Keynesianismo
Keynesianismo
Keynesianismo
Marco histórico:
La corriente keynesiana nació y se desarrolló a principios del siglo XX, en un momento en que décadas de
políticas liberales habían propiciado una gran concentración del capital y el nacimiento de grandes monopolios.
Un hecho fundamental, que permitió que esta corriente alcanzara la notoriedad que alcanzó, fue la crisis
económica que se desató a partir de 1929 (“la gran depresión”). Esta crisis desarmó teórica y prácticamente
a los partidarios del capitalismo liberal y a la corriente neoclásica, que en medio de la crisis seguía sosteniendo
la imposibilidad de la misma (Ley de Say) y que el Estado no debía intervenir en la economía. En este contes-
to, el paro (el desempleo) se extendió a la práctica totalidad de las economías capitalistas, cerraron miles de
empresas, mientras los precios caían de manera generalizada y continuada (deflación) y los países adoptaban
medidas proteccionistas para intentar evitar algunos efectos de la crisis.
En el marco histórico en el que se desarrolló esta corriente, se dieron también la primera y segunda “gue-
rras mundiales” (que dieron lugar, dentro de los países capitalistas, a la puesta en marcha de “economías de
guerra” fuertemente dirigidas por los Estados, que funcionaron de manera adecuada).
Primero la gran depresión y después la Segunda Guerra Mundial hicieron saltar en mil pedazos la visión li-
beral de la economía.
También en esos años había tenido lugar el nacimiento del primer Estado obrero ( la URSS en 1917), que
planificando su economía, había sorteado con éxito la crisis del 29, mientras que los países capitalistas indus-
trializados se sumían en la depresión económica. Mientras, en los países capitalistas, crecía el peso de los
sindicatos obreros y de las posiciones anticapitalistas y revolucionarias, así como las posiciones socialdemó-
cratas que planteaban la paulatina reforma del capitalismo hasta ir creando una sociedad socialista.
Paralelamente, impulsados por el descontento que generó la crisis y la falta de respuesta liberal a los pro-
blemas de la población, en algunos países aparecieron sistemas capitalistas autoritarios (fascismos y para-
fascismos) en los que el Estado intervenía de manera importante en la economía y que creaba un sector públi-
co industrial dentro de esta (Italia, Alemania, Japón… y también en España con la Dictadura de Primo de Rive-
ra).
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En este período se dio, en 1933, en Estados Unidos la política impulsada por la Administración de Franklin
Delano Roosvelt que fue conocida como el “New Deal” (Nuevo Trato). Ese presidente, que precisamente se
había presentado a las elecciones, con un programa que planteaba equilibrar el presupuesto del Estado y re-
ducir el gasto público, impulsó después una política de intervención del Estado en la economía, aplicando me-
didas de mejoramiento de las condiciones laborales (reconocimiento de los sindicatos, inicio de la seguridad
social, subsidio de paro…), medidas agrícolas (precios regulados, banco de tierras, crédito agrícola...), control
de la banca privada (para evitar las quiebras en cadena...), inversiones públicas y creación de empleos en la
industria, etc. Una parte de la literatura económica adjudica a la aplicación de estas políticas la consagración
de las ideas keynesianas y la salida de la gran depresión del 29. Otras versiones hacen hincapié en que el im-
pulso económico que generó el New Deal, se empezó a agotar a finales de los años treinta y que, en realidad,
el capitalismo sólo se pudo recuperar a través de las políticas de inversión en fabricación de armas que prece-
dieron a la Segunda Guerra Mundial, y por la propia destrucción de capital y de vidas humanas que propició la
guerra, que puso las bases para una nueva etapa de crecimiento económico.
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certidumbre, por ejemplo ante un estancamiento de la producción, mucha gente no invierta ni gaste una
parte de su dinero y lo retire del circuito económico (“preferencia por la liquidez”).
Por estos planteamientos, no estaba de acuerdo con el “patrón oro” (en contra de las políticas de W.
Churchill planteó) y tampoco le hacía escrúpulos a la emisión de papel-moneda sin respaldo, en
momentos de crisis.
Consideraba que la emisión de más dinero repercutiría en la subida de los precios sólo en una situación
económica en la que todos los factores productivos (capital y trabajo) estuvieran plenamente ocupados,
lo que consideraba que no se daba casi nunca en la práctica, por lo que la emisión de dinero en mo-
mentos de crisis o cuando los factores productivos no están plenamente utilizados, podía contribuir a
movilizarlos y, por tanto, a evitar las crisis y impulsar el crecimiento económico.
2. Estaba en desacuerdo con la “Ley” de Say (Malthus ya había planteado también su desacuerdo):
Para Keynes era evidente, más aun desde la Gran Depresión, que, al contrario de los planteamientos
de Say, eran posibles en la práctica y en la teoría las crisis generalizadas en el capitalismo. Plan-
teó que es perfectamente posible que haya “equilibrio” en el sistema (es decir, que la situación econó-
mica sea “estable”) con un gran volumen de recursos no utilizados (capital ocioso y trabajadores en pa-
ro), por lo que era necesario recurrir a la intervención del Estado para salir de las crisis e impulsar la
plena utilización de los recursos de la sociedad.
Estos planteamientos le llevaron a desarrollar una explicación teórica de por qué se dan las crisis y a
plantear medidas prácticas para salir de éstas y para evitarlas.
Consideraba, partiendo de su rechazo de la Teoría Cuantitativa del dinero, que no todo ingreso acaba
necesariamente por gastarse, por lo que ese dinero no gastado podía salir del circuito económico y
podía generar crisis de “subconsumo”.
Consideraba que ld aemanda global de una sociedad se puede dividir en dos tipos de demanda: la de
consumo y la demanda de inversión, que se comportan de una manera diferente.
o Demanda de consumo:
La considera estable a corto plazo y que está en función de la renta real del período.
Pero hay una propensión al consumo decreciente según crece la renta.
o Demanda de inversión:
Considera que depende del tipo de interés y de la productividad del capital.
Pero el flujo de inversión no es estable, sino que está relacionado con las expectativas a largo
plazo de los empresarios, siendo además menos previsible que el de consumo y siendo la clave
del nivel de empleo, puesto que determina el volumen de demanda global y, por consiguiente, el
de producción y empleo.
En cuanto aclonsumo y al ahorro , consideraba que la propensión al consumo y al ahorro dependen
del nivel de renta. Es decir que las familias con menores rentas tendían a gastar de manera más inme-
diata y en mayor proporción sus recursos en consumo y que no solían mantener ahorros importantes,
mientras que las familias de mayores rentas, tenían una mayor propensión al ahorro.
Sobre el ahorro Keynes planteó una visión diferente a la de la mayoría de los clásicos y de los neoclási-
cos, que habían considerado que éste era clave para el funcionamiento y el crecimiento de la econom-
ía, pues planteaban que todo el ahorro se convertía, directa o indirectamente, en inversión. En opinión
de Keynes el consumo cubría un papel semejante al ahorro, en la medida que implicaba que otros
tendrían que producir e invertir para satisfacer esa demanda, por lo que convenía incentivar el consu-
mo, mientras que una parte del ahorro puede salir del circuito económico y contribuir a la crisis de sub-
consumo. Un problema que planteó para las sociedades más avanzadas, es que a medida que aumen-
tan las rentas, también aumenta el ahorro, por lo que esa tendencia al descenso de gastos puede pre-
cipitar la depresión económica.
En cuanto a la generación de la crisis planteó, entre otras cosas, que la tendencia en el mercado de
bienes de inversión (que es un mercado que necesita más tiempo desde que se toma la decisión de in-
vertir hasta que las inversiones están en condiciones de producir), es a que se produzca “sobreinver-
sión”, promovida por “expectativas que están destinadas al fracaso”, lo que lleva a la crisis.
Consideraba, también, que el mercado de trabajo tiene determinadas particularidades:
Planteaba que la demanda de trabajo, por parte de los empresarios, no depende sólo del nivel de
los salarios, sino que es una “demanda derivada” del volumen de producción que los empresarios
esperan vender.
También planteó que en la realidad, el nivel de salarios viene dado, a corto plazo, por factores
institucionales y los salarios muestran rigidez a la baja (sindicatos fuertes, leyes laborales, etc.).
Reflexionó sobre que la caída de salarios no tiene porque favorecer a la producción, pues aun-
que disminuya los costes plantea un problema de consumo: ¿quién comprará lo producido?
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3. Sus conclusiones le llevaron a contradecir algunos planteamientos de los clásicos y de los neoclásicos
Consideraba que en la situación del capitalismo a inicios del siglo veinte, se había reducido la impor-
tancia del mercado, que la economía más que mercantil era de “grandes pactos” (monopolios, sindica-
tos, gobiernos…).
Rechazó el que se hable de libre mercado, pues lo consideraba desaparecido, y mostró también su
desacuerdo con algunos de los planteamientos “filosóficos” de los clásicos: “No es una deducción co-
rrecta de los principios de Economía afirmar que el egoísmo ilustrado actuará siempre a favor del in-
terés general...”. El fin del laissez faire, 1926.
Consideró que era imprescindible la intervención del Estado en la economía, especialmente la inver-
sión del Estado, para “evitar las depresiones y conservarnos de este modo en un cuasi-auge continuo”.
Planteó que era necesario combatir la especulación y favorecer a la industria frente a las finanzas.
Otro de sus planteamientos es que la estabilidad monetaria no es el objetivo supremo de la política
económica.
“Los postulados de la teoría clásica sólo son aplicables a un caso especial y no general, porque las condicio-
nes que supone ser un caso extremo de todas las posiciones posibles de equilibrio, más aun, las característi-
cas del caso especial supuesto por la teoría clásica no son las de la sociedad económica en que hoy vivimos,
razón por la que sus enseñanzas engañan y son desastrosas si intentamos aplicarlas a los hechos reales”. Te-
oría general.., p 15
.“...de repente surgen dudas en relación con la confianza que puede tenerse en el rendimiento probable.. el
desencanto se cierne sobre (un mercado) demasiado optimista y sobrevaluado... naturalmente precipita un
aumento decisivo en la preferencia por la liquidez” y esto precipita la crisis”.
“Se puede hacer una política salarial flexible, con una política monetaria flexible.
Principales propuestas y actuaciones, inspiradas por los planteamientos keynesianos, que adoptaron
los gobiernos de los países capitalistas tras la 2ª Guerra Mundial:
1. Intervención del Estado en la economía:
• El Estado debe intervenir en la economía para evitar las crisis y garantizar el crecimiento con pleno
empleo (“Cebar la bomba”), a través de su política fiscal y de su política monetaria:
Ingresos públicos (impuestos dirigidos…).
• Política fiscal (Gasto público) Gastos públicos (obras públicas, subsidios...).
Endeudamiento y déficit público, emisión inorgánica de moneda..
En materia de impuestos, fue corrientes bajarlos a las inversiones productivas y al consumo (para alen-
tar la producción, el empleo y la demanda) e incrementar los impuestos al ahorro, al patrimonio, a los
beneficios, al consumo de lujo y a las actividades especulativas (para incentivar la inversión y el con-
sumo y desalentar el atesoramiento de dinero).
• Política monetaria: regular el ahorro y la inversión a través de la tasa de interés (los Bancos Centrales
fijan una tasa de interés preferente, que es la que aplican cuando hacen préstamos a la Banca privada,
que es determinante a la hora de fijar las tasas de interés de la Banca privada).
2. Establecer medidas proteccionistas y alcanzar acuerdos internacionales para regular el comercio inter-
nacional:
• Regular el comercio internacional a través de los organismos financieros y de comercio.
• Los países recurrían frecuentemente a:
• Establecer tasas de cambio oficiales de sus monedas y tasas múltiples (más altas o bajas), como
instrumento de política económica para desestimular algunos gastos externos y favorecer otros.
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• Realizaban “devaluaciones competitivas” de sus monedas, para mejorar sus exportaciones (al
hacerlas más baratas) y encarecer las importaciones (al hacerlas más caras).
• Impulsaban “políticas de sustitución de importaciones”, consistentes en favorecer la creación de in-
dustrias que produjeran en el país aquellas mercancías que eran importadas.
3. Regulación de algunos precios (productos de consumo básicos, combustibles, materias primas esencia-
les, etc.), para favorecer la producción y la estabilidad social.
4. Nacionalización de empresas y sectores en crisis (para evitar su cierre) y de algunos sectores económi-
cos considerados estratégicos, como la energía, minería, siderurgia, transportes, banca, etc. (con lo
que los precios de estos sectores nacionalizados podían ser modificados por el Estado, de acuerdo a
su estrategia de impulso de la economía). Otros sectores no nacionalizados, pero también considera-
dos estratégicos, fueron regulados y controlados de manera importante.
5. Subsidios estatales a empresas y personas, para favorecer la producción en determinados sectores
económicos, territorios, etc., disminuir algunos precios, estimular algunos consumos, etc.
6. Incentivar el crédito público y privado (con tasas de interés bajas), para favorecer el consumo y la inver-
sión (ventas a plazos, endeudamiento privado, tasas de interés incluso negativas…).
7. Establecer la Seguridad Social pública (sanidad, seguro de desempleo, pensiones, etc.) como instru-
mento de estabilidad política y económica (aumenta la propensión al consumo). Las familias, al sentir
que tienen su futuro asegurado ante imprevistos (paro, enfermedad, vejez…), tienden a ahorrar menos
y consumir más.
8. Practicar, por parte del Estado, políticas de empleo activo (planes de empleo, contratación pública,
etc.), para absorber el paro, mantener el consumo y la producción, y dotarse de empleados en una polí-
tica de crecimiento del número y la importancia de los organismos públicos.
9. Considerar que la inflación no es un fenómeno necesariamente negativo para la economía, porque in-
centiva el consumo y la inversión, penaliza el ahorro y contribuye a reducir los salarios reales y las ren-
tas fijas. La inflación puede trasladar renta de los rentistas a los empresarios .