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52 Grandes Temas Principales

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Lewis Sperry Chafer.

52 GRANDES TEMAS BÍBLICOS


Este libro no es, de ningún modo, un tratado de Teología Sistemática. En su preparación se ha
elegido un limitado número de los más vitales y prácticos temas doctrinales, realizando con ello un
intento para adaptar estas breves discusiones a las necesidades del cristiano no entrenado
debidamente. Para cada capítulo se ha añadido una lista de preguntas, con las cuales se espera
que pueda resultar el estudio más útil, tanto para uso individual como de grupos. El estudiante que
esté versado ya en tales cuestiones deberá examinar cada pasaje de los citados y continuar el
estudio de cada tema hasta que todas las preguntas puedan ser contestadas de memoria.
Las doctrinas de la Biblia son la médula de la revelación, y el estudiante atento de la Biblia tiene
que quedar impresionado con el énfasis del Nuevo Testamento sobre la «sana doctrina» (Mt. 7:28;
Jn. 7:16-17; Hch. 2:42; Ro. 6:17; Ef. 4:14; 1 Ti. 1:3; 4:6,16; 6:1; 2 Ti. 3:10,16; 4:2-3; 2 Jn. 9). No
conociendo las doctrinas de la Biblia, el hijo de Dios estará, incluso siendo sincero, «llevado de un
lado a otro, arrastrado por todo viento de doctrina, por artimañas de los hombres, y la maliciosa
astucia, con las cuales engañan en espera de seducir y llevar a la mentira», siendo de ello
suficiente prueba los muchos creyentes de buena fe que son arrastrados a modernos cultos y
herejías.
Por otra parte, el propósito divino es que el siervo de Cristo deba estar plenamente equipado para
«predicar la palabra, a tiempo y fuera de tiempo, y para redargüir, reprender y exhortar con toda
paciencia y doctrina». Estos capítulos se publican con la pura y cristiana intención de que sirvan
para honrarle a Él, cuya gloria y gracia son supremas e infinitas, y que algunos de entre los hijos
de Dios reciban una ayuda precisa y adecuada «para hablar de las cosas que constituyen la sana
doctrina».

NOTA ACLARATORIA: Estas notas fueron tomadas del Libro Grandes Temas Bíblicos, revisado
por John F. Walvoord, y publicado por Outreach Publications, Inc. Revisión de 1976.
Se emplea la Revisión Reina-Valera 1960.
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

ÍNDICE DE TEMAS

01- La Biblia: Palabra de Dios


02- La Biblia: Inspirada por Dios
03- La Biblia: Su Tema y Propósito
04- La Biblia: Como Revelación Divina
05- La Trinidad de Dios
06- Dios el Padre
07- Dios el Hijo: Su Preexistencia
08- Dios el Hijo: Su Encarnación
09- Dios el Hijo: Su Muerte Vicaria
10- Dios el Hijo: Su Resurrección
11- Dios el Hijo: Su Ascención y Sacerdocio
12- Dios el Hijo: Su Regreso Por Sus Santos
13- Dios el Hijo: Su Regreso Con Sus Santos
14- Dios el Espíritu Santo: Su Personalidad
15- Dios el Espíritu Santo: Su Advenimiento
16- Dios el Espíritu Santo: Su Regeneración
17- Dios el Espíritu Santo: Su Morada y Sellamiento
18- Dios el Espíritu Santo: Su Bautismo
19- Dios el Espíritu: Su Plenitud
20- Las Dispensaciones
21- Los Pactos
22- Los Ángeles
23- Satanás: Su Personalidad y Poder
24- Satanás: Su Obra y Destino
25- El Hombre: Su Creación
26- El Hombre: Su Caída
27- El Pecado: Su Carácter y Universalidad
28- Salvación De La Pena Del Pecado
29- Salvación Del Poder Del Pecado
30- Cuatro Aspectos De La Justicia
31- Santificación
32- La Seguridad Presente De La Salvación
33- La Seguridad Eterna De La Salvación
34- La Elección Divina
35- La Iglesia: Sus Miembros
36- La Iglesia: Su Propósito y Comisión
37- La Iglesia: Su Servicio y Mayordomía
38- La Iglesia: Su Culto En La Oración y La Acción De Gracias
39- La Iglesia: Su Organización y Ordenanzas
40- La Iglesia: El Cuerpo y La Esposa De Cristo
41- El Sábado y El Día Del Señor
42- Los Gentiles En La Historia y Las Profecías
43- Israel En La Historia y Las Profecías
44- Hechos Que Preceden La Segunda Venida De Cristo
45- La Gran Tribulación
46- La Segunda Venida De Cristo
47- Las Resurrecciones
48- El Juicio De Israel y Las Naciones
49- El Reino Milenial
50- El Juicio De Satanás y Los Ángeles Caídos
51- El Juicio Del Gran Trono Blanco
52- El Cielo Nuevo y La Tierra Nueva
GRANDES TEMAS BÍBLICOS
LA TRINIDAD DE DIOS

A. EL CREER EN LA EXISTENCIA DE DIOS


La creencia de que existe un ser divino mucho más grande que el hombre, ha sido común en
todas las culturas y civilizaciones.
Esto se debe, en parte, al hecho de que el hombre razona que tiene que existir una explicación
para nuestro mundo y para la experiencia humana y que sólo un ser superior al hombre serviría
para poder explicarlo. El hombre, intuitivamente, por su propia naturaleza religiosa, propende a
buscar un ser que de algún modo es mucho más alto y superior a él. Esto también puede ser
explicado, en parte, por la obra del Espíritu Santo en el mundo y que se extiende a toda criatura,
una obra que se designa en Teología como gracia común, en contraste con la obra especial del
Espíritu relacionada con la salvación del hombre. El moderno fenómeno de muchos que afirman
ser ateos surge de la perversión de la mente humana y la negación de que es posible cualquier
explicación racional del universo. De acuerdo con esto, la Biblia declara que un ateo es un loco
estúpido (Sal. 14:1).
Ordinariamente, el hombre no busca pruebas de su propia existencia, ni de la existencia de las
cosas materiales, que reconoce por sus sentidos. Aunque Dios es invisible en su persona, su
existencia es tan evidente que los hombres por lo general no requieren pruebas para el hecho de
Dios. La duda de la existencia de Dios es debida evidentemente a la perversidad del propio
hombre, a su ceguera y a la influencia satánica. La evidencia de la existencia de Dios en la
creación es tan clara que el rechazarla es el fundamento de la condenación del mundo pagano,
que no ha escuchado el Evangelio. Según Romanos 1:19-20, es «porque lo que de Dios se
conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó, porque las cosas invisibles de él, su eterno
poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas».
La revelación de Dios mediante los profetas, antes de que la Escritura fuese escrita, y la
revelación procedente de la Escritura, ha penetrado, en cierto grado, la conciencia total del
hombre hoy día. Aunque el mundo, en general, está ignorante de la revelación escriturística,
algunos conceptos de Dios han penetrado en el pensamiento de todo el mundo, de tal forma que
la creencia en una especie de Ser superior es generalmente cierta incluso entre hombres a
quienes no ha llegado directamente la Escritura.
Aunque los antiguos filósofos griegos ignoraron la revelación bíblica, no habiéndoles sido familiar,
hicieron, sin embargo, algunos intentos para explicar nuestro universo sobre la base de un Ser
superior. Varios sistemas de pensamiento han evolucionado:
El politeísmo; es decir, la creencia en muchos dioses;
Hilozoísmo, que identifica el principio de la vida encontrado en toda la creación como siendo Dios
mismo;
Materialismo, que arguye que la materia funciona por sí misma de acuerdo con una ley natural y
no es preciso ningún dios para su funcionamiento, teoría que apoya el moderno evolucionismo; y
Panteísmo, que sostiene que Dios es impersonal e idéntico con la propia Naturaleza, y que Dios
es inmanente, pero no trascendente. Existen, así, muchas variantes de tales conceptos respecto a
Dios.
Argumentando en favor de la existencia de Dios, procediendo de los hechos de la creación, aparte
de la revelación de la Escritura, pueden observarse cuatro clases generales o líneas de razón:
El argumento ontológico; sostiene que Dios tiene que existir, porque el hombre universalmente
cree que existe. Esto, a veces, es llamado un argumento a priori.
El argumento cosmológico; mantiene que todo efecto necesita tener una causa suficiente, y, por
tanto, el universo, que es un efecto, tiene que haber tenido un Creador como causa. Implicada en
este argumento está la complejidad de un universo ordenado, que no pudo haber tenido existencia
accidente.
El argumento teológico; resalta que cada diseño tiene que haber tenido un diseñador, y como la
totalidad de la creación está intrincadamente diseñada e interrelacionada, tuvo, por tanto, que
haber tenido un gran diseñador. El hecho de que todas las cosas funcionen juntas, indica que este
diseñador ha tenido necesariamente que haber sido uno de infinito poder y sabiduría.
El argumento antropológico; arguye que la naturaleza y existencia del hombre resulta
absolutamente inexplicable de no ser por la creación de Dios, quien tiene una naturaleza similar,
pero mucho mayor que la del hombre. Implicado en este argumento está el hecho de que el
hombre tiene intelecto (capacidad para pensar), sensibilidad (capacidad para sentir) y voluntad
(capacidad para realizar la elección moral). Tal extraordinaria capacidad apunta hacia el Uno que
tiene similares pero mucho mayores capacidades y que ha creado al hombre.
Aunque estos argumentos en favor de la existencia de Dios tienen considerable validez y el
hombre puede ser justamente condenado por rechazarlos (Ro. 1:18-20), no han sido suficientes
para llevar al hombre en la apropiada relación con Dios o producir una fe real en Dios, sin la
asistencia de la completa revelación de Dios, confirmando todos los hechos encontrados en la
Naturaleza, pero añadiendo a la revelación natural muchas verdades que ésta no hubiera
desvelado por sí.

B. LA UNIDAD DE LA DIVINA TRINIDAD


En general, el Antiguo Testamento recalca el énfasis de la unidad de Dios (Ex. 20:3; Dt. 6:4; Is.
44:6), un hecho que también se enseña en el Nuevo Testamento (Jn. 10:30; 14:9; 17:11, 22, 23;
Col. 1:15). Tanto en el Antiguo como en una gran parte del Nuevo Testamento también se indica
que Dios existe como una Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Muchos creen
que la doctrina de la Trinidad está implícita en el uso de la palabra Elohim, como un nombre para
Dios, y que está en una forma plural y parece referirse al Dios trino y uno.
En los principios del Génesis hay referencias al Espíritu de Dios, y los pronombres personales en
plural se usan para Dios como en el Génesis 1:26; 3:22; 11:7. Frecuentemente, en el Antiguo
Testamento hay distinción dentro de la naturaleza de Dios, en términos de Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo. Isaías, en 7:14, habla del Hijo como Emanuel, «Dios con nosotros», que tiene que
ser distinto del Dios Padre y del Espíritu. Este Hijo es llamado, en Isaías 9:6, «Dios fuerte, Padre
eterno, Príncipe de Paz».
En el Salmo 2:7, Dios Padre, referido como «Yo», indica que es su propósito tener a su Hijo como
el supremo soberano sobre la tierra. Por lo mismo que el Padre y el Hijo quedan distinguidos, así
Dios también se distingue del Espíritu Santo, como en el Salmo 104:30, donde el Señor envía a su
Espíritu. A estas evidencias hay que añadir todas las referencias del Ángel de Jehová, que señala
las apariciones del Hijo de Dios en el Antiguo Testamento como uno enviado por el Padre, y
referencias al Espíritu del Señor, como el Espíritu Santo, distinto del Padre y del Hijo.
A esas evidencias del Antiguo Testamento el Nuevo añade una revelación adicional. Aquí, en la
persona de Jesucristo, está el Dios Encarnado, concebido por el Espíritu Santo, y, con todo, Hijo
de Dios, el Padre. En el bautismo de Jesús, la distinción de la Trinidad se hace evidente con Dios
Padre hablando desde los cielos, el Espíritu Santo descendiendo como una paloma y esparciendo
luz sobre El, y el propio Jesucristo bautizado (Mt. 3:16-17). Esas distinciones de la Trinidad se
observan también en pasajes tales como Juan 14:16, donde el Padre y el Consolador quedan
distinguidos del propio Cristo, y en Mateo 28:19, donde los discípulos son instruidos para bautizar
a los creyentes «en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».
Las muchas indicaciones que hay, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, de que Dios
existe o subsiste como trino y uno, han conformado la doctrina de la Trinidad como un hecho
central de todas las creencias ortodoxas, desde los principios de la iglesia hasta los tiempos más
modernos. Cualquier desviación de esto se considera como un apartamiento de la verdad
escriturística. Aunque la palabra «trinidad» no se da en la Biblia, los hechos de la revelación
escriturística no permiten otra explicación.
Aunque la doctrina de la Trinidad es un hecho central, el núcleo de la fe cristiana está más allá de
la comprensión humana y no tiene paralelo en la experiencia del hombre. La mejor definición es el
sostener que, aunque Dios es uno, El existe en tres personas. Estas personas son iguales, tienen
los mismos atributos y son igualmente dignas de adoración, culto y fe. Con todo, la doctrina de la
unidad de la Divinidad está clara en el sentido de que no hay tres dioses separados, como tres
seres humanos separados, tales como Pedro, Santiago y Juan. De acuerdo con esto, la verdadera
fe cristiana no es un triteísmo, como creencia en tres dioses. Por otra parte, la Trinidad no tiene
que ser explicada como tres modalidades de existencia, es decir, que un solo Dios se manifiesta a
sí mismo en tres formas. La Trinidad es esencial para el ser de Dios y es más que una forma de la
revelación divina.
Las personas de la Trinidad, aunque tengan iguales atributos, difieren en ciertas propiedades. De
aquí que la Primera Persona de la Trinidad sea llamada Padre. La Segunda Persona es llamada el
Hijo, como enviada por el Padre. La Tercera Persona es el Espíritu Santo, que procede del Padre
y del Hijo. Esto es llamado en teología la doctrina de la procesión, y el orden no es nunca
invertido, es decir, el Hijo nunca envía al Padre, y el Espíritu Santo nunca envía al Hijo. De la
naturaleza de la unicidad de la Divinidad no existe ilustración o paralelo en la experiencia humana.
Así pues, esta doctrina tiene que ser aceptada por la fe sobre la base de la revelación
escriturística, incluso aunque esté más allá de toda comprensión y definición humanas.

C. LOS NOMBRES DE DIOS


En el Antiguo Testamento hay tres nombres atribuidos a Dios. El primer nombre, «Jehová» o
«Yavé», es el nombre de Dios aplicado sólo al verdadero Dios.
El primer nombre aparece en conexión con la creación en el Génesis 2:4, y el significado del
nombre se define en el Éxodo 3:13-14 como «Yo soy el que soy», es decir, el existente por sí
mismo, el eterno Dios.
El nombre más común para Dios en el Antiguo Testamento es Elohim, una palabra que es
utilizada tanto para el verdadero Dios como para los dioses del mundo pagano.
Este nombre aparece en el Génesis 1:1. Se ha debatido mucho este nombre, pero parece incluir
la idea de ser el «Uno y Fuerte», el Ser que tiene que ser temido y reverenciado. A causa de estar
en una forma plural parece incluir a la Trinidad, aunque pueda ser usado también en las Personas
individuales de la Trinidad.
El tercer nombre de Dios en el Antiguo Testamento es Adonai, que comúnmente significa «dueño
o señor», y es utilizado, no solamente de Dios como nuestro Dueño, sino también de los hombres
que son amos sobre sus siervos. Con frecuencia se une a Elohin, como en Génesis 15:2; y
cuando es usado así, recarga el énfasis del hecho de que Dios es nuestro Amo o Señor. Muchas
combinaciones de estos nombres de Dios se encuentran a lo largo del Antiguo Testamento. El
más frecuente es Jehová Elohim, o Adonai Elohim.
A estas combinaciones de los tres primitivos nombres de Dios hay que añadir muchos otros
compuestos y que se encuentran en el Antiguo Testamento, tales como Jehová-jiré, que significa
«el Señor proveerá» (Gn. 22:13-14); Jehová-rafah, «el Señor que sana» (Ex. 15:26); Jehová-nissi,
«el Señor es nuestra bandera» (Ex. 17:8-15); Jehová-salom, «el Señor es nuestra paz» (Jue.
6:24); Jehová-sidkenu, «el Señor es nuestra justicia» (Jer. 23:6); Jehová-sama, «el Señor está
presente» (Ez. 48:35).
En el Nuevo Testamento se encuentran títulos adicionales en donde la Primera Persona se
distingue por «el Padre», la Segunda como «el Hijo» y la Tercera como «el Espíritu Santo». Estos
títulos, por supuesto, se encuentran también en el Antiguo Testamento, pero son más comunes en
el Nuevo. La discusión respecto a estos términos seguirá en los capítulos que tratan de las tres
Personas de la Trinidad.
D. LOS ATRIBUTOS DE DIOS
En el Ser esencial de Dios hay ciertos atributos inherentes o cualidades esenciales de Dios. Tales
atributos están eternamente mantenidos por el Dios Trino y Uno y son iguales para cada persona
de la Divinidad. Incluído en dichos atributos está el hecho de que Dios es Espíritu (Jn. 4:24), Dios
es vida (Jn. 5:26), Dios existe por sí mismo (Ex. 3:14), Dios es infinito (Sal. 145:3), Dios es
inmutable o sin cambios (Sal. 102:27; Mal. 3:6; Stg. 1:17), Dios es la verdad (Dt. 32:4; Jn. 17:3),
Dios es amor (1 Jn. 4:8), Dios es eterno (Sal. 90:2; Jer. 23:23-24), Dios es omnisciente (Sal.
147:4-5) y Dios es omnipotente (Mt. 19:26).
Otras variantes de tales atributos pueden verse en el hecho de que Dios es bueno, Dios es
misericordioso y Dios es soberano. Todas las perfecciones están atribuidas a Dios de forma
infinita, y sus obras, así como su Ser, son perfectos. El gran diseño y los detalles del universo son
evidencia de su infinita grandeza y soberanía, su poder, su sabiduría. Su plan de Salvación, según
está revelado en las Escrituras, es otra evidencia de su amor, su justicia y su gracia. Ningún
aspecto de la creación es demasiado grande para que El tenga sobre todo lo existente un
completo control, y ni siquiera el más pequeño detalle, incluso la caída de un gorrión, es
demasiado pequeño para no quedar incluido en su plan soberano.
E. LA SOBERANIA DE DIOS
Los atributos de Dios ponen de manifiesto que Dios es lo supremo sobre todo lo existente. No
queda nada sujeto a otro poder, autoridad o gloria y no está sujeto a ninguna entidad que sea
superior a El. El representa la perfección hasta un grado infinito en cualquier aspecto de su Ser. El
no puede jamás ser sorprendido, derrotado o disminuido. No obstante, sin sacrificar su autoridad o
comprometer la realización final de su perfecta voluntad, Dios se ha complacido en dar a los
hombres una medida de libertad y de elección, y para el ejercicio de esta elección Dios mantiene
al hombre responsable.
A causa de estar el hombre, en su depravado estado, ciego e insensible a la obra de Dios,
aparece claro en la Escritura que los hombres no deben apartarse de Dios, suprimiendo al Espíritu
de sus corazones (Jn. 6:44; 16:7-11). Del lado humano, sin embargo, el hombre es responsable
de su incredulidad y se le ordena que crea en el Señor Jesucristo con el objeto de que pueda ser
salvado (Hch. 16:31). Es también verdad que en los asuntos de los hombres, especialmente de
los cristianos, Dios actúa para que se cumpla su voluntad (Fil. 2:13). Con todo, El no fuerza a los
hombres a que se entreguen a Dios, sino más bien les exhorta a que lo hagan (Ro. 12:1, 2).
El hecho de que Dios haya otorgado una cierta libertad al hombre no introduce un factor de
incertidumbre en el universo, puesto que Dios se anticipa y conoce hasta el infinito todo lo que los
hombres harán en respuesta a las influencias divinas y humanas y que se producen en sus vidas.
Su soberanía, por tanto, se extiende infinitamente a todo acto, incluso si temporalmente ha de ser
en el mal, por permitirlo, y que en última instancia todo redunda en que Dios pueda ser glorificado.

F. EL MANDATO DE DIOS
El propósito soberano de Dios se define teológicamente como el mandato de Dios, refiriéndose al
plan general que incluye todos los acontecimientos de cualquier clase que puedan ocurrir. El
mandato de Dios incluye esos acontecimientos que Dios hace por sí mismo, y también incluye
todo lo que Dios lleva a cabo mediante la ley natural, sobre la cual El es absoluto soberano. Más
difícil de comprender es el hecho de que su mandato soberano también se extiende a todos los
actos de los hombres, los cuales están incluidos en su plan eterno.
Aunque sea incomprensible para nosotros, es evidente que el Dios omnisciente, teniendo un
completo conocimiento de lo que el hombre hará en su libertad, al decidir conceder al hombre la
libertad de elección, no introduce ningún elemento de incertidumbre. El plan divino, de acuerdo
con esto, incluyó el permitir el pecado como Adán y Eva lo cometieron, con todos los resultados
de esta comisión del pecado. Ello incluye el divino remedio de Cristo, muriendo en la cruz, y toda
la obra del Espíritu Santo en llevar a los hombres el arrepentimiento y la fe.
Aunque la obra de Dios en el corazón humano es inescrutable, la Biblia determina claramente que
si bien, de una parte, lo que el hombre hace fue incluido en el mandato eterno de Dios, de otra, el
hombre opera con libertad de elegir y es responsable de sus libres actos de elección. El mandato
de Dios no es el fatalismo –un control de todos los acontecimientos ciego y mecánico–, sino que
es el plan inteligente, amoroso y sabio, en el cual el hombre, responsable de sus actos, se
mantiene responsable por lo que hace, siendo, por lo demás, recompensado por sus buenas
obras.
El mandato de Dios puede ser dividido en subdivisiones tales como su mandato de crear, su
mandato de preservar el mundo, su mandato de Providencia y su sabio gobierno del universo. Su
mandato incluye las promesas o alianzas de Dios, sus propósitos en la Divina Providencia y su
gracia, supremamente manifestada hacia el hombre. Ante semejante Dios, el hombre sólo puede
inclinarse en sumisión, en amor y en adoración.

PREGUNTAS
¿Cómo podemos estimar la creencia común en la existencia de Dios?
¿Por qué el ateísmo es irrazonable?
¿Con qué claridad se manifiesta la revelación de Dios en la Naturaleza?
Definir cuatro sistemas de pensamiento que intenten explicar el universo sobre la base de un Ser
superior.
¿Cuál es el argumento ontológico para la existencia de Dios?
¿Cuál es el argumento cosmológico para la existencia de Dios?
¿Cuál el argumento teológico?
¿En qué consiste el argumento antropológico para la existencia de Dios?
¿Hasta qué extremo recarga el énfasis el Antiguo Testamento la unidad de Dios?
¿En qué medida enseña el Antiguo Testamento la doctrina de la Trinidad?
¿Y en cuál medida, también, lo hace el Nuevo Testamento?
Distinguir la doctrina de la Trinidad del triteísmo.
¿Por qué no puede explicarse la Trinidad como tres modos de la existencia de Dios?
Explicar cómo la Trinidad se distingue por determinadas propiedades.
Establecer y definir los tres nombres más importantes de Dios en el Antiguo Testamento.
¿Cuáles son algunos de los nombres compuestos que se mencionan para Dios en el Antiguo
Testamento?
¿Cuáles son los nombres distintivos de las tres personas de la Trinidad en el Nuevo Testamento?
Designar algunos de los atributos importantes de Dios según está revelado en la Escritura.
¿Qué es lo que quiere significarse por soberanía de Dios?
¿Qué quiere significarse por el mandato de Dios?
¿En qué forma puede ser subdividido el mandato de Dios?
¿De qué manera se distingue el mandato de Dios del fatalismo?
¿Por qué la revelación bíblica pide nuestra sumisión, nuestro amor y la adoración en relación con
Dios?

GRANDES TEMAS BÍBLICOS


La Biblia: Tema y Propósito –

A. JESUCRISTO
Nuestro Señor Jesucristo es el supremo tema de la Biblia. Leyendo la Escritura, sin embargo,
las perfecciones de Cristo en Su Persona y Su obra se hallan presentadas en diversos
aspectos.
1. JESUCRISTO EL CREADOR.
Los primeros capítulos del Génesis describen la creación del mundo como llevada a
cabo por Dios, utilizando la palabra Elohim, la cual incluye a Dios el Padre, Dios el Hijo
y Dios el Espíritu Santo.
Sólo cuando se llega al Nuevo Testamento es cuando queda revelado claramente que
todas las cosas fueron hechas por Cristo al ser la voluntad de Dios el verbo (Juan.
1:3).
De acuerdo a Colosenses 1:16-17:
«Porque EN ÉL fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que
hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados,
sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las
cosas, y todas las cosas en él subsisten.» Esto no quiere decir que Dios Padre y Dios
Espíritu Santo no tuviesen parte en la creación, pero se da a Cristo el lugar principal
como voluntad creadora del universo. De acuerdo con esto, las perfecciones del
universo reflejan la obra de Sus manos.

2. JESUCRISTO EL SUPREMO GOBERNANTE DEL MUNDO.


Puesto que Jesucristo es la voluntad de Dios es Creador, tambien es el lugar
supremo gobernante del Universo. Puesto que la Escritura atribuye la completa
soberanía a Dios Padre, es claro que su propósito es gobernar el mundo (Sal. 2:8-9).
Es propósito de Dios que toda lengua debe confesar que Cristo es el Señor y que toda
rodilla se incline ante, El (Is. 45:23; Ro. 14:11; Fil. 2:9-11). La historia del hombre,
aunque registra su rebelión contra Dios (Sal. 2:1-2), revela que Cristo está esperando
el día en que su completa soberanía queda expresada sobre la totalidad del mundo
(Sal. 110:1). El día llegará en que Cristo será el Señor de todas las cosas; será
juzgado el pecado y la soberanía de Jesucristo revelada (Ap. 19:15-16).
En el cumplimiento de su propósito Dios ha permitido que los gobernantes terrenales
hayan ocupado sus tronos. Grandes naciones e imperios se han levantado y han
caído, tales como Egipto, Asiria, Babilonia, el imperio Medopersa, Grecia y Roma; pero
el reino final será el reino procedente de los cielos, sobre el cual Cristo ha de reinar
(Dn. 7:13-14).
No solamente es Cristo el Rey que gobernará todas las naciones, sino que gobernará
en el trono de. David como el Hijo de David, y especialmente será el Rey de Israel (Lc.
1:31-33). Esto, en particular, se hará evidente cuando El vuelva y reine sobre la
totalidad del mundo, incluyendo el Reino de Israel.
Su soberanía está también expresada en su relación con la iglesia, de la cual El es la
cabeza (Ef. 1: 22-23). Como supremo. gobernador del mundo, de Israel y de la Iglesia
(Ef. 1:20-21), Cristo es el Juez Supremo de todos los hombres (Jn. 5:27; cf. Is. 9:6-7;
Sal. 72:1-2, 8, 11).

3. JESUCRISTO EL VERBO ENCARNADO.


En el Nuevo testamento especialmente, Jesucristo se revela como el Verbo
Encarnado, La personificación física de lo que es el propio Dios, y una revelación de la
naturaleza y el ser de Dios. En Cristo quedan revelados todos los atributos que
pertenecen a Dios, especialmente su sabiduría, poder, santidad y amor. Mediante
Jesucristo, los hombres pueden conocer a Dios en una forma más precisa y detallada
que en cualquier otra forma de la revelación divina. Jesucristo es el Verbo (Jn. 1:1). De
acuerdo con lo que se dice en Hebreos 1:3, Cristo, «siendo el resplandor de su gloria,
y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de
su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados, por medio de sí
mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas». Es un propósito
fundamental de Dios revelarse a sí mismo a sus criaturas, mediante Jesucristo.

4. JESUCRISTO EL SALVADOR.
En el drama de la historia, comenzando con la creación del hombre, la caída y el fin
con los nuevos cielos y la nueva tierra, la obra de Jesucristo como Salvador es un
tema prominente de la Escritura. Cristo es la simiente prometida que conquistará a
Satanás (Gn. 3:15). En el Antiguo Testamento, Cristo aparece descrito como el siervo
de Jehová, quien echará sobre sí los pecados de la totalidad del mundo (Is. 53:4-6; cf.
Jn. 1:29). Como sacrificio por el pecado, El tiene que morir sobre la cruz y sufrir el
juicio del pecado de todo el mundo (1 Co. 15:3-4; 2 Co. 5: 19-21; 1 Pedro 1:18-19; 1
Jn. 2:2; Ap. 1:5). Como Salvador, El no solamente es el sacrificio por el pecado, sino
también nuestro Sumo Sacerdote (He. 7:25-27).
Uno de los propósitos centrales de Dios, como se revela en la Escritura, es el de
proveer la salvación mediante Jesucristo para una raza que está perdida. De acuerdo
con esto, desde el Génesis hasta, el Apocalipsis, Jesucristo es presentado en forma
suprema, como el único Salvador (He. 7:25-27; Hch. 4:12).

B. HISTORIA DEL HOMBRE EN LA BIBLIA


Aunque la Biblia está fundamentalmente producida y diseñada para la glorificación de Dios,
también registra la historia del hombre, en estrecha relación con tal propósito. La narrativa en la
creación, en los primeros capítulos del Génesis culmina en la creación de Adán y Eva. La
Escritura, considerada como un todo, contiene un plan de Dios y un propósito para la raza
humana.
Conforme van mostrándose los posteriores capítulos, los soberanos designios de Dios están
majestuosamente manifestados en la historia de la raza. Los inmediatos descendientes de
Adán y Eva son borrados de la faz de la tierra en el Diluvio, acaecido en tiempos de Noé. En
Génesis 10 se relata que los descendientes de Noé forman las tres importantes divisiones de la
raza humana. Después, los descendientes de Noé también fallaron y fueron juzgados en la
Torre de Babel, y Dios eligió a Abraham para llevar a cabo su propósito de revelarse a sí
mismo mediante el pueblo de Israel. Comenzando en Génesis 12, el tema dominante de la
Biblia es la aparición y la historia de la nación de Israel. La mayor parte del Antiguo Testamento
se ocupa de esta pequeña nación, en relación con la masa de los gentiles que existen respecto
a ella. En los propósitos de Dios esto culmina en el Nuevo Testamento con la llegada de
Jesucristo, quien de forma suprema cumplió la promesa dada originalmente a Abraham de que
mediante su simiente todas las naciones del mundo serían bendecidas.
En el Nuevo Testamento sale emerge otra importante división de la Humanidad, esto es, la
iglesia como el cuerpo de Cristo, comprendiendo tanto a judíos como a gentiles, quienes creen
en Jesucristo como su Salvador.
De esta forma, el Nuevo Testamento se ocupa, en especial mediante
 Los Hechos y
 Las Epístolas
De los procedimientos de Dios con la Iglesia.
El libro del Apocalipsis es el gran clímax de todo el contexto. La sucesión de los grandes
imperios -comenzando con Egipto y Asiria y continuando con Babilonia, el imperio Medopersa,
Grecia y Roma- tiene como culminación el Reino que viene de los cielos en la segunda venida
de Cristo. Los judíos y los gentiles, igualmente, se encuentran en el reino milenario con Israel
que ve las profecías cumplidas poseyendo la tierra bajo su Rey el Mesías, y las naciones del
mundo gozando también de las bendiciones del reino milenial.
Mientras que el tema de la Escritura se centra en Jesucristo y relata la historia del mundo para
el propósito de Dios y su glorificación, las acciones más importantes de Dios pueden, de
acuerdo con ella, ser vistas en la demostración de su soberanía en relación con las naciones,
su confianza y fe en relación con Israel y su gracia con respecto a la iglesia. La consumación
de todo ello se encuentra en los nuevos cielos y la nueva tierra, y la nueva Jerusalén. Y así la
historia retrocede y empieza la Eternidad.
C. PROPOSITO DE LA BIBLIA
De acuerdo con la Palabra de Dios escrita, un propósito supremo se revela en todo lo que Dios
ha hecho y hará, desde el comienzo de la creación hasta la más lejana eternidad. Este
supremo propósito es la manifestación de la gloria de Dios. Para este propósito fueron creados
los ángeles, fue diseñado el universo material que es como un reflejo de su gloria, y el hombre
creado a la imagen y semejanza de Dios. En la inescrutable sabiduría de Dios, incluso el
pecado fue permitido y provista la redención como una perspectiva hacia la realización de tal
supremo propósito.
El que Dios manifieste su gloria está de acuerdo con sus infinitas perfecciones. Cuando el
hombre intenta glorificarse a sí mismo es siempre una cuestión discutible, dada su
imperfección. Para Dios, el manifestar su gloria es expresar y revelar la verdad, que tiene una
infinita capacidad de bendición para la criatura. Puesto que Dios es infinito en su ser y absoluto
en su perfección, El merece la gloria infinita, y sería una injusticia de infinitas proporciones si se
le escatimara la completa expresión de tal honor y gloria que son totalmente suyas. Al
manifestar su gloria, Dios no está buscándose a sí mismo, sino más bien expresando su gloria
para el beneficio de la creación, obra suya. La revelación de Dios a sus criaturas les ha
proporcionado un objeto valiosísimo para el amor y la devoción, ha proporcionado asimismo
materia para la fe, y la paz de la mente, y ha dado al hombre la seguridad de la salvación en el
tiempo y en la eternidad. Cuanto más comprenda el hombre la gloria de Dios, mayor será la
bendición que enriquezca su existencia y que se proporcione a sí mismo.
Puesto que la Biblia es el mensaje de Dios hacia el hombre, su propósito supremo es que Él
pueda ser glorificado.

LA BIBLIA REFIERE:
1. Que «todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e
invisibles; sean tronos, sean dominios, sean potestades, sean poderes; todo fue creado por
medio de él y para él» (para su gloria -Col. 1:16). Ángeles y hombres, el universo material y
toda criatura, todo ha sido creado para su gloria. «Los cielos declaran la gloria de Dios»
(Sal. 19:1).
2. La nación de Israel es para la gloria de Dios (Is. 43:7, 21, 25; 60:1, 3, 21; Jer. 13:11).
3. Que la Salvación es para la gloria de Dios (Ro. 9:23), ya que será una manifestación de la
gracia de Dios (Ef. 2:7) y es ahora una manifestación de la sabiduría de Dios (Ef. 3:10).
4. Que todo servicio tiene que ser para la gloria de Dios (Mt. 5:16; Jn. 15:8; 1 Co. 10:31;
1 Pe. 2:12; 4:11, 14). La Biblia, en sí misma, es el instrumento de Dios mediante el cual El
prepara al hombre de Dios para toda buena obra (2 Ti. 3: 16-17).
5. Que la nueva pasión del cristiano es que Dios pueda ser glorificado (Ro. 5:2).
6. Incluso la muerte del creyente se dice que es para este fin (Jn. 21:19; Fil. 1:20).
7. El que sea salvo está destinado a compartir la gloria de Cristo (Jn. 17:22; Col. 3:4).
Tomada como un todo, la Biblia difiere en su tema y propósito de cualquier otro libro
existente en el mundo. Se alza como algo glorioso, reflejando el lugar del hombre en la vida
y su oportunidad de salvación, el supremo carácter y la obra de Jesucristo como Salvador, y
proporciona, en detalle, las infinitas glorias que pertenecen al propio Dios. Es el único libro
que revela la criatura de parte de su Creador, el plan mediante el cual el hombre, con todas
sus imperfecciones, puede ser reconciliado en una eterna coexistencia filial con el eterno
Dios.
PREGUNTAS
¿ Qué evidencia se encuentra de que Cristo ha participado en la creación?
¿ En qué sentido es Cristo el supremo gobernante del mundo y cómo está expresado?
Explicar cómo Cristo es la suprema revelación de Dios.
Determinar la temática de la Escritura que trata a Cristo como Salvador, incluyendo la mención
de los pasajes del Nuevo Testamento
¿ De qué forma registra la Biblia lo concerniente a la historia del hombre en el Génesis 1:1?
¿ Para qué propósito escogió Dios a Abraham?
¿ En qué manera culmina la historia de Israel en Cristo?
¿ Qué nuevo propósito se revela en el Nuevo Testamento?
¿ Qué grandes naciones caracterizan la historia?
Distinguir los propósitos de Dios en su relación con las naciones, Israel y la iglesia.
¿ En qué medida revela la Biblia la gloria de Dios como su propósito supremo?

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