Jurisp 2019 2020
Jurisp 2019 2020
Jurisp 2019 2020
Edgardo Ettlin
Poder Judicial - Uruguay (1)
I. Generalidades
Continuando la línea de trabajos anteriores (2), ofrecemos en este estudio un panorama
sobre las últimas tendencias que se han verificado a nivel de los Tribunales de
Apelaciones en lo Civil y de la Suprema Corte de Justicia en materia de Derecho
Concursal, con las prevenciones de que no se ha compilado ni referenciado en el mismo
decisiones de los Juzgados Letrados de Primera Instancia.
1 Las opiniones expresadas en este trabajo, de carácter científico-teórico, no comprometen las opiniones
que el autor pueda adoptar en ocasión de su labor profesional.
Cuando el número de sentencia o decisión citada no haga referencia a la Sede de donde proviene, debe
entenderse que fue dictada por el Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 7º Turno (codificadas con la
característica inicial “0008”).
2 ETTLIN Edgardo, “Los Tribunales de Apelaciones en lo Civil de 2º y 7º Turnos, y la Suprema Corte de
Aunque la producción jurisprudencial fue por tanto menor en comparación con los
períodos anteriores analizados oportunamente (4), se ha considerado temáticas que
conciernen a las principales inquietudes jurídicas relevables por apelación en materia
concursal, dejándose constancia que las sentencias que hemos relacionado no abarcan
todas las problemáticas que conciernen a la materia, sino tan sólo algunos aspectos de
ella en ocasión de casos puntuales y concretos, en cuanto lo permite el principio de
apelación restringida establecido en el art. 252 de la Ley No. 18.387 de fecha 23 de
octubre de 2008.
El art. 252 de la Ley No. 18.387 no ha tenido reformas, por lo que continúa
manteniéndose el principio de apelabilidad restringida para los procesos concursales (o
el proceso concursal si se prefiere; cuestión que no abordaremos en este trabajo), con las
excepciones que a texto taxativo y expreso dispone dicha norma. La Suprema Corte de
Justicia han establecido que esta norma es adecuada a la Constitución (6).
3 Resoluciones de la Suprema Corte de Justicia Nos. 12/2020 del 16.3.2020, 16/2020 y 17/2020 del
19.3.2020, 20/2020 del 23.3.2020, 21/2020 del 25.3.2020, 23/2020 del 2.4.2020 y 29/2020 del 30.4.2020,
más concordantes, modificativas y aplicables. ETTLIN Edgardo, “Los Tribunales de Apelaciones en lo
Civil de 2º y 7º Turnos, y la Suprema Corte de Justicia, en la Jurisprudencia Concursal (período 18 de
febrero de 2009 al 30 de junio de 2018) de la República Oriental del Uruguay”, en “La Justicia
Uruguaya” Tomo 156, ps. D-133 a D-135. ETTLIN Edgardo, “Tendencias jurisprudenciales recientes en
materia de procesos concursales (período 1º de julio de 2018 al 30 de junio de 2019)”, en “La Justicia
Uruguaya” Tomo 157 No. 4, Octubre-Diciembre 2019, p. 19.
4 Ver Nota 2.
5 Artículos 61 y 62 de la Ley No. 15.750. Ver sentencia No. SEI 0008-000080/2019.
6 Sentencia No. 33/2020 de la Suprema Corte de Justicia.
1. Apelabilidad de las medidas cautelares en el proceso concursal
Se relevó como inapelable la providencia que tuvo por desistida a una de las partes de
una prueba testimonial y que convocó a la consecuencia audiencia de alegatos (13).
Es inapelable, atento al “texto cuyo tenor literal no podrá desatenderse (art. 17 del
Código Civil) del artículo 252 de la Ley No. 18.387”, la denegatoria de la clausura de
un concurso pedida por un acreedor privilegiado:
“Si bien no escapa a este Colegiado que la apelabilidad concierne a la decisión que
resuelva las oposiciones a la conclusión del concurso por cumplimiento del convenio o
íntegra satisfacción de los acreedores (artículo 211), acorde al art. 252 inc. 2º num.2º
de la Ley No. 18.387, la remisión que hace esta norma al art. 211 de la citada Ley debe
V. Principio de congruencia
Reafirmando los criterios usuales (24), en lo que parece se viene afirmando y se hará
práctica inveterada, suele no establecerse condenas especiales en segunda instancia
haciéndose salvedad al principio de condenación causídica preceptiva (art. 57 inc. 2º del
Código General del Proceso, arts. 250 y 253 de la Ley No. 18.387), cuando se ha
entendido que la temática es discutible (25).
En ciertas hipótesis se han impuesto las costas por ser simplemente de precepto (arts. 57
inc. 2º del Código General del Proceso y 253 de la Ley No. 18.387) (26).
La condena total en costas y costos ha impuesto para casos extremos de notoria falta de
razón del apelante perdidoso (28), indicándose que “El que usa un medio legal con
conocimiento de su sinrazón y falta de fundamento, incurre en un accionar que, por lo
menos, puede calificarse de temerario, y totalmente reñido con la buena fe que debe
presidir el debate judicial” (29).
“la decisión de condenar al recurrente al pago de las costas y costos del grado resulta
totalmente infundada, por lo que colide frontalmente con el deber de fundamentación
impuesto al Tribunal por el artículo 197 in fine del C.G.P. La absoluta carencia de
fundamentación, como en la especie, es causal de anulación.
…
En el caso, no surge acreditado que la actora haya actuado con la intención maliciosa
de perjudicar a la contraparte, presupuesto de fundabilidad de la condena, en
consecuencia, la sanción establecida basada en el hecho de ejercitar una recurrencia
sin estar asistido de razón, posibilita su revisión en el presente grado casatorio, al no
poder entenderse que la parte actuara con ‘malicia que merezca la nota de temeridad’,
máxime cuando el propio órgano que lo impone determina que la conducta procesal de
las partes fue correcta”.
En definitiva, sostiene la Corte que tiene facultades para revisar en casación si está
debidamente fundamentada la decisión de atribuir a una parte malicia que merezca la
nota de temeridad y hacerla cargar con todos los gastos del proceso (art. 688 del
Código Civil).
En este caso es evidente la falta de fundamentación, porque el Tribunal no hizo el
menor esfuerzo en orden a explicitar los extremos en los que basó la condena que le
impuso al recurrente.
Ante este escenario, la conclusión es evidente, esa decisión judicial no está
debidamente justificada y colide con el deber de fundamentación que impone a los
órganos jurisdiccionales el artículo 197 del C.G.P. Por ende, la sentencia debe ser
anulada en ese punto.
…La correcta conducta procesal de las partes determina que las costas y los costos de
la presente etapa se distribuyan en el orden causado (artículo 688 del Código Civil y
artículos 56.1 y 279 del C.G.P.).” (30)
Cuando la decisión judicial ordenó reencauzar la petición de Concurso Civil (arts. 452 a
471 del Código General del Proceso) de los deudores por el Proceso Concursal
Comercial de la Ley No. 18.387, el Concurso por este último mecanismo continúa
El Juez de primera instancia entendió que el Sr. Síndico no era parte en el incidente,
motivo por el cual no le confirió traslado del medio impugnativo movilizado. La labor
del Síndico, sin perjuicio de representar al deudor en las instancias que corresponde, es
la de un auxiliar de la justicia y su opinión siempre puede ser oída, con base en sus
conocimientos técnicos y también por su experticia en los entretelones del proceso
concursal (33).
“En lo que respecta a la legitimación activa del promotor, en el caso resulta ser un
acreedor quien, según sus propias manifestaciones estampadas en la solicitud de
concurso, es acreedor en tres préstamos hipotecarios, supuestamente autorizados por el
Escribano I.. No conoce con certeza si sus deudores hipotecarios han cumplido o no sus
obligaciones. Es decir, desconoce cuál es la situación real de las deudas hipotecarias
contraídas en su favor, si éstas han sido cobradas por el Escribano I., quien no le ha
traspasado dichas sumas o, si sencillamente sus deudores no le han abonado suma
alguna.
La ley contempla la legitimación activa de un acreedor para solicitar el concurso de su
deudor (art. 6° nral. 2, “cualquier acreedor que tenga su crédito vencido”). Inclusive
en dicha norma amplía considerablemente el elenco de legitimados activos para
solicitar el concurso.
Es más, la ley no exige la pluralidad de acreedores para decretar el concurso.
Sin perjuicio de ello, al menos debe tenerse cierta certeza en lo que atañe a la
existencia y exigibilidad de los créditos denunciados por el acreedor instante;
circunstancia que no surge acreditada en autos por el promotor.” (36)
“Si bien T. declara a fs. 570-573 ser acreedor de Z., admite que le fueron entregados
cheques de [la concursada] P. S.A., documentos que ahora presenta para su verificación
infolios y que a criterio de la Sindicatura tienen sustento probatorio suficiente para ser
36 Sentencia No. SEI 0008-000102/2019.
admitidos, sin perjuicio de la eventual tasa usuraria pactada que no pudo acreditar en
la litis (fs. 612 de obrados). En consecuencia, teniendo por suficientemente acreditada
la causa de dicho reclamo, se confirmará lo fallado al respecto, conforme a lo
dispuesto por el artículo 95 de la ley concursal.” (37)
5. No puede constituirse como acreedor del proceso concursal, fuere como instante o
para presentarse a insinuar su crédito, quien habiendo pagado preventivamente a
distintos trabajadores queriendo evitar eventuales demandas solidarias o subsidiarias
por las Leyes de Tercerización (Nos. 18.099 y 18.251) no fue reclamado en juicio
laboral ni fue condenado por sentencia que acogiera un crédito laboral (subsidiario o
solidario) contra aquél, ni ha desarrollado las acciones judiciales o de repetición para
“II) De los elementos de prueba aportados con la demanda a fs. 11-19 v., surge que la
AEPSM abonó ciertos reclamos laborales de determinados empleados, atribuyendo
algunos de éstos la calidad de empleadora suya a L. S.A. También se probó la
existencia de contratos de arrendamiento de servicios por la AEPSM con dicha
empresa, con el fin de que ésta proveyera a aquélla de mano de obra para realizar
ciertos servicios y tareas (fs. 3-9 v.)
III) No obstante lo expuesto, la promotora de estos procedimientos no ha desarrollado
las acciones judiciales para determinar su calidad de acreedor o codeudor respecto a
L. S.A. que permitan prospere el concurso, no siendo por tanto de aplicación el art. 6º
numerales 2º y 5º de la Ley No. 18.387.
Téngase presente que los trabajadores de L. S.A. (fs. 10) no obtuvieron sentencia
laboral que acogiera un crédito contra ésta, ni sentencia que extendiera el crédito
laboral conforme a las Leyes Nos. 18.099 y 18.251, en forma solidaria o subsidiaria
según su caso contra la AEPSM en forma.
IV) El espíritu del art. 10 de la Ley No. 18.251 exige que las responsabilidades que se
quieran hacer valer por los trabajadores contra su empleadora suministradora de
mano de obra y la empresa contratista, deben plantearse involucrando conjuntamente a
todas las personas contra las cuales se pretenda exigir el cumplimiento de tales
obligaciones en forma solidaria o subsidiaria (ver también los arts. 6º y 7º Ley No.
18.251).
En este caso, no sabemos si la promotora de este Concurso tenía la calidad de deudora
solidaria o subsidiaria de la concursada L. S.A., porque ello no surgió asertado de
juicio laboral correspondiente.
En instancia de conciliación administrativa sólo se citó a la AEPSM y no a L. S.A. Es
más, en las citaciones a conciliación (fs. 26-43), sólo en algunos casos resulta que
según los trabajadores, ellos trabajaban para L. S.A. o para L. S.A. y O. S.A. en la
AEPSM (fs. 26-26 v., 28-28 v. y 35-35 v., 41-41 v.). En un caso dice una operaria que
“trabajé para mg consultores O. en servicio de limpieza, siendo los mismos dueños de
L.” (fs. 30-30 v.); y en otro, la trabajadora dice trabajar para “O. S.A.” (sic, fs. 27 v.),
tercera en estos procedimientos. En los demás supuestos, los operarios u operarias
dicen haber trabajo “en la A. E.” [AEPSM].
Es más, en todas las actas de fs. 11-19 v. surge en todos los casos que la promotora
desconoce la relación laboral, y que en la mayoría de ellos el reclamo laboral se
plantea directamente contra la AEPSM sin hacer mención que el trabajador o
trabajadora era empleado o empleada de L. S.A., salvo en los casos de fs. 13, 13 v., 16
y 19.
V) Mediante resoluciones Nos. SEI 0008-000077/2017 y SEI 008-0000123/2018, este
Colegiado sostuvo que no procedía declarar el concurso cuando la parte incoante
todavía no tenía un crédito laudado a su favor, siendo todavía hipotético que pudiera
tenerlo, por eventuales pagos que tuviere que solventara como pretendido garante de
acreedores laborales de la concursada que supuestamente prestaban servicios para la
reclamante. Porque ella no tiene sino una expectativa de convertirse en acreedora una
vez que así se la declare por una sentencia firme, y mientras ello no surja, no hay
certeza jurídica. Si bien se valoró en los dos casos jurisprudenciales citados que el
panorama podría indicar que la empresa suministradora de mano de obra no cumpliría
con las obligaciones laborales de sus trabajadores pudiendo perjudicar a la promotora
contratista, ello debía dilucidarse en instancias futuras que no se habían cristalizado,
no pudiendo declararse el concurso necesario con una función meramente preventiva.
En particular, la promotora AEPSM buscó una conciliación anticipando un litigio
eventual (art. 2147 del Código Civil) respecto a ciertas obligaciones laborales a cargo
de L. S.A., pero en realidad nada había por el momento que estableciera la conexión
obligacional con esta sociedad.
VI) Aunque teóricamente es cierto que la AEPSM podría subrogarse (arts. 1468, 1472
num. 2º, 1473 del Código Civil) en el crédito respecto a lo que pagó a algunos
trabajadores de L. S.A. conforme se ha observado, en aras de prevenir un litigio pero
desconociendo la laboralidad (y por supuesto la relación del operario con L. S.A.;
fs.11-19 v.), otra vez se recuerda que ese crédito debería encontrarse asertado
mediante el reconocimiento judicial correspondiente, en las acciones de recupero de lo
pagado contra L. S.A., que determinare la verosimilitud de que hubo subrogación O al
menos, encaminado como para poder considerarse de momento un eventual crédito
litigioso.
Se dice que L. S.A. habría dejado de prestar su prestación contractual de suministro de
mano de trabajo para la promotora ASOCIACIÓN ESPAÑOLA PRIMERA DE
SOCORROS MUTUOS en mayo de 2018 (fs. 53) o al menos, eso no fue controvertido
por la concursada (fs. 56-56 v.). Sin embargo, del expediente mismo surge que muchos
trabajadores dicen que la relación terminó posteriormente, por agosto de 2018 o
setiembre de 2018 (fs. 27 v., 29 v., 31 v., 32 v., 34 v., 35 v., 36 v., 37 v., 38 v., 39 v. y 40
v.). Por lo que el dato de fs. 53 (corrección propia a su vez de la afirmación de que
había clausurado la concursanda sus actividades por noviembre y diciembre de 2017,
fs. 20 v.) no aparece muy claro.
Sigue quedando incierta la condición de acreedor de la AEPSM respecto a la empresa
L. S.A., en virtud de que no hubieron hasta el momento juicios laborales concretos
contra la última que le comunicaran responsabilidad solidaria o subsidiaria a dicha
Mutualista conforme a las Leyes No.18.099 y 28.251; y en aquellos casos en que pagó a
supuestos trabajadores de L. S.A. sin reconocer la laboralidad pero queriendo prevenir
el litigio, no hay reconocimiento judicial de que operó subrogación, ni trámite judicial
para el recupero de ese pago. Todo ello sin perjuicio de lo expuesto en los dos últimos
párrafos del Considerando IV.
VII) En las condiciones mencionadas el concurso impetrado no aparece como
procedente, o al menos, se revela todavía como prematuro. Todo ello motiva confirmar
la resolución en recurso.” (40)
“Acorde al art. 110 num. 1º de la Ley No. 18.387, poseen privilegio general “Los
créditos laborales de cualquier naturaleza, devengados hasta con dos años de
anterioridad a la declaración del concurso, siempre y cuando no hubieran sido
satisfechos en la forma prevista en el artículo 62, hasta por un monto de 260.000 UI
(doscientos sesenta mil unidades indexadas) por trabajador.” A su vez, el art. 62 de la
Ley citada, en su redacción dada por el art. 1º de la Ley No. 18.593, refiere al pago
anticipado de los créditos laborales de cualquier naturaleza que se hubieran devengado
y no hubieren prescripto; pero no incide en la calificación del crédito laboral
presentado para su insinuación.
Importa considerar, pues y a mérito de la Alzada, determinar qué debe entenderse
como “crédito devengado hasta con dos años de anterioridad a la celebración del
concurso”; especialmente, cuándo debe tenerse que se ha devengado.
Ello importa considerar el término “crédito devengado”, peculiarmente su participio
pasivo “devengado”, a la luz del sentido natural y obvio de la palabra en el concepto
que le da normalmente la gente (art. 18 del Código Civil). “Devengado” proviene del
verbo “devengar”, esto es, “adquirir un derecho a percibir algo”.
El derecho acaece y se adquiere relacionado con un antecedente de hecho que lo
genera. Y el hecho generador es un dato de la realidad. Si no se percibe efectivamente
puede reclamarse judicialmente. La sentencia reconoce ese derecho, pero en referencia
al momento o dato de hecho que lo generó, estableciendo el Derecho correspondiente
para el hecho ya acaecido o devengado, sin constituir “ex nunc” una nueva situación
de derecho ni crear un nuevo dato de hecho. Por eso la sentencia refiere al derecho
reclamado, que fue el generado en base a una situación previa a la demanda. Y eso
implica considerar un dato de la realidad que generó el derecho, necesariamente
anterior a la reclamación judicial cuya sentencia podrá reconocerlo, pero no hacer
devenir un hecho nuevo.
Por tanto, para saberse cuándo el derecho o crédito hubo devengado (no devenido),
hay que estarse al momento en que se generó o nació. Una eventual sentencia podrá
asignarle una consecuencia condenatoria o jurídica, pero no origina el derecho ni lo
crea con el pronunciamiento; sólo lo admite, partiendo de la base de que ya existían.
Por tanto, la consecuencia atributiva de la sentencia ordena satisfacer el derecho que
es objeto de demanda, lo que presupone que ya tenía realidad antes de ésta. Eso hace
entender porque la sentencia condenatoria no crea ni constituye el derecho sino que
ordena satisfacerlo.
En el caso de la sentencia condenatoria laboral, el crédito de trabajo se reconoce
conforme al tiempo en que nació, o sea anterior a la demanda sin perjuicio de
eventuales condenas por derechos generados luego de ésta o a futuro (art. 11.3 del
Código General del Proceso), aunque siempre como secuenciales al acaecimiento del
hecho generador. Entonces, el crédito laboral se generó o se devengó cuando nació por
el sólo ocurrimiento del hecho de que se trabajó, y eso es lo que da el correlativo
derecho a percibirlo. La sentencia se limita a cobijarlo, partiendo de la base de que el
derecho existía porque el hecho del desempeño de trabajo que lo había originado
existía.
III) Como bien dice la Intervención a fs. 40, en el caso a conocimiento: “Los créditos
nacieron y se hicieron exigibles, pero la empleadora no los abonó y de allí que fue
necesario el accionamiento.
La sentencia no puede tener por efecto hacer nacer un crédito en una época distinta a
aquella en la cual efectivamente éste nació, no puede modificar los hechos de forma tal
que las diferencias por rubros salariales reclamadas se consideren ‘devengadas’ en un
momento distinto a aquel en el cual nacieron y se hicieron exigibles, simplemente
porque el deudor no las pagó se hizo necesario una acción judicial.
Lo que debe tenerse en cuenta, entonces, es el momento en que se devengó el derecho,
el crédito o la obligación, siendo indiferente para el legislador concursal si hubo una
sentencia o no…”
En consonancia con dicho razonamiento y como correctamente resuelve el Decisor de
primera instancia a fs. 60-62:
“El argumento de que adquirieron el derecho una vez dictada la sentencia en el
proceso laboral, entendiendo que el devengamiento de los créditos se produce luego de
dictada la sentencia, retrotrayéndose a la fecha de la presentación de la demanda o
bien cuando la misma adquiere la calidad de cosa juzgada, carece de sustento.
…
Los créditos laborales de los acreedores accionantes, no se devengaron con el dictado
de la sentencia laboral dictada en el juicio en que los actores los reclaman….
En definitiva, los créditos se devengaron en el momento en que se hicieron exigibles,
cuando los mismos nacieron y los trabajadores adquirieron el derecho a percibirlos y
esto fue con anterioridad a que la Sentencia del Juzgado Laboral pasara en autoridad
de cosa juzgada.
…
… no es con la sentencia laboral que se configura el devengamiento de los créditos,
sino que fue con anterioridad, cuando los mismos se hicieron exigibles, por lo que no
pueden ser considerados como créditos con el privilegio general que prevé el
mencionado numeral 1) del artículo 110 de la Ley Concursal, ya que los créditos
surgieron y se devengaron en un plazo anterior a los dos años desde la declaración del
concurso –ocurrido el 17 de mayo d 2018- según lo previsto por la norma invocada.”
No se ha discutido en este asunto a conocimiento, lo que exonera de prueba al respecto
(arts. 137 y 139 del Código General del Proceso, art. 253 de la Ley No. 18.387), que
los reclamos laborales se habían generado en la terminología legal del art. 110 num. 1º
de la Ley No. 18.387, en hechos devengados en fecha anterior a los dos años de
declarado el concurso el día 17.5.2018 en los autos principales No. 2-50296/2017 (fs.
2-4), en general acaecidos cuando se termina la relación laboral y no fueron abonados
ciertos rubros al egreso de los trabajadores.
En el particular, la fábrica de la empresa concursada cerró el 1.8.2013 (fs. 76 v. Fa
No. 0002-030725/2014). Ese cierre hizo, al menos, desde esa fecha, exigibles los
créditos de los impugnantes. Estamos hablando de hace más de dos años antes del
concurso, declarado al 17.5.2018 (v. “supra”). Por tanto, esos créditos perdieron el
privilegio general atento al art. 110 num. 1º de la Ley No 18.387, deviniendo
quirografarios.
Este fue el criterio empleado por este Colegiado en sentencias suyas Nos. SEI 0008-
000016/2018 y 0008-000091/2016 (esta última en cuanto a que igual obliga a
denunciar el crédito para la verificación, a pesar de que tenga sentencia laboral
afirmativa y del art. 100 de la Ley No. 18.387).
V) El criterio decisorio en recurso fue el procedente, puesto que se compadece con la
recta intelección para el asunto concreto del art. 110 num. 1º de la Ley No. 18.387. Lo
que impone mantener la decisión en controversia del grado anterior.” (41)
“V) Contrariamente a lo sostenido por la A-quo, cabe consignar en primer lugar, que el
trámite seguido en el expediente IUE 2-50874/2017 no es una ejecución, sino un juicio
ejecutivo cambiario, motivo por el cual no se aplica lo dispuesto en el artículo 60 de la
ley concursal, sino el artículo 57 de la misma.
“En realidad, no surge una relación ni una causalidad necesaria entre dichos cheques
expedidos por TIENDA RIVIERA S.A., con las compraventas entre FORTER S.A. y
SABAFOX S.A. No está probada por su sola presentación, la relación causal entre
dichos títulos valores de la concursada TIENDA RIVIERA S.A. con la vinculación
obligacional que liga a FORTER S.A. con SABAFOX S.A., no cumpliéndose por el
acreedor insinuante lo que debía éste o su representante demostrar (arts. 95 nums. 1º y
2º más 253 Ley No. 18.387, arts. 137 y 139 Código General del Proceso). Eso, con
independencia de la cuestión sobre están o no conformadas las facturas a nombre de
SABAFOX S.A., o de la discusión sobre el valor probatorio de las facturas electrónicas.
Tampoco existe una coincidencia entre las cantidades de los cheques y las facturas
presentadas; otro argumento que milita para no encontrar entre ellos alguna
causalidad o conexión basal.
III) En cuanto a la factura electrónica impresa No. A0000134 de fs. 19 por un concepto
supuesto de “intereses ganados” por U$S 3.540,44, figurando como destinataria de la
factura electrónica TIENDA RIVIERA S.A. (no vinculada al sistema de facturación
fiscal electrónica, según no es discutido y se releva de prueba -arts. 137 del Código
General del Proceso y 253 de la Ley No. 18.387-), el origen de tales acrecidas no fue
acreditado, malgrado el presunto acreedor afirme que refiere a la refinanciación de
cheques librados por la concursada por U$S 36.000 que figuran en el recibo de fs. 32, y
de un total de U$S 48.000 eventualmente resultante de sumar ciertos montos conforme
dice a fs. 97 v.. Todo eso tiene respaldo en los meros dichos del acreedor, pero no
alcanzan siquiera para evidenciar la certidumbre de tales créditos. En rigor, FORTER
43 ETTLIN “Los Tribunales…” cit., ps. D.144-D.146. “Tendencias jurisprudenciales…” cit., ps. 36-41.
44 Sentencia No. SEI 0008-00004/2020.
S.A. no aportó probanza alguna que acreditara con plausibilidad la causa de los
intereses de la factura No. A0000134 de fs. 19. Por lo que tampoco se cumple al
respecto con lo edictado en el art. 95 num. 1º y 2º de la Ley No. 18.387, ni con los arts.
137 y 139 del Código General del Proceso (aplicables por el art. 253 de la Ley No.
18.387).
Como no surge el origen de tales intereses, la sola expedición de una factura
electrónica por ello no basta para asentar ni probar (conformada o no), que allí existe
una obligación de la concursada.
IV) En cuanto a la factura electrónica impresa a fs. 18 para TIENDA RIVIERA S.A. por
compraventa de mercaderías y por U$S 2.160,36, ella fue admitida por la Sede de
primera instancia verificando el crédito como quirografario y con derecho a voto en la
suma de $ 62.417,12 (fs. 137-138, 139 y 140). Sobre lo cual no recayó agravio, y por
ende nada se dirá sobre el tema.” (45)
En cierto litigio, el postulado como acreedor “A” era esposo de la titular “D” del
paquete accionario de la sociedad concursada “B”, y yerno de su Director “E”. Había
“A” impugnado el crédito por sí y en representación de una sociedad tercera “C”,
indicando que “parte del referido crédito corresponde a sí mismo, a título personal, y
parte corresponde a la firma que representa en su calidad de Presidente de Directorio,
“C””. Aunque cuando se hubo insinuado el crédito, había presentado “2 vales por
préstamos entre “A” y B””, o sea que ambos vales habían sido liberados a favor de “A”
y no de “C”. Estos valores fueron librados por la concursada “B” cuya titular era su
esposa “D” y su Director, el suegro “E”. El Concurso fue declarado en fecha posterior a
la expedición de dichos vales. Sin perjuicio de estas “relaciones clara y profundamente
imbricadas con los intereses del deudor concursado”, y de que estas vinculaciones por
sí no permitían “por el momento” afirmar que los vales hubieran sido falsificados
materialmente, se precisó que en el caso no se había advertido ni evidenciado una
verdadera conexión causal unívoca entre dichos vales y los supuestos préstamos o
movimientos que se aducía por “financiación de pago de tropas vencidas a la fecha” y
“pre-financiación de exportaciones”. Ello animó a desestimar la impugnación, no
obstante la posibilidad de una posterior verificación tardía de los créditos que se habían
insinuado, que inclusive podría reperfilar su eventual calificación; todo ello aunque la
Sindicatura había entendido que la causa de los créditos estaba probada y que
“corresponderá verificarlos tardíamente como créditos quirografarios”. Por ende, se
mantuvo la no inclusión en la Lista de Acreedores de los créditos impugnados “in
folios”. “Todo ello sin perjuicio de una verificación posterior tardía (art. 99 de la Ley
No. 18.387), que permita en su caso y por quienes corresponda, replantear la temática
sobre los créditos ventilados con mejor propiedad y elementos de juicio.” (46)
“No fue controvertido, y exime de prueba (arts. 137 del Código General del Proceso y
253 de la Ley No. 18.387), que la concursada E S.A. no se encuentra incorporada al
sistema de facturación electrónica de la Ley No. 18.600 y del Decreto del Poder
Ejecutivo No. 36/012.
III) Este Tribunal ha asentado el criterio de que tanto la factura no conformada como
la factura electrónica hacen principio de prueba documental (art. 146 del Código
General del Proceso y art. 253 de la Ley No. 18.387) respecto a la causa de
obligaciones cuyo crédito se presenta a la insinuación, en la medida de que alrededor
de ellas se constituyan ciertos elementos de hecho o presuncionales que permitan
advertir la verosimilitud del crédito postulado (sentencias Nos. SEI 00008-
000037/2017, SEI No. 0008-0000130/2018, SEI 0008-000014/2019, SEI 0008-
000040/2019, 0008-47/2019, 0008-48/2019 y tantas otras). Sin embargo, es menester
precisar ciertos criterios de admisibilidad de las facturas electrónicas como
comprobantes de los créditos que se insinúen a través de ellas para determinar su
idoneidad a efectos de su incorporación en la Lista de Acreedores; especialmente
respecto a los deudores concursados que no se hallan incorporados al sistema de
facturación electrónica.
IV) El documento impreso de factura electrónica, como la factura no conformada,
deben estar rodeados de ciertos hechos inequívocos o de elementos de las
circunstancias del caso, que permitan inferir hacia un mismo sentido (sentencia No.
190/2014 del Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 6º Turno) una conexión convictiva
entre la factura (en el caso, electrónica y cuyo impreso no está conformado respecto a
una persona que no estaba en el sistema de facturación electrónica; fs. 12) que se
presenta, con una efectiva y existente operación basal de compraventa de mercaderías
(sentencia de nuestro Colegiado No. SEI 0008-000130/2018). Menester es observar que
en este sentido, el imperativo de interés de vincular la presentación de la factura
electrónica no conformada como prueba de una obligación comercial basal, o sea la
carga probatoria de demostrar la verosimilitud del crédito que se informa por
insinuación de aquel documento con un negocio preexistente (art. 95 nums. 1º y 2º de la
Ley No. 18.387) corresponde al propio supuesto acreedor, conforme a las reglas
Se ha advertido la causalidad entre los títulos valores y las facturas aun cuando no sean
contemporáneas, si el cotejo permite la aproximación dentro de las circunstancias de
cada caso.
“V) En cuanto al fondo del asunto, surge de infolios que se acreditó la existencia de un
cheque devuelto por falta de fondos en fecha 13.6.2018, expedido por la concursada
FINEVA, agregado a 21, por la suma de $ 132.050.
De las facturas agregadas, emerge un saldo impago de facturas por un monto de U$S
56.260.
La disidencia en el Fallo SEI No. 0008-000080/2019, planteó que debía asertarse la lisa
nulidad del préstamo y de su supuesta garantía hipotecaria (sin perjuicio del alcance
“incidenter tantum” de esa declaración que podría existir, según la sustentada posición),
“I) … Se planteó, lo que veremos es cierto, que bajo una hipoteca por un préstamo se
quiso simular una operación insincera. El Juzgado de primera instancia actuante se
rinde ante la escritura de hipoteca que garantiza el préstamo otorgado (fs. 305). El
Síndico informó en su momento que la escritura era “realmente sospechosa y
susceptible de una eventual acción revocatoria” (fs. 39). Y ello es también correcto. W.
S.A. se presentó a verificar su crédito (fs. 16-16 v.) de carácter hipotecario.
II) Ha de verse una serie de indicios simulatorios, o mejor dicho, que expresarían que
las voluntades declaradas en cuanto consentimiento y causa, no surgen como realidad.
W. S.A. se constituyó el 4.7.2016, siendo su presidente y único accionista E. Q. (fs. 8-8
v. y 64 v., 71). No se le conoce otra actividad que este “préstamo”, amén de sólo tener
un auto (Q. a fs. 232). Sin embargo, como bien dice el Síndico, no estaba en el objeto de
dicha sociedad ser prestamista (fs. 19 y 39), contra lo que figura una Memoria que dice
que W. S.A. fue constituida para “dedicarse a inversiones inmobiliarias”, no sabemos
por qué queriendo aclarar que “el único negocio realizado fue un préstamo de capital
garantizado con hipoteca que figura en el Estado de Situación Patrimonial” (fs. 46), y
esa intención de ser prestamista de W. S.A. surgiría de las declaraciones de E. Q. (fs.
232).
Un mes y cinco días después, el 9.8.2016 figura que W. S.A. da en préstamo a P. S.A.
U$S 600.000 “que se recibieron antes de este acto”, y por este supuesto negocio P. S.A.
hipoteca en favor de W. S.A. una serie de inmuebles (fs. 9-14). Figura en el Estado de
Situación Patrimonial (fs. 42 v.-43, 57-57 v.) y en Libro Diario (fs. 61) este negocio.
También figura el préstamo hipotecario autorizado por Asamblea Extraordinaria de W.
S.A. (fs. 68 v.).
Sin embargo, no figura ningún movimiento o transferencia de dinero bancarios, ni de
salidas ni de entradas por dicha operación sea de cuentas de W. S.A., sea de P. S.A. (fs.
41 v.-44), más allá de una declaración de fs. 103. Es más, observo que hay entregas de
Q. por cuenta de W. S.A. correspondientes al préstamo garantizado con hipoteca (fs.
103) posteriores al 9.8.2016, lo que no se condice con lo que dice la escritura de que la
plata se recibió antes del 9.8.2016 (fs. 9).
No hay prueba del tal préstamo.
III) En estos actuales tiempos, y máxime luego de la llamada “Ley de Inclusión
Financiera” No. 19.210 del 29.4.2014, parece absurdo e incomprensible se hubiere
manejado importes en efectivo por U$S 600.000. No surge en mi criterio que los
movimientos que figuran en la cuenta de P. SA, en julio de 2016 en su cuenta de
BANDES (fs. 143-147) y supuestamente por entregas diversas de W. S.A a P. S.A. (que
dice M. a fs. 170), correspondan a esos U$S 600.000. Pero además, no hay prueba que
sean dineros que venían de W. S.A.
Q, dice que el dinero de W. S.A. se conseguía a través de F. S.A. (empresa de Q.), que
le pasaba, porque la primera no tenía cuentas bancarias (fs. 235-236, 83-98). De las
facturas de fs. 83-98 de F. S.A. que documentarían sumas de dinero recibidas por ella,
algunas son importes posteriores a agosto de 2016 cuando se hizo la hipoteca (caso de
fs. 94, del 7.9.2016). Pero esos provenientes supuestos de F. S.A. facturados, no
coinciden con lo que se relaciona a fs. 103 como entregas de W. S.A. de parte de Q., ni
hay prueba contable ni bancaria de cómo se movieron dineros entre F. S.A. y W. S.A..
Tampoco Q. es muy transparente sobre cómo se entregaban esos eventuales dineros de
F. a W. S.A., ni hay documentación al respecto (fs. 238). De F. S.A. a W. S.A., tampoco
hay libros ni registración contable que indique cómo fondos de F. S.A. ingresaron en
W. S.A..
No hay prueba de transferencias efectiva de fondos de F. S.A. a W. S.A., ni de aquéllos
desde W. S.A. a P S.A..
Q. dice que se integró U$S 500.000 de capital e intereses para el préstamo (fs. 232).
Sin embargo, el Contador dice que el préstamo se hizo por etapas (fs. 170).
Hay sí, una sospechosa compraventa del 8.8.2016, un día anterior a la hipoteca del
9.8.2016, en que se vendió por S. a Z. B. S.A., de los hijos de A. Z. (que todo el mundo
relaciona con P. S.A.), por valor de U$S 600.000. Casualidad o coincidencia, el monto
de préstamo de W. S.A. a P. S.A., que en realidad tampoco sabemos haya ido a parar a
P. S.A..
La hipoteca dubitada se inscribió definitivamente el 16.11.2016 (fs. 14 v.). El concurso
se presenta en realidad el 29.3.2017, o sea cuatro meses después. El concurso de PYX
S.A. se decreta el 3.4.2017 (decreto 849/217 Fa. 2-10408/2017).
La declaración testimonial (fs. 169-177 y 225-243), en más, no agrega mucho.
IV) El Síndico se pregunta si se puede desconocer o declarar la nulidad de una
escritura pública (“rectius”, de un negocio jurídico de préstamo hipotecario
documentado en escritura pública) en oportunidad de la verificación de créditos o de la
impugnación de créditos.
Yo no veo problema en ello, cuando la nulidad de dicha hipoteca observada es
evidente, notoria y ostensible desde el punto de vista de su consentimiento y de su
causa. Y acorde a la Ley, el Juez puede hurgar en el análisis de la validez de un
contrato y puede relevarlo en cualquier momento inclusive de oficio, tan pronto el vicio
de nulidad absoluta se manifiesta (art. 1561 del Código Civil), con independencia de si
el Síndico debe ser considerado parte o no en los procesos concursales aunque no me
cabe duda es un Auxiliar y asesor de los tribunales y que su parecer ilustra a la
Justicia.
En sentencia No. 365/2015, la Suprema Corte de Justicia ha destacado en la línea
propuesta, que “El poder-deber del tribunal de relevar de oficio una nulidad absoluta
resulta indiscutible …, tal como ha sostenido la Corporación en otras oportunidades (cf.
sentencias Nos. 114/2004 y 684/2008)”. En otros pronunciamientos, inclusive, la Alta
Corporación lo ha entendido como un poder-deber correctamente utilizado (sentencia
suya No. 45/2016, 846/2010, 2.199/2008).
Aparte, cualquier acreedor puede tener un interés directo, personal y legítimo en pedir
la declaración de nulidad de un contrato de préstamo hipotecario (también dentro del
art. 1561 del Código Civil), ya que elimina un acreedor con privilegio especial y
aumenta su chance de cobro. Y planteado cuestionamiento de nulidad, el momento que
los Tribunales tienen para su análisis es justamente el de estos procedimientos.
Y para declarar de oficio la nulidad absoluta de un negocio jurídico cuando la
simulación es evidente, no existe para el tribunal mayor necesidad de procedimiento
que fundamentar adecuadamente los motivos por los cuales entiende corresponde
relevar los vicios a efectos de proclamar la invalidez de aquél (arts. 239 num. 1º “in
fine” de la Constitución nacional y 197 inciso último del Código General del Proceso,
más normas concordantes y aplicables).
El suscrito no puede desconocer la realidad, y debe declarar la nulidad observada
cuando se muestra de manifiesto como notoria.
Creo entonces, que hay que admitir la nulidad por simulación del negocio de
compraventa puesto en cuestión. Hay muchas golondrinas de sospecha que hacen un
buen verano.”
Se estimó por el Tribunal que el informe del Síndico sobre la masa activa de la
concursada había ya sido puesto de manifiesto con anterioridad, transcurriendo entonces
“un tiempo harto suficiente para que todos los involucrados y así también la
concursada pudieran realizarle las observaciones e impugnaciones que entendieran
pertinentes; actividad que no cumplieron en el plazo del manifiesto”. En el caso el
informe del Síndico había sido puesto de manifiesto con mucho tiempo antes de los
treinta días de la realización de la Junta de Acreedores (art. 124 Ley 18.387), porque
ésta se verificó dos años después. Asimismo la tasación de los bienes sobre los bienes
que conformaban la masa activa presentada en su momento fue correcta, porque había
sido presentada ante el Juez del Concurso con dos años de anticipación a la Junta; por lo
cual existió tiempo suficiente para realizar las observaciones que se entendieran del
caso. “Argumentos que, por sí solos y sin necesidad de mayor esfuerzo intelectual,
conducen a desestimar la apelación deducida.” (50)
La Suprema Corte de Justicia estableció que el art. 201 num. 3º y el art. 202 de la Ley
No. 18.387, en cuanto dispone la inhabilitación del administrador de una sociedad
declarado culpable de su situación concursal, limitando su poder de administración y
representación, si bien implica una restricción del goce de derechos constitucionales, no
viola los arts. 7º, 36, 53 y 72 de la Carta Magna, ya que está claramente fundado en
razones de interés general y todo se encuentra instrumentado en forma respetuosa de los
principios de razonabilidad y proporcionalidad, así como de los demás requisitos
emanados de los ars. 7º, 72 y 332 de la Constitución, y recogidos por la práctica de los
principales Tribunales Constitucionales del mundo. Se precisó que:
Tampoco esta sanción se superpone con la sanción del art. 254 del Código Penal que
regula el delito de quiebra culpable, pues este último fue derogado por el art. 256 de la
Ley No. 18.387 (51).
51 Sentencia de la Suprema Corte de Justicia No. 45/2018. “La Justicia Uruguaya” caso 17690.
La Suprema Corte de Justicia ha declarado también es adecuado a la Constitución, art.
art. 199 inc. 2º de la Ley No. 18.387, que establece que en caso de que el informe del
Síndico o el Interventor postule que el Concurso sería culpable, se “emplazará al
deudor y a todas las personas que, según resulte de lo actuado, pudieran ser afectadas
por la calificación del concurso o ser declaradas cómplices, a fin de que, en el plazo de
diez días, aleguen cuanto convenga a su derecho”, en cuanto a que no viola dicha
disposición ni el principio de igualdad, ni el derecho al debido proceso (52).
El hecho no controvertido de que en los dos últimos años los fondos de la empresa eran
notoriamente insuficientes por ser el pasivo ostensiblemente superior al activo, así como
que la empresa no contaba con contabilidad de clase alguna, demuestra la culpabilidad
absoluta, de acuerdo al art. 193 nums. 2º y 3º de la Ley No. 18.387. El importantísimo
pasivo constatable hace presumir la situación de cese de pagos y la imposibilidad
absoluta del cumplimiento de las obligaciones:
“De lo actuado infolios surge que a la fecha de la solicitud del concurso voluntario de
D. S.A. –empresa que suministraba mano de obra de servicios- dispuesto mediante
decreto No. 1249/2015 (fs. 97-98) en fecha 20 de agosto de 2015, el pasivo de la firma
era notoriamente superior al activo: $ 35.223.722 contra $ 7.065.282,05 (fs. 95).
La falta de los debidos balances surge de la propia presentación y solicitud de
concurso, evidenciándose que no había posibilidad de armar los estados contables de
la sociedad por carecer de elementos suficientes (fs. 89-90). No se aportó prueba de la
tenencia de contabilidad alguna. La Memoria de fs. 7-14 es elocuente para mostrar que
la empresa estaba infracapitalizada desde su inicio. El Informe de Compilación
efectuado por el Contador M. de manera apresurada el 17 de julio de 2015 para
preparar el concurso (fs. 15-59), no puede fungir como contabilidad legal de la firma.”
(53)
“No se pudo controvertir ni demostrar en contrario con efectividad, que desde 2014 y
hasta el Concurso, B. S.A. tenía deudas de patente y de suministradores de combustible
impagas; amén de que poseyó problemas para pagar los seguros, algunos de los cuales
pasaron a ser anulados. En una empresa de transporte, es inexcusable. Los
impugnantes no muestran ni demuestran de qué forma colaboraron con suministrar
información completa y veraz a la Sindicatura, no contestando satisfactoriamente por
qué se omitió decir que B. S.A. formaba parte de un grupo empresarial y de una
sociedad que pertenece en participación a C. L..
No se incluyó algunos créditos a cobrar, se realizó ingentes retiros de dividendos entre
febrero a octubre de 2017 antes de la presentación de la sociedad a concurso el
19.12.2017 en una cantidad de $ 3.309.016, por reparto de dividendos anticipados en
unos $ 1:080.000 y por entregas a beneficio propio de C. L. en unos $ 2.229.016 (fs. 22,
26 y 104) durante la Presidencia de A. L. Q. M., habiendo sido poco después el
52 Sentencia de la Suprema Corte de Justicia No. 85/2020.
53 Sentencias Nos. SEI 0008-000017/2020 y SEI 0008-000019/2020.
Concurso decretado al 4.4.2018 (fs. 94-97 v. y 195-196); sumas que en su momento
podrían haber servido para amortiguar el pasivo por créditos verificados que se
calculó en unos $ 4.437.322 (fs. 263).
No se ha desmentido además, que si bien C. L. (único Director y accionista) asumió
como Presidente el 27.11.2017 a poco de presentarse a Concurso, tenía en los hechos
actividades de administración y gestión de la empresa.
La Sindicatura destaca que se omitió informar en el Inventario sobre vehículos de la
concursada (fs. 15-16225-226, 263 v. y 262-262 v.), lo que no habrá de verse como un
error en realidad.
La insolvencia era conocida ya desde mucho tiempo atrás al 5.12.2017 cuando se
decide por la sociedad promover el concurso voluntario (fs. 89), porque las deudas se
venían arrastrando al menos desde 2014. En infracción al art. 10 de la Ley No. 18.387.
V) Los hechos descriptos encartan claramente en las presunciones de culpabilidad
(arts. 192 a 194 de la Ley No. 18.387) que establecen:
a) Presunciones absolutas: actos de disposición patrimonial en perjuicio de la
satisfacción de acreedores (art. 193 num. 1º Ley No. 18.387), salida indebida de bienes
y derechos, y ocultamiento de hechos y bienes (alegación de lo falso) en la solicitud del
concurso (art. 193 nums. 3º y 5º Ley No. 18.387). Sin perjuicio de que había fondos
manifiestamente insuficientes o inadecuados durante los dos años anteriores a la fecha
de declaración del concurso, para el ejercicio de la actividad o actividades a las que se
hubiera dedicado (art. 193 num. 2º Ley No. 18.387 -esta causal no relevada por la
apelada ni por la sindicatura; fs. 264, 266, 320 y 328-);
b) Presunciones relativas: incumplimiento del deber de solicitar a tiempo la
declaración judicial de concurso (arts. 10 y 194 num. 1º de la Ley No. 18.387); falta de
cooperación con la Sindicatura, no dándole suficiente información (art. 194 num. 2º
Ley No. 18.387).
Debe tenerse como cómplice cuando no como directamente responsable, a A. o A. L. Q.
(Directora entre noviembre de 2015 a noviembre de 2017, según no es cuestionado),
como también debe responsabilizarse a C. L., en cuanto administrador, de acuerdo a
los arts. 195 y 201 y de la Ley No. 18.387 en cuanto les concierne.
VI) Se comparte lo establecido por la decisión controvertida al respecto, puesto que se
encuentra dentro del Derecho. No se impone otra solución que confirmar la sentencia
apelada, cuyos resistentes fundamentos no han podido ser conmovidos por los
recursos.” (54)
También se entiende configurada la presunción relativa del art. 194 numeral 1º de la ley
referida, por el incumplimiento del deber de solicitar la declaración judicial de
54 Sentencia No. SEI 0008-000034/2020.
55 Sentencia No. SEI 0008-000019/2020. Sentencia No. SEI 0008-000017/2020.
concurso. Dado que el concurso fue solicitado por uno de los acreedores, es evidente
que omitió cumplir con el deber de solicitar el concurso (56).
La prueba del carácter de hecho puede evidenciarse acreditando que el involucrado era
funcionario encargado de Recursos Humanos y cumplía tareas de coordinación del
personal, o que era consultado o más allá del mero asesoramiento tenía la última palabra
en las decisiones de la empresa, o lo veían como verdadero dueño. Eso, y que no se
aclaró por el interesado sobre las tareas que realmente cumplía en la empresa
concursada, unido a una opacidad sobre la documentación de la sociedad, militaba en su
contra. Lo que ameritaba a disponer en su contra las sanciones para los administradores
de hecho por la calificación culpable del concurso dispuestas por la Ley Concursal No.
18.387 (58).
Para justificar por qué se revocó la sanción de inhabilitación para administrar bienes
propios, e inclusive por qué se rebajó la inhabilitación para administrar bienes ajenos y
representar a terceros por tres años y no por el mínimo legal de cinco años, el Tribunal
fundamentó su parecer en que, ponderando que el condenado Administrador tenía a lo
sumo no más de quince días en su cargo, se “…considera demasiado gravosa la
sanción impuesta, teniendo en cuenta la profesión del condenado [Abogado], así como
que se hizo cargo de la administración societaria en [agosto d]el año 2017, cuando la
empresa se encontraba en una situación deficitaria consolidada, incluso con
ocupaciones laborales que incidieron en cierta medida en dicha situación, como bien lo
releva la proveyente de primer grado a fs. 850-851. Dado que el concurso se decretó el
16 de agosto de 2017 (fs. 51-52), el periodo en el cual dicho involucrado tomó la
conducción de la firma fue muy corto, lo que se tendrá en cuenta a los efectos de
inhabilitarlo para la administración de bienes ajenos y representar a terceros por un
periodo más reducido, que se fijará en tres años, dejando fuera de la condena la
administración de bienes propios.” (62).
¿Se seguirá en el futuro esta línea correctiva y abrogatoria del art. 201 inc. 1º y num. 3º
de la Ley No 18.387? Obviamente la especial tesitura adoptada en los fallos comentados
no genera derechos para futuros casos, si bien podría constituir un antecedente (aunque
no un precedente obligatorio a seguir ya que como se sabe, la Jurisprudencia en nuestro
sistema legal no hace Derecho más allá de para el caso concreto). Nada indica que se
haya iniciado un camino firme al respecto; todo dependerá de las circunstancias
particulares de cada hipótesis y de los futuros lineamientos u orientaciones que se
adopte por los tribunales competentes en materia concursal. Todo dentro de lo discutible
y modificable, como en todas las cuestiones de criterios jurisprudenciales.
Se desechó la condena solidaria solicitada por adhesiones según fs. 417 v. y 422-422 v.
contra C. F. R. F. y M. E. D. C., requiriéndoles reintegrar en forma solidaria los bienes
que pertenecen a la masa activa así como a indemnizar los daños y perjuicios causados a
I. M. S.A. (fs. 169 v.-170). Tal supuesta condena solidaria o aun “in solidum”, no surge
imponible del propio texto literal que no habrá de desatenderse (art. 17 del Código
Civil) del art. 201 de la Ley No. 18.387. Si no surge de la Ley o del contrato, tal
condena solidaria no corresponde (arts. 1391 del Código Civil y 263 del Código de
Comercio), no habiendo extracontractualidad entre M. E. D. y F. R. con I. M. S.A., con
sus socios, por lo que no es de aplicación el art. 1331 inc. 2º del Código Civil. Todo ello
sin perjuicio de los arts. 51 y 52 de la Ley No. 18.387 en cuanto pudiere corresponder,
pero que no es objeto de este incidente calificatorio (63).
“La decisión atacada relaciona la prueba que considera atendible desplegar para
apoyar el estudio del caso (fs. 309-315), analiza el ambiente durante el cual el
concursado J. G. (padre del apelante Á. G. G.), aprovechando que tenía un Convenio
de Acreedores aprobado el 14.10.2016 (Considerando III “c”) que le daba un respiro y
el manejo de sus bienes, solicita el 22.11.2016 un préstamo hipotecario sobre el Padrón
No. 6058/004 (ver Considerando III “f”), el 29.12.2016 hipoteca el último bien que
tenía sin gravámenes Padrón No. 408.875/F/315 (Considerando III “d”), el 10.1.2017
otorga un Poder General al ahora recurrente G. G. (Considerando III “e”), y el
63 Sentencia No. SEI 0008-000088/2019.
64 Sentencia No. SEI 0008-000033/2020.
15.1.2017 el deudor J. G. se irá a Panamá, no registrándose hasta ahora que hubiere
regresado (Considerando III “e”).
Necesario es recordar, que estos gravámenes comprometieron los dos bienes inmuebles
del concursado que todavía quedaban sin afectar, puesto que los otros ya estaban
comprometidos (Considerando III “b”).
El 15.2.2018 se declara incumplido el Convenio, dejándose el mismo sin efecto y
procediéndose a la liquidación de la masa activa, redisponiéndose la inhibición del
deudor para administrar el patrimonio (Considerando III “g”).
En este ambiente, donde como bien dice la sentencia a fs. 318, “aprobado el convenio,
su padre afectó los bienes que le quedaban sin gravámenes, pidió préstamos, vendió
todo y se fue del país”, G. G. asume la representación mediante Poder General de su
padre, y aparece entregando en pago por otorgamiento de bienes (representación a su
padre el concursado J. G.), el Padrón No. 6058/004 que se había hipotecado en
préstamo, al acreedor hipotecario J. L. que es tercero en estos procedimientos
(Considerando III “f”). Es necesario aclarar que esta dación en pago, cuando todavía
no era exigible el préstamo, no se justifica en su causa (art. 1287 del Código Civil),
amén de que no fue comunicado al Síndico y de que contribuyó a acentuar la situación
patrimonial del deudor. La decisión también analiza la declaración de parte de G. G.
(fs. 232-235, 317-318), cuyo examen ocupará en esta Alzada el siguiente Considerando.
…
Debe recordarse que en el marco de provocación de insolvencia, compromiso de bienes
y desaparición del país de J. G., G. G. queda como apoderado general suyo. Siendo el
apoderado, “desaparece” del patrimonio del concursado un bien al entregarlo como
pago por cumplimiento del préstamo hipotecario respectivo (Considerando III “e” y
“f”), acrecentando la insolvencia del concursado y padre suyo, en ausencia de
conocimiento de la Sindicatura por otra parte.
El hoy apelante G. G. era una persona mayor y capaz; conocía la situación patrimonial
y concursal que enfrentaba su padre, que poco antes de salirse del país le deja bajo la
administración general de sus bienes. No aclaró G. G. a la Sindicatura, como tampoco
le había puesto en conocimiento, por qué entregó un inmueble en pago a un tercero
acreedor, cuando podía ser garantía de los acreedores concursales (art. 2372 del
Código Civil más normas concordantes) y cuando todavía el préstamo no era exigible;
inclusive, aprovechando que el concursado (por sí y luego del 10.1.2017 a través de su
apoderado e hijo) todavía tenía el respiro dado por el Convenio de Acreedores para
mantener el control de sus bienes (Considerando III “c”, “e”, “f” y “g”; arts. 161, 167
y 168 num. 4º de la Ley No. 18.387).
No puede alegar G. G. que no tiene responsabilidad, ni que su actuación no
contribuyera a agravar la insolvencia de su padre deudor concursado; ni puede aducir
poco menos, que cumplía el mandato de su padre en hacer la dación en pago del bien
hipotecado cuando todavía ni siquiera era exigible el crédito (contra fs. 234-235 y
330). Por el contrario, ha de afirmarse que tenía sabiendas de las características y
consecuencias no sólo de este “negocio de dación en pago”, sino inclusive de todo lo
que estaba haciendo su padre para insolventarse antes de irse del país. La ignorancia a
sabiendas o consciente (“willful blindness”) no le servirá de excusa.
En su declaración de parte, Á. G. G. sabía de la situación de concurso de su padre J. G.
(fs. 233); también sabía que estaba vendiendo cosas, mercadería (motos) y el negocio,
como también el establecimiento de Maldonado que era un Parking, todo con el
propósito de cerrar la empresa (fs. 233-234). Además, supuestamente estaba encargado
de pagar el fallado convenio de acreedores, como a la Síndica y a los Abogados (fs.
234).
G. G. estuvo involucrado y no fue ajeno, cuando no condescendiente y activo, en la
insolvencia de su padre concursado J., particularmente en los últimos tiempos en que
estuvo en el país y luego que J. G. se fue del Uruguay. Y no podrá negar que fuere
personalmente o en lugar de su padre, alquilaba fuere al tal “M.” o a Z. el inmueble de
la Avenida Agraciada 3797-3799, malgrado el esfuerzo y cambio de la versión de este
último (fs. 273-274 y 282-286), quien en la inspección judicial declaró que “alquila
este local al Sr. Gastón González, con quien se comunicó en este momento vía
telefónica”; “vino hasta aquí avisado por Gastón, y a éste le avisó el empleado de la
alarma” (fs. 274); lo que funda la grave presunción (art. 1605 del Código Civil) de que
se operaba con escasa transparencia negocial.
En otro orden, G. G. o su padre habían alquilado el local de Agraciada 3797-3799; Z.
(quien quedó por vicisitudes como testigo de la situación) da vueltas en sus
declaraciones, pero en algún punto pone como arrendador a J. G., y en otras veces a G.
G. (fs. 274, 282, 285, 286). G. G. pretende que nada sabía (fs. 335 v.-336); aparenta
que no sabe quién alquilaba el bien, quiere desmarcarse diciendo que “no existe
prueba de que esta parte cobrara los alquileres” (fs. 335 v.). Nos preguntamos y
preguntamos: como Apoderado de su padre J. G., ¿G. G. acaso quiere hacer creer que
no conocía quién arrendaba el bien y cobraba los alquileres, respecto al inmueble de su
progenitor de Avenida Agraciada 3797-3799?
Se concuerda con la sentencia de primera instancia que G. G. no puede ser indiferente
como cómplice de su padre y concursado J. G., especialmente (diremos nosotros) luego
del 10.1.2017 cuando aquél es nombrado por este último como apoderado general suyo
(Considerando III “e”). Si bien la Ley concursal define qué ha de entenderse por
“cómplice” (art. 201 nums. 2º y 4º de la Ley No. 18.387) en el sentido de “las personas
que, con dolo o con culpa grave, hubieran cooperado con el deudor o, en el caso de
personas jurídicas deudoras, con los administradores y liquidadores a la realización de
cualquier acto que hubiera producido o agravado la insolvencia”, puede asimismo
venir en auxilio el concepto del art. 62 del Código Penal “mutatis mutandis”, que
califica como tal a quienes “cooperan moral o materialmente al delito por hechos
anteriores o simultáneos a la ejecución, pero extraños y previos a la consumación”. En
el caso, la coparticipación por complicidad de G. G. se mide durante la operación o
realización de la insolvencia de J. G. en los últimos tiempos.
Como bien dice la recurrida (fs. 318-319), de la declaración de G. G. (fs. 232-235)
surge claro que una vez aprobado el convenio su padre y deudor concursado J. G.
afectó los bienes que le quedaban sin gravámenes, pidió préstamos, vendió todo y se fue
del país, lo que aquél conocía clara y plenamente:
“Todo lo expresado sobre la forma de obtener los ingresos para el pago del convenio,
una vez aprobado el mismo y recuperada la legitimación desapareció [J. G.], cerraron
los locales donde funcionaba la actividad, vendieron todo, aparecieron terceras
personas en el lugar como propietarios sin que se justificara o agregara
documentación alguna al respecto, se afectaron y enajenaron los únicos bienes que aún
conservaba el concursado sin justificación de qué se hizo con el dinero de los
préstamos y pagando una deuda que ni siquiera se encontraba vencida, mediante la
suscripción de la paga por entrega de bienes y con la colaboración directa y consciente
como apoderado del Sr. G. G., quien excluye del patrimonio de su padre y sin
justificación por no estar vencida la obligación, momentos previos en que pudiera ser
intimado en mora por el incumplimiento del convenio… en perjuicio de los acreedores
y agravando la insolvencia.
Se constataron actos y negocios realizados sobre bienes del concursado en plena etapa
de liquidación y con total desconocimiento de la sindicatura, con la existencia de un
apoderado total del concursado…, en posesión de bienes del mismo como la camioneta
o los bienes encontrados en el local de Avda. Agraciada adonde claramente surge que
el local había sido alquilado durante el año 2018 sin conocimiento de la Sindicatura y
en desmedro de los acreedores”.
Por tanto, cabe determinar que G. G. se encuentra bien calificado como cómplice en el
proceso de insolvencia de su padre J. G., en la medida de lo que corresponde por su
participación conforme a las resultancias de obrados, y en la generación y
agravamiento finales de la insolvencia del último. Su involucramiento es claro, al
menos, desde que G. G. se constituyó como apoderado su padre y deudor concursado J.
G., el 10.1.2017 (Considerando III “e”).” (65)
“El artículo 201 establece en sus numerales 2º y 4º de la Ley No. 18.387 que respecto a
los cómplices, “La sentencia que declare culpable el concurso tendrá el siguiente
contenido:
…
2) La determinación de las personas afectadas por la calificación, así como de las
personas declaradas cómplices.
…
4) La pérdida de cualquier derecho que tuvieran los cómplices como acreedores
concursales y la condena a reintegrar los bienes y derechos que pertenecieran a la
masa activa, así como a indemnizar los daños y perjuicios causados, cuya cuantía se
determinará en período de ejecución de sentencia.”
La redacción transcripta de la norma muestra que la sentencia debe mandatoriamente
pronunciarse sobre las personas declaradas cómplices (lo que sí fue propuesto por la
Sindicatura a fs. 183 v.-184 v.), y además sobre las consecuencias que puede
comportarles la declaración de culpabilidad del Concurso, en los términos precisos que
regula el art. 201 numerales 2º y 4º de la Ley No. 18.387. Tal es el claro sentido literal
que no podrá desatenderse (art 17 del Código Civil) de la expresión “La sentencia…
tendrá el siguiente contenido”. El verbo “tendrá” es asertivo, y opera de pleno
Derecho; no queda librado a una facultad del Magistrado, ni al requerimiento de parte
interesada. Al respecto, este Tribunal ha precisado para el supuesto del art. 201 num.
3º de la Ley No. 18.387, en ideas trasladables al art. 201 nums. 2º y 4º del cuerpo legal
“Se concuerda con la sentencia apelada en que los cómplices no están comprendidos
dentro del concepto de personas afectadas por la calificación y por tanto, no pueden
ser inhabilitados para administrar o representar, ni pueden ser condenados a cubrir el
déficit patrimonial (fs. 319-320). En todo caso, pueden ser condenados a reintegrar los
bienes y derechos que pertenezcan a la masa activa o a indemnizar los daños y
perjuicios ocasionados, cuya cuantía se determinará en la ejecución de la sentencia”
(67)
“En el aspecto formal o de índole adjetiva asiste razón a los impugnantes en el sentido
que el Sr. Juez no puede denegar la adopción de una medida cautelar por estar
pendiente de resolución una excepción de incompetencia, porque la propia ley
establece que las medidas cautelares adoptadas por un juez incompetente son válidas
(art. 314.1 inc. 2 C.G.P.).
V) Sin embargo, el análisis de la procedencia de la medida solicitada, conduce
igualmente a su denegatoria.
A la luz de las varias pretensiones que en cascada ha formulado la peticionante, ante
distintas sedes jurisdiccionales, resulta que el estado de cosas actual, al menos en lo
que tiene conocimiento este Tribunal, es el siguiente:
El embargo específico sobre suma de dinero que se solicita en los presentes obrados,
fue pedido con anterioridad ante el Juzgado de Concursos de 1º turno, donde pende el
“V) Conforme a la fijación del objeto del proceso que figura a fs. 859 de autos, el
mismo quedó circunscripto a “determinar si corresponde excluir del inventario de
En lo que dice relación con un crédito por U$S 12:980.907,92, que G. S. S.A. retenía a
la empresa concursada C. OAS S.A. por certificaciones de avances de obra ya realizadas
y aprobadas, se entendió no correspondía excluir dichos fondos del inventario realizado
por la Intervención, y debían volcarse a la masa activa de la deudora concursada:
“De la Adenda del contrato original que obra en autos a fs. 18-25, resulta que GSSA
reconoció que retiene dicha suma correspondiente a pagos adeudados a O. por
certificaciones de avance de obra ya aprobados oportunamente (Cláusula 4.1). De la
misma manera, en dicha cláusula que ello es en refuerzo de garantías del cumplimiento
de las obligaciones asumidas por parte de O. y que el monto se seguiría liberando a
medida que se fuera cumpliendo con las obligaciones asumidas por parte de O.,
quedando un 40 % pendiente de devolución hasta la recepción provisoria de la obra.
La declaración de concurso de O., en fecha 8 de abril 2015, apareja el cese de todo
derecho de retención sobre bienes y derechos integrantes de la masa activa, conforme
al art. 66 de la Ley N° 18.387. Por consiguiente, la suma referida debe permanecer en
el activo de O., manteniéndose el referido crédito en calidad de verificable.” (71)