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Keynesianismo

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KEYNESIANISMO

La corriente keynesiana surgió en Europa y en Estados Unidos a principios del


siglo XX. Sus iniciadores eran, en general, economistas neoclásicos que empeza-
ban a rechazar algunos aspectos de ese modelo, en la medida que les parecía que
no reflejaba la realidad económica, que impedía pensar en políticas económicas
adaptadas a las nuevas situaciones y que condenaba a los gobiernos a una “orto-
doxia” económica que les impedía actuar en situaciones económicas críticas.
Partiendo del modelo neoclásico, los keynesianos realizaron algunas enmien-
das a aspectos importantes de ese modelo, pero sin crear un modelo alternativo de
interpretación de la economía, ni un conjunto de análisis solidamente relacionados,
y sin profundizar en muchos aspectos teóricos.
Esta corriente hizo especial hincapié en los aspectos más prácticos de la eco-
nomía (en alguna medida recuperaron algunos planteamientos del mercantilismo y John Maynard Keynes
el propio Keynes elogió a esa corriente que había sido tan criticada desde los clási-
cos) y planteó que era imprescindible la intervención del Estado en la economía, como fórmula para salir de la
depresión de los años treinta, de evitar futuras crisis y de mantener el crecimiento y la estabilidad política del
capitalismo (“crecimiento con pleno empleo”).
Para algunos, los planteamientos de esta corriente supusieron una auténtica “revolución” (era normal hace
unos años hablar de la “revolución keynesiana”) y un nuevo enfoque de la economía, que permitía entenderla
de una manera científica y sacarla del debate academicista, y, en la medida en que habían comprendido sus
mecanismos, intervenir en ella para garantizar el crecimiento indefinido y sin crisis.
Estos planteamientos teóricos y de política económica de la corriente keynesiana fueron aceptados por la
práctica totalidad de los Estados capitalistas (tanto en los países industrializados, como en los subdesarrolla-
dos) desde finales de la Segunda Guerra Mundial, hasta los años setenta-ochenta. También en los ambientes
académicos, el keynesianismo sustituyó al neoclasicismo en ese mismo período y se puede decir que durante
esos años alcanzó la hegemonía teórica y práctica de la economía.
En la práctica, el keynesianismo tuvo un enorme éxito político y académico, y a la aplicación de sus plan-
teamientos y a sus análisis se les adjudicaron la superación de la depresión de los años treinta y el gran creci-
miento económico de los países capitalistas posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Otros, tanto desde la corriente marxista como desde las corrientes liberales, han planteado que no había
nada de original en las tesis keynesianas y que éstas, además, carecían de sistematicidad. También se ha
planteado que las políticas económicas que impulsaron los keynesianos no tenían nada original, pues ya hab-
ían sido aplicadas en diversos países y épocas, antes de que ellos las teorizaran y las pusieran de moda (“To-
das las políticas monetarias y fiscales sugeridas por Keynes ya habían sido empleadas en diferentes momen-
tos y por diversos gobiernos para protegerse a sí mismos y a la sociedad que presiden”. Mattick, p 117 ).

Marco histórico:
La corriente keynesiana nació y se desarrolló a principios del siglo XX, en un momento en que décadas de
políticas liberales habían propiciado una gran concentración del capital y el nacimiento de grandes monopolios.
Un hecho fundamental, que permitió que esta corriente alcanzara la notoriedad que alcanzó, fue la crisis
económica que se desató a partir de 1929 (“la gran depresión”). Esta crisis desarmó teórica y prácticamente
a los partidarios del capitalismo liberal y a la corriente neoclásica, que en medio de la crisis seguía sosteniendo
la imposibilidad de la misma (Ley de Say) y que el Estado no debía intervenir en la economía. En este contes-
to, el paro (el desempleo) se extendió a la práctica totalidad de las economías capitalistas, cerraron miles de
empresas, mientras los precios caían de manera generalizada y continuada (deflación) y los países adoptaban
medidas proteccionistas para intentar evitar algunos efectos de la crisis.
En el marco histórico en el que se desarrolló esta corriente, se dieron también la primera y segunda “gue-
rras mundiales” (que dieron lugar, dentro de los países capitalistas, a la puesta en marcha de “economías de
guerra” fuertemente dirigidas por los Estados, que funcionaron de manera adecuada).
Primero la gran depresión y después la Segunda Guerra Mundial hicieron saltar en mil pedazos la visión li-
beral de la economía.
También en esos años había tenido lugar el nacimiento del primer Estado obrero ( la URSS en 1917), que
planificando su economía, había sorteado con éxito la crisis del 29, mientras que los países capitalistas indus-
trializados se sumían en la depresión económica. Mientras, en los países capitalistas, crecía el peso de los
sindicatos obreros y de las posiciones anticapitalistas y revolucionarias, así como las posiciones socialdemó-
cratas que planteaban la paulatina reforma del capitalismo hasta ir creando una sociedad socialista.
Paralelamente, impulsados por el descontento que generó la crisis y la falta de respuesta liberal a los pro-
blemas de la población, en algunos países aparecieron sistemas capitalistas autoritarios (fascismos y para-
fascismos) en los que el Estado intervenía de manera importante en la economía y que creaba un sector públi-
co industrial dentro de esta (Italia, Alemania, Japón… y también en España con la Dictadura de Primo de Rive-
ra).

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En este período se dio, en 1933, en Estados Unidos la política impulsada por la Administración de Franklin
Delano Roosvelt que fue conocida como el “New Deal” (Nuevo Trato). Ese presidente, que precisamente se
había presentado a las elecciones, con un programa que planteaba equilibrar el presupuesto del Estado y re-
ducir el gasto público, impulsó después una política de intervención del Estado en la economía, aplicando me-
didas de mejoramiento de las condiciones laborales (reconocimiento de los sindicatos, inicio de la seguridad
social, subsidio de paro…), medidas agrícolas (precios regulados, banco de tierras, crédito agrícola...), control
de la banca privada (para evitar las quiebras en cadena...), inversiones públicas y creación de empleos en la
industria, etc. Una parte de la literatura económica adjudica a la aplicación de estas políticas la consagración
de las ideas keynesianas y la salida de la gran depresión del 29. Otras versiones hacen hincapié en que el im-
pulso económico que generó el New Deal, se empezó a agotar a finales de los años treinta y que, en realidad,
el capitalismo sólo se pudo recuperar a través de las políticas de inversión en fabricación de armas que prece-
dieron a la Segunda Guerra Mundial, y por la propia destrucción de capital y de vidas humanas que propició la
guerra, que puso las bases para una nueva etapa de crecimiento económico.

John Maynard Keynes (1883 – 1946)


Keynes fue el economista que dio nombre a esta corriente, su principal imagen pública y una persona cu-
yos planteamientos gozaron de gran influencia en vida y, más aun, después de su muerte. Fue profesor uni-
versitario, funcionario de alto nivel del Reino Unido, especulador con divisas, asesor de empresas, presidente
de una compañía de seguros, accionista de un periódico, Lord, Barón, etc. y apoyó políticamente al partido li-
beral británico.
Su educación económica fue neoclásica y durante años impartió clases de economía desde ese punto de
vista y defendió este modelo. Pero le tocó vivir en su país el llamado “socialismo de guerra” durante la primera
guerra mundial (que consistió en la intervención del Estado en muchos aspectos de la economía, para ponerla
al servicio de la estrategia de guerra) y también la crisis de 1929 que dio al traste con los planteamientos de los
neoclásicos y que motivaron sus cambios de planteamientos y sus enmiendas al modelo neoclásico.
Los planteamientos políticos que presidieron sus teorías partían de la necesidad de reformar el funciona-
miento de la economía capitalista, para salvarla de las crisis y de la amenaza revolucionaria.
En sus planteamientos teóricos no abandonó el modelo neoclásico (por ejemplo, seguía aceptando la di-
visión de la Economía en Economía Positiva, “lo que es”, y Economía Normativa, “lo que debería ser”), pero
rechazó algunos de sus dogmas y, sobre todo, llamó la atención sobre el hecho de que el “libre mercado” no
existía en el capitalismo de inicios del siglo XX y que el mercado existente, caracterizado por la existencia de
grandes monopolios y oligopolios, por la presencia de fuertes sindicatos, etc., no proporcionaba automática-
mente la plena utilización de los factores (uno de sus folletos más conocidos se tituló “El fin del laissez faire”).
En la argumentación de sus planteamientos, que son sobre todo de economía aplicada, rescató algunos
aspectos del mercantilismo y algunas reflexiones del economista clásico Malthus.
Su principal obra fue la “Teoría general del empleo, el interés y el dinero”, publicada en 1936. A pesar
de lo celebrado que fue ese libro, desde su publicación hasta finales del siglo XX, no se puede considerar que
en él haya un nuevo modelo de interpretación de la economía, sino más bien una serie de análisis de algunos
aspectos del modelo neoclásico y una serie de reflexiones que algunos han considerado de corto plazo.
A diferencia de los neoclásicos, enfocó la economía desde los “grandes agregados” (lo que llamamos
la macroeconomía) frente a la preferencia neoclásica por situarse desde el consumo y la producción individua-
les (la microeconomía). También hizo mucho hincapié en el análisis de los factores que determinan la deman-
da, como elemento clave de la economía y como factor que, de reducirse, provocaría las crisis.
Tuvo, una gran participación e influencia en las políticas económicas de los años treinta y, después de la
Segunda Guerra Mundial y hasta los años setenta, su pensamiento y el de su corriente, fue hegemónico en los
ambientes académicos, a lavez que las políticas económicas que en esos años adoptaron la práctica totalidad
de los gobiernos de los países capitalistas (tanto conservadores como socialdemócratas) fueron de carácter
keynesiano. Podemos considerar que en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, “todos” eran keynesia-
nos (“Sin discusión, el mayor avance del pensamiento económico del siglo XX está asociado con el nombre y
la obra de John Maynard Keynes” William J. Barber, Historia del Pensamiento Económico. 1967).
De sus planteamientos y del desarrollo práctico de estos nacieron términos y experiencias como la llamada
“Economía Mixta”, el llamado “Estado del Bienestar”, la llamada “Economía social de mercado”, etc.

Los principales planteamientos teóricos de Keynes pueden resumirse en:


1. Estaba en desacuerdo con la “Teoría cuantitativa del dinero” :
ƒ Considera que el dinero, además de unidad de cuenta y medio de pago, es también depósito de valor,
lo que hace que la cantidad de dinero existente sí tenga efectos en la economía y no sólo en el nivel de
los precios.
ƒ Considera que la demanda de dinero por parte de las familias y las empresas depende de las transac-
ciones, la precaución (ante las incertidumbres) y de la especulación. Lo que hace que cuando hay in-

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certidumbre, por ejemplo ante un estancamiento de la producción, mucha gente no invierta ni gaste una
parte de su dinero y lo retire del circuito económico (“preferencia por la liquidez”).
ƒ Por estos planteamientos, no estaba de acuerdo con el “patrón oro” (en contra de las políticas de W.
Churchill planteó) y tampoco le hacía escrúpulos a la emisión de papel-moneda sin respaldo, en
momentos de crisis.
ƒ Consideraba que la emisión de más dinero repercutiría en la subida de los precios sólo en una situación
económica en la que todos los factores productivos (capital y trabajo) estuvieran plenamente ocupados,
lo que consideraba que no se daba casi nunca en la práctica, por lo que la emisión de dinero en mo-
mentos de crisis o cuando los factores productivos no están plenamente utilizados, podía contribuir a
movilizarlos y, por tanto, a evitar las crisis y impulsar el crecimiento económico.

2. Estaba en desacuerdo con la “Ley” de Say (Malthus ya había planteado también su desacuerdo):
ƒ Para Keynes era evidente, más aun desde la Gran Depresión, que, al contrario de los planteamientos
de Say, eran posibles en la práctica y en la teoría las crisis generalizadas en el capitalismo. Plan-
teó que es perfectamente posible que haya “equilibrio” en el sistema (es decir, que la situación econó-
mica sea “estable”) con un gran volumen de recursos no utilizados (capital ocioso y trabajadores en pa-
ro), por lo que era necesario recurrir a la intervención del Estado para salir de las crisis e impulsar la
plena utilización de los recursos de la sociedad.
ƒ Estos planteamientos le llevaron a desarrollar una explicación teórica de por qué se dan las crisis y a
plantear medidas prácticas para salir de éstas y para evitarlas.
ƒ Consideraba, partiendo de su rechazo de la Teoría Cuantitativa del dinero, que no todo ingreso acaba
necesariamente por gastarse, por lo que ese dinero no gastado podía salir del circuito económico y
podía generar crisis de “subconsumo”.
ƒ Consideraba que ld aemanda global de una sociedad se puede dividir en dos tipos de demanda: la de
consumo y la demanda de inversión, que se comportan de una manera diferente.
o Demanda de consumo:
La considera estable a corto plazo y que está en función de la renta real del período.
Pero hay una propensión al consumo decreciente según crece la renta.
o Demanda de inversión:
Considera que depende del tipo de interés y de la productividad del capital.
Pero el flujo de inversión no es estable, sino que está relacionado con las expectativas a largo
plazo de los empresarios, siendo además menos previsible que el de consumo y siendo la clave
del nivel de empleo, puesto que determina el volumen de demanda global y, por consiguiente, el
de producción y empleo.
ƒ En cuanto aclonsumo y al ahorro , consideraba que la propensión al consumo y al ahorro dependen
del nivel de renta. Es decir que las familias con menores rentas tendían a gastar de manera más inme-
diata y en mayor proporción sus recursos en consumo y que no solían mantener ahorros importantes,
mientras que las familias de mayores rentas, tenían una mayor propensión al ahorro.
Sobre el ahorro Keynes planteó una visión diferente a la de la mayoría de los clásicos y de los neoclási-
cos, que habían considerado que éste era clave para el funcionamiento y el crecimiento de la econom-
ía, pues planteaban que todo el ahorro se convertía, directa o indirectamente, en inversión. En opinión
de Keynes el consumo cubría un papel semejante al ahorro, en la medida que implicaba que otros
tendrían que producir e invertir para satisfacer esa demanda, por lo que convenía incentivar el consu-
mo, mientras que una parte del ahorro puede salir del circuito económico y contribuir a la crisis de sub-
consumo. Un problema que planteó para las sociedades más avanzadas, es que a medida que aumen-
tan las rentas, también aumenta el ahorro, por lo que esa tendencia al descenso de gastos puede pre-
cipitar la depresión económica.
ƒ En cuanto a la generación de la crisis planteó, entre otras cosas, que la tendencia en el mercado de
bienes de inversión (que es un mercado que necesita más tiempo desde que se toma la decisión de in-
vertir hasta que las inversiones están en condiciones de producir), es a que se produzca “sobreinver-
sión”, promovida por “expectativas que están destinadas al fracaso”, lo que lleva a la crisis.
ƒ Consideraba, también, que el mercado de trabajo tiene determinadas particularidades:
ƒ Planteaba que la demanda de trabajo, por parte de los empresarios, no depende sólo del nivel de
los salarios, sino que es una “demanda derivada” del volumen de producción que los empresarios
esperan vender.
ƒ También planteó que en la realidad, el nivel de salarios viene dado, a corto plazo, por factores
institucionales y los salarios muestran rigidez a la baja (sindicatos fuertes, leyes laborales, etc.).
ƒ Reflexionó sobre que la caída de salarios no tiene porque favorecer a la producción, pues aun-
que disminuya los costes plantea un problema de consumo: ¿quién comprará lo producido?

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3. Sus conclusiones le llevaron a contradecir algunos planteamientos de los clásicos y de los neoclásicos
ƒ Consideraba que en la situación del capitalismo a inicios del siglo veinte, se había reducido la impor-
tancia del mercado, que la economía más que mercantil era de “grandes pactos” (monopolios, sindica-
tos, gobiernos…).
ƒ Rechazó el que se hable de libre mercado, pues lo consideraba desaparecido, y mostró también su
desacuerdo con algunos de los planteamientos “filosóficos” de los clásicos: “No es una deducción co-
rrecta de los principios de Economía afirmar que el egoísmo ilustrado actuará siempre a favor del in-
terés general...”. El fin del laissez faire, 1926.
ƒ Consideró que era imprescindible la intervención del Estado en la economía, especialmente la inver-
sión del Estado, para “evitar las depresiones y conservarnos de este modo en un cuasi-auge continuo”.
ƒ Planteó que era necesario combatir la especulación y favorecer a la industria frente a las finanzas.
ƒ Otro de sus planteamientos es que la estabilidad monetaria no es el objetivo supremo de la política
económica.

4. Planteó que la inversión incrementa la riqueza en un volumen considerablemente mayor a su importe


ƒ Para concretar este análisis habló del “multiplicador de la inversión” (que ya había sido introducido
por R. Kahn, otro economista): El multiplicador explicaba que el aumento último de la renta nacional
que resulta de un aumento del gasto era mayor que ese gasto (lo que servía, entre otras cosas, para
justificar el gasto público). Según algunos estudios este “multiplicador” estaría entre 2 y 5.

Algunas frases de Keynes:


“La construcción de pirámides, los terremotos y hasta las guerras pueden servir para aumentar la riqueza, si la
educación de nuestros estadistas en los principios de la economía clásica impiden que se haga algo mejor”.
Teoría general.., p 100.

“Los postulados de la teoría clásica sólo son aplicables a un caso especial y no general, porque las condicio-
nes que supone ser un caso extremo de todas las posiciones posibles de equilibrio, más aun, las característi-
cas del caso especial supuesto por la teoría clásica no son las de la sociedad económica en que hoy vivimos,
razón por la que sus enseñanzas engañan y son desastrosas si intentamos aplicarlas a los hechos reales”. Te-
oría general.., p 15

.“...de repente surgen dudas en relación con la confianza que puede tenerse en el rendimiento probable.. el
desencanto se cierne sobre (un mercado) demasiado optimista y sobrevaluado... naturalmente precipita un
aumento decisivo en la preferencia por la liquidez” y esto precipita la crisis”.

“Se puede hacer una política salarial flexible, con una política monetaria flexible.

Principales propuestas y actuaciones, inspiradas por los planteamientos keynesianos, que adoptaron
los gobiernos de los países capitalistas tras la 2ª Guerra Mundial:
1. Intervención del Estado en la economía:
• El Estado debe intervenir en la economía para evitar las crisis y garantizar el crecimiento con pleno
empleo (“Cebar la bomba”), a través de su política fiscal y de su política monetaria:
Ingresos públicos (impuestos dirigidos…).
• Política fiscal (Gasto público) Gastos públicos (obras públicas, subsidios...).
Endeudamiento y déficit público, emisión inorgánica de moneda..

En materia de impuestos, fue corrientes bajarlos a las inversiones productivas y al consumo (para alen-
tar la producción, el empleo y la demanda) e incrementar los impuestos al ahorro, al patrimonio, a los
beneficios, al consumo de lujo y a las actividades especulativas (para incentivar la inversión y el con-
sumo y desalentar el atesoramiento de dinero).
• Política monetaria: regular el ahorro y la inversión a través de la tasa de interés (los Bancos Centrales
fijan una tasa de interés preferente, que es la que aplican cuando hacen préstamos a la Banca privada,
que es determinante a la hora de fijar las tasas de interés de la Banca privada).
2. Establecer medidas proteccionistas y alcanzar acuerdos internacionales para regular el comercio inter-
nacional:
• Regular el comercio internacional a través de los organismos financieros y de comercio.
• Los países recurrían frecuentemente a:
• Establecer tasas de cambio oficiales de sus monedas y tasas múltiples (más altas o bajas), como
instrumento de política económica para desestimular algunos gastos externos y favorecer otros.

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• Realizaban “devaluaciones competitivas” de sus monedas, para mejorar sus exportaciones (al
hacerlas más baratas) y encarecer las importaciones (al hacerlas más caras).
• Impulsaban “políticas de sustitución de importaciones”, consistentes en favorecer la creación de in-
dustrias que produjeran en el país aquellas mercancías que eran importadas.
3. Regulación de algunos precios (productos de consumo básicos, combustibles, materias primas esencia-
les, etc.), para favorecer la producción y la estabilidad social.
4. Nacionalización de empresas y sectores en crisis (para evitar su cierre) y de algunos sectores económi-
cos considerados estratégicos, como la energía, minería, siderurgia, transportes, banca, etc. (con lo
que los precios de estos sectores nacionalizados podían ser modificados por el Estado, de acuerdo a
su estrategia de impulso de la economía). Otros sectores no nacionalizados, pero también considera-
dos estratégicos, fueron regulados y controlados de manera importante.
5. Subsidios estatales a empresas y personas, para favorecer la producción en determinados sectores
económicos, territorios, etc., disminuir algunos precios, estimular algunos consumos, etc.
6. Incentivar el crédito público y privado (con tasas de interés bajas), para favorecer el consumo y la inver-
sión (ventas a plazos, endeudamiento privado, tasas de interés incluso negativas…).
7. Establecer la Seguridad Social pública (sanidad, seguro de desempleo, pensiones, etc.) como instru-
mento de estabilidad política y económica (aumenta la propensión al consumo). Las familias, al sentir
que tienen su futuro asegurado ante imprevistos (paro, enfermedad, vejez…), tienden a ahorrar menos
y consumir más.
8. Practicar, por parte del Estado, políticas de empleo activo (planes de empleo, contratación pública,
etc.), para absorber el paro, mantener el consumo y la producción, y dotarse de empleados en una polí-
tica de crecimiento del número y la importancia de los organismos públicos.
9. Considerar que la inflación no es un fenómeno necesariamente negativo para la economía, porque in-
centiva el consumo y la inversión, penaliza el ahorro y contribuye a reducir los salarios reales y las ren-
tas fijas. La inflación puede trasladar renta de los rentistas a los empresarios .

Algunas críticas al keynesianismo:


• En economía, siempre el corto plazo influye sobre el largo plazo (las consecuencias de las políticas
económicas heterodoxas aparecen después, como la resaca...). La afirmación de Keynes de que “a largo
plazo, todos estaremos muertos”, no es un razonamiento serio.
• Las medidas keynesianas para combatir la crisis y el desempleo, terminaron por generar una gran inflación
unida a una crisis y desempleo a partir de los años 70 del siglo XX (“estanflación”).
• Al hacer al Estado responsable de la marcha de la economía los grupos de presión buscaron la protección
por parte de éste, aumentó la corrupción y el favoritismo, se mermó la iniciativa privada, creció el tamaño
del Estado y su ineficacia, el Estado extendió su acción hacia cada vez más sectores, crecieron los im-
puestos, el déficit y la inflación.
• El “Estado del Bienestar” crea ineficiencia, en la medida que permite la supervivencia de sectores y empre-
sas no rentables, la percepción de rentas y subsidios sin relación con la aportación a al economía, etc.
• Los instrumentos fiscales (especialmente los basados en el déficit público) no son fáciles de cambiar a cor-
to plazo sin traumatizar el equilibrio global y la vida social. Suelen crear una inercia de la que es difícil salir
sin una gran crisis.
• Es discutible teóricamente que la demanda de bienes se traduzca siempre en demanda de puestos de tra-
bajo (pues teniendo en cuenta el cambio tecnológico el capital puede recurrir a esas nuevas tecnologías,
en vez de a contratar más trabajadores).
• Keynes no tuvo en cuenta, en sus modelos, la importancia de las relaciones económicas internacionales,
como tampoco se ocupó del imperialismo y del subdesarrollo.
• Su “Teoría general del empleo, el interés y el dinero”, es, en realidad, una “Teoría particular para una so-
ciedad capitalista avanzada de tradición anglosajona y con un Estado muy pequeño de tradición neoclási-
ca”.
• Los sectores más conservadores llegaron a consideraqrue sus teorías “heterodoxas” e intervencionistas,
justifican el socialismo.

Algunos economistas keynesianos:


John Maynard Keynes (1883 – 1946)
Raúl Prebish (1901 -1986)
Joan Robinson (1903 – 1983)
Galbraith (1908 – 2006)
Samuelson (1915 - )
Tobin (1918 – 2002)
Luís Ángel Rojo (1934 - ). Catedrático de Teoría Económica, fue Gobernador del Banco de España.

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