Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

DILVAR

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 3

PSEUDOCULTURALES

Albert Einstein manifestó que creía en el Dios de Baruch Spinoza (1632-1677). Sobre ello, suele
difundirse por las redes sociales un textito que cita un atribuido texto a este filósofo (de origen
judío sefaradí, nacido en los Países Bajos) que comienza: “Dios hubiera dicho: ¡Deja ya de estar
rezando y de darte golpes en el pecho!...”.

En realidad tal texto nunca fue escrito por Spinoza, sino por el mexicano Francisco Javier Ángel
Real o Anand Dílvar en su libro “Conversaciones con mi Guía… más allá de El Esclavo” (Porrúa,
México, diversas ediciones). Inclusive está citado con algunas alteraciones respecto al original,
según Dílvar recuerda en “https://www.facebook.com/notes/anand-dilvar/dios-dir
%C3%ADa/668012579987393/”.

¿Cómo era el Dios de Spinoza? ¿Cómo él construyó a Dios en la penumbra, erigiéndolo con la
palabra y con geometría delicada, en el decir de Jorge Luis Borges? A lo largo de sus obras
aquél refiere al problema de Dios; no lo hace en forma orgánica, lo que dificulta la
comprensión. Intentaremos sintetizar y ordenar las ideas de Spinoza sobre Dios en estas líneas
pseudoculturales que se proponen ser necesariamente breves, consultando directamente en
las mismas fuentes. Spinoza escribió sus obras más importantes en latín; como nuestros
conocimientos de ese idioma no son muy buenos, utilizaremos la traducción de sus obras de
Charles Appuhn (“Oeuvres de Spinoza”, en cuatro volúmenes, reedición de Garnier Frères -
Flammarion, 1964-1966).

- Dios es; no se trata de una ficción ni de una imaginación del hombre. La existencia
de Dios es esencia, esencia única, infinita, incorporal, indivisible e inmutable. Dios
es sustancia increada, la causa primera e inicial de todas las cosas que están
preordenadas desde toda la eternidad, de sí mismo y por sí mismo. Es causa
emanativa y creadora “Natura Naturante”, necesaria, activa y eficiente, inmanente
y no transitiva, libre y no natural. Es la sustancia soberanamente perfecta,
supremamente sciente. Es el objeto de su propio conocimiento. La existencia y el
poder de Dios no se distinguen de su esencia, porque son lo mismo.

- Nada más real o mejor puede existir más allá de Dios, cuyos atributos son infinitos
y cada uno de ellos es infinitamente perfecto. El entendimiento y la voluntad (la
potencia exterior de la acción, que no se distingue del entendimiento) de Dios no
se distinguen tampoco de su esencia, aunque no sabemos cómo se distingue su
esencia de su voluntad. Son atributos de Dios el Pensamiento y la Extensión, pero
el principal a considerar es el de la Eternidad.

- Dios está en todo omnipresente. Sin embargo, que Dios esté extendido por todo
no significa que sea corporal, aunque donde está su potencia está su esencia,
sirviendo a la conservación de todas las cosas corporales. El espacio y el cuerpo no
difieren realmente.

- La existencia de Dios se advierte de la sola consideración de su naturaleza, y se


confirma por el mismo hecho de que nosotros, que tenemos su idea, existimos.

- Dios es único, en el sentido que la él no tiene en la Naturaleza más que una sola
sustancia y que ella es absolutamente infinita. Todo lo que es está en Dios y nada
puede sin Dios ser o encontrarse concebido.
- En el entendimiento infinito de Dios no puede haber sustancia (se define como tal,
lo que está en sí y concebido por sí, aquello que no tiene necesidad de existir sino
del concurso de Él; donde hay extensión y espacio hay necesariamente sustancia)
más perfecta que no esté sino en la Naturaleza, que a su vez tampoco proviene de
causa alguna, que es conocida por sí misma y que se compone de atributos
infinitos de los cuales cada uno es perfecto. Ninguna sustancia más allá de Dios
puede ser dada ni concebida. Cualquier sustancia puede ser definida por un
atributo de Dios.

- La Naturaleza es el cuerpo que expresa la esencia de Dios. Así, todas las cosas que
hay en la Naturaleza son perfectas y en ella se afirma todo; no hay sustancia que
no exista fuera de la Naturaleza. Por tanto, la Naturaleza coincide exactamente
con la esencia y la definición de Dios.

- No podemos conocer nada de la Naturaleza sin extender nuestro conocimiento a


la primera causa, esto es hacia Dios. Más conocemos la esencia de la Naturaleza,
más conocemos la esencia de Dios que es causa de todas las cosas. Nosotros
participamos de la naturaleza de Dios; lo que nosotros conocemos a la luz natural
depende de la sola conciencia de Dios y de sus decretos eternos.

- Dios contiene todo lo que se encuentra formalmente en las cosas creadas. Las
cosas dependen de Dios tanto de su esencia como de su existencia. En Él las dos
cosas no se distinguen. Aquél tiene tales atributos que las cosas creadas están
contenidas en él en la forma más eminente. Todas las perfecciones de lo creado
corresponden a Dios, y todas las cosas creadas participan de la divinidad y
perfección de Dios, y están comprendidas en los atributos de Dios. El decreto de
Dios, su mandamiento, su palabra y su verbo no son otra cosa que la acción misma
y el orden de la Naturaleza. Dios hace las todas las cosas que percibimos según la
manera en que las percibimos. Todos los seres expresan y desarrollan la idea de
Dios en proporción de su esencia y perfección.

- La Creación no es otra cosa que aquello que supone a Dios como causa eficiente.
Las cosas creadas por Dios son el objeto de su entendimiento y de su poder. Dios
puede producir cualquier cosa perfecta que sea concebida en su Idea. Todo lo que
se encuentra de perfección en Dios es Dios, y todo se conserva por su fuerza. El
poder de Dios por el cual todas las cosas son y se desenvuelven es su misma
esencia. Todas las cosas son necesarias en virtud del decreto de Dios. Crear y
conservar es una misma operación de Dios.

- Si la Naturaleza depende de Dios, no hay en ella ni en las cosas nada de


contingente; las ideas de posibilidad y contingencia son defectos de nuestro
entendimiento.

- Desde lo eternidad Dios ha decretado todo lo que existe y todo lo que sucede
sobre lo que existe, porque la necesidad de existir es de toda eternidad en las
cosas creadas. Todo está determinado por la necesidad de la naturaleza divina a
existir y a producir algún efecto de cierta manera.

- Todo nuestro conocimiento y la certidumbre que excluye la duda dependen


solamente de Dios, porque sin Dios nada puede ser concebido. Nuestro supremo
bien y nuestra perfección dependen solamente de Él.
- El bien supremo del Alma es conocer a Dios. El amor de Dios es la suprema
felicidad del hombre, por eso el fin último de todas las acciones humanas es seguir
la ley divina que tiene preocupación de amar a Dios, por la sola idea que el
conocimiento del amor de dios es el soberano bien. El amor intelectual del Alma
hacia Dios es una parte del amor infinito con el cual Dios se ama a sí mismo. No
hay nada contrario en la Naturaleza a este amor intelectual.

- Dios puede comunicarse con nosotros inmediatamente sin utilizar medios


corporales de ninguna especie, comunicando su esencia a nuestra alma.

- La conciencia de nuestra libertad con la idea de predestinación de Dios ultrapasa la


comprensión del hombre.

¿Monista? ¿panteísta? ¿panenteísta? En nuestro concepto, las ideas de Baruch Spinoza se


resisten a tales clasificaciones.

Spinoza, por sus ideas, fue criticado por los judíos (quienes lo expulsaron de su sinagoga y de la
comunidad) como por los cristianos (que incluyeron sus obras en el “Index Librorum
Prohibitorum” -lista de libros prohibidos-). Pero afortunadamente para Spinoza, él vivía en los
Países Bajos; por lo que no estaba sujeto a persecuciones, cárceles ni inquisiciones, dado que
en Europa era un reducto del libre pensamiento (allí se publicaron entre los siglos XVI a XVIII
muchas obras consideradas innovadoras o cuestionadores, escapando de las censuras;
recuerdo entre tantos y tantos, “El Contrato Social” de Rousseau en 1762).

Aprovechamos a Spinoza para ofrecerles música de su época, a través de este hermoso


concierto de Hespérion XX dirigido por Jordi Savall. Si bien alude a Música de Guerra, muchas
de estas obras fueron ejecutadas también en desfiles o en épocas de paz. Llamará la atención a
algunos la utilización y la forma de instrumentos antiguos como tiorbas, violas discanto,
cromornos y trompetas naturales (sin pistones). Por supuesto hubo música barrroca judía muy
buena, sobre la cual no trataremos en estos pasajes, pero reservaremos su difusión para una
próxima entrega.

https://www.youtube.com/watch?v=HftWeTVQm3I

También podría gustarte