por último, se repasarán los rasgos básicos del proyecto que precipitó el nuevo diseño de
esta herramienta de política industrial y empresarial: el caso del textil-moda en Cataluña.
Además, algunos factores, como el carácter a menudo inmaterial de los principales resul-
tados obtenidos a corto plazo por las empresas que participaban en la mayor parte de las
iniciativas (esencialmente la obtención de reflexión estratégica sobre su negocio), provo-
caron que el trabajo realizado en el marco de la política de clusters siguiera teniendo una
escasa visibilidad relativa23.
A su vez, y tal y como pasó en la primera década de esta política, todas las iniciativas ini-
ciadas a partir del 2004 fueron impulsadas por la Administración. Es cierto que la respuesta
empresarial ha sido en los últimos años más dinámica, y que en algunos casos ha sido posi-
ble encontrar empresas con las que compartir, después de un periodo de trabajo que nun-
ca ha sido inferior a dos años, la dinámica de los proyectos, pero la verdad es que encontrar
un núcleo duro de empresarios dispuestos a tomar el relevo al liderato público continúa
siendo, en términos generales, una labor pendiente.
22 Gran parte de las iniciativas de refuerzo de la competitividad impulsadas a partir del 2004 tenían como destinatarios microclusters con
una cifra de negocio agregada inferior a los 300 millones de euros.
23 En esta línea, O. Sölvell (2008) ha puesto de manifiesto en un reciente trabajo que, a menudo, la propensión de los policy-makers a
poner el acento en la puesta en marcha de acciones colaborativas entre las empresas que participan en las iniciativas de refuerzo de la com-
petitividad olvida la importancia de la rivalidad empresarial, lo que dificulta el logro de resultados de esta política y no facilita su visibilidad.
24 Porter, M. (1998): Clusters and Competition – New Agendas for Companies, Government and Institutions, en On Competition. Pág. 209:
“The productivity and prosperity of a location rest not on the industries in which firm competete, but on how they compete. Firms can be more
productive in any industry – shoes, agriculture, or semiconductors if they employ sophisticated methods, use advanced technology and offer
unique product and services…”.
NECESIDAD DE CAMBIOS 85
servatorio de Prospectiva Industrial –comentado en el capítulo anterior– supuso un avance
significativo en este campo, ya que proporcionó una información de gran utilidad a la hora
de decidir qué iniciativas de refuerzo competitivo se ponían en marcha, pero la revisión de
los proyectos realizados en los últimos años obliga a admitir que el primer replanteamiento
operativo de la política de clusters no resolvió definitivamente los aspectos de planificación
estratégica. Como en la mayoría de las regiones o países que seleccionan los clusters sobre
los que actúan, en Cataluña los criterios utilizados para la priorización han sido los de peso
relativo en su estructura productiva, potencial de crecimiento o distribución territorial,
pero, sin embargo, la sombra de la improvisación no se ha desvanecido del todo.
Elementos exógenos
Más allá de los problemas no resueltos, determinadas circunstancias que podríamos cuali-
ficar como exógenas a la Administración han evidenciado últimamente la conveniencia de
reformular la política de clusters. Básicamente son tres: la gran cantidad de proyectos focali-
zados en clusters surgidos en Cataluña en los últimos años, los recientes pronunciamientos
de la Unión Europea sobre esta materia y, finalmente, la consideración de la nueva industria
(entendida como la integración de la industria manufacturera y los servicios destinados a
la producción) como el sector central de la economía catalana y destinatario de las nuevas
iniciativas de refuerzo de la competitividad basadas en la política de clusters.
La política de clusters ha experimentado en los últimos años una auténtica explosión de-
bido no solo a su utilidad para incrementar la productividad, mejorar la capacidad de in-
novación o estimular la creación de nuevas empresas (véase el capítulo 4), sino también a
que algunos de sus elementos, como el fomento de las economías externas, la delimitación
territorial y productiva, la promoción de la cooperación empresarial o la coordinación pú-
25 La dificultad de definir un buen sistema de evaluación de las iniciativas de refuerzo competitivo basadas en los clusters es un problema
por resolver para la gran mayoría de las regiones y países que trabajan con este enfoque metodológico. Algunos esfuerzos recientes realiza-
dos por regiones como Escocia o el País Vasco (véase Aragón, Aranguren e Iturrioz, La evaluación de la política de clusters de la CAPV, Orkestra,
San Sebastián, 2010), aunque han representado un avance no acaban de superar obstáculos clave como la medición de los resultados de
carácter inmaterial (el cambio de actitud o el cambio estratégico de las empresas en el ámbito individual y de clusters) o la discriminación
de los efectos atribuibles a las simples dinámicas de mercado.
Este fenómeno ha tenido lugar en todo el mundo y, de una manera particularmente in-
tensa, en Europa, donde el European Cluster Observatory considera que actualmente hay
más de 1.100 organizaciones de clusters27. Cataluña no se ha quedado al margen de esta
tendencia y ha visto como en los últimos años se ponían en marcha en su territorio gran
cantidad de iniciativas que, genéricamente, podrían considerarse integradas dentro de la
metodología de refuerzo de la competitividad que caracteriza la política de clusters.
Diseño
Organismo preexistente
o sin gerencia dedicada
Iniciativas del 22@ Organismo creado como “cluster”
Esta figura, que recoge las iniciativas de refuerzo de la competitividad en Cataluña, que no
es exhaustiva y solo tiene voluntad ilustrativa, pretende mostrar no solo que hay muchos
proyectos vivos, sino que empiezan a producirse solapamientos que pueden dar lugar a la
aparición de ineficiencias, sobre todo si se tiene en cuenta que todas las iniciativas existen-
26 Un grupo de investigadores de la Stockholm School of Economics realizó en el año 2003 una encuesta denominada The Global Cluster
Initiative Survey (GCIS) que identificó la existencia de más de 500 iniciativas de refuerzo de la competitividad basadas en la política de clus-
ters. Solamente dos años más tarde, la segunda edición del GCIS aumentó el número de las mismas hasta 1.400.
27 European Cluster Observatory: www.clusterobservatory.eu.
NECESIDAD DE CAMBIOS 87
tes en la actualidad han sido impulsadas por las administraciones central28, autonómica y
local.
Cabe mencionar que la Unión Europea empezó a considerar la política de clusters como un
instrumento útil para la mejora de la competitividad con cierto retraso respecto a otras orga-
nizaciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Industrial29 o el Banco Mundial, que ya en la década de los noventa emplearon esta metodo-
logía en diferentes proyectos en vías de desarrollo. Así, su interés por la materia no ha dejado
de crecer desde que empezó a hacer referencia a esta realidad hace ya casi diez años30.
Como se puede deducir de la inclusión del término World-Class Clusters en el mismo título
de la comunicación, la Comisión quería transmitir a los decisores políticos europeos, como
idea fundamental, que era necesario dar un salto cualitativo en la definición e implementa-
ción de las iniciativas de refuerzo de la competitividad para tener clusters excelentes y de
más amplio alcance.
Para conseguir este objetivo, la Comisión sugería tres cosas: en primer lugar, integrar la polí-
tica de clusters en los diferentes programas de desarrollo y reforma nacionales; en segundo
lugar, mejorar la cooperación transnacional de las iniciativas, que demasiado a menudo
tienen un alcance exclusivamente local, por lo que es esencial aumentar la profesionaliza-
28 La orden ITC/2691/2006, de 2 de agosto, de apoyo a las Agrupaciones Empresariales Innovadoras (AEI) del Ministerio de Industria, Tu-
rismo y Comercio, establecía ayudas para la financiación de actuaciones típicas del trabajo con clusters, particularmente el plan estratégico
inicial y los gastos asociados a su funcionamiento. Solo en Cataluña se han creado desde entonces una treintena de estas agrupaciones,
algunas de las cuales institucionalizaban iniciativas preexistentes impulsadas por otras administraciones.
29 UNIDO: www.unido.org.
30 Cabe destacar por su relevancia el documento Regional Clusters en Europe, elaborado por el Observatory of European SMEs en el año
2002.
31 La comunicación fue precedida por un documento no oficial: The European Cluster Memorandum (Hihg Level Advisory Group on
Clusters, 2007), en el que ya se dibujaba el papel de los clusters como herramienta fundamental para la competitividad y la innovación de la
economía europea. Ambos documentos están disponibles en formato electrónico en http://ec.europa.eu/enterprise/policies/innovation/
documents/index_en.htm y en http://ww.proinno-europe.eu/node/19196.
Finalmente, el último elemento que forzó a una reflexión crítica sobre lo que se estaba reali-
zando y que motivó en gran parte el rediseño de la política de clusters de la Generalitat fue
el mercado, porque el cambio de modelo industrial, que se ha producido en las economías
desarrolladas como consecuencia de las importantes transformaciones acontecidas en la
economía mundial derivadas, entre otras cosas, de la globalización, el cambio tecnológico
o la presión por alcanzar un crecimiento económico sostenible, ha modificado sustancial-
mente el escenario competitivo donde trabajan las empresas, que han visto como las estra-
tegias y los modelos de negocio que antes eran válidos ahora ya no lo son.
Uno de los aspectos más importantes del cambio de modelo industrial que se ha producido
en las sociedades avanzadas es el desvanecimiento de las fronteras entre el sector secunda-
rio y el terciario (véase el capítulo siguiente). La industria se ha transformado y el cambio es
evidente en el aumento de la heterogeneidad de sus actividades y, sobre todo, en la externa-
lización de muchas de sus tareas. Por ello, surge el concepto de nueva industria como integra-
dor de la industria manufacturera y los servicios destinados a la producción, dos realidades
complementarias e interdependientes. La nueva industria es el sector central de la economía
(en Cataluña supone dos terceras partes del total) y este hecho no se puede obviar. Por ello,
la política de clusters tiene que modificar el alcance y el enfoque de sus iniciativas de refuerzo
de la competitividad, que no solo no tiene sentido que se definan por razones de codificación
estadística, sino que tienen que considerar fundamentalmente el mercado final.
Figura 27. Principales elementos impulsores del cambio en la política de clusters en Cataluña
32 De acuerdo con los principios de la Comunicación, la DG E&I puso en marcha en el 2009 una serie de iniciativas destinadas a mejorar
el marco general de las políticas de clusters en Europa. Cabe destacar: a) la creación del European Cluster Policy Group, que debe reflexionar
sobre el futuro de esta línea de trabajo; b) el impulso dado al European Cluster Observatory (www.clusterobservatory.eu) para conocer me-
jor la realidad de los clusters en Europa; c) la puesta en marcha del proyecto European Cluster Excellence Initiative (www.clusterobservatory.
eu) para mejorar la profesionalización de las organizaciones de clusters, y d) la creación de la European Cluster Alliance, una red de más de
80 organizaciones europeas que trabajan con clusters, para fomentar la cooperación transnacional de las iniciativas puestas en marcha. Se
puede encontrar más información en las páginas web: www.europe-innova.eu y www.proinno-europe.eu.
NECESIDAD DE CAMBIOS 89
5.2 La nueva industria
Los expertos han explicado tradicionalmente el incremento de los servicios por los cambios
que se producen en la composición de la demanda final a medida que aumenta el nivel de
renta per cápita. Sin embargo, si esto fue válido para explicar la tercerización de los años
sesenta y setenta, no parece que lo sea tanto para el crecimiento de los servicios a partir de
los ochenta. La explicación del crecimiento del sector terciario en los últimos años radica,
en cambio, en el aumento del peso específico de los servicios destinados a la producción
en el consumo intermedio de la mayor parte de las ramas de actividad como consecuencia
de las transformaciones tecnológicas y organizativas del sector industrial.
Por ello, uno de los aspectos más relevantes en el cambio de modelo estructural que se
produce últimamente en las economías avanzadas es el progresivo desvanecimiento de las
fronteras entre el sector industrial y el sector terciario. Como han explicado Baró y Villafaña
(2009), una comprensión adecuada de las economías actuales obliga a un reajuste de los
instrumentos analíticos y, particularmente, a una revisión de las fronteras tradicionales de
lo que se ha entendido hasta hace relativamente poco como industria.
Según estos autores, desde hace al menos dos décadas, el objeto industrial se ha modifi-
cado profundamente, tanto desde un punto de vista tecnológico como organizativo. Esta
mutación de la industria se percibe, sobre todo, en términos de un aumento de la hete-
rogeneidad interna de estas actividades y, también, en la evolución de su perímetro, en
la medida de que una parte de sus tareas se ha externalizado y se ha desplazado hacia
actividades de servicios.
En línea con esta interpretación, muchos economistas denuncian que las nomenclaturas de
actividades económicas actuales son poco pertinentes para afrontar con rigor la desindus-
trialización de las sociedades desarrolladas, que se manifiesta en la pérdida continuada del
valor añadido y la ocupación del sector secundario, y proponen revisar con profundidad el
perímetro actual de la industria para tener en cuenta los cambios organizativos y los cam-
bios acontecidos en la naturaleza de la producción industrial. Por tanto, es necesario activar
una nomenclatura adaptada a la finalidad de captar con más detalle y de manera adecuada
la actual dinámica industrial, en general, y la externalización de actividades, en particular.
Una propuesta muy sugerente es la que considera que el perímetro del sector industrial
debe establecerse con la inclusión de los servicios destinados a la producción, que son,
en gran medida, complementarios e interdependientes con las actividades manufacture-
ras. De acuerdo con esta interpretación, se puede hablar de un sector integrado industria
manufacturera-servicios destinados a la producción, cuyo análisis, en términos de dimensión
Esta es, también, la posición de las instituciones comunitarias que subrayan cada vez con
más frecuencia que la demanda de servicios a la producción existe donde hay un sector in-
dustrial fuerte y reclaman el reconocimiento de los servicios prestados a las empresas como
parte integral de la política industrial (European Commission, 2003, 2004, 2005, 2007).
Y, ¿qué se entiende por servicios destinados a la producción? Pues aquella parte de los
servicios de mercado que se caracterizan porque sus prestaciones entran a formar parte,
de manera creciente durante las últimas décadas, de los inputs intermedios de la actividad
manufacturera.
Figura 28. Los servicios destinados a la producción en el conjunto de las actividades económicas
Fuente: Baró, E. et al. (2009): La nova indústria: el sector central de l’economia catalana.
NECESIDAD DE CAMBIOS 91
la ocupación neta creada; de la Comunidad de Madrid, en la que esta cifra fue del 47,5%, y
del País Vasco, donde la nueva ocupación generada fue el 48,2% del total.
• En primer lugar, que la nueva industria, entendiendo como tal la suma de la industria
manufacturera y los servicios destinados a la producción, ocupa el lugar central de la
economía española y de las comunidades autónomas más industriales. En Cataluña, y a
precios constantes, su peso sobre el total era en el año 2005 del 66,7%; en el País Vasco,
del 66,5%; en la Comunidad de Madrid, del 63,7%, y en el conjunto de España, del 59,1%.
• En segundo lugar, que la nueva industria opera con un nivel de productividad supe-
rior a la media de las economías consideradas, un resultado que se podía esperar de las
actividades manufactureras, pero que era menos previsible en el caso de los servicios
destinados a la producción.
Ind. manufactureras + S.
1.395,5 2.002,4 606,9 980,6 1.572,6 592,0 430,0 587,5 157,5 6.691,0 9.487,2 2.796,2
destinados a la producción
b) Distribución porcentual Cataluña Comunidad de Madrid País Vasco España
1995 2005 Diferencia 1995 2005 Diferencia 1995 2005 Diferencia 1995 2005 Diferencia
Industrias manufactureras 25,6 21,7 –3,9 14,9 10,5 –4,4 27,5 25,0 –2,5 18,3 15,8 –2,4
Serv. destinados a la producción 32,5 34,1 1,6 34,6 38,2 3,6 29,7 29,5 –0,2 30,5 31,3 0,9
Servicios a las empresas 7,2 10,1 3,0 10,5 13,4 2,9 7,0 8,3 1,3 6,0 8,7 2,7
Mediación financiera 2,9 2,0 –0,8 4,3 2,9 –1,4 2,3 1,9 –0,4 2,6 1,9 –0,7
Comercio y reparaciones 15,7 15,5 –0,2 11,2 13,9 2,7 14,2 13,3 –0,9 15,4 14,7 –0,7
Transporte y telecomunicaciones 6,2 6,0 –0,2 7,8 7,5 –0,3 5,6 5,5 –0,1 5,9 5,6 –0,3
Electricidad, gas y agua 0,6 0,4 –0,2 0,8 0,5 –0,2 0,7 0,5 –0,2 0,6 0,5 –0,1
Servicios destinados al consumo 30,3 31,7 1,4 41,0 40,1 –0,9 32,3 33,7 1,4 34,1 35,6 1,5
Construcción 8,1 9,9 1,7 8,6 10,7 2,1 7,8 9,2 1,4 9,1 12,1 3,0
Agricultura y pesca 3,5 2,7 –0,8 0,9 0,5 –0,4 2,6 2,6 0,0 8,1 5,1 –3,0
TOTAL 100,0 100,0 0,0 100,0 100,0 0,0 100,0 100,0 0,0 100,0 100,0 0,0
Ind. manufactureras + S. 58,1 55,7 –2,4 49,4 48,7 –0,8 57,2 54,5 –2,7 48,7 47,2 –1,6
destinados a la producción
Fuente: Baró, E. et al. (2009): La nova indústria: el sector central de l’economia catalana.
NECESIDAD DE CAMBIOS
93
Tabla 6. Evolución del valor añadido por grandes sectores económicos: Cataluña, Comunidad de Madrid, País Vasco y España,
1995-2005*
A precios constantes Cataluña Comunidad de Madrid País Vasco España
Porcentajes 1995 2005 1995 2005 1995 2005 1995 2005
Industrias manufactureras 27,94 29,39 15,70 16,15 29,73 35,30 20,11 22,49
Serv. destinados a la producción 38,07 37,30 45,93 47,53 34,30 31,17 38,01 36,58
Servicios a las empresas 13,77 15,11 18,22 18,83 12,40 11,57 13,73 14,71
Mediación financiera 1,50 4,30 3,87 6,38 1,48 3,83 1,08 4,18
Comercio y reparaciones 11,73 10,34 10,96 10,37 10,43 8,18 11,95 9,69
Transporte y telecomunicaciones 8,12 6,26 9,80 10,03 6,84 5,27 8,28 6,22
Electricidad, gas y agua 2,94 1,30 3,08 1,93 3,15 2,32 2,97 1,78
Servicios destinados al consumo 25,18 21,77 30,57 25,51 27,39 22,53 29,37 25,65
Construcción 6,95 9,88 7,55 10,59 6,43 9,47 7,90 11,57
Agricultura y pesca 1,85 1,67 0,25 0,21 2,15 1,53 4,62 3,71
TOTAL 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00
Ind. manufactureras + S. 66,01 66,70 61,63 63,69 64,03 66,47 58,12 59,07
destinados a la producción
(*) Los datos del año 2005 a precios constantes del 2005 son una estimación realizada a partir de los datos del INE.
Fuente: Baró, E. et al. (2009): La nova indústria: el sector central de l’economia catalana.
33 Informe anual de la Industria, año 2000. Departamento de Industria, Comercio y Turismo. Generalitat de Cataluña.
34 Hernández, J. M.; Fontrodona, J.; Pezzi, A. (2005): Mapa de los sistemas productivos locales industriales en Cataluña, cit. pág. 48 y ss.
Piel fina
Osona
Piel gruesa Vallès Oriental
L’Anoia
Género de punto
Género de punto Maresme
L’Anoia
Confección
A. M. Barcelona Número de establecimientos
Hasta 50
Hilatura y tejeduría
de lana 50-100
Vallès Occidental Más de 100
Trabajadores
Hasta 1.000
1.000-3.000
A. M. = Ámbito Metropolitano de Barcelona.
Comprende: Vallès Occidental, Barcelonès y Baix Llobregat. Más de 3.000
Otros proveedores
Otros usos: textil hogar
(botones, etiquetas,
(30%) y usos industriales (15%) packaging, etc.)
Acabadores y tinteros
ramo del agua
Fuente: Hernández, J. M. et al. (2005): Mapa de los sistemas productivos locales industriales en Cataluña.
NECESIDAD DE CAMBIOS 95
En el año 2006, la información sobre el sector no era menospreciable. No solo porque ha-
bía muchos estudios al alcance, sino porque, desde que se puso en marcha la política de
clusters en Cataluña, la Generalitat había trabajado intensamente con el mismo35. Sin em-
bargo, la comprensión que se tenía sobre las profundas modificaciones competitivas que el
sector había experimentado era insuficiente. En aquel momento, la visión mayoritaria de la
cadena de valor del sector textil-confección era la que consideraba fundamentalmente los
aspectos manufactureros de la actividad.
ADMINISTRACIÓN
Canal de distribución:
Proveedores MP
El proyecto tuvo, desde su inicio, un planteamiento innovador. En primer lugar, porque por
primera vez no se focalizaba en empresas que eran de un mismo negocio, sino en las que
compartían una misma estrategia; en segundo lugar, porque su alcance geográfico no era
el microcluster territorial, sino que era toda Cataluña.
La iniciativa, por tanto, tenía una orientación más proactiva que reactiva en la medida que
quería identificar las pautas de crecimiento de las empresas de más éxito, analizar su es-
trategia y comprender sus retos de futuro. Y todo ello para dar a conocer esta manera de
competir a todo el sector.
35 Muchos de los proyectos de refuerzo de la competitividad de clusters realizados desde 1993 estaban relacionados con el sector textil-
confección: piel gruesa en la Anoia, género de punto en el Maresme y en la Anoia, confección en Barcelona, tejidos estrechos en el Bages, etc.
Entre las grandes tendencias con influencia en el sector era evidente que la más importante
era la deslocalización de la producción a países de bajo coste, como China, India, Pakistán o
Turquía, cuyas exportaciones de productos textiles hacia España estaban experimentando
crecimientos anuales de dos dígitos.
Otro aspecto importante también era el cambio en la estructura del canal de distribución,
en el que la tienda multimarca no dejaba de perder cuota de mercado a favor de la distribu-
ción a través de la marca de canal36.
70 66,1
58,8 58,8
60 56,6
50
43,1
39,8 38,6
40 36,0
30
24,1
20,8 23,0
18,9 19,0 Tiendas multimarca
20 17,0
15,4 14,1 14,3 13,7 15,8 16,1
Grandes almacenes
8,9 10,2 14,0 15,5 16,2 16,0 Cadenas especializadas
10 7,8 8,4
4,0 Hiper/Supermercados
7,3 7,1 8,3 0,9 1,5
6,3 Factory/Outlet
0
1985 1993 1994 1995 1999 2001 2003 2004
En este contexto, se hizo evidente que las segmentaciones clásicas utilizadas por el sector,
que todavía se realizaban mayoritariamente sobre la base de conceptos como la edad o
el poder adquisitivo, tenían cada vez menos sentido porque las empresas más dinámicas
36 Este fenómeno ha continuado en los últimos años. Así, por ejemplo, en el año 2008 la cuota de mercado de las tiendas multimarca era
de 27% y la de las factory outlets del 11% (datos de ACOTEX; http://www.acotexconecta.org).
NECESIDAD DE CAMBIOS 97
utilizaban criterios de crecimiento intangibles como las experiencias, las emociones o los
estilos de vida.
Esta manera de competir permitía un gran conocimiento del mercado y del consumidor37
y un mayor control sobre el posicionamiento de los productos, elemento estratégico y no
siempre posible con la intermediación de un distribuidor multimarca. Asimismo permitía
captar mejor el margen de distribución, que en el sector confección es muy significativo.
El análisis realizado también evidenció que esta manera de competir con marca y control de la
distribución había tenido consecuencias en el entorno donde trabajan las empresas del sector,
en el que aparecen con una gran fuerza agentes vinculados con la logística, la gestión de la
marca, la gestión de los puntos de venta o la formación especializada en estas nuevas áreas
competitivas. De esta manera, el cluster textil-confección dejaba paso al cluster textil-moda.
ADMINISTRACIÓN
Canal de distribución:
Hilatura Tejeduría
Proveedores MP
• Tienda multimarca
• Grandes almacenes
Confección • Marca de canal pura
Tintes y acabados • Marca de producto
con tiendas
Textil de cabecera (propias/franquicias)
Consultoras Agencias de
Venture Capital franquicias comunicación
37 Las empresas con esta estrategia captan muy bien las tendencias de consumo y anticipan el comportamiento de sus clientes.
• Un segundo grupo estaba integrado por empresas de “marca de producto con tiendas”,
que tampoco fabricaban directamente y combinaban una distribución con tiendas pro-
pias y tiendas multimarca. Eran 17 empresas que habían ido consolidando una marca,
pero que no habían nacido como “retailers puros”39 y facturaban 400 millones de euros.
Las más importantes eran Desigual, Custo Barcelona, Armand Basi o Escorpión.
• Un tercer grupo, por último, estaba integrado por 70 empresas que no se podía consi-
derar que hubieran adoptado, estrictamente hablando, una opción estratégica de bran-
ding & retail, ya que no controlaban directamente la distribución, pero potencialmente
podían hacerlo porque tenían un producto bastante reconocido que a menudo fabri-
caban directamente.
De acuerdo con estos datos, el diagnóstico detectó que alrededor de unas sesenta empre-
sas, que facturaban más de 3.000 millones de euros y controlaban más de 3.000 tiendas en
todo el mundo, habían adoptado una estrategia de crecimiento que resultaba particular-
mente interesante en un contexto en el que lo más frecuente era afirmar que todo el sec-
tor textil estaba en crisis. Además, aunque no producían en Cataluña, estas empresas que
seguían una estrategia de branding & retail daban ocupación en sus servicios centrales a
un gran número de personas40 que tenían unos perfiles profesionales de superior cualifica-
ción relativa a los de las empresas estrictamente manufactureras y que, en consecuencia,
también percibían unos salarios comparativamente superiores.
38 Se llevó a cabo un intenso trabajo de campo que permitió identificar muchas empresas que, aunque estaban clasificadas estadís-
ticamente como empresas del sector servicios, ya que se dedicaban a la distribución, eran, sin duda, empresas textiles que seguían esta
estrategia.
39 Todos estos datos provienen de las cuentas depositadas por las empresas en el Registro Mercantil y corresponden al momento en el
que se realizó el trabajo. Actualmente son significativamente superiores.
40 En el momento de la realización del diagnóstico, la empresa Mango daba ocupación en su sede central en Palau Solità i Plegamans a
1.700 personas. Sin duda, este caso era excepcional en términos de dimensión, pero empresas como Desigual estaban en claro proceso de
expansión. Desigual pasó de facturar 30 millones de euros en el año 2005 a facturar 275 en el 2009. Véase www.desigual.com y también
Desigual, tras los pasos de Zara y Mango, publicado en Expansión, 22 de julio de 2009, pág. 4-5, ed. Cataluña.
NECESIDAD DE CAMBIOS 99
Tabla 7. Perfiles profesionales que trabajan en los servicios centrales de las empresas con estrategia branding & retail
• Diseñadores
Diseño
• Modelistas y patronistas…
• Estudios de mercado
Marketing y publicidad • Directores comerciales y de marketing
• Managers de la cadena de tiendas (retail manager)
• Expertos en la gestión de los franquiciados
Gestión comercial y ventas • Expertos en el real state (localización y gestión previa de contratos...)
• Arquitectos y aparejadores
Tiendas • Expertos en decoración de tiendas y merchandising
• Directores de tiendas
• Compradores-gestores de la producción, control de calidad...
Compras y producción • Gestores de la logística y almacenes
• Personal de almacén
Logística
• Proyecto de managers de software
• Personal de apoyo administrativo
Administración, finanzas…
• Personal de fabricación (acabados de control de calidad)
Fuente: Observatorio de Prospectiva Industrial.
Entre los retos estratégicos de las empresas que seguían una estrategia de branding & retail,
cabe destacar los relacionados con el conocimiento del mercado para anticipar las tenden-
cias del mismo e influir en los consumidores. Este conocimiento resultaba particularmente
importante de cara a abrir puntos de venta en mercados nuevos y lejanos, reto al que se
estaban enfrentando muchas de las empresas que seguían esta estrategia. La elección de
un determinado mercado, de una ciudad y, dentro de esta, de la calle más adecuada, eran
muy relevantes.
Tabla 8. Principales retos estratégicos de las empresas con estrategia de branding & retail
• Mayor dificultad de caracterización de los targets y de segmentación
¿Inteligencia de mercado?
de las marcas
• Pérdida de importancia de los perfiles relacionados con la producción
¿Encontrar perfiles profesionales? • Aparición de nuevos perfiles profesionales
• Gestión profesionalizada de la empresa
• Creciente inflación del precio y de los alquileres de los locales que
dificulta la apertura y la localización adecuada de las tiendas
¿Localización y gestión de tiendas?
• Falta de conocimientos de la gestión del canal por parte de antiguas
empresas fabricantes
• Aumento de importancia de perfiles técnicos compradores con
¿Compras y logística?
conocimiento del producto, así como de la gestión logística
¿Gestión de la marca? • Posicionamiento y gestión de la marca
• La dificultad de acceso a mercados internacionales implica estudios
¿Internacionalización?
de mercados y la búsqueda y la alianza con socios
• Opciones para financiar el crecimiento
¿Cómo financiar el crecimiento?
• Dificultad para conseguir la inversión necesaria para dar el salto
Fuente: Observatorio de Prospectiva Industrial y Cluster Development.
En cuanto a los recursos humanos, ya se ha mencionado que las empresas que siguen una
estrategia de branding & retail necesitan unos perfiles profesionales diferentes de los de las
empresas que optan por una estrategia esencialmente manufacturera, con personal espe-
cializado en diseño, gestión de la marca y del canal de venta, marketing, logística avanzada,
desarrollo de software propio, compras y gestión, etc.
Con relación a la financiación, las necesidades de las empresas chocaban con la falta de
atractivo que, por falta de conocimiento, tenía el sector para los inversores.
Con estos retos encima de la mesa, y de acuerdo con el modus operandi descrito anterior-
mente41, el proyecto de branding & retail en el sector textil-moda se completó con el diseño
de un plan de actuación en el que el Área de Dinamización de Clusters de ACC1Ó jugó un
papel muy importante.
El plan estaba integrado, por un lado, por un conjunto de iniciativas horizontales que pre-
tendían mejorar el nivel competitivo del entorno donde trabajaban estas empresas y, por
otro, por acciones que querían dar apoyo a las compañías que quisieran reorientarse hacia
un modelo estratégico basado en la marca y el control de la distribución.
Entre las acciones que se desarrollaron cabe destacar, por los resultados positivos que al-
canzaron, las siguientes:
b) El desarrollo de proyectos piloto para ayudar, en sus primeras fases, a las empresas que
querían seguir una estrategia de branding & retail, como un vivero de jóvenes diseña-
dores (denominado proyecto Bressol) o una iniciativa dirigida a la implementación de
servicios de prototipaje, gestión de la fabricación y establecimiento de relaciones co-
merciales con marcas de moda ya consolidadas en el mercado (denominado proyecto
BePhisyc).
c) El apoyo que se dio a través del programa de Nuevas Oportunidades de Negocio (NON)
a las empresas que querían reorientar su estrategia: unos treinta proyectos recibieron
subvenciones por un importe aproximado de 1,5 millones de euros.
En uno de los capítulos anteriores se ha recordado una de las ideas clave de la política de
clusters: no hay sectores buenos ni malos, sino estrategias adecuadas o inadecuadas. La
iniciativa de refuerzo de la competitividad que se ha comentado en este capítulo permitió
comprender mejor que, en un sector duramente afectado por la globalización, hay empre-
sas que están funcionando muy bien gracias a una estrategia competitiva que hace hinca-
pié en la marca y el control de la distribución.
42 Este apartado se ha redactado con la colaboración de Emma Vendrell, gestora de proyectos internacionales del Observatorio de
Prospectiva Industrial.
En el año 2009, después de más de quince años de experiencia en la aplicación de iniciati-
vas de refuerzo de la competitividad que se enmarcan dentro de aquello que, de manera
muy genérica, se denomina política de clusters, la Generalitat de Cataluña decidió renovar
esta línea de trabajo para mejorar los resultados que las empresas obtenían de la misma.
Estas limitaciones fueron subrayadas indirectamente por la Unión Europea, que estaba
reclamando explícitamente la puesta en marcha de iniciativas de refuerzo de la competiti-
vidad43:
Sin embargo, conviene explicitar que la nueva política de clusters o, si se prefiere, el modelo
de iniciativas de refuerzo de la competitividad que se rediseña en el año 2009 presenta una
continuidad evidente con el trabajo llevado a cabo desde 1993, ya que sigue combinando
el análisis y el proceso, es decir, el diagnóstico de la posición competitiva de los negocios
43 Véase European Commission (2008): Towards World-ClassClusters in the European Union: Implementing the Broad-based Innovation Strategy.
El primer gran cambio del nuevo modelo en relación con el precedente gira alrededor de
la definición de los proyectos, ya que hasta el año 2009 la gran mayoría de las iniciativas
tenían como ámbito de actuación el microcluster ubicado en una pequeña parte del ter-
ritorio de Cataluña, mientras que, a partir de entonces, el criterio de selección es la opción
estratégica o el mercado final y, además, se amplía el alcance geográfico a todo el Princi-
pado. Para que se entienda mejor, este cambio implica, por poner un ejemplo, transitar de
iniciativas como la relacionada con las empresas de género de punto en la comarca del
Maresme a iniciativas relacionadas con las empresas que ponen el acento en la marca y la
distribución –branding & retail44– en Cataluña (criterio de opción estratégica) o, por poner
otro ejemplo, iniciar proyectos de dinamización competitiva para las empresas que traba-
jan produciendo bienes o servicios para los niños, desde productos alimenticios, editoriales
o cosméticos hasta juguetes o accesorios de puericultura pasando por outputs audiovisua-
les (criterio de mercado final).
Cabe mencionar que el cambio hacia este tipo de iniciativas, que en muchos casos pueden
llegar a ser cross-sectorials45:
• está perfectamente alineado con los trabajos más recientes de la Unión Europea en
política de clusters46;
• era prácticamente obligado si, como ya se ha comentado, se considera el cambio de
modelo industrial que se ha producido en los últimos años en las economías de nuestro
entorno, y
• permite aprovechar muchas de las iniciativas llevadas a cabo anteriormente con micro-
clusters, que se podrían reorientar mediante un proceso aglutinador que permitiera ra-
cionalizar nuevos proyectos de dinamización competitiva (véase en la figura 33 como
proyectos en marcha, como el de mobiliario en La Garriga o en La Sénia, el de ilumi-
nación en Barcelona, el de grifos en el Baix Llobregat o el del textil hogar en el Vallès
Occidental, pueden confluir en una iniciativa de refuerzo de la competitividad del sector
“Hábitat” en Cataluña).
44 Como ya se ha visto anteriormente, el proyecto de branding & retail empezó como una prueba piloto en el año 2006 y abrió la puerta
al replanteamiento operativo que se pone en marcha definitivamente en el 2009.
45 En el año 2010 se inició un proyecto de dinamización del sector“wellness”(bienestar), que incorpora empresas de sectores tan diversos
como la cosmética, la alimentación funcional o la fabricación de equipamientos deportivos.
46 Véase el trabajo New Cluster Concepts Activities in Creative Industries (2010), elaborado por FORA y MONITOR para la Dirección General
de Industria y Empresa de la Comisión Europea.
Confección
Barcelona
Mueble
Textil
La Garriga
Vallès Occidental
Iluminación
Barcelona
Grifos y válvulas
Baix Llobregat
Mueble
La Sénia
Esta nueva manera de trabajar, más selectiva y estratégica, y en la que han de jugar un
papel cada vez más importante las iniciativas cross-sectorials, está en línea con el método
que también han iniciado países como Dinamarca, donde ya se han presentado estudios
en los que se identifican clusters o áreas de trabajo seleccionadas según criterios de opción
estratégica o de mercado final y no según criterios estadísticos47. En Cataluña todavía no se
dispone de una mapa de estos clusters que podríamos denominar de nueva generación,
aunque en la figura 37 se ofrece un ejemplo meramente tentativo del salto que se tendría
que dar entre los sistemas productivos locales identificados en el mapeado realizado el
2005 por el Observatorio de Prospectiva Industrial y las agrupaciones hacia las que debería
orientarse esta línea de política industrial y empresarial.
47 En Dinamarca se han identificado clusters cross-sectorials de nueva generación como, por ejemplo, los de medio ambiente (a caballo
entre energía, construcción y mecatrónica), el de salud (donde se incluyen ámbitos relacionados con las ciencias de la vida y la alimentación)
o el de las industrias creativas. Un ejercicio similar se ha llevado a cabo también en Finlandia: http://www.oske.net/en/competence_clusters/.
Tejidos
ejidos finos
Hiladura y tejeduría de algodóm
Hiladura de algodón de recup
recuperación
ecuperación
Industrias de la madera
HÁBITATCarne de cerdo QUÍMICO
Artes graficasHiladura y Electrónica Me
Metalurgia
Maquinaria para y edición tejeduría y productos
Ce
Cerámica decorativa la industria textil lana metálicos
??? y de la confección
???
Corcho
??? Mueble doméstico
Maquinaria para
M Material aeroespacial
las industrias
Maquinaria
MODA Y DISEÑO de la alimentación SALUD Y BIENESTAR Material ferroviario
agrícola Aguas minerales Maquinaria y equipos
de envase y de embalaje Género de punto
Piel gruesa
Carrozerías
Piel pequeña
TIC
Luces y aparatos Motocicletas
Género
de punto CONTENIDOS E INDUSTRIAS
Véase
éase
ase ampli
ampliación
mpliación
mpli de iluminación
CREATIVAS
Número
de establecimientos
Productos de ALIMENTACIÓN M
Maquinaria de
manipulación y
manip
materiales
ales plásticos elevación
Hasta a 50
???de papel
Fabricación
y cartón
Productos farmacéuticos
Vinos y cavas
ca 50-100
El segundo gran cambio que el modelo de política de clusters puso en marcha durante
el 2009 (relacionado con el anterior) es el de la dimensión de mercado de las iniciativas
de refuerzo de la competitividad que se impulsan desde la Administración. Este aspecto
es uno de los que, como hemos visto, sugiere tener en cuenta la Unión Europea cuando
se pronuncia sobre la política de clusters en Europa y se deriva del anterior, ya que los
proyectos, a menudo cross-sectorials, en los que se agrupan las empresas por su opción
estratégica o su mercado final suponen, normalmente, una facturación agregada superior
y también una ocupación comparativamente más significativa que la que corresponde a
las iniciativas realizadas sobre la base de microclusters industriales. Cabe recordar, a modo
de ejemplo, que el proyecto de dinamización del sector de productos infantiles, realizado
en el marco del nuevo modelo y al que ya se ha hecho referencia, implica a empresas que,
agregadamente, facturan alrededor de 3.000 millones de euros, mientras que los proyec-
tos de los clusters del corcho o de la náutica de recreo, realizados según el esquema an-
terior, suponían una cifra de negocio de 240 y 150 millones de euros, respectivamente.
European Commission
Enterprise and Industry
Fuente: Pantalos, N. (2009): International Cluster Cooperation: Challenges, Objectives and Actions. Presentación en el 2nd European Cluster
Alliance Assembly.
Figura 36. Esquema de trabajo y fases principales de desarrollo de una iniciativa de cluster de “nueva generación”
CIDEM COPCA
Presentación
diagnóstico Iniciativas de tipo soft:
a las empresas •Taller (innovación, estrategia, etc.)
• Formación directa ad hoc
• Cambio estratégico (NON)
• Otras
Institucionalización
Contratación de la iniciativa
cluster manager
Coordinación de todo
el proyecto:
• Planificación de proyectos
FASE DE DIAGNÓSTICO FASE FUNDACIONAL • Coordinación entre los diferentes clusters
• Selección y formación cluster managers
• Participación en redes internacionales de clusters
• etc.
Reflexión final
La política de clusters, entendida como aquel conjunto de iniciativas de política industrial y
empresarial dirigidas a mejorar la eficiencia competitiva de un conjunto de empresas me-
diante su replanteamiento estratégico y la continua adaptación a los desafíos del mercado
global, empezó a ser desarrollada por la Generalitat de Cataluña en el año 1993.
Poco antes, en 1990, Michael Porter había publicado The Competitive Advantage of Nations,
el libro que abrió la puerta a la utilización de los clusters como herramienta de política pú-
blica para el refuerzo de la competitividad.
Cataluña fue, por tanto, uno de los primeros lugares del mundo en emplear una metodo-
logía que pretendía reforzar la competitividad de un territorio mediante la mejora de la
estrategia de las empresas y del entorno en el que trabajan48,y su esfuerzo fue reconocido
por el propio Michael Porter en su obra On competition (1998).
Pero han pasado muchos años desde 1993. Por ello, cuando la política de clusters ha ga-
nado un protagonismo indiscutible en todo el mundo, cuando se dice que actualmente
hay en marcha en todo el mundo más de 3.000 iniciativas de refuerzo de la competitividad
basadas en la utilización de esta herramienta de política industrial y empresarial, parecía
razonable reflexionar sobre nuestra experiencia y plantear alternativas de futuro.
Esto es lo que se pretendía con este libro, que básicamente ha repasado la política de
clusters que ha desarrollado desde el comienzo la Generalitat de Cataluña, ha examinado
críticamente sus resultados y ha ofrecido un marco de referencia para su futuro.
Entre otros resultados, las empresas que han participado en las iniciativas han podido re-
flexionar sobre sus estrategias, un aspecto muy importante que, desgraciadamente, la pre-
sión del día a día provoca que sea olvidado muy a menudo; han visto potenciadas iniciativas
48 Cataluña, Escocia, el País Vasco y algunos estados americanos como Massachusetts, California o Arizona fueron los primeros lugares
donde se definieron y pusieron en práctica políticas de clusters según la concepción de Michael Porter.
A su vez, la Administración ha visto durante este periodo cómo, en el marco de los proyec-
tos impulsados por esta herramienta de política industrial, y empresarial, se modificaba su
diálogo con el mundo industrial, ya que las empresas abandonaban su carácter más reacti-
vo para adoptar planteamientos orientados a reforzar su competitividad; ha gozado de un
mejor conocimiento estratégico de los sectores con los que ha trabajado, lo que ha permi-
tido un mejor diseño de su política, y ha podido identificar cuáles son los instrumentos de
apoyo más adecuados para ayudar a las empresas en el ejercicio de su actividad.
Sin embargo, quizá la consecuencia más relevante de estos más de quince años de experien-
cia en el impulso de iniciativas de refuerzo de la competitividad es el proceso de “sedimen-
tación” del conocimiento especializado en clusters que ha vivido Cataluña49, fenómeno que
se expresa en el significativo número de instituciones y organizaciones que trabajan en este
ámbito, así como en aspectos de tipo inmaterial y social, como el capital humano que hay en
Cataluña con experiencia en esta política.
Si se utiliza, a modo ilustrativo, el esquema de la triple hélice es fácil constatar el papel que
administraciones, generadores de conocimiento y empresas han jugado y juegan en Cata-
luña en esta política.
49 En este caso se hace referencia indirecta al proceso de“sedimentación”de prácticas sociales en instituciones formales e informales que
pueden ser tangibles o inmateriales. Véase G. Becattini, Industrial Districts, A New Approach to Industrial Change, Edward Elgar Publications,
Cheltenham, 2004
Por último, en cuanto a la tercera parte de la hélice, la referida al mundo empresarial, cabe
destacar no solo la gran cantidad de empresas que desde 1993 han participado en las ini-
ciativas de refuerzo competitivo llevadas a cabo en el país, sino también la significativa
cifra de organizaciones representativas que se han creado durante los últimos años para
impulsar proyectos generados en el marco de esta política. Además, en Cataluña nacieron
dos de las principales consultoras del mundo especializadas en esta materia; dos firmas
que actualmente trabajan también fuera de nuestras fronteras y de las que han salido un
significativo número de profesionales expertos en la realización de proyectos vinculados
con la política de clusters.
Sin embargo, el debate académico entre ambas categorías conceptuales existe. Por ello,
este libro recoge tres aportaciones que, tanto por su contenido como por el prestigio pro-
fesional de sus autores, pretenden, sin menospreciar las diferencias, poner de manifiesto
las similitudes.
Christian Ketels, profesor de la Harvard Business School, destaca la confusión que existe
todavía alrededor de la política de clusters, dentro de la que otorga un papel fundamental
a la robustez de las instituciones y a la competitividad del entorno. Asimismo, pone de
manifiesto que lentamente la evaluación del impacto de las iniciativas de refuerzo de la
competitividad se abre paso en esta línea de la política de desarrollo empresarial.
Por último, Antoni Subirà, profesor del IESE y responsable político de la introducción de la
política de clusters en Cataluña durante su época como consejero de Industria, reflexiona
sobre los clusters como herramienta de utilidad para el impulso de la competitividad. En su
opinión, en un país de la dimensión y la complejidad productiva de Cataluña, los clusters
son un instrumento muy importante para mejorar el diálogo procompetitivo entre las em-
presas y la Administración.
1. Introducción
Las políticas actuales y las estrategias para la innovación y el desarrollo industrial suponen
explícitamente la idea de la innovación como un proceso sistémico, integrado en contextos
socioeconómicos e institucionales específicos, y que se desarrolla alrededor de conjuntos
concentrados de actividades de producción e investigación. Ello queda ejemplificado por
la referencia, muy extensa, a unidades combinadas de acciones públicas y estrategias pri-
vadas, como el cluster del sector de innovación o el enfoque al sistema regional de inno-
vación (Cooke et al., 2004), que han modelado las políticas de innovación diseñadas por
la Unión Europea y que han sido implementadas por las regiones europeas (Koschatzky
et al., 2001; Landabaso y Rosenfeld, 2009)50. Las políticas basadas en el sistema, que han
sido diseñadas e implementadas en un gran número de regiones de los países de la OCDE,
proporcionan otros ejemplos que se integran en contextos institucionales diferentes y se
refieren a conceptos sistémicos también diferentes51.
Estas políticas tienen algunos antecedentes en un grupo más amplio de estrategias locales
de desarrollo por parte de agentes locales (Brusco, 1994; Dei Ottati, 2002). Las políticas te-
rritoriales y las políticas basadas en el sistema para la innovación y el desarrollo industrial se
han construido apoyadas en experiencias locales, en particular en Italia, desde principios de
los años noventa (del último siglo). No hay ningún marco explícito y unitario en la base de la
adopción de estos nuevos tipos de políticas industriales, a no ser por la referencia creciente
a un concepto de distrito industrial con diversas interpretaciones. No obstante, se podrían
resumir algunos rasgos comunes tal y como sigue: i) la identificación de distritos industria-
les y de unidades de política territorial y de política basada en el sistema relacionadas; ii) la
promoción de aproximaciones de abajo a arriba (bottom-up) respecto a la innovación y al
desarrollo local; iii) el apoyo a la creación de bienes públicos específicos; iv) la identificación
de un importante papel para la gobernanza regional. El fundamento de estas aproximacio-
nes basadas en el sistema territorial se describe de forma abreviada en las secciones 2 y 3,
mientras que la sección 4 resume los principales resultados de la experiencia italiana en la
promoción de distritos industriales. La sección 5 presenta algunas nuevas prácticas de po-
líticas y herramientas elaboradas por los policy-makers italianos, construidas basándose en
la experiencia previa. Por último, la sección 6 concluye recordando dos desafíos principales
que la política industrial actual necesita afrontar: la necesidad de implementar nuevas for-
50 Véase también la definición oficial de “clusters innovadores” de la Comisión Europea a efectos de política (Diario Oficial de la Unión
Europea, 2006, Marco Comunitario para las Ayudas Estatales para Investigación, Desarrollo e Innovación. 2006/C 323/01:10).
51 En cuanto al escenario europeo cabe recordar, por ejemplo, la política italiana para la promoción de los clusters industriales, distritos
tecnológicos y redes de innovación (Rossi y Russo, 2009; Bellandi y Caloffi, 2010), el apoyo a las plataformas regionales en Suecia y Bélgica
(Vanhaverbeke, 2001), la promoción alemana de los sistemas regionales de innovación (Dohse, 2000; Casper y Kettler, 2001; Kaiser y Prange,
2004), junto con los casos sueco y holandés (Prange, 2008). Para una comparación entre la Unión Europea y los Estados Unidos de América,
véase Landabaso y Rosenfeld (2009) y Porter y Ketels (2009).
Estas aproximaciones han dominado el escenario de las políticas industriales (así como el
de los estudios sobre la innovación) durante décadas, hasta los años noventa. Sin embargo,
a la vez han surgido una gran cantidad de experiencias y literatura, sugiriendo reflexiones
más profundas sobre la calidad pluridimensional de la innovación y la necesidad de adoptar
enfoques sistémicos y de procedimiento. El foco principal de los estudios sobre innovación
ha cambiado gradualmente hacia procesos que tienen lugar en condiciones de incertidum-
bre, con información retroactiva completa y fuertes interdependencias y complementarie-
dades entre ciencia, tecnología, producción, mercados e instituciones (Edquist, 1997). De
esta manera emergen nuevas unidades de análisis e intervenciones políticas, que muestran
un carácter sistémico.
Entre las nuevas perspectivas sobre innovación basadas en el sistema, nos centraremos en
el sistema territorialmente integrado. Esta perspectiva gira alrededor de las “fuerzas locales”
de desarrollo que en Italia, por ejemplo, han comportado la consolidación de los distritos
industriales (Brusco, 1994; Becattini et al., 2003). Según este enfoque, los procesos para mo-
vilizar las energías de las redes de emprendedores y las bases de conocimiento por el trabajo
de producción e innovación no quedan limitados a las empresas, industrias y mercados, sino
que evolucionan en los contextos vivos de los territorios a los que pertenecen las poblacio-
nes de investigadores, empresarios y otros agentes. El mecanismo de funcionamiento de la
creatividad y de la innovación local depende de un conjunto de condiciones sistémicas que
está representado por bienes públicos específicos. Estos últimos pueden ser bienes públicos
tangibles o intangibles, cuyos rasgos básicos son específicos en los procesos de produc-
52 Véase Kline y Rosenberg (1986) y Rothwell (1994) para una revisión diacrónica de las teorías sobre la innovación y las aproximaciones
de políticas hasta los años noventa.
Más directamente, la acción pública proporciona o regula la oferta de bienes públicos muy
conectados con el territorio, donde los límites de las instituciones informales y de acción
conjunta privada son más estrictos. La acción pública es especialmente importante cuando
se afronta una bifurcación en el camino de desarrollo, y las acciones privadas quedan debi-
litadas por una gran incertidumbre y falta de coordinación. Las perspectivas de resultados
positivos mejoran si los diferentes escenarios se construyen dentro de un ámbito público,
donde la sociedad local debate las ideas sobre las perspectivas y se gana en liderato res-
pecto de la habilidad para progresar en una dirección que presenta ventajas a largo plazo, y
riesgos y costes a corto plazo (Garofoli, 2001).
Las políticas europeas actuales para la innovación y el desarrollo industrial ponen un gran
énfasis en el nivel regional del policy-making. La importancia del nivel regional (NUTS 2)
del Gobierno y la gobernanza de alguna manera estuvo anticipada por las políticas italia-
nas iniciadas a principios de los años noventa, que reconocían que los sistemas enraizados
localmente como los de los distritos industriales deberían haber sido apoyados por las po-
líticas regionales.
Dos razones principales justifican este papel particular del policy-making a escala regional:
en primer lugar, una distancia relativa entre el Gobierno regional y los contextos locales
y, en segundo lugar, la aparición de posibles sinergias entre sistemas locales diferentes que
se pueden gobernar a escala regional (Bellandi y Caloffi, 2010). En cuanto al primer punto,
en países relativamente grandes, el Gobierno regional no está tan distante como el nacio-
nal de los contextos específicos donde se desarrollan los procesos de innovación. Mientras
que un poco de distancia ayuda a la autonomía para enfrentarse a intereses de grupo que
lo que pretenden es capturar rentas, demasiada separación debilita tanto la comprensión
de lo que se necesita para un apoyo eficaz a los procesos innovadores, como la eficacia de
la interacción entre los policy-makers y los innovadores (Lester y Piore, 2004; Rodrik, 2004).
Por ello, un nivel “intermedio” de Gobierno, como el regional, puede jugar un papel clave
canalizando hacia los sistemas locales los conocimientos y las redes de relaciones adquiri-
dos en niveles supraregionales (por ejemplo, la Unión Europea) y orientando las estrategias
de los agentes locales hacia alternativas viables.
En cuanto al segundo punto, el policy-maker regional puede dar apoyo a los procesos de
fertilización entrecruzados entre diferentes sistemas locales; por ejemplo, teniendo como
objetivo la promoción y la aplicación de determinadas tecnologías o soluciones organiza-
tivas generadas o desarrolladas dentro de sistemas innovadores específicos en otros con-
textos tecnológicos/sectoriales de la región54. El objetivo de este tipo de intervención no es
simplemente difundir innovaciones específicas dentro del territorio regional, sino también
promover la incorporación original de estas innovaciones en los diversos sistemas locales
y clusters dentro del milieu regional. La integración se promueve mediante la adecuación
de las relaciones entre los agentes clave de los sistemas implicados: los agentes con com-
petencias diferentes pero que comparten un lenguaje común y son capaces de movilizar
redes de relaciones a escala local y regional. Una vez aplicadas en otros contextos, las solu-
ciones iniciales (las nuevas tecnologías, las soluciones organizativas, etc.) pueden dar lugar
a nuevas corrientes de innovación.
Además, los diferentes tipos de bienes públicos relacionados con la innovación local y el
desarrollo industrial pueden exceder el alcance de los recursos locales55. Podría ser necesa-
54 Esto ha pasado, por ejemplo, en el caso de la región de Toscana, en Italia, donde se ha asignado una financiación pública específica
para explorar el potencial de la aplicación de las tecnologías láser producidas dentro de un cluster de innovación de la región para restaurar
los activos culturales y otras industrias de esta región (véase Bellandi y Caloffi, 2010).
55 Se hace referencia tanto a la creación de las infraestructuras tangibles como a la producción de normas relativas a la creación de este
tipo de productos.
El diseño de estas políticas exige tanto una visión estratégica como la habilidad para ejercer
su liderato. Sin embargo, no se pueden eludir fallos cognitivos y motivacionales típicos que
surgen por parte de los agentes de clusters, tanto públicos como privados. Más que la pre-
sencia de un policy-maker omnisciente, capaz de identificar los métodos y objetivos de las
intervenciones, en esta esfera lo que tiene una importancia fundamental es la capacidad
de producir “reglas de interacción” y sostener el desarrollo de las redes estratégicas para
poder experimentar las intervenciones. De modo más general, como bien apunta Rodrik
(2004: 17-18), las políticas industriales deberían tener las características de un proceso de
descubrimiento, en el que los agentes públicos y privados invierten y aprenden sobre los
costes y las oportunidades que tiene la colaboración, y participan en un proceso de coor-
dinación estratégica56.
Las unidades políticas basadas en el sistema surgieron en Italia a principios de los noventa
(siglo pasado), cuando las políticas industriales nacionales reconocían el papel de los dis-
tritos industriales (Caloffi, 2000; IPI, 2002; Altobelli y Carnazza, 2010). La ley nacional núm.
317, firmada en 1991, que pretendía regular el apoyo público a la innovación para pequeñas
empresas, proporcionaba una definición de política de distrito industrial y definía un marco
general para la aplicación de intervenciones específicas dentro de estos sistemas.
Aunque hasta 1991 no se reconocía ningún papel explícito a las políticas para la promoción
de distritos industriales, una gran variedad de agentes que operaban localmente (Gobier-
nos municipales, Cámara de Comercio, centros de investigación, asociaciones empresaria-
les e instituciones financieras) ya habían proporcionado diversos tipos de apoyo a procesos
locales de innovación y a la internacionalización de los sistemas locales (Dei Ottati, 2002).
La aparición de una web de centros de servicio al desarrollo de negocios especializados57 y
la promoción de la formación de consorcios entre empresas son algunos de los principales
En la ley antes citada núm. 317 (1991), el artículo 36 adoptaba una definición de distrito
industrial basada en la literatura económica, que estipulaba que “un distrito industrial es
un área territorial caracterizada por una alta concentración de pequeñas empresas espe-
cializadas, donde existe una relación especial entre empresas locales y población”58. La
legislación nacional definía un marco de política general, pero delegaba el diseño y la im-
plementación de las diferentes intervenciones en los Gobiernos regionales. En particular,
las regiones tenían que identificar los distritos industriales ubicados dentro de sus límites,
y definir las políticas específicas para ser promulgadas. Estas políticas pretendían combi-
nar acciones de abajo a arriba (bottom-up) con la intervención del Gobierno regional: por
un lado, los agentes de distrito, agrupados en un comité local o consorcio59, tenían que
elaborar un “plan de desarrollo del distrito” compuesto por proyectos innovadores; por
otro lado, las regiones tenían que financiar estos proyectos innovadores con convocatorias
periódicas. La legislación nacional también establecía que los fondos debían concederse al
colectivo de agentes del distrito, como los consorcios locales antes citados. Sin embargo,
no proporcionaba ningún fondo a las regiones60 y la promoción de distritos industriales
experimentó inicialmente una implicación muy limitada.
Durante los noventa, un grupo de regiones italianas empezó a crear mapas oficiales de
los distritos industriales y a diseñar sus intervenciones respetando las limitaciones de sus
competencias (Caloffi, 2000)61. Entre las clases más difundidas de políticas, cabe recordar
el apoyo a los proyectos de innovación, especialmente cuando se implementaban en cola-
boración con los institutos de investigación locales; en general, las soluciones capaces de
salvar la distancia entre el mundo de la industria y el de la investigación, como la creación
de incubadoras para nuevas empresas con objetivos tecnológicos, sectoriales y territoriales
específicos. Otras intervenciones estaban dirigidas a la internacionalización de los distritos
58 Una ley posterior (publicada en 1993) fija los parámetros para identificar los distritos industriales refiriéndose a la definición proporci-
onada por el Instituto Nacional de Estadística (ISTAT, National Institute os Statistics). Según esta definición, un distrito industrial es un sistema
laboral local en el que existe un alto nivel de concentración de pymes, que operan en su mayoría en un sector industrial en particular.
59 Los comités de distrito solían incluir representantes de las agencias locales como provincias, municipios, Cámaras de Comercio, con-
sorcios, asociaciones de pymes, gremios y sindicatos. La definición de una composición específica de cada comité de distrito se dejaba a
las regiones.
60 Los primeros fondos nacionales se concedieron en 1997.
61 Lombardía fue la primera región en elaborar un mapa de los distritos industriales (1993), mientras que la última ha sido Véneto. En el
año 2003, la región de Véneto renovó completamente su enfoque respecto a la promoción de los distritos industriales e introdujo el con-
cepto de “distrito productivo” (véase la sección 5). Un caso especial es el de la región de Emilia-Romaña, que escogió no elaborar un mapa
oficial de sus distritos industriales, pero obtuvo la presentación completa de los proyectos de distritos, dejando así a los agentes locales la
identificación de los límites de los distritos.
En las regiones más activas, como Lombardía, Toscana y el Piamonte, los planes de desarrollo
de los distritos ya hace años que son financiados. A principios del milenio –y dentro de un
contexto modificado de competencias– las regiones italianas han optado por un tipo diferen-
te de intervención. Han incorporado la promoción de los distritos industriales en una política
con líneas más generales, valoradas por objetivos sectoriales y territoriales específicos (Be-
llandi y Caloffi, 2006). En este mismo periodo, se ha ampliado y consolidado progresivamente
la devolución de competencias nacionales en materia de política industrial en las regiones
italianas, junto con la definición de algunas áreas de coordinación interregional y nacional
como, por ejemplo, el caso de los distritos tecnológicos, que se tratará en la siguiente sección.
Las nuevas unidades de política industrial basadas en el sistema aparecidas en los últimos
años se centran muy concretamente en la promoción de las relaciones entre industria y uni-
versidad y en el cambio tecnológico. La reciente promoción de los distritos tecnológicos es
un caso aparte. Su objetivo es identificar y promover áreas específicas caracterizadas por la
presencia tanto de los recursos de investigación como de empresas de alta tecnología que
colaboran (o podrían colaborar) en la realización de proyectos de innovación comunes62. La
aproximación subyacente a la promoción de la innovación sugiere concentrar los recursos
públicos y privados en contextos sectoriales y territoriales con gran potencial de desarrollo:
estas son áreas dinámicas que pueden actuar como un motor muy significativo para las re-
giones y países en los que están enraizados. Aunque la aparición del “distrito tecnológico”
individual frecuentemente se inicia a partir de iniciativas promovidas a escala local y regio-
nal, en muchos casos el reconocimiento formal que reciben en el ámbito del Gobierno cen-
tral –vía protocolos y acuerdos entre el Ministerio de Universidades e Investigación (MIUR)
y la región– identifica las prioridades de acción y los fondos para su implementación. En
relación con esta acción, no hay parámetros “oficiales” o umbrales cuantitativos con los que
se tenga que cumplir, como era el caso, en cambio, de los distritos industriales63. En la mayo-
ría de casos, estas iniciativas todavía están en su fase de lanzamiento, y por ello la imagen
actual es, a la fuerza, parcial64. Además, la promoción de campos tecnológicos específicos
va más allá de los distritos tecnológicos. De hecho, unas cuantas regiones han introducido
62 Véase Antonelli (2000). Para soluciones similares en otros países europeos, véase, por ejemplo, Benko y Pecquer (2009) y Trullen (2009).
63 A pesar de esto, el criterio más extendido para la identificación (o la promoción) de distritos tecnológicos se puede resumir como
sigue: i) la presencia de un conjunto de agentes, incluyendo universidades, centros de investigación, organizaciones de transferencia de
tecnología; ii) estos agentes elaboran conjuntamente un proyecto de innovación coherente con el marco nacional de la política de investi-
gación; iii) el proyecto de innovación tiene una gran potencia de desarrollo; iv) y su coste es financiado conjuntamente por el actor público
y el partenariado local, también en colaboración con otros gestores de fondos de capital de riesgo privados. Véase Bonaccorsi (2006).
64 Entre los que ya se habían publicado o estaban en un nivel muy avanzado hay un informe de 2007 (www.distretti-tecnologici.it)
que cita inalámbrico en Turín (Piamonte), biotecnologías en Milán (Lombardía), alta mecánica (Emilia-Romaña), biomédica en Mirandola
(Emilia-Romaña), nanotecnologías (Véneto), sistemas de inteligencia integrada en Génova (Liguria), aeroespacial en Castel Romano (Lacio),
microelectrónica en Catania (Sicilia), TI en Pisa (Toscana), polímeros en Nápoles (Campania). En todos los casos, las redes de agentes (uni-
versidades, centros de investigación y empresas) han propuesto proyectos de desarrollo para el “distrito tecnológico”.
Las políticas más recientes también ponen un nuevo acento en la promoción de los distritos
industriales. De hecho, en el año 2005, el Gobierno nacional identificó nuevas herramientas
basadas en el sistema, como el “distrito productivo”. Partiendo de la ley núm. 266 (2005),
este sistema se puede definir como una concentración territorial y funcional de empresas,
con el objetivo de implementar proyectos colectivos de desarrollo. Esta definición no es-
tablecía ni parámetros “oficiales”, ni umbrales cuantitativos que se tuvieran que respetar,
ni un análisis territorial preventivo que realizar por las regiones (Altobelli y Carnazza, 2010).
Esto también se cumple para el “contrato de red” que ha sido regulado por la ley nacional
núm. 33, firmada en el 2009 (Cafaggi, 2009, véase también http://www.retidiimprese.it/).
Este es un contrato por medio del cual dos o más empresas implementan una actividad
económica común para conseguir unos resultados positivos en términos de innovación y
competitividad. Se proporcionarán beneficios fiscales específicos para las empresas que
participen en contratos (y proyectos) en red, así como en los proyectos de los distritos pro-
ductivos. En particular, a efectos fiscales, el grupo de sociedades anónimas incluidas en
estos proyectos se puede asimilar a un grupo formal de empresas y, así, beneficiarse del
sistema de impuestos simplificado del grupo.
Como estas nuevas políticas todavía están en mantillas, no se puede prever su posible im-
pacto en cuanto a la innovación y competitividad de las empresas italianas y ubicaciones
industriales. Además, el alcance de su éxito dependerá de cómo se diseñen e implemen-
ten estas políticas en el marco de las políticas industriales y de innovación actuales. Sin
embargo, un elemento en particular sugiere que podrían tener éxito en la promoción de
la innovación; se refiere a que las nuevas unidades de policy-making se centren en tecnolo-
gías y redes, y no en sectores ni en límites territoriales. De acuerdo con un gran volumen de
literatura, estos son los pilares de los sistemas para la innovación.
6. Comentarios finales
En cuanto al segundo punto, las nuevas políticas de innovación basadas en el sistema exi-
gen cada vez más la aplicación de capacidades estratégicas por parte de los policy-makers.
Las experiencias con éxito muestran que los sistemas innovadores locales a menudo
emergen gracias a una inversión considerable en actividades de investigación públicas o
privadas llevadas a cabo por organizaciones de investigación o empresas punteras. La estra-
tegia es esencial para poder fijar como objetivos las competencias específicas y los campos
tecnológicos que se pueden beneficiar de las inversiones públicas. Además, la estrategia
es esencial para dar apoyo a la formación de conexiones entre grupos específicos de agen-
tes y proyectos de clustering. Como ya se ha mencionado, esta clase de políticas industriales
tiene las características de un proceso de descubrimiento, donde las redes de políticas a
diferentes niveles se comprometen en un proceso de colaboración estratégica.
1. Introducción
Hay un creciente interés en el papel de la geografía económica para explicar las diferen-
cias en los niveles de prosperidad según las localizaciones (World Bank, 2009; Spence et al.,
2009). Las diferentes corrientes de opinión en las publicaciones académicas contribuyen al
debate. La aproximación de la New Economic Geography aplica modelos con beneficios cre-
cientes y factores móviles para explicar la aparición de regiones con diferentes densidades
de actividad económica (Real Academia Sueca de las Ciencias, 2008). El trabajo sobre los
clusters (Porter, 2008) subdivide este análisis en el ámbito de las concentraciones regiona-
les de empresas, las instituciones de investigación, las agencias gubernamentales y otros
en un área específica de actividad empresarial relacionada mediante diferentes vínculos
económicos y de conocimiento. Otras aproximaciones relacionadas han contemplado sis-
temas de innovación regionales (Cooke et al., 1997), distritos industriales (Becattini, 1990;
Porter/Ketels, 2009) y localizaciones para una “clase creativa” (Florida, 2003).
Ahora bien, mientras que existe un consenso general sobre que “la geografía importa”,
hay poco consenso sobre si es necesario llevar a cabo una política de la misma. Hay ar-
gumentos a favor (Porter, 2008) y en contra (Duranton, 2007); algunos autores admiten el
caso teórico de una intervención (Normand/Venables, 2004), pero manifiestan la comple-
jidad de su aplicación, lo que hace que sea difícil que pueda tener éxito (Venables, 2008).
Mientras tanto, los practitioners han hecho su elección y las políticas económicas basadas
en clusters son habituales (Borras/Tsagdis, 2008; Oxford Research, 2008; Yusuf et al., 2008;
Zeng, 2008; Davies, 2006; Pietrobelli/Rabelotti, 2006; Freser, 2005).
En este anexo se expone el estado actual del debate académico sobre la política de clus-
ters. Primero revisa las conclusiones sobre la relación entre la presencia de clusters y los
resultados económicos y sitúa los clusters en el contexto de otros factores geográficos y
no geográficos que afectan a las diferencias en prosperidad según las localizaciones. Des-
pués revisa el trabajo sobre la aparición y evolución de los clusters, un tema especialmen-
te importante para aquella política que, en última instancia, aspira a que cambie la trayec-
toria de esta evolución. La segunda parte trata el tema de la política de clusters. Empieza
presentando el argumento teórico básico a favor de la política de clusters. Luego describe
las dos maneras opuestas de cómo se entiende que se tendría que dirigir la política de
clusters. Asimismo, se argumenta que las diferentes definiciones subyacentes de cuál de-
bería ser la política de clusters son la esencia de las diversas opiniones sobre la utilización
de la política de clusters. La sección final, por último, analiza los temas de implementación
que tienen una influencia crucial sobre si es beneficiosa la política de clusters y cuándo lo
es, y qué magnitud podrían adquirir estos beneficios.
La original observación de Marshall (1890) de que las empresas pueden obtener beneficios
de estar ubicadas cerca de otras que realizan actividades similares continúa encontrando
un apoyo empírico tanto en los países más avanzados como en aquellos en vías de desa-
rrollo. Se sostiene ampliamente que los beneficios tienen tres procedencias principales:
primero, hay el potencial para atraer a más proveedores especializados e interaccionar con
estos de manera más eficiente (Amiti/Cameron, 2007); segundo, hay un mercado de traba-
jo que es más rico y proporciona más habilidades especializadas, y tercero, hay spillovers
de conocimiento a través de diversos canales a los que solo se puede acceder localmente
(Thompson, 2006). Hay pruebas significativas a favor de cada una de estas fuentes (Ellison/
Glaeser/Kerr, 2007) con sus pesos relativos basándose en factores específicos del cluster. En
biotecnología, por ejemplo, los spillovers de conocimiento son especialmente importantes
(Aharonson et al., 2007), mientras que en otras áreas el acceso a un mercado de trabajo
especializado se considera crucial (Eriksson/Lindgren, 2008).
Pero hay efectos compensatorios que mantienen bajo control el impulso, sin límites, hacia
la colocalización. Las empresas son negocios para obtener un beneficio al servir a clientes
y, si los costes de servir a los clientes situados a una distancia demasiado grande son de-
masiado altos, puede resultar más beneficioso seguirlos en vez de quedarse con empresas
vinculadas a un cluster. Y las empresas también tienen que considerar la parte del coste:
más empresas próximas comportan más competencia para los trabajadores, infraestruc-
turas dedicadas y otros factores de entrada. De nuevo, hay indicios claros de que estos
factores también son importantes, especialmente en cuanto a las industrias pequeñas
(Braunerhjelm/Thulin, 2009; Delgado/Porter/Scott, 2008). La tendencia de las actividades
económicas por colocalizar depende del equilibrio específico entre estas fuerzas en opo-
sición. En el ámbito de las economías nacionales, entre un 30% y un 40% de la ocupación
tiende a estar en industrias que se colocalizan a través de regiones (U. S. Cluster Mapping
Project, 2008; European Cluster Observatory, 2008). El resto, en gran parte, son actividades
que abastecen a mercados locales sin ninguna competencia efectiva de empresas situadas
en cualquier otro lugar. Una pequeña parte de los empleados trabaja en actividades que
deben ubicarse donde se pueden encontrar depósitos de recursos naturales específicos.
Aunque el tamaño del sector de los clusters es en gran parte un reflejo de patrones más
extensos en la estructura económica a escala nacional, especialmente con el grado de
orientación al servicio al que ha llegado la economía, el nivel de especialización dentro del
sector de los clusters resulta ser un importante motor de rendimiento económico. Esto no
debería suponer ninguna sorpresa: estar en una industria que sea parte del sector del clus-
ter indica que hay grandes beneficios derivados de la colocalización. Si una región tiene un
nivel más bajo de especialización en esta industria, la productividad en esta industria será
más baja. Por otra parte, si una región tiene la mayor parte de su ocupación en el sector
del cluster repartida en muchas industrias en vez de tenerla concentrada en unas cuantas
industrias que se podrían beneficiar de la concentración, su nivel global de productividad
y, en última instancia, su prosperidad sufrirán las consecuencias de ello.
60.000 €
50.000 €
40.000 €
30.000 €
20.000 €
10.000 €
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80%
Proporción de trabajadores en clusters fuertes, 2005
Nota: Clusters fuertes definidos por LQ>2, NUTS Regiones en países UE-15, con la excepción de Portugal y Grecia.
Fuente: European Cluster Observatory. Códigos de cluster 1.0 ISC/CSC, grupo de datos 20070510.
Algunos estudios empíricos contemplan las tres dimensiones; es decir, la especialización del
cluster, la concentración/diversificación y la calidad de los fundamentos económicos (Lall/
Mengistae, 2005; Brülhart/Mathys, 2007; Carlino/Hunt, 2007; McDonland et al., 2007; Fritsch
et al., 2008; DeGroot et al., 2008). No hay consenso entre los diferentes estudios, pero la evi-
dencia global sugiere que los tres juegan un papel independiente. Si observamos las dos
dimensiones relacionadas con la geografía, se pone de manifiesto que la concentración de
clusters entrecruzados sigue siendo la fuerza dominante en economías en desarrollo, mien-
tras que está perdiendo potencia en economías avanzadas donde la especialización de los
clusters juega un papel cada vez mayor (World Bank, 2009; Brülhart, 2009; Krugman, 2008).
Los datos europeos sugieren que la especialización del cluster explica una parte significativa
de las diferencias de prosperidad entre los UE-15 –un grupo con una competitividad muy
similar– y que es mucho menos potente entre los UE-25, donde las diferencias en la competi-
tividad son más pronunciadas.
Los estudios más recientes indican que la especialización y la diversificación no están nece-
sariamente en conflicto: la ventaja de las grandes áreas metropolitanas parece que sea que
pueden combinar ambos elementos; es decir, debido a su tamaño crean una masa crítica
suficiente de clusters individuales a la vez que dan apoyo a una cartera global de clusters,
que proporciona una amplitud de conocimientos y capacidades. Además, la ventaja de la di-
versificación parece que sea más fuerte cuando se produce en “clusters relacionados”, o sea,
en actividades que comparten aspectos comunes en términos de conocimientos o capaci-
dades. La alta especialización en una industria pequeña promueve niveles altos y crecimien-
to de la productividad. Sin embargo, es probable que el crecimiento de la ocupación tenga
lugar en industrias relacionadas dentro del cluster, no en la industria ya presente donde la
competencia para factores de input aumenta los costes (Delgado/Porter/Scott, 2008).
Los indicios de una relación positiva entre clusters fuertes y un rendimiento económico alto
tienen poca relevancia en el ámbito de la política, si no entendemos, y en el fondo no tenemos,
la habilidad para influir sobre las dinámicas que comportan el surgimiento de clusters fuertes.
Las limitaciones de una política de clusters que aboga a favor de “fortalecer las fortalezas exis-
tentes”, es decir, que funcionan únicamente con clusters que ya son fuertes, son especialmente
claras para economías menos avanzadas, que necesitan crear nuevas capacidades (Ketels/Me-
medovic, 2008). Pero también es problemático en economías avanzadas, donde es muy impor-
tante también un cambio estructural dentro y entre los clusters.
POLÍTICA
El conocimiento sobre los procesos que llevan a la aparición de clusters fuertes todavía
se basa en gran parte en casos. Los clusters emergen allí donde las transacciones eco-
nómicas entre las localizaciones son factibles y donde hay factores específicos en una
localización que proporcionan un núcleo para que la dinámica del cluster avance. La pri-
Para la segunda condición, se considera que hay cierto número de diferentes tipos de nú-
cleos que también juegan un papel en ello. Las dotaciones de recursos naturales o la loca-
lización geográfica cerca de rutas comerciales a menudo han jugado un importante papel.
Los elementos específicos de un entorno de negocios, por ejemplo, la presencia de una
universidad fuerte, son otro potenciador para el desarrollo de un cluster. La existencia de
unas condiciones locales específicas, por ejemplo, normativas medioambientales que den
apoyo al uso de energía renovable, es otra variación de este tema. Y pueden existir empre-
sas individuales, ya sean start-ups de emprendedores o inversiones de otra procedencia
(Manning, 2008), que tienen éxito en el mercado y gradualmente se convierten en el ancla
de spin-offs y de otras empresas que se convierten en un cluster. Demasiado a menudo, los
nuevos clusters también están enraizados en clusters más antiguos que ya han perdido su
mercado tradicional, pero que han encontrado nuevas maneras de fortalecer sus capacida-
des. Los patrones cambiantes de las especializaciones regionales tienden a seguir un pa-
trón de “diversificación relacionada” (Neffke et al., 2009). Los clusters pueden aumentar la
habilidad de las empresas para transferir sus capacidades a estos nuevos usos, incluso si la
empresa tradicional que servía de ancla, y que inicialmente dio lugar al cluster, ha desapa-
recido (Treado/Giarratani, 2008). Todos estos diferentes factores a menudo interaccionan,
variando su importancia con el tiempo conforme evolucionan los clusters.
Las pruebas de este caso también remarcan el papel de los emprendedores que traducen
las oportunidades de una competencia entrecruzada entre regiones y entre los entornos
empresariales en la aparición de clusters (Braunerhjelm/Feldmann, 2006). Esto es particu-
larmente cierto en cuanto al desarrollo de la colaboración dentro de un cluster, que va más
allá de los beneficios automáticos derivados estrictamente de la colocalización.
La creciente literatura al respecto contempla el ciclo vital de los clusters (Bergmann, 2006).
Los clusters a menudo parecen seguir un camino de desarrollo que hace eses. Después de
una fase de lenta gestación (a menudo, larga), un cluster alcanza un tamaño donde empie-
zan los efectos del cluster y se acelera su crecimiento. En este momento, este crecimiento
se retroalimenta; los efectos del cluster alcanzan su máxima escala y el crecimiento explota.
Finalmente, el crecimiento se modera mientras el cluster alcanza su potencial de mercado y
los efectos de la congestión se vuelven más relevantes. Entonces, algunos de estos clusters
logran reinventarse, encontrando un nuevo mercado o una nueva tecnología que inicie
una nueva fase de dinamismo para el cluster. Sin embargo, otros se quedan atrapados en la
tecnología existente y, finalmente, se van encogiendo, mientras sus mercados desaparecen
u otras localizaciones desarrollan un mayor dinamismo.
La limitación de muchos de estos estudios es que funcionan bien al revés; es decir, recorren
el camino de regiones exitosas, pero su poder de predicción es limitado: pueden identificar
clusters que ya germinan en los primeros estadios de su ciclo vital. Muchos de los casos de
estudio sugieren que el proceso de desarrollo de clusters es complejo y frágil (Feldman/
Francis, 2004); la hipótesis del ciclo vital es una herramienta analítica útil, pero únicamente
describe una parte moderada de la mezcla entre autoorganización y los procesos inducidos
externamente, que están en funcionamiento cuando se forman los clusters (Sölvell, 2008).
La discusión, por ahora, no ha abordado el papel del Gobierno, y por buenos motivos: hay
pocos indicios de que los Gobiernos puedan crear clusters y, en cambio, muchos ejemplos
donde han fracasado en estos esfuerzos (Porter, 2008). Pero es bastante evidente que el
Gobierno es un factor importante en los diferentes tipos de procesos de evolución de los
clusters descritos anteriormente (Sölvell, 2008; Meier zu Köcker, 2008). Las políticas guber-
namentales son importantes en cuanto a cómo se pueden explotar los beneficios poten-
ciales de la localización geográfica o de los recursos naturales. Influyen muchos aspectos
del entorno empresarial, desde decisiones sobre el sistema universitario hasta infraestruc-
turas para los consumidores y normativas medioambientales. Pueden hacer más o menos
atractiva la entrada en el merado para los empresarios. Y pueden jugar un papel en la diver-
sificación hacia nuevos clusters a través de una atracción selectiva hacia el IED y facilitando
la colaboración en clusters ya existentes.
Mientras los esfuerzos están orientados a facilitar la evolución de nuevos clusters, estos es-
fuerzos necesitan identificar qué nuevos clusters tienen una probabilidad razonable de desa-
rrollarse. Últimamente se han sugerido dos nuevas aproximaciones para apoyar esta elección,
ambas basadas en la identificación de áreas relacionadas con las fortalezas existentes. Estas
fortalezas existentes se contemplan en parte como provenientes de capacidades ya presen-
tes en las empresas que también se pueden utilizar en el nuevo campo y, en parte, como un
indicador de fortalezas ya existentes en el entorno empresarial y que son de gran relevancia
en este caso. Una aproximación contempla los tipos de productos y servicios que tienden a
exportar países con un nivel concreto de desarrollo económico (Hausmann/Klinger, 2007).
A medida que los países se desarrollan, se mueven secuencialmente hacia nuevos tipos de ex-
portaciones de bienes y servicios relacionados, más que “saltando” a áreas muy distantes del
espacio de producto. Otra aproximación contempla las conexiones entre y dentro de los clus-
ters que se muestran mediante la ocupación, y las toma como punto de partida para analizar
el potencial para desarrollar la cartera de exportación ya existente (Porter/Ketels, 2007). El cre-
cimiento se puede generar aumentando el valor unitario de las exportaciones en clusters ya
existentes, haciendo crecer las exportaciones en las industrias más débiles dentro de los clus-
ters de exportación más fuertes, desarrollando clusters relacionados y cambiando posiciones
exportadoras en pequeños segmentos para exportaciones más amplias en puntos fuertes del
3. Política de clusters
Los practitioners, entre tanto, han lanzado un número impresionante de programas de po-
líticas de cluster a lo largo de estos últimos años. Cataluña fue una de las primeras econo-
mías en esforzarse en promover los clusters ya en la época en la que Porter publicó The
Competitive Advantage of Nations (otros en adoptarlos muy al principio fueron el País Vasco
(Aranguren et al., 2006), así como Dinamarca, Finlandia y los Países Bajos). La experiencia
con esta primera oleada de políticas de cluster fue ambivalente, y hubo un periodo de me-
nor actividad hasta principios de 2000. Cataluña fue de las pocas regiones que continuaron
con sus programas de clusters. Desde entonces, se ha producido un resurgimiento marca-
do de esfuerzos dedicados a los clusters, especialmente desde 2005. Este resurgimiento fue
motivado, en gran parte, por una creciente frustración de los policy-makers con los enfo-
ques tradicionales, en un momento de incremento de la presión para aumentar la competi-
tividad (Davies, 2007; Freser, 2005). Las nuevas políticas y los programas podían aprovechar
los conocimientos adquiridos en esfuerzos anteriores, pero todavía no se podían basar en
un modelo consensuado de política de clusters que habría convencido a los escépticos.
La ausencia de una definición generalmente aceptada de política de clusters era una fuente
significativa de desacuerdos en el debate sobre esta política. Para este análisis, definimos
política de clusters para centrarnos en los esfuerzos de los Gobiernos, individuales o en un es-
fuerzo colaborativo con empresas, universidades y otras entidades, con el objetivo de aumentar
la competitividad de algunos clusters organizando las políticas gubernamentales a su alrede-
dor. Esto excluye esfuerzos de otras entidades que actúan por su cuenta; por ejemplo, ini-
ciativas de cluster puramente privadas, así como políticas gubernamentales que no están
dirigidas a los clusters (pero sí que les podrían afectar) o que no van enfocadas a aumentar
la competitividad de los clusters (pero que los pueden utilizar para crear instituciones que
beneficien a la economía en general). El término política económica basada en los clusters
se utiliza en un sentido ligeramente más amplio, que también incluye las políticas cross-
cluster que afectan a las condiciones fundamentales para la aparición de clusters, así como
la utilización de estructuras de cluster como herramientas de diálogo público-privado para
incrementar la competitividad cross-cluster.
SÍ NO
Políticas dirigidas
a fortalecer
Políticas
SÍ la competitividad
de cluster
Utilización de los clusters entre clusters
como una herramienta mediante esfuerzos
para la organización de
la implementación
de las políticas
Políticas dirigidas
a eliminar barreras
NO generales para la
aparición de clusters
Los economistas consideran justificadas las intervenciones políticas cuando se dan unas
condiciones específicas que reducen la capacidad de un proceso de mercado normal para
producir resultados óptimos desde una perspectiva de bienestar global. Estos “fallos del mer-
cado” proporcionan la motivación tradicional para la política económica. Las externalidades
locales que dan pie a los clusters crean un cierto número de estos fallos de mercado:
• Los fallos de coordinación existen porque lo que las empresas individuales tienen en cuen-
ta en sus decisiones es únicamente el impacto en sí mismas, no en otras, tanto si se trata de
ubicarse en un cluster como de las inversiones que tendrán que hacer para estar presentes.
• Existe información asimétrica porque, incluso si los problemas de incentivos por tener en
cuenta si se puede gestionar el impacto de las propias acciones en otras, los conocimien-
tos necesarios para tomar la decisión “socialmente” correcta quedan repartidos entre los
diferentes participantes del cluster.
• La dependencia de la trayectoria existe, porque las decisiones no solo influyen en el pre-
sente, sino también en la posible futura evolución de su trayectoria. Tanto los fallos en la
coordinación como la información asimétrica toman también una dimensión dinámica.
Puede ser que los costes privados y sociales difieran, creando una fuente adicional de
fallo de mercado.
Allí donde la política de clusters se enfoca a los fallos del mercado, no reduce el bienestar glo-
bal. Bajo algunas suposiciones, la libre competencia entre Gobiernos racionales que dan apo-
yo a los clusters lleva incluso al mejor resultado posible, no a un rápido hundimiento (Norman/
Venables, 2004). Aunque estos argumentos no prescriben intervenciones políticas específicas,
sí que proporcionan orientación de la dirección que la política de cluster debería seguir. La
mejor aproximación siempre es orientarse al fallo del mercado en su origen. La política puede
subvencionar actividades que falten debido a fallos en la coordinación o a diferencias en los
costes. Y la política también puede facilitar plataformas para la acción colectiva para superar
Las políticas económicas se pueden comparar tanto por el impacto que generan, es decir,
afrontando el problema, como por el fallo de mercado y los costes que podrían crear, es de-
cir, las distorsiones o los fallos de gobierno. Las políticas enfocadas a empresas individuales
son muy efectivas, pero a la vez distorsionadoras. Las políticas enfocadas a la economía en
su conjunto tienen un efecto distorsionador muy bajo, o incluso ninguno, pero no suelen
ser muy efectivas. Las políticas dirigidas a sectores industriales individuales quedan en una
posición intermedia. La política de clusters, sin embargo, ofrece una buena mezcla entre
beneficios y costes. Se organiza alrededor de un grupo de industrias que, por definición,
mantienen fuertes vínculos entre ellas. Orientar la política a las mismas no solo es efectivo,
sino que también genera beneficios adicionales gracias a los spillovers positivos inducidos. Y
mientras que la política es neutral dentro del cluster donde la competencia por factores de
producción es la más fuerte, tan solo distorsiona lo que está relacionado con las actividades
fuera del cluster donde, por definición, se necesitan otras habilidades y recursos. Aunque
siempre quedará algún tipo de distorsión, la aproximación promete un equilibrio potencial-
mente mejor de sus efectos.
En el debate académico, la crítica más dura contra la política de clusters no proviene de los
investigadores que afirman que los factores de localización son irrelevantes, sino de geó-
grafos económicos y otros agentes que sostienen plenamente el planteamiento de que
los factores de localización son importantes. Algunos critican la manera “poco clara” en la
que el marco del cluster se traduce desde la idea académica a un concepto político práctico
(Martin/Sunley, 2003). Así, mientras que los temas que surgen en estas discusiones reflejan
unos retos operativos importantes en cuanto a la implementación de la política de clusters,
también tienden a revelar un sentido limitado de las necesidades de los policy practitioners:
la política de clusters es un procedimiento complejo y requiere un marco que permita tomar
decisiones sobre el terreno que dependen del contexto, pero que no proporciona un argu-
mento conceptual en contra de su uso. Otros proporcionan una crítica más fundamental
sobre la motivación para la política de clusters (Duranton, 2008) que resulta ser muy revela-
dora de cómo la falta de una definición globalmente aceptada de política de clusters sigue
dificultando el debate.
Para entender las diversas aproximaciones sobre la política de clusters, resulta útil recurrir
a un simple diagrama que vincula la concentración con la competitividad. La evidencia co-
mentada en el capítulo 2 apunta hacia una relación positiva entre ambas, un hecho que
suele ser generalmente aceptado por los críticos y también por aquellos que dan apoyo a
la política de clusters (tal y como se ha indicado anteriormente, hay diferencias de opinión
sobre lo fuerte que es esta relación respecto a otros factores). Ahora bien, ¿cómo debería in-
Si las subvenciones a gran escala en los primeros estadios de la emergencia del cluster son
las políticas en debate, ¿deberían utilizarse? No solamente los críticos de la política de clus-
ters llegan a una respuesta negativa: es probable que estas políticas fracasen porque requie-
ren gran cantidad de información y capacidad por parte de los policy-makers. Y ni siquiera
son necesarias: la geografía económica actual ya está alineada con los fundamentos, inclu-
yendo las externalidades locales, de manera que aquellas políticas que cambien la ubicación
de las empresas nos apartarían de un óptimo ya existente (Martin/Mayer/Mayneris, 2008).
MEJOR (competitividad)
LLEGADA
MÁS (concentración)
Si estas son las políticas en debate, ¿deberían utilizarse? Incluso los críticos con la política de
clusters tienen una visión ligeramente favorable: las mejoras en las bases de la competitivi-
dad son un objetivo sensato y la aproximación sugerida limita sus desventajas. Sin embar-
go, continúan siendo escépticos sobre si los esfuerzos en relación con el cluster pueden
tener un impacto suficientemente fuerte respecto a la mejora de la competitividad subya-
cente. La evidencia cuantitativa todavía es limitada, pero apunta a unos efectos positivos
moderados (Engel/Henrik, 2004; Dohse, 2007; Christensen et al., 2007; Dohse/Stähler, 2008;
Falk et al., 2008; Fromholt-Eisebith/Eisebith, 2008). Los defensores de la política de clusters
ven evidencia suficiente en los casos en los que estos esfuerzos puedan conducir hacia una
mejora significativa en la manera en la que se están llevando a cabo las políticas para
una mayor competitividad (Waits, 2000; Cortright, 2006; Mills et al., 2008).
La política de clusters emplea herramientas y actividades específicas del sector. Como tal,
puede convertirse en una tapadera políticamente conveniente para lo que, en realidad, no
es más que una política industrial tradicional y distorsionadora. El argumento de economía
política que consideran algunos críticos es el siguiente: incluso si la política de clusters tie-
ne sus méritos, abre el proceso político para todo tipo de intervenciones específicas para
diferentes sectores que deshacen sus beneficios teóricos (Rodrik, 2008). Al fin y al cabo,
argumentan, es mejor renunciar a un instrumento útil como la política de clusters si tiene
que comportar abrir la caja de Pandora de las políticas “verticales” (EBRD, 2008).
Esta es una consideración importante, pero tiene que ser sopesada contra otra dinámica de
la política económica: muchos Gobiernos padecen una intensa presión política para “hacer
más” y no tanto para mejorar el entorno empresarial global. En esta tesitura, la alternativa
a las políticas de cluster a menudo no es la ausencia de objetivos concretos de las acciones
políticas, sino utilizar justamente las herramientas políticas industriales tradicionales que
se tendrían que evitar. Además, algunos pasos y condiciones específicas pueden disminuir
la probabilidad de que pequeños grupos de interés lleven a cabo sus políticas de clusters:
una elevada exposición a la competencia externa y a políticas de la competencia sólidas
reducen nacionalmente el peligro de que la colaboración conduzca hacia la reducción de
la rivalidad en vez de hacerla más sofisticada. Los modelos competitivos, con la implica-
ción de jurados externos, pueden despolitizar el proceso de selección e inducir una clara
orientación hacia la excelencia. Y la amenaza de perder financiación, en el caso de que la
dinámica de cluster se mantenga baja, evita dar subsidios a muchos clusters débiles y per-
mite que los clusters más fuertes ganen posiciones. En general, el papel del Gobierno debe
diseñarse con mucha atención. En resumen, aunque no haya pruebas sistemáticas de que
el papel del Gobierno es negativo por sí mismo (Sölvell/Lindqvist/Ketels, 2003), el Gobierno
no puede crear clusters (Porter, 2008) y puede, fácilmente, imponer unas condiciones que
perjudiquen a la competitividad.
Algunos análisis recientes han identificado cómo se puede diseñar una política de clusters
para que afecte más ampliamente a la economía regional y, así, se convierta en una herra-
mienta cuantitativamente más importante en cuanto a los esfuerzos aplicados en el desa-
rrollo económico (Pietrobelli/Rabelotti, 2004; High Level Advisory Group on Clusters, 2008;
Ketels, 2009). Las localizaciones tendrían que adoptar una perspectiva de cartera cuando
deben enfocar sus esfuerzos de cluster, dirigiendo las diferentes necesidades de los clusters
según las diversas etapas de desarrollo y consolidando los vínculos entre los clusters. Una
política de clusters efectiva moviliza todos los clusters, no solo a uno que se supone que
promoverá un crecimiento económico en el futuro. Las localizaciones se tendrían que servir
de la experiencia de los esfuerzos llevados a cabo por los clusters para producir mejoras con
un efecto económico más amplio.
Como mínimo, parte de las debilidades del entorno empresarial que crean problemas a
clusters específicos normalmente también afectan a las empresas en general. Y las loca-
lizaciones deberían integrar sus esfuerzos hacia los clusters en una estrategia económica
más amplia que identifique el valor específico que la localización proporciona con relación
a otras. Los clusters pueden comunicar de manera efectiva las ventajas exclusivas que les
ofrece la localización mucho mejor que con atributos generales como “abiertos a los nego-
cios” o “emprendedores”.
La política de clusters presenta ventajas que sirven para la gran mayoría de las localizacio-
nes. Pero, al igual que pasa con otras políticas con beneficios de ámbito general, su valor
particular depende del contexto específico en el que se apliquen (Rodrik, 2007). Las políti-
cas de clusters son más potentes si la dinámica del cluster afronta algunos de los retos fun-
damentales con los que se enfrenta la economía. En Suecia, por ejemplo, los bajos niveles
de emprendimiento y la insuficiente comercialización de las actividades de investigación
son dos problemas importantes que la política de clusters está bien posicionada para co-
rregir (Ketels, 2009).
Las políticas de clusters pueden no ser efectivas o incluso perjudiciales, si el contexto eco-
nómico en cuanto a instituciones gubernamentales y a la competencia efectiva es débil;
la discusión previa apuntaba a cómo las políticas de clusters pueden convertirse en unas
intervenciones muy costosas. En Rusia, por ejemplo, en su programa nacional de clusters
4. Conclusiones
La ausencia de consenso sobre la utilidad de la política de clusters es, en gran medida, pro-
ducto de la confusión sobre lo que es la política de clusters en realidad. Si la política de
clusters se entiende como una herramienta para cambiar artificialmente la naturaleza de la
geografía económica, hay muchos argumentos conceptuales y prácticos en contra de su
uso. Sin embargo, si la política de clusters se contempla como una manera de consolidar las
concentraciones ya existentes como plataformas de colaboración para mejorar la dinámica
de los clusters y como canales más efectivos para llevar a cabo las políticas económicas,
entonces tiene mucho potencial.
Tanto si la política de clusters puede alcanzar su máximo potencial como si no, no es solo
cuestión de conseguir una mayor claridad en el debate conceptual, que demasiado a me-
nudo se lleva a cabo en mundos paralelos de las diferentes tradiciones de investigación y
que no consiguen comunicarse; también depende de la manera en que se implemente la
política de clusters en la práctica. Cualquier aproximación que incluya medidas específi-
cas para el sector y que se centre en aumentar la colaboración dentro de una industria se
expone al peligro de convertirse en una tapadera para intervenciones que disminuyan la
competencia en vez de permitirla en un nivel de productividad más elevado. Para evitar
este destino, la política de clusters tiene que ir acompañada por instituciones robustas y
entornos de mercado con una competencia intensa y abierta.
Cada aproximación política que reclama un papel más prominente en el debate político
también necesita ser capaz de demostrar un impacto cuantitativo significativo en términos
de resultados económicos. Para que la política de clusters supere esta prueba, es necesario
que siga una agenda más amplia, que incluya carteras de clusters y que utilice los clusters
como herramientas para mejorar la competitividad en el ámbito económico, lo que es la
El futuro progreso en el debate de la política de clusters tendrá que recibir un nuevo im-
pulso aportando más datos. Para los clusters, actualmente hay una cantidad creciente de
datos cuantitativos en diferentes regiones, lo que ha permitido una nueva oleada de inves-
tigación empírica muy interesante. Para la política de clusters, no hay nada comparable. La
evaluación del impacto realizada hasta ahora examina casos individuales uno a uno, y tien-
de a centrarse en mejorar el programa específico de la política en cuestión, no en pruebas
fundamentales sobre la política de clusters como concepto. Es un inicio, pero es necesario
seguir adelante.
1. Un poco de historia
Cataluña es uno de los territorios de la Unión Europea donde hace más años que, de
manera sistemática, se utiliza la metodología de los clusters. De hecho, se empezó a
pensar en su aplicación en nuestro país por parte del, en ese momento, Departamento de
Industria y Energía a principios de los noventa, algunos meses antes de que se publicara
The Competitive Advantage of Nations, del profesor M. Porter.
La causa de que en el DIE tuviésemos noticia de ello y nos interesara esta metodología fue
la relación académica y de amistad entre dos colegas míos del IESE: el profesor Josep Faus
y el profesor Eduard Ballarín –recientemente fallecido. Ambos, doctores por la HBS y profe-
sores del IESE, conocían desde hacía tiempo a Porter y estaban al corriente de los trabajos
que habían centrado su interés académico, en los últimos años, sobre las causas de las dife-
rencias de eficacia competitiva entre unos territorios y otros.
Las ideas que Porter había estado desarrollando tenían sus semillas en Alfred Marshall;
otros académicos como el profesor Becattini, también trabajaban en ello desde hacía tiem-
po, pero en aquel momento parecía evidente que el enfoque de Porter era el que aparecía
como más moderno, más prometedor y menos intervencionista. En el fondo, al menos en
primera instancia, toda la teoría de los clusters estaba más orientada a entender las causas
y las fuentes de la competitividad que no a la intervención pública sobre los sistemas indus-
triales; volveremos a esta cuestión más adelante.
Los profesores Ballarín y Faus fueron quienes me remitieron un borrador del libro The Com-
petitive Advantage of Nations, que Ballarín había recibido de su amigo M. Porter para que
le hiciera comentarios sobre el mismo. Al leerlo lo encontré tan interesante, tan pertinente
a nuestra situación y tan cargado de posibilidades de aplicación práctica que hice circular
ese borrador entre los altos cargos del departamento y del CIDEM, con la instrucción de
que empezaran a pensar en aplicar de manera práctica aquella metodología en Cataluña.
Muy pronto se puso de manifiesto que era necesario conseguir que el tema de los clusters
empezara a ser conocido por los departamentos del Gobierno relacionados con temas eco-
nómicos: Comercio y Turismo, Agricultura y, muy especialmente, Economía y Finanzas. Nue-
vamente, la profesionalidad de Faus y Ballarín jugaron un papel esencial al convencer a Macià
Alavedra, quien les encargó un análisis general de clusters en la economía catalana. Aquel
primer estudio tuvo dos consecuencias positivas: en primer lugar, consiguió que el concepto,
el método y la palabra “cluster” empezaran a ser familiares al Gobierno catalán como una he-
rramienta moderna e interesante, y, en segundo lugar, permitió crear un grupo de expertos
en su aplicación en Cataluña. Aquí cabe recordar que, si bien el núcleo del equipo lo constitu-
yeron Faus y Ballarín, incorporaron al mismo a un joven brillante, graduado de la HBS, Emilià
Sin embargo, aquel primer estudio era demasiado genérico. Solo para ilustrar con un ejem-
plo esta afirmación, cabe recordar que uno de los clusters que identificaba era el del turismo.
Un análisis más orientado a la actuación gubernamental hubiera indicado que era necesario
identificar como mínimo cuatro clusters turísticos, con características, necesidades, interac-
ciones, clientes y estrategias bien diferenciadas: turismo urbano (principalmente el de la ciu-
dad de Barcelona), turismo de costa (Costa Brava y el norte del Maresme), turismo de sol y
playa (Costa Dorada) y turismo de montaña, con las variantes de invierno y verano.
Para las necesidades del Departamento de Industria, los grandes clusters que se identificaban
también eran demasiado genéricos. A pesar de ello, el Gobierno ya había percibido que los
clusters tenían interés y en el Departamento de Industria empezaron a crear un incipiente equi-
po interno bajo la dirección de Jordi Conejos y contrataron servicios externos para comenzar a
trabajar con más detalle, sobre todo en la dirección de facilitar la actuación del Departamento.
A partir de este punto, abandonaré la narración cronológica para pasar a una descripción
más conceptual.
Cataluña es un país suficientemente pequeño como para que su industria pueda ser cono-
cida con detalle por toda persona que, por responsabilidad pública –como era el caso de los
altos cargos, empezando por mí mismo, del Departamento de Industria y Energía– o por in-
terés académico, tenga esta industria como su objeto de trabajo. En esto, Cataluña se pare-
ce a algunos países de Europa, como Finlandia, Dinamarca, Eslovenia, República Checa, etc.,
donde te encuentras con un conocimiento detalladísimo de sus sistemas productivos por
parte de ministros, jefes de Gobierno y académicos. Cuando digo “detalladísimo” no quiero
decir únicamente, ni principalmente, en términos de estadísticas sectoriales, me refiero al
conocimiento directo de las empresas y sus estrategias, así como de sus relaciones y sus
responsables hasta dimensiones realmente pequeñas. Esto no pasa –es imposible– en paí-
ses grandes, como Francia, Alemania, España, Reino Unido o Italia, donde los gobernantes
conocen, con el detalle mencionado, solo las grandes empresas o los grupos empresariales.
Alemania nos permite clarificar que ese detallado conocimiento sí que se encuentra en el
ámbito de land, con la consecuencia de que la política de promoción de algunos länder ha
sido tan eficaz como la más eficaz de los países pequeños. Esto era lo que intentábamos
conseguir en Cataluña, que tiene una dimensión que permite el conocimiento detallado.
Todo esto lo sabíamos todos aquellos para quienes el sistema industrial catalán era el foco
de interés. Y por eso el concepto de cluster “a lo Porter” nos resultó tan atractivo. Cuando,
sumergido en un entorno industrial como el catalán, uno lee The Competitive Advantage of
Nations, cada página es sugerente y para cada apartado se te ocurren ejemplos locales que
encajan con el mismo. El atractivo del concepto de cluster es que te permite dotar de es-
tructura el conocimiento detallado; lo racionaliza y, al mismo tiempo, te permite identificar
y poner en valor las relaciones entre actividades de los componentes del cluster que son la
causa de las sinergias que generan su eficacia.
En el año 2003, Christian Blanc –diputado en la Asamblea francesa, que con anterioridad
había sido, entre muchas otras cosas, presidente de Air France–, por encargo del primer
ministro, elaboró un informe titulado Pour un écosystème de la croissance. En este informe,
donde se realizan amplias referencias positivas a la política industrial en Cataluña en la dé-
cada de los noventa, se recomienda una aproximación a la metodología de los clusters para
el fomento de la competitividad francesa. Menciono este trabajo porque, además de su alta
calidad intrínseca, utiliza por primera vez –que yo sepa– una analogía inteligente y clarifi-
cadora que, de hecho, ya aparece en el mismo título. Consiste en mostrar que un cluster es
análogo a un sistema ecológico. Obviamente, los componentes de un sistema ecológico
(sin humanos) son seres vivos que interaccionan, compiten, generan sinergias y modifican
su entorno, pero no son, individualmente, ni inteligentes ni conscientes de su actividad.
En cambio, los componentes de un cluster –empresas con sus responsables– sí que son
conscientes de su actividad y pueden tratar de actuar de forma más inteligente. Ahora bien,
salvando esta importante diferencia –después me referiré a ella con más detalle–, lo que
A mi parecer, es necesario retener que los clusters existen y generan ventajas competitivas
para sus miembros desde antes de que fueran bautizados, identificados académicamente
o definidos administrativamente.
En segundo lugar, es preciso darse cuenta de que, como en los sistemas ecológicos propia-
mente dichos, intervenir en ellos tiene riesgos. Las relaciones internas de estos sistemas son
muchas y sutiles y casi nunca resulta fácil prever los efectos que una acción concreta pro-
ducirá en los mismos. Convencer a los principales agentes de un cluster –que compitiendo
entre ellos generaban sinergias– para que colaboren para “fortalecer” su actuación puede
convertirlos en un cártel que, a corto plazo, parecería bueno, pero que más tarde puede
llegar a ser mortal para su eficacia y arruinarlos. No quiero ir más lejos en esta analogía en-
tre clusters y sistemas ecológicos, solo indicaré las lecciones más claras que se desprenden
de ello:
• Los clusters son sistemas que aparecen espontáneamente y prosperan por las sinergias
que crean.
• Son más o menos rígidos –depende de ellos mismos–. Los menos rígidos se adaptan
mejor a los cambios del entorno, sobreviven transformándose y algunos prosperan evo-
lutivamente durante siglos.
• Intervenir en ellos es delicado y hay que hacerlo con una visión muy sistémica y pruden-
te. Es fácil perjudicarlos queriéndolos ayudar.
• La definición de un cluster por voluntad administrativa no es ninguna garantía de que
efectivamente exista –sea una cosa real–, más allá de ser un truco para hacer un titular
de periódico o para dar subvenciones y contentar a unos cuantos.
• Crear un cluster de la nada es dificilísimo. Hay tantos ejemplos de fracaso como se quiera.
Es mucho mejor intentar transformar un cluster existente o sacar de él uno nuevo, como
si se tratara de un “esqueje” de un cluster real existente. Ambas cosas también están
llenas de dificultades, pero son más viables que el invento puro y duro.
Por último, la analogía entre clusters y sistemas ecológicos se acaba al considerar que los
constituyentes de los clusters son empresas dirigidas por personas con las que se puede
hablar, mientras que, con los componentes de un sistema ecológico, no, que yo sepa. Esto
tiene consecuencias decisivas en la línea de la interacción de la Administración pública y los
clusters. Hablaremos de ello a continuación.
Pero hoy en día todo el mundo sabe que la competitividad de los países avanzados –Catalu-
ña, a pesar de nuestras carencias y problemas, es uno de ellos– depende de temas mucho
más delicados. Con esto no quiero decir que estamos eximidos de preocuparnos de las gran-
des infraestructuras genéricas o del sistema fiscal o de la enseñanza, todo esto siguen siendo
temas enormemente importantes; pero, si los vamos resolviendo bien, o suficientemente
bien, todavía nos quedará seguir llevando a cabo el trabajo de detalle, que se inició a princi-
pios de los noventa, para que podamos competir efectivamente, como un país avanzado, con
las demás zonas avanzadas del mundo. Que quede claro que digo esto con toda modestia;
somos un país pequeño, pero también lo es Finlandia. No seremos una superpotencia econó-
mica, pero podemos ser un país que proporcione trabajo, progreso y bienestar a nuestra
gente, y esto quiere decir ser competitivos de forma avanzada, no solo de forma básica.
Mi argumento es que, para lograr este estadio más alto de competitividad, que no elimina
las demás condiciones más básicas, es necesario un tipo de diálogo, entre el Gobierno y
el sistema productivo, para el que los clusters son más adecuados que los interlocutores
tradicionales, que mantienen toda su vigencia para las cuestiones más básicas y generales.
Fortalecer las sinergias que se detectan dentro de un cluster es decisivo para fortalecer
su competitividad. Por ello, hay que delimitar el cluster, identificar sus agentes, entrar en
diálogo con él y llevar a cabo, conjuntamente, un buen análisis de sus relaciones, explorar
su potencial de mejora, etc.
Todo ello comporta una metodología precisa que el Departamento de Industria desarrolló
y aplicó, a veces, de una forma muy pionera y original, pero en cualquier caso se trata de
conseguir una nueva forma de diálogo con la realidad industrial en la que el interlocutor del
Gobierno es el cluster y donde se trata de ser muy preciso y concreto, muy detallado y eficaz,
sin prejuzgar quién debe hacer qué y quién tiene que pagarlo. No se trata de un sistema de
dar subvenciones; se trata de identificar aquello que es más eficaz y funcional de lo que se
tiene que hacer y hacerlo. Este tipo de diálogo nos permitió, dada la escasez presupuestaria
crónica en Cataluña, una aplicación mucho más eficiente de los programas horizontales que
podían ser convertidos en trajes a medida para las características específicas de cada cluster.
Finlandia –un país de poco más de cuatro millones de habitantes– se encontró, al empezar
la década de los noventa, con que su principal cliente, la Unión Soviética, había desapa-
recido. Evidentemente, era una situación mucho más grave que la nuestra en ese mismo
momento. Para ellos, el cambio de estrategia en todos los niveles era una cuestión de pura
supervivencia. No cito este caso para hacer el análisis del mismo, ni siquiera de manera su-
perficial. Solamente me refiero a él para que quede claro que, con un diálogo muy realista y
detallado entre el Gobierno y los empresarios, se pueden, efectivamente, definir y ejecutar
cambios de estrategia en las empresas, aceptados e incorporados por estas mismas, que
saquen adelante una economía; en el caso de Finlandia, brillantemente. Es cierto que Ca-
taluña –más grande que Finlandia– no tiene en sus manos todos –quiero decir todos– los
resortes políticos, fiscales, presupuestarios, etc., pero esto no tiene que impedirnos debatir
de estrategia con nuestros clusters. Y así lo hicimos.
No es este anexo el lugar adecuado para entrar en un análisis detallado de todo lo que se
realizó hasta el año 2002, que es cuando terminó mi responsabilidad sobre el tema, y todo
lo que se ha ido realizando después, entre otras razones porque esta es precisamente una
de las finalidades de esta publicación que el lector tiene en sus manos, especialmente en
su capítulo 4. Pero sí que creo que vale la pena remarcar que se intentó establecer –y en al-
gunos casos se consiguió con mucho éxito– un diálogo eficaz y práctico sobre la estrategia
de las empresas, lo que demuestra, en la práctica, que el Gobierno podía ser un interlocutor
útil en este nivel. Una buena explicación de este proceso se puede leer en Cambio estraté-
gico y clusters en Cataluña (Conejos, 1997). Aunque parezca mentira, este es un hecho muy
poco corriente en las relaciones entre Gobiernos y sector productivo, y creo que la metodo-
logía de los clusters facilita eficazmente este diálogo estratégico si se aplica correctamente.
Para dialogar sobre las infraestructuras de transporte, por ejemplo, y las inversiones necesa-
rias para llevarlas a un nivel competitivo, los interlocutores tradicionales del Gobierno (pa-
tronales, cámaras, etc.) son perfectamente adecuados; pero, para entrar en un diálogo sobre
la estrategia de internacionalización de los fabricantes de muebles de La Sénia, por ejemplo,
es necesario entablar este diálogo con el cluster que forman estas empresas. Este tipo de
interacción no excluye al otro, simplemente son complementarias, y la segunda –la de los
clusters– añade un nuevo nivel de diálogo importantísimo.
Para acabar, solamente quisiera recomendar que convendría no transformar los clusters
en una nueva estructura orientada a canalizar subvenciones. Si esto sucediera, no servirían
para aquello que son más útiles, a saber:
Si estas finalidades se desvirtuaran, los clusters solo engrosarían los sedimentos de admi-
nistración y burocracia que pesan como una losa sobre la actividad productiva.
En cambio, si los clusters, en una forma u otra, se utilizan para las tres finalidades que,
como recomendación final, acabo de mencionar, entonces servirán para fortalecer la ca-
pacidad competitiva del país para que dé a los ciudadanos más y mejor trabajo, progreso
y bienestar.
Antoni Soy i Casals (Ripoll, 1950) es secretario de Industria y Empresa del Gobierno de Cataluña. Doctor
en Economía por la Universidad de Barcelona, donde es profesor de Economía Aplicada, y Executive Master
en Administración Pública por ESADE.
Ha sido alcalde de Argentona, vicepresidente del Consejo Comarcal del Maresme; consejero nacional y
vicepresidente de la Federación de Municipios de Cataluña (FMC); consejero en la Asamblea General de
Caixa de Catalunya y miembro de la Comisión de Control de esta entidad, y miembro del Consejo Asesor
del Instituto Catalán de Finanzas en representación del Parlamento de Cataluña.
Ha ejercido también de asesor y consultor de diversas Administraciones públicas, principalmente en los
siguientes campos: desarrollo y política regional y territorial; industria y servicios a las empresas; política
industrial y empresarial; evaluación de políticas, programas y proyectos de desarrollo regional, local e
industrial; política y gestión en el ámbito público; gestión y liderato en administración pública. Es autor
de diversas publicaciones relacionadas con estas áreas de especialización. Ha colaborado con diversos
organismos internacionales.
Joan Miquel Hernández Gascón (Valencia, 1957) es jefe del Observatorio de Prospectiva Industrial de
Clusters y competitividad:
el caso de Cataluña (1993-2010)
la Generalitat de Cataluña. Es licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona y técnico
superior de Administración de la Generalitat de Cataluña.
Ha publicado numerosos artículos sobre análisis de coyuntura, economía industrial y política de clusters
en revistas especializadas, y es autor o coautor, entre otros, de los siguientes libros: Estructura industrial
de Catalunya (1987), Les infraestructures de transport a Catalunya (1992), Canvi estratègic i clústers a Catalunya
(1997), Les multinacionals industrials catalanes (1998 y 2001), Les empreses gasela a Catalunya (1999), Mapa dels
sistemes productius locals industrials a Catalunya (2005), Directius catalans al món: 30 experiències (2007) y Les
empreses d’alt creixement i les gaseles a Catalunya (2010). Joan Miquel Hernández Gascón
Es miembro titular del Consejo de Política Industrial de Cataluña y del Centro de Economía Industrial. Forma
parte del Grupo de Coyuntura del Colegio de Economistas de Cataluña y del consejo de redacción de Alberto Pezzi
diversas publicaciones económicas.
Antoni Soy i Casals
Alberto Pezzi (Faenza, 1966) es gerente de la Unidad de Análisis Competitivo del Observatorio de
Prospectiva Industrial del Departamento de Innovación, Universidades y Empresa de la Generalitat de
Con la colaboración especial de:
Antoni Soy i Casals (Ripoll, 1950) es secretario de Industria y Empresa del Gobierno de Cataluña. Doctor
en Economía por la Universidad de Barcelona, donde es profesor de Economía Aplicada, y Executive Master
en Administración Pública por ESADE.
Ha sido alcalde de Argentona, vicepresidente del Consejo Comarcal del Maresme; consejero nacional y
vicepresidente de la Federación de Municipios de Cataluña (FMC); consejero en la Asamblea General de
Caixa de Catalunya y miembro de la Comisión de Control de esta entidad, y miembro del Consejo Asesor
del Instituto Catalán de Finanzas en representación del Parlamento de Cataluña.
Ha ejercido también de asesor y consultor de diversas Administraciones públicas, principalmente en los
siguientes campos: desarrollo y política regional y territorial; industria y servicios a las empresas; política
industrial y empresarial; evaluación de políticas, programas y proyectos de desarrollo regional, local e
industrial; política y gestión en el ámbito público; gestión y liderato en administración pública. Es autor
de diversas publicaciones relacionadas con estas áreas de especialización. Ha colaborado con diversos
organismos internacionales.