Vikingos
Vikingos
Vikingos
Los vikingos tienen una reputación bien definida durante siglos, e incluso se han convertido en
un elemento básico de las ilustraciones de cómic con imágenes coloridas de cascos con cuernos,
bersekers, barcos, Valhalla, el Dios de un solo ojo Odin y hombres que mueren espada en mano
o beben de calaveras. Los vikingos eran piratas que iban a saquear y matar, y sembraron el
terror por las costas de Europa. Pero su reputación no es del todo justa: no eran solamente
guerreros despiadados, sino también hábiles comerciantes, administradores y artesanos del
metal y la madera, que producían hermosas joyas y artefactos que han sobrevivido hasta
nuestros días. Eran también algunos de los mejores contadores de historias nórdicas que siguen
fascinando a las audiencias modernas.
Barcos
En la Noruega medieval las bases para el desarrollo de la agricultura eran pobres. Los vikingos
eran expertos en transporte marítimo y aprovecharon que los fiordos llegaban hasta el interior
de Noruega. Sus barcos drakar eran estrechos, ligeros y de madera con un caso de poco calado
diseñado para una navegación rápida y fácil en aguas pocos profundas. Lo suficientemente ligero
para ser transportado, el drakkar tenía dos extremos iguales, permitiendo invertir la dirección
sin tener que dar la vuelta. Esto proporcionaba una gran ventaja en un mar lleno de icebergs y
mar congelado. Los barcos vikingos tenían remos a lo largo de casi toda la embarcación y las
versiones más modernas de estos combinaban la fuerza de los remos con las velas. Algunos
años más tarde también contaban con una vela rectangular que podía remplazar o acelerar el
equipo de remo.Bajo buenas condiciones meteorológicas, un barco vikingo podía alcanzar los 15
nudos (28 km/h).
CORAJE VIKINGO
¿Cómo es posible que este pueblo poco numeroso y esparcido conquistara tanto territorio? Los
vikingos noruegos eran valientes, listos y tenían una visión fatalista de la vida que les animaba a
tomar riesgos. Los grupos invasores vikingos parecen haber tenido una sorprendente capacidad
para hacer caso omiso de las pérdidas, ya fuera en batallas o en peligrosos viajes por mar. En el
año 844 muchos vikingos perecieron ante las tropas del Rey Ramiro. Unos meses después otra
flota tomó Córdoba, para luego ser echada de la ciudad por el Emir Abd al-Rahman II, con
todavía más pérdidas humanas: 500 muertos, 30 barcos quemados. Volvieron todavía otra vez
al Mediterráneo para intentar conquistar las Islas Baleares e incluso el norte de Italia. Según el
libro inglés Crónicas anglosajonas, en 876 los vikingos perdieron 4.000 hombres y 120 barcos
por culpa de una gran tormenta al sur de la costa de Inglaterra.
Ciudades y colonias
Los vikingos fundaron numerosas ciudades y colonias, incluyendo Dublín y Normandía. Dublín
fue un importante asentamiento vikingo durante más de tres siglos. Entre los años 879 y 920,
colonizaron Islandia, que sirvió a su vez como trampolín para la colonización de Groenlandia. Los
vikingos incluso alcanzaron Norteamérica, y los restos de un asentamiento vikingo en L'Anse aux
Meadows en Terranova han sido datados de alrededor del año 1000 con la prueba del carbono
14. Hacia el año 1100, los vikingos se debilitaron a causa de conflictos internos. Al mismo
tiempo, muchos otros países de Europa estaban adquiriendo fuerza y con ello, convirtiéndose en
metas más difíciles de alcanzar. El fin de la era Vikinga coincide con la caída de Harald Hardråde,
que intentó sin éxito conquistar Inglaterra en 1066.
Experiencias vikingas
Se conoce muy bien cómo era la vida de los vikingos hace unos mil años y hoy en día es posible
experimentar la vida de los vikingos. En el Museo Vikingo Lofotr se ha construido una casa
comunal tradicional vikinga, y el museo también alberga festivales vikingos y eventos en los que
puedes descubrir cómo era el día a día de los vikingos. En el fiordo Vefsbfjord en el Norte de
Noruega puedes navegar con un drakar vikingo, y en Oslo puedes ver la versión auténtica y
original de esta embarcación.
Revolución rusa
A lo largo del siglo XIX, Rusia había logrado extender sus fronteras por toda el Asia central. Había llegado a las costas del
Japón, explorado la helada tundra de Siberia y se había convertido en un poderoso imperio. Pero a fines de ese siglo este
enorme imperio entró en una profunda crisis, que se dejaba diagnosticar por el estado de sus campesinos. Hacia 1860 la
población rusa sobrepasaba los 100 millones de personas, de las cuales la mayoría eran campesinos que debían trabajar
en un territorio de más de 22millones de kilómetros cuadrados. En esas condiciones, y gracias a un afán de modernizar
el campo ruso, el zar decretó en 1861 la liberación de la servidumbre de los campesinos, quienes durante varios siglos se
vieron obligados a trabajar para los grandes señores terratenientes. Con esa medida se pretendió que los campesinos
compraran su terreno y pudieran tener una propiedad agraria individual. Sin embargo, luego de dos décadas, la mayor
cantidad de terreno cultivable (62 millones de hectáreas) pertenecía a 28 000 familias de grandes terratenientes; 5.1
millones de hectáreas al zar para mantener a su familia, incluidos los grandes duques, sus esposas y sus hijas, y el resto a
la Iglesia. En cambio, 10 millones de familias campesinas debían repartirse 73 millones de hectáreas. Estos campesinos
pobres representaban el 80% del total de los campesinos rusos. Así, se formaron cuatro grandes grupos de campesinos:
• Los arruinados pequeños propietarios, dueños de un promedio de siete hectáreas por familia;
• Los medianos propietarios, poseedores de unas 15 hectáreas por familia.
• Los terratenientes capitalistas, cuyas familias poseían unas 46 hectáreas cada una y
• Las familias dueñas de los enormes latifundios, poseedoras de 2.300 hectáreas cada una
A la par de esta situación de los campesinos, en Rusia surgieron dos nuevas clases sociales: una creciente clase media
urbana, que demandaba el ejercicio de la libertad política para elegir a sus gobernantes, y la clase obrera rusa, producto
de la instalación de industrias que eran, en su mayoría, propiedad de capitales extranjeros, principalmente ingleses,
franceses y alemanes.
La Revolución de 1905
En estas condiciones, entre 1905 y 1907, se produjo una fuerte revuelta política, conocida como la Revolución de 1905,
en contra del zar Alejandro II, que hizo que el panorama de la vida rusa cambiara profundamente. Las causas de esta
revolución son varias; entre ellas, se destaca el hecho de que la organización obrera de la más importante planta
metalúrgica de Moscú, dirigida por un joven sacerdote de apellido Gapon, había sufrido el despido de cuatro de sus más
importantes miembros. Encabezados por el sacerdote, los obreros iniciaron una marcha hacia el Palacio de Invierno, la
residencia oficial del zar en Moscú, donde fueron masacrados por las tropas del ejército. Esto sucedió el 9 de enero de
1905, en lo que fue llamado el “domingo sangriento”. A partir de este hecho las huelgas se extendieron por todo el
imperio. Se afirma que tan sólo entre los meses de abril y mayo el número de huelgas pasó de 80.000 a 220 000.
En esos mismos meses, no sólo los trabajadores protestaron, sino que también lo hicieron muchos de los pueblos que
habían sido dominados por el Imperio Ruso: polacos, letones, georgianos, judíos, ucranianos, lituanos, bielorrusos,
armenios y estones, entre otros. Para colmo del zar, la guerra que se había desatado entre Rusia y Japón desde 1904 fue
perdida por el ejército ruso en mayo de 1905, con lo que el desprestigio del gobierno se acrecentó. A la par, la
tripulación de un barco de la flota militar rusa ubicada en el mar Negro, el acorazado Potemkin, se declaró en rebeldía
contra el régimen, y con ello se tornó aún más aguda la crisis que vivía la nación. En este momento los antiguos partidos
políticos actuaron de acuerdo con sus ideas: algunos recrudecieron sus ataques terroristas (asesinaron gobernador
general de Moscú, el gran duque Sergio).