Génesis 4
Génesis 4
Génesis 4
Los horrores del pecado se hacían más evidentes, las hojas de los árboles empezaron a marchitarse, los
animales empezaron a ser agresivos y a devorarse unos a otros. La perfecta armonía de la creación
ahora estaba perturbada por el pecado y como una onda expansiva se abría paso para arruinarlo todo.
De manera que, la inevitable guerra entre las dos simientes anunciada en el capítulo anterior empieza a
cobrar vidas en el capítulo de hoy. Extraigamos algunas lecciones de la historia del primer fratricidio…
1) La adoración: aquí se registra el primer acto de adoración a Dios, ambos hermanos trajeron de lo
mejor que tenían al altar, quizá frente a la puerta del jardín del Edén, donde estaban los querubines
guardando la entrada. El primer acto de adoración fue una ofrenda, esto nos habla muy fuerte sobre
su importancia. En el AT no hay adoración sin ofrenda, nadie podía presentarse delante de Dios con
las manos vacías. No por el valor monetario del sacrificio, ni por la necesidad que hubiera de…
Porque aquí en Génesis 4 todavía no hay santuario ni sacerdocio, la ofrenda, como acto sublime de
adoración es un asunto entre Dios y el individuo. Tampoco se trata de sobornar a Dios para que sea
indulgente con nuestros pecados o para comprar sus bendiciones. Sencillamente adorar es aceptar
la invitación divina a entregar todo lo que somos y tenemos con humildad, reconociendo que solo
podemos ofrecer de lo que ya hemos recibido de su mano. Pero, al llegar al verso 5, salta
inmediatamente la pregunta: ¿por qué una ofrenda fue aceptada y la otra no?
2) El pecado: a simple vista, parece injusta la apreciación de Dios, así quiso verlo Caín, así quiere
Satanás que se desfigure el carácter de Dios ante nosotros. Pero es necesario alejar los lentes un
momento para ver el cuadro completo y el contexto para comprender que el problema del pecado
no empieza con los actos equivocados, en realidad nace de una actitud negativa hacia el Creador y
Sustentador de nuestra vida. Por eso Dios dice a Caín en el verso 7: “Si hicieras lo bueno, podrías
andar con la frente en alto. Pero, si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para
atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo” (NVI). La palabra que utiliza Moisés para pecado aquí
es HATA’T, la cual significa literalmente levantar la mano contra Dios en abierta reveldía. Caín pecó
delante de Dios porque: 1) no ofreció un sacrificio, como vemos entre líneas que el Señor les enseñó
al sacrificar al cordero con que proveyó las pieles para cubrir la vergüenza de Adán y Eva; 2) en lugar
de procurar con humildad aprender de su hermano cómo ofrecer una ofrenda aceptable, su corazón
se llenó de ira y odio contra el único que podía ayudarle a mejorar su ofrenda; 3) manifestó la
misma actitud de Satanás al asesinar a su hermano solamente porque su fidelidad hacía resaltar la
maldad de él y; 4) porque su pestilente actitud lo hizo responder groseramente a Dios: “¿Soy yo
acaso guarda de mi hermano?” y más adelante rezongó ante la justa retribución que Dios le impuso.
¿Cómo es posible que un hijo de Adán; quien conoció, aunque sea la entrada del Edén; fuera capaz
de asesinar a su hermano menor? ¡Cuán grave es la enfermedad del pecado! ¿Hay alguna medicina?
3) El amor fraternal: no dejan de resonar en mi mente las insensibles palabras: “¿Soy yo acaso guarda
de mi hermano?”. Afortunadamente, Dios el Padre nos envió a su Unigénito, un Hermano Mayor
excelente, quien vino a buscar y a salvar a todos los hijos de Caín que estábamos perdidos y estuvo
dispuesto a ofrendar su vida para salvarnos de la muerte. Jesús es la medicina para el pecado, si
recibes su antídoto, aprenderás a amar a tu prójimo como a ti mismo y, sobre todo, a amar y
respetar al Dios Todopoderoso. Arrepiéntete de tus pecados y ven a los brazos de tu Hermano
Mayor…
#RPSP
Génesis 4
Pr. Selvin Sosa
fb.com/selvinsosa77