El Pensamiento Cosmológico de Los Antiguos Mexicanos.: Garcia Mendoza Jessica Sarai 2.7
El Pensamiento Cosmológico de Los Antiguos Mexicanos.: Garcia Mendoza Jessica Sarai 2.7
El Pensamiento Cosmológico de Los Antiguos Mexicanos.: Garcia Mendoza Jessica Sarai 2.7
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En todos los pueblos indígenas de México que aun fuera del país existe el
concepto de la inestabilidad de. Tal como ahora se nos revela, el universo está
GARCIA MENDOZA JESSICA SARAI
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destinado y a desaparecer. Y sólo nació después de varios ensayos infructuosos
que terminaron en los cataclismos.
El nacimiento de los dioses era atribuido por los nahuas del siglo XVI.
Los “Cuatro soles”
Sol de lluvia, a veces llamado también el Sol de fuego. Pues fue una lluvia de
fuego la que destruyó el mundo al término de su periodo. Hoy el orden de
sucesión de esas cuatro épocas no siempre se describe de la misma manera.
Tanto en las tradiciones y las crónicas redactadas después de la conquista como
en los manuscritos precolombinos y en los bajorrelieves de ciertos monumentos,
se encuentra la idea de que nuestro mundo fue precedido por cuatro mundos o
"Soles" que tuvieron su fin en cataclismos. Se da a esos mundos desapa recidos
los nombres de "Sol del Tigre" (Ocelotonatiuh), "Sol de Viento" (Ehecatonatiul),
"Sol de Lluvia" (Quiauhtonatiuh) y "Sol de Agua" (Atonatiuh). El "Sol de Lluvia" a
veces es llamado también "Sol de Fuego" (Tietonatiuh), pues fue una lluvia de
fuego la que destruyó.el mundo al término de este periodo.
Esta fecha, es aquella en que nuestro sol se ha puesto en movimiento cuatro días
después de nacer. Es en el calendario ritual, el día de la fiesta del sol y de los
señores. Pero probablemente también sea la fecha en que nuestro mundo tendrá
fin con los temblores de tierra, pues el término ollin simboliza a la vez el
movimiento del sol y las sacudidas sísmicas.
En el tonalámat!, o calendario adivinatorio, todos los días que llevan la cifra 4 son
considerados como nefastos. El día 4-océlotl, fin del "Sol del Tigre", es un día
funesto. dominado por el dios Tezcatlipoca. Este, dios del Norte, del frío y de la
noche, se ha transformado en Tigre, según la Historia de los mexicanos, para
derribar al sol. La primera edad, según los Anales de Cuautitlán, llegó a su fin en
las tinieblas y el frío, después de un eclipse. La fecha 4-chécall, fin del "Sol de
Viento", es considerada como día de encantamientos, de hechicería.
En cuatro ocasiones, un mundo ha nacido y se ha desplomado en gigantescas
catástrofes. El mundo de hoy correrá la misma suerte. Los antiguos mexicanos
concebían esta historia de los universos como la de las victorias y las derrotas de
principios alternos, que por turnos reinaban sobre las cosas y después eran
arrojados y privados de todo dominio de la realidad. El primero de los soles es el
de Tezcatlipoca, es la edad del frío, de la noche, del Norte. El segundo, bajo la
influencia de Quetzalcoatl, dios del Occidente, es la época de los sortilegios y del
Oeste. El tercero está dominado por Tlaloc que, en tanto dios del fuego, es una
divinidad del Sur. El cuarto, "Sol de Agua" y de Chalchiuhtlicue, es un periodo del
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Este, pues el agua y su diosa pertenecen a este punto cardinal. En cuanto al sol
actual, el quinto, es el sol del centro , pues cinco es el número de este punto; la
divinidad del centro es Xiuhtecuhtli, dios del fuego: asta , nuestro sol es un sol de
fuego, representado a veces por el mismo símbolo que corresponde a este
elemento, una mariposa.
Los mitos cosmogónicos contienen pocas indicaciones sobre la manera en que se
representaba a los habitantes del mundo de las épocas desaparecidas. Se
pensaba generalmente que entonces habla habido gigantes, y luego hombres que
se alimentaban de hierbas silvestres. Los antiguos mexicanos tenían el
sentimiento muy claro de la superioridad de su civilización agrícola sobre la
civilización de las tribus nómadas, los chichimecas, que erraban por las regiones
semidesérticas del Norte. Ellos mismos, antes de llegar al altiplano central, habían
llevado aquella vida precaria en los desiertos de cactos. Por oposición a la
civilización del maíz de la que eran depositarios, pintaban a sus antepasados de
los "Soles" muertos como bárbaros ignorantes de la agricultura, lo que ellos
mismos, de hecho, no habían dejado de ser sino pocos siglos antes.
Todo el "Quinto Sol" estará dominado por ese gran tema de la muerte y del
renacimiento, del sacrificio necesario para la vida de los astros y del universo.
El sol
El sol que ilumina nuestro mundo ha nacido en el año 13-ácatl, es decir, en un año
que pertenece al Este. Antes de que apareciera, los dioses se preguntaron en qué
punto del horizonte iría a levantarse, y es en el Este donde lo verán surgir. Los
signos ácatlatl, ollin, cipactli y coatl son los signos venusinos, el nacimiento del sol
está completamente dominado por las potencias del Este y del planeta Venus, es
decir, por Quetzalcoatl en tanto que dios de la resurrección. El sol misino es
Quetzalcoatl resucitado.
Según Sahagún, los dioses se reunieron en las tinieblas, en Teotihuacán,
decidieron crear las luminarias del mundo.
Brillaba con un resplandor tan vivo como el del sol; pero, para castigar a
Tecciztécatl por su cobardía, uno de los dioses arrojó un conejo contra la faz de la
luna y desde entonces dícese que este astro lleva una mancha en forma de conejo
que menoscaba su claridad.
El cronista Torquemada da de esos acontecimientos míticos una versión
ligeramente distinta. Según él, cuando los dioses notaron que el sol permanecía'
inmóvil, le enviaron un pájaro para interrogarlo. El sol respondió que les haría
morir. Presa de la desesperación, uno de los dioses trató de alcanzar al sol con
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sus flechas, pero el astro lo atravesó con un dardo. Los dioses se sometieron,
decidiendo entonces dar su sangre para el sol. Xólotl los sacrificó, abriéndoles el
pecho con un cuchillo de pedernal, y se dio muerte a sí mismo. El sol, satisfecho,
empezó a moverse.
En fin, según otra variante, los dioses Quetzalcoatl y Tláloc sacrificaron a sus
hijos, que se convirtieron respectivamente en el sol y la luna. En efecto, se
consideraba que ésta tenía relaciones estrechas con el agua, dominio de Tlaloc.
En los Anales de Cuauhtitlán se encuentra el relato del sacrifi- cio de Quetzalcoatl.
Perseguido por un hechicero poderoso, este dios se detuvo al borde del "agua
celeste, de la mar divina", sobre la costa del Golfo de México. Allí levantó una
hoguera y se arrojó a ella. A medida que se consumía, se vieron surgir unos
pájaros y después una estrella brillante: era el planeta Venus, Tlahuizcal-
pantecuhtli, es decir, Quetzalcoatl resucitado. Cuando los emperadores aztecas
morían se les quemaba revestidos con los ornamentos de Quetzalcoatl; así se les
aseguraba la resurrección.
Otro tema que se encuentra en las tradiciones relativas al nacimiento del sol es el
de la sangre necesaria para la vida del astro. Es imposible comprender nada de la
religión de los antiguos mexicanos si no se tiene en cuenta que, para ellos, los
sacrificios humanos eran indispensables para la buena marcha del universo. El sol
necesita alimentación, y este sustento es el chalchthuatl, "el agua preciosa", es
decir, la sangre humana. En la Historia de los mexicanos por sus pinturas puede
verse a los dioses desde el comienzo del mundo preocupados por dar sangre al
sol, desencadenando la guerra.
Los telpopochtim constituyen, a la vez, una sociedad profesional y una cohorte de
edad; son los jóvenes dedicados a la guerra y a la muerte en el sacrificio.
Encarnando la valentía masculina, tratan le procurarse el talismán del arrojo
femenino: hombres sacrifica- dos, irán a desempeñar, en el cielo oriental, el papel
que las mujeres divinizadas representan en el cielo del Oeste. Al mismo tiempo, el
combate que se lleva a cabo alrededor del cortejo fúnebre simboliza la rivalidad de
los dos sexos, eternamente opuestos aun en el cielo.
Tal es, por tanto, el trayecto del sol en el ciclo. Rodeado de guerreros por la
mañana, de mujeres divinizadas por la tarde, llega al Occidente.
Fue en el este de México donde Quetzalcoatl se sacrificó para convertirse en el
planeta Venus; también fue Quetzalcoatl el que, con otro aspecto, se convirtió en
el sol que se ha levantado por el Este. Cada día, el ascenso, el declinar y el
regreso del sol son el gran símbolo de la muerte y del renacimiento. Cada día, el
astro da la prueba de que es posible el paso de un mundo a otro. Rodeado de
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guerreros y mujeres resucitadas, él mismo es la mayor garantía de la resurrección.
Cuando el sol está en el cenit, triunfa y domina a la naturaleza y a los hombres;
parece extender su fuego por todo el mundo.
El sentido cosmológico de la leyenda es muy claro. El sol triunfante, nacido de la
tierra (Coatlicue), aniquila las tinieblas (Coyolxauhqui) y borra las estrellas: los
Centzon Huitznahua son las estrellas del Sur, que hacen las veces de contrapeso
de los Centzon Mimixcoa, las estrellas del Norte; pero eso no es todo. La bola de
plumas que ha fecundado a Coatlicue, ¿no es acaso el alma de un guerrero
sacrificado que ha descendido del cielo en esta forma, análogo a los colibríes en
que reencarnan los cuauhtecal Huitzilopochtli no es solamente el sol, uno de los
aspectos del sol, sino el dios tribal de la guerra y del sacrificio. En el himno
Huitzilopochtliicuic, dedicado a él, el dios, revestido con su armadura de plumas,
grita: "Por mí se ha levantado el soll" Lo que el escoliasta azteca interpreta como:
"La hora de los sacrificios ha llegado." El sol y el sacrificio humano están tan
estrechamente asociados en el pensamiento mexicano que la salida del astro
simboliza esta asociación: es el sol como guerrero sacrificante y sacrificado.
Mientras que Nanahuatzin renace bajo la forma del sol después de ser sacrificado.
En cuanto a los campesinos, a la gente del pueblo, sabemos que adoraban a un
sol-padre, pero ignoramos hasta qué punto la idea que de él tenían era distinta de
las que es- taban en vigor entre los jefes, o había sufrido su influencia. Sea como
fuere, si es exacto que los mitos cosmológicos reflejan el mundo, ello sólo es
indirectamente; son el reflejo de un reflejo. La naturaleza y sus fenómenos más
visibles sólo aportan una especie de materia prima que es moldeada por los
deseos, las aspiraciones y el orgullo de cada fracción del cuerpo social.