Manual Del Consejero
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Recuerda que la clave de la empatía es que los trates como ellos necesitan que
lo hagas, y como ellos esperan: con respeto, consideración y amor.
Hay pequeños gestos, actitudes, y palabras que nos pueden ayudar a mejorar
nuestra empatía, tales como:
1. ¿Qué hiciste?
2. ¿Por qué estuvo mal lo que hiciste?
3. ¿Cómo podrías haber manejado mejor la situación?
4. La próxima vez, ¿qué te parece que podrías hacer?
5. Si vuelves a hacer lo mismo, ¿cuál sería una consecuencia justa y natural?
Estas preguntas nos dan, tanto a los padres como a los líderes, un tiempo para
calmarnos y también nos ayudan a enseñarles a nuestros preadolescentes a
pensar en sus acciones. Con seguridad habrá muchas veces en las que resultaría
muchísimo más fácil simplemente gritarles, golpearlos (en el caso de los padres)
o enviarlos a sus cuartos.
Pero ejercer una paternidad y un liderazgo saludable requiere que los padres y
los líderes usen su sabiduría, su discernimiento, su confianza y, a menudo, su
paciencia.
Tres áreas clave para que puedas ser un líder con buenos resultados en las vidas
de tus preadolescentes.
1. AMOR INCONDICIONAL
En Mateo 22:34-40 Jesús nos habla del segundo mandamiento más importante:
“ama a tu prójimo como a ti mismo”. Necesitamos constantemente recordarnos
como líderes este principio. Si en verdad amáramos a los chicos como nos
amamos a nosotros, nuestro ministerio cambiaría de forma radical.
Los “pre” tienen la capacidad suficiente para darse cuenta si realmente los
amamos o si solo son un número más en nuestras reuniones.
Esto implica aceptarlos tal y como son, pero a su vez también afirmarlos y
desafiarlos. Recordarles que están pasando de niños a adolescentes y en años
futuros a la etapa de adultos. Si bien es cierto que los chicos de esta edad no
han llegado a la adultez, la palabra nos enseña en 1 Corintios 13:11 que
debemos dejar atrás la niñez y seguir avanzando. Necesitamos establecer una
comunicación directa y clara con ellos, ayudándoles a establecer límites en su
vida e involucrándonos amorosa y genuinamente en todas sus problemáticas,
convirtiéndonos así en líderes realmente cercanos.
2. DISCIPULADO
Este es uno de los temas de los que se habla mucho y se hace poco, y más
cuando tiene que ver con preadolescentes. En estos tiempos hay una urgencia
de que ellos tengan mentores que los capaciten y equipen. En este sentido
debemos poder ver más allá de la reunión semanal. Necesitamos realizar un
trabajo integral entre los chicos, sus padres y la iglesia. Jesús nunca nos llamó a
hacer reuniones (aunque son buenas y muy útiles), pero sí nos llamó a hacer
discípulos. Las reuniones no deben ser el centro de la existencia de nuestro
ministerio, toda nuestra tarea debe rondar en torno a formarlos y discipularlos,
y en ese marco la reunión es solo uno de los medios que nos permiten hacerlo.
3. SERVICIO
Tanto en la comunidad como en la congregación es muy importante que los
preadolescentes vean que crees en ellos y que les confías tareas. Estas pueden ir
desde darles de comer a los indigentes, servir en los orfanatos, cortar el pasto
en hogares de ancianos, o involucrarse en la iglesia en el área de los niños, en la
producción de la reunión dominical, etc. Los preadolescentes necesitan
entender que confiamos en ellos y que son capaces de mucho más, y el
involucrarlos en un sinfín de actividades se los confirma con hechos. Además les
estamos enseñando lo que nuestro máximo ejemplo, Jesús, vino a hacer a este
mundo: “servir y dar”. (Marcos 10:45 y Filipenses 2:7).