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Padres

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10 CLAVES

PARA EDUCAR
A TU HIJO
1. Un ejemplo vale más que mil
sermones
Desde muy pequeños tienden a
imitar todas nuestras conductas,
buenas y malas.

Podemos aprovechar las costumbres


cotidianas -como saludar, comportarnos en la
mesa, respetar las normas al conducir- para
que adquieran hábitos correctos y, poco a
poco, tomen responsabilidades.

De nada sirve sermonearle siempre


con la misma historia si sus padres
no hacen lo que le piden.
2. Comunicación, diálogo, comprensión

•Las palabras, los gestos, las miradas y las


expresiones que utilizamos nos sirven para
conocernos mejor y expresar todo aquello que
sentimos. Por eso, incluso durante el embarazo, hay
que hablar al bebé.

•Debemos continuar siempre con la


comunicación. Hablarle mucho, sin prisas, contarle
cuentos y también dejar que él sea quien nos los
cuente.

•¿Has probado a hacerle una pregunta que empiece


con «Qué piensas tú sobre...»?
Así le demostramos que nos interesa
su opinión y él se sentirá querido y escuchado.
3. Límites y disciplina, sin amenazas
•Hay que enseñarle a separar los sentimientos de la
acción. Lasnormas deben ser claras y coherentes e ir
acompañadas de explicaciones lógicas.

•Tienen que saber lo que ocurre si no hace lo que le


pedimos. Por ejemplo, debemos dejarle claro que después de
jugar tiene que recoger sus juguetes.

•Es importante que el niño -y también nosotros-


comprenda que sus sentimientos no son el problema, pero
sí las malas conductas. Y ante ellas siempre hay que fijar
límites, porque hay zonas negociables y otras que no lo son. Si
se niega a ir al colegio, tenemos que reconocerle
lo molesto que es a veces madrugar y decirle
que nosotros también lo hacemos.
4. Dejarle experimentar aunque se
equivoque

•La mejor manera para que los niños exploren el


mundo es permitirles que ellos mismos
experimenten las cosas. Y si se equivocan,
nosotros tenemos que estar ahí para cuidar de
ellos física y emocionalmente, pero con límites.

•La sobreprotección a veces nos protege a los


padres de ciertos miedos, pero no a nuestro hijo.
Si cada vez que se cae o se da un golpe, por
pequeño que sea, corremos alarmados
a auxiliarle, estaremos animándole
a la queja y acostumbrándole
al consuelo continuo. Tenemos que
dejarles correr riesgos.
5. No comparar ni descalificar

•Hay que eliminar frases como «aprende de tu


hermano», «¿Cuándo vas a llegar a ser tan responsable como tu
prima?» o «eres tan quejica como ese niño del parque».

•No conviene generalizar y debemos prescindir de expresiones


como «siempre estás pegando a tu hermana» o «nunca haces
caso».

•Seguro que hace muchas cosas bien, aunque últimamente se


esté comportando como un verdadero «trasto». Cada niño es
único, no todos actúan al mismo ritmo y de la misma manera.

•Frases como «tú puedes nadar igual de bien


que tu hermano, inténtalo. Ya lo verás»
transforman su malestar en una sonrisa y
le animan a conseguir sus metas.
6. Compartir nuestras
experiencias con otros padres

•Puede sernos muy útil. Así, vivir una etapa de rebeldía de


nuestro hijo, algo muy frecuente a determinadas edades,
puede dejar de ser una fuente de angustia tremenda y
convertirse, simplemente, en una fase dura pero pasajera.
Frases como «no te preocupes, a mi hijo le ocurría lo
mismo», pueden ayudarnos a relativizar los «problemas» y,
por tanto, conseguir que nos sintamos mejor y actuemos
más tranquilos.

•Si estamos desorientados, preocupados


o no sabemos cómo actuar,
siempre podemos consultarlo
con un profesional.
No tenemos nada que perder.
7. Hay que reconocer nuestras
equivocaciones

•Tenemos derecho a equivocarnos y


eso no significa que seamos malos
padres. Lo importante es reconocer los
errores y utilizarlos como fuente de
aprendizaje.

•Una frase sencilla como «perdona


cariño, refuerza
su buen comportamiento
y nos ayuda a sentirnos
bien.
8. Reforzar las cosas buenas

•Está comprobado que los refuerzos positivos gestos de


cariño, estímulos, recompensas resultan más eficaces a la
hora de educar que los castigos. Por eso siempre debemos
darle apoyo afectivo y dejar que sea él el que, según su
capacidad, resuelva los problemas.

•Los niños son muy sensibles y los calificativos como


«tonto» o «malo» les hacen mucho daño y pueden afectar de
modo negativo a la valoración que tienen de ellos mismos.
•Debemos ser generosos con todo aquello que
les hace sentirse valiosos y queridos.
Si le premiamos con caricias, abrazos
o palabras como «guapo» o «listo»,
estamos construyendo una buena autoestima.

•Tan importante como rectificar sus


•malas conductas es reconocer y reforzar las buenas.
9. No hay que pretender ser sus amigos

•Aunque siempre conviene fomentar un clima de cercanía y


confianza, eso no significa que debamos ser sus mejores
amigos.

•Mientras que entre los niños el trato es de igual a igual,


nosotros, como padres y educadores, estamos situados en un
escalón superior. Desde allí les ofrecemos nuestros cuidados,
experiencia, protección…
pero también nuestras normas.

•Buscar su aprobación continua para todo puede ser un


arma de doble filo, ya que la amistad también es admiración y
confianza y le resultará muy difícil confiar en nosotros si no
sabemos imponernos.

•Un buen padre no es aquel que cede


de modo continuo y no enseña.
10. Ellos también tienen emociones

•A veces pensamos que solo nosotros nos


sentimos contrariados y que los niños tienen
que estar todo el día felices. Pero también
tienen preocupaciones.

•Su mundo emocional es igual o más


complejo que el nuestro, por eso conviene
dar importancia a sus emociones y ser
conscientes de ellas.
Debemos ayudar
a nuestro hijo a
poner nombre y
apellido a lo que experimenta
y siente.
Tu eres el ejemplo
para tus hijos.
Educando con la
Verdad
https://www.youtube.com/watch?v=akYp_8xeWFw

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